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El que tenga oídos para oír oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias; el que venciere, no sufrirá daño de la
segunda muerte
Ap. 2:11
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las
que dan testimonio de mí
Juan 5:39
Introducción
Hemos visto como el libro de Daniel coloca el fundamento para entender el desarrollo de las cosas que
están por venir. Observamos entonces, que el fin de los tiempos, se encuentra relacionado a la profecía
de las 70 semanas, que se ubica en el capítulo 9 de Daniel; esta profecía podemos verla como una línea
del tiempo, que reúne todos los eventos en un resumen entendible para nosotros. (Mostrar diagrama)
El contexto
El comienzo (La aplicación histórica)
El Apocalipsis es un libro de historia, y como tal, debemos saber el inicio de la misma; por lo tanto,
debemos saber que:
1. Es una continuación del libro de los Hechos.
a. Es el libro donde ocurre la transición de Israel a la Iglesia.
b. Es el libro en el que se revela que depende de la predicación de la palabra para que el
reino de Israel sea restaurado (es decir, si Israel quiere aceptar a Jesús como el Mesías o
no).
c. Después de toda la predicación que se suscita en este libro, los líderes de la nación de
Israel rechazan el mensaje, y Dios deja de lado la nación de Israel mientras que ha estado
levantando a la Iglesia (El Cuerpo de Cristo).
2. Hechos es la historia bajo el Nuevo Testamento y Apocalipsis el bosquejo de cómo se desarrolla
esa historia.
3. Apocalipsis está escrito para los cristianos del primer siglo (la primera generación de creyentes
después de los Apóstoles) que estaban en Asia.
Conclusión
Escuchemos lo que Dios ha dejado para nosotros a través de la Escritura, estas advertencias han sido
hechas para nosotros y para los que nos precedieron, y seguirán vigentes aun para los que nos prosiguen.
Que no seamos de ese 20% de cristianos que solo vienen al templo por cumplirle a quien nos ve
humanamente, sino que haya una regeneración y búsqueda constante de la presencia de Dios en nuestra
vida, que mostremos frutos dignos de arrepentimiento.