Sei sulla pagina 1di 8

Sofonías 3:1 !!Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora!

Se refiere específicamente al juicio que aguardaba a Jerusalén: Sus pecados


son más abominables que los de Nínive, porque Dios le había revelado su justicia
Después de predecir la destrucción de las naciones circunvecinas, Sofonías
regresó al problema presente, el pecado en Jerusalén. La ciudad de Dios y su
pueblo se volvieron tan pecadores como sus vecinos paganos. El pueblo
pretendió adorar y rendir devoción a Dios, pero en su corazón lo rechazaba y
continuaba siendo indulgente con su pecado. Ya no les preocupaba las
consecuencias que enfrentarían por apartarse de Dios.

Sofonías 3:2 No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová,


no se acercó a su Dios.

Señales de la muerte espiritual de Judá: No obedece a su Dios; no acepta ser


corregida; no confía en el Señor; no se acerca a Dios.
¿Conoce personas que se niegan a escuchar cuando alguien no está de acuerdo
con su opinión? Los soberbios a menudo se niegan a escuchar cualquier cosa
que contradiga su autoestima exagerada, y el pueblo de Dios se volvió tan
soberbio que no escucharía ni aceptaría la corrección de Dios. ¿Resulta difícil
para usted escuchar el consejo espiritual de otros o las palabras de Dios que
vienen de la Biblia? Estará más dispuesto a escuchar cuando considere lo débil
y pecador que en realidad es.

Sofonías 3:3 Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces,
lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana.

Sus príncipes son como leones rugientes , depredadores en busca de presa; sus
jueces como lobos nocturnos , depredadores que se mueven en la oscuridad de
la noche. Sus profetas traicionan las almas de la gente para obtener provecho.
Sus sacerdotes profanan la Ley corrompiendo su significado.
Dirigir al pueblo de Dios es un privilegio y una responsabilidad. Mediante
Sofonías, Dios reprende todo tipo de liderazgo en Jerusalén: jueces, profetas y
sacerdotes, debido a su desobediencia, irresponsabilidad e insensibilidad al
pecado. Si usted es un líder de la iglesia, considérese en un puesto privilegiado,
pero tenga cuidado. Dios lo responsabiliza de la pureza de sus acciones, la
calidad de su ejemplo y la verdad de sus palabras.

Sofonías 3:4 Sus profetas son livianos, hombres prevaricadores; sus


sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley.

Sofonías 3:5 Jehová en medio de ella es justo, no hará iniquidad; de mañana


sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no conoce la verg:uenza.

En contraste con los judíos pecadores (versículo 2), Dios permanece constante:
El Señor está en medio de ellos; el Señor es justo; el Señor no hace lo malo; el
Señor imparte justicia todos los días; el Señor nunca se equivoca.
Los israelitas no tenían excusa alguna para sus pecados. Jerusalén, donde se
encontraba el templo, era el centro religioso de la nación. Pero aun cuando el
pueblo no seguía a Dios, El estaba «dentro de la ciudad», presente en medio de
la corrupción, persecución e incredulidad. Por desolado que parezca el mundo
en lo espiritual, Dios está ahí y sigue obrando. Pregúntese: «¿Qué El está
haciendo ahora y cómo ser parte de su obra?»

Sofonías 3:6 Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice
desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas
hasta no quedar hombre, hasta no quedar habitante.

El propósito de Dios al juzgar a las naciones es que su pueblo le tema.


Sofonías 3:7 Dije: Ciertamente me temerá; recibirá corrección, y no será
destruida su morada según todo aquello por lo cual la castigué. Mas ellos se
apresuraron a corromper todos sus hechos.

