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Cazeaux
Félix A.Trigo Represas
DERECHO DE
LAS OBLIGACIONES
2* Edición -1* Reimpresión
Aumentada y actualizada
1
Redactado por el Dr.
Pedro N. Cazeaux
LIBRERÍA
EDITORA
PLATENSE . . - _
. ._ I A P» ATA 1QTO
Ser i e Tr a t a d o s J u r í die o s I l
CAPÍTULO I
NOCIONES GENERALES
I. Importancia de la materia j
IJ. Terminología 5
III. Definición 6
IV. Ampliaciones a la definición de las institutos 7
V. Críticas a la definición , 9
VI. Posición del código civil II
Vil. Deberes jurídicos y obligaciones , Ib
VIII. Acepciones impropias de la palabra "Obligación". Empleo
inadecuado 17
IX. Naturaleza jurídica de la obligación 18
A. Teorías» subjetivas: Savigny-Hcdemann,
II. Teorías objetivas: Dulcket-Gaudemet, teoría del débito
(schuld) y de la responsabilidad ihaftwig): teoría del de
ber libre.
C\ Conclusiones.
\. Derecho de las obligaciones y derechos reales, diferencias;
teorías monistas 2V
XI. Obligaciones Propter Retn 41
A. Noción.
fí. El problema en el código civil \ en la doctrina.
C Conclusiones.
XII. Diferencias entre el derecho de las obligaciones y el derecho
de familia 48
XIII. Metodología 49
XIV . Influencia del derecho romano 52
XV. Influencia del derecho canónico 55
XVI. Concepto antiguo y concepto moderno ' 57
Concepción subjetiva y concepción objetiva en cuanto a:
A. La situación de deudor.
H. La concepción de vínculo obligatorio. Concepciones subje
tiva y objetiva.
C. El espíritu del derecho de las obligaciones. Concepción in
dividualista y concepción solidarista.
XVJI. Unificación del derecho, de las obligaciones 68
XVIII. Derecho de las obligaciones y economía 72
XI
sujetos, c) Sujetos determinados o determinablc*.
B. Objeto: objeto del contrato y objeto de la obligación. Objc-
ro de la obligación. Requisitos: a) Debe ser posible, bi Tiene
que ser lícito, c) Debe ser determinado o determinablc. <// De
be representar interés "para el acreedor. Controversia doctrina
ria al respecto. El requisito del interés patrimonial en la Ic<n\-
lación comparada. El problema en el código civil argentino.
Evolución de la jurisprudencia.
C. Causa o fuente. La clasificación tradicional de \u> iucntev
Crítica. Los códigos modernos. Noción sumaria de cada fuen
te: contrato, cuasi contrato, delito, cuasidelito: el enriqueci
miento sin causa: la voluntad unilateral: el abuso del dere
cho: la sentencia judicial. Relaciones contractuales de hecho
Resumen.
II.- Las causas de la> obligaciones contractuales. Planteos del
problema 1j4
^limitación de conceptos. La cauba en el derecho romano.
En el derecho canónico. En el derecho francés. Teoría clá-
sica de la causa. Teoría aniieausalista. Falsedad de I»
noción de causa. Inutilidad de la noción de causa. Ncocau-
salismo (Doctrina de Capitant. losscrand, iMazeaud, Ripen
y de los discípulos de Capitant). La tesis objetiva de 1»
causa. La jurisprudencia francesa. Derecho comparado.
Derecho argentino. Discusión doctrinaría de los artículos
500. 501 y 502 del código civil. Nuestra opinión.
I. Presunción de causa ...*....... 15?
V. Falsa causa 154
V. Causa ilícita 155
ITULO ¡II
TOS DE LAS OBLIGACIONES
I. Nociones generales jc^
I. Efectos de las obligaciones y efectos de los contrate* .... Jfa5
L El principio de la buena íc ib*
. Efectos con respecto a las partes y a terceros jí>^
A. Sucesores universales.
B. Sucesores singulares.
C. Terceros.
. Efectos entre las partes j72
A. Ejecución voluntaria.
B. Ejecución forzada: </) Ejecución directa. I. Por el deudor
1?) Obligaciones de dar. 2?) Obligaciones de hacer. 5?) Obli
gaciones de no hacer. Astrcwtes: Denominación. Ejemplos CV
racteres. Naturaleza jurídica. Ámbito de aplicación. Fundamen
to. Derecho comparado. Jurisprudencia nacional. Tercer con
greso de derecho civil. Códigos de procedimientos provincia-
les. Las astretntes y la ley 17.7n. Ejecución de las astreintcs.
2. Ejecución forzada directa por terceros, b) Ejecución indi
recta. Carácter. Naturaleza de la conversión de la prestación
originaria en la de indemnizar daños y perjuicios. Requisitos:
I. Inejecución. 2. Mora.Mora del deudor. Definición. Elemen
tos: 1. Retardo. 2. Imputabilidad. 3. Constitución en mora.
Antecedentes. 4. Derecho moderno. El problema en nuestro
código Requerimiento judicial. Requerimiento e.xtrajudiciai
Forma del requerimiento extrajudicial. Contenido del reque
rimiento Excepciones a la exigencia del requerimiento prc-
; vio: 1. Mora convencional. 2. Mora ex re. 5. Mora legal Ca
sos asimilados a la mora ex re. La reforma del artículo 509 La
constitución en mora y la Mispensión de la prescripción.' La
aplicación de la reforma al artículo 509 con relación al tiem
po. Efectos de la mora. Cesación de la mora. Mora del acree
dor. Noción. Requisitos. Efectos. Cesación de la mora del
acreedor. Mora en las obligaciones recíprocas. Imputabilidad
en la inejecución. Dolo: Distintas acepciones: a) El dolo como
vicio de la voluntad, bt El dolo como elemento del acto ¡li
cito denominado delito, c) El dolo en la inejecución de las
obligaciones. Efectos del dolo'. Dispensa del dolo. Prueba del
dolo. Dolo del acreedor. Dolo de representantes. Dolo de am
bas partes. Culpa. Noción. Derecho romano. La teoría efe los
grados de la culpa. Derecho francés. El código civil argentino
Códigos modernos. Conclusiones. Unidad y pluralidad de la
culpa. El tema en el código civil. Culpa civil y culpa penal
Dispensa de la culpa. Prueba de la culpa: obligaciones de
medio y obligaciones de resultado. Culpa del acreedor. Culpa
concurrente. Culpa de .subordinado. Culpa de representantes
Culpa in comrahendo. Culpa precontractual. Culpa pósteos
tractua . Responsabilidad objetiva. Teoría del riesgo creado Ul
timas doctrinas ai respecto. Conclusiones. La reforma del* ar
ticulo 111 i y la teoría del riesgo creado.
CAPÍTULO l\
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
(Conclusión)
| LA INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO
I. Nociones generales 4 31b
II. Terminología 318
III Método del código 319
IV. Fundamentos * 319
V. Carácter • 520
VI. Finalidad • 520
A. Reparación en dinero.
B. Restablecimiento al estado anterior.
VIL Clases de daños 522
1. Daño moral. Daño material. 2. Daño contractual. Daño e\-
tracontractual. 5. Daño compcasatorio. Daño moratorio. 4.
Daño direejo. Daño indirecto. 5. Daño intrínseco. Daño extrín
seco. 6. Daño previsible. Daño imprevisible. 7. Daño común.
XIII
Daño particular. 8. Daño futuro. Daño hipotético. 9. Daño po
sitivo. Daño negativo.
VIH. Requisitos del daño * --„
IX. Avaluación
.
--4
>.>4
X. Extensión del- resarcimiento .. '. 554
I. Subjetivo. 2. Objetivo. Límites de Ya reparación.' Noció-
nes generales.
A. Límites de la reparación en la teoría subjetiva. Pothicr
fcl código civil francés.
B. Límites de la reparación en la teoría objetiva. Diversas teo
rías en cuanto a la relación de causalidad: 1. Teoría de la
equivalencia de las condiciones. 2. Teoría de la causa próxi-
r/li ,na d? ,a causa P^dominante. 4. Teoría de la cau
salidad adecuada.
C. El problema del resarcimiento en el derecho inglés.
XI. Sistema del código civil argentino en cuanto a la extensión
del resarcimiento -4
A. Inejecución por culpa.
Liln0^1'0,"^01053- ?! tCXt0 Pri,™ivo del artículo 521 del
dí
del ^actiln
resarcimientoCrprctaci?n doctrinariadolosa.
en la inejecución acercaNuestra
de la extensión
opinión
C Proyectos de rcforma.de Bibiloni y del año 1936T .
D. Posición de la jurisprudencia. El texto actual del artículo
21 después de su reforma por la ley 17.711. dr"«"<>
XII. Época adecuada parael juicio valorativo .... 565
XIII. Compensación del daño con el lucro ' '' 564
XIV. Deber del damnificado de comportarse de manera que no
aumente el daño causado -6-
XV. La^facultad judicial de moderar' el "monto de la Ynde'mniza-
XVI. Prueba del'dáñó" ..'..* V¡*
XVII. Daño moral \ *¿
Distintas posiciones doctrinarias. El problema del' daño' moral '
en el código civil argentino. El daño moral. en- el.,texto V1,5
origi
nano del código civil. Doctrina y jurisprudencia. Nuestra opi
nario de cñHon <>¡v;i rw..-:«~ .. :.. •
5 CAPÍTULO \
XV
gibilidad del crédito. Inacción del deudor.- Interés legítimo.
Derecho susceptible de subrogación. 2?) Formales: Subroga
ción judicial previa. Intimación al deudor. Citación al deu
dor. Constitución en mora. 9. Esfera de aplicación: 1?) Dere
chos susceptibles de subrogación. Derechos de obligación.
Derechos surgidos de los contratos. Derechos reales. Derecho
de familia. Derecho de sucesiones. 2?) Derechos no suscepti
bles de subrogación. Derechos de obligación. Derechos surgi
dos de los contratos. Derechos reales. Derecho de familia.
Derecho de sucesiones. Las meras facultades. 10. Procedimien
to de esta acción. 11. Efectos: IV) Con respecto al acreedor
subrogante. 2?) Con relación al deudor subrogado. 3?) Con
respecto al tercero demandado. 4?) Con respecto a los demás
acreedores del obligado. 12. Los códigos procesales de la Na
ción y de la provincia de Buenos Aires y la acción subrogato-
ria.
VI. Acción directa . 487
I. Noción. 2. Casos. 5. Fundamentos. 4. Diferencias con lu ac
ción subrogatoria. 5. La acción directa y el contrato de seguro.
6. Condiciones de ejercicio. 7. Efectos. 8. Cosa juzgada. 9.
Prescripción.
VIL Subasta de acciones y derechos 496 f!
* ;'
CAPÍTULO VI
INEJECUCIÓN INIMPUTABLL
I. Caj>o fortuito o fuerza mayor 501
A. Definición.
B. Sinonimia. Equivalencia de ambas expresiones de nuestro
código. Posición de la doctrina. Teoría de Exner. Doctrina y
jurisprudencia nacional.
C. Requisitos del caso fortuito o fuerza mayor: a) Imprevisi
ble, b) Inevitable: l. Imposibilidad absoluta y relativa. 2. Im
posibilidad total y parcial. 5. Imposibilidad definitiva y tempo-
poraria. 4. Imposibilidad física v moral, c) Actual, d) Inimpu-
table.
D. Casos particulares: a) Hechos de la naturaleza! b) Hechos
del hombre: T. Ordenes o prohibiciones de las autoridades. 2.
Resoluciones judiciales. 3. Guerra. 4. Revoluciones. 5. Hecho:»
de terceros. 6. Huelgas. 7. Lock-out.
E. Casos en que no existe fuerza mayor.
F. Efectos del caso fortuito o fuerza mayor.
C. Excepciones al caso fortuito o fuerza mayor: a) Cláusu
las de responsabilidad o pacto de garantía, bf Culpa del deu
dor, c) Mora del deudor, d) Disposición de la ley.
H. El caso fortuito en los actos ilícitos.
/. Cláusulas de irresponsabilidad. \
A Prueba del caso fortuito.
II. Teoría de la imprevisión 529
A. Noción.
B. Ejemplos.
C. Denominación.
XVI
Dx Definición.
£. Antecedentes.
F. fundamento?.
C Requisitos.
•ti. Diferencias con otras figuras jurídicas.
/. Legislación y jurisprudencia extranjeras.
/. El código civil argentino.
K. lurisprudencia nacional.
/.. Congresos científicos.
M. La reforma del código civil en materia de imprevisión.
N. Efectos.
III. Estado de necesidad 551
.4. Definición.
B. Requisitos.
C. Antecedentes históricos.
D. Naturaleza jurídica.
E. Legislación comparada.
F. lurisprudencia extranjera.
G. Legislación argentina.
//. lurisprudencia nacional,
convencionales.-
/. El estado de necesidad en la inejecución de Jas prestaciono
/. Paralelo con otras figuras jurídicas.
K. Efectos del estado de necesidad.
/.. El tema en las Terceras jornadas de derecho civil de Tu-
cumán.
CAPÍTULO Vil
CLASIFICACIÓN
CAPÍTULO VIII
XVII
1. Noción.
2. Cosas comprendidas en la entrega.
3. Deberes del deudor.
4. Constitución v transferencia de los derechos reales y en es
pecial de la propiedad en las obligaciones de dar cosas lícitas:
a) Sistema del derecho romano, b) Sistema del derecho fran
jees,-el Sistema del derecho alemán, d) Sistema del código ci
vil argentino: la tradición; excepciones al principio general.
$. Efectos de la constitución y la transferencia de derechos
reales con respecto a terceros.
A. Obligaciones de dar cosas ciertas para constituir o transfe
rir derechos reales, a) Cosas muebles, bl Cosas inmuebles.
c) Derechos del acreedor burlado contra el deudor.
/*. Obligaciones de dar cosas ciertas para restituirlas a su
dueño: a) Cosas muebles, b) Cosas inmuebles, c) Derechos del
acreedor burlado contra el deudor. 6. Riesgo y ventajas de la
cosa debida:
4. Pérdida o deterioro: ai Obligaciones de dar cosas ciertas
para constituir o transferir derechos reales. IV) Pérdida o de
terioro sin culpa del deudor: teoría de los riesgos. Pérdida de
la cosa. Deterioro de la cosa. 2v) Pérdida o deterioro por cul
pa del deudor: al Pérdida de la cosa: bl Deterioro de-la
cosa, bl Obligaciones de dar cosas ciertas para restituirlas a
su dueño: IV) Pérdida o deterioro sin culpa del deudor: al
Pérdida de la cosa: bl Deterioro de la cosa. 2?) Pérdida o de
terioro por culpa del deudor: al Pérdida de la cosa: bl De
terioro de la eos;» r/ Leyes de la prueba.
II. Mejoras: diversas clases: ai Mejoras naturales, bl Mejoras
hechas por el hombre: IV) Mejoras necesarias. 2V) Mejoras
útiles. >••'» M.-<oi-as voluntarias: al Obligaciones de dar cosas
ciertas para constituir o transferir derechos reales, b) Obliga
ciones de dar cosas ciertas paar restituirlas a su dueño: IV)
Deudor de buena fe. 2V) Deudor de mala fe.
C. Frutos: al Obligaciones de dar cosas ciertas para cons
tituir o transferir derechos reales, b) Obligaciones de dar co
sas ciertas para restituirlas a su dueño: IV) Deudor de buena
(Je. 2v) Deudor de mala fe.
II. Obligaciones de hacer 681
IJ Noción.
y 2./Forma de cumplimiento. f
3. Ejecución forzada: al Ejecución forzada directa, bl Ejecu-
* ción indirecta. /
4.j/ Imposibilidad del hecho.
4'J MI. Obligaciones de no hacer 695
I.^Noción. .
2. Ejecución forzada directa: al Por el deudor, bl Destruc-
ción de lo hecho, el Ejecución indirecta: daños y perjui-
.cios
'•¡y Imposibilidad de la omisión.
XVIII
CAPÍTULO IX
XIX
•5 Ámbito de aplicación de estas normas.
IV.' OblacionesFde dar cantidades dc cosas
2. Slfertncia con las obhgacones de <U .osas inciertas no
íungibles.
">. lífectos. ...
4. Individualización de Ir* cosas.
Pérdida o deterioio de las cosas debidas.
•>.
\ Oblaciones de dar cantidades de cosas para const.-
¿ir deSos reales: a) Pérdida odeterioremw.culpa del
deudor fe) Pérdida o deterioro por culpa del deudor.
« OMiSctones de dar cantidades de cosas para rest.tu.r-
'as ísuduéño: o) Pérdida odeterioro sin culpa del deu
dor, bl Pérdida o deterioro por culpa del dawor.
6. Efectos con respecto a terceros, mejoras y frutos. ^
'. Obligaciones de dar sumas de dinero
I. Nociones generales.
V. SS«vIK?de la moneda: a) Valor nominal. fr, Va-
4. lor real, c) Valor de cambio.
Aplicación dc estas teorías alos diferentes casos de obli..
gaciones dineradas.
5. Sistema monetario argentino. ....
b. Objeto y naturaleza de las obligaciones dmeranus.
A. Normas aplicables.
li. Obligaciones en moneda nacional.
C. Obligaciones en moneda especial.
7. Cláusulas de garantía. lviin.,n ,r
4. Cláusula oro. Obligaciones en moneda cMianicia. Hi
potecas a oro. .
B. Cláusulas dc pago en mercaderías
C. Cláusulas de revisión periódica y dc escala mo\il o 0c
índice variable.
8. Lugar v época del pago.
9. Incumplimiento de las obligaciones dc dar sumas dc
dinero,
lü. Intereses.
4. Noción.
li Caracteres v naturaleza.
C Pacto de interés: al Legalidad del pacto de inicies
bl l ibertad de contratar la tasa dc interés. O Sistema del
código civil argentino, di Inexistencia de convenio sobre
intereses, el Desde cuándo corren los intereses: lv) Cons
titución en mora.. 2?) Obligaciones dc carilidad ilíquida
V) /El interés compensatorio puede subsistir como mo
ratorio al vencer la obligación? ¡I Función indemnizatona
del interés moratorio. g/ Extinción de la obligación dc
pagar intereses.
11. Anatocismo.
.4. Noción. • . . .
II-VA anatocismo en nuestro código. Principio general y
excepciones.
C. Situaciones controvertidas.
/). El anatocismo en la* obligaciones comerciales,
41
índice analítico
XX
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION
prudencia. .
Creemos corresponder así cll [avor '111c!1 /cUI generosamente
~(' dispensara ti esta obra.. en ,-/ convencituiento ." aspiraciún
de que la misma habrá de seguii coustituvcndo una ellcu: ayudu
para el conocimicntu ele la nia.eriu.
LOS .~UTORES
XXI
ALABRAS PRELIMINARES A LA
RIMERA EDICIÓN
Las mismas palabras que prologaron, más de diez años atrás,
obra de Arauz Castex y Llambías, Derecho civil. Parle gene
al, pueden servir ahora de introito a la presente: "Este libro es
l fruto de una forma de mancomunidad que —más que co
boración— puede llamarse coordinación de la tarea empren
ida por los autores, cada uno de los cuales, ajustándose a un
étodo extrínseco uniforme,'ha tratado exclusivamente la parte
su cargo, de acuerdo a su personal criterio". Y tan cierto es
expuesto, que inclusive se ha dejado a salvo la opinión con
aria del otra autor, en los contados supuestos en que ha exis
do una discrepancia de pareceres.
De esta forma, el tomo l corresponde integramente a la /</•
or del doctor Cazeaux y el tomo III a la del doctor Trigo Re
resas: mientras que en el tomo II los temas se han repartido
tre ambos, aclarándose en el mismo cuáles son los desarrolla
os por cada uno de ellos.
Desde otro punto de vista, cabe señalar que el presente tra
ajo tiene su origen en las enseñanzas impartidas por los auto
s, como profesores titulares de la asignatura, en las Facultades
derecho y ciencias sociales de Mar del Plata y La Plata res
ectivamente. De tal manera, las lecciones de tantos años, han
do volcadas al íibrot procurando que conservaran la lozanía
opia de la enseñanza viva: pero dotando al mismo tiempo al
atamiento de cada terna, del desarrollo minucioso y documen
do que exigía la índole de la obraf que aspira a ser una exposi
ón de conjunto lo más completa posible, del derecho de las
ligaciones.
XXIII
álisis y comentario, a tenor de las nuevas instituciones. Pero
cambio ello ha permitido que, como culminación de la labor
lizada, por vez primera en nuestra bibliografía, aparezcan
tados en una obra orgánica los nuevos temas de las reformas
código civil, con la consiguiente limitación impuesta por .el
emio del tiempo. (
Al lector toca ahora juzgar, en qué medida se han logrado 1
finalidades perseguidas.
LOS AUTORES
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UMARIO: J. Importancia de la materia. —II. Terminología. —111. De-
finición.— IV. Ampliaciones a la definición de las Insti
tuías.— V. Críticas a la definición. —VI. Posición del
código civil. —VII. Deberes jurídicos y obligaciones. —¿
VIIÍ- Acepciones impropias de la palabra "obligación". Em-
pleo inadecuado. —IX, Naturaleza jurídica de la obliga-
ción: A. Teorías subjetivas: Savigny, Hedemann. B. Teo-
rías objetivas: Dulcket, Gaudemet; teoría del débito
tSchuld) y de la responsabilidad (Haftung); teoría del de-
ber Iibre- c- Conclusiones. —X. Derecho de las obligacio-
nes y derechos reales: diferencias; teorías monistas. —XI.
Obligaciones propter rem: A. Noción. B. El problema en
el código civil y en la doctrina. C. Conclusiones. — XII..
Diferencias entre el derecho de las obligaciones y el dere
cho de familia. — XIII. Metodología. — XIV. Influencia del
derecho romano. —XV. Influencia del derecho canónico.
XVJ" .Concepto antiguo y concepto moderno. Concepción
subjetiva y concepción objetiva en cuanto a: A. La sitúa-
ción dcl deudor. B. La concepción del vínculo obligatorio.
Concepción subjetiva y objetiva. C. El espíritu del dere-
cho de Ias obligaciones. Concepción individualista y con-
cepción solidarista. —XVII. Unificación del derecho de
las obligaciones: unificación internacional general; unifi-
cación zonal; unificación local del régimen de las obliga-
cíones «viles y comerciales. Conferencias internacionales y
nacionales de abogados. —XVIII. Derecho de las obliga
ciones y economía.
IMPORTANCIA DE LA MATERIA
bremos de comenzar el presente trabajo, con una afirmación
e de por sí resulta más que suficiente para destacar el enor
interés práctico que reviste el estudio de esta materia: todas
relaciones pecuniarias que existen entre los hombres, son re
iones de obligación.
Todos los días, a cada instante, creamos obligaciones. Los
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
III. DEFINICIÓN
La palabra obligación, en un sentido lato, implica una idea de
sometimiento, de sujeción, de restricción de la libertad. En la
misma medida en que estamos obligados, tenemos disminuida
nuestra libertad.
Pero éste no es el significado de dicho vocablo en el derecho
civil, donde se lo usa con un sentido técnico más estricto. La
mayor parte de los autores emplean para definirla, la fórmula
de las Institutos de Justiniano: "Obligatio est vinculum juris
quo necessitate adsiringimur alicuius solvendae rei, secundum
nostrae civitatis iura"6. "La obligación es un vínculo jurídico
que nos constriñe a pagar algo a otro,; según el derecho civil".
La última parte de la definición, "según el derecho civil",
carece de vigencia en la actualidad. La tuvo en el derecho ro
mano, cuando el derecho civil era aplicado únicamente a las re
laciones jurídicas entre ciudadanos, en tanto que a las existen
tes entre quienes no tenían esta calidad (peregrinos, esclavos y
extranjeros) las regía el ius gentiüm1. Pero al desaparecer en
6
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
civile y ius gentium, que por otra parte para esa época había desapa
recido por cuanto se había operado la fusión de ambos conceptos. (Vo-
gel. Derecho romano, pp. 36 y 50).
8 Demolombe. Cours de cade Napoleón, v. 9, p. 340.
9 León, Pedro. Rasgos esenciales de la obligación. Cuadernos de los
Instituios. Córdoba, 1957. Boletín III. p. 46, cit. por Luis De Gásperi.
con la colaboración de Augusto M. Morello; Tratado de derecho civil.
v..ll, p. 37, n. 26 a-j. Buenos Aires, Tea. 1964. León, Pedro. Derecho
civil ¡I, Obligaciones. Recopilación de Clases, Edit. T.A.Pv.As., p. 9.
10 Mazeaud, L. H., y 1., Lecciones de derecho civil, Buenos Aires.
Ejea, v. I, 2? parte, p. 8. Esimn, Diego, Manual de derecho civil español.
edit. Rev! dc Der. Priv., v. III. p. 9. Barbero. Doménico, advierte que
la definición de las Instituías responde maravillosamente a las exigen
cias modernas:. (Sistema de Qer. Priv.. edic. Ejea. v. 111. p. 2, n. 1>.
esidad jurídica *', relación jurídica ,: facultad de compeler ,:\ o
ación jurídica '\ sea aclarando, en cuanto a los sujetos de la
gación, que puede tratarse de varios acreedores y de varios
dores ,;; sea precisando que la prestación a cumplir puede ser
dar, de hacer o de no hacer ,6 o también completando la defi-
Bufnoir. Propriéte et contrat.. p. 47: Zacharíae. Le droit civil frun-
. ed. Durand, v. III, p. 342. § 524; Aübry y Rau, Cours de droit
franjáis, ed. Marchal y Billard. v. 4. p. 5, § 296: Colín y Capitant,
so elemental de derecho civil. Madrid. Reus. v. 3. p. 5: y los códigos
Guatemala y Filipinas.
Josserand, Derecho civil. Buenos Aires. Bosch. t. 2, v. I. p. 2. nv
olacco. Le obbligazione nel diritto civile italiano. 2-: ed.. Roma,
: VonTühr, Derecho de las obligaciones, Madrid. Reus. v. í.-p. 1?
: Larenz, Derecho de las obligaciones, ed. Rcv. Der. Priv.. v. I. p.
§ 2: Gutiérrez y González. Derecho dc las obligaciones, ed. Caji-
p. 19. Betti, Emilio. Teoría general de las obligaciones, edit. Rcv.
Priv., Madrid, v. I. p. 285. Boffi-Boggero, Luis María, acota quq
n extensa la cantidad de definiciones que hay casi una por autor,
la mayor parte de las veces se trata de un pequeño cambio de pa
s con mantenimiento del contenido conceptual. (Tratado de las
gaciones, edit. Bibliográfica Omeba. v. I. p. 14. n? 9). El cambio de >Í3
presión "vínculo jurídico** por "relación jurídica", es criticado por
n (Ob. cit., v. III. p. II).
Colmo. De las obligaciones en general, ed. Menéndez. p. 5. n. 5. |b
Demogue. Traite des obligations en general, ed. Rousseau, v. I,
, n? 7: Galli. en Salvat-Galli: Tratado de derecho civil argén-
Obligaciones en general. Editorial Tipográfica Argentina, v. \, p.
? 10a; Bayley, Curso de derecho civil, n? 43.
G|0RGT« Teoría dé las "obligaciones, ed. Reus., v. T. p. 11. n? 11;
ry-Lacantinerie y Barde. Traué'de droit civil, ed. Société du Re
: v. XI 1 des Obligations— p. 1. n? I: Josserand, Ob. y lug. cits.;
nz. Ob. y lug. cits.: Rossel. Manuel du droit federal des obliga
ed. Payot, p. 38, n? 18; Borda, Teoría general de las obligaciones,
os Aires, Pcrrot, v. 1. p. 9. n«? 1; Bayley. Ob. y lug. cits.
ioRGí, Ob. y lug: cits.; Aubry y Rau, Ob. y lug. cits.: Báudry-
ntinerie* y1 Barde, Ob. y lug. cits.; Josserand. Ob. y lug. cits.;
iol y Ripert, Traite élémentaire de droit civil, ed. Librairie Géné-
e Droit, v/2, p. 59, n? 156; Carbonnier. Derecho civil, ed. Bosch,
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
V. CRÍTICAS A LA DEFINICIÓN
l
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
U 11
n
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
12
estro código civil ha considerado inconveniente dar una de
ición de la obligación y en la nota al artículo 495 expresa:
una persona (el acreedor) contra otra persona determinada (deudor)
ra la satisfacción de un interés digno de protección que tiene el
imero" (Derecho civil, Bs. As., Bosch, Obligaciones, t. II, v. i, p. 1).
Larenz, "Es la relación jurídica por la que dos o más personas se
ligan a cumplir y adquieren el derecho a exigir determinadas. pres
iones" (Derecho de las obligaciones, v. 1, p. 18)..
Demogue, "La obligación es la situación jurídica que tiene por fin
a acción o una abstención dé valor económico o moral, cuya reali
ción es asegurada por determinadas personas" (Obligaciones, v. 1.
16, n? 7).
Stamler, "Vínculo jurídico para la cooperación social". Con lo que
define la obligación' dando preferencia a su finalidad y prescindien-
de sus elementos esenciales.
A todas estas definiciones, les cabe la crítica hecha por Giorgianni
el sentido de que en las mismas se da el concepto genérico que se
nfunde con el deber jurídico y no el que corresponde aesa particular
tegoría de deber jurídico que es la obligación. , .
El destacado civilista doctor Alberto D. Molinario formula lasi-
íente definición: "Derecho creditorio es el derecho patrimonial en vir-
d del cual su titular puede exigir de otro sujeto el cumplimiento de
a prestación que puede consistir en hacer o no hacer, susceptible de
reciación pecuniaria, y que siempre que no se trate de una obliga-
ón de dar sumas de dinero, en caso dc incumplimiento, faculta acce
riamente al acreedor, según la naturaleza de la prestación, a propor
onárselo por acción de un tercero a costa del deudor, u obtener la
trega dc una suma de dinero en sustitución de la prestación, que
ebe proceder de una causa fuente lícita, que comporta además otras
cultades en orden a la realización efectiva de la prestación, con nv
usión, en los supuestos taxativamente señalados por la ley, de un
rivilegio para el cobro preferente, que puede hacerse valer respecto
e los otros acreedores, sean de igual o distinta naturaleza y, que-en
iertas situaciones sólo otorga una excepción que impide la repetición
é lo pagado voluntariamente por el obligado". (Derecho patrimonial y
erecho real, p. 67, n? 8). ' . ^ i . V
Esta definición, si bien se acerca mucho al objetivo de incluir los
lementos verdaderamente decisivos de la obligación, no nos convence
el todo, porque en ella se entra de lleno adistinguir entre los efectos de
istintas clases de obligaciones y hasta se llega a tomar en cuenta ele
entos accesorios de las mismas, como son los privilegios.
Llambías, én su Tratado de derecho civil. Obligaciones, recientemen-
ia
parecido y que consideramos uno de los mejores sobre nuestra ma
a, define a la obligación, así: "Relación jurídica en virtud de la cual
ien, denominado deudor debe satisfacer una prestación a favor de
llamado acreedor" (v. I, p. 8, n? 2). Puig Peña da la siguiente de
ión: "Es aquella relación jurídica por virtud de la cual una perso
para satisfacer intereses privados, puede exigir de otra, una deter
ada prestación, que en caso de ser incumplida puede hacerse efecti
sobre el patrimonio de ésta" (Puig Peña, Federico, Tratado de de
o civil español, ed. Rev. Der. Priv., Madrid, v. IV, p. 15).
Para León, Pedro, la obligación es: "la relación jurídica que vincu
un sujeto activo (acreedor) con uno pasivo (deudor) en virtud de
ual el primero tiene el derecho de exigir y elsegundo el deber de
plir una prestación susceptible de apreciación pecuniaria en interés
primero". (Cuaderno de los Institutos. Córdoba: Boletín III, p.
.y en su Recopilación de clases, precitada, p. 31.
etti la define "como la relación jurídica patrimonial entre dos per
s, en virtud de la cual, una de ellas (el deudor) es responsable pa
on la otra (el acreedor) de que se verifique un acontecimiento de
inado (positivo o negativo) que, por lo general, es dqbido por el
or (prestación). (Betti, Emilio, Teoría general de las obligaciones.
Rcv. Der. Priv., Madrid, v. I. p. 283).
artmAnñ*. cit. por Betti, la define "como aquella relación jurídica
ínculo o tensión que está orientada como medio jurídico ai logro de
finalidad (económico-social); es decir a la finalidad de qué el acree
consiga la satisfacción de un determinado interés privado suyo, par
armente patrimonial" (Betti. Ob. cit., v. I, p. 364).
offi Bocgero trae la siguiente extensa definición: "Es una estruc
jurídica en que una o más personas determinadas o concretamen
eterminables al momento del cumplimiento, tienen derecho a exigir
ra u otras igualmente determinadas o determinables, la ejecución de
conducta, subsidiariamente la indemnización por los daños ocasio
s en caso de incumplimiento, también subsidiariamente la ejecución i i<
idual o colectiva del patrimonio del deudor para el caso de incum
iento del deber de indemnizar y, sin defecto de ello, el de hacer uso *1
, ;€
s medidas preventivas, reparadoras, como garantía del cobro del
ito" (Boffi Boggero, Luis María: Tratado de las obligaciones, ed. í .3
V
ográfica Omeba, v. I, p. 8). -í
odríguez Arias Bustamante, Lino, concreta la siguiente defini *
c
"La constricción jurídicamente exigible para un deudor, de reali 1
una prestación momentánea y cuyo cumplimiento la extingue, en )
ficio del acreedor, nacida de un acto aislado, particular, concreto, c
I DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
e- j cés, de Chile, de Italia, de España, de Brasil, de Uruguay, de
n- ñ Méjico, de Perú y de Venezuela, entre otros).
n- I Son muy pocos los códigos que contienen una definición del
| concepto que nos ocupa. El código de Guatemala (art. 1395)
|J | y el de Filipinas (art. 1156) caracterizan a la obligación como
de | "la necesidad jurídica de dar, hacer o no hacer alguna cosa"*.
le- I El código de las obligaciones de Polonia, la define como "el he-
jo- I cho de comprometerse el deudor respecto del acreedor a efec
:ti
sr-
tuar una prestación" (art. 2), lo que da la impresión de que
le-
las restringe al ámbito de las obligaciones contractuales, con gra
ve detrimento para el tratamiento del tema en una teoría gene
:u ral de la obligación. El código de Portugal de 1966, en su ar
de 1 tículo 397 la define así: "Obrigagao é o vínculo jurídico por
J i virtude do qual urna pessoa fica adscrita para com outra areali-
s § zaqdo de urna prestagao".
I Por último, y como recuerda Lafaille, hay códigos que sin
er- I dar una definición, proporcionan sus bases o algunas de sus ba-
>a- | ses. Tal es el proceder observado en el código civil alemán,
!* || que en su articulo 241 enuncia: "En virtud de la relación
el
es.
de obligación, el acreedor tiene derecho de exigir al deudor
una prestación. La prestación puede consistir en una absten
ica
ción"28.
de
29 Busso. Ob. cit., v. III, p. 10, n? 13; Gutiérrez y González, Ob. cit..
p. 68. n? 45; Von Tuhr, Tratado de las obligaciones, v. I, p. 4; Giorgian
ni, Ob. cit., pp. 23 y 24.
30 Von Tuhr, Ob. cit.. v. I. p. 6; Giorgianni, Ob. cit.. p. 78; Puig
Brutau, Ob. cit., t. 1, v. II, p. 31.
31 Hernández Gil. Ob. cit., v. I. p. 58.
32 Giorgianni, Ob. cit.. p. 78; Puig Brutau. Ob. cit.. t. 1, v. II.
pp. 30 y 31.
33 ídem, ídem.
34 Busso, Ob. cit.. v. III, p. 11. n'.' 18: Giorgianni, Ob. cit.. p. 78.
35 'Busso, Ob. cit.. v. III. p. 10, n? 12.
16
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
17
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
18
s, permanencia suficiente para ello, son instantáneos y por lo
nto el acreedor no puede dominar el acto del deudor,'sino de
a manera indirecta, a través de su voluntad libre. Suponer un
minio directo, contraría la base de la existencia de la per-
na, que es la libertad" 4\ Es por ello quizá, que De Ruggie
. quien adhiere a la teoría de Savigny. ha aclarado sin em
rgo que en realidad el que se obliga vincula su libertad reía-
anwnte al acto comprometido, en cuanto se autoimpone cum
irlo o no cumplirlo, máxime atento que dc no ser por esc
culo obligacional ninguna norma imperativa o prohibitiva
constreñiría al cumplimiento: o sea, que en la limitada esferu
que aquel acto .se mueve, la actividad y voluntad del deudor
no es libre, sino que pertenece al acreedor". Con este en
dimiento se explica, por ejemplo, por qué no constituye obli
ción el compromiso de no hacer algo ya prohibido por la ley:
es precisamente esta circunstancia determina que no medie
ertad jurídica para realizar esa conducta, no existiendo por
e en la pseudo obligación asumida ninguna restricción a la
ertad del pretenso deudor.
Hedemann, también desde un punto de vista subjetivo, pe
con distinto enfoque, destaca que la relación de obligación es
Larknz. Derecho de las obligaciones, v. I. p. 24: ídem Brinz. cil.
Giorgianni. Ob. cit.. p. 146. Esta posición de Samgny, ha dado lu
a rectificaciones inicntadas por Brinz. quien ha hablado de que "el
echo de crédito otorga al titular un señorío sobre la persona econó-
a del deudor"; y para Boniantl. para quien este derecho "es una
estad sobre una determinada actividad del deudor" (Busso, Ob. cit.,
15« no* 4^ y 46). Puchta. según Giorgianni. procurando atenuar
osición dc Savigny. concibe al derecho del acreedor, "como un dc-
o en tomo, a un acto del deudor" {Oh. cit.. p. 146). Véase Betti,
cit.. v. 1. p. 358. nota b. Ripi-rt expresa: La obligación supone la
isión dc un hombre a otro hombre, pero esta actitud no puede
mitirse más que para fines legítimos (cita de Rodríguez Arias Bis-
antk. Ciencia y filosofía del derecho, edil. EJEA. p. 239.
De RüGGinRÓ. Robeno. Instituciones de derecha civil, trad. Ramón
ano Suñer y lose Santa Cruz Teijeiro. Madrid, ed. Reus. s/f.. t. II.
. p. 11 v >igs.
19
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
20
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
21
ación obligacional 5\
Uno de los más conocidos expositores de la misma. Pu-
ioni, considera que la obligación no es una relación jurídica
taria, sino que es una relación jurídü- compleja, compuerta
dos elementos: el débito o deuda U/«,/</) v la garantía o
ponsabilidad (haftung) qUC pued.n presentarse junto,, pero
bién separados ".
cit.. v. I. p. 78: y Roca Sastre. Ob. cit.. *. 1. p. Ib5>: Ennecerls.
igaciones, v. I. p. 9: v Von Tuhr. Derecho civil, v. I. pp. 139 y 140
Pacchioni. Dellc obbligazioni en genérale, v. I. p 28 y sigs.; Ganci
ito e responsabilitá nelVantico diritto germani e nel vigente diritto
sco. Scrítti giuridice vari. v. I. p..4y sigs.: y Rocco. // ¡Mimen*,.
¡ y ngi. y ni a n3 cit. por Hernández Gil. Ob. cit.. p 79 \
rgianni. Ob. cit.. p. 179. Betti. Ob. cit.. v. I. p. 249 y sigs. '
Mazeaud, Ob. cit.. 2? parte, v. I, pp. n y 23. nos. 9 v"22:°Ru>ERr
.r0L,^CER: °h- ""'"
Obligaciones, V- V- n0S-
ed. Cajio... v. i.1289
p. |<»y 1241: v G M-«ty. Derecho
Alguer Ensayo sobre varios temas fundamentales de derecho en
ta ¡undica dc Cataluña, 1951; y I Alonso Fernández. El débito
responsabilidad. Información jurídica. 1952, n? 107. p. 341 Véase
e el toma Rodríguez Arias Bust-^mante. Derecho de obligación
7 y sigs. Puig Peña. Ob. cit.. \. IV. p. 20. n. 11.
Lafaille, Derecho civil. Tratado «/<• las obligaciones, v. I. p 14
9; Galli en Sai.vat. Tratado de derecho civil argentino. Obligado,
en general, v. I. p. 15, n? 8d; Busso, Código civil anotado, v. III
b y sigs.. nos. 56 al 73; y Borda. Tratado de derecho civil. Obliga
s, v. I. p. 10. n? 2. Boffi Bocgero. Ob. cit.. v. I. p it> F„ el de-
° ,nj7Can°' VÜaS° Gut,|!rrk/ >González. Derecho dc las obligacio-
En contra de esta teoría: Polacco. Obligaciones, v. I. p. 68- Stern
o digesto italiano, v. VIH. p. 1211. nos. 5 v 1212 ,v- 6- v Gior
ni. Ob. cit.. p. 165 >sigs.; ídem: Cicu y Ferrara. ' '
Hemos elegido a Pacchioni para la exposición de esta teoría, por- *4
como los seguidores de la misma no son coincidentes, en cuanto a I
lcance, forzosamente debe adoptarse este temperamento de exposi- b
por razones de brevedad, que en este caso tiene la ventaja de ofre
versión de uno de los autores que han sido muy tenidos en cuenta
o» comentadores de esta corriente doctrinaria.
:•
;
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
28
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ine. >0: l.i \Miii\s. |orgc. tratado de derecho civil, parte genera!. Bue
nos Aires, ed. l'erroi. \. II. pp. 201 \ 2U>. nos. 12sM y I2*M- Borda. Trata
do ¡le derecho civil argentino, parte general, v. II. p. 2). nv 49: Ai.stw
ArtF.N/v Las diferencias entre el derecho real y el tlerecho de crédito.
iuris. Arg.. I*)5t>. v. III. p. II \ sigs. de la sección doctrinaria, n'.' 4:
Rn/zÓMiü. Ob. cit.. n. I. p. 2b: Moi.inario. Ob. cit., p. 57 v sigs: Boi-n
Boügi ko. Un. cit.. v. I. p. 22 \ sigs. I.ión. Pedro. ü/>. cit.. \. I. p. 20.
En csic orden dc alcas II. I.i-.iimann sostiene: "En los derechos de
dominación absoluios. tal el derecho de propiedad, la cosa se somete in-
mediaiamcnie -il señorío del propietario. El centro de gravedad en esta
clase dc derecho reside en la conduela del lindar, en su poder hacer
¡darjreleliei '.
"Ln los derechos de crédito —derechos relativos— el centro de grave
dad no radica en lo que puede hacer el titular, sino en lo que debe.haoei
el obligado tsullretchel". ¡rutado de derecho civil, parte general, v. I.
p. 1261 Emilio Betti sostiene que en las relaciones i]\: derecho real se
resuelve un problema de atribución dc bienes: en cambio en las relacio
nes de obligación se resuelve un problema dc cooperación o de repara
ción, en las hipótesis de responsabilidad aquiliana. {Oh. cit.. v. 1. p. 3).
Más adelante añade: En la relación de obligación el pritis lógico es el lado
pasivo, el vínculo ajeno (del deudor): el correlativo poder del que tiene
el derecho es el posterius. En cambio, en la relación de derecho real, el
pritis lógico es el lado activo, el poder del titular, la pertenencia: la co
rrespondiente exclusión tic los demás, es el posterius. la consecuencia.
íOb. cit.. p. 10).
77 GlOKUlANNl, Ob. cil.. p. 81 \ sigs. 1:1 propio Vi-Li/.. en la nota al
art. b7 5 in fine dice: "el derecho de hipoteca no concede al acreedor
ningún poder sobre la cosa".
31
UVJ
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
32
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ón ^0VTrCrÍYl
enncaso ^7
dc
dc vtolacon de sus'ÜCatderechos
arÍÜ "° por
t¡eneterceros,
-done debe ¿J
re-
gnse al prop.etano obligado para que ,0 mant en '/£>
lar
Ygoce de su derecho, todo lo que indica su carácter "senda?
mente personal y no real ". esencial-
3 re
;er-
Hay otras diferencias que distinguen a ambos derechos: •
:on
a) El derecho real es un derecho absoluto, en el sentido de
que se nene contra todos: erget ontnes. El derecho personal e
cal
relattvo. pues se tiene solamente contra el deudor «
de-
b) Los derechos reales surgen exclusivamente de la voluntad
ata
dc
'ec- i
el I sal) v tómuZ i ! expropiac.on forzada (situación proce
ien 1 sal) >asimismo el acreedor no tiene un derecho sobre la cosa sino sin,
del I píamente una acción para la expropiación de ella, por Jo cual no con
ien p
ido ¡ Sen convencer ^rdie»^"13 ^ ** "S1"™ "° C™ "¡
ltü. I
£de IcScS
o uo„ Wzo' ÍV"
hizo ' que I-roplong SÍgS- Esta ~.ens,iea
P' S8,ylo considerara del contralo
un derecho real (Vele/
lo refuta con éxito en la n. al art 1408) ^
LANGrrCoTnlÍS",ü la/7,refleJÍÍOnes ^ «1 respecto hacen R,PERT yBol -
. dc
sonaí
onal d¿Mo',r,:
dL, oín Pr„tíndtí' a'1V aprox¡marse
665- d°ndC a|" dcrecho
S0St¡enC ^c cl dcr<*h° ^oc
ere-
38
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
la
b) La tesis monista realista .ha sido entrevista en Francia'por
Gaudemet, Gaz.n y Jallo, sobre la base de algunas opinio
or
nes dc Saleilles". y por Rocco en Italia'4. El carácter real
la
10
Marty ha puesto también en descubierto el error fundamental dc la
os teoría del obligado pasivamente universal, en la cual se confunden los
conceptos de efecto obligatorio y oponibUidad. Cuando se dice que todo
el mundo esta obligado a respetar las prerrogativas del titular del dere
cho real nos encontramos ante la oponibUidad del derecho y no ante su
efecto obligatorio. Ob. cit.. v. I, pp. 14 y 15.
,p-
II. 92 Ripert y Boulancer. Ob. cit.. Parte general, v. I. p. 180- Laiaii ii
lo Irotado de los derechos- reales, v. III. p. 18, n. 51.
se
93 Molinario, Ob. cit.. p. 109, n. 254. y P. 107, n. 252. donde cita a
110
los mencionados autores. Véase asimismo Giorgianni Ob cit p 147-
los. Gutiérrez y ConzAi.EZ. Ob. cit.. p. 65. nv 42; y Carbonn.f.r, 6b 'cit i"
rile ; 2, v. 1 p. 80. Esi-ín. Ob. cit.. v. III, p. 17. Según Betti. Gazin concibe
a la obligación, como un derecho rea! indeterminado en cuanto al ob
ite, jeto material sobre el que pesa, determinablc únicamente mediante la eje
s'A, 1 cución forzosa. Betti califica esta opinión como contradictoria en sí
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
Pensamos, por nuestra parte, que aún asi y siendo constante esa M
diferencia de posición dc los dos elementos: deber y poder en la obli 9
gación y en los derechos reales, basta para diferenciar ambos derecho?. í
s?
m
95 Molinario, Ob. cit.. pp. lio a 115. nv 18.
9
9b Ídem. pp. 110-115. nv 18.
9
97 Roca Sastre. Ob. cit.. p. 171. Según Betti, lo que se hace valer el
cn el juicio no puede ser un derecho de prenda [ius pignoris) sino más
bien un derecho de pignorar {ius pignorandi) o dc hacer indisponible,
a fines de posterior expropiación, determinados bienes. \o puede ser n
40
•
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
44
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
46
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
48
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ata
de relación jurídica, difieren fundamentalmente. En los dere
•16.
chos creditorios. la consecuencia del incumplimiento es la eje
op
cución forzada directa o indirecta. En el derecho de familia
ine los electos del incumplimiento tienen el carácter de sanción por
Eu ejemplo: el divorcio de los cónyuges, la remoción de un tutor
jila la perdida de la patria potestad, etcétera "\
de-
_rs,
XIII METODOLOGÍA
m.
abi-
lo 49o al artículo 895- a la elaboración de una teoría genera!
pp.
de las obligaciones, con independencia de las fuentes que la,
originan.
in-
:xi>- Pan, valorar el plan seguido por VÚ.KZ es preciso detenerse
Z y
código de Bolivia, etcétera . . . ).
El defecto de este método consiste en que engloba el trata
miento de las obligaciones con los contratos, como si las únicas
obligaciones que existieran fueran las convencionales. Pero.
como los contratos no son nada más que una de las fuentes dé
las obligaciones, al amalgamar la legislación de éstas con aqué
llos.se da la falsa idea de que todo lo que se incluye en el
título respectivo es aplicable solamente a las obligaciones con
tractuales. Acotan al respecto, los Mazeaud: "No es que el
código francés no contenga una reglamentación general de las
obligaciones, sino que, como se la ha elaborado junto con los
contratos, siempre quedará en duda frente a un determinado
principio, acerca de si el mismo se refiere únicamente a los con
tratos o también a las obligaciones surgidas de otras fuentes "\
Se suscitan además, entre otras confusiones, las que se relacio
nan con las causas y los efectos de las obligaciones y las causas
y los efectos de los contratos. Así lo ha señalado Viílez en la
nota a la sección 1 del libro 11 del código.
bl El otro método consiste en hacer el ordenamiento dc una
teoría general de las obligaciones, sin distinción de las fuentes
de las mismas, y. por lo tanto, con principios aplicables tanto
a las emanadas de los contratos, como a las surgidas de los
actos ilícitos, de la ley, etcétera. . . Esta es la metodología que ha
sido observada por Pothier en su Tratado"1', por los pandectis-
114 En el til. IV se tratan las obligaciones que se forman sin conven
ción, denominadas engagements.
115 Mazeaud, Ob. cit.. 2i pane. v. I. pp. 48 y 49. n? 3S.
116 Pothier comienza su tratado de las obligaciones con una primera
50
DEPECHO DE LAS OBLIGACIONES
lo
con.raio. s, bien «TJ et^tSuL TT^, í" ^ * ** "
única, lo que dejó abierta la "a
mXdc " °b''g™«- "° « «•
ri luzga recomendable. "' ' '-'"" ri!'™' L(™'H
"7 Lafaille. Oh. cit.. v l p >:>
á
is al ^01™^!^'^^; dOC-'rÍna 7*
la
dola en una pa,~«tr t 'I".™?™«><° de la•**"•«"•
materia, ~
dividién-
¿f ;s,oc^rs;^.r.x^rr,Tr*
Se le ha censurado, asimismo, haber incurrido en:
a) Una generalización inadecuada, incluyendo malcrías priva
tivas dc las obligaciones de fuente contractual (asi los arts. iÜO-
504 cóó. civ.) v materias que no son exclusivas dc las obli
gaciones, sino que se relacionan con los actos jurídicos, dales
los casos de las modalidades, condición, plazo y cargo: arts. o27-
573. cód. civ. y la renuncia, arts. 868-875).
h) La omisión de un capítulo referente a la asunción de deuda.
Se trata de un t:argo injusto, pues en la época en que Vele/
redactó el código civil, la teoría dc la asunción de deuda estaba
en embrión.
Nada de esto es irreparable. Lo importante es que cn nues
tro código se ha legislado sobre las obligaciones en general y
no cn la forma conjunta con los contratos, como en ese mo
mento estaba en boga. Razón le sobra a Lafaille para reco
nocerle el mérito de no haber sido obstáculo para que la doctrina
hiciera el tratamiento adecuado del tema, con notoria ventaja
sobre el código francés, cuyo método defectuoso fue para los
comentadores un serio inconveniente para la elaboración de una
doctrina general de la materia, que no todos pudieron supera .-""'
XIV. INFLUENCIA DEL DERECHO ROMANO
En esta rama del derecho civil, los jurisconsultos romanoj
Apesar de ello. ) sin dejar de reconocer que el tratamiento de los prin
cipios comunes, en una parte general, tiene también sus riesgos, nos maiv
tenemos partidarios dc este sistema metodológico (Véase Plic BrUTAU;
Fundamentos del derecho civil. Buenos Aires. Bosch. I. I. \ II. pp. 55 y ib)
118 Rezzónico. Ob. cit., v. I. p. 7.
114 Lafaille. Ob. cil.. v. 1. pp. 22 > 23. nv Ib
52
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES:
r-
iuHdico0'" bS h"n CaIÍfícado como la geometría del espacio
ía Pero si se reconoce universalmentc la calidad de la labor
,-n cumplida por los -prudentes-', no ocurre lo mismo en lo que
mane a la medida en que subsiste su influencia en la actualidad
Hay al respecto dos puntos de vista: sostienen algunos que el
a- derecho de las obligaciones de hoy es poco más o menos el mis
U- mo que regía en Roma. Otros afirman, por el contrario, que se
li- han producido cambios profundos yque el mundo moderno mal
puede ajustarse a una carta diseñada para la época dc los Cé-
sares .
7-
Es preciso discriminar:
a) la pane estructural, formal, técnica, el mecanismo dc la-
obligaciones, o sea cómo se forman, funcionan, se clasifican v
ba se extinguen, no ha experimentado mayores cambios. Han apa
recido, si. nuevas fuentes obligacionales (voluntad unilateral
;s- enriquecimiento sin causa, etc..) y dentro de la fuente con
y tracta sc advierten nuevas figuras (contrato de seguro de edi
10- ción, de propaganda, colectivo, de adhesión, de radiodifusión
:o- de adaptación cinematográfica, de representación teatral'
na etc..) y se han producido también, cambios en cuanto a la
ija transm.sibilidad dc las obligaciones, pero con todo en este as
ios pecto el legado romano perdura en sus lincamientos princi
na
pales .
ii-,
54
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
panorama que di.ia mucho de) que tuvieron ante si los juris
consultos romanos.
Con todo, la influencia de este antiguo derecho en la ense
ñanza de nuestra materia es enorme. Lo iremos viendo gradual
mente en el análisis de los diferentes insiitutos de la misma en
que encontraremos muy pocos temas cuyo estudio pueda hacer
se sin empezar con una obligada referencia a los antecedentes
romanos. En tal sentido, mantienen éstos, aún. una provección
magistral .
56
1
131 Después del tercer día de mercado: "tertiis mitndis partís secanto
si plus minusve secuerint ne fraude esto".
132 Galli, Enrique V.. en sus clases cn la Facultad de derecho de
La Plata (Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 15. n. 12).
133 Cuo. Edouard. Les institutions juridiques des romains. 2*. ed.. Pa
rís, 1904. Lib. Plon. Lib. Grale de droit et de lurisprudence. v. I. p. 248
134 "Pccuniae creditae bona debitoris non corpas obnoxium esset: (Riv.
v. 8 p. 22). Betti, Ob. cit., v. I, p. 545.
Los bienes y no el cuerpo del deudor deben responder por la deu
da. (Caramés Ferro, Curso de derecho romano, Bs. As., Perrot. p. 56).
La Ley Poetelia Papiria dejó sin protección a los additus, o sea a los
deudores que ya habían sido condenados en juicio. Sin embargo, desde
ese momento ya no pudo matarse ni venderse como esclavos a los addi
tus, limitándose el derecho del acreedor a reducirlos a prisión.
En suma; puede decirse, que a raíz de esa ley, el vínculo recae sólo
subsidiariamente sobre la persona del deudor.
Quedaba todavía la dura condición del deudor sometido a la manus
injectio, que no podía defenderse por sí mismo, sino por medio de vindex
y si no lo conseguía —cosa que a los plebeyos les ocurría frecuentemente—
la condena recaía sobre su persona. La Lex Vallia vino a completar este
58
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
si
0-
pues permitió al deudor rechazar la manas, es decir que el
acreedor no podía llevarse al deudor sino en caso de existir
>r,
sentencia y le permitió a éste defenderse directamente, sin ne
d.
cesidad de vindex ". Con posterioridad, la ley Julia consagró
¡n
el derecho del deudor dc buena fe, de hacer cesión de bienes a
n-
sus acreedores, con lo que su responsabilidad se limitaba a su
ai
patrimonio ' , Quedó, sin embargo, como un resabio del rigor
ta
romano, el procedimiento de la prisión por deudas, que recién
or desapareció en el derecho moderno, pasada la mitad del si-
f° XIX' E" nue-"'ü País íue abolida Por la ley 514 del año
e- 1872. Henn Capitán! dice que en Francia, la abolición dc la
¡8 prisión por deudas marca una nueva época en materia de obli
gaciones ' .
ei-
60
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
(S
valor patrimonial y. en consecuencia, más que la conduela del
y
obligado, lo que interesa es que se cumpla la prestación ,w. El
:1
centro de gravedad dc la obligación, en vez de estar en los su
:I
jetos, se desplaza modernamente hacia la prestación, es decir,
y
hacia la obtención del resultado patrimonial que implica su
v
cumplimiento. En este orden de ¡deas se ha llegado a decir, con
evidente error, que la obligación no es un vínculo de persona a
persona, sino una relación de patrimonio a patrimonio ,4".
Las personas, para esla concepción objetiva, indudablemen
te subsisten, pero sólo como representantes de sus respecti
vos patrimonios. A semejante planteo ha respondido muy bien
Demogue, sosteniendo que. si el vínculo obligatorio no subsiste
exclusivamente entre personas, tampoco exisie exclusivamente
entre patrimonios'41. La obligación, dice Ripert. citado por
Rodríguez Arias Bustamante. descansa, ante iodo en un de
ber moral.
I.üs resultados dc esla concepción objetiva, pese a sus exa
geraciones, han tenido la virtud de dinamizar el concepto de
obligación, y por consiguiente:
1. la obligación puede ser contraída por medio de represen
tan les.
ir
2. El ejercicio desmesurado de los derechos (en nuestro có
"a
digo los arts. 1071 y 2513 en su anterior redacción, y nota a este
último).
5. La responsabilidad subjetiva (arts. 1382 del cód. civ. fran
cés y I 109 del nuestro).
Tal enfoque trajo como consecuencia el predominio de los
derechos del individuo sobre los derechos dc la comunidad, con
repercusiones decididamente injustas para los sectores sociales
menos dotados desde el punto de vista económico.
bl La corriente moderna, por el contrario, se caracteriza por
o
el predominio de las ideas solidaristas que tienden hacia una
y socialización del derecho. En lo que a nuestro ámbito respecta,
c
la influencia de la corriente ideológica mencionada se ha hecho
sentir de la siguiente manera:
o 1. El principio de la autonomía de la voluntad, tan caro al in
n dividualismo —"quien dice consensual dice justo" (Fouillé)-—
o
que permite a las partes "promulgar su propia ley" ut ha sufrido
un considerable menoscabo. Los códigos modernos (alemán, me
jicano, de Brasil, de Perú) ya no contienen disposiciones seme
jantes a nuestro artículo 1197. En la exposición de motivos
del código civil mejicano para el distrito y territorios federales,
se lee que "se ha sustituido el principio fundamental de la
autonomía de la persona para obligarse y disponer de sus bienes
como mejor le parezca, por la norma de la sujeción de la activi-
63
pietario dc un predio rústico, "si no se lo cultiva, la obligación
de darlo cn arrendamiento o cn aparcería, de acuerdo a lo dis
puesto en la ley dc tierras ociosas" "'.
De esta forma la esencia del contrato desaparece, ya que la
voluntad de las partes es sustituida o corregida por la ley en
miras del interés social, pese a que este desplazamiento no alte •
ra su estructura pues la voluntad legislativa que suplanta a la
de los particulares se vuelca en los moldes del contrato; aunque
ya no se está entonces frente a éste, "sino a una situación legal
calcada sobre la situación contractual parecida", que por ello
ha sido denominada "paraconlractual" {'7.
Debe acotarse, sin embargo, que en esta nueva tendencia
todavía se reconoce a la voluntad un papel importante, pero
sólo como un medio al servicio del derecho, como un instru
mento del bien común; pues en una economía dirigida o plani
ficada, "los contratos pasan a ser en mayor o menor medida,
una contribución particular a la satisfacción de los intereses
públicos", y el Estado sólo los admite en cuanto no contraríen
las finalidades que persigue, amoldándolos a ellas; "se forma
así un nuevo concepto de orden público. . . .cuyo contenido es
prevalecientemente económico, que ya no tendrá como sanción
:
145 ídem, p. 54. Asimismo apéndice de Rocha. Amonio, al v. 1. de la
¥
obra de Pérez Vives, p. 541 y sigs.: Mazeaud. Ob. cil 2í parte v I
p. 135. n'.' 121.
146 Gutiérrez y González. Ob. cit.. p. 71.
147 Mazeaud. Lecciones, cit. Parle II. v. I. P. 107. nv 94: Sai \s lile
memos lormativos... eit.. en Estudios en homenaje a Héctor lafaille
p. 689. '
64
|
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
65
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
•a
"La idea de solidaridad arraiga cada vez más en las concien-
v.
uas >encauza por nuevos derroteros las ideas de libertad y de
i.
i. Sallil.ls. Sauzet y Teissiiire. cn Francia y Saíntki.ectte en Béleica
;n
( (véase Lafaille, Ob. cit.. v. I. p. 178. n. 205).
Según Aguiar Díaz, los precursores de la misma fueron los iusnalu-
ralistas Thomas.us y He.nec.o. y los que dieron las bases, el penalista
n- Bin-dinc. Venez.an. Ciácomo. Mata,a. Merkee. A.. Unger. Merkel.
*>' :
K. y Rumelin (Aguiar Díaz. Tratado de la responsabilidad civil, ed
er
Lajica. v. 1. p. 65. y sigs.).
Esta doctrina del" riesgo creado ha sido objeto de críticas por parte
por desalentar a la iniciativa individual, que es un motor indis
pensable de progreso social y por crear una peligrosa hipertrofia
. del Estado.
"El Estado —dice Antonio Rocha— ese monstruo, el má^
frío de los monstruos fríos, según NlETZCHE. es ya en algunos
países el mortal y triunfante enemigo del hombre" '".
Toca al jurista —según el sabio consejo de Lafaille—. po
ner el justo medio entre estas dos concepciones opuestas del
derecho de las obligaciones. La prudencia del hombre de dere
cho debe morigerar las extravagancias de los ideólogos.
En resumen, concluiríamos con Acdeel Salas, opinando que
el derecho romano aportó al Derecho de las obligaciones, la
técnica, el derecho canónico, la idea moral y el derecho mo
derno, la ¡dea social '''.
XVII. UNIFICACIÓN DEL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
La materia que nos ocupa —ya lo hemos dicho— se distingue
por su carácter abstracto, teórico, casi matemático, que pare
ciera colocarla por encima de los particularismos locales y de
la idiosincrasia dc los distintos pueblos. Tan es así que se ha
tratado de llegar a principios ornnicomprenstvos, sintetizados en
tres axiomas: cumplirás tus promesas, repararás el daño que
causes, no te enriquecerás injustamente a expensas de otro; para,
partiendo de esas bases, procurar una solución adecuada a todos
los casos posibles, a través de una especie de deducción mate-
153 PÉm-./. VlVES, Ob. cit.. v. I. pp. 545 y 546. apéndice de Rocha,
Antonio.
154 Salas, trab. cit.. p. 691.
68
i
i-
I
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
s.
Tales exageraciones carecen de base científica. La realidad
)S
es mas compleja que lo que esas tesituras unilaterales suponen.
o
' Nadie puede negar la importancia de la economía en la elabora
)-"
ción del Derecho, y por lo tanto en el Derecho de las obligacio
nes. Y es por ello que se ha podido decir que, siendo el Derecho
i-
una ciencia social que procede por valoraciones que evolucio
}-
nan, "el derecho de las obligaciones, que es la estructura jurí
dica de las relaciones económicas de la sociedad, tiene que
s
plegarse tanto a las nuevas técnicas de la producción y del
e
intercambio, como a las cambiantes estimaciones morales que
d
ellas suscitan, por lo que ineludiblemente sufre una evolución
a
acorde eun estas nuevas valoraciones" '«. Pero una cosa es im
í-
portancia v uira exclusividad. Bien ha recordado" Josserand.
que "baj >la presión de acontecimientos económicos, el legis
lador >e ¡ente tentado más que nunca a dar preferencia a los
intereses materiales sobre los imperativos morales, dc ajustar
brutalmente la regla del derecho a las necesidades económicas
de la sociedad. Desde antes de la guerra del 14. se había notado
una tendencia de las instituciones jurídicas a materializarse. Des
pués de 1918. este movimiento se ha precipitado y dogmas ju
rídicos y a la vez morales, como el de la palabra dada, el de la
fuerza obligatoria del contrato, son menospreciados por la legis
lación. Cada día más lo económico triunfa sobre lo jurídico
y tiende a dominarlo. No se puede, con pretexto de realismo u
oportunismo, subordinar la regla jurídica a las contingencias
económicas: va en ello la existencia misma de la civilización:
el derecho debe resistirse a la atracción exclusiva dc lo econó
mico, debe seguir siendo la ciencia de lo justo, más todavía que
narse y subsistir por la tolerancia del Estado encargado dc la organiza
ción económica. "Contra tales concepciones es preciso manlener el or
den jurídico dc nuestra organización política v económica, el recono
cimiento de los derechos subjetivos y la posibilidad que tienen los hom
bres de crear, transmitir y extinguir relaciones jurídicas. (Tratado prác
tico de derecho francés, ed. Cultura S. A., La Habana, i. 6. p. 10. n" 4).
Rodríguez Arias Bustamante opina que el Derecho como princi
pio universal dc conduela, domina todas las relaciones humanas y por
ende también las económicas. El hombre, afirma, no es el animal que
satisface los instintos, sino que realiza la espiritualidad de su naturale
za, queriendo y viviendo sus necesidades como realización de una idea
humana, como libre realización dc una forma de vida. (Ciencia v filo
sofía del derecho, p. 412 y 415). Para este autor, en resumen las rela
ciones entre el derecho y la economía, deben ser contempladas en una
mutua compenetración, a pesar dc su independencia recíproca, configu
rada la economía como relación interhumana para la planificación e in
tercambio de bienes, dentro de una lógica subordinación a] derecho
(Oh. cit.. p. 415).
74
ara
de
los
íes
ísi-
i te
capítulo II
ma
no-
>m-
•úc-
4).
ici-
por
JUC
íle-
Jea
ilo-
:1a
ina
gu-
in-
ho.
SUMARIO: ]. Elementos esenciales. .4. Sujetos. Requisitos: u) Capa
cidad del sujeto, bl Sujetos distintos, ó) Sujetos determi
nados o determinables. B. Objeto: objeto del contrato y
objeto de la obligación. Objeto de la obligación. Requisi
tos: a) Debe ser posible, b) Tiene que ser lícito, c) Debe
ser determinado o determinablc. d) Debe representar inte
rés para el acreedor. Controversia doctrinaria al respecto.
El requisito del interés patrimonial en la legislación com
parada. El problema en el código civil argentino. Evolu
ción dc la jurisprudencia. C. Causa o fuente. La clasifica-
cación tradicional de las fuentes. Crítica, Los códigos mo
dernos. Noción sumaria de cada fuente: contrato, cuasi
contrato, delito, cuasidelito; la ley; el enriquecimiento sin
causa; la voluntad unilateral; el abuso del derecho; la sen
tencia judicial. Relaciones contractuales de hecho. Resu
men. — II. La causa de las obligaciones contractuales.
Planteo del problema. Delimitación de conceptos. La cau
! sa en el derecho romano. En el derecho canónico. En el
derecho francés. Teoría clásica de la causa. Teoría anti-
causalista. Falsedad dc la noción de causa. Inutilidad de
la noción de causa. Neocausalismo. (Doctrina de Capi
tant. Josserand, Mazeaud, Ripert y de los discípulos
dc Capitant). La tesis objetiva de la causa. La jurispru
dencia francesa. Derecho comparado. Derecho argentino.
Discusión doctrinaria acerca de los artículos 500, 501 y
502 del código civil. Nuestra opinión.—III. Presunción
de causa.—IV. Falsa causa. —V. Causa ilícita.
.
Del vínculo jurídico nos hemos ocupado ya, al analizar la
naturaleza dc la obligación \ De la compulsión, que constituye . d
una exigencia de las obligaciones civiles, haremos el estudio co j<
rrespondiente al examinar los efectos de las obligaciones. Em ti
pezaremos, pues, considerando los tres elementos primeramente
5
mencionados: sujetos, objeto y causa fuente, para finalizar ha- ^ v
ciendo el análisis del problema de la causa fin. y
A. Sujetos. Un vínculo, relación o situación jurídica, supone i;
la existencia de sujetos entre los cuales tal vínculo, relación o .a
•)';
situación se establezca. El vínculo obligacional requiere, por y
lo menos, dos sujetos;
¡6
El sujeto activo o acreedor (reus credendil y el sujeto pasi v
vo o deudor (reus debendi). Tanto uno como otro pueden ser I P
singulares o plurales: un acreedor y un deudor, un acreedor y r
Ii
varios deudores, varios acreedores y un deudor o varios aeree- i
d
dores y varios deudores.
I!
Se admite, sin discrepancias, que pueden ser sujetos de las ,1a
obligaciones las personas físicas y las personas jurídicas. Las f. r
personas físicas, vale decir el hombre, "para quien en realidad a.
está organizado el derecho ', Las personas jurídicas que, según b,
los artículos 30 y 52 del código civil, son entes susceptibles de d
adquirir derechos y contraer obligaciones. También pueden ser yj
d.
sujetos de las obligaciones las sociedades civiles v comerciales. d
'•'i
2 Laiaille, Ob. cit.. v. I, p. 17, nv II. 9-
h
3 Véase cap. I, § VIII
4 Puic Brutau. Ob. cit., t. 1. v. II, P. 9; Barcia López. A.. Las perM 7
di
sonas jurídicas y su responsabilidad civil por actos ilícitos. Abcledo,
p. 209. S
78
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
n o
"0"; ion"0, °tba'\ "'!' P' 4K En CUÍ'nlü ' ,a Pululad de t
asoc.ac.ones pro esionales véase el trabajo del doctor Pérez. Benito cn
por
ius. revista jund.ca de la provincia de Buenos Aires v VIII p 10'
y sigs. ' •' •
>r y
profanos en la propiedad horizontal, en Juris. Arg.. ,6-7-61; RacC.Í
rn. H en La Ley, v. 71. p. 902 y Fallos, cn La Ley. v 84 p 311-
ree-
leí Plata, sala 2?. Pena c/ Consorcio dc propietarios", Juris. Arg.. 5-10-
las
972. reseña del doctor Juan A. Solari Brumana, nv 225 En con ra de
a personalidad del consorcio: Novieeo Córvala.. Sofanor en Salvat
Las Irotado de derecho civil argentino. Derechos reales, p. 462. n? 1184 8
dad 8. Véase ult.mamentc el fallo plenario de las Cámaras nacionales del tra
gún bajo. La Ley. 2-3-66, in re "Nogueira Seoane c. Consorcio de Propietarios
, de de a calle Tucuman .639". fallo nv 55.081. favorable a la personalidad.
