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ĂƌŐƵŵĞŶƚĂĐŝſŶ
ũƵƌşĚŝĐĂ

ŐƵŵĞŶƚ
ŽƐ
Utilizar términos consistentes y con un único significado para ellos
Ello significa que debemos utilizar un solo conjunto de términos para cada idea, para que
no se contradigan o tengan significados diferentes además de perder la conexión entre
premisas y conclusión.
Si atribuimos un único significado para cada término, evitaremos la falacia de ambigüedad
que luego desarrollaremos. Por ejemplo:

El fin de una cosa es su perfección


La muerte es el fin de la vida
La muerte es la perfección de la vida

En este caso se evidencia que el término “fin” está utilizado de manera distinta en las
premisas del razonamiento.

Síntesis conceptual

 Dar un argumento significa ofrecer un conjunto de razones o pruebas que apoyan


a una conclusión, no significa simplemente la afirmación de ciertas opiniones, sino
como intentos de apoyar ciertas opiniones con razones; tienen un el carácter
esencial. Un buen argumento es una posibilidad óptima de encontrar pruebas y
razones, para que otras personas puedan formarse sus propias opiniones por sí
mismas.

 Para poder escribir un buen ensayo basado en argumentos debemos usar razones
tanto como medio para indagar, como para explicar y defender las propias
conclusiones. Resulta necesario examinar los argumentos contrincantes y luego
escribir el ensayo mismo con un argumento defendiendo los puntos de vista
propios como argumentos y valorando críticamente los postulados por la parte
contraria.

Reglas generales:

 Distinguir entre premisas y conclusión.


 Atender a la existencia de las premisas implícitas, llamadas entimemas.
 Presentar las ideas en orden natural.
 Partir de premisas fiables.
 Usar un lenguaje concreto evitando términos abstractos o vagos.
 Evitar usar un lenguaje emotivo.
 Usar términos consistentes y con un único significado para ellos, con lo que se
evita la falacia de ambigüedad.

1
Argumentos deductivos y no deductivos6
Los argumentos deductivos son los que pretenden que sus premisas ofrezcan
fundamentos concluyentes, la verdad de sus premisas, son prueba suficiente para
garantizar la verdad de sus conclusiones, ellas se encuentran lógicamente implicadas por
las premisas. La relación de deductibilidad es una relación de tipo lógico que no depende
del contenido informativo de las proposiciones sino de la forma lógica. Veamos un
ejemplo:

Si hoy es lunes, entonces mañana es martes

Hoy es lunes

Por lo tanto, mañana es martes

La primera proposición es un enunciado condicional o hipotético en donde encontramos la


un antecedente y un consecuente (si p entonces q). Él nos ofrecerá certeza si las
premisas son verdaderas:

Si hoy es lunes, entonces mañana es miércoles

Hoy es lunes

Por lo tanto, mañana es miércoles

En este caso tenemos un procedimiento válido pero la conclusión es falsa debido a que la
primera premisa es falsa. En la vida real rara vez son ciertas, razón por la cual debemos
tomar con cuidado este tipo de silogismos, ellos nos ofrecen una forma adecuada de
organizar argumentos pero deben ser controlados con precisión.
Los razonamientos inductivos no nos ofrecen fundamentos concluyentes para asegurar la
verdad de la conclusión solo nos dan algún motivo o razón, pueden ser mejores o peores
pero no válidos o inválidos.
Ellos tendrán un grado de probabilidad o verosimilitud que verificaremos en las premisas
encargadas de conferir tal carácter a la conclusión.
Sócrates es hombre y mortal
Platón es hombre y mortal
Aristóteles es hombre y mortal
3RUORWDQWRSUREDEOHPHQWHWRGRVORVKRPEUHVVHDQ
PRUWDOHV

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág.25 a 28


6

2
La conclusión de carácter universal se deriva de premisas particulares, este hecho
también es una nota recurrente de este tipo de enunciados, aunque puede haber casos
contrarios de igual forma. Por ello, no es conveniente creer que los razonamientos
deductivos son aquellos en donde obtendremos una conclusión particular a partir de
premisas generales; en caso de los inductivos el correlato seria afirmar que únicamente
derivan las conclusiones de carácter general a partir de premisas particulares.
En el primer caso es más acertado estipular que la conclusión se desprende con absoluta
necesidad (DEDUCCIÓN) y en el segundo la misma se sigue con alguna probabilidad
(INDUCCIÓN).

Argumentos deductivos típicos


Argumentos categóricos7
Las proposiciones categóricas son aserciones acerca de clases que afirman o niegan que
una de ellas este incluida en otra de manera total o parcial.
Encontramos cuatro formas típicas:

1) TODO S ES P (s sujeto y p predicado): la misma se denomina universal afirmativa


la relación de inclusión es de carácter completo o universal. Un ejemplo sería:
“Todos los políticos son mentirosos”.

2) NINGUN S ES P: llamada universal negativa, la primera clase está excluida de la


segunda, niega que exista una relación de inclusión y lo hace universalmente.
“Ningún político es mentiroso”

3) ALGUN S ES P: de tipo particular afirmativa, significa que “al menos uno” entra en
la clase, no lo afirma universalmente sino parcialmente.
“Algún político es mentiroso”

4) ALGUN S NO ES P: particular negativa, en ella al menos un miembro está


excluido de la clase que designa el predicado.
“Algún político no es mentiroso”.

Todos los razonamientos deductivos pueden afirmarse en base a estas formas, no


siempre son simples ya que pueden ser expresiones más complejas y no palabras
aisladas.

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág. 167 a 175
7

3
Debemos diferenciar calidad de cantidad, la primera hace mención al carácter afirmativo o
negativo de la proposición, y la segunda al hecho de ser “universal” o “particular”,
refiriéndose a todos, alguno o ninguno, los mismos toman el nombre de cuantificadores.
Como vimos en los ejemplos presentados, entre los términos S y P aparece algún tiempo
del verbo ser, esto se denomina cópula.

Distribución
En el caso de la proposición universal afirmativa: todos los diputados son ciudadanos, se
produce la distribución del término S, esto quiere decir que todos los miembros de la clase
que designa S no incluye a todos los miembros que designa P.
Por lo tanto, concluimos que la proposición distribuye un término si se refiere a todos los
miembros de la clase designada por él.
En el caso de la universal negativa se distribuye tanto el sujeto como el predicado. Por
ejemplo: ningún atleta es vegetariano, esto afirma de cada atleta que no es vegetariano,
que son todos los miembros de la clase S, es decir está distribuida. A la vez afirma que
toda la clase de los vegetarianos está excluida de los atletas, de esta forma distribuye la
clase P.
La particular afirmativa como sería “algunos soldados son cobardes” no afirman nada de
la totalidad de los soldados ni de los cobardes, por lo tanto ambas clases no están
excluidas ni incluidas totalmente, por ello no distribuye ni S ni P.
La proposición particular negativa por ejemplo: algunos caballos no son de pura raza, en
ella vemos que no se dice nada acerca de todos los caballos sino de algunos, quienes
están excluidos de la totalidad de la clase pura raza (P). Cuando decimos que algo está
excluido de una clase hacemos referencia a la totalidad de ella por lo tanto se distribuye el
predicado.
Podemos concluir que la cantidad de una proposición determina que el sujeto esté
distribuido o no, las universales son las encargadas de hacerlo. En cambio la calidad de
una proposición determina que el predicado sea distribuido, quienes lo realizan son las
negativas solamente.

Silogismo categórico8
Es un razonamiento deductivo del cual se infiere la conclusión a partir de la premisa.
Posee tres proposiciones categóricas y tres términos de los cuales el que aparece como
predicado de la conclusión se llama término mayor en cambio el sujeto de la conclusión
es el término menor, el restante se denomina término medio. Las premisas que los
contengan adquieren el nombre de mayor y menor respectivamente.

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág.205 a 212
8

4
Término medio

Ningún héroe es cobarde premisa mayor


Algún soldado es cobarde premisa menor
Por lo tanto, algunos soldados no son héroes

Término mayor
Término menor

Observamos que el término mayor y menor aparece en premisas diferentes del


razonamiento.
La forma típica de este silogismo es que encontremos la premisa mayor primero luego la
menor y por último la conclusión. Pueden diferir por la posición de los términos medios,
quienes pueden ser sujeto de la premisa mayor, predicado de la menor, predicado de
ambas o sujeto de ambas.

Naturaleza formal
La forma del razonamiento desde el punto de vista de la lógica es su aspecto más
importante. Tanto que la validez del mismo depende de ella, independientemente del
contenido específico.
Todo M es P
Todo S es M
Por lo tanto, todo S es P

Este razonamiento es válido en virtud de su forma, por lo tanto otro que tenga la misma
también lo será. Podremos demostrar la incorrección de un silogismo presentando otro
que posea la misma forma pero que de antemano conozcamos la verdad de sus premisas
y la falsedad de su conclusión.

Todos los conejos son veloces


Algunos caballos son veloces
Por lo tanto, algunos caballos son conejos.

Esta forma puede tener limitaciones propias de nuestro pensamiento, ya que si no es


posible lograr hacer una analogía con premisas verdaderas y conclusión falsa, no significa
que la forma sea válida, sino que necesitamos un método más eficaz para determinar la
validez.

5
Modus ponens
Significa “poner”, puesto “P” se sigue “Q”, en este razonamiento se afirma el antecedente
y como conclusión se afirma el consecuente.

Si P entonces Q
P
Por lo tanto Q

Un ejemplo sería:

Si los optimistas tienen más posibilidades de éxito que los pesimistas, entonces Ud.
deberá ser optimista.
Los optimistas tienen más posibilidades de éxito que los pesimistas.
Por lo tanto, deberá ser optimista.
Con este tipo de silogismo es posible incurrir en la falacia de afirmar el consecuente.9

Modus tolens
Viene de “tollere” que significa quitar, en este modo realizamos la negación del
antecedente para poder en la conclusión negando el antecedente.
Su forma lógica es la siguiente:
Si P entonces Q
No Q
Por lo tanto no P

Si un perro no conoce bien al visitante, entonces ladra


El perro no ladra
Por lo tanto, el perro conoce bien al visitante.

A través del uso de este argumento se puede caer en la falacia de negar el antecedente y
no el consecuente.10

Las cuales serán tratadas en el apartado correspondiente a la temática: Falacias.


9
10
IDEM.

6
Silogismo Hipotético11
En este caso, la condición para que se evidencie el tipo de razonamiento, es que el
consecuente de una premisa sea el antecedente de la siguiente y que luego en la
conclusión se enlace el primer antecedente con el último consecuente.
Como vimos en párrafos anteriores, una proposición condicional está conformada por dos
proposiciones componentes, el antecedente (“si”) y el consecuente (lo que sigue a
entonces).
Forma lógica:
Si P entonces Q
Q entonces R
Por lo tanto P entonces R
Ej.: Si Ud. estudia otras culturas, entonces comprenderá que existe una diversidad de
costumbres humanas.
Si Ud. comprende que existe una diversidad de costumbres humanas, entonces pone en
duda sus propias costumbres.
Si Ud. pone en duda sus propias costumbres, entonces será más tolerante.
Por lo tanto, si Ud. estudia otras culturas, entonces será más tolerante.

Silogismo disyuntivo
También llamado alternativo, este caso no afirma la verdad de una u otra de sus
opciones, sino que al menos una es verdadera o ambas pueden serlo.
Es importante mencionar que el “o “puede tener 2 sentidos:
 Inclusivo: en este caso p o q son verdaderas o bien ambas. Su forma lógica es:

PoQ
No P
Por lo tanto Q

Un ejemplo del siguiente razonamiento puede ser:


Esperamos el progreso mediante el perfeccionamiento de la moral o lo esperamos
mediante el perfeccionamiento de la inteligencia.
No podemos esperar el progreso mediante el perfeccionamiento de la moral.
Por lo tanto, debemos esperar el progreso mediante el perfeccionamiento de la
inteligencia.

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág 263 a 266
11

7
 Exclusivo: aquí nos encontramos con que una de las posibilidades es verdadera
pero no las dos
PoQ
P
Por lo tanto no Q
Ej.: Sólo Carlos o Roberto pudieron haber sustraído el libro
Roberto lo hizo
Por lo tanto, Carlos no lo hizo.

La validez de esta clase de silogismo, se evidencia cuando la premisa categórica


contradice una de las disyuntivas y la conclusión afirma la otra, la misma se sigue de
manera entimemática.

Dilema12
Esta es una forma de razonamiento bastante común en lenguaje ordinario, ha sido
heredada a través del tiempo de la mano de la Lógica y la Retórica, disciplinas que sin
duda estaban más entrelazadas y conectadas que en la actualidad. La última de ellas
toma al dilema como un elemento poderoso e impactante en la persuasión, como arma
devastadora en una discusión.
Significa elegir entre dos alternativas que son malas o desagradables, se suele decir que
se está “atrapado entre los cuernos de un dilema” y por ello sea cual fuera la solución
estamos obligados a llegar a una conclusión desagradable. Pretende arrinconar al
contrincante y allí aniquilarlo, por decirlo de alguna manera adversarial.

Su forma lógica:
p o q.
Si p entonces r.
Si q entonces s.
Por lo tanto r o s.

Ej:

Si dices lo que es justo, los hombres te odiarán


Si dices lo que es injusto los dioses te odiarán

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág 270 a 274
12

8
Debes decir lo que es justo o lo que es injusto
Por lo tanto, en ambos casos serás odiado.

Para refutarlo es posible transitar distintos caminos:


 “Escapar entre los cuernos” siguiendo la terminología de la metáfora empleada. Esto se
logra rechazando la premisa disyuntiva, es el método más fácil para eludir la conclusión de un
dilema, no significa demostrar que la misma es falsa sino simplemente mostrar que el
razonamiento no constituye base suficiente para aceptarla

 Tomarlo o asirlo por los cuernos, esto implica rechazar la premisa constituida por la
conjunción, para ello basta con negar una de sus partes, se trata de mostrar que al menos uno
de los condicionales es falso.

 Replicar con un contradilema, la cual es la manera más entretenida, ya que es necesario


construir otro dilema cuya conclusión debe ser opuesta a la original. Puede ocurrir que las dos
conclusiones sean verdaderas, sin haber refutación alguna, pero en la controversia el público
pensara que la réplica demuele el razonamiento original. Pero puede ser simplemente que
direcciona la atención a un aspecto diferente de la misma cuestión, por ejemplo un optimista
diría:

Si trabajo, gano dinero y si estoy ocioso, me divierto


O bien trabajo o estoy ocioso.
Luego o gano dinero o me divierto

Un pesimista podría refutar con el siguiente contradilema:

Si trabajo, no me divierto y si estoy ocioso no gano dinero. O bien trabajo o bien estoy
ocioso. Luego o no gano dinero o no me divierto.

Estas situaciones nos muestran maneras distintas de considerar los mismos


hechos, no llegan a configurar un desacuerdo de cuales son los hechos.
Otra estrategia muy usada en especial en el análisis del Derecho, es la reducción al
absurdo, que viene a ser una versión del modus tollens.
Su forma lógica es:
Para probar P
Se asume no P (que P es falso)
Se deriva Q
Se muestra que Q es falso
Conveniencia de aceptar P.

Veamos un caso:

El mundo tiene un creador que no tiene parecido alguno con el creador de viviendas.
El mundo tiene un creador que es parecido al creador de viviendas.
Si fuera así, él tendría los mismos defectos que los creadores de viviendas. Afirmamos que
Dios es imperfecto.
El creador del mundo no tiene parecido alguno con el creador de viviendas.

9
Bibliografía de referencias
Copi, I. (1994). Introducción a la lógica (1ª Ed). Buenos Aires: Eudeba.

Redondo, M. C. (1996). La noción de razón para la acción en el análisis


jurídico. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

Nombre de la
materia

10
Problemas sobre la distinción entre
razonamientos deductivos e inductivos
y su enseñanza
Héctor Hernández Ortiz
Roberto Parra Dorantes
Universidad del Caribe

Resumen Palabras clave


Un tema básico que suele incluirse en los cursos y manuales de intro- Argumentación,
ducción a la lógica es la distinción entre el razonamiento deductivo educación
e inductivo. La caracterización común que sostiene que el inductivo es y filosofía,
el que va de lo particular a lo general, y viceversa para el deductivo, enseñanza de la
plantea suficientes problemas como para que merezca ser abando- filosofía, lógica,
nada. Sin embargo, no hay una postura unánimemente aceptada de pensamiento lógico,
cómo debería caracterizarse y, por consiguiente, enseñarse cada tipo razonamiento.
de razonamiento. Aquí se propone y defiende una caracterización
plausible de razonamiento inductivo, que tiene la virtud de capturar
satisfactoriamente los casos típicos de razonamientos inductivos. Otra
ventaja es que esta propuesta provee un tratamiento unificado de di-
versos tipos de ejemplos que facilita su comprensión y enseñanza. En
lo que respecta al razonamiento deductivo, se retoma una caracteri-
zación conocida muy plausible y se indican algunas de sus ventajas
(conceptuales y didácticas) sobre otras caracterizaciones comunes.

Problems of the distinction between deductive and


inductive reasoning and its teaching

Abstract Keywords
A basic topic that is often included in introduction courses and man- Teaching, logic,
uals to logic is the distinction between deductive and inductive rea- deductive method,
soning. The common characterization that maintains that inductive logical thinking,
reasoning is that which goes from the particular to the general, and reasoning, validity.
vice versa for deductive reasoning, presents enough problems to jus-
tify its abandonment. However, there is no unanimously accepted
stance as to how each type of reasoning should be characterized,
and as a consequence, taught. Here we propose and defend a plau-
sible characterization of inductive reasoning that has the advantage
of adequately perceiving the typical cases of inductive reasoning.
Another benefit is that this proposal provides a unified treatment
of different kinds of examples that facilitates its understanding and
teaching. With regard to deductive reasoning, we reexamine a very
plausible known characterization and point out some of its (concep-
tual and didactic) advantages over other common characterizations. Recibido: 4/11/2013
Aceptado: 29/12/2013

Innovación Educativa, ISSN: 1665-2673 vol. 13, número 63 | septiembre-diciembre, 2013 |


62 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

Caracterización usual de los argumentos inductivos

U
na caracterización del argumento o razonamiento induc-
tivo que sigue siendo muy común sostiene que los razo-
namientos inductivos son los que “van de lo particular o
lo específico a lo general”, o aquellos que “van de una parte al
todo”. Por ejemplo:

El tipo de razonamiento analizado, que nos lleva de una lista


finita de enunciados singulares a la justificación de un enun-
ciado universal, que nos lleva de la parte al todo, se denomina
razonamiento inductivo y el proceso se denomina inducción.
(Chalmers, 1987, p. 6)

El Diccionario de la Real Academia Española, en su vigesimo-


segunda edición, señala que, en filosofía, inducir es “extraer, a
partir de determinadas observaciones o experiencias particula-
res, el principio general que en ellas está implícito”. Diversos au-
tores aceptan esta caracterización (Jupp, 2006; zegarelli, 2007;
Wheeler, 2013).
Estas caracterizaciones resultan insatisfactorias, pues no to-
dos los razonamientos inductivos parten de premisas particulares
para llegar a una conclusión general ni pasan de la parte al todo.
De manera similar, tampoco todos los razonamientos deductivos
parten de premisas generales y llegan a conclusiones particula-
res. Peor aun, algunos razonamientos deductivos parten de premi-
sas particulares y llegan a conclusiones particulares; otros, parten
de premisas generales para llegar a conclusiones generales; y,
otros más, parten de premisas particulares para llegar a conclu-
siones generales. Lo que se mostrará aquí es que tanto un razo-
namiento inductivo como uno deductivo pueden también partir
de premisas generales para llegar a conclusiones particulares
(G-P), de premisas particulares a conclusiones particulares (P-P),
de premisas generales a conclusiones generales (G-G), y de pre-
misas particulares a conclusiones generales (P-G).
En el contexto de esta caracterización suele usarse el término
general o universal para referirse a un enunciado del tipo “To-
dos los A son B”. Así, los siguientes enunciados son generales:
“todos los triángulos son polígonos”, “todos los universitarios son
racionales”, “todo múltiplo de 4 es la suma de dos primos”. Por otra
parte, se usa el término “particular” para un enunciado que versa
sobre:

1. Cosas específicas o seres singulares (como: Aristóteles, el


papa Juan Pablo II, el Sol, la Vía Láctea, México.)
2. Algunos (uno o más) de los elementos de un conjunto
dado.
A LEPH

| septiembre-diciembre, 2013 | Innovación Educativa, ISSN: 1665-2673 vol. 13, número 63


[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 63

A los primeros a veces se los llama enunciados singulares. Por


ejemplo, los siguientes enunciados son singulares, porque versan
sobre seres singulares u objetos específicamente determinados: “Fi-
del Castro es cubano”, “La Luna es un satélite”, “México tiene mayor
extensión que Guatemala”. También son particulares, aunque no
singulares, los enunciados que se refieren a algún elemento o algu-
nos elementos de un conjunto, por ejemplo: “algún ser acuático es
mamífero”, “algunos europeos son altos”, “ciertos cuadriláteros son
regulares”, “hay al menos un número primo que es par”.
A continuación se propone una caracterización del razona-
miento inductivo que tiene la ventaja de incluir satisfactoriamente
los ejemplos típicos de razonamientos inductivos de estos distin-
tos casos y otros, además de dejar fuera los casos típicos de razo-
namiento deductivo para los casos correspondientes.

Caracterización propuesta

La caracterización del argumento inductivo propuesta aquí es la


siguiente. Un razonamiento inductivo es aquel que tiene las si-
guientes características:

} Las premisas presentan una característica que los elemen-


tos de un conjunto inicial A tienen en común.
} En las premisas también se establece que algunos de los ele-
mentos de tal conjunto comparten una segunda característica.
} En la conclusión se generaliza la segunda característica
(compartida por un subconjunto de elementos no necesa-
riamente propio) a, por lo menos, un nuevo elemento del
conjunto A del que no se sabe, a partir de la información
dada en las premisas, si realmente la tiene.

A continuación se presentan ejemplos intuitivamente claros de


razonamientos inductivos que van de lo particular a lo general
(P-G), de lo general a lo general (G-G), de lo particular a lo parti-
cular (P-P) y de lo general a lo particular (G-P).

Ejemplo P-G
Juan es mexicano y es amable.
Pedro es mexicano y es amable.
Pablo es mexicano y es amable.
Por tanto, todos los mexicanos son amables.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser mexicano.


• Característica generalizada en la conclusión: ser amable.
• Elementos que la tienen en común: Juan, Pedro y Pablo.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: todos los demás
mexicanos.
A LEPH

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64 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

Ejemplo P-P
Juan es mexicano y es deportista.
Pedro es mexicano y es deportista.
Pablo es mexicano y es deportista.
Luis es mexicano.
Por tanto, Luis es deportista.

• Característica común que agrupa el conjunto inicial: ser mexi-


cano.
• Característica generalizada en la conclusión: ser deportista.
• Elementos que la tienen en común: Juan, Pedro y Pablo.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: Luis.

Ejemplo G-G
Todos los veracruzanos son hospitalarios.
Todos los poblanos son hospitalarios.
Todos los hidalguenses son hospitalarios.
Por tanto, todos los mexicanos son hospitalarios.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser habi-


tante de un estado de la república mexicana.
• Característica generalizada en la conclusión: ser hospitalario.
• Elementos que la tienen en común: veracruzanos, poblanos e
hidalguenses.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: los demás mexicanos.

Ejemplo G-P
Todos los leones son felinos y tienen pulmones.
Todos los pumas son felinos y tienen pulmones.
Todos los tigres son felinos y tienen pulmones.
La pantera rosa es un felino.
Por tanto, la pantera rosa tiene pulmones.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser felino.


• Característica generalizada en la conclusión: tener pulmones.
• Elementos que la tienen en común: leones, pumas, tigres.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: la pantera rosa.

La evidencia de que hay razonamientos inductivos de cada una


de las cuatro combinaciones es clara, pero la caracterización pro-
puesta se extiende a otros casos.

Otros casos típicos

Todos los cuervos vistos hasta ahora son negros.


Por tanto, todos los cuervos son negros.
A LEPH

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[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 65

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser cuervo.


• Característica generalizada en la conclusión: ser negro.
• Elementos que la tienen en común: los cuervos vistos hasta
ahora.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: los demás cuervos
(los que no se han visto hasta ahora).

Muchas veces, en el pasado, cuando se veían relámpagos


se oían truenos.
Por tanto, en el futuro, cuando se vea un relámpago, se
oirá un trueno.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser una


situación en la que se ven relámpagos.
• Característica generalizada en la conclusión: ser una situación
en la que se oyen truenos.
• Elementos que la tienen en común: ocasiones en el pasado en
las que se vieron relámpagos.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: ocasiones en el futu-
ro en las se verán relámpagos.

El 90% de los mexicanos acostumbra comer tacos.


Por tanto, todos los mexicanos acostumbran comer tacos.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser mexi-


cano.
• Característica generalizada en la conclusión: tener la costum-
bre de comer tacos.
• Elementos que la tienen en común: 90% de los mexicanos.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: el 10% restante.

Hasta ahora, cada evento de tipo A ha sido causado por


un evento de tipo B.
X es un nuevo evento de tipo A.
Por tanto, X ha sido causado por un evento de tipo B.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser de


tipo A.
• Característica generalizada en la conclusión: ser causado por
un evento de tipo B.
• Elementos que la tienen en común: los eventos de tipo A ocu-
rridos hasta ahora.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: X.
A LEPH

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66 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

Argumentos analógicos

Copi y Cohen (2010) proponen como estructura general de los


argumentos analógicos la siguiente:

Premisa 1: los objetos a, b, c y d tienen los atributos A y B.


Premisa 2: los objetos a, b y c tienen el atributo C.
Por tanto, el objeto d probablemente tiene el atributo C.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: los atri-


butos A y B.
• Característica generalizada en la conclusión: el atributo C.
• Elementos que la tienen en común: los objetos a, b y c.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: el objeto d.

También hay otros casos de particular a particular con el uso de


“algunos” que son inductivos, a saber:

Algunos hijos de madres rusas tienen ojos azules.


Por tanto, algunos hijos de padres rusos tienen ojos azules.

• Característica común que agrupa al conjunto inicial: ser hijo


de madre rusa.
• Característica generalizada en la conclusión: tener ojos azules.
• Elementos que la tienen en común: algunos hijos de madres rusas.
• Elementos nuevos a quienes se generaliza: algunos hijos de pa-
dres rusos.

Así que los razonamientos inductivos no solo se limitan a algu-


nos que van de la parte al todo o de enunciados singulares a
enunciados universales o generales, sino que se podría decir que
algunos razonamientos inductivos van de una parte a otra más
amplia que contiene a la primera; otros, van de una parte a otra
parte ajena a la primera (“Juan tiene ojos azules. Por tanto, el
padre de Juan tiene ojos azules”); otros más, van de una parte a
otra que se interseca con la primera, pero no la contiene (el se-
gundo ejemplo de argumento analógico presentado arriba ilustra
este caso); hay unos que van de ciertas colecciones a individuos
de otra posible colección, pero en todos los casos una caracterís-
tica presentada en las premisas se generaliza a por lo menos un
nuevo elemento del que no se sabe, a partir de la información
dada en las premisas, si realmente comparte esa característica
o no. La presente propuesta captura con éxito todos estos casos
sin incluir los que deberían quedar fuera, por ejemplo, los casos tí-
picos de razonamiento deductivo.
A LEPH

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[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 67

Ventajas sobre otras caracterizaciones de


razonamiento inductivo

Según Nolt, Rohatyn y Varzi (1998), un argumento inductivo es


“un argumento tal que es lógicamente posible que su conclusión
sea falsa y al mismo tiempo todas sus premisas sean verdaderas”
(p. 312). Esta caracterización no solo no distingue entre argumen-
tos deductivos inválidos y argumentos inductivos, sino que auto-
máticamente arroja a todos los argumentos que no son válidos
deductivamente a la categoría de inductivos. Esta consecuencia
en sí misma bastaría para que algunos autores la rechacen, en
particular, quienes consideran que existen ciertos tipos de argu-
mentos que no son deductivos ni inductivos. Es el caso de Dou-
glas Walton (2006), quien distingue tres tipos de argumentos:
deductivos, inductivos y plausibles. Ian Hacking (2001) distingue
tres tipos de argumentos “riesgosos” (los no válidos deductiva-
mente): inductivos, abductivos (inferencias a la mejor explica-
ción) y los basados en testimonio. Hacking señala que la lógica
inductiva estudia los argumentos riesgosos, pero quizás no toda
clase de argumentos riesgosos.
Los autores Copi y Cohen (2010) han propuesto una mejor ca-
racterización del argumento inductivo: “en un argumento inducti-
vo se afirma que la conclusión se sigue de sus premisas solamente
de manera probable, esta probabilidad es cuestión de grados y de-
pende de otras cosas que pueden o no suceder” (p. 74).
Sin embargo, un problema serio de esta idea es que en la
gran mayoría de los argumentos inductivos no se hace una de-
claración explícita de que la conclusión se sigue solo de ma-
nera probable. Aunque esa sea la pretensión, ordinariamen-
te casi nunca se afirma que la conclusión es probable si las
premisas son verdaderas. Por ello, resulta mejor la propuesta
de argumento inductivo de Roy T. Cook (2009): “Un argumento
inductivo es aquel en el que se pretende que sea improbable
(pero posible) que las premisas sean verdaderas y la conclusión
falsa” (p. 150).
No obstante, un problema de esta definición es que la pre-
tensión indicada suele encontrarse también en argumentos que
algunos autores desean distinguir de los inductivos, como los ar-
gumentos plausibles de Walton y los argumentos abductivos y de
testimonio de Hacking.
Aun cuando estas y otras distinciones entre tipos de argu-
mentos puedan ser objeto de controversia, la presente propuesta
tiene la ventaja de ser neutral en esa clase de discusiones: deja
abierta la posibilidad de que existan otros tipos de razonamiento
además de los deductivos e inductivos y, al mismo tiempo, se evi-
tan los problemas señalados antes.
A LEPH

Innovación Educativa, ISSN: 1665-2673 vol. 13, número 63 | septiembre-diciembre, 2013 |


68 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

Caracterización del razonamiento deductivo

De manera similar, algunos autores sostienen que los razona-


mientos deductivos son aquellos que van de lo general a lo par-
ticular o específico. Pero otra vez se puede señalar que también
hay argumentos deductivos que van de lo general a lo general,
de lo particular a lo particular y de lo particular a lo general, co-
mo se observa a continuación.

Ejemplo P-P
Barack Obama es norteamericano y es presidente.
Por tanto, Barack Obama es presidente.

Ejemplo G-G
Todos los felinos son mamíferos.
Todos los gatos son felinos.
Por tanto, todos los gatos son mamíferos.

Ejemplo G-P
Todos los felinos son mamíferos.
Silvestre es un felino.
Por tanto, Silvestre es un mamífero.

Douglas Walton (2006) presenta el siguiente argumento como


un caso de argumento deductivamente válido que tiene una ins-
tancia específica como premisa y un enunciado general como
conclusión.

Ejemplo P-G
Este zorro corrió hacia la colina.
Por tanto, es posible que los zorros corran hacia las colinas
(p. 68).

Sin embargo, alguien podría dudar que lo que hizo un zorro en


particular sea evidencia conclusiva de que lo puedan hacer todos
los zorros en general. Es decir, podría ser que un zorro espe-
cífico pueda hacer algo que sea imposible para los demás. No
obstante, el argumento es deductivo, aun si alguien cuestionara
su validez. En cualquier caso, hay otros ejemplos más claros que
muestran la existencia de argumentos deductivos (P-G):

1 es mayor que 0.
Por tanto, todo número mayor que 1 es mayor que 0.

El Everest es la montaña más alta del mundo.


Por tanto, toda otra montaña del mundo es más baja que
el Everest.
A LEPH

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[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 69

Una caracterización más afortunada de argumento deductivo,


que es la adoptada aquí, es la siguiente: el argumento deducti-
vo es aquel en el que se pretende que la conclusión se siga ne-
cesariamente de las premisas. Si se logra esta pretensión, el
razonamiento es válido, y si no, es inválido. De este modo resulta
clara la distinción entre razonamientos válidos e inválidos, y eso
facilita su enseñanza.
Una posible dificultad que enfrenta esta postura es que esta
pretensión puede hacer deductivos algunos razonamientos típica-
mente inductivos. Sin embargo, es muy improbable, ya que muy
pocas veces sucederá eso si alguien entiende bien el argumento
que presenta. Así que esta objeción no parece plantear un proble-
ma serio para la caracterización propuesta. También puede haber
argumentos que parezcan descabellados, como intentar deducir
algo de otra cosa que no tiene nada que ver, pero esto no es
razón para negar que se trata de un argumento si eso es lo que
pretende quien lo presenta.
Una postura un poco más fuerte es la siguiente:

En un argumento deductivo se afirma que la conclusión se si-


gue de las premisas con necesidad absoluta e independiente-
mente de cualquier otro hecho que pueda suceder en el mundo
y sin admitir grados; en contraste en un argumento inductivo
se afirma que la conclusión se sigue de sus premisas solamente
de manera probable, esta probabilidad es cuestión de grados
y depende de otras cosas que pueden o no suceder. (Copi y
Cohen, 2010, p. 74)

Un problema serio de esta caracterización es que, nuevamente,


para clasificar un argumento como deductivo se requiere la afir-
mación (la enunciación explícita) de que la conclusión se sigue
necesariamente de las premisas, y eso dejaría fuera casos típicos
de argumentos deductivos, como:

Todos los hombres son mortales.


Sócrates es hombre.
Por tanto, Sócrates es mortal.

Como en este argumento no se afirma, aunque esa sea la pre-


tensión usual, que la conclusión se sigue necesariamente de las
premisas, el ejemplo no calificaría como deductivo según la pro-
puesta previa.
Una postura rival que parece tener ciertas intuiciones a su fa-
vor es la de Nolt y colaboradores (1998), que señalan lo siguiente:

Un argumento deductivo es un argumento cuya conclusión


se sigue necesariamente de sus premisas básicas. Más preci-
samente, un argumento es deductivo si es imposible para su
A LEPH

Innovación Educativa, ISSN: 1665-2673 vol. 13, número 63 | septiembre-diciembre, 2013 |


70 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

conclusión ser falsa mientras son verdaderas todas sus premi-


sas básicas. (p. 23)

Desde esta perspectiva, todo argumento deductivo sería válido,


y no habría razonamientos deductivos inválidos. Sin embargo,
parece que, por ejemplo, los casos de falacias de negación del
antecedente son típicamente argumentos deductivos inválidos.
También los silogismos de formas no válidas son típicamente ar-
gumentos deductivos inválidos.
Una respuesta de los abogados de esta postura –Nolt y colabo-
radores– es indicar que sí existen argumentos deductivos invá-
lidos, pero son aquellos “que pretenden ser deductivos pero de
hecho no lo son” (p. 23).
No obstante, esta salida va en contra de las razones mismas
que ofrecen estos autores para rechazar la postura tradicional
defendida aquí (“un argumento deductivo es aquel en el que
se pretende que la conclusión se siga necesariamente de las
premisas”):

Sin embargo, a menos que se especifique lo contrario, usa-


remos el término “deductivo” en el sentido más estrecho, no
tradicional (i.e., como sinónimo para “válido” o “deductivo
válido”). Nosotros adoptamos este uso porque en la práctica
frecuentemente no hay respuesta a la pregunta de si el argu-
mento se “propone” o no ser válido; por tanto, la definición tra-
dicional es en muchos casos simplemente inaplicable. Además,
donde se puede aplicar generalmente no viene al caso; nuestro
principal interés en la evaluación de argumentos se centra en
qué tan bien las premisas apoyan la conclusión (i.e., la proba-
bilidad inductiva real y el grado de relevancia) y no en qué tan
bien alguien afirma que lo hace. (p. 23)

Supongamos que sea verdadera la conclusión de Nolt y colabo-


radores de que “en la práctica frecuentemente no hay respuesta
a la pregunta de si el argumento se ‘propone’ o no ser válido”,
y que eso haga inaplicable la noción tradicional: entonces, por
las mismas razones, su noción de argumento deductivo inválido
sería inaplicable en la práctica. En consecuencia, si estas razo-
nes fueran efectivas contra la postura tradicional, funcionarían
con una efectividad similar contra la idea de que los argumentos
deductivos inválidos son “los que pretenden ser deductivos pero de
hecho no lo son”. Pero no hay razón sólida para considerar inapli-
cable la noción de argumento deductivo adoptada aquí, como se
argumentará a continuación.
En los casos en los que el contexto o la información disponi-
ble no permiten distinguir la pretensión de quien propone el ar-
gumento, y no hay manera de preguntarle cuál es su pretensión,
todavía se puede evaluar el argumento como deductivo, si parece
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[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 71

que lo es, o como inductivo si así lo parece, o bien hacer ambos


análisis si es pertinente para el objetivo de quien analiza el argu-
mento, sin pérdida alguna de información o de ventajas para el
propósito evaluativo. De hecho, así es como se hace en la prácti-
ca: se evalúan los argumentos de una u otra forma, con base en
lo que probablemente pretendía el autor, sin que interfieran las
dudas de si quiso presentar una conexión fuerte o débil entre
las premisas y la conclusión. El resultado de la evaluación puede
presentarse de la siguiente manera: si se trata de un argumento
deductivo, es inválido; si es inductivo, es medianamente fuerte,
etcétera. Todo esto no conlleva problema alguno al hacer la eva-
luación, pues al evaluar o analizar los argumentos con frecuencia
parece más pertinente el objetivo o la pretensión del evaluador
que la pretensión del proponente, al menos en los casos en los que
no se conoce ni se puede conocer la pretensión original. En con-
clusión, la caracterización del argumento deductivo defendida
aquí supera las principales objeciones y carece de los problemas
conceptuales que tienen las rivales. Esto la hace ventajosa teó-
ricamente, y, desde el punto de vista didáctico, tiene la virtud
de que permite comparar fácilmente los distintos casos de parti-
cularidad-generalidad con los ejemplos correspondientes de los
argumentos inductivos. A continuación presentamos un cuadro
comparativo de argumentos deductivos e inductivos para cada com-
binación de casos de generalidad-particularidad.

Cuadro 1. Comparación de razonamientos inductivos y deductivos para las cuatro


combinaciones de particularidad-generalidad.

