BRASIL

SEIS AÑOS
DICTADURA

TEXTO
Y SELECCION DE DOCUMENTOS
C uaderno* do MARCHA es un a publicación uruguaya
mriiHiud editada por MARCHA en Tal) GrAf 33 S A
D irector: Carlos Q uijano
A dm inistrador Hugo R, A líaro
Hincón 577 Tel !)« 81 94 - Casilla de Correos N9 170U
M ontevideo - U ruguay
Copy llalli C u adernos de MARCHA de los articulo*
oí mínale» y de las traducciones e n castellano
Q ueda hecho el depósito qu e m arc a la Ley
Im preso en U ruguay - P rinted In U ruguay
 Cuadernos
de MARCHA
NUMERO 37 MAYO 1970

-------------------SUMARIO--------------------
Pág.
INTRODUCCIÓN ...................................... .......................... 3
EL MILITARISMO EN BRASIL................. ........... 5
A. Los orígenes
B. La sumisión al Pentágono
C. El sentimiento de casta
LA CONTRARREVOLUCIÓN PERMANENTE ............ 14
LA ENTREGA. TEORÍA Y PRAXIS ........................... 39
A. La eliminación del aparato de
vigilancia popular nacionalista
B. La geopolítica criolla
C. • La entrega total y absoluta
UNA POLÍTICA ECONÓMICA ANTISOCIAL . V.~ 52
A. La ficción desarrollista
B. La trágica realidad social
EL ESTADO POLICIAL-MILITAR ................... 63
A. El fascismo subdesarrollado
B. Teoría y práctica de la tortura
TEXTOS Y SELECCIÓN DE DOCUMENTOS
POR PAULO R. SCHILLING

* . . .
\

1
 PRESENTACION
USTE “ Cuaderno de Marcha” no pretende ser la historia
del régimen militar instaurado en el Brasil el 19 de abril
de 1964, ni mucho menos. Toda y cualquier tentativa por
el estilo, hecha en este momento, sería incompleta y parcial,
pues trátase de un proceso todavía en curso y en el cual
todos estamos implicados.
Así, nos limitamos a enfocar algunos aspectos de la reali­
dad brasileña en ese período, los que consideramos más im­
portantes: e1 origen y la evolución del militarismo brasileño;
el golpe continuado o la contrarrevolución permanente; la
teoría y la praxis de la entrega de la economía nativa a
los monopolios extranjeros; la tesis del “ satélite privilegiado"
o del subimperialismo brasileño; la política económico-finan­
ciera del gobierno castrense y sus consecuencias sociales y
el desarrollo del “ fascismo subdesarrollado", culminando con
la transcripción de documentos auténticos sobre las torturas,
esa práctica que en los últimos años es parte de lo cotidiano
en la vida brasileña.
Junto con los documentos que constituirán el segundo
“ Cuaderno“ sobre el Brasil, tendrá el lector una visión de la
tremenda tragedia aue viven hoy noventa millones de bra­
sileños. Una de las grandes tragedias de nuestra época.
Montevideo, mayo de 1970

PAULO R. SCHILLING
 El MILITARISMO
A. IOS ORÍGENES
EN BRASIL »
En pinnei tugar, una comprobación de
orden general. Las izquierdas latinoamericanas
han vivido a base de mitos, de mitos genera,
mente importados, trasplantados mecánicamente
y que en muchos casos, nada tienen que ver con
nuestras realidades. Consecuencias del subdesa­
rrollo cultural.
En relación con los militares, vamos a en
contrar entre las izquierdas latinoamericanas dos
mitos antagónicos. Uno de ellos predomina en
los países de Hispanoamérica, y yo diría que es
un mito pesimista: “Las fuerzas armadas son los
brazos armados de las oligarquías”. En contra­
partida, en Brasil, por lo menos hasta el l9 de
abril de 1964, imperaba de modo absoluto un
mito más de acuerdo con el carácter de los bra­
sileños, un mito optimista que establecía el espí­
ritu progresista de las fuerzas armadas.
Ambas concepciones no estaban basadas en
análisis objetivos de la realidad, no tomaban en
cuenta los orígenes de las organizaciones cas­
trenses en cada país, ni el origen de clase de sus
integrantes o sus vinculaciones con los respecti­
vos sistemas económicos. No consideraban,
igualmente, que las fuerzas armadas de un país
no pueden ser tomadas como un todo, sin divi­
siones —verticales y horizontales— y totalmente
estancadas en relación con el resto de la socie­
dad. La lucha de clases se refleja y actúa tam­
bién dentro de los cuarteles.
El mito sobre el espíritu liberal e incluso
progresista de las fuerzas armadas ejerció una
enorme influencia en la vida política brasileña.
Cuidadosamente creado y divulgado por la his­
toriografía oficial, el mito obtuvo el referendo
de historiadores progresistas, incluso de marxis
tas como Nelson Werneck Sodré, él mismo un
general. En razón de ello, el mito del liberalismo
y del progresismo de los militares fue incorpo
rado a la problemática política brasileña, cons­
tituyéndose incluso en factor fundamental en el
establecimiento de la estrategia le las izquierda«
brasileñas en los años que antecedieron al golp~
del lfi de abril. En una posición absolutamente
oportunista, en lugar de prepararnos, por nues­
tros propios mediop, para la toma del poder,
quedamos esperando que los militares progresis­
tas hiciesen la revolución. Y tanto aguardamos
y confiamos, que fuimos sorprendidos, sin pre­
paración adecuada, por el golpe de los militares
no progresistas.
Veamos, rápidamente, cómo el optimismo
oportunista de las izquierdas brasileñas no tenía
base histórica. El origen de las fuerzas armadas
brasileñas es mucho menos democrático y me­
nos nacional que el de algunas de sus congéne­
res hispanoamericanas. Las montoneras —“ver
dadera organización democrática, pues los jefes
fueron designados por el sufragio de los propios
soldados”— dieron un colorido popular y demo­
crático a las luchas nacionalistas en la parte
española del continente. Las fuerzas armadas
brasileñas —por el contrario— fueron formadas,
inicialmente, ñor levas de mercenarios europeos
 ¿«datados por la Casa de Bragan^a, cofre la
ralea de los ejércitos del Viejo Mundo y por
almirantes-piratas ingleses. Organizaciones anti­
nacionales y anti-populares, el ejército y la ma­
rina imperiales constituyeron en el siglo pasado,
una eficiente máquina de represión, siempre
pronta a aplastar —con brutalidad no menor
que la anteriormente aplicada por el ejército
portugués— Cualquier prurito de independencia
efectiva, los ideales republicanos y la lucha por
la liberación de los esclavos. En “Brasil para
estrangeros” analicé lo que fue la actuación da
los militares brasileños durante el Imperio, tanto
en el interior, al servicio de la oligarquía “feu-
dal-esclavista”, como externamente, al servicio
del Imperio Británico. La “acción pacificadora”
del Duque de Caxias, patrono y símbolo del
ejército brasileño, reprimiendo violentamente
todas las revoluciones populare» y republicanas
de la( época; la actuación del almirante ingle?
Cochrane, al servicio de los Braganzas, bombar­
deando la indefensa ciudad de Reeife, ocasio­
nando decenas de muertos; la matanza causada
por el otro almirante inglés —Grfenfeld—- que
enviado a sofocar una rebelión popular en la
provincia de Pari, lanzó a las bodegas de su
buque 349 revolucionarios que, con excepción
de cuatro, murieron asfixiado» durante Ja no­
che; el genocidio de la Triple Alianza, funda’
mentalmente ejecutado por ej ejército brasileño,
que liquidó dos de cada tres paraguayos, son
, muestras de la acción de las fuerzas armada«,
brasileñas que desmienten radicalmente las ver­
siones impartidas por la historiografía oficial.
No cabe duda que las fuerzas annadas bra^
sileñas, en el tiempo del Imperio, fueron, efecti­
vamente, el brasa armada de la oligarquía y el
gendarme de su majestad británica en América
del Sur,
Es verdad, empero, que en los últimos años
del régimen imperial ya se hacían sentir, en el
seno del ejército, pruritos liberales. Un ejemplo
conocido y muy divulgado de ese liberalismo:
el hecho de que se rehusaran los militares, en
los últimos años del régimen esclavista, a cap­
turar los negros que habían huido del cautiverio.
La proclamación de la República (1889) es
presentada, también, como un ejemplo del libe­
ralismo de lo» militares de la época- Eso es total­
mente cuestionable. Nadie niega que Ja repúbli­
ca era deseada por todas las fuerzas progresistas
de entonces y que la agitación republicana fu1*
dirigida por un liderazgo civil de alto nivel y
eminentemente popular, La proclamación en sí
fue, sin embargo, un acto de arbitrio militar, si
cual, como dice Aristides Lobo, el país asistió
bestializado. Se puede argumentar incluso que
lo» militares, al liquidar al Imperio —ellos y no
el pupbio— y al instaurar la república, impidie­
ron ía revolución. Porque el cambio del r|gime<i
político y-por obr£ y gracia de los militares—-
no significó ninguna ^Iteración e|) la composi­
ción de las clases dominantes, pi abolió sus pri­
vilegios económicos. B&jo la túfela de los mili­
tares tuvimos una pobre y triste república.
En el primer pefíodo presidencial (1889-1893;,
iniciadp por el mariscal Deodoro da Fonseca y
completado por el mariscal Floriano Pelxoto, el
control del poder político por los militares fue
absoluto y ostensible. En los períodos presidencia­
les siguientes, los militares pasaron a actuar entr.2,
bastidores, manipulando las cuerdas de los títeres
que aparecían en lá escena política. Su poder de
decisión —la tutela sobre el poder civil— conti­
nuó sin embargo siendo total. La campaña civi­
lista de Bu} Barbosa (1908) fue un intento —fra­
casado-- de reacción de los' civiles contra esa
tutela indebida.
En gl hecho de haber permanecido casi siem­
pre entre bastidores, en contraste con lo que pa­
saba en Ift mayoría de los países de Hispanoamé­
rica, vamos a encontrar el origen del mito sobr^
el liberalismo de los militares brasileños. En otros
países de América Latina, el control del poder
por los militares se produciría en forma más direc­
ta, ostensible, justificando —parcialmente al me­
nos— el mito del brazo armado. Así, en Perú, en
lo» primero» tres cuarto» de siglo que vivió libre
de la tutela española, “se sucedieron nada menos
que 18 gobernantes militare», alguno» de ellos
en más de una ocasión y »píamente 3 presidentes
civiles, que gobernaron 11 años desde 1872 hasta
el fin de la centuria [ . .. ] fue recién *n 1872
que el ejército se subordinó, transitoriamente, al
poder c iv il.,.” —escribe Víctor Vilianueya
("Militarismo en Perú’’), Ismael Viñas traza el
siguiente cuadro del militarismo argentino; “lina
mirada un poco más atenta nos revela que la
presencia de las fuerza» armadas en nuestra vid*
política ha sido casi ininterrumpida, En realidad,
ios momentos en oue no ha existido o ha »ido
imperceptible, son los menos; casi $e podría afir­
mar que se trata de mero* intervalos «civilis»
tas».. “Entre 1930 1957, cincuenta y ¡seis mi­
litare» ocuparon t j puesto de presidente en vein­
te repúblicas latinoamericanas, por un año al
menos” —informa Edwin Lieuwen (“Militaris­
mo y política en América Latina”).
La década de los 20 señaló, en Brasil, un5»
serie de episodios protagonizado» por militare*
que presentaban un carácter nítidamente refor­
mista y popular. Lo» movimiento» de 1922 y
1924, encabezados por militare» jóvenes —la?
tenientes— impregnados por la filosofía positi­
vista y por otras idea» reformista» corrientes en
la época, constituyeron, e* innegable, tentativas
honestas ae sanr oei empantanamiento de L
‘'república vieja”. Entre los frutos de ese mesia-
nismo castrense, se destacan la rebelión de los
18 del Fuerte Copacabana (1922) y la Columna
Prestes (1924). Esos movimientos progresistas
contribuyeron, de manera decisiva, para el su­
ceso de la Revolución Liberal de 1930.
En contrapartida, vamos a encontrar en el
“tenientismo” el origen del brote militarista, que
desarrollándose en forma vacilante y contradic:
toria durante 40 años (el tiempo necesario para
que los tenientes de la época llegaran a los altos
puestos de mando), culminó con el golpe del Io
de abril. Los tenientes de 1922 y 1924, justa
mente indignados con el estancamiento econó
mico y político y con la corrupción administra­
tiva reinantes (sin entender que ésta es inheren­
te del régimen capitalista), fueron afirmando a
lo largo de los años, su convicción sobre la inca
paridad administrativa de los civiles. Acostum­
brados a la disciplina del cuartel, y habiendo
aprendido fundamentalmente dos cosas —a obt
decer y a mandar— los militares se horrorizan
con el “desorden” político de los “paisanos”.
No preparados, por su formación para el debate
democrático, lo juzgan anárquico, una vislum­
bre del propio caos. Dentro de su pensamierKc
primario, preconizan, como antídoto, el orden,
la disciplina de los cuarteles. El ideal castrense
es transformar el país en un inmenso cuarteV
La “solución ideal” sería un gobierno fuerte,
obviamente dirigido por militares, una “orden
unida” (designación dada en Brasil al conjunto
de ejercicios militares), que abarcara a todo el
pueblo. Una vez alcanzado el orden, automáti
camente vendría el progreso. ¿La propia ban
dera nacional, con el lema de Augusto Comte
“Orden y Progreso” no señala acaso la solución’
En 1930, los tenientes, habiendo colaborado
para la victoria del movimiento revolucionario,
consiguieron enseñorearse de sectores considera
bles del poder político. Algunos de sus líderes
conquistaron altos y decisivos puestos en la ad­
ministración civil. Juárez Távora (después del
le de abril de 1964, ministro de Obras Públicas
del gobierno de Castelo Branco), en razón de
la forma absolutista con que gobernó algunos es­
tados, recibió el apodo de “Virrey del Norte”.
Juracy Magalháes (después del l8 de abril, em­
bajador en EE.UU. y, posteriormente, ministro
de Relaciones Exteriores del gobierno de Casteio
Branco), tuvo el Estado de Bahía como su feudo
particular. Cordeiro de Farias /"después del l 3
oe abril, ministro del Interior del gobierno de
Castelo Branco), intentó, en 1938, hacer lo mis­
mo con Rio Grande do Sul. Y esto por mencio­
nar solamente a aquellos que llegaron al go­
bierno con motivo del golpe de 1964,
Estos éxitos políticos hicieron que los mili­
tares tomaran el gusto al mando civil, mucho
rnayór, más emocionante y, lo que es muy im­
portante, más lucrativo que la rutina de. los
cuarteles. Sectores siempre crecientes de la ofi­
cialidad, ingresaban en la vida política. Esa
militancia política vino, mientras tanto, a per­
judicar la formación de la casta militar. - Los
tenientes se dividían en grupos divergentes e
incluso antagónicos; algunos eran movidos por
ambiciones personales, otros por convicciones
ideológicas progresistas. Algunos —pocos— co­
mo Luis Carlos Prestes, llegaron al marxismo.
Pero, incluso aquellos que evolucionaron hacia
posiciones progresistas o revolucionarias no con­
siguieron sin embargo liberarse totalmente del
condicionamiento establecido por la formación
de la carrera militar. No se liberaron del com­
plejo de “orden unida”. Esto ayuda a entender
el levantamiento comunista del año 35, bajo el
liderazgo del “teniente” Prestes, que presentó
mucho más características de putsch militar nue
de revolución popular. La formación militar de
Luis C. Prestes ayuda a comprender, también,
el “positivismo” del P. C. B. y la total ausencia
de democracia interna en la organización, pue;
el partido sigue, hasta hoy, dirigido por los ex­
militares de 1935.
Al instituir, con Vargas, en 1937, el Estado
Nuevo, los militares acumularon nuevos facto­
res de decisión política. Al derrocar a Vargas,
en 1945, por inspiración del embajador yanoui
Adolf Berle, consolidaron sus posiciones, estable­
ciendo una tutela prácticamente absoluta sobre
el poder político.
Los grupos políticos que disputaron las elec­
ciones, después de la redemocratización —por
un lado la UDN (Unión Democrática Nacio­
nal), por otro el PSD (Partido Social Demo­
crático) aliado al PTB (partido laborista bra­
sileño), no pudieron escapar a la evidencia: los
dos candidatos, Eurico Gaspar Dutra y Eduardo
Gomes, eran militares e igualmente reaccionarios.
De ahí en adelante, la presencia de militares
se volvió norma en el cuadro electoral brasileño.
Para asegurar la realización de las elecciones,
para impedir la eclosión de algún golpe en el
período preelectoral (siempre los más “peligro­
sos” para las instituciones políticas en razón de
la inevitable agitación que caracteriza el pro­
ceso electoral), los políticos acordaron, tácita­
mente, que una de las dos grandes agrupaciones
políticas —PSD o UDN— presentasen siempre
un candidato militar. Era el precio pagado para
el mantenimiento del régimen liberal. Así, tuvi­
mos nuevamente el brigadier Eduardo Gomes
(héroe del Fuerte Copacabana, un “teniente”),
como candidato udenista en las elecciones de
1950; otro “teniente”, Juárez 'lavóla, también
de la UDN, en 1955 y, finalmente, él marisca!
Henrique Teixeira Lott (un teniente legalista
de la década del 20), candidato del PSD, PTR,
de los nacionalistas y comunistas en 1960.
Eduardo Gomes fue derrotado por segundi
ve2 por un civil: Getúlio Vargas; fuárez Távora
por otro civil, Juscelino Kubitschek, y el ma­
riscal Lott por Jánio Quadros, también un civil.
Solamente el general Dutra fue electo y eso por
ser también militar el otro candidato. Era evi­
dente la desconfianza del pueblo en relación
con cualquier candidato de uniforme, incluso
cuando era presentado por las fuerzas populares.
Revelando una gran sabiduría do!ítica instint -
va, el pueblo llegará a la conclusión de que “el
lugar del militar es el cuartel”.
Pero mucho más difícil que derrotar a los
candidatos militares fue obtener que los candi­
datos civiles victoriosos asumiesen la presiden­
cia de la república. Poner obstáculos a la toma
del poder del candidato electo se volvió tam­
bién una norma. En una tentativa de impedir
la toma de posesión de Getúlio Vargas, electo
en una lucha electoral que tuvo las caracterís­
ticas de una verdadera revolución popular (por
primera vez en la historia de Brasil un candi­
dato de oposición ganaba la elección presiden­
cial), los militares más reaccionarios levantaron
la tesis de la mayoría absoluta, intentando mo­
dificar las “reglas del juego” después que éste
había terminado. La llegada al gobierno de Ku­
bitschek, violentamente obstaculizada por los
sectores militares más reaccionarios, solamente
se volvió posible gracias al contragolpe preven­
tivo comandado por el general Lott. Intentaron
igualmente, impedir la toma de posesión río
Jánio Quadros.
Si era difícil la toma de posesión de los can­
didatos electos, casi imposible se volvió mante­
nerlos en el gobierno hasta el fin del mandato
Vargas “fue suicidado” el 24 de agosto de 1954
cuando habían transcurrido sólo 2/3 de su man
dato. Juscelino Kubitschek tuvo que emplear
toda su enorme habilidad política para cumplir
integralmente su período presidencial. A pesar
de que no había intereses imperialistas empeña
dos en su deposición, tuvo que enfrentar dos
tentativas golpistas: “Jacaréacanga” y “Aragar-
^as”. Jánio Quadros perdió el control del poder
a los siete meses de su toma de posesión. Gou
lart, su sucesor constitucional, solamente llegó
al gobierno por haberse levantado en armas e1
pueblo de Rio Grande Do Sul, bajo el liderazgo
de Brizóla. No llegó, empero, al fin de su perío
do. El 1®de abril de 1964, cuando fue derribado
por los militares de extrema derecha, le restaban
aún 20 meses de mandato legítimo.
Resumiendo la situación vigente de 194'")
hasta 1964, tenemos que:
1) Para que se realizasen elecciones era ne
cesario que por los menos uno de los candidatos
de los grandes partidos fuera militar;
2) Para que el candidato civil electo pu­
diera tomar posesión del cargo era necesario
que, en el período que mediaba entre las elec­
ciones y la fecha de toma del mando, consiguie­
se un respaldo militar suficiente; esto se obtenía
mediante una serie de compromisos, entre los
cuales estaba la designación previa de los mi­
nistros militares y la promesa de un inmediato
y sustancial aumento para las fuerzas armadas;
3) Para que el presidente llegase al fin dH
mandato era necesario que no se opusiera a las
“reglas del juego” establecidas por los militares,
principalmente en lo referente a la sumisión
ante el imperialismo y al mantenimiento de la
intocable estructura social interna.
... Y todo esto en nombre de la democracia
v en defensa de la civilización occidental y cris­
tiana, de las cuales los militares se habían erigi­
do guardianes.
B. LA SUMISIÓN AL PENTÁGONO
Hay que analizar un episodio de enorme
importancia en la evolución del militarismo bra
sileño. Hasta la Segunda Guerra Mundial ha­
bía un convenio entre el gobierno brasileño y
el francés, por el cual éste mantenía una misión
militar en Brasil, con la finalidad de proporcio­
nar cursos de perfeccionamiento a la oficialidad
brasileña. El 29 de julio de 1948 se firmó el
Acuerdo Militar Brasil - Estados Unidos, con
objetivos semejantes al del anteriormente exis­
tente con Francia. La misión francesa, a pesar
de haber significado una mancha en nuestra
soberanía, no constituía de ningún modo, un
riesgo para nuestra autodeterminación como ¡o
es el acuerdo con los norteamericanos. Entre
las innumerables agravantes que pueden ser se
baladas contra este último, bastan dos que son
fundamentales: el hecho de que los capital“'»
franceses invertidos en Brasil son insignificantes
si se les compara Con las inversiones yanquis y
la filosofía geo-política de la doctrina Monror
Él Acuerdo Militar Brasil - Estados Unidos
presenta aspectos tan altamente lesivos para ¡a
soberánía nacional, que fueron durante años
celosamente ocultados al pueblo. La Constitu
ción Brasileña establece que todo* los acuerdos
internacionales deben ser ratificados por el Con*
greso Nacional. En el caso del acuerdo militar,
en razón de lo vergonzoso que era, el gobierno
de la época no tuvo el coraje de mandaflo
Poder Legislativo. Fue recién el 5 de setiembr*
«I»» 191)6, ocho ano» después, que Juseelino Xu-
Itifsrliek tuvo el descaro de enviar el texto del
m uerdo para ser aprobado (Mensaje Guberna­
mental na 450). Y a pesar de estar en gran parte
ron (prometidos con el capital financiero y mo
»io|x>l¡sta internacional, los diputados y senado-
tes no osaron aprobar tal documento. El men­
saje presidencial quedó inmovilizado, en el ca­
jón. A pesar de eso, el acuerdo siguió en vigen*
<ia. aunque ilegalmente. El 6 de abril de 1964
xolamente cuatro días después de la victoria
d<‘ la “revolución”— el Congreso, de rodillas
ante la bota militar, perdió los últimos escrú­
pulo» y lo homologó. ¿ Queda todavía algún t
iluda sobre el carácter del cuartelazo del Ia do
abril? < sido concluido o rescindido el presente contrato
El acuerdo establece normas sobre el fun­
cionamiento de un “Curso para jefes del ejér-
eilo, marina y aeronáutica, sohre operaciones
combinadas”. “I.a misión estará compuesta por
|M'isonal del ejército, marina y aeronáutica
ilr Estados Unidos de América.” El artículo 8a
establece: “’lodos los miembros de la misión
servirán con el puesto que tienen en las fuerzas
amiadas de Estados Unidos de América, usando
el uniforme correspondiente. Pero tendrán
preeminencia sobre todos los otros oficiales bra-
silefiiM de igual rango.” Los artículos siguiente!
determinan que “todos los miembros de la mi­
sión tendrán derecho a todas las honras y pri-
\ ¡legión que las leyes y reglamentos del ejército
brasilruo otorguen a sus oficiales”, pero “el per­
sonal de la misión estará regido por los regla­
mentos disciplinarios del ejército, marina y ae­
ronáutica de Estados Unidos de América”. Para
go/ar de los privilegios, los oficiales son con­
siderado* brasileños, pero para sufrir los posi­
ble* castigos disciplinarios vuelven a ser ameri­
canos. Maravillosa doble nacionalidad que ase­
gura • 1“* oficiales de la misión el derecho de
l.i extraterritorialidad, quedando así fuera del
alca tu r de la justicia brasileña, aun en caso de
11 ímrur* comunes.
I,u termineración es pagada por Brasil en
dólares. En los artículos 12 a 20 queda estable­
cida un« »crie infinita de ventajas que van desde
l.t exención aduanera para la importación de
automóvil« (que los oficiales del Tío Sam ven­
den luego con una ganancia del 300%) hasta
el tiani|>oi'te por vía aérea y por cuenta del
gobierno brasileño del cadáver, de la familia y
dr todo* los bienes muebles de cualquier miem­
bro de la misión que muera en Brasil.
f.a autodeterminación de Brasil simplemente
desaparece con lo establecido en el artículo 21:
' Durante la vigencia del presente contrato o
durante *u prórroga, el gobierno de Estados
Unido» de Brasil no utilizará los servicios del
personal de ningún otro gootemo extranjero
para funciones de cualquier naturaleza...’* La
mentalidad exclusivista de los monopolios yanqui»
parece haber contaminado a los hombres del
Pentágono...
Ahora pasemos a la nota humorística que
transforma el documento en una tragicomedia.
El artículo 22 dice; “Ningún miembro de la
misión revelará o divulgará de ningún modo a
ningún gobierno extranjero o a quien sea, nin
gún asunto de naturaleza secreta o confidencial
del que haya adquirido conocimiento debido a
sus funciones como miembro de la misión. Esta
exigencia perdurará aún después de terminada»
las obligaciones con la misión y después de haber
o su prórroga.” Como para un militar norteame­
ricano, el gobierno de Estados Unidos de Amé­
rica no puede como es obvio ser considerado un
gobierno extranjero y, como por el hecho de que
los miembros de la misión, como establece el ar­
tículo ll, continúan sujetos a los reglamentos
militares norteamericanos, la prohibición no al­
canza a ese país, el único que puede tener inte­
rés en conocer los secretos militares brasileños.
Los yanquis están perfeccionando el arte de
dominar a los otros pueblos. Con el Acuerdo
Militar Brasil - Estados Unidos, consiguieron
matar dos pájaros de un tiro:
1) Introdujeron sus espías en el seno de
las fuerzas armadas brasileñas, donde torfiau
conocimiento de todos los planes de defensa na­
cional, obteniendo todavía, que el gobierno d#
Brasil pague a estos espías;
2) En los cursos que la misión norteameri­
cana imparte a los oficiales brasileños, además
de imponer los métodos tácticos de las fuerzas
armadas norteamericanas (lo que transforma las
brasileñas en simples apéndices de aquéllas),
consiguen ganar a la oficialidad brasileña para
la ideología imperialista y fascistoide del Pen­
tágono.
AI intentar dar una base ideológica a lo*
anárquicos y contradictorios objetivos de las cla­
ses dominantes brasileñas, encuadrando y ajus­
tándolos mejor a los intereses del capital finan­
ciero y monopolista norteamericano, los hom­
bres de la misión militar -—usando a algunos ge­
nerales brasileños^ como Cordeiro de Farias al
frente, como testaferros— organizaron la Escuela
Superior de Guerra, que es una réplica del Na
tional War College de Washington. No se tuvo
ni siquiera el cuidado de adaptar su doctrina a
la realidad brasileña. Una simple traducción
solucionó el problema. De esta aplicación exa­
gerada de la “ley del menor esfuerzo”, resultaron
algunas confusiones. Es conocido el caso de un*
traducción mal hecha (“national power” tradu-
 Htti | (MMlcr nacional, cuantío el significado
m ii
MI14U que fuese poderío nacional), que dio mo
livtMi pai a interminables y no concluyentes cli>-
•Mlour* entre el alumnado de la escuela, ai)o
üitt iifio.
l,o» objetivos reales, obviamente no confesa­
do*, de la Escuela Superior de Guerra son:
1) Congregar cuadros militares y civiles
reclutados estos últimos en los altos escalafones
gubernamentales y en los sectores superiores d"
la burguesía nacional, con miras a la formación
de un grupo de presión de enorme influencia,
dentro y fuera del gobierno, capaz de defender,
con totales posibilidades de éxito, los interese *
del imperialismo y de las clases dominantes bra
i ileñas;
2) Crear para la “clase” militar, frustrada
con la pérdida de importancia que sufrió coi
la modificación del clásico concepto de guerra,
nuevas tareas y funciones, igualmente dentro d *
los planes de la estrategia global del Pentágono.
Así como en Estados Unidos de la conviven­
cia entre militares y la burguesía monopolista,
íurgió una conjunción de intereses que fructifi­
có en el llamado “complejo industrial-militar”,
en la Escuela Superior de Guerra, se consolidó la
unidad entre el sector industrial y los militares,
no ya dentro del concepto clásico de seguridad,
sino de defensa ante la “amenaza comunista”.
Las fuerzas armadas convencionales surgie­
ron de la doble necesidad fie garantizar la sobera­
nía nacional y de asegurar el mantenimiento de
las estructuras socio-económicas y de los privi­
legios de las clases dominantes en cada país. En
el caso brasileño, ellas fueron preparadas, desd«*
su formación, para lo que parecía a sus jefe«;
ser su misión histórica en el campo internacional:
la guerra contra la Argentina. El imperialismo
británico, y después el norteamericano, cultiva­
ron con todo cariño, en ambas márgenes del
río Uruguay, la tesis de la inevitabilidad de ese
conflicto.
En la posguerra, con la división del mundo
en dos bloques y la supremacía absoluta conquis­
tada por los yanquis en el campo imperialista,
desapareció el interés en cultivar esa animosi­
dad. Los estados mayores de las fuerzas arma­
das de Brasil y de la Argentina deben de haber
recibido órdenes de archivar, definitivamente, los
planes de campaña de invasión de la Argentina
y de Brasil, respectivamente. La observación de
Lenin sobre el papel de los ejércitos se volvió
totalmente válida: “Un ejército regular se en»
plea no tanto contra el enemigo exterior sino
contra el enemigo interno”.
El fortalecimiento del mundo socialista y el
subsiguiente equilibrio mundial de fuerzas, trans­
formaron la guerra, en una práctica peligrosa
para el imperialismo. Ademas, la rápida toma
de conciencia por parte de las masas en los pa;
ses semi o subdesarrollados, cada vez más dis­
puestas a la lucha por la autodeterminación y
por la ruptura de las estructuras sociales arcai­
cas, constituye otro riesgo muy serio en el caso
de cualquier guerra convencional. Los agente;
del imperialismo y las oligarquías nacionale.
saben muy bien que cualquier conflicto extern *
puede proporcionar a los pueblos sometidos la
grande y esperada oportunidad de liberación. La
experiencia histórica demuestra que los gérmenes
de la revolución son introducidos en el país e i
las mochilas de los soldados que vuelven, espe­
cialmente en las de los soldados derrotados.
A los militares brasileños se pasó a enseña'
(en las escuelas militares, en los cursos de Es­
tado Mayor y en la Escuela Superior de Gue­
rra), que la única guerra posible, y aun inevi­
table, era la que se entablaría contra el mundo
socialista, para la destrucción de la URSS y d?
la China Popular. Como ésa no sería en abso­
luto una guerra convencional y se haría exclu­
sivamente en base a proyectiles teledirigidos y
bombas atómicas, las fuerzas armadas de los paí­
ses atrasados quedarían sin funciones en el campo
internacional. Libradas de una de sus finalida­
des, deberían las mismas pasar a dedicarse to­
talmente al mantenimiento fiel status quo, a la
consolidación de los privilegios de las oligarquías
y de la dominación imperialista. Esa liberación
de los militares les vino de perlas a las clases
dominantes, en un momento en que la politiza
ción y la insatisfacción de las clases populares
en el Tercer Mundo ponen en riesgo el fabu­
loso conjunto de privilegios acumulados en si­
glos de explotación. Ahora les es posible a los
militares dedicar todo su tiempo, concentra -
todos sus esfuerzos, en un único sentido: el man­
tenimiento del orden, el combate contra la sub­
versión y el aplastamiento de la “hidra del co­
munismo”.
C. EL SENTIMIENTO DE CASTA
Además de la lógica ambición del poder po
lírico, otros estímulos actúan —es obvio— sobm
los militares. Uno de los más importantes es la
lucha por la obtención de mejores sueldos y
siempre mejores ventajas en los códigos que
regulan la carrera militar. En este aspecto la
unidad de los militares es total. Todas las diver­
gencias políticas entre ellos desaparecen como
por arte de magia. Pobre del presidente de l.>
república o los legisladores que no fueren “sen­
sibles” a esos reclamos. Es la manera más prác­
tica y rápida de cometer el suicidio político.
En un país que, como el Brasil, atraviesa
una tase de transición entre el estadio de subde-
>.arrollo v el capitalismo, las cranancias de la'
burguesía son altas y fáciles. Es la única ma­
nera rápida de conseguir la acumulación d°
capitales. Los profesionales liberales, al menos
aquellos que se colocan al servicio de las clase'
dominantes o de los monopolios extranjeros,
también consiguen ganancias altamente com­
pensatorias, que les aseguran un nivel de vida
equivalente al de la burguesía.
La oficialidad de las fuerzas armadas brasi­
leñas siempre estuvo bien remunerada, y si se
quiere muy bien remunerada, en relación con
los sueldos medios predominantes en el país. Sus
remuneraciones, sin embargo, aun aumentadas
por toda una serie de ventajas {que transforman
a la planilla de pagos de un militar brasileño
en la cosa más complicada del mundo), son-
bajas si se las compara con las ganancias de la
burguesía y de los profesionales liberales má<
afortunados. Y esto es intolerable para la vani­
dad del militar típico. Él, que tanto desprecia
al civil, no puede serse relegado a un nivel in­
ferior en la escala social, establecida en el régi­
men capitalista, por la medida absoluta: el in­
greso de renta de cada uno. Súmese a esto, í>i
fenómeno de la inflación que consume parte im­
portante de los sueldos, entre un reajuste y otro
de los mismos, y se tendrá un cuadro del des
contento de los militares brasileños en los años
anteriores al golpe.
Esta insatisfacción crónica se agravó violen­
tamente cuando el funcionariado civil en 1961
y después de la “huelga por la paridad”, logró
la equiparación de sus sueldos con los de los mili
tares. El nivel 18, el último en el escalafón civil,
pasó a corresponder al de un coronel, último,
grado normal en la carrera militar. Los milita­
res reaccionarios nunca se conformaron con esa
equiparación y vivían esperando la oportunidad
para reponer a los “paisanos” en el lugar co­
rrespondiente.
Y la oportunidad surgió con la contrarrevo
Ilición del I9 de abril. No sólo destruyeron la
paridad, sino que establecieron una diferencia
aún mayor que la que estaba en vigencia antes
de la huelga. El último grado del escalafón del
funcionariado público (técnicos de nivel univer­
sitario) pasó a corresponder al del sargento 39
o aun al del cabo especializado de la aeronáu­
tica, que es el primer puesto en el escalafón de
la carrera militar. Así un médico que tenía igual
sueldo que un coronel, empezó a ganar menos
que éste, menos que un teniente coronel, que un
mayor, que un capitán, que un teniente 1®, que'
un teniente 29, que un suboficial, que un sargen­
to l9, que un sargento 2°. En fin, quedó relegado
por todo el escalafón militar.
El gobierno del Estado Mayor de Gástelo
Branco siguió la clásica sugerencia de Caracalla,
el emperador romano que dijo a su hijo, cuando
éste le pidió consejos sobre la forma de goberi
nar a sus súbditos: “Uno solo, hijo: enriqueced
a los soldados y despreocupaos de lo demás”. Na
hay duda de que el l9 de abril los militares hi­
cieron su revolución. Los civiles fueron dejados
muy. atrás. La dignidad de la “clase” quedó a
salvo, y el orgullo castrense fue restablecido.
Sí; en ciertas ocasiones, ante del golpe, “I
militar tenía que dejar de lado su orgullo, su
arrogancia, su vanidad y se inclinaba ante ios
políticos (Freud hubiera encontrado allí una dv
las causas del odio de los militares a los político« .
Una de esas oportunidades se presentaba al
alcanzar aquél el límite de edad de permanenci t
en el ejército con el grado de coronel. Si no era
ascendido a general, pasaría a situación de retiro.
Para conseguir que su nombre figurase en la lista
de privilegiados —que eran escogidos por el pre­
sidente de la república— y asegurarse así la
continuidad de su carrera, los coroneles —con
raras excepciones— hacían cualquier negocio.
Era habitual verlos correr desesperadamente
atrás de diputados, senadores, políticos en gene­
ral o cualquier otra persona que pudiera tener,
influencia ante el presidente. Hasta la “queri­
da” de algún presidente debe tener “hecho”
algún general.
El miedo de tener que cambiar su uniforme,
símbolo de su casta, por un “pijama” llegó a
ser un terrible drama para el militar. Drama
que debía merecer un estudio más cuidadoso
por parte de los sicólogos. Es duro para un
hombre de 40 años o más de cuartel, habituado
a cumplir y dar órdenes, verse de un día para
otro, privado de su mando, el que paciente y
gradualmente venía acumulando. Perder el man­
do sobre centenares o millares de hombres y en
adelante mandar solamente —y esto a veces—
a su mujer; ponerse el “pijama” equivaldría
en cierto modo a transformarse en un “paisa­
no”. Suprema humillación.
Otra oportunidad en que el militar acos­
tumbraba a dejar de lado su vanidad y corría
atrás del político, era cuando resolvía disputar
un cargo civil en comisión, o la dirección de
un ente estatal. Ejercer una dirección donde,
además del sueldo militar, podría ganarse abul­
tadas gratificaciones; donde, en lugar de orde­
nanzas, tuviera gentiles secretarias a su disposi­
ción y, por qué no, donde pudiera decidir sobre
licitaciones públicas, era el sueño dorado de
muchos militares. El gobierno del 1® de abril,
al nombrar a millares de oficiales para las fun­
ciones civiles (las más inconvenientes y absur­
das que puedan desempeñar los hombres uni-
IWUiaOo*), está atenaiendo a una de las más americanos ramea el enorme poder. adquisi­
sentidas reivindicaciones de la “clase”, El peli- tivo del dólar, Para el gobierno o para los mo­
ro reside en el hecho (señalado por un pcrio- nopolios norteamericanos, un millón de dólares
ista carioca) de que el éxodo de los cuarteles es una bagatela, pero, para cualquier general
sea tan grande, pero tan grande, que la propia o político latinoamericano representa la inde­
seguridad del “nuevo orden” quede compróme pendencia para, éj y su familia durante va,ria/i
tida. generaciones.
Siempre que solicitaba un empico público Otro, aspecto característico de la? ‘Te\oJu
para un hijo o un pariente, o aun un emprés­ dones” brasileñas y que nadie comprende en el
tito en el Banco de Brasil, o en la “Caixa Eco­ extranjero (he sido interrogado muchas vece i
nómica”, el militar también actuaba humilde sobre este particular por amigos uruguayos i **s
mente, por lo menos hasta que el favor fuese la habitual ausencia de lucha armada, en ¡a
concedido. Sí, porque la mejor manera de olvi­ toma o en las tentativas de toma de poder. ¿ Por
dar la humillación de habet pedido es olvida * .qué la revolución liberal de 1930, a pesar di
el favor recibido. No había nada tan diferente haber significado una transformación radical,
a un coronel postulado para el ascenso, como llegó a! poder con un mínimo de enfrentamien­
él mismo, después de ascendido, cuando ya to armado? ¿Por qué, en 1932, la “revolución
usaba las insignias de general. Y si no, que lo constitucionalista” de San Pablo se limitó q
diga Goulart. simples escaramuzas ? ¿ Por qué el putsch de
Goulart estaba convencido, hasta las víspe­ 1935 se redujo a tiros cambiados en el interior
ras del golpe, que tenía un esquema milita" de los cuarteles? ¿Por qué el golpe del Estad»
absolutamente fiel, porque había, dispensado Nuevo, en 1937, fue absolutamente pacífico, sin
favores a manos llenas a los jefes militares. que se disparara, un solo tiro? Por qué el de
Ascensos, empleos a familiares, préstamos; pero los “integralistas”, en 1938, se limitó a un tiro­
todo resultó inútil. Nada ganó, por ejemplo, teo contra el Palacio de Gobierno? ¿Y el de
con ordenar que el Banco de Brasil le financiara 1945, que desplazó a Gepjlio, el de agosto
—sin ninguna garantía— al general Amaury y el 11 de noviembre? ¿Por qué fueron todos
Kruel la compra de una hacienda en el Estado golpes sin lucha y prácticamente sin víctimas?
de Espirito Santo. Eran 60 millones de cruce­ Aun el de agosto de 1961, cuando la decisión
ros, suma insignificante si se compara con lo de Brizóla hizo abortar la tentativa de los mi­
que podría ofrecer la poderosa burguesía pau- nistros militares, tampoco degeneró en lucho,
lista por intermedio de su órgano de corrup­ armada. ¿Por qué sucede esto? ¿Serán cobar­
ción, el IPES (Instituto de Pesquisas y Estu des los brasileños?
dios Sociales), al comandante del 11« Ejército, Para, empezar, tratando de dar una respues
Donde el poder de corrupción de la burguesía ta a estas interrogantes, haré upa salvedad parí
nacional no se mostraba suficiente estaba toda­ resguardar el orgullo nacional... No sólo en
vía la “gran solución”: el poder de persuasión Brasil, sino prácticamente en toda América l a ­
cjel dólar. Los norteamericanos razonaban de tina y en otros países, lo? golpes militares c¡'*
manera fría, calculada, científicamente: “Si la los últimos años (y son tantos), presentan ca­
guerra de Vietnam nos consume 50 millones racterística? idénticas a los brasileños: una cad
de dólares por día, además de preciosas vidas total ausencia de lucha armada, Algunos tan­
norteamericanas, ¿por qué no gastar una sumí ques “Sherman”, estacionados ante Jos palacio?
equivalente en la «compra» de media docena gubernamentales, más algunos “jets” anticua­
de generales, capaces de decidir |a situación en dos volando amenazadoramente, unos y otros
Brasil, sin tiros y otras complicaciones, siendo dirigidos por oficiales que hicieron curso? de
ese país mucho más importante en todo sentido capacitación en los “States”, generalmente alcan­
para nosotros que la lejana región del Oriente?” zan para decidir pacíficamente la cuestión,
Lacerda, el más fiel y descarado lacavo del Humberto Cuenca resume así la técnica del
imperialismo yanqui en Brasil hasta 1964, al golpe militar en nuestros días: “Hoy la maqui­
hablar por TV después de la victoria del golpe naria del cuartelazo ha sido reducida a sólo
del 1« de abril, siguiendo ese razonamiento, tres elementos: un siquíatra, un teléfono y una
tuvo la desvergüenza de cobrar los dólares que emisora”.
los americanos habían economizado con la “re En Brasil, el humor popular explica así,
volución”, que aplastó el “comunismo de Jan- irónicamente lo que es una “revolución”: dos
go” e hizo innecesario el desembarco de “ma generales adversarios, al frente de sus respecti­
riñes” en las playas brasileñas. vas tropas, antes de decidir cualquier acción
Indiscutiblemente, el gran obstáculo que se bélica, acostumbran mantener un contacto te­
antepone a la liberación de los pueblos latino­ lefónico:
 "General X: ¿Cuántos hombres tiene baje
su mando?
General Y: 3.000.
General X: Pues yo tengo 3.500.
General Y: Entonces acepte m¡ rendición.”
Los golpes son concertados generalmente por
teléfono. Bien decía Brizóla antes de la crisis
de agosto de 1961: “Esta vez, por lo menos, ellos
no darán el golp< pot leléfono”. Cuando los
gorilas sacaron las uñas, él con el micrófon'»
en la ruano, puso la Cadena de la legalidad en
el aire y trasmitiendo para todo el pais, eonvo
có al pueblo para la lucha e hizo abortar el
golpe.
La explicación de la aparente cobardía st
puede hallar en el sentimiento de casta, que
está cada ve* más arraigad«1 eptfe los militare«
de carrera. Los lobos no «e comen entre sí. La
prueba más conelyyeiHe de esto 1? tuvimos gil
ocasión de la represión que gigpió a la raída
del gobierno de Goulart. Mipníras los f iviles
perdían sus cargos políticos qu» habían sido
conquistados con el voto popular V sus empleos
públicos, ganado* en concursos oficiales; mien­
tras las residencia> de los civiles eran saquradas
por la policía política y por los oficiales fascis­
tas armados con ametralladoras: mientras'los
familiares de ¡os civiles no eran respetados, eran
detenidos y hasta violados: mientras los civiles
eran apresados y mantenidos en ja más abyecta
promiscuidad f30 ó 40 peponas ¡en qna celda
de ñ por 6 metros): mientra* los civijes eran
sonar tidos 3 las g}¿s apoces é infamantes tor­
w yn*«* 'V f f MAY# *9 *9
turas, e incluso “suicidados” por los policUs
del DOPS (Departamento de Orden Político y
Social) y por los oficiales de derecha, ¿qué su­
cedía a los oficiales fieles a Jango Goulart, me­
recedores, por lo tanto, de la ira de los vence­
dores ?
Los reglamentos militares establecen (y evi­
dentemente se Ies respeta), que ningún oficial
puede ser detenido por otro de rango inferior
Si entre los presentes no hay ninguno de igual
categoría, es necesario esperar hasta que se en­
cuentre uno. lina vez detenido, sólo se le puede
poner en una celda especial en los cuarteles r,
en las fortalezas, teniendo el oficial preso dere­
cho al tratamiento y a las prerrogativas de sil
rango. Y esto cuando no se lo deja en su propia
fasa, bajo palabra (¿quién va a «Jpdar de la
palabra de un oficial?). Los más comprometí
¿loe con la “subversión” y la corrupción de Gc*u
lart fueron degradados o pasados a retiro, aun­
que sin dejar de percibir todos los sueldos y
ventajas. vSolamente unos pocos —muy poco*—
¡os auténtico*, fueron expulsados.
Por lo visto, para los militares brasileños
fácil adoptar posiciones revolucionarias, golpi*-
tas o contrarrevolucionarias. No corren ningún
riesgo de orden económico, ya que lo peor que
les puede suceder es pasar a retiro, y en este
caso, igualmente seguirán estando muy bien re­
munerados. Sus vidas no corren ningún peligro
ya qqt los {iros están prohibidos. Verdadera
mente ron este “cinturón de seguridad” es i»
creíblp ape no ocurran más “revolucione***
a « * <P
 LA CONTRARREVOLUCION
PERMANENTE
A. IL GOLPE NUMERO UNC
1JL l9 de abril de 1964 quedará señalado
como el comienzo de una nueva etapa
en la historia del militarismo brasileño:
la etapa del dom inio ostensible, directo y
b ru tal del poder político por los m ilitares.
Cansados de quedar entre bastidores mane ■
jando las cuerdas de los títeres que apare­
cían en la escena política, resolvieron ir
ellos mismos a presentarse ante el público.
El “estado de reserva” se volvió titular.
Lo que decía Alfred de Vigny del ejér­
cito francés es válido, en este sentido, para
el brasileño (especialmente después de la
república) y, posiblemente, para todos los
ejércitos latinoamericanos, excepto el uru­
guayo (y. es obvio, el cubano): "El ejército
es una nación dentro de otra. Se avergüen­
za de sí mismo y no sabe lo que desea. Se
investiga sin cesar p a ra saber si es esclavo
o señor del estado y su cuerpo busca el al­
ma por todas partes, sin encontrarla".
El nacionalista revolucionario bolivia­
no Guillermo Bedregal completa así la te­
sis: "El ejército, obedeciendo a uno y otro
alientos, siem pre se lanzó a fondo a la sus­
titución y a la ocupación de ese vacío p er­
turbador [ ...] de ahí que el ejército pasa­
ra a considerarse una especie de «estado de
reserva» al cual en una hora crítica fue fá­
cil convencer para que se declarase acti­
vo [ ...] El ejército cuando hace política,
hace siem pre política de ocupación. Y aun­
que lo haga con subjetiva honradez, su sis­
tem a de sim plificaciones le hará pensar que
el orden externo y m ecánico equivale al
O rden con m ayúsculas y que es la norm a­
lidad m ism a".
Con el golpe del 1? de abril, se cerro
también el ciclo de casi veinte años de libe­
ralismo político, iniciado con la redemocra­
tización, en 1945. El respeto a las libertades
públicas convencionales, que se fortaleciera
de forma relativamente amplia durante ese
tiempo y había alcanzado su plenitud en los
últimos períodos gubernamentales cesó, de­
sapareció por completo. Con el Acto Insti­
tucional n9 1, decretado por la Ju n ta M ilitar,
la constitución de 1946 —en defensa de la
cual, según los militares habría sido hecha
la “revolución”— pasó a ser un papel sucio.
Como señaló Jean Jacques Faust. del
“Preuves”, "el ejército brasileño, esta vez,
atravesó el Rubicón". En entrevista con la
prensa, el 7 de abril, el general Costa e
Silva, el hombre fuerte del golpe, dejó bien
claro que esta vez los militares hicieron su
revolución: "Q uerem os (los militares) ser
una garantía del gobierno para que
éste sín ataduras, sin tergiversaciones o
transigencias electoreras o políticas, cum ­
pla el legado que le trasm itió el comando
revolucionario ..
 Ej Congreso era un obstáculo, al decir
ciel general, una atadura Había que remo­
verla. Por el cierre o por la castración. Pa­
ra no herir la sensibilidad de los ciudada­
nos norteamericanos (financiadores del gol­
pe;, habituados por dos siglos de régimen
parlamentario, los militares golpistas opta­
ron por la segunda solución. Resolvieron
‘autenticar” el Congreso:
"La revolución no procura legitim arse a
través del Congreso, por el contrario, éste
es el gue recibe autenticidad por este acto
institucional, resultante del poder constitu­
yente inherente a todas las revoluciones".
El artículo 10 del Acto Institucional np 1
establecía:
"En interés de la par y de la honra na­
cional, sin las restricciones previstas por la
constitución, los com andantes en jefe que
prom ulgaron el presente acto podrán sus­
pender derechos políticos de cualquier ciu­
dadano por 10 años y cesar los m andatos le­
gislativos, sin ningún recurso al Poder J u ­
dicial. Una vez investido el presidente de la
república podrá practicar por un período
de sesenta días los actos previstos en 'este
artículo".
El Congreso fue autentificado por una
rigurosa selección hecha por algunos coro­
neles, que “corrigieron” así los “errores” co­
metidos por el pueblo en la elección de sus
representantes. En esas depuraciones, que
se extendieron al ámbito estatal y muni­
cipal, fueron decisivos los intereses y los
odios personales, la venganza, el más abyec­
to servilismo y, principalmente, la delación.
Como escribió Carlos Héitor Cony, en el
día 1? de abril el "Brasil fue transform ado
m itad en cuartel, m itad en colegio de m on­
jas; la delación es incentivada y prem iada".
El anticomunismo fue la gran bandera
de la “revolución”. Dentro de la técnica
de guerra sicológica idealizada por Goeb-
bels, la tecla fue martillada hasta el can­
sancio. Lo anti fue la tónica de todos los
pronunciamientos de los líderes —civiles y
militares— del movimiento. El general Peri
Bevilaqua, refiriéndose a los sindicatos:
"son nidos ponzoñosos d é serpientes rojas".
General Amaurí Kruel: "hicimos la revolu­
ción con el objetivo de salvar la patria en
peligro, librándola del yugo rojo". General
Mouráo Filho: " ...la necesidad de extirpar
el com unism o que estaba ya triunfante en
Brasil". General Justino Alves Bastos: "los
com unistas perdieron los exám enes a que se
quisieron som eter en ei concurso para la
im plantación del régim en com unista en el
Brasil". El gobernador de Sao Paulo, Adhe-
mar de Barros: . .precisam os poner punto
final a la bolchevización del país". Carlos
Lacerda: "Rusia estaba tom ando el B rasil
sin guerra. Hoy, gracias al patriotism o y a
la unión de las gloriosas fuerzas armadas»
Rusia fue vencida en el B rasil sin guerra.
Fue una victoria de repercusión y conse­
cuencias internacionales para el destino de
la libertad y de la paz del m undo. Porque
Rusia acaba de sufrir en el continent© am e­
ricano. su m ayor derrota desde el pacto
teuto-soviético y d© la alianza ©ntr® com u­
nistas y nazis".
Es evidente que toda esa histeria antico­
munista no tenía como blanco el Partido
Comunista Brasileño. ¿Quién no sabía, en
Brasil, que el partido de Prestes (absoluta­
mente fiel a las órdenes de Jruschov de no
intentar una nueva revolución en América
Latina) no quería ningún cambio radical
del régimen? Es sabido que en la noche an­
terior al golpe, la tarea de los comunistas
era pegar en los muros la última consigna
partidaria: "Legalidad para el PCB". Dice
Jean Jacques Faust al respecto: "El aniico-
m unism o de la «revolución», por lo tanto,
m uy tem prano se vio privado de su incen­
tivo. Los docum entos aprehendidos en las
casas de janguistas, de Prestes o en los sin­
dicatos, revelaron solam ente lo que ya era
de conocim iento público: que los com unistas
habían m ontado su m ecanism o de propa­
ganda en la antecám ara del gobierno, pero
no estaban preparados para la tom a del po­
der por la violencia, lo que adem ás no hacía
parte de los planes de Prestes".
La participación del partido en el go­
bierno nunca existió. Porque no puede ser
considerada participación, los empleos públi­
cos de tercera y cuarta categoría que Gou-
lart con su técnica corruptora, había dado
a comunistas. Esos empleos no tenían nin­
gún significado político y representaban, so­
lamente, la prueba de la total corrupción
del P .C. B. Prestes había negociado el apo­
yo incondicional del partido a Goulart a
cambio de migajas, de empleos y apretones
de mano. Los 19 diarios de Prestes, donde
e) dirigente máximo del Partido Comunista
Brasileño apuntaba, en detalles, la vida co­
tidiana de la organización (aprehendidos
por la policía en su residencia) demostra­
ron, de forma innegable, que nada había d©
subversivo en la actividad de los comunis­
tas brasileños. Por el contrario, los diarios
estaban llenos de críticas a los nacionalis­
tas revolucionarios, al radicalismo de Bri­
zóla, e incluso a dos miembros de la direc­
ción del Partido Comunista, que según
Prestes, estarían en posición revoluciona­
ria (las observaciones de Prestes sobre sus
compañeros de dirección ^-Carlos Mari glie­
la y Mario Alvos—- acabaron sirviendo de
pruebas de acusación en el proceso coritra
los mismos).
El objetivo de la campaña era claro. El
blanco previsto era el nacionalismo revo­
lucionario, el nacionalismo popular, el bri-
zolismo. ¿No concluyó la CIA, que el gran
peligro en América Latina no estaba re­
presentado por los comunistas, sino por los
nacionalistas de izquierda? Había que ca­
racterizar a los nacionalistas de comunistas,
para despertar las desconfianzas de los ca­
tólicos.
La falta de pruebas de la subversión no
impidió que se llenasen las prisiones de to­
do el país. Como éstas, —más los cuarteles
del ejército, de la marina, de la aeronáu­
tica y de las fuerzas públicas estatales—
no eran suficientes para abrigar a todos los
detenidos, buques, islas, escuelas y hospita­
les fueron transformados en prisiones. En
las primeras semanas después del golpe, el
número de presos alcanzó cifra de 40 mil.
Los que entraron en la clandestinidad fue­
ron muchos más.
La persecución no se limitó a los obre­
ros, campesinos, estudiantes y líderes polí­
ticos progresistas. Alcanzó a todos los sec­
tores de la población, inclusive al clero.
Como si no bastaran las famosas “IIa*-
Secciones”, los servicios secretos del ejérci­
to, de la marina y de la aeronáutica, las po­
licías políticas de los estados, y otros ins­
trumentos de represión ya existentes, el go­
bierno de Gástelo Branco creó el S.N.I.
(Servicio Nacional de Informaciones). Mez­
cla de Gestapo, PIDE y FBI, está directa­
mente subordinado a la presidencia de la
república. Fue tal la importancia dada al
nuevo órgano, que su primer jefe fue el ge­
neral Golbery do Couto e Silva, el teórico
de Ja “revolución”, de la integración latino­
americana y del “satelismo” (el sucesor de
Golbery en el S.N.I. fue el actual presi­
dente, general Emilio Garrastazú Mèdici).
£pn tanto servicio secreto funcionando,
los delatores voluntarios —jos “dedo-
duro”. En lunfardo carioca quiere decir
el que apunta con el dedo para delatar—,
el clima fue de terror absoluto. No sólo en
los primeros días después del golpe, cuan­
do la “ley de la selva” alcanzó su plenitud,
sino también después. El retrato que Mar-
cio Moreira Alves dibujó de la capital per-
nambucana es de seis meses después del gol­
pe: "Recife no es más la Venecia brasileña
de que hablaba M anoei B andelra. Es una
ciudad envuelta en una m ortaja de silencio
y sospecha. Sobre cada esquina, cada calle-
jón o rincón de calle cruza -—om nipresen­
te— la som bra am enazadora del IV® E jér­
cito".
El objetivo declarado de la “revolución”
no era, sin embargo, sólo el combate a la
subversión com unista. Quería también,
terminar con la corrupción. Costa g Silva,
ministro de Guerra, decía por entonces:
Los fines de la revolución se Iraduz (después
de violar todos los derechos humados, los
hom bres de uniform e violaban también las
reglas de la gramática) en la descomuniza-
ción del país, en la reconducción del país
a la probidad adm inistrativa por la extin­
ción de los favoritism os, de los negociados
y de las corrupciones a costa del tesoro p ú ­
blico". En Washington, el entonces secreta­
rio de Estado norteamericano, Dean Rusk,
hablando como fiador del nuevo régimen
frente a los inversionistas yanquis, era ta­
jante: "Castelo Branco está decidido a
term inar con la subversión y tam bién con
la corrupción".
Luego, después del golpe, dentro d® la
técnica de aytoj unificación, los militares
ammciarop el descubrimiento de fraudes
inmensos, casi astronómicos, que habían si­
do practicados por los hombres de los go­
biernos anteriores. Algunos, evidentemen­
te exagerados... Se hizo famosa la afirma­
ción del mayor Alarcop Lopes Barbosa, ofi­
cial de enlace entre el Consejo de Seguri­
dad Nacional y la Comisión Central de In­
vestigaciones. Hablando al diario “O Globo”,
el ilustre militar fijó en "m ás de un cuadri-
llón de cruzeiros el m onto de los perjuicios
causados a los cofres públicos por Ja corrup­
ción del país, (de cinco años a esta parte".
Considerando que Jos presupuestos de la
república, a pesar de estar violentamente
inflacionados eh les últimos años, no deben
haber sumado más que 6-8 trillones de
cruceiros jen ej período citado y aun en la
hipótesis de que Goulart y Kubitschek hu-
hieran robado el total de la recaudación
pública, el fraude no excedería al 1/135 de
lo calculado. Al salir, en forma masiva de
los cuarteles y ocupar por asalto la admi­
nistración civil, los militares actuaron como
“monos en tiendas de cristal”.
Para cumplir con la segunda promesa
que hiciera —terminar con la corrupción—
la “revolución” tendría que empezar cor
tando en la propia carne, devorando sus
propios hijos, o sea, liquidando a los líde­
res civiles del movimiento. El “Correio da
Manhá” trazaba el siguiente retrato de
Adhemar de Barros: "El ilustre gobernador
de Sao Paulo es casi una figura mitológica
entre los contraventores. Exitoso en su p re­
dicación demagógica, él adquirió una aureo­
la de héroe y el voto del ham pa, al acopiar
el ©slogan «roba pero hace». Innovador en
derecho adm inistrativo, fue el instituciona-
lixador del diezmo civil en los pagos de las
cuentas públicas paulistaa." Carlos Lacerda,
gobernador de Guanabara, no quedaba
atrás. Se hizo famoso por las ventas de au­
tomóviles usados del estado, transferidos a
precios de chatarra, por las "contribfacio-
nes" que recibía de los banqueros de la qui­
niela (ilegal en el Brasil), por el perdón de
la deuda de billones de cruceiros a los ex­
portadores de café por el puerto de Río de
Janeiro, y por otras tantas sinvergüenza-
das menores ejecutadas por su hijo Sergio.
El tercer gran líder civil de la “revolución”.
Magalháes Pinto el gobernador de Minas
Gerais, es el dueño del segundo banco par­
ticular del Brasil. Todos conocen los fabu­
losos fraudes —lo peor no era la usura, que
llegó a alcanzar el tripe de la tasa de in­
terés legal— que los bancos privados prac­
tican. Además de eso, antes del golpe, el se­
ñor Magalháes Pinto, competía con Goulart
en la corrupción de sectores de izquierda,
en Rio de Janeiro, por intermedio de su so­
brino, José Luíz, director del Banco Nacio­
nal de Minas Gerais.
Cuando, a pesar de lo que afirmara el
general Costa e Silva, la “revolución” re­
solvió legalizarse por el Congreso, forzando
a los diputados y senadores a elegir al ma­
riscal Castelo Branca para la presidencia de
la república, la bandera moralista quedó
completamente desmoralizada: fue electo
para la vicepresidencia José María Alki-
min, uno de los hombres más corruptos que
pasaron por la escena política brasileña. El
ex-ministro de Hacienda de Kubitschek es
■i
i
conocido en todo el país como el hom bre
del w hisky de 1/2 dólar, apodo que adquirió
en razón del contrabando de bebida esco­
cesa.
Eso en lo que se refiere al liderazgo ci­
vil del movimiento del l 9 de abril. Con res­
pecto a los militares, el proceso de corrup­
ción no estaba, entonces, tan avanzado, o por
lo menos no era tan conocido. Tal vez por
falta de oportunidad, el militar no se co­
rrompe tan fácilmente como el político. Pe­
ro, la pésima fama que gozan —entre sus
propios colegas— los oficiales administra­
tivos, los únicos que se manejan con dinero
dentro de los cuarteles, pone en duda la tan
propalada honestidad de los militares. Por
lo menos el concepto que los norteamerica­
nos tienen de los militares latinoamericanos
es muy malo: "ningún general latinoam eri­
cano resiste a un cañonazo de 10.000 dóla-
res". A pesar del enormé conocimiento de
causa que deben tener los yanquis en el
asunto, es evidente la exageración. Existen
millares de oficiales honestos y patriotas.
Pero es obvio que el uniforme militar no
es ningún amuleto que inmunice contra la
corrupción.
El que firmó el certificado de defunción
en la línea moralista del gobierno de Cas-
telo Branco fue el general Taurino de Re-
sende, el todopoderoso jefe de los I.P.M.
(Procesos Policiales Militares), que declaró
a los diarios, cuando su dimisión: "Le dije
(al presidente Castelo Branco) que nunca
estuve contra su gobierno; solam ente afir­
mó que en el país había m ucho m ás corrup­
ción que comunismo, pues no podía com­
prender que los m ayores corruptos perm a­
necieran libres y hasta fuesen considera«*«*
hom bres de la revolución**.
Más tarde, durante el gobierno de Cas-
íelo Branco, nadie más habló de corrupción.
¿Quién dijo que había corrupción en este
país?" ¿No ha habido corrupción en los go­
biernos de Goulart, Kubitschek y otros, co­
mo es norma en las administraciones públi­
cas en el régimen capitalista? ¿O hasta los
oficiales encargados de investigar los frau­
des, al descubrir las fuentes de enriqueci­
miento ilícito, se corrompen también?
El l9 de abril de 1964, los militares no
ocuparon solamente el poder político. A pe­
sar de su deterioro, la economía estatal —el
capitalismo de estado— representa aún,
quince años después de la muerte de Var­
gas, un potencial muy grande en el con-
junto de la economía brasileña. 38,5 % de
la economía es estatal o está controlada por
autarquías oficiales. 85 % del crédito depen­
de, directa o indirectamente, de decisiones
gubernamentales. El estado es el gran
cliente y el gran dispensador de favores.
Esa situación proporcionó la gran oportu­
nidad a los militares, en especial a los re­
tirados. Esa inmensa legión de desocupados
(solamente los generales en retiro deben
sumar cerca de los dos mil), vio aparecer,
con el golpe y a consecuencia de la mili-
tarkación de la máquina estatal, su gran
ocasión. Los militares en retiro pasaron a
ser disputados, a precio de oro, por los mo­
nopolios y por las grandes o medianas em­
presas industriales, comerciales o financie­
ras, interesadas en obtener los favores del
gobierno. /Toda organización mercantil que
se precie tiene hoy, en Brasil, uno o más
militares en su directorio. Es el camino más
seguro y directo para conseguir empréstitos
en los bancos oficiales, ganar licitaciones
públicas o llegar a realizar importaciones
y exportaciones no tradicionales.
Un ejemplo típico de la integración de
los militares en la vida económica del país
y de su corrupción nos es dado por el ge­
neral Jurací Magalháes (un ex-“teniente”
de 1922, el ex-embajador en Washington y
ex-ministro de Relaciones Exteriores de Cas-
telo Branco). Interrogado en la Comisaría
de Delitos contra el Tesoro y la Hacienda,
sobre su participación en el escándalo Do­
m inium Deliec, el general-ejecutivo admi­
tió ser "director de la Deltec Investim ento,
C rédito y Financiam iento S/A , para la
cual fue elegido el veintiocho de abril de
3967 (dos meses después que salió del go­
bierno); que el declarante percibe la rem u­
neración de quinientos cruzeiros nuevos
m ensuales por este cargo,* que no tiene fun­
ción específica (!) pero es convocado para
tra ta r de los intereses de la em presa siem ­
pre que sea necesario (!) [.. .]Que es tam ­
bién director de la M onteiro A ranha S/A
[ ...] Que el declarante es el presidente de
la Ericsson “tío Brasil S /A [ ...] director de
la Compañía Industrial de Sao Paulo y Río?
director, recientem ente electo, de la Com­
pañía City de Desenvolvim ento S/A ., en
la cual tiene medio por ciento de las accio­
nes [ ...] que es m iem bro del consejo de
SAMBRA (grupo Bung & Born). Miembro
del consejo de la Refinería Unión S/A ;
presidente de la Polim eiros de A ratú S /A
*•*'<». im
(POLIAR); miembro del consejo de «Lighl
and Power»; que el declarante está espe=
rando ser reelegido presidente de la «ETIL=
MAR»." En razón de sus innumerables fun­
ciones, el general-ejecutivo temió haberse
olvidado de algún cargo e hizo cuestión de
aclarar en sus afirmaciones ante la policía:
que si alguna empresa no llegó a ser nom->
brada, se disculpa, desde luego, coa sus com--
pañeros de trabajo”. Sin comentarios.
La asociación entre los "hombres de uni­
forme” y los hombres de negocio se trans­
formó en un escandaloso tráfico de influen­
cias: militares ocupando altos cargos en la
jerarquía gubernamental, juzgando licita­
ciones públicas presentadas por otros mili­
tares (retirados), actuando como ejecutivos
de empresas privadas; militares recibien-
do financiaciones de la banca oficial; mili=
tares vendiendo a militares; militares com­
prando a militares; familiares de militares
dentro del gobierno negociando influencia,
vendiendo prestigio.
Pocas veces en la historia, desde que sur*
gió el término de nepotism o (definido así
por el Lello Popular —Nuevo Diccionario
de la Lengua Portuguesa—: "favor del que
gozaban junio con ciertos papas, sus sobri­
nos o parientes"), tuvo un significado tan
amplio como en el Brasil actual.
Una denuncia, que vino de uno de los
jefes de la “revolución”, de un general de
‘‘cuatro estrellas”, entonces jefe del Depar­
tamento de Material del Ejército, el líder
más destacado de la “línea dura” —el gene­
ral Augusto César de Castro Muniz de Ara-
gao— representa la desmoralización final
de una de las dos banderas del golpe: la del
combate a la corrupción. Al denunciar al
ministro del Ejército la corrupción y el ne­
potismo vigentes en el gobierno de Costa e
Silva, el general pasó a ser subversivo. Fue
destituido de los puestos que ocupaba. Eli­
minando ese inesperado obstáculo, la co­
rrupción continuó.
LA CARTA DENUNCIA
" Señor m inistro de G uerra:
M aritain analiza al gobierno que, debi­
do a la concentración e hipertrofia de po­
deres, se transform a en un gobierno arbi­
trario, de tipo totalitario, estoico o inescru­
puloso y al mismo tiempo, degenera el ver-
dadero sentido de su objetivo, de la ley, de
la justicia y de la m oral, derivando de la
O JJA D P R N O * ! n rr M ARCHA
\
conducta particular % U t com unidades pri­
m itivas, feudales o tribus.
LóS latos universales y loS objetivos del
derecho y la relación específica y legítim a
entré personas —el ciudadano— y ¿1 cuer­
po político, son así sustituidos por lasos
personales, resultado del parentesco, dé la
am istad o del com promiso particular del
hom bre con él hom bré, o del hom bre con el
clan, grupo doméstico o partidario. Se pres­
cinde de muchoe para el provecho de algu­
nos. Siem pre pierden todos, porgue U sa-
crífcád a es la nación.
Noticias y hechos públicos, verdaderos o
no, en todo o én parte, no obstante no ra­
tificados ni desm entidos, perm iten suponer
qué él gobierno revolucionario se encam i­
na hacia una condición sem ejante a aqué­
lla referida por el filósofo, o por lo menos
hacia un reinado de transigencia interesa­
da, fingidam ente ignorada o silenciosam en­
te adm itida, hajo presión légal. E ntre otros,
para dar una m ayor objetividad a nuestra
argum entación, citarem os algunos ejem plos:
—El culto en m em oria a la personalidad
del padre del presidente, a través del, ar­
tificio del hom enaje público indirecto-'
—El nom bram iento de üfl herm ano del
presidente pare él Tribunal de Cuentas de
Rio G rande do Sul, hecho que dio lugar a
protestas y al escándalo público;
—La revisión dé la reform a del qeneral
retirado Severo Barbosa, suegro dél prest-
dente;
—La designación del cuñado del pré*
sidonte, señor Jair ítodríguez ' —conocido
traficante-*- para un cargo en la dirección
de la L .B .À . (Léglón Brasileña de Asia-
tencia);
—El descaro con que sé conduce el co­
ronel R /Ï Alelo Barbosa Costa e Silva —hi­
jo del presidente— en lós medios em presa­
riales y financieros;
—La actitud del general ft/1 Clovis Ban-
deira Brasil —amigo del presidente y en
éjerclclo de un cargo de confianza —en qué
se aprovecha de la autorización de una cá­
m ara legislativa espuria y por eso mismo
clausurada, aum entando su suéldo y él de
sus asesores;
—Las grandes sum as concedidas al mi*
rustro dó Transportes» coronel M ario ÀA*
dreazza, para la realización de su dudosa
política» m ientras las fuerzas arm adas, en
1) Ño se trata dél popular cantante dé “boa#»
nova”.
particular el ejército, se resienten por falta
de medios esenciales para la defensa del ré ­
gimen. Tal preferencia -^ée m urm ura, y hay
para esos motivos— parece tener en vista el
proporcionar al actual m inistro de Trané-
porles una proyección y prestigio que lo
prom ócionen para la próxim a sucesión pre­
sidencial;
—La sim ultaneidad de viajes al ex tran ­
jero de seis m inistros de estado, con num e­
rosos séquitos, incluso a los países detrás
de la «cortina de hierro»,
Las tuercas arm adas hicieron la revolu­
ción para detener la subversión e im plan­
tar un gobierno de salvación nacional, con
el com etido de com batir la corrupción y de
restaurar y perseverar en la austeridad p ú ­
blica. Tal gobierno, si por un lado tiene el
deber de acabar con la deshonestidad y el
libertinaje adm inistrativo y político, por
Otro tiene que ser sano y efectivam ente p u ­
to. austero y eficiente como debe parecer
iodo eso, principalm ente a los brasileños.
Los oficiales de las fueraas arm adas,
porque se juzgan responsables del régim en
revolucionario, entienden tener el derecho
y el deber, no sólo de fiscalizar y apreciar
las acciones del gobierno que im aginan su
creatura, sino aun hasta desterrarlo si con
él discordaran. A nte las perplejidades, am ­
bigüedades y contradicciones —aparentes o
réále»— sum adas a las prim eram ente refe­
ridas y la publicidad perm itida en torno al
¿Caso del coronel Boaveñtura» *. m aquia­
vélicam ente explotado por los agentes sub­
versivos com unistas, se dem uestran in tran ­
quilos é Inquietos particularm ente los m ás
jóvenes. Podríam os decir qué se encuen­
tran en conflicto latente con sus jefes, por
estar Inculpados de abulia, tolerancia y
complicidad frente a los Supuestos ó réales
equívocos gubernam entales.
Tal estado de ánim o es perfectam ente
com prensible y por eso mismo debería ser
encarado para que se le dé el trato adecua­
do. Proviene d<al aflojam iento de los lazos
dé disciplina y de la distorsión de los con­
ceptos dé comando y de la jefatura por
efecto de lá m ism a rebelión por la cual su­
cedieron las deposiciones del com andante
en jefe de las fuerzas arm adas y de loe eo*
m andantes de la m arina, ejército y aero*
náutica.
Nadie hasta hoy les ha dicho a esos jé-
i)- ótré case <*e Militar dé la “Itoaa dura* destí*
tuido por Costa e Silva.
 v«n«a oficial«s qu® todo aquello constituye
eventualidades, situaciones excepcionales
que no pueden repetirse. Por falta de orien­
tación y prudencia, se encam inan por sen­
das siem pre m ás peligrosas y nocivas a la
integridad de su clase, condición esencial
para la defensa del régim en.
Lo peor, m ientras tanto, es la hipótesis
—posible y probable-— que uno o m ás jefes
m ilitares, previendo el hecho de que sean
sobrepasados por sus subordinados, a los que
no supieron orientar ni contener, procuren
colocarse en la «cresta de la ola», provocan­
d o con esto la fractura de la unidad m ilitar
y favoreciendo así el desencadenam iento de
una tem pestad que nos arrastrará a todos,
al caos de lo im previsible.
H e aquí, señor m inistro, la grave reali­
dad que se creó y agravó bajo nuestros ojos,
y que ningún velo podrá esconder o disim u­
lar. Peligro que no lograrem os vencer ni
atenuarem os con recom endaciones y procla­
m as teóricas, sino a través de la acción pla­
nificada y decidida, universal e intensa, p er­
m anente y atenta, teniendo como objetivo
retom ar las riendas del com ando y lideraz­
go que los jefes m ilitares dejaron que se
les escapasen de sus m anos, sin que se preo­
cuparan por recuperarlas.
Esa preocupación, aunque tardía, sería
factible si tuviera los fundam entos del sa­
ludable ejem plo y sabio consejo de los jefes
acreditados por su dedicación a la función
m ilitar, por el coraje de afirm ar y defen­
d er la verdad, de sólo practicar el bien y
exigir de sí y de iodos el cum plim iento del
deber cívico. Se im pone que los com andan­
tes trabajen m ucho, hagan trabajar a sus
subordinados, ya que el V*aba jo conforta,
calm a y . . . es el rem edio al convulsiona-
taiento en los cuarteles.
M ientras tanto, sólo vuestra excelencia
está legalm ente capacitada para proporcio­
n ar al m ecanism o m ilitar el arranque ini­
cial, asegurándole la aceleración propicia y
conducirlo hacia la reintegración discipli­
naria, profesional y m oral. Todavía hay
tiem po; lom e la iniciativa. E xija de todos los
jefes m ilitares m ayor dinam ism o y un nue­
vo y m ejor ritm o de trabajo, im ponga al
ejército un régim en de guerra, porque en
realidad enfrentam os la «guerra revolucio­
naria». F ue V. Excelencia quien definió así
la actual coyuntura nacional, no yo; espero
que de esta m anera la com prenda. C ontribu­
ya a evitar las perplejidades, las vacilaciones
y las transigencias, que m otivaron el adve­
nim iento del AI-5 (Acto Institucional n9 5)
y no perm ita que se restaure la situación
de 1968. Urge que V. Excelencia —junto con
los m inistros de M arina y A eronáutica— al
mismo tiempo que se em peña en la res­
tauración y preservación de la eficiencia
profesional y del valor m oral de las fuer­
zas arm adas, se adhiera al presidente de
la república para que vea la realidad fíáica
del apoyo de las clases m ilitares, las úni­
cas que le aseguran apoyo s y a través de
V. E. sienta hasta los m urm ullos de las
dudas y quejas que suben desde lo más
profundo de los cuarteles y constantem en­
te ausculte los anhelos, las irritaciones y los
impulsos patrióticos que m arcan la caden­
cia del corazón del soldado.
Aún hay tiempo para todo esto. . Le
recuerdo, m ientras tanto, que esta oportu­
nidad difícilm ente se repetirá.
He aquí, señor m inistro, lo que en este
m om ento yo, en calidad de m iem bro del
sito comando del ejército, m e juzgo obliga­
do a decir a V. Excelencia.
Cordial y respetuosam ente
Genera] del ejercito
\UGUSTO CÉSAR DE CASTRO
MUNIZ DE ARAGAO."
Y continuó la corrupción después de la
caída de Costa e Silva. El ministro de Trans­
portes acusado por Muniz de Aragáo, el co­
ronel Mário Andreazza, fue mantenido en su
puesto por el nuevo presidente, general Emi­
lio Garrastazú Médici.
B. EL GOLPE NÚMERO DOS
Como en todos los casos de toma del po­
der por la fuerza, la conspiración de los sec­
tores postergados en la distribución de los
puestos de mando se aceleró con la “elec­
ción” del general Castelo Branco. Quebra­
da la legalidad constitucional, todo general
pasó a considerar como el último puesto de
la carrera militar a la presidencia de la re­
pública. Y empezó a hacer sus planes en
ese sentido.
Por otro lado los líderes civiles del mo­
vimiento de marzo de 1964, totalmente eli­
minados en la disputa del poder por los mi­
litares, trataron, desde luego, de restablecer
3) La confesión del general, de que las clases m i­
litares son “las únicas que le aseguran apoyo” al
gobierno, es categórica y no deja lugar a dudas.
>
ei régimen civil i para eso contaban con e.
apoyo de los sectores liberales norteameri­
canos. La desconfianza de éstos en relación
con los hom bres de uniform e, se manifestó
desde temprano. Después del golpe, el New
York Post analizaba así al nuevo gobierno
brasileño:
"Tenem os poca confianza en la habilidad
ae los generales y alm irantes para saciar
e! ham bre del cam pesino brasileño en ca­
fas, trabajo y tierras, salud y escuelas [...'(
Brasil precisa de una autoridad fuerte y
responsable, y son pocas las posibilidades
que vemos en este sentido."
Después de haber conseguido extender
fal máximo el proceso de ocupación econó­
mica de Brasil, a los norteamericanos les
interesaba legalizar esa ocupación, legiti­
mar al nuevo "estatuto colonial". Para eso
era necesario el retorno gradual al régimen
i epresentativo. En el segundo año del go­
bierno de Castelo Branco la presión en es­
te sentido se tornó ostensible. El senador
Fullbrigth fue taxativo: dólares solam ente
después de las elecciones.
No había otra salida posible que tolerar
les elecciones previstas, para gobernadores
en once estados, siendo dos de ellos políti­
camente muy importantes: Guanabara y Mi­
nas Gerais. A pesar de estar tremendamen­
te limitado por las “reglas del juego” im­
puestas por el régimen militar, sin parti­
óos y sin líderes, el pueblo consiguió li­
quidar a dos de los principales adalides ci­
viles de la “revolución”. Carlos Lacerda y
Magalháes Pinto. La oposición ganó las
elecciones en aquellos estados.
Esa victoria estimuló a los sectores li­
berales norteamericanos para presionar por
la normalidad democrática en Brasil. La
candidatura de Juscelino Kubitschek pasó
a ser defendida por diarios americanos:
"El actual gobierno brasileño debería po­
ner fin a sus discrepancias con el ex-m an-
datario para asegurar la estabilidad polí­
tica [ . . .] el ex-presidente K ubitschek re ­
gresó a Brasil, tal como tenía el derecho
ae hacer y el gobierno brasileño se encuen­
tra ahora m uy ocupado, intentando decidir
qué hacer con él [ ...] las recientes eleccio­
nes en once estados dem ostraron la fuersa
c*e K ubitschek".
La alternativa K ubitschek representa­
ba para los norteamericanos distensión
con consolidación. La distensión de las pre­
siones populares, que serían encausadas ha­
p.n.nu*»»'-' -»-y /
cia las execciones, nacía un nuevo plan de-
sarrollista y hacia la construcción de nue­
vas “brasilias”. Y la consolidación del es­
tatuto colonial, ya que Juscelino Kubitschek
era hombre de absoluta confianza. La total
incapacidad de diálogo de los militares con
las masas, sería sustituida por la irradian­
te simpatía personal de J. K. La frágil y
siempre precaria mayoría del Congreso se­
ría reemplazada por una sólida y espontá­
nea bancada gubernamental constituida por
el Partido Social Demócrata y el Partido
Laborista Brasileño Una izquierda bien
com portada, capitaneada por Luis Carlos
Prestes, daría apoyo al gobierno. ¡Solución
genial!
Para hacer frente a esa “peligrosa” pers­
pectiva, el mariscal Castelo Branco remi­
tió al Congreso una serie de proyectos de
ley destinados a fortalecer drásticamente el
régimen militar.
Tristáo de Athaide, gran pensador y lí­
der católico, desenmascaraba, valientemen­
te, la nueva escalada de los hom bres de uni­
form e:
"En cualquier régim en dem ocrático las
elecciones existen para auscultar la opinión
pública. Aquí, en este triste m om ento de
nuestra historia, lo que se hace es exacta­
m ente lo opuesto: se ausculta la opinión pú­
blica para saber lo que se debe hacer [. . .]
Tipo de consulta m aquiavélica. Ni aun en
los plebiscitos totalitarios suceden tales
m onstruosidades. Los dictadores am edren­
tan o engañan al pueblo y después le con­
sultan. El resultado fue siem pre el de las
conocidas unanim idades totalitarias.
"A quí se pretende operar con una infof«
m alidad todavía m ayor. Se consulta al pue­
blo, pero para hacer exactam ente lo con­
trario de lo que el pueblo quiere. Bajo el
pretexto de que todavía no estam os m a­
duros para juzgar la revolución —hecha
con propósitos tan elevados, q u e el pueblo
no está en condiciones de apreciarle.—, se
quiere im poner al Congreso un régim en dic­
tatorial de fació, con el nom bre de dem o­
cracia. Se quiere term inar con la íederación,
pero conservando el nom bre de régim en
federativo. Se quiere m antener las eleccio­
nes, pero no aceptar su resultado. Se quie­
re, en resum en, aplastar la dem ocracia, con
m iras de defenderla, sustituyendo de hecho
la dem ocracia —gobierno del pt»b lo— por
la dem ofilla, como quería Charles M aurraa,
el teórico del reaccionarism o m oderno, ee-
té éfc él pálérnalism d político, y» que oí
puéble evidentem ente no cabo lo qué quie-
té ..
Sücéde que la dosis de ahticomunismo
inyectada por el Pentágono en los milita-
íe s brasileños fue excesiva. Para la oficia­
lidad de la línea dura, incluso Kubitschek
es ün peligroso agente Comunista. Eso hizo
fracasar las tentativas de redemocratización
incentivadas por Washington. En lugar de
lo programado, Vino el IP Golpe Y el
ptiéblo brasileño tófñó conocimiento dé ésté
primor literario y jurídico qué es el Acto
institucional n’ 2, que empieza exactamente
*sí:
"A LA NACIÓN:
f%a, revolución brasileña, cómo cual.
$üiór m ovim iento nacional, está sujeta a
contingencia», hasta incluso circunstancias
varias.
"'Cabe al gobierno, que tam bién de ella
em anó, garantizar la conquista de sus objeii-
vob , sobré iodo por ser éstos coincidentes
cón los de la nación.
"U n acto revolucionarlo que objetiva tal
garantía, por ser inm anente, es legítim o.
*Lia contingencias y las circunstancias
fean sido avaladas y unas y otras que ten­
gan el sentido de revanchismo, reacciona-
rlsmó y de contrarrevolución deben ser ale­
jadas.
"Conlleva nuestra acción la finalidad de
emprender el movimiento del 31 de marzo
y la consolidación del orden político, finan­
ciero y económico,
"Leo para la nación brasileña los funda-
« len to s d e la decisión revóluclonárlá qué
hicim os." (Traducción textu al.)
Él léxico empleada en el preámbulo dé!
Acto n^ 2 escandalizó de tal manéirá a lá
nación, qué él autbf del mismo, él juris­
ta NehémiáS Guéírós, hi£ó cüéétióñ dé áclá-
éñ rueda dé piensa:
*Los seis primeros párrafos que antece­
den al preámbulo, leídos personalmente
por el presidente Cáetelo Graneo, fueron de
éu autoría exclusiva, escritos a mano co­
mo pudieron ver todos los presentes en la
ceremonia de la mañana del 27 de octu­
b re ..."
ASÍ justificaba el gobierno él nuevo
golpe:
"E l Acto Institucional n* 2, m anteniendo
el Poder Judicial y el Poder Legislativo«
con reform as saludables en cuanto a su
funcionam iento, pero m anteniéndolos inde­
pendientes del Poder Ejecutivo, dem uestra
con eso, que no se im plantó en el país una
dictadura. Se dirá que fueron suspendidas
algunas libertades constitucionales, como el
carácter vitalicio e inam ovible de lós car­
gos, y que los actos de la revolución no po­
drán ser apreciados por él Poder Judicial.
Esto« sin em bargo, nó caracteriza la dicta­
dura.
" [.. .j La causa de las grandes crisis po­
líticas, en Brasil, ha sido siem pre la trans­
ferencia de poder. Aun ahora creo que e*
la transferencia de poder en últim o análi­
sis, lo que provocó las am biciones que con­
vergieron en la gran crisis qué el Acto n 9 2
quiere préver. La disolución de los partidos
políticos, abriendo nuevos cam inos a la a r­
ticulación política« va è favorecer la solu­
ción del problem a.
[ ...] Esas conquistas (las conquistas libé­
rales aseguradas por là constitución) no
fueron anuladas. Están solam ente suspen­
didas durante el período necesario para que
la revolución se afirm é como revolución«
Después, por m edio de esta cura revolucio­
naria« là dem ocracia sólo tendrá provecho
còti el reposo que la revolución le prescri­
bió [ .. .]y le prescribe un reposo sin el cual
la nación, en este caso el enfermo« no pue­
de recuperar la salud dem ocrática. La de­
m ocracia está, ásí, en ese período de repo-
sO« prohibida de visitas incóm odas (uña dé
las visitas incómodas era la de Jüscelino
Kubitschek, que fue enviado ài éxtérióf).
Es un período de vacaciones que lá dem o­
cracia tom a pare no p erecer...
"El Acto Institucional np 2 Vino a term i­
n ar con una situación que ya se tornaba in*
soportable (pueblo en las calles, victorioso
en las urnas). El gobierno de la revolución,
al lom ar ésa m edida drástica, tuvo como
único pensam iento resguardar los ideales
dem ocráticos.” - Nehemias Gueiros.
El ministrò del ejército, general Còsta
o SilVa, hada también su profèsión de fé
‘•'democrática y civilista”:
"Al contrario de lo que m uchos piensan«
el gobierno es civilista y cívico. El Acto
n? 2 tiene en m iras solam ente restablecer
la confianza del pueblo, que se estaba en­
gañando a sí m ism o N ingún m iem bro dé
la revolución, ni Siquiera el presidente Cáe­
tele Branco, está m aterialm ente feliz por
tener que servirla a través de Actos. E ntre
tanto todos« sin excepción, quedam os m ás
O IA B ÍR N O S D 2 U A *C H A

