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Dirección

de Estudios del
Tribunal Constitucional

6°. Ejercer la potestad reglamentaria en todas aquellas materias que no sean propias del dominio legal, sin perjuicio de la
facultad de dictar los demás reglamentos, decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes;
Doctrina
Titularidad y ejercicio de la potestad reglamentaria del Presidente de la República. La Constitución radica, única y
excluyentemente, en el Presidente de la República el ejercicio de la potestad reglamentaria, prohibiendo delegar tal ejercicio
cuando se trate de reglamentos o decretos supremos reglamentarios. La Constitución permite al Primer Mandatario, cuando así lo
disponga por escrito y previamente, delegar el desempeño de esa potestad, pero sólo tratándose de decretos supremos e
instrucciones, nunca de reglamentos. Tal delegación cabe siempre que sea efectuada de conformidad con las normas que la ley
establezca para ese efecto, de modo que se trata de una decisión reglada y no discrecional. (STC 591 c. 20) (En el mismo
sentido, STC 2716 c. 30)
Suscripción de decretos supremos reglamentarios por jefes de servicios públicos. La potestad reglamentaria corresponde al
Presidente de la Republica y a sus ministros -como colaboradores- de manera exclusiva, bastando sólo sus firmas para constituir
un reglamento, por lo que no corresponde y escapa de la competencia de los jefes de servicio públicos la suscripción de estos
decretos, ya que ningún órgano puede ejercer mas atribuciones que las expresamente otorgadas. (STC 379 cc. 66 a 68)
Plan regulador constituye un decreto supremo reglamentario. En lo que dice relación con la naturaleza jurídica de un Plan
Regulador Intercomunal, es evidente que éste constituye un decreto supremo de carácter reglamentario, pues reúne todas las
características de este tipo de normas, a saber: emana del órgano ejecutivo, es de general aplicación, es obligatorio, de carácter
permanente y no se agota con su cumplimiento. Al ser un reglamento y no un decreto simple, de acuerdo con el art. 35 CPR, se
puede concluir que aquéllos han sido excluidos de la posibilidad de la delegación de firma y necesariamente deben ser suscritos por
el Presidente de la República y, además, por el Ministro respectivo. (STC 153 cc. 9 a 16)
Potestades reglamentaria para la ejecución de tratados internacionales. El Presidente de la República es el conductor superior
de las relaciones internacionales y titular exclusivo de la potestad reglamentaria de ejecución y, en su calidad de tal, tanto el
cumplimiento de acuerdos y tratados internacionales vigentes como su oportuna ejecución son de su principal responsabilidad.
(STC 282 cc. 20 y 22)
Dominio máximo legal. Es el principio restrictivo establecido en la Constitución que trae como consecuencia que la ley sólo
procederá en los casos que taxativamente se señalan en el art. 60 (63) CPR. (STC 282 c. 18)
Cambio de dominio legal mínimo a dominio máximo legal. En la Constitución se establece que sólo son materia de ley las que
taxativamente enumera en su art. 60 (63), lo cual cambió el sistema de dominio legal mínimo, establecido por el art. 44 de la
Constitución de 1925, que contenía una enumeración ni estricta ni rígida, sino abierta, de quince materias que sólo en virtud de
una ley podían ser reguladas, haciendo procedente la ley en cualquiera otra materia en que la Constitución no la hubiere reservado
expresamente a otra autoridad, por el sistema de dominio legal máximo o de dominio reservado a la ley, en el que ésta debe
contener solamente normas destinadas a resolver los problemas más importantes de la Nación, esto es, limitada sólo a las bases
esenciales sobre el ordenamiento jurídico que establece, pero sin penetrar al ámbito exclusivo de la potestad reglamentaria propia
del órgano Ejecutivo. (STC 282 c. 19)
Relación existente entre potestad reglamentaria y reserva legal (1). No puede la ley reputarse tal en su forma y sustancia si el
legislador ha creído haber realizado su función con meros enunciados globales, plasmados en cláusulas abiertas, o a través de
fórmulas que se remiten, en blanco, a la potestad reglamentaria, sea aduciendo o no que se trata de asuntos mutables,
complejos o circunstanciales. Obrar así implica, en realidad, ampliar el margen limitado que cabe reconocer a la discrecionalidad
administrativa, con detrimento ostensible de la seguridad jurídica. (STC 370 c. 19) (En el mismo sentido, STC 2666 c. 25)
Relación existente entre potestad reglamentaria y reserva legal (2). Cuando es la propia ley habilitante la que autoriza la
potestad reglamentaria para pormenorizar las restricciones a derechos fundamentales, en aras de un interés social superior,
como lo constituye el caso del transporte terrestre de pasajeros, cual posee un carácter de servicio o utilidad pública y se realiza
en bienes nacionales de uso público, queda en evidencia que no es la norma reglamentaria la que, en forma autónoma y sin