H. Ser distintos.
C. Ser determinados o determinables.
a) Capacidad del sujeto. Se requiere que el sujeto tenga ca
pacidad- dc derecho o sea la capacidad de goce. No es preciso,
dad hereditaria: Laeaille, Ob. cit.. v. 1. p. 29 s Apuntes del curso de
sucesiones, compilados por Arguello v Frutos, v. I, pp. 4 v 414' Bu
sso, Ob. cil.. v. II, p. 20. nv 83. y las obras de Vioela. H. y Yorio A ei-
ladas en la n. 1, de dicho nv 85; Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p 33 n 56-
Fallos, luris. Arg.. v. 42, p. 581; v. 54, p. 373: v. 63. p. 1001- v 65 p
665; v. 66, p. 122; v. 67. pp. 784 y 840; Gae. Foro. v. 149. p 114- La
Ley v. 96. p. 323. voto del doctor Borda. Guillermo; Ac. v Sent.. de la
SCBA. 1958. v. II, p. 459. 'i'
En contra de la personalidad: Fornieles, Salvador. Tratado de las
sucesiones, Buenos Aires, Abelcdo, v. i, p. 57, nv 33 y p. 246, n? 236;
Orgaz, Alfredo, Personas individuales, Buenos Aires. Depalma, p. 23;
Plineh. Adolfo, La ¡personalidad de las sucesiones, de la masa de aeree-i
dores en la quiebra y de la masa dc debenturistas. en Rev. Der. Com„ |
n? 1, p. 30 y sigs. y fallos allí citados: Juris. Arg.. v. 76, p. 550: Act. y
Sent., SCBA, serie 15. v. X, p. 101; serie 16, v. IX, p. 408; serie 21,
v. II, p. 457 y Fallos, cn La Ley. v. 96, p. 325; votos de los doctores
Llamhías, Jorge I, y Abeleyra, Rodolfo, v. 86. p. 443; v. 99 p 811-
v, 107, p. 516; y v. 108, p. 288. Véase luris. Arg., 27-6-72, fallo de la
Cam. Fed, de Tucumán, caso Vittor y otros n? 2933. donde se resol
vió que si bien la sucesión carece de personalidad jurídica, habiéndose
interpuesto la demanda en contra dc la misma o de los herederos for-
zozos. corresponde admitir esta acción. Este fallo lleva una interesante
nota de Edgardo Marcelo Alberti.
9 Giorgi, Ob. cit., v, |, pp. 76 y77; Colmo. Ob. cit.. p. 16; LafaJ
lle. Ob. cit.. v. I, pp. 28 y 29, n: 19; Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I p
22, nv 17; De GAsperi-Morei.ix), Ob. cit.. v. II, p. 41.
10 Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. p. 23, n? 17.
80
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
82
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES:
orden, ias obligaciones ampliatorias, las promesas de „
pensa, fes ofertes al público las h, ™ • P °mesas de recom"
5314, cód civ ) v loT lo ícrencias en suspenso (art.
gurado An,
surado ». Analizaremos g ^ " faVOr
someramente algunos
dc ,osdch-'Jos del ase
lo, ¿S
portantes. '««"us uc los mas im-
i-
¡r.
(
=dos también como' £^uesm^reotpt~
la legmmacon acttva se apoya en h, posesión regular deñí.uío".'
I-
ntc
salir de ella mediante la designación de un tercero, pero sin
el estar obligado por el contrato a designar, pues esa designación
:m-
no constituye una prestación debida al promitente, sino una
:on
prerrogativa jurídica del estipulante'"": todo lo cual en reali
]iie dad introduce la.nota de incerteza que tipifica a los casos de
or-
indeterminación de sujetos. Esta figura aparece expresamente
pe- legislada en los artículos 1401 a 1405 del código civil italiano
30 r
de 1942 y en la subsección X: "Contratos por persona a de
jan signar"', de la sección I, capítulo Ii, título 1. del libro II del
ríe, código civil dc Portugal; pero entre nosotros no está contem
iva plada, aunque ello no obsta para que las partes puedan acor
eu- darla contractualmcmc cn virtud del principio de la autonomía
ué- dc la voluntad :". Fuera de ello existen en nuestro derecho
•tos posiíSvo algunas instituciones que presentan cierta similitud con
dor la "declaración de nombramiento", como la "comisión" regula
itcs da en los artículos 252 y siguientes del código de comercio, y
ion más concretamente la "compra en comisión en remate judicial",
ree-
de que tratan los artículos 584 del código procesal civil y co
mercial dc la Nación y 582 del dc la provincia de Buenos Aires,
, se
en estos términos: "El comprador deberá indicar, dentro del
:on-
plazo previsto en el artículo anterior (5 días desde la aproba
Icc- ción del remate), el nombre de su comitente, en escrito fir
edc mado por ambos. En su defecto, se ¡o tendrá por adjudicatario
uni- definitivo".
u ri Asimismo son hipótesis de indeterminación de sujetos Ios-
ndo casos de contratos "por cuenta dc quien corresponda", sobre
Ia li los que también legisla detalladamente el código civil italiano
sto, de 1942. El primero de ellos se contempla en el artículo 1515
al- y consiste en la reventa por orden judicial y por cuenta de quien
son corresponda, de una cosa que ya había sido objeto de venta
tados o si su conservación fuere gravosa o difícil, a pedido-
de parte y previa Vista a la otra por un plazo breve que fijará' &.-
según la urgencia del caso, el juez podrá ordenar la venta en
la forma más convenicnle-". Por último tenermas el seguro por
cuenta-de quien corresponda del artículo 1891; dd código-civil
italiano, en el cual la determinación del sujeto del interés- se
produce cuando, después de ocurrido el siniestro, aquél se pre
senta al asegurador reclamando el resarcimientos figura ésta
expresamente receptada en el artículo 21 de la Ley de Seguros
(decreto-ley 17.418/67), que admite la contratación de seguros
por cuenta ajena con o sin designación del tercero asegurado,
agregando que: "Cuando se contrata por cuenta de quien co
rresponda o de otra manera quede indeterminado sí se trata dsr
un seguro por cuenta propia o ajena se aplicarán las disposicio
nes de esta sección, cuando resulte que se aseguro un interés
ajeno", y en su concordante artículo 143 sobre seguro de vida,
donde se dice que: c<se puede pactar que el capital o renta a
pagarse en caso de muerte, se abone a un tercero sobreviviente,
determinado o determinablc al momento del evento'-. En estos
casos, en nuestro derecho, existe evidentemente indeterminación
del acreedor a la "indemnización", quien podrá ser el tercero
que teniendo en su poder la póliza invoque el contrato aún a pos-
íeriori del siniestro (arts. 24 y 22 dec.-ley 17.418/67), o en su
caso el propio tomador si ha conservado en su poder la póliza
respectiva (arts. 23 y 25 del mismo texto).
B. Objeto. Objeto del contrato y objeto de la obligación. En
los regímenes jurídicos es frecuente encontrar una confusión
entre el objeto del contrato y el objeto de la obligación, dán
dose como objeto del contrato a las prestaciones de dar, hacer
36
oct„na que prevalece, constituyen precisamente, el objeto de
n ^fC,0ne'S' EStl defeCt0' CXpIÍCabIe en Ios códigos, que!
T¿
ada ade ambas "° h3n hech°
T' rnaterias. dístincíón
lo es ,amenos metodológica
en aquéllos, ade
que, como
suizo de las obligaciones, el de Chile, el de Méjico yel nues-
-T*™*, T ^ 3 peSar de haber observado la debida sepa-
n™ ,a'eglSaCJón de los contratos y las obligaciones, no
n conseguido eludir el error de considerar como objeto de
s contratos alas prestaciones de dar. hacer o no hacer, que
n en realidad, el objeto de las obligaciones 21. ,
Los autores han puesto de relieve esta anomalía ". Se hace
cesario, por lo tanto, intentar precisar cuál es el objeto de los
ntratos y cuál el de las obligaciones.
Objeto del contrato. Ripert y Boulanger y Colín y Ca
tant. destacan que, en realidad, propiamente hablando, un
ntrato no tiene objeto; tiene efectos, que consisten en produ
obhgaciones. Son éstas las que tienen un objeto, que con-
Código civil francés: art. 1126 y sigs.; código suizo de las oblica-
nes. arts. 19 y 20; código de Chile, art. 1460 y sigs.; código de Mé"
o, art. 1824 ysigs. ycódigo civil argentino, art. 1167 vTgl
ST7 B°,ULANHt;HR- °b- cit- v- 1V- P- 163. „v 24.; JOSSERAND.
vy 267
™ nv 2,1; ^ MAZEAUD>
•»'- ' ^Colín "Vy Capitant. Ob. cit..
°b- v.C¡'"III.2" p.Parle- PP-
659.V-n»«•462-
«c,, Ob. ci,.. v. III, p. 300; Marty. Ob. cit.. v. I. p. 77; SauoS
ANT,N,:KIn y Barde. Ob. cil., v. II, iv dc las obligaciones, p. 263.
¿*>- Lafaille. Curso de contratos, compilado por Arguello y Fru
, talleres Ariel. 1927. v. I, p. 161. n° 261; Maceado, Ob. cit. v. III p
nota al art. 1168: Pu1C Brutau, Ob. cit., t. 2. v. I. Doctrina gene-'
del contrato, p. 142. De la Vega, Francisco. A.. El objeto del con-
o, en Lecciones y ensayos. Facultad de derecho y ciencias sociales de
nos Aires, v. 40-41, p. 127.
u?- COntra de Csta distincion del objeto del contrato y del objeto dc
bligación Salvat, quien después de aclarar que los efectos del con-
o y los efectos dc la obligación son distintos, agrega que: "En raa-
de objeto, esta distinción desaparece: el objeto del contrato es la
tación misma que constituye el objeto de la obligación y de aquí
las disposiciones estudiadas han podido hablar de prestación de las
gaciones". (Tratado de derecho civil. Fuentes de las obligaciones
tratos, ed. La Ley. v. I. p. 57, nv 104).
87
es la cosa o el hecho al cual ese derecho se aplica -\ Los Ma
zeaud —a nuestro parecer con acierto— opinan que "el obje
to del contrato es la operación jurídica que las partes preten
den realizar. Esta operación jurídica se distingue de las pres
taciones prometidas que son el objeto de la obligación" * En
23 Kii'hri v BoLLA.scER. Ob. cit.. v. IV. pp. Ib2 v 165,'nv 241; Co-
i.iv v Capitant. Ob. cit.. v. III, p. 659. nv 462: para estos autores so
lamente Je un modo elíptico puede hablarse de objeto del contrato.
24 Dlmolombe, Ob. cit.. v. 24, P. 501; Josserand. Ob. cit., v. II. p.
S2, nv 12: Planiol. Ripert y Esmein. Ob. cit.. La Habana. Edit. Cul
tural, S. A., v. VI. p. 298 nv 218, n. I; Marty. Oh. cit.. v. I, p. 77;
Puig Brutau. Oh. cit.. t. 2, v. I, p. 142; Giorgi. Ob. cit.. v. III. p. 299-
Maciisdo. Ob. cit.. v. III, p. 473. nota al art. 1168: Lafaille. Curso de
contratos, compilado por Arguello y Frutos, v. 1. p. 161. nV 261. En
igual sentido que nuestra objeción: Mossr.T Iturraspl. Jorge: Teoría
general del contrato. Edit. Orbir. p. 235. Para L.órF.z de Zavalía, Fer
nando, el objeto del contrato está constituido por las relaciones jurí
dicas, por los derechos sobre los cuales esta incide, creándolos, modifi
cándolos, transfiriéndolos, extinguiéndolos. (Teoría de los Contratos,
Edit. Víctor P. Zavalía). p. 136. Distingue, asimismo, este autor, entré
' objeto directo e indirecto. En el objeto directo se adviene una posible
confusión con el concepto dc causa.
25 Baudry-Lacantinerii; y Barde. Ob. cit.. v. XI. lv de obligaciones,
pp. 263 y 264. nv 243.
•26 Mazeaud. Ob. cit.. v. I. 2' parte, p. 267. nv 251. "No deben ser
confundidas, se agrega cn esta obra, las reglas que rigen el objeto del
contrato y el objeto de la obligación: a veces la operación prevista (ob
jeto del contrato) está prohibida y las prestaciones debidas (objeto de
la obligación) son lícitas, pero, otras veces, la operación jurídica sería
válida, mientras que las prestaciones estipuladas están prohibidas". En
igual sentido Mosset Iturraspe: Ob. cit., p. 235. Para De i.a Vega, el
objeto del contrato está en "ese querer una conducta que figura como
88
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
o-
Sin embargo, últimamente han aparecido rectificaciones a
esta concepción del objeto del derecho creditorio, que —como
p-
lo hace notar Hernández Gil— importan en cierta medida
ll- un retorno a la posición tradicional. Messineo y Barbero ha
7; cen una distinción entre el objeto y el contenido dc la obli
9; gación:
de
£n contenido de las declaraciones dc voluntad". (Lecciones v ensayos. V. 40-
•'¡a 41, p. 126).
M--
27 Barcia López. Arturo. La causu ¡licita en las obligaciones y en los
rí-
actos jurídicos. Buenos Aires. Abeledo-Perrot, pp. 66 y 92.
fi-
)S,
28 Hernández Gil, Ob. cit.. v. 1, pp. 94 y 95, nos. 26 y 27: Lafaille,
:re
Tratado de derecho civil, Obligaciones, v. I. p. 3. nv 24: Colmo. Ob.
>le
cit.. p. 19. nv 25; Salvat-Galli, Ob. cil.. v. 1. pp. 25 y 26. nV 22; Bor
da. Ob. cil.. v. 1, p. 17, nv 9: León. Pedro. Recopilación de clases, p.
•
55; Marty. Ob. cil.. v. I. p. 77, S' 2: Giorgi, Ob. cit.. v. I, p. 200, nv
es.-
'225; Mazeaud, Ob. cit.. 2? parte, v. 1. p. 267, nv 232; PutG Brutau,
Ob. cit., t. 1, v. II, p. 55, nv 5; Giorgian-ni, Ob. cit., p. 198 y sigs.:
>er
Llambías, Jorge J.. v. I, parte general, p. 234, nV 309. Puig Peña. Ob.
del cit., t. IV, v. 1, p. 26; Espín, Ob. cit.. v. III, p. 51; Boffi Boggero, Ob.
>b- cit., v. I, p. 57. Rodríguez Arias Bustamante, pero sin darle una
de importancia excesiva, por cuanto generalmente el objeto acaba consis-
ría ¡ tiendo en la entrega dc una cosa o la realización dc un hecho. Por lo
En que se refiere al contenido dc la obligación, estima que la integran el
el conjunto de derechos y obligaciones que entran cn la relación obliga-
cional (Der., dc Obligación, p. 39).
1
89
mismaw. .
Hernández Gil, aprovechando el resultado de estas discor
dancias, concluye asignando el carácter de objeto de la obliga
ción a la prestación, pero considerándola constituida por\dos
factores: uno invariable, que es la conducta, el comportamiento :
del deudor, que encontramos tanto en las obligaciones de dar
como en las de hacer o de no hacer; otro factor es variable y
por lo tanto puede no concurrir: las cosas. "'Cuando la obliga
ción consiste en dar o entregar una cosa, la cosa en sí. aunque
no integra ella sola el objeto, forma parte de él. En lasPpres-
taciones de dar, pues, las cosas se incorporan al objeto. En las
que no van referidas a las cosas, como ocurre en las de hacer
29 Messineo, Manual de derecho civil v comercia!. Buenos Aires
Ejea. v. IV. p. 27 y sigs.. § 99. nv 4 y sigs.. v p. 32. n<? 9; Hernández
Gil, v. I, pp. 97 y 98, nv 27. Barbero. Ob. cil.. v. III. p. 13 y sigs.. n"
616. Puig Peña ha respondido bien a la posición de estos autores ar
gumentando que las cosas, los hechos y las abstenciones no son el ob
jeto de la obligación, sino el objeto de "la prestación. (Ob. cit.. t. IV v
1, p. 27), Espín, Ob. cit., v. III. p. 51.
30 Carnelutti. Francesco, Derecho y proceso en la teoría de la obli
gación, en Estudios de derecho procesal, Buenos Aires, 1952 cd Ejea
trad. de S. Sentís Melendo, v. I, p. 401 ysigs.. nV II. Dice a es'tc respecto
Carnelutti, que si la acción del deudor fuera el objeto de la obliga
ción, cuando el deudor incumple la obligación y ha de acudirse a la
ejecución forzada, se tendría que aceptar que al faltar el acto volunta-
no del deudor habría desaparecido el objeto v lo que recibiría el aeree-
dor sería un subrogado de aquel. Esla fundamentaron no nos conven
ce pues el mismo problema que se plantea en ella ocurriría si no se
pudiera obtener la entrega del bien debido y debiera recurrirse a la in-
demmzaaón subsidiaria, con la que el acreedor recibiría un subrogado
de aquel. El defecto dc esta "posición consiste cn que se contempla el
90
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
93
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
. r
38 Josserand. Ob. cit.. t. II. v. I. p. 85. nV 114; Colín v Capitant. c
Ob. cu., v. III. PP. 661 v 662: De Gásperi-Morello. Ob. cit v II p c
65. nv 675. Betti. Ob. cit.. v. I. pp. 270 y 271. (
39 Busso. Oh. cil.. v. III. p. 467, nV 47.
94
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
95
forma aleatoria y así lo prevé el artículo 1175 del código civil, P
última parte, en cuya hipótesis, la obligación subsiste aunque 1
el objeto se frustre. Así ocurre en la compraventa, cuando el r;
comprador toma a su cargo el riesgo de que la cosa vendida no c
llegue a existir (arts. 1352 y 1404. cód. civ.). Es la figura •
>.c
jurídica de la emptio spei del derecho romano o venta de una o
esperanza, por ejemplo, el clásico golpe dc red. en el cual y 4
aunque no se capten peces en la redada, el contrato tendría e
validez4'. F
b) Lícito: Según el artículo 955 del código civil, si el objeto o
del acto jurídico consiste en la entrega de una cosa, ésta debe | a
estar en el comercio (art. 2336). vaie decir, que su enajenación
no esté expresamente prohibida o dependa de una autorización
pública. Están excluidos, pues, de ser objeto dc las obligacio
nes, los bienes públicos del Estado (art. 2340, cód. civ.), por
ejemplo: el mar. los ríos y lagos navegables, las islas formadas
o que se formen en los mismos, las calles, plazas, caminos, ca
nales, puentes y cualquier otra obra pública construida para
utilidad o comodidad común, las ruinas y yacimientos arqueo
lógicos y paleontológicos de interés científico, y asimismo el aire.
43 Espín. Ob. cil.. v. III. p. 59.
44 Iosserand. ídem, pp. 86 y 87. nv 117: Mazeaud. ídem. pp. 269 y
270, nV235: Rezzónico, ídem, p. 37; De GÁSPERi-MoRELLoWdem. p.
71,'nv 684; Busso. ídem, p. 26, nv 127; Pérez Vives, Ob. cil., v. I, p,
249 y sigs.
45 De Gásperi-Mokei.lo. Ob. cit.. v. II. p. 71. nv 684: Rezzónico,
Ob. cit.. v. I, pp. 37 y 38: Marty. Ob. cit.. v. I. p. 79; Pkrf.z Vives,
Ob. cil.. v. I. p. 250.
96
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
47 Busso, Ob. cit., v. III, pp. 29 y 30, nos. 160, 161, 164 y 168. En
los contratos para la práctica del box, que al principio se miraron con
disfavor se produjo luego una evolución tendiente a su admisión (Mar
K
ty, v. I, p. 80). Orgaz, Alfredo, El consentimiento del damnificado, en
La Ley, 10-5-73. Carranza, Jorge A., Los trasplantes de órganos. La
Plata, 1972, p. 52 y sigs. 4!
48 Busso, ídem, p. 55, n? 198; Mazeaud, Ob. cit., 2? parte, v. I. p.
279, nos., 247, 249 y p. 280, nV 250; Josserand, Ob. cit., t. 2, v. I, p.
90, nv 122; Marty, Ob. cit., v. I, pp. 80 y 81. Sobre venta de influencia:
La Ley, v. 122, p. 450 y Juris. Arg., 1966, v. II, p. 150, caso Siro-Sán-
chez, en el cual se trataba de la influencia para conseguir una instala
ción de teléfono. Der., v. 15, p. 464 y sigs. Caso Walmann-Lautier de
Delsao, en el que se discutía el caso de un alumno que para intervenir
en un certamen literario contrató a un profesor para que le redactara el
trabajo que debía presentar. Se declaró que había objeto inmoral Se
aplicó, también, por el Juez el artículo 502 del cód. civ., referente a
causa ilícita.
98
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
100
\ ¡p
DERECHO DE. LAS OBLIGACIONES
65 Colmo, Ob. cil.. pp. 25 y 24, nv 28; Lafaille, Ob. cit., v. I, pp.
33 y 34, n? 28; Busso, Ob. cit.. v. III, p. 35, n? 210.
107
nacidas de los delitos o cuasidelitos y las del articulo 1169 \
siguientes. Lo que ocurre es que la doctrina ha considerado
equivocadamente, que la prestación cn las obligaciones deriva
das de los actos ilícitos está constituida por el deber jurídico
dc abstenerse de dañar a las personas, tanto cn su individualidad
como cn sus bienes y derechos, pero este deber general de no
dañar a otro en su persona física o moral —el neminen ¡acelere—
no puede ser considerado como una obligación de no hacer, pues
el acatamiento de ese deber no significa ninguna privación de
nada que sea lícito. En la técnica obligación de no hacer, en
cambio, el deudor se abstiene de algo que podía realizar y. por
consiguiente, hay una restricción, una privación de su libertad
legítima.
Sostiene cn conclusión Barcia López que el objeto de las
obligaciones derivadas de los actos ¡lícitos está constituid pol
la indemnización debida por el autor del daño a la victima
(arts. 1077 y 1109, cód. civ.). Tal reparación consiste en una
cantidad de dinero, como lo dispone el articulo 1085 del códi
go civil, y "no hay nada más económico y más pecuniario que
el dinero". Por consiguiente, según este autor, "el objeto de la
obligación, tanto en las derivadas de un contrato, como de cual
quier otra fuente, inclusive un acto ilícito, es de carácter pe
cuniario" *\
En nuestra opinión, no puede negarse que antes de la reforma
al artículo 522, existía una diferencia dc apreciación cn nuestro
código, en cuanto al objeto de las obligaciones contractuales \ en
66 Iímícia LÓPEZ. -V. cn Anales dc la Universidad del Salvador. 1^)64.
n. I; /./ interés patrimonial en las obligaciones, pp 147 \ 148
108
i«:-
¡•i
' fe
rucio y servidumbre) pues en tanto que en las primeras se exigía
ue la prestación, fuera apreciable económicamente, en las se-
undas se protegen valores no económicos.
Ante todo hay que dejar bien sentado que el objeto de las
bligaciones originadas en los actos ilícitos, no.es exclusiva-
ente la indemnización dineraria con que se reemplaza, por lo
omún, el bien protegido por la ley e injustamente dañado. Hay
asos en que la reparación no se hace en dinero y ello ocurre
uando se puede restablecer la situación que existía antes de pro-
ucirse el daño (art. 1083). En los delitos civiles de estupro..
iolación y rapto, por ejemplo, el autor puede liberarse casán-
ose con la víctima (art. 1088, cód. civ.). No siempre, pues,
a responsabilidad por los actos ilícitos se traduce en dinero. Fue-
a de ello, no puede negarse que el pensamiento de Vélez
ársfield, en cuanto al objeto de las obligaciones de fuente
ontractual ha sido distinto del que ha sustentado con respecto
! de las nacidas de actos ilícitos, porque para las primeras exi-
e no solamente que el objeto sea valorable económicamente,
ino que también debe serlo el interés de las partes en él. (En
nota al art. 1169 se lee: "un simple interés de afección no
ería suficiente para conferirle una acción"). En tanto que en
ateria de actos ilícitos se amparan hasta las afecciones legíti-
as (art. 1078, cód. civ.).
A pesar de esta disparidad del criterio legal, Lafaille y Bu-
so eran partidarios de que aún en las obligaciones de fuente
ontractual se concediera la correspondiente protección jurídica,
ualquiera fuera el interés de que se tratara (económico o moral),
empre que fuera serio. Lo contrario implicaría desconocer de
chos tutelados por la Constitución nacional, que no hace este
po de distinciones y ampara derechos que no tienen contenido
atrimonial67. Lafaille aconsejaba en los casos de obligaciones
ontractuales de objeto no valorable en dinero, que al celebrar;
l contrato se asegurara su cumplimiento mediante la estipulación
e cláusulas penales, lo que tornaría a aquéllas incuestionable-
Lapaii.lk. Ob.cit.. v. I,p. 54.nv28; Busso, Ob. cit., v, III, p, 35, n?213.
10&
demnización del daño moral en materia de incumplimiento con
actual, la tesitura sustentada por los referidos autores, puede
onsiderarse definitivamente asegurada.
volución de la jurisprudencia.
a tendencia moderna se inclina en el sentido de no efec
ar distinciones en cuanto a la protección de intereses no apre-
ables económicamente. Al estudiar el daño moral veremos que,
mo dice Pérez Vives, "la jurisprudencia al admitir la indem
ización del daño moral, abre al interés no valorable en dine
, el campo de las obligaciones,, 6\
. Causa o fuente. Es menester precisar el sentido con que
plearemos la palabra causa, pues ésta es usada en derecho
n varias acepciones. *Dentro de poco deberemos utilizarla en
sentido de finalidad y de motivo. Aquí, en cambio, la em
earemos con una significación más estricta, o sea como el
igen o el antecedente de algo, vale decir: "la suma de condi
ones positivas o negativas que hacen que el ser o el acontecer
produzca"70. En otras palabras, la emplearemos en el sen
o de "ese algo real que hace que otro algo real pase del no
r al ser" y que en lo que se relaciona con nuestra materia es
causa generatriz de la obligación71. Por ello y para evitar
nfusiones con los otros significados de esta misma palabra,
ferimos valemos de la denominación "fuente", que según la
finición de Segovia, es "el hecho, acto o relación jurídica
e engendra y sirve de fundamento a la obligación"72.
En el derecho romano, en las Instiíutas de Gayo, se consi-
Lafaille, Ob, cit, y. I, p. 34, n? 28; Boffi Boggero, Ob. cit v
p. 63.
Pérez Vives, Ob. cit., v, I, p. 280, n? 130. En la jurisprudencia de
provincia de Buenos Aires encontramos ampliamente afirmada la ten
cia favorable a la indemnización del daño moral, en todo tipo de
igaciones, a partir del caso "Ciollaro c/ Elaboración de Plomo" (Ac.
ent. SCBA, 1957, v. III, p. 172).
Orgaz, El daño resarcible, Omeba, p, 59.
Busso, v. III, p. 67, n? 2.
Segovia, Ob. cit., v, I, p. 121, n. 6.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
10
Pothier, la ley y en algunos casos la equidad 76.
n
En el código civil francés, se ha admitido la siguiente cla
sificación de las fuentes: contrato, cuasicontrato, delito, cuasi
1-
;]
delito y la ley (árt. 1370), que es la que ha sido considerada
i-
clásica y la que han seguido la mayoría de los códigos que to
:r
maron a aquél como modelo (cód. español, art. 1089, cód. chi
i-
leno, art. 1437; etc.).
o
A esta manera de clasificar las fuentes de las obligaciones
s
se le ha criticado por exceso y por defecto:
r
a) Por exceso: Planiol juzga que la misma, si no es del todo
falsa, es superficial y da una idea equivocada de la realidad.
t,
a
Las fuentes de las obligaciones, para él, se reducen a dos: el
a
contrato y la ley, o sea la fuerza centrífuga (la libertad expansi
va) , y la fuerza centrípeta (la coerción restrictiva) como lo ha
cen notar Colmo y Lafaille 77. Las obligaciones nacidas del
cuasicontrato, del delito y del cuasidelito —según Planiol—,
111
argumento que acabamos de exponer probana demasiado y
habría en realidad nada más que una fuente obligacional: la
, pues si el contrato engendra obligaciones, es porque la ley fe
:permite.. Lo que ocurre, afirma el ex decano honorario de §
Facultad de derecho de Lyon, es que se confunde la fuente ~"
ediata con la inmediata. La fuente mediata de las obligacio
s como.de todo derecho, es la ley, pero ello no es óbice para
e haya fuentes inmediatas, a saber: los actos jurídicos, los ac
ilícitos, el enriquecimiento sin causa, y la ley78.
Gutiérrez y González es partidario de admitir el princi
de que las obligaciones tienen su fuente en los hechos jurí
os en su doble división (hechos y actos jurídicos) pero és
s en realidad, que son el manantial primero y básico, tienen
su vez bifurcaciones en sectores diferentes y para ilustrar el
ómeno lo compara con la fuente de las ranas de Chapulte-
e, la cual es alimentada por una tubería central, que luego f
distribuye en tubos de menor diámetro, que llegan a las bo*
de las ranas que como adorno la circundan79.
Se le objeta también, a la clasificación clásica, la inclusión
cuasicontrato —el monstruo legendario, como lo llama Tosse- f
115-146 (cit. por Putc Brutau, Ob. cit.\. i. 1, v. 11, p. 75); en Chile r,
Meza Barros, Ob. cit., p. 52, n« 26; y en nuestro país por Lafaille, |
. cit., v. I, p. 57; Busso! Ob. cit., v. III. p. 76, nv 76, y Galli, cn i
lvat, Ob. cit.. y. I, p. 45, n? 28a; Colmo la acepta desde el punto do
ta científico, pero, desde el punto.de vista jurídico-práctico, admite otras
tinciones (Ob. cit., p. 52, nv 55). ídem Salvat, Ob. cit.t v. I, p. 45. nv 28.
Iosserand. Ob. cit.. t. 2. v.'í, pp. 11 y 12; Ripert y Boulangek.
. cit., v. IV, p, 26, n? 24; Marty, Ob. cit.. v. I, p. 256; Pérez Vives.
. cit., v. I, p. 15 y sigs.; Colmo, Ob. cit., p. 55, rtí 55; Giorgianni.
. cit., p. 19. "n? 2; y Hernández Gil. quien destaca que hay que dis
uir cn esta materia las fuentes de producción de las obligaciones o
su origen remoto, que no puede ser otro que el derecho y los cauces
exteriorización o sea su origen próximo, inmediato (Ob. cit., v. I,
209). Para una crítica a la posición de Josserand, véase Busso, Ob.
v, III, p. 77, nos. 81-84. Sobre el carácter de fuente o cofuente que
de tener la ley. véase Boffi Bocgero. Ob/cit.. v. I, p. 76.
Gutiérrez y González, Ob. cit., p, 85, n? 58.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ste
RAND— figura híbrida, utilizada a la manera de una bohardilla,
ien
donde se guarda todo lo que no tiene cabida cn otra parte ";". La
i y
doctrina, en general, rechaza esta figura jurídica"'.
te
Finalmente, se juzga superfino hacer dos fuentes separadas
Ie\
de los delitos y cuasidelitos, que pueden ser reunidos perfecta
dé mente, en una sola fuente genérica: los actos ilícitos í:.
h te
iio- bl Por defecto. Se ha criticado a la clasificación tradicional,
ira
por no incluir fuentes como el enriquecimiento sin »causa, la
ac-
voluntad unilateral, la sentencia judicial, etcétera 8\
La tendencia de los códigos modernos es la de prescindir dc
ici- clasificaciones expresas. Se legisla sobre las fuentes, se hace te
iri distribución de las materias conforme a ellas, pero no se hace
es
una clasificación determinada, por entenderse, con razón, que
en
es una cuestión que compete a la doctrina.
el En este sentido encontramos el código civil alemán, el có
le
digo suizo de las obligaciones y el proyecto de Reformas al códi
go
go civil argentino de 193b (libro lll, sección 6?) en los cuales
>o-
se legisla sobre las siguientes fuentes: contratos, enriquecimien
to sin causa, y actos ilícitos. Las obligaciones emanadas dc la
ón ley se consideran en las distintas instituciones de los mismos >!,
;k-
MU Jossekaisíi), Ob. cit.. \. 2. \. I, p. lu. ir. lll
i¡Ic SI |()ssi:i(A\i), ídem, ídem. Colín y Capitant. Oh. ai.. \. lll, p. 586
LE,
y sigs.; I'i.anioi v Ripkhi, Traite élémentaire de droit civil. Edit. Lí
lili
brame Genérale de Droit, v. II, pp. 282 y 285. nv 811; MAZEAUD, Ob.
do cit., 2-.1 parte, v. I, p. 63, nv 49. y v. II. p. 455. n. 649: Pérez Vives.
ras
Oh. cit.. v. I, p. 14; Sai.vat-Gai.i.1. Ob. cit.. v. I. p. 40; Borda. Oh. cit..
v. I, p. 25. ir.' 15.
28,
GlORGl considera que en el aspeólo científico no puede distinguirse
!R. el cuasicontrato de las obligaciones emanadas de la ley. (Ob. cit.. v. \ .
;s.
p. 30. ni 9. í;i fine). Pese a este rechazo casi unánime, un autor mo
ii, derno. DEMOGUE, en su clasificación de las obligaciones, no ha podido
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
114
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
115
PEDRO N. CAZbAUX *• hfcLIX A. I HlOO hti-ntoMí)
(<
ro, y daño taris. 1091-1095).
e
Cuasidelito
P
Es el acio voluntario ilícito ejecutado sin intención de da
L
ñar, pero que causa un daño a otro por haberse incurrido cn ne
gligencia, imprudencia, impericia, desidia, etcétera (art. 1109. P
le
cód; civ.). Por ejemplo, el caso del automovilista imprudente,
que a exceso de velocidad embiste a un peatón, ocasionándole íll
l'l
lesiones o la muerte.
C
La ley
La ley es fuente de obligaciones cuando directamente las
%
crea 9Í. Ella es —dice Busso— la norma eminente, portadora de
la voluntad del legislador (art. 36. Const. nac). Los autores
dan como ejemplos, la obligación de prestar alimentos entre
parientes cuyo grado determina la ley (art. 567, cód. civ.). la 9!
v,
obligación del tutor de rendir cuentas (arts. 458-450), las obli y
gaciones emergentes de la vecindad, etcétera (arts. 2615 y sigs. A
del cód. civ.). n<
116
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
117
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
119
tivas voluntades. Hasta que no concurra la voluntad del
eedor, lo más que puede existir es un estado previo a la obli
ión —como muy bien dice Busso t0? o para usar una expre
de Giorgianni, un estado prodrómico— pero no la obli
ión. ~
abuso del derecho. Un sector doctrinario lo considera
nte de derecho m.
La interpretación de lo que es abuso de derecho difiere
ún se adopte el enfoque subjetivo ti objetivo del mismo.' Para
que se afilian al enfoque subjetivo, hay abuso de derecho
ndo se lo ejercita con el solo propósito de causar daño o
n cuando se lo ejerce causando daño y sin obtener ningún
eficio. Los partidarios de la concepción objetiva, en cam
, consideran que se incurre en abuso de derecho cuando se
jercita de manera antifuncional o en contra de las finalida
generales del derecho1*. Nuestro artículo 1071 adopta un
oque objetivo: Se estima que hay abuso de derecho cuando
lo ejercita en contra de los fines que la ley tuvo en mira al
nocerlo, o al que exceda los límites impuestos por la buena
la moral y las buenas costumbres.
Sea lo que fuere, nosotros no interpretamos que el abuso de
cho sea una fuente obligacional autónoma. Creemos, con
mbías, que "se trata de un principio superior, que cala más
do y constituye el criterio regulador del límite de los dere
s subjetivos, que extiende su influencia a todo el orden ju
co". Y si bien cuando se causa un daño a raíz de haber
sado de un derecho, corresponde que ese daño se repare, esa
ración tiene su fuente en la ley "V
sentencia judicial. La sentencia judicial —que Wind-
eid y el derecho inglés incluyen entre las fuentes de las
Busso. Ob. cit. v. III, p. 91, nos. 196 y 197.
Mosset Iturraspe, Ob. cit.. p. i5: Boffi Bocgfko. Oh. cit v
. 77.
Véase nuestro lomo III. -
Llambías. Ob. cit. y, I, p. 58, nv 45d
nte vinculadas al alcance que se dé a los efectos de la sen
cia judicial y a la función que en la misma cumple el juez:
Algunos autores (Rocco, Scialoia, Lafaille, Colmo y
sso) niegan que la sentencia judicial sea fuente de derechos
de obligaciones, pues en las sentencias no se hace nada más
e declarar derechos. La labor del juez en ellas consiste en
licar al caso individual la norma general contenida en la ley,
e decir, subsumir la situación de hecho dentro de la norma l0\
mo diría León Mazeaud: "el juez en la sentencia cumple la
sma labor que el fotógrafo, que, al aplicar al negativo el
uido revelador, hace aparecer ¡a imagen que lo impre
nó" w. •
Otros autores, en cambio, opinan que en la sentencia ju
ial hay una actividad creadora del derecho (Ihering, Dern-
rg, Kholhr, Addikf.s, Ehrlich, Reichel, Kantorovitz,
lsen, Bülow, Carvei ltti)110. Según Addikes, el juez com
ta la obra que empieza el legislador. Reichel, sostiene, por
mplo, que el juez puede "fallar contra legem. cuando la ley
ha puesto en contra del orden jurídico" '". Bülow expresa
Prólogo dc Dato, Eduardo, a la obra dc Giorgi. Teoría de las
igaciones, v. I, p. 20; Windscheid, Ob. cit.. v. II. p. 174, § 352 ci
por Busso, v. lll, p. 75, nv 64.
Rocco, Alfredo, La sentencia civil, p. 157 y sigs.; Scialoja, Lo
te delle obbligazione, en Riv. Dir. Comm., 1904, Vi parte, pp. 523-24,
d»• por Busso. v. III, p. 109, nv 305: Lafaille, v. I. p. 37, n? 33:
.;\io, p. 31, nv 33; Busso. v. III, p. 11, nv 317 y sigs.: Rezzónico.
cd., v. I, p. 49.
Mazi.w i>, León, Rcv. Trun. Droit. Civ., 1929, p. 31.
Bi sso, v. III, pp. 110 y lll, nos. 358-65. Sobre todo son parti-
ic* de esta tendencia los adeptos a la escuela del derecho libre, para
enes el derecho es lo que el juez dice que es, o, como lo expresa
lmes: "el derecho es la profecía de lo que harán los tribunales en un
o dado" (Puig Brutau, t. 1, v. II. p. 12, n. 6). Véase Llambías,
ge )., parte general, v. I, pp. 105-105. nv 111; Rodríguez Arias
stamanii:, Ob. cit.f p. 218.
Riuchll, La ley y la sentencia, citado por Busso. Ob. y lug. in
dos precedentemente; ídem Llambías, Ob. cit. p. 105.
121
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS [;
\
que la ley "no es nada más que una pauta que debe ser indi- [• tí
vidualizada y especializada para el caso singular". "No sólo la '. r<
ley sino la ley y el juez, son los que dan al pueblo su dere- q
cho" "2. Para Carnelutti la ley es un mandato general y la \- p
sentencia un mandato individualizado que concreta en el caso j: le
particular el mandato general contenido en la ley. Ambos con- * o
tribuyen a la creación del derecho 1!3. I* ei
c) En posición ecléctica, Couture y Alsina distinguen en esta § a:
materia el efecto de las distintas clases de sentencias. Las sen- £ I'
tencias declarativas no serían fuente de derechos ni de obliga
ciones. Tendrían ese efecto en cambio, las sentencias consti
tutivas m. fe ti
En nuestra opinión y sin perjuicio de reconocer que hay una I n
clase de sentencias —las denominadas constitutivas— en las % q
cuales se crean relaciones jurídicas, ello no basta para acordar h p
a la sentencia el carácter de fuente de obligaciones. La sen- §t ¿
tencia constitutiva no es el caso general, sino una clase de sen- » <j
tencia y para que una figura pueda alcanzar la categoría de g' ¿
fuente de obligaciones, tiene que poseer ese efecto creador ñor- wf <j
malmente y no sólo en algunos casos particulares. fe' c
Preferimos pues inclinarnos en el sentido de no hacer de la E. j
sentencia una fuente especial, sino considerarla incluida dentro W• <j
de esa amplia fuente obligacional que es la ley. R: \
Relaciones contractuales de hecho. Últimamente se ha pre- ¡¡h t
<
122
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
123
hecho notar, a raíz de problemas semejantes al que nos ocu
, que no existe ninguna razón para limitar el ámbito de apli
ción del contrato, pues este concepto es bastante sensible para
aptarse a todas las circunstancias y para hacer frente a todas
s necesidades jurídicas y económicas. Los contratos —dice—
n todo un mundo poblado de individuos, de naturaleza, de
der, de longevidad y de aspectos muy diferentes n;. No vemos,
es, la necesidad de salimos de la fuente tradicional.
Si después de todo lo expuesto tuviéramos que hacer nues
clasificación de las fuentes de las obligaciones, 1a limitaría
os prudentemente a las siguientes:
Actos jurídicos. (En los que se incluyen los contratos v la
luntad unilateral para los que la admiten).
Actos ilícitos. (Que comprenden ios delitos y cuasidelitos).
La ley. (En la que caben las obligaciones derivadas direc
ente de ella, las emanadas del enriquecimiento sin causa,
del riesgo creado, las sentencias constitutivas, etc.).
U CAUSA DE LAS OBLIGACIONES CONTRACTUALES
algunos códigos civiles, especialmente los que tratan en
ma global los contratos y las obligaciones, denominándolos
ntratos u obligaciones convencionales,\ se exige un elemento
s para la existencia de la obligación: una causa lícita. Así
ejemplo, el código civil francés en su artículo 1 108. Al
erirse dichos códigos a este otro elemento de las obligacio
, la causa lícita, no emplean la palabra causa en el sentido
ológico que acabamos de considerar, o sea el de fuente, sino
un sentido .tcjeológico, vale decir, en el sentido de finalidad.
e nuevo elemento que, como habrá de verse en el curso de
stra exposición, en realidad se refiere a las obligaciones
ivadas de los contratos, ha dado origen a uno de los debates
interesantes del derecho, del que trataremos de dar la ver
más sintética posible.
Josserand, Ob. cn., i. 2. v. I, pp. 15 v 16. En análogo sentido
nAndez Gil, Ob. cit., v. I, p. 226. Mosset Iturraspe. Ob. cit
5.
de la causa tiene bien ganada fama de oscura" "*; 'la teoría
la causa es uno de los puntos más oscuros e indescifrables
derecho; el campo más propicio para las elucubraciones me
ísicas'* n'.
Es verdad que la teoría de la causa tiene sus complicaciones
sus dificultades, pero después de la abundante literatura que
ha acumulado sobre ella, cabe reconocer que muchas de las
estiones que le conciernen han quedado en claro.
Buena parte de los problemas se han debido al mal empleo
los términos: causa, fin. motivo, han sido usados en distintas
epciones y' al entenderse mal el sentido de las palabras,
han producido no pocas confusiones e interpretaciones de
ctuosas no.
limitación de conceptos. Empezaremos por delimitar los
nceptos. La palabra causa ha sido utilizada en derecho en
s distintos sentidos:
Causa fuente. Lo hemos dicho en el parágrafo anterior: es
causa antecedente, el origen, la generatriz de la obligación.
s la causa eficiente de Aristóteles. En ese sentido las causas
ente de las obligaciones son los contratos, los actos ilícitos, la
y. etcétera.
) Causa fin. Aquí la palabra causa está tomada en una acep
ón ideológica. Significa la finalidad inmediata, el objetivo
róximo perseguido por las parles ai contratar. La palabra fin
esta acepción no significa lodos los objetivos que las partes
an tenido en mira, al celebrar el negocio jurídico, sino los más
mediatos, los que se refieren al momento dc concluir el acuer
o, los que forman parte dc la estructura del mismo y son por
tanto conocidos dc antemano por los contrayentes. En una
ompraventa, por ejemplo, la causa fin sería lo que más inme-
18 Iosserand, Ob. cit. p. 95. nv 127.
19 Bonfante. // contrallo e la causa. Riv. Dir. Comm.. 1908. v. 1.
. 115. citado por Rezzónico. v. L p. 62.
20 Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 65.
125
PfcÜHU l\l. UAZbAUA - rELlÁ A. IHIGU HfcHHtSAS
130
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
134 Potmier, pasa por alto el concepto de causa en los contratos rea
les y además, en los contratos gratuitos sustituye el motivo razonable y
justo de que habla Domat por "la simple intención de donar". Para Po
thier, en las donaciones, la causa radica en "la liberalidad que una de
las partes quiere ejercitar con la otra" (Ob. cit, p. 35).
135 En la obra dc De GAsperi-Morello, se ha hecho un amplio des
arrollo acerca de este punto (v. II, p. 155, nv 758 y sigs.). Véase asi
mismo Videla Escalada, Federico: La causa final en el derecho civil,
Abeledo-Perrot, p. 44 y sigs., nos. 103 y sigs. Para este autor, Merlin.
Toullier. Aubry y Rau y Delvincourt, confunden la causa con el
motivo. Demolombe, al menos en lo relativo a los contratos bilatera
les la confunde con el objeto.
156 Planiol. Traite élémentaire, v. II, p. 394, n. 5; Ripert y Boulan
ger, Ob. cit, y. IV, p. 187, n. 60; Marty, Ob. cit, v. I, p. 90.
137 Laurent, Principios de derecho civil, v. XVÍ, p. 161 y sigs.. nos.
107, 110 y 111; Planiol, Ob. cit, v. 1L p. 395, n. 3; Ripert y Boulan-
138 Véase n. en p. 152.
131
los autores más modernos, Dabin "".
Seguiremos preferentemente a Planiol cn ia exposición de
crítica anticausalista, por ser uno de los más vigorosos y
ificados impugnadores. Le atribuye a la noción de causa, el
falsa c inútil. Veamos:
lsedad de la noción de causa.
Contratos sinalagmáticos o bilaterales. La doctrina clásica
tiene que la obligación de una de las partes es la causa de
obligación contraída por la otra. Falsa concepción —-dice
aniol— puesto que las dos obligaciones derivan del mismo
ntrato, nacen al mismo tiempo y son gemelas, y. por lo tanto,
imposible que una sea causa de la otra. Un efecto y su
usa no pueden ser exactamente contemporáneos: la causa debe
eceder al efecto '*'.
Contratos reales. Si la causa de ia obligación es la entrega
la cosa —como dicen los clásicos— tendríamos que se esta
mando "causa de la obligación*' a lo que no es otra cosa que
hecho generador, vale decir, que se está tomando a esta pala
a en el sentido dc causa fuente, por consiguiente, con distinto
cance al que le dan aquéllos "'.
Contratos gratuitos. Si apartándose de las ideas de Domat,
r, Ob. cit.. v, IV. pp. 187 y188, n. 60; Marty, Ob. cit., v. I, p. 90;
e Gásperi-Morello, Ob. cil., v. II, P- 177, n? 769.
8 Arthur. De la cause en droit romain et en droit trancáis, París,
78- Timbal, De la cause dans les contrats et les obligations en dro,t
ináin et en droit ¡raneáis. Toulouse. 1882; Séfériades, Etudc critique r
r la théorie de la cause. París. 1897. í.
39 Huc. Conunentaire du eode civil, vs. VI y VII; Baudry-Lacan- i-
nhrie v Barde. Ob. cit., vs. MI. Des obligations p.2My sigs.. n. i?
6 v s¡¿.: Cornil, A propos de la revisión du code civil: de la cam
ans les conventions, Bruxcllcs. 1890: Giorgi. Ob. cil., v. III, P- 468 y
gs nv 445 y sigs.: Planiol. Ob. cit.. v. II, p. 395 y sigs.. nv 1j07 )
gs'.'; Dabin. La teoría de la causa, ed. Rcv. Der. Priv.. p. 66 y sigs. y
. 107 y sigs.
40 Planiol, ídem, p. 395, nv 1058.
41 Planiol, ídem. p. 595. nV 1038.
2
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
133
FEDBD N. CAZEAUX ~ FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
144 Pérez Vives, Ob. cit. v. I, pp. 289 y 290. nv 134c; Capitant,
Henri, De la cause des obligations (contrats, engagements unilatérauw
legst Librairic Dalloz. París, 1923. p. 15 y sigs.. ni 6 y sigs.. pp. 29 y
50 y sigs. y cap. IV. Del mismo pensamiento que Capitant a esto res
pecto es Roca Sastre, para quien circunscribir la idea de la causa al
momento de la formación de la obligación, equivale a sostener que las
partes contratan para conseguir obligar a otro y no con el fin de con
seguir un resultado jurídico. Para el, la causa actúa en dos momentos
distintos: en la formación de la obligación y en el de la ejecución (Ob.
cit.. p. 55),
145 Pérez Vives. ídem, p. 291.
146 ídem, ídem, p. 291. Es de hacer notar que la idea originaria de
Domat acerca dc la causa en los contratos gratuitos, no era la de que
consistiera en el animus donandi en abstracto, sino en los motivos partí-
134
DERECHO DE LAS OBLIGACIOI-iES
135
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
136
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
154 Ídem. ídem, p. 206, nv 141; Josserand, Los móviles en los actos
| jurídicos dc derecho privado, lose M. Cajica, p. 139, nv 118.
155 Josserand, Los móviles.... p. 21 y sigs., nv 14 y sigs.; Pérez Vi
ves, Ob. cit. pp. 301 y 302, nv 335. Según Marty la construcción sobre
lu causa hecha por Iosserand.sigue a la que había enunciado Maury
cn su tesis: £v>í// ser le role de la notion d'equivalence, Toulouse. 1929
(Ob. cit., p. 98, donde puede verse la opinión de Maury) .
137
go o el jurista y representa un fenómeno aislado, vacío de
ido.
Para darle un sentido hay que descubrir los medies indiyi^
les que lo explican y que pueden ser de dos categorías, s#?
Los que "se" designan ordinariamente simples motivos, que
efieren al pasado y no son otra cosa que antecedentes del
: compro un auto porque el que tenía se me quemó.
Los que se proyectan hacia el poryenir, que revelan el fin
teQueraoLónv^lacondicionan, son los móviles por excelen-
móviles-fines o móviles teleologicos: Compro un auto para
rer una carrera ,56.
Pero no todos los móviles deben merecer consideración ju
ica. Para ello deben reunir ¿os re^ui|itc)s:
I^benserr determinantes del acto. Los móviles secunda
s y accesorios quedan excluidos.
Si se trata de un contrato sinalagmático, deben ser cono-
o^poiKambas-partes o comunes a ambos otorgantes. En los
os gratuitos, en cambio, donde hay una sola voluntad predo
nante, la del otorgante, pueden ser tenidos en cuenta los mó
es concernientes a este solo otorgante, aun cuando hayan
o ignorados por el beneficiario "7.
Josserand acentúa la necesidad de que en la teoría de la
usa, se tengan en cuenta —cn las condiciones indicadas— fe
viles ysnotólo en materia».de contratos sino en todos los ac
jurídico^. El derecho debe ser dominado por la teoría de
móviles. ^Jlos y.eLf^ permitirán apreciar ia
riaUdadJpel^aíor jurídiccvde un acto,- El derecho contractual
puede estar al servicio de la inmoralidad. A cada uno se
íro
n sus intenciones y según su fin
6 Josserand, Los móviles, p. 27 y sigs., nv 16: Pérez Vives, ídem,
. 302 y 303, ni 135 bis.
7 Iosserand, Derecho civil, i. 2, v. 1. p. 108 y sigs., nos. 145 y 14"
s.
8 Ídem, p. 112, nv 148.
8
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
139
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
140 f-
UfcKbCHÜ Dt LA6 UbLI<j/\oiU^fcS
141
PEDRO N. CAZEAUX -• FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
166 Razón le sobra, pues, a Pérez Vives, cuando hace notar que no
hay sistema dc derecho positivo cn el mundo que desconozca por com-
plclo la teoría dc la causa (Ob. cit., v. I. p. 313).
167 Esta fue la redacción proyectada por LENEL. WiNDSCHEtD en cam
bio, había proyectado un artículo dc mayor alcance, incluyendo los re
sultados conocidos por las paites y tácitamente incorporados al acto
(Busso, v. III, p. 120. ni 50 y p. 129, nv 112). WlNDSCHElD ha desarro
llado cn esle sentido su teoría de la presuposición que ha sido definida
como: "una condición no estipulada como tal cn forma expresa, pero a-
la cual la parte ha querido que quede subordinado al efecto jurídico
del acto". (Busso, v. III. p. 150. ni 119 y sigs.).
Ib8 Videla Escalada. Ob. cit.. pp. 136 y sigs., 141 y 149. Betti, Ob.
cit.. v. I. p. 304.
142
ada por la otra" ,69. Vale decir, unanjoeióxta®^
de causa fin 5°.
El consideration para una promesa en un contrato sinalag
ático consiste en una promesa dada en cambio de la que se
recibido, o sea que puede definírselo como promesas mutuas
chas entre las partes que revisten el doble carácter de promi
nte y prometido. Pero tratándose de un contrato unilateral, el
nsideration debe ser algo distinto que una promesa, y así se
un acto, una abstención de obrar o la creación, modificación
destrucción de una relación preexistente.
El consideration debe.ser;Jegal, es decir no contrario a la
y. la moral y buenas costumbres, ni al orden público; pues
no lo fuera su cumplimiento no podría ser demandado judi
almente. Además debe ser "suficiente", pues no cualquier per
icio o detrimento lo constituye, como por ejemplo no lo es el
rjuicio sufrido por el prometido como consecuencia del cum
imiento de una obligación legal. Pero este concepto no de
nde puramente de la comparación económica que pueda sur
r entre la persona dada y la recibida, ya que el consideration
o tiene por qué ser exactamente equivalente a la contrapres-
ción. Hay un adagio inglés que dice que un gramo de pimien
puede ser un consideration suficiente para una obligación
cien libras.
l problema de la causa en el derecho argentino.
a controversia sobre la causa en el derecho nacional, di
ere un tanto de la provocada en el derecho francés, como ya
hemos anticipado. En nuestro código ho existe un artículo
milar al 1108 del código francés, pero hay cuatro artículos se-
9 Lafaille, Curso de obligaciones, compilado por Arguello y Fru
s, Tip. Rezzónico, v. 1, pp. 46 y 47, nos. 75-77.
70 Véase sobre este tema La causa y la consideration de Héctor A-
erraiz, en La Ley, v. 111, p. 1000. La concepción de Roca Sastre
bre la causa, la asimila a la consideración (Ob. cit, v. 1, p. 49). Véa
también Galli, Enrique V. y Salas, Acdeel E., Causa y considera-
on, en Rev. Col. Abog. de Buenos Aires, cn.-feb. 1952. y Capitant,
b. cit., p. 177 y sigs., n? 87 y sigs.
143
PEDRO N. CAZEAUX -- FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
145
artículo 3129 del código civil y su nota, cn donde se contempla
un supuesto de contrato (causa-fuente) ilícito, involucrado en
los términos generales del artículo 502: "la hipoteca constitui
da desde un país extranjero debe tener una causa licita por las
leyes de la República" (arts. 5129). porque: "hay algunos actos
o contratos que al mismo tiempo que están autorizados, o que
por lo menos no están prohibidos por la ley en un Estado, son
ilícitos en otros, y hasta se reprimen por sanciones penales. Su
póngase que el origen de la obligación hipotecaria fuese la in
troducción de contrabandos en la República, para asegurar una
cantidad de peso debido a uno de los partícipes en esos actos,
o de juego, en un Estado en que son "lícitos los juegos de suerte
y azar, y que en virtud de compromiso, el jugador, para asegu
rar el pago de una suma perdida al juego, hipoteca una casa
que tiene en este país. Escrituras de tales orígenes no produci
rían ningún efecto en la República Argentina, por fundarse en t
una causa ilícita, según nuestras leyes" (nota al artículo 3129).
Y precisamente en nuestro código civil el problema de la causa
está referido con carácter general a los actos voluntarios y a los
actos jurídicos. Según el artículo 899 los actos lícitos que no
tiene por fin inmediato alguna adquisición, modificación o ex
tinción de derechos, no producen efectos jurídicos, y a su vez
en el concepto de acto jurídico del artículo 944 se incluyen co
-
mo elementos esenciales: la licitud y la finalidad jurídica ("ac •
tos voluntarios lícitos, que tenga por fin inmediato, establecer >
entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar, trans
ferir, conservar o aniquilar derechos"). Y a ello cabe agregar
que ningún acto es voluntario si no existe intención en el agen
te (art. 900) y que tampoco es válido si recae sobre un objeto
que la ley no permite (art. 955). O sea que en nuestro código
146
'
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
152
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
153
garse para con el acreedor y que el documento que instru
tó la deuda, es de complacencia, su pretensión lo pone en
ación de negar el contenido del documento y, en consecuen
de acuerdo con la doctrina del artículo 1017 del código
l, debe emplear para tal fin, la prueba escrita. En cambio,
lega que la causa existió iniciaímente, pero desapareció des
s o que se hizo imposible, la prueba puede hacerse por cual
er medio, pues se trata de la prueba de hechos187.
Sin embargo, en la jurisprudencia de la provincia de Bue
Aires, encontramos que la Suprema Corte de Justicia tiene
idido in re "Elverdin c/Elverdhr, que "si la causa no está
resada en el documento, el deudor puede demostrar su ine*
tencia por todos los medios de prueba"18*.
FALSA CAUSA
le ocurrir que en el instrumento de la obligación se ha
constar una determinada causa, pero que se trate, en reali
, de una causa falsamente invocada. Esta hipótesis ha sido
vista por el artículo. 501 del código civil, en los siguientes
minos: "La obligación será válida aunque la causa expresada
ella sea falsa, si se funda en otra causa verdadera". En este
o, pueden darse dos variantes:
Que la causa invocada sea falsa y que no exista otra verda
a. La obligación es inválida (art. 499, cód. civ.).
Que si bien la causa enunciada sea falsa, haya una causa
dadera que la reemplace. Esta última es. en realidad, la si
ción prevista en el referido artículo.
Si suponemos que en un documento Ticio reconoce deberle
ayo cien mil pesos que éste le prestó, probado por Ticio que
hubo tal préstamo, la obligación sería válida si Cayo proba-
La Cámara civil 1? de la capital federal. Ha dicho; "El recibo dc
a suma de dinero otorgado sin expresión de causa, no tiene carácter
ditorio, por lo que la prueba de la causa de la obligación incumbe
quien afirme su existencia", Turis. Arg., v. 26, n? 99.
Busso, Ob. cit, v. III, p. 167, nos. 420 y 421.
8 Ac.y Sent, SCBA, 1956, v. V, p. 745.
utntorivj ui
ra, por ejemplo, que dicho importe fue recibido por el deudor
en calidad de depósito. ,lmii
Hay una discrepancia doctrinaria acerca del alcance del con
cepto de falsa causa. Para Salvat. Lafauxe y GoROST.aga,
abarca las situaciones de causa errónea ycausa simulada Busso,
por el contrario, estima con razón que el concepto de falsa cau
sa comprende únicamente la hipótesis de causa simulada Cuan
do media causa errónea, según el artículo 92b. la obligación
carece de validez'89.
La simulación de causa prevista en la disposición legal que
estamos comentando, ha de ser:
a\ Relativa (art. 956, cód. civ.). Si hubiera simulación abso
luta, la obligación no sería válida (art. 499. cod. civ.).
b) Licita Si la causa verdadera que existiera detras de las
apariencias de la causa simulada, fuera ilícita, la obligación se-
Inula (arts. 502, 957 y959, cód. civ.)-. Llenadas estas exi
gencias, aunque la causa mencionada en el instrumento de la
obligación, no fuera verdadera, el contrato seria valido s, se fun
dara en otra causa real y lícita. ,
El régimen de la prueba, en esta materia, es el siguiente
Al acreedor le corresponde probar la existencia de la obliga
ción E deudor que invoque la falsedad de la causa tendrá que
demostrar tal extremo. Asu vez, el acreedor habrá de prob
la existencia de la causa verdadera que esta encubieta po. U
causa simulada expresada en el título obligacional. Sin ello la
obligación carecería de validez. Estas pruebas deben ajustarse
al ritmo procesal del juicio de que se trate .
En cuanto a los medios a utilizar por el deudor para la de
mostración de la falsedad, de la causa, hay que distinguir si se
trata de la prueba: por las partes, por los sucesores de las par-
rtUHU N. UA¿tAUX - FÉLIX A. ("HIGO REPRESAS
V. CAUSA ILÍCITA
192 Véase La Ley. 21-11-67, fallo 59.124, Juris. Arg.. 1949. v. 11. p. 14.
193 Busso, Ob. cit., v. Jlf, p. 170, nos. 15-26.
15S
.), una obligación fundada en juegos ¡lícitos (art. 2055, ;
.), contratos para ejercer el contrabando, etcétera w.
cide la.doctrina en que al referirse al orden público, el ?
502 incluye también la moral y las buenas costum-
es en todos los casos en que la ley alude al orden pú-
mbién lo hace con respecto aéstas (arts. 14, 21, 530, i
26, etc., cód.-civ.)'95.
a parte general del derecho civil se ha estudiado el sig
de estos conceptos: orden público, y buenas costumbres
el caso de volver sobre ellos. Diremos, tan sólo, con res
este último, que Vélez Sarsfield en la nota al artículo
a definido diciendo: "se entiende por buenas costumbres
limiento de los deberes impuestos por las leyes divinas y
1'*.
vat opina que esta noción de causa ilícita ha sido ira-
el código de una manera un tanto vaga e imprecisa, jus-
lvat-Galli. Ob. cit., v. 1. pp. 66 y 67, nv 49: Colmo."O*, cit.
5, nos. 12-16; Busso. Ob. cit. v. III. pp. 185-199.
lmo. Ob. cit, p. 10, nv 12: Lafaillk. Ob. cit. v. 1, p. 46; Bus-
cit. v. lll, p. 180, nv 60; Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 9j.
sso ha explicado las (res teorías que hay sobre el concepto de
ostumbres: la exegética. la sociológica y la metafísica. Nos nv
por esta última. Entendemos con sus partidarios que no puede
e la noción de buenas costumbres haciéndola consistir en su
ncia con el término medio de la conducta humana, pues ello sig
caer en un círculo vicioso. En las ciencias morales —dice
ocurre lo mismo que en las ciencias físicas: no se puede medir
instrumento que sufra las mismas variaciones que el objeto me
ipert, Saicet y Gény entienden que para definir el concepto
as costumbres es necesario referirse a un concepto ideal a prton.
toda moral es en definitiva una regla de conducta dictada cn
ación a un ideal divino o humano. Ripert propone concreta
omo contenido de las buenas costumbres, "los principios dc la
ristiana", base de nuestra civilización occidental. A ellos se ha
la jurisprudencia francesa. (Véase Busso, Ob. cit.. v. 111, p. 181
nV 72 y sigs.. donde se trata explícitamente el lema). Véase Mas-
Héctor. /:/ contrato inmoral. Buenos Aires, 1959. pp. 12 y sigs.
157
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
158
•4PG
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
159
capítulo lll
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
i
'&
I NOCIONES GENERALES
164
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
".ahora. una , lcnci£| ;| Vülvc|. ;|) ^^ ^ |y
das cn el tncumpl.miento de cieno tipo de obligaciones, tales como
las relacionadas con la prestación alimentaría (lev 15944 en
nuestro país, que impone prisión de un mes a dos años en caso
e mcm.phnnento de los deberes alimentarios a cargo de ciertos
W •,akSim,Smo- Cn lÚ*u»™ P^- Por la violación de de-
u -nados deberes tmpositivos; pero se trata, evidentemente, de
situaciones excepcionahsinias.
Hemos visto, también, que en el derecho moderno se consta-
la lo que Col.n j Cap,, vm llaman "Ja dulcificación progresiva
Yconstante de las condiciones del deudor" al punto de limitar
hasta el propio campo de persecución patrimonial posible ' Al
:
guno, bienes quedan excluidos de la acción de los acreedores-
útiles de trabajo y muebles del hogar, indispensables (art 5878
del cod. civ. modif. por la ley 12.296); bien de familia (lev
14.594): cierto porcentaje de los sueldos (ley 14.445 en cuanto
» los sueldos de la actividad privada; v lev 15.894. en cuanto a
los correspondientes a la actividad oficial, nacional, provincial s,
municipal); beneficios sociales (leyes 12.915, 11.729 9688)'
útiles e implementos agrícolas (ley 15.246); etcétera.
Examinaremos, ahora, dentro de este panorama, los electos
de las obligaciones.
166
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
167
tendieron o pudieron entender, obrando con cuidado v previ
sión —dice el nuevo texto del referido artículo en su primera
parte.
Sobre este principio de la buena fe. por lo demás, la doctri
na y la jurisprudencia han asentado importantes contracciones
jundicas. tanto cn el derecho comparado como en el derecho
nacional La teoría de la imprevisión, yla doctrina de la culpa
" r que''"ídemuestran
mismo, ~SCgÚn í,,gU"ÜS autorcs~
sus fecundas *>" aplicaciones
proyecciones. del
Su lugar
Pues en nuestra materia, es de primer rango, v con razón ha'
Itísdtn que ?"l0.ENNEC™s
absoluto »modeel las"Principio
domina todo el derecho supremo
obligaciones, en toy
dos los aspectos yen iodo su contenido ». Bf.tt. afirma que la
É,1?i«i?TM*- CnSCJña
tulados dogmancos. de losqU°que"lCdestacamos
PrindP¡" los
«J«bcsiguientes-
sometersea)aIa
ciertos
buenaoo<-f-
Jebe ser considerada como un módulo de cardc.fr obje i'vo Es pues i"
£™71 T T? haya" PCnSad° — de ,a honradez de u
ha™ lotdo ITr rA!cniénd0« acs(e "•«*•« objetivo el legislador
obi^vt
objei vidad1 del
, principio
Cn:- •,noMn,debe
° a bsser USOS dd ,rafico-
exagerada; ,odo OSi»
depende«™b"«o.
dc L esI»
peciales circunstancias del caso concreto, di Partiendo de esta base ha de
riTüTn.™ n.VtlÍbH0 Ck' 'OS in'ei'cscs dc ambos comratan,es <°"
'I Enneccerus-Lehmann. Ob. cit t. ? v I t> l«J Bctt, „ i
LÓP?DK ZAVALfA. Ob. cí, pp. 240 ysigs^ U^y^^'^l--,
P. 732: v 119, p. 527: v. 119. p. 900; v. ,20. p. 915; n" 12957-S v
zLí' VI1"/
SíiSí P' 829- Der..
Landa/Pederscf: DCr- nvV- 6-8-08,
,7' P" caso
"'= Videla
v. .7. dep. Rig.o./R
,7. Der'g.os•'
Esta exigencia de buena fe no se refiere solo al cumplimiento de la Pre,
168
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
169
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
170
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
173
\ liza "para apartarlo del camino de la justicia y hacer cesar su
ilegítima resistencia" 2\
i Si la cosa hubiera desaparecido del patrimonio del obligado,
[ o si ya no existiera, quedarían expeditas las otras vías de eje-
| cución, sea por terceros o mediante la indemnización de los da-
: ños e intereses.
Cuando la obligación consiste en dar cantidades de dinero,
s se procede al embargo, cn juicio, de los bienes del deudor y, si
éste no efectúa el pago, en la respectiva oportunidad procesal se
venden en remate público los bienes embargados, y con su pro (
ducido se paga al acreedor. 1
\
i
2?) Obligaciones de hacer. En estas obligaciones, la ejecución
forzada directa suele encontrar dificultades insuperables, si el
deudor se resiste a cumplir la prestación. Es un principio de de
s
i&. e
I
recho que: no puede ejercerse violencia sobre la persona para w
t
que cumpla una actividad: Nenio potest precisae cogi ad factum.
Ne orne libero vis fíat (Nadie puede ser coaccionado para que
Ül r
i
¡SF
preste su propio hecho. No se ejerza violencia sobre el hombre d
m
libre). Estos principios, fundados en el respeto a la persona hu 'W c
mana, están consagrados en el artículo 629 del código civil. Las *íébp: t¡
ViJ«sl^-
vías compulsivas directas deben abandonarse, pues, ante la're Í8r A
sistencia del deudor y será menester recurrir a los otros medios |B.
:¡>Mk,-
ñ
que la ley acuerda: la ejecución por terceros, en caso de ser po '•>&&••
sible: o la indemnización de los daños y perjuicios. .wk. e
Coinciden los autores en que, además, de este fundamento •f Ji
de índole jurídica, una razón de orden práctico aconseja dete- -Sb (('
• ':1Kf
:^Sp
"4 T.
24 Baudry-Lacantinerie y Barde, Ob. cit., t. XI, v. 1, n° 1- Des obli
gations, p. 424, n? 439, in fine. w 21
174
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
i
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
tiene por qué guardar proporción con la prestación. Es éste uno
dc los caracteres que las tornan más eficaces »
»r vSaünTVÍ I0"135- Er ^ ^ Pro,0"^rlas ohacerlas ce-
Hv,
Hay unnrupoJatde «!««/« de aCUCrd0
SSm-efeCt°llamadas por aIas «isencta.
la doctrina yla del caso
jurispru
c,a francesa definitivas, pero en nuestra opinión esto igmfc,
desnaturalizar la razón de ser de este instituto yprivarlo Sel ca
B rácter que constituye, justamente, su verdadera eficacia " Las
astreintes solo pueden considerarse definitivas una vez que se ten-
5a un panorama claro y concluyeme de lo que hará el deudor o
cumpíiria * S6Pa qUC CUmplÍrá 'a Presiadó" üMué no ha do
e) Sor, pecuniarias, sale decir que consisten en el pago de una
suma de dinero.
178
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
MazEAUH. Ob. cil.. v. lll, 2-.' parle, p. 228. n'.' 951; Borda. Ob. cit.. v
I. p. 47. nv 41: Reimundín. R., La imposición dc astreintes por nuestros
jueces, [uris. Arg.. 1959. v. V. p. 88.
59 Colmo. Ob. cit.. p. 45, n'? 55. in fine y p. 256. nv 567, in fine: ídem,
Peirano Fació. Ob. cit.. v. 111, pp. 107 y 113.
