Sei sulla pagina 1di 23

Caratula

dedicatoria

Índice

Introducción

Gobernabilidad y democracia son dos ámbitos que no necesariamente concurren;


de hecho, las reflexiones sobre una y otra tienen trayectorias que sólo en ciertos
casos han coincidido, revelando así las tensiones que rodean su relación.

No obstante, pensar en la gobernabilidad al margen de lá democracia, estimula el


germen del autoritarismo en aras, en el mejor de los casos, del gobierno eficiente
pero sin legitimidad ciudadana. De la misma manera, postular la democracia sin
considerar la gobernabilidad puede derivar en situaciones de inestabilidad política.
Por estas razones, es pertinente la reflexión simultánea en torno a la gobernabilidad
democrática y a la democracia gobernable. Con ello se alude a dos niveles
fundamentales de la política: los procesos democráticos para la conformación de
gobiernos legítimos y el ejercicio gubernamental eficiente con vocación de servicio
ciudadano.

En las sociedades contemporáneas el vínculo entre gobernabilidad y democracia


radica en el principio de la soberanía popular y en sus manifestaciones concretas,
como son las elecciones periódicas y la participación ciudadana. En una democracia
consolidada se cuenta con un buen número de recursos institucionales para
prevenir y, en su caso, enfrentar los problemas de gobernabilidad. El federalismo,
la separación de poderes, el sistema de partidos, la correlación entre mayoría y
minorías, las elecciones periódicas, las posibilidades de la alternancia y las múltiples
formas de participación ciudadana hacen de la democracia el espacio institucional
idóneo para dirimir pacíficamente la confrontación de programas y proyectos
políticos.

Sin embargo, justo es reconocer que aun en ese contexto, los sistemas
democráticos enfrentan, en mayor o menor grado, problemas de gobernabilidad. Ya
sea por la escasez de recursos, ya por la multiplicación de demandas o por otros
factores, la resolución plena de los problemas de gobernabilidad puede rebasar el
ámbito propio de la democracia política.

Se trata, entonces, de que gobernabilidad y democracia se influyan


provechosamente para propiciar gobiernos democráticos a la vez que legítimos,
eficientes y responsables.

CAPITULO I

GOBERNABILIDAD MUNDIAL LATINOAMERICANO Y NACIONAL

GOBERNABILIDAD MUNDIAL

QUE ES GOBERNABILIDAD

(Bernheim, 2016) El concepto de gobernabilidad democrática es un concepto


complejo que alude no solo a la idea de estabilidad sino también al modo de ejercer
el poder, a su ejercicio no autoritario y a la necesidad de promover el desarrollo
humano sostenible y equitativo. Por el contrario, la gobernabilidad autoritaria puede
generar estabilidad y cierto desarrollo, limitado a las clases privilegiadas y de los
empresarios afines al poder, a costa de sacrificar las libertades ciudadanas y
estancar la pobreza de las grandes mayorías.

(Bernheim, 2016) La gobernabilidad democrática es el resultado de una sinergia en


la que intervienen una serie de elementos y prerrequisitos. No existe una fórmula
mágica ni preestablecida. Sin embargo, la auténtica gobernabilidad democrática
demanda el ejercicio pleno de la democracia como condición necesaria aunque no
suficiente. Se requieren, además, el respeto al Estado de Derecho, la vigencia de
ciertos valores claves, como la justicia, la equidad, la libertad, la solidaridad, la
transparencia electoral, la participación ciudadana y un mayor y mejor nivel de
cultura política. No es posible la gobernabilidad democrática sin la interacción de
todos los sectores sociales, que deben compartir el sentimiento de que sus
demandas básicas están, o pueden llegar a estar, razonablemente satisfechas.

(Bernheim, 2016) Una sólida gobernabilidad se asienta sobre la existencia de


grandes consensos políticos y sociales. Hay quienes estiman que la idea de
consenso es inherente a la definición de la gobernabilidad democrática. La
gobernabilidad está también asociada a la posibilidad de alcanzar mejores niveles
de desarrollo. En un país, si no hay gobernabilidad democrática, el desarrollo no
beneficia a todos los sectores sociales como ya señalamos. Por otro lado, sin
desarrollo equitativo, la gobernabilidad corre serios riesgos, desde luego que las
demandas insatisfechas generan fuertes tensiones sociales que pueden conducir a
conflictos violentos.

(Bernheim, 2016) Una relación armoniosa y respetuosa entre los poderes del
Estado, conservando cada uno su debida independencia, contribuye a generar
estabilidad y a propiciar la gobernabilidad. Pero no basta el equilibrio entre los
poderes del Estado. Se requieren también relaciones constructivas con la sociedad
civil organizada que permitan fundamentar las políticas públicas de largo plazo
sobre amplios consensos nacionales. Un escenario de tal naturaleza fortalece la
legitimidad de las instituciones.

(Bernheim, 2016)La legitimidad social del Gobierno y de los partidos políticos, la


interdependencia entre los poderes del Estado; la distribución de la riqueza con
justicia social, la descentralización política y económica, así como espacios de
auténtica participación ciudadana en el ámbito local y nacional, son factores de
estabilidad, de afianzamiento democrático y de una apropiada gobernabilidad.

