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Correspondencia: jairoestupinan@correo.usta.edu.co
Abstract
The modern version of the psychotherapy as a technical matter,
has conducted to the psychology, in the field of the clinic and the
mental health, has to be required an ethics of the foresight in the
action and has to recognize the Emergency of the Principle of the
Responsibility, adjusted to the own human circumstances of the
therapeutic encounter. In this context the presentation, themselves
center in Reflecting on an old and new hypothesis, that of the
convergence between the Wisdom and the Technical Knowledge;
therefore we present in a succinct way the conceptual dimensions
and pragmatists in which they are supported the Psychotherapy
systemic to resolve the dilemma. These they are among others the
dimensions to show: the vulnerability of the human nature and the
Heuristics of the fragility; the distinctions between the technical
controls and the to know ecological as base; the morale and the
ethics beyond the individual, that is to say the ethics Ecological,
and finally the to Know about the Possible like principle generator
of the human encounter. The previous analysis attempted to show
the vision of a complex, symbolic, and relational Psychology, that
attempted to resolve the worries epistemology of the Psychology in
the modernity.
plios y complejos. Así pues, los sistemas socia- no impone la opinión de uno contra la
les involucrados en un programa terapéutico son de otro, ni agrega la opinión de uno a
a su vez una parte y un producto del sistema en la de otro a modo de suma. El diálogo
construcción; coherentes con esta “ecología de transforma una y otra. Un diálogo lo-
la acción humana”, los desarrollos posteriores grado hace que ya no se pueda recaer
asumieron dicha “teoría de la acción” desde en el disenso que lo puso en marcha.
diversas posturas filosóficas y éticas. Señale- La coincidencia que no es ya mi opi-
mos algunas posibles versiones, los unos asu- nión ni la tuya, si no una interpreta-
mieron estos principios, en tanto imperativo ción común del mundo, posibilita la
categórico de tipo kantiano: los otros asumie- solidaridad moral y social” (Gadamer,
ron la visión de una ética compleja de tipo 1998, p. 185).
moriniano; algunos la asumieron bajo los prin-
cipios de una moral nietzcheana y algunos más Por experiencia personal sabemos que uno no
tomaron el rumbo de una perspectiva puede ser solidario en una relación terapéutica,
fenomenológica contextual del encuentro huma- mientras no se disponga a participar en una re-
no. Todas estas posturas concuerdan en recono- lación comunicativa experiencialmente auténti-
cer a un sujeto humano sometido por los “ava- ca. Una postura de esta naturaleza es solo pósible
tares” de la complejidad socio-antropológica- si nos concebimos como personas frágiles y li-
política y cultural. mitadas y asumimos el temor al “poder” que nos
es concedido por la sociedad.
“Recordemos que, “avatar” es, en la mitología
hindú, una encarnación. Para ser sujetos tene- Uno de los libros que invitan a ser leídos con
mos que encarnarnos en el orden simbólico: or- fascinación se llama Las siete leyes del caos,
den del metabolismo social, del intercambio de de John Briggs y F. David Peat (1999); en uno de
objetos, de sujetos y de mensajes. Uno para sus relatos sobre experiencias cuentan cómo los
ser sujeto ha de ser sujetado por ese orden” antropólogos han descubierto que los indios
(Ibáñez, 1994, p. 54); al reencarnarse en el or- Kung, Bosquimanos del desierto de Kalahari, en
den interaccional simbólico, las acciones del su- África, son muy conscientes del peligro que los
jeto quedan sometidas a un orden político y individuos basen su identidad en el poder. Cuan-
semiótico. “Por consiguiente, encontramos que do un cazador Kung vuelve a casa con un rico
un individuo aislado nunca puede “significar; se botín para compartirlo, sus vecinos le reprochan
exige otro que complemente la acción y darle el ofrecimiento en vez de agradecérselo. Y así
así una función en la relación. Comunicar es, lo explican:
por consiguiente, el privilegio de significar que
otros conceden” (Gergen, 1996, p. 320). Cuando un joven mata mucha caza, se
cree que es un jefe o un gran hombre, y
En este orden de ideas, la psicoterapia como piensa en el resto de nosotros como sus
proceso interaccional y conversacional es un sirvientes o sus inferiores. Y nosotros no
“acontecimiento” humano de carácter social podemos aceptar algo así, rechazamos
donde las distinciones entre “el que sabe” y “el al que se jacta, pues algún día ese or-
que no sabe” son relativas; y tales distinciones, gullo le llevará a matar a alguien. Así
en cambio, están definidas por la disposición a pues, siempre hablamos de la carne que
reconocer la “fragilidad” como observador-par- trae como algo que no vale nada. De
ticipante en un proceso que mutuamente nos ese modo se enfría su corazón y se vuel-
transforma. ve gentil (Briggs y Peat, 1999, p. 48).
