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La acción típica, para alterar y/o desintegrar en los elementos esenciales del

documento y segundo, en lo que respecta concreta donde el documento debe


ser empleado como medio de prueba en una situación específica.
Dicho lo anterior, no se presentara la posibilidad de causar un perjuicio, cuando
la supresión ha recaído sobre un elemento no esencial del documento o cuando
la destrucción ha recaído sobre la copia del documento, contándose con la matriz
de aquel. Sin embargo, la destrucción o supresión del documento será típica,
cuando la copia sea el único testimonio de un documento original destruido o
desaparecido por causas extrañas al agente.
En resumidas cuentas, el delito en cuestión, es de peligro concreto, por lo que a
efecto de realización típica, no se requiere acreditar la efectiva causación de
dicho perjuicio en el derecho subjetivo de un tercero, sino verificar si
potencialidad lesiva, desde una perspectiva ex – ante y ex – post.
4.- FORMAS DE IMPERFECTA EJECUCION
La perfección delictiva de las figuras delictivas comprendidas en el artículo 430°
del CP, ha de analizarse por separado, pues es de verse que cada una de ellas
cuenta con una naturaleza jurídica particularizada.
En la modalidad típica de la supresión, la perfección delictiva toma lugar, cuando
el agente logra suprimir un elemento esencial del documento o en su defecto,
cuando el agente –estando obligado a hacerlo, no presenta el documento ante
la autoridad competente en su debida oportunidad. A ello debe añadirse, que
dicha acción ha de ser idónea y/o apta para poder producir un prejuicio al
derecho de un tercero, mas no debe acreditarse su efectiva causación.
Pueden advertirse actos anteriores, que puedan dar inicio a la ejecución típica,
que el agente sea sorprendido en circunstancias en que pretende emprender la
acción de supresión de una parte esencial del documento, empero, al tratarse de
un delito de peligro, nuestra posición es de rechazar el delito tentado.
En la tipología delictiva de ocultación, la perfección se alcanza cuando el agente
llega a poner a bien recaudo el documento o cuando no lo entrega, a quien
legalmente lo requiere, siempre que cumpla con la posibilidad de poder producir
un perjuicio al derecho subjetivo de un tercero.
Siendo así, conductas de esta naturaleza, no parecen admitir la procedencia de
un delito tentado.
En cuanto a la modalidad típica de destrucción, la perfección delictiva toma lugar
cuando el objeto documental es eliminado en su integridad estructural, cuando
desaparecen sus elementos esenciales, cuando el agente rompe, prendo fuego
o lo parte en pedacitos, haciendo de aquel un objeto impropio para generar su
funcionalidad para generar su funcionalidad probatoria.
Se podría, que cuando el agente no emplea los medios idóneos para su
destrucción o cuando es impedido por un tercero de exteriorizar la materialidad
delictiva, seria reputado como delito tentado; empero, siguiendo con la línea
argumental esbozada, hemos de regar dicha posibilidad.
Hay que atender, que para que se haya consumado el delito, la destrucción o la
supresión tiene que concretar el resultado de la desaparición del tenor del
documento: es decir. Haber anulado completamente su representatividad.
5.- TIPO SUBJETIVO DEL INJUSTO
La incriminación de todas las modalidades típicas, comprendidas en el
enunciado normativo del artículo 430° del CP, únicamente resulta penadas a
título de dolo, conciencia y voluntad de realización típica. El agente dirige su
conducta, a suprimir, ocultar o destruir un documento, sabiendo que con dicha
materialidad conductiva está neutralizando las funciones de perpetuidad y de
eficacia probatoria del documento (público o privado).
El elemento cognitivo del dolo ha de comprender todos los elementos
constitutivos del tipo penal; de que se suprimiendo, destruyendo u ocultando u
documento (público o privado), y que mediando dichas acciones se está
generando un daño potencial de lesión hacia el derecho subjetivo de un tercero.
El conocimiento del sujeto activo debe abarcar esa posibilidad y su voluntad
conducirlo a seguir con el plan delictiva a pesar de tal saber.
Aparte del dolo, no se exige la concurrencia de un elemento subjetivo del injusto
de naturaleza transcendente.