(Bernheim, 2016)Estas consideraciones se ligan al análisis del papel de la ética en


la vida política de un país. La tesis de que la política es una actividad ajena a la
moral, donde lo único que cuenta es el acceso al poder, es hoy día rechazada por
las sociedades, convencidas de que la política debe estar regida por la ética y que
su fin último no es el poder por el poder mismo sino el bien común. La revalorización
ética de la política haría que la ciudadanía recupere la credibilidad en la política
como una actividad cuyo fin último es el bienestar de todos. El político consciente
debe promover la ética en todo lo que atañe a la sociedad, a partir de su propia
transformación ética. Así se convertiría en un referente ético para la sociedad. Elegir
el camino de la política es elegir el camino del servicio en favor de la comunidad.

Si bien la acción política partidaria busca alcanzar el poder, cuando está inspirada
en principios éticos la búsqueda del poder no se agota en el poder mismo sino en
la capacidad de dar respuestas adecuadas a las demandas más sentidas de la
ciudadanía.

(Bernheim, 2016) La relación entre ética y política, no solo atañe a quienes ejercen
el poder desde los órganos del Estado sino también a los partidos políticos,
empresarios, comunicadores sociales y a la ciudadanía en general, desde luego
que todos participamos en la política y nuestras acciones pueden tener un impacto
político. No es válida la dicotomía entre una ética pública y otra privada. La ética
pública y la ética privada deben responder a un mismo referente valorativo: servir
de sólido fundamento a la gobernabilidad democrática.

COMPONENTES DE LA GOBERNABILIDAD

a) Gobernabilidad y eficacia: la tradición de la "razón de Estado".

(Weber, 1987) Esta primera corriente pone énfasis en la dimensión de la


eficacia/eficiencia en el ejercicio del poder político, y por ende de la gestión
gubernamental, como clave de la gobernabilidad de un sistema social. Para esta
versión, la gobernabilidad es una propiedad de los sistemas políticos, definida por
su capacidad para alcanzar objetivos prefijados al menor costo posible. Dejando de
lado la cuestión acerca de la definición y eventual medición de esos "costos", es
claro que todo sistema tiende a asegurar su propia supervivencia y a reforzar su
capacidad operativa. En este sentido, el concepto de gobernabilidad como
eficacia/eficiencia se asemeja a la noción de "razón de Estado", con la que principia
la reflexión científica moderna sobre la política a partir de la obra de Maquiavelo.

Como es sabido, la tradición abierta por el pensador florentino descarga a la acción


política del requisito de congruencia moral entre medios y fines, reemplazándolo por
un criterio de eficacia instrumental dictado por la necesidad de mantener el poder.
En un línea semejante, que se continúa en las reflexiones del llamado "realismo
político", el problema central de la política pasa por el ejercicio eficaz/eficiente del
poder, es decir, por el mantenimiento adecuado del "grado de gobierno" sobre una
sociedad. En este sentido, podríamos trazar un paralelo esclarecedor entre
gobernabilidad -entendida como grado de gobierno eficaz- y la conocida noción
weberiana de 'dominación'. De este modo, si el grado de gobierno hace referencia
a "la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido
entre personas", diremos que a mayor probabilidad de encontrar cumplimiento (o al
menos aceptación social) a una decisión política, tendríamos mayor grado de
gobierno, y por tanto, mayor gobernabilidad.11

Claro que esta concepción debe quedar a cubierto de dos gruesas simplificaciones.
En primer lugar, el ejercicio eficiente del poder no excluye, sino que incorpora la
dimensión del consenso como insumo del proceso de toma de decisiones e
implementación de políticas. En segundo término, el concepto de poder implicado
en estas reflexiones no viene definido en términos de una causalidad lineal y
mecánica. Por el contrario, en las sociedades complejas, donde aumenta el numero
y la variedad de los subsistemas sociales, ningún actor es capaz de disponer
libremente de "todo" su poder; más bien, los distintos actores sociales, políticos y
económicos poseen una "porción" de poder que ejercen estableciendo vetos
cruzados sobre las decisiones de los otros actores y, por lo tanto, cada actor debe
tener en cuenta el conjunto de expectativas y estrategias de los otros al momento
de la toma de decisiones.
b) Gobernabilidad y legitimidad: la tradición del "buen gobierno".

(Aristóteles, 1976) Desde una perspectiva distinta, las condiciones de


gobernabilidad se han vinculado a una más lejana tradición del pensamiento
político: la tradición de la justicia y de la legitimidad de un ordenamiento político-
social, la tradición del respeto a los derechos humanos y de la obligación
gubernamental de proveer el bienestar general, en suma, la tradición del "buen
gobierno". De acuerdo con esto, en la línea del pensamiento político que va de
Platón a Aristóteles y continúa incuestionada hasta antes de Maquiavelo, la nota
dominante viene dada por la preocupación de desentrañar las condiciones del
Estado justo y establecer la mejor forma de gobierno. Al decir de Aristóteles,
"nuestro propósito es el de considerar cuál es la forma de asociación política que
puede ser, entre todas, la mejor para quienes sean capaces de vivir lo más posible
conforme a sus ideas de vida".