respaldo legal, faculta la restricción de determinados derechos o garantías. De ahí que se cumpla el requisito de la habilitación legal
previa y suficiente, que la Constitución requiere en sus artículos 32, Nº 8 (6), y 60 (63), para que la potestad reglamentaria
subordinada de ejecución pueda ser ejercida respetando el principio de reserva legal. (STC 388 cc. 18 y 19)
Relación existente entre potestad reglamentaria y reserva legal (3). Afirmar que una determinada materia está regida por el
principio de legalidad no equivale necesariamente a excluir que la potestad reglamentaria de ejecución pueda, dentro de los
márgenes constitucionales, normar esa misma materia. Lo anterior implica que el principio de legalidad no excluye la colaboración
de la potestad reglamentaria de ejecución, salvo en aquellos casos en que la propia Constitución ha reservado a la ley y sólo a ella
disponer en todos sus detalles en una determinada materia. Y uno de los casos en el cual la colaboración reglamentaria autónoma
está, a todo evento, restringida por la Constitución, es en las situaciones en que rige el principio de legalidad en materia de la
actividad administrativa sancionadora, porque el estatuto de las garantías constitucionales establece claros límites a la manera en
que la ley debe describir conductas infractoras de deberes administrativos y no entrega a la discrecionalidad administrativa la
creación autónoma de tales deberes o la fijación de sus sanciones. (STC 480 cc. 13 a 19) (En el mismo sentido, STC 2787 c. 62)
Niveles de la reserva legal en la Constitución. El sistema de reserva y dominio legal imperante en la Constitución, se estructura
con dos niveles de ejercicio de la potestad legislativa. El primero de tales niveles de reserva está previsto en los art. 32, Nº 8 (6), y
60 (63) CPR, siendo de alcance general y de común aplicación en todos los casos en que ella ha situado en el dominio de la ley la
regulación de una materia. En cambio, el segundo de aquellos niveles de reserva se halla contemplado en disposiciones
constitucionales específicas, siendo necesario concluir que, en algunas de ellas, la reserva es más absoluta que en otras; de forma
tal que cuando la Carta Fundamental ha previsto la reserva legal con carácter más absoluto, la regulación del asunto respectivo
por el legislador debe ser hecha con la mayor amplitud, profundidad y precisión que resulte compatible con las características de la
ley como una categoría, diferenciada e inconfundible, de norma jurídica. (STC 370 cc. 15 a 17)
Reservas de ley absoluta y relativa. La Constitución establece que, en ciertos casos, la regulación de algunas materias por parte
del legislador no debe tener la misma amplitud y profundidad que otras. Es por ello que hay casos en que la fuerza de la reserva
legal puede ser calificada de absoluta o relativa. En este último caso, incumbe un mayor campo de acción a la potestad
reglamentaria subordinada, siendo propio de la ley señalar sólo las bases, criterios o parámetros generales que encuadran el
ejercicio de aquella potestad. Ello ocurre cada vez que la Constitución emplea expresiones como "con arreglo a la ley", "de acuerdo
con las leyes", "con sujeción a la ley", "de acuerdo a lo que determine la ley" o "en conformidad a la ley", v.g. en los artículos 10, Nº
4; 24, inciso segundo; 32, Nº 22; 87 y 94 de la Constitución. (STC 254 c. 26)
Vinculación entre regulación legal y reglamento que la complementa. Cuando una ley y un reglamento conforman un solo todo
jurídicamente armónico, están indisolublemente unidos y en conjunto versan sobre una misma temática, pretender desvincular la
disposición legal de las normas reglamentarias objetadas, implica negar una realidad jurídica evidente. (STC 253 c. 4)
Desvinculación entre el decreto y la ley habilitante. En el evento de que el decreto se aparte de la ley en consonancia con la
cual se dicta, se produce la desvinculación de uno y otra, ya que dejan de constituir un todo jurídicamente armónico que de lugar a
una realidad jurídica evidente, para transformarse en partes de una relación ley-decreto que se contrastan y se repudian. En esta
hipótesis, desaparece el fundamento de la tesis que impide al Tribunal Constitucional, a propósito de un examen de
constitucionalidad de un decreto, evaluar la conformidad o disconformidad de la ley habilitante con la Constitución, y, por ende, se
exceptúa de ella, porque el decreto puede ser objetado, en conformidad con lo prescrito en el artículo 82 (93), Nº 5 (16), de la
Carta Fundamental, ya que su enjuiciamiento constitucional se efectuaría sin que ello importe una intromisión del Tribunal en un
acto legislativo. (STC 254 c. 13)
Un decreto vulnera la ley habilitante cuando desborda del marco de posibilidades regulatorias que establece la
Constitución. Un decreto contraría la ley no sólo cuando está en pugna con su texto expreso sino, también, cuando su contenido
