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Revista de Psicología

ISSN: 0716-8039
revista.psicologia@facso.cl
Universidad de Chile
Chile

Vilches S., Liliana


Sobre la eutanasia
Revista de Psicología, vol. X, núm. 1, 2001, pp. 177-187
Universidad de Chile
Santiago, Chile

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26410113

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Sobre la Eutanasia 1

On Eutanasia

Liliana Vilches S.2

Resumen
En este artículo se analiza y discute en perspectiva psicológica, el controvertido tema de
la eutanasia, sin dejar de considerar los variados factores que inciden en él. Se hacen algu-
nas precisiones conceptuales y se consideran las diferentes tendencias contemporáneas en
relación a la muerte. Después de enfocar algunos aspectos psicológicos presentes en las
decisiones que se adoptan en materia de eutanasia, se propone un papel profesional para el
psicólogo que puede colaborar activamente en la tarea de asistencia en el morir. En las
conclusiones, la investigadora se manifiesta más inclinada al desempeño de una labor que
ponga el énfasis en una ortotanasia más que en la eutanasia.
El tema es parte de una línea de investigación, docencia y extensión, de la autora, en
torno a la temática de la muerte como eje central.
Palabras claves: Eutanasia, Ortotanasia, asistencia en el morir.

Abstract
The article analyses and discusses the controversial problem of Euthanasia from a
psychological perspective. It considers various contemporary conceptual matters and
tendencies implicated in the problem of facing death. After taking into account some
psychological aspects implied in the decisions taken in relation to Euthanasia, it is suggested
that the psychologist can contribute actively in the assistance to the dying. In the conclusions
the author is inclined to favor the use of Ortothanasia instead of Euthanasia.
The study is part of a research project involving scientific, teaching and extension aspects
of the death problem.
Key words: Eutanasia, Ortothanasia, The assistance to the dying.

1 Trabajo presentado en las Segundas Jornadas de Investigación del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile. Enero 2001.
2 Psicóloga, Académico del Departamento de Psicología, Univ. de Chile. e-mail: dptopsic@uchile.cl

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Introducción muestran una tendencia en las actitudes con-


temporáneas hacia ella. Las iniciativas lega-
La existencia de variadas concepciones y les, aunque no hayan fructificado inmedia-
planteamientos respecto a la eutanasia es an- tamente, van marcando el rumbo que des-
tigua. Es conocido el juramento “jamás daré emboca en la histórica legislación que se lle-
a nadie medicamento mortal, por mucho que va a cabo en Holanda en el año 2000, con-
me lo soliciten” establecido por Hipócrates. virtiéndose así en el primer país que aprue-
Platón, por su parte, en el libro III de “La Re- ba definitivamente la práctica de la eutana-
pública”, afirma : “Tú establecerás, oh sia en el año 2001. Otros fenómenos relacio-
Glaucón, una disciplina en el estado y una nados con esta prescripción social legaliza-
jurisprudencia tales como nosotros la enten- da de ella, son la creciente aceptación del
demos, limitándote a dar cuidados a los ciu- aborto y el inicio de la aprobación para clonar
dadanos bien constituidos de alma y cuerpo. embriones humanos de hasta dos semanas
En cuanto a los que no son sanos de vida con fines de experimentación, mate-
corporalmente, se les dejará morir”. La euta- rializada por primera vez en la Cámara de
nasia por motivos sociales era practicada en los Lores británica (Enero, 2001). Es sabido
Grecia, Esparta, India, Mesopotamia y otras que la promulgación de leyes, no es sino el
civilizaciones antiguas. En estos casos se tra- reconocimiento oficial de cambios valóricos
ta en realidad más bien de una eugenesia, vin- y en materia de costumbres que se han pro-
culada con la valoración cultural de la salud, ducido ya en la sociedad. En no escasas oca-
la fuerza y la belleza. La roca Tarpeya supo siones, esas realidades son usadas justamen-
de la eliminación de millares de criaturas te como argumentación para promover la
anormales. En Cicerón es la muerte digna, legislación. La eutanasia se practicaba des-
honesta, gloriosa. Tomás Moro en “La Uto- de hace dos décadas en Holanda y había un
pía”, afirma que “si la enfermedad es incura- compromiso del parlamento y de los tribu-
ble y va acompañada de dolores agudos y de nales de justicia para no sancionar a los mé-
continuas angustias, los magistrados y sacer- dicos que la aplicaban ; también las investi-
dotes deben ser los primeros en exhortar a los gaciones experimentales con embriones se
desgraciados a decidirse a morir. Les han de han venido realizando desde hace mucho
hacer ver cómo, no siendo ya de utilidad en tiempo y las presiones desde los círculos cien-
este mundo, no tienen razón para prolongar tíficos se hacían sentir. Se sabe incluso que
una vida que corre por su cuenta y les hace hay avances en muchos de los aspectos a los
insoportables a los demás”. Nietzche también cuales aluden las regulaciones establecidas,
se pronunció a favor de ella, en el caso de los pues es difícil que pueda detenerse el afán
“parásitos de la sociedad”. de conocimiento y de manipulación de la
De modo que la defensa y existencia de la ciencia. Por otra parte, reconocemos en es-
eutanasia no es cosa reciente, pero el con- tos hechos las acciones desplegadas desde
cepto ha experimentado una evolución des- centros de poder, el cual es usado con quie-
de su origen griego que etimológicamente sig- nes precisamente no lo detentan en lo más
nifica “buena muerte”. Se estima que Bacon mínimo y se encuentran en las situaciones
introduce en 1605 una acepción referida a de mayor vulnerabilidad. El poder se ejerce
la acción del médico sobre el enfermo, inclu- principalmente con los más débiles y sólo
yendo la posibilidad de apurar la muerte. ellos lo padecen.
Existen algunos hitos históricos en la le- El contexto actual en que se sitúa el análi-
gislación sobre esta materia ( ver Anexo), que sis y el debate sobre la eutanasia, nos mues-

