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El calentamiento..............................................................................................93
José Luis Ayuso Gallardo
FÚTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
Dirección Editorial:
Antonio Wanceulen Moreno
José Francisco Wanceulen Moreno
Impresión: Publidisa
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
SÍMBOLOS EMPLEADOS
Comodín
Pase
Movimiento del jugador
Tiro
Conducción-regate
Pivote
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1. EL DESPEJE
Concepto:
Superficie de contacto:
• Pies.
• Cabeza.
• Puños, manos (el portero, dentro del área de penalty).
El despeje y su entrenamiento:
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ACTIVIDAD Nº 1 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 2 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 3 REPRESENTACIÓN
- Duración: 6 x 2’.
- Descripción: Juego 3:3 + 1 comodín que va con el equipo
que defiende. Cada equipo ataca y defiende una portería
normal sin portero y sitúa a dos jugadores en las líneas de
banda del campo que defiende y a un jugador en el interior
del mismo (ver gráfico, cada 2’ cambiar de posición a los
jugadores). Los jugadores atacantes sólo pueden finalizar a
través de un remate sin control previo tras el centro de un
compañero situado en las bandas lo cual debe evitarlo el
defensor mediante un despeje.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
ACTIVIDAD Nº 4 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 5 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 6 REPRESENTACIÓN
- Duración: 4 x 3’.
- Descripción: Juego 4:4 + 2 comodines que van con el
equipo que defiende. Cada equipo ataca y defiende una
portería normal sin portero y sitúa a dos jugadores en las
esquinas del campo hacia el que ataca y a dos jugadores en
el interior del mismo (ver gráfico, cada 3’ cambiar de
posición a los jugadores). Los jugadores atacantes sólo
pueden finalizar a través de un remate sin control previo tras
el centro de un compañero situado en las esquinas lo cual
deben evitarlo los defensores mediante un despeje.
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ACTIVIDAD Nº 7 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 8 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 9 REPRESENTACIÓN
- Duración: 6 x 2’.
- Descripción: Juego 3:3 + 1 comodín que va con el equipo
que defiende. Cada equipo ataca y defiende una portería
ancha y sitúa a dos jugadores en las bandas del campo hacia
el que ataca ya un jugador en el interior del miso (ver gráfico,
cada 2’ cambiar de posición a los jugadores). Los jugadores
atacantes sólo pueden finalizar a través de un remate sin
control previo tras el centro de un compañero situado en las
bandas lo cual deben evitarlo los defensores mediante un
despeje.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
2. LA ENTRADA Y LA CARGA
Concepto:
Clases de entradas:
Clases de cargas:
• Hombro a hombro.
• Hombro a espalda.
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ACTIVIDAD Nº 10 REPRESENTACIÓN
- Duración: 9 x 1’.
- Descripción: Juego 1:1 + 1 comodín que va con el jugador
que defiende (3 grupos, ver gráfico, cada 1’ cambiar al
comodín). El equipo que defiende consigue un punto cada
vez que recupera el balón mediante una entrada y carga tras
lo cual pasaría a atacar. El jugador atacante intenta mantener
la posesión del balón.
ACTIVIDAD Nº 11 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 12 REPRESENTACIÓN
- Duración: 9 x 1’.
- Descripción: Juego 1:1 + 1 comodín que va con el jugador
que defiende (3 grupos, ver gráfico, cada 1’ cambiar al
comodín). Se coloca en el campo una portería abierta neutral
(ver gráfico). El equipo que defiende consigue un punto cada
vez que recupera el balón mediante una entrada y carga tras
lo cual pasaría a atacar. El jugador atacante intenta
desbordar a su defensor y atravesar conduciendo la portería
defendida por el adversario, tras lo cual se cambiaría la
posesión del balón.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
ACTIVIDAD Nº 13 REPRESENTACIÓN
- Jugadores: 9 (3 parejas para 1:1 + 3 comodines defensivos).
- Dimensiones: 20 m. x 15 m., se colocan dos porterías
pequeñas de 2 m.