desborda el marco de posibilidades regulatorias que brinda la Constitución. En efecto, la ley hace una remisión al decreto de
ejecución para que complemente, bajo ciertas directrices, su contenido básico; pero al propio tiempo lleva ínsita la obligación de
que la regulación por la vía del decreto no vulnere los preceptos de la Constitución ya que no resulta "razonable" aceptar que el
legislador ha encomendado a los órganos gubernamentales dictar normas que pugnen con la Carta Fundamental. Lo anterior
corresponde a lo que en doctrina se denomina "razonabilidad técnica" y que, en el caso que nos ocupa, se traduce en una
apropiada adecuación entre los fines postulados por la ley y los medios que planifica el decreto para lograrlos. En otras palabras,
debe existir una correspondencia entre las obligaciones que la norma impone y los propósitos que la ley quiere alcanzar. (STC 254
c. 15)
Test para determinar el cumplimiento del mandato de reserva legal. Debe analizarse si la norma contiene la normativa mínima
que es propia de una ley que estatuye las bases esenciales de un ordenamiento jurídico, caso en el que será constitucional y no
habrá obstáculo para que el reglamento complete y desarrolle; o, por el contrario, que el precepto carezca de tal contenido
normativo, lo que configuraría una delegación de la potestad legislativa al reglamento, no autorizada por la Constitución. (STC 771
c. 11)
Intervención de la potestad reglamentaria de ejecución en la regulación de los derechos fundamentales. Tratándose del
desarrollo del ejercicio de los derechos constitucionales en el ordenamiento jurídico, si bien la intervención de la potestad
reglamentaria subordinada de ejecución no está proscrita, su procedencia exige la concurrencia de ciertas condiciones. Las
disposiciones legales que regulen el ejercicio de estos derechos, deben reunir los requisitos de ‘determinación’ y ‘especificidad’. El
primero exige que los derechos que puedan ser afectados se señalen, en forma concreta, en la norma legal; y el segundo requiere
que la misma indique, de manera precisa, las medidas especiales que se puedan adoptar con tal finalidad. Por último, los derechos
no podrán ser afectados en su esencia, ni imponerles condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio. Cumplidas
que sean dichas exigencias, es posible y lícito que el Poder Ejecutivo haga uso de su potestad reglamentaria de ejecución,
pormenorizando y particularizando, en los aspectos instrumentales, la norma para hacer así posible el mandato legal. (STC 465 c.
25) (En el mismo sentido, STC 325 c. 40)
Es inconstitucional la regulación de materias propias de LOC en un reglamento. Una norma debe entenderse inconstitucional
si remite la regulación de una materia a un reglamento, siendo que tal materia es propia de ley orgánica constitucional, por lo cual
debe ser tratada en ese tipo de cuerpo normativo. (STC 204 c. 10)
Los límites de la potestad reglamentaria respecto del derecho de propiedad. La potestad reglamentaria de ejecución es la
única que resulta procedente invocar en relación con las limitaciones y obligaciones intrínsecas a la función social del dominio. Sin
embargo, ella puede ser convocada por el legislador, o ejercida por el Presidente de la República, nada más que para reglar
cuestiones de detalle, de relevancia secundaria o adjetiva, cercanas a situaciones casuísticas o cambiantes, respecto de todas las
cuales la generalidad, abstracción, carácter innovador y básico de la ley impiden o vuelven difícil regular. Tal intervención
reglamentaria, por consiguiente, puede desenvolverse válidamente sólo en función de las pormenorizaciones que la ejecución de la
ley exige para ser llevada a la práctica. (STC 370 c. 23)
Sólo la ley, y no la potestad reglamentaria, puede establecer las obligaciones del dominio. El art. 19, N° 24, CPR señala con
lenguaje de significado claro, perentorio e inequívoco, que sólo la ley puede establecer las obligaciones inherentes al dominio y que
derivan de su función social. Por ende, la potestad reglamentaria de ejecución no puede, sin vulnerar la Constitución, crear las
obligaciones que pesan sobre el ejercicio del derecho de propiedad. Instituir o establecer tales obligaciones e insertarla en el
estatuto jurídico que le es inherente, constituye una misión que la Constitución reserva, con énfasis o vigor especial e ineludible, al
legislador en sentido estricto. (STC 370 cc. 30 a 33)
Es inconstitucional limitar el uso de vehículos y el ejercicio de ciertas actividades económicas para proteger el
medioambiente vía reglamento. Vulnera la Constitución la norma que dispone que de acuerdo a un reglamento, se establezcan
restricciones totales o parciales al uso de vehículos motorizados contaminantes y prohibiciones totales o parciales de emisión a
empresas, industrias, faenas o actividades que produzcan o puedan incrementar la contaminación ambiental, porque según el art.
