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Álvaro Ruano
Gerardo Guarán
Victoria Alvarado
1Esquit, E. (2019). Comunidad y Estado durante la Revolución. Política comunal maya en la década de
1944-1954 en Guatemala. Guatemala: Tajaal Ediciones.
Pero antes de abordar la obra de lleno quisiéramos detenernos someramente en el
autor y en el lugar que ocupa este estudio en la ingente producción académica
sobre los diez años de primavera democrática.
2Ayala, A. (2019). Una Conversación Con El Antropólogo Edgar Esquit Choy Autor Del Libro Comunidad
Y Estado Durante La Revolución. 26/10/2019, de Prensa Comunitaria Sitio web:
https://www.prensacomunitaria.org/una-conversacion-con-el-antropologo-edgar-esquit-choy-
autor-del-libro-comunidad-y-estado-durante-la-revolucion/
De manera muy general podemos sostener que la producción intelectual sobre la
primavera democrática gira en torno a las causas y consecuencias de la revolución
sobre el presente y del futuro del Estado; a su carácter democrático-burgués; su
relación con los movimientos sociales de la época; la intervención del imperialismo
y su influencia sobre el quiebre de la revolución; los objetivos gubernamentales; el
papel de la pequeña burguesía en la toma del poder; su vinculación con la teoría
de la dependencia; y la reforma agraria como vínculo de la revolución urbana con
lo rural.
Sin embargo, no existe ningún antecedente, hasta donde las luces nos alcanzan,
sobre la configuración colonial del poder durante la primavera democrática y las
influencias del sistema político indígena sobre la misma. Por ello consideramos
que la obra de Esquit es innovadora en este aspecto.
3 Tischler, S. (2009). Guatemala 1944: crisis y Revolución. Ocaso y quiebre de una forma estatal.
Guatemala: F&G editores.
4 Cardoza y Aragón, L. (1975). Guatemala. Las líneas de su mano. México: Fondo de Cultura
Económica.
conocimiento sobre la realidad social guatemalteca, haciendo uso tanto de la
historia como de su propia reflexión sobre diversos temas que van desde el
significado de la presencia española hasta la desigualdad de las clases sociales,
pasando por la opresión del pueblo indígena.
Sin embargo, aunque Cardoza y Aragón sí toma en cuenta la opresión del pueblo
indígena y ahonda exhaustivamente sobre el problema indígena durante la
primavera democrática, lo hace desde una perspectiva ladina que muchas veces
cae en el romanticismo, en donde lo “indígena” aparece como el único elemento
realmente “guatemalteco”. Lo cual solo invierte la cuestión monocultural del
Estado.
Por otro lado, Gustavo Murga en el libro titulado “El Estado y los campesinos en
Guatemala durante el período 1944-1951” (1992)5 aborda la relación asimétrica del
campo con la ciudad en la revolución democrática-burguesa. A pesar de que el
autor toca el tema del problema del indio en el proceso constituyente, ofrece
solamente un repaso sobre la cuestión del indígena y los problemas que suscito sin
analizar la configuración del poder racializado durante la década revolucionaria.
Hemos presentado estos ejemplos a modo de que el lector tenga una idea muy
general sobre el enfoque con el que se ha estudiado la primavera democrática.
Sería imposible debido a la ingente cantidad de textos académicos escritos en
relación al período 1944-154 presentar aquí más ejemplos sobre la cuestión. De
cierta forma sería un tanto ocioso, pues el resto de la bibliografía sobre dicho
período es un poco más de lo mismo.
Cultura Económica.
La obra de Esquit, en cambio, se aleja de los enfoques tradicionales y de las líneas
de investigación sobre los diez años de primavera democrática. Por un lado, se
distingue de las demás investigaciones por abordar la acción política comunal
maya ante el proyecto revolucionario desde una perspectiva historiográfica y
antropológica; por el otro, es una de las primeras investigaciones que realiza un
investigador de ascendencia indígena; cuya reflexividad pondrá en evidencia los
errores de interpretación que otras investigaciones han realizado sobre la
territorialidad indígena y sobre la indianidad en el proyecto revolucionario, como
el citado ejemplo de Cardoza y Aragón.
El prólogo de Aura Cumes que comienza desnudando “la masacre de Patzicía” del
22 de octubre de 1944 sirve al lector como muestra de la valorización desigual y
racializada de la vida que se perpetuaría durante los diez años revolucionarios;
conservando con ella la estructura del poder colonial y la división racial y sexual
del trabajo que permitió tratar a los indígenas como seres y cuerpos despojables.
A pesar del cuestionamiento a esta estructura del poder por parte de líderes
indígenas y desde la comunidad, las reformas liberales dejaron a merced del
aparato estatal a las comunidades indígenas; dando paso a un dispositivo de
control social entre indígenas, el Estado y el resto de la sociedad que mantendría la
estructura del poder colonial: el trabajo forzado.