40 Planiol y Ripert, Traite élémentaire. v. II. p. 82. nv 210: M\/.i.\ui>.
Ob. cil., v. lll. 2.' parte, pp. 228 y 229. nV 951 y p. 231. nv 954; Laiaii.i.l.
Ob. cit.. v. I. pp. 155 y 154. nv 149: Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I.'p. 264.
nv 266; Rezzónico. Ob. cil.. v. I, p. 226: Jofré. Manual de procedimien
tos, ed. Abcledo. v. IV. p. 38: Alsina, H., Tratado de derecho procesal
civil. Buenos Aires. Cía. Arg. de Editores, v. III, p. 118. nv 55: Horda,
Ob. cit.. v. I. p. 48; nv 42: Llambías. Ob. cit.. v. I. p. 98. nv 85.
41 Galli. cn Salvat. Ob. cit.. v. i, pp. 264 y 265. nv 266. Id. León,
Pedro. Ob. di., v. II. p. 41. Der.. 24-10-72. Cám. nac. civ. sala B, caso
Moroño/Gotilc. nv 21.05M.
42 ídem. p. 264. ir? 26b.
180
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cuüone consistil ''. Sin llegar a tanto, nos parece que la jurisdic
ción consiste en todos sus elementos clásicos y muy especialmen
te, en la ejecución efectiva dc sus mandatos. Las astreintes son
medidas procesales y. como dice con razón ScHONKE, ''las nor
mas procesales son normas de conveniencia y han de ser inter
pretadas todo lo más liberalmente que sea posible. No han de
ser nunca un obstáculo para que se frustre el derecho material
de las partes'"'4. No mediando, pues, prohibición expresa, no
vemos inconveniente para la aplicación de un medio que con
duce justamente a la actuación de ia ley. Toda esta argumen
tación se relaciona con los sistemas jurídicos cuyos códigos no
prevén esta medida conminatoria y ya no es aplicable al derecho
argentino, pues a partir de los nuevos códigos procesales civiles
y comerciales dc la Nación y de la provincia de Buenos Aires,
primero, y luego de la reforma del código civil, dispuesta por el
decreto-ley 17.711, las astreintes han sido incorporadas a nues
tro régimen legal.
Derecho comparado, a) El derecho alemán contempla este
problema en su código de procedimientos civiles, cn los artícu
los 889 y 890, que permiten a los jueces aplicar penas pecunia
rias o de prisión para que se cumpla el acto ordenado en la sen
tencia cuando no es posible obtenerlo por otros medios y depen
diere de la exclusiva voluntad del deudor.
b) El derecho inglés tiene el instituto del conlempt of couri que.
entre otros casos, determina que en las obligaciones dincrarias o
de entregar bienes, si el deudor no cumple la sentencia que lo
condenó al pago, incurre en desacato al tribunal; y esta desobe
diencia a la autoridad puede acarrear sanciones contra los bienes
del deudor renitente por medio del wrh de sequcstralion y aún
contra su propia persona por el writ dc altaclinicnt o conmittal
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
45 Alsina, H., Ob. cit., v. II, p. 49; Molina Pasquel, Roberto, Con-
tempt of court, pp. 65 y 75, para quien el contempt of court civil es el des
acato civil al tribunal, o sea "dejar de hacer algo que al demandado ha
ordenado el tribunal, en beneficio de la otra parte". Por este desacato
se puede aplicar prisión de hasta tres meses. Molina Pasquel asimila
este instituto a las astreintes, ver también Ayarragaray, Carlos A., In
troducción a la ejecución de la sentencia, Bs.As., 1943, ed. Valerio Abele-
do, p. 225 y sigs.; Reimundín, Ricardo, Las astreintes en el código pro
cesal civil y comercial de la Nación, en Juris. Arg., doctr. 1970, p. 543
y sigs., n? IV.
46 Rezzónico. Ob. cit., v. I, p. 278, Juris. Arg., v. 6, p. 314.
47% ídem, Juris. Arg., v. 46, p. 541; 1942, v. II, p. 46.
48 ídem, La Ley, v. 67, p. 537; Juris. Arg., 1952, v. IV, p. 9, con nota
de Lezana, Julio I.
182
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
183
danaz Carlos c/ Iturraldc de Ardanaz Laura y Alberdi Romara-
tc Jozquin, quiebra", en los cuales se ha hecho un estudio "bien
fundado del tema 57.
La cámara civil de ia capital, sala B. cn el caso "Massa José
A. c/ Corbelle Gregorio", del 21 de julio de 1966 admitió la
procedencia de las astreintes**.
55 La Ley. dic. I%2, caso "Dcnfone el Sociedad Militar", luris Are
1964, v. IV. p. 612.
56 Rcv. Forum, 12-5-b'
57 Juris. Arg.. 6-3-65.
58 La Ley. 9-ll-6b. Reseña de fallos !4-5í<b-S: véase asimismo, sobre
este tema de las astreintes: Morf.lio. Augusto M.. Rev. |us v II p 129
y sigs.; Lezana. Julio, luris. Arg., 1952. v. IV. p. 9: Reimundín. Ricar-
do Juris. Arg.. 1959. v, V. p. 89; Carmen Mercedes Díaz de TRrniso
nU^r ner-; C,Ó'd°ba' a"° XX,X' nos' '^ P' 47,: Der- «-12-67. ifl
u.ZB«; tallo dc la Cámara civil primera de La Plata, sala II. Der. 22-
11-67. fallo 10.254: Cámara nacional cn lo civil, sala A y fallo 10235'
(tallo
i,maw, -,n^'0nal £" '° CÍV¡1' Sala C y rcscñíl rdaliva al >«^ en nota al
10.234.
Véase asimismo La Ley. 22-12-67. caso "Volodarskv c/ Finca" Cá
mara naaonal en lo civil, sala A (nv 59.309). Der.. 27-7-72 n» 70 500
Cámara nacional civil sala B. caso Mailhat dc Cuenca/Cuenca, donde se ;l
decidió: Las astreintes no se relacionan con el perjuicio sufrido por el
Z~ • i" i03"53 dC Ia ÍneÍccución dcl deudor, sino que reside en el
STw , adc ,Usus
acatamiento CCCStdecisiones.
qUC dCbe"Lad¡Sp0nCr de los mcdios
Ley. 26-10-72, conducentes
nV 68.071, Cám apclal
dc Morón, caso S. A. N c/ S M de S A i n„ »l .'
I-i n«r^;.„„ „ . L- cn cl 1UC sc resolvió que
la astreinte es una sanción que concurre después de comprobada la in-
oEo'n °'r0S mCd¡OS yqU° SC dÍrÍ^C aCOnminar 'a'voluntad del
vconden
va condena, asmo
qUC una
CCSCamenaza.
C" SU incumP!i'»ic»'0-
Se descarta dcP-o no configura
la astreinte lodo una nue
carácter
184
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
las partes cumplan sus mandatos, cuyo importe será a favor del litigan
te perjudicado por el incumplimiento".
El art. 265 del código de procedimientos de Santa- Fe, expresa: "Sin
perjuicio de lo dispuesto por este código acerca del tiempo, modo y for
ma del cumplimiento de las sentencias, podrán los jueces imponer san
ciones pecuniarias compulsivas y progresivas encaminadas a que los liti
gantes las cumplan. Las multas serán a favor del litigante perjudicado
por el incumplimiento".
186
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
188
i
191
ante todo, el cumplimiento de la prestación en especie y solamen
te puede demandar por daños y perjuicios compensatorios, cuan
do aquella forma de cumplimiento fracase71.
Hay sin embargo, muchas e importantes excepciones que ca
si han invertido la situación:
I. En la redacción del artículo 1204 del código civil, anterior ;?
a su reforma por decreto-ley 17.711/68, se reconocía que cuan
do las partes habían pactado expresamente una cláusula resolu
toria o pacto comisorio, si mediaba incumplimiento del deudor, •i
el afectado podía reclamar directamente el resarcimiento de los
daños y perjuicios ocasionados n. Si por el contrario no había
mediado esc pacto expreso, el acreedor debía pedir ante todo el
cumplimiento.
En la actualidad y a raíz de la reforma del artículo 1204 del
código civil, por la mencionada ley. en los contratos bilaterales, i
lo que antes era una excepción ahora pasa a ser la regla y aun |r
cuando no exista cláusula resolutoria expresa, se entiende im- :
70 Busso. Ob. cit.. v. lll. p. 218. nv 95.
71 Lafaille. Ob. cil.. v. I. p. 157. nv 156: Rezzónico. Ob. cil.. v. I.
p. 124; Borda, Ob. cil.. v. 1. pp. 52 y 55. nv 48; Colmo. Ob. cit.. pp.
40 y 41. nv 50; Busso. Ob. cit.. v. III, p. 217, nv 84; La Ley. v. 75. p. II.
72 Se notaba, sin embargo, una tendencia jurisprudencial, en materia de
compraventa de inmuebles, en el sentido de reconocer al vendedor, a pe
sar de que no medie pacto comisorio expreso, el derecho de reclamar,
directamente, la resolución del contrato y por consiguiente los daños y
perjuicios causados, cuando ha colocado en mora del comprador (véase
fallo plcnario de las Cáms. civ. cap. fed.. La Ley. v. 70. p. 502; y de la
SCBA en el caso "Thomas |uan c/ locolano Cayetano", La Lev. 51-5-67;
y en Der.. 22-3-67).
192
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
85 bis Pi.asioi y Ripert, Ob. cit.. v. II. p. 88. nv 227; Demolomhi .Ob.
cit.. v. 24. p. 516, nV 515 y p. 560. nv 570: I.AURKNT. Ob. cil.. v. Ib. p.
545. nos. 251 v 252.
En Contra Iosserand. para quien la constitución cn mora debe hacer
se lanío en uno como en otro caso (.Ob. cil.. t. 2. v. I. p. 500, nv 621).
198
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
199
la individualización correspondiente.
2. Imputabilidad. La mora tiene que ser inexcusable, vale de
cir producto del dolo o de la culpa del obligado. Este requisito
no estaba expresamente exigido por la ley, pero la doctrina y la
jurisprudencia concordaban en que era imprescindible, por es
tas razones: El artículo 515 al tratar los efectos de la mora con
relación al caso fortuito se refiere a la mora imputable. Esta so
lución —dicen los autores— debe generalizarse. Es un principio
admitido que. salvo las situaciones excepcionales, sólo se respon
de por ios hechos causados por culpa o dolo. Esta es doctrina
uniforme desde el derecho romano •". Había, sin embargo, una
disidencia de Borda con dicha doctrina, para quien "la culpa o
dolo del deudor no constituyen un elemento de la mora, que es
un concepto puramente objetivo. Distinto es el problema de la
responsabilidad derivada de la mora: allí si juega la idea de im-
<85 Sai.xat-Galli. \. I, p. ¡05. nv 87. 2v; Laeaii.ee. v. I. p. 165. n"
164: Rezzónico. v. I. p. 127: Colmo, p. 76. nv 95: Busso. v. III, p.
257. nv 15 y p. 527. nv 219: Morello. Indemnización del daño contrac
tual, v. I. p. 107; Maynz. Ch.. Cours de droit romain. Edil. Bnivlant y
Christophe. 1877. \. II. p. 44; luris. Arg.. 1966. v. I, p. 429 —de la Su
prema Corte de lusiicia de la provincia dc Buenos Aires con nota de
Rezzónico. Luis María. Borim, como lo hacemos notar en el texto opina,
cn cambio, que no es necesario este elemento de que hablan los autores:
la culpa o dolo del deudor, pues el concepto dc mora es un concepto
puramente objetivo y cita en su apoyo a Puic Brutal y a Von Tuhr
{Ob. cil.. v. I. p. 55. nv 51). En cuanto a la opinión de Von Tuhr es
menester aclarar que este autor se refiere a la mora objetiva, sólo cn el
caso de los intereses moratorios y cn cuanto a los derechos que competen
al acreedor según el art. 107 y sigs. del código suizo de las obligaciones
pero en cambio para los demás casos, expresa: -el deber dc indemniza-
200
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
•
Forma del requerimiento extrajudicial. Al referirse a la inter
pelación el artículo 509 no impone una forma determinada
i para realizarla, lo que permite concluir, de acuerdo al artícu
lo 974 que los interesados pueden usar las formas que juzga
ren convenientes. No obstante ello, es indudable que como al
acreedor le incumbe la prueba del requerimiento que hubie-
ra hecho, le conviene precaverse usando los medios más
dicaces para la demostración del contenido, la recepción
y la autenticidad del mismo. Por orden decreciente de se
gundad probatoria enumeraremos los que pueden ser em
pleados con ese fin:
1. Intimación por medio de escritura pública. Es la más-
segura y eficaz.
2. Por telegrama colacionado. Esta forma de interpela
ción tiene dos inconvenientes: 1) El original del despacho
telegráfico se conserva solamente durante tres años en la
oficina y las dilaciones que suelen ocurrir en un juicio
pueden frustrar la utilidad de esta prueba. 2) El intimado
puede negar la recepción del telegrama ,s. La jurispruden
cia se inclina, sin embargo, en el sentido de admitir que el
informe del telégrafo, avisando que se ha entregado el des
pacho, hace presumir su recepción por el destinatario, salvo
prueba en contrario ".
3. Por telegrama simple, con todas las dificultades que
significa justificar su autenticidad, contenido y recepción.
4. Por carta certificada con aviso de retorno, que puede
pecto a una obligación alternativa, o a una prestación que
consiste cn la entrega dc cantidades de cosas. La índole dc la
prestación a exigir y las condiciones en que se ha convenido
.la misma, indicarán en cada caso concreto las distintas cir
cunstancias que deben hacerse constar en la intimación. En
la doctrina y la jurisprudencia encontramos las siguientes
orientaciones generales:
1. La reclamación del pago debe ser categórica No <e
considera suficiente, por lo tanto, la simple comunicación
del acreedor al deudor, haciéndole saber el vencimiento
de la obligación m.
2. La interpelación debe ser hecha después de vencida la
obligación, Por ello se ha negado carácter interpretativo
a requerimientos formulados antes de la cxigibilidad del
crédito m.
3. Tratándose de obligaciones emergentes de contratos bi-
100 Borda, Ob. cil.. v. I, p. 58. nv 91; R.S.F.. v. 10, p. 93; Llambías
Ob. cu., v. I. p. 126, nv lll; La Ley, 19-9-67. fallo n? 58.661.
10! Salvat-Cali,,, Ob. cit.. v. |, p. |04, ,r? 89; Rezzónico. Ob cit
v. I. p. 131; Borda. Ob. cil.. v. I. PP. 58 y 59. n? 56; Busso. Ob cil
v. III. p. 260. n? 37 y sigs.; Llamrías, Ob. cit.. pp. 128 v 129 n« 114
Se ha declarado, en este sentido, que no tiene el valor de un requeri
miento, el otorgamiento de una escritura dc protesta que se limita a dejar
a salvo los derechos del acreedor (Juris. Arg., v. 12. p. 30') Véase asi
mismo La Ley, 10-10-67, fallo 58.819.
102 Borda. Ob. cil.. v, í, p. 61, n? 59; Von Tuhr. Ob. cit., v. 1. p. 1P
n. 71; Enneccerus-Lehmann, t. 2. v. I, p. 257. § 51, I; Larenz, Ob
cit v. I, p 341; Llambías. Ob. cit.. v. I, p. 130, ni 115; De Gásperi
Morello, Ob. al., v. II. p. 219. n. 1yfallos en: La Ley, v. 104, p. 280;
208
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
laterales el acreedor debe ofrecer al deudor el cumnli
miento de la prestación que le es respectiva '" P
4. La intimación debe hacerse de manera que dé al deu
sÍdrerlÜTT'
siderado a estedUd ^ CUmpIÍr
respecto que el ,aacreedor,
PreStaCÍÓ"en ^Í co,v
su requerí
la ejecución de la obligación **.
prudencial IZ,
miento, debe conceder al deudor un plazo Prudencial pata
fueran CaS°S, "" qUC Pa''a cI <umPÍ™>'ento de lo debido
deb? conTeneae^ 7PC,aCÍÓ" dcl «reedor. la intimación
pensaba AS üi,"°Cim,ent0 d< «a colaboración ¡ndiv
S
na
sometida .,,TC-,Pür-eJempl°'
ion , úla deCC10n' °Pción'
Cliandü ,!l Prcümááa
indicación o desig
nación, en que deba intervenir el acreedor, o cuando se na
onvenido que el acreedor debe retirar las cosas ob^o ó
1 obligación u otras situaciones similares. De nada va
dría en estas hipótesis, una intimación que no estuvie •
compK,;ic,,,ada con e, comportamiento coS^STE!
_El requerimiento
6-ación quc , obje[0
debedcadecuarse
|a of>u estrictamented ala
, e'pro-
;,
ZZrTJT"
Que éi,tr m,CrpdatIV0-
dcbÍdü'
d° 1° qUC i0E»"«^ sentido
- se-lamacio
que es ineficaz para constituir en mora al deudorhala dicho
enría
ue no intima el cumplimiento de la obligación, sino
pago de la prestaciones que eran consecuencia de la re
solución del contrato que se tenía por ocurrida'' '*
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
p. 129. ir.' 115; Der.. 1-4-67. Cámara nacional civil, sala A. En este sen
tido se ha decidido que "el telegrama que no contenía intimación Je
suma líquida no podía constituir cn mora" (Der., 25 de nov. de 1972,
Cámara nacional civil de la Capital, sala A, fallo 21.198: Neumarkt/Ya-
blansky). No significa constitución cn mora, el telegrama en que se
requería la terminación de un departamento, cuando lo que se discutía
en el juicio era la subsanación de defectos ocultos de la construcción
(luris. Arg.. 15-4-75. Cámara civil dc la Capital, sala B. fallo 21.675. caso
Darreche/Lumino).
107 El acreedor que hace el requerimiento debe ser una persona capaz.
En principio se exige la misma capacidad que para celebrar el contrato
(Busso. Ob. cit.. v. Ilí. p. 259. n? 54). El requerimiento puede ser he
cho por medio de un representante, pero no por un gestor de negocios
(Busso. Ob. cit.. v. 111, pp. 259 y 260. nos. 55 y 56). Véase La Ley.
v. 98. p. 724. Se ha discutido mucho acerca dc si las citaciones hechas
por el escribano designado por las partes para otorgar la escritura, cons
tituyen o no en mora al obligado a la escrituración: véase La Lev. v. 106.
p. 225: v. 105. p. 118: v. 105. p. 112; v. 110. p. 851: v. 111. p. 252:
Der.. 9-2-75. Cámara nacional civil, sala E, fallo 21.714. caso Charcas
S. C. A./Sociedad Argentina.
fe; '.
108 Salvat-C.m.li. Ob. cit.. v. I. p. 119. nv 108: Busso. Ob. cit.. v. III,
p. 265. nv 81.
210
£•"
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
••> Sala at las llama mora ex re. que comprende ala morí
convencional y a la mora lega! "».
cLLAVAU'l'1-' 50LMü
convencional: y b) mora VBU' ^nominan: a, mora
lega! SoSÜexlasre ""
3'-') Rezzónico las divide en: mora convencional que in
chive la mora ex re; y mora legal '". '
cionnManlí^P
conal (a. . .09. I? ÍngUC,CUaI™
parte): mora tít»«*™"
RV re (art. 509.
^raT. conven-
parte)-
mora legal, mora admitida por la doctrina '«
Ior nuestra parte hemos advertido siempre dentro de
nuestro régimen jurídico tres situaciones distin as q el,
picaríamos así: |. mora convencional, ala qufse rfict
la primera parte del artículo 509; 2 mora ex re contZ
Piada en la segunda parte de, artículo 509 y3. mora 5"
parte'
paites sdel
TefScódigo
V^y en C**™™"«
otros cuerpos Pastos
legales. en 5stimas
'rtícuírsno0'
«ut cuo 309.'1primera
' -'7' ' 0' ^parte, la h¡Pó(esi*
- B cuando dice:considerada
"Cuando sepor
havael
estipulado expresamente que el mero veiuMmie to d, p,a-
-o la produzca . Es menester, pues, acuerdo expreso le
o0PQ' esa,cnd'
coloque rm,dü
al deudor de rcl
en estado so,° vendmient°
de mora, S315--5
sin necesidad de re
querimiento previo alguno. Pero si bien se exige pacto
expreso, ello no significa que sea preciso el uso de fórmú
la sacramentales: basta con que surja claramente de la
clausula del convenio la voluntad de las partes al respecto
Conviene, no obstante, ser categórico en las expresiones
para que no ocurra lo que pasa con algunas cláusulas de
frecuente empleo por ejemplo la de pago puntual, que al
'
gunos fallos judiciales han considerado que importa un
convenio de mora de pleno derecho, cn tanto que otros se
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
nv 99: Llambías. |. |„ v. I. pp. 156 > 157. nv 121: Busso. Ob. cit.. v
p. 265. nv 85.
115 Lafaille, Ob. cit.. v. I. p. 162: Salvat-Galli, Ob. cit.. v. I. p. 111,
nv 100: Colmo, Ob. cit.. p. 75. nv 94; Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 155;
Busso. Ob. cit.. v, lll. p. 267. nv 105 y sigs.: I.a Lev. v. 104. p. 291.
,16 Messineo, Oh. cit.. \. IV. p. 555. nv 2.
212
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
;•»
embargo, ¡a doctrina ha estimado necesario que el deudor
este en antecedentes dc tal situación, y para Machado as
debe constar en el contrato. Prevalece la tesis para la cua
basta que el deudor haya sabido o podido saber que para
e fin perseguido por el acreedor era fundamental e cum
plim.ento en.el momento preciso ":
¿ dedc obliaí C'L,e c» ««O»
obligaciones
d°máSsometidas
Seña!ar' a"plazo
aSÍmÍSm°;esencial", el nosupuestos
cu.npli-
7S¡£¡„« ,lcT°,pactadü üquc >ui*icre deIa"°t3
ecalidad
dnd el "C,aS 3PreSUlC¡Ón
meumphmiento definitivo
dchkla-y Puede
total deP~vocar en
la misma
Vno el mero retardo, aunque materialmente la prestación
asumtda pudiese realizarse después de vencido el teñín"
ténsese cn el ejemplo propuesto de la contratación de un
ax, o remise para que lleve a una persona al aeropuerto, a
fin de tomar el avion el día y hora señalados: si el taxi o
remise no cumple el transporte en el día y horario fijados
no hay retardo sino incumplimiento, pues aunque mate
rialmente el hecho del transporte pueda efectuarse en cual
quier otro momento, es obvio que para el acreedor ello
» carecerá de ínteres, si no se efectúa dc modo de poder al
canzar su avión. F
Casos similares ala mora ex re. Se consideran asimiladas a
la mora ex re. las siguientes situaciones:
1-) Cuando el acreedor no ha podido interpelar al obli
gado porque causas atribuibles aéste lo hicieron imposible
Por ejemplo: un deudor se ausenta sin hacer conocer su
nuevo domicilio al acreedor; un deudor mucre y no se
conoce quienes son sus herederos; un heredero obligado a
pagar un legado no le hace conocer al legatario la manda
instituida a su favor, etcétera "8.
2?) Cuando el obligado ha manifestado que no cumplirá
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
214
de la cosa aun en caso fortuito, pues la lev lo considera
en mora de pleno derecho (arts. 2435 y 24*39, cód. civ.).
2V) Las obligaciones impositivas. En casi todas las leyes
y códigos fiscales se establece que la falta de pago de di-
chas obligaciones en los términos señalados, coloca al con
tribuyente en mora.
3?) La promesa de dote a la mujer (art. 1242, cód. civ.).
El marido que no la cumple queda en mora desde el día
del matrimonio.
4V) La obligación de restituir bienes dótales (art. 1322
cód civ.). El marido tiene treinta días para la restitución
de los inmuebles y seis meses para la restitución de las
cosas fungibles y del dinero, a contar de la disolución del
matrimonio; y al cabo de ellos queda en mora (arts. 1320
5V) El socio que no hace el aporte prometido a la socie
dad debe intereses desde el día indicado, sin necesidad de
interpelación (art. 1721).
6?) El socio que usa fondos sociales en su provecho, debe
intereses desde el día en que lo hizo (art. 1722).
7?) El mandante está en mora sin necesidad de intima
ción, y le corren intereses por los gastos que el mandatario
anticipare (art. 1950).
8V) El mandatario que aplicó a uso propio cantidades que
correspondían al mandante, debe intereses desde el día en
que lo hizo (art. 1913).
9V) En igual situación que las indicadas en los dos incisos
precedentes, se encuentra el gestor de negocios (art. 2298).
10V) El usufructuario.que continúa en el uso y goce de la
cosa o del dinero, acabado el usufructo, queda en mora de
pleno derecho (arts. 2922 y 2944).
1IV) El tenedor de mala fe de una herencia, según la nota
del artículo 3426 del código civil, debe restituirla inmedia
tamente al legitimó heredero y se le considera en mora des
de el primer momento de la ocupación de las cosas here
ditarias.
12V) Algunos autores y fallos judiciales sostienen que la
hipótesis prevista por el artículo 1375, inciso 1 del código
215
plazo, si en ese día no le fuese pagado el precio l2\
forma del articulo 509. El sistema de la constitución
ra legislado por el artículo 509 en su redacción originaria,
cabamos de exponer, ha sufrido un cambio fundamental
z del decreto-ley 17.711/68. Lo que en la antigua norma
tículo 509 era la excepción, ha pasado ahora a ser la regla.
lo 509 reformado. "En las obligaciones a plazo, la mora
duce por el solo vencimiento".
el plazo no estuviere expresamente convenido, pero resul
ácitamente de la naturaleza y circunstancias de la obliga
el acreedor deberá interpelar al deudor para constituirlo
ra".
i no hubiere plazo, el juez, a pedido de parte, lo fijará en
dimiento sumario, a menos que el acreedor opte por acu
las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en
caso el deudor quedará constituido en mora en la fecha
da por la sentencia para el cumplimiento de la obliga
K \
ara eximirse de las responsabilidades derivadas de la mo
deudor debe probar que no le es imputable".
vertimos en este artículo tres casos distintos a considerar
los siguientes: IV) El de las obligaciones con plazo ex
- 2V) El de las que no tienen plazo expresamente conve
pero el mismo resulta de la naturaleza y circunstancias de
alvat. Tratado de derecho civil. Fuente de las obligaciones. Con
v. I, p. 245, nv 545; Rezzónico, Ob. cil.. v. I, p. 198; Llambías,
., v. 1. p. 142. nv 125; Ac. y Sent.. SCBA. 1959, v. III, p. 60; La
110. p. 510: ídem del 19-9-67, fallo 58.657: Cámara nacional cn lo
ala B. Se ha resuelto que "a pesar de lo que determina el nuevo
04 del código civil, el acreedor tiene derecho a demandar la reso
del contrato, desde el momento mismo de la mora, sin necesidad
rpelar ni conceder nuevo plazo" (Dcr.? 6-9-72. fallo 20.472. caso
z c/ Bordogna. Der., 1-4-67: Cámara nacional cn lo civil, sala A,
123, en el que se sostiene que la disposición del art. 1375. inc. 1,
er extendida a toda clase de contratos.
mos estas tres hipótesis.
IV Obligaciones con plazo expreso. En estas obligaciones Ja
mora se produce por el solo vencimiento del plazo. La reforma
se ha inclinado por el sistema del rf/cs- interpellat pro homine.
El primer problema que crea la interpretación del texto legal
es el de determinar a qué plazo se refiere, pues como hemos de
verlo en su momento oportuno, hay plazo cierto y plazo incierto
(arts. 567 y 568, cód. civ.) y este útimo a su vez puede ser de-
tcrm.nado c indeterminado. Para ubicarnos mejor en la cuestión,
recordaremos las características de cada una de estas variantes.
En el plazo cierto, se sabe inicialmente cuándo ocurrirá el venci
miento (cernís an certus quando), por ejemplo, en la obligación
de pagar la cantidad de cien mil pesos moneda nacional el día 1'.'
de julio de 1968, o alos treinta días de la fecha del contrato, o el
día de Navidad, etcétera. En el plazo incierto determinado (certus
an tncertus quando) se supedita el vencimiento a un hecho que
necesariamente debe ocurrir pero no se sabe cuándo, tal el caso
de la obligación de pagar una deuda cuando Pablo muera, o la
promesa de entregar diez vacas cuando llueva en el campo que
tenemos en Santa Fe. En el plazo incierto indeterminado, es me
nester la realización de algunos trámites previos para que se
sepa en qué momento se producirá el vencimiento, por ejemplo,
cuando se conviene pagar una deuda cuando se mejore de for
tuna, etcétera, en cuyo caso, los artículos 620 y 752 del código
civil prescriben que el juez, a instancia de parte fijará el tiem
po en que debe hacc'rse el pago.
Entendemos que cn el régimen de mora de pleno derecho sólo
pueden quedar comprendidas las obligaciones a plazo cierto. A
las de plazo incierto, sea determinado o indeterminado, no cabe
darles el mismo tratamiento que a aquéllas l2\
Es el temperamento -adoptado por la mayoría de los códigos
que se han inclinado por el régimen de la mora automática. Así.
por ejemplo, en el código civil alemán, se habla de obligaciones
que deben cumplirse en tiempo según calendario (art. 284, par-
123 Giorgi. Ob. cit.. v. II, p. |08 y sigs.. nv 63.
217
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
124 Larenz. Ob. cit.. v. I. p. 542; Hedemann, Ob. cit., v. III, p. 178;
Von Tuhr, Ob. cit.. v. II. p. 114. § lll: Enneccerus-Lehmann. Ob.
cit.. t. II. v. I, p. 260. § 51. III.
125 Gutiérrez y González. Ob. cit.. p. 590 y sigs.
126 Rossel. Virgilc. Ob. cit.. p. 178. N? 153. En un reciente y exce
lente trabajo, Moisset de Espanés se muestra partidario de conside
rar incluidas en el régimen dc la mora automática, aun las obligacio
nes de plazo incierto, atento a que el texto no hace distinciones, aunque
quizás, agrega, no sea esta la solución más acertada (juris. Arg., 7-Í0-68.
p. 9). En igual sentido se expiden Raffo Benegas y Sassot, Apuntes
civiles. Mora, Juris. Arg., 26-12-69, p. 13; Ramella, Anteo, La Ley. 2-
11-70, p. 6; y Greco, Roberto E., La mora del deudor en la reforma de
1968. Rev. notarial, 1971. nv 716. p. 497. Borda entiende que la inter
pretación que excluye a las obligaciones con plazo incierto, del régimen
de la mora automática, sólo puede derivar del deseo de. empequeñecer ^
la reforma y se inclina en el sentido de dar al nuevo texto del art. 509
un amplio alcance, incluyendo en el sistema de la mora automática, tanto
a las obligaciones de plazo cierto, como a las de plazo incierto (Der., 12-
12-69. p. 2, n? 2). No participamos de esta opinión. Ante todo, el pro
pio doctor Borda, en su Tratado de derecho civil. Obligaciones, había con
siderado que esta exigencia (se refiere a la intimación previa) "se justi
fica plenamente cn las obligaciones que carecen de plazo cierto y de
terminado" (v. I, p. 56, nV 52). Por io demás, no nos parece que
signifique empequeñecer la reforma equipararla en sus alcances a lo que
en esta materia han legislado los mejores códigos, tales como el alemán
(art. 284, parte II, inc. 2), suizo de las obligaciones (art. 102) y de
Portugal (art. 805, inc. 1). Conforme con nuestra opinión: Llambías.
Apéndice al tratado de las obligaciones, v. I, p. 19 y Garrido y Andorno.
quienes hablan de que "la norma estructurada lo es para cuando se trata
de una obligación a plazo fijo", evidentemente "plazo cierto" (Ob. cit.,
pp. 80 y 81). La jurisprudencia había advertido ya este problema, antes
de la reforma, y encontramos fallos que han decidido: "mediando plazo
inciertp y aun determinado, la mora del deudor no se opera automáti-
mente'con la interpelación que para el cumplimiento le haga el acreedor,
pues formular el requerimiento para que el deudor cumpla, supone nece
sariamente un plazo por breve que sea, en que la deuda pueda satisfa-
218
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
220
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
130 Enneccerus-Luhmann, Ob. cil.. i. II. vol. I, pp. 289 y 290 Jj 57.
nos. 2 y 3; Busso. Ob cil.. v. III. pp. 2b 1 y 262, nos. 52 a 55¡ Llambías.
Ob. cit.. v. I, p. 135, nv 119 in fine: Borda. Ob. cit.. v. I. p. 62: Ciokci.
Ob. cil.. v. II. pp. 110 y 111. n'.' 65: Von Tuhr. Ob. cil.. v. II. p. 117.
nos. V, 3. y p. 63. n? 64, lll; Salpili.es. Ob. cit.. p. 35, nv 59; La Ley,
v. 22. p. 683: v. 50. p. 89: v. 78. p. 631: v. 95. p. 590: v. 98. p. 53b;
v. 101. p. 166. luris. Arg.. 1958. v. II. p. 272: 1962. v. IV. p. 89; De
mogue. Ob. cit.. v. VI. p. 261, nv 255: Demolombe. Ob. di,. \. XXIV.
p. 541. nv 542: Larombiére. Ob. cit.. v. I. p. 198. an. 1139. nv 10:
Giorgi. Ob. cil.. v. II. pp. 96 y 97. nv 55: Der.. 14-8-73. p. 6. fallo
22.818. Cám. nac. civ.. sala A. Ratz/Royo: La Ley. 21-6-73. Cám. civ.
y comercial, sala IV. caso Possulo/Arenas. nv 69.058. La Ley. 1-6-73.
Caso Ferreiro/Vita, fallo 68.982. Véase, asimismo, el completo traba
jo de Greco, antes citado, en Revista del notariado, pp. 506 ¡i 512.
Conformes con nuestra opinión Llambías. Estudio de las reformas.
pp. 105 y 106: Rafeo Benecas y Sassot. truh. citado. Luis. Arg..
26-12-69. p. 15; Racciatti. Hernán. Algunas observaciones sobre la re
forma del código civil, en materia de mora. Juris. Arg.. 5-5-69, p. 5
En reciente fallo de la Corte Suprema de Tucumán. in re, Christiani
de Zelarayán/Ocarunza, con un fundado voto del doctor López di
Zavalía, y una interesante nota de Ignacio Columbres Garmendia. se
niega, en principio, que para la hipótesis de que el domicilio del pago
sea el del deudor, se produzca la mora automática prevista por el artícu
lo 509, pero se sostiene que la carga de la prueba de que el acreedor
no ha concurrido a cobrar, al domicilio del deudor, pesa sobre éste (La
Ley. 28-12-75. p. 2. fallo 69.7471.
221
los deberes de cooperación a su cargo, no cabe imponer ninguna
exigencia suplementaria al deudor, agravando los deberes q'ue
pesan sobre el. Lo contrario sería exigirle más dc lo debido y
como bien lo recuerda Puig Brutal, "si el acreedor tiene dere
cho a una prestación, no por ello es el dueño de la relación
obligatoria" "\
Nos apoyamos, además, en los siguientes argumentos:
al Como bien destaca Hedemann, en los casos en que el acree
dor debe recoger la prestación cn el domicilio del deudor, su
incumplimiento equivale a negativa a recibirla '".
bl El deudor está obligado a recurrir al juicio de pago por con
signación, sólo cuando pretende liberarse de la obligación, pero
una cosa es liberarse de la obligación y otra liberarse de la mora.
Para esto último, basta con demostrar que la prestación no se
ha cumplido por cousas atribuibles al acreedor '".
1>l Borda. Ob. cit.. v. I. p. 62. nv 60. MoiSSET di, EspanÉs considera
que en este caso sólo cabría considerar moroso nl deudor, si el acreedor
prueba que se hizo presente cn el domicilio del deudor el día del pago
Hrabajo en luris. Arg.. 7-10-68, pp. 12 y 13). Raméela se adhiere al
criterio sustentado por el Cuarto congreso de derecho civil, según el cual
el deudor puede excusar su incumplimiento material cuando no concurre
la necesaria colaboración del acreedor (La Ley. 2-11-70, p. 7).
132 Puig Brutau. Ob. cit.. t. I. v. H. pp. 421 y 430.
153 Hedemann. Ob. cit.. v, III. p. 189.
134 Suprema Corte de Justicia dc Buenos Aires. La Ley. v. 114, p 37b
fallo 51.979. en el que con el voto del doctor Acuña Anzorena ¡e consi
dero suficienles las ofertas dc pago del deudor para que no incurra cn
mora, puesto que la ley no impone la obligación de consignar, que es
222
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cólo facultativa para obtener la liberación total. RosSEL, Ob. cit., p. 164,
nv 120; conf. Moisset de Eseanés. I'rub. cil.. Jurisp. Arg., 7-10-68,
p. 13. Véase asimismo. Puig Peña (Ob. di., t. IV. v. I. p. 231).
135 Larenz. Ob. cil., V. 1. p. 379: Hedemann. Ob. cit.. v. III, p. 188;
Von Tuhr. Ob. cit.. v. II. pp. 62 y b3. nv 64, II y III; Enneccerus-
Leiimann. Ob. cit., I. II. v. 1. pp. 289 y 290. § 57. nv II, 3. En contra
dc nuestra opinión: Ignacio Columbres Garmenoia. cn nota al fallo
de la Corte Suprema dc Tucumán, citado anteriormente. La Ley. 28-12-73.
p. 7. Con respecto a esta tesitura de Columbres Gar.mendia, y del fallo
mencionado, nos permitimos hacer las siguientes reflexiones: a) Los de
beres de cooperación, son deberes jurídicos cuyo incumplimiento trac
como consecuencia efectos para quienes no los cumplen, b) Si bien, en
principio, admitimos que entre el deber de pagar la prestación y el deber
dc cooperación hay diferencias, y aquel es de mayor magnitud, en el
caso que nos ocupa esc deber de cooperación está íntimamente ligado al
deber de pagar, y por lo tanto su omisión no puede ser considerada
aisladamente y como de menor importancia, puesto que era indispen
sable para que el pago se efectuara.
156 Meza Barros. Ramón. Manual de derecho civil. Obligaciones. Edil,
jurídica. Chile, p. 292. nV 596.
223
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
224
DEPECHO DE LAS OBLIGACIONES
226
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
obliga en invierno aejecutar un trabajo que sólo puede cumplir-
Piada - ran0' 6S me"eSter eSPCrar aqUC IlegUe la estadón jo
para estas obligaciones a plazo tácito, el artículo 509 en su
nueva redacción impone el requisito de la interpelación previa
a deudor, para que se configure el estado de mora. Es aplica
ble a esta interpelación previa ya las que en situaciones simila
res hubiere que hacer, cuanto hemos expuesto al referirnos a ese
reqmsno, al examinar el régimen de constitución en mora ex
persona, instituido en nuestro código antes de su reforma. La
solución del nuevo artículo 509, es distinta que la del código de
Chile, el cual, en su artículo 1551 -2? parte, para estas obliga
ciones que exigen para su ejecución "un cierto espacio de tiem
po determina que la mora se produce cuando el deudor ha
dejado pasarlo sin ejecutar la prestación * Preferimos, sin va
cilar, la formula adoptada aquí por la reforma. Las obligacio
nes a plazo tácito carecen de la indispensable precisión en cuanto
ala época de cumplimiento, y no es posible, por lo tanto, esta
blecer en ellas la mora automática, cuya razón de ser está preci
samente en que el deudor conoce con certeza el momento de la
exigibilidad del crédito.
Obligaciones inmediatamente exigibles. Son obligaciones de
ejecución inmediata las que no están sujetas a ninguna modali
dad y cuya ex!glbilidad es coetánea con su nacimiento enten
diéndose que las mismas pueden satisfacerse en cualquier mo
mento: cuando lo requiera el acreedor, o cn su caso cuando el
deudor desee liberarse aún sin previo reclamo del titular del
crédito ' . Como ejemplo de estas obligaciones pueden mencio-
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESA;
228
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
dir '". Para otros en cambio la razón estriba en que las obli
gaciones de cxigibilidad inmediata quedan involucradas dentro
de las que tienen un "plazo tácito", respecto de las cuales no se
requiere la fijación judicial del término bino sólo que el acree
dor interpele al deudor para constituirlo en mora —art. 509. se
gundo parágrafo del código civil, reformado por el decreto-ley
17.711/68—"V Por último otra postura afirma que se trata de
obligaciones con plazo expreso consistente en un acto potestativo
del acreedor, por lo que "el vencimiento del plazo se produce
con el requerimiento" m. Pero de todas formas la solución, que
compartimos, es como queda dicho una misma; que en las obli
gaciones puras y simples, inmediatamente exigiblcs, no existe
mora hasta tanto no se efectúe el pertinente requerimiento dc
pago, no siendo, necesaria en cambio la fijación judicial del
plazo.
Obligaciones sin plazo fijado. En esta hipótesis, vale decir cuando
ni expresa ni tácitamente se ha establecido el plazo, el nuevo
texto de! artículo 509 exige la previa fijación judicial y una vez
que ésta ha sido hecha, el deudor quedará constituido en mora,
I5U Llambías. Obligaciones, cit.. v. II, pp. 840-84 1, n? 1503 v Ley 17.71 I
. . . cit.. cn Juris. Arg.. 1968. v. V. p. 777. nv 1-b); Rapto SÉNECAS. Pa
tricio y Sassüt. Rafael Alejandro. Mora (art. 509. cód. civ.). Juris. Arg..
doctr! 1970. p. 7b5. nV 1 y pp. 7ob-767; Rameí.H. Anteo E.. I.a mora:
doctrina en torno al nuevo art. 509 del código civil. '. :. Ley. v. 140. p.
1041. nv V.
231
do las
do las exc Z\P en• Pr°
excepciones las queÜtempera
la moraSUSse constituye
^"secuencias amplian
de pleno dc
-ho como ocurre con las obligaciones acumplir en el domiel
lio del acreedor (art. 1219). . IU
ío auVcourv'f10 CÓmÜ„Cn
que Colín yCapitán, "na laéP°Ca
llaman ^ * ™-
-dulcificación progresiva^v
¡"i todCa0ndÍfn dd d°l,tl0,""i; ydf^rZfitlTs^
nayaacíído
caído enn"un sistema
''a, Sam°
que ySCña
según dd derech0 prevaleciente
la opinión aligación.!, nise
-quiera se empleó en el riguroso derecho romano -
d) S. hubiéramos tenido que pronunciarnos sobre el tema en la
época en que VnL,z Sáuseielo redactó el código "¿"
1omaqran0ímhUbÍrmOS
temática, ^^
imperaba entonces en la^sociedad
eI >^™ * «• W^
un sentido estricto
cn el umphmtenjo puntual de las obligaciones, hasta el punto
L)0npct"n
otal. Peto en una10n,soc.edad
'0S0 .Tacostumbrada
la dem0,a' COm° ,a !n*S
durante cien años
al régimen de la interpelación previa, que una jurisprudencia ex'
ces.vamente formalista había elevado a un car/rlZ
modernas ya no se aprecia con tanto rigor el retardo en el cum-
157 I3- 514, nv 1251.
158 Colín yCapitant. O*. «V.. y. lll P b9
10. \ugus-
232
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
165 Cazeaux, Pedro Néstor, trabajo citado en la nota 156. En esta, tam
bién, la opinión de Moisset de Espanés. en su trabajo La mora y et
derecho transitorio a publicarse en la Revista El Derecho, en el que
afirma: "En las obligaciones a plazo determinado, provenientes de fuen
te contractual, el régimen dc constitución en mora tiene carácter suple
torio, por lo cual, el nuevo art. 509 que establece la' mora automática,
sólo será aplicable a los contratos celebrados con posterioridad al 1? de
julio de 1968. y no a los que en esa fecha estaban en curso de ejecución"
(art. 3. último párrafo).
237
de la ley, conduciría en cambio, a conclusiones diferentes a las
que se acaban de exponer. Según M. Roubier, citado por Car-
BOnnier, "hay que distinguir entre el efecto inmediato (pecu
liar dc la ley) y la eficacia retroactiva (prohibida por el cód
civ. francés en el art. 2, y en el nuestro en el art. 3) ". La nueva
ley cobija inmediatamente las situaciones jurídicas que se hallan
en vías dc producción, pero no puede modificar las consecuen
cias que dichas situaciones han producido con anterioridad *
Trasladando este enfoque al tema de la mora, tendríamos que
si el deudor ha incurrido en relardo antes del régimen del De
creto-ley 17.711, se aplica el artículo 509 en su anterior texto
pero si ha caído en ese estado con posterioridad a la vigencia de
dicho Decreto-ley, aún cuando se trate de un contrato anterior
al mismo, correspondería aplicar la nueva redacción del artícu
lo d09.
t'rnli^'l-H'i'f"68'
troacvidad filll° en,IJ6S-
del art. 509. lo queV¿aSC' aSÍmiSmo-
se refiere cn -anto
a situaciones a la ame
de mora irre-
no es: La Ley, 4-10-68. fallo 60.936; Cám. nac. civ. sala A. v Ramella
Anteo, La Ley, 2-11-70, p. 10, nv IX. ' MLLLA'
ta6nt Av7V
tant 1?^»RIPERT
v. I, p. 134; °b- dt- V- '' PP' '"Ob.*5'^
yBoulanger. cit.. v.§>°-
I. p. Col,n
244 n° vC,i.,-
313Tn
, , ' • '• CoL '• P- 80> "• «I: Machado, Ob. cit v XI d 565
fTJ
Fuentes T,4049lSALVAT'
de las obligaciones,RaÍmUnd0' ™°p. de180.derech°
Hechos ilícitos, nV 3029dvUMoarlen
ssetho
ór'
conTrt,' ?P,na ^ d aníCUl° ref0rmad° «» « M'- a as o igadone
Te ñ0 qyV6"^3; rnteS dd I"7"69' ^ ^- «* contemporánea
onmión cnnl ,P' que el?*art.P°Stenoridad yhaciendo aúnesmás rotundaa las
su
opinión, considera 509 reformado no sólo no aplicable
ÍXTlaHor35 C°n amerÍOr¡dad
tampoco alas obligaciones 3SUanterioridad
contraídas con V!"encia' -°te n lo
a su vigencia.
238
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
245
es un mero requerimiento (declaración de voluntad recepticia)
mientras que para constituir en mora al acreedor, debe tratarse
de una oferta real de pago (hechos y no palabras)19'.
Al establecerse la mora automáticaTdel deudor en la reforma
al código civil, dispuesta por el Decreto-ley 17.711, surge el in
terrogante acerca de si igual solución cabe aplicar al acreedor.
Aun los códigos que han incorporado a su articulado la regla
del dies interpellat exigen, cuando de la mora del acreedor se
trata, que medie un ofrecimiento real de la prestación y su injus
tificado rechazo: hechos y no palabras, como recuerda Trigo
Represas (cód. alemán, art. 284: cód. de Chile, art. 1680; cód.
suizo de las obligaciones, art. 102; cód. mejicano, arts. 2104 y
2105 y cód. italiano, arts. 1208 y 1209, ap. 1?). Los comenta
ristas de estos códigos nos pueden servir de mucho en el trata
miento de este tópico: "La ley exige —destaca Larenz— por
regla general, que el deudor no sólo esté dispuesto para la- pres
tación, sino que haya comenzado a cumplirla y que la haya acti
vado hasta tal punto que sólo dependa del acreedor que se
produzca el resultado de la misma. Ha de aproximar el objeto
de la presentación al acreedor en tal forma que éste no tenga que
190 Véase Busso, Ob. cit., v. III, p. 271 ysigs., n? 140; Llambías, Ob
CU.. V.I, p 134, n? 119a y su voto en el fallo de la Cámara nacional en
lo civil, sala Adel 24-9-63 in re "Almeida c/ Castagnola de Fernández"
en Juris. Arg., 1964, v. II, p. 239; Cámara nacional de paz, sala IV del
y-lü-59T„ re "Aitmark c/ Mazzocone", Juris. Arg., 1960, v. II, p. 307.
191 Busso. Ob. cit.. v. III, p. 272, nv 150 y sigs, Llambías. Ob. cit.
v 1 p. 158 y sigs.; Cámara nacional de paz; sala III en juicio "Chenaqui
c/ Montenegro", Juris. Arg., 1965, v. II, p. 610.
246
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
247
nido entre las partes que el acreedor deberá realizar en unTér
-no cierto, determinados deberes de cooperación para ecb -
rente a la mora
SALEiiTrs U
del deudor- k,
ücuüor- Es, una
•',^formado, refe-
cuestión difícil —dice
cTSe ^u^dLad^' 7' ^^^
rio en la del deudor
dd —d°'- ^
C°m° 'lem°S VÍSt° es necesa"
. Hay distintas posiciones al respecto-
•£*
elemento S¿s;:¡
cn.pa en la mo", ed°X'
ori ' *c2z6r
^ta™™ yBusso-p»
*'
-.0 «1 acreedor „o pruebe una Zj¡2£S£S~- '"
tüzz-g-ái ;• s- f«fifr* °6- "'• • -• -™-
<•"• >• II. v. I. pp 289 »»5' "s7 ! , , ?„N*'ra»'«-l-'!HMANl>. Oí,.
v. 1. p. 231. - S "• "• "• 5- Pul= P«A. Of,. rf,.. ,. |v,
'97 Llamrías. oí., di., v. |. p. |59
198 Saleilus. O*. „',., p. 33. „•/ 40.
199 Audrv y RAU o6 di v IV n -,i-
BauDRv-LacaNT[ni;rii; y¿¡¿ ^3 >| X'oír322- lCXt° yn0'"S:
/wi, \. ¿, cíes obligations. p. 624. nv
248
ir'-"''
1595; Larombiére, Ob. cit.. v. 11. p. 284. nv 1 y sigs., an. 1527, Demo
lombe, Ob. cit., v. XXVI11, p. 55. nv 66 y sigs.; Planiol y Ripert, Ob.
cit.. v. VII, p. 542. nv 1211; Windscheid, Ob. cit.. v. II, p. 336, nv 345.
3; Lafaille. Ob. cit.. v. 1, p. 159 y 160. nv 159 in fine: Galli, en Salvat.
Ob. cit.. v. I, p. 122. nv 111; Busso, Ob. cit.. v. III. p. 255; n? 5; Col
mo, Ob. cit.. p. 78 y 79. nv 99; Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 140 y 141; Ju
ris. Arg.. v. 12, p. 552; Cae. Foro. v. 67. p. 51. Véase asimismo, sobre el
tema, Demogue, Rene, Ob. cit.. v. VI. p. 573. n? 541.
200 Kholer, citado por Saleilles, Ob. mencionada, p. 34. nv 1; Von
Tuhr, Ob. cit.. v. 11, p. 63 y 64, nv 64, IV. Saliulles. Ob. cil., pp. 33-
35, nos. 40 y 41; Larenz. Ob. cit., v. I, p. 375 y 376. § 24; I. Hedemann.
Ob. cit.. v. III, p. 188: 5b. Messineo, Ob. cil.. v. IV. p. 346. I. De
Gásperi-Morello, Ob. cil., v. II, p. 240. Rossel. Ob. cit.. p. 164, nv
119, in fine. Enneccerus-Lehmann. Ob. cit.. t. 11, v. I. p. 290. § 57.
nV III, 2.
201 VoVí Tuhr, Ob. cil.. v. II. pp. 63 y b4. nv 64. IV.
249
para el acreedor.
3?) Tratándose de obligaciones dineradas, cesa el curso de los
intereses.
4?) Impide que se constituya en mora al deudor m.
Pero el solo hecho de que el acreedor esté en mora no sig
nifica que el obligado quede liberado de cumplir la prestación
Fara que este efecto se operara sería menester que el deudor
recurriera al procedimiento del pago por consignación, cuyo fun
cionamiento estudiaremos oportunamente, y recién entonces que
daría liberado de su deuda **.
n.no 100,
mo Busso,
n 'VOb
,1,'' cit.,
°b- v.CÍt-III,V- pp.
h P-253
122'yn°254,
1Ila; CoLM°.
n? 48 y sigs,Ob.Rezzónico,
cit.. p. 79,
Ob. cit.. v. I, p. 141; Llambías, Ob. cit.. v. I, p. 160, n? 140. Borda
opina que como en nuestro código no se ha legislado sobre la mora del
acreedor, al menos en las obligaciones de dar, no hay otra manera de cons
tituir en mora a este que recurriendo al pago por consignación {Ob. cit
v. 1, pp. 74 y 75, n? 78).
203 Der., 7-8-72, Cám. nac. civ. sala E, fallo 20.557, caso Gago c/ Ba-
mffalber22650:73' ^ "^ ^ "* A' C"° G°nZá'eZ c/ D¡ G¡°™-
204 Salvat-Galli, Ob. cit., y. I, p. 123, nV Illa; Busso, Ob. cit.. v
lll'Jr» A ' ^ ti LLAMBÍAS' °b- cit- v- I- P- 162, ^ 140. Pero si se
tratara de una obligación que debe cumplirse exclusivamente en una fe-
tn elMrfT1
to ' l Ia m°ra
deudor quedaría dd aCreed0r
liberado (art. 888,hiciera
cód.. ^Posible el cumplimien
civ.). Véase Busso, Ob
Ob ,V v.TI, p. 161,
Obcit., ,t',n?n?5?;140.Rezzónico- °b- ejemplo
Se pone como <*•• v. elLp.caso141; Llambías,
de quien con
trata una orquesta para una fiesta determinada y se ausenta el día in-
iála sahda
saHHa del
hTÍ°barcoCCrrada SU CaS3; al°cual
con respecto d deIhabía
VÍaJcro W noun« pasaje.
comprado presenta a
250
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
251
la maquinación, el artificio, por medio de los cuales alguien se
propone sorprender, defraudar, engañar a otro5*". De cite con
cepto del dolo se ocupa el artículo 931 del código civil. -
b) El dolo como elemento del acto ilícito denominado delito.
Aeste sentido del dolo se refiere el artículo 1072 del código al
definir el delito como "el acto ilícito ejecutado a sabiendas ycon
la intención de dañar la persona o ios derechos de otro". No
siempre es menester, sin embargo, para que haya delito, esta
específica intención de dañar, que es únicamente propia del de
lito de daño (art. 1094, cód. civ.). sino que basta el conocimiento
desque con la conducta ilícita observada se está causando un
daño a la persona o los derechos de otro :ic.
c) El dolo en la inejecución de las obligaciones. Es el aspecto
207 Puig Brutau objeta a esle planteo (que es el tradicional, inspi
rado en el sistema continental, de base romana) la exigencia dc que el in
cumplimiento sea cometido de manera voluntaria o por negligencia, para
hacer responsable al deudor. Según este autor es más lógico, para fundar
la responsabilidad del obligado, el solo hecho objetivo del incumplimien
to, con independencia de que con ello incurra cn culpa el que no cum
ple. Al deudor le incumbirá demostrar, para liberarse de responsabilidad.
que han mediado razones positivas que lo excusan (Ob. cit.. i. 1. v. II
p. 418 y sigs.).
208 Von Tuhr. Derecho civil, i. 3. v. II. p. 168. § 89. I
209 Lafaille. Curso de obligaciones, v. I, p. 75, nV 141a; Salvat-Galli.
Ob. cit.. v. I, p. 127. nv 117; Busso. Ob di., v. III. p. 241. nv 26;
Llambías, Ob. cit., v. I, p. 167, n? 146.
210 Es el caso del ladrón, que no tanto está inspirado por el deseo es
pecífico de dañar el patrimonio de su víctima, como el de enriquecerse
con el producto de su robo, a pesar de saber que con ello está causan
do un perjuicio.
252
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
que se propone es obtener para sí una mayor ventaja :'6. Por otra
parte, para los autores que requieren cn la conducta dolosa una
especial intención de dañar, el incumplimiento deliberado come
tido sin ese objetivo dañino, sería un caso de incumplimiento
culposo. El error es evidente, porque la culpa que, como hemos
de verlo dentro de poco, se caracteriza por la negligencia, el des
cuido, la imprevisión, supone necesariamente un comportamiento
exento de reflexión previa sobre las consecuencias posibles de la
acción, de manera que una inejecución cometida deliberadamen
te, aunque no se tenga un especial ánimo nocivo, jamás podría
asimilarse a la conducta culposa.
Dolo y "malicia". El reformado artículo 521 del código civil
dice en su actual redacción que "Si la inejecución de la obli
gación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán tam
bién las consecuencias mediatas"; sustituyendo así la alusión al
"dolo" del deudor contenida en la originaria redacción del código.
Esta variante fue expresamente señalada por Borda en un
artículo especialmente dedicado al tema, donde expuso lo si
guiente: "Adviértase que este texto utiliza la palabra "maliciosa"
en lugar de "dolosa". La sustitución ha sido por cierto delibe
rada. Malicia no equivale a dolo, como por error se ha enten
dido. Malicia es un dolo calificado por alguna de las siguientes
circunstancias: a) intención de causar un daño, b) Indiferencia
del incumplidor ante las consecuencias dañosas que muy proba
ble y previsiblemente surgirán al acreedor, del incumplimiento.
En materia contractual, incumplimiento doloso significa inten
ción de no cumplir. Ahora bien: este incumplimiento intencional,
por sí sólo, no tiene por qué ocasionar mayor responsabilidad
que el incumplimiento culposo. Desde el punto de vista del
acreedor, ¿qué importancia tiene que el incumplimiento se haya
debido a que el deudor se olvidó de la obligación o a que no
haya querido cumplirla? Lo que al acreedor le interesa es el
pago puntual; los procesos psicológicos que llevaron al deudor
al incumplimiento, le son, en principio, indiferentes"217.
255
lo 521 del código civil, es equivalente y tiene el mismo alcance
que el vocablo "dolo" de la primitiva redacción-'".'
Efectos del dolo. El artículo 506 del código, impone al deu
dor la responsabilidad hacia el acreedor por los daños e intereses
derivados del incumplimiento. En su oportunidad veremos en qué
medida se responde por las consecuencias del dolo 22°.
Dispensa del dolo. El artículo 507 del código prohibe la dis
pensa del dolo del deudor, en estos términos: "El dolo del
deudor no podrá ser dispensado al contraerse la obligación-.
Se dan dos razones, como fundamento:
a) Permitir de antemano la dispensa de la conducta dolosa
significaría una tolerancia inadmisible'para con la mala fe.
bl implicaría, además, dejar cn la sola mano del deudor, que
se cumpla o no la prestación, con lo que se afectaría la propia
noción del vínculo obligatorio, que —como se ha dicho al co
mienzo de nuestro estudio- por definición, impone"la necesidad
del cumplimiento. Estaríamos, entonces, ante una obligación pu
ramente potestativa, ante una necesidad no necesaria.'o si se
218 Alterini. Alilio Aníbal. Responsabilidad civil. Bs. As Abeledo-
Perrot. 1970. p. 100. nv 113.
219 Cazeaux. Pedro N.. La inejecución dolosa de las obligaciones que
"o lienai por objeto sumas de dinero, en Examen v crítica de la reforma
del código civil. La Plata. Ediiora Piálense. 1971. v. II. pp. 58 ysigs.. nv
19 y /•/ an. 52/ del código civil, reformado por la lev 17.711. cn revista
Ius. nv 20. pp. 64-65. nv 11 y pp. 72 y sigs.. nv 16.
220 Véase cap. IV.
256
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
232 Hualde, Dimas, Ob. cit., pp. 97 y 98. Mosset Iturraspe, Respon
sabilidad por daños, v. I, p. 66 y 67, n? 26.
233 Maynz, Ob. cit., v. II, p. 7, III; Rezzónico, Ob. cit., v. I, p. 148;
Salvat-Galli, Ob. cit., v. I, p. 131, nos. 120 y 121.
234 Larenz, Ob. cit., v. I, p. 290.
235 Rezzónico, Ob. cit., v. I, p. 151 y n. 49 bis.
261
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
265
paración el del buen padre de familia; lo mismo que en la nota
al artículo 3965, al tratar de la renuncia anticipada a la pres
cripción; en los artículos 1724 (obligaciones de los socios), 2202 .
(obligaciones del depositario), 1908 (normas para el manda
tario) y 2266-69 (obligaciones del comodatario), se toma co
mo medida de la responsabilidad el cuidado que se pone en los
propios asuntos, vale decir la culpa leve in concreto de los ro
manos; en el artículo 2878 se impone al usufructuario el deber
de usar la cosa como lo haría el dueño; en la nota al artículo
3225 se hace responsable al acreedor pignoraticio en una me
dida más extensa que la que corresponde al depositario; en la
nota al artículo 964 se habla de "falta grave equiparable al do
lo"; en los artículos 1462 y 1463 se usa la expresión "impru
dencia grave"; en la nota• al artículo 1143 se transcribe una
opinión de Duranton, en la que se refiere a "culpa levísima".
¿Cómo resolver esta aparente contradicción? La doctrina en
seña que debe prevalecer el artículo 512. Las otras disposicio
nes del código se refieren a casos especiales y contribuyen a fa
cilitar la aplicación de la norma general contenida en dicho ar
tículo, adaptándola y ajustándola a las características de cada
situación particular 244.
El código de Perú, reproduce en su artículo 1322, el artícu
lo 512 del código civil argentino, y el código civil español hace
lo propio en la primera parte de su artículo 1104 244 **".
244 Lafaille, Ob. cit., v. I, p. 169, n? 177. En el artículo 59 del decre
to-ley 19.550, se adopta como modelo para el obrar de los administradores
y representantes de la Sociedad, la lealtad y diligencia del buen hombre
de negocios.
244 bis Moisset de Es panes sostiene que el código civil español ha to-
266
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
267
No vacilamos en calificar al régimen del código civil ar
gentino sobre la culpa, no sólo más flexible y amplio que el có
digo civil alemán, sino que a nuestro entender la fórmula em
pleada en el artículo 512 es la pauta mejor lograda de todas las
que se han usado al respecto. En un excelente trabajo del
profesor de la Universidad de San Marcos de Lima, doctor
Jorge Eugenio Castañeda, sobre Teoría de la responsabilidad
en el derecho alemán al referirse ai artículo 1322 del código
civil de su país, que como hemos dicho antes, es reproducción
de nuestro artículo 512, se objeta la definición de culpa con
tenida en aquél, por no estar de acuerdo con las exigencias ju
rídicas, "se trata, dice, de una noción individualizada de la
culpa, que no es posible aceptar cuando el deudor se ha obli
gado sin recibir contraprestación alguna. La negligencia debe
ser apreciada con respecto no a lo que es usual en el sujeto, si
no a un patrón o "standard" que sería o el tipo de padre de fa
milia romano, o el hombre que observa la diligencia exigible
en el tráfico (que reclama el código civil germano). "No pue
de subsistir el criterio mantenido por el precitado artículo 1322
porque el mismo supone reclamar en el deudor, la diligencia'
que pone en sus propios negocios; y si ello es así, resultaría
que cualquier rústico o ignorante quedaría a cubierto de res-
ponsabidad". "Por lo menos debería haberse atemperado esta
noción de culpa en concreto, con un dispositivo como el del
parágrafo del artículo 277 del BGB, según el cual no queda
hbre de responsabilidad el deudor que acredita que puso la
251 Salvat-Galli. Ob. cit., v. I, p. 141, n? 133, y n. 92.
252 Larenz, Ob. cit., v. I, pp. 286, 287 y 288.
268
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
269
grave lo que parece significar también, un recaída en !l ^
men de la graduación de la culpa. " d regl"
e; El código civil italiano de 1942, que es uno Hp 1
recentes, dispone en el artículo 1176- «En el , r ""*
las obligaciones el deudor debe usar de U VV CUmpI!miento de
padre de familia Fn .1 „ , diligencia de un buen
rentes al e™ cio 1" tt T^ * ** °blÍSac¡°^ inhe-
que el código italiano h» « -J tracto de comparación y
código civilTrancé Fn,I g" '" ^ PUnt° d cami™ del
go italiano que el deudorÍT T' * detemÍna en eI códi"
ve: artículos" 49 Í ,4 r f ^ P°r cuIP* *-
»710, primer apartado H^S» ^^ 1592' 1698'
* El código civil del Brasil, en su artículo 10S7 no t,
c.on al sistema de la graduación de 2 1"!^ men"
bihza, en los contratos unilaterales eUn ? se, reSponsa"
cido en el mismo: responde po 11? T* ^^ fav0re"
contrato favorece. Aquél auS rf ? Smple' aqU<5! a quien el
de sólo por dolo. En los contato TtV° fme" KSp°n-
lo 1321 habla de culpa inexcusable ' *"* ™C' artícu"
SySTí: SS SU 2**— *• "**•* e* Pa.
256 MESSINE0' °¿- cil., v. IV, p. 235, „. 3, §„4.
270
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
257 Colmo, Ob. cit., p. 84, n? 106; Larenz, Ob. cit., v. I, p. 286.
271
unidad yla dualidad del concepto de culpa. '
Inn'v rIgUn°S aUt°reS
Baudrv Lacan RIE y(AUBRY
Barde>yRau'
Huc> Demolombe,
Sa[ntelect'tLaurent
ent'
yCapitant yJosserand, entre los extranjeros; yDe Gásper^
YBorda entre los comentaristas de nuestro código)- el con
cepto de culpa no es unitario, sino dual, y deben considerarse
SsTnStinedCeUlporPaS:culpa
Se entiende 1^contractual,
"*«**«la que'*se«S^SS
comete por las
pare con motivo del incumplimiento de un contrato, por nc i
frac üarPn "rl013' lmpreVÍSÍÓn> etcéte™ ^ La culpa extracon-
derer-h ' ~IIamada ta?blcn aquiliana"- es la violación de un
reTaci0n t^ST"
relación ""trae
contractual yque ^como^consecuencia
del **"*• fuera
para deel ^a
mis
mo la obligación de resarcir el perjuicio ocasionado»
SuienTJTTnT í ^contractual
guientes. 1. En la culpa PartÍdaH°Sla¿Cconducta
^ P°SÍdón s°" "*delsi
reprochable
258 Marty, Ob. cit., v. I, p. 303.
OÍ cíUBvRVxx;Up0472CÍ- V' 4' P-A62' "• 25" §3°8: DE—H,
Bauory-Laca^b£
Huc <lh ,-t ,m
yL^Ob' ^rf' V™' P" ^ "° 230;
' b- Clt¡ Des obligations, v. I p 402-
260 Rezzónico, Ob. cit v I r, 1<¡9- r„, ^L •
n? 49. ' *p- 152; Busso- °b- Cl'; v. III, p. 283,
261 Rezzónico, Ob. cit v I n 1^7. n„
p. 45. ' P' I53; c°lombo, La culpa aquiliana,
272
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
liana es más amplia que la contractual, puesto que para ser res
ponsable por un hecho ilícito basta la edad de diez años, en que
se adquiere el discernimiento para tales actos (arts. 921, 1076,
cód. civ.); en tanto que para los actos lícitos y responsabilidad
emergente de un incumplimiento contractual, el discernimiento
empieza recién a los catorce años (arts. 127, 921, primera parte,
cód. civ.), aunque en general se exija la mayoría de edad (arts.
126 y 127, cód. civ.)266. 7. La extensión del resarcimiento es
también distinta: en la culpa contractual se indemnizan nada
más que las consecuencias inmediatas y necesarias, en tanto que
en la culpa extracontractual se indemnizan las consecuencias in
mediatas y las mediatas previsibles. 8. Hay diferencias en cuan
to a la prescripción26'.
b) A fines del siglo pasado, en Francia *7 bi', A. F. Lefevre in
sinuó una teoría que postulaba el concepto de la unidad de la
culpa, de la que se hizo calificado intérprete Planiol. Según és
te, la teoría de la pluralidad de la culpa carece de base y parte
de una apreciación ilusoria. El concepto de culpa es uno y teó
ricamente significa el incumplimiento de una obligación pre
existente, con la consiguiente responsabilidad. Ahora bien, am
bas se configuran tanto en la culpa contractual como en la
extracontractual; tanto en una como en otra hay incumplimiento
de una obligación preexistente, nada más que en un caso se trata
de una obigación contractual y en el otro de un deber legal, y en
los dos casos existe el deber de resarcir. Las diferencias que pue-
275
ciaciones practicas, perfectamente posibles en un instituto jurídico
sin que por ello se fraccione su esencia misma *». Siguen esta ten
in? "UerStr°
no Mosset PaíS' LAFAILLE'
turraspe, CarrerasC0LM0' Salas*
yBusso; en Méjico, More
0r<^Gutié-
vwesT21 " UrUgU3y' PEIRAN° FACIO: ye" ™°m^
Los argumentos que se esgrimen en líneas generales para res
trt¿:0S S°Stened0reS dC ^ te0"a de Ia PluralidiTn los
1. No es exacto que una culpa (la contractual) sea un elemen
o configurado del incumplimiento imputable yla otra Ha ex
rfuerr!raI), ^ la ^tC
on fuente yelemento de la de
imputabilidad, —cito
,a °b,I>CÍÓnala a: ambas"
vez. AmbaTsu
onen la preexistencia de una obligación anterior: contractual
8457LA^' í°te*riH>nidenciaI en Dalloz Periodique 1896 2> oarte
s. 699 y 700. P' * 6?9'' P' 390> n? 687< y P- «0.
9 Lafaille, Ob. ri/. v I dd nn v m » <•»> ~
-86-90. no, ,09-113; Busso.oVS Vil í 285^6^ °\ <*"
GonzXlez. O*. «*.. p. 373; Pérez Vves Ob I v IT n S™-^
ce notar que hay diferencias de nrill . ' "' P> 64> sl bien
ra Indemnimdón del daño coMracwJ'.;„ "T «• «• «celaM.
iéndose al oens.mienm J. r7„„ ' BueiK>s- A"«*. Abeledo-Perrot.
ne», en b ™„St££T •e'IPreS• ^ si b,e° «"*» «=-
uizos:*;• • ??¿?•«J- -°--."nc™-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
277
Calftl
Capitulo °si elTFT Cn dCta,Ieun más adelantela ^prueba
este del
mismo
cumphmient ddeudor promete
]a obijgac¡ón surgeresultado,
^ ^ haberP;reeba;^o- in
acto prometido, de no haberse obtenido el resultado previsto-
rnientras que si sólo se ha prometido conducirse con prudencia
no ti6" 1 Sefd°
basta ya probar la no dad°' Para 3CredÍtar
obtención el incumplimiento
del resultado, sino que se
deberá ademas acreditar que ello obedeció a culpa del deudor
lTexisntirSoebi°
t»Jr UÍ° C°nydeberes
A °bllgaCIOnes í r5"3adieos
ydÜÍgenda debidas;ydeSÍ-
de medios fines
tanto de origen contractual como extracontractual ™
sea aue^n? " '* dÍfCrCnC¡a d° CaráCter de Ia indemnización o
Colmo re\
Colmo rechaza T °* resardtoria
el argumento ? «enérgicamente
ysostiene el otro sancionatoria.
que en e
derecho civil no se trata de sanciones penales, sino deí resarc
e^^st* dc pena es—ai de-h™
t A6SPeCt° dd Pretendid0 re^isito de la constitución en mora
la diferencia tampoco es en definitiva tal. En las obligacTones
de no hacer el deudor incurre en mora desde el momento mis-
273 Busso Ob.ctt v ,„, pp. 285.284. no, 53 . 56;
cu., i. ¿, v. J, p. 494 y sigs., nos. 616 y 617
275 Colmo, Ob. cit., pp. 87 y 88, n? 112.
278
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
282 Salvat-Acuña Anzorena, Ob. cit., pp. 131 a 135, rr? 2787; Rezzó
nico, Ob. cit., v. I, p. 159, n. 55.
