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Kant
Ética y
Deontología
Profesional
1
El legado de Kant
En varias corrientes éticas contemporáneas se recupera la pretensión de
establecer intereses universalizables como guía máxima del accionar moral.
En estos días, existe una copiosa producción filosófica en la que el estudio
de la acción moral se encuentra inmerso en consideraciones organizadas
alrededor de las cuestiones medulares de la tradición deontológica
kantiana.
2
consideración de todo ser humano y la importancia de principios exigibles
a todos para la construcción de una sociedad más justa.
Fuente: [Imagen sin título sobre niños caminando]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/GhNw74
Tal vez esa inclinación de la filosofía hacia el discurso ético revela una
actitud cada vez más frontal de la filosofía moral respecto de la búsqueda
de soluciones de una gran diversidad de problemas que, por su carácter
global, demandan la superación (o cuanto menos el cuestionamiento) de
ciertos límites divisorios artificiales y posturas marcadamente subjetivistas.
En este contexto, tener presente la vocación kantiana por dar cuenta de
una dimensión incondicional de la acción moral resulta más significativo:
3
Es completamente insatisfactorio entender la filosofía como
una actividad meramente teórica y académica, curricular.
Los filósofos aportan el producto de su trabajo, los
conceptos, al común empeño de la humanidad en su
transcurrir por la historia. Kant es un pensador necesario
para nuestra época. Privatización de tierras y de recursos
básicos como el agua, marginación y exclusión crecientes,
corrupción política e institucional, crisis ambiental, peak-oil,
triunfo del neoliberalismo sobre la democracia, degradación
de las condiciones laborales…Este principio de siglo XXI se
asemeja cada vez más a La balsa de la Medusa, el célebre
cuadro de Gericault en el que unos cuantos náufragos
sobreviven a duras penas sobre una balsa improvisada
después del hundimiento de su fragata… En este contexto
de naufragio y de supervivencia precaria, cualquier recurso
vigorizante es una ayuda impagable. Y los largos siglos de la
filosofía no nos han dado una visión más fuerte de nuestra
dimensión moral que la descubierta por Kant… El deshielo
del Ártico, vinculado al proceso del calentamiento global, es
uno de los muchos graves problemas que acechan al planeta
Tierra y a la humanidad. Para enfrentarse a éste y los demás
peligros acuciantes se requiere un compromiso moral que
trasciende los intereses y los afectos más inmediatos y va
más allá de la idea de “felicidad” mitificada en la era del
consumismo. Es necesario, en resumidas cuentas, un
compromiso con realidades superiores a las de la
subjetividad. El imperativo categórico permite acceder a
este nivel ético. (Solé, 2015, p. 129).
4
Referencias
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (2013). Presentación. En
Concepciones de la ética pp. 11-27. Madrid, ES: Trotta.
5
K
Suzanne Islas Azais
ANT HOY
TIEMPO 53 CARIÁTIDE
dio lugar a las Críticas —de la razón pura (1781), de la razón categórico en tanto mandato moral de la razón. En este sen-
práctica (1788) y del juicio (1790)— que tenían como obje- tido, cuando el imperativo categórico ordena someter a la
tivo, como se sabe, desarrollar una crítica de las facultades prueba de la universalización nuestras posibles máximas de
racionales, pero en las que se buscaba más bien recuperar la acción, ordena actuar siempre con respeto a la dignidad de
autoridad normativa de la razón, sobre todo en lo que se las personas, al valor absoluto que les corresponde como
refiere a su capacidad práctica para orientar la acción moral. tales. La idea de la dignidad de la persona, de la humanidad
En un segundo momento Kant desarrolló el sistema que se como fin en sí, representa, la base normativa tanto de la
derivaba de los principios y conceptos pensados críticamente, ética como de la filosofía práctica kantiana en su conjunto.
en particular una metafísica de las costumbres como expli-
cación filosófica de los principios ético-jurídicos del orden Ya en Kant la idea de la humanidad como fin en sí dio lugar
moderno y, por tanto, como recurso de los ciudadanos para a una ética humanista fundada racionalmente. Pero dio lu-
la construcción de una sociedad bajo reglas morales comu- gar además —como consecuencia de su sistema— a una
nes y no producto de la mera coincidencia o imposición de fundamentación objetiva de los derechos que corresponden
intereses. a todos los hombres en virtud de su condición de personas.
Los derechos tienen para Kant un carácter “sagrado”. Y sólo
Los resultados de la reflexión kantiana en su conjunto son es posible su respeto y realización en un orden público de
también ilustrativos con respecto a su concepción de la filo- justicia, en un Estado de derecho. Una concepción de este
sofía: la disposición moral del hombre, la preeminencia de tipo sobre la dignidad y los derechos que de ella se derivan
la razón práctica en su vinculación con la teórica, la defini- se vuelve hoy, desde nuestra perspectiva, aún más relevante
ción de una esfera de racionalidad práctico-moral con sus bajo las condiciones de un mundo globalizado y con una
reglas y principios, y la libertad como autonomía y la ley pluralidad de formas de vida al fundamentar la igualdad de
moral1 como ejes articuladores de las doctrinas del derecho los seres humanos en su condición de personas, destacando
y de la virtud, las dos partes de la metafísica de las costum- aquello que comparten frente a lo que los diferencia —como
bres. Para Kant, además, la filosofía debía ser una reflexión podría ser su pertenencia cultural. En términos del orden
siempre comprometida con la verdad y sustentada en una jurídico-político actual se trata de una idea que, como prin-
razón crítica. cipio, es capaz de sostenerse racionalmente y ser objeto de
consenso.
Esta concepción de la filosofía como una reflexión de carác-
ter fundamentalmente moral tendría que resultar para no- 3. La libertad como autonomía. En este esfuerzo por definir
sotros aleccionadora, sobre todo luego de que a lo largo del una ética racional y humanista, acorde con la condición de
siglo XX el discurso filosófico pareció debatirse en el dilema, libertad del hombre moderno, Kant estableció el principio
excluyente, de humanismo o rigor. Buena parte de la filoso- de autonomía como único principio de la moral. En este
fía, así, dejó de lado preocupaciones fundamentales y subes- sentido, en la Crítica de la razón práctica afirma:
timó —cuando no descalificó— su carácter normativo, todo
ello en el contexto de un mundo dividido, enfrentado y vio- La autonomía de la voluntad es el único principio de to-
lento, y que, empeñado en alcanzar o consolidar su desarro- das las leyes morales, así como de los deberes que se ajus-
llo económico, pareciera haber olvidado que el hombre y tan a ellas; en cambio toda heteronomía del albedrío, le-
sus necesidades vitales como ser humano debiera ser el úni- jos de fundamentar obligación alguna, se opone al
co objetivo real de sus esfuerzos en favor de formas raciona- principio de dicha obligación y a la moralidad de la vo-
les de vida. luntad. El único principio de la moralidad consiste en
independizar a la ley de toda materia (cualquier objeto
2. La idea de la dignidad de la persona, de la humanidad deseado) y en determinar al albedrío mediante la simple
como fin en sí. Esta idea se recoge en la segunda formula- forma legisladora universal que una máxima ha de poder
ción del imperativo categórico 2 que Kant presenta en su adoptar. Sin embargo, aquella independencia equivale a
Fundamentación de la metafísica de las costumbres y constitu- la libertad tomada en su sentido negativo, mientras que
ye, desde nuestro punto de vista, el contenido y justifica- esta propia legislación de la razón pura y, en cuanto tal,
ción del criterio de universalidad que exige el imperativo práctica supone un sentido positivo de la libertad. Por lo
TIEMPO 54 CARIÁTIDE
ejercicio de la libertad moderna derive en una situa-
ción de enfrentamiento, competencia y caos entre los
hombres, situación que, en última instancia, termina-
ría por inhabilitar cualquier ejercicio de la libertad. Bajo
una circunstancia tal en realidad estaríamos viviendo
una libertad ficticia, como de alguna manera cotidia-
namente lo experimentamos hoy en día. Por lo ante-
rior, Kant asume la necesidad de reglas para la libertad
pero descubre así, al mismo tiempo, el potencial que
supone esta idea de la libertad: con la ley moral somos
libres para ser conforme a un reino de los fines, para
construir una comunidad de voluntades libres autole-
gisladoras.
TIEMPO 55 CARIÁTIDE
de todos los hombres. El establecimiento de un Estado de
ciudadanía mundial constituía, para Kant, el último esla-
bón necesario para garantizar jurídicamente la libertad de
personas consideradas como fines en sí mismas, para alcan-
zar un derecho público de la humanidad. Sin este elemento
la libertad sería siempre precaria, sujeta a las relaciones en-
tre los Estados.
TIEMPO 56 CARIÁTIDE
ANÁLISIS: 200 AÑOS DEL FILÓSOFO DE LA RAZÓN
La herencia de un filósofo
ADELA CORTINA
7 FEB 2004
EL LEGADO de un filósofo se detecta, claro está, en la bibliografía que sobre él existe, las
traducciones de su obra, los debates celebrados a su cuenta. Pero cuando su influencia
es decisiva, se percibe en algo más, en que no se puede prescindir de él para
comprendernos a nosotros mismos, para entender nuestro modo de hacer ética, política,
economía, ciencia, arte o religión. Y éste es el caso de Kant. El virus de la autonomía, que él
introdujo filosóficamente en nuestra cultura, es ya inextirpable. La convicción de que el ser
humano es ante todo creador, proactivo; no vasallo, no siervo, no pura reacción ante los
hechos, menos aún reaccionario.
Hacer ciencia no es sólo tomar nota de lo que la realidad enseña sino, y sobre todo,
diseñarla, construir modelos, soñar utopías científicas, sin más límite que el de la
experiencia real o posible.
Vivir éticamente no es conformarse con lo que nos pasa -el hambre, la pobreza, las
promesas incumplidas, la mentira como institución-, es decretar lo que debería pasar. Que
cada ser humano sea tratado como lo que es, como un fin en sí mismo y no un simple medio;
como lo que no tiene precio, sino dignidad. Por eso, el principio supremo de una ética
ciudadana tiene un lado limitativo -"no instrumentalizarás" a las personas- y uno positivo -
"sí las beneficiarás"-. Sí pondrás a su servicio la política, la economía y cuanto esté a nuestro
alcance. Los derechos humanos, el consentimiento informado, las voluntades anticipadas,
los límites y los beneficios de las biotecnologías, asientan su base racional en este principio.
Pero también abrir una esfera pública en cada país y en el nivel mundial, en que las
gentes expresen su opinión, se informen, dialoguen y debatan, prosigan la tarea de la
Ilustración, den cuerpo al Principio de Publicidad, según el cual, no es válida una ley que no
resista ser publicada.
¿Y qué decir de la religión? ¿Queda anulada por esta autonomía prometeica, que parece
robar el fuego a los dioses? Más bien quien pierde crédito son los dioses que no respetan
la dignidad y la igualdad humanas, ni se duelen del sufrimiento. Un dios que humilla a los
hombres no es Dios. Sólo lo es el que se cuida de que la injusticia no sea la última palabra
de la historia.
Filósofos decisivos en nuestro momento (Rawls, Apel, Habermas, por citar algunos) se
dicen kantianos. Otros, que no se dicen, asumen sin embargo buena parte de la herencia
de Kant, aunque les falte caletre para darle base filosófica. Y es que renunciar a ese legado
es renunciar a nuestro modo de ser personas y ciudadanos (mujeres, varones) en el siglo
XXI.
Fuente
Cortina, A. (2004). La herencia de un filósofo. Publicado en El País (7 de febrero de 2004).
Recuperado de https://elpais.com/diario/2004/02/07/babelia/1076113033_850215.html
La justicia
Ética y
Deontología
Profesional
1
La justicia
En el campo del pensamiento ético contemporáneo, uno de los más
grandes exponentes es, sin duda, el filósofo norteamericano John Rawls
(1921-2002). La teoría que propone este autor representa, en cierta forma,
una renovación de la ética deontológica kantiana y, por lo tanto, un
distanciamiento del empirismo utilitarista. Así, la Teoría de la Justicia, de
Rawls, publicada en 1971 (1995), se propone brindar, en el contexto de la
filosofía moral, una visión alternativa a la preconizada por el utilitarismo
clásico en la que la identificación de lo bueno y lo justo se presenta como
un aspecto central y polémico. Elaborar una concepción de la justicia desde
un fundamento deontológico implica esgrimir una idea de justicia
sostenible en principios aceptados y compartidos por todos, no derivables
de preferencias o apreciaciones particulares ni tampoco de
consideraciones relacionadas con la corrección de las acciones a la luz de
sus consecuencias.
Rawls (1995) incorpora, así, la figura del contrato social, que está presente
en la tradición contractualista de Hobbes, Locke y Rousseau, desde el
supuesto de una situación originaria similar al hipotético estado de
naturaleza presente en esta tradición, con la idea de que las relaciones que
2
se establecen entre sus participantes se caracterizan por la libertad y la
igualdad. En este punto, debemos dejar de lado algunas diferencias
cruciales de la teoría de la justicia de Rawls con estos filósofos políticos
clásicos, pero sí es importante subrayar que su empleo de la propuesta
contractualista no implica hacer algún tipo de concesión a una
determinada forma de gobierno o de estructura social, sino destacar el
hecho de que, en tal situación de acuerdo hipotético, las diferencias
particulares no gravitan en la elección de los principios fundamentales de
la justicia. Estos principios deben ser aceptables para todos y, por lo tanto,
públicos. Esta situación de acuerdo imaginaria pone de relieve la existencia
de un procedimiento equitativo de elección y de ello se deriva la idea
central de justicia como equidad: todos y cada uno de sus miembros
elegirán unánimemente esos principios de justicia. El acuerdo hipotético al
que arriban los miembros de la situación originaria reemplaza la noción
tradicional de contrato y está supeditado a determinadas condiciones. La
tesis rawlsiana sobre la justicia enfatiza la presencia de exigencias que
intentan superar las insuficiencias de una mirada utilitarista, que está
regida por el principio del mayor beneficio al mayor número. Estas
exigencias son:
3
encontrar racional el proponer que diversos impuestos
sobre medios de bienestar sean declarados injustos; si
supiera que era pobre, es muy probable que propusiera lo
contrario. Para presentar las restricciones deseadas uno se
imagina una situación en la que todos estén desprovistos de
esta clase de información. (Rawls, 1995, pp. 29).
Fuente: [Imagen sin título sobre Rawls]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/edioGs
Rawls (1995) propone dos principios sobre los cuales debe basarse la
noción de justicia a partir de esta situación originaria. Estos principios son
establecidos desde un contrato social hipotético, acordados por personas
libres, racionales e iguales, escogidos desde un velo de ignorancia que
previene que sean configurados para la ventaja o desventaja de algunos y
característicos de una sociedad justa. Deben formularse de la siguiente
manera:
4
todos, bajo condiciones de justa igualdad de oportunidades.
(Rawls, 1995, p. 341).
Una vez establecidas las libertades básicas, el segundo principio afirma que
las desigualdades económicas y sociales están justificadas si se generan
para mejorar la situación de los miembros menos favorecidos de la
sociedad y si están asociadas a cargos y posiciones accesibles a todos en
condiciones de igualdad de oportunidades.
Fuente: [Imagen sin título sobre velo de la ignorancia]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/1yPxbr
5
cooperación para conformar una estructura social justa en la cual vivir y
desarrollar nuestras expectativas y oportunidades:
6
Referencias
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (Comps.). (2013). Concepciones de
la ética. Madrid, ES: Trotta.
7
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009, p. 225-246
***
Algunos Supuestos
Algunos dirán que además de volver cada cierto tiempo como una
moda que renueva líneas clásicas, permite justificar acciones que en nada
cambian el panorama actual; la semántica de la justicia aparece cual som-
bra de infinitos movimientos. Un sin número de instancias contradictorias
y análogas ocupan, usan, apelan al concepto de justicia, sin embargo, lo
que diferencia una de otra es el modo como conciben y materializan ese
concepto.
*
Universidad Federal de Río de Janeiro, Río de Janeiro, Brasil. E-mail:
pvidal71yahoo.com
225
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
Justicia es una palabra con una carga teórica e histórica que esconde
discursos y prácticas que los afirman, combaten o tensionan. Hoy se teje
junto a otras como ciudadanía, democracia, bienestar, comunidad, recono-
cimiento, derechos, equidad, etc., todo lo cual configura una trama colma-
da de contradicciones y pugnas, que se ubican muy lejos de la aparente
asepsia del mundo conceptual. Aquí esa trama de conceptos no será objeto
de estudio, solo se asumen como sustrato y consecuencias de la discusión
sobre la justicia social.
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Paula Francisca Vidal Molina
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
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Paula Francisca Vidal Molina
1
Esta afirmación nos recuerda a Hobbes y su concepción negativa acerca de la naturaleza
del hombre por lo que se precisa establecer un contrato social con el fin de sacar al hombre
del estado de naturaleza siempre en potencia de guerra y lucha de todos contra todos y
depositar en un tercero la seguridad de la vida.
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
Por otro lado, las circunstancias subjetivas las remite a que los suje-
tos de la cooperación poseen planes, concepciones y propósitos diferentes
de vida, incluso conflictivos en muchos aspectos, pero el punto común en-
tre todos ellos es que pretenden obtener del acuerdo, el máximo posible de
ciertos bienes buscados por todos los participantes, ejemplo de ello son
derechos, libertades, ingresos y riquezas, autorrespeto, oportunidades y
poderes. Cree él que sin la existencia de estas circunstancias –la necesidad
de cooperación y pluralidad con posibles conflictos de intereses- no es po-
sible “la virtud de la justicia”. En la posición original en que se encuentran
los sujetos, éstos asumen esas circunstancias aceptándolas como algo dado
naturalmente o parte constitutiva de la sociedad.
230
Paula Francisca Vidal Molina
2
La ignorancia no es absoluta, Rawls considera algunos conocimientos básicos que posee-
rán las partes entre los que encontramos los siguientes: conocen hechos generales de a so-
ciedad humana, entienden las cuestiones políticas, los principios de teoría económica, las
bases de la organización social y las leyes de la psicología humana.
3
La teoría del contrato social desemboca en una concepción del orden político como limi-
tación de la libertad de cada persona, pero a la vez subyace una noción individualista como
punto de partida, es decir, es la persona quien determina todo el procedimiento de elección
cuyo método es el “constructivismo kantiano”. Lo anterior se traduce en que los principios
de la ética serán creados por sus destinatarios, los cuales se suponen personas libres e igua-
les que al seguir ciertos procedimientos racionales construirán y aceptarán unos principios
de justicia sin referencia a objetos morales cognoscibles o en deuda a una realidad externa
al sujeto. Para mayor detalle, ver Massini, Carlos; El constructivismo de Rawls. Estudios
Jurídicos. Universidad de Navarra.1997.
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
Los Principios
El primer principio exige la igualdad en la repartición de dere-
chos y deberes básicos y el segundo principio mantiene las desigualda-
des sociales y económicas siempre y cuando éstas sólo producen bene-
ficios compensadores para todos y especialmente para los sujetos me-
nos aventajados de la sociedad, es decir, este segundo principio implica
aceptar que unos pocos obtengan mayores beneficios con el fin de que
se mejore la situación de los sujetos menos afortunados a diferencia de
la lógica común en donde se justifica que unos pocos sufran privaciones
si es que se compensa con que se obtenga un mayor bien para todos en
general.
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Paula Francisca Vidal Molina
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
La regla maximin permite ordenar las opciones por los peores resul-
tados posibles que ofrecen y se aceptará aquella cuyo peor resultado sea
superior a los peores resultados de las otras. La regla maximin es una estra-
tegia que se justifica y que resultaría atractiva a alguien con una actitud
conservadora o pesimista, pero a propósito de la situación especial de la
posición original ya que surge la duda de que esta sea la mejor alternativa
en la vida real. Las partes eligen principios para el diseño de una sociedad
como si los lugares que fueran a ocupar en ella fueran determinados por sus
peores enemigos.
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Paula Francisca Vidal Molina
.El vínculo que establece Rawls entre los principios de justicia ele-
gidos en la posición original y las instituciones justas, lo va aclarando pau-
latinamente, y en una especie de ejercicio metódico pide imaginar una se-
cuencia de acontecimientos en cuatro estadios o pasos que –en su conjun-
to- darán cuenta de esa vinculación. El primer paso describe la elección
de los principios bajo el velo de la ignorancia, el segundo está destina-
do a que las partes que participan de la posición original se reúnan y
decidan sobre la justicia de las formas políticas, como también elijan
una constitución, en el que se aclaran los derechos y libertades básicos,
el tercer paso está destinado a establecer leyes –legislar- que afecten a
la estructura económica y social de la sociedad y, por último, en el cuar-
to ocurre la aplicación de las reglas por parte de los jueces y demás
funcionarios, previamente dado una comprensión plena de la estructura
básica –y justa- de la sociedad.
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
4
Este punto es un tanto obscuro en esta obra, ya que en distintos pasajes se refiere o a una
democracia constitucional, en otros a una democracia de particulares y en otros a una demo-
cracia liberal.
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Paula Francisca Vidal Molina
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
5
Sen cita algunos ejemplos que clarifican dicha afirmación, en pobreza menciona que “al
considerar la pobreza en los países ricos, tenemos que tener en cuenta el hecho de que
muchas de las personas que son pobres en términos de renta y de otros bienes primarios
también tienen características –edad, incapacidades, propensión a las enfermedades, etc.-
que hacen más difícil para ellas convertir bienes primarios en capacidades básicas, por
ejemplo, la capacidad de desplazarse, para llevar una vida sana o para tomar parte en la vida
social” (Sen, Amartya, 1998:115)
6
“En el pensamiento homérico, pues, era dique la línea de demarcación entre la barbarie y
la civilización. Dondequiera que la justicia impere, pisa el hombre tierra firme, gozando de
seguridad y protección en su persona y sus bienes, a salvo incluso como peregrino en tierra
extraña”, o cuando refiere a Heráclito y Anaximandro: “Heráclito, pues, no solo concibió el
principio del universo como una ley o una justicia de índole cósmica, a la manera de
Anaximandro, sino que conectó, además, directamente la ley humana y la vida del hombre
en comunidad con aquel orden divino. Ello implicaba que todo ser individual desempeña su
papel en el mundo, como todo ciudadano de una polis griega desempeña el suyo en la vida
constitucional de su comunidad” (Jaeger, 1982: 8, 32).
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Paula Francisca Vidal Molina
7
“El primero que, habiendo cercado un terreno, descubrió la manera de decir: Esto
me pertenece, y halló gentes bastante sencilla para creerle, fue el verdadero fun-
dador de la sociedad civil. ¡Qué de crímenes, de guerras, de asesinatos, de miserias
y de horrores no hubiese ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas
o llenando la zanja, hubiese gritado a sus semejantes:”Guardaos de escuchar a este
impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos pertenecen a todos y que la
tierra no es de nadie”¡(Rousseau; 1999: 60).
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
pobreza, y muchos de los que han superado el dólar y veinte y cinco, diario
seguirán siendo pobres8 , situación que desacredita los compromisos del milenio.
8
Para mayor detalle ver sitio del Banco Mundial en: http://go.worldbank.org/MLVZFZTMS0
9
Para detalles de la concentración mundial, Ver www.iarnoticias.com o Universidad de las
Naciones Unidas UNU-WIDER, en www.wider.unu.edu/ . Los análisis dan cuenta de una
estructura integrada de desigualdad en las economías avanzadas como EEUU e Inglaterra en los
años 90, en que la brecha entre ricos y pobres en función de los ingresos ha aumentado como
también dificultad de movilidad social. (Callinicos, Alex; 2003). Algunos datos en Chile mues-
tran la tendencia de la concentración del capital, así tenemos que la distancia de ingresos entre el
5% más rico y el 5% más pobre aumentó entre los años 1990 y 2005, pasando de 110 a 220
veces, creciente polarización que no tiene que ver con talentos naturales, ni trabajo o sacrificios.
Desde el año 2003 al 2007 las compañías multinacionales se llevaron casi el 50% del PIB
(Cademartori, José; 2008), por otro lado la concentración de la riqueza en Chile se acumula en
tres grupos económicos cuyas ganancias aumentan año a año; tenemos así que el ranking lo
encabeza el grupo Luksic que de 3.400 millones de dólares poseídos al año 2004 aumentó a
4.200 en el año 2005, le sigue el grupo Angelini que de 2.500 millones de dólares al 2004
aumentó a 2.900 en el 2005 y por último el grupo Matte que de 2.800 millones de dólares al año
2004 retrocedió a 2.700 en el año 2005. (Claude, Marcel; 2008)
10
El periódico español El País, en su columna en economía llama la atención sobre este
fenómeno, el crecimiento de las nuevas familia millonarias, el cual alcanzó un 11%, espe-
cialmente por los aportes de familias provenientes de Asia y América Latina, así también
muestra como aquellas familia que ya son millonarias se las arreglan para aumentar su
crecimiento de fortunas a pesar de la crisis hipotecaria. Ver Diario El País, economía, 5/9/
2008, en http://www.elpais.com/articulo/economia/ricos/vez/ricos/pesar/crisis/financiera/
elpepueco/20080905elpepueco_6/Tes
240
Paula Francisca Vidal Molina
11
El Pnud habla de que a medida que avanza el cambio climático, esto traerá mayores
retrocesos a escala global. “Los reveses en el desarrollo humano no serán lineales, y sus
poderosos efectos se retroalimentarán mutuamente. Las pérdidas en la productividad agrí-
cola reducirán los ingresos, disminuirán el acceso a la salud y a la educación. A su vez,
menores posibilidades detener acceso a la salud y a la educación restringirán las oportunida-
des de mercado y reforzarán la pobreza. En un nivel más fundamental, el cambio climático
dañará la capacidad de las personas más vulnerables del mundo de tomar decisiones y per-
filar procesos que tengan efectos en su propia vida” (PNUD, 2007: 107).
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
Algunas Conclusiones:
entre lo normativo y los fenómenos sociales
¿Será posible combatir lo anterior con una redistribución de recur-
sos?, ¿se puede terminar o reducir la injusticia social en una economía ca-
pitalista, donde la pobreza y la desigualdad son solo algunos ángulos de
ésta?, difícilmente se puede afirmar que es posible. El capitalismo es
constitutivamente inestable, oscila entre fases de expansión y depresión,
“está sujeto de forma crónica a colapsos profundos y disruptivos en la pro-
ducción y en el empleo” (Callinicos; 2003:137), además genera conductas
que tienden hacia el hedonismo, el egoísmo, el consumo exacerbado, el
individualismo, cuyas consecuencias nefastas no se expresan solo en la
desigualdad de la riqueza como ya vimos.