que felices m oralm ente, sólo con recordar
que el orden fue instaurado."
Y era categórico sobre pl no regreso de
los militares a los cuarteles:
"Los m ilitares no volverán a los cuarte­
les m ientras el pueblo los quiera a su lado,
en las calles."
La reacción en la metrópoli fue contra­
dictoria. El W ashington Daily News, justi­
ficó el Acto n9 2: "Brasil necesita más que
cualquier otra cosa, disciplina política y
económica".
El New York Times condenó al nue­
ve golpe: "El gobierno revolucionario está
destruyendo las instituciones esenciales a
una recuperación económica del país [...].
H asta ahora, Gástelo Branco venía resis-
t endo a los elem entos de la línea dura del
ejército y del m undc de los negocios, que
estaban preparados para destruir una vez
más la incipiente democracia brasileña."
El "New York Tribune" también: "Es
m ás fácil dar un segundo golpe m ilitar que
resolver los problem as heredados y provo­
cados por el prim ero | . . . ]. Si pudiera ser
restablecida la pa* nacional y tam bién asen­
tar las bases para el progreso económico,
todavía podría hacerse la defensa del gol­
pe. Pero es poco probable que consiga tal
cosa. Casielo Branco np es Getúlio Vargas;
y aunque lp fuera es poco probable que tu ­
viera éxito, pues los tiempos cam biaron y
el pueblo brasileño ya organizado en par­
tidos y sindicatos np es inocente y dócil
cpnjo antes. [...]"
El senador Wayne Morse, urjo de los
padrinos de la alternativa Kubiischek, tra­
taba mal a los militares brasileños: "La
ocupación de poderes dictatoriales por la
Ju n ta M ilitar Brasileña constituye un de­
sastroso retroceso para la libertad en Am é­
rica L atina [ . esta dictadura m ilitar en
Brasil, será, en efecto, de gran ayuda para
lp? com unistas del sur, porque allí siem ­
pre tuvieron m ejor suerte bajo las dicta­
duras m ilitares", Y pregonaba la suspen­
sión del apoyo financiero de los EE. UU.
hasta que fuera restablecido el régimen
constitucional.
Donde se registró qna verdadera unani­
midad en favor del golpe n9 2 fue entre la
burguesía -nácional”, desmintiendo, una
vez más, la tesis central del Partido Comu­
nista .Brasileño, la qpe establece el ‘‘carác­
ter progresista de la burguesía nacional”
Agí hablaron los prohombres de la burgue-
«
¿ía brasileña. José Luis M oreira da Rm»**
presidente de la Asociación Común'!*! •!**
Río: "El Acto Institucional n’ 2 representa
una toma de posición [...] . Si •• 1« iiuilit
mación del proceso revolucionarlo Inste»*
rado en el país por el m ovim iento de 91 de
m arzo del año pasado, creo que nade ••*«•
mos que p e rd e r..." Jorge Behring de M*
tos, del Centro de Industrias y de I* I'**
oeración de la Industrias de GijuiihIuiih
"A ntes tarde que nunca. La publica*, IAn
del Acto n? 2 no debe ser sino el coiiiI»h
zo de un m ovim iento saneador [...] , Le »*
volución fue hecha en opinión de loa ett*
presarios, para dar una nueva mentalidad
ai país [ ...] , Solam ente ahora, con la pit
blicación de un docum ento como el seyuntl *
acto, eso parece tener posibilidad de a«»
in iciad o ..." Zulfo de Freitas Mallmam*
presidente de honor del Centro IndiialiP t
de Guanabara: "Hace m ucho que neceelleb#
la nación un período de tranquilidad |
tenem os mucha esperanza en que ee lid
cié un nuevo período en la vida neclunel"
El presidente de la Federación de Jmn I ii
dustrias de Sao Paulo y del Centro do In
üustrias, Rafael Noschese: "Tenemoe #1 lio
ñor de llevar al conocimiento de V. Km 1«
que en reunión plenaria hoy realizada, epr»
barón un voto de entera solidaridad y ep**,
yo a su gobierno, por la iniciativa que lo
mó al prom ulgar el Acto Institucional n" 8,
Participam os de form a activa en el mpvl
m iento revolucionario de 31 de m arzo y eh
él colocamos nuestras m ejores esperen
z a s ..."
En su artículo 1’, el Acto Institucional
n9 2 aseguraba que la Constitución Fedu
ral y las estatales serían mantenidas. Los
artículos 2, 3, 4, 5, 6, ri, 8, 9, 10, 11 y 12, un
tre tanto, modificaban la constitución du
1946 en puntos fundamentales. Y el artlru*
lo 29 del Acto establecía: "Se incorpore de.
U nitivam ente a la constitución lo dispues,
to eq los artículos 2 al 12 del presente Acto".
Otro artículo dice: "El presidente de le re.
pública podrá prom ulgar actos complemen.
farios al presente así como decretos sobre
m ateria de seguridad nacional". El mariscal
Castelo Branco fue transformad») así en une
especie de “asamblea nacional constituyan.
leí( permanente.
El artículo 14 establecía: "Q uedan eus<
pendidas las garantías constitucionales o le.
gales de vitaliciedad, inmovilidad, estábil!-
dad, así como la del ejercicio de función
por cieno tiem po". El párrafo único esta­
blecía: "Oído el Consejo de Segürida^, los
titulares de esas garantías podrán renunciar,
ser rem ovidos o dispensados". Con eso li­
quidaron la independencia del Poder Judi­
cial y-eliminaron el derecho de defensa.
El artículo 15 autorizaba al presidente
de la república "oído el Consejo de Seguri­
dad Nacional, y sin las lim itaciones previs­
tas en la constitución, suspender los dere­
chos políticos de cualquier ciudadano por
el plazo d© diez años y suspender los m an­
datos legislativos federales, estatales y
m unicipales". Con eso liquidaron la inde­
pendencia del Poder Legislativo.
El artículo 16 reproducía en lo funda­
mental el E statuto de los proscritos que
el Congreso estaba dudando en aprobar.
Constituía una tentativa de eliminar del •
cuadro político nacional los “fantasmas de
los que tuvieron sus derechos políticos sus­
pendidos”.
Otto María Carpeaux, analizando los
orígenes del “pensamiento jurídico” del
mariscal Castelo Branco sobre las medidas
a ser impuestas a los proscritos (libertad
vigilada, prohibición de frecuentar deter­
minados lugares y confinamiento) comen­
taba:
"L ibertad vigilada; el sustantivo es anu­
lado por el adjetivo, pero el adjetivo es
elocuente. V igilar la libertad: ©s éste el re­
curso arbitrario del estado policial. La «li­
bertad vigilada» existe en Portugal, esta­
blecida por el decreto n9 40.550, que es a
bu vez, traducción de los dispositivos de la
«Ley para la protección del pueblo y del
estado contra actividades subversivas», pro­
m ulgada por Adolfo H itler, el 28 de se­
tiem bre de 1933? dispositivos que a su vez,
transcriben artículos y párrafos del decreto-
ley de «Defensa del estado», prom ulgado el
14 de enero de 1925 por Benito Mussolini.
"Las otras dos penalidades propuestas
por el m ariscal Gástelo Branco (O. M. Car­
peaux analizaba el mensaje enviado al Con­
greso no aprobado por éste y ' convertido
en ley por el Acto n9 2), «la prohibición de
frecuentar determ inados lugares» y el «con­
finam iento» (domicilio coatto), tam bién
vienen de la ley m ussoliniana de defensa
del estado. La prohibición de frecuentar
determ inados lugares fue copiada por H i­
tler, figurando en el Código Penal nazi".
El artículo 17 ampliaba los casos de in­
tervención en los estados previstos por la
constitución y facilitaba su efectividad Ella
puede ser hecha ad-referéndum del Congre­
so, "para prevenir o reprim ir la subversión
del orden público".
El artículo 18 es un primor de síntesis
jurídica:
"Q uedan extinguidos los actuales p arti­
dos políticos y cancelados sus respectivos
registros".
Con solamente once palabras, ninguna
■ coma y un solo punto, se suprimieron 20
años de tradición partidaria y 13 partidos
que mal o bien representaban al pueblo
brasileño.
Por el artículo 19 quedó establecida la
irreversibilidad de los actos del gobierno
revolucionario, excluyendo de la considera­
ción judicial todas las medidas tomadas por
el Comando Suprem o de la Revolución y
por el gobierno federal.
El Acto Complementado n9 3 al Acto
Institucional n9 2 oficializó como en la Ale­
mania de Hitler, la delación:
"A rtículo 6P — Además de la iniciativa
del m inistro de Justicia, cualquier autori­
dad o persona del pueblo podrá represen­
tar a aquél (presidente de la república), por
escrito y con firm a reconocida, sobre la in­
fracción a que se refiere el artículo l9 del
Acto Com plem entario n9 1 del 27 de octubre
de 1965". .
Fue la colectivización y la oficialización
del personaje “judas” en la vida política
brasileña. Todo eso con un toque moder­
no, una adecuación a los tiempos nuevos:
la firm a reconocida por un notario. Res­
pecto a la delación institucionalizada, co­
mentaba un conocido cronista carioca: "El
ilustre procurador-general de la Justicia
M ilitar declaró a la prensa que el gobierno
sólo acepta la delación con firm a reconoci­
da. Esto es «dedo duro»; solam ente tiene
oportunidad de hacerlo con im presión digi­
tal. Lo que siem pre es un consuela... "
Después de un parto demorado, de más de
tres semanas, vio la luz el Acto Com plem en­
tario n9 4 al Acto Institucional n9 2. El nuevo
“diploma legal” regula la formación de
nuevos partidos y reglamenta las futuras
“elecciones”. Comentandov las tesis guber­
namentales sobre el pluripartidismo, decía
“Correio da Manhá”:
"C ontinúa en las esferas gubernam enta­
les y adyacencias la indecisión sobre el
«bi», el «tri» o el «ieirapartidarism o», sin
que hubiesen depuesto las arm as los de­
fensores del «uni» o del «nulopariidismo».
'Cuando el bipariidism o es decretado, ya
no se trata de preferencia, sino de exclusi­
vidad: sólo dos partidos reciben autoriza­
ción para funcionar. Pero, cuando uno de
estos partidos perm itidos entrara en desa­
cuerdo irreconciliable con el gobierno que
rfirm a representar la revolución, sería fa­
talm ente declarado anti-revolucionario. Y
el bipariidism o desem bocaría inevitable­
m ente en el unipartidism o totalitario [ ...]
Cualquier sistem a partidario —si es crea­
do por decreto— lleva fatalm ente al tota­
litarism o".
Aun el reaccionario Estado de S. Paulo,
al mismo tiempo que defendía el cierre del
Partido Social Demócrata y del Partido La­
borista Brasileño, reconocía que "partidos
no se crean por decreto. Nacen de las aspira­
ciones populares, del cuerpo vivo de la na­
ción; no caben en moldes pre-fabricados".
El asunto, por el tiempo que duró, se
tornó una novela radio-teatral, un chiste.
El diputado Souto Mayor, preguntaba, se­
gún los diarios, al diputado Rui Santos:
"¿Usted se va a inscribir en el «Partido del
Sí» o en el «Partido del Sí Señor»?" En el
Brasil de hoy solamente el sí es permitido.
El sí solo, sin entusiasmo, significa la opo­
sición permitida; y el sí entusiasta, obse­
cuente, representa el sí señor de los partida­
rios de la "revolución”.
C. EL GOLPE NÚMERO TRES
El grupo de la Sorbonne luchó desespe­
radamente para mantenerse en el poder.
Ellos, que se habían preparado efectiva­
mente, científicamente —se podría decir—
para ejercerlo, no podían conformarse con
entregar el gobierno después de sólo 3 años
(eso en consecuencia de la prórroga por un
año del mandato del mariscal Castelo Bran-
co). Los hombres de la Escuela Superior
de Guerra representaban, entre tanto, muy
poco del punto de vista cuantitativo: los
‘ intelectuales” eran una pequeña minoría en
ei seno de las fuerzas armadas. Solamen­
te gracias a la decisión del Staie D epartm ent
es que Castelo Branco llegó a la primera
magistratura, venciendo la disputa inicial
con el general Costa e Silva, el líder de
los “troupiers”. Abolido el régimen demo­
crático, la elección del "presidente” pasó a
ser un problema de fuerza. Y es evidente
que la fuerza está con los hom bres de
cuartel.
Además de eso, a fines de 1966, era to­
tal el desprestigio del gobierno de Estado
M ayor. Prácticamente todos estaban en con­
tra de Castelo Branco en razón del fracaso
total de su gobierno. También la Sorbonne
estaba completamente desmoralizada: su te­
sis fundamental —el bipolarismo entre
Washington y Moscú y la inevitabilidad de
la III1? Guerra Mundial— tuvo que ser ar­
chivada, desmentida como estaba por los
hechos, por la creciente “luna de miel” en­
tre el Kremlin y la Casa Blanca.
Después de tres años de espera, iría el
general Costa e Silva a ocupar el lugar que
le correspondía. Para eso era necesario
crear una imagen simpática y optimista en
torno a su persona. Una de las más hábiles
campañas publicitarias realizadas en Bra­
sil, pasó a presentar a Costa e Silva como
un hom bre bueno, un nacionalista, un de­
mócrata, en fin, como la antítesis de Castelo
Branco. Él dejó de ser el general Costa e
Silva, el comandante en jefe de las "fuer­
zas revolucionarias”, el omnipotente minis­
tro de Guerra de Castelo Branco, para tor­
narse en el simpático "señor Arthur”. La
infinidad de bromas que el espíritu popu­
lar creara sobre la enciclopédica torpeza del
general, servía al propósito de popularizar­
lo: el pueblo totalmente saturado de los in­
telectuales de la Sorbonne y de los tecnó-
cratas del tipo de Roberto Campos, podría
preferir un semi-analfabeto como Costa e
Silva. Hasta los vicios conocidos del minis­
tro de Guerra —bebida, juego y mujeres—•
contrapuestos al puritanismo fanático de
Castelo Brando, pasaron a ser argumentos
a favor del “señor Arthur”. La actriz cómi­
ca Dercí Gongalves, sintetizaba así la cul­
tivada imagen de la diferencia entre los dos
jefes militares: "Ése (Costa e Silva) por lo
menos es h u m a n o ..."
La “izquierda festiva”, la izquierda de
buen comportamiento, capitaneada por el
Partido Comunista, entró en el juego. Pa­
só a cifrar sus esperanzas en Costa e Silva,
que podría dar amnistía, restablecer las li­
bertades democráticas, reiniciar el proce­
so de desarrollo, realizar reformas.
El ‘‘Correio da Manhá” comentando la
‘ elección” que vendría a continuación, es­
cribía:
"La candidatura del general Costa • Sil­
va a la presidencia de la república está
 tiendo presentada por los partidarios del entrega”, lo que no quiere decir que fue­
ministro de G uerra —con el beneplácito ra menos entreguista. Y Brasil continuó
del mismo m inistro— como una reivindica­ siendo un inmenso cuartel de tropas de
ción de las fuerzas arm adas. [ . . .] La lucha ocupador
por el poder y la influencia se transfirió a
las fuerzas armadas, con el pueblo y los D. EL GOLPE NÚMERO CUATRO
políticos desem peñando el papel de espec­
tadores. [ ...] La sucesión presidencial se Cuando quedó claro que Costa e Silva
transform ó casi en una sim ple disputa de r.o pasaría a la historia como el restaurador
influencias entre el presidente de la repú­ de la democracia brasileña, los sectores li­
blica. el marisca] Castelo Branco y el m i­ berales más el Partido Comunista volvie­
nistro de G uerra, general Costa e Silva [ . . .]
ron a insistir en su campaña pro-redemo^
apenas se abrió la perspectiva de sustitu­ eratización. Y, como en la oportunidad an­
ción de un gobernante arbitrario por otro terior, con el opoyo de los sectores libera­
gobernante no com prometido contra la a r­ les norteamericanos.
bitrariedad. Tal ve* lo que esté ocurriendo Se concretaría entonces una alianza apa­
sea solam ente un cam bio de guardia". rentemente absurda. Aparentaba ser un pac­
Hermano Alves, escribiendo en “Correio to de contrarios, de antagonistas —el acuer­
da Manhá”, completaba así el análisis de do Lacerda-Kubitschek-Goulart— pero sig­
la sucesión: nificaba en realidad un reagrupamiento de
"La candidatura del general Costa e Sil­ varios sectores políticos representativos de
va a la presidencia de la república, se ba­ las clases dominantes que, por motivos de
sa en un plebiscito de las armas. Hace días, orden táctico^ circunstanciales, estuvieron
un oficial del Servicio Nacional de Inform a­ en campos opuestos durante un largo pe­
ciones, en Brasilia, reveló a un político de ríodo. Lacerda, Kubitschek y Goulart, a
oposición, que una encuesta hecha por pesar de sus diferencias de estilo, son le­
aquel órgano arrojó que el 80 % de los gítimos representantes de la oligarquía
com andantes de tropas dan apoyo al gene­ brasileña. Es natural, en consecuencia, que
ral Costa e Silva. [. . .] La candidatura del frente a una crisis grave, a una crisis que
general Costa e Silva es un golpe en pro­ ponía en peligro sus intereses de clase, tra­
ceso. Es el tercer golpe que se desencade­ tasen de entenderse, de minimizar sus con­
na desde que el señor Joáo Goulart dejó tradicciones y tener una posición tácti­
la presidencia de la república. El prim ero ca común. Lo que parece más difícil de ex­
fue la prom ulgación del Prim er Acto Ins­ plicar es el apoyo dado al F reníe Amplio
titucional en que las fuerzas arm adas deja­ por el Partido Comunista Brasileño, la or­
ron de ser poder moderador, estableciéndo­ ganización que se autotitula “el partido de
se, oficialm ente como el poder m ilitar. El la clase obrera” y “la vanguardia de la
segundo fue el golpe del 27 de octubre, del revolución”.
Segundo Acto Institucional, en que el pre­ Para entender esto, es necesario consi­
sidente Castelo Branco. asociado al gene­ derar que el Partido Comunista Brasileño
ral Costa e Silva, reafirm ó su m ando del po­ nunca fue una organización revoluciona­
der m ilitar. El tercero es este golpe de la ria. Formado, á comienzos de la década del
candidatura de Costa e Silva, que se pro­ 20, a falta de obreros, por intelectuales y
cesa por etapas y que prevé la sustitución pequeños burgueses, y defendiendo la te­
del jefe del poder m ilitar, por su lugarte­ sis de la inevitabilidad de una revolución
niente." burguesa previa, el partido de Prestes siem­
Lo que realmente ocurrió el 15 de m ar­ pre estuvo a la cola de todo aquello que
zo de 1967 fue, como registró "Correio da resolviera denominarse “burguesía progre­
Manhá”, un simple cambio de guardia. Un sista”. Aun después del golpe del l 9 de
mariscal de tropa ocupó el lugar de un ma­ abril, cuando había quedado totalmente
riscal de estado mayor. Un dictador odiado clara la posición antipopular y antinacional
fue sustituido por otro que intentaba —sin de la burguesía, los documentos del parti­
convencer— aparecer simpático, popular. do afirmaban: "La burguesía nacional dispu­
Un entreguista teórico, o mejor dicho, un ta al proletariado el liderazgo de la revolu­
entreguista con base teórica, fue sustituido ción antifeudal y antim perialisia". Súmese
por otro no instruido en la “filosofía de a esto la política de total cooperación de los
países socialistas —excepción de Cuba y
China— con la dictadura brasileña y se ten­
drá la explicación de la integración del Par­
tido Comunista al F rente Amplio.
Como en la tentativa anterior, el F ren­
te Amplio tuvo el apoyo de Washington.
Los más diversos sectores liberales desde
los del vicepresidente Humphrey hasta los
de Rockefeller, pasando por el grupo de se­
nadores —Fullbright, Wayne Morse, Ken­
nedy, etc.— empezaron a defender la te­
sis de la necesidad del regreso a la norma­
lidad democrática, del retorno de los mi­
litares a los cuarteles y de la elección de
un “administrador” que sustituyera a la
“guardia pretoriana”. Por medio de la “re­
democratización” había que legalizar el
avance conseguido por los monopolios nor­
teamericanos. Además existía una realidad
indiscutible: la total incapacidad, el abso­
luto fracaso administrativo de los milita­
res. Fuera de toda duda, ellos no sabían
gobernar. ¿De qué les sirve a los grupos
económicos norteamericanos haber conse­
guido el control de 50-60% de la industria
privada brasileña, si ésta permanecí en es­
tado de crisis crónica? Había que conseguir
un nuevo auge desarrollista, había que
prepararse para atender al futuro mercado
común latinoamericano. Era necesario po­
ner un “gerente”, un desarrollista al frente
del gobierno brasileño. Y el hombre ideal
existía. Su nombre: Juscelino Kubitschek,,
el hombre apropiado para dirigir a la in­
mensa “sociedad anónima” que, a los ojos
yanquis, es hoy Brasil.
Pero, a ejemplo de lo ocurrido anterior­
mente, los militares brasileños se mante­
nían en el firme propósito de no volver a
los cuarteles. Como en el caso de “Frankes-
tein”, los científicos políticos norteameri­
canos habían creado un monstruo que no
siempre obedecía las órdenes de sus crea­
dores.
Un simple decreto firmado por el minis­
tro de Justicia, prohibió las actividades del
Frente Amplio y cerró la boca a Lacerda (el
único de sus líderes, que en calidad de ex­
jefe civil de la “revolución” de abril podía
hablar). Kubitschek después de ser some­
tido a toda clase de humillaciones por los
militares, fue impelido a abandonar el país
nuevamente. Terminaba así, lacónicamen­
te, una tentativa más de redemocratización
planeada y apoyada desde el exterior.
Paralelamente a esta tentativa de rede­
mocratización desde arriba, se había proce­
sado un movimiento que, aun partiendo de
una apreciación errónea de la realidad bra­
sileña, era auténtico pues era popular. Las
fuerzas populares aprovechando las brechas
abiertas por, el “liberalismo” de Costa e Sil­
va, habían avanzado relativamente. Los es­
tudiantes, después de haber reconquistado
prácticamente las universidades, que du­
rante algún tiempo fueron verdaderos “te­
rritorios libres” dentro del Brasil ocupado,
lanzáronse a la conquista de las grandes
ciudades. Sangre joven y generosa fue de­
rramada; surgieron los primeros mártires.
Los obreros empezaron a reaccionar contra
la confiscación salarial (disminución del po.
der adquisitivo en cerca del 40%), y desen­
cadenaron las primeras huelgas post-dieta-
dura. Inclusive el sector campesino comen­
zaba a dar signos de sobrevivencia. El en­
frentamiento de la ‘‘inteliguentsia” con el
gobierno era prácticamente total. Los li­
bros, las artes plásticas, el teatro, el cine,
la música popular y el humorismo eran ar­
mas contra el régimen. El sector progresis­
ta del clero estaba en constantes choques
con la dictadura. Incluso entre la alta je­
rarquía eclesiástica se observaban actitu­
des definidas de oposición; por ejemplo, la
negativa del cardenal Agnelo Rossi a ácep-
tar una condécoración del gobierno. Siem­
pre que surgía una oportunidad, el pueblo
manifestaba su repudio a la situación y su
odio a los militares. Éstos hasta evitaban
andar uniformados en las calles por miedo
a ser blanco de la rebeldía del pueblo. To­
do este conjunto de circunstancias posibili­
tó manifestaciones en la calle que llegaron
a reunir 100 mil personas. La dictadura pa­
recía estar llegando a su fin.
Esta posibilidad, asustaba, amedrentaba,
creaba el pánico entre los militares de de­
recha. Al miedo de un ajuste de cuentas
con el pueblo se sumaba el miedo de per­
der todos los absurdos privilegios acumu­
lados en estos años y el miedo de tener que
volver a los cuarteles.
Esa era la situación, totalmente precaria,
que enfrentaba el régimen en los últimos
meses de 1968. Tres episodios ocurridos en
los primeros días de diciembre agudizaron
al máximo la crisis. Estos episodios con­
frontaron, en forma violentamente antagó­
nica, al Poder Ejecutivo (representativo del
régimen militar) con los otros tres poderes:
el Legislativo, el Judicial y la Iglesia (a pe-
Bar de la separación Estado-Iglesia, ésta
—tn el país más católico del mundo: 80
por ciento de una población de 90 millones
es católica— constituye de hecho, el cuarto
poder).
El antagonismo entre la. Iglesia y el
gobierno militar se venía agudizando en los
últimos meses como consecuencia del Con­
cilio Vaticano II; registróse entonces un
profundo cambio en la orientación político-
social de la Iglesia brasileña. Ésta, durante
toda la historia fue una aliada permanente,
fiel e incondicional, de las clases dominan­
tes. Como tal, participaría y daría cobertu­
ra total al golpe del r? de abril. En los últi­
mos tiempos, entre tanto, bajo el liderazgo
de monseñor Hélder Cámara, obispo de
Olinda y Recife, e) sector progresista del
clero pasó a participar con creciente in­
tensidad y coraje en las luchas sociales, in­
tegrándose entre la vanguardia de las fuer­
zas populares. La crisis iglesia-ejército lle­
gó a su clímax con la orden de prisión pa­
ra el obispo de Crateús, monseñor Fragoso
y la detención de tres curas franceses, de la
orden de los asuncionistas, acusados de es­
tar organizando un movimiento guerrille­
ro en Minas Gerais El propio comandante
del Ier Ejército, general Siseno Sarmentó,
en entrevista a la prensa, hizo la acusación.
La solidaridad que recibieron los curas, no
solamente del sector progresista del clero,
sino también de figuras de la jerarquía,
fue lom ada por los m ilitares como una pro­
vocación.
El Poder Judicial, de acuerdó con la
constitución brasileña y dentro de la tradi­
ción liberal, es un poder independiente. De­
be juzgar y decidir al abrigo de presiones
del poder más fuerte el Ejecutivo. Eso, sin
embargo, raramente ocurre. La justicia ter­
mina por reflejar los intereses de las cla­
ses dominantes, representadas éstas en el
Poder Ejecutivo. En Brasil, por lo menos
en su instancia más alta, en el Supremo Tri­
bunal Federal, la tradición de independen­
cia era al menos formalmente mantenida.
En consecuencia, la alta corte, compuesta
por los juristas más destacados del país, go­
zaba de un concepto relativamente alto en­
tre el pueblo. Después del golpe del 1° de
abril la independencia del Poder Judicial
fue drásticamente afectada. Aun así, en va­
rias oportunidades, el Supremo Tribunal
Federal opuso resistencia a los desmanes
dictatoriales. En razón de eso, el mariscal
Castelo Branco cambió totalmente su es­
tructura, aumentando incluso el número de
sus titulares. Con los nuevos ministros esco­
gidos a dedo por los militares, se asegura­
ba el Poder Ejecutivo una mayoría amplia
y obediente en el S T.F. En los últimos me­
ses, entretanto, reflejando la crisis general
de poder que se manifestaba, tuvo comien­
zo una verdadera rebelión en la Suprema
Corte. La visible descomposición del régi­
men dictatorial, posibilitó al S.T.F. una cre­
ciente posición de independencia; pasó a de­
cidir contra las arbitrariedades más cho­
cantes del régimen castrense. Principal­
mente las decisiones de la Justicia Muitar
(que de acuerdo con el Acto Institucional
i-? 2 pasará a juzgar a los civiles acusados
de subversión), comenzaron a ser sistemá­
ticamente cuestionadas. Entre otras, causó
sensación la decisión de anular —por vicios
jurídicos— los procesos y condenas impues­
tos a líderes políticos exiliados. Eso permi­
tiría, teóricamente, el retorno de Goulart,
Brizóla, Arraes, Juliáo, padre Lage y otros.
La actitud de independencia del Supremo
Tribunal Federal continuó afirmándose y
llegó al auge cuando, en los juicios del 10 y
11 de diciembre de 1968, decidió la libera­
ción de los líderes estudiantiles que habían
sido apresados cuando la realización del con­
greso de la Unión Nacional de Estudiantes
(considerado ilegal y subversivo por el go­
bierno y por el cual fueron detenidos cerca
de mil estudiantes). Esa legítima actitud de
independencia por parte del Poder Judi­
cial también fue tom ada por los m ilitares
como una provocación.
El Poder Legislativo fue tremendamen­
te desmoralizado por el régimen militar.
Para mantener las apariencias y no violen­
tar los pruritos liberales de Washington, la
cámara y el senado, después de sometidos
a varios procesos de purgas, fueron mante­
nidos en funcionamiento. En varias opor­
tunidades, entretanto, el mariscal Castelo
Branco, ignorando la existencia del Congre­
so, había asumido poderes legislativos e in­
cluso constitucionales. En su lucha por so­
brevivir, el parlamento humillóse de ma­
nera degradante ante la bota militar. En los
Ultimos meses de 1968, mientras tanto, re­
flejando la inequívoca descomposición del
régimen dictatorial, se notaban síntomas de
rebeldía en los parlamentarios. Un discur­
so de un diputado —Márcio Moreira Al­
ves— y un artículo de diario escrito por
 otro —Hermano Alves—, fueron considera­
dos ofensivos a las fuerzas armadas. Los
tres ministros militares exigieron del pre­
sidente Costa e Silva medidas drásticas con­
tra los mismos. Éste, siguiendo los trámites
legales, remitió al Supremo Tribunal Fe­
deral el proceso contra el primero de los
diputados (enseguida sería procesado el se­
gundo). Para procesar a un diputado es ne-'
cesaría la autorización de la cámara, ya que
sus miembros gozan de inmunidad. Existe,
en el parlamento brasileño, toda una tra­
dición en negar pedidos de este tipo. En es­
te caso, sin embargo, considerando la enor­
me y disciplinada mayoría gubernamental,
la violenta presión de los militares que asu­
mía aspectos de descarado chantaje y la
intervención del propio Costa e Silva, pa­
recía pacífica la concesión de licencia para
procesar al diputado que había caído en
las iras de los señores del poder. Pero lo
‘‘imposible” aconteció. La licencia fue re­
chazada por gran mayoría, más de 70 vo­
tos; cerca de 90 diputados del partido ofi­
cial se habían rebelado. La decisión, abso­
lutamente legítima de los parlamentarios,
por supuesto, tam bién fue tom ada por los
m ilitares como una provocación.
Los militares de la línea dura reaccio­
naron ante la “triple provocación” en la for­
ma castrense clásica: los tanques a la calle.
. La iniciativa de los tanques a la calle le cu­
po al comandante del Ier. Ejército. Éste, por
su potencial de fuego y por su ubicación es­
tratégica (Hío de Janeiro sigue siendo, de
hecho, la capital política del país) es decisi­
vo para cualquier golpe. Los apoyos, activo
del II9 Ejército (Sao Paulo) y pasivo del III9
(Rio Grande do Sul) y IV9 (nordeste) con­
solidaron la situación. Colocado, por los mi­
litares duros ante la alternativa de adherir
( caer, Costa e Silva adhirió. Lo cual, es
evidente, simplificó mucho las cosas, pues
ahorró la necesidad de bregar por el reco­
nocimiento diplomático de un nuevo go­
bierno, siempre incómodo y moroso.
Era el golpe dentro del golpe (pues fue
mantenido el equipo que estaba en el po­
der), como dijo el entonces dictador sin
cisfraces, Costa e Silva, la revolución den­
tro de la revolución.
El instrumento “jurídico” del nuevo
golpe fue el Acto Institucional n? 5, que sus­
pendió la constitución, colocó al Congreso
en receso y todos los poderes en manos de
Costa e Silva
El Acto Institucional n9 5 establecía, en­
tre otras cosas, lo siguiente:
"A rtículo 1 — Son m antenidas la cons­
titución de 24 de enero de 1967 y las cons­
tituciones estatales con las m odificaciones
constantes de este acto institucional.
"A rt. 2 — El presidente de la repúbli­
ca podrá decretar el receso del Congreso
Nacional, de las Asam bleas Legislativas y
de las cám aras m unicipales por acto com ­
plem entario, en estado de sitio o fuera de
él, sólo volviendo a funcionar cuando sean
convocados por el presidente de la repú­
blica.
"P ar. 2 — D ecretado el receso parla­
m entario, el Poder Ejecutivo queda autori­
zado a legislar en todas las m aterias p re­
vistas en las constituciones o en la ley or­
gánica de los municipios.
"A rt. 3 — el presidente de la repúbli­
ca, en el interés nacional, podrá decretar la
intervención en los estados y m unicipios
sin las lim itaciones previstas en la consti­
tución.
"A rt. 4 — En el interés de preservar la
revolución, el presidente de la república,
oído el Consejo de Seguridad Nacional y
sin las lim itaciones previstas en la Consti­
tución, podrá suspender los derechos polí­
ticos de cualquier ciudadano por el plazo
de diez años y anular m andatos políticos
electivos.
"A rt. 5 — La suspensión de los derechos
políticos con base en este Acto im porta si­
m ultáneam ente:
1) cesación de privilegio de fueros por
prerrogativa de función;
2) suspensión de derecho de votar y
ser votado en las elecciones sindicales;
3) prohibición de actividades y m ani­
festaciones sobre asuntos de naturaleza
política;
4) aplicación, cuando sea necesario, de
las siguientes m edidas de seguridad:
a) libertad vigilada;
b) prohibición de frecuentar determ i­
nados lugares;
c) domicilio determ inado.
"P ar. 1 — El acto de decretar la suspen­
sión de los derechos políticos podrá fijar
restricciones o prohibiciones relativam ente
al ejercicio de cualesquiera otros derechos
públicos o privados.
"A rt. 8 — El presidente de la república
podrá decretar el secuestro de bienes de
lodos cuantos se hayan enriquecido ilícita-
¿nenie en el ejercicio de cargos o íunciones
públicas, inclusive, autarquías, em presas
públicas y sociedades de economía m ixta,
*in perjuicio de las sanciones penales indi­
cadas.
"A rt. 10 — Queda suspendida la garan­
tía de habeas-corpus en los casos de crím e­
nes políticos contra la seguridad nacional,
el orden económico y social y la economía
popular.
"A rt. 11 — Exclúyesp de cualquier apre­
ciación judicial todos los actos practicados
de acuerdo con este Acto Institucional y de
sus actos com plem entarios, así como los
respectivos efectos."
El artículo l9 del Acto Complementario
r.9 38, promulgado el mismo día 13 de di­
ciembre, establecía:
"En los térm inos del artículo 29 y sus
párrafos del Acto Institucional n9 5, de 13
de diciem bre de 1968, queda decretado el
receso del Congreso Nacional a partir de
esta fecha".
El dictador Costa e Silva, hablando en
la Escuela de Comando y Estado Mayor del
Ejército, analizaba así las causas del “13 de
diciembre”:
"Estad atentos. Los derrotados de m ar-
so procuraron reconquistar las posiciones
ilegítim as que disfrutaban. Con ese propó­
sito, utilizaron todos los recursos para in ­
ten tar influenciaros. Usaron la m aledicen­
cia, la falsedad, la falacia, la m entira, la ca­
lum nia.
'Q uisieron dividiros, lanzaron dudas
entre vosotros al mismo tiem po que os ata­
caban delante de la opinión pública. F ue­
ron deliberadam ente contradictorios para
alcanzar los objetivos deseados.
"Procuraron desm oralizar el gobierno y
procuraron desm oralizaros.
"En una u otra tarea, escuchásteis voces
levantándose en el púlpiio, en la tribuna,
en la cátedra, en el Congreso y en la prensa.
"H ablaron de corrupción generalizada.
' Convencieron a muchos de vosotros que
había decrecido la acción revolucionaria.
"A lertaron al país contra un m ilitaris­
mo inexistente y culparon a los m ilitares
por las dificultades de la nación.
"Os defendieron y cuando vosotros os
defendisteis afirm aron que estábais presio­
nando los dem ás poderes.
"Explotaron, dem agógicam ente, la pobre­
za que resulta de vuestros pequeños sueldos.
"Intentaro s crear el desaliento profesio­
nal, eníatizando las deficiencias materiales
de las fuerzas armadas."
Y reafirmó la irreversibilidad de la ‘‘re­
volución”:
"Y siempre que sea imprescindible co­
mo ahora, haremos nuevas revoluciones
dentro de la revolución" (“Jornal do Bra­
sil”, 17/XII/68).
El general Lira Tavares, ministro del
Ejército, uno de los intelectuales de las
fuerzas armadas, utilizaba un estilo más
primoroso en la explicación del golpe:
"No creo que sea el caso de esclarecer a
la opinión pública sobre los hechos que cul­
m inaron con la edición de A I/5, pues la
m em oria del pueblo no es tan débil. Él ha
testim oniado en estos últim os tiempos, la
m archa de la subversión: los desórdenes ca­
llejeros; los ataques a las autoridades lega­
les; los daños a la propiedad privada; la ex­
torsión,' con violencia, al bolsillo del ciuda­
dano; la cobranza indebida de peaje; la in­
terrupción de la norm alidad del tránsito; los
apedream ientos de casas com erciales; los
eclos terroristas; los atentados contra la
m oral y el pudor públicos; la predicación
del odio entre las clases; la degradación de
los valores m orales de la sociedad; los in­