281
En la doctrina francesa a falta de disposición expresa del có
digo al respecto, este interrogante ha sido respondido mediante
una distinción: la culpa grave no puede ser dispensada al con
traerse la obligación, pues esta especie de culpa, desde el derecho
romano ha sido asimilada al dolo. Es posible, en cambio, la dis
pensa de la culpa leve 28í. La misma distinción se hace en el
código suizo de las obligaciones (art. 100), en el código civil
283 Salvat-Galli, Ob. cit., v. I. Apéndice, P. 633 ysigs., n? 139 ysigs •
Von Tuhr. Obligaciones, v. I, P. 275, n? 96; Mazeaud. Ob ci! ti"
vy 107
197. dPUIG PENA
n?-643;sostiene
RoDRÍGUEZ
que cIAr'as Bustamante,
injust0 pena, d Ob. ^ cit.,
^ pp.
j£ 196
Ldo ™; ""ellos
endo entre únJUSt,°; C°n.laS dem¡SmaS
diferencias calidadROtaS
sinoy de
^acterístiscas, "o exis-
intensidad. Los dos
ZZ UnYct'v'daV0ntrarÍa al derecho, instalándose en el ordena
ZTdJtol v T etlC6dÍg? Pena1' SCgÚn lo aCOnSeJe SÓI° la PoW&a
CARRrl, fh
Carreras, ÁVI'
Eduardo Raúl, ,'uns.' PP-
Arg.,1%6-11-72,
Y197)-p. 2,Enquien
eI mism°
enuncia"»**>.
el si
guiente concepto de la culpa: "Es aquel comportamiento psíquico del
S i rpord Tf
prohibido la ley,3)non°obstante
PrCVé kque verifica-ón oproducción
podía habérselo del evento
presentado en el
momento de su actuación u omisión; b) prevé la verificación del evento
tandas 2E° "'"i COnVel,dd° de P°derl° evita^ c> "° conoce circuns-
cZdo 1 u\ f CU3leS SU 3CCÍÓn U0mision se desenvuelve, aun
cepTo de^a
cepto c3 i<*"*?
de la culpa, sobreTTT ES previsibilidad.
la base de la deCÍr' "^
construimos el con
284 Fallos, v. 192, p. 207.
285 Juris. Arg., 1945, v. IV, p. 200.
286 Planiol yRiPERT, ob. cit., y. n, p. 95, n? 245; Colín vCapitant,
vd cit., v. III, p. 32; Baudry-Lacantinerie y Barde. Ob. cit. Des
Obligations, v. I, p. 360. n? 360; R,pErt y Boulanger, Ob. cit., v IV
P- 472, nos. 793 y 788.
282
í-.'-i
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
283
ÍavoJ T°SaTaCt°S yP°r medidas Variables de culpa
ceTos Z7Tf- Pe,° S6añade' Para adarar bie" los con-
rZde'lal
cias / de
de la posición f'tlas""^
partes,qW¡etcétera,
P°T razón de lasgraves
son más circunstan
omás
ligeras. La gravedad de la culpa está en relación con las cir
cunstancias en que se produce"m.
. Nos parece bien claro que lo que en la obra de Zachariae
entendieron sus anotadores Massé y Vergé y con ellos Veléz
abstrUactno0 "n, ^T
abstracto, en base**!*" * CUlpa en ******
atipos imaginados en sí ™™
de antemano. -
La culpa
debe ser considerada en cada caso, teniendo siempre en cuenta
las constancias que la rodean, para determinar conforme at
dos estos antecedentes, si hubo ono culpa, su intensidad y£
consecuencias Pero una .vez apreciada la culpa en concreto
entonces st se la puede calificar de grave oleve como que os'
hech0s de la vida no son todos iguales ylos hay más grave y
más leves yaun los hay que carecen de relevancia. En este sen^
üdo es que se explica en la obra de los Mazeauo, que "aun los
admTtido VerSarÍ°,S ^ k te°ría de l0S *rados ^ 1- culpa han
;adCd^iemPre kCXÍStenCÍa de Una ^ g-ve yde una cul-
en base aW IT Cntendem0S ^ valorada así la culpa, no
hecho eses perfectamente
hecho, Wt S'posible
SÍn° dCSPUéS
graduarddsu6Xamen concretoa del
importancia los
290 Mazeaud, Responsabilidad civil, t. 1 v II D 313 n i w,
Mosset Iturraspe, Responsabilidad por ¿Í ^.Vy 74 n9'30
284
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
285
excusabilidad aceptable, que no lesiona el concepto de obligación
ni el principio de la buena fe.
Hay, asimismo, otras limitaciones a la dispensa de la culpa, a
saber:
a) Cuando está de por medio el interés público, no es posible
este tipo dc excusas anticipadas. Por ejemplo, un médico no po
dría ser exonerado ab inido de su negligencia en la atención de
un enfermo. Lo mismo ocurre en el contrato de trabajo, en el
cual al patrón no le está permitido celebrar con el obrero acuer
dos para dispensar la culpa en el cumplimiento de las obligacio
nes patronales 7S*.
b) Cuando estas cláusulas de excusabilidad no están conveni
das en un pie de igualdad, como acontece en los contratos de
adhesión. Tal es el caso del transporte monopolizado por una
293 Véase en este sentido Borda, Ob. cit., v. I.p. 91, n? 100; Rezzónico
°f:cc";v; "• P- 1335= Llambías, Ob. cit., v. I, p. 198 y sigs., nos. 174
y 175. Fallo publicado en Der., 22-4-66. in re "Fénix del Plata c/ Empresa
de Ferrocarriles del Estado Argentino", con un excelente voto del cama
rista doctor Miguel SAnchez de Bustamante. En materia de accidentes
de transito. Ia abundante jurisprudencia acumulada en el sentido de que
el conductor de automotores, en su carácter de guardián de una cosa
peligrosa debe responder por las mismas faltas incurridas en su conduc
ción, no es otra cosa que restablecer el concepto de la falta levísima de
la lex Aquilia, si bien apreciada en concreto (Der., v. XIV p 215)
Según Puig Peña, la doctrina general insiste en excluir el pacto dc vali
dez de la culpa grave (Ob. cit., t. IX, v. I, p. 287).
294 Salvat-Galli. Ob. cit., v. I, pp. 144 y 145, n? 137; Busso, Ob
cit v. III, pp. 294, 295 y 296, nos. 143, 151, 152 y 153; Rezzónico,
Ob. cit v. I, PP. 162 y 163; Borda, Ob. cit., v. I, p. 92; Llambías, Ob.
cit., v. I, pp. 200 y 201, n? 176; Puig Peña, Ob. cit., t. IV, v. I, p. 287.
286
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
una actividad. Llambías. Ob. cil.. v. 1. p. 192 y sigs.. nos. 171 y 172,
quien se manifiesta de acuerdo con esta clasificación y cn que ambas cla
ses de obligaciones difieren en cuanto a la prueba de la culpa del deudor,
que el acreedor debe suministrar, si se trata de una obligación de medio;
y de la que está eximido, si se trata dc una obligación de resultado, pero
cree que esla diversidad, en cuanto a la prueba dc la culpa, es dc hecho
y no de derecho. De derecho el régimen probatorio sería el mismo: al
acreedor !c incumbe probar el incumplimiento del deudor, sin necesidad
de demostrar además que le es imputable, pues ello es lo que la ley pre
sume. Es cierto que pura establecer el incumplimiento cn las obligaciones
de medio hay que llegar a la demostración de la culpa del deudor, pero
ella es a consecuencia de la distinta naturaleza del objeto debido, que
no permite escindir el incumplimiento de la culpa, pues en estas obliga
ciones el incumplimiento consiste en la culpa del deudor. En contra de
la distinción de obligaciones de medio y de resultado: Ripert y Boulan
ger, Ob. cit.. v. IV, p. 464. iT.' 785; Borda, v. 1. pp. 96-99. rt° 106; Es-
mein, Paul. Le jondemenl de la responsabilité conlructudle tVéase Ma
zeaud. Ob. cit.. v. I. p. 29: Brun, Ob. cit.. p. 64 y sigs.. nV 49 y sigs
En el fallo aparecido en La Ley, 16-11-66 in re "Cichet de Konatschek c/
"Elma". la Cámara nacional en lo federal, sala civil y comercial, con vo
to del doctor Sakontás. Simón, acepta esta clasificación al calificar a la
obligación del transportador como obligación de resultado. Véase asimis
mo voto del doctor Baños, cn Juris. Arg.. 1965. v. V, p. 121 in re "Do
maría c/ Abtuzzeze, con nota del doctor Morello, Augusto M.; ídem,
Der., v. VIH. p. 268; v. VIH. p. 295; luris. Arg.. 1958. v. IV, p. 531.
500 Rezzónico. Ob. cit.. v. I, p. I6Í: Mazeaud. Ob. cit.. v. 1, 2-í par
te, p. 22.
289
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
290
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
y v. cit..: Marty, Ob. cit.. v. 1, pp. 201 y 202; Josserand. Ob. cit., y
v. cit., p. 83; Rezzónico, Ob. cit.. v. I, p. 162; Tunc André, artículo
citado en la nota precedente; Betti. Ob. cit.. v. I. p. 39.
305 Mazeaud, Ob. y v. cit., p. 23; Llambías, Ob. cit., v. I. p. 193.
n? 171, n? 65. En contra: Acuña Anzorena "adiciones" a Salvat, Fuen
tes. .'., cit., v. IV, p. 34, n. 2-i), quien afirma que: "sea cual fuere la na
turaleza del objeto de la obligación (positivo o negativo), o su alcance
de medio o de resultado), la prueba del demandante ha de tener siem
pre por finalidad la comprobación de hechos materiales: la existencia de
la obligación y su incumplimiento, mediante lo cual se da por probada
la culpa del deudor"; mientras que en la responsabilidad delictual el
ofendido debe demostrar la culpa del ofensor, porque el hecho imputa
ble es el fundamento de la acción.
291
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
292
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Culpa concurrente.
Tanto en las obligaciones contractuales como en las extracon
tractuales. la violación del deber a cumplir puede corresponder a
culpa de ambas partes: acreedor y deudor, si se trata dc las de
fuente contractual: autor y víctima, s! se trata dc las emanadas
de los actos ilícitos.
En uno como en otro ^aso cada cual debe soportar su propia
responsabilidad. La doctrina coincide en que los jueces están fa
cultados para valorar ambas culpas y atribuir a cada uno, pro-
porcionalmente, la parte que le corresponde en la consecuencia
dañosa respectiva l°". En esta asignación dc proporciones no hay
límites fijos y los jueces gozan dc un amplio poder de apreciación.
Por lo general se distribuye la reparación del daño por mitades,
pero si hubiera un mayor grado de culpabilidad de uno de los
responsables, nada obsta a que se le adjudique una porción
mayor :''°.
Culpa de subordinados.
Este caso sólo.está previsto en nuestro código civil, en lo que
atañe a las obligaciones que nacen dc los actos ilícitos que no
son delitos. El artículo 1115 establece: "La obligación del que
ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que
están bajo su dependencia". No se encuentra en nuestro códi
go una norma semejante en el sector contractual, pero sí precep-
509 Colmo. Ob. cu.: p. 90. nv 115: Lafaille. Ob. cit.. v. I. p. 179.
nos. 186 y 187: Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. pp. 145 y 146. nV 138;'
Busso. Ob. cil.. v. III, p. 292 y sigs.. nos. 125 y sigs.: Rezzónico. Ob.
cil.. v. I. pp. 163 y 164; Borda. Ob. cit.. v. I. p. 89. nV 96; La Ley. 27-
11-67. fallo 59.160: 24-11-67. fallo 59.146; Der.. 5-2-68. fallo 10.603; 2-2-
68, fallo 10.595. sum. 6. Véase: Llambías. Jorge (.. La culpa de la vícti
ma como causal eximente de responsabilidad civil. Juris. Arg., 6-7-73.
p. 4 y sigs. La concurrencia dc culpas, ha dicho la Cámara nacional civil,
sala B, no obsta a la procedencia de la reparación del daño moral, en
la debida proporción. Der.. 27-6-72. Caj-o Villanueva/Cóoperativa Obre
ra, fallo 20.309.
510 Colmo. Ob. cit.. p. 90. nv 115: Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. pp. 145
y 146. nv 138; Busso. Ob. cil.. v. III. p. 295. nv 128: Rezzónico. Ob.
cil., v. I. p. 164; La Ley. 27-11-67. fallo 59.160: 24-11-67. fallo 59.146.
donde se considera razonable graduar la responsabilidad de acuerdo a la
gravedad de las culpas.
293
ción de esta responsabilidad indirecta y han surgido varias solu
ciones: a) el principal debe considerarse como que hace asun
ción de la garantía de los hechos de su dependiente, b) El prin
cipal es responsable de lo que pasa dentro de la esfera de sus
intereses, c) La ponderación de los intereses del principal lo
obliga a resarcir los daños causados por su subordinado, d) El
propio concepto de prestación trae como consecuencia que el
obligado deba cumplir la prestación, y'si ello no ocurre sea por
culpa propia o dc sus empleados, lo mismo debe responder por
el incumplimiento. Esta última es la tendencia que tiende a
prevalecer 3U.
Algunos autores enseñan que para que el deudor sea respon
sable del hecho de su dependiente, éste tiene que haber actua
do dentro de la esfera del cumplimiento de la prestación. Si el
dependiente comete el acto dañoso, en forma totalmente indepen
diente del cumplimiento, el principal quedaría eximido de toda
responsabilidad. Por ejemplo, si el dependiente hurta en ocasión
de un transporte, ello no origina responsabilidad para el domi
nas negotii—dice Hedemann—314. Pero otros, extendiendo aún
311 Salvat-Galli, Ob. cit., v. I, p. 146, n? 138a; Busso, Ob. cit., v. III,
p. 288 y sigs., nos. 89 y sigs.; Rezzónico, Ob. cit., v. I, p. 165 v sigs.;'
Borda, Ob. cit., y. I, pp. 89 y 90, n? 97 y sigs.
312 Rezzónico, Ob. cit., y. I, p. 165; Busso, Ob. cil., y III o 291
n? 111. • f .
313 Hedemann, Ob. cit.. v. III, p. 163.
314 Busso, Ob. cit.. y. III, p. 291, nv 110; Borda, Ob. cit.. v. I. p. 90,
n? 97; Hedemann, Ob. cit., y. III, p. 164; Enneccerus-Lehmann Ob.
cu., t. 2, v. I, pp. 231 y 232. § 44; Von Tuhr, Ob. cit.. y. II pp 104
y 105, n? 69, II; Larenz, Ob. cit., v. I, p. 287.
294
"*
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
295
pa contractual y de la culpa extracontractual. Pero hav sitúa-
cones en que los sujetos cometen negligencias o imprudencias
cuando todavía no existe un contrato celebrado y solamente se
esta cn la faz preliminar, en el intercambio de las'ofertas en los
preparativos de la contratación. Puede acontecer, también que
un contrato sea anulado por defectos imputables a alguna de las
partes. ¿Hay culpa contractual o extracontractual? La doctrina
esta rJrvidida: los Mazeaud opinan que en estos casos la culpa
cometida es extracontractual, pues no existe aún contrato con
chudo o contrato válido: Von Tuhr y Baudrv-Lacant,nERIF
se mclinan en el sentido de que hay culpa contractual '»
íhfr.n-g. en 1860. publicó un estudio denominado' De la
culpa in contrahendo ode los daños yperjuicios cn las conven
ciones nulas oque han quedado imperfectas. Para él. en este tipo
de culpa cometida en los preparativos del contrato, oen un on
jI8 Rezzónico. Ob. di
ns. 86 y 89 bis.
'- P- 166; Llambías. Ob. di., p. 204 >•
dd9 36^3r?r"LA^T'N.rRH: yBARDf;- °b- "'•• '^ obligations. v. Xl-I
P 16 rÍÍVn V : Ma2"üd-t»nc. Responsabilidad civil, t. .. v I
PP U2 y2,3 pl°RC\0bu CÍt" " "' P" 5?: V°* TuH«• Ob. cit. v !
al
quiera«V
de 1las ados partes
CübCpuede
haCerromper
"01ar que esle auto'
libremente las «"i«de que cual-
negociaciones pré-
lTtZral,Znecesidad dc aducir razoncs para su c°nd-<a- ™«£,
pe"ao ° rmna- SC8Únn¿L CUand° 'aS Part" en ,as "***«
Se ¡va z ,• r.unicün, arllos hcchos quc pucden —• «»««*
icón ^-dC 'a P:'rle COmrar¡a' ° cuand° atablan neSo-
mtsZ: •") ,mlenCÍÓn qUC r°mpCrlaS- La P°sició" * Von Tu,ut
VaLqtó,rz
Ubl IOII/ „r
"' 7! ^~W^
Za\ai.ia, Ob. cil.. p. -168.
«"«n. 5. al dolo /„ contrahendo.
296
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
297
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
326 Larenz. Ob. cit.. v. I, pp. 106. 195 y 196; Hedemann, Ob. cit..
v. III , p. 125 y 166; Saleilles, Ob. cit.. p. 164, n? 153.
327 De Gásperi-Morello, Ob. cit.. v. I. p. 855. n° 586.
328 Hedemann, Ob. cit., v. III, p. 125.
329 Busso, Ob. cit., v. III, p. 395, n" 15; Enneccerus-Lehmann, Ob.
cit.. t . 2. v. I, p. 63. § 10.
330 Llambías. Ob. cit.. v. I, p. 211.
331 Rezzónico, Ob. cit.. v. I p. 167; Busso. Ob. cit.. v. III. p. 285,
n? 65 ; Llambías, Ob. cit., v. pp. 211 y 212; Borda, Ob. cit., v. II,
pp. : 60 y 161, n? 1226.
332 Llambías, Ob. cit.. v. I, p. 212, n? 182, in ¡inc y fallos citados cn
la n. 113: La Ley, v. 92, p. 597; v. 45, pp. 548 y 635. Véase asimismo el
fallo en La Ley del 5-7-60, in re "Ramírez F. c/Breseia G.", v. 99, p. 35,
voto del doctor Llambías.
298
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
299
precontractual, está dado por el monto de los gastos invertidos en
las tratativas, por la parte no culpable. Es. pues, un resarcimien
to mucho más reducido que el que se reconoce en la hipótesis
de la culpa in contrahendo 34\
Hay autores que no admiten esta distinción entre culpa in
contrahendo y culpa precontractual. considerando que se trata
dc dos denominaciones que vendrían a significar, cn el fondo, lo
mismo: "un comportamiento que defrauda la legítima expectati
va de otra persona cn orden a la conclusión de un negocio""'.
Somos de esta misma opinión: no vemos la necesidad de hacer
esa diferenciación de etapas en el período de la preparación del
contrato, y nos parece que basta para llegar a la solución de los
problemas que puedan presentarse en este estadio.previo, con re
ferirse a la culpa "antes o al concluirse el contrato", como lo
hacen algunos autores alemanes, sin caer en distinciones sutiles
que no parecen necesarias >4}.
338 Llambías, Oh. cil.. v. I. p. 208. nv 179: Borda. Ob. cit.. v. II. P.
160, nv 1226. Véase la exposición de la leoria de Fagella. cn López i>f
Zavalía. Ob. cil.. p. 168 y sigs.
339 Busso. Ob. cil.. v. III, p. 285. nos.. 67 y b8 y p. 397. nV 28.
340 La Ley. 3-10-66. caso "Rubín c/ Picea Agustín": La Ley. v 9^
p. 597; La Ley. v. 45. pp. 548 y 635.
341 Llambías. Ob. cit.. v. I. p. 208. nv 179, in fine: Borda. Ob di
v. II. pp. 1.61 y 162. n'.> 1228; Pérez Vives. Ob. cit.. v. II. pp 3-8 n"
145: Larenz. Ob. cil.. v. I. p. 106 y sigs.; Hedemann. Ob. cit. v. III
p. 164 y sigs. Mosset Iturraspe. para quien, de acuerdo a nuestro dere
cho esa es la interpretación que corresponde, pues en ambos períodos
están presentes los presupuestos dc la responsabilidad civil [Ob cil
p. 444).
342 Larinz. Ob. di., v. I, p. 106 y sigs.; Hedemann. Oh. di., v. III.
300
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Culpa postcontractual.
Es la que puede cometerse después de terminado el contrato.
Pérez Vives habla de esta culpa en los siguientes términos: "Un
ingeniero, un empleado, un obrero, concluido su contrato, son
libres de reanudar trabajos donde mejor les parezca, si no hay
una cláusula contractual que se los vede. No obstante, cuando
estas personas han sido depositarías de secretos de su antiguo
patrón, no pueden, sin incurrir en responsabilidad, entrar al ser
vicio de un competidor directo de éste" w.
Puig Brutau ha tratado, también, este tema, siguiendo a
Georges Dahm, y cita como ejemplo el caso del locador que,
después de terminada la locación, debe permitir a su antiguo lo
catario que coloque un rótulo en la puerta anunciando su nuevo
domicilio y si no le permite hacerlo incurre en culpa "*.
A esta responsabilidad, los Mazeaud la consideran extracon
tractual MS. Salvo que en el contrato hubiera una cláusula que
obligara a observar el comportamiento de que se trate.
Responsabilidad objetiva. Teoría del riesgo creado.
Hemos expuesto la teoría de la prestación de la culpa. En
ella la responsabilidad tiene un fundamento subjetivo: la con
ducta del obligado. Según ella, sin culpa no hay responsabilidad.
Es la teoría tradicional, llamada también subjetiva.
Pero las exigencias del mundo moderno pusieron en tela de
juicio, en cierta medida, la suficiencia de esta concepción. Exis
ten situaciones creadas por la complejidad y el ritmo acelerado
de las actuales formas de vida, ocasionadas por la difusión del
maqumismo, la mecanización de las actividades, los nuevos des
cubrimientos científicos, el progreso industrial, el empleo de ex
plosivos, de energía eléctrica, y la velocidad de los medios de lo
comoción, que traen apareados frecuentemente daños que en
apariencia no obedecen a ninguna conducta culposa y de apli
carse la teoría tradicional deberían ser soportados por las vícti-
301
ponsabilidad en estos casos, con el aporte de la noción del ries
go creado, que significa asentar los fundamentos del deber de
resarcir sobre un principio objetivo: por el solo hecho de cau
sarse un daño se tiene la obligación de "indemnizarlo. Estos auto
res parten de la base de que si bien puede no haber culpa de quien
en cierto tipo dc actividades, causa un daño, tampoco la hav de
parte de la victima yes por lo tanto más lógico que quien obtiene
ventajas de la empresa en cuyo seno acaece el evento dañoso
sea el responsable de las consecuencias. Enuncian al respecto es
te principio: ubi emolumentum ibi onus -"el que tiene las ven
tajas debe soportar las-cargas"-. Es ésta, pues, una teoría ob
jetiva: en ella se reemplaza a la culpa, como base de la respon
sabilidad, por el nesgo creado.
Esta teoría sedujo al principio por su simplicidad, por su
energía y por la consideración de las necesidades sociales "» Bas
ta acreditar la existencia del daño para que la responsabilidad
aparezca automáticamente. Se aplica aquí la ley de la causali
dad: actividad peligrosa más daño, igual a indemnización Aun
dentro de una esfera lícita, todo el que pone en movimiento una
actividad riesgosa debe indemnizar los detrimentos que de ella
surgen, con culpa o sin culpa 35°.
346 Josserand, Ob. cit., t. 2. v. 1. p. 297.
347 Josserand, Ob. cit., t. 2, v. I, pp. 297 y 298
v.v4 II, DADC66ARfi
pp. 66, 67,7Df™ ,0«o •Vaiad°
68 y69; Lafaille,dCOb.
¡a resP°^bilidad
cit., y. I, p. 178, civil, ed. Cajica.
n. 205.
loL ín? CiUrS° dc obU^ones, v. I, p. 82. ni 156; Llambías,
Jorge L. El derecho no es una física de las acciones humanas, en La Lev'
v- tu/, p. H6 y sigs., n? 3.
350 Lafaille, Ob. cit., p. 82, n" 156; Llambías, J. ,., trabajo prece-
302
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
303
verlo, la responsabilidad por el riesgo creado, en mater de d,
nos ocasionados por las cosas "'•.
'«do que I. .dopado dc le ttJ.Í , .
«Ígnita en „£ „lgl ^„£ 'Z' £¡"*£ ? b° qUCda' bicn »d«-
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o„c recibe, 1" «>P«i dc deI.
^54 Hedemann. Oh..cil.. v. 111, p. H7.
355 Véase nuestro v. 111. cap. VII. § [\\
fa los
los catT de TT^
casos dc t "^
accidentes del trabajo dart-
véase: ,I13 re%mad°Luisd^' Acód.Ara
Despontín civ.
demesde tránsito yaccidentes de irabafo. Alcance geLa del' ,nZ
to o Lasacadentes del ¡S£ '^^ZíT^llSTS^SS
**; en LeÍÍab^. XVllf^f,9To '*£ t**"?" " **
'os de la responsabilidad laboral, cn Leg 'íaba' Txli ' %T
«gs, Bronstein. Arturo Sergio. ,oí .JLE^^Ü^.
304
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
305
solamente en la represión penal sino también de la represión
civil. "Tanto la pena como la reparación —aunque son profun
damente diferentes en su estructura interna— son, sin embargo.
medios iguales de la misma política legislativa y sirven —como
dice muy bien Von Liszt— en último análisis al mismo fin so-
CÍal'..aJa defensa del orden Íurídico, luchando contra la injus
ticia" . Marton completa los fundamentos de su teoría colo
cando al lado del principio de prevención, con motivos auxilia
res, los principios accesorios del interés activo", "del mayor in
terés social" y de la "repartición de los daños" m.
Conclusiones. Podría sintetizarse el estado actual del tema
en los siguientes términos: El principio de la culpa sigue siendo
reconocido como básico en la responsabilidad civil, por la legis
lación, la doctrina yla jurisprudencia, con las adaptaciones que
a este concepto se le han hecho, afinando su sentido y exigien
do una mayor prudencia y previsión, en las actividades que en
trañan mayor peligro: "a elevado riesgo se exige elevada aten
ción" dice Larenz, recordando las soluciones de la jurispruden
cia alemana361. Pero para ciertas situaciones excepcionales se
admite "como principio complementario, la noción objetiva del
deber del resarcimiento independiente de toda idea de culpa-
cuya aplicación "se limita a los únicos supuestos de daños pro
ducidos a consecuencia del emplee de elementos peligrosos de
358 Acuña Anzorena. Ob. cit.. p. 31.
359 Aguiar Díaz, Ob. cit.. y. I, pp. ,26-130, nos. 50 y51.
360 ídem, ídem, pp. 127-129.
361 Larenz, Ob. cit., v. I, p. 289.
306
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
362 Acuña Anzorena, Ob. cit., pp. 36 y 37, sobre todo la n. 59 del
actualizador doctor Morello, Augusto M.
307
de un tercero por el cual no tengan obligación de responder. Lo
mismo ocurriría cn un accidente de tránsito originado en el re
ventón dc un neumático o la rotura de la dirección o de una
punta de eje.
Entre las causales eximentes, no se menciona, en el artículo.
la fuerza mayor extraña a las actividades en cuyo seno se ha pro
ducido el daño, que como hemos de verlo, en su momento, es
una causal universal de excusabilidad. No obstante ello, inter
pretamos que no ha sido el espíritu de la reforma eliminar a la
fuerza mayor como eximente de responsabilidad, en el caso que
estamos considerando, por las siguientes razones: a) La concu
rrencia del hecho dc un tercero, que el artículo 1113 admite co
mo excusa, es justamente un caso dc fuerza mayor b) Fn el ar
ticulo referido se habla de riesgo o vicio de la cosa, y los hechos
ongmados cn una fuerza mayor, extraña a las actividades del
obligado, no están comprendidos ni en el riesgo ni en el vicio dc
la cosa, el Excluir a la fuerza mayor, como eximente de respon
sabilidad, en esta hipótesis, implicaría hacer cargar al propieta
rio o guardián no ya con el riesgo creado, sino con el riesgo de
vivir de los demás, lo que indudablemente podría tornar impO-'
s.ble el ejercicio de Jas actividades lícitas amparadas por la pro
pia Constitución nacional'(art. 14)*'.
Responsabilidad contractual por el hecho de las cosas. El in-
36, Conl. Salas, Acdcel. La responsabilidad civil contractual v extra-
contractual, en Rcv. Col. Abog.. La Plata, año X. n? 21. p 300 Ga
rrido y Anixjrno: Reformas al código civil. 1969. v. I. p 152 En con
tra Ort.z. [uan Manuel. La responsabilidad civil por liis cosas ¡nanima-
das. en la reforma de la lev ¡7.711. en |us, v. 15. p 122. n° 6. para
308
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
569 Cám. 1? civ. com.. Mercedes, Bs. As., 4-4-72, "Lorusso c/Vega" en
culpa establecida por el derogado artículo 1133 del código civil
en contra del dueño o guardián de la cosa; en tanto que con
forme al nuevo texto del artículo 1113 del código civil, cuando
se trata de daños causados por el vicio o riesgo de la cosa, se
restringe notablemente la posibilidad de exoneración de respon
sabilidad del dueño o guardián, que sólo pueden liberarse pro
bando la culpa de la propia víctima o de un tercero por quien
ellos no deban responder, o el uso de la cosa contra su voluntad,
pero con exclusión del caso fortuito o fuerza mayor que no apa
rece mencionado para nada en este nuevo precepto legal; exclu
sión que, bueno es señalarlo, es absoluta para algunos ro' y sólo
relativa para otros autores que admiten la invocación de una fuer
za mayor exterior a la cosa373, aunque reconociendo igualmente
la ineficacia del casus cuando el mismo ha concurrido con el
hecho de la cosa en la producción del daño, en cuyo supuesto ya
no sirve ni siquiera como eximente parcial de responsabilidad374.
371 Mazeaud, Lecciones de derecho civil, cit., parte II, v. I, p. 21 y
sigs., n? 21; Llambías, Obligaciones, cit, v. I, p. 194, n? 171.'
372 Mosset Iturraspe, Jorge, La responsabilidad por riesgo, en Juris.
Arg., doctrina 1970, p. 724, n. 39.
373 Orgaz. Alfredo, El daño "con" y "por" la cosa, La Ley, v. 135,
p. 1598, n?II-B, in fine y La culpa (actos ilícitos), Buenos Aires. Lerner',
1-,'I'J03'
sabilidad civiln?en76la yreforma
p- 263 ydelsigs-'
cód.n?civil,
106: enSalas>
Juris.Acdeel E" ¿a respon
Arg., Doctrina 1969
Pa?52' n, 42; TRIGO Represas' Félix A., La reforma del art. 1113 de'l
cód. civil y el nuevo régimen de la responsabilidad civil refleja, Jus
nos. 13-14, p. 236 y sigs., n° 6. '
.374 Bustamante Alsina, Ob. cit, p. 322, n? 1067-68; Llambías, Jor
ge Joaquín Ley 17.711: reforma del cód. civil, Juris. Arg., Doctr. 1969,
j). 49 n. 212 y p. 53, n? 14-VI; Cazeaux -Trigo Represas, Derecho de
las obligaciones, 1? ed., v. III, p. 447.
312
capítulo IV
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
(conclusión)
317
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
II. terminología
318
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
IV. FUNDAMENTOS
6 Lafaille, Ob. cit., v. I, pp. 194 y 195, n? 212; Busso, Ob. cit.. v. III,
p. 395, nos. 7 y 11; Borda, Ob. cit.. v. I, p. 122, n? 136; Llambías, Ob.
cit., v. I, p. 273, n? 244; Morello, Ob. cit., v. II, p. 16.
7 Salvat-Galli, Ob. cit., v. I, p. 93, nv 80; Rezzónico, Ob. cit., v. I,
p. 207; Borda, Ob. cit.. v. I, p. 123, n? 138; Busso, Ob. cit., v. III, p.
409. n? 45; Lafaille, Ob. cit., y. I, p. 201, n? 218.
8 Colmo, Ob. cit.. p. 106, n? 132 y Busso, Ob. cit., v. III, p. 396, n?
18. Véase nota de Vélez al art. 520 y su cita de Marcadé.
9 Giorgi, Ob. cit., v. II, p. 133, n? 93, quien funda la obligación de
reparar los daños en la ilicitud que importa la inejecución imputable. Es
319
mos anticipado cn el capítulo anterior —es un medio" indirecto
de cumplimiento de la obligación.' Su carácter es. pues, subsidia
rio. A él se puede acudir solamente cuando es imposible obte
ner el cumplimiento de la prestación in natura por el deudor o
por un tercero, por supuesto, con las excepciones que vimos con
anterioridad ra •* y en las cuales es posible reclamar, la indem
mzaciondc los daños y perjuicios, sin necesidad de recurrir pri
mero a la- vía de la ejecución directa
La indemnización del daño tiene, asimismo, carácter resarci-
tono. Es decir, que mediante ella se persigue la finalidad Je re
parar el perjuic.o ocasionado —como hemos de verlo seguida
mente— y no la de sancionar o castigar al obligado ,2.
VI. finalidad
La finalidad que persigue la indemnización de los daños v
de ley natural —dice— que el daño causado por una acción injusta obli
gue a la reparación (nv 92).
10 Larenz. Ob. cil.. v. I. p. no. § 14; La. u,.u-. Ob. cit.. v 1 p 19i
n°2IJ; Llambías. Ob. cil.. v. I. p. 173. r,v 244 bis.
10 bis Véase, supra. cap. lll. S, V, p. 142.
11 Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. p. 92. nv 79; I.aiahle, Ob. cit. v (
nn 124;n?,í,°:BCOLMa
PP. °¿'-ci,.,d''v. P-III.7Ü-p."'-2.7.
y212: Busso. Ob. ' «S: nos.
KEZZÓNtCO,
84 ysigs.Ob.Borda.
ci,., V.ObI.
cit.. pp. ->2 y 5). nV 48; Morello. Ob. cit., \. II. p. 40.
12 Colmo, Ob. di., p. 45. nv 55. in fine; p. 256. nv 367. in fine; L. am-
1MAS. Ob. al., v. I, pp. 275 y 276, nV 246. quico aclara, no obstante que
empero no es posible olvidar qcc con la indemnización se hace efectiva
una sanción, entendiendo por sanción el proceder impuesto por la autoridad
al infractor de un debe,- y -que cn el caso dc reparación del daño mo
320
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
325
8. Daño actual. Es el que ha producido ya ^s fus conse-
cuencias bien definidas yperfiladas -como dice Fischer- al
momento de reclamarse la indemnización - .
Daño futuro. Con respecto aesta clase dc daño hay que dis
tinguir dos situaciones porque según se configure una uotra co
rresponderá o no la indemnización.
a) Cuando se trata de un hecho ocurrido, pero cuvas consecuen
cias dañosas no han cerrado aún todo su cielo yse sabe de acuer
do al curso natural yordinario de los acontecimientos que en ü
futuro aumentarán sus repercusiones perjudiciales estas conse
cuencias futuras de ese hecho ya acontecido son indemn.zable >
cn este caso le es permitido al juez "extender las miradas a las
posibilidades del porvenir"27. Por ejemplo: un transeúnte ha si
do embestido por un automovilista imprudente que le ha que
brado una pierna; sería un daño futuro indemorable, que po
dría incluirse en la demanda de daños y perjuicios, el costo de-
una operación quirúrgica que hubiera que hacerle transcurrido
uno odos años, para que pueda recobrar el completo dom.n.o dc
su pierna fracturada; oel valor de los aparatos ortopédicos que
26 Fischer. Los daños civiles ysu reparación, ed. Rcv. De.. Pnv.. p.
If'p.^MP» Ob cil P '12 Véase sobre esla clase de daño Boffi
ScchS LM"i RuÉ^A.bcrto yLlan ,, Rosos. Felicita, cn Ihatud
c indemnización, ya citada, p. 21o.
326
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ft 329
do lo que le hubiese correspondido si no hubiera entablado las
negociaciones culminantes en el contrato nulo, verbigracia: los
gastos de envío de la cosa vendida (daño emergente) y la ganan
cia frustrada por la no realización de esa misma compraventa
con otra persona, operación desechada para cerrar trato con el su
jeto que diera lugar, por su culpa, a la anulación del contrato
(lucro cesante) "\
VIII REQUISITOS DEL DAÑO
Como el derecho no impone al autor de un acto ilícito ia obli-
vócabilidad de la concesión del agenciero o extravío en la remisión de los
billetes, etc.) por lo que dicha chance no constituía una probabilidad su
ficiente sino una posibilidad muy vaga y general y. puramente eventual
c hipotética". La minoría, con voto dc los doctores Portas. GONZÁLEZ
Bergez y Martocci. se inclinó en el sentido que "la Dirección de la
lotería debe indemnizar al habitual comprador de un billete que no pudo
adquirir para el sorteo en que resultó premiado, porque aquélla dejó dc
remitirlo al agente vendedor, como consecuencia previsible de un error
culposo y no cabe descartarlo por hipotéticos eventos posteriores suscep
tibles de interferir en el curso normal y ordinario de las cosas". No nos
conforman, en este caso, las razones dc la mayoría y si las dc la mino-
. ría, porque:
ai No se estaba ante una chance, oportunidad o probabilidad, sino ante
el hecho cierto de que el billete había salido premiado.
bl El actor era un adquirente habitual del número y no pudo comprarlo
esa vez por culpa de la Administración dc la Lotería.
e) Se estaba, entonces, ante circunstancias y consecuencias actuales y cier
tas, cuya conexión causal no podía negarse en base a perspectivas ima
ginadas, como podía ser una eventual y no ocurrida revocatoria de la
concesión o de un posible extravío en el envío del número, que nada
autorizaba suponer.
35 Sai.vat-Gai i i. Ob. cil.. v. I. p. 101. nv 83]: Lvi ui.n.. Ob. cit.. \. I.
330
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
p. 198. nv 216; Larenz, Ob. cil., v. I. pp. 195 y 196; Hedemann. Ob.
cu., v. III. p. 125, quien para caracterizar mejor esta clasificación echa
mano a las siguientes expresiones vulgares: ¡Oh, si no me hubiera dejado
engañar por las declaraciones de la otra parte! (interés negativo). ¡Ah.
•
331
es más que simple aplicación del principio de que donde no hay
interés no hay acción.
Ello tiene una excepción aparente cuando el perjuicio de los
terceros constituye a la vez un perjuicio del accionante, en ra
zón de una obligación legal o convencional preexistente; por
ejemplo, la persona lesionada puede incluir en su demanda el
importe de los alimentos que deba a su familia, durante el tiem
po necesario para su curación M.
A la inversa puede suceder también que alguien sufra un daño
de rebote o como resultancia del perjuicio sufrido en primer lugar
y directamente por otro. Son los casos de los damnificados indi
rectos, respecto a los cuales se cumple el principio de la perso
nalidad del daño, aunque a primera vista pudiera nensarse en
una excepción. Un ejemplo claro lo brinda el artículo 1080 del
Juris. Arg., 1958. v. I. p. 267. y La Ley. v. 90, <p. 484: Cámara nacional
cn lo comercial, sala C. "Olivares Florida S.R.L. c/ Safra S. A.". Der..
v. V. p. 27; ídem. "Sollazo Hnos. S. A. c/ Troisi c hijos". Der.. XXI.
fallo 10.501: Cámara nacional en lo civil, sala D, "Padilla Ltda. c/ Pala
cios". La Ley, v. 107. p. 17, con nota de Colombo. Leonardo A.. Indem
nización correspondiente a ia pérdida de las probabilidades de obtener
éxito en una causa jurídica, y Juris. Arg.. 1962. v. IV. p. 503: ídem, sala
A. in re "Maitinctto c/ Córtese", La Ley, v. 113. p. 214 y Juris. Arg..
1964. v. II, p. 263; Cámara segunda de La Plata, úi re "Indutil c/ Pro
vincia de Buenos Aires". Juris. Arg.. 1964. v. TI. p. 475: Cámara 5v de
Córdoba, en "Municipalidad dc Córdoba c/ Martínez dc Villada". Juris.
Arg., 1965, v. II. p. 50: Cámara de apelaciones de Mercedes, en "Her
nández c/ Kozlowski". La Ley. v. 119. p. 748. y cn DJBA. v. 75. p. 297:
Cámara nacional federal, sala civil y comercial, cn "Pinto Guerrero c/
Transportes Buenos Aires"."Der.. v. 21. fallo 10.669. Der. 8-8-1972. fallo
20.560. Alvarez c/ Banco Provincia.
38 Orgaz. Ob. cil.. p. i I 1 y sigs.. nv 27.
332
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
código civil, por el cual. "El marido y los padres pueden recla
mar pérdidas e intereses por las injurias hechas a la mujer y a
los hijos": en el cual no se trata de que el marido o el padre
tengan acción para reclamar al daño sufrido por otros (esposa
e hijos) sino que por su condición de jefe de familia se considera
que también sufren un agravio personal, como damnificados in
directos y sin perjuicio, claro está, de la acción que pueda corres
ponder, a la vez, a la propia mujer o a los hijos como damnifica
dos directos.
3. En la lesión a un derecho subjetivo o bien jurídicamente pro
tegido. El tema se vincula con el problema de la extensión del
deber de indemnizar y se circunscribe a la determinación de
quién o quiénes -pueden reclamar reparación por el daño que
afecta a otra persona; es decir, invocar la calidad jurídica de
damnificado a los fines indemnizatorios 39.
En materia de contratos, rige el principio de la relatividad
(art. 1195, cód. civ.) y el incumplimiento no puede, por consi
guiente, dar motivo para que terceros invoquen derecho a recla
mar, para sí, indemnización de perjuicios. El problema, en cam
bio, presenta aspectos distintos en los actos ilícitos Según Orgaz,
hay que distinguir entre- quienes sufren un perjuicio meramente
de hecho y por lo tanto no pueden pretender indemnización, y los
que sufren un perjuicio de derecho, que tienen acción40.
Entre nosotros, el problema tiene tanto más interés, dada la
amplitud de los preceptos de nuestra legislación sobre el tema
que establecen: "La obligación de reparar el daño causado por
un delito existe, no sólo respecto de aquél a quien el delito ha
damnificado directamente, sino con respecto de toda persona que
por él hubiese sufrido, aunque sea de una manera indirecta" (art.
1079, cód. civ.); y "la sentencia condenatoria podrá ordenar:
333
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
IX. AVALUACIÓN
La avaluación de las daños puede ser hecha de tres maneras:
1. Convencional. La avaluación convencional es la que la* par
tes pueden concretar ya sea en el momento de formarse la obli
gación, estipulando una cláusula penal para el caso de incumpli
miento (arts. 652-666, cód. civ.) o con posterioridad al evento
dañoso, poniéndose de acuerdo para fijar el monto del resar
cimiento.
2. Judicial. Es la que se realiza en juicio, con intervención de
los tribunales dc justicia. Es éste el medio más frecuente de fija
ción del valor de los daños. Los jueces hacen la fijación res
pectiva, teniendo en cuenta las circunstancias del hecho y la
prueba rendida. En esta clase de justiprecio del daño, tiene gran
importancia el dictamen de peritos.
3. Legal. Aquí es la ley misma la que fija directamente el
quantum resarcible. Así. en la ley 9688 se determina lo que el
patrón debe indemnizar al obrero en caso dc accidente de trabajo; .
y en la ley 11.729, lo que corresponde al empleado cn caso de
despido y falta de preaviso41.
334
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
. i
335
sin embargo, en el código alemán, algunas atemperaciones: tal
ocurre en el caso, previsto en el artículo 254, cuando media cul
pa del perjudicado o si el acreedor ha omitido llamar la atención
del deudor para prevenir un daño no corriente, desconocido por
éste, o si ha omitido las medidas pata aminorar el daño; y el
supuesto del artículo 829, según el cual, en los hechos cometidos
por un menor, un sordo-mudo, un demente, etcétera. . ., cuando
no es posible reclamar indemnización al tercero responsable de
su vigilancia, procede una indemnización a cargo del incapaz, en
la medida de la equidad y teniendo en cuenta que no sea privado
de sustento 4S.
El código suizo de las obligaciones ha seguido, en líneas ge
nerales este criterio objetivo, pero con algunas variantes. Así. del
artículo 43 resulta que se deja al arbitrio del juez determinar, de
acuerdo a las circunstancias, el alcance de la indemnización; y
del artículo 44 surge que el juez, cuando no ha mediado culpa
grave, puede reducir, equitativamente, la indemnización, si la
reparación del daño expone al deudor a la miseria: todo lo cual
revela que el juez goza, cn el derecho suizo, de un margen más
amplio que el ofrecido por el derecho alemán y, también, que no
se ha dejado totalmente de lado el aspecto subjetivo ib.
Límites de la reparación. Nociones generales. No obstante
estas diferencias, ambos sistemas se han encontrado ante un mis
mo problema:.sea que se tome como base el comportamiento del
deudor—como lo preconiza el sistema subjetivo—, o la situación
45 Larenz. Ob. cit.. v. I. p. 197; Hedemann. Ob. cit.. v. III. p. 126
y sigs.; Von Tuhr, Ob. cit., v. I, p. 77 y sigs., nV 13.
46 Von Tuhr. Ob. cit.. v. I. pp. 75 y 76 y p. 7!.
336
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
340
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
341
influencia de unas sobre otras61 bis. Por ello se contempla única
mente la causa inmediata sin remontarse a un grado más remoto ".
Binding y Oertmann han seguido esta doctrina a la que tam
bién se le ha dado los nombres de: comlido próxima, proximitate
causa, teoría del vínculo directo, etcétera"i.
Además de que las causas no se presentan en fila —como
atinadamente observa Orgaz— se le ha objetado con razón a
esta teoría, que no siempre la causa próxima en el tiempo es la
verdadera causa del daño o por lo menos no es la que gravita
decisivamente sobre él. Por ejemplo, una persona cambia el con
tenido de un frasco de remedio y pone veneno en él; la enfer
mera —sin saberlo— se lo suministra al enfermo y éste muere.
El antecedente próximo del daño sería el acto de la enfermera,
sin embargo no estaría ahí la causa verdadera, sino en el acto más
remoto en el tiempo con relación al resultado, o sea el cambio
del contenido del frasco. Por estas razones —dice Orgaz— esta
teoría ha sido abandonada M.
3. Teoría de la causa eficiente o predominante. Fue expuesta
por Birkermeyf.r yStopatto. Para éstos, la causa del evento.
60 Hedemann, Ob. cit.. v. 111. p. 114.
61 Orgaz, Ob. cit., p. 64.
61 bis Marty, Ob. cit., en Rev. Trim. de Droit civil, 1939, p. 695 y sigs..
nv 10.
62 Orgaz. Ob. cit., pp. 66-68. nv 17; Busso, Ob. cit.. v. III, p. 406,
n? 25; Pérez Vives. Ob. cit., v. II, p. 303, nV 214: Llambías, Ob. cit..
v. I, p. 339, nV 285.
63 Pérez Vives, Ob. cit., v. II, p. 303, nv 214.
64 Orgaz. Ob. cit., p. 67.
342
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
343
'•-
.'.;• •
'"•'
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
345
i"*
el Para Rümelin en la adecuación de la causa al efecto deben
computarse todas las circunstancias existentes en el momento del
hecho, sea que fueren conocidas entonces o que pudieren cono
cerse después. Es éste un enfoque ultraobjetivo 76.
El temperamento predominante es una combinación del pri
mero y del segundo de los mencionados y ha sido expuesto por
Trager e Hippf.l: "La base del pronóstico está constituida por
todas las circunstancias conocibles por un hombre experto y sa
gaz, en el momento de la acción, y todas aquéllas que, sin ser
objetivamente conocibles, eran conocidas realmente por el
agente" "-.
_Se agregan a esta teoría de la causalidad adecuada, las si
guientes reglas:
a) No se debe exigir que el hecho caracterizado como condición
74 Orgaz. Ob. cit.. p. 72.
75 ídem, ídem, p. 72.
76 Orgaz, Ob. cit., p. 72; Pérez Vives destaca que esta posición de
Rümelin —cn la cual se tienen en cuenta en el pronóstico rctrosDeciivo
objetivo, incluso las circunstancias que a! tiempo del hecho no sé cono
cían— ha sido objeto de justificadas censuras. Se pone como ejemplo,
para demostrar el fracaso dc esta opinión, el del vapor Mosell del Llovd
Alemán, en cuya descarga, por descuido de uno de los trabajadores "se
escurrió y cayó un barril que se suponía era de caviar y que. cn realidad
contenía pólvora que había puesto en él, un terrorista de apellido Thomas
Según la doctrina de Rümelin, el obrero negligente en la descarga sería
responsable de todos los daños causados por la explosión del barril (muer
te de una persona y daños en varios buques), lo que. evidentemente es
absurdo (Ob. cit, y. II, pp. 304 y 305).
77 Orgaz, Ob. cit. pp. 72 y 73.
346
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
347
m.
escapa, eso si, el hecho excepcional. El elemento positivo de la
relación causal es que el hombre haya puesto con su actividad
una condición del resultado dañoso el negativo es que el resulta
do no derive dc factores excepcionales, con eficacia decisiva so
bre la esencia M.
C) El problema del resarcimiento en el derecho inglés. En el
derecho inglés, el problema de la responsabilidad civil ofrece as
pectos interesantes, que han sido destacados en forma muy com
pleta por Osear Alvarado Uriburu, en un trabajo especial
mente dedicado al tema, en el que nos demuestra cómo en ese-
derecho se llega, por vías distintas a las seguidas en los sistemas
del derecho continental, a.resultados muv parecidos a los que
acabamos de analizar.
Ante la inexistencia dc código civil, en'Gran Bretaña "la ju
risprudencia ha construido un minucioso cuerpo de normas que 11
otorgan una rigidez mayor que la propia de los países co •>8
dificados".
Se exige, para la procedencia de la reclamación de daños y
perjuicios, tres elementos necesarios:
«2 Puig Brutau, Fundamentos de derecho civil, cit.. t 2 v II p 684-
Von Tuhr, Ob. cit, y. I, p. 71, § 12-1-9; Colombo, Culpa aquiliana, cit.',
p. 162 y sigs., nV 59.
83 Peirano Fació, Responsabilidad extracontractual, cit., p. 426, nv 241.
84 Boffi Boggero, en Rev. Col. Abog. La Plata, año X, nV 20 p 50
para qu.en en nuestro código mientras el art. 520 se afirma en la tes'is de la
causa próx.ma, los arts. 901 a 906 se acercan a la causalidad adecuada
(El comentario es anterior a la reforma del art. 906 por decreto-lev 17 711
/68. Pero cn el art. 903, añade, hay presunción de la condictio 'sine 'qua
non, propugnada por Enneccerus).
348
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
a) acto u omisión;
b) dolo, culpa o negligencia;
el daño resultante del acto u omisión.
El test universal para establecer la responsabilidad os el de
la razonabilidad o sea lo que hubiera hecho en la emergencia a
reasonable man (un hombre razonable). No se trata aquí de un
prototipo abstracto sino que es el magistrado quien, en el caso
concreto, determinará lo que se entiende por tal, de acuerdo a
las circunstancias.
En cuanto al problema de la extensión de la indemnización y
del nexo causal, en principio, no se hace responsable al obligado
por las consecuencias remotas.'
Se considera que la cuestión de la causalidad es acientífica y
que no pueden señalarse principios de carácter general. La cau
sación de las consecuencias debe ser emprendida a la manera
del hombre de la calle y no del científico o del metafísico. La
selección de la causa eficiente, de entre todo el complejo de he
chos, debe ser realizada aplicando el sentido común.
La doctrina, sin embargo, ha formulado algunas normas, cu
ya aplicación ha tenido suerte variable en la jurisprudencia. Así
por ejemplo:
a) Se considera que son consecuencias remotas las que un hom
bre razonable no pudo prever.
b) Una consecuencia no es remota, si es directa.
c) Las consecuencias físicas no son necesariamente indirectas por
que un hombre razonable no haya podido preverlas.
d) Las consecuencias previstas no son nunca remotas.
Lá jurisprudencia actual parece haber desechado el test de las
consecuencias directas, para reemplazarlo por el de la previsibi-
lidad razonable de cualquier daño "\
; . -. .
349
A. Inejecución por culpa.
El artículo 520 del código dispone al respecto- '«En 1
cimiento de los daños e intereses sólo ' ', r°Sar"
fueren consecuencia
plimiento inmed aT
de la obligación". y\neceSana
et,ariaTeTI
d^ la falta "!°$ **
de cum-
La doctrina ha interpretado de flifi.».»!
dc este artículo. «"érente manera el alcance
ejecución cuIdosh pI ,4»,, t i t M caso de in-
daños intríns^d reto ÜosefloreSPOnde'' ^^ ^ ,OS
tación objeto de la ohbl ^ SC Pr°ducen cn la Pr"-
normal de las cosas No s^d" í "V™ COnSecuencia *1 -uso
los daños sufrido en lo demí v 71**"611' ™Cambi°' P01"
el contratodeseqenÍbieTei
sibilidad 1,1 uÍnTado Pasiones,
"" •° aCreed°r' Sa'V° «ucla Po-e"
que indicaran
que el incumplimiento afectara a dichos bienes »
Sl.S'S.S^J. 'i6-" '45a; B-S°- O*. -•• - "I. PP 4,0 v
PP- 54 y55;tLtüG;LL?7/'c-rrÍ
MORHLLO. O,. „-,. v. I. p.p'^-, "t^- * IWe:^Ob. !^
862, nos.; ,93-594;
-i'P-2f- 1DE cit.
Gásperi-
Morello, Ob. cit.. v. •• r- -~-r. n. i /oe; de
p. 216; Borda. Ob. cit Rezzónico. v. ,.
v. 109. p. 859. S 5. nv I ¡„, /'r
-nc.4:lMAZ. VgS-
Esteban.n? Rev.
'45: Fae.
hA'-der.R°ca. La sec
, cien, Lev
350
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
B. Inejecución dolosa.
Debemos distinguir en lo que a esta materia concierne, la for
ma en que había sido legislada originariamente en el artículo 521
del código civil, y el cambio operado por la reforma dispuesta
por el decreto-ley 17.711/68.
El texto primitivo del artículo 521 del código civil. El código ci
vil se ocupó de la inejecución dolosa cn el articulo 521, pero ocu
rría que no existía acuerdo acerca de cuál era su verdadero tex-
1952. v. X. p. 424; Llambías. Jorge |., El enigma de! artículo 521 del
código civil, cn Aequitas. p. 105, nv b; Orgaz, Alfredo, La Ley. v. 59.
p. 29. ir.' 6: Llambías, J. J.. Ob. cit.. v. 1. p. 351 y sigs.. nos. 296-299;
Acuña Anzorena. Ob. cit.. p. 43. La Ley. 27-9-73 —fallo 69.487. caso
Ceustermans c/ Orloff, Der.. 23-7-73. Cám. nac. civ. sala F. Ainsworth /
Alvear Palace —fallo 22.681; Cám. civ. sala A. 12-7-73, "Ceustermans c/
Orloff", Inris. Arg.. 1974. v. 20. p. 325. f. 22.375.
87 S\l\at-Galli. Ob. cil.. v. 1. pp.,201, 207 y 208. nos. 176 y 180.
88 Lafaille, Ob. cit.. v. 1. pp. 203-206, y Curso de obligaciones, v. I,
p. 123: León, Pedro. Recopilación de clases, ya citada, p. 59. El problema
de la limitación dc los daños y perjuicios resarcibles, Córdoba, 1935. pp.
42 y 46 citado por J. I. Llambías. en el artículo mencionado en la n.
75 precedente y por Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. p. 208, n° 180a. Para
Dimas Huai.de. el código también declara imputables las consecuencias
mediatas previstas y previsibles, además de las inmediatas, tanto en el
caso de falla de cumplimiento de una obligación no convencional, como
en el "mal cumplimiento" no doloso de las obligaciones en general, así
I como en el caso de hechos "no reprobados por las leyes, trátese de he
chos lícitos o ilícitos". (Trabajo cit., p. 55).
I 351
i
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRlGO REPRESAS
353
m-
c) En la edición dc Nueva York (1870). declarada oficial
por la ley 527, con una planilla de fe de erratas, tampoco
se encuentra el agregado del "no",2bi\
d) En la ley 1196 de fe de erratas entre las 285 correcciones,
no figura en el artículo 521 la inclusión del adverbio men
cionado ".
e) No aparece el "nc" cn el Diario dc Sesiones del Congre
so ni en el Registro Oficial94, lo que significa que este ad
verbio dc negación no tiene sanción legislativa y, en con
secuencia, no puede ser considerado en el texto auténtico
de nuestro código (arts. 36 y 67, inc. 11, Const. nac.). En
tendemos que únicamente puede tener el carácter de norma
par: Alterini, Ob. cit.. p. 253: HuAUDE, Ob. cit.. p. 126 a 129. ns. 132 a
136. y Rueda y Llan de Rosos, trabajo cit., p. 219.
91 Lafaille, Ob. cit.. v. I, p. 209; Aguiar, Ob. cu., y. IV p 345 n
22.
92 Busso, Ob. cit., y. III, p. 411, n? 62; Lafaille, Curso dc obligacio
nes, v. I, p. 135, ni 254; Investigaciones del seminario, a cargo del doctor
Cai.atayud, Pablo, relación del doctor Lazcano, Rcv. Fae t r Bs As
v. III, p. 447.
92 bis Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I, p. 205; Lafaille, Tratado de derecho
civil, Obligaciones, y. I, p. 208; Guastavíno, Ob. cit., y. IV, p. 299; Bu
sso, Ob. cit, v. III, p. 411; Aguiar, Ob. cit., y. IV, p. 345. n. 22; Bi'bilo-
NI, Ob. cit., y. II, p. 58; Roca Ival. en La Ley, v. 109, p. 852 y sigs.;
Ovejero, en Juris. Arg. v. .53, p. 75; Investigaciones del seminario, a
cargo del doctor Calatayud, relación del doctor Lazcano, citada en la
nota precedente.
93 Lafaille, Ob. cit, v. I, p. 208: Guastavino, Ob. cit. v. IV, p. 299;
Aguiar, Ob. cit., y. IV, p. 548, n. 22e; Investigaciones del referido Se
minario, relación del doctor Lazcano.
94 Lafaille, Ob. cit, v. I, p. 209; Busso, Ob. cit, y. III, p. 411.
354
i:
95 Bibiloni, v. II, p. 57; Aguiar, Ob. cit.. v. IV, p. 347: Cabral Texo,
}., Ob. cit. p., 241 y sigs.
96 Pothier, Ob. cit., 1? parte, cap. 2, art. 3.
97 Pothier, Ob. cit., p. 98, ni 166; Aguiar, Ob. cit.. v. IV, pp. 346-
347; Lafaille, Curso de obligaciones, v. I, p. 137, n? 257; Llambías,
J. ]., El enigma del artículo 521, en Rev. Aequitas, v. VI. pp. 96-101 y su
voto en el caso registrado en La Ley, v. 109, p. 833; Llambías, J. J.,
Ob. cit., y. I, p. 561, n? 304.
98 Colmo, Ob. cit., p. 114; Galli, en Salvat. Ob. cit., v. I, p 206,
n? 179a. Véase trabajo de Rueda y Llan de Rosos, citado, p. 219.
99 Llambías, Jorge J., El enigma del artículo 521, antes referido, en
355
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
357
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
108 Es de hacer notar que en pocos temas del derecho hay tanta dis
paridad de criterios como en esta materia de las consecuencias mediatas
e inmediatas, directas, indirectas, etc. Refiere Maynz a este respecto, que
en el conflicto entre los Estados Unidos e Inglaterra, en 1871, a raíz dc
que esta última permitió que barcos de los Estados Confederados del Sud
salieran de puertos ingleses armándose luego como corsarios en otros lu
gares, Estados Unidos planteó a Inglaterra una reclamación de daños di
rectos e indirectos que ascendían a una elevadísima cantidad. Inglaterra
sostuvo que no debía indemnizar daños indirectos y así se resolvió en
definitiva, después de una ardua y enconada discusión, pero lo curioso
fue que en esta controversia de lo directo e indirecto —dice Maynz—
las dos partes estuvieron de acuerdo en considerar como daño directo pér
didas que, esencialmente, eran de carácter indirecto y coincidieron en re
chazar como daño indirecto, el único daño que era realmente directo: el
aumento de las primas de seguro a consecuencia de que los navios habían
sido armados como corsarios (Maynz, Cours de droit romain v II p.
29, n. 8).
358
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
359
excelente obra publicada últimamente. Indemnización del
daño contractual, que "cabe alabar la prudencia dc que ha
cen gala nuestros magistrados, que inteligentemente saben
combinar todos los preceptos que en el código permiten
arribar a un sistema de responsabilidad flexible.- mediante
el cual es posible adaptar convenientemente para cada caso
—a tenor de sus propias particularidades— la solución que
se estime mejor" "\ "La. mirada de los jueces —dice—\
ha ido deteniendo con preferencia en la situación real se
guida al acreedor a consecuencia del incumplimiento. Es el
cano el perjuicio, la lesión del interés contractual frustra
do, el que debe merecer protección. Y esta nrotección de
be ser lo suficientemente robusta como para restaurar al
máximo el sobredicho interés contractual".
Esa tutela —añade— "debe brindársele a! acreedor, sin
retaceos, plenamente, de un modo integral"'". •'Pero esa
reparación no puede comprender los daños remotos los que
son ajenos a un orden razonable de causación y de previ
sión *. Por eso es de elogiar la orientación dc la Corte
112 "Logioio Antonio c/ Giménez dc Bonifacio". Cámara nacional ci-
w i • í i y-v;™ p-7ÜI'nv 4357-S; ",ribarne Albmo * Ca*,el°
o, "JZ y' V' '°8' P' 772: Cama,a nacional dvil. sala B La Lev
v. 97. p 621; D'Elia dc Gallo c/ Fucrman Mauricio", fallo de la Cámara
nacional e.v.l sala D. Véase sobre este lema De Gaspert-Morf. ,o Ob
cil.. v. I. pp. 865 y 866. n. 45a. '
115 Lalxyv. 95. p. 581: "Goldberg c/ García Martínez". La lev v
c/
«•/ Go.lib"
Gotlib . l«TUCS
La Lcy. v.C/,nogal
109. p. y0tr0S"' U Lcy'
852: 'Pérez v" 94-Ouro".
c/ Rcv P" l05; 'Saniarelli
114 Ob. cii.. v. I. p. 188.
115 ídem. v. I. p. 187.
116 ídem. v. I. p. |8S.
360
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
361
...
más de que, con su empleo, no se ha querido significar otra cosa
que el comportamiento doloso "8.
c) En esta hipótesis de inejecución dolosa o maliciosa dc la pres
tación, el deudor deberá indemnizar no sólo las consecuencias
inmediatas y necesarias, sino también las consecuencias mediatas.
Al analizar el texto antiguo del artículo 521, vimos que en
la doctrina se habían suscitado controversias acerca dc si el
mismo imponía al incumplidor doloso el deber de indemnizar los
daños intrínsecos o si también debía responder por las conse-
118 De acuerdo con nuestra interpretación de la palabra "maliciosa",
Llambías, Estudio de la reforma, pp. 132 y 133; Spota, Alberto: Sobre
las reformas al código civil. Depalma, p. 15; León, Pedro, Recopilación
de clases, pp. 60 y 62, Alterini, Atilio A., Responsabilidad civil. Abcle
do Perrot, p. 100, n? 113; Garrido. Roque y Andorno, Luis, Reformas al
código civil, ley 17.711; Zavalía, v. I, p. 86; Valiente Noailles, Luis
(h.), Comentario a las reformas al código civil, Depalma, p. 46; Gómez,
Rubén Vicente, en su excelente artículo publicado en Der., 24-4-972, p.
2 y sus citas de Villanueva, Adolfo, Reformas al código civil, ley 17.711,
Rosario, Orbir, 1968, p. 109; Salas, Acdeel, La responsabilidad civil, con
tractual y extracontractual, Rev. Col. Abog. de La Plata, año X, n? 21, p.
283; Brebbia, Examen de la reforma al código civil y su génesis Rev.
Col. Abog. de La Plata, año X, n? 21. pp. 21 y 24; Fallo de la Cám.
nac. de paz, in re, "Orsi, Rene, c/ Fracar, S. C", en A, La Ley,, 6-11-970,
p. 8, fallo 65.918. En contra de nuestra interpretación: Borda, Guillermo,
La reforma del código civil. Responsabilidad contractual. El art. 521, en
üer., v. 29, pp. 763 y 764. Mosset Iturraspe, Responsabilidad por da
nos, v. I, p. 100, n? 40. Carranza, Jorge A., parece aceptar esta última
interpretación, aunque critica la solución contenida en la reforma: El do
lo en el derecho civil, Astrea, pp. 32 a 36. Para un estudio más completo
del tema, véase Cazeaux, Pedro Néstor, El artículo 521 del código civil
reformado por la ley 17.711, en revista Jus, v. 20. p. 61 y sigs.
362
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
365
considerar la situación patrimonial del deudor, atenuándola sí
lucre equitativo; pero no será aplicable esta facultad si el daño
fuere imputable a dolo del responsable".
Si bien esta novedad figura en un texto destinado a reglar
la materia concerniente a los actos ilícitos, entendemos que "de
be extenderse su alcance a los daños ocasionados por el incum-
Phmjcnto culposo de las obligaciones dc índole contractual. En
a, Este agregado al artículo 1069 está redactado con un inne
gable sentido general.
b) No habría razón alguna para discriminar, en esta cuestión
entre los danos ocasionados con motivo de un acto ilícito cul
poso y los que resultan de la inejecución culposa de un con
trato, pues las razones dc equidad que han inspirado esta refor
ma mihtan tanto en una como en otra hipótesis.
c La tendencia general de la reforma ha sido poner en mano,
de la justicia un poder moderador en materia indemnizatoria y
ademas del agregado al artículo 1069 encontramos el que se ha
otorgado en materia de cláusula penal (art. 656), en materia de
hecho involuntario (art. 907) yen el desistimiento de la loca
ción de obra (art. 1638), todo lo que, unido a la facultad de
reajustar los intereses moratorios ypunitorios excesivos que la ju
risprudencia moderna ha reconocido en forma unánime, nos per
miten concluir que si se considerara que el artículo 1069 refor
mado no es aplicable en materia de incumplimiento contractual
tendríamos que este tipo de antijuricidad es el único que escapa,'
127 Véase al respecto nuestro v. IV can X Aa^,,,,,--- ii j ,
culpa del damnificado. P' ' A^avaaó" del d°™ por
128 Betti, Ob. cit., y. I, p. 117.
366
•".
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
129 Colmo, Ob. cit, pp. 124 y 125, n<? 155; Salvat-Galli, Ob. cit.,
v. I, p. 211, nos. 183 y 184; Rezzónico, Ob. cit, y. I, pp. 228 y 229.
Borda, Ob. cit., y. I, p. 155, n? 169; Busso, Ob. cit, v. III, pp. 426-428,
n? 175 y sigs. y p. 408, n? 35 y sigs.; La Ley, 26-6-67, fallo 50.016;
Llambías, Ob. cit, v. I, p. 281, n? 248; Morello, Ob. cit., v. II, pp. 203
y 206, n? 55, La Ley, 17-7-973, Cám. nac. civ. sala A, caso Croce c/Ragu-
sa, fallo 69.207.
367
gridad física o espiritual o a las afecciones legítimas, en suma,
el que se causa en los bienes ideales.
Distintas posiciones doctrinarias. Se conocen dos clases de daño
moral —según los Mazeaud—:
a) El daño moral que afecta a la parte social del patrimonio
moral de una persona yque por lo general repercute en su patri
monio material"3. Pérez Vives lo.llama daño moral objetiva-
ble "', y se lo considera apreciable en dinero, verbigracia. Ia
reputación dc un médico menoscabada de la" manera que resulta
del ejemplo que nos proporciona el derecho suizo: "un epitafio
inscripto en una lápida cn la que se leía: aquí yace A. R. a
quien remedios mal recetados le han abierto las puertas de la
tumba" IM.
IjO Colmo, Ob. cit., p. 124. n? 155: Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I p
211. n'.' 184; Rezzónico. Ob. cit., y. [, p. 229; Borda, Ob. cit.. v. I, p.
15i, n? 169; Busso. Ob. cit., y. III, p. 427, nos. 185-189; Llambías'
Ob. cit, y. I, p. 282, n? 2.48; Morello, Ob. cit., y. II, pp. 207 y 208.
131 Busso. Ob. cit.. v. III, p. 427, n? 1S8; Borda, Ob. cit v [*p 155
n? 169, quien recuerda que la ley 14.257 para el procedimiento en la ca
pital federal derogó el anacronismo del sistema del juramento estimatorio
y es el juez quien fija directamente el monto.
132 Mazeaud, Ob. cit., v. II, 2? parte, p. 68, n? 417; Busso. Ob. cit,
v. III, p. 413, nv 75; Acuña Anzorena, Estudios sobre la responsabili
dad civil, p. 65; Gutiérrez y González. Ob. cit. p. 584 ysigs.. nos. 862
y 863. Rodríguez Arias Bustamante lo llama daño moral impropio
(Der. de Oblig., p. 250). '
133 Pérez Vives. Ob. cil.. v. II. p. 284 y sigs.. n? 205.
134 Rose.., Virgile. Ob. cit. pp. 118 y 119, n? 85, in fine.
368
;*
derecho de las obligaciones
155 PÉREZ Vives. Oh. cil.. v. II. p. 284 y sigs.. nv 205 y amores cita
dos en la n. 105. Rodríguez Arias Bustamante. Ob. cit, p. 250 lo lla
ma derecho moral propio.