Estas ideas son las primeras que aparecen si es que se descuida la
importancia de la pregunta por la Justicia que declara el horizonte normati-
vo y la buena sociedad que se desea construir. En ese aspecto esta pregunta
trae inscrita dos dimensiones: valorar, enjuiciar el presente para mirar el
futuro a partir de algunos elementos existentes en el presente que permiti-
rían construirlo.
Es importante fijar la potencia que poseen los valores y principios
que pueden guiar la futura sociedad. Ya Macpherson –desde la tradición
marxista- hablaba de que Rawls podría ser llevado a cabo en una sociedad
sin clases. Fernando Lizárraga (2009) sintetiza -adecuadamente- los moti-
vos de la importancia de Rawls para las discusiones que se enfrentan en
esta materia. Rawls rechaza el utilitarismo y sus medidas subjetivistas de
bienestar, la meritocracia, la tesis de autopropiedad (cuyo representante es
Nozick), además propone una medida objetiva para valorar la igualdad (los
bienes sociales primarios), ensaya reglas de prioridad para evitar o dismi-
nuir la arbitrariedad de las intuiciones al momento de tomar decisiones
morales, en este punto, la prioridad de la justicia sobre la eficiencia y de lo
justo sobre lo bueno resulta contraria al sentido común de la época actual y
al estilo del capitalismo en la fase neoliberal. Por último, es interesante de
considerar ya que no excluyó la posibilidad de que los dos principios que
definen lo que es la justicia (en su aparato conceptual) fueran posibles de
llevar a cabo en una sociedad donde existe propiedad social de los medios
de producción. Podríamos agregar que Rawls transparenta la injerencia que
poseen las instituciones sociales en generar, fortalecer y potenciar las des-
igualdades sociales.
Sin duda que al examinar en detalle estos elementos vemos que las
respuestas y propuestas de la Teoría de la Justicia no permiten la cristaliza-
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Paula Francisca Vidal Molina
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El Pnud habla de que a medida que avanza el cambio climático, esto traerá mayores
retrocesos a escala global. “Los reveses en el desarrollo humano no serán lineales, y sus
poderosos efectos se retroalimentarán mutuamente. Las pérdidas en la productividad agrí-
cola reducirán los ingresos, disminuirán el acceso a la salud y a la educación. A su vez,
menores posibilidades detener acceso a la salud y a la educación restringirán las oportunida-
des de mercado y reforzarán la pobreza. En un nivel más fundamental, el cambio climático
dañará la capacidad de las personas más vulnerables del mundo de tomar decisiones y per-
filar procesos que tengan efectos en su propia vida” (PNUD, 2007: 107).
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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 23, 2009
fundamental, Kurz acierta cuando menciona que “el Estado no posee nin-
gún medio primario de regulación, mas bien depende del medio del merca-
do, esto es, del dinero. Entretanto el medio “poder” atribuido al Estado y,
teóricamente, en la mayoría de las veces, identificado con el dinero no po-
see ningún grado jerárquico primario, a penas un grado secundario, pues
todas las medidas del Estado precisan ser financiadas, no solamente las
actividades jurídicas, infraestructurales, etc., sino también el poder en el
sentido mas inmediato del término, o sea, las fuerzas armadas. En ese sen-
tido, ni los militares son un efectivo “factor extraeconómico”, pues ellos
también están sometidos al medio mercado, a través del problema de su
financiamiento” (Kurz; 1997: 103).
244
Paula Francisca Vidal Molina
Bibliografia
Anistía Internacional (2007), Informe 2007. El estado de los Derechos
Humanos en el Mundo. Editorial Amnistía Internacional. Madrid. España.
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Ediciones Paidós. Barcelona. España.
245
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Vallespín, Fernando (1985), Nuevas Teorías del Contrato Social: John Rawls,
Robert Nozick y James Buchanan. Alianza Editorial, Madrid. España.
246
La formación
de acuerdos
Ética y
Deontología
Profesional
1
La formación de acuerdos
Cuando hablamos de las raíces de la llamada ética dialógica o ética
comunicativa, los trabajos del filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas
(1929) aparecen con todo su vigor. La obra de este autor es de una
extensión asombrosa en su riqueza temática, por eso, a continuación
presentaremos algunas de las tesis medulares de sus principales
contribuciones: la teoría de la acción comunicativa y el concepto
de democracia deliberativa.
2
del lenguaje reside esa posibilidad, el tipo de racionalidad que emerge es
esencialmente una racionalidad comunicativa.
Desde esta concepción, la reflexión ética es necesariamente intersubjetiva
o dialógica:
Fuente: [Imagen sin título sobre Habermas]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/vvznwb
3
¿Cómo se concibe esa pragmática universal? Para comprender este
elemento universal, ese criterio trascendental, es preciso tener en cuenta
que en el uso del lenguaje se pone en juego aquello que Habermas
denomina pretensiones de validez y debemos distinguir varios niveles,
según el tipo de enunciado que se emplea en la comunicación. Estos
enunciados dependerán de cual sea el mundo al que hacemos referencia.
Habermas distingue tres grandes “estructuras del mundo” (Cristiano et al.,
2007, p. 172).
Hay una estructura del mundo conocida como mundo objetivo, que está
compuesta de hechos o entidades, tales como mesas, árboles, máquinas,
personas, en tanto cuerpos físicos, etcétera. Hay una estructura del mundo
conocida como mundo social, que está compuesta de normas, valores,
significados culturales, instituciones sociales, etcétera. Hay una estructura
del mundo conocida como mundo subjetivo, que está compuesta de
sensaciones, emociones, ideas, etcétera.
Cada vez que hacemos referencia a estas estructuras del mundo, aquello
que decimos implica la existencia de un oyente, es decir, otro que me
escucha. En este sentido, los actos de habla se vinculan con diferentes
pretensiones de validez: al hacer referencia al mundo objetivo y emplear
enunciados constatativos (p. ej., es un árbol), pretendemos que aquello
que decimos es verdadero, al aludir al mundo social y emplear enunciados
regulativos (p. ej., lo ocurrido en tal situación es un acto de soborno),
pretendemos que aquello que decimos es recto o normativamente
aceptable y al hacer referencia al mundo subjetivo y emplear enunciados
expresivos (p. ej., estoy molesto), pretendemos que aquello que decimos es
sincero o veraz. En todos los casos, independientemente de que se
cumplan o no estos requisitos de validez, al hablar sobre el mundo
ponemos en marcha estas pretensiones, es decir, la construcción de un
vínculo entre comunicación y entendimiento mutuo.
4
La racionalidad comunicativa es dialéctica, porque el
síntoma de su presencia no es el monólogo unidireccional,
sino el diálogo y la confrontación. Es imposible determinar
lo correcto o lo verdadero sin recurrir a esa unidad en la
diferencia representada por el diálogo; es imposible llegar a
lo verdadero o lo correcto sin contar con la diferencia como
motor, que precisa del transcurso histórico para llegar a una
reconciliación. (Cortina, 2008, p. 75).
Fuente: [Imagen sin título sobre racionalidad en el lenguaje]. (s. f.). Recuperado de
https://goo.gl/GQYiLE
5
través de los diálogos en los que cada cual exprese sus
peculiaridades desde la unidad que supone saberse al
menos mínimamente entendido y máximamente respetado.
Desde estos supuestos será posible construir no sólo una
ética cívica, propia de un Estado-nación determinado, sino
una ética universal. (Cortina, 1999, pp. 91-92).
6
Referencias
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (2013). Presentación. En
Concepciones de la ética pp 11-27. Madrid, ES: Trotta.
7
Razón cordial
Ética y
Deontología
Profesional
1
Razón cordial
En la actualidad hay una forma de comprensión de la ética que está
sustentada en el concepto de razón cordial. Dos pilares fundamentales de
esta ética son el sujeto autónomo kantiano y la teoría de la pragmática
universal de Habermas. Cuando se habla de razón cordial, se alude a un
pensamiento ético que afirma con vigor la centralidad de la autonomía de
las personas y el reconocimiento recíproco. Estas dos grandes cuestiones
se concentran para expresar un punto de vista singular sobre la ética como
formación y cultivo de valores de empoderamiento para construir planes
de vida dignos y valiosos. La cordialidad es, ante todo, fruto de una moral
entrenada, en virtud de la importancia de asumir responsablemente la
tarea de modelar nuestras facultades y educar nuestras emociones para
ser personas y ciudadanos capaces de apreciar la vida desde un profundo
sentido de la justicia, la solidaridad y la compasión.
2
más humano. El análisis del quehacer cívico constituye el punto de
referencia de un horizonte de condiciones concretas para el desarrollo
social y personal para asumir la responsabilidad de cada uno con el otro y
proyectar planes de vida en máximas de vida buena con una ética mínima
de base y compartida.
Fuente: [Imagen sin título sobre Adela Cortina]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/YiLn3V
3
demócrata, está estrechamente relacionado con la educación. Enseñar
civismo es enseñar ética” (Camps, 2005, p. 20).
4
carácter de autolegislador, máximas y principios morales universales. La
idea de que los juicios y el accionar humanos no tienen más determinación
que la propia voluntad sienta las bases de la autoobligación libremente
impuesta. Sin embargo, para Cortina (1996), no es la pura razón formal la
que fundamenta la moral. El juicio moral autónomo se desenvuelve en la
experiencia del reconocimiento mutuo y una relación en la que las
capacidades pueden ser empoderadas y enriquecidas por una moral
auténtica y comprometida.
Fuente: [Imagen sin título sobre portada de libro de Adela Cortina]. (s. f.). Recuperado de
https://goo.gl/g8R4oh
5
Referencias
Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo, las claves de la
convivencia (6), 15-21. Recuperado de
http://educadoressinfronteras.mx/centro-info-biblioteca/sentido-
civismo.pdf
[Imagen sin título sobre portada de libro de Adela Cortina]. (s. f.).
Recuperado de
https://prensaparaninfo.files.wordpress.com/2012/08/razon.jpg
6
Jairo Miguel Torres Oviedo*
Gonzalo Galván Patrignani** Ética del discurso de Habermas:
Oona Isabel Hernández Palma***
como propuesta teórico-práctica
en la solución de problemas
práctico-morales
Ethics of discourse the Habermas: as a
theoretical and practical proposal in the
solution of practical and moral problems
Referencia de este artículo (APA): Torres, J. M., Galván, G. & Hernández, O. I. (2016). Ética del discurso de Habermas:
como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales. En Justicia, 29, 13-27. http://dx.doi.
org/10.17081/just.21.29.1230
* PhD. en Filosofía. Profesor Investigador Universidad Cooperativa de Colombia sede Montería. jairo.torres74@hotmail.com
** PhD. Profesor Investigador Universidad Cooperativa de Colombia. galvan.patrignani@gmail.com
*** Doctorante en Derecho de la Universidad Santo Tomás, sede Bogotá, Colombia. Magíster en Derecho de la Universidad del Norte.
Abogada de la Universidad Libre, seccional Barranquilla. Docente de la Facultad de Derecho de la Universidad Cooperativa de
Colombia-Montería. oonaisabel@hotmail.com
Justicia, No. 29 - pp. 13-27 - Junio 2016 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
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14 Jairo Miguel Torres Oviedo, Gonzalo Galván Patrignani, Oona Isabel Hernández Palma
Por ello, a continuación abordaremos el pen- cibe el principio de la ética del discurso.
samiento habermasiano, que gira alrededor de
la ética del discurso. Para este autor es necesa- Ética del discurso
rio explicar el significado de la verdad moral, A continuación se realizará una presentación
distinguiendo las pretensiones de validez de los de la ética del discurso, su carácter deontológi-
enunciados descriptivos (constatativos o ase- co, cognitivista, formalista y universalista; su
verativos, los cuales se pretende son juicios de pretensión en el campo de la teoría moral y de
hecho), de los enunciados normativos (prescrip- qué manera es una alternativa en la solución
tivos, prácticos, que deberían ser distinguidos de de problemas práctico-morales y su incidencia
los juicios de valor; los primeros, en este caso en la convivencia social. Reconociendo que el
los constatativos tienen pretensión de verdad, ejercicio que trata de llevar a cabo la ética del
los segundos, es decir los normativos tienen pre- discurso lo hace sobre los fundamentos teóricos
tensión de rectitud o verdad moral. aportados por la teoría de la acción comunicati-
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 15
va en la que se propone que el entendimiento y dada por un ejercicio racional de carácter comu-
el acuerdo son posibles siempre y cuando estén nicativo en el que se exponen argumentos, vale
basados en razones sobre cuestiones normativas. decir, razones y motivos con los que se intenta
De esta forma, la ética del discurso pretende convencer al interlocutor o interlocutores sobre
ser una reformulación de la teoría moral en lo la conveniencia o no-conveniencia de una nor-
que respecta al problema de la justificación de la ma social o punto de vista moral; este ejercicio
norma, en términos de una teoría de la comuni- o procedimiento dado por la ética del discurso
cación lingüística. Es de anotar que la ética del permitiría que en los procesos deliberativos la
discurso, no hará uso del imperativo categórico única violencia admitida sea la del mejor argu-
para la fundamentación de las normas morales, mento. Por ello, al adentrarnos en la ética del
sino que su ejercicio teórico estará centrado en discurso, es necesario plantear su tesis principal,
la cual establece que “Todo el que emprenda
el procedimiento de la argumentación moral,
seriamente el intento de participar en una argu-
mediante el establecimiento de un principio dis-
mentación acepta implícitamente presupuestos
cursivo, el cual manifiesta que: “Solo pueden
pragmáticos universales que poseen un conteni-
reivindicar lícitamente validez aquellas normas
do normativo; el principio moral se puede deri-
que pudiesen recibir la aquiescencia de todos los
var entonces del contenido de esos presupuestos
afectados en tanto que participantes en un dis-
de la argumentación, con tal que sepa qué signi-
curso práctico” (Habermas, 1987, p.16). Sola-
fica justificar una norma de acción” (Habermas,
mente mediante un ejercicio intersubjetivo, en el
1987, p.16). Cuando hacemos referencia a la
que los participantes expresan sus pretensiones
justificación de las normas, estamos expresando
de validez mediante argumentos, se construyen
nuestras pretensiones de validez sobre algo en
los acuerdos o normas que serán validados para
el mundo mediante argumentos, en el momento
todos, al mismo tiempo que se hace uso del Prin-
que nos expresamos estamos diciendo implícita-
cipio de universalidad <<U>>, que en los dis-
mente que es posible la construcción de acuer-
cursos prácticos asume el cometido de una regla
dos a partir de esas pretensiones; ahora bien, no
de argumentación. “En las normas válidas, los necesariamente los acuerdos que se deriven de
resultados y los efectos secundarios que se deri- la argumentación tendrán el reconocimiento o
ven de su seguimiento universal para la satisfac- aceptación de todos los afectados.
ción de los intereses de todos y cada uno tienen
que poder ser aceptados por todos sin coacción Punto de vista moral
alguna” (Habermas, 1987, p.16). Hasta el momento hemos explicado una idea
Es decir, en un discurso práctico en el que general sobre la ética del discurso, las caracte-
se problematice una determinada norma social rísticas teóricas, pragmáticas y comunicativas
o punto de vista moral, su intervención estaría que contiene; y el papel que desempeña la teoría
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 17
tos en la cultura pública de las sociedades demo- su identidad y personalidad; por ello, antes de
cráticas modernas y, de este modo, como dice juzgar un comportamiento, hecho o fenómeno
Rawls, no logra ser verdaderamente universal” social, se deben tener en cuenta dichas precom-
(Vásquez, 1994, p.4). De esta forma, el ejercicio prensiones, con el propósito de generar procesos
expuesto por la ética del discurso e implícito en dialógicos en los que los involucrados traten de
la teoría de la acción comunicativa, hace posi- entenderse mutuamente; es decir, puedan parti-
ble la puesta en práctica de nuestras intuiciones cipar en actitud realizativa frente a un conflicto
morales, con la pretensión de que sean escucha- moral, para de esta forma adquirir o asumir una
das, discutidas y aceptadas como válidas por actitud comprensiva frente al asunto en litigio.
los participantes en un discurso práctico; claro Volviendo a Habermas el procedimiento del dis-
está, teniendo en cuenta el procedimiento prag- curso práctico expuesto por la ética del discurso
mático-formal dado por la ética del discurso en puede lograr la puesta en escena de las preten-
pro de construir los acuerdos que sean válidos siones de validez que expresan los implicados en
para todos y con pretensión de universalidad. En un discurso práctico, ello es posible debido a la
cambio la posición original solo trata de dar ex- idealización que los participantes exponen en su
presión a principios e ideales implícitos en las ejercicio de argumentación. Además el discurso
sociedades democráticas modernas; principios práctico genera procesos de entendimiento entre
estos que no son el resultado de un ejercicio de- las personas que expresan su forma de pensar y
liberativo, y en consecuencia, sus pretensiones ver las cosas; en este sentido observamos cómo
no tienen alcance de universalidad; es decir, la mediante el discurso práctico se transforma la
posición original solo se encarga de dar cuenta asunción ideal de roles y desaparece el carácter
de la existencia y divulgación de dichos princi- ficticio de la posición original.
pios e ideales. Al comparar los modelos teóricos de Rawls
Por otro lado, se recomienda una “asunción (1997) en lo que tiene que ver con la aclaración
ideal de roles que exige que el sujeto que juz- o explicación del punto de vista moral, se puede
ga moralmente se ponga en el lugar de todos inferir o comprender cómo mediante el proce-
aquellos que serían afectados por la realización dimiento aportado por la ética del discurso, es
de una acción problemática o por la puesta en posible explicar el punto de vista moral y su im-
vigor de una norma controvertida” (Habermas, parcialidad y en consecuencia, expresar adecua-
1987, p.17), lo que pretende este procedimiento damente nuestras intuiciones morales; “enten-
es mostrar que las personas cuando juzgan un diendo por <<morales>> todas las intuiciones
hecho o comportamiento social, lo hacen deter- que nos informan acerca de cuál es la mejor for-
minados por su precomprensión del mundo, la ma en que debemos comportarnos para contra-
cual ha sido el resultado de un proceso de so- rrestar mediante los miramientos y el respeto la
cialización que ha contribuido a la formación de extrema vulnerabilidad de las personas” (Haber-
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18 Jairo Miguel Torres Oviedo, Gonzalo Galván Patrignani, Oona Isabel Hernández Palma
mas, 1987, p.18). Recordemos que antropológi- sino una razón comunicativa y discursiva como
camente hablando, la moral se convierte en un propósitos fundamentales del principio discursi-
dispositivo que protege nuestra vulnerabilidad; vo que expone la ética del discurso.
vale decir, las normas morales lo que intentan La ética del discurso nos muestra que los
es proteger la vulnerabilidad de las personas que principios de justicia y solidaridad nos remiten
adquieren una identidad y personalidad a través al origen de la moral, en cuanto que la vulnerabi-
de un proceso de socialización; en consecuen- lidad de los seres humanos necesita ser compen-
cia, están obligadas a solucionar dos problemas sada mediante procesos de socialización en los
de una sola vez: “hacer valer la inviolabilidad cuales se establecen relaciones intersubjetivas,
de los individuos exigiendo igual respeto por donde los individuos generan procesos de enten-
la dignidad de cada uno de ellos, pero en esa dimiento y acuerdos que posibilitan una convi-
misma medida proteger también las relaciones vencia civilizada, por ello, no se puede hablar de
intersubjetivas de reconocimiento recíproco la existencia de derechos para las personas si no
en virtud de las cuales los individuos se man- existe un bienestar colectivo para la comunidad
tienen como pertenecientes a una comunidad” a la que uno pertenece. En este contexto, la éti-
(Habermas, 1987, p.20). Estos dos problemas ca del discurso posibilita de manera hipotética
que pretende solucionar la moral, se realizarán la reconstrucción de las competencias práctico-
mediante dos principios, el principio de justicia morales, en el sentido que durante el proceso de
y el de solidaridad. La justicia hace referencia socialización los individuos expresan sus pre-
al respeto y reconocimiento de los derechos de tensiones de validez con el propósito de generar
los individuos (Estado de Derecho), la solidari- procesos de entendimiento mutuo sobre temas
dad exige reconocimiento y preocupación por el en litigio, en los que interviene el procedimien-
bienestar de los otros (Estado Social). to discursivo de la ética del discurso. “Todas las
En consecuencia, la moral requiere de los normas morales giran alrededor de la igualdad
principios de justicia y solidaridad que hagan de trato, la solidaridad y el bien común, pero
posible que los individuos se sientan reconoci- estas son ideas básicas que se pueden remitir a
dos, partícipes y participantes en una comunidad las condiciones de simetría y a las expectativas
que se convierte en el ambiente protector de su de reciprocidad del actuar comunicativo, esto
fragilidad. Este sería el escenario social propi- es, que se puede encontrar en las imputaciones
cio que generaría procesos de comunicación y mutuas y en las suposiciones comunes de una
deliberación, que a su vez permitiría la puesta praxis cotidiana orientada por el entendimiento
en práctica de una racionalidad comunicativa, mutuo” (Habermas, 1987, p.20). El ejercicio co-
entendida como una facultad inherente a la ra- municativo del lenguaje, donde los sujetos que
cionalidad humana que haría posible la recons- interactúan expresan sus pretensiones de validez
trucción de la razón; no una razón monológica, reconociéndose mutuamente, teniendo en cuenta
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 19
la unidad del fenómeno moral, en los que princi- moniza, contribuyendo al reconocimiento de los
pios de justicia y solidaridad, solo son válidos en derechos y dignidad de las personas que hacen
el espacio del mundo de la vida de determinado parte de un grupo social, pero igualmente tene-
grupo social o comunidad que ha considerado mos que reconocer que una comunidad requiere
incluirlos como obligaciones morales de carác- que en sus procesos de socialización y de con-
ter normativo. vivencia se articulen los aspectos de derecho y
De esta manera, la estrategia que utiliza la dignidad, que son necesarios e indispensables
ética del discurso para reconstruir los contenidos pero no suficientes en cuanto “la calidad de la
de una moral universal a partir de los presupues- convivencia no se mide solamente por el grado
tos de la argumentación, tiene grandes posibili- de solidaridad y por el nivel de bienestar, sino
dades de lograrlo, en cuanto que el discurso se también atendiendo hasta qué punto los intereses
convierte en un instrumento de comunicación de cada individuo particular se tienen en cuen-
exigente, que supera los límites del mundo de ta por igual en el interés general” (Habermas,
la vida, en el que los presupuestos de validez 1987, p.23). De esta forma, el procedimiento in-
orientados al entendimiento mutuo se universa- tersubjetivo de carácter dialógico ofrecido por
lizan y en esa medida, se amplían a una comuni- la ética del discurso permite el diálogo, median-
dad ideal de comunicación en la que intervienen te el cual todos los implicados participan en la
todas las personas capaces de habla y de acción. construcción de un ideal de justicia y vida buena
Siguiendo con el análisis se puede inferir que que posibilite la convivencia social, sin recurrir
en el discurso se encuentran de manera explíci- a presupuestos metafísicos.
ta e implícita los elementos que hacen posible
la puesta en práctica de la racionalidad humana Ética del discurso como parte de la teoría
con ello, la existencia y puesta en ejercicio de moral
lazos sociales de coopertenencia a pesar de las Hemos anotado anteriormente que las éticas
contradicciones y diferencias que se puedan pre- clásicas se ocuparon de todos los aspectos de la
sentar en proceso de entendimiento, en ningún vida buena; la ética de la Ilustración por el con-
momento impiden el acuerdo, por el contrario lo trario, efectuó un corte en el ámbito práctico y
favorece, lo reafirma como tal. El procedimiento pretendió limitarse estrictamente al conjunto de
del discurso práctico aclara la imparcialidad del juicios normativos susceptibles de fundamenta-
juicio moral, posibilita la articulación interna de ción. La ética del discurso, por su parte, tiene un
ambos aspectos “a la autonomía del individuo carácter deontológico, cognitivista, formalista
que no puede delegar su representación en nadie y universalista, que comparte con la ética kan-
y a su inserción en formas de vida compartidas tiana; pero se diferencian en el procedimiento
intersubjetivamente” (Habermas, 1987, p.23). utilizado para justificar el punto de vista moral.