La verdadera realidad de la comunica- El relato anterior se puede tomar como una lec-
ción humana consiste en que el diálogo ción de vida e invita a recordar la frase de
Los terapeutas sistémicos sabemos que la ob- • Cuarta: el punto clave de la circulación:
sesión por el poder es sencillamente el síntoma la conciencia es un asunto público. La
de una paradoja de impotencia en las relaciones conciencia es ontológicamente compleja
humanas. Creemos que esta paradoja nos con- por la co-determinación de descripcio-
duce a una posición muy limitada para transfor- nes en primera y tercera personas.
mar nuestros dilemas y conflictos humanos; en
este sentido, planteamos la necesidad de una El planteamiento de Varela (2000) apunta a re-
“heurística de la fragilidad” en tanto que el con- conocer la “indivisibilidad” entre el acto de co-
cebirnos frágiles nos permite crear mecanismos nocer y vivir.
y modos viables de recrear la vida cotidiana y
de vigilar la posibilidad siempre presente de re- Dicho de otra manera, el fenómeno de la vida
tornar al viejo mecanismo del poder técnico, como un todo quiere decir, precisamente, que el
mistificado en la Modernidad. La postura de fra- acto de vivir precede a la explicación del origen
gilidad nos permite explicitar nuestra influencia de la vida sobre la tierra. Que el conocer prece-
y reconocerla en otros y de ahí poder generar de a la comprensión de el conocer visto como
nuestro porvenir como psicoterapeutas. mecanismo biológico y neural. Que la experien-
cia vivida es la base misma que la exploración
científica de la conciencia (Varela, 2000, p. 200).
El nuevo papel del saber en lo moral Los anteriores postulados nos permiten afirmar:
en psicoterapia sistémica • El futuro de las ciencias cognitivas y
en general del estudio de los mecanis-
Francisco Varela, destacado investigador en cien-
mos de la inteligencia humana asegu-
cias cognitivas, presenta en: El fenómeno de la
ran su porvenir al reconocer el funda-
vida (2000), cuatro pautas para el futuro de las
mento de la experiencia, reafirmando
ciencias cognitivas, las cuales permiten ver la
el legado de Jean Piaget (1936): “No
necesidad de asumir una postura construccionista
hay ningún conocimiento basado sola-
en los procesos del conocimiento:
mente en percepciones, porque éstas
están siempre dirigidas y acompaña-
• Primera: el punto clave de la encarna-
das por esquemas de acciones. El co-
ción: la mente no está en la cabeza. La
nocimiento proviene, por lo tanto, de
cognición está enactivamente encarnada
la acción” (p. 86).
en la co-determinación de lo interno/
externo.
• La mente es un fenómeno interaccional
y su génesis y evolución están co-de-
• Segunda: el punto clave de lo emergen-
terminadas.
te: la mente ni existe ni no existe. La
cognición es enactivamente emergen-
• Vivir y conocer son dos dominios y mo-
te es la co-determinación de elemen-
mentos de un mismo proceso de la in-
tos neurales (locales) y sujeto cognitivo
teligencia, cuya complejidad requiere
(global).
el cual los terapeutas se emplean a sí quien quiera que sea preexiste realmente. En
mismos. Comienzo la supervisión pi- cambio, emergemos, somos traídos al mundo
diendo a los estudiantes que definan por prácticas lingüísticas y no lingüísticas que
sus estilos (Minuchin, 1998, p. 100). constituyen a diario nuestra vida de hombres”
(Maturana y Varela, 1980, p. 32).