- Duración: 9 x 1’.
ACTIVIDAD Nº 14 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 15 REPRESENTACIÓN
- Duración: 9 x 1’.
- Descripción: Juego 1:1 + 1 comodín que va con el jugador
que defiende (3 grupos, ver gráfico, cada 1’ cambiar al
comodín). Se colocan en el campo seis porterías, cada
equipo ataca y defiende tres porterías (ver gráfico). El equipo
que defiende consigue un punto cada vez que recupera el
balón mediante una entrada y carga tras lo cual pasaría a
atacar. El jugador atacante intenta desbordar a su defensor y
atravesar conduciendo la portería defendida por el
adversario, tras lo cual se cambiaría la posesión del balón.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
ACTIVIDAD Nº 16 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 17 REPRESENTACIÓN
ACTIVIDAD Nº 18 REPRESENTACIÓN
- Duración: 9 x 1’.
- Descripción: Juego 1:1 + 1 comodín que va con el jugador
que defiende (3 grupos, ver gráfico, cada 1’ cambiar al
comodín). Se coloca en el campo una portería triangular
neutral (ver gráfico). El equipo que defiende consigue un
punto cada vez que recupera el balón mediante una entrada
y carga tras lo cual pasaría a atacar. El jugador atacante
intenta desbordar a su defensor y atravesar conduciendo la
portería defendida por el adversario, tras lo cual seguiría la
posesión del balón.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
ANÁLISIS FÍSICO-FUNCIONAL
DEL ENTRENAMIENTO Y LA COMPETICIÓN
EN FUTBOLISTAS ADOLESCENTES
Amador Jesús Lara Sánchez
Doctor en Ciencias del Deporte. Profesor de la Universidad de Jaén.
Director de la Revista Journal of Sport and Health Research..
1. INTRODUCCIÓN.
La duración de un partido, según las normas FIFA (2008), consiste en dos tiempos
iguales de 45 min, estableciendo una duración total de 90. El perfil de la actividad durante un
partido revela una incesante actividad en la que el jugador es capaz de cambiar entre 1000 y
1500 veces de acción. Durante el juego se permanece inmóvil durante un 20% del encuentro,
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
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al., 2003; Barros et al., 2007), que concuerdan con los datos relativos a estudios con mujeres
de élite y europeos de ligas de menores (Mohr et al., 2003).
En categorías de formación, se dan distancias entre 5 y 6 km recorridos por partido
(Castagna et al., 2003; Barbero et al., 2008b; Castagna et al., 2009).
En relación a la distancias por puestos específicos, quienes menos distancia recorren
son los centrales, en torno a 10 km, seguido de delanteros y defensas laterales que se acercan
a los 11,5 km y los centrocampistas con alrededor de 12 km (Di Salvo et al., 2007). Las mismas
conclusiones, son reportadas para centrocampistas de equipos profesionales, que recorrían
mayor distancia sobre delanteros y defensas (Antivero et al., 2003; Fernandes et al., 2007). Este
hecho es corroborado con los resultados a través de tests maximales, en el cual los
centrocampistas son los jugadores que mayor distancia son capaces de cubrir, superando a
defensas y delanteros (Malina et al., 2004). Una explicación para esto, podría ser que los
centrocampistas recorren mayores distancias debido a su incesante actuación en el juego de
defensa y el ataque (Reilly et al., 1984) y a los requerimientos tácticos de su puesto específico
(Antivero et al., 2003).