Cuando esto se realiza, la convivencia se ar- Podemos decir, que la ética del discurso es deon-
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20 Jairo Miguel Torres Oviedo, Gonzalo Galván Patrignani, Oona Isabel Hernández Palma
tológica, en el sentido que establece una distin- tivo categórico lo ocupa el procedimiento de la
ción en el ámbito de lo práctico entre normas y argumentación moral tendiente a la consecución
valores, entre cuestiones normativas y cuestio- de acuerdos, mientras que se logra que la teo-
nes evaluativas. Este aspecto procura establecer ría moral tenga validez universal, sosteniendo
la relación entre lo justo y lo bueno o, para ser el principio moral como algo a priori en nues-
más precisos, la relación entre una norma social tra razón. “La ética del discurso no proporciona
y un juicio moral, donde lo justo pretende encar- orientaciones de contenido, sino solamente un
nar los intereses de todos y por ende, su cons- procedimiento lleno de presupuestos que deben
trucción implica la participación de todos los garantizar la imparcialidad en la formación del
afectados. Dicha participación es el resultado de juicio. El discurso práctico es un procedimiento
un proceso de justificación de la norma en cues- no para producción de normas justificadas, sino
tión, con el propósito de alcanzar consenso sobre para la comprobación de la validez de normas
la norma en litigio. Por otra parte, lo bueno hace postuladas de modo hipotético” (Habermas,
referencia a las preferencias o inclinaciones de 2000, p.143). Es precisamente el procedimien-
un determinado grupo de personas; mientras lo to formal establecido por la ética del discurso
justo representa los intereses de todos, por ejem- el que permite establecer lo bueno y lo malo a
plo, cuando se garantiza iguales libertades para través del diálogo, no aporta contenidos, sino
todos, lo bueno es la preocupación de un deter- que examina normas que ya tienen un conteni-
minado grupo, pero no de todos; lo bueno es el do; este procedimiento hace posible establecer
resultado de la forma como hemos construido la discusión sobre asuntos normativos con el fin
nuestros juicios de valor, los cuales, son el re- de buscarle solución dialogada a los conflictos;
sultado de la influencia de la cultura en nuestro convirtiéndose en uno de los aspectos más im-
proceso de socialización. En consecuencia el portantes, que la diferencia de las otras éticas
carácter deontológico de la ética del discurso, cognitivistas, universalistas y formalistas.
hace referencia a las cuestiones de justicia, las En este orden de ideas, podemos decir que
cuales tienen prioridad sobre las cuestiones de la ética del discurso retoma la ética kantiana a
vida buena. “La ética deontológica entiende la través de la teoría de la comunicación; es decir,
corrección de la norma o mandatos por analo- la ética del discurso es una interpretación de la
gía con la verdad de una proposición asertórica. teoría moral, por medio del discurso o comu-
Con todo, no es lícito asimilar la verdad moral nicación lingüística. A partir de lo anterior po-
de las proposiciones deónticas a la validez aser- demos preguntarnos: ¿Cuál es la pretensión de
tórica de las proposiciones enunciativas, como la ética del discurso en el terreno de la teoría
hacen el intuicionismo o la ética de los valores” moral? En el contexto de las éticas normativas,
(Cortina, 1995, p.245). la ética del discurso constituye una alternativa
En la ética del discurso, el lugar del impera- que muestra una teoría de la racionalidad, en la
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 21
que se pretende demostrar que no solo la cien- sión de discutir y buscarle salidas a los proble-
cia y la tecnología son actividades racionales, mas práctico-morales.
sino también el derecho, la moral y la política;
puesto, que así como en la ciencia, los sujetos se Ética del discurso y convivencia social
ponen de acuerdo en razones de verdad, también En apartes anteriores nos formulamos el inte-
esto es posible en el mundo social, en lo refe- rrogante: ¿cómo cumplir el principio fundamen-
rente a las ideas jurídicas, morales y políticas tal de la ética del discurso? En particular cuando
con el propósito que los sujetos puedan cons- esta exige en cada caso la aquiescencia de todos,
truir acuerdos basados en cuestiones de rectitud cuando vivimos en una sociedad en condiciones
modernización social. De esta forma, la ética del permanentes; pregunta que intentaremos res-
ponder a continuación.
discurso se convierte, en el escenario de la teoría
Todos los aspectos característicos y propios
moral en un referente teórico válido mediante el
de la ética del discurso son un desafío teórico,
cual se pretende desarrollar un concepto de ra-
filosófico, práctico y político en cuanto todas sus
zón comunicativa, un intento por mostrar que
idealizaciones teóricas están expuestas a la críti-
los sujetos que interactúan comunicativamente
ca de gran parte de las corrientes ético-filosóficas
aceptan implícitamente la posibilidad de esta-
que existen actualmente y que consideran que
blecer acuerdos sobre cuestiones de rectitud nor-
es imposible una argumentación de las normas
mativa. En este sentido, la ética del discurso in-
morales y mucho menos aceptan la articulación
tenta clarificar o hacer explícito un concepto de
entre el aspecto universalista y formalista de la
razón dialógica, que mostraría cómo es posible
ética del discurso. “Se considera que el princi-
la convivencia social, sobre la base de procesos
pio discursivo y consensual es políticamente
de entendimiento y de diálogo. Por ello, la éti-
peligroso e inadecuado para una solución justa
ca del discurso se encuentra entre las propuestas
de las cuestiones prácticas, éticas, y políticas
más frecuentes de la ética normativa cuya tarea
actuales de alcance mundial” (Michelini, 1991,
consiste en fundamentar proposiciones prescrip- p.326). A pesar de ello, se evidencia, que la ética
tivas o evaluativas, encargada de demostrar de- del discurso a través del principio discursivo es
terminadas obligaciones válidas para todos. una alternativa, una posibilidad para la solución
En este orden de ideas, la pretensión de la de problemas sociales, prácticos y morales. Es
ética del discurso consiste en poder conservar la decir, posibilita que los miembros de una de-
moral en ámbitos de discusión racional, sin te- terminada comunidad, mediante el principio en
ner que acudir a fundamentaciones metafísicas, mención generen procesos de entendimiento y
puesto que inicia, como una actividad cotidiana acuerdo que contribuyan a solucionar sus con-
del ser humano, la comunicación, con la preten- flictos en contextos morales o sociales. El mo-
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22 Jairo Miguel Torres Oviedo, Gonzalo Galván Patrignani, Oona Isabel Hernández Palma
delo de acción estratégica es una estructura o mente, buscando un consenso con el grupo con-
forma de acción que se dirige al éxito, el modelo trario, y que se atenga a lo consensuado aunque
de acción orientada al entendimiento tiene que no pueda saber con certeza si los interlocutores
especificar las condiciones para conseguir un procederán de igual modo? No se trata de desca-
acuerdo comunicativo según el cual alter pueda lificar a los interlocutores a priori, sino de “de-
ajustar sus acciones a las de ego. Por ello, K.O. terminar hasta qué punto es moralmente exigible
Apel (1999) considera que “el concepto de ac- actuar como si todos siguieran el principio de la
ción comunicativa está pensado de tal manera ética comunicativa, teniendo en cuenta las con-
que los actos del entendimiento que vinculan los secuencias desastrosas que pueden derivarse del
planes de acción de diversos participantes y que hecho de que solo una parte de los interlocutores
resumen las acciones orientadas a un objetivo en lo cumpla” (Cortina, 1995, p.208).
una relación interactiva, no puede retrotraerse, Como vemos, el principio discursivo de la
por su parte, a una acción teleológica” (p.158). ética del discurso hace posible la legitimación
El propósito de los procesos de entendimien- democrática de una sociedad, en la medida que
to es construir los acuerdos que sean el resultado muestra los criterios y principios generales vá-
de la aceptación racional y motivada al conte- lidos, a través de los cuales las personas reco-
nido de una aseveración. No se puede imponer. nozcan las normas éticas y políticas que hagan
“No es posible imponer el acuerdo a la otra parte, posible la convivencia entre los seres humanos;
ni se le puede imponer al interlocutor mediante “ello puede ser posible, por medio del principio
una manipulación. Lo que se produce a la vista formal-procedimental, que señala la compatibi-
mediante la influencia externa no puede contar lidad de los principios y normas ético-discursi-
como acuerdo. Este descansa siempre sobre una vas con la idea de un orden social, ético y po-
convicción conjunta. El establecimiento de con- lítico basado en la libertad, la igualdad y en la
vicciones puede analizarse como una oferta de interacción responsable y solidaria” (Cortina,
acto de habla, según el modelo de la adopción 1995, p.328). Al garantizar este escenario social,
de actitudes. El acto de habla del uno alcanza su o mejor, para hacer posibles estas condiciones,
objetivo solamente cuando el otro acepta la ofer- se requiere de la existencia de un estado de de-
ta en él contenida, en la medida en que este otro recho que, como señala Apel, sería una instancia
toma posición afirmativa frente a una pretensión no contingente para todo acuerdo práctico, ético
de validez que es fundamentalmente discutible” y político.
(Habermas, 2000, p.158). Por otra parte, Ade- (…) en el principio discursivo que es también el
la Cortina citando a Apel ilustra esta cuestión principio de formación del consenso cosmopolita
con un ejemplo sumamente actual: el ejemplo y democrático –está contenido tanto el recono-
del desarme ¿Puede exigirse moralmente a un cimiento fundamental de todos los ciudadanos y
grupo que resuelva este asunto argumentativa- de todos los hombres como personas con iguales
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 23
derechos y deberes, como así también la consi- de los principios morales de la ética del discur-
guiente disposición y obligación moral para la so es posible realizar o materializar en distintas
solución pacífica y justa de los conflictos (Cor- instancias o esferas sociales, en que se requiera
tina, 1995, p.328). El principio discursivo de la resolver conflictos sociales de manera responsa-
ética del discurso haría posible la argumentación ble. El principio sería una guía para asumir res-
racional de carácter intersubjetivo de las normas ponsablemente los conflictos al interior de una
morales. Lo anterior es una posibilidad realizable sociedad, igualmente sería útil en el escenario
en el mundo actual. Podríamos preguntarnos si el de las relaciones entre los Estados. Puesto que
principio discursivo que hace posible la solución la realidad que viven las sociedades democrá-
de problemas y conflictos es viable en un mundo ticas modernas muestra, que no tienen presente
dominado por sistemas estratégicos e ideológi- la posibilidad expuesta por la ética del discur-
cos de intereses y de poder “los cuales –al menos so y prefieren centrarse en el éxito inmediato y
como están fácticamente establecidos contradi- en sus propios intereses particulares o los inte-
cen todos los puntos clave de la ética discursiva reses de una determinada clase o grupo social,
de responsabilidad solidaria como por ejemplo la lo que se manifiesta en decisiones irracionales
exigencia de ausencia de condiciones asimétricas, e injustas; ejemplo de ello, cuando se asumen
de violencia abierta y solapada” (Cortina, 1995, determinadas decisiones políticas tendientes a
p.239). favorecer a unos sectores sociales determinados,
Cuando el principio discursivo se realiza excluyendo a la gran mayoría de los beneficios
hace posible la construcción de una moral uni- de una acción. El ámbito internacional no es la
versal que se expresa objetivamente en el reco- excepción, expresada la invasión permanente de
nocimiento de los derechos humanos y la digni- Estados poderosos sobre otros Estados, como la
dad humana, luego se establece e incorpora en acción ejercida por Estados Unidos sobre Irak
las Constituciones de los Estados de Derecho en la que se desconoció el principio discursivo.
moderno que para Habermas en términos de Es así como el principio universal de la ética
Cortina es “el único ejemplo histórico de rea- del discurso ayudaría a crear relaciones sociales
lización de los discursos prácticos” (Cortina, más racionales, participativas e incluyentes ne-
1995, p.329), luego entonces, la ética del dis- cesarias para el mundo moderno, especialmente
curso arranca a partir de ese principio a priori en los países latinoamericanos, en particular Co-
presupuesto y materializado en las instituciones lombia, donde es indispensable generar proce-
actuales. sos de diálogo y entendimiento, como alternati-
Dando inicio al proceso de reconstrucción, va distinta para solucionar nuestras diferencias.
con el propósito de construir un proceso de ar- El Principio, para ser implementado, requiere de
gumentación y entendimiento sobre problemas algunos aspectos: “el principio ético discursivo,
prácticos y morales. Se observa cómo a partir el cual no puede ser aplicado de forma directa,
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 25
dad solidaria; sin estos principios no es posible principio discursivo de la ética del discurso que
hablar de bienestar material y mucho menos de devuelva la confianza, para la reconstrucción
derechos humanos. de la sociedad, donde el consenso alrededor de
Se necesita, “un concepto de legitimación nuestras diferencias sea posible.
que no ignore las normas éticas básicas de con-
vivencia, debe tener necesariamente en cuenta CONCLUSIONES
los principios fundamentales de imparcialidad, En conclusión, podemos decir que el uso de
responsabilidad, de justicia y de universalidad una racionalidad comunicativa en la que se cen-
características de las éticas discursivas” (Corti- tra la ética del discurso, abre el espacio de las
na, 1995, p.337). Por consiguiente, su ejercicio relaciones intersubjetivas de carácter lingüístico
práctico debe estar centrado en la comunidad mediante lo cual es posible generar procesos de
de argumentación, puesto que por medio de la entendimiento para construir acuerdos válidos
argumentación discursiva como ejercicio proce- para todos, con ello, se reemplazan los esfuer-
dimental es posible la resolución de conflictos, zos de una racionalidad unidimensional e instru-
y con ello, darle reconocimiento a las preten- mental característico de la racionalidad moder-
siones de validez intersubjetivas que posibili- na clásica, por una racionalidad intersubjetiva
ten la convivencia social. El ejercicio formal y y comunicativa. Hoy más que nunca tenemos
procedimental que aporta la ética del discurso, que apostarle a una racionalidad comunicativa
permitiría una sociedad pluralista en la que los que haga viable la implementación del principio
individuos expresen sus deseos, aspiraciones y discursivo, en especial en países caracterizados
pretensiones de validez, es decir, posibilitaría por la pluralidad y las diferencias de todos los
procesos de inclusión social, entendimiento y matices y formas, que solo podrían ser regula-
acuerdos a través del discurso y actuar conforme das mediante un principio discursivo, que hicie-
al acuerdo establecidos por parte de los partici- ra posible que los sujetos se expresaran en for-
pantes en un discurso práctico. ma comunicativa, dialogal y discursiva. En este
De conformidad con lo expuesto y ante la contexto se requiere de procesos de aprendizaje
pregunta: ¿Cómo la ética del discurso puede que formen ciudadanos democráticos; es decir,
contribuir a la convivencia ciudadana? Se podría construir o mejor reconstruir sociedades en la
decir que la ética del discurso es una posibilidad que sean vivible las competencias ciudadanas.
en cuanto haría posible la discusión argumen- La animación o idealización de este tipo de so-
tativa de nuestras diferencias y por ende sería ciedad, es realizable mediante la reflexión y el
una alternativa en la solución pacífica y justa de diálogo entre las distintas culturas, ideologías,
los conflictos por parte de los sujetos involucra- clases sociales, religiones, etc. Necesitamos sa-
dos, ante lo cual, se requiere construir un orden lir de una cultura de expertos instrumentalizada
social que haga viable la puesta en práctica del y teleológica y colocarnos en un diálogo perma-
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nente con el mundo de la vida. A través de una más que todos tienen iguales oportunidades de
cooperación intercultural en el ámbito nacional hacer uso de esos derechos, que están dispuestos
e internacional, se referiría a la construcción de a sacrificar sus intereses particulares en aras del
una confederación de Estados en el ámbito inter- bien común, que cualquiera tiene las competen-
nacional que haga viable y posible la paz entre cias necesarias para discutir cualquier tipo de
los Estados y sobre todo el poder discutir, argu- problemas, todo lo cual está lejos de coincidir
mentar, debatir públicamente sobre cuestiones con lo que sucede en las condiciones reales bajo
sociales y morales. las cuales usualmente tiene lugar la argumenta-
El propósito de la teoría de la acción comuni- ción. Para encontrar una salida a esta dificultad
cativa o, quizás mejor, de la dimensión filosófica la teoría de la acción comunicativa propone una
de esa teoría, es precisamente desarrollar un con- cooperación entre Ciencias Sociales y filosofía
cepto de razón comunicativa que nos muestre si donde la propuesta de carácter normativo se vea
en realidad y, en caso de serlo, cómo es posible en la necesidad de responder a las objeciones,
que los miembros de un grupo social encuentren por lo general de tipo escéptico. Se trata enton-
ellos mismos soluciones aceptables a sus pro- ces de mostrar cómo sería posible la solución de
blemas. Si la realidad social tiene una estructura los problemas sociales sobre la base de procesos
normativa y si son las propias normas las que de entendimiento en las condiciones de una so-
eventualmente generan conflictos entre sus des- ciedad moderna. En último término, se trataría
tinatarios, entonces la cuestión es averiguar si y de averiguar cómo es posible todavía la reali-
cómo podrían los miembros de un grupo social zación de los ideales de autodeterminación de-
dirimir sus diferencias en torno a aquellas nor- mocrática propios de la cultura moderna en las
mas que se han tornado problemáticas. La teoría condiciones de una sociedad caracterizada por
de la acción comunicativa pretende primero pro- los hechos de pluralismo y la complejidad.
bar esa posibilidad y luego, bajo el supuesto de Por último, habría que decir que la filoso-
que ello es posible, propone el discurso racional fía procede de manera reconstructiva y que lo
como mecanismo para la búsqueda de solucio- hace por dos vías que vale la pena diferenciar.
nes a esos problemas. Por una parte, está la dimensión propiamente fi-
El discurso racional como mecanismo para la losófica de la teoría en la que se trata de hacer
búsqueda de soluciones a los problemas sociales explícito un saber implícito, de llevar a concepto
es sin embargo solo una propuesta de tipo pura- un saber intuitivo, y que conduce al desarrollo
mente normativo que, como tal, contiene fuertes de un concepto de razón comunicativa que da
idealizaciones. No solo supone que, como par- cuenta de la posibilidad que existe en principio
ticipantes en discursos racionales, los sujetos se de encontrar soluciones a los problemas socia-
conceden iguales derechos y tienen un interés les sobre la base de procesos de entendimiento.
común en la solución de los problemas, sino ade- Por otra parte, está la cooperación entre Ciencias
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Ética del discurso de Habermas: como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales 27
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El contexto
global de la ética
Ética y
Deontología
Profesional
1
El contexto global de la ética
El vínculo entre ética y globalización es una de las cuestiones más
debatidas en las últimas décadas. La interdependencia económica, la
expansión global de la tecnología y la información, la interconectividad
creciente de las sociedades, entre muchos otros cambios, promueven un
abordaje ético cada vez más instalado en la realidad cotidiana como un
ejercicio crítico indispensable para la convivencia social. La madurez de
este ejercicio está supeditada, en gran medida, a nuestra capacidad para
identificar el peso que poseen las valoraciones acerca de lo que debe o no
hacerse. La relevancia de este fenómeno, que tiene una perspectiva global
respecto de la reflexión ética, se observa claramente en los espacios de
innovación, gobernanza, economía y educación. Estos espacios enfrentan
problemáticas que nos llevan a interrogarnos sobre los principios morales
operantes en determinados actos así como la orientación moral presente
en controversias de gran envergadura social.
2
Los trabajos recientes en filosofía moral se caracterizan por
su aplicación a otras tres cuestiones:
3
enormemente y produjeron una transformación en la conciencia global
sobre el alcance de las prácticas que degradan el medio ambiente y ponen
en peligro nuestra subsistencia. Estas prácticas contribuyeron a la
transición de una época caracterizada por la industrialización capitalista a
una en la que predomina el riesgo. Muchos acontecimientos producidos en
las últimas décadas nos permiten examinar la emergencia de un nuevo tipo
de sociedad. El terrible accidente nuclear de Chernobyl, ocurrido en
Ucrania septentrional en 1986, es uno de los tantos eventos catastróficos
considerados por Beck (1998) para entroncar su análisis de las sociedades
posmodernas en la noción de riesgo. Hablar de cambios sustanciales en los
dispositivos de prevención o minimización de riesgos cuando se discute
sobre los problemas que enfrenta actualmente el planeta se instaló como
una cuestión de primerísima importancia a nivel mundial.
Esta sociedad emergente que analiza Beck (1998), en la que los límites del
riesgo son imposibles de trazar, presenta las siguientes características:
4
solución de problemas morales concretos. Pero a estas propuestas de
solución le subyacen paradigmas éticos que precisamos comprender para
discutir su justificación. Consideremos, por ejemplo, la incidencia de estos
paradigmas en el campo de la ética ambiental:
Fuente: [Imagen sin título sobre derechos de los animales]. (s. f.). Recuperado de
https://goo.gl/9kyCDa
5
… es fundamental subrayar que el auge y la actualidad de la
ética aplicada no se debe a que los filósofos morales hayan
reclamado y agitado tal necesidad de un modo
corporativista. De hecho, la demanda de tales reflexiones
proviene, mayoritariamente, de los propios protagonistas de
las distintas praxis o distintas esferas de poder que exigen
reflexión y orientaciones éticas. Por este motivo, se puede
decir, siguiendo a Cortina, que las éticas aplicadas son
poliárquicas porque están siendo reclamadas no solo por los
filósofos morales, sino también por los gobiernos nacionales
e internacionales, por los expertos o profesionales de
distintas actividades y por la opinión pública (2003).
Podríamos decir que esta poliarquía, junto con los métodos
que proponen para su desarrollo, configuran los rasgos más
novedosos del pensamiento de las éticas aplicadas. (García
Marzá, y González, 2014, p. 150).
Fuente: [Imagen sin título sobre voz humana]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/EqhTyn
6
Referencias
Beck, U. (1998) La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad.
Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona.
7
TRIBUNA:
'Globalización' significa que todos dependemos unos de otros. Las distancias importan
poco ahora. Lo que suceda en un lugar puede tener consecuencias mundiales. Gracias a los
recursos, instrumentos técnicos y conocimientos que hemos adquirido, nuestras acciones
abarcan enormes distancias en el espacio y en el tiempo. Por muy limitadas localmente que
sean nuestras intenciones, erraríamos si no tuviéramos en cuenta los factores globales,
pues pueden decidir el éxito o el fracaso de nuestras acciones. Lo que hacemos (o nos
abstenemos de hacer) puede influir en las condiciones de vida (o de muerte) de gente que
vive en lugares que nunca visitaremos y de generaciones que no conoceremos jamás.
Seamos conscientes o no, éstas son las condiciones bajo las que hacemos hoy nuestra
historia común. Aunque buena parte (y muy posiblemente toda o casi toda) la historia que
se va tejiendo dependa de decisiones humanas, las condiciones bajo las que se toman estas
decisiones escapan a nuestro control.
Una vez derribados la mayoría de los límites que antes confinaban nuestra potencial
acción a un territorio que podíamos inspeccionar, supervisar y controlar, hemos dejado de
poder protegernos, tanto a nosotros como a los que sufren las consecuencias de nuestras
acciones, de esta red mundial de interdependencias.
No se puede hacer nada para dar marcha atrás a la globalización. Uno puede estar 'a
favor' o 'en contra' de esta nueva interdependencia mundial. Pero sí hay muchas cosas que
dependen de nuestro consentimiento o resistencia a la equívoca forma que hasta la fecha
ha adoptado la globalización.
Hace sólo medio siglo, Karl Jaspers podía aún separar limpiamente la 'culpa moral' (el
remordimiento que sentimos cuando hacemos daño a otros seres humanos, bien por lo que
hemos hecho o por lo que hemos dejado de hacer) de la 'culpa metafísica' (la culpa que
sentimos cuando se hace daño a un ser humano, aunque dicho daño no esté en absoluto
relacionado con nuestra acción). Esta distinción ha perdido su sentido con la globalización.
La frase de John Donne 'no preguntes nunca por quién doblan las campanas; están
doblando por ti' representa como nunca la solidaridad de nuestro destino, aunque todavía
esté lejos de ser equilibrada por la solidaridad de nuestros sentimientos y acciones.
Cuando un ser humano sufre indignidad, pobreza o dolor, no podemos tener certeza de
nuestra inocencia moral. No podemos declarar que no lo sabíamos, ni estar seguros de que
no hay nada que cambiar en nuestra conducta para impedir o por lo menos aliviar la suerte
del que sufre. Puede que individualmente seamos impotentes, pero podríamos hacer algo
unidos. Y esta unión está hecha de individuos y por los individuos.
El problema es, como alegaba Hans Jonas, otro gran filósofo del siglo XX, que, aunque el
espacio y el tiempo ya no establezcan límites a las consecuencias de nuestras acciones,
nuestra imaginación moral no ha ido mucho más allá del ámbito que tenía en los tiempos
de Adán y Eva. Las responsabilidades que estamos dispuestos a asumir no se han
aventurado tan lejos como la influencia que nuestra conducta diaria ejerce sobre las vidas
de personas cada vez más lejanas.
El 'proceso de globalización' significa que esa red de dependencias llega a los más
remotos recovecos del planeta, pero poco más (por lo menos hasta ahora). Sería muy
prematuro hablar de una sociedad global o de una cultura global, y más aún de una política
o un derecho globales. ¿Está surgiendo un sistema social global en ese extremo último del
proceso de globalización? Si tal sistema existe, no se parece a los sistemas sociales que
solemos considerar normativos. Solíamos pensar en los sistemas sociales como una
totalidad que coordinaba y adaptaba todos los aspectos de la existencia humana a través
de mecanismos económicos, poder político y patrones culturales. Hoy día, sin embargo,
aquello que se solía coordinar al mismo nivel y dentro de una misma totalidad ha sido
separado y situado en niveles radicalmente diferentes.
La globalidad del capital, las finanzas y el comercio -esas fuerzas decisivas para la libertad
de elección y la eficacia de las acciones humanas- no se ha emparejado a una escala
semejante con los recursos que la humanidad ha desarrollado para controlar las fuerzas que
rigen las vidas humanas. Y lo que es más importante, la globalidad no se ha igualado con
una escala global semejante de control democrático.
Por último, también sabemos que los Estados modernos entonces emergentes
reclamaron esa tierra de nadie que el mundo de los negocios consideraba de su exclusiva
propiedad. Los organismos que establecen las normas del comportamiento de los Estados
invadieron aquel espacio hasta que, no sin vencer una resistencia feroz, se lo anexionaron
y colonizaron, llenando así el vacío ético y mitigando sus consecuencias más desagradables
para la vida de sus súbditos o ciudadanos.
La globalización se puede considerar como la 'segunda secesión'. Una vez más, el mundo
económico se ha escapado del confinamiento doméstico, aunque esta vez el hogar que se
ha abandonado es el moderno 'hogar imaginario', circunscrito y protegido por los poderes
económicos, militares y culturales del Estado nacional, a los que se suma la soberanía
política. De nuevo, el ámbito económico ha conseguido un 'territorio extraterritorial', un
espacio propio por el que pueden andar, tumbando con toda libertad los pequeños
obstáculos levantados por las débiles potencias de lo local y tratando de sortear los
obstáculos construidos por los fuertes, y donde pueden perseguir sus fines pasando por alto
o dando de lado el resto de los fines, a los que consideran irrelevantes económicamente y
por tanto ilegítimos. Y una vez más observamos unos efectos sociales semejantes a aquellos
que, en tiempos de la primera secesión, tropezaron con la repulsa social, sólo que esta vez
a una escala inmensamente mayor, global (como la segunda secesión en sí).
Hace casi dos siglos, en plena primera secesión, Karl Marx acusó de 'utópicos' a aquellos
que abogaban por una sociedad mejor, más equitativa y justa y que tenían la esperanza de
lograrlo deteniendo en seco el avance del capitalismo y volviendo al punto de partida, al
mundo pre-moderno del ámbito doméstico y los talleres familiares.
No había vuelta atrás, insistía Marx; y, al menos en ese punto, la historia le dio la razón.
Cualquier tipo de justicia y de equidad susceptible de arraigar hoy día tiene que partir del
punto en que unas transformaciones irreversibles han llevado ya a la condición humana.
Y otro punto que es necesario recordar: sea cual fuere la forma que adopte el control
global sobre las fuerzas globales, no puede ser una copia ampliada de las instituciones
democráticas desarrolladas en los dos primeros siglos de la historia contemporánea. Dichas
instituciones se hicieron a la medida del Estado nacional, que entonces era la 'totalidad
social', de mayor tamaño y que más abarcaba y son particularmente poco aptas para ser
ampliadas hasta una escala global.
