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ARIEL A. ROTH
Título del original: Origins. Linking Science and Scripture, Review and Herald
Publishing Association, Hagerstown, MD, E.U.A., 1998.
I MPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición
MM - 4M
I SBN 950-573-773-4
I SBN 950-573-773-4
-36529-
CONTENIDO
AUTOR
PREFACIO
AGRADECIMIENTOS
LAS PREGUNTAS
I. Una pregunta persistente 19
2. Modas en el pensamiento 37
3. Reunamos todo 53
LOS FÓSILES
9. El registro fósil
1 0. La columna geológica y la creación
1 1 . Qué dicen los fósiles acerca de la evolución
LAS ROCAS
1 2. Las grandes catástrofes
1 3. Evidencias geológicas de un diluvio universal
1 4. Cuestiones de tiempo
1 5. Algunas interrogantes geológicas acerca del tiempo geológico
GLOSARIO
ÍNDICE
EL AUTOR
ARIEL A. ROTH
Loma Linda, Calif., USA
Marzo de 1997
AGRADECIMIENTOS
19
20 LOS ORÍGENES 1 LAS PREGUNTAS
hace mucho. Esto dejó en algunos de nosotros la pregunta de por qué se había
llamado a esa audiencia pública. Como orador principal del punto de vista
creacionista, quedé impresionado por mi tremendo fracaso. Esta reunión me re-
cordó una vez más cuán emocionalmente involucrados estamos con el proble-
ma filosófico básico de nuestros orígenes. Este problema no fue resuelto hace
cien años, y hasta hoy muestra pocas señales de llegar a serlo. Durante dos-
cientos años ha habido un conflicto abierto entre las interpretaciones científicas
y la Biblia. Esta es una de las batallas intelectuales más grandes de todos los
tiempos. Las armas son la pluma y la lengua, y el campo de batalla es la mente
del hombre. Este problema afecta nuestra visión básica del mundo, nuestra ra-
zón de existir y nuestra esperanza para el futuro. No es un problema que se
pueda poner fácilmente a un lado.
LA CONTROVERSIA&
Aunque los conceptos de evolución han existido durante siglos, un cambio
drástico ocurrió en 1859 cuando Carlos Darwin publicó su libro El origen de las
especies por medio de la selección natural, o la conservación de razas favoreci
das en la lucha por la existencia. Este tomo enfatizaba la evolución junto con un
mecanismo sugerente, la selección natural, para producir formas más avanzadas
de sida. La reacción hacia el libro de Darwin fue al comienzo muy mezclada,
pero después de unas pocas décadas, una gran cantidad de hombres de ciencia
y algunos teólogos comenzaron a aceptar alguna forma de evolución. Había
pocos detractores de las ideas de Darwin, especialmente entre los teólogos y
l os biólogos, incluyendo un grupo notable de la Universidad de Princeton que
adoptó una posición intermedia entre el evolucionismo y el creacionismo.
Hubo una resistencia organizada contra el evolucionismo a comienzos del
siglo XX en Inglaterra, pero la oposición más fuerte se desarrolló en los Estados
Unidos. El creacionista más influyente de ese período fue George McCready
Price (1870-1963), quien en numerosos libros desafió tanto el evolucionismo
como la validez de la columna geológica que se usa para ilustrar el progreso
evolutivo.
En la década de 1920 hubo un crecimiento de la preocupación pública en
favor del creacionismo, y varios estados promulgaron leyes prohibiendo la ense-
ñanza del evolucionismo en las escuelas públicas. Una de ellas fue la base para
el famoso Caso Scopes7 (a veces llamado el "Caso del mono") que atrajo aten-
ción mundial (Figura 1.1). John T. Scopes, un profesor de Biología del puebleci-
to de Dayton, Tennessee, fue hallado culpable de enseñar el evolucionismo y
más tarde absuelto sobre la base de una falla técnica. Ambos bandos declararon
haber vencido, y pocas opiniones cambiaron. Siguió la secuela típica de estos
CAPÍTULO I / UNA PREGUNTA PERSISTENTE
La atestada sala del tribunal durante el famoso juicio Scopes en Dayton, Tennessee (EE.UU.). Está
hablando el abogado Clarence Darrow.*
Las encuestas de opinión pública en los Estados Unidos con respecto a los
orígenes de la humanidad han sorprendido tanto a creacionistas como a evolu-
cionistas.(20) La comunidad académica, especialmente los hombres de ciencia
que endosan el evolucionismo en general, se consternó al ver que sólo el 10%
de la población en general aceptaba el modelo evolucionista de las ciencias
naturales (sin Dios), mientras que casi la mitad creía en una creación reciente,
por lo menos para el hombre, realizada hace menos de 10.000 años; otros se-
guían posiciones intermedias (Tabla 1.1). Algunos hombres de ciencia se pre-
guntaban por qué, después de más de un siglo de educación evolucionista, tan
pocos seguían su doctrina. He escuchado a hombres de ciencia expresar su
preocupación por su incapacidad de vender el concepto, y la necesidad de me-
j orar su enseñanza. En mi opinión, el problema no es el arte de vender; los
científicos son buenos maestros, y el evolucionismo está bien presentado en
excelentes libros de texto. El problema es que los evolucionistas tienen un pro-
ducto que no es fácil de vender. Muchos encuentran difícil de creer que el
hombre y todas las complejas formas de vida que lo rodean, junto con una tierra
y un universo que tan adecuadamente sostienen la vida, se hayan organizado a
sí mismas. Del mismo modo nuestra capacidad para pensar, percibir, esperar y
estar preocupado, entre muchos otros atributos, todos parecen estar más allá
de un proceso evolutivo mecánico sencillo. Todo esto añade combustible al
fuego de la batalla sobre los orígenes.
CAPÍTULO i / UNA PREGUNTA PERSISTENTE
TABLA 1.1
Dios creó a los seres humanos dentro de los últimos 10.000 años 44 47 47
Los seres humanos se desarrollaron durante millones de años, pero
Dios guió el proceso 38 40 35
Los seres humanos se desarrollaron a lo largo de millones de años.
Dios no estuvo involucrado en ello. 9 9 11
Sin opinión 9 4 7
Creencias de los adultos en los Estados Unidos con respecto a sus orígenes. Las cifras representan
porcentajes obtenidos por encuestas Gallup realizadas en 1982, 1991 y 1993.
EL CONFLICTO Y LA EXACTITUD
Probablemente el más pintoresco de los filósofos cínicos fue Diógenes de
Sínope. Esta figura imaginativa y carismática del siglo IV a.C. hizo mucho para
promover la filosofía cínica de la virtud como el único bien. Esta creencia esta
ba con frecuencia acompañada por un ascetismo extremo que parecía estar
ejemplificado en la vida de Diógenes. De él se cuentan muchos incidentes. Ar
gunos de ellos sin duda son apócrifos; sin embargo, sirven para ilustrar la enor-
midad de la brecha que a veces existe entre lo convencional y los ideales. Se
cuenta que Diógenes descartó su última posesión, su cuenco, después de obser-
var a un muchacho que bebía con sus manos ahuecadas. Él vivió en un barril de
madera prestado, idea que sacó de la observación de los caracoles. Su sarcas-
mo, a menudo hiriente, salió a la luz cuando Alejandro Magno le ofreció cual-
quier cosa que quisiera (¡una oferta de menor riesgo con Diógenes que con
muchos otros!). Su único pedido fue que Alejandro Magno se moviese hacia
un lado para que no le tapara la luz del sol. Uno de los incidentes más famosos
acerca de las actividades de Diógenes es la de su paseo por Atenas llevando
un farol encendido, a plena luz del día, en una infructuosa búsqueda de un
hombre honesto.
¿Encontraría Diógenes honestidad entre los creacionistas y los evolucionis-
tas de hoy? La honestidad, así como la exactitud o la exageración, es difícil de
evaluar porque no podemos discernir los motivos de los demás. Todos comete
mos errores involuntarios, que se llaman errores honestos. Pero cuando esta-
mos estudiando nuestros propios orígenes, el sujeto está tan ligado con nuestra
i dentidad y emociones que resulta muy difícil ser objetivo. Nuestras suposicio-
nes colorean nuestros procesos mentales. Tenemos, por supuesto, que ser tole-
CAPÍTULO I / UNA PREGUNTA PERSISTENTE
rantes de los puntos de vista de los demás, pero ha habido tanta mala informa-
ción en este conflicto, que debiéramos estar seguros de que estamos basando
nuestro análisis en información correcta. Dos informes ilustrarán nuestra necesi-
dad de hacer una evaluación cuidadosa de la información.
Hace varios años se publicó, en una cantidad de periódicos, diarios y otros
medios de información, un incidente acerca de un día perdido.(33) Ese relato afir-
maba que un grupo de hombres de ciencia del Centro de Vuelos Espaciales
Goddard, en Greenbelt, Maryland, habían estado estudiando las diversas posi-
ciones de los planetas de nuestro sistema solar en relación con el tiempo. No
pudiendo encontrar un acuerdo exacto entre los datos históricos antiguos y las
fechas esperadas, la computadora que estaba procesando los datos se detuvo.
Cuando se hicieron las correcciones para el día largo de Josué descrito en la
Biblia, 14 se obtuvo una armonía casi perfecta. Cuando se hizo una segunda co-
rrección para el retroceso del sol en diez "grados", en relación con el rey Eze-
quías, 35 se obtuvo un acuerdo perfecto.
Varias personas investigaron este informe con resultados decepcionantes.
La persona que relató el incidente no podía recordar de dónde se habían obteni-
do los datos originalmente, y nadie en el Centro de Vuelos Espaciales Goddard
parecía haber estado involucrado en este incidente de cálculos algo dramáti-
cos. Parece que el evento nunca ocurrió. Algunos trataron de exonerar a los
que perpetuaron el incidente al enfatizar los buenos propósitos e intenciones
que perseguían. Otros señalaron que el evento no debería haber sido tomado
tan en serio, ya que una cantidad de personas que creían en la exactitud de la
Biblia no lo aceptaron. Pero el incidente queda como una vergüenza para los
defensores de la Biblia.
Durante la segunda década de este siglo, Charles Dawson y Arthur Smith
Woodward anunciaron el descubrimiento de los restos humanos de Piltdown,
ahora famosos, en el condado de Sussex, en el sur de Inglaterra(36) El cráneo de
Piltdown se mantuvo por varias décadas como uno de los intermedios entre el
hombre y las formas inferiores. La caja craneal era notablemente humana,
mientras que la mandíbula era más similar a la de los simios, correspondiendo a
l a idea entonces dominante de que el cerebro conducía el desarrollo evolutivo
de los hombres. Algunos investigadores también informaron haber encontrado
algunos rasgos primitivos asociados con el cráneo más moderno. Unos 40 años
más tarde, tres renombrados antropólogos anunciaron que el cráneo de Pilt-
down era un fraude. La mandíbula había sido teñida, y los dientes limados para
LOS ORÍGENES / LAS PREGUNTAS
que hicieran juego con el cráneo. La datación relativa con la técnica del flúor
mostró que la mandíbula era mucho más reciente que el cráneo.
Algunos han tratado de excusar este incidente al señalar que siempre hubo
algunos que pusieron en duda la validez de los hallazgos de Piltdown. Sin em-
bargo, por lo menos durante un tiempo, el cráneo mantuvo una posición respe
tada en la propuesta del árbol genealógico del hombre, y el incidente constituye
una vergüenza para los defensores del evolucionismo.
Somos reacios a sugerir motivaciones específicas en los dos episodios, pero
que ocurrieran, y que por un tiempo cada uno de los argumentos fuera promo-
vido como válido por los defensores del creacionismo y del evolucionismo, es
tanto instructivo como embarazoso. Ellos sugieren que el celo irracional por lo
que uno cree ser cierto puede destruir la confianza en el punto de vista que se
está promoviendo. Esto debe ser evitado. La verdad no necesita el apoyo del
error. Además, nuestros puntos de vista pueden no ser correctos. La verdad es
verdad, nos guste o no.
Los incidentes informados arriba son aleccionadores: pueden sugerir que
un Diógenes moderno con su lámpara podría estar avanzando en un camino
muy largo. Que haya quienes están dispuestos a inventar "datos" para apoyar su
concepción del mundo testifica acerca de la intensidad del conflicto. La forma
de evitar ser engañados por "datos" inventados es la de no ser tan crédulos, pe-
ro no siempre es fácil evitarlo.
CONCLUSIONES
La ciencia es uno de los logros intelectuales más exitosos de la humani-
dad. Las Escrituras también son altamente respetadas, y la Biblia es con mucho
el libro más aceptado del mundo. Los hombres de ciencia seculares han pro
puesto un modelo evolucionista de los orígenes muy lento, a lo largo de mucho
tiempo, mientras que las Escrituras hablan de una creación reciente hecha por
Dios. La búsqueda de una evaluación de estos modelos de los orígenes ha teni-
do un curso interesante, disputado, y aveces engañoso. Se han propuesto diver-
sos esquemas para reconciliar estos dos modelos básicos de los orígenes, pero
estas componendas no han funcionado bien y se ven complicadas por definicio-
ríes confusas. Muchos se preguntan sinceramente si la verdad última con respec-
to a los orígenes se encuentra primariamente en la ciencia o en las Escrituras.
Esas preguntas no tienen una respuesta fácil.
CAPÍTULO I / UNA PREGUNTA PERSISTENTE
Notas y referencias:
1. R. Whately (1825), "On the Love of Truth", en: H.L. Mencken, ed., A New Dictionary of Quotations on Histo-
rical Principies from Ancient and Modern Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1960), p. 1223.
2. Esto se considerará con detalles en el capítulo 16.
3. William Shakespeare, Macbeth, v.v.26-28.
4. Ver el capítulo 18 para más detalles.
5. La mayor parte de las cifras provienen del Guinness Book of Records: a) D. McFarlan, ed., Guinness Book of
world Records 1990.29a. ed. (N. York: Bantam Books 1990), p. 197; b) M.C. Young, ed., Guinness Book of
Records 1995, 34a. ed. (N. York: Facts on File, 1994), p. 142. También se ha obtenido información de la
empresa Guinness Publishing Ltd., y de la Sociedad Bíblica Norteamericana.
6. Las publicaciones sobre esto son casi ilimitadas. Para una introducción bibliográfica, ver: a) D.N. Livingstone,
"Evangelicals and the Darwinian controversies: A Bibliographical Introduction", en: Evangelical Studies Bulle-
tin 4(2-1987):1-10. Algunas otras, entre muchas buenas referencias, incluyen: b) E.J. Larson, Trial and Error.
The American Controversy Over Creation and Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1985); c)
D.N. Livingstone, Darwin's Forgotten Defenders: The Encounter Between Evangelical Theology and Evolutio-
nary Thougbt (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co. y Edinburgo: Scottish Academic Press,
1 987); d) G.M. Marsden, "Creation versus Evolution: No Middle Way", Nature 305(1983):571-574; e) R.L.
Numbers, "Creationism in 20th-Century America", Science 218(1982):538-544; f) R.L. Numbers, The Creatio-
nists: The Evolution of Scientific Creationism (N. York: Alfred A. Knopf, 1992); g) E.C. Scott, "The Struggle for
the Schools", Natural History 193(7-1994):10-13.
7. Ver el capítulo 19 para más detalles.
8. R. Halliburton, Jr. "The Adoption of Arkansas' Anti-evolution Law", Arkansas Historical Quarterly
230964):271-283.
9. G.D. Kaufman, "What Shall We Do With the Bible?", Interpretation: A lournal of Bible and Theology
250971):95-112.
10. J.C. Whitcomb, Jr., y H.M. Morris, The Genesis Flood: The Biblical Record and its Scientific Implications (Fi-
ladelfia: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1961).
11. Para mayores informaciones, ver: a) L.R. Brand, "Textbook Hearing in California", Origins2(1975):98, 99; b)
K. Ching, "The Cupertino Story", Origins 2(1975):42, 43; c) K. Ching, "Appeal for Equality", Origins
4(1977):93; d) K. Ching, "Creation and the Law", Origins 5(1978):47, 48; e) B.L. Dwyer, "California Science
Textbook Controversy", Origins 1(1974):29- 34; f) J.R. Ford, "An Update on the Teaching of Creation in Cali-
fornia", Origins 3(1976):46, 47; g) C. Holden, ed., "Random Samples: Alabama Schools Disclaim Evolution",
Science 270:1305.
12. L.R. Bailey, Genesis, Creation and Creationism (N. York y Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993), pp. 202-204.
13. a) S. Brande, "Scientific Validity of Proposed Public Education Materials for Balanced Treatment of Creatio-
nism and Evolutionism in Elementary Science Classrooms in Alabama", en: K.R. Walker, ed., The Evolution-
Creation Controversy. Perspectives on Religion, Philosophy, Science and Education: A Handbook (The Pa-
leontological Society Special Publication N° 1. Knoxville, TN: The University of Tennessee, 1984), pp. 141-
155; b) G. Skoog, "Topic of Evolution in Secondary School Biology Textbooks: 1900-1977", Science Educa-
tion 63(5-1979):621-640.
14. Para una muestra de los argumentos, ver: a) H.G. Coffin, "Creation is a Viable Alternative to Evolution as a
Theory of Origins: A Debate", Liberty 74(2-1979):10, 12, 13, 23, 24 (refutación en las pp. 24, 25); b) W.V.
Mayer, "Creation Concepts Should Not be Taught in Public Schools", Liberty 73(5-1978):3-7, 28, 29; c) A.A.
Roth, "Creation Concepts Should be Taught in Public Schools", Liberty 73(5-1978):3, 24-27, 28, 29; d) J.W.
Valentine, "Creation is not a Viable Alternative to Evolution as a Theory of Origins: A Debate", Liberty 74(2-1979):11, 14, 15 (refutación en las pp. 25, 26).
37
LOS ORÍGENES / LAS PREGUNTAS
cordar: Que muchas de las ideas humanas cambien con el tiempo no debe ser
excusa para abandonar nuestra búsqueda de la verdad. La verdad está allí, para
que la encontremos. Esto lo analizaremos más hacia el final del capítulo.
LA DERIVA CONTINENTAL
Estaba escuchando a mi profesor de Geología Física mientras hablaba
acerca de la forma en que se correspondían las piezas del "rompecabezas" de
l as costas este y oeste del Océano Atlántico. Mencionaba que a comienzos del
siglo un hombre llamado Wegener propuso que mucho tiempo atrás la América
del Norte y la del Sur estaban muy próximas a Europa y Africa, y que en ese
tiempo no existía la cuenca del Océano Atlántico. Desde entonces, los conti-
nentes se habían separado (Figura 2.1). Aunque la idea era interesante, mi profe-
sor comentaba que ya nadie le prestaba mucha atención. Poco se daba cuenta
de que en seis años la comunidad geológica iba a cambiar: de un rechazo vir-
tual a una aceptación casi total de la idea de Wegener.
Esta idea "nueva" llegó a ser un factor unificador y revitalizador muy fuerte
para el pensamiento geológico, originando revisiones de los conceptos de l a
formación de los continentes, las cadenas montañosas y el fondo oceánico. Los
textos de Geología tuvieron que ser escritos de nuevo. Vivir en momentos de es-
te gran cambio de pensamiento era a la vez excitante y solemne. Excitante por-
que se generaron muchas ideas y reinterpretaciones nuevas; solemne porque
uno se queda pensando qué otro concepto abarcante, que ahora es ridiculizado,
repentinamente llegará a ser aceptado como dogma.
Cuando Alfred Wegener (1880-1930) sugirió que los continentes se habían
movido, la idea dominante, aunque no exclusiva, era que en el pasado la tierra
se había contraído al enfriarse, y que las cadenas montañosas se debían a la
compresión lateral de las capas superficiales de la tierra. Esto es algo parecido a
l as arrugas que se forman en la cáscara de una manzana que se encoge al secar-
se. Wegener bosquejó una cantidad de evidencias que indicaban que en vez
de que la tierra se hubiera contraído, los continentes se habían trasladado sobre
l a superficie de la tierra .2 Entre sus muchos argumentos señalaba que los enor-
mes corrimientos laterales de las inmensas capas plegadas ("nappes") de los Al-
pes europeos, que se habían trasladado veintenas de kilómetros, eran demasia-
do grandes para ser explicados por la mera contracción. Además, había seme-
janzas de los tipos de rocas de ambos lados del Atlántico, lo que implicaba que
sus costas podían haber estado juntas en lo pasado.
CAPÍTULO 2 / MODAS EN EL PENSAMIENTO
Esquema que indica el movimiento de los continentes del mundo en tres períodos diferentes como
los visualizó Wegener. El diagrama inferior representa la disposición actual. Las regiones más oscu-
ras son mares, las regiones punteadas son mares poco profundos sobre los continentes, mientras
que las regiones blancas son tierra firme. Los conceptos más modernos proponen algunas modifica-
ciones en detalles, aunque la idea básica es bien aceptada.*
fueron los datos nuevos que sugerían que el polo magnético cambiante de la tie-
rra había invertido su orientación norte-sur muchas veces en lo pasado. Este es-
quema de inversión pudo detectarse porque las rocas volcánicas habían recogi-
do el magnetismo de la tierra al enfriarse y formar grandes cordilleras en el fon-
do oceánico. Para acomodar estos datos, se propuso que la superficie de la tie-
rra está cubierta con enormes placas móviles que se generan desde abajo a lo
l argo de uno de los bordes de estas cordilleras, mientras son absorbidas hacia el
i nterior de la tierra a lo largo de fosas del lado opuesto. Estas placas viajan lenta-
mente por la superficie de la tierra como enormes cintas transportadoras. El
movimiento de estas placas provocaba el movimiento de los continentes que
viajaban sobre ellas.6 Este es el modelo llamado de tectónica de placas. Faltaba
un buen mecanismo que trasladara las placas, pero, en forma sorprendente,
después de décadas de resistencia, la comunidad geológica abrazó la idea con
velocidad y pasión poco comunes. En cinco años, cualquiera que no creyera en
l a tectónica de placas y el movimiento resultante de los continentes se arriesga-
ba al ostracismo. Pero hubo algo de oposición. Al reseñar un libro que apoyaba
el concepto de la tectónica de placas, un geólogo comentaba que él no estaba
seguro de que el publicador del libro debía incluirlo en la lista de los libros que
no eran de ficción . 7 Una respuesta sugería que, en términos de distorsión, ¡"el li-
bro no puede competir con la reseña"!" Pero ganó la tectónica de placas. Ahora
es el punto de vista dominante que sólo cuestiona una pequeña minoría per-
sistente? La idea de que la tierra se contrajo ya no es aceptada,'° pero la idea de
que podría haberse expandido tiene apoyo limitado."
Wegener ha llegado a ser una especie de héroe en la ciencia por haber es-
tado unos 30 ó 40 años adelantado a su tiempo. Es desafortunado que no pudie-
ra vivir lo suficiente como para ver la aceptación de muchos de sus argumentos,
y el cambio completo de actitud de la comunidad científica hacia él. Muchos se
han preguntado por qué parece haber tenido esa previsión especial, y por qué
l os hombres de ciencia no lo aceptaron al principio. Algunos sugieren que el
peso de la evidencia no era suficiente en ese tiempo, 'z lo que no explica por
qué su evidencia, que fue aceptada más tarde, provocó hostilidad por tanto
tiempo. También se ha sugerido que su idea era demasiado revolucionaria para
su tiempo, dada la imposibilidad de aceptar cambios geológicos grandes, espe-
cialmente los causados por catástrofes. Además, Wegener sugirió la hipótesis
de que la formación del Océano Atlántico pudiera estar asociada con el diluvio
bíblico de Noé, una idea que la mayoría de los geólogos deseaba evitar." Va-
LOS ORIGENES / LAS PREGUNTAS
LA ALQUIMIA
Un alquimista en su laboratorio.*
* Pintura de David Teniers el joven. Reproducido con permiso del Institut Collectie Nederland.
CAPíTULO 2 / MODAS EN EL PENSAMIENTO
LA CAZA DE BRUJAS
El esquema de ideas dominantes no se limitó a las empresas científicas. En
1 459 una congregación francesa de adoradores devotos, que solía ir a lugares
solitarios de noche para adorar a Dios, fue acusada de estar confabulada con el
Diablo. Los informes decían que en esos lugares secretos el Diablo aparecía y
l os instruía, les daba dinero y alimentos, mientras los adoradores le prometían
obediencia. '6 Estos adoradores, que incluían a ciudadanos respetables junto
con algunas mujeres con debilidad mental, fueron arrestados. Fueron sujetos a
torturas penosísimas, como la del potro, mientras se les exigía la confesión de
l os hechos de que se los acusaba. Muchos de ellos admitieron como hechos
esas imaginaciones, e implicaron a otros por sugerencia de sus atormentado-
res. Algunas veces, estos nuevos acusados ¡resultaron ser enemigos personales
de los atormentadores! Los culpables eran colgados o quemados, aunque algu-
nos pudieron escapar después de pagar grandes sumas de dinero. Una investiga-
ción ordenada 32 años más tarde por el Parlamento de París encontró que las
sentencias no eran válidas, pero para la mayoría de los acusados era demasiado
tarde.
CAPÍTULO 2 / MODAS EN EL PENSAMIENTO
mentes abiertas han mostrado que sólo están vacías. ¡Cuán a menudo escucha-
mos ambos lados de un tema, pero ninguna conclusión! En los menesteres aca-
démicos, demasiado a menudo nos satisfacemos con sólo presentar diversas
opiniones posibles, con frecuencia dentro de un sólo paradigma amplio, pero
sin conclusiones finales. Demasiado a menudo nuestra investigación termina
con una pluralidad de posibilidades. Sin duda esto es parte de la base del tradi-
cional y satírico "Puede ser", que es la conclusión final de una disertación doc-
toral típica. Reconociendo la naturaleza provisoria de los paradigmas puede
animarnos a pasar por alto la evaluación necesaria y recurrir al descreimiento
de casi todo. Hasta podemos abandonar la búsqueda de la verdad; pero hacerlo
es simplista, perezoso, infructífero y aburrido.
El famoso autor francés Moliére escribió una comedia mordaz titulada El
matrimonio a la fuerza.(29) La pieza, que fue escrita a pedido del rey Luis XIV,
fue un éxito instantáneo, y ocasionalmente el rey más opulento de Francia has
ta participó en las representaciones. Esta comedia se refiere a algunas de las de-
bilidades de la humanidad en un contexto humorístico, instructivo y no muy
sutil. En el texto, un caballero maduro y rico se pregunta si debería casarse con
una señorita joven que está interesada principalmente en su riqueza. Pide el
consejo de varias personas, incluyendo a dos filósofos. El primer filósofo es
aristotélico y está tan preocupado con sus propias opiniones, su filosofía y las
definiciones de los términos, que el pobre caballero no puede comunicarle la
realidad de su problema práctico. Se aleja chasqueado y le pide consejo a un fi-
l ósofo escéptico. Al presentarse, le informa a este filósofo que ha venido a bus-
car consejo; tras lo cual éste le responde: "Te pido que cambies esa forma de
hablar. Nuestra filosofía nos prescribe no enunciar una proposición positiva, si-
no hablar de todo con dudas, y siempre a suspender nuestro juicio. Por esta ra-
zón, no debieras decir: Yo vengo, sino: Parece que he venido". Sigue un largo
análisis acerca de si el caballero realmente vino o sólo parece que vino. Otras
declaraciones de hechos que hace el caballero son recibidas con comentarios
de desaprobación tales como "puede ser", o "no es imposible", y "eso puede ser
así". El filósofo rehúsa atender la pregunta real del caballero. La tensión crece, y
l a realidad apremiante aparece de repente cuando el exasperado "caballero"
patea al filósofo que responde con gritos y comentarios insultantes. Al informar
al caballero de que es una insolencia y una afrenta golpear a un filósofo como
él, lo amenaza con una apelación al magistrado. El caballero responde apro-
piadamente: "Le pido que corrija esa manera de hablar. Debemos dudar de to-
CAPÍTULO 2 / MODAS EN EL PENSAMIENTO
do; y usted no debiera decir que yo lo he golpeado, sino que parece que lo he
golpeado". Argumentos posteriores proporcionan al caballero oportunidades
adicionales de responder al filósofo con las mismas declaraciones dubitativas
que él acaba de escuchar. El filósofo, que está seguro de que lo han golpeado,
escucha de nuevo comentarios como "puede ser así", y "no es imposible". El
caballero está instruyendo orgullosamente al filósofo acerca de las debilidades
del escepticismo.
Nuestro medio intelectual presente no parece estar libre de las debilidades
de los tiempos de Moliére. Demasiado a menudo el relativismo, el agnosticis-
mo, y el escepticismo son respetados, mientras la certeza y la verdad aparecen
amenazadas. Está de moda poner en duda casi todo. Las dudas a veces son esti-
muladas por sí mismas, aun cuando tengan muy poco para contribuir excepto
dudas adicionales.
El relativismo, el agnosticismo y el escepticismo, que reducen la verdad a la
i ncertidumbre, no pueden reclamar ninguna certeza de ser correctas. Sus pro-
pias doctrinas demandan que tengamos incertidumbre acerca de casi todo lo
que podría ser significativo, lo que incluiría estas mismas proposiciones. Si no
cree usted en nada, ¿puede ser consecuente y todavía creer que usted no cree
en nada? En las palabras de Pascal: "No es cierto que todo sea incierto". s°
No hay dudas: podemos y deberíamos rechazar muchas ideas, y la precau-
ción es una virtud al evaluar una plétora de conceptos. Además, hay lugar para
una suspensión legítima de juicio por falta de información. Al elaborar la ver
dad, debiéramos ser razonables y equilibrados en nuestra aceptación de ideas
con una cuidadosa indagación. Hay lugar para hacer preguntas, pero no todo
ha de cuestionarse para siempre, y la tarea importante de separar la verdad del
error no debiera ser víctima de un escepticismo infructuoso. Una erudición sóli-
da puede permitirse dar lugar a la verdad. No necesitamos relegarnos innecesa-
riamente al campo del "tal vez" donde todo parece, pero nada es.
Algunas veces este juego de dudar se enfrenta cara a cara con la realidad
de los datos sencillos y fríos, tales como el choque entre un témpano de hielo y
el Titanic. Si nos roban nuestro dinero, su existencia y el concepto de propiedad
llegan a ser reales; si llegamos tarde y perdemos un vuelo, el tiempo llega a ser
muy real. Nuestra moda de tener dudas también puede ser sacudida por la rea-
li dad de que alguien ataque físicamente a un filósofo escéptico. (De paso, en la
comedia de Moliére, los parientes de la joven dama obligaron al hombre rico a
casarse con ella.) Un divorcio o el perdón a un criminal pueden recordarnos
LOS ORÍGENES / LAS PREGUNTAS
que los valores morales, la integridad y el perdón también son parte de la reali-
dad. La mayoría de nosotros aceptamos la existencia de la falsedad, pero la
aceptación de ella también implica la existencia de la verdad. Algunas veces
en medio de todas nuestras dudas la realidad nos confronta y exige nuestro res-
peto. Si hay realidad, hay verdad; pero no la encontraremos si dudamos de to-
do. El que duda de todo ciertamente no tiene tanto que ofrecer como el que
busca la verdad.
Que tengamos paradigmas dominantes, que cambian de tanto en tanto, no
debiera impedirnos buscar la verdad basada en informaciones sólidas. La reali-
dad está allí, la verdad existe, y es posible obtener un grado satisfactorio de cer-
teza.
La verdad es tan importante que debiéramos buscarla con diligencia y pro-
teger activamente su derecho a existir.
CONCLUSIONES
La historia de las actividades intelectuales del hombre incluyen la acepta-
ción de ideas amplias y dominantes llamadas paradigmas. Un ejemplo es la
i dea dominante ahora de que los continentes derivan por la superficie de la
Tierra (tectónica de placas). Los paradigmas vienen y pasan, y pueden ser ciertos
o falsos. La aceptación general no es una garantía de su validez. La opinión po-
pular no es un criterio sólido de la verdad. Al buscar la verdad, debiéramos evi-
tar caer en la trampa de paradigmas erróneos practicando el pensamiento inde-
pendiente y la investigación exhaustiva; y basar nuestras conclusiones sólo so-
bre los datos más sólidos. -
Que los paradigmas cambien no debiera quitarnos la certeza de que la
verdad existe y de que el estudio cuidadoso nos ayudará a encontrarla.
Notas y referencias:
1. Este aforismo, en diversas formas, ha sido atribuido a distintos autores, incluyendo a William James, Thomas
Huxley y Louis Agassiz.
2. A. Wegener, The Origin of Continents and Oceans, J. Biram, trad. (Londres: Methuen & Co., 1967). Título del
original: Die Entstehung der Kontinente und Ozeane (1929), 4a. ed. rev.
3. Las siguientes referencias dan un panorama general de su vida: a) A. Hallam, Great Geological Controversies,
2a. ed. (Oxford: Oxford University Press, 1989), p. 137-183; b) M. Schwarzbach, Alfred Wegener, the Father
of Continental Drift, C. Love, trad. (Madison, WI: Science Tech., Inc., 1986). Título del original: Alfred Wege-
ner und die Drift der Kontinente (1980); c) W. Sullivan, Continents in Motion: The New Earth Debate, 2a. ed.
( N. York: American Institute of Physics, 1991).
4. Sullivan, p. 14 (nota 3c).
CAPÍTULO 2 / MODAS EN EL PENSAMIENTO
5. Ibíd., p. 19.
6. Para más detalles, ver Hallam, pp. 164-173 (nota 3a).
7. A.A. Meyerhoff, "Reseña de D. y M. Tarling, 'Continental Drift: A Study of the Earth's Moving Surface' ",
Geotimes 17(4-1972):34-36.
8. R. Cowen, H.W. Green II, LD. MacGregor, E.M. Moores, J.W. Valentine, "Review Appraised" (Cartas al direc-
tor), Geotimes 17(7-1972):10.
9. Para comentarios adicionales, véase el capítulo 12.
10. Sin embargo, una publicación reciente en apoyo de una tierra que se contrae es R.A. Lyttleton, The Earth
and its Mountains (N. York y Londres: John Wiley and Sons, 1982).
11. Ver el capítulo 12. Ver también H.E. LeGrand, Drifting Continents and Shifting Theories (Cambridge y N.
York: Cambridge University Press, 1988), pp. 251, 252.
12. P. Thagard, Conceptual Revolutions (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1992), pp. 181, 182.
13. a) R.N. Giere, Explaining Science: A Cognitive Approach (Chicago y Londres: University of Chicago Press,
1988), p. 229; b) N.A. Rupke, "Continental Drift before 1900", Nature 227(1970):349, 350. Ver el capítulo 12
acerca del problema de las interpretaciones catastrofistas.
14. a) Giere, pp. 238, 239 (nota 13a); b) Hallam, p. 142 (nota 3a); c) Schwarzbach, p. xv (nota 36).
1 5. Este breve informe está basado principalmente en las siguientes referencias: a) K.K. Doberer, The Goldmakers:
10.000 Years of Alchemy (Westport, CT: Greenwood Press, [1948]`1972); b) M. Eliade, The Forge and the
Crucible, S. Corbin, trad. (N. York: Harper & Brothers, 1962). Traducción de: Forgerons et Alchimistes
(1956); c) J.R. Partington, A Short History of Chemistry, 3a. ed. (Londres: Macmillan & Co., 1957); d) R. Pear-
sall, The Alchemists (Londres: Weidenfeld and Nicholson, 1976?); e) H.W. Salzberg, From Caveman to Che-
mist: Circumstances and Achievements (Washington, DC: American Chemical Society, 1991); f) J.M. Still-
man, The Story ofAlchemy and Early Chemistry (N. York: Dover Publicaciones, 1960; reimpresión de la edi-
ción de 1924).
1 6. Este informe procede de C. Mackay, Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds (N. York:
Farrar, Straus and Giroux, 1932 118521), p. 478.
1 7. a) W.C. Dampier, A History of Science and its Relations with Philosophy and Religion, 4a. ed. rev. (Cambrid-
ge: Cambridge University Press, 1948), pp. 142-144; b) B. Easlea, Witch Hunting, Magic and the New Philo-
sophy. An Introduction to Debates of the Scientific Revolution, 1450-1750 (Atlantic Highlands, NJ: Humani-
ties Press, 1980); c) J.M. Luck, A History of Switzerland. The First 100.000 Years: Before the Beginning to
the Days of the Present (Palo Alto, CA: The Society for the Promotion of Science and Scholarship, 1985), pp.
182, 183; d) Mackay (nota 16); e) E. W. Monter, Witchcraft in France and Switzerland: The Borderlands During
the Reformation (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1976); f) B. Rosenthal, Salem Story: Reading the
Witch Trials of 1692, Cambridge Studies in American Literature and Culture, N° 73 (Cambridge y N. York:
Cambridge University Press, 1993); g) J.B. Russell, Witchcraft in the Middle Ages (Ithaca y Londres: Come¡¡
University Press, 1972); h) G. Tindall, A Handbook on Witches (N. York: Atheneum, 1966).
1 8. Mackay, pp. 482, 483 (nota 16).
1 9. Ibíd., p. 482 (nota 16).
20. Tindall, p. 25 (nota 17h).
21. T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago: The University of Chicago Press, 1962), p. vi¡¡.
22. Para algunas evaluaciones y análisis de la obra de Kuhn, ver, entre muchas referencias: a) I.B. Cohen, Revolu-
tion in Science (Cambridge, MA y Londres: The Belknap Press of Harvard University Press, 1985); b) G. Gut-
ting, ed., Paradigms and Revolutions: Appraisal and Applications of Thomas Kuhn's Philosophy of Science
(Londres y Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1980); c) L. Laudan, Progress and its Problems: To-
ward a Theory of Scientific Growth (Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 1977); d) LeGrand
(nota 11 ); e) S.H. Mauskopf, ed., The Reception of Unconventional Science, American Association for the
Advancement of Science Selected Symposia (Boulder, CO: Westview Press, 1979); f) E. McMullin, ed., The
Social Dimensions oí Science, Studies in Science and the Humanities from the Reilly Center for Science,
Technology, and Values, t. 3 (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1992); g) S. Shapin, "History of
Science and its Sociological Reconstructions", History of Science 20(1982):157-211.
23. T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2a. ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1970), p. vi¡¡
LOS ORÍGENES / LAS PREGUNTAS
( ver nota 21 ).
24. Para un análisis del paradigma catastrofista, ver el capítulo 12.
25. B. Barber, "Resistance by Scientists to Scientific Discoveries", Science 134(1961):596-602.
26. a) Kuhn 1970, p. 151 (nota 23); b) Cohen, pp. 467-472 (nota 22a), también se refiere a las experiencias de
conversión en la ciencia sin implicar ninguna significación religiosa, en el sentido corriente en que se entien-
de el término "religión".
27. Kuhn 1970, p. 170 (nota 23).
28. Algunas opiniones recientes se pueden ver en McMullin (nota 22f).
29. J.B.P. Moliére, The Forced Marriage, en: H. van Laun, trad., The Dramatic Works of Moliére (Edinburgo: Wi-
lliam Patterson, [166411875), t. 2, pp. 325-389.
30. B. Pascal, Pensées [Pensamientos], A.J. Krailsheimer, trad. (Londres y N. York: Penguin Books, 1966), p. 214.
REUNAMOS TODO
53
LOS ORÍGENES / LAS PREGUNTAS
Diagrama que ilustra la ventaja de un enfoque amplio, tal como el que combina la ciencia con las
Escrituras. Cada una de ellas, por sí sola, puede darnos informaciones valiosas, como lo ilustran las
partes derecha e izquierda de los círculos. Resulta una mayor riqueza de interpretación cuando se
combinan ambas, como lo muestra la porción central.
DEUS EX MACHINA
A menudo Dios ha sido usado para explicar casi cualquier cosa. Hace bas-
tante más de un siglo algunos opinaban que sólo Dios podía crear compuestos
orgánicos tales como los azúcares, las proteínas, la urea, etc. Estas moléculas re
l ativamente complejas se asociaban con los organismos vivientes y el misterio
de la vida. Desde entonces se han sintetizado muchos miles de compuestos or-
gánicos diferentes y Dios ya no es necesario para este proceso. En el campo
cósmico, Sir Isaac Newton pensaba que Dios tendría que ajustar ocasionalmen-
te el universo para mantenerlo en funcionamiento correcto. Esta idea ya no es
tomada en serio. Hace siglos se pensaba que Dios había creado las chinches
para impedir que la gente durmiera demasiado, y se pensaba que los ratones
habían sido creados para enseñar al hombre a guardar alimentos. Estas ideas
también han sido descartadas. A medida que la ciencia ha avanzado, la necesi-
dad de usar a Dios como factor de explicación ha disminuido, y algunos pien-
san que aun si existe, ciertamente no es necesario.
LOS ORIGENES / LAS PREGUNTAS
el de la creación. Sin embargo, luego dan un giro de 180° y escriben libros tales
como Scientists Confront Creationism [Los hombres de ciencia confrontan al
creacionismo]38 y usan la ciencia para refutar el creacionismo. ¿Pueden los
evolucionistas salir airosos de ambas maneras?
Como no hay una definición aceptada y amplia de la ciencia, el problema
de si el creacionismo es ciencia es debatible. Si la ciencia es realmente una
búsqueda sincera de la verdad, la ciencia podría aceptar el "creacionismo cien
tífico", y algunos de los pioneros de la ciencia moderna descritos más arriba en
este capítulo ciertamente podrían ser considerados como creacionistas científi-
cos. Por otro lado, si la ciencia se define como una filosofía puramente natura-
lista que por definición excluye el concepto de un Creador, entonces el creacio-
nismo científico no puede existir. Como es de esperar, los evolucionistas favore-
cen la segunda interpretación. Sin embargo, esta interpretación también signifi-
ca que la ciencia no es una búsqueda sincera de la verdad; como a menudo se
pretende que sea.
También se podría hacer la pregunta: ¿No es acaso la ciencia y/o el evolu-
cionismo una forma de religión? La lealtad, la pasión, y el fervor que exhiben
l os hombres de ciencia en las numerosas audiencias y juicios, ciertamente indi
caría que está involucrada más que una evaluación puramente objetiva. El libro
Evolution as a Religion [El evolucionismo como una religión] por Mary Mid-
gley39 señala cómo la ciencia puede actuar en muchas ocasiones como una reli-
gión. Otros autores también han enfatizado los aspectos religiosos del evolu-
cionismo y del darwinismo.(40) Pero en general, los argumentos legales para elimi-
nar el evolucionismo del aula por ser una religión no han prevalecido. La per-
cepción general es que el evolucionismo es una clase de ciencia, y que el crea-
cionismo es una religión. En realidad, no hay una línea clara de separación en-
tre la ciencia y la religión, porque ambas pueden ser comprendidas como una
amplia visión del mundo con rasgos superpuestos.
CONCLUSIONES
Notas y referencias:
1. T. Browne, s.f., Religio Medici, I, 34. Citado en A.L. Mackay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bristol y
Filadelfia: Institute of Physics Publishing, 1991), p. 42.
2. a) R. Maatman, "The Galileo Incident", Perspectives on Science and Christian Faith 46(1994):179-182; b)
W.R. Shea, "Galileo and the Church", en D.C. Lindberg y R.L. Numbers, eds., God and Nature: Historical Es-
says on the Encounter Between Christianity and Science (Berkeley y Los Ángeles: University of California
Press, 1986), pp. 114-135.
3. a) Este incidente fue informado en [Anónimo], "Science: Evolution: A Religion of Science?", Newsweek 54(7
de diciembre de 1959):94, 95; b) Para el texto impreso del discurso de Sir Julian Huxley, ver J. Huxley, "The
Evolutionary Idea", en Sol Tax y C. Callender, eds., Issues in Evolution: The University of Chicago Centennial
Discussions. Evolution after Darwin (Chicago: University of Chicago Press, 1960), t. 3, pp. 249-261.
4. Ver por ejemplo: a) R.G. Collingwood, An Essay on Metaphysics ( Oxford y Londres: Clarendon Press, 1940);
b) H. Cox, The Secular City Secularization and Urbanization in Theological Perspective, ed. rev. (N. York:
The Macmillan Co., 1966); c) J. Dillenberger, Protestant Thought and Natural Science: A Historical Interpreta-
tion (Nashville y N. York: Abingdon Press, 1960); d) M. B. Foster, "The Christian Doctrine of Creation and
the Rise of Modern Natural Science", Mind 43(1934):446-468; e) B.A. Gerish, "The Reformation and the Rise
of Modem Science", en J.C. Brauer, ed., The Impact of the Church Upon its Culture: Reappraisals of the His-
tory of Christianity (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 1968), pp. 231-265; f) R. Gruner, "Scien-
ce, Nature and Christianity", lournal of Theological Studies, New Series, 26(1-1975):55-81. Este autor no
apoya la tesis, pero enumera una cantidad de otras referencias que sí lo hacen (p. 56); g) R. Hooykaas, Reli-
gion and the Rise of Modem Science (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1972); h) S. L. Jaki,
Science and Creation: From Eternal Cycles to an Oscillating Universe (N. York: Science History Publica-
tions, 1974); i) S. L. Jaki, The Road of Science and the Ways of God. The Gifford Lectures 1974-1975 and
1975-1976 (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 1978; j) S.L. Jaki, "Science: Western or What?",
The Intercollegiate Review (Otoño de 1990), pp. 3-12; k) E.M. Klaaren, Religious Origins of Modem Science:
Belief in Creation in Seventeenth-Century Thought (Lanham, NY, y Londres: University Press of America,
1 985); I) A.N. Whitehead, Science and the Modem World (Londres: Macmillan and Co., 1950).
5. Whitehead, p. 19 (nota 4.1).
6. Collingwood, pp. 253-255 (nota 4a).
7. Hooykaas, pp. 98-162 (nota 4g).
8. Jaki 1974, 1978, 1990 (notas 4h-j).
9. R.K. Merton, Science, Technology and Society in Seventeenth Century England (N. York: Howard Fertig, 1970).
10. a) R. Boyle, The Skeptical Chemist (Londres: J.M. Dent & Sons, 1911, 1964), pp. v-xiii; b) W.C. Dampier, A
History of Science and its Relations with Philoscphy and Religion, 4a. ed. rev. (Cambridge: Cambridge Uni-
versity Press, 1948), pp. 139-141.
11. B. Pascal, Pensées, W.F. Trotter, trad., en: B. Pascal, The Provincial Letters; Pensées; Scientific Treatises, T.
M'Crie, W.F. Trotter y R. Scofield, trads., Serie de Grandes Libros del Mundo Occidental (Chicago, Londres y
Toronto: Encyclopaedia Britannica, 1952), p. 270. Traducción de: Les lettres provinciales, Pensées, L'Oeuvre
scientifique.
12. E. Nordenskióld, The History of Biology: A Survey (N. York: Tudor Publishing Co., 1935), pp. 206, 207.
13. a) D. Brewster, Memoirs of the Life, Writings and Discoveries of Sir Isaac Newton, 2 tomos. The Sources of
Science, N° 14 (N. York y Londres: Johnson Reprint Corp., 1855, 1965); b) G.E. Christianson, In the Presence
of the Creator: Isaac Newton and his Times (N. York: The Free Press; y Londres: Collier Macmillan PubL,
1 984); c) J. Fauvel y otros, eds., Let Newton Be! (Oxford, N. York y Tokio: Oxford University Press, 1988); d)
R.S. Westfall, Never at Rest. A Biography of Isaac Newton (Cambridge: Cambridge University Press, 1980).
1 4. Véase la primera parte del capítulo 6.
15. P. Davies, God and the New Physics (N. York: Simon and Schuster, 1983), p. ix.
16. P. Davies, The Cosmic Blueprint. New Discoveries in Nature's Creative Ability to Order the Universe (N.
York: Touchstone; Simon and Schuster, 1988), p. 203.
CAPÍTULO 3 / REUNAMOS TODO
1 7. P. Davies, The Mind of God: The Scientific Basis for a Rational World (N. York y Londres: Simon and Schus-
ter, 1992), p. 15.
18. a) A.R. Peacocke, Science and the Christian Experiment (Londres, N. York y Toronto: Oxford University
Press, 1971); b) A.R. Peacocke, ed., The Sciences and Theology in the Twentieth Century (Northumberland,
Inglaterra: Oriel Press, 1981); c) A.R. Peacocke, God and the New Biology (San Francisco, Cambridge y N.
York: Harper and Row, 1986); d) A.R. Peacocke, Theology for a Scientific Age: Being and Becoming~Natural
and Divine (Oxford y Cambridge, MA: Basil Blackwell, 1990).
19. a) ). Polkinghorne, "God's Action in the World", Cross Currents (Otoño de 1991), pp. 293-307; ver también:
b) J. Polkinghorne, Cine World: The Interaction of Science and Theology (Londres: SPCK, 1985); c) J. Pol-
kinghorne, Science and Creation: The Search for Understanding(Boston: New Science Library, Shambhala Pu-
blications, 1989); d) J. Polkinghorne, Science and Providence: God's Interaction with the World (Boston:
New Science Library, Shambhala Publications, 1989).
20. Ver el capítulo 21 para un análisis de estos puntos de vista.
21. W. Provine, "Scientists, Face it! Science and Religion are Incompatible", The Scientist 2 (16, 5 de setiembre de
1988), p. 10.
22. N. Muller, "Scientists, Face it! Science is Compatible with Religion", The Scientist 2(24; 26 de diciembre de
1988), p. 9.
23. G.W. Reid, The Theologian as Conscience for the Church, Journal of the Adventist Theological Society 4(2-
1993):12-19.
24. E.G. de White, El otro poder [Counsels to Writers and Editors] (Florida, Bs. Aires: Asoc. Casa Editora Sudame-
ricana, 1996), p. 44.
25. Para más detalles de los argumentos en relación con estos cuatro puntos, ver los capítulos 4, 11, 17 y 18, res-
pectivamente.
26. D.J. Hess, Science in the New Age: The Paranormal, its Defenders and Debunkers, and American Culture
(Madison, WI: University of Wisconsin Press, 1993), pp. 17-40.
27. A. Eínstein, Out of my Later Years (N. York: Philosophical Library, 1950), p. 30.
28. A. Kenny, Reason and Religion: Essays in Philosophical Theology (Oxford y N. York: Basil Blackwell, 1987),
P. 84.
29. Ver los capítulos 4 y 8.
30. Ver el capítulo 6.
31. R. Milner, The Encyclopedia of Evolution ( N. York: Facts on File, 1990), p. 399.
32. Para informes diferentes, ver: a) N.L. Geisler, The Creator in the Courtroom: Scopes fi. The 1981 Arkansas
Creation-Evolution Trial (Milford, MI: Mott Media, 1982); b) L. Gilkey, Creationism on Trial: Evolution and
God at Little Rock (Minneapolis, MN: Winston Press, 1985); c) M.C. La Follete, ed., Creationism, Science
and the Law: The Arkansas Case (Cambridge, MA y Londres: The MIT Press, 1983); d) R.L. Numbers, The
Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), pp. xv, 249-251.
33. Ver Gilkey, pp. 127-132 (nota 32b).
34. L. Laudan, "Commentary on Ruse: Science at the Bar -Causes for Concern", en: La Follete, pp. 161-166
(nota 32c).
35. W.R. Bird, Philosophy of Science, Philosophy of Religion, History, Education and Constitutional Issues. The
Origin of Species Revisited: The Theories of Evolution and of Abrupt Appearance (N. York: Philosophical Li-
brary, 1987, 1988, 1989), t. 2, pp. 461-466.
36. Un informe bastante exacto de mi testimonio en este juicio aparece en: Geisler, pp. 461-466 (nota 32a).
37. Véase el capítulo 17 para comentarios adicionales sobre este problema complejo. También ver: a) A.A. Roth,
"Science Against God?" Origins, 1(1974):52-55; b) A.A. Roth, "How Scientific is Evolution?", Ministry 51(7-
1978):19-21; c) A.A. Roth, "Is Creation Scientific?", Origins 11(1984):64, 65.
38. L. R. Godfrey, ed., Scientists Confront Creationism (N. York: W.W. Norton and Co., 1983).
39. M. Midgley, Evolution as a Religion: Strange Hopes and Stranger Fears (Londres y N. York: Methuen & Co.,
1985).
40. Por ejemplo, a) N. Macbeth, Darwin Retried: An Appeal to Reason (Boston: Gambit Inc., 1971); b) T. Bethell,
"Agnostic Evolutionists", Harpers 270(1617-Febrero de 1985):49-52, 56-58, 60, 61.
LOS ORÍGENES 1 LAS PREGUNTAS
41. Para un análisis mayor, ver: a) A.A. Roth, "A Matter of Fairness", Origins, 5(1975):61, 62; b) A.A. Roth, "Clo-
sed Minds and Academic Freedom", Origins, 5(1978):61, 62.
42. Para un análisis diferente, ver: N. Murphy, "What Has Theology to Learn from Scientific Methodology?", en:
M. Rae, H. Regan, J. Stenhouse, eds., Science and Theology: Questions at the Interface (Grand Rapids, MI:
Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1994), pp. 101-126.
¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
CREENCIAS HISTÓRICAS
En los días de la antigüedad, y en realidad hasta el pasado relativa-
mente reciente, la idea de que las diversas formas de la vida surgieron
espontáneamente de la materia no viviente era rara vez puesta en duda.
Parecía un hecho de observación de que las pulgas y los piojos aparecían es-
71
LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
pontáneamente en los cuerpos de los hombres y los animales, las ranas eran
generadas por el barro, las charcas producían una casi interminable variedad
de algas y de pequeños animales, las polillas se formaban en la neblina y las
orugas en las frutas. Se creía que una variedad de gusanos como la tenia surgían
espontáneamente en el hombre y l os animales. Van Helmont (1577-1644), el
pionero de la química, informó que él había visto personalmente formarse es-
corpiones de la albahaca molida entre dos ladrillos. También desarrolló una
fórmula para fabricar ratones (lauchas). 2 Si se ponen trapos viejos y trigo en un
recipiente y se lo esconde por un tiempo en un altillo o en un galpón, ¡eventual-
mente producirá ratones! El experimento se puede repetir todavía hoy, con los
mismos resultados; sin embargo, la interpretación es ahora muy diferente. Este
experimento es un ejemplo de las muchas clases de evidencias que permitieron
que el concepto de la generación espontánea prosperara. Las observaciones
que apoyaban el concepto eran fácilmente repetibles. Con tiempo y esfuerzo
se podían encontrar gusanos en las manzanas y ranas en el barro, etc. La ciencia
estaba trabajando, y poner en duda la generación espontánea era poner en duda
la razón.
Sin embargo había escépticos, y desde el siglo XVII al XIX, este tema estuvo
sujeto a acalorados conflictos. Uno de los principales actores que invocaron el
enfoque experimental fue Francesco Red¡ (1626-1697), un médico de Arezzo,
Italia. Se sabía desde mucho tiempo atrás que los gusanos -las larvas de las
moscas- se desarrollaban en la carne en descomposición. Red¡' experimentó
con una variedad de restos de animales muertos, incluyendo serpientes, palo-
mas, pescados, ranas, ovejas, venados, perros, corderos, conejos, cabras, pa-
tos, gansos, gallinas, golondrinas, leones, tigres y búfalos. Le llamó la atención
que la misma clase de moscas emergía no importaba en qué clase de carne se
desarrollaran. También sabía que los cazadores durante el verano protegían la
carne de las moscas con una tela, y sospechaba que las moscas pudieran ser el
origen de los gusanos. Para poner a prueba su idea, puso carne en vasijas cerra-
das y en vasijas abiertas cubiertas por una tela delgada. Como los gusanos no se
desarrollaron en la carne en putrefacción, llegó a la conclusión de que la carne
no producía los gusanos en forma espontánea, sino que era él lugar donde se
criaban las moscas.
Los experimentos de Red¡ no resolvieron el problema. La controversia con-
tinuó durante dos siglos más. Otros experimentos dieron resultados variados.
Los mismos resultados producían diversas interpretaciones, y cada uno argu-
CAPÍTULO 4 / ¿ DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
Representación esquemática de la estructura del ADN. La doble espiral está ilustrada a la izquier-
da. Un nucleótido sería la combinación de P, S, y uno de A, T, G, o C. La información genética del
hombre tiene unos 3.000.000.000 de pares de estos en cada célula. A, T, G y C representan las ba-
ses adenina, tiamina, guanina y citonina, respectivamente. S representa un azúcar, y P es un fosfa-
to. Las dos tiras están unidas por uniones de hidrógeno (líneas de trazos en el diagrama de la dere-
cha) formados entre ciertas bases.
CAPÍTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
unidas entre sí. Los aminoácidos (biomonómeros) son los bloques de construc-
ción de las proteínas (biopolímeros). Hay básicamente 20 clases diferentes de
aminoácidos en los organismos vivientes. Varios centenares de ellos pueden
combinarse para formar una sola molécula de proteína. Los ácidos nucleicos
(biopolímeros) son más complejos, e involucran la combinación de nucleóti-
dos (biomonómeros) que a su vez están compuestos por un azúcar, un fosfato y
una base nucleótida (Figura 4.1); existen básicamente cuatro clases diferentes de
bases nucleótidas. Los ácidos nucleicos pueden contener millones de nucleóti-
dos. La información hereditaria y metabólica básica de un organismo está codi-
ficada en la secuencia de las diferentes clases de bases nucleótidas. Los ácidos
nucleicos son a menudo conocidos como el ADN (ácido desoxirribonucleico) y
el ARN (ácido ribonucleico). La diferencia entre los dos es que tienen clases de
azúcares ligeramente diferentes.
Stanley Miller publicó en 1953 los resultados de su ahora famoso experi-
mento acerca de la síntesis de los biomonómeros.$ Innumerables libros de texto
han descrito este experimento como el primer paso en el origen espontáneo de
l a vida. Mientras trabajaba en la Universidad de Chicago en el laboratorio del
Premio Nobel Harold Urey, Miller tuvo éxito en producir aminoácidos bajo
condiciones postuladas como las de una Tierra primitiva. Él realizó esto usando
un aparato químico cerrado en el que expuso una mezcla de gas metano, hidró-
geno, amoníaco y vapor de agua a descargas eléctricas. Desde entonces, esta
clase de experimento ha sido repetido y mejorado muchas veces. La mayoría de
l os biomonómeros que se necesitan para las proteínas y los ácidos nucleicos
han sido producidos en este tipo de experimentos.
Aunque la síntesis de muchos biomonómeros ha sido realizada con relativa
facilidad en el laboratorio, relacionar estos experimentos con lo que podría ha-
ber ocurrido en la naturaleza, en una Tierra primitiva, está plagada de dificulta
des. Por ejemplo, los aminoácidos se producen en un medio alcalino, mientras
que los azúcares son destruidos en ese ambiente. 9 Sin embargo, ambos son
esenciales en los organismos vivientes.
También existe un problema con la configuración de los aminoácidos. Los
aminoácidos con el mismo número y clase de átomos pueden existir en varias
formas diferentes, las que dependen de la ubicación de los átomos. A menudo
l os identificamos como la forma L (levógiros) y la forma D (dextrógiros), de
acuerdo con la manera en que las moléculas hacen rotar el plano de luz polari-
zada. Estas dos formas son imágenes reflejadas en un espejo la una de la otra,
76 LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
Isómeros ópticos (formas D y L) de un aminoácido. Las letras representan los elementos químicos
de cada átomo. R es un radical que varía con los diferentes aminoácidos. Nótese que una forma es
una imagen especular en tres dimensiones de la otra.
como las manos izquierda y derecha de una persona (Figura 4.2). Ocurre que
l os organismos vivientes están compuestos casi en forma exclusiva por la forma
L de los aminoácidos, mientras que los aminoácidos sintetizados en el laborato-
rio tienen cantidades iguales de las formas L y D (uno de estos aminoácidos es
demasiado sencillo para tener una imagen especular). ¿Cómo pudo una "sopa"
que contenía una mezcla en partes iguales de moléculas L y D haber originado
organismos vivientes con sólo el tipo L?(10) Es difícil imaginar las diferentes clases
de aminoácidos comunes a los sistemas biológicos que aparezcan todos por
azar como formas L antes de ser incorporadas en las proteínas de las primeras
formas de vida. Se han hecho muchas sugerencias para intentar explicar esto.
Un grupo reciente de experimentos sugería que un campo magnético podría
producir formas casi puras de una sola de las formas, pero el informe resultó
ser un fraude." El problema de las imágenes especulares también se aplica a
l os azúcares.
Otro problema procede de la falta de evidencia en las rocas de la tierra
para la supuesta "sopa primigenia", en la cual todas estas moléculas se supone
que se hayan formado. Si en algún momento del pasado distante hubo un
océano rico en moléculas orgánicas en las que la vida tuviera la oportunidad de
surgir, las rocas no lo muestran. Las rocas ricas en materia orgánica están cons-
CAPÍTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
picuamente ausentes de las capas más profundas que representan el tiempo du-
rante el cual la vida supuestamente se desarrolló.(12)
Se han hecho muchas preguntas con respecto a la dificultad de conseguir
una concentración suficiente de biomonómeros en la sopa primigenia para per-
mitir la síntesis de las moléculas complejas que conocemos como biopolímeros.
El químico Donald Hull, de la California Research Corporation, 13 da un ejemplo
en el que usa el aminoácido más sencillo, la glicina, cuya fórmula es
NH2CH2COOH. Él estima que si la glicina se produjo en una atmósfera primiti-
va, el 97% de ella se descompondría antes de llegar al océano, y el 3% restante
estaría sujeto a su destrucción una vez llegada al agua. También estima que es-
te aminoácido tendría una concentración máxima de menos de
1/ 1.000.000.000.00 0 (10-12 mol). Él afirma: "Pero aun el valor máximo admisi-
ble parece desesperadamente bajo como material inicial para la generación es-
pontánea de la vida". El problema bosquejado arriba sería más serio para los
otros aminoácidos más complejos que son aún más delicados. Para eliminar es-
tos problemas, se han sugerido algunos modelos para concentrar y proteger la
"sopa" en cavernas. Esto requiere condiciones altamente especializadas, limita-
das y fortuitas, que son improbables.