Se han reportado velocidades durante un partido entre 11 y 30 km/h (Bangsbo et al.,
1994; Mohr et al, 2003; Di Salvo et al., 2007, Barbero et al., 2008a; Rampini et al., 2009). Por su
parte, Fernandes et al. (2007) establecen velocidades algo menores, entre 8,5 y 10,5 km/h. Este
amplio rango se ve afectado por el puesto específico. Así defensas centrales son los que
cubren mayores distancias a una velocidad menor de 11 km/h (Mohr et al, 2003; Di Salvo et
al., 2007); los centrocampistas centrales y los laterales son quienes se desplazan entre trote y
carrera con velocidad de 11 a 23 km/h y los delanteros son los que recorren mayor número de
metros en sprint, con velocidades mayores a 23 km/h (Di Salvo et al., 2007). Respecto a las
categorías, con infantiles y cadetes, se han observado velocidades máximas promedio de 23 y
24 km/h respectivamente (Barbero et al., 2008b).
Resulta especialmente indicativo, que jugadores que compiten al más alto nivel,
recorren mayores distancias y a una mayor velocidad que en ligas menores (Mohr et al., 2003;
Barros et al., 2007; Di Salvo et al., 2007), llegando a ser el doble a velocidad de sprint por parte
de éstos (Barros et al., 2007; Di Salvo et al., 2007). En categoría de formación, Stroyer et al.
(2004), observaron un mayor porcentaje de carreras de alta intensidad para élite, siendo más
acentuada la diferencia a mayor edad.
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hecho es lógico por una cuestión evolutiva, y según Malina et al. (2004), hay que tener en
cuenta los años de práctica y la maduración biológica, sobre la edad cronológica y estructura
corporal, las cuales no afectan a la resistencia de manera tan determinante como las
anteriores.
Casajús (2001) y Zúñiga et al. (2007), afirman que existen diferencias en el apartado
físico, de acuerdo a la posición desempeñada en el juego. Esto podría deberse, en base a los
datos presentados, a las funciones desempeñadas y exigencias particulares dentro del
deporte.
Es interesante hacer mención especial a las conclusiones de Reilly et al. (2000), que
expresan que en vista de la heterogeneidad de características antropométricas y fisiológicas
encontradas, no es posible aislar los requisitos que predeterminen de una manera fiable y
efectiva previa el éxito deportivo.
Este valor puede ser un indicador útil para la estimación de la capacidad aeróbica, para
determinar el nivel de entrenamiento y para la planificación del mismo (Edwards et al., 2003;
Metaxas et al., 2005; Pigozzi et al., 2006). La evaluación del entrenamiento, suele realizarse
llevando a cabo diferentes tests que pueden trascurrir en laboratorios o en el propio campo
(Castagna et al., 2002; Hoff, 2005; Metaxas et al., 2005; Krustrup et al., 2006a).
Diferentes autores coinciden en considerar un intervalo promedio en jugadores senior y
en formación entre 53 y 68 ml∙kg∙¹min² (Williams et al, 1973; Raven et al., 1976; Ekblom,
1986; Bosco, 1991; Bangsbo, 1991; Chin et al., 1992; Davis et al., 1992; Bangsbo et al., 1994;
Stølen et al., 1995; Raastad et al., 1997; Abt et al., 1998; Wisløff et al., 1998; Dowson et al.,
1999; Ostojic et al., 2000; Bunc et al., 2001; Casajús, 2001; Helguerud et al., 2001; Balikian et al.,
2002; Hoff et al., 2002; Ostojic et al., 2002; Antivero et al., 2003; Arnason et al., 2004; Aziz et al.,
2004; Baldari et al., 2004; Chamari et al., 2004; Dupont et al., 2004; Impellizzeri et al., 2004a;
Impellizzeri et al., 2004b; Stroyer et al., 2004; Wisløff et al., 2004; Aziz et al., 2005; Chamari et
al., 2005a; Dupont et al., 2005; Gómez et al., 2005; Hoff, 2005; McMillan et al., 2005a; Svensson
et al., 2005; Aziz et al., 2006; Castagna et al., 2006b; Krustrup et al., 2006b; Pigozzi et al., 2006;
Tahara et al., 2006; Gil et al., 2007; Jensen et al., 2007; Luthanen et al., 2007; Ascensão et al.,
2008; Clark et al., 2008; Diniz et al., 2008; Impellizzeri et al., 2008; Carling et al., 2009; Coutts et
al., 2009).