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tra la negación y la despersonalización de la de ellos. La eutanasia positiva o activa se


muerte, características de la sociedad occi- entiende como el acto de privar de vida a una
dental contemporánea, como ha sido descri- persona por razones de dolor y sufrimiento.
to en la literatura sobre el tema (Kubler-Ross, Es activa directa en los casos en que el efecto
1975 ; Feifel, 1977 ; Thomas, 1993; Piezzi, inmediato que se busca a través de algún
1996 ; Vial, 1997 ; Roa Vial, 2000) y muy medio es el deceso. En la eutanasia positiva
ampliamente por Cruz de Amenábar(1998) indirecta hay una acción que tiene un efecto
con referencia a nuestro país. Ante un ma- inmediato aliviador para el enfermo, pero que
yoritario consenso de revertir esta tenden- comporta simultáneamente, como efecto pa-
cia, lo que se manifiesta también en el inci- ralelo divergente y no buscado, la muerte o
piente uso de morir en el hogar, contrasta la su adelanto. La eutanasia negativa o pasiva
postura del especialista chileno en bioética simplemente priva al enfermo de aquellos
Miguel Kottow, quien destaca la imposibili- medios médicos extraordinarios que podrían
dad económica y física de las familias para prolongar su vida, en el contexto de una muer-
asumir la muerte de uno de sus integrantes, te irreversible ( distintos y dramáticos son los
pues los cuidados que requiere una persona casos de eutanasia pasiva involuntaria por ca-
en los últimos meses de su vida son alrede- rencia de recursos y por negligencia en la aten-
dor de 100 horas semanales. ción de los pacientes irrecuperables). En este
caso hay implícita una evaluación de costos y
resultados esperados. Las denominaciones de
eutanasia negativa y activa indirecta son
Marco Conceptual cuestionables, porque ahí en realidad no hay
Hacer algunas precisiones conceptuales una intención eutanásica, sino que se refieren
ante la ambigüedad lingüística en uso de la a una realidad en que se deja que el proceso
eutanasia no es una cuestión meramente se- irreversible de la muerte siga su curso, ya que
mántica, sino que expresa y orienta en la no existe esperanza de recuperación. Corres-
complejidad del problema de modo adecua- ponde más bien a un “dejar morir en paz».
do. Actualmente, la eutanasia se entiende Esta visión se identifica con la subyacente en
como una acción u omisión que por su natu- la conceptualización de la distanasia o “en-
raleza o en la intención apresura la muerte carnizamiento terapéutico”, en la cual se
para evitar grandes dolores y molestias al desaprueba la prolongación de la vida de un
paciente, a petición de él mismo, de sus fa- desahuciado usando medios
miliares o por iniciativa de un tercero que desproporcionados. Peña y Lillo(1998) lo ha
presencia, conoce e interviene en el caso con- expresado diciendo que el fin de la medicina
creto del moribundo. es sanar al enfermo, pero no impedir la muer-
te. Los principales aspectos que se evalúan en
Esta definición la sitúa en el nivel de las
este caso, señalados por Mifsud(1993), son :
intenciones y procedimientos usados en pro-
el estado del paciente y su posibilidad de re-
cesos irreversibles de muerte. Independiente-
cuperación, la efectividad del tratamiento y
mente del momento en que se ejecute la deci-
sus efectos secundarios, los costos psicológi-
sión, lo importante es que hay una intención
cos y económicos y la voluntad del propio
de apurar un proceso que es irreversible. Se
enfermo y de la familia. En esta línea se ubi-
diferencia de las acciones en los casos de re-
can los cuidados paliativos y el trabajo en las
cién nacidos enfermos, enfermedades cróni-
unidades del dolor. Tanto la ley chilena como
cas y ancianos, en los cuales la cuestión no es
el Código Ético del Colegio Médico, concuer-
la abreviación de su vida, sino la eliminación