sultos a las fuerzas arm adas, y contra io­
do eso es que la nación viene clam ando
con vehem encia.
"Refiérome, apenas, a lo que es público
y notorio; a las actividades ostensibles. M u­
cho m ás grave y alarm ante, es la tram a
subversiva m ontada en la clandestinidad,
con la orientación de técnicos especializa­
dos, muchos de ellos extranjeros, y gran
stock de arm as, explosivos y m aterial de
propaganda com unista".
Contrariando la regla, el golpe del 13 de
diciembre no lo dirigieron, ni financiaron, ni
siquiera inspiraron el State D epartm ent, ni
el Pentágono ni la CIA. La reacción de la
prensa americana contra el golpe lo de­
muestra. La amenaza inicial de suspensión
de toda ayuda económica, constituyó una
confirmación. Las posibilidades de Was­
hington de conseguir un gerente para la
“S.A brasileña, se tornaron, después del
13 de diciembre, bastante remotas. Brasil
continuaría siendo gobernado como si fuera
un cuartel. Los norteamericanos, pragmá­
ticamente, aceptaron la situación y siguie­
ron tratando al Brasil como su ‘ satélite
privilegiado”.
 La represión después del golpe del 13
de diciembre llegó a extremos absurdos,
excediendo en mucho a la vigente en el
período posterior al l 9 de abril de 1964. El
Congreso y las asambleas legislativas clau­
surados. Nuevas anulaciones de mandatos
legislativos y suspensiones de derechos po­
líticos. El dictador Costa e Silva legislando,
ejecutando y juzgando. El habeas corpus y
los demás derechos civiles suspendidos. La
prensa amordazada. El movimiento popu­
lar duramente aplastado. Los estudiantes
alejados de las universidades por tres o cin­
co años. Los profesores universitarios ex­
pulsados. El sector progresista del clero si­
lenciado. Las prisiones llenas. Las torturas
perfeccionadas con las enseñanzas de la
CIA y de los “boinas verdes”. El Brasil
transformado en un inmenso cuartel de 90
millones.
Para mantener la mordaza colectiva,
fueron necesarias medidas policíaco-milita­
res cada vez más drásticas. La seguridad
fue entronizada como la razón del ser del
régimen, el objetivo mayor de la “revolu-
C'ón”. Para asegurar el orden, el orden ne­
cesario al progreso (Augusto Comte sigue
presente en la escena política brasileña),
fue necesario hacer tres constituciones y
alterar varias veces la Ley de Seguridad
Nacional. La última modificación, elabora­
da a principios de 1969, fue determinada in­
cluso, por las exigencias prácticas de la tor­
tura: el plazo de incomunicación fue au­
mentado a diez días, límite extremo que un
individuo normal puede aguantar la tortu­
ra sicológica, o el plazo necesario para que
desaparecieran del cuerpo de la víctima las
huellas de la tortura física.
E. EL GOLPE NÚMERO CINCO
¿De qué m anera se m anifestó la rebel­
día popular ante la política anti-nacional y
anti-popular del gobierno castrense y fren­
te a la violencia institucionalizada?
En 1964/65, el movimiento nacionalista
popular trató de reaccionar contra el régi­
men en base a eventuales levantamientos
de cuarteles. Contaba —entonces— con po­
der utilizar los restos de organización mi­
litar que había conseguido formar en el se­
no de las fuerzas armadas, especialmente
entre los sargentos, que había sobrevivido
a las violentas purgas llevadas a cabo des­
pués del golpe del 1? de abril. Todas las
tentativas en este semino izo i&eg&roti a
concretarse.
Estos fracasos llevaron a los nacionalis­
tas brasileños a intentar otro tipo de acción
revolucionaria. Influidos por las tesis cuba,
ñas, trataron de iniciar la lucha armada en
el campo. El colapso del frente guerrillero
ae la Sierra de Caparaó —antes del comien­
zo de la acción bélica— liquidó completa­
mente un plan múltiple, bastante bien ela­
borado y que podría haber representado el
comienzo de la lucha armada en Brasil en
condiciones bastante ventajosas y que hu­
biera contado, por el prestigio del liderazgo
nacionalista-popular, con enorme apoyo. El
colapso que sobrevino no se limitó a los
grupos armados en distintas zonas rurales
y urbanas. El propio movimiento naciona­
lista-popular —en lo que tenía de orgáni­
camente estructurado— fue arrasado, ma­
terial y sicológicamente. Hasta hoy no con­
siguió rearticularse y sigue sin perspecti­
vas.
Posteriormente, el colapso de la tentati­
va boliviana del Che Guevara reforzó las
resistencias a la tesis de la guerrilla rural,
latentes entre los grupos revolucionarios
brasileños, todos ellos de extracción emi­
nentemente urbana Prevaleció, consecuen­
temente, la tesis de la acción directa en las
grandes ciudades. Especialmente en Sao
Paulo y Río de Janeiro —verdaderas sel.
vas de asfalto de 7 y 5 millones de habitan­
tes, respectivamente— comenzaron a sur­
gir pequeños grupos clandestinos armados
y disciplinados a guerra. Las acciones de la
primera etapa —asaltos a bancos y depó­
sitos de armas— buscaban fundam ental­
mente el abastecimiento por sus propios
medios de los elementos materiales necesa­
rios para la acción revolucionaria. Estos
propósitos fueron cumplidos con éxito ca­
si total; la técnica de los asaltos llegó muy
cerca de la perfección. La impotencia poli­
cial-militar para evitar las acciones urba­
nas quedó ampliamente comprobada. Para­
lelamente, los efectos sicológicos y propa­
gandísticos de las operaciones de los gru­
pos de acción directa fueron muy impor­
tantes. Las masas comenzaron a compren­
der que el enemigo no es intangible y que
la dramática situación a que está sometido
el pueblo brasileño desde abril de 1964 no
es irreversible. El secuestro del embajador
norteamericano, forzando al gobierno dicta,
iorial a negociar con los grupos revotado-
nanos, constituyó el punto más alto de es­
ta campaña objetiva y directa de propa­
ganda revolucionaria.
Es verdad que esto3 grupos pagaron un
precio muy alto por los éxitos obtenidos: la
m uerte de Carlos Marighela —que en 1963-
69 consolidara su posición como el gran lí­
der revolucionario— y la muerte de mu­
chos otros militantes, en aeción o en el pro-
ceso de torturas,.y varios miles de presos.
Se podría agregar también, que si el sa­
crificio de tantos resulta positivo en térm i­
nos de politización, de concientización po­
pular, no se capitaliza, en cambio, en tér­
minos de organización. Por sus mismas ca­
racterísticas de clandestinidad, la capaci­
dad de incorporación de los grupos clan­
destinos es muy limitada. Ciertamente, de
cada cien individuos que son ganados por
la idea de la lucha armada, solamente uno
o dos encuentran la posibilidad de partici­
par en la misma. Los demás quedan aisla­
dos, desvinculados. Y un “revolucionario”
solitario no llega a ser revolucionario. En
cuanto a las masas populares, quedan rele­
gadas a la simple situación de “hinchas” de
los grupos revolucionarios en el enfrenta­
miento de éstos con la policía.
Resurge, en consecuencia, una vez más,
la vieja polémica sobre el tipo de organiza­
ción revolucionaria. ¿Justificaría el fraca­
so total de los partidos comunistas y en al­
gunos casos la traición de los mismos, el
abandono definitivo del clásico modelo de
organización revolucionaria? ¿No correrían
el riesgo los grupos clandestinos de que­
darse aislados de las masas, cayendo en es­
quemas puram ente militaristas? ¿Estarían
los grupos de acción directa —aun cuando
estuvieran en posiciones tácticas correc­
tas— instruidos por una estrategia clara y
objetiva? ¿No sería peligroso el verdadero
desprecio que se observa —por parte de los
grupos revolucionarios armados— de las
formulaciones teóricas? ¿La praxis comba­
tiente dispensa de una teoría revoluciona­
ría?
Son problemas con los que se enfrenta
en la actualidad la izquierda revoluciona­
ria brasileña. Problemas que resultan me­
nos de los eventuales fracasos, que del ace­
leramiento del proceso dialéctico y de la
maduración de las condiciones objetivas
para la revolución. La izquierda revolucio­
naria brasileña está en crisis; en crisis, sin
embargo, de crecimiento.
Dos acontecimientos, oeurridos prácti­
camente al mismo tiempo —la enfermedad
del mariscal-presidente Costa e Silva y el
secuestro del embajador norteamericano
Charles Elbrick Burke— vinieron a demos­
trar la fragilidad del régimen castrense y
fueron los detonadores del golpe n9 3.
La situación político-militar brasileña
presentaba, en la segunda quincena de
agosto de 1969, un grado de complejidad
que sobrepasaba, de lejos, lo soportable. El
mariscal Costa e Silva estaba sometido a
un complejo juego de presiones violentas,
de presiones divergentes y aun antagóni­
cas.
Por un lado la oficialidad de derecha
—los duros y puros— acusaba al mariscal-
presidente de corrupción y nepotismo. Es­
tos sectores de la oficialidad veían también
con desconfianza los planes de Costa e Sil­
va para reabrir el Congreso y de promul­
gar “su” constitución (parecería que a ca­
da militar brasileño le gustara dejar seña­
lado su pasaje por la presidencia de la re­
pública con la promulgación de una cons­
titución). Esos planes significaban, a los
ojos de los oficiales de derecha, una peli­
grosa apertura liberal.
Esta tentativa de liberalización —más
aparente que real— era resultado de la
presión norteamericana. Sensible a la pre­
sión del Departamento de Estado, Costa e
Silva había prometido la reapertura del
Congreso para el día 17 de setiembre. Rs
verdad que éste sería reabierto con el obje­
tivo fundamental de aprobar la nueva cons­
titución elaborada por el Poder Ejecutivo,
Los señores legisladores —así estaba esta­
blecido— deberían votar simplemente: ai o
no. No podrían presentar ninguna enmien­
da al proyecto de constitución elaborado
por el vicepresidente de la república, Pe­
dro Aleixo, un viejo zorro »de la política
tradicional, totalmente obsecuente a los
militares. No era necesario ser profeta para
anticipar que la mayoría aplastante de los
diputados y senadores votarían el «. Tras
las purgas realizadas después del 13 de di­
ciembre, que afectaron a decenas de parla­
mentarios; tras un receso muy mal rem u­
nerado de nueve meses sufridos por los so­
brevivientes; luego de haber permanecido
durante todo ese período bajo amenaza da
pérdida definitiva de sus empleos, el espí­
ritu de rebeldía de los congresistas debía
haber desaparecido totalmente.
 Esos detalles desagradables no consti­
tuían todavía un obstáculo. Lo que intere­
saba al Departamento de Estado era que la
apariencia legal fuera restablecida. Lo im­
portante era que Brasil —el satélite privi­
legiado— volviera aparentemente a la nor­
malidad constitucional. Los pruritos demo­
cráticos (que hacen parte del “American
wáy.of life”) del Congreso y de los contri­
buyentes norteamericanos serían respeta­
dos.
Además, era entonces visible la tenden­
cia del Stalfe Department en favor de la li-
berali2ación y de la desmilitarización de
los regímenes políticos en América Latina.
Esta tendencia fue —posteriormente— per­
judicada por el Informe Rockefeller, sin
desaparecer todavía. Los experta nortea­
mericanos deben de haber llegado a la con­
clusión de que el militarismo actualmente
conduce, en América Latina, a dos posicio­
nes igualmente indeseables para los planes
del imperio: a un escalonamiento represi-
\o brutal y absurdo que genera condicio­
nes revolucionarias, como en Brasil y..A r­
gentina; o a un nuevo tipo de nacionálía-
mo castrense (Perú y Bolivia), que también
puede desembocar en la revolución.
Por otro lado, el grupo de la Sorbonne,
los intelectuales de uniforme, relegado des­
de la posesión de mando de Costa e Silva,
a un plano totalmente secundario, critica7
bá la incapacidad administrativa del go­
bierno y sus métodos nada austeros que
tecordarían el populismo de antes del 1- de
abril de 1964.
Otro frente de impugnación al gobier­
no de Costa e Silva estaba constituido por
los militares nacionalistas, encabezados por
el general Albuquerque Lima y formado,
fundamentalmente, por la oficialidad jo­
ven, —capitanes y tenientes— no sometidos
aún a la máquina deformante y corruptora
del complejo industrial-militar e influidos
mayormente por la revolución peruana.
Por otro lado, el fracaso administrativo
de Costa e Silva preocupaba, también, a las
clases dominantes. Reflejando esa preocu­
pación, el conservador “Jornal do Brasil”
trazaba el siguiente retrato del equipo gu­
bernamental y dé su fracaso total:
“ SIN F O N IA IN C O N C L U SA
' Lento, sin prisa, tímido 7 oscilante, el
ministerio de Cocía e Silva se arrastra co­
mo una tortuga, ejecutando una sinfonía
inconclusa en 33 rotaciones por minuto,
"Piezas sueltas de una orquesta des­
membrada, nostálgicas de una batuta que
las comande, los ministros actúan aislada­
mente en el compás monótono de la modo­
rra tropical, único denominador común que
I03 identifica en su vocación unánime para
la siesta. ^•
"En el territorio de lo onírico donde
fluctúan, fácil es pasar del sueño al ensue­
no. Tenemos así. como único comprobante
de que hay gobierno en el país, los posters
ce proyectos que quedaron por la mitad,
les anuncios de medidas que abortaron en
propia génesis.
"El Ministerio de Salud, por ejemplo,
anduvo movilizando a la ciencia brasileña
para averiguar, de una vez por todas, si el
♦ abaco produce el cáncer. Los resultados de
les estudios, si llegaron a ser realizados, no
salieren de la sigilosa paz de los labora­
torios.
"El Ministerio del Interior, seriamente
presionado por la opinión pública, inclusi­
ve a través de pronunciamientos de la
prensa extranjera, amenazó castigar la m a­
tanza de indios, con la apertura de varios
procesos. Si algún criminal fue castigado«
nadie lo sabe.
"El Ministro de Planeamiento planifi­
có una reforma administrativa, bien inten­
cionada bajo varios aspectos, pero se olvi­
dó de un detalle: la fijación de plazo para
su ejecución. De modo que quedó todo co­
mo antes en el cuartel de Cosía e Silva.
"El Ministerio de Educación esta hors-
eoncours. Él sólo consiguió sacudir la es­
tructura de la sociedad brasileña con los
recursos pródigos de su incompetencia y
de su inactualidad.
"Hace varias lunas y soles que el Minis­
terio de Justicia Indaga, en la bola de cris­
tal, si debe o no haber censura en el país.
"Así, mientras unos se ocupan exclusi­
vamente de la filosofía de la palabrota,
otros, ain medias palabras, como el Ministe­
rio de Transportes, crean neologismos para
ilustrar sus planes, como el de aquavias.
"El Ministerio de Hacienda ni osa Hacer
planes porque la inflación viene y come»
La Inflación es lo único que, en cierto sen­
tido está creciendo, a la par del déficit pre­
supuesta!.
"E l Ministerio de Comunicaciones toda­
vía no consiguió siquiera empezar a fundo«
n»r, tengas* «a cuanta «i cato d« CONTEL
(Consejo d e Telecom unicaciones).
"E l M inisterio de A gricultura redactó
la C arta de Brasilia, pero hasta hoy ella no
llegó a sus destinatarios.
"E s éste, en resum en, el panoram a g u ­
bernam ental brasileño. El distinguido p ú ­
blico paga cada vez m ás con la esperanza
d e arran car un a m elodía diferente del vie­
jo organito m inisterial. P ero no sale nada.
N inguna m edida concreta. N ingún plan tie­
ne continuidad. Y lo peor: no sale ningún
m inistro p a ra d a r oportunidad a alguien
com petente y con voluntad de realizar".
Esta era la situación, absolutamente
inestable, cuando ocurrió la enfermedad de
Costa • Silva. Los militares, representados
por los ministros del Ejército, Marina y
Aeronáutica, entendieron que no podían co­
rrer el riesgo de una sucesión normal, prin­
cipalmente porque ésta significaba la ele­
vación de un civil a la prim era magistra­
tura. No había que correr el riesgo de un
“Siles Salinas” brasileño. A pesar de la
enorme desmoralización —interna y exter­
na— que esa solución representaría, prefi­
rieron quebrar una vez más la normalidad
institucional y establecieron la Junta Mi­
litar.
En el introito del Acto Institucional
n° 12, decían los ministros militares: "La
situación que el país atraviesa por fuerza
del Acto Institucional n? 5, de 13 de diciem ­
bre de 1968, y del Acto Com plem entario
38, de la m ism a fecha, que decretó el
receso del Congreso Nacional, a la par de
Ciras m edidas relacionadas con la seguri­
dad interna, no com bina con la transferen­
cia de las responsabilidades de la autoridad
suprem a y de com andante suprem o de las
Fuerzas A rm adas, ejercidas por V. Exa. el
presidente de la república, a otros titu la­
res, conform e la previsión constitucional.
Como im perativo de seguridad nacional, ca­
be a los m inistros de la M arina de G uerra,
del E jército y de la A eronáutica M ilitar,
asum ir, m ientras dure el im pedim ento del
jefe de la nación, las funciones atribuidas
a S. E x a ..."
Esta solución fue impugnada, sin em­
bargo, desde el prim er momento por todos
los militares opositores de Costa e Silva.
La Junta —para ellos— significaba la con­
tinuidad de la política del presidente en-
l'Tmo y, en razón de la quiebra de la apa­
riencia legal y de la inestabilidad que ca­
má.
racteriza este tipo de gobierno, un acelera­
miento en el proceso de descomposición del
régimen castrense; la liquidación de los
•principios revolucionarios” del 1*? de abril
de 1964.
Como si esto no bastase para hacer to­
talmente confusa la situación política, la
mal nacida Junta Militar fue sometida, ya
en su primera semana de vida, a un golpe
tremendo: el secuestro del embajador nor­
teamericano. El Brasil vivió cuatro días
que quedarán en la historia’
4 de »•liem bre
15.30 horas — Tres hombres armados de
revólveres ocupando un auto “Volkswa­
gen”, interceptaron el “Cadillac” del em,
bajador de los Estados Unidos, que se di­
rigía de su residencia en la calle San Cle­
mente hacia el centro de Guanabara, for­
zando al embajador Charles Elbrick a pa­
sar a una camioneta “Kombi”, que tomó
íumbo desconocido.
14.50 — El chofer del embajador, Cus­
todio Abel da Silva abandonado por los se­
cuestradores (que, antes, inutilizaron la ra­
dio portátil que comunicaba el auto con la
embajada) denunció por teléfono el secues­
tro.
16.27 — La policía aísla toda la región
donde está ubicada la residencia del emba­
jador.
17 horas — El canciller brasileño, Ma-
galháes Pinto, visita la embajada de los
Estados Unidos, conferenciando durante-
diez minutos con el embajador sustituto,
William Bolten.
21 horas — Reunión de emergencia de la
Junta Militar, en Itam aratí, con la presen­
cia de los ministros del Exterior y Justicia,
del jefe de la Casa Militar, general Jaime
Pórtela y del jefe del Servicio Nacional de
Informaciones, general Alberto Fontoura.
Se divulga que los secuestradores han
:mpuesto dos condiciones para liberar al
embajador: divulgación de su mensaje a la
nación y liberación de 15 presos políticos.
5 de setiem bre
2.30 horas — Radios y -televisiones di­
vulgan la nota de los secuestradores, que
luego aparecería en los matutinos, causando
ite ra n d o impacto nacional.
9.30 horas — Reunión del Consejo de Se-
guridaa isacional, máximo organo del régi­ ¿evanta vuelo en Rio de Janeiro, con 14 pre­
men, examinando, bajo la presidencia de la sos. El decimoquinto —Gregorio Bezerra—
Junta Militar el ultimátum de los secues­ .mbarcaría en Recife.
tradores que puntualizaban su decisión de
ajusticiar al embajador en caso de que sus 7 de setiembre
exigencias fueran desestimadas.
11.05 horas — Una llamada telefónica 15.45 horas — El “Hercules” de la fuer,
anónima al “Jornal do B"asiJ” informa que za aérea brasileña aterriza en el aeropuer­
una carta del embajado] Elbrick a su mu­ to internacional de Ciudad de México. Loa
jer y una nota del comando revolucionario 15 prisioneros hicieron toda la larga trave­
estaban en la caja de limosnas de la Igle­ sía desde Brasil esposados y no tenían idea
sia de la Gloria, en el Largo de Machado. de la razón de su inesperado viaje.
13.30 horas — El canciller Magalháes 20.10 horas — El embajador Charles
Pinto informa en una tensa rueda de pren­ Elbrick llega a su residencia. Había sido li­
sa, que el gobierno aceptaba la condición de berado por los revolucionarios en el barrio
los revolucionarios y que sólo aguardaba la marítimo de Barra de Tijuca.
lista de los presos para tram itar su viaje a 21 horas — 30 mil hombres de las fuer­
México. zas armadas y policía reinician un gigante*-
15.32 horas — Nueve llamada al ‘'Jornal co operativo para detener a los secuestra­
do Brasil”, avisando que la lista de presos dores.
y una segunda carta del embajador a su
mujer se encontraban en una urna del su­ tir Después de haber sido forzada a permi­
permercado “Disco” en el barrio de Leblon. ce dirigentesdel
la salida territorio nacional de quin
revolucionarios, la Junta Mili­
15.45 horas — La p-Jicia suspende la ca­ tar intentó “salvar la cara”, divulgando el
cería a los secuestradores, atendiendo una Acto Institucional n9 13, y el Acto Comple­
exigencia insinuada por el propio señor mentario n? 64, que establecen:
Elbrick, en su primera carta.
16 horas — Es divulgada la carta del / nacional
"A rl. I9 — Son expulsados del territorio
los siguientes brasileños. . .
nuncio apostólico, Umberto Mezzoni, exal­ A rl. 2° — El M inisterio de A eronáutica
tando la decisión del gobierno de aceptar el dispondrá, inm ediatam ente, la salida del te­
ultimátum de los revolucionarios, con mi­ rritorio nacional de las personas m enciona­
ras de “salvar la vida del ilustre colega”. das en el artículo anterior."
17 horas — El Departamento de Estado
trasmite al gobierno brasileño “su más pro­ Por el Acto Institucional n9 14, emitido
fundo agradecimiento” por la decisión de a continuación, la Junta Militar instituyó la
aceptar el canje* del embajador por 15 re­ pena de muerte para los casos de “guerras
volucionarios presos. sicológica adversa, o revolucionaria o sub­
versiva”:
$ de setiembre “Los m inistros de Estado, de la M arina
de G uerra, del Ejército y de la A eronáutica
9 horas — Reunión de la Junta Militar. M ilitar [ ...] considerando que los actos de
13.40 horas — Rumores de que loá radi­ guerra sicológica y de guerra revoluciona­
cales de la marina 1y aeronáutica estaban ria o subversiva que, actualm ente, p ertu r­
creando dificultades al despegue del avión ban la vida del país y lo m antienen en cli­
que llevaría a los 15 a México. Consultado ma de intranquilidad y agitación deben m e­
al respecto, declaró el canciller Magalháes recer la más severa represión [ ...]
Pinto: “Están en curso todas las medidas "Resuelven prom ulgar el siguiente Ac­
para el cumplimiento de la decisión del to Institucional:
gobierno”. Art. I9 — El párrafo 11, del artículo 15,
15.15 horas — “Puedo informar que el de la Constitución del Brasil, pasa a tener
avión de la fuerza aérea, Hércules-2456 ha la siguienté redacción
despegado del aeropuerto del Galeáo” — di- Par. 11. — No habrá pena de m uerte, de
c» el canciller brasileño (el ministro no co­ prisión perpetua, de expulsiones, salvo en
plela las dificultades que se verificaban en los casos de guerra externa, sicológica ad­
f 1 aeropuerto para la salida del avión). versa, o revolucionaria o subversiva, en loa
17.30 horas — El. avión militar brasileño térm ino« que ¡a 1®y determ ine, Ésta dlspon-
d r i tam bién, sobra pérdidas ae bienes por
daños causados al erarlo p ú b lic o ..."
Completando la escalada represiva, la
Junta Militar promulgó, el 27 de setiembre
de 1969, la nueva ley de seguridad nacio­
nal. Era la cuarta decretada por el régimen
castrense: la primera en seguida del golpe
del 1* de abril de 1964; la segunda, elabo­
rada por el mariscal Castelo Branco y fir­
mada cuatro días antes del término de su
mandato; la tercera, por Costa e Silva, en
marzo de 1969.
Además de incorporar la pena de muer­
te y la de prisión perpetua para crímenes
de carácter político, la nueva ley de segu­
ridad aumentó violentamente todas las pe­
nas y estableció nuevos “crímenes”. Ejem­
plo: la divulgación, por cualquier medio de
comunicación social, de noticia falsa, o he­
cho verdadero distorsionado o tergiversado,
de modo de indisponer al pueblo con las au­
toridades constituidas, será castigada con
la pena de detención que varía entre seis
meses y dos años.
Con eso, se completaba el cercenamiento
total de la libertad de prensa, iniciado con
el oficio N.01-G7B, de 7/VI/69, del Mi­
nisterio de Justicia que "recom endaba" a la
prensa escrita, hablada y televisada, lo si­
guiente:
"I — NORMAS GENERALES
1 — No divulgar falsa noticia, o hecho
verdadero distorsionado o tergiversado, to­
tal o parcialmente.
2 — Observar rigurosamente los precep­
tos de la ley n9 5.250 de 9 de febrero de
1967 y del decreto-ley n9 314 de 13 de mar­
zo de 1969.
3 — Evitar el empleo de expresiones
«fuentes fidedignas», persona o político
bien informado, fuentes autorizadas de la
presidencia, fuentes autorizadas del minis­
terio, asesores de... etc., procurando indi­
car siempre con precisión la fuente u ori­
gen de las noticias o informaciones, espe­
cialmente las de carácter político.
"II — EN CUANTO A POLÍTICA
1 — No publicar noticias, comentarios,
entrevistas o declaraciones, incluso por in­ TV — EN CUANTO A LAS COSTUM­
terpuesta persona, de quienes hayan sufri­ BRES:
do cualesquiera sanciones conminadas en
los Actos n°®- 1, 2 y 5, de, respectivamente, — No publicar titulares o títulos qae
• de abril de 1964, 27 de octubre de 1965 y
13 de diciembre de 1968, relativas a asuntos
políticos.
2 — No publicar noticias, comentarios,
entrevistas o declaraciones de cualquier
persona relativos a entidades estudiantiles
legalmente disueltas o que tuvieran suspen­
dido su funcionamiento, por acto del go­
bierno (UNE, UME, FUEB, etc.) o referente
a actividades políticas o extraescolares de
estudiantes, tales como: protestas, paraliza­
ción de actividades escolares, manifiestos,
conflictos entre ellos, con maestros o con
agentes de la autoridad.
3 — No divulgar noticias, comentarios,
manifiestos o declaraciones contra cual­
quier acto del gobierno federal, relaciona­
do con la anulación de mandatos, suspen­
sión de derechos políticos o con el decreto
de dimisión, jubilación, disponibilidad, re­
forma o traslado para la reserva del funcio-
nariado público, civil o militar, debiendo li­
mitarse a los actos oficiales.
4 — No divulgar cualquier noticia que
cree animosidad entre autoridades o pueda
instigarla.
5 — No divulgar, por cualquier medio,
noticia relativa al hecho de naturaleza po­
lítica, cuya veracidad no esté debidamente
comprobada.
6 — No divulgar críticas tendenciosas de
los actos institucionales y complementarios
y de la legislación de ellos proveniente.
7 — No publicar noticias referentes a
prisiones de naturaleza política o a la cen­
sura, salvo las proporcionadas por la auto­
ridad competente.
i 8 — No divulgar noticias o comentarios
capaces o tendientes a provocar desarmo­
nía en las fuerzas armadas o entre éstas, los
poderes públicos y la opinión pública.
"III — EN CUANTO A ACTOS ATEN­
TATORIOS AL PATRIMONIO:
1 — No publicar titulares o títulos ni
estampar fotografías de asaltos a estableci­
mientos de crédito, comerciales o industria­
les, resumiendo lo más posible y en pági­
nas internas de los diarios y periódicos los
noticieros pertinentes a estos actos
llamen la atención del público, referentes "IX — RECOMENDACIÓN FINAL»
a crímenes, ni estampar fotografías que
despierten la concupiscencia o atenten con­ No serán permitidos, bajo ninguna hipó­
tra la moralidad de la familia brasileña, tesis o pretexto y, en lo tocante a las mate­
sean obscenas o deprimentes, incluso co­ rias arriba especificadas titulares, títulos,
mentarios de actividades teatrales, cinema­ fotografías o leyendas de carácter sensacio-
tográficas, boites, circos o establecimientos nalista, maliciosas, o que no correspondan
congéneres, quedando prohibida la descrip­ exactamente al texto.
ción minuciosa del modo que se cometieron Gabinete del ministro de Justicia,
los delitos. 16 de junio de 1969. (Of. N.01-G7B-
7 /V I/69.)”
"V — EN CUANTO A PROBLEMAS
RELIGIOSOS: Tres semanas después, la Junta M ilitar
fue forzada a alterar una vez más la ley de
1 — No divulgar noticias, informaciones, seguridad. En razón del secuestro de un
manifestaciones o entrevistas que encierren avión y su desvío hacia Cuba, fue promul­
actitud política de religiosos o terceros y i gado un decreto que establece como cri­
que puedan representar o crear tensiones men "contrabandear aeronave, o intentar
o choques de naturaleza religiosa. hacerlo, sobrevolando el territorio nacional
sin previa autorización de las autoridades
"VI — EN CUANTO A LA ECONOMÍA com petentes, o aun, sobrevolar o posarse,
Y FINANZAS: respectivam ente, en áreas o aeropuertos di'
ferentes [ ...] o transportar en aeronave»
1 — No divulgar por cualquier medio, contrabandeadas o no, terroristas, subversi­
noticias, comentarios, entrevistas o declara­ vos o individuos que estén siendo buscado»
ciones que puedan comprometer la polí­ por las autoridades civiles o m ilitares [ ...]
tica económica del gobierno. estableciendo penas de 8 a 20 años de p ri­
s ió n ..."
"VII — EN CUANTO A PROBLEMAS Por lo menos en lo relativo a la elabo­
SOCIALES: ración de legislación represiva, nadie puf-
de acusar a los militares de inoperancia.
1 — No divulgar movimientos obreros, No es menor la labor constitucional Cíe
huelgas o cualquier acto, capaces de provo­ los hom bres de uniform e. El 17 de octubre
car la subversión del orden público, inclu­ de 1969, la Junta Militar otorgó al pueblo
so «titulares» relativos a movimientos sub­ brasileño, una nueva constitución. Era, en
versivos en países extranjeros, planes de cinco años y medio de gobierno militar, la
conductas violentas, guerrillas, etc. . .. así tercera constitución:
como filmes de televisión de movimientos "Los m inistros de la M arina de Guerra,
de esa naturaleza. del Ejército y de la A eronáutica M ilitar, ha­
ciendo uso de las atribuciones que les con­
"V III — EN CUANTO A LA MISIÓN fiere el artículo 39 del Acto Institucional
ROCKEFELLER: n° 16, de 14 de octubre de 1969, com bina­
do con el párrafo 1? del artículo V del Acto
1 — No publicar o divulgar, por cual­ Institucional n° 5, de 13 de diciem bre de
quier forpia, noticia sobre actos hostiles al 1968, y,
ilustre visitante en cualquier país de Amé­ CONSIDERANDO que, decretado el re­
rica Latina, o referentes a la postergación o ceso parlam entario, el Poder Ejecutivo Fe­
cancelación de la visita. deral queda autorizado a legislar sobre to­
das las m aterias, conform e con lo dispuesto
2 — No estampar cualquier fotografía de •n el párrafo 1? del artículo 29 del Acto
manifestación que le sea hostil. Institucional n? 5, de 13 de diciem bre de
3 — Colaborar para que se cree un cli­ 1968;
ma favorable a la estacU entre nosotros, CONSIDERANDO que la elaboración de
del representante del gobierno de los Esta­ enm iendas a la constitución com prendida en
dos Unidos de América, en su viaje de bue­ el proceso legislativo (art. 49, I) está en la
na voluntad. ■ itribución del Poder Ejecutivo Federal;
 SIDERANDO que la eonstttación de
14 de enero de 1967, en au m ayor parte, de­
he eer m antenida, por lo que, salvo en­
miendas de redacción, continúan inaltera­
das laa siguientes disposiciones: [ ...]
CONSIDERANDO las enm iendas m odi­
ficadoras y supresoras que por esta forma,
son ahora adoptadas en cuanto a las de­
más disposiciones de la constitución, así co­
mo las enm iendas adicionales que en ella
son Introducidas)
CONSIDERANDO que, hechas las m o­
dificaciones m encionadas, todas en carác­
ter de enm ienda, la constitución podrá ser
prom ulgada de acuerdo con el texto que
adelante se publica.
PROMULGAN la siguiente enm ienda a
la constitución de 24 de enero de 1967:
" A rl. V — La constitución de 24 de ene­
ro de 1967 pasa a regir con la siguiente re ­
dacción)
"El Congreso Nacional, invocando la
protección de Dios, decreta y prom ulga la
siguiente CONSTITUCIÓN DE LA REPÚ­
BLICA FEDERATIVA DEL BRASIL [ .. .]"
La incapacidad del régimen m ilitar pa­
ra mantener el O rden y la Seguridad
—transformados en objetivos supremos de
Ja “revolución”— e incluso de asegurar la
integridad física del representante de la
metrópoli, representó para aquél un des­
prestigio total. La necesidad de negociar con
los grupos revolucionarios (no reconocidos
como tales, pues los militares insisten en
considerar a los activistas como delincuen­
tes comunes), en razón de la irresistible pre­
sión del Departamento de Estado, interesa­
do en salvar a su embajador a cualquier
precio, aun al precio del total desgaste del
régimen castrense brasileño, su fiel aliadb,
terminó por desmoralizar totalmente al go­
bierno provisorio.
La desmoralización de la junta, más la
violenta disputa que se abrió en torno de
la sucesión, forzó la convocatoria del Alto
Comando de las Fuerzas A rm adas, con la
misión de proceder a la “elección” inmedia­
ta del sucesor Costa e Silva. Esta deci­
sión fue, mientras tanto, resistida violenta­
mente, desde luego y en términos emocio­
nales, por el grupo de Costa e Silva. Como
portavoz del grupo habló el coronel Ma­
rio Andreazza, ministro de Transporte:
" [ ...] Los m inistros m ilitares son deposi-
íarios de la confianza del presidente de la
república, responden por él en el ejercicio de
un poder que no está vacío y que por esto
no puede ser m otivo de disputa. [ . . .] Este
m om ento es de disciplina, de acatam iento a
las decisiones revolucionarias. El m om en­
to es de repudio a la traición [ . . .] cualquier
decisión que se adopte, sin consultar al
presidente, será considerada como trai­
c ió n ..."
La dureza del lenguaje revelaba la pro­
fundidad del enfrentamiento.
Teniendo en sus manos el “cadáver” del
gobernante impedido (lo que es muy im­
portante cuando el proceso de sucesión ocu­
rre dentro de un régimen de fuerza), y, lo
que era decisivo, el control del Iller. Ejérci­
to, el mayor de todos (con sede en los 3 es­
tados del sur y que puede ocupar, en pocos
días, San Pablo) el grupo de Costa e Silva
consiguió frenar el apresuramiento con que
los grupos opositores se lanzaron sobre los
despojos. Actuando con mucha habilidad,
utilizando, simultáneamente el sentimenta­
lismo (la enfermedad de Costa e Silva) y la
amenaza de fuerza (el Iller. Ejército) el g ru ­
po gaúcho consiguió evitar el golpe de los
duros y ganar tiempo. El tiempo necesario
para fundamentar su continuidad en el po­
der.
Es evidente que las divergencias exis­
tentes entre los demás sectores facilitaron
la tarea de los amigos de Costa e Silva.
Desde la primera reunión del Alto Comando
quedó planteada la discordia reinante entre
el ejército, la marina y la aeronáutica, por
un lado, y una enorme división en el seno
del ejército. Era tan grande la falta de uni­
dad que la reunión se fragmentó: los oficia­
les superiores de las tres armas pasaron a
deliberar separadamente. La multitud de
candidatos surgidos (prácticamente todos
los generales del ejército —los de cuatro
estrellas— eran candidatos) facilitó también
los planes del grupo de Costa e Silva de,
comprobada la imposibilidad definitiva de
su titular, elegir su sustituto. La tesis de
que el sucesor fuera el “predilecto” del su­
cedido resultó victoriosa. Y el general Emi­
lio Garrastazú Médici —“el íntimo camara­
da de armas”, el “Lin Piao” de Costa e Sil­
va— fue escogido. Consumóse así, una
‘‘elección” más, a la manera militar. Era el
golpe número cinco.
4 3 4 P I H N « » CMC M A M M A '1'
h
l
 J