Inductivo ‘Argumento’ Deductivo


Todos los peruanos son alegres. De lo general Todos los mexicanos son alegres.
Todos los brasileños son alegres. a lo general Por tanto, todos los veracruzanos son
Todos los mexicanos son alegres. alegres.
Por tanto, todos los latinos son alegres.
Juan es mexicano y es trabajador. De lo particular Juan es veracruzano.
Pedro es mexicano y es trabajador. a lo particular Por tanto, Juan es mexicano.
Pablo es mexicano y es trabajador.
Luis es mexicano.
Por tanto, Luis es trabajador.
Juan es mexicano y es amable. De lo particular Juanito Pérez tiene seis meses de nacido.
Pedro es mexicano y es amable. a lo general Por tanto, todo ser humano adulto es
Pablo es mexicano y es amable. mayor que Juanito Pérez.
Por tanto, todos los mexicanos son
amables.
Todos los peruanos son trabajadores. De lo general Todos los peruanos son trabajadores.
Todos los brasileños son trabajadores. a lo particular Jorge es peruano.
Todos los mexicanos son trabajadores. Por tanto, Jorge es trabajador.
Pedro es venezolano.
Por tanto, Pedro es trabajador.
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72 H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… [ PP. 61-73 ]

Conclusiones

Las caracterizaciones más comunes del razonamiento inductivo


presentan problemas de extensión: incluyen argumentos que
deberían excluir (como los deductivos) o excluyen argumentos
que deberían incluir (como ciertos argumentos típicamente con-
siderados como inductivos). La caracterización propuesta aquí es
extensionalmente correcta, por lo menos al grado de incluir los
casos típicos de argumentos inductivos y excluir los que típica-
mente se consideran no inductivos. Además, en los casos en los
que hay controversia respecto de si son o no inductivos, la pro-
puesta deja abierta la discusión en el sentido de que no descarta
ni encasilla, por mera definición, esos casos en una categoría
específica, sino que permite que esa cuestión se decida como
producto de una investigación adicional. En vista de que no exis-
te una caracterización aceptada por la generalidad de los autores,
la caracterización de razonamiento inductivo presentada aquí
tiene ventajas conceptuales y didácticas sobre las alternativas,
pues deja menos lugar para la existencia de contraejemplos y
permite un abordaje unificado de los diversos tipos de casos.
Además, el formato utilizado en la presentación de los ejemplos
permite identificarlos de manera simple, mediante la lista de los
cuatro rasgos básicos indicados. Esto es útil en la práctica edu-
cativa tanto para el docente como para los estudiantes, porque
estos últimos saben exactamente qué rasgos deben buscar en
un argumento para decidir si es inductivo, y el docente puede
señalar qué rasgo falta en los que no lo son.
En el caso de la caracterización del razonamiento deducti-
vo defendida aquí, se ha mostrado su superioridad conceptual y
didáctica sobre las principales caracterizaciones rivales (aquellas
basadas en grados de generalidad, las que evitan la noción de
pretensión y las que requieren incluir específicamente la afirma-
ción de que la conclusión se sigue necesariamente de las pre-
misas) y al menos dos ventajas didácticas: 1) la distinción entre
razonamientos válidos e inválidos es simple, 2) se pueden con-
trastar los distintos casos de particularidad-generalidad con los
argumentos inductivos en un cuadro comparativo.
En la investigación educativa suelen asociarse los estudios
cualitativos con el razonamiento inductivo, y los cuantitativos con
el deductivo, aunque difieren los enfoques. Por eso los aportes
del presente trabajo –que permiten comprender en qué consiste
cada uno de estos razonamientos y cómo distinguirlos– pueden
ser útiles para evitar confusiones conceptuales en la formulación
de hipótesis, la delimitación de los tipos de investigación y la
aplicación de cada método de investigación, entre otras cosas.
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| septiembre-diciembre, 2013 | Innovación Educativa, ISSN: 1665-2673 vol. 13, número 63


[ PP. 61-73 ] PROBLEMAS SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE RAZONAMIENTOS… H. HERNÁNDEZ ORTIZ Y R. PARRA DORANTES 73

Referencias

Copi, I., y Cohen, C. (2010). Introducción a la lógica. México. D. F.: Limusa.


Chalmers, A. (1987). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza
y el estatuto de la ciencia y sus métodos. México. D. F.: Siglo XXI.
Cook, R. (2009). A Dictionary of Philosophical Logic. Edimburgo, GB: Edinburgh Uni-
versity Press.
Jupp, V. (2006). The Sage Dictionary of Social Research Methods. Londres, GB: Sage Pu-
blications.
Hacking, I. (2001). An Introduction to Probability and Inductive Logic. Cambridge, GB:
Cambridge University Press.
Nolt, J., Rohatyn, D., y Varzi, A. (1998). Theory and problems of Logic. Nueva York, EUA:
McGraw-Hill.
Walton, D. (2006). Fundamentals of critical argumentation. Nueva York, EUA: Cam-
bridge University Press
Walton, D. (2008). Informal logic: a pragmatic approach. Nueva York, EUA: Cambridge
University Press.
Wheeler, L. K. (2013). Literary terms and definitions. Recuperado el 4 de noviembre de
2013, de: http://web.cn.edu/kwheeler/lit_terms_I.html
zegarelli, M. (2007). Logic for Dummies. Hoboken, EUA: Wiley Publishing.

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FALACIAS Y VERDADES EN LAS JUSTIFICACIONES ACTUALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

FALACIAS Y VERDADES EN
LAS JUSTIFICACIONES
ACTUALES DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES*

FALLACIES AND TRUTHS IN THE CURRENT


FUNDAMENTAL RIGHTS JUSTIFICATION

DANIEL ALEJANDRO HERRERA**

*
El presente trabajo fue presentado como ponencia en las V jornadas internacionales
de Derecho Natural, organizadas conjuntamente por el Centro de Estudios para el
Derecho y la Ética Aplicada de la Facultad de derecho de la Pontificia Universidad
Católica de Chile y la Cátedra Internacional Ley Natural y Persona Humana de la
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina, en Santiago de
Chile, Octubre de 2009.
**
Doctor en Ciencias Jurídicas. Profesor titular de Filosofía del Derecho de la Facultad
de Derecho de la Universidad Católica de Buenos Aires, Argentina.

349
Recibido septiembre 17 de 2010, Aceptado diciembre 24 de 2010

D ÑO 24, -ISSN
AÍKAION VOL. 0120-8942, AÑO
19 NÚM. 2 - CHÍA,24 - VOL. 19
COLOMBIA - DNICIEMBRE
ÚM. 2 - 349-372
2010 - CHÍA, COLOMBIA - DICIEMBRE 2010
DANIEL ALEJANDRO HERRERA

RESUMEN

En el presente artículo se pretende mostrar las falacias y verdades de las


distintas justificaciones actuales de los derechos fundamentales. Justa-
mente, al tratarse del problema de la justificación racional la cuestión se
centrará en el problema de la razón y el alcance de su conocimiento. Para
ordenar mejor la exposición de las distintas fundamentaciones se las cla-
sificará en tres grandes líneas: 1) razón positivista, 2) razón procedimen-
talista, 3) razón práctica.

Palabras clave
Derechos humanos, derechos fundamentales, falacia, verdad, razón positivista,
razón procedimentalista, razón práctica, metafísica, antropología.

350

DÍKAION - ISSN 0120-8942


FALACIAS Y VERDADES EN LAS JUSTIFICACIONES ACTUALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

ABSTRACT

In this article it pretends to show the fallacies and truths of the different
actual justifications of the Essentials Rights. Precisely, being the problem
of the rational justification, will focus the question on the problem of the
reason and the extent of their knowledge. To better manage the exposure
of the different foundations, they will be classified in three lines: 1) posi-
tivistic reason; 2) proceduralist reason; 3) practical reason.

Key words
Human rights, essentials rights, fallacy, true, positivistic reason, proceduralist
reason, practical reason, metaphysics, anthropology.

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AÑO 24, -ISSN
ÍKAION VOL. 0120-8942, AHÍA
19 NÚM. 2 - C ÑO ,24 - VOL. 19
COLOMBIA - DNICIEMBRE
ÚM. 2 - 349-372
2010 - CHÍA, COLOMBIA - DICIEMBRE 2010
DANIEL ALEJANDRO HERRERA

Sumario: 1. Planteo de la cuestión; 2. Falacias y verdades respecto a la razón posi-


tivista; 2.1 El positivismo duro; 2.2. El positivismo blando; 3. Falacias y ver-
dades respecto a la razón procedimentalista; 3.1. El modelo del contrato
(Rawls); 3.2. El modelo del discurso (Habermas); 3.3. La Teoría convergente
de la verdad y la equiparación ser-deber ser; 3.4. ¿Derechos humanos sin
metafísica? (Alexy); 4. Falacias y verdades respecto a la razón práctica; 5.
Conclusión.

1. Planteo de la cuestión
Hace más de 40 años, más precisamente en 1965, el famoso filósofo político y jurí-
dico italiano Norberto BOBBIO publicaba en la Rivista Internazionale di Filosofía del
Diritto su conocido artículo “Sui fondamento dei diritto del’uomo”, donde plantea-
ba que a esta altura de los acontecimientos, con la positivización de los derechos
humanos a través de las declaraciones y los tratados internacionales, el problema
del fundamento ha perdido gran parte de su interés. Según su opinión, ya no se
trata de buscar otras razones o, como pretenden los iusnaturalistas, la razón de
las razones, más bien, el problema de fondo actual es no tanto justificarlos, sino
el de su garantía y protección1.

Sin duda que es muy importante garantizar y proteger los derechos y de esto se
ocupan hoy fundamentalmente el Derecho Constitucional, el Derecho Internacio-
nal Público y las distintas disciplinas jurídicas a fin de hacer operativos y tutelar
los derechos en los diferentes ámbitos: civil, penal, laboral, etc. Ahora bien, esta
importante y necesaria tarea no es sustitutiva del problema de la fundamentación
de los derechos que siempre es imprescindible plantearse, e intentar dar respuesta
por distintas razones. En primer lugar, para aclarar y delimitar el tema que esta-
mos abordando, porque hoy por hoy las expresiones derechos humanos, y la más
precisa de derechos fundamentales, son particularmente ambiguas dando lugar a
distintas interpretaciones, muchas veces incluso contradictorias como sucede con
las últimas “generaciones de derechos” (de cuarta, quinta, sexta, etc.). En segundo
lugar, para dirimir si las declaraciones de derechos son constitutivas, creando nue-
vos derechos donde antes no existían, o son simplemente declarativas de derechos
preexistentes que por tanto deben tener otro fundamento. Por último, porque el
problema de la fundamentación es la cuestión central de la Filosofía del Derecho.

Sin perjuicio de lo anunciado por BOBBIO, el problema de la justificación racional


de los derechos, de su fundamentación, e incluso la de todo el orden moral, polí-
tico y jurídico sigue siendo central en la iusfilosofía actual. Así, ya más cerca en
el tiempo, en el año 2004, Jürgen HABERMAS se planteaba (citando lo afirmado por
Ernst-Wolfgang BÖCKENFÖRDE en los años sesenta), si después de la completa posi-

352 1
Cfr. Norberto BOBBIO, “Sui fondamento dei diritto del’ uomo”, en Rivista Internazionale di Filosofía del Diritto, fasc.
II, (1965), pp. 308-309.

DÍKAION - ISSN 0120-8942


FALACIAS Y VERDADES EN LAS JUSTIFICACIONES ACTUALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

tivización del Derecho, y a pesar de ella, es posible una justificación o legitimación


no religiosa, sino posmetafísica del orden político-jurídico2. De la misma manera,
aún más recientemente, Robert ALEXY se interroga en uno de sus últimos artículos
si es posible la existencia de derechos humanos sin referencia a la metafísica3.

Estos son algunos ejemplos de la actualidad de los planteos de fundamentación


del Derecho y de los derechos. También podríamos citar a John RAWLS, Ronald
DWORKIN, Arthur KAUFMANN o John FINNIS, entre otros, lo que demuestra que la pre-
dicción bobbiana no se ha cumplido. Además, podemos apreciar la reaparición de
la cuestión metafísica y religiosa, más allá de lo que en cada caso se entienda y
se quiera expresar al respecto. Hasta no hace mucho, en pleno apogeo del pensa-
miento jurídico de cuño formalista que prescindía de los contenidos en términos
de justicia o injusticia, esto era impensable.

A continuación, luego de haber señalado la ineludibilidad de la cuestión del fun-


damento debemos abordar el problema de si todas las justificaciones son igual-
mente válidas o si hay algunas falaces y otras verdaderas, o qué hay de falaz y qué
hay de verdad en las distintas justificaciones racionales actuales de los derechos
fundamentales. Descartada la primera opción, pues afirmando cosas distintas e
incluso contradictorias entre sí, no pueden ser todas igualmente válidas o verda-
deras, solo podemos distinguir entre las justificaciones falaces y las que son ver-
daderas, o entre lo que de falaz y verdadero encontramos en cada justificación. A
tal efecto, y a modo de muestreo, las clasificaré en tres grandes líneas: 1) las que
tienen su origen en la razón positivista; 2) las que surgen de la razón procedimen-
talista; 3) las que se refieren a la razón práctica.

2. Falacias y verdades respecto a la razón positivista


El positivismo reduce la razón al conocimiento de lo empíricamente verificable.
A la sinergia entre empirismo y pensamiento lógico matemático. Como señalara
Augusto COMTE en su ley de los tres estados: teológico religioso, filosófico metafísico
y científico positivo4, superados y desechados los dos primeros estados, el pensa-
miento humano alcanza su madurez con el desarrollo del conocimiento científico
positivo, dando lugar a una concepción positivista del conocimiento humano. Lo
voy a presentar en dos versiones: positivismo duro y positivismo blando.

2.1. El positivismo duro

Esta concepción positivista ha sido la razón de ser del conocido Círculo de Vie-
na, que a partir de la década de los veinte del siglo pasado, y hasta la segunda

2
Jürgen HABERMAS, Las bases premorales del Estado Liberal, diálogo con el Cardenal Joseph RATZINGER en la Aca-
demia de Baviera, enero de 2004, en La Nación, 28 de junio de 2005.
3
Robert ALEXY, “Menschenrechte ohne Metaphysik?”, Deusche Zeitchrift fur Philosophie, 52, trad. Eduardo R.
Sodero, 2004, pp. 15-24. 353
4
Augusto COMTE, Curso de filosofía positiva, Buenos Aires, Libertador, 2004, pp. 10 y ss.

D ÑO 24, -ISSN
AÍKAION VOL. 0120-8942, AÑO
19 NÚM. 2 - CHÍA,24 - VOL. 19
COLOMBIA - DNICIEMBRE
ÚM. 2 - 349-372
2010 - CHÍA, COLOMBIA - DICIEMBRE 2010
DANIEL ALEJANDRO HERRERA

guerra mundial, juntara filósofos y científicos, entre los que encontramos tanto
matemáticos y físicos, como juristas y sociólogos. Entre los juristas se destacaba
Hans KELSEN con su concepción positivista y formalista neokantiana del Derecho.
Justamente, en el plano del pensamiento jurídico, la atención se centró en la es-
tructura y la forma del sistema jurídico y en las fuentes sociales del Derecho, en
desmedro de los contenidos del mismo en términos de justicia-injusticia que que-
daban sujetos al arbitrio del poder político de turno.

Entre los autores que influyeron en este grupo podemos destacar a D. HUME, G.
FREGE, E. MACH y el primer WITTGENSTEIN5. Lo que más allá de las diferencias en su
pensamiento tienen en común todos estos pensadores, y que será una nota esen-
cial de la identidad del Círculo, es la actitud contraria a la metafísica. Sin embargo,
hay que hacer algunas distinciones. Al respecto es clara la posición antimetafísica
de HUME al decir que los libros de teología y metafísica debían ser arrojados a las
llamas6. En cambio, el primer WITTGENSTEIN, en el Tractatus logico-philosophicus,
distingue entre lo que puede ser expresado (las proposiciones de las ciencias na-
turales) y lo que sólo puede ser mostrado (lo metafísico, lo ético, lo trascendente).
En el Prólogo señala: “Cabría acaso resumir el sentido entero del libro en las pa-
labras: lo que siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que
no se puede hablar hay que callar”7. Por otra parte, el último WITTGENSTEIN, identi-
ficando significado con uso, sustituye el único lenguaje lógico como figura de los
hechos que propuso en el Tractatus, por una pluralidad pragmática de lenguajes
(juegos de lenguaje) orientados a la acción, a la praxis. Sin embargo, no cambia
su posición respecto a la metafísica. En realidad, a diferencia de los positivistas
lógicos del Círculo de Viena (WITTGENSTEIN no era positivista, ni integró el Círculo,
aunque influyó mucho en él especialmente a través de uno de sus fundadores
como es el caso de M. SCHLICK), no era antimetafísico, sino que como lo metafísi-
co no podía expresarse, para él las proposiciones metafísicas no eran falsas, sino
absurdas, sin sentido y por eso lo mejor era no decir nada. En consecuencia, lo
metafísico es inexpresable, solo puede ser mostrado y de esto se ocupa la místi-
ca, no la filosofía8.

Ahora bien, la negación de la metafísica desde una concepción epistemológica


empirista constituye en sí misma una falacia, pues la afirmación “solo existen los
hechos”, y por tanto todo lo que trascienda lo empíricamente verificable (lo meta-
físico) no existe, no es comprobable de manera empírica. Desde esta perspectiva
reduccionista, si bien es verdad (y puedo constatarlo) “que existen hechos”, sin
embargo, no puedo verificar ni la existencia, ni la inexistencia de otras realidades
más allá de lo empírico. En consecuencia, la afirmación “solo existen los hechos”
sería una peculiar proposición metafísica negatoria de la metafísica. Ahora bien,
como la metafísica no existe, las proposiciones metafísicas serían falsas o sin

5
Cfr. Martín FARRELL, La metodología del positivismo lógico-su aplicación al derecho, Buenos Aires, Astrea, 1979,
pp. 22 y ss.
6
Cfr. David HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, citado por Martín FARRELL, ibíd., p. 26.
7
Ludwig WITTGENSTEIN, Tratactus logico-philosophicus, Prólogo, trad. de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera, Madrid,
Alianza, 1993, p. 11.
354 8
Cfr. Juan Carlos Pablo BALLESTEROS, “Metafísica y Lenguaje en Ludvig Wittgenstein”, en Gladius, 39, (1997),
p. 19. En el mismo sentido, Francisco LEOCATA, Persona, lenguaje, realidad, Buenos Aires, Educa, 2003, pp. 40 y ss.

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sentido, sólo pseudoproposiciones y, entonces, estaríamos inmersos en un razo-


namiento circular que no prueba nada, porque la afirmación de la inexistencia
de la metafísica se basaría en la proposición de que “solo existen los hechos”, que
sería una proposición metafísica, y por tanto no sería una auténtica proposición
según esta concepción.

Basado en este prejuicio antimetafísico, el conocido principio o ley de Hume que


establece la inderivabilidad de los juicios o proposiciones prescriptivas a partir de
juicios o proposiciones descriptivas9, o la imposibilidad de derivar proposiciones
imperativas de proposiciones indicativas como también proclama POINCARÉ10, se
convierte en un postulado común a todo el pensamiento positivista analítico contra
el derecho natural. Inderivación mal llamada luego falacia naturalista confundién-
dola con la otra supuesta falacia vinculada con la anterior, que denunciara Moore
respecto de las éticas naturalistas, en cuanto quieren definir lo bueno, a pesar de
ser indefinible por ser un objeto simple y que por lo tanto no puede ser analítica-
mente dividido (como sucede con los objetos compuestos) lo que sería necesario
para posibilitar su definición11. Este principio o ley de Hume se ha convertido en
una barrera infranqueable que impide fundar las proposiciones prácticas (morales
y jurídicas) en la realidad fáctica (únicamente describible por proposiciones teóri-
cas empíricas), y mucho menos justificarlas en pseudoproposiciones metafísicas
falsas y engañosas. En consecuencia, según HUME, las proposiciones prácticas no
pueden ser ni verdaderas ni falsas, porque no son resultado de la razón sino del
sentimiento, sin perjuicio de reconocer el papel preparatorio de la razón, para que
el sentimiento realice el acto de apreciación moral12.

En realidad, como lo demuestra John FINNIS, los destinatarios de esta objeción hu-
meana no son los que cultivan una ética realista clásica (ni ARISTÓTELES, ni TOMÁS
DE AQUINO), sino más bien los partidarios de un iusnaturalismo racionalista, como
por ejemplo Joseph BUTLER, Ralph CUDWORTH y particularmente Samuel CLARKE13.

9
Cfr. David HUME, Tratado de la naturaleza humana, tomo II, par. I, sect. I, in fine: “En todos los sistemas de
moral que he encontrado hasta aquí, he reparado siempre que el autor procede durante algún tiempo según
la forma ordinaria de razonar, que establece la existencia de Dios o hace observaciones sobre la condición hu-
mana; después he tenido de pronto la sorpresa de encontrar que en lugar de las cópulas es o no es, habituales
en las proposiciones, no encuentro sino proposiciones donde el vínculo está establecido por el debe o no debe.
Este cambio es imperceptible, pero resulta sin embargo de la mayor importancia. En efecto, como estos debe o
no debe expresan una nueva relación y una nueva afirmación, resulta necesario explicarlas; y al mismo tiempo
se dé la razón de lo que parece inconcebible por completo: como se puede deducir esta nueva relación de otras
que son enteramente diferentes”.
10
Henri POINCARÉ, últimos pensamientos, p. 225: “Si las premisas de un silogismo están las dos en indicativo, la
conclusión estará también en indicativo. Para que la conclusión pueda ser puesta en imperativo se necesitaría al
menos que una de las premisas fuese ella misma imperativa. Ahora bien, los principios de la ciencia, los postu-
lados de la geometría están y no pueden estar más que en indicativo; todavía pertenecen a este mismo modo las
verdades experimentales y en la base de las ciencias no hay ni puede haber ninguna otra cosa. En consecuen-
cia, el dialéctico más sutil puede hacer malabarismos con estos principios como quiera, combinarlos, disponer
los unos sobre los otros. Todo lo que se obtenga estará en indicativo. Nunca obtendrá un enunciado que diga:
haz esto o no hagas aquello, es decir, una proposición que confirme o contradiga la moral”, citado por Georges
KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho, Buenos Aires, Eudeba, 1979, p. 23.
11
Cfr. Carlos Ignacio MASSINI CORREAS, La Falacia de la falacia naturalista, Mendoza, Edium, 1995, p. 20.
12
Cfr. Georges KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho, ob. cit., 1979, p. 19. 355
13
Cfr. John FINNIS, Ley Natural y Derechos Naturales, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1980, p. 72.

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Ahora bien, parece ser el propio HUME el que viola el principio por él proclamado
cuando sostiene que hay que rechazar todo sistema de ética, por más sutil e in-
genioso que parezca, que no se funde en los hechos y en la observación14. Al res-
pecto señala FINNIS:

“En la medida en que su opinión ‘predominante’ es que los juicios morales son jui-
cios sobre qué características y acciones despiertan aprobación o desaprobación
en los hombres (de modo que como dice Hume, los sistemas de ética deberían estar
‘fundados en hechos y observaciones’), Hume obviamente intenta lograr la deriva-
ción lógicamente ilegítima”15.

Como señala Sergio COTTA, los que sí violan el principio o ley de Hume son los pro-
pios positivistas al derivar normas a partir de hechos. Del hecho de la existencia
del Derecho positivo no podemos concluir que deba ser obedecido16.

2.2. El positivismo blando

Después de la segunda guerra mundial, el positivismo duro cae en una crisis pro-
funda, terminal, ante la imposibilidad de dar una respuesta a la fundamentación
de los derechos humanos frente a sus violaciones sistemáticas dentro del marco de
ordenamientos jurídicos formalmente válidos y eficazmente vigentes. Esta situación
hace que aparezcan varios intentos neopositivistas (unidos a la filosofía analítica
que le da el soporte lógico al lenguaje positivista) que buscan compatibilizar una
concepción positivista descriptiva del Derecho con la necesidad de reconocer la
existencia, fundamentación y garantía de los derechos humanos, como es el caso
de H. L. A. HART con el discutido contenido mínimo de moralidad o de Derecho
natural17. Por su parte, otros positivistas prefieren ser coherentes con sus postu-
lados, aún a costa de no resolver el problema del fundamento del orden jurídico
y de los derechos fundamentales, como es el caso de A. ROSS: “Puedo considerar
a cierto orden como un orden jurídico, y al mismo tiempo entender que mi deber
moral más alto es derrocarlo”18. Entre ambas posturas podemos ubicar a Norberto
BOBBIO con aquélla con la que abrimos este escrito19.

A pesar de ello, en Italia el positivismo estructuralista y formalista de raíz kel-


seniana tuvo su apogeo entre 1949 y 1965, como se manifiesta por ejemplo en
el Colloquio sul positivismo giuridico de Belaggio en 1960 organizado por BOBBIO
y D’ENTRÉVES, al que concurrieron la mayoría de los positivistas italianos entre
los que se encontraban SCARPELLI, CATTANEO, GAVAZZI, entre otros, y al que también

14
Cfr. David HUME, Investigación sobre la moral, Buenos Aires, Losada, 1945, p. 33.
15
John FINNIS, ob. cit., p. 71.
16
Cfr. Sergio COTTA, “Seis tesis sobre las relaciones sobre el derecho natural y el derecho positivo”, en Persona y
Derecho, 8, 1981, pp. 151 y ss.
17
Cfr. H. L. A. HART, El concepto de derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1977, pp. 239 y ss.
18
Alf ROSS, Sobre el derecho y la justicia, Buenos Aires, Eudeba, 1974, p. 34.
19
Cfr. Norberto BOBBIO, “Sui Fondamento dei diritto dell’ uomo”, ob. cit. En nuestra doctrina esta fundamentación
356 es sostenida por Eduardo RABOSSI conforme lo señala Genaro R. CARRIÓ, Los derechos humanos y su protección,
Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1990, p. 21.

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asistieron HART y ROSS como extranjeros. En el Coloquio se ratificaron las fuentes


sociales del Derecho, su separación de la moral y la negación del Derecho natu-
ral. Esta posición entró en una profunda crisis a partir de 1966 como lo refleja
la Tavola Rotonda sul positivismo giuridico celebrada ese año en Pavía, de la que
participaron LEONI (quien la convocó), BOBBIO, SCARPELLI y FASSÓ, entre otros. Como
muestra de la crisis podemos citar las palabras finales de Norberto BOBBIO:

“tomo nota de que el positivismo jurídico está en crisis, no sólo como ideología y
como teoría, como lo demás yo mismo ya había admitido, sino también como modo
de aproximación al estudio del Derecho. He comenzado diciendo que el positivis-
mo jurídico nació como elección científica, pero me sea permitido reconocer ahora
que detrás de la elección científica había una exigencia política. Políticamente, el
positivismo es la aceptación del status quo. En cuanto tal, es buena o mala según
se considere buena o mala la situación a conservar […] ¿Quereis una conclusión?
Habiendo venido con la idea de concluir: el positivismo ha muerto, viva el positivis-
mo. Me parece en cambio, que nos iremos exclamando: el positivismo ha muerto,
viva el iusnaturalismo”20.

Como señala Rodolfo VIGO, a partir de allí BOBBIO pasa de la concepción estructu-
ralista formalista kelseniana a otra funcionalista promocional del Derecho: Dalla
estructura alla funzione21.

Un proceso parecido se produce en el pensamiento anglosajón respecto a la inclu-


sión o no de principios morales (especialmente referidos a los derechos fundamen-
tales) en el sistema jurídico. Así, se distingue actualmente entre un positivismo
incluyente (blando) y un positivismo excluyente (duro). Como dice Pedro SERNA:

“El positivismo incluyente tiene su origen en la crítica de Dworkin al positivismo de


Hart y es el resultado de un intento de responder a dicha critica, oponiéndose a ella
en algunos puntos y mostrando en otros cómo los aciertos de Dworkin caben dentro
de una teoría jurídica positivista reformulada pero fiel al modelo trazado por Hart.
Frente a este modo de afrontar la crítica, del cual fueron pioneros Soper y Lyons,
antes que el propio Hart, están aquellos otros discípulos de éste, encabezados por
J. Raz, quienes sostienen que los argumentos de Dworkin han de ser rechazados en
bloque (y así lo hace el propio Hart en el proscriptum agrego yo), y que el derecho no
necesita, ni conviene a su naturaleza y a su función, incorporar criterios morales
para su identificación. Con ello Raz y sus seguidores no sólo se oponen a Dworkin
sino también al positivismo incluyente, que se ve de esta forma obligado a desarro-
llar sus puntos de vista entre el fuego cruzado del antipositivismo dworkiniano y el
positivismo raziano, bautizado como ‘excluyente’ por Waluchow”22.

20
Norberto BOBBIO, Discurso final en la tavola rotonda sul positivismo giuridico, citado por Rodolfo VIGO, Perspectivas
filosóficas contemporáneas, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1991, p. 126.
21
Cfr. Rodolfo VIGO, Perspectivas filosóficas contemporáneas, ibíd., p. 126.
22
Pedro SERNA, Prólogo al libro de Juan Bautista ETCHEVERRY, El debate sobre el positivismo jurídico incluyente, Méxi- 357
co, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. XVII.

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En consecuencia, el positivismo incluyente sostiene que los principios pueden ser


reconocidos por los mismos criterios utilizados para las reglas según el modelo
de HART, o sea, por la regla de reconocimiento, que sería de hecho empírica expre-
sada como un enunciado desde el punto de vista de un observador externo que
describe su existencia, sin que se vea obligado por ella. Regla que sólo existe, al
decir de HART, como una práctica compleja, pero concordante, de los tribunales,
funcionarios y particulares al identificar algo como derecho por referencia a ciertos
criterios23. Si esto es así, entonces el positivismo incluyente adolece de los mismos
problemas de justificación que tienen el iuspositivismo hartiano y el excluyente: si
la existencia de la regla de reconocimiento es una cuestión de hecho consistente
en la constatación de ciertas prácticas, de este mero hecho no puedo concluir que
aquellos que las cumplen lo hagan en virtud de reglas o principios que deban ser
obedecidos sin que se produzca una indebida inderivación del deber ser a partir del
ser, en violación del principio o ley de Hume que todos los positivistas reconocen.

Un caso emparentado con este positivismo incluyente o blando es el del neoconsti-


tucionalismo, al modo como lo interpreta L. FERRAJOLI (filósofo del Derecho y pena-
lista garantista italiano, discípulo de BOBBIO), constituyendo un nuevo paradigma
que viene a reemplazar al paradigma positivista clásico que él denomina paleo-
positivismo el cual se basaba en el principio de la legalidad formal. Ahora bien, es
necesario aclarar que no todo constitucionalismo es positivista en este sentido,
pues, por ejemplo ZAGREBELSKY al referirse a la conexión entre valores, principios
y reglas a propósito de la doctrina de los principios de DWORKIN, se remite a algo
anterior al propio poder constituyente24 y que guarda una semejanza estructural
respecto a la ley natural como señala Francesco VIOLA25.

Volviendo a FERRAJOLI, en el nuevo paradigma constitucionalista, como consecuen-


cia de la positivización de los derechos fundamentales, estos operan como límites
y vínculos sustanciales (ya no solo formales) a la legislación positiva, en lo que él
llama principio de estricta legalidad o legalidad sustancial26. Para FERRAJOLI, estos
derechos fundamentales que constituyen principios constitucionales son todos
aquellos derechos subjetivos que le corresponden universalmente a “todos” los
seres humanos que tengan el estatus de persona (ciudadanos y capaces de obrar)
previsto previamente por una norma positiva preferentemente constitucional, como
presupuesto de su idoneidad para ser titulares de situaciones jurídicas y/o autores
de los actos que son ejercicio de éstas27. En consecuencia, si bien estos derechos
fundamentales constitucionales constituyen límites y vínculos sustanciales a la
legislación positiva, superadores del puro y duro positivismo legalista y formalista,
sin embargo coronan un nuevo positivismo no puramente legal, sino supralegal
constitucional, no meramente formal, sino también material o sustancial, cuyo

23
H. L. A. HART, El concepto de derecho, ob. cit., p. 137.
24
Cfr. Gustavo ZAGREBELSKY, “Diritto per valori, principi regole (a proposito della doctrina dei principi di Ronald
Dworkin)”, en Cuaderni Fiorentini, 31, (2002), tomo II, pp. 865-897, citado por Francesco VIOLA, “Los derechos
humanos: ¿una nueva forma de derecho natural?”, en Renato RABBI-BALDI CABANILLAS (Coord.), Las razones del
derecho natural, Buenos Aires, Ábaco de Rodolfo Depalma, 2008, p. 172.
25
Cfr. Francesco VIOLA, “Los derechos humanos: ¿una nueva forma de derecho natural?”, ob. cit., p. 171-172.
358 26
Cfr. Luigi FERRAJOLI, Derechos y garantías. La ley del más débil, Madrid, Trotta, 1999, p. 66.
27
Cfr. Ibíd., p. 37.

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contenido no resulta del arbitrio de la voluntad del legislador, sino de la voluntad


del constituyente, sin por eso dejar el paradigma positivista. A este nuevo-viejo
paradigma positivista le caben las mismas objeciones señaladas respecto al positi-
vismo más duro y que podemos resumir en la ya mencionada violación al principio
o ley de Hume que denunciara COTTA: del mero hecho de la existencia del Derecho
positivo (aunque sea éste constitucional) no puede derivarse su obligatoriedad28.

3. Falacias y verdades respecto a


la razón procedimentalista
Frente a esta situación del positivismo aparecieron intentos de superación de la
oposición iuspositivismo-iusnaturalismo, buscando una tercera vía que se diferen-
ciara tanto del positivismo en crisis, como del iusnaturalismo que consideraban
superado a partir del principio o ley de HUME o de la llamada falacia naturalista
de MOORE. Entre estos intentos podemos señalar a las distintas formas de cons-
tructivismo moral que ante la autoproclamación de la imposibilidad de descubrir
estos principios en la realidad (que solo puede ser expresada por juicios descrip-
tivos o de realidad, pero no a través de juicios prescriptivos o normativos propios
del conocimiento práctico), buscan construirlos por medio de una razón procedi-
mentalista a través de distintos caminos.

En su lección de despedida de la Facultad de Derecho de la Universidad de Mu-


nich, titulada: “La Filosofía del Derecho en la posmodernidad”, Arthur KAUFMANN
señala dos de esos caminos: 1) el modelo del contrato que establece los principios
de justicia a partir de un consenso contractual originario e hipotético (J. RAWLS); 2)
el modelo del discurso racional a través del cual la justificación racional lógica de
las argumentaciones solo surge de las cualidades formales o procedimentales del
discurso (J. HABERMAS). A su juicio, ambos modelos son infructuosos por pretender
extraer contenidos desde la pura forma, lo que constituiría una falacia, proponiendo
en su reemplazo una visión parcialmente formal y material que denomina teoría
convergente de la verdad, a la que me referiré más adelante. Por eso, a diferencia
del formalismo puro, para él la clave de la cuestión actual se encuentra en el pro-
blema de la verdad, en el problema del contenido del Derecho y la forma como se
obtiene29. En esto coincide con lo que ya había señalado Georges KALINOWSKI en su
conocido libro El problema de la verdad en la moral y en el Derecho30.

3.1. El modelo del contrato (RAWLS)

No voy a descubrir nada, ni a ser original, si digo que RAWLS es hoy uno de los po-
pes del pensamiento filosófico político contemporáneo. Incluso respecto a nuestra
temática ha sido uno de los que ha revalorizado a su manera la idea de justicia

28
Cfr. Sergio COTTA, “Seis tesis sobre las relaciones sobre el derecho natural y el derecho positivo”, ob. cit., p. 151
y ss.
29
Cfr. Arthur KAUFMANN, La Filosofía del Derecho en la posmodernidad, Bogotá, Temis, 1998, p. 39. 359
30
Cfr. Georges KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho, ob. cit., p. XIII.

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como contenido necesario de las relaciones humanas en la estructura básica de


la sociedad, superando con la aparición de su teoría de la justicia (desde los años
setenta), al formalismo puro del positivismo dominante hasta entonces.

Sin perjuicio de ello su teoría, más allá del pretendido y no siempre bien justifica-
do carácter empirista que él pretende darle, es un constructo artificial de la razón
a partir de una hipótesis básica que es la posición original de igualdad, donde las
personas ignoran cuál va a ser la posición que van a tener en la sociedad (velo de
ignorancia). Esto los lleva a acordar, mediante un contrato social hipotético (versión
aggiornada del contractualismo moderno), los dos principios de justicia básicos
referidos especialmente a los derechos y deberes sobre los que se apoya toda la
estructura social: 1) iguales libertades para todos, con los mismos derechos y de-
beres; 2) igualdad de oportunidades y justificación de las diferencias sociales (de
riqueza, poder, etc.) en lo que llama el principio de diferencia que las admite en
tanto y en cuanto al mismo tiempo redunden en beneficio de los menos aventaja-
dos. Incluso entre los principios existe un cierto orden porque el segundo supone
la existencia y garantía del primero. Como él mismo sostiene, esta concepción no
es original sino que está construida sobre la matriz kantiana donde los principios
de justicia operan al modo de imperativos categóricos. No porque sea una interpre-
tación rawlsiana del pensamiento de I. KANT, sino más bien (como él mismo dice)
porque se trata de una interpretación kantiana de su teoría de la justicia como
imparcialidad o equidad, que tal como la propone sería una primera parte de una
teoría moral integral que él denominaría rectitud como imparcialidad o equidad31.

Con el correr del tiempo, y respondiendo a las distintas e importantes objeciones,


va a modificar partes sustanciales de su teoría, especialmente a partir de su se-
gunda gran obra, Liberalismo político, y que va a plasmarse en su reformulación
final, convirtiéndola en una concepción política, no metafísica de la justicia como
neutralidad. Los principales cambios son que se sustituye la concepción kantiana
común a todas las partes por un nuevo punto de partida a partir de un pluralis-
mo razonable (que solo excluye los extremismos y fundamentalismos), en el cual
el kantismo es una concepción más pero no la única, y donde se busca alcanzar
un consenso entrecruzado entre las distintas concepciones razonables. Consenso
que sería político y, por ende, neutral respecto de las distintas concepciones ra-
zonables que lo componen. Sin perjuicio de ello, lo llamativo es que a pesar de la
mencionada neutralidad política, las partes que celebran el contrato hipotético a
través del consenso traslapado o entrecruzado llegan a los mismos principios de
matriz kantiana que tenía la teoría en su versión original. Esto se ve más claro en
la versión internacionalista de su teoría, que se refiere al Derecho de gentes y que
se inspira en la noción de paz perpetua de I. KANT32.

En cuanto a las objeciones a la Teoría de la Justicia, HART señala que en la formu-


lación de las libertades básicas y su prioridad no se explican suficientemente las
razones por las cuales las partes en la posición original acuerdan estas libertades

31
Cfr. John RAWLS, Teoría de la Justicia, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 29.
360 32
Cfr. John RAWLS, El derecho de gentes, Barcelona, Paidós, 2001; Justicia como equidad. Una reformulación, Bar-
celona, Paidós, 2002.

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básicas y sus reglas de prioridad33. DWORKIN, por su parte, realiza una objeción
parecida, pues si bien comparte los dos principios de justicia que coinciden con el
principio “de igual consideración y respeto”, propuesto por él, no está de acuerdo
con su justificación a través de un contrato hipotético, al que considera totalmente
innecesario, además de negarle su carácter contractual34. Para DWORKIN, dentro de
un modelo constructivo, estos derechos en serio que constituyen los principios son
naturales, aunque no entendidos en forma ontológica o metafísica35.

3.2. El modelo del discurso (HABERMAS)

Volviendo a la cuestión presentada por HABERMAS citando a BÖCKENFÖRDE que plan-


teamos al comienzo, la misma tendría en realidad dos aspectos: 1) cognitivo; 2)
motivacional. En efecto, dice HABERMAS:

“En el aspecto cognitivo, la duda se refiere a la cuestión de si, después de la completa


positivación del Derecho, la estructuración del poder político sigue admitiendo una
justificación o legitimación secular, es decir, no religiosa sino posmetafísica. Pero
aun en el caso de que se acepte esa clase de legitimación, en el aspecto motivacional
se mantiene la duda de si es posible estabilizar a una colectividad de cosmovisión
pluralista desde lo normativo (es decir, más allá de un mero modus vivendi) sobre
la base de un consenso de fondo que no pasaría de ser, en el mejor de los casos, un
consenso meramente formal, limitado a procedimientos y principios”36.

En el mismo sentido, en Facticidad y validez ya había distinguido entre la validez


formal o legitimación y la validez social o fáctica, o sea la vigencia37.

