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Ciudades proyectadas

Cine y espacio urbano

STEPHEN BARBEA

Editorial Gustavo Gili, SL


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Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México. Tel. 55 60 60'.11
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ín;dice

Introducción 7

1 los orígenes de la ciudad fílmica J3


2 el espacio urbano en el cine europeo 57
3 japón: la irnagen de la ciudad 99

Título oli14:inal: Pro}ected cities. Cinema ami urban space


4 la ciudad digital y el cine 143
Publicado originai iamente µor ReaMíon Bool{s, Londres, 2002
Not¡:is 183
Asesores úe la colección: lñol{I Ábalos, Joan Fontcuberta, Vivlana Narotzli.y y Joan Roig

Versión castellana de Rafael Jackson


Agraclecirnie11tos 185
Diseño <le la cublrnta: Toni Cabré/Editorial Gustavo GIII, SL
Fotografía de la cubierta: Grant Faint, Getty lmages Índice de no1nbres 187
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© Stephen Barber
© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2006

Printed In Spain
ISBIH3: !l7&84-252-2103-3
ISBN-10: 134-252-2103-X
Dupósllo legal: B. 13.800-2006
Impresión: Hurope, si, Barcelona
1 los orígenes de la ciudad fílmica

El cine comenzó con una dispersión de espectros gesticulantes,


de cuerpos humanos transitando las calles de la ciudad, enmar­
cados por perfiles de puentes, hotele� y almacenes, bajo cielos in­
dustriales contaminados. La chispa incendiaria que inauguró la
imagen fílmica -propagándose a casi todos los países del mundo,
a finales del siglo x1x- propulsó una historia del cuerpo que per­
manece ineludiblemente entrelazada con la historia de la ciudad.
La ciudad fílmica compone un entramado de imagen y len­
guaje, de vida y muerte. Incesantemente asume y descarta sus
múltiples figuras y manifestaciones y, a través de su último ma­
tiz monocromo o de su lívido píxel, su eje vital permanece en con-
. tradicción: desde los orígenes de la imagen cinemática, todos y
cada uno de los propósitos y de las estrategias de los innume­
rables creadores de la ciudad fílmica han sido objeto de réplica
y de rechazo. La textura de la ciudad fílmica comprende una ines­
table amalgama de rastros sexuales y corpóreos, de luces y de
sombras, de ambiciones arquitectónicas y de su abolición, y
de súbitos movimientos que oscilan entre la revolución y la es­
tasis. Como consecuencia, la ciudad fílmica sólo puede estar
contenida en un libro abierto sobre la muerte y los orígenes,
construido a partir de fragmentos urbanos que se desploman -en
los ocultos craquelados del celuloide y en las imágenes digita­
les-, a fin de conjurar el extraño código lingüístico capaz de ori-:
ginar, perversamente, las compulsiones visuales básicas y las
sensaciones de la ciudad fílmica proyectada o destruida.
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El paso de la imagen fotográfica a la fílmica y de ahí a la ple y universal de la imagen potencial, de la misma manera que
digital implica aberraciones y giros contradictorios inherentes, cada ciudad no representa más que una variante única y .mo­
que anulan cualquier sentido de una historia lineal en el cine. En mentánea de los procesos inexorables que conforman las trans­
las primeras décadas, la imagen fílmica quedó definida a partir formaciones urbanas.
de la construcción de un aura de originalidad y unicidad -en for­ Las ciudades en los orígenes del cine europeo son extra­
ma de proyecciones visuales de formas humanas y urbanas, a ños edenes ya que su materia urbana aparece contamrnada en
menudo enzarzadas en un monumental combate-; pero el medio las primeras exhibiciones: el .puente sobre el río Aire, ennegreci­
industrial cinematográfico, muy al contrario, se asentó inevita­ do por el hollín, en las imágenes experimentales rodadas por