136 Pérez Vives, Ob. cit., v. II. p. 285. nv 205: Dt Gásperi-Morello,
Ob. cit.. v. I, p. 58. ni 1712: Giorgi. Ob. cit, v. V. p. 251. nv 161: Sal-
vat-Gai.li. Ob. cit.. v. I. p. 215: nV 186: Laurent. Ob. cit.. v. XVI,
n? 281.
369
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
370
derecho de las OBLIGACIONES
141 Colmo, Ob. cit.. p. 129. nV 158; Lafaille. Ob. cit.. v. I, p. 216:
ni 235: Rezzónico. Ob. cit. v. I. p. 234; Brebbia. Ob. cit. p. 106. n? 40;
Salvat-Galli, Ob. cit.. v. I. p. 214, nv 187.
142 Colmo. Ob. cil.. p. 130, n° 160; Lafaille, Ob. cit.. v. I. p. 216.
n° 233; Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 234; Brebbia. Ob. cit, p. 102, nV 38;
Acuña Anzorena. Ob. cit.. pp. 67-68; Colín y Capitant, Ob. cit., v.
III, p. 853; Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, p. 215, n° 187a.
143 Pérez Vives. Ob. cil.. v. II, p. 286. n? 206.
144 Laurent, Ob. cit., v. XX, p. 489, n° 395; Giorgi, Ob. cit.. v. 5,
p. 364, n° 238.
145 Planiol y Ripert, Ob. cit.. v. II, p. 100, nv 252; Colín y Capitant,
Ob. cit.. v. III, p. 833; Colmo, Ob. cit, p. 125 y sigs., nv 154 y sigs.; Sal
vat-Galli, Ob. cit., y. I, pp. 214-215, nv 187; Lafaille, Ob. cit. y. I, p.
210 y sigs., nV 228 y sigs.; Busso, Ob. cit., v. III. p. 414 y sigs., n? 81 y
sigs.; Morello, A. M., Ob. cit.. v. II, pp. 46 y 47, nv 30: Mazeaud, Ob.
cit., y. II, 2? parte, p. 72. n<? 422; Fischer, Ob. cit.. p. 226.
146 Pérez Vives, Ob. cil.. v. II, p. 286, n" 206 y autores citados por
Llambías, Ob. cit.. v. I, p. 305, n. 5.
371
la victima recibiría el importe de esa sanción ejemplar.
Entre los objetivos dc la pena (prevenir, punir, o enmendar)
no está ciertamente el de enriquecer'el bolsillo del perjudicado.
Entendemos, pues, que para constituir el derecho dc la víctima a
cobrar el importe de la reparación, es imprescindible recurrir a la
idea de resarcimiento. Desde el punto dc vista del autor del he
cho, la reparación dc esta clase de daño podrá ser la sanción
ejemplar de que hablan los ilustrados tratadistas que sustentan
esa tesis: pero desde el punto dc vista del damnificado. Ia repa
ración del daño moral o es una indemnización o no es nada,
lisio no significa forzosamente pretender que el dinero pueda
compensar la magnitud del dolor experimentado por el agravia
do, ni nivelar al dinero con los sentimientos más nobles, y menos
aún contribuir a que "domine esc espíritu de lucro que lu con
tamina todo" "'.
147 Demogue. Ob. cit. v. I. p. 49. nv 406- Llambías Ob. cit.. v. 1.
p. 50o y sigs.. nv 262; Legón. Fernando. Naturaleza de la reparación del
daño moral, juris. Arg.. v. 52. p. 794: SALAS. Acdeel. La reparación del
daño moral. ]uris. Arg.. 1942. v. III. p. 46 y Estudios sobre la responso
bilidad civil. Buenos Aires. 1947. Abcledo. p. 77 \ sigs.. especialmente n
6. Para una crítica de esta posición, véase Brebbia. Ob. cit. p- 198
y sigs.. n" 92: PÉREZ Vives. Oh. cit. v. II. pp. 287 v 288: Aguiar Días.
Ob. cit. v. II. p. 574 y sigs.. nV 226. Véase nuestro \. IV. cap. X. La
reparación del daño moral, y luris. Arg.. citada cn nota.-. 82 a 84.
148 Llambías. Ob. cit. p. 506. n. 10. iu fine, listamos de acuerdo con
este distinguido civilista, en rechazar esc jan difundido espíritu de lucro,
pero como decimos cn el texto, nos parece que la indemnización del da
ño moral, siempre que se conserve la indispensable mesura, no ha dc con
tribuir forzosamente a esa lamentable desviación. Son partidarios, tam
bién, dc asignar a la reparación del daño moral, carácter punitivo;
IhcM.NM. Rii'irt \ SwvniR. cits. por Brebbia. (El daño moral, pp.
372
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
¥ 196 y 197. nv 90). Véase, asimismo reciente fallo dc la Cám. nac. [ed. sala
II. caso 69.771, Sut'ircz dc Patino c/ Gobierno Nacional. La Ley. 4-1-974.
149 En el mismo sentido que nuestra opinión. Brebbia. Ob. cit. pp-
90 a 95. Fischer dice dc esta función satisfactoria, que ocupa un lugar
intermedio entre la pena y la indemnización (Ob. cil.. p. 227, n. 19).
150 Aubry y Rau, Ob. cit. v. VI. p. 345, 8 445.
151 Planiol y Ripert, Ob. cit.. v. II, p. 100, nv 252. in fine: Riferi y
Boulanger, v. IV. p. 494. nv 835, in fine: Iosserand, Ob. cit. t. 2, v.
I, p. 509. nv 629: Mazeaud. Ob. cit.. v. I. I-', parte, p. 72, nV 422.
373
artículo 1078, que se refiere a los delitos civiles que son
también delitos del derecho criminal; y el artículo 109 dc
la ley de matrimonio civil, que se refiere a la hipótesis del
cónyuge que se casa conociendo la existencia dc un impe
dimento. Podrían agregarse, asimismo, los artículos 34 de
dicha ley y 1080 del código civil, que si bien no hablan
especialmente dc daño moral aluden a una indemnización
que corresponde a agravios dc la índole que nos ocupa.
Doctrina y jurisprudencia. Ante estas disposiciones, que
únicamente preven supuestos especiales, la doctrina se ha
dividido:
a) Salvat, Llerena, Orgaz, Legón, Ove iero. Imaz,
Llambías y De Gásperi, a pesar de que varios de ellos son
partidarios teóricamente de una indemnización más amplia
del daño moral, interpretan que en nuestro régimen civil, de
acuerdo a las disposiciones mencionadas, sólo cabe la in
demnización de esta clase de daño en los casos estrictamen
te señalados por la ley, o sea en los delitos civiles que tam
bién son delitos del derecho criminal. Se fundan, para llegar
a esta conclusión, en que el artículo 519 del código habla
de "perdida sufrida" yen la interpretación a contrario sensu
del articulo 1078 1S2.
152 Salvat-Galli, Ob. cit.. y. I, p. 213, n? 186; Llerena, Ob cit v
II, p. 442; comentario al art. 520, n? 4 bis, citado, v II- Orgaz ' El
daño resarcible, p. 237 ysigs., n? 60; Legón, F., Juris. Arg., v. 52 p 791-
Ovfjero, Juris. Arg., v. 53, p. 70, n? 6; De GXsperi-Morello. Ob. cit'
a™ taJ yTlf; lMAZ' E" ÍUrÍS' Arg" V' 47> P" ,35; Llambías. Juris.
íal I;;„h
citado, p.'v;m
321 •p--358
y sigs., n?ysu
271voto en La Le^v-93- pp- ™5-^ ««•
y sigs.
374
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
155 Morello, Ob. cit, v. II, p. 45 y sigs., n? 30; Colmo. Ob. cit. p.
126 y sigs., nos. 154-156; Lafaille, Ób. cit., v. I, pp. 216-218, nos. 234
y 235; Colombo, L., Culpa aquiliana, p. 758; Spota, A. G., Juris. Arg.,
1943, v. I, p. 844 y sigs.; Acuña Anzorena, Ob. cit. p. 80 y su voto
en "Ciollaro c/ Elaboración de Plomo", citado en la n. 96; Brebbia, Ob.
cit, p. 117. n? 47; Busso, Ob. cit, v.III, p. 417, n? 105; Borda, Ob. cit,
y. I, p. 161 y sigs., n? 177.
Véase asimismo Estévez de Brasa, Teresa M., El daño moral, La Ley,
v. 119, p. 903; ídem del 22-5-67, nota al fallo 55.875.
154 Lafaille, Ob. cit., v. I. p. 217, nV 235 y Curso de obligaciones, v.
I, p. 150 y sigs., nV 246; Busso, Ob. cit, v. III, p. 416, nos. 102 y 103;
Mazeaud, Tratado dc la responsabilidad civil, Ejea, t. 1, v. I, p. 465,
nV 330.
155 Lafaille, Ob. cit, v. I, pp. 217 y 218, nV 235 y Curso de obliga
ciones, y. I, p. 131 y sigs., nos. 247-250; Busso, Ob. cit, v. III, pp. 416
y 417, nv 104.
375
en toda clase de obligaciones '*
5. El régimen del código civil argentino acuerda al con
cepto dc daño un amplio sentido, comprendiendo el "mal
hecho a la persona" (arts. 1068 y 1075)w.
4. La Ley de matrimonio civil en los artículos 109 v 54
y el articulo 1080 del código, admiten la indemnización del
daño moral '-•. Ello revela que este tipo de reparación no
ha estado ausente de la mente de nuestros legisladores
La jurisprudencia presenta la misma división que la
doctrina:
a) Hay fallos, los más numerosos, que solo acuerdan la
indemnización del daño moral en los casos de delitos del
derecho criminal; negándola en cambio, en los actos ilícitos
que no son delitos del derecho penal v en el sector de las
obligaciones contractuales "*.
ñahlír1^"^11"
ñalada consiste en dC,'a ÍurisP™d^¡<>
admitir precedentemente
la indemnización se
del daño moral
en los cuasidelitos, cuando en la jurisdicción penal se ha
156 Lafaillk. Ob. cit.. y. I. pp. 217 y218. nv 255 vCuno de obliea
eiones. v. I. p. 151. nv 247: Busso. Ob. y lug. cit.
' *
151 ídem. n. 156.
m pLí^'
111. P- LnoE-,S¿-
416, nV 103 y "'" " '•nVPP'105.*" >2'8' "• 2": B—• Ob. Cit. v
p. 417..
159 FaHo dc la CSN, Jurio Are 1942 v m „ z-ii t n
376
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
377
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
378
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
380
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
383
habían mantenido en una posición estricta, sea limitando la in •sí
demnización del daño moral a los actos ilícitos, o distinguiendo,
dentro de éstos, si se trataba dc delitos del derecho criminal o del
derecho civil, o simples cuasi delitos "*.
179 Por la aplicación a lo- actos ilícitos posicriores a la sanción dc la
ley 17.711. se lian pronunciado los siguientes tribunales: Cám. nac. civ..
cap. fcd. salas A. C, D y L. > Cám. íed. La Plata. Por la aplicación a
los casos anteriores, se han pronunciado las salas B y F dc la Cám. nac.
cn lo civil, de la capital federal. (Véase resumen, en Der.. 12-3-970, pp.
1 5 sigs.I. Par.a no citar, s'no los úliimos casos, mencionaremos los si
guientes: "El art. 1078 del código civil, reformado por la ley 17.711. que f
establece la reparación del daño moral, causado por actos ilícitos, no es
aplicable a los hechos ocurridos con anterioridad a la vigencia dc dicha
ley" (Cám. nac. civ. cap. sala A. "Casos González c/ Wiesner" Der.. rjj I
12-3-970. p. 5. fallo 15.165. Juris. Arg.. 1970. v. 16. p. 395- Abella c/
Fernández". Der.. 17-5-1970 p. i. fallo (5.375: "Gaona c/ Sánchez. La
Ley. 25-10-970. p. 3. fallo 65 859. sala C: Casos: "Municipalidad de Bue
nos Aires c/ Valansi. Der.. h-4-970. p. 5. fallo 15.549: Torres c/ Pvrztuk,
Der.. 6-3-1970. p. 4. fallo ¡5.550. Sala I): Casos: "Garbuio c/ Peralta
Ramos. Der.. 12-5-970. p. I. fallo 15.364: La Ley. 8-4-970. p. 8. fallo
65.220: Cambaren c¡ Empresa dc Transpones. Der.. 6-5-970. p. 4. fa
llo, 15.351; "Corti c; Transpones Sargento Cabral". Der.. 6-5-970 p. 5.
fallo 15.552; "Queipo c Cía. dc Seguios generales". Der. 6-5-970 p 7-
lallo 15.354. luris. Arg.. 1970. v. IV. p. 398; "Cioffi c/Fcrnández. Der.',
60-970. fallo 15.548. La Ley. 5-6-970, p. 7. fallo 65.220. sala F- Casos
Paslore e/ Valle. Der.. 6-3-970. fallo 15.555 v luris. Arg.. 1970 v VI
p. 400. "Wolf c,¡ l'oposki", Der., 17-5-70. p. 4. fallo 15.378, Cám led
l-a Piala, en pleno: Der.. v. 28. p. 497. Cám. nac. civ.. cap. fcd sala V
l-a Lcy. 17-6-72. p. 13. nv 28.947-S. caso Muñoz, Manuel).
El nuevo texto del anículo 1078 que establece la indemnización del
cano moral cn los aclos ilícitos es aplicable aún en los accidentes ocurri
dos ydemandas enlabiadas antes dc la vigencia dc la lev 17 711 porque
384
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
según el ruie\o texto del an. 3 del mismo código, sus dispi siciones son
aplicables aún a las consecuencias de las relaciones y situación:^ jurídi
cas ya existentes". Cám. nac civ., cap. fed. sala F: Casos: "Roggeroni . '
Empresa El Alba". Der.. 17-3-970, fallo 15.376, y en La Lev, 3-3-970. p.
2. fallo 64.652 y cn luris. Arg.. 1969. v. IV. p. 269; "Russo c/ Chiappini".
Der.. 6-5-970. p. I. fallo 15.347 y cn La Ley. 5-4-970. p. 5. tallo 64.816:
Enríquez c/ Pagólo, luris. Arg.. 1970. v. VI. p. 401: Der.. 12-5-70. pp.
6 y 7, fallo 15.367: "Saravi Cisneros c/ Gómez. La Ley. 22-5-1970. p.
2. fallo 65.167; Dolenko el Rodríguez, Der., 17-6-970. p. 1. fallo 15.980.
sala B: Casos: González el Municipalidad. Der., 17-3-970, p. 4 fallo
del juez, doctor Sanios Ciluentes. Der., v. 30, fallo 15.364. En materia
de molestias de vecindad, ha hecho lugar, asimismo, a la indemnización
del daño moral por hecho* anteriores a la vigencia de la reforma, la
sala B de la Cám. nac. civ. cap. fed.. en los casos "Ferrer c/ Mecca
S.A.". Der.. 2-11-970. fallo 16.707. Véanse, también, sobre este tema. los
fallos que se registra en Juris. Arg.. 1969. v. III, p. 120, sala D. Cám.
nac. civ., caso "Villanueva c/ Grumblatt; Juiis. Arg., 1969. v. IV, p. 438,
fallo sala F, de dicha Cámara, en caso "Di Francesci c/ Presmanes". Ju
ris. Arg.. 1970. v. VI, p. 758, Cám. 2-: Santiago del Estero, caso "More cy
Santiago Lawn Tennis Club". Juris. Arg.. 1969, v. IV. p. 560, sala F,
caso "Sánchez c/ Agencia Marítima Basal". Jurisp. Arg., 1970. v. VI. p.
"77. sala C. caso "Cardalda c/ Aguirre", Juris. Arg.. 1970. v. VI. p. 595.
fal.o sala C. "Wolf c/ Maison", con n. dc Augusto Mario Morlllo, que
se manifiesta partidario de la aplicación del nuevo texto del art. 1078 a los
actos ilícitos anteriores a la sanción del mismo, en estos términos: Parece
razonable concluir que la perduración del daño moral en aquellos he
chos ilícitos operados con anterioridad al 1-7-1968 cuyas consecuencias,
como rubro indemnizable continúan gravitando cn el tiempo posterior a
la vigencia dc la ley ¡7.71 1. legitiman al órgano jurisdiccional ante el pe
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
386
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
388
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
389
..
jurioso o dc una culpa muy grave. 2) El resarcimiento del da-
no moral tiene, además de un carácter indemnizatorio, un carác
ter punitivo. Revela la indignación suscitada en el Jury por el
acto cometido. 3) Se acuerda este tipo de reparación, especial
mente en los siguientes casos: difamación, detención arbitraria,
seducción, daños ocasionados a vecinos, etcétera "°.
e) En el derecho soviético, recuerda Mosset Iturraspe. se ex
cluye totalmente la indemnización del daño moral, de acuerdo
a la opinión de Cherchenevitich. según el cual "la transfor
mación del perjuicio moral es el resultado del espíritu burgués
que lo estima todo en dinero, que considera que todo puede
venderse" l91.
XVIII. CLÁUSULA PENAL
A. Noción. El acreedor yel deudor pueden convenir que para
Ja hipótesis del incumplimiento absoluto o relativo de la obli
gación, el deudor deberá pagar una pena o multa: es la llamada
clausula penal. El código civil la ha definido así: la cláusula pe
nal es aquélla en que una persona, para asegurar el cumplimiento
189 Fischer. Ob. cit. p. 251 ysigs.. n° 20; Brebbia, Ob. cit p 158 y
sigs., nos. 6>72; Aguiar Días, Ob. cit. y. II, pp. 389, 391-393
190 Brebbia, Ob. cit. p. 146 y sigs., n? 73; Aguiar Días. Ob cit y
I , PP- 393 y 394, donde se amplía la lista dc daños morales indemniza-
bles, según el derecho inglés. Fischer, (Ob. cit, p. 250) cita un caso de
jurisprudencia en que se condenó a una persona a pagar 500 libras de
indemnización por derribar el sombrero a otra.
191 Mossei'Iturraspe, Responsabilidad por daños, v I p 151 n 34
Rev"T;tC"t
Kev. Int. de d=Droit
FRID:EFFS' Lü resPonsabili,é
Compare, 1958. p. 577 ycivdc
sigs. en droit sovtetique, en
390
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
391
trio judicial en la estimación del daño, desde que el monto del
mismo quedaba señalado dc antemano por medio dc la cláusula
convenida . El carácter dc la clausula penal en este período es
preferentemente indemnizatorio.
C. Derecho moderno. En el derecho moderno j en nuestro có
digo cn ,1 la clausula penal conserva la doble (unción que tenía en
el derecho romano, pero con algunas variantes.
I. Es compulsiva, si bien no cn el sentido estricto de la pri
mera época dc Roma, pues en la actualidad son exigióles com
pulsivamente todas las obligaciones civiles (arts. 505 y515 cód
c.v.) y no es necesario recurrir a cláusulas penales para darles
lucra, obhgatona. Pero dicha clausula conseva su carácter com
pulsivo en otro sentido: es indudable que por medio de ella v
vohmta^
vo untad de? deudor
1T*una*Unpresión
deVad°psicológica
ÍmP°rtC- decisiva,
SC •*"* inclinán
-b- I» '« !
dola haca el cumplimiento dc la prestación "».
W Saum-Oalu. Oh. cu. , I. pp. 217 v 218. nos. 191 v 192- 1
'• •°h <•«• - »• ->• ^28. n, 24o: Llambías, Ob. ci,.. v. 1. p. 592. *£
Oh .•AMTÜA'^'' üh li'" " '• PP' 2i&-2"- *»• 19» v194: I.,,mu,
«un Inulo para ^e cdeudor cumpla .o.uniariamenic ,a prestó,
l-w., • j . p' ™'' Habría que agregar seuún
la functón I"" ,^aSCgUr!,,°rÍa-
coneTZ deT
^ ™fÍnaIÍdad ma*« «• 3i««í« UI f"
PÜCS *" P-™ "-cr eficaces obii.a-
las• discuudas
,1 ,M ,• i oblaciones
u manCra ',ü
qucSC noP°dr/an
licnen haccr
valor va,cr- «""o por
pecuniario ,Pln,ejemplo
Peí,'
392
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
393
convenir una cláusula de esta índole. La doctrina está de acuer
do en que debe convenirse por escrito, salvo el caso de obligacio
nes inferiores a diez mil pesos que pueden contratarse verbalmen-
te (art. 1193, cód. civ.). Naturalmente que de esta última ma
nera se tropezará con las dificultades consiguientes para su prue
ba, s. fuera negada en juicio. Sin embargo las cláusulas penales
accesorias de actos que tienen señalada una determinada forma
para concretarse, deben observar la misma formalidad exigida
para el acto principal (art. 1184, inc. 10, cód. civ.)-™.
No se requieren términos sacramentales para convenir una
clausula de esta clase, pero es menester que surja explícitamen
te que se ha estipulado una penalidad para el caso dc inejecución
absoluta o relativa ». Algunos autores admiten la posibilidad mi
229 23Sr7/"GAI-U^?- •'' '•' V' KP' 22U n° '97a yP" 244 y«¡8»- "os.
06 c' "•vV-.1,,A:L242 RCU- Pnf8'
p- 242: Busso- °h- «'••"?v.245
IV. Y
p.P-'452.
221'n?"°6239;
y p Jónico,
463 y siss
i". PSA22V8AT„CAL4-n ?RtzzüN,C0-
H-v'';p-22U •• v.n?y. I.I,,97a: L—- Ob. °b- cit--
v.v' IVV ;p. JL
464. nos. 95 y97; Borda,°b-
Ob.«"'cit. P.p. 242;
173 Busso,
n° 197- Colmo"
Ss/púnto fdeí ^ ?V*£ ^ ^ puL ' « '^o°72
Id 393 n?
no 320;
«n LaT°;
I, P- 393, Ley, v.Der"
.06,29-Z'"' faI1° 91 U-
p. 238 yJuris. Arg..Llambías.
1962. v. Ob.
I pcit655 y
Ga,,,^'1'^ °b- Cií- V' !l P' 227' n? 244 yP- 22°. n° 237- S*lvat-
S
P.4027 v?',CP "'}' P- 2V°
L3Í.ST' °b- Cit-188=v- BUSS°-
!• P" 2«°bci<-
Ysigs.v-Colmo.
IV. P. 45Í nos
Ofc 2,
l'íM,0' V y.T'
bIas, 06. cit, I, pp.^ 401C""y V'402[' P'n° 172
327 ysi§s- "os. 195 v196; L. am
201 Salvat-Galli. O/, c/L. v. 1, p. 2.6, n° .88; Busso. Ob. cit, y. IV,
394
DERECHO DE LAS' OBLIGACIONES
395
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
204 Colmo. Ob. cil.. p. 156. nos. 171 y 172: S.u.\at-Gai.li. Ob. cit..
v. I. p. 223. nV 200: Lafaille, Ob. cit.. v. I, p. 213. nv 249: Busso. Ob.
cit. v. IV. p. 508, nos. 2 y 3; Rezzónico, Ob. cit.. v. I. p 247; Borda,
Ob. cit. y. I. p. h80. nv 214; Li;ón. Pedro. Recopilación de clases, v. I.
p. 215.
Llambías [Ob. cit.. v. 1. p. 452, nv 556) considera que se trata, cn
realidad, de una excepción impropia al principio de la accesoriedad y que
lo que hay realmente aquí es una obligación condicional: "Alguien se so
mete al pago de una multa si un tercero declina asumir cierta obligación".
205 Sal\at-Gm.i.i. Ob. di.. \. I. p. 225. nv 201.
396
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
el¿n£TU7'\
principio de la d0l°*a ^ h PreStaCÍÓn
inmutabilidad P"ndPuL
puede dejarse de ladoanalmente,
cuando el
monto de la pena es tan excesivo que afecta a la moral o a las
buenas costumbres (arts. ,4 y 953, cód. civ, - Cuando una
clausula de esta especie consiste en una prestación cuyo valor es
exageradamente desproporcionado con respecto a los daños cau
sados la doctrina yla jurisprudencia anteriores a la reforma del
articulo 6d6 por decreto-ley 17.711/68 habían reconocido a lo,
jueces la potestad de intervenir y poner coto a tales exacciones.
Cláusulas penales exorbitantes. Posición de la jurisprudencia
con^respecto a esta última excepción al principio de la inmuta-
bdidad. Tres posiciones había asumido la jurisprudencia en este
sentido, en el transcurso del tiempo:
1- En algunos fallos, sobre todo los anteriores al año 19?0
aproximadamente, se mantenía el principio de la inmutabilidad
de la clausula penal por excesivo que fuera su monto. Regía in-
discutido cn esa época el respeto absoluto a la voluntad de los
contratantes y se decía que "los mayores de edad deben cuidar
por s. mismos sus intereses y si no lo hacen, tanto peor para
ellos"-1.
220 Gac. Foro, v. 68, p. 303; La Ley, v. 12, p. 521, Turis. Arg.. v. 21,
1974. Pcia. fallo 3747.
221 La Ley. 24-6-66. fallo 55.810; Cámara nacional en lo civil, sala D;
Der.. 3-8-67. fallo 9794; Cámara nacional civil de la capital federal, sala B,
que redujo al 24 % de inteiés anual una pena del 1 % diario; Der., 3-8-
67, fallo 9798; la Cámara nacional civil de la capital federal, sala D, re
dujo una cláusula de dos mil pesos diarios a trescientos pesos también
por día. En otros casos y atendiendo a las circunstancias particulares del
caso y sobre todo a la finalidad perseguida al convenirse la cláusula penal,
se han considerado justas penas superiores, por ejemplo del 3 % mensual
(Der., 3-8-67. fallo 9795, Cám. nac. civ. cap. fed., sala C; y La Ley, 10-
6-66, fallo 55.723). Hay un cierto paralelismo entre el problema de la
limitación de las cláusulas penales excesivas y el tope máximo permitido
en cuanto a intereses, pero hay que destacar sin embargo como lo ha
decidido acertadamente la Cámara nacional en lo comercial de la capi
tal federal, sala C, que el concepto de la cláusula penal responde a rubros
y razones distintas que las de los intereses que deben pagarse en las obli
gaciones dinerarias, por lo cual se permite —en muchos casos— que el
monto de la cláusula penal sea superior al de los intereses (Der.. 9-8-67,
fallo 9823). Véase Vocos, Cláusula penal, en Juris. Arg., Reseñas 1969,
p. 192, n? 61 y sigs.
222 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, p. 231, n? 214.
402
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
403
nables límites. En cambio la reducción no procede si ambas
partes sujetaron el cumplimiento del contrato a severas cláusu
las penales que tienen fuerza equivalente "6 bl\
La. prudencia de los jueces seguirá teniendo, pues, amplio
campo dc acción en este tema. Themis no debe dejar caer nin
guno de los platillos de su balanza, como diría Proudhom. Por
•su parte, quienes estipulen cláusulas de esta índole, deberán ex
tremar el cuidado de no convenirlas tan bajas que no signiliquen
ninguna presión sobre la voluntad del obligado, ni tan elevadas
que afecten los principios que la ley y la jurisprudencia han te
nido en cuenta, y las expongan al alcance del arbitrio judi
•i
cial.
Cláusula penal infinta. A la inversa de lo que hemos venido
viendo hasta ahora, también nuestra jurisprudencia ha resuello
que corresponde admitir la reparación dc los perjuicios suple
mentarios no cubiertos por una cláusula penal ínfima, sostenién
dose que la inmutabilidad de la cláusula penal puede ser dejada
de lado no sólo cuando la pena es exorbitante sino también
cuando lo es ínfima: "la pena ínfima convenida —se dijo—
implica una suerte de dispensa del dolo del deudor, pues es
claro que éste se reserva la posibilidad de cumplir o no según su
arbitrio, «i ¡m pactado para el caso de incumplimiento una pena
irrisoria por su exigüidad" 22r.
Derecho comparado. La solución de la inmutabilidad dc la
226 bii SCBA, 10-4-75. "Ballalti c/ Zucchi". DJBA. v. 99. p. 70.
227 Cámara nacional" civil sala A. 10-8-71. "Cilioeca ej Coarsa S.R.I.."
Der.. v. 43. p. 617. fallo 20.609: RlPKRT-Boui.ANCr.R. Ob. al., v. IY
p. 497. nv 840: |uzg. ci\. II. cap. fcd.. 24-5-72: Der.. s. 44. p. 742
404
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
405
dinero, si se trata de una deuda de valor sería susceptible de
reajuste por depreciación monetaria, en tanto que si es una deu
da puramente dineraria, tal reajuste sería improcedente. En épo
cas de creciente inflación, se comprende la repercusión que tiene
una u otra tesitura.
La Cámara de apelaciones de Mar del Plata, in re, "Cabrera
de Williams de Dubourg c/ Granoni", por voto de los doctores
Games y Larrain y con la disidencia del doctor Solari Brumana,
se pronunció en el sentido dc que la deuda emanada de la apli
cación de una cláusula penal, es una deuda de valor, y por lo
tanto corresponde su reajuste por depreciación monetaria m. ¡i
El tema fue muy bien analizado tanto en una como en otra
posición, e indudablemente obliga a meditarlo. Por nuestra par
te nos inclinamos en el sentido de que la deuda emanada de la
aplicación de una cláusula penal, no es una deuda de valor,
sino una deuda puramente dineraria, por las siguientes razones: í-S
a) La cláusula penal es, por definición, una indemnización, un
"sucedáneo convencional de los daños e intereses", como la lla
ma Lafaille. Ahora bien, los daños e intereses constituyen una
obligación de valor antes de su fijación, pero después de que
tal fijación se ha efectuado, constituyen una obligación pura
mente dineraria. Lo mismo ocurre con la cláusula penal. Ense
ña Barbero que la obligación de resarcir se concreta en una
obligación pecuniaria; la deuda de valor —si tal era la obli
gación no cumplida— se convierte en una deuda de valuta:
deuda que se hace actual desde el momento de su liquidación,
230 La Ley, v. 138, p, 166 y Juris. Arg., 1969, v. IV, p. 644. Sobre la
distinción entre deudas de valor y de diñero, véase cap. IX.
406
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
407
vale decir, que debe consistir cn cosas que estén en el comercio
o no prohibidas o en hechos posibles, no prohibidos, que no sean
contrarios al orden público ni a las buenas costumbres y que no
afecten derechos dc terceros. En suma, debe tratarse de un
objeto lícito.
• •
i
ID. Interpretación dc la cláusula penal. I.a cláusula penal, se
ha dicho, es dc interpretación restrictiva, por aplicación de los
principios que rigen a este respecto en malcría penal, por lo que
las dudas en cuestiones relacionadas con este tipo de cláusulas
debe resolverse siempre con criterio esiricio 2V\
/. Paralelo con airas figuras jurídicas, a) Con las obligaciones
alternativas. La obligación alternativa es aquélla que tiene por
objeto una dc entre varias prestaciones independientes y distintas :••
en el título, de modo que la elección que debe hacerse entre ellas
quede desde el principio indeterminada (art. 655). Por ejemplo.
la obligación dc entregar el caballo Relámpago o cincuenta mil •
pesos a elección del deudor. Una obligación con cláusula penal
podría consistir, usando los mismos elementos del ejemplo pre-
255 Colmo, Ob. al., p. 139,'nv 177; Salvat-Galli. Ob. cit.. y. 1. p. 227
v sigs.. nos. 208 y 209; LAFAILLE. Ob. cit. v. I. p. 227, nV 245- León
Pedro. Ob. cit. v. I. p. 210: Busso. Ob. cit. v. IV, p. 471 ysigs.'nos 1-
10: Rezzónico. Ob. cit. v. I. p. 249; Borda. Ob. cit. v. I. p. 170, n? 188-
1-lambías. Ob. cit.. y. I, p. 404. nv 550. Puig Peña no cree que pueda
ser clausula penal, la que consista cn una caducidad dc derechos, salvo
que a dicha caducidad se la hubiera configurado como estricta sanción
penal (Ob. cit. t. 4. v. 1. pp. 78 y 79).
236 Puig Peña. Ob. cil.. t. 4. v. I. P. 80. y su cita del Tribunal supre
mo de su país.
408
1
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
410
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
civil. Contratos, v. i, p. 146. nv 298; Busso. Ob. cil.. v. IV. p. 456, n? 42;
Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 268: Borda. Ob. cit, v. 1, p. 172. n'.' 194;
Llambías. Ob. cit, v. i. pp. 598-401. nv 526: Vocos. Cláusula penal, cn
luris. Arg., nos. 127 a 151.
245 Salvat-Galli, Ob. cit. v. I, p. 255. nv 219; Busso. Ob. cit. v. IV.
p. 466, nv 114: Rezzónico, Ob. cit. p. 255: Borda. Ob. cit. v. 1. p. 174.
nv 201.
244 Colmo. Ob. cit.. p. 140. nv 179:- Lafaille. Ob. cit.. v. 1. p. 229.
nV 247; Salvat-Galli. Ob. cit.. y. I. p. 255. nv 219: Rezzónico. Ob. cit.
v. I. p. 255: Busso. Ob. cit. v. IV. p. 466. n? 115: Borda. Ob. cit.. v. L
p. 174, nV 200.
245 Salvat-Galli, Ob. cit. v. 1. p. 255. nv 219; Busso. Ob. cit.. v. IV.
p. 466. ni 114; Rezzónico, Ob. cit. v. I. p. 255: Borda. Ob. cit. v. I.
p. 174. nv 201: Lafaille. Ob. cil.. v. I. p. 225: Colmo, Ob. cit.. p. 141.
n? 180.
246 Salvat-Galli. Ob. cit, v. 1, p. 243, nv 224: Lai-aii i.l. Ob. cit,
y. I. p.'228. n? 246; Colmo, Ob. cit, p. 138; Busso. Ob. cit. v. IV, p,
462. nv 80; Rezzónico. Ob cit. v. I, p. 255.
247 Véase cap. III, p. 198.
412
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
248 Machado, Ob. cit, y. II, pp. 387-390, notas a los arts. 654 y 655
Borda, Ob. cit, y. I, pp. 66 y 67, n? 63, in fine.
249 Segovia, Ob. cit. v. I, p. 164 n? 3; Llerena, Ob. cit, y. III, p. 135
Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, pp. 240-242, n? 223; Lafaille, Ob. cit., v. I
p. 229, n? 247; Morello, Augusto M., El boleto dc compraventa, p. 182
Llambías, Ob. cit. y. I, p 440 y. sigs., n? 361 bis.
250 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, pp. 241-242, n? 223; Rezzónico, Ob
cit., y. I, p. 255; Busso, Ob. cit. v. IV, p. 480, n? 22.
251 Salvat-Galli, Ob. cit. v. I. pp. 239-240, n? 222; Busso. Ob. cil.
v. IV, p. 480, n? 23; Llambías, Ob. cit., y. I, p. 443, n? 362.
414
derecho de las obligaciones
257 Colmo, Ob. cit.. pp. 141-142. nv 180; Lafaille. Ob. cit, v. 1.
p. 223, nv 240: Sai.vat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. p. 256 y sigs.. nos. 220a y
221d; Busso, Ob. cit. v. IV. p. 477. nv 80: Rezzónico, Ob. cit. v. 1,
pp. 256-258: Borda. Ob. cit.. \. I. p. 174. nv 201; Llambías, Ob. cit.
V. I. p. 456 y sigs.. ir. 560.
258 Colmo. Ob. cit.. p. \-2: Lafaille. Ob. cit. v. 1. p. 223, n? 240,
in fine; Salvat-Galli, Ob. cit, v. I. p. 257. nv 221. in fine; Busso. Ob.
cit, y. IV. p. 478, nv 9: Llambías, Ob. cit. v. I. p. 458; Rezzónico.
Ob. cit. y. I, p. 257-, Borda, Ob. cit, v. I. p. 175. nv 201 in fine. En
contra: Peirano Fació, quien sostiene que "la pena se debe aún'.'cuando
el deudor haya incumplido ¡a obligación sin culpa" (Ob. cit, v. III, p.
194): La Ley. v. 128. p. 672; fallo 59.175: luris. Arg.. 1948, v.: I, p.
491 y La Ley, v. 49, p. 489: furis. Arg.. 1957. v. IV. p. .547 y La Ley, v.
90. p. 69. etc.; León. Pedro. Ob. cit. v. I. p. 220. hace notar que cn este
caso hay una especie de presunción de culpa.
259 La Ley. v. 122. p. 735; fallo 55.740, r';i re "Marini c/ Soriano", Cám.
nac. civ. cap. fed., sala B y Juris. Arg., 1966. v. 111, p. 269.
417
La cláusula penal es una indemnización a ¡orjait. según la
acertada expresión de Planiol. A ganancias y pérdidas m. El
acreedor toma a su cargo el riesgo de que los daños efectivo»
del incumplimiento excedan del tope fijado por la cláusula. El
deudor a su vez, se expone a que dichos daños sean inferiores a
ese tope y aún a que no exista daño. Así lo han consagrado los
artículos 655 y 656 del código civil. ". . .el acreedor no tendrá
derecho a otra indemnización, aunque pruebe que la pena no
es indemnización suficiente" (art. 655). ". . .el acreedor no es
tá obligado a probar que ha sufrido perjuicios, ni el deudor
podrá eximirse de satisfacerla probando que el acreedor no ha
sufrido perjuicio alguno" (art. 656)>lbiK.
Pero si el daño no es requisito necesario para la exigibili-
dad de la cláusula penal, tiene cn cambio su importancia cuan
do se trata de juzgar problemas como el que se refiere a la inmu
tabilidad de la misma en los casos de penas excesivas, a que
nos hemos referido precedentemente. En tales circunstancias,
ante una impugnación del monto de una cláusula penal por
260 La Ley, v. 6, p. 974; luris. Arg.. v. 14. p. 190; v. 51. p. 528; 1948,
v.I, p. 491; Cae. Foro, v. 158. p. 312.
261 Planiol y Ritert, Ob cit, v. II, p. 100, nv 253.
261 bis Cám. civ. B. 29-7-55; La Ley, v. 80. p. 252; 17-11-54; Juris.
Arg., 1955, v. III, p. 66; Cám. com. A. 18-9-63; Juris. Arg., 1964, v. I,
,p. 195; Cám. civ. A. 30-6-66; furis. Arg., 1966. v. V, p. 58; Cám. civ.
B, 15-4-66; Juris. Arg.. 1966, v. III, p. 269 y La Ley, v. 122. p. 735;
Cám. civ. D, 2-8-61, Juris. Arg., 1962. v. VI. p. 156; Cám. paz III,
3-12-59; Juris. Arg.. 1960, v. IV, p. 399; Cám. 2? La Plata, I. 10-10-44-
Juris. Arg., 1945, v. II, p. 36.
418
I. doble ¡nalidad de X " f e" ° "" "C'X'""' C°"
-ún este art,Vn^ f
1°" W8"nd°
caso de que expTesáméntf^ Ub,Cra ,a P6na' SÍno en eI
reserva°o ese derecho". Se-
nidatalalsentido se haga
obligado ML-,debe ser Sesa
cxPresa. 2.
2 'La C°nVenc!on
, opción 1ue
así conce-
TdtaU. pena,. se esLa ^ * ^ EL»"
Pena, pero „^ l^^y^*~*»-,¿«^
, v. I. p. 178, „- 209; lu»„„, £>». ri,., ví,' ,. z-,1. * 19 -
419
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
265 Sai.vvi-Galli. Ob. cil . v. I. p. 244 y sigs., n? 299; Colmo. Ob. cit,
p. 134, nv 167: Lafaille. Ob. cit, v. I. p. 221 y sigs., nv 239: liusso, Ob.
cit. v. IV. p. 493 y sigs.. nv 3; Rezzónico, Ob. cit. v. 1. p. 260; Borda,
Ob. cit. y. I. p. 179, nos. 209-212; Cám. civ.. A. 4-4-67: luris. Arg., 1967.
v. IV. p. 249; ídem. Sala D. 6-2-58: La Ley, v. 91. p. 418.
264 Salvat-Galli, Ob. cit, y. 1, p. 245. nos. 250 y 251; Lafaille. Ob.
dt. y. I, p. 222; Busso, Ob. cit, y. IV, p. 494 y sigs.. n? 16- Rezzónico.
Ob. cit. v. I, p. 260; Borda, Ob. cit. v. I. p. 179, nv 210. Sobre la posi
bilidad de reclamar la prestación y la pena moratoria, véase el fallo re
gistrado en Der., 3-8-1967. fallo 9793: Llambías. Ob. cit. v. I. pp. 422
y 423. nv 545. l'uic Peña. Ob. cit.. t. 4. v. 1. pp. 86 y 87: Cám. 2'
La Plata, sala II. 1-8-58. DJBA. \. 55. p. 127; Cám. com'. cap.. 27-7-58.
luris. Arg.. v. 65. p. 199.
420
empo la pena moratoria estipulada, el acreedor debe tener el
uidado de hacer una reserva expresa en el sentido de que no
e le ha pagado dicha pena, y por lo tanto mantiene sus dere
hos para reclamarla, muniéndose al mismo tiempo de la debi
a constancia de que ha hecho esta reserva, porque de lo contra
o corre el riesgo de que se tenga por caduco su derecho a exi
ir el pago de la cláusula penal moratoria. Así lo ha resuelto la
risprudencia en casos recientes, haciendo una interpretación
alógica del artículo 624 del código civil, que si bien se refiere
los intereses de las obligaciones dineradas, debe ser aplicado,
r extensión —se dice— a toda clase de obligaciones principa
s y accesorias: "Quien recibe el pago de la prestación princi
l, sin hacer reserva de su derecho a exigir también el pago de
mulla pactada, pierde toda posibilidad ulterior de reclamar esa
ulta, pues la obligación accesoria se ha extinguido" 26\ A igual
lución se llega por la vía del artículo 525 del código civil.
La segunda excepción que permite la acumulación de la
igibilidad de la prestación y la pena se da cuando las partes
í lo hubieren convenido (art. 659). Naturalmente que si tal
umulación representara un monto demasiado elevado y des
oporcionado, contrariando a la moral y las buenas costum
es, caería dentro de las previsiones del artículo 656 segundo
rrafo del código civil, y el juez tendría la facultad de interve
r y reducir la cláusula a sus justos límites**.
Pluralidad dc acreedores y deudores. Planteo. La existencia
pluralidad de deudores y acreedores da lugar a problemas en
obligaciones con cláusula penal, cuando entre la prestación
incipal y la de la cláusula hay diferencia dc naturaleza, vale
cir, cuando una prestación es divisible y la otra indivisible o
5 Der.. 3-8-907. Cám. nac. civ. sala C. fallo 9793 y v. 5. p. S45: I.a
y. v. 114. p. 291: v. 121. p. 613: luris. Arg.. 1966. v. 5.. pp. 632-654:
Ley. 7-4-67, fallo 57.061. La Ley. 12-7-975. caso Siher c/ Macioi Cres
, fallo 09.180.
0 Sai \ \i-Gau.i. Ob. cit.. \. I. p. 240. nv 252: lll sso Ob. cit.. \. IV.
495. nv 14: Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 260; Li \muí\s. Ob. */ v..
p. 425: Cám. 2. La Plata. 18-3-00: La Lc% \. 105. p. 52^.
421
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
267 Colmo. Ob. cit, p. 142 y sigs.. nos. 181 y 182; Salvat-Galli. Ob.
cit, v. I, p. 252 y sigs.. nos. 240 y sigs.; Lafaille. Ob. cit, v. I, p. 23Ü.
n? 248: Busso, Ob. cit.. v. IV. p. 499 y sigs.. nV 1 y sigs.; Rezzónico.
Ob. cit.. y. I. p. 264 y sigs.; Borda. Ob. cit. v. 1, p. 179, nos. 211-2.13;
Llambías, Ob. cit.. v. I. p. 445 y sigs.. nv 364 y sigs.
268 Salvat-Galli, Oh. cit. pp. 252-261. nos. 240-262: Busso. Oh. cit..
y. IV. pp. 499-502. nos. 1-26.
269 Busso, Ob. cit.. v. IV. p. 500. n'.' 11 y p. 501. ir." 18.
270 Salvat-Galli, Ob. cit. v. I. p. 254, nv 242. in fine: p. 256. nv 247
422
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
423
visible y la pena indivisible y con mayor razón si ésta es solida
ria, ocurrida la inejecución, cualquier acreedor puede reclamar
al deudor el pago de la pena íntegra. Pero si hubiera incumpli
miento parcial —dice Salvat—. el derecho a exigir la pena úni-'
eamente existirá para el acreedor a quien no se le hubiere cuín-
piído la parte de la prestación que le corresponda "\
2. Si la obligación es indivisible y la pena divisible, acaecida
la inejecución cada acreedor tiene derecho para pedir la parte que
le corresponde cn la cláusula penal :~'\
Cuando el incumplimiento ocurriere sólo con respecto a un
acreedor —enseña Salvat— se debería únicamente la parle de
la pena correspondiente a éste. Por ejemplo, una servidumbre
de paso negada a uno solo de los liiulare,: solamente ésteícndría
derecho a reclamar del obligado la pane proporcional de la pena
divisible que se hubiera convenido".
XIX. SEÑA. SEÑAL O ARRAS
La seña, señal o arras, puede ser definida como la cosa o la
suma de dinero que uno de los contratantes entrega al otro para
274 Miaat-Gaui. Ob. cil.. y, I. pp. 254-256. nos. 245 v 246: Ik-so
Ob. cit. v. IV. p. 501, nv 16: Lata.lll. Ob cit. ,. I. p. 250 n» 248-
Llambías, Ob. di., pp. 446 y 447. nv 366
275 Salvat-Galli. Ob. cit ,-. I. p. 2bl, no... 254->bl; Uu^c Ob di
y. I\ . P. -,02. nv 22: Rezzónico. Ob. ci,.. v. |. p. 2fob; Bordv Ob di v
I. P- 180. nv 212; I.lambía. Oh. cil.. v, I. pp. 45t> v 457. nv 577.
276 Swau-Gali.,. Ob. cu., v. I. pp. 259-261. nv 257: Busso. Ob. cit.
v. \. p. .02. ,r- 22: R.Y/ÚMto. Oh. cil.. y. I. p. 266: Borda. ()/, cit
v. I. p. 180. nV 212: Ll vmbí-v Oh. ci,.. ^. I pp 455 v 456 nv 575.
277 JJ.M.v.W-G.Ml.1. Oh. cil. \. 1. p. 260. ti" 257,
424
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
426
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
284 . Morello, Ob. cit.. p. 292 y sigs., nV 83; La Ley, 10-8-66, fallo
56.095, Cám. nac. civ. sala F; Rezzónico, v. 1, p. 272.
285 Ác. y Se/7/.. SCBA, 1961, v. V. p. 686; 1958, v. I, pp. 196 y 295;
v. II, p. 807; serie 15, v. II, p. 162; serie 17, v. IX, p. 210: serie 18,
v. II, p. 52; Juris. Arg., 1942, p. 184; 1959, v. II, p. 315; 1958. v.
III. p. 354; 1952, V. II, p. 277.
286 Juris. Arg., 1953, v. 1IL, p. 32, fallo 15.193; Ac. y Sent., SCBA,
serie 8, v. VII, p. 454; La Ley, v. 68, p. 250.
287 La Ley, v. 57, p. 742; v. 65, p. 719; Juris. Arg.. 1952, v. I, p. 92;
1952, v. II, p. 277; Ac. y Sent.. SCBA, 1957, v. III, p. 289; 1958, v.
VI, p. 267; Morello, Ob. cit., p. 307, nv 89.
288 Salvat, Tratado de derecho civil. Contratos, v. I, p. 143, nv 291;
Ac. y Sent.. SCBA. 1956, v III. pp. 86-88.
427
denciales, con respecto a si ciertos actos importan o no principio
dc ejecución del contrato, y cn algunos dc los supuestos que se
acaban dc recordar, no hay criterio uniforme. Así pasa con la
entrega de los títulos al escribano, la confección dc planos, el
pedido de certificados, etcétera, a los cuales, algunos tribunales
'!
les asignan él carácter de principio de cumplimiento y oíros, no :".
/.(/ cláusula "como seña, a cuenta de precio y como principio
de ejecución del contrato". El empleo dc la fórmula "como se
ña, a cuenta dc precio y como principio de ejecución del contra
to", que también suele incluirse en las compraventas, ha sido in-
terpretado en el sentido de que la seña tiene un alcance distinto
del que acabamos de explicar, y cuando ha sido convenida esto
fórmula, no cabe el arrepentimiento dc tas parles •'-*.
•••"
La seña y las ventas judiciales, finalmente, cabría hacer no-
lar que en las ventas ordenadas cn juicio, los artículos 585 del
código procesal civil y comercial dc la provincia de Buenos Ai
res y 587 del código procesal civil y comercial de la Nación,
regulan la materia dc manera que la entrega de la seña no au-
loriza el arrepentimiento. Si el comprador desiste de la compra
289 Ri.z/ÚNKU. v. I. pp. 212-215: Mori.i i.o. Ob. al., p. 51o.
290 y 291 Re2/.ónicu. v. I. p. 273: Juris. Arg.. 1959. v. II. p. 51b: 1959.
v. II. p. 515: 1951. \. II. P 534; La Lcy. v. 48. p. 889; v. 60, p. 291
\ v. 70. p. 291: Mokku.o. Ob. cil.. p. 308. n. 466c y pp. 554-541: Der..
v. II. p. 454; l)|HA. v. 72, p. 24b. Ll acto debe ser suficiente pura de
mostrar dc manera inequívoca la voluntad ele cumplir el contrato. iDcr..
20-7-975 —Cám. nac. civ. sat;i C, caso "Iribarne e/ Bcrraondo. n? 22.675).
292 Ac. y Sent.. SCBA. I9t>>. \. II. pp. olí y 1548: Moun.i.o. Ob. cil.
p. 297. nv 84.
428
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
433
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
434
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
438
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
439
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
440
ciertos deudores para no obligarlos a pagar nada más que lo
que buenamente puedan, dejándoles lo indispensable para una
modesta subsistencia según su clase y circunstancias, y con cargo
de devolución cuando mejoren de fortuna (art. 799, cód. civ.)-
El acreedor está obligado a conceder este beneficio en el ca
so de que el deudor sea un pariente próximo (padres, hijos, cón
yuges o hermanos), y asimismo a otorgárselo a un consocio, al
donante en lo que concierne a exigirle el cumplimiento de la do
nación, y finalmente al deudor de buena fe que hubiere hecho
cesión de bienes a los acreedores y es perseguido en los bienes
que adquiera después del concurso (art. 800, cód. civ.). Este
tema del beneficio de competencia será considerado ampliamen
te en el capítulo referente al pago.
B. No todos los acreedores concurren en un pie de igualdad en
cuanto al cobro de sus créditos. Hay dos clases de acreedores:
a) acreedores con derecho de preferencia; b) acreedores comunes
o quirografarios. .„.:.
Cuando los bienes del obligado son suficientes y alcanzan
para pagar todas sus deudas, no hay problemas al respecto y to
dos los acreedores perciben sus créditos. En este caso, dicha
distinción carece de aplicabilidad.
Pero cuando los bienes del deudor son insuficientes y se pro
uce la situación jurídica caracterizada como de concurrencia de
creedores, que se da especialmente en los casos de concurso ci
il o de quiebra del deudor, o insolvencia plena del mismo u, es
ecesario, entonces, poner en juego los derechos de preferen
ia de los acreedores, pagando primero a los privilegiados y a
os que tienen derechos reales de garantía y con Ío que resta se
aga a prorrata a los acreedores comunes (art. 3922, cód. civ.).
Los créditos comunes o quirografarios, son, pues, los que en
sos casos de concurrencia de acreedores, cobran en un pie de
3 Salvat, Tratado de derecho civil. Derechos reales, ed. Jesús Menén-
ez, v. II, p. 740, n? 2841; Lafaille, Ob. cit.t v. I. pp. 581 y 537, espe
ialmente la n. 109 y fallos allí citados; Borda, Ob. cit.f v. I, pp. 206,
07 y 210, nos. 256 y 261 y fallos La Ley, v. 35, p. 239; Juris. Arg., 1946,
. II, p. 375
441
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442
ód. civ.). '
Esta situación de privilegio no puede resultar sino de la ley
art. 3876, cód. civ.). El deudor no puede otorgar privilegios, a
ingún acreedor1*.
. Acreedores con derecho real de garantía. Si bien el deudor
o puede acordar privilegios asus acreedores, puede, en cambio,
onstituir a favor de algunos de ellos, derechos reales de garan
a. Así, los, créditos que siendo originariamente comunes, si son
arantizados con una hipoteca o prenda por el deudor, quedan
rovistos de un derecho de preferencia a su favor (arts 3105
934, 3204, 3889 y 3907, cód. civ.)». La diferencia entre esta
ategona y la precedente, queda ala vista: en la-hipótesis de los
creedores privilegiados, la ley es la fuente inmediata del dere
ho de prelación. En los acreedores con derechos reales de ga
ntía, se necesita un acto del deudor, sin el cual estos derechos
o nacen ala vida jurídica, aunque la ley sea, en último análisis,
fuente mediata de ese derecho de preferencia. '
^Los privilegios se dividen en: genérales y especiales ó parti
lares. Los privilegios generales se subdividen, a su vez, en-
rivilegios sobre la generalidad dé los bienes muebles e inmue
les del deudor; y privilegios sobré la generalidad de los bienes
uebles del deudor .(arts. 3878, 3879 y 3880, cód. civ.).
Los privilegios particulares ó especiales se subdividen en-
ivüégfos.sobre ciertos muebles; y privilegios sobre ciertos in
uebles, Veremos los casos,más frecuentes, .sin perjuicio de am
iar el tratamiento de este punto y todo lo que se relaciona con
ta materia de privilegios, en el lugar de nuestra obra dedicado
pago . " '• • ¡
an sido contemplados por el artículo 3879 del código civil, y
Lafaille, Ob. cit., v. I, p. 569, n? 629; Salvat, Ob. cit., v. II, p.
1, n? 2842; Cordeiro Alvarez, Ob. cit, p. 356, n? 21; Llambías, Par
general, v. II, p. 212, n? 1309. ,. .
Rezzónico, Ob. cit., v. I, p. 288; Borda, v. I, p. 206. n? 256; Cor
iro Alvarez, Ob. cit., p. 356, n? 21; Llambías, a estos casos, los lla
a "acreedores munidos de una garantía real" creando una categoría espe
l para ellos (Ob. cit., v. II, p. 212, n? 1308 y p. 213, n? 1310).
Salvat-Galli, Ob. cit., v. II, p.742, n? 2845; Lafaille, v. I, p. 574,
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zada de los bienes del deudor28.
El efecto del embargo consiste en dejar en situación de indis-
ponibilidad el bien de que se trate. -Si el deudor- transmite el
bien embargado, éste pasa con ese gravamen al adquirente, doc
trina artículo 1174, código civil, salvo que se trate de un adqui
rente de buena fe, vale decir, que haya ignorado la existencia de
esa medida de seguridad "i Además, el propietario que a sa
biendas transfiere como libre un bien embargado, incurre en el
delito previsto por el artículo 172, inciso 9 del código penal.
El embargo acuerda, también, al acreedor que lo obtiene, un
derecho de preferencia sobre el valor del bien, para el cobro de
su crédito (art. 218, cód. civ. y com. de la provincia de Bue
nos Aires; y art. 218, cód. civ. y com. de la Nación)'. En el caso
de venta juidicial de un bien embargado por varios acreedores la
preferencia en el cobro de los créditos se determina por el orden
de las fechas de los embargos, salvo en caso de concurso civil o
de quiebra del deudor, en cuyos procedimientos este derecho de
prioridad del primer embargante queda sin efecto x, o que exis
tan créditos con privilegio especial.
27 Alsina, Ob. cit.. v. III. p. 58 ysigs.: p. 174 ysigs. yp. 292 ysigs.
28 Alsina, Ob. cit. v. III. p. 174 y sigs.
29 Alsina. Ob. cit, v. III. p. 58, n" 9; Llambías, Obligaciones, v. I,
p. 47o, n. 13; Rezzónico, Ob. cit, y. I, P. 299 y jurisprudencia citada en
la n. 14; Castro, M.. Ob. cit., v. ¡II. p. 66. n? 115; Roca Sastre, Derecho
hipotecario, Barcelona, 1954, v. III, p. 485. Para este autor el embargo
constituye un verdadero derecho real.-
30 Rezzónico, Ob. cit. v. I, P. 298: Alsina. Ob. cit. v III p 60
n? 11; Llambías, Ob. cit.. v. I, p. 474, nv 396.
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38 Alsina. Ob. cit. v. lll, p. 336. nv 39; Castro, Máximo, Ob. cil..
y. III, p. 114 y sigs.. nV 187 y sigs. En nuestra jurisprudencia y aún antes
de la sanción del art. 222 del código procesal civil y comercial de la
Nación, se había hecho lugar a esta medida en pleitos y divergencias susci
tados entre socios y también a los efectos de recaudar los porcentajes
de ingresos que habían sido embargados. (Véase Der., 12-12-67; juris
prudencia condensada y fallos 10.331-10.335).
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51 Pérez Vives, Ob. cil.. v. III. p. 275. nv 425; Llambías las define
como "la facultad conferida a los acreedores en virtud de la cual ellos
pueden gestionar los derechos del deudor que éste deja abandonados"
(Obligaciones, y. I, p. 494, nv 420): RODRÍGUEZ Arias BUSTAMANTE. Ob.
cit. pp. 282 y 283. nv 150.
52 Planiol y Ripert, Ob. cit.. v. II. p. ni, nv 281; Giorgi. Ob. cit.
•v. II, p. 234 y sigs.. nV 192 y sigs.; Laiaille. Ob. cil.. v. I. p. 62. nv 60
y -autores citados en su n. 63. Parece ser, según León, que el antece
dente más serio es un rescripto del Emperador Caracallá (Ob. cit,
v. II. p. 26).
53 Colín y Capitant, Ob cit. y. I.-p. 79; Rezzónico, Ob. cit.. v. I,
p. 354; Lafaille, Ob. cit. y. I, pp. 62 v 63. nv 61; Borda. Ob. cil.. v. 1.
p. T87. nV 222.
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70 Ac. y Sent, serie 20. v 9. p. 123: La Ley, v. 48. p. 749; Juris. Arg.,
1947, v. 111, p. 742.
71 La Ley, v. 97. p. 227.
72 Com. y Just. Córdoba, v. 14. p 28.
73 La Ley, v. 50, p. 169; Juris. Arg.. 1948. v p. 746: Cámara 1? de
La Plata, en suc. de José Banchcro.
74 Lafailli;, Ob. cit, v. I, p. 64. n? 63.
463
les y formales.
1?) Sustanciales. Se exigen los siguientes requisitos sustancia
les: ser acreedor; que medie inactividad; que haya interés legí
timo; que exista un derecho susceptible dc subrogación. Los
analizaremos seguidamente.
Calidad de acreedor. Del artículo 1196 del código civil fluye
que para ejercitar esta acción debe reunirse la calidad de acree
dor. No importa la clase de prestación de que se trate: puede ser
de dar sumas de dinero, de dar cosas», dc hacer o dc no hacer.
Tampoco importa la época de nacimiento del crédito, a diferen
cia de la acción revocatoria que exige que sea de fecha anterior
al acto que se pretende revocar (art. 962, inc. 3). No se hace
distinción entre créditos comunes o privilegiados: la doctrina y
la jurisprudencia, después dc algunas vacilaciones, se han incli
nado enel sentido de que aunque el crédito sea privilegiado puede
el acreedor tener interés en ejercitar los derechos de su deudor,
para el caso de que los bienes afectados al privilegio no sean
suficientes77. Algunos autores sostienen que no cabe distinguir
entre obligaciones civiles y naturales a los efectos de esta acción
(Demogue, Lafaille y Sánchez di- Bustamante)7'. Se trata
75 Lafaille, Ob. y lug. cits.
76 Lafaille, Ob. y lug. cits.
77 Lafaille, Ob. cit. v. I, p. 70: Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 369;
Borda, Ob. cit, v. I, p. 196. n? 236; Giorgi, Ob. cit.. V. II, p. 272, n? 233:
Cordeiro Alvarez. Ob. cit, p. 338; Juris. Arg.. v. 57, p. 485; ídem año
1942, v. IV, p. 590; Llambías, Ob. cil., v. I. p. 534, n° 446.
78 Lafaille, Ob. cit, v. I, p. 74, ifí 72; Demogue. Ob. cit. v. VII.
nos. 959 y 971; Sánchez de Bustamante, Acción oblicua, p. 314, nv
800; Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 571.
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87 Demolombr, Ob. cit. v. 25. pp. 99-101. nv 100: Laurent, Ob. cit.
y. XVI, nv 593; Josserand. Ob. cit.. t. 2. v. I, p. 539; Baudry-Lacanti
nerie, Ob. cit. y. XI. 1 Des obligations. p. 567, nV 629; Planiol y Ripert,
Traite elémentaire. v. II. p. 114, nv 287; Salvat. a pesar de considerar
que la acción es de carácter conservatorio, como entiende que no es sim
plemente conservatoria, pues es la preliminar de la ejeutiva, concluye que
el crédito debe ser exigible, o sea que no pueden ejercitarlo los acreedo
res condicionales o a plazo íOb. cit. v. I. p. 118, n? 237).
88 Giorgi. Ob. cit. v. II. p. 270; Lafaille, Ob. cit. v. I. p. 69, nV 68:
Colmo, Ob. cit. pp. 170 y 171. nv 254; ídem Llambías, Oh. cit, v. I,
p. 536; n? 447, in fine.
89 Colmo. Ob. cit.. p. 171.
90 Lafaille, Ob. cit. v. 1. p. 71. nv 69 y 72, n. 123; Rezzónico, Ob.
cit. y. I. p. 371: Borda, Ob. cit.. v, 1, p. 197, nv 237: Cordeiro alvarez,
Ob. cit. p. 338; De Gásperi-Morello. Ob. cit. v. 1, p. 556, n" 237;
I'iirano Fació. Ob. cit. v. III, p. 212: Baudry-Lacantinerie, Ob. cit.
\. XI, I. Des obligations. p. 572. nv 635: Planiol y Ripf.rt, Ob. cit.
v. II, p. 114, nv 287; Josserand. Ob. cit.. t. 2, v. I, p. 539. n? 669; Colín
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y Capitant, Ob. cit.. v. III, p. 85: Demolomhe. Ob. cit. \. 25, p. 95,
n? 94; Mazeaud. Ob. cit. 2? parte, v. III, p. 245. nv 966; Marcadé. Ob.
cit.. y. IV, p. 421, nv 493: Llambías. Ob. cit, v. I. p. 540, nv 451.
91 Lafaille. Ob. cit. v. I, p. 71, nv 69: Salvat. Ob. cit. v. I. p. 118,
n? 239; Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 371; De Gásperi-Morello, Ob. cit.,
v. I, p. 556; La Ley, v. 102. p. 905. 6790-S.
92 Rodríguez Arias Bustamante. Ob. cit., p. 285.
93 Lafaille. Oh. cit. v. 1. p. 74. nv 72; Giorgi. Ob. cit. v. II. p. 264,
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Para otros, en cambio, este requisito debe exigirse únicamen
te cuando el acreedor persigue esta acción como ejecutiva o cuan
do pretende que el deudor no disponga de su derecho o se procura
aprovechar sólo del beneficio, pero no cuando se ejercita la ac
ción con carácter exclusivamente conservatorio (Aubry y Rau)98.
La gran mayoría de los autores, preferentemente ios más mo
dernos yla casi totalidad de los autores argentinos, entienden que
no es necesaria autorización judicial previa alguna para la pro
moción de la acción subrogatoria ".
En cuanto a la jurisprudencia nacional, en una primera época
exigía el requisito de la subrogación judicial previa, apoyándose
en la nota al artículo 1196 en la cual se cita a-Marcadé. Esta
97 Proudhom. De l'usufruit, nv 2236 y sigs.; Marcadé, Ob. cit, v. IV,
P- 421 y sigs., nv 493; Toullier, Le droit civil franeáis, v. VI, p 403
nv 372: Peirano Fació, Ob. cit. y. III, pp. 212-213,' pero en virtud de'
que el art. 1295, inc. 1 del código civil uruguayo prescribe: "Podrán los
acreedores pedir al juez que los autorice para ejercer los derechos y ac
ciones de su deudor". Pérez Vives, Ob. cit, y. III, p. 274, n? 426.
98 Aubry y Rau. Ob. cit, v. IV, pp. 197 y 199, § 312.
99 Massé y Vergé, en Zachariae, v. III, p. 408, § 554, n. 1; Larom
biére, Ob. cit. y. I, p. 287; Baudry-Lacantinerie, Ob. cit. v. XI, I
Des obligations, p. 570, nV 634; Planiol y Ripert, Ob. cit, v. II, p. 115,
nv 289; Colín y Capitant. Ob. cit. y. III, pp. 85 y 86; Josserand, Ob'.
cu.. 1. 2. v. I, p. 540, n? 670: Ripert y Boulanger, Ob. cit, y. V p 317
nv 1384; Giorgi, Ob. cit. y. II, pp. 278 y sigs., nv 236 y sigs.; Lafaille!
Ob. cit, y. I, p. 76, nv 73; Rezzónico, Ob. cit. y. I, p. 374 y sigs.; Bor
da Ob. cit. y. I, p. 198. n? 241; Cordeiro Alvarez, Ob. cit, p. 338; De
Gásperi-Morello, Ob. cit, y. I. p. 559; Llambías. Ob. cit. v. I p 547
ir? 455; Llerena. Ob. cit, y. IV, pp. 293 y 294, nv 2; Demolombe, v.'
aXV, p. 108 y sigs., nV 103.
470
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•".:•.
117 Giorgi. Ob. cit. v. II. p. 252. nos. 209 y 210. Mmicadé admile el
ejercicio, por los acreedores, dc las acciones de estado, cuando la acción
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(art. 3291 y sigs.l12".
Las meras facultades. Se enuncia en doctrina el Principio dc
que no son susceptibles de ejercerse por vía de la accoa subro
gatoria las meras facultades del deudor. Es difícil yobjeto dc
muchas discusiones, diferenciar lo que son meras facultades de
lo que son derechos y acciones del deudor. En nuestra opinión,
hay un derecho vuna acción del deudor que pueden dar lugar
al ejercicio de la acción subrogatoria por parte de los acreedo
res salvo las excepciones ya expuestas, cuando el obligado ha
constituido una relación jurídica frente a otro sujeto, por ejem
plo- un contrato va convenido, un derecho real ya formalizado,
una sucesión va abierta; y hay. en cambio, una mera facultad.
cuando aún no se ha constituido una relación jurídica y.-se trata
nada más que de la simple perpectiva de constituirla, por ejemplo:
la posibilidad de que el deudor contrate ono contrate, adquiera
o no un derecho de propiedad, vale decir, facultades que solo es
tán en potencia n'.
De tal manera, cuando lo que el deudor tiene son meras la-
,25 Lafaille. Ob. cit. v. 1. p. 92 y sigs.. nV 86; Rezzónico. Ob. cit,
v 1 pp. 366 v 567; Salvat. Contratos, v. I. p. Ib. n¥ 235,
12o' Lafaille. Ob. cit. v. 1. p. %ysigs.. tí! 87; Rezzónico, Ob. cit. v
1. p. 367; Bordv. Ob. cit, v. 1, p. 192. nV 229; Salvat. Contratos, v. I.
p. 117, nV 237.
127 Lafaille. Ob. cit. v. I, p. 78. n<? 76; Sai vat. Contratos, v. 1. p. 1U.
p. 234; Rezzónico. Ob. cit. v. 1, p. 367; Borda, Ob. cit V. I. p. 194. nj
234: Baudry-Lacant.ner,,:. Ob. y v. cits.. p. 532. nv ,99; Planiol. R-
pfrt v Esmein. Ob. cit,v. Vil. pp. 212-215, nos. 90U y 901; Demolom
be. Oh. cit. v. XXV. p. 62 y sigs.. nos. 57 y 58; Mazeacd, Ob. cit, 2.
parte, v. lll. p. 242. nv 961.
480
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cultades en potencia, los acreedores no pueden ejercitar esas
perspectivas de derechos: por ejemplo, no podrían, abogando
se en los derechos de su deudor, comprar para él un bien Z
ventajosa que fuera la compra; ni arrendar un campo en su nom
bre por favorable que pareciera el negocio; ni celebrar en su £
gar un contrato de sociedad, por seductoras que fueran las esne
ranzas de ganancia; etcétera. P
La Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Ai
res, haciendo aplicación de estas orientaciones, negó a un acree
dor el derecho de promover por vía de acción subrogatoria la
TZlMI J° C°ntra Un ÍnqUÍIÍn° de SU deudor> f^dándo-
un acto iegar/.eSta COndusÍón' en ^ esta acción constituye
acreedores - aC1°n ^ °° ^ ** ^C'ld° ^ los
lLJr°CedÍmíent0ide
tiene formas especiales deCStaprocedimiento
QCCÍÓn- La para
acciónsu subrogatoria no
ejercicio por los
acreedores. Como regla general puede enunciarse el princfpio de
que se sigue al respecto el procedimiento que corresponde para
hacer valer en justicia el derecho de que se trate como si lo eTer
ctara su Mular originario - Por consiguiente, en cuanto a
ses:zt::¡
harán valer,la clase de proceso'
recursos defensas
a intentar, <*«***.
etcétera, p-^Ve
se aplican las mis
ma reglas que regirían si quien promoviera la acción respecti
va fuera el propio deudor, en vez de serlo el acreedor, en su re
emplazo. Debe, pues, intentarse la demanda ante el juez que
hubiera sido competente si el demandante hubiera sido el intere
sado directo, con la forma de proceso que corresponda a la re-
elim,VUH
titulo donde
T consta
qUSelfV1^
derecho(SUmarÍa eJecutiva
lo permite; ° cecial,
yordinaria, en casosi
seqUeargumenta
en contra que
del elaccionante
demandadopero»°J^6™
se acepa^-.*s| la contrade-
manda estuviera íntimamente hgada ata acaon ^
con citación del deudor subrogado, In lo que s ^
las defensas que el tercero <^<^^XS«r. el titular 1
se coincide en que son las mismas que *nd"aJ^xtintivas y
directo del derecho, incluyéndose todas ^ ^ ^ ^ J
también cualquier defecto ^«^J^^Ss que se
sidera que la situación debe juzgar*dcF
lación jurídica existente entre el deudo, ^ogad y
vno con respecto al acreedor subrogante que cn rca"a u} N
„, • r „ 106 n" 91 i/i /""?• Llambías es parti-
¡a.^r^r^yj^¿-
rio cUar a, deudor (O,. cü vI. P^ «• «- - ^-~~
^ ^
^^iS-S-M^bt 5^:.%95». - ««: BO.A, O, *,
v. I.p. 2Ó2, nv 231. ' Llambías. Ob. cit, v.%)
153 Lai-aillu. Ob. c,t. v. 1. P- 103. "• * t . /{w. >
o 555 n? 460. /» //w: Borda. Ob. cit.. v. 1. P- -«*. n '
P
134 Lafaille, Oa.
«i. cit..