Esta preocupación por la constitución del buen gobierno es retomada en la edad


moderna por la obra de Jean Bodino, quien una generación después de Maquiavelo
define a la república como "el recto gobierno de varias familias, y de lo que les es
común, con poder soberano".13 Al hacer énfasis en la noción de "recto gobierno",
Bodino se ubica en el plano de la legitimidad, en el sentido de que el gobierno ha
de actuar conforme a ciertos valores morales de razón, justicia y orden, encontrando
su fin último y su justificación en la realización de esos valores.

Posteriormente, con base en el principio de que "el gobierno es para los individuos
y no los individuos para el gobierno", el filósofo británico John Locke defendió la
doctrina según la cual el poder gubernamental sólo puede justificarse en la medida
que sirva a la más plena realización de los derechos individuales. Para el padre del
liberalismo moderno, el fin del gobierno es el de "conseguir la paz, la seguridad y el
bien de la población", y para ello el Estado deberá gobernar mediante leyes fijas y
establecidas, y no mediante decretos discrecionales; deberá establecer jueces
rectos e imparciales; y utilizará la fuerza para ejecutar las leyes, y no para sostener
decisiones arbitrarias.14

Quienes se nutren de esta tradición y ven la gobernabilidad desde el ángulo del


"buen gobierno", destacan la conexión necesaria entre legitimidad y ejercicio del
poder, concentrando su atención en el problema de la calidad de la acción
gubernamental. En esta línea de pensamiento, sin ignorar la necesidad de
garantizar las estructuras básicas de la reproducción de la esfera económica, se ha
puesto énfasis en las amenazas a la gobernabilidad provenientes de la exclusión,
los rezagos sociales y la imposibilidad -por parte de vastos sectores de la población-
de acceder a una vida digna. Bajo esta perspectiva, la gobernabilidad debería
recoger, elaborar y agregar en la acción gubernamental la demanda de la sociedad
civil haciéndola valer como criterio de utilidad colectiva.

c) Gobernabilidad y estabilidad.

(Morlino, 1988) Junto a estas dos vertientes, podríamos hablar de una tercera
corriente que tiene la peculiaridad de ubicarse en un plano intermedio, en una zona
de confluencia entre las dos anteriores, y que ha puesto su atención en el antiguo
problema del orden político, que en términos propios de. la ciencia política
contemporánea toma la forma de la cuestión de la "estabihdad". En tal sentido, un
sistema será más gobernable en la medida en que posea mayor capacidad de
adaptación y mayor flexibilidad institucional respecto de los cambios de su entorno
nacional e internacional, económico, social y político. De acuerdo con una definición
aceptada, podemos entender por estabilidad política la previsible capacidad del
sistema para durar en el tiempo. No obstante, esta caracterización de la estabilidad
debe ser distinguida de cualquier referencia a la inmovilidad o el estancamiento; de
este modo, para que un sistema sea estable señala Leonardo Monino "debe ser
capaz de cambiar adaptándose a los desafíos que provienen del ambiente" puesto
que sólo "una continua adaptación a la realidad siempre cambiante permite a un
sistema sobrevivir".

Como se sabe, la preocupación por el orden y la estabilidad acompañan la reflexión


política desde sus comienzos, en la antigüedad clásica. Al glosar un diálogo de
Herodoto (Historias, Libro III, parág. 80-82) sobre las virtudes y defectos de las
distintas formas de gobierno, Norberto Bobbio señala que debe tenerse en cuenta
la capacidad de una forma de gobierno para "asegurar la estabilidad del poder". En
tal sentido, destaca el filósofo italiano:

... no carece de importancia que nos encontremos desde el inicio con este tema de
la estabilidad', porque... la capacidad de una constitución de durar, de no
corromperse fácilmente, de no degradarse, de no convertirse en una constitución
opuesta, es uno de los más importantes -sino el principal- criterio que se emplea
para distinguir las constituciones buenas de las malas. 16

Con base en las consideraciones anteriores podemos presentar ahora una


definición amplia de gobernabilidad, capaz de integrar los tres componentes básicos
a que hicimos referencia. De acuerdo con esto, entenderemos por gobernabilidad
un estado de equilibrio dinámico entre demandas sociales y capacidad de respuesta
gubernamental. Esta definición, aun en su brevedad, nos permite articular los
principios de eficacia, legitimidad y estabilidad presentes en los distintos análisis del
tema de la gobernabilidad. Asimismo, permite ubicar a la gobernabilidad en el plano
de la relación entre el sistema político y la sociedad, evitando cargar a uno solo de
los términos de la relación de gobierno la responsabilidad de mantener adecuadas
condiciones de gobernabilidad.
A diferencia de aquellos autores que ponen énfasis, de manera unilateral, en las
dimensiones de eficacia/eficiencia gubernamental, nosotros destacamos la
importancia de los componentes consensuales (legitimidad) que requiere el
funcionamiento adecuado de todo sistema político. Por otra parte, sin olvidar la
dimensión de las demandas sociales satisfechas, y con ello el componente de
"legitimidad" que debe tener todo sistema político para producir la gobernabilidad
de la sociedad, incorporamos también el necesario balance que supone considerar
los requisitos de eficacia/eficiencia en la toma de decisiones. Ambos elementos,
conjugados con la capacidad de adaptación a los cambios del entorno por parte de
los sistemas políticos (estabilidad), nos ofrecen una caracterización amplia de la
cuestión.