dan con esta postura.
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No podemos dejar de considerar que a vivo es sólo el primer paso en el camino para
veces se mantiene la vida de manera artifi- la aprobación de la eutanasia involuntaria de
cial - lo que puede hacerse por tiempo casi aquellos que se cree que son inútiles para la
ilimitado - para aprovechar oportunamente sociedad y que si pueden darlo, los siguientes
los órganos en trasplantes que servirán para serán más fáciles de lograr.
prolongar la vida de otras personas.
Gayling(1997), especialista en bioética pro-
eutanasia, va más lejos al señalar que sería
posible tener gente comatosa, a quienes él lla- Discusión
ma neo-muertos, con el fin de disponer de En las discusión sobre la eutanasia es in-
órganos y sustancias para experimentación. teresante examinar otros aspectos que mere-
Él propone una redefinición del concepto de cen ser considerados.
muerte para contar con bancos de cuerpos
En una buena parte del movimiento pro
con status de muerte legal, pero con las cua-
eutanasia se hacen esfuerzos para llegar a
lidades de los vivos. Ellos proporcionarían
establecer criterios objetivos para decidir
el suministro de médulas, cartílagos, piel,
sobre la vida. Se procura definir que la vida
hormonas, antitoxinas, anticuerpos, etc. para
tiene valor sólo para quienes presenten de-
estudio científico. Esta propuesta no es muy
terminadas características o capacidades, de
diferente de la que ya se ha concretado res-
acuerdo a algún concepto tradicional, con-
pecto a los seres humanos que están en la
vencional o prefijado. Lo más recurrente en
primera etapa de su desarrollo, los embrio-
esta perspectiva, entre cuyos exponentes se
nes, de modo que una vez más los extremos
reconoce Peter Singer(1994), es el ser perso-
se encuentran.
na. La persona está definida por el tener con-
El desplazamiento de la responsabilidad ciencia de sí mismo, capacidad de llevar a
hacia el paciente (eutanasia voluntaria), se cabo un plan determinado, manejarse racio-
expresa en el “suicidio asistido”, que reco- nalmente. Entonces, quienes carecen de es-
noce la autonomía del paciente. Esta es la for- tas capacidades, no serían considerados per-
ma que hoy goza de mayor aceptación entre sonas aún o han dejado de serlo. Hay dife-
los partidarios de la eutanasia, contemplada rencias y controversia respecto a qué cate-
para la legalización de ella. La imposibilidad gorías de seres humanos no cumplen con los
de conocer la voluntad de las personas que se requisitos. Pero lo sustancial es que para quie-
encuentran inconscientes, ha generado la fi- nes no los satisfacen no tendría valor la vida
gura legal del “Testamento del vivo», prácti- y en ciertas circunstancias, sino en todas,
ca reconocida en otros países, mediante la podrían ser eliminados. El punto de partida
cual las personas establecen en un documen- de esta perspectiva - en su vertiente mejor
to su voluntad de no recibir tratamientos ex- intencionada - radica en la valoración y dig-
traordinarios o desproporcionados en even- nidad de la vida humana que se ven amena-
tuales situaciones de término. Sin duda que zadas en ciertas condiciones, lo que a menu-
la primera duda que surge es si una persona do es interpretado por quienes no aprueban
cambiará su sentir respecto a una decisión que la eutanasia, como negarle el derecho a vi-
adoptó en condiciones de salud, al encontrarse vir a ciertos seres humanos. Constituye un
en la situación real y con muchas dificultades punto esencial en las diferencias entre las
objetivas e internas para revocar tal determi- posturas a favor y en contra de la eutanasia.
nación, si modificara su parecer. Clowes(1997) De alguna manera, esa argumentación se
ha alertado en cuanto a que el testamento del sustenta no en un desprecio por la existen-