19, Nº 8, inc. 2°, CPR, ello es de reserva legal; es decir, es de competencia exclusiva y excluyente del legislador el establecer
restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio ambiente; porque esas
“restricciones” específicas la Constitución las prevé para los “estados de excepción constitucional” y no para situaciones de
normalidad constitucional; porque infringe el artículo 19, Nº 24, de la Constitución, que permite que sólo la ley pueda “establecer”
el modo de usar, gozar y disponer de los bienes sobre los cuales se tiene derecho de propiedad, y “establecer” limitaciones que
deriven de su función social; porque se viola el artículo 19, Nº 21, inciso primero, de la Constitución. Finalmente, porque al
pretender establecer restricciones totales o parciales, y prohibiciones totales o parciales, al ejercicio de derechos fundamentales de
las personas, se afecta el contenido esencial de ellos, lo que se encuentra expresamente prohibido por el artículo 19, Nº 26, de la
Constitución. (STC 185 c. 12)
Planes de loteo no modifican el plan regulador respectivo. Tomándose en consideración que un plan de loteo requiere la
existencia previa de un plan regulador, al cual debe sujetarse tan rigurosamente que si no lo hace el proyecto de loteo se
desestima, fuerza es concluir que resulta jurídica y prácticamente imposible aceptar que el plano de loteo una vez aprobado
modifique el plan regulador respectivo. (STC 253 c. 17)
Ámbito del reglamento respecto de las declaraciones de patrimonio. El reglamento sólo puede contemplar, por una parte, los
requisitos de forma de las declaraciones de patrimonio y sus actualizaciones, sin ampliar el contenido de las mismas, y por la otra,
las demás normas administrativas para la ejecución de la ley, que son aquellas que el Presidente de la República está facultado
para dictar en conformidad con lo que señala el art. 32, Nº 6, CPR. (STC 460 c. 35)
El principio de legalidad no excluye la colaboración reglamentaria en el derecho administrativo sancionador. La vigencia del
principio de legalidad en el campo del derecho administrativo sancionador no impide que la administración pueda legítimamente
sancionar conductas cuyo núcleo esencial se encuentre descrito en una ley y más extensamente desarrollado en normas
reglamentarias. Ello, en virtud de lo dispuesto en el art. 32, Nº 6, CPR. Así, en el ámbito reservado al dominio legal, es la propia
Constitución la que permite la potestad reglamentaria de ejecución, salvo los casos excepcionales en que ella misma dispone
mayores restricciones. Reafirma lo anterior, el análisis de las características de generalidad y abstracción propias de la ley. La
Constitución de 1980 consagró estas características al establecer, en su art. 63 el sistema de dominio legal máximo, a través de
listar las únicas materias que podían ser tratadas por el legislador. Ahora, si bien el numeral 20 de este precepto abrió esa
numeración con un lenguaje genérico, estableció con claridad que la ley debía ser una norma general que estatuyera las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico. Por tanto, la colaboración reglamentaria no se encuentra excluida por el principio de
reserva legal, salvo los casos en que la propia Constitución ha dispuesto que sólo la ley puede regular cierta materia o disponer en
ciertas cuestiones. De ahí que, como lo afirme la doctrina especializada por intenso que sea el Principio de Reserva Legal, nunca
excluirá del todo o por completo la intervención de los órganos administrativos. Imaginar lo contrario, equivale a convertir la ley en
reglamento y a concentrar en el órgano legislativo las dos potestades aludidas, quebrantando el Principio de Separación de
Órganos y lesionando la eficiencia que se gana, con sujeción al mismo Principio, en la división de las funciones estatales.
Finalmente, la colaboración de la potestad reglamentaria en la descripción de la conducta sancionable se desprende del art. 19, Nº
3, CPR, ya que dicho precepto constitucional exige que la conducta se encuentre “expresamente” descrita en la ley, pero no que
esté “completamente” descrita en el precepto legal. (STC 479 cc. 14 a 16 y 18) (En el mismo sentido, STC 480 c. 13)
Tipos penales y sanciones no pueden estar contemplados en reglamentos. La tipificación de conductas y sus penas o
sanciones son materia exclusiva de ley, excluyendo la posibilidad de que éstas se encuentren en reglamentos, ya que implicaría
delegación de materia legal en el Presidente de la República, lo que infringe el principio de legalidad. (STC 244 cc. 5, 10, 11 y 12)
Regulación reglamentaria de la libertad de enseñanza. El ejercicio de la libertad de enseñanza sólo puede ser regulado por ley,
la que debe contemplar los elementos normativos suficientes que respeten el principio de reserva legal, dejando a la potestad
reglamentaria sólo el desarrollo pormenorizado y adjetivo de la legislación que se trata de ejecutar. Por lo tanto, al remitirse, en
términos amplios, a lo que se disponga en los decretos pertinentes del Ministerio de Educación, infringen la Constitución las
normas legales que establecen que el proceso de acreditación de los directores de establecimientos educacionales. (STC 423 c.