El Estado nacional no era tampoco una hipérbole de los mecanismos comunitarios sino
que, por el contrario, era el producto final de formas radicalmente nuevas de convivencia
humana, así como de solidaridad social. Tampoco fue el resultado de una negociación y un
consenso logrado tras una dura negociación entre comunidades locales. El Estado nacional,
que finalmente proporcionó la tan buscada respuesta a los desafíos de la 'primera secesión',
surgió a pesar de los obstinados defensores de las tradiciones comunitarias y mediante la
progresiva erosión de las ya escuálidas y menguadas soberanías locales.
Toda respuesta eficaz a la globalización no puede más que ser global. Y el destino de
semejante respuesta global depende de que surja y arraigue un ámbito político global
(entendido como algo distinto de 'internacional' o, para ser más precisos, interestatal). Es
este ámbito político el que hoy brilla por su ausencia.
Los actuales actores mundiales se niegan abiertamente a establecer dicho ámbito. Sus
adversarios visibles, entrenados en el viejo y cada día menos eficaz arte de la diplomacia
entre Estados, parecen carecer de la habilidad necesaria y de los recursos indispensables
para lograrlo. Se necesitan nuevas fuerzas para establecer y dar vigor a un foro
auténticamente mundial adecuado a la era de la globalización, y éstas sólo se harán valer
evitando a unos y otros.
Ésta parece ser la única certeza. El resto depende de nuestra inventiva compartida y de
la práctica política del tanteo. Al fin y al cabo, muy pocos pensadores, si es que hubo alguno,
fueron capaces de prever en plena primera secesión la forma que adoptaría finalmente la
operación encaminada a reparar los daños. De lo que sí estaban seguros era de que una
operación de esa clase era la necesidad más imperiosa de su tiempo. Todos estamos en
deuda con ellos por esa clarividencia.
Fuente
Bauman, Z. (20 de julio de 2001). El desafío ético de la globalización. Publicado en El País.
Recuperado de https://elpais.com/diario/2001/07/20/opinion/995580007_850215.html
BARATARIA
Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales
Nº 7, pp. 27-40, 2005-2006, ISSN: 1575-0825, e-ISSN: 2172-3184
DOI: http://dx.doi.org/10.20932/barataria.v0i7.221
RESUMEN
Este artículo trata de mostrar el desarrollo de una sociedad del riesgo mundial. El
proceso de globalización lleva a una interconexión mayor de los riesgos locales. En
consecuencia, un nuevo concepto de seguridad está surgiendo fuertemente
relacionado con estos cambios. El artículo, finalmente, muestra las implicaciones
de la sociología del riesgo en la construcción de la subjetividad humana.
PALABRAS CLAVE
Riesgo. Sociedad del Riesgo. Inseguridad. Vulnerabilidad. Post-modernidad.
ABSTRACT
This paper tries to show the development of a world risk-society. The globalisation
process leads to a higher interconnection of local risks. Consequently, a new security
concept is emerging strongly related with this changes. The paper, finally, shows
the implications of risk-society in the construction of human subjectivity.
KEY-WORDS
Risk. Risk-Society. Insecurity. Vulnerability. Post-modernity.
INTRODUCCIÓN
barataria 27
seguridad y control, pero éstas nunca alcanzaron las dimensiones que están tomando
hoy en día. El campo de acción de la seguridad se ha vuelto tan amplio que posee
una naturaleza pluridimensional, conectada con instituciones jurídicas, políticas,
económicas, policiales o asistenciales; y conforma el orden que demanda un nuevo
tipo de sociedad donde el conflicto se presenta como algo natural dentro del proceso
de interacción. Estamos enfrentados a continuas transformaciones en las cuales
se plantean formas de riesgo que se apartan de las existentes en épocas pasadas.
Actualmente, los riesgos que debemos asumir tienen un origen incierto y sus
consecuencias no pueden determinarse. Aparecen nuevas opciones y peligros para
la vida en sociedad que demandan una nueva estructura para gestionar el conflicto,
pues nos vemos obligados a responder constantemente a nuevas amenazas y a
una pérdida en el nivel de seguridad demandado por todos. Se impone un nuevo
modelo de seguridad capaz de enfrentar peligros no limitados ni espacial, ni temporal
o socialmente. Este modelo debe adaptarse a profundos cambios en la sociedad,
para así poder ofrecer soluciones concretas a los problemas sociales actuales.
El intento de gestionar el riesgo es la consecuencia lógica de la llamada
sociedad del riesgo global. La modernidad implica un ser humano cada vez más
racional, que intenta controlar todas las facetas de su mundo vivencial. Las ideologías
del progreso o del bienestar colectivo son consecuencias lógicas de este deseo.
Así, no es extraño que la falta de dominio, tanto de las acciones como de sus
consecuencias sean estas intencionales o no, genere ansiedad y frustración social.
Los debates actuales en los que se contrapone libertad y seguridad descansan, en
buena medida, en este deseo de seguridad y en la frustración por la falta de control
sobre un mundo social e individual cada vez más imprevisible.
El artículo plantea una de las consecuencias más importantes de la
globalización: el nacimiento de una sociedad del riesgo global. Describe esta aparición
en cuatro partes. En primer lugar, el desarrollo de una sociedad global y de un
nuevo modo de conceptuar la seguridad. La creciente interconexión no sólo
mundializa los flujos financieros, sino toda una serie de riesgos. Así, en segundo
lugar, se plantea un nuevo medioambiente de inseguridad colectiva global y la
ineficacia de los mecanismos tradicionales de control del riesgo. El resultado de
esa nueva situación mundial es apuntado en tercer lugar, describiendo la concepción
del riesgo propia de las sociedades tradicionales, modernas y de las actuales
postmodernas. Por último, se hace hincapié en las consecuencias para la subjetividad
humana de este nuevo entorno de riesgos.
28 número 7
tensiones y conflictos que se desarrollan sobre una perspectiva global. En Nueva
York, Madrid, Londres, así como en otros lugares del planeta, se ha podido constatar
situaciones que responden a la aparición de conflictos, gestados de forma
subterránea durante las últimas décadas con la misma rapidez con la que crecían
las desigualdades en el mundo. Además de poner de manifiesto la tensión existente
entre las distintas formas de percibir el mundo, estos actos de terrorismo nos han
mostrado hasta que punto hemos desarrollado una verdadera interdependencia
global buscando la unidad del planeta, también en materia de seguridad.
Las sociedades desarrolladas creyeron que fortificando su territorio podrían
ser capaces de garantizar la seguridad. Apostaron por blindar todo lo que quedaba
dentro de sus fronteras y regular y controlar la entrada de todo aquello que pudiera
parecer extraño. Pero, tal vez, los últimos acontecimientos hayan puesto en tela de
juicio esta idea demostrando que el lugar ya no protege. Las sociedades más
desarrolladas del planeta ven ahora amenazada su seguridad incluso dentro de su
espacio. El concepto de seguridad se vuelve difuso, se convierte en un problema
extraterritorial. La actual inseguridad global se encuentra diluida en la confrontación
entre el espacio y el tiempo. Debido a esto, no existen mecanismos institucionalizados
para enfrentar esta inseguridad. Cada acto de violencia conduce a una respuesta
distinta que a su vez genera otro conflicto. Además, como el equilibrio de poderes
y el espectro de oportunidades oscilan, las tensiones de vital importancia ayer,
pasan hoy a un segundo plano para acometer los nuevos frentes de batalla que van
surgiendo como consecuencia de la creciente inseguridad global.
Cada conflicto se platea en un espacio determinado y en un tiempo concreto,
pero su desarrollo tiene consecuencias para todo el planeta debido a la creciente
interconexión global. Intentar atajar estos conflictos aplicando medidas que intenten
hacer desaparecer la tensión únicamente en la zona en la que aparece, no hace sino
enmascarar el problema. Tratar de detener la inseguridad desde el interior de un
territorio, entendiéndola como algo local y utilizando únicamente los medios disponibles
en este ámbito, está provocando lo que Zygmunt Bauman denomina una sobrecarga
de seguridad (2002: 115); que se traduce en una desviación de los problemas y
preocupaciones derivados de la inseguridad hacia el terreno de la seguridad activa.
En la sociedad actual vemos crecer la vigilancia a través de controles policiales,
circuitos cerrados de cámaras, dispositivos electrónicos para evitar robos, etc. Estas
medidas activas de seguridad son las únicas con la posibilidad de ser vistas como
prueba de que se está haciendo algo, porque no existe una política en el orden mundial
con posibilidad de actuar más allá del ámbito de la seguridad activa.
barataria 29
independientemente de su grado de desarrollo son conflictivas y polémicas. Siguiendo
a Karl Marx podemos decir que el conflicto es el motor del cambio social, se
encuentra situando en la propia estructura de la sociedad. Ralf Dahrendorf
consideraba que existían causas endógenas a la propia estructura del sistema que
explican el conflicto; y en las sociedades avanzadas esa razón es la desigual
distribución de la autoridad. En todas las sociedades se dan una serie de situaciones
de oposición o enfrentamiento en torno a unos intereses determinados. Los conflictos
generan tensiones que conducen a nuevos cambios sociales. La estructura de la
sociedad actual excluye la unanimidad y en este contexto es más raro encontrar
consenso que situaciones conflictivas. Consenso y conflicto se alternan dando una
nueva dimensión a los riesgos que debemos asumir en la vida social. Esta situación
conflictiva se hace más patente con el desarrollo de la sociedad global y la creciente
conexión entre sociedades. En este contexto, el conflicto y el riesgo asumen
dimensiones mucho más complejas. Hemos aprendido a vivir con los conflictos,
hemos aprendido a gestionar las situaciones conflictivas que nos rodean, en nuestras
relaciones sociales, laborales, etc., pero hoy es necesario aprender a gestionar los
nuevos riesgos que aparecen como consecuencia de la dimensión global. El riesgo
se ha convertido en algo natural de la sociedad humana, en parte del proceso de
interacción social. El riesgo es hoy pluridimensional, no hay una única causa que
explica el riesgo. Tiene una perspectiva global, pero experimentamos sus
consecuencias individualmente, dependiendo de nuestras circunstancias sociales.
La misión de los modernos sistemas de seguridad consiste en detectar
dónde pueden surgir esos riesgos y ponerles remedio. El problema es que dentro
de las sociedades actuales el riesgo es imprevisible. Es el resultado de una serie de
factores interconectados, unos fácilmente previsibles y otros imposibles de localizar;
ya que cambian al mismo ritmo que lo hace la sociedad. Para evitar riesgos y
responder rápidamente a lo imprevisible resulta necesaria una gran centralización
organizativa, que demanda una localización de las situaciones de riesgo que permita
poner remedio a casos concretos; pero, paradójicamente, en el mundo de la
globalización es imposible crear tal estructura porque el riesgo también es global.
Ante esta paradoja rápidamente surgen las pregunta: ¿Cómo es posible
atajar los riesgos actuales si es imposible localizarlos? o ¿qué mecanismos de
seguridad son necesarios aplicar en estas sociedad del riesgo global? La respuesta
es incierta, pues en la sociedad actual parece más fácil definir la inseguridad que la
seguridad. La inseguridad parece marcar nuestras vidas. El desarrollo social ha
ido creando estructuras donde los intereses individuales priman sobre el grupo,
donde el individuo deja de conocer su entorno más cercano porque ha perdido la
capacidad de interactuar con él. Vivimos en una ciudad, pero apenas conocemos a
nuestros vecinos, trabajamos fuera, pasamos mucho tiempo intentando desarrollar
unas relaciones laborales plenas y esto nos hace descuidar las relaciones con nuestro
entorno más cercano, que desconocemos y que, en demasiadas ocasiones, se
30 número 7
presenta ante nosotros como extraño, desconocido. Echamos en falta la seguridad,
una cualidad crucial para una vida feliz, pero una cualidad que la sociedad que
habitamos es incapaz de ofrecer. De este modo, nuestra inseguridad aumentan a
medida que seguimos adelante (Bauman, 2003: 169).
En la era de la globalización, las fuentes de la inseguridad ya no son visibles,
no se pueden localizar con precisión. Quedamos inmersos en un mundo impredecible
de desregularización, flexibilidad, competitividad e incertidumbre endémicas, pero
cada uno de nosotros sufre estos cambios por sí mismo, como un problema privado.
Tendemos a buscar un remedio para el malestar de la inseguridad en el cuidado de la
seguridad, que tratamos de localizar en nuestro entorno más cercano. Intentamos
sentirnos seguros en nuestro hogar, blindamos todo cuanto nos rodea con el objetivo
de crear un ambiente tranquilo, exento de peligros. Pero, entonces, escondidos en
nuestro búnker particular, se convierten en sospechosos todos aquellos que nos rodean,
que parecen distintos, extraños y extranjeros, cuyo comportamiento nos resulta
imprevisible. Los extraños son la amenaza encarnada, por lo que personifican
vicariamente esa inseguridad que acosa nuestra vida: los temores difusos y dispersos,
difíciles de individualizar y denominar, tienen ahora un objetivo tangible en el que
centrarse; creemos conocer donde residen los peligros (Bauman,2003:170).
Buscamos seguridad dentro de nuestro entorno más cercano, que ha
cambiado y ahora se nos presenta cada vez más hostil. Demandamos mayor
seguridad, pero somos incapaces de hacer frente a todas las dimensiones que el
concepto presenta en la actualidad, por lo cual tendemos a centrarnos en los
mecanismos de seguridad visible; que, en muchas ocasiones, cumplen su función a
costa de nuestra libertad. Entramos así en un nuevo conflicto, debemos ser capaces
de elegir entre seguridad o libertad, dos dimensiones que resultan fundamentales
para la vida en las sociedades más desarrolladas del planeta. Parece, pues, que no
podemos escapar al creciente conflicto entre seguridad y libertad. Únicamente se
nos presente la posibilidad de participar en él asumiendo riesgos, evaluando
individualmente las oportunidades y peligros que se nos presentan en el día a día.
barataria 31
3.1. El riesgo en la sociedad tradicional
32 número 7
el mundo natural. Esto producía lo que Weber llamó el desencantamiento del
mundo. La realidad no se explicaba según criterios míticos o mágicos, sino en
función de leyes abstractas descubiertas por la ciencia. La consecuencia lógica
era que los seres humanos eran capaces de prever el devenir y, en cierta medida,
de controlarlo. El binomio ciencia y técnica permitía controlar la realidad mediante
el uso de la razón. Este proceso social resultó clave en la configuración del universo
moderno, que tan familiar nos resulta. La empresa capitalista, el crecimiento de la
vida urbana, los dominios de la política, la religión o el arte no se explican sin hacer
referencia a un nuevo modo de afrontar la realidad: el proceso de racionalización.
Los seres humanos se sintieron seguros de su control del mundo. La ciencia
y la técnica permitían asegurar la producción de alimentos, vencer enfermedades
antaño mortíferas, viajar por todo el mundo en poco tiempo, etc. Tanto fue así que
de modo generalizado se comenzó a creer que el mundo cambiaba necesariamente
a mejor, que progresaba ineludiblemente. Además, se empezaron a asegurar las
posibles eventualidades de la vida, convirtiéndose el azar en riesgo, en una
eventualidad calculada. Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se
desarrollaron seguros privados y públicos que hacían del mundo un lugar más
previsible. El mismo Estado de Bienestar no es sino la expresión máxima de este
espíritu de aseguramiento.
El hombre moderno, en consecuencia, era un hombre seguro de sí mismo,
de su capacidad técnica para domeñar el mundo gracias a la ciencia y al análisis
racional. Si algo fallaba no era sino por una carencia de la ciencia, aún no lo
suficientemente desarrollada para controlar ese fenómeno. El fatalismo previo dio
paso a un optimismo que consideraba que el mundo avanzaba inexorablemente y
que lo hacía a mejor. Y los grandes pensadores de este avanzar eran los médicos e
ingenieros, los industriales de Saint-Simon y Comte. Los científicos y tecnólogos
ocuparon el nicho que los sacerdotes dejaron en el pasado.
barataria 33
modernidad (como han mantenido autores como Lyotard, Baudrillard, Derrida, Jameson,
etc.) o una acentuación de la propia modernidad, una modernidad tardía (Giddens,
1993), sino simplemente de reflejar los cambios acaecidos en la esfera de la seguridad
y el riesgo.
Las causas de este cambio habría que situarlas sobre todo en la confluencia de
tres factores: (a) El proceso de individualización creciente de la sociedad, que
tiene como consecuencia la ampliación del margen de libertad y el aumento de las
opciones vitales del individuo, a lo que habría que añadir la erosión de estructuras
sociales como la familia (Lipovetsky, 2002 y 2003). (b) El debilitamiento de las
solidaridades colectivas como garantía frente a los riesgos que ahora presentan
consecuencias más agudas. (c) La desmitificación de la ciencia y la técnica como
ahuyentadoras de riesgos, ofreciendo ellas mismas otros nuevos, como por ejemplo
la amenaza ecológica. A todos estos factores habría que sumar el gran catalizador
de todos los riesgos en la sociedad postmoderna: la globalización, proceso que
conecta y multiplica los posibles riesgos locales. El caso es que, como consecuencia
de estos hechos, en la esfera de la seguridad se produjeron modificaciones en el
paradigma vigente. Así, se extinguió o amortiguó la creencia en el progreso (Campillo,
1985); y se produjo una crisis de legitimación en las principales instituciones sociales,
entre ellas la ciencia. Las sociedades se hicieron más flexibles, más fluidas, estando
el papel de los individuos sujeto a un mayor número de modificaciones a lo largo de
la vida.
Podemos afirmar, como hemos visto en el primer y segundo epígrafe, que nos
encontramos en un periodo de transición entre el modelo de seguridad total propio
de la modernidad y un modelo de seguridad parcial propio de la post-modernidad o
modernidad tardía. Es curioso señalar que todo periodo de cambio genera ansiedad
social y respuestas potencialmente violentas. Todos estos factores hacen que nos
demos cuenta en la actualidad de que el control de los riesgos es siempre limitado.
El ser humano en estas sociedades vuelve a ser consciente de los límites del control
sobre la naturaleza y el propio ser humano.
Nos encontramos, por tanto, lejos de sociedad donde se conocía al vecino
y se sabía lo que era posible esperar. Vivimos en una sociedad donde priman los
intereses individuales sobre los grupales y eso nos desconcierta (cada uno esconde
sus cartas debido a la gran competitividad) y nos sentimos cada vez más amenazados
por las personas que nos rodean (desconocidos). Echamos en falta la seguridad,
una cualidad crucial para la vida feliz del hombre moderno, pero una cualidad que
la sociedad en la que habitamos es incapaz de ofrecer.
A todo esto se suma el hecho de que las fuentes de inseguridad no son
visibles, no podemos localizarlas con precisión. La inseguridad nos afecta a todos,
inmersos como estamos en un mundo fluido e impredecible de desregularización,
flexibilidad, competitividad e incertidumbre endémicas, pero cada uno de nosotros
sufre la ansiedad individualmente, como un problema privado. Ante este hecho
34 número 7
tendemos a buscar un remedio para el malestar que la inseguridad nos provoca.
Esto se refleja en la mayor preocupación por la seguridad de nuestro entorno: el
hogar, el vecindario o las propiedades. El otro comienza a ser sospechoso, portador
de lo imprevisto e imprevisible. Los extraños son la amenaza encarnada. Amenaza,
por lo demás, invisible e ilocalizable.
El carácter incontrolable de los riesgos en la sociedad postmoderna ha
sido remarcado por los más destacados sociólogos (Beck, 2002; Beck, Giddens y
Lash, 1997), que han acuñado el término sociedad del riesgo para describirlo. El
mismo entorno global en el que nos movemos no hace sino aumentar la
incertidumbre. Colectivos que antes tenían fuertes mecanismos sociales para
protegerse de los riesgos, se ven ahora incapaces de frenar los nuevos riesgos
(Kirby, 2002 y 2005). La incapacidad de los Estado para frenar los coletazos más
dañinos de la globalización para sus propias poblaciones (deslocalizaciones
productivas, riesgos medioambientales, etc.), el debilitamiento de los mecanismos
de aseguramiento colectivo propios de la sociedad civil (iglesias, familias y toda
una pléyade de organizaciones), aumentan la vulnerabilidad de colectivos que antes
no se sentían en situación de riesgo. Amplias capas de la población, las otrora
opulentas clases medias, sienten que su situación es crecientemente más vulnerable.
El riesgo se ha asentado entre nosotros y es parte consustancial de las sociedades
postmodernas.
barataria 35
volver a escribirla, en la medida en que se lo permita o los inste a ello una red
incoherente de relaciones personales en permanente expansión y cambio (1992:
287). Las seguridades ontológicas de la modernidad quedan atrás y el individuo
debe hacer y rehacer continuamente sus relaciones y su autoconciencia, lo que
contribuye continuamente a situarle en una cuerda floja existencial. La inseguridad,
en consecuencia, constituye un elemento vertebrador de la conciencia individual
postmoderna.
El estado de ansiedad social generado por esa nueva forma de conciencia
produce dos tipos de respuestas. En primer lugar, se habla de un retorno a las
comunidades primarias defensivas frente a la sociedad red surgida de la
globalización: Como los nuevos procesos de dominación a los que reacciona la
gente están insertos en los flujos de información, la construcción de la familia y la
comunidad ha de basarse en la inversión de estos flujos. Dios, patria, familia y
comunidad proporcionan códigos eternos e indestructibles en torno a los cuales se
organizará una contraofensiva (Castells,1999, vol. 2: 89). Los individuos buscan
la seguridad perdida en instituciones primarias como la familia, la nación o la religión.
La disolución en estas comunidades orgánicas proporciona la individuo la seguridad
perdida y le permite superar el estado de ansiedad. Asimismo, el debilitamiento del
Estado como gran mecanismo protector, en su vertiente militar orden internacional-
, económica y social Estado de Bienestar- (Anderson, Brook y Cochrane,1995);
influye, sin duda, en un sentimiento de desamparo que conlleva la búsqueda de
nuevas fuentes de seguridad.
En segundo, la desaparición de un entorno estable sin duda genera
fenómenos de ansiedad, que pueden llevar a una frustración que, ocasionalmente,
puede estallar en manifestaciones violentas. Aunque no existe una relación directa
entre la frustración y la violencia, como bien ha demostrado la psicología social al
mantener que no existe equivalencia absoluta entre un contenido mental y una
conducta efectiva (Buceta, 1992: 102-109); en no pocas ocasiones, la frustración
puede generar violencia contra la parte que no ha cumplido su papel dentro de las
expectativas sociales generadas. Es lógico pensar que la comprensión significativa
del mundo por parte de los actores tendrá un correlato en su conducta. Si los
ciudadanos de los países occidentales han sido socializados en la creencia de ser
ciudadanos iguales ante la ley con derecho a un acceso igualitario a los bienes
materiales y simbólicos de la sociedad-, protegidos por las instituciones en los
aspectos básicos de su existencia; obviamente, se sentirán defraudados y frustrados
ante el incumplimiento de sus expectativas básicas sobre el funcionamiento social.
Tanto los recientes disturbios en la periferia de las grandes ciudades francesas
como los anteriores en Los Ángeles, pueden muy bien ser una muestra del
incumplimiento de estas expectativas básicas.
Ambas respuestas no son contradictorias, sino que más bien se
retroalimentan. Una respuesta violenta producida por unas expectativas frustradas
36 número 7
y una creciente sensación de vulnerabilidad tiene una gran repercusión, amplificada
por los medios de comunicación de masas (Gil Calvo, 2004), que puede revertir en
un recogerse en el seno de comunidades primarias de los individuos que se sienten
amenazados por esta violencia. Y, por el contrario, los grupos defensivos pueden
actuar violentamente contra otros en defensa de sus micro-espacios de seguridad.
La ansiedad social genera un modelo convivencial basado en la percepción de un
riesgo endémico, en el cual la única respuesta es la de considerar al otro un
potencial enemigo y viceversa-, y la búsqueda de un orden hobbesiano. Podemos
citar, entre otras, como muestras de estas respuestas contradictorias: (a) La creación
de un negocio en torno a la seguridad. Las compañías dedicadas a la seguridad
privada, la video-vigilancia, el procesamiento de datos, etc., no hacen sino crecer y
aumentar sus beneficios. (b) Se están creando una serie de entornos seguros
donde se refugian las capas altas de la sociedad. Estos guetos se encuentran
vigilados por compañías privadas las 24 horas durante los 365 días del año. Se está
produciendo una proliferación del hábitat suburbano, de la urbanización cerrada y
blindada. Y (c) la desaparición de la calle, como territorio inseguro, frente al centro
comercial, vigilado continuamente y dotado de toda una serie de comodidades.
La seguridad es una de las prioridades de los ciudadanos en todos los
países avanzados, que tiene como contrapartida la exigencia a las autoridades de
mayores medidas de seguridad (mayor control policial, asistencia, etc.). Cada vez
se tolera menos la imprevisión, siendo las catástrofes naturales y los fenómenos
climatológicos responsabilidad de los políticos y de los gobiernos, que deben prever
y tratar de minimizar sus efectos. La necesidad de seguridad desborda incluso el
ámbito estrictamente nacional y lleva a una demanda de una seguridad colectiva
internacional. Para ello se recurre a los ejércitos, considerando las grandes potencias
(tanto la Unión Europea como los Estados Unidos) que éstos son más una fuerza
policial internacional que una fuerza de conquista al modo clásico.
Es curioso señalar, en este orden de cosas, que los debates actuales en
torno a la seguridad recogen una vieja polémica. Cuando el primer ministro británico
Tony Blair afirma que los ciudadanos deben elegir entre libertad y seguridad, no
está sino recogiendo el pensamiento del sociólogo decimonónico británico Herbert
Spencer. Para Spencer, la libertad y la seguridad están interconectadas: un mayor
grado de libertad implica uno menor de seguridad y, al contrario, un menor grado
de libertad conlleva un mayor grado de seguridad. La decisión sobre el grado de
seguridad, por tanto, es enteramente política. Habremos de decidir en qué tipo de
sociedad queremos vivir y qué límites fijamos. En este campo colisionan la
concepción moderna de la seguridad, con la idea de progreso firmemente arraigada
en la población, y la situación postmoderna en la que la globalización implica el
anclaje de una incertidumbre endémica en el seno de nuestras sociedades. Por
ello, la gestión del riesgo se encuentra con la paradoja de individuos que reclaman
amplias cuotas de libertad y, al tiempo, mínimos niveles de incertidumbre.
barataria 37
CONCLUSIONES
38 número 7
BIBLIOGRAFÍA
barataria 39
LINDSEY, N.K., (2004): Communication and Responsibility in the Risk
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KALDOR, M., (2003): La sociedad civil global. Una respuesta a la guerra,
Tusquets, Barcelona.