33
H. L. A. HART, “Rawls on liberty and its priority”, en University of Chicago Law Review, 40-3, (1973), pp. 542-555;
reproducido por Norman DANIELS (comp.), Reading Rawls, New York, Basic Books, 1975, pp. 239-252. Ambos
citados por John RAWLS, The Basic Liberties and Their Priority, trad. Jorge Vigil Rubio, University of Utah Press
and Cambridge University Press, 1982, p. 30.
34
Cfr. Ronald DWORKIN, Los Derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1999, pp. 385-388.
35
Cfr. ibíd., p. 267.
36
Jürgen HABERMAS, Las bases premorales del Estado Liberal, ob. cit. p.31.
37
Jürgen HABERMAS, Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998, p. 95: “El sentido de esta validez jurídica solo se
explica por la simultánea referencia a ambos polos, es decir, a la validez social o fáctica, es decir, a la vigencia,
por un lado, y a la legitimidad o validez, por otro. La validez social de las normas jurídicas se determina por el
grado de imposición, es decir por la aceptación que cabe esperar en el círculo de los miembros de la comuni-
dad jurídica de que se trate. […] Por el contrario, la legitimidad de las reglas se mide por la desempeñabilidad o
resolubilidad discursiva de su pretensión de validez normativa, y en última instancia atendiendo a si han sido
producidas en un procedimiento legislativo que quepa considerar racional, o a si por lo menos hubieran podido
ser justificadas desde puntos de vista pragmáticos, éticos y morales. La legitimación de una regla es indepen-
diente de su imposición o implementación fáctica. Pero a la inversa, la validez social y el seguimiento fáctico
de las normas varía con la fe en su legitimidad por parte de los miembros de la comunidad jurídica, y esa fe
se apoya a su vez en la suposición de legitimidad, es decir, de la fundamentabilidad de las normas de que se
trate”. En otras palabras, agrega: “La positividad del derecho lleva aneja la expectativa de que el procedimiento
democrático de producción del derecho fundamente o funde una presunción de aceptabilidad racional de las
normas estatuidas. […] Pues sin respaldo religioso o metafísico, el derecho coercitivo, cortado a la medida de
un comportamiento al que no se exige sino que se ajuste a la ley, sólo puede conservar ya su fuerza de integra-
ción social haciendo que los destinatarios de esas normas jurídicas puedan a la vez entenderse en su totalidad
como autores racionales de esas normas. Por este lado el derecho moderno se nutre de una solidaridad que se 361
concentra en el papel de ciudadano y en última instancia proviene de la acción comunicativa”.

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Ahora bien, la confusión de los aspectos cognitivo y motivacional es el problema


que HABERMAS le critica a RAWLS, cuando sostiene que en la fundamentación de sus
famosos principios de justicia confunde la cuestión de la justificación racional de
los mismos a través de un contrato hipotético, con los de su aceptación efectiva
en un consenso real38. Según HABERMAS, los liberales han puesto el acento en la
“libertad de los modernos”, en primer lugar, la libertad de creencia y de concien-
cia así como la protección de la vida, la libertad personal y la propiedad, es de-
cir, el núcleo del Derecho privado subjetivo. Mientras, el republicanismo, por el
contrario, ha defendido la “libertad de los antiguos”, es decir, aquellos derechos
de participación y comunicación política que posibilitan la autodeterminación de
los ciudadanos. ROUSSEAU y KANT ambicionaron deducir ambos elementos simul-
táneamente de la misma raíz, esto es, de la autonomía moral y política. También
RAWLS sigue esta intuición. Sin embargo, de la estructuración en dos etapas de su
teoría se sigue una prioridad de los derechos básicos liberales que deja al proceso
democrático en cierta medida en la sombra39. Dice HABERMAS:

“En cambio, si se concibe el proceso democrático no a la manera positivista de Kel-


sen o Luhmann, sino como método para crear legitimidad a partir de la legalidad
(es lo que he defendido en Facticidad y validez), no surge ningún déficit de validez
que hubiera que rellenar mediante eticidad (es decir, que hubiera que rellenar re-
curriendo a sustancia normativa prejurídica) […] se presenta esta otra concepción,
inspirada por Kant, de una fundamentación autónoma de los principios constitu-
cionales, que, tal como ella misma pretende, sería racionalmente aceptable para
todos los ciudadanos”40.

En otras palabras, para HABERMAS, el “lazo unificador” que BÖCKENFÖRDE echa de


menos es el proceso democrático mismo en el que, en última instancia, lo que
queda a discusión es la comprensión correcta de la propia Constitución. En un
sentido parecido, Carlos NINO propone a la democracia como sucedáneo del dis-
curso moral, como última fuente de legitimación de la que surgen tanto las nor-
mas como los derechos41. La respuesta es que el Estado de Derecho, articulado
en términos de constitución democrática, garantiza no sólo libertades negativas
para los miembros de la sociedad que, como tales, de lo que se preocupan es de
su propio bienestar, sino que ese Estado, al desatar las libertades comunicativas,
moviliza también la participación de los ciudadanos en una disputa pública acer-
ca de temas que conciernen a todos en común.

Ahora bien, aquí es importante resaltar que la objeción de HABERMAS a RAWLS (dentro
del mismo pensamiento posmetafísico) se centra en la cuestión de la fundamenta-
ción o justificación racional de la teoría, o sea, respecto a su valor epistemológico.
HABERMAS opone el carácter veritativo del consenso frente a la neutralidad propia
de la noción de razonabilidad rawlsiana. Por eso, RAWLS considera que la doctrina

38
Cfr. Jürgen HABERMAS y John RAWLS, Debate sobre el liberalismo político, trad. Gerard Vila Roca, introducción a
cargo de Fernando Vallespín, Barcelona, Paidós, 2000, p. 65.
39
Ibíd., p. 66.
362 40
Jürgen HABERMAS, Las bases premorales del Estado Liberal, ob. cit., p.39.
41
Carlos NINO, Ética y derechos humanos, Barcelona, Paidós, 1984, p. 243.

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de HABERMAS es comprehensiva a diferencia de la suya que es política. Así, para


RAWLS las personas en la posición original serían un mecanismo de representa-
ción destinado a formular una conjetura que desde luego puede ser incorrecta, o
sea, que los principios de justicia establecidos en el contrato social hipotético son
razonables. A diferencia de la situación ideal del discurso de HABERMAS que es un
mecanismo analítico que da cuenta de la verdad o validez de los juicios tanto de
la razón teórica como de la razón práctica42. Como dice Eduardo QUINTANA:

“Habermas encuentra la vía superadora del agotamiento de la razón moderna, en el


lenguaje, entendido pragmáticamente como comunicación intersubjetiva, mediante
el cual se rehabilita la razón preterida por los antimodernos, pero a la vez limitada a
una funcionalidad distinta a la propuesta de los ilustrados e iluministas. Considera
que existe una razón o ‘logos’ inmanente al uso del lenguaje, no ya como un mero
instrumento lingüístico a la manera de la filosofía analítica, sino para encontrar la
clave que permita el verdadero encuentro del hombre con el hombre. […] Por tanto,
recurre a las renacidas fuentes contemporáneas que han hecho del lenguaje el nuevo
‘lugar’ de la filosofía. La comunicación intersubjetiva mediada por el lenguaje, será
entonces el filón desde donde debe abrevar todo conocimiento tanto teórico como
práctico, culminando en el emancipatorio que es la base filosófica de la sociología,
la ética, la política y el Derecho”43.

Ahora bien, la acción comunicativa se basa en la razón comunicativa que empieza


distinguiéndose de la razón práctica porque ya no queda atribuida al actor parti-
cular o a un macrosujeto estatal-social. Es más bien el medio lingüístico a través
del cual se concatenan las interacciones y se estructuran las formas de vida44.

Arthur KAUFMANN critica ambos modelos, pues la pretensión de hacer derivar prin-
cipios de contenido sustantivo de un mero procedimiento formal de argumenta-
ción es lógicamente una falacia (procedimentalista), pues nada puede obtenerse
en la conclusión que no esté contenido en las premisas45. Como dice MASSINI, la
falacia procedimentalista es similar a la que Otfried HÖFFE ha denominado fala-
cia normativista, para oponerla a la supuesta “falacia naturalista”, y que consiste
en la pretensión, completamente ilegítima, de extraer normas concretas de con-
tenido, sólo de normas generales formales46. Por otra parte, el procedimiento es
construido a partir de las intuiciones de contenido que se quieren justificar por
un lado, y por otro, se pretende derivar estas intuiciones de aquel procedimiento
cayendo en una justificación circular que no justifica nada, lo que constituye ló-
gicamente una falacia.

42
Jürgen HABERMAS y John RAWLS, Debate sobre el liberalismo político, ob. cit., pp. 84 y 85.
43
Eduardo Martín QUINTANA, Filosofía jurídica, política y moral en Jürgen Habermas, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni
Editores, 2007, p. 27.
44
Cfr. Jürgen HABERMAS, Facticidad y Validez, ob. cit., pp. 65-67.
45
Arthur KAUFMANN, La filosofía del derecho en la posmodernidad, ob. cit., p. 49
46
Carlos Ignacio MASSINI CORREAS, “Del positivismo analítico a la justicia procedimental: la propuesta aporética de 363
John Rawls”, en Persona y Derecho, 44, (2001), p. 194.

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3.3. La teoría convergente de la verdad y la equiparación ser-deber ser

A diferencia de RAWLS y HABERMAS, KAUFMANN mantiene las reglas del pensamiento


procesal —aunque impuro— al reconocer elementos de carácter material en el pro-
ceso de construcción, pero alejado de todo ontologismo. El Derecho, por ejemplo,
no resulta ni de una naturaleza (como en el iusnaturalismo), ni de la formulación
general abstracta de la ley (como en el positivismo). Estos son, en cierta forma,
sólo materia prima de la cual, de un acto de formación procesal (la jurisprudencia
y en general la actividad jurídica), debe surgir el Derecho concreto. Así no puede
darse una precisión objetiva del Derecho por fuera del proceso de creación jurídica.
Ahora bien, a diferencia de los procesalistas puros, para él el Derecho sí tiene un
objeto, un tema, cuyo contenido material es obtenido de la realidad mediante la
experiencia, evitando caer así en la falacia procedimentalista47.

Atento a que, según sus propios dichos, no se puede ir más atrás de KANT y de su
pensamiento procesal, plantea una superación del esquema sujeto-objeto. En la
verdad que consistiría en la perfección del acto de conocimiento, podemos distin-
guir un aspecto o momento objetivo que proviene del mismo objeto común y un
aspecto o momento subjetivo que se refiere a los juicios provenientes de distintos
sujetos, pero que convergen sobre el objeto o tema común. En este sentido, la teoría
de la convergencia de la verdad (que no es ni sólo objetiva, ni sólo subjetiva, sino
subjetiva-objetiva) se ubica en un punto intermedio entre la teoría de la correspon-
dencia de la ontología sustancial propia tanto del pensamiento iusnaturalista que
atribuyó contenido absoluto al Derecho, como del positivismo legalista que iden-
tificó al Derecho con la ley positiva (dada como algo enteramente objetivo)48, y la
teoría consensual del funcionalismo propio del pensamiento constructivista proce-
sal puro, tanto en el modelo del contrato (RAWLS) como el del discurso (HABERMAS)49.

En efecto, para KAUFMANN el Derecho en el sentido estricto de la palabra no reside


ni exclusivamente en la norma, ni exclusivamente en el caso, sino en su relación
recíproca. Por tanto, el Derecho no es algo sustancial, es relación, es la correspon-
dencia entre el ser y el deber ser50. Para KAUFMANN, conforme a la teoría de la equi-
paración: ni la ley general-abstracta, ni el caso individual-concreto se encuentran
en el mismo plano categorial (la ley en el del deber ser, el caso en el del ser), para
poder ser subsumidos entre sí, primero deben equipararse: la ley, por medio de la
interpretación, a un tipo legal con su consecuencia jurídica, y el caso, por medio
de la construcción, a un supuesto de hecho, con lo cual estos actos no se producen
en forma que esté uno junto al otro, o uno detrás del otro, sino en una simulta-
neidad de relaciones recíprocas (no se puede subsumir un caso bajo una norma,
sino tan sólo un supuesto de hecho bajo una consecuencia jurídica establecida
en un tipo legal). El fundamento de esta comprensión de la norma legal y creación
del Derecho lo constituye la analogía entre deber ser y ser. La norma abstracta del

47
Cfr. Arthur KAUFMANN, La filosofía del derecho en la posmodernidad, ob. cit., pp. 42-43.
48
Cfr. Ibíd., p. 41.
49
Cfr. Ibíd., p. 46 y ss.
364 50
Arthur KAUFMANN, “El renacimiento del derecho natural de la posguerra y lo que fue de él”, en Renato RABBI-BALDI
CABANILLAS (coord.), Las razones del derecho natural, Buenos Aires, Abaco de Rodolfo Depalma, 2000, p. 246.

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deber ser alcanza en el Derecho su concreta existencialidad. No hay derivación


del deber ser a partir del ser, sino una correspondencia analógica, mediante un
tertium comparationis, que lo constituye el sentido o ratio iuris51.

Esto es cierto, pero justamente es posible esta correspondencia si traspasamos


la barrera artificial respecto a KANT que levanta el propio KAUFMANN. En el sistema
kantiano, en el cual toda la moral se funda en el imperativo categórico y en la idea
del deber propia de la razón práctica, totalmente separada e incomunicada con el
orden del ser (fenoménico) propio del conocimiento de la razón pura, es imposible
hablar de equiparación o analogía entre el deber ser y el ser. Para poder hacer-
lo tenemos que salirnos de este sistema de pensamiento y volver a una filosofía
realista donde no sólo hay equiparación o analogía entre el orden del ser (no sólo
fenoménico sino ontológico) y del deber ser, o entre las inclinaciones naturales y
los principios o preceptos prácticos, sino que todo deber ser (bonun) se funda en
el ser (esse), lo ético en lo óntico, lo axiológico en lo ontológico conforme la cono-
cida tesis de J. PIEPER52.

De esta menera, su teoría de la convergencia, como punto intermedio entre la teoría


de la correspondencia (empírico-fenoménica) y la teoría consensual de la verdad,
adolece de los mismos problemas de estas dos. Por una parte, al no trascender del
plano de lo puramente fenoménico y, por otra, en el plano subjetivo, sólo alcanza
un punto de referencia intersubjetivo relativo. Para superar estos problemas no
alcanza la postura ecléctica de KAUFMANN, sino más bien, la fundamentación me-
tafísica de la teoría de la correspondencia, que no se limita a la correspondencia
empírico-fenoménica del empirismo, sino que alcanza la correspondencia con la
esencia misma de las cosas como su razón de ser más profunda.

3.4. ¿Derechos humanos sin metafísica? (ALEXY)

Puesto que la existencia de los derechos humanos en definitiva depende de su


fundamentabilidad, para ALEXY sólo esta última determina si los mismos son más
que una ilusión. El problema de la fundamentabilidad puede sintetizarse para él
en la cuestión de si pueden ser justificadas las normas o reglas morales que con
pretensión de prioridad garantizan los derechos universales, fundamentales y abs-
tractos. Y, de ser posible, cómo se justifican. Esto demuestra que el problema de
la fundamentación de los derechos humanos no es otra cosa que un caso especial
del problema general de la fundamentación de las normas morales.

Para responder esto, sostiene ALEXY que es de una importancia decisiva el que los
derechos humanos presuponen más una metafísica (en el sentido de la filosofía
trascendental de KANT) que una ontología. Entonces, cuando el individuo hace uso
de la —para él— necesaria competencia del afirmar, interrogar y argumentar, en
tal uso presupone el reconocimiento del otro como participante del discurso con

51
Cfr. Arthur KAUFMANN, Filosofía del Derecho, Bogotá, Universidad Externado, 1999, p. 278. 365
52
Josef PIEPER, El descubrimiento de la realidad, Madrid, Rialp, 1974, p. 15.

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igualdad de derechos como autónomo. Reconocer a otro como autónomo significa


reconocerlo como persona. Pero las personas tienen un valor y una dignidad. Para
ALEXY, esta tesis “metafísica” tiene su fuente no sólo en la estructura del mundo, ni
tampoco sólo en la razón del individuo, sino en la estructura de la comunicación
(en el sentido de HABERMAS). Por eso esta metafísica en cuanto constructiva puede
ser contrapuesta a la metafísica tradicional que él denomina empática (omnicom-
prensiva, necesaria, normativa y con una “dimensión religiosa salvífica”). Una me-
tafísica constructiva, en cambio, tiene un carácter racional y a la vez universal,
concluyendo personalmente en la siguiente tesis: los derechos humanos no son
posibles sin una metafísica racional y universal53.

Es importante destacar en el pensamiento de ALEXY una revalorización de la razón


práctica, como así también la centralidad de los derechos fundamentales y de su
sujeto, la persona humana, dentro de una concepción constitucionalista mode-
rada. Sin embargo, al asumirlo desde una razón procedimental, le cabe la misma
objeción ya planteada por KAUFMANN de pretender extraer contenidos materiales a
partir de premisas formales o procedimentales.

4. Falacias y verdades respecto a la razón práctica


Por otra parte, existe hoy una revalorización de la razón práctica fundada en la
sólida filosofía perenne. Esta revalorización es asumida por una buena parte del
pensamiento iusfilosófico contemporáneo, como sucede con un sector de la lógica
deóntica (por ejemplo KALINOWSKI), o con el neotomismo y el siempre vigente ius-
naturalismo clásico. Sin perjuicio de ello, quisiera detenerme en una escuela o
línea de pensamiento contemporáneo que ha tenido una gran trascendencia en la
actualidad. Me refiero a la nueva teoría de la ley natural o también conocida como
teoría neoclásica de la ley natural, cuyo origen se remonta a mediados de la década
de los sesenta en los Estados Unidos, a partir de la obra de Germain GRISEZ, y que
luego se extendió a gran parte del pensamiento angloamericano, principalmente
en John FINNIS, pero también en Joseph BOYLE, Kevin FLANERY, Martín RHONHEIMER,
Lawrence DEWAN y Stephen BROCK54. A fin de no extenderme demasiado me voy a
limitar al pensamiento de GRISEZ y FINNIS.

Ambos reafirman el valor de la razón práctica con prescindencia o independencia


de la razón especulativa, y sostienen que si bien la misma constituye una de las
funciones de una única razón o inteligencia, parte de primeros principios evidentes
que tienen por contenido los bienes humanos básicos como objeto de las inclina-
ciones naturales y, por tanto, no son derivados de la razón especulativa o teórica.
A partir de allí desarrollan los distintos niveles del conocimiento práctico los cua-
les dirigen la acción humana y rematan en la acción. En una obra conjunta dicen:

53
Cfr. Robert ALEXY, ¿Derechos humanos sin metafísica?, Anuario de la Asociación Argentina de Filosofía del Dere-
cho, Ideas y Derecho, Buenos Aires, 2008, p. 24.
366 54
Cfr. Adela LÓPEZ MARTÍNEZ, El debate anglo-americano contemporáneo sobre la teoría tomista de la ley natural,
Roma, Edizioni Universitá Della Santa Croce, 2006.

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“Nunca hemos dicho que no se pueda pasar de verdades metafísicas y/o fácticas
junto con principios del razonamiento práctico a conclusiones normativas. Nues-
tro punto más bien era que no puede haber deducción válida de una conclusión
normativa sin un principio normativo y de este modo que los primeros principios
prácticos no pueden derivarse de especulaciones metafísicas”55.

De esta manera, hacen suyo el principio o ley de Hume que establece que no se
puede pasar de premisas descriptivas en el orden del ser a conclusiones normati-
vas en el orden del deber ser. Por tanto, para justificar racionalmente conclusiones
normativas, por lo menos una de las premisas de las que se parte tiene que ser
normativa. En realidad, en Hume el ser se reduce al mero factum (al hecho como
fenómeno que percibo) por lo que es lógicamente imposible derivar conclusiones
prescriptivas de proposiciones puramente descriptivas de hechos.

En cambio, el realismo clásico no es alcanzado por esta supuesta falacia ni desde


el punto de vista lógico, ni mucho menos ontológico en su fundamento in re. Res-
pecto al primero, porque los principios de los que la razón práctica parte no son
conclusiones derivadas deductivamente de proposiciones teóricas, sino que son
principios evidentes per se, nota que la razón en su función práctica descubre,
empezando por el primer principio: se debe hacer el bien y evitar el mal, que opera
como principio de no contradicción práctico y que como tal se encuentra explícita
o implícitamente (entimemas) en todos los razonamientos prácticos que se siguen
de él. En cuanto a su fundamento ontológico, si bien los principios prácticos no
se infieren deductivamente por un razonamiento a partir de proposiciones teóri-
cas, se apoyan en ellas para entender la evidencia de sus términos y fundamen-
talmente porque la realidad que se expresa por la noción de Ser, como dijimos, no
se reduce al mero factum (del empirismo humeano), a los hechos brutos, sino que
contiene en su mismo ser su telos, su deber ser que la razón descubre en forma
de principios a partir de la experiencia de la propia realidad56.

En consecuencia, cada uno de estos principios es captado por la inteligencia


(nous) o razón (logos), ya sea teórica o práctica, sin necesidad de ningún discur-
so o razonamiento a partir de algún principio o premisa anterior, sino a partir de
un contacto inmediato con la realidad, a través de una inducción abstractiva o
abstracción inductiva57. Más allá del orden hay una vinculación necesaria entre
inducción y abstracción, pues como dice C. FABRO, actúan conjuntamente en la
adquisición progresiva de lo inteligible, aunque desde puntos de vista diferentes:
la inducción, fenomenológicamente, la abstracción, metafísicamente58. A su vez, a

55
John FINNIS y Germain GRISEZ, “The Basic Principles of Natural Law: A Reply to Ralph Mc.Inerny”, en The Ameri-
can Journal of Jurisprudence and Legal Philosophy, 26, (1981), p. 24, citado y trad. Adela LÓPEZ MARTÍNEZ, ob.
cit., p. 167.
56
Cfr. Georges KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho, ob. cit., pp. 134 y concordantes;
Concepto, fundamento y concreción del Derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1982, pp. 89 y ss.; Carlos Ignacio
MASSINI CORREAS, La Falacia de la falacia naturalista, ob. cit.; Daniel Alejandro HERRERA, “¿Es posible una argu-
mentación más allá del iusnaturalismo o del iuspositivismo?”, ob. cit., p. 194.
57
Cfr. Georges KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho, ob. cit., p. 118. Adela LÓPEZ MARTÍ-
NEZ, El debate anglo-americano contemporáneo sobre la teoría tomista de la ley natural, ob. cit., p. 80.
58
Cornelio FABRO, Percepción y pensamiento, Pamplona, Eunsa, 1978, p. 277, citado por Lamas FÉLIX, en La expe- 367
riencia Jurídica, Buenos Aires, Instituto de estudios filosóficos Santo Tomás de Aquino, p. 269.

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cada núcleo de principios (teóricos y prácticos) corresponde un hábito intelectual:


el habitus principiorum para los principios teóricos o especulativos, y la sindéresis
para los principios prácticos59, que constituyen el contenido de la ley natural, de
la ley inscrita en el propio ser del hombre, en la persona humana, y a partir de la
cual podemos alcanzar conclusiones y soluciones racionales y razonables con el
fin de dirigir la acción humana, tanto en el plano individual como social.

En suma, todo conocimiento (ya sea teórico o práctico) se funda sobre la noción de
ser porque lo que primeramente cae bajo la aprehensión es el ente y así, mientras
la inteligencia o razón teórica contempla el ser bajo la razón de verum (verdad), el
intelecto o razón práctica lo considera bajo la razón de bonum (bien). Por tanto, al
ser un trascendental convertible con el Ser, el Bien y lo bueno no son definibles
por el género próximo y la diferencia específica, ni son objeto de un concepto pro-
piamente dicho, sino más bien de un juicio por el cual afirmo o niego algo60. Por
esto, respecto al realismo clásico, no sólo no le es aplicable una indebida deriva-
ción del ser al deber ser, sino que tampoco es alcanzada por la supuesta “falacia
naturalista” de MOORE que denuncia la violación de la indefinibilidad del bien o
de lo bueno.

Ahora bien, dejando por un momento el realismo clásico y volviendo a GRISEZ y


FINNIS, podemos decir que luego de señalar la coincidencia básica común que está
en la base del pensamiento de ambos, se pueden distinguir algunas diferencias
importantes entre ellos. Por una parte, en GRISEZ la razón práctica a partir de esos
primeros principios desarrolla un derrotero totalmente independiente de la razón
especulativa (en este aspecto similar a KANT aunque difiere en cuanto al contenido).
En cambio FINNIS, sin perjuicio de la distinción y actuación diferente de la razón
especulativa y la razón práctica, reconoce algunos puentes o vías de comunicación
como por ejemplo cuando sostiene que sin perjuicio de que la naturaleza humana
no sea captada desde fuera por juicios de la razón especulativa, sino interiormen-
te por la razón práctica, a través de la experiencia personal de las inclinaciones
naturales y de los bienes humanos básicos a los que están ordenadas, si la na-
turaleza humana fuese diferente las formas básicas del bien captadas por el en-
tendimiento práctico serían distintas, pues estas lo son para los seres humanos
conforme a la naturaleza que tienen61.

Por otra parte, afirma también que si bien no es necesario remontarse a Dios
para justificar el razonamiento práctico que se deriva de los primeros principios
evidentes de la ley natural, admite su inclusión como una explicación adicional
necesaria, de la misma manera que sostiene que si bien se puede explicar el mo-
vimiento molecular sin referirse a un creador increado, no implica que no sea ne-
cesario una explicación adicional y que la existencia de un creador increado (Dios)
no sea esa explicación62.

59
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, I-II, q. 94, a. 2.
60
Cfr. Carlos Ignacio MASSINI CORREAS, La Falacia de la falacia naturalista, ob. cit., p. 38; Daniel Alejandro HERRERA,
“¿Es posible una argumentación más allá del iusnaturalismo o del iuspositivismo?”, ob. cit., p. 195.
368 61
Cfr. John FINNIS, Ley Natural y Derechos Naturales, ob. cit., p. 67.
62
Cfr. Ibíd., p. 81.

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En definitiva, la explicación adicional es en realidad la explicación fundamental,


o sea, la explicación del fundamento, no sólo del obrar humano, sino del hombre
mismo, aunque no sea necesario remontarse a él para justificar racionalmente el
razonamiento práctico (probado por su referencia a los primeros principios evi-
dentes) por el que se dirige dicho obrar. Así, podemos distinguir la razón práctica
de la razón metafísica, pues los principios de la primera no son conclusiones de
la segunda (de serlo no serían principios primeros), sin perjuicio de reconocer que
la razón práctica en última instancia, como todo conocimiento humano, se funda
en la razón metafísica que considera al ser en cuanto ser.

5. Conclusión
En la actualidad nos movemos en una concepción antropocéntrica, donde hay
una impresionante y a veces hasta exagerada revalorización de la antropología, no
de la antropología fundada en el ser o en la naturaleza del hombre, sino de una
antropología empírica o constructiva, ya sea que por su propia limitación episte-
mológica estudie el fenómeno humano sin llegar a las raíces de su ser, o que al
negar una esencia humana (al modo como lo hace J. P. SARTRE, por ejemplo) la
construya libremente sin reconocer límites objetivos que surgen del propio ser del
hombre63. Al decir de E. TUGENDHAT, la antropología ha desplazado a la metafísica
como filosofía primera64.

Frente a este panorama es pertinente recordar el llamado realizado por Juan Pa-
blo II en Fides et ratio 83:

“Solo deseo afirmar que la realidad y la verdad trascienden lo fáctico y lo empírico y


reivindicar la capacidad que tiene el hombre de conocer esta dimensión trascendente
y metafísica de manera verdadera y cierta, aunque imperfecta y analógica. En este
sentido, la metafísica no se ha de considerar como alternativa a la antropología, ya
que la metafísica permite precisamente dar un fundamento al concepto de dignidad
de la persona por su condición espiritual. La persona, en particular, es el ámbito
privilegiado para el encuentro con el ser y, por lo tanto, con la reflexión metafísica
[…] Un gran reto que tenemos al final de este milenio es el de saber realizar el paso,
tan necesario, como urgente, del fenómeno al fundamento”65.

La revalorización de lo humano es positiva, pero resulta paradójico que se haga a


expensas de su naturaleza. Quizás nunca como ahora se hable tanto de derechos
humanos, pero al mismo tiempo, al no remitirse a una condición humana común
en el orden del ser, no se les reconoce estos derechos a todos los hombres, sino
sólo a aquellos a los que se les atribuye arbitrariamente el estatus de persona, ne-
gándosele a otros a pesar de ser naturalmente seres humanos (como sucede hoy
con los embriones humanos, fetos, enfermos que han perdido la conciencia, etc.).

63
Cfr. Jean Paul SARTRE, El existencialismo es un humanismo, Buenos Aires, Ediciones del 80, 1984.
64
Cfr. Ernst TUGENDHAT, Antropología en vez de metafísica, Barcelona, Gedisa, 2007. 369
65
Juan Pablo II, Fides et Ratio, 83.

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Es imposible justificar racionalmente los derechos fundamentales si no los arrai-


gamos en la naturaleza humana, que conocemos no solo por la razón teórica o
especulativa, sino también por la razón práctica en los primeros principios del
obrar humano que constituyen el contenido de la ley natural y que tienen como
sujeto al hombre, a todos y cada uno de los hombres que por el sólo hecho de
serlo y fundados en su condición humana, son personas, titulares tanto de dere-
chos como de deberes. En otras palabras, para terminar parafraseando a BOBBIO
con quien iniciamos esta presentación, podemos decir: muerto el positivismo y
ante la insuficiencia del procedimentalismo, el iusnaturalismo está vivo. ¡Viva el
iusnaturalismo!

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372

DÍKAION - ISSN 0120-8942


LORENZO VICENTE-BURGOA

Universidad de Murcia
España

La abstracción formal y la
validación del razonamiento inductivo

Introducción
Suelen admitirse normalmente dos métodos generales en el conoci-
miento científico: la deducción y la inducción. En efecto, puesto que la
ciencia es un conocimiento derivado o mediato, ha de presuponer siem-
pre unos principios o puntos de partida. Ahora bien, estos pueden ser de
dos clases, o bien superiores y más universales respecto del objeto de la
ciencia, o bien menos universales o más particulares. En el primer caso, se
procede por deducción, en el segundo, por inducción.
Por ello, para Aristóteles y los aristotélicos, la deducción es un proceso
que camina desde lo más universal a lo menos universal; y la inducción
éTtayoY'n {ep^goge), que procede desde lo particular y cercano a los senti-
dos, a lo universal. La deducción silogística utiHza el término medio para
demostrar la conexión entre sí de los extremos de la conclusión, mientras
que, en la inducción, se prueba que un extremo conviene al medio por un
tercero. En otras palabras, en la deducción silogística se utilizan premisas
en las que el término medio se halla unido a ambos extremos: es término
de mediación que conecta ambos extremos, uno más universal, otro más
particular, mientras que la inducción toma, no un medio para ver la cone-
xión de los extremos, sino que prueba que un predicado determinado con-
viene a un sujeto común o universal, ya que conviene a los singulares de
suyo o per se; esto es, como algo esencial o derivado necesariamente y de
modo constante de la esencia.
Y ¿cómo sabemos que conviene a los individuos de modo esencial, si la
esencia individual no es definible; y necesario, si lo individual es contin-
gente, ya que puede ser o no ser; y constante si no examinamos todos los
casos en todos los tiempos?
130 LORENZO VICENTE-BURGOA

Si digo "todo mamífero es viviente", puedo probarlo, o bien partiendo de


que entre los vivientes se halla también incluido el género de los mamíferos,
o bien, analizando un mamífero individual y tratando de ver en él la cuali-
dad que llamamos "vida" como algo constitutivo o esencial, mas no indivi-
dual como tal, es decir, abstrayendo la forma de vida del sujeto concreto.
Se dice a veces que el término medio en la inducción" es la enumeración
completa de los singulares o por modo de producto lógico distributivo:
a, A a2, A 3.,,... A a„, en que se comprueba que todos los particulares pose-
en tal o cual predicado En realidad, eso no es un término medio, ya que
no media entre el universal como común, sino que es equivalente.
Pero aunque fuera un término medio, es claro que no puede aducirse
nunca o casi nunca, pues no es posible la observación o comprobación de
todos los particulares posibles. Y aunque se hiciera, incluso podría tratar-
se casualmente de un predicado individual y no específico o esencial, con
lo que no se sabría si puede convenir a otros individuos posibles.
Por tanto, el proceso inductivo completo, o no es posible, o, incluso sien-
do factible, no es suficiente por ser completo cuantitativamente, sino por
ser "suficiente" cualitativamente, es decir, llegando a detectar la cualidad sig-
nificada por el predicado de modo que convenga al sujeto per se o de suyo.

1. Abstracción formal y métodos científicos


El método no es otra cosa, en general que el "camino" (del griego: [itxà-
óoós) o proceso de la investigación para llegar al conocimiento del objeto
o del género-sujeto. Ahora bien, el camino o método ha de venir deter-
minado por el fin en cualquier proceso: de aquí que aquello que es deter-
minante del fin, en este caso, la intehgibilidad del objeto formal, sea tam-
bién determinativo del método adecuado para cada ciencia.
Suelen distinguirse dos series de métodos en orden a la adquisición de la
verdad del conocimiento. Una serie se refiere al esclarecimiento y organi-
zación de los conceptos simples, a su mejor comprensión y explicitación:
son la división y composición, esto es, el análisis (vía resolutiva) y la sín-
tesis (via compositiva). La otra serie parece regular más bien los juicios o
proposiciones en cuanto conclusiones de inferencias racionales: son la
deducción y la inducción.
Porque, en efecto, se trata del camino para llegar a la verdad y este cami-
no puede hacerse, o bien de modo cuasi inmediato, por visión o intuición
u observación inmediata de los objetos —a lo cual corresponde la división
analítica o la unión sintética de conceptos simples—, o bien, de modo
mediato y discursivo, transitando de unos conceptos a, otros —y a ello res-
ponden la inducción y la deducción—. Pues como dice Aristóteles, apren-
demos por inducción o por demostración'.

'Cf. Anal. Poster. I, 18 (81 a 40). "Duplex est modus adquirendi scientiam. Unus quidem per
demonstrationem, alius autem per inductionem. Diffenint autem hi duo modi, quia demonstratio
procedit ex universalibus; inductio autem procedit ex particularibus" (TOMAS DE AQUINO, In Post.
Analyt. I, lee. 30, n. 251.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 131

Entre ambas series debe existir alguna relación o paralelismo interesan-


te o al menos cierta analogía. O quizás habría que decir que los métodos
de comprensión analítica y de síntesis se mantienen y se hallan presentes
de alguna manera tanto en la deducción como en la inducción (pero de
esto en otro lugar).
Así pues, suelen admitirse normalmente dos métodos generales en el
conocimiento científico: la deducción y la inducción. En efecto, puesto que
la ciencia es un conocimiento derivado o mediato, ha de presuponer siem-
pre unos principios o puntos de partida. Ahora bien, estos pueden ser de
dos clases, o bien superiores y más universales respecto del objeto de la
ciencia, o bien menos universales o más particulares. En el primer caso, se
procede por deducción, en el segundo por inducción'.
Por ello, para Aristóteles y los aristotélicos, la deducción es un proceso
que camina desde lo más universal a lo menos universal y la inducción
(éTraYwyTÍ), que procede desde lo particular y cercano a los sentidos a lo
universal. La deducción silogística utiliza el término medio para demos-
trar la conexión de los extremos de la conclusión, mientras que en la
inducción se prueba que un extremo conviene al medio por un tercero.
En otras palabras, en la deducción silogística, se utilizan premisas en las
que el término medio se halla unido a ambos extremos: es término de
mediación que conecta ambos extremos, uno más universal, otro más par-
ticular, mientras que la inducción toma no un medio para ver la conexión
de los extremos, sino que prueba que un predicado determinado convie-
ne a un sujeto común o universal, ya que conviene a los singulares de suyo
o per se^- esto es, como algo esencial o derivado necesariamente y de modo
constante de la esencia.
Y ¿cómo sabemos que conviene a los individuos de modo esencial, si la
esencia individual no es definible; y necesario, si lo individual es contin-
gente, ya que puede ser o no ser; y constante si no examinamos todos los
casos en todos los tiempos?
Si digo "todo mamífero es viviente", puedo probarlo, o bien partiendo de
que entre los vivientes se halla también incluido el género de los mamíferos;
o bien, analizando un mamífero individual y tratando de ver en él como
algo constitutivo o esencial, mas no individual como tal, la cualidad que lla-
mamos "vida", es decir, abstrayendo la forma de vida del sujeto concreto.

2. Abstracción y proceso deductivo


En el proceso deductivo o silogístico, se procede a demostrar una pro-
piedad o atributo per se del objeto propio de la ciencia a panir de princi-
pios universales. Estos principios son, o bien principios generales de la
razón humana (de los que usan todas las ciencias), o bien principios pro-
pios de un saber o especialidad. Entre éstos el principio ineludible es la
'Cf. ARISTÓTELES, Analyt. Post. 1, c. 18 (81 a 40); THOMAS A., In Post. Analyt. I, lee. 1, nn. 11-
12, Lee. 30, nn. 251-254.
'Cf. ARISTÓTELES, Analyt. Priora, 11, c. 23; apud. JUAN de STO. TOMÁS, Cursus Philos. I, la P
Lib. m . c. 2 (Ed. Reiser, I, p. 60).
132 LORENZO VICENTE-BURGOA

definición del objeto de la ciencia respectiva, que es el medium prohandi


lógicamente más eficaz. Aunque, a veces, cuando no se tiene la definición
esencial, pero sí se conocen los efectos o derivaciones de tal o cual objeto,
se toman éstos en lugar de la misma definición. Es la noción a posteriori
o por el fin, etc. Así por ejemplo, se puede definir un cuchillo diciendo
que es "una hoja de hierro que sirve para cortar". Porque la ley general de
aprendizaje es que nosotros procedemos desde lo más cognoscible o cer-
cano para nosotros hacia lo menos cognoscible o más alejado de nuestra
percepción y comprensión. Esta es la regla normal de toda investigación.
En la deducción, por tanto, se demuestra que el predicado conviene al
sujeto, ya sea por hallarse dentro de su comprehensión o definición, ya
por hallarse dentro de su extensión, como un elemento de una clase o
género, bien por equivalencia semántica, bien por igualdad o equivalencia
cuantitativa (como suele hacerse en la ciencia de la cantidad, la matemáti-
ca). Y ello tanto de modo categórico, como hipotético o condicional, ya
afirmativamente, ya negativamente, por exclusión. Pero todos estos
modos se reducen y dependen del primero, esto es, de la definición, pues
esta es la base de la predicación por equivalencia semántica o por equiva-
lencia cuantitativa, o bien por inclusión como elemento particular, pues,
la inclusión presupone que se conoce antes la cualidad o naturaleza tanto
de lo incluido como de lo incluyente. Así por ejemplo decir "X es un ver-
tebrado" debe entenderse, o bien que se halla incluido en el género o clase
de los vertebrados, o bien que realiza en sí la definición o descripción
característica de lo que significa "animal vertebrado". En cualquier caso,
se parte de la idea o definición de "vertebrado".
Por ello, de los dos elementos de la definición, el genérico y el diferen-
cial, el primero funciona respecto de la inclusión, indicando que se trata
de una especie o caso dentro del género, del universal; y el segundo fun-
ciona respecto de la comprehensión y de la equivalencia semántica, indi-
cando que se trata de algo de la misma especie o naturaleza o cualidad sig-
nificada por el predicado, y ello de manera no accidental ni casual, sino
necesaria y de suyo {perse). Por tanto, captar lo universal presupone haber
captado antes la "forma", o cualidad, o carácter, o estructura esencial y
constante de un objeto*.
Y esto equivale a captar la forma en lo singular, ya que en ninguna otra
parte se nos dan las formas o esencias o éíoos de las cosas sino en lo sin-
gular material. Al menos en las ciencias reales, e incluso en las ciencias for-
males, como la matemática, que intuye inicialmente las formas de la can-
tidad, no arbitrariamente sino en lo concreto singular.
Pero hacer esto equivale a captar o seleccionar la forma despojándola
mentalmente del sujeto material individual: es un proceso que va desde lo
concreto individual, como sujeto y término a quo, a la forma esencial y
constante, como término ad quem. Es decir, es justamente el proceso psi-

'El universal puede entenderse en dos sentidos: cualitativamente o fundamentaliter (universal


metafísico) y cuantitativamente (universal lógico).
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 133

cológico de lo que venimos llamando abstracción formal. El resultado de


este proceso mental se expresa justamente mediante lo nombres que deno-
minamos abstractos puros, como "blancura", "humanidad", "triangulari-
dad", "circularidad", "dualidad", "verdad", "actualidad", "potencialidad",
"causalidad", etc. Estos expresan, como vimos, formas puras o exentas de
cualquier otro componente, que no sea lo esencial, el éíoos de cada cosa
o de cada acontecimiento.
Por tanto, parece claro que la abstracción formal es lo que, en definiti-
va, garantiza el proceso deductivo o demostrativo en cuanto garantiza sus
puntos de partida, que son los principios universales, entre los cuales se
halla el más propio de cada objeto que es su definición esencial.
Ahora bien, esto nos pone ante un problema: en definitiva, todo el pro-
ceso racional de la ciencia, incluso de las más abstractas y universales, des-
cansa en un proceso previo de abstracción formal, y ello es justamente lo
que da no sólo distinción a los saberes, sino también garantía de sus méto-
dos demostrativos. Pero el proceso de abstracción formal consiste en con-
templar o rescatar la "forma", lo más actual y constante de la realidad a
partir de lo concreto singular. Y a esto es a lo que hemos denominado tam-
bién proceso inductivo. Ya Aristóteles señaló que todo conocimiento
científico versa sobre lo universal; ahora bien, lo universal debe ser "espe-
culado" mediante la inducción^ (traducción literal del griego inayoyr^.
¿Qué diferencia hay entre abstracción formal y proceso inductivo?
¿Cómo contribuye ese proceso a la corrección y verificación de la abs-
tracción formal? Porque en definitiva lo que está ahora en juego es cómo
estamos seguros de rescatar o de captar lo formal, lo constante y actual de
la realidad a nivel específico y no lo contingente, lo individual, lo acceso-
rio, etc., dado que panimos de lo concreto singular. En otras palabras,
¿cuándo sabemos que hemos llegado a captar abstractivamente la forma
específica, la definición, la estructura esencial y constante de un objeto o
de una especie de objetos o bien, la ley, el modo constante y propio de su
comportamiento? Si ello se hace a panir de lo particular, esto equivale a
preguntarse: ¿cómo podemos garantizar la captación de la "forma" a tra-
vés de la captación de lo singular?