La primacía del “saber cómo” sobre el “saber
qué” tiene una profunda connotación en la psi- Es un proceso modelizador de las “realidades
coterapia sistémica, en tanto el primero obede- humanas”, de cualidad relacional, lingüística y
ce a una ética de la responsabilidad de la acción cultural, que requiere que todos despleguemos
y el segundo explica racionalmente el proceso nuestras capacidades y estemos dispuestos a ser
en virtud de una ética racional de la verdad en paridos en el seno de las relaciones. Esta sabi-
la acción. El “saber cómo” se conquista toman- duría no es totalmente espontánea ni lo es to-
do relativamente conciencia sobre nuestros talmente racional; se trata entonces que nues-
modos de actuar; de esta manera, construimos tra inteligencia debe guiar nuestros actos, pero
el sentimiento ético en la relación y sin negar el en forma tal que corresponda a la textura de las
segundo mecanismo: el de “por qué actuamos”. situaciones evitando codificaciones del proce-
Así, el objetivo primordial es encontrar el senti- dimiento; para esto es preciso ganar experticia
do de nuestra acción inmediata, en razón a que, ética y estética y esto es posible si percibimos
“como ya lo sabemos, el aprendizaje es circu- claramente e identificamos las correspondencias
lar: aprendemos lo que se supone que debemos o afinidades contextuales; al fin y al cabo, la
ser para ser aceptados como aprendices” (Varela, ética está en la acción “corporizada” que no ne-
1996, p. 22). cesita razones ni juicios para entender la soli-
daridad humana.
De este modo, el incorporarnos, vivirnos, en-
carnarnos en el encuentro interaccional de ma-
nera concreta como criaturas humanas, sensi-
bles y limitadas, con posibilidades y con razones La visión relacional de la vida psico-
para estar compartiendo un rol transitorio es una lógica y mental de lo psicopatológico
disposición necesaria para compartir el proceso
comunicativo e interaccional en el que se funda El enfoque sistémico, así lo hemos venido sus-
la psicoterapia; por lo tanto, nos alejamos del tentando, concibe la terapia no como auto-co-
juicio intencional, o juicio racional, y nos con- nocimiento, sino como conocimiento de la rela-
centramos plenamente en la respuesta espontá- ción con el otro; aún más, es un conocimiento
nea; es decir, nos situamos en el “aquí y el aho- de la interacción. Por esta razón, el análisis del
ra” del encuentro. Este proceso así generado poder es un imperativo ético en la comprensión
constituye para Bateson un acto creativo de la del sistema terapéutico.
adaptación humana; para Varela, una mirada
fenomenológica de la experiencia; para Ernt Von En este contexto, la visión de un proceso relacional
Glasersfeld, se trata de una “construcción de lo libera al sujeto de la mera representación parcial
real” sin pretensiones de conocer el mundo que de la realidad fenoménica y lo sitúa en el plano del
está fuera y sin negar su existencia; hombre social concreto; en este sentido, ubica
parafraseando a Piaget, J. (1936), es dejar que al terapeuta como otro sistema social también
la “inteligencia organice el mundo, organizán- concreto. Una perspectiva interaccional simbó-
dose ella misma”. lica de la psicoterapia nos permite renunciar al
solipsismo del yo individual y acudimos a la com-
En síntesis, en este proceso de carácter prensión. De acuerdo con la literatura
“autorreferencial generativo” “estamos forza- construccionista, dice Ugazio (2001), el self se
dos a abandonar la idea de que usted o yo o entiende aquí como proceso. Esta acepción es
de derivación meadiana. Para Mead (1934), ci- observador–participante, a la vez para la fami-
tada por Ugazio (2001, p. 27), dentro del proce- lia y para nosotros” (p. 79).