Este dispositivo doto de una identidad servil al indígena que a la larga instauraría
un sistema de relación social basado en una concepción racializada del poder en
donde el indígena aparecería como naturalmente inferior y por ello apto para el
trabajo forzado. De esta cuenta las «las leyes funcionaron como un sistema
vinculado a las nociones racistas que definían a los indígenas como vagos, gente
indolente y dados a la pereza» (Esquit, 2019, p. 50) que iría configurando una
economía relegada a los criollos y a los ladinos y un proyecto nacional
marcadamente excluyente y paternalista hacia el pueblo indígena.
Es así como las élites ladinas «para mantener sus privilegios, debían establecer un
fuerte control sobre la población y reproducir los discursos sobre el primitivismo de
los indígenas, sobre su carácter belicoso y su propensión a la vagancia» (Esquit, 2019,
p. 51). Esto fue creando un dispositivo de control social y una subjetividad en la
que el indígena es visto como un cuerpo explotable y despojable que posibilitó una
división del trabajo ligada a la diferencia étnica.
De esta forma los cambios que produje la década revolucionaria sobre la estructura
económica y política no se reflejaron en las relaciones étnicas ni trajo consigo un
cambio sustancial en el lugar asignado históricamente a los indígenas en la
estructura socio-racial y ni en la división social del trabajo. En términos generales,
a pesar de la Reforma Agraria, «[…] la población indígena continuó con su lugar
subalterno en la actividad agrícola, por lo que muchos siguieren siendo mozos en
las fincas» (Esquit, 2019, p. 83).
Sin embargo, la década revolucionaria no fue del todo obtusa. Aunque estuvo
plagada de contradicciones y errores, las políticas agrarias y de modernización de
la economía abrieron oportunidades para que comunidades indígenas recuperaran
sus tierras y también la posibilitad de ampliar el comercio. Lo que a la postre
ayudó a nivelar la estratificación de la población, ya que con el aumento del
comercio se creó una capa media indígena que tuvo acceso a formación educativa
y profesional que ulteriormente posibilitaría la formación de una red de
intelectuales orgánicos indígenas.
7 No obstante, también nos recuerda que en caso de las regulaciones del trabajo solo afectaron al
sector urbano y que la Ley de la Vagancia fue reabierta en 1945 con el decreto legislativo 118 que
establecía y sancionaba a la vagancia como un delito. Asimismo, se emitió una ley o “Reglamento
para el control de jornaleros de los trabajadores del campo” que mantenía la concepción del
indígena como un mozo y como persona que debía ser forzada a trabajar. Además de ello, el pago
en especie siguió vigente.
El autor concluye que la Revolución rompió con esquemas políticos y económicos
del antiguo régimen. A pesar de ello, no logro romper con los esquemas sociales y
culturales del Estado-nación. De manera que la conformación de la nación y la
centralización del Estado significaron necesariamente la eliminación de las
comunidades mayas mediante su conducción a formas de gobierno normalizadas
como democráticas y nacionales.
En el epílogo, Esquit nos dice que pese a todo, la Revolución es quizás el hecho
más significativo de la historia de Guatemala de los últimos dos siglos y es, como
diría Cardoza y Aragón, el punto de partida de la historia nacional para muchos
intelectuales ladinos y de clase media. En cambio, para el pueblo maya la
Revolución de Octubre es más bien el inicio de una “oportunidad” en su larga
lucha contra el colonialismo para lograr su autodeterminación.
Y para que esto sea posible, es necesario Revolucionar Guatemala de cabo a rabo,
no solo a nivel político o económico, sino fundamentalmente a nivel de la
subjetividad que implique la abolición definitiva de «[…] las ideas coloniales sobre
la inferioridad del indio, su existencia como sirviente, como ser despojable y como
persona merecedora de la muerte» (Esquit, 2019, p. 110).
Bibliografía:
Esquit, E. (2019). Comunidad y Estado durante la Revolución. Política comunal maya en
la década de 1944-1954 en Guatemala. Guatemala: Tajaal Ediciones.
Ayala, A. (2019). Una Conversación Con El Antropólogo Edgar Esquit Choy Autor Del
Libro Comunidad Y Estado Durante La Revolución. 26/10/2019, de Prensa
Comunitaria Sitio web: https://www.prensacomunitaria.org/una-conversacion-
con-el-antropologo-edgar-esquit-choy-autor-del-libro-comunidad-y-estado-
durante-la-revolucion/
Tischler, S. (2009). Guatemala 1944: crisis y Revolución. Ocaso y quiebre de una
forma estatal. Guatemala: F&G editores.
Cardoza y Aragón, L. (1975). Guatemala. Las líneas de su mano. México: Fondo de
Cultura Económica.
Preguntas
¿Cuáles son las acciones políticas mayas que tratan de recuperar el sentimiento de
comunalidad frente al sistema político estatal?
¿Cuáles son las potencialidades del método etnohistórico para estudiar las
relaciones interétnicas en la historia guatemalteca?
William Glombrery??????