Algunos investigadores '4 han evaluado con detalle otra pregunta importan-
te acerca de la evolución química. ¿Hasta qué punto la interferencia del hombre
de ciencia predispone los resultados en favor de lo que se espera? Una cosa es
haber formado biomonómeros en el laboratorio, usando productos químicos
seleccionados y equipos sofisticados, y otra cosa enteramente diferente es que
se produzcan espontáneamente en una Tierra primitiva. Algunos factores, tales
como usar una alta concentración de reactivos químicos, pueden ser usados le-
gítimamente en el laboratorio si son corregidos para las conclusiones extrapola-
das a condiciones naturales de mayor dilución, pero proteger los productos de
fuentes de energía perjudiciales, o usar trampas para aislar el producto, como lo
hizo Miller, o extraer los ingredientes inútiles de la sopa, se consideran métodos
il egítimos. El uso de estas manipulaciones en el laboratorio reflejan más la clase
de planificación inteligente que se esperaría de un Creador, más bien que la
actividad espontánea de un mundo prebiótico sin vida. No deberían usarse para
i l ustrar la evolución química.
mucho menos acerca del origen de los biopolímeros. Aunque hay problemas
con el origen de los biomonómeros, los problemas llegan a ser mucho más
agudos cuando se trata de ácidos nucleicos y proteínas, que son cientos y miles
de veces más complejos. El funcionamiento adecuado de los biopolímeros re-
quiere secuencias correctas de sus biomonómeros. En ello se involucra mucho
más que usar una abundancia de energía para combinar los biomonómeros. Se
puede hacer mover un vehículo haciendo estallar una barra de dinamita debajo
de él, pero el resultado no sería útil para el transporte de personas. Estas molé-
culas complejas son altamente organizadas, y sin embargo se supone que sur-
gieron por azar. El premio Nobel Jacques Monod, en su libro clásico Chance
and Neccesity(15) [Azar y necesidad], describe el concepto: "El azar por sí solo es-
tá en la fuente de cada innovación, de toda creación en la biosfera. El azar puro,
absolutamente libre pero ciego, es la raíz misma del estupendo edificio de la
evolución: este concepto central de la biología moderna ya no es una más entre
l as hipótesis posibles o siquiera plausibles. Hoy es la única hipótesis concebible,
l a única que se ajusta a los hechos observados y demostrados"." Sin embargo,
como lo han mostrado muchos cálculos, la probabilidad de que surjan molécu-
l as biológicas complejas y funcionales por azar es improbablemente pequeña.
Todos estamos familiarizados con la realidad de que el azar de obtener
"cara" o "cruz" al arrojar una moneda al aire es 1 de 2, o que la probabilidad
de obtener un 2 cuando se echa a rodar un dado es de 1 en 6. Si tenemos un re
cipiente con 999 cuentas blancas y una cuenta roja, la probabilidad de sacar la
cuenta roja, sin mirar, en la primera ocasión, es de 1 en 1.000. La probabili-
dad de obtener la combinación correcta de biopolímeros es infinitesimalmente
más pequeña.
Hay muchos miles de clases de proteína diferentes en los organismos vivos.
Las proteínas generalmente consisten en uno a varios centenares de aminoáci-
dos unidos en largas estructuras semejantes a una cadena y, como se dijo más
arriba, hay 20 clases de aminoácidos diferentes. Muchos de ellos deben estar en
un lugar específico de la cadena para que la proteína pueda actuar adecuada-
mente. Esta disposición es algo parecido a la escritura, donde las letras del alfa-
beto representan a los aminoácidos, mientras que las oraciones -en este caso
generalmente 100 o más letras- representan a las proteínas. Algunos errores
de "ortografía" pueden permitirse a lo largo de numerosas posiciones en la ca-
dena de aminoácidos. Por otro lado, la sustitución de un sólo aminoácido en
una posición crítica puede ser fatal para los organismos. Enfermedades como
CAPÍTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
Los participantes fueron primariamente biólogos, junto con unos pocos matemá-
ticos que desafiaron la plausibilidad de los conceptos evolucionistas. El registro
casi literal del simposio ha sido publicado,(25) y aunque es complicado, ¡no es
l ectura aburrida! Los biólogos no estuvieron muy contentos con el desafío al
evolucionismo. Ellos insistieron en que los matemáticos no comprendían el
evolucionismo, pero no proporcionaron ninguna respuesta cuantitativa a los
desafíos.
Como ejemplo, Murray Eden, del Instituto Tecnológico de Massachusetts,
planteó la pregunta acerca de la probabilidad de obtener genes en orden a lo
l argo de los biopolímeros de ácido nucleico (cromosomas) de la bacteria Es
cheríchia col¡, bien estudiada. Este organismo es tan pequeño que se podrían
poner 500 en fila en un milímetro. En esta bacteria, cierta cantidad de genes
están dispuestos exactamente en la secuencia correcta. ¿Cómo consiguieron te-
nerlos en orden por azar, comenzando con una mezcla original? Eden calculó
que si esta bacteria se esparciera por toda la superficie terrestre con un espesor
de 2 cm, habría la probabilidad de que 2 genes se ubicaran en su posición
apropiada en 5.000 millones de años (una estimación generosa de la antigüedad
de la vida sobre la Tierra). Este largo período no daría tiempo suficiente para
que los demás genes se pusieran en orden, o para que los genes se desarrollaran
en un proceso mucho más complejo. Ni tampoco da tiempo para la evolución
de otros organismos, algunos de los cuales son centenares de veces más com-
plejos. Baste decir que el tiempo muy largo postulado para la evolución de la vi-
da sobre la Tierra es demasiado corto cuando se consideran los improbables
eventos que se postulan. Este notable simposio acentuó una insatisfacción gene-
ral con respecto a las explicaciones contemporáneas para el origen de la vida, y
estimuló a algunos evolucionistas a buscar nuevas alternativas.
LA CÉLULA
Un problema todavía más complejo para el evolucionismo es el de la orga-
nización de los biopolímeros en unidades funcionales llamadas células. Una
célula (Figura 4.3) es una unidad funcional muy importante, porque mantiene la
i nformación genética de los ácidos nucleicos cerca de donde se fabrican las
proteínas, y a su vez, mantiene a éstas cerca de la multitud de compuestos quí-
micos sobre los que actúan (Figura 4.4). La brecha mayor entre los biopolímeros
y la célula funcional es otro de los grandes interrogantes acerca del origen de la
vida. Además de conseguir las proteínas correctas y el ADN, se necesitan mu-
82 LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
chas otras clases de moléculas complejas, tales como las grasas y los carbohi-
dratos. Aunque parezca irrazonablemente fortuito que aparezcan los productos
químicos apropiados, es mucho menos probable que aparezcan al mismo tiem-
po y en el mismo lugar, y luego sean envueltos por una membrana celular para
comenzar a vivir como organismos vivientes. Sin embargo, se han hecho algu-
nas sugerencias siguiendo estas ideas.
Una propuesta es que alguna forma de célula primitiva, llamada protocélu-
l a, pudo haberse formado espontáneamente. Oparin (26) sugirió que las células
podrían formarse cuando grandes moléculas se combinan en masas globulares
llamadas coacervados. El químico Sidney FOX(27) fue capaz de obtener aminoáci-
dos que eventualmente se combinaron en masas esféricas llamadas microesfe-
ras. Tales modelos pasan por alto la verdadera complejidad de las células.z 8 Al
* De P.H. Raven y G.B. Johnson, Biology, Updated Version, 3a. ed. Copyright O 1995 McGraw-Hill Compa-
nies, Inc. Reproducido con permiso. Todos los derechos reservados.
CAPÍTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA? 83
Microfotografía electrónica de un filamento de ADN con códigos para ARN. Los filamentos de
ADN (S) a menudo están cubiertos con delgadas "ramas" de ARN que forman una matriz en forma
de cono (M). El código de S se refleja, al producirse, en cada rama de M. La primera rama es corta,
pero ellas se vuelven más largas al avanzar sobre S, hasta que desaparecen cuando están comple-
tas. Muchas moléculas especiales de enzimas (proteínas) están involucradas en este proceso com-
plejo. La unidad de 1m equivale a 1/1.000 de milímetro.*
comentar acerca de los coacervados y las microesferas, William Day, que toda-
vía favorece alguna clase de proceso de evolución biológica, comenta: "No im-
porta cómo se lo mire, esto es tontería científica". 29
Podría ser posible, a nivel superficial, equiparar las protocélulas con células
reales. Ambas son pequeñas y están constituidas por moléculas orgánicas, pero
l a semejanza termina aquí. Una célula viviente es una estructura tan inmensa
mente compleja que es una maravilla de actividad química integrada. El proble-
ma de su formación a partir de macromoléculas ha sido descrito por dos biólo-
gos moleculares como "un salto de dimensiones fantásticas, que yace más allá
del campo de las hipótesis verificables. En esta área, todo es conjetura. Los he-
chos disponibles no proveen de una base suficiente para poder postular que las
células surgieron en este planeta". 30 ¡ La vida es muy especial!
Harold J. Morowitz, usando la termodinámica (la relación de energía entre
l os átomos y las moléculas) ha calculado que la probabilidad de que se organi-
cen espontáneamente las moléculas orgánicas para formar un microbio peque
ño y sencillo tal como el Escherichía col¿ es de sólo 1 de un 1 seguido de 100
mil millones de ceros (10 a la menos 10 a la 11). Para la forma más pequeña de vida indepen-
diente, el micoplasma, que tiene unos 0.0002 mm de diámetro, él calcula una
probabilidad de 1 en 5 seguido por cinco millones de ceros (10-5X(10)a la 9). No es
una mejora, realmente.(31) Muchos otros cálculos similares indican cuán com-
pleja es la vida y cuán altamente improbable son las probabilidades de que pu-
diera surgir por sí misma.
El premio Nobel George Wald una vez expresó el dilema del evolucionis-
mo: "Uno tiene sólo que contemplar la magnitud de esta tarea para conceder
que la generación espontánea de un organismo viviente es imposible. Sin em
bargo, aquí estamos como resultado, según yo creo, de la generación espontá-
nea". 3 z
Es difícil pensar cómo un sistema viviente podría haberse iniciado conside-
rando la complejidad de los organismos equivalentes conocidos más sencillos.
Hay una relación de interdependencia obligatoria de los componentes. Por
ejemplo, el sistema para traducir la información que contiene los ácidos nuclei-
cos (ADN) para producir una proteína terminada(33) requiere por lo menos 70, y
probablemente hasta 200, proteínas diferentes . 34 El sistema no funcionará sin
que cada uno de estos biopolímeros especiales estén en su lugar. Además de es-
to, las proteínas son necesarias para la producción de los ácidos nucleicos, y los
ácidos nucleicos son necesarios para la producción de las proteínas. ¿Cómo se
CAPÍTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
OTRASIDEAS
Mientras la comunidad científica en general acepta el concepto de que la
vida se desarrolló espontáneamente, la falta de probabilidad de una explica-
ción plausible para la manera en que esto haya ocurrido conforme a la forma
postulada, ha resultado en una cantidad de alternativas especulativas. Anotare-
mos seis de ellas.
1. A veces su propone que la materia elemental pudo haber tenido alguna
propiedad desconocida que inevitablemente debió de haber generado la vida.
Esto se ha llamado el modelo de predestinación bioquímica ."'Sin embargo, no
tenemos evidencias de que la información compleja, tal como está codificada
en los ácidos nucleicos, exista por sí misma en los elementos químicos.",
2. Otra alternativa es que la vida surgió como un sistema autogenerado,
LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
CONCLUSIONES
Pasteur demostró que sólo la vida da origen a la vida. Desde aquel tiempo,
ha habido una cantidad enorme de investigación para demostrar cómo pudo
surgir la vida de material no viviente. Se ha tenido algún éxito en producir bio
monómeros en el laboratorio. Sin embargo, la relación de estos experimentos
con lo que pudo haber ocurrido en una Tierra prebiótica está bajo sospecha.
Problemas de concentración, estabilidad, imágenes especulares específicas y la
falta de evidencias geológicas para una sopa primigenia hacen que el escenario
de la evolución química sea poco probable. Con respecto al origen de los bio-
polímeros altamente organizados, la probabilidad de que se produzcan es de-
masiado pequeña para ser considerada con seriedad para una aparición acci-
dental. El problema se complica todavía más cuando se consideran los requisi-
tos de los centenares o muchos miles de cambios químicos que se operan si-
multáneamente en una célula "sencilla".
Los problemas asociados con la evolución química se resuelven con alguna
forma de creación. Los datos relacionados con el origen de la vida favorecen la
i dea de una mente maestra y un proceso dirigido no fortuito involucrado en la
creación de la vida sobre la Tierra. Si uno elige eliminar el concepto de un
Creador, quedan pocas posibilidades de elegir, excepto aceptar alguna forma de
evolución química, pero los datos científicos contra estos conceptos son tan
compulsivos que la razón sugiere que se consideren las alternativas.
I9 01
Notas y referencias:
El I
1. G. R. Taylor, The Great Evolution Mystery (N. York y Cambridge: Harper and Row, 1983), p. 199.
2. Ver J.R. Partington, A History of Chemistry (Londres: Macmillan and Co., 1961), t. 2, p. 217.
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4. Ibíd., p. 6.
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1 924), p. 109. Título original: La vie de Pasteur.
88 LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
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Vozniknovenie zhizni na zemle.
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30. D.E. Green y R.F. Goldberger, Molecular Insights into the Living Process (N. York y Londres: Academic Press,
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31. H.J. Morowitz, Energy Flow in Biology: Biological Organization as a Problem in Thermal Physics, (N. York y
Londres: Academic Press, 1968), p. 67.
32. G. Wald, "The Origin of Life", Scientific American 191(2-1954):44-53.
33. D.H. Kenyon, "Going Beyond the Naturalistic Minciset in Origin-of-life Research", Origins Research 12(1,
CAPÍTULO 4 J ¿ DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
Síntesis moderna (neodarwinismo) Chetverikov, Dobzhansky, Fisher, Una actitud unificada. Son impor-
1 922-1968 Haldane, Huxley, Mayr, Simpson, tantes los cambios en las pobla
Wright ciones. La selección natural actúa
sobre mutaciones pequeñas. Rela-
ción con la clasificación tradicio-
nal.
Diversificación 1968-presente Eldredge, Gould, Grassé, Hennig, Una multiplicidad de ideas con-
Kauffman, Kimura, Lewontin, Pat- flictivas, descontento con el neo-
terson, Platnick darwinismo. Búsqueda de una
causa para la complejidad.
MECANISMOS EVOLUTIVOS
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
LAMARQUISMO
Estaba caminando por el famoso parque de París llamado Jardin des Plan-
tes, cuando una estatua imponente me llamó la atención. La inscripción en la
base decía en francés:
"Lamarck, fundador de la doctrina del evolucionismo". Habiendo escu-
chado tantas veces que Carlos Darwin era responsable por la teoría de la evolu-
ción, reflexioné acerca de la inscripción y las actitudes a menudo asociadas
con los superlativos y el orgullo nacionalista. Sin embargo, los franceses pueden
justificadamente estar orgullosos de su héroe, porque Lamarck había formulado
una teoría de la evolución, bastante abarcante, muchas décadas antes de Dar-
win.
Jean-Baptiste Antoine de Monet, Caballero de Lamarck (1744-1829) 4 creía
en un Supremo Originador de la existencia, y que la vida se diversificaba por sí
misma durante largos intervalos de tiempo. Impresionado con la variedad de
formas vivientes desde las sencillas hasta las más complejas, postuló una serie
evolutiva continua. Atribuyó la ausencia frecuente de formas intermedias entre
l os grupos de organismos a lagunas en el conocimiento humano.
Lamarck es más conocido por haber diseñado un mecanismo para la evolu-
ción basado en su ley del uso y del desuso. Propuso que el uso de un órgano
acentuaba su desarrollo, y esta mejora era trasmitida a la siguiente generación.
De este modo, las características en los padres, acentuadas por el uso, se trans-
mitían intensificadas en sus descendientes. Por ejemplo, un animal, como el
ciervo, que necesitara alcanzar las hojas de las ramas más altas de un árbol,
después de estirar su cuello durante muchas generaciones, adquiriría uno más
l argo y eventualmente tendríamos una jirafa. En forma similar, afirmó que si el
ojo izquierdo de los niños fuera eliminado durante un cierto número de genera-
ciones sucesivas, eventualmente nacerían individuos con un sólo ojo. Para La-
marck, el estilo de vida determinaba el eventual desarrollo evolutivo de los or-
ganismos.
Se considera ahora que el mecanismo de Lamarck para la evolución no es
válido. Muchos años más tarde, el evolucionista alemán August Weismann llegó
a ser notable por cortar las colas a ratones. Aunque lo hizo durante muchas ge
neraciones, los ratones seguían produciendo descendientes con colas comple-
tas. La conclusión que sacó fue que esta serie de experimentos demostraba su
tesis de que no hay herencia de caracteres adquiridos por un individuo, por lo
que el mecanismo de la evolución de Lamarck era equivocado.
CAPÍTULO 5 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO...
DARWINISM0 6
Unas pocas décadas más tarde, Carlos Darwin (1809-1882) y Alfred Russel
Wallace (1823-1913), dos naturalistas entusiastas en Inglaterra, estudiaron un
artículo sobre la población escrito por T. R. Malthus (1766-1834). Malthus pro
ponía que la población crece geométricamente (por multiplicación), mientras
que el alimento para la población crece en forma aritmética (por adición), un
proceso mucho más lento. Obviamente, en esta situación habría eventualmente
una escasez de recursos. Esta insuficiencia sirvió como base para los mecanis-
mos evolutivos propuestos tanto por Darwin como por Wallace. En 1859 Dar-
win publicó su famoso libro: Acerca del origen de las especies por selección
natural, o la preservación de razas favorecidas en la lucha por la existencia.
Generalmente se le da el crédito por la teoría, aunque las ideas acerca de la
evolución habían existido durante siglos. En general, Wallace y Darwin se apo-
yaron mutuamente, aunque Wallace asumió un lugar secundario. Es interesante
que Wallace también creía en el espiritismo, y testificó en favor del médium
espiritista norteamericano Henry Slade, que fue llevado a juicio por fraude du-
rante una de sus sesiones. Darwin estaba del otro lado del problema, y contribu-
yó con fondos para llevar adelante el juicio de Slade. 7
Darwin creía que hay variaciones en los organismos vivientes, y que había
una superproducción de descendientes que daba como resultado tanto insufi-
ciencias como competencia. Sólo los más aptos de las nuevas variedades so
brevivirían, y ellos a su vez producirían descendientes igualmente aptos. De es-
te modo, los más aptos, que eran considerados los más avanzados, sobrevivirían
mediante el proceso llamado de selección natural. Este mecanismo todavía se
usa para explicar el desarrollo evolutivo a pesar de la tendencia opuesta que
se observa en la naturaleza.
Darwin también enfatizó la teoría más amplia de la evolución de los orga-
nismos de los más sencillos a los más complejos. En este proceso, él puso el
mayor énfasis en la significación de los cambios pequeños, un concepto que
pronto fue puesto en tela de juicio. La filósofa Marjorie Grene ha delineado el
LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
MUTACIONES
Hacia el fin del siglo XIX, los evolucionistas hacían preguntas serias acerca
del mecanismo evolutivo de Darwin. Los principios de la genética descubiertos
por el monje moravo Gregorio Mendel, que se habían publicado 35 años antes,
fueron redescubiertos. Éstos levantaban algunas dudas sobre los conceptos de
herencia de Darwin. Se destacaron entre los detractores de Darwin el biólogo
holandés Hugo de Vries (1848-1935) quien desafió vigorosamente la idea de
que los cambios pequeños pudieran proveer el mecanismo evolutivo básico. Él
sostenía que estos cambios pequeños no significaban nada, y que los cambios
mayores, llamados mutaciones, debían necesariamente responder al ambiente.
De Vries encontró apoyo para sus ideas en Amsterdam, Holanda, donde las prí-
mulas o primaveras vespertinas importadas de Norteamérica se habían vuelto
silvestres y entre ellas se encontraron algunas plantas enanas. Él consideraba
que este cambio era una mutación.
De Vries realizó experimentos cruzando miles de plantas, y notó varios
cambios grandes que él también atribuyó a las mutaciones. Él creía que estas
'formas nuevas" eran pasos en un prolongado proceso evolutivo. Desafortuna
damente para la teoría de de Vries, éstas fueron sólo el resultado de combina-
ciones de características que ya estaban presentes en la estructura genética de
las plantas, y no el de mutaciones nuevas.
Sin embargo, el concepto de las mutaciones como información hereditaria
nueva llegó a ser aceptado, principalmente por obra del norteamericano T. H.
Morgan. En experimentos con la mosca de la fruta, Morgan encontró cambios
permanentes nuevos que se reproducían. Sin embargo, los cambios observados
eran mayormente degenerativos en vez de ser progresivos, incluyendo la pérdi-
da de alas, pelos y ojos.
El ejemplo de evolución más corrientemente usado, el oscurecimiento de la
polilla moteada inglesa, no es una mutación, aunque a veces se la haya descrito
de esa manera.(13) Esa mariposa nocturna que se volvió más oscura durante la
LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
LA SÍNTESIS MODERNA
Al desarrollarse el pensamiento evolucionista durante la primera parte de
este siglo, varios eruditos influyentes ayudaron a cambiar el foco: de las muta-
ciones de regreso a la selección natural. Los más importantes de ellos fueron S.
S. Chetverikov en Rusia, R. A. Fisher y J. B. S. Haldane en Inglaterra, y Sewall
Wright en los Estados Unidos. Esta vez el énfasis estuvo sobre el proceso de la
evolución dentro de poblaciones enteras de organismos, más bien que en orga-
nismos individuales.
Fisher desarrolló modelos matemáticos sofisticados de los efectos de las
mutaciones sobre poblaciones muy grandes. Para él, las mutaciones pequeñas
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
eran las importantes, ya que las mutaciones mayores tienen un efecto más perju-
dicial. El énfasis estaba en la selección natural de pequeñas variaciones favora-
bles. Wright sabía mucho acerca de la reproducción de animales y, en contras-
te con Fisher, enfatizaba la utilidad de las poblaciones pequeñas en las que las
mutaciones raras tendrían una mejor posibilidad de manifestarse. Por otro la-
do, las poblaciones pequeñas tienen más posibilidades de sufrir los efectos per-
j udiciales de la endogamia. Wright introdujo el concepto de los cambios fortui-
tos en la frecuencia de los genes dentro de una población debido exclusiva-
mente al azar. La significación de este proceso, llamado deriva genética, ha sido
uno de los debates más prolongados y acalorados entre los evolucionistas, y to-
davía lo es hoy. Fisher y Wright influyeron grandemente en la formación del
pensamiento evolucionista de las décadas de 1920 y 1930, 24 y proporcionaron
un apoyo significativo para el pleno desarrollo de la "síntesis moderna".
La síntesis moderna combinó los esfuerzos de un gran número de evolucio-
nistas brillantes, que incluyen a Theodosius Dobzhansky de la Universidad de
Columbia, al biólogo Sir Julian Huxley en Inglaterra, y a Ernst Mayr y George
Gaylord Simpson de la Universidad de Harvard. El concepto fue dominante
desde la década de 1930 hasta la de 1960. El nombre "síntesis moderna" fue
originado por Huxley, 25 nieto de Thomas Huxley, el defensor de Darwin, cuan-
do éste elogiaba el "triunfo final" del darwinismo. 26 Básicamente, sintetiza la
variación por mutaciones con el concepto de selección natural por la supervi-
vencia del más apto de Darwin, aplicado a las poblaciones. Sin embargo, la
síntesis moderna es difícil de caracterizar porque se han hecho intentos de in-
corporar en ella disciplinas tan variadas como la sistemática (clasificación), la
variación biológica y la paleontología (estudio de los fósiles). 27
Muchos de los líderes de la síntesis moderna enfatizaron que por la acumu-
l ación de cambios relativamente pequeños se podrían producir los grandes
cambios necesarios para la macroevolución. Sin embargo, el mecanismo básico
de la evolución permanece sin resolver. La controversia entre Fisher y Wright
acerca del tamaño óptimo para las poblaciones en evolución también quedó
sin resolver. El historiador de biología William B. Provine (Universidad de Cor-
nell) señaló: "El mecanismo primario de la microevolución estaba todavía sin
decidir... La aclaración de los mecanismos genéticos de la especiación no es
uno de los grandes triunfos de la síntesis evolutiva". 28
La síntesis moderna puede haber sido más una actitud de éxito que una
síntesis exacta. En 1959 hubo numerosas celebraciones en todo el mundo con-
CAPÍTULO 5 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO...
LA DIVERSIDAD
El embriólogo Soren Lovtrup, que apoya el evolucionismo, señala: "Y hoy
l a síntesis moderna -el neodarwinismo- no es una teoría, sino una variedad
de opiniones que, cada una a su manera, trata de sobreponerse a las dificultades
presentadas por el mundo de los hechos'.` Aparecieron ideas nuevas, algunas
de ellas bastante especulativas." Descubrimientos nuevos, especialmente en la
genética y la biología molecular, indicaron que los conceptos genéticos más
antiguos y sencillos ya no eran válidos. Todo esto contribuyó a formar un mosai-
co de pensamiento que prevaleció hasta el presente y que puede caracterizarse
colectivamente como diversidad. Esta etapa, que puede llamarse el período de
la diversidad, representa una colección de ideas nuevas y a menudo conflicti-
vas. Algunas de ellas serán analizadas en detalle en el capítulo 8. Ellas giran
alrededor de preguntas tales como: 1) ¿Se pueden identificar las relaciones evo-
l utivas de los organismos? 2) Los cambios evolutivos, ¿son graduales o repenti-
nos? 3) ¿Es la selección natural importante para el proceso evolutivo? Y, 4) ¿có-
mo evoluciona la complejidad? La búsqueda de un mecanismo que esté más
en armonía con las restricciones realistas continúa.
LA NECESIDAD DE PRECAUCIÓN
Los hombres de ciencia manifiestan un firme apoyo en favor del evolucio-
nismo. Mientras en general están de acuerdo con que la evolución es un he-
cho, hay mucho menos armonía cuando se consideran los detalles. Algunas de
l as batallas más acaloradas en la biología evolucionista siguieron a la síntesis
moderna. Tom Bethell, un escritor bien conocido, enfatiza que, "especialmente
en los años recientes, los hombres de ciencia han estado peleando entre sí
acerca de Darwin y sus ideas" . 34 El público en general rara vez oye de estas
disputas, y mucho menos las entiende. Hay bastante contraste entre las bata-
llas intelectuales internas de la comunidad académica, tal y como se las observa
en las publicaciones de sus investigaciones, y el estilo sencillo y lleno de autori-
dad de los libros de texto. Algunas de las simplificaciones que hacen los libros
de texto pueden ser útiles para facilitar el aprendizaje, pero los legos y los estu-
diantes debieran saber que existen puntos de vista muy diversos en el debate so-
bre el evolucionismo.
CAPÍTULO 5 / EN BUSCA DE UN MECANISMO...
CONCLUSIONES
Sólo se puede considerar con cierto respeto los esfuerzos persistentes de
l os evolucionistas para encontrar un mecanismo plausible para su teoría. Su
perseverancia es digna de encomio. Se ha propuesto una teoría tras otra a lo
l argo de dos siglos. El fracaso general plantea una pregunta difícil: ¿Es el pensa-
miento evolucionista más un asunto de opinión que de datos científicos sóli-
dos? Yo no voy a desestimar que algunos datos pueden favorecer al evolucionis-
mo y que los creacionistas también tienen problemas de opinión y mucha per-
sistencia. Pero después de tan largas investigaciones, virtualmente fútiles, en
busca de un mecanismo para la evolución, parecería que los científicos evolu-
cionistas deberían considerar seriamente la posibilidad de una creación por
parte de un Diseñador.
Notas y referencias:
1. L. Wingenstein, Culture and Value. G.H.v. Wrigh t y H. Nyman, eds. (Chicago: The University of Chicago
Press, 1980), p. 27e. Título del original: Vermischte Bemerkungen.
2. a) B. Goodwin, How the Leopard Got its Spots: The Evolution of Complexity (N. York y Londres: Charles
Scribner's Sons, 1994), pp. 1-76; b) S.A. Kauffman, The Origins of Order: Self-organization and Selection in
Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1993); c) N.N. Waldrop, Complexity: The Emerging
Science at the Edge of Order and Chaos (N. York y Londres: Simon and Schuster, 1992).
3. Algunos alegan que la segunda ley de la termodinámica no es aplicable a la evolución y la aplican sólo a los
sistemas que están aislados y en equilibrio térmico; por ejemplo, véase R. Trott, "Duane Gish e InterVarsity"
en: Rutgers, Creation/Evolution l3 (N° 2, 1993):31. Este aserto no elimina el hecho obvio de que la mayoría de
l as actividades no dirigidas tienden hacia lo fortuito. En consecuencia, hay un esfuerzo intenso para encontrar
el mecanismo de la evolución.
4. Para un repaso general de las realizaciones de Lamarck, véase: a) E. Nordenskióld, The History of Biology: A
Survey (N. York: Tudor Publ. Co., 1942), pp. 316-330; trad. por 1.13. Eyre. Título del original: Biologins Histo-
ria; b) C. Singer, A History of Biology to About the Year 1900: A General Introduction to the Study of Living
Things, 3a. ed. rev. (Londres y N. York: Abelard-Schuman, 1959), pp. 296-300.
5. Muchos ejemplos se encuentran en O.E. Landman, "The Inheritance of Acquired Characteristics", Annual
Review of Genetics 25(1991):1-20.
6. Los análisis del darwinismo han sido legión. Una reseña que analiza los mecanismos de la evolución puede
verse en W.B. Provine, "Adaptation and Mechanisms of Evolution after Darwin: A Study in Persistent Contro-
versies", en: D. Kohn, ed., The Darwinian Heritage (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1985), pp.
825-833.
7. Véase R. Milner, "Slade Trial (1876)", The Encyclopedia of Evolution: Humanity.s Search for its Origin (N.
York y Oxford: Facts on File, 1990), pp. 407, 408.
8. M. Grene, "The Faith of Darwinism", Encounter 13(5-1959):48-56.
9. Singer, p. 303 (nota 4b).
1 0. Véase el capítulo 6 para un análisis adicional.
71. a) C.H. Waddington, The Strategy of the Genes: A Discussion of Some Aspects of Theoretical Biology (Lon-
dres: Ruskin House, George Allen & Unwin, 1957), p. 65; b) M. Eden, "Inadequacies of Neo-Darwinian Evo-
l ution as a Scientific Theory", en: P.S. Moorhead y M. M. Kaplan, eds., Mathematical Challenges of Neo-
Darwinian Interpretation of Evolution, The Wistar Institute Symposium Monograph N° 5 (Filadelfia: The Wis-
LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
tar Institute Press, 1967), pp. 5-12; c) R.H. Peters, "Tautology in Evolution and Ecology", The American Natu-
ralist 110(1976):1-12.
12. Véase, por ejemplo, a) el tomo del simposio editado por Kohn (nota 6). También: b) E. Mayr, The Growth of
Biological Thought: Diversity, Evolution, and Inheritance (Cambridge y Londres: The Belknap Press of Harvard
University Press, 1982), pp. 626, 627; c) J. Maynard Smith, Did Darwin Get it Right? Essays on Games, Sex
and Evolution (N. York y Londres: Chapman and Hall, 1989).
13. Por ejemplo: C. Sagan, The Dragons of Eden: Speculation on the Evolution of Human Intelligence (N. York:
Ballantine Books, 1977), p. 28.
14. Por ejemplo, W.T. Keeton, Biological Science (N. York: W.W. Norton & Co., 1967), p. 672.
15. T.H. Jukes, "Responses of Critics", en: P.E. Johnson, Evolution as Dogma: The Establishment of Naturalism
( Dallas, TX: Haughton Publishing Co., 1990), pp. 26-28.
16. a) J. Cairns, J. Overbaugh y S. Miller, "The Origins of Mutants", Nature 335(1988):142-145; b) G.Z. Opadia-
Kadima, "How the Slot Machine Led Biologists Astray", Journal of Theoretical Biology 124(1987):127-135. Pa-
ra considerar una perspectiva diferente, ver c) D. MacPhee, "Directed Evolution Reconsidered", American
Scientist 810993):554-561.
17. a) M.A. Edey y D.C. Johanson, Blueprints: Solving the Mystery of Evolution (Boston, Toronto y Londres: Little,
Brown and Co., 1989), pp. 125,126; b) E. Mayr, Population, Species and Evolution: an Abridgment ofAnimal
Species and Evolution, ed. rev. (Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press, 1970), pp. 181,
1 82.
1 8. D.H. Erwin y J.W. Valentine, "'Hopeful Monsters', Transposons, and Metazoan Radiation", Proceedings of the
National Academy of Sciences 81(1984):5482, 5483.
1 9. E.J. Ambrose, The Nature and Origin of the Biological World (Chichester: Ellis Harwood, Ltd., y N. York y To-
ronto: Halsted Press, John Wiley and Sons, 1982), p. 120.
20. P-P. Grassé, Evolution of Living Organisms for a New Theory of Transformation (N. York, San Francisco y Lon-
dres: Academic Press, 1977), p. 88. Título del original: L'Evolution du Vivant. Traducción de B.M. Carlson y
R. Castro.
21. A. Hoffman, Arguments on Evolution: A Paleontologist's Perspective (N. York y Oxford: Oxford University
Press, 1989), pp. 87-92.
22. G.A. Kerkut, Implications oí Evolution (Oxford y Londres: Pergamon Press, 1960), p. 157.
23. Para un análisis abarcante, ver: K.P. Wise, "The Origin of Life's Major Groups", en: J.P. Moreland, ed., The
Creation Hypothesis: Scientific Evidente for an Intelligent Designer (Downers Grove, IL: InterVarsity Press,
1 994), pp. 211-234.
24. Para detalles adicionales, véase Provine, pp. 842-853 (nota 6).
25. J. Huxley, Evolution: The Modern Synthesis (Londres y N. York: Harper and Brothers, 1943).
26. S.J. Gould, "Darwinism and the Expansion of Evolutionary Theory", Science 216(1982):380-387.
27. Ibíd.
28. Provine, p. 862 (nota 6).
29. C. Patterson, Evolution (Londres: British Museum (Natural History), e Ithaca: Cornell University Press, 1978),
.
p 1 43.
30. R. Goldschmidt, The Material Basis of Evolution (New Haven, CT: Yale University Press, 1940).
31. G. R. Taylor, The Great Evolution Mystery (N. York: Harper and Row, 1983), p. 5.
32. S. Lovtrup, Darwinism: The Refutation of a Myth (Londres, N. York y Sidney: Croom Helm, 1987), p. 352.
33. Véanse los detalles en el capítulo 8.
34. T. Bethell, "Agnostic Evolutionists: The Taxonomic Case Against Darwin", Harper's 270(1617; febrero de
1 985):49-52, 56-58, 60, 61.
DE LO COMPLEJO
A LO MÁS COMPLEJO
1 05
LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
de lo no viviente.
Algunos evolucionistas han considerado la necesidad de un ente director
para facilitar la innovación de todas las complejidades de los organismos tanto
si mples como complejos. A través de los años, los hombres de ciencia propusie
ron muchas clases de conceptos diferentes como los factores especiales desco-
nocidos responsables de lo intrincado, del sentido de propósito, o del diseño
que parecen evidentes en las cosas vivas. 9 Se han usado muchos términos para
designar estos conceptos. Entre ellos están: entelequia, emergencia, finalidad, ti-
postrofismo, aristogénesis, élan vital, teleología, vitalismo, homogénesis, nemo-
génesis, preadaptación, saltación, ortogénesis, etc.;'° casi todo o cualquier cosa
excepto el Dios de la creación. La abundancia de términos refleja tanto el miste-
rio como la necesidad de un factor especial de explicación. Desafortunada-
mente, con demasiada frecuencia los diferentes autores definen algunos de estos
términos en forma diferente, y los usan de diversas maneras en disciplinas dife-
rentes. No necesitamos entrar en esos detalles en este breve tratado; además, tal
empresa es bastante fastidiosa. Es importante notar que aunque los teólogos, los
hombres de ciencia y los filósofos discuten estos temas, es difícil encontrar un
enfoque común. Para algunos, el diseño no implica un diseñador, y para otros,
un diseñador no necesita ser el Dios de la tradición judeo-cristiana. Todavía
para otros la incógnita no es cualquier clase de diseño, sino cómo y por qué se
originó el diseño. Simplificaré este capítulo dirigiéndome sólo a la pregunta de
si la naturaleza refleja un diseño inteligente.
La idea del diseño en la naturaleza" ha sido discutida por varios milenios.
Se la encuentra bien atrincherada en la mitología así como en los manuscritos
bíblicos más tempranos. Sócrates (469-399 a.C.) estaba muy preocupado con el
propósito, y Aristóteles (384-322 a.C.) apoyaba el argumento del diseño. Para él,
el universo ansía avanzar hacia la forma perfecta que es Dios. En el mundo oc-
cidental, el filósofo medieval más influyente en esta línea fue Tomás de Aquino
(1225-1274). Entre sus argumentos en favor de la existencia de Dios estaba el de
que la evidencia de diseño en la naturaleza implicaba la existencia de un Dise-
ñador inteligente. Varios siglos más tarde, la mayoría de los hombres de ciencia
daban por sentado el diseño de la naturaleza. Algunos, como Sir Isaac Newton
(1642[3]-1727), promovían activamente el concepto. Sin embargo, el escéptico
escocés David Hume 12 (1711-1776) hizo lo más que pudo para destruir el argu-
mento, sugiriendo que la evidencia en favor del diseño no apuntaba necesaria-
mente al Dios de la tradición judeo-cristiana (es decir, bíblico). Él no proveyó
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
farb lo bosqueja: "Darwin rápidamente vio el problema, pero no tuvo tanto éxi-
to en resolverlo. Su técnica aquí, como en otras partes, fue primero suponer
que por reconocer la dificultad, de algún modo la había exorcisado; y en segun-
do lugar, si este acto de confesión no era suficiente para tranquilizar a sus críti-
cos, traer sobre la dificultad el peso de la autoridad precisamente de esa teoría
que se estaba poniendo en duda"."
Aunque Darwin rara vez se refirió a la posibilidad de algún tipo de diseño
y, en el último párrafo de las ediciones 2a a 6a de El origen de las especies hasta
mencionó al Creador"' como originador de la vida antes de que evolucionara,
un repaso de sus cartas privadas indican que él tenía "gran duda acerca de el-
l o". Para él, la selección natural era la respuesta a los problemas de la evolu-
ción.(19)
El origen de las estructuras complejas todavía está en discusión tanto entre
l os teólogos como los científicos, aunque la mayoría de los teólogos ahora tien-
de a dejar el estudio de la naturaleza a los hombres de ciencia, y se concentran
en problemas sociológicos o religiosos. 2 0 El problema básico es: ¿De qué mane-
ra las mutaciones aleatorias y sin propósito,(21) acompañadas por una selección
natural que no tiene previsión alguna, pueden crear órganos de extrema com-
plejidad? Algunos evolucionistas rebajan la importancia del proceso de la selec-
ción natural o aun lo eliminan completamente, dejando la evolución puramen-
te al azar. En adición, como lo consideramos en el capítulo anterior, sólo muy
raramente las mutaciones son consideradas útiles. Una estimación de una muta-
ción benéfica en 1.000 es generosa para con la evolución. Las mutaciones son
abrumadoramente perjudiciales y generalmente recesivas en sus manifestacio-
nes, lo que significa que no aparecerán en el cuerpo de un organismo a menos
que ambos padres tengan la mutación. ¿De qué modo un proceso plagado de
factores tan negativos, podría alguna vez formar un órgano tan complejo como
un oído o un cerebro? Muchos dan la bienvenida a la selección natural, que
propone la supervivencia del más apto, como la solución, pero ella sólo sirve
para una ventaja inmediata. No tiene un "ojo" para ver el futuro, mientras que
l os órganos y sistemas complejos requerirían una planificación de largo alcance.
La razón sugeriría que busquemos otras soluciones. La mayoría de los evolu-
cionistas están en desacuerdo.
Richard Dawkins, de la Universidad de Oxford, al referirse al reloj de Pa-
l ey, indica que el "único relojero de la naturaleza son las fuerzas ciegas de la fí-
sica", y que "Darwin hizo posible ser un ateo intelectualmente satisfecho" . 22
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MAS COMPLEJO III
ser una conducta bien protectora. Una especie que vivía en el campo tendía a co-
rrer a esconderse cuando un objeto por encima de ella se movía, de modo que no
pudiera ser capturada, mientras que una especie que vivía en el bosque se quedaba
paralizada, de modo que no se la pudiera ver. Él consultó a algunos de sus amigos
zoólogos acerca de sus observaciones y, sólo como una prueba especial, invirtió los
datos: informaba que los ratones del campo se paralizaban mientras que los del
bosque corrían. Él dijo: "Me hubiera gustado registrar sus explicaciones, porque
fueron realmente impresionantes".` De modo que el problema no es tanto si pode-
mos encontrar alguna explicación, sino si podemos encontrar la que sea correcta.
En nuestro contexto presente la pregunta es cuál de las siguientes posturas consti-
tuye la mejor explicación para la extrema complejidad de la naturaleza: ¿Un diseño
del diseño.
La mayoría de los libros de texto de biología y otras publicaciones que
apoyan el evolucionismo(28) usan la semejanza en la disposición de los huesos de
l as patas delanteras de los vertebrados como evidencia en favor del evolucionis
mo. El argumento es que como hay un esquema básico, deben haber evolucio-
nado de un antepasado común, o unos de los otros, perpetuando así el esque-
ma. En una cantidad de animales como la salamandra, los cocodrilos, las aves,
hereditaria que casi siempre utiliza el mismo código genético (29) Además está la
estrecha semejanza de secuencias comparables del ADN, como las que se en-
cuentran entre el hombre y los monos antropoides. Más recientemente, los
biólogos han encontrado una semejanza notable en los genes especiales llama-
dos homeóticos. Todos estos genes contienen una secuencia de ADN que es
conocida como secuencia homeótica ("homeobox"). Los genes homeóticos es-
tán constituidos por 180 pares de nucleótidos y están asociados con una varie-
dad de genes que controlan algunos de los grandes procesos de desarrollo de
l os organismos, tales como dónde se formarán las diversas partes del cuerpo. En
l as moscas de la fruta hay una mutación en un gen homeótico que hará que la
mosca desarrolle un par adicional de alas, pero la mosca deformada apenas
puede sobrevivir. La secuencia de los nucleótidos en los genes homeóticos es
bastante similar en una gran variedad de organismos tales como los ciempiés,
l as lombrices de tierra, la mosca de la fruta, las ranas, los ratones y el hombre. (30)
También se podrían añadir a la lista muchas otras semejanzas bioquímicas entre
l as cosas vivientes.
El argumento de las semejanzas no da un apoyo significativo al modelo
evolucionista, ya que también puede argumentarse que estas semejanzas repre-
sentan un diseño básico común. ¿Por qué no usar el mismo diseño básico, tal
como la disposición de los huesos en los miembros anteriores que permita la ro-
tación de la extremidad (la mano, en el hombre) en diversas clases de organis-
mos, especialmente si funciona bien? Las células constituyen una buena uni-
dad bioquímica funcional, así como una habitación es una buena unidad fun-
cional para una diversidad de estructuras, desde las casas pequeñas hasta los
grandes rascacielos. Si un sistema de genes homeóticos funciona bien en un or-
ganismo, ¿por qué no usarlo en otros? No existe una ley en contra de ciertos
esquemas de creación programados. Un creador no tendría que usar sistemas
diferentes para funciones semejantes. La semejanza no necesita indicar un ori-
gen evolucionista común más que la proposición de que todos los automóviles
de cuatro cilindros deben proceder de la misma fábrica. Las semejanzas pue-
den, del mismo modo, representar fácilmente un diseño inteligente, usando
buenos sistemas que funcionan.
EL OJO Y EL EVOLUCIONISMO
Durante dos siglos el ojo ha sido el centro de una discusión acerca de si ta-
l es estructuras complejas pudieron ser el resultado de la evolución, o si requie-
11 4 LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
La estructura básica del ojo humano. A, corte trasversal; B, ampliación de la región de la fovea; C,
ampliación de la pared del ojo; D, ampliación de los bastones (a) y conos (b) de la retina. Noten
que para todos los diagramas, la luz viene de la derecha, y que los discos son absorbidos dentro de
las células pigmentarias en el extremo izquierdo de D.*
* Basado en a) Berne y Levy, p. 143 (nota 63); b) Dawkins, p. 16 (nota 13); c) Newell, p. 29 (nota 45a); d)
R.S. Snell, M.A. Lemp, Clinical Anatomy ofthe Eye (Boston, Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publications,
1989), p. 163; e) Young (nota 58).
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
Vista lateral de algunos de los músculos externos del ojo del hombre. Nótese que el tendón del
músculo oblicuo superior pasa por una polea (la tróclea) en su camino al ojo.*
den tener hasta 28.000 omatidios en sus ojos compuestos. El invertebrado más
grande que se conoce es el calamar gigante que puede alcanzar una longitud de
21 metros. También tiene el ojo más grande de todos los animales. El ojo de
un calamar, arrojado sobre las costas de Nueva Zelanda, tenía un diámetro de
40 cm, haciendo que la fantasía de Julio Verne en Veinte mil leguas de viaje
submarino sea más realista. El ojo del hombre tiene sólo 2,4 cm de diámetro.
Aunque los calamares son animales muy diferentes a los vertebrados, la estruc-
tura básica de sus ojos es notablemente semejante.
También son notables los trilobites fósiles (organismos remotamente seme-
j antes a los cangrejos de las Molucas o cangrejos bayoneta) que tenían ojos
compuestos (algo semejantes a los de la Figura 6.3) con lentes hechas de calcita
mineral. La calcita es un mineral complejo que tiene índices de refracción dife-
rentes en diferentes direcciones. En los ojos de los trilobites, el mineral estaba
ubicado en la dirección óptica correcta para proveer el índice de refracción
apropiado. Además, las lentes tenían una forma compleja con el propósito de
relacionarse con un segundo medio refractario y así eliminar el problema de la
aberración esférica. Esto es comparable con la sofisticada inteligencia de la óp-
tica moderna. 14
Sólo unos pocos taxones animales no tienen órganos sensibles a la luz. Al-
gunos de ellos poseen ojos tan sencillos que sólo pueden determinar la presen-
cia o ausencia de la luz; otros, que son mucho más complejos, pueden formar
una imagen. Hay tres clases principales de ojos que forman imágenes. Uno es el
del tipo de agujero pequeño como el que se encuentra en el nautilo, en el cual
CAPITULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
existen por lo menos tres o cuatro sistemas para formar imágenes en ojos avan-
zados. Es difícil imaginar cómo estos sistemas diferentes pudieron evolucionar
unos de otros, y también ser funcionales en las etapas intermedias, ya que se ne-
cesitan arreglos muy diferentes. Con el conocimiento de la variedad básica de
clases de ojos, algunos evolucionistas han propuesto que las diferentes clases de
ojos deben de haber evolucionado independientemente muchas veces, en lugar
de hacerlo en forma sucesiva, tal vez hasta 65 veces .4' Por otro lado, sobre la
base del hallazgo de un gen similar que afecta al desarrollo del ojo en una gran
variedad de animales, otros evolucionistas han sugerido un origen común. 42 Es-
to no explica cómo se desarrolló la variedad básica de ojos, pero ilustra cómo
se adoptan rápidamente puntos de vista opuestos acerca de las semejanzas y
diferencias para incluirlos en el escenario evolucionista. Además, un gen co-
mún involucrado en el desarrollo del ojo contribuye muy poco a explicar el
origen de muchos de los otros genes asociados necesarios para el desarrollo del
ojo. Se estima que unos 5.000 genes están involucrados en el desarrollo del ojo
de la mosca de la fruta . 43 Existe un problema adicional con la distribución de las
clases de ojos entre los animales, especialmente en los invertebrados: el grado
de sofisticación no sigue el esquema evolucionista esperado. En su abarcante re-
paso de las diferentes clases de ojos y su evolución, Stewart Duke-Elder señala:
"Lo curioso, sin embargo, es que en su distribución los ojos de los invertebrados
no forman una serie de continuidad y sucesión. Sin una secuencia filogenética
[evolutiva] obvia, su aparición parece al azar; fotorreceptores análogos aparecen
en especies que no están relacionadas, un órgano elaborado en una especie
primitiva [medusas] o una estructura elemental muy alta en la escala evolutiva
[algunos insectos] 11.44 Desde varias perspectivas, el ojo plantea desafíos bastante
serios a la hipótesis evolucionista.
to, estimula una "avalancha" bioquímica de muchos psos que a su vez cambia
l a carga eléctrica de la membrana del cono o bastón. Esta carga pasa a las célu-
l as nerviosas de conexión y eventualmente llega al cerebro. Un sistema igual-
mente complejo invierte la avalancha bioquímica en los bastones al prepararse
éstos para detectar otra vez más luz.
Vemos con mayor agudeza en el centro de nuestro campo visual en la re-
gión de la fovea (Figura 6.1 A, B). En esta área, que tiene aproximadamente 1/2
mm de diámetro, tenemos unos 30.000 conos y ningún bastón. Frente a la
ymoar-p ted laretina,fueradeláradelafovea,hyuncomplejodemuchas
clases de células nerviosas que comienzan a procesar la información de los
bastones y los conos. Esta información es transportada desde la parte posterior
del ojo por células nerviosas mediante las 1.200.000 fibras del nervio óptico
que conducen al cerebro. Los millones de bastones, conos y células nerviosas
tienen que estar asociados adecuadamente para desarrollar una imagen cohe-
rente en el cerebro.
Aparte de los complejos cambios físicos y bioquímicos en los bastones, los
conos y las células nerviosas de la retina, nuestros ojos exhiben varios otros sis-
temas interdependientes. La pupila (el agujero) a través del cual entra la luz al
ojo se agranda y se reduce en respuesta a la cantidad de luz que entra al ojo, así
como se ajusta a la distancia, reduciendo la aberración esférica de la lente e
i ncrementando la profundidad del campo visual. Con el fin de desarrollar un
sistema funcional para controlar la cantidad de luz que entra al ojo, deben ocu-
par su lugar por lo menos tres componentes: 1) un sistema de análisis en el cere-
bro para controlar el tamaño de la pupila, basado en la cantidad de luz recibida;
2) células nerviosas que conecten el cerebro al iris (la parte coloreada caracterís-
tica que rodea la pupila) que contiene los músculos que controlan el tamaño de
l a pupila; y 3) las células de los músculos mismos para efectuar el cambio de ta-
maño de la pupila. Por lo menos todas estas partes deben estar presentes y co-
nectadas de una manera correcta. Por ejemplo, conectar algunas células ner-
viosas que tienen el propósito de dilatar la pupila con los músculos que la con-
traerían, sería, por supuesto, contraproducente. En realidad, el sistema humano
es más complejo, pues existen varias células nerviosas en tándem para cada
conexión entre el cerebro y el ojo; y también hay un sistema que correlaciona la
actividad de ambos ojos para que trabajen sincronizados en esta actividad. 46
Hay una complejidad similar para el rápido sistema de enfoque que cambia
l a forma de la lente. No sabemos muy bien todavía cómo opera este sistema ,4'
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
pero sí sabemos que está controlado por el cerebro usando un sistema doble y
que está involucrado un complejo sistema de conexiones nerviosas .48
A los lados y detrás de cada ojo hay seis músculos que controlan el movi-
miento del ojo que nos permite mirar en diferentes direcciones sin mover la ca-
beza (Figura 6.2). Estos músculos también facilitan otras funciones visuales 49 i n
cluyendo la capacidad de dirigir nuestro ojo el uno hacia el otro cuando mira-
mos un objeto a corta distancia, de modo que ambos ojos puedan centrarse en
el mismo punto. Si mutaciones al azar primero produjeran un músculo que mo-
viera el ojo hacia la izquierda, esto sería de poca utilidad porque también nece-
sitamos el músculo opuesto que mueva el ojo hacia la derecha, así como los
nervios para estimular los músculos y un mecanismo de control en el cerebro
para coordinar la actividad de ambos músculos.
El recorrido del músculo oblicuo superior del ojo también apoya el concep-
to de diseño. El tendón en el extremo del músculo pasa por un sistema de po-
l eas conocido como tróclea (Figura 6.2) que ejerce un movimiento lateral y ha
cia adelante (girándolo hacia abajo) del globo del ojo. Para simplificar el caso
para la evolución, uno podría suponer que ya existiera el músculo que se modi-
ficaría para incluirlo en este sistema de poleas. Pero, ¿cómo podrían los cambios
accidentales producir algo que funcionara, especialmente en un sólo paso? Es
análogo al problema tradicional de la gallina y del huevo: ¿Qué fue primero?
¿Se elongó el tendón del músculo primero con el fin de ser lo suficientemente
l argo como para pasar por la polea, o se formó primero la polea, o primero se
determinó un mecanismo para pasar el tendón por la polea? Entonces, el siste-
ma de control en el cerebro tendría que modificarse como para acomodar la
nueva dirección de esfuerzo del músculo. Además, hay necesidad de tener un
sistema que sea la imagen especular de éste para el otro ojo. A menos que todos
estos factores estén coordinados, el sistema no puede funcionar adecuadamente.
Es difícil imaginar que todo esto puede ponerse en su lugar accidentalmente,
sin un diseño inteligente.
Pero esto es sólo el comienzo de la historia. Más complejo y menos com-
prendido es un sistema de muchas células nerviosas en la retina (Figura 6.1 B,
C) que procesa la información de los bastones y los conos. Mucho más comple
j o es el proceso mediante el cual el cerebro transforma la información que reci-
be la retina, y que resulta en lo que llamamos ver, o percepción visual." No
vemos directamente con nuestros ojos, aunque intuitivamente podamos estar
i nclinados a pensar de ese modo. La información transferida desde nuestros
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
ojos al cerebro pasa por un proceso complejo para formar una imagen mental.
Parece que diferentes partes del cerebro toman los millones de porciones (bits)
de información de los ojos, analizan diferentes componentes al mismo tiempo, y
arman el todo en una figura integradas' Estos componentes incluyen el brillo, el
color, el movimiento, la forma y la profundidad. En el cerebro del mono maca-
co hay más de 20 diferentes áreas principales del cerebro que funcionan al ver,
y los humanos deben de tener por lo menos otros tantos. El proceso de ver es in-
creíblemente complicado e increíblemente rápido. En este proceso visual el ce-
rebro también integra la información de ambos ojos. En la parte posterior del ce-
rebro hay numerosas columnas de células en arreglo ordenado en el que cada
segunda columna representa un ojo. Algunos teóricos que trabajan en esta área
comentan: "Las sencillas tareas visuales, tales como percibir los colores y reco-
nocer rostros familiares, requieren cálculos elaborados y más circuitos neurales
que lo que habíamos imaginado" .12 Es también asombroso que el proceso total
de análisis y síntesis visuales se realizan sin esfuerzo, casi sin que nos demos
cuenta de ello. Pero ver es sólo el principio. El reconocimiento y la compren-
sión de lo que vemos también son procesos integrados de abrumadora comple-
jidad.
Acerca de la evolución del proceso visual podernos preguntarnos: ¿Qué
fue primero: el ojo avanzado, o el cerebro avanzado? Estas son unidades inter-
dependientes que son inútiles si no están ambas. Mirando los detalles también
podemos preguntarnos: ¿Qué vino primero: la capacidad de analizar la imagen
en sus diferentes componentes de color, o la capacidad de combinarlos en una
sola imagen visual? Se podrían hacer numerosas preguntas similares. Estas pre-
guntas sugieren que Paley y su ridiculizada teología natural (el argumento del
diseño) de hace 200 años podría no estar tan lejos de la verdad."
través de todas estas células antes de que la reciban los discos. En el contexto
del concepto de un diseñador, algunos evolucionistas se burlan de la idea de un
diseño inteligente y pretenden que el ojo está conectado al revés. Uno afirma
que "en realidad está diseñado en forma tonta" . 54 Otros comentan que "un dise-
ñador de una cámara fotográfica que cometiera tal error sería expulsado de in-
mediato", 15 o "¿en ocasión de la 'Caída' invirtió Dios la posición de la retina en
l os vertebrados de adentro hacia afuera ?"(56)
En realidad, el ojo parece estar muy bien diseñado. En el área de la retina
llamada la fovea (Figura 6.1 A), que es responsable por la visión aguda, las célu-
l as nerviosas "que interfieren" están casi completamente ausentes y las fibras
nerviosas se alejan de la región central en forma radial, permitiendo así un área
visual mucho más clara (Figura 6.1 B).
Puede haber una razón muy buena para la orientación de las porciones
que contienen los discos en los bastones y los conos hacia el epitelio pigmenta-
rio, que se ubica hacia fuera de la retina. En los bastones y los conos, los discos
del pigmento visual se están reemplazando constantemente .(57) Los viejos son
descartados hacia el exterior, donde son absorbidos por las células del epitelio
pigmentario (Figura 6.1 D). Si estos discos se descartaran en la dirección en que
entra la luz, uno esperaría que pronto hubiera una situación borrosa dentro del
ojo. En nuestros ojos los bastones y los conos no tienen vacaciones; los discos
están siendo continuamente reemplazados durante toda nuestra vida. En el mo-
no Rhesus cada bastón produce de 80 a 90 discos nuevos cada día; 18 esta velo-
cidad es probablemente similar en el hombre; y tenemos 100 millones de basto-
nes en cada ojo. (Entre paréntesis, podríamos notar que esto es lento comparado
con los dos millones de células rojas de la sangre que produce nuestro cuerpo
cada segundo .(59)) La razón de la renovación de los discos en el ojo no es bien
conocida, pero se ha propuesto el mantenimiento preventivo y la provisión de
un suministro fresco de productos químicos visualmente sensibles.(60) Parece im-
portante que estos discos sean absorbidos en la parte final de los bastones. Algu-
nas ratas tienen una enfermedad genética en la que las células del pigmento
epitelial no absorben los discos. Esas ratas forman masas de desperdicios (dis-
cos) al final de los bastones, y bajo estas condiciones los bastones degeneran y
mueren.(61) No se ha confirmado una situación similar en el hombre, pero el
hombre es más difícil de estudiar . 6z Si los extremos que contienen los discos en
l os bastones y conos se invirtieran, de modo que enfrentaran la luz, como algu-
nos evolucionistas sugieren que debería ser, probablemente tendríamos un de-
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
aminoácidos está determinada por la información genética del ADN, pasa por lo
menos por tres pasos de maduración antes de llegar a su forma funcional. Ade-
más, con el fin de que pueda ser efectiva en las células del cuerpo, tiene que ir
agregada a receptores de proteínas más complejos pero específicos en la super-
ficie de las células del cuerpo cuya configuración también es especificada por
una secuencia separada del ADN. Este receptor pasa por dos modificaciones
adicionales antes de ser útil para ayudar a la insulina a controlar las diferentes
funciones celulares . 63 Sin estos pasos específicos el sistema no funcionaría.
En el escenario evolucionista la transición de la reproducción asexual sen-
cilla a la sexual compleja se ha discutido seriamente durante décadas. 64 ¿Por
qué habría de ocurrir alguna vez? Un problema es que parecería ser más efi
ciente sencillamente dividir para reproducir, como ocurre en unos pocos orga-
nismos sencillos, en lugar de requerir dos padres, como generalmente es el caso
en los organismos más complejos. Además, nuevos cambios evolutivos se po-
drían manifestar más fácilmente con un solo padre en lugar de ser diluido entre
dos. Lo que necesita el evolucionismo es la variación, así que, ¿por qué habría
de evolucionar y sobrevivir el sistema menos eficiente de la reproducción se-
xual, que tiende a suprimir eso? Un evolucionista ha llamado a esta pregunta "la
reina de los problemas de la biología evolucionista" .65 Los evolucionistas tie-
nen numerosas sugerencias incluyendo la ventaja de que dos padres propor-
cionen más variedad genética. Sin embargo, uno tiene dificultades en visualizar
cómo los cambios accidentales podrían producir los procesos interdependientes
de dividir la información genética en dos mitades iguales. Este proceso espe-
cial (meiosis) es necesario cuando se producen el esperma y el óvulo. Luego, se
necesita otro mecanismo complejo para reunir cada mitad en la fertilización
con el fin de producir un verdadero sistema de reproducción biparental que
funcione.
El oído es otro órgano maravilloso que en el hombre tiene la capacidad de
detectar sonidos transmitidos como diminutos cambios en la presión del aire a
velocidades tan rápidas como 15.000 por segundo, y luego produce los impul
sos nerviosos correspondientes. El oído es muy pequeño y sumamente comple-
jo; la información que genera va por 200.000 fibras a una región receptora del
cerebro que interpreta los sonidos. 66 El oído funcional más sencillo requeriría
por lo menos un sistema detector del sonido (oído), un nervio y un cerebro que
i nterprete el sonido: todos esos elementos proporcionan una función significati-
va. En el 'sistema de sonar de los murciélagos, 67 l as ballenas, los delfines y las
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
CONCLUSIONES
El tema de si la naturaleza refleja un diseño ha sido debatido por siglos.
Una mirada superficial que ignore los detalles podría permitirnos pensar que la
respuesta es no. Pero un examen de los detalles intrincados de los organismos
revela una multitud de partes complejas interdependientes que sugieren la nece-
sidad de un diseño. En el escenario evolucionista de la selección natural, estos
componentes interdepend¡entes no tendrían valor para ayudar al individuo a
sobrevivir hasta que todas las partes estuvieran funcionando. Lo que es extraño
para el evolucionismo es que cuando miramos a la naturaleza, no vemos partes
LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
Notas y referencias:
F. Bacon, The Advancement of Learning, Libro II, capítulo VI, sección 1, 1605. Reimpreso en: El Mundo de
l os Clásicos, t. 93: The Advancement of Learning y The New Atlantis de Bacon (Londres, N. York y Toronto:
Henry Frowde, Oxford University Press, 1936), p. 96.
2. Para un análisis más extenso ver: a) R.E.D. Clark, The Universe: Plan or Accident? The Religious Implica-
tions of Modern Science (Filadelfia: Muhlenberg Press, 1961), pp. 15-151; b) J.M. Templeton, The Humble
Approach: Scientists Discover God, ed. rev. (N. York: Continuum Publ. Co., 1995).
3. Ver: J. Boslough, Stephen Hawking's Universe (N. York: William Morrow and Co., 1985), p. 121.
4. P.C.W. Davies, The Accidental Universe (Cambridge: Cambridge University Press, 1982), pp. 88-93.
5. S.W. Hawking, A Brief History of Time: From the Big Bang to Black Holes (Toronto, N. York y Londres: Ban-
tam Books, 1988), pp. 121, 122.