Ellos se apresuraron : No sólo Judá no aceptó arrepentirse, sino que siguió


pecando diligentemente.
Podemos preguntarnos cómo los israelitas tuvieron advertencias tan claras y aun
así no se volvieron a Dios. El problema no se debía a que no tuvieran
conocimiento, sino que permitieron que el pecado los endureciera tanto, que ya
no se preocupaban por seguir a Dios. Se negaron a escuchar las advertencias
de Dios y rechazaron el arrepentimiento. Si usted desobedece ahora a Dios, su
corazón puede endurecerse y puede perder su deseo de Dios.
Cuando Dios enseña, El espera que escuchemos y aprendamos. Si no
aprendemos, El debe «castigarnos nuevamente» para poder enseñarnos. Dios
no quiere que suframos, pero continuará disciplinándonos hasta que
aprendamos la lección que tiene para nosotros. Sea dócil, no inalcanzable.
Sofonías 3:8 Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante
para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos,
para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi
celo será consumida toda la tierra.

No trate de vengarse por sí mismo. Sea paciente y la justicia de Dios llegará. En


los postreros días, Dios juzgará a todas las personas de acuerdo con sus hechos.
La justicia prevalecerá, los malhechores se castigarán y los obedientes recibirán
bendición.
Sofonías 3:9 En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para
que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común
consentimiento.

Esta sección es una promesa de salvación para todos los pueblos y para el
remanente de Israel . En su más amplio sentido, anticipa la salvación, tanto de
judíos como de gentiles, por medio de Jesucristo.

Las características de este pueblo serán: Servir a Dios de común consentimiento,


con humildad, justicia, no mintiendo, no engañando y sin temor.
Pureza de labios : Véase la introducción a Sofonías: «El Espíritu Santo en
acción»
Dios purificará y unificará el idioma para que su pueblo proveniente de todas las
naciones lo adoren al unísono. En la nueva tierra, los creyentes hablarán el
mismo idioma, la confusión del lenguaje en la torre de Babel será revertida.
A lo largo de las Escrituras, los profetas que mencionan juicio para el pueblo de
Dios continúan con la promesa de redención. Hay esperanza para los que lo
obedecen y confían en El. En la actualidad, como en los tiempos bíblicos, Dios
ofrece redención a los que se vuelven a El.
Sofonías 3:10 De la región más allá de los ríos de Etiopía me suplicarán; la hija
de mis esparcidos traerá mi ofrenda.

Sofonías 3:11 En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con
que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que
se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte.

Sofonías 3:12 Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará


en el nombre de Jehová.

confiará, chasah: Fiar, esperar, refugiarse en alguien. Este verbo aparece 36


veces en el Antiguo Testamento. El Salmo 57:1 lo ilustra bellamente, porque
describe a David buscando refugio bajo las alas divinas, de forma similar a como
lo hacen los polluelos. El versículo central de la Biblia se halla en el Salmo 118,
y afirma: «Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre».
Dios se opone a la soberbia y a la altivez de todas las generaciones. Sin
embargo, los pobres y los humildes recibirán bendición, tanto física como
espiritual, debido a su confianza en Dios. La confianza en uno mismo y la
arrogancia no tienen lugar entre el pueblo de Dios ni en su reino.
Sofonías describe la victoria de Dios y su regocijo junto al pueblo redimido.
Como vencedor, él salvará . Su amor se presenta como un sentimiento profundo
( callará de amor ) . La satisfacción con su pueblo se expresará con cánticos de
alegría ( se regocijará sobre ti con cánticos ) .
Sofonías 3:13 El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca
de ellos se hallará lengua engañosa;(A) porque ellos serán apacentados, y
dormirán, y no habrá quien los atemorice.

Sofonías 3:14 Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y


regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.