Parece que valores por debajo de este rango, son más frecuentes en amateurs y
jugadores que participan en categorías de baja exigencia competitiva (Gleeson et al., 1998;
Ostojic, 2000; Antivero et al., 2003; Esposito et al., 2004; Ostojic, 2004; Garrido et al., 2006;
Krustrup et al., 2006a; Ordzhonikidze et al., 2006; Castagna et al., 2007a; Reinke et al. 2009).
Del mismo modo, en mujeres se obtienen valores inferiores, comprendidos entre 40 y 49
ml∙kg∙¹min² (Dowson et al., 1999; Garrido et al., 2006; Sirotic et al., 2007).
Según Reilly et al. (1999) la intensidad de un partido viene determinada por la
capacidad aeróbica, ya que mantener el nivel competitivo durante los 90 min de juego,
requiere una elevada potencia aeróbica, que representa un promedio ente el 70 y 75% del
VO2 Max (Bangsbo 1998).
Al comparar equipos de diferentes categorías, se han encontrado mayores valores de
VO2 Max en los equipos mejor clasificados (Wisløff et al, 1998; Ostojic 2000; Ordzhonikidze et
al., 2007) o en categorías superiores (Ostojic, 2004). En relación a esto, se han observado
valores superiores a 60 ml∙kg∙¹min², en ligas de primer nivel respecto a otras ligas de niveles
inferiores (Williams et al., 1973; Ekblom, 1986; Bangsbo, 1991; Chin et al., 1992; Bangsbo et al.,
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1994; Raastad et al., 1997; Wisløff et al, 1998; Ostojic et al., 2000; Helguerud et al., 2001;
Balikian et al., 2002; Hoff et al., 2002; Antivero et al., 2003; Edwards et al., 2003; Arnason et al.,
2004; Aziz et al., 2004; Baldari et al., 2004; Gómez et al., 2004; Ostojic, 2004; Stroyer et al.,
2004; Wisløff et al., 2004; Aziz et al., 2005; Dupont et al., 2005; Stølen et al., 2005; Jensen et al.,
2007; Clarke et al., 2008; Diniz et al., 2008). Los valores más altos son encontrados por Chamari
et al. (2005b) y McMillan et al. (2005a) en sujetos de élite en categorías de formación tras un
período de entrenamiento, estando en torno a 60 y 71 ml∙kg∙¹min².
Estudios acerca de los diferentes puestos específicos, sitúan a centrocampistas con
valores entre 48 y 67 ml∙kg∙¹min²; delanteros con valores de 51 a 64 ml∙kg∙¹min² y defensas
con valores entre 47 y 63 ml∙kg∙¹min². Por su parte, los porteros presentan los menores
valores comprendido entre 50 y 57 ml∙kg∙¹min² (Raven et al., 1976; Davis et al., 1992; Abt et
al., 1998; Wisløff et al., 1998; Vargas et al., 2000; Bunc et al., 2001; Balikian et al., 2002; Arnason
et al., 2004; Aziz et al., 2004; Ordzhonikidze et al., 2007). Estas diferencias podrían explicarse
según Balikian et al. (2002) y Antivero (2003) por las diversas cargas metabólicas vinculadas al
puesto desempeñado durante los entrenamientos y partidos.
Se ha observado la misma tendencia en sujetos en categorías de formación,
presentando los centrocampistas y delanteros los mayores valores (Arnason et al., 2004;
Stroyer et al., 2004; Tahara et al., 2006; Gil et al., 2007). En este sentido los centrocampistas,
dados los requerimientos tácticos de su posición, son los que más distancia recorren y mayor
VO2 Max presentan (Reilly et al., 1984; Antivero et al., 2003; Di Salvo et al. 2007). Esto es un
aspecto importante a considerar en etapas de formación, o a la hora de realizar cambios de
puesto en un jugador.