so que llamamos self es posible distinguir dos
“momentos: el “mí” y el “yo”. El “mí” identifi- Como podemos apreciar, la convocatoria a par-
ca la capacidad del sujeto de asumir el punto de ticipar de la dinámica interaccional no es un
vista y las expectativas de los demás. Equivale, asunto de voluntad del terapeuta, sino que es
por lo tanto, a la situación tal como es experi- inherente al carácter social de los fenómenos
mentada por el sujeto. Durante esta fase del psicopatológicos; es una ingenuidad asumir el
proceso, cada uno de nosotros es capaz de “ver- rol de psicoterapeuta desde un marco finalista y
se” a sí mismo de modo análogo a como lo ven funcional; de hecho, “las familias traen consigo
los demás. El “yo” es, en cambio, la respuesta a sus “ausentes” a la sesión… Pero, como todo
al “mí”. Este identifica la parte activa, individuo es irremplazable, el terapeuta queda
propulsora e imprevisible del self, que tiene su confrontado con un doble mensaje: reemplace
punto de apoyo en la acción. Así “se es cons- usted a nuestro ausente...pero sepa que él es
ciente de uno mismo y de lo que es la situación, único e irremplazable” (Goldbeter, 1998). He ahí
pero el modo exacto como actuaremos jamás la trama humana a la que estamos sometidos
entra a formar parte de la experiencia si no es como terapeutas y a la que estamos convocados
después de la ejecución de la acción” (p. 27). a participar.
Éste es el motivo fundamental por el que el “yo”
no se presenta en la experiencia del mismo Veamos otro ejemplo, el campo de los “conflic-
modo que el “mí”. El “mí” representa una de- tos psicóticos”. Helm Stierlin (1998) nos pres-
terminada organización que la comunidad da a cribe al respecto:
nuestros comportamientos y que requiere una
Podríamos decir que la persona
respuesta, pero la respuesta que tiene lugar es
catatónica tiene en su interior dos sig-
justamente algo casual. No existe ninguna cer-
nificaciones que amenazan con partir-
teza respecto a ella. Existe una necesidad mo-
la en dos. En un nivel interaccional,
ral, pero no una necesidad mecánica de la ac-
esto quería decir: “mi interpretación
ción. Cuando ésta se realiza, sólo entonces sa-
se opone a la suya, pase lo que pase”.
bemos qué es lo que se ha hecho (Mead, 1934).
Pero lo que engendra una alta tensión
De esta manera, la renuncia al yo cosificado y el de ambivalencia o conflicto puede en-
reconocimiento de que sólo entonces el mundo y gendrar también creatividad. Puedo po-
mi experiencia aparecen abiertos y necesitan ser sibilitar lo que Bateson denominó
explorados se constituye en una condición sin la “transcontextualidad”: capacidad y
cual no podemos ejercer la terapia sistémica. voluntad de desplazar un contexto o de
marcar este contexto de manera inha-
En efecto, los estudios realizados en el marco bitual (p. 82).
de la psicoterapia sistémica dan cuenta de cómo
muchos de los problemas tradicionales de la En síntesis, el arraigo social de la vida psicoló-
“psicopatológica” han sido redefinidos en la gica y su carácter interaccional se hace presen-
medida en que la autorreferencia del terapeuta te en el plano de la experiencia existencial y dra-
se hace presente; por ejemplo, en relación con mática de la vida; dado este carácter
la violencia e identidad sexual, nos dice Peggy “psicosocial”, “ecológico” y “co-evolutivo” de
Pen (1998): “La identidad sexual es una propie- la vida humana, nos permite renunciar a la ca-
dad orgánica de nuestra co-construcción de his- tegoría conceptual de la estructura del yo o,
torias y, puesto que es también autorreferencial mejor aún, anunciamos su construcción
por el hecho de que somos sexuados, refuerza metafórica y relativa en la experiencia escénica
posiciones cibernéticas de segundo orden en el de las relaciones. Desde esta óptica, nos com-
prometemos con la comprensión de las ideolo- que hagan de la psicoterapia un escenario para
gías, las creencias y los prejuicios como marcos proteger la vida y conservar la esperanza huma-
referenciales del juego relacional, de los ritua- na?
les, de las narrativas y de la interacción cotidia-
na que con todas sus vicisitudes vivimos como Referencias
personas concretas.