Similar por su estilo a los Salmos 47, 95 y 97, esta sección final ofrece una
esperanza. Habla de otros aspectos positivos de aquel futuro Día del Señor.
Habrá cánticos, exclamaciones y regocijo (versículo 14), liberación de sus
enemigos (versículo 15), y la exaltación del pueblo de Dios (versículo 20). De
nuevo, esto se cumple parcialmente a través del reinado de Jesús en la Iglesia
y se consumará en el mundo por venir.
Pecamos cuando vamos en pos de la felicidad separándonos de nuestra relación
con Dios, el único que nos puede hacer en verdad felices. Sofonías señala que
la «gran alegría» surge cuando permitimos que Dios esté con nosotros. Esto lo
logramos al seguirlo y al obedecer su Palabra con fidelidad. Luego Dios se
regocija con un canto de felicidad por nosotros. Si quiere ser feliz acérquese a la
fuente de felicidad al obedecer a Dios.
Sofonías 3:15 Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos;
Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.

Sofonías 3:16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se


debiliten tus manos.

Sofonías 3:17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre
ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

Sofonías 3:18 Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron,
para quienes el oprobio de ella era una carga.

Sofonías 3:19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y


salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por
renombre en toda la tierra.

Sofonías 3:20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues
os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra,
cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.