En este sentido Mohr et al. (2003) llevaron a cabo un seguimiento de partidos de
máximo nivel a lo largo de dos temporadas. En este estudio se realizó el Test Yo-Yo y un
análisis de las acciones jerarquizadas en función de la intensidad de los recorridos durante el
partido. Se observó una correlación significativa entre el VO2 Max y la distancia recorrida. Así a
mayor distancia recorrida se encontraban unos valores mayores de VO2 Max. Esta correlación
entre el VO2 Max y la distancia recorrida posibilita una mejora de la intensidad de trabajo
durante las diferentes intervenciones con y sin balón durante un encuentro (Helguerud et al.,
2001; Mohr et al. 2003). En relación a esto, Dunbar et al. (2006) encontraron que los jugadores
que solían disputar los partidos desde el inicio, presentaban una mayor capacidad aeróbica
sobre el resto.
El parámetro fisiológico que mejor describe la cantidad de trabajo llevado a cabo
durante un partido de fútbol, según Hoff et al. (2002), es el VO2 Max. Este hecho destaca la
importancia del control del entrenamiento y adquisición por parte del futbolista de una buena
base aeróbica. Lo que permite realizar un mayor número de actividades a más intensidad
durante el juego, minimizando los fallos técnicos que pudiese producir la fatiga (Bangsbo et
al., 2006a).
De esta forma, realizar un trabajo alternativo al entrenamiento, enfocado hacia la
mejora de la capacidad aeróbica, ofrece grandes mejoras en lo que a este parámetro se refiere
(Chamari et al., 2005b; McMillan et al., 2005a; Reilly et al., 2006; Jensen et al., 2007). Chamari et
al. (2005b), en 18 jugadores de élite en formación, realizaron un programa de 8 semanas de
duración, 2 veces por semana, por medio de un circuito Hoff. Obtuvieron mejoras desde 65
hasta 70 ml∙kg∙¹min². Otros autores como Helguerud et al. (2001) obtuvieron ganancias
desde 60 ml∙kg∙¹min², hasta 65 ml∙kg∙¹min². Similares resultados obtuvieron McMillan et al.
(2005a), con 16 jugadores Sub 17 élite mediante un programa de trabajo intermitente con
balón. En este caso las mejoras fueron desde 64 hasta 70 ml∙kg∙¹min². Incluso en futbolistas
de élite, sometidos a largos periodos competitivos, se observan mejoras en el VO2 Max de
hasta el 5% (Jensen et al., 2007).
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
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Respecto a fútbol femenino, se observa en partido una FC media entre 162 y 168
lat∙min¹ (Andersson et al., 2009a; Andersson et al., 2009b) y una FC Máx entre 187 y 190
lat∙min¹ (Andersson et al., 2009a; Andersson et al., 2009b) correspondiente al 88% de la FC
Max para el primer tiempo y al 86% para el segundo (Barbero et al., 2008a; Andersson et al.,
2009). Con categorías de formación femeninas, Barbero et al. (2009) indican que la carga
cardiovascular es similar a la obtenida con jugadores de la misma edad e incluso a las
jugadoras de élite. No obstante, la carga física (distancia total y a alta velocidad) fue menor
que los anteriores. Con formación, se encuentran datos de mayor heterogeneidad. En algunos
casos son similares a los obtenidos en senior, con un promedio inferior a 195 lat∙min¹ (Aziz et
al., 2005; Castagna et al., 2006a; Impellizzeri et al., 2008), pero en otros muestran valores
superiores a 195 lat∙min¹ (Helguerud et al., 2001; Rubio et al., 2003; Stroyer et al., 2004;
McMillan et al., 2005a; Metaxas et al., 2005; Luhtanen et al., 2007; Barbero et al., 2008b). Esto
quizá podría deberse a la menor edad de los sujetos estudiados.
De manera más detallada, Castagna et al., (2009) estudió a jugadores en categorías de
formación, que alcanzaron durante la primera parte un 86% de la FC Max y un 85% durante la
segunda, correspondiendo el pico de la FC para la primera parte al 100% y cerca del 95% a la
segunda.