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cia, sino en la idea de que el bien supremo cual puede ser muy refrendado por la exis-
del hombre no es la vida a secas, indepen- tencia de una legalidad que contribuya a ali-
dientemente de las condiciones de ella. Des- viar del peso de una responsabilidad como
de este punto de vista existen valores supe- esa. Muy a menudo, las personas calman con
riores por los cuales es necesario y vale la un apoyo en “la ley”, las ansiedades deriva-
pena renunciar a la existencia. Nos recuer- das del ejercicio de su libertad y de sus con-
da el suicidio por honor y el patriótico, por secuencias. No son ellas al final de cuentas,
ejemplo de los kamikaze, que han sido for- sino las leyes las que lo consagran. De modo
mas de actuación muy reconocidas y presti- que una creación originalmente humana,
giadas en algunas culturas, en ciertas épo- adquiere poder propio sin que el individuo
cas de la historia. sienta que tenga que ver en ello ni asuma
El mayor problema reside en que desde el una responsabilidad. Es en este fenómeno que
instante en que se recurre a la objetividad y radica otro temor de abuso de la práctica
se la acepta como un criterio para disponer eutanásica, manifestado por quienes se opo-
de la vida de la gente, el asunto esencial, en nen a ella. Jurídicamente, esto significa elu-
sí mismo y por las extensiones y repercusio- dir una responsabilidad con el prójimo y el
nes que puede generar, es la distinción de principio de imputabilidad del acto propio.
categorías de seres humanos y la negación Es un factor que también nos hace compren-
imperativa absolutista de una igualdad bá- der en parte, psicológicamente, por qué se
sica para estar en la vida. Además, con la pretende en un acto casi de fe ciega, dar con
aceptación, legitimación y legalización de la solución simple mediante la promulgación
esta aseveración como verdadera y correc- y aplicación de leyes, a muchos problemas
ta, ya la clasificación de seres humanos es complejos de los seres humanos que requie-
cuestión secundaria y variable según las cir- ren ser abordados en muchos ámbitos, con
cunstancias. Hoy y aquí pueden ser algunas el aporte de diversas disciplinas. Sin duda
categorías, mañana y allá otras, eso depen- que hay una relación inversa entre libertad
derá de muchos factores, históricos, cultura- y necesidad de sustento en la ley. El conoci-
les, políticos y económicos. Aunque, algunas do “Ama y haz lo que quieras”, nos hace ver
de las categorías posibles ( ancianos deterio- que entonces no se hace necesario invocar
rados, discapacitados u otros que han existi- ni derechos ni deberes establecidos
do ) no cae dentro de las que actualmente se formalistamente, pues el comportamiento
consideran en las legalizaciones, en otro superior no necesita de la ley para alcanzar
momento histórico podrían serlo. Ese es un el modo correcto, sino que se identifica con
riesgo captado por quienes se oponen a la el cumplimiento del deber ser, que coincide
eutanasia. Por lo demás, los totalitarismos con el amor en su más genuina acepción. Sin
han dado pruebas y base para la existencia duda que no se trata del amor como una mera
de esas aprensiones. emocionalidad o sensiblería ni como sensua-
lidad espontánea y caprichosa.
La aspiración a lograr esa objetividad, con
“el otro como objeto”, se expresa sobre todo Muchas personas pueden morir no a pe-
en la localización de la decisión eutanásica tición de ellas, sino porque se parte única-
fuera del enfermo. Incluye una eutanasia que mente de la base de que ellas desean o de-
puede ser involuntaria o coactiva, que en searían aquello si tuvieran conciencia (inte-
principio y abiertamente no goza de muchos rés del paciente). Es un argumento generoso
adeptos. Es en el profesional médico y/o los muy usado, en la defensa de la eutanasia. El
parientes donde radica la determinación, lo interés de la persona es incluso más conside-