,v vv. l1. dP- "»,
1D8 n.
nv 96;. Llambías. Ofe. cit.
ob v.I,
^
p. 557. tí! 462: Rezzónico. 06. cií.. v. •P" 3"^ d'ü vcom. de Mar
v. 1. p. 201. nv 249, in fine. Vcase ^^UC™*™*™^ 68.148, p: 9-
ddM.t..i«.i»."Momóc/ López, en La Ley, "-M7-"' * * p:
,35 Lafaille, Ob. cit. v. I. P- 106, rf 93; Rezzónico, Ob. c./..^ I, P-.
377, n. 102, íii /me. , .
,36 Lafaille, O/, ci/., v. 1, p. 106, nv 92; Llamb.as, Ob. at, v. I,
482
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
H. E/ttttw. Hay que discriminar los efectos dc esta acción cn
oque se relaciona: 19) con el acreedor subrogante; 2°) on el
deudor subrogado; 5") con el tercero demandado; y49) con los
demás acreedores del deudor.
ftíi
Si la acción se concibe como conservatoria, el acreedor su
brogante no se beneficia especialmente con el resultado que se
obtenga por intermedio de ella, ytodos los bienes que a,aíz de
la misma se consigan se incorporan al patrimonio del deudor
en beneñc.o de ,odos los acreedores. El acreedor que ha éjeí
atado la acción subrogatoria, no vendría agozar de esta manera
de ninguna preferencia por este solo hecho, como no fuera el que
tuviera por la naturaleza de su crédito ode un embargo, ypo
los gastos del juico cuando éste ha tenido resultado favorable »
El acreedor, pues, según ésto, debería promover una segunda ac
ción, esta vez directamente contra su obligado, yen ella obtener
el embargo yventa de los bienes incorporados al patrimonio de
deudor en virtud de. funcionamiento de la acción subrogatoria «
en un pie de igualdad con todos los demás acreedores del deu
dor, yacompartir con ellos el beneficio obtenido por su diligente
Por ai *T* 5°*"
por laa'nnaturaleza *"" V*""»*0
de su crédito gozara de P°r
algún
^ privilegio
-reedofespe-e
c»! o hubiera obtenido un embargo con anterioridad « "
En cambio, quienes consideran esta acción de naturaleza eje-
euuya, sostienen que el acreedor subrogante se beneficia con ef
cr di nd° Í POr.medÍ° dC '" mÍSma' yPuede «Arar su
la sentencia que en la misma se dicte tiene para el efectos de
cosa juzgada solamente, si ha sido citado en el juicio. Antes
de legislarse sobre esta materia, la doctrina coincidía en que
si al promover la acción subrogatoria el acreedor accionante rio
había hecho citar al deudor, titular de la relación jurídica ejercita
da yeí resultado del juicio fuera desfavorable alos derechos de
éste, la sentencia dictada no podría serle opuesta, pues se vulnera
ría el derecho de defensa en juicio, consagrado por el articulo 18
de la Constitución nacional M1. En la actualidad la citación del deu
dor está impuesta por los artículos 112 de los códigos procesa
les civiles y comerciales de la Nación y de la provincia de Bue
nos Aires. El régimen establecido es el siguiente, en cuanto a la
intervención del deudor en el juicio promovido por el acreedor
subrogante respecta: a) Si el deudor comparece dentro del termi
no de la citación, puede asumir directamente la calidad de par
te actora, en cuyo caso el acreedor subrogante "podrá continuar
sólo con el carácter accesorio y subordinado que determina el
artículo 91, primera parte, de dichos códigos procesales, b) Si
el deudor citado no comparece dentro del término, puede inter
venir, siempre en el proceso, como litisconsorte de la parte prin
cipal'142.
El hecho de que se haya deducido la acción subrogatoria, no
quiere decir que el deudor pierda la facultad de ejercitar actos
140 Lafaille, Ob. cit, y'. I, p. 107, nV 95, in fine.
141 Lafaille, Ob. cit, v. I, p. 159, n? 98; Rezzónico, Ob. cit, v. I,
p. 379; Borda, Ob. cit, v. I, p. 203, n? 252; Llambías, Ob. cit, v. 1,
pp. 559 y 560, n? 463, in fine y p. 561, nV 465.
142 Véase art. 91, 2? parte de los cód. proc. civ. ycom. capital ycód.
proc. civ. y com. Buenos Aires.
484
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
488
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
489
?) En la acción directa el acreedor ejercita ia acción en la
edida dc su crédito, y en algunos casos dentro de una medida
ijada por la ley (arts. 1592, 1645 y 2591, cód. civ.). Lo con
rario pasa, de acuerdo a la doctrina que prevalece, en la acción
ubrogatoria 162.
?) En la acción directa el demandado puede oponer al acree
or accionante todas, las defensas que tenga directamente contra
l, y, entre éstas, la de compensación, que como hemos visto no
s posible en la acción subrogatoria, donde el demandado sólo
uede articular las defensas que tenga contra el deudor subro
ado, acreedor suyo *\
5. La acción directa y el contrato de seguro antes de dictarse
la ley 17.418. Se discutió en la doctrina y la jurisprudencia si
el damnificado por un hecho ilícito podía tener una acción di
recta contra el asegurador del responsable del daño. Había dos j
posiciones al respecto:
1?) Un importante sector doctrinario y algunos fallos judiciales
reconocían al damnificado el derecho de promover acción directa
contra el asegurador del responsable, a fin de obtener el resarci
miento en la medida del importe del seguro ,M.
161 Lafaiili:. Ob. cit.. v. I. p. 110. nv 100; Rezzónico. Ob. cit.. v. 1.
p. 583: Borda. Ob. cit.. v. 1. p. 205. nv 255: Llambías. Ob. cit.. v. 1. p.
582. nV 481.
162 Lafaille. Ob. cit.. v. I. p. MI. nv 102: Rezzónico, Ob. cit.. v. I.
p. 384; Borda, Ob. cit.. v. I. p. 205. nv 255; Llambías, Ob. cit.. v. 1.
p. 582. nv 481. León. Pedro. Ob. cit.. v. II. p. 33 y 35.
165 Lafaille. Ob. cit.. v. I. p. 111. nv 102: Llambías. Ob. cit.. v. í.
p. 582, nv 481.
164 Llambías. Ob. cit.. v. 1. p. 578 y sigs.. nv 480; Aguiar Henoch.
Hechos v actos jurídicos, v. 111. pp. 571 y sigs., n? 2U; Colombo, Leo
nardo A.. Culpa aquiliana. p. 186, nV 77; Halperín. I, La Ley. v. 20, p.
690: Spota. A. C. nota en juris. Arg.. 1954, v. I, p. 258. 1955. v. I. p.
291; Acuña Anzorena. A., Estudios sobre responsabilidad civil, p. 99 y
sigs.. La Ley. v. 23. p. 577; Juris. Arg., 1961. v. V. p. 575: .Ac. y Sent..
SCBA, 1957.V. IV. p. 440: Cámara de Mercedes, fallo cn La Ley. v. 114.
490
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
las consecuencias del artículo 736 del código civil, o sea facul
tando al actor para pretender en su caso un nuevo pago en
su favor; 2) el pago que el tercero demandado realice en favor
del demandante lo libera frente a su propio acreedor, deudor a
su vez del accionante, aunque este último no hubiese sido citado
al juicio; lo cual es así, ante todo porque se trata de un pago
que el demandado judicialmente por la acción directa no puede
eludir, y además porque a! pagar como tercero la obligación a
cargo de su acreedor directo, se subroga en los derechos del
accionante desinteresado y luego puede oponer la compensación
entre este crédito que se le ha traspasado y la deuda que a su
vez tenía para con su acreedor l77; 5) en la acción directa el
reclamo sólo puede prosperar hasta el menor monto de las dos
obligaciones en juego, pues ni el demandante puede pretender
cobrar un crédito superior al suyo propio, ni a la inversa hacer
responsable al tercero demandado por una deuda mayor que la
que a éste le corresponde; 4) el tercero demandado puede hacer
valer tanto las defensas que tenía contra su acreedor directo,
como las que pudiera tener a título personal frente al accionante,
como podría' ser verbigracia la compensación con algún crédito
propio contra éste 17s; 5) el demandante "se incauta —dice
Llambías— de la prestación exigida al demandado, sin que esc
bien pase por el patrimonio del acreedor inmediato de este últi
mo", con lo cual resulta ser el único y exclusivo beneficiario dc
la prestación obtenida, sin tener que soportar la concurrencia
de otros acreedores dc su verdadero deudor ,7''; y 6) la acción
directa no modifica la relación jurídica sustancial entre e! acree
dor y su deudor, ya que aquél pasa a tener en realidad dos obli
gados: el primitivo en las mismas condiciones originarias y el
Mi Llambías. Obligaciones, cit. I. p. 572, nv 476; Lafaille. 'Trata-
do cit.. v. I. p. 11!. nV 102 b.
178 Llambías, Obligaciones, cit., v. I, pp. 572-73, nV476; Planiol-Ri-
pkrt-Radouant, Ob. cit, p. 234. n? 925: Demogue. Ob. cit. y. VII, pp.
384 y 385, nv 1007; Halperín, Isaac, La acción directa de la victima
contra el asegurador del responsable. Buenos Aires, 1940. cd. del autor,
p. 25 y sigs., nv 18 y sigs.
179 Llambías. Obligaciones, cit, v. I. p. 573. nv 476 c.
494
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
180 Cám. civ. 1-.'. cap. fcd.. 9-6-38; "Culig c/ Roma, Cía. Scg.", La Ley.
v. 14. p. 351; Halperín. Ob. cit.. p. 54 y sigs.. nv 22.
495
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
496
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
4
Hay, sin embargo, algunos códigos de procedimientos civiles
de provincias argentinas que permiten la subasta directa de las
acciones yderechos embargados por el acreedor ,s;. En las juris
dicciones cuyos códigos procesales civiles contienen tal disposi
ción, la subasta judicial de acciones y derechos sería perfecta
mente posible.
Destacamos que, cuando hablamos de acciones y derechos
nos estamos refiriendo a la acción en el sentido procesal de "fa
cultad para reclamar la tutela jurídica" y no a las acciones en el
sentido de títulos representativos de la parte que una persona
tiene en un capital social. Estos títulos representativos de un
capital accionario, pueden ser vendidos .en subasta judicial sin
que exista la menor cuestión al respecto 1M.
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502
V
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
503
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PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
tor, "es la fuerza que irrumpe de fuera del círculo de ambas par
tes. Caso fortuito es el acontecimiento anónimo que se produce
en el interior dc la empresa".
e) Para Colín y Capitant, el caso fortuito es la situación que
un deudor común no puede prever, pero que uno más adver
tido y cuidadoso podría haber previsto y evitado. La fuerza ma
yor, por el contrario, es el heeho que ni el deudor más cuidado
so puede prever ni evitar. En principio —según estos autores—
tanto la fuerza mayor como el caso fortuito liberan al deudor.
Hay, sin embargo, situaciones en que solamente la fuerza mayor
exime de responsabilidad: 1. Los casos de accidentes de trabajo.
2. La responsabilidad en el contrato de transporte. 3. Los supues
tos de contrato de hospedaje. En estas tres situaciones un evento
solamente puede ser liberatorio de la obligación del deudor si
asume las características de fuerza mayor, vale decir, un acon
tecer que la persona más prevenida no podría haber evitado l0.
Doctrina y jurisprudencia nacional. La mayor parte de los au
tores nacionales no distingue entre caso fortuito o fuerza ma
yor y considera que ambos liberan de responsabilidad. Por lo
demás, es lo que —como ya lo hemos dicho— resulta de nuestro
código, como principio y salvo situaciones excepcionales, como
podrían ser las previstas en los artículos 1120, 2236, 2237 y
1113, éste último en cuanto se refiere a riesgo o vicio de la cosa ".
Se admite, sin embargo, que en materia de accidentes de traba
jo, y por así resultar de la ley 9688, cabe hacer la distinción en
tre estos dos conceptos y concluir que solamente exonera de res
ponsabilidad el acontecimiento exterior a la esfera de la empre
sa, o sea la fuerza mayor, según la terminología de Exner.
Igual tendencia se advierte en el código aeronáutico, decreto-ley
17.285, artículo 155.
Colmo y Lafaille adoptan una actitud más avanzada. Aún
moviéndose dentro de los textos de nuestro código, se aproxi-
505
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
506
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
26 ídem, ídem.
27 Mazeaud-Tunc Responsabilidad civil, t. 2, v. II, pp. 174 v 175.
nv 1570; Busso. Ob. cit. y. III, p. 309, n? 62; Hedemann. Ob. cit. v.
III, p. 169, nV 3; Llambías, Ob. cit, v. I, p. 221, n? 196; Soto Nieto,
Ob. cit, p. 82.
509
PEDRO N. CAZEAUX -< FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
510
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
511
considera verdaderos casus en virtud de que son irresistibles para
el deudor y éste no tiene más remedio que acatarlas. No cabria,
pues, hacerle cargo por el incumplimiento. Se podría argüir,
para sostener la posición contraria, que en el régimen constitu
cional de nuestro país, lo mismo que cn todos los que se rigen
por el sistema republicano, y máxime en los que viven un ver
dadero estado de derecho, las autoridades no poseen poderes
ilimitados y no pueden establecer prohibiciones o mandatos arbi
trarios y que cn todo caso existen los recursos legales corres
pondientes para contrarrestar tales abusos. No obstante ello, hay
acuerdo entre los autores en el sentido de que estos argumentos
no impiden que el deudor se haya visto frente a una situación
irresistible que le ha impedido cumplir la obligación. Se cita,
a este respecto, un voto del doctor Sauze, que se ha hecho clá
sico: "Enhorabuena —decía este magistrado— que por nuestro
mecanismo constitucional, dada la división de los poderes del
Estado, todo avance de la autoridad tendiente a coartar el dere
cho de los ciudadanos, tenga una valla en el poder moderador
de la justicia, pero ese poder no puede dar por inexistente lo
que realmente ha acontecido, no puede quitar a un hecho su
significado propio y si le es dado reprimir, no le es dado pre
venir" Vi.
sequía sólo si es excepcional significa caso fortuito. Cámara nacional
federal, 15-3-67, citado en La Ley, nota al fallo 58.188.
35 Salvat-Galli, Ob. cit, v. 1, p. 159, nV 146; Rezzónico, Ob. cit,
v. I, p. 175.
36 Salvat-Gai.i.i, Ob. cit.. v. 1. p. 160. nv 148; ídem Colmo. Ob cit,
pp. 100 y 101; véase asimismo La Ley, v. 104, p. 211.
512
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cesafdeM
í "S.!!tUl° "80; qUC
"'i":" ""í"'"—Jo he,aboraci<5"
."-curso de amparo" doctrina pro-
P°' lao"acción de
amparo , o juicio sumar.simo", su aceptación por la jurispru
dencia ysu consagración en algunas legislaciones-, obliga adis
tingue en esta materia, si la prohibición de la autoridad puede
obLdo nCT,1Zada P°r mcdiü de dicha --" Micial. PSi a
de
de una
un 1manera mas
" ^omenos dC ampar0'
reCU,'S°rápida le es P°«"e
el impedimento queremover
signifi
ca una orden oprohibición arbitraria de la autoridad"so£e
se r-odria admitir la excusa de caso fortuito o fuerza mavor si
oe hubiera hecho uso de aquel remedio legal y el mismo'no
hubiera sido eficaz ono hubiera llegado a tiempo para permitir
el cumplim.ento de la obligación. En los supuestos en que no
e es dado al obligado el ejercicio de dicho remedio procesal
la ooctrina contenida en el voto del doctor Sauzc, precedente:
mente citado, sena plenamente aplicable.
Parece innecesario hacer notar que estas órdenes yprohibicio
nes de las autoridades, para que puedan dar pábulo a una libera
ción de responsabilidad, deben ser extrañas a la conducta del
deudor; mas concretamente: que éste no haya dado motivo a las
mismas. Así. por ejemplo: si el deudor hubiera violado leyes
o reglamentos administrativos —tales como los atinentes a la
policía sanitaria, al contralor del comercio, etc.— no existiría
en la prohibición de la autoridad fuerza mayor, pues el hecho
le sena imputable. En la jurisprudencia se registra, en este orden
de ideas, la clausura de un local por falta de higiene >\ Lo propio
ocurriría s. el obligado, al contratar, hubiera conocido la prohi
bición administrativa"". Los casos que se citan frecuentemente
relacionados con la causal que estamos considerando, a conse-
5») Prohibición del Poder Ejecutivo para que se ocupen táre
nos concedidos por la municipalidad <J.
4V) Requisa de todos los stocks^ dc un produelo .
5'.') Expropiación de un bien ".
•> Resoluciones judiciales. Se discute si las resoluciones ,udi-
"Sales pueden constituir caso fortuito ofuerza mayor, cuando a
consecuencia dc ellas no se pueden cumplir las obligaciones. Hay
autores que argumentan que es aplicable aeste supuesto la misma
solución que sc ha aceptado para el caso dc las ordenes y pro
hibiciones administrativas, que acabamos de exponer. Una re
solución judicial que impida el cumplimiento de una obligación
-dicen— es fuerza mayor >\ Galli sostiene que en esta materia
debe hacerse una distinción: las resoluciones judiciales pueden
constituir caso fortuito o fuerza mayor cuando impiden el cum
plimiento de una prestación, siempre que el deudor no fuera
responsable de la situación jurídica que ha motivado la corres
pondiente resolución judicial. Dc lo contrario debe rechazárselas
como eximentes. Por ejemplo: en una decisión judicial que
ordena el embargo de una mercadería e impide que el obligado
40 Salvat-Gali i. Ob. cil [. p. 160. nv 148. Fallos dc la CSN. v. 12.
p. 271. consid. 5v.
4| Salvai-Gai i i. idcin. ídem.
42 Salvat-Gali i. ídem. ídem.
45 Busso. Ob. cit. -•- III. P- ~>lb- "'-' nb;
44 La Lev. 6-0-6C-. fallo 55.695.
45 Colmo. Ob. cit. v. I. p. 101. i* 124; Saíavt-Gu.u Ob. cit. v.I.
p. 161, nv 149: Ui sso. Ob. cit.. v. 111, p. 316. nv 112: Rirzzosico, Ob.
cit, v. 1, p I'6,
514
!
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
la entregue al acreedor, si la orden del .juez se ha dictado porque
guníd'no se51' T ^ ** dad° m°^ a«• ™^ "
cnoo si d cmbílTlT "T"" dC fue™ ma>'or" E"
aicnas al deudo nes !Sn
dc responsabilidad-
T ^
' '" "'^ Bnlc Una "im^
3. Guerra. La doctrina y la .jurisprudencia coinciden en oue
err^i:so,iu
pero no,constiu,yc
puede legar a serlo ais° ry-¡iü
s. a consecuencia dc °r--
la misma -yo"
sc ha
- t r j ^ ^ - —- sin embargo i2;
!•) Si las parles hubieran estipulado, como suele hacerse cn
algunos contratos, que sus efectos quedarían suspendidos en caso
d;/nn,T;| T?^ Ca,rí 'encrla P°r «^cn.e de responsabili
dad po el solo hecho de haberse desencadenado tal evento ysin
necesidad de que se determine si la misma influye o no en la
posibilidad de cumplir la prestación •. Esta cláusula -decía el
camarista doctor Méndez en un voto- -importa crear una fuer
za mayor especifica, independiente de la ley, yhace suponer que
Remano los contratantes han tenido en cuenta las dificulta-
de con que iropezanan en caso de guerra para llena; U ,üm_
poi.os^comraidos y se han puesto de acuerdo para eximirse
de •', art,CU°
de la soacedad, cuando '774
por una
dd causa dvil Prevé
C6dig°externa, comola «^«"tón
la guerra
no pudiese continuar el negocio para que fue formada.
2'') Importa distinguir, asimismo, si se «rata de obligaciones
Ob.
uris.
nada Faillot) y Bélgica (el 23 de julio de 1924) dictaron dispo
siciones relacionadas con la guerra y la ejecución de los contratos.
La lev italiana estableció que la guerra debería ser considerada
fuerza mayor no sólo cuando hacía imposible la ejecución del
contrato, sino cuando lo volvía muy oneroso y siempre que se
tratara de obligaciones contraídas antes de disponerse la movili
zación general. En cuanto a Francia, la ley denominada Faillot.
disponía que si por el estado de guerra la ejecución entrañaba
para el deudor cargas o perjuicios que sobrepasaran lo razona
blemente previsible, se autorizaba al tribunal a pronunciar la res
cisión del contrato S). Con motivo de la guerra dc 1939. se dictó
en Francia la ley del 22 de abril de 1949 en un sentido más
restrictivo aún que la ley FaillotS1. Todas estas leyes, tal cual
están concebidas, más que al caso fortuito o fuerza mayor, pa
recen referirse a un estado jurídico próximo, que es el denomina
do dc '-imprevisión" y al cual hemos de referirnos más adelante.
4. Revoluciones. Análogos principios que a la guerra, cabe
aplicar a las revoluciones. En el derecho extranjero se ha ana
lizado este caso con motivo de la revolución rusa de 1917, que
imposibilitó el cumplimiento de una compraventa en rublos y pol
lo tanto se consideró que aquélla constituía fuerza mayor s.
5. Hechos de terceros. Cuando el hecho de un tercero hace
imposible la ejecución de la obligación constituye en principio
caso fortuito o fuerza mayor. El fundamento es siempre el mismo
50 Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 163, nV 150a.
51 Ripert y BoULANCr.R, Ob. cit. v. IV, p. 307, n? 489.
52 Busso, Ob. cit. y. III. p. 314, nos. 99 y 100; Llambías. Ob. cit,
v. I, p. 226. n? 201, in fine; Borda, Ob. cit, v. I. p. 105. n? 1'6, in fine.
516
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
519
por cambio del viento; la expropiación que ha podido preverse
por haber sido anunciado con suficiente anticipación el ensanche
de la calle; la rotura de cables de un ascensor; la explosión de
neumáticos: la rotura dc la dirección de un automóvil; la nie
bla: etc.**.
/) En cuanto se refiere a la enfermedad o la muerte de una
persona, solamente sc las ha admitido como eximentes, cuando
se trata dc obligaciones intuitu personae"'.
/•'. Efectos del caso fortuito o fuerza mayor. Hemos visto que
el caso fortuito o la fuerza mayor constituyen un evento ajeno a
la voluntad del deudor y que superan a la misma, por lo tanto
no se le puede imponer a éste las consecuencias del incumpli
miento. Nadie está obligado a lo imposible. "No se debe, sino
aquello que se puede. En derecho, deber lo imposible, es un
absurdo", destaca BETTI w. Por consiguiente, el caso fortuito
o fuerza mayor, exime de responsabilidad al deudor: casus nemi-
1
t>5 ídem. ídem.
66 Busso. Ob. cit.. v. III, p. 312. nos. 85 y 90 y p. 316. nV 117; luris.
Arg.. 1949. v. I. p. 713; 1948. v. I, p. 576: 1947. v. 11. p. 717; 1959. v. V,
p. 68. fallo 1248; 1959. v. II. p. 582: La Ley. v. 24. p. 821.
67 Salvat-Galli. Ob. cit, v. I. p. 168: Colmo. Ob. cit. p. 97. nv 122;
Llambías, Ob. cit., v. I. p. 237, nv 205. •
68 Colmo, Ob. cit. p. 91. nv 116: SaiaapGu i.i. Ob. cil.. v. 1. p. 168,
nos. 154-156: Lafaille. Ob. cit.. v. I, p. 184. nv 195: Rezzónico. Ob. cit., ~»
v. I, p. 181: Busso. Ob. cit. v. lll. p. 322. tí'. 172 y sigs.: Borda, Ob.
cit, y. 1, p. 110. nv 122 y sigs.; Ll\mb.ías. Ob. cit.. v. 1. p. 235 y sigs.,
n? 209 y sigs.; Bi-.ttj, Ob. cit.. v. 1, pp. 270 y 271: Soto Nieto, Ob. cit,
p. 107 7 sigs.
520
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
71 Salvai-GaLLI {Ob. cil.. V. I. pp. 168 y 169. nv 157 y sigs.) > l.v
i-aillk tOb. cit.. \. I. p. 185. nv 198) sostienen que la cláusula debe sei
expresamente convenida; Colmo. Ob. cit.. pp. 103 y 104. nv 128: Rezzó
nico. Ob. cit. v. I. pp. 183 y 184; Busso. Ob. cil.. v. lll. p. 524 y sigs..
nv 194 y sigs.: Horda. Ob. cil. v. 1. p. 113. nv 127; Llambías.'Oh. cit.. v.
I. p. 256 y sigs.. nv 211.
72 Salvat-Galli. Ob. cit.. v. I. p. 170. nv 159; Coi.xio. Ob. cil.. pp. 105
y 104. nv 128: Lafaille. Ob. cit, v. I. p. 186. nv 199: Busso. Ob. cit..
v. III, p. 326, nv 202 y sigs.: Rezzónico. Ob. cit y. I. p. 182; Borda.
Ob. cil.. y. 1, p. 112, nV 126; Llambías. Ob. cit.. v. 1. p. 258. nV 212.
Soro Nieto. Ob. cit.. p. 91 y sigs.
75 Véase ns. 51 \ 52.
522
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
tata cuinos??,
culposa del ^
deudor^ypor
°^lo tanto Prevalecer
1«" ^sostiene la conduc
que debe cargar
esle con todos los daños y perjuicios ". '
2- Otros autores estiman que corresponde computar ambos fac
tores y hacer una graduación de la responsabilidad, atribuyendo
al deudor nada más que la que resulta proporcionalmen'te de
su culpa .
85 Llambías. Ob. cit. v. I. p. 544: Aguiar. Ob. cit.. v. IV, pp. 401-405.
Opinan que aún en maleria de cuasidelitos se deben las consecuencias ca
suales los siguientes autores: Salvat, Ob. cit. p. 135 v n. 2k: Colombo,
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
528
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
530
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
p. 294. n'.' 468: Rezzónico. I.a fuerza obligatoria del contrato y la teoría
tecedentes de esta teoría. Se citan textos de Paulo de Cicerón
(De oficiis. De los deberes). dc Séneca (LV benéficas) según
los cuales para estar obligado acumplir lo prometido todo debe
permanecer en el mismo estado de cosas que existía cuando sc
formuló la promesa: "contractas que habetit iractumsucesivum
et dependendam de lulurunt rebus sie stanttbus intchgunlm .
según expresión de Cicrrón yde Séneca. Esta.clausula rebus
sie stanttbus. podría traducirse libremente como significando: st
las cosas no cambian". Poro lo que es indiscutible es que el des
arrollo de esta cláusula fue hecho por los postglosadores y por
'los canonistas, estos últimos en su ponderable esfuerzo por com
batir el negocio usurario1"1. Desapareció la aplicación de esta
cláusula con la preponderancia del individualismo en el siglo xix
"jT^TToT,./ m: Zavalía. Teoría de los contratos - Parte general, v. í,
p. 598.
99 FORNIELES. Ob. cit. pp. 22 y 25.
,00 Roca Sastre. Ob. ci,.. v. f. p. 257; Sm.vat-Galli. Oíl cu., v .
nn 178 v 179. nv IÓ5b: RezzÓnico. irabajo citado en a n 89. p. _i.n.
5 PEIRANO FÚ-,0. Ob. Cit. v. III. p. 20o: LLAMBÍAS. Obcit VLp 2,0,
n- 215 Véase Pardo. Alberto I., trabajo citado, pp. 12/9 y 1-80.
,01 Roca Sastre Ob. ai., v. I. p. 257; Rezzónico. trabajo citado. Pp.
y22 Sal^Gall,. Ob. cit. v. I. p. «78. nv .65b; Fórmeles. ü£
el p 24; Peirano Fació. Ob. ett. v. III, PP- 266 y267; Terraza NHr-
torell, luán. Modificación y.resolución de los contratos ££*«'{«
onerosidad oimposibilidad en su ejecución. Barcf™^;.^fJ^ '
p 68 v sigs. Una ilustrativa relación dc antecedente histórico dc esta,
teoría puede verse en el voto del doctor Llambías. mre ;Olivera ck
FeÍaris'c/ Estancias Santa Rosa". I.a Lev. v. 118 p. 350 ysigs..Xamar
nacional en lo civil, sala Ayen su obra sobre obligaciones v. 1. p. -4U|
ysigs.. nv 215: Id.. Pmh». trabajo citado, p. 1280: Lr.ON. Ob. cu., p. 248.
532
4
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
104 Rezzónico. trabajo citado, p. 27; Giorgi, Ob. cit. v. IV. p. 217,
n'.' 207 bis: Terraza Martorei.l. Ob. cit. p. 104 y sigs., n. 84 y sigs.
105 Betti. Ob. cit.. v. 1. pp. 215 y 221.
106 Pardo, trabajo citado. La Ley, v. 136, p. 1281.
107 Salvat-Galli, Ob. cit., v. I. p. 186. nV 165x: De Ruggiero. Insti
tuciones del derecho civil, t. 2. v. II, p. 504: Demogue. Ob. cit., v. VI,
§ 634.
108 Fornieles, Ob. cit. pp. 26 y 27; Rezzónico, trabajo citado, p. 29;
según Llambías, Bruzin sienta, en apoyo de esta teoría, la'tesis de la
situación extracontractual: "lo imprevisible queda fuera de los límites
del contrato" (Ob. cit, v. I. p. 243, nV 217)
534
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
538
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
546
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES'
556
del necesitado. Por ello cabe concluir que
lgunos autores señalan incluso que corres
ituación fáctica colisiva o status necessitatis
el jus necessitatis, verdaderoderecho engen
uando se dan los supuestos de esa situación
estado» o «estado de hecho», compuesto,
del derecho alemán), que es en realidad el
» (cuando reúne los requisitos que la doc
e un verdadero «derecho de la necesidad»
e torna licita la conducta del agente al reali
pecífica, incisivamente se llama «hecho, ac
tada» (o necesaria). El primero es pues el
to del segundo" "*.
podría en cambio calificarse a la sostenida
rmar que: ".. .si bien la conducta del agen-
. A. y Frereiouan du Saint, G., Repertoire
is. París. L. Latosa y Porcel, 1889, v. V. p. 1241,
v. V, p. 257 y sig.. n? 165; Ferrini. Contardo.
Italiano, v. IX, p.787, n? 108; Coviello. Ob. cit.,
chi. Ob. cit., en Riy. Diritto CoAmerciale, 1931.
cue. Ob. cit., v. III, p. 399, n? 240; Von Tuhr.
§ 45-47; Enneccerus-Nípperdey, Ob. cit., t. 1, v.
vatier, Ob. cit., v. I. p. 124, n? 98; Oertmann.
derecho civil; Barcelona-Buenos Aires, ed. Labor
Sancho Scrol. p. 370, § 76; Colombo, Culpa aquí-
; Peirano Fació, Ob.cit., p. 262, n? 141; Cardi-
d, cit., pp. 64-65, n? VII, 2 y El llamado estada,
v. 130. p. 1058; AcuSa AKzorena, "adiciones" a
v" IV, p. 65, n? 2725 e, y El estado de necesidad
Estudios..., Ob.cit., p." 135 y sig. Fallos de la
v. com., 6-10-60, "Navedo c/ Gobierno Nacional".
; Juris. Arg... 1961, v. III. p. 312; SCBA, 8-3-60.
o c/ Domínguez", Ac. y Sent., 1960, v. III, p. 72.
de necesidad, cit.. p. 39, y El llamado estado de
130, p. 1059.
557
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
180 Mazlaud-Tunc, Ob. cit. t. 1, II, pp. 151 y 138; PÉREZ Vives.
Ob. cil., y. 11. p. 405. nV 250 ter.
181 ídem, n. 180.
559
bles para conjurar el peligro"; y en el artículo 858 expresa: ;íEl
propietario no puede impedir que en su propiedad se ejecuten
actos para servicios provisorios de las propiedades vecinas que
eviten o conjuren un peligro actual, pero se indemnizará el daño".
El nuevo cpdigo de Portugal, en su artículo 559, considera
lícita la acción del que destruye o daña una cosa ajena, con el
fin de remover un peligro actual, cuyo daño sea manifiestamente
superior, del que se causa a dicha cosa ajena. El autor de la des
trucción o del daño, debe indemnizar al lesionado, el perjuicio
sufrido, si el peligro fue ocasionado por culpa exclusiva de aquél.
En cualquier otro caso, el Tribunal puede fijar una indemnización
equitativa.
J-". lurisprudencia extranjera. En la jurisprudencia extranjera
son famosos los casos de la Mignonette (que es el caso del gru
mete Parker muerto por Dudley en un estado de necesidad oca
sionado por un naufragio) yel de los vapores Medusa y William
Brown ,w.
G\ Legislación argentina. Los autores citan como casos en que
se han contemplado situaciones vinculadas a este tema, los pre
vistos cn los artículos 2269, 2555, 5068, 5077 del código civil, y
1314 a 151.7 del código de comercio. En el primero se trata del
supuesto del comodatario que pudiendo preservar la cosa presta
da empleando su propia cosa, no lo ha hecho así, o si no pudien- ._
do conservar una dc las dos cosas ha preferido conservar la su- f
ya: en ambos casos debe indemnización al comodante. El ar
tículo 2553 acuerda al que dijere tener un tesoro en predio ajeno
y quisiera buscarlo, el derecho de hacerlo sin consentimiento C^l
dueño, designando el lugar en que sc encuentra y garantizando
la indemnización de todo daño al propietario. El artículo 3068
se refiere al propietario., usufructuario o usuario de una heredad
destituida de toda comunicación con el camino público, por la
interposición de otras heredades, en cuya hipótesis se le concede
182 Ramos, Juan P., Curso de derecho penal, Ejea. v. IV, p. 249, iV;
322; Soler. Sebastián. Ob. cit.. v. I. p. 428, n. 29.
560
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
564
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Conimcrcialc. año 1951. 1-.' parte, p. 741: Butei.er. Ob. cil.. p. 97'y sigs.,
nv 42.
565
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
566
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
rio o del tercero que sin culpa originó la acción necesaria, resul
ta obvio que a ninguno de ellos puede reprochársele un compor
tamiento que moralmente justifique la obligación de soportar todo
el daño sufrido o el de repararlo en igual extensión, "porque en
verdad, dañador y dañado no son, en definitiva, más que dos víc
timas de un hecho mismo, que es el primer origen del daño"*",
y resulta justo por tanto que ambos lo soporten equitativamente.
En nuestra jurisprudencia se registra un importante fallo de la
Suprema Corte de Buenos Aires, que equiparó el supuesto de
quien al disparar en legítima defensa hiere no a su agresor sino
a un tercero, con el "estado de necesidad" ya que, como escribe
Enneccerus, "solo hay legítima defensa cn tanto que el acto
para evitar el daño se dirija contra el que ataca y contra los me
dios empleados por él pues sólo entonces el acto constituye defen
sa.. . La situación que se crea en este supuesto —tal el de autos—
es la de quien obra en estado de necesidad, es decir, la de quien
para salvar su persona de un peligro que le amenaza, daña a un
tercero"; para sostener luego la procedencia de la reparación por
razones de solidaridad social o equidad, "que impone el deber
de distribuir los daños entre el agente y la víctima cuando se
trata de un hecho involuntario", desde que si del examen de la
conducta de la víctima como la del victimario resulta evidente
que a ninguna puede reprochársele un comportamiento que moral-
mente justifique la obligación de soportar todo el daño sufrido,
o el de repararlo en igual extensión, es justo que, cuando menos,
ambos lo soporten equitativamente *°.
Por nuestra parte podemos agregar, como ya lo dijéramos,
567
sin consentimiento del dueño del predio, designando el lugar
cn que se encuentra y garantizando la indemnización de todo
daño al-propietario"-"". Yen estos casos, el fundamento del de
ber dc indemnizar ya no radica cn la responsabilidad por los he
chos ilícitos, dado que el ataque es conforme a derecho por es
tar pcrm.tido, sino cn las exigencias dc la justicia conmutativa
de que aquél que ha defendido su interés en perjuicio del de
recho dc otro, aunque en forma autorizada, debe indemnizar al
perjudicado que hubo dc soportar la perturbación de su derc-
cho .
En sentido similar se ha expedido entre nosotros Spota, para •i
quien el acto ejecutado en estado dc necesidad no es un acto j
ilícito, sino un acto excesivo; y como tal impone la reparación
integral, sin que proceda hablar de dolo o culpa, salvo indebi -I
da mesura en la puesta en ejercicio del acto necesario. En el
acto excesivo, no obstante su carácter lícito, "la ley quiere para
mantener el orden jurídico, inspirada en uno de los fines más
elevados del derecho como lo es la justicia, que proceda el con
digno resarcimiento a los positivamente perjudicados" :r,\
3) Importancia del fundamento del deber de indemnizar La
consideración del fundamento asignado al deber dc indemniza
ción no es, por lo demás, una vana polémica doctrinaria, ya que
205 Orgaz. El daño resarcible, cit.. p. 18 vsig.. n. 2.
204 I.arenz, Karl. Derecho de obligaciones. Madrid, ed. Rev. Der Priv
1959. trad. Jaime Santos Briz. v. II, p. 690. S. 72.
níí 1957,
ma, l9S57OT(A'
t. 1, v.,A'VIH.
bvn,C-'p. Trütad°
54 ysig.. dCn. den'clw
99: t. 1. '""'•
v. II. Bl,e'lus ysig..
p. 347. Air"- nvDepal-
299.
568
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
570
capítulo Vil
CLASIFICACIÓN
i
i
¡
SUMARIO: Las obligaciones. Clasificación.— I. Las obligaciones en
cuanto a la naturaleza del vínculo. A. Obligaciones civiles
y naturales. 1!. Obligaciones naturales: a) Antecedentes his
tóricos, bl Metodología, c) Naturaleza, di Caracteres, dife
rencias con las obligaciones civiles y los deberes morales.
el Casos de obligaciones naturales previstos por el código
civil. /) Otros casos de obligaciones, g) Efectos: 1. Pago
de la obligación natural. IV) Noción. 2':) Naturaleza dei
cumplimiento de la obligación natural. 5v) Alcance cíe la
palabra pago empleada por el código. 4?) Pago parcial. 5'.')
Promesa de pago de una obligación natural. 6v) Pago por
consignación. 2. Novación de la obligación natural. 3. Otor
gamiento de garantías. 4. Confirmación. 5. Compensación.
6. Transmisión de las obligaciones naturales. 7. Derecho de
retención. 8. Conclusiones.
573
a) Obligaciones divisibles e indivisibles, b) Obligaciones dc plu
ralidad conjunta y disyunta, el Obligaciones simplemente man
comunadas y obligaciones solidarias.
D. De acuerdo a su autonomía o dependencia se las distingue
en obligaciones principales y obligaciones accesorias.
E. La existencia o inexistencia dc modalidades permite carac
terizarlas en: a) Obligaciones puras o simples, bl Obligaciones .
modales. Las modalidades que pueden afectar a las obligaciones
son: la condición, el plazo y el cargo.
E. Dc acuerdo a su fuente las obligaciones pueden ser: a) Con
tractuales, b) Extracontractuales. c) Legales.
Iniciaremos el estudio de las diferentes clases de obligaciones
cn el orden establecido. Advertimos, eso sí. que lo relacionado
con el análisis de las obligaciones contractuales escapa al ámbi
to de nuestra materia, y se hace en el curso.de Contratos, espe
cialmente reservado a las mismas.
L LAS OBLIGACIONES EN CUANTO A LA NATURALEZA DEL VÍNCULO
A. Obligaciones civiles y naturales. El artículo 515 del código
civil expresa que "las obligaciones son civiles o meramente na
turales".
Las obligaciones civiles son las que "dan derecho a exigir su
cumplimiento", es decir que cn ellas sus titulares pueden nacer
valer. plenamente, todos sus efectos, que. como hemos dicho en
el capitulo III, se resumen en una palabra: ejecución'.
1 Estos efectos serían, según Roca Sastre, la acción de cumplimiento.
la acción de indemnización por incumplimiento, la acción de resolución o
de anulación, etc. (Ob. cit. v. 1. p. 289).
574
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
575
Eduardo Helguf.ra. con indiscutible autoridad, ha profun
dizado en esta cuestión: para él en el derecho romano hav que
distinguir entre la obligación natural concebida por los juriscon
sultos de la época clásica y la obligación natural pietatis causa
desenvuelta por el derecho jusdnianeo: 1?) Las obligaciones na
turales de la época clásica, surgen del choque de la filosofía es
toica con las normas del derecho civil. En ellas existe vínculo
jurídico, y tanto es así que podían ser objeto de novación, pacto
de constituía, de garantías reales y personales y en ciertos casos
de compensación. En ese sentido puede decirse que eran exigi
bles. Estas son las obligaciones propiamente naturales, v es ésta
la concepción adoptada por el código civil argentino. 2?) AI la
do de estas obligaciones, se forman las obligaciones pietatis cau- :i
a. impropiamente llamadas obligaciones naturales, en el corpus j
nris, que no son más que deberes de conciencia y cuyo único
fecto es la soluiio retentio. Algunos autores, para distinguirlas
e las obligaciones naturales del derecho clásico, han propuesto
lamarlas oblaciones naturales impropias. Pothier. el codito
.v.I francés, el código alemán yel código suizo de las obligacio- i
cs. se han atenido aeste tipo de obligación natural •'. j
Según Busso, investigaciones recientes han permitido llegar a
a conclusión de que para los juristas clásicos la diferencia entre
blaciones civiles y naturales, no radicaba en la existencia o
aita de acción, sino en el origen histórico de la norma en que sc
undaba el vinculo. Obligaciones naturales eran las del jus nata-
ale y en muchos casos estaban provistas de acción. En cuanto
las relac.ones no ejecutables, se las designaba con el nombre
|M;V»7°¿' 26," í "• PP- ™y ,22' §'93: S-vat-GaLL,, 06. cit,
¡, Vi D280 n- ^T1^' °b- %? V- "' P- *' n? 850: B0RDA- O*-
b a' v IV 1 íj, £1C% °£.C//" V- '' P- 389: Peirano Fac'°-
9 t™ pPP' y.3,2: °E GfcrcM-MoRELu>. Ob. Cit, V. II.
l ™. , .' • C°n,ra dc CSta co"stmcción dc la obligación natural
vTv. p7na :°E CRESCENZI°- citad0 Por ^.RaIo Fac"o Oh
Hklcuera. Eduardo. An. Fae. Der. y Cion. Soc. la Piala, v VII
. »o y sigs.. especialmente pp. 8b. 94, 102. etc.
6
í
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
10 Mourlon, Ob. cil.. y. II. pp. 585 y 584: Rodríguez Arias Busta
mante, La obligación natural, p. 41 y sigs.. Auhry y Rau. Ob. cit. v. IV.
p. 5, nv 297: Baudry-Lacantinerie y Barde, Ob. cit. v. XII, Des obli
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
580
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
582
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
26 Machado, Ob. cit.. v. II. p. 185. nota al art. 515: Colmo. Ob. cit..
p. 64, nv 85: Lafaille. Ob. cit.. v. II. p. 11, n? 855; Salvat-Galli, Ob.
cit.. v. I. p. 281 y sigs. nos. 289 y 289a; Busso. Ob. cit.. v. III, p. 550,
tv: 135: Rezzónico. Ob. cit.. v. I, p. 401; Borda. Ob. cit.. v. I. p. 288, n?
386; Salas. Ob. cit., v. I. p. 328, art. 515. n? 1; De Gásperi-Morei lo.
Ob. cit.. v. II, p. 118, n. 42a; Trigo Represas, trabajo citado, p. 442; So
lari Brumana. Debe suprimirse el artículo 2056 del código civil, Rev. Jus,
v. VIH. p. 129. n. 36; véanse fallos en Juris. Arg., v. 47. p. 465 y 49, p.
399. Llambías, Ob. cit.: y. II, p. 45, n? 755. León. Pedro, Obligaciones
natufules y deberes morales, en Cuadernos de los Institutos de derecho ci
vil. Córdoba. 1957, v. II, p. 9. cit. por Moisset de Espanés. Las obliga
ciones naturales en el derecho civil argentino. Córdoba. 1967. pp. 19 y 20.
27 Peirano Fació, Ob. cit.. v. IV. pp. 528-329; Claro Solar. Explica-
dones del derecho civil chileno y comparado, v. X. n? 24.
584
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
32 Segovia, Ob. cit.. p. 128. nv 1; Guastavinü, Ob. cit.. v. IV. pp. 275
y 276. nv 363; Sai.vat-Gai.li. Ob. cil.. v. I. p, 275. nv 279. n. 15: Busso,
Ob. cit.. v. lll, p. 351. nv 140: Rezzónico. v. 1. p. 398; véase Baudry-
Lacantinerie y Barde. Ob. cit, v. XII, Des obligations. II, p. 67b.
n': 1660. Moissi-:t di; Espanés. Las obligaciones naturales en el derecho
civil argentino, p. 22. y agrega entre otros casos de esta obligación natu
ral, los actos del menor emancipado cuando obra fuera de los límites
de la capacidad que ha adquirido. Llamiíías. Ob. cit. v. 11. pp. 29 y
30, n. 35. que agrega a su vez otros casos correspondientes al derogado
inciso 1 del artículo 515, tales como los actos de los incapaces de derecho.
33 Machado, Ob. cit.. v. II. pp. 180 y 181, nota al an. 515: Llerena.
Ob. cit. y. 11, p. 429, art. 515. nv 2; LAFAILLE, Ob. cit.. v. 11. p. 15. n'.1
. 857. /';/ fine; Llamiíías considera que el acto del demente no declarado,
celebrado en un intervalo lúcido, es plenamente eficaz (Parte general.
v. I. p. 478. tí! 7 14).
587
necesidad de que se declare judicialmente su nulidad. De I
tal parecer es, en el derecho chileno. Meza Barros H.
-•-.a
Iosserand, Machado. Segovia, Llerena, Salvat,
Galli. Lafaille, Colmo. Peirano Fació, Busso. De
Gásperi-Morello y Rezzónico, juzgan que la obligación
contraída por personas incapaces con discernimiento, es na M
tura! a partir del momento en que se declara su nulidad
por sentencia firme'5.
Es esta última la opinión adecuada. Tratándose, como
se ¡rata, de una obligación que adolece de una nulidad
relativa, tal nulidad no puede ser declarada de oficio por
el juez, de manera que en tanto que el interesado no la
oponga y se dicte el respectivo pronunciamiento judicial,
la obligación es civil y puede ser objeto de una confirma
ción expresa o tácita que haga desaparecer el vicio que la
enerva (arts. 1048 y 1058, cód. civ.).
En cuanto a la afirmación de Guastavino relativa a
que declarada la nulidad no subsiste ni siquiera el víncu-
34 Guastavinü. Ob. cit.. y. IV. p. 273 y sigs., nos. 565 v 564: Meza
Barros, Ob. cit. p. 52. nV 58; Llambías, Ob. cit. v. II, pp. 32 y 33
n? 746: Moisset de Espanés. Las obligaciones naturales a, el derecho'
civil argentino, p. 23 y sigs.. donde se hace una amplia refutación a la
doctrina contraria.
35 Iosserand. Ob. cit.. t. 2. v. I, p. 569, nv 713; Segovia. Ob. cit,
v. I, p. 127. n" 1; Llerena, Ob. cit. v. 11, p. 429: Machado. Ob. cit. v.
II. p. 180. nota al art. 515: Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 273. n? 278;
Lafaille. Ob. cit. v. 11, p. 12. nv 857; Colmo, p. 64. n'.' 82: Pf.ir\nc¡
Fació, Ob. cit. y. IV, pp. 534-535: Busso. Ob. cit.. v. lll, p. 352. nV 153
y sigs.; Dl Gásperi-Morello, Ob. cit.. v. II. p. 119. nv 732. nv 43;
Rezzónico. Ob. cit. v. I. pp. 598 y 399.
J3
588
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
589
dero si la prescripción operara sus efectos de pleno derecho.
Pero como no es así (art. 5964. cód. civ.). y es menester en
cambio que sea opuesta por el obligado, sin que los jueces pue
dan declararla dc oficio, va dc suyo que mientras no se oponga
tal defensa, la obligación es perfectamente civil y el acreedor
ticne acción para demandar su cumplimiento. Ante tal deman
da, el deudor tiene a su favor la excepción de prescripción, pero,
en tanto no la haga valer, esta no surte efecto extintivo alguno.
Y si se omitiera tal defensa, y la sentencia que se dictara a
favor del acreedor quedara firme, el crédito quedaría revestido
de una total plenitud. Nos parece evidente, entonces, que en la
hipótesis que estamos analizando, la obligación puede ser con
siderada como natural, únicamente después de que la prescrip
ción sea opuesta y admitida por sentencia judicial4'. Es. por
otra parte, la opinión de Vélez, en la nota al artículo 515, cuan
do dice: "Hay obligaciones que han comenzado por ser obliga
ciones civiles, pero contra el ejercicio de ellas el deudor ha
Segun Llamiíías. este autor, en un artículo publicado en Cuadernos de
los institutos de derecho civil de Córdoba. 1957, v. II. p. 16. había sos
tenido una posición intermedia: la obligación pasa a ser natural, desde
el momento cn que el deudor opone la prescripción.
39 luris. Arg.. v. 56. p. 210; v. 59. p. 998; 1942. v. (1. p. 702: La Ley.
v. 4 p. 834. En igual sentido Borda. Ob. cit. y. 1, p. 286 nv 382- en
Chile. Claro Solar. Ob. cit. v. V. nv 4tí: Meza Barros. Ob. cil p 56
nv 64. f •
40 Llambías. Ob. cit. v. II, Pp. 36 y 37. nv 748; Moisset de Espanés
Las obligaciones naturales en d derecho civil argentino, pp. 32 a 56.
41 Galli. en Salvat. Ob. cit. v. I. p. 276. nv 281a: Rezzónico Ob
cit. y. I. p. 599; Busso. Ob. cit. v. III, p. 354, nv 164.
590
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
591
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
45 Peirano Fació, Ob. cit. v. IV, p. 556; Claro Solar. Ob. cit.. v. X.
nv 54; Meza Barros, Ob. cit. pp. 54 y 55, nv 61; Alessandri, Apuntes
de sus clases, 1939, pp. 41 y 42.
46 Salvat-Galli. Ob. cit, v. I, p. 280. nv 286a; Busso. Ob. cit. v. III.
p. 356, nv 18&; Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 399; Peirano Fació, cn cam
bio, piensa que recién después dc dictarse sentencia firme se da cn este
caso la obligación natural (Ob. cit. y. IV. pp. 336 y 537).
592
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
594
•Jk
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ar Sr Lsohl
Aires). m"0S: art'
Las obligaciones que ,ü'nacen
,Cy de484?-
estaPr0vi»cia de B»enos
clase de juegos son
ncltn po 'ole dtSltrÚC! ÜC P0li-^ '« -ales tienen causa
efend ;::;ü7Í;concfcc5nc-alrt,c
•oblaciones naturales \£% **$ £. nuesr,egls,a-
^ °X
bído' Bs;nA!-)" ;'Cu£,ndo med* unción penal del juego prohi-
ch ci^- T HKDEMANÍ- C,h' d°be Pr°duCÍr Uníl cons¿^«-
nena e;/dl°/°frat° *, jUCg° C°nCCrtado dentro deI '"arco
Se"od, v HL, ,PUn^.dC
de toda e.xigib.Iidad jurídica, VÍSUl
sino que
JUn'desÍC°sencillamente P«vado
civil l1ú só,° nulo"*
Ysi en esta clase de juegos no se admite la repetición dc lo pa
gado no es porque lo haya sido en virtud de una obligación na-
-al sino por aplicación dc. principio nenio attditJpopríalt
tltrpitudenent altegans (arts. 794, 795 y2065. cód civ ) L,
Uiacon, desde el punto de vista de los efectos parecería ser h
:S7 S? °-obligación natura, se niega la Repetición * ,o
pagado. Sin embargo existe una apreciable diferencia en cuanto
al régimen que rige la soluto retado en uno votro supuesto
En los juegos tolerados, que son los que dan origen a obligado-.
55 Trigo Represas, trabajo citado, p. 455. tí: 4: Peirano Fació. Ob. cit
v. IV. p. >40. quien califica a esta clase dc juegos como intermedios.
54 Hedemann. Ob. ci,.. v. III. p. 575: ídem, D,. Ruggiero. Roberto.
Iligamento d, debito da gioco e deposito preventivo dcllu posta, en Riv
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
596
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
El Salvador, art. 1560; véase Lafaille. Ob. cit. v. 11, nv 874: Galli.
en Salvat. v. I, p. 281, nv 288a; Trigo Represas, trabajo citado, p. 439.
n. 1; Proyecto dc reformas del código civil del año 1956, art. 837. En el
derecho romano las deudas de juego eran obligaciones iure civili repro
bante, desprovistas de lodo valor (Maynz, Ob. cit.. v. II. p. 124, § 193).
59 Pothier. Traite du jen, Edit. Bugnet, v. V, p. 589, nv 55.
60 Aubry y Rau. Ob. cit. v. IV. p. 7. $ 297; Larombiére. Ob. cit.
y. II. p. 141. ñola al art. 1235, nv 6; Iosserand. Ob. cit. t. 2, v. I. p. 571.
n. 714.vn fine; Busso, Ob. cit.. v. 111. p. 362. nv 251-, Larenz, Ob. cit..
y. I, p. 50: Galli. en Salvat. Ob. cit.. v. 1. p. 281. nv 288a; Colín y
Capitant. Ob. cit. v. III. pp. 118 y 119; Mazeaud. Ob. cit, lí parte.
v. I, p. 557. nV 567: Llamiíías. Ob. cil.. v. II, p. 45. nv 752.
61 Dec.-Ley 6618/57, en la Nación y ley 4847 en la provincia de Bue
nos Aires. Ante esta legislación punitiva y el art. 502 del código civil, no
se comprende cómo puedan afirmar algunos autores nacionales, que no
597
gado quiere recobrar su dinero. El juez no debe inmiscuirse en
estas cuestiones"6:.
Por lo común, al analizar el inciso 5 del artículo 515 la doc
trina ha concentrado su análisis en las deudas de juego, como
si fuera la única hipótesis prevista. No es así, sin embargo.
En esta norma deben considerarse incluidos los siguientes su
puestos: La promesa aceptada de hacer un empréstito gratuito,
dc consumo (art. 2244. cód. civ.). La promesa de hacer un
empréstito de uso (art. 2256, cód. civ.). La promesa de espon
sales futuros (art. 166. cód. civ., repetido en el art. 8, ley de ma
trimonio civil)*'.
f) Otros casos de obligaciones naturales. La enumeración del ar
tículo 515 —ya lo hemos dicho— no es limitativa, sino mera
mente cjemplificativa.
La doctrina y la jurisprudencia han admitido varios casos no
incluidos en dicha enunciación legal:
hay leyes que establezcan la ¡licitud de la causa de las deudas en juego
(véase Busso. Ob. cit. v. III, p. 363. nV 239). Sobre los efectos nocivos
del juego de azar —véase Saroiíe. José María. El juego, Buenos Aires,
Difusión— quien lo considera el primero y más difundido vicio de los
argentinos. Balzac ha pintado en páginas memorables, dc su obra La
peau de chagrín la trágica fatalidad de este funesto vicio. Conforme en
que se trata dc una obligación ilícita, Moisset de Espanés. trabajo ci
tado, p. 39.
62 Hedemann, Ob. cit. v. III. pp. 573 y 374; ídem. Planiol, Ripert
y Esmein, Tratado práctico de derecho civil, y. VII, pp. 303 y 304, n?
•989: Enneccerus-Lehmann. Ob. cit. t. 1, v. I, p. 14. nv 4 b: Lafaille.
Ob. cit. y. II, p. 15, nv 861; Marty. Ob. cit, v. II, p. 96.
63 Trigo Represas, trabajo citado, v. IV, p. 450. nV 1.
598
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
64 Lafaille. Ob. cit.. v. II. p. 15. n? 862; Colmo, Ob. cit, p. 66, ni
83; Salvat-Galli, Ob. cit.. y. I. p. 281. n? 289; Di; Gásperi-Morello, Ob.
cit. v. II, p. 129. nV 757; Busso. Ob. cit. y. III, p. 368, n? 285; Rezzó
nico. Ob. cit, v. I, pp. 401 y 402; Borda, Ob. cit. v. I, p. 238, nV 387;
Ripert y Boulanger. Ob. cit. v. V. p. 292, nV 1328: Colín y Capitani,
Ob. cit. v. III, p. 118; Mazeaud, Ob. cit. Vi parte, v. I. p. 532. nv 563:
Josserand, Ob. cit. t. 2. v. I. p. 568. nv 713, § 2; Marty, Ob. cit. v. K.
p. 95; Planiol y Ripert, Traite démentaire. v. II, p. 134. nv 343, in
fine; Baudry-Lacantinerie y Barde, Ob. cit. v. XII, Des obligations.
y. II, p. 691. nv 1672: León, Ob. cit. v. I. p. 109: Moisset de Espanés.
trabajo citado, p. 41.
65 Busso. Ob. cil.. v. III, p. 369, n? 290 y fallos allí citados; Rezzóni
co. Ob. cit.. v. 1. p. 402.
66 Machado. Ob. cit. v. II, p. 186, § 172, in fine: Salvat-Gm.i.i. Ob.
cil.. y. I. p. 282. tí: 289; Borda, Ob. cit, y. I, p. 288. nv 387; Busso.
Ob. cit.. y. III. p. 569, nv 294. Moisset de Espanés. trabajo cit. p. 41.
67 Galli. en Salvat, Ob. cit. y. I. p. 282, nv 289.
68 Colmo, Ob. cit. p. 60, nv 83; Lafaille, Ob. cit. v. II. p. 15, n:
862; Galli. en Salvat, Ob. cit. y. I, p. 282, nv 289; Busso. Ob. cu.
y. III, p. 365. n'! 261; Rezzónico. Ob. cit. v. 1. p. 402: Borda. Ob. cit.
y. I. p. 291. ir.' 394.
599
cho italiano ,:. En el derecho francés parece firme la tendencia
de la doctrina y la jurisprudencia en el sentido dc juzgar repe
tible lo que se hubiere pagado por concepto de intereses usura
rios :-\
8. El pago de alimentos a parientes a los cuales la ley no les
acuerda el derecho a exigirlos 4. Borda, siguiendo a Gangi, exi
ge en este caso que se trate de un pariente que tenga cierto gra-
69 Galli. en Salvat. Ob. cit.. v. I. p. 282. nv 289; Rezzónico. Ob.
cit.. y. I, p. 405; Borda, Ob. cit. v. 1. p. 289. nv 589: Inris. Arg.. 1950.
v. III. p. 555; 1955, v. I, p. 112; León. Ob. cit.. p. 109'. En contra. Moi
sset de Espanés. La obligación natural cn el derecho civil argentino,
p. 44. para quien se trata de un deber moral y no dc una obligación na
tural, aunque el pago que se haga es irrepetible, si se hace voluntaria
mente y sin error.
70 Galli en Salvat. Ob. cit.. v. I. p. 282. nv 289: Rezzónico, Ob. cit,
y. I. pp. 402 y 403: Juris. Arg., v. 54. p. 269 y v. 49. p. 594: La Ley.
v. 13. p. 707. Moisset de Espanés. trabajo cit.. p. 42.
71 Busso, Ob. cil.. v. III. p. 570. nV 301: Borda. Ob. cit. p. 289. nV 588-
Colmo, considerando el caso de los intereses no debidos y pagados, no
cree que correspondan a una obligación natural ('p. 66. tí! 83). '
72 Di: Gásperi-Morello, Ob. cit. v. II. p. 118, n. 42a.
75 Planiol y Ripert. Traite elémentaire. v. 11. p. 133. nv 342. Colín
y Capitant, Ob. cit. v. III, p. 117; León, P., Ob. cit.. v. I. p. 110. pero
a condición de que no se trate de intereses usurarios.
74 Demolombe. Ob. cit. v. 27. p. 51 y sigs.. nos. 41 y 42: Planiol y
Ripert. Ob. cit. v. II. nv 344. p. 134; Aubry y Rau. Ob. cit.. v. IV. p.
8. n? 297; Colín y Capitant. Ob. cit.. v. III. p. 121: Marty. Ob. cit.
v. II, p. 97; Mazeaud. Ob. di.. 1-.' parte, v. 1. p. 552. nv 563; Ripert y
Boulanger. Ob. cit. y. V, p. 293, nV 1331: Iosservnd. Ob. cit.. t. 2. v.
600
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
601
ículo 516— es que no puede reclamarse lo pagado, cuando
pago de ellas sc ha hecho voluntariamente por el que tenía
pacidad legal para hacerlo-'. La palabra pago está empleada
uí con sentido amplio. Lo dice Vélez en la nota al artículo
6. Sc comprende en ella no sólo la dación o entrega de cual
ier cosa, sino también la ejecución de un hecho, la fianza de
a obligación, la suscripción de un documento, el abandono
un derecho, el perdón de una deuda.
El artículo habla de 4ícl pago hecho voluntariamente" usan
una fórmula que es común en los códigos que se han ocu
do del tema (cód. francés —art. 1235. 2? parte—; cód. ita
no de 1866 —art. 1257—; cód. de Chile —art. 1470—, et
tera) . Esta manera dc expresarse ha desencadenado la divi
n de la doctrina tanto nacional como extranjera:
Demolombe, Laurent, Marcadé. Mourlon, Colín y Ca
itant, Planiol, Ripert y Esmein, Baudry-Lacantinerie \
arde, Mazeaud. Von Tuhr, Pérez Vives. Machado. Llere
a, Salvat y Llambías, asignan al concepto de pago volun
rio el alcance dc pago realizado con conocimiento de que se
tá cumpliendo con una obligación desprovista de acción í0.
Giorgi, Windscheid, Messineo, Pacchioni, Guastavi
o, Colmo, Lafaille. Busso, Rezzónico, De Gásperi-Mo
ello, Borda, Peirano Fació, Meza Barros, León, Moisset
e Espanés y Galli interpretan que al aludir al pago volunta
o, se quiere significar simplemente que debe ser espontáneo, es
0 Demolombe. Ob. cit.. v. XXVII. p. 40 y sigs.. n? 47; Laurent. Ob
it., v. XVH, n? 26; Baudry-Lacantinerie y Barde. Ob. cit., v.. XII
es obligations, v. II, p. 692. n? 1674; Planiol. Ripert y Esmein. Tra
ado práctico, v. VII. p. 305. nv 992; Mourlon. Ob. cit., v. II. p. :>84;
arcadé. Ob. cit., v. IV. p. 543. n? 671; Mazeaud. Ob. cit., 1? parte, v
, p. 535, n? 366; Colín y Capitant, Ob. cit. v. III. p. 125; Von Tuhr
b. cit.. v. I, p. 25, n? 3; Machado, Ob. cu., v. II. p. 188, nota al art
16; Llerena, Ob. cit., v. II. p. 434; Sai/> vt-Galm. Ob. cit., v. I. p
88, nv 296; Pérez Vives. Ob. cit.. v. III. p. 15. Llambías, Ob. cit.. v
I, p. 21. nv 736. in fine y p. 60, n? 771. Esta js la tendencia que preva
ece cn la jurisprudencia francesa.
02
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
603
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
€04
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
609
objeto de garantías reales o personales otorgadas por el deudor
o por terceros %.
En el derecho extranjero, a falta dc textos expresos simi
lares a los nuestros, hay calificadas disidencias acerca de este
punto. Aubry y Rau, Giorgí, Mazeaud, Ripert y Boulanger,
Colín y Capitant, Marty y Roca Sastre, niegan la posibili
dad de afianzar válidamente una obligación natural: la fianza
supone una obligación principal exigible y ésta falta cn el caso
de la obligación natural, dc manera que admitir el otorgamien
to de esta garantía cuando no existe una obligación principal eje
cutable, es llamar impropiamente fianza a lo que sería en reali
dad una obligación principal 9\
Si bien ante la terminante disposición del artículo 518 de
nuestro código, debemos inclinarnos, en nuestro derecho, por la
legitimidad del afianzamiento de una obligación natural, la ver
dad es que la figura jurídica que así se constituya, no funcionará
de acuerdo a las exigencias esenciales de toda obligación acce
soria, y, en realidad —aunque se la llame fianza—. desempeña
rá ante el acreedor un papel tan principal que su verdadera
esencia será la de una asunción de deuda.
Lo que se dice con respecto a la fianza es aplicable a la si
tuación que crean las hipotecas, prendas o cláusulas penales otor
gadas por terceros. No ofrecen iguales reparos, en cambio, las
% Guastavino. Ob. cit.. v. IV. pp. 2*5 y 286. nv 37! y p. 288. nV 575:
Colmo. Ob. cit.. p. 69. n? 87; Lafaille. Ob. cit.. v. lí. p. 17. ir? 865:
Salvat-Gaiii. Ob. cit.. v.'l. p. 292. nos. 500 >500a: Brsso, Ob. cit.. v\
III. p. 5M. nv 7 y .sigs.: Rez/ónico. Ob. cit.. v. I. pp. 406 y 407: Borda.
Ob. cit.. v. I. p. 295. nv 598. La mayor parte de ellos sin embargo reco
noce que la lianza así otorgada se rige por principios distintos a los apli
%
cables normalmente a las obligaciones subsidiarias: Peirano Fació. Ob.
cit.. \. IV. p. 345. Moisset de Espanés, Las obligaciones naturales, en
el derecho civil argentino, p. 11.
97- Aurry y Rau. Ob. cit.. v. IV. p. 12. n. 24 y v. VI. p. 219. § 424,
n 5; Giorgi, Ob. cit.. v. I. pp. 56 y 57. nv 57 y p. 58. nv 59: Mazeaud!
Ob. cit.. 1* parte; v. I, p. 538. nv 568: Ripert y Boulanger. Ob. cit.
v V, p. 290, nv 1525; Colín y Capitant, v. lll. p. 126: Roca Sastre,
Ob. at., v. 1} p. 295: Marty, Ob. cit.. y. II, pp. 99 y 100: Planiol, Ri-
610
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
PP.RT y Esmlin. Tratado practico de derecho civil, v. Vil. pp. 310 y 511.
nv 995. En contra de esla posición: Baudry-Lacantinerie y Barde. Ob.
cit. \. XII. Des obligations. v. 11. p. 695. nv 1576 donde se exponen los
fundamentos favorables al afianzamiento de estas obligaciones.
98 MACHADO. Ob. cil.. \. II. pp. 189 y 190. cn nota: LLERENA. Ob. cit.
V. II. p. 457: Lafaii.1.1., Ob. cit.. v. II. p. 18, nv 867; Busso. Ob cil..
y. II!. p. 591. nos. 40 y 41: De GAsi>i£ri-ívIoreli.o. Ob. cit. v. II.
p. 110 y sigs.. nv 724; Baudry-Lacantinerie y Bakük. Ob. cil.. v. XII.
Des obligations. v. II. p. 698 y sigs.. nV 1679; Aubry y Rau. Ob. cit.. y.
IV. p. 12. S 297: Giorgi. Ob. cit. v. I. p. 55. nv 55; Peirano Fació. Ob.
cit.. \. IV. p. 546. En contra, cn el sentido de admitir la confirmación cn
las obligaciones naturales, cuando no son reprobadas por el código civil.
Zachariae, Ob. cit. v. UI, p. 546, § 525. texto y n. 10: Salvai-Gali.i.
Ob. cit, y. I, p. 295. nv 505: Guastavino, Ob. cit. v. IV. p. 281. nv
566 y p. 289. nv 574. Estos últimos sc atienen a la nota de VÉLEZ al art.
515. in fine. MoissrT DE Esi'ANiís considera que ni la confirmación ni la
ratificación pueden referirse a todos los casos del artículo 515 (La obliga
ción natural en el derecho civil argentino, p. 17).
611
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
612
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ob. cit.. y. III, p. 114: Roca Sastre, Ob. cit.. v. I. p. 285; De Gás
peri-Morello, Oh. cit. y. 11. p. 97, nV 706.
100 Zachariae, Ob. cit.. v. III, p. 546. § 525. n. 10: Planiol, Ripert
y Esmein. Tratado práctico, v. Vil, p. 512. nV 997; Aubry y Rau, Ob.
cit.. v. IV. p. 12. § 297; Demolombe. Ob. cit. v. XXVIII. p. 405. n»
545: Baudry-Lacantinerie y Barde. Ob. cit. v. XII, Des obligations.
y. II, p. 700. nv 1681; Roca Sastre, Ob. cit. v. I. p. 294; Ripert y Bou
langer, Ob. cit.. y. V, p! 290, nV 1524; Colín y Capitant, Ob. cit, v.
III, p. 126: Mazeaud. Ob. cil.. 1? parte, v. I. p. 557, nv 568: Peirano
Fació. Ob. cit.. v. IV, p. 547; Meza Barros. Ob. cit.. p. 60. nv 75: Lle
rena. Ob. cit. y. III. p. 554, art. 819. nv 5; Guastavino. Ob. cit. v. IV.
p. 286. nv 572; Machado. Oh. cit. y. III, pp. 8 y 9, nota al art. 819;
Lafaille. Ob. cit. v. II. p. 18, nv 866; Salvat-Galli. Ob. cit, v. I, p.
295. nV 502; Colmo. Ob. cit. p. 558. nv 788; Busso, Ob. cit. V. III. p.
591. n? 42; Rezzónico, Ob. cil., v. 1. p. 408; Borda. Ob. cit, v. I. p.
295. n° 402.
613
"Es necesario abandonar, resueltamente—enseñan Ripert y Bou-
i wciER—. la idea dc calcar los efectos de la obligación natural,
en los de la obligación civil. En realidad la obligación natural
es reconocida, únicamente, cn el momento en que se extingue
con el pago" ";i.
105 Josm.ran», Ob. cil.. i. 2. \. I. pp. 572 y 575. nv 716. Ripert y
Boulanger, Ob. cit. \. V. p. 290. nv 1526; Peirano Fació. Ob. cit. v.