blemente sobre los principios de infinita reproducción, de las co­ Louis Le Prince en la ciudad industrial de Leeds en 1888; los te­
pias de las películas, del público e incluso de las formas narrati­ jados del distrito berlinés de Pankow, en las imágenes captura­
vas. La imagen digital (entendida como la definitiva cristalización das por los hermanos Skladanowl3ky con el fin de hacer por pri­
tecnológica de tales deseos de reproducción interminable) en mera vez del cine un espectáculo mágico con su proyección
realidad corre hacia atrás en la historia del cine, dentro de un pla­ fílmica ante un público popular; y las imágenes de imponentes
no temporal anterior al de las originales imágenes cinematográ­ bloques de edificios, vallas publicitarias y fábricas de Lyon, to­
ficas, puesto que las formas instantáneamente redundantes de madas desde el ferrocarril por los hermanos Lumiere, con el am­
la imagen digital -sobrepasadas y erosionadas por las demandas bicioso proyecto de reunir en el celuloide los componentes vi­
incesantemente mutables de las empresas que las engendran­ suales de su ciudad. Los habitantes de dichas ciudades que
encierran en sí mismas un arcaísmo fundamental y extremo. Y en fueron capturados, a menudo por casualidad, en aquellas prime­
sus múltiples nacimientos y renacimientos, la historia del cine ras imágenes se convirtieron en los primeros personajes huma­
acaba transmitiendo una serie violenta y conflictiva vinculada a nos del cine, por analogía a aquellas descripciones que consi­
los orígenes de las ciudades fílmicas surgidas de ella. La imagen deraban -en los mismos últimos años del siglo x1x- como
digital de la ciudad carece por completo de las toscas irregulari­ arquetipos de los pueblos "primitivos" europeos a ciertas pobla­
dades que otorgaban dinamismo a las primeras imágenes fílmi­ ciones olvidada·s, como a los campesinos de Rumania o a los
cas de la vida urbana. La historia del cine en sí misma es hija de habitantes de la Isla de Aran en el oeste de Irlanda. Las prime­
la negación y de la supresión, ambas formas propias del cine y ras críticas al medio cinematográfico lo tachaban de ser un me­
de los innumerables experimentos efectuados antes de su in­ dio tosco o "primitivo"; en un registro diferente, la historia del
vención (tales como la Fantasmagoría, la Ergascopia y la Pan­ cine desde los años setenta ha reflexionado también sobre el es­
tascopia); experimentos que proliferaron en los entornos urbanos tatus "primitivo" de los orígenes del cine y sus estrategias. No
de ciudades como París o Londres entre principios y mediados obstante, las hábiles estrategias ejercidas por el poder para
del siglo x1x. Una y otra vez, todas las obsesiones visuales se con­ controlar la tecnología fílmica y al público cuya atención capta­
solidaban con coherencia en formas concretas, pero de un modo ba, alcanzaron un alto grado de sofisticación tan pronto como la
tan efímero que volvían a fragmentarse. La· historia
,·· del cine tan industria cinematográfica convocó al delicado fantasma del pres­
sólo comprende una variante de lo que sería una historia múlti- tigio estético. A fin de asegurar el estatus del cine como forma
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artística y como producto de entretenimiento para las masas, los concediendo absoluta preeminencia a la tarea que el ojo iba a
pródigos orígenes cinematográficos fueron reinventados de in­ desempeñar en el futuro. El cine es el medio que instruyó a la vi­
mediato como proezas heroicas y míticas, focalizándose en la sión humana en los valores sensoriales de velocidad e intensi­
obra de unos pocos y reverencia.dos pioneros. Pero ni el cine ni dad: con un solo movfmiento ocular puede rastrearse incluso la
sus orígenes llegaron jamás a triunfar por completo. al vincularse enorme distancia que separa las imágenes del filme de Louis Le