3. El problema de la inducción
Se entiende, pues, por conocimiento inductivo el que procede desde lo
particular a lo universal', sea éste una forma o estructura esencial, una
definición, una ley dinámica constante, un juicio hipotético o condicio-
nal, un teorema, o cualquier enunciado o juicio universal.
Si tenemos en cuenta que nuestro conocimiento del mundo material, e
'Cf. Analyt. Priora, II, c. 23 (68 b - 69 a); Post. Analyt. I, 18 (81 a 39-40); II, 3 (90 b 15; II, 7 (92
a 37); Metaphys. I, 9 (992 b 33); VI,l(1025 b 15).; TOMAS DE AQUINO: In Post. Analyt. lee. 1, n II-
lee. 30, nn. 251-253, ete.
'Así se entiende desde ARISTÓTELES, si por tal entendemos lo que él'denomina ÍTia.-íwyr\. Cf.
Post. Analyt. I, 1(71 a 6); Metaphys. I, 9 (992 b 33); VI, 1 (1025 b 15); ToMÁs DE A Q U I N O , In Post.
Analyt. lee. 1, n. 11; lee. 30, nn. 251-253, ete.
134 LORENZO VICENTÉ-BURGOA

incluso todo tipo de conocimiento científico, versa propiamente sobre lo


universal o se compone de enunciados universales, es fácil advertir la
imponancia que tiene el que tal conocimiento universal pueda ser funda-
do críticamente con seguridad y certeza y no descanse en mera creencia o
simple probabilidad. En tal caso, no se vería diferencia alguna importan-
te entre un conocimiento científico y otro vulgar, e incluso una mera sos-
pecha de que algo sea de tal o cual manera. Incluso aunque la probabili-
dad fuera muy elevada, estaría el problema de cómo conseguirla y en qué
se funda, pues nada es probable por sí solo si nada hay cierto. Lo más y lo
menos probable sólo tienen sentido en relación con un máximo o abso-
luto de probabilidad.
Incluso si se trata de la llamada "probabilidad estadística", ésta afecta a
conjuntos o reuniones globales de individuos; respecto de los individuos
particulares sería totalmente incierta. Y además, debe ser justificada en
cuanto método legítimo. Así pues, si no podemos llegar a algo cierto, el
escepticismo sería la conclusión más lógica, siendo como es, por otra
parte, la más ilógica.
Algunos han querido justificar por medio del éxito práctico las generali-
zaciones estadísticas o las formulaciones universales de las leyes científicas.
Pero ya se ve que esa no es una justificación lógica: no son legítimas y váli-
das esas generalizaciones por resultar "útiles" en la práctica, sino que son
útiles por ser legítimas y válidas. Y, por otra parte, la utilidad práctica sola-
mente se demuestra en casos limitados aunque sea en todos los casos obser-
vados. Por tanto, no es por tal razón utilitarista como se justifica el proce-
so inductivo. Pero ¿cómo llevar a cabo esta justificación teórica?

Planteamientos
Nos hallamos, pues, ante el grave problema de la inducción y de su justi-
ficación crítica. Al parecer, dificultades de tipo lógico y epistemológico,
parecen levantarse contra la validez y certeza posibles .del proceso inducti-
vo. Baste recordar una objeción, conocida ya desde Aristóteles' y presenta-
da modernamente como objeción crucial por Hume y los empiristas: que
un proceso inductivo que vaya desde los singulares a la obtención de leyes
o verdades universales no estaría justificado epistemológicamente ni sería
siquiera lógicamente válido, si no es sobre la base de observar o experimen-
tar todos los casos singulares (enumeración completa) ya que, de lo contra-
rio, la conclusión universal iría mucho más allá de lo que permiten las pre-
misas, que es la experimentación de los hechos singulares. Ahora bien, es
evidente que en la mayoría de los casos resulta absolutamente imposible la
experimentación o comprobación de todos los casos singulares posibles, que
pueden ser infinitos. Por tanto, es imposible justificar el proceso inductivo.
Se apela a una experimentación "suficiente", que es algo convencional...
Cabrían, de entrada, dos soluciones o respuestas: o se justifica a priori, por
'Cf. ARISTÓTELES; Analyt. Post. I, 5; ef. También: TOMÁS DE AQUINO: In Poster. Analyt. I, lee.
12, nn.106-108.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 135

algún principio general (principio de inducción), que no sería algo "experi-


mentable", smo puramente a priori; se acepta que los resultados de la induc-
ción solamente nos pueden llevar a un conocimiento probable.
Lo primero, equivaldría a justificar y reducir la inducción a la deducción.
Y, aparte de un apriorismo infundado y gratuito, requiere que ese princi-
pio se conozca y sea precisado. Por otra pane, parece presuponer un deter-
minismo absoluto en la naturaleza. Además, sería muy difícil de justificar
su realismo y objetividad y librarlo de la sospecha de subjetivismo puro.
Lo segundo, al parecer más modesto y fácil de aceptar, con todo, equi-
vale a negar valor de la certeza no sólo al conocimiento científico, sino en
general a todo conocimiento humano. Pues según otros filósofos, por
ejemplo Aristóteles, cualquier conocimiento debe partir de presuposicio-
nes, que son principios, definiciones y axiomas que, a su vez, han de deri-
varse de la experiencia. Y ello, por la razón de que nada hay en nuestra
mente que no haya pasado antes por la impresión sensible aunque no se
reduzca a ella. Por tanto, cualquier presupuesto o definición y cualquier
verdad universal debe estar basada en la experiencia, es decir, debe obte-
nerse por vía de inducción. En consecuencia, pues, todo conocimiento
humano sería, a lo sumo, probable, incluido el científico.
Ahora bien, esta última afirmación es una concesión al escepticismo
absoluto. Si no hay ningún conocimiento cierto, tampoco puede haberlo
probable, como si no hay un conocimiento absoluto de algo, tampoco
puede haberlo relativo: lo relativo y lo probable se dicen siempre y nece-
sariamente por referencia a algo absoluto. Si suponemos, por ejemplo,
que todo conocimiento es relativo a otro y que este otro es, a lo sumo,
probable y depende de otro anterior igualmente probable, tendríamos o
una regresión ad infinitum o un círculo vicioso. Y si eso es así, el conoci-
miento en su totalidad carece de valor alguno en cuanto a su certeza.
En efecto, lo probable lo es solamente dentro de un marco preciso y cier-
to de posibilidades, de lo contrario la probabilidad es inciena e incalculable.
Así por ejemplo, la probabilidad de que en un lanzamiento de moneda apa-
rezca cara o cruz es de 1/2, pero ello presupone que sólo hay dos resultados
posibles. Este ha de ser absolutamente cierto para calcular la probabilidad.
Si no, tendríamos que P = 1/x (en donde P = probabilidad) es incalculable
mientras no sepamos el valor preciso de x, o sea, de las posibilidades tota-
les. Por tanto, la probabilidad presupone siempre algún tipo de certeza.
Desde luego, el conocimiento científico no se diferenciaría mucho de
una simple opinión, ni siquiera de meras creencias y hasta de meras supo-
siciones e incluso supersticiones. Una superstición es una creencia infun-
dada, pero que puede ser y es tomada como "algo posible" o "probable"
por los que la aceptan. Así, el conocimiento filosófico y científico, la
ÉKiOTTÍnri {episteme), que se ha ido elaborando desde hace siglos trabajo-
samente, no sería muy diferente en sus resultados de las creencias vulga-
res (o "doxásticas"). La mera probabilidad es una forma larvada de "doxis-
mo". Pues sin duda, cualquier opinión oó^a {doxa) para quien la acepta.
136 LORENZO VICENTE-BURGOA

se toma como interpretación correcta de lo real, pues sino se desecha o se


cambia por otra. Pero siempre se toma por algo, al menos, probable.
Pero es claro que esto último no puede satisfacer a nadie. Ni se compa-
gina con el avance firme del conocimiento humano, ni con las certezas que
poseemos, tanto a nivel de principios como de experiencias. Tampoco
parece que se corresponda con una gran cantidad de verdades, como son las
leyes científicas o leyes naturales, bien establecidas y de reconocida eficacia
práctica en sus aplicaciones técnicas, todas ellas obtenidas por medios
inductivos. Esto, si no justifica las teorías científicas, al menos nos indica o
es señal de que la inducción posee un valor de certeza, al menos para cier-
tos casos y con las debidas condiciones, aunque no siempre pueda llegar a
establecer conclusiones ciertas sino probables. Mas en este caso, apoyadas
en otras que sí son ciertas. Pues si todas fueran sólo probables y ninguna
cierta, tampoco podríamos fiarnos de esa pretendida probabilidad.
En consecuencia, debe haber alguna manera de solucionar el problema,
de modo que, sin acudir a un apriorismo gratuito y subjetivo, se garanti-
ce con todo el valor de certeza para algunas conclusiones del proceso
inductivo. Y ello, por otro lado, sin incidir en la dificultad de la enume-
ración completa, que es imposible en la inmensa mayoría de los casos.
Como es bien sabido, las mentes más preclaras del pensamiento filosófico
de los últimos siglos, se han dedicado a elucidar este problema. Y hasta
podría decirse que la secular controversia entre racionalismo y empiris-
mo, entre idealismo y realismo, tiene en este problema su punto crucial.
Repetimos que ahora no podemos entrar en toda la magnitud del proble-
ma; pero lo intentaremos con la suficiente amplitud y seriedad, atendiendo
a lo que ahora nos interesa destacar, que es la aportación decisiva de la abs-
tracción formal intensiva al famoso problema de la inducción científica.

Un poco de historia
No pretendemos en modo alguno trazar ahora la historia de las doctri-
nas inductivas, sino solamente delinear brevemente el curso de las ideas
principales.
Aristóteles atribuye a Sócrates el haber tratado acerca del razonamien-
to inductivo, mediante su arte de la "mayéutica", como técnica de divi-
siones y preguntas bien dirigidas para llegar a la definición universal'.
En Platón se encuentra ya el uso del término griego tnayzlv en el sen-
tido de inducir a un niño a adquirir un conocimiento o de introducir un
testimonio para basar una doctrina. Por otra pane, aunque sin el carácter
técnico de conocimiento científico, en Platón se apunta a la experiencia
como despertadora {anamnesis) de los conceptos universales, que según él
serían innatos en el alma'.
'"Dos son las cosas que cabe atribuir en justicia a Sócrates: los razonamientos inductivos y las
definiciones universales. Y ambas están cienamente en el principio de la ciencia" (ARISTÓTELES,
Metaphys., XIII, c. 4; 1078 b 27-29, [trad, de Tomás Calvo Martínez. Madrid: Gredos, 1998]; cf.
también Ib., 1086 b 2-6).
'Cf., Fedon 66 b, 101 e; Parmenides 130 a; Repub. 454 a; Filebo 16 b-c
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 137

Pero será el mismo Aristóteles el que establezca las primeras indicacio-


nes acerca del método experimental y el que proponga la éTraYCOY^Í como
base para la precognición de los principios de las ciencias'".

En Aristóteles y los aristotélicos


Frente al innatismo platónico, Aristóteles declara la primacía de la expe-
riencia, a la que se han de sujetar las teorías." No en vano es considerado
como el fundador de casi todas las ciencias que hoy denominamos "expe-
rimentales". Por lo demás reconoce que toda ciencia y toda disciplina o
aprendizaje presupone un conocimiento anterior, ya que la ciencia es un
conocimiento derivado oiávoia {diánoia)", que implica la búsqueda y la
investigación, a diferencia de la intuición vór|oic {nóesis), que capta sus
objetos de modo inmediato. Por consiguiente, todo nuestro conocimien-
to derivado o aprendido o investigado, depende de un conocimiento ante-
rior. Y este conocimiento anterior depende, en definitiva, de un conoci-
miento inmediato y primario, ya que no podemos suponer un regreso ad
ínfinitum. Ahora bien, ese o esos conocimientos primarios (principios)
son universales y constan de términos universales, como conviene al saber
científico èTiiaxi\nr\ {epistéme). Por otra pane, o se tienen a priori como
innatos,^ según pretendía Platón; o se adquieren a partir de la experiencia
(intuición experimental; éjiTteipía "empeiría"). Si la teoría de Platón
resulta inaceptable, es preciso entonces acudir en definitiva a la experien-
cia. Pero la experiencia es de lo singular, acerca de casos particulares. Por
tanto, debe haber un proceso válido para pasar desde la experiencia a los
principios universales de las ciencias". A este proceso se denomina
enaYWYTl traducido hteralmente por inducción.
Así pues, para Aristóteles, la ÊTtaYOûYii es un proceso que va desde lo
particular a lo universal y se opone al proceso demostrativo (silogístico)
que procede desde lo universal a lo particular o menos universal".
"Aprendemos^ o por inducción o por demostración. Ahora bien,
la demostración procede a partir de lo universal, mientras que la
inducción procede desde lo particular; pero es imposible conocer
lo universal sino por inducción, pues también lo que se dice por
abstracción ha de ser conocido por inducción... Pero es imposi-
ble la inducción a lo que carece de sentidos: pues lo singular es
objeto del sentido; por lo cual no es posible obtener ciencia de lo
'"Los principales textos aristotélicos: Poster. Analyt. II, 19, 99b, 2323; 100 bl5- Metaphys I 1 (980
b 25 a 981»30; I, 6 (987 b 1-9); c. 10 (992 b 33); VI, c.l (1025 b 10-11); c. 1 (1025 b 15); XUl' \ (1078
)u:l^^¿T. '• ?*^°\'' ^"^' '• '^ ^^°^ ' '°-^'>' '°^?'"'"^' ^"''^íix'n, I (642a28); Ethic. Mchom.
I,l(1098b3; Vn,3 (n39b28-31;/»¿ysíc. I, 184»21..
" Cf. ARISTÓTELES, De gener. animal., II, 10 (760b); De gener. et corrupt 325 a
"Cf. Anal. Poster. I, 1 (71 a 1-2).
" "demonstrantes universale per id quod manifestum est singulare: oi ôè ÔEIKVÙVTE«; TO
KaSoXou 6ià TOÛ ôtiXov elvai TÔ KUQ ëKaotov: Anal. Poster. I, 1 (71 a 8-9).
"Cf. Topic. I, c. 12 (105 a 10-19). Aquí mismo señala que la inducción es más convincente y
clara, y mas fácil de captar por medio de la percepción sensible, pero la demostración {synlogismós)
es mas cogente y mas eficaz contra los argumentos opuestos.
138 LORENZO VICENTE-BURGOA

particular. Por tanto, ni la ciencia se obtiene de lo universal sin


la inducción, ni la inducción sin la percepción sensible"'^
Sin embargo, el tratamiento de la èTiaycaYri que hace Aristóteles ba
dejado perplejos a sus intérpretes y seguidores, pues parece contradicto-
rio. Por una parte se da a la experiencia inductiva una importancia básica,
ya que de ella depende el conocimiento del universal ("no se puede con-
templar el universal, sino es por medio de la inducción")", lo cual es cohe-
rente con su oposición al innatismo. Incluso en los objetos abstractos
(matemáticos) se ha de partir de la inducción, pues existen en lo particu-
lar. Por tanto, no se puede "obtener conocimiento científico de tales obje-
tos, si no se conoce lo universal, ni se conoce lo universal sin inducción,
ni ésta es posible sin percepción sensible"".
Mas por otra parte, Aristóteles parece contraponer la inducción a la
demostración concediendo a aquélla una fuerza probativa inferior, ya que
no demuestra de modo necesario'?. Y eso que ambas manifiestan no es la

"ARISTÓTELES:... Ëvnep tiàv9avonev TÍ •ÉnavuA.ii fj anoôeiÇei ËOTI Ô' r\ \ÍÍV


ÉK XÛV KaBóXou r\ ô inayoíy-i] ÉK TÜV Kata [lépoç aSúvatov ôè ta KaBóAou öecopi
^1Í ôi'. ÉTiaYUYii. Anat. Poster. I, c.l8 (81 a 40-81 b 9). Cf. ¡h. II, c. 19 (100 b 4). Lo mismo viene
a decir al hablar del hábito científico, remitiéndose a lo que dijo en los Anatíticos. Cf. Ethic.
Nichom., VI, 3 "Inductio quidem igitur principium est et credulitas universalis, Syllogismus autem
ex universalibus" (113 b; trad. lat. de Moerbeke)
"aoúva-cov ôè xa Ka9óA.ou Ocupiíoai (if) ôi' inay(ùyr\; Anat.Post. 1,IS {S\ h i)
"Anat. Post., 1,18 (81 b 5-9). Sobre la identificación de lo abstracto (ex afaireseos) con la mate-
mática: cf. Metaph., 1061 a 28. Ver también la interesante reflexión que hace Tomás de Aqumo res-
pecto de ello: "Difieren estos dos modos [inducción y demostración] porque la demostración pro-
cede a partir de los universales, la inducción en cambio a partir de los particulares [ex his quae sum
secundum partem"]. Por tanto, si los universales, a partir de los cuales procede la demostración,
pudieran ser conocidos sin la inducción se seguiría que el hombre podría obtener ciencia de aque-
llos objetos acerca de los cuales no tiene sensación. Pero es imposible contemplar (specutart) los
universales sin la inducción. Lo cual aparece más claramente en cuanto a las cosas sensibles, ya que
en ellos obtenemos la noticia de lo universal por medio de la experiencia, que versa sobre lo sin-
gular sensible, como se explica al comienzo de la Metafísica (I, c. 1).
Pero se ofrece una duda respecto de las matemáticas, que no parecen ser obtenidas por medio
de la inducción ni de la experiencia, pues "abstraen de la materia sensible" ("sunt ahstracta a mate-
ria sensihiti"). Tomás de Aquino afirma, sin embargo, que incluso esos objetos abstractos (mate-
máticos) han de ser conocidos por inducción "quia in unoquoque genere abstractorum sunt quae-
dam particularia quae non sunt separabilia a materia sensibili, secundum quod unumquodque
eorum est hoc. Quamvis enim linea secundum abstractionem dicatur, tamen haec tinea, quae est
in materia sensibili, inquantum est individuata abstrahi non potest, quia individuatio eius est ex
hac materia.
Non autem manifestantur nobis principia abstractorum, ex quibus demonstrationes m eis pro-
cedunt, nisi ex particularibus aliquibus, quae sensu percipimus. Puta ex hoc, quod videmus aliquod
totum singulare sensibile, perducimur ad cognoscendum quid est totum et pars, et cognoscimus
quod omne totum est maius sua parte, considerando hoc inpturihus. Sic igitur universalia, ex qui-
bus demostratio procedit, non fiunt nobis nota, nisi per inductionem" (In Post. Anat. 1, lee. 30, nn.
251-253).
"Anat. Post. II, c. 5 (91 b 35-36). "neque enim inducens fortasse demonstrat, sed tamen aliquid
manifestât" (trad, latina de Moerbecke). El contexto trata propiamente de la prueba de la defini-
ción por vía de división (¿según la costumbre socrática?) y compara ésta con la inducción, que tam-
poco es probativa, pero quizás "muestre algo". En donde el sentido parece ser como la diferencia
entre "mostrar" y "demostrar" (mostrar a partir de otro). Así pues, la inducción no "demuestra"
en el sentido propio de derivar o deducir desde otras premisas, pero "muestra" o manifiesta algo
en sí por intuición inmediata.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 139

esencia (el quid est), sino la existencia, el est aut non est". En donde se hace
referencia ya a la ineficacia de la prueba por enumeración™, a no ser que
se suponga o se acepte que se trata de una enumeración completa". Lo
cual parece coincidir con el texto de los Primeros Analíticos, en donde se
apela a la enumeración completa", con las dificultades insuperables que
eso implica.

"Anal. Poster. JI, 7 (92 b 1-2): "Ñeque enim demonstrabit inducens per singularia cum manifes-
ta smt, quoniam omne sic, eo quod nihil aliter est. Non enim quid est demonstrat, sed quoniam
est aut non est" (Trad, latina de Moerbecke).
Tomás de Aquino hace el siguiente comentario esclarecedor:
"...praedicta via non est syllogistica; quamvis cognoscere faciat quodquidest per alium modum.
Et hoc non est inconveniens, scilicet quod aliquid alio modo manifestetur quam per syllogismum.
Ule enim qui utitur inductione, non probat syllogistice, sed tamen aliquid manifestât" (In Post.
Anal, II, lee. 4, n. 450). Un poco antes: "Quod autem per viam divisionis (resolutionis) non pos-
sit aliquid syllogizari probat [Aristoteles] per hoc, quod in via divisionis non ex necessitate sequi-
tur conclusio, existentibus praemissis... sed ita se hahet in via divisionis, sicut et in via inductionis.
Ille enim qui inducit per singularia ad unversale, non demonstrat neque syllogizat ex necessitate...
Proceditur enim via divisionis cum, accepto aliquo communi quod per multa dividitur, remo-
to uno, concluditur alterum. Puta, si entium aliud est animal et aliud inanimatum, habito quod
homo non sit inanimatum, concluditur quod sit anima; sed ista conclusio non sequitur, nisi res-
pondens det quod homo vel sit animal vel inanimatum.
Et est attendendum quod satis convenienter comparavit divisionem inductioni... Utrobique enim
oportet supponere quod accepta sint omnia quae continentur sub aliquo communi: alioquin nee
inducens poterit ex singularibus acceptis concludere universale, nee dividens ex remotione quarun-
dam partium poterit concludere aliam. Patet igitur quod inducens, facta inductione quod Socrates
currat et Plato et Cicero, non potest ex necessitate concludere quod omnis homo currat, nisi detur
sibi a respondente quod nihil aliud continetur sub homine quam ista quae inducta sunt. Similiter
etiam nee dividens, si probaverit quod hoc coloratum non sit album nee pallidum, non potest ex
necessitate concludere quod sit nigrum, nisi detur sibi a respondente quod nihil aliud contineatur
sub colorato nisi ea quae assumpta sunt in divisione". {In Post. Analyt II lee 4 n 446)
'°Cf. Analyt. Post., II, c. 7 (92 a 38)
"Con todo, lo anterior no debe tomarse como definitivo, pues pertenece, al parecer, a un con-
texto del proceso disputativo, que suele seguir Aristóteles. Por ello, en los capítulos siguientes vuel-
ve sobre el tema de cómo establecer la definición y el quod quid est, para lo cual da reglas y adver-
tencias decisivas.
Así lo entiende también Tomás de Aquino: "Postquam philosophus disputative inquisivit quali-
ter cognoscatur definitio et quod quid est, hic déterminât veritatem" (In Post. Analyt. TI, lee. 7, n.
470). Así pues, a partir de este momento, que corresponde al texto aristotélico y que Aristóteles Ini-
cia efectivamente diciendo: "Debemos ahora revisar lo que venimos diciendo y considerar qué argu-
mentos son válidos y cuáles no lo son; qué es la definición; y si la esencia es demostrable y defini-
ble en algún sentido o absolutamente en ninguno" (Analyt. Post., Il, c. 8, 93 a 1-3).
"Cf. Anal. Primer., I, c. 23. En este texto Aristóteles pone un ejemplo famoso, que pudiera pro-
ponerse así: El hombre, el caballo y la muía son animales sin hiél. El hombre, el caballo y la muía
viven largo tiempo. Luego todos los animales sin hiél viven largo tiempo. Aquí el término medio sería
la enumeración de los singulares. Pero ello solamente sería válido si se presupone o se concede que
"todos" los animales sin hiél son el hombre, el caballo y la muía. Ahora bien, el mismo Aristóteles
sabe y admite en otras obras que esos no son los únicos animales sin hiél: cf. Histor. Animal., U, 15.
(506 a 20). En De Part. Animal., atribuye a los antiguos (jAnaxágoras?) la idea de que la ausencia de
bihs es causa de vida larga; y menciona otros animales, como delfines, camellos, ciervos, etc. (677 a 15
- b 1). Compárese este texto de Prim. Anal, con el de Anal Poster., O, c. 5 (91 b 35 y ss)
Obsérvese, además, que en el ejemplo no se trata de individuos, ni siquiera de "particulares" indi-
viduales, sino de "especies" exigiéndose la enumeración completa, al menos como presunta. Por otra
parte, cuando se da una enumeración completa de los particulares, ¿no se tiene de hecho ya la tota-
lidad universal aunque determinada? ¿No equivaldría ello entonces a un proceso, no desde un parti-
cular al universal, sino desde la totalidad de los particulares a lo universal.' Sería, pues, más bien una
deducción ocuha o equivalente y, por ello mismo, una inducción impropia. Volveremos sobre esto.
140 LORENZO VICENTE-BURGOA

Esta dificultad podría, con todo, sortearse si se tiene en cuenta que


Aristóteles parece hablar aquí de un tipo de inducción, que sería por divi-
sión o enumeración completa, lo cual no significa que no admita o conoz-
ca otros modos de inducción por medio de la abstracción de la forma, que
ciertamente comienza en lo particular y asciende a lo universal formal o
comprehensivo, Y eso es lo que parece indicar en el texto final de los An.
Post, (c, 19). El contexto se ordena a tratar sobre el conocimiento radical
de los primeros principios de la ciencia y, dando por supuesto que no pue-
den ser ni innatos, ni fundados en un proceso regresivo ad infinitum, que
los haría infundados, se recurre al conocimiento primario e inmediato de
la inducción y se apela a la experiencia. Y ello, no como simple enumera-
ción o experimentación de casos particulares, sino como intuición de la
forma esencial o específica en lo particular. A ello concurren también los
sentidos, especialmente los internos,
"Volvamos ahora sobre lo que ya hemos dicho con insuficiente
precisión.,. Así pues es manifiesto que hemos de llegar a cono-
cer las premisas primarias por inducción, pues este es el método
por el cual los conceptos universales son concebidos en nosotros
mediante la percepción sensible, (...)Ahora bien, los primeros
principios son más cognoscibles que las demostraciones y todo
conocimiento científico incluye razonamiento. De lo cual se
sigue que no habrá conocimiento científico de las primeras pre-
misas; y dado que no hay un conocimiento más cieno que el
científico excepto la intuición, será por medio de la intuición
como aprehendemos los primeros principios. Esto es evidente,
no sólo por las consideraciones anteriores, sino también porque
el punto de panida de la demostración no puede ser a su vez la
demostración y el punto de partida del conocimiento científico
no puede ser un conocimiento científico. Así pues, ella es la
fuente primaria del conocimiento científico en cuanto aprehen-
de los primeros principios, pues es principio del principio.
Todo esto se comporta de modo similar respecto del conjunto
de los hechos"".
En donde claramente se ve que Aristóteles apela a la inducción, en cuan-
to es una intuición experimental, por medio de la cual se aprehende la
esencia universal. Para ello se han de utilizar los caminos de la experien-
cia y lo métodos empíricos apropiados. Es lo que había indicado también
en otros lugares".
Así lo han entendido también numerosos aristotélicos, tanto antiguos

"ARISTÓTELES, Post. Analyt. II, c. 19 (100 a 14 - 100 b 17), La traducción es nuestra,


"Principalmente en el conocido texto de Metaphys., I, c, 1,
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 141

comentadores, como Tomás de Aquino", como modernos intérpretes".


En tiempos posteriores, como escribe C. Fabro, "La doctrina de la

*'E1 texto del Aquinate es muy esclarecedor de todo esté pasaje aristotélico. Extractamos los tex-
tos siguientes;
"Ulteriormente manifiesta [Aristóteles] lo que había dicho anteriormente respecto a que del
experimento de los singulares se obtiene el universal. Y señala que lo anteriormente dicho y no de
modo completo, esto es, cómo mediante el experimento de los singulares se forma el universal en
el alma, se ha de tratar de nueVo a fin de explicarlo mejor.
Así pues, SI se toman muchos singulares, que poseen de manera común [indifferenter) algo exis-
tente en los mismos, eso común, en lo que no difieren, recibido en el alma, es lo primero univer-
sal, sea ello lo que sea, tanto si pertenece a la esencia de los singulares, como si no. Por ejemplo, si
hallamos que advenimos que Sócrates, Platón y otros muchos son indiferentes en cuanto a la cua-
lidad de la blancura, tomamos eso común, lo blanco, como el universal, que [en este ejemplo] es
[un predicado] accidental. De modo similar, si encontramos que Sócrates, Platón y muchos otros
poseen en común {indifferenter) la racionalidad, esto común en lo que no se diferencian, el ser
racional, lo tomamos como el [predicable] universal, que en este caso es la diferencia.
Y cómo pueda tomarse eso común, lo explica [Aristóteles] en lo que sigue. Es claro que lo sin-
gular propiamente y de suyo (per se) es algo que se percibe por los sentidos, aunque el sentido es
ya también en cierto modo (quodammodo) perceptivo del universal. Así [el sentido] percibe a
Calias, no solamente en cuanto es [el individuo] Calias, sino también en cuanto es este hombre, y
lo mismo a Sócrates, como este hombre. Y de aquí que, a partir de tal percepción sensible, la mente
intelectiva puede considerar al hombre bajo ambos aspectos {in utroque). Si resultara que el senti-
do percibiera solamente el carácter particular y en modo alguno percibiera de algún modo la natu-
raleza universal en lo particula.-, sería imposible que de la percepción sensible pudiera generarse en
nosotros el conocimiento del universal.
Y esto mismo lo manifiesta [Aristóteles] en el proceso que va desde las especies al género. Por
ello añade que en ellos, esto es, en el hombre y el caballo, [la idea de] el alma permanece a través
de la consideración hasta que se llega a algo no particularizaba (impartibile) en ellos, y que es el
universal. Por ejemplo, consideramos tal o cual animal, el hombre y el caballo, hasta llegar a [la
idea común de] animal,- que es género; y luego hacemos algo similar hasta llegar a un género supe-
rior. Y dado, pues, que recibimos el conocimiento de lo universal a panir de los singulares, con-
cluye [Aristóteles]^ que es clara la necesidad de que los principios universales primarios sean cono-
cidos por inducción. Así pues, por la vía de la inducción, el sentido forma el universal interior-
mente en el alma, en cuanto se consideran todos los singulares" (TOMAS DE AQUINO, In Post.
Analyt., U, lec. 20, nn. 594-595. Traducción propia.
Cf. también: S. ALBERTO MAGNO: In Poster. Anal. U, tract. 7, c. 4; In Topic, I, tract.3, c. 4;
JUAN, DE STO. TOMAS. Cursus Philos., I, Lógica I P, Lib. 3, c. 2;. I P, q. 8, a. 2; ZARABELLA, J.: In
ducs Aristotelis libros Posteriorum Analyticorum Commentan'a (Venice 1582); MARITAIN, J.: El
orden de los conceptos (Buenos Aires: Club de Lectores, 1975) pp. 331-362; VERNEAUX, P.:
Epistemología Generalffl,5 (Barcelona, Herder, 1981); BONNIN AGUILO, F.: Lógica e introducción
al saberfilosófico(Madrid, 1976) pp. 267-68; C. FABRO: Percepción y Pensamiento (Pamplona-
EUNSA, 1978 ) p. 267 y ss.; etc.
"Por su pane, Hamelin escribe: "A pesar de las apariencias, el punto de vista de Aristóteles no
es el de la extensión y, al menos en su teoría de la inducción, no es su punto de vista principal.
Hemos tenido ya la ocasión de indicar que, para él, el universal no es solamente algo que se pre-
dica de todos, sino que es sobre todo, lo necesario. Si esto es así, el verdadero problema de la induc-
ción consiste para Aristóteles en captar lo necesario más allá de lo contingente. Y no se trata de
saltar desde unos pocos a todos. La última palabra de Aristóteles acerca de la inducción se halla
pues en el último capítulo del Libro Segundo de los Analíticos, y en textos similares. Inducir con-
siste en servirse de la sensación como de una intuición racional (o como dice en el libro de la Moral
a Nicómaco, VI, 12, 1143 b, 5: "...e singularibus universale. Horum igitur oponet habere sensum;
hic autem est intellectus"). En un acto singular el espíritu capta el ser necesario, que se halla inclu-
so en lo individual, y lo universal no es más que una cualidad derivada, que se deduce de lo nece-
sario" HAMELIN, O: Le système d'Aristote. Paris: Alcan,1976, p. 258; (trad, propia). Cf. también
SOLMSEN, F., Die Entwiklung der aristotelischen Logik und Rhetorik (Berlin, 1929); MANSIÓN, A.,
"L'origine du syllogisme et la théorie de la science chez Aristote" en Mansión (Ed.) Aristote et les
problèmes du méthode (Louvain 1961); ENGBERG-PEDERSEN, T., "More ou Ari.stotelian Epagoghe",
Phronesis 1979 (24); MILLAR, A., Reasons and experience, (Orford: Clarendon Press-Oxford Univer.'
Press, 1991); NICOD, J., Le problème logique de l'induction, (Paris, 1962 ); FABRO, C , Percepción y
142 LORENZO VICENTE-BURGOA

YYiÎ renovada por Cayetano, fue abrazada por eminentes represen-


tantes de la tradición aristotélica, como Javelli, Fonseca, Silvestre Mauro;
es aceptada por casi todos los aristotélicos modernos, no escolásticos,
como Bathelemy, St. Hilaire, Seller, Trendelenburg, Brentano, Teich-
mueller, Siebeck, H. Maier, Czaja, H. Cassirer, W. D. Ross, Waitz,
Prantl, Kampe, W. Hamilton por citar solamente a aquellos autores en
cuyas obras lo he podido constatar.
Es de lamentar, sin embargo, que los neoscolásticos le hayan prestado
tan poca atención. Los pocos que la recuerdan no han captado siempre la
imponancia que tiene para una teoría realista del conocimiento y los mis-
mos que la recuerdan no se han preocupado de ponerla en relación con la
teoría tomista de la cogitativa y con la de la enaywYii aristotélica"".

Autores modernos
El tema de la inducción ha sido abordado modernamente en innumera-
bles tratados, tanto por científicos como por filósofos.
Con el nominalismo, se lleva a cabo una crítica acerva del conocimien-
to abstracto, por lo que posteriormente se ignora casi todo sobre él.
Hume y el empirismo son un ejemplo de tal ignorancia y de las conse-
cuencias negativas para solucionar el problema de la inducción. El padre
del empirismo moderno no ve cómo pueda justificarse lógicamente y con
rigor el paso desde los hechos particulares a la ley universal si aquéllos no
se pueden observar en su infinita multiplicidad. Por consiguiente, la ley
universal estricta sería una consecuencia que desborda la experiencia: la
conclusión va más allá que las premisas. Con lo cual, la universalidad cien-
tífica sería una generalización más o menos gratuita y sin fundamento; o
se apela a un fundamento convencional, de visión colectiva, de analogías
y de creencias en la uniformidad de la naturaleza. Así pues, la ciencia natu-
ral no puede conseguir jamás una universalidad estricta ni una certeza
apodíctica^'. Es el denominado "problema de Hume".

pensamiento, ed. cit. p. 267 y ss.; ROBIN L. El pensamiento griego (México: Uthea, 1962), pp. 241-
242; POPPER K., Et desarrollo del conocimiento científico: Conjeturas y refutaciones, (Madrid, 1967);
RESCHER, N . : Induction. An Essay on the Justification of Inductive Reasoning (1972) BARNES,
JONATHAN; Aristotle's Posterior Analytics (Oxford: Clarendon Press, 1975) pp. 249-260.
"C. FABRO: Percepción y pensamiento p. 283-284 (Pamplona: EUNSA, 1978).
" Ya Aristóteles advierte que si por ejemplo pudiéramos advertir por el sentido que los ángulos
de un triángulo son equivalentes a dos rectos, todavía se seguirla necesitando la demostración, pues
el sentido es de lo singular y la ciencia requiere un conocimiento universal: cf. Analyt. Poster., I, c.
31 (88 a 9-12). Apud TOMÁS DE AQUINO, In Poster. Analyt., I, lee. 42, n. 378.
Según Hume: "Al estar determinados por costumbre a trasladar el pasado al futuro en todas
nuestras inferencias, cuando el pasado ha sido absolutamente regular y uniforme, esperamos el
acontecimiento con la máxima seguridad y no dejamos lugar alguno para la suposición contraria...
Cuando un gran número de experiencias en determinado momentos concurren en un mismo
hecho, lo fortalecen y confirman en la imaginación, engendran el sentimiento que llamamos cre-
encia y dan a su objeto preferencia sobre el objeto contrario que no es apoyado por un número
semejante de experiencias... Que cualquiera intente explicar esta operación de la mente desde cual-
quiera de los sistemas de filosofía recibidos, y se dará cuenta de la dificultad que esto entraña..."
(HUME, D., Investigación sobre el conocimiento humano, sec. 6, trad, de J. Salas Ortueta, Madrid:
Alianza, 1980, pp. 82-83).
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 143

Por su pane, Kant tiene el mismo problema que Hume respecto de la


experiencia: considera la inducción como una generalización arbitraria".
Mas partiendo de que la ciencia es un hecho mental innegable y que la
ciencia trata de lo universal, piensa que la universalidad depende de cier-
tas categorías y principios subjetivos, que se hallan en nosotros a priori y
que imponemos a los datos empíricos. Así pues, las categorías a priori sir-
ven para salvar el carácter propio del conocimiento científico y de los
obligados "juicios sintéticos a priori". El problema está en si existen o no
tales juicios sintéticos a priori (cuestión discutida por los filósofos) y en si
puede salvarse la objetividad del conocimiento científico sobre tal base
cosa dudosa y que el mismo Kant parece reducir a una objetividad aprio-
rística, esto es, a que las categorías del entendimientos y los principios de
la razón no pueden tener un uso al margen de los datos de la experiencia y
en orden a hacerlos pensables. Es, en definitiva, el sujeto trascendental
quien pone la forma de tal universalidad y de tal necesidad. Con lo que el
juicio definitivo de lo observado corresponde a la razón, no a la realidad".
De donde surge el problema de si se trata de unas conclusiones objetivas
o solamente subjetivamente válidas... Es decir, que si se apela a que la vali-
dez objetiva de los principios y de las categorías del entendimiento no tie-
nen otro fin que el de hacer pensable la experiencia, eso puede ser verdad.
Pero ¿cómo sabemos esto si no es por una reflexión sobre nuestra misma
experiencia mental? Es un acto de experiencia psicológica reflexiva. Con
todo, de entrada se había descalificado la experiencia para establecer la
validez universal de los principios...
El positivismo moderno posterior ha intentado por múltiples caminos
establecer la validez del método experimental y de los procesos inducti-
vos, sin que sepamos que lo haya logrado hasta el presente. Lo mas que se
ha conseguido es llegar a una fundamentación probabilística, sobre la base
de la convergencia estadística de los experimentos^'. Pero ello, no supera
mucho el nivel de la solución probabilística humeana. A veces se justifica
en el hecho de que hay temas y problemas en estado de investigación en
los que efectivamente no se ha logrado todavía una mayor certeza que la
de probabilidad. Con todo, si toda la certeza científica fuera solamente
probabilística, es claro que ni siquiera ésta podría mantenerse en pie: lo
probable es siempre un cociente entre lo posible determinado (no lo inde-
terminado) y lo favorable de hecho. Si no se establece el marco de lo posi-
ble, la probabilidad es incalculable (por ejemplo P = x/2 carece de solu-
ción, mientras no se determine x, que es el marco de posibilidades reales).
Y si no se conocen todos los hechos, no parece que puedan calcularse tam-
poco los favorables. En otras palabras, lo probable, en cuanto indica algo
más determinadamente verdadero, presupone lo cierto y absolutamente

"Cf. KrV, B4; 107; 124; 356.