EXPEDICION DE CERTIFICADO MEDICO FALSO
Art. 431.- “el medico que, maliciosamente, expide un certificado falso respecto a
la existencia o no existencia, presente o pasada, de enfermedades físicas o
mentales, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años e
inhabilitación de unos a dos años conforme al artículo 36, incisos 1 y 2.
Cuando se haya dado la falsa certificación con el objeto que admita o interne a
una persona en un hospital para enfermos mentales, la pena será privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de seis años e inhabilitación de dos a cuatro
años conforme al artículo 36, incisos 1 y 2.
El que haya uso malicioso de la certificación, según el caso que se trate, será
reprimido con las mismas penas privativas de libertad.
1.- CONCEPTOS PRELIMINARES
Toda actividad científica, técnica y profesional debe estar al servicio del hombre,
en el sentido de procurar siempre su bienestar; el desarrollo socio-económico
que alcanzando la humanidad en el umbral del tercer milenio, es merced a los
avances tecnológicos y científicos, cuyos protagonistas son los individuos que
se dedican por entero a descubrir e inventar aquellos instrumentos y/o elementos
a que sean necesarios para lograr una vida de alta calidad, de ahí, que la
orientación axiológica en la que guía el proceder de todos aquellos que se
dedican a cualesquiera ámbito de la ciencia.
Siguiendo el hilo de la argumentación, debe precisarse que la medicina no se
escapa de la afirmación esbozada, de que los hombres y mujeres que ejercen
en la noble y humana profesión, tienen como fin esencial: la preservación de una
salud de calidad en los miembros de la población, a tal efecto, han de agotar
todos los esfuerzos posibles en la curación de las enfermedades que agobian a
ciertos sectores de la población, máxima, hoy se habla de una medicina
´preventiva, de establecer procedimientos encaminados a evitar la formación de
males y enfermedades en los comunitarios. Siempre se habla de ese juramento
hipocrático, de que el medico tiene por objetivo principal en su tarea profesional
la defensa de la vida humana.
A lo dicho, advierte claramente un contenido ético, deóntico, de que los médicos,
los galenos, los profesionales de la salud han de sujetar su actuación los
parámetros y contornos previstos en la ley y, sobre todo, a los códigos de ética
de la medicina, los cuales pueden verse pervertidos y/o afectados, cuando el
profesional de la salud atenta contra los valores que guían su actuaciones
profesional.
Dicho lo anterior, tenemos que los profesionales, -encargados legalmente de
diagnosticar males y enfermedades-, son precisamente los médicos, quienes a
partir de sus conocimientos especiales de la materia, están en posibilidad de
establecer cuál es la enfermedad que aqueja a su paciente, no solo para fijar así
el tratamiento y/o medicinas adecuadas para su curación, sino también para
certificar dicho diagnostico en el certificado correspondiente; esto quiere decir,
que la certificación de la enfermedad por parte del galeno, del profesional de
salud, permite al enfermo, emplearlo en una serie de circunstancias, como por
ejemplo, para justificar su ausencia en el centro de labores, para solicitar una
pensión y/o jubilación adelantada por incapacidad, para peticionar una
indemnización por daños y perjuicios, cuando ha sido objeto de una afectación
atribuible a otra persona, para la obtención de un seguro de vida, etc. Es decir,
la certificación médica, que da constancia por su portador para una serie de
cosas, que pueden dar origen a una serie de derechos y/o obligaciones, por lo
que la veracidad de su contenido ha de ser garantizado, amén de que no
produzcan fraudes a través de su ilícita utilización.
Conforme lo anotado, el galeno está obligado a asentar la verdad sobre la
situación médica de su paciente en el certificado, siendo que la información que
allí asienta, al ser revestida de autenticidad, genera presunción de veracidad
acerca de su contenido.
Siendo así, la realidad demuestra, que no son pocos los médicos, que
contravienen los principios que sostienen la actividad médica, al incurrir en
prácticas que no se condicen con los lineamientos profesionales – antes
anotados-, al faltar a la verdad en los certificados médicos que elaboran, al
consignar enfermedades inexistentes en sus pacientes o haciendo pasar como
sanos a personas que padecen a ciertos males. Dicho proceder conductos
parece trascender un plano estrictamente ético social, al generar una alarma
social generalizada, lo que permite legitimar la intervención del derecho penal,
que se manifiesta en la tipificación penal regulada en el artículo 431 del CP.