a las inestables formas artísticas de principios del siglo xx. Y el Prince de 1888 sobre la vida cotidiana en las calles del catas­
modo cáustico en que las culturas visuales contemporáneas sue­ trófico punto cero de las ciudades desiertas en la Europa de
len aproximarse al poder definitivo de las imágenes constituye el 1945, su absoluta desolación plasmada minuciosamente en el
'
reverso del frágil prestigio que suele concederse a las imágenes celuloide.
cinematográficas originales en la historia del cine.
En los años sesenta, el cineasta estadounidense Kenneth La imagen fílmica primigenia incluye una exploración de la ciudad
Anger solía volver la vista atr�s con nostalgia; calificaba los orí­ diseñada para capturar la vida urbana y sus acciones con la má­
genes del cine como un "día negro para la humanidad", pues xima intensidad. La primera obra en la historia del cine com­
creía que el medio fílmico había arrojado una maldición literal­ prende una imagen de la ciudad que está imbuida de gestos cor­
mente demoníaca sobre la humanidad al conjurar una estimu­ porales y de superficies urbanas combinados con insinuaciones
lante capacidad creativa para materializar el desorden, la confu­ de muerte y de ausencia.
sión e incluso la revolución. En Europa, los orígenes del cine En octubre de 1888, el inventor Louis Le Prince, francés de
proporcionaron a sus habitantes exactamente esa agitación de nacimiento, dispuso su cámara cinematográfica experimental en
carácter volátil en su percepción visual de la ciudad. A lo largo de la ventana de un taller de herramientas con vistas a la esquina
la primera mitad del siglo xx, las ciudades fueron transformadas sudeste del Puente de Leeds en el momento más ajetreado del
e incluso se formaron a través del ímpetu y del movimiento de las día, y filmó una secuencia que mostraba figuras humanas, co­
imágenes fílmicas, contempladas colectivamente bajo la forma de ches de caballos y carros atravesando el puente fluvial, ilumina­
noticiarios llenos de exhortaciones y de largometrajes dentro das por una nebulosa luz otoñal. Había elegido aquel momento y
de cines abarrotados; al mismo tiempo, las ciudades alcanzaron aquel lugar con el propósito de saturar la imagen con !a mayor
un punto crítico, e incluso fueron abandonadas o destruidas, de­ acumulación posible de movimientos humanos. En el lado más
bido al impacto de las imágenes fílmicas sobre las poblaciones alejado del puente, los muros de sólidos hoteles y almacenes vic­
urbanas. Las devastadas ciudades de la Europa revolucionaria torianos sucios de humo, con figuras humanas ocultas tras cada
surgida al final de la I Guerra Mundial, las ciudades industriales una de sus fachadas, ocupaban la mitad superior de la imagen.
en las fronteras más remotas de Siberia y los extintos escena­ Los individuos que cruzaban el puente, sin conciencia de estar
rios bélicos en 1945, todos ellos, llegaron a ser definidos (y en siendo filmados, fueron captados mientras se entregaban a la
algunos casos, inventados) empleando directamente como me­ compleja interpretación de los gestos fílmicos inaugurales. ·Un
dio la imagen fílmica. Aquella imagen refundió poderosamente la hombre se suena la nariz; una mujer carga con un paquete; dos
íntima relación entre la visión humana y el espacio de la ciudad, hombres que charlan se incMnan sobre un parapeto;· otro hombre
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se lleva cortésmente la mano al sombrero cuando se cruza con · sus experimentos. Durante aquel periodo comenzaron las dispu­
una mujer. Todos los elementos capaces de proyectar la com­ tas internacionales sobre quién tenía la propiedad de las tecno­
pleja narrativa de un filme de ficción se han congregado ya en es­ logías cinematográficas. Dos años después de haber rodado el
tos gestos banales y dispersos. E incluso en el seno de esta se­ primer filme urbano en Leeds, Le Prince desapareció -junto con