40 número 7
TRIBUNA:
Hace poco contaba Cinco Días que Georg Kell, presidente del Pacto Mundial, había
pedido a las empresas adheridas a él información sobre sus progresos en las prácticas de
responsabilidad social, comunicándoles que, de no hacerlo en dos años, se las considerará
"inactivas" en el pacto. A la vez se facilitaba urbi et orbi una guía de ayuda práctica para que
las empresas puedan comunicar sus progresos en relación con alguno o algunos de los
principios y conocer las experiencias ajenas. ¿Por qué hace falta este aviso? ¿Es que en
algunos casos se trata de hacerse la foto firmando el pacto y de echarse a dormir?
En algunos, e incluso en muchos casos, desde luego que sí, pero descubrir tan
apabullante realidad es descubrir el Mediterráneo; un Mediterráneo que revela a la vez dos
noticias, una buena y otra mala. La buena es que la ética vende, es decir, que publicitar la
apuesta por prácticas éticas atrae y no repele, que genera buena reputación. La mala noticia
es que precisamente por eso puede manipularse, quedarse sólo en la apariencia de una
buena actuación que funciona como reclamo. Como todo lo valioso en esta vida, como
todos los grandes ideales que pueden manipularse precisamente porque atraen.
Dando un paso más allá de la foto, la opción por la RSC puede quedar todavía en un
ejercicio de competencia entre las empresas que pueden permitirse tener un departamento
donde idear actuaciones que no hayan pensado los competidores, esforzarse por aparecer
en los rankings más conocidos, cumplir con la odiosa burocracia que ahoga nuestra
civilización. Pero cómo rellenar los papeles no es tan difícil, lo complicado es dilucidar en
qué consiste eso de la responsabilidad social.
No hay acuerdo al respecto, claro, pero al menos dos ideas pueden servir como hilo
conductor. La primera, aquella famosa caracterización de Milton Friedman que levantó
ampollas en 1970: la responsabilidad social consiste en aumentar el beneficio para el
accionista, porque la empresa es un instrumento del accionista, que es su propietario. El
sujeto ante el que la empresa es responsable es el shareholder, el accionista.
Sin embargo, pronto el centro de gravedad se vio desplazado desde los accionistas a
todos los stakeholders, a todos los afectados por la actividad de la empresa: accionistas,
trabajadores, clientes, proveedores, contexto social, medio ambiente y Administración
Pública. La responsabilidad ante todos ellos podría sintetizarse en la fórmula que presenta
el Libro Verde de la Unión Europea: "Integración voluntaria por parte de las empresas de
las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus
relaciones con los interlocutores". Con lo cual, cualquier lector avisado se percata de que la
fórmula de Friedman no ha sido arrumbada, sino más bien subsumida en una nueva, más
inteligente, porque la empresa prudente intuye que si tiene en cuenta los intereses de los
afectados en el diseño de las estrategias de la empresa, también aumentará el beneficio del
accionista.
Como herramienta de gestión, debe formar parte del "núcleo duro" de la empresa, de
su gestión básica, no ser "algo más", no ser una especie de limosna añadida, que convive
tranquilamente con bajos salarios, mala calidad del producto, empleos precarios, incluso
explotación y violación de los derechos básicos. La buena reputación se gana con las buenas
prácticas, no con un marketing social que funciona como maquillaje de un rostro poco
presentable. Como medida de prudencia, permite convertir a los afectados en cómplices de
una aventura que debe perseguir el beneficio común en una época en que la celeridad de
los cambios más aconseja tener amigos que adversarios, cómplices que enemigos.
Pero a comienzos del siglo XXI sigue siendo verdad que lo radical es ir a la raíz, en este
caso, que la responsabilidad social para serlo ha de enraizar en una ética de la empresa. La
ética tiene que ver con el êthos, con el carácter que se forjan las personas y las
organizaciones, con los hábitos que adquieren día a día para actuar de una forma excelente,
desde la convicción de que hacerlo así es lo que corresponde. Y la ética tiene que ver
también con la justicia, con ese percatarse de que cualquiera que sea afectado por una
actividad social tiene que ser tenido en cuenta al tomar las decisiones que le afectan. Hay
una obligación moral con todos los afectados que no debe eludir una organización justa.
Fuente
Cortina, A. (20 de agosto de 2005). Ética de la empresa, no sólo responsabilidad social. Publicado
en El País. Recuperado de
https://elpais.com/diario/2005/08/20/opinion/1124488806_850215.html
Ética
aplicada
Ética y
Deontología
Profesional
1
Ética aplicada
En la actualidad existen muchas líneas de investigación dentro del campo
de la ética aplicada: bioética, ética informática, ética ambiental, ética de la
educación, ética empresarial, etcétera. El foco en diversos problemas
prácticos, como punto de arranque de estas líneas, revela la fuerza de
determinadas demandas en cada uno de estos espacios de nuestra
realidad, para solucionar conflictos, situaciones de confrontación entre
principios morales o de incertidumbre acerca de aquello que debería
hacerse. Los temas de aplicación emergen en todos los campos de la
actividad humana, aunque algunas ramas de la ética aplicada, en particular
la ética ambiental, la bioética y la ética empresarial, alcanzaron en las
últimas décadas una gran atención a nivel internacional.
2
debe entender; pero en general se está de acuerdo (cuando
no se la rechaza en bloque) en que con ella se trata de
enfrentar diversos problemas actuales y urgentes de la
praxis pública de un modo más contundente que como se lo
había hecho en el pasado. (Maliandi, 2009, pp. 135-136).
3
valor de una educación moral de mínimos, es decir, una educación capaz
de integrar la ética a nuestra vida cotidiana como algo que nos pertenece a
todos. Estos mínimos éticos compartidos entre ciudadanos de democracias
pluralistas son los valores de libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia
activa y ethos dialógico.
4
Figura 1: La ética empresarial desde la perspectiva de la ética cívica
Fuente: [Imagen sin título sobre ética empresarial]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/FpzRJ1
5
La dilucidación de los principios que deben guiar las prácticas médicas
constituye uno de los problemas más ampliamente debatidos en el campo
de la bioética. En 1978 se reunió en Estados Unidos la Comisión Nacional
para la Protección de los Sujetos Humanos bajo Experimentación
Biomédica. Dicha comisión redactó un informe, conocido como Informe
Belmont, que se convirtió en uno de los documentos más importantes en
el campo de la bioética. En él se definen “las directrices que se deben
seguir en experimentación con humanos y establece las normas para la
protección de individuos que participan en experimentaciones biomédicas
basados en tres principios: autonomía, beneficencia y justicia” (como se
cita en Constante, 2006, p. 289), que son tres principios generales de
resolución de conflictos éticos en medicina. Poco tiempo después, a estos
tres se les agregó el principio de no maleficencia (Beauchamp, y Childress,
1979).
6
a los servicios sanitarios, para evitar la discriminación por
motivos de raza, religión, económicos, entre otros, y las
situaciones de desigualdad concomitantes.
7
Referencias
Beuchamp, T. L., y Childress, J. F. (1979). Principles of biomedical ethics.
New York, US: Oxford University Press.
8
[0212-7199(2001) 18: 12; pp 650-654]
ANALES DE MEDICINA INTERNA
Copyright © 2001 ARAN EDICIONES, S.A.
Servicio de Medicina Interna. Unidad de Cuidados Paliativos. Hospital Dr. Moliner. Valencia
RESUMEN ABSTRACT
La aplicación de los principios bioéticos fundamentales (beneficencia, Comprehensive practice of biomedical ethics principles (beneficen-
no-maleficencia, autonomía y justicia) garantizaría una asistencia adecua- ce, non-maleficence, autonomy and justice) would guarantee appropriate
da al enfermo que está en situación de enfermedad terminal. Lamenta- assistance to patients with terminal diseases. Unfortunately today, these
blemente, en nuestro ámbito, esto no se hace de forma sistemática. principles aren’t put into practice in a systematic way.
Para garantizar una asistencia de calidad a este grupo de enfermos es In order to guarantee quality care to this particular group of patients,
necesario que los profesionales sanitarios que se enfrentan con la enfer- it is necessary that all health care professionals dealing with terminal ill-
medad terminal reciban una adecuada formación en cuestiones de bioéti- ness receive a comprehensive education in bioethics matters and that an
ca, que se aplique una metodología correcta para resolver los conflictos y appropriate methodology is followed in order to resolve subsequent con-
que se impliquen las instituciones del estado para que las unidades de flicts. Furthermore, public institutions should be involved so that Palliati-
Cuidados Paliativos cubran la asistencia de toda la población subsidiaria. ve Care Units provide assistance to the entire population rather than
De lo contrario, se produce un atentado contra los principios bioéticos select cases. If we can’t provide comprehensive care, we are working
fundamentales, en especial contra un principio de primer nivel, el princi- against the basic bioethics principles, especially the fundamental princi-
pio de justicia. ple of justice.
PALABRAS CLAVE: Bioética. Enfermedad terminal. Cuidados Paliati- KEY WORDS: Bioethics. Terminal illness. Palliative Care.
vos.
Azulay Tapiero A. Los principios bioéticos: ¿se aplican en la situación de enfermedad terminal? An Med Interna (Madrid) 2001; 18: 650-654.
Correspondencia: Armando Azulay Tapiero. C/ Espinosa nº 1, pta. 1 – 46008 Valencia. e-mail: azulay–arm@gva.es
Vol. 18, N.º 12, 2001 LOS PRINCIPIOS BIOÉTICOS: ¿SE APLICAN EN LA SITUACIÓN DE ENFERMEDAD TERMINAL? 651
sociedad plural y secularizada, donde deben tener cabida todas surge la bioética de orientación principalista basada en “Los
las corrientes ideológicas, con la condición de que respeten la Cuatro Principios” formulados por Beauchamp y Childress.
dignidad de las personas y los derechos humanos. La bioética principalista consiste en conseguir un método sis-
La Medicina, como es fácil de suponer, desde los tiempos temático de reflexión que permita elegir una solución correcta
más remotos, desde su inicio, ha estado relacionada con la éti- ante un dilema bioético.
ca, ya que su objetivo, por encima de cualquier otro, siempre En el año 1979, estos dos autores norteamericanos, basán-
ha sido conseguir el bien del ser humano enfermo. dose en el “Informe Belmont”, que fue encargado en el año
El término “bioética” procede del griego: “bios” (vida) y 1974 por el Congreso Norteamericano para elaborar una guía
“ethos” (comportamiento, costumbre). El objetivo principal acerca de los procedimientos éticos que debían regir la inves-
de la bioética es por tanto el estudio de la relación existente tigación con seres humanos y dado a conocer en el año 1978,
entre la vida y los principios o pautas de la conducta humana. publicaron un libro titulado Principles of Biomedical Ethics
La palabra “bioética” es un neologismo que aparece por (“Principios de Ética Biomédica”) (6).
primera vez en el año 1971, en el libro del oncólogo nortea- El contenido de esta obra se divide en tres partes funda-
mericano Van Potter titulado Bioethics: a Bridge to the mentales:
Future (“Bioética: un puente al futuro”) (4); este autor la —Estudio de las principales corrientes éticas, dando
define como “la disciplina que combina el conocimiento importancia a los elementos más constructivos de las mismas.
biológico con el de los valores humanos”. Según la obra —Propuesta de unos llamados “principios”, considerados
coordinada por Warren Reich, Encyclopedia of Bioethics, la como una pauta o guía útil en la práctica diaria para la toma de
bioética se define como “el estudio sistemático de la con- decisiones ante casos complejos que puedan dar lugar a dis-
ducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cui- crepancias. Constituye la parte central de la obra.
dado sanitario, en cuanto se examina esta conducta a la luz —Las llamadas “virtudes” que debería poseer el profesio-
de los valores y principios morales” (5). nal sanitario para una atención correcta, integral y humaniza-
En la práctica, el objetivo de la bioética, en lo que respecta a da del individuo enfermo, que, a diferencia de los principios,
la Medicina, será la búsqueda de soluciones concretas a casos no serían obligaciones éticas. Se refieren, entre otras, a la
clínicos concretos, siempre que se originen conflictos entre valo- compasión, a la capacidad de discernir sobre qué es lo rele-
res. La bioética entrará en acción cuando aparezca la posibilidad vante en cada circunstancia, a la integridad, a la empatía, a la
de elegir entre dos o más opciones, que a veces podrán ser com- prudencia en el momento de tomar las decisiones, etc.
pletamente contradictorias. El dilema consiste en buscar la for- Los principios bioéticos que propusieron eran: beneficencia,
ma más adecuada para tomar las decisiones correctas, es decir, no-maleficencia, autonomía y justicia. El principio bioético más
cómo elegir entre lo correcto y lo incorrecto, cómo diferenciar lo elemental y sobre el que se basan los enumerados anteriormente
que es bueno de lo que es malo. Cuando entran en juego los pro- es el “respeto a la dignidad de la persona”, basado en un enfoque
blemas esenciales de la vida y la muerte, la responsabilidad integral y humanista de la asistencia sanitaria.
aumenta y esta búsqueda se hace más complicada. Para encon- Principio de Beneficencia: manda hacer el bien. Es el princi-
trar la solución al dilema que se plantea se debe actuar con liber- pio más evidente de todos ya que el personal sanitario ha sido
tad, pero no de forma empírica o intuitiva, sino con prudencia, educado y formado para hacer el bien, no sólo al individuo
con un método adecuado y en un abordaje interdisciplinario, ya enfermo, sino a la sociedad en su conjunto. Se basa en que los
que todas las ramas del saber que tienen por objeto al ser huma- procedimientos diagnósticos y terapéuticos que se apliquen
no tienen elementos que aportar en la búsqueda de soluciones, deben beneficiar al paciente, es decir, ser seguros y efectivos.
de ahí deriva la importancia de la constitución de “comités de Principio de no-maleficencia: se basa en el principio
bioética” en los centros hospitalarios, una de cuyas misiones hipocrático de Primum non nocere, es decir, “ante todo, no
será la de orientar y ayudar a los profesionales sanitarios en la hacer daño”. También es un principio muy evidente porque
solución de estos problemas. ningún profesional sanitario deberá utilizar sus conocimien-
La ética médica, a lo largo de toda su historia, siempre tos o su situación para ocasionar perjuicios al enfermo. En
consideró que el personal sanitario sólo estaba obligado a con- la práctica se refiere a que el balance entre los beneficios y
seguir el máximo beneficio del enfermo y que no tenía sentido los riesgos de cualquier actuación médica debe ser siempre
preocuparse por otros motivos. En las últimas décadas, el jui- a favor de los beneficios.
cio moral de un acto médico ha variado; entre sus objetivos, Principio de autonomía: se refiere a la capacidad que tiene el
además de conseguir el máximo beneficio del enfermo, se enfermo para decidir, siempre que exprese su deseo. Al contra-
debe tener en cuenta otras dimensiones o aspectos: rio que los anteriores, es un principio que siempre ha estado
—Las preferencias del paciente: puede que “lo mejor” ausente de la tradición médica, a pesar de la gran importancia
para nosotros, personal sanitario, no coincida con “lo mejor” que ha adquirido en los últimos años; durante muchos siglos el
para el paciente, y sería ilícito imponer nuestra propia idea del paciente nunca ha participado en la toma de decisiones y el
bien a otras personas. médico era quien decidía; el deber del médico era “hacer el
—La calidad de vida subjetiva. bien” al paciente, y el de éste, aceptarlo (7). El enfermo, por el
—Los factores sociales y económicos. mero hecho de serlo, carecía de capacidad para elegir.
—El bien de la sociedad en su conjunto. Este principio es sumamente importante porque:
—Obliga a informar al enfermo, si así lo desea, sobre el
diagnóstico, pronóstico y posibilidades terapéuticas, con sus
PRINCIPIOS BIOÉTICOS riesgos y beneficios.
—Permite al enfermo rechazar todo tipo de tratamiento o
Para resolver el problema de los conflictos que aparecen elegir uno distinto al propuesto.
en el momento de tomar las decisiones en el área biomédica, —Debería permitir al enfermo, dentro de lo posible y con
652 A. AZULAY TAPIERO AN. MED. INTERNA (Madrid)
las limitaciones legales vigentes, elegir el momento, lugar y Otro aspecto a tener en cuenta es que según qué marco de
forma de su muerte. referencia o doctrina ética se practique, podrá variar la inter-
Para promover este principio se ha propugnando el llamado pretación de estos principios generales de la bioética. Un
“consentimiento informado” como forma de garantizar que el ejemplo típico sería el siguiente: en una doctrina puramente
paciente ha recibido una información adecuada sobre el acto utilitarista, la opción del aborto como derecho de la mujer
médico a aplicar y que manifiesta su acuerdo. El consentimiento embarazada a decidir sobre todo lo que acontece en su cuerpo
informado es tanto más importante cuanto mayores sean los ries- (principio de autonomía) será válido y por tanto aceptado. En
gos del tratamiento propuesto o de la técnica de exploración a la un marco ético personalista que defienda la defensa de la vida
que se someta y cuantas más posibilidades existan de fracaso. El desde la fecundación, el derecho a la vida del ser humano aún
“Manual de Ética” del Colegio de Médicos Americanos lo define no nacido es lo fundamental, por lo que se relega la autonomía
de la siguiente manera (8): “El consentimiento informado consiste de la madre a un plano inferior, anteponiendo el principio de
en la explicación a un paciente atento y mentalmente competente no-maleficencia a favor del ser humano que aún no ha nacido.
de la naturaleza de su enfermedad, así como el balance entre los Según Diego Gracia (10), sí existe un orden jerárquico
efectos de la misma y los riesgos y beneficios de los procedimien- entre estos principios. Diferencia dos niveles:
tos terapéuticos recomendados, para a continuación solicitarle su —Primer nivel o nivel universal: son los que no se
aprobación para ser sometido a estos procedimientos. La presenta- refieren a la relación entre el personal sanitario y el paciente y
ción de la información al paciente debe ser comprensible y no ses- son independientes de la voluntad de éste. Obligan a todos los
gada; la colaboración del paciente debe ser conseguida sin coer- ciudadanos. Constituyen lo que se llama “ética de mínimos” y
ción; el médico no debe sacar partido de su potencial dominio deben ser garantizados por el estado. El gobierno que no pue-
psicológico sobre el paciente”. Esta definición, aunque contiene da garantizar estos dos principios se encontraría “bajo míni-
todos los elementos necesarios para la correcta aplicación del con- mos morales”. Estos principios son:
sentimiento informado, tiene un pequeño fallo, es incompleta, ya • Principio de no-maleficencia: la Medicina como ciencia
que donde cita a los procedimientos terapéuticos, debería añadir inocua, que no persigue el hacer daño. Es un principio más gene-
también a las técnicas de diagnóstico (9). ral y obligatorio que el de Beneficencia porque habrá ocasiones
Principio de Justicia: este principio se basa en dos hechos: en que un médico no esté obligado a tratar a un enfermo, pero sí
—Todas las personas, por el mero hecho de serlo, tienen la lo estará siempre a no ocasionarle ningún daño, o dicho de otra
misma dignidad, independientemente de cualquier circunstancia, manera, si una persona no quiere, no podemos imponerle el
y por tanto, son merecedoras de igual consideración y respeto. bien; por el contrario, si una persona quiere que le hagamos
—Hay que luchar por una distribución justa y equitativa daño, no se lo podemos hacer por más que nos lo pida.
de los siempre limitados recursos sanitarios para conseguir el • Principio de justicia: la Medicina debe tratar a todos sin
máximo beneficio en la comunidad, evitando desigualdades ningún tipo de discriminación, debiendo proteger más a los
en la asistencia sanitaria. más desfavorecidos. El bien común o el bien de todos debe ser
Este principio convierte al personal sanitario en gestor y siempre superior al bien de individuos concretos. Cuando no
administrador de los recursos y de los servicios, que deberá se cumple con este principio se produce maleficencia
utilizar de una forma efectiva y eficiente, evitando actuacio- —Segundo nivel o nivel particular: son los principios que
nes sanitarias inadecuadas. se refieren a la relación existente entre el personal sanitario y
Estos cuatro principios adquirieron rápidamente una gran el paciente. Constituyen la llamada “ética de máximos” por-
importancia, ya que resultaron muy útiles para los profesio- que obligan a la persona y no a los demás; la persona, en el
nales sanitarios que no eran expertos en cuestiones de bioéti- caso que nos ocupa, el enfermo, tiene libertad para elegir su
ca y que actuaban generalmente de forma empírica o intuiti- aplicación o no.
va ante cualquier dilema moral que aparecía en su labor • Principio de beneficencia: pretende que la actuación del
diaria con el enfermo. sistema sanitario sea beneficiosa para el paciente. La interpreta-
Durante muchos siglos, los principios éticos más relevan- ción de este principio es relativa y depende de la voluntad de la
tes en la actuación sanitaria han sido los de beneficencia y no- persona que recibe esta actuación supuestamente benéfica y de
maleficencia, dando lugar a un paternalismo autoritario, bien que la acepte como tal beneficio: nadie puede beneficiar a otro
intencionado y aceptado por la sociedad. En las últimas déca- contra su voluntad. Por todo esto, beneficencia y autonomía son
das, los principios de autonomía y de justicia cada vez adquie- principios inseparables y siempre tendrá más valor el segundo.
ren mayor relevancia, sobre todo en los países anglosajones. • Principio de Autonomía: tiene en cuenta la libertad y la
Entre estos cuatro principios los autores no establecieron responsabilidad del paciente que, bien informado, decide lo
ningún orden jerárquico, insistiendo en que todos tienen la mis- que es bueno para él.
ma fuerza y son de aplicación obligatoria, aunque no absolutos, Cuanto más aguda es la enfermedad y más eficaz es su tra-
ya que hay excepciones. Cada caso concreto permitirá la nego- tamiento, menos interviene en la práctica el principio de auto-
ciación, es decir, sólo las circunstancias podrán establecer un nomía y más el de beneficencia, y cuanto más crónica es la
orden jerárquico entre ellos. Un ejemplo que aparece con deter- enfermedad o más cuestionado esté su tratamiento, como ocu-
minada frecuencia en la práctica de los cuidados paliativos sería rre en la situación de enfermedad terminal, más veces se
el siguiente: atendiendo al principio de no-maleficencia, ocasio- reclama la autonomía.
nar la muerte es algo que en principio se considera siempre En líneas generales, los grandes problemas surgen cuan-
moralmente incorrecto y por tanto contrario a la ética médica, do se plantean conflictos entre los principios de un mismo
pero en determinadas circunstancias, administrar fármacos que nivel. El conflicto más frecuente es el que surge entre los
puedan adelantar la muerte (“principio del doble efecto”) puede principios de Autonomía y Beneficencia, al rechazar el
tenerse en cuenta cuando interviene la autonomía del paciente en paciente o su representante legal un determinado tratamiento
una situación de sufrimiento muy intenso. o prueba diagnóstica. Cuando surge un conflicto entre prin-
Vol. 18, N.º 12, 2001 LOS PRINCIPIOS BIOÉTICOS: ¿SE APLICAN EN LA SITUACIÓN DE ENFERMEDAD TERMINAL? 653
cipios de distinto nivel, en principio, deberá prevalecer el por ello a una intervención quirúrgica y en cuyo postoperatorio
del nivel superior. está indicado el reposo absoluto de la actividad masticatoria y
Mención especial merece la práctica médica en el SIDA deglutoria, no cabe ninguna duda de que siempre le beneficiará,
(11) en donde aparece un hecho diferencial que da lugar a un aunque también aquí podría haber conflicto con el principio de
importante dilema bioético: el secreto profesional versus la autonomía, en el caso de que el paciente, por el motivo que sea,
protección de la pareja del paciente infectado, es decir, ¿debe se negase a su colocación.
notificarse la enfermedad a la pareja del paciente sin dar éste Debido a los grandes avances técnicos y farmacológicos
su consentimiento?; desde el punto de vista ético, la preven- ocurridos en las últimas décadas, que a veces incluso permiten
ción de la enfermedad debe prevalecer sobre el principio de posponer el momento de la muerte, actitud que nunca se debe
autonomía y la intimidad del paciente adoptar ante la situación de enfermedad terminal, se produce
otro hecho que se da con más frecuencia de la deseada, que
consiste en la práctica de medidas compatibles con la obstina-
LOS PRINCIPIOS BIOÉTICOS EN EL ENFERMO EN SITUACIÓN ción terapéutica, también llamada ensañamiento o encarniza-
DE ENFERMEDAD TERMINAL miento terapéutico, en un intento irracional de luchar contra la
muerte próxima e inevitable. Esta práctica atenta contra el prin-
En la práctica diaria, cuando se atiende a un enfermo en cipio de no-maleficencia ya que muchas veces, lo que se hace al
situación de enfermedad terminal, lo habitual es la ausencia adoptar estas medidas, es dañar al enfermo de una forma inne-
de conflictos entre estos cuatro principios bioéticos y el enfer- cesaria, aplicando tratamientos que ocasionan sufrimiento.
mo solicitará que se favorezca la aplicación de todos ellos El principio de autonomía en la cultura latina es ampliamen-
para que se atiendan todas las necesidades que plantea: te ignorado cuando nos encontramos con un enfermo con el
—Necesita que, aunque no exista un tratamiento con fina- diagnóstico de enfermedad terminal. Hay una tendencia por par-
lidad curativa, se intente dar una solución integral a sus pro- te de la familia, muchas veces apoyada por el personal sanitario
blemas, tanto físicos como psicoemocionales, sociales y espi- que lo atiende y su tradicional actitud paternalista y a veces
rituales (Principio de Beneficencia). autoritaria, a ocultar al enfermo información sobre su enferme-
—Necesita que no se le dañe de forma innecesaria utili- dad y su pronóstico, y sin información es imposible poder deci-
zando procedimientos terapéuticos o diagnósticos que se dir y participar en la toma de decisiones. Aún en el caso de que
hayan mostrado inútiles o fútiles o que sean considerados des- se informe al enfermo, ¿es la información que se da aséptica y
proporcionados (principio de no-maleficencia). neutra? o, por el contrario ¿es sesgada y parcial con el fin de
—Necesita que se le trate con confianza, respetando su ocultar el mal pronóstico o para manipular la posible decisión
intimidad y su autonomía, que se le informe si así lo desea y del paciente?. El “consentimiento informado”, aunque sólo sea
que se tenga en cuenta su opinión en el momento de decidir de forma verbal, debería estar presente ante cualquier decisión
qué es lo mejor para él (principio de autonomía). terapéutica o diagnóstica en un enfermo en situación de enfer-
—Necesita que, si existe un sistema de salud universal, medad terminal, y no sólo cuando participa en un ensayo clínico,
como ocurre en nuestro ámbito, cubra sus necesidades, inde- donde si se cumplimenta, es porque la ley así lo exige.