Observando en rigor la redacción normativa de la conducta delictiva se diría que
el bien jurídico protegido. Desde una plataforma colectiva seria la buena fe
pública, en cuanto a la confiabilidad se la sociedad sobre la veracidad de los
certificados médicos que expiden los profesionales de la salud; mas de forma
concreta, las funciones esenciales del documento cuando ingresa al trafico
jurídico, en cuanto a la perpetuidad y a la eficacia probatoria, que solo puede
advertirse en el caso de la tercera modalidad del injusto, pues sobre todo, en la
primera modalidad, no se ha previsto el empleo del documento como una
condición de punición. Mientas que en la segunda modalidad del injusto, si bien
no se ha contemplado de forma literal, que debe emplearse el certificado médico,
ello se da por descontado, pues la intención del agente, es que es admita o
interna a una persona en un hospital para enfermos mentales, entonces para
que pueda concretizarse dicho ingreso se requiere necesariamente utilizar el
documento, empero, ello no ha sido previsto como elemento de tipicidad objetiva,
sino como elemento subjetivo del injusto de naturaleza trascendente.
Analizando lo sostenido, vemos que la primera modalidad del injusto, la básica,
se aleja de la sustantividad material de los injustos de falsedad material, al no
exigirse como presupuesto de punición, que el certificado médico deba ser
empelado en el trafico jurídico y así poder provocar un perjuicio al derecho
subjetivo de un tercero, lo cual no puede deducirse de la tercera modalidad, pues
la consumación de la primera tipología del injusto, se produce de forma
totalmente independiente. Por consiguiente, la perfección delictiva de la primera
modalidad, toma lugar con la mera expedición del certificado médico,
convirtiéndolo en un delito formal, despojado en principio de una suficiente
sustantividad material. Aspecto que si se prevé en la legislación penal argentina,
como se describe líneas adelante, en cambio para Soler, el médico que da un
certificado falso….da forma de verdad a una mentira, que aún es el caso de no
presentar la posibilidad de un perjuicio, pues más ordinariamente puede darse
un beneficio de alguna persona, importa una grave violación de sus deberes
profesionales; lo que es objeto de incriminación no es propiamente la infracción
de los deberes funcionales ni la verdad como principio, sino que deberían ser la
funciones esenciales que despliega el documento en el trafico jurídico,
respetando así la homogeneidad y sistematización de los delitos de falsedad
documental.
Es de verse, que el certificado médico no es un documento público, lo que lo
alejaría de la estructura material de los delitos de falsedad ideológica, sin
embargo, es la relevancia e importancia que dicho documento despliega en el
trafico jurídico, lo que ha determinado que el legislador le otorgue una cualidad
equivalente y, así proceder a su penalización en la cobertura normativa del
articulado en análisis.
Estamos en presencia de falsedad ideológicas que se cometen en documento
privado, lo cual constituye una excepción al principio general sobre la comisión
de aquella forma de falsedad.
La falsedad del certificado es, en efecto, ideológica, ya que en el documento en
su materialidad es auténtico, lo mentido es lo que en él se certifica que alguien
esta o estuvo enfermo o lesionado o lo estuvo o no lo está.
En la legislación comparada, encontramos una figura similar en el artículo 295°
del CP argentino, que dice a la letra lo siguiente: “sufrirá pena prisión de un mes
a un año, el medico que diera por escrito un certificado falso, concerniente a la
existencia o inexistencia, presente o pasada, de alguna enfermedad o lesión
cuando de ello resulte prejuicio. La pena será de uno a cuatro años, si el falso
certificado debiera tener por consecuencia que una persona sana fuera detenida
en un manicomio, lazareto u otro hospital”.
2.- TIPICIDAD OBJETIVA
a. Sujeto activo
Conforme las variadas descripciones que se han glosado en los alcances
normativos del artículo 431° del CP, diría que es un delito común, sin embargo
dicha afirmación ha de verse relativizada, cuando de forma expresa en el primer
párrafo, se señala que el autor ha de ser un médico, un galeno, un profesional
de la salud, lo que indica que el tipo penal exige una condición especial funcional
en la persona del agente, incidiendo en reconocer que se trataría de un tipo penal
“mixto”.