13)
Regulación reglamentaria de los niveles que conforman la educación parvularia. La norma reglamentaria que define los
diversos niveles que comprende la educación parvularia, no establece un requisito adicional para el reconocimiento oficial de los
establecimientos que imparten esa enseñanza, lo cual le estaría vedado por mandato del párrafo final del N° 11 del artículo 19
CPR, sino que se limita a desarrollar y pormenorizar, en su detalle técnico, los niveles ya previstos por el Poder Constituyente y por
la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, no como requisito de reconocimiento oficial sino en cuanto una particularidad propia
de la educación parvularia, cumpliéndose de esta manera con el requisito de habilitación legal previa y suficiente que la
Constitución exige en sus artículos 32, N° 6, y 63 para que la potestad reglamentaria subordinada de ejecución pueda ser ejercida
legítimamente. (STC 465 cc. 8 y 9)
Regulación reglamentaria de establecimientos de educación parvularia no es exagerada o carente de razonabilidad. Tanto
la exigencia, efectuada a los establecimientos de educación parvularia, consistente en que estos deberán “contar con personal
idóneo y calificado” como la pormenorización que de ella hacen las normas reglamentarias, no son exageradas o carentes de
razonabilidad, pues se advierte con nitidez que se trata de reglas en las que es patente una correspondencia con las finalidades
perseguidas por el Poder Constituyente y el Legislador Orgánico Constitucional, que no son otras, que garantizar que en Chile se
promueva y exista el mejor nivel posible de educación parvularia; que ésta cumpla a cabalidad su finalidad de atender
integralmente niños y niñas desde su nacimiento hasta su ingreso a la enseñanza básica, favoreciendo de manera sistemática,
oportuna y pertinente, aprendizajes relevantes y significativos en los párvulos y apoyando a la familia en su rol insustituible de
primera educadora. Resulta obvio entonces que, para que un establecimiento de educación parvularia sea oficialmente reconocido,
deba contar con personal “adecuado y apropiado”, a las “condiciones, circunstancias u objeto” de la educación parvularia y
“proporcionado” a dicho propósito, y que posea el “mérito” y “todos los requisitos necesarios” para ello, y por lo tanto no las
normas cuestionadas no llegan a afectar las garantías de libertad de enseñanza y libertad económica, consagradas en los N° 11 y
21 del artículo 19 de la Carta Fundamental, respectivamente, ni menos que, con infracción del Nº 26 del mismo artículo, les
impongan condiciones o requisitos que impidan su libre ejercicio. (STC 465 c. 33 y 34)
Determinación de atribuciones de un servicio público en un reglamento. Entregar a un servicio público la facultad de
determinar sus atribuciones a través de un reglamento, es autorizarlo para ejercer otras atribuciones no comprendidas en la ley,
permitiéndole disponer de una materia que es de reserva legal. Además, esta situación llevaría al absurdo de que las atribuciones
de un servicio público contenidas en una norma de rango superior como es una ley, quedarían subordinadas en su eficacia a las
circunstancias que determine un texto normativo de menor jerarquía, en este caso un reglamento de ejecución, lo que es
constitucionalmente inadmisible. (STC 444 c. 19) (En el mismo sentido, STC 432 cc. 9 a 11, STC 245 cc. 52 a 55)
Reserva legal en materia de modificaciones de las plantas de personal de un Ministerio y primacía del principio de
jerarquía normativa. La creación, modificación o supresión de las plantas de personal como, asimismo, la fijación de las
atribuciones de sus cargos o empleos es una materia de “reserva legal” que excluye la posibilidad de que ella sea establecida por
decretos supremos dictados en ejercicio de la potestad reglamentaria, autónoma, y menos todavía de ejecución, del Presidente de
la República, ya que es la Constitución la que establece las materias que son propias de ley, de manera tal, que la ley que
pretenda alterar esa competencia y disponer que por un decreto puede modificarse lo establecido en una norma legal es
abiertamente inconstitucional, infringiendo, los art 6° y 7° CPR y el principio básico de jerarquía normativa subyacente en nuestro
ordenamiento constitucional, pues se estaría autorizando a modificar normas de carácter legal por medio de decretos supremos.
(STC 276 cc. 10 y 14)
Son materia exclusiva de ley toda clase de tributos. El art. 19, Nº 20, CPR consagra la necesidad de que sea la ley y no otra
fuente, la que determine los tributos aplicables, lo cual se reitera en el art. 60, inc. 2º, primera parte, que señala que “Las leyes
sobre tributos (…) sólo pueden tener origen en la Cámara de Diputados”. Por esta razón no puede un reglamento determinar las
condiciones, plazos, tramos y demás modalidades del pago de los tributos, sino que sólo la ley. (STC 247 cc. 18 a 20)
Facultad reglamentaria en la regulación tributaria. El ejercicio de la facultad reglamentaria debe limitarse a la aplicación de la
ley, limitándose las facultades discrecionales, de manera que siempre exista sólo una solución jurídicamente procedente. En
consecuencia, el ámbito de ejercicio de esta facultad se limita a desarrollar aspectos técnicos que la ley no puede determinar,
siempre dentro de contornos claramente definidos por le legislador. La ley debe, al menos, hacer determinable el tributo. (STC
718 cc. 24, 25, 32 y 33) (En el mismo sentido, STC 759 cc. 24, 25, 32 y 33, STC 773 cc. 24, 25, 32 y 33)
Principio de legalidad ante el procedimiento administrativo de reavalúo del SII. La norma legal establece los parámetros
respecto de plazo y forma a los que debe sujetarse el Servicio de Impuestos Internos para efectos del proceso de reevalúo y
tasación de inmuebles. Siendo ésta una materia de características técnicas y cambiantes debe ser entregada a un órgano
administrativo. (STC 718 c. 50) (En el mismo sentido, STC 759 c. 50, STC 773 c. 50)
Principio de legalidad ante el mandato de dictar instrucciones técnicas y administrativas para la tasación del SII. El
legislador ha fijado los parámetros o pautas precisas a que debe sujetarse la tasación de la propiedad, de manera que la ley ha