»Cf. KrV, B Xm
"Cf. BouDOT, MAURICE, Lágica inductiva yprobahitidad, Madrid: Ed. Paraninfo, 1979. Es claro
que tampoco pretendemos llevar a cabo en este momento ni una exposición de todas las teorías
aparecidas con sus matices respectivos, ni menos la crítica de las mismas.
144 LORENZO VICENTE-BURGOA

verdadero: el más y el menos se dicen por referencia a algo máximo. La


verdad relativa sólo es posible si hay alguna verdad independiente o abso-
luta, si no, se llega a la paradoja de afirmar absolutamente que "toda ver-
dad es relativa"...
Paralelamente los científicos han ido desarrollando el método experi-
mental, que en líneas generales pudiéramos decir que coincide con lo que
ya Aristóteles había indicado acerca del proceso de la experiencia". Con
todo, persiste el problema acerca de la justificación lógica y crítica de tales
métodos. Entre los filósofos de la ciencia, se han preocupado por estable-
cer unas reglas o cánones de validez siguiendo sobre todo las pautas seña-
ladas por Bacon y Stuan Mili". Otros autores, como Bochenski sin
embargo, se muestran extremadamente críticos con respecto a la eficacia
de estos métodos".

4. Nociones y precisiones previas


Antes de acometer una propuesta de solución, debemos preparar el
camino mediante algunas nociones y precisiones.

4.1. Actos y momentos psicológicos


En los animales se ha desarrollado más el instinto o la fijación de un
modo de percepción instintiva, que permite reconocer lo conveniente
(por ejemplo, las plantas convenientes y las nocivas) o lo nocivo (por
ejemplo los predadores naturales de la especie). Esto se ve por el compor-
tamiento de los animales que observamos como pautas fijas y constantes
de conducta en determinadas circunstancias, que atañen sobre todo a su
desarrollo o conservación.
En el hombre, que progresa mediante la razón o la inferencia racional
y el análisis, se ha desarrollado el proceso de abstracción, mediante el cual
a partir de casos concretos o singulares, se van descubriendo las naturale-
zas específicas de las cosas, sus cualidades y leyes constantes. A este modo
de proceso cognoscitivo es a lo que denominamos "inducción", pero
entendiendo que es un proceso complejo, que consta de varios actos y de
varios momentos.

"Cf. CLAUDE BERNARD, Et método experimental y otras páginasfilosóficas,§ V (Buenos Aires:


Espasa-Calpe, 1947).
Por su parte, H. Poincare afirma: "Es, pues, sobre todo con el aspecto objetivo de los principios
que conviene familiarizarse pronto y esto no se puede sino yendo de lo particular a lo general, en
lugar de seguir el camino inverso. Los principios son convenciones y definiciones disfrazadas. Sin
embargo, se obtienen de leyes experimentales; esas leyes han sido, por decirlo así, erigidas en prin-
cipios a los cuales nuestro espíritu atribuye un valor absoluto. Algunos filósofos ban generalizado
demasiado, ban creído que los principios eran toda la ciencia y que, por consiguiente, toda ciencia
era convencional. Esta doctrina paradojal que se ba llamado el nominalismo, no soporta el exa-
men..." (PoiNCARÉ, La ciencia y la hipótesis, c. 8 (Buenos Aires: Espasa-Calpe, Austral, 1945) pp.
135-136.
"Cf BACON, F., Novum organum. Lib. II, nn. 1-10; STUART MILL, J., System of Logic, IV,8.
" BOCHENSKI, I. M., Los métodos actuales del pensamiento (Madrid: Rialp, 1979) p. 227; cf,
CARNAP, R., "On inductive Logic", Phil. Seien., 12 (1945), pp. 72-97.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 145

De lo anterior, podemos distinguir esos diferentes momentos básicos


del proceso inductivo:
a) El punto departida: es lo singular concreto, lo complejo, gene-
ralmente lo material y compuesto, de lo que conocemos su exis-
tencia, pero desconocemos y pretendemos conocer su naturale-
za característica, sus propiedades, sus partes esenciales o acci-
dentales, etc.

b) El término: llegar a conocer esas partes esenciales y caracte-


rísticas, lo formal y determinante, lo universal y específico, de
manera que nos sirva de modo cierto para conocer otros casos
particulares análogos, tanto presentes como del futuro.

c) El proceso mismo intermedio, como actividad mental, que


consta, a su vez, de varios pasos:

+ capta, observa o intuye y experimenta lo concreto singular,


como concreto o compuesto, real existente;
• analiza lo concreto para distinguir sus partes esenciales y las
accidentales, o bien los procesos constantes y vinculados
entre sí (dado esto, se produce aquello otro), o bien los pro-
cesos variables, lo que de suyo {perse) pertenece a un sujeto
como predicado esencial del mismo, su quid";
+ abstrae o selecciona (mentalmente) la forma esencial o com-
ponentes específicos, aislándolos de los no específicos, lo
esencial de lo accidental, lo constante de lo variable, es decir,
contempla lo esencial, la forma o la ley como algo específico,
común y universal a muchos individuos posibles del mismo
tipo o especie...
• generaliza o universaliza esa "forma" en cuanto formula defi-
niciones, principios o leyes universales.
Ahora bien, es este proceso intermedio, el que va desde el punto de par-
tida, lo concreto, al término buscado (lo esencial, la forma abstracta), lo
que pertenece más propiamente a la inducción. Por lo demás, el momen-
to analítico no es tampoco simple, ya que no siempre es fácil y obvio ver
las diferentes partes de un todo, dado que en la realidad se hallan unidas y
"compuestas". Y menos aun es fácil distinguir o discernir lo que es propio
de un sujeto como individuo y lo que le penenece como algo casual o acci-
dental del mismo, de lo que le es propio y le pertenece de suyo {per sé)
como unidad específica, como tipo. Así, por ejemplo, la capacidad de pen-
sar no le pertenece al hombre como tal individuo (Andrés o Juan) ni tam-
poco como género (animal viviente), sino como "hombre" reduplicativa-

"En el sistema aristotélico-tomista, en este paso complejo desde el sentido externo hasta la inte-
ligencia, se ha de contar especialmente con la cooperación y el trabajo de los sentidos internos, par-
ticularmente el sensorio común y la facultad llamada cogitativa: cf. TOMÁS DE AQUINO: In Ethic.
Nichom. VI, lec. 9, nn.l249, 1253, 1255. Volvemos enseguida sobre ello.
146 LORENZO VICENTE-BURGOA

mente, o sea, como individuo de la especie humana. Lo mismo que la fero-


cidad no es un carácter individual de un león concreto, ni tampoco del
género de los mamíferos, sino de la especie "leonina" como tal.
Aquí intervienen los diversos modos de predicación, que distinguían los
escolásticos: tanto esencial (perse) como accidental {peraccidens). A lo pri-
mero se reduce lo que pertenece a un sujeto secundum quod ipsum (como
dice Aristóteles: Ka6'aÙTÔ, o sea, en cuanto tal o reduplicative.
En todo caso, la inducción o proceso inductivo, como tal, pertenece
propiamente al nivel racional en cuanto que desemboca en conclusiones
universales, leyes generales e incluso teorías científicas. Pero tiene su
comienzo y su punto de partida en la experiencia de lo singular. Es un
proceso, pues, que va desde lo particular, desde lo individual, a la ley gene-
ral, a la detección de la causa agente o de la norma constante y común que
rige en un determinado campo. Para ello, ponemos en juego diversos
mecanismos racionales, aparte de la observación de los casos singulares,
como la comparación o enumeración de lo particular, el análisis, la divi-
sión y clasificación o procesado de datos particulares, la abstracción o
generalización, etc.
En este sentido, el proceso racional inductivo comprende en sí una serie
de actos y de procesos, tanto meramente sensibles, como propiamente
racionales o intelectuales.
Por lo demás, como en todo proceso, lo importante es el resultado. Mas
no el resultado "material", esto es, lo que obtenemos mediante este pro-
ceso, las verdades descubiertas por este medio, sino sobre todo la validez,
eficacia y certeza de las mismas. Y para ello es preciso tener en cuenta
todo el funcionamiento de nuestro conocimiento, en su integración del
conocimiento sensible y el intelectual.

4.2. Las facultades de la inducción. La integración del conocimiento


sensible e intelectual^'
Por una parte, se ha de tener en cuenta la función de la sensibilidad
interna, especialmente de la memoria, del sentido común y de la cogitativa,
que preparan los materiales de la sensibilidad externa para su tratamiento
intelectual.
El paso desde lo concreto singular a lo universal abstracto viene media-
do por las funciones de nuestros sentidos internos en una actividad que,
después de Kant, suele denominarse "esquematismo". Este viene a ser
como el "puente" mediador entre la sensibilidad y los conceptos del
entendimiento^^ Sólo que en Kant el esquematismo viene como "impues-

"' Debemos remitirnos a lo que hemos estudiado anteriormente, tanto respecto de la sensación
y la experiencia sensible, como respecto de la actividad abstractiva. Como complemento y pro-
fundización insuperable de todo ello remitimos a la obra clásica de C. FABRO, Percezione e Pensiero,
traducción española de J. F. Lisón, Percepción y pensamiento (Pamplona: EUNSA, 1978), especial-
mente los ce. IV-VIII.
"Cf. KANT: KrV. A 137-145, B 176-187.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 147

to" desde "arriba"; mientras que, para los aristotélicos, vendría puesto
"desde abajo" aunque en ambos viene a ser como una función unificado-
ra necesaria de las multiplicidad de las experiencias sensibles, antes de su
tratamiento intelectuaP*. Ello se mostraría, por ejemplo, en cómo, al pro-
poner a un niño que pinte un árbol, lo ejecuta dibujando, no un árbol
concreto, sino una especie de "esquema" común. Los mismos diseños o
planos de un arquitecto son "esquemas" un tanto abstractos de la obra a
realizar, que pueden multiplicarse en infinidad de singulares. O bien,
cuando queremos diseñar el sistema de funcionamiento de una máquina
de vapor o de un motor de explosión, recurrimos a un "esquema" abs-
tracto, que es la "forma abstracta", lo esencial del mismo prescindiendo de
los materiales de la máquina y de todo lo accidental.
Así pues, nosotros pasamos desde lo singular concreto a lo universal, a
base de una preparación de los materiales por la sensibilidad interna, espe-
cialmente la imaginación y la cogitativa. Esa elaboración consiste en uni-
ficar las sensaciones múltiples y dispersas, a base de comparar, clasificar y
eliminar las diferencias, manteniendo lo común y constante, todavía a
nivel de lo singular concreto, pero ya eliminadas múltiples circunstancias
individuales.
A esta labor concurren especialmente nuestros sentidos internos. Uno,
el centro común de la sensibilidad (sentido o sensorio común, según los
aristotélicos) realizando la integración y codificando los datos aportados
por los diversos sentidos externos; otro, h fantasía, expresando con vive-
za y claridad la forma {Gestalt) y la estructura, así como las relaciones
estructurales de los objetos; otro, la memoria, reteniendo las diversas
experiencias y experimentos; finalmente, la llamada estimativa o "cogita-
tiva", comparando, calculando, analizando y valorando (de co-agitare:
revolver conjuntamente algo) para llegar a formar un juicio correcto
sobre lo particular, pero con vistas a lo universal y constante. Es, pues,
ésta última una facultad de juicio concreto y de exploración, de confron-
tación, de deliberación, en una palabra, de procesamiento de datos expe-
rimentales, para llegar a descubrir lo universal y lo constante de lo real".

"Cf. FABRO, C , PercezioneePensiero, c. V. Cf. también nuestro estudio.- "¿Intuición pura o abs-
tracción formal?", en Pensamiento, 58 (2002), pp. 80-88.
"Tal es la función múltiple que se le atribuye a la "cogitativa', llamada también "razón parti-
cular". Así p. e. Tomás de Aquino dice: "De aquí que entre las partes sensibles del alma se coloca
una potencia, llamada 'razón particular' o bien 'cogitativa', que es procesadora (collativa) de las
concepciones [intentiones) particulares" (In Ethic. Nichom. VI, lee. 1, n. 1123). "...y así como per-
tenece a la inteligencia en lo universal el juicio absoluto acerca de los principios primeros, y a la
razón le pertenece el discurrir desde los principios a las conclusiones, así respecto de lo particular
corresponde a la facultad cogitativa, llamada 'entendimiento' [particular] el juicio absoluto res-
pecto de los singulares... Y se llama 'razón particular' porque discurre de un particular a otro"
{Ihid., lee. 9, n. 1255). Expresamente se la relaciona con la capacidad inductiva para llegar a lo uni-
versal. Cf. Ihid. n. 1249; In Metaphys., I. lee. 1, n. 15.. S.UeoL, I, 78, 4; S. Ueot,. I-II, 74, 3.1m; In
de anima. II, lee. 13, nn. 397-398. etc.
Psicología moderna y cogitativa.
"La experiencia está sujeta al orden y progresa hacia el orden: si el entendimiento es el princi-
pio del orden, es de suponer que el entendimiento es 'de algún modo' inmanente a la experiencia.
Toda la dificultad está en explicar de qué modo. En el tomismo, tal inmanencia es explicada, en el
148 LORENZO VICENTE-BURGOA

Esta facultad es como el punto de encuentro de la sensibilidad y la inteli-


gencia, como dice Tomás de Aquino^".
El análisis psicológico de la percepción nos lleva a ver que nuestros con-
ceptos universales y los enunciados que los expresan se basan originaria-
mente en la captación de los datos comunes y constantes de lo singular
concreto.
Un análisis metafísico de lo concreto, de lo individual, puede permitir
ver cómo en lo concreto singular se halla también lo común, lo constante,
el "esquema" participable por muchos individuos de la misma especie o
género. Un mismo cliché fotográfico individual puede ser multiplicado
indefinidamente en "ejemplares" singulares. Lo puede ser, porque en sí
mismo contiene de alguna manera la "forma" o estructura multiplicable
siendo la "materia" de esos ejemplares (cartulina, sustancias químicas, etc.)
distinta para cada uno. Luego la forma o estructura es una, pero multipli-
cable numéricamente en materiales diversos. Y esto es aplicable a todo
individuo material. Lleva en sí, no sólo los caracteres individualizantes que
lo hacen ser "esto", algo irrepetible; sino también los caracteres "comu-
nes", de tipo, especie, orden o género, hasta los caracteres más trascenden-
tales, como ser viviente, ser substancia o accidente, o simplemente "ser".
Por tanto, nada extraño que nuestra organización cognitiva, en su afán
por captar lo real, pueda captar, no sólo lo singular o individual; sino tam-
bién lo común, lo invariante, lo "legal", lo "universal" e incluso lo tras-
cendental, lo que sobrenada por encima de los géneros supremos.
Mas para esto último se requiere ya el concurso de nuestra capacidad
racional. A esta función es a lo que los aristotélicos han denominado
acción abstractiva. Su estudio ha sido frecuentemente mal comprendido

orden de la naturaleza y de la constitución del ser, como una especificación trascendental que a
partir del entendimiento tienen todas las potencias cognoscitivas y aquellas que dependen inme-
diatamente de ellas; en el orden dinámico de la operación, como una subordinación que el sentido
tiene respecto al entendimiento, cuanto más se halla en relación con el objeto y con la función cer-
cana a él. Cuando se dice que en el hombre el sentido participa del entendimiento se expresan con
un solo término ambos momentos de tal dependencia.
Tengo la impresión de que la psicología postgestaltista se ha ido acercando a esta concepción,
olvidada casi en los mismos ambientes más interesados, en formas frecuentemente explícitas e
insistentes, a partir únicamente de la fenomenología y del análisis nocional de los problemas. (...)
El ejercicio de la percepción no supone una mera repetición de actos, como creía el asociacionis-
mo, sino que implica una 'rectificación', con frecuencia bastante exacta, de los datos. La percep-
ción final es una conclusión de un proceso de mejora, que presenta todas las características del
razonamiento cuyos puntos sobresalientes son la fijación de un cierto contenido, la evocación
consciente, en el bloque de los contenidos perceptivos, del contenido que interesa, la elaboración
sintética de los contenidos parciales y finalmente la aparición del contenido global unificado...
Salzi llega a aproximar en un proceso idéntico a la física científica y al proceso de percepción: en
ambos casos la cualidad del conocimiento tiene como origen el pensamiento y la misma forma de
este pensamiento. (...) Es necesario pues reconducir la sensibilidad a la inteligencia... Para llevar a
cabo tal empresa, continúa Pradines, es necesario volver a recoger el proyecto, aunque no propia-
mente el itinerario, de Leibniz, de volver a encontrar la razón en el fondo de la sensibilidad" (C.
FABRO, Percepción y Pensamiento, Pamplona: Ed. EUNSA, 1978, pp. 231-233).
"In de anima, II, lee. 13, n. 397. Esta facultad tendría por objeto propio la naturaleza del ser
material en su singularidad concreta: Opuse. De principio individuationis, n. 5 (de autenticidad con-
trovertida).
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 149

por los mismos seguidores de Aristóteles, mientras era desarrollado por


otros seguidores; y ha sido sistemáticamente desatendido por el pensa-
miento moderno, tanto empirista como racionalista, después de G. De
Ockham y por su influencia. A lo sumo, se ha pensado en la "abstracción"
en un sentido meramente extensional y cuantitativo, desconociendo la
base intensiva, intuitiva incluso y resolutiva o formal.
Así pues, la función abstractiva, en su complejidad, es lo que permite a
nuestra mente el paso continuado y gradual, desde las impresiones sensi-
bles primarias, a las formulaciones universales. A este proceso puede
denominarse también proceso inductivo, entendiéndolo como implicando
en sí todo el proceso cognoscitivo, que va desde dichas impresiones pri-
marias a la formación de conceptos, juicios y leyes universales.
Ahora, la cuestión es, pues, si podemos fiarnos y hasta qué punto y bajo
qué supuestos, de este tipo de proceso o razonamiento para adquirir nuevas
verdades con la mayor certeza posible. Pero antes debemos estudiar todavía
la estructura lógica y otros aspectos de los razonamientos inductivos.

4.3. Concepto y modos de la inducción


Hay, ante todo, un sentido de inducción (é7iaY00Y''Í)i que es casi mera-
mente etimológico: significaría literalmente "introducir", "traer algo
desde fuera"; no muy diferente de "deducción", sólo que en la inducción
parece acentuarse el aspecto del término, mientras que aquí en la deduc-
ción parece acentuarse el aspecto del punto de partida, como "traer desde"
(del latín: de-ducere).
En este sentido, "inducir" puede significar simplemente traer a colación,
introducir algo que, por semejanza o analogía, puede llevar a comprender
mejor una tesis o enunciado, como cuando ponemos un ejemplo concreto
para hacer comprensible una teoría. O bien, vamos desde un caso a otro,
igualmente por la semejanza o analogía en el modo de jer o en las circuns-
tancias del hecho, etc., como cuando, para explicar ia conducta o la belle-
za de alguien, ponemos el ejemplo de otro conocido. Es claro que en estos
casos no se trata de un proceso racional cierto y demostrativo, sino, a lo
sumo, meramente "explicativo" o aclarativo. Por tanto, no se trata de la lla-
mada "inducción científica". Pero si tomamos la "inducción" como distin-
ta e incluso opuesta a la "deducción", significaría un proceso racional, que
comienza en lo particular, mientras que la deducción parte de lo universal.
Ahora bien, así como hay dos términos posibles en la deducción —desde
lo universal a lo universal y desde lo universal a lo particular— así habría
también dos formas posibles de inducción según su término: desde lo
particular a lo particular y desde lo particular a lo universal. El hecho es
que nosotros ejercemos ambos tipos de procesos racionales en múltiples
ocasiones según la necesidad o la voluntad. Y ambos procesos pueden ser
legítimos aunque no tengan el mismo valor de certeza o no sirvan para
lo mismo.
En efecto, hay procesos inductivos que van desde algo particular a algo
150 LORENZO VICENTE-BURGOA

particular, como, por ejemplo, cuando se busca la causa determinada de un


suceso, dando por supuesto que es una causa singular, v. g., el autor de un
crimen. Así se procede en las investigaciones de tipo policial; se investigan
las causas particulares. Con todo, se trata de acertar, esto es, de conocer
con certeza cuál es la causa panicular. Para lo cual es preciso normalmen-
te, primero descartar las hipótesis de causas, que siendo posibles, no son
siquiera probables. Y finalmente, señalar con certeza la causa real de un
hecho a base de hallar la prueba empírica de la misma. Esta prueba puede
ser, o bien un dato positivo indiscutible y que señala una relación necesa-
ria o única con la causa verdadera, o bien puede ser la convergencia de suce-
sos o argumentos o indicios, que apuntan o señalan en una dirección única
hacia la causa verdadera. Es el argumento de convergencia, que se utiliza
incluso en las ciencias para detectar causas universales.
Hay otro tipo de procesos inductivos que van desde lo particular a lo uni-
versal. Y esto todavía puede hacerse de dos maneras: o bien, a base de una
enumeración completa de los casos particulares, o bien a base de un aná-
lisis o abducción o abstracción de la conclusión universal desde lo pani-
cular concreto.
Unas veces procedemos desde lo panicular a base de observar muchos
casos particulares e incluso todos los casos posibles de un fenómeno: es la
llamada "inducción por enumeración". Este tipo de inducción solamente
puede decirse "completa" cuando el número de casos posibles de un fenó-
meno o hecho sea finito, pues de lo contrario, por muchos casos que
observemos, nunca podrá decirse que equivale al número de casos posi-
bles, siendo de hecho en la mayoría de las veces muy inferior al de casos
posibles. Por ejemplo, observando los muebles que hay en esta habita-
ción, puedo afirmar, después de una enumeración completa, cuántos son
de color verde o cuántos son de hierro, etc. En cambio, si lo que observo
es el fenómeno del hervor del agua o de otro líquido, la enumeración
nunca será equivalente a todos los casos posibles, que son indefinidos.
Ahora bien, en los casos de la enumeración completa, ésta lo es por la
determinación o fijación determinada de un ambiente o límite concreto.
En cuyo caso es discutible que se trate de una inducción que va a lo uni-
versal, ya que lo universal no es lo que de hecho sucede en un ambiente
determinado (universalidad falsa), sino lo que es posible que suceda, aun-
que sea dentro de unas condiciones comunes, no paniculares. En conse-
cuencia, la inducción por enumeración completa es una inducción que
termina en lo panicular. Por ello, se admite generalmente que no es la
inducción científica.
En los casos de la enumeración necesariamente incompleta se dirá que,
por muchos que sean los casos observados, nunca podremos igualar al de
casos posibles y, por consiguiente, la conclusión universal no estará lógi-
camente justificada. Lo cual es absolutamente indiscutible y evidente.
Incluso hay que decir que el número de casos observables o constatables
empíricamente será incomparablemente inferior al de casos posibles, pues
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 151

en estos deben entrar también los del pasado y los del futuro... Es el pro-
blema de la inducción tal como lo propone Hume aunque ya era conoci-
do por Aristóteles y los escolásticos.
Pero resulta que en las ciencias experimentales se hacen frecuentemente
conclusiones universales del tipo: "Todo X tal que...", p. e., "el agua pura
—toda agua pura o destilada— hierve en torno a los 100° C"; "la luz se
mueve a una velocidad constante máxima de unos 300.000 km/s ó 3x10"';
leyes físicas, químicas y biológicas; hechos como "el fuego quema", "los
graves caen a tierra", etc. Estas afirmaciones se comprueban, incluso sin
excepción alguna. Por lo que, por otra parte, exceden la certeza de mera
probabilidad estadística. Y, de hecho, les damos una certeza científica com-
pleta y sin reservas.
Incluso hay ciencias que utilizan habitualmente la inducción incomple-
ta, como las ciencias sociales en las encuestas, en las que se comprueba el
resultado a través de una muestra o exploración finita de casos, con tal de
que sea una "muestra significativa". La certeza de tales exploraciones, si
bien se considera global o referida al conjunto de elementos, suele ser o
puede ser con todo muy elevada según un porcentaje confirmado por la
encuesta o exploración. La prueba es que, tal porcentaje se confirma fre-
cuentemente, siquiera con un grado de aproximación que descarta la mera
coincidencia, y, cuando no se confirma, suele ser por defectos de plantea-
miento o falta de "verdadera significatividad" en la muestra explorada.
Pero hemos indicado al principio otra forma de inducción, en la que no
se procede por enumeración propiamente o, al menos, la observación
multiplicada de casos no aporta una certeza mayor a partir de un deter-
minado número de observaciones. Incluso, a veces la observación de un
solo caso puede ser suficiente para establecer la regla o ley universal: es el
caso de inducción por ab-ducción o extracción de la "forma", "ley",
"estructura" o cualidad universal mediante un proceso de intuición abstrac-
tiva formal. Este procedimiento no camina por la inclusión cuantitativa,
sino por la comprehensión intensiva. Se trata de ver, no que tal caso es un
caso particular de un hecho, que incluye muchos casos iguales, sino que
es un caso en el que se da necesariamente y no accidentalmente una
"forma", que viene a ser el predicado universal o su fundamento.
Evidentemente, el pensamiento nominalista y empirista puros, que han
descartado la actividad abstractiva a pesar de ser un hecho psicológico nor-
mal en nuestra vida cognoscitiva, solamente pueden recurrir a la abstrac-
ción por enumeración incompleta, con el resultado de conclusiones
inciertas o, a lo sumo, probables. En esta línea de pensamiento se encuen-
tran dificultades insuperables para la justificación de la inducción.
En cambio, una vez admitida y descrita debidamente la abstracción for-
mal como abstracción intensiva o como intuición abstractiva, que es la
intuición más propia de la mente humana, ello nos permite una justifica-
ción de la inducción, incluso cuando termina en conclusiones estricta-
mente universales.
152 LORENZO VICENTE-BURGOA

Todavía antes de terminar con los diversos modos de inducción, debe-


mos descartar algunas formas falsas o pseudoinductivas, que son en reali-
dad deducciones camufladas o bien inducciones de lo particular a lo par-
ticular, no a lo universal. Ello sucede generalmente en los razonamientos
silogísticos en que se insertan premisas particulares; y en los razonamien-
tos por enumeración completa, que van de lo particular a lo particular.
Ejemplo de esto segundo lo hemos visto antes: decir "todos los muebles de
esta habitación son de madera", aunque sea verdad, no es un enunciado
universal, sino pseudouniversal. En efecto, al decir "de esta habitación" ya
hemos limitado la idea de "todos los muebles" a un caso o sujeto particu-
lar. Y es el sujeto lo que determina la particularidad o universalidad, ya
que el predicado como tal es siempre algo común (salvo que sea una tau-
tología o una descripción).
Ejemplo de lo primero, podría ser el que propone Aristóteles*' como
silogismo inductivo: "El hombre, el caballo y la muía viven largo tiempo.
Pero el hombre el caballo y la muía son todos los animales que no tienen
hiél. Luego todos los animales sin hiél viven largamente". Este razona-
miento podría invertirse: "Todos los animales sin hiél viven largo tiempo.
El hombre el caballo y la muía son todos los animales sin hiél. Luego, el
hombre, el caballo y la muía viven largo tiempo". Así, tendríamos una
deducción. Es decir, que lo que es conclusión en la inducción es principio
en la deducción y a la inversa.
Ejemplo de pseudodeducción o de inducción camuflada podría ser: "X,,
X2, Xj,... son vivientes. Pero X,, X^, X,,... son hombres. Luego todos los
hombres son vivientes". En realidad, lo que se ha hecho no es más que
incluir "hombres" dentro de "vivientes" por la coincidencia en los mismos
sujetos particulares,; o sea, por enumeración... Es, pues, una falacia desde
el punto de vista lógico.
Según esto, la inducción propiamente científica se halla como a medio
camino entre la inducción que va desde lo particular a lo particular y la
deducción, que va desde lo universal a lo particular. Con la inducción,
tiene de común el trato con lo particular como punto de partida aunque
difiere en cuanto al término, que es lo universal. Con la deducción, que
termina en lo particular, tiene de común el trato con lo universal y difie-
ren en cuanto al término.

4.4. La universalización
Es, por así decirlo, el ultimo acto o término del proceso inductivo. Este
acto de universalización ha de tener en cuenta el ámbito de los experimen-
tos y mantener la cautela para extensiones y generalizaciones o extrapola-
ciones más allá del tipo de los sujetos experimentados. Así si, por ejemplo,
un biólogo experimenta con ratas de laboratorio una vacuna para curar una
enfermedad, aunque los resultados experimentales fueran positivos, ha de

*'Cf. Anal. Primer., II. c. 23.


LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 153

saber que no son inmediatamente extrapolables sin más a otras especies ani-
males, como el hombre. Es preciso que haya un proceso de aplicación o de
experimentación en otras especies para poder llegar a la fórmula universal
De esta manera, la ley o resultado final se ha de mantener dentro de los
límites del ámbito experimental procesado debidamente. En todo caso, la
justificación desde un caso o varios casos paniculares al ámbito específico
o común está garantizado por la garantía crítica de todo proceso inductivo.
Antes, otra observación: la pluriformidad del proceso inductivo según
los diferentes tipos de ciencias o saberes. Al ser aproximadamente el
mismo el punto de partida, que es lo concreto, lo que sucede en este caso
o en el otro, hic et nunc, etc.; sin embargo, la forma buscada o el carácter
típico que se investiga, el quid de cada cosa, no es ni puede ser el mismo
en las diferentes ciencias.
Ello pudiera advenirse fácilmente en las mismas ciencias del mundo
físico, como la Física, la Química o la Biología, la Astronomía, etc. Así
mediante el análisis químico se accede al conocimiento y discernimiento,
tanto cualitativo como cuantitativo, de los componentes materiales de un
compuesto químico. El análisis biológico puede orientarse tanto a anali-
zar los componentes, por así decirlo, esenciales o estructurales, como los
comportamientos constantes y característicos de las diversas especies de
plantas y animales.
Se advierte especialmente esta diferencia de procesos inductivos entre
los diferentes géneros de ciencias, como son las ciencias naturales, la mate-
mática y la metafísica. Si bien existe siempre una semejanza analógica
entre ellas, como procesos racionales para llegar a la verdad de sus objetos
propios, siendo estos objetos formales muy distintos, es claro que también
lo serán los procesos respectivos, aunque se trate de procesos que deno-
minamos analíticos, abstractivos o inductivos.
Así, la inducción matemática no trata ni parte de casos individuales o
singulares, sino ya bajo un cierto tipo de abstracción formal: esto es, tra-
baja ya con formas abstractas. Por ejemplo, no afirma que 5 + 5 son 10,
smo partiendo de que se trata de unidades homogéneas abstractas. O cuan-
do establece la fórmula del cuadrado de la suma: (a + b)' = a'-)-b'-f-2ab. No
lo hace sino a partir de casos particulares, pero ya abstractos: es decir, que
sean cuales quiera los valores deay h ,el resultado es siempre equivalen-
te a lo que se establece en la fórmula después del signo de igualdad. Del
mismo modo, el teorema de Pitágoras no se establece a partir de ver lo que
ocurre en un triángulo determinado, pintado en este papel, sino a base de
lo que necesariamente corresponde a todo triángulo rectángulo como tal.
Por tanto, se pane ya de un cieno nivel de abstracción formal.
En los experimentos de física se pane de la observación de casos con-
cretos individuales, aquí y ahora: así para ver la temperatura de ebullición
del agua, he de observarlo y medirlo en este caso concreto, con el agua que
tengo en este recipiente aquí y ahora. De modo similar, el metafísico ha
de analizar el sujeto propio que es el ser como tal, aunque lo contemple
154 LORENZO VICENTE-BURGOA

en los entes singulares individuales y materiales. Sin embargo el análisis


metafísico ha de prescindir tanto del carácter individual como del carác-
ter material, pues la "ratio entis" se halla ya en un ámbito de intuición for-
mal abstracta.

Recopilación sobre la abstracción universal


Con respecto de la abstracción universal, ahora sólo queremos indicar
lo siguiente:
1) La denominada "abstracción universal", en cuanto implica un predi-
cado común a todos los sujetos de una especie o género, nada tiene que
ver con una confusión colectiva (como opinaron erróneamente los empi-
ristas): el universal no es un colectivo ni se forma por suma o adición, sino
por sustracción de diferencias individuales (un "árbol" no es la suma de
muchos árboles, no es un bosque...).
2) Que la abstracción universal carece de fundamento y de garantía si se
hace previamente a la abstracción formal. O bien, que la abstracción for-
mal, por la que se capta la vatio o esencia de cada cosa ha de preceder obli-
gadamente a la abstracción universal, para que esta tenga sentido y funda-
mento. Lo que veremos luego, pues es el problema mismo de la inducción.
3) Que la abstracción universal, siendo como es común en todos los sabe-
res, pues todos ellos tienden a ofrecer conclusiones "universales", se lleva a
cabo dentro de cada uno según la naturaleza del propio objeto. Pero siem-
pre, desde luego, suponiendo previamente la abstracción formal.
4) Que ambos tipos de abstracción, formal y universal, son tan diferen-
tes que no se puede pasar de uno a otro; sobre todo, no se puede pasar
desde la abstracción universal a la formal. El paso desde la formal a la uni-
versal, es sólo como base, pero distinguiendo el proceso. Y que dentro de
la misma abstracción formal no hay más que modos diferentes, pues tam-
poco se puede pasar de uno a otro, desde la física a la matemática, ni a la
inversa. Lo que equivale a decir que no hay tales "grados de abstracción
formal", como indebidamente se venía diciendo.
5) Habría que añadir que, a pesar de las diferencias entre estos modos de
abstracción, especialmente en su término ad quem, sin embargo, el punto
de partida es el mismo para todos ellos. Tal punto de partida es la expe-
riencia de lo real, en su singularidad concreta. La intuición es el término
a quo de toda forma de abstracción.
En contra de lo que piensa Kant, los conceptos abstractos no son for-
mas a priori que impone la razón a los contenidos de la experiencia. Es
una "forma" que la razón halla, "selecciona" y aisla, a partir de lo dado en
la experiencia. El fundamento está, pues, siempre en la realidad.

4.5. La inducción inacabada


No debe confundirse con la "inducción incompleta". La que ahora des-
cribimos es ciertamente incompleta y además inacabada.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 155

Hay casos, sin embargo, en que todavía no sabemos si es algo casual, indi-
vidual, contingente o es algo específico, determinado de alguna manera.
Así, por ejemplo, si en un dado sale el mismo número tres o cuatro veces
seguidas, todavía pudiera ser algo casual. Por lo que, al no excluirse total-
mente la casualidad, no tenemos ceneza, sino simple probabilidad o sospe-
cha de que se trata de un dado cargado. Mas si sigue apareciendo el mismo
resultado en tiradas sucesivas, incluso aunque en alguna tirada no se cum-
pla, no nos queda duda de que es un dado falsificado o cargado. ¿Por qué
estamos seguros de ello? Porque es la única explicación racional: es la razón
necesaria y suficiente de tal hecho. Pero, como vemos, hay una gradación
desde la sospecha a la probabilidad y luego a la certeza. Con todo, ello indi-
caría que se requieren un número "suficiente" de pruebas o experimentos
para establecer la no contingencia o individualidad de un resultado.
Pudiera haber casos en los que fueran posibles varias hipótesis explica-
tivas: o varias "razones suficientes " de un hecho, en cuanto no contin-
gente, sino "normalizado" o "determinado" hasta cierto erado. Esto sie-
nihca Igualmente que el proceso inductivo debe seguir adelante hasta ir
descartando soluciones o hipótesis de manera segura. Y ello puede impli-
car mucho trabajo de investigación y mucho tiempo. Mas, si al final se
consigue "aislar" la hipótesis y explicación correcta, ello será a base de dar
con la "clave", es decir, con la causa verdadera de los casos observados. Es
entonces cuando el proceso inductivo llega a su fin.
Por tanto, no se puede confundir el proceso inductivo en su estado de
ejecución, en el que quizás solo obtengamos certeza de probabilidad, con
el proceso completo. Y esto parece importante, pues a veces se juzga de la
inducción desde una forma incompleta o inacabada.
Es lo contrario de la deducción: en ésta parece que, si es válida, ha de
serlo desde el principio, esto es, desde el momento en que se propone el
razonamiento. Se diría que interviene más la intuición racional. Aunque
eso tampoco parece correcto. Lo que interviene es la "evidencia racional",
que es más rápida, por así decir, en la deducción que en la inducción. Y
ello es comprensible, ya que para el proceso inductivo se requieren nor-
malmente muchas consideraciones previas y concomitantes, muchas prue-
bas y gran precaución en las sucesivas eliminaciones de hipótesis.
Mientras que en la deducción, la validez del argumento o se ve desde el
principio o simplemente se rechaza.

4.6. Los enunciados inductivos


Ateniéndonos a la inducción en sentido propio, como encuentro de
alguna verdad común o universal, recordemos que su objetivo es el de res-
ponder a las preguntas básicas que pueden hacerse sobre cualquier sujeto
o situación. Por tanto, o bien,
+ demostrar la existencia de algo hasta ahora desconocido, p. e.,
el descubrimiento de un nuevo planeta o de una nueva paní-
cula elemental;
156 LORENZO VICENTE-BURGOA

• descubrir su naturaleza y propiedades y establecer su defini-


ción; p. e. las propiedades de un ser viviente, de un metal, etc.
• averiguar las causas, el por qué (propter quid) de un hecho, p.
e. averiguar la causa de una colisión estelar, o la de una epi-
demia, etc.
+ establecer y descubrir las leyes constantes que regulan el com-
portamiento de la naturaleza; o los principios primeros de la
razón...
Ello puede buscarse tanto en el plano de lo singular (inducción impro-
pia, de particular a panicular), como en el colectivo común, o bien en un
plano universal.
En consecuencia, los resultados de una inducción se formularán en pro-
posiciones, que pueden ser:
+ proposiciones existenciales, que expresan que algo existe o
cómo es de hecho;
• proposiciones que son definiciones esenciales o que expresan
propiedades derivadas de la naturaleza del objeto;
• proposiciones que indican las relaciones de comportamiento
operativo o funcional constante;
• proposiciones que expresan verdades universales (principios
primarios) para la inteligencia, etc.
Respecto de estos tipos de proposiciones y enunciados debemos excluir
ciertos enunciados existenciales y los axiológicos o de valor. En efecto, los
enunciados existenciales son de dos clases: o bien son el punto de partida de
la inducción, en cuanto ésta parte de hechos de experiencia singular y se
denominan entonces "enunciados primarios o protocolares"; o bien son el
resultado de una inferencia inductiva, como la existencia de algo descono-
cido hasta ahora (p. e., el descubrimiento de un planeta nuevo, por sus inter-
ferencias gravitatorias observadas en la órbita de otro planeta conocido). En
el primer caso, deben justificarse desde la misma experiencia inmediata o
desde la intuición y no pertenecen a la inducción en cuanto inferencia. Bajo
el segundo aspecto, son el resultado de una inferencia inductiva.
Los enunciados axiológicos o de valor se hacen normalmente atendiendo
a determinados fines y en relación con los medios para conseguirlos (valo-
res instrumentales, utilidades). Por ello, son más propios de saberes prácti-
cos, como la moral o el derecho, así como de la tecnología y ciencias apli-
cadas. Es decir, se apoyan inmediatamente en un razonamiento deductivo.
Los que expresan propiedades o cualidades de clases de entes pueden ser
reducidos a los enunciados estructurales, que indican la constitución de algo.