Siguiendo lo dicho, tenemos que autor de la primera y segunda modalidad del
injusto, solo pueden ser perpetrados, por aquellos que cuentan con el título
profesional de médicos y habilitación del colegio médico respectivo dando lugar
a una figura especial, donde todos aquellos que no cuentan con dicha condición
profesional, no podrán ser reputados como autores de esta infracción delictiva;
en el certificado médico el galeno debe colocar su número de inscripción de
colegiatura. Aspecto en cuestión, que influye a su vez, en la posibilidad de admitir
una autoría mediata –desde atrás- quien no tiene la condición de médico, no
puede quebrantar él debe funcional que exige la tipicidad objetiva, máxime al
tratarse de un deber personalísimo, por lo que inclusive otro médico no puede
ser considerado autor mediato, en el sentido, de quien certifica es el otro médico,
donde se supone que es aquel quien ha realizado las pruebas necesarias y,
quien a su vez ha llegado al diagnóstico de la enfermedad que padece el
paciente; admitir la autoría mediata, supondría identificar un médico que actúa
bajo un error de tipo, lo cual es rechazable por nosotros, en tanto, como
señalamos, aquel certifica una enfermedad que aquel consta, otra cosa seria el
error en la identidad del paciente. Sería una total dejadez de los deberes de
función, de que el medico certifique el diagnóstico elaborado por otro galeno; por
tales motivos, lo que sí podría admitirse es una instigación, de quien convence
al médico certificador, a consignar una información falsa, sobre una enfermedad
inexistente o la inexistencia de una enfermedad que en realidad padece el
paciente.
Dicho lo anterior, la enfermera u otro, que asisten al médico y, colaboran, para
que consigné una información falsa en el certificado médico, solo pueden
responder a título de participación delictiva (complicidad); así, quien sabiendo
de que el paciente no padece de una anomalía psíquica y, parientes que
pagaron, sobornaron al médico, para que este emita una certificación falsa.
Cuando quien emite el diagnostico, es una persona que no cuenta con la
habilitación profesional como médico, no puede responder por esta tipificación
penal, pero si lo hará por ejercicio ilegal de la profesión –artículo 363° del CP,
que puede también ir en concurso con la figura de la falsedad genérica, si es que
suplanta la identidad de un médico real y verdadero. Si se trata de un médico de
ESSALUD u otro hospital estatal, que puede configurarse también el tipo penal
de usurpación de funciones.
En el caso del particular, quien hace uso de la certificación, ha de responder
como autor de su propio injusto, de la modalidad delictiva contenida en el tercer
párrafo del articulado en cuestión.
b. Sujeto pasivo
Es la sociedad que se ve conmocionada, cuando el medico certifica una
enfermedad inexistente o da cuenta de su no existencia, pese a padecerlo el
paciente; no obstante, en el caso de la segunda modalidad y también la tercera,
pueden identificarse a perjudicados directos, como el paciente que es internado
en el hospital para enfermos mentales, o la institución que se ve obligada a pagar
una pensión que en verdad no le corresponde al administrado.
c. Modalidades típicas
Primer punto a saber, que debe consumir en todas las modalidades del injusto,
es que debe tratarse de un documento autentico, un certificado que ha sido
expedido por un médico habilitado profesionalmente en el ejercicio de sus
funciones; aquel certificado médico que es adulterado por un tercero, no ingresa
al ámbito de protección de la norma; como sostuvimos lo que se presenta no es
una afectación a su veracidad.
c.1. Expedición de certificado médico falso
Primer punto a saber, es que protagonista de esta modalidad del injusto, solo lo
puede ser el médico –habilitado para expedir dicho certificado dando lugar a una
figura especial.
La materialidad típica debe plasmarse en un objeto documental, de forma
concreta sobre un certificado, donde se hace constar la información falsa
respecto a la inexistencia o no inexistencia, presente o pasada de enfermedades
físicas o mentales.
La materialidad típica debe plasmarse en un objeto documental, de forma
concreta sobre un certificado, donde se hace constar la información falsa
respecto a la inexistencia o no inexistencia, presente o pasada de enfermedades
físicas o mentales.