Rubio et al. (2003) en su estudio de las FC Max a través de las diferentes categorías de
formación mediante el Test de Probst, indican como la FC Max para infantiles de 13 años es
de 206 lat∙min¹; para los de 14 años alrededor de 200 lat∙min¹, para los cadetes de 15 años se
sitúa cerca de 200 lat∙min¹ y para los de 16 años es de 197 lat∙min¹. Además los autores
concluyeron que la velocidad máxima del test aumenta con cada año de edad transcurrido,
mientras que la velocidad a la que aparece el umbral anaeróbico sólo se modifica
significativamente cuando se comparan las categorías.
Hay que resaltar en categorías de formación, que la élite es capaz de mantener un
mayor de FC, en torno a 10-20 lat∙min¹ mayor que en equipos de menor categoría (Stroyer et
al., 2004). Este hecho podría indicar una mayor intensidad en el juego, lo cual tiene especial
relevancia para el éxito. A su vez se ha de tener en cuenta que, Gil et al. (2007), en pruebas de
selección y tests de un equipo de élite, encontraron menores FC para los seleccionados, lo
cual podría indicar que los seleccionados son capaces de realizar las tareas con menor
esfuerzo que el resto.
Diferentes autores (Impellizzeri et al., 2008; Coutts et al., 2009) indican, un leve descenso
de la FC Max en torno a 2 lat∙min¹ a lo largo de la temporada, consiguiendo alcanzar mayores
distancias y mayores intensidades. Todo ello gracias al entrenamiento basado en juegos
reducidos y carreras de alta intensidad.
En relación a la comparación con otros parámetros, según Bangsbo et al. (2007), la FC
en un partido puede sobreestimarse sobre la absorción de oxígeno, debido
fundamentalmente a factores como la deshidratación, aumento de temperatura, estrés mental
y la presión social. Eniseler (2005) propone que empleando valores de FC, en relación a los
niveles umbral de lactato sanguíneo, los entrenadores pueden estimar la carga fisiológica, de
manera individualizada y objetiva.
1.5. Lactato.
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2006b; Schulpis et al., 2009). Para amistosos se encontraron promedios inferiores, entre 2 y 3
mmol∙l¹ (Ostojic et al., 2002), quizá debido a una menor competitividad y nivel de exigencia
requerida durante el mismo.
Al comparar entre períodos, se han encontrado ligeras diferencias, obteniéndose
valores de concentración media de lactato entre 5 y 6 mmol∙l¹ para la primera parte y entre 5
y 7 mmol∙l¹ para la segunda (Krustrup et al., 2006b; Schulpis et al., 2009). En partidos
amistosos sigue la misma tendencia pero con valores inferiores que rondan los 3 mmol∙l¹
para la primera parte y 2,5 mmol∙l¹ para la segunda (Ostojic et al., 2002). Krustrup et al.
(2006), muestra una concentración máxima de lactato de 9,6 mmol∙l¹ para la primera parte y
8,6 mmol∙l¹ para la segunda.
En estudios con jugadores en categorías de formación, Silva et al. (2007), encontraron
cómo la concentración de lactato en sangre en tests, era superior a medida que aumenta la
edad. Así, entre sujetos de 9 a 11 años, sostenían actividad a 4 mmol∙l¹, siendo entre los 12 y
17 años alrededor de 8 y 9 mmol∙l¹.
En relación a los valores encontrados por puestos, no se encontraron grandes
diferencias entre centrocampistas, centrales y delanteros, presentando valores cercanos a 8
mmol∙l¹. En cambio los laterales consiguieron valores que se aproximaban a 9 mmol∙l¹
(Santos, 1999).
Los resultados de McMillan et al. (2005b) y Gorostiaga et al. (2009), con jugadores
profesionales y de élite durante una temporada mostraban un promedio inferior a 6 y 5
mmol∙l¹, respectivamente, a una velocidad de 15 km/h. Este hecho puede explicar el grado de
especialización en el entrenamiento.