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rado y recurrido como justificación de la eu- involucrado, lo que Dworkin denomina in-
tanasia que el interés de la sociedad y el eco- tereses críticos. Cada ser humano tiene de-
nómico, como hemos observado en nuestras recho a morir, pero no de acuerdo a lo que
investigaciones sobre la vivencia de la muerte otros desean y disponen, tampoco según la
(Vilches 2000, 2001). También el argumento ley impersonal vigente lo mande, sino con-
nazi apelaba al interés de las víctimas, soste- forme a como él ha decidido su sentido de
niendo que para ellas no valía la pena la vida. Develar y construir esa muerte propia
vida. En la mayoría de los casos hay un au- es una tarea en la que el psicólogo puede
téntico pensar y sentir que uno en la situa- contribuir inestimablemente a los moribun-
ción del sujeto posible objeto de eutanasia no dos y a sus familiares.
desearía seguir viviendo, lo que es particu- Aún cuando se establezca sólo la eutana-
larmente aventurado porque aunque seamos sia voluntaria, puede convertirse en una es-
muy empáticos esa experiencia sólo deja de pecie de “obligación moral» para mucha gen-
ser completamente ajena cuando se está mu- te la manifestación de este deseo. La presión
riendo uno. La afectiva apelación a la evita- del medio ambiente social, aunque no se ejer-
ción del dolor y del sufrimiento, que serían za tácitamente, puede intensificarse para al-
intereses de experiencia según gunos. Sabemos muy bien de las diferencias
Dworkin(1994), para legitimar una acción psicológicas individuales en la susceptibi-
eutanásica, es argumento fuerte en una cul- lidad a la presión social y en el sometimien-
tura casi fóbica al respecto y que pretende to al poder (aún entre los especialistas en
ser sensible, compasiva y solidaria. Recor- el tema), así como de las condiciones en que
demos que las dolorosas enfermedades y se pueden producir los mayores efectos. Las
quejas visibles de los pacientes son frecuen- personas de mucha edad o severamente en-
temente aducidas para justificar la experi- fermas acaso sentirán que molestan, que son
mentación con embriones - cuyas vidas no una carga y estarán impulsadas a aceptarla.
son tan directamente captadas por los senti- Ahora bien, ¿quieren realmente la muerte los
dos - , en un afán de encontrar el remedio enfermos terminales ? Un homosexual en-
para dolencias hasta hoy incurables. Hay, fermo de SIDA muy asertivo y animoso nos
desde luego, también implícita una mayor expresaba con elocuencia : “no me vengan
valoración de ciertas clases de personas que con que tengo derecho a morir con dignidad,
de otras. En nuestras investigaciones sobre para cualquier persona sana es fácil decirlo,
la vivencia de la muerte en distintas edades, lo que yo quiero es disponer de mis medica-
el dolor proyectado hacia el paciente apare- mentos que son caros y vivir todo lo que
ce como una de las razones más esgrimidas pueda”. Tal vez, no siempre se tiene la luci-
como legítimas por las personas a favor de dez y el valor para manifestar ese auténtico
la eutanasia. También el sufrimiento y la pér- sentir. Por otra parte, la etapa de la enferme-
dida de la dignidad atribuidas al otro, inclu- dad o el estado del paciente hacen diferen-
so en circunstancias de inconsciencia en que cias. Procurar comprender lo que le ocurre
el propio paciente no se da cuenta de lo que al paciente, descifrando la comunicación
le sucede. Es de conveniencia que la consi- oculta es lo más adecuado; además, la cir-
deración del dolor, cada vez mejor maneja- cunstancia de una grave situación de salud
do por la medicina, sea complementada con puede ser una oportunidad - tal vez la más
la evaluación estructural de la vida del pa- propicia y la última - de preocuparse por ese
ciente y del significado de ella y de la muerte otro. Uno puede preguntarse: ¿es la petición
en una consistencia de sentido para cada del enfermo consistente con su estilo de