pendientemente de cualquier circunstancia, y que no se le dis- Con respecto al principio de justicia conviene puntualizar
crimine por ningún motivo (principio de justicia). que, si bien deben existir ciertos límites para la creación de
El personal sanitario que quiera conseguir una correcta determinados servicios médicos financiados por un sistema
atención a este tipo de enfermos debe ir encaminado a dar sanitario público, como podrían ser, a modo de ejemplo, los
solución a cada una de estas demandas. que se dedican a aplicar técnicas de fecundación in vitro o
Lamentablemente, hay varias circunstancias que orientan algunas intervenciones de cirugía estética, la medicina paliati-
a que muchas veces no se aplican estos cuatro principios en su va no debe entrar en este grupo de servicios y debe ser consi-
totalidad, en especial los principios de autonomía y justicia. derada como un servicio sanitario básico y necesario, nunca
La supuesta beneficencia de un acto médico ante la enferme- accesorio, al que se tenga derecho en una sanidad pública y
dad sin posibilidad de curación que progresa de forma irreme- universal como la nuestra.
diable a la muerte es muy relativa ya que la frontera existente El principio de justicia no se aplica en su totalidad debido a
entre perjuicio y beneficio queda muy difuminada y muchas que, en nuestro ámbito, los programas de Cuidados Paliativos,
veces dependerá del propio criterio del enfermo, de su concep- que hoy por hoy constituyen la mejor y más eficaz forma de
ción de la vida y de su escala de valores personales, aspectos que atención a estos enfermos, sólo prestan su cobertura en determi-
el personal asistencial debe tener muy en cuenta (12); por ejem- nadas áreas sanitarias y a un pequeño porcentaje de la población
plo, ¿beneficia o perjudica la colocación de una sonda nasogás- que podría beneficiarse de ellos, tal y como queda reflejado en el
trica para nutrir a un enfermo que está en situación de enferme- último Directorio publicado por la Sociedad Española de Cuida-
dad terminal?, no es posible dar una respuesta a esta pregunta si dos Paliativos (SECPAL), en el año 2000 (13). No toda la pobla-
no se conoce la opinión del enfermo (de ahí la estrecha relación ción se puede beneficiar de estos programas a pesar de ser nece-
que hay entre los principios de beneficencia y autonomía) y si no sidades básicas para un gran número de personas y no requerir
se estudia el caso concreto detenidamente y desde un punto de su implantación enormes recursos económicos. ¿Qué ocurriría si
vista interdisciplinar. Sin embargo, ante una enfermedad con tra- por ejemplo no hubiese atención neurológica o cardiovascular
tamiento curativo, este dilema no se suele plantear, o se plantea que cubriese a toda la población?: sin lugar a dudas se produciría
con mucha menor intensidad, ya que está mucho más clara la un gran debate social y político que solucionaría el problema de
frontera existente entre lo que beneficia y lo que perjudica al manera inmediata; ¿por qué no ocurre lo mismo ante la falta
paciente; volviendo al ejemplo de la sonda nasogástrica, su colo- manifiesta de unidades especializadas en cuidados paliativos y
cación para nutrir e hidratar durante unos días a un enfermo que más si tenemos en cuenta que un gran número de personas,
ha sufrido un traumatismo maxilofacial y que ha sido sometido cuando mueren, no lo hacen de forma súbita, sino tras un perio-
654 A. AZULAY TAPIERO AN. MED. INTERNA (Madrid)
do más o menos largo de sufrimiento?, quizá la respuesta esté en persona, constituye la forma de asistencia más eficaz para los
la negación que toda la sociedad, incluida la clase política, hace pacientes que se encuentran en situación de enfermedad ter-
de la muerte y todo lo que le rodea y en la poca capacidad rei- minal, ya que la filosofía en la que se basa garantiza, entre
vindicativa que tiene el enfermo aquejado de una enfermedad otras cosas, una aplicación estricta y sistemática de los princi-
progresiva e incurable que, una vez fallecido, no podrá protestar pios bioéticos fundamentales.
o reclamar por la atención (o desatención) que ha recibido. Exis- La Medicina Paliativa, por definición, debe procurar
te discriminación en este terreno: los cuidados paliativos no mejorar la calidad de vida del enfermo, debe luchar por conse-
están disponibles para todas aquellas personas que los necesitan; guir el mayor bienestar posible, su objetivo debe ser evitar los
dicho de otra manera, la calidad de la atención prestada a un problemas físicos, psicológicos, sociales y espirituales o, si
enfermo que está en situación terminal dependerá de la existen- esto no es posible, procurar que el enfermo se adapte a ellos
cia de una unidad de cuidados paliativos que cubra su área de en las mejores condiciones posibles, debe evitar actuaciones
salud, y esto es un atentado contra el principio de justicia. innecesarias que provoquen sufrimiento y también debe
La deficiencia de unidades de cuidados paliativos que garan- fomentar la autonomía del enfermo para hacerle partícipe en
ticen, en la medida de lo posible, un adecuado control del sufri- la toma de unas decisiones que son muy importantes para él,
miento favorece el desarrollo de movimientos sociales que están para lo cual es indispensable una adecuada información y
a favor de la eutanasia, práctica que origina un debate social comunicación. Con ello, los principios de beneficencia, no-
cada vez más intenso y que se realiza en varias partes del mun- maleficencia y autonomía quedan garantizados.
do, a pesar de ser, al menos hoy en día, ilegal en la mayoría de Pero esto no es suficiente, no se puede construir un siste-
los países, pero que cuenta con un gran número de adeptos den- ma moral coherente y completo en las ciencias biomédicas si
tro de la ciudadanía en general y del personal sanitario en parti- solamente aplicamos estos tres principios. Esto se consigue
cular (14), quizá debido a que, en la conciencia colectiva, siem- cuando se añade el principio de justicia (18).
pre se asocia a la muerte con el sufrimiento. El principio de justicia, el que se refiere a la distribución
La Organización Mundial de la Salud estableció que “los equitativa de los recursos sanitarios y a que hay que tratar a
gobiernos deben asegurar que se ha dedicado especial atención a todas las personas por igual evitando cualquier tipo de discrimi-
las necesidades de sus ciudadanos en el alivio del dolor y los cui- nación, queda hoy en día, en lo que se refiere a los cuidados
dados paliativos antes de legislar sobre la eutanasia” (15). Como paliativos, relegado a un segundo plano, quizá porque la forma-
señala Jaime Sanz, “con una cobertura del 100% de los cuidados ción ética del gestor sanitario, salvo excepciones, que sin duda
paliativos no será necesario introducir nuevas figuras legales las hay, es escasa y, posiblemente, en la atención al enfermo en
(suicidio asistido y/o eutanasia activa voluntaria)” (16), pero tam- situación de enfermedad terminal, valore más el ahorro econó-
bién hay que decir que, por muy bien que funcionen las unidades mico a corto y medio plazo que la rentabilidad social.
de cuidados paliativos, siempre existirá el sufrimiento ante la Desde una unidad de cuidados paliativos, en lo que respecta
enfermedad terminal y no siempre se podrá evitar del todo la al principio de justicia, sólo se podrá actuar en el ámbito de la
demanda de eutanasia por parte de aquellos pacientes que viven decisión clínica, en el día a día con el paciente, pero esto sigue
una situación insoportable y piden ayuda para poner fin a dicho sin ser suficiente. Las Instituciones del Estado deberán, si se
sufrimiento (17). Los cuidados paliativos no resolverán todos los quiere cumplir con este principio en su totalidad, planificar,
casos de petición de eutanasia, pero sí una gran parte de ellos. desarrollar y gestionar de forma eficiente las políticas sanitarias
para lograr la máxima cobertura posible y así evitar discrimina-
ciones en este campo, que hoy por hoy se siguen dando. Como
CONCLUSIÓN se ha expuesto anteriormente, citando de nuevo a Diego Gracia,
el gobierno que no es capaz de garantizar un principio ético de
La Medicina Paliativa, por su gran componente humanita- primer nivel o nivel universal, como es el principio de justicia,
rio y por su defensa al respeto a la vida y a la dignidad de la se encuentra “bajo mínimos morales”.
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Ética de las biotecnologías
ADELA CORTINA
Universidad de Valencia Ética de las biotecnologías
Adela Cortina
RESUMEN. El poder que la Nueva Gené- ABSTRACT. The power that New Gene-
tica ha puesto en manos de los seres huma- tics has placed within mankind’s grasp
nos requiere una ética desde la que sea requires ethics from which decisions on
posible tomar decisiones en cuestiones de matters of genetic manipulation can be
manipulación genética. El trabajo se pro- made. This work sets out to (1) place the
pone (1) situar la ética de las biotecno- ethics of biotechnologies in the context of
logías en el conjunto de la bioética, (2) bioethics as a whole; (2) point out the dif-
señalar los distintos ámbitos de la Nueva ferent spheres of New Genetics which pose
Genética que plantean problemas éticos, ethical problems, recognising that each of
reconociendo que cada uno de ellos these requires specific treatment; (3) out-
requiere un tratamiento específico, (3) line an ethical framework to guide replies,
esbozar un marco ético desde el que orien- a structure built up from Kantian ethics,
tar las respuestas, un marco elaborado des- Sen’s capabilities approach, the ethics of
de la ética kantiana, el enfoque de las capa- discourse and Jonas’ responsibility princi-
cidades de Sen, la ética del discurso y el ple, and (4) to tackle what is perhaps the
principio responsabilidad de Jonas, y (4) most burning question in the ethical sphe-
abordar la cuestión tal vez más candente re: if the power of genetic manipulation
en el ámbito ético: si el poder de la mani- requires once more bringing up the dis-
pulación genética exige poner de nuevo cussion on human nature, as approached
sobre el tapete la discusión sobre la natu- by Habermas and Fukuyama, amongst
raleza humana, como hacen, entre otros, others.
Habermas y Fukuyama.
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Ética de las biotecnologías
ISEGORÍA/27 (2002) 75
Adela Cortina
los transgénicos. Está en riesgo de extinción esa ética cívica desde la que evalúan
las técnicas los comités locales, nacionales y transnacionales, de suerte que
se va gestando —a mi juicio— como una Ética Cívica Transnacional 5. Y está
en peligro porque una ética semejante hunde sus raíces en la idea moderna
del respeto a la dignidad humana o, lo que es idéntico, del respeto a la libertad
humana, de la que nada saben los Alfa, los Beta, los Delta, los Gamma, ni
los Épsilon. Justamente, ésa es la ética de la que forma parte la Ética de
las Biotecnologías, la GenÉtica, y es la que está en cuestión. Por eso en los
siguientes apartados trataremos de esbozarla para pasar más tarde a enfrentar
la cuestión de por qué está en peligro y por qué es preciso reflexionar de
nuevo sobre la naturaleza humana, o sobre sus sucedáneos.
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3. La Nueva Genética
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serían graves o irreversibles 19. Estas situaciones son las que contempla el prin-
cipio, porque en ellas los daños potenciales son grandes, ya que la precaución
es costosa social y económicamente.
Lo esencial es que la precaución no tiene sentido sino en un contexto
de incertidumbre científica: exige actuar en la fuente del peligro antes de que
se despeje la incertidumbre. Es imposible prever todas las consecuencias de
nuestras intervenciones: el saber no engendra exclusivamente el dominio, sino
también la falta de dominio y la impotencia, una ausencia de poder sobre
los efectos, a medio y largo plazo, de lo que el hombre sabe hacer. Pero,
por otra parte, la precaución no implica abstención, no se opone al progreso
científico ni se mueve por la «heurística del temor»: precaver significa emplear
todos los medios razonables para proseguir con la investigación de las posibles
consecuencias de lo que puede proporcionar un beneficio a la humanidad.
2) En segundo lugar, el reconocimiento de la dignidad humana exige con-
siderar a las personas como fin positivo de las intervenciones humanas. En
este sentido es en el que Kant afirmaba que «el principio supremo de la doctrina
de la virtud es el siguiente: obra según una máxima de fines tales que pro-
ponérselos pueda ser para cada uno una ley universal. Según este principio,
el hombre es fin tanto para sí mismo como para los demás, y no basta con
que no esté autorizado a usarse a sí mismo como medio ni a usar a los demás
(con lo que puede ser también indiferente frente a ellos), sino que es en
sí mismo un deber del hombre proponerse como fin al hombre en general» 20.
Respetar la dignidad humana no significa únicamente no utilizar a los seres
humanos como medios, tampoco significa únicamente no dañarles, sino que
exige tratar de ayudarles positivamente para que puedan llevar adelante sus
proyectos de autorrealización, siempre que con ello no perjudiquen a otros
seres humanos 21. Sólo que una afirmación semejante pone sobre el tapete,
entre otras, la cuestión de la eugenesia negativa y de la eugenesia positiva, de
las que hablaremos en el último apartado de este trabajo. Por el momento
nos limitaremos a apuntar que en este punto el enfoque de las capacidades
de Sen es de suma utilidad, porque permite aclarar qué significa «ayudar posi-
tivamente»: significa potenciar las capacidades básicas de las personas, «em-
poderarles» para que desarrollen sus planes de vida de acuerdo con sus proyectos
de vida floreciente.
Y en este punto se plantean en relación con las biotecnologías al menos
dos problemas que importa recordar. El primero de ellos se refiere a la inter-
pretación de la «no manipulación» como «no intervención», propia del natu-
19
Carlos Romeo Casabona, «Aportaciones del principio de precaución al Derecho Penal»
Modernas tendencias en la ciencia del Derecho Penal y en la Criminología, Madrid, UNED, 2000,
p. 81.
20
Immanuel Kant, Metaphysik der Sitten, VI, 395 (trad. cast. Madrid, Tecnos, 1989, pp. 249
y 250).
21
Comité de Expertos sobre Bioética y Clonación, Informe sobre clonación. En las fronteras de
la vida, Madrid, Instituto de Bioética/Fundación de Ciencias de la Salud, 1999, pp. 127 y ss.
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Adela Cortina
ralismo; el segundo, al efecto paralizante que puede tener lo que Hans Jonas
denominó «heurística del temor».
En efecto, la actitud bioética presta a respetar el orden de la naturaleza
como orden moral tiende a interpretar la intervención biotecnológica en términos
de manipulación instrumentalizadora, con lo cual prescribe abstenerse de la
intervención dejando que la naturaleza siga su curso. Sin embargo, el principio
de respetar la dignidad humana no sólo pretende poner límites a la intervención
dañina, sino que también prescribe actuar positivamente para potenciar las
capacidades de las capacidades de las personas. La cuestión no es sólo «no
dañar», sino también «sí beneficiar sin dañar», poniendo los medios técnicos
al servicio del desarrollo humano, con el fin de prevenir enfermedades y poten-
ciar capacidades.
Este principio de la humanidad como fin positivo de la actuación bio-
tecnológica exige entender la ética, no como un obstáculo, no como un freno
constante de la investigación, sino todo lo contrario: el límite se perfila cuando
aparece la sombra de la instrumentalización, cuando no se pretende con ella
beneficiar a la persona en que se interviene, sino a otros grupos, y cuando
no se cuenta con su consentimiento, actual ni potencial. En caso de que no
haya instrumentalización, el principio ético es un impulso para la investigación
que pueda proporcionar a los seres humanos una vida mejor.
Y en lo que hace a la heurística del temor, está plenamente justificada
siempre que no sea paralizante. En este sentido es en el que hemos dicho
que el principio de precaución no se opone al progreso, ni prohíbe seguir
investigando, sino todo lo contrario: exige investigar las posibles consecuencias
de una técnica que puede beneficiar a los seres humanos. De ahí que las
moratorias deban tener un objetivo claro y asignar plazos, con todas las difi-
cultades que ello implica.
Y de ahí, sobre todo, que las decisiones sobre tecnologías con riesgo no
puedan ser tomadas sólo por los expertos, tampoco sólo por los expertos y
las empresas que financian las investigaciones, tampoco únicamente por exper-
tos, empresas y políticos, sino también por los ciudadanos que son los afectados
de tales decisiones. Esta exigencia de apelar a los ciudadanos en la toma de
decisiones que les afectan, más aún en condiciones de incertidumbre y riesgo,
nos lleva a poner sobre el tapete un tercer lado del reconocimiento de la
dignidad.
3) Reconocer la dignidad humana, no instrumentalizar a los seres huma-
nos, exige potenciar la participación de los afectados por las decisiones bio-
tecnológicas en esas mismas decisiones. Una de las dimensiones ineludibles
de la «no instrumentalización» consiste justamente en fomentar que sean los
afectados quienes tomen las decisiones en cuestiones que afectan seriamente
a sus vidas y al futuro humano, porque, en caso contrario, las decisiones no
podrán considerarse justas, como recuerda en nuestros días la ética del discurso.
Los sujetos éticos de las decisiones en materia de biotecnologías no pueden
ser sólo los políticos, los empresarios y los científicos, por una parte, porque
84 ISEGORÍA/27 (2002)
Ética de las biotecnologías
en tal caso no haríamos sino reforzar las desigualdades entre las poblaciones
ricas y las pobres, entre las que pueden lograr patentes y las que dependen
de ellas, pero sobre todo porque cada sujeto humano, por ser autónomo, debe
poder participar en la toma de decisiones sobre cuestiones que le afectan
o, al menos, debe poder ser representado en ellas. En caso contrario, se le
trata como heterónomo.
De esta exigencia nace la necesidad ética del consentimiento informado,
cuando se trata de casos individuales, sea un consentimiento actual o potencial 22,
pero también la exigencia de promover las comisiones y comités de ética que
aborden los problemas desde el punto de vista de la ciudadanía.
A mi juicio, para valorar éticamente una determinada práctica, una comisión
de bioética debería seguir al menos los siguientes pasos: 1) Describir en pro-
fundidad los distintos aspectos de la práctica desde el punto de vista científico.
2) Tratar de sacar a la luz y formular los valores éticos que ya comparten
los distintos grupos sociales con respecto a ella. 3) Desvelar los principios
éticos que orientan tales valores. 4) Indagar en la orientación de las actuaciones
concretas hasta dónde es ya real el acuerdo y dónde empiezan las desavenencias.
5) Abrir un amplio debate sobre los puntos sobre los que existe desacuerdo.
6) Intentar llegar al menos al punto en que todas las posiciones parecen moral-
mente respetables. 7) Ofrecer recomendaciones para la actuación concreta
desde la posición mayoritaria, pero dejando obviamente constancia de las dis-
crepancias. Discrepancias que en estos casos deben ser de convicciones, no
de intereses, porque el «pluralismo moral» no consiste en una diversidad de
intereses que importa equilibrar, sino en una pluralidad de convicciones últimas
que encuentran, sin embargo, puntos de acuerdo.
A través de este paulatino descubrimiento de valores y principios éticos
compartidos desde los que enjuiciar qué tipo de prácticas son humanizadoras
es posible ir sacando a la luz, frente al relativismo y al subjetivismo, una inter-
subjetividad ética ya existente.
Por último, potenciar la participación invita a organizar «conferencias de
ciudadanos», como las que han tenido lugar en países como Francia en relación
con los transgénicos 23. Ampliar la información de la ciudadanía y crear pla-
taformas para la participación es, pues, un requisito indispensable del respeto
a la libertad.
4) En cuarto lugar, la GenÉtica no se ocupa únicamente de la vida humana,
sino del conjunto de la vida que puede estar amenazada o puede ser potenciada
por los avances técnicos. En este sentido es en el que resulta de gran ayuda
el Principio Responsabilidad tal como Hans Jonas lo entiende: ante el recién
nacido, débil e inerme, se sienten responsables los que tienen poder para pro-
tegerlo; ante algo que es bueno y, por tanto, debe ser, el que tiene el poder
de conservarlo se siente abochornado de su egoísmo si no lo hace. Al comprobar
22
Pablo Simón, El consentimiento informado, Madrid, Triacastela, 2000.
23
Dominique Bourg y Jean-Louis Schlegel, op. cit., pp. 155 y ss.
ISEGORÍA/27 (2002) 85
Adela Cortina
que algo es bueno en sí mismo y además vulnerable, quien tiene poder para
protegerlo, para cuidar de ello, debe hacerlo, debe hacerse responsable de
su suerte 24. Si los seres vivos tienen un valor interno, aunque no sea absoluto,
y si son vulnerables, quien pudiendo hacerse responsable de ellos no asume
su responsabilidad se comporta de forma inmoral.
86 ISEGORÍA/27 (2002)
Ética de las biotecnologías
ISEGORÍA/27 (2002) 87
Adela Cortina
plasmar los rasgos que él considera deseables según sus particulares prefe-
rencias, programa a la persona sin contar con su conformidad virtual.
Podemos decir, recurriendo al doble sentido de «manipulación» al que
aludimos al comienzo, que en el caso de la eugenesia negativa el terapeuta
interviene, mientras que en el de la eugenesia positiva, el diseñador instru-
mentaliza según sus preferencias. Y, visto desde la teoría de la acción comu-
nicativa, que en el primer caso se produce una acción comunicativa virtual
entre sujetos, mientras que en el segundo se produce una acción instrumen-
talizadora entre un sujeto y una persona a la que trata como objeto.
Con ello se pone en cuestión, no una naturaleza humana entendida al
modo tradicional, sino lo que Habermas llama una autocomprensión ética míni-
ma de la especie, la moral autónoma alcanzada por la Modernidad, aquella
en la que convergen las interpretaciones que las religiones hacen del mundo
y del yo 28. Pero, ¿es verdad esto? ¿Conduciría la eugenesia positiva al destierro
de la autonomía y, con ella, del marco ético que esbozamos en el apartado
anterior?
El debate no ha hecho sino empezar, las espadas están en alto y la incer-
tidumbre impregna el futuro desde un punto de vista científico. Pero algunas
cosas sí quisiera apuntar por ir dando fin a este trabajo. La aportación de
Habermas es sin duda valiosísima, pero cabe dudar al menos de tres cosas.
En primer lugar, cabe dudar de que la persona que, llegada a la edad
adulta, toma conciencia de que se ha intervenido humanamente en su dotación
genética, se crea por ello menos apta para llevar adelante su vida de forma
autónoma y menos apta para ser autora de su propia biografía, y se sienta
instrumentalizada y objetivada de tal modo que no se reconozca como persona
desde el reconocimiento intersubjetivo de sujetos que así le reconocen y a
los que así reconoce. A pesar de la pretensión de Habermas de que la diferencia
entre «lo crecido» (das Gewachsene) y «lo hecho» (das Gemachte), puede llevar
a la persona «hecha» a verse disminuida en su autonomía, no parece que
el descubrimiento de que en su caso la lotería natural se haya reducido lleve
a una persona a perder la capacidad de regirse por leyes universalizables o
de dirigir su vida por sí misma desde el reconocimiento mutuo. Nadie elige
nacer, y ése no es un obstáculo a la autonomía.
En segundo lugar, la diferencia entre intervención genética y educación
no es tan grande desde el punto de vista de la teoría de la acción comunicativa,
porque en ambos casos se da una asimetría entre el interventor y el intervenido,
de forma que en el caso de la educación también el interventor decide en
solitario el tipo de educación del hijo, e influye en la conformación de su
carácter de forma difícilmente reversible. En ambos casos el interventor debe
suponer un consenso contrafáctico y entender que la decisión que toma podría
ser aceptada en una situación de simetría, porque ha intentado lo mejor.
28
Íbid., p. 60.
88 ISEGORÍA/27 (2002)
Ética de las biotecnologías
29
Aldous Huxley, Un mundo feliz, p. 53.
ISEGORÍA/27 (2002) 89
Deontología
profesional
Ética y
Deontología
Profesional
1
Deontología profesional
Los deberes de los que se ocupa la deontología profesional están inmersos
en el terreno de las profesiones. Dentro del campo de la ética aplicada
ubicamos, entre otras cuestiones, la tematización sobre los profesionales y
sus campos de aplicación en función de los servicios que prestan a la
sociedad.
2
Para comprender a qué hacemos referencia con la expresión deontología
profesional, es fundamental dirigir nuestra atención a una reflexión ética
que esté fundada en obligaciones o deberes. La palabra deontología deriva
de dos etimologías de origen griego, deón (deber) y logos (ciencia o
conocimiento). Se trata de una disciplina que estudia los deberes de
comportamiento de las personas que se desempeñan en un campo o un
cuerpo profesional. En tanto se ocupa de los comportamientos éticos en el
ejercicio profesional, fusiona dos grandes vertientes de reflexión: por un
lado, los mismos criterios y principios aportados por la ética básica o
normativa y, por el otro, los criterios o principios específicos de cada
profesión, en la que se toma en consideración tanto la teoría como la
práctica sobre la que se asienta. La necesidad de los códigos deontológicos
descansa, entonces, en la importancia de aplicar principios éticos básicos
(el respeto por la dignidad humana y el proceder de acuerdo con la justicia)
y en la observancia de normas que apuntan al resguardo de los derechos
legítimos de los profesionales y de los clientes o los usuarios de éstos.
3
Pero es preciso remarcar cuáles son las razones fundamentales por las que
las profesiones se apoyan en tales códigos. Para esto, basta con tomar en
cuenta un aspecto central de nuestra naturaleza humana que es de gran
complejidad:
Fuente: [Imagen sin título sobre código de ética]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/5PftdJ
4
proceder siempre conforme a la justicia;
poner los conocimientos y las habilidades profesionales al servicio del
bien de los clientes o los usuarios;
proceder siempre con conciencia y responsabilidad profesional, es decir,
con competencia (cualificación, formación continua y evaluación) y dar
un servicio de calidad (Cobo Suero, 2001, p. 146).
5
Figura 2: La ética profesional
Fuente: [Imagen sin título sobre médico y paciente]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/P9kNSh
6
Referencias
García-Marzá, D., y González Esteban, E. (2014). Ética. Castellón de la
Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de Comunicación Publicacions.
7
TRIBUNA:
Pero lo más grave que late en el fondo de este odioso episodio es la sospecha que se
abate sobre el buen trabajo de la mayoría de los periodistas, incluso de los del rotativo de
Murdoch, que por extensión salpica al resto de la profesión. Hoy la prensa se debate entre
el escándalo, la opacidad, la desinformación cuando no la transgresión de la ética. Hay que
decir bien alto que en periodismo no todo vale. ¿Conseguir una información a toda costa?