4.7. Sobre la capacidad predictiva


En segundo lugar, como acabamos de ver, no es un fin propio e inme-
diato de la inducción la capacidad anticipatoria del futuro, aunque a veces
se la quiere entender en este sentido casi exclusivamente. Como ya vimos
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 157

al exponer la opinión pragmatista, el hecho de que los resultados de la


inducción, v. g., las leyes científicas, nos permitan predecir lo que suce-
derá en casos futuros, no es una justificación de la inducción.
El valor predictivo se funda en la universalidad o mayor probabilidad de
las hipótesis o de las leyes científicas. Se supone, establecida por tanto, la
validez universal de la ley. Anticipar el futuro no es una inducción, sino una
aplicación de la inducción, una deducción a partir de las leyes naturales.

4.8. Sobre la enumeración incompleta


Otra precisión consiste en recordar que la llamada "inducción por enu-
meración completa", en cuanto observación y análisis de todos los casos
posibles de un hecho dado, solamente sería posible en series finitas. Nos
daría enunciados del tipo: "Todas las mesas de esta habitación son de made-
ra de roble", "el 90 % de las personas de esta ciudad no son filósofos", etc.
Estos enunciados, a pesar de su apariencia, no son propiamente univer-
sales. Se trata de la suma de enunciados protocolares existenciales y en
secuencias finitas. Por ello, incluyen más bien una deducción que una
inducción: suponen que p.e. el número de mesas de esta habitación es
exactamente tal, o que se puede establecer una neta distinción entre ser y
no ser filósofo, etc.*\
Consiguientemente, la inducción se refiere propiamente a "enumera-
ciones" o experimentos finitos, incompletos, pero suficientes.
Ahora bien, ¿cuándo podemos decir que es suficiente una observación
de casos o de experimentos, para poder enunciar una ley general? Y, sobre
todo, sobre qué base podemos afirmar la suficiencia inductiva. Ya hemos
visto que sobre ello se ha discutido largamente. Creemos que es justa-
mente el problema de la justificación del valor de la inducción: se trata, en
efecto, de cuándo y cómo podemos tener garantías de que las conclusio-
nes generales inductivas son váhdas o están suficientemente justificadas; o
bien, si son probables, qué tipo de probabilidad obtienen.

5. La justificación crítica de la inducción


Veamos ahora, cómo es posible una fundamentación crítica general de
la inducción, en cuanto paso a lo universal.

5.1. Los dos momentos de la inferencia inductiva


En los procesos inductivos, hay dos momentos fundamentales y, en
ellos, rigen leyes distintas pero igualmente lógicas: uno es el momento del
análisis de lo concreto; otro es el momento de la universalización o paso
al universal.

" Por ello, ya Aristóteles excluye de la ciencia demostrativa este tipo de inducciones por divi-
sión: cf. Anal. Post., II, 5 (91 b 35 y ss.).
158 LORENZO VICENTE-BURGOA

a) Mornento de la inducción o del análisis de lo concreto


Tomamos ahora la inducción en sentido propio, como aislamiento de
una cualidad o forma, respecto de los sujetos individuales, con que se
experimenta u observa. El principio que rige en este momento podría
expresarse así:
Lo que se comprueha como presente de modo constante en múltiples casos indi-
viduales, hajo diversas circunstancias y condiciones, es una cualidad que perte-
nece, no a los individuos, sino a la clase o forma específica de los mismos. Es algo,
pues, que se predica de suyo /per se^ de dicha especie o clase en cuanto tal.
Así, pues, ese primer momento de la inducción culmina con el acto de
"aislar" o abstraer una forma, cualidad, comportamiento típico, etc., res-
pecto de los individuos en los que se ha observado o comprobado: es un
acto de ahstracción formal o resolutiva o intensiva o cualitativa. Recibe
todos esos nombres por oposición a la simple generalización o universaliza-
ción (que es una ahstracción extensional, cuantitativa, confusiva...), ya que
aquélla es captación de una "forma" específica. Y ello por medio de un
análisis intensivo de los componentes del concretum individual. En éste se
dan, no sólo las características de lo individual, sino también las de la espe-
cie o tipo, así como las más genéricas y comunes^'.
No se trata todavía de una generalización a base de "prescindir" de las
notas individuales, sino más bien de una captación de la forma como no-
individual, sino específica. O si se quiere, es una captación positiva de la
forma como tal forma específica, a lo que conlleva indirectamente el pres-
cindir de los caracteres individuales. Así, p. e., al determinar el peso espe-
cífico de un mineral de hierro, aunque se experimente sobre un trozo de
hierro concreto, la ley de pesos específicos se formula como "el hierro
tiene un peso específico que es equivalente a..." o "el hierro tiene una tem-
peratura de fusión a tantos grados", etc. No se dice "este trozo de hierro",
el que tengo ahora ante mí, sino "el hierro...". Como, cuando hablamos
de cualidades humanas, no se dice "este homhre o fulano de tal", sino "el
homhre..." (con artículo determinado, pero con sujeto indeterminado).
Y que esta operación intelectual se halle garantizada racionalmente se
comprueba porque siempre es legítimo y posible captar una cualidad o
forma sin aquello de lo cual no depende o a lo que no se halla adscrita
necesariamente. Yo puedo pensar en "triángulo" y "triangularidad" sin
pensar en que sea regular o irregular, puedo pensar en "vida" o "viviente",
sin pensar que sea planta o animal (aunque de hecho será lo uno o lo otro;
pero el hecho ya no es necesario, sino contingente). Del mismo modo,
puedo captar un "modelo" o "plano arquitectónico" sin tener en cuenta el
objeto individual en que se halla y en el que yo lo percibo, prescindiendo
también de los materiales de los que está formado.
Y de eso se trata: las propiedades o modos de actuar que dependen de la

"Esta es también, según creo, la interpretación que hace Hamelin de los textos aristotélicos: Cf.
HAMEUN, O., Le système d'Aristote, Paris: Alean, 1976, p. 258). Cf. también. FABRO, C , Percepción
y pensamiento, ed. cit. p. 267 y ss.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 159

naturaleza específica y no de lo individual pueden legítimamente ser con-


cebidas, aisladas o abstraídas, sin tener en cuenta lo individual (con abs-
tracción del sujeto concreto, como decían los escolásticos).
Entre los filósofos modernos que de alguna manera siguen o redescubren
esta vía, me parece que puede contarse la fenomenología de Husserl. En
una obra postuma. Experiencia y Juicio, toca el problema de llegar a lo que
denomina "generalidades puras" por medio de la intuición de las esencias
y a la intuición de las esencias por un medio, aparentemente sorprenden-
te: el de las variaciones imaginativas a partir de lo individual. No podemos
detenernos más en este estadio de la investigación de Husserl. Pero es fácil
advertir, por un lado, la coincidencia básica en cuanto a postular la capta-
ción de lo esencial y necesario para la constitución de juicios científicos
universales y ciertos. Percibe la insuficiencia para ello del método que
parte de la multiplicación de los particulares, que no puede llegar a una
universalidad infinita o estricta. Critica de paso "la antigua teoría de la abs-
tracción, según la cual lo general no puede constituirse más que por abs-
tracción sobre la base de intuiciones individuales singulares", diciendo que
es en pane oscura y en parte inexacta". Se ve que Husserl identifica la teo-
ría de la abstracción con la concepción empirista de la misma, es decir,
exclusivamente como "abstracción total o universalizante".
En cambio parece desconocer el camino señalado ya por Aristóteles para
llegar a las definiciones esenciales, que no es otro, en el fondo, que el de la
abstracción formal o, pasando por encima del lenguaje, el de la "intuición
esencial", a base de captar lo universal, la estructura esencial y la esencial
necesidad en lo individual mismo, visualizado no como individual y con-
tingente, sino justamente en esa estructura esencial. Una comparación más
detenida de los textos de ambos autores con el mismo problema de fondo,
que es el de dotar a la ciencia de valor universal y de certeza sin perder con-
tacto con lo real, nos pondría ante convergencias sorprendentes, sobre
todo, si logramos perforar la barrera del lenguaje.

b) Momento de la inferencia inductiva


Es el segundo paso del proceso que llamamos "inducción". En el pri-
mero, hemos llegado a establecer válidamente t\ fundamento de una ley o
condición o norma a partir de lo individual y a base de captar cualitativa-
mente, analíticamente (résolutive), la forma o cualidad o naturaleza espe-
cífica, que es independiente de las circunstancias individuales, aislable de
ellas. Es lo que se llamaba "el universal fundamental" o metafísico.
En este segundo momento, sencillamente "universalizamos" la norma o
ley o condición o causa o estructura analizados: "El agua o toda agua hier-
ve, en condiciones de presión normal, a tal grado de calor". ¿En qué se
funda esta universalización? Sin duda, primero en lo anterior: en haber

" Cf. E. HUSSERL, Erfahrung und Urteil, III, cap. 2, § 87, d). Traducción castellano de J. Reuter:
Esperiencia y Juicio, México: UNAM, 1980.
160 LORENZO VICENTE-BURGOA

percibido que tal cualidad o estructura pertenece a un individuo (o varios)


no como tales, sino como especie o clase o tipo.
Pero además, puede basarse en una ley lógica, que podemos llamar de
"universalización distributiva": Todo cuanto se predica (dualidad, forma, o
estructura^) como propio (per se) de la naturaleza específica de algo, conviene
también de suyo (per se) a todos y cada uno (distributivamente) de los indivi-
duos de la misma clase o especie o tipo.
Aristóteles parece haber investigado ya esta regla en su expresión de
"dictum de omni" (Kara TiavTÓí), "dictum per 5e" (KaS'aùto) y "dictum
secundum quod ipsum" (riaÙTÔ)'".
En efecto, lo que se predica o dice (atributo) de otro, puede ser dicho:
• per se (Kao'aÙTÔ): como algo propio e intrínseco; o

• per accidens, o sea, accidentalmente, extrínsecamente.


Pero además, puede aplicarse a un sujeto:
• En cuanto tal (Ka9'aûi:ô, secundum quod ipsum, reduplicati-
vamente), en cuanto tal sujeto, esto es, según su cualidad o
taleidad específica;

• De modo genérico {secundum aliud, comúnmente...).


Para que un atributo pueda aplicarse a un sujeto en una inferencia epis-
témica correcta (cierta), debe reunir ciertas condiciones, esto es, que
pueda predicarse del mismo: per se (de suyo) y no accidentalmente, indi-
vidualmente; y además, según su cualidad específica {secundum quod
ipsum), no en general o comúnmente. Estas condiciones han de captarse
mediante las técnicas inductivas, de las que hablaremos posteriormente.

"Dice Aristóteles: Ka6óXou ôè Xeyo) ó óv Kaià navxóí TE OnápxTi Kai KaO'aÚTO Kai
íí auTO. Analyt. Post. I, c.4 (73 b 25-27): "Por atributo 'universal', entiendo algo que pertenece a
un sujeto como predicado en todos los casos del mismo, le pertenece per se y como tal"
("Universale autem dico quod cum, de omni sit, et per se, et secundum quod ipsum" Trad. lat. de
Moerbeke). Cf. Metaph., V, c. 18. Como dice Tomás de Aquino: "Universale scilicet praedicatum
est quod et de omni est, idest universaluer praedicatur de subiecto, et etiam per se, scilicet inest ei,
Idest convenit subiecto secundum quod ipsum subiectum est. Multa enim universaliter de aliqui-
bus praedicantur quae non conveniunt eis per se et secundum quod ipsa (...); quae autem per se
insunt, ex necessitate insunt" {In Anal. Poster. I, lec. 11, nn. 92-93); "oportet quod quid est uni-
versaliter et affirmative praedicari de re cuius est... lo esencial-específico debe ser predicado de
modo universal y afirmativo de la cosa de la cual es esencial..." {In Post. Analyt., II, lec. 7, n. 472).
Cf. la penetrante exposición tomista: In Post. Analyt. I, lecc.9-12, nn. 76 y ss.; In Metaph.. V, lec.
19, nn. 1050-1057.
Se dirá que Aristóteles lo estudia a propósito de la demostración, por tanto de la deducción. Eso
es cierto. Pero en el fondo son condiciones de cualquier tipo de inferencia legítima. Que perte-
nezcan a la inferencia deductiva, no significa que no puedan pertenecer a la inductiva. Antes bien,
en cuanto se trata de "inferencias" racionales, parece justo que estas condiciones lógicas y psicoló-
gicas se apliquen a ambas.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 161

5.2. El fundamento inmediato de la universalización: abstracción


formal e inducción
El problema de la inducción consiste básicamente, pues, en justificar el
paso desde lo singular observado, el caso individua!, a lo universal como
conclusión científica.
Ahora bien, se trata sobre todo de asegurar la validez o ceneza de tal
paso. Validez lógica y certeza vienen a ser lo mismo en este caso, pues la
certeza que se busca dependerá de que la conclusión universal a que se
llega en la inducción venga derivada de las premisas (el análisis de lo par-
ticular) de una manera cierta y, en cuanto sea posible, necesaria. Es la nece-
sidad de la conclusión lo que garantiza la certeza de las conclusiones
inductivas ni más ni menos que en cualquier proceso racional.
Esto parecería significar que la justificación o la garantía de certeza de
las conclusiones inductivas deberá hacerse por el mismo camino que en las
proposiciones derivadas por deducción; esto es, por deducción lógica rigu-
rosa a partir de unos principios evidentes. Con lo cual, la justificación de
la inducción parece reducirse a una deducción. Pero, si en definitiva la
deducción presupone esos principios, que no pueden adquirirse de otra
manera más que por inducción, ¿cómo librarse del círculo vicioso?
Hay aquí algún equívoco que se ha de deshacer previamente. El equí-
voco consiste en que tomamos "evidencia de las conclusiones" por "nece-
sidad lógica" y esto por "necesidad a partir de principios evidentes". Esto
es correcto ciertamente en los métodos deductivos, en los que la eviden-
cia de las conclusiones se logra por medio de un razonamiento, que ha de
ser lógicamente correcto y necesario. Al menos, para que obtenga la cate-
goría de conocimiento científico y no de simple hipótesis o suposición
por mera analogía...
Ahora bien, si tomamos la palabra "conclusión" como resultado de un
proceso anterior de la razón, que puede ser un proceso de análisis o de sín-
tesis, de intuición o de abstracción o de comparación, etc., y no necesa-
riamente una inferencia en el sentido estricto de discurso medíante térmi-
nos mediadores, entonces podremos hablar de certeza de las conclusiones
o enunciados inductivos sin tener que vincularlos necesariamente a la infe-
rencia discursiva o a la deducción. Aun cuando el proceso se parezca a la
deducción en cuanto busca la certeza y la garantía racional.
¿Es esto posible? Sin la menor duda, al menos, si no somos tan cerrados
de mente que no admitamos más certeza racional que la de las inferencias
estrictas. La certeza racional es sin duda más amplía que la certeza que
podemos denominar inferencíal o estrictamente lógica. Ya la intuición
nos puede ofrecer una certeza, que no es ínferencial. Incluso en las llama-
das inferencias inmediatas, hallamos una certeza racional que no necesita
un término medio, sino solamente la evidencia de equivalencia entre dos
proposiciones (p. e., "todos los hombres son personas" = "Ningún hom-
bre es no-persona", o "algunos hombres son personas", etc.).
Esta evidencia no inferencíal, sino inmediata en cierto modo, la obte-
162 LORENZO VICENTE-BURGOA

nemos en procesos racionales no inferenciales en sentido estricto, como


son, aparte de los ejemplos indicados, las intuiciones abstractivas, los aná-
lisis de un todo complejo o los análisis de un todo dinámico, en cuanto
distinguimos lo que es el resultado de una acción y el origen causal de la
misma, sus condiciones, etc. Y ello puede hacerse con certeza racional
intuitiva, es decir, no propiamente discursiva. Por ejemplo, "X es, o A, o
B"; pero no es B; "luego es A". Si la oposición entre A y B es absoluta o
de incompatibilidad, la conclusión será necesaria. Pero no lo es por medio
de una inferencia en sentido propio, ya que la proposición "pero no es B"
puedo conocerla por mero análisis directo del caso "X", que incluso puede
ser un caso particular. Y afirmo que no es una inferencia en sentido estric-
to ya que no hay propiamente un término medio, aunque haya un
"medium cognoscendi", pero no un "medium" en sentido de ser distinto,
al menos parcialmente, de ambos extremos. Si conocer que "X no es B"
viene a ser idéntico a conocer analíticamente o distintamente "X", enton-
ces no es propiamente un término medio lógico, aunque tal análisis sí sea
un "medio" cognoscitivo''^
Por tanto, es posible justificar la certeza de una "conclusión inductiva" sin
tener que acudir propiamente a un razonamiento o inferencia lógica en sen-
tido estricto. Y ello puede hacerse por intuición inmediata, por intuición abs-
tractiva, por análisis de lo complejo, etc.
Lo que ahora proponemos es que puede hacerse, sobre todo, por medio
de una intuición abstractiva formal. Esto es, a base de captar claramente o
analíticamente en lo concreto y de modo cierto la forma o estructura for-

"La confusión está en no distinguir entre "medium cognoscendi" y "medium probandi". En la


deducción o inferencia en sentido estricto se requiere, no sólo de medios de conocimiento (ideas,
conceptos, etc.), sino de "medios de prueba" o de conexión lógica necesaria entre los términos de
la conclusión. En una intuición mental, se requiere de medios cognoscitivos, como impresiones,
sensaciones, conceptos o ideas, etc., pero estos no son siempre medios de prueba ni implican nece-
sariamente inferencias.
Pudiera venir una duda desde los razonamientos matemáticos, que se hacen por medio de equi-
valencias o ecuaciones entre enunciados matemáticos. El razonamiento matemático es ciertamen-
te inferencial, como todos admiten; sin embargo, no tiene "términos medios" diferentes de ambos
extremos, sino más bien en cuanto se ve la ecuación entre una proposición y otra, un antecedente
y un consiguiente al signo de =. El razonamiento matemático, diríamos, funciona según el prin-
cipio de "dos cosas iguales a una tercera son iguales entre si". Con lo cual, parece que debe haber
"una tercera", que para ser tal, en algo ha de diferenciarse de las dos cosas que se quieren compa-
rar. La peculiaridad del razonamiento matemático, debido a la peculiaridad de sus objetos, consis-
te en que la diferencia está, no en los objetos mismos, sino en el modo de expresarlos. Así, p. e., si
digo "15-3=9-H3 O bien escribo 50-H50=10', la diferencia se da en las expresiones, como es claro;
la equivalencia se da en los contenidos semánticos. Algo así como en el conocido ejemplo: "el luce-
ro matutino es el lucero vespenino" (aunque aquí la diferencia terminológica implica además que
no puede ser lo mismo al mismo tiempo; si el planeta Venus hace de lucero vespertino, no puede
hacer al mismo tiempo de lucero matutino; es, pues, el mismo objeto, pero con distinta función).
En el razonamiento matemático, lo que se compara son las expresiones, que sí son distintas. Y
la mediación viene dada por los objetos o contenidos de las expresiones, que son iguales. En el
razonamiento físico lo que se compara son los contenidos, que si no son evidentemente idénticos
(y por ello deben ser comparados entre sí previamente) la comparación deberá contar con un ter-
cer término mediador, el cual será en parte idéntico con los extremos y en parte diverso. Basta que
la parte por la que es idéntico, sea la misma respecto de ambos extremos, a fin de evitar X-i fallada
aequivocationis.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 163

mal o "esencia", sea de un todo constitutivo (constructum), sea de un todo


dinámico, operacional.
El problema, pues, está, en cómo podemos llegar a esa evidencia y cer-
teza de que hemos captado la forma específica o esencial (per se), no algo
accidental (per accidens)". Al fin, lo que importa es que la relación del pre-
dicado con el sujeto sea una relación necesaria y per se, no accidental o
casual. Así obtendremos la certeza científica por un camino que no es una
inferencia propiamente dicha. En este sentido, puede decirse que la induc-
ción no es "demostrativa" si por ello se entiende la demostración por infe-
rencia deductiva. Pero es "mostrativa" de algo, como dicen Aristóteles y
Tomás de Aquino'".
La solución no puede venir, desde luego, por acumulación de experien-
cias o multiplicación de experimentos, en cuanto "suma" cuantitativa,
pues siempre se dará desproporción entre el número de experiencias
hechas (las premisas) y la universalidad de la conclusión científica.
La solución sólo puede proceder por el camino de mostrar que la unión
del predicado (Z) con el sujeto de la conclusión (A) —en la proposición
"todo A es Z"— es una unión necesaria o que tal predicado conviene a tal
sujeto de modo necesario. Sólo así se podrá mostrar que siempre y en cual-
quier caso en que se dé A tendremos Z (para "todo" A, A = Z). Ello hace
innecesario el examen de todos los casos posibles de A, lo que, por lo
demás, sería interminable e infinito, es decir, impracticable.
Ahora bien, ¿cómo y cuándo podemos demostrar que la relación entre
el predicado Z y el sujeto A es de necesidad? La respuesta es: siempre y
cuando el predicado Z convenga a A de suyo y en cuanto tal (per se).
Ahora bien, esto sucede: 1) cuando Z es igual esencialmente a A (A = Z);
2) cuando Z es una parte constitutiva de A, de modo que no puede darse
A si no se da Z; 3) cuando Z es una propiedad (proprium) derivada nece-
sariamente de A (si A entonces Z). Si Z conviniera a A sólo accidental-
mente (per accidens), le convendría de modo contingente y no necesario.
Con lo que nunca podría hacerse la generalización con garantía de certe-
za, a pesar de que fueran muchos los casos positivos observados".
Pero esto no es más que retrotraer el problema. Para todo lo anterior es
preciso que hayamos captado la esencia o ratio esencial de A a fin de ver
lo que analíticamente está contenido en ella o lo que de ella se deriva nece-
sariamente. El ejemplo clásico nos lo ofrecen las matemáticas: dada la

"Excusamos la siguiente aclaración, atendiendo a los que quizá no dominen la terminología. Per
se y per accidens no se identifican con substancia y accidente; no son predicamentos en el sentido
aristotélico, sino "predicables", esto es, se refieren al modo como un predicado conviene a un suje-
to, si es de manera extrínseca y accidental ( per accidens, sintéticamente) o bien de modo intrínse-
co, necesario (per se, analíticamente).
""Cf. ARISTÓTELES, Anal. Post. II, 5 (91 b 35): T. DE AQUINO: In Post. Analyt., II, lee. 4, n. 450.
" Esto responde, como es fácil advertir, a los famosos "modi dicendi per se" o modos de predi-
cabilidad intrínseca y necesaria, que, según los aristotélicos, se ubican entre los cuatro primeros
predicables de la tabla clásica. Sobre ello, cf. ARISTÓTELES, Post. Analyt., I, c. 4; TOMÁS DE AQUINO,
In Poster. Analyt., I, lec.lO, nn. 83-88; In Metaphys., V, lee. 19, nn. 1050-1057; JUAN PoiNSOT 0. de
Sto. Tomás): Cursus philos., I, Lógica, II P., q. 24, a. 4 (Ed. Reiser, p. 767 y ss.)
164 LORENZO VICENTE-BURGOA

"ratio" del triángulo, se derivan analíticamente las propiedades del mismo


o los teoremas pertinentes; y lo mismo con cualquier otra figura geomé-
trica. Por ello, en matemáticas no es necesario acudir a la "experiencia"
para la demostración de un teorema; a lo sumo se acude a la ejemplifica-
ción intuitiva (que no nos da el porqué, sino sólo el qué: el quia).
Ahora bien, en los saberes experimentales hemos de partir de la expe-
riencia singular y concreta para llegar a la ratio o definitio essentialis. ¿Es
esto posible? ¿cómo?
Desde posiciones racionalistas^" se objeta: eso es posible ciertamente,
pero es algo inútil, al menos para la ciencia. Ésta trata de lo universal y lo
necesario. Pero el análisis de la experiencia solamente nos puede deparar
aspectos o formas contingentes (no necesarias) y particulares. Por tanto,
serían juicios totalmente inútiles e injustificados para la filosofía. ,
Efectivamente, aquí está el problema ¿puede encontrarse en lo empíri-
co algo necesario, siquiera hipotéticamente? ¿Puede encontrarse algo uni-
versal, siquiem fundamentaliter} Veamos. Reiteramos que el principio o
regla que justifica la inducción como paso desde lo particular a lo univer-
sal pudiera formularse así: Lo que de suyo (^per se) pertenece a un sujeto indi-
vidual, no como individuo, sino como sujeto de tal o cual especie o género
(secundxim quod ipsum^, pertenece necesariamente a todos los sujetos indivi-
duales de la misma especie o género.
Esto parece claro y evidente, ya que se trata de cualidades, partes o ele-
mentos constitutivos, así como de comportamientos, que no se derivan
del carácter individual sino del carácter específico de un sujeto cualquiera.
Así, V. g., si el agua destilada hierve a unos 100°C de calor, ello es una pro-
piedad derivada de la naturaleza del agua destilada como tal, sea en este
recipiente, lugar y momento, sea en cualquier recipiente y lugar del uni-
verso material, en donde rijan las mismas leyes. El ejemplo es también
como un acto de inducción. Mas el carácter de ley o principio universal
se halla en que existe una identidad entre decir: lo que pertenece a un suje-
to como especie y lo que pertenece a una especie; y entre esto y decir: lo que
pertenece de suyo a una especie y lo común a todos los individuos de la misma
especie o género. Lo contrario sería tropezar con el principio lógico de no
contradicción (para algunos filósofos, el principio de identidad sería el pri-
mero y más evidente).
En cualquier caso, es claro que no se viola la ley lógica del razonamien-
to que prohibe que la conclusión vaya más allá o se extienda más que las
premisas. Pues aquí la premisa inmediata no es el caso particular como tal
sino la forma o estructura específica, que de suyo es común a todos los
individuos de la misma especie.

"Cf. KANT, Prolegómenos a toda metafísica.... Prólogo, 257-259.


LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 165

Por tanto, la condición requerida es:


• por un lado y negativamente, que se compruebe suficiente-
mente que tal forma o cualidad o carácter no pertenece o ha de
adscribirse a un individuo en cuanto individuo, lo que puede
comprobarse si lo encontramos de modo constante en muchos
individuos de la misma especie, bajo diversos momentos y cir-
cunstancias. A ello tienden las diferentes técnicas inductivas usa-
das en las ciencias particulares segúnja materia de cada ciencia;

• por otro lado y positivamente, si se comprueba suficiente-


mente que es algo perteneciente a la naturaleza esencial o a los
caracteres especificos, lo cual puede comprobarse, aunque no
siempre se consiga, si se comprueba que efectivamente es propio
o exclusivo de tal o cual especie, en cuanto tal {secundum quod
ipsum) o le conviene omni, soli et semper.
^ Para que un atributo pueda aplicarse a un sujeto en una inferencia epis-
témica correcta (cierta), debe reunir esas tres condiciones, que le convenga:
^ a) de modo común (Kaxà TravTÓs, omní), es decir, no a unos individuos
sí y a otros no, ahora si y luego no, sino a todos los individuos {de la espe-
cie), de modo que no haya ningún individuo bajo el sujeto común a quien
no le convenga el predicado''. Asi se excluye que sea una forma o cualidad
individual, de este o de aquél.
b) de suyo (Kae'aUTÓ,;)er5e), esto es, esencialmente, como p. e., al trián-
gulo le penenece tener tres ángulos de suyo, esencialmente, es decir, como
algo intrínseco y necesario al sujeto. Y se distinguían, al menos cuatro
modos de esta predicación per se:
• o como forma o esencia específica;

• como propia materia y sujeto propio;

• como cualidad propia y exclusiva, algo que conviene en solita-


rio (soli)";

• como causa propia de algo.


c) En cuanto tal {secundum quod tale). Se añade esta condición para evi-
tar equívocos en la significación del sujeto. Si, p. e., el predicado es "colo-

' Cf. ARISTÓTELES, Analyt. Post., I c. 4 (73 a 26 y ss). Según nota Tomás de Aquino: "Oportet
enim in propositionibus demonstrationis aliquid universaliter praedicari, quod significat dici de
omni, et per se, et etiam primo, quod significat universale. Nam omne quod per se praedicatur,
etiam universaliter praedicatur; sed non e converso. Similiter omne quod primo praedicatur, prae-
dicatur per se, sed non convertitur. (...) Tune enim dicitur aliquid de omni (...) quando nihil est
summere sub subiecto de quo praedicatum non dicatur. Per se autem dicitur aliquid praedicari, per
comparationem ad ipsum subiectum, quia ponitur in eius definitione vel e converso (.. ) Primo
vero dicitur aliquid praedicari de altero per comparationem ad ea, quae sunt priora subiecto et
continents ipsum..." {In Post. Analyt., I, lec. 9, n. 78).
"Tomás nota, que este no es un modo de predicar, sino un modo de existir. Cf. In Post Analyt
I lec. 10, n. 87. ' -^ "'
166 LORENZO VICENTE-BURGOA

rado", esto no se dice de la piedra como tal o como mineral sino en cuan-
to es algo extenso y, si el predicado es "canta", esto conviene al hombre
en cuanto músico, no en cuanto médico o filósofo... Así es propio decir
"el músico canta", "el médico cura"; pero es impropio decir "el médico
canta". Por ello, esta condición, de alguna manera, coincide con la ante-
rior, ser Ago per se, y ser un atributo que conviene a un sujeto constante-
mente {semper).
Con estas condiciones podemos decir que es algo peneneciente a la ratio
específica, a lo que no puede no ser (necesario) para la constitución del
objeto. O en todo caso, que no es algo derivado exclusivamente ni pro-
piamente de los caracteres individuales.
Y todo esto es comprobable por medio de experimentos (p. e., una luz
se enciende y se apaga siempre que doy a tal interruptor, sólo cuando lo
acciono y en todos los casos en que lo hago). ¿Puedo pensar que el accio-
nar el interruptor es la causa propia del encendido/apagado, incluso sin
ver la conexión, ni siquiera física (cableado continuo)? Otro ejemplo:
siempre que dejo una cosa sin apoyo, cae a tierra; siempre que acerco una
llama a un objeto combustible, éste arde. Si golpeo con el martillo un
trozo de hierro caliente, éste se estira, etc., etc. Si actúo mediante una
palanca, obtengo un efecto muy superior a mis fuerzas solas, etc., etc.
Cuando algo ocurre siempre, en todos los ejemplos individuales y sola-
mente en circunstancias determinadas, la razón (no la mera costumbre)
me indica que:
• se trata de algo (efecto, cualidad, estructura, etc.) pertenecien-
te, no a los individuos o casos particulares, sino a algo específico
(el tipo). Pues lo individual es diverso para cada caso. Luego, es
una cualidad de orden supraindividual, específica o genérica.
Esto es ya una base de universalidad, pues la forma específica es
multiplicable para "todos" los casos posibles de la misma espe-
cie o género; es predicable distributivamente.

• se trata de algo "necesario" en tal estructura real, al menos


hipotéticamente, ya que lo constante no puede ser algo acciden-
tal y contingente. Lo contingente sucede o no, pero no es cons-
tante, ni siquiera en la mayoría de los casos. La misma probabi-
lidad es ya una forma de constancia (no absoluta), no pura inde-
terminación o pura contingencia.

• se trata de algo "propio" y exclusivo de tal tipo o especie de


objetos, pues, solamente se da ante tales condiciones o sujetos o
estructuras. Si (condicional) se da de modo "exclusivo" o selec-
tivo, es claro que no se trata de algo arbitrario, desordenado,
impropio, etc. Si siempre y solamente cuando acciono el inte-
rruptor se enciende/apaga tal lámpara, luego hay una conexión
constante y de necesidad. Que dicha conexión aparezca en el
análisis de mi razón y no en las impresiones sensibles (que sólo
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 167

me testifican mi acción y la consecuencia del encendido/apaga-


do de la lámpara) no invalida para nada la conclusión: se trata de
una relación causa-efecto.
En general, pues, cuando mediante el análisis empírico y real de un
fenómeno, encuentro necesidad, exclusividad, constancia, universalidad
específica, etc., puedo formular la ley universal. Y ello a partir de la expe-
riencia. Lo que la experiencia me permite es ver la realización concreta de
la forma o ley universal en casos singulares, pero no como casos concre-
tos, sino como algo que excede y se sale de lo concreto.
Nadie ha afirmado que la conexión causal necesaria deba ser directa e
inmediatamente empírica. Hay muchas cosas que, con base en la expe-
riencia inmediata, aparecen ante nosotros de modo cierto. El sentido de
que "todo ha de pasar a través de nuestra experiencia" se ha de entender,
ya de modo inmediato, ya de modo mediato; es decir, siempre a través de
alguna experiencia posible, no necesariamente de modo inmediato. No
necesaria y exclusivamente de la intuición empírica inmediata o de la
impresión de un sentido determinado. Justamente para ello poseemos la
capacidad de razonamiento e inferencia: para derivar desde lo inmediato
conocimientos de cosas, verdades o realidades, mediatas, lejanas, etc. Así,
p. e., el astrofísico no necesita de un experimento inmediato para conocer
la temperatura de millones de grados en el interior del sol, ni siquiera en
la superficie visible del mismo; le bastan los datos empíricos y el cálculo.
Así también se descubrió la existencia del planeta Neptuno y casi se com-
pletó la tabla periódica de los elementos químicos antes incluso de haber-
los aislado de modo completo.
Sería ridículo, por ejemplo, que se exigiera el que algo fuera captado por
la vista o el tacto para que fuera "empírico". Como si el oído y el gusto
no fueran igualmente "empíricos" y objetivos. O que debiera ser algo
experimentaba por todos los sentidos, etc. Ese empirismo de vía estrecha
o de estricta observancia arruina la ciencia...
Simplificando, pues, podríamos decir que, en la inferencia inductiva,
que es una conclusión o tesis determinada, con su sujeto y su predicado,
se ha de llegar a poder determinar que el predicado conviene al sujeto'':
• a todos los sujetos de la misma especie {omni). Así se excluye
que sea algo individual, particular, circunstancial;

• a los sujetos de la especie sólo {solis) o que sea algo esencial, de


modo que debe ser o una nota esencial o una propiedad deriva-
da necesariamente de la esencia, etc. Así se excluye lo genérico,
lo indeterminado o atribuible a otras causas.

" "Dicit [Aristoteles] quod universale, scilicet praedicatum, est quod est de omni, idest univer-
saliter praedicatur de subiecto, et etiam per se, scilicet inest ei, idest convenit subiecto secundum
quod ipsum subiectum est (...) infert quodam coroUarium ex dictis dicens quod ex hoc, ex quo uni-
versale est; quae autem per se insunt ex necessitate insunt (...) manifestum est quod universalia
praedicata, prout hic sumuntur, ex necessitate insunt rebus, de quibus praedicantur" (TOMÁS DE
AQUINO. In Post. Analyt.. I, lec. 11, nn. 92-93).
168 LORENZO VICENTE-BURGOA

• En todo momento o siempre (semper), lo que se expresa


diciendo que conviene a un sujeto en cuanto tal, en cuanto es él
mismo. Por tanto se tratará de una cualidad o predicado cons-
tante, frente a lo variable o lo excepcional. ¿Por qué?
Básicamente porque lo que conviene necesariamente a un suje-
to, no puede por menos de hallarse presente siempre en él.
Porque de lo contrario no habría distinción entre lo constante y lo
variable, entre lo esencial y lo accidental, entre la ley y la determinación
y el azar y la pura contingencia o la excepción. Ahora bien, si tal distin-
ción existe, como todos admiten, es claro que lo que no es al azar, sino
determinado al menos a nivel específico, ha de ser algo común (omní),
exclusivo (solí) y constante (semper) de una especie.
Si tal distinción no existiese, tampoco podríamos hablar de cosas diferen-
tes ni iguales, positivas o negativas, de propósito o al azar, ni distinguir unas
cosas de otras. El mundo no sería un cosmos, sino un caos absoluto y el
conocimiento sería absolutamente imposible e inútil, pues no podría obte-
ner ninguna ley determinada ni carácter distintivo alguno de las cosas^*.
Es posible que algún escéptico piense que todo es un caos, sin orden ni
legalidad o sin carácter distintivo alguno. Pero eso debería también some-
terlo a comprobación, que sería inductiva... Si alguien afirma que en tal
caso o fenómeno no hay ley vigente, sino que se pro'duce al azar, ello es
válido ciertamente para casos determinados, pero su comprobación ha de
hacerse de modo similar a la comprobación de lo contrario, esto es, induc-
tivamente. Por tanto, la ley de la inducción se impone en cualquier caso.
Y si alguien lo expresa de modo universal a partir de algunos casos parti-
culares y en cuanto particulares, por muy escéptico que se considere
comete el fallo de violación de la regla lógica, procediendo arbitrariamen-
te desde unos pocos casos a todos los casos."
El principio mismo de que la naturaleza obra siempre del mismo
modo*' debe ser justificado a su vez y tal justificación no es otra que la
selección de la forma específica, ya que ese principio solamente tiene apli-
cación en un plano específico, no individual. El determinismo indicado en
el principio es un determinismo general, a nivel de especies o géneros, no
a nivel de individuos en los que se da el indeterminismo'^: así, p. e., un
manzano producirá siempre manzanas de su especie (determinismo espe-

"Con todo, se ha de entender que lo de "siempre y en todas partes"-(semper et ubique) aplicado


al universal no se dice de modo afirmativo y absoluto, sino por abstracción, en cuanto lo univer-
sal abstrae de tiempo y lugar determinados. Cf. TOMÁS DE AQUINO, ¡n Post. Analyt., I, lee. 42. n.
376-377. Por otra parte, puede ser útil también tener en cuenta los errores posibles en la acepción
del universal, ya señalados por Aristóteles, en Analyt. Post., I, c. 5; Tomás de Aquino lo explica:
In Post. Analyt., I, lee. 12. nn. 100-102.
" Si se dice que al escéptico no le importan las leyes lógicas, se está ya admitiendo que su pos-
tura es meramente opcional y entonces estamos fuera de razón...
"' Tomás de Aquino lo enuncia asi: "natura uno et eodem modo operatur, nisi impediatur" {S.
TheoL, I, 19, 4c).
"Cf. TOMAS DE AQUINO, In Post. Analyt., I, lee. 38, n. 335.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 169

cífico) y no otras. Pero individualmente las manzanas serán diferentes


entre sí y cada año en número y forma indeterminables, etc.
Por lo demás, el proceso de la inducción, sobre todo en el plano del
dinamismo, va desde los hechos o efectos observables a las causas propias
y suficientes. Ahora bien, los efectos preexisten en las causas en potencia
y según el modo de ser de tales causas^'. Lo cual es claro, ya que de lo con-
trario no procederían de tales causas. Y que preexistan según el modo de
ser de la causa y no del efecto es igualmente lógico, ya que la causa opera
según su potencia y produce algo similar a sí misma. Por tanto, el modo
de la preexistencia del efecto se mide por la potencia misma de la causa
agente. A su vez, la potencia de una causa depende de su naturaleza o esen-
cia formal, según el principio "el modo de operar es consecuencia del
modo de ser" ("operari sequitur esse").
Esto dicho, es claro también lógicamente que en todo efecto se refleja la
forma o modelo de su preexistencia causal, que no es otra que la forma
misma de la causa. Por lo que es lícito pasar desde la forma del efecto a la
forma de la causa. En consecuencia, lo único que hay que asegurar es la
intuición abstractiva o la selección correcta de la verdadera forma del efec-
to o del fenómeno correspondiente. Y esto es lo que se hace justamente
en las llamadas "leyes dinámicas» de la naturaleza, en las que se expresa el
modo constante o "ley" para cada fenómeno particular.
Tenemos, pues, que en el razonamiento inductivo procedemos desde lo
más particular a lo más universal a base de comprobar que el predicado o
cualidad que aplicamos al sujeto en la conclusión es aplicable a todos y
cada uno (omnibus) de los sujetos paniculares, a ellos especialmente y de
modo constante, siempre (semper).
Ahora bien, esto puede hacerse por dos caminos:
+ Uno, cuando la aplicación universal se basa en una división o
enumeración completa, que es concedida o admitida por
todos: es el razonamiento inductivo, de que trata Aristóteles
en Tópicos'' y que es ciertamente menos seguro que el razo-
namiento silogístico.
• Mas hay otro camino, que no es el de la enumeración com-
pleta, más o menos admitida o concedida: es el camino del
análisis de lo particular en cuanto a su forma y la selección
abstractiva de tal forma específica y de las propiedades deri-
vables de modo necesario. Es el camino seguido por Aris-
tóteles en otros textos, especialmente en aquellos en que pone
a la inducción como base del silogismo y de los principios"".

y demonstrantes universale per id quod manifestum est singulare" {Anal. Post., I, 1- 71 a 6-7)
w. I, 18 (81 a 40 - b 4); Ih. II, c. 19.
J70 LORENZO VICENTE-BURGOA

Pongamos un ejemplo, de inspiración aristotélica. Si alguien dijera:


Las bacterias, las plantas y los animales son mortales;
Ahora bien, las bacterias, las plantas y los animales son todos los
seres vivientes.
Luego, todos los seres vivientes son mortales.
Si se concede la premisa segunda como algo admitido comúnmente, la
conclusión resulta válida, ya que no habría desequilibrio lógico extensio-
nal entre premisas y conclusión. Pero tal vahdez se funda en dicha conce-
sión u opinión común.
Habría, con todo, otro camino posible. Si partimos de que, según se des-
prende lógicamente de los cambios químicos profundos, todo compuesto
material procede de otro anterior y no por creación o por generación
espontánea, debemos admitir que todo compuesto material, y especial-
mente los compuestos orgánicos, se constituyen en definitiva por dos
principios esenciales: uno, los materiales o materia de que están formados;
otro, la forma o estructura unificante de dichos materiales, de donde pro-
ceden también sus propiedades específicas y sus operaciones característi-
cas. A esto hay que añadir un principio energético extrínseco (eficiente),
que es el causante de las mutaciones. Pues bien, todo esto significa que
cualquier compuesto material, y especialmente los compuestos orgánicos,
se hallan siempre en potencia para ser transformados (cambio de forma)
por las fuerzas energéticas de la naturaleza. Ahora bien, el cambio trans-
formativo o substancial equivale a la destrucción del ser anterior; lo que,
si se trata de un ser viviente, se denomina muerte. Luego, es algo intrín-
seco y esencial {per se) a los compuestos materiales vivientes el ser morta-
les. Luego, todo ser viviente es mortal.
En este razonamiento, hemos procedido por medio de un anáhsis de los
elementos constitutivos y formales. Luego hemos discernido lo que per-
tenece a la forma específica o esencial del ser viviente y hemos visto que
le es inherente intrínsecamente la destmctibilidad (muerte), pues la uni-
dad actual de sus materiales se halla en potencia para cambiar de forma.
Por lo que podemos concluir aplicando el predicado de "mortal" a todos
y cada uno de los seres vivos. El camino ha sido, pues, el del análisis y el
de la abstracción formal.
Lo que resta por ver es cómo podemos, en cada caso, llegar a ese análi-
sis de lo real y a la percepción abstractiva de la forma eidética o esencial.
A ello parecen orientarse las denominadas "técnicas inductivas", que son
un tanto diferentes para cada saber científico.