IV. p. 546; Galli. en Su.v.vi. Ob. cit. v. I. p. 298. nV 505b: Blsso.
Ob. cit. v. lll. p. 592. nv 46: Borda. Ob. di., v. 1. p. 295. nV 40!.
104 Peirano Fació, Ob. cit. v. IV. p. 547: Busso. Ob. cit.. v. III. p.
591. nv 45. León. Pedro. Ob. cit.. p. 115. donde sc aclara que además dé
la cesión, puede transmitirse la obligación natural por causa dc muerte,
pero por supuesto, en el estado en que dicha obligación está.
105 Ripert y Boulanger, Ob. cit. \. V, p. 290. ir? 1526. in fine: Roca
Sastre. Oh. cit.. v. I. p, 295: código civil italiano, art. 2054.
614
capítulo Vlli
OBLIGACIONES DE PRESTACIÓN
DETERMINADA
SUMARIO: Obligaciones en cuanto a la naturaleza del objeto. Clasifica
ción.— I. Obligaciones dc dar cosas ciertas: 1. Noción. 2.
Cosas comprendidas cn la entrega. 5. Deberes del deudor.
4. Constitución y transferencia de los derechos reales y cn
especial de la propiedad en las obligaciones de dar cosas
ciertas: al Sistema del derecho romano, bl Sistema del de
recho francés, c) Sistema del derecho alemán, di Sistema del
código civil argentino: la tradición: .excepciones al princi
pio general. 5. Efectos de la constitución y la transferencia
dc derechos reales con respecto a terceros: A. Obligacio
nes de dar cosas ciertas para constituir o transférír~3ere-
chos reales: a) Cosas muebles. bl Cosas inmuebles, c) De
rechos del acreedor burlado contra el deudor. B. Obligacio
nes dc dar cosas ciertas para restituirlas a su dueño: a)
Cosas muebles, bl Cosas inmuebles, el Derechos del acree
dor burlado contra el deudor, b. Riesgos y .enlajas de la
cosa debida: A) Pérdida o deterioro: a) Obligaciones de
dar cosas ciertas para constituir o transferir derechos rea
les: 1V) Pérdida o deterioro sin culpa de! deudor: teoría dc
los riesgos. Pérdida de la cosa. Deterioro dc la cosa. 2v)
Pérdida o deterioro por culpa del deudor: a'l Pérdida de
la cosa; h'l Deterioro de la cosa, b) Obligaciones de dar co
sas ciertas para restituirlas a su dueño: IV) Pérdida o dete
rioro sin culpa del deudor: a') pérdida de la cosa, b') de
terioro de la cosa. 2V Pérdida o deterioro por culpa del
deudor: a'l Pérdida dc la cosa, h'l Deterioro dc la cosa.
el Leyes de la prueba. B. Mejoras: diversas clases: a) Me
joras naturales, bl Mejoras hechas por el hombre: IV) Me
joras necesarias. 2v) Mejoras útiles. 5v) Mejoras volunta
rias: a) Obligaciones de dar cosas ciertas para constituir o
transferir derechos reales, bl Obligaciones dc dar cosas cier
tas para restituirlas a su dueño: IV) Deudor de buena fe.
2V) Deudor dc mala fe. C. Frutos: a) Obligaciones de dar
cosas ciertas para constituir o transferir derechos reales, b)
Obligaciones de dar cosas ciertas para restituirlas a su due
ño: IV) Deudor de buena fe. 2v) Deudor de mala fe.—
II. Obl[gacÍQncs_dc hacen, 1. Noción. 2. Forma de cumpli
miento. 5. Ejecución forzada: al Ejecución forzada directa.
617
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
1 Colmo. Ob. cit. p. 211. ir.' 298: Salaai-Gai l.l. Ob. cit.. \ I. p. 299.
n° 506: Rezzónico. Ob. cit.. v. 1. p. 408: Boros Ob. cit.. \. I. p. 279,
nv 572.
G18
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
7 Colmo. Ob. cit.. p. 215, nv 500; Laeaille. Ob. cit.. v. II. p. 101. tí!
975: Rezzónico. Ob. cit.. v. I. p. 408: Salvat-Galli. Oh. cit.. \. I. p
500. nv 506a.
619
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
620
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
621
principio, pues, se debe entregar la cosa y sus accesorios. En el
estudio de la parte general del derecho civil, sc ha explicado ya
lo que son cosas accesorias (arts. 2327-2555. cód. civ.). El ar
tículo 2555 contiene una buena pauta para configurar la acce
soriedad cn este caso: cosas accesorias son las que sc unen a
otras con los Imes de uso, ornato, complemento o conserva
ción. Según el artículo 2520 del código civil, lo accesorio es
lo que está natural o artificialmente unido.
La doctrina y la jurisprudencia han hecho algunas aplicacio
nes. Ante todo debe respetarse la intención dc las partes cuan
do surge clara de la obligación. Ln defecto de ello, un buen
índice —según Galli— para determinar lo que es accesorio dé
la cosa vendida, nos lo da el artículo 890 del Esboco de Freitas,
1uente del codificador: "La obligación de dar cosas ciertas com
prende todos los accesorios de éstas, sin los cuales el objeto dc
la obligación no puede ser llenado". Serán pues accesorios que
deben ser entregados con la cosa, aquéllos cuya falta "no permi
te tener por cumplido el objeto que se tuvo en mira al obligar-
12 Colmo, Ob. cit. pp. 215 y 216. nv 505; Salvat-Galli. Ob. cit. v. I.
pp. 504 y 505. nos. 511 y 51 la; Laeaille. Ob. cil.. v. II. p. 64. nv 928:
Rezzónico. Ob. cit.. v. I. pp. 410 y 411; Busso, Ob. dt.. v. IV. p. 11.
nos. 5 y 4;. Borda. Ob. cit. v. I. p. 296. nv 406; Colmo y Galli. critican
la técnica del código, cn cuanto se refiere a las obligaciones dc dar cosas
ciertas para transferir el uso o la tenencia, al remitir a las normas del
arrendamiento y del depósito, pues consideran que ninguna de estas dos-
figuras agota lodos los supuestos dc transferencia dc uso o de tenencia.
Más técnico hubiera sido dar normas generales para las situaciones fun
damentales comunes, sin prejuicio de legislar sobre las aplicaciones espe
ciales cn cada contrato (Colmo, p. 215; Galli. en Saivat. v. I. p. 505.
nv 511a).
€22
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
623
'¡•'
den las medidas de previsión y precaución para que la entrega
sc haga en el momento oportuno y en el lugar debido.
bl Si no hubiere tiempo de cumplimiento señalado, el juez de
berá fijarlo (arts. 618, P. parte y 751, cód. civ.).
el Si no hubiere lugar señalado, si bien el artículo 576 remite
al que el juez indique, en realidad debe prevalecer aquí la nor
ma específica del artículo 747, segunda parte, del código civil,
que trata el tema en forma orgánica y especial y de manera dis
tinta al 576. Por consiguiente y ateniéndonos al artículo 747,
segunda parte, en el caso dc que no se hubiere señalado en la
obligación el lugar del cumplimiento, la entrega de la cosa de
berá hacerse "en el lugar donde la misma existía al tiempo de
contraerse la obligación" (art. 747. cód. civ.) I9. Así lo confirma
por otra parte, el artículo 1410 del código civil.
d) AI deudor que no cumple con el deber de entregar la cosa
el artículo 576 lo hace responsable dc los perjuicios e intereses
que cause al acreedor, lo que parece dar la idea de que el solo
17 Salvat-Galli. Ob. cit, y. I. p. 507, tí! 513a; Lafaille, Ob. cit.. v.
II. p. 66; Colmo. Ob. cit.. p. 217, n? 305; De Gásperi-Morello. Ob.
cit, y. II, p. 457; Busso. Ob. cit. y. IV. p. 15. nv 5; Rezzónico Ob cit
v. I, p. 415.
18 Salvat-Galli, Ob. cit. y. I. p. 507 y sigs., nv 314; Lafaille (Ob.
cit, y. II, p. 65, nV 929) en vez de la palabra diligencias, empleada en el
art. 376, sugiere como más expresiva, la misma palabra, pero cn singular-
'diligencia"; Colmo. Ob. cit. p. 217, tí! 306; Rezzónico Ob cit v
I, p. 413.
19 Busso. Ob. cit. y. IV. p. 15, nv 6; Salvat-Galli. Ob. cit, p 308
nv >!4; Lafaille, Ob. cit. y. II, p. 66; Colmo, Ob. cit. p. 217, n° 306.
624
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2") En materia de muebles, tanto entre las partes como con res
pecto a terceros, la adquisición y transferencia del dominio se
producen por el solo efecto de la convención, con la excepción
del principio de que en materia de muebles, la posesión vale tí
tulo (art. 2279, cód. civ. francés)"'1.
El sistema del código civil francés, en esta materia, ha sido
seguido por los códigos italiano de 1942 (arts. 1376. 2643 y
2644) y federal de Méjico (arts. 2249, 2265, 2266 y 2522) \
c) Sistema del derecho alemán. En el derecho alemán hay que
distinguir en el sistema de la transmisión de la propiedad y cons
titución de otros derechos reales, según se trate de inmuebles o
muebles '\
1?) Bienes muebles. Para la constitución de derechos reales y
transmisión de la propiedad, cn materia de muebles, es necesa
ria la tradición (gewere) (art. 929, cód. civ. alemán)-'.
2°) Bienes inmuebles. En lo que respecta a inmuebles, siguien
do a los antiguos antecedentes nacionales y a la ley Torrens, la
transferencia del dominio y la constitución de derechos reales se
opera por:
—El consentimiento formal que a la inscripción en el regis
tro presta la parte que transmite o constituye un derecho real,
consentimiento formal que consiste en una declaración por la
que se autoriza al ofitúal registrador a practicar una inscripción
determinada, o sea lo que se llama el "'acuerdo abstracto".
—La inscripción de ese acuerdo en los libros territoriales
629
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
630
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ob. cit. v. II. p. 471, n. 56a: Alsina Atienza, ídem. ídem. Hedemann.
Ob. cit. y. II. p. 96 y sigs.; Trico Represas y Aluiií Casanova de Trigo
Represas, Ob. cit, separata nV 725 de la Rev. Nol., p. 6 y sigs.
38 Busso. Ob. cit. y. IV, p. 57, nV 275; De Gásperi-Morello. Ob. cit..
y. II, p. 471. n. 56a; Alsina Atienza. ídem. ídem.
39 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 59. nv 286; De Gásperi-Morello. Ob. cit..
v. II, p. 471. n. 36a; Colmo. Ob. cit. p. 257, nv 356: Alsina Atienza.
Ob. cit. y. I. p. 186. nV 124: Hedemann. Ob..ch.. v. II. p. 127 y sigs.
631
derecho real". La tradición es —según nuestro código— la en
trega efectiva > voluntaria de la cosa (arts. 2378 y 2379, cód.
civ.). No basta la declaración del tradens, de'darse por despo
seído; ni la del accipiens, dc darse por puesto en posesión del
bien.
El coditicador ha intentado con esia exigencia, la publicidad
dc la adquisición de los derechos reales, garantizando asi los de
rechos de terceros'". Pero, además —como lo ha señalado muy
bien Galli—, ha procurado que quede bien diferenciado el con
cepto de derecho real y el de derecho creditorio o personal. El
derecho creditorio o personal..sólo da un derecho a la entrega
dc la cosa, un ius ad rem: en tanto que el derecho real necesita,
para configurarse, la entrega de la cosa, o sea la tradición a par
tir de la cual el adquirente tiene un ius in rem. Sin la exigencia
de este requisito ocurriría lo que pasa en el sistema del código
civil francés, en el cual basta el solo consentimiento para consti
tuir el derecho real ycn consecuencia: "el derecho personal yel
derecho real, la obligación y el dominio, son una misma cosa: el
contrato es el propio dominio y el.dominio es el contrato. No
hay diferencia entre el título para adquirir yel modo de adqui
rir, entre la idea y el hecho, entre la causa y el efecto" (nota de
Velez al art. 577)4:.
Tero sí lo.- propósitos de Vélez han sido plausibles. Ia ver
lo Busso. Oh. cit. y. IV. p. 57 y sigs.. nos. 276 v sigs.; Hedemann
Ob. al., y. II. p. 9, y sigs.
41 Salvat-Galli. Ob. cit. y. I. p. 511. nv 519: Busso. Ob cit v IV
p. 24. nv 45.
42 Salvat-Galli, Ob. cit, y. I. p. 313. nv 519a: Di: Gásperi-Morello,
Ob. cu., p. 462, nv 987.
632
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
43 Colmo, Ob. cit. p. 250 y sigs, nv 328 y sigs.: Salvat-Galli. Ob. cit.
y. 1. p. 312, nv 319, in fine; Busso. Ob. cit. v. IV, p. 24, nv 48 y p. 54.
nos. 249. 252. 253 y 254; Lafaille, Curso de obligaciones, v. II. p. 96.
nV 159; Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 417; Machado, Ob. cit. v. II.
p. 279, nota al art. 577. Laouis, Manuel A., califica a la tradición, como
"antigualla que debe desterrarse*'. Examen y crítica de la reforma del
código civil, con la coordinación de Morello y Portas, v. 3, p. 454.
44 Colmo, Ob. cit. p. 251, nv 328; Busso, Ob. cit. v. IV, p. 54, nos.
252-255: Salvat-Galli, Ob. dt., v. 1. p. 515, n. 17a; Laeaille, Curso de
obligaciones, v. II, p. 97, nv 159; Rezzónico, Ob. cit. v. 1, p. 417,; Trigo
Represas y Aluiú Casanova dc Trigo Represas, separata del nv 723,
Rev. Not.. pp. 12 y 13..
45 Busso. ídem. ídem; Colmo. Ob. cit. p. 255. nv 555: Rezzónico,
Ob. cit. y. I, p. 417; Laeaille. Curso de obligaciones, y. II, pp. 96 y
97, n. 159; Laouis, Ob. cit. v. 111, p. 454; Rodríguez, Agustín W.,
Publicidad inmobiliaria, ed. Depalma, pp. 175 a 176. si bien considera
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06 Machado. Oh. cit.. v. II. p 504; Bisso. Ob. cu., v. IV. p. 166, nv 20.
67 Colmo. Ob. cit. p. 245. nv 545, in ¡inc: De Gási-eri-Morei.i.o. Ob.
cit.. v. II. p. 495. nv 1006. in fine: Borda. Ob. cu.. \. I. p. 309, nv 440;
Llambías. Ob. cit.. v. II. p. 112 y 113. nV 817.
68 Llerena, Ob. cit, v. III. p. 61; Laeaiile. Ob. at.. \. II. p. 69,
nv 935.
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cit. y. II. p. 494. nv 1008. I:n comía Bi sso. Ob. cit.. v. IV. p. 169. tí 9:
Moreno Duiiois, Lduardo y Tejerina, Wenceslao, Derecho de! compra
dor que obtuvo tradición del inmueble, en La Ley, v. 125. p. 1252 y sigs.
S. V y p. 1237 y sigs.. §§ VI-VII1: Llamiíías, Ob. cit. v. II. p. 116 y
n. 97; LiiErena, Oh. cit. v. 3. p. 65. nv 4: Galli, cn Salvat. Ob. cit.
v. I, p. 320. nv 350a. pero a condición dc que el instrumento privado ten
ga fecha cierta.
77 Colmo. Oh. cit.. p. 244. nv 545. in fine y pp. 255 y 256. n? 535;
Laouis. Ob. cit.. v. III, p. 458. propone como reforma al art. 594 la
siguiente: "Si la cosa fuere inmueble se estará exclusivamente a la fecha
del primero que haya inscripto en el Registro inmobiliario su título, sal
vo el caso de colisión fraudulenta". En contra de nuestra opinión. Llam
iíías. Ob. cit.. v. II. p. 116 y n. 97.
Salvat-Galli, Ob. cit. v. 1. p. 512. nv 519. in fine: SCBA. cn Der.,
del 14-9-67. fallo 9954.
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cit. v. I. p. 321. nv 551: Lafaille. Ob. cit. v. II. pp. 68 y 69. nV 93.3;
De Gáspi ri-Mori i lo. Ob. cit. v. II. p. 495, nv 1008: Busso. Ob. cit.
v. IV. p. 169. nos. I a 5: Rezzónico. Ob. cit. v. I. p. 419; Borda. Ob.
cit, v. I. p. 309. Acerca de si el propietario que promete la venta de un fc¿
mismo bien, a varias personas, comete el delito de defraudación hay dis
crepancias en la jurisdicción penal. Se inclinan por la afirmativa los fallos
registrados en Der. del 29-9-67. 10.004 y 10.005 (Cám. nac. del crim.I
sala II). Por la negativa el fallo registrado en Der. de dicho día. fallo
10.002 (Tribunal cn pleno). Véase asimismo en dicha revista del 2Q-9-67
la reseña de fallos.
Boleto de compraventa y defraudación y artículo dc Alejandro V. Ure,
cn La Ley. del 27-3-67.
81 Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 321. nv 331: ídem Busso. Ob. cit.
y. IV, p. 170. nv 4.
82 Laeaille, Curso de obligaciones, y. 11. p. 100. ití 166 y Tratado de
derecho civil. Obligaciones, v. II. p. 71, nv 71. nv 936; Colmo, Ob. cit.
p. 244, nv 545; Borda. Ob. cit. v. 1. p. 300. nv 415: Cám. nac. civ., sala
F. La Ley. v. 96. p. 571. Llambías. Ob. cit. v. II. pp. 92 y 95. n? 804;
León. Ob. cit. v. III. p. 12.
650
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651
civ.)**.
Es menester aclarar, una vez más, que a la solución del ar
tículo 597 hay que hacerle las adaptaciones necesarias, cuando
se trata de muebles sometidos a regímenes de registro, en la
forma en que sc ha explicado anteriormente v, pues el adquiren
te ha debido consultar los registros y si no ha procedido así. hay
culpa de su parte.
El concepto de mala fe y de buena fe a este respecto depende
dc que el tercero conozca o no conozca que el bien que sc le ha
transmitido o sobre el cual se le han constituido derechos reales
no es de propiedad del enajenante.
El concepto de cosa robada, comprende a estos efectos, tanto
el robo strictu sensu como el hurto, pero no el abuso de confian
za (art. 2766, cód. civ.)!S.
La acción de reivindicación del propietario correspondería,
aun cuando se tratara de un tercero de buena fe y aun cuando
no mediara la calidad de cosa robada o perdida, si el tercero
fuera un adquirente a título gratuito (art. 2778. cód. civ.)'".
2'.') Si la cosa cierta mueble que debe ser restituida a su dueño..
ha sido objeto dc una obligación de transferir o constituir dere
chos reales a favor de un tercero, sin habérsele hecho la tradición
"es preferido el acreedor a quien pertenece el dominio de ella"
(art. 598, cód. civ.). El conflicto se decide, pues, a favor del
propietario y él tiene indiscutible derecho a la entrega, solución
86 Busso, Ob. cit. v. IV. p. 172. nv 7.
87 Supra. p. 645 de este cap.
88 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 1-72. nos. 4 s 5
89 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 172. nv 8.
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intereses*".
$- ¿Cuál es el significado de la palabra equivalente? La doc
trina se halla dividida en la misma forma en que lo está en el
caso del artículo 595 acerca del cual hemos hecho ya la expo
sición pertinente, que damos por reproducida "\
En cuanto al momento que debe lomarse en cuenta para fi
jar el valor de la cosa, coinciden Machado, Lai ailll y Salva i ,
en que debe estarse al que tendría al tiempo en que debió hacer
se la entrega "". Busso. con más amplitud, acuerda al acreedor
el derecho de reclamar cualquier diferencia en más que se pro-
[
113 Salvat-Galli, Ob. cit. \. I, p. 552. nv 349: Rezzónico. Oh. cit,
y. I. p. 426.
114 Salvat-Galli. Oh. cit. v. I, p. 555. nos. 550 y 551; Colmo. Ob.
cit. pp. 217-219. nos. 507-509; Lafaille. Ob. cit. v. II. p. 71. nv 956:
Busso. Ob. cit. \. IV, pp. 122 y 124. nv 1 y sigs.: De Gásperi-Morello,
Ob. cit. y. II. p. 480, nv 999. Sobre distinción entre riesgo de la cosa v
riesgo del contrato, véase Busso. Ob. cit. v. IV. p. 90.
115 Ver notas 88. 89 y 90; Salvat-Galli, Oh. cit. v. I. p. 534, nv 352;
Rezzónico, Ob. cit. v. 1. p. 427. nv 54 y sigs. Véase La Ley. 29-9-71.
caso "Laporta c/ Roy", nv 67.014. donde se dijo "el equivalente es el
valor cn dinero de la cosa perdida": León, Pedro. Ob. cit, v. III. p. 12.
116 Salvat-Galli, Ob. cit. v. 1. p. 554. nv 555: Machado. Ob. cit.
y. II, pp. 289 y 290 y ñola al art. 579; I.ai-mi.i.i:, Ob. cit, v. II. p. 72.
nv 936.
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663
to. el código hace responsable dc la pérdida o deterioro al obli
gado, en virtud dc su culpa y con mayor razón si ha mediado
dolo. La misma solución cabe si el deudor estaba cn mora
imputable.
a') Pérdida tic la cosa. El artículo 585 prevé el caso dc pérdi
da y remite a la solución que el artículo 579 contiene para las
obligaciones de dar cosas ciertas que tienen por fin constituir
o transferir derechos reales, vale decir, que sc hace responsable
al obligado por el equivalente y por los perjuicios e intereses 12i.
Reproducimos, pues, en esta ocasión, lo que hemos comentado
al estudiar dicha hipótesis '*'.
b'l Deterioro de la cosa. El artículo 587 sc refiere al deterio
ro y con igual técnica que la precedente, remite a la solución
del artículo 581. es decir que el dueño tiene derecho a una op
ción: exigir una cosa equivalente y los daños y perjuicios o rc-
126 Sai.vat-Gai.i.i O/,, cit. v. I. n. 556. nos. 559-562: Colmo. Ob. cit,
p. 225. nv 519: Lxfaiu.E. Ob. cit. p. 78. nv 946; Busso. Ob. cit. y. IV,'
pp. 142 y 145. ii" 1 v sigs.: Di. Gásperi-Morello. Ob. cit. v. II p 477
y 478. nv 997; Borda. Ob. cit. y. I. p. 501. tí! 417: Rezzónico. Ob cit
v. I. p. 428. • "
127 Sai.vat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. p. 557. nos. 359-565: Lafmilf Ob
cu y. II. p. 78. nv 946: Colmo, Ob. cit. p. 226. nv 521; Busso. Ob. cit.
v. IV. p. 144. nv 1 y sigs.: Di: Gásperi-Morello. Ob dt v II p. 478.
nv 998. !"•.• i
128 Salvat-Galli. Ob. dt. v. I. p. 557. nos. 565-565: Coi mo. Ob cit
p. i. tí! >I9: Lafaille, Ob. cit. v. II. p. 78. nv 947; Busso. Ob cil
v. I\. p. 144, nos. 1 y 2; De GÁSPERI-Morel. O. Ob. cit. y. II rp 479
yv 480.
Aüñ ,-»" üüü
nv 999. VI •
129 Sapra. p. 661 dc este cap.
664
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES-
150 Colmo. Ob. cit. p. 226. nv 521: Sai.vat-Gai.i.i, Ob. cit. v. I, pp.
:; t 557 y 538. nos. 365-565; Lafaille. Ob. cit. V. II, p. 78, nV 947; Busso,
Ob. cit. v. IV. p. 145. nos. 1 y 2: Du. Gáspf.ri-Morello. Ob. cit. p. 481.
nv 1000.
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144 Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 541. nos. 576-577: Colmo. Ob. cit.
p. 224. nV 318; Laeaille. Ob. cit. v. II. pp. 74 y 75. nos. 940 y 941;
Busso. Ob. cit, v. IV. p. 121 y sigs.. tí! 4 y sigs.: Df Gásperi-Morello;
Ob. cit. y. II. pp. 482 y 483. tí: 1001.
145 ídem, ídem.
146 Salvat-Galli, Oh. cit. v. I. p. 541. nos. 576-577: Colmo. Oh. cit.
p. 224. nv 518: Busso, Ob. cit. v. IV. p. 152. nv 25 y sigs.
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147 Colmo. Ob. cit. p. 224. nv 518: Saiaat-GaLLI, Ob. cit. v. I. p. 542.
nos. 578-379; Lafaille, Ob. cit. y. II. p. 75. nv 941; De Gásperi-Mo
rello. Ob. cit. p. 485. nv 1001: Llamiíías. Ob. cit. v. II. p. 101. nv 808.
León no acepta la inclusión de las mejoras hechas por el hombre, en la
interpretación del art. 582. pues lo contrario significaría abandonar en
manos del deudor, la facultad omnímoda y arbitraria de realizar las me
joras que se le ocurran en la cosa (Ob. cit. v. lll. pp. 15 y 14). Admite,
eso sí, las mejoras necesarias, p. 18.
148 Machado. Ob. cit. v. 11. p. 289. nota al art. 582: Sai.vat-Gai.i.i.
Ob. cit. y. I. p. 542. nos. 578-579; Colmo. Ob. cit. p. 224. nv 318;
Rezzónico, Ob. cit. v. I, p. 431.
149 Lafaille. Ob. cit. v. II. p, 75. nv 941; Galli. en Saivat. v. 1,
p. 544. nv 579c: Bcsso. Ob. cit. p. 151. nv 15.
150 Borda. Ob. cit. \. I. p. 504. nv 427.
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202 Colmo, Ob. cit. pp. 247 y 248. nos. 353 y 554; Laeaille, Ob. cit.
v. II. p. 84. n? 955; Salvat-Galli, Ob. cit'.. p. 458, n? 520c: Busso, Ob.
cit., v. IV, p. 348, n? 81; Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 478; De GAsperi-
Morello. Ob. cit. v. II, p. 709. n. 7a: Borda. Ob. cit. v. I. p. 354, n?
504; La Ley. v. 39, p. 186; v. 55, p. 569; DJBA. v. 59, p. 10; La Lev,
del 23-10-1967, fallo 58.889.
203 ídem, ídem. León, Ob. cit. v. III, pp. 136 y 137. Alterini. Cum
plimiento defectuoso de la obligación de hacer, La Ley, v. 128, pp. 245
y 246, n? 2; Cám. nac. civil sala E, 22-5-967, "Beraldo c/ Consorcio Car
los Pellegrini 1520". La Ley. v. 128, p. 245, fallo 58.889.
204 Colmo, Ob. cit. p. 249. n? 356; Lafaille. Ob. cit. v. II, p. 84,
n? 956: Salvat-Galli, Ob. cit.. v. I, p. 460, n? 522; Busso, Ob. cit. v.
IV, p. 352 y sigs. n? 1 y sigs.; Rezzónico, Ob. cit, v. I. p. 481; Df Gás
peri-Morello, Ob. cit, v. II, p. 709, n? 1144; Borda, Ob. cit., v. I, p.
353, n? 502.
684
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
685
las particularidades de esta clase de obligaciones: la ejecución
forzada sólo puede llevarse a cabo siempre que no sea necesa
rio ejercer violencia sobre la persona del deudor: Nenio potest
precisa; cogi ad factum: nadie puede ser compelido a prestar
su propio hecho. La necesidad de violencia en la persona del
deudor es el límite jurídico para la ejecución forzada directa
de la prestación de hacer y ante él se detiene la misma ™. No
debemos olvidar que en esta eventualidad, suele ser muy eficaz
el uso de las astreintes, para doblegar la injusta resistencia del
obligado 2W. Pero, si a pesar de todo esto, no pudiera obtenerse
el cumplimiento directo por el deudor, el acreedor puede optar
por:
1") Pedir la correspondiente indemnización de daños y perjui
cios (art. 629, in fine).
21) Ejecución por terceros. Si el hecho pudiese ser ejecutado
por otro, el acreedor podrá ser autorizado para ejecutarlo por
cuenta del deudor, por sí o por terceros (art. 630, cód. civ.).
Quiere decir que, si el hecho pudiera ser ejecutado por otro,
el acreedor tiene un medio más para obtener la ejecución en es
pecie de la obligación y puede elegir entre pedir directamente
la indemnización de los daños e intereses, según lo autoriza la
208 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, pp. 466 y 467, nos. 530 y 531; Lafai
lle, Ob. cit., v. II, pp. 85 y 86, nos. 957 y 958; Busso, Ob. cit, v. IV,
p. 364, ri? 10 ysigs.; De Gásperi-Morello, Ob. cit, v. II, pp. 714 y 715]
n? 1145; Rezzónico, Ob. cit, v. I, pp. 479 y 480; Borda, Ob. cit, v. I,'
pp. 352 y 353, n? 501. Sobre las obligaciones de hacer, que consisten
en una declaración de voluntad del deudor, véase Puig Peña Ob cit
t. 4, v. I, p. 297. ' ' "
209 Véase cap. III, § V.
686
:
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
210 Salvat-Galli. Ob. cit, v. I, pp. 468 y 469, n? 533; Busso, Ob. cit,
v. IV, pp. 366 y 367, nos. 29, 31 y sigs.; Rezzónico, Ob. cit, v. I, p.
481; León, Ob. cit, v. III, p. 143.
211 Colmo, Ob. cit, p. 250, n? 358. Esta pareciera ser, también la opi
nión de Lafaille, en su Tratado de derecho civil, cuando dice: "La in
demnización cuadra tan sólo cuando el deudor no quisiere o no pu
diere cumplir y no fuese posible tampoco hacerlo por otro" (Tratado
de las obligaciones, v. II, p. 88, n? 960). En el curso de obligaciones, en
cambio, se expedía en forma diferente. (Véase Curso de obligaciones, v.
II, p. 109, n? 180).
212 Juris. Arg., 1957, v. II, p. 184, caso "Barzi c/ Petrucci".
687
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
213 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, p. 469, n? 534; Busso, Ob. cit, v. IV,
p. 370, nos. 10-12; Rezzónico, Ob. cit, v. I, p. 425; Lafaille, Ob. cit,
v. II, p. 87, n? 959.
214 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, pp. 469 y 470, n? 554, in fine; Busso,
Ob. cit, v. IV, p. 374, nos. 39 y 41.
215 Lafaille, Ob. cit, v. II, p. 87, n? 959; Salvat-Galli, Ob. cit, y.
I, p. 470, n? 535; Busso, Ob. cit, v. IV, p. 371, nos. 15-20; Llerena,
688
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ob. cit. v. III, p. no, n'! 2. En contra. Machado. Ob. cit. v. II. p.
350, nota al art. 630. quien sostiene que cn esta materia el juez goza de
indemnización de los daños y perjuicios (art. 630, cód. civ.). 1
Se ha planteado el interrogante acerca dc si el deudor puede
liberarse dc la obligación de hacer, ofreciendo pagar daños e
intereses. El artículo 631 de nuestro código rechaza terminan
temente semejante pretensión: "El deudor no puede exonerarse,•
del cumplimiento de la obligación, ofreciendo pagar los perjui
cios e intereses".
b) Ejecución indirecta. Al estudiar los efectos de las obligacio
nes cn general, dijimos que la ejecución indirecta es subsidiaria,'
o sea que el acreedor deba agotar, primero, los medios para]
obtener el cumplimiento in natura, y solamente que ello no fue
ra posible, puede recurrir a la ejecución indirecta consistente en.
la indemnización de los daños e intereses 221.
Nos hemos referido, con anterioridad, sin embargo, a la-j
atemperación que tal régimen ha sufrido con la reforma del an
tículo 1204 del código civil por decreto-ley 17.711/68.
En materia dc obligaciones de hacer la situación es más ter-»
minante; en principio, el acreedor debe reclamar la ejecución
forzada directa de la obligación, pero si el deudor no accede a^
cumplirla y para conseguirlo fuera menester ejercer violencia;
contra el mismo, entonces el acreedor tiene derecho a reclamar
directamente el pago de los daños e intereses. Ni siquiera se lej
impone, como acabamos de verlo, el deber de agotar la posibi-*
lidad de la ejecución por terceros, cuando tal perspectiva exis-
554. nv 11 y sigs.; Borda. Ob. cit. v. I. p. 353, nv 502; De Gásperi-
Morello. Ob. cit., v. II. p. 707. nv 1142. in fine.
220. ídem, ídem.
221 Cap. IV.
690
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2" Cüimo Oh. cit. p. 255. tí! 362; Salvat-Galli, Ob. cit. v. I, p.
473, nv 541 y sigs.: LAEAtLt.E. Ob. cit. v. II, p. 88, n? 960; Busso, Ob.
cit. p. 357 y sigs.. nos. 3, 13 y 15; Rezzónico, Ob. cit, v. I, p. 487:1
Borda. Ob. cit. v. I, p. 355. nv 505: De Gásperi-Morello, Ob. at., y.
II, p. 715, n? 1147.
223 Laeaille, Ob. cit. v. II. p. 88. nv 960; Salvat-Galli. Ob. cit, v.
I. p. 473, n? 542; Rezzónico. Ob. cit, v. I, p. 487; Busso. Ob. cit, v,
IV, p. 360. nV 19.
224 Salvat-Galli. Ob. cit... y. 1. p. 474. nos. 543 y 544; Busso. Ob.
cit. y. IV. p. 360. nos. 21 y 24; Rezzónico. Ob. cit. v. 1. p. 487: Lvfai-
lle. Ob. cit. y. II. p. 88, nV 960.
225 Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 474, nv 545; Bcsso. Ob. cit. v.
IV. p. 359. nv 17; Salvat. Contratos, v. I, p. 535 y sigs.. nos. 1255-1260;
Machado. Ob. cit. v. II. p. 347. nota al art. 627.
692
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
vio alguno "M. La razón de que así sea radica en que, en esla
hipótesis, al ejecutarse el hecho, la violación no significa un re
tardo, sino la inejecución absoluta. En tales condiciones —en
seña Planiol—, el requerimiento sería una formalidad sin uti
lidad y sin objeto 2W. Después dc la introducción de la mora au
tomática en el artículo 509. por el decreto-ley 17.71 1, esta solu
ción es aún más indiscutible.
En el supuesto dc que el obligado incurra en incumplimien
to dc la abstención, el acreedor tiene a su favor los siguientes
derechos:
a) Reclamar la ejecución forzada directa de la prestación por el
deudor.
b) Pedir la destrucción de lo que el deudor hubiera realizado
contraviniendo la obligación.
c) Accionar por daños e intereses :!l.
229 Colmo, Ob. cit. p. 254, n?- 366: Sai.vat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I, p. •y,
478, nv 552; Laeaille. Ob. cit. v. II. p. 90. nV 963; Busso. Ob. cit, v.
IV. p. 378. nv 3; De Gásperi-Morello, Ob. cit. v. 11. p. 717. tí! 1150.
León. Ob. cit. v. III, p. 150 y sigs.. sostiene que en las obligaciones
de no hacer deben descartarse todas las disquisiciones sobre la mora, por
que en ellas no cabe considerar el retraso, sino que sólo sc puede hablar
de que el deudor cumple o el deudor ha violado la obligación. Véase
sobre el tema: Moisset de Espanés, Luis. Las obligaciones de no hacer
y la mora, donde llega a las siguientes conclusiones: a) Es necesario pre-
eisar los conceptos técnicos de incumplimiento y dc mora. Reicrvamos
el vocablo incumplimiento para los casos en que no es posible, o ya no
es útil, la ejecución dc la prestación debida: y hablamos de mora cuando,
pese al incumplimiento temporal, o retardo, todavía es posible y útil paru
el acreedor, que se realice de manera íntegra la prestación, b) A los
casos de cumplimiento parcial o defectuoso se les aplica, por analogía,
el régimen de la mora o el del incumplimiento, según corresponda, c)
Encontramos casos de obligaciones dc no hacer, especialmente aquellas
que dependen de la suspensión de una actividad que se está realizando,
en las que es perfectamente factible que el deudor incurra en mota, d)
La mora en las obligaciones de no hacer se producirá cn forma automá
tica, sin necesidad dé interpelación, por la sola realización dc hecho
prohibido.
230 Pi.anioi. y Ripert, Ob. cit. v. II, p, 227. ni 82.
231 Salvat-Galli. Ob. cit. v. 1. p. 476 y sigs.. nv 548 y sigs.; Busso.
Ob. cit. y. IV. p. 380 y sigs.. nV 7 y sigs.: Rezzónico. Ob. cit. v. I. p.
694
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
'
Veremos cómo funcionan estos tres medios puestos por la ley
en manos del acreedor.
695
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
235 y 254 Sai.vat-Gai i.i. Ob. cit. v. I. p. 477. nv 549: Busso. Ob. cit.
v. IV. p. 581. nv 15.
255 La Ley, v. 55. pp. 90-100; cons. 9v dc la sent. de 2: inst.
256 Llambías. Obligaciones, cit.. \. I. p. 89. nv 78.
257 Comp.: Busso, Ob. cit, v. III. p. 214. nv 56-57. y v. IV. p. 389 y
sigs.. nv 7 y sigs., y Rezzónico, Estudio de las obligaciones, cit.. v. 1. p.
489. para quienes la destrucción dc lo hecho indebidamente, configura
lisa y llanamente un supuesto dc ejecución forzosa directa. Llambías cn
cambio afirma que operada la inejecución dc la obligación dc no hacer,
cn un segundo momento la intervención dc un tercero para la deduc
ción dc lo hecho, viene a configurar una obligación de "hacer" que <c
rige por los principios propios de esta (Obligaciones, cit . v. I p 89,
nv 78).
696
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
gil* la ejecución por el deudor, porque para ello habría que ejer
cer coerción personal, ni tampoco cabe la destrucción de lo he
cho, no queda >a otra salida que la reclamación de los danos e
intereses. Asi lo prescribe el articulo 654 del código civil. Estos
daños \ perjuicios sc graduarán dc acuerdo til articulo 519 a
521 del código civil, según que la inejecución se deba a culpa o
dolo del obligado.
5. Imposibilidad de la omisión. También aquí, como en las
obligaciones de hacer, la ley distingue la imposibilidad acaecida
sin culpa del deudor, de la ocurrida por culpa del mismo. . Bien
entendido, eso sí. que se trata de la imposibilidad sobrevinien-
te al nacimiento de la obligación.
al Cuando la imposibilidad no es imputable al deudor, o cuan
do el deudor hubiera sido obligado a ejecutar el hecho, la obli
gación sc extingue como cn el caso del artículo 627 (art. 652.
cód. civ.). Vale decir, que tanto en uno como en otro caso, el
deudor soporta el riesgo de la prestación: no se le puede exi
gir el cumplimiento ni tampoco daños y perjuicios, pero pierde
en cambio su derecho a la conlraprestación, debiendo restituir
la si la hubiera recibido (art. 652. cód. civ.)21*.
/'/ Si la imposibilidad se debiera a culpa del obligado, y con
mayor razón si fuera por dolo del mismo, debe éste soportar
tanto el riesgo de la prestación como el riesgo del contrato v
pagar daños y perjuicios, dc acuerdo a las normas de los artícu
los 519 a 521 del código civil, según el caso (art. 654):'".
238 Coi.vio. Ob. cit. pp. 255 y 254. nv 565; Sai.vat-GAI.LI. Ob. cit.
v. I. p. 478. nv 553: Rezzónico. Oh. cit. v. I. p. 490: Borda. Ob. cit. v.
I. p. 356. nv 588.
capítulo IX
OBLIGACIONES EN CUANTO A
LA NATURALEZA DEL OBJETO
(continuación)
<
SUMARIO: |. Obligaciones facultativas: 1. Noción. 2. Fuentes. 5. Deno
minación. 4. Diferencia con las obligaciones alternativas. 5.
Caracteres y régimen jurídico. 6. Momento de la sustitu
ción. 7. Caso de duda. — II Obligaciones alternativas: 1.
Definición. 2. Fuentes. 5. Naturaleza: a) Unidad o plurali
dad de vínculos, bl Objeto múltiple u objeto único indeter
minado. 4. Caracteres: al Objeto único indeterminado, bl
Independencia 'dc las prestaciones, c) Indeterminación ini
cial, di Elección u opción, e) Concentración. 5. Paralelo con
otras clases de obligaciones: al Con las obligaciones con
juntivas, bl Con las obligaciones de dar cosas inciertas no
fungibles y de género limitado. 6. Elección: A. A quién co
rresponde la elección: al Negativa del deudor a efectuar
la elección, bl Negativa del acreedor a efectuar la elección.
c) Negativa del tercero a efectuar la elección. II. Forma y
momento de la elección: a) Elección por el deudor, bl Elec
ción por el acreedor, c) Elección por un tercero C Cuestio
nes varias. 7. Imposibilidad de la prestación antes de la
elección: A. Elección por el deudor. Casos previstos por el
código civil. Hipótesis no previstas. B. Elección por el acree
dor: casos previstos. Hipótesis no previstas. Deterioro dc
las prestaciones, — III. Obligaciones de dar cosas inciertas
no fungibles: 1. Noción. 2. Caracteres. 3. Elección: A. A
quién corresponde hacer la elección. B. Límites de la elec
ción. C. Forma de la elección: sistemas: al De la separación
o individualización, b) Dc la declaración, c) Del envío, d)
De la ejecución o entrega de la cosa, el Sistema del código
civil. 4. Efectos: A. Antes dc la elección. B. Después de la
elección. 5. Ámbito de aplicación de estas normas.— IV.
Obligaciones de dar cantidades de cosas: 1. Noción. 2. Di
ferencia con las obligaciones de dar cosas inciertas no fun
gibles. 3. Efectos. 4. Individualización de las cosas. 5. Pérdi
da o deterioro de las cosas debidas: A. Obligaciones dc dar
cantidades de cosas para constituir derechos reales: a) Pér
dida o deterioro sin culpa del deudor, lu Pérdida o dete
rioro por culpa del deudor. II. Obligaciones dc dar cantida
des de cosas para restituirlas a su dueño: a) Pérdida o de-
701
-.-.•
de garantía: A. Cláusula oro. Obligaciones en moneda ex
y
tranjera. Hipotecas a oro. 19. Cláusula dc pago en mercade
rías. C. Cláusulas de revisión periódica y de escala móvil u "I
dc índice variable. 8. Fugar y época del pago. 9. Incumpli
miento de las obligaciones de dar sumas de dinero. 10. In
tereses. A. Noción. B. Caracteres y naturaleza. C. Pacto de
intereses: al Legalidad del pacto de intereses, bl Libertad
de contratar la lasa de interés, el Sistema del código civil
argentino, di Inexistencia dc convenio sobre intereses, e)
Desde cuándo corren los intereses: IV) Constitución en mo
ra. 2v) Obligaciones dc cantidad ilíquida. 3v) ¿El interés
compensatorio puede subsistir como moratorio al vencerla
obligación? g) Extinción dc la obligación de pagar intereses
II Anatocismo: A. Noción. B. El anatocismo en nuestro
código. Principio general y excepciones. C. Situaciones con
trovertidas. D. Fl anatocismo en las obligaciones -comer
ciales.
Obligaciones oh prestación indeterminada
Ya hemos dieho en qué consisten y cuáles son las obligaciones
de prestación indeterminada '. Vamos a tratar, ahora, el régimen
jurídico de cada una de ellas.
I OBLIGACIONES FACULTATIVAS
I. Noción. El código civil las define en el artículo 645. así:
"Obligación facultativa es la que no teniendo por objeto sino
una prestación, da al deudor la facultad de sustituir esa presta
ción por otra". Por ejemplo: la obligación de entregar un terreno
ubicado cn la calle San Martín esquina Chaco, pero con facul-
1 Cap. VII y cap. VIII
702
DERECHO DE LAS OBLIGAC'ONES
703
cual no se avanza gran cosa, ya que podría interpretarse que
en estas obligaciones es facultativo pagar o no pagar3. La de
nominación que nos conforma es la de Larenz: "obligaciones
con facultad de sustitución'"'.
4. Diferencia con las obligaciones alternativas. En la obliga
ción facultativa, lo mismo que en la alternativa, el objeto está
indeterminado hasta el momento del pago. Se diferencian, sin
embargo, en que mientras en la obligación alternativa las pres
taciones que están como objeto de la elección figuran en un
pie de igualdad, cn una condición de equivalencia, en la obli
gación facultativa hay una prestación principal y una subsidia
ria o accesoria '". En la obligación alternativa las prestaciones
son independientes unas de otras; en tanto que en la facultativa,
la prestación subsidiaria o supletoria está dependiendo de la
prestación principal. Por esto, muy bien pudieron decir los ro
manos que la prestación subsidiaria o accesoria no está en la
obligación sino como facilidad de pago: sed adjecta tantuin solu-
lionis gratia ".
5. Caracteres y régimen jurídico. De ahí las siguientes conse-
6 Amores citados en la n. 5,
7 Enneccerus-Lehmann. Ob. cit. t. 2. y. I. p. 114. § 2u.
8 Lafaille. Ob. at. v. II. p. 122. nv 1002.
9 Larenz, Ob. cit. v. I. p. 171.
10 y II Sai.vat-Gai.i.i, Ob. cit. v. I. p. 515 y sigs.. nv 603 v sigs.;
Lafaille, Ob. cit. v. II, p. 105. nv 981: Busso. Ob. cit. v. IV. p. 441,
nos. 9. 10 y II EZZÓNico. Ob. cit. v. 1. p. 507; Borda, Ob. cit. y. I.
p. 358. nv 511; Peirano Fació. Oh. cit. IV. p. 83.
704
DERECHO DE LAS -OBLIGACIONES
705
facultativa. Al permitir, cn este caso, que el acreedor opte entre
el valor de la prestación principal o la exigencia del cumpli
miento de la prestación accesoria, se desnaturaliza la obligación
facultativa para caer dentro de las características de la alterna-
lividad ". Se entiende que solamente como penalidad ha podido
el legislador adoptar semejante solución, a riesgo de salirse del i \
ámbito de esta figura jurídica ". Galli defiende esta orienta t
ción del código, porque facilita el cumplimiento /';; natura de i
la prestación '".
Si cn vez de imposibilidad, se tratara de deterioro o pérdida t
parcial por culpa del deudor, se discute acerca dc la aplieabili-
dad del artículo 648. Colmo y Bcsso no consideran que en
esta hipótesis deba concederse al acreedor el derecho de opción
que dicho artículo establece. Galli. por el contrario, se man
tiene en su línea, aún para tal supuesto ' .
el En la obligación facultativa la sustitución de la prestación
principal por la accesoria, sólo puede hacerla el deudor. En la
alternativa —como hemos dc verlo—. la elección puede hacerse
por el deudor v si así lo convinieran las partes, por el acreedor
o por un tercero ".
(
14 S\l\ at-Gai i.i. Oh. cit. \. I. p. 515. n" 608: Lafaille. Ob. cit. y,
II. p. 124. nv 1004; Colmo. Ob. cit. p. 261. nv 378; Bi sso. Ob. cit. V,
IV. p. 448: Borda. Ob. cit. v. I. p. 71. nv 555.
15 Smaat-Gali i. Ob. cit. \. 1. p. 515. tí 608. in fine.
16 Galli. cn Saiaat. \. I. p. 515, ¡r: C>08a. Véase León. Ob. cit. v. III.
pp. 167 v I6S.
17 Colmo. Ob. cit. p. 261. n" 578. in fine: Busso. Ob. cit. v. IV. p.
448. nv 7: Galli. cn Salvat. Ob. cit. v. 1. p. 516, nv 608c.
18 Galli. cn S.M.wr. Ob. at. v. I. p. 5\1. tí 608d: Busso. Ob. cit,
706
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Se discute en doctrina si podrían las partes convenir que el
creedor tuviera la facultad de sustituir la prestación vTx g
un prestación accesoria o supletoria. Admiten esta posibfl
ad Enneccerus. Von Tu,,,, Larenz. Gkknshk.m OeRt
mann. n,k,sh. en el derecho alemán; y Busso, en el nuc tro
Se oponen, en cambio. Pescatori, S.ebhk y Peirano "o
Lene ¿™
Gal,,,°CX,rar,Ü;
que de admitirse yB—*
>CALUdicha posibilidad,
— 'esesotros.
estaría£en
-ealidacJ ante una obligación alternativa, con derecho dé ele
cion afavor del acreedor, yno ante una obligación faculÍtivÍ"
En la obl,gación facultativa, si es nula la prestación prin-
-'• Por un vico que le sea inherente, es nula" la o madó,
unque la prestación accesoria o subsidiaria no tenga ningún
-.o (art. 64, cód. civ.,. Contrariamente, la nulidad de la pfes"
ación accesoria no provoca ,a nulidad de la obligación ( .
?0). Ambas so neones son consecuencia de! carácter depen
diente que nene la prestación accesoria con respecto a la pres
tación principal. Para llegar a las conclusiones de estos artícu
los, bastaría, pues, aplica, los principios dc la accesoriedad *
No ocurre lo mismo en la obligación alternativa: artículo 638
del código civil.
708
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
709
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRiGO REPRESAS
710
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
711
diciendo: "debe concluirse que si la figura comienza por un
e.edito de objeto múltiple, aunque disyumo. termina por uno
solo, cuya existencia nunca fue incierta, ni menos condicional
y que únicamente era indeterminado para los efectos del pago
Una, entre varias prestaciones, dice acertadamente Savigny"-10.
Enneccerus. en cambio,'opina que se debe rechazar la di
fundida opinión de que en este tipo de obligaciones se deben
al principio, todas las prestaciones. La verdad —según este au-
ior— es que sc debe una prestación de momento indeterminada
en cuanto a su contenido, que se convierte en determinada en
virtud de la elección Jl.
Dumoulin ya había expuesto, criticando acertadamente la
teoría del objeto múltiple: "el deudor no está obligado aentregar
«una y otra cosa» sino «una u otra cosa». Luego lo que estafen
la obligación no son ambas cosas, sino una de ellas en abstracto
antes de la elección y en concreto después de la elección" i:.
57 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 588. nv 26.
T
I. P. ?S',M0'
482 nv °t
358: ''"- P- 263' "'"' 38°' '"" linc:
De Gásperi-Morello. Salvat-Galli.
Ob. cit. v. II. p. 671Ob.„• cit.
1097-y.
Horda Ob. at.. v. |. p. 557. nv 510; Gutiérrez y González. Oh cit'
p. 681.
39 De Gásperi-Morello. Ob. dt. v. II. p. 671. nv 1097. L. amb.'as,
Oh. at. y. II. p. 515, nv 992.
40 Laeaille. Curso de obligaciones, v. II. p. 121. nv 208: Tratado de
obligaciones, y. II. pp. 101 y 102. nv 976 y p. 104. nV 980. in fine.
41 Enneccerus-Lehmann-, Ob. cit. t. 2. v. I. p. 102 § 17 n" *> v p
101 n. I; ídem Hernández Gil. Ob. cit. v I. pp. 145 V 144' n? Al' En
igual sentido Puig Peña. Ob. cit. 1. 4. v. I. p. 72. n. 7.
'42 Dumoulin. citado por Busso. Ob. cit. v. IV. p. 589. nos. 29 y 50.
712
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
46 Colmo. Ob. cit. pp. 262 y 265. nv 580: Salvat-Galli. Ob. cit, v.
I. p. 480. nv 556 y p. 484. nv 561: Busso. Ob. cit. v. IV. p. 590. nV 43
y p. 391, n'í 46.
47 Colmo. Ob. cit. pp. 262 y 265. nv 580: Salvat-Galli. Ob. cit. v.
1. p. 484. nv 561; Busso. Ob. cit. v. IV. p. 391. nv 48: Lveaille, Ob.
cit. y. II. p. 102. nv 976. in fine.
714
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
715
a un tercero". La elección de la prestación, una vez hecha, ha
ce cesar la inestabilidad inicial de esta clase dc obligaciones ".
e) Concentración. Es también de la esencia de la obligación al
ternativa, el principio llamado de concentración, que Saleilles
—citado por Lafaille— define diciendo: "'que consiste en que
si una de las prestaciones se elimina o se hace imposible, la
obligación se concentra sobre la otra prestación" (arts. 659 y
641. cód. civ.)5'.
5. Paralelo con otras clases de obligaciones,
al Con las obligaciones conjuntivas. En las obligaciones con
juntivas hay en el título varias prestaciones y deben cumplirse
todas. Todas las prestaciones están en la obligación y en el pa
go: in obligatione et in solutione. La obligación conjuntiva se
enuncia mediante la conjunción '"y": por ejemplo: la obligación
dc dar el auto tal y el caballo cual. Ambas prestaciones son
debidas "'.
50 Lafaille. Ob. cit. v. II. p. 106. nv 982: Salvat-Galli. Ob. cit.
y. 1. p. 486. nv 565; Busso. Ob. cit. v. IV. p. 594. nv 68: Rezzónico,
Oh. cit. y. 1. pp. 496 y 497.
51 Lafaille, Ob. cit. v. II. p. 106. nv 982-. Rezzónico. Ob. cit. v. 1.
p. 497: Busso. Ob. cit. v. IV, p. 585. n" 2 y p. 594. nv 6S: Borda. Ob.
cit. v. I, p. 358, n? 510. in fine.
52 Colmo, Ob. cit. p. 267. nv 586: Lafaille, Ob. cit. v. II, p. 113.
nv 990: Busso, Ob. cit, v. IV. p. 394. nv 68 y p. 397. nv I: Rezzónico,
Ob. cit, p. 500: Borda. Ob. cit. v. 1. p. 562. nv 517.
53 Lafaille. Ob. cit. v. II. p. 106, nv 982; Saleilles. Elude sur la
theoríe genérale de Tobligation. pp. 9 y 10. n? 10.
54 Salvat-Galli. Ob. cit.. v. 1. p. 487. nv 565: Laeaille. Oh. cil.. v.
716
DERECHO DE LAS OBLIGAC'ONES
719
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
63 Colmo. Ob. cit. p. 271. nv 390: Sai \ u-Gu.t.i. Ob. cit. v. I. p. 490:
nv 569; Lafaille. Oh. cit. v. II. p. 108. nv 985: Busso. Ob. cit. \. IV.
p. 406. nV 55; Alsina Atienza. Ob. cit. p. 56. nV 19: luris. Arg..'v. 10.
p. 438: v. 11. pp. 445 y 702; v. 18. p. 588. En contra. Machado, Ob,
cit. y. II. p. 560. nota al art. 637. quien exige atribución expresa de la
elección al acreedor; ídem Di GÁSPERI-MORELLO. Ob. cit. \. II. p. 666.
nv 1092.
66 Busso, Ob. cit, v. IV, p. 404. nos. 44 a 46; Rezzónico, Ob. cit., v.
I, p. 500. León, se opone a este temperamento que no tiene asidero le
gal. Tampoco comparte la opinión de quienes sostienen que el acreedor
tiene derecho a que sc le autorice a elegir en lugar del deudor. Lo que
corresponde es que el acreedor demande que el deudor cumpla "una
u otra" de las prestaciones prometidas, y así debe decidirlo la sentencia,
bajo apercibimiento de daños y perjuicios.
67 Alsina Atienza, Obligaciones alternativas, p. 40, nV 26. Llambías.
Ob. cit. v. II, p. 371, nV 38.
68 Salvat-Galli. Ob. cit, v. 1, p. 491, n? 569c; Lafaille, Ob.-cit,
v. II, p. 112. nv 989; Busso, Ob. cit y. IV, p. 407, nv 62; Borda, Ob.
cit, y. I, p. 561, nV 514.
69 Giorgi, Ob. cit. IV, p. 465, nv 446; Castán, citado por Puig
Brutau, Ob. cit, t. 1. v. II, p. 226. En igual sentido: León, Ob. cit.
y. III, p. 157, quien hace aplicación analógica del art. 1350 del cód.
721
por el juez, solución ésta que nos parece, en líneas generales.
la más adecuada, salvo que del contexto del contrato pudiera
surgir otra cosa dc la intención de fas partes '.
B) Forma y momento de lo elección. Es preciso distinguir según
que la cleceió-n le corresponda al deudor, al acreedor o a un
tercero.
a) Elección por el deudor. La doctrina sc ha dividido en dos
sectores: Los que consideran que la elección solamente pue
de juzgarse hecha con la ejecución misma de la prestación. Los
que estiman que la elección puede ser cumplida por medio de
una declaración del deudor, puesta cn conocimiento del acree
dor.
De la primera opinión, que reconoce sus antecedentes en el
derecho romano y en Savigny, son partidarios: en el derecho
argentino. Machado. Salvat, Alsina Atii-nza y De Gásperi:
Peirano Lacio, en el uruguayo74; y en el derecho español, Al-
civ.: caso dc la venta en que sc ha supeditado el precio a la determi
nación dc un tercero.
70 Sai.vat-Gai.i.i. Oh. cit. \. I. p. 565. nv 670: Busso. Ob. cit. v. lll.
p. 481. nv 8 y sigs.
71 Alsina Atienza. Ob. cit. p. 58. nv 21.
72 Galli. en Salvat. Ob. cit. v. I. p. 492. nos. 569d y 569e.
73 Busso. Ob. cit. y. IV. pp. 408 y 409. nv 75: Borda. Ob. cil.. v. I,
p. 361. nv 514.
"4 Savigny. Ob. cit, v. I. pp. 422 y 425. nv 58: Sai.vat-Galli. Ob. cit.
v. I, pp. 493 y 494, nV 572; Machado. Ob. cit. v. II. p. 560 y nota al
art. 637; Alsina Atienza. Oh. cit. p. 65 y sigs.. nv 51 y sigs.; De
Gásperi-Morei lo. Ob. cit. v. II. p. 684. nv I I17 y pp. 676 y 677. nv 1106: s
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
PEIRANO Pació. Ob. cit. v. IV. p. 78, admite que las parles puedan
convenir olía solución.
75 Alvaro D'Ors. citado por Plig Brutal, Ob. cit. i. I. v. 11, p. 217.
Es la solución que prevalece cn el derecho francés (véase Borda, Ob.
cit. v. 1. p. 562. nv 925).
7b Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 493. nv 572.
77 Ihering. opinión expuesta en la Rev. Alem. An. para la dogmá
tica, v. 1. pp. 51-33, ciíado por Busso, Ob. cit. v. IV, p. 401. nv 27.
n. 2 y Bibiloni, Ob. cit. v. II. pp. 118 y 119. nota al an. 2; Llambías.
Ob. cit. y. II. p. 527. nv 1005.
78 Hernández Gil, Oh. cit. v. I. p. 14fe, nV 48: Colmo. Ob. cit.
p. 275. nv 596; LAFAILLE, Ob. cit. v. II. pp. 109 y 110, nv 987: Galli.
cn Salvat, Ob. cit. v. 1. p. 495. nv 575a: Busso. Oh. cit. v. IV. p.
402, n" 54.
723
ternativa, como aquella en que se debe "una entre varias presta
ciones". Nada impide, entonces, que por medio de una decla
ración, notificada al acreedor, se concrete cuál es esa "una en
tre varias prestaciones". Otra razón que concurre en este sen
tido, es que en la definición que Vélez tomó de Savigny. cn el
referido artículo 655. se ha suprimido la última parte del mo
delo, en la que se dice que: "esa elección se hará mediante una
manifestación de voluntad del deudor al tener efecto la obliga
ción". Esta supresión significativa abona —según Galli— la
tendencia por él sustentada. 5") No se advierte por qué razón
se impondría al deudor que cargue con los gastos de conserva
ción dc todas las prestaciones, hasta el momento de la ejecución.
4V) Ln el mundo de los negocios parece más propicio que se co
nozca por el acreedor, anticipadamente, cuál es la prestación
que sc cumplirá, a fin dc que adopte las disposiciones necesa
rias para recibirla. 5'-') El artículo 672 al referirse a la divisibi
lidad c indivisibilidad de las obligaciones alternativas, determh
na que la naturaleza de la misma quedará establecida sólo; "des
pués de la opción del deudor, con conocimiento del acreedor".
Tal manera de expresarse indica que sc refiere a una declara
ción del deudor notificada al acreedor7''.
Por nuestra parte pensamos que la elección del deudor sólo
puede tenerse por cumpljda con la ejecución de la prestación.
No creemos que pueda hacerse antes, por medio de una declara
ción, porque ello significaría dejar en manos de una sola dé
las partes la modificación extemporánea de lo que se entendió
debía ser la obligación. Si por voluntad común se ha estableci-
79 Galli, en Salvat, Ob. cit. v. I, pp. 495 y 496. n? 575a.
724
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
90 Labbé, J. E., citado por Salvat, Ob. cit., v. I. p. 501, n" 583. n. 289.
Véase asimismo Lafaille, Ob. cit. y. II, p. 115, nv 992; Busso, Ob.
cit, y. IV, p. 420, nv 37.
91 Salvat-Galli, Oh. cit, v. 1. p. 501, nv 585 y n. 289; Lafaille,
Ob. cit, y. II, pp. 115 y 116, nv 992; Busso, Ob. cit. y. IV, p. 420, nV 36.
92 ídem, ídem.
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
100 Sai.v vi-Gai.i.i. Ob. cit. v. I, p. 506. nos. 591 y 592; Lafaille. Ob
cit. v. II. p. 115. nv 991; Busso. 06. cit, v. IV. p. 439. nv 1 y sigs.:
Rezzónico, Ob. cit. v. I. p. 504: Borda, Ob. cit. p. 567. nv 528.
101 Salvat-Galli, Ob. cit. \. 1, pp. 507 y 508. nos. 594 a 596; La
faille, Ob. cit. v. II. p. 114. nv 991: Busso. Ob. cit. v. IV. p. 427.
nos. 78 a 80: Rez/ónico. Ob. cit. v I. p. 502.
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PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
102 Galli, en Salvat, Ob. cit, v. I, p. 508, n? 596a; Busso, Ob. cit,
v. IV, p. 422, n? 45.
103 Galli, cn Salvat, Ob. cit, v. I, p. 508, n? 596a, in fine; Busso, Ob.
cit, v. IV, p.428,n? 82; Lafaille, Ob. cit, v. II, p. 115, nv 991, in fine.
104 Busso, Ob. cit, y. IV, p. 428, n? 83; Lafaille, Ob. cit., v. II,
p. 116, n? 994.
105 Colmo, Ob. cit, p. 273, n? 393; Salvat-Galli, Ob. cit. v. I,
p. 505, n? 588; Lafaille, Ob. cit, v. II, p. 118, nv 996; Busso, Ob. cit,
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
114 Demolomiie, Oh. cit. \. 26. p. 76. tí 98: GiORCi. Orí. cit.. v. IV.
p. 454. nv 458: Bussc. Oh. cit. x. IV. p. 455, nV 11.
115 Salvat-Galli, Ob. cit. v. I. p. 509, nV 597a: Baudry-Lacantine-
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736
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
;n
as
2. Caracteres. Los caracteres de esta clase de obligaciones y
que hacen a su esencia, son los siguientes:
a-
¡o
a) La especie debe estar determinada. Aclaremos que —como
y
bien lo recordaba Galli- el sentido de especie en nuestro có
digo, no corresponde exactamente a su significado etimológico
o sea al agrupamiento de individuos de la misma naturaleza,
pues este tipo de obligaciones comprende todos los casos de co
sas que no sean ciertas y que no sean fungibles l25. La semejan
za de los individuos que componen la especie puede referirse,
entonces, a circunstancias secundarias, pero que sean capaces
de presentar un interés jurídico. Por ejemplo: la obligación de
entregar un objeto de la época de la Revolución de Mayo, o de
la campana contra los indios ,26.
b) Tiene que tratarse de cosas no fungibles, vale decir, que ca
da individuo de la especie'no sea'equivalente a otro de su mis
ma especie (art. 2434, cód. civ.). Este carácter diferencia a
esta figura jurídica de las obligaciones de dar cantidades de co
sas. Sin embargo, Busso hace notar que la diferencia entre am
bas clases de obligaciones no es precisa ni absoluta ,27. Ruiz Ga
lardón, citado por Puig Brutau, dice que el crierio de fungi-
bilidad o infungibilidad, es siempre un criterio impuesto por el
tráfico jurídico m.
Colmo, Ob. cit. p. 277, nV 400; Busso. Ob. cit. y. IV. p. 175, nV
p. 177, n? 13; Rezzónico, Ob. cit. y. I, pp. 463 y 464.
125 Galli, en Salvat, Ob. cit. p. 357, nV 398b.
126 ídem, ídem.
127 Colmo. Ob. cit. p. 278, nv 400: Busso, Ob. cit. y. IV, p. 175,
n? 1; Larenz, Ob. cit, v. I, p. 162.
128 Puig Brutau, Ob. cit, t. 1. v. II, p. 237. Explica León, que la
"la locación dc una dc las habitaciones de mi casa
el La cantidad debe estar determinada ü debe ser determinablc.
\l constituirse la obligación podrá no estar determinada la can
tidad, pero debe indicarse el medio para su determinación, por
ejcmplo dejándola al arbitrio de un tercero o del juez (art. 1171.
cód. civ.) ,v\
"i. ¡¿lección. La elección tiene cn este tipo dc figura obligacio
nal electos importantes, como hemos dc verlo más adelante. Es
preciso, pues, aclarar varios puntos que sc relacionan con la
misma.
•t. \ quién corresponde hacer la elección. El artículo bul dis
cierne al deudor la facultad de elegir la cosa que será objeto
de la obligación. Ya hemos dicho, al tratar las obligaciones al
ternativas, cuál es la justificación de esta solución legal "'. Pero
%de igual cantidad. Pero el código ha considerado que estas obliga
ciones son de cosas inciertas no fungibles. > las lia separado de obliga
ciones en que se aprecia cn más alto grado la lungibilidad. como son
las de dar cantidades tic cosas, o las de ciar sumas dc dinero. En reali
dad, agrega, hav alguna razón para formar una categoría distinta, por
que en estos casos, cada individuo dc la especie no es perfectamente
igual a los olios individuos de la especie, por ejemplo: cada caballo es
distinto dc otro caballo. \ por eso sc habla de cosas no fungibles. pero
no es menos cierto que en definitiva, al admitirse que puedan susti
tuirse unos por oíros, dentro ¿c la especie, sc las hace funcionar como
m sc tratase dc cosas fungibles (Ob. cit. v. lll. p. 54).
129 Busso. Oh. cit. v. IV. p. 179. nos. 29-51: Laki.v/. Ob. cit. v. 1.
pp. !67 y 168. S 12.
150 Sai vvr-G vlli, (>/>. cit. \. I. p. 557. nv 3M8a y p. 558, n. >98d:
l.vi mi l.i . Ob. cit. v. II. p. 135. tí 1019.
151 Goimo. Oh cit. p. 21'-). n 402; Saia m-G vi i I. Oh. at. v. I. p ;5S.
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DERECHO DE. LAS OBLIGACIONES
nv 599: Busso, Oh. cit. \. IV. p. 180. nv 1 y sigs.: Rezzónico. Ob. cit,
v..l. p. 464: véase nuestra n. 62.
152 Salvat-Galli. pp. 558 \ 559. nv 599: Busso, Oh. cit. v. IV. p. 181,
ni 8: Rezzónico. Ob. at. \. I. p. 464; Peirano Fació, Ob. cit. v. IN'.
p. 90.
155 Colmo. Ob. cit. p. 279. nv 402. in ¡inc: Sai.vat-Gai.i.i."06. cit.
v. I. p. 559. nv 400; I.ai aii.i.i:. Ob. cit. v. II, p, 137, nv 1022: Busso.
Ob. cit. v, IV . p. 181. nv 10 y sigs.: Rezzónico, Ob. cit. v. I. pp. 464
y 465; Pi iraso Fació. Ob. cit. v, IV, p. 89.
154 Bibiloni, Ob. cit. v. II. p. 98. nota al arl. 11: Galli. cn Sai.vai,
Ob. cit. \. I. pp. 559 y 560. nv 400a: ídem 1.ai mili.. Oh. cit. v. II.
p. 157. nv 1022.
155 Autores citados cn la n. 155 v nv 134.
739
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
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PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
144 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 184. nos. 10 y 11: Lafaille. Ob. cit.
y. II. p. 156. nv 25.
145 Larenz. Ob. cit. v. L p. 164: Enneccerus-Lehmann. Ob. cit.
t. 2, v. I. p. 52. nv III. 2. § 6.
146 Hedemann. Ob. cit. v. III. p. 87, III.
147 Colmo. Ob. cit. p. 279. nv 402 y pp. 274-276. nos. 595 y 396;
Galli, cn Salvat. Ob. cit. v. I, p. 367, nv 408a; Lafaille, Oh. cit. v.
II. pp. 136 y 137. nos. 1020 y 1021: Rezzónico. Ob. cit. v. I. p. 466;
Borda. Ob. cit. v. I. p. 313. nv 446c: Llambías. Ob. cit. v. II. p. 150,
n? 858.
742
OERECHO DE LAS OBLIGACIONES
148 SaI.v vi-Gvi i i. Ob. cit. \. I. p. 366. nv 408: Busso. Ob. cit. v. 1\ .
p. 186, nv 22 v p. 187. tí 29: Machado. Ob. cit. v. II. p. 314. nota al
art. 603.
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PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
153 y 154 Larenz, Ob. cit, v. I. pp. 162 y 309; Salvat-Galli, Ob.
cit, v. I, pp. 363 y 364, n? 406; Colmo, Ob. cit, p. 279, n? 403; La
faille, Ob. cit, v. II, p. 138, n? 1024; Busso, Ob. cit, v. IV, p. 189,
nos. 1-3; Rezzónico, Ob. cit; y. I, p. 467; De Gásperi-Morello, Ob.
cit, v. II, p. 514, n? 1024.
155 Busso, Oh. cit, y. IV, p. 189, n? 1; Llambías. Ob. cit. v. II,
p. 152, n. 24; Pothier, n? 283.
156 Busso, Ob. cit, v. IV, p. 188, n? 39. Sobre riesgos dc la presta
ción y riesgo del contrato, véase nuestro cap. VIII (Pérdida o deterioro
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
746
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165 Puig Brutau, Ob. cit. t. 1, v. II, p. 242; Colmo. Ob. cit. p.
281, n? 405; Salvat-Galli, Ob. cit. v. I, pp. 364 y 365, n? 406a; La
faille, Ob. cit., v. II, p. 139, n? 1025; Busso, Ob. cit. v. IV, p. 192,
n? 4 y p. 188, nos. 37 y 38; Rezzónico, Ob. cit, v. 1. p. 467; De GAs-
peri-Morello, Ob. cit., v. II, p. 513, n? 1023.
166 Busso, Ob. cit., v. IV, p. 188, nos. 37-39. Sobre la diferencia en
tre riesgo de la cosa y riesgo del contrato, véase asimismo este autor,
obra y tomo citados, p. 90, "n? 54 y sigs.