LA ENTREGA.
A.
TEORIA \ PRAXIS
LA ELIMINACIÓN DEL APARATO sobre el capital invertido. Las diferencias veri­
ficadas en cada ejercicio, son ajustadas en el
DE VIGILANCIA POPULAR
período siguiente: con el aumento de tarifas o
NACIONALISTA > abatiendo el lucro excesivo del capital aplicado.
l.4 causa túndamenial \ determíname del
En el caso de la Bond and Share en razón
de
golpe del l2 de abril de 1964 debe ser buscada en mucho que las remesas ilegales al exterior excedían
el valor de las instalaciones naciona­
en el “impasse” surgido en las relaciones entre lizadas, no había
el Brasil y Estados Unidos. El comienzo de la rio. el gobierno nada de
que indemnizar. Al contra­
Rio Grande do Sul exigía
crisis se remonta al año 1959. Después de electo judicialmente la devolución de 180 millones de
gobernador de Rio Grande do Sul, Brizóla había crúcenos, o sea, el saldo deudor de la American
expropiado la subsidiaria local de la Bond and Foreign Power.
Share (American Foreign Power) que venía Posteriormente Brizóla había cxpiopiado a
obstaculizando el desarrollo del estado surista. subsidiaria de la I.T.T. (International Telt-
Considerando que el contrato de concesión es­ graph and Telephone),
taba casi vencido, el trust no realizaba desde violenta campaña contradelestas grupo Morgan. La
legitimas medi­
varios años atrás ninguna inversión. En conse das de autodefensa y de soberanía del gobierno
cuencia sus instalaciones generadoras de ener­ nacionalista culminó, en EE.UU., con la apro­
gía eran completamente obsoletas. Además. d ■ bación por parte del Congreso de una enmienda
eso, la Bond and Share se beneficiaba con las a la “Foreign Aid Act”. Surgía, así la Enmienda
ganancuEgobtenidas en la distribución de ener­ Ilickenlooper, muy publicitada recientemente en
gía ger^áda por la Comisión Estatal de Ener­ el caso de Perú.
gía Eléctrica (organismo estatal). La enmienda establece que “a todo país que
F.sta fue la primera nacionalización hecha
en Brasil, dentro de lo estrictamente determi­ hubiera expropiado o nacionalizado cualquier
nado por la legislación brasileña. Efectuado el subsidiaria
adecuada
de un grupo norteamericano sin 1»
indemnización” (se considera adecua­
estudio contable por un equipo de técnicos nom­ da la indemnización efectuada
brados por el gobierno federal, el resultado re la legislación norteamericana...)de“yacuerdoque no
con
re­
veló que las remesas clandestinas hechas por U solviera la disputa antes de transcurridos seis
compañía americana excedían en mucho el va­ meses de la promulgación de la ley, e le sus­
lor de las instalaciones. La legislación brasileña
establece para estas empresas —considerando penderían los empréstitos, ayuda y asistencia”.
que los servicios públicos son concedidos en ca­ Intentando controlar esta situación y al mis­
rácter de monopolio— una ganancia de 10% mo tiempo tratando de realizar un negociado
fabuloso (se había establecido una comisión de
30 millones de dólares para el grupo brasileño
encargado de las negociaciones), Goulart y al­
gunos ministros se decidieron por la compra de
las subsidiarias de la Bond and Share existentes
en otros estados brasileños (todas en similar
situación a la de Rio Grande do Sul, con con­
tratos vencidos o próximos a caducar y que se­
gún los mismos tendrían que pasar al patrimonio
público sin cargo alguno), por una suma que
se aproximaba a los 150 millones de dólares.
El negociado era tan escandaloso que la Han-
son’s Latín American Letter —revista nortea­
mericana que refleja la opinión de los poderosos
círculos económicos de EE.UU.—, al comentar
la operación afirmó que ‘‘al acceder a las con­
diciones impuestas por la Bond and Share, Bra­
sil se había transformado en el «payaso del he­
misferio».” Agregaba que “nunca las famosas
«Banana’s República», de la primera mitad de
este siglo, habían aceptado un despojo, un robo,
un asalto tal, con tanta pasividad, con tan dulce
resignación como lo hizo Brasil al aprobar esta
transacción.” Además, la Hanson’s pedía al go­
bierno de Washington que interviniera en la
operación, para que el pueblo norteamericano
no quedase envuelto en esa usurpación y para
que las compañías norteamericanas que trabaja­
sen decentemente no fueran víctimas inocentes
de una futura y justa reacción contra estas me­
didas de la “I.T.T.” y de la “AMFORP”.
Una amplia y violenta campaña del Movi­
miento Popular Nacionalista, dirigida por Bri­
zóla, impidió la consumación de la escandalosa
operación y determinó la caída de los ministros
envueltos en el negociado.
Se había producido el “impasse”. La cre­
ciente toma de conciencia nacionalista por parte
de las masas y la combatividad de la vanguat-
dia nacionalista, constituían un obstáculo insu­
perable para las tentativas entreguistas del go­
bierno. La vigilancia nacionalista era permanen­
te y las denuncias de los negociados antinacio­
nales eran hechas en forma contundente y de
manera muy eficaz (el movimiento nacionalista
popular disponía de un buen aparato de divul­
gación, incluso la radio Mairink Veíga de al­
cance nacional y cuyos programas políticos con
tabai con cerca de 10 millones de oyentes). Los
nacionalistas —que en aquel momento consti­
tuían la vanguardia de las fuerzas populares—,
contaban además con el apoyo de la mayoría
del pueblo, que pasaba par un rápido proceso
de politización.
Por otro lado, la agresividad de los mono­
polios en su afán de conseguir ampliar su do-
mini' sobre la economía brasileña, aumentaba.
A fines de 1963, ellos tenían el apoyo mucho
más decadiao y aescarauo que durante el go­
bierno de Kennedy, de parte de la línea dura
del Pentágono, ya entonces representada en el
poder por Johnson. El conciliador Joño Goulart
que siempre se había entendido a las mil ma­
ravillas con el otro conciliador, John F. Ken­
nedy, estaba condenado en razón de la única
cualidad positiva de su gobierno: la libertad
permitida a los movimientos populares. Con la
permanente y creciente movilización de las ma­
sas y la presencia en la escena política de los
líderes nacionalistas populares, era imposible
concretar los nuevos avances programados por
el capital monopolista internacional. Solamente
un gobierno militar del tipo dictatorial, que su­
primiera por la violencia la vigilancia naciona­
lista, podría atender a los reclamos del comple­
jo industrial-militar con sede en Estados Unidos.
Eso se consiguió el l 5 de abril de 1964
con increíble facilidad, gracias a la eficiencia
de la acción del instrumental del imperialismo
yanqui —embajada, CIA, USIS, etc.— y del
apoyo prácticamente total de la burguesía» “na­
cional”, que veía disminuidas sus posibilidades
de asociación con los grupos internacionales; da
los latifundistas, asustados con la campaña por
la reforma agraria, desencadenada por las
fuerzas populares; de las clases medias, indigna­
das con la inoperancia y la corrupción que ca­
racterizaban el gobierno de Goulart y de la
iglesia pre-conciliar. Y también, porque el na­
cionalismo-popular, que representaba un enor­
me potencial en el terreno de la politización y
de la agitación, carecía del instrumento nece­
sario para intentar la toma del poder o por lo
menos defender la legalidad: un partido revo­
lucionario.
B. IA GEOPOLÍTICA CRIOLLA
Eliminado el aparato de vigilancia popular-
nacionalista, cabía elegir entre los vencedores,
el grupo que pudiera satisfacer de forma más
conveniente los planes estratégicos del,. Departa­
mento de Estado, del Pentágono y de Wall Street
para la América Latina. De la inevitable dispu­
ta surgida entre las huestes vencedoras después
de la victoria del 1® de abril, salió triunfante,
gracias a la intervención directa del gobierno
norteamericano (testimonio directo de Mauro
Borges, ex gobernador del Estado de Goiás y
uno de los líderes del golpe, participante en los
acuerdos que culminaron con la elección de
Castelo Branco, que aparece en su libro “El
golpe en Goiás”), el grupo de la Escuela Su­
perior de Guerra.
Podrían, ahora, los hombres de la Sorbonne
aplicar sus teorías integracionistas y la tesis del
eUAD«Cl«4Q9 m WARQHUS
¿atente mayor. Llegaba ei momento en que los
militares brasileños —partiendo del dogma cas­
trense de la necesidad de unidad de comando—
ejecutasen la ingrata tarea que les fuera atri­
buida por el Pentágono, dentro de su estrategia
global de lucha contra el comunismo. La idea
de un estado militarista subdesarrollado, que
puesto al servicio del plan de integración latino­
americana y de la manutención de la paz im­
perial, podría ser puesta en .práctica.
La idea central de la integración latinoame­
ricana bajo la tutela yanqui fue expuesta a la
perfección por N. J. Spykman:
“Todo lo que no sea forjar una «Grossraum-
wirtschaft» —el gran espacio vital— que incor­
pore todo el continente a base de una economía
planificada, con producción controlada, y di­
rección centralizada del comercio internacional,
no podrá sobrevivir [. . . ] ninguno de los es­
tados latinoamericanos se avendría a realizar
de buen grado los cambios imprescindibles para
crear esa economía regional [. . . ] solamente la
conquista del hemisferio por Estados Unidos y
la implacable destrucción de las economías na­
cionales ahora existentes podrían realizar la inte­
gración necesaria.”
La versión brasileña de la tesis es dada por
el general Golbery do Couto e Silva, el gran
teórico de la Sorbonne:
“I.as naciones pequeñas se ven de la noche
a la mañana, reducidas a la humilde condición
de estados pigmeos y ya se prevé su melancó­
lico fin, bajo los planes de inevitables integra­
ciones regionales; la ecuación del poder en el
mundo se reduce a un pequeño número de fac­
tores y en ella, se percibe solamente pocas cons­
telaciones feudales —estados barones— rodea
dos de estados satélites y vasallos f . .. ] nc hav
«► Ira alternativa para nosotros sino aceptarlos
[los planes de integración del imperio] y acep­
tarlos conscientemente. .. ”
La entrega defendida por Golbery tiene to
davia su precio. Su tesis, transformada en estra­
tegia del Itamaratí para América del Sur, te­
nía doble faz:
“ .. .Aceptar conscientemente la misión de
asociarse a la política de Estados Unidos en el
Atlántico Sur. ..
“ . . .El casi monopolio de dominio en aque­
llas áreas debe ser ejercido por el Brasil exclu­
sivamente. .
Y el teórico de la Escuela Superior de Gue­
rra añadía en defensa de su tesis:
“Cuando entre nuestros vecinos hispanoame
ricanos recrudece sin tapujos una oposición a
Estados Unidos de América que se enmascara
de «tercera posición», o con cualquier otro
rótulo, aprovechándose, justamente- del enfoaue
MUMKHS? a TV MAYO S®7©
atiende Atlántico y allende Pacífico de 1c» inte­
reses primordiales norteamericanos, Brasil pa
rece estar en condiciones superiores, por su eco
nomía no competitiva con la economía de Esta
dos Unidos, por la larga y comprobada posición
de amistad y, sobre todo, por los recursos deci­
sivos de que dispone, para una «bargaña canje-
leal» —el manganeso, las arenas monasíticas,
la posición estratégica del Nordeste brasileño
y de la desembocadura amazónica, con el tapón
de la isla de M arajó— de negociar una alian®
bilateral más expresiva, que no sólo nos asir
guie los recursos necesarios para concurrir su*
tancialmente a la seguridad del Atlántico Sur
y defender, si fuera el caso, aquellas áreas bra­
sileñas que están expuestas a las amenazas cx-
tracontinentales, contra un ataque envolvente
al territorio norteamericano vía Dakar-Brasi!
Antillas; sino también una alianza que, por otro
lado, traduzca el reconocimiento de la real es
tatura de Brasil en el Atlántico Sur,,poniendo
término a cualquier política bifrontal y acornee
daticia con relación a nuestro país y a la Ar
gentina, ambas naciones, por ejemplo, igualmen­
te contempladas por EE.UU., contra todas las
razones y todas las evidencias, en armas d*
guerra naval.”
Estados Unidos debería reconocer el “destín •>
manifiesto” de Brasil en América del Sur. eli­
giéndolo “satélite privilegiado”: “También Bra
sil puede invocar un destino manifiesto tantc
más cuanto éste no choca, en el Caribe, con e!
de nuestros hermanos del norte”.
La piedra angular de la “doctrina de la
Sorbonne” era la bipolarización mundial entre
Washington y Moscú y la inevitabilidad de la
tercera guerra mundial. Fiel a su formación oc­
cidental y cristiana, no le quedaría otra alterna­
tiva a Brasil que la incorporación total e incon­
dicional al bloque occidental, o sea, a Estados
Unidos. Otro de los hombres de la Sorbonne, el
mariscal-presidente Castelo Branco colocó H
problema en “sus debidos términos”:
“En la presente coyuntura de una confron
tación del poder bipolar, con radical divorcio
político-ideológico entre los dos respectivos cen­
tros de poder, la preservación de la independen­
cia presupone la aceptación de un cierto grado
de interdependencia, ya sea en el campo militar
o en el político.
“Consideramos nuestro deber optar por una
íntima colaboración con el sistema occidental,
en cuya preservación reposa la propia sobrevi­
vencia de nuestras condiciones de vida y digni­
dad humana.”
El diario “O Globo”, reflejando los puntos
de vista oficiales del gobierno de Castelo Bra»
co, en vísperas de la votación del Acuerdo d®
PA». Al
garantía de las inversiones, aconsejaba a los oí
potados a “deshacerse de interpretaciones anti­
cuadas sobre la soberanía absoluta por incom­
patibles con el derecho internacional y princi
pálmente con el derecha de gentes [ . .. ] las
modernas doctrinas de soberanía condenan el
culto idólatra e irracional de la soberanía y afir­
man el concepto de soberanía relativa...”
Vasco Leitáo da Cunha, el ministro de Re
laciones Exteriores de Castelo Branco formula
ha, de esta manera, la estrategia de Itamaratí:
'‘Defender la tradicional «política de buena
vecindad» en América, la seguridad del conti­
nente contra la agresión y la subversión que
viene de afuera o de adentro del continente, la
consolidación de todos los tazos con Estados
Unidos -—nuestro gran vecino y amigo del ñor
te— la ampliación de nuestras relaciones con
Europa Occidental y con la comunidad occi
dental de naciones .”
En discurso de saludo al. canciller ecuatoria-
no, el 19/V/65, Leitáo da Cunha afirmó:
"De ahí nace un concepto inmanente a la
naturaleza de la alianza interamericana, que es
el de la interdependencia entre las decisiones di­
ta política internacional de los países del conti­
nente. La concepción ortodoxa y rígida de so
beranía nacional fue formulada en una época
en que las naciones no integraban en sus res
ponsabilidades, la obligación de cooperar en la
búsqueda de los obj'etivos comunes f ... ] pocos
tienen dudas de que los mecanismos de defensa
previstos en el sistema interamericano contra
agresiones o ataques abiertos son enteramente
inadecuados a las nuevas situaciones generadas
por la subversión que trascienden las fronteras
nacionales y por las agresiones sutiles, indirec
tas, pero no menos peligrosas que las acciones
ostensibles [ ...] ; o el sistema se prepara para
la revisión de los conceptos clásicos de agresión
• intervención, o entonces probablemente no
sobrevivirá. O el sistema se renueva o se arries­
ga a perecer.”
Y justificaba, de esta manera, la interven­
ción de Brasil en Santo Domingo: “ .. .un ami­
go [Estados Unidos] se encuentra en una sitúa
ción difícil. Nosotros debemos mostrar que los
amigos verdaderos son para las horas inciertas."
La condenación de Itamaratí a las fronteras
nacionales era taxativa:
“Las fronteras físicas entre los países ame
ricanos son anticuadas: la hora exige el sacri­
ficio de una parte de la soberanía nacional; la
interdependencia deberá sustituir a la indepen
tienda.”
En un documento "confidencial” -AAA '
.">20,1(22), del Ministerio de Relaciones Exte­
riores, divulgado por Helio Fernandes, en “Tti-
ex«. ■**
ouna aa tmprensa". itamaratí aceptaba la test?
norteamericana de integración total, no sólo en
el terreno económico, político y cultural, sino
también militar:
"El gobierno brasileño considera útil el nue­
vo concepto del principio de soberanía, que
debería estar basado en la existencia de un sis
lema político-social común y no en las obsoletas
fronteras físicas o políticas. El principio de inter­
dependencia debe tener sentido práctico, tanto
en la propuesta alianza, como en la OEA. que
se podría encargar de ciertos deberes, obliga­
ciones y derechos hasta ahora de competencia
exclusivamente de los gobiernos de los respecti­
vos países. La idea de interdependencia ya tiene
raíces profundas y cada día se arraiga más. por
¡utermedio de varios tipos de contactos y actitu­
des comunes, no sólo en el campo cultural y
político sino también en estrecha colaboración
y cooperación militar.”
La F.I.P. (Fuerza Interamericana ue Paz)
era así definida por el ministro Leitáo da Cunha:
“La idea precisamente de una fuerza de paz
es la que preside la organización de un cuerpo
de bomberos. Por lo tanto, es una idea de coo
peración, de pacificación. No es una idea bélica.
La fuerza de paz nunca puede tener un objetivo
bélico. Ella puede en un momento determinado,
si fuera atacada, tener que emplear sus armas
para defenderse. Pero eso también lo hace la
policía y el propio Cuerpo de Bomberos: cuando
hay pánico en un incendio, tiene, a veces, que
usar sus armas.”
La política de intervención militar del Bra­
sil en países del continente, que constituyen
áreas estratégicas”, fue intensa y profundamen­
te debatida por la Escuela Superior de Guerra,
que en documento secreto, divulgado por el se­
manario “Marcha”, explica así la preocupación
de los militares brasileños;
"3.2.3.2. Posibilidades
El enemigo puede:
a) perturbar el tráfico marítimo en >-l
Atlántico sur;
b) actuar a lo largo del litoral brasileño,
particularmente en el Nordeste, el Recóncavo
(bahiano), en Guanabara y en el Golfo de
Santos; ^ ¡a
c) conquistar el poder, por medios paciri-
cos o violentos, en algunos países de América
Latina;
d) intensificar acciones de guerra revolu­
cionaria en uno o más países de América La­
tina;
e) fomentar o apoyar acciones de guerra
revolucionaria en el Brasil:
f) realizar acciones militares en áreas ve­
cinas a las fronteras terrestres de Brasil, partí-
C U A B E ItN Q S B * M A R C H A
 euiarmente en Rio Grande do Sul (Uruguayi,
.Mato Grosso (Bolivia) y Rio Branco í Vene
zuela y Guyana).
En este cuadro, el grupo comunista interno,
apoyado por otros con connotación ideológica
marxista-leninista, tiene posibilidades de convul­
sionar la vida nacional, explotando los desajus­
tes políticos, socio-económicos y económicos
existentes [ .. .] ”
3.5.4. “Frente a la presión político-histórica
explotada por la presión comunista en el cua
dro sudamericano, admítese que el poder na
cional, fortalecido por las alianzas y acuerdos
políticos multilaterales, de ámbito interamerica­
no, tiene capacidad para colaborar en la real'
dad del objetivo de seguridad pertinente, como
el mantenimiento de la paz mundial y la segu
ridad del continente americano, resguardando
los intereses de la nación brasileña.”
Hermano Alves, en el diario “Correio da
Manhá”, describe cómo el general Justino Al­
ves Bastos, en aquel entonces comandante de!
poderoso Jller. Ejército, “traducía” en lenguaje
popular la complicada filosofía intervencionista
de la “Sorbonne”:
“El general Justino Alves Bastos hizo decía
raciones de excepcional gravedad sobre la sitúa
ción en el Uruguay y sobre las intervenciones
del gobierno brasileño. Dijo que la situación en
el Urugua) está bastante convulsionada. Des­
mintió que tropas brasileñas hubiesen sido des­
plazadas para la frontera de aquel país. Pero
explicó que la frontera está constantemente vi­
gilada por tres divisiones de caballería. Declaró
que el ejército está vigilante y hace mucho ni
duerme.”
“Afirmó también el general Justino que e-
hora de que las viejas doctrinas de política ex
terna sean sustituidas, como preceptúa el maris
cal Gástelo Branco, por normas más realistas v
objetivas, porque nadie puede estar tranquilo
en su casa cuando la casa del vecino se prende
fuego. Y agregó que el llamado principio de
autodeterminación de los pueblos sirvió sola
mente a los intereses comunistas. Yo mismo era
contrario a la política por entonces seguida en
Itamaratí —prosiguió el general Justino— y que
resultó en la pérdida de Cuba para el mundo
democrático, a favor de los soviéticos. Aseguro,
sin embargo, que no habrá nueva Cuba en Amé­
rica 1.atina a despecho de la ofensiva comunista
en Santo Domingo, en Bolivia y en otros países
del continente. ,
La gran burguesía brasileña había sido con
quistada, paulatinamente, por las tesis geo-polí
ricas de los militares de la Sorbonne, puesto que
muchos de sus representantes cursaron la Escue­
la Superior de Guerra. Es obvio que las teoría«
sobre la seguridad nacional interesaban funda
mentalmente a los hombres de negocios nacio­
nales, los grandes beneficiarios de la manuten*
ción del status interno. Por otro lado, la aboü*
ción de las fronteras tradicionales venía al en­
cuentro de sus sueños de ampliación de merca*
dos. En consecuencia la tesis del “subimperia­
lismo brasileño” ganó inmediatamente adeptos
entre la burguesía “nacional” que vive su estad©
de burguesía asociada y debe haber sido el ar­
gumento decisivo para su apoyo al golpe del
1® de abril.
El fantasma de la depresión y la crecient*
capacidad ociosa de sus¡ fábricas empezó a alan*
mar a la burguesía industrial brasileña, a partir
de 1962. En aquel momento se vislumbraban
dos salidas para la crisis industrial. La primera
defendida por las fuerzas nacionalistas popula­
res, era la reforma agraria, que incorporaría
al mercado de consumo a más de la mitad de
la población nacional, que está sumergida en la
miseria del latifundio, en un estado muy cercar*
no a la economía natural. Por estar' todavía um­
bilicalmente ligada al latifundio (en su mayoría
fueron hombres y capitales provenientes del la­
tifundio los que hicieron la revolución indu*-
trial en Brasil; el otro sector que formó la bur-
guesía industrial, el que evolucionó del artesa*
tiado emigrante, también se “territorializó”,
buscando así obtener un barniz aristocrático que
ocultase su condición de “nouveau riche”) v
porque no quería correr el riesgo de abrir una
brecha en la institución de la propiedad priva­
da. la burguesía se opuso violentamente a las
medidas reformistas. La otra solución, defendi­
da por los políticos representativos de la bur­
guesía asociada, con Juscelino Kubitschek al
frente (hay que recordar la “Operación Pana­
mericana”) y por los hombres de la Sorbonne,
era la de ir a buscar afuera de las fronteras Ir-í
clientes necesarios.
Según esos planes, Brasil pasaría a ser la
base territorial de los monopolios yanquis en­
cargados de abastecer de productos manufac­
turados a América del Sur, después de la abo­
lición de las fronteras económicas (mercado
común establecido en la Conferencia de Presi­
dentes de Punta del Este y cuyas actividades
deberían empezar en 1973). Se repetiría, en­
tonces, en el ámbito continental, la exitosa ex­
periencia de San Pablo —la gran base territo­
rial del capital extranjero en Brasil—. La situa­
ción privilegiada que el estado bandeirante ocu­
pa hoy dentro del contexto brasileño (parte de
las ganancias obtenidas por los monopolios in­
ternacionales en la explotación del mercado bra­
sileño queda en San Pablo, asegurando a los
paulistas. incluso a los obreros, una situación de
pnvwrxro) es un» muestra de 1» posición que
ocuparía Brasil dentro de una América del Sur
Integrada según los planes yanquis-brasileños.
Es incuestionable que Brasil presenta mejo­
res condiciones geográficas, económicas y socia­
les que la Argentina (el otro candidato al pues­
to), para desempeñar el papel de satélite pri­
vilegiada. Porque el Brasil constituye lo que
dentro del concepto geopolítico es definido co­
mo “zona equidistante55 entre EE.UU., Améri­
ca del Sur y África. Reúne, además, toda una
serie de otras ventajas sobre la Argentina: sus
reservas de hierro, manganeso y otros minera­
les estratégicos representan cerca del 20% de
los yacimientos mundiales conocidos; su side­
rurgia ya bastante desarrollada y las posibili­
dades inigualables que presenta el plan de apro­
vechamiento conjunto de los yacimientos de Uru-
cum y del gas de petróleo boliviano, que produ­
ciría el acero más barato del mundo; su enorme
potencial hidroeléctrico (solamente el “Lag>
Amazónico”, planeado por el Hudson Instituí»,
significaría un potencial de 70 millones de kws,
o sea, once veces más que la mayor hidroeléc­
trica del mundo actual que construyen los so­
viéticos en Siberia); su proletariado mucho me­
nos politizado y organizado que el argentino (el
índice de sindicalización en la industria brasi­
leña es solamente el 15%; en Argentina, sobre­
pasa el 80%) y la existencia de un enorme
“ejército de reserva5' formado por un subprole­
tariado y una masa campesina semiocupada que
podría proporcionar un contingente de hasta
veinte millones de nuevos obreros.
Agregúese a eso el aspecto militar. Según
los estrategos de la CIA y del Pentágono, una
revolución en Brasil no podría ser encajonada
en sus fronteras; ningún “anillo de seguridad55
podría ser establecido a lo largo de sus inmen­
sas fronteras. La revolución brasileña sería la
revolución continental. Al contrario, un Brasil
estable, un Brasil “paulista” (surgido de la ex­
plotación conjunta de la América del Sur), se­
ría la garantía de la estabilidad hemisférica.
Cualquier posible rebeldía sería prontamente
sofocada por el gendarme, o como decía el ex
ministro de Relaciones Exteriores Vasco Leitlo
da Cunha, por el bombero. Estados Unidos que­
daría liberado del planteo de una intervención
directa, como en el caso de Santo Domingo. La
tarea sería de los militares brasileños, que están
absolutamente conscientes de sus responsabili­
dades (“Brasil y Estados Unidos trabajarán
hombro con hombro para el fortalecimiento de
la defensa del continente americano f . .. ] con­
tra el enemigo común: el comunismo interna
cional55 —general Nilo Guerreiro Lima— “Co-
rreio da ManhS. - ll/X II/65).
WUÑS. <' &&
C. LA ENTREGA TOTAL Y
ABSOLUTA
La decisión en favor de Brasil (su elección
como satélite privilegiado) parece haber sido
resuelta por 80 representantes de grandes gru­
pos económicos yanquis, cuando fueron re­
cibidos en audiencia por el mariscal-presidente
Castelo Branco, después que el Congreso brasi­
leño ratificara el “Acuerdo de garantía de in­
versiones”. En esa oportunidad declararon:
“Brasil es el lugar predilecto para que las
compañías internacionales realicen inversiones.
Estamos estudiando la experiencia vivida en los
últimos años, principalmente la política inteli­
gente seguida por el gobierno de Castelo Banco. ’
La política inteligente seguida por el gobier­
no de Castelo Branco, que analizaremos a con­
tinuación, tuvo como objetivo la eliminación de
todos los obstáculos que quedaban para la total
ocupación de la economía brasileña por parte
de los monopolios yanquis y la total integración
de Brasil a los planes del Pentágono en América
del Sur. Castelo Branco preparó la base de ope­
raciones. Su actuación se puede comparar con
el terraplenamiento hecho por los grandes trac­
tores, en el terreno escogido para la instalación
de una base aérea o naval. En este caso los
“tractores” fueron las fuerzas armadas brasile­
ñas, que recurriendo a la represión eliminaron
los obstáculos políticos y sociales; y los teenó-
cratas, que eliminaron los obstáculos de carác­
ter económico y financiero. Veamos algunas
etapas de la “preparación del terreno”:
1. L A SU PRESIÓN DE LA S LIBERTA-
D ES PÚ BLICA S Y ELIM INACIÓN DEL
CUADRO PO LITIC O NACIONAL, DE LAS
ORGA NIZACIO NES Y DE LOS LÍD ERES
QUE FORM ARON EL APARATO DE V IG I­
LA N C IA NACIONALISTA
Esto fue conseguido con toda eficiencia y
enorme facilidad después del l8 de abril da
1964. La fragilidad orgánica y el bajo nivel
ideológico de las izquierdas brasileñas, sumados
a la incapacidad revelada por algunos dirigen­
tes populares y al oportunismo desenfrenado da
otros, impidió el enfrentamiento del golpe mi­
litar. La represión que sobrevino, redujo prác­
ticamente a cero la acción de los “anticuen**'5
que resistían a la ofensiva del “virus” entrego li­
ta. El organismo económico brasileño quedó lid
defensas.
2. ACUERDO M ILITAR
• BRASIL-ESTADOS UÑIDOS
Ya vimos, en detalle, lo que significa al
felUA&SfijéWa« OKÉ MAMONA
acuerdo y como los diputados y senadores bra­
sileños, después de 16 años de resistencia, lo
aprobaron cuatro días después del golpe.
3. DEROGACIÓN DE LA LEY DE
SALIDA DE GANANCIAS
Fue uno de los primeros actos de la dicta­
dura. La ley que en la práctica ya estaba neu­
tralizada por las Instrucciones 263 y 264 de la
SUMOC (concesiones de Goulart a la presión
de Wall Street), representaba, sin embargo, un
obstáculo de orden sicológico que podría “ate­
morizar” al capital extranjera más tímido. Ade­
más, representaba una amenaza latente mien­
tras no fuera definitivamente derogada por el
Congreso Nacional.
Los efectos de la derogación de la ley pue­
den ser aquilatados a través de las cifras:
Salida de ganancias, intereses, “royalties”, etc.
1963 - U$S 196 millones
1964 - U$S 235 millones
1965 - U$S 405 millones
1966 - U$S 388 millones (datos incompletos)
Fuente: “Informe del Banco Central de B?a-
sjl - 1966”.
•i. LA COM PRA DE LA S SU BSIDIARIAS
DE LA BOND AND SHARE
El negociado que el gobierno de Goulart ha­
bía intentado hacer y fracasó gracias a la vigi­
lancia de las fuerzas nacionalistas, se concretó
durante el gobierno de Castelo Branco, aunque
con una diferencia: el precio casi se triplicó. Li
dictadura compró el hierro viejo de la Ameri­
can Foreign Power, que en realidad ya perte­
necía al patrimonio público brasileño, por más
de 400 millones de dólares. Es evidente que la
comisión de los intermediarios brasileños au­
mentó. Y eso que una de las banderas de la
“revolución” del l9 de abril fue la lucha contra
la corrupción.
Después de vender sus subsidiarias, la
“AMFORP” empezó a invertir los dólares ob­
tenidos en la compra de empresas brasileñas, en
ramos donde no existe ninguna limitación en
las ganancias y donde tiene amplias posibilida­
des de expansión. En esas operaciones de com­
pra. el trust americano continuó aplicando su
método habitual: la corrunción. Podemos citar
mi ejemplo: el “Gorreio da Mánha” de’ 28/11/67,
ó -nuncio las negociaciones para la transferen­
cia de las acemites de la Compa ña de Aceros
Especiales (ACESITA), pertenecientes al Ban­
co do Brasil, a la Bond and Sitare por un pre=
ció ridiculamente bajo: U$S 18 millones. La
transacción representaría la posesión de “una
usina de acero especial avaluada en 100 mili«»-
nes de dólares, yacimientos de mineral de hierro
avaluados en 120 millones de dólares (al bají*
simo precio de 1 dólar por tonelada en la mi­
na), una usina eléctrica, además de grandes
áreas forestales con eucaliptos y una ciudad .**
5. ACUERDO DE GARA NTÍAS DE
INVERSIONES
Para evitar cualquier prurito expropíatívo
por parte de futuros gobernantes federales o
estatales brasileños, se firmó ese acuerdo que
concede “extraterritorialidad” a las empresas
norteamericanas que operan en Brasil. En el
caso de cualquier futura nacionalización, la in­
demnización será pagada a la firma expropiada
por el gobierno norteamericano, con bases en
lo que establece la legislación yanqui. Posterior­
mente, el arreglo se hará de gobierno a gobier­
no. Y todos sabemos cómo se llevan a cabo las
negociaciones entre el gobierno de la metrópoli
y los gobiernos entreguistas de los países da-
pendientes.
Hanson’s Letters, comentando el acuerdo
de garantía, dijo: “La verdad es que ningún
gobierno sujeto a elecciones en Brasil podría
permitirse firmar un tratado de garantía de in
versiones; solamente una dictadura militar po-r
dría hacerlo.”
6. EL RELEVAM IENTO AEROFOTOGRA
MÉTRICO DEL TERRITORIO BRASILEÑO
El 10s Grupo de Aerofotogrametría de U
Fuerza Aérea de Estados Unidos, bajo el co­
mando del teniente coronel Charles C. Frions
y que se compone de 125 oficiales y soldados,
ya finalizó el relevamiento de más de la mitad
del territorio nacional (lo comenzaron inme­
diatamente después de la “revolución”, en 1964;.
Y, en consecuencia, los norteamericanos cono­
cen hoy mucho mejor el territorio brasileño que
el gobierno de Brasil (los trabajos finales de
revelado de las películas y trazado de mapas
se hacen en EE.UU.). Conocen en sus más mí­
nimos detalles el territorio brasileño y, lo que
es más importante, la ubicación de las riquezas
minerales del subsuelo. Los monopolios yanquis
podrán ahora, con un margen de riesgo mucho
menor, ampliar la explotación de las riquezas
naturales» de Brasil. Lo que configura un caso
concreto de la cooperación industrial-militar,
dentro de la teova del estado militarista, ana­
lizado por P'red J. Cook.
 7. LA MODIFICACIÓN DE LA
LEGISLACIÓN LABORAL
La legislación social otorgada por Getúlio
Vargas a la clase obrera brasileña —una de las
más avanzadas del mundo capitalista— consti­
tuía un gran obtác.ulo para la política mtegra-
cionista; principalmente en lo que se refiere a
la estabilidad del trabajador y al sistema d -
reajuste automático de salarios de acuerdo con
los índices del aumento del costo de la vida.
Ya en 1948, durante el gobierno del maris­
cal Eurico Gaspar Dutra, la Misión Abbink
enviada por el gobierno norteamericano pare
trazar un plan para el desarrollo brasileño, esta­
blecía como condición básica, "la abolición dt
la estabilidad, sustituyéndola por un seguro de­
sempleo”. Con esto, las empresas podrían des­
pedir libremente a sus obreros y la carga del
eventual “chômage” se transferiría al gobierno.
La “Latín American and tlie World”, bole­
tín económico ligado a grupos norteamericanos
de negocios, en la última quincena de abril de
1964, informaba: “Importantes grupos nortea­
mericanos se preparan para hacer inversiones
en Brasil. Sin embargo consideran fundamental
para las mismas, la revisión de la ley de esta­
bilidad de los trabajadores.”
El “seguro desempleo” fue creado y ofrecido
como “opción” a los trabajadores brasileños. No
es necesario argumentar sobre lo que significa
.opción para los obreros de un país como Brasil
con millones de trabajadores sin empleo, prin
cipalmente en un momento de depresión eco­
nómica.
Mediante el decreto ley n- 15, el gobierno
de Gástelo Branco liquidó el sistema de reajuste
salarial creado por el estado paternalista. Los
salarios ya no serán reajustados de acuerdo con
el aumento del costo de vida, sino con relación
al “residuo inflacionario considerado como com­
patible con la programación financiera del go­
bierno”. Aun ese reajuste permitido por los tec-
nócratas, que como es obvio estará muy lejos
de la realidad, “no será aplicado, totalmente o
en parte, a la empresa que demuestre ante la
Justicia del Trabajo, la incapacidad económica
o financiera para hacer frente a! aumento de las
gastos consiguientes”.
Se descarga así, directamente, sobre los hom­
bros de los trabajadores, la carga de la crisis
y de la creciente capacidad ociosa de la indus­
tria, provenientes de la política antinacional y
antipopular del gobierno. Conociendo la enorme
capacidad para el fraude de los monopolios ex­
tranjeros y de la burguesía “nacional”, podemos
concluir que serán muy pocos los que se cree­
rán en el deber de tener que pagar Jos reajustes
»*.**. 4*
establecidos en los acuerdos colectivos üc tía
bajo.
Previendo la existencia de algunos empresa­
rios más humanos, que compadecidos con la
creciente miseria de sus servidores pudiesen au­
mentar los salarios de los mismos, el decreto-ley
determina, en su artículo 7: “Se prohíbe ia con­
cesión de cualquier aumento o reajuste salarial,
inclusive bajo la forma de gratificación o as­
censo antes de transcurrido un año del último
acuerdo colectivo”.
8. LA TEORÍA DE LA QUIEBRA
POSITIVA
Otra de las condiciones básicas para que
Brasil fuera aceptado como el satélite privile­
giado era la eliminación de lo que restaba dé­
la alta y mediana burguesía “nacional” inde­
pendiente: una pequeña parte de los industija­
les brasileños que todavía se resistían a, la aso­
