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Un geómetra entre Un geómetra entre

Brouwer
la topología y la filosofía
la topología y la filosofía

Brouwer
LUITZEN EGBERTUS JAN BROUWER resolvió una retahíla de problemas topológicos,
entroncando la geometría de la posición o analysis situs con la teoría descriptiva de los
conjuntos de puntos desarrollada por Cantor. Los métodos que introdujo otorgaron carta
de naturaleza a la topología. En medio de la crisis de fundamentos de las matemáticas
acaecida a principios del siglo xx, expresó unas opiniones radicales sobre la naturaleza
del pensamiento matemático. Según Brouwer, las matemáticas eran una construcción
mental libre, el fruto de la intuición e independiente de la experiencia. Se dedicó así
a reconstruir sistemáticamente las matemáticas desde el intuicionismo: la verdad o
la falsedad de una proposición matemática venían determinadas por la posibilidad de
llevar a cabo una construcción, la prueba de la proposición o de su contraria.

Carlos M. Madrid Casado


Investigador de la Fundación Gustavo Bueno y filósofo de la ciencia.

genios
de las
matemáticas

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Introducción

Nacido en en los Países Bajo, en s una pequeña villa cercana a Ró-


terdam, Luitzen Egbertus Jan Brouwer, más conocido como L.E.J.
Brouwer (por sus iniciales) y habitualmente llamado Bertus por
sus amigos (abreviatura de su segundo nombre), fue matemático
y filósofo, topólogo y lógico, geómetra y místico.
Contribuyó a alumbrar una de las ramas de las matemáticas
más fértiles del siglo XX, la topología, y se convirtió en el defensor
más acérrimo de una doctrina revolucionaria sobre los fundamen-
tos de la matemática, el intuicionismo.
La vida de Brouwer es fascinante porque se trata de un per-
sonaje con aristas, condenado a una suerte de doble vida. En su
biografía las matemáticas y la filosofía se combinan con el mis-
ticismo, la lingüística, la política o la misantropía. La mayoría
de matemáticos asocian su nombre al famoso teorema del punto
fijo, así como a sus aportaciones en topología. Sin embargo, la
principal pasión de su existencia fueron los fundamentos de las
matemáticas, en cuya crisis participó, alumbrando el intuicio-
nismo.
No obstante, mientras que su hacer topológico e intuicionista
puede considerarse innovador, difícilmente se puede aplicarr esta
calificativo a su bagaje filosófico, conectado con la filosofía idea-
lista decimonónica que recelaba del progreso tecnológico. Así, el
opúsculo que escribió con tan solo veinticuatro años estaba em-