167 Salvat-Galli, Ob. cit, v. I, p. 368, nv 411; Busso. Ob. cit, v.
IV, p. 192, n? 6.
168 Bibiloni, Ob. cit, v. II, p. 96 y sigs., nota al art. 11; Salvat-
Galli, Ob. cit, v. I, p. 370, nv 412b; Busso, Ob. cit., v. IV, p. 194,
nos. 13 y 14; Lafaille, Ob. cit, v. II, p. 134, n? 1015.
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172 Galli. en Saivat. Ob. cit. v. I, p. 576. nv 4[8b-. Borim. Oh. cit.
\. I. p. 515. nv 452.
175 Saivat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. pp. 570 y 571, tí 415; Busso. Ob.
.it. \. IV. p. 194. tí: 607: Rt.zzósico. Ob. cit. \. I. p. 470; Borim,
(.>/>. cit. \. I. p. 315. nv 451; Di Gvm-i ri-Mori i i o, Ob. cit. \. II. p.
521. nv 1050.
174 Sm \ \ i-Ci vi i i. I )/) cil . p. '70. ir: 113.
750
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181 Galli, en Salvat, Ob. cit, v. I, p. 374; n? 416c; Busso, Ob. cit, B
5:
v. IV, p. 196, n? 14.
182 Colmo. Ob. cit., p. 286, n? 413, in fine. I!
752
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
185 Colmo. Ob. cit. pp. 282 y 285, nv 409; Salvat-Galli. Ob. cit.
v. I. p. 375:'nos. 418 y 418a: Lafaille. Ob. cit. v. II. p. 142. nv 1031;
Busso. Ob. cit. v. IV, p. 196; nv 3: Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 471:
Borda, Ob. cit. y. I. p. 452: De GXsi'eri-Morei.i.o. Ob. cit. v. II, p.
520. nv 1029.
753
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185 Colmo, Ob. cit. p. 282. nv 408; Laeaiei.e. Ob. cit. v. I. p. 145.
nv 1055; Busso. Ob. cit. v. IV. p. 197. nos. 8 y 9 y p. 199 nv 7: Re-
zzónico. Ob. cit. y. 1. p. 471; Borda. Oh. cit. v. I. p 516. nv 456.
754
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
190 Colmo, Ob. cit. pp. 283 y 284, nv 411; Salvat-Galli. v. I. pp.
578 y 379. nos. 427. 428 y 429: Lafaille, Ob. cit. v. II. pp. 143 y
146, nv 1056; Busso. Ob. cit. v. IV, p. 200. nos. II y 12; Re7ZÓsico,
Ob. cit. y. 1. p. 472; De Gásperi-Morello. O'b. cit. v, II. pp. 524 \
525. nv 1033: Borda. Ob. cit. v. 1, p. 316, nv 457.
191 Colmo. Ob. cit. p. 284, nv 411: Salvat-Galli. v. I, pp. 579 v
580. nos. 430. 431 y 431a: Laeaille, Ob. cit. v. II. p. 146. n: 1036;
Busso. Ob. cit. v. IV. p. 201. nos. 1-4; Rezzónico. Ob. cit. v. I. p,
473; De Gásperi-Morello. Ob. cit, v. II. pp. 525 y 526. nv 1034;
Borda. Ob. cit. v. I, p. 316, nv 457.
192 Galli. cn Salvat. Oh. cit. v. I. p. 380. nv 451a.
195 Autores citados cn la n. 191.
756
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
757
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DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
o
acreedor una triple opción: IV) exigir la cantidad restante, no
deteriorada y la que faltare o estuviere deteriorada, con los
daños y perjuicios moratorios ''"'; 2'-') exigir ia entrega de la
cantidad restante no deteriorada y el valor de la que faltare o
estuviere deteriorada, con lo que se combinan los medios de
ejecución directa e indirecta. Los daños e intereses, en este
supuesto, no pueden ser sino los moratoriosm; 3V) exigir la
disolución de la obligación, con daños y perjuicios, que en este
caso comprenden todos los detrimentos y pérdidas sufridas3'".
Galli propugna que se tenga por incluida entre las soluciones
de la ley. el derecho del acreedor de reclamar la entrega dé
las cosas deterioradas y no deterioradas, naturalmente, con la
indemnización por el menor valor de aquéllas xa.
6. Efectos con respecto a terceros, mejoras y frutos. En este-
tipo de obligaciones, cuando se trata de constituir derechos rea
les, sostiene Galli que si una vez individualizadas las cosas
que deben entregarse, el deudor compromete la entrega de las
mismas con tercetos, y lleva a cabo con alguno de ellos la
tradición, el acreedor no tendrá acción alguna contra el tercero
salvo en el caso en que medie fraude (art. 549, cód. civ., por
analogía)-"1. Tendría siempre, por supuesto, una acción personal
contra el deudor por el cobro de los daños y perjuicios.
En cuanto a mejoras y frutos, en las cosas individualizadas
ya para su entrega, se deben aplicar las mismas normas que
para igual situación en materia dc cosas ciertas (arts. 582, 583,
588 y 590. cód. civ.)-1*-".
Finalmente y dejando ya este tema, hacemos notar que en
materia de obligaciones comerciales, lo concerniente a obligacio-
199. 200. 201 Colmo. Oh. cit. p. 285, tí 415: Sai.vvt-Galli. Ob. cit.
v. I. p. 582. nv 440: I.ai aii.i.i;. Ob. cit. v. II. p. 147, nv 1057; Busso.
Ob. cit. \. IV. p. 205. nos. 1-5: Rezzónico. Ob. cit. v. I. pp. 473 y
474; Di GÁSI'ERI-MorKLI.O. Ob. cit. v. II. pp. 526 y 527. nV 1036.
Borda. Ob. cit, \. I. p. 317. nV 457. in ¡inc.
202 Gai.i.i. cn Salvat. Ob. cit. \. I. p. 582. nv 440a.
205 Galli, cn Sai.vai, Ob. cit. vi I. p. 585. nv 441a.
204 Lai aii.i.i.. Ob. cit. v. II. p. 148. tí 1058; Sm.v vi-Gai.i i. Ob. cit.
v. I. p. 585. nv 441b.
759
plo: la obligación de devolver un préstamo dc cien mil pesos
moneda nacional, el pago del precio de una compraventa por im
pone de dos millones de pesos moneda nacional, etcétera.
Puesto que el objeto de estas obligaciones es dar cierta can
tidad de moneda, es imprescindible conocer algunas nociones
acerca de la misma. Sobre este tema hay varios aspectos que
preocupan a distintas disciplinas científicas: la economía polí
tica, las finanzas, el derecho administrativo y el derecho civil. i
Nosotros nos ocuparemos de la moneda en los aspectos que in i
teresan a este último en el que —y como lo recuerda Hernán 1
dez Gil—. el dinero aparece en varias clases dc prestaciones, j
;
por ejemplo: como precio, como capital, como renta, como re
tribución, como indemnización, como interés, etcétera - .
Von Tuhr ha definido la moneda señalando que "son aque
llas cosas muebles que el comercio utiliza como medida de valor
para toda clase de bienes, podiendo por lo tanto empicarse como
medio general de cambio""'". Nusshaum la ha definido como 4
el "instrumento o medio común tic cambio" :": y Puig Brutau,
205 Hernández Gil, Oh. cit. v. I. p. 175 y sigs.. nv 60; ídem Von
I"i:hr. Ob. cit. v. I. p. 45. S 8. Ein el excelente trabajo de )osc Bonet
Correa, en Estudios de derecho civil cn homenaje del profesor Castán
'l'OBEÑAS, edic. Universidad de Navarra, sc hace nolar que el dinero
aparece cn el código civil español, con una vasta gama dc acepciones y
cita más dc cincuenta de ellas, (pp. 117 a 119).
206 Von Tuhr. Ob. cit. v I. p. 45. § 8.
207 Nusshaum. A.. Derecho monetario, p. 15. citado por Rezzónico,
Ob. cit. v. I. p. 455: ídem Larenz. Ob. cit. v. I. p. 174; Colmo, Ob.
cit. p. '287. nv 416. Espín, Ob. cit. v. lll. p. 80.
760
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
762
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
rJ^TT^iíX^V-^ * la mo
neda de Papel sea el fenómeno corriente en nuestra época .
,) Panel moneda. El papel moneda es la denominación que se
da lo bUte que el Estado emite sin atribuirle ninguna ga
rantía ycon curso forzoso. No representan, entonces, ninguna
can idad efectiva de valor, pero sirven para cancelar las deudas
dentro deP ís emisor. El Estado, los recibe en pago de irn
os vcréditos ylos particulares están obligados a recibirlos
S! goVets cr/dL'En el papel moneda la confianzai que
se le dispensa sólo puede reposar en la fe que merezca el Estado
emisor^ En nuestro país desde hace mucho tiempo estamos
en el régimen de papel moneda.
225 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 211. nv 29.
ii ,-, 5?? v s es V su cita de un-
226 Puto Brutau. Ob. at. t. I. v. II. P- 322 y sigs
contenido cn oro o en plata. Pero aún con esta moneda, los
príncipes, urgidos por sus problemas económicos, recurrieron
al expediente dc disminuir su contenido de metal, mantenien
do, a pesar de ello, su valor nominal. Es clásica la anécdota
de Felipe el Hermoso, que presentó a su corte una nueva mo
neda y con aparente ingenuidad comentaba ''•que. era un poco
más pequeña y menos pesada", no obstante lo cual conservaba
su valor. La gente lo llamó el "monedero falso". El valor no
minal ya no coincidía con el valor real :-"'. Cuando la moneda
metálica es sustituida por la moneda de papel o el .papel mo
neda, esta diferencia entre el valor nominal y el valor real se
hace aún más notable y a veces hasta sideral.
h) ^Valor real. Es el valor intrínseco de la moneda. En la me
tálica corresponde a la cantidad dc fino que contiene. En la de
papel, si bien su valor intrínseco sería nada más que el del ma
terial con que está hecha, analizando un poco el significado
podríamos decir que equivale al respaldo en oro que sc man-'
mos que hacen los bancos cn la proporción autorizada por el Banco
Central, en la cual se tiene en cuenta el monto de los depósitos, lo
que significa casi una duplicación (Ob. cit. p. 61). Se habla también,
advierte dicho autor, "dc dinero de cuenta", en recientes fallos judicia
les, y este dinero es el que sc utiliza como tipo de comparación (p. 62).
229 Colmo. Ob. cit. pp. 292 y 295. nV 423: Salvat-Gallc Ob. cit.
v- I. p. 385. tí! 442; Lafaii.il, Ob. cit. v. II, p. 152. nv 1045: Busso.
Ob. cit. y. IV. p. 212, nos. 52-38 y p. 214. nos. 46 y 47: Trigo Rlprf.-
sas. Oh. cit. pp. 46 y 47, ir 26 y p. 50. tí! 29; Du Gáspf.ri-Morello.
Ob. cit. v. II, pp. 538 y 539. nv 1042: Savigny. Ob. cit. v. II. p. 25
y sigs.. nv 41a; Rezzónico, Ob. cit. v. I. p. 438. Espín b llama valor
exlrínscco o legal, que es el que predomina cn la época dc las codi
ficaciones del siglo XIX (Ob. cit. v. III. p. 80),
766
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
250 Colmo. Ob. cit. pp. 295 y 294, nv 424; Salvat-Galli. Ob. cit.
y. 1, p. 385. nv 442: Laiailii;, Ob. cit. v. II, p. 152, nv 1045; Busso.
Ob. cit. y. IV, p. 214. nos. 48 y 49; Trico Represas, Ob. cit. pp. 47
y 48. nv 27; De Gásperi-Morello, Ob. cit. v. II, pp. 540 y 541. nv
1043; Savigny. Ob. cit. v. II. p. 28 y sigs.. nv 4Ib; Rezzónico, Ob. cit.
y. 1. p. 438. Espín lo llama valor intrínseco, que es el que predominó
cn la Edad Media (Ob. cit. v. 111. p. 80).
251 Colmo. Ob. cit. p. 294. nos. 425 y 426; Salvat-Galli. Ob. cit.
v. I p. 585. nV 442: Laeaille, Ob. cit. v. II, p. 153, nV 1045: Busso.
Ob. cit. y. IV. p. 215. nv 39 y p. 214. nos. 50-52; Trico Represas.
Ob. cit.. pp. 48 y 49, nv 28; Di: Gásperi-Morello. Oh. cit. v. II, p.
542 nV 1044; Savigny. Ob. cit. v. II, p. 35 y sigs.. nv 41c; Rezzónico,
Ob. cit., y. I. p. 458. Espín lo llama valor cn curso, o comercial, o
de tráfico (Ob. cit, v. III, p. 81).
252 Colmo. Ob. cit. p. 292, nv 422: Bcsso, Ob. cit. v. IV. p. 214.
nV 55; De Gásperi-Morello, Ob. cit.. v. II. pp. 542 y 543. nV 1045 y
p. 546, nv 1046; Trico Represas, Ob. cit. p. 47. nv 26; Savigny. Ob.
cit. v. II, p. 40. A este proceso inflacionario, lacques Bainvii.i.i: lo
767
lidad se admiten importantes excepciones 2Í4.
4. Aplicación de estas teorías a los diferentes casos de obliga
ciones dineradas. Con estos tres tipos de. valores se contemplan,
en verdad, situaciones especiales que pueden presentarse en un
mismo ordenamiento jurídico, según la clase de obligación di
neraria de que se trate.
a) Obligaciones puramente pecuniarias: Cuando se trata de una
obligación puramente pecuniaria, o sea aquélla en que se debe
una cantidad determinada de moneda (belragsshulden, según los
autores alemanes), la obligación sc cumple pagando la cantidad
exacta de la misma especie de moneda pactada: peso por peso,
libra por libra, dólar por dólar, cualquiera sea la depreciación
que haya tenido la misma 2,\ Por ejemplo, una obligación de dar
dos mil pesos moneda nacional, contraída en nuestro país, en el
año 1958. se pagaría con dos mil pesos moneda nacional, en el
ha llamado gráficamente. "podredumbre de hospital". (Los Dictadores
p. 8).
233 y 234 Galli. cn Salvat. Ob. cit. v. I. p. 386. nv 442d. La ley
974. sin embargo, se atenía al valor real.
235 Busso. Ob. cit. y. IV, p. 223. nv 109: Salvat-Galli. Ob. cil
v. I. p. 386. n? 442d y p. 393. nv 445d; Trico Represas. Ob. cit, pp.
53 y 54, nv 32. Espín, citando a Garrigues. destaca que la más exac
ta delimitación de la deuda pecuniaria resulta dc la combinación de
estas dos notas características: ser una deuda de cantidad y una deu
da de valor legal. Hasta con pagar una cantidad igual a ía recibida.
La deuda pecuniaria es también una deuda de valor, pero sólo en el
scnt.do de valor nominal, no en el sentido de valor real o de valor en
curso. (Oh. cit, y. III. p. 85).
768
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
fía (Cám. lí Je apelac. dc Mar del Piala, sala II. caso "Fiorentini c/ Con
Iy sorcio Dormar IV". Reseña del Dr. Juan A. Solari Brumana. luris. Arg..
lu 29-9-72. nv 4126. p. 10. nv 87.
cí •Oportunidad de solicitar el reajuste monetario: Sobre este punto
ta, hay una discrepancia jurisprudencial. Un sector admite que el reajuste
r* puede ser solicitado con posterioridad a la traba tic la relación proce
Us- sal, cn la oportunidad de los alegatos, y aún en la expresión de agra
ui- vios (Cám. nac. civ.. cap. fed., cn fallo plenario. cn el caso "Torlori c/
ial Micromar". La Ley. v. 144. p. 156 y sigs.). La Ley. del 15-10-975.
'de SCJBA. caso "Prov. dc Bs. As. c/ Quarenza". nv 69.545. Otro sector sos
so tiene que pedido el reajuste monetario, después de la contestación de la
[lo demanda, no integra la relación procesal y no procede acceder al mis
\s, mo (CSN. La Lcy. 19-7-975. caso "Metal Mecánica c/ Ferrocarril San
tu Martín", fallo 69.223. La Ley. v. 141. p. 511, caso "La Florida c¡ l'ozzal-
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
774
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
249 y 250 Sai.v at-Gai.I i. Oh. cit. v. I. p. 387 y sigs., nv 443: Lai-.vi-
ii.l. Ob. cit. v. II. p. 155. nv 1048: Di: Gásperi-Morei.i.o, Ob. cit. v.
II. p. 552 v sigs.. nv 1051: Trigo Represas. Ob. cit. p. 56 y sigs.
En noviembre de 1899 se dictó la ley 387r en la que se dis
pone que la Nación convertirá toda la emisión fiduciaria actual
de billetes dc curso legal en moneda nacional oro al cambio de
1 peso moneda nacional de curso legal por 0,44 centavos oro
sellado. Se establecía que el Poder Ejecutivo dictaría un decreto •
sobre la forma de hacer esta conversión y mientras este decreto
no se dictara, la Caja de conversión emitiría y entregaría a quien
lo solicitara billetes de moneda nacional de un peso por 0,44 t-
centavos oro, y entregaría el oro que por este medio recibiera
a quien lo solicitara, en cambio de moneda de papel, al tipo de
2,2727 papel por 1 peso oro255.
En el año 1914 con motivo de la guerra mundial se sancio
naron las leyes 9478. 9481 y 9506. a fin de prever las reper
cusiones de este hecho anormal en la economía del país. Cuatro
casas bancarias habían íetirado oro y lo habían transportado
a Europa y por lo tanto era necesario defender el patrimonio na
cional, gravemente amenazado por actitudes semejantes. A ello
tendían las mencionadas leyes :?".
Lo que nos interesa de estas últimas leyes son las siguientes
disposiciones: a) Se suspendía la conversión de billetes por oro
255 Sai.vat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. p. 589. nv 443: Lafaille, Ob. cit.
y. II. p. 156. nv 1048: Bcsso. Ob. cit. v. IV. p. 217. nv 68; De Gás-
peri-Mokeli.o. Ob. cit.. v. II. p. 552 y sigs.. nos. 1051 v 1052; Trigo
Represas. Ob. cit, p. 59.
256 Salvat-Galli. Ob. cit. v. I. p. 410 y sigs.. nv 468 y sigs.: Lafai
lle, Ob. cit.. v. II. p. 156. n. 171; Busso. Ob. cit. v. IV. p. 217 y sigs..
nos. 70-72: Di: Gásperi-Morello. Ob'. cit., v. II. p. 561 y sigs.. nv 1053;
Trigo Represas. Ob. cil., p. 60.
778
-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
779
En 1946-1947 sc dispuso la nacionalización del Banco Cen
tral (dec.-ley 8505) que de entidad mixta se transformó en un
organismo oficial. Se mantuvo en sus líneas generales el régi
men anterior, pero la emisión dc moneda subsidiaria de S 5 m/„.
que la ley 12.160 había dejado cn manos del gobierno, pasó tam
bién ti ser atribución del Banco Central >".
En 1949. la ley 15.57 1 introdujo reformas a la carta orgáni
ca del Banco Central, que desde entonces se constituyó, en for
ma definitiva en una entidad autárquica dependiente del Minis-
icrio de finanzas >\ El banco debía mantener un respaldo de-
oro y divisas, para los billetes que emitiera, del 25 °c (art. 22)
v se disponía asimismo que estaba obligado a cambiar, a la vis
ta, sus billetes por cantidades no menores que el valor de una
barra típica de oro de 12.441 (400 onzas troy). por oro o divi
sas, a opción (arl. 25). Pero más adelante, en el artículo 55 dé
la referida ley. se dispone la suspensión de estas dos normas.
hasta que por una ley se establezca el régimen de conversión !"4.
El régimen actual, sobre emisión de moneda está en el de
creto-ley 13.126/57. ratificado por las leyes 14.467 y 15.796.
que en lo sustancial y en lo que se refiere a los puntos preceden-
ics mantienen el mismo estado de cosas. Los artículos 23. 24 '¿$
y 47 equivalen a los artículos 22. 25 y 55 de la ley 15.571, y . .*",
por lo tanto, continúa el régimen de inconvertibilidad y de li-
260 y 261 Sai.vat-Gai.li. Ob. cit. v. 1. p. 389 y sigs.. nv 44>: Busso.
Ob. cit. p. 218. nos. 75-76: Di. Gásperi-Morello. Ob. cit. \. II. p. 567
y sigs.. nv 1056; Trigo Represas. Ob. cit. pp. 60 v 61.
262. 265 y 264 Sai.vat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. pp. 590 y 591. nV 445a;
Busso. Ob. cit. y. IV. p. 219. nos. 77-82: Tiugo Represas, pp. 61 y 62.
780
•*:
:.1 i
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
781
de dar cosas inciertas no fungibles y las de las obligaciones de-
dar cantidades de cosas, se adecúan a las obligaciones dinera
rias :". Por de pronto, leñemos las disposiciones dc su capítu
lo propio (arts. 617-624) que son dc aplicación preferente '*".
El régimen a que se refiere el artículo 616 es. entonces, solamen
te subsidiario. Según Salvat. Caí.i i y Trigo Rp.prksas. de di
chos regímenes sólo sc aplicarán a la figura que estamos estu •%
diando los siguientes principios:
I'') De las obligaciones de dar cosas inciertas no fungibles el
principio dc que el género nunca perece v por lo tanto, antes
de la individualización dc la moneda con que va a pagarse, no 1 i
puede excusarse el incumplimiento invocando caso fortuito o i :.
fuerza mayor (art. 604). Es una genericidad de grado superla
tivo, enseña Bom:t Corrua, diríamos absoluta, que no la posee
ningún otro bien genérico que puede llegar a agotarse o desapa
recer, mientras que el dinero existe siempre en el tráfico, es
imperecedero :;". El deudor tiene dentro de los límites que le fija
el artículo 619. el derecho dc elegir la especie de moneda na
cional con que efectuará el pago (art. 601).
2'.') De las obligaciones de dar cantidades de cosas se aplican
las siguientes disposiciones: los signos monetarios quedan indi
vidualizados una vez que el acreedor ha contado el dinero (art.
609): después de la individualización sc aplican los artículos
610 a 615 del código civil: si el acreedor deja los signos moneta-
que se produce con el. un fenómeno típico o propio de! mismo, que es
el '"gasto" (trab. cit.. p. 151).
268, 269 Salvat-Galli. Ob. dt. v. I, p. 392 y sigs.. nos. 445a hasta
el 44->c y pp. 394 y 595. nv 447.
270 Bom.t Correa, irab. cit.. p. 127.
782
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
i-
Para algunos autores cuando se estipula una obligación di
e
neraria de esa manera, la opción que el artículo 619 acuerda al
deudor, para que haga el pago con otra clase de moneda no
n
puede ser ejercida, tanto por el respeto debido a la voluntad
ae las partes, como porque esa es la conclusión que fluve del
articulo 5 de la lev 1130- Llambías mantiene una convic-
, cion diferente y considera que siempre el deudo, de una suma
de dinero puede liberarse entregando dinero, es decir aquello
; que el Estado repule- con aptitud cancelatoria de tales obliga-
eiones. De otro modo la autonomía contractual podría oponer
le al curso forzoso de la moneda, lo que iría contra el bien
común - . Según la lurisprudencia elaborada con motivo del
;articulo 3 de la ley 1734. ese -no de moneda espedid existe
cuando se usan las expresiones "pesos oro sellado", "pesos oro
i metálico" . "pesos oro electivo y sonante", "moneda nacional
oro con exclusión dc toda otra moneda nacional", "pesos fuer
tes oro sellado", etcétera -*'.
790
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
re
I Hay sin embargo., en doctrina y en jurisprudencia, opinio
cre
nes contradictorias:
en
I
i -
sin I al En el caso -'Gómez de Pombo c/ Banco hipotecario franco
ua-
argentino"", el tribunal que entendió en el mismo con el voto
ju- del doctor Barraquero se inclinó en el sentido de que la pro
hibición de circulación de monedas extranjeras estaba someti
jjue
da, por la ley 1150, a que el Poder Ejecutivo dictara un decre
íta
to haciendo saber que se habían acuñado las cantidades de mo
los
nedas de oro y plata indicadas por dicha ley. El decreto fue-
¡ s- dictado en noviembre de 1890. pero fue dejado sin efecto en
íes
es,
enero de 1891, lo que quiere decir que para que se tengan por
jn-
prohibidas las obligaciones en moneda extranjera falta el pre
supuesto Que las normas legales respectivas han determinado
para ello *".
;lo
bl Salvat, Lai.aii.ii.. Colmo y algunos fallos sostienen que
do la prohibición de circulación dc moneda extranjera en el país,
la se halla en vigor, pero aceptan a pesar de tal obstáculo, que
tín los particulares puedan estipular obligaciones en moneda ex
•
se
tranjera, en cuyo caso la deuda no se regirá por las reglas dé
las obligaciones de dar sumas de dinero, sino por Jas reglas
les aplicables a las obligaciones de dar cantidades de cosas, como
ais
i
lo determina el artículo 617 del código civil**.
-¡se Quiere decir que ambas corrientes doctrinarias y jurispru
ío- denciales, a pesar del distinto enfoque jurídico llegan sin em
ja- bargo a la misma conclusión. La moneda extranjera, pues, si
«e "8 « bien no tiene curso legal ni puede ser objeto de una obligación
f como dinero, puede serlo como mercancía y cn tal hipótesis se
o- aplica el artículo 617 del código civil :":. Reiteramos eso sí que
bs
o-
295 luris. Arg.. v, 75. p. 95b; La Lev. \. 20. p. 290; Trico Ri-hrksas
gar la especie, calidad y cantidad estipuladas, el deudor puede
der sumario. La jurisprudencia se ha pronunciado sobre distintos aspee-
los de esias cláusulas. \ ,i continuación liaremos un resumen de los
mismos:
Licitud dc ti cláusula: L> válida la clausula en moneda extranjera.
(Der.. v. 28. p. 751; y actualización jurisprudencial contenida en el
mismo, v. 4. p. 958. v. 7. p. 57U: v. 24. p. 69: *. 18. p. 295; \. 14. p.
78b. La Ley. v 102. p. 809; s. 15b. p. 7; \. 155. p. 975 119.51 I S.l.
v. 155. p. 1075 (20.b22 S.). v. 15b. p. 1025 i2l.82b S.l. > 158. p. 51;
v. 147. p. 275. con n. dc Spota. -Mberto G. luris -vi- 197^ \ |5
p. 207).
Valor a tener en atenta: "Mediante la cláusula -dólar.; se traía dc
evitar el grave problema de la depreciación mondaria, asegurando que
el acreedor perciba una prestación de igual o similai poder adquisitivo al
que hubiera obtenido si no se hubiera diferido la exigibilidad del crédi
to, l-.l verdadero valor a tener en cuenta a los efectos de esta cláusula,
es el que resulta dc la oscilación del libre juego de la oferta v de la
demanda, es decir el valor dado por el mercado financiero. Sólo en fun
ción de esta culi/ación podra dicha cláusula alcanzar su fin. máxime si
se considera que aún en el mercado financiero interviene el Banco Cen
tral, para evitar la especulación". (Cám. nac. com. sala C. caso Aero
S.A. e/ Carta S.A.". La Ley. 18-7-975. fallo ir; 69.21U). Cám. nac.
civ. sala \. 14-5-972. -'Sara c/ Tamobirini". Der.. v. 42. p. 2b2: Cám. civ.
sala D. 21-b-72. Der.. v. 45. p. 5b2. I'. 21.204;. ídem. 25-8-72. "Continental
c/ Sucn dc Reyes". Der.. v. 45. p. 171. f. 21.090: Cám. nac. civ. sala L:.
27-7-72. "Brando!in c/ l'roineo". Der.. v. 44. p. 280: Cám. nac. esp. civ. v
com. sala III. 28-9-72. "Aunan de Pergamino e/Complejo Industrial de-
Confecciones". Der.. v. 44. p. 77b. Véase la ñola jurisprudencial "Tipo de
cambio aplicable a las cláusulas de garantía 1mercado financiero v mer
cado comercial) cn Der.. v. 45. p. 562 y sigs.
hn otro sentido sc ha dicho que el valor a computar es el equivalen
te a la cotización del dólar comercial, incrementado en un 70 '. tic la
diferencia entre esa cotización y la del dólar financiero vigente al momen-
792
'
OERECHO DE LAS OBLIGACIONES
110
.'
liberarse pagando su equivalente cn moneda nacional-"" El
He
upo de cambio que debe computarse a los efectos dc esta equi
la
valencia, es el del día del vencimiento de la obligación, pero si
e deudor cayera en mora y hubiera-alguna diferencia favora
:a-
ble a acreedor, entre el cambio del día del vencimiento v el del
ir-
día del pago, la opinión que prevalece es la dc que el deudor
li- debe pagar esa diferencia *'"".
o-
•Si se tratara de obligaciones cn moneda extranjera, conve
c-
nidas lucra del país, pero que deben producir sus electos cn él
Ic
aun cuando lucran efectos accidentales, de acuerdo al artículo X
f- dc la ey I1>u. el pago tiene que hacerse por su equivalente cn
c-
1 moneda nacional dc curse legal '"".
JS
En cuanto a las letras dc cambio, pagarés, etcétera, líbra
I
a.
íl
lo de cada pago. iCám. nac. civ. sala B. 18-8-072. en la lev \ 14,s
3.
P- 4>l. con ,y de Soioo. Alberto D.. caso *' Mcvc c/ Molinos Í*éniC) v'
Der.. \ . 44. p. 555.
1.
¡>t» de la cotización: Debe lomarse como punto de referencia para
determina, el mb de la noneda. el día del pago. (I.a Lev. v. 107 p
"-' * "H'- I1 '" '• '><>• p. -; v. 14U. p. bOb. v. 148. p. ||9. IV,.;
\ ' <\.*: ' ' I'" " *•• 2- P- '-t*-* v. 14. p. 79b; V. 19. p. 054; \
-'• f" '",s,: ,:,llü Plen..r¡ü de l.,s Cámaras eomereiules de la capital fe
deral, en De,., v. 21. p. 758. caso "A.genuac e, Vidal Maní". Salvo que
se hubiera pedido que la conversión sc hiciera cn el momento dc la sen-
icncia. (luris. \re 1977
•<-••>'-• v. 'i-.ii <v
\ ' '•> - nP- -bl). U que i ,
,,,. eli deudor estuviera en
quiebra, en cuyo ca«>. v por el principio de igualdad de- los acreedores.
Jebe efectuarse la conversión al (¡po de cambio vigente al día de la de
cía,ación de la quiebra. (Cám. com. en pleno, luris. Arg.. I9b9. \. 5.
p. ">b8. caso *.VIa\ y Vilale e/ llorn 1-. "). Igual principio rige en caso de
concurso civil ICám. nac. eiv . sala I', Inris. Arg... Reseña I9b9. p. 5M I.
nv bl. easo "Melman lí.". eone. eiv.).
298 Sai vw-C.vi i.i. Oh. cit. v. I. p. 408. nos. 404 v 4b4a; Bi sso. Ob
cit. v. IV. p. 260. n: 12: Ri-z/ónko. Oh. cit. v. |. p. 442 y ¡urispmdcn-
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
0 en
Declarada la guerra mundial en 1914, las leves de emergen
. En
cia que hemos referido anteriormente. 9481. 9506 y 9478 clan
ie el
suraron la Caja de conversión y prorrogaron el pago de las obli
gaciones a oro, salvo cuando el acreedor se conformara con re
i del
3) y
cibir el pago en moneda de papel al tipo de 2,2727 por cada
dec'.
peso oro. El pago en oro efectivo ysonante, pues, había que
:esal
dado prorrogado y como los giros sobre París habían sufrido
1 de
una fuerte depreciación por los efectos de la guerra (aproxima
: ex-
damente un ,0 o un 40 %) ,üs acreedores sostuvieron que t -
.- cn
man derecho a reclamar el pago en pesos moneda nacional pa
ini-
pel en cantidad equivalente a la moneda nacional oro. tipo de
del
-.-727 por peso oro como lo establecía la lev 9478. los deu
glas
dores, a su vez. pretendían que habiéndose hecho imposible el
los
pago en moneda metálica por causas que no les eran imputables,
J se
todo el derecho que tenían los acreedores era exigir el pago en
giros sobre París. pcrü n0 podía ^ ^ d * ' *
leda
mo
moneda nacional. Argumentaban que se trataba de una obli
gación alternativa y debía por lo tanto aplicarse el artículo 659
las
del código civil: cuando se hace imposible una dc las prestacio
ido.
nes su, culpa del obligado, la obligación sc concentra en la
prestación subsistente "\
,.s a
505 Su v.Ai-C vi i i. Oh. cit. v. I, p. 414, tí 472; Coi MO. Ob. cit. p,
2b9. ,r: 589: Ht sso. Ob. cit. v. IV. p. 24b. nv 265. n. i.
504 Svi.v \i-Ci vi i i. Ob. cit. v. I. p. 4 14. nv 472. in fine.
505 I.ai viiii. Ob. cit. v. II. p. 121. nv 1001: Sai.vai-Gm.i.i. Oh. cit.
v. I, p. 4 15. nv 475.
50b S vi v vi-G vil l. Oh. cit. v. I. p. 414. tí: 475.
507 Caso "Banco llipoiecario Franco Aryeniino c-' Cazón" i luris. \r«..
v. 5. p. 58).
796
i
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
508 y 509 Salvat-Gallí, Ob. cit, v. I, p. 417, nv 475; liusso. Ob. at.
sideración de este tema, al criticar la decisión que por mayoría
sc dio a este asunto, en el fallo plenario que venimos comentan
do, pusieron de relieve un aspecto del mismo que no había sido
tenido en cuenta aquí, ni por las partes ni por los jueces: la
obligación que sc había tenido por alternativa no era tal. porque
en la obligación alternativa, cuando los términos de la opción
sc tornan imposibles sin culpa del obligado. Ia misma se extin
gue (art. 642. cód. civ.); cn cambio cn la obligación sometida
a juicio, aun cuando hubieran sido imposibles las dos prestacio
nes, por no poderse pagar cn oro ni en giros, el acreedor siempre
conservaría el derecho de hacerse reembolsar en papel moneda,
porque la obligación del prestatario subsiste mientras no hava
restituido lo que recibió "\
Pi.anioi. y Capitani tenían razón al sostener que la obli
gación en cuestión no era típicamente alternativa, pues ésta re
quiere que las distintas prestaciones que están a opción de las
partes sean prestaciones de objeto determinado: cosas, hechos o
abstenciones contempladas cn su individualidad "'. Cuando las
prestaciones de la alternativa versan sobre cosas genéricas o so
bre cantidades, la obligación no es típicamente alternativa, sino
que se está ante una figura jurídica distinta: la obligación de
genero alternativo "" en la que no es aplicable como regla gene
ral la norma del artículo 659 del código civil, porque en ,laceria
dc obligaciones genéricas, como ya sabemos, genus el quandtas
"513 De Gásperi-Morello. Oh. cit. v. II. p. 5bb. nv 1055.
314 De Gásperi-Morello, Ob. cit. v. II. p. 56b. nv 1055. in fine.
315 y 316 Colmo. Ob.. cit. p. 2b5. nv 581: IU;sso. Oh. cil v IV p
395. nv 61.
798
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
800
ÉÉ
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cuenta al obligarse. Aeste objetivo se llegaba mediante el pago
u. pesos papel, al tipo de 2,2727 por peso oro. como lo enten-
mcdd m;n0n!
medida que las' CÜ" '° CUal
partes tuvieron
"° " presente
Pagaba "¡al más ni me™*
contraer ^ i.
el mutuo
El mismo conflicto que se planteó a las Cámaras civiles en
; Pleno, fue sometido más tarde a la Corte Suprema- de la Na
ción ene caso "Luchinetti c/ Provincia de Mendoza- v allí
prospero la tesis de ios acreedores, resolviéndose que él "pago
debía hacerse en moneda de papel al tipo de 2.2727 por peso
oro. como determinaba la ley 9478 •»
Hipotecas posteriores. La solución jurisprudencial en las hipo-
ecas a oro postenores a las leyes de 'incoitversión. fue dis
tinta a la que se pronunció en los casos de las anteriores a di
chas leyes En el caso "Malaver c/ Banco hipotecario franco ar
gentino . las Cámaras, en fallo plenario y con una sola disi-
i denc-ia resolvieron que habiendo conocido los deudores la im
posibilidad del pago en oro. debían cumplir la obligación en
oro o en su equivalente en moneda nacional papel, al tipo es
tablecido por la ley 947S "".
P(uCn^ílil
PülC Brutau-dL' larg°
cuantía
C" demercatierí^
ia deuda seEn fijaesteencaso
relación
-dicea
determinados bienes que no han de ser el objeto de la presta
ción sino que han de servir para convertirlos en sumas de di
nero cuyo pago extinguirá la obligación » Tal es el caso de
318 BUSSO. Ob. cit. v. IV. p. 247. nv 27b; Juris. Arg., v. II. p. 44b.
314 Salvat-Galli. Ob. cit, v. 1. p. 419. nv 478; Busso'. Ob. cit. v. IV
p. 248. nv 277; Trico Represas, Oh. cit. p. 200. tí! 87. in fine.
320 Puig Brota. . Ob. cit. t. I.v. II. pp. 339 y 340; Tkigo Ripr.sas
omo la de España de 1942, que impone la fijación de la renta
n una determinada cantidad de trigo, electora :>.
. Cláusulas de revisión periódica y de escala móvil o de ín
dice variable. Todas estas cláusulas tienen por objeto el reajus
te del valor de la obligación en proporción a la desvalorización
monetaria ocurrida desde que la obligación ;>e formó, hasta el
día del pago. Sea por medio de una revisión periódica del va
lor de la prestación, sea fijando un valor variable a la presta-
tacíón, y a determinar dc acuerdo a ciertos índices prefijados
. como por ejemplo el del aumento del costo dc la vida, o del
rendimiento del trabajo, etcétera—, se procura llegar al mismo
objetivo, o sea, que el acreedor reciba el mismo valor que la
obligación tenía en el momento de su nacimiento )!:.
8. Lugar y época del pago. Aunque al estudiar -el pago sc
analizarán más en detalle estos temas, adelantaremos desde ya
algunos conceptos en lo que se refiere a las obligaciones de dar
simias de dinero:
a) Lugar del pago. Si no estuviera designado cn la obligación
el lugar del pago —dice el artículo 618—. la obligación debe
cumplirse en el lugar en que sc ha contraído, Fin cualquier otro
caso la entrega de la suma dc dinero debe hacerse en el lugar
del domicilio del deudor, al tiempo del vencimiento dc la obli-
gación. De tal manera el lugar adonde debe hacerse el pago |
de las sumas dc dinero, resulta de los siguientes principios:
1?) Si las panes han convenido un lugar, ése es el que preva
lece, y cn él debe cumplirse la prestación.
521 Larenz. Ob. cit.. v. I. p. 182: Puig* Brutal. Ob. cit.. t. L v. IL
pp. 559 y 540: Trico Rkprksas. Ob. cit.. p. 210: Roca Sastrl. Ob. at.>
p. 258: Hi-rnándkz Cu. Ob. cit.. v. I. p. 588. nv 155: Li:ós. Ob. cit., ^
v. lll. p. 80. . M
522 Puig Brutal:. Ob. cil.. \. 1. v. II. p. 540: Hirnándk/ <Jii.. Ob. cit,. |
v. I, p. 585 y sigs.. n? 152: Roca Sastri:. Ob. cit.. v. 1. p. 258: Trigo
Ri-pri-sas. Ob. cit.. p. 208 v sigs.: vca.se Der.. 5ü-5-b7. fallo 9459: Espín,
v.III. p. 8b y 87. fallo en La Ley del nV 29-b-75. caso "del Río Ramón
c! Fundación Ks¡>o". Cámara nacional en lo civil. >ala l). nv 7 del suma
rio: Lión. Oh. cit.. \- lU. P- 80.
t:
802
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
•a
bl Época del pago. "Si no estuviera determinado el día cn
w
que debe hacerse la entrega del dinero, el juez señalará el tiempo
cn que el deudor debe hacerlo'*, reza la primera parte del ar
tículo 618. En consecuencia.
K
I'-'*) Ante todo la obligación debe cumplirse el día que las par
tes han señalado.
fü
ir 2°) En defecto de ello, la fijación del día del cumplimiento
6- debe hacerse judicialmente ""'.
:o "•>") Lo mismo ocurre cuando cn la obligación sc autoriza al
deudor a cumplirla cuando pueda o cuando tenga medios dc
hacerlo. En tal caso —dice el artículo 620— el juez a instancia
dc parte designará el tiempo en que deba hacerlo. La jurispru
dencia tiene resuelto, en esta hipótesis, que el juez atenderá a
los usos y costumbres, y que antes de fijarse el plazo debe oirsc
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
804
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
805
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
334 y 335 Busso. Oh. cil. IV, p. 268, nos. 7 y 10 y p. 272. n" 43,
León, Ob. cit. p. 90.
356 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 268. nos. 9-11.
536 bis De Rugciero. Ob. cit. t. 2. v. I, p. 55 y sigs.
337 Busso. Ob. cit. v. IV. p. 290. nv 1.
806
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
558 Salvat-Gai.i.i, Ob. cit. v. I, p. 421. nos. 481 y 481a y pp. 430 y
451. nos. 490 y 492: Busso. Ob. cit. v. IV. pp. 291 y 292. nos. 8. 10) 19.
807
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
808
-
349 Rezzónico. Ob. cit. v. I, p. 448: Busso, Ob. cit. v. IV. p. 285.
nV 155; Borda. Ob. cit. v. 1, p. 544, nv 491.
550 Salvat-Gai.i.i. Ob. cit. v. I. p. 425, nv 483b: Rezzónico. Ob.
cit. pp. 449-451; Lafaille, Tratado de las obligaciones, v. II, p. 178,
nV 1071.
551 Busso, Ob. cit. v. IV, p. 282, nos. 129 y 150; Planiol, Ripert y
Rouast. v. XI. p. 458. nv 1154.
552 Busso, Ob. cit. v. IV, p. 282, tí! 129; Planiol y Ritert, Traite
démeataire. v. II. p. 740, nV 2071; Laeaille. Ob. cit. v. II, p. 162.
nV 1059 y Curso de obligaciones, v. II, p. 155, nv 282.
355 Honorato de Balzac, Gobseck.
811
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
'I I
legal a la tasa del interés, por medióle varias leyes. Si las
partes no lo acatan se autoriza al juez para reducirla de oficio354. | \
En Francia, encontramos que el artículo 1907 del código civil
permite el pacto libre dc intereses salvo que por ley se fije la
lasa máxima permitida. Desde 1807 existían en este' país leyes
que fijaban un límite al interés pactable, pero en 1938 se abolió r
tal prohibición, de manera que en la actualidad el interés con
vencional en Francia, es enteramente libre155.
2V) A la segunda tendencia pertenecen países como Polonia,
Chile, Italia, Uruguay, Suiza, España, Portugal y Brasil, pero
en la mayor parte de éstos, si bien se admite la libre contrata
ción del tipo del interés, se establece, como complemento, una
tasa legal para el caso de que las partes no hayan convenido el
tipo de interés, y. además, se fijan normas en el sentido de que
el interés convencional no puede exceder de cierto margen con
respecto al tipo de interés legal. (En Polonia, dos puntos; en
Chile, la mitad del interés legal; en Panamá, un punto; etcé
tera. ,5\ En Portugal, la convención de intereses superiores al
5 % debe ser hecha por escrito, so pena de quedar limitados *
al interés legal referido).
Alemania presenta un sistema particular. Si no hay interés {
convenido, se señala un tipo de interés legal: el 4 %. Se per
mite un interés convencional del 6 % pero si se excede de esc
tipo de interés se autoriza al deudor para que transcurridos seis
meses y previo aviso dado con seis meses de anticipación, pueda
devolver el capital dejando sin efecto la convención. Además, i
el código civil alemán tiene su encomiable artículo 138 que
combate algo más que la u§ura; reprime el negocio usurario,
disponiendo que "quien aprovechando de la desgracia, la in
experiencia, la ligereza, la necesidad de otro obtiene ventajas
patrimoniales indebidas, comete un acto ilícito'\ En nuestro i
país, ejj el proyecto del código civil de 1936 se incluye un
354 Salvat-Galli, Ob. cil.. v. í, p. 425, n. I62d; Dr: Gásperi-Morello,
Ob. cit., v. II, p. 642, n. 24.
355 Ripert y Boulanger, Ob. cit.. v. VIH, p. 535. nv 2519 y n. 195.
356 Salvat-Gallí, Ob. cit.. v. I. p. 425. ns. 162c y I62Í: De Gásperi-
Morello, Ob. cit., v. H, p. 642, nv 1082 y n. 24.
812
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
v. IV. p. 284. n'.' 141; Di. Gá.npeRI-Mokli 1.0. Ob. cit. \. II. p. b29,
nv 1080; luris. Arg.. y. 19. p 556: v. 45. p. 555; v. 12. p. 529; \. 14,
p. 579 y p. 1072.
560 y 561 Sai.vat-Gai.i.i, Ob. cit. \. I. pp. 425 y 424. nv 485 ye n.
162 bis I. donde sc indican los tallos dictados cn este sentido: luris. Arg.,
v. 26. p. 259; v. 51. p. 884; v. 34. p. 445: v. 44. p. 245: v. 60. p. 522;
v. 51. p. 1572.
562 Galli. en Salvat. Oh. cit. v. I. p. 427. nv 4831': Bcsso. Oh. cit,
V. IV. p. 288. nv 168 y Tallos indicados en la p. 287. nV 165. n. I; ídem
Bonna. Ob. cit. v. I. p. 546. nv 495: Rezzónico. Ob. cit. \. I. p. 455,
n. 57.
565 Lm aii.i.i:. Ob. cit. v. II. p. 162. n. 205 y p. 165. p. 205. in fine;
RiZZÓNico. Ob. cil.. v. I, p. 455. n. 57.
814
1
interés "**, un 56 % anual 1"7, y hasta una suma que entre intereses
compensatorios y punitorios supere el 40 °o "': "•"*. En cambio en
un breve y engañoso lapso de aparente estabilización monetaria
por el que pasó nuestro país, algunos pronunciamientos redu
jeron la tasa del interés del 24 al 20 % anual "*'. o del 50 al 28 %
anual w>. De todas formas es importante señalar que en las
variaciones de nuestra jurisprudencia, que ha ido aumentando
tipo de interés aplicable, es el de la tasa ordinaria del interés corriente.
La Ley, 11-7-75, caso "Municipalidad de la Capital c/Fernández dc
Chuekri". fallo 69.175; La Ley, v. 159. p. 765 (S-24.044); La Lev.
v. 135, p. 1115 (S-20.938); v. "|55. p. 1099 (S-20.817); v. 140. p. 759
(S-24.643); v. 143. p. 492; v. 148, p. 223; v. 148. p. 191. La Ley. 21-
12-73, Cám. fed. de Bahía Blanca, caso "Lnipresa de Ferrocarriles Ar
gentinos c/ Pattussi". nv 69.741; La Lev. 5-10-73 y Der.. v. 54. fallo
24.420; Corte Suprema dc la Nación, caso'"Gobierno nacional c/ Cha-
eofi S.A.fe.nV 69.510; La Ley, 7-12-73. Cám. nac. civ. sala F. caso "Santa
María c/ Municipalidad", nv 69.709. Véase p. 775. n. 247.
Y algo similar ocurre cuando el crédito se encuentra amparado por
una cláusula estabilizadora. ya que al estar así cubiertos los acreedores
contra cualquier variación desfavorable en el cambio a moneda nacio
nal, no resulta posible reconocer un interés mayor del 10 "o. por no
gravitar aquí el factor inflacionario local en que se basa el interés más
alto admitido para operaciones pactadas en nuestra moneda (Cám. ñau.
civ.. sala B, 27-8-69, "Bcfin y Blackson Invcstmcnt c/ Constructora Ho
rizontal", Der.. v. 56. p. 778. Cám. nac. espec. civ. y com. sala IV. "Fin-
presas Clute S.A. c/ Gasparovich", La Lev del 25-5-74. v. 154. fallo
70.107.
820
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
58b Smaai-G m i I. Ob. cit. \. I. pp. 454-441. nos. 498 \ 498a: \isin\.
Hugo, tratado teórico practico de derecho procesal civil. \. II. p. 574,
nv 22. in fine.
587 I. \i \u.i.i. O/;, cit. \. II. pp. Ib5 \ 16b. nv 1061: Colmo. Ob. cit,
p. 501. nv 452: Gm.i.i. en Salvat. Ob. cit. v. I. pp. 441 y 442. tí 498b:
Horda. Ob. cit. \. I. pp. 541 \ 542. nv 487: Busso. Ob. dt. \. IV. p.
504. n-:- 9b.
588 Borda. Oh. cit. \. I. p. 542. nv 488. in fine: l.i VMBÍ \s. Ob. cit.
v. II. pp. 220 a 221. ir.' 4 12.
584 Di G (.si'i'.Rl-MoRl-Xl.o. Oh. cit. p. b5I v sigs., nv 1085.
590 Bi sso, Ob. cit. \. I\ . p. 502, nV 8b \ fallos citados en lu n I y
en bi n, 5 del nv 87.
822
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
541 Bcsso. Ob. cit. \. IV, p. 502. nv 87 \ fabos citados en las ns. 1-4.
ituación, debe prevalecer el interés más alto: si el interés com
ensatorio pactado por las partes es más alto que el interés
oratorio que se cobra en plaza, subsiste aquél con el carácter
e moratorio: si el interés moratorio de plaza es más elevado
ue el interés compensatorio pactado, debe pagarse el tipo dc
nterés moratorio de plaza w.
) Función indemnizatoria del interés moratorio. F.l interés mo
atorio —enseña Busso— constituye la forma específica de in
emnización por el atraso en el pago dc una obligación pecu
iaria ** Reemplaza, en principio, a los daños y perjuicios que
orresponden en el caso de incumplimiento de las otra* clases
e obligaciones, examinaremos, entonces, bs caracteres de esta
unción indemnizatoria de los intereses moratorios.
La función indemnizatoria del interés moratorio se diferen
ia de los daños y perjuicios que deben pagarse por la inejecu
ión de las obligaciones que no tienen por objeto sumas de
inero, y en las obligaciones emanadas de los actos ilícitos, o
e la ley, cn los siguientes aspectos:
?) F.n las obligaciones que no consisten en dar sumas de di
ero, en la* obligaciones emergentes de los actos ilícitos y de
ley. el monto de los daños y perjuicios depende de la pérdida
ufrida y de la ganancia dejada efectivamente dc percibir (arts.
19 y 1069, cód. civ.), todo lo que deberá ser probado por el
creedor y determinado judicialmente en caso dc controversia -91..
n las obligaciones de dar sumas de dinero, los intereses mo- -¿.;
atorios están fijados de antemano, sea convcncionalmcnte, sea
or la 1cy (arts. 621 y 622, cód. civ.), y la indemnización que
orresponde por la inejecución de esta clase de obligaciones, en
rincipio y salvo las situaciones de excepción que veremos den-
94 luris. Arg.. v. 69. p. 245: v. 12. p. t»9l.
95 Busso. Ob. cit.. \. IV. p. 292. iv? 17.
96 Busso. Ob. cit.. v. IV. p. 290. nv I.
97 Véase nuestro cap. IV.
24
DERECHO DE LAS OBLIGAC'ONES
Sr
tro de poeo, se limita nada más que al cobro dc ese interés "•
1.
:a
N acreedor, además, no liene que probar que ha experimentado
danos: la sola inejecución de una obligación dineraria. a su
i-
:s
debido tiempo, hace presumir que el acreedor ha sufrido el
perjuicio que se resarce por medio del pago del interés ""'.
T
O
La razón de esta doble derogación de los principios gene
c
rales en esta materia de la indemnización del incumplimiento
de las obligaciones de dar sumas dc dinero, que la hace dife
rente de las otras obligaciones, ha sido dada por Sai\,vt cn
los stguientes términos: -La ley ha tenido en cuenta que en las
obligaciones de dar sumas de dinero los perjuicios consistirán
siempre en la utilidad que el acreedor podría haber tenido por
el empleo del dinero si se le hubiera restituido o pagado a tiem-'
po pero suponiendo que pudiera el acreedor probar en qué
hubiera empleado ese dinero, siempre quedaría la incertidumbre
del resultado que hubiera obtenido. Era preferible, entonces,
cortar todas estas dificultades y fijar como indemnización, el
¡
ínteres pactado, o el interés corriente, como lo hace el artícu
lo 622 m.
f
2V) Se han preguntado los autores si tiene el acreedor derecho
a obtener otra indemnización además del interés moratorio.
El problema tiene sus antecedentes en el derecho francés. El
artículo 1155 del código de Napoleón dispone que: "en las
obligaciones que consisten en el pago de cierta cantidad, los
daños y perjuicios que resulten del retraso en el cumplimiento,
no consistirán nunca sino en la condenación al pago de los
intereses señalados por la ley, salvadas las particulares aplicacio
nes en el comercio y en las finanzas"". La redacción de esic ar-
398 Bibiloni. Ob. cit. y. II. p. 105 y sigs.. nota a lo* arts. 22 y 2*5:
PEDRO N. CA2EAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
4ÜI Blsso. Ob. cit.. v. IV. p. 29b. nv 45 \ su cita ele Duramos. Cours
tic droit civil, v. X. p. 512. nv 488: ídem Toui.lii.r. Ob. cit.. \. VI,
p. 279. nv 267: Laromiwlkj.. v. I. p. 238. an. 1155. nv 18.
402 Véase Busso. Ob. cit.. v. IV, p. 290. nv 47: Dkm-ui.ümiii . Ob. cit..
\. 24. p. 62b. nos. 642 y b45: Aubry y Ral. Ob. cit.. v. IV. p. 175, ir:
308: Baudky-Lacantinkkii: y Bardk. Ob. cit.. v. XI. I Des obligations.
pp. 476 y 477. nV 508: Maruaoi-. Ob. cit.. v. IV. p. 448. nv 550. /// fine.
405 Pi.amoi.. Riimrt y Iísmkin. Ob. cit.. v. VIL p. 194. nv 882.
404 Busso. Ob. cit.. v. IV. p. 297. nv 55: Baudry-Lacantim ru. \ Bar-
di., v. XI. Des obligations. 1. pp. 475 y 476. n" 507: \uijry \ R-u . Ob.
cit.. v. IV. pp. 176-178. S 308.
826
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
o
y
Poth.f:r. üemolümiu, y Laurh.nt, por el contrario, sostu
t-
vieron que los intereses son la única indemnización que puede
íi
reclamar el acreedor con motivo de la inejecución de una obli
e
gación dineraria. aunque medie dolo o culpa grave del deudor*"
i-
La ley del 7 de abril de 1900. puso fin a esta discrepancia
b modiftcando el artículo 1155 del código civil francés en el si
e
guiente sentido: "El acreedor al cual el deudor moroso le ha
ü
causado por su mala fe un perjuicio independiente del retardo
f puede obtener daños e intereses moratorios distintos a los inte
r
reses del crédito"'. Esta modificación amplió el derecho del
s
acreedor con relación a lo que preveía el artículo 1155 en su
primitiva concepción, pero lo restringió, en cambio, en cuanto
al alcance a que se había llegado en la jurisprudencia, pues
como acabamos de decir se reconocía en ésta el derecho a una
mayor indemnización no sólo cuando mediaba dolo del deu
dor, sino también cuando había culpa grave de su parte en
lanto que la ley del 7 de abril de 1900. únicamente acuerda esc
mayor resarcimiento en caso dc dolo *'".
El código alemán, en su artículo 288. \ el código suizo en
su artículo 106 reconocen la posibilidad de que le sean indem
nizados al acreedor los daños mayores que pueda haber sufrido
a raíz de la inejecución, con independencia del interés mora-
torio *".
405 Uussu. Ob. cit. v. IV, p. 247. nv 54; PoTIIIEK. Ob. cil pp IUU y
101. nv 170; De.moi.oaibi:. Ob. cit. v. XXIV. p. 611, „v 618- I u mv.
Ob. at. v. XVI. nv 507.
406 Bcsso. Ob. cit. v. IV, p. 297. nv 55: I.a lev. 7-4-900. si bien olí-
mino toda discusión posible con respecto al derecho del acreedor para
as siguientes:
Kirii.om se opone a la distinción entre daños derivados de
a inora, que se indemnizan mediante el pago del interés corres
ondiente, y daños ocasionados por otras causas. l:n las obli
aciones dinerarias, los intereses moratorios —dice— compren
en todos los daños que son consecuencia directa e inmediata
e la inejecución, únicos indcmnizablcs4\
Sai.vai es partidario de la indemnización de los daños ma
ores que le haya ocasionado al acreedor el incumplimiento,
iempre que éste se deba al dolo del deudor'"".
Lu.am.u:. Busso y Borda, con mayor amplitud, no >ólo
econocen la justicia del derecho del acreedor para reclamar un
esarcimiento suplementario, cuando se han sufrido daños ma
ores que no alcanzan a ser indemnizados por el interés mora-
orio cuando media dolo del deudor, sino también en lodos los
asos en que el acreedor prueba haber experimentado ese mayor
etrimento41".
Por nuestra parte consideramos que debe reconocerse al
creedor ese derecho a una indemnización suplementaria en las
iguientes hipótesis: cuando la inejecución se debe a mala íe
eres, a no ser que se hubiese pactado otra co>a entre la* parto, con lo
ue se admite la posibilidad de una mayor indemnización comcncional.
U8 ISiiiii.om. Ob. cit.. v. 11. p. t08. nota al art. 25. Véase cn esc sen
ido íallo. por mayoría de votos, de la Suprema Corte dc Justicia dc la
rovincia de Buenos Aires, in re "Pantano c/ La Estrella", con nota dc
ugusto M. Mormi.i.u. en luris. Arg.. Serie Contemporánea, v. 10. año
971. p. b08. Secc. Provincial: La minoría votó por la posibilidad de una
ndemnización superior al monto de los intereses legales a que se re*
iero el art. 622 cód. civ. cuando sc acredita plena > fehacientemente, la
xistencia dc un perjuicio mayor que el que los intereses apuntan a sa
isfacer y cuando dicho perjuicio sea consecuencia directa e inmediata
e la morosidad del deudor.
0» Saiaat-Cím.m. Ob. cit.. v. I. pp. 455 y 454. nv 495.
10 Lu \n .i.i . Ob. cit.. v. I. pp. 255 y 25b. nv 255: IHsso. Ob. cit.. v.
I\. p. 298. nv 50: Borda. Ob. cit.. v. 1. p. 52b. nv 4b8. lisa es, también,
nuestro entender, la opinión de Ri.zzónko, Ob. cit.. v. 1, p. 447. n. 55 y
allos indicados en dicha n. 55, in fine.
28
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
422 Ufaiu.i:. Ob. cit.. v. II. p. 16b. ir.» 1062; Horda. Ob. cit.. v. I.
p. 547. nv 494.
425 De GAsperi-Morello. Ob. cit., x. II. p. 660. nv 1087: Salvat-
Gai.li, v. I. p. 445, n. 184 y doctrina allí citada: Girard. Droit romain.
pp. 526-27; Van Wetter. v. lll. p. 260. nv 545: Busso. v. IV. p. 524.
nv 6 y doctrina allí citada; Messa. Ob. cit.. p. 102. nV 52; Windscheid.
v. II. p. 55. § 261. Este sistema de la prohibición absoluta ha sido se
guido por el código dc Chile en el art. 2210.
424 El código civil francés permite el anatocismo a partir de la deman
da judicial o cuando media una convención especial, con tal que se trate
de intereses debidos, cuanto menos, por un año entero. El código alemán
prohibe la capitalización de los intereses convenida al establecerse la obli
gación. Una convención posterior que disponga dicha capitalización, se
ría admisible (Larenz. Ob. cit.. v. I. p. 187; Enneccerus-Lehmann.
Ob. cit.. t. 2. v. I. p. 59. § 9. II; Di. Gási»eri-Morello. Ob. cit.. v. II. p
664. nV 1090.
425 Busso. Ob. cit.. v. IV. p. 524. nv 4.
832
tl articu
r ,o623: ar8entino
^d'8°~NoC'VseJI deben ha datado
intereses de los este problema
intereses s'no
obligación posterior convenida entre el a.„a!, *-.
Hay un principio general y dos excepciones-
ci» Selt
micresLS. g"oWbi?nSÍM
i rohibicion de! anatocismo.
e" ,üe n° "pues<"**-""
**. '•"««-
I?) La primera excepción es la de permitir que el aeree
to do ln
e- de lo» mismos.
•P Debe C" ""* estiPuIaci¿»
tratarse, por lo Posterior
tanto, de alunavencí-
cor,
e,, no solo posterior a la obligación originaria, sino poste-
al vencimiento dc los intereses « La finalidad perseguida
l leg.sl.dor ha sido exornar las precauciones pa'rá que 7
r haya tenido la oportunidad de darse plena cuenta de la
dad de la responsabilidad que asume, y nada mejor para
ue colocar al deudor casi en la misma situación en que
a si contrajera un nuevo préstamo42".
os requisitos del artículo 623 en esta primera excepción.
Cü,^!Tóo0'í- ''"•• PP- 3°4 y305" "** 436: Salvat-Cal..,. Oh. cit v I
lo Od,Tu'
lo. Ob ut v. II. p.°1-''-
bb>. n?"1089: l66' "V ,062:
"' P-Rezzónico. Oh. DEcitG^-";
v I p-
orda. Ob. cit.. v. I. p. 347. nv 494. '
Tl°- °h- "'i- P" ">06" ""' 437: Sal.at-Calli. Ob. cit. v 1 p 444
. n. d8; Dt Gasim-ri-Moruu.o. Ob. cit. v. II P 663 n" 1089-
Ob. cit. v. lll. p. ioü.
ico. Ob. cit. v. I. p. 462: Borda. Ob. cit. v* 1%P" 347' n» Sí
49l>
348 ul„ • i NIC?' 0fe- '""" V" '• P" 462: B0KDA- v.-l.-pp.
P UJ,,° dc hl Cani- civ. cap. sala B, 28-7-54. íné-
833
tractual que dispusiera la capitalización de los intereses sin ate
nerse estrictamente a aquéllos, sería de nulidad absoluta (arts.
1044 y 1045, cód. civ.) y por ser manifiesta, debería ser decla
rada de oficio por los jueces4". Adolecería, asimismo, de nuli
dad absoluta, cualquier cláusula penal que io» portara encubrir
la aplicación de intereses a los intereses "fe o. cualquier cláusu
la que bajo la denominación de intereses punitorios pretendiera
su aplicación a los intereses4".
2?) La segunda excepción admitida se tiene cuando "la deuda
es liquidada judicialmente con los intereses y el juez mandase
pagar la suma que resultare y el deudor fuese moroso cn hacer
lo". Estas pautas dc la ley han sido diversamente interpreta
das por la doctrina:
Para Src.ovi\. basta que se haya interpuesto la demanda ju
dicial v que se hava intimado el pago al deudor, constituyéndo
lo en mora, para que sea procedente la capitalización de los in-
AY*
tereses -.
Prevalece la opinión en el ¿eniido de que no basta el hecho
dc mediar demanda judicial y constitución en mora, sino que
tienen que haberse cumplido, además, los siguientes requisitos:
que se hava practicado la liquidación judicial de la deuda: que
m: haya condenado a*u pago: que se haya intimado el pago al
deudor y éste no lo haya efectuado""'.
4->9 SM xat-Cai.1.1. Oh. cit. v. I. p. 443. nv 302. I.a. aii.i.i,. v. II. p. 16».
n« 1062. in Une: Busso. Oh. cit. v. IV. p. 525. nv 13 v p. >26. .r. Ib;
R,r//ÓN.ro. Ob. cil.. v. I. pp 461*'y 462: Bordx. Oh. dt. v. I. p. >47.
nv 494.
450 I.AFAH.LK. Ob. cit. v. M. p. 168. nv 1062; Sa.aat-Gm.ii. Ob. at,
v. I. p. 444. nv 499. in fine: luris. Arg.. v. 70. p. 855.
451 Salvat-Gaixi. Ob. cit.. v. I. pp. 445 y 446. nV 505: Rkzzón.co. Ob.
dt. v. I, p. 462. n. 68: luris. Arg.. 1950. v. II. p. 625: 1947. v. 4. p. ||
584: I.a Ley, v. 56. p. 567 y p. 577. *
452 Segovia. Ob. dt.. v. I. p. 156. art. 625. n. 29.
455 Machado. Ob. cit.. v. II. P- 538: Sa.vat-Gm.i.i. Ob. cit, v I. p.
447. nv 505: Laia.i.i.i-, Oh. cit. v. II. p. 167. nv 1062b; Colmo. Ob. cit,
P. 506. nv 457; Busso. Ob. cil.. v. IV. p. 555, n? 70; Rezzónicu. Ob. at,.
834
los 4¡emcs ^ot ' '"' '°S mU!ra,CS *"> « °P'*«*>fe
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i p""""d" '» cipilalizaclon
"T"-' C"nimeslial
ha,e"lade «*•*
los inle
último autor íilo.mos f.illn< n.,^ i .V,P* J48' "• 49:>- ,nc,icu
i i-**-, \. .. p. \2b. Lujn, Ob. c//., v. in p ioi
ít. v. ,; p 349' n-v 496 ''"" " '" P" ^ •" ^ ": **«*•'
Borda. Ob. cit., v. I. p. 549. iv? 496.
Sai.vat-Cai.u, Oh. cit., v. I, p. 448, nv 506, in jine.
835
iódicos —en cuyo monto sc incluye la amortización proporcional
el capital y. los intereses—, ha dado motivo a opiniones encon
adas:
V) Salvat interpreta que cn estas situaciones no es aplicable
l artículo 625. porque la cuota así constituida importa en ver
ad un capital que es tomado en cuenta, solamente, como base
ara determinar la medida o el quantum de las multas o intereses
unitorios que se establecen como sanción por la mora del deu
or. Añade que en estos casos la multa o interés punitorio
onstituye una verdadera cláusula penal y que la ley orgánica del
anco hipotecario nacional (ley 8172) autoriza el cobro de un
nterés punitorio sobre el monto de los servicios impagos 4:?. En
gual sentido se expide Colmo, para quien se está, en estos ca
os, ante una multa, o pena civil, perfectamente válida 4V). A es
as conclusiones se ha sumado Lai-aille y son las que han pre
alecido en la jurisprudencia 44,\
?) En contra de este enfoque se ha manifestado Borda, que no
e muestra convencido por el argumento dc que los intereses se
an convertido en capital, razonamiento que estima forzado y
onstituye una suerte de artilugio jurídico441. En igual sentido
e expide el doctor Argañaráz, en su voto en disidencia en la
uprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, quien
xpresa que admitir la aplicación dc intereses a la cuota dc
amortización referida, implicaría caer en el llamado —desde el
erecho romano— anatocismo conjunto442.
438 Salvat-Gali.i. Ob. cit.. v. I. p. 448. nv 507.
459 Colmo. Ob. cit.. pp. 305 y 306. nv 456a.
440 Lafaille. Ob. cit.. v. II. pp. 167 y 168. nv 1062 y fallos en furis.
Arg.. v. 30. p. 125; w 55. p. 1086; v. 20. p. 503: v. 26. p. 235: v. 52,
p. 159: v. 59. p. 209; v. 54. p. 1364; v. 48. pp. 281 y 1564; v. 29. p.
576; v. 26. p. 677; v. 60. p. 850. En contra: luris. Arg.. v. 5. p. 215; v.
9. p. 604; v. 2, p/ 910; v. 48. p. 281.
441 Bohda. Ob. cit.. v. I. pp. 549 y 550. n? 497
442 luris. Arg.. v. 48. p. 281.
836
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
837
PEDRO N. CAZEAUX - FÉLIX A. TRIGO REPRESAS
838
ice analítico
Acciones colectivas: quiebra y con
curso civil: 455 y sigs.
Abuso de derecho: 66 y 120. Juicio ordinario: 453.
Accidentes de trabajo: 505 y 506. Juicios sumarios: 454.
Acción directa: 487 a 491. Acciones reparadoras: 457.
Acción de nulidad: Véase Obligacio Acción de simulación: 457.
nes de dar cosas ciertas: 644 v Acción revocatoria o pauliana: 457.
645. *
Acción subrogatoria, indirecta u
Acción subrogatoria: 457 y sigs. oblicua: 457 y sigs.
Antecedentes históricos: 458. Acreedores comunes: 441 a 445.
Carácter: 459.
Acreedores con derecho de preferen
Definición: 457. cia: 442 y sigs.
Derechos ejercitables: 469, 472 y Acto abstracto: j630.
sigs.
Actos ilícitos: Véase fuentes -de las
Derechos inherentes a la persona-. obligaciones: 116.
472 y sigs.
Agravio moral: Véase Daño moral:
Efectos: 483 y sigs. • 368 y sigs.
Los Códigos Procesales civiles y. co Alternativa: Véase Obligaciones alter
merciales de la Nación y de la nativas: 709 y sigs.
Provincia de Bs. As. y la acción Amenaza de ruina: 327.
subrogatoria: 487.
Anatocismo: Véase obligaciones de dar
Esfera de aplicación: 472 y sigs. sumas de dinero: 831.
Fundamentos: 459.
Anotación de litis: Véase acciones con
Meras facultades: 480. servatorias: 449.
Naturaleza jurídica: 461 y sigs. Anticausalismo: Véase Causa: 131 y
Paralelo con la acción revocatoria sigs.
y con la acción de simulación: Arras: Véase Seña: 424 y sigs.
463.
Asociaciones civiles y religiosas: 79.
Procedimiento: 481. Asociaciones profesionales: 79.
Requisitos substanciales y formales: Astreintes: 175 y sigs.
464 y sigs. Asunción de deudas: 61, 62, nota 14?
Acciones conservatorias: 447 y sigs. y 491.
Anotación de Üitis: 449. Automotores: Transmisión de: 635.
Derecho de retención: 452. Autonomía de la voluntad: 63.
Embargo: 447.
Inhibición: 449.
B
Intervención judicial: 451.
Prohibición de contratar: 450. Bases del negocio: 536, 543.
Prohibición de innovar: 450. Beneficio de competencia: 441.
Secuestro de bienes: 452. Beneficio de inventario: 81.
Separación de patrimonios: 452. Bien de familia: 439.
Acciones de ejecución: 453 y sigs. Bienes inembargables: 437, 440.
841
índice analítico
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índice analítico
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ÍNDICE ANALÍTICO
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ÍNDICE ANALÍTICO
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INDIQE ANALÍTICO
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