«Delante de sus propios ojos» no significa que esta promesa se cumplirá en la


generación de Sofonías. Más bien significa que la restauración de Señor será
una obra obvia.
El mensaje de condenación al inicio del libro se vuelve al final un mensaje de
esperanza. Habrá un nuevo día cuando Dios bendecirá a su pueblo. Si los líderes
de la iglesia de hoy tuvieran que escuchar un mensaje de un profeta de Dios, el
mensaje tal vez se parecería al libro de Sofonías. Bajo las reformas religiosas de
Josías, el pueblo volvió a Dios en apariencias, pero su corazón estaba muy lejos
de El. Sofonías alentó a la nación a que se uniera y orara por salvación. También
nosotros debemos preguntarnos: ¿Es nuestra reforma una simple señal externa
o está cambiando nuestros corazones? Necesitamos unirnos y orar, caminar
humildemente con Dios, hacer lo bueno y escuchar el mensaje de esperanza
relacionado con el nuevo mundo venidero.
Jerusalén: la ciudad podrida
El último de los oráculos contra las naciones es como una acusación legal dada
a los jueces de la ciudad contra la conducta de la capital, la “ciudad Santa”, la
ciudad de David. Lamentablemente sus pecados son iguales o peores que los
de las naciones y las ciudades paganas. Los profetas del siglo VIII, Amós y
Miqueas, condenaron las ciudades de Israel y Judá como centros de vicio,
opresión social e injusticia. Lo que más asombra a Sofonías es el fracaso total
del liderazgo de Jerusalén. Jueces, profetas y sacerdotes no han cumplido en lo
más mínimo sus responsabilidades
En los versículos 1 y 2, Sofonías emplea adjetivos muy fuertes para describir la
ciudad que oprime a sus pobres e indefensos. Ella es “sucia” y está
“contaminada” por la sangre inocente derramada. Aún peor, no se ha escuchado
la voz de Dios dada por sus profetas. No se prestó atención a estas advertencias,
ni aprendió nada de los juicios de Dios sobre las naciones vecinas. No se ha
confiado en Dios sino en alianzas políticas y militares con otras naciones hasta
el extremo de sustituir al Dios verdadero por sus ídolos. El profeta insinúa que lo
que hacen puede ser “legal” pero no es “legítimo” ante los ojos de Dios y su Ley.
Los líderes tenían que ser los guardianes de los derechos del pueblo, pero en
lugar de cumplir con sus deberes se habían convertido en “opresores” del pueblo
que tenían que defender. Los líderes de una comunidad no son solamente las
autoridades religiosas y políticas sino también los jefes del comercio, las finanzas
y la industria. La Ley debe ser administrada de forma imparcial a todos los
ciudadanos del país.
Sus príncipes son como leones rugientes que han agarrado a su presa, tan
enorme es su avaricia y su codicia. No se menciona al rey, tal vez porque Josías
era demasiado joven en aquel entonces para tomar parte en la administración.
Los jueces son como lobos rapaces con apetito insaciable que no dejan ni un
solo hueso de la presa que capturaron durante la noche. Los profetas son
vanagloriosos o inestables en todo sentido. Son prevaricadores en el sentido que
proclamaron profecías falsas que tergiversaron la gravedad del juicio venidero
de Dios.
Los sacerdotes eligieron enseñar únicamente las secciones de la Ley que exigen
poco de los creyentes. No cumplieron con su obligación de trazar el camino de
la conducta correcta y la práctica noble en asuntos religiosos. Así han profanado
el recinto del templo que era el lugar destinado a la enseñanza.
La progresión de la destrucción en la vida del ser humano
I. La destrucción empieza con una actitudde obstinación y rebelión contra Dios.
II. Luego, viene una mancha y suciedad de la vida por medio del vicio.
III. Eventualmente, la conciencia se endurece de tal manera que se hace difícil
distinguir entre lo bueno y lo malo.
IV Finalmente, esta condición conduce a lapersona a tener actitudes y hechos
concretos de pecado, llegando muchas veces hasta la violencia y al crimen.
La justicia de Dios con Jerusalén
Es una norma no escrita del AT que cuando los oficiales de la sociedad se
corrompen y no cumplen con sus deberes Dios envía a un profeta para
amonestar al rey y/o al pueblo. Cuando los hebreos ya no tenían un gobierno
propio sino que estaban sujetos a una potencia extranjera y la voz de profecía
desaparecía poco a poco. Piense en la época de Hageo a Malaquías; ¡por más
de 120 años no hubo voz profética en Judá!
Sofonías no tiene duda sobre la presencia de Dios en Jerusalén (versículo 5).
Dios sabe todo; cada día su justicia es evidente en la naturaleza y en las copias
de la Ley que se hallaron en los recintos del templo. Lo horrible era que el
perverso no tenía vergüenza de sus acciones y no vio la necesidad de consultar
ni la Ley ni al profeta verdadero.
El versículo 6 es una cita directa de la voz de Dios que Sofonías da al pueblo. La
historia del mundo hasta aquel entonces da muchos ejemplos de naciones que
alcanzaron la cima de poder y gloria pero debido a su orgullo e injusticia sufrieron
la derrota total. No fue obra de hombres sino la obra de Dios en su mundo.
El ser humano tiene una capacidad enorme para ignorar las lecciones de la
historia y no ver la mano de Dios obrando en los acontecimientos de la
actualidad. Esos tercos de Jerusalén rehusaron aprender que lo que le pasaba
a otras ciudades también le podía pasar a Jerusalén. Pensaban que solamente
la ciudades gentiles podrían caer bajo el juicio de Dios, no Jerusalén, ¡la Ciudad
Santa! Pensaban que a esa ciudad por ser consagrada a Dios nunca le pasaría
nada. Parece que Sofonías era el único en comprender que el juicio es el
resultado natural e inevitable de corrupción. Los judíos que se dedicaban a la
práctica de la maldad estaban cavando su propia tumba. Pablo siglos más tarde
lo dijo mejor que nadie: “…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
El versículo 7 demuestra la compasión y el amor de Dios, quien está convencido
de que algunos habitantes de la Ciudad Santa tienen temor de Dios y aceptarán
la corrección de la mano de Dios. No quiere destruir la hermosa ciudad que
David, Salomón y otros habían construido hacía más de 400 años. ¡La última
frase de la actuación del pueblo es un clásico! El hebreo dice “se levantaron
temprano y luego corrompieron todas sus acciones”. Jeremias nos hace recordar
que es Dios quien se levanta temprano para dar sus órdenes del día a su pueblo
a través de los profetas. Esta gente, al contrario, se apresuraron cada día para
hacer obras de maldad.