hecho al menos determinable la tasación, evitando la utilización de criterios discrecionales, de modo que esta atribución se trata
de una simple ejecución técnica y, en ningún caso normativa. (STC 718 cc. 53 y 55) (En el mismo sentido, STC 759 cc. 53 y 55,
STC 773 cc. 53 y 55)
Principio de legalidad ante el deber de formación de rol de avalúo por el SII. Ya que es una tarea que se lleva a cabo una vez
terminada la tasación, no influye en al determinación de los elementos esenciales del impuesto, se refiere a una simple
consignación de registro. Y de todas formas su atribución está limitada a señalar los criterios a tener en consideración para la
actualización de avalúos, efectuándose siempre la tasación sujetándose a las prescripciones legales. (STC 718 cc. 58, 59 y 60)
(En el mismo sentido, STC 759 cc. 58, 59 y 60, STC 773 cc. 58, 59 y 60)
Limitaciones del ajuste de tasas por medio de decretos supremos. La autoridad administrativa sólo ha sido facultada para
realizar operaciones aritméticas, previamente establecidas por ley, conducentes a meramente ajustar las tasas y, en este sentido,
su facultad se realizará de acuerdo a parámetros cuantificables y objetivos establecidos por ley en circunstancias de acaecimiento
de hechos futuros previstos. (STC 718 c. 70) (En el mismo sentido, STC 759 c. 70, STC 773 c. 70)
Principio de legalidad ante la facultad del SII de modificar avalúos. Esta norma señala taxativamente las causales en que
corresponde al servicio modificar los avalúos, siendo las referidas a errores administrativos en el proceso, con circunstancias
referidas a hechos de la naturaleza, o circunstancias que varían o resultan fluctuantes, siendo casos relacionados con la
rectificación y no con elementos esenciales, por lo que no vulnera este principio. (STC 718 cc. 73 y 75) (En el mismo sentido,
STC 759 cc. 73 y 75, STC 773 cc. 73 y 75)
El principio de legalidad aplicado a la Ley de Presupuestos requiere de una interpretación constitucional flexible, racional
y lógica. El principio de legalidad aplicado a la Ley de Presupuestos requiere de una interpretación constitucional flexible, racional y
lógica ya que este instrumento, aunque formalmente es una ley, reúne características que le dan una categoría especial en el
ordenamiento jurídico. Es, en definitiva, la herramienta con que cuenta el Estado para satisfacer gran parte de las necesidades
públicas. La diversidad de situaciones que pueden presentarse en la ejecución de la Ley de Presupuestos imposibilitan una previsión
total por parte del legislador. En efecto, lo complejo y dinámico no puede regularse íntegramente con anticipación, ni puede
tampoco su normativa reducirse a esquemas interpretativos apriorísticos. En esta contingencia, el otorgamiento al Ejecutivo de
facultades de ejecución resulta inevitable para el buen funcionamiento de la acción estatal. Si no se reconociere al órgano
administrativo la posibilidad de acción directa, la Ley de Presupuestos quedaría congelada y sin operatividad. Con razón se sostiene
en la doctrina de que el Ejecutivo es el órgano estatal encargado de instrumentar y efectivizar esta ley. (STC 254 c. 18)
La Ley de Presupuestos disminuye las atribuciones legislativas del Congreso y amplía las facultades colegisladoras del
Presidente de la República. Conforme a una interpretación flexible, racional y lógica del principio de legalidad, el Presidente de la
República está habilitado para efectuar, vía decreto, determinadas adecuaciones al Presupuesto Nacional y - aún más - se
encuentra facultado por la Constitución y la ley para ordenar mayores gastos que los contemplados por la Ley de Presupuestos.
Esto significa que el principio constitucional de legalidad del gasto público debe ser concebido en términos flexibles o relativos, o no
rígidos o absolutos, porque es la propia Constitución la que habilita al legislador para obrar así, concretamente, en el artículo 32, Nº
22. De lo anterior, se deduce que la Ley de Presupuestos disminuye las atribuciones legislativas del Congreso y amplía las
facultades colegisladoras del Presidente de la República. (STC 254 cc. 19 y 21)
Ejercicio de la potestad reglamentaria del Presidente relativo al otorgamiento y privación de personalidad jurídica a
corporaciones y fundaciones. El Presidente de la República está facultado para dictar los decretos respectivos al otorgamiento y
privación de la personalidad jurídica de las corporaciones y fundaciones (a las que se refiere el inc. segundo del art. 19, N° 15) en
tal sentido ejerciendo la potestad reglamentaria de ejecución de ley que le otorga el artículo 32, N° 8 (6), de la Constitución. (STC
124 cc. 12 y 13)
Delegación de la regulación de donación de órganos a reglamentos. Se permite la remisión de la ley orgánica constitucional
sobre donaciones de órganos a un reglamento, toda vez que éste no pueda alterar, condicionar, distorsionar ni disminuir los
requisitos mínimos que la ley le exige a la ley orgánica constitucional. (STC 220 cc. 22 a 24)
Reserva legal respecto del derecho a la protección de la salud. El derecho a la protección de la salud no es una materia que
pueda ser regulada indistintamente por la ley y por normas administrativas. En ese sentido, no le corresponde al legislador
legalizar o deslegalizar estas materias, pues eso lo define el constituyente. La razón de lo anterior estriba en que, si bien no
estamos frente a un caso de reserva absoluta, pues sólo las materias básicas relativas al régimen previsional y de seguridad social
(artículo 63, N° 4) pertenecen al dominio legal del derecho a la protección de la salud, el Estado no puede renunciar a que se fijen
en la normativa legal la forma y condiciones en que la ley determine el deber preferente del Estado para garantizar la ejecución de
las acciones de salud. De ahí que no sea constitucionalmente admisible que la determinación de los rangos de la tabla de factores,
sea al mismo tiempo materia de reserva legal y una materia que pueda ser regulada, con la misma densidad, por la autoridad
administrativa. (STC 1710 c. 149) (En el mismo sentido, STC 1572 cc. 43, 44 y 46, STC 1589 cc. 40, 41 y 43, STC 1629 cc.