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papado del pesimismo romántico que dominaba en el ambiente minarían siendo escuchadas y hasta temidas por el gran matemá-
donde se formó. tico alemán David Hilbert, uno de los más influyentes del siglo XIX
La topología es la disciplina matemática que estudia la for- y principios del XX.
ma de los objetos geométricos. Se pregunta si se puede deformar Solo tras lograr una plaza de profesor en la Universidad de
de manera continua un objeto, sin cortarlo ni agujerearlo, hasta Ámsterdam en 1912, Brouwer recuperó los intereses filosóficos
transformarlo en otro. Se trata de estudiar las figuras geométricas esbozados en su juventud.
averiguando de cuántas partes se componen, si tienen agujeros, Entre la lectura de la tesis y la toma de posesión de la pla-
si se puede ir de un punto a otro por varios caminos distintos, si za, Brouwer se sumergió en un periodo de actividad matemática
poseen una frontera definida, si son finitas o, en cambio, se ex- febril del que emergió convertido en el creador de la topología
tienden sin fin, etc. moderna, como si intentase hacerse un hueco en la comunidad
Es, en suma, una especie de geometría primera o primordial, matemática internacional antes de regresar a la filosofía de las
que se preocupa de nociones tan básicas como las de proximidad matemáticas.
y continuidad. Lo que no deja de ser paradójico es que realizó su trabajo ma-
Históricamente, la topología presenta dos vertientes. La origi- gistral en el campo de la topología desde una óptica que a duras
nal, ligada a la geometría y denominada «topología combinatoria», penas casa con sus planteamientos fundacionales.
surgió en el siglo XVIII. Es más, a pesar de que sus contribuciones más importantes
A finales del siglo siguiente el estudio detallado de los núme- fueron en topología, Brouwer no volvió a ella salvo muy esporá-
ros reales y las funciones sacó a la luz la «topología conjuntista», dicamente, ya que se dedicó en cuerpo y alma a sentar las bases
más orientada hacia el análisis. del intuicionismo. Estaba convencido de que su obra cumbre no
De resultas de esta bipolaridad, a caballo entre los siglos XIX y era completamente admisible de acuerdo a su concepción de las
XX, afloró una retahíla de cuestiones topológicas abiertas. Brouwer matemáticas.
cerró la mayor parte de ellas, como la invariancia de la dimensión, La lección inaugural que dictó con motivo de la ocupación
y demostró una ristra de potentes teoremas, como el del punto fijo, de la plaza universitaria significó la presentación en sociedad del
introduciendo los nuevos métodos topológicos (la aproximación intuicionismo matemático.
simplicial y el grado topológico). Las paradojas de la lógica y de la teoría de conjuntos, así como
Con la corriente de la topología combinatoria, cuyo curso y la pléyade de dudas planteadas sobre la seguridad de la matemá-
cuyos meandros seguiremos, acabó confluyendo –gracias a nuestro tica clásica, habían provocado divisiones y generado un debate
protagonista– otra corriente más escurridiza, la de la topología creciente sobre los fundamentos de las matemáticas. Tras la decla-
conjuntista, que discurría subterráneamente. Apoyándose en las ración de principios que supuso su tesis doctoral, Brouwer elaboró
investigaciones previas de Henri Poincaré y Georg Cantor, entre la respuesta intuicionista mirando de reojo a Kant, Poincaré y los
otros, Brouwer conectó definitivamente ambos enfoques y conso- matemáticos franceses constructivistas.
lidó la topología como una de las ciencias matemáticas que más A su entender, las matemáticas eran ante todo una construc-
progresión experimentaría en el siglo XX. ción mental, una actividad introspectiva más que una teoría for-
Cuando el 19 de febrero de 1907 un joven matemático ho- mal. Tanto el lenguaje informal como el axiomático empleados
landés, por entonces un absoluto desconocido, defendió su tesis en matemáticas no dejaban de ser una tela que se interponía en-
doctoral, nadie podía imaginar que las opiniones bastante radicales tre el matemático y sus objetos. Los números naturales, pilar de
que expresó sobre la naturaleza del pensamiento matemático ter- las matemáticas, no se deducían lógicamente ni se postulaba su

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existencia mediante unos axiomas, sino que se construían en la El resultado fue un corpus matemático habitado por una pano-
mente del matemático, de manera que su verdad descansaba en la plia de entes con nombres de lo más variopinto: especies, desplie-
evidencia de su intuición. gues, barras, abanicos…
La lógica, ineludiblemente enraizada en el lenguaje, no era an- En resumen, para Brouwer la refundación de las matemáticas
terior sino posterior a las matemáticas. El matemático es como un no precisaba de Dios (como querían Cantor y otros matemáticos
arquitecto, y el lógico como el inspector de obra que únicamente platónicos) ni de los axiomas lógicos (auspiciados por Bertrand
se ocupa de verificar la disposición de los materiales usados una Russell y el logicismo) ni de la prueba rigurosa de no contradicción
vez hecha la construcción. (perseguida por Hilbert y el formalismo).
En consecuencia, si las matemáticas poseían un carácter La primera de las ciencias necesitaba reconstruirse sobre una
eminentemente constructivo, las demostraciones que no viniesen intuición originaria atendiendo a unos principios lapidariamente
acompañadas de los procedimientos que permitieran construir de claros y distintos. El problema era que los principios de la escuela
modo efectivo los objetos matemáticos cuya existencia se afirmase intuicionista hacían temblar el edificio de la matemática clásica, al
eran inaceptables. tirar por tierra la mayoría de resultados alcanzados por el análisis y
Brouwer discutió la validez de uno de los principios ló- la teoría de conjuntos durante el siglo XIX e, incluso, las espectacu-
gicos heredados de Aristóteles: la ley del tercio excluso, que lares aportaciones de Brouwer en el dominio de la naciente topo-
establece que, dada una proposición, o ella o su negación son logía. Así, en la década de 1920, dado que el platonismo tradicional
verdaderas. A su juicio, que la negación de una proposición y el logicismo hicieron agua, los matemáticos se escindieron en
matemática condujese a una contradicción, no implicaba que dos bandos irreconciliables: la legión formalista, comandada por
la proposición de partida fuese forzosamente cierta, porque Hilbert, y el reducto intuicionista, liderado por Brouwer.
para probar la proposición había que construir explícitamente Las hostilidades se desencadenaron con la metamorfosis de
su contenido. Hermann Weyl, el talentoso discípulo de Hilbert, que aclamó a
Con la retirada del principio del tercio excluso, el método Brouwer como die Revolution.
de demostración por reducción al absurdo se tambaleó. Para que Hilbert, entonces catedrático de Gotinga, deliberadamente
un objeto matemático existiese no bastaba con que no fuese con- contrario desde sus comienzos al intuicionismo, protestó con fuer-
tradictorio, era necesario que fuese construible, calculable. Solo za ante el avance de una doctrina peligrosa para la matemática
así, rechazando los métodos de la matemática clásica que habían heredada y llegó a referirse a Brouwer como un filósofo disfrazado
conducido al callejón sin salida de las paradojas, los matemáticos de matemático.
recobrarían el camino seguro de la certidumbre. Quería borrar la fea mancha de las paradojas del palacio de las
Con estas directrices (a las que hay que sumar el hecho de que matemáticas aventando un programa: probar que las matemáticas,
el intuicionismo no acepta la posibilidad de manejar los conjuntos debidamente axiomatizadas, no contenían contradicción alguna,
infinitos como seres acabados, finalizados), Brouwer comenzó a eran internamente consistentes.
madurar una matemática alternativa a la clásica: la sofisticada y Conforme los felices años veinte se acercaron al final, el
endiablada matemática intuicionista. matemático holandés pasó de ser apreciado a ser odiado por su
El esqueleto de esta nueva matemática lo conforman las «su- colega alemán, que, perdida la paciencia, orquestó una turbia
cesiones de elección libre», unos objetos matemáticos altamente maniobra para expulsarlo del consejo asesor de los Mathema-
impredecibles y con efectos sorprendentes, como tendremos oca- tische Annalen, la revista matemática de mayor prestigio en
sión de comprobar. la época.

