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Ensayo
Clase: Hechos
Profesor: Bill Finch
El llamado de Dios para Saulo fue algo que marcó su vida de manera clara y poderosa.
El escuchar la voz de Dios dándole instrucciones especificas para su vida y un propósito
de la voluntad de Dios para el fue algo que permitió que Pablo mantuviera su paso firme
y sin dudar, sabiendo que no era en un deseo personal, sino un llamado real y genuino de
Dios a su vida el cual debía de obedecer a pesar de el mismo.
2. Tener y mantener una relación profunda con el Espíritu Santo en todo momento
para escuchar dirección e instrucciones. (Hch 9:6, 11-12, 17-18; 13:2, 9; 16:6-10;
18:9-10; 20:1; 23:11; 27:23-26)
A pesar de que Pablo no anduvo en el mismo tiempo que el resto de los Apóstoles
con Jesucristo, su vida fue dirigida por instrucciones específicas de parte de Dios para
moverse, dirigirse a algún grupo de personas y palabras de ánimo en momentos difíciles.
Cada grupo y persona que estuvo en contacto con Pablo recibió el mensaje del evangelio
de sus labios, revelado por Jesucristo a él en sus años de aislamiento en Tarso antes de
ser llamado por Bernabé.
Su relación con el Espíritu Santo le permitía saber con seguridad a que ciudad entrar
y a cuál no, en que momento moverse y seguridad en momentos de aflicción al saber que
aún faltaba camino por andar.
Como parte de nuestros ministerios debemos de tener y cultivar una relación profunda
con el Espíritu Santo en todo tiempo. Estar atentos a sus indicaciones a través de su
Palabra, palabras o confirmación a nuestro corazón será la garantía de paz en el lugar
donde nos hallemos, aunque estemos en medio de tribulación.
3. Colaboración con otros siervos de Dios (Hch 9:27, 11:25-30, 13:5; 15:22; 16:3; 20:4)
4. Tener un oficio que permita obtener ingresos para no ser una carga para la iglesia
(Hch 18:3; 20:35)
Todo ministro necesita de sostén en lo natural: techo, comida, ropa, salud. Pablo
mostró en su ministerio una forma de servir en la cual el mismo trabajaba para subsanar
esas necesidades sin pedir a las iglesias nacientes algo para su vida de manera de
exigencia.
Es poderosa la manera en que nuestra vida es un testimonio cuando podemos trabajar
en lo secular y también servir. Es derrotado el concepto de que la gente que sirve a Dios
es porque “no tiene trabajo, no tiene nada que hacer o no tiene responsabilidades en la
vida”. Mediante el testimonio responsable del ministro en su trabajo secular,
comercialización o desarrollo de un oficio se envía un mensaje alrededor, servir a Dios
es algo posible en todos los ámbitos, no solo hasta estar al 100% en el ministerio se está
siendo usado por Dios.
5. Mantener una relación de rendición de cuentas y comunión con una iglesia “madre”
(Hch 11:26, 13:1-3, 14:26-27; 15:1-3)
6. Nunca olvidarse de adorar a Dios en todo tiempo (Hch 16:23-25; 20:36-37; 21:5;
27:35)
Lucas describe diversos momentos donde el apóstol Pablo muestra su vida de oración,
alabanza y exaltación como parte de su vida cotidiana. Al mantener una vida devocional
y de dependencia con Dios en oración dejaba un ejemplo a los nuevos creyentes de cómo
vivir la vida diaria de manera espiritual y agradable delante de Dios.
Nunca debemos de descuidar nuestra vida personal de adoración a Dios, esos
momentos de ir a la Palabra de Dios no para preparar algo para compartir a los demás,
sino para escuchar la voz de Dios para nosotros mismos. Tiempos de oración y rendición
delante de Dios donde descargar nuestras preocupaciones y angustias y saber que Dios
toma la carga y nos hace ligero el ministerio en El.
7. Dedicar tiempo suficiente para preparar al liderazgo naciente para los retos futuros
(Hch 14:3, 21-23, 28; 18:11; 18:22-23; 19:8-10; 20:2-3, 7; 21:4)
Podemos ver vez tras vez como Pablo apartaba tiempo para la enseñanza en los distintos
lugares donde Dios levantaba una iglesia. Ya fueran jornadas de predicación que duraban
hasta entrada la madrugada, semanas, días, meses o años, Pablo invirtió gran parte de su
ministerio en esta importante tarea: enseñar las verdades de Jesucristo para que este
fundamento permaneciera en los corazones de las nuevas iglesias para los embates que
sufrirían de dentro y fuera de la misma iglesia.