cuencia de escasa duración, rodada en el momento del día con sus cámaras y proyectores- repentinamente y sin dejar rastro,
mayor tráfico sobre el puente, aquellas figuras humanas expre­ mientras viajaba en un tren entre Dijon y París, el 16 de sep­
san con éxito una cierta indiferencia: el tiempo del cuerpo discu­ tiembre de 1890, en lo que se convirtió en el primer misterio irre­
rre infinitamente a la deriva. Pasados tres segundos, el filme ha soluble de la historia del cine. Su filme del Puente de Leeds .se
terminado. conservó durante unos cuarenta años, y después también de­
Sí bien los exteriores urbanos de la película de Le Prince sapareció. Cíen años después de su realización, sólo se ha con­
se mantienen en la ciudad contemporánea con idéntica tenaci­ seguido reconstruirlo digitalmente a partir de fotografías tomadas
dad (lo único que ha desaparecido después de más de un siglo· en los años treinta de las imágenes originales, uniendo así los
es la capa superficial de suciedad de los edificios provocada por esfuerzos de tres medios visuales con una relación conflictiva.
las fábricas), cada gesto corporal realizado sobre el puente, e in­ Además de aprehender, por primera vez, la banalidad de
crustado dentro de la imagen fílmica, se desvanece al instante. los gestos cotidianos en las calles de la ciudad, Le Prince tam­
Y el mundo circundante que había existido en aquel primer corte bién se convirtió en el primer cineasta que capturó imágenes que
temporal de la imagen filmada se haría añicos, desmoronándose presagiaban la muerte. El mismo mes en que rodó su película del
aún más desastrosamente a medida que el tiempo discurría aje­ Puente de Leeds, filmó en la misma ciudad una secuencia de su
no a los escasos e impenetrables momentos captados por la' anciana suegra bailando en el jardín de su casa, en el distrito su­
imagen. Las imágenes de Le Prince dieron origen a la capacidad burbano de Roundhay, diez días antes de su muerte. El cuerpo
desarrollada por el celuloide a lo largo de su historia para trans- captado en cada imagen fílmica insinúa una pérdida simultánea
. mitír a los espectadores una sólida carga de nostalgia, a través de la existencia corpórea; la inmediatez de la imagen transmite,
de las apariciones momentáneas de ciudades y cuerpos huma­ una doble sensación opuesta de presencia y ausencia. El propio
nos cuyas formas estaban a punto de desaparecer para siempre, espacio de la ciudad reviste la imagen fílmica de una dimensión
fatalmente devoradas por conflictos y revoluciones o bien por opuesta: la ciudad negocia e impone hábilmente su propia masa
transformaciones tecnológicas. Le Prince -que había decidido en el seno de la imagen, aplicando una compleja presión alrede­
instalarse en la pró�pera ciudad industrial de Leeds para llevar a dor de las formas humanas contenidas en ella. Pero, una vez que
cabo sus investigaciones y que había desarrollado la base tec­ la imagen ha sido fijada, su residuo en el espacio urbano ad­
nológica de sus inventos mientras trabajaba como ingeniero de quiere repentinamente tal vulnerabilidad que puede ser borrada
estampación de papel pintado en Nueva York- jamás encontró o alterada: la ciudad está sometida al poder intruso de elemen­
los recursos necesarios para proyectar públicamente sus filmes, tos situados más allá de sus propios dominios, que actúan ca­
y vivió desesperadamente a caballo entre Francia, Inglaterra y Es­ prichosamente en forma de enormes sacudidas sacudidas y
tados Unidos intentando atraer a promotores financieros para modifican así, incesantemente, su fisonomía. Los innumerables
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enigmas y disparidades comprendidos en el.hiato entre la ciudad banos, habitualmente definidos por el trabajo manual y sus ges­
contemporánea y sus superficies filmadas componen el corazón tos repetitivos e interminables. Tras la figura en movimiento de