ciación con los monopolios extranjeros.
Castelo Branco,: durante los tres años de su
gobierno, tomó una serie de medidas tendientes
a forzar la capitulación de este sector de la
burguesía nacional. Las más importantes fue­
ron: la violenta restricción del crédito (que no
alcanzó a ios grupos extranjeros, muy bien pre­
parados para la obtención de recursos en el
mercado interno por intermedio de sus finan
cieras y que siempre que era absolutamente ne­
cesario podían valerse de sus financiaciones ex­
ternas: “swaps” o empréstitos de sus casas cen­
trales); la corrección monetaria de las deudas
de la burguesía para con el gobierno, bancos of¡
cíales y Previsión Social; el agravamiento de la
carga fiscal (el porcentaje de los tributos fede­
rales en el producto interno pasó del 13,1% en
1963 a 18,1% en 1966); la política salarial, qu-
ocasionó una fuerte baja del poder adquisitivo
de las clases trabajadoras y consecuente aunien
to en la capacidad ociosa en las industrias; el
atraso deliberado en el pago, por parte del go
bienio, a los empresarios de obras públicas que
llevó a las empresas de este sector (hasta en
tonces 100% nacionales) a la capitulación, etc.
Todo esto constituye lo que los tecnócratn*
encabezados por Roberto Campos denominaban
la “teoría de la quiebra positiva”. Llevados por
la presión financiera al borde de la quiebra, a
los grupos económicos nacionales no les queda
ba otra alternativa que la entrega incondicional
a ios monopolios. Las estadísticas oficiales de
muestran que el valor de los títulos protestados
por falta de pago en la ciudad de San l’aliln
que durante el año de i965, ascendió a NCr, 20,1
millones; en 1966 alcanzó a NCr. 63 millones
El promedio de quiebras pasó de MU n 11
G U % D K R N O a DA M A H O II*
mensuales, en el alado penodo, en aquella
ciudad.
Fernando Gasparían, uno de los pocos repte
sentantes de la gran burguesía nacional que con
tinuaba en la línea nacionalista, analizaba co­
mo se lleva a cabo la desnacionalización:
“D esnacionalización p o r sustitución
“Vienen sucediéndose desnacionalizaciones
por sustitución en la respectiva área del mercado.
Por ej.: las empresas de capital nacional a ¡ir-
miadas, de un lado por la crisis de consumo, y
de otro, por la falta de capitales de giro y crédi­
to, reducen la producción o simplemente dejan
de producir y cierran sus puertas, y las empre­
sas de capital extranjero que no sufren de fal
la de capitales de giro o de crédito, ambos ga
tamizados por el mecanismo de la «lnstrucció i
1Í89» y los «swaps», pura y simplemente las su»
lituyen en el mercado.
"/iesnactonalización por rompía
"A través de este sistema, grupos extranjeros
adquirieron el control de innumerables empre­
sas de tejidos, hilos, portland, de repuestos de
automóviles, etc. La compra de AMFORP
citada por el gobierno como ejemplo de su «po
litica nacionalista», proporcionó a aquella em­
presa los recursos que ahora son utilizados para
el montaje o compra de empresas en sectores
de gran rentabilidad, listos recursos sirvieron
incluso para la formación de un Banco de In­
versiones, por intermedio del cual se produjo la
penetración de la AMFORP en la economía
interna de muchas empresas nacionales.”
Krmínio de Moráis, otro de los “últimos
moldéanos” de la gran burguesía industrial bra­
sileña. dijo:
“Cerca del 60% de ia industria brasileña ya
eslá en manos de extranjeros, que han sido fa-
i mecidos por los «swaps» y por la «Instrucción
«00» de la SUMOC (Superintendencia de la
Moneda y del Crédito). Ya llegamos al punto
en que los líderes de las clases productoras na-
t lininlrs no consiguen audiencia con los hombres
d* I gobierno, mientras que los representantes de
I» IIANN'A, del City Bank, de la Ford y los
Kmirfrllrr son recibidos en seguida. Esto no
l<mili» mi|x>rtancia si nuestro gobierno supie
i» decir ¡NO! a muchas propuestas del exterior”.
Peni el gobierno brasileño no sabe decir “no”
• lo» representantes de los monopolios interna-
Pto-inlr», brasil de hoy es un “yes-country”, go-
h>i mulo por “yes men”.
. 3 L A LIQ UIDA CION Y L A ENTREGA
DEL, SECTOR ESTATAL,
No es solamente el sector privado de la eco­
nomía nacional que está cayendo, gradualmen­
te, bajo el control del capital monopolista ínter
nacional. Las áreas estatales de la economía bra­
sileña también. Supliendo la incapacidad de 1*
burguesía nacional, al desarrollar los sectores
tundamentales de la economía, especialmente
la industria de base y las fuentes de energía, el
gobierno brasileño, principalmente en los tiem­
pos de Getúlio Vargas, hizo grandes inversiones
públicas. En lo que se refiere a transportes, ener
gía, minerales, petróleo, siderurgia, comunica­
ciones y al campo financiero es decisiva, la p ar
ticipación de los capitales públicos. Sin esta in­
fraestructura montada por el estado no hubie­
ra sido posible la revolución industrial. El capi­
talismo de estado fue decisivo en el desarrolla
brasileño a partir de 1930.
Pero, como ya observaba Engels, el caráe
ter progresista del capitalismo de estado es muir
relativo. Cuando la burguesía controla el esta­
do (Brasil, en el período post-Vargas), contro­
la también las empresas estatales. Éstas pasan a
servir a los intereses de la clase dominante, cu­
briendo con su actividad áreas no interesante»
para la burguesía y retrocediendo siempre que
los empresarios privados se sientan aptos para
explotar el nuevo campo. Vendiendo materia
prima o energía, o proporcionando transporte»
y comunicaciones con un margen ínfimo de ga­
nancias, o aun sin ningún lucro, las empresa*
estatales proporcionan un sobrelucro a la bur­
guesía industrial.
A medida que aumentaba el dominio de !»
economía brasileña por los monopolios extran­
jeros, crecía el control de los mismos sobre él
estado, y su participación en el “condominio del
poder”. Al final, ya no era más la burguesía na­
cional la clase política dominante y si 1 bur­
guesía asociada, simple testaferro de los grupos
extranjeros. Juscelino Kubitschek constituyó un
ejemplo típico de representante de la “burgue­
sía asociada” en el poder.
Después del 1B de abril de 1964, la “bur­
guesía asociada” fue descartada; una “nueva
clase”, la de los militares, asumió el comando
del poder político, ejerciéndolo en beneficio ca­
si exclusivo de los monopolios internacionale*.
En consecuencia, hoy, las empresas estatales
—constituidas con el sacrificio y el ahorro d*
todo el pueblo— después de haber servido a lo»
intereses de la burguesía nacional, pasaron a
ser nada más que «néndices de los trusts extran­
jeros, produciendo ganancias extras para lo#
mismos. Por es© ti© interesa aí capital mosiep©-
torta Internacional el control directo de las em­
presas estatales, con excepción de algunos casos
«pedales, altamente lucrativos.
Un “caso especial” típico es el de la indus­
tria petroquímica, el “filet mignon” de la com­
pleja producción petrolera. El mariscal-presiden­
te Gástelo Branco decidió que “Petrobras (el
monopolio estatal del petróleo) no es intocable”
y entregó el sector de la petroquímica a la ex­
plotación de grupos extranjeros. Solamente la
Philips Petroleum y 1?. Union Carbide están
invirtiendo allí UfS 60 y 62,3 millones, respec­
tivamente.
Enseguida del golpe, el gobierno militar de­
volvió las refinerías privadas que hablan sido
nacionalizadas, en razón de la violenta campa­
ña nacionalista-popular, en los últimos días del
gobierno Goulart. Pronto otro agujero fue abier­
to en el monopolio estatal del petróleo: la ex
plotación de la pizarra bituminosa pasó al capi­
tal privado. Y en este caso, de una manera “su
«realista”. El monopolio de la Petrobras fue ro­
to gracias a la ayuda de la Unión Soviética.
Por constituirse en el más convincente ejemplo
de los extremos a que llegó la “coexistencia”
entre el primer país socialista y el imperial is
mo, vale la pena gastar algunas líneas para ex­
poner la absurda situación.
Primero, cabe aclarar que la Petrobras,
además de ser el monopolio estatal del petróleo,
era el símbolo del nacionalismo brasileño. Var
gas resistió desesperadamente durante los quin­
ce años de su primer gobierno a las embestidas
de los grupos petroleros internacionales. En su
segundo mandato, consiguió, gracias a la monu­
mental campaña popular de presión, que el
Congreso aprobase la Ley 2.004, que estableció
el monopolio. Llegaba así a su término, victo­
riosa, la campaña popular de “El petróleo es
nuestro”, iniciada durante el gobierno del ma­
riscal Eurico Gaspar Dutra. que intentara la
entrega. Esta campaña, más que cualquier otra
fue decisiva en la formación de una conciencia
nacional en Brasil. De ella participaron lado a
lado, enfrentando la violencia policial del go­
bierno de Dutra e incluso muriendo en las ca­
lles, nacionalistas y comunistas brasileños.
Hacia fines del período de Castelo Branco.
Roberto Campos, ministro de Planeamiento (el
tecnócrata autor de la “teoría de la quiebra po­
sitiva” y hombre de confianza nc 1 de Wall
Street en Brasil) fue invitado a ir a Moscú. Re­
cibido con todas las honras oficiales, debe habe-
sido llevado a visitar la tumba de Lenín. Com­
probando la tesis de que a los actuales ocupan­
tes del Kremlin Ies interesa, por encima de todo,
hacer negocios —buenos y lucrativos negocios—
no importando cotí qsriésx, RofetHo Gampoi con­
siguió un préstamo de U$S 80 ó 90 millones
(posteriormente aumentado a U$S 150.0f)0.000)
y además el “know how” soviético para la cons­
trucción de una planta para industrializar la pi­
zarra bituminosa, transformándola en gas de pe­
tróleo. Pero el crédito ruso no fue concedido a
la Pet.robrás, la empresa estatal, sino a una em­
presa privada —la Compañía de Rocas Bitumi­
nosas— organizada por inspiración del señor
Roberto Campos y constituida evidentemente
por testaferros de la Standard Oil u otro grupo
petrolero internacional. La experiencia histórica
demuestra que en el campo petrolífero la explo­
tación o es estatal o está en manos de trusts.
Cualquier empresa privada independiente ter­
mina por caer en las garras de los grandes mono­
polios. Consecuentemente, los dirigentes soviéti­
cos —los actuales “herederos” de Lenín— están
financiando una empresa que es ó sera propie­
dad de la Standard Oil.
.La historia no termina ahí. El señor Rober­
to Campos, revelando un tremendo poder de
convicción (la alternativa sería la predispo­
sición de los tecnócratas soviéticos a ser conveti-
cidos), que le podría asegurar el título de “tec-
nócrata n5 1 del mundo subdesarrollado, con­
siguió aún más de los soviéticos. Actuando co­
mo ministro de Planeamiento, concertó con las
autoridades económicas rusas las normas que
regularían, en el futuro, las operaciones comer­
ciales soviéticó-brasileñas. Entre estas normas fi­
gura la que establece un tipo de aval bancario
destinado a garantizar los préstamos rusos y las
ventas a largo plazo, realizados al sector priva­
do brasileño. Roberto Campos sabía que nin­
gún banco privado brasileño estaba habilitado,
en razón de sus reglamentos, para conceder aquel
tipo de garantía. Sabia, además, que por estar
demasiado “quemado”, no habría de ser mante­
nido en el ministerio cuando asumiera el otra
mariscal, Costa e Silva. Tendría, en el caso,
que volver a la actividad privada. Y tenía sus
planes con respecto a eso. Uno de ellos era la
organización de un banco de nuevo tipo, un
pool de bancos, específicamente destinado a ope­
rar en el sector de inversiones y garantía de in­
versiones internacionales; un banco que pudie­
ra dar a los soviéticos el tipo de garantía exi­
gida en los contratos firmados por el ministro
Roberto Campos.
Jugando con las cartas marcadas, “Bob
Fie.lds” —como és popularmente conocido ru
Brasil— trató de organizar luego que salió d«l
ministerio el “INVÉSTBANC”, un eomorr) •>
de bancos norteamericanos, europeos y jipen*
ses, del cual es el director-presidente. En ron-
secuencia, el señor Roberto Campos control*
hoy la aplicación de los préstamo* e inversiones
e» Brasil de la URSS y de los demás países so­
cialistas. Eso sin haber recorrido ningún “cami­
no de Damasco”, como San Pablo, sin haber
abjurado de sus teorías entreguistas (sus artícu­
los semanales, publicados en “O Estado de S.
Paulo”, demuestran que continúa fiel a sus an­
tiguos señores, esperando una nueva oportuni­
dad para Servirlos dentro del gobierno). ¿Serán
tan coincidentes los intereses del imperialismo
norteamericano y de la burocracia soviética, que
un mismo individuo pueda representar a ambos
sin muyores contradicciones?
10. LA SUBVENCIÓN GUBERNAM ENTAL
PA RA LA REM ESA DE CAPITALES.
GANANCIAS, IN TERESES. ETCÉTERA.
El mercado cambiarlo representaba en 'a
tpoca de las cotizaciones múltiples de cambio
(iniciativa de Oswaldo Aranha, ministro de
Hacienda del segundo gobierno de Vargas 1
una fuente muy importante de recursos para el
gobierno brasileño. En I960, por ejemplo, la di­
ferencia entre el agio cobrado al sector impor
tador y las bonificaciones pagadas a los expor
(adores, equivalieron a más del 50% de los in
geesos públicos federales.
Con la aceptación de las imposiciones ‘-del
Fondo Monetario Internacional —en especial
la tasa única del cambio— esa fuente extra de
recursos no inflacionarios se convirtió en una
verdadera sangría para las finanzas de la Unión.
Así, en 1965 se registró una pérdida de un trí-
líún doscientos setenta billones de cruceiros vie­
jos en las cuentas cambiarías, o sea, cerca del
de la renta presupuestal del gobierno cen­
tral. Una fuente de recursos no inflacionarios
de que disponía el gobierno para financiar el
desarrollo, se transformó en la principal causa
de la inflación.
El gobierno de Gástelo Branco, a pesar de
haber aumentado enormemente la carga tribu
tana, restringiendo de una manera drástica los
gastos públicos y los empréstitos al sector pri­
vado nacional y prácticamente congelando los
salarios nominales, tuvo que recurrir a emisiones
masivas para cubrir el déficit de las operaciones
cambiarías. El aumento del papel moneda en
circulación en tres años, es una prueba del caos
provocado por la política “fondomonetarista”-
19611 — 683,8 billones
1964 — 1.155.8 billones
1965 — 1.729.9 billones
1966 — 2.357.4 billones
Gástelo Branco emitió en tres año« 2L‘>%
más que los gobiernos anteriores en siglo v
"l’o de historia independiente.
Los inversionistas extranjeras sée iba grandi»
beneficiarios de la política impuesta por sí
F.M.I. Ellos aprovechan ios momentos de fue
devaluaciones de la moneda nacional para m-
troducir suS capitales en el país. Posteriormen­
te, se benefician de la política gubernamental
de mantener estable —al menos por algún besar
po—- la cotización del dólar. La congelación te »
poraria del precio del dólar e* artificial, ya que
la inflación interna continúa, acelerada además
por la última devaluación de la moneda nacio­
nal. De eso se aprovechan los capitalistas forá­
neos para proceder a la remesa de ganancia* »
la salida de capitales.
Un ejemplo concreto: en noviembre de i960
U cotización del dólar fue fijada en NCr. 2,2»)
y 2,22 (para la compra y venta respectivamen­
te) ; en febrero de 1967 una nueva modificación
elevó el dólar a NCr. 2,70 y 2,75. En este pe
ríodo el papel moneda en circulación aumentó
en 55%. I.os precios al por mayor subieron más
o menos en la misma relación. Esto represen­
tó una verdadera mina de oro para cualquier
inversionista extranjero. Imaginemos a Mr.
Smith, un ciudadano norteamericano cualquie­
ra que en noviembre de 1965 hubiera traído i
Brasil U$S 1 millón. Los cambió entonces p e
NCr. 2.200.000. Con ese dinero compró cual­
quier cosa no deteriorable y la almacenó. L*
vendió después de un año (Mr. Smith debí*
estar bien informado de que se haría una de­
valuación del cruceiro en febrero; en los altos
círculos de las finanzas internacionales todo m
sabe, incluso antes de que lo sepa el gobierno
del país subdesarrollado, pues la orden de deva
luar viene de afuera), con una ganancia del
55%, obteniendo NCr. 3.410.000. Los cambió
entonces a razón de NCr. 2,22 por dólar, con­
siguiendo obtener U$S 1.536.000, y esto sin nin­
gún riesgo ni trabajo. Al día siguiente de la nue­
va devaluación del cruceiro, Mr. Smith pud«*
haber cambiado sus dólares, ahora a NCr. 2,70
Con los NCr. 4.147.000 (casi el doble del cam­
bio inicial) puede reiniciar el ciclo.
¿Quién pagó la ganancia netamente especu­
lativa de la inversión de Mr. Smith? ¿Y los lu­
cros de todos los grupos er#ranjeros establecidos
en la industria, en los bancos y en el comercio
brasileños, los cur’es, además de la renta nor­
mal producida por sus actividades, obtuvieron
una ganancia extra fruto de la inflación? El
pueblo brasileño, que tuvo que pagar con pre­
cios de inflación todo lo necesario para vi­
vir, debido a las emisiones hechas por el gobier­
no p a» mantener artificialmente baja la cotiza­
ción del dólar y en consecuencia subvencionar ’a
salida de capitales y ganancias.
Para el capital financiero o monopolista in­
ternacional o para el pequeño y mediano capí
«dista que llega con una billetera llena de dó­
lares, Brasil representa un verdadero paraíso. La
libertad para lucrar, para saquear y para todo
tipo de fraude es hoy total. Hablando de esta
libertad, un negociante norteamericano estable­
cido en Venezuela, decía al “Time Magazine”
el 11 de setiembre de 1953: “Aquí usted tiene 1»
libertad de hacer con su dinero lo que le plaz­
ca; para mí esa libertad vale más que todas las
libertades políticas y civiles juntas”. Posible
mente ningún analista del sistema capitalista
—desde Marx hasta Toynbee— haya definido
con mayor exactitud el concepto de libertad
de la burguesía, que ese práctico hombre de ne­
gocios yanqui movido por su eufórica franqueza.
* 1
11. L A R E B A JA D EL IM PU ESTO A LA
RENTA PA R A LA S EM PRESA S
N O RTEAM ERICAN AS
En los últimos días de su mandato, el maris
cal-presidente Castelo Branco firmó un acuer­
do sobre “bitributación” con el gobierno de
EE.UU. Por ese acuerdo (que tuvo la oposición
del propio Itamaratí) el impuesto a la renta de
las personas jurídicas fue rebajado de 25 a 20
y a 15%, siempre que dichas personas jurídicas
fuesen de nacionalidad norteamericana. Las per­
sonas jurídicas brasileñas siguieron pagando 25%.
Sin comentarios.
Si tuviera que citar todas las medidas en
treguistas del gobierno de Castelo Branco ten­
dría material para varios “Cuadernos de Mai-
cha”. Pero hay que abreviar. Nada diré, por lo
tanto, sobre las nuevas tentativas de entrega de
la Amazonia (“Hay indiscutiblemente poderosos
intereses internacionales que presionan sobre la
Amazonia, ante la débil resistencia que pode­
mos ofrecer. Se puede aun considerar que esta
parte del territorio nacional ya sufre un acele­
rado proceso de agresión”, confiesa el general
Albuquerque Lima, ministro de Interior del go­
bierno de Costa e Silva), ni sobre el atropello ue
ios latifundistas yanquis a las tierras de Goiás,
Amazonas y Mato Grosso (formación de ha­
ciendas de hasta un millón de hectáreas); ni
sobre la descarada búsqueda, extracción y con
trabando de minerales hechos por ciudadanos
norteamericanos (los diarios llegaron a infor­
mar sobre un campamento de estos sobrinos del
Tío Sam en el cual habían colocado un cartel-
‘ PROHIBIDA LA ENTRADA DE EXTRAN­
JEROS”; en el caso, los extranjeros eran los ciu­
dadanos brasileños). No hablaré tampoco so­
bre la verdadera invasión de misioneros norte­
americanos en todas las regiones del país y so­
bre las tentativas para establecer el control de
la natalidad, empleando métodos vanos, incili­
so la esterilización (“matar hoy al guerrillero de
mañana”); ni sobre el acuerdo MEC-USAID
que establece el control yanqui sobre la enseñan­
za brasileña; nada diré sobre la autorización a
un grupo extranjero —Hanna-r- (una subsidiaria
de. la Bethlehem Steel Corp.), para construir un
puerto privado en el litoral brasileño y tantas
otras cosas por el estilo.
Esa era la situación durante el gobierno del
mariscal Castelo Branco. Fue la fase de “pre.’-
paración del área”, de la entrega ostensible y
brutal. Después, la entrega se tornó rutina; si­
guió su curso normal, sin mayores violencias ni
sobresaltos.
Bajo el titular “Desnacionalización: un he
cho”, el diario carioca “Correio da Manhá”,
en base a datos estadísticos oficiales, da una vi­
sión actualizada de la situación de entrega eco­
nómica, de la ocupación de la economía brasi­
leña por el capital financiero y monopolista in­
ternacional:
“La economía brasileña viene siendo crecien­
temente dominada por el estado y por los ex­
tranjeros. La empresa nacional cumple un pa­
pel cada vez menos importante. De las 10 ma­
yores unidades de cada sector de la economía,
la burguesía nacional controla menos del 20%.
“En el sector de la infraestructura, la domi­
nación del estado es absoluta. Su participación
en electricidad, transporte y comunicaciones lle­
ga a 73,07%, mientras la empresa extranjera
controla el 17.25% y la burguesía nacional so­
lamente el 9,68%.
“Más de la mitad —es decir, el 52,05%—
de la producción de bienes intermediarios está
a cargo de las empresas estatales. La otra pai­
te de la siderurgia, petróleo, minerales, caucho,
etc., es casi totalmente producida por empre­
sas extranjeras: 34,6%. Para los empresarios bra­
sileños sobra apenas un 13,35%.
“En el campo de la fabricación de los equi­
pos industriales, la predominancia es de las em­
presas extranjeras. El estado prácticamente no
participa en este sector. El capital extranjero
controla 72,61% de la producción y la burgue­
sía nacional solamente 27,39%.
“La participación extranjera es mayoritaria
también, en la fabricación de bienes de consu
mo durables y no durables. Alcanza a 78,32%
en los primeros y a 53,38% en los segundos. Las
empresas nacionales producen solamente 21,68%
del total de auto-partes, aparatos electrodomés­
ticos, etc. y 40,25% de telas, calzados, reme­
dios, etc.
“Apenas en el comercio y en los servicios.
la burguesía aacional sobresale. Están en sus
manos 92,98% de las actividades comerciales
y 91,75% de la prestación de servicios. Las em­
presas extranjeras representan el 7,02% y el
8,25%, respectivamente.
f
"En el área de las finanzas la situación es
la siguiente: los bancos estatales manipulan el
61,7% del crédito: es„fdistinta la situación de
N U M E R O 8 7 / M A Y a ‘Í 9 7 0 *
los bancos de inversiones (las financieras): más
del 40% de sus depósitos están controlados por
grupos internacionales.”
Parece no quedar duda sobre la desaparición
de la burguesía nacional y sobre la ocupación
económica del país por los monopolios interna­
cionales. La próxima etapa —ya en marcha- -
será la ocupación del comercio y los servicios.
 UNA POLITICA ECONOMICA
A.
ANTISOCIAL
LA FICCIÓN DESÁRROLLISTÁ
En conferencia en la Escuela Superior
de Guerra, el entonces presidente, mariscal
Gástelo Branco, analizaba así el problema
del desarrollo económico y social: "Desa­
rrollo y seguridad, a su vez, están ligados
por una relación de m utua causalidad. Por
un lado, la verdadera seguridad presupone
un proceso de desarrollo, sea económico, sea
social. Económico, porque el poder m ilitar
está esencialm ente condicionado a la base
industrial y tecnológica del país. Social,
porque aun un desarrollo económico satis­
factorio, si está acom pañado de excesiva
concentración de la renta y creciente des­
nivel social, genera tensiones y luchas que
im piden la buena práctica de las institucio­
nes y acaban com prom etiendo el propio de­
sarrollo económico y la seguridad del ré ­
gim en".
Veamos si, efectivamente, esa filosofía
de acción fue cumplida por los gobiernos
militares que se sucedieron después del l9
ce abril de 1964, o si lo que afirmaba Cas-
telo Branco era demagogia barata. Analice­
mos si, al menos como medida de seguridad,
que garantice el mantenimiento del régi­
men político, se obtuvo un cierto desarrollo
económico y si ese desarrollo vino a bene­
ficiar al pueblo. Veamos si la economía va
bien y si el pueblo va bien.
El general Emilio Garrastazú Médici, en
discurso reciente, se encargó de negar la
segunda hipótesis, aunque reafirmando la
primera: "La economía del país va bien: el
pueblo va m al". Analicemos, primero, si la
economía del país va bien, como afirma el
general-presidente. Existen dudas al res­
pecto.
Los militares en el poder, después de
violentar todos los derechos civiles, políti­
cos y sociales del pueblo brasileño, violaron
también las reglas del balance económico y
los órganos encargados de calcular la ren­
ta nacional y el costo de vida. Esos orga­
nismos, presionados por los militares, min­
tieron al pueblo. Después tuvieron que se­
guir mintiendo siempre y cada vez más. en
una tentativa desesperada de ocultar la
verdad que aparece por todos lados. En
consecuencia, la estadística oficial y el
planeamiento gubernamental no tienen nada
que ver, actualmente, con la realidad bra­
sileña. Son pura ciencia-ficción Ejemplo:
un cable de AFP (23/X/69), afirma que el
‘ Proyecto Brasil” elaborado por un grupo
de oficiales a iniciativa del general Emilio
Garrastazú Médici, estableció como meta
para el año 1975, una renta per cápita de
2.000 dólares y para el año 2.000, 8.000 dóla-
les. La renta actual es de 314 dólares. Eso
significa que la renta debería aumentar
—en el primer período— a un ritmo de
casi 50 % al año, c sea, cuatro veces supe-
rlor al desarrollo récord del Japón en los rificadas por el IBGE (Instituto Brasileño
últimos años. Geografía y Estadística), el número de tra­
Idéntica fantasía se ha encontrado en los bajadores ocupados había bajado de 81.843
cálculos del Producto Bruto Nacional en hasta 79.085; en igual período, en Rio Gran­
los últimos años. Así, de acuerdo con las de do Sul (tercer centro industrial del
estadísticas oficiales, el PBN aumentó en- país), en un total de 186 industrias tomadas
tre los años 1964/68 en una base de 4/6%. como índice, verificóse una baja de 58.143
En 1967, había alcanzado el apreciable ín­ a 55.838 obreros.
dice de 7% Nadie creyó en eso, sin embar­ Comentando esa situación, escribía “Jor­
go. "C aria Económica Brasileña", órgano nal do Brasil” (diario pro-gubernamental),
especializado, por ejemplo, afirmaba: "Lo el 16/VI/68: "La economía brasileña toda­
que se vio el año pasado, sin em bargo, no vía no recuperó su dinám ica y solam ente
confirm a ese cuadro. El producto industrial, ahora alcanza el nivel de actividad registra­
según los datos disponibles, debe haber per­ do en los comienzos de 1964, después de su.
manecido en el mismo nivel del año ante­ perar el período de fuerte receso de los años
rior, no existiendo, por lo tanto, ningún au­ 1965/66 f . ..]; dalos del Banco C entral reve­
m ento de la renta generada en este sector". lan que el nivel de empleo en el país, con­
(“Correio da Manhá” - 24/11/66.) siderando como base 100 a 1964 decayó a
Ocurre que no es fácil falsificar las esta­ 86% lo que significó un desem pleo de 14 %,
recuperado parcialm ente en los años si-
dísticas. Innumerables datos parciales o sec­ guíenles. No hubo por lo lanío crecim iento
toriales acaban por demostrar la mentira de la oferta de trabajo para la evolución
global Así, los índices (oficiales) de ocupa­ vegetativa de la población económicamente
ción industrial en Sao Paulo (que repre­ activa".
senta más del 60 % de la industria del país)
prueban que no hubo desarrollo alguno; al *. ganoSegún la Fundación Getúlio Vargas (ór­
oficial calculador de la renta nacio­
contrario, registróse un fuerte retroceso en nal) la demanda de trabajo, como conse­
la producción industrial de aquel período: cuencia del aumento de la población brasi­
B ase: 1964 = 100 leña a un ritmo de 3,1% anual, es de un
Enero ........ .. 1967 — 93,0 millón de empleos nuevos por año (‘‘Diario
Marzo . . . . .. 1967 — 91,2 de Noticias” - 25/VIII/66). Eso significa que
Mayo . . . . . . . . 1967 — 90,1 en los cuatro años de retroceso, estanca­
J ulio .. ... .. 1967 — 91,3 m iento y recuperación de la economía (abril
Setiembre . .. 1967 — 93.4 cié 1964 a abril de 1968), cuatro m illones de
Noviembre .. 1967 — 94,8 candidatos al trabajo quedaron m arginados.
Enero ........ .. 1968 — 95,5 Esa crisis en la economía urbana puede
Marzo ___ .. 1968 — 98,1 ser aquilatada por las estadísticas de quie­
Mayo ........ .. 1968 — 100,9 bras en Sao Paulo:
O sea, solamente 4 años después del 1963 ........ 774
golpe, la industria de Sao Paulo alcanzó el 1964 .. .. ........ 932
nivel de 1964. Considérese, todavía, que 1965 ........ ........ 1.686
'n situación del mercado de trabajo en los 1966 ____ ........ 2.585
otros estados es mucho peor que en Sao 1967 ....... ___ _ 3.689
Paulo (en razón de la creciente concentra­ La situación en la agricultura también
ción fabril en ese estado y de la gradual de­ es de crisis. Veamos datos oficiales de los
saparición de las industrias de las áreas pe- aumentos verificados en el Producto Agrí­
i dóricas marginadas) Así, en el período de cola Nacional.'
»ñero a noviembre de 1968, cuando el índi-
t o de crecimiento de mano de obra en Sao 1964 .............. 1 %
Paulo fue de 7 %, el aumento verificado en 1964 .............. 1,1 %
11 Industria de Río de Janeiro fue de sólo 1965 .............. 13,8 %
•M'<. En 1969 (año apuntado como excep- 1966 .......... . 0,0 %
i ti mal por el gobierno: aumento de 9 % en 1967 .............. 7,0 %
•>1 I’IIN), entre enero y setiembre, en la in­ 1968 .............. 0,4%
dustria carioca, de 173 grandes empresas ve- 1969 .............. 2.7 % (estimativa)
H M M tN O 3 7 / M A Y O < » 7 0 f*jM», ma
 Es evidente la falsificación de los índi­
ces de aumento de 1965 y 1967. En un país
continental como el Brasil, con áreas climá­
ticas totalmente diversificadas, no se regis­
tran, en términos nacionales, “años excep-
eionaimente buenos” o “años excepcional­
mente malos”. Los efectos climáticos nega­
tivos o positivos verificados en una región,
son relativamente compensados o anulados
por resultados diversos registrados en otras
áreas. Los datos agrícolas de 1965 fueron in­
flados para compensar la violenta baja de
la producción industrial que se verificó en
aquel año. Y la de 1967 explicaría el alto
indice de aumento del PBN acusado en ese
año. Eliminados, como groseras falsificacio­
nes, los datos relativos a los años citados,
tenemos un aumento medio anual de sólo
uno por ciento. Como la población aumen­
tó en la base de 3,1 % al año, resulta obvio
que la disponibilidad de alimentos y ma­
teria prima agrícola per cápita disminuyó.
Esa baja relativa de la producción agríco­
la es, en efecto, confirmada por otros datos.
Así, mientras el aumento del costo de vida
en el Estado de Guanabara fue de 25% el
año pasado, los alimentos subieron 31 %.
Posiblemente ninguna prueba más con­
vincente de que la agricultura brasileña es­
tá en crisis, en crisis violenta, que la opinión
del entonces secretario de Agricultura del
Estado de Sao Paulo, Herbert Levi (político
conservador entre los más conservadores),
que en una conferencia de la FIESP (Fede­
ración de las Industrias del Estado de Sao
Faulo) afirmó: "En 1964, la renta bruta de
la agricultura fue de 2 billones 800 millonea
de NCr,. habiendo sido vendidos 12 mil
tractores? en 1967, la renta cayó a 2 billo-
nese 686 m illones de cruceiros nuevos,
m ientras se registraba la venía de solam en­
te 6 mil tractores". Y agregó un argumen­
to altamente convincente sobre la pauperi­
zación de los productores agrícolas, sobre
la explotación del campo por la economía
urbana: "M ientras en 1953, un tractor era
com prado con el valor de 68 sacos de café,
«■ n 1967, se necesitaban 453 sacos de este
producto para com prar el mismo tractor".
En 1969, el equipo económico guberna­
mental alardeó un aumento sensacional del
PBN, de cerca de 9%. Varios economistas
pusieron en duda ese índice. La experiencia
enterior justifica plenamente esa duda.
Además, un aumento a ese ritmo produciría
una inevitable euforia, tanto entre los pro­
ductores como entre los consumidores. Y
eso no se verifica en absoluto; el clima con­
tinúa siendo totalmente pesimista.
Octavio Gouveia de Bulhóes, m inistro
de Hacienda de Gástelo Branco, tampoco
cree en el avance desarrollista anunciado
por su colega, el actual ministro, Delfim
Neto: "Este año 1969 sufrim os una reduc­
ción de la producción económica [ ...] no te­
nemos ilusiones en cuanto al em pobreci­
m iento tem porario que sufrim os. Es necesa­
rio que reflexionem os en este hecho para
no querer sustituir con la expansión m one­
taria lo que dejó de aum entar en el corrien­
te año en térm inos reales. Si cayésemos en
esa ilusión, perjudicaríam os para el año ve­
nidero la estabilidad, no obstante un m o­
m entáneo y probable aum ento en la pro­
ducción económica".
(“Jornal do Brasil” - 17/X/69.)
La expansión monetaria de que habla
Bulhoes está expresada en estos números:
1963 — 683,8 millones NCr$
1968 — 5.091 millones NCr$
1969 — 6.391 millones NCr$
Lo que significa que el medio circulante
aum entó del índice 100 a 934; o sea: los tres
gobiernos m ilitares, en sólo seis años, em i­
tieron 8 veces más que todos los dem ás go­
biernos juntos.
Ese aumento fabuloso del papel moneda
en circulación ocurrió a pesar de haber cre­
cido sustancialmente el porcentaje del pre­
supuesto público en el PBI: "En 1964, el
presupuesto público del país —incluyendo
la Unión, los estados, los m unicipios y la
recaudación de la Previsión Social— absor­
bía 23,6% del producto bruto interno; cua­
tro años después, en 1968, ese porcentaje se
elevaba a 29,5". - “Jornal do Brasil” - 22/
IX/69.
Todo indica que la primera parte de la
afirmación del general-presidente Emilio
Garrastazú Médici —"la economía del país
va bien" —, no es cierta. Veamos, ‘‘en com­
pensación”, que la segunda afirmación
—"el pueblo va m al" — es fácilmente com­
probable.
8. LA TRÁGICA REALIDAD
SOCIAL
Nada mejor que un examen del presu­
puesto nacional para verificar la tendencia
social de un gobierno, i,a distribución de los de los gastos castrenses. En 1969, por cada
rubros presupuéstales (siempre escasos en eruceiro gastado por el gobierno en la pre­
los países subdesarrollados) revelan las prio- servación de la salud de 90 millones de bra­
lidades establecidas por los poderes cons­ sileños, ocho cruceiros eran empleados en
titucionales (Ejecutivo y Legislativo), con la manutención de los doscientos mil miem­
el fin de atender —según el punto de vista bros de las fuerzas armadas.
y los intereses de clase de sus integrantes— Podría un lector, poco conocedor de la
el desarrollo nacional. Veamos cómo evolu­ realidad brasileña, pensar que, por ser bue­
cionó el presupuesto federal en Brasil en na la situación sanitaria del pueblo, los gas­
los años subsiguientes a la “revolución” del tos públicos en este sector podrían ser mí­
l 9 de abril de 1964. Hay que aclarar que el nimos. Veamos la realidad.
presupuesto relativo a 1964 fue votado por Una revista conservadora —“Realida-
el Congreso Nacional, entonces (1963) en su de”— en su número de enero de 1968, da
plenitud de poderes Los demás presupues­ una visión del problema de la salud en
tos reflejan la opinión omnipotente del ré­ Brasil. El texto es de Hamilton Ribeiro y
gimen castrense una vez que el parlamento, los datos estadísticos son oficiales:
castrado y aterrorizado, aprobó sin enmien­ “Cuando nace, el brasileño sólo puede
das todo lo que le fue enviado por el Poder esperar vivir poco más de 50 años, Sí es
Ejecutivo.
Analicemos inicialmente la evolución de no llega a los 40. Según elpara
nordesiino, la cosa cambia, peor; casi
Ministerio de
los gastos militares (ministerios del Ejérci- Planeamiento, se mueren 112 niños de ca­
to, Marina de Guerra y Aeronáutica Mili da mil que nacen vivos, antes de un año de
tar): dad. El profesor Olimpio da Fonseca infor­
1964 — 338 mil millones ma que en Fortaleza (capital del Estado de
1965 — 869 mil millones Ceará), de mil criaturas nacidas vivas, sólo
1966 — 1005 mil millones 153 completaban el primer aniversario. La
1967 — 1417 mil millones Organización Mundial de la Salud dice, en
1968 — 2253 mil millones su revista, que de cada dos entierros hechos
1969 — 2944 mil millones
Verificamos que el primer presupuesto cinco años. Solamente eí niño
en Brasil, uno es de un de menos de
*