No. Rotundamente, no cuando hablamos de prácticas ilícitas que rozan el delito.
Lo más grave es la sospecha que se abate sobre el buen trabajo de la mayoría de los
periodistas
Artículo 14: el periodista utilizará métodos dignos para obtener la información, lo cual
excluye cualquier procedimiento ilícito.
Este catálogo de normas que se inspira en una resolución aprobada por el Consejo de
Europa en 1993, deja claro que la información es un derecho fundamental y sus titulares
son los ciudadanos. En ese sentido las empresas periodísticas son "especiales" desde el
punto de vista socioeconómico dado que "sus objetivos empresariales deben estar
limitados por las condiciones que han de hacer posible la prestación de un derecho
fundamental porque ni los editores o propietarios de los medios de comunicación ni los
periodistas han de considerarse dueños de la información", en palabras del presidente de
la Comisión de Quejas de la FAPE, Manuel Núñez Encabo.
Fuente
Masana, M. D. (28 de julio de 2011). Ética y periodismo: no todo vale. Publicado en El País.
Recuperado de https://elpais.com/diario/2011/07/28/opinion/1311804005_850215.html
Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria
ISSN: 1139-1723
pedagogiasocialrevista@upo.es
Sociedad Iberoamericana de Pedagogía
Social
España
Notas
1 Los Profesores de la Universidad de Deusto par-
ticipantes en el equipo fueron Luis Pantoja (direc-
tor) y Rosa Santibáñez; los educadores: Iñaki Ro-
dríguez, Néstor Sangroniz y Patxi Alicante.
TEXTO Victòria Camps Es necesario que las personas se respeten unas a otras y hay que respetar las
Catedrática de Ética. Universidad cosas comunes para que todos las puedan disfrutar cuando las necesiten. El
Autónoma de Barcelona civismo es, por encima de todo, la cultura de la convivencia pacífica y
solidaria, del compromiso con la ciudad y con sus habitantes. Queda pendiente
saber cómo habrá que formar el carácter de acuerdo a estos valores.
timológicamente, civismo deriva del latín civis, que significa minado modelo de Estado, sino que el desarrollo del capitalismo y de
A partir de esta situación, en la filosofía política contemporánea ha Sabemos que Aristóteles define al hombre como “un animal político”,
surgido una serie de teorías que coinciden en un aspecto básico: mos- lo que implica que el ser humano tiene una finalidad esencial y única:
trar la necesidad de que el ciudadano se haga cargo de su papel, de su convertirse en un buen ciudadano de la polis. Ésta es la mejor mane-
función y de sus obligaciones en las democracias socioliberales. Dos ra de conseguir la felicidad –que también es la finalidad de los huma-
teorías filosóficas son especialmente relevantes, al menos por lo que nos–, no sólo individual sino colectiva, la felicidad de la polis. De
respecta a su desarrollo y a la aceptación que han conseguido. Me acuerdo con esta teoría, se convierte en un buen ciudadano el que es
refiero al comunitarismo y al republicanismo. Ambas propugnan, capaz de adquirir y desarrollar las virtudes del coraje y del autodomi-
cada una a su manera, una recuperación del modelo griego de la polis, nio, consistentes en saber escoger siempre el término medio entre el
una sociedad más “comunitaria” que las actuales, o del modelo que exceso y el defecto. Por ejemplo, la virtud del coraje o la valentía era
ofrecen las repúblicas renacentistas descritas por Maquiavelo. Si nos concebida como el término medio entre la temeridad y la cobardía.
parecen interesantes estos modelos es porque en ambos casos se exi- Aristóteles establece en sus Éticas el cómputo de las virtudes que tiene
gía a los ciudadanos que lo fueran de verdad; que fueran, como se que adquirir el buen ciudadano. La filosofía medieval, receptora de la
decía entonces, “virtuosos”, es decir, que estuviesen dispuestos a doctrina aristotélica, a la que interpreta en clave teológica, convierte
adquirir las virtudes o las cualidades necesarias para comportarse las virtudes griegas en virtudes cristianas, entre las que destacan cua-
como buenos ciudadanos. tro que conocemos todos los que en nuestra época escolar estudiamos
Aludo al tema de las virtudes porque estoy convencida de que la el catecismo: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
importancia que se concede actualmente al valor del civismo repre- Debido a esta transformación o lectura del pensamiento aristotélico,
senta una recuperación de la ética de las virtudes, tal y como la con- lo que para el pensador griego fueron las virtudes del ciudadano,
cibió, sobre todo, Aristóteles. Para el filósofo griego, las virtudes eran pasan a ser las virtudes del buen cristiano
el eje de la ética, y también de la política, dos conceptos que, en oca- No sólo Aristóteles, sino muchos pensadores, antiguos y modernos,
siones, se confunden en su filosofía. Ser una buena persona en el siglo consideran que la adquisición de virtudes es esencial para la educa-
IV a. C. significaba ser un buen ciudadano. Sólo los hombres libres ción de la ciudadanía y, en consecuencia, para una ética que no
podían serlo, dado que los demás tenían que ocuparse en labores puede ignorar la dimensión política de la persona. La república
demasiado viles para poder dedicarse a cultivar el entendimiento y romana tiene en Cicerón al teórico de los deberes ciudadanos. Más
discutir sobre los asuntos públicos. Ahora bien, los hombres que tarde, Maquiavelo concebirá de forma similar las repúblicas rena-
gozaban de la libertad no podían hacer nada mejor, más excelente, centistas y también hará hincapié en la necesidad de que los indivi-
que dedicarse en cuerpo y alma a la vida pública. duos tengan virtud y se identifiquen, gracias a ella, con los objetivos
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de la república. Entre los filósofos modernos, Rousseau es el que se mo fundamenta el orden social y el estado de derecho en unos prin-
desmarca más decididamente del individualismo que asumen sus cipios universales que son demasiado formales y abstractos, condi-
coetáneos; y lo hace subrayando el valor de la participación política, ción que esconde muchas deficiencias reales, como, por ejemplo,
sin la cual la democracia es una mera ficción. El demos tiene que ser que estén realmente reconocidos los derechos de las mujeres; y la
construido a partir de la igualdad y, a falta de otra cosa, será necesa- segunda, porque precisamente por su abstracción, los grandes prin-
ria una especie de “religión civil” –en palabras de Rousseau–, capaz cipios tienen escaso poder de motivación en la ciudadanía, que
de unir a los ciudadanos en torno a creencias, valores y normas entiende que su cumplimiento no les incumbe a ellos sino a las ins-
comunes. Finalmente, y sin abandonar el siglo XVIII, Alexis de tituciones políticas. De este modo, el ciudadano evita adoptar un
Tocqueville, al elogiar la democracia americana, también se fija en la compromiso activo con los derechos humanos.
importancia que ha tenido la religión para el desarrollo democráti- Nos encontramos, en consecuencia, frente a unas sociedades, indi-
co, pues ha conseguido cohesionar a los creyentes cultivando lo que vidualistas y atomizadas, en las que los individuos tienen que res-
denomina “hábitos del corazón”. petar unos valores o derechos que, individualmente, los obligan
La filosofía política contemporánea, que se ha desarrollado siguiendo muy poco. En su lugar, lo que los filósofos comunitaristas proponen
el modelo del pensamiento liberal y contractualista de los siglos XVII es recuperar unas comunidades que tengan una identidad más pre-
y XVIII (especialmente el de Hobbes, Locke y Kant), echa de menos, cisa y se puedan fundamentar en unos valores más concretos y espe-
en definitiva, algo que contribuya de una manera efectiva a crear lo cíficos: comunidades nacionales, religiosas o, sencillamente, locales.
que podríamos llamar una “identidad ciudadana”. Las declaraciones de Estos filósofos piensan que sólo si los individuos se saben y se sien-
principios, como la declaración de derechos humanos o los principios ten miembros de una comunidad concreta, más definida que el
constitucionales, no han conseguido formar ciudadanos y, como con- estado de derecho, podrán identificarse con un determinado pro-
secuencia, nos encontramos con una realidad preocupante: una demo- yecto político y comprometerse a realizarlo.
cracia sin ciudadanos en el sentido más amplio de la palabra. Una tesis similar a la de los comunitaristas es la de los republicanos,
Precisamente por este defecto de nuestras democracias tenemos que cuyo modelo es el de la república romana y las renacentistas por lo
insistir en el civismo o en las virtudes cívicas. Los filósofos comuni- que tenían de res publica, una vida pública realmente compartida, al
taristas, cuyo pionero es el escocés Alasdair MacIntyre, han sido los menos en la mente de los que teorizaban sobre ella. También los
primeros en reivindicar el civismo. Son críticos del pensamiento republicanos quieren recuperar la idea de virtud, ya que es la única
liberal, sobre todo por dos razones: la primera, porque el liberalis- manera, a su entender, de conseguir que los ciudadanos sean cívicos.
Enrique Marco
Me he referido al concepto de virtud como el equivalente antiguo de tendrían que conformar las actitudes personales, son el complemen-
lo que hoy entendemos por civismo. De hecho, hablamos de “virtu- to que necesitan las instituciones políticas para que los ciudadanos
des cívicas” para referirnos a aquellas cualidades o formas de ser que vivan de una manera coherente con lo que las instituciones repre-
cualquier ciudadano debería adquirir y poner en práctica. sentan. Lo explicaré con un ejemplo relacionado con el comporta-
El civismo responde a una idea básica: es necesario que las personas miento frente a los inmigrantes. Mejor o peor, las instituciones velan
se respeten unas a otras; y hay que respetar las cosas que son de para que la inmigración pueda integrarse y vivir dignamente en
todos para que todos las puedan disfrutar cuando las necesitan. En nuestro país. Uno de los primeros pasos hacia la integración está
las campañas de civismo que acostumbran a promocionar los representado por la escolarización. Gracias al derecho a la educación,
gobiernos locales, se insiste mucho en los aspectos más externos del cualquier niño o niña tiene derecho a ser escolarizado en condicio-
respeto debido a las personas y a las cosas públicas. Se propugna el nes de igualdad con cualquier otro. Para que este derecho funcione y
mantenimiento de una ciudad limpia, sin ruidos, sin alborotos vio- esté garantizado satisfactoriamente, se tendría que evitar la forma-
lentos, una ciudad que reprima las actitudes racistas y xenófobas, ción de guetos escolares, poblados exclusivamente por inmigrantes.
una ciudad amable en el más amplio sentido de la palabra. Eso está ¿Por qué resulta tan difícil evitarlo? Porque falta solidaridad, volun-
bien, pero el fondo de la cuestión no consiste sólo en hacer que una tad real de tolerar a los diferentes y de mezclarnos con ellos. Y esto es
ciudad sea más habitable, sino en que las personas adecuen su así no porque no se hagan políticas bastante valientes y decididas,
manera de ser –su carácter o ethos, decían los griegos– a las condi- sino porque las políticas son inexistentes, ya que la población –el
ciones de la vida en común. Es decir, que asuman unos cuantos demos– no tiene ningún interés ni está dispuesta a apoyarlas. Las
valores como fundamentales, pero no sólo formalmente, sino de mayorías acomodadas no tienen ningún interés en preocuparse por
verdad. ¿Cuáles son los valores del civismo? los derechos de los inmigrantes, porque piensan que ya lo hará el
Desde mi punto de vista, las actitudes cívicas que tendrían que desa- estado o unas cuantas ONG que se dedican a estas cosas.
rrollar los ciudadanos giran en torno a tres valores básicos: la res- El desinterés por los problemas colectivos, el mirar hacia otro lado, no es
ponsabilidad, la tolerancia y la solidaridad. Estos tres valores, que más que una inhibición de las responsabilidades que también tiene que
“Las actitudes cívicas que tendrían que desarrollar los ciudadanos giran
en torno a tres valores básicos: la responsabilidad, la tolerancia y
la solidaridad. Estos tres valores son el complemento que necesitan las
instituciones políticas”.
EDUCAR EN EL CIVISMO
El civismo entendido tal como hemos argumentado, como la potencia-
ción de las virtudes o actitudes que convertirán a la persona en un buen
ciudadano o en buen demócrata, está estrechamente relacionado con la
educación. Enseñar civismo es enseñar ética, una materia que –como
dijeron los griegos– no se enseña con los mismos métodos que se utili-
zan para enseñar las demás materias, como la geometría o las matemá-
ticas. La mejor manera de enseñar ética o civismo es a partir del ejem-
plo. El civismo se transmite no con teorías o normas de conducta, sino
siendo cívico, creando un entorno que favorezca las actitudes cívicas. El
civismo significa “civilidad”, ser civilizado o contribuir a que la convi-
vencia cotidiana sea pacífica y agradable. Una manera algo anacrónica
de hablar de civismo es hacer referencia a la “buena educación” o a la
“urbanidad”, una asignatura que hace tiempo que desapareció de las
escuelas. Sea como fuere, se trata de enseñar a cultivar y estimar las for-
mas de respeto hacia los demás, desde las más externas, como saludar
con propiedad, a las más internas que se manifiestan al hacerse cargo del
sufrimiento de los demás. La regla de oro de la moralidad, desde
Confucio, es la que dice: “lo que no quieras para ti no lo quieras para
nadie”. Lo que nos ha llevado a insistir en el valor del civismo ha sido el
convencimiento de que esta regla empieza a ser ignorada.
La educación, para inculcar actitudes cívicas, tiene que ir contracorrien-
te; tiene que luchar contra una sociedad que fomenta la vida cómoda y
fácil, el placer inmediato, que valora, por encima de todo, el poder
adquisitivo del dinero y el éxito personal a cualquier precio. La clase de
persona que se forma espontáneamente en las sociedades desarrolladas
Eva Guillamet
no es el ciudadano, sino el consumista. Ganarse bien la vida para poder tido en un asunto privado. Creo que las dificultades actuales para enten-
comprar todo lo que apetezca es lo que da sentido a la vida, el símbolo der la educación no como la transmisión de unos conocimientos ins-
del éxito y de que no somos unos seres frustrados. El individualismo, trumentales, sino como la formación de la persona, proceden básica-
que no tendría que ser un concepto negativo, si se entiende como la mente de que nos tenemos que inventar la forma de lograrlo. La religión
importancia central concedida al individuo, es contraproducente cuan- integraba la moralidad. La educación laica no sabe cómo integrar el
do se convierte en puro egoísmo. Sin una educación que enseñe a vivir civismo como el aspecto más básico de la educación. Es sintomático que
de otra manera, la persona aprenderá sólo a pensar sí misma y en sus cuando se propone una asignatura alternativa a la religión se piense en
intereses, y no en el bienestar de los demás. Da lo mismo que los medios la educación cívica. Como si los creyentes y los no creyentes tuviesen
de comunicación nos muestren cada día la miseria y el sufrimiento de diferentes concepciones de la moral o del civismo.
los demás; olvidarlos es tan fácil como apagar la televisión. El civismo es, por encima de todo, una cultura, la cultura de la convi-
La sociedad de consumo no ayuda a inculcar civismo, y tampoco lo hace vencia pacífica y solidaria, del compromiso con la ciudad y con las
la sociedad liberal. Poder disfrutar de las libertades de las que dispone- personas que en ella conviven. Es una cultura porque está relaciona-
mos es, sin duda, un progreso. Ahora bien, el concepto de libertad más da con el “cultivo” de la persona, lo que los griegos llamaban la for-
difundido es el que considera que ser libre quiere decir no estar someti- mación del carácter o del ethos (de donde deriva la palabra “ética”).
do a normas que limitan la libertad. Se trata de una concepción negati- Lo que tendremos que adivinar entre todos es qué se tendrá que hacer
va de la libertad según la cual soy libre de hacer todo lo que las leyes me para formar el carácter de acuerdo con los valores de la responsabili-
permiten hacer. Si vinculamos esta idea de libertad con el hecho de que dad, la solidaridad y la tolerancia en una sociedad que enseña a las
vivimos en sociedades plurales, en las que cada vez tenemos más posibi- personas a disfrutar de la libertad y a hacerlo para consumir. Pero no
lidades de escoger formas de vida diferentes porque todas están igual- sería bueno ni eficaz dejarnos llevar por el pesimismo. La moral siem-
mente permitidas y se consideran asimismo buenas, el resultado es una pre ha tenido algo de contracultural, de remar contra corriente, de
sociedad sumergida en lo que Durkheim denomina “anomia”. La ausen- inculcar valores que no son ni populares ni atractivos, pero que son
cia de normas, o de referentes claros y sólidos, nos provoca una incerti- los que nos tienen que ayudar a vivir todos juntos.
dumbre que muy fácilmente se convierte en indiferencia. La indiferen-
cia de “todo vale lo mismo” siempre que la elección sea libre.
Más arriba me he referido a la importancia que tuvo para muchos pen- Bibliografía
· Águila, Rafael del. La democracia en sus textos, Alianza Editorial, Madrid, 1998.
sadores la religión como instrumento de cohesión y como motivador de
· Camps, Victòria. Virtudes públicas, Espasa Calpe, Madrid, 1990.
las personas para adoptar comportamientos entendidos como correctos. · Camps, Victòria y Giner, Salvador. Manual de civisme, Columna, Barcelona, 2005.
Rousseau se conformaba con una “religión civil” para conseguir el efec- · Cortina, Adela. Ciudadanos del mundo, Alianza, Madrid, 1997.
to deseado. No se trata de recuperar las religiones –como querrían algu- · MacIntyre, Alasdair. Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1987.
· Pettit, Philip. Republicanismo, Paidós, Barcelona, 1997.
nos comunitaristas–, ni de construir un simulacro que las sustituya, lo
· Rorty, Richard. Contingencia, ironía, solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.
que sí es necesario es que no abandonemos la educación moral o cívica · Savater, Fernando. El valor de elegir, Ariel, Barcelona, 2004.
por el hecho de que la religión, en las sociedades laicas, se haya conver- · Thiebaut, Carlos. Vindicación del ciudadano, Paidós, Madrid, 1998.
moral y la religión. La filosofía como crítica grandes retos del ejercicio de la ciudadanía.
es una empresa de desmitificación. Reencuentro en el ciudadano una figura del
Yo suelo identificar filosofía con pensa- universal singular. Al final de Las palabras,
miento y con creación. Por eso sé que el libro tras renunciar a la Trascendencia de la Salva-
de Rosa piensa y detesta la estupidez, el bue- ción (un equivalente de cualquier trascen-
nismo, la ignorancia o el dogmatismo con los dencia), Sartre se pregunta: “¿qué queda?
que solemos acercamos a temas tan comple- Todo un hombre, hecho de todos los hombres
jos. Gusta de la crítica y la toma de posición y que vale lo que todos y lo que cualquiera
–sin ocupar el lugar fácil de la verdad– así de ellos”. Seguramente un ciudadano es ese
como de la proposición –sin recurrir al lugar otro cualquiera, ese cualquier otro que es igual
del deber o la receta de cocina rápida– desde que yo y diferente de mí. Porque no es el
la composición inestable –pero rica en mati- mismo, es otro; porque es igual, no es desi-
ces y posibilidades–. La inestabilidad, que gual. La semejanza no es mismidad, del
señala el título, no deviene excusa fácil para mismo modo que la diferencia no es desi-
campar impunemente por el relativismo cul- gualdad. Paul Simon sigue cantando: “No, it
tural, sino plataforma para pensar desde la isn’t strange. After changes upon changes we
inmanencia y ejercer una mirada crítica-ana- are more or less the same. After changes we
lítica que reconoce la tensión entre pares tan are more or less the same”
irresolubles como indisociables. La inestabi- Este es un libro hecho para gourmets, de
lidad es tensión, más productiva que conflic- ingestión lenta y digestión ligera. Buen ape-
tiva si se sabe problematizar desde la articu- tito.
lación del derecho a la diferencia y el derecho
a la indiferencia. José García Molina
Ser reconocido sin ser identificado ni UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
tener que identificarse. He aquí uno de los
C
on Ética de la razón cordial, la Cate- que se muestre incondicionalmente com-
drática de Ética y Filosofía Política de prometida con el objetivo de fortalecer las
la Universidad de Valencia, Adela Cor- sociedades pluralistas. Un objetivo a realizar
tina, se hizo acreedora del Premio Interna- teniendo presentes los principios de:
cional de Ensayo Jovellanos 2007, recono- - No instrumentalización de las personas
ciéndosele así su empeño por recordarnos como medios para fines distintos de lo
que la compasión es el motor que impulsa la expresamente humano.
búsqueda de argumentos para construir un - Empoderamiento de las capacidades
mundo a la altura de lo que merecemos como humanas.
humanos. - Justicia social para distribuir equitativa-
En el marco de una obra extensiva en su mente las cargas y los beneficios.
recorrido e intensiva en su profundidad, este - Consideración dialógica de los afectados
nuevo título nos devuelve una vez más al pro- por las normas que se deciden.
yecto de edificar la experiencia individual y - Y responsabilidad por los seres indefen-
colectiva, en torno a una “ética cívica cordial” sos de la naturaleza.
nimar el latido de la democracia. A tal fin, uno Por tales motivos cabe asumir el com-
de los desafíos para el proyecto de crear con- promiso educativo y social de “acondicionar
diciones pedagógicas y sociales consistirá pre- el mundo para hacerlo habitable”, mediante
cisamente en señalar lo saludable que resul- prácticas de construcción de la ciudadanía
ta aprender a vivir la política en el terreno de que no podrán situarse al margen de los valo-
lo cotidiano, sin obviar que ésta es una de esas res que proyecten; y que, en consecuencia,
formas de vida no exentas de contradiccio- habrán de ser propuestas acordes en sus for-
nes, tanto en el espacio público como en el matos, contenidos, procedimientos, métodos,
ámbito privado. recursos, etc. Por ello, la práctica pedagógica
El reto de animar la democracia, activan- y social no podrá sustraerse de la tarea de
do el protagonismo de la ciudadanía en la “educar en la ciudadanía”; a la luz de criterios
conquista de los derechos políticos, cívicos, de naturaleza ética y moral que promuevan
económicos, sociales y culturales… es una la inserción social de las personas en sus con-
incumbencia pedagógica con consecuencias textos vitales, al tiempo que lo hagan com-
directas en la democratización de los pro- patible con la transformación de su cotidia-
yectos educativos, tanto como en la realiza- nidad.
ción de proyectos democráticos. Por eso, la formación de ciudadanos com-
Lo primero implica adoptar un proceder prometidos, a través del pleno ejercicio de los
democrático del que aprender las claves para derechos y de las responsabilidades asocia-
participar en la sociedad en igualdad de con- dos a los valores constitutivos de la ciudada-
diciones, con la voluntad de imprimir a todas nía, deberíaa ser el mayor de los proyectos de
las acciones un inequívoco sello de entendi- toda sociedad que aprecie su legado demo-
miento y cooperación. Lo segundo requiere crático. En último término, a ello se debe la
decantarse más directamente por formular Pedagogía Social. Y, entre otras suertes, ello
alternativas que permitan aprender a convi- se debe también a la Pedagogía Social.
vir en medio de las turbulencias que deses-
tabilizan las certidumbres democráticas, tales
como las violencias, las marginaciones, las Pablo Montero Souto
pobrezas, las injusticias, etc. UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
E
stamos tan preocupados por los con- Hace unos años, nuestros padres o abue-
flictos que aparecen día a día en los los vivían, en muchas ocasiones, con sus
medios de comunicación (guerras, vio- hijos, hermanos solteros, padres y cualquier
lencia de género, maltrato infantil, pobreza, otro familiar que no pudiese vivir indepen-
etc.) que nos olvidamos de los que tenemos dientemente o valerse por sí mismos. La ju-
más cercanos. Los jóvenes piensan en ellos ventud de ahora no piensa en cuidar a sus
mismos y los adultos piensan en sus hijos, padres, y mucho menos a sus abuelos, ya que
pero ¿quién o quiénes piensan en las perso- esta tarea se considera “una carga”, resulta
nas mayores? Ellos piensan en sus hijos, en pesado ir a visitar a la familia dejando a los
sus nietos, en sus parejas y en ellos mismos, amigos y amigas detrás, vivimos con prisas,
pero en muchas ocasiones hay poca gente que estamos siempre corriendo para llegar a los
se acuerden de ellos. sitios, se ha acabado esa tranquilidad y so-
Ética y
Deontología
Profesional
1
Educación moral y ciudadanía
El tema de la injerencia de la ética en la educación experimentó un gran
despliegue en los últimos años, fundamentalmente, gracias a los aportes
de Adela Cortina. La autora toma como punto de partida la ética kantiana y
realiza un importante recorrido por la ética dialógica para acercarnos el
concepto de ética cordial.
2
valores sería un mundo inhumano que no nos podemos
representar. (Cortina, 2007, p. 28).
Camps (2011) afirma que hay tres valores básicos que deben guiar el
desarrollo de las actitudes cívicas:
la responsabilidad;
la tolerancia;
la solidaridad.
3
La práctica ética no puede sustraerse de la tarea de educar en la
ciudadanía:
4
Referencias
Camps, V. (2011). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la
convivencia (6), 15-21. Recuperado de
http://educadoressinfronteras.mx/centro-info-biblioteca/sentido-
civismo.pdf
5
1
1
Para el estatuto de la ética aplicada y su modulación en los distintos ámbitos sociales,
incluído el educativo, ver: A. Cortina, Ética aplicada y democracia radical, Madrid, Tecnos,
1993; A. Cortina y D. García-Marzá (eds.), Razón pública y éticas aplicadas, Madrid, Tecnos,
2003.
1
Esta sería, a mi juicio, la "prueba del 9" de una teoría moral. Es, pues, en este terreno de la ética,
y muy especialmente de la ética aplicada a la educación, en el que se sitúa esta ponencia.
2
J.L. Aranguren, Ética, en Obras Completas, Madrid, Trotta, II., pp. 159-502.
3
K.O. Apel, Estudios éticos, Barcelona, Alfa, 1986, p. 79.
4
A. Cortina, Ética mínima, Madrid, Tecnos, 1986; Ética aplicada y democracia radical,
1
La moral cívica consiste, pues, en unos mínimos compartidos entre ciudadanos que
tienen distintas concepciones de hombre, distintos ideales de vida buena; mínimos que les
llevan a considerar como fecunda su convivencia. Precisamente por eso pertenece a la "esencia"
misma de la moral cívica ser una moral mínima, no identificarse en exclusiva con ninguna de
las propuestas de grupos diversos, constituir la base del pluralismo y no permitir a las morales
que conviven más proselitismo que el de la participación en diálogos comunes y el del ejemplo
personal, de suerte que aquellas propuestas que resulten convincentes a los ciudadanos sean
libremente asumidas, sean asumidas de un modo autónomo. Por eso carece de sentido presentar
como alternativo el par "moral cívica/moral religiosa", ya que tienen pretensiones distintas y, si
cualquiera de ellas se propusiera "engullir" a la otra, no lo haría sino en contra de sí misma.
caps. 11, 12 y 13; J. Rawls, El liberalismo político, Barcelona, Crítica, 1996, Introducción.