40, 41 y 43, STC 1636 cc. 40, 41 y 43, STC 1745 cc. 42, 43 y 45, STC 1765 cc. 40, 41 y 43, STC 1766 cc. 40, 41 y 43, STC
1769 cc. 40, 41 y 43, STC 1784 cc. 42, 43 y 45, STC 1785 cc. 40, 41 y 43, STC 1806 cc. 42, 43 y 45, STC 1807 cc. 40, 41 y
43)
Principio de reserva legal y decretos supremos. El Presidente de la República da cumplimiento al principio de reserva legal al
dictar un decreto supremo u otro acto emanado de su potestad reglamentaria de ejecución, si no establece ni confiere nuevas
competencias a funcionario alguno, limitándose a detallar, para su aplicación a situaciones concretas, cuanto se halla contemplado
en la legislación respectiva. (STC 372 c. 22)
El espectro radioeléctrico es un bien nacional de uso público y, como tal, administrado por el Estado. El espectro
radioeléctrico, compuesto por las diferentes bandas o bloques de frecuencia por donde discurre la televisión, constituye un recurso
de libre acceso, a la vez que limitado y escaso, siendo un bien de uso público y, en dicha calidad, es un objeto susceptible de ser
administrado por el Estado -lo que se manifiesta en que sea administrado por el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones,
sin perjuicio de las atribuciones del Consejo Nacional de Televisión-. Así las cosas, el Ejecutivo puede otorgar, respecto de este bien
de uso público, permisos así como reglamentar, de manera general y abstracta, su otorgamiento, sin vulnerar el artículo 32, Nº 6.
Ahora bien, si el ordenamiento legal no pone plazo de duración para otorgar los permisos para transmisiones demostrativas del
servicio de radiodifusión televisiva de libre recepción con tecnología digital, resulta contrario a la Constitución que, vía
reglamentaria, se acote su duración. (STC 1849 cc. 10, 11, 12 y 15)
Relación entre la ley y la norma administrativa. El que una actividad se regule por ley no excluye la colaboración reglamentaria.
La norma administrativa es concebida para reglar cuestiones de detalle, de relevancia secundaria o adjetiva, cercanas a
situaciones casuísticas o cambiantes, respecto de todas las cuales la generalidad, abstracción, carácter innovador y básico de la
ley impiden o vuelven difícil regular. Las características de la ley deben ser conciliadas con la mayor elasticidad, flexibilidad o
posibilidades de modificación que singularizan a la potestad reglamentaria. (STC 282 c. 18) (En el mismo sentido, STC 1669 c. 54,
STC 2069 cc. 35 y 36, STC 2367 c. 60)
Relación entre ley y potestad reglamentaria municipal. Para la colaboración entre ley y reglamento es necesario que la ley
regule los aspectos esenciales de la materia respectiva, de manera que el reglamento sólo se involucre en aspectos de detalles.
En el caso de la potestad reglamentaria municipal, debe considerarse un espacio para los intereses municipales. El elemento
normativo uniforme o común del legislador nacional no puede ser especialmente detallado, porque no podrá considerar las
realidades de cada municipio y porque el municipio cuenta con órganos representativos de los intereses comunes en su
estructura. (STC 1669 cc. 55 y 56) (En el mismo sentido, STC 2841 c. 18)
La remisión al reglamento para la distribución temática de las divisiones de un ministerio no vulnera la Constitución. Si
bien es cierto que en la norma impugnada el legislador se detiene en el proceso organizativo al establecer los órganos de Ministro
y Subsecretario del Ministerio, aquello no puede asumirse como que éste carezca de organización. Por un lado, el legislador ha
optado por prescindir de las secretarías regionales ministeriales, potenciando el rol de otros órganos y por otro, debe tenerse en
cuenta que la funcionalidad del artículo 27 de la LOCBGE, a la cual se remite el precepto impugnado, es completar la regulación del
legislador, de forma que si no se dice nada, la estructura será la que él mismo establece. Es por tanto una norma supletoria de la
organización dispuesta por el legislador. El hecho de que la norma no aluda a las áreas temáticas que deben abordar las divisiones
no es un reproche de constitucionalidad. La fijación de áreas temáticas implica sólo establecer las materias que las Divisiones
Ministeriales deben asumir, pero no determinan organización pues el reglamento o la resolución puede agrupar como estime
dichas áreas. Es decir, orienta pero no determina la organización. De esta forma, no cabe sostener que el proyecto carezca de
una remisión adecuada al reglamento, ni hay una deslegalización con forma de una cláusula abierta o excesiva discrecionalidad,
que son los criterios que este Tribunal ha utilizado para juzgar la densidad que debe tener la ley que convoca al reglamento. (STC
2367 cc. 56 a 59)
La potestad reglamentaria de ejecución no vulnera la reserva legal en materia tributaria. Se reconoce una serie de
elementos fundamentales que deben estar presentes en la determinación del tributo: Obligación tributaria, los sujetos de la
obligación – tanto activo como pasivo-, hecho gravado, el objeto de la obligación, base imponible, tasa y todo otro elemento
específico. En los casos en que la norma en cuestión contenga estos elementos esenciales y el tributo sea al menos