De este modo, eficacia gubernamental y legitimidad social se combinarían


positivamente en un circulo virtuoso" de gobernabilidad, garantizando la estabilidad
de los sistemas políticos; mientras que la ineficacia gubernamental para el
tratamiento de los problemas sociales y la erosión de la legitimidad politica
generarían, por el contrario, un "circulo vicioso" que puede desembocar en
situaciones inestables o de franca ingobernabilidad.

11 Cfr. Max Weber, Economia y Sociedad, FCE, México, 1987, Cap. I secc. II, parág. 16, p. 43

14 John Locke, Ensayo sobre el Gobierno Civil (1690), Orbis, Barcelona, 1985, cap. IX, parág. 131, p. 90

16 Norberto Bobbio, La Teoría de las Formas de Gobierno en la Historia del Pensamiento Político (1976), FCE, México, 1989,
p. 20

CRISIS DE GOBERNABILIDAD
El debate sobre la crisis de la gobernabilidad democrática se centra en la relación
causalidad versus casualidad de los fenómenos. La gobernabilidad plantea una
problemática por las crisis de legitimidad del sistema, las deficiencias económicas y
las inequidades sociales.

(Sutcliffe, 1995) La crisis de gobernabilidad democrática se caracteriza por la


disfuncionalidad de las instituciones para solucionar democráticamente los
conflictos y que ponen en evidencia las tensiones existentes entre los requisitos de
la democracia y los de la gobernabilidad. La crisis de la gobernabilidad democrática
y la inestabilidad de las instituciones son características de las democracias
participativas que requieren de la implantación de programas de desarrollo humano
para mejorar sus sistemas de gobernabilidad. El concepto del desarrollo humano
sostenible o lo "socialmente sustentable" intenta ordenar las respuestas críticas al
concepto tradicional de desarrollo.

El elemento común de la crisis de gobernabilidad democrática, argumenta (Prats,


2016) es la incapacidad de las instituciones democráticas para asumir y procesar
democráticamente el conflicto. El elemento común de la crisis de gobernabilidad es
la falta de funcionalidad de las instituciones para dar solución a los problemas, por
lo tanto, la crisis de la gobernabilidad democrática se manifiesta debido a la
debilidad de las instituciones democráticas, resultado de otra crisis, la democrática.

El origen de las crisis de gobernabilidad puede proceder, siguiendo a (Prats, 2016),


de la incapacidad de las reglas y procedimientos para resolver problemas de
interacción o de acción colectiva, de una institucionalización de reglas y
procedimientos débiles o inadecuados, de la emergencia de nuevos actores
estratégicos y del cambio estratégico de actores poderosos.

Las crisis de la gobernabilidad son resultado de las debilidades del Estado,


disfuncionalidades de las instituciones económicas, políticas y sociales que
erosionan los sistemas democráticos y dan lugar a regímenes híbridos. La crisis de
gobernabilidad resulta cuando los conflictos entre los diversos actores estratégicos
tradicionales y emergentes cuestionan el equilibrio institucional del sistema
sociopolítico debido principalmente a un deficiente sistema de institucionalización
de reglas y procedimientos.

La crisis institucional se profundiza por la falta de una ideología de identidad, en


parte porque la identidad nacional disociada del Estado se convierte en ideología
con corresponsabilidad en el modelo de desarrollo. La crisis institucional se
profundiza con la tendencia al individualismo que carga la acción política en una
fragmentación de movimientos y actores sociales. Los movimientos sociales surgen
de las crisis de legitimidad motivados por una reconstrucción del Estado.

La fragmentación debilita la seguridad y la estabilidad que proporcionan las


instituciones económicas, políticas, sociales y culturales. Precisamente en los
tiempos en que se transita a la formación de una sociedad global centrada en la
información y el conocimiento, se presenta una crisis de valores institucionales que
desvincula a la ciudadanía paulatinamente de la política y se pierde la confianza en
las instituciones democráticas hasta volverse indiferente a su actuación y
desempeño.

De acuerdo a (Selznick, 1957), los valores institucionales y sus prácticas son


precarios y sujetos a desplazamiento cuando son mal definidos, confusos o en
conflicto, lo requerimientos técnicos están en conflicto con su mantenimiento, las
organizaciones tienen crisis financieras o demandas por eficiencia, en dependencia
de constituyentes que no los apoyan, las organizaciones carecen de legitimidad y
reconocimiento, disentimientos en la política interna, las elites que los protegen
carecen de autonomía, poder o compromiso.