5
A. Cortina, Ética mínima; El mundo de los valores. Ética y educación, Santafé de Bogotá,
El Búho, 1997; Alianza y Contrato, Madrid, Trotta, 2001.
1
6
A. Cortina, "El quehacer público de las éticas aplicadas: Ética cívica transnacional", en
A. Cortina y D. García-Marzá, Razón pública y éticas aplicadas, Madrid, Tecnos, 13-44.
1
concretos, aunque las razones que apoyen tales valores -las premisas de las que los valores son
conclusión- sean diferentes. Rastrear principios semejantes es, a mi juicio, una de las grandes
tareas de nuestro tiempo y vamos a intentarla en lo que sigue en el caso de la educación moral.
7
Para la ética del discurso ver, entre nosotros, A. Cortina, Razón comunicativa y
responsabilidad solidaria, Salamanca, Sígueme, 1985; J. Conill, El enigma del animal fantásti-
co, Madrid, Tecnos, 1991; J. De Zan, "Pragmática del lenguaje y racionalidad comunicativa", en
Buenos Aires, Stromata, 1989; M.J. Bertomeu, "Ética aplicada y problemas de aplicación en
ética", en Revista Latinoamericana de filosofía, vol. XVIII, nº 2 (1992), pp. 353-364; G. Hoyos
y G. Vargas, La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma de investigación en
ciencias sociales, Bogotá, ICFES, 1997; D. Michelini, "Ética discursiva y legitimidad demo-
crática" en K.O. Apel, A. Cortina, J. De Zan y D. Michelini (eds.), Ética comunicativa y
democracia, Barcelona, Crítica, 1991, pp. 320-342; R. Maliandi, Volver a la razón, Buenos
Aires, Biblo, 1997; J. Muguerza, Desde la perplejidad, Madrid, F.C.E., 1991; D. García Marzá,
Ética de la justicia, Tecnos, Madrid, 1992; D. Blanco, J.A. Pérez Tapias y L. Sáez (eds.),
Discurso y realidad, Madrid, Trotta, 1994; el número monográfico 183 de la revista Anthropos
(1999), sobre "Karl-Otto Apel. Una ética del discurso o dialógica"; J.C. Siurana, Una brújula
para la vida moral, Granada, Comares, 2003.
8
A. Cortina, "Estudio Preliminar" a I. Kant, La Metafísica de las Costumbres, Madrid,
Tecnos, 1989, XV-XCI.
1
9
I. Kant, Grundlegung zur Metaphysik der Sitten, IV, cap. 2.
10
J. Rawls, El liberalismo político; Collected Papers, Cambridge, Harvard University
Press, 1999; La justicia como equidad. Una reformulación, Barcelona, Paidós, 2002.
1
11
"moral cívica dialógica" . El método empleado es entonces la reflexión trascendental, aplicada
a un hecho incontrovertible: el hecho de que realicemos acciones comunicativas o bien el hecho
de la argumentación. Reflexionando sobre él trascendentalmente descubrimos el carácter
dialógico de la razón humana que, para descubrir la corrección de las normas morales, se ve
obligada a establecer un diálogo presidido por unas reglas lógicas y, en último término, por un
principio ético procedimental, que viene a decir: "una norma sólo será correcta si todos los afec-
tados por ella están dispuestos a darle su consentimiento tras un diálogo, celebrado en
condiciones de simetría, porque les convencen las razones que se aportan en el seno mismo del
diálogo".
Naturalmente este principio se refiere a una situación ideal de diálogo, que constituye un
presupuesto contrafáctico pragmático del habla cuando realizamos una acción comunicativa,
viniendo entonces a ser un idea regulativa, que proporciona una dirección para la acción y un
canon para la crítica de nuestras realizaciones concretas.
Cada afectado, entonces, se nos presenta ahora como un sujeto autónomo en la medida
en que tiene autonomía para elevar pretensiones de racionalidad con cada acción comunicativa y
en la medida en que tiene autonomía para rechazar las pretensiones elevadas por otros
interlocutores. Con lo cual se nos presenta como un interlocutor válido, como alguien que debe
ser tenido en cuenta de modo significativo a la hora de decidir normas que le afectan. De modo
que cualquier norma que se decida sin tener en cuenta a todos los afectados por ella es inmoral.
Y todos los afectados son, no sólo los que pueden participar en los diálogos, sino todos aquellos
en quienes la decisión tendrá repercusiones: material y culturalmente pobres, generaciones
futuras. De ellos se debe intentar, no sólo tener en cuenta sus intereses, sino posibilitar que los
expongan y defiendan ellos mismos siempre que sea posible. Lo cual obliga -a mi juicio- a
comprometerse en la elevación del nivel material y cultural de cada interlocutor virtual para que
pueda participar personalmente en los diálogos.
La fundamentación racional que ofrece la ética discursiva es, a mi juicio, la más acabada
filosóficamente para dar cuenta de una moral cívica como la que ha llegado a configurarse en
11
K.O. Apel, La transformación de la filosofía, Madrid, Taurus, 1985, vol. II, pp. 341-413;
K.O. Apel. Verdad y responsabilidad, Barcelona, Paidos, 1991; J. Habermas, Conciencia moral
y acción comunicativa, Barcelona, Península, 1985; La inclusión del otro, Barcelona, Paidós,
1999.
1
nuestras sociedades a través de un largo proceso histórico de evolución social, precisamente por
la superioridad de su construcción teórica frente a otras. Pero además de ella se desprenden con-
ceptos tan valiosos para dirigir la acción común como el de persona, entendida como ese
interlocutor al que hay que escuchar a la hora de decidir normas que le afectan, compromiso en
la elevación del nivel material y cultural de los afectados por las decisiones, libertad de los
interlocutores, entendida como autonomía, solidaridad, sin la que un individuo no puede llegar a
saber siquiera acerca de sí mismo, aspiración a la igualdad, entendida como simetría en el
diálogo, y realización de todos estos valores en la comunidad real en que vivimos, abierta a la
comunidad humana universal.
Vemos, pues, que el afán por educar en toda suerte de habilidades técnicas no es
precisamente nuevo y que ya Kant se lamentaba de que los padres se preocuparan más por hacer
a sus hijos diestros que por invitarles a la moralidad, es decir, a la valoración de los fines
últimos.
Sin embargo, no es ésta la única razón por la que la pregunta por el aprendizaje de la
virtud ha podido quedar trasnochada. Cualquier padre y educador responsable sabe que para
"defenderse en la vida" más le vale al niño hacerse con otro tipo de habilidad técnica,
antiquísima por otra parte: la habilidad de situarse bien socialmente. Consiste tal aptitud, como
es sabido, en aprender desde la escuela a entablar buenas relaciones con los niños mejor
situados, dejando a su suerte a los que no puedan prestar una ayuda para el ascenso social. Con
ello irá el tierno infante tejiendo una tramita de relaciones, que crecerá en densidad con el
12
I. Kant, Grundlegung zur Metaphysik der Sitten, IV, 415.
1
tiempo inevitablemente, porque ya desde niño habrá adquirido lo importante: la aptitud para
tejerla.
Dígase lo anterior con amargura o con alegría, lo bien cierto es que es ésta una cuestión
previa a todo intento de educación moral: ¿está convencida nuestra sociedad de que vale la pena
emprenderla, o un individuo dotado de destreza técnica y social ha adquirido sobradamente
cuanto precisa, no sólo para defenderse en la vida, sino para triunfar en ella?, ¿no está actuando
irresposablemente cualquier educador -padre o maestro- que intente dejar al niño como herencia
una invitación a la reflexión sobre fines y valores últimos, es decir, sobre la moralidad?
En una civilización como la nuestra, en que la lucha por la vida sólo permite sobrevivir
a los técnica y socialmente diestros, es una pregunta anterior a toda otra en el terreno de la
educación moral la de si creemos en serio que merece la pena, a pesar de todo, enseñar a
apreciar aquellos valores por los que pareció luchar la Modernidad: la libertad -entendida como
autonomía, la igualdad, la solidaridad o la imparcialidad.
13
C.B. Macpherson, La democracia liberal y su época, Madrid, Alianza, 1981; K.O.
Apel/A. Cortina/J. De Zan/D. Michelini, Etica comunicativa y democracia, Barcelona, Crítica,
1991; R.A. Dahl, La democracia y sus críticos, Barcelona, Paidós, 1992; La democracia,
Madrid, Taurus, 1999; D. Held, Modelos de democracia, Madrid, Alianza, 1992; La democracia
y el orden global, Barcelona, Paidós, 1997; A. Cortina, Ética aplicada y Democracia radical,
sobre todo I y II.
1
produce un modelo u otro y cuál de ellos nos parece que merece la pena propiciar.
Con lo cual invertimos el planteamiento del tema, porque no se trata entonces de indagar
qué tipo de educación moral hemos de fomentar para construir una sociedad democrática, como
si hubiera que poner a los individuos al servicio de un tipo de organización social, sino, por el
contrario, qué modelo de educación es menester adoptar para configurar una sociedad que
"produzca" un modelo de hombre deseable. A mi modo de ver, y frente a lo que Rorty propone,
las instituciones -incluyendo la educativa- han de estar al servicio de los individuos, y no
14
viceversa .
Ciertamente, resulta imposible en el breve espacio del que dispongo hacer un
seguimiento del tema más debatido hoy en día en el ámbito de la filosofía política, hecho por el
cual tendré que contentarme con resumir las conclusiones de lo tratado más ampliamente en
15
otro lugar : es imposible construir una sociedad auténticamente democrática contando
únicamente con individuos técnica y socialmente diestros, porque tal sociedad ha de sustentarse
en valores para los que la razón instrumental es ciega, valores como la autonomía y la solidari-
dad, que componen de forma inevitable la conciencia racional de las instituciones democráticas.
En relación con estos valores conviene precisar que entiendo por "autonomía" en este
contexto el ejercicio tanto de la "libertad de los antiguos" como de la "libertad de los
modernos", en el sentido de Constant; es decir, el derecho a gozar de un espacio de libre
movimiento, sin interferencias ajenas, en el que cada quien puede ser feliz a su manera, y
también el derecho a participar activamente en las decisiones sociales que me afectan, de suerte
que en la sociedad en que vivo pueda saberme "legislador". No lejos de estos conceptos, sino
estrechamente ligado a ellos, se encontraría el de libertad como "no dominación", que con tanto
empeño defiende Philip Pettit, caracterizando con él a la tradición republicana16.
Y entiendo "solidaridad" en un doble sentido: como la actitud personal dirigida a
potenciar la trama de relaciones que une a los miembros de una sociedad, pero no por afán
14
R. Rorty, "The Priority of Democracy to Philosophy", en M. Peterson y R. Vaughan (eds.),
The Virginia Statute of Religious Freedom, Cambridge, 1987.
15
A. Cortina, Ciudadanos del mundo, Madrid, Alianza, 1997, cap. 7.
16
Ph. Pettit, Republicanismo, Barcelona, Paidós, 1999; J. Conill y D. Crocker (eds.),
Republicanismo y educación cívica. ¿Más allá del liberalismo?, Granada, Comares, 2003.
1
instrumental, sino por afán de lograr con los restantes miembros de la sociedad un
17
entendimiento , y también como la actitud social dirigida a potenciar a los más débiles, habida
cuenta de que es preciso intentar una igualación, si queremos realmente que todos puedan
ejercer su libertad. En un mundo de desiguales, en que la desigualdad lleva a la dominación de
unos por otros, sólo políticas que favorezcan la igualación de oportunidades pueden tener legiti-
midad.
A mi juicio, una auténtica democracia sólo es posible sobre la base del fomento de la
autonomía y la solidaridad, valores para los que la racionalidad instrumental, experta en
destrezas, es totalmente ciega. Por eso deberíamos preguntarnos antes de entrar en otras
cuestiones si lo que querenos realmente son individuos diestros, que saben manejarse para
lograr su bienestar, o individuos autorrealizados, porque no es lo mismo el bienestar que la
autorrealización. Para lograr el primero basta con las destrezas, para conseguir la segunda, es
necesaria una educación moral, en el más amplio sentido del término "moral".
17
J. Habermas, "Justicia y solidaridad", en K.O. Apel, A. Cortina, J. De Zan, D. Michelini,
Etica comunicativa y democracia, Barcelona, Crítica, 1991, 175-208.
1
adoptar ante la vida un estado de ánimo determinado: a tener la moral alta, o bien a estar
18
desmoralizado ante los retos de la vida .
En este nivel resulta fundamental para un individuo, como también para las sociedades,
tener un proyecto vital propio de autorrealización -o de felicidad, si queremos decirlo así- y con-
fianza suficiente en sí mismo como para intentar llevarlo a cabo. Cuantos trabajos se lleven a
cabo en el terreno de la enseñanza en la línea del autoconcepto, con vistas a fomentar la
autoestima de los individuos, serán siempre pocos. Porque entre un altruísmo mal entendido,
que exige del individuo el olvido de sí mismo, y un egoísmo exacerbado, que lleva al cabo al
desprecio del resto, se encuentra el quicio sano de una autoestima por la que un individuo se
encuentra antes alto de moral que desmoralizado.
2) Por otra parte, tiene la moral una dimensión comunitaria indiscutible, en la medida en
que un individuo se socializa y aprende a vivir unos valores en el ámbito de una comunidad,
que se nutre culturalmente de un entrecruzamiento de tradiciones. Los valores y normas de las
respectivas tradiciones cristalizan en costumbres, normas legales e instituciones, que componen
el ethos de las comunidades. Sin duda, como muestra la mejor ala del comunitarismo, el
desarrollo de las virtudes y la identificación del propio yo exigen una vida comunitaria integra-
da, frente a una existencia desarraigada: exigen que cada individuo enraice en el humus de las
19
tradiciones de una comunidad concreta .
Estas comunidades constituyen, a mi juicio, lo que una ética dialógica del tipo de la ética
discursiva llamaría una comunidad real de comunicación, y son necesarias para el desarrollo de
la vida de un individuo y, por tanto, para su educación moral. Sin embargo, quien se limite a
vivir la solidaridad de que antes hablábamos en una comunidad concreta no trasciende los
límites de una solidaridad grupal, que es incapaz, entre otras cosas, de posibilitar una vida
democrática. Una democracia auténtica precisa ese tipo de solidaridad universalista de quienes,
a la hora de decidir normas comunes, son capaces de ponerse en el lugar de cualquier otro.
18
J.L. Aranguren, Ética, en Obras Completas, Madrid, Trotta, II., pp. 159-502.
19
A. MacIntyre, Tras la Virtud, Barcelona, Crítica, 1987;
A. Etzioni, "The Community of Communities", The Responsive
Community, 7 (1996/97), pp. 21-32; La Nueva Regla de Oro,
Barcelona, Paidós, 1999.
1
20
Precisa de un "cosmopolitismo arraigado" .
Una educación integral tiene, pues, que tener en cuenta la dimensión comunitaria de las
personas, su proyecto personal, y también su capacidad de universalización.
3) En efecto, reducir lo moral a los dos niveles anteriores supone no haber dado el paso
al nivel postconvencional en el desarrollo de la conciencia moral. Mientras que en el nivel
convencional el individuo identifica las normas morales correctas con las propias de su
comunidad, en el postconvencional el individuo es capaz de distinguir las normas comunitarias,
convencionales, de los principios universalistas, que le permiten criticar incluso las normas de
su comunidad.
Las éticas universalistas ("liberales" o "socialistas"), que intentan dar cuenta de este
nivel, se niegan hoy a reducir lo moral a los "hábitos del corazón" de los individuos y las comu-
nidades, y proponen, frente a las tradiciones, principios legitimadores de normas. Sin embargo,
a mi juicio, resulta absurdo contraponer principios y tradiciones, porque las éticas universalistas
también están enraizadas en tradiciones. Sólo que en el caso de una ética universalista, como la
dialógica que propondré, además de la comunidad real en que la persona aprende a comportarse
a través del humus de tradiciones, cada individuo tiene que contar con una comunidad ideal de
comunicación, que hace referencia en definitiva a todo hombre en cuanto tal, es decir, en cuanto
21
interlocutor válido .
De cuanto venimos diciendo creo se desprende que una educación moral, en una
sociedad democrática, tiene que tener en cuenta los tres niveles mencionados en el siguiente
sentido.
20
A. Cortina, Alianza y Contrato, Madrid, Trotta, 2001,
cap. 8.
21
K.O. Apel, La transformación de la filosofía, Madrid,
Taurus, 1985, vol. II, 341 ss.; Estudios éticos, Barcelona,
Alfa, 1986.
1
de nuestra racionalidad ético-política, aunque los individuos que forman parte de tales
instituciones no alcancen en la mayor parte de los casos tal nivel y haya una verdadera esqui-
zofrenia en nuestras sociedades entre los valores que legitiman nuestras instituciones, propios
de un nivel postconvencional universalista, y los valores por los que se orientan los individuos
que las dirigen y que en ellas viven; valores que son más propios del nivel convencional y
preconvencional.
Por eso, a mi juicio, a pesar de las afirmaciones de Fukuyama, la historia no ha
terminado, porque todavía existe al menos una contradicción por resolver: la que se produce
entre los valores por los que dicen legitimarse nuestras instituciones, y que en definitiva
configuran su conciencia social a la hora de pronunciar juicios en torno a la justicia, y los
valores que orientan el juicio y la acción de los individuos y grupos, situados las más de las
veces en los niveles preconvencional y convencional.
Para lograr que los individuos puedan acceder al mismo nivel al que, al menos ver-
balmente, se encuentra el tipo de conciencia que legitima las instituciones democráticas,
considero que el tipo de ética más adecuado es una ética dialógica, que asume el método de
Kohlberg desde la perspectiva de la dialogicidad.
22
K.-O. Apel, Auseinandersetzungen in Erprobung des transzendeltalpragmatischen
Ansatzes, Frankfurt, Suhrkamp, 1998, 649 y ss.; A. Cortina y J. Conill, "Pragmática
trascendental", en M. Dascal, Filosofía del Lenguaje II. Pargmática, Madrid, Trotta, 137-166.
1
carácter dialógico de la racionalidad humana, sino que saca a la luz las condiciones que hacen
de un diálogo un discurso racional, empeñado en hallar la verdad de las proposiciones teóricas y
23
la corrección de las normas prácticas .
Las implicaciones de estos "hallazgos" para lo moral en general, y muy concretamente
para la educación moral, serían -a mi juicio las siguientes (y debo advertir que en esta
conclusiones me distancio a menudo tanto de Apel como de Habermas):
1) No existen principios éticos materiales y, por tanto, la indoctrinación moral es
contraria a la racionalidad humana.
2) Los principios éticos son procedimentales, lo cual significa que sólo indican qué
procedimientos deben seguir los afectados por una norma para decidir si la consideran
moralmente correcta.
3) Los afectados han de tomar la decisión en condiciones de racionalidad, es decir, tras
haber participado en un diálogo, celebrado en condiciones de simetría, en el que al cabo triunfe
la fuerza del mejor argumento y no alguna coacción interna o externa al diálogo mismo. Las
condiciones de racionalidad del discurso serían algunas de las expuestas por R. Alexy en su
lógica de la argumentación24.
4) Las decisiones sobre la corrección de normas son siempre revisables, porque los
afectados pueden percatarse de que cometieron un error, de que alguien participó con mala
voluntad (es decir, no motivado por la satisfacción de intereses generalizables), pueden
producirse descubrimientos en el campo de que se trataba, etc.
5) Esto significa que las normas morales pierden ese carácter de absolutez y
definitividad, que parece asistirles desde antiguo, y que -a mi modo de ver- quedan como puntos
centrales de lo moral los principios procedimentales, los valores que acompañan necesariamente
a esos principios (autonomía, igualdad, solidaridad, imparcialidad), los derechos de los
participantes en el diálogo , y las actitudes de quienes participan en el diálogo, actitudes que
23
K.O. Apel, "La ética del discurso como ética de la responsabilidad. Una transformación
postmetafísica de la ética de Kant", en K.O. Apel. Teoría de la Verdad y Etica del Discurso,
Barcelona, Paidos, 1991, 147-184.
24
R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales1989; J. Habermas, Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona,
Península, 1985, 57-134.
1
pueden ir presididas por el interés "moral" de satisfacer intereses universalizables, o bien por el
interés egoísta de favorecerse en exclusiva a sí mismo o al propio grupo.
6) Ciertamente algunos lamentan como una dolorosa pérdida la de los principios
materiales o las normas absolutas, sin embargo, no es ésta una razón para lamentarse, sino para
recordar que el hecho de no contar con principios dados y normas intocables pone en nuestras
manos la decisión acerca de la corrección de las normas, y que tales normas serán más o menos
respetuosas con todos y cada uno de los hombres según la actitud que cada quien lleve al
diálogo. Con lo cual cobra una relevancia inusitada en el terreno moral la actitud de los sujetos,
el ethos de los individuos.
7) El ethos que llevará a decisiones moralmente correctas puede ser calificado de
dialógico, atendiendo a lo dicho, y podría caracterizarse como la actitud de quien: sabe que para
llegar a pronunciarse sobre la correcto necesita tener conocimiento de las necesidades, intereses
y argumentaciones de los demás afectados por una norma; es consciente de que debe recabar la
máxima información posible, no sólo a través del diálogo, sino también a través del estudio y la
investigación; está dispuesto, a su vez, a informar de sus necesidades e intereses a los demás
afectados, y a respaldar sus propuestas con argumentos; piensa tomar su decisión desde lo que
Kant llamaría una "buena voluntad", es decir, desde la voluntad de satisfacer intereses
universalizables y sólo dejarse convencer por la fuerza del mejor argumento; está presto a tomar
responsablemente la decisión, porque sabe que sólo él puede decidir sobre lo que considera
25
moralmente correcto .
8) Y, en este sentido, creo necesario introducir una precisión que escapó a los creadores
de la ética del discurso: el principio procedimental de esta ética debe aplicarse para determinar
la corrección de normas morales; estas normas tienen, entre otras cosas, de peculiar que obligan
al sujeto que tiene conciencia de ellas sin necesidad de coacción externa; lo cual significa que
solamente pueden obligar a su cumplimiento si el sujeto tiene conciencia de que él considera la
26
norma como moralmente correcta .
25
Para las técnicas dialógicas ver H. Salinas y J.M. Puig, "Toma de conciencia de las
habilidades para el diálogo", en M. Martínez y J.M. Puig (coords), La educación moral,
Barcelona, Graó, 1991, pp. 161-170; J.M. Puig, Aprender a dialogar, Madrid, Cl&E, 1995.
26
Apel ha tenido que recitificar en este sentido en Teoría de la Verdad y Ética del Discurso,
161 y 162.
1
No hay que confundir, pues, los términos y creer que "ética dialógica" significa algo así
como "ética que considera moralmente correctas las normas que se acuerdan en grupo", ni
todavía menos "ética que considera moralmente correctas las normas que como tales ha
decidido un colectivo tras una votación en que la decisión se ha tomado por mayoría". Los
acuerdos y las mayorías, con todas sus limitaciones, tienen un sentido -aunque sumamente
revisable- en la decisión de normas legales y políticas, pero determinar la obligatoriedad de una
norma moral es cosa de cada sujeto, siempre que esté dispuesto a escuchar, replicar y decidir
según los intereses universalizables, que es en lo que consiste un ethos dialógico.
Porque el "consenso" por el que se aprueba una norma moral no significa ese tipo de
consenso político en que todos ceden una parte y concuerdan en otra, de modo que nadie queda
satisfecho, sino que el consenso por el que se decide que una norma es moralmente correcta es
aquel en que cada uno de los afectados por ella se siente invitado a dar su consentimiento
porque le han convencido plenamente las razones aducidas, en el sentido de que ciertamente la
norma satisface intereses generalizables. No son, pues, los acuerdos fácticos los que llevan a
decidir la corrección de una norma moral, sino la convicción del sujeto moral de que da su
asentimiento porque a él le parece totalmente justificada.
En este sentido me parece paradigmática la posición de los objetores de conciencia, los
desobedientes civiles o los insumisos que, desde una disconformidad moral con las normas
legales vigentes, exigen su revocación o su modificación precisamente porque creen que,
aunque la mayoría todavía no se haya percatado de ello por múltiples causas, es moralmente
incorrecto mantener una determinada legislación. Y cuando digo "moralmente incorrecto" me
refiero a que no satisface intereses generalizables, es decir, que no sería el tipo de norma que
aprobaríamos situándonos en el lugar de cualquier otro, sino que sólo tiene sentido desde la
defensa de intereses grupales, con perjuicio de los restantes afectados.
9) Precisamente esta importancia de las actitudes exige una educación moral dirigida a
ayudar a los hombres y a los ciudadanos a desarrollarse como personas críticas, capaces de
asumir el propio juicio moral desde el que poner en cuestión el orden vigente, tras un diálogo
abierto con los demás afectados para poder optar por intereses universalizables.
Es a través de ese diálogo como podrá ejercerse la doble dimensión de cada persona: la
dimensión de autonomía, por la que es capaz de conectar con todo otro hombre, y la de
autorrealización que a cada uno conviene. Porque el diálogo y la decisión personal última son el
lugar en que se concilian universalidad y diferencias, comunidad humana e irrepetibilidad
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personal.
10) Sin embargo, y a pesar de que Apel y Habermas han presentado la ética del discurso
como exenta de valores, como si fuera una "ética sin moral", yo considero que el procedimenta-
lismo lleva entrañado un conjunto de valores, que nunca ha sido ni es ahora axiológicamente
neutral.
Por eso importa sacar a la luz los valores entrañados en los procedimientos e ir
componiendo con ellos los trazos de un nuevo hilo conductor para la educación -el concepto de
ciudadanía-, capaz de unir el procedimentalismo de las actitudes con la "materialidad" de los
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valores entrañados en los procedimientos . Éste sería el fundamento de un programa fecundo
de educación en valores, aprovechando la riqueza de la ética del discurso.
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A. Cortina, Ciudadanos del mundo, cap. 8; A. Cortina y J. Conill (eds.), Educar en la
ciudadanía, Valencia, Institución Alfonso El Magnánimo, 2001.