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vida ? ¿de los deseos y sentimientos de quien de los demás. Se requiere de un aprendizaje,
estamos hablando, del paciente o de los fa- el cual no excluye una atención y esfuerzo
miliares ? ¿qué es lo que desea verdadera- permanente, para detectar señales que las
mente un enfermo terminal ? ¿qué expresa personas entregan, pues no siempre los otros
y nos quiere decir cuando se queja y pide que son capaces de verbalizarlo o hacerlo del
termine su sufrimiento ? Cuando pide su modo más claro y adecuado. Esa habilidad
muerte, ¿es eso lo que literalmente solicita? expresiva se encuentra más disminuída en
¿está en condiciones de decidir plena y ca- el enfermo grave de modo que se vuelve in-
balmente? ¿de qué experiencia de vida se pri- dispensable decodificar las formas de comu-
vará si muere anticipadamente? Muchos sa- nicación que encierran sus verdaderos sen-
bemos de personas que estuvieron muy gra- timientos y pensamientos. Tal vez, la alter-
vemente enfermas, a punto de morir y que nativa más aconsejable no sea esperar que
una vez recuperadas reportan que jamás sus la legalización resolverá el asunto, ni ejecu-
imploraciones y lamentos significaron que lo tar mecánicamente los deseos manifestados
desearan o que esperaran que ejecutaran sus por el moribundo, sino alentar la adopción
deseos del momento. Muy frecuentemente de decisiones junto a alguna figura de apego
tales manifestaciones no son sino una peti- que estará ahí y en conjunto con el médico
ción de apoyo y cariño para encarar con que aportará el conocimiento técnico, para
mayor entereza las circunstancias. La expe- saber hacer lo debido. La existencia de vín-
riencia profesional de colegas que trabajan culos afectivos sanos, profundos y durade-
en el campo de la asistencia en el morir ( San- ros es un privilegio tanto para la vida como
ta Cruz, Vargas, 2001 ; Galle, 2000 ) y la para la muerte. La concurrencia profesional
propia, nos indica que la compañía versus del psicólogo, como siempre, será más nece-
la soledad en el morir, es un elemento im- saria y oportuna en los casos en que ello no
portante para la tranquilidad del paciente. ocurra.
Y no es requisito indispensable que se trate En síntesis, podemos decir que el énfasis
de un familiar, pero es óptimo si el acompa- en la creencia casi religiosa y mágica en la
ñamiento es de alguien con quien se ha com- ley como inagotable fuente de solución a los
partido una prolongada relación afectiva. problemas humanos, los más serios especial-
Algunos de nuestros entrevistados nos han mente, sumado a la sensibilidad y al indivi-
expresado que desean la eutanasia para sí dualismo extremo que asumen algunas for-
mismos, en condiciones de postración y de- mas de depositar la responsabilidad de una
pendencia extrema, por tener la certeza de decisión ya resuelta por la sociedad, en la
que morirán solos o abandonados sintiendo autonomía de los pacientes, configuran la
que no tienen quien los ame lo suficiente como tendencia contemporánea en relación a la
para cuidarlos hasta el fin. Otros no se sien- eutanasia. La Real Asociación Médica de
ten con la confianza o merecedores de que Holanda, que aprobó el proyecto de ley, ale-
sus familiares “se sacrifiquen” atendiéndo- gó que este sólo legalizaba los procedimien-
los hasta su muerte. tos de homicidio por compasión que los mé-
Permítasenos recordar aquí que una de las dicos han usado durante 20 años, lo que es
más importantes habilidades psicosociales efectivo, como ya señaláramos. Sin embar-
que inciden en el ajuste personal y en la bue- go la legalización legitima oficialmente una
na vida de relación con otras personas, es la acción que anteriormente el médico evalua-
de ser sensible y adecuadamente responsivo ba en conciencia y por la cual asumía su
a las necesidades permanentes y transitorias responsabilidad y podía ser encausado por