Apoyados los ciudadanos por los movimientos de la Nueva izquierda presionan por
cambios en los estilos de la política democrática mediante formas de acción política
no convencional de democracia directa por sobre las formas de la democracia
representativa, lo que resulta en una crisis de los valores de la democracia (Dalton,
2002). Para el movimiento altermundista el modelo de desarrollo económico
neoliberal es inviable porque ha agotado sus alcances, los proceso de globalización
se encuentra en crisis de legitimidad y credibilidad porque ha profundizado la
depresión económica mundial y urge a cambiar el rumbo económico.
Las crisis de gobernabilidad democrática afectan el desempeño de las instituciones
del sistema político y a la inversa, si las instituciones no son eficientes, la
gobernabilidad se ve disminuida. Cuando este tipo de problemas de la sociedad se
prolongan indefinidamente en períodos históricos, (Torrijos, 2001)las denomina
sociedades ancladas para definir aquellas colectividades que no logran
desprenderse y superar los ambientes de alta incertidumbre, caos e inestabilidad.

De acuerdo con (Altman, 2001) las crisis de gobernabilidad democrática “se dan en
países con sistemas de partidos muy poco institucionalizados, donde la
fragmentación partidaria es alta, la disciplina es baja, el presidente goza de fuertes
poderes ejecutivos y fue electo haciendo una campaña anti-establishment, la
confianza en las instituciones es muy limitada y donde el Estado deja, como
O’Donnell dice, muchas zonas “marrones”, es decir, en los sectores de la sociedad
donde el Estado está ausente.

El sistema de partidos políticos entra en crisis y son rebasados por una sociedad
civil mas demandante y participativa, y por los medios de comunicación que se
asumen como actores políticos para servir de intermediarios en las demandas de la
sociedad. La principal causa de la crisis de los partidos políticos es el surgimiento
de formas no democráticas de legitimación que los vuelve incapaces de promover
los cambios sociales. La crisis de los partidos políticos se manifiesta en la crisis de
la democracia representativa formal como expresión de la soberanía popular
ejercida por un pueblo que no es consciente de que la soberanía le pertenece y
debe ejercerla a través de sus representantes.

La emergencia de la participación política de los grupos sociales excluidos que


como sujetos políticos colectivos ponen en acción práctica principios democráticos
de la política que contradicen y confrontan la democracia representativa
institucionalizada, cuestionan el orden establecido y muestra su crisis hegemónica.

El sistema capitalista transnacional tiene contradicciones internas que hacen que el


Estado Neoliberal atraviese por una crisis de gobernabilidad y legitimidad, debido
que los procesos de globalización impulsados debilitan la integración económica
interna, se pierde la capacidad para armonizar los intereses sociales conflictivos y
por tanto, para mantener la cohesión social de los estados nacionales. La crisis de
gobernabilidad democrática es una crisis que lleva implícita las estructuras estatales
y el fin de la política, anunciada por Marx.

Si bien la gobernabilidad de la globalización económica avanza, la gobernabilidad


política se rezaga en muchos Estados porque se encuentra con limitaciones
institucionales, sociales y de cultura política que inciden en verdaderas crisis de
capacidades, las deficiencias tecnológicas que debilitan la legitimidad de los
procesos de globalización y la irresponsabilidad para asumir los costos
relacionados.

CAPITULO II

GOBERNABILIDAD LATINOAMERICANO

Gfhghfghfg

Jkl

jkjh

CAPITULO II

GOBERNABILIDAD NACIONAL

GOBERNABILIDAD: DEMOCRACIA Y EFICIENCIA PARA EL DESARROLLO

(Febres, 2015) Señala que el desarrollo debiera ser asumido como un fenómeno
complejo que no se agota en el crecimiento ni la acumulación de bienes materiales.
Comprendiendo ambos hechos, Desarrollo es también, y fundamentalmente,
avance en el conocimiento y que ha de reflejarse en políticas públicas acertadas
que respondan a la aspiración de cada hombre y de toda la sociedad. Todo ello a
propósito de la gobernabilidad y de la necesidad imperiosa que existe hoy en el Perú
por fortalecer la autoridad legítima para así, a través de un gobierno eficaz y justo,
avanzar en la búsqueda del bien común. En efecto, para conseguirlo precisamos,
en primer lugar, asegurar esa gobernabilidad en el plano político; es decir en esa
dimensión en la cual un Estado, y el gobierno que lo administra transitoriamente,
ofrezcan respuesta a los derechos ciudadanos traduciéndose tal deber en normas
legales y políticas públicas que sean aceptadas y puestas en prácticas por el país.

Ahora bien, si algo debemos haber aprendido en la última década, es que esa
gobernabilidad –para ser realmente un camino que nos lleve al desarrollo– ha de
ser democrática. Liderar una sociedad no consiste, por cierto, en ejercer el poder
por medio de la manipulación o de la coacción. El método autoritario puede resultar
eficaz en lo inmediato, pero sus resultados siempre serán dudosos en el largo plazo.
Frente a esos métodos verticales y excluyentes, que privilegian la imposición y el
engaño sobre la participación y el convencimiento, se requiere construir un sistema
de representación verdaderamente legítimo y honesto, por el que el poder
constitucional no sea solamente un fenómeno legal, sino que tenga sus raíces en el
entramado de la sociedad civil.

La debilidad de un gobierno democrático para proponer y llevar adelante políticas


públicas es un problema muy grave para todo país que, como el nuestro, necesita
transformaciones de gran envergadura. Tales políticas –como las que atañen a la
mejora de la educación o a la seguridad ciudadana– son viables solamente si la
sociedad organizada y los individuos que la componen se hallen dispuestos a
asumir y poner en práctica las directrices del Estado. Como se ve, pues, éste no es
solamente un problema técnico sino que, en su estrato más profundo, atañe al
ordenamiento político-social en sí mismo. La creación de gobernabilidad
democrática resulta, pues, una prioridad en el Perú contemporáneo.