El certificado, en el sentido típico, si bien no necesita adoptar formas
sacramentales, tiene que estar extendido por escrito y su tenor contener a
aseveración del otorgante sobre la existencia de una enfermedad o lesión que
no existe o no existió, o que son o han sido distintas de las expresa.
En nuestro país, algunas farmacias y centros autorizados, comercializan los
certificados médicos, bajo una determinada estructura documental, mas ello no
obsta a que el mismo médico, utilice su propia papelera –donde estampa su
nombre y número de colegiatura, para dar constancia de la enfermedad que
padece el paciente.
En las palabras de Creus, no constituye certificado la historia clínica redactada
por el médico para su uso personal o destinada a ser empleada dentro de un
circulo profesional destinado, pero si puede serlo la copia de ella cuando
contiene falsedades y es entregada o puesta a disposición de un tercero con la
firma del médico que introdujo la falsedad p de otro profesional que la conoce
como tal, sin perjuicio, claro está de que en aquel primer supuesto la historia
clínica reservada haya sido el medio para cometer otro delito.
Tampoco estaremos ante la figura delictiva –in examine-. Cuando un médico es
llamado por la instancia jurisdiccional es llamado por la instancia jurisdiccional
para que emita un informe ilustrativo (pericia), sobre la salud mental del
imputado, pues si en dicho proceder conductivo, se aprecia una dolosa falsedad,
la tipificación penal se traslada a la figura contemplada en el artículo 409° del
CP.
Cuestión importante, es que en la certificación se debe hacer alusión a
“enfermedades físicas o mentales”. Lo que implica por parte del médico, que
debe describir con todo detalle que clase y/o tipología de enfermedad se trata,
no bastara con que señale que padece de dolores en el estómago, sino que sufre
de una gastritis severa o de ulceras.
Las “enfermedades físicas” hacen alusión a ciertas sintomologias que aparecen
en los órganos del ser humano, dando lugar a un cuadro clínico y, ciertos afectos
que disminuyen las capacidades funcionales de dicho órganos, generando
secuelas en la salud del paciente. No solo tenemos enfermedades como la
diabetes, hipertensión arterial, cirrosis hepática, falencias renales, tifoidea,
hepatitis, sarampión, asma, bronquitis, etc.; sino otras que toman lugar en
accidentes, provocando lesiones, como parálisis, estado vegetativo, coma,
perdida de las piernas u otros órganos; enfermedades tropicales (dengue) así
como las diversas variantes de cáncer y tumores que se originan en diversos
órganos del cuerpo humano. Bajo esta rotulación que podemos ubicar a un
simple resfriado o a una congestión nasal.
Por su parte, las “las enfermedades mentales”, son aquellas que se ubican en
que psique del individuo, aquellos trastornos de la personalidad anomalías
psíquicas, alteración de la conciencia, obligatoria, esquizofrenia, epilepsia y otros
síndromes mentales, etc.; son las que afectan el discernimiento de la persona,
afectando las funciones psico- motrices del individuo. Enfermedades de estas
naturales, han de ser refrendas por un psiquiatra o psicólogo.
Puede darse este delito, cuando el medico sobre dimensiona la gravedad de la
enfermedad o cuando da una intensidad mayor a la ocasionada; de que el
accidente, ha determinado lesiones graves, siendo en realidad leves.
Cuando se trata de una enfermedad pasada, debe especificarse en el certificado
la data exacta de aquella así como su tipología; así, cuando se pretende hacer
pasar por inimputable al imputado –al momento de la acción del hecho punible-,
por una grave alteración de la conciencia y así favorecerlo. Una situación distinta,
los familiares que quieren interponer un proceso de interdicción a un familiar,
sirviéndose para ello de un falso certificado médico, por ello, podrían incluso
responder por inducción a error a funcionario público.
Si el certificado médico contiene cualquier otro dato falso que no concierne a esa
existencia o inexistencia (p, e), sobre la edad de la persona, falsedad de un parto,
etc. pasa a formar parte de otros delitos, pero extraños a la falsedad documental.
No podemos observar este delito, cuando de un diagnóstico certero, aparece
nuevamente la enfermedad en el paciente, ora por no haber seguido en rigor el
tratamiento médico ora por tratarse de un rebrote no susceptible de ser
controlado; esto es, la inexistencia de la enfermedad debe manifestarse en la
data de la expedición del certificado o no posteriori.