de las obsesiones humanas relacionadas con el espacio urbano Emil Skladanowsky, un. cielo vacío ocupa el resto del encuadre. En
fílmico. Pero en la primera imagen fílmica de la ciudad rodada por el interior de fa cámara, diseñada a partir de las especificaciones
Le Prince tal disparidad no tiene cabida, y surge una extraña si­ de Max Skladanowsky, el celuloide saltaba al registrar cada ima­
multaneidad entre el origen fílmico de la ciudad y su forma con­ gen gracias a las perforaciones'realizadas manualmente por el
temporánea que cierra así, concisamente, el hiato entre filme y propio cineasta. La imagen del cuerpo humano inmerso en la ciu­
ciudad. Tan sólo han desaparecido las huellas y los recuerdos efí­ dad permanece unos breves instantes más que en el filme de Le
meros del cuerpo humano. Prince; después, su visión se interrumpe repentinamente y el
Los filmes urbanos de Louis Le Prince ocupan un espacio cuerpo se desmaterializa. Años más tarde, Max Skfadanowsky dio
privilegiado en el flujo entre ficción y muerte. Con su propia e fa fecha del 20 de agosto de 1892 para fas imágenes de Berlín
inexplicable desaparición, pasó a la historia del cine como la pri- filmadas desde el tejado de un edificio en la Schonhauser Alfee,
mera figura que desapareció corporalmente -una figura profética si bien es probable que esta mítica fecha fuera inventada con fa
tanto del impacto contemporáneo de los medios digitales en el misma espontaneidad que el baile de su hermano sobre el teja­
cine como del estatus del cuerpo humano en un escenario urba­ do dominando la ciudad. Habían pasado casi cuatro años desde
no infinitamente azaroso-. La situación de Le Prince dentro de la que Le Prince .rodó las imágenes seminales de los habitantes y
historia del cine, habitualmente suplantada por otros, fluctúa en­ las superficies urbanas de Leeds. En aquellos años, las ciudades
tre el olvido más absoluto y la rehabilitación tangencial, y sólo se y poblaciones filmadas de Europa permanecían aletargadas, a la
manifiesta con solidez en los fragmentos conservados, imágenes espera de su próxima resurrección visual.
iniciáticas de la ciudad fílmica y de sus gesticulantes formas hu­ Los hermanos Skladanowsky -que conservan un lugar en
manas. la historia del cine como colaboradores igualitarios, aunque pa­
rece claro que Max dirigía la dura tarea vinculada al invento,
En las imágenes de filmes urbanos rodadas por los hermanos mientras que Emil, nienos adepto a la tecnología, interpretaba la
Skladanowsky, los tejados de los distritos berlineses de Pankow irregular labor de infundir un movimiento vívido a sus imágenes
y Prenzlauer Berg se extienden a través del área inferior del en­ fílmicas- habían emprendido sus experimentos visuales unos
cuadre, con chimeneas industriales y campanarios de iglesias in­ diez años atrás, a finales de la década de 1870, mientras exhi­
terrumpiendo ocasionalmente la urbanización inexorable y caóti­ bían una variante más de entre los innumerables espectáculos
ca formada por bloques de edificios para los obreros industriales. anteriores al cine, la Nebula, ante una población berlinesa ávida
Mientras uno de los hermanos, Max, rodaba con su cámara cine­ de novedades. Durante aquel periodo, la ciudad se hallaba en un
matográfica, el bioskop, el otro hermano, Emil, interpretaba una estado de expansión al borde del delirio y sus habitantes esta­
torpe danza tendiendo estrafalariamente los brazos y las piernas, ban deseosos de entretenimiento, mientras el crecimiento in­
sonriendo a la cámara y sosteniendo en alto su sombrero: un abe­ dustrial esparcía sus suburbios construidos tosca y apresu­
rrante gesto de júbilo inmerso en aquellos decrépitos distritos ur- radamente fuera del centro. El espectáculo de la Nebula, cuya
22 Ciudades proyectadas los orígenes de la ciudad fílmica 23