6. Las técnicas inductivas y la justificación de


la inducción en concreto o en particular
Lo anterior nos ofrece, según creemos, una justificación lógica del pro-
ceso inductivo en cuanto paso desde lo particular a lo universal. Ahora
bien, queda por resolver el problema de cómo saber que tenemos un pre-
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 171

dicado o una proposición en la que el predicado conviene al sujeto con las


condiciones indicadas, es decir, que le convenga de suyo {perse), de modo
universal, en propiedad y siempre o en todos los casos. Esto pertenece,
más que a la justificación crítica, a la realización concreta de la inducción:
es lo que puede denominarse "las técnicas inductivas".
Sin duda que esto ha de tratarse de una manera concreta y diversificada
en cada uno de los saberes científicos que operan con métodos inductivos.
Pero en un plano general, ¿cómo puede garantizarse la abstracción formal
para pasar al universal o cómo estar seguros de que el predicado —cuali-
dad, estructura, causa, forma específica, clave, etc.— es algo, no individual
ni excepcional o accidental, sino regular, universal, propio y constante
para un sujeto determinado?
Por ejemplo, si el predicado es "hervir a 100°C" y el sujeto es "agua",
¿cómo podemos saber que, con las debidas condiciones, tal predicado con-
viene a tal sujeto de manera universal (a toda agua destilada) en cualquier
tiempo Y en cualquier lugar (a presión, se entiende, del nivel del mar).' ¿O
cómo saber que el oxígeno se combina con el carbono en una determina-
da proporción de 2 a 1 (dos átomos de oxígeno por uno de carbono) y ello
siempre y bajo cualquier circunstancia? O bien, si tengo una estructura
abstracta (p. e., el sistema de funcionamiento de un motor de explosión)
¿cómo saber con ceneza que puedo aplicarla y que funcionará debida-
mente en otros casos singulares similares? Si debo lanzar un proyectil de
manera que alcance un objetivo determinado, ¿cómo calcular realmente la
trayectoria del mismo, de modo que alcance el objetivo deseado?
En algunos casos, como éste del proyectil, se dirá que la certeza de la
conclusión o el juicio concreto se hace por deducción a partir de unos
principios o unas leyes ya conocidas. Sin duda, pero ¿cómo se ha conse-
guido llegar a formular tales leyes o principios, de modo que nos lleven a
una conclusión o aplicación cierta en lo real? Sea cual sea el grado de cer-
teza, lo indudable es que el origen y la base de tales formulaciones uni-
versales han sido siempre actos de inducción, esto es, formulaciones gene-
rales a partir de hechos y experimentos particulares.
Lo que queda, pues, por garantizar, hablando de modo general, es que
en los hechos o experimentos particulares podamos captar justamente la
forma, estructura, ley o causa propia. En otras palabras, que podamos lle-
var a cabo una intuición abstractiva formal, previa a la formulación uni-
versal. Será intuición, ya que no es un razonamiento. Será abstractiva, ya
que ha de poder aislarse de lo concreto y singular. Y seri formal, ya que
ha de ser una captación de la "forma" o eïôoî {eidos) o sistema o estruc-
tura específica, etc. Todo eso es lo que comprendemos ahora bajo el nom-
bre de "forma".
Decir que ello se consigue a base de los experimentos puede ser cierto,
pero es insuficiente, sobre todo, si se presupone una experimentación
completa, que nunca o casi nunca es posible. A no ser que por "experi-
mentos" y por "experiencia" entendamos algo más que la simple compro-
172 LORENZO VICENTE-BURGOA

bación empírica de unos hechos. Y ese plus que se requiere no es otra cosa
que lo que es la base y el presupuesto de toda abstracción formal, esto es,
el análisis real de los hechos o su reducción resolutiva en los elementos
fundamentales. Expliquemos esto un poco.
Para que podamos llevar a cabo la "abstracción formal" o captación de
la "forma" o selección de la estructura esencial de algo o de su dinamismo
operativo característico se requiere previamente un discernimiento, o sea,
una visión clara y distinta de los elementos que integran el todo concreto
individual, lo concreto fáctico aquí y ahora, sobre lo que opera el experi-
mentum. Ese discernimiento entre elementos esenciales y necesarios,
imprescindibles, y los accidentales, fortuitos o meramente circunstancia-
les es lo que ha de permitir seleccionar aquéllos, que es lo mismo que "abs-
traerlos" mentalmente del totum concreto individual.
Este análisis (resolutivo), según el pensamiento aristotélico implica,
aparte de la percepción sensible, el procesado racional de los datos sensi-
bles a fin de valorar su importancia relativa en el todo experimentado. Y
tal función corresponde, como ya vimos, tanto a la inteligencia liberado-
ra de lo particular, como a las facultades sensibles internas, especialmente
,a la llamada "estimativa" o cogitativa o "razón particular". Esta facultad es
justamente "procesadora de los datos sensibles en lo individual" {"collati-
va rationum particularium", dice Tomás de Aquino)". A ello se añade
también, según Aristóteles, la actividad de otras facultades sensibles inter-
nas, como el "sensorio común" o centro de control de las sensaciones, y
la memoria, en cuanto almacena los datos de la experiencia anterior, para
confrontarlos (procesarlos) con los posteriores". Así pues, el hombre está
capacitado para llevar a cabo el discernimiento analítico de los datos de la
experiencia, paso previo a lo que llamamos "intuición o abstracción for-
mal" de los datos significativos, esto es, de la forma o estructura necesaria,
esencial y constante, y, por lo mismo, universal, de lo real. Y ello, ya sea
en el plano de la constitución de los seres (estructuras, naturalezas, esen-
cias, compuestos esenciales...), ya sea en el campo de sus actividades carac-
terísticas o propias, su dinamismo operativo (causalidad)"!
Ahora bien, este proceso analítico —que es lo propio de los saberes teó-
'•' "... las cosas variables (contingentes) pueden ser conocidas de dos maneras. Una, atendiendo a
los aspectos (rationes) universales [que hay en ellas]; otra, atendiendo a sus aspectos paniculares.
Los aspectos universales de lo contingente son invariables, y bajo este aspecto se dan de ellas demos-
traciones y su conocimiento pertenece a las ciencias demostrativas. Bajo este aspecto, la ciencia
natural no trata solamente de cosas necesarias e inmutables [incorruptibilibus], sino también de lo
cambiante y lo contingente. Por ello, esta consideración de lo contingente pertenece a la misma
facultad del alma intelectiva que lo necesario y a la que Aristóteles denomina aquí mismo la facul-
tad científica. Y en este sentido caminan las razones aducidas. Bajo otro aspecto, los contingentes
pueden ser estudiados en cuanto algo particularizado; y en este sentido son variables y la potencia
intelectiva no puede versar sobre ello sino por medio de las potencias sensitivas. Por eso, entre las
partes sensitivas del alma se pone una potencia, llamada 'razón particular' [ratioparticulars) o tam-
bién facultad 'cogitativa' {vis cogitativa), que es procesadora {collativa) de los aspectos particulares"
{In Ethic. Nichom., VI, lec. 1, n. 1123). Cf. supra, 3.3.
"Cf. ARISTÓTELES, Metaphys.. I, c. L
" Hoy sabemos que no hay cambio o fenómeno en el universo, que no se produzca sin consu-
mo de energía. Pues bien, esto equivale a decir que no hay efecto sin causa suficiente. La causali-
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 173

ricos (los que buscan la verdad), frente al proceso sintético, más propio de
las ciencias prácticas (las que tienen como fin alguna utilidad práctica)"—
se lleva a cabo sobre lo concreto, el totum singular y complejo. Y proce-
de, en general, desde lo simple a lo compuesto, o sea, desde lo complejo a
los elementos más simples, desde lo fundado a lo fundante, desde lo acci-
dental y externo a lo interno y substancial, desde lo causado (efectos) a las
causas, desde lo posterior en el ser a lo anterior y más primario, etc. Esta
es la resolutio o vía analítica".
Y ello puede llevarse a cabo, en tres órdenes de cosas: en el orden de la
realidad del mundo (análisis real); en el de los conceptos mentales (análisis
conceptual); en el de las palabras (análisis tanto wor/o/og¿co-gramatical,
como sintáctico y semántico).
Ahora bien, a diferencia del sentido kantiano de análisis, que solamen-
te puede entenderse en el orden conceptual o semántico (análisis del con-
tenido de los conceptos o de los significados de las palabras) - y ello por
la simple razón de que en el kantismo no se admite un conocimiento de
lo real en sí— en el aristotelismo se entiende que se trata de un análisis rea-
lísimo, relativo al mundo real, a panir de los datos de la experiencia''.
El mismo proceso, denominado hipotético-deductivo, como método váli-
do para llegar a confirmaciones de hipótesis y formación de teorías cien-
tíficas, es un proceso básicamente inductivo, pues tiene en la experiencia
su inicio (la ocasión y la pauta para formar hipótesis generales) y su fin,
esto es, su confirmación o contrastación.
Tenemos, por tanto, la vía posible para llegar, desde la experiencia con-
creta o individual, a la comprensión, aislamiento y selección de "la forma"
o eïÔos "eidos", o "estructura", o "clave" o "sistema", etc., según las diver-
sas denominaciones y los diversos campos en que se realiza. El que no
siempre se consiga esta claridad analítica o este discernimiento de "lo for-
mal" por las dificultades que opone lo real (complejidad excesiva, variabi-
lidad múltiple, dificultad de acceso a lo más interno, ambigüedad a veces
de los síntomas, etc.) no significa que nunca se consiga o que no pueda lle-
gar a conseguirse; especialmente respecto de aspectos muy comunes y fun-
damentales de la reahdad. El avance en el conocimiento del mundo físico,
de la psicología humana, de los componentes biológicos y de sus relacio-
nes, etc., es prueba de que el hombre puede llegar a "ver" claramente cier-
tos aspectos básicos y universales de lo real, o sea, que a partir de la expe-
riencia y del análisis resolutivo o el procesado de los datos de la misma,

dad es justamente la estructura abstracta que expresa la producción real de algo nuevo o de cam-
bio en el mundo físico (e incluso en el orden psíquico, pues la misma actividad del pensamiento
lleva consigo el consumo de energía cerebral).
"Cf. TOMÁS DE AQUINO, In Ethic. Nichom. I, lee. 3, n. 35.
"Sobre el método analítico, cf. TOMÁS DE AQUINO, In Boeth. De Trinit. q. 6, a 1 3 q- In Metaoh
11, lee. 1. n. 278; In Ethic. Nichom. I, lee. 3, n. 35, etc.
"•Que en esto haya coincidencia con el "realismo" de la ciencia moderna, no parece que pueda
ponerse en duda. Ahora bien, si alguien opina que se trata de "un realismo ingenuo o injustifica-
do , diremos que en el anstotelismo se ha llevado a cabo desde antiguo una crítica sincera y ejem-
plar del alcance de nuestras facultades cognoscitivas; por tanto, no es un realismo acrítico
174 LORENZO VICENTE-BURGOA

puede llegar a formular concepciones, teorías y leyes universales. O lo que


es lo mismo, que es posible una justificación epistemológica general de la
inducción. Y ello, sin necesidad de llevar a cabo experimentos exhaustivos
o completos, pues incluso, a veces, el análisis de un experimento indivi-
dual puede llegar a ser suficiente para el aislamiento de la "forma" o "ley".
Con todo, se requiere siempre una adecuada preparación de la inteli-
gencia''. Esta justificación general debe ser todavía matizada en cuanto a
sus modalidades científicas, tanto con respecto a los diversos modos de lle-
varla a cabo según los diversos campos del saber, como con respecto a los
diversos grados de certeza.

Las técnicas de eliminación de lo individual o del aislamiento de lo


específico

Así pues, el primer paso del proceso inductivo es la "eliminación" de lo


individual como supuesto sujeto propio de cieñas cualidades o comporta-
mientos. Ahora bien, esta eliminación requiere unas técnicas que son ya
más bien características de cada ciencia o investigación en panicular. Y
ello, en general, depende, según pienso, de la naturaleza de kj^ objetos exa-
minados o a examinar, según sean más o menos indecidibles, indetermi-
nados o variables.
En todo caso ahora nos vamos a referir a cieñas técnicas o procedi-
mientos que los empiristas han propuesto. Aristóteles apuntaba ya la
variación de circunstancias y de sujetos en la inducción. El mismo ha seña-
lado en líneas generales la función de las facultades sensibles, sobre todo
de las internas, como la memoria, pero en cuanto dirigidas hacia lo que
denomina éfiTiEipía (empeiría) o experimentación. La experimentación
aristotélica no es una simple observación, que se almacena en la memoria,
sino que implica la excitación de la naturaleza (experimentación activa), la
observación exacta (incluso con medidas precisas) y, sobre ello, la memo-
ria y todavía más lo que hoy denominamos "procesado de datos" median-
te la "cogitativa": en ésta facultad, estudiada sobre todo por los aristotéli-
cos medievales (Avicena, Tomás de Aquino, Cayetano), se funciona a base
de comparar, medir, pesar y extraer lo esencial, lo constante, en lo con-
creto individual. (Se llama "cogitativa" de co-agitare, o dar vueltas a algo

"La cual pudiera comprender las siguientes fases principales: "La primera consiste en preparar
la inteligencia para que sea capaz de percibir el sentido de los hechos, es decir, obtener de ellos una
enseñanza, descubrir lo inteligible que llevan en sí. La segunda es simplificar lo más posible los
fenómenos naturales para que su sentido sobresalga más fácilmente, lo 'que equivale a hacer expe-
rimentos. La tercera consiste en elaborar lo que se ha creído ver, es decir, verificar que se ha visto
bien y precisar lo que se ha visto. La cuarta es demostrar la ley que se ha inducido. La clave de todo
este proceso es la coincidencia de una idea con una experiencia. Es, en efecto, el único momento
en que el espíritu entra en contacto con la realidad, es el paso decisivo que da a todo lo demás valor
de verdad. Pero para ello no hay regla ni método, pues es la intuición misma la que constituye el
fondo de la inducción, en cuanto es intuición formal abstractiva" (VERNEAUX, R., Epistemología
general... (Barcelona: Herder, 1981) p. 249.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 175

en la mente y también "estimativa", que indica la función de pesar, valo-


rar, extraer consecuencias a nivel de lo individual, etc.).
Tomás de Aquino describe a la cogitativa como "comparativa" de los
caracteres paniculares. En esta función comparativa se han de incluir natu-
ralmente el procesado de datos y su correlación y codificación, especialmen-
te atendiendo a lo variable y lo constante de los hechos, a lo esencial y a lo
accidental, a lo contingente y a lo necesario, etc. Esta es la función previa de
la operación intelectual abstractiva de la forma pura y de lo universal.
Implica especialmente la valoración (estimativa) de lo que es propio de lo
concreto como individual y lo que en ello hay de común, permanente o
constante y específico. El intelecto capta y selecciona abstractivamente lo
específico, lo común o universal, pero solamente puede hacerlo si previa-
mente la facultad estimativa lo ha distinguido de alguna manera de lo indivi-
dual pero en lo individual concreto. De lo contrario, no se salvaría ni la ver-
dad ni la objetividad o realismo del conocimiento científico experimental.
Pero han sido especialmente los empiristas modernos quienes han trata-
do de encontrar y han propuesto ciertas técnicas directivas de la inducción.
F. Bacon propuso las "Tres tablas": a) de presencia: constatación de una
cualidad o fenómeno en todos los casos en que se encuentre, aunque sea
en campos y sujetos muy diversos, b) de ausencia: verificación de todos
los casos similares en que el fenómeno está ausente, c) de los grados: medi-
ción de la intensidad de un fenómeno en más o menos, sea en el mismo,
sea en diversos sujetos.
Por su parte, Stuart Mill, propuso cuatro cánones o métodos para inves-
tigar las causas de los fenómenos:
• De concordancia: Si dos o más fenómenos se cambian excep-
to en un antecedente, y si con todo el fenómeno se produce
siempre, tienen una misma circunstancia o condición común, y
tal circunstancia o es causa o es efecto del fenómeno (ejemplo,
el agua, el aire y el hierro se dilatan siempre en presencia del
calor; luego el calor es la causa...)

• De diferencias: Si los casos en que aparece un fenómeno y los


casos en que no aparece tienen circunstancias comunes, excep-
to una, entonces ésta es causa o efecto de dicho fenómeno
(ejemplo, si sustraído solamente el oxígeno de la atmósfera y
puesto en ella un viviente, muere, es señal de que la vida orgá-
nica depende del oxígeno)

• De los residuos: Si de un fenómeno se relega una parte, cuyas


causas o antecedentes ya conocemos, el resto del fenómeno es
efecto o causa del resto de antecedentes (ejemplo, si el imán atrae
a varios cuerpos cercanos y a otros no; al ponerlo ante otro con-
junto de objetos vemos que atrae a unos y a otros no; debemos
concluir que en ambos casos actúan similares causas, tanto en la
atracción como en la no atracción...)
176 LORENZO VICENTE-BURGOA

• De las variaciones concomitantes: Si un fenómeno cambia cada


vez que otro fenómeno cambia del mismo modo, entre ambos
existe alguna relación causal (ejemplo, al conectar o desconectar
un interruptor eléctrico, se produce encendido o apagado de una
lámpara determinada; luego ello es la causa del encendido...).
(Los ejemplos son míos).
Y todavía para determinar esto es frecuente que la observación o expe-
riencia de un objeto o de un fenómeno deba llevarse a cabo variando, tanto
el sujeto individual, sus circunstancias espacio-temporales, condiciones,
relaciones o dependencias, etc. Es decir, implica todo un proceso experi-
mentativo o de experiencias, generalmente activas, inducidas, etc.
Y este mismo proceso experimentativo, implica a su vez frecuentemen-
te varias actividades: como observación, medida, codificación y cálculo de
cada fase experimental, etc. Es cierto, sin embargo, que se apela también
a la convergencia con otras teorías o leyes generales y con la totalidad del
sistema científico. En todo caso se prefieren las hipótesis y las explicacio-
nes más obvias y sencillas.
Actualmente quizás no se aplican literalmente estos métodos, a los cua-
les se les atribuye un cierto convencionalismo y falta de justificación. Con
todo, creemos que no son tan convencionales, y que se basan en la efica-
cia de esas técnicas para aislar lo que es específico y típico, separándolo de
lo que es individual y casual o accidental.

7. Un corolario: la certeza en las ciencias inductivas


De lo anterior podemos derivar, como simple corolario, por el momen-
to, una aplicación para ver más claramente la certeza propia de los sabe-
res que se basan en procesos inductivos.
Suele admitirse que la certeza del conocimiento deductivo es de necesi-
dad y, por tanto, es una certeza absoluta e indubitable, mientras que para
los saberes inductivos no se admite la misma certeza.
Por de pronto, vamos a distinguir tres tipos de certeza en cuanto a los
juicios que son conclusiones:
a) La total y absoluta, basada en la necesidad de la unión de sujeto-pre-
dicado en el juicio respectivo por conexión necesaria con las premisas. La
llamaremos certeza absoluta.
h) La total (100%) pero no absoluta. Es decir, lo que se cumple siempre
(100% de los casos), mas no por una necesidad intrínseca, sino simple-
mente fáctica; la llamamos certeza total, no absoluta.
c) La de mayor probabilidad {ut in pluribus, como decían los aristotéli-
cos). La que se cumple en la mayoría de los casos (lo más probable), pero
no necesariamente, ni en todos, sino que admite excepciones: certeza de
probabilidad; la llamamos, pues, certeza probabilística. Esta certeza de
mayor probabilidad se cumple siempre que el juicio en cuestión sea ver-
dadero en > 50% de los casos. Y en su formulación matemática de la pro-
babilidad es el cociente de dividir los casos favorables o de cumplimiento,
por los posibles o en el marco de las posibilidades reales totales.
LA ABSTRACCIÓN FORMAL Y LA VALIDACIÓN DEL RAZONAMIENTO. . . 177

Se comprende que en un saber deductivo riguroso, como p. e., el de la


matemática pura, en que la razón procede a base de conexiones necesarias,
el resultado o conclusión sea también de necesidad o de certeza absoluta.
Sin embargo, en los procesos inductivos, en que vamos desde los casos
particulares a los principios o leyes universales, no hay una necesidad abso-
luta, sino la presencia de la contingencia. Pero, como dice Tomás de
Aquino, "nada hay tan contingente que no contenga en sí alguna necesi-
dad". Y esto es justamente lo que se pretende rescatar mediante la abstrac-
ción formal: ese meollo de permanencia y de determinación, que se da
incluso en lo contingente. La abstracción de la forma, que es principio
determinante y estructurante de lo real, nos da por resultado justamente el
poder rescatar ese meollo no totalmente contingente. Pero, a la vez, y dado
que, como hemos visto, esa abstracción de la forma hemos de llevarla a
cabo generalmente a través de múltiples experimentos, comprobaciones,
análisis etc., de lo particular, ello implica siempre en los resultados un com-
ponente de devaluación de la certeza absoluta, aunque no impida la certe-
za de probabilidad e incluso la certeza total. Es justamente lo que sucede
en las investigaciones de la ciencia natural, cuyas leyes son ciertas ut inplu-
ribus, en la mayoría de los casos, aunque pueden caber excepciones.
La razón de esta diversidad creemos que se halla justamente en la dife-
rencia del proceso causal seguido en unos y otros saberes, los deductivos
y los inductivos. En los primeros se procede desde las causas a los efectos
conectados necesariamente; en los segundos, desde los efectos contingen-
tes a las causas posibles o más probables.
Con todo, creo que hay que establecer todavía un diferencia en los mis-
mos procesos inductivos, según se trate de conclusiones, que son leyes
estructurales de la naturaleza o bien de conclusiones, que son leyes diná-
micas o funcionales.
En el primer caso, la abstracción formal nos proporciona directamente
la forma o estructura fundamental o esencial de un objeto de la naturaleza,
por ejemplo, la composición de un elemento químico (hierro, oro...) con
sus propiedades esenciales, etc., tal y como aparecen en la tabla periódica
de los elementos químicos (Mendeleyev) por ejemplo. Por tanto, o bien se
ha llegado a captar la forma estructural y esencial de dicho elemento y
entonces tendremos una conclusión cierta con certeza total; o bien no
hemos llegado todavía a poder detectar la forma esencial de dicho elemen-
to o compuesto; en cuyo caso, tenemos ignorancia y ausencia de juicio,
pero no error (mientras no pretendamos hacer afirmaciones infundadas).
En cambio, cuando se trata de las leyes dinámicas, que se han de com-
probar en múltiples casos particulares, aunque se llegue a captar la estruc-
tura esencial del proceso, esto es, la conexión de los efectos dados a pos-
teriori con las leyes que los rigen, esto todavía puede no ser del todo cier-
to si se advierten algunas excepciones en el momento de la observación
protocolar. Por consiguiente, en este tipo de conclusiones, que son las
leyes dinámicas, no obtenemos la misma ceneza total, sino una certeza ut
178 LORENZO VICENTE-BURGOA

in pluribus, es decir, de tipo prohahilístico. Y ello debido a que, en los pro-


cesos dinámicos, las causas no siempre operan de modo inimpedible o con
total eficacia. Por ello, es incierta la formulación determinística de la cau-
salidad que decía: Posita causa sequitur effectus (puesta la causa, se sigue el
efecto), ya que la acción de una causa finita puede hallarse impedida en su
ejecución por diversos factores.
En conclusión, en los procesos inductivos, rara vez o nunca podremos
hablar de certeza absoluta, pero sí de certeza probabilística e incluso algu-
nas veces de certeza total. Todo lo cual se aclara a la luz de la teoría de la
abstracción formal, tal como la hemos presentado.
&ĂůĂĐŝĂƐ

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ĂƌŐƵŵĞŶƚĂĐŝſŶ
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&ĂůĂĐŝĂƐ
Falacias formales y no formales14
Una falacia en sentido general significa toda idea equivocada o creencia falsa; en lógica
se la utiliza desde una óptica más restringida, haciendo alusión a un error de
razonamiento, aquí sucede una particularidad, que tiene que ver con que algunos no son
obviamente incorrectos y se usan comúnmente por ser altamente persuasivos
(principalmente en la argumentación jurídica). Su estudio es provechoso y necesario dado
que a medida que adquiramos mayor familiaridad con ellas evitará que seamos
engañados por las mismas.
No existe una clasificación que haya sido universalmente aceptada, digamos que ha sido
una preocupación constante establecer una que las contenga todas, asimismo la más
adecuada para su estudio es la que distingue en: formales y no formales.
Las primeras debemos analizarlas en conexión con esquemas de razonamiento válido, ya
que son errores evidenciados desde la lógica. En cambio las no formales no cumplen con
las reglas no formales (del contenido y fiabilidad de las premisas, que ya repasamos en
apartados anteriores) son errores de razonamiento en los que podemos caer por
inadvertencia o falta de atención, a la vez ellas se subdividen en falacias de atingencia y
ambigüedad.
Las falacias de atinencia tienen la particularidad que sus premisas carecen de atinencia
lógica con respecto a sus conclusiones, son incapaces de establecer una verdad,
utilizadas para estimular emociones como temor, hostilidad, piedad, entusiasmo, terror,
etc. Ellas son:

1) Apelación a la fuerza (ad baculum)


Este razonamiento es usado para provocar la aceptación de una conclusión
cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales, se amenaza con el uso de
fuerza o violencia para doblegar a los opositores, es muy común en política.

Un ejemplo en el ámbito internacional de esta clase es cuando luego de la


Segunda Guerra Mundial, Churchill informa a los demás que el Papa sugería un
determinado curso de acción, dicen que Stalin manifestó su desacuerdo
aduciendo: “y cuántas divisiones dice Ud. que tiene el Papa para el combate”.

14
Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág 81 a 99

1
2) Argumento dirigido contra el hombre (ad hominem)
A la vez se clasifica en Ofensivo: en este caso en vez de refutar la verdad de lo
que se dice se ataca a quien lo afirma, por esto equivaldría decir que la filosofía de
Bacon es indigna por fue desposeído del cargo de canciller por deshonesto.
Se observa su carácter falaz ya que lo personal carece de importancia lógica para
establecer la verdad o falsedad de un enunciado.
Circunstancial: refiere a la relación entre la persona y las circunstancias que lo
rodean, por ejemplo la réplica del cazador al que se le acusa por sacrificar
animales inofensivos por diversión y él pregunta ¿por qué se alimenta de carne de
ganado inocente? Vemos que no trata de demostrar que es correcto sacrificar
vidas de animales para el placer de los humanos, sino más bien le reprocha a su
crítico que no sea vegetariano. Con este argumento atacamos a la persona que
nos discute, acusándola de contradicción entre sus creencias y prácticas. Vale
resaltar que a menudo logran su propósito, ya que son muy persuasivos, también
se lo denomina “envenenar la fuente” las razones de ellos son evidentes.

Fuente: http://es.wikipedia.org/falacias (28/08/2010)

2
Caricatura de Charles Darwin como un simio, en la revista Hornet. Se puede
observar que lo representaban con características propias de la rama de los
simios, como manera de burla a su observación de la evolución del simio al
hombre actual. Evidencia la falacia comentada.

3) Argumento por la ignorancia (ad ignoratiam)


Sería puesto en práctica si expreso la aserción que deben existir los fantasmas ya
que nadie ha podido demostrar que no los hay. La proposición sería verdadera
porque no se pudo demostrar su falsedad.
Cabe hacer una excepción en el caso del derecho, ya que allí existe un contexto
especial en donde no es falaz: la Corte de Justicia; con la presencia del principio
rector que supone la inocencia de la persona hasta que no se demuestre su
culpabilidad.
Siguiendo en el marco judicial, otro caso sería si una investigación no dio pruebas
que la persona X es comunista, es erróneo concluir que la investigación no aportó
conocimiento alguno, al contrario la misma estableció que X no es comunista.

4) Llamado a la piedad (ad misericordiam)


Este recurso es utilizado para conseguir que se acepte determinada conclusión, lo
encontramos con frecuencia en los tribunales de justicia, cuando un abogado
defensor deja de lado los hechos específicos que atañen al caso y pretende
generar piedad en los miembros del jurado y ponerlos a su favor.
Un ejemplo algo sutil es la defensa que hizo Sócrates de si mismo durante su
juicio:
“Quizá haya alguno entre vosotros que pueda experimentar resentimiento hacia mi
al recordar que él mismo, en una ocasión similar y hasta, quizá, menos grave,
rogó suplicó a los jueces con muchas lágrimas y llevó ante el tribunal a sus hijos,
para mover a compasión (…) yo en cambio aunque corra peligro mi vida, no haré
nada de eso. El contraste puede aparecer en su mente, predisponerlo en contra
de mi e instarlo a depositar su voto de ira, debido a su disgusto conmigo por esta
causa (…) claro yo soy un hombre, una criatura de carne y sangre, y tengo familia,
y tres hijos, ¡oh atenienses! Uno casi hombre y dos aún pequeños, sin embargo
no traeré a ninguno de ellos para que os pida mi absolución”.

Esta forma de argumentar puede usarse en tono hasta ridículo si vemos el caso,
por ej, de un joven que luego de asesinar brutalmente a sus padres, frente a
pruebas abrumadoras que lo comprometían seriamente, hacia un pedido de
piedad al jurado por haber quedado huérfano.

5) Llamado al pueblo (ad populum)


Este método puede ser utilizado para ganar consentimiento, despertar pasiones y
entusiasmo de la multitud, es utilizado por los políticos demagogos que pretenden
mover el sentimiento del público a favor o en contra de medidas determinadas. Lo
que evita la labor de reunir pruebas y argumentos.

3
Si la medida provoca cambios y se está en contra, arrojará sospechas de
innovaciones arbitrarias y elogiará al “orden existente”, pronunciarán términos
difamatorios, sin intento racional de argumentación; si está a favor de ella hablará
de progreso oponiéndose a los “prejuicios anticuados”. Sobrados ejemplos
invaden nuestra historia nacional, muchas veces imposibilitando el sustento de
una oposición fuerte y enraizada en la convicción republicana.
También en técnicas de publicidad y de ventas se suele manifestar la presencia de
este llamado al pueblo; allí producen la asociación del producto con un resultado/
efecto/sensación/situación etc. que alcanzaremos si lo consumimos; es como si
hechizaran sus productos y nos vendieran sueños e ilusiones.
El político en su campaña electoral argumenta que él debe recibir nuestros votos
porque “todo el mundo “vota por él, de igual manera se nos dice cuál marca de
automóviles o cigarrillos es la mejor, porque es la que más se vende en el país.
Debemos considerar que la aceptación popular de una actitud no demuestra que
sean razonables, ni verdaderas.

http://www.biografiasyvidas.com
Fuente: (Octubre 2004)

En esta imagen vemos a Adolf Hitler (1889-1945) aclamado por el pueblo alemán,
al cual supo convencer luego de la devastadora derrota de la Primera Guerra
Mundial que debía levantarse para reivindicar la nacionalidad; hábilmente utilizaba
técnicas discursivas para instarlo a seguir sus disposiciones. Lo llevarían a la
segunda guerra y un saldo más desfavorable aún que la primera.

6) Apelación la autoridad (ad verecundiam)


Tiene que ver con el sentimiento de respeto que siente la gente por personas
famosas para tener asentimiento a una conclusión. No siempre es falaz porque
nos puede ayudar a sustentar la misma, pero si la citamos fuera del ámbito de su
especialidad si se convierte en falacia: por ejemplo apelar a Darwin (quien es una
grana autoridad en biología) para una discusión religiosa o a Einstein (quien es un
gran físico) para una de índole política.

4
7) Accidente
Incurrimos en el toda vez que aplicamos una regla general a un caso particular,
cuyas circunstancias hacen inaplicable la regla. Por ej.: la regla general sostiene
que una persona debe pagar sus deudas, puede suceder que la misma esté en
estado de insolvencia y no pueda hacerlo.
Lo que es verdad en general puede no serlo universalmente y sin reservas, porque
las circunstancias modifican los casos.

8) Accidente inverso
También denominado generalización apresurada al comprender y caracterizar
todos los casos de una especie, se puede prestar atención solo algunos de ellos.
Los casos deben ser típicos, no atípicos, porque estos últimos son los que nos
pueden llevar a realizar una falacia de esta clase. Por ej: al ver el valor de los
narcóticos que son administrados por los médicos para los enfermos graves, con
lo que se alivian sus dolores, podemos proponer que los narcóticos estén a
disposición de cualquiera. Estaríamos argumentando vía accidente inverso.

Fuente: http://es.wikipedia.org/falacias (28/08/2010)

Un niño de Palestina sostiene un cartel que dice: «No somos terroristas». No todas las
personas que viven en Oriente Medio son terroristas, presunción extendida a
consecuencia de la propaganda estadounidense en la llamada "Guerra contra el
terrorismo”.

9) Causa falsa
Esta falacia ha recibido distintas denominaciones como: non causa pro causa y
“post hoc ergo propter hoc”15. La primera es caer en el error de tomar como causa

15
Significa después de esto, por lo tanto, a consecuencia de esto.

5
de un efecto algo que no es su causa real, y la segunda sería la inferencia de que
un acontecimiento es causa de otro sólo porque el primero es anterior al segundo.
Una creencia de pueblos antiguos que relacionaban el hacer sonar sus tambores
como causa de reaparición el sol luego de un eclipse., ofreciendo como prueba
que cada vez que se hicieron sonar los tambores durante el eclipse el sol apareció.

Fuente: KWWSHVZLNLSHGLDRUJVXpersticion (23/06/2010)

La esencia justificativa de las supersticiones se avala mediante este argumento falaz,


la imagen nos muestra una herradura colocada en la puerta de la vivienda con el
propósito de atraer la buena suerte.

Significado de causa
Ya advertimos la importancia del conocimiento de las conexiones causales, pero debemos
diferenciar las condiciones necesarias de las suficientes; las primeras son circunstancias
que si no están el fenómeno no se produce, por ej.: el humo es la consecuencia necesaria
del fuego.
A es necesario para que B se produzca, donde quiera que exista B ahí existe A. El fuego
no puede ocurrir sin que exista humo; tener 18 años es necesario para obtener la licencia
de conducir, es posible aseverar que una condición necesaria puede ocurrir por sí sola ya
que hay formas de generar humo sin fuego.
En cambio las segundas son aquellas circunstancias en cuya presencia el fenómeno debe
ocurrir, es lo justo o lo adecuado para que la otra cosa exista: A no puede ocurrir sin B, no
puede suceder sin aquello para lo que es condición, no puedes tener una licencia sin 18
años.

6
Es muy frecuente que usemos el término causa tanto como condición suficiente, cuando
queremos que se produzca algo deseable, como necesaria la cual tiene un carácter aún
más usual.
Otro sentido que se le puede atribuir es por él, en el caso de una compañía de seguros
que envía a investigar un incendio misterioso. Ella no está interesada en buscar o
diferenciar entre condiciones necesarias o suficientes, si pretende descubrir la acción que
marque la diferencia entra la aparición y la no aparición del acontecimiento. Aquí entra en
juego otra distinción: causas remotas y próximas.
Causa próxima en este ejemplo será la acción de encender el fuego por el titular de la
póliza.
Causas remotas:
 La persona fue instado por su mujer para que gane más dinero.
 Exigencias de ella de tener más ropa.
 Dado que la vecina se compró un valioso tapado.
 Por la especulación en los cereales del marido de la vecina.
 Favorecido por el aumento de precios.
 Pérdida de cosecha en India, ésta última sería la causa más remota del hecho.
Nunca encontraremos ni lograremos definir una única causa que se ajuste a todos los
requerimientos. Puede haber una pluralidad de causas, en el caso de una muerte puede
darse por una ataque al corazón, envenenamiento, bala, accidente, etc., no podemos
hacer aquí inferencias que vayan desde los efectos a las causas, pero especificaciones
posteriores (autopsia) aclararan el panorama disminuyendo el número de ellas.
Toda vez que usemos la palabra causa estamos relacionándola con efecto, debido a que
están conectados uniformemente: una circunstancia particular causa un efecto particular,
causas similares producen efectos similares.
Las causas que producen ciertos efectos es un caso de ley causal general ya que van
siempre acompañadas de tales fenómenos, no es una relación lógica ni deductiva, sino
que debe descubrirse a priori.

El diagrama causa-efecto o también llamado espina de pescado sirve para ayudarnos a


graficar las causas del problema que queremos analizar, incluye los siguientes elementos:

 El problema principal que se desea analizar.


 Las causas principales que han originado el problema.
 Las causas secundarias de cada causa principal.

En el siguiente ejemplo observamos un diagrama de Causa-Efecto en la fabricación de


mayonesa.

7
Causas principales:

Fuente: http://img56.images.us/img565153dadca4bn1 (08/08/2005)

Causas secundarias
&orrespondientes a cada causa principal

Fuente: http://img56.images.us/img565153dadca4bn1 (08/08/2005)

8
10) Petición de principios

Al establecer la verdad de una proposición buscamos premisas aceptables de las


que podemos deducir la conclusión, tomamos como premisa la misma conclusión
que se pretende probar, por lo cual adquiere carácter circular este razonamiento.
En el caso de alguien que quiere probar la existencia de Dios y expresa: “Dios
existe porque así lo dice la Biblia, lo cual es verdad porque la Biblia la escribió
Dios”.

No se esta dando razones que justifiquen conclusiones, sólo se usa la conclusión


para justificarla a sí misma.

