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Reflexión:
Nadie tiene un escudo tan poderoso como para evitar pasar por algunos
malos momentos a lo largo de su vida.
Ni siquiera tener la fortuna de ser una persona optimista, que ha
heredado esa condición de su padre o de su madre, que la ha heredado
a su vez de alguno de sus padres.. ni el más grande de los optimistas
puede librarse de experimentar dolor.
Somos humanos, seres sensibles, que vivimos situaciones tristes, que
nos lastiman, pero también somos seres con empatía, que sufrimos al
ver injusticias y el sufrimiento de los demás.
¿Qué hacemos con nuestro dolor?
En primer lugar, de nada sirve negarlo. De nada sirve negar nuestras
emociones. Porque además de seres emocionales, somos seres
pensantes, racionales. ¿Y sabes qué? Tu mente te juzga. Si no lloraras
ante la muerte de un ser querido, tu mente te comenzaría a cuestionar
qué por qué no has llorado, qué quizás no le querías tanto…etc. Cuando
seguramente eso no es así y habría otros motivos diferentes (ser hombre,
intentar “estar bien” para que no sufran otras personas a quienes quieres
proteger”, etc)
Los sentimientos, todos, son necesarios y nos muestran nuestra esencia
de seres humanos emocionales. Eso sí… ¿Qué actitud tenemos ante
algunas circunstancias que nos duelen, que nos molestan?
Algunas veces, algunas personas, eligen la queja para expresar su rabia,
su frustración, su dolor, y se quejan de que podría haberse hecho algo
antes, luego de que ya no se hubo hecho, o se quejan de lo sucedido, de
lo que no les ha gustado, de lo que ha dolido….
Reflexión:
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