Para el lactato muscular, se encuentra una concentración media entre 4 y 7 mmol ∙kg¹
en reposo (Krustrup et al., 2003, 2006a, 2006b). Los valores promedio encontrados durante un
periodo intenso están en torno a 16 -17 mmol∙kg¹ y al finalizar el partido en 13 mmol∙kg¹
(Krustrup et al., 2006b).
En la bibliografía se ha encontrado un elevado rango de valores máximos de lactato
muscular, que oscila entre 15 y 70 mmol ∙kg¹ (Edwards et al., 2003; Krustrup et al., 2003;
Krustrup et al., 2006a; Krustrup et al., 2006b; Bangsbo et al., 2008). Krustrup et al. (2006b)
indican que no se encuentra correlación entre las concentraciones de lactato muscular y
sanguíneo.
Según Edwards et al. (2003) el lactato es un indicador más sensible al nivel de
entrenamiento, que el VO2 Max. En relación a ello, McMillan et al. (2005b) proponen realizar
un seguimiento del rendimiento aeróbico, ya que éste suele fluctuar durante la temporada,
empleando la evaluación de las concentraciones de lactato para comprobar cambios en el
nivel de entrenamiento.
1.6.1 Velocidad.
La velocidad es un elemento esencial para conseguir el éxito en la competición. Según
Gorostiaga et al. (2004) se precisa de una elevada velocidad durante la contracción muscular
en la ejecución de los numerosos gestos deportivos, tales como saltar, golpear el balón y
sprints de corta distancia, con el fin de lograr anticiparse a los adversarios.
Thomas et al. (1979) reportan valores de tiempo de reacción en jugadores de élite entre
148 y 105 ms. Por su parte, en la medición de la velocidad de desplazamiento, se han
reportado tiempos en la prueba de 5 m entre 0,99 y 1,99 s (Mirkov et al., 2008; Gorostiaga et
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al., 2009; Thomas et al., 2009), en la de 10 m entre 1,69 y 2 s (Jullien et al., 2008; Le Gall et al.,
2008; Thomas et al., 2009), en la de 20 m de 2,44 y 3,52 s (Juárez et al., 2008; Le Gall et al.,
2008; Thomas et al., 2009) y, en último lugar, en la prueba de 30 m entre 3,68 y 4,88 s (Gil et
al., 2007; Jensen et al., 2007; Gravina et al., 2008). Parece interesante según Brown et al. (2004)
fraccionar la distancia en las pruebas de velocidad para fútbol, siendo las pruebas hasta 40 m
para valorar la aceleración y las pruebas de mayor distancia para identificar déficits en la
resistencia a la velocidad.
En función de las distancias se han encontrado velocidades entre 2,5 y de 10 m/s,
mostrando futbolistas de mayor nivel, valores inferiores (Bosco et al., 1996; Dowson et al.,
1999; Cometti et al., 2001; Aziz et al., 2004; Chamari et al., 2004; Gorostiaga et al., 2004; Malina
et al., 2004; Aziz et al., 2006; Christou et al., 2006; Dunbar et al., 2006; McMillan et al. 2006;
Reilly et al., 2006; Bogdanis et al., 2007; Gil et al., 2007; Venturelli et al., 2007; Jensen et al.,
2007; Gravina et al., 2008; Jullien et al., 2008; Le Gall et al., 2008; Mirkov et al., 2008;
Gorostiaga et al., 2009).
Se ha observado cómo el rendimiento en la prueba de velocidad mejora con la edad.
Así, al comparar entre categorías, se encuentran descensos del 3 al 30% del tiempo la
categoría senior y la de formación (Dowson et al., 1999; Sevillano et al., 2002; Abrantes et al.,
2004). Además de la edad, esto puede ser debido a las diferencias en el entrenamiento.