“determinable”, estará completa. El hecho de que vía ejercicio de la potestad reglamentaria de ejecución el Presidente pueda
desarrollar la norma en un sentido más técnico, no implica que se esté vulnerando la reserva legal en materia tributaria. (STC
2104 cc. 18, 22 y 23) (En el mismo sentido, STC 2134 cc. 18, 22 y 23, STC 2135 cc. 19, 23 y 24, STC 2141 cc. 19, 23 y 24)
Delegación normativa. Se está ante una delegación normativa constitucionalmente inadmisible, cuando el legislador no establece
parámetros objetivos y precisos a los que deba sujetarse la autoridad administrativa. Si bien nuestro ordenamiento permite
convocar la potestad reglamentaria con miras a facilitar la ejecución de una ley en aspectos técnicos o subordinados que son de
suyo variables, los conceptos esenciales deben sin embargo ser determinables según la ley, al punto de excluir toda arbitrariedad
y establecer una sola solución jurídicamente procedente. (STC 1894 cc. 25 y 26)
Doble reserva relativa en la regulación de la subvención educacional. La subvención educacional se enmarca en una doble
reserva relativa de ley. Por un lado, la Ley de Subvenciones es una ley de bases, Por lo que se estructura sobre la base de la
convocatoria al reglamento. Por el otro, al financiarse la subvención con recursos públicos, contemplados en la Ley de
Presupuestos, se le transmite a ella la flexibilidad presupuestaria, con amplia intervención administrativa. (STC 2787 c. 73)
Requisitos para para impetrar por primera vez la subvención educacional no vulnera la reserva legal. La norma que regula
los requisitos para quien solicite la subvención educacional, no afecta la reserva legal toda vez que tiene suficiente densidad y
precisión. Por de pronto, establece las causales para la negativa, y los órganos administrativos que deben intervenir, que no
solamente es el Ministerio de Educación, sino que también el Consejo Nacional de Educación. Además, la convocatoria que hace la
ley al reglamento abarca aspectos muy específicos: territorio, procedimiento y requisitos. (STC 2787 c. 73)
Reserva legal y potestad reglamentaria en el derecho administrativo y en el derecho ambiental En el Derecho Administrativo
y en el Derecho Ambiental la reserva legal tiene como nota distintiva la posibilidad de una mayor intervención regulatoria de la
potestad reglamentaria, por razones como el carácter de la sanción administrativa (que no debiese afectar bienes jurídicos de
naturaleza superior), la necesidad de acudir a la potestad reglamentaria en materias de especial contenido técnico, y su aptitud
para incrementar la seguridad jurídica y limitar el poder discrecional del Estado mediante elementos reglados. Por otro lado, en lo
propio del Derecho Ambiental, el deber estatal de velar por un medio ambiente libre de contaminación exige el desarrollo de una
regulación particular adaptada al control y contención de las externalidades negativas propias de cada proyecto o actividad
autorizado por una RCA. De ahí que las condiciones puedan tipificar infracciones administrativas particulares de un proyecto o
actividad. (STC 2666 c. 14)
Ley Nº 20.473 en materia ambiental no impide la discrecionalidad administrativa. La Ley Nº 20.473, que otorga
transitoriamente facultades fiscalizadoras y sancionadoras a la Comisión de Evaluación Ambiental que señala, es insuficiente para
impedir la discrecionalidad administrativa proscrita por la reserva legal, toda vez que la configuración de las obligaciones impuestas
al titular de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), carece de instrumentos que aseguren el conocimiento de dichos
deberes, tanto en su contenido como en su importancia relativa para el cumplimiento de los objetivos del ordenamiento jurídico
ambiental y en las consecuencias o sanciones que siguen a su incumplimiento. Si bien la reserva legal admite un cierto grado de
colaboración de la potestad reglamentaria, no es posible que una regulación legal deficiente sea subsanada mediante obligaciones
implícitas o deberes deducidos que no ofrecen la certeza que el constituyente ha previsto para las personas amparadas por los
derechos y garantías que la Carta Fundamental reconoce. (STC 2666 cc. 25 y 26)
Doble flexibilidad de la colaboración reglamentaria en materia laboral. En el orden laboral existe doble flexibilidad de la
colaboración reglamentaria. No sólo existe la habilitación general a la potestad reglamentaria de ejecución del Presidente de la
República, sino que la Constitución determina el ámbito de la ley, ampliando el espacio de la regulación reglamentaria, puesto que
el artículo 63, numeral 4°, limita la reserva de ley sólo a aquellas materias “… básicas relativas al régimen jurídico laboral, sindical,
previsional y de seguridad social”. El objetivo es reducir el alcance del poder del Congreso Nacional en la innovación normativa en
esa esfera. Por otra parte existen otras fuentes de derecho que emergen desde la propia relación laboral para efectos concretos,
tales como las negociaciones entre el empleador y los trabajadores que dan curso a contratos colectivos de trabajo. (STC 2846 c.
15)

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