11) Pregunta compleja

Exponer una pregunta o cuestión de manera que no se pueda acordar con un sí o


con no en forma directa. Tiene como efecto ratificar o confirmar la respuesta
implícita en la pregunta formulada. Por ej., en un interrogatorio un abogado puede
plantearlas para confundir o acusar a un testigo: ¿qué hizo con el dinero que robó?

Lo que se debería hacer en estos casos, es analizar a la pregunta compleja en sus


partes componentes, así cuando respondamos la parte implícita la explícita es
posible que sea diluida simplemente.

12) Conclusión inatinente


(ignotario elenchi)

Se trata de una falacia donde se usa un razonamiento que está dirigido a


establecer una conclusión particular es usado para una diferente; sus premisas se
dirigen a otra conclusión de aquella a la que se supone establecida por ella.

Por ej: probar que el acusado de asesinato es culpable argumentando que el


asesinato es un horrible delito para despertar horror y desaprobación. Cabe
resaltar que puede usarse un lenguaje neutro y frío asimismo caer en este tipo de
error argumental.

Falacias de ambigüedad16
Son razonamientos cuya formulación contiene palabras o frases ambiguas; si
retomamos las reglas del lenguaje que vimos paginas atrás, recordaremos que debe
utilizarse un único significado para cada término.
Las siguientes están clasificadas según las distintas maneras en que pueden
presentarse sus ambigüedades:

16
Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág 104 a 113

9
 El equívoco:
La mayoría de las palabras tienen más de un significado literal, si distinguimos
estos diferentes sentidos no tendremos inconveniente alguno, pero si los
usamos dentro del mismo contexto con distintos sentidos, entonces caemos en
el equívoco. El ejemplo tradicional de este tipo de argumentos es:
El fin de una cosa es su perfección

La muerte es el fin de la vida

La muerte es la perfección de la vida.

Aquí se confunden dos sentidos distintos del término “fin”, uno como objetivo y otro como
último acontecimiento, ambos son legítimos pero lo ilegitimo es confundirlos. Genera que
la conclusión no sea deducida de las premisas.
Hay una clase de equívoco que se relaciona con los términos relativos, es decir los que
tiene diferentes significados en contextos distintos. Por ej. la palabra “bueno” se la usa
con frecuencia equívocamente, cuando decimos que debe ser una buena persona porque
es un buen matemático.
 La anfibología:
Cuando se argumenta con premisas cuyo significado es confuso debido a la
manera descuidada en que sus palabras están combinadas; son premisas
peligrosas, raramente las encontramos en discusiones serias; suelen aparecer
en epígrafes o títulos de periódicos como el siguiente: “un granjero se saltó la
tapa de los sesos después de despedirse afectuosamente de su familia con un
revolver”.

Mi padre fue al pueblo de José en su coche (Texto anfibológico) ¿En el coche


de quién?

 Composición:
Esta falacia se aplica a dos tipos de razonamientos muy vinculados entre si; el
primero se define como llevar el razonar falazmente desde las propiedades de
las partes de un todo, a las propiedades del todo mismo. Un ejemplo sería: si
todas las partes de una maquina determinada son livianas la máquina “como
un todo” es liviana. El error lo vemos cuando consideramos una máquina muy
pesada que puede estar compuesta por partes livianas.
El segundo tipo de razonamiento, procede a partir de las propiedades de los
miembros individuales de una colección para pasar a las propiedades poseídas
por la colección. Equivaldría decir que si un ómnibus gasta más nafta que un
automóvil, todos los ómnibus gastan más nafta que los automóviles; lo que se
confunde en esta clase es el sentido distributivo y el sentido colectivo de
términos generales.

10
Ambos cosas aunque son semejantes la diferencia radica en la distinción entre
simple colección de elementos y el todo construido a partir de esos elementos.
Por ello una mera colección o clases de partes no es máquina; una mera
colección de ladrillos no es una pared. Una totalidad (máquina/ pared) tiene
sus partes organizadas de cierta manera definida.

 División:
Es la inversa de la anterior, se presenta la misma confusión pero la inferencia
procede en la dirección opuesta. Tenemos dos géneros de falacia de división,
el primero consiste en argumentar falazmente que lo que es cierto de un todo,
debe serlo también de cada una de las partes. Por ej. si sostenemos que un
equipo de futbol es bueno decimos que cada uno de sus jugadores lo es.
El segundo subtipo consiste en deducir de las propiedades de una colección
de elementos las propiedades de los elementos mismos. Argüir que dado que
los estudiantes universitarios estudian Medicina, Derecho, Ingeniería,
Odontología y Arquitectura, por lo tanto cada uno de ellos o algunos estudian
Medicina, Derecho, Ingeniería, Odontología y Arquitectura. Es verdad que
colectivamente estudian esas disciplinas, pero es falso que lo hagan
distributivamente.

Ambigüedades en publicidad

En Argentina, un famoso shampoo anticaspa tenía por eslogan «Para la caspa». Cuando
se lo usaba en televisión, el locutor lo decía de tal modo que todos se preguntaban si se
refería al verbo parar o a la preposición. Se trata de un ejemplo de ambigüedad positiva.

La doble interpretación siempre tendría que remitir a algo bueno para el producto, sin que
quede lugar para las dudas.

El extremo opuesto, una ambigüedad negativa: «Televisores Mega. Son lo que tú ves».
¿Qué habrá querido decir el redactor con esta frase? ¿Qué son lo que se ve? ¿Qué no
son nada más que eso? ¿Qué son los televisores que ve todo el mundo? ¿Dónde los ven?
¿En sus casas, en los avisos o en las vidrieras?

El manejo de la ambigüedad es un arte complejo. Si se lo utiliza, es preciso asegurarse de


que la ambigüedad vaya en un solo sentido, se la tome como se la tome. Si no, es
aconsejable volver al seguro terreno de lo directo y sencillo.

11
)DODFLDVIRUPDOHV17
Caemos en ellas al tomar la verdad de sus proposiciones como garantía de la validez del
razonamiento, son fallas de sintaxis lógica, su número es extenso, pero tiene en común
que si abstraemos su forma lógica es posible una nueva interpretación con premisas
verdaderas y conclusión falsa.

 Falacia de afirmar el consecuente en el modus ponens y no el antecedente como


es debido:

Ej: Si Bacon escribió Hamlet, entonces Bacon era un gran escritor

Bacon era un gran escritor

Por lo tanto, Bacon escribió Hamlet.

Conclusión absurda.

Si llueve, entonces me mojo

Me mojo

Por lo tanto, llueve.

Es posible mojarse por otra causa.

 Falacia de negar el antecedente en el modus tollens y no el consecuente

Ej: Si Carlos mató a su amigo, entonces cometió un grave delito

Carlos no mató a su amigo

Por lo tanto, no cometió un grave delito.

Puede haber cometido otro delito.

 Falacia de cuatro términos: un silogismo categórico debe contener sólo tres


términos, puede que uno esté usado en dos formas distintas. La conclusión sólo puede
justificarse si las premisas muestran la relación de los términos de la conclusión con el
tercer término.

17
Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág 224 a 231

12
 El término medio debe estar distribuido en una premisa al menos, observemos el
siguiente caso:

Todos los perros son mamíferos

Todos los gatos son mamíferos

Por lo tanto, todos los gatos son perros.

El término medio mamíferos no está distribuido, las premisas deben mostrarnos


como los dos términos están conectados con un tercero.

 Falacia de premisas excluyentes: cuando son negativas, generan que no


sea válido el silogismo.

 Falacia de extraer conclusión afirmativa de premisas negativas: conforma


un error ya que la misma no puede decir más o ir más allá que ninguna
premisa.

 Falacia existencial: e x t r a e r una conclusión particular cuando


ambas premisas son universales.

Ej: Todos los animales mimados son animales domésticos.

Ningún unicornio es un animal doméstico

Por lo tanto, algunos unicornios no son animales domésticos.

 Para implicar una conclusión afirmativa ambas premisas deben afirmar una
inclusión de clases. La conclusión afirmativa sólo se deduce de premisas
afirmativas, si una es negativa la conclusión es negativa sí o sí.

13
Síntesis conceptual
 Los argumentos deductivos son los que pretenden que sus premisas ofrezcan
fundamentos concluyentes, la verdad de sus premisas, son prueba suficiente para
garantizar la verdad de sus conclusiones, ellas se encuentran lógicamente
implicadas por las premisas.

 Los razonamientos inductivos no nos ofrecen fundamentos concluyentes para


asegurar la verdad de la conclusión solo nos dan algún motivo o razón, pueden ser
mejores o peores pero no válidos o inválidos.

 Argumentos categóricos las proposiciones categóricas son aserciones acerca de


clases que afirman o niegan que una de ellas esté incluida en otra de manera total
o parcial. Tenemos cuatro formas típicas:
TODO S ES P
NINGÚN S ES P

ALGÚN S ES P

ALGÚN S NO ES P

Debemos diferenciar calidad de cantidad, la primera hace mención al carácter afirmativo o


negativo de la proposición, y la segunda al hecho de ser “universal” o “particular”.

 Silogismo categórico
Es un razonamiento deductivo del cual se infiere la conclusión a partir de la
premisa. Posee tres proposiciones categóricas y tres términos de los cuales el que
aparece como predicado de la conclusión se llama término mayor en cambio el
sujeto de la conclusión es el término menor, el restante se denomina término
medio.
 Modus ponens: Significa “poner”, puesto “P” se sigue “Q”, en este razonamiento se
afirma el antecedente y como conclusión se afirma el consecuente.
 Modus tolens: Viene de “tollere” que significa quitar, en este modo realizamos la
negación del antecedente para poder en la conclusión negando el antecedente.
 Silogismo hipotético: la condición es que el consecuente de una premisa sea el
antecedente de la siguiente y que luego en la conclusión se enlace el primer
antecedente con el último consecuente.
 Silogismo disyuntivo: también llamado alternativo, este caso no afirma la verdad de
una u otra de sus opciones, sino que al menos una es verdadera o ambas pueden
serlo.
 Dilema: significa tener que elegir entre dos alternativas que son malas o
desagradables, es un elemento poderoso e impactante en la persuasión, como
arma devastadora en una discusión.
 La inducción se basa en razonamientos que no aspiran a mostrar la verdad de sus
conclusiones como derivación necesaria de las premisas, sino que tienen cierta

14
probabilidad; la misma no demuestra como ciertas las leyes a las que conduce
sino más bien como altamente probables.
 Razonamiento por analogía es muy usado en la vida cotidiana, se encuentra el
fundamento por medio de la experiencia pasada que nos permite discernir el
futuro.

Estimación de razonamientos analógicos


 Número de entidades entre las cuales se afirman por analogía.
 Número de aspectos en los que se establecen analogías.
 Fuerza de las conclusiones con respecto a las premisas.
 Número de desemejanzas o diferencias entre los ejemplos mencionados en las
premisas y el ejemplo de la conclusión.
 Atinencia de las premisas.

Significado de causa
 Es frecuente que usemos el término causa tanto como condición suficiente como
necesaria.
 Nunca encontraremos ni lograremos definir una única causa que se ajuste a todos
los requerimientos.
 Toda vez que usemos la palabra causa estamos relacionándola con efecto, debido
a que están conectados uniformemente: una circunstancia particular causa un
efecto particular.
 Las causas que producen ciertos efectos es un caso de ley causal general ya que
van siempre acompañadas de tales fenómenos, no es una relación lógica ni
deductiva, sino que debe descubrirse a priori.

Inducción por enumeración simple


Es similar a los razonamientos por analogía, se usa a menudo para establecer relaciones
causales, tiene los mismos criterios que los anteriores, a mayor número de casos
mencionados habrá una mayor probabilidad de conclusión. Debe tenerse precaución
porque no son capaces de distinguir entre ejemplos de leyes causales y meros accidentes
o coincidencias.
 Falacias formales y no formales
Una falacia significa toda idea equivocada o creencia falsa; en lógica se la utiliza,
haciendo alusión a un error de razonamiento. Aquí sucede una particularidad,
algunos no son obviamente incorrectos y se usan comúnmente por ser altamente
persuasivos (principalmente en la argumentación jurídica).

 No existe una única clasificación la más adecuada para su estudio es la que


distingue en: formales y no formales.
Las primeras deben ser analizadas en conexión con esquemas de razonamiento
válido, ya que son errores evidenciados desde la lógica. En cambio, las no
formales, no cumplen con las reglas no formales (del contenido y fiabilidad de las

15
premisas, que ya repasamos en apartados anteriores) y a la vez se subdividen en
falacias de atingencia y ambigüedad.

 Las falacias de atinencia


Apelación a la fuerza
Argumento dirigido contra el hombre
Argumento por la ignorancia
Llamado a la piedad
Llamado al pueblo
Apelación la autoridad
Accidente
Accidente inverso
Causa falsa
Petición de principios
Pregunta compleja
Conclusión inatinente

 Falacias de ambigüedad
Equívoco
Anfibología
Composición
División

 Falacias formales
Falacia de afirmar el consecuente en el modus ponens y no el antecedente
Falacia de negar el antecedente en el modus tollens y no el consecuente
Falacia de cuatro términos
Falacia existencial
Falacia de premisas excluyentes
Falacia de extraer conclusión afirmativa de premisas negativas
El término medio debe estar distribuido en una premisa al menos

16
Bibliografía de referencias
Copi, I. (1994). Introducción a la lógica (1ª Ed). Buenos Aires: Eudeba.

Redondo, M. C. (1996). La noción de razón para la acción en el análisis


jurídico. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

Nombre de la
materia

17
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Antes de comenzar a tratar el tema especifico de la argumentación, será necesario hacer
un breve repaso sobre otras cuestiones relativas a la importancia del lenguaje, sus usos e
influencia.
Este sistema simbólico llamado lenguaje tiene una relevancia fundamental en nuestra
vida, nos proporciona las objetivaciones indispensables, configura el orden donde
adquiere sentido nuestra existencia y la de toda la red de relaciones humanas que
llevamos adelante, es un depósito objetivo de acumulación de significados y experiencias,
que perduran en el tiempo y se transmiten a través de las generaciones.
Debemos tener en cuenta que el lenguaje, como facticidad externa, ejerce un efecto
coercitivo, ya que genera que nos adaptemos a él, a sus pautas.
Vale resaltar que es imposible existir sin poder comunicarnos ni interactuar; es la nota
distintiva del hombre, único con capacidad del habla. La relación con nosotros mismos y
el mundo que nos rodea debe pasar ineludiblemente por la pantalla de las palabras.

Fuente:www.benitojuarez.buap.mx.lenguaje.jpg (30/07/2008)

1
Siguiendo a Copy (pág. 47) podemos expresar que el lenguaje puede llegar a conformar
un instrumento sutil, la mayoría de las veces perdemos de vista la multiplicidad de usos y
propósitos a veces no muy claros o encubiertos, dada la tendencia a simplificar la mirada
o no ver más allá de lo que las palabras dicen. Por ejemplo, cuando luego de hablar un
largo rato con alguien pensamos: “¡tanta charla para decir tan poco!” o “me preguntó
¿cómo estaba?, ¿cómo si eso le preocupara?”. Se ve claramente que hay una
incomprensión de propósitos, tal vez la pregunta: ¿cómo está?, es más un saludo
amistoso que un pedido de informe médico.
Debemos resaltar que la comunicación de ideas no tiene un único fin, sino varios, entre
los que podemos mencionar:
 Despertar un sentimiento, pasión, sensación.
 Propiciar o impedir alguna acción.
 Colocar una determinada disposición.
 Entre otros.

En cuanto a los usos, por fines didácticos, podemos clasificarlos de la siguiente manera:
 INFORMATIVO: pretende la formulación, afirmación o negación de proposiciones.
 EXPRESIVO: el ejemplo típico es la poesía, en donde se expresan sentimientos
del autor que pretende despertar en el lector similares experiencias.
 DIRECTIVO: se utiliza para originar o impedir una acción manifiesta. Suelen ser
órdenes y pedidos, ante los cuales podemos estar o no de acuerdo, situación por
la cual nunca afirmamos que son verdaderos o falsos.
Esta división nunca es mecánica sino que en toda comunicación utilizamos los tres juntos,
por ello, decimos que son funciones más bien de tipo mixto.

2
Fuente: http://centros5.pntic.mec.es/cpr.de.ciudad.real/lengua/Funcleje.gif

El cuadro anterior refleja las distintas funciones del lenguaje entre ellas tenemos la referencial:
que tiene por objeto informar, la emotiva que busca expresar sentimientos, sensaciones, etc. La
conativa llamada también apelativa que intenta lograr que el otro sujeto actúe, la fática o de
contacto que esta orientada al canal de comunicación entre el emisor y el receptor, la función
poética o estética que no le interesa tanto lo que se dice sino como se dice para llevarle al
receptor sensaciones de belleza, creatividad, etc., Por último se encuentra la metalingüística: se
centra en el propio código de la lengua la cual y se utiliza para hablar del propio lenguaje, aclara
el mensaje.

3
>ĂĂƌŐƵŵĞŶƚĂĐŝſŶ

Aristóteles
(Estagira, Macedonia, 384 a. C. – Calcis Eubea, Grecia, 322 a. C.)

Fuente: http://www.biografiasy vidas.com/biografia/fotos/aristoteles.jpg (28/03/2010)

Es posible remontar el origen de la argumentación a los griegos, por el desarrollo que


ellos hicieron de los conceptos de Retórica y Oratoria. La primera, para Aristotéles1, es el
arte de la persuasión, del buen decir, poder comunicar con eficacia y moralidad. Implicaba
la relación con el “método dialéctico” (diálogo) que sirve para razonar sobre asuntos
opinables en donde no hay una sola verdad sino que debemos buscar la mejor de ellas,
con motivos a favor y en contra, comparando los argumentos que la sustentan. El poder
de la retórica entra en juego cuando quienes intentan convencer sobre sus tesis, deben
construir sus argumentos para fortalecer sus posiciones y debilitar al contrario.
La oratoria es definida como el arte de hablar con elocuencia, la misma se aplica en todos
los procesos comunicativos hablados.
Para algunas personas, argumentar es sólo exponer sus prejuicios bajo una nueva forma,
por eso es muy corriente la idea de que los argumentos son inútiles, desagradables o
conflictivos, lo asimilamos a una discusión verbal, como sinónimo de disputa. Pero en
realidad esta visión no es representativa de lo que significa en verdad su concepto.
2
En “Las claves de la argumentación” Anthony Weston dice que “dar un argumento
significa ofrecer un conjunto de razones o pruebas que apoyan a una conclusión”, a partir
de esto vemos que un argumento no es simplemente la afirmación de ciertas opiniones, o
una disputa, sino más bien los enfocamos como intentos de apoyar ciertas opiniones con
razones. Destacamos así el carácter esencial que poseen los mismos, en contraposición
de la visión que los considera como inútiles.
Esa importancia que puntualizamos radica en que es una manera de tratar de informarse
acerca de qué opiniones son mejores que otras, dado que no encontraremos puntos de

Hoy significa la elaboración de discursos gramaticalmente correctos y persuasivos.


1

Weston, Anthony. Las claves de la argumentación. Ariel, Barcelona 2001. (Introducción y Cap. 1)
2

4
vista idénticos, veremos que algunas conclusiones pueden apoyarse en buenas razones y
otras tendrán un sustento de carácter mucho más débil. Cotidianamente, desconocemos
cuál es cuál, por lo tanto, tenemos que brindar argumentos a favor de las diferentes
conclusiones y luego valorarlos para considerar cuán fuertes son realmente. Desde este
punto de vista un argumento viene a ser un medio para indagar.
Otro motivo que evidencia su relevancia es que, al momento de arribar a una conclusión
sustentada en razones, la explicamos y defendemos mediante argumentos. Un buen
argumento nunca es una reiteración de conclusiones, sino más bien una posibilidad
óptima de encontrar pruebas y razones, para que otras personas puedan formarse sus
propias opiniones por sí mismas. Por ejemplo, si tengo una convicción clara acerca del
impacto perjudicial que ejercen las papeleras en el medio ambiente, debo usar
argumentos para explicar cómo llegué a esa conclusión para poder convencer a otros,
ofreciendo las pruebas y razones que a mí me convencieron. Podemos decir de este
modo, que no es un error en absoluto tener opiniones, el error es no tener nada más.
El debate es un medio para solucionar problemas en el campo político, jurídico, científico,
etc., tiene un efecto enriquecedor por la confrontación de distintos puntos de vista. Sin
duda tienen mayor necesidad de argumentar quienes ejercen el poder, porque deben
justificar los actos que realizan, de esta manera quien condena, libera o gasta fondos
públicos debe explicar sus actos, lo que conforma a la vez una posibilidad de controlar la
administración de la cosa pública.
Tendremos distintos procedimientos de argumentación que conllevan a distintas clases de
resolución, a saber:
1) FORO JUDICIAL: es de base adversativa, una acción es presentada ante la corte,
hay dos partes opuestas, y el procedimiento será concluido cuando se emita un
veredicto a favor de una u otra.
2) NEGOCIACIONES ENTRE SINDICATOS Y PATRONALES: su meta es opuesta al
anterior ya que pretende lograr un compromiso consensuado aceptado por ambas,
una posición intermedia que sea satisfactoria para las partes.
3) CAMPO ARTÍSTICO: la función principal de la argumentación será la clarificación.
Por ej.: nos preguntan sobre una película que vimos explicaremos la significación
de nuestra afirmación más que probar que la misma es correcta, podrán discutir
otros la validez de nuestras interpretaciones. No se pretende establecer lo correcto
o incorrecto del tema debatido.
Argumentar desde la lógica es encadenar proposiciones de tal manera que algunas de
ellas (premisas) le sirven de fundamento a otras (conclusión), por ejemplo:

Todos los hombres son mortales


Sócrates es hombre
Por lo tanto, Sócrates es mortal

5
Si aceptamos la verdad de las dos primeras proposiciones aceptaremos la verdad de la
tercera. Lo que justifica la conclusión son las premisas, ellas son razones que sirven de
validación a la conclusión.

Esquema de representación de los elementos de una argumentación.

Fuente: www.liccon.edu.uy/bedelia/cursos/metodos/argumentacion

Comprender los ensayos basados en argumentos


Al momento de argumentar muchas veces transcribimos opiniones elaboradas que son
afirmaciones de nuestras opiniones, pero no llegamos a ofrecer ninguna auténtica razón
para pensar que las mismas son correctas; al escribir un ensayo no lo hacemos
basándolo en argumentos, esto configura un error típico y natural, como expone Weston.

6
Cuando se requiere realizar un trabajo escrito interesado en los fundamentos de nuestras
creencias, las cuales puedan ser sometidas a prueba para luego ser defendidas como
puntos de vista, necesitamos aprender a pensar por nosotros mismos, a formar nuestras
propias opiniones de manera responsable.

Para poder escribir un buen ensayo basado en argumentos, debemos utilizar razones
tanto como medio para indagar, como para explicar y defender las propias conclusiones.
Se debe pensar el trabajo examinando los argumentos contrincantes y luego escribir el
ensayo mismo con un argumento, defendiendo los puntos de vista propios como
argumentos y valorando críticamente los postulados por la parte contraria.

Los puntos principales de un ensayo

Supongamos que llegamos a una conclusión que pensamos que es posible defender
adecuadamente, debemos:
 Preparar un esquema.
 Explicar el problema.
 Preguntarnos ¿Por qué es importante? ¿Qué es lo que depende de la respuesta?
¿Por qué otros deberían preocuparse por el tema o interesarse en un cambio?
¿Qué nos llevó a interesarnos por la cuestión?
Debemos considerar a la audiencia, que tome conciencia de la gravedad del
problema para justificar el interés propio en la cuestión, apelar a valores o pautas
compartidas.
 Formular una propuesta o afirmación definitiva.
 Ser específico y concreto.
 Desarrollar argumentos de un modo completo.
 Una vez aclarada la importancia de la cuestión y decidido que es lo que no
proponemos, el trabajo estamos en condiciones de desarrollar el argumento
principal.
 Planificar es importante. Un argumento bien desarrollado es mejor que tres
argumentos tan sólo esbozados. No debemos usar cualquier argumento que
consideremos que favorece a nuestra tesis. Concentrémonos en uno o dos de los
mejores.
 Argumentar acerca de causas y efectos, mediante ejemplos, etc.
 Examinar las objeciones.
 Examinar qué desventajas puede tener la propuesta. Sacar las desventajas y
responderlas.
 Anticiparse a las objeciones.
 Seleccionar las críticas más fuertes y comunes y tratar de responderlas.
 Examinar las alternativas.
 Si defendemos una propuesta debemos mostrar que es mejor que las otras
maneras.
 Escribir el ensayo (el último paso).
 Seguir un esquema.
 Formular una introducción breve.

7
 Exponer argumentos de uno en uno.
 Regla general: argumento por párrafo.
 Exponer intenciones con claridad.
 Un buen ensayo primero explica la importancia de la cuestión, luego formula la
conclusión y finalmente dedica un párrafo (o varios) a defender cada una de las
premisas.
 Utilizar los términos de un modo consistente.
 Claridad.
 Explicar las conexiones entre sus ideas.
 Explicar el uso de términos clave.
 Apoyar las objeciones con argumentos.
 No afirmar más de lo que ha probado.

Reglas generales

Distinguir entre premisas y conclusión3:


Primeramente especificaremos el carácter proposicional tanto de las premisas como de la
conclusión. Éste hace alusión a la posibilidad de ser verdadero o falso diferenciándolo de
las preguntas, órdenes y exclamaciones. La diferencia con las oraciones es que, por
ejemplo, dos distintas pueden tener igual significado:

Juan ama a María

María es amada por Juan

Se ve claramente que ambas son distintas, pero tienen significado idéntico.


Las premisas son afirmaciones por medio de las cuales damos razones a favor de la
conclusión; la misma no es más que una afirmación que tiene su fundamento en las
premisas. Debemos tener en cuenta que son términos relativos, esto quiere decir que un
enunciado puede ser premisa en un razonamiento y en otro ser conclusión. Por ejemplo:

Todos los seres vivos son mortales


Todos los hombres son seres vivos
Por lo tanto, todos los hombres son mortales.
Luego veremos:
Todo ser vivo nace y muere
Todo el que nazca y muera es mortal

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba. Buenos Aires, 1994. Pág 6 a 10


3

8
Por lo tanto, todos los seres vivos son mortales.

Esto nos hace ver que tomadas aisladamente ninguna proposición es premisa o
conclusión; puede suceder que nos encontremos con la conclusión al principio del
razonamiento y las premisas al final, como observamos en el ejemplo de la Política de
Aristóteles que aparece a continuación:

En una democracia los pobres tienen más poder que los ricos Conclusión
Porque son más Premisa
Y la voluntad de la mayoría es suprema Premisa

Puede ocurrir que la conclusión esté entre las premisas:


Todo héroe es valiente, aunque algunos soldados no son héroes porque algunos no son
valientes.

Si lo reformulamos quedaría:

Todo héroe es valiente


Algunos soldados no son valientes
Por lo tanto, algunos soldados no son héroes

Es importante resaltar la presencia de indicadores de conclusión como: por lo tanto, por


ende, por consiguiente, luego, podemos inferir, etc. entre los indicadores de premisa
tenemos: porque, pues, en tanto, por la razón de que, etc. aunque no podemos asegurar
que un razonamiento contenga necesariamente esas palabras o frases. En el caso
siguiente se evidencia tal situación:
No es necesario en modo alguno que el Poder Legislativo funcione de manera
permanente; pero sí es absolutamente necesario que el Poder Ejecutivo funcione
permanentemente, porque no siempre hay necesidad de elaborar nuevas leyes y siempre
se necesita poner en práctica las leyes elaboradas.
Puede ocurrir que encontremos proposiciones afirmadas en forma de pregunta retórica
como en la siguiente situación:
Si el Código Penal prohíbe el suicidio; esto no es un argumento valido para la Iglesia
¿Qué pena de muerte puede tener una persona que no le teme a la muerte misma?

9
Atender a la existencia de las premisas implícitas (entimemas)4
Esta situación es muy frecuente en particular en el razonamiento judicial, donde se suele
dar por sobrentendida una de las premisas llamada entimema (generalmente la
normativa), expresando sólo una parte del contenido del silogismo. Logra sintetizar la
argumentación pero se debe actuar con prudencia ya que sino es conocida la premisa el
discurso se torna confuso. Dicho contexto resulta más peligroso para los jueces porque
deben hacer explicitas todas las razones que los llevaron a tomar el veredicto para que
posteriormente puedan ser conocidas, controladas y criticadas, generándose así un
vínculo entre argumento y ética profesional.
La mayoría de las inferencias se expresan de esta forma, en el lenguaje cotidiano y aún
en la ciencia, porque se presume que estas proposiciones son de conocimiento común.
Puede ser retóricamente poderoso y persuasivo, quizás en mayor medida que cuando es
expresado con todo detalle.

Observemos un ejemplo:
La conclusión “Juan es ciudadano” puede darse sólo con la premisa “Juan es argentino
nativo”. Este razonamiento se completaría de la siguiente forma:

Todos los argentinos nativos son ciudadanos

Juan es argentino nativo


----------------------------------------------------------
Juan es ciudadano

Presentar las ideas en orden natural


Lo anterior es una condición que refiere a la necesidad de entrelazar naturalmente las
premisas y luego sea fácilmente inteligible la conclusión, además para que sea posible
discernir cuáles son las premisas que justifican una afirmación.

Partir de premisas fiables


Significa que si partimos de premisas débiles la conclusión tendrá el mismo vicio.
Notemos la diferencia en los siguientes argumentos:

1-
Todos los hombres son mortales
Sócrates es hombre
Por lo tanto, Sócrates es mortal

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág. 254
4

10
2-
La mayoría de las mujeres de Italia le son fieles a sus esposos

Anabela es de Italia

Por lo tanto, Anabela le es fiel su esposo

Sin duda el primer argumento nos ofrece una mayor certeza que el segundo debido a que
en este último las premisas justificadoras no alcanzan a ser fiables.

Usar un lenguaje concreto


Tiene que ver con que el carácter del lenguaje utilizado sea específico y definitivo
evitando términos generales, abstractos y vagos. Por ello resulta más preciso decir
“estuve horas esperando rendir un examen, así que te imaginarás cómo me siento”, que
decir “en este día sufrí muchos sinsabores”.

Evitar usar un lenguaje emotivo5


Como expresamos en párrafos anteriores, el lenguaje puede tener diferentes usos, uno de
ellos es el expresivo o emotivo, el cual es recomendable desestimar su incorporación en
la argumentación ya que las palabras generaran sugestión o impacto emotivo. Dicho uso
tiene por función influir en las emociones y sentimientos pero no conforma una manera
racional ni seria de dar razones.
Cabe recordar la independencia del significado literal y emotivo que ellas manifiestan, el
siguiente ejemplo clarificara esta idea:

A) Burócrata – B) Empleado del gobierno – C) Servidor público

Las tres palabras poseen un significado literal igual pero el de carácter emotivo es
diferente:

A) Expresa resentimiento y desaprobación


B) Expresa neutralidad
C) Expresa simpatía y aprobación

Queda claro cómo el mismo hecho u objeto puede describirse por palabras con impactos
disimiles. El impacto emotivo puede entrar en relación con las propiedades que posee a lo
que hace alusión y también puede adquirir esta significación por asociación, no es
necesario que se produzca directamente con el objeto denotado por la palabra.

Copi, Irving. Introducción a la lógica. Eudeba, Buenos Aires, 1994. Pág. 47


5

11
Bibliografía de referencias
Copi, I. (1994). Introducción a la lógica (1ª Ed). Buenos Aires: Eudeba.

Redondo, M. C. (1996). La noción de razón para la acción en el análisis


jurídico. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

Nombre de la
materia

12
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Como ya se mencionó, al momento de distinguir el proceso de la deducción del de la
inducción, éste tiene que ver con los razonamientos que no aspiran a mostrar la verdad
de sus conclusiones como derivación necesaria de las premisas, sino que tienen cierta
probabilidad.
Con referencia a la misma podemos esbozar que no demuestra como ciertas las leyes a
las que conduce sino más bien como altamente probables. Por ej.: la probabilidad de que
si tiramos una moneda al aire salga cara es ½, o también podemos decir que es
altamente probable la teoría de la Darwin en relación al relato de la creación del Génesis
de la Biblia.
La Teoría de la Probabilidad comienza con Blas Pascal y la siguen entre otros Laplace,
De Morgan, Keynes, etc.; ella siempre mide el grado de creencia racional, es el resultado
del conocimiento parcial y la ignorancia parcial; si se conociera el movimiento exacto de
los dedos al lanzar la moneda, sumado a la posición inicial, más las dimensión y
distribución del peso de la moneda, podríamos predecir la trayectoria y posición final con
toda seguridad. Esto es imposible porque contamos con información limitada, sólo
sabemos que la moneda tiene dos lados, que caerá y que hay dos posibilidades, cara es
una de ellas de ahí surge que tengamos ½ de probabilidad que salga cara.
La probabilidad indica lo fácil que es que algo pase. Se puede usar una línea para
representarla

Fuente: http://www.disfrutalasmatematicas.com/imagen/probability.line.gift

1
Podemos decir que la probabilidad de que algo pase está entre imposible y seguro.

Además de usar palabras se pueden usar fracciones o decimales para indicar la


probabilidad de que algo pase. Imposible es cero y seguro es uno.

Fuente: http://www.disfrutalasmatematicas.com/imagen/probability.line.gift

El razonamiento que acabamos de realizar conforma una teoría a priori de la probabilidad


porque lo conseguimos solo con el conocimiento de condiciones necesarias sin realizar un
ensayo o examinar una muestra.
Otra visión toma a la probabilidad como medida de frecuencia relativa para justificar
investigaciones estadísticas, como es el caso de la determinación de la tasa de
mortalidad:
Si una persona tiene 25 años

Cuántas son las probabilidades de vivir hasta los 26

De 1000 personas logran 963 la propiedad aludida frecuencia relativa con que
los miembros de la clase representan la propiedad específica

0.963 Coeficiente de probabilidad de aparición de esa propiedad

Ningún acontecimiento tiene una probabilidad intrínseca sólo puede asignarse


probabilidad sobre la base de datos de que se dispone.

2
Fuente:http://4.bp.blogspot.com/_Kj-xvqNac-
w/SApVEaPW3bI/AAAAAAAAAA8/Mpa4yW_5AV0/s320/Dibujo.bmp (19/04/2008)

Razonamiento por analogía


Es muy utilizado en la vida cotidiana, se encuentra el fundamento por medio de la
experiencia pasada que nos permite discernir el futuro. De esta manera si me compré un
par de zapatos sé que me darán buen resultado si los comparo con otros que tuve de la
misma marca y la misma tienda. La mayoría de nuestras inferencias las hacemos por
analogía, partiendo de experiencias pasadas en donde comparamos resultados y
procesos a partir de similares condiciones a las actuales. No pretenden ser
matemáticamente seguros.
Volviendo a la situación mencionada de los zapatos vemos que podemos hallar tres
puntos de analogía, los mismos son:

 Son zapatos
 Comprados en la misma tienda PREMISAS
 Dan buen resultado CONCLUSIÓN

A través de la presencia de la similaridad de dos cosas, una de ellas tiene una tercera
característica de la cual extraemos la conclusión, que la otra la tendrá también.

La forma lógica sería:

3
A, B, C y D tienen todos, las propiedades P y Q
A, B y C tienen todos la propiedad R
D tiene la propiedad R

Presentamos otro ejemplo:


La 1° Revolución Industrial, significó la desvalorización del brazo humano por al
competencia de las maquinas. De manera similar, la moderna Revolución Industrial, está
destinada a desvalorizar el cerebro humano, al menos en sus decisiones más simples y
rutinarias. Así como el carpintero, el mecánico y la modista hábiles han sobrevivido a la 1°
Revolución, de igual modo el científico y el administrativo hábiles pueden sobrevivir a la
2°.

Estimación de razonamientos analógicos

 Número de entidades entre las cuales se afirman por analogía:


Por ejemplo aconsejo no enviar camisas a determinada lavandería porque mandé
sólo una y volvió arruinada. Así estoy sacando conclusiones apresuradas, en
cambio si doy el mismo ejemplo pero lo justifico relatando cuatro situaciones
iguales y además le agrego testimonios de dos amigos también similares, la
proposición tendrá más fuerza, apuntalada por una mayor cantidad de hechos.

 Número de aspectos en los que se establecen analogías:


Retomando el ejemplo de los zapatos, tendremos mayores probabilidades si
fueran manufacturados por la misma fábrica, se vendieran al mismo precio, fueran
del mismo tipo, los usara para la misma actividad y en las mismas circunstancias.

 Fuerza de las conclusiones con respecto a las premisas:


Si Juan tiene un auto nuevo que gasta 3 litros de nafta cada 20 km, Pedro puede
inferir que su auto nuevo de la misma fábrica, de igual modelo también tendrá
buen rendimiento. Además puede elaborar otros razonamientos, usando con las
mismas premisas pero llegará a distintas conclusiones, a saber:

 Si saca la conclusión que su auto recorrerá más cantidad de kilómetros

Conclusión elevada

 Si saca la conclusión que su auto recorrerá 18 km

Razonamiento no tan seguro

 Si saca la conclusión que su auto recorrerá exactamente 20 km

Razonamiento más débil

4
 Número de desemejanzas o diferencias entre los ejemplos mencionados en las
premisas y el ejemplo de la conclusión.
Esta situación debilita el razonamiento y reduce la probabilidad de la última, ya
que tornará dudosa.
Notemos lo que sucede si al argumento que venimos analizando le agregamos
que: Juan conduce a escasa velocidad, en cambio Pedro lo hace a más de 80 km
(recordemos que a una mayor velocidad tendremos un mayor consumo de
combustible).

 Atinencia de las premisas:


Se trata de un requisito fundamental. Debemos explicarla en función de la
causalidad, es decir que las analogías que importan son aquellas que se refieren a
circunstancias relacionadas causalmente. Esto hará que los razonamientos sean
altamente probables cuando van de la causa al efecto o del efecto a la causa, lo
cual exige el conocimiento de las conexiones causales, lo cual solo puede llevarse
delante de manera empírica.
Si un médico dice que el Sr. X mejorará porque el Sr. Y mejoró, se hizo un análisis
de sangre que verificó la presencia de gérmenes idénticos a los que tienen el Sr.
X; es más coherente la analogía que si expresa que el Sr. A, B y C mejorarán
porque son clientes de la misma marca de ropa, tienen igual modelo de auto, la
misma cantidad de hijos, signo de zodiaco en común, etc.
Como es evidente los puntos de semejanza citados carecen de relación con la
conclusión en el último ejemplo citado, lo que no sucede en el primero.

Inducción por enumeración simple


Este tipo de inducción es similar a los razonamientos por analogía que acabamos de
explicar, se usa a menudo para establecer relaciones causales, tiene los mismos criterios
que los anteriores, a mayor número de casos mencionados habrá una mayor probabilidad
de conclusión. Pero debe tenerse precaución, porque no son capaces de distinguir entre
ejemplos de leyes causales y meros accidentes o coincidencias, es lo que sucede en el
ejemplo subsiguiente:

Juan rompió un espejo y se cortó, lo cual fue mala suerte


Pablo rompió un espejo y luego perdió la billetera, lo cual fue mala suerte
Carlos rompió un espejo y luego se enfermó, lo cual fue mala suerte Por
lo tanto romper un espejo trae mala suerte.

Si a lo anterior le sumamos un único ejemplo negativo, será suficiente para derribar la ley
causal que se pretendía establecer. Si lo analizamos vemos que apela a tres ejemplos
confirmatorios, ante lo cual podríamos decir que ellos fueron coincidencia y no obedecen a
una ley causal. Estas inducciones son muy frecuentes y sugerentes a pesar de su
debilidad mencionada. Debido a que si queremos construir esta clase de argumentos
veremos que solo buscaríamos ejemplos confirmatorios y habría una tendencia a ignorar
cualquier ejemplo negativo. Por esta razón las inducciones por enumeración simple no son
todas adecuadas como confirmación de leyes causales

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Bibliografía de referencias
Copi, I. (1994). Introducción a la lógica (1ª Ed). Buenos Aires: Eudeba.

Redondo, M. C. (1996). La noción de razón para la acción en el análisis


jurídico. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

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