hecho por el gobierno castrense aseguró a ción llega a los 60 años [...] 8 de 4,3% la pobla­
millones de
los sectores militares un aumento masivo brasileños sufren de esquistosomiasis [...],
de 157 % sobre el año anterior. Eso prueba hay 4 millones de enfermos del «mal de
mejor que cualquier otro dato, el espíritu Chagas» y oíros cinco millones que están
del golpe del l9 de abril. Los militares hicie­ expuestos a la acción del «barbeíro» [...],
ron su revolución y trataron de asegurarse los parásitos devastan a Brasil de punta a
una porción mayor en la distribución de la punta. A través de una investigación ofi­
renta nacional Fue así que un sargento pa­ cial se llegó a esta estimación; tenemos
só a ganar como un médico, el que anterior­ 50 millones de personas atacadas de lombri­
mente ganaba lo mismo que un coronel. Se ces; 25 millones de enfermos de anquilos-
verifica por otro lado, que los gastos mili­ tomiasis 10 millones de otros parásitos
tares subieron, en cinco años, del índice 100 [...] el anquilosioma se alimenta de elemen­
a 759. o sea, fueron multiplicados por 7,59. tos contenidos en la sangre humana. Con
Como término de comparación, veamos los dientes —el parásito tiene tres pares
lo que ocurrió con los rubros presupuésta­ de dientes—, desgarra el intestino y pro­
les de otros ministerios. Inicialmente, el d' duce hemorragia constante. La anquilos-
la Salud: lomiasis reduce de 80 a 20% la lasa de
1964 — 77 mil millones hemoglobina de la sangre y la consecuen­
1965 — 113 mil millones cia es una deficienie nutrición cerebral, de
1966 — 147 mil millones ahí el entorpecimiento mental. La sangre,
1967 — 222 mil millones así robada, se recompone artificialmente a
1968 — 300 mil millones través de la suma de líquidos menos no­
1969 — 372 mil millones bles del cuerpo humano y se va haciendo
Los gastos con la salud del pueblo bra­ liviana. El enfermo queda pálido, su resis­
sileño subieron solamente del índice 100 a tencia disminuye y queda expuesto a cual­
483 en 1969. mucho menos que el aumento quier otra enfermedad. Puede morirse has-
M IIM SHO 3 7 /M A Y O 1070 PA O . S S
 t® p&g «aa gripe, Esiudlaudo la anemia
prorocada por el anquilosfoma. el científi­
co Inglés Stolí calculó la cantidad de san­
gre destruida por la acción de este parásito,
por año, en el mundo entero. Trasladando
sus cálculos a Brasil donde hay 25 millones
de personas atacadas, tenemos que la san­
gre destruida por la acción de este pará­
sito equival© a la sangría total de 75 mil
brasileños cada año. «¿Eso es o no es una
guerra oculta?», pregunta el escritor Fran-
fclfn Oliveíra [...] Haciendo un balance:
Brasil tiene 8 millones de personas ataca­
das de esquistosomiasis, 5 millones de «mal
de Chagas», 600 mil de bouba, medio mi­
llón de malaria y tuberculosis y apenas 5
millones de sus SO millones de habitantes
so cargan en su cuerpo una o más espe­
cies de parásitos".
Algunas regiones brasileñas podrían rei­
vindicar el récord mundial negativo en ma­
teria sanitaria. Un ejemplo: el Valle del
Jequitinhonha, en Minas Gerais, que es po­
tencialmente una de las más ricas áreas de
Brasil, presenta el siguiente cuadro sani­
tario:
"De los 52 municipios en que la región
se divide, 33 tienen índice de infección del
«mal de Chagas», variando entre 73 y 100
por ciento. En una ciudad, de las 1.851 ca­
sas examinadas, 1.851 estaban contamina­
das. O sea, todas las casas y sus habitantes
estaban atacados por los «barbeiros»", afir­
ma el médico José Sette de Barro, director
de la Comisión de Desarrollo del Valle de
Jequiiínhonha." Y explica que: "Lo trágico
del «mal de Chagas» es que destruye la
persona en el período de su mayor produc­
tividad, de los 25 a los 40 años de edad,
transformando una gran parte de la pobla­
ción en peso muerto para el resto de la co­
munidad".
"Como si esto no bastara, afirma, la ma­
laria alcanza a 15% de la población en la
reglón y en algunas localidades la inciden­
cia llega a ser del 92,8%.
"En 11 ciudades de la región, d© mil
criaturas que nacen vivas, 722 mueren an­
tes de completar el año de vida. En el res­
to del valle, el promedio es de 58,7%; o sea,
de mil, mueren 587. Pero si elevamos ese
Intervalo al período que va de 0 a 10 años
de edad, la tasa de mortalidad irá más allá
del 90%",
El doctor Sette de Barros explica la ra­
zón de esa mortalidad infantil en masa:
"es la deshldratación y la desprotelnización
o, usando una sola palabra, la inanición."
Y describe el cuadro de la asistencia sa­
nitaria de la región: "Los habitantes del Va­
lle de Jequitinhonha, cuentan con sólo 53
médicos, lo que quiere decir un médico pa­
ra 12.782 personas [ En toda la región
tenemos solamente 952 camas hospitalarias.
En 32 municipios, con una población de ca­
si 400 mil habitantes no existe un médica,
no existe una sola cama de hospital" ("Joi*.
nal do Brasil" - 2/III/69).
"Cerca de 5 millones de criaturas, en el
Nordeste, están sujetas a un retardo de las
facultades mentales y sicomoíoras causa­
dos por la desnutrición, carencia de proteí­
nas", afirmó Lazlo Molnar delegado de la
UNESCO, después de tres meses de estu­
dios en la región nordestina - («Jornal do
Brasil» 13/IV/69).
"Todas las criaturas nacidas en el mu­
nicipio de Amarají entre junio y diciem­
bre del año pasado se murieron antes de
la salida del primer diente. Amarají queda
a una hora de auto de Recite (capital del
Estado de Pernambuco), situada en el área
fértil del Nordeste en la Zona da Mata.
Probablemente, en los comienzos de la dé­
cada de los 60, cuando fue creada la SUDE-
NE (Superintendencia del Desarrollo del
Nordeste), las noticias sobre la mortalidad
infantil en Amarají no eran diferentes. Pe­
ro con ellas venían otras noticias alarman­
tes: un abogado llamado Francisco Juliao
intentaba adoctrinar a los campesinos para
que se organizasen en ligas campesinas y
exigiesen mejores condiciones de vida
Las noticias actuales de Amarají parecen
indicar que la miseria no fue erradicada,
pero por lo menos aparentemente la c&lma
sustituye la agitación social de entonces".
("Veja" - , 17/XII/69)
Bajo el título: "Merienda es lo que más
atrae a la escuela al alumno pobre", «Jor­
nal do Brasil» de 3/III/68, publica un re­
portaje que contiene, entre otras cosas, una
carta de un niño de 9 años, alumno de la
escuela de Tijuca, barrio de la ciudad de
Río de Janeiro:
"Yo vengo a la escuela con mucha ham­
bre. Me gusta merendar en la escuela por­
que en mi casa sólo hay caldo de maíz con
polenta. La merienda que más me gusta es
crema con almíbar. Pero me gusta más co­
mer algo salado, porque así no necesito co­
mer nada cuando llego a mi casa".
 El problema de la falta de médicos es
general La revista “Farpa”, con datos de
la Organización Mundial de la Salud, traza
un cuadro de la trágica realidad sanitaria
del pueblo brasileño
"Con un médico cada 2.500 habitantes,
un enfermero cada 10 472 un dentista
cada cuatro mil, un lecho hospitalario por
cada 360. además de 1.379 municipios sin
ningún tipo de asistencia médica, Brasil
presenta uno de los cuadros do salud más
trágicos del continente, ubicado en el deci­
mosexto lugar, después de Paraguay.
"En el Estado de Maranháo, de los 122
municipios existentes, solamente 24 poseen
asistencia médica? hay un médico para
20.956 habitantes. En Minas Gerais de los
718 municipios, solamente 366 cuentan con
asistencia médica.
"Según la Organización Panamericana
de la Salud, Brasil gastó en 1960, un dólar
y 88 centavos por habitante con relación a
la salud, mientras Canadá gastaba 51 do­
lare^. Chile 8 y Nicaragua 3".
La tragedia aumenta cuando los perso
najes son los niños brasileños. En octiibre
de 19G9, cuando el mundo entero conmemo­
ra el Día del Niño, el décimo aniversario
de la Declaración de los Derechos de) Ni­
ño (que determina para todos ellos, sin dis­
tinción de raza, color, sexo, idioma, reli­
gión origen social el derecho a la protec­
ción, oportunidades y facilidades que les
aseguren un plent desarrollo físico, men­
tal, moral, espiritual y social), el “Jornal
do Brasil” entrevistó al doctor Rinaldo de
Lamare, uno de los más conocidos pedía­
tras brasileños, por aquel entonces presi
dente interino de la “Legión Brasileña de
Asistencia” (ente autónomo o estatal) Dijo,
entre otras cosas Lamare:
"Estamos en una situación do emergen­
cia. O se toman providencias sustanciales,
efectivas y continuadas para proteger la ni­
ñez de este país o dentro do los próximos
años, el problema alcanzará un volumen
tal que quedará insoluble Veremos enton­
ces al país transformado en una segunda
India.
"El Departamento Nacional del Niño
(extinguido por el gobierno del mariscal
Gástelo Branco) hasta ahora no fue susti­
tuido por ningún órgano equivalente. La
mayoría de los organ smos de asistencia a
la niñez luchan per sobrevivir, y la cons­
tante falta de recursos presupuéstalos hacs
INUM ERO 3 7 /M A Y O 1 8 7 0
que poco a poco desaparezcan. En 1970, ten­
dremos en Brasil 3 millones 500 mil bebés.
De éstos, el 75% no estará en condiciones
de supervivencia normal.
"La prostitución infantil ya es un hecho
consumado en el país. Niños de 10 a 12
años son vendidos por los padres, domina­
dos por la miseria y el hambre. Los rubros
de la L.B.A. están agotados. Las perspecti­
vas son trágicas para el niño brasileño. No
pretendo culpar a nadie en particular, pe­
ro la «Revolución» de 1964 aún tiene una
gran deuda que saldar con los niños y las fa­
milias pobres del país.
"En un país en el que el 50% de la po­
blación tiene menos de 19 años, hay necesi­
dad urgente de organizaciones asislencia-
les de gran importancia. De las criaturas
que nacerán el próximo año, el 75 %■ estará
en la categoría de «vulnerables» por ta situa­
ción. Serán hijos de padres que no tienen
condiciones para comprarles alimentos, me­
dicamentos. ni siquiera para habitar nor­
malmente. En total, de los niños nacidos @1
próximo año, tendremos 2 millones cami­
nando hacia la desnutrición crónica si e s ­
capan a la muerte inmediata". («Jornal do
Brasil» - 13/X/69)
"En Brasil se estima en casi tres millo­
nes el número de deficientes mentales",
informa “O Estado de S. Paulo” (21/XII/69).
Con ese sintético cuadro de da situación
sanitaria brasileña, queda claramente de­
mostrada ia existencia de un tremendo pro­
blema social. Un problema que exigiría
—para .ser enfrentado con un mínimo de
posibilidades de éxito— recursos presupués­
tales muy superiores a los actuales. Posible­
mente con los 3 mil millones de cruceiros
nuevos (U$S 700 millones) gastados en el
mantenimiento de las fuerzas armadas, se
podría ganar, en pocos años, la guerra con
tra la enfermedad en Brasil.
Veamos los rubros presupuéstales da
otro sector fundamental, la educación;'
1964 — 205 mil millones
1965 — 417 mil millones
1966 — 422 mil millones
1967 — 616 mil millones
1968 — 859 mil millones
1969 — 1071 mil millones
Los gastos para la educación aumenta-
ron durante los cinco primeros años de ré­
gimen castrense, del índice 100 a 522 b's-
tante menos de lo que subieron los gastos
militares. En 1969, por cada craceiro gasta-
PA ?. 57,
dq en alfabetizar y educar a los 36 millo­
nes de ¡brasileños en edad escolar q pre­
escolar, tres fueron aplicados en la manu­
tención de 200 mil hombres en armas.
"En este año, que por decisión de las
Naciones Unidas, será «1 Año de 1» Educa­
ción, estarán estudiando en Brasil 18.017.000
alum nos. De los 17 m illones de niños en-
tr f 2 y 6 años, apenas 400 m il están m a­
triculados en jardinera. De los 19 millones
con edad entre los 7 y 14 años. 5.600,Q00 no
cpufiguierqn m atriculas" ('‘¿Qyngd dq B ra­
sil” t 13/JC/§9 y l|!/I/7P): A qn en capitales
de estados, como en Belo horizonte, Mi­
nas Gejrais, hay niños que quedan sin es­
cuelas. P ara 171.000 que consiguieron m a­
trícula, 75-000 fueron condenados a seguir
analfabetos. (“O Estado de S. Paulo” - 14/
1/70).
O tra com paración que dem uestra cabal­
m ente el absurdo criterio de prioridades
presupuéstales establecidas por el régim en
castrense, es la que puede ser hecha entre
los gastos m ilitares y los rqbros del m inis­
terio de O bras Públicas (hace tres años des­
doblado en m inisterio de T ransporte y m i­
nisterio de Comunicaciones). Es innecesario
argum entar en el sentido de la im portancia
que, para el desarrollo nacional, represen­
ta la construcción <|c la infraestructura,
principalm ente en los sectores de transpor­
te y comunicación, en un país de territorio
inm enso (8,5 m illones de Km2), servido por
un m ínim o de carreteras y éstas presentan­
do un porcentaje insignificante de pavi­
m entación. H e aquí la evolución presupues­
tad en ese sector:
1964 — 641 billones
1965 880 billones
1966 —? 867 billones
1967 — 1133 billones
1968 .... 1388 billones
1969 —- 1507 billones
La evolución en cinco años fue m ínim a:
del índice 100 a 250. P or cada dos cruceiros
de gastos con las fuerzas arm adas, se gas­
taron an 1969, solam ente uno en vialidad y
obras públicas.
Nq se lim itan —es obvio—r a las rentas
presupuéstales, las pruebas de la política
anti-pppular de la dictadura. Ya vimos, en
el capítulo sobre la entrega, cómo la m odi­
ficación de las leyes laborales fue una de
las exigencias de los grupos económicos
norteam ericanos para increm entar sus in­
versiones en el país. Vimos tam bién cómo
el gobierno de Castelo Branco, totalmente
obsecuente con los intereses foráneos, ce­
dió a esas presiones terminando con la es­
tabilidad y bajando e) salario real de los
trabajadores brasileños Las estadísticas
prueban, de manera irrefutable, el “apre­
tón” salarial.
"Del 31 de m arzo de 1364 al 31 de m ar­
zo de 1966 [ ...] el salario m ínim o tuvo su
valor acrecentado en 100% pasando de 42
m il cruceiros a 84 mil De todos los géne­
ros alim enticios básicos (21 al todo) apenas
uno (el arroz) sufrió un aum ento interior a
100%; la leche aum entó su precio en 163
por ciento; el pescado en 233% [.. .J Otros
factores com ponentes del «costo de vida»
tam bién subieron violentam ente: el m etro
cúbico de gas aum entó en 183%; el lew. de
energía eléctrica, en 258%; el pasaje de los
trenes suburbanos (que transportan en Río,
más de un m illón de pasajeros al día p rin ­
cipalm ente a obreros y em pleados) pasó
dé 10 a 100 cruceiros. lo mismo sucedió con
las barcas que hacen la travesía Río-Ni-
teroi; los óm nibus tuvieron una suba de
150%; el jabón subió 158% y el jabón de
tocador 192%; una lám para eléctrica aum en­
tó 337%" - (“Correio da M anhá - 3/IV/66).
" [ ...] El salario m ínim o vigente en marzo
de 1964. por valor de 42 mil cruceiros, o 42
nuevos cruceiros, posibilitaba la adquisi­
ción de una serie de bienes y servicios que
dem andarían un im porte equivalente a
2.370 m inutos de trabajo. Utilizando los
mismos criterios en febrero del corriente
año, con ei salario mínimo de 84 mil nue­
vos cruceiros —considerando la m ism a ba­
se de 200 horas de trabajo por mes—, se ve
que aquella equivalencia en alim entos y ser-
vicios básicos pasó a exigir 4.100 minutos
de tra b a jo ..." - (“Correio da Manhá”. edi­
torial del 14/11/68).
Si alguna duda pudiese existir sobre la
veracidad de las informaciones del tradicio­
nal diario carioca, ella quedaría sin efecto
por Ja confesión del coronel Jarbas Passa-
rinho, ministro de Trabajo del gobierno de
Costa p Silva, que en conferencia en la
Escuela Superior de Guerra, afirmó-
"Fue decepcionante pafa los obreros y
em pleados el resultado de la política sala-
fia! del gobierno de Castelo Branco, pues
tuvieron sus salarios duram ente disminuí-
dos debido a la subestim ación de los «resi-
dúos inflacionarios» sin la correspondiente
corrección [ ...] la política antinflacionaria
de Gastólo Brandó tuvo su exitó compróme,
tido porque no congeló los precios en la
proporción en que se contuvo loa salarios,
causando una pérdida del valor de éstos
[ ...] entre las causas de la baja del salario
real estaba la subestim ación de las tasas
de residuo inflacionario. Así, para 1965, la
previsión dél residuo inflacionario (que sir­
vió de base para establecer los nuevos sa­
larios) fue de 25% v para 1966, de 10%. P e ­
ro, la inflación realm ente ocurrida fue dé
45 y 41 %, respectivam ente" - (“Jornal dó
Brasil” - 5/XII/6G).
Se podría pensar qué él cóíonel Passa-
rinho es un militar de izquierda, progresis­
ta o al menos demagogo, milagrosamente
infiltrado eti el gobierno castrense. Nó, n i­
ela de eso. Una noticia publicada por “Jóf-
nal do Brasil” de 27/11/69 revela él pensa­
miento social del coronel-ministro:
"C erca de 100 dirigentes sindicales fue­
ron destituidos de los cargos qué ocupaban
tn sindicatos de varios estados, por acto
del m inistro de Trabajo, coronel Jarb as
Passarinho. En su exposición de motivos, el
coronel Jarbas Passarinho consideró la m e­
dida dentro dél «espíritu que dictó él
Acto Institucional N? 5», y observó qué
«las entidades sindicales» deben tener su
cuadro directivo y sus representaciones li­
beradas de aquéllos que no dem ostraron
condiciones para garantizar la disciplina dé
lá entidad en consonancia con el orden so­
cial vigente." Tráza, así él ministro Uii té-
trato fiel de ló que son, actualmente los sin­
dicatos brasileños: uña fuerza auxiliar dé lá
policía y de los militarás éñ él matitéftimiém
to dé la “paz social”
“Jornal dó Brasil”, de 4/V/69, en báéé á
datos estadísticos oficiales, registraba: "En
1952, segundo gobierno dé G etúllo Vargas,
el salarlo m ínim o en la ciudad de Rio de J a ­
neiro equivalía a 64 dólares m ensuales. El
l9 de m ayo de 1969, eí salarió m ínim o legal
establecido para el actual estado de G uana-
bara era de 37 dólares solam ente”.
Lá revista “Veja*’ éñ sü num eró 29 de
abril de 1970, publica una gráfica sobre la
evolución del costo de vida y del salarió
m ínim o én Sao Paulo P artiendo del índice
100 en el año 1958, el costo do vida llegó a
7.361 en m arzo de 1970, m ientras el salarió
m ínim o aum entaba sólo a 2.644. ESó significa
que el salario real sé ha reducido a 3(5 %
del anterior y que la clase obrera brasileña
perdió, en esos dos años, dos terceras partea
üé su Cápácidád ádqüiáittvá. Artállzáñdó la
gráfica citada, se comprueba que lá reduc­
ción salarial comenzó en él gobierno de
Juscélino Kubitschek (deterioro dél “esta­
do paternalista” y ocupación gradual del
gobierno por la “burguesía asociada”), ace­
lerándose violentamente durante él estado
policial, cuando la clase obrera —con la in­
tervención m ilitar dé los sindicatos-—perdió
totalmente su capacidad féíviñdicádora.
El último aumentó dé salario mínimo,
él primero concedido pór él actual gobierno,
él í 9 de mayó, mantuvo la tendencia reduc-
torá: fue dél 20 % solamente, mientras él
aumento del costo de la vida (según las sos­
pechosas estadísticas oficiales), llegó ai
24-25% y el preció de los alimentos aumen­
tó éñ üii 31 %.
"El pueblo brasileño ya nó tiene siquie­
ra dinero para comer. Cuanto m enos para
vestir. Esto explica los 80 centím etros por
mes per cápita de tejidos producidos en
Brasil, que, adem ás, no están siendo consu­
m idos" — escribía Hélio Fernandes, director
ce “Tribuna da Imprensa”, el diario dé La-
cérda, el 14/X/66 Y ios datos estadístico*
oficiales prueban qué nó había demagogia
én sü afirmación: "En 1964, existían 35 m il
obreros textiles en Guanabará,* en 1366, hay
22 m il" — (“Jornal do Brasil” - la/X lI/66).
La trágica explotación del proletariado
brasileño (igual á lá explotación de los tra ­
bajadores de todo el Tercer Mundo —eí
proletariado externo dé los grandes países,
capitalistas— puestos a producir una tasa
éxtra de plus valía para los monopolios in­
ternacionales, lo qué asegura a éstos la po­
sibilidad dé dism inuir la tasa de explotación
en los territorios m etropolitanos, aseguran­
do la dom esticación de los proletariados in­
ternos y, consecuentem ente la "paz social”
en los países centrales), queda absolutamen­
te comprobada por una pequeña nota pu­
blicada por el conservador “jornal dó B ra­
sil”, él 5/1/69;
"COSTO REAL DÉ LA MAÑO DÉ
OBRA
"Serge Birn, técnico am ericano en orga­
nización de trabajo, estudiando los m ercados
dé los Estados Unidos, A lem ania O cciden­
tal, F rancia y G ran B retaña, elaboró una
tabla de costo réal de la m ano de Obra de
éstos países. C onvirtiendo en crucelro» su
cálculo en francos en el cual fueron consi­
derados los factores Salarios, cargas socia­
les, diferencias dé productividad y atraso
 teeoojogtco. tenemos ei precio oe cosxo por
bora del obrero:
FRANCIA NCrS 13.059
EE. UU . . . . . . . . NCrS 12,675
GRAN BRETAÑA . . NCrS 12,291
ALEMANIA OCCID. NCrS 11.907
"En Brasil, tomándose por base el sala­
rio mínimo regional de Guana bar a. ¡NCrS
129.00, ©1 más alto del país), el cálculo apun­
ta un costo real horario de NCrS 0.645. A
partir de este dato, algunos hechos intere­
santes se destacan: para ganar lo que un
obrero francés percibe en una hora, el bra­
sileño tiene que trabajar dos días y medio.
Con poco más de diez horas de servicio el
obrero estadounidense gana, en equivalen­
cia, un mes de trabajo del carioca. Y para
recibir salario superior ai correspondiente
a un día de ocho horas de servicio del obre­
ro de Río (NCrS 5.160), bastan al inglés y al
alemán trabajar menos de 30 minutos dia­
riamente."
Sin comentarios.
Sí es trágica la situación de los trabaja­
dores urbanos, no existe en el idioma de
Camóes vocablo para designar lo que pasa
con los trabajadores del campo, principal­
mente después del l9 de abril de 1964. Mien­
tras se mantenía el ritmo del desarrollo in­
dustrial acelerado (hasta .1961), con tasas de
aumento de la producción industrial que
variaban entre 12 y 16 % anuales, había una
salida para la trágica situación creada por
el latifundio semi-feudal: el éxodo rural.
Con el estancamiento registrado en 1962/63
y el retroceso verificado durante el gobier­
no de Gástelo Branco, el éxodo se tornó
prácticamente imposible. Por otro lado, las
pequeñas e incipientes conquistas sociales
de los trabajadores del campo, fruto de sus
también incipientes organizaciones y con­
ciencia de clase, fueron drásticamente li­
quidadas por la dictadura. Las organizacio­
nes campesinas fueron aplastadas y sus líde­
res —esencialmente en el Nordeste— m uer­
tos o castrados (¡sí, castrados! en un inten­
to de desmoralización) por los latifundistas
con furia, apoyados por los oficiales del V9
Ejército, muchos de ellos vinculados al la­
tifundio por su origen o por lazos m atri­
moniales.
El gobierno de Gástelo Branco habló
mucho de reforma agraria; llegó a hacer
una ley de reforma agraria, Pero no pasó
de eso. Al contrario, trató de deshacer lo
poco que se Había conseguido en ei sentido
de democratizar la propiedad rural. Son los
diarios censurados por la dictadura que in- •
forman la evolución de la reforma agraria
al revés:
"El Instituto Brasileño de Reforma Agra­
ria (IBRA) ya restituyó a sus legítimos due­
ños 11 de las 29 áreas de tierra del Esta­
do de Río que. después del sistemático pro­
ceso de invasiones, habían sido consideradas
de interés social por el gobierno anterior,
para fines de expropiación' - (“O Globo” -
28/11/66).
" [ ...] El Instituto Brasileño de Reforma
Agraria acaba de dejar a cerca de 2.500 per­
sonas, en su mayoría niños, que vivían ex­
clusivamente del cultivo, sin techo y sin me­
dió de vida, causando un éxodo que. en el
comienzo, hace cinco días, llevó a un hom­
bre de 49 años —con mujer y cinco hijos—
a la locura, en el municipio de Cachoeira do
Macacú en el estado de Río de Janeiro.
"El desalojo fue ordenado por el juez
Hélvio Perorázio Tavares. en acción pro­
movida por el IBRA que encargó la ejecu­
ción del acto a dos oficiales y 200 soldados
de la policía militar que. después de visitar
'as casas de paja y terrón de los colonos,
venidos en la mayoría del Nordeste, les or­
denaron que abandonasen todo, quemándo­
les las casas..." - (“Correio da Manhá” -
ll/X /66)
"Por orden del general Fracísco Saraiva
Martins, jefe de la Comisión Especial de Ve­
rificación y Reglamentación del IBRA, cua­
tro niños, entre ellos uno de 9 años de edad
y con 39 grados de fiebre, están durmiendo
a la intemperie, mientras seis guardias de
la policía particular del organismo de refor­
ma agraria duermen dentro de su casa, de­
socupada a la fuerza por determinación del
general" — ("Última Hora” - 30/XI/66).
"La Hacienda Mato Grosso, en el muni­
cipio de Duque de Caxias, que fuera expro­
piada por el gobierno del señor Joáo Gou-
lart, acaba de ser restituida a sus propieta­
rios, a través del decreto del mariscal Cas-
telo Branco . — (“Correio da Manhá” -
5/1/67).
El IBRA debe ser un ejemplo único en
°1 mundo: un organismo de reforma agra­
ria que, en lugar de distribuir la tierra a
los campesinos, los expulsa, restituyendo la
tierra a sus “legítimos” dueños.
En razón de esa política agraria del, ré­
gimen castrense volvió a crecer la escla-
 v’ituci que, a pesar de ser oficialmente abo­
lida en 1888, siempre rigió —de forma más
o menos disfrazada— en el hinlerland, en
ei sertáo brasileño Algunas noticias ocasio­
nalmente filtradas por la prensa dan una
idea de la vergonzosa situación social:
"Belo Horizonte (de la sucursal) —Cua
tro camiones con labradores que serían
vendidos en Mato Grosso, fueron aprehen­
deos cerca de Belo Horizonte y llevados
a la policía federal. En total, eran 196 per­
sonas, entre las cuales mujeres grávidas y
niños de pecho que pasaron la noche en los
mismos camiones. Los labradores no sabían
para dónde serían llevados. En la guía fis­
cal. emitida por el intermediario Marcebis-
po Silva Dutra para llevar las familias, es­
taba escrito: «Libre para transportar ocho
burros y tres caballos». De la carga decla­
rada. existían apenas cuatro burros. El resto
era las familias y sus trapos" - (“Jornal do
Brasil” - 26/VII/68)
"Goiania (del corresponsal) — El De­
partamento de Policía Federal concluyó el
proceso sobre el tráfico de esclavos de Mi­
nas Gerais para Goiás y denunció a la Jus­
ticia Federal tres hacendados del munici­
pio de Mozarlandia en el norte del estado
.J La policía federal interrogó a lob cam­
pesinos que confirmaron la seducción y la
promesa de que los hacendados goianos pa­
garían buenos salarios. «Desde que llega­
mos allá, fuimos sometidos a un trabajo
inhumano. Quedamos aislados en los cam­
pos, sin dinero y trabajando día y noche.
Ellos (los hacendados) insistían en cobrar
una deuda; la de habernos transportado y
después alimentado.» Los policías encontra­
ron en la hacienda Buena Suerte, varios
hombres trabajando en régimen do esclavi­
tud. Ellos fueron llevados para Mozarlan-
dia por Geraldo Domingos Oliveira, dueño
de la hacienda. Vicente de Paula, uno de
los campesinos, reveló que el hacendado le
quitó toda la producción de arroz, alegando
pago de deuda de viaje y alimentación" —
(“Jornal do Brasil” - 4/XII/68).
"Brasilia (de la sucursal) — En el inte­
rior goiano. el hombre respondo por sus
deudas con la propia vida, sometido a un
sistema de esclavitud por propietarios ru­
rales que, en algunas regiones, implanta­
ron el comercio de trabajadores nordestl-
nos y «mineiros» (naturales de Minas die­
rais). aceptado sin ninguna restricción ética.
"La escena de ver pasar a un hacendado
llevando, carretera afuera a un labrador
amarrado, porque ha intentado cambiar de
patrón, no llega a ser chocante para lo*
hombres de la región, De parte de los tra­
bajadores ya no existe conciencia de su dig­
nidad humana, aunque se vislumbre el prin­
cipio de una revuelta contra el estado en
que están viviendo" — (“Jornal do Brasil” -
10/XII/68).
"Recife (AFP) — La policía del estado
de Pernambuco detuvo el domigno último
en el municipio de Belém do Sao Francisco.
210 campesinos que serían vendidos a pro­
pietarios rurales del estado de Minas Ge­
rais a dieciocho dólares por cabeza" — (“El
Día” - 22/IV/70).
Otro aspecto de la realidad social bra­
sileña, que habla tremendamente en contra
del prestigio internacional de Brasil es el
del genocidio de los indios. Las denuncias
de etnólogos europeos sobre la manera con
que las pocas tribus de indios sobrevivien­
tes están siendo diezmados, publicadas por
la prensa internacional sirvieron para lla­
mar la atención mundial sobre otro aspec­
to de la trágica realidad social brasileña.
La campaña llegó a su auge cuando, en di­
ciembre pasado, el ministro de Relaciones
Exteriores de Dinamarca, Paul Hartling,
amenazó presentar el caso ante el Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas,
Todo lo «ue se ha propagado en el ex­
terior con relación al problema es verdad;
una pequeña parte de la verdad. Desde la
entrega a los selvícolas de ropas y alimentos
contaminados por gérmenes de enfermeda­
des mortales, hasta la destrucción a dinami­
ta de sus aldeas, trátanse de hechos reales
y rutinarios.
El gobierno castrense esta preocupado
por su imagen en el exterior. Las noticias
sobre torturas a los presos políticos, choques
entre el clero y los militares, las setecien­
tas ejecuciones sumarias del “Escuadrón da
la M uerte” y además, el genocidio de in­
dios —intensamente divulgadas por la prenr
sa internacional— crearon, efectivamente,
una pésima imagen del Brasil en el exte­
rior: una imagen semejante a la de África
del Sur o a la de Haití de Duvalier. Los
esfuerzos gubernamentales para deshacer
esa imagen han sido permanentes y se con­
centraron, sobre todo, en lo referente al ge­
nocidio de indios; lo que resulta extraño,
pues es el único aspecto del terror vigente
en Brasil que se procesa independientemen-
té de ìà áceíott gübéfñaffiéñtál. La* tórtufàs
i lös presos políticos céááríán inmedi ata­
ñiente, apenas decidiera el gobierno; La per­
secución a los sacerdotes progresistas tam­
bién; è igualmente, las matanzas del Escua­
drón de la Muerte, reconocidamente integra­
do por policías.
Esas modalidades de la violencia son
consecuencia del régimen político y desa­
parecerán en el momento en que el gobier­
no as! lo decida. Ño ocurre lo mismo con el
genocidio de indios Siempre existió, inde­
pendientemente del régimen político vigen­
te. Desde que Cabrai descubrió la tierra,
bajo el régimen colonial portugués, bajo
ssl imperio de la “Casa de Braganza”, bajo
la república militarista de fines del siglo
anterior y comienzo del actual, bajo là re­
solución liberal y él “Estado ÑOVó” dé Var­
gas y áu& bajo régínieñés más llbèràlès
Como fueron los dé Kubltschek y Goulart,
lá matanza dé indios ÍUé uná conátanté.
Simplemente porque nò éá Uña Violencia que
áürjá del régimen politicò y sí, éá frutó del
iistemá social vigènte Éñ tàntò prevalezca
él régimen dé propìèdàd privada de la tie­
rra y esista Una tribu de indios en posesión
de alguna fracción de tierra, Continuará
la matanza. Él hambre dé tierra dé los lati­
fundistas es inàgòtablè e incontrolada. Prin­
cipalmente éft él hitiieriaitd, en là llamada
frontera móvil de la civilización, dónde el
poder de intervención dèi poder central es
. casi nulo y donde está vigente la ley del
más fuerte.
Por èlio, resultan ridículos los esfuerzos
del gobierno brasileño para negar el geno­
cidio dé indios Las tragedias sé suceden:
noventa por ciento de ellas o más nò lle­
gan siquiera a conocimiento dèi mundo ci­
vilizado; quedan sepultadas en là selva. Là
divulgación de parte dé las restantes és im­
pedida pór la censura, cada véz más dura.
Aun así, dé cuando én cuando alguna nòti-
èia sé filtra y revela ál müñdo là barbarie
de lös ‘^civilizados” cUañdó sé enfrentan á
los sálvajeá.
“O Estado de S. Paulo”, el gran diario
Conservador, describe así la última matanza
conocida: "Los indios eran ocho y estaban
Acampados en las m árgenes del Río Jauperi
(AmaZonas) recogiendo huevos de tortugas.
Pertenecían a la tribu de los «waimirís-
átroaris», que ya habían tenido 'Uve-reos
Contactos pacíficos con los blancos y por
éso, no tem ieron ni dem ostraron animosi-
dad h a d a ios tres caradores que viajaban
en un barco a m otor. Los blancos hicieron
señas amistosas, exhibieron alim entos, los
ofrecieron. Los indios se aproxim aron cu­
riosos, contentos «Jacunum m are» —grita­
ron—, palabras que quieren decir «blanco
bueno.» Rem aron sonrientes, &1 encuentro
del barco que se detuvo en el medio dél
río, cuando fueron alcanzados por la fusilé-
ría de los tres hom bres blancos. Ñó quedé
un indio vivo. Los cuerpos cayeron ál agua,
quedaron boyando. Los cazadores recogie­
ron los cadáveres, los colocaron en dos ca­
noas, am arrándolos con cuerdas, y luego
fondearon las dos em barcaciones colocando
piedras sobre los cadáveres. En verdad, la
m atanza nunca habría sido descubierta si
sus propios autores no se hubieran Jactado
dé la «hazaña». .'
"La m atanza, fría, prem editada, ocurrió
entre geiiem bré y octubre del año pasado y
fue practicada por José Rocha Lopes, F ran ­
cisco de A lcántara y Francisco Damásceno,
al m ando del com erciante Antonio Paulino
dá Rocha."
Posiblemente ert un caso de cada cíen
los ásésínós son identificados y detenidos.
Filé lo que ocurrió. Confesaron su crimen
cón todo cinismo. Estuvieron presos algu­
nos días, ñásta que ia Justicia Federal (esa
justicia prostituta, creada pór el régimen
cástrense) sé consideró incompetente para
juzgarlos. Quedaron en libertad y Volvíéróñ
á la selva, donde, seguros de su impunidad,
habrán de cometer otras barbaridades,
Y eí ministro del Interior, corone) Cos­
ta Cáváléáñti, continuará dando entrevistas
á íós corresponsales extranjeros y negando
lá éxistéñeia de matanzas de indios en
B rasil...
Ün dato más para comprobar qué el pue­
blo brasileño vivé mai Una estadística de la
CEPAL, relativa al año de 1967, demuestra
que mientras el 50 % de la población tiene
una renta per cápita m edia de U$S 100, uno
por ciento de los brasileños ganaba en m e­
dia 6.500 dólares. Las dos categorías socia­
les absorbían igual porcentaje de la renta
nacional: 18,6 % del total. Lo que significa
que 900.000 individuos ganaban tanto como
45 m illones de otros situados en la base
de la pirám ide social.
Parece innegable que —al menos pof
una vez— el generai-presidente, Emilio Ga-
rrastazú Médici, dijo la verdad: "el pueblo
vive m al".
A
EL ESTADO POLICIAL-MILITAR
EL FASCISMO SUBDESARROLLADO
El régimen político instaurado en el Bra
sil el primero de abril de 1961, no podría defi­
nirse de manera científica, como “fascismo”.
Éste, de acuerdo con la experiencia histórica,
sería el fruto de las violentas contradicciones
socio-económicas que surgen en países ya en
avanzado estado de desarrollo capitalista. Eso
no ocurre en Brasil, pues la mayoría del país
continúa inmerso en el atraso sernifeudal y sólo
el centro-sur vive la etapa del despegue capita
lista. Otra de las causas del fascismo —la ri­
validad con los países imperialistas más fuer
tes, casos tipicos de Alemania c Italia— tampo­
co ocurre en Brasil. Los militares brasileños, a
diferencia de Hitler, que soñaba con la hege­
monía mundial, se contentan con desempeñar
un papel mucho más modesto: el de “satélite
privilegiado” de los Estados Unidos.
Ello no impide que algunas de las caracterís­
ticas del régimen fascista puedan manifestarse
en Brasil. Las causas sociales y las contradic­
ciones externas son otras; sin embargo los mé­
todos son idénticos, principalmente los que *e
relacionan con la represión.
La eliminación casi total de los derechos po­
líticos de los ciudadanos, con la abolición de los
partidos políticos tradicionales, la supresión de!
voto directo en las elecciones mayoritarias, la
anulación de centenas de mandatos colectivos v
la suspensión de los derechos políticos de milla­
res de ciudadanos por el plazo de diez años, la
institución de los “certificados ideológicos" p.i
ra los candidatos a cargos legislativos etc., re­
presentan la liquidación total del régimen polí­
tico liberal representativo vigente hasta el l2 d«
abril de 1964.
Los derechos civiles fueron también elimi­
nados o drásticamente afectados; unos “legal-
mente” (por los actos institucionales), otros, en
la práctica. Así, el habeas Corpus, el recurso dn
amparo, la inviolabilidad del domicilio, la liber*
tad de opinar, el derecho de asociación, la cáte­
dra libre, la soberanía del Poder Judicial y mu*
clias otras conquistas liberales desaparecerán a
lo largo de seis años de dictadura.
La eliminación o la restricción de los ders-
chos sociales de las clases trabajadoras y el con­
trol total y absoluto de los sindicatos por el es­
tado —otra de las características del régimen
fascista— también ocurrió en el Brasil. Las le­
yes laborales otorgadas a los trabajadores por el
“estado paternalista” de Vargas, fueron drás­
ticamente afectadas y los sindicatos interveni­
dos y colocados bajo fuerte control policíaco-
militar.
Un ejemplo de los extremos a que llegó el
estado policial brasileño en su miedo pánico al
pueblo, en su histerismo' terrorista, es propor­
cionado por un documento elaborado por la»
autoridades militares y ampliamente difundido
en todo el Brasil, objetivando “alertar a la po­
blación contra el peligro de la subversión comu­
nistas”. Goebbels y Himmler no redactarían
mejor un
"D E C A L O G O DE S E G U R ID A D "
Los terroristas juegan con el miedo y
el pánico. Solamente un pueblo prevenido y va
líente podrá combatirlos. Al ver un sospechoso,
no se quede indiferente ni finja que no vio; no
sea cómplice. Avise a la policía o al cuartel
más próximo. Las autoridades le dan todas las
garantías, inclusive la del anonimato.
2. Antes de formarse una opinión, verifi­
que varias veces si la misma es realmente la su­
ya, o si no es otra cosa que la influencia de
»amigos» que lo hubieron confundido. ¿No es­
tará usted siendo un «inocente útil», en una gue­
rra que tiende a destruirlo a usted, su familia
y todo lo que usted ama más en su vida?
3. Aprenda a leer los diarios, oír la radio
y ver la televisión con cierta malicia. Aprenda a
captar mensajes, indirectas e intenciones oc 1-
tas en todo lo que oiga o escuche. Usted va a
divertirse mucho con el juego de aquellos que
piensan que son más inteligentes que usted y
están intentando hacer de usted un tonto con un
•imple juego de palabras.
4. Si usted fuera invitado o sondeado o
conversado sobre asuntos que le parézcan ex
traños o sospechosos, finja que está de acuerdo
y cultive las relaciones con la persona que lo
sondeó en esa forma y avise a la policía o al
cuartel más próximo. Las autoridades le pro
porcionarán todas las garantías, inclusive el ano
ttimato.
5. Aprenda a observar y recordar de me­
moria algunos detalles característicos de las per­
sonas, automóviles y objetos callejeros, en los
bares, en los cines, teatros y auditorios, en los
edificios comerciales y residenciales, en las fe­
rias, almacenes, tiendas, peluquerías, en los
bancos, oficinas, en las residencias, en las esta
dones de ferrocarril, en los trenes, en los aero­
puertos, en las carreteras, en los lugares de ma
yor movimiento o aglomeración de personas.
6. No reciba a extraños en su casa aunque
sean pedidas sin antes pedirles documentos y ob­
servarlos hasta recordar de memoria algunos
detalles: número del documento de identidad,
repartición que lo expidió, ropa, aspecto perso­
nal, señales especiales etc. El documento taro
bien puede ser falso.
7. Nunca detenga sw automóvil cuando lo
soliciten extraños ni les dé «carona» [autostop].
Viaje siempre con las puertas de su automóvil
trancadas por dentro. Cuando deje su coche
en algún estacionamiento o estación de servicio,
procure recordar algún detalle de las personas
que lo rodean.
8. Cuando note la presenda de extraños
en actitud sospechosa en su barrio o edificio,
avise de inmediato a la policía o al cuartel más
próximo.
Procure desarrollar su espíritu comunt
»ario. Participe activamente de las iniciativas d"
su grupo social, barrio o de la escuela de sus
hijos. Recuerde que la unión hace la fuerza
10. Nuestra unión será la derrota del ene­
migo. Si sabemos mantenernos comprensivos,
cordiales, informados, confiados y unidos, nadie
nos vencerá.”
El puritanismo es otra de las características
del actual régimen brasileño que podría ser cla­
sificado de “fascista”. Las presuntas densas a
la “moral familiar” merecen de parte de las au­
toridades militares una represión tan vigorosa
como la de los movimientos subversivos. Exis­
tiría, incluso, una cierta coherencia entre am­
bas campañas paralelas, entre el combate de
las ideas revolucionarias y de la “onda de inmo­
ralidad” a la que se asiste en el Brasil. Según los
militares de derecha y sus teóricos civiles la
tendencia a liberalizar las costumbres morales
tradicionales tendría su origen en un complot
Comunista internacional. Ai liquidar la moral
Convencional, ios comunistas pretenderían la
eliminación de la institución familiar —“célula
máter de la nacionalixlaá”— y, por ese med-o,
obtener el poder político.
“Actualmente, se envilece a la mujer, se dis­
grega a la familia, se socavan los cimientos de
la patria. Se asiste a la tentativa de destruir la
civilización y la raza en su fuente biológica, he
tito más grave que la idéntica tentativa en el
aspecto mecánico. Esos hechos ya fueron obser­
vados en viejas civilizaciones degradada» y que,
en el tiempo, merecieron correcciones memora­
bles: Sodoma, Gomorra. Babilonia, Roma y Poní
peya” —dijo el general Moacir Araujo Lopes,
presidente de la Comisión Nacional de Moral y
Civismo—. La tesis es así complementada por
Gustavo Corgáo, el líder católico de la extrema
derecha: “Con violencia aturdidora se extiende
en el occidente liberal un furor de erotismo, una
febril promoción de la sexualidad, degradante v
destructiva [ . . . ] no sería necesario decir que
los comunistas están profundamente interesados
en estimular esa situación.”
Con base en esa “filosofía", el regimen cas­
trense ha censurado el cine, el teatro, la radio,
la televisión, las artes plásticas y el humor. En
una segunda etapa, el general-presidente de tur­
no, Garrastazú Médici, estableció la censura pre­
via de los libros y periódicos. Hoy los militares
de derecha, transformados en guardianes de 'a
moral familiar, se lanzan con furor total contra
los “místicos de la indecencia”, que conspiran
contra la estabilidad de la familia y de la patria
brasileñas. En su intento de evitar que los comu­
nistas transformen Brasil en una “inmensa Babi­
lonia, los militares, en su cruzada moralizadora,
deben estar pensando en un gigantesco “cintu-
ron de castidad", en un cin turó n p a ra 90 m illo
n e s. . .
Para completar ese cuadro de “fascismo suo-
desarrollado”, surge la práctica de las torturas
a los presos políticos. Veamos cómo actúan los
militares, transformados en policías en ese te­
rreno.
TEORÍA Y PRACTICA
Z DE
LA TORTURA
Los docum entos que se transcriben e con­
tinuación son auténticos. Ellos llegan a “C ua­
dernos de M archa” desde el fondo de las
cárceles. Fueron escritos por las propias -íc
tim as. T ienen olor a sangre. F ueron tra d u ­
cidos literalm ente, sin la utilización de nin­
gún recurso literario. Eso se torne innecesa­
rio pues la trágica realidad Suplanta Ja pro­
pia im aginación.
DOCUMENTO n? 1
La tortura existe porque es c] método más
rápido, menos trabajoso, menos inteligente y
más brutal de obtener informaciones Es el mé­
todo más rápido y la rapidez es, á veces, el ele­
mento decisivo en el combate a los movimien­
tos revolucionarios —según los servicios de in­
formaciones—. No se puede perder tiempo tra­
tando de obtener una declaración, a la vez es­
pontánea y clarificadora, de un revolucionario,
buscando los indicios de sus coritartos, compa­
ñeros, jefes, o en el relevaniiento minucioso de
•su vida, de sus hábitos, etc. Al ser arrestado
un sospechoso, hay la posibilidad de que él sepa
alguna cosa: algún nombre, alguna dirección,
a'gún detalle que haga avanzar un poco más
la campaña de represión. Esta sola posibilidad
(en cada diez o veinte casos se concreta una)
de obtener información lo más rápido posible
es una tentación demasiado grande. Los milita­
res policiales no la resisten. Además, hay la
seguridad de que “el pequeño pecado" de la
tortura quedará impune.
La tortura es ej método meno* inteligente,
menos trabajoso. Después de cierta práctica, *1
torturador ejecuta su “arte” sin mucho esfuer­
zo físico o mental. Es necesario ser mucho más
inteligente para esbozar un plan de investiga­
ción, para concatenar informaciones de delato­
res —los “dedos duros”—, para interrogar infor­
mantes muchas veces fantasiosos o procesar un
ingenioso plan de allanamiento. Es mucho más
fácil encerrarse en un pequeño cubículo con un
revolucionario (o presunto revolucionario), algu­
nos auxiliares y algunas “herramientas de tra­
bajo” y decirle al primero: “vas a llevar palo
hasta hablar todo lo que sabes”. Como gene­
ralmente los mterrogadores no tienen la míni­
ma noción de lo que la víctima sabe (si es
que sabe algo), se la tortura hasta que su es­
tado físico, sus sufrimientos, la cantidad d#
sangre perdida, el número de desmayos, las
veces que el torturado traga la lengua (a cau­
sa de los shocks), la cantidad y calidad de sus
gritos, la naturaleza de sus súplicas, la apa­
riencia de sinceridad de sus promesas É ha
bJar, indiquen que es hora de hacer un* pausa
para que el individuo “abra la boca”. Todo
muy simple, muy fácil, muy objetivo.
La tortura es el método más brutal. Eso e#
importante, pues la brutalidad aplicada contra
los revolucionarios recompensa a los torturadores
Estos son intensamente preparados —técnica y
sicológicamente— en cursillos simplistas donde
se Ies enseña que los “comunistas son comedores
de niños”. Al enfrentarse con un '“subversivo”
se ejercita ese odio maniqueísta. Surge así al
“espíritu de cuerpo” de la represión, que le da
unidad al equipo represivo. La tortura, al mismo
tiempo que recompensa al policía por los even­
tuales riesgos corridos en algún enfrentamiento
armado con revolucionarios, alimenta su odio ha­
cia ellos. Cuando a veces un interrogado no
habló en las primeras sesiones o habló poco Y
se descubre por intermedio de otro que el pri­
mero mintió u omitió alguna cosa, redobla Ja
cólera de los torturadores. Y vuelven a tortu­
rar, como en un “repaso”, con el objeto d*
tener la conciencia tranquila, tal es su celo res­
pecto al método; tal su ansiedad de no desmo­
ralizar el sistema ál que han entregado su pro­
pia alma.
Cómo torturan. Con la práctica acumulada
en seis años de régimen policial, los métodos
de tortura no se volvieron más complejos o más
inteligentes. Al contrario, no tienen Ja complot
jidad de los instrumentos medievales, como los
“borceguíes” etc. Por Giro lado hay la preocu .a-
ción de po dejar marcas, pues “la tortura no es
permitida”. Sin embargo, con toda sencillez y
sip dejar mutilaciones (físicas,. naturalmente) o
marcas por más de una semana, se puede reali­
zar un eficiente trabajo de tortura utilizando
los siguientes instrumentos: 1) el “pau-de-ara-
ra”; ?) la “hidráulica”; 31 la descarga eléctri­
ca; f) la palmeta; 5) algunas latas; 6) pequeñas
barrrs de hierro. Evos instrumentos, usado*
aisladamente o combinados, pueden provocar
sufrimientos simplemente insoportables. Y la*
más diversas confesiones; verdaderas o no.
El “pau de arara”. Es una barra de hierro
o de madera del tamaño de un palo de escoba,
cuyo espesor varía. En la Comisaría de Hurtos
y Rapiñas de Belo Horizonte tiene unos 2 cm
de diámetro; en ¡a Compañía de la Policía del
Ejercito en Guarmoara, unos 3 cm. lo mismo
que en el DOPS (Departamento de Orden Pú
blico y Social) de San Pablo. Cuanto más grue­
sa la barra, más lastima los brazos del tortura
do. Las muñecas de la víctima son amarrada-,
así como los tobillos. Se pasa la barra por de­
bajo de las rodillas, que son colocadas entre
los brazos del individuo doblado para adelante.
La barra pasa, por lo tanto, por encima de lo>
antebrazos. Las extremidades de la barra sbn
apoyadas en dos soportes que pueden ser dos
mesas o dos sillas altas o dos cajas de madera.
El torturado queda colgado: el peso de su cuer
po queda sostenido por las articulaciones de las
rodillas y por los antebrazos. Es como aplicar
un peso de sesenta o setenta quilos en un deter­
minado punto de los antebrazos. Y eso duran?.:
horas. Luego de media hora se empieza a sen
tir sus efectos: las amarras de las muñecas v
tobillos, forzadas por el peso del cuerpo, casi
impiden la circulación de la sangre. Las manos
y los pies quedan morados, insensibles, provo­
cando inicialmente una sensación de hormigueo,
después una hinchazón progresiva y, por fin, la
isquemia. El torturado piensa que en cualquier
momento sus dedos van a reventar, haciendo
correr el líquido oscuro que mancha y hace
hinchar sus miembros. Esa sensación es estimu­
lada por observaciones “amables” de los tortu­
radores que a cada rato insinúan lo que podrá
pasar con los dedos y la columna vertebral de
la víctima, con sus pulmones, etc. Esta parte
de la tortura es llamada “sugesta” (sugestiónl.
Es la presión sicológica destinada a abatir mo­
ralmente al torturado.
Luego de algún tiempo, el peso en los ante­
brazos comienza a provocar un dolor terrible,
como si los estuviesen quebrando en aquel pun­
to donde se sostiene el peso del cuerpo. Ese
dolor aumenta cuando balancean al torturado
haci; adelante y hacia atrás, cosa que los tor­
turadores hacen frecuentemente, riendo y bro­
meando entre sí como si estuviesen jugando.
El torturado queda colgado desnudo muchas
horas en el “pau-de-arara”. De vez en cuando
es necesario desamarrar las muñecas y tobillos,
de lo contrario, el torturado perdería las manos
y los pies por isquemia, mortificación, y necro­
sis consecutiva.
Rarísimas veces elt “pau-de-arara” es utili­
zado aisladamente. En general es un punto d :
referencia, un comienzo, una posición básicr
para la aplicación . de las demás fórmulas de
torturas: el choque eléctrico, la palmeta. la hi­
dráulica y las perversiones sexuales.
La “hidráulica”. La “hidráulica” es apenas
una de las formas de ahogo parcial, así bauti­
zada en la Comisaría de Hurtos y Rapiñas de
Belo Horizonte. Es un tubo de goma que ic
introduce en la nariz de la víctima y por el cu d
se inyecta agua. Sin embargo, la inyección de
agua por las fosas nasales es hecha por mucha,
otras formas: por medio de esponjas, paño;,
vasijas, etc. Se tapa la boca del torturado para
que re pueda respirar y. cuando inspira po. a
nariz, recibe la inyección de agua La victoria
desesperada, empieza a toser buscando expul­
sar el agua e inspirar un poco de aire, reci­
biendo entonces nuevos chorros de agua y aú
sucesivamente. Es la sensación de quien se está
ahogando y de vez en cuando vuelve a la vida.
Cuando el torturado está por desvanecerse o.
más comúnmente, cuando se desvanece, se le
deja respirar y recuperarse un poco para reini­
ciar el proceso otra vez.
La “hidráulica” y otras formas de ahogo
parcial son aplicadas generalmente cuando ¡a
víctima está en el “pau-de-arara”. El torturado
piensa que va a morir ahogado y la angustio
de la muerte inminente por asfixia, la búsqueda
desesperada, refleja, de un poco de aire (cons­
cientemente la víctima prefiere, sin duda, mo­
rir de una vez, pero no consigue dejar de bus­
car ávidamente el aire) aquel toser estertóreo,
aquel desesperado afán preagónico se repiten
diez o veinte veces; indefinidamente.
El choque eléctrico. La mayoría de los tor­
turadores utilizan aparatos eléctricos portátiles,
aunque en muchos casos se aplique, a falta de
éstos, el choque obtenido directamente de la md
pública de energía. Con aparatos portátiles se
logran unos cien volt'os, t como el es caso riel
’’magneto” aparato en uso en las fuerzas arma­
das para alimentar i lo:-' circuitos telefónico« ue
campaña. Está montado en una tabla v poste
una manivela que girándola, hace funcionar un
inducido cercado por el campo magnético
la propia carcaza. Girando la manivela con
rapidez y al mismo ritmo, se obtiene un
voltaje que va de los 30 a los 100 voltios.
Girándola en vueltas intermitentes, es co­
mo si recibiésemos punzadas con hilos eléc­
tricos. provocando convulsiones ininterrumpidas.
Dos cables que salen del “magneto” son ligados
al cuerpo de la víctima, produciendo el efecto
deseado por el torturador.
La fértil imaginación del torturador rige
la elección de los lugares del cuerpo donde se
aplican las descargas. La manera más sencilla
es enrollar los cables en los dedos de las manos
o de los pies. En seguida se gira la manivela.
La descarga eléctrica provoca en el torturado
una sensación difícil de ser definida: un estre­
mecimiento físico y sicológico llenos de chispas
eléctricas que, ’junto con el temblor convulsivo
y el descontrol muscular, produce en la víctima
 una sensación de ingravidez, de torbellino,
descarga provoca en los músculos un estímulo
idéntico al estímulo de las fibras nerviosas y el
músculo responde con una contracción. Los
músculos extensores extienden y los flexores,
flexionan, provocando movimientos desordenados
incontrolables, semejantes a las convulsiones
epileptiformes.
El torturado grita con todas las fuerzas, tra
tando de tomar pie, de afirmarse en aquel caos
de convulsiones, estremecimientos y chispas. Es
necesario no darse por vencido, desviar la aten
ción de esa sensación desesperante. Para la víc­
tima, en ese momento, cualquier otra lorma de
tortura combinada —la palmeta, pot ejem­
plo-1- es un alivio, pues desvía su atención, de­
volviéndolo a la tierra, a su propio cuerpo que
parece escapársele. El dolor lo salva, la paliza
lo rescata. Él mismo busca infligirse dolor, pro­
cura pegar con la cabeza eri el piso, repetida­
mente, con todas sus fuerzas. Pero generalmen­
te está amarrado, colgando del “pau-de-arara ’
y ni siquiera puede valerse de ese recurso.
El choque en especiales partes del cuerpo
es un suplicio adicional: en la cara, en los ór­
ganos genitales, en el ano. En el rostro, puede
producir un descontrol muscular que lleva ál
torturado a tragar su propia lengua.
En San Pablo, en la Policía del Ejército, el
choque es dado dentro del recto (o dentro de
la vagina de las mujeres), introduciéndose lo»
electrodos en la punta de un tubo de polieti
leño también dentro de los intestinos. Ailí el
choque provoca incontinencia urinaria > anal.
La palmeta. La palmeta es la panza menos
indiscriminada, más “científica”. La paliza in­
discriminada también es aplicada, pero es una
manera demasiado grosera, poco ‘técnica”
Hoy en día se acostumbra golpear en las rna
nos, en las plantas de los pies y en las nalgas,
con la palmeta. El instrumento varía mucho d*
forma y material, pudiendo ser de madera, d<*
goma, de aluminio, con o sin salientes, etc
Las manos, los pies y las nalgas aumentan
hasta cuatro veces de volumen, quedando en
carne viva. Inicialmente. los- golpes van for­
mando ampollas de sangre que van rompién­
dose; sale la piel junto con la sangre y a veces
también las uñas, aunque eso no es lo corriente.
La palmeta en las manos se aplica, gene
raímente, con el torturado de pie sobre dos la­
tas pequeñas que, después de algún tiempo,
comienzan a penetrar dolorosamente en los pies
del individuo. Todavía con la víctima encima
de latas, se acostumbra aplicarle unas pequeñas
barritas de hierro entre los dedos de las manos.
Tiene 20 cm de largo y algunos milímetros
de espesor y se colocan entre ios dedos apreta
dos. Provocan un dolor lacerante. Las barrita»
constituyen una especie de guante borceguí.
Éstas son apenas algunas de las formas de
torturas, las más utilizadas. Naturalmente en
cada lugar donde se tortura se encuentran va­
riantes de las mencionadas formas, que se de
sarrollan según el gusto sádico y la capacidad
inventiva de los torturadores. En San Pablo,
por ejemplo, en la Policía del Ejército, en lugar
de “pau-de-arara”, cuelgan al torturado por ios
pies, cabeza para abajo y le introducen palos
de es toba o cachiporra., en el recto. L^s mujeres
casi siempre son violadas.
I lJSS e s '.¿js 2 S g I
è Q u ié n to rtu ra ?
La tortura está siendo utilizada en tan alt»
escala en el Brasil que ya es casi una institu­
ción dentro del sistema. Tiene su propia cul­
tura, sus valores, su aprendizaje, su lengua i»
propio. Los torturadores tórnanse famosos en
tre sus cofrades. Se enorgullecen de sus haza­
ñas; relatan sus hechos, seguros de la impuni­
dad. La prueba de que la tortura fue institu­
cionalizada por el régimen militar está en el
hecho de que sus prácticas se enseñan. Existen
cursillos de torturas en el ejército, en la nía
riña y en la aeronáutica. Oficiales y sargento*
son los alumnos de esos cursos, donde aprenden
a través de la proyección de diapositivas y tor­
turas a1 vivo. Uno de esos cursillos fue impartido
por el teniente Haylton a más de cien sargento*
reunidos en una sala. Allí se hizo la demos­
tración al vivo, del “pau-de-arara”, de choque*
eléctricos, de las latas, de las palmetas, etc. Na­
turalmente, no todo el alumnado aprueba. Uno
de los sargentos, al vei todos aquellos presos
desnudos —uno arriba del “pau-de-arara”, otro
gritando desesperadamente al recibir las descar­
gas eléctricas, etc.— no aguantó y salió de la
sala vomitando.
El presidente Garrastazú Mèdici prometió
que no habrá más torturas. El ministro de Jus­
ticia interviene directamente, prometiendo cas­
tigar a los culpables. Pero, ¿cómo acabar con
la tortura sin acabar con la represión poética'*
La tortura es hoy su obra maestra. La tortura
está en las entrañas mismas de la represión po­
lítica. Es una de las instituciones del propio
régimen castrense. Hace parte de la justicia
militar. Para comprobarlo basta examinar cual­
quier proceso político. La base de los proceso*,
su piedra de toque, su centro de irradiación,
son las declaraciones del reo. Durante la inves­
tigación policíaco-militar, el ejército, los cen­
tros de información y la policía consiguen esas
“declaraciones del reo” bajo torturas. EJ inté