Bateson, G. (1993). Una mirada sagrada. Espa-
Esta visión constructivista y construccionista de ña: Editorial Gedisa.
lo psicopatológico y de la psicoterapia nos invi-
ta a la indisociabilidad de lo psíquico, lo mental Briggs, J. y Peat, D.F. (1999). Las siete leyes
y lo espiritual, y a la indisociabilidad del sujeto del caos. España: Editorial Grigalbo.
observador con las realidades humanas concre-
tas. De ahí la necesitad de incluir al observador Estupiñán, J. (2003). Una narrativa en la cons-
en la observación, en todos los procesos de la trucción de los caminos de la terapia
intervención. Es claro, entonces, que el campo sistémica. En Construcciones en psicolo-
de lo “clínico” es redefinido en sus dimensiones gía compleja: aportes y dilemas. Bogotá:
contextuales y ecológicas y sus explicaciones Ediciones Universidad Santo Tomás.
estarán dadas por la simultaneidad, convergen-
cia, contradicción y emergencia de los órdenes Foester, H. Von (1996) Las semillas de la ciber-
biológicos, psicológicos, socio-culturales y polí- nética. Editorial Gedisa.
ticos. Por lo tanto:
Gadamer, H. (1998). Verdad y método II.
De acuerdo con esto, para que una si- Salamanca: Editorial Sígueme.
tuación interaccional constituya un pro-
Gergen K. (1999). Realidades y relaciones. Bue-
blema de salud mental, la persona debe
nos Aires: Editorial Paidós.
definirla como tal en un contexto so-
cial que acepte esa definición. En otras
Goldbeter M. E. (1998). El tercero ausente. En
palabras, una determinada conducta se
La terapia familiar en transformación de
convierte en psicopatológica cuando al-
Moni Alkaim y otros. Buenos Aires: Edito-
guien afirma que constituye un proble-
rial Paidós.
ma de salud mental atribuyéndole cua-
lidades de dolor, sufrimiento, falta de Helm, S. (1998). Tiempo, estructura y conflicto
control o indesehabilidad, y así es acep- psicótico. En La terapia familiar en trans-
tado en el dominio social en que se pre- formación de Moni Elkaim y otros. Buenos
senta( Maturana, 1996, p. 142). Aires: Editorial Paidós.
Es legítimo entonces continuar nuestro camino Ibáñez J. (1994). El regreso del sujeto, la in-
por el mundo de la psicoterapia sistémica pre- vestigación social de segundo orden. Méxi-
guntándonos sobre ¿cuáles son las ideologías que co: Siglo XXI.
subyacen a las teorías psicológicas que funda-
mentan los procesos psicoterapéuticos de enfo- Luhmann (2004). La política como sistema. Edi-
que sistémico?; y de manera más específica pre- tor: De Javier Torres Navarrete. México:
guntarnos ¿cómo contribuimos, desde el enfo- FCE.
que sistémico a construir “teorías de acción”
Maturana, H. (1996). Desde la biología a la psi- de Moni Elkaim y otros. Buenos Aires: Edi-
cología. Santiago de Chile: Ed. Universi- torial Paidós.
taria.
Ugazio, V. (2001) Historias permitidas, histo-
Maturana, H. y Varela, F. (1980). Autopoyesis y rias prohibidas. Buenos Aires: Editorial
cognición. Boston. Paidós.
Minuchin, S. y cols. (1998) El arte de la terapia Varela, F. (2000) El fenómeno de la vida. San-
familiar. Buenos Aires: Editorial Paidós. tiago de Chile: Editorial Océano.
Morin, E. y cols. (1993). Tierra patria. Barcelo- Varela, F. (2000) Ética y acción. Santiago de
na: Ed. Cairos. Chile: Ediciones Dolmen.