En seguida que la certificación médica sea solicitada por una persona, porque
tiene un interés en emplearlo de determinada manera, sin embargo, el objeto de
que sea empleada la certificación no ha sido previsto en la estructura típica de
esta modalidad del injusto típico.
Los certificados son documentos que se proporcionan a una persona para dar
prueba de certeza de un hecho que le interesa o de un dato personal que le
concierne. En sí mismos no tienen otra misión. Y no es poco, que dar prueba de
certeza frente a cualquier instancia pública o privada, pueden ser emitidos por
funcionarios públicos o por personas particulares.
Punto importante a saber, es que en la estructuración típica de este modalidad
del injusto, no se hace a que la confección de la certificación médica, tenga la
idoneidad y/o potencialidad para poder causar un perjuicio al derecho subjetivo
de un tercero, claro está cuando es ingresado al trafico jurídico, lo que lo alejaría
de la sustantividad material caracterizarle en los delitos de falsedad documental,
mas no puede perderse de vista, que los médicos no certifican enfermedades a
iniciativa propia, sino a solicitud de las particulares, quienes pretenden obtenerlo,
para darle en definitiva un uso empero, dicha inferencia, no puede implicar que
se exija la posibilidad de causar un perjuicio al derecho de un tercero, a efecto
de dar por consumada la materialidad típica, ello supondría una lesión al principio
de legalidad.
En resumidas cuentas, esta modalidad delictiva, importa la construcción de un
delito formal, donde se adelanta de forma significativa las barreras de
intervención del derecho punitivo, tal vez por la delicadez de este asunto y de la
actividad médica y el rol que dichos profesionales ejercen en la sociedad.
Determinado la no inclusión de la posibilidad de causar un perjuicio al cual ser
aparejado de un tercero, como condición objetiva de punibilidad, lo cual debe ser
aparejado con la fenomenología fáctica, sobre la cual se desarrollan estas
conductas de contenido ilícito.
C.2.- Falsa certificación para ingreso a un hospital para enfermos mentales
haciendo un vistazo de las tres conductas delictivas-que el legislador ha glosado
bajo la cobertura normativa- observamos que el mayor desvalor del injusto típico
así como del grado de reproche culpable {imputación individual) se devela en
este comportamiento, pues no solo estamos hablando de un proceder conductivo
(profesional) que afecta la fe pública, sino que se identifica una aptitud de lesión
a un bien jurídico –de primer valor en el estado constitucional de derecho-, nos
referimos a la libertad individual, pues si el certificado médico falso permite que
la víctima sea internada en el nosocomio, no sabe duda dicho interés jurídico,
también será objeto de afectación.
Lo anotado, al margen de reconocer que la estructuración típica del tipo legal, no
exige para su consumación, que el certificado médico propicie el internamiento
del individuo en un hospital para enfermos mentales, más si, que ese sea el
propósito que impulse al agente la confección del certificado falsificado. Por
consiguiente, al advertirse un probable (de alto pronostico) de lesión a la libertad
de comunitario, podría decirse inclusive, que estaríamos antes un bien jurídico
pluriofensivo, por lo que la penalidad de mayor intensidad del articulado, debe
recaer sobre este comportamiento típico, lo cual debe tomar en cuenta el
juzgador al momento de la determinación e individualización de la pena. No
perdamos de vista que la certificación falsa del médico está viabilizando el
internamiento de una persona sana a un nosocomio para enfermos mentales.
No solo la libertad personal se coloca en franco peligro de afectación sino que
con ello, la inviolabilidad persona y la salud psíquica del individuo, quien a pesar
de no sufrir una enfermedad mental grave, es recluida en un nosocomio
especializado para el tratamiento de dichos males.
Como se expone en la doctrina nacional, es suficiente que el certificado haya
sido emitido con esta específica, sin que para la aplicación de tal agravante sea
requerido la efectiva admisión o internamiento de la persona en el hospital para
enfermos mentales.