exhibición tenía lugar en recintos destinados a las diversiones Durante su primer año de vida, la proyección cinematográ­
populares, empleaba múltiples fuentes visuales y cacofonías a fica constituyó un fenómeno casi exclusivamente urbano: los in­
fin de proyectar prodigiosas representaciones de ciudades des­ numerables inventores de las distintas tecnologías realizaban
truidas: éstas viraban de modo inquietante dentro y fuera de giras por los imponentes teatros y cafés de las capitales eu­
foco, sufriendo múltiples catástrofes que incluían ·desde terre­ ropeas, y sus atropellados programas venían determinados por
motos hasta tormentas de fuego. El éxito de la Nebula -cuya enconadas rivalidades. Más adelante, las películas también se
combinación de elementos provocaba sin duda un impacto sobre exhibieron ante el público rural, en salas improvisadas como gra­
los sentidos más inmediato que muchas instalaciones actuales neros y establos que a menudo acababan incendiados (los pri­
realizadas con imagen digital y que se sirven de idénticas estra­ meros proyectores eran manifiestamente inflamables, y los ini­
tegias..., llevó a plantearse a los hermanos Skladanowsky pre­ cios de la historia del cine están plagados de relatos sob_re
sentar sus propias imágenes fílmicas experimentales al público. espectadores que huyen despavoridos de salas en llamas). Ade­
El 1 de noviembre de 1895, en el music-ha/1 conocido como más de iniciar a los espectadores desde el punto de vista tec­
Wintergarten (una sala con múltiples propuestas para el entrete­ nológico y sensorial, tales proyecciones en espacios rurales en­
nimiento, capaz de acoger espectáculos tan populares como las frentaron a dicho público con una visión primigenia de la ciudad,
acrobacias, la lucha libre y los cabarets eróticos, además de in­ entendida como un peligro potencial y, al mismo tiempo, como
novaciones relacionadas con el desarrollo de la imagen cinema­ un destino seductor. En apenas dos meses, los hermanos Skla­
tográfica), los hermanos Skladanowsky proyectaron por vez pri­ danowsky pasaron de desempeñar el frágil papel de innovadores
mera una película en público. Su programa duraba unos quince . en la historia del cine a representar el arcaísmo y sufrir el olvido
minutos e incluía secuencias filmadas de un canguro boxeando incipiente. El 29 de diciembre de 1895 viajaron hasta París para
y de niños bailando danzas populares, al lado de varias películas presentar su espectáculo cinematográfico en el Folies Bergere,
con paisajes urbanos de Berlín que Max Skladanowsky durante pero al llegar descubrieron que sus rivales franceses, los herma­
los meses previos había filmado especialmente para el evento. nos Lumiere, h!3bían organizado su primera proyección cinemato­
Hay pruebas de que la proyección fue recibida con entusiasmo gráfica pública el día anterior. Éstos habían acaparado el mercado
-aunque los primeros espectadores consideraron que las imá­ parisino instantáneamente y exigido la cancelación del espec­
genes proyectadas eran alucinaciones planas y monocromas que táculo de los hermanos Skladanowsky. Tras emprender durante el
simulaban movimiento, en oposición a los espectáculos más asi­ año siguiente una serie dé giras intermitentes por ciudades del
milados de los medios anteriores al cine-. Además de instigar la norte de Europa, enfrentándose a una feroz competencia, los her­
creación de un público para el cine, los hermanos Skladanowsky manos Skladanowsky se retiraron repentinamente de las exhibi­
promovieron un elemento del cine mucho más trascendental: el ciones cinematográficas en 1897, cuando aún estaban en los al­
primer cliente que pagó por entrar en la Wintergarten para dis­ bores de su expansión. Tras su regreso a Berlín, abandonaron
frutar de la proyección activó inconscientemente el régimen fi­ durante mucho tiempo sus inventos y se ganaron la vida en el
nanciero de la industria cinematográfica, determinando así la fu­ anonimato, especializándose en medios obsoletos anteriores a
tura trayectoria del cine. la invención del cinematógrafo, como los flick-books.
24 Ciudades proyectadas /os orígenes de la ciudad fílmica 25