Dicho esto, se debe añadir que también es indispensable que el Estado posea
ciertas condiciones, ciertas capacidades, para dirigir a la sociedad con eficacia. Ese
aspecto de la gobernabilidad también aparece en el Perú como una cuestión que
reclama atención urgente. La capacidad técnica del Estado peruano para formular
y llevar adelante proyectos de reforma social es pues bastante limitada en relación
con la magnitud de los retos que necesitamos vencer: la pobreza, el estancamiento
crónico de nuestra economía, el deterioro del medio ambiente, son sólo algunos de
los grandes problemas que requieren una administración pública honrada y
eficiente, dotada de conocimientos sustantivos y pericia en su aplicación para así
ser capaz, de hacer que el Estado movilice sus recursos con cierta esperanza de
éxito.

La gobernabilidad implica pues, como elemento sustancial, la creación de ese sector


altamente capacitado en la gerencia de los asuntos públicos y habilitado para
precisar metas que conduzcan a la sociedad hacia una vida mejor.

LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y LA GOBERNABILIDAD NACIONAL

(Heller, 1981)El Estado Nacional surge como soberano cuando se logra la


sinergización de una serie de factores que actuaron como concentradores del poder.
Así un señor feudal logró coaligar en torno de si una fuerza militar suficiente, y como
propondría Nicolás Maquiavelo, conformada preponderantemente por propios
súbditos; que le permitió establecer sus reglas en el juego de poder con sus vecinos,
pero para afianzarse en su posición lograda debió contar con fondos suficientes
para mantener su ventaja relativa de fuerzas, así se vio en la necesidad de recaudar
en forma constante y eficiente impuestos que llenaran su erario en forma
permanente y con ello emergió la necesidad de contar con un cuerpo de fieles
administradores que se encargarán tanto de la faz de recaudación como de la
elaboración y fiscalización de las normas emanadas de la voluntad del gobernante.
Emergiendo de tal forma no solo un grupo de colaboradores inmediatos al monarca
que actuaban en carácter de consejeros y favoritos sino también una legión de
burócratas (aquellos que gobernaban desde la oficina) que hicieran sentir a los
súbditos la presencia latente, pero de ser necesario efectiva, del poder central hasta
en el último rincón del suelo patrio.
(Heller, 1981) completando su idea con un brillante poder de síntesis histórica
cuando enuncia: “ Mediante la burocracia se elimina la mediatización feudal del
poder del Estado y se hace posible establecer el vínculo de súbdito con carácter
general y unitario. Los apoyos burocráticos dan a la moderna construcción del
Estado sus netos contornos y condicionan el carácter relativamente estático de su
estructura. Gracias a la jerarquización de sus funcionarios la organización pudo
extenderse a todos los habitantes del mismo, y asegurar de este modo una
unificación universal, central y regida por un plan, del obrar relevante para el Estado.

Según (vega, 1986) Así el gobierno, cualquiera sea el sistema que adopte,
procurará lograr la mayor cuota de legitimidad para su accionar , y la fuente de la
cual obtendrá dicha cuota se deberá en gran medida a la Administración Pública
que pasará a ser el rostro visible del Estado y el nervio y músculo ejecutor de la
decisión del poder político, ya no como una mera corte de beneficiados. Se acuña
así el concepto que aún rige sobre la Administración Pública y que entendemos
pertinente transcribirlo del Consultor Político por la claridad de su presentación:

“ Administración pública: con esta denominación se alude, en sentido amplio, al


conjunto de actividades organizadas para realizar las tareas y cumplimentar los
fines que se consideren de interés público o común en un Estado, provincia,
municipio o en cualquier otro ordenamiento colectivo que trascienda los límites
privados . . . Existe consenso entre los tratadistas de Derecho Administrativo que
en el aspecto funcional de la administración pública se distinguen cuatro
características diferentes:

a ) Administración y Gobierno son equivalentes si los relacionamos con la acción


general de conducir y ejecutar los negocios públicos.

b ) es una acción diferente y subordinada a la de gobierno, que atiende a las


necesidades públicas en forma continua.
c ) la administración tiene una finalidad inmediata que consiste en la ejecución de
las disposiciones de la autoridad pública, que la ubica en una posición fundamental
opuesta a la Constitución, cuya característica es eminentemente teleológica;

d ) es una de las actividades funcionales del Estado, con la que se procura la


atención de las necesidades colectivas, por medio de actos concretos que se
ajustan a un ordenamiento jurídico determinado.