Profecías de la conversión universal y de la salvación de


Jerusalén
Algunos eruditos dicen que esta porción del libro no es obra de Sofonías, sino
que procede de la época después del cautiverio en Babilonia, tal vez tan tarde
como el 300 a. de J.C. Sus argumentos son tan frágiles y sin sustancia que no
merecen mayor atención. El profeta amaba a “Jerusalén la Dorada”;
seguramente pasó horas caminando por sus calles angostas y visitando a sus
parientes que vivían cerca del magnífico palacio que Salomón construyó. Era la
gente de la alta sociedad que se había corrompido. El futuro de la Ciudad Santa
a corto plazo lo vió muy sombrío, pero a largo plazo sabía que sería la morada
de los fieles para siempre. No vió nunca la ruina total y permanente de la ciudad
sino su purificación por medio de los fuegos de guerra, y luego su reconstrucción
por parte del fiel remanente de los judíos. Pero antes de todo esto se acuerda
del Pacto con Noé. ¡No será por agua sino por fuego que el juicio vendrá!
Palabras de ánimo para el remanente fiel
Parece que el profeta había leído el Salmo 27. Su mensaje es “Espera en
Jehová. Esfuérzate, y aliéntese tu corazón. Sí, espera en Jehová”. Tal como Dios
esparció a los pueblos sobre la faz de la tierra, ahora va a reunirlos para volcar
sobre ellos la copa de su furor. Después de escuchar dos capítulos de su
predicación los fieles de Judá y Jerusalén estaban confundidos. Parece que cada
día los malignos cobraban más fuerza. Había maldad en el comercio, en los
tribunales en las puertas de la ciudad y aun los profetas no traían una palabra
verdadera de Dios. Sofonías les dice, “Paciencia”. Dentro de poco verán a los
malos de todas las naciones consumidos por el fuego de Dios. No dice que la
misma tierra será destruida sino purificada por el Dios celoso.
El versículo 9 es muy importante. Después de la destrucción de la maldad y los
malos, Dios dará a los habitantes de toda la tierra una pureza de labios para que
puedan invocar a Dios. No los va a obligar a orar o a creer, sino que les dará la
posibilidad de hacerlo, si desean. Es más, el resultado de invocar al nombre de
Jehová será la capacidad de vivir en “consentimiento” o “con un acuerdo” con
otras personas y naciones. El plan de Dios es de no abarcar la unidad política o
comercial, sino la unidad espiritual con cada pueblo conservando sus
costumbres y tradiciones.
El versículo 10 nos sorprende. Desde los comienzos del río Nilo, o sea desde
Etiopía, los conversos van a viajar a Jerusalén. Dios los llama sus “suplicantes”,
sus “esparcidos” quienes van a traerle una ofrenda. Aquí no se hace referencia
a los hebreos esparcidos por la tierra sino a grupos étnicos y linguísticos que
viven en los extremos de la tierra. Toda la humanidad se va a unir para traer una
ofrenda a Dios. Claro, al mismo tiempo van a devolver cualquier cautivo israelita
que permanezca en su poder al momento de su conversión.
Sofonías, hijo de Cusi, tal vez está pensando en su linaje africano al dar esta
profecía. Cus era otro nombre para Etiopía y en Job 87:4 se espera que la gente
de Etiopía esté entre los pueblos salvos por Dios. Los hebreos normalmente
pensaban que en realidad Etiopía y Egipto constituían un solo gran territorio.
Tantos judíos emigraron a Egipto y Etiopía que en el año 250 a. de J.C. se hizo
la primera traducción del AT del hebreo al griego en la ciudad de Alejandría: la
Septuaginta. Es más, los primeros cristianos vieron que la conversión del oficial
etíope que precedió a la conversión del oficial romano era un símbolo del
comienzo de la expansión del cristianismo a otras nacionalidades. La Biblia
siempre reconoce a Egipto y Etiopía como naciones muy importantes en la
escena internacional, y su política y cultura afectaron en gran manera la vida de
Israel.
Los versículos 11-13 describen el futuro inmediato de Judá y Jerusalén. Dios va
a eliminar las causas principales de la degeneración moral y espiritual de su
pueblo. Va a quitar a los que se alegran en su “soberbia”, los arrogantes que
piensan muy alto de sí mismos, los que viven motivados por la “avaricia” que
corrompe, que son una vergüenza para los ciudadanos fieles a Dios. Dios va a
“eliminarlos” y a dejar que los pobres que han sido oprimidos por esos orgullosos
sean los dirigentes encargados de los asuntos morales y espirituales. Estos no
van a poner su confianza en tratados comerciales o alianzas militares con otras
naciones, sino que van a hallar su refugio y su seguridad en Dios. Para ellos el
día de juicio será el umbral de una época nueva. El éxito será una vindicación de
la obra de Sofonías y otros, quienes se hayan esforzado para efectuar cambios
en la sociedad de Judá y Jerusalén durante los últimos años del siglo VII a. de
J.C.
El versículo 13 contiene una frase idéntica a una en el versículo 5. Dios es justo
y no hará iniquidad, y va a dejar en la tierra un remanente que tampoco hará
iniquidad. Sofonías destaca la suma importancia de no decir mentiras ni tener
una “lengua engañosa”. Es triste para el creyente tener que trabajar en un
ambiente donde el negocio se hace a base de la mentira y el engaño a terceros.
Si se eliminan estas dos inmoralidades o pecados, la sociedad mejorará
rápidamente. Si se elimina a los criminales de “guante blanco” todos podrán
dormir mejor. El versículo concluye con un texto paralelo al Salmo 23.