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asesinato. Aún las regulaciones estrictas, no Spaemann(1995). Entonces, en una lógica


garantizan que no puedan cometerse abu- incuestionable, en algún momento alguien
sos y aquí es la propia ley la que ensancha puede preguntar por qué no enmendarlos
la puerta. Una solicitud voluntaria, el pro- posteriormente. Al anciano se le considera-
nóstico negativo, los sufrimientos continuos rá viviendo de sobra, con un sentimiento
e insoportables, la opinión de dos facultati- de estar en falta y estorbando, excepto para
vos, certificado por una comisión examina- sus familiares, en el mejor de los casos, como
dora que garantice que se cumplieron las se describe magistralmente en el relato de
normas, todos esos requisitos pueden ser anticipación “El examen”. Spemann ha se-
artificialmente creados para dar cumpli- ñalado que existe una paradoja en la socie-
miento a la ley. Aquí radica otra fuente de dad; nunca antes se había hecho tanto por
reticencia para quienes son contrarios a la los improductivos, pero al mismo tiempo se
aprobación de ella: los abusos a los que se siente el peso de los costos tan altos para
puede dar lugar. mantenerlos. Se gasta tal vez demasiado y
La eutanasia es un problema cada día luego, al sacar cuentas, surge la interrogante
más serio en los países donde hay una tasa ¿por qué no desaparecen a tiempo, mejor,
de nacimientos insignificante y una edad ya que son tan caros? Esto muestra la gran
promedio cada vez más alta, porque los cos- sensibilidad, que puede despertarse muy fá-
tos de atender a los ancianos y enfermos se cilmente, característica de nuestra cultura.
elevan inexorablemente. Existen criterios Pero después, cuando esa iniciativa debe
económicos simplistas para la inversión en prolongarse en un esfuerzo y trabajo per-
personas. Dejando en evidencia la perver- manentes, constantes, viene la reacción: sen-
sidad de la argumentación, Singer(1994) ha tir que existen demasiadas personas así, que
señalado que cuando una pareja tiene un constituyen una carga y que están saliendo
niño severamente discapacitado y por ello muy caras. Butiglione ha indicado que hay
no puede tener otro, podría ser mejor elimi- una relación entre el alargamiento de la vida
narlo para procrear y criar a uno sano, que improductiva, la crisis de las pensiones y la
extrae más provecho de la vida y de la in- favorable consideración de la eutanasia para
versión que se haga en él que el los ancianos deteriorados. En un sentido
discapacitado. Este es un criterio utilitaris- menos destructivo, ciertos sectores conside-
ta según el cual se decide arbitraria y estre- ran la posibilidad de retrasar las edades de
chamente, pero de manera aparentemente jubilación, de modo de hacer trabajar a las
lógica y conveniente, cuáles personas tienen personas hasta más avanzada edad. La
más valor y por lo tanto más derecho a la principal cúpula empresarial francesa, por
vida. La preocupación de quienes no acep- ejemplo, recientemente ha hecho una pro-
tan la eutanasia es que si aquellos que ma- puesta pública de retrasar la edad de jubi-
nejan el poder usan estos criterios, pueden lación, advirtiendo que el sistema se de-
llegar a decidir con la certeza del cíclope. A rrumbará a medida que nuevas generacio-
los incapacitados y a los ancianos se les po- nes lleguen a la jubilación. Sin embargo, la
dría considerar como que no lo tienen y sensibilidad imperante en la cultura es un
hacérselo sentir. En el caso de los primeros, compadecerse más que nada ante las reali-
el mensaje sería “no te suprimieron a tiem- dades que se ven de modo que no es sor-
po» y a los padres se les hará sentir culpa- prendente que se las quiera eliminar para
bles por no haber eliminado oportunamen- no verlas o sufrirlas. Esa sensibilidad tam-
te esos “errores», como ha hecho ver bién se expresa en que prácticamente nadie