Cuarenta años después de haber pues�o fin a su truncada dad, si bien aquellos cuerpos iban a ser devorados por un tórri­
carrera, fa obra de los hermanos Skfadanowsky experimentó una do espejismo.
repentina resurrección en una de las aberraciones más fulguran­ La ciudad de Lyon filmada por los hermanos Lumiere se
tes de la historia del cine. En 1935, el gobierno nacionalsocia­ había convertido en el paraíso de la imagen cinematográfica a
lista de Alemania se apropió de la figura del entonces anciano y comienzos del siglo xx: a diferencia del Leeds de Le Prince y del
olvidado Max Skladanowsky, presentándolo como el pionero del Berlín de los hermanos Skladanowsky, los filmes de Lyon mos­
cine a escala mundial, en un intento de contrarrestar el estatus traban un lugar edénico, libre de las disonancias que provocaban
de los hermanos Lumiere como inventores originales del medio. las insinuaciones de calamidades corporales o urbanas. La ciu­
Se descubrió una placa conmemorativa en el Wintergarten para dad fílmica de los hermanos Lumiere disipa cualquier signo de
subrayar. que había sido en Alemania, y no en Francia o Estados maldición incipiente en el corazón de los orígenes del cine. Como
Unidos, donde había tenido lugar la primera proyección cinema­ los hermanos Lumiere registraron las imágenes de su ciudad
tográfica, y las imágenes fílmicas de Berlín tomadas por los her­ durante los últimos años del siglo x1x, el espacio urbano es con­
manos Skladanowsky volvieron a convertirse en motivo de júbilo secuente y asume una calma lógica, si bien se dirigía hacia una
y prestigio durante escaso tiempo. No obstante, al inicio de la 11 dirección determinada. La magistral facilidad con que los herma­
Guerra Mundial, el 30 de noviembre de 1939, Max Skladanowsky nos Lumiere lograron alzarse como inventores del cine se trans­
falleció en Berlín y, hacia el final de la guerra, la ciudad volátil, mitió durante mucho tiempo por medio de sus imágenes de ciu­
sus edificios y los habitantes filmados en los primeros momen­ dades benignas y lineales -y también gracias a la fluidez cos­
tos de la historia del cine, habían sido arrasados1. mopolita de sus viajes de ciudad en ciudad a lo largo y ancho de
Europa, e?<hibiendo su obra en espectáculos muy orquestados
En los albores del siglo xx, la ciudad fílmica había congregado una en los que el público rara vez se veía amenazado por un incen­
enorme acumulación de cuerpos y gestos, de superficies urba­ dio urbano (tal como ocurrió en Londres en 1896, durante una
nas y de movimientos. Los cineastas europeos rodaban imáge- de las primeras proyecciones fílmicas en Gran Bretaña, en el
. nes de procesiones humanas: figuras encabezando la entrada y Marlborough Hall de la Institución Politécnica en Regent Street,
la salida de las fábricas, participando en las pompas fúnebres de donde el proyector de los hermanos Lumiere se incendió repen­
monarcas y políticos o entrando en las seductoras zonas desti­ tinamente).
nadas al entretenimiento. La imagen fílmica comenzó a desem­ En el primer gran travelín de la ciudad -el filme Panorama
peñar un importante papel en la resolución y la ubicación de los de la llegada del tren a la estación de Perrache, de los hermanos
cuerpos humanos dentro del espacio urbano, definiendo su iden­ Lumiere- la cámara, inmóvil, rastrea pasivamente las complejas
tidad como habitantes de una ciudad concreta, contenidos den­ texturas visuales y lingüísticas del entramado urba.no desde un
tro del escenario de sus edificios y las dispares resonancias de tren que gradualmente disminuye su velocidad; sin otra intención
pobreza y riqueza. Las figuras humanas atravesaban individual­ que mantener abiertas las lentes durante 30 segundos mientras
mente y con gran ímpetu una pantalla arquitectónica que per­ el celuloide pasa a través de la cámara, la contradictoria expan­
manecía inmóvil y parpadeaba en las primeras tomas de la ciu- sión de la ciudad parece un simple bosquejo. Da la impresión de
26 Ciudades proyectadas /os orígenes de la ciudad fílmic? 27