Entonces daré a los pueblos un lenguaje puro para que todos invoquen el
nombre de Jehová y le sirvan de común acuerdo.
La canción de gozo
Como anticipo de la nueva edad el profeta anima a sus compatriotas a cantar
alegres al Señor. La ciudad que él ama tanto va a funcionar bajo una nueva
administración. Dios mismo, Jehová, va a ser el verdadero Rey de todo Israel.
Bajo su administración nadie tendrá que temer que la maldad le quite sus
ahorros, lo eche de su empleo, condenarle por crímenes que no ha cometido o
envíe a sus hijos como soldados a batallas injustificadas.
No obstante, el versículo 16 les advierte que no deben debilitar sus manos. Hay
que trabajar arduamente y constantemente para conservar las libertades y los
privilegios que Dios les dará.
La segunda parte del versículo 17 se puede traducir así: “él (Dios) se gozará
sobre ti con alegría, te renovará en su amor, se regocijará sobre ti con cánticos”.
No solamente la comunidad redimida tendrá motivos para regocijarse, sino que
también los redimidos darán mucho gozo a Dios. Lo ideal para los pensadores
hebreos era que Dios fuese el verdadero Rey utilizando hombres de carácter
impecable para ser sus virreyes para la administración diaria de Israel.
Las últimas palabras del libro tratan de los temas de la restauración de la
infraestructura de la nación y del regreso de los últimos refugiados o cautivos a
su patria. Como Romanos 12, enseña que la venganza corresponde a Dios y él
va a llevarla a cabo. Los que han afligido a los humildes no se escaparán de la
pena que merecen. Los que no gozaban ni fortuna ni prestigio tendrán renombre
en toda la tierra. Han experimentado la vergüenza de ser esclavos y cautivos;
ahora serán puestos “para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de
la tierra”. Se ve en este versículo el concepto de misiones que tuvieron los judíos.
No pensaban que tenían que ir a otros países y predicar las buenas nuevas a los
pueblos de la tierra. Pensaban que su éxito económico, su alta moralidad y la
pureza de su religión servirán como imán para atraer a la gente de otras naciones
a seguir su religión y su conducta. Unos pocos extranjeros lo hicieron pero nunca
en gran número. Es importante notar que el profeta no tiene la última palabra del
libro. El sello de autoridad de su profecía es sencillamente: “dice Jehová”.

Potrebbero piacerti anche