Estudios con jugadores senior de diferentes niveles competitivos, indican diferencias en
el tiempo recorrer cortas distancias. Así, se ha reportado un 3% menos de tiempo para
recorrer distancias de 10 metros y un 2% menos para distancias de 30 m en sujetos de élite
respecto a amateurs (Cometti et al., 2001). A pesar de ello, estos autores concluyen que el
rendimiento en fútbol, no sólo viene a ser determinado por factores físicos. Para categorías de
formación, las mayores diferencias entre 10 y 40 m se producían en las edades más avanzadas
de élite respecto a amateurs, empleando un 2% menos de tiempo en recorrerlas (Le Gall et al.,
2007).
Se han observado diferencias de entre un 2 y 3% en el tiempo en recorrer las distancias
entre 10 y 40 m con élite y amateurs en categoría senior y de formación (Cometti et al., 2001;
Le Gall et al., 2007).
En función del puesto específico, Davis et al. (1992), Aziz et al. (2004) y Gil et al. (2007),
observan diferencias entre el 1,5 y el 6% para pruebas desde 5 hasta 60 m. Así, Aziz et al.
(2004) encuentra que los delanteros, los laterales, los centrocampistas y los defensas son más
rápidos que los porteros, coincidiendo con Gil et al. (2007). Del mismo modo, Davis et al.
(1992) también encontraron diferencias entre los delanteros y los porteros. Estas diferencias
van en el mismo sentido. Ante estos hechos, Centeno et al. (2004) indican que los porteros
suelen emplear el mayor tiempo de transición entre el movimiento excéntrico y concéntrico
con el fin de estimular de manera máxima sus fibras musculares, a diferencia de otros puestos
que no siempre necesitarían reclutarlas así.
En relación al entrenamiento, Venturelli et al. (2007) aplicaron tres programas diferentes
a jugadores de élite. Estos programas consistían en cargas incrementales, peso libre
(pliometría y velocidad en pendiente); y combinación de ambas. Con todos los programas se
consiguieron mejoras de velocidad cercanas al 3% en la prueba de 20 m. No obstante,
quienes combinaron ambos métodos mejoraron además el resto de tests que midieron otras
cualidades físicas. En la misma línea, Bogdanis et al. (2007) realizaron dos programas, uno
basado en hipertrofía muscular y otro en fuerza máxima. Con ambos se mejoraron el
rendimiento en la prueba de 10 m de manera similar, siendo ligeramente mayores las
ganancias en el grupo fuerza máxima.
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1.6.2 Fuerza.
La capacidad neuromuscular de generar fuerza mediante la musculatura de las
extremidades inferiores es un factor determinante en el juego (Wisløff et al., 1998). Esta fuerza
es muy importante ya que permite realizar cambios bruscos de dirección, desarrollar altas
velocidades y obtener elevadas alturas de salto durante diferentes acciones.
Por su parte, Dane et al. (2006), comentan la importancia que tiene esta cualidad de
cara a la prevención de lesiones. Así, demuestra que los sujetos con mayor fuerza en la
musculatura de espalda y piernas reducían sus lesiones durante la temporada. Esto podría
explicarse debido a la acción antigravitatoria de estos grupos musculares, así como el control
del equilibrio, permitiendo un mayor control del gesto deportivo y evitando las lesiones
deportivas.
En relación a la fuerza dinámica máxima (FDM), se han encontrado valores de entre 103
y 366 kg registrados en pruebas de extensión de cuádriceps en prensa (Wisløff et al., 1998;
Wisløff et al., 2004; Dane et al., 2005; Kotzamanidis et al., 2005; Christou et al., 2006; Arruda et
al., 2007; Bogdanis et al., 2007; Venturelli et al., 2007; Juárez et al., 2008) y de entre 48 y 83 kg
en pruebas de pectorales en press de banca (Raven et al., 1976; Wisløff et al., 1998; Christou et
al., 2006). En ambos casos, existen grandes diferencias en función de la etapa. Así, para senior
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línea, Wisløff et al. (2004), encontraron que los jugadores que mostraban una elevada fuerza
máxima, entrenaron con pocas repeticiones y cargas altas.