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considere aceptable la aplicación de la eu- mejor asistencia a ellas y a sus familiares


tanasia pasiva directa por cruel e inhuma- para una ortotanasia, más que para la eu-
na, en que la eutanasia directa activa se ase- tanasia.
meje cada vez más a la indirecta activa, en
que continúe la abolición de la pena de
muerte aunque las condiciones carcelarias
no cambien y en que los países que la man- Conclusión
tienen utilicen medios que aminoran la con- A modo de conclusión podemos decir que la
ciencia y el dolor de los condenados. consideración de la mejor forma de finalizar la
Entre las formas de asistencia en el pro- vida es un asunto de convicciones personales
ceso del morir, hay coincidencia respecto a que depende de muchos factores que deben ser
algunos principios. Kubler-Ross(1974) pone atendidos y ponderados. Entre ellos el estilo y el
el acento en la información al paciente de carácter de la propia existencia, el personal sen-
su estado, otorgando más importancia al tido de integridad y los intereses críticos. No
cómo que al contenido de lo que se entrega, podemos pretender que alguna disposición le-
a la elección de la persona cercana más idó- gal impositiva uniforme y oficial deba aplicarse
nea para hacerlo, a la comunicación con la a todos. No es en las legalizaciones donde se
familia evitando el juego de mentiras, al encontrará la mejor manera de terminar la vida.
compartir miedos y angustias. Vidal(1977) De igual modo, obligar o ejercer presión, aun-
señala la atención con todos los medios dis- que sea sutilmente - la más perversa de las pre-
ponibles, terminar con el ocultamiento y siones - para morir de una determinada forma,
crear condiciones para asumirla en un cierto momento, es un atropello a las per-
comunitariamente. Elizari(1980), promue- sonas. El papel profesional de un psicólogo
ve el respeto por el modelo de muerte de la desideologizado y de criterio amplio es impres-
persona, la defensa de la verdad, el recha- cindible para comprender los significados per-
zo al encarnizamiento terapéutico y el sonales de la vida y de la muerte, de modo de
acompañamiento. Gafo(1984) sustenta prin- ayudar al bien morir. El aumento de las enfer-
cipios de respeto por la dignidad y autono- medades terminales y de las muertes lentas hace
mía de la persona en un trato afectuoso y surgir necesidades que están cubriendo también
de compromiso. Sporken (1978)plantea la otras personas. Desde nuestra disciplina, se pue-
evaluación de la vivencia del dolor y la con- de alentar mejor a los individuos para que adop-
sideración de la carga emocional que deben ten decisiones con respecto a su futuro por sí
soportar los familiares como otro problema mismos y de la mejor manera que puedan. Así
en la ayuda. Nolan(1970) destaca el morir también, asistir al moribundo y facilitar la par-
con el menor dolor y en el ambiente fami- ticipación de la familia y los especialistas en ese
liar o lo más parecido a su hogar, expresan- trance, especialmente en los casos en que no
do deseos y emociones, sin descuidar los sen- habiendo previsiones, ellos deben ser asesora-
timientos de los que quedan. Es indiscutible dos para captar los motivos y sentimientos del
el aporte del psicólogo en este campo de tra- enfermo. Esta labor personalizada es la real, más
bajo. Se nos hace imprescindible ahondar adecuada que los reglamentos fabricados en los
en el conocimiento de la manera como las círculos del poder, donde se enseñorean grupos
personas desean realmente morir, descubrir de intereses cuestionables, o que las meritorias
qué variables se relacionan con las diferen- pero equivocadas conductas meramente com-
tes formas, de modo de poder brindar una pasivas.

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile, Vol. X, Nº 1, 2001

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Sobre la Eutanasia

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