r rogatorio del reo es la pieza fundamental —en
muchos casos, la única— del proceso político.
La tortura no es sino la manifestación de
una violencia mayor que el estado policial-mi­
litar ha puesto en marcha. La violencia excede
la fase del interrogatorio del sospechoso; está
presente en todas las etapas del proceso d -
represión policíaco-militar. Basta ver cómo son
conducidos los procedimientos para efectuar las
prisiones. Son verdaderas matanzas. La resis­
tencia armada a la prisión —que ocurre cada
vez más— es consecuencia de la violencia en
la fase del encarcelamiento. O del conocimienti
que el buscado tiene de lo que ocurrirá en los
cuarteles y comisarías. La tortura es —una vez
más-— un centro motivador.
No es fácil identificar a los torturadores.
Ellos son parte de un complejo engranaje que
envuelve a toda la policía y a las fuerzas arma
das. Como las fuerzas armadas asumieron la
responsabilidad del poder político, todo el go­
bierno es responsable por las torturas. Desde
el que ejecuta físicamente las torturas hasta
el general-presidente, todos son responsables. El
propio dictador de turno —Emilio G a r r a s t a z V
Médíci— cuando dirigía el S.N.T. (Servicio Na­
cional de Informaciones) era conocido por el
apodo de “Carrasco Azul”.
La lista de los responsables directos de la.
torturas, organizada a base de los informes de
¡as víctimas, es muy larga, pero incompleta.
Algunos de ios que fueron identificados y figu
ran en ¡as listas de ¡as organizaciones revolucio­
narias como reos y serán sometidos a futuros
tribunales populares, son los siguientes:
En Sao Paulo:
General Luis Felipe Carneiro da Cunha.
teniente coronel Adolpho Henrique Mattos,
capitán Danilo, coronel Enio, general Silvio Co-
rreia de Andrade, mayor Arí Bísmarck, mayor
Lameira, capitán Antonio Carlos Nascimento
Pívato, capitán Mauricio, capitán Vilela, ma­
yor Áíbuquerque, teniente Agostinho sargen­
to Bragas sargento Sakay, sargento Roberto,
sargento Símoes, sargento Montgomery, cabo
Paseen, cabo Marco Antonio Ribeiro, teniente
Ubiratan, mayor Valdir, un investigador con el
apodo de “Marinheiro”; los comisarios del
DOPS: Wanderico Arruda de Moráis, Valdir
Simonetti, Newton Fernandes, Italo Ferrigno,
Alcides Cintra Bueno, Rui Ulhoa (Canto, Or­
lando Rozante, Fábio Lessa, Sergio Fleury (el
que preparó la emboscada a Carlos Marighela
y organizador del Escuadrón de la Muerte),
Celso Teles, Raúl Ferreira, Raúl Nogxieira Li­
ma, Joao Marcos Flacquer; los investigadores
«a
/
Uel DOPS: Antonio Unto Marques, Peirone,
Caetano, Passalacqua, VValmor. Tescalone. Pa
rra, Teles, Clarice, Sidney, Edsel Magnotti.
Quass y Nováis.
En Ribeiráo Preto, en el interior del estado de
Sao Paulo:
Teniente Taiga, teniente ladashi. capitán
Ooutinho; cabo Washington, teniente Paulo Ca­
sita, teniente Elpidio. cabo Aparecido, el ,cuu»>
sarta del DOPS Miguel Larnano.
En Minas Gerais:
Coronel Waldir leixeira Góis. capitán La
cerda, capitán Pórtela, capitán Pedro tvo, ma­
yor Teixeira, sargento Léo, capitán Schúbeit.
En Guanabara:
En la Vi'la Militar: coronel Ary Pereira ó"-
Carvalho, mayor Lacerda, mayor José Riba
mar Zamith (es el coordinador de la tortura en
el Ier Ejército; después de un cursillo en EE. UU
introdujo la “tortura científica”), capitán Vie;-
ra. mayor Podestá, capitán Ronaido Garvall o
da Cruz, sargento Antunes, sargento Pav/olen,
En la Policía del Ejercito, en la calle Buráo
de Mesquita:
Mayor Manháes, mayor Fontenelli, capitán
Lea©, sargento Léo y muchos otros; todos a
túan con la orientación del coronel Nev co­
mandante de la Policía del Ejército.
En el CENIMAR (Centro de Investigaciones
de la Marina) y en el presidio de la Isla
de las Flores:
Capitán de Mar y Guerra José Clemente
Monteiro, comandante de la Isla de las Flore»;
capitán de corbeta Alfredo, que utiliza los apo­
dos de Roberto, Mike, Pauta Roberto, es el
jefe directo de las torturas; detective Solimar,
al servicio del CENIMAR en la Isla de las
Flores; teniente Coutinho, médico de la mari­
na, responsable por el “control científico” d =
las torturas; capitán de mar y guerra Miehel
Laginestra.
En el DOPS de Guanabara:
Inspector Vasconcelos, Theobaldo Lisboa,
Mário Borges.
En Pemambuco:
En el DOPS: Moacir Salles, Bartolomé;!
Gibsen, Eduardo Samico, Luis Miranda; en la
Policía Militar: cabo Humberto Rocha y cabo
Torres; en el IV? Ejército: mayor Vilo q; en la
marina: capitán Venicius.
eucDERMOs tais: uuieH l.
PO CyM fciNiQ n- 2 por policías, y reconoció f Tereza. Compartie­
Iniciamos aquí una serie de reportajes des­
tinados a la Conferencia Nacional de Obispos
de Brasil. Estas entrevistas han sido hechas por
un sacerdote que trabaja con los jóvenes. Estí
sacerdote, soy yo. Perdónenme por no podei
revelar mi identidad: está en juego mi seguri­
dad personal., Asimismo, ¡os nombres de las
personas citadas han sido cambiados poi la
misma razón.
Nos proponemos describir, lo más fielment -
posible, la situación de innumerables personas,
cristianos o no, frente al sistema policial implan
tado en nuestro país. Lo haremos de la manera
más objetiva posible y en un tono que excluye
toda emotividad.
Este primer reportaje se refiere al encarce­
lamiento de una persona que llamaremos Tere-
za; su caso, en efecto, es bien representativo
Conocí a esta joven en la universidad, donde
furnia compañeros. Formada en la provincia,
en lq J.E.C., luego estudiante universitaria
siempre se mantuvo en contacto con la iglesia
Puedo dar testimonio de su extrema buena vo­
luntad y de sus grandes cualidades. Provenien
te de una familia pobre, Tereza creció en mecfjo
de sufrimientos personales y de los de sus fami
liares. Oriunda de una región muy pobre, tornó
progresivamente conciencia de la realidad y de
sus responsabilidades sociales. Se comprometió
primero en una agrupación política, juego dejó
la enseñanza en la universidad para convertir
se en profesora de primaria en una región pobre:
más tarde, abandonó su trabajo y se hizo obre­
ra para realizar una acción política en este
ambiente.
Este reportaje no, será el fruto de una entre­
vista cop Tereza —está todavía en prisión—
sipo con una de sus amistades, llamada Raque'.
Vinculada a la J.U.C., compañera de Tereza
durante muchos años. Raquel es amiga de Te-
reza y de su familia. Ella pretendía hace pocos
días v¡s¡tar a Tereza en la prisión y r,ara esto,
hizo una visita a su familia. Epe entonces cuan­
do se informó de los sufrimientos que Tereza
padecía- He aquí, pues, su declaración.
Declaración de Raquel
Hace unos quince días, encontré a una an
tegua compañera de colegio, actualmente pro
fesora de un colegio; fue así como supe que
una antigua alumna de Tereza había estado eq
la cárcel. La policía había venido a su casa
para preguntarle la dirección de Tereza, Esta
niña no sabía el domicilio de Tereza, quien
vivía en un barrio obrero. Se la llevó entonces
a la cárcel. Allí divisó a una joven, conducida
ron la misma celda, pero, vigiladas por policías
armados con metralletas que las insultaban
constantemente, no podían hablar entre ellas.
Dos días más tarde, fueron trasladadas al De­
partamento de Investigaciones. Durante el tra­
yecto pudo contarle las circunstancias de su
encarcelamiento.
Un día, en plena ciudad, se le acercaron
algunos hombres y le pidieron sus documentos.
Ella les mostró su carnet de identidad. Fu-:
entonces arrestada y debió subir a un auto de
la policía.
Luego de su traslado al Departamento de
Investigación, Tereza fue separada de los otros
prisioneros. Al día siguiente, fueron todos con­
ducidos al DOPS (Departamento de Orden
Político y Social). Tereza fue llevada a la sala
de torturas donde se le explicó los diferentes
aparatos, su objeto y su funcionamiento. Para
probar su resistencia, los policías la sometieron
a ciertos procedimientos de tortura: golpes, pe­
llizcos, choques eléctricos, etc. Todo esto acom­
pañado de risas, insultos, burlas. Tereza y su
compañera, también torturada, fueron llevadas
nuevamente al Departamento de Investigación;
Las dejaron en una sala, tranquilas por el resto
del día. Al día siguiente, llevadas nuevamente
al DOPS, fueron torturadas separadamente.
Tereza fue prácticamente cubierta de golpes.
Al otro, día, su compañera encuentra a Tereza
irreconocible, con su rostro totalmente hincha­
do. Tereza le confió: “Me pegan mucho”. Ha
bía recibido, por lo demás, seis descargas eléc­
tricas, al menos se acordaba de seis, pues luego
de la sexta se había desmayado. Los policías
insistían en que citara nombres de otras perso­
nas comprometidas políticamente. Su compa­
ñera le preguntó qué esperanzas y perspectivas
tenía de salir; ella le respondió: “Ninguna por­
que no diré nada. Mi único deseo es que acaben
conmigo. Físicamente ya no resisto más, me
-acribillan a golpes sobre el cuerpo desnudo. Mis
verdugos evitan dejar marcas más profundas
en mí cara y mis brazos para engañar a los
otros, a fin de que no se den cuenta.” Esta
antigua alumna y compañera de prisión de Te-
reza, fue puesta más adelante en libertad, pues
los policías no tenían interés en retenerla,
Poco después, los diarios dieron la noticia
del encarcelamiento de Tereza. Quise visitarla,
pero fue imposible; estaba incomunicada. Tn
mé entonces contacto con su familia, pensando
que ésta podría insistir para conseguirme uns
visita, un pase, quién sabe, con ayuda de algún
abogado. Desgraciadamente la familia no pudo
conseguir nada. Se encuentra trastornada © in­
dignada con todo esto. Así, al conversar con
«lona María, hermana de Tereza y madre d
4 niños, que vive pobremente, supe ron ella
no pocas noticias.
Hace unos 20 días, hacia medianoche, cuan
do todo el mundo dormía, la casa fue invadida.
Golpean a la puerta, doña María va a abrir
Diez hombres, bien vestidos con traje y corbata,
entran y revuelven la casa de arriba a abajo
Como se trataba de una casa muy pobre, no
había nada que esconder y además nada que
poseer. Arrancaron a los niños de la cama y
tiraron todo al suelo, camas, colchones, etc.
Preguntaron si Tereza venía a esta casa para
hacer reuniones. María contestó que no, pero
que Tereza por ser su única hermana, e«a siem­
pre bienvenida. Al no encontrar nada y al ver
que doña María no estaba implicada en e'
asunto, los hombres partieron llevándose a los
tres hijos que se encontraban en la casa: Ri­
cardo, María do Rosario y Jorge. El mayor.
Manuel, agente de policía, estaba haciendo su
ronda nocturna. Ricardo, de 18 años, es débil
mental. Conozco su caso desde hace tiempo y
he seguido su tratamiento. Luego de estar Ínter
nado un tiempo en un hospital siquiatrico, re­
cobró cierta tranquilidad. Mentalmente, tien ■
alrededor de seis años. María do Rosario tiene
17 y jorge 14. Los señores partieron, entonces,
llevándose a los hijos. La madre quiso acom
pañarlos, pero no la dejaron, rechazándola vio­
lentamente. Sola, sin saber adonde llevarían a
sus hijos, doña María estaba preocupada por
la suerte que correrían, sobre todo su hija. Se
gún ella, los policías serían más benévolos con
Ricardo por su enfermedad mental y con Jorge
por ser demasiado joven. Cuando su hijo ma­
yor el policía llegó al día siguiente, ella le contó
todo. A su vez, él le contó que a causa de su
parecido con Tereza, la policía había descu
bierto que era su tía; también se le había ame­
nazado con maltratarlo, encarcelarlo v despe­
dirlo, porque querían forzarlo a declarar que
sabía qué Tereza era comunista, como ellos
decían, y que él no había tenido el valor de
denunciarla. Manuel estaba, pues, totalment'’
desesperado, pues no tenía ninguna salida. Sin
estudios, pobre, el único trabajo que había po­
dido obtener era el de policía. Era su única
manera de subsistir.
1 Tres días más tarde, los hijos volvieron a
la casa. Los policías querían á todo precio ha­
cerlos hablar y obligarlos a decir que Tereza
hacía reuniones en su casa. Los jóvenes recha­
zaron estas acusaciones y precisaron que du­
rante sus estudios, Tereza venía a casa a estu­
diar con algunos compañeros. Ricardo, a causa
dé su enfermedad mental, respondió de manera
muy agresiva a . las preguntas de los policías.
lanzándoles improperios e insultos para <J<Uende'
a su tía Tereza “que es muy buena v que' v i
a contarle a todo el mundo una vez que salga
de la cárcel”. Los policías respondieron patean­
do al muchacho, a tal punto, que Ricardo vol­
vió a casa con los órganos genitales en un esta
do lamentable, sin siquiera pode/ ponerse la
ropa a causa de los insoportables dolores. Los
policías pegaron y patearon a Ricardo delante
de su hermana y su hermano menor a quienes
respetaron, quién sabe por qué.
A partir de ese día, la casa se vio continua­
mente invadida. Doña María me contó que a
menudo estos señores llegaban a cualquier hora
del día, registraban la casa dejándola natas
arriba. Aunque Jorge y María do Rosario no
fueron golpeados, sin embargo pusieron alara
bres eléctricos en los senos de la joven. Ella me
contó: “Es una de las cosas más espantosas”.
Aún hoy día ella tiene pesadillas que no pued ■
soportar. Se acuerda constantemente del dolor
de esta tortura. Ella declaró que no sabía nada
acerca de Tereza, pues no tenía tiempo de ir
a su casa. Y como María do Rosario aceptó tod >
pasivamente —no podía hacer nada— los ver
dugos no siguieron aplicándole choques eléctri­
cos. Ricardo es el que más ha sufrido, sin duda
a causa de su agresividad debida a su enferme­
dad mental.
Manuel, el policía, hijo mayor de Doña Ma­
ría atraviesa por una situación absolutamente
desesperante en su relación con los otros poli­
cías que lo reconocieron como sobrino de Tere­
za. Ahora ya no se pone su uniforme y ya no lo
llaman al trabajo. Una vez, sin embargo, sus
compañeros lo llevaron adonde Tereza y lo obli­
garon a pegarle. Ahora bien, él la quiere mu­
cho porque ayudaba a su familia, aun económi­
camente. Tereza era muy unida con todos y muy
buena. Manuel llegó a tal punto que declaró
que si los policías lo obligaban a matar a su tía,
la mataría; lo que para Tereza sería un alivio
pues ha sido demasiado torturada. Y él teme
que sus compañeros lo obliguen a seguirle pe­
gando. Si debiera séguir haciéndolo a diario,
preferiría que le ordenaran matarla. En est<*
caso, está dispuesto a matarla: sería mejor, para
él y para Tereza. Efectivamente, ha sido dema­
siado golpeada, sin contar el número de solda­
dos -—no se sabe cuántos— que tienen a diario
relaciones sexuales con ella. Es constantemente
violada y finalmente aniquilada. Y esto, fí­
sica, moral y espiritualmente. No recibe ningu­
na visita, pues no está permitido. Otra informa­
ción: los policías fueron a visitar a los padres de
Tereza, ambos ancianos. Invadieron la casa, é
insistieron en obtener una radio-transmisor que
debía encontrarse allí, siendo que tal aparato
nunca había entrabo en la casa, .'son los mismos
policías los que hablaron de esta visita en pre
sencia de Manuel y Pereza. Sabían que si se­
guían torturándola terminaría poi dejar escapai
el nombre de algún otro “comunista”, y aue i
no quería hablar, porque era muv resistente, ter­
minaría por hacerlo porque los policías conocían
a su padre v a su madre y a sus sobrinos qiv
son hermosos y de buena salud; y los policías
nombraban a los sobrinos, insistiendo en que de­
bería tener piedad de pilos. Constituía para Te-
reza un verdadero suplicio, el saber que su fa­
milia iba a ser torturada
Los policías obligaron, pues, a Manuel a gol­
pear a su tía, desnuda, evitando dejar cicatrices
en las partes más visibles. Su cuerpo está cubier­
to de moretones. Aunque llegue a convertirse en
una desequilibrada, hay un problema que debe
hacer sufrir mucho a Tereza: es la destrucción
moral de su persona. La conozco bien y sé que
ella posee una constitución y una estructura mo­
ral totalmente cristiana. Verdaderamente debe
estar sufriendo muchísimo —ya que es fuerte v
dura— para decir: “prefiero que acaben conmi­
go”. Puedo imaginar hasta dónde llega su, pos­
tración.
Ella no quería que su familia supiera todo
esto. Primero, por la seguridad de ellos y a tí
más porque no quería que su familia, que ya te­
nía sus propios problemas, se preocupara además
de ella. Los policías descubrieron su punto dé­
bil, el cariño por su familia. Con ella lo han in­
tentado todo; le han pegado, la han destruido
moralmente; han abusado de ella y la han vio­
lado inútilmente; ahora hap decidido atacar
i sil familia. Creo entonces que es demasiado,
fisto sobrepasa todas las torturas de todos los
regímenes nazis o fascistas. Es el máximo de la
crueldad, tan bestial, que no atino a encontrar
un calificativo.
Además, Tereza no es un caso aislado: hay
muchas otras personas en su situación. No ten
go informaciones, porque no estoy en contacto
con las familias de los prisioneros que conozco.
Pero todos sabemos que el caso de 'Tereza no es
excepcional. Muchas otras jóvenes sufren la mis­
ma prueba. Se explota la fragilidad de la mujer,
a través de la malicia, de la violencia física i
de las peores perversiones sexuales. Todo esto
no puede sino destruir a Tereza y a las que es
tán en casos similares.
Manuel revive todavía esta escena de media
hora en la que fue obligado a golpear a su tía.
ya deformada, en una postración increíble. A
pesar de esto, tuvo que golpearla hasta que 'e
ordenaron parar. Durante todo este tiempo,
ella no levantó la cara, se contentó con llorar
en voz baja, sin gritar. Ella sabía muy bien que
10 habían obligado a hacerlo, cosa que Manuel .
no podía soportar. Así, luego de treinta minu­
tos. él estalló en sollozos. Entonces sus compa­
ñeros lo cubrieron de insultos. Manuel está de­
sesperado de ver a su tía, con la cabeza baja,
completamente desnuda, con estos policías que. ’
hurlándose, se divierten con su cuerpo. Y ellos
gozan viendo a Manuel golpear a su tía.
Si no se tratara de un problema de segun­
dad personal —no estamos en una época como
para que todo el mundo pase por esta prueba-
revelaría mi identidad, así como la de todas I
aquellas personas implicadas e n este rexto.
DOCUMENTO n” 3
Testimonio de muchachas detenidas en
la Isla de las Flores (Río de Janeiro)
En este momento, en que la nación indigna­
da. toma conocimiento de las atrocidades que
se cometen en los presidios de nuestro país con­
tra detenidos políticos y que, hondamente sen-'
sibilizada, vacila aún en creer que tales críme­
nes puedan ser cometidos, nosotros, prisioneros
de la Isla de las Flores, por intermedio de este
informe afirmamos: la tortura existe en Brasil
Y más que esto: todo lo que se ha dicho sobr­
ios métodos de tortura es poco frente a la
realidad existente. Fuimos víctimas y testigos
de las torturas aquí ocurridas y considera­
rnos que, para el bien de la justicia y de la ve -
dad. es nuestro deber suministrar a la nació'!
un informe de los hechos concretos que ella
exige.
Muchos deben preguntarse por qué solamen­
te ahora surgen, de todos los puntos del país, se­
mejantes denuncias. La amenaza de nuevas t o r ­
turas y hasta la muerte, mantenía nuestro si­
lencio. Pero las recientes declaraciones del señor
presidente de la república y del señor ministro
de Justicia, así como la denuncia sistemática
que la prensa nacional y extranjera han reali­
zado, nos hace pensar que estaremos protegi­
dos de tales actitudes de represalia.
Estos sor» los hechos:
1 — Ziléa Resnik: 22 años, detenida el l®-5-69.
envuelta en la investigación del llamado MR-8
(Movimiento Revolucionario 8), permaneció 45
días incomunicada (35 días sobre el plazo pre­
visto por la ley), sufriendo golpes generalizados.
2 — Rosane Resnik: 20 años, hermana de
Ziléa, detenida el 27-6-69, envuelta en la misma
investigación, fue desnudada por los torturado
res sufriendo palizas generalizadas y choques
eléctricos en todo el cuerpo, incluso en los senos.
(
 3 iná de Souza Medeiros: 20 años, esposa eléctricas, intentos de ahorcamiento, y, caso ex­
de Mareos Antonio Faria de Medeiros, incluida cepcional, hizo parte de su declaración final a
en la investigación del MR-8, detenida el 6-7-69 la Justicia, bajo descargas eléctricas. Fue, ade­
en Curitiba. En esta misma ciudad asistió a la más, de esto, amenazada de que su hijo, menor
tortura de un amigo suyo, Mil ton Gaia Leite; de edad (15 años), sena detenido y torturado.
colgada en el “pau-de arara” (palo del que se Íl, 12 y 13 — Priscila Bredariol, Vania Es-
cuelga al detenido de cabeza y pies, mientras manhoto y Vitoria Pamplona: 23, 24, 26 años,
el cuerpo queda arqueado), al sonido de una mi­ respectivamente, de la Juventud Estudiantil Ca­
sa transmitida a alto volumen por la radio, pa­ tólica (JEC), detenidas el 31-10-69, en Rio de
ra ahogar sus gritos. Al llegar a la Isla de las Janeiro, sufrieron golpes y amenazas de mayo­
Flores, fue torturada como las demás, con gol­ res torturas, además ,de tener que escuchar 16'
pes, descargas eléctricas, y amenazas de abusos gritos de Celso Bredariol (marido de Priscila >
sexuales, después de haber sido forzada a des­ y de Geraldo de Azevedo (novio de Vania 1.
nudarse. En la División de Orden Politico y So­ quienes fueron torturados en una oficina de las
cial (DOPS) de Curitiba, Iná fue informada de instalaciones de CENIMAR (Centro de Infor­
que su marido, detenido dos meses antes había maciones de la Marina).
muerto, lo que le produjo pánico. Esta informa 14 — Dorma Teresa de Oliveira: 25 años,
ción, posteriormente, fue desmentida. detenida el 30-10-69, en Río de Janeiro, sufrir
4 — María Cándida de Souza Gouveia: 2-* además de los golpes y choques eléctricos habí
años, detenida en Curitiba, el 3-7-69, incluida tuales en estos casos, intentos de ahorcamiento,
en la misma investigación, fue golpeada y piso­ intento de asfixia, heridas provocadas por alica­
teada en la misma ciudad, tuvo sus pies y ma tes en los senos y pinzas metidas bajo ras uñas
nos torcidos; también fue forzada a desnudarse. de las manos.
5 — Marta Mota Lima Alvarez: 20 años, de­ 15 — Marta María Klagsbrunn: 22 años, de­
tenida el 9-7-69, en Río de Janeiro, envuelta en tenida el 2-9-69, en Río de Janeiro, varias veces
la investigación anterior, fue también desvestid i amenazada con tener que presenciar la tortu­
y sufrió golpes de tal violencia que le fractura­ ra de su marido, Victor Hugo Klagsbrunn, cuan­
ron un dedo de la mano, como comprueban fo­ do - éste se encontraba n el “pau-de-arara”
tografías de aquella época, sacadas por la pren­ 16 — Arlinda: detenida desde el 14-11-69, u
sa al hacer la cobertura del llamado “caso MR-8”. encuentra incomunicada y aislada hasta hoy, 4
6 — Marijane Vietra Lisboa: 22 años, dete­ 8-12-69,
nida el 2-9-69, en Río de Janeiro, envuelta en Además de estos casos, somos conocedores de
la investigación de la Acción Popular (AP). fue varios otros. Podemos mencionar, por ejemplo,
forzada a desvestirse y sufrió golpes y choques el caso del líder estudiantil, jean Marc van der
eléctricos, que solamente terminaron cuando des­ Weld (presidente de la Unión Nacional de Es­
mayó, a consecuencia de una enfermedad cardía tudiantes), que sufrió golpes, “pau-de-arara” v
ca agravada por los choques. descargas eléctricas en la cabeza, durante seis
7 — Marcia Savaget Fiani: 24 años, deteni­ días, que ocasionaron la ruptura de un tímpa­
da el 2-9-69, en Río de Janeiro, envuelta en la no, y serias complicaciones neurológicas. de las
misma investigación (AP), igualmente obligadr cuales aún no se ha recuperado. También Celso
a desnudarse, sufrió choques eléctricos, combina Bredariol y Mario Fonseca Neto, pasaron por
dos con duchas frías, para aumentar la potencia estas torturas, y el segundo fue también some­
de los choques, los cuales produjeron una parí tido al llamado “galeto”, que es la combinación
liáis parcial en los dedos de las manos. Estuvo 14 del “pau-de-arara” con una hoguera abajo, téc­
días incomunicada. nica también utilizada contra Milton Gaia Leite
8 — Solange María Santana: 25 años, dete­ Casos como éstos se repiten un sinnúmero de
nida el 2-9-69, en Río de Janeiro, implicada en veces. Sabemos que han ocurrido con: Luis Car­
la investigación de la Acción Popular, también los de Souza Santos. Sebastiáo Medeiros Filho,
fue desvestida, sufriendo golpes y descargas eléc­ Marco Antonio Faria de Medeiros, Milton Gaia
tricas, acompañadas de duchas frías, habiendo, Leite, Rui de Abreu Xavier, Pedro Porfirio
m consecuencia, perdido la razón temporalmente. Sampaio, Antonio Rogelio García da Silveira,
9 — Uda Brandle Siegl: 25 años, detenida el Geraldo Caliza, Thiago de Almeida, Nielse Feo
29-10-69, eq Río de Janeiro, sufrió en las condi­ nandes, Aluizio Palmar, Umberto Trigueros Li
ciones de las demás, golpes y descargas eléctri­ ma, Hélio Medeiros, Jorge Valle, Rodrig<- Faria
cas en todo el cuerpo, incluso en los senos. Lima, Paulo Roberto das Neves Benchimol, Ce­
10 — María Elodia Alencar: 38 años, dete­ sar Cabral, Joño Manuel Fernandes, Mauro Fer­
nida el 30-10-69, en Río de Janeiro, sufrió ei nando Souza, Joseph Barthold Calvet, Victor Hu­
las condiciones de las demás, golpes, descargas go Klagsbrunn, Pedro García Gomes Mario
Fonseca JNeto, Celso Simóes B redáriol, G erald-, Martin» Pamplona Monteiro, lná de Souza Mo­
Azevedo, Luiz H enrique Perez, A ntonio O scar déleos, Marcia Savaget Fian!, Ilda Brandle Siegt,
F ab iano C am pos, Flavio M onteiro, A ndrés Smo- Elodia de Alencar, Solange Maria Santana, Mar­
lentzov. ta Candida de S. Gouveia, Marijane Vieira Lis­
Caso más escandaloso, pero rápidamente ocul­ boa y Ziléa Resnik. (#)
tado fue el estupro de María Luiza García Rosa
(18 años), que fue liberada enseguida, tras coni- DOCUMENTO n? 4
nrobación de su inocencia.
Hay otros Cuatro puntos que esclarecer: Testimonios de muchachas detenidas en
1 — Las torturas se realizaron en la Isla de 4-el Región
12- Regimiento de Infantería de a
las Flores; en la sede del GENIMAR, 49 piso del Militar, estado de Minas Gerais
Ministerio de Marina; en el DOPS de Río d- Gisela Maria Cocenca Avelar — bra
Janeiro y de Curitiba. sileña, casada, 25 años, nacida el 23-12-4‘i
2 — Las torturas son practicadas por los ai- en Paranaguassú, Minas Gerais, residente
tos agentes del CEN1MAR, y son del conoci­ en la calle Leopoldina 196 —Barrio San An­
miento de este Centro de Informaciones, así co­ tonio— Belo Horizonte. Asistente social,
rno de los encargados de las investigaciones y d? graduada en la escuela de Servicio Socitl
todos los oficiales y soldados de la isla. Estos de la Universidad Católica de Minas Oe­
agentes, por temor a la justicia, se cubren bajo rais, en 1967. Tiene tina hija nacida 4
seudónimo de: doctor Claudio, comandante Mi- 27-2-1969.
ke, o Alfredo, o también Paulo Roberto, doctor
Alberto, doctor Breno y otros. Fui detenida el 17 de julio de 1969, siendo
3 — Además de estos, soldados de la isla conducida al Departamento de Instrucción, don­
participan de las torturas, como es el caso del de se encontraban
sargento Alvaro y del soldado de primera cla­ Durante los 10 días presas que
docenas de personas.
permanecí en el Depar
se Sergio. tamento de Instrucción fui sometida a enormes
4 — Los torturadores continúan frecuentan-* presiones sicológicas por los interrogadofés (ofi­
do la isla; incluso en una vergonzosa actitud de ciales del Ejército y de Policía Militar de Minas
afrenta, asesoran al comandante José Monteiro Gerais) por medio de amenazas a mi hija que
Filho en la investigación sobre la Acción Popu­ contaba, para entonces, tres meses de edad. Los
lar, donde son, al mismo tiempo interrogadores interrogadores afirmaban que irían a buscar a
y torturadores.
Sabemos que nuestra actitud, al denuncia'- mi presencia: dejarlalosinquealimento,
la niña y describían pretendían hacer en
colocarla en
tales hechos, podrá provocar represalias. Ejem­ una tina de agua fría etc. El día 28 de junio,
plo claro fue la presencia, durante la entrevista junto con otras prisioneras, fui trasladada para
concedida a la prensa por los envueltos en la in­ la prisión de mujeres “Estevao Pinto” e incomu­
vestigación del MR-8, después de su cierre, d“ nicada en la celda n8 5, donde quedé durante
uno de los torturadores para “garantizar” la ver­ dos meses, y donde había una lámpara de 100
sión oficial de los hechos. Tememos —lo que na vatios, lo que significa una claridad ofuscante
será el primer caso— la simulación de intento , en un cubículo con una única y mínima abertu­
de fuga o “suicidio” para encubrir las verdades ra. El 23 de agosto a las 17 horas fui llevada a
que ahora afirmamos. Alertamos a todos que es­ la presencia del teniente coronel Valdir Teixeira
tamos expuestas a cualquier tipo de coacción v
que necesitamos ahora, más que nunca, el apo­ Góes,de la
en el 12s Regimiento de Infantería (12 Rí)
4* Región Militar, donde se encontraba e¡
yo decidido de toda la nación. capitán Jofre Lacerda y las presas DelCv Gon-
Confiadas en que todos los que estiman la jus­ qaíves de Paula, Laudelina María Carneiro v
ticia. la libertad y el respeto a la persona hu­ Loreta Kiefer Valadares,
mana, y que constituyen la mavoría aplastante Góes me informó que “seríaÉlentregada teniente coronel
de nuestro pueblo, exigirán la investigación de turadores capitán Jesu y sargento Leo,a los tor­
ambos
los hechos y el castigo de los criminales, espera­ de la Policía Militar, quienes se encargarían de
mos que esta carta sea un instrumento para la golpearme, ponerme en el«pau-de-arara», dive >
consecución de estos objetivos. tirse con mi cuerpo y, finalmente, violarme,” A
Tsla de las Flores, 8 de diciem bre de 1969 las 19 horas fui conducida por el capitán Jesu
Firmado por: Marta Maria Glágsbrunn, Pris- y por el sargento Léo en un yíp hasta un pues­
cila Mellilo de Magalháes Bredáriol, Martha Al­ to policial aislado, Cuya ubicación me es impo­
vares, Rosane Resnik, Vania Santarosa Esma- sible determinar por ño conocer los sitios des­
nhoto. Dorma Tereza de Oliveira. Vitoria Lucia poblados de los alrededores de Belo Horizonte
y por ser ya Oe nociré, ruedo aar, en cambio, ios
siguientes datos: se trata de una pequeña cons­
trucción de tres o cuatro piezas, a la orilla de
una carretera y en medio del campo, situada
en la dirección del camino que lleva al muni­
cipio de Neves y, probablemente, sigue siend >
utilizada como lugar de torturas, pues el sar­
gento Leo comentaba con el capitán Jesu sobre
la necesidad de requisar el local para <ue que­
dase permanentemente a disposición de Investi­
gaciones Policiales Militares (IMPs — nombre
de los procesos políticos instaurados por la di '-
tadura en Brasil a partir de 1964), en vista de
las ventajas de su ubicación: “Aquí podemos
trabajar cómodamente porque nadie va •> oír los
gritos de esta gente”, dijo En este local fui tor
turada desde las 20 horas del sábado hasta las
5 de la mañana del domingo, por el capitán Je­
su y el sargento Léo, siendo ayudados por un
tercer hombre no identificado.
1. Paliza — Puñetazos en todo el cuerpo,
golpes de karate en el estómago y cuello, bofeta­
das, violentos apretones en los oídos y cuello, pe­
llizcos y torceduras en los pezones, golpes de ca­
chiporra.
2. “Teléfonos” — Golpes fortísimos dados
simultáneamente en los oídos, los que me deja­
ron totalmente atontada.
3. Descargas eléctricas — Fui colocada en
cima de una mesa donde me ataron a los dedos
de los pies hilos eléctricos de una pequeña m '-
quina llamada “manivela” Uno de los policías
me inmovilizaba sobre la mesa y el segundo me
tapaba la boca con un paño, mientras el tercero
accionaba la “manivela” produciendo desear
gas eléctricas. Sólo interrumpían este trata­
miento cuando percibían que yo estaba casi si l
sentido, sin conseguir emitir ningún sonido, con
los brazos y piernas retorcidos, rígidos, y el cuer­
po recorrido por espasmos y temblores involun­
tarios.
4. “Latas” — Descalza, fui obligada a
quedarme por largos períodos de pie encima de
la parte abierta de una o dos latas de salchi­
chas, de diferentes alturas. En poco tiempo las
latas comenzaban a hundirse en las plantas d“
los pies, los músculos de las piernas se ponían
rígidos, provocando un dolor enorme; cuando
perdía el equilibrio y caía, era golpeada y colo­
cada de nuevo en el lugar. Al no conseguir
mantenerme en pie sola sobre las latas, era sos­
tenida por el sargento Léo que, al mismo tiem­
po, me torcía los pezones y agregaba al dolor
físico la tortura moral, acariciándome lúbrica­
mente todo el cuerpo.
5. “Pau-de-arara” — Fui obligada a abra­
zar mis propias rodillas dobladas, con los puños
encadenados, siéndome introducido en el espa
CAG. 74
cío tormaao entre las rodillas y los codos un
pedazo de madera. Este fue entonces colocado
en posición horizontal a más o menos un metro
del suelo, con una extremidad apoyada sobre
una mesa y la otra sobre maderas apiladas en
una silla. Quedé colgada con la cabeza para
abajo, mientras el capitán Jesu hacía funcionar­
la “manivela”. Al mismo tiempo, el sargento
Léo me golpeaba las nalgas, las piernas y las
plantas de los pies con una cachiporra. A veces
el sargento Léo interrumpía la paliza para de­
dicarse a actos sexuales en mi cuerpo
6. Torturas sexuales — Fui vícrima d°
todo tipo de violencias y atentados al pudor,
faltando sólo que el sargento Léo me forzara
a relaciones sexuales completas por temoi a las
consecuencias de un posible embarazo. Mien­
tras estaba sobre las “latas” o colgada del
“pau-de-arara” me manoseaba por todo el
cuerpo. En otros momentos, el capitán Jesu se
retiraba del local dejándome a propósito a so­
las con el sargento Léo a fin de que éste tuviese
mayor libertad de acción. A las 5 y 30 de la
mañana fui conducida nuevamente a la prisión
“Estevao Pinto” por el sargento Léo. siendo
recibida por la funcionaría jefe de la guardia,
doña María José Araújo. Ésta, junto con otra
funcionaría, doña Justina, son testigos del la­
mentable estado físico en que me encontraba,
pues tuvieron que servirme de apoyo para que
lograra llegar hasta la celda. Otras testigos de
los hechos citados son: doña Georgina. funcio­
naría de la prisión, la doctora Nahylda, mé­
dica de la prisión, llamada con urgencia el
24/VIII/69. domingo a las 8 de la mañana,
—para medicarme— y varias presas.
Loreta Kiefer Valadares, brasileña, ca­
sada con Carlos Antonio Melgado Valada­
res, 26 años, nacida en Porto Alegre el
1B¡V| 1943, abogada, graduada en la Facul­
tad de Derecho de la Universidad de
Bahia.
Fui presa en la madrugada del 16 de junio
de 1969, cuando me encontraba durmiendo en
casa de una amiga, señorita Vera Magalháes,
en la calle Estevao Pinto, Belo Horizonte. El
equipo de captura tenía por jefe al capitán
Pórtela, del ejército, y unos diez componentes;
todos apuntaban con ametralladoras. También
fueron apresados Vera Magalháes, Luiz Raúl
Machado y otras personas cuyos nombres no
sé. Todos fuimos levantados de la cama, siendo
los dos hombres brutalmente golpeados. Nos
condujeron a la Central de Policías (G-2), don­
de llegamos a las dos de la mañana. A las cua
tro de la mañana fui conducida por el capitán
■ Portel», dd ejército, capitán Pedro y teniente
Padua, ambos de la policía militar, a patadas,
empujones, golpes de karata en la boca del
estómago (a pesar de haberles avisado que »m
fría de úlcera) y en el pecho, bofetadas y tiro­
nes de pelo, a una sala donde minutos antes
y durante horas se oyeron los grito» de Deley
Connives Padua, Laudolina María Camciro
y María de Rosàrio da Cunha Peixoto, que es­
taban siendo torturadas. En esta sala fui so­
metida por el capitán Portela y sargento Léo a
descargas eléctricas con una máquina llamada
“manivela”. Posteriormente fui llevada a otra
sal» donde el capitán Portela me sometió a gol­
pes de karaté, habiéndoseme incluso apuntado
con revólveres a la cara. Presentes en el acto:
teniente Marcelo, del ejército; mayor Teixeira
de la policía militar (P.M.); capitán Pedro Ivo,
de la P.M., y teniente Padua, de la P.M. Des­
pués de la sesión de karaté fui llevada nueva­
mente a 1» sala anterior, donde se me sometió
a descargas de alto voltaje a través de la misma
máquina, teniendo esta vez los hilos eléc­
tricos enrollados en los dedos de los pie». Pre­
sentes en el acto: sargento Eéo, de la P.M.,
quien giraba la “manivela”; capitán Portela,
que me pegaba en la cara; un suboficial de la
policía militar que me tapaba la boca cpn un
pañuelo; teniente Machado, que de v«'Z en
cuando ayudaba a pegarme, y mayor Teixeirt,
que no participó del acto, pero decía no poder
hacer nada. La sesión terminó con el día, con
la llegada del coronel Drumond de la P.M., ei)
el momento exacto eri que Jos torturadores co­
menzaban a quitarme la ropa. A las 14 horas
del día 16 de junio fui llevada para el Depar­
tamento de Instrucción (D-J-) de la P.M., jun­
to con otros presos y allí permanecimos duran­
te 24 horas- Durante la permanencia en el D.I.,
hasta el día 28 de junio, fui sometida » varios
interrogatorios asistidos por el coronel líelos,
comandante del D,E. siendo constantemente
amenazada de torturas. El 29 de junio fui con­
ducida con otras presas a la prisión de mujeres
“Esteyáo Pinto” donde quedé encerrada du­
rante 45 días. Incomunicada en una celda Jos
45 día», fui sometida a interrogatorios hechos
personalmente por el teniente coronel Góe» to­
da» la» noche» desde las 19 horas,hasta la» 3
de Ja mañana, durante 30 días. El día 15 de
julio fueron detenidos mi cuñada Marilene
Melgaso Vapulares y mi »negro, Irineu Vajada-
re* da Ponseca, señor de edad, quien estuvo
preso aproximadamente 15 días, siendo priva­
do del uso de sus anteojos, sin los cuales apena*
vt. El 15 de julio, en el consultorio médico de
lá prisión “Esteyáo Pinto”, por orden del te­
niente coronel Góes fui torturada por el capi-
NUM ERO 3 7 /M A Y Q T97Q
tfn Schubert, d® la P.M., *
denominado “poner en la latita”, que consiste
en poner a la persona descalza en un lolp pie
arriba de una lata de salchichas con lo* borde»
para arriba de modo que se incrusten en el
pie, mientras la otra pierna y un brazo son man­
tenido» en el aire por el torturador. En la sala
de al lado del consultorio era interrogada y
torturada por el mismo proceso Laudeliiia Ma­
ría Carneiro, por el capitán Lacerda. El día 23
de julio fui retirada de la prisión a las 15 ho­
ras junto con Deley Condal ves de Paula, siendo
la funcionaría de guardia doña Natalia, y lle­
vadas para el !29 Regimiento de Infantería de
donde, por orden del teniente coronel Góes fui­
mos llevadas por el capitán Jesu de la P.M
para el Colegio Militar, sección denominada
C.G.S., donde fui sometida a torturas físicas,
morales y sexuales, llevadas a cabo por el ca­
pitán Gomes Carneiro, del ejército, en presen­
cia del teniente Marcelo, del ejército, y del
capitán jesu. Las torturas eran: caricias por
todo el cuerpo, abrazos y susurros en los oídos,
luego transformadas en golpes de karate en d
estómago, bofetadas y principalmente' varios
golpes de “teléfono”, lo que me causó dolores
tan punzantes en los oídos que el teniente Mar­
celo tuvo que salir en busca de un médico por
temer ruptura de tímpano y hemorragia inter­
na, A consecuencia de esto quedé sorda de un
oido durante dos días, habiendo sido examina­
da por la médica de la prisión, doctora Mahyi-
da, quien pudo comprobar las lesiones en los
oídos, marcas en el rostro y en el cuello, así
como la gravedad de mi estado físico general,
ya que a consecuencia de las violencias sufridas
se agravó mi úlcera, permaneciendo casi una
semana en estado de total debilidad, habiendo
la médica ordenado alimentación cada dos ho­
ras y pensado en aplicarme suero. Finalmente,
en la madrugada del Ia de agosto de 1969, vier­
nes, fui retirada de la prisión por el capitán
Jesu y llevada hasta el 12a Regimiento de In­
fantería (R.I.), donde asistí durante dos horas
o más al apaleamiento de mi marido Garios
Antonio Melgago Valadares, preso aquella no­
che y que ya había sido torturado desde las 19
horas. El lugar de la tortura fue el patio del
12a R. I., iluminado con los faroles prendido*
de un yip del ejército. Identifiqué a los tor­
turadores como: teniente Padua y sargento Léo,
ambos de la P.M., quienes golpeaban a mi es­
poso provistos de cachiporras, además de pata­
das y golpes en las costillas. Presentes y con­
teniéndome en una silla para impedir que me
acercara, estaban el teniente coronel Góes, y
los capitanes Lacerda y Jesu. A consecuencia
de esos golpes, mi esposo debió ser llevado aS
«A®» m
servicio de emergencia con un tobillo y sei«
costillas rotas, además de varias otras lesiones,
riendo posteriormente llevado al Hospital Mili
tat, donde permaneció durante dos meses. La
misma noche vi en el 129 R. I., encadenados,
descalzos y sin camisa, en estado deplorable,
a los obreros metalúrgicos Enio Scabra y Mario
Bento, al abogado fosé Afonso y al señor Ri­
cardo .Angel ia,
Deley Gongalves de Paula — Brasile
fia, soltera, 24 años, nacida en Poté —Mi­
nas Gerais— el 4¡XI|1943, profesora de pri­
maria y estudiante en Ciencias Sociales de
, la Facultad de Filosofía de la Universidad
Federal de Minas Gerais.
Fui presa en la calle el 14/VT/1969 y lle­
vada para la prisión “Estevño Pinto”. Retirada
de allí el 15/VI/1969, aproximadamente a las
20 horas, fui llevada a una casa desconocida
en el barrio Renascenqa, en Belo Horizonte,
donde fui golpeada, después de haberme sido
»naneada completamente la ropa por el capi­
tán Pedro Ivo, de la P.M. La tortura consistía
en golpes de karaté en el cuello, estómago y
riñones, puñetazos en el rostro y patadas. Al
ser amenazada de quemárseme los senos con
una vela prendida grité tanto que el capitán
Portela, temiendo llamar la atención del vecin­
dario, dio orden para que se interrumpiera la
tortura. En esta casa presencié la tortura de
dos muchachas cuyos nombres los torturadores
gritaban: Laudelina y María do Rosàrio. Tor­
turadores presentes en esta casa: capitanes
Portela, del ejército, y Pedro Ivo, de la P.M :
teniente Padua, de la P.M.; sargento Léo, de
la P.M.; mayor Rubens, de la P.M. : y otro no
identificado. A las 22 y 30 horas más o menos
fui llevada junto con las dos muchachas a ¡a
Central de Policía (G-2). Por orden del tenien­
te Padua fui desnudada totalmente y, habién-
do él mismo prestado su cinturón al sargento
Léo y a otro individuo no identificado, me
flagelaron hasta las dos de la mañana. Mien­
tras me pegaban, totalmente desnuda, entraron
en la sala unos veinte policías, quienes miraban
mi cuerpo riendo, diciendo chistes y haciendo
comentarios obscenos. Esta acción de tortura
física y moral acabó cuando alrededor de las
dos de la mañana se oyeron gritos de alegría
de los policías de afuera, por haber logrado
prender a Luiz Raúl Machado, vicepresidente
de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE),
Loreta Valadares y otros: Minutos después en­
traron en la sala el mayor Rubens y el capitán
Portela, que se turnaban en la práctica de las
torturas. Mientras uno me tiraba de los cabe
líos hasta torcerme el cuello, el otro me pegaba
en las espaldas con la culata del revólver. Po«
teriormente fui llevada a otra sala donde ya
estaba María do Rosàrio, completamente tras­
tornada. En esta sala fui sometida a choques
eléctricos. Recibí más de veinte descargas, ha­
biendo caído al suelo varias veces con temblo­
res y convulsiones, siendo entonces levantada
por los torturadores, que me golpeaban y me
daban patadas. En cierto momento me arran­
caron nuevamente mi ropa interior, siendo
amenazada de darme choques eléctricos en la
vagina. Torturadores: capitán Portela en la
máquina eléctrica y sargento Léo sosteniénd >
me. Participantes de las torturas: capitán Pe­
dro Ivo y mayor Rubens. Asistentes: mayor
Vicente Teixeira de la P.M., y teniente Prá­
xedes, de la P.M. Los torturadores arriba ci­
tados torturaron de la misma forma en mi pre­
sencia a las presas Laudelina María Carneiro
y María do Rosàrio da Cunha Peixoto. Fui
torturada hasta las 4 y 30 horas de la mañana.
A las 6 y 30 fui llevada a una residencia de la
calle Oswaldo Cruz, donde recibí el mismo tra­
tamiento, llegando el capitán Portela a pelli s-
carme y apretar de tal manera mis pezones que
éstos comenzaron a sangrar. A las 9 fui llevada
nuevamente a la Central de Policía, de donde
fui transportada nuevamente al D.I. a las 14
horas, junto con otras presas. El día 18/V I/1969
a las 16 y 30 horas fui retirada del D.I. por
el sargento Léo y el teniente Padua, quienes
me llevaron a la Central de Policía donde fui
torturada nuevamente. Esta vez la tortura con­
sistió en: primero, descargas eléctricas en los
dedos de las manos; a falta de la “manivela’
fueron arrancados hilos de luz y enrollados en
mis dedos; segundo, torturas sexuales: fui com­
pletamente desnudada, puesta en una silla y
al mismo tiempo que me daban choques, el
sargento Léo me acariciaba las piernas, senos
y vientre, besándome los labios, orejas y cue­
llo. En cierto momento perdí el sentido, des­
pertándome recién a las 20 horas. Torturado­
res: sargento Léo y teniente Padua. Asistentes:
teniente Franklin de la P.M. y teniente de
guardia de la Central de Policía. De regreso
al D.I. a las 21 horas, fui medicada al día si
guiente por las enfermeras, el 19/VI. Pueden
testimoniar la gravedad de mi estado físico,
además de las personas presas en el D.I. (unas
treinta o cuarenta) : comandante Helos, coro­
nel Drumond, teniente Ribas, de la P.M. y to­
dos los sargentos y soldados de la P.M., que
del 16/VI al 27/VI fueron los encargados de
cuidar a los presos. El día 27/VI fui llevada
a la prisión de mujeres permaneciendo 35 días
en una celda incomunicada. A partir del
16/VII/1969 lucren iniciados los interrógate
líos, ahora por ¡a Comisión de Investigaciones,
siendo interrogada todas las noclir» durante
más de 30 días, desde las J9 horas hasta las
siete u ocho de la mañana. El 14/7 lui medí
cada por el doctor Altenor, módico de la pri­
sión de mujeres, quien consiguió autorización
del presidente de la IPM para aplicarme inyec­
ciones de sueñoterapia. En consecuencia dormí
24 horas seguidas. El día 21/7 n la» 20 horas
fui sometida a un careo con mi hermana Zu-
leika Drumond, que se encontraba detenida en
el 12B R.I. desde las 3 de la mai'mna. Mi her­
mana es casada, madre de cinco hijo», y vive
en condiciones económicas extremadamente pre­
carias por lo que está obligada a trabajar
en la casa (haciendo dulces y como lavandera!
para ayudar el sustento de la familia. Después
de intensa presión Zuleika fue obligada a fir­
mar una declaración sin que le fuese permitida
la lectura de la misma. En esa misma noche,
después del encuentro con mi hermana, fui so­
metida a una tortura llamada "latita” durante
dos horas y media. Torturadores: sargento Léo
de la P.M.; en presencia del capitán Pnixáo.
escribano de la IPM; estando todo el equipo d-
Investigación presente en el recinto de la p.ri
sión de mujeres, en una sala al lado de la del
director, a las 21 horas, siendo funcionaría de
guardia doña María fosé Antóje, quien incluso
oía mis gritos y vio el estado en que quedaron
mis pies. El día 25/VII/HMi‘l fui conducida
por el capitán Jesu de la P.M., jimio con Lo-
reta Kiefer Valadares, al Colegio Milita i sec­
ción CCS, donde fuimos colocadas en salas se
paradas. Fui amenazada de tortura» poi el ca­
pitán Come» Carneiro y el teniente Marcelo
que entraban y salían constantemente Ahí oí
los grito» de í.oreta K Valadates ijue estaba
en la sala de al lado. Supe por el teniente Mar­
celo cpie el objetivo de la ida al Colegio Militar
sería torturarnos a las dos, una enfrente de la
otra. Ese día no fui torturada físicamente. El
día 23/VIII/1969, sábado, cerca de las Ifi ho­
ras, estando en el 12a R.l. junto con I.oreta,
Laudelina María Carneiro, capitán I.acertla v
coronel Ciñe», llegó arrestada Clise Marta C.
Avelar, quien después de haber sido avisad t
por el coronel Góes que "serla entregada <il
sargento l.éo, hombre sádiro que la violarla
después de torturarla bastante", fur conducida
por el «argento Léo y el capitán |e«u, Gils»
recién fue devuelta a la sala de la prisión al
día siguiente a las 6 de la mañana, lies dias
después, cuando yo me encontraba en el alo­
jamiento (le las presas políticas, (¡ilse también
fue llevada allá en pésimo estado floto, con
el cuerpo lleno de manchas rojas y pie» itiiv
cnaaos, pumendo apea»* caminar » m am neum
eia de las torturas a que fuera sometida. 1«
este lugar pude además comprobar que María
do Rosàrio y Emilia Emiko Kita tenían el
cuerpo marcado y se encontraban en precario
estado físico, en virtud de las tortura* »nítida*.
Laudelina María Carneiro — Brasile­
ña, 22 años, formada por la Escuela de
Servicio Social de la Pontificia Universi­
dad Católica de Sao Paulo, soltera.
Fui detenida el 15 de junio de 1969 a
las 17 y 30 horas, en mi casa, calle Mt-
iium 479, donde vivía con mi amiga Maria do
Rosàrio da Cunha Peixoto. Mi casa tue inva­
dida por el equipo de diligencias, dirigido por
capitán Portela, del ejército. En medio de
gritos y comentarios de los más groseros, fui
obligada a desnudarme totalmente, siendo Le­
vada a la cocina. Durante cerca de una hora
fui brutalmente golpeada por el sargento Léo
Machado, a golpea de cachiporra y puñetazos
en el estómago, intestinos, riñones y nalgas,
además de violentos puntapiés en los tobillo».
En seguida el capitán Pedro Ivo me llevó al
cuarto, pasando a golpearme en la cara hasta
hacer sangrar mis labios. Dada la violencia de
tos golpes, caí varias veces, siendo obligada .*
levantarme por el capitán quien apagó un ci­
garro y un fósforo en la piel desnuda de mi
estómago. El mismo día a las 23 y 30 horas fui
llevada para la sede del G-2 en la Plaza de ’ t
Libertad, donde fui nuevamente obligada a des
nudarse por el capitán Portela quien, junto a
otro oficial (cuyo nombre desconozco) intentó
forzarme a hacer strip-tease. Esa misma noche
el mismo capitán Portela me sometió a descai­
gas eléctricas, aplicándome unas cinco descar­
gas con la máquina llamada “manivela", en la
cual leí la inscripción “U.S. ARMY” A con
secuencia de las torturas mis tobillos quedaro-i
rojos e hinchados, produciéndome dolores tan
punzantes que prácticamente me impidieron
caminar por una semana. En el D.I., donde
permanecí doce días, las consecuencias de las
torturas fueron testimoniadas por decenas de
personas presas. Pueden también testimoniai
las dos enfermeras del D.I. que me vendaron
los pies (Vanderlei y Andrade), además del
médico que, horrorizado al ver el estado de
mis tobillos pensó en posibles fractura* j tomó
medidas para que me tomaran cuatro placa«
de rayos X en el Hospital Militar (esas placas
están en poder de mi abogado). Durante mí
permanencia en el D.I. sufrí amenaza* de tor­
turas físicas y sexuales que inclusive eran det­
entas con riqueza de detalles por el teniente
füt>a¡5 «a "conversaciones amigables" a la hora
del almuerzo 9 cena- El 27 de junio de 1969
fui transportada, junto con otras presas, a 'a
cárcel de mujeres “Estevño Pinto”, donde per­
manecí incomunicada durante 60 días. El 18
de julio de 1969, en el consultorio médico de
la cárcel, fui interrogada por los capitanes jo-
fre Lacerda, del ejército, y Schubert de 'a
P.M.; y el investigador José Perpètuo de la
D.V.S.; después de recibir amenazas de todo
tipo de torturas físicas y sexuales, fui obligada
* quedar durante cinco minutos descalza, ha
ciendo equilibrio con un solo pie sobre una lata
abierta de salchichas, cuyos bordes se clavaban
fn las plantas de los pies El día 19, en el mismc
consultorio médico, fui nuevamente sometida a
la tortura de las “latitas” durante 10 minutos.
El día 20, en el mismo local, llenaron una ba
ñera con agua fría, planeando mantenerme
desnuda e inmersa por tiempo indeterminado,
no habiendo cumplido sus propósitos por temei'
mayores consecuencias, en vista de que estab-i
menstruando. Para presionarme más todavía,
amenazaron prender y torturar en mi presen­
cia a mi novio y a mi madre. El teniente coro
nel Valdir Teixeira Góes llegó a expedir una
orden de prisión para mi madre, orden que fue
revocada por el general Alvaro Cardoso. No
consiguiendo su intento, el teniente oronel
Góes pasó a hacer amenazas a mi madre siem­
pre que iba a visitarme, llegando a someterla
a un interrogatorio de 10 horas. Mi madre
tiene 46 años de edad y estaba grávida de tres
mese?, esperando su segundo hijo. La consecuen­
cia de las presiones sicológicas a que fue so­
metida fue el aborto. El 14 de setiembre de
1969, en una de las salas del 129 R.I. de la
4* Región Militar, adonde fui llevada por ?1
capitán Lacerda, fui torturada hasta las 3 y 3ff
de la madrugada por los capitanes Sebastián
Geraldo Peixotp y Sehubert, que me dieron
cerca de 15 descargas de choques eléctricos.
La tortura recién fue interrumpida cuando per­
dí los sentidos, cayendo de ia silla donde fui
colocada. Además de estos hechos, fui también
testigo de lo ocurrido con qtros presos:
1) En mi casa, el dia en que fui resada,
el J5/V I/1969, presencié la forma brutal en
que fue golpeada María do Rosàrio da Cunha
Peixotp, con quien residía, y Deley Gon$alves
de Paula, llevada al local por algunos militares.
Las dos muchachas fueron violentamente des­
nudadas y golpeadas por el sargento Léo de la
P.M., mayor Rubens de la P.M. y capitán Pe­
dro Ivo de la P.M,
2) En la madrugada del 16/IX/1969, es­
tando en la G-2 (Central de Policía) oí los gri­
tos de .María da Cunha Peixoto, Deley Gon-
calves de Paula y Loreta Valadares, que era o
torturadas en una sala de al ládo.
3) Durante el período que pasé en la D.E.
vi el estado físico en que se encontraban las
presas: María do Rosàrio da Cunha Peixoto v
Deley Gon^alves de Paula.
4) El día 19/VI1/1969, siendo interrogada
en la prisión de mujeres “Esteváo Pinto”, per»
cibi que Loreta K., Valadares estaba siendo
torturada en la sala de al lado, al oír sus gritos
de dolor.
5) El día 25¡VII¡ 1969, cuando estaca en a
sala de la prisión de mujeres “Esteyao Pinto”
vi que Loreta volvió en pésimo estado, después
de un interrogatorio a qué fuera sometida en
el recinto de la prisión.
6) El día 23/VI11/1969 a las 18 horas,
en la 12&R. L, siendo interrogada por el capitán
Lacerda, estando en el mismo local el teniente
coronel Góes y las presas Deley Goncalves de Pau­
la y Loreta K, Valadares, llegó la presa C,i|se
María Cocenca Avelar, que poco después fu*
llevada en un yip por el capitán Jesu de la P.M
y el sargento Léo de la P.M. con destino ignorado.
Tres días después Gilse presentaba manchas rojas
en el cuerpo, los pies hinchados y marcados, tenía
vértigos y apenas podía caminar, debido a las
torturas a que fuera sometida el 23 de agosto de
1969.
María do Rosàrio da Cunha Peixoto —
Brasileña, soltera, 26 años, nacida el 16
de mayo de 1943 en Almenaba, munici­
pio de Jequitinhonha, Minas Gerais, pro­
fesora de primaria y ahorma avanzada dpl
curso de historia de la Facultad de Filo­
sofía de la Universidad Católica de Minas
Gerais.
Fui detenida el día 15 de junio de 1969 por
el sargento Léo Machado, de la P.M,, al llega -
a casa a las 20 horas donde ya estaba presa
Laudelina María Carneiro. Estaban presentes:
mayor Rubens y teniente Padua. Poco después
llegaron el capitán Portela, del ejército (a
quien los otros llamaban “jefe”) y el capitán
Pedro Ivo, de la P.M., los cuales me mandaron
sacarme Ja ropa y hacer “strip-tease” en frente
del mayor Rubens y del sargento Léo, Ante mi
negativa, el capitán ívo me arrancó la ropa,
llegando a rasgarla, mientras todos gritaban pa­
labrotas. Después de vestirme nuevamente fui
brutalmente golpeada por los capitanes Portela
y Pedro Ivo, y sargento Léo, quienes se turna-
ban para aplicarme golpes de karaté en el estó­
mago y en el pecho, puñetazos en la cara, “te­
léfonos” y pellizcos en los pezones, continuando
los insultos. Mientras, en el cuarto, Laudelina
María Üarntuu también era golpeada. A las
20 y 30 horas vi llegar a la casa conducida por
elementos de la P.M. a otra presa, de nombre
Deley Goncalves de Paula, quien fue también
golpeada por los capitanes Pedro Ivo y Pórtela.
A las 23 y 30 fui llevada para el G-2 'Central
de Policía) donde fui amenazada por el coro­
nel Drumond, de la P.M., de que sería apre­
sada toda mi familia, y de que sería colocada
en una celda con maníacos sexuales. En seguida
fui entregada por el coronel Drumond al capi­
tán Pórtela, quien me desnudé totalmente y
me golpeó con su zapato y después con el cin­
turón de su uniforme, mientras,* el mayor Ru-
bens me inmovilizaba. Posteriormente pasé a
ser golpeada por el capitán Pedro <vo, que
me dio los mismos golpes de karate, acompa­
ñados por patadas en los pies. Después de h
sesión de golpes, fui sometida a choques eléc­
tricos, siendo aún nuevamente golpeada, A las
14 horas del día siguiente fui conducida al D.l
en compañía de otros presos, donde permanecí
por 24 horas sentada en un pupitre escola1.
Permanecí en el D.l. hasta el 2(1 de junio, sien­
do interrogada siempre bajo amena/,as, El 28
de junio fui trasladada a la prisión de mujeres
“Esteváo Pinto” y encarcelada por dos meses
incomunicada, siendo interrogada casi todas las,
noches, desde las 19 horas hasta las 'I ó 5 de
la mañana. Los interrogatorios eran reali/ndos
dentro de un baño de la prisión, con las puer­
tas cerradas, siendo utilizados golpes de karate
y patadas. El 21 de julio a las 21 horas, ence­
rrada en el baño de la prisión, fui sometida
por el sargento Léo a la tortura «le la "latita”.
Posteriormente entraron en el baño y presen
ciaron la escena: los capitanes «le la P,M
Schubert y Jesu, y el teniente coronol (lóes,
del ejército. Días después, un limites, no re
cuerdo la fecha, fui nuevamente Inleirogada en
el baño por el sargento Léo Mut ilado, slnmh
sometida a golpes de karate en In clavicula c
en la base del oído. El día 16 «le agosto, sábado,
cerca de las 15 horas, encerrada en el baño «le
la prisión, fui sometida a la llamada "tollina
china”, que consiste en sufrir caricias pot to«l <
el cuerpo, inclusive en partes intimas, poi de
bajo de la ropa. Como intenté defenderme, lúe
llamado el capitán Lacerda para teneiine, mien­
tras el capitán Jesu recorría a mano lodo mi
N U M E R O ' 2 7 / M A Y Ó 1B7<3
cuerpo, besándome ei rostro, cuello > uoca, r
pellizcándome los senos. Con la llegada del te­
niente coronel Góes, los tres oficiales se turna­
ban en la práctica de la tortura sexual y ame
nazaron llevarme a algún lugar donde fuese
posible completar el acto sexual. Al día siguien­
te, domingo, fui nuevamente sometida a la mis­
ma tortura, en el mismo local y por los mismos
torturadores, durante toda la noche. El día 18
de agosto, lunes, fui llevada por el capitán Jesu
al 129 R.I. donde se encontraban el capitán
Lacerda y el sargento Costa, ambos del ejér­
cito, el sargento Léo y el teniente coronel Góes,
siendo sometida por ellos en la sala de investi­
gaciones a la tortura llamada “pau-de-arara”,
a pesar de sufrir el desvío en la columna ver­
tebral (hecho sabido por los torturadores), v
completamente desnuda. Alternativamente, los
torturadores pasaban sus manos por mi cuer­
po, me besaban la cara y el cuello, me mordían
los senos, llegando inclusive a introducir los
dedos en mi vagina. El sargento Léo, además
de las torturas de naturaleza sexual, me gol­
peaba las nalgas y los pies con una cachiporra
de palo. Tal tratamiento duró hasta las 7 de
la mañana. Al mediodía más o menos fui tras
ladada de la celda al alojamiento colectivo dé
las presas políticas, donde todas pudieron ve­
rificar mi estado físico y sicológico, siendo ne­
cesario inclusive llamar a la doctora Nahylda.
médica de la prisión. Dos días después de mi
llegada, Emilia Emiko Kita, que se encontraba
presa allá, fue llevada, según sus declaraciones
a urt puesto policial en un lugar apartado v-
sometida a la tortura “pau-de-arara” Vi la
salida de Emilia y pude verificar la precariedad
del estado físico en que volvió. El mismo testi­
monio puede darse respecto a la presa Gilse
María C. Avelar, que fue trasladada al aloja­
miento colectivo pocos días después, en estado
físico lamentable, con el cuerpo lleno de mar
cas de las torturas a que fue sometida.
(*) Todos estos casos de torturas fueron de­
nunciados al m ariscal G arrastazú M édici, presi
dente de la república, al nuncio apostólico, m on
señor M onzonni y al cardenal de Río de Jan ei­
ro, m onseñor Jaim e C ám ara. E l único resultado
concreto fue el fortalecim iento de la censura a
la prensa y la prohibición de referencias a tor­
turas en todos los medio» de com unicación de
masas.
 a p u i iu

SANDINO por
Gregorio Selser •
de la Colección LOS NUESTROS
. .con ese nuevo desembarco, Estados Unidos se metía hasta el cuello en el
fango de la politiquería nicaragüense ligada a los intereses económico-financie­
ros neoyorquinos. Tardarían seis años en .salir del país, obligados por la lucha
de Sandino y la protesta mundial que en torno suyo éste pudo forjar merced a su
actu^pión heroica e indomable. Porque Sandino resultó vencedor en esa lu­
cha'desigual: los yanquis se fueron de Nicaragua gracias a que él peleó y no
se entregó, como se entregaron Sacasa y Moneada.” (G. Selser).

en preparación:

PAGINAS DESCONOCIDAS
DE RUBEN DARIO
Texto y selección
por ROBERTO IBAÑEZ

POR LA REVOLUCION / POR LA POESIA

por RENE D EP ES T RE

• SIETE ENSAYOS DE INTERPRETACION

DE LA REALIDAD PERUANA
por JUAN CARLOS MARIATEGUI

DISTRIBUYE: * .

AMERICA LATINA
Avda. 18 DE JULIO 1089 TEL.: 41 5 Í* 2 7 ^ ‘
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