Ese enfoque transformó a la Administración no solo en rostro visible de Estado y


nervio transmisor y músculo ejecutor de las políticas nacionales sino que en ella
encarnó la continuidad misma del Estado Nacional, aunque ciertas instituciones
colapsaran o se encontraran sumergidas en plena crisis. Ello hizo posible sostener,
ya a finales del siglo XX: “ El gobierno se diferencia de la administración. El primero
es esencialmente político y electivo. La segunda es profesional, técnica y de carrera.
Como la administración pública es el brazo ejecutor de las políticas diseñadas por
el gobierno, el canalizador de las demandas sociales y el proveedor de los servicios
públicos es de vital interés para los partidos políticos, independientemente de su
signo o ideología el contar con una administración idónea, pues en ello le va muchas
veces el éxito o fracaso de una gestión. Las políticas correctas, pero mal
implementadas llevan al fracaso. La mala gestión o implementación de políticas
públicas conlleva la pérdida de elecciones, por consiguiente del gobierno. La
consolidación de la democracia hace que, hoy la política se evalúe como gestión, y
esta última como satisfacción de la ciudadanía” ( Krieger “ Reforma del Estado y
Fortalecimiento de los roles de formulación y ejecución de políticas públicas” pag.
404).

Crisis del Estado

(Del Alamo, 2016) La crisis del Estado de Bienestar puso en evidencia la necesidad
de reinventar la ciudadanía y el gobierno. Por lo tanto, existe una doble crisis, la
crisis de lo político y la crisis del Estado en las democracias institucionalizadas. Sin
embargo, en la crisis de lo político, la crisis del Estado de Bienestar no incide
necesariamente en la crisis de la democracia. La crisis de la democracia es un
remanente de una deficiente regulación del mercado.

(Del Alamo, 2016) La democracia liberal representativa que promueve el


neoliberalismo económico como la forma idónea de organización política queda
marcada en una profunda crisis de legitimidad. La crisis de lo político es
caracterizada por Ramos (1994) por débiles implicaciones políticas subjetivas,
escasos sentimientos de competencia, relevancia de las actitudes desconfiadas y
cínicas hacia los políticos, así como una muy baja identificación partidista

(Goodson, 2001) ) Identifica tres niveles de fallos del Estado: desintegración,


fragmentación y colapso. Las instituciones del Estado pasan por severas crisis
políticas de tal forma que provocan disfunciones y terminan en fallas en las que el
Estado no puede garantizar el orden político. Investigaciones sobre la cultura
política concluyen que la crisis política tiene poca relación con la crisis de confianza
en las instituciones democráticas cuyo nivel de aceptación sigue siendo elevado.

(Petras, 2016) Sostiene que la frecuencia y la creciente intensidad de las crisis ha


transformado el papel del Estado desde policía a bombero apagando el fuego de
las conflagraciones financieras. El Estado-nación entra en crisis al no poder
contener las funciones étnico-regionales erosionadas por el avance de las fuerzas
globalizadoras y al no poder controlar la nueva economía, la cual tampoco resuelve
la crisis del sistema capitalista tal como se estimó.

De acuerdo a (Del Alamo, 2016) Las presiones políticas resultan de cambios en los
intereses y en la distribución del poder que apoya y legitima los arreglos
institucionales existentes, como resultado de crisis de desempeño, cambios del
medio ambiente y otros factores organizacionales que cuestionan la legitimidad
de las instituciones. Ala, la crisis de la política y del Estado no desestabilizan las
instituciones democráticas cuyo poder se asegura mediante el “enjaulamiento”
de los ciudadanos que quedan atrapados en las redes del poder.
ACUERDO NACIONAL FORTALECE LA GOBERNABILIDAD Y LA
DEMOCRACIA

(Javier Iguiñiz, 2016) El Gobierno tiene el compromiso firme de estimular el diálogo


y la concertación para lograr el bien común a través de los consensos, como eje
fundamental del desarrollo, dijo el Secretario Ejecutivo del Acuerdo Nacional, Javier
Iguiñiz, al comentar la publicación “Acuerdo Nacional, Consensos para enrumbar al
Perú”.

El Foro del Acuerdo Nacional, adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros,


es el conjunto de políticas de Estado elaboradas y aprobadas sobre la base del
diálogo y del consenso, luego de un proceso de talleres y consultas a nivel nacional,
con el fin de definir un rumbo para el desarrollo sostenible del país y afirmar su
gobernabilidad democrática.

Entre los objetivos que tiene el Foro, figuran el Fortalecimiento de la Democracia y


Estado de Derecho; Desarrollo con Equidad y Justicia Social; Promoción de la
Competitividad del País; Afirmación de un Estado Eficiente, Transparente y
Descentralizado.

El titular del Acuerdo Nacional comentó que el indicado libro cuenta con 165
testimonios de personas que tuvieron que tomar decisiones en su tiempo y que
expresan cómo el Foro ha contribuido desde su creación, en el 2002, a la unidad
nacional y al fortalecimiento de la gobernabilidad democrática.

En ese sentido, Iguiñiz Echevarría, indicó que una manera de evaluar el


seguimiento del Acuerdo Nacional, es a través de esta publicación que servirá como
referente para saber cómo estamos y hacia dónde vamos, precisó el funcionario.