Nunca debemos de pensar que el evangelismo es lo más importante, ciertamente el
presentar la Palabra de Dios a alguien que no lo conoce le permite venir al conocimiento
de Cristo, pero eso es sólo el principio. El deseo del corazón de Dios es que todos
crezcamos en el conocimiento de Cristo, su amor y sus palabras. Esto solo es posible
mediante el modelo de enseñanza, lo cual toma esfuerzo, tiempo, dedicación y deseo
tanto del maestro, pero aún más del discípulo que recibe esas palabras para atesorarlas en
su corazón y se conviertan en el fundamento de su fe.
8. Saber cuando es tiempo de cerrar la actividad en un lugar para ir a otro lugar que
Dios indique (Hch 9:23-30, 14:6; 17:10, 14, 34)
A lo largo del libro de Hechos podemos ver lugares donde pareciera que Pablo
pudiera haber deseado echar “raíces” por la aceptación del evangelio y el amor de los
hermanos hacia su persona. Sin embargo, Dios sólo le permitía estar un tiempo designado
ya que otras regiones necesitaban conocer el evangelio de Jesucristo, otras iglesias
necesitaban recibir confirmación personal de la palabra recibida previamente, confrontar
enseñanzas equivocadas de ley o libertinaje o una palabra de ánimo en medio de
tribulaciones.
Debemos de saber que nuestros ministerios están sujetos a la voluntad de Dios. El es
el que nos mueve hacia donde el quiere, cuando el quiere. Debemos tener presente esta
realidad, estamos sujetos a la autoridad y señorío de Cristo y no a nuestro deseo personal
o comodidad temporal.
9. Estar siempre listo con un mensaje que presente a Dios y su propósito de salvación
como testimonio, histórico-escritural o apologético, pero siempre enfocados a
mostrar el evangelio de la gracia (Hch 9:20-22; 17:3; 17:17-32; 21:6-21; 26:1-28;
28:25-28)
Pablo nos muestra en diversas ocasiones que las señales de poder del Espíritu Santo
son necesarias e importantes, pero nunca deben de estar ausentes de la exposición del
mensaje de la Palabra de Dios. Esta tiene el poder para tocar, confrontar y atraer a las
personas a Dios. En algunas ocasiones lo vemos haciendo referencia a su testimonio
personal, en otras una narración histórica del propósito de Dios cumplido en Cristo y
otras ocasiones como en Atenas, la presentación del “Dios no conocido” como Jesucristo.
Como ministros debemos de saber como identificar la persona que Dios nos pone
enfrente, audiencia o grupo al cual nos dirigiremos para presentar el evangelio sin
estorbo. Encontrar e identificar el contexto de la persona para que el mensaje de poder
del evangelio sea transmitido de manera integra y sazonada para los oyentes.
10. No abandonar la misión cuando las cosas se ponen difíciles, hay enfrentamiento
espiritual contra Satanás u otros deciden tomar otro rumbo (Hch 13:8-11, 13, 17-
49-51; 14:5-6; 15:34; 16:22; 21:36)
Considero que si Pablo nos hiciera una conferencia a los ministros de este tiempo nos
diría: el ministerio no está exento de padecimientos, de hecho, es señal de que estamos
arrebatando almas del infierno. Pablo mismo sufrió no solo en su carne el padecimiento,
hambre, golpes, lastimaduras, apedreamientos sino también en lo anímico ver que gente
cercana lo abandonaba, gente que el había enseñado se regresaban a la ley o se abrían a
enseñanzas equivocadas que el había advertido.
Sin embargo, su avance y continuidad en el ministerio no dependían de las
circunstancias, el hacia lo que estaba llamado a hacer y el resultado lo daba el Señor.
Debemos aprender esta lección de vida, el padecimiento no es señal de abandono de
Dios. La seguridad y éxito del ministerio se da en el fruto, toma tiempo y quizá lo que
sembremos nosotros no lo alcanzaremos a ver aquí en la tierra, más en la eternidad.
12. Nunca tomar la gloria, poder o reconocimiento del ministerio en lo personal, sino
dar siempre la gloria a Dios (Hch 14:14-18)
El deseo de poder siempre estará tocando a la puerta del ministro para estancar y
corromper el ministerio. Debemos de ser humildes y estar atentos para no caer ante la
seducción de el poder, autoridad, fama y posición sobre la iglesia o algún grupo en el que
estemos ministrando.