Panorama de la llegada a la estación


de Perrache; hermanos Lumiere

que el filme fue rodado a primera hora de la mañana, pues nin­


guna figura humana hace acto de aparición. A medida que el tren
entra en la ciudad desde el norte, la secuencia se inicia con pri­
meros planos de los bloques de apartamentos corriendo a lo lar­
go de la elevada senda del ferrocarril, mientras a lo lejos y entre
la niebla se distinguen las chimeneas de las fábricas y la silueta
de la basílica de Lyon sobre una escarpada colina. El tren invisi­
ble atraviesa un río de ancho caudal, discernimos la circulación
en masa que discurre bajo un puente; a continuación, las imá­
genes revelan bulevares vacíos flanqueados por árboles. Repen­
tinamente, la imagen se satura de textos en la superficie de tres
enormes vallas publicitarias situadas sobre el muro medianero
de un edificio. Su contenido giratorio se anuncia en fragmen­
tos de letras negras cuyo tamaño supera con creces· la escala hu-
28 Ciudades proyectadas los orígenes de la ciudad fflmica 29

mana e, inmediatamente, se aproximan a la cámara lo justo para · Albert Kahn, temía que las ciudades del mundo ya hubieran em­
que podamos leerlos en su integridad. Los textos de la ciudad ex­ prendido un proceso de desintegración y necesitaran que las imá­
claman sus elementos esenciales mientras el tren penetra en su. genes fílmicas las integraran con urgencia. A partir de 1909, con­
corazón mercantil: "grande maison... lingerie... chape/Jerie". Fi­ gregó a un grupo _ ingente de cineastas profesionales y los envió
nalmente la cámara se vuelve levemente hacia atrás·, mostrando a ciudades de 48 países, dándoles la instrucción de volver con
la colina que corona la ciudad mientras el tren se detiene en la un "archivo del planeta". Durante dos décadas -incluido el lapso
estación de Perrache, con sus andenes desprovistos de vida hu­ de la I Guerra Mundial- las bobinas de celuloide se acumularon
mana. con regularidad y por millares en la propiedad de Kahn, situada
En las imágenes de la ciudad rodadas durante la primera en Boulogne (a las afueras de París), dando lugar a un inmenso
década del cine, la figura humana transmite banalidad y expan­ archivo de superficies urbanas y figuras humanas procedentes
sividad a partes iguales; la imagen fílmica otorga rápidamente un de todo el mundo. Tras el crack financiero de 1929, el proyec­
lugar al cuerpo, dentro de espacios restrictivos de trabajo o de to de Kahn llegó a un súbito final a causa de la bancarrota, justo
esparcimiento, pero esa posición se mantiene en los límites en el momento en que las formas de la ciudad fílmica entraban en
de la aberración. Incluso en los albores de la ciudad fílmica -cu­ su fase de experimentación más intensa.
yos habitantes suelen andar apiñados y con prisa, a lo largo de
bulevares con cafés o a través de las puertas de las fábricas, mi­ La ciudad usurpó increíblemente el medio cinematográfico en Eu­
rando con asombro a la cámara o deliberadamente ajenos a su ropa a finales de los años veinte, momento en que el cine co­
presencia- el cuerpo humano se alza como elemento irresistible menzó a enfrentarse a la llegada inminente del sonoro y a sus
para la imagen, siempre dispuesto a infligir un ligero revés a la implicaciones para la autonomía de la imagen. En todos y cada
pacífica ciudad, a originar alguna conflictividad social y revolución uno de los filmes sobre la ciudad rodados hasta el momento, y
urbana al menos por la euforia de su representación visual y, por gracias a la ausencia de sonido· sincronizado, la imagen había
último, para anular a la propia ciudad. Al mismo tiempo, la cá­ conservado su textura alucinante: las ciudades embargaban la
mara abandona gradualmente la pasividad con la que había ro­ mirada y los sentidos de sus espectadores bajo la forma de apa­
.dado las primeras imágenes de las ciudades fílmicas y empren­ riciones fantasmagóricas, ofreciendo espejismos fabulosos o ins­
de la tarea de inventar la ciudad, tarea que alcanzó su cenit a tigando toscamente a la revolución social. Los cuerpos humanos
finales de los años veinte. estaban unidos por un cordón umbilical a aquellas imágenes de
En los primeros años del siglo xx, además, comenzaron a convulsión urbana, las figuras mudas gesticulaban con vivacidad
desarrollarse los grandes archivos de la ciudad fílmica, en gran a través de la superficie de la ciudad en señal de júbilo o recha­
parte gracias al trabajo de filántropos conscientes de que la exis­ zo. Pero la llegada del cine sonoro implicó la caída en desgracia
tencia de tales bancos de imágenes conduciría a la armonía y el del poder ev_ocador de la imagen fílmica, tal como previeron los
entendimiento a escala mundial y serviría para evitar catástrofes. grandes realizadores del cine experimental europeo: la voz con­
El más excepcional de entre todos esos filántropos obsesiona­ dujo al cine hacia las formas más triviales de narración dramáti­
dos visualmente por aquella circunstancia, el financiero francés ca y despejó el camino hacia la hegemonía mundial'de Hollywood.

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