Es sabido, que el internamiento de una persona en un hospital para enfermos
mentales, solo puede proceder legalmente ante dos situaciones –primero,
cuando los familiares del enfermo, tramitan ante las instancias sanitarias
correspondientes su ingreso al nosocomio especializado en enfermedades
mentales o, mediando –en algunas oportunidades, la interposición de una
demanda de interdicción, conforme lo estipulan los artículos 581° al 584° de
CPC, donde el inc. 2) del artículo 582° (in fine), justamente sobre la actuación
del galeno, dispone a la letra lo siguiente. “a la demanda se acompañara: la
certificación medica sobre el estado del presunto interdicto, lo que se entiende
expedida bajo juramento o promesa de veracidad, debiendo ser ratificada en la
audiencia respectiva”.
Segundo, instado un procedimiento penal, por la presunta comisión de un delito,
al haberse que el agente es autor y/o participe de dicho evento criminoso y, que
al momento de su comisión (tempuss comissi dilicti)
Conforme a lo descrito, según la primera alternativa, podría deducirse a
responsabilidad penal del médico, siguiente resolución dogmática: -por un
concurso real de delitos, por la figura delictiva contenida en el artículo 431° de
CP, en concurso con el de falso testimonio en juicio, siempre que acredite la
falsedad de la certificación médica, mientras, que en el segundo supuesto, si es
que el medico certifico la condición mental falsa del imputado, puede también
por responder penalmente por el articulado –bajo examen.
Aspecto esencial para dar por acreditada la materialidad típica en que solo basta
que el profesional de la salud haya expedido un certificado médico, diagnostico
la enfermedad mental del paciente, sino q1ue dicha emisión documental, tiene
que haber tomado lugar con el fin de internarlo en un hospital para enfermos
mentales, lo cual no se encuentra abarcado por el dolo del autor, sino que alusión
a un elemento subjetivo de naturaleza trascendente, ello quiere decir, de seguro,
que personas interesadas lo hayan solicitado, por lo que en el decurso del
procedimiento penal respectivo, el titular del ejercicio de la acción penal, debe
presentar evidencia de ello, de no ser así, la incriminación ha de desplazarse al
primer párrafo del articulado.
Cuestión no menos importante, es que el diagnostico (falso), del médico debe
referirse a un enfermedad mental grave, una anomalía psíquica que suponga
una profunda alteración de la realidad, que el trastorno mental produzca en el
paciente la imposibilidad de conducirse conductivamente conforme a sentido, es
decir, acá el sujeto se muestra totalmente incapaz para ordenar sus movimientos
corporales conforme a un plano estricto de razonabilidad. Entonces, son
defectos estructurales, que se sitúan en psique del individuo, que lo anulan
completamente, de proceder conductivamente con arreglo a un discernimiento,
que le permita identificar con toda claridad, lo malo de lo bueno. Ello no
aparecerá necesariamente en aquellos individuos, que aún mantiene un
resquicio de racionalidad en su quehacer conductivo, al contar con cientos
intervalos de lucidez, que les permite conducirse conforme a sentido, a esto se
le denomina “imputados relativos”
No podemos ver esta conducta delictiva, por ende, cuando el diagnostico falso
del médico se refiere al padecimiento de una enfermedad mental, que por su
grado e intensidad, no requiere que se interne al enfermo en un hospital para
enfermos mentales.
Acá, al igual que en la modalidad típica anterior, el médico debe ser plenamente
consciente, de que está consignado en el certificado médico que expide, una
enfermedad mental que en realidad no padece el paciente o que en su defecto,
la sufre en una entidad mucho menos; si es que llego a dicha conclusión por
error o merced a su confusión con otras enfermedades (no mentales), que
producen la misma sintomologia habrá que negarse la tipicidad subjetiva de la
figura en cuestión.
d. Uso malicioso de la certificación medica falsa
Sostuvimos en el marco del análisis del primer párrafo del articulado que el
galeno que expide la certificación medica falsa no actúa motu proprio, en el
sentido de que su proceder antijurídico obedece a una iniciativa de un tercero
interesado, a menos que se piense que el profesional de la salud promociona la
venta de certificado médicos, en tal virtud, se diría salud promociona la venta de
certificados médicos. En tal virtud, se diría en principio, que el tercero interesado
(funcionario y/o particular), habría de responder penalmente como instigador, sin
embargo, habiendo considerado

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