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Como resultado del embargo promulgado contra el intuicio- sobre los fundamentos de su ciencia. Al igual que el filósofo
nismo, ambos matemáticos quedaron malquistados de por vida. alemánnNNietzsche se atrevió a cuestionar los principios de la
Brouwer salió traumatizado del altercado y se dedicó a partir de moral, el matemático holandés discutió los principios lógicos
entonces a desarrollar una filosofía trasnochada, colindante con más arraigados.
la metafísica.
No fue esta la última palabra en el debate sobre los fundamen-
tos de las matemáticas. Ciertamente, su reconstrucción de acuerdo
con el intuicionismo se saldó con un sonoro fracaso, ya que, sin
el principio del tercio excluso, muchos teoremas fundamentales
del análisis dejaban de ser ciertos. Para la comunidad científica se
trataba de un precio demasiado alto: la mutilación de la gran mate-
mática clásica. Incluso Weyl, que apoyó temporalmente a Brouwer,
terminó decepcionado con el corto recorrido de la matemática
intuicionista.
De manera análoga, Hilbert despertó del sueño de fundar las
matemáticas sobre una base axiomática firme cuando Kurt Gödel
presentó los célebres teoremas de incompletitud: en unas mate-
máticas concebidas como sistema formal jamás podrá probarse la
ausencia de contradicción.
En sus últimos años de vida, Brouwer se vio arropado por dis-
cípulos que se interesaron por la lógica y la matemática intuicionis-
tas. Ambas constituían un escándalo para aquellos que creían que
la filosofía carece de importancia, pero el sacrificio que implicaban
las restricciones del intuicionismo servía para descubrir qué tipo
de matemática queda en pie, a prueba de bombas.
Sin embargo, el matemático holandés se sintió cada vez más
aislado y preso de temores paranoicos a la persecución, la quiebra
o la enfermedad.
A través de la mirada de Brouwer, un antihéroe cuya filosofía
sublevó a unos e hipnotizó a otros, nos asomaremos a las mate-
máticas contemporáneas, a la creación de esa geometría descar-
nada que es la topología, pero también a ese tema en la frontera
de la ciencia que es el papel del hombre en el conjunto del saber
matemático.
Luitzen Egbertus Jan Brouwer fue un gigante de las ma-
temáticas y de la filosofía, que tuvo dificultades para navegar
por el mundo y que sintió como nadie la tensión por la disputa

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