“Esta publicación debería estar en las escuelas y al alcance de todos los


ciudadanos, como una herramienta de conciencia ciudadana, con el objetivo de
exigir a las autoridades el cumplimiento de los acuerdos estipulados en el
documento”, indicó Iguiñiz, para agregar que esta acción fortalecería la democracia
y la participación plural.
Cabe señalar que la importante lista de testimonios que componen el libro está
encabezada por el Presidente de la República y Presidente del Acuerdo Nacional,
Ollanta Humala, y los ex Presidentes Alan García y Alejandro Toledo. Asimismo,
están presentes todos los Presidentes del Consejo de Ministros desde la
constitución del Acuerdo Nacional; Congresistas y ex Congresistas de la República;
ministros y ex ministros de Estado; líderes políticos, sociales y empresariales;
académicos y representantes de los medios de comunicación, entre otros

CONCLUSIONES

El rol de la Administración Pública adquiere preponderancia como rostro visible y


nervio ejecutor de las políticas del Estado.

Se hace necesario fortalecer la Administración Pública a través de un proceso de


capacitación de su personal y una selección adecuada de los que aspiren a
integrarla

Se deben eliminar o al menos minimizar las tendencias al autismo de la


Administración con el fin de disminuir la entropía del sistema, de por si alta, en virtud
de la poca capacidad de adaptación que ha demostrado el Estado Nacional para
adecuarse a los nuevos escenarios cambiantes

Debe preservarse la independencia de la Administración Pública sin que ello


signifique la constitución de un gobierno paralelo
El nuevo entorno social, complejo, diverso y fragmentado, fruto de varis
transformaciones acontecidas, el los últimos años. Invitan a que las decisiones
publicas, el sistema político y la gobernabilidad democrática sean una tarea difícil y
compleja.

La gobernabilidad y la gestión publica de hoy plantes nuevos retos en cuanto a los


valores éticos y sociales de carácter mundial, así como las tradición de las
instituciones publicas y la política misma.

Los retos de la gobernabilidad son los nuevos conceptos tales como: Estado Nación,
Aldea Global, Cibersociedad o Sociedad Digital, Democracia Cosmopolita,
Sociedad Civil, e Integración Regional.

En R D. Damos los pasos para no quedarnos atrás y vemos que el discurso del
Presidente de la Republica se funda en la protección del medio ambiente y la
creación del consenso y el avance en materia de derecho civil que es requerido para
crear un buen clima que propicie la eficacia de la gobernabilidad, los retos generales
también son particulares para los dominicanos, de manera que como pueblo
debemos prepararnos y educarnos para comprender que ya no solo es el gobierno
ni el partido el responsable del desarrollo como ha sido tradición en nuestro país
sino que así como hay mayor participación social de los diversos sectores, esto lleva
una responsabilidad compartida y es por ello la mayor exigencia particular, ya que
nos van a evaluar como nación, no como un gobierno o un partido político.
Bibliografía
Altman, D. (2001). crisis de gobernabilidad democratica: origenes y mapa de lectura. revista
edicion especial, 8 - 9. Obtenido de
http://www.iigov/pnud/bibliote/revista/revista8_9/docs/revis8_12.htm

Aristóteles. (1976). Política, Porrúa. mexico.

Bernheim, C. T. (24 de 07 de 2016). Dos tipos de gobernabilidad. la prensa / columna del dia, págs.
5-6.

Dalton, r. j. (2002). "democracy and its citizens": pattems of policial change. mimeo: edit.

Del Alamo, O. (24 de 07 de 2016). “La jaula del poder; reflexiones sobre las sociedades
democráticas”, Biblioteca de Ideas. Instituto Internacional del gobernabilidad. Obtenido de
http://www.iigov.org/iigov/pnud/bibliote/resenas/tema1/resena0119.htm

Febres, S. L. (01 de 05 de 2015). gobernabilidad: democracia y eficiencia para el desarrollo . la


republica, pág. 08.

Goodson, L. (2001). “Creating and index of State failure likehood. A research note.”, Journal of
Democracy, Vol. 12,. new york: Harper and Row.

Heller, H. (1981). "teoria economica" fundo de cultura economica . mexico: editorial.

Javier Iguiñiz. (25 de 07 de 2016). Presidencia del Consejo de Ministros. Obtenido de


http://www.pcm.gob.pe/2014/08/acuerdo-nacional-fortalece-la-gobernabilidad-y-la-
democracia/

Morlino, L. (1988). "Estabilidad política", en Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Diccionario de


Política. mexico.

Petras, J. (25 de 07 de 2016). “centralidad del estado en el mundo actual “, La Página de Petras, 26
de mayo del 2001. Obtenido de http://www.rebelión.org/petrascentralidad.htm

Prats, j. (28 de 07 de 2016). "tot prevenint les crisis de gobernability democratica. un aspecte
oblidat de la cooperacion politica" en catalunya global. Obtenido de
http://www.iigov/cpd/cg3/joan.htm.

Selznick, P. (1957). leadership in administration: a sociological interpretation. new york: harper


and row.

Sutcliffe, b. (1995). desarrollo versus ecologia. en ecologia politica. cuadernos de debate


internacional. icaria barcelona: edit.

Torrijos, R. V. (2001). “La gobernabilidad reluctante”, Biblioteca de Ideas,. españa: barcelona.

vega, J. c. (1986). diccionario consultor politico (tapas verdes). buenos aires : librex.

Weber, C. M. (1987). Economia y Sociedad, FCE. mexico.

Potrebbero piacerti anche