6. B.J. Carr, M.). Rees, 'The Anthropic Principle and the Structure of the Physical World", Nature
278(1979):605-612.
7. Para más información, ver: a) J. Leslie, "How to Draw Conclusions from a Fine-tuned Cosmos", en: R.J. Rus-
sell, W.R. Stoeger y G.V. Coyne, eds., Physics, Philosophy, and Theology: A Common Quest for Understan-
ding (Ciudad del Vaticano: Observatorio Vaticano, 1988), pp. 287-311. Para otros ejemplos, ver: b) J.D. Ba-
rrow y F.J. Tipler, The Anthropic Cosmological Principle (Oxford: Clarendon Press, y N. York: Oxford Univer-
sity Press, 1986); c) Carr y Rees (nota 6); d) P: Davies, "The Unreasonable Effectiveness of Science", en: J.M.
Templeton, ed., Evidence of Purpose: Scientists Discover the Creator (N. York: Continuum Publ. Co, 1994),
pp. 44-56; e) M. de Groot, "Cosmology and Genesis: The Road to Harmony and the Need for Cosmological
Alternatives", Origins 19(1992):8-32; f) G. Gale "The Anthropic Principle", Scientific American
245(1981):154-171; g) J. Polkinghorne, "A Potent Universe", en: Templeton, pp. 105-115 (nota 7d); h) H.
Ross, The Creator and the Cosmos (Colorado Springs, CO: Navpress, 1993), pp. 105-135.
8. I. G. Barbour, Religion in an Age of Science, The Gifford Lectures 1989-1991 (San Francisco: Harper and
Row, 1990), t. 1, p. 135.
9. Para descripciones recientes, ver: a) P. Davies, The Cosmic Blueprint: New Discoveries in Nature's Creative
Ability to Order the Universe (N. York: Simon and Schuster, 1988). Davies todavfa concluye que "la i mpre-
sión de diseño es abrumadora" (p. 203). Para una discusión adicional, ver: b) M.M. Waldrop, Complexity: The
Emerging Science at the Edge of Order and Chaos (N. York y Londres: Touchstone Books, Simon and Schuster,
1992); c) Véase también el capítulo 8.
Para definiciones, análisis y/o referencias de estos términos, ver: a) I.G. Barbour, Issues in Science and Reli-
gion (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1966), pp. 53, 132; b) Barbour, p. 24- 26 (nota 8); c) J.R. Beerbower,
Search for the Past: An Introduction to Paleontology, 2a. ed. (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1968), pp.
175, 176; d) W.F. Bynum, E.J. Browne y R. Porter, eds., Dictionary of the History of Science (Princeton, NJ:
Princeton University Press, 1981), pp. 123, 296, 415, 416, 439, 440; e) P-P. Grassé, Evolution of Living Orga-
nisms: Evidence for a New Theory of Transformation, B.M Carlson y R. Castro, trads. (N. York, S.Francisco y
Londres: Academic Press, 1977), pp. 240-242. Traducción de: L'Évolution du Vivant; f) E. Mayr, Populations,
Species, and Evolution: An Abbreviation of Animal Species and Evolution, ed. rev. (Cambridge: The Belknap
CAPÍTULO 6 / DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
Press of Harvard University Press, 1970), p. 351; g) B. Rensch, Evolution Above the Species Level [Dr. Alte-
vogt, trad.] (N. York: John Wiley and Sons, 1959), pp. 57, 58. Traducción de la 2a. ed. de: Neuere Probleme
der Abstammungslehre; h) G.G. Simpson, The Meaning of Evolution: A Study of the History of Life and of its
Significance for Man, ed. rev. (New Haven y Londres: Yale University Press, 1967), pp. 174, 175; i ) G.G.
Simpson, This View of Life: The World of an Evolutionist (N. York: Harcourt, Brace & World, 1964), pp. 22,
144, 273.
11. Para reseñas del argumento, ver: a) J.T. Baldwin, "God and the World: William Paley's Argument from Perfec-
tion Tradition - A Continuing Influence", Harvard Theological Review 85(1-1992):109-120; b) Barbour
1 966, pp. 19-91, 132-134, 386-394 (nota 10a); c) Barbour 1990, pp. 24-30 (nota 8); d) A. Kenny, Reason and
Religion: Essays in Philosophical Theology (Oxford y N. York: Basil Blackwell, 1987), pp. 69-84.
12. S. Tweyman, ed., David Hume: Dialogues Concerning Natural Religion in Focus, Routledge Philosophers in
Focus Series (Londres y N. York: Routledge, 1991), pp. 95-185.
13. R. Dawkins, The Blind Watchmaker ( N. York y Londres: W.W. Norton and Co., 1986), p. 6.
1 4. Baldwin (nota 11 a).
15. W. Paley, Natural Theology. or, Evidences of the Existence and Attributes of the Deity, 11 a. ed. (Londres: R.
Faulder and Son, 1807), pp. 1-8, 20-46, 193-199.
1 6. Ch. Darwin, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or The Preservation of Favoured Races
in the Struggle for Life (Londres: John Murray, 1859), en: J. Burrow, ed., reimpresión (Londres y N. York: Pen-
guin Books, 1968), p. 217.
1 7. G. Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution (Gloucester, MA: Peter Smith, 1967), p. 338.
1 8. M. Peckham, ed., The Origin of Species by Charles Darwin: A Variorum Text (Filadelfia: University of
Pennsylvania Press, 1959), p. 759.
1 9. Himmelfarb, p. 347 (nota 1 7).
20. Para una excepción, ver l a reciente publicación por el filósofo de la religión Alvin Plantings en: A. Plantings,
"When Faith and Reason Clash: Evolution and the Bible", Christian Scholar's Review 21(1-1991):8-32.
21. Ver el capítulo 7 para un análisis adicional sobre mutaciones.
22. Dawkins, pp. 5, 6 (nota 13).
23. Rensch, p. 58 (nota l0g).
24. Mayr 1970, p. 351 ( nota 1 0f).
25. Grassé, pp. 103, 104 (nota 1 0e).
26. H.M. Block, ed. Candide and Other Writings by Voltaire (N. York: The Modern Library, Random House,
1956), p. 111.
27. J.C. Fentress, "Discussion of G. Wald's The Problem of Vicarious Selection'; en: P.S. Moorhead y M.M. Ka-
plan, eds., Mathematical Challenges to the Neo-Darwinian Interpretation of Evolution, The Wistar Institute
Symposium Monograph N° 5 (Filadelfia: The Wistar Institute Press, 1967), p. 71.
28. Por ejemplo: a) P.H. Raven, G.B. Johnson, Biology, 3a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year Book,
1 992), p. 14; b) J. Diamond, "Voyage of the Overloaded Ark, Discover (Junio 1985), pp. 82-92; c) Comisión
sobre Ciencia y Creacionismo, Academia Nacional de Ciencias, Science and Creationism: A View from the
National Academy of Sciences (Washington, DC: National Academy Press, 1984).
29. Ver el capítulo 8 para más análisis.
30. a) C.J. Avers, Process and Pattern in Evolution (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), pp. 139,
140; b) S.B. Carroll, "Homeotic Genes and the Evolution of Arthropods and Chordates", Nature
376(1995):479-485; c) E.M. De Robertis, G. Oliver y C.V.E. Wright, "Homeobox Genes and the Vertebrate
Body Plan", Scientific American (Julio de 1990), pp. 46-52; d) W.J. Gehring, "Homeo Boxes in the Study of
Development", Science 236(1987):1245-1252; e) S. Schneuwly, R. Klemenz y W.J. Gehring, "Redesigning the
Body Plan of Drosophila by Ectopic Expression of the Homeotic Gene Antennapedia", Nature
325(1987):816-818.
31. a) R. Dawkins, "The Eye in a Twinkling", Nature 368(1994):690, 691; b) D.E. Nilsson, S. Pelger, "A Pessimis-
tic Estimate of the Time Required for an Eye to Evolve", Proceedings of the Royal Society of London B
256(1994):53-58. Estos informes sugieren que el ojo pudo haber evolucionado en forma i ncreíblemente rápi-
da, tomando apenas unas 400.000 generaciones. Hay una vasta diferencia entre dar la forma a un ojo en una
LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
computadora, como se hizo, y l ograr que un ojo real evolucione por sí mismo. Notoriamente ausente en el
modelo de computadora está el origen de la retina, que es altamente compleja; los mecanismos para contro-
l ar la l ente y el iris, que también son complejos; y especialmente l a evolución de la percepción visual. El ojo
sería inútil, y las etapas de su desarrollo no tendrían valor para la supervivencia sin un proceso de interpreta-
ción en el cerebro que reconociera los cambios. Sugerir que este modelo de computadora increíblemente
simplista produjera por evolución "el ojo en un parpadeo" es sintomático de un problema serio en el pensa-
miento evolucionista.
32. a) J.T. Baldwin, "The Argument from Sufficient Initial System Organization as a Continuing Challenge to Dar-
winian Rate and Method of Transitional Evolution", Christian Scholar's Review 14(4-1995):423-443; b) Gras-
sé, p. 104 (nota t 0e).
33. S. Duke-Elder, "The Eye in Evolution", en: S. Duke-Elder, ed. System in Ophthalmology (St. Louis: The C.V.
Mosby Co., 1958), t. 1, p. 192.
34. a) E.N.K. Clarkson, R. Levi-Setti, "Trilobite Eyes and the Optics of Des Cartes and Huygens", Nature
254(1975):663-667; b) K.M. Towe, "Trilobite Eyes: Calcified Lenses in Vivo", Science 179(1973):1007-1009.
35. R.L. Gregory, H.E. Ross, N. Moray, "The Curious Eye of Copilia", Nature 201(1964):1166-1168.
36. a) J.R. Cronly-Dillon, "Origin of Invertebrate and Vertebrate Eyes", en: J.R. Cronly-Dillon, R.L. Gregory, eds.,
Evolution of the Eye and Visual System. Vision and Visual Dysfunction ( Boca Ratón, Ann Arbor y Boston:
CRC Press, 1991), t. 2, pp. 15-51; b) Duke-Elder (nota 33); c) M.F. Land, "Optics and Vision in Invertebrates",
en: H. Autrum, ed., Comparative Physiology and Evolution of Vision in Invertebrates. B: Invertebrate Visual
Centers and Behavior 1. Handbook of Sensory Physiology (Berlín, Heidelberg y N. York: Springer Verlag,
1 981), T. VII/6B, pp. 471-594. Estas referencias no se dirigen específicamente al tema del diseño, pero dan
por sentada la evolución.
37. Grassé, p. 105 ( nota 1 0e).
38. C. Darwin, The Origin of Species by Means of Natural Selection or the Preservation of Favoured Races in the
Struggle for Life, 6a. ed. (N. York: Mentor Books, The New American Library, 1872), pp. 168-171.
39. Simpson 1967, pp. 168-175 (nota l Oh).
40. Dawkins 1986, pp. 15-18 (nota 1.3).
41. a) L.V. Salvini-Plawen, E. Mayr, "On the Evolution of Photoreceptors and Eyes", Evolutionary Biology
1 0(1977):207-263. b) M.F. Land (nota 36c) sugiere que los ojos compuestos "evolucionaron independiente-
mente para los tres tipos de i nvertebrados: los anélidos, los moluscos y los artrópodos" (p. 543).
42. a) S.). Gould, "Common Pathways of Illumination", Natural History 103(12-1994):10-20; b) R. Quiring, U.
Walldorf, U. Klotter, W.J. Gehring, "Homology of the Eyeless Gene of Orosophila with the Small Eye Gene in
Mice and Aniridia in Humans", Science 265(1994):785-789; c) C.S. Zucker, "On the Evolution of the Eyes:
Would you Like it Simple or Compound?", Science 265(1994):742, 743.
43. R. Mestel, "Secrets in a Fly's Eye", Discover 17(7-1996):106-114.
44. Duke-Elder, p. 178 (nota 33).
45. Para algunos de los detalles de la anatomía y fisiología del ojo humano, entre muchas referencias, ver: a)
F.W. Newell, Ophthalmology. Principles and Concepts, 7a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year
Book, 1992), pp. 3-98. Otros aspectos de la complejidad del ojo aparecen en: b) R.D. Lumsden, "Not so
Blind a Watchmaker", Creation Research Society Quarterly 31(1994):13-22.
46. H. Davson, Physiology of the Eye, 5a. ed. (N. York, Oxford y Sydney: Pergamon Press, 1990), pp. 758, 759.
47. Ibid., pp. 777, 778.
48. P.L. Kaufman, "Accommodation and Presbyopia: Neuromuscular and Biophysical Aspect", en: W.M. Hart, Jr.,
ed., Adler's Physiology of the Eye: Clinical Application, 9a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year
Book, 1992), pp. 391-411.
49. Por más informaciones sobre las disposiciones y funciones complejas de l os músculos externos del ojo, ver: a)
Davson, pp. 647-666 (nota 46); b) S. Duke-Elder, K.C. Wybar, "The Anatomy of the Visual System", en: S. Du-
ke-Elder, ed., System of Ophthalmology (St. Louis: The C.V. Mosby Co., 1961), t. 2, pp. 414-427; c) D.H. Hu-
bel, Eye, Brain, and Vision. Scientific American Library Series, No. 22 (N. York, Oxford: W.H. Freeman and
Co., 1988), pp. 78-81; d) R. Warwick, ed. rev., Eugene Wolff's Anatomy of the Eye and Orbit, 7a. ed. (Filadel-
fia y Toronto: W.B. Saunders Co., 1976), pp. 261-265.
CAPÍTULO 6 / DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO
50. Para una introducción a este tópico fascinante y complejo, ver: a) R.L. Gregory, "Origin of Eyes-With Specu-
l ations on Scanning Eyes", en: Cronly-Dillon y Gregory, pp. 52-59 (nota 36a); b) O-J. Grüsser, T. Landis, Vi-
sual Agnosias and Other Disturbances of Visual Perception and Cognition. Vision and Visual Dysfunction
( Boca Ratón, Ann Arbor y Boston: CRC Press, 1991), t. 12, pp. 1-24; c) L. Spillmann, J.S. Werner, eds., Visual
Perception: The Neurophysiological Foundation (San Diego, N. York y Londres: Academic Press, 1990).
51. P. Lennie, C. Trevarthen, D. Van Essen, "Parallel Processing of Visual Information", en: Spillmann y Werner,
p. 103-128 (nota 50c).
52. R. Shapley, T. Caelli, S. Grossberg, M. Morgan, I. Rentschler, "Computational Theories of Visual Perception",
en: Spillmann y Werner, pp. 417-448 (nota 50c).
53. Paráfrasis de: F. Hoyle, N.C. Wickramasinghe, Evolution from Space: A Theory of Cosmic Creationism (N.
York: Simon and Schuster, 1981), pp. 96, 97.
54. G.C. Williams, Natural Selection: Domains, Levels, and Challenges (N. York y Oxford: Oxford University
Press, 1992), p. 73.
55. Diamond (nota 286).
56. W.M. Thwaites, "An Answer to Dr. Geisler-From the Perspective of Biology", Creation/Evolution
13(1983):13-20.
57. Antes se creía que sólo los bastones descartaban sus discos; sin embargo, se ha demostrado to mismo también
para I ns conos. Ver: R.H. Steinberg, I. Wood, M.J. Hogan, "Pigment Epithelial Ensheathment and Phagocyto-
sis of Extrafoveal Cones in Human Retina", Philosophical Transactions of the Royal Society of London B
277(1977):459-471.
58. R.W. Young, "The Renewal of Rod and Cone Outer Segments in the Rhesus Monkey", The Journal ofCell Bio-
logy 49(1971):303-318.
59. C.P. Leblond, B.E. Walker, "Renewal of Cell Populations", Physiological Reviews 36(1956):255-276.
60. R.W. Young, "Visual Cells and the Concept of Renewal", Investigative Ophthalmology 15(1976):700-725.
61. a) D. Bok, M.O. Hall, "The Role of the Pigment Epithelium in the Etiology of Inherited Retinal Dystrophy in
the Rat", The Journal ofCell Biology 49(1971):664-682. Para una discusión adicional con respecto a la fun-
ci6n del epitelio pigmentario, ver: b) G. Ayoub, "On the Design of the Vertebrate Retina", Origins & Design
1 7(1-1996):19-22, y las referencias allí incluidas.
62. D. Bok, "Retinal Photoreceptor Disc Shedding and Pigment Epithelium Phagocytosis", en: T.F. Ogden, ed., Re-
tina, 2a. ed., t. 1: Basic Science and Inherited Retinal Disease (St. Louis, Baltimore, Boston y Londres: Mosby,
1 994), pp. 81-94; b) Newell, pp. 304, 305 (nota 45a).
63. R.M. Berne, M.N. Levy, eds., Physiology, 3a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year Book, 1993), pp.
851-875.
64. a) N. Eldredge, Reinventing Darwin: The Great Debate at the High Table of Evolutionary Theory (N. York:
John Wiley and Sons, 1995), pp. 215-219; b) H.O. Halvorson, A. Monroy, eds., The Origin and Evolution of
Sex (N. York: Alan R. Liss, 1985); c) L. Margulis, D. Sagan, Origins of Sex: Three Billion Years of Genetic
Recombination ( New Haven y Londres: Yale University Press, 1986); d) J. Maynard Smith, Did Darwin Get it
Right? Essays on Games, Sex, and Evolution (N. York y Londres: Chapman and Hall, 1988), pp. 98-104, 165-
1 79, 185-188.
65. G. Bell, The Masterpiece of Nature: The Evolution and Genetics of Sexuality (Berkeley y Los Angeles: Univer-
sity of California Press, 1982), p. 19.
66. Berne y Levy, pp. 166-188 (nota 63).
67. a) Dawkins 1986, pp. 22-41 (nota 13); b) D.R. Griffin, Listening in the D Dark: The Acoustic Orientation of
Bats and Men (Ithaca y Londres: Comstock Publ. Assn., Cornell Universi ress, 1`986%
68. a) M.J. Behe, Darwin's Black Box (N. York: The Free Press, 1996), pp. -97; b) Berne y Levy, pp. 339-357
( nota 63).
EL ORIGEN DEL HOMBRE
¿Qué es el hombre,
para que tengas de él memoria?
SALMO H:4
gunta fascinante. Estaba en juego la idoneidad de las agencias del gobierno que
supervisaban a los Tasaday, la integridad de los Tasaday y la credibilidad de la
ciencia antropológica.
Hay dudas respecto a que los Tasaday representen un grupo singular bajo
condiciones algo primitivas. También parece haber cierto grado de acuerdo de
que fueron forzados a entrar en un "show" de hombres de las cavernas por ra
zones económicas o de publicidad, lo que a veces se ha llamado "el Watergate
de la selva tropical".' También hay acuerdo de que pudieron haber sufrido mu-
chos cambios desde que fueron descubiertos en 1971 y su redescubrimiento en
1 986. Más allá de esto, hay muchas preguntas sin respuesta, muchas de las
cuales surgen de las diferentes posiciones asumidas desde que fueron recién
descubiertos hasta las interpretaciones más nuevas.
Una de las preguntas más importantes acerca de los Tasaday es si su lengua
es suficientemente diferente para justificar la pretensión de aislamiento del gru-
po de sus vecinos por un tiempo corto o largo. Las opiniones entre los eruditos
varía. Los Tasaday tenían tres herramientas de piedra en 1971 que desapare-
cieron misteriosamente antes de que pudieran ser fotografiadas. Estas representa-
ban el único uso de herramientas de piedra en las Filipinas. Algunas herramien-
tas que las sustituyeron, hechas por los Tasayday o sus vecinos, a pedido de las
autoridades gubernamentales, han sido clasificadas como falsificaciones ob-
vias. Otra controversia se centra en la exactitud de los datos genealógicos colec-
cionados por l os antropólogos. Esto tiene implicaciones importantes con res-
pecto al grado de aislamiento de los Tasaday. También es muy discutido el pro-
blema de la adecuación de la supuesta dieta de los Tasaday. Algunos investiga-
dores creen que la selva, en la que supuestamente estaban aislados, no podría
haberlos sustentado. Los carbohidratos serían especialmente escasos; otros están
en desacuerdo. Se podrían anotar muchos otros puntos de contención, pero los
señalados arriba son suficientes para ilustrar la diversidad de informes conflicti-
vos. 6
Cuando intentamos evaluar la controversia sobre los Tasaday, tenemos
que preguntarnos cómo tantas cosas pudieron salir mal. El incidente ilustra bien
l a dificultad de interpretar correctamente el pasado, y la facilidad con que salta
mos a conclusiones basadas en ideas preconcebidas sin asegurarnos de que te-
nemos datos buenos para sostenerlas. El estudio de los orígenes humanos ha
estado especialmente afectado por estos problemas. En este capítulo veremos
que los datos que apoyan la evolución humana son, en el mejor de los casos,
CAPÍTULO 7 1 EL ORIGEN DEL HOMBRE
mono que, viendo a "su amigo" el guardián en peligro, gritó y mordió al man-
dril agresor. En contraste, Darwin contó acerca de l os "salvajes" humanos que él
había visto cerca del extremo sur de Sud América que torturaban a sus enemi-
gos, practicaban el infanticidio y trataban a sus esposas como esclavas. Darwin
concluía que él prefería descender del mandril heroico o del mono altruista
que de un salvaje.(8)
Aunque las ilustraciones de Darwin eran ciertamente impresionantes, su
forma de argumentar ilustra la selección de datos. Contrastar los peores actos de
seres humanos con los actos más bondadosos de animales no es muy convin
cente. El mandril heroico que Darwin eligió para comparar con los humanos
salvajes no fue el mandril que atacó a su guardián. Darwin no mencionó los
gestos de amor de los padres humanos, ni el espíritu humanitario de los hom-
bres. Además, en términos de inteligencia básica, probablemente la mayoría de
nosotros preferiríamos estar asociados con la humanidad antes que con monos y
mandriles.
El origen de la humanidad ha sido intensamente debatido, especialmente
desde el tiempo de Darwin. Muchos creen que la humanidad tiene un propósi-
to y un destino especiales. Por otro lado, la interpretación evolucionista clásica
toma la posición de que la humanidad es el producto de procesos evolutivos
ciegos. George Gaylord Simpson, de la Universidad Harvard, ha afirmado que
"el hombre es el resultado de un proceso natural y sin propósito que no lo tuvo
en mente a él". 9
Por muchas razones, la ciencia de la paleoantropología (el estudio de los
fósiles humanos) está plagada de controversia. Los últimos 40 años, llenos de
descubrimientos importantes, han sido especialmente tumultuosos. El escritor
científico y antropólogo Roger Lewin, en su libro Bones of Contention [Huesos
de contienda], enfatiza que el conflicto es mucho más severo en este campo
que en cualquier otra área de la ciencia.'° Se ha dicho con humor que uno no
puede conseguir que dos antropólogos se pongan de acuerdo acerca de dónde
almorzar juntos. El problema es admitido candorosamente. S. L. Washburn, an-
tropólogo de la Universidad de California en Berkeley, comentó una vez: "Es
útil recordar que el estudio de la evolución humana es un juego, un juego con
reglas inciertas, y con sólo unos fragmentos para representar a los jugadores
muertos hace mucho tiempo. Pasarán muchos años antes de que el juego llegue
a ser ciencia, antes de que podamos estar seguros de qué constituyen los 'he-
chos' "."
CAPÍTULO 7 1 EL ORIGEN DEL HOMBRE
1. Australopitécidos
Hay por lo menos cuatro especies en este grupo de criaturas de tamaño
pequeño a mediano, similares a los monos antropoides, que pueden haber ca-
minado erguidos. Sus restos fueron encontrados en el África del Este y del Sur.
La caja craneal tenía un volumen de alrededor de 350 a 600 cm 3 , que está den-
tro de los límites de algunos monos antropoides. Algunas excepciones notables
son el niño de Taung y Lucy. Este último pudo haber sido el de un macho. ' 8 La
relación evolutiva que se establece entre los distintos representantes tanto entre
LOS ORIGENES /LOS ORGANISMOS VIVIENTES
sí como con las formas más avanzadas es oscura. Se han propuesto por lo me-
nos seis modelos.' 9
2. Homo habilis
Esta es una "especie" controvertida. Algunos evolucionistas la llaman un
"enigma"; 2° otros comentan que "algunos trabajadores prefieren negar su exis-
tencia";"' sin embargo, todavía hay otros que sugieren que deberían ser dos es
pecies. 22 Descubierto en 1959 por Louis Leakey en la famosa Garganta de Oldu-
vai, en Tanzania del norte, es considerado como un eslabón crucial entre los
australopitécidos primitivos y el Homo erectus semejante al hombre moderno.
Se estima la capacidad craneal entre 500 y 800 cm 3 . Piezas de más de dos do-
cenas de ejemplares han sido recuperados en el África, pero quedan muchas
preguntas. Algunos especímenes podrían no pertenecer al grupo; y otros que
no están en el grupo podrían ser incluidos en él. Se ha informado que algunos
tienen características similares al hombre, mientras que otros son claramente
si miescas, e incluso se ha informado que algunos tienen características de am-
bos. 23 Este no es un grupo bien definido.
3. Homo erectus
Esta especie tenía una estatura cercana a la de los humanos modernos y
una capacidad craneal de 750 a 1.200 cm'. Está representada por hallazgos
clásicos de la paleoantropología tales como el hombre de Java y el de Pekín. Se
han encontrado cierta cantidad de ejemplares en otras partes del Asia, y está
bien representada en el África. Varios ejemplares europeos se incluyen a veces
en esta especie. Algunos antropólogos lo consideran un eslabón entre el Homo
habilis y los humanos modernos, mientras que otros sugieren que puede ser
una variedad de Homo sapiens.
( Homo sapiens) ha existido desde hace por lo menos medio millón de años, las
evidencias claras de su actividad aparezcan tan recientemente. La historia, la
escritura, la arqueología, en la que incluiríamos evidencias de civilización tales
como ciudades, rutas antiguas de viaje, etc., todas reflejan sólo unos pocos mi-
l es de años de actividad. Los datos básicos plantean una pregunta para los evo-
l ucionistas: Si la humanidad ha existido por medio millón de años, ¿por qué las
evidencias verdaderamente persuasivas de actividades del pasado parecen ser
tan recientes? Si la humanidad evolucionó gradualmente, ¿por qué esperar has-
ta menos del último 1 % del tiempo para estos avances?
Los creacionistas a veces se preguntan por qué las evidencias en favor de
l os hombres antediluvianos, quienes, de acuerdo con el registro bíblico, vivieron
durante un período de más de mil años entre la creación y el diluvio menciona
do en el Génesis, son tan escasas en el registro de las rocas. Las evidencias de
fósiles humanos en las partes media y baja del registro fósil es altamente cuestio-
nable. Las evidencias firmes, tales como buenos restos de esqueletos, parecen li-
mitarse únicamente a la parte superior de la columna geológica (Figura 10.1).
Algunas explicaciones sugeridas dentro del contexto de una creación son: 1)
Pudo no haber habido tantos seres humanos antes del diluvio, con lo que la
posibilidad de encontrarlos es remota. La tasa de reproducción, como lo sugiere
el registro bíblico para el período antes del diluvio, parece haber sido mucho
más lenta que en la actualidad. Por ejemplo, la Biblia indica que Noé tuvo sólo
tres hijos en 600 años, y que los primeros hijos de los patriarcas prediluvianos
nacieron, en promedio, bastante después de que los patriarcas tuvieran 100
1 40 LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
años de edad .41 2) Durante el diluvio se esperaría que los seres humanos, por
sobre todas las demás criaturas, usaran su inteligencia superior para escapar a
l as regiones más elevadas. Una vez allí, las posibilidades de conservación por
sepultamiento bajo sedimentos no serían muy buenas. 3) Antes del diluvio del
Génesis, los seres humanos pudieron haber habitado en las regiones más eleva-
das y frescas de la tierra antediluviana, de ahí que no estarían representados en
l as partes inferiores de la columna geológica. 4) La actividad de las aguas del di-
l uvio destruyó la evidencia de los seres humanos antediluvianos. El problema
que se le presenta al creacionista a la hora de tener que explicar la escasez de
restos humanos para el breve período antes del diluvio, probablemente no es
tan serio como el problema que tiene el evolucionista para poder explicar la
escasez de restos humanos y de su actividad durante por lo menos medio millón
de años de la evolución humana (Homo sapiens) propuesta. Sin importar cuál
concepto tengamos, la evidencia fósil para la historia pasada de los humanos no
es buena por sí misma para proporcionar conclusiones firmes.
conexiones. Aunque estas cifras son sólo estimativas, no hay duda de que en-
contramos un desafío en pensar acerca de la complejidad de la maquinaria con
l a cual pensamos.
Aunque lo intrincado de nuestro cerebro es difícil de abarcar, la cuestión
relacionada con la mente (nuestros procesos de pensamiento) es aún más oscu-
ra. Los hombres de ciencia están comenzando a estudiar el fenómeno inefable
de la conciencia, que es la percepción que tenemos de nuestra existencia. Rela-
cionado con esto, hay intentos de producir inteligencia artificial en computado-
ras que las hagan conscientes de su propia existencia .43 ¿Es la mente tan sólo
una máquina compleja que percibe su existencia, que pudo haber evolucionado
de máquinas más sencillas, 44 o es una entidad de un nivel más elevado? No sa-
bemos suficiente acerca de cómo trabaja la mente para responder a esta pregun-
ta en forma eficiente. Está claro, sin embargo, que cuando los hombres pensan-
tes hacen máquinas que piensan, ese acto es más afín al concepto de creación
por diseño que a un origen por evolución sin ningún aporte inteligente.
Existen solamente unos pocos animales que muestran un grado de inteli-
gencia afín con la de los humanos . 45 Se ha informado de una forma limitada de
comunicación con chimpancés por medio de símbolos, 46 y l os perros parecen
mostrar cierta comprensión, aunque a menudo menos que la que creen sus lea-
l es dueños. Pero la separación entre la inteligencia humana y la animal es toda-
vía enorme. Uno se maravilla de cómo la mente de la humanidad pudo haber
evolucionado, cuando parece estar mucho más allá de los requerimientos para
l a supervivencia evolutiva. Los mandriles han sobrevivido muy bien sin cere-
bros tan complejos. Alfred Russel Wallace (1823-1913), quien junto con Darwin
desarrollaron el concepto de la selección natural, planteó esta pregunta. Él sen-
tía la necesidad de algo más allá de las fuerzas ciegas de la naturaleza para ex-
plicar la mente. Todavía algunos evolucionistas plantean esta pregunta. A veces
se sugiere que los humanos tienen más capacidad mental que la que necesitan
para su supervivencia por cuanto ellos destruyen en forma efectiva el ambiente
que necesitan .47 Al referirse a la tasa reproductiva creciente esperada de compe-
tidores superiores (p.ej., la supervivencia del más apto), el evolucionista John
Maynard Smith comenta, astuta e ingenuamente, que "pocas personas han teni-
do más hijos porque podían resolver ecuaciones diferenciales o jugar al ajedrez
con los ojos vendados" . 48 Tal vez las cualidades especiales de la humanidad
no puedan explicarse con un sencillo proceso evolutivo.
Darwin, quien vivió en Inglaterra, tenía un buen amigo y seguidor en los
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
Estados Unidos, el botánico Asa Gray, con quien compartió muchos de sus
pensamientos más profundos. Una vez le escribió a Gray: "Recuerdo bien la
ocasión cuando el pensamiento acerca del ojo me hizo tiritar, pero he superado
esta etapa del lamento, y ahora pequeños detalles insignificantes de estructura a
menudo me ponen muy incómodo. Siempre que miro una pluma de la cola de
un pavo real, me enfermo" . 49
¿Por qué una pluma de pavo real enfermaba a Darwin? No estoy exacta-
mente seguro de que pueda responder a la pregunta, pero sospecho que pocos
pueden reflexionar sobre la belleza de la pluma iridiscente de la cola de un pa
vo real sin preguntarse si no es el resultado de alguna clase de diseño, no senci-
llamente por lo intrincada que es, sino especialmente por su belleza. ¿Por qué
apreciamos la belleza, gozamos de la música y mostramos ese gran asombro
por la existencia? Estas características mentales parecen estar más allá del nivel
mecanicista y por sobre las demandas de la supervivencia que se esperaría de la
selección natural.
El origen de la mente es un enigma para cualquier explicación naturalista.
Al considerar el cerebro afrontamos el hecho pasmoso de que aquí, en este ór-
gano de 1,5 kg, está el asiento de "quién soy". ¿De qué manera se combinaron
apropiadamente la multitud de conexiones de modo que podamos razonar- 50
(esperamos que la mayoría de nosotros pueda pensar bien), diseñar teoremas
matemáticos, hacernos preguntas acerca de nuestro origen, aprender nuevos
i diomas y componer sinfonías? Un desafío aún más notable para las teorías na-
turalistas de los orígenes humanos es nuestro poder para elegir, además de ca-
racterísticas tales como la responsabilidad moral, la lealtad, el amor y una di-
mensión espiritual. Tanto las complejidades físicas del cerebro como las activi-
dades excepcionales de la mente sugieren un nivel elevado de diseño inteligen-
te, y no un origen mecanicista por evolución.
CONCLUSIONES
El estudio del origen de la humanidad ha sido un área especialmente con-
trovertida de la investigación científica. Esto puede atribuirse, en parte por lo
menos, a la falta de datos sólidos y a la involucración personal del hombre de
ciencia. La evidencia en favor de la evolución humana es escasa y sujeta a una
diversidad de interpretaciones. La presencia de las características más elevadas
de la mente humana, tales como la conciencia, la creatividad, la libertad de
elección, la estética, la moralidad y la espiritualidad, sugieren que los huma-
CAPÍTULO 7 / EL ORIGEN DEL HOMBRE
nos fueron diseñados especialmente como una clase de seres superiores y que
no se originaron de animales por procesos puramente evolutivos mecanicistas
Notas y referencias:
1. J. Nance, The Gentle Tasayday: A Stone Age People in the Philippine Rain Forest (N. York y Londres: Har-
court, Brace, Jovanovich, 1975), p. 134.
2. Ibíd.
3. O. Iten, "The 'Tasayday' and the Press", en: T. N. Headland, ed., The Tasayday Controversy. Assessing the Evi-
dence. Scholarly Series, Special Publication of the American Anthropological Association, N° 28 (Washington,
DC: American Anthropological Association, 1992), pp. 40-58.
4. C. McCarry, "Three Men Who Made the Magazine", National Geographic 174(1988):287-316.
5. G.D. Berreman, "The Tasayday: Stone Age Survivors or Space Age Fakes?", en: Headland, pp. 21-39 (nota 3).
6. Para referencias generales sobre los Tasaday, ver: a) Anónimo, "First Glimpse of a Stone Age Tribe", National
Geographic 140(6-1971):880-8826; b) B. Bower, "A World That Never Existed", Science News
135(1989a):264-266; c) B. Bower, "The Strange Case of the Tasayday", Science News 135(19896):280, 281,
283; d) Headland (nota 3); e) K. Macleish, "Stone Age Cavemen of Mindanao", National Geographic 142(2-
1 972):219-249; f) Nance (nota 1).
7. Esta es una cifra conservadora. Podría fácilmente ser de 100 a 1.000 veces mayor, pero los súper chips están
ll egando a ser cada vez más refinados.
8. Ch. Darwin, The Descent ofMan, and Selection in Relation to Sex, ed. rev. (Chicago: National Library Asso-
ciation, 1874), pp. 116, 118, 643.
9. G.G. Simpson, The Meaning of Evolution: A Study of the History of Life and of its Significante for Man, ed.
rev. (New Haven y Londres: Yale University Press, 1967), p. 345.
1 0. R. Lewin, Bones of Contention: Controversies in the Search for Human Origins (N. York: Simon and Schuster,
1987), p. 20.
11. S.L. Washburn, "The Evolution Game", Journal of Human Evolution 2(1973):557-561.
12. D. Pilbeam, "Rethinking Human Origins", Discovery 13(1-1978):2-10.
13. Lewin, p. 64 (nota 10).
14. Para conocer diversas relaciones que se han propuesto, ver: a) C.J. Avers, Process and Pattem in Evolution (N.
York y Oxford: Oxford University Press, 1989), pp. 496-498; b) B. Bower, "Erectus Unhinged", Science News
1 41(1992):408-411; c) M.A. Edey, D.C. Johanson, Blueprints: Solving the Mystery of Evolution (Boston, Toron-
to y Londres: Little, Brown and Company, 1989), pp. 337-353; d) R.D. Martin, "Primate Origins: Plugging the
Gaps", Nature 363(1993):223-233; e) B. Wood, "Origin and Evolution of the Genus Homo'; Nature
3550992):783-790.
15. E. Mayr, "Reflections on Human Paleontology", en: F. Spencer, ed., A History of American Physical Anthropo-
logy, 1930-1980 (N. York y Londres: Academic Press, 1982), pp. 231-237.
1 6. Por ejemplo: a) M.G. Leakey, C.S. Feibel, I. McDougall, A. Walker, "New Four-million-year-old Hominid
Species from Kanapoi and Allia Bay, Kenya", Nature 376(1995):565-571; b) T.D. White, G. Suwa, B. Asfaw,
"Australopithecus ramidus, A New Species of Early Hominid from Aramis, Ethiopia", Nature 371(1994):306-
312.
17. a) L.S.B. Leakey, M.D. Leakey, "Recent Discoveries of Fossil Hominids in Tanganyika: At Olduvai and Near
Lake Natron", Nature 202(1964):5-7: b) L.S.B. Leakey, P.V. Tobias, J.R. Napier, "A New Species of the Genus
Homo from the Olduvai Gorge", Nature 202(1964):7-9; c) Lewin, p. 137 (nota 10).
1 8. a) M. Háusler, P. Schmid, "Comparison of the Pelvis of Sts 14 and AL 288-1: Implication for Birth and Sexual
Dimorphism in Australopithecines", Journal of Human Evolution 29(1995):363-383; b) J. Shreeve, "Sexing
Fossils: A Boy Named Lucy", Science270(1995):1297, 1298.
19. a) F.E. Grine, "Australopithecine Taxonomy and Phylogeny: Historical Background and Recent Interpreta-
tions", en R.L. Ciochon, J.G. Fleagle, The Human Evolution Source Book. Advances in Human Evolution Se-
1 44 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
ries (Englewood Cliffs, NI: Prentice Hall, 1993), pp. 198-210; b) B. Wood, "Origin and Evolution of the Genus
Homo", Nature355(1992):783-790.
20. Avers, p. 509 (nota 14a).
21. S.M. Stanley, The New Evolutionary Timetable: Fossils, Genes, and the Origin of Species (N. York: Basic
Books, 1981), p. 148.
22. Wood (nota 14e).
23. a) T.G. Bromage, M.C. Dean, "Re-evaluation of the Age at Death of Immature Fossil Hominids", Nature
317(1985):525-527; b) D.C. Johanson, F.T. Masao, G.G. Eck, T.D. White, R.C. Walter, W.H. Kimbel, B. As-
faw, P. Manega, P. Ndessoia, G. Suwa, "New Partial Skeleton of Homo habilis from Olduvai Gorge, Tanza-
nia", Nature 327(1987):205-209; c) B.H. Smith, "Dental Development in Australopithecus and early Homo",
Nature 323(1986):327-330; d) R.L. Susman, J.T. Stern, "Functional Morphology of Homo habilis", Nature
217(1982):931-934.
24. M. Boule, H.V. Vallois, Fossil Men, M. Bullock, trad. (N. York: The Dryden Press, 1957), pp. 193-258. Traduc-
ción de: Les Hommes Fossiles.
25. W.L. Strauss, A.J.E. Cave, "Pathology and the Posture of Neanderthal Man", Quarterly Review of Biology
320957):348-363.
26. Estas figuras están en exhibición en el Museo Norteamericano de Historia Natural, en Nueva York, según lo
i nformado en: M.L. Lubenow, Bones of Contention: A Creationist Assessment of Human Fossils (Grand Rapids,
MI: Baker Book House, 1992), p. 82.
27. Ver el capítulo 14 para un análisis de este método.
28. Lewin, pp. 189-252 (nota 10).
29. A. Gibbons, "Rewriting-and Redating- Prehistory", Science263(19940087, 1088.
30. a) W. Huang, R. Ciochon, G. Yumin, R. Larick, F. Qiren, H. Schwarcz, C. Yonge, 1. De Vos, W. Rink, "Early
Homo and Associated Artefacts from Asia", Nature 378(1995):275-278; b) C.C. Swisher III, G.H. Curtis, T. Ja-
cob, A.G. Getty, A. Suprijo, [s.n.) Widiasmoro, "Age of the Earliest Known Hominids in Java, Indonesia",
Science 263(1994):1118-1121.
31. a) R. Leakey, R. Lewin, Origins Reconsidered: In Search of What Makes us Humans (N. York, Londres y Syd-
ney: Doubleday, 1992), p. 108; b) Lubenow, pp. 169-183 (nota 26).
32. C.C. Swisher III, W.J. Rink, S.C. Antón, H.P. Schwarcz, G.H. Curtis, A. Suprijo, [s.n.l Widiasmoro, "Latest
Homo erectus of Java: Potential Contemporaneity with Homo Sapiens in Southeast Asia", Science
274(1996):1870-1874.
33. a) Edey y Johanson, p. 352 (nota 14c); b) Wood (nota 14e).
34. a) Martin (nota 14d); b) L. Martin, P. Andrews, "Renaissance of Europe's Ape", Nature 365(1993):494; c) S.
Moyá Solá, M. Kóhler, "Recent Discoveries of Dryopithecus Shed New Light on Evolution of Great Apes", Na-
ture 3650993):543-545.
35. a) Edey y Johanson, p. 353 (nota 14c); b) D.C. Johanson, M.A. Edey, Lucy: The Beginnings of Humankind ( N.
York: Simon and Schuster, 1981), p. 286.
36. Leakey y Lewin, p. 110 (nota 31a).
37. M.J. Aitken, C.B. Stringer, P.A. Mellars, eds., The Origins of Modem Humans and the Impact of Chronometric
Dating(Princeton, NJ: Princeton University Press, 1993).
38. Edey y Johanson, pp. 365-368 (nota 14c).
39. Por ejemplo: C. Patterson, D.M. Williams, C.J. Humphries, "Congruence Between Molecular and Morpholo-
gical Phylogenies", Annual Review of Ecology and Systematics 24(1993):153-188.
40. Por ejemplo: D.T. Gish [(a)Evolution: The Challenge of the Fossil Record (El Cajón, CA: Creation-Life Publis-
hers, 1985), pp. 130-2061 traza la línea mayormente por sobre Homo erectus, mientras que M.L. Lubenow
[(b) nota 26, p. 162) incluye algunos tipos de Homo habilis, y A.W. Mehlert [(c), "A Review of the Present Sta-
tus of Some Alleged Early Hominids", Creation Ex Nihilo Technical Journal 6(1992):10-41) aparentemente in-
cluye a Homo erectus con el hombre.
41. Génesis 5; 7:11-13.
42. La estimación del número de neuronas en el cerebro varía grandemente. El cerebelo tiene muchas más que el
cerebro. Para detalles sobre estas estimaciones, ver: P.L. Williams, R. Warwick, M. Dyson, L.H. Banister,
CAPÍTULO 7 / EL ORIGEN DEL HOMBRE
eds., Gray's Anatomy, 37a. ed. (Edinburgo, Londres y N. York: Churchill Livingstone, 1989), pp. 968, 972,
1 043. Sus cifras pueden implicar cerca de 300.000 miilones en el cerebelo.
43. C. Davidson, "I Process Therefore I Am", New Scientist (27 de marzo de 1993), pp. 22-26.
44. a) W.H. Calvin, "The Emergence oí Intelligence", Scientific American 271(1994):101-107; b) R. Penrose,
Shadows of the Mind: A Search for the Missing Science of Consciousness (Oxford, N. York y Melbourne:
Oxford University Press, 1994).
45. Se puede hacer referencia aquí al debate existente sobre la evolución del altruismo por la selección de parien-
tes que da una base evolucionista para el altruismo, pero que tiende a negar la existencia del libre albedrío.
Para algunas discusiones recientes, ver: a) I.G. Barbour, Religion in an Age of Science, The Gifford Lectures
1 989-1991 (San Francisco y N. York: Harper and Row, 1990), t. 1, pp. 192-194; b) L.R. Brand, R.L. Carter,
"Sociobiology: The Evolution Theory's Answer to Altruistic Behavior", Origins 19(1992):54-71; c) R. Dawkins,
The Selfish Gene, nueva ed. (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), pp. 189-233; d) ). Maynard
Smith, Did Darwin Get it Right? Essays on Games, Sex, and Evolution (N. York y Londres: Chapman and
Hall, 1988), pp. 86-92; e) A.R. Peacocke, God and the New Biology (San Francisco, Cambridge y N. York:
Harper and Row, 1986), pp. 108-115.
46. a) R. Lewin, "Look, Who's Talking Now", New Scientist (27 de abril de 1991), pp. 49-52; b) R. Seyfarth, D.
Cheney, "Inside the Mind of a Monkey", New Scientist (4 de enero de 1992), pp. 25-29.
47. Edey y johanson, pp. 371-390 (nota 14c).
48. Maynard Smith, p. 94 (nota 45d).
49. F. Darwin, ed., The Life and Letters of Charles Darwin (Londres: john Murray, 1887-1888), t. 2, p. 296.
50. Para algunos intentos de explicación que no se ocupan de la complejidad específica necesaria para los intrin-
cados esquemas de pensamiento, etc., ver: a) D. Lee, j.G. Malpeli, "Global Form and Singularity: Modeling
the Blind Spot's Role in lateral Geniculate Morphogenesis", Science 263(1994):1292-1294; b) M.P. Stryker,
"Precise Development from Imprecise Rules", Science 263(1994):1244, 1245.
MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS
TRADICIONALISTAS Y CLADISTAS
GRADUALISTAS Y PUNTUALISTAS
Las observaciones de la naturaleza indican que aun especies estrechamen-
te relacionadas, tales como dos clases de saltamontes, pueden ser bien diferen-
tes una de la otra. Los neodarwinistas proponen que un proceso lento y gradual
de cambios menores eventualmente produce formas nuevas diferentes. Este
cambio lento recibe el nombre de gradualismo. Al acumularse los cambios, los
grupos divergen, dejando una separación cada vez más grande entre ellos. El
único lugar donde podrían encontrarse en abundancia los intermedios es en el
registro fósil de la vida pasada. Sin embargo, los fósiles muestran el mismo es-
quema de discontinuidad. Esta evidencia ausente, que ha sido atribuida a menu-
do a lo incompleto del registro fósil, se debería a la falta de conservación o de
descubrimiento.
En 1972 dos paleontólogos destacados, Niles Eldredge del Museo America-
no de Historia Natural, y Stephen Jay Gould de Harvard, propusieron una expli-
cación diferente para las discontinuidades entre los fósiles.' Ellos sugirieron que
l a evolución procede a un ritmo irregular, con largos períodos de estabilidad
entre períodos de cambios rápidos. Este nuevo concepto recibió el nombre de
"equilibrio puntuado"; lo de puntuado se refiere a los cambios, y equilibrio, a
l os períodos de estabilidad. La propuesta "inició un debate inusualmente ardo-
roso` que continúa hasta el presente.
La idea, a veces llamada afectuosamente -y otras veces no tanto- "punk
eck",* propone que los cambios evolutivos significativos no ocurren en pobla-
ciones grandes. Si por alguna razón un grupo pequeño de individuos queda
aislado, la evolución debería proceder más velozmente, porque los cambios
pueden llegar a quedar establecidos más fácilmente en las poblaciones peque-
ñas. Por ello, los intermedios rara vez, si lo hacen alguna vez, quedan conserva-
dos en el registro fósil porque existieron relativamente pocos de ellos.
* Nota del Traductor. Son las sílabas iniciales de la expresión en inglés "punctuated equilibrium".
CAPíTULO 8 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS
SELECCIONISTAS Y NEUTRALISTAS
* Datos tomados de: M.O. Dayoff, Atlas of Protein Sequence and Structure (Washington, DC: National Bio-
medical Research Foundation, 1972), p. D-8.
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
que, cuanto mayor sea la diferencia notada, más tiempo implicaba para la diver-
gencia de un antecesor evolutivo común. La Tabla 8.1, columna A, compara el
porcentaje de diferencias de los aminoácidos en la extendida enzima citocromo
c, que se encuentra en una variedad de organismos. El citocromo c actúa en el
transporte de electrones durante la liberación de energía química en la célula.
Se puede observar un aumento en la diferencia al comparar a los seres humanos
con organismos cada vez más sencillos, que se supone han divergido creciente-
mente con anterioridad. La columna B muestra la uniformidad de las diferencias
entre otros organismos y las células de levadura, que se supone que evoluciona-
ron muy temprano. Se ha interpretado esta consistencia como indicadora de un
reloj molecular altamente uniforme en el cual la longitud de tiempo desde la di-
vergencia puede estimarse por el grado de diferencia molecular. El citocromo c
se considera uno de los mejores relojes. Esta evidencia se usa a menudo en los
li bros de texto de biología y evolución para apoyar la teoría general de la evolu-
ción. Sin embargo, los datos pueden no reflejar una evolución. Pueden repre-
sentar factores biológicos relacionados con el grado de complejidad de los di-
versos organismos.
Hay dudas acerca de la hipótesis del reloj molecular. Hay incertidumbre
con respecto al efecto de las mutaciones neutras que son las más satisfactorias
para el reloj molecular. Si los cambios son neutros o sólo aproximadamente
neutros, entonces falta la base teórica para el reloj molecular. Los cambios no
neutros, que serían controlados por la selección natural, no constituyen un reloj.
Ellos reflejan las influencias ambientales, no el tiempo. Se han suscitado una
cantidad de problemas acerca del reloj molecular, muchos de los cuales sur-
gen de la controversia seleccionista-neutralista, en la que los neutralistas están
más en favor del reloj.
Mientras algunos estudios de las variaciones en la enzima citocromo c han
dado resultados consistentes con el reloj molecular, en otros casos las tasas de
cambio varían hasta 10 veces.` La enzima superóxido dismutasa, que alivia la
toxicidad del oxígeno en la mayoría de los organismos vivientes, es notoria por
dar resultados erráticos en el reloj molecular.' 3 Para los monos antropomorfos y
el hombre, el reloj es interpretado como que se atrasa considerablemente. 14 Por
causa de tales diferencias, el reloj molecular ha sido llamado "episódico";" es
decir, tiene episodios de tasas más lentas y más rápidas.
La Tabla 8.2 compara las diferencias, entre los vertebrados, de la secuencia
de los aminoácidos en la hormona insulina, que se usa en el control de los nive-
LOS ORÍGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
TABLA 8.2
ORGANISMO % DE DIFERENCIA ORGANISMO % de DIFERENCIA
• Datos de M.O. Dayhoff, Atlas of Protein Sequence and Structure, t. 5, suplemento 2 (Washington, DC: Na-
tional Biomedical Research Foundation, 1976), p. 129.
serias desde el punto de vista lógico señala que "la verificación y validación de
l os modelos numéricos de los sistemas naturales es imposible, porque los siste-
mas naturales complejos nunca son cerrados"." Nunca podemos estar seguros
de que toda la información está ahí.
El famoso zoólogo francés Pierre Grassé tiene un enfoque diferente, plan-
teado en su agudo libro titulado Evolution of Living Organisms [La evolución de
l os organismos vivos]. 44 Grassé, que fue presidente de la Academia Francesa de
Ciencias y editor de un tratado de Zoología en 35 tomos, está plenamente fami-
liarizado con los organismos vivientes. Critica fuertemente algunos de los con-
ceptos evolucionistas corrientes y niega categóricamente el poder de las muta-
ciones y de l a selección natural en el evolucionismo. Para superar las lagunas
entre los grandes grupos de organismos, sugiere una actividad especial de los
genes y la bioquímica, pero concuerda en que la evolución es un misterio acer-
ca del que se sabe poco, o del que poco se puede saber. Concluye afirmando:
"Tal vez en esta área la biología no puede ir más allá; el resto es metafísica" . 4s
2. Francis Crick. Life Itself.- Its Origins and Nature.47 Este premio Nobel señala
que los problemas con respecto al origen de la vida sobre la Tierra son tan
grandes que ella debe de haberse originado en alguna otra parte del universo y
l uego fue transferida aquí.
4. Francis Hitching. The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong.50
Hitching rechaza la creación pero plantea muchos problemas serios al evolucio-
nismo.
9. Gordon Rattray Taylor. The Great Evolution Mystery.57 Este bien informado
escritor científico británico afirma su creencia en el evolucionismo, pero con
respecto al mecanismo para esa evolución asevera: "En resumen, el dogma
que ha dominado la mayor parte del pensamiento biológico durante más de
un siglo se está derrumbando".58
CONCLUSIONES
Uno de los problemas principales que afrontan los evolucionistas es que
l a misma ciencia que adoptan parece estar diciendo que no se ha encontrado
una explicación plausible para su teoría. ¿Cómo llegaron los evolucionistas a
este aprieto? Esta es la pregunta más importante.61
En la actualidad, los mecanismos evolutivos propuestos parecen ser más
i mprobables que nunca. Muchos sistemas biológicos parecen demasiado com-
plejos como para un origen espontáneo por medio de eventos fortuitos. Ejem
plos notables incluyen: 1) un sistema para la síntesis de las proteínas en el que
se provee la información por medio de un código genético, que luego es des-
codificado durante la síntesis; 2) un complejo sistema de control de los genes;
3) complicados sistemas de edición para corregir los errores de copia del
ADN. Se podrían dar muchos otros ejemplos. Estos sistemas parecen ser in-
trincados, y altamente programados. No parece que pudieron surgir espontá-
neamente. No esperaríamos que apareciera espontáneamente una computa-
dora ya programada en un planeta desolado,, ni tampoco deberíamos esperar el
origen espontáneo de los sistemas de retroalimentación biológicos. Además de
l os orígenes, también se necesita la reproducción. De modo que esas computa-
doras deberían tener la capacidad de reproducirse a sí mismas para formar mi-
l es de réplicas. La alternativa creacionista sugiere que una diversidad de orga-
nismos, con una adaptabilidad limitada, fueron diseñados a propósito. Los
creacionistas no tienen todas las respuestas, pero las diferentes opiniones y la
cantidad de problemas científicos que tiene el evolucionismo pueden sugerir
que el modelo creacionista merece una consideración cuidadosa.
CAPíTULO e / MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS
Notas y referencias:
1. Citado en: A.L. Mackay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bristol y Filadelfia: Institute of Physics Publis-
hing, 1991), p. 114.
2. E. Mayr, Evolution and Diversity of Life: Selected Essays (Cambridge y Londres: The Belknap Press of Harvard
University Press, 1976), p. 411.
3. N.I. Platnick, "Review of Mayr's Evolution and the Diversity of Life", Systematic Zoology 26(1977):224-228
4. T. Bethell, "Agnostic Evolutionists", Harper's 270(1617-1985):49-52, 56-58, 60, 61.
5. N. Eldredge, S.J. Gould, "Punctuated Equilibria: An Alternative to Phyletic Gradualism", en: T.J.M. Schopf, ed.,
Models of Paleobiology (San Francisco: Freeman, Cooper and Co., 1972), pp. 82-115.
6. a) N. Eldrege, Reinventing Darwin: The Great Debate at the High Tagle of Evolutionary Theory (N. York:
John Wiley and Sons, Inc., 1995); b) A. Hoffman, Arguments on Evolution: A Paleontologist's Perspective (N.
York y Oxford: Oxford University Press, 1989), p. 93; c) R.A. Kerr, "Did Darwin Get it AH Right?", Science
267(1995):1421, 1422.
7. Esto se considerará adicionalmente en el capítulo 11.
8. Para una buena introducción al concepto, ver: a) M. Kimura, "The Neutral Theory of Molecular Evolution",
Scientific American 241(5-1979):98-126. Para un análisis más técnico, ver: b) M. Kimura, The Neutral Theo-
ry ofMolecular Evolution (Cambridge, Londres y N. York: Cambridge University Press, 1983).
9. M. Kimura, "Evolutionary Rate at the Molecular Level", Nature 217(1968):624-626.
1 0. J.L. King, T.H. Jukes, "Non-Darwinian Evolution", Science 164(1969):788-798.
11. E. Zuckerkandl, L. Pauling, "Evolutionary Divergente and Convergente in Proteins", en V. Bryson, H.J. Vogel,
eds., Evolving Genes and Proteins: A Symposium (N. York y Londres: Academic Press, 1965), pp. 97-166.
12. M.L. Baba, L.L. Draga, M. Goodman, J. Czelusniak, "Evolution of Cytochrome c Investigated by the Maximum
Parsimony Method", lournal ofMolecular Evolution 17(1981):197-213.
13. F.J. Ayala, "On the Virtues and Pitfalls of the Molecular Evolutionary Clock", The Journal of Heredity
770986):226-235.
1 4. a) S. Easteal, "The Relative Rate of DNA Evolution in Primates", Molecular Biology and Evolution 8(1-
1991):115-127; b) M. Goodman, B.F. Coop, J. Czelusniak, D.H.A. Fitch, D.A. Tagle, J.L. Slightom, "Molecular
Phylogeny of the Family of Apes and Humans", Genome 31(1989):316-335.
15. a) J.H. Gillespie, "The Molecular Clock May Be an Episodic Clock", Proceedings of the National Academy of
Sciences USA 81:(1984):8009-8013; b) J.H. Gillespie, "Natural Selection and the Molecular Clock", Molecu-
lar Biology and Evolution 3(2-1986):138-155.
1 6. M.O. Dayhoff, Atlas of Protein Sequence and Structure (Washington DC: National Biomedical Research
Foundation, 1976), t. 5, Suplemento 2, p. 129.
1 7. Para doce ejmplos de éstos, ver: G.C. Milis, "The Molecular Evolutionary Clock: A Critique", Perspectives on
Science and Christian Faith 46(1994):159-168.
18. A.R. Wyss, M.J. Novacek, M.C. McKenna, "Amino Acid Sequence versus Morphological Data and the Interor-
dinal Relationships of Mammals", Molecular Biology and Evolution 4(2-1987):99-116.
19. D.C. Fisher, "Rates of Evolution - Living Fossils", en: D.E.G. Briggs, P.R. Crowther, eds., Paleobiology: A
Synthesis ( Oxford: Blackwell Scientific Publications, 1990), pp. 152-159.
20. R. Lewin, "Molecular Clocks Run Out of Time", New Scientist (10 de febrero de 1990), pp. 38-41.
21. S. Scherer, "The Protein Molecular Clock: Time for a Revelation", en: M.K. Hecht, B. Wallace, R.J. Macintyre,
Evolutionary Biology (N. York y Londres: Plenum Press, 1990), t. 24, pp. 83-106.
22. Ver: V. More[¡, "Proteins 'Clock' the Origins of Al¡ Creatures - Great and Smal I", Science 271(1996):448.
23. L. Vawter, W.M. Brown, "Nuclear and Mitochondrial DNA Comparisons Reveal Extreme Rate Variation in the
Molecular Clock", Science 234(1986):194-196.
24. Para una discusión y evaluación de los seudogenes, ver: L.J. Gibson, "Pseudogenes and Origins", Origins
21(1994):91-108.
25. a) F. Flam, "Hints of a Language in Junk DNA", Science 266(1994):1320; b) R. Nowak, "Mining Treasures
from Junk DNA", Science263(1994):608-610.
LOS ORIGENES / LOS ORGANISMOS VIVIENTES
56. R. Shapiro, Origins: A Skeptic's Guide to the Creation of Life on Earth (N. York: Summit Books, 1986).
57. G. R. Taylor, The Great Evolution Mystery (N. York: Harper and Row, 1983).
58. Ibíd., p. 15.
59. R. Dawkins, The Selfish Gene, nueva ed. (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), p. 1.
60. E. Mayr, "Darwin's Five Theories of Evolution", en: D. Kohn, The Darwinian Heritage (Princeton, NJ: Prince-
ton University Press 1985), pp. 755-772.
61. Para una sugerencia ver el capítulo 20.
EL REGISTRO FÓSIL
1 67
1 68 LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
Huesos de dinosaurio en una capa de arenisca de la Formación Morrison, del Jurásico. Estos huesos
están en el Monumento Nacional de Dinosaurios, cerca de Jesen, Utah. Los huesos más largos tie-
nen de un metro a un metro y medio. La forma desordenada de los huesos sugiere algo de trans-
porte antes de su deposición final.
nos familiar como los reptiles voladores, que tenían una envergadura de 15,5
m.z También se incluyen entre los fósiles la pisada de una tortuga conservada
entre capas de arenisca.
En este capítulo consideraremos algunas informaciones generales acerca
de los fósiles, incluyendo su formación y los problemas de identificación. Espe-
cialmente importante es el orden de los fósiles en la columna geológica. Esta in-
formación es esencial para comprender los próximos dos capítulos.
cita"' al interpretarlos y restaurar la vida pasada sobre la base de lo que ve. Esto
genera una fascinación difícil de explicar, pero que está bien demostrada en la
i ncontable cantidad de fósiles que se exhiben en museos públicos y privados en
todo el mundo. Hasta la fecha se han descrito un cuarto de millón de especies
fósiles. Esto es más o menos 1/5 del número de especies vivientes identifica-
das, pero la comparación puede no ser válida, ya que a menudo se usan crite-
rios diferentes en la identificación. El número de especies fósiles probablemente
no es comparable con las especies vivientes.
Muchos hombres de ciencia han dedicado sus vidas enteras al estudio de
l os fósiles, y a veces con tanta devoción que sus travesuras a menudo han llega-
do a formar parte de las tradiciones paleontológicas con frecuencia risueñas, y a
veces mórbida. Paleontología es el término con el que se designa el estudio de
l os fósiles.
Edward Drinker Cope (1840-1897), quien eventualmente se unió al perso-
nal de la Universidad de Pennsylvania, y Othniel Charles Marsh (1831-1891),
de la Universidad de Yale, pueden ser considerados con todo derecho como
l os pioneros de la paleontología vertebrada (animales que tienen columna verte-
bral) de Norteamérica. Cada uno de ellos describió muchos centenares de orga-
nismos fósiles que habían coleccionado, o que otros habían recogido a medida
que se abría y exploraba el Oeste, con su vasta exposición de formaciones geo-
l ógicas. Cope y Marsh amaban los fósiles mucho más de lo que se amaban el
uno al otro y, con persistencia, cada uno trataba de hacer más que el otro en su
"gran fiebre de huesos". Desafortunadamente, el oeste de los Estados Unidos
era demasiado pequeño para ambos coleccionistas tan apasionados. En biología
y paleontología, la primera persona que describe un organismo tiene prioridad
para darle nombre, y a menudo su propio nombre se asocia con la designación
de la especie. Cope y Marsh con frecuencia competían en ser los primeros en
describir cualquier especie nueva que se encontraba. Marsh tuvo acceso al
American Joumal of Science [Revista Norteamericana de Ciencia] para una rápi-
da publicación, y Cope era el dueño y editor del American Naturalist [El Natura-
lista Norteamericano].
Un incidente que se recuerda de su tristemente célebre guerra, ocurrió en
una reunión en Filadelfia a la que ambos asistieron. Cope anunció el primer
descubrimiento de reptiles pérmicos en el Oeste. Se informó que Marsh salió de
l a reunión antes que terminara, fue a su laboratorio, miró diversos especíme-
nes, y rápidamente publicó un informe apresurado pretendiendo ser el primero
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
LOS SEUDOFÓSILES
Me asombran los paleontólogos que pueden señalar una gran variedad de
formas fósiles en lo que parece ser un trozo de roca común. Sin embargo, siem-
pre he mantenido un saludable escepticismo acerca de algunas de esas preten
siones. Las acusaciones que hacen los paleontólogos acerca de que otros no
tienen el "ojo entrenado" no siempre han aliviado las dudas con respecto a al-
gunas de sus aseveraciones. La determinación de si una forma peculiar en una
roca es un fósil auténtico puede, en algunos casos, ser sumamente difícil. Ondas
de barro que se han secado y conservado, a veces se han interpretado como
partes de cangrejos; marcas de arrastre producidas por el movimiento de algún
objeto durante una tormenta pueden parecerse a los rastros de algunos gusa-
nos; precipitaciones químicas de pirita en forma de rosas han sido interpretadas
como medusas, así como marcas dejadas por burbujas de gas;'° y organismos si-
milares a las esponjas (archeocyatidae) han resultado ser formas producidas por
cristalización inorgánica." Se han usado los términos seudofósiles o dubiofósiles
para describir fósiles falsos o dudosos. El venerable Treatise on Invertebrate Pa-
leontology12 [Tratado sobre invertebrados fósiles] registra 69 descripciones pu-
blicadas de "organismos fósiles" originalmente identificados como corales, al-
LOS ORÍGENES / LOS FÓSILES
Un seudofósil. Esta placa de roca pulida, llamada pisolita, proviene de la formación Yates, del
Pérmico, en Walnut Canyon, Nuevo Méjico. Se creyó un tiempo que las capas concéntricas que
forman los cuerpos esféricos se formaron como un estromatolito, por medio de microorganismos
que vivían en la superficie de los pisolitos con forma de piedras redondeadas. De acuerdo con in-
terpretaciones más nuevas, son el resultado de precipitación química inorgánica que ocurre deba-
jo de la superficie del suelo pero por encima de la capa freática. La evidencia incluye la forma en
que los esquemas de crecimiento de los pisolitos se deforman uno contra otro, y las láminas que
crecen alrededor de varios pisolitos. Esta muestra tiene unos 12 cm de largo. Ver el texto para
más detalles.
CAPÍTULO 9 / EL REGISTRO FÓSIL
gas, hongos, esponjas, caracoles, etc., que muy probablemente sean de origen
no biológico. Estos objetos mal identificados parecen haber sido producidos
por condiciones de depósito inusuales. Brooksella canyonensis es un "fósil"
que se parece a una grieta en forma de estrella. Tiene una lista impresionante de
i nterpretaciones, incluyendo: 1) el cuerpo fósil de una medusa; 2) la impresión
i nvertida de un sistema inorgánico de fracturas producido por la evasión de
gas; 3) el resultado de compactación; 4) la impronta de un agujero donde se
alimentó una estrella de mar; o 5) posiblemente el trabajo de un gusano. '3 Aun-
que no se deben ignorar estos ejemplos, es necesario recordar que hay muchos
fósiles excelentes.
El problema con los seudofósiles es particularmente agudo en las partes in-
feriores del registro fósil, donde los evolucionistas esperan encontrar las formas
de vida más primitivas y sencillas. Encontrar estas formas de vida más antiguas
ha llegado a ser casi una obsesión en el caso de algunos paleontólogos. En la li-
teratura profesional aparecen muchos candidatos a ser los seres más antiguos.
Por otro lado, varios investigadores han sido capaces de imitar la apariencia de
estas formas sencillas de vida con precipitaciones inorgánicas, o por medio de
condiciones especiales de deposición. Formas esféricas, tubulares o espirala-
das, formas fósiles características, son fácilmente reproducibles a partir de pro-
ductos químicos inorgánicos en el laboratorio. ' 4 Es un crédito para los paleontó-
logos que ellos expresen ahora considerable precaución con respecto a la au-
tenticidad de la mayor parte de las pretensiones relacionadas con fósiles en lo
que se considera como los sedimentos más antiguos: el Arqueano (ver Tabla
9.1). Dos especialistas en este campo, William Schopf y Bonnie Packer, al refe-
rirse a informes de microfósiles de por lo menos 28 localidades del Arqueano,
declaran: "Sin embargo, virtualmente todos han sido reinterpretados... como
dubiofósiles o no fósiles: seudofósiles, artefactos o contaminantes"." El paleon-
tólogo Richard Cowen afirma: "Sólo unos pocos informes de células fósiles Ar-
queanas parecen ser genuinas, de un total de cincuenta o más casos"." Roger
Buick, de Harvard, se refiere a una hueste de problemas con la identificación de
la mayoría de estos fósiles primitivos encontrados en North Pole, Australia." (El
lugar se llama North Pole porque, como el Polo Norte real, es un lugar notable-
mente desolado.) Un antiguo dicho geológico que afirma: "Yo nunca lo hubiera
visto si no lo hubiese creído", parece aplicarse a muchos de estos casos.
El problema de los seudofósiles se enfoca más claramente con respecto a
los estromatolitos, que son estructuras sedimentarias finamente laminadas, gene-
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
LA COLUMNA GEOLÓGICA
La "columna geológica" se refiere a un diagrama compuesto, en forma de
columna, que representa partes de una secuencia completa de unidades de ro-
cas en la corteza terrestre.23 Es algo parecido a un mapa. En estas representacio
nes, las capas más antiguas están abajo. Se puede pensar de la columna geológi-
ca como una tajada vertical delgada a través de gruesas capas de rocas, tales co-
mo las capas que se ven en la región del Gran Cañón en Arizona (Figura 13.1).
En esa localidad sólo está representada parte de la porción inferior de la co-
l umna geológica. Los términos usados para las divisiones principales de la co-
l umna están indicados del lado izquierdo de la Tabla 9.1. La secuencia no está
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
Una de las primeras interpretaciones del enigmático animal Hallucigenia de los Esquistos Burgess,
del Cámbrico del Canadá. Interpretaciones posteriores invierten el animal, con las espinas arriba.
CONCLUSIONES
Los fósiles son fascinantes y tienen mucho que decir con respecto al origen
de la vida y de su historia. Su interpretación se relaciona con conceptos claves
para el evolucionismo y el creacionismo. Están próximos al centro de la contro-
versia ciencia-Escrituras.
CAPÍTULO 9 / EL REGISTRO FÓSIL
Notas y referencias:
1. L. Wingenstein, Culture and Value, P. Winch, trad., G.H.v. Wright, ed. (con H. Nyman) (Chicago: The Univer-
sity of Chicago Press, 1980), p. 39e. Traducción de: Vermischte Bemerkungen.
2. D.A. Lawson, "Pterosaur from the Latest Cretaceous of West Texas: Discovery of the Largest Flying Creature",
Science 1870975):947, 948.
3. G.G. Simpson, Fossils and the History of rife (N. York: Scientific American Books, 1983), p. 2.
4. Debo a A.S. Romer los detalles de este incidente. Ver: A.S. Romer, "Cope versus Marsh", Systematic Zoology
13(4-1964):201-207.
5. Para el informe detallado de Marsh, ver: a) E.N. Shor, The Fossil Feud: Between E.D. Cope and O.C. Marsh
(Hicksville, NY: Exposition Press, 1974), pp. 184-186. Para más detalles, ver también: b) R. Plate, The Dino-
saur Hunters: Othniel C. Marsh and Edward D. Cope (N. York: David McKay Co., 1964).
6. Shor, p. 174 (nota 5a).
7. Para informes de esta famosa guerra, así como informes extensos presentados en el Herald, ver: Ibíd.
8. J.R. Beerbower, Search for the Past: An Introduction to Paleontology, 2a. ed. (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-
Hall, 1968), p. 39.
9. N.P. Malakhova, L.N. Ovchinnikov, "A Find of Fossils in Granite of the Central Ural", Doklady Akademii
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P. Cloud, "Pseudofossils: A Plea for Caution", Geology 1(3-1973):123-127.
M.F. Glaessner, "Pseudofossils from the Precambrian, Including'Buschmannia' and'Praesolenopora"', Geo-
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21. Gutstadt (nota 14b).
22. T. Bjaerke, H. Dypvik, "Quaternary 'Stromatolitic' Limestone of Subglacial Origin from Scandinavia", Journal
ofSedimentary Petrology 47(1977):1321-1327.
23. Para un repaso esclarecedor del desarrollo del concepto de la columna geológica, ver: a) R. Ritland, "Histori-
cal Development of the Current Understanding of the Geologic Column: Part I", Origins 8(1981):59-76; b) R.
Ritland, "Historical Development of the Current Understanding of the Geologic Column: Part II", Origins
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24. J.W. Schopf, "Microfossils of the Early Archean Apex Chert: New Evidence of the Antiquity of Life", Science
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25. W.N. Stewart, G.W. Rothwell, Paleobotany and the Evolution of Plants, 2a. ed. (Cambridge y N. York: Cam-
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26. C.V. Mendelson, "Acritarchs and Prasinophytes", en: J.H. Lipps, ed., Fossil Prokaryotes and Protists (Boston,
Oxford y Londres: Blackweil Scientific Publications, 1993), pp. 77-104.
27. La posición exacta de estos organismos está en discusión. Ver: a) J.P. Grozinger, S.A. Bowring, B.Z. Saylor,
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29. Para un resumen general, ver: a) D.E.G. Briggs, D.H. Erwin, F.J. Collier, The Fossils of the Burgess Shale
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CAPÍTULO 9 / EL REGISTRO FÓSIL
* Basada en: a) M.J. Benton, ed., The Fossil Record 2 (Londres, Glasgow y N. York: Chapman and Hall,
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Cambridge University Pres, 1993), pp. 510, 511.
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
bre 150° C, pero estos datos son discutibles. Muchos requieren oxígeno, mien-
tras algunos no pueden sobrevivir en su presencia. Otros pueden existir en
cualquiera de los dos ambientes. A menudo hay una cantidad moderada de
oxígeno en las aguas a esa profundidad, mientras espacios sin oxígeno no son
raros. La energía la obtienen de compuestos orgánicos e inorgánicos.
Por lo dicho arriba es evidente que existe un mundo viviente en las rocas,
previamente desconocido. Desafortunadamente, estos organismos "sigilosos"
son relativamente inaccesibles. Su presencia plantea algunas preguntas intere
santes con respecto al registro fósil de microorganismos que se encuentran en
l as rocas más profundas.
EL FACTOR MOVILIDAD
' La separación por movilidad se aplicaría a los animales que procurarían
escapar de las aguas en gradual crecimiento en un diluvio global. Por ejemplo,
l as aves son escasas en el registro fósil. Restos bien conservados no se han en-
contrado por debajo del Jurásico. Se esperaría que escaparan gradualmente a te-
rrenos más elevados durante los meses del diluvio, dejando sólo pisadas en los
sedimentos blandos. Esto podría explicar la abundancia relativa aparente de
huellas de aves en el Triásico por debajo de cualquier hueso fósil de aves en
buen estado.23 Del mismo modo, las huellas de pisadas de anfibios y reptiles
tienden a dominar a un nivel inferior en la columna geológica que el que con-
tiene los fósiles de sus cuerpos .24
Los animales terrestres más grandes parecen estar más capacitados para es-
capar a niveles más altos durante la inundación de lo que podrían hacerlo los
menores. Esta puede ser la base de la Regla de Cope, que afirma que en la evo
l ución los organismos tienden hacia tamaños mayores . 25 Esta regla está basada
en la observación que hizo Cope de que existe un aumento en tamaño de un ti-
po particular de fósil a medida que se asciende en la columna geológica. En el
contexto de un diluvio, los organismos más grandes del mismo tipo habrían es-
capado a un nivel más alto de la columna que sus contrapartes menores. (Éste es
el mismo Cope famoso que rivalizaba con Marsh en el estudio de los vertebra-
dos en el oeste de los Estados Unidos . 26) Aunque la función de la movilidad en
l a distribución de los animales en la columna geológica durante el diluvio debe
seguir siendo especulativa, la regla de Cope y datos tales como la distribución
["sorting"] de las huellas de pisadas se ajustan bien al concepto de separación
de acuerdo con la movilidad.
EL FACTOR FLOTABILIDAD
Durante siglos se ha sugerido la separación por densidad durante el diluvio
del Génesis como el mecanismo para explicar el registro fósil. Ocurre que mu-
chos organismos sencillos como el coral, los caracoles, las ostras, los braquiópo
dos y otros organismos marinos tienen una mayor densidad y también están
mejor representados en las partes inferiores de la columna geológica que los
vertebrados más familiares, como la rana y los gatos. ¿Podría la densidad, en
actividad durante el diluvio, ser responsable por esta distribución? Tal vez pue-
CAPÍTULO 10 / LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN
da ser así a un nivel local, pero es muy dudoso que la separación de acuerdo
con la densidad del animal pudiera ser la explicación general para toda la co-
l umna. Los animales con conchas pesadas se encuentran también en las capas
más altas de la columna geológica.
La flotabilidad de los cadáveres de los vertebrados es uno de los factores
más probables. Después de la muerte, algunos vertebrados tienden a flotar por
mucho más tiempo que otros. Experimentos preliminares sobre organismos re
cientes indican que las aves flotan, en promedio, 76 días, los mamíferos, 56
días, los reptiles, 32 días, y los anfibios, 5 días .z7 Debe reconocerse que los re-
presentantes actuales de estos grupos difieren hasta cierto punto de sus contra-
partes fósiles, lo que podría producir cifras diferentes para el mismo tipo de ver-
tebrados. Sin embargo, esta secuencia se adecua bien tanto con la disposición
en la columna geológica como con el marco de tiempo del diluvio descrito en
el Génesis. La separación por flotabilidad podría haber sido un factor en el dilu-
vio del Génesis.
tediluviano. Si este paisaje fue destruido por una inundación gradualmente cre-
ciente, como se describió arriba, el resultado sería la secuencia general que
ahora se encuentra en el registro fósil. En este modelo, la secuencia de peces,
anfibios, reptiles y mamíferos que se indicó arriba podría deberse a la distribu-
ción prediluvial de estos organismos.
A veces la teoría de zonación ecológica es simplificada en exceso al com-
parar en detalle la ecología actual con la antediluviana. Mientras nuestra ecolo-
gía actual se relaciona con la secuencia fósil de una manera general, no debería
esperarse que un esquema ecológico sobreviviera al diluvio mundial en gran
detalle. Se esperaría que cualquier catástrofe de proporciones tal como el dilu-
vio del Génesis produjera cambios en la ecología de la Tierra. La distribución
precisa de los organismos antes de tal catástrofe sería probablemente diferente
de la actual. Además, una comparación de la ecología pasada y presente se
complica por la realidad de que, en cualquier inundación grande, se esperaría
tanto transporte lateral restringido como extenso. Este transporte, junto con el le-
vantamiento y la subsidencia del lugar de origen del material transportado y de
l as áreas de deposición, introducirían complicaciones adicionales a la secuencia
de los fósiles. Una mezcla limitada, la flotabilidad y la movilidad de los organis-
mos también podría modificar el orden de los fósiles. No se espera una con-
gruencia exacta de la ecología prediluviana con la ecología actual o la que se
observa en el registro fósil, y esta teoría no la propone. Se propone una secuen-
cia ecológica general pero no específica, que sería el resultado del crecimiento
gradual de las aguas del diluvio.
Algunos aspectos generales del registro fósil no se relacionan fácilmente
con las secuencias ecológicas modernas, y a veces se ha propuesto un mundo
antediluviano modificado dentro del marco de la teoría de la zonación ecológi
ca. Por ejemplo, los organismos marinos actuales están casi exclusivamente al
nivel del mar o más abajo. Sin embargo, en la secuencia fósil, los organismos
marinos son abundantes en diversos niveles. De aquí que se ha propuesto que
antes del diluvio hubo grandes mares a diferentes niveles en los continentes (Fi-
gura 10.2). Estos podrían ser la fuente de los principales niveles de fósiles mari-
nos en la columna geológica. Estos mares propuestos habrían sido más extensos
que los mares de agua salada tales como el Gran Lago Salado, el Mar Muerto y
el Mar Caspio que ahora existen en la Tierra por sobre o por debajo del nivel
del mar. 3°
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
Allí no existen ahora bosques vivientes. Cerca del Polo Norte, en la Isla Ellesme-
re, 3 7 hay salamandras, serpientes, lagartijas y cocodrilos fósiles, lo que indica
un clima más cálido en el pasado. En la Antártida, bosques de la mitad del Fa-
nerozoico, que se supone que estaban a sólo 5 a 10 grados de latitud del Polo
Sur cuando crecieron, parecen haber crecido en un clima más cálido; ni siquie-
ra muestran daño por heladas en sus anillos. 38 En general, la evidencia habla
de un clima más cálido en el pasado que en la actualidad para la mayor parte
de la columna geológica. Estimaciones aproximadas sugieren que en las altas la-
titudes de ambos hemisferios la temperatura haya sido de 7 a 20° C más cáli-
da.39 Esta evidencia indica que el pasado fue algo diferente del presente; sin
embargo, fue suficientemente similar para sostener algunas de las mismas clases
de organismos que ahora viven en la Tierra.
pas de rocas. En una interpretación del registro fósil dentro de la teoría de zona-
ción ecológica, esto correspondería con los escasos fósiles sencillos que encon-
tramos en las capas del Precámbrico inferior (Figura 10.1; nótese especialmente
l a distribución de bacterias y algas en el Precámbrico). La fosilización de estos
organismos sencillos pudo haber ocurrido antes, durante o después del diluvio
del Génesis. Las algas que requieren de luz, y que ocasionalmente se encuen-
tran ahora en las rocas profundas, probablemente provienen de la infiltración de
aguas superficiales.
2) Los organismos que se encuentran en la zona gris clara entre la línea de pun-
tos y la línea de trazos de la Figura 10.1 son casi enteramente marinos. Éstos re-
presentarían los organismos que vivían en los mares poco profundos anteriores
al diluvio, los cuales habrían tenido una abundante vida marina. Esto explica el
problema evolucionista de la explosión cámbrica ,4° donde la mayoría de los ti-
pos de animales, que son casi enteramente marinos, aparecen repentinamente
sin antepasados evolutivos. La teoría de la zonación ecológica explica fácil-
mente la explosión cámbrica como la ubicación de los mares antediluvianos a
bajas elevaciones.
ción de la columna geológica que tiene muchos fósiles (Fanerozoico), casi todo
l o que se encuentra en las porciones inferiores (Cámbrico a Silúrico) son fósiles
de organismos marinos, mientras que los fósiles de la porción superior (Tercia-
rio) son predominantemente organismos terrestres, con proporciones interme-
dias variables entre ellas. Tal secuencia sería lo que se esperaría de un evento
único de inundación en el que las primeras perturbaciones producirían el sepul-
tamiento del ambiente marino más bajo (explosión cámbrica), mientras que só-
l o los ambientes terrestres más elevados, que posiblemente tenían un clima
más fresco donde vivían los mamíferos, estarían involucrados en las etapas fina-
l es, formando la parte superior de la columna geológica. La sugerencia general
de progreso de los organismos a medida que uno asciende en la columna geoló-
gica puede no representar la evolución, sino que podría reflejar la ecología ante-
diluviana de la Tierra.
Una cantidad significativa de datos se ajusta a las expectativas generales
de la teoría de la zonación ecológica.
CONCLUSIONES
La discusión que antecede es, para decir lo menos, bastante diferente de las
i nterpretaciones tradicionales. Sin embargo, descubrimientos tales como orga-
nismos que viven en las rocas profundas, y un esquema irregular de distribu
ción de fósiles, desafía la interpretación evolucionista del desenvolvimiento
gradual y sugieren que deberían considerarse alternativas.
En general, cuando se considera la secuencia fósil se encuentran singulari-
dades significativas de organismos a diferentes niveles y una sugerencia general
de una progresión ascendente de formas de vida de lo simple a lo complejo.
Este esquema se considera a veces como evidencia compulsiva en favor del
evolucionismo. Sin embargo, la progresión limitada no necesita reflejar una
evolución. La movilidad y la flotabilidad pudieron causar algún aparente progre-
so en una inundación global. También significativo es que los organismos ac-
tualmente vivan sobre la corteza terrestre en una secuencia ascendente general
de lo simple a lo complejo. Primero, hay organismos unicelulares en las rocas
profundas, luego organismos más complejos en los ambientes marinos inferio- i
res, y más arriba los organismos terrestres más complejos. En contexto de
una catástrofe mundial que subía gradualmente, tal como el diluvio del Génesis, ,
se esperaría este orden general en el registro fósil; y eso es lo que encontramos
allí.
LOS ORÍGENES / LOS FÓSILES
Notas y referencias:
1. B. Pascal, Pensées, A.J. Krailsheimer, trad. (Londres y N. York: Penguin Books, 1966), p. 80.
2. Unos pocos evolucionistas no aceptan la idea de que el evolucionismo inchiye el concepto del origen espon-
táneo de la vida. Prefieren limitar el evolucionismo al desarrollo de las formas de vida después que la vida se
hubo organizado. Yo usaré el término más en la forma en que se lo entiende generalmente en las revistas
científicas y los libros de texto, donde incluye tanto la evolución de la vida simple como el subsiguiente desa-
rrollo de formas de vida más complejas.
3. Sin embargo, al comparar las especies vivientes con sus similares en el registro fósil, se nota una proporción
creciente de peculiaridades (comparadas con las especies actuales) al bajar más y más en la columna geoló-
gica. Esto se ha interpretado como evidencia del cambio gradual de las especies con el tiempo. Sin embargo,
este argumento debe ser evaluado ante la expectativa de que en cualquier catástrofe de gran magnitud, tal co-
mo el diluvio, se esperaría que esas especies que fueron sepultadas más abajo en la columna geológica tuvie-
ra menos posibilidades de tener representantes que escaparan y sobrevivieran al diluvio.
4. a) G.M. Price, The New Geology (Mountain View, CA: Pacific Press Publ. Assn., 1923), pp. 619-534. Para un
i nforme de esto, ver: b) R.L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), PP. 72-101.
5. Por ejemplo, ver: a) B.C. Nelson, The Deluge Story in Stone: A History of the Flood Theory of Geology (Min-
neapolis: Bethany Fellowship, Inc., 1968); b) A.M. Rehwinkel, The Flood in the Light of the Bible, Geology,
and Archaeology (St. Louis: Concordia Publishing House, 1951), pp. 268-274; c) J.C. Whitcomb, Ir., The
World That Perished, 2a. ed. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), pp. 86, 87; d) J.C. Whitcomb, Ir.,
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rian and Reformed Publishing Co., 1966), pp. 180-211.
6. Numbers, pp. 218, 219 (nota 4b).
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7a).
9. Ghiorse y Wilson (nota 7c).
10. D.L. Balkwill, "Density and Distribution of Aerobic, Chemoheterotrophic Bacteria in Deep Southeast Coastal
Plain Sediments at the Savannah River Site", en: Fliermans y Hazen, pp. 3.3-3.13 (nota 7a).
11. J.L. Sinclair, "Eukaryiotic Microorganisms in Subsurface Environments", en: Fliermans y Hazen, pp. 3.39-
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Study Site in Oklahoma", Applied and Environmental Microbiology 53(5- 1987):1157-1163.
13. a) Sinclair (nota 11 a); b) Sinclair y Ghiorse (nota 11 b).
1 4. S.M. Bradford, C.P. Gerba, "Isolation of Bacteriophage From Deep Subsurface Sediments", en: Fliermans y
Hazen, p. 4.65 (nota 7a).
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1 8. Para un ejemplo, ver: a) J. Kaiser, "Can Deep Bacteria Live on Nothing but Rock and Water?", Science
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1 9. Ver el capítulo 9.
CAPÍTULO 10 / LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN
20. D. R. Lowe, "Abiological Origin oí Described Stromatolites OIder Than 3.2 Ga", Geology 22(1994):387-390.
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25. Para un estudio de la Regla de Cope, ver: M.J. Benton, "Evolution of Large Size", en: Briggs y Crowther, pp.
1 47-152 (nota 21).
26. Ver el capítulo 9.
27. L.R. Brand, Comunicación personal.
28. Ver el capítulo 13.
29. H.W. Clark, The New Diluvialism (Angwin, CA: Science Publications, 1946), pp. 37-93.
30. Ver el capítulo 12 para una sugerencia alternativa del transporte de sedimentos marinos. Note especialmente
l a Figura 12.2 A, B.
31. Algunos consideran la escasez de polen de plantas con flores en )as capas inferiores geológicas como un
problema serio para la teoría de )a zonación ecológica, ya que se esperaría que el polen estuviera ampliamen-
te distribuido. Pero la Biblia sugiere que no hubo lluvia (la) Génesis 2:5) antes del diluvio, lo que implica un
sistema climático diferente que pudo haber excluido también vientos fuertes. Sin lluvias ni vientos fuertes, la
distribución de) polen pudo haber sido limitada hasta que las aguas del diluvio destruyeron )as acumulaciones
l ocales. Sin embargo, podría esperarse algún transporte de polen por )as lluvias del diluvio, y hay unas pocas
referencias a tejidos de plantas en lugares inesperadamente bajos de la columna geológica, y a esporas y
polen en capas consideradas más antiguas que aquellas en las cuales se encuentran )as plantas que )os produ-
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mond Rift Basin of Virginia, USA", Paleontographica, Abteilung B 213(1989):37-87; e) B. Cornet, "The Leaf
Venation and Reproductive Structures of a late Triassic Angiosperm, Sanmiguelia Iewisii'; Evolutionary The-
ory 7(5-1986):231-291; f) B. Cornet, "Angiosperm-like Pollen wíth Tectate-columellate Wall Structure from the
Upper Triassic (and Jurassic) of the Newark Supergoup", USA Palinology 3(1979):281, 282; g) J. Gray, "Major
Paleozoic Land Plant Evolutionary Bio-events", Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology
1 04(1993):153-160; h) S. Leclercq, "Evidente of Vascular Plants in the Cambrian", Evolution 10(1956):109-
114; (i) B. Sahni, "Age of the Saline Series in the Salt Range of the Punjab", Nature 153(1944):462, 463, y )as
referencias contenidas en é); j) D.N. Wadia, Geology of India (Nueva Delhi: Tata McGraw-Hill Publishing
Company, Ltd., 1975), pp. 135- 137. Tales datos, los cuales se ajustan bien a un modelo de creación y diluvio
pero no dentro de un modelo de evolución lento y gradual, donde )as esporas y el polen no se esperarían an-
tes que las plantas que los producen hubieran evolucionado, son, por supuesto, altamente controvertidos y a
menudo han estado sujetos a reinterpretación.
32. Por ejemplo: A.H. Knoll, G.W. Rothwell, "Paleobotany: Perspectives in 1980", Paleobiology 7(1981):7-35.
33. Las capas rojas son especialmente abundantes en el Pérmico y e) Triásico. Su origen es muy discutido. Ver,
por ejemplo: a) P.D. Krynine, "The Origin of Red Beds", American Association of Petroleum Geologists Bulle-
tin 34(1950):1770; b) J.M. Weller, Stratigraphic Principles and Practice (N. York: Harper and Brotes, 1960),
pp. 133-135.
34. Pizarras negras muy ampliamente distribuidas en el Cretácico son consideradas especialmente peculiares.
Ver: a) M.A. Arthur, "Marine Black Shales: Depositional Mechanisms and Environments of Ancient Depo-
sits", Annual Review of Earth and PIanetary Sciences 22(1994):499-551; b) S.O. Schlanger, M.B. Cita, "Intro-
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
duction to the Symposium: 'On the Nature and Origin of Criticas Organic Carbon-rich Facies - , en S.O. Sch-
l anger, M.B. Cita, eds., Nature and Origin of Cretaceous Carbon-rich Facies (Londres y N. York: Academic
Press, 1982), pp. 1-6. Ver también el resto del tomo.
35. Ver los capítulos 8 y 9.
36. Para un repaso de algunos de los datos, ver: D.I. Axelrod, "An Interpretation of Cretaceous and Tertiary Biota
i n Polar Regions", Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 45(1984):105-147.
37. R. Estes, J.H. Hutchison, "Eocene Lower Vertebrates from Ellesmere Island, Canadian Arctic Archipelago",
Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology30(1980):325-347.
38. E.1. Taylor, T.N. Taylor, N.R. Cúneo, "The Present is not the Key to the Past: A Polar Forest from the Per-
mian of Antarctica", Science 257(1992):1675-1677.
39. Ver: a) C.P. Allégre, S.O. Schneider, "The Evolution of Earth", Scientific American 271(4-1994):66-74; b)
C.E.P. Brooks, Climate Through the Ages: A Study of the Climatic Factors and their Variations (N. York y To-
ronto: McGraw-Hill Book Co., 1949); c) C. Emiliani, "Paleoclimatology, Isotopic", en: J.E. Oliver, R.W. Fair-
bridge, eds., The Encyclopedia of Climatology. Encyclopedia of Earth Sciences (N. York: Van Nostrand Rein-
hold Co., 1987), t. 11, pp. 670-675; d) L.A. Frakes, Climates Throughout Geologic Time (Amsterdam, Oxford
y N. York: Elsevier Scientific Publishing Co., 1979), p. 261; e) A.S. Goudie, "Paleoclimatology", en: Oliver y
Fairbridge, pp. 660-670 (nota 39c); f) J. Karhu, S. Epstein, "The Implication of the Oxygen Isotope Records in
Coexisting Cherts and Phosphates", Geochimica et Cosmochimica Acta 50(1987):1745-1756; g) R.J. Men-
zies, R.Y. George, G.T. Rowe, Abyssal Environment and Ecology of the World Oceans (N. York y Londres:
John Wiley and Sons, 1973), pp. 349, 350.
40. Ver el capítulo 9 para una breve descripción de la explosión cámbrica.
QUÉ DICEN LOS FÓSILES
ACERCA DE LA EVOLUCIÓN
Nos seguimos olvidando
de ir derecho al fundamento.
No ponemos los signos de pregunta
lo suficientemente profundos.
LUDWIG WITTGENSTEIN'
203
LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
sente".' 6
Algunas formas en las ftanitas [chert] de Gunflint de la región de los gran-
des lagos en América del Norte, que se supone que tienen unos 2.000 m.a. de
edad, también son estrechamente similares a sus contrapartes vivientes. Ha
blando en forma más general, Andrew Knoll afirma: "Muchos procariotas [sin
núcleos] del Proterozoico tardío difieren poco en morfología o conducta de las
poblaciones de cianobacterias vivientes"." Los evolucionistas tratan de explicar
esta falta de cambios sobre la base de una tasa episódica (irregular) del cambio
evolutivo, o cambios evolutivos internos que no se pueden ver, pero en un
contexto creacionista estas semejanzas podrían también ser el resultado de infil-
traciones en las rocas de organismos que vivieron recientemente." Que el evo-
l ucionismo ahora postule tasas de evolución de muy lentas hasta muy rápidas,
para adecuarse al registro fósil, ilustra cómo la teoría general de la evolución se
adecua prontamente a los diversos datos. Tasas de evolución altamente varia-
bles desafían el concepto tradicional de un proceso evolutivo lento y gradual, y
podemos preguntarnos por qué algunas bacterias u otros organismos similares
evolucionaron hasta llegar al hombre en 600 millones de años, mientras que
otros organismos parecen no haber cambiado nada en 2.000 m.a.
En el mejor de los casos para el modelo evolucionista, los fósiles revelan
tasas evolutivas altamente irregulares. Los prolongados períodos de evolución
l enta, o sin evolución, como lo indican los fósiles, dejan poco tiempo en el pa-
sado geológico para cambios evolutivos complejos altamente improbables.
m.a. atrás, y en las capas debajo de donde aparecen por primera vez, no hay
ninguna secuencia gradual dé la evolución de su caparazón peculiar.' 9 Des-
pués de hacer algunas otras consideraciones, el profesor pareció satisfecho con
mis respuestas, y concordó que la teoría de la evolución tenía algunos proble-
mas. Más tarde se me informó que la única razón por la que se me permitió
graduarme fue porque ¡los profesores no podían ponerse de acuerdo en qué
hacer conmigo!
Problemas tales como el origen de la tortuga pueden repetirse centenares
de veces. En cada porción sucesiva de la columna geológica hay muchas apari-
ciones repentinas de nuevas clases de organismos. Una búsqueda de sus ante
pasados en las capas que están por debajo de ellas no ha tenido éxito. Carlos
Darwin estaba plenamente consciente del problema, y en El origen de las espe-
cies (1859) afirma: "Exactamente en la misma proporción en que este proceso
de exterminación ha actuado en escala enorme, así el número de variedades in-
termedias que existieron anteriormente sobre la Tierra debe de haber sido real-
mente enorme. ¿Por qué, entonces, no está cada formación geológica y cada
estrato lleno de esos eslabones intermedios? La geología por cierto no revela
ninguna cadena orgánica detalladamente gradual; y ésta, tal vez, es la obje-
ción más obvia y más seria que se puede plantear contra mi teoría".z°
Darwin atribuyó el problema a la "extrema imperfección" del registro geo-
l ógico; sin embargo, como lo reconoció el mismo Darwin, su concepto tuvo
l a oposición de las autoridades principales sobre los fósiles de sus días, tales co
mo "Agassiz, Pictet, y ninguno de ellos con más fuerza que el profesor Sedg-
wick".z'
El cuadro general de los intermedios ausentes no ha cambiado significati-
vamente desde los tiempos de Darwin. Ciento veinte años más tarde, David M.
Raup, curador de geología del Field Museum de Historia Natural, en Chicago, y
ex presidente de la Sociedad Paleontológica, afirma: "En lugar de encontrar el
desenvolvimiento gradual de la vida, lo que encontraron los geólogos del tiem-
po de Darwin, y lo que los geólogos actuales realmente encuentran, es un regis-
tro sumamente desparejo o aun desigual; es decir, las especies aparecen en la
secuencia muy repentinamente, muestran poco o ningún cambio durante su
existencia en los registros y luego abruptamente desaparecen del registro ". 21
Y unos pocos años antes, el paleontólogo David B. Kitts, de la Universidad
de Oklahoma, también admitió: "A pesar de las brillantes promesas de que la
paleontología provee un medio para "ver" la evolución, ella ha presentado al-
CAPÍTULO I I / LOS FÓSILES Y LA EVOLUCIÓN
gunas dificultades irritantes para los evolucionistas, la más notoria de las cuales
es la presencia de "lagunas" en el registro fósil. El evolucionismo requiere for-
mas intermedias entre especies, y la paleontología no las proporciona"."
Stephen Jay Gould repite lo mismo: "La extrema rareza de formas de transi-
ción en el registro fósil persiste como el secreto del oficio de la paleontología.
Los árboles genealógicos que adornan nuestros libros de texto tienen datos sólo
en los extremos y en los nodos de las ramas; el resto es inferencia, aunque sea
razonable, no la evidencia de los fósiles".24
Los modelos en la secuencia fósil han forzado a los evolucionistas a suge-
rir que la evolución ocurre en rápidas rachas. También postulan que estos
cambios ocurrieron en poblaciones pequeñas donde las posibilidades de con
servación de los intermedios como fósiles sería menos probable, es decir, el
modelo del equilibrio puntuado.25 Esta explicación podría dar cuenta de la falta
de intermedios entre especies estrechamente emparentadas, pero no se ocupa
del problema mucho más significativo de la falta de intermedios entre los gran-
des grupos de organismos.
Los organismos vivientes y los fósiles caben dentro de grandes categorías
llamadas tipos y divisiones. Estos son los grandes grupos del esquema jerárqui-
co de clasificación. Bastante más de un millón de especies vivientes distintas
caben en menos de 80 grupos grandes (tipos y divisiones). ¿Por qué los grupos
son tan diferentes? Y cuando miramos a los fósiles, ¿por qué no hemos encon-
trado los intermedios en evolución entre estos grandes grupos diferentes? Aquí
es donde falla el modelo evolucionista en una de sus pruebas más cruciales. La
esperanza de alguna clase de maravilla evolucionista que transforme una clase
básica en otra permanece sin demostrar. Es probable que se encuentren mu-
chas especies fósiles nuevas en el futuro, pero como ha sido el caso durante si-
glos, se espera que caigan dentro de los grandes grupos ya existentes. 16 Se po-
dría sugerir, como lo hizo Darwin, que el registro fósil es imperfecto, pero se
han recolectado muchos millones de fósiles. Que todos estos caigan dentro de
l os grandes grupos, mientras las grandes lagunas entre ellos siguen sin estar re-
presentadas, es difícil de explicar para los evolucionistas. No parece posible
que las catástrofes o accidentes que favorecieron la formación y la conserva-
ción de fósiles ocurra sólo cuando no está ocurriendo la evolución de un grupo
grande a otro.
George Gaylord Simpson, el venerable paleontólogo de Harvard, ha deli-
neado el problema de la disminución de intermedios a medida que se asciende
210 LOS ORÍGENES 1 LOS FÓSILES
Tipos Ninguna
Géneros Muchas
medios extinguidos entre los reptiles y los mamíferos llamados los sinápsidos.
Una cantidad de rasgos del esqueleto de uno de los grupos se ha relacionado
con el otro, y hay características de las mandíbulas que los hacen un ejemplo
i nteresante, aunque limitado, de una presunta secuencia evolutiva entre los
reptiles y los mamíferos. El paleontólogo T. S. Kemp, de Oxford, afirma: "En
realidad, ésta es la única transición grande en el reino animal que pareciera
ser un caso bien documentado de un registro fósil real ".41 El grupo es suma-
mente variado. Algunas características de un tipo específico de sinápsidos se
ajusta a algunos criterios de un propuesto antepasado mamífero, mientras que
otros rasgos no lo hacen. Aunque algunos rasgos son intermedios, no propor-
cionan una línea convincente de intermedios entre los reptiles y los mamíferos.
El paleontólogo Robert Carro¡¡, de la Universidad McGill, afirma que "no pode-
mos todavía reconocer la línea ancestral específica que condujo a los mamífe-
ros". 4z
Se han propuesto otros eslabones perdidos. Algunos sugieren una secuencia
para la evolución de las ballenas. Sin embargo, en general el número de eslabo-
nes perdidos es muy pequeño comparado con los centenares de miles que se
rían necesarios para conectar las lagunas entre los grandes grupos de organis-
mos. El énfasis en los muy pocos que existen es un testimonio de su escasez.
Aun los fósiles que se afirman que son eslabones evolutivos no están entre los ti-
pos y las divisiones donde se encuentran las lagunas mayores. Cuando nos da-
mos cuenta de que los científicos han identificado más de 250.000 especies fó-
siles que caen dentro de menos de 80 grupos mayores, pero que han descu-
bierto muy pocos que pueden ser considerados como intermedios, el evolucio-
nismo parece tener un problema serio.
Como se mencionó más arriba, los evolucionistas construyen árboles evolu-
tivos que muestran el sendero que supuestamente recorrieron los organismos
mientras las especies evolucionaban de lo sencillo a lo complejo. Sin embargo,
l as brechas que aparecen por todas partes entre los grupos fósiles permiten nu-
merosos arreglos, y rara vez concuerdan dos propuestas para un árbol genealó-
gico abarcante. Estos árboles son notorios por no tener organismos reales que
representan el tronco y las ramas. Los paleontólogos recientemente han llegado
a ser más cautos, e identifican con frecuencia como inciertas las porciones no
representadas en los árboles evolutivos. La Figura 11.1 es un árbol evolutivo
preparado en 1886, basado en el trabajo pionero de Ernest Haeckel, un ardien-
te defensor del evolucionismo en el continente europeo. Nótese que todo está
CAPÍTULO I I 1 LOS FÓSILES, Y LA EVOLUCIóN 215
bien conectado. La Figura 11.2 es una representación hecha en 1988 del regis-
tro fósil de los anfibios. Nótese cuán desconectados están la mayoría de los
grupos. La discontinuidad de los grupos fósiles favorece al creacionismo, no al
evolucionismo. En el evolucionismo se esperaría que los grupos mayores estu-
vieran conectados. La Figura 10.1 muestra muchos de los grupos mayores en los
cuales se han clasificado a los organismos. Si hubiese ocurrido la evolución,
l os grupos deberían estar conectados con organismos intermedios que se en-
contraran más abajo en el registro fósil, pero esos intermedios están ausentes.
CONCLUSIONES
En lugar de ser una corte final de apelación en favor de la evolución de la
vida, los fósiles podrían constituir más una corte final de apelación en favor del
creacionismo. Los hombres de ciencia a menudo sugieren que las ideas nue
vas debieran ser puestas ante lo que llaman la prueba de la falsificación. En
otras palabras, buscar todos los datos posibles que muestren que el concepto es
falso. Una manera de falsificar la hipótesis evolucionista sería ver si los fósiles
no muestran una secuencia continua a través de la columna geológica, especial-
mente entre los grupos mayores. Si la evolución realmente ocurrió, esperaría-
mos una serie mayormente continua de fósiles desde los organismos más senci-
l l os hasta todos los tipos mayores de las formas de vida actuales. Esperaríamos
que todos los grandes grupos estén conectados con otros correspondientes en
l as capas inferiores, en lugar de aparecer abruptamente. Como se sabe bien, al
registro le faltan totalmente los organismos intermedios. Este problema se ex-
tiende más allá de los niveles de los tipos y las divisiones hasta la aparición re-
pentina de centenares de grupos pequeños y aislados en toda la columna. A es-
to debe añadirse la cuestión de tasas altamente erráticas de evolución que dejan
poco tiempo para los cambios evolutivos. Desarrollos muy complejos, grandes e
i mprobables tales cómo la explosión cámbrica, quedan restringidos a unos po-
cos millones de años. Los datos sugieren que el modelo general del evolucionis-
mo ha sido esencialmente falsificado.
Notas y referencias:
1 . L. Wittgenstein, Culture and Value, P. Winch, trad., G.H.v. Wright (con H. Nyman), eds. (Chicago: University
of Chicago Press, 1980), p. 62e. Traducción de: Vermischte Bemerkungen.
2. R.S. Lull, Fossils: What They Tell Us of Plants and Animals of the Past, 2a. ed. (N. York: The University So-
ciety, 1935), p. 3.
3. Ver el capítulo 9 para una descripción de estos grupos, y la Figura 10.1 para su distribución.
4. Aparentemente, algunos paleontólogos optimistas han sugerido que puede haber hasta 100 tipos en la explo-
sión cámbrica. Ver: R. Lewin, "A Lopsided Look at Evolution", Science 241(1988):291-293.
5. a) S.A. Bowring, ).P. Grotzinger, C.E. Isachsen, A.H. Knoll, S.M. Pelechaty, P. Kolosov: "Calibrating Rates of
Early Cambrian Evolution", Science 261(1993):1293-1298. La cita es de (b) M. Nash, "When Life Exploded",
Time 146(23-1995):66-74.
6. R.A. Kerr, "Timing Evolution's Early Bursts", Science 267(1995):33, 34.
7. S.M. Stanley, The New Evolutionary Timetable: Fossils, Genes, and the Origin of Species (N. York: Basic
Books, 1981), p. 93.
8. A. Feduccia, "Explosive Evolution in Tertiary Birds and Mammals", Science 267(1995):637, 638.
9. Ver el capítulo 8.
1 0. a) S.J. Gould, Wonderful Life: The Burgess Shale and the Nature of History (N. York y Londres: W.W. North &
Co., 1989), pp. 39-50. Como era de esperar, el concepto no ha escapado enteramente de la crítica. Ver: b)
LOS ORÍGENES / LOS FÓSILES
D.E.G. Briggs, R.A. Fortey, M.A. Willis, "Morphological Disparity in the Cambrian", Science
256(1992):1670-1673; y discusiones posteriores de: c) M. Foote, S.J. Gould, y M.S.Y. Lee, "Cambrian and Re-
cent Morphological Disparity", Science 256(1992):1816, 1817, con una respuesta de Briggs, Fortey y Wills en
Science 256(1992):1817, 1818.
11. W.N. Stewart, G.W. Rothwell, Paleobotany and the Evolution of Plants, 2a. ed. (Cambridge y N. York: Cam-
bridge University Press, 1993), pp. 510, 511.
12. Se ha sugerido que la diversidad de especies entre los invertebrados está altamente correlacionada con el vo-
lumen y el área de las rocas sedimentarias. Ver: a) D.M. Raup, "Species Diversity in the Phanerozoic: An In-
terpretation", Paleobiology 2(1976):289-297; b) D.M. Raup, "Taxonomic Diversity During the Phanerozoic",
Science 177(1972):1065-1071. Por cuanto el volumen y la exposición de los sedimentos es mayor en las
partes más altas de la columna geológica, esto podría prejuiciar las conclusiones en el sentido de números
mayores de especies informadas más arriba en la columna. Los tipos básicos son menos.
13. Para ejemplos, ver los capítulos 4-8.
1 4. F. Bernini, "Fossil Acarida", en: A.M. Simonetta, S. Conway Morris, eds., The Early Evolution ofMetazoa and
the Significance of Problematic Taxa (Cambridge y N. York: Cambridge University Press, 1991), pp. 253-
262.
15. a) E. Pennisi, "Static Evolution: Is Pond Scum the Same Now as Billions of Years Ago?" Science News
1 45(1994):168, 169; b) J.W. Schopf, "Microflora of the Bitter Springs Formation, Late Precambrian, Central
Australia", Journal of Paleontology 42(1968): 651-688.
16. Stewart y Rothwell, p. 44 (nota 11).
1 7. A.H. Knoll, "Precambrian Evolution of Prokaryotes and Protists", en: D.E.G. Briggs, P.R. Crowther, eds., Paleo-
biology: A Synthesis (Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publications, 1990), pp. 9-16.
1 8. Ver el capítulo 10.
19. a) R.L. Carroll, Vertebrate Paleontology and Evolution (N. York: W.H. Freeman and Co., 1988), p. 207. Para
un intento de explicación de la evolución de la tortuga sobre bases embriológicas, pero no sobre los datos pa-
l
eontológicos, ver: b) A.J. Petto, "The Turtle: Evolutionary Dilemma of Creationist Shell Game?", Creation/Evo-lution 3(4-1983):20-29. Para un intento de explicar la anatomía basada en los huesos, ver: c) M.S.Y. Lee,
"The Origin of the Turtle Body Plan: Bridging a Famous Morphological Gap", Science 261(1993):1716-1720.
20. Ch. Darwin, The Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in
the Struggle for Lile (Londres: John Murray, 1859). En J.W. Burrow, ed., reimpresión (Londres y N. York: Pen-
guin Books, 1968), pp. 291, 292.
21. Ibíd., p. 309.
22. D.M. Raup, "Conflicts Between Darwin and Paleontology", Field Museum of Natural History Bulletin
50(1979):22-29.
23. D.B. Kitts, "Paleontology and Evolutionary Theory", Evolution 28(1974):458-472.
24. S.J. Gould, The Pandas Thumb: More Reflections in Natural History (N. York y Londres: W.W. Norton &
CO., 1980), p. 181.
25. Ver el capítulo 8.
26. Cowen sugiere que se han descubierto todos los tipos de animales marinos bien esqueletizados de mares
poco profundos. R. Cowen, History of Life, 2a. ed. (Boston, Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publica-
tions, 1995), p. 97.
27. G.G. Simpson, The Meaning of Evolution: A Study of the History of Life and of its Significance for Man, ed.
rev. (New Haven y Londres: Yale University Press, 1967), pp. 232, 233.
28. Los evolucionistas, los creacionistas y otros han escrito mucho acerca de estas lagunas. Unos pocos ejemplos
de quienes reconocen que existe un problema incluyen a: a) M. Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Lon-
dres: Burnett Books, 1985); b) P-P. Grassé, Evolution of Living Organisms: Evidence for a New Theory of
Transformation, B.M. Carlson, R. Castro, trad. (N. York, San Francisco y Londres: Academic Press, 1977).
Traducción de: L'Évolution du Vivant c) F. Hitching, The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong
( New Haven y N. York: Ticknor and Fields, 1982); d) A. Hoffman, Arguments on Evolution: a Paleontolo-
gist's Perspective (N. York y Oxford: Oxford University Pres, 1989); e) P.E. Johnson, Darwin on Trial, 2a. ed.
( Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1993); f) S. Lovtrup, Darwinism: The Refutation ofa Myth (Londres, N.
CAPÍTULO I I 1 LOS FÓSILES Y LA EVOLUCIÓN 21 9
York y Sidney: Croom Helm, 1987); g) M. Pitman, Adam and Evolution (Londres, Melbourne y Sidney: Rider
and Co., 1984).
29. F.R. Schram, "Cladistic Analysis of Metazoan Phyla and the Placement of Fossil Problematica", en: Simonetta
y Conway Morris, pp. 35-46 (nota 14).
30. H.C. Bold, C.]. Alexopoulos, T. Delevoryas, Morphology of Plants and Fungi, Sa. ed. (N. York y Cambridge:
Harper and Row, 1987), p. 823.
31. a) D.I. Axelrod, "The Evolution of Flowering Plants", en: S. Tax, ed., The Evolution of Life: its Origin, History
and Future. Evolution After Darwin: The University of Chicago Centennial (Chicago: University of Chicago
Press, 1960), t. 1, pp. 227-305; b) H.C. Bold, Morphology of Plants, 3a. ed. (N. York y Londres: Harper &
Row, 1973), p. 601 (la 4a. y la 5a. ediciones tuvieron como coautores a otros dos autores, y la palabra "abo-
minable" ya no se usó más; sin embargo, la idea todavía prevalece en el libro); c) A.H. Knoll, G.W. Rothwell,
"Paleobotany: Perspectives in 1980", Paleobiology 7(1-1981):7-35.
32. R.J. Wootton, "Flight: Arthropoda", en Briggs y Crowther, pp. 72-75 (nota 17).
33. Para una discusión más extensa, ver: L.J. Gibson, "Are the Links Still Missing?", trabajo no publicado distribui-
do por el Geoscience Research Institute, Loma Linda University, Loma linda, California.
34. Ha habido una disputa sobre la autenticidad de los fósiles de Archaeopteryx, pero parecen ser auténticos. Ver:
a) A.J. Charig, F. Greenaway, A.C. Milner, C.A. Walker, P.J. Whybrow, "Archaeopteryx is Not a Forgery",
Science 232(1986):622-626; b) V.E. Clausen, "Recent Debate over Archaeopteryx", Origins 13(1986):48-55.
35. a) T.J. Wheeler, "Were there Birds Before Archaeopteryx?", Creation/Evolution 13(2- 1993):25-35; b) C. Zim-
mer, "Ruffled Feathers", Discover(May 1992), pp. 44-54.
36. Ver el capítulo 9 acerca del origen discutido.
37. G.G. Simpson, The Major Features of Evolution ( N. York y Londres: Columbia University Press, 1953), p.
263.
38. Raup 1979 (nota 22).
39. R. Milner, "Horse, The Evolution of", The Encyclopedia of Evolution (N. York: Facts on File, 1990), p. 222.
40. B.J. MacFadden, Fossil Horses: Systematics, Paleobiology, and Evolution of the Family Equidae (Cambridge y
N. York: Cambridge University Press, 1992), p. 330.
41. T.S. Kemp, Mammal-like Reptiles and the Origin of Mammals (Londres y N. York: Academic Press, 1982), p.
296.
42. Carroll, p. 398 (nota 19a).
43. C. Patterson, Evolution (Londres: British Museum [Natural History], y N. York: Come]¡ University Press,
1978), p. 133. Patterson registra esta explicación pero no la defiende en particular.
44. Ibíd.
45. R.A. Kenr, "Old Bones Aren't so Bad After Al¡', Science 252(1991):32, 33.
46. C.R.C. Paul, "Completeness of the Fossil Record", en: Briggs y Crowther, pp. 298-303 (nota 17).
47. a) Denton, p. 190 (nota 28a). Los datos de Denton están basados en: b) A.S. Romer, Vertebrate Paleonto-
logy, 3a. ed. (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 1966), pp. 347-396.
48. D. Attenborough, Life on Earth: A Natural History (Londres: William Collins Sons y la British Broadcasting
Corporation, 1979), p. 112.
49. R. L. Ecker, The Dictionary of Science and Creationism (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1990), p. 94.
LAS GRANDES CATÁSTROFES
LA HISTORIA DE UN CASO
En 1923 Harlen Bretz, un geólogo de mente independiente,
describió uno de los paisajes más inusuales que se encuentran en
l a superficie de nuestro planeta. Una superficie de unos 40.000
km2 en la región sudeste del Estado de Washington, EE.UU., se
caracteriza por una vasta red de enormes canales secos, algunos
de varios kilómetros de ancho, que forman un laberinto de montí-
culos y cañones cortados en la dura y áspera roca volcánica. A
diferencia de los valles de los ríos usuales que en general tienen
una sección que forma una amplia V, estos canales a menudo
muestran costados empinados y pisos planos. Además, enormes
montones de grava arrastrada se pueden encontrar a diferentes altu-
ras. Evidencias de centenares de antiguas cascadas, algunas de hasta
1 00 m de alto, con grandes pozos de erosión en la base, son testimonio
de algo muy poco usual. ¿Cómo se formó ese paisaje? Bretz tenía una
i dea, pero fue lo suficientemente extravagante como para iniciar una contro-
223
224 LOS OR[GENES 1 LAS ROCAS
EL CATASTROFISMO Y EL UNIFORMISMO
La idea de eventos geológicos rápidos, grandes e inusuales, el catastrofis-
mo, y l a idea opuesta de cambios lentos, el uniformismo, han desempeñado un
papel preponderante en la interpretación de la historia pasada de nuestro mun-
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
do. Los largos períodos requeridos por los lentos cambios uniformistas exigían
que se descartara el informe bíblico de un comienzo reciente para explicar las
enormes capas geológicas que se encuentran en la tierra. Por otro lado, el dilu-
vio bíblico representa un buen ejemplo de catastrofismo cuando grandes even-
tos ocurren rápidamente. Algunas veces el uniformismo (una forma de actua-
lismo) se define como "el presente es la clave del pasado", lo que significa, en
parte, que las lentas tasas de cambio actuales representan cómo esos cambios
ocurrieron en el pasado. Como era de esperar, las definiciones tanto del catas-
trofismo como del uniformismo han llegado a estar bajo un escrutinio severo,
con la plétora resultante de redefiniciones y usos conflictivos.14 Seguiremos el
uso más generalizado de los términos, como fueron explicados más arriba.
A través de la mayor parte de la historia humana, el catastrofismo fue un
concepto bien aceptado.15 Era común en la antigua mitología y en la antigüedad
greco-romana. El interés se desvaneció durante la época medieval, aunque los
árabes siguieron de cerca a Aristóteles, quien creía en catástrofes. Durante el
Renacimiento hubo un renovado interés, especialmente en el diluvio (del Géne-
sis). Los abundantes fósiles marinos que se encontraban en las montañas se ex-
plicaron a menudo como el resultado de ese catastrófico evento. La mayor par-
te de los siglos XVII y XVIII fueron testigos de intentos de armonizar la ciencia
con los informes bíblicos de la creación y del diluvio. Sin embargo, hubo algu-
nos detractores notables, tales como René Descartes (1596-1650), quien sugirió
que la Tierra se formó por un proceso de enfriamiento. Hubo también modifica-
ciones de las ideas ortodoxas, tales como la sugerencia de que el diluvio pudo
haber sido el resultado de causas naturales y que pudo no haber formado todas
l as capas de rocas sedimentarias. Georges Cuvier (1769-1832) en Francia propu-
so múltiples catástrofes, y unos pocos eruditos defendían el uniformismo, in-
cluyendo a M. V. Lomonosov (1711-1765) en Rusia, y James Hutton (1726-
1797) y su defensor, John Playfair (1748-1819), en Escocia e Inglaterra. Estos
últimos dos hicieron mucho para promover esa idea. Al mismo tiempo, tam-
bién en Inglaterra, había un sólido apoyo en favor del diluvio bíblico, entre los
que se destacan autoridades como William Buckland, Adam Sedgwick, Wi-
Iliam Conybeare y Roderick Murchison. En este ambiente apareció un libro que
tuvo más influencia sobre el pensamiento geológico que ningún otro.
Principies of Geology [Principios de geología] apareció por primera vez en
1830. Escrito por Carlos Lyell (1797-1875), enfatizaba fuertemente el uniformis-
mo. Fue muy exitoso, pasando por once ediciones. Cambió el clima dominante
CAPÍTULO 12 / LAS GRANDES CATÁSTROFES
del pensamiento geológico del catastrofismo a los estrictos cambios lentos del
uniformismo; específicamente, "los efectos permanentes de causas que están W,
ahora en acción", como Lyell lo presentaba.16 No sólo influyó este libro sobre la
geología, sino que tuvo efecto también sobre la ciencia como un todo. Se infor-
ma que fue una de "las posesiones más atesoradas" por Carlos Darwin" mien-
tras viajaba a bordo del HMS Beagle. A mediados del siglo, el uniformismo era
el concepto dominante, y el catastrofismo un concepto en retirada.
Parte del éxito del libro de Lyell puede atribuirse a sus astutos esfuerzos
para promover sus conceptos. Las cartas a su amigo y defensor, Poulett Scrope,
ilustran bien esto: "Si no irritamos, lo que temo que ocurra... llevaremos a todos
con nosotros. Si no triunfamos sobre ellos, sino felicitamos la liberalidad y la
i mparcialidad de la época presente, los obispos y santos iluminados se unirán
con nosotros para despreciar a los físico-teólogos [catastrofistas]. Es el momento
de golpear, así que regocíjese de que, pecador como usted es, el Q.R. [ Quar-
terly Review] está abierto para usted...
"Si Murray [el publicador] tiene que impulsar mis tomos, y usted maneja la
geología de la Q.R., podremos en poco tiempo producir un cambio completo
en la opinión pública". 1 8
Como lo esperaba, Lyell logró el cambio completo, si no de la opinión pú-
blica, ciertamente de la comunidad geológica. Por más de un siglo las interpre-
taciones catastróficas mayores no fueron toleradas. Mirando atrás al estableci
miento del paradigma, Stephen J. Gould, de Harvard, comenta: "Carlos Lyell
fue educado como abogado, y su libro es más un alegato en favor del gradualis-
mo que un informe imparcial de las evidencias... Lyell denigró el catastrofismo
como anticuado, como un último esfuerzo de los traficantes de milagros que
tratan de conservar la cronología mosaica de una Tierra que tiene sólo unos
pocos miles de años de edad.
"Dudo que alguna vez se haya hecho una caracterización más injusta de
una visión mundial científica reconocida".1 9
A mediados del siglo XX, algunos geólogos notaron que el uniformismo es-
tricto estaba en desacuerdo con los datos de las rocas mismas. Bretz, como se
mencionó más arriba, encontró evidencias de una acción muy rápida. Otros
hombres de ciencia estaban encontrando capas sedimentarias con componentes
tanto de aguas poco profundas como de aguas muy profundas .2° ¿Cómo pudie-
ron estos componentes mezclarse bajo condiciones tranquilas? La solución: co-
rrientes de barro subacuáticas catastróficas, que comienzan en aguas poco pro-
LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
fundas y fluyen hacia las profundidades. Estos flujos rápidos, llamadas corrien-
tes de turbidez, producen depósitos especiales llamados turbiditas. Sorpren-
dentemente, las turbiditas resultaron ser muy comunes en todo el mundo . 2 1
Unas pocas almas atrevidas sugirieron otras actividades catastróficas tales como
l as extinciones en masa causadas por el bombardeo de radiaciones cósmicas de
alta energía22 y l a rápida difusión de agua ártica fría en los océanos del mun-
do . 2 s Todas estas teorías indican una creciente separación del uniformismo es-
tricto.
El golpe de gracia al dominio de las explicaciones uniformistas no proce-
dió, sin embargo, del estudio de las rocas mismas, sino de los fósiles que ellas
contienen. ¿Por qué desaparecieron los dinosaurios cerca del final del Cretá
cico, y por qué son evidentes diversas extinciones en masa 14 en otros niveles
del registro fósil? 25 Debería encontrarse alguna causa razonable. Se han pro-
puesto diversas ideas para la extinción de los dinosaurios, desde la muerte por
i nanición hasta hongos venenosos o aun fiebre del heno. Sin embargo, su desa-
parición ha sido considerada, en general, como un misterio. Luego en 1980,
el premio Nobel Luis Álvarez, de la Universidad de California en Berkeley, y
otros26 sugirieron que la abundancia poco usual del elemento iridio que se en-
cuentra en una cantidad de lugares en todo el mundo en la capa superior del
Cretácico podría haber provenido de un asteroide que se estrelló en la tierra,
matando a todos los dinosaurios al mismo tiempo. La idea generó reacciones
mixtas. Había dudas, por cuanto los dinosaurios y otros organismos no parecían
desaparecer tan repentinamente en las capas fósiles. Otros propusieron una ac-
tividad volcánica generalizada e incendios globales, o el impacto de un come-
ta en vez del de un asteroide .27 El debate sobre los detalles continúa, pero la
puerta a interpretaciones catastróficas está bien abierta. Las publicaciones
científicas informan ahora de una gran variedad de cambios mayores repenti-
nos.
Algunas de las ideas catastróficas más nuevas proponen que los cometas o
l os asteroides pudieron generar olas oceánicas de alturas de hasta 8 km 28 y pe-
nachos de elementos vaporizados a centenares de kilómetros de altura sobre la
superficie de la Tierra .29 Otros han propuesto efectos que incluyen golpes de ai-
re a 500° C y a 2.500 km por hora que matarían la mitad de la vida sobre la
Tierra, y terremotos globales con ondas del suelo que típicamente llegarían a 10
m de altura. También se ha propuesto la apertura de grietas de 10 a 100 km de
l argo, y la rápida formación de montañas. 3° Hasta se ha hecho la sugerencia
CAPíTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 229
de que estos impactos podrían haber iniciado la ruptura del antiguo supercon-
tinente de la Tierra llamado Gondwana. 31
El catastrofismo ha regresado rápidamente, pero no es exactamente el ca-
tastrofismo clásico de hace dos siglos que incorporaba el diluvio bíblico como
uno de los eventos geológicos mayores. Pero es interesante, algunos geólogos
han sugerido recientemente que un impacto extraterrestre podría estar relacio-
nado con el informe del diluvio del Génesis.32 Actualmente, se aceptan fácil-
mente catástrofes mayores y rápidas, pero en contraste con el diluvio bíblico
que sólo tomó un año, se introduce una abundancia de tiempo entre las gran-
des catástrofes. El término neocatastrofismo (catastrofismo nuevo) parece estar
ganando aceptación al intentar distinguir este concepto más nuevo del catastro-
fismo antiguo. Del mismo modo, el término neodiluvialismo (conceptos diluvia-
l es nuevos) se está introduciendo para designar ideas más nuevas de gran activi-
dad diluvial durante las catástrofes.33 El retorno a las interpretaciones catastrófi-
cas ha sido identificado como "una gran apertura filosófica", 34 y se reconoce
que "el destacado papel de grandes tormentas a través de la historia geológica
está llegando a ser cada vez más reconocido"." Este último concepto se adecua
bien al modelo bíblico del diluvio como una serie larga de tormentas durante el
año del diluvio.
El neocatastrofismo ha estimulado la reinterpretación de muchos rasgos
geológicos. Por ejemplo, muchos depósitos sedimentarios que se pensaba se
habían acumulado lentamente, ahora se interpretan como el resultado de rápi
das corrientes de turbidez, y una cantidad de arrecifes de coral fósiles que se
formaron lentamente, se reinterpretan ahora como rápidas corrientes de es-
combros. 36 Estas interpretaciones más nuevas, por sí mismas, se adecuan bien
con el concepto bíblico del diluvio.
Otras lecciones importantes se pueden aprender de la historia de estas in-
terpretaciones. Durante milenios se aceptaron las catástrofes, luego durante al-
go más de un siglo fueron virtualmente erradicadas de todas las interpretaciones
geológicas; ahora se las acepta de nuevo. Deberíamos ser cautos acerca de la
aceptación de paradigmas basados en opiniones, o en una cantidad limitada
de información.
La nueva Isla de Surtsey, al sur de Islandia. Nótese la playa, el acantilado, y los hombres que ayu-
dan a dar la escala. Cinco meses y dos días antes, esta área era mar abierto. Los pequeños objetos
blancos en la playa son krill. Los acantilados en el horizonte lejano no son parte de la nueva isla.*
* De Thorarinsson, Figura 39 (nota 42). Copyright O 1964, 1966, por Almenna Bokafelagid. Usada con
permiso de Viking Penguin, una división de Penguin Books, USA, Inc.
sey en 1963, ubicada al sur de Islandia. En cinco días se formó una isla de 600
m de largo donde antes sólo había habido océano libre. Eventualmente alcanzó
un diámetro de casi 2 km. Sorprendentemente, cuando se visitó la isla, parecía
como si hubiera estado allí por mucho tiempo. En unos cinco meses se habían
desarrollado una playa de apariencia madura y un barranco (ver la Figura
12.1). Uno de los investigadores comentó: "Lo que en otros lugares llevaría mi-
l es de años... puede tomar aquí unas pocas semanas, o aun unos pocos días.
"En Surtsey fueron suficientes unos pocos meses para crear un paisaje tan
variado y maduro que era casi increíble" .42
Parecería que tenemos dificultad en pensar "en forma catastrófica". Esto
puede ser porque las catástrofes son raras y desagradables de contemplar. Esta
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
resistencia puede explicar en parte por qué la gente es atrapada por esos even-
tos poco usuales, aun cuando haya advertencias previas del desastre inminente.
En 1902, en la Isla de Martinica, el Mount Pelée estalló, produciendo un flujo
volcánico que pasó sobre una fábrica de azúcar matando a más de 150 perso-
nas. Estas y otras actividades del volcán causaron preocupación entre los habi-
tantes del pueblo de St. Pierre, y algunos se fueron a regiones más seguras. Con
el fin de aliviar el pánico, las autoridades del gobierno aseguraron a la pobla-
ción de que no había riesgo inmediato, y aun el gobernador de la isla y su espo-
sa se mudaron a St. Pierre para animar a la gente a quedar en el pueblo. Una
erupción volcánica grande en una isla vecina sirvió para dar seguridad a la
gente, ya que llegaron a la conclusión de que la presión volcánica sobre el
Mount Pelée se había aliviado. Muchos regresaron a St. Pierre. A la mañana si-
guiente, el Mount Pelée estalló repentinamente, enviando una nube de ceniza y
vapor a 700° C (una nube ardiente) que aniquiló a 30.000 residentes de St. Pie-
rre en dos minutos.43 La historia registra que sólo sobrevivieron entre 2 y 4 per-
sonas. Uno era un convicto, protegido porque estaba en una celda subterránea.
Después de su rescate, fue vuelto a encarcelar inmediatamente.
Deberíamos recordar que otros agentes, tales como los terremotos y el
viento también pueden causar cambios rápidos bajo condiciones catastróficas.
No hay escasez de ejemplos que muestran que pueden ocurrir cambios geológi
cos mayores rápidamente, y sin embargo, porque son raros, tenemos dificultad
en incorporarlos a nuestro pensamiento.
rra"; "todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices... murió"..
"fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra" . 6o
.
2) Después del diluvio, Dios promete no destruir otra vez el mundo por este
método. 61 Como las inundaciones locales son bastante frecuentes, cada inunda -
ción local posterior sugeriría que Dios no cumple sus promesas. En cambio, la
promesa concierne, la ausencia de destrucción de la superficie entera de la Tie-
rra, y esa promesa sí se ha cumplido.
3) ¿Por qué se le pidió a Noé que construyera un arca grande 61 para conservar la
variedad de animales si el diluvio sería solamente local? Se esperaría que los
animales tuvieran una amplia distribución, y no serían eliminados sólo por una
i nundación local.
de opiniones entre los creacionistas con respecto a este tema implica que no
se conoce ninguna respuesta. Por cuanto la mayoría de los estratos sedimenta-
rios fueron depositados por agua, uno esperaría una diferencia notable entre las
capas del diluvio y las depositadas antes o después del diluvio. Además, el dilu-
vio no se habría iniciado ni terminado exactamente en el mismo lugar de la co-
l umna geológica en cada localidad. Como una primera aproximación, yo su-
geriría que los depósitos diluviales comenzaron en la región del Cámbrico y
terminaron como máximo en la región superior del Terciario (ver la Figura
1 0.1). En algunas localidades podría haber terminado debajo de ese máximo.
Esto puede parecer una enorme cantidad de sedimentos, ¡y lo es! Sin embargo,
considerando el tamaño de la Tierra, es una capita superficial delgada. Propor-
cionalmente, sobre un globo terráqueo común de unos 30 cm de diámetro el es-
pesor de estos sedimentos sería menos que la cuarta parte del espesor de una
hoja de papel común.
Cuando los geólogos comenzaron a aceptar la idea de la deriva continental
y de la tectónica de placas a fines de la década de 1960 y principios de la de
1 970, muchos creacionistas le dieron la bienvenida porque tales cambios mayo
res en la superficie de la Tierra sugerían algunas posibilidades para los cambios
durante el diluvio. La tierra ya no se interpretaba como algo sólido y firme. Los
creacionistas generalmente proponen un movimiento rápido de las placas, espe-
cialmente durante las etapas finales del diluvio, produciendo el levantamiento
de las montañas y la formación de los continentes actuales. Los hombres de
ciencia en general no entienden bien las causas de los movimientos de las pla-
cas, y las interpretaciones creacionistas también deben ser provisorias. También
necesitamos recordar que la literatura científica normal transmite una pequeña
pero persistente nota de duda acerca de la validez del concepto de la tectónica
de placas." Se necesita más información antes que la teoría de ,la tectónica de
placas pueda ser incorporada adecuadamente a un modelo del diluvio.
A veces se sugiere que los muchos miles de años que se necesitan para las
numerosas glaciaciones/épocas glaciales significarían un desafío para el modelo
de creación reciente y del diluvio. Además de las obvias glaciaciones recientes,
otros episodios de glaciación se han informado en las capas inferiores de la co-
l umna geológica. Los datos relativamente convincentes para la actividad re-
ciente del hielo generalmente se incluyen en los modelos del diluvio como una
secuela del diluvio. Se han propuesto condiciones plausibles que podrían pro-
ducir y derretir grandes cantidades de hielo en pocos siglos en vez de mile-
CAPÍTULO 121 LAS GRANDES CATÁSTROFES
CONCLUSIONES
Las interpretaciones científicas de la historia pasada del mundo han cam-
biado. Durante siglos se aceptaron grandes catástrofes, luego por más de un si-
glo hubo un rechazo casi total de las catástrofes. Ahora se reconoce otra vez su
i mportancia. Algunas reinterpretaciones recientes de una acción rápida caben
bien en el concepto bíblico de un diluvio universal. Los creacionistas tienen
ahora que hacer menos reinterpretaciones de los conceptos geológicos acepta-
dos que en el pasado, porque muchas interpretaciones catastróficas más nuevas
se adecuan a un modelo del diluvio; pero todavía tienen mucho trabajo que
hacer para desarrollar sus modelos. Aunque un diluvio universal es extraño pa-
ra nuestro esquema normal de pensamiento, hay sólidas evidencias de que los
cambios geológicos pueden ocurrir rápidamente.
Notas y referencias:
1. N. Boileau, "L'Art poétique, I", citado en: H.L. Mencken, ed., A New Dictionary of Quotations on Historical
Principles From Ancient and Modem Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1942), p. 1222.
2. J.H. Bretz, "Glacial Drainage on the Columbia Plateau", Geological Society of America Bulletin
34(1923a):573-608.
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
3. J.H. Bretz, "The Channeled Scablands of the Columbia Plateau", Journal of Geology 31(19236):617-649.
4. J.E. Alíen, M. Bums, S.C. Sargent, Cataclysms on the Columbia. Scenic Trips to the Northwest's Geologic
Past (Portland, OR: Timber Press, 1986, N° 2), p. 44.
5. J.H. Bretz, "The Channeled Scabland: Introduction" (1978), en V.R. Baker, ed., Catastrophic Flooding: The
Origin oí the Channeled Scabland, Benchmark Papers in Geology 55 (Stroudsburg, PA: Dowden, Hutchinson
and Ross, 1981), pp. 18, 19.
6. Baker, p. 60 (nota 5).
7. Para un informe de las presentaciones y discusiones, ver: J.H. Bretz, "Channeled Scabland and the Spokane
Flood" (1927), en: Ibíd., pp. 65-76 (nota 5).
8. Ibíd., p. 74 (nota 5).
9. J.H. Bretz, H.T.U. Smith, G.E. Neff, "Channeled Scabland of Washington: New Data and Interpretations",
Geological Society ofAmerica Bulletin 67(1956):957-1049.
1 0. a) Ibíd.; b) ).T. Pardee, "Unusual Currents in Glacial Lake Missoula, Montana", Geological Society ofAmerica
Bulletin 53(1942):1569-1600.
11. a) J.H. Bretz, "The Lake Missoula Floocis and the Channeled Scabland", Journal of Geology 77(1969):505-543;
b) M. Parfit, "The Floods That Carved the West", Smithsonian 26(1-1995):48-59.
12. a) V.R. Baker, "Palechydraulics and Hydrodynamics of Scabland Floocis", en: Baker, pp. 255-275 (nota 5); b)
detalles adicionales fueron informados por: G.A. Smith, "Missoula Flood Dynamics and Magnitudes Inferred
from Sedimentology of Slack-water Deposits on the Columbia Plateau", Geological Society ofAmerica Bulle-
tin 105(1993):77-100.
13. Bretz 1969 (nota l la).
1 4. a) C.C. Albritton, Jr., "Uniformity, the Ambiguous Principie", en: C.C. Albritton, Jr., ed., "Uniformity and Sim-
plicity: A Symposium on the Principie of Uniformity in Nature", Geological Society ofAmerica Special Paper
89(1967):1, 2; b) S.A. Austin, "Uniformitarianism-A Doctrine that Needs Rethinking", The Compass of Sigma
Gamma Epsilon 56(2-1979):29-45; c) S.J. Gould, "Is Uniformitarianism Necessary?", American Journal of
Science 263(1965):223-228; d) A. Hallam, Great Geological Controversies, 2a. ed. (Oxford y N. York: Oxford
University Press, 1989), pp. 30-64; e) R. Hooykaas, Natural Law and Divine Miracle: A Historical-Critical
Study of the Principie of Uniformity in Geology, Biology and Theology (Leicien: E.J. Brill, 1959); f) R. Hooy-
kaas, Catastrophism in Geology, its Scientific Character in Relation to Actualism and Uniformitarianism
(Amsterdam y Londres: North-Holland Publishing Co., 1970); g) R. Huggett, Catastrophism: Systems of Earth
History (Londres y N. York: Edward Arnold, 1990), pp. 41-72; h) J.H. Shea, "Twelve Fallacies of Uniformitaria-
nism", Geology 10(1982):455-460.
15. Para reseñas generales, ver: a) D. Ager, The New Catastrophism: The Importante of the Rare Event in Geolo-
gical History (Cambridge y N. York: Cambridge University Press, 1993); b) Hallam, pp. 30-64, 184-215 (nota
1 4d); c) R. Huggett, Cataclysms and Earth History: The Development of Diluvialism (Oxford: Clarendon
Press, 1989); d) Huggett 1990, pp. 41-200 (nota 14g).
1 6. C. Lyell, Principies of Geology; or, The Modem Changes of the Earth and its Inhabitants Considered as lllustra-
tive of Geology, ed. rev. (N. York: D. Appleton & Co., 1857), p. v.
1 7. Hallam, p. 55 (nota 14d).
18. K.M. Lyell, ed., Life, Letters and Journals of Sir Charles Lyell, Bart (Londres: John Murray, 1881), t. 1, p. 271
(14 de junio de 1830), p. 273 (20 de junio de 1830).
19. S.J. Gould, "An Asteroid to Die for" Discover 10(10-1989):60-65.
20. M.L. Natland, Ph.H. Kuenen, "Sedimentary History of the Ventura Basin, California, and the Action of Turbi-
dity Currents", Society of Economic Paleontologists and Mineralogists Special Publication 2(1951):76-107;
b) F.B. Phleger, "Displaced Foraminifera Faunas", Society of Economic Paleontologists and Mineralogists
Special Publication 2(1951):66-75.
21. Ver el capítulo 13 para un análisis adicional.
22. O.H. Schindewolf, "Neocatastrophism?", V.A. Firsoff, trad., Catastrophist Geology 2(1-1977):9-21.
23. S. Gartner, J.P. McGuirk, "Terminal Cretaceous Extinction Scenario for a Catastrophe", Science
206(1979):1272-1276.
24. Un artículo clásico sobre las extinciones es: N.D. Newell, "Revolutions in the History of Life", en: Albritton,
CAPÍTULO 121 LAS GRANDES CATÁSTROFES 243
go Press, 1935); y b) The New English Bible, 2a. ed. rev. (N. York: Cambridge University Press, 1972).
52. Génesis 8:14.
53. a) F. Hitching, The Neck of the Giraffe: Darwin, Evolution, and the New Biology (N. York y Scarborough, On-
tario: Meridian, New American Library, 1982), pp. 110, 111; b) J.D. Morris, "How could All the Animals Ha-
ve Got on Board Noah's Ark?", Back to Genesis, N° 392, Acts and Facts 22 (Santee, CA: Institute for Creation
Research, 1992); c) J.C. Whitcomb, Jr., H.M. Morris, The Genesis Flood (Filadelfia: The Presbyterian and Re-
formed Publishing Co., 1961), pp. 67-69; d) J. Woodmorappe, Noah's Ark: A Feasibility Study (Santee, CA:
Institute for Creation Research, 1996), pp. 15-21.
54. L.). Gibson, "Pattems of Mammal Distribution", Manuscrito no publicado, distribuido por el Geoscience Re-
search Institute, Loma Linda University, Loma Linda, CA 92350, EE.UU.
55. R.L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), pp. 335-339.
56. Génesis, capítulos 1 y 2.
57. Éxodo 20:11; 31:17.
58. Para más detalles, ver: a) R.M. Davidson, "Bíblica¡ Evidence for the Universality of the Genesis Flood", Origins
22(1995):58-73; b) R.W. Younker, "A Few Thoughts on Alden Thompson's Chapter: 'Numbers, Genealogies,
Dates' ", en: F. Holbrook, L. Van Dolson, eds., Issues in Revelation and Inspiration, Adventist Theological So-
ciety Occasional Papers, Vol. 1 (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society Publications, 1992), pp.
173-199 (especialmente las pp. 187-193).
59. G.F. Hasel, "The Biblical View of the Extent of the Flood", Origins 2(1975):77-95.
60. Génesis 7:19-23.
61. Ver Génesis 9:11-15, e Isaías 54:9.
62. Génesis 6:19 a 7:9.
63. Algunas investigaciones significativas pueden verse en: a) S.A. Austin, J.R. Baumgardner, D.R. Humphreys,
A.A. Snelling, L. Vardiman, K.P. Wise, "Catastrophic Plate Tectonics: A Global Flood Model of Earth His-
tory", en: R.E. Walsh, ed., Proceedings of the Third International Conference on Creationism (Pittsburgh:
Creation Science Fellowship, Inc., 1994), pp. 609-621; b) J.R. Baumgardner, "Computer Modeling of the Lar-
ge-scale Tectonics Associated with the Genesis Flood", en: Walsh, pp. 49-62 (nota 63a); c) J. R. Baumgardner,
"Runaway Subduction as the Driving Mechanism for the Genesis Flood", en: Walsh, pp. 63-75 (nota 63a); d)
M. Molén, "Mountain Building and Continental Drift", en: Walsh, pp. 353-367 (nota 63a).
64. J. Flor¡, H. Rasolofomasoandro, Évolution ou création? (Dammarie les Lys, Francia: Editions SDT, 1973), pp.
239-251. [Nota del Traductor. Hay una edición española: Flor¡ y Rasolofomasoandro, En busca de los orí-
genes. ¿Evolución o creación? (Madrid: Safeliz, 2000 5 ), pp. 247-253.1
65. Para una reseña y evaluación del concepto, ver: a) B. Mundy, "Expanding Earth?", Origins 15(1988):53-69;
Una defensa abarcante está dada por: b) S.W. Carey, ed., The Expanding Earth: A Symposium. The Earth Re-
source Foundation, The University of Sydney (Brunswick, Australia: Impact Printing, 1981), c) S.W. Carey,
Theories of the Earth and Universe: A History of Dogma in the Earth Sciences (Stanford, CA: Stanford Univer-
sity Press, 1988); d) P. Jordan, "The Expanding Earth: Some Consequences of Dirac's Gravitation Hypothesis",
A. Beer, trad. y ed., en: D. ter Haar, ed., Intenational Series ofMonographs in Natural Philosophy, t. 37 (Ox-
ford y N. York: Pergamon Press, 1971). Traducción de: Die Expandinn der Erde.
66. L.S. Smirnoff, "The Contracting-expanding Earth and the Binary System of its Megacyclícity", en: S. Chatterjee,
N. Hotton, III, eds., New Concepts in Global Tectonics (Lubbock, TX: Texas Tech University Press, 1992), pp.
441-449.
67. Por ejemplo: a) M. Gurnis, "Large-scale Mantle Convection and the Aggregation and Dispersa¡ of Supercon-
tinents", Nature 332(1988):695-699; b) M. Gurnis, "Píate-mantle Coupling and Continental Flooding",
Geophysical Research Letters 17(5-1990):623-626.
68. Génesis 8:2.
69. a) Ecker (nota 39); b) N.D. Newell, Creation and Evolution: Myth or Reality? (N. York: Columbia University
Press, 1982), pp. 37-39; c) B. Ramm, The Christian View of Science and Scripture (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eercimans Pub¡. Co., 1954), p. 244; d) K.R. Walker, ed., "The Evolution-Creation Controversy: Perspectives on
Religion, Philosophy, Science and Education", The Paleontological Society Special Publication N° 1 (Knoxvi-
Ile, TN: University of Tennessee, 1984), p. 62.
CAPÍTULO 1 2 / LAS GRANDES CATÁSTROFES 245
70. N.C. Flemming, D.G. Roberts, "Tectono-eustatic Changes in Sea Leve¡ and Sea Floor Spreading", Nature
2430973):19-22.
71. a) Dos tomos que tratan con problemas y alternativas son: V. Beloussov, M.G. Bevis, K.A.W. Crook, D. Mono-
polis, H.G. Owen, S.K. Runcom, C. Scalera, W.F. Tanner, S.T. Tassos, H. Termier, U. Walzer, S.S. Augustithis,
eds., Critical Aspects of the Plate Tectonics Theory, 2 ts. (Atenas: Theophrastus Publications, S.A., 1990); b)
A.A. Meyerhoff, H.A. Meyerhoff, "'The New Global Tectonics': Major Inconsistencies", The American Asso-
ciation of Petroleum Geologists Bulletin 56(1972a):269-336; c) A.A. Meyerhoff, H.A. Meyerhoff, "'The New
Global Tectonics': Age of linear Magnetic Anomalies of Ocean Basins", The American Association of Petro-
leum Geologists Bulletin 55(1972b):337-379; d) N. Smith, J. Smith, "An Alternative Explanation of Oceanic
Magnetic Anomaly Pattems", Origins 20(1993):6-21; e) Pata una veintena de artículos por otros tantos autores
que cuestionan el concepto corriente, ver: Chatterjee y Hutton (nota 66).
72. M.J. Oard, "A Post-Flood Ice-Age Model Can Account for Quaternary Features", Origins 17(1990):8-26.
73. R.P. Sharp, Living Ice: Understanding Glaciers and Glaciation (Cambridge y N. York: Cambridge University
Press, 1988), p. 181.
74. M.R. Rampino, "Ancient 'Glacial' Deposits ate Ejecta of Large Impacts: The Ice Age Paradox Explained",
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75. a) J.C. Crowell, "Climatic Significance of Sedimentary Deposits Containing Dispersed Megaclasts", en:
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(Londres, N. York, y Sydney: John Wiley & Sons, 1964), pp. 86-99; b) C.O. Dunbar, "Validity of the Criteria
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c) J.B. McKeon, J.T. Hack, W.L. Newell, J.O. Berkland, L.A. Raymond, "North Carolina Glacier: Evidence
Disputed", Science 184(1974):88-91.
76. Pata algunos otros ejemplos de reinterpretaciones de los así llamados depósitos glaciares, ver: a) R.A. Bailey,
N.K. Huber, R.R. Curry, "The Diamicton at Deadman Pass, Central Sierra Nevada, California: A Residual Lag
and Colluvial Deposit, not a 3 Ma Glacial Till", Geological Society of America Bulletin 1 02(1990):1165
1173; b) J.C. Crowell, L.A. Frakes, "Late Paleozoic Glaciation of Australia", Journal of the Geological Society
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de Deposits", Geological Society ofAmerica Bulletin 68(1957):1569-1576; g) Oberbeck, Marshall y Aggarwal
(nota 31); h) L.I.G. Schermerhom, "No Evidence for Glacial Origin of Late Precambrian Tilloicis in Angola",
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Nairn, pp. 81-85 (nota 75a); j) E.L. Winterer, "Late Precambrian Pebbly Mudstone in Normandy, France: Tilli-
te or Tilloid?", en: Nairn, pp. 159-187 (nota 75a).
EVIDENCIAS GEOLÓGICAS
DE UN DILUVIO UNIVERSAL
n geólogo ofreció una vez cinco mil dólares por "una evidencia de
U campo en favor de un diluvio universa l".2 Su oferta refleja un comen-
tario, que se oye a menudo, de que no existe tal evidencia. Se invita al
l ector a evaluar, sobre la base de las evidencias presentadas en este
capítulo, si existen evidencias geológicas en favor del diluvio del
Génesis, o no.
El modelo bíblico del diluvio no sólo intriga; es también pa-
voroso, y ¡no es para imbéciles! Se considera generalmente que
este acontecimiento involucra una gran porción del Fanerozoico
de la columna geológica que es relativamente rica en fósiles. Re-
presenta un promedio de muchos centenares de metros de sedi-
mento por toda la tierra. Una de las mayores diferencias entre los
modelos evolucionista y creacionista es la cantidad de tiempo
que se propone para la deposición de estos sedimentos fanero-
zoicos. El evolucionismo sugiere centenares de millones de años,
en contraste con un año para el diluvio en el informe bíblico.
Hay algunas buenas pruebas mediante las cuales se pueden
distinguir estos dos modelos. Sin embargo, la aceptación renovada
de interpretaciones catastrofistas dentro de la comunidad geológica
ha reducido el contraste de algunas características distintivas. Algunas
de las evidencias en favor del diluvio que usan los creacionistas ya no
son tan pertinentes, porque han sido incorporadas al neocatastrofismo. Por
ejemplo, los creacionistas han citado a veces la excelente conservación de
CAPÍTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 247
muchos de los fósiles alrededor del, mundo como evidencia de un rápido se-
pultamiento que se esperaría con el diluvio. Sin embargo, como tanto los crea-
cionistas como los no creacionistas pueden ahora incorporar un rápido ente-
rramiento en sus repertorios catastróficos, la buena conservación de los fósiles
ya no se puede considerar un rasgo característico para diferenciar los dos mode-
l os.
En este capítulo examinaremos los datos que se encuentran en las capas
geológicas y sus fósiles que indican una gran actividad diluvial o un tiempo
breve de su deposición, como se esperaría en un diluvio universal. En otra parte
se considerarán informaciones adicionales con respecto a la extensión del dilu-
vio, la duración involucrada y algunas leyendas acerca del diluvio.'
gadas de sal, han sido interpretados como turbiditas.'° Las turbiditas a menudo
se encuentran dentro de rasgos mayores de deposición que se llaman conos o
abanicos submarinos. Estos son abundantes en los continentes, pero también
se forman bajo el agua.
La evidencia de la actividad geológica subacuática sobre los continentes es
explicada por los no creacionistas con la sugerencia de que durante la mayor
parte del Fanerozoico el nivel del mar era sustancialmente más elevado, algunas
veces más de 500 m más alto que el nivel actual." Se postulan continentes más
planos y océanos más elevados. 'z Al usar esta explicación, los geólogos sin darse
cuenta se acercan mucho al modelo del diluvio (excepto por el factor tiempo im-
plicado). A pesar de ello, la abundancia de fósiles marinos, turbiditas y conos
submarinos son evidencia de una extendida actividad subacuática sobre los conti-
nentes.
Relacionadas con las evidencias de actividad subacuática están las evidencias
de una direccionalidad muy difundida de las corrientes del agua. Cuando se estu-
dian las rocas sedimentarias, los geólogos a menudo encuentran indicios que su
gieren la dirección en que fluyó la corriente cuando se estaban depositando los se-
dimentos. El descubrimiento del predominio de una dirección de esa corriente en
una gran parte del Fanerozoico de América del Norte, fortalece el concepto de
una catástrofe diluvial única. En condiciones normales, el agua fluye en diferentes
direcciones, tal como ocurre en los numerosos ríos de los continentes actuales.
Por otro lado, si los continentes estuvieron sumergidos bajo el agua durante un di-
l uvio universal, uno podría esperar que el agua fluyera en una dirección dominan-
te. Un estudio abarcante de 15.000 localidades en América del Norte muestra un
esquema dominante hacia el sudoeste durante la mitad inferior del Fanerozoico,
con un cambio gradual hacia el este en las capas que están más arriba. El mismo
esquema se aplica a la América del Sur. Esto representaría las fuerzas más intensas
durante la mayor parte del diluvio. Pero cerca de la parte superior de la columna
geológica no se puede apreciar ningún esquema dominante.13 Esta falta de direc-
ción puede explicarse como el drenaje de los continentes al final del diluvio, o la
actividad post-diluvial, como la que acontece actualmente.
nal en Nueva York, postula "mares extendidos sobre inmensas áreas increíble-
mente planas en el mundo". '4 Derek Ager, un geólogo que apoya con entusias-
mo las catástrofes, habla de unidades de rocas con espesores de 30 m o menos
en el Pérmico del oeste del Canadá que persisten sobre áreas de hasta 470.000
kmz. También menciona una delgada capa de "aproximadamente un metro de
espesor" que "puede encontrarse por todas partes de la cadena alpina"1 5 en Eu-
ropa. En el oeste de los Estados Unidos, la Formación Dakota, con un espesor
promedio de 30 m, cubre unos 815.000 kmz.
La naturaleza extensa de los depósitos sedimentarios peculiares con fósiles
derivados de áreas terrestres es una evidencia de una clase de actividad catastró-
fica para la cual no hay ejemplos contemporáneos. Un caso notable es el con
glomerado Triásico con madera fósil llamado Shinarump, que es uno de los
miembros de la Formación Chinle que se encuentra en el sudoeste de los Esta-
dos Unidos. Este conglomerado, que ocasionalmente llega a ser una arenisca
gruesa, generalmente tiene un espesor de menos de 30 m, pero está extendido
como una unidad casi continua sobre casi 250.000 km'. ' 6 Los conglomerados y
l as areniscas, como los de Shinarump, consisten en partículas relativamente
grandes que requieren una energía considerable para su transporte. Se necesita-
rían fuerzas diferentes de las que nos son familiares hoy, para distribuirlas en ese
depósito casi continuo sobre una extensión tan grande. Es difícil concebir que
tal continuidad se produjera como resultado de actividades sedimentarias loca-
l es como las que se encuentran en los ríos. Cualquier valle, cañón o montaña
común que se formara a lo largo del tiempo fácilmente quebraría esa continui-
dad. Los conglomerados basales y otras unidades que se encuentran en muchas
otras formaciones geológicas presentan la misma evidencia. Es difícil apreciar
cuán delgadas y extendidas son algunas de estas formaciones. Como ejemplo, si
el conglomerado de Shinarump estuviera representado por una superficie del
tamaño de la página de este libro, su espesor, en proporción, sería, en prome-
dio, de sólo 1/5 del espesor de esta página. Depósitos tan delgados, peculiares,
y extensos parecen hacernos recordar más la actividad de una inundación lami-
nar (una extensión de agua amplia y poco profunda) que una sedimentación lo-
cal, como se sugiere a veces.
La gran extensión continua y de naturaleza significativamente singular de
formaciones enteras indican una distribución extensa de sedimentos a una esca-
l a que sugiere una inundación enorme. El grupo rojizo de Chinle, que incluye la
Formación Chinle mencionada arriba, cubre unos 800.000 km'." La multico-
CAPíTULO 13 / EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL
ECOSISTEMAS INCOMPLETOS
Si la columna geológica del Fanerozoico se desarrolló lentamente a lo largo
de centenares de millones de años, los organismos que se encontraron en cual-
quier nivel deberían representar sistemas ecológicos viables que estuvieran lo
suficientemente completos como para permitir la supervivencia de aquellos or-
ganismos. En la cadena alimentaria básica, los animales requieren alimento de
l as plantas, las que, a su vez, obtienen su energía del sol. El registro fósil plantea
un problema cuando produce evidencias en favor de animales sin las evidencias
correspondientes de plantas suficientes como para alimentarlos. ¿Qué comían
l os animales para sobrevivir? Los geólogos diluviales creen que esto es evidencia
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
de que los animales fueron transportados de sus hábitats usuales y/o las plantas
fueron transportadas a otra parte, formando tal vez algunos de los yacimientos
de carbón desusadamente gruesos, tales como el yacimiento de Morwell (Aus-
tralia) con un espesor de 165 m.
La ya mencionada Formación Morrison del oeste de los Estados Unidos
aparentemente representa un enorme sistema ecológico, pero incompleto. Ha
sido una de las fuentes de dinosaurios más ricas del mundo (Figura 9.1); y sin
embargo, las plantas son muy escasas, especialmente donde se han encontrado
l os restos de dinosaurios. 22 ¿ Qué comieron estos monstruos? El paleontólogo
Theodore White comenta que "aunque la planicie de Morrison era una región
de acumulación razonablemente rápida de sedimentos, los fósiles de plantas
i dentificables son prácticamente inexistentes" .23 Además, reflexiona que por
comparación con los elefantes, un dinosaurio Apatosaurus "consumiría 3,5 to-
neladas de forraje verde diariamente". Si los dinosaurios estuvieron viviendo
allí por millones de años, ¿qué comían, si las plantas eran tan escasas? Otros in-
vestigadores también han comentado esta falta de plantas fósiles. Uno afirma
que la formación Morrison de Montana "es prácticamente estéril en cuanto a
plantas fósiles en la mayor parte de su secuencia", 24 y otros comentan que "la
ausencia de evidencia de vida vegetal abundante en la forma de yacimientos de
carbón y arcillas ricas en materia orgánica en gran parte de la Formación Morri-
son es sorprendente" .25 Estos investigadores también expresan su "frustración"
porque 10 de 12 muestras estudiadas al microscopio estaban esencialmente
desprovistas de los "palinomorfos" (polen y esporas) que producen las plantas.
Con una fuente tan escasa de energía, uno se pregunta cómo pudieron sobrevi-
vir los grandes dinosaurios durante los millones de años supuestos, mientras se
estaba depositando la Formación Morrison.
Para explicar el dilema, se ha sugerido que las plantas existieron pero no se
preservaron. Esta idea no parece válida, ya que una cantidad de animales y
unas pocas plantas están bien preservadas. Tal vez Morrison no fue el lugar
donde vivieron los dinosaurios; en cambio, podría haber sido un cementerio
formado por inundaciones, mientras las plantas fueron seleccionadas y trans-
portadas a otra parte.
De una situación similar se informa en relación con el dinosaurio Protoce-
ratops, que se encontró en el centro del Desierto de Gobi, de Mongolia. Los in-
vestigadores que estudiaron diversos aspectos de estos depósitos cretácicos,
concluyeron: "La abundancia de un herbívoro inequívoco (Protoceratops) e in-
CAPíTULO 13 / EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 253
Vista del Gran Cañón del río Colorado en Arizona. Las flechas desde arriba hacia abajo señalan
tres hiatos o lagunas (capas que faltan) de alrededor de 6, 14 y 100 millones de años respectiva-
mente.
dicios de una rica fauna fósil [probablemente tubos hechos por insectos] reflejan
una región de alta productividad. La ausencia de evidencias de una coloniza-
ción vegetal bien desarrollada es, por lo tanto, anómala y desconcertante" .16
Aún más sorprendente son los datos de la arenisca Coconino, que es la
unidad de color claro que se ve cerca de la parte alta del Gran Cañón en Arizo-
na (Figura 13.1, un poco arriba de la flecha superior). Esta unidad, que tiene
un espesor promedio de 150 m está esparcida en muchos miles de kilómetros
cuadrados. En la mitad inferior de la arenisca Coconino se encuentran centena-
res de pisadas, probablemente hechas por anfibios o reptiles. Sin embargo, no
parece haber habido ninguna planta presente en ella. Aparte de las pisadas, só-
l o se han informado unos pocos tubos de gusanos, y pisadas de invertebrados.27
Si la arenisca Coconino fue depositada a lo largo de millones de años, ¿de qué
alimentos disponían los animales que dejaron todas esas huellas? No hay evi-
dencia de la presencia de alimentos vegetales. Si se conservaron bien unas sen-
cillas pisadas, se esperarían impresiones o moldes de raíces, tallos y hojas de
plantas.
LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
Casi todas las huellas en la arenisca Coconino indican que los animales
i ban cuesta arriba, 28 y l a misma situación se encontró en la formación de arenis-
ca de De Chelly, hacia el este . 29 No se han hallado los animales que dejaron las
pisadas en el Coconino, pero sus pisadas están bien conservadas y son abun-
dantes. Además, hay fuertes evidencias de que los animales dejaron esas huellas
bajo el agua, en lugar de la interpretación corriente de que fueron hechas en las
dunas del desierto .3° ¿Es posible que todas esas huellas cuesta arriba fueron for-
madas por animales que trataban de escapar de las aguas del diluvio?
Algunas colecciones de fósiles parecen ser ecosistemas completos, y otras,
no. ¿De qué modo puede explicar un modelo evolucionarlo, de lenta deposi-
ción, los conjuntos fósiles incompletos? Se supone que la deposición de las for
maciones Morrison y Coconino llevaron por lo menos 5 millones de años. ¿De
qué modo sobrevivieron los animales, representados en sus capas, sin una
fuente adecuada de alimentos? La separación de los organismos por medio de
un diluvio grande puede resolver el dilema.
Los requisitos ecológicos permiten inferir que las formaciones Morrison y
Coconino fueron depositadas rápidamente. Esto sugiere la clase de actividad
que se espera durante un diluvio universal.
* Diagrama basado en: a) A.P. Bennison, Geological Highway Map of the Southem Rocky Mountain Region:
Utah, Colorado, Arizona, New Mexico, ed. rev., U.S. Geological Highway Map N° 2 (Tulsa, OK: The American Asso-
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1 975, p. 4; d) O. Tweto, Geologic Map of Colorado, escala 1:500.000 (Reston, VA: U.S. Geological Survey, 1979).
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
Costa oriental de Australia en Nueva Gales del Sur. La flecha señala un hiato de 5 millones de
años precisamente sobre la capa de negra de carbón.
unidad cuando las capas fueron empujadas hacia el norte durante la formación
de los Alpes.
Algunos geólogos han hecho comentarios acerca de la falta de evidencia
de los cambios geológicos que se esperarían en estas lagunas. Al referirse a esta
clase de hiatos, llamadas discordancias encubiertas ("paraconformities"), Nor
man Newell del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, comen-
ta: "Un aspecto notable de las discordancias encubiertas (paraconformities) en
l as secuencias de roca calcárea es la falta general de evidencias de erosión en la
parte inferior de la capa. Suelos residuales y superficies cársticas, que se po-
drían esperar como resultado de la larga exposición a la intemperie, faltan o no
se las reconoce". Al "especular" acerca del origen de estos contactos planos,
el autor añade que "el origen de las discordancias encubiertas (paraconformities)
es incierto, y ciertamente no tengo una solución sencilla para este problema"?'
En una publicación posterior, Newell comenta: "Una característica intri-
gante de los límites de los conjuntos de sistemas sedimentarios que forman una
era ("erathem") y de muchos otros límites bioestratigráficos importantes (límites
CAPÍTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL
Valle del Ródano, en Suiza. La flecha señala un supuesto hiato de en la sedimentación de alrededor
de 45 millones de años. Todas las capas más altas, desde bien por debajo de la flecha hasta la
cumbre están invertidas, por causa del plegamiento de las capas que se deslizaron desde el sur (de-
recha).
CONCLUSIONES
Abundantes evidencias de actividad subacuática en las capas sedimentarias
sobre los continentes surgen de la gran cantidad de capas marinas, turbiditas y
conos submarinos, así como una direccionalidad muy fuerte de deposición que
muestran los sedimentos sobre los continentes. Esta evidencia resulta apropiada
en un modelo del diluvio. Algunas otras evidencias en favor del diluvio se rela-
cionan principalmente con el factor tiempo. ¿Qué comieron los dinosaurios y
otros vertebrados durante los supuestos millones de años de las formaciones
Morrison y Coconino, donde las plantas son muy escasas o están ausentes? Esto
puede explicarse por la separación y transporte durante un diluvio universal.
La escasez de erosión en las brechas o lagunas de las capas sedimentarias, don-
de faltan porciones importantes de la columna geológica, sugiere una deposi-
ción rápida, como se esperaría durante un diluvio, sin grandes intervalos entre
ellas. Algunos de estos datos son difíciles de explicar si se niega un diluvio uni-
versal.
Notas y referencias:
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pies from Ancient and Modero Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1942), p. 1220.
2. A.A. Roth, "The Universal Flood", Liberty 77(6-1982):12-15.
3. Ver los capítulos 12, 15 y 18 para informaciones sobre la extensión del diluvio, el tiempo involucrado y las le-
yendas de un diluvio, respectivamente.
4. J.S. Shelton, Geology lllustrated (San Francisco y Londres: W.H. Freeman and Co., 1966), p. 28.
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31. Para informaciones adicionales, ver: a) A.A. Roth, "Those Gaps in the Sedimentary Layers", Origine
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32. Los promedios actuales de las tasas regionales para América del Norte son más del doble que la cifra sugeri-
da, y para la región del Gran Cañón son más de cuatro veces las cifras usadas. Ver el capítulo 15 para más
detalles.
33. I. Lucchitta, "Development of Landscape in Northwest Arizona: The Country of Plateaus and Canyns", en:
T.L. Smiley, J.D. Nations, T.L. Péwé, J.P. Shaefer, eds., Landscapes ofArizona: The Geological Story (Lanham,
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34. Ver el capítulo 15 para un estudio de las tasas de erosión.
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37. Basado en informaciones de: a) C. Herbert, R. Helby, eds., A Guide to the Sydney Basin, Department of Mine-
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1 984), pp. 115-127.
40. T.H. van Andel, "Consider the Incompleteness of the Geological Record", Nature 294(1981):397, 398.
41. Para un análisis más extenso de estas alternativas, ver: Roth 1988 (nota 31 a).
42. A.L. Bloom, The Surface of the Earth (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1969), p. 98.
43. Ibíd.
CUESTIONES DE TIEMPO
Hay pocos problemas más fascinantes que los ligados con la pregunta atrevida:
¿Cuán antigua es la Tierra? Con insaciable curiosidad, los hombres han estado tra-
tando de penetrar este secreto cuidadosamente guardado durante miles de años.
ARTHUR HOLMES,' GEÓLOGO
267
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
Il ones de años. Otros estudios se basaron en el tiempo requerido para que el so-
dio se acumulara en el océano traído por los ríos, suponiendo que originalmen-
te no había nada de sodio en el mar. Estos cálculos daban más o menos la mis-
ma edad que los que se basaban en el enfriamiento de la Tierra, mientras que se
encontraron valores ligeramente mayores cuando se evaluó la tasa de acumula-
ción de sedimentos sobre la superficie de la Tierra. A principios del siglo XX, el
estudio de la lenta tasa de desintegración de los elementos radioactivos inesta-
bles (datación radiométrica) aumentó la estimación de la edad de la Tierra a
2.000 a 3.000 millones de años, y más tarde, a 4.600 millones de años.'° Las es-
ti maciones corrientes asignan a la edad del Universo alrededor de 15.000 millo-
nes de años, aunque algunos sugieren aun el doble de esa edad," y otros sólo la
mitad de esa cifra .'z
En este capítulo consideraremos los argumentos relacionados con el tiempo
que se usan en contra de una creación reciente, los que varían desde los enor-
mes arrecifes de coral hasta los diminutos átomos radioactivos de potasio-40 y
carbono-14. El espacio impide cubrir cada uno de los problemas que se han
suscitado; sin embargo, se considerarán una cantidad suficiente de ellos para
permitirnos una evaluación general de las cuestiones del tiempo. Como proba-
blemente por lo menos cien veces más científicos interpretan los datos dentro
del paradigma de largos períodos comparado con los que lo hacen dentro del
modelo de la creación reciente, no es sorprendente que se hayan hecho mu-
chas preguntas acerca de una creación reciente. Los argumentos que ponen en
duda la validez de los largos períodos geológicos se discuten en los capítulos 13
y 15.
En una clara noche de luna del año 1890, el barco Quetta, británico-hindú,
estaba viajando a través del Estrecho de Torres cerca de la Isla Thursday al nor-
te de Australia. Este estrecho está ubicado en el extremo norte de la Gran Barre
ra de Arrecifes, el complejo de arrecifes de coral más grande del mundo. El
barco repentinamente chocó con un pináculo de arrecifes que rasgó la mayor
parte del casco, y el barco se hundió en menos de tres minutos. Cerca de la
mitad de los 293 pasajeros perecieron. El estrecho había sido cuidadosamente
relevado entre 1802 y 1860, y no se esperaba ningún arrecife en el lugar donde
se hundió el barco. Algunos se preguntan si un arrecife de coral pudo crecer
en forma lo suficientemente rápida, entre el tiempo de los sondeos y 1890, para
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
* Las referencias para la tabla "Estimaciones de las tasas de crecimiento de los arrecifes" son: a) W.H.
Adey, "Coral Reef Morphogenesis: A Multidimensional Model", Science 202(1978):831-837; b) K.E. Chave, S.V.
Smith, K.J. Roy, "Carbonate Production by Coral Reefs", Marine Geology 12(1972):123-140; c) P.J. Davies, D.
Hopley, "Growth Fabrics and Growth Rates of Holocene Reefs in the Great Barrier Reef", BMR Journal ofAustra-
lian Geology & Geophysics 8(1983):237-251; d) Hubbard, Miller y Scaturo (nota 17); e) H.T. Odum, E.P. Odum,
"Trophic Structure and Productivity of a Windward Coral Reef Community on Eniwetok Atol¡", Ecologica! Mono-
graphs 25(3-1955):291-320; f) R.B.S. Sewell, "Studies on Coral and Coral -Formations in Indian Waters; Geographic
and Oceanographic Research in Indian Waters, N° 8", Memoirs of the Asiatic Society of Bengal 9(1935):461-539;
g) S.V. Smith, D.W. Kinsey, "Calcium Carbonate Production, Coral Reef Growth, and Sea Leve¡ Change", Science
194(1976):937-939; h) S.V. Smith, J.T Harrison, "Calcium Carbonate Production of the Mare lncognitum, the Up-
per Windward Reef Slope, at Enewetak Atof", Science 197(1977):556-559; i) Verstelle (nota 21). Las referencias
para la sección titulada "Tasa de crecimiento máximo de los formadores de estructuras de arrecifes de coral",
son: j) S.A. Earle, "Life Springs from Death in Truk Lagoon", National Geographic 149(1976):578-613; k) E.H.
Gladfelter, R.K. Monahan, W.B. Gladfelter, "Growth Rates of Five Reef-building Corals in the Northeastem
Caribbean", Bulletin ofMarine Science, 28(1978):728-734; I) E.H. Gladfelter, "Skeletal Development in Acropora
cervicomis III. A Comparison of Monthly Rates of Linear Extension and Calcium Carbonate Accretion Measured
Over a Year", Coral Reefs 3(1984):51-578; m) Lewis, Axelsen, Goodboy, Page, and Chislett (nota 226); n) Shinn
(nota 20); o) T. Tamura, Y. Hada, "Growth Rate of Reef Building Corals, Inhabiting in the South Sea Island", Sci-
entific Report ofthe Tohoku Imperial University 7(4-1932):433-455. Los cálculos para su investigación fueron in-
formados por: Buddemeier y Kinzie (nota 22a).
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
miento más rápido, mientras que la luz ultravioleta en la superficie del océano
i nhibe el crecimiento. 1 9 Éstos y otros factores pueden afectar significativamente
l as tasas de crecimiento de los arrecifes. Nuestro conocimiento actual no impide
que en lo pasado los arrecifes hayan crecido a mayor velocidad. Mientras algu-
nos de los corales duros con forma de "cerebro" y algas coralinas crecen lenta-
mente, las formas que se dividen en ramas crecen con rapidez. Una concen-
tración densa (Figura 14.1) de corales sanos que forman ramas, creciendo a
una tasa óptima (segunda parte de la Tabla 14.1), podría producir un arrecife de
crecimiento rápido. Muchos de estos corales con frecuencia forman ramas por
encima de los demás, complicando las tasas de producción. El potencial es im-
presionante: diez ramas que crecen a razón de 100 mm por año, y se subdivi-
den en tres ramas cada año, resultaría en un crecimiento total de 59 km de ra-
mas simples en 10 años.20
Numerosos investigadores han estudiado las tasas a las que crecen los cora-
FIGURA 14.1
Corales de arrecife crecen en la cumbre de un pináculo en la laguna del Atolón de Eniwetok, Islas
Marshall. Los corales más altos están a unos 7 m debajo de la superficie del océano.
LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
ARRECIFES FÓSILES
Además de los arrecifes vivos de que hablamos hasta ahora, se encuentran
arrecifes fósiles en las capas geológicas más profundas de la tierra. Un arrecife
CAPÍTULO 141 CUESTIONES DE TIEMPO
fósil 26 bien conocido, llamado Arrecife Nubrygin, está ubicado tierra adentro,
cerca del pueblo de Stewart Town, en Australia oriental. Este arrecife es impor-
tante por varias razones. En lugar de estar formado principalmente por corales,
se considera que fue formado por algas. Se lo clasifica como Devónico tempra-
no, con una edad supuesta de unos 400 millones de años. En la disposición de
l os estratos en la columna geológica, hay muchas capas fósiles por debajo y
por sobre el Devónico. En otras palabras, este arrecife está bien atrincherado
en medio de las capas fosilíferas de la Tierra. Como el crecimiento de un arreci-
fe demora mucho tiempo, este arrecife fósil no podría haber crecido durante el
año del diluvio. Esto es importante en relación con la pregunta de si el registro
fósil representa el desarrollo de la vida a lo largo de millones de años, o si fue el
resultado del diluvio del Génesis después de una creación reciente.
Me sorprendí cuando miré por primera vez el arrecife de Nubrygin. Este
ejemplo bien conocido de un arrecife de algas no parecía tener una estructura
semejante a la de los arrecifes. Era una mezcla de trozos quebrados de algas
fósiles y de tipos de rocas que no son parecidos a arrecifes que literalmente flo-
tan en una matriz de sedimentos finos. Entendí por qué algunos investigadores
habían decidido recientemente que era una corriente de escombros y no un
arrecife.27 Como las corrientes de detritos pueden formarse muy rápidamente,
este así llamado arrecife ya no puede ser considerado como un argumento con-
tra el tiempo corto que propone el modelo bíblico de los orígenes. Sin embargo,
l a cuestión del tiempo y los arrecifes no se resuelve con este solo ejemplo, ya
que se han descrito muchos arrecifes fósiles en las publicaciones científicas. Se
han informado casos en diversos niveles de la columna geológica comenzando
con el Precámbrico hacia arriba.28 Comparados con nuestros arrecifes actuales,
estos arrecifes fósiles son generalmente muy pequeños, pero si cada uno de
ellos creció como un verdadero arrecife, colectivamente podrían representar
miles de años.
Hay muchos problemas en relación con la autenticación de los arrecifes
fósiles. Esto se refleja por la confusa definición de un arrecife. Un arrecife verda-
dero representa la edificación lenta de una estructura que resiste las olas, hecha
por organismos marinos. Muchos de los así llamados arrecifes fósiles parecen
ser sólo una acumulación de sedimentos barridos por el agua, y podrían haber-
se formado rápidamente.
Un informe describe una cantidad de "arrecifes" fósiles que ahora han sido
reinterpretados como corrientes de detritos que se acumularon rápidamente,z 9 y
LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
un diseño claro de marcas de olas Ondulas) en el piso arenoso del mar. Tres
días más tarde, ese diseño había sido completamente borrado por peces, can-
grejos, ostras, caracoles y gusanos que en forma continua merodean sobre la
arena. Este proceso de destrucción también se ha señalado en períodos de 2 a 4
semanas en las Islas Vírgenes.s° Estas observaciones indican que, dado un tiem-
po significativo, en la presencia de organismos merodeadores, los tubos de gu-
sanos, capas delgadas y marcas de olas no se conservarán. Con frecuencia, tales
estructuras están conservadas en los estratos antiguos de depósitos marinos, su-
giriendo que deben de haber sido enterradas en forma suficientemente rápida
como para evitar su destrucción por diversos organismos.
LÁMINAS
A veces otra cuestión relacionada con el tiempo que se plantea con res-
pecto a una creación reciente, es una multitud de delgadas capas en algunos es-
tratos sedimentarios de la Tierra. Comúnmente de menos de un milímetro de
espesor, estas capas se llaman láminas. Generalmente están constituidas por se-
dimentos que gradualmente cambian de gruesos a finos al ir de abajo hacia
arriba en cada lámina, o pueden estar compuestas de dos partes, tales como
una capa delgada de sedimentos finos y lisos unidos a otra capa rica en materia
orgánica. Cuando se interpreta que una lámina llevó un año para formarse, se
ll ama una "varva". Ya que el tiempo de formación es discutible, en este estudio
usaremos el término menos restrictivo: "lámina".
En la Formación de Green River de Wyoming, EE.UU., que contiene fósiles
de peces, se han descrito varios millones de estas láminas. Si, como se las inter-
preta a menudo, cada una de estas capas demoró un año en formarse, los millo
nes de años invocados no pueden reconciliarse con una creación reciente. En
algunos de nuestros lagos se han descrito muchos miles de estas láminas. A ve-
ces las láminas de varios lagos antiguos se han correlacionado entre sí siguiendo
el esquema de secuencias similares de diversos espesores de las capas. Estas
correlaciones a veces han resultado en secuencias combinadas que se interpre-
tan como decenas de miles de años de edad. También éstas desafían el con-
cepto de una creación reciente hace pocos miles de años.
Por otro lado, varios estudios plantean desafíos a la interpretación de que
estas láminas representan eventos anuales. El análisis de sedimentación reciente
en el Walensee de Suiza revela que en promedio se producen dos láminas por
año, mientras que algunos años se depositan hasta cinco láminas .s' En otro estu-
LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
dio se contó el número de láminas que se encontraron entre dos capas de ceni-
zas volcánicas ampliamente esparcidas en la Formación Green River de Wyo-
ming (EE.UU.). Si éstas representaran eventos anuales, se esperaría el mismo
número en diferentes localidades; sin embargo, el número entre esas dos capas
de ceniza variaban de un lugar a otro de 1.089 a 1.556.52 En Colorado
(EE.UU.), más de 100 láminas fueron depositadas durante una inundación de
12 horas de duración.53 Otras observaciones de campo y experimentos de labo-
ratorio sugieren que se pueden formar en sólo unos pocos minutos, segundos o
en forma casi instantánea .54 Otros experimentos muestran que los sedimentos
pueden separarse para formar láminas a la velocidad de varias por segundo.55
Sin embargo, se cree que algunas láminas se forman por un proceso de asenta-
miento en aguas tranquilas y no por transporte lateral. Pero hay también experi-
mentos que sugieren que varias láminas pueden formarse en unas pocas horas
durante un sólo evento de asentamiento de una suspensión de sedimentos. 16
Aunque estas tasas rápidas no demuestran la deposición de millones de capas
de la Formación Green River dentro del marco de tiempo de la creación, indi-
can alternativas a las largas edades propuestas para esta Formación. Se necesitan
más experimentos a lo largo de estas líneas.
Ha habido problemas en la correlación de las láminas de diferentes locali-
dades. s7 Tanto en Suecia como en América del Norte, estudios extensos que
procuraban combinar secuencias de unos pocos centenares de láminas en un
todo unificado, muchas de las cuales son consideradas como varvas glaciares,
han encontrado dificultades. Una cronología combinada de 28.000 años para
América del Norte ha sido reinterpretada como un poco más de 10.000 años
cuando se la controló con la datación con el carbono-14. 58
Otra pregunta que desafía una creación reciente relacionada con las lámi-
nas, es la larga lista de algunas veces más de 30 fechas de carbono-14, y que
generalmente aumentan con la profundidad de estas láminas.s9 Las láminas y
l as fechas dadas por el carbono-14 a veces se extienden hasta 10.000-13.000
años. Pero hay problemas con la correlación láminas-carbono-14, incluyendo
l os siguientes: 1) las láminas generalmente son consideradas más confiables
que las fechas de carbono-14 y se usan para corregir estas últimas, ya que los
dos sistemas no dan los mismos resultados; 2) hay serias dificultades en contar
l as láminas, en las que hay secciones que se supone que faltan o que se en-
cuentran mal definidas, y algunas de las láminas son tan delgadas que es difícil
i dentificarlas; de este modo, diferentes investigadores informan números distin-
CAPÍTULO 141 CUESTIONES DE TIEMPO
do del C14.7° Caracoles que viven en Nevada (EE.UU.) dan edades aparentes de
27.000 años" y la mayoría de las muestras marinas de los océanos del mundo
dan como edad por lo menos varios centenares de años. 72 Estos ejemplos ilus-
tran lo que a veces se llama el "efecto de depósito", que es, probablemente, el
problema más serio que confronta la datación por el C1 4 . La razón de que algu-
nos ejemplos vivientes tengan una edad de C14 i rrazonable es que hay menos de
l a cantidad normal de C14 en su ambiente, de modo que parecen antiguos aun
antes de morir. Otras anomalías se deben probablemente a otros factores, tales
como el intercambio de átomos de C14 con otras formas de carbono. Por ejem-
plo, el músculo del cráneo de un buey almizclero congelado de Alaska dio una
edad de C14 de 24.140 años, mientras que su pelo daba la edad de 17.210
años.73 Conchas marinas de Hawai dan edades más jóvenes si fueron conserva-
das en ceniza volcánica que si lo fueron en caliza . 74
Para determinar la edad de C14 se debe conocer qué proporción de C1 4 ha-
bía en la época de ingreso al organismo que se está probando. ¿Podemos estar
seguros de que esta proporción, especialmente la de la atmósfera que provee el
carbono a los organismos, ha sido suficientemente constante en el pasado como
para garantizar la confianza en el método? Todos están de acuerdo en que hay
evidencias significativas de cambios. Los creacionistas sugieren que ha habido
cambios grandes, mientras que los no creacionistas intentan corregir pequeñas
discrepancias.
Existen otros problemas menos serios en la datación con C1 4 . Los suelos
son notoriamente difíciles de datar ,7S por causa de la migración hacia arriba y
hacia abajo de las sustancias orgánicas. Los organismos seleccionan con prefe
rencia el C12 sobre el C14 (fraccionamiento). Este problema es fácilmente corregi-
do mediante cálculos sencillos. Las explosiones nucleares aumentan la concen-
tración de C1 4, al paso que la Revolución Industrial ha diluido el C14 al añadir a
l a atmósfera carbono no radiactivo de los combustibles fósiles. Estos efectos
también pueden ser fácilmente corregidos. Sin embargo, estos ejemplos ilustran
cuán fácilmente son afectados los datos por los cambios en el ambiente. Por
causa de varias incertidumbres posibles, "no es sorprendente que algunos ar-
queólogos levantan sus brazos en desesperación "76 ante el método. Aunque el
método de datación con el C14 tiene muchos problemas, sobrevive porque no
hay otro método más sencillo que parezca confiable para la datación de los úl-
ti mos 50.000 años. Sin embargo, la dificultad de datar en este período está bien
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
estadísticos para corregir este problema, pero las cronologías basadas en los
anillos del pino bristlecone y de los robles europeos, los cuales constituyen la
espina dorsal para las correcciones del C1 4, han sido caracterizadas por algunos
especialistas en estadística como "sospechosas" y que contienen "correlacio-
nes espurias" .82
Hay un problema de anillos perdidos. 83 C. W. Ferguson, del laboratorio de
anillos de árboles en la Universidad de Arizona, desarrolló la cronología básica
de los anillos para la datación del C14 usando el pino bristlecone de las monta
ñas White de California. Usó madera muerta que encontró en la región para
extenderse más allá de la cronología de los árboles vivientes buscando coinci-
dencias en los anillos de los árboles. Sin embargo, algunas veces el 10% de los
anillos parecen faltar. 84 Además, señala: "A menudo no puedo datar especíme-
nes con mil o dos mil anillos en comparación con la cronología maestra de
7.500 años, incluso con la ubicación dentro de la época que provee la data-
ción con el radiocarbono". Que Ferguson nunca publicara los datos originales
para su cronología maestra ha echado un viso de sospecha sobre su validez. En
Europa, el uso de antiguos ejemplares de robles y pinos que extienden la crono-
l ogía hasta más del 9.500 a.C. también ha sido difícil. Aun cuando se han estu-
diado más de 5.000 ejemplares y se ha usado el C14 para ayudar a encontrar
l as coincidencias, 85 l os resultados no son seguros . 86 Los ejemplares individuales
cubren sólo unos pocos siglos en el mejor de los casos, y muchas coincidencias,
que a menudo son difíciles de hacer, están involucradas en extender la cuenta
hacia atrás, hacia el 9000 a.C. Quienes han hecho la correlación entre las cro-
nologías de los robles y de los pinos las clasifican como "provisorias". a '
Además, hay un elemento de razonamiento en círculo cuando se usa pri-
mero el C14 para datar los ejemplares, luego, después de las coincidencias, usar
ésta como base para refinar la calibración del método del C1 4 . Este procedi
miento tiende a poner en duda el argumento de que los anillos de los árboles
corroboran la datación con el C1 4 . Uno tendría más confianza en las correccio-
nes propuestas si las coincidencias de los anillos de los árboles fuera hecha en
forma completamente independiente. Las correcciones propuestas a la datación
con el C14 reflejan un esquema general de dataciones de C1 4 más jóvenes (más
C1 4 ) comparado con los anillos de los árboles, especialmente los ejemplares
más viejos. las variaciones alrededor de la tendencia general son tal le s que en en
algunos casos una sola datación de C14 puede dar tres o más dataciones calibra-
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
das para una sola fecha del C14.89 Ha habido intentos de extender las correc-
ciones a las dataciones del C14 hasta los 30.000 años usando el sistema de data-
ción del torio-230/uranio-234 en los corales. 9 ° Otros investigadores 9' obtuvie-
ron diferencias de mil años en cada dirección, lo que hace que los intentos de
calibraciones son poco convincentes. El sistema actualmente aceptado para co-
rregir los datos del C14 parece ser una estructura frágil.
Algunos de los datos del C14 son obviamente seleccionados. Una serie de
fechas de C14 obtenida de capas de suelo orgánico progresivamente más profun-
das en los sedimentos de la Isla Sur de Nueva Zelanda dieron la secuencia de
9.900; 12.000; 27.200; 17.300; 15.650 años de C14.92 Las determinaciones ob-
viamente anómalas de 17.300 y 15.650 que fueron halladas debajo de la fecha
más antigua de 27.200 fueron eliminadas en una publicación posterior. 93 Esta
clase de "purificación" se hace abiertamente y con toda honestidad, porque los
i nvestigadores confían en las suposiciones del sistema de datación. Sin embar-
go, en el caso de arriba, uno se tiene que preguntar si algunos de los factores
considerados responsables por las anomalías en la parte inferior de la secuencia
no puede ser también causa de preocupación al aceptar las otras dataciones.
El informe bíblico de los comienzos implica un origen de la vida hace unos
pocos miles de años. La datación con radiocarbono ha producido muchas data-
ciones más allá de esa época. Una cantidad de ellas están en una secuencia or
denada correo se mencionó arriba para las láminas. Puede haber una explica-
ción alternativa para tales dataciones en secuencia. El diluvio universal descrito
en el Génesis sin duda sería una causa mayor de cambios en el ciclo del carbo-
no en nuestro planeta. Se supone generalmente que había concentraciones me-
nores de C14 en la atmósfera y las plantas antes de ese diluvio. Esta suposición
está en armonía con la muy baja proporción de C14 en la hulla y el petróleo. Se
supone que ajustes graduales después de esa catástrofe son los responsables
por un aumento gradual del C14.94 Este aumento gradual durante unos mil o dos
mil años después diluvio podría producir las dataciones más antiguas y las se-
cuencias que se encuentran en las láminas y otros depósitos. Los factores pro-
puestos por los creacionistas para los cambios en la concentración del C14 i nclu-
yen algunas de las mismas explicaciones usadas por los no creacionistas para
l as anomalías del C1 4 . Se debería hacer mención especial de: 1) una reserva
mayor de carbono que diluiría el C14 antes del diluvio; 2) un campo magnético
mayor antes del diluvio que desviaría los rayos cósmicos que producen el C1 4 ;
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO
3) una tasa de mezclado del C' 4 en los océanos después del diluvio, que afecta-
ría tanto las concentraciones de C1 4 atmosféricas como oceánicas; 4) cambios
en la intensidad de los rayos cósmicos que producen el C1 4 . 95
Tanto los creacionistas como los que suponen que la vida se desarrolló du-
rante largas eras suponen condiciones diferentes en el pasado para explicar y
ajustar los datos obtenidos por la datación del C1 4 . La distinción está en la clase
de cambios visualizados y, especialmente, la tasa de tales cambios. Por causa
del diluvio del Génesis, los creacionistas postulan cambios mayores y rápidos
en la concentración del C1 4 .
pultadas a gran profundidad. Las rocas fundidas del- interior de la Tierra pue-
den arrastrar este exceso de argón y producir dataciones anormalmente anti-
guas. Por ejemplo, una corriente de lava en Hawaii, históricamente fechada en
1801 d.C., da una datación por el método K-Ar de 1,1 millones de años. 98 En
forma similar, corrientes de lava del volcán Rangitoto de Nueva Zelanda contie-
nen madera que da dataciones por el C14 de menos de 1.000 años, mientras
que la lava proporciona dataciones por el método del K-Ar de varios centenares
de miles de años. 99 Los datos provistos por los diamantes usando el método
más complejo de análisis "isócrono" da una edad de 6.000 millones de años,'°°
que es 1.400 millones de años más que la edad de la Tierra generalmente
aceptada. Los investigadores atribuyen estas anomalías y muchas más al exceso
de argón.
Por cuanto el gas argón puede escapar también fácilmente, las dataciones
K-Ar pueden ser anormalmente jóvenes. Gunter Faure, un especialista en esta
área, hace una lista de siete factores que podrían causar escapes de argón.'°'
Se cree con frecuencia que el calor y la destrucción de la roca por causa de la
presión, como la que ocurre en los procesos orogénicos (elevación de monta-
ñas), son factores que contribuyen. El método del K-Ar se usa a veces para datar
episodios de formación de montañas, pero se tiene que tener una confianza ra-
zonable de que todo argón previo se haya escapado. La pérdida o la ganancia
de potasio del sistema que se está datando también es considerado como una
causa de dataciones anómalas.
A pesar de los errores potenciales, muchas secuencias de dataciones publi-
cadas parecen estar de acuerdo con las edades geológicas corrientemente
aceptadas. No hay escasez de fechas que no armonizan, pero los creacionistas
también deben considerar las numerosas dataciones que sí armonizan.'° 2 La se-
l ección de dataciones es reconocida en la literatura científica. Un hombre de
ciencia señala: "En la interpretación convencional de las edades dadas por el K-
Ar, es común descartar edades que son sustancialmente demasiado altas o de-
masiado bajas comparadas con el resto del grupo o con otras datos disponibles
tales como la escala del tiempo geológico".'°s Él sugiere usar la determinación
i sócrona más compleja para aligerar las discrepancias. Al defender el análisis de
minerales individuales para dar información más precisa, otro científico afirma:
"En general, las dataciones que caen dentro del campo correcto y esperado se
supone que son correctas y se publican, pero las que están en desacuerdo con
otros datos rara vez se publican ni se explican completamente las discrepan-
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO
CONCLUSIONES
He presentado ejemplos de lo que yo considero son los problemas más di-
fíciles acerca del tiempo para el creacionismo. 113 Se aprecian dos características
en la mayoría de los ejemplos. Primero: Los datos están sujetos a diversas inter
pretaciones y correcciones. Intentar la reconstrucción de un pasado desconoci-
do es difícil y subjetivo. Segundo: Cuando uno incorpora el diluvio del Génesis
en un modelo de la Tierra, y eso está implícito en la historia sagrada, emergen
una cantidad de posibilidades que pueden resolver, para el creacionismo, la
mayor parte de los problemas sugeridos acerca del tiempo. Debe recordarse
que también hay problemas serios para los largos períodos geológicos. 114 Tene-
mos todavía mucho que aprender acerca de los métodos de datación. El último
capítulo sobre este tema todavía no ha sido escrito.
Notas y referencias:
1. A. Holmes, The Age of the Earth, ed. rev. (Londres, Edimburgo y N. York: Thomas Nelson & Sons, 1937), p.
11.
2. Ver el capítulo 19 para un estudio de diversas posibilidades.
3. Ver los capítulos 4, 6 y 11.
4. a) D. Foster, The Philosophical Scientists (N. York: Dorset Press, 1985), pp. 54-57; b) W.R. Bird, The Origin
of Species Revisited: The Theories of Evolution and ofAbrupt Appearances (N. York: Philosophical Library,
1 987, 1988, 1989), pp. 78-83, 301-308.
5. Para un estudio de algunas alternativas, ver: S-H. Yang, "Radiocarbon Dating and American Evangelical Ch-
ristians", Perspectives on Science and Christian Faith 45(1993):229-240.
6. S. Toulmin, J. Goodfield, The Discovery of Time (N. York: Harper and Row, 1965), pp. 74, 75.
7. a) Ibid., p. 55; b) S. Toulmin, "The Historicization of Natural Science: Its Implications for Theology", en: H.
Küng, D. Tracy, eds., Paradigm Change in Theology: A Symposium for the Future, M. Kóhl, trad. (N. York:
Crossroad Publishing Co., 1989), pp. 233-241. Traducción de: Theologie-Wohin? y Das Neue Paradigma
von Theologie.
8. Para una representación gráfica de esta tendencia, ver la Figura 1 en: A.E.J. Engel, "Time and the Earth",
American Scientist 57(4-1969):458-483.
9. Para un resumen de diversas estimaciones de la edad de la Tierra, ver la Tabla 2.1 en: G.B. Dalrymple, The
Age of the Earth (Stanford, CA: Stanford University Press, 1991), pp. 14-17.
1 0. Para la escala de tiempo geológico aceptada actualmente, ver: W.B. Harland, R.L. Armstrong, A.V. Cox,
L.E. Craig, A.G. Smith, D.G. Smith, A Geologic Time Scale, ed. rev. (Cambridge y N. York: Cambridge Uni-
versity Press, 1989, 1990).
11. Por ejemplo: J. Gribbin, "Astronomers Double the Age of the Universe", New Scientist 133 (enero 4 de
1992):12.
12. a) W.L. Freedman, B.F. Madore, J.R. Mould, R. Hill, L. Ferrarese, R.C. Kennicutt, Jr., A. Saha, P.B. Stetson, J.A.
LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
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16. A. Hayward, Creation and Evolution: The Facts and the Fallacies (Londres: Triangle (SPCK), 1985), p. 85.
17. Varios investigadores notaron esto. Por ejemplo: D.K. Hubbard, A.I. Miller, D. Scaturo, "Production and Cy-
cling of Calcium Carbonate in a Shelf-edge Reef System (St. Croix, U.S. Virgin Islands): Applications to the
Nature of Reef Systems in the Fossil Record", lournal ofSedimentary Petrology 60(1990):335-360.
1 8. Para algunos informes, ver: a) Anónimo, "Coral Bleaching Threatens Oceans, Life", EOS, Transactions, Ame-
rican Geophysical Union 74(13-1994):145-147; b) D. Charles, "Mystery of Florida's Dying Coral", New
Scientist 133(11 de enero de 1992):12; c) E.C. Peters, H.B. McCarty, "Carbonate Crisis?", Geotimes 41(4-
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32. a) Hubbard, Miller y Scaturo (nota 17). Para estudios adicionales, ver: b) R. Wood, J.A.D. Dickson, B. Kir-
kland-George, "Turning the Capitan Reef Upside Down: A New Appraisal of the Ecology of the Permian
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tomo, pp. 142-144, 200-208; c) R. Lein, "On the Evolution of the Austroalpine Realm", en: H.W. Flügel, P.
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Arctic Canada", MSc Thesis, Department of Geological Sciences (Montreal: McGill University, 1982); e) A.
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Cousin, G. Breton, R. Fourner, J-P. Watte, "Dinosaur Egg-Laying and Nesting: The Case of an Upper Maas-
trichtian site at Rennes-le-Chateau (Aude, France)", Historical Biology 2(1989):157-167; d) N.J. Mateer,
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Molina, N. López-Martínez, O. Kalin, M. Vlaney-Liaud, "Dinosaur Nests at the Sea Shore", Nature
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38. a) K. Carpenter, K.F. Hirsch, J.R. Horner, "Introduction", en: Carpenter, Hirsch y Horner, pp. 1-11 (nota
356). Para estudios adicionales de varias ideas, el lector debería consultar: b) M.J. Oard, "The Extinction of
the Dinosaurs", Creation Ex Nihilo Technical Journal 11(1997):137-154, y las referencias en el artículo.
39. Horner 1984 (nota 36b).
40. M.A. Norell, J.M. Clark, L.M. Chiappe, D. Dashzeveg, "A Nesting Dinosaur", Nature 378(1995):774-776.
41. G.S. Paul, "Dinosaur Reproduction in the Fast Lane: Implications for Size, Success, and Extinction", en: Car-
penter, Hirsch y Horner, pp. 244-255 (nota 35b).
296 LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
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Western Interior of North America", en: Carpenter, Hirsch y Horner, pp. 137-150 (nota 35b); c) Zhao Z-K.,
"Dinosaur Eggs in China: on the Structure and Evolution of Eggshells", en: Carpenter, Hirsch y Horner, pp.
184-203 (nota 35b).
45. Para un estudio, ver Carpenter, Hirsch y Horner, pp. 1-11 (nota 356).
46. K. Carpenter, K. Alf, "Global Distribution of Dinosaur Eggs, Nests, and Babies", en: Carpenter, Hirsch y Hor-
ner, pp. 15-30 (nota 356).
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skorlupy yaits melovykh dinozavrov Gobi"; b) M. Vianey-Lizad, P. Mallan, O. Buscail, C. Montgelard, "Re-
view of French Dinosaur Eggshells: Morphology, Structure, Mineral and Organic Composition", en: Carpen-
ter, Hirsch y Horner, pp. 151-183 (nota 35b); c) R.W.G. Wyckoff, The Biochemistry ofAnimal Fossils (Bristol:
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48. Carpenter, Hirsch y Horner, pp. 1-11 (nota 35b).
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ficance", Journal of Geology 82(1974):237-265; c) S.M. Stanley, "Relation of Shell Form to Life Habits of the
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51. A. Lamber, K.J. Hsü, "Non-annual Cycles of Varvelike Sedimentation in Walensee, Switzerland", Sedimento-
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Sedimentary Petrology 37(3-1967):829-851. Note especialmente la figura 12d.
54. A.V. Jopling, "Some Deductions on the Temporal Significante of Laminae Deposited by Current Action in
Clastic Rocks", Journal of Sedimentary Petrology 36(4-1966):880-887.
55. a) G. Berthault, "Expériences sur la lamination des sédiments par granoclassement périodique postérieur au
dépót. Contribution á I'explication de la lamination dans nombre de sédiments et de roches sédimentaires",
Comptes Rendus de ('Academia des Sciences, Paris, 303 (Ser. 2-1986):1569-1574; b) P.Y. Julien, G. Bert-
hault, Fundamental Experiments on Stratification (videocasete) (Colorado Springs: Rocky Mountain Geologic
Video Society, n.d.). Para más estudios ver: c) A.M. Hernán, S. Havlin, P.R. King, H.E. Stanley, "Sponta-
neous Stratification in Granular Mixtures", Nature 386 (1997):379-382, y las referencias citadas en él.
56. a) Berthault (nota 55a); b) C.E. Mendenhall, M. Mason, "The Stratified Subsidence of Fine Particles", Procee-
dings of the National Academy of Sciences 9(1923):199-202; c) W.H. Twenhofel, Principles of Sedimenta-
tion, 2a. ed. (N. York y Londres: McGraw- Hill Book Co., 1950), pp. 549, 550; d) W.H. Twenhofel, Treatise
of Sedimentation, 2a. ed. (Dover Publications, Inc., 1961 [1932]), t. 2, pp. 611-613. He visto hasta 12 lámi-
nas que se formaron de la noche a la mañana siguiente en grandes cilindros de laboratorio.
57. Para un repaso de este tema, ver: a) M.J. Oard, "Varves-The First'Absolute' Chronology, Part I-Historical
Development and the Question of Annual Deposition", Creation Research Society Quarterly 29(1992):72-
80); b) M.J. Oard, "Varves-The First'Absolute' Chronology, Part II-Varve Correlation and the Post- Glacial
CAP[TULO 14 / CUESTIONES DE TIEMPO
Dating: Fictitious Results with Mollusk Shells", Science 141(1963):634-637; c) M. Rubin, D.W. Taylor, "Ra-
diocarbon Activity of Shells from Living Clams and Snails", Science 141(1963):637.
73. R. Stuckenrath, Jr., J.E. Mielke, "Smithsonian Institution Radiocarbon Measurements VI", Radiocarbon
12(1994) - 51-57.
74. T. Dye, "Apparent Ages of Marine Shells: Implications for Archaeological Dating in Hawaii", Radiocarbon
36(1994):51-57.
75. a) O.A. Chichagova, A.E. Cherkinsky, "Problems in Radiocarbon Dating of Soils", Radiocarbon 35(3-
1993):351-362; b) H.W. Scharpenseel, P. Becker-Heidmann, "Twenty-five Years of Radiocarbon Dating
Soils: Paradigm of Erring and Leaming", Radiocarbon 34(3-1992):541-549.
76. Aitken, p. 99 (nota 69a).
77. a) R.E. Taylor, L.A. Payen, C.A. Prior, P.J. Slota, Jr., R. Gillespie, J.A.J. Gowlett, R.E.M. Hedges, A.J.T. Jull, T.H
Zabel, D.J. Donahue, R. Berger, "Major Revisions in the Pleistocene Age Assignments for North American
Human Skeletons by C-14 Accelerator Mass Spectrometry: None Older than 11,000 C-14 Years B.P.", Ame-
rican Antiquity 50(1-1985):136-140. Algunas de estas conclusiones también ha sido desafiadas por: b) T.W.
Stafford, Jr., P.E. Haré, L. Currie, A.J.T. Jull, D. Donahue, "Accuracy of North American Human Skeleton
Ages", Quaternary Research 34(1990):111-120.
78. W.F. Libby, "Accuracy of Radiocarbon Dates", Science 140(1963):278-280.
79. Para algunos ejemplos recientes, ver: a) B. Kromer, B. Becker, "German Oak and Pine'^C Calibration,
7200-9439 BC", Radiocarbon 35(1-1993):125-135; b) G.W. Pearson, M. Stuiver, "High-precision Bidecadal
Calibration of the Radiocarbon Time Scale, 500-2500 BU, Radiocarbon 35(1-1993):25-33; c) Stuiver y Bra-
ziunas (nota 72a); d) M. Stuiver, G.W. Pearson, "High-precision Bidecadal Calibration of the Radiocarbon Ti-
me Scale, AD 1950-500 y 2500-6000 BC", Radiocarbon, 35(1-1993):1-23; e) M. Stuiver, P.J. Reimer, "Exten-
ded `C Data Base and Revised CALIB 3.0'°C Calibration Program", Radiocarbon 35(1-1993):215-230.
80. Se ha sugerido que un árbol en Tasmania puede tener 10.000 años de edad, pero hasta ahora la evidencia es
muy débil. Ver: "News Item. Living Tree '8000 Years Older than Christ'(?)", Creation ex Nihilo 1 7(3-
1 995):26, 27.
81. a) D.K. Yamaguchi, "Interpretation of Cross Correlation Between Tree-ring Series", Tree-ring Bulletin
46(1986):47-54. Para un estudio adicional ver: b) R.H. Brown, "Can Tree Rings Be Used to Calibrate Radio-
carbon Dates?", Origin 22(1995):47-52.
82. a) R.A. Monserud, "Time-series Analyses of Tree-ring Chronologies", Forest Science 32(2-1986):349-372; b)
Yamaguchi (nota 81).
83. Para estudios adicionales de algunos de los problemas de encontrar equivalencias en los anillos de los árbo-
les, ver las Notas 81 y 82, y: a) M.G.L. Baillie, J. Hillam, K.R. Briffa, D.M. Brown, "Re-dating the English Art-
historical Tree-ring Chronologies", Nature 315(1985):317-319; b) B. Becker, B. Kromer, "The Continental
Tree-ring Record-Absolute Chronology, "°C Calibration and Climatic change at 11 ka", Palaeogeography,
Palaeoclimatology, Palaeoecology 103(1993):67-71; c) H.C. Sorensen, "The Ages of Bristlecone Pine", Pen-
sée (Primavera/Verano 1973), pp. 15-18; d) R.M. Poner, "Correlatiog Tree Rings" (carta), Creation Research
Society Quarterly 31(1995):170, 171.
84. Sorensen (nota 83c).
85. B. Becker, "An 11,000-year German Oak and Pine Dendrochronology for Radiocarbon Calibration", Radio-
carbon 35(1-1993):201-213.
86. Por ejemplo, ver: Ibid., Figuras 4 y 6.
87. Kromer y Becker (nota 79a).
88. Ver la Figura 4 en: Becker y Kromer (nota 83b).
89. Aitken, p. 100 (nota 69a).
90. a) E. Bard, B. Hamelin, R.G. Fairbanks, A. Zindler, "Calibration of the '°C Timescale Over the Past 30,000
Years Using Mass Spectrometric U-Th Ages from Barbados Corals", Nature 345(1990):405-410; b) E. Bard,
M. Arnold, R.G. Fairbanks, B. Hamelin, `as°This^U and'"C Obtained by Mass Spectrometry on Corals", Ra-
diocarbon 35(1-1993):191-199.
91. a) J-C. Fontes, J.N. Andrews, C. Causse, E. Giben, "A Comparison of Radiocarbon and U/Th Ages on Conti-
nental Carbonates", Radiocarbon 34(3-1992):602-610; b A. Eisenhauer, G.J. Wasserburg, J.H. Chen, G. Bo-
CAPÍTULO 141 CUESTIONES DE TIEMPO 299
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94. Para cálculos sugerentes, ver: a) R.H. Brown, "Correlation of C-14 Age with the Biblical Time Scale", Origins
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terly 29(1992):45-47; c) R.H. Brown, "Compatibility of Biblical Chronology with C-14 Age", Origins
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Research Society Quarterly 10(1974):229-236; d) Brown 1994 (nota 94c).
96. Para reseñas de¡ método, ver: a) G.B. Dalrymple, M.A. Lanphere, Potassium-Argon Dating: Principies, Tech-
niques and Applications to Geochronology (S. Francisco: W.H. Freeman & Co., 1969); b) A.P. Dickin, Radio-
genic Isotope Geology (Cambridge: Cambridge University Press, 1995), pp. 245-276; c) Faure, pp. 66-112
(nota 69b); d) G. Faure, "Rock Age Determination", en: Parker, pp. 549-552 (nota 69d); d) Geyh y Schleicher,
pp. 53-74 (nota 69c).
97. El espacio impide un estudio del método Ar39-Ar40 que está basado en los mismos principios. Es más comple-
jo y procura corregir algunos problemas de temperatura. El método enfrenta el problema común del exceso
de Ar40 y otras complicaciones. Para algún análisis, ver las referencias en la nota 96 y: a) M. Ozima, S. Zas
hu, Y. Takigami, G. Turner, "Origin of the Anomalous 40Ar-3 9Ar Age of Zaire Cubic Diamonds: Excess 40Ar in
Pristine Mantle Fluids", Nature 337(1989):226-229; b) J.P. Richards, I. McDougall, "Geochronology of the
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98. Dalrymple y Lanphere, p. 133 (nota 96a).
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1 01. Faure 1986, p. 69 (nota 696).
1 02. Hay muchas de estas listas: a) Harland, Armstrong, Cox, Craig, Smith y Smith (nota 10); b) J.L. Kulp, "Geolo-
gic Time Scale", Science 133(1961):1105-1114.
1 03. A. Hayatsu, "K-Ar Isochron Age of the North Mountain Basalt, Nova Scotia", Canadian Journal of Earth
Science 1 6(1979):973-975.
1 04. R.L. Mauger, "K-Ar Ages of Biotites from Tuffs in Eocene Rocks of the Green River, Washakie, and Uinta Ba-
sin, Utah, Wyoming and Colorado", Contributions to Geology, University of Wyoming, 15(1- 1977):17-41.
1 05. R. Hekinian, M. Chaigneau, J.L. Cheminee, "Popping Rocks and Lava Tubes from the Mid-Atlantic Rift Valley
at 36° N", Nature 245(1973):371-373.
1 06. G.B. Dalrymple, J.G. Moore, "Argon-40: Excess in Submarine Pillow Basalts from Kilauea Volcano, Ha-
waii", Science 1612(1968):1132-1135.
1 07. P.E. Damon, J.L. Kulp, "Excess Helium and Argon in Beryl and Other Minerals", The American Mineralogist
43(1958):433-459.
1 08. R.L. Smith, R.A. Bailey, "The Bandelier Tuff: A Study of Ash-flow Eruption Cycles from Zoned Magma
Chambers", Bulletin Volcanologique 29(1966):83-103.
1 09. a) J. Dymond, "Excess Argon in Submarine Basalt Pillows", Geological Society of America Bulletin
81(1970):1229-1232. Ver también: b) Dalrymple y Moore (nota 106).
110. K. Misawa, M. Tatsumoto, G. B. Da¡ rymple, K. Yanai, "An Extremely Low U/Pb Source in the Moon: U-Th-
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
Pb, Sm-Nd, Rb-St, and'Ar/"Ar Isotopic Systematics and Age of Lunar Meteorite Asuka 881757", Geochimi-
ca et Cosmochimica Acta 57(1993):4687-4702.
111. Ver el capítulo 19 para un estudio de este modelo.
112. Además de las técnicas de datación radiométrica se han intentado varios otros métodos de datación, inclu-
yendo la resonancia del espín electrónico, termoluminiscencia, el reloj molecular, la hidratación de la obsi-
diana y la racemización de aminoácidos. Todos ellos son más cuestionables, y su validez es debatida. Para
comentarios con respecto a algunos de ellos, ver: a) R. Lewin, "Mammoth Fraud Exposed", Science
242(1988): 1246; b) E. Marshall, "Palaeoanthropology Gets Physical", Science 247(1990):798-801. Para
una evaluación de la racemización de aminoácidos, ver: c) R.H. Brown, "Amino Acid Dating", Origins
12(1985):8-25.
113. Se podrían mencionar varios otros, también con interpretaciones equívocas. Para un estudio de los proble-
mas para el creacionismo, ver: a) Hayward (nota 16); b) G.R. Morton, Foundation, Fall and Flood: A Harmo-
nization of Genesis and Science (Dallas, TX: DMD Publishing Co., 1994, 1995); c) H. Ross, Creation and Ti
me: A Biblical and Scientific Perspective on the Creation-Date Controversy (Colorado Springs, CO: Nav-
Press Publishing Group, 1994); d) D.E. Wonderly, Neglect of Geologic Data: Sedimentary Strata Compared
with Young-Earth Creationist Writings (Hatfield, PA: Interdisciplinary Biblical Research Institute, 1987); e)
D.A. Young, Christianity and the Age of the Earth (Grand Rapids, MI: Zondervan Corporation, 1988). Para
i deas que favorecen al creacionismo, ver: f) W.Brown, In the Beginning: Compelling Evidente for Creation
and the Flood (Phoenix, AZ: Center for ScientAc Creation); g) H.G. Coffin, Origin by Design (Washington,
DC and Hagerstown, MD: Review and Herald Publ. Assn., 1983); h) J.D. Morris, The Young Earth (Colorado
Springs, CO: Master Books Division of Creation-Life Publishers, 1994); i) M. Van Bebber, P.S. Taylor, Crea-
tion and Time: A Report on the Progressive Creationist Book by Hugh Ross (Mesa, AZ: Eden Productions,
1994); j) J.C. Whitcomb, Jr., H.M. Morris, The Genesis Flood (Philadelphia: The Presbyterian and Reformed
Pub. Co., 1961); k) J. Woodmorappe, Studies in Flood Geology. A Compilation of Research Studies Suppor-
ting Creation and the Flood (Distributed by the Institute for Creation Research, P.O. Box 2667, El Cajón, CA
92021, 1993?); I) los capítulos 12, 13 y 15 en esta obra.
114. Verlos capítulos 13 y 15.
ALGUNAS INTERROGANTES GEOLÓGICAS
ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO
301
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
edad, no se supone que las condiciones originales sean las mismas que las de
hoy. Sin embargo, la mayoría de los geólogos están de acuerdo en que la mayor
parte de los continentes ya estaban formados hace 2.500 millones de años?
Aunque algunos geólogos usan edades mayores para el comienzo de la sedi-
mentación, 4 usaremos la cifra de 2.500 millones de años, que es conservativa,
para este estudio. Aun si se consideran las tasas de cambio sólo para el Fanero-
zoico (570 millones de años), las discrepancias son todavía muy grandes.
Las informaciones que tienen que ver con las tasas de los procesos geológi-
cos no son siempre tan exactas como se desearía. Además, es peligroso extrapo-
l ar demasiado hacia el pasado por causa de que las condiciones pueden cam
biar. Sin embargo, las incongruencias que se bosquejarán más abajo, y que
existen entre las observaciones actuales y la geocronología estándar (tiempo
geológico) son tan grandes que estas incertidumbres apenas afectan la conclu-
sión que parece estar en conflicto entre ambas. Además, los datos generalmente
están basados en condiciones normales, no catastróficas. La adición de cam-
bios rápidos y catastróficos haría que las discrepancias fueran más desfavorables
para la geocronología estándar.
TABLA 15.1
PROMEDIO DE PROMEDIO DE REBAJE
(mm/1.000 años) (mm/1.000 años)
vel del mar, y de 520 mm por 1.000 años a una elevación de 975 m.9 Se han in-
dicado tasas de 920 mm cada 1.000 años en las montañas de la frontera entre
Guatemala y México,'° mientras que en los Himalayas se han observado tasas
de 1.000 mm cada 1.000 años." En la región del Monte Rainier, en Washing-
ton, las tasas pueden alcanzar hasta 8.000 mm cada 1.000 años. 12 Probable-
mente la tasa regional más elevada es la de 19.000 mm cada 1.000 años para
un volcán en Nueva Guinea.13
De mayor significación que estas tasas elevadas es la tasa promedio general
que refleja los efectos a largo plazo sobre los continentes. Otra manera de con-
siderar las tasas de erosión está basada en una docena o más de estudios que
calculan con cuánta rapidez llegan los sedimentos continentales al océano. Los
ríos llevan la mayor parte de los sedimentos continentales al océano. Un poco
l o llevan el viento y los glaciares, como también colaboran l as olas del mar al
golpear la costa continental. Los cálculos para el mundo están basados princi-
palmente sobre el total de sedimentos que los ríos llevan al entrar al océano. Es-
tos cálculos han variado de 8.000 a 58.000 millones de toneladas métricas por
año (ver la Tabla 15.2). Muchas de las evaluaciones no toman en cuenta el lodo
o sedimento que es arrastrado sobre el lecho del río (empujado o hecho rodar a
TABLA 15.2
a) Holleman (Tabla 15.1); b) A. Holmes, Principles of Physical Geology, ed. rev. (N. York: Ronald Press
Co., 1965), p. 514; c) J.M.L. Jansen, R.B. Painter, "Predicting Sediment Yield from Climate and Topography", Jour-
nal of Hidrology 21(1974):371-380; d) McLennan (nota 18c); e) J.D. Milliman, R.H. Meade, "Woridwide Deli-
very of River Sediment to the Oceans", Journal of Geology 91(1983):1-21; f) Milliman y Syvitski (nota 18d).
CAPÍTULO 15 1 ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO
l o largo del fondo), y que no es fácil de detectar con los instrume ntos de las es-
taciones de medición. A veces la carga arrastrada en el lecho se estima arbitró=
riamente en un 10%, porque es muy difícil de medir.14 Los resultados ofrecidos `'
son probablemente bajos, porque no se pueden evaluar fácilmente los escasos
eventos catastróficos durante los cuales ocurre un incremento considerable de
transporte. La tasa promedio para la docena de estudios publicados y que apare-
cen en la Tabla 15.2 es de 24.108 millones de toneladas métricas por año. A es-
ta tasa, la altura promedio de los continentes del mundo (623 m) sobre el nivel
del mar se erosionaría en unos 9,6 millones de años,15 una cifra próxima a la de
1 0 millones de años que se dio arriba para América del Norte.
A menudo se sugiere que las montañas todavía existen porque se están re-
novando continuamente por ascensos. ' 6 Aunque las montañas sufren ascensos
(ver más abajo), este proceso de elevación y erosión no podría continuar por
mucho tiempo sin erradicar las capas de la columna geológica contenidas en
ellas. Un episodio completo de ascenso y erosión de las capas sedimentarias, al-
gunas de las cuales, sin embargo, debieron ser elevadas de su ubicación por
debajo del nivel del mar, las eliminaría. Las tasas actuales de erosión quitarían
rápidamente los sedimentos de las cadenas montañosas de la Tierra, así como lo
haría en otras partes; sin embargo estos sedimentos, de los más recientes a los
más antiguos, todavía están bien representados." En el contexto de las largas
edades geológicas y las tasas elevadas de erosión, la renovación de las monta-
ñas por levantamiento no parece ser una solución.
Otros intentos de reconciliar el promedio actual de erosión con el tiempo
geológico incluye el tomar en cuenta que las actividades humanas, especial-
mente las prácticas agrícolas, han aumentado la tasa de erosión, haciendo que
l as tasas actuales sean inusitadamente elevadas. Esta explicación ayuda muy
poco para resolver la discrepancia. Los estudios sugieren que las actividades
agrícolas sólo han duplicado la tasa de erosión global.'' A pesar de ello, el fac-
tor es significativo. Al eliminar las prácticas agrícolas humanas, que pueden ha-
ber sido menores en lo pasado, los continentes habrían sido erosionados hasta
el nivel del mar en unos 20 millones de años en vez de 10 millones. Pero esto
no explica la presencia de los continentes, a los que se asigna una antigüedad
de 2.500 millones de años de edad; y por analogía, sin la presencia de la agri-
cultura, podría haber erosionado los continentes hasta el nivel del mar 125 ve-
ces en ese período.
Todavía otros han propuesto un clima más seco en lo pasado, lo que resul-
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
Vista a través de la Bahía Kingscote mostrando una parte de la Isla Kangaroo, Australia del Sur. Se
puede ver cuán plana es la isla. Se supone que la superficie de esta isla tiene por lo menos 160 mi-
llones de años, por lo que debería haberse erosionado totalmente hace mucho tiempo.
CAPÍTULO 15 1 ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO
cie durante 160 millones de años sin haber sido erosionada ?2' En ese tiempo
sugerido, corregido por la práctica de la agricultura, las tasas actuales de erosión
eliminarían una capa de sedimentos de 5 km de espesor. Tal vez la Isla Kanga-
roo no tenga 160 millones de años de edad.
LA ACTIVIDAD VOLCÁNICA
Los estratos sedimentarios de la Tierra revelan mucho menos actividad vol-
cánica de la que se esperaría para los eones de tiempo geológico que se postu-
l an para la edad de la Tierra. Los volcanes liberan una variedad de productos ta
l es como lava, cenizas, escoria, etc. Cada erupción individual produce desde
volúmenes muy pequeños hasta muchos kilómetros cúbicos de ellos. Hace va-
rios años, usando las sugerencias muy conservadoras de que todos los volcanes
de la Tierra producen un promedio de 1 km' de material volcánico por año, un
geólogo calculó que en 3.500 millones de años la Tierra entera debería tener un
grueso manto de material volcánico que llegaría a la altura de 7 km. Como las
cifras reales indican sólo una pequeña fracción de esa cantidad, él concluyó
que la tasa de actividad volcánica debe ser errática .22
Parece que en la actualidad los volcanes de la Tierra producen en prome-
dio cerca de 4 km 3 por año. Erupciones individuales grandes pueden producir
volúmenes significativos. Tambora (Indonesia, 1815) produjo de 100 a 300
km', Krakatoa (Indonesia, 1883), de 6 a 18 km 3 , y Katmai (Alaska, 1912), 20
km3 . 23 Un cálculo de sólo las erupciones volcánicas principales en cuatro déca-
das (1940-1980) sugieren un promedio de 3 km 3 por año. 24 Esta cifra no incluye
una multitud de erupciones menores tales como las que ocurren periódicamen-
te en Hawaii, Indonesia, América Central y del Sur, Islandia, Italia, etc. Se ha
propuesto un volumen promedio de 4 km' .2s
El trabajo clásico del famoso geoquímico ruso A. B. Ronov sugiere que en
toda la Tierra existen 135 millones de km 3 de sedimentos de origen volcánico.
Esto es el 14,4 % de su estimación para el volumen total de los sedimentos de la
Tierra .26 Aunque 135 millones de km 3 i mpresionan, no es mucho comparado
con lo que se esperaría. A la tasa de producción actual, extendida durante
2.500 millones de años, debería haber 74 veces la cantidad de material volcáni-
co que la que existe hoy. Esto sería una capa de material volcánico con un es-
pesor que sobrepasaría los 19 km extendida sobre toda la superficie de l a Tierra.
La remoción de este material por la erosión no es una buena solución para los
que creen en los largos períodos geológicos. La erosión sólo transferiría el mate-
308 LOS ORÍGENES l LAS ROCAS
CONCLUSIONES
Las tasas observadas de erosión, vulcanismo y de levantamiento de monta-
ñas parecen ser demasiado rápidas para acomodarse en la escala del tiempo
geológico de centenares de millones de años para el desarrollo de las capas se
dimentarias de la Tierra y la evolución de las formas de vida representadas en
ellas. Las discrepancias no son menores (ver la Tabla 15.3) y no pueden ser
LOS ORÍGENES 1 LAS ROCAS
TABLA 15.3
FACTOR ILUSTRACIÓN DEL GRADO DE INCONGRUENCIA SI HU,
BIESEN PREVALECIDO LAS CONDICIONES ACTUALES ,
Tasa actual de erosión de los continentes Los continentes se hubieran erosionado hasta
llegar al nivel del mar 125 veces en 2.500 mi-
l Iones de años.
Tasa actual de producción de materiales vol- En 2.500 millones de años se habría produci
cánicos expelidos do 74 veces la cantidad de material volcáni-
co que el que se observa.
Tasa actual de levantamiento de cadenas Los cordones montañosos llegarían a 500 km
montañosas de altura en sólo 100 millones de años.
clase de vida que se encuentra en el registro fósil. Por ejemplo, los bosques fósi-
l es del pasado también requerirían una humedad significativa al igual que sus
contraparte modernas. Además, los cambios más lentos en el pasado parecen
contrarios al escenario geológico general de que la tierra era más activa durante
su historia temprana. 36 Se considera que el flujo del calor y la actividad volcáni-
ca fueron mucho mayores entonces. ¿Pueden las interpretaciones geológicas
i nvertir este modelo y postular que los cambios son mucho más rápidos hoy? Se
puede sugerir un postulado tal, pero tal tendencia es opuesta a lo que se espera
del modelo evolucionista en el que una tierra originalmente caliente se llega a
equilibrar con condiciones más estables y las tasas de cambios geológicos dis-
minuyen con el tiempo.
Una interrogante que vuelve repetidamente a la mente, al considerar las
tasas actuales de erosión y de levantamiento de montañas es por qué queda to-
davía tanto de la columna geológica si estos procesos han estado ocurriendo
por miles de millones de años. Las tasas de cambios geológicos actuales pueden
calzar mejor con el concepto de una creación reciente y un diluvio catastrófico
subsecuente. Las aguas del diluvio en retirada habrían dejado porciones signifi-
cativas de la columna geológica en su lugar. En un contexto diluvial las tasas re-
l ativamente lentas de erosión, volcanismo y levantamiento de montañas (oroge-
nia) que se observan ahora pueden representar los remanentes de ese evento
catastrófico.
Las tasas corrientes de los cambios geológicos parecen desafiar la validez
de la escala del tiempo geológico.
Notas y referencias:
1. S. Smiley, Self-help, cap. 11, citado en: A.L. MacKay, A Díctionary of Scientific Quotations (Bristol y Filadel-
fia: Institute of Physics Publishing, 1991), p. 225.
2. Para un estudio más abarcante de estos y otros factores relacionados, ver: A.A. Roth, "Some Questions about
Geochronology", Origins 13(1986):64-85. La sección 3 de ese artículo, que trata con la acumulación de sedi-
mentos, necesita actualización.
3. a) R. Huggett, Catastrophism: Systems of Earth History (Londres, N. York y Melbourne: Edward Arnold,
1 990), p. 232; b) A. Króner, "Evolution of the Archean Continental CrusC, Annual Review of Earth and Plane-
tary Sciences, 13(1985):49-74; c) S.M. McLennan, S.R. Taylor, "Geochemical Constraints on the Growth of
the Continental Crust", Journal of Geology 90(1982):347-361; d) S.M. McLennan, S.R. Taylor, "Continental
Freeboard, Sedimentation Rates and Growth of Continental Crust", Nature 306(1983):169-172; e) S.R. Taylor,
S.M. McLennan, "The Continental Crust: Its Composition and Evolution: An Examination of the Geochemical
Record Preserved in Sedimentary Rocks", A. Hallam, ed., Geoscience Texts (Oxford, Londres y Edimburgo:
Blackwell Scientific Publications, 1985), pp. 234-239; f) J. Veizer, S.L. Jansen, "Basement and Sedimentary
312 LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
ción química entre los sedimentos y la corteza granítica de la Tierra. Las rocas de tipo granítico (ígneas) tienen
un promedio de menos de la mitad del calcio si se las compara con rocas sedimentarias, tienen tres veces más
sodio, y menos de un centésimo del carbono. Para datos y estudios adicionales, ver: d) Garrels y Mackenzie,
pp. 237, 243, 248 (nota 4); e) B. Mason, C.B. Moore, Principles of Geochemistry, 4a. ed. (N. York, Chichester
y Toronto: John Wiley and Sons, 1982), pp. 44, 152, 153; f) F.J. Pettijohn, Sedimentariy Rocks, 3a. ed. (N.
York, San Francisco y Londres: Harper and Row, 1975), pp. 21, 22; g) A.B. Ronov, A.A. Yaroshevsky, "Chemi-
cal Composition of the Earth's Crust", en: P.J. Hart, ed., The Earth's Crust and Upper Mantle: Structure, Dyna-
mic Processes, and their Relation to Deep-seated Geological Phenomena, American Geophysical Union,
Geophysical Monograph 13(1969):37-57; h) D.B. Othman, W.M. White, J. Patchett, "The Geochemistry of
Marine Sediments, Island Are Magma Genesis, and Crust-mantle Recycling", Earth and Planetary Science
Letters 94(1989):1-21. Los cálculos basados en una suposición del origen de todas las rocas sedimentarias a
partir de las rocas ígneas dan resultados que no son correctos. Se deberían usar los que se basan en medicio-
nes reales de sedimentos tipos. Parece difícil pasar de una a otra al reciclar rocas graníticas y sedimentarias
con un desequilibrio tan grande en estos elementos básicos. Uno de los problemas más serios es cómo obte-
ner carbonato de calcio de las rocas graníticas que son comparativamente bajas en calcio y carbono. Además,
el reciclado de los sedimentos dentro de una región localizada sobre los continentes no parece responder al
problema de la erosión rápida, porque las cifras usadas para los cálculos están basadas en la cantidad de
sedimentos que van de los continentes a los océanos, y excluirían el reciclado local. En adición, general-
mente grandes secciones de la columna geológica están expuestas y erosionadas en las grandes cuencas flu-
viales de la Tierra. Esta erosión ocurre en forma especialmente rápida en las montañas que tienen una abun-
dancia de sedimentos antiguos. ¿Por qué están allí todavía estos sedimentos antiguos si ya han sido recicla-
dos?
18. a) J. Gilluly, A.C. Waters, A.O. Woodford, Principles of Geology, 3a. ed. (San Francisco: W.H. Freeman and
Co., 1968), p. 79; b) S. Judson, "Erosion of the Land, or What's Happening to our Continents?", American
Scienifft 56(1968):356-374; c) S.M. McLennan, "Weathering and Global Denudation", Journal of Geology
101(1993):295-303; d) J.D. Milliman, J.P.M. Syvitski, "Geomorphic/Tectonic Control of Sediment Discharge to
the Otean: The Importante of Small Mountainous Rivers", Journal of Geology 100(1992):525-544.
19. L.A. Frakes, Climates Throughout Geologic Time (Amsterdam, Oxford y N. York: Elsevier Scientific Publishing
Co., 1979), Fig. 9-1, p. 261.
20. B. Daily, C.R. Twidale, A.R. Milnes, "The Age of the Lateritized Summit Surface on Kangaroo Island and Adja-
cent Areas of South Australia", Journal of the Geological Society of Australia 21(4-1974):387-392.
21. El problema y algunas sugerencias generales hacia la resolución se pueden ver en: C.R. Twidale, "On the Sur-
viva] of Paleoforms", American Journal of Science 276(1976):77-95.
22. G.B. Gregor, "The Rate of Denudation in Post-Algonkian Time", Koninklijke Nederlandse Academie van We-
tenschapper 71(1968):22-30.
23. G.A. Izett, "Volcanic Ash Beds: Recorders of Upper Cenozoic Silicic Pyroclastic Volcanism in the Western
United States", Journal ofGeophysical Research 86B(1981):10200-10222.
24. Ver listas en: T. Simkim, L. Siebert, L. McClelland, D. Bridge, C. Newhall, J.H. Latter, Volcanoes of the
World: A Regional Directory, Gazetteer, and Chronology of Volcanism During the Last 10.000 Years (Smith-
sonian Institution: Stroudsburg, PA: Hutchinson Ross Publishing Co., 1981).
25. R. Decker, B. Decker, eds., Volcanoes and the Earth's Interior. Readings from Scientific American (San Francis-
co: W.H. Freeman and Co., 1982), p. 47.
26. a) Ronov y Yaroshevsky (nota 17g); b) Para sólo el Fanerozoico se sugiere 18% de materiales volcánicos en:
A.B. Ronov, "The Earth's Sedimentary Shell (Quantitative Pattems of its Structure, Compositions, and Evolu-
tion), The 20th V.I. Vernadskiy Lecture, March 12, 1978, Part 2", International Geology Review 24(12
1 982):1365-1388. Las estimaciones de Ronov y Yaroshevsky del volumen de sedimentos son altas compara-
das con algunas otras. Las discrepancias difícilmente afectaron las conclusiones. El espesor total esperado
está basado en 2.500 x 106 años x 4 km3 por año = 10.000 x 106 km3 dividido por 5,1 x 108 km2 para la Tierra
= 19,6 km de altura.
27. Schumm (nota 6d).
28. St. Mueller, "Deep Structure and Recent Dynamics in the Alps", en: K.J. Hsü, ed., Mountain Building Proces-
LOS ORÍGENES / LAS ROCAS
I NGENIERÍA GENÉTICA
Un conjunto complejo de experimentos realizados en el cam-
pus de San Diego de la Universidad de California ha producido plan-
tas que brillan en la oscuridad. Nunca antes se había observado el fe-
nómeno de producción de luz por actividad biológica (bioluminiscen-
cia) en plantas avanzadas. Una variedad de organismos, incluyendo la lu-
ciérnaga común, y especialmente una cantidad de animales marinos, produ-
317
318 LOS ORÍGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
cen "luz fría" (porque generan muy poco calor) por medios bioquímicos, pero el
fenómeno era desconocido en las plantas y los animales más complejos. Sin
embargo, tenemos ahora una planta de tabaco que brilla en la oscuridad. Se
seleccionó la planta de tabaco porque su sistema genético es bastante bien co-
nocido, y tiene un buen soporte para transferir información nueva al sistema
genético.' Esta nueva variedad de planta fue desarrollada usando las asombrosas
técnicas de la ingeniería genética.
La ingeniería genética es uno de los muchos avances científicos que debe-
rían impresionarnos con su éxito. Básicamente, la metodología emplea la pode-
rosa técnica de insertar un gen de un organismo en el mecanismo hereditario de
otro. En el caso de las plantas de tabaco que brillan, el gen para la enzima luci-
ferasa, que es necesaria para la producción de luz en las luciérnagas, fue in-
corporado al sistema genético (ADN) de la planta de tabaco. Cuando las plantas
fueron regadas con los productos químicos apropiados (trifosfato de adenosina y
luciferina), las plantas brillaron suavemente, confirmando la incorporación del
gen para la luciferasa. Otras plantas tratadas de la misma manera pero sin el
gen no brillaron. En las plantas que brillan, la luz fue emitida desde la mayor
parte de los elementos de la planta, pero era más brillante en las raíces, las ho-
jas nuevas y los tejidos vasculares de las plantas.
El proceso de transferir genes es una manipulación compleja de la infor-
mación hereditaria básica que se encuentra codificada a lo largo de las largas y
complejas moléculas del ADN. La ingeniería genética ha provisto las técnicas
mediante las cuales secciones del ADN de un organismo pueden ser aisladas y
transferidas a otro organismo en el cual se reproducirá y funcionará. La transfe-
rencia se realiza usando un virus o plasmidio (ADN especial de una bacteria)
como transportador del ADN deseado. Este ADN combinado, llamado ADN re-
combinado, puede transferir información en una gran variedad de organismos.
En el caso del "éxito brillante" con las plantas de tabaco descrito arriba, el gen
de la luciérnaga para la enzima que produce la luz, la luciferasa, se combinó
con el ADN "promotor" de un virus, se insertó en un plasmidio, y finalmente a
las plantas de tabaco, las cuales adquirieron la capacidad de brillar. Estos no
son procedimientos sencillos.
Estos resultados dramáticos tienen más significación que la novedad de
una forma compleja de vida vegetal que brilla. Como la luz es fácilmente detes-
table, este sistema ha provisto la manera de identificar y estudiar la conducta de
los genes. Uno puede también imaginarse lo que sería tener más organismos
CAPÍTULO 16 / LA CIENCIA
que brillen de noche. ¡Hijos luminiscentes podrían ser más fáciles de encon-
trar en un bosque! Ya se ha informado del éxito alcanzado en insertar el gen de
l a luciferasa en células de monos . 2 Sin embargo, las promesas de la i . ingeniería
genética son menos optimistas para las formas complejas de vida que tienne lí ,
mites de flexibilidad genética más restringidos.
En los organismos más sencillos, la ingeniería genética ya ha registrado
una impresionante lista de éxitos. Varias moléculas altamente especializadas
que se necesitan en tratamientos médicos que previamente sólo podían obtener
se mediante extracciones costosas y laboriosas de organismos vivos, pueden
ahora producirse en grandes cantidades por medio de bacterias que han sido ge-
néticamente alteradas para hacerlo. Algunos ejemplos son la proteína interferón,
que aumenta la resistencia humana a las infecciones virósicas, y la hormona
i nsulina, que controla el nivel de azúcar en la sangre. Mediante diversas técni-
cas, se han usado genes de hormonas decrecimiento para producir ratones y
cerdos más grandes, y vacas que producen más leche. Usando la ingeniería ge-
nética, los científicos están creando nuevas clases de enzimas complejas que
actúan en la conducción de cambios químicos.'
Uno de los desarrollos más dramáticos promete alivio de varias enfermeda-
des de inmunodeficiencias. Individuos con esta clase de enfermedad no pue-
den resistir a los gérmenes y deben ser mantenidos en estricto aislamiento, co
mo fue el caso del niño que vivió en una "burbuja" plástica protectora, y llegó a
ser conocido como el "muchacho de la burbuja". Más recientemente se extraje-
ron células de dos niñas con una enfermedad inmunodeficíente, fueron altera-
das genéticamente, y reinyectadas a las niñas, proporcionándoles la resistencia
i nmunológica que necesitaban. Logros dramáticos en l a agricultura produjeron
frutas genéticamente alteradas que permanecen frescas por más tiempo, y plan-
tas que son más resistentes a los virus y a los insectos.
Estas realizaciones generan preocupaciones acerca del posible impacto
negativo de las nuevas variedades de organismos sobre el ambiente. Esta es una
preocupación que no podemos dejar de lado a la ligera. Pero la ingeniería gené-
tica nos dice que la ciencia-es una herramienta poderosa.
DESARROLLO DE ORGANISMOS
¿De qué manera se desarrollan los organismos avanzados hasta llegar a ser
adultos a partir de una sola célula? ¿Y por qué se desarrolla una célula en una
l ombriz de tierra y otra en un tiburón? Aunque no tenemos muchas respuestas,
LOS ORÍGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
j os normales, que los núcleos tomados de etapas más avanzadas tales como las
de renacuajos que ya nadaban.' En unos pocos casos los núcleos de las células
de los intestinos de los renacuajos produjeron ranas adultas fértiles, según se
i nformó; sin embargo, este resultado ha sido discutido . 6 Los núcleos derivados
de la piel de ranas adultas estimularon el desarrollo de sólo formas más rudi-
mentarias, de renacuajos que no se alimentaban todavía.'
Se ha informado de un progreso grande con ovejas. Un logro que la mayo-
ría de los expertos creían imposible ha sido la clonación de un mamífero. Aun-
que el experimento se llevó a cabo con alguna dificultad, atestigua del progreso
de la ciencia. El núcleo de una célula de la glándula mamaria de una oveja
hembra de seis años de edad fue implantado en un huevo no fertilizado de otra
oveja. El núcleo original había sido previamente extraído de ese huevo no ferti-
l i zado. El nuevo "embrión" con la información genética de la glándula mamaria
fue implantado en el útero de otra oveja donde se desarrolló en una oveja apa-
rentemente normal, que tenía la información genética idéntica de la glándula
mamaria de su "madre" de seis años de edad." El potencial y la variedad de ex-
perimentos que esta clase de éxitos implica, son abrumadores.
Parece que es más fácil trabajar con plantas. Los fisiólogos de plantas de la
Universidad Cornell 9 pudieron cultivar células de una planta madura de zana-
horia en leche de coco. En este cultivo, las células de la zanahoria formaron
una masa amorfa de tejido. Cuando las células de esas masas fueron transferidas
a un medio sólido, se desarrollaron en plantas de zanahoria adultas completa-
mente activas en cuanto a reproducción. Esta información confirma aun más la
hipótesis de que cada célula tiene la información necesaria para producir un
organismo completo.
Otra ilustración de la habilidad de los biólogos del desarrollo es el proceso
de mezclar las células de desarrollo temprano en dos organismos individuales
para producir un único organismo "mezclado". Por ejemplo, las células muy
j óvenes de embriones de ratones que consisten en unas pocas células pueden
ser fácilmente separadas. Cuando se hace esto con dos clases diferentes de rato-
nes y luego se combinan, las células de los dos embriones diferentes se fundirán
para formar un sólo organismo. Cuando se implantan en una madre sustituta, es-
te embrión "mosaico" puede desarrollarse y eventualmente llegar a ser un adul-
to con una mezcla de células de los dos embriones. Tales organismos tienen
cuatro padres en lugar de los dos normales. Si los dos embriones originales tie-
nen genes para una coloración diferente de pelos, algunos de los descendientes
LOS ORÍGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
tienen un color moteado, uno de cada uno de los embriones originales. Si los
dos embriones originales eran de sexo diferente, algunos de los descendientes
son hermafroditas.'°
También se puede estimular el desarrollo embriónico de partes inesperadas
del cuerpo por transferencia de células que inducen esta formación particular.
Ciertas células en embriones más avanzados estimulan la formación de la cabe
za, el tronco y la cola. Los experimentos con embriones de la salamandra Tritu-
rus muestran que si una porción específica de un embrión es transferida a otro,
la parte transferida puede estimular la producción de una cabeza adicional en el
embrión. Lo que más intriga en este experimento es que la parte transferida no
llega eventualmente a ser una cabeza en un embrión normal, sino una parte de
las entrañas primitivas del organismo.
Un área nueva de estudio es la función de desarrollo de los genes homeóti-
cos (genes que contienen secuencias homeóticas, u "homeoboxes")." Los estu-
dios en esta área recién han comenzado. Estos genes influyen sobre el desarro
l l o, y el desarrollo que ellos controlan es modificado por el ambiente cambian-
te de las partes en desarrollo. De modo que el proceso es complejo. La elimina-
ción o transferencia experimental de genes pueden producir organismos grotes-
cos, algunos con alas, ojos o antenas adicionales. Este es sencillamente el co-
mienzo de hallazgos complejos que prometen descubrimientos excitantes con
respecto al proceso del desarrollo como un todo.
No menos sorprendentes son los avances en la facilitación de la fertilidad y
el desarrollo humanos. El proceso de fertilizar un huevo humano con un esper-
ma en un recipiente de laboratorio está llegando a ser un procedimiento co
mún. Los organismos en desarrollo que se producen de este modo pueden ser
transferidos a una persona que no esté relacionada genéticamente con ellos,
quien sirve como una incubadora sustituta durante nueve meses para el bebé en
desarrollo. También es posible congelar y conservar el embrión humano en la
etapa de ocho células por un período indefinido, y cuando es conveniente, se
puede implantarlo en un útero sustituto para su desarrollo.
Estas vislumbres plantean la pregunta de la cionación de seres humanos.
Muchos escritos de nivel popular han soñado con esta posibilidad. Los dictado-
res podrían clonarse ad infinitum, y así ¡gobernar para siempre! Podemos clonar
directamente zanahorias, ovejas y posiblemente ranas, y nuestros datos científi-
cos sugieren que el hombre probablemente pueda ser cionado a partir de célu-
l as de su cuerpo desarrollado como se ha hecho con ovejas. Actualmente existe
CAPÍTULO 161 LA CIENCIA
Paisaje de Marte como se lo ve desde el Pathfinder que fue enviado a Marte (rampa abajo a la iz-
quierda, bolsa de aire abajo a la derecha). El Sojourner, vehículo de exploración, está equipado
con un espectroscopio de rayos X para protones alfa, para analizar rocas marcianas. Tales logros
dan testimonio del éxito tanto de la ciencia como de la tecnología asociada con ella. Foto cortesía
de NASA/JPL/Caltech.
otra tecnología para producir clones humanos a partir del nivel embrionario
temprano y se ha practicado a un nivel rudimentario con embriones con fallas.
Para obtener un clon se podría dividir en dos un embrión humano en una etapa
muy temprana, que es lo que ocurre cuando en forma natural se generan geme-
l os idénticos. Una mitad podría ser reimplantada para su desarrollo inmediato;
l a otra, conservada por congelación durante años. Si se desea un clon del pri-
mer individuo, el embrión idéntico congelado podría ser implantado en una
madre sustituta para su desarrollo. Sin embargo, debe recordarse que los seres
humanos no son simplemente el producto de su fórmula genética. Nuestro am-
biente, la libertad de elección y otros factores determinan qué llegaremos a ser.
La clonación de una mente desarrollada puede ser formidable, por lo que la
LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
clonación de seres humanos puede ser mucho más difícil que la de animales
comunes. Las cuestiones sociológicas, morales y éticas planteadas por los proce-
dimientos de clonación son impresionantes; pero también lo son los avances
de la ciencia.
CONCLUSIONES
La ciencia tiene tanto éxito que los humanos nos encontramos rodeados
por una tecnocracia que amenaza con envolvernos. En el campo experimen-
tal, la ciencia tiene un éxito notable y ha realizado mucho bien. En este campo,
CAPÍTULO 161 LA CIENCIA
Notas y referencias:
D.W. Ow, K.V. Wood, M. DeLuca, J.R. de Wet, D.R. Helinski, S.H. Howell, "Transient and Stable Expression
of the Firefly Luciferase Gene in Plant Cells and Transgenic Plants", Science 234(1986):856-859.
2. J.R. de Wet, K.V. Wood, M. DeLuca, D.R. Helinski, S. Subramani, "Firefly Luciferase Gene: Structure and
Expression in Mammalian Cells", Molecular and Cellular Biology 7(2-1987):725- 737.
3. F. Flam, "Co-opting a Blind Watchmaker", Science 265(1994):1032, 1 033.
4. a) J.B. Gurdon, "Transplanted Nuclei and Cell Differentiation", Scientific American 219(6-1968):24-35; b)
J.B. Gurdon, R.A. Laskey, O.R. Reeves, "The Developmental Capacity of Nuclei Transplanted from Keratinized
Skin Cells oí Adult Frogs", Journal of Embriology and Experimental Morphology 34(1975):93-112; c) J.B. Gur-
don, "Egg Cytoplasm and Gene Control in Development", The Croonian Lecture, 1976, Proceedings of the
Royal Society of London B 198(1977):211-247.
5. R.G. McKinnell, Cloning: Nuclear Transplantation in Amphibia (Minneapolis: University of Minnesota Press,
1978), p. 101.
6. Para un estudio, ver Ibíd., pp. 110-112.
7. Gurdon, Laskey y Reeves (nota 46).
8. I. Wilmut, A.E. Schnieke, J. McWhir, A.J. Kind, K.H.S. Campbell, "Viable Offspring Derived from Fetal and
Adult Mammalian Cells", Nature 385(1997):810-813.
9. a) F.C. Steward, con M.O. Mapes, A.E. Kent, R.D. Holsten, "Growth and Development of Cultured Plant
Cells", Science 143(1964):20-27; b) F.C. Steward, "From Cultured Cells to Whole Plants: The Induction and
Control of Their Growth and Morphogenesis", The Croonian Lecture, 1969, Proceedings of the Royal Society
of London B 175(1970):1-30.
a) B. Mintz, "Experimental Genetic Mosaicism in the Mouse", en: G.E.W. Wolstenholme, M. O'Connor, eds.,
Preimplantation Stages of Pregnancy, Ciba Foundation Symposium (Boston: Licúe, Brown and Co., 1965), pp.
1 94-207; b) B. Mintz, K. Illmensee, "Normal Genetically Mosaic Mice Produced from Malignant Teratocarci-
noma Cells", Proceedings of the National Academy of Sciences USA 72(1975):3585-3589.
Ver el capítulo 6 para una breve descripción de una secuencia homeótica u "homeobox" de ADN.
LA CIENCIA Y LA VERDAD:
ALGUNOS INTEJRROGANTES
Los valores, los significados de la vida, los propósitos y
las cualidades se deslizan por la ciencia como el mar se desliza
por las redes de los pescadores. Sin embargo, el hombre
nada en este mar, de modo que no puede excluirse de sus alcances.
HUSTON SMITH'
¿QUÉ ES LA CIENCIA?
Todos sabemos lo que es la ciencia, ¿verdad? ¡La ciencia es lo que las per-
sonas dicen que hacen los científicos! Más allá de eso, la pregunta llega a ser in-
trigante y difícil. La ciencia se define de muchas maneras. Unos pocos de los
conceptos principales incluyen: 1) conocimiento organizado, 2) conocimiento
verificable, 3) hechos acerca de la naturaleza, 4) explicaciones acerca de la na-
turaleza, 5) un sistema de pensamiento basado en principios científicos (una
definición que requiere que sepamos cuáles son los principios científicos y
cuáles no), 6) una metodología para descubrir la verdad acerca de la naturaleza,
y 7) una filosofía naturalista que excluye lo sobrenatural.
En realidad, no sabemos exactamente qué es la ciencia o cómo actúa. Esta
es una admisión seria para una actividad de tanto éxito. Sir Peter Medawar,
premio Nobel y ex presidente de la Asociación Británica para el Adelanto de la
Ciencia, describe el dilema: "Pregunta a un científico qué entiende por el méto-
do científico, y él adoptará una expresión que es a la vez solemne y esquiva: so-
l emne, porque siente que debe dar una opinión; esquiva, porque se pregunta
cómo esconderá la verdad de que no tiene opinión para dar. Si siguen insis-
tiendo, probablemente mascullará algo acerca de 'inducción' y 'establecer leyes
de la naturaleza', pero si cualquiera que trabaja en un laboratorio profesara estar
tratando de establecer las leyes de la Naturaleza por inducción, deberíamos
comenzar a pensar que necesita unas vacaciones con urgencia". 3
Sabemos que la ciencia funciona, pero en cierto sentido el científico no
sabe qué está haciendo. Parte del problema gira alrededor de diversos procedi-
mientos científicos complejos, muchos de los cuales están mal definidos, y par
te gira alrededor de la realidad de que realmente no sabemos qué es la ciencia.
Esto nos vuelve a nuestra definición inicial: La ciencia es lo que hace el científi-
co. Sin embargo, tenemos una idea general de lo que es la ciencia: es encontrar
l a verdad y explicaciones acerca de la naturaleza.
LA CIENCIA HISTÓRICA
En la agria controversia entre el creacionismo y el evolucionismo, algunos
científicos individuales afirman que la teoría general de la evolución es un he-
cho tal como lo es la gravedad. Como es de esperar, tal afirmación evoca reac
ciones diversas. Algunos se sienten cómodos con ella, porque tanto el evolucio-
nismo como la gravedad son conceptos naturalistas corrientemente aceptados
por muchos científicos. Otros ven una diferencia significativa en los posibles
grados de validación. La gravedad es fácilmente demostrable; la teoría general
de la evolución no lo es.
Muchos de nosotros llegamos a saber de las realidades de la ciencia al rea-
lizar experimentos de laboratorio que producían los resultados esperados. Esto
nos dio mucha confianza en el método científico. El producto de estos experi
mentos podía predecirse. Por supuesto, ocasionalmente los resultados no salían
como se esperaba, y el mal funcionamiento generalmente se explicaba en térmi-
nos de procedimientos equivocados, medidas inexactas, contaminación, etc.,
pero nunca como indicación de que algo podía andar mal con la ciencia. Estos
experimentos básicos ayudaban a fijar en nuestras mentes la idea de que la
ciencia es absoluta, y que si las cosas fallan, la falta es debida a cualquier otra
cosa menos la ciencia.
Hay amplias evidencias para sostener la exactitud de las predicciones de
l os sencillos experimentos de laboratorio. Es lamentable que el público en gene-
ral, y aun algunos científicos bien adiestrados, rara vez aprecie el contraste entre
estos experimentos bien probados y lo desconocido de las investigaciones origi-
nales. Se considera a la ciencia como un procedimiento seguro y sencillo. Pero
l as investigaciones difíciles pronto nos enseñan otra cosa. Necesitamos apre-
ciar que lo que tan ingenuamente llamamos el "progreso de las fronteras del
conocimiento" también representa el "borde de la ignorancia".
Algunos científicos han intentado aliviar la confusión sobre el grado de
confianza en la ciencia al aislar algunas de las áreas de la ciencia, en las que es-
tamos menos seguros, bajo la designación de "ciencia histórica"." Como ocurre
también con otros conceptos amplios, la ciencia histórica no se puede definir en
forma sencilla. No debe ser confundida con el uso que dan los historiadores a la
misma expresión para describir su propia metodología. En la forma en que la us-
an los hombres de ciencia, ciencia histórica se refiere especialmente a aque-
ll os aspectos de la ciencia que no son fácilmente verificables y predecibles, por
que son muy singulares, por lo menos dentro de los límites de lo practicable. A
CAPÍTULO 171 LA CIENCIA Y LA VERDAD
EL EMOCIONALISMO EN LA CIENCIA
El titular del diario decía: "El creacionismo es una prostitución científica".
Este fue sólo una de muchas declaraciones similares que había escuchado el
día anterior en una reunión nacional de la Sociedad Geológica Norteamericana
en Nueva Orleans. Me sorprendí que esta expresión áspera recibiera una publi-
cidad tan destacada.
La aseveración citada arriba procedió de un profesor de geología en la
Universidad del Estado de Oregón, que presidía uno de los dos simposios sobre
creacionismo y geología. También declaró que los creacionistas "intencional y
cínicamente desvían a ciudadanos de buenas intenciones" y son "tan falsos co-
mo un billete de tres dólares" (no existen tales billetes en circulación en los Esta-
dos Unidos). Un biólogo de la Universidad de Boston afirmó que el "catastrofis-
LOS ORÍGENES I UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
res, tales como la afirmación, muchas veces repetida, de que no existen fósiles
precámbricos, eran demasiado numerosos para ser puestos a un lado como no
representativos. Sobre la base de mi conocimiento personal así como de las
presentaciones en esos simposios, puedo afirmar la caballerosidad, el decoro y
l a erudición de algunos de los evolucionistas presentes. Sin embargo, algunos
de sus comentarios de desaprobación son difíciles de olvidar.
¿Se ha polarizado tanto el problema entre el creacionismo y el evolucionis-
mo que la ciencia, la razón y la comprensión ya no pueden actuar? Dadas las
acusaciones mencionadas más arriba, se debe concluir que las reacciones
emocionales están interfiriendo con la erudición. La confianza en el proceso
científico se desvaloriza con tal conducta. Se debe recordar también que el estar
i nvolucrado emocionalmente en forma negativa en el caso de los científicos no
necesariamente afecta la integridad del proceso científico mismo. Sin embar-
go, probablemente sea imposible separar los dos.
Todos nosotros, incluso los científicos, somos fácilmente desviados por
factores subjetivos tales como la presión de los pares. Uno de los estudios clási-
cos" en esta área fue realizado por el Dr. Solomon Asch con 123 estudiantes de
nivel terciario. A los estudiantes, en grupos de 7, se les pidió que compararan la
l ongitud de las líneas que había en tarjetas que se les mostraban. Sus respuestas
eran dadas en forma oral, y cada uno podía escuchar las respuestas dadas por
l os otros. Sin que uno de los estudiantes de cada grupo lo supiera, los otros estu-
diantes habían recibido instrucciones de dar ciertas respuestas incorrectas, y se
tomó nota del efecto de la presión de esas respuestas incorrectas sobre el alum-
no que no sabía que los otros habían contestado mal a propósito. El resultado
mostró que la presión del grupo en la forma de respuestas equivocadas causó
que el número de errores en la estimación de la longitud de las líneas subiera
del 1 % al 37%. Sólo una cuarta parte de las personas en este experimento que-
daron libres de la presión social. Algunos se alinearon con la mayoría, que co-
metía errores a propósito, aun cuando había 17 cm de diferencia en la longitud
de las líneas en las tarjetas que se les mostraban desde unos pocos metros de
distancia. El Dr. Asch afirma:
"Es un asunto que preocupa que hayamos encontrado que la tendencia a la
conformidad es tan fuerte en nuestra sociedad que jóvenes bien intencionados e
i nteligentes están dispuestos a llamar blanco lo que es negro. Plantea preguntas
acerca de nuestras formas de educación y acerca de los valores que guían
nuestra conducta".
LOS ORIGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
Una cantidad de estudios acerca del proceso científico mismo han revelado
l a subjetividad de la evaluación científica. El controvertido proceso del repaso
hecho por los pares que determina qué ideas serán aceptadas o rechazadas pa
ra su publicación, ha sido el tema de varios estudios. En un experimento condu-
cido por Michael J. Mahoney,' 8 de la Universidad de California en Santa Bárba-
ra, cinco versiones diferentes de un artículo fueron enviados a 75 "reseñado-
res" para su evaluación. Los artículos, que diferían entre sí sólo en algunos datos
e interpretaciones, pretendían dar el resultado de pruebas experimentales del
efecto del refuerzo extrínseco sobre los intereses intrínsecos de los niños. Los re-
señadores, que no sabían que los resultados habían sido inventados, dieron
puntuaciones más altas a la metodología, la presentación de los datos y las reco-
mendaciones para publicación a aquellas versiones que estaban en armonía
con los conceptos tradicionales, que a aquellas que se oponían a ese concepto.
Obviamente, es difícil que se publique un estudio de alguien que no sigue la
"línea del partido". Después que se dio a conocer la naturaleza real del estudio,
aproximadamente un cuarto de los así llamados "reseñadores" expresó su desa-
probación por la manera en que habían sido engañados para hacerlos participar
en el experimento; y tres de ellos trataron de conseguir que se expulsara al Dr.
Mahoney de la Asociación Norteamericana de Psicología, o por lo menos que
se lo censurara.
El sociólogo Robert Merton' 9 ha mostrado que los científicos eminentes
tienen más influencia en el proceso científico, ya que se les da un crédito que
no es proporcional a sus descubrimientos, y se le facilita la publicación. Tales
circunstancias restringen una evaluación y representación justas de lo que real-
mente se está descubriendo.
Otro ejemplo de presión periférica en la ciencia es el así llamado descubri-
miento de los rayos N por el físico francés René Blondlot. En 1902, mientras
i nvestigaba la polarización de los rayos X, Blondlot notó que una chispa parecía
más brillante bajo la influencia de una nueva clase de radiación que parecía
conducirse de una manera diferente a la de los rayos X normales. Llamó "rayos
N" a estos rayos nuevos en honor de su ciudad y su universidad: Nancy, Fran-
cia. Su sistema original de identificación y análisis estaba basado sobre sus ob-
servaciones de la apariencia más brillante de una chispa, y sobre la longitud de
ella, que podría haber sido evaluada en forma más objetiva. Blondlot no fue la
única persona que fue engañada por las "apariencias". "Por lo menos cuarenta
personas informaron los efectos de los rayos N, y fueron analizados en unos
CAPÍTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD
300 artículos escritos por 100 hombres de ciencia y médicos entre 1903 y
1906". 2
0 Se encontró que esos rayos eran emanados por los músculos de los
animales, la digestión de los albuminoides, y por plantas en la oscuridad. Tam-
bién se encontró que la actividad intelectual aumentaba la producción de rayos
N en el sistema nervioso. Esta nueva radiación mejoraba la percepción visual y
se usó para explicar fenómenos espiritistas. El estudio de los rayos N pronto lle-
gó a ser una "pequeña industria".` Además, en 1904 l a Academia Francesa de
Ciencias, la voz oficial de los hombres de ciencia franceses, otorgó su codiciado
premio Le Conte a Blondlot.
Sin embargo, no todo andaba bien. Varios científicos no pudieron replicar
l os supuestos resultados. Estas personas escépticas fueron generalmente acusa-
das de tener ojos insensibles al aumento de la intensidad de las chispas y otros
efectos luminosos aparentes de esos rayos. Pronto un grupo creciente de cientí-
ficos llegaron a tener dudas. Su escepticismo fue fortalecido en 1 904 por R. W.
Wood de la Universidad Johns Hopkins, quien, en el papel de detective, visitó
l os laboratorios en Nancy para investigar la autenticidad de los rayos. Mientras
Blondlot estaba demostrando las cualidades espectrales de los rayos en una sala
oscurecida, Wood secretamente retiró un prisma de aluminio muy importante
de un espectroscopio; sin embargo, Blondlot informó resultados idénticos des-
pués que el prisma había sido sacado.22 Durante su visita, Wood también en-
contró otros resultados inexplicables, mostrando que los datos podrían fácil-
mente haber sido fabricados. Este incidente, que fue informado en publicacio-
nes inglesas, francesas y alemanas, no eliminó inmediatamente la defensa que
apoyaba los rayos N. La investigación y el estudio de los efectos aparentes con-
tinuaron durante varios años, aunque el interés pronto disminuyó. Ocurre que
no existen esos rayos N. El episodio es ahora sólo de interés histórico y nos en-
seña a ser cautos aunque muchos científicos estén de acuerdo.
girse, él notó que después de unas pocas generaciones, los machos desarrolla-
ron (evolucionaron) almohadillas nupciales en los pulgares que le ayudarían a
mantenerse unido a las hembras debajo del agua. Este descubrimiento causó
bastante sensación, y Kammerer ganó una gran notoriedad. Algunos, especial-
mente en Inglaterra, lo caracterizaron como "tal vez el mayor descubrimiento
biológico del siglo", y "Kammerer comienza donde Darwin dejó" .24 Aquí ha-
bía evidencia experimental en favor de la evolución. La fama de Kammerer le
ganó el cargo de profesor en la Universidad Estatal de Moscú. Pero por 1926
había un sólo ejemplar de sapo para apoyar las pretensiones de Kammerer, jun-
to con su aserción de que docenas de científicos había visto las almohadillas y
se habían convencido.
El Dr. G. K. Noble, un científico del Museo Americano de Historia Natural,
fue a Viena para examinar este ejemplar macho. Un examen cuidadoso hecho
por él y por otros reveló que las almohadillas nupciales habían sido producidas
por la inyección de tinta de la India en el ejemplar. Unas pocas semanas más
tarde, Kammerer se disparó un tiro. Dejó cartas aseverando que nunca había
cometido las trampas científicas de las que lo acusaban. Aunque sugería que
alguien podría haber manipulado el espécimen, también dijo que estaba dema-
siado cansado para repetir los experimentos. Sólo tenía 46 años de edad. Bajo
esas circunstancias, su muerte parece extraña. La cuestión de si Kammerer había
realmente perpetrado ese engaño ha sido muy debatida.
Es digno de felicitación que el error haya sido descubierto y corregido, y re-
fleja la integridad básica de la ciencia. Sin embargo, otras interrogantes asocia-
das también necesitan ser atendidas. ¿Por qué alguien, fraudulentamente, ha
bría inyectado tinta de la india en los pulgares del sapo? Si el descubrimiento
era tan importante, ¿por qué ninguno intentó repetir el experimento? Y, especial-
mente, ¿por qué este descubrimiento habría de ser saludado como un éxito
grande, cuando estaba basado en una evidencia tan escasa?
Se han informado diversos otros ejemplos de engaños en la ciencia. Varios
libros, incluyendo Betrayers of the Truth: Fraud and Deceit in the Halls of
Science25 [Traidores de la verdad: Fraude y engaño en las salas de la ciencia],
describe algunos de ellos. Los autores de este tomo sugieren que la ciencia es
bastante diferente de la idea convencional que se le adjudica. El libro presenta
un mundo científico que tiene una larga historia de feroz competencia y delibe-
rados ajustes de los datos. Los autores señalan que muchas de las luminarias
de la ciencia del pasado ocasionalmente presentarían mal sus datos con el fin
CAPÍTULO 17 / LA CIENCIA Y LA VERDAD
de asegurar que sus ideas prevalecieran. Del mismo modo tocan el problema
del autoengaño, la credulidad y los fraudes en la ciencia, y detallan algunos de
l os casos más recientes y notorios de fraude en la investigación científica. Cada
hombre de ciencia debería leer ese libro.
Afortunadamente, a pesar de lo dicho arriba, el engaño deliberado en la
ciencia es muy raro, pero no debería ser totalmente ignorado. Considerando la
voluminosa producción de informes científicos que se publican a la tasa de
uno cada 35 o 40 segundos, el número de casos de falsificación informados pa-
rece ser notablemente bajo.
A pesar de ello, hay un problema relacionado con la actividad científica
que es más importante. El problema es el del autoengaño. Lewis Branscomb,
quien fuera vicepresidente y científico jefe para la Corporación IBM, y ahora
está en Harvard, ha bosquejado el problema .26 Dicho en forma sencilla, los
científicos tienen una tendencia a experimentar e investigar hasta que encuen-
tran el resultado esperado; y entonces se detienen. La presión por publicar pue-
de impedirles que continúen su investigación para ver si los resultados son real-
mente válidos. Esto resulta en lo que se llama "clausura de la fase intelectual".
Se gana confianza por el acuerdo con los resultados esperados. Esto facilita la
perpetuación del error. El apoyo dado a las almohadillas nupciales de Kamme-
rer, mencionadas más arriba, constituyen una ilustración de esto. Branscomb
declara: "Una revitalización del interés en la honestidad e integridad científica
podría producir un enorme beneficio tanto a la ciencia como a la sociedad a la
que servimos". Debemos recordar que la actividad científica es básicamente
muy honesta; al mismo tiempo, debemos percibir el problema de la "clausura
de la fase intelectual" (autoengaño) que facilita equivocaciones honestas. Este es
el problema importante. Tal "clausura de la fase" es un componente importante
para la perpetuación de paradigmas.
volver a aceptarla más tarde. z' Lo mismo puede decirse del catastrofismo, que
primero fue aceptado, luego rechazado, y vuelto a aceptar. 28
Estos esquemas nos advierten de una conducta de masa en el proceso del
pensamiento científico. La ciencia es una actividad humana y está sujeta a las
mismas vicisitudes que las demás empresas humanas. Aunque la ciencia ocasio
nalmente cambia los paradigmas, la humanidad del científico también puede
ofrecer resistencia a esos cambios. No siempre es fácil abandonar una idea
acariciada que se ha defendido durante años. El eminente físico alemán Max
Planck comentó con candidez: "Una verdad científica nueva no triunfa con-
venciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus
oponentes eventualmente mueren, y crece una nueva generación que está fami-
liarizada con ella".z9 Los cambios en los paradigmas a veces pueden llevar mu-
cho tiempo.
Deben considerarse todos estos factores al tratar de evaluar el valor del
consenso científico, que puede cambiar con el tiempo y que puede ser correcto
o equivocado.
CONCLUSIONES
Hay muchos problemas bien reconocidos en el proceso científico. 1) Una
cantidad de áreas de la realidad están más allá de la ciencia. 2) La ciencia histó-
rica no se puede probar con facilidad. 3) Los científicos se involucran emocio
nalmente en su ciencia. 4) La aceptación de un paradigma influye sobre la co-
munidad científica.
Sobre esta base, hay quienes rechazarían toda información científica co-
mo simplista, prejuiciada, errónea y limitada. Tal punto de vista es injustificado.
No debemos olvidar que la ciencia tiene un registro impresionante de éxitos, es
pecialmente en el campo experimental. Las limitaciones y los problemas inhe-
rentes a la ciencia en algunas áreas no deberían usarse como una excusa para
negar el valor de la ciencia en su esfera apropiada. Por otro lado, la adoración
si mplista de la ciencia como un todo también es injustificada. La ciencia nos ha
dado una abundancia de información nueva, pero debemos recordar que hay
ciencia buena y que hay ciencia deficiente, y que necesitamos distinguir entre
ambas.
CAPÍTULO 17 / LA CIENCIA Y LA VERDAD
Notas y referencias:
1. H. Smith, Forgotten Truth: The Primordial Tradition (N. York y Londres: Harper and Row, 1976), p. 16.
2. Citado en W. Durant, On the Meaning of Life ( N. York: Ray Long and Richard R. Smith, Inc., 1932), p. 61.
3. P.B. Medawar, "Induction and Intuition in Scientific Thought". Jayne Lectures for 1968, Memoirs of the Ame-
rican Philosophical Society 75(1969):11.
4. V. Bush, Science is Not Enough ( N. York: William Morrow and Co., 1967), p. 27.
5. A.S. Eddington, Science and the Unseen World, The Swarthmore Lecture, 1929 (Londres: George Allen and
Unwin, 1929), p. 33.
6. Citado en J.W.N. Sullivan, The Limitations of Science (N. York: Mentor Books, 1933), p. 126.
7. O.W. Holmes, The Poet at the Breakfast-table (Boston y N. York: Houghton, Mifflin and Co., y Cambridge:
The Riverside Press, 1892), p. 120.
8. a) Smith, p. 1 (nota 1). Para detalles adicionales ver: b) J. Horgan, The End of Science: Facing the Limits of
Knowledge in the Twilight of the Scientific Age (Reading, MA y N. York: Helix Books, Addison-Wesley Publ.
Co., Inc., 1996).
9. Algunas referencias incluyen: a) B. Appleyard, Understanding the Present: Science and the Soul of Modero
Man (Londres: Picador, Pan Books, 1992); b) P.J. Bowler, Darwinism. Twayne's Studies in Intellectual and
Cultural History (N. York: Twayne Publishers, 1993), pp. 8-13; c) R.E. Bulger, E. Heitman, S.J. Reiser, eds., The
Ethical Dimensions of the Biological Sciences (Cambridge: Cambridge University Press, 1993), pp. 1-63; d) E.
Mayr, Toward a New Philosophy of Biology: Observations of an Evolutionist (Cambridge, MA y Londres: The
Belknap Press of Harvard University Press, 1988), pp. 75-91; e) R.N. Proctor, Value-free Science? Purity and
Power in Modero Knowledge (Cambridge, MA y Londres: Harvard University Press, 1991); f) R.A. Rappa-
port, "On the Evolution of Morality and Religion: A Response to Lee Cronk", Zygon 29(1994):331-349; g) T.
Sorell, Scienttfm: Philosophy and the Infatuation with Science. International Library of Philosophy (Londres y
N. York: Routledge, 1991), pp. 74-97; h) G.J. Stein, "Biological Science and the Roots of Nazism", American
Scientist 76(1988):50-58.
1 0. Ver Mayr (nota 9d).
11. Ver el capítulo 20.
12. R. Chauvin, Dieu des Fourmis Dieu des Étoiles (Paris: France Loisirs, 1989), p. 214. La traducción es mía.
13. Para un análisis y referencias, ver: a) W.R. Bird, Philosophy ofScience, Philosophy of Religion, History, Edu-
cation, and Constitutional Issues. The Origin of Species Revisited: The Theories of Evolution and of Abrupt Ap-
pearance (N. York: Philosophical Library, 1987, 1988, 1989), t. 2, pp. 109-111. Especialmente útil es: b)
G.G. Simpson, "Historical Science", en: C.C. Albritton Jr., ed., The Fabric of Geology (Reading, MA y Palo Al-
to: Addison-Wesley Publishing Co., 1963), pp. 24-48.
14. a) A. Hallam, Great Geological Controversies, 2a. ed. (N. York: Oxford University Press, 1989). Una prepon-
derancia de los eventos pasados en disputa también se informan en: b) D.W. Müller, J.A. McKenzie, H.
Weissert, eds., Controversies in Modern Geology: Evolution of Geological Theories in Sedimentology, Earth
History and Tectonics (Londres, San Diego y N. York: Academic Press, 1991).
1 5. Ver el capítulo 10 para un estudio de la zonación ecológica.
1 6. M. de Montaigne, Essays, Libro 3, Capítulo 7, "Of the Incommodity of Greatness", J. Fiorio, trad., en: R. An-
drews, ed., The Columbia Dictionary of Quotations (N. York: Columbia University Press, 1588, 1993), p.
199.
1 7. S.E. Asch, "Opinions and Social Pressure", ScientificAmerican 193(5-1955):31-35.
1 8. a) D. Dickson, "Researchers Found Reluctant to Test Theories", Science 232(1986):1333; b) M.J. Mahoney,
"Publication Prejudice: An Experimental Study of Confirmatory Bias in the Peer Review System", Cognitive
Therapy and Research 1(1977):161-175.
1 9. R.K. Merton, "The Matthew Effect in Science", Science 159(1968):56-63.
20. M.J. Nye, "N-Rays: An Episode in the History and Psychology of Science", Historical Studies in the Physical
Sciences 110 980):125-156.
21. W. Broad, N. Wade, Betrayers of the 1 Truth Fraud and Deceit in the Halls of Science (N. York: Simon and
Schuster, 1982).
LOS ORIGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
341
LOS OR[GENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
LA ACEPTACIÓN DE LA BIBLIA
Aunque es difícil definir la religión y sus adherentes, es claro que el cristianis-
mo creció en forma dramática desde su nacimiento hace 2.000 años. Una estima-
ción reciente es que los cristianos ahora son aproximadamente 1.869.751.000,
que es un 34,9% de la población del mundo. Los musulmanes comprenden un
18%, l os no religiosos un 16%, l os hinduistas un 1 4%, l os budistas un 6%, y los
ateos un 4%. 4 En tres años de ministerio público, Cristo comenzó un movimiento
que no tiene paralelo. Todos estos cristianos se dirigen a l a Biblia como su guía
para la vida.
No es menos notable el registro de la publicación de la Biblia. Como se
mencionó antes,' la Biblia tiene una demanda mucho mayor que la de cual-
quier otro libro. El Antiguo Testamento de la Biblia o partes de él fueron traduci
dos a varios idiomas varios siglos antes de Cristo. La Biblia entera, o por lo me-
nos un "libro" o porciones de ella, ha sido traducida a más de 2.000 i diomas
desde entonces. A manera de comparación, el libro Lenín ha sido traducido a
222 l enguas, y The Truth That Leads to Eternal Life [La verdad que conduce a la
vida eterna] ha sido traducido a más de 100 idiomas. 6
AUTENTICACIÓN HISTÓRICA
Muchos no creen en la confiabilidad de la Biblia. Las dudas se centran en
l a credibilidad de la Biblia como un todo, y en la autenticidad de la figura cen-
tral del cristianismo: Jesucristo. Durante la Ilustración, algunos eruditos comen
zaron a cuestionar la historicidad de los dichos atribuidos a Cristo. Otros llega-
ron a poner en duda la historicidad de Jesucristo mismo. A principios de este si-
glo los cuatro Evangelios, que dan un informe de la vida de Cristo, fueron suje-
tas a la "crítica de las formas". Este enfoque sugiere que estos Evangelios proce-
den de tradiciones orales de la comunidad cristiana menos confiables, en lu-
gar de ser un informe de testigos directos. Este concepto debilitó grandemente la
validez fáctica de los Evangelios. Este tipo de argumentación sigue hasta hoy.7
Otro enfoque crítico ha sido declarar que el informe bíblico está fuera de
l os límites de la información histórica. Se señala que la Biblia trata con interpre-
taciones teológicas, no con hechos. F. F. Bruce, el renombrado erudito bíblico
de la Universidad de Manchester, tiene algunos comentarios serios con respec-
to a esa sugerencia. Él afirma: "Con frecuencia se nos dice hoy que la tarea de
CAPíTULO 18 1 LAS ESCRITURAS
vida de Cristo. Tácito, al comentar acerca de Nerón, declara: "Pero todos los es-
fuerzos humanos, todos los suntuosos regalos del emperador y la propiciación
de los dioses, no eliminaron la siniestra creencia de que la conflagración fue el
resultado de una orden. En consecuencia, para destruir el informe, Nerón echó
l a culpa e infligió las más refinadas torturas a una clase odiada por sus abomina-
ciones y llamada por el populacho: los cristianos. Cristo, de quien se origina el
nombre de ellos, sufrió la pena extrema durante el reinado de Tiberio, de manos
de uno de sus procuradores, Poncio Pilato".'°
Muchas otras referencias no bíblicas, similares a la recién citada, autentican
detalles del informe bíblico de la existencia de Cristo. F. F. Bruce y Josh Mc-
Dowell tienen una lista de por lo menos diez referencias tales."
Durante los dos últimos siglos ha habido varios intentos de mitologizar a
Cristo; sin embargo, en vista de las referencias extrabíblicas relacionadas con él,
no se los ha tomado en serio hasta ahora. El pensamiento teológico actual se
concentra en el significado de Cristo, y no si él existió o no. La evidencia extra-
bíblica de su existencia es difícil de negar. Como lo señala Bruce: "La historici-
dad de Cristo es tan axiomática para un historiador sin prejuicios como la histo-
ricidad de julio César. No son los historiadores quienes propagan las teorías del
' mito de Cristo' ".'z
AUTENTICACIÓN ARQUEOLÓGICA
Muchos hallazgos arqueológicos también han sostenido la exactitud histó-
rica del Antiguo Testamento de la Biblia. Durante la Ilustración del siglo XVIII se
desarrolló una actitud de dudas acerca de casi todo. Esto pasó al siglo XIX, en el
que historiadores y teólogos importantes desafiaron vigorosamente la historia
bíblica. Probablemente el más famoso erudito bíblico de esta escuela fue Julius
Wellhausen (1844-1918), quien ejerció considerable influencia en el desarrollo
y la popularización de las ideas acerca de la naturaleza mítica de la Biblia. Por
ejemplo, al referirse al registro de los patriarcas bíblicos afirma: "Es cierto, no
obtenemos ningún conocimiento histórico de los patriarcas"." Desde entonces,
l a opinión de la comunidad erudita ha cambiado tan dramáticamente que Wi-
Iliam Albright, que fue considerado uno los orientalistas más famosos de sus
días, pudo afirmar ya en 1933: "Prácticamente todos los eruditos importantes
del Antiguo Testamento en Europa y América del Norte sostenían ese concepto
o conceptos similares hasta muy recientemente. Ahora, sin embargo, la situa-
ción está cambiando con la mayor rapidez, ya que la teoría de Wellhausen no
CAPÍTULO 18 1 LAS ESCRITUR
hititas. Durante mucho tiempo su existencia no era conocida por otras fuentes, y
l as afirmaciones bíblicas acerca de ellos fueron criticadas.21 La existencia de los
hititas ya no es cuestionada. Este pueblo, cuyas actividades se centraron en lo
que ahora es Turquía, han dejado abundantes registros cuyo estudio ha llegado
a ser un capítulo de la arqueología.
La primera parte de la Biblia, que incluye las porciones que tratan acerca
de los orígenes, y que es de especial interés para este libro, ha sido criticada
con frecuencia. Una de las objeciones a su autenticidad es que debió haber sido
escrita mucho más tarde de lo que pretende, siendo que no existía la escritura
en aquellos tiempos. La tradición oral se considera menos confiable. Esta obje-
ción ha sido refutada por el hallazgo de documentos escritos muy anteriores. 12
De este modo hay evidencias claras de que esta objeción no tiene validez.
Siguiendo una línea de razonamiento similar se ha sugerido la identifica-
ción errónea de un animal como una evidencia de la falta de exactitud del regis-
tro del período patriarcal del Antiguo Testamento. En el libro del Génesis existen
más de una docena de referencias a camellos. Ya que se consideraba que la
domesticación del camello había ocurrido muchos siglos más tarde, se supo-
nía que el registro debía referirse a los asnos. Este supuesto anacronismo tam-
bién ha resultado sin validez, gracias a las investigaciones arqueológicas. El
descubrimiento de estatuillas de camellos, y referencias a camellos 23 de un pe-
ríodo muy anterior que el que se conocía previamente, han destruido la existen-
cia de ese supuesto error.
Se podrían dar muchos otros ejemplos más. 24 Baste decir que el áspero es-
cepticismo con respecto a la exactitud de la Biblia que dominó el pensamiento
teológico hace un siglo, de ambos lados del Océano Atlántico, se ha moderado.
Esto no quiere decir que no se levanten otros motivos de duda; los hay. Pero las
l ecciones de los errores del pasado han introducido cordura a los desafíos de la
exactitud de los hechos bíblicos. A comienzos de este siglo el historiador )a-
mes Shotwell pudo afirmar que "el Antiguo Testamento ocupa una posición
más elevada hoy que cuando su texto estaba protegido con las sanciones de la
religión 11.25
La undécima tableta de la Epopeya de Gilgamesh, que contiene un relato del diluvio notablemente
similar al informe bíblico del diluvio. La tableta, que data del siglo Vil a.C., fue encontrada en
Nínive.*
en ambos informes: 1) el diluvio es enviado por causa del mal sobre la Tierra; 2)
el diluvio es planificado divinamente; 3) el héroe recibe instrucciones de cons-
truir un arca para la conservación de la humanidad y los animales; 4) un grupo
selecto de seres humanos y animales entra al arca; 5) el evento es universa l;27 6)
después que las aguas del diluvio bajaron, el héroe soltó un cuervo y una palo-
ma (el informe de Gilgamesh también cuenta de la liberación de una golondri-
na, y el orden es diferente) para probar si la tierra estaba seca; 7) al final del di-
luvio el héroe ofrece un sacrificio a los dioses, que es aceptado.
Los antiguos griegos también tenían el concepto de un diluvio. 28 El héroe
del diluvio de ellos, Deucalión, fue advertido por su padre de que construyera
un arca porque el dios Zeus deseaba destruir la humanidad. Deucalión y su es
posa entraron al arca después de aprovisionarlo. Zeus hizo que lloviera mucho
de modo que después de nueve días había arrasado la mayor parte de Grecia.
La mayoría de los hombres perecieron, excepto unos pocos que huyeron a las
montañas elevadas. Deucalión también sobrevivió en su arca. Hay otras histo-
rias de un diluvio en Grecia. Algunos distinguen tres eventos tales, aunque el
que está asociado con Deucalión es el más famoso. 29
Los aztecas de América Central también tenían la idea de uno o varios dilu-
vios. Estos informes son anteriores a la llegada de los misioneros en el siglo
XVI, quienes trajeron el relato del diluvio de la Biblia. La leyenda azteca de los
orígenes3 ° i ncluye una tierra original que fue destruida por un gran diluvio cau-
sado por el dios de la lluvia, Tlaloc. Un informe indica que después de la crea-
ción del mundo hubo un período de 1716 años antes de su destrucción por
i nundaciones y relámpagos.31 Este período es parecido al de algunas interpreta-
ciones bíblicas. Siguieron violentos terremotos. Tlazolteotl es "la mujer que pe-
có antes del diluvio", mientras que los héroes del diluvio, Nata y Nena, escapa-
ron de la devastación construyéndose un barco. Otros escaparon refugiándose
en cavernas o cumbres de montañas. La amenaza de diluvios posteriores era
tomada muy en serio, y se informa que los aztecas ofrecieron un gran número
de niños al dios de la lluvia, Tlaloc, para apaciguarlo.
En los tiempos antiguos, un diluvio grande no era considerado sólo como
posible, sino que fue incorporado como un hecho en su sistema de pensamien-
to. Por ejemplo, los informes históricos más antiguos se dividían en las catego
rías de: antes del diluvio y después del diluvio. Aristóteles escribió acerca de
la devastación del diluvio en el tiempo de Deucalión. Platón también menciona
el diluvio que ocurrió en tiempos de Deucalión .32 Más tarde, en el siglo 11 d.C.,
CAPÍTULO 18 1 LAS ESCRITURAS
Diluvio 122
Fuego 19
I nvierno continuo 6
Grandes piedras 2
Ogros 1
Lombriz de tierra 1
Objetos (muertos y vivos) 1
Salida del sol 1
CONCLUSIONES
El término "extraordinario" ciertamente caracteriza a la Biblia. Aunque ha
sido objeto de abundantes críticas, sigue siendo el libro más buscado del mun-
do. Los hallazgos de la arqueología y de la historia son muy impresionantes,
porque proporcionan confirmación externa de la autenticidad de este libro.
También se debe reconocer que la Biblia, además, exhibe aspectos predictivos
i mpresionantes.
Cualquier investigación acerca de los orígenes haría bien en tomar en
cuenta este libro extraordinario.
CAPÍTULO 18 / LAS ESCRITURAS
Notas y referencias:
1. R. Buchanan, "An Old Dominie's Story", citado en: A.L. Mackay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bris-
tol y Filadelfia: Institute of Physics Publishing, 1991), p. 43.
2. K. Jaspers, Nietzsche: An Introduction to the Understanding of his Philosophical Activity, C.F. Wallraff, F.J.
Schmitz, trad. (Chicago: Henry Regnery Co., 1965), pp. 242-247. Traducción de: Nietzsche: einführung in das
Verstandnis seines Philosophierens.
3. W. Kaufmann, Nietzsche: Philosopher, Psychologist, Antichrist, 4a. ed. (Princeton, NI: Princeton University
Press, 1974), p. 339.
4. C.P. Trumbull, ed., 1994 Britannica Book of the Year (Chicago: Encyclopedia Britannica, 1994), p. 271.
5. Ver el capítulo 1 para los detalles.
6. Las cifras son de: a) D. McFarlan, ed., Guinness Book of Wordd Records 1990, 29a. ed. (N. York: Bantam
Books, 1990), pp. 195, 197; b) M.C. Young, ed., Guinness Book of Records 1995, 34a. ed. (AN. York: Facts
on File, 1994), p. 142.
7. Para un caso extremo, ver: a) R.W. Funk, R.W. Hoover, The Jesus Seminar, Translators and Commentators,
The Five Gospels: the Search for the Authentic Words oflesus (N. York: Macmillan Publishing Co., 1993). Pa-
ra un punto de vista opuesto, ver: b) L.T. Johnson, The Real Jesus: The Misguided Quest for the Historical Jesus
and the Truth of the Traditional Gospels (San Francisco: Harper Collins, 1996).
8. F.F. Bruce, "History and the Gospels", en: C.F.H. Henry, ed., Jesus of Nazareth: Saviour and Lord, Contempo-
rary Evangelícal Thought Series (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1966), pp. 87-107.
9. Lucas 1:3, 4, versión Biblia de Jerusalén.
1 0. C.P. Tacitus, "The Annals", Libro 15:44, A.J. Church, W.J. Brodribb, trad., en: R.M. Hutchins, ed. Tacitus,
Great Books of the Western Worid (Chicago: Encyclopedia Britannica, 1952) t. 15. Traducción de: Annales.
11. a) F.F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? 5a. ed. rev. (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1960), pp. 113-120; b) J. McDowell, Evidente that Demands a Verdict. Historical
Evidentes for the Christian Faith, ed. rev. (San Bernardino, CA: Here's Life Publishers [A Campus Crusade for
Christ BookI, 1979), pp. 81-87.
12. Bruce, p. 119 (nota 1 la).
13. J. Wellhausen, Prolegomena to the History ofAncient Israel, A. Menzies, trad. (Gloucester, MA: Peter Smith,
1 957), pp. 318, 319. Traducción de: Prolegomena zur Geschichte Israels.
1 4. W.F. Albright, The Archeology of Palestine and the Bible (N. York, Londres y Edinburgo: Fleming H. Revell
Co., 1932-1933), p. 129.
15. Isaías 13:19-22; Nahum 3:7.
16. La traducción que hizo J. Frederic McCurdy de la estela se encuentra en: I. Singer, ed., "Moabite Stone", The
Jewish Encyclopedia, t. 8, pp. 634-636.
17. 2 Reyes 14-27.
18. W.F. Albright, The Archaeology of Palestine, 3a. ed. rev. (Baltimore: Penguin Books, 1960), p..237.
1 9. 2 Reyes 17:6; Isaías 20:1.
20. M. Pearlman, Digging Up the Bible ( N. York: William Morrow and Co., 1980), p. 85.
21. a) W.W. Prescott, The Spade and the Bible: Archeological Discoveries Support the Old Book (N. York, Chica-
go y Londres: Fleming H. Revell Co., 1933), pp. 65-73; b) W. Wright, The Empire of the Hittites (Londres: Ja-
mes Nisbet and Co., 1884), p. vi¡-ix.
22. G.L. Archer, Ir., A Survey of Old Testament Introduction, ed. rev. (Chicago: Moody Press, 1974), pp. 172, 173.
23. Para varios ejemplos, ver: a) M. Dayan, Living with the Bible (Filadelfia: Jewish Publication Society of Ameri-
ca, y N. York: William Morrow and Co., 1978), p. 39; b) G.F. Hasel, Biblical Interpretation Today (Washing-ton, DC: Biblical Research Institute, 1985), p. 26.
24. Ver: Archer, cap. 13, "Archeological Evidente for the Antiquity of the Pentateuch", pp. 170-182 (nota 22).
25. J.T. Shotwell, An Introduction to the History of History. Records of Civilization: Sources and Studies (N. York:
Columbia University Press, 1922), p. 80.
26. Para una traducción en inglés, ver: A. Heidel, The Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels, 2a. ed. (Chi-
cago: University of Chicago Press, 1949), pp. 80-93.
LOS ORÍGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
358
CAPÍTULO 19 / INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS
nada acerca de los bebés deformes y del cáncer? Aunque hay abundante evi-
dencia de un diseño muy complejo, de belleza y de amor en la naturaleza, no
todo anda bien. El interrogante acerca de la bondad de Dios en el contexto del
mal en la naturaleza ha sido el tema de largas discusiones.' La Biblia también
toca brevemente este problema y señala al mal como el resultado de elecciones
equivocadas, no de Dios, sino de sus criaturas que tienen libre albedrío. Por
causa de esa libertad de elección tenemos que vernos con el bien y el mal. La
Biblia señala que la decisión de pecar que hizo el hombre produjo maldiciones
en la naturaleza,5 y él mismo ha afrontado el sufrimiento desde entonces. Ni la
omnipotencia de Dios ni su amor son desafiados por la presencia del pecado,
ya que existe la libertad de elección. La mayoría de nosotros reconoce esta li-
bertad. La verdadera libertad de elección requiere que el mal sea permitido.
Cada uno de nosotros escoge apretar el gatillo del revólver. Cuando Dios les
da la libertad de elección a sus criaturas, él no es responsable por las conse-
cuencias de las decisiones equivocadas, como tampoco el constructor de una
casa es responsable si el ocupante decide quemarla. Pedir que Dios impida la
posibilidad del mal, creando criaturas humanoides inferiores que no tuvieran
l a libertad para elegir, parecería tedioso y limitante hasta la frustración.
Otra explicación ofrecida para el sufrimiento es que resulta necesario para
el desarrollo del carácter del hombre. Esto se basa en la premisa de que las vir-
tudes adquiridas se recuerdan mejor que las innatas. El sufrimiento que experi
mentamos nos ayuda a recordar y a mejorar. Algunas veces parece que nunca
aprenderemos sin sufrir, y la Biblia indica que el sufrimiento puede ser aleccio-
nador .6
Aun otra explicación sugiere que la naturaleza no es tan mala como el
hombre la percibe. Por ejemplo, el dolor es muy útil para protegernos al enseñar-
nos a no quemarnos las manos. Inversamente, las plantas y las formas más senci
llas de los animales tal vez no sufren cuando son víctimas de la rapiña. Podrían
ser parte de la cadena de la alimentación de los seres vivos creada por Dios.
Del mismo modo, en el jardín del Edén las hormigas no sentían dolor cuando las
pisaba un elefante. Algunos biólogos son de la opinión de que los Ichneumoni-
dae que preocuparon a Darwin, cuyas larvas se alimentan con orugas, "son fac-
tores de primera importancia en el control de los insectos perjudiciales; en reali-
dad, son la barrera más poderosa en contra de su propagación excesiva".' La
naturaleza pudo haber sido creada con algunos elementos estabilizadores.
Los parásitos como la tenia o los ascáridos han sido motivo de tema perma-
LOS ORÍGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
nente cuando se habla del sufrimiento. Muchos parásitos, especialmente los as-
cáridos, pueden explicarse como una degeneración de formas relacionadas de
vida libre; sin embargo, algunas tenias tienen ciclos de vida complicados que
podrían representar más que sólo una degeneración. No sabemos; los organis-
mos vivos son notablemente adaptables dentro de límites estrechos, y no po-
demos dejar de lado la posibilidad de que los "parásitos" inofensivos (simbion-
tes) pueden haber sido parte de la creación original. Algunos organismos pue-
den haber sido creados para vivir juntos. Los líquenes, como los que se ven en
l as rocas y los árboles, son una combinación de un alga y un hongo, que viven
juntos y se ayudan mutuamente, y el coral, que produce los grandes arrecifes de
coral, crecen mucho mejor si una planta microscópica crece en su cuerpo.
También debemos reconocer que cada uno de nosotros, durante aproximada-
mente nueve meses antes de nacer, fuimos, en todo el sentido de la palabra,
parásitos de nuestra madre. El parasitismo pudo haber sido una parte del plan
original de Dios para la creación.
Algún aspecto del mal puede representar degeneración y/o modificación
de la conducta. Esto no es un asunto del desarrollo creativo en el proceso evolu-
tivo que requiere previsión para formar organismos complejos; es simplemente
una degeneración. Biológicamente, es mucho más fácil tener degeneración que
l a generación de nuevas estructuras complejas, del mismo modo en que es mu-
cho más fácil desarmar un reloj que armarlo. Las modificaciones de la conduc-
ta no necesitan ser tan dramáticas. Los gatos jugarán con una pelota. No es un
cambio demasiado grande jugar con un ratón, idea que también preocupó a
Darwin. También se ha descubierto en China un tipo de cocodrilo fósil que co-
mía plantas." Esto puede hacernos reflexionar acerca de los cambios de la dieta
de esas criaturas feroces. Estas explicaciones sólo se ofrecen como sugerencias.
En resumen, podemos notar que se puede explicar la presencia del sufri-
miento sin necesidad de llegar a la conclusión de que no hay Dios. El sufri-
miento puede ser el resultado del conflicto entre el bien y el mal que está basa
do en la libertad de elección. A veces, el sufrimiento puede ser útil para ensé-
ñarnos y protegernos. Algunas experiencias que interpretamos como sufrimien-
to de los animales puede no ser tal, o puede resultar de la degeneración. Esta
degeneración incluye cambios de conducta.
ron como los oponentes indiscutidos: William Jennings Bryan, tres veces candi-
dato a la presidencia de los Estados Unidos, que defendía el creacionismo; y
Clarence Darrow (Figura 1.1), un famoso abogado de Chicago, que defendía el
evolucionismo. El destacado apologista del creacionismo, George McCready
Price, quien estaba en Inglaterra en ese entonces, fue invitado por Bryan a asis-
tir al juicio. Aunque Price declinó la invitación, sugirió a Bryan que no se invo-
l ucrara en discusiones científicas.'°
Uno de los episodios más agudos del juicio sucedió cuando Darrow le
preguntó a Bryan acerca del informe de la creación. ¿Cómo podría haber una
tarde y una mañana durante los primeros cuatro días de la semana de la crea
ción antes de la existencia del sol que recién fue creado el cuarto día? Bryan
contestó a la objeción sugiriendo que los días de la creación pudieron haber
sido períodos muy largos de tiempo. Su argumento no resolvió el problema sin-
gular de la existencia de tardes y mañanas sin la presencia del sol.
A primera vista, por lo menos, parece incongruente tener una tarde y una
mañana antes de la creación del sol en el cuarto día, como está indicada en la
secuencia del Génesis. Sin embargo, el Génesis sugiere que la luz también fue
creada en el primer día. Una cantidad de otros interrogantes se han lanzado
acerca del informe de la semana de la creación, y algunos dudan de su realidad
como un hecho." Sin embargo, el autor del libro del Génesis no lo presenta
como mito; lo presenta como una sencilla información fáctica. El lector puede
encontrar beneficioso leer el informe en los primeros dos capítulos de la Biblia.
Se han propuesto varios modelos de semana de creación. Ellos difieren
principalmente en lo que respecta a cuándo fueron creadas las diversas partes
del universo, y cuál fue la fuente de la luz durante los primeros tres días de la
semana de la creación. En beneficio de la sencillez, sólo resumiré tres modelos
principales:
Las estrellas, las galaxias, etc., fueron creadas por Dios hace muchos millo-
nes de años, pero el sistema solar tiene sólo unos pocos miles de años. La mate-
ria de la Tierra fue creada el día 1; la vida fue creada en los días 3, 5, y 6. El Sol,
l a Luna y los planetas fueron creados el día 4. La luz para los días 1-3 fue pro-
vista de una manera especial por Dios y luego por el sol. Algunos modifican
este modelo al proponer que el Sol fue creado el día 1, para proporcionar cierta
claridad, pero no llegó a ser claramente visible hasta el día 4, como lo propone
el siguiente modelo.
ser la fuente de esa luz, ya que se lo describe en otras partes de la Biblia como
una luz resplandeciente, 14 y como la fuente de luz para la nueva Jerusalén don-
de no habrá necesidad del sol."
Una de las preguntas que surgen con frecuencia acerca de la semana de la
creación tiene que ver con el tiempo requerido para que la luz llegue desde las
estrellas distantes. En una noche clara, aun sin un telescopio, podemos ver la
débil nebulosa de Andrómeda (Figura 20.1), cuya luz necesita unos dos millo-
nes de años para llegar hasta nuestros ojos. Si las estrellas fueron creadas el día
4'6 hace unos pocos miles de años, ¿cómo podemos ver la luz de las estrellas,
algunas de las cuales están tan lejos que su luz necesita miles de millones de
años para llegar hasta nosotros? Proponer que las estrellas fueron creadas mu-
cho antes de la semana de la creación es una manera de resolver el problema.
Otra sugerencia es que Dios podría haber creado las estrellas hace poco con
sus rayos de luz que ya alcanzaran la Tierra de modo que el hombre pudiera
verlas y gozarlas desde el principio.
Otra pregunta con respecto al relato del Génesis tiene que ver con la inter-
pretación de los primeros dos versículos del Génesis. Después de declarar que
Dios creó los cielos y la Tierra, el relato sigue con una descripción de una Tierra
oscura y vacía, pero con agua. ¿Se aplica esta descripción a una Tierra que ya
existía por un período largo antes de la semana de la creación, o se refiere a la
Tierra que fue formada el día 1 ? La mayoría de las traducciones de la Biblia
proporcionan una afirmación ambigua, porque se puede dar más de una inter-
pretación al hebreo de los manuscritos bíblicos. Unas pocas traducciones favo-
recen una Tierra vacía antes de la semana de la creación y comienzan el regis-
tro de la creación con declaraciones tales como: "Cuando Dios decidió crear los
cielos y la tierra, el mundo era un desierto sin forma, con tinieblas que cubrían
l os mares y sólo un viento pavoroso que barría las aguas, y Dios dijo: 'Haya
l uz' "." Estas traducciones definidamente implican la existencia de la Tierra an-
tes de la semana de la creación.
La descripción de una Tierra original, vacía, cubierta con agua,' ,, podría
i mplicar que la Tierra existió en ese estado por tiempo suficiente como para
merecer una descripción. Esto se ve fortalecido por descripciones similares en
otros pasajes bíblicos que hablan de una Tierra original envuelta en "densas ti-
nieblas"19 cubierta de nubes, y de una Tierra "que proviene del agua" .z° Estos
tres pasajes pueden implicar la existencia de algo antes de la semana de la
creación. Ellos sugieren una Tierra original, oscura, cubierta de agua, que pudo
LOS ORIGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
HIPÓTESIS DOCUMENTAL
Durante la dilatada controversia acerca de si debía enseñarse el creacionis-
mo en las escuelas públicas en los Estados Unidos, con frecuencia escuché a
científicos y teólogos defender que el informe de los orígenes dado en la prime
ra parte de la Biblia representa una compilación de varias fuentes diferentes.
Como el número de las supuestas fuentes variaba de un orador a otro, he que-
dado sin convencerme de la objetividad de sus conclusiones. La implicación,
sin embargo, es que la Biblia es una combinación de antiguos mitos recopilados
por editores llamados redactores. Esta manera de pensar contrasta con el con-
cepto bíblico de que las Escrituras fueron escritas por profetas inspirados por
Dios.
Los reformadores protestantes aceptaban el modelo bíblico de los oríge-
nes. Sin embargo, a comienzos del período de la Ilustración, hubo sugerencias
de que diversas porciones de la Biblia, que generalmente habían sido atribuidas
a un solo autor, hubiesen tenido como origen fuentes múltiples. Cada fuente
era considerada como un documento separado que fue mezclado con otros pa-
ra producir la Biblia. Esta es la base para llamar a este modelo de los orígenes la
"hipótesis documental" de la Biblia.
Un ejemplo notable, que es de interés especial para esta obra, es el informe
de los orígenes dados en los dos primeros capítulos del libro del Génesis. ¿Es es-
te un informe único, con una sección especial al final, que trata acerca de las
relaciones del hombre con Dios, o éste representa dos informes separados uni-
dos por un redactor? El informe bíblico de los orígenes, cuando se lo divide, es a
CAPÍTULO 19 1 INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS
3. La supuesta referencia a que no había plantas antes del hombre puede ser
sencillamente una oración independiente, que no es parte de la narración mis-
ma, pero está allí como un contraste con la situación posterior cuando tuvo
que labrar el suelo después de su caída .25
CONCLUSIONES
Se pueden formular muchas preguntas acerca de la confiabilidad de las Es-
crituras. Sin embargo, eso también se aplica a la ciencia. Un Dios amante y los
LOS ORÍGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
Notas y referencias:
B. Pascal, Pensées, citado en: R.T. Tripp, comp., The International Thesaurus of Quotations (N. York, Cam-
bridge y Filadelfia: Harper and Row, 1167011970), p. 616.
2. Ver el capítulo 12.
3. F. Darwin, ed., The Life and Letters of Charles Darwin (Londres: John Murray, 1888), t. 2, p. 312.
4. Algunas referencias significativas incluyen: a) G. Emberger, "Theological and Scientific Explanations for the
Origin and Purpose of Natural Evil", Perspectives on Science and Christian Faith 46(1994):150-158; b) J.
Hick, Evil and the God of Love, 2a. ed. (Londres: The Macmillan Press Ltd., 1977); c) C.S. Lewis, The Problem
of Pain (N. York: The Macmillan Co., 1957); d) C.S. Lewis, A Grief Observed (N. York: The Seabury Press,
1 961); e) A.E. Wilder-Smith, Is This a God of Love?, P. Wilder-Smith, trad. (Costa Mesa, CA: TWFT, Publishers,
1 991). Traducción de la 6a. edición alemana.
5. Génesis 3:14-19; Romanos 5:12-19; 8:18-23.
6. Romanos 5:3; 2 Corintios 4:17; Hebreos 12:9-11.
7. M. Caullery, Parasitism and Symbiosis, A.M. Lysaght, trad. (Londres: Sidgwick and Jackson, Ltd., 1952), p.
120. Traducción de Le parasitisme et la symbiose.
8. X-C. Wu, H-D. Sues, A. Sun, "A Plant-eating Crocodyliform Reptile from the Cretaceous of China", Nature
376(1995):678-680.
9. Ver el capítulo 1 para un estudio de los problemas legales implicados. Para más detalles acerca del juicio de
Scopes, ver: a) L.H. Allen, ed., Bryan and Darrow at Dayton: The Record and Documents of the 'Bible-Evolu-
tion' Trial (N. York: Russell and Russell, 1925); b) R.M. Comelius, "World's Most Famous Court Trial", reim-
presión de B.J. Broyles, comp., History of Rhea County, Tennessee (Dayton: Rhea County Historical and Ge-
nealogical Society, 1991), pp. 66-70; c) R. Ginger, Six Days or Forever? Tennessee versus John Thomas Scopes
(Boston: Beacon Press, 1958).
R.L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), p. 98.
Por ejemplo: a) 1. Skinner, "A Critica¡ and Exegetical Commentary on Génesis", en: S.R. Driver, A. Plummer,
C.A. Briggs, eds., The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old and New Testa-
ments, 2a. ed. (Edinburgo: T. and T. Clark, 1930), t. 1, p. 1; b) H.). Van Till, The Fourth Day (Grand Rapids,
MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1986), p. 80.
Para más detalles, ver: R.E. Hoen, The Creator and His Workshop (Mountain View, CA: Pacific Press Publis-
hing Assn., 1951), p. 17-21.
13. Génesis 1:3, 15.
1 4. Salmo 104:2; Ezequiel 1:27, 28; Daniel 7:9, 10; 1 Timoteo 6:16.
15. Apocalipsis 21:23; 22:5.
16. Génesis 1:16-19.
CAPÍTULO 19 l INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS
1 7. Génesis 1:1-3. a) E.A. Speiser, Genesis, The Anchor Bible (carden City, NY: Doubleday and Co., 1964), p. 3.
Una declaración similar se encuentra en: b) J.M.P. Smith, ed., The Old Testament The Bible: An American
Translation (Chicago: University of Chicago Press, 1935), p. 1.
18. Génesis 1:2.
19. Job 38:9, Nueva Versión Internacional (1998).
20. 2 Pedro 3:5.
21. Juan 1:3; Colosenses 1:16; Apocalipsis 14:7.
22. Por ejemplo: a) L.R. Bailey, Genesis, Creation, and Creationism (N. York y Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993),
pp. 82-85; b) A.S. Cuthbert, W.R. Bowie, Genesis. The Interpreter's Bible ( N. York y Nashville: Abingdon
Press, 1952), t. 1, pp. 437-827 (ver la pág. 465).
23. Génesis 2:5.
24. Génesis 3:19.
25. U. Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis, Part I: From Adam to Noah: Genesis I- V18, I. Abra-
hans, trad. (Jerusalén: The Magnes Press, The Hebrew University, 1989), pp. 100-103. Traducción de: Pe-
rush al Bereshit.
26. Para un repaso breve del desarrollo, ver: G.F. Hasel, Biblical Interpretation Today (Washington, DC: Biblical
Research Institute, 1985), pp. 28-36.
27. R.W. Funk, T.W. Hoover, The Jesus Seminar, The Five Gospels: The Search for the Authentic Words oflesus
( N. York: Macmillan Publishing Co., 1993).
28. Hasel, pp. 7-28 (nota 26). Ver también la nota 36.
29. Hasel, p. 16 (nota 26).
30. G.L. Archer, Jr., A Survey of Old Testament Introduction, ed. rev. (Chicago: Moody Press, 1974), pp. 112, 113.
31. Ver Hasel, pp. 27, 28 (nota 26).
32. Mateo 19:8.
33. U. Cassuto, The Documentary Hypothesis and the Composition of the Pentateuch: Eight Lectures, I. Abra-
hams, trad. (Jerusalén: Magnes Press, The Hebrew University, 1961), pp. 100, 101. Traducción de: Torat ha-
te'udot vesiduram shel sifre ha-Torah (transliterado; ed. d e 1941).
34. Archer, p. 91 (nota 30).
35. Ver: a) Cassuto, pp. 90-92 (nota 25); b) D.A. Garrett, Rethinking Genesis: The Sources and Authorship of the
First Book of the Pentateuch (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1991), pp. 22-25; c) W.H. Shea, "The
Unity of the Creation Account", Origins 5(1978):9-38; d) W.M. Shea, "Genesis 1 and 2 Paralleled in an An-
cient Near-Eastern Source", Adventist Perspectives 4(3-1990):30-35.
36. Este y otros aspectos que sostienen la unidad de las dos partes del informe de la creación pueden encontrarse
en: a) J.B. Doukhan, The Genesis Creation Story: Its Literary Structure, Andrews University Seminary Doctoral
Dissertation Series, t. V (Berrien Spríngs, MI: Andrews University Press); b) J.B. Doukhan, "La Création de
L'Univers et de L'Homme", en: R. Meyer, ed., Cheminer avec Dieu (Lausanne: Editions Belle Reviére, 1995),
pp. 7-17; c) Garrett, pp. 13-31, 187-241 (nota 35b); d) Shea 1978 (nota 35c).
37. W.H. Shea, "Literary Structural Parallels Between Genesis 1 and 2", Origins 16(1989):49-68.
38. W.H. Shea, "The Structure of the Genesis Flood Narrative and its Implication", Origins 6(1979):8-29.
39. W.H. Shea, "A Comparison of Narrative Elements in Ancient Mesopotamian Creation-Flood Stories with Ge-
nesis 1-9", Origins 11(1984):9-29.
¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMAS?
La mente humana tiene una fuerte tendencia a juzgar casi todas las
cosas a la luz de su propia experiencia, conocimiento y prejuicios
más bien que por la evidencia presentada. De este modo, las ideas
se juzgan a la luz de las creencias prevalecientes.
W.I.B. BEVERIDGE'
373
LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
hombres de ciencia, sino entre teólogo? y filósofos tales como Francis Bacon,
Descartes, Leibniz y Kant. 9 Los hombres de ciencia pioneros de esta era, como
Kepler, Lineo, Pascal, Boyle y Newton, favorecían vigorosamente la creación
divina.
En esta época, el pensamiento estaba en un estado de gran agitación. La
Reforma protestante y la Contrarreforma católica contribuyeron a esta intran-
quilidad intelectual. La "Ilustración" del siglo XVIII es especialmente importante.
Este período fue dominado por pensadores tan notables como Diderot, Voltaire,
Hume, Kant y Goethe. El pensamiento libre y racional llegó a ser la solución pa-
ra casi todo, y las preocupaciones religiosas fueron relegadas a segundo térmi-
no. Este período racional fue seguido ponla Revolución Francesa. El baño de
sangre que la siguió con el Reinado del Terror hizo más que decapitar a miles
de personas, incluyendo a Luis XVI y María Antonieta; puso freno a la Ilustra-
ción. A esto siguió un reavivamiento religioso. Sin embargo, en los círculos inte-
l ectuales continuó la tendencia hacia el secularismo.
Las explicaciones de los orígenes que excluían a Dios ganaron aceptación
adicional a medida que las interpretaciones científicas naturalistas obtenían
aceptación. El zoólogo marino francés Félix Lacaze-Duthiers (1821-1901) tenía
un letrero en su laboratorio que afirmaba: "La ciencia no tiene religión ni políti-
ca".'° Más tarde en ese siglo, el médico de Harvard, Philipp Frank, señalaba
que "toda influencia de consideraciones morales, religiosas o políticas sobre la
aceptación de una teoría es considerada como 'ilegítima' por la así llamada
'comunidad de los hombres de ciencia' "." Más recientemente, el premio Nobel
Christian de Duve, al analizar el fastidioso problema del origen espontáneo de
l a vida, indica que "debe evitarse cualquier sugerencia de teleología [propósi-
to]".' , Estas declaraciones ilustran el fuerte exclusivismo de la ciencia como filo-
sofía naturalista. Muchos hombres de ciencia creen en Dios o en alguna forma
de una mente o principio dominante, pero evitan mencionar estos conceptos
en sus publicaciones científicas. Tales ideas se consideran no científicas.
A comienzos del siglo XX, muchos consideraban a la ciencia como la
fuente de informaciones dotada de autoridad con un potencial casi ilimitado. Es-
tos conceptos fueron fortalecidos por la obra del Círculo de Viena, un grupo de
filósofos, hombres de ciencia y matemáticos que se reunían con regularidad en
Viena, Austria, en las décadas de 1920 y 1930. Un grupo relacionado con éste
se reunía en Berlín. La Segunda Guerra Mundial trajo la desaparición de estos
grupos.
LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
Fotografía de la gran galaxia en la constelación de Andrómeda, una de las pocas galaxias visibles a
simple vista. La galaxia tiene un diámetro estimado de unos 200.000 años-luz y se encuentra a
unos 2 millones de años-luz de distancia. Se han identificado muchas estrellas, cúmulos, novas y
nebulosas en esta galaxia. Es un pequeño ejemplo de la amplitud de enfoque que se encuentra en
la Biblia, que nos estimula a mirar no sólo a la Biblia, sino también a la naturaleza. La ciencia, por
otra parte, tiende a aceptarse sólo a sí misma.*
za como evidencia, cuando se nos dice que "los cielos cuentan la gloria de
Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos" 38 (Figura 20.1). Declara
que no tenemos excusa para no creer en el poder de Dios, ya que podemos
verlo claramente en las cosas que han sido hechas. 39 Mientras la ciencia natu-
ralista ha rechazado la Biblia, ésta no rechaza la ciencia metodológica como
medio para encontrar la verdad acerca de la naturaleza. La Biblia también es
i nclusiva en religión, moralidad, propósitos últimos, historia y el sentido de la
existencia. Representa un enfoque más amplio que incluye más de la reali-
dad que lo que vemos a nuestro alrededor. Como tal, parece más apropiada
CAPíTULO 20 / ¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMAS?
para dirigirse a las grandes preguntas acerca del origen y del significado.
El exclusivismo en la ciencia se desarrolló gradualmente y, paradójica-
mente, tuvo sus raíces en el modo de pensar abierto y librepensador de la
Ilustración del siglo XVIII. La ciencia naturalista como filosofía limitante llegó
a ser aceptada en el siglo XIX con el trabajo de hombres tan notables' como
Laplace, Hutton, Lyell, Chambers, Darwin y Huxley, entre muchos otros.
Sólo podemos especular en cuanto a la causa de este exclusivismo. Men-
cionaré sólo dos posibilidades. El filósofo de la ciencia muy respetado, Mi-
chael Polanyi, sugirió una reacción extrema a las limitaciones del pensamien-
to medieval. Afirma: "Aquí es donde veo la dificultad, donde parece'estar
una perturbación de raíz profunda entre la ciencia y todo el resto de la cultu-
ra. Yo creo que esta perturbación estuvo originalmente inherente en el im-
pacto liberador de la ciencia moderna sobre el pensamiento medieval, y que
sólo más tarde se volvió patológico.
"La ciencia se rebeló contra la autoridad. Rechazó la deducción [razona-
miento basado en premisas] de las causas primeras en favor de generaliza-
ciones empíricas [percepción por los sentidos]. Su ideal máximo era una teo-
ría mecanicista del universo" .4°
Una segunda causa puede tener su raíz en el éxito de la ciencia experi-
mental. La ciencia trata con factores sólidos tales como la materia y la ener-
gía, y produce explicaciones impresionantes tales como las de la mecánica
celeste y la genética. Es difícil discutir con el éxito, y si la ciencia tiene tanto
éxito en ciertas esferas, ¿no debería también tener el mismo éxito cuando
adopta una filosofía naturalista para toda la realidad? Desafortunadamente,
una de las características del autoritarismo es que deja de reconocerse a sí
mismo. El éxito de la ciencia en algunas áreas ha animado a los científicos, y
aun al público en general, a pensar que la ciencia es todopoderosa y la única
fuente válida de la verdad. Ese éxito puede eclipsar otras explicaciones de la
realidad, menos tangibles pero más importantes, que dan significado último y
propósito a la humanidad y a la naturaleza. Los logros de la ciencia pueden
hacer que quedemos satisfechos con explicaciones más perceptibles pero
más sencillas, que pueden no reflejar plenamente la realidad.
Se podrían mencionar una cantidad de otras razones para la actitud fuer-
temente naturalista de la ciencia, y sin duda un complejo de causas la lleva-
ron a ella.
LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
Notas y referencias:
1. W.I.B. Beveridge, The Arl of Scientific Investigation, ed. rev. (N. York: W.W. Norton and Co., 1957), p. 107.
2. Como se informa en: W.C. Dampier, A History ofScience and its Relations with Philosophy and Religion, 4a.
ed. rev. (Cambridge: Cambridge University Press; N. York: The Macmillan Co., 1949), p. 181.
3. W. Proudfoot, "Religion and Science", en: D.W. Lotz, D.W. Shriver, Jr., J.F. Wilson, eds., Altered Landscapes:
Christianity in America, 1935-1985 (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1989), pp. 268-279.
4. R.E. Gibson, "Our Heritage from Galileo Galilei", Science 145(1964):1271-1281.
5. Ver el capítulo 17.
6. Ver el capítulo 3.
7. Ibíd.
8. E. Mayr, The Growth of Biological Thought: Diversity, Evolution, and Inheritance (Cambridge, MA y Lon-
dres: The Belknap Press of Harvard University Press, 1982), p. 309.
9. Dampier, p. 273 (nota 2).
lo. Citado en: E. Nordenskiold, The History of Biology: A Survey, L.B. Eyre, trad. (N. York: Alfred A. Knopf,
1 928), p. 426. Traducción de Biologins historia.
11. Citado en: B. Barber, "Resistance by Scientists to Scientific Discovery", Science 134(1961):596-602.
12. C. de Duve, "The Beginnings of Life on Earth", American Scientist 83(1995):428-437.
CAPíTULO 20 1 ¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMAS?
13. Citado en: J.M. Zycinski, The Structure of the Metascientific Revolution: An Essay on the Growth of Modem
Science, M. Heller, J. Zycinski, eds., Philosophy in Science Library (Tucson, AZ: Pachart Publishing House,
1988), p. 49.
14. S. Toulmin, "The Historicization of Natural Science: Its Implications for Theology", en: H. Küng, D. Tracy,
eds., Paradigm Change in Theology: A Symposium for the Future, M. Kóhl, trad. (N. York: Crossroad Publis-
hing Co., 1989), pp. 233-241. Traducción de: Theologie-Wohin?, y Das neue Paradigma von Theologie.
15. T. Roszak, Where the Wasteland Ends: Politics and Transcendence in Postindustrial Society (Garden City,
NY: Doubleday and Co., 1972), p. 252.
16. P. Feyerabend, Against Method, ed. rev. (Londres y N. York: Verso, 1988).
1 7. Por ejemplos del uso de la retórica en la ciencia, ver: M. Pera, W.R. Shen, eds., Persuading Science: The Art
ofScientific Rhetoric (Canton, MA: Science History Publications, 1991).
1 8. P. Feyerabend, Against Method.: Outline oían Anarchistic Theory of Knowledge (Londres: New Left Books;
Atlantic Highlands: Humanities Press, 1975), p. 304.
1 9. K.R. Popper, The Logic ofScientific Discovery (N. York: Basic Books, 1959), pp. 280, 281.
20. Ver los capítulos 2 y 17.
21. a) R.J. Blackwell, "A New Direction in the Philosophy of Science", The Modem Schoolman 59(1981):55-59;
b) P.T. Durbin, "Ferment in Philosophy of Science: A Review Discussion", Thomist 50(1986):690-700.
22. Zycinski, p. 178 (nota 13).
23. T. Theocharis, M. Psimopoulos, "Where Science Has Gone Wrong", Nature 329(1987):595, 598.
24. a) Durbin (nota 21b); b) D. Gillies, Philosophy of Science in the Twentieth Century: Four Central Themes
(Oxford y Cambridge: Blackwell Publishers, 1993); c) H. Smith, Beyond the Post-modem Mind (N. York:
Crossroad Publishing Co., 1982), pp. 16-27.
25. L. Thomas, "On the Uncertainty of Science", Harvard Magazine 83(1-1980):19-22.
26. T. Dobzhansky, "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution", The American Biology
Teacher 350973):125-129.
27. J. Huxley, Introduction to the Mentor edition of Charles Darwin: The Origin of Species by Means of Natural
Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (N. York: The New American Library
of World Literature, 1958), p. xv.
28. Para otros seis ejemplos, ver: W.R. Bird, Philosophy of Science, Philosophy of Religion, History, Education
and Constitutional Issues. The Origin of Species Revfsited. The Theories of Evolution and of Abrupt Appearan-
ce (N. York: Philosophical Library, 1987, 1988, 1989), t. 2, pp. 129, 159, 160.
29. Ver los capítulos 4-8, 11.
30. Thomas (nota 25).
31. a) P.E. Johnson, Darwin on Trial, 2a. ed. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1993); P.E. Johnson, Reason
in the Balance: The Case Against Naturalism in Science, Law, and Education ( Downers Grove, IL: InterVarsity
Press, 1995).
32. M. Muggeridge, The End of Christendom (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1980), p. 59.
33. N. Mousseau, "Searching for Science Criticism's Sources: Letters", Physics Today 47(1994):13, 15.
34. Génesis 7:19-21.
35. 2 Reyes 20:10.
36. 1 Tesalonicenses 5:21.
37. Eclesiastés 1:13; Daniel 1:11-16.
38. Salmo 19:1.
39. Romanos 1:20.
40. M. Grene, ed., Knowing and Being: Essays by Michael Polanyi (Chicago: University of Chicago Press, 1969),
p.41.
41. F. Hoyle, N.C. Wickramasinghe, Evolution From Space: A Theory of Cosmic Creationism (N. York: Simon
and Schuster, 1981), p. 32.
42. Ver el capítulo 8.
ALTERNATIVAS ENTRE EL
CREACIONISMO Y EL EVOLUCIONISMO
blia, tienen poco en que apoyarse. Hay confusión tanto en la clasificación 4 co-
mo en la terminologías de estas alternativas. A pesar de ello, muchos ven en
ellas la posibilidad de incluir algo de las interpretaciones científicas contempo-
ráneas junto con algo de religión o de Biblia. Como ha sido en el caso del deba-
te creacionismo-evolucionismo, se ha dedicado considerable tiempo, energía
y papel a estas perspectivas."
MODELOS
A continuación bosquejamos varios enfoques intermedios, junto 'con el
creacionismo y el evolucionismo, sumando en total ocho categorías principales.
Se incluyen algunas de las preguntas que cada una plantea. La columna geológi-ca
7consu fósile quenoshabl ndelavidaenlopas does,odeb ríaser,
una consideración básica en cada uno de estos conceptos. La Tabla 21.1 da
una idea general de estos ocho modelos, y muestra cómo cada uno de ellos se
relaciona con la columna geológica. El tiempo avanza de abajo hacia arriba
388 LOS ORÍGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
comparan los detalles del registro fósil con la Biblia. La semana de la creación
es un evento que abarca todo, durante el cual se originaron todas las grandes
clases de organismos. Si esa semana ocurrió hace mucho tiempo, al comienzo
del registro fósil, y la fosilización de las diversas formas vivientes ocurrió gra-
dualmente durante largos períodos, los tipos principales de vida deberían estar
bien representados desde las partes más bajas hasta las partes más altas del re-
gistro fósil; sin embargo, como se puede ver en la Figura 10.1, muchos de los
grupos son peculiares a diferentes niveles. La deposición de los fósiles en una
secuencia ecológica o proveniente de diversas fuentes y traídas por el diluvio14
parece ser la mejor manera de integrar la semana de la creación con la singula-
ridad de los estratos de la secuencia de los fósiles.
5. Evolución deísta30
Descripción del modelo. Este concepto mal definido niega la revelación
de las Escrituras, pero admite alguna clase de Dios que estuvo activo principal-
mente al principio. Un Dios generalmente impersonal es una Causa primera,
que no está activa ahora en los asuntos rutinarios del hombre. Esta Deidad pue-
de resolver los problemas más difíciles que afronta el evolucionismo al origi-
nar la vida, y, tal vez en algunos aspectos, guiar la formación de algunos de los
sistemas biológicos más complejos.
Interrogantes. El modelo afronta muchos de los mismos problemas que
afectan al evolucionismo. Hay que negar la evidencia de la naturaleza especial
de las Escrituras.31 Ya que se elimina la función de un Dios personal, es más
difícil concebir el origen de las características más elevadas del hombre, tales
como el amor, la moralidad y la preocupación, que parecen estar fundadas en
l as relaciones interpersonales. Existe muy poco para dar autenticidad directa al
modelo, ya sea científica o bíblicamente.
6. Evolución panteísta3 2
Descripción del modelo. Dios está en todo y todo es Dios. Dios todavía
existe. La naturaleza es especial, y Dios progresa con la evolución. Algunos
han relacionado con este concepto algunas culturas orientales, de la Nueva Era
y de Gaia.
CAPÍTULO 21 / ALTERNATIVAS
Interrogantes. Este modelo tiene algunos de los mismos problemas que los
del modelo anterior. Además, en el proceso evolutivo de la supervivencia, Dios
llega a ser tanto el destructor como la víctima de la destrucción. Es altamente
degradante para el concepto de la grandeza de Dios como lo describe la Bi-
blia. No hay datos directos de las Escrituras ni de la naturaleza para indicar que
esta es la historia pasada de Dios.
tró al arca . 46 No hay dudas de que Cristo creía tanto en la creación como en el
diluvio descritos en el Génesis.
Dios mismo da autenticidad a los relatos de la creación como al del diluvio
registrados en Génesis. En el libro de Isaías, repite su promesa: "Cuando juré
que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra" . 47 Del mismo modo,
l os Diez Mandamientos 48 autentican el relato de los orígenes que hace el Géne-
sis. Esto va en contra de todos los modelos para el desarrollo de la vida por me-
dio de un largo proceso de millones de años. En sus propias palabras, él creó to-
do en "seis días". Esto difícilmente puede ser posible si cada día representa mi-
l l ones de años. Todo esto da peso al modelo bíblico de la creación en seis días.
No hay ninguna sugerencia en la Biblia de que la creación de la vida necesitara
de extensos períodos.
Si uno cree en el relato bíblico de los orígenes, está en la buena compañía
de Pedro, Pablo, Cristo y Dios. Sería un Dios muy extraño el que creara durante
millones de años y luego pidiera al hombre que guardara el sábado, el séptimo
día, como un monumento a su actividad creadora de todas las cosas, hecha en
seis días. Se nos dice repetidamente que el Dios de la Biblia siempre dice la
verdad y detesta la mentira . 49 Como Dios, él pudo ordenar que el sábado se
guardara por diversas otras razones. Los Diez Mandamientos, que afirman que
Dios creó la Tierra en seis días, fueron dados personalmente por Dios, y como
tales representan la comunicación dada al hombre y dotados de la mayor auto-
ridad. No se los puede poner a un lado en forma ligera. Del mismo modo, sería
un Dios extraño el que permitiera que sus profetas se engañaran durante miles
de años en cuanto al tema tan importante de los orígenes, sólo para esperar
que Charles Lyell y Carlos Darwin presentaran el concepto correcto. No parece
haber ningún modo de reconciliar el relato bíblico de los orígenes con las largas
eras geológicas.
Unir la ciencia y la Biblia con eslabones no es lo mismo que entrar en
componendas con ambos conceptos. Se debe reconocer que la Biblia no se
presta a tales componendas. O es la Palabra de Dios, como pretende serlo, o es
una colección de dichos humanos sabios, presentados como si fuera la Palabra
de Dios. En este último caso, hay un problema serio acerca de la integridad de
l os escritores bíblicos. La Escritura pertenece, más que la ciencia, a la modali-
dad de "todo o nada". Por esto, rechazar del modelo bíblico de los orígenes de
una "creación reciente" tiende a ser un rechazo de las Escrituras como un todo,
más de lo que rechazar el evolucionismo tendería al rechazo de la ciencia co-
CAPÍTULO 21 / ALTERNATIVAS 397
TENDENCIAS TEOLÓGICAS
cuentra en una ladera resbalosa con pocos puntos firmes a la vista. Y cuando se
alcanza una filosofía puramente naturalista, se encuentran muchas preguntas
i mportantes que no se han respondido. El desafío que enfrentan los que aceptan
l as posiciones intermedias (Modelos 2 al 7) es el de proporcionar un modelo
mejor que el que les ofrecen la ciencia o las Escrituras. Ellos necesitan en forma
especial algunas fuentes dotadas de autoridad para sus modelos. Pero la teología
liberal moderna no está contribuyendo mucho a nuestro conocimiento sobre
l as preguntas importantes acerca de los orígenes que establece la autoridad de
Dios y de las Escrituras. El "decano" conservador de los teólogos evangélicos,
Carl F. Henry, plantea el problema de las prioridades acerca de la autoridad
desde un ángulo diferente cuando afirma: "La teología no depende de un uni-
verso ordenado: un universo ordenado depende de Dios" .52
El físico ganador del premio Nobel Steven Weinberg, de la Universidad de
Texas, tiene preocupaciones adicionales acerca del pensamiento teológico li-
beral. Él presenta su caso en forma bastante clara: "Los religiosos liberales están
en un sentido más lejos en espíritu de los científicos de lo que lo están los fun-
damentalistas y otros religiosos conservadores. Por lo menos los conservadores,
al igual que los científicos, le dicen a alguien que creen en que lo que creen
porque es cierto antes que porque eso los hace buenos o felices. Muchos reli-
giosos liberales hoy parecen pensar que diferentes personas pueden creer en
cosas diferentes mutuamente excluyentes sin que ninguno de ellos esté equivo-
cado, mientras sus creencias 'funcionen para ellos'. Éste cree en la reencarna-
ción, aquél en el cielo y el infierno, y un tercero cree en la extinción del alma
en ocasión de la muerte, pero ninguno puede decirse que está equivocado
mientras que cada uno obtenga un impulso espiritual satisfactorio de lo que
cree. Para usar una frase de Susan Sontag, estamos rodeados de 'piedad sin
contentamiento'...
"A Wolfgang Pauli le preguntaron cierta vez si creía que un artículo especí-
fico de física, mal concebido, estaba equivocado. Él replicó que tal descripción
sería demasiado bondadosa, pues el artículo ni siquiera estaba equivocado. Yo
creo que los religiosos conservadores están equivocados en lo que creen, pero
por lo menos ellos no han olvidado lo que significa realmente creer en algo.
Los religiosos liberales me parece que ni siquiera están equivocados"."
Parecería que las tendencias teológicas modernas y posmodernas podrían
beneficiarse si volvieran a sus fundamentos más sólidos, dando más crédito a la
autoridad de la Biblia.
CAPÍTULO 21 / ALTERNATIVAS
EL PROBLEMA DE LA DERIVA
La influencia de los conceptos intermedios mencionados más arriba acerca
de las creencias de muchas iglesias cristianas, ha sido considerable. Desde la
popularización de la teoría de la evolución hace más de un siglo, muchas deno
minaciones religiosas se han acomodado, de algún modo, a las diversas ideas
del desarrollo progresivo de la vida a lo largo de extensos períodos. Es decep-
cionante ver iglesias, que una vez tuvieron como una alta prioridad la autoridad
bíblica, cambiar sus creencias; sin embargo, esto ocurre, a menudo, en forma
l enta e insidiosa .54 La erosión de las creencias con frecuencia es acompañada
por una erosión en el número de los creyentes.55 En años recientes, las iglesias
principales de los Estados Unidos -que ya no creen en el relato bíblico de la
creación y muchos otros conceptos bíblicos tradicionales- han perdido millo-
nes de feligreses, mientras que las iglesias evangélicas más conservadoras han
crecido rápidamente. Es especialmente difícil convencer a las personas de que
el cristianismo es real cuando se presenta la Biblia como errónea, especialmen-
te con respecto al importante tema de los orígenes.
El teólogo y sociólogo H. Richard Niebuhr,56 entre otros, ha bosquejado la
historia tradicional de un grupo religioso. Después de ser organizada por los re-
formadores originales, el carácter de la secta pronto cambia al nacer una nueva
generación de niños. Esta nueva generación, rara vez tiene el fervor de sus pa-
dres que modelaron sus "convicciones en el calor del conflicto y con el riesgo
del martirio". Las generaciones sucesivas encuentran más difícil aislarse del
mundo. La riqueza y la cultura se acumulan mientras el compromiso de los
propósitos originales introduce el usual tipo eclesiástico de moral. Pronto el
nuevo grupo llega a ser una iglesia tradicional. Esta iglesia tradicional es más
una estructura social que el instrumento concebido originalmente para refor-
mar. Los requisitos administrativos distraen en forma creciente los esfuerzos de
l a iglesia apartándola de las actividades religiosas.
El alejarse de la Biblia y de Dios es un esquema sociológico común, y tam-
bién está ilustrado en la historia bíblica. Repetidamente Dios tuvo que usar me-
dios drásticos para intentar revertir esas tendencias. Incidentes como el diluvio
del Génesis, el largo peregrinaje de los israelitas por el desierto y el cautiverio
babilónico ilustran cuán difícil, pero importante, es resistir tales tendencias.
Las instituciones educativas modernas también ilustran esta tendencia de ir
a la derivas' Un gran número de instituciones de enseñanza superior en los Es-
tados Unidos (como las universidades de Auburn, Boston, Brown, Dartmouth,
LOS ORIGENES i ALGUNAS CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
Los muchos conceptos entre el creacionismo y el evolucionismo tienden a
ser borrosos. Estos modelos no se encuentran ni en la Biblia ni en los datos de la
naturaleza. Tienen muy poco apoyo directo de estas respetadas fuentes de infor
mación. Se pueden sugerir modelos, pero hasta que ellos puedan ser autentica-
dos, no se puede esperar que obtengan un apoyo sólido.
Podemos usar algunos datos científicos para apoyar en forma indirecta, en
grados variables, cualquiera de los modelos considerados. Para algunos de ellos,
l os datos son escasos. Por otro lado, la Biblia sólo confirma el concepto del
creacionismo: Hay sólo un modelo bíblico de los orígenes. En las propias pala-
bras de Dios, él creó todo en seis días. Otros personajes bíblicos importantes
también apoyan la veracidad del relato de la creación dado en el Génesis.
Los conceptos intermedios descritos pueden proporcionar una forma de
desplazarse gradualmente de una creencia en la creación hacia la evolución
naturalista. Esta deriva puede ser un medio de excluir gradualmente a Dios.
Mientras muchas iglesias tradicionales han tendido en esta dirección, yo espera-
ría que ellas realizaran esfuerzos, en la dirección opuesta: hacia la Biblia, con su
CAPÍTULO 21 / ALTERNATIVAS
Notas y referencias:
1. T.H. Huxley, Darwiniana: Essays (N. York y Londres: D. Appleton and Co., 1893), p. 149.
2. Ver algunos ejemplos en el capítulo 3.
3. a) C. Bibby, T.H. Huxley: Scientist Humanist and Educator (N. York: Horizon Press, 1959), p. 236; b) C.
Bibby, Scientist Extraordinary. The Life and Scientific Work of Thomas Henry Huxley, 1825-1895 (N. York: St.
Martin's Press, 1972), p. 97.
4. Para una muestra de definiciones y/o esquemas de clasificación de estos diversos conceptos, ver: a) L.R. Bai-
ley, Genesis, Creation, and Creationism (N. York y Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993), pp. 121-130; b) J.T.
Baldwin, "Inspiration, the Natural Sciences, and a Window of Opportunity", Journal of the Adventist Theolo-
gical Society 5:(1-1994):131-154; c) R.L. Ecker, Dictionary of Science and Creationism (Buffalo, NY: Promet-
heus Books, 1990), pp. 71, 208; d) W.H. Johns, "Strategies for Origins", Ministry 54 (May 1981):26-28; e)
T.D.S. Key, "The Influence of Darwin on Biology", en: R.L. Mixter, ed., Evolution and Christian Thought To-
day, 2a. ed. (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1960), pp. 11-32; f) J.P. Lewis, "The Days
of Creation: An Historical Survey of Interpretation", Journal of the Evangelical Theological Society
32(1989):433-455; g) R. Maatman, The Impact of Evolutionary Theory. A Christian View (Sioux Center, IA:
Dordt College Press, 1993), pp. 162-185; h) F.L. Marsh, Studies in Creationism (Washington, DC: Review
and Herald Publishing Assn., 1950), pp. 22-55, 69-78; i) T.A. Mclver, Creationism: Intellectual Origin, Cultu-
ral Context and Theoretical Diversity, PhD Dissertation, Department of Anthropology (Los Angeles, CA: Uni-
versity of California at Los Angeles, 1989), pp. 403-541. Disponible en: Ann Arbor, MI: University Micro-
fil ms; j) C. Mitchell, The Case for Creationism (Grantham, Inglaterra: Autumn House Ltd., 1994), pp. 191-202;
k) C.H. Pinnock, "Climbing out of a Swamp: The Evangelical Struggle to Understand the Creation Texts", Inter-
pretation 43(2-1989):143-155; I) A.A. Roth, "Implications of Various Interpretations of the Fossil Record",
Origins 7(1980):71-86; m) B. Thompson, Creation Compromises (Montgomery, AL: Apologetic Press, Inc.,
1995); n) D.L. Wilcox, "A Taxonomy of Creation", lournal of the American Scientific Affiliation
38(1986):244-250; o) D.A. Young, "Scripture in the Hands of Geologists" (Parts 1 and 2), The Westminster
Theological Joumal 49(Primavera, 1 987):1-34, y (Otoño, 1987):257-304.
5. Por ejemplo: a) El uso que da M.A. Corey ( Back to Darwin: The Scientific Case for Deistic Evolution [Lanham,
MD, N. York y Londres: University Press of America, 1994]) a la expresión "evolución deísta" parece adecuar-
se mejor con: la evolución teísta como se usa en este capítulo, mientras que b) J.W. Klotz (Genes, Genesis and
Evolution, 2a. ed. rev. [St, Louis: Concordia Publishing House, 19701, p. 477) usa el término "evolución teís-
ta" para lo que parece ser evolución deísta.
6. Para un repaso de algunos conceptos, ver: D.A. Young, The Biblical Flood. A Case Study of the Church's
Response lo Extrabiblical Evidente ( Grand Rapids, MI: Wm, B. Eerdmans Publishing Co., y Carlisle: The Pater-
noster Press, 1995).
7. Ver el capítulo 9 para los detalles.
8. Génesis 1 y 2. Ver también Éxodo 20:11; 31:17. Algunos consideran Isaías 45 y Job 38 y 39, pero éstos pare-
cen más interesados en los atributos de Dios que en la creación.
9. Para un estudio abarcante de la evidencia de que éstos fueron días comunes de 24 horas, ver: G.F. Hasel,
"The 'days' of Creation i n Genesis 1: Literal 'days' or Figurative 'Periods/Epochs' of Time?', Origins
210994):5-38.
10. Para más detalles, ver el capítulo 12.
11. Ver: Mclver, pp. 461-473 (nota 4i).
12. Para un estudio de esta alternativa y modelos relacionados con él, ver el capítulo 19.
13. Ver los capítulos 9, 10, 14.
14. Ver los capítulos 10 y 12 para los detalles.
15. Ver las referencias en la nota 4, especialmente: a) Mclver, pp. 474-502 (nota 4i). Ver también: b) W.W.
Fields, Unformed and Unfilled: The Gap Theory (Nutley, NJ: The Presbyterian and Reformed Publishing Co.,
402 LOS ORÍGENES / ALGUNAS CONCLUSIONES
1976):
1 6: Comparar Génesis 1:2 con Isaías 45:18:
1 7: Génesis 1:2:
1 8: Génesis 1 y 2; Éxodo 20:11; 31:17; Nehemías 9:6; Salmo 146:6; Isaías 40:26, 28; Juan 1:3; Hechos 4:24; y
Colosenses 1:16.
1 9: Ver las referencias en la nota 4; también: a) J.T. Baldwin, "Progressive Creation and Biblical Revelation: Some
Theological Implications", Origins 18(1991):53-65; b) E.K. Gedney, "Geology and the Bible", en: American
Scientific AfFliation, eds., Modem Science and Christian Faith: A Symposium on the Relationship of the Bible
to Modem Science ( Wheaton, 11: Scripture Press Foundation, 1950), pp. 23-57; c) P.P.T. Pun, "A Theology of
Progressive Creationism", Perspectives on Science and Christian Faith 39(1987):9-19; d) B: Ramm, The Chris-
tian View of Science and Scripture (Grand Rapids, MI: Wm. B: Eerdmans Publishing Co., 1954); e) H: Ross,
Creation and Time: A Biblical and Scientific Perspective on the Creation-Date Controversy (Colorado Springs,
CO: NavPress, 1994) f) J.L. Spradley, "Changing Views of Science and Scripture: Bernard Ramm and the
ASA", Perspectives on Science and Christian Faith 44(1992):2-9:
20: Génesis 3:14-19:
21: Romanos 5:12-19.
21: T. Dobzhansky, "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution", The American Biology
Teacher 35(1973):125-129:
23: Génesis 1:31:
24. Génesis 1; Éxodo 20:11:
25: Ver también Hasel (nota 9):
26. Ver las referencias en la nota 4: También ver: a) R.H. Bube, "Biblical Evolutionism?" Journal of the American
Scientific Affiliation 23(1971):140-144; b) L.J. Gibson, "Theistic Evolution: Is it for Adventists?", Ministry
65(1-1992):22-25; c) K.B. Miller, "Theological Implications of an Evolving Creation", Perspectives on Science
and Christian Faith 45(3-1993):150-160; d) Ramm, pp. 113, 280-293 (nota 19d); e) P. Teilhard de Chardin,
Man's Place in Nature: The Human Zoological Group, R: Hague, trad. (N. York: Harper and Row, 1966),
pp. 61-63. Traducción de: La place de l'homme dans la nature. (Posiblemente sus conceptos son apropiados
aquí:); f) F: Van Dyke, "Theological Problems of Theistic Evolution", Journal of the American Scientific Affi lia-
tion 38(1986):11-18:
27: Isaías 44:21, 22:
28: Lucas 12:6:
29. Isaías 11:6; 65:25:
30: a) Key, pp. 20, 21 (nota 4e): Hay muchas variedades de deísmo. Para un resumen, ver: b) A.O. Aldridge,
"Deism", en: G: Stein, ed., The Encyclopedia of Unbelief (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1985), pp. 134-
137:
31. Ver el capítulo 18 para los detalles:
32: a) Key, p: 22 (nota 4e); b) H.M. Morris, Pantheistic Evolution, Impact Series N° 234 (El Cajón, CA: Institute for
Creation Research, 1992):
33: a) S. Arrhenius, Worlds in the Making, H: Boms, trad. (N. York: Harper and Row, 1908): Traducción de: Varl-
danas ulveckling y Manniskan Infor Varldsgatan; b) J: Brooks, G: Shaw, Origin and Development of Living
Systems (Londres y N: York: Academic Press, 1973), pp. 354, 355; c) F: Crick, Life Itself: Its Origin and Natu-
re (N. York: Simon and Schuster, 1981); d) F.H.C. Crick, L.E. Orgel, "Directed Panspermia", Icarus
19(1973):341-346; e) F. Hoyle, N.C. Wickramasinghe, Evolution from Space: A Theory of Cosmic Creationism
(N: York: Simon and Schuster, 1981); f) E: Von Daniken, Chariots of the Gods? Unsolved Mysteries of the
Past 2a: ed., M: Heron, trad. (Toronto, N: York y Londres: Bantam Books, 1969): Traducción de Erinnerungen
an die Zukunft.
34: a) Key, p: 20 (nota 4e); b) Marsh, p: 53 (nota 4h); c) Ramm, p: 113 (nota 19d):
35: Ver los capítulos 4-8, 11.
36: Comparar Romanos 8:22, que habla de degeneración en la naturaleza desde la introducción del pecado,
contrastado con la creación original muy buena, descrita en Génesis 1:31:
37. Génesis 1:2.
CAPÍTULO 21 / ALTERNATIVAS
RECAPITULACIÓN2
Muchos se preguntan con seriedad cuál es la idea correcta: si
l a ciencia naturalista o las Escrituras. Al buscar una respuesta, es
i mportante recordar que los esquemas del pensamiento humano
tienden a seguir el "clima de opinión" generalizado. De aquí que
necesitamos ser cuidadosos en establecer nuestros puntos fijos para
nuestro concepto del mundo sobre los datos más sólidos. En nuestra
búsqueda de la verdad deberíamos usar una base tan amplia como sea
posible, incluyendo tanto la ciencia como las Escrituras, las que, funda-
mentalmente, no son tan diferentes la una de la otra como generalmente se
supone. Una pregunta más importante es: ¿Qué verdades encuentro cuando
CAPíTULO 22 / UNAS POCAS PALABRAS FINALES 405
ción personal es que en ninguna otra teoría científica la mente moderna descan-
sa con tanta confianza en tan poca evidencia proporcional; sobre evidencia,
digamos, en relación con la cantidad que se necesitaría para establecer la teoría
en ausencia de voluntad para creer, tan limitada"." Y el físico católico Wolf-
gang Smith expresa preocupación acerca de la calidad de los datos científicos
que apoyan el evolucionismo: "El punto es, sin embargo, que la doctrina de la
evolución ha barrido el mundo, no con la fuerza de sus méritos científicos, sino
precisamente en su condición de mito gnóstico. Afirma, en efecto, que los seres
vivos se crearon a sí mismos, l o que en esencia es una afirmación metafísica. Es-
to en sí mismo implica, sin embargo, que la teoría es científicamente no verifi-
cable (un hecho, de paso, que ha sido señalado con frecuencia por los filósofos
de la ciencia). De ese modo, en último análisis, él evolucionismo es una verdad
una doctrina metafísica vestida con ropaje científico"."
¿Es el evolucionismo un paradigma transitorio destinado al olvido? No en-
traré a especular, pero diría que a menos que el evolucionismo pueda encontrar
datos más significativos para sostenerlo, su supervivencia será precaria. Los
descubrimientos científicos más recientes en la biología molecular hacen que el
tema de su supervivencia sea particularmente tenue.15 Sin embargo, ideas con
poco fundamento, tales como la alquimia o el duelo de honor, pueden dominar
el pensamiento durante siglos.
Debemos mencionar un aspecto adicional al evaluar el cuadro general. El
acto de la creación mismo como un evento milagroso es muy difícil de evaluar
científicamente, aunque las consecuencias de la creación tales como se ven en
l a complejidad de la naturaleza no lo sea. El diluvio del Génesis es algo más fácil
de analizar en las capas geológicas, pero aquí todavía estamos tratando con la
ciencia histórica. ¿Significa esto que el creacionismo es un concepto irracional?
Yo diría que no. Los datos firmes de la biología molecular y las características de
las rocas que indican una rápida deposición apoyan la racionalidad del creacio-
nismo. Sin embargo, algo de la importancia de la evidencia en favor del creacio-
nismo yace, no en la observación directa, sino en el fracaso de las alternativas,
como el evolucionismo, en proveer un mecanismo plausible. Todos estos son
puntos pertinentes que tienen importancia para la cuestión de los orígenes. Po-
dremos no estar tan felices con las evidencias indirectas como lo estaríamos con
observaciones directas, pero a veces eso es todo lo que tenemos, y deberíamos
sacar el mayor provecho dula información que está a nuestra disposición.
LOS ORIGENES / ALGUNAS CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
Mi evaluación personal es la siguiente: No puedo aceptar la idea de que no
hay Dios. La naturaleza es demasiado compleja y la existencia demasiado signi-
ficativa como para que yo crea que todo el equilibrio intrincado y delicado que
veo a mi alrededor es solamente accidental. Tiene que haber un Diseñador. Si
hay un Diseñador, yo esperaría alguna comunicación significativa de él. Sería
un Creador muy extraño el que diseñara nuestro pensamiento, nuestras mentes
conscientes, y no se comunicara con nosotros para nada. Yo espero comuni-
cación, y anhelo esa comunicación. La Biblia es la mejor candidata. Escrita por
unos cuarenta autores que pretenden haber tenido revelaciones especiales, tiene
una coherencia interna extraordinaria, y una correspondencia poco usual con la
historia, la arqueología y la naturaleza. No todas las preguntas resultan respon-
didas,'6 pero entre todos los modelos considerados, el creacionismo es el que
tiene más sentido. Responde a la mayoría de las preguntas.
Cuando examino modelos de los orígenes que incluyen a un Dios a lo lar-
go de extensos períodos, tales como el evolucionismo deísta, el evolucionismo
teísta o el creacionismo progresivo, ninguno de ellos son para mí tan convincen
tes como el creacionismo. Estos modelos son demasiado "dependientes" de la
ausencia de datos. Una razón para creer en el creacionismo es la evidencia de
una rápida deposición de los estratos geológicos." Otra es la Biblia, que no es
un libro común."' Si hay un Dios, y la Biblia es su Palabra, parece difícil recon-
ciliar esa palabra, que es tan clara con respecto a una creación reciente, con las
alternativas diferentes. Si aceptáramos a Dios como el Creador, como muchos
de los conceptos intermedios lo hacen, se necesita recordar que el Dios descri-
to en las Escrituras pudo haber creado recientemente tan fácilmente como a lo
l argo de extensos períodos. No hay necesidad de parte de Dios de un proceso
episódico de creación a lo largo de eones; y Dios mismo afirma que él creó to-
do en seis días.' 9
Muchos que aceptan los conceptos intermedios entre el creacionismo y el
evolucionismo también aceptan fácilmente la esperanza de la salvación eterna
que ofrece Jesucristo, aunque en la práctica rechacen su aprobación de los rela
0 Del mismo modo se podría ser esen-
tos bíblicos de la creación y del diluvio. 2
cialmente consistente al aceptar la aprobación de los relatos bíblicos de la
creación y del diluvio y rechazar su salvación. ¿Estaba Cristo engañándonos
cuando trató la creación y el diluvio como relatos de hechos reales? Debería-
mos afrontar el problema con sencillez: o Jesucristo fue el Hijo de Dios, o fue
CAPITULO 22 / UNAS POCAS PALABRAS FINALES
un impostor que se hacía pasar por el Hijo de Dios. Si fue un impostor, desapa-
recen la salvación que ofrece el cristianismo, la Biblia y todo su valor explicati-
vo. Quedamos con el evolucionismo naturalista y todos sus muchos problemas.
Si Jesucristo realmente fue el Hijo de Dios, se esperaría que no nos guiara en
forma equivocada con respecto al importante problema de los orígenes.
Es sorprendente que el concepto del evolucionismo persista en vista de la
escasez de evidencias firmes para apoyarlo.21 Tal persistencia probablemente
se pueda explicar mejor sobre una base sociológica similar a otros paradigmas o
tendencias que han persistido, a veces por siglos, pero que tienen muy poca
base de apoyo. La ciencia poderosa, tratando de responder a las grandes pre-
guntas de la existencia dentro de su propio sistema naturalista limitado de expli-
caciones, estimula la creencia en la evolución. Esta es la mejor explicación de
l os orígenes que puede proporcionar; pero en mi opinión no alcanza la plausibi-
li dad. La ciencia puede presentar nuevas interpretaciones que desafíen al crea-
cionismo; pero hasta que pueda mostrar un modelo que explique mejor la
complejidad de la naturaleza y la significación de la existencia, su enfoque no
puede satisfacer algunas de las preguntas más profundas. La ciencia como bús-
queda del conocimiento debería reconocer más su limitada esfera de aplica-
ción y aceptar el valor de otras disciplinas, reconociendo en su postura metodo-
l ógica que otras áreas pueden hacer una contribución dotada de autoridad en la
búsqueda de la verdad. Entonces, y sólo entonces, puede la ciencia armonizar
significativamente con la verdad.
Comenzamos este capítulo con la pregunta: ¿Por qué estamos aquí? Mi
evaluación personal es que el creacionismo responde esta pregunta de una ma-
nera mejor que los otros modelos. El creacionismo hace una contribución signi
ficativa, razonable y satisfactoria a las grandes preguntas acerca de la verdad, el
significado, el propósito, el deber y nuestro destino personal.
Algunos basan su visión del mundo sólo sobre la ciencia. Aunque la cien-
cia es digna de respeto, ésa es una "visión del mundo" incompleta. Otros esta-
blecen su visión del mundo sobre la base de sólo las Escrituras. Este panorama
es restringido, y dentro de las Escrituras encontramos estímulo para aprender
de la creación de Dios.22 Para mí, un enfoque más satisfactorio es unir la ciencia
con la Biblia.
Notas y referencias:
1. Livio, c. 10. Historia de Roma, XXII. Citado en: H.L. Mencken, ed., A New Dictionary of Quotations on Histo-
4, 1 4 LOS ORÍGENES,/ ALGUNAS CONCLUSIONES
rica¡ Principies from Ancient and Modern Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1942), p. 1220.
2. Este repaso está basado en el material presentado en los capítulos anteriores. La documentación de apoyo se
encontrará en orden en los capítulos 1 al 21.
3. 2 Pedro 3:3-6.
4. Informado en: C. Mackay, Extráordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds (N. York: Farrar,
Straus and Giroux, [185211932), p. 681.
5. a) Mackay, p. 686 (nota 4). Oras referencias sobre el desarrollo histórico de los duelos incluyen: b) M. Basna-
ge, Dissertation historique sur les Duels et les ordres de Chevaliere, ed. rev. (Base¡: Jean Christ, 1740), p. 4; c)
P.C. Bataillard, Du duel, considéré sous le rapport de la morale, de 1'histoire, de la législation et de Popportu-
nité d'une lo¡ répressive (Paris, 1829), p. 14.
6. Mackay, p. 666 (nota 4).
7. Ibíd., p. 668.
8. J. Addison, The Spectator. Religious, Moral, Humorous, Satirical, and Critica¡ Essays (N. York: Hurst and Co.,
s.f.), t. 2; p. 210.
9. F. Bacon, The Charge of Sir Francis Bacon Knight, his Maiesties Attourney General¡, Touching Duells (Lon-
dres: Robert Wilson, 1614), p. 18.
10. H.T. Kane, Gentlemen, Swords and Pistols (N. York: Wílliam Morrow and Co., 1951), p. x.
11. Como aparece en Mackay, p. 679 (nota 4).
12. Ver el capítulo 2.
13. H. Smith, Forgotten Truth: The Primordial Tradition (N. York, Hagerstown y San Francisco: Harper and Row,
1976), p. 132.
14. W. Smith, Theilhardism and the New Religion: A Thorough Analysis of the Teachings oí Pierre Teilhard de
Chardin (Rockford, IL: Tan Books and Publishers, 1988), p. 242.
15. Ver el capítulo 8.
16. Ver los capítulos 10 y 14.
17. Ver los capítulos 13 y 15.
18. Ver los capítulos 1 y 18.
19. Éxodo 20:11.
20. Mateo 19:4-6; 24:37, 38; Marcos 10:6; Lucas 17:26, 27. Esto y la aprobación de otros autores de la Biblia se
estudian en el capítulo 21.
21. Ver los capítulos 4-8, 11.
22. Por ejemplo: Salmo 19:1-4; Romanos 1:19, 20.
GLOSARIO DE TÉRMINOS TÉCNICOS
415
416 LOS ORÍGENES
DISCORDANCIA
ENCUBIERTA: ("Paraconformity"): Discordancia en la que no
hay erosión superficial, y los estratos debajo y
por arriba son paralelos, pero no están en se-
cuencia.
DIVISIóN (PLANTAS)-: Ver bajo Clasificación de los organismos
ECOSISTEMA: Una comunidad de organismos que interactúan.
EMPIRISMO: Creencia de que el conocimiento se deriva de la
_ experiencia de los sentidos.
EPICONTINENTAL: Ubicado sobre un continente, o sobre la platafor-
ma continental, como un mar epicontinental.
EPISÓDICO: Tasa de cambio que fluctúa esporádicamente.
ESCRITURA O ESCRITURAS: Ver Biblia. ,
ESPECIE: Grupo , de organismos similares que pueden en-
trecruzarse y producir descendientes con estruc-
turas, funciones y hábitos similares.
ESTRATO:
Unidad estratigráfica. Una capa de sedimentos li-mitada por dos superficies que son aproximada-
mente paralelas, con contactos claros (visualmen-
te obvios) entre los sedimentos.
ESTROMATOLITO: Estructura sedimentaria que consiste , en delgadas
láminas. Los estromatolitos a menudo tienen for-
ma de montículo, pero varían grandemente en ta
maño y forma, desde un milímetro hasta un me-
tro. Son producidos por delgadas capas de mi-
croorganismos en su superficie que capturah y/o
precipitan los minerales en forma de láminas. Ver
Lámina.
EVOLUCIONISMO: El desarrollo de lo simple a lo complejo. El evolu-
cionismo biológico generalmente incluye el ori-
gen de la vida a partir de la materia inanimada, y
el desarrollo subsiguiente de organismos comple-
jos de otros más sencillos a través de largas eras.
LOS ORIGENES
Abiogénesis 73 282,283
Académica, libertad 25, 65 tasa de petrificación 283
ACLU ver Unión para las libertades Civiles America- Arca, ¿pudieron caber todos los animales en ella?
nas 233
Acritarcas, distribución en el registro fósil 1 75, 177 Arcaico, Homo sapiens 138
Adaptación en los organismos 96, 97 Archaeopteryx como eslabón perdido 211,212
Addison, J. y los duelos de honor 409 Archer, G.L. 355 (nota 22)
ADN 74, 75 (Fig. 4.1), 83 (Fig. 4.4), 133, 150, 154, evaluación de la hipótesis doc mental 366
155,318 Arcilla, minerales de, como modelo ara el origen de
ADN "chatarra" 154 la vida 86
África del Sur, ranas con garras de, y la diferen- Arenisca Coconino
ciación 320 ecosistema incompleto 253, 254
Ager, D.V. 242 (nota 15), 243 (nota 27), 250, 264 huellas en subida 254
(nota 15) Arenisca De Chelly, huellas cuesta arriba 254
Agnosticismo 43, 49 Argumento del diseño 106-110
Agricultura, su efecto sobre la erosión 305, 307 Aristóteles
Agua, corrientes de, direccionalidad 249, 263 creencia en Dios 374
Agua de la Tierra, profundidad si la tierra fuera nivela- y el diluvio 348
da 238 y el diseño 1 07
Agua en movimiento, capacidad de transporte del Arkansas, juicio en 63,64
230 ARN 75, 83-86
Albright, W.F. 355 (notas 14 y 18), 356 (notas 38, Arqueano 173, 175 (Tabla 9.1), 186, 187 (Fig.
48 y 49). 1 0.1)
y la autenticación arqueológica del Antiguo Arrecifes de coral y el tiempo ver Arrecifes y el tiem-
Testamento 344 po
y la difusión de los relatos del diluvio 351 Arrecifes y el tiempo
Algas, en rocas profundas 189, 190, 198 fósiles 274-277
Alpes, extensos depósitos sedimentarios 250, 276 vivientes 269-274
Alquimia 42, 44 Asch, S. y el estudio de la influencia de la presión de
Alquimista en su laboratorio 42 (Fig. 2.2) los pares 333
Altruismo evolucionista 1 45 (nota 45), 329 Asuka, Meteorito, datación del 292
Álvarez, L.W. y la extinción de los dinosaurios 228 Attenborough, D. y la descripción de la evolución de
Ambrose, E.J. y la improbabilidad de las mutaciones los peces 216
útiles 97 Austin, S.A. 242 (nota 14), 244 (nota 63), 265 (nota
American Joumal of Science y O.C. Marsh 169 31)
American Naturafisty E.D. Cope 169 Australia, retorno de marsupiales a, después del dilu-
Aminoácidos 75-82 vio 233
configuración D e I 76 (Fig. 4.2) Australopitécidos 135-138
Aminoácidos, datación por los 300 (nota 112) Autoengaño en la ciencia 337
Animal, inteligencia 141 Aves, repentina aparición de los órdenes vivientes de
Animales, ¿pudieron caber en el arca? 233 las 204
Antediluvianos, escasa información sobre los hom Axelrod, D. 211
bres 139, 140 Aztecas, relatos antiguos del diluvio 348
Antepasados espaciales, modelo de los 393
Apalaches, ¿por qué están todavía aquí? 303 Bacon, F.
Aquino, Tomás de, y el diseño 107 y los duelos 409
Árabes, alquimia de los 43 y la evolución 375
Árboles Bacterias 189,198
conservación vertical de los, Mount St. Helens Baldwin, J.T. 127 (nota 11), 128 (nota 32), 401 (no-
425
LOS ORÍGENES
367 397
unidad del informe de la creación de 367 metodológica, definición de la 53, 54, 374
Catástrofes 223-241 naturalista 53, 54, 374
Catastrofismo, necesidad de reconocer otras áreas como dota-
definición del 224 das de autoridad 413
aceptación reciente del 228, 229 no preocupada por la moralidad 24, 25
Catastrofismo y uniformismo, historia del' 225-229 normal 46
Celo irrazonable 34' "percepción inmaculada" de la 46
Células problema de los engaños en la 335-337
combinación de células de desarrollo de dos trasfondo bíblico de l a 55,'56
individuos 321 trata sólo con parte de la realidad 327-329
origen de las 81-85 Ciencia, la, como metodología 53
típicas de animales 82 (Fig. 4.3) Ciencia, la, o la religión, T. Huxley acerca de las res-
Cenozoico 175 (Tabla 9.1) tricciones de seguir ambas 386
Cerebro humano, complejidad del 140,141 Ciencia, la, y
Certeza amenazada, la 49 l a Biblia 27-31, 53-65
Chadwick, A.V. 264 (nota 13) l a "clausura de la fase intelectual" 337
Chance and Necessity 78 la moralidad 328, 329
Chetverikov, S.S: y el estudio de las poblaciones 99 l a religión, diversos modos de reconciliarlas
China, la alquimia en la 43 59
Ching, K. 35 (nota 11), 403 (nota 54) la verdad 326-338
Chinle, formación de, gran extensión de la 250 las explicaciones finales 327-329
Chip de computadora' los acontecimientos singulares 330
comparado con el ADN del núcleo 133 Científica
ejemplo de éxito de la ciencia 324 comunidad, conducta de grupo 47, 338
Ciencia imagen, poderosa 326
alto grado de respeto por la 20 revolución 46
autoridad de - l a, desafiada 45-47 Cientificismo
concepto incompleto de la realidad 327-329 es restrictivo 373
conceptos de los que no se ocupa' 327-329 todavía vive 379
debiera ser más inclusiva 384 Científico, creacionismo
definición 63, 64,327, 374 controversia acerca del 25
dudas sobre objetividad de la 381 definición del 64
el mayor error de la 381-383 Científicos
emocional ismo en la 331-335 conducta de grupo de los 47, 338
empresa maravillosa 317-325 contemporáneos, la religión y los 57, 58
¿está en problemas? 373-384 eminentes y la facilidad para publicar 334
exceso de confianza de la 410 i nsatisfechos con la explicación de mutaciones-
exclusivismo de la 382, 383 selección natural 110
exclusivismo de la filosofía naturalista 376 muchos más interpretan la' ciencia con el para-
experimental versus ciencia histórica 330, digma del evolucionismo 410
331 muchos, son religiosos 54
falsificación en la 377 producción de informes 337
filosofía del Islam 374 resistencia a los cambios de los 338
filosofía de la, Citocromo-C y el reloj evolucionista 149 (Tabla
autoengaño en la 337' 8.1), 150, 153
conceptos sobre limitaciones de la 327- Ciudades antiguas de la Biblia 345
329 Cladistas y tradicionalistas 1 46-148
crisis en la 378 Clark, H.W. y l a secuencia de los fósiles 1 94
debilidad en el terreno histórico 410 Clark, R.E.D. 126 (nota 2)
desafío al progreso de la 46 Clasificación de los organismos 209, 417
dimensiones sociológicas 378 Clausen, C.D. 294 (notas l9 y 24)
diversas definiciones 327 Clausen, V.E. 219 (nota 34),294 (nota 19)
panorama de la historia de la 374-378 Clementson, S.P. 299 (nota 95)
tendencias más nuevas 378, 379 Clonación
histórica humana, potencial de 322, 323
descripción de la 330, 331 en ovejas 321
versus ciencia experimental 330; 331 Coacervados como células originales' 82
i nfluencia de la presión de los pares 333 Coagulación de la sangre, complejidad del mecanis-
li mitaciones de la 326-338 mo 125
más dispuesta a cambios que la Biblia 396, Coconino, arenisca 253, 254
428 !OS ORÍGENES
de partes del organismo 110, 112, 117 percepción cambiante de la ciencia 378,379
I nterdependientes
relación de moléculas biológicas complejas Lacaze-Duthiers, F. y el enfoque naturalista de la
81 ciencia 375
sistemas 110-112 "Lac oyeron", complejidad del 155
I nterferón, fabricación usando ingeniería genética Lagunas en el registro fósil 207-211
319 Lagunas en los sedimentos de la columna geológica
I ntermedias, utilidad de las formas 111 ver Hiatos en los sedimentos
I ntermedios, modelos Lamarck, J. y el modelo del evolucionismo 92, 93
entre el creacionismo y el evolucionismo Láminas y varvas 281, 282
386-401 Laplace, P.S. y la hipótesis nebular 373
no convincentes 412 Laudan, L. 63
relación con la ciencia y las Escrituras 395. Leakey, L. y las revisiones de las descripciones del
396 género Homo 135,136
I nterpretación de los hechos 1 9 Leakey, R. y los antepasados humanos 138
I nterpretaciones de la columna geológica 387-394 Legislativos, intentos de incluir el creacionismo y el
(y Tabla 21.1) evolucionismo 23, 24
I nundaciones catastróficas en el SE de Washington Leibniz, G.W. y la evolución 375
223-225 "Ley de la horizontalidad original" y el diluvio 239
Inútiles, efectos inhibitorios de las partes 111 Leyendas
Is God a Creationist? 29 de catástrofes universales 352 (Tabla 18.1)
Islámica, filosofía de la ciencia 374 del diluvio 346-352
Lewin, R. 134, 145 (nota 46), 153
Jaki, S.L. 66 (nota 4) l a paleoantropología tiene pocos datos 135
acerca del origen de la ciencia moderna 56 Lewis, sobreescurrimiento de, fósiles fuera de orden
Java, hombre de 137 186
Javor, G.T. 85, 89 (nota 43) Libertad de elección, base para el mal 358,359
Jesucristo, verCristo Libro Guinness de récords mundiales 21
Johanson, D.C. 1 43 (nota 14) Liénard, J-L. 294 (nota 24)
antepasados de los humanos 138 Life Itself: Its Origin and Nature 158
J ohns, W.H. 401 (nota 4) Limitaciones de la ciencia 326-338
J ohnson, P.E. 218 (nota 28) Livingstone, D. 27
el tambaleante caso del evolucionismo 380 Lomonosov, M.V. y su apoyo al uniformismo 226
J ónica, escuela filosófica 374 Lompoc, depósito de diatomeas 230
Jukes, T.H. 1 04 (nota 15), 150 Lovelock, J.E. y la hipótesis de Gaia 156
Juntas escolares 25 Levtrup, S. 1 01, 159, 218 (nota 28)
Lowe, D.R. 1 82 (nota 19), 201 (nota 20)
Kammerer, P. y las almohadillas nupciales en el sapo Lubenow, M.L. 1 44 (notas 26 y 40)
partero 335,336 Lucy, un australopitécido 135
Kangaroo, Isla, falta de evidencia de erosión 306 Lutero, Martín, concepto de la geología histórica
(Fig. 15.1), 307 268
Kant, E. Luz de las estrellas, tiempo necesario para llegar a la
y el evolucionismo 375 tierra 363
y la Ilustración 374, 375 Lyell, C.
Kauffman, S.A. 1 03 (nota 2), 162 (nota 37) apoya el uniformismo 226, 227
Kemp, T.S. y la evaluación de la evolución de los leído por Darwin 227
mamíferos 214
Kenyon, D.H. 88 (nota 33), 89 (nota 37) Macbeth, N. 67 (nota 40)
Kepler, J., favorecía el creacionismo 375 Macroevolución 98, 99
Kerkut, G.A. y las teorías de la evolución 98 Magnético, campo, terrestre
Key, T.D.S. 401 (nota 4) i nversión 41
Kimura, M. y las mutaciones neutras 150 tasa de inversión 283
King, J.L. y las mutaciones neutras 150 Mahoney, M.J. y el proceso de revisión por los pares
Kitts, D.B. y la falta de fósiles intermedios 208 334
Klotz, J.W. 35 (nota 16), 401 (nota 5) Malthus, T.R. y el crecimiento de la población 93
Knoll, A.H. 1 86, 190, 201 (nota 32), 211 Mamíferos '
similitud de los fósiles con los organismos vi- distribución antes del diluvio 196,197
vientes 207 repentina aparición de la mayoría de los órde-
Kowalevsky, A. y la serie de caballos fósiles 1 70 nes 204
Kuhn, T.S. 51 (notas 21-23, 26, 27) Mao Tse-tung 21
concepto de paradigma 46, 47 Marcas de olas (óndulas)
Í NDICE
trasporte de los, y el agua en movimiento 230 Submarinos, abanicos o conos s turbiditas 249
Segunda ley de la termodinámica 90, 103 (nota 3) Suelos, vida en los 1 88
Seleccionistas y neutralistas 149,150 Sufrimiento 35&360
Separación de la Iglesia y el Estado en Estados Uni- Sumrall, ). 24
dos 23, 63 Superficies antiguas con poca evidencia de e~
Seudofósiles 171-174 306,307
Seudogenes 154 Supervivencia del más apto 93,94, 111
Sexual, reproducción, problema para el evolucionis- Suprema Corte de los Estados Unidos 23-25
mo 124 Surtsey 230, 231 (Fig. 12.1)
Shakespeare 20 Swaziland, supergrupo de, y los fósiles inferiores
Shale, Burgess 1 78, 215 1 77
Shapiro, R. 159 Swift, J. y la objeción a los duelos 409
Shea, W.H. 356 (nota 40), 367, 369 (notas 37-39)
Shinarump, conglomerado 250 Tácito, C.P. y la historicidad de Cristo 343,344
Similitudes en los organismos, significado de las Tasaday, tribu de los 130-132
112,113 Tasas de cambios evolutivos basados en el registro
Simpson, G.G. 126, 127 (nota 10), 181 (nota 3), fósil 204-207
186 (Tabla 10.1), 339 (nota 13) Taung, niño de 135
análisis del ojo 117 Taylor, G.R. 159
el hombre sin un propósito 134 Taylor, P.S. 300 (nota 113)
escasez de intermedios entre los grandes grupos Taylor, R.E. 297 (nota 69), 298 (nota 77)
de fósiles 209,210 Teilhard de Chardin, P. 402 (nota 26)
l a serie de caballos fósiles 212 Teísta, evolucionismo 391,392
síntesis moderna 100 Templeton, J.M. 126 (notas 2 y 7)
Sinapomórficas 1 41 Tendencia hacia el "desorden" 90, 91
Sinápsidos como eslabones perdidos entre los repti- Teología, la
l es y los mamíferos 214 li beral y la ACLU 30
Singer, C. y los argumentos de Darwin 94 li beral y la ciencia 397, 398
Síntesis moderna 1 00 y la explicación científica 55
Sintonía cuidadosa del universo 1 06 Teológicas, tendencias, y la creación 397, 398
Sistema cíclico autogenerado como modelo del ori- Teológico, evolucionismo 391, 392
gen de la vida 85 Teólogos liberales 30
Sistemas biológicos Teoría de la zonación ecológica 193-199
el diseño es más difícil que la degeneración Términos, alteración de las definiciones 29
360 Termodinámica, segunda ley de la 90, 103 (nota 3)
i nterdependientes 110-112 Terremoto, de Grand Banks 247, 248
Smith, A.D. 294 (nota 19) Teton, dique, erosión del 230
Smith, H. 339 (nota 1) Thaxton, C.B. 88 (nota 12)
la ciencia es incompleta 328 Thomas, L. y el problema con la falta de propósito
poca evidencia para la evolución 410,411 380
Smith, W. y la evolución como afirmación metafísica Thompson, S. y leyendas sobre calamidades univer-
411 sales, frecuencia comparativa 351, 352
Snelling, A.A. 243 (nota 41), 244 (nota 63) (Tabla 18.1)
Sociología, influencia de la, en la ciencia 47 Thwaites, W.M. 129 (nota 56)
Sócrates Tiempo, el
conceptos no naturalistas de 374 desafía a la geología 301.311
y el propósito 107 i deas acerca del 268
Sonar, complejidad de los sistemas 124, 125 para disponer los genes en orden 81
Sorensen, H.C. 298 (nota 83) preguntas 267-293,301-311
Sparks, B.W. 312 (nota 7) y la erosión de los continentes 302-307
Spectator, The 409 ver también Geológico, el tiempo
Stanley, S.M. 204 Tierra
Steinplatte, arrecife fósil de corales, autenticidad plana 28
276 posible existencia antes de la semana de la
Stewart, W.N. 186, 187 (Fig. 10.1) creación 363
tipos básicos de plantas en el pasado 204, Tierra joven, modelo de creación de la 388, 389
205 Tipos creados originalmente 98,99
similitud de organismos fósiles y vivientes Tortugas, falta de antepasados fósiles 207, 208
205 Toulmin, S. 385 (nota 14), 397, 403 (nota 51)
Structure of Scientific Revolution, The 46 Tradicionalistas y cladistas 1 46-148
Suave, teoría de la brecha, de la creación 388 Transactions of the American Philosphical Society y
LOS ORÍGENES
E.D. Cope 1 70
Transporte de los sedimentos y el agua en movimien- Walcott, C. y los estromatolitos 174
to 230 Wald, G. y el problema de la generación espontánea
Treatise of Invertebrate Paleontology y los seudofósi- 84
l es 1 71, 173 Waldrop, M.M. 1 03 (nota 2)
Truth That Leads to Eternal Live, The 21, 342 Walensee, número de láminas por año 281
Turbidez, corrientes de, descripción de las 227, Wallace, A.R. y la selección natural 93
228, 247, 248 Walton, J.C. 89 (nota 40)
Turbiditas 227, 228, 247, 248 Warrawoona, Grupo, y los fósiles inferiores 1 77
Washburn, S.L. y la evolución humana como un jue-
Uniformismo, definición 226 go 134
Unión para las Libertades Civiles Americanas (ACLU) Watson, J. D. 79,80
30,63 Webster. C.L. 297 (nota 61)
Universal, diluvio ver Diluvio Wegener, A. 38-42
Universales, calamidades, en la literatura folclórica Weinberg, S., liberales religiosos están más lejos de
351 (Tabla 18.1) la ciencia que los conservadores 398
Universo, sintonía fina en el 106 Weismann, A. y cortar la cola de ratones ,92
Urey, H. 75 Wellhausen, J.
y la hipótesis documental 366
Valentine, J. y el concepto de mutaciones 97 y la historicidad de la Biblia 344
Van Bebber, M. 300 (nota 113) Whitcomb, J.C. 200 (nota 5), 243, 244 (nota 53),
Van Dyke, F. 402 (nota 26) 300 (nota 113)
Van Helmont, J. y la fórmula para fabricar ratones y libro sobre el diluvio 24
escorpiones 72 White, A.D. y su apoyo de la ciencia 28-30
Van Till, H.J. 368 (nota 11), 403 (nota 40) White, E.G. de 67 (nota 24)
Vardiman, L. 244 (nota 63) White Cliffs de Dover, deposición de los 230
Variaciones, límites de de los cambios 96 Whitehead, A.N.
Varvas l a ciencia deriva de la teología medieval 55
glaciales 281 y la falta de propósito en la ciencia 328
y láminas 281 Wilder-Smith, A.E. 89 (nota 38),368 (nota 4)
Verdad, enfoque amplio de la, importancia 59-61, Wills, C. y la "sabiduría" de los genes 1 56, 157
378 Wise, K.P. 104 (nota 23),244 (nota 63)
enfoque limitado de la, insatisfacción con 60 Wonderly, D.E. 300 (nota 113)
Verdad, la Wood, R.W. y la evaluación de los rayos N 335
búsqueda de 12 Woodmorappe, J.
no es lo mismo que los conceptos personales y la geología diluvial 300 (nota 113)
34 y lo adecuado del arca 244 (nota 53)
una especie en peligro de extinción 47-50 Woods, F. H. y la notable frecuencia de relatos del di-
Vida, conceptos de su origen 71-87 l uvio 351
Vida en las rocas profundas 1 86-190 Woolley, L. y las inundaciones locales de Mesopota-
y la zonación ecológica 193 mia 349
Viena, Círculo de, y el positivismo 375, 376 Wright, S. y el estudio de poblaciones 99, 100
Virus en rocas profundas 1 89
Visual, percepción 120, 121 Yellowstone, bosque fósil de 283
Voladores, organismos, evolución de los 211 Yockey, H.P. 88 (nota 20)
Volcánica, la actividad Young, D.A. 300 (nota 113), 401 (notas 4 y 6)
ejemplos de actividad rápida 229-232 Younker, R.W. y el diluvio 244 (nota 58)
y el tiempo 307, 308
Voltaire 111 Zanahorias, reproducción de plantas de 321
Von Linné, C. y el compromiso religioso 57 Zonación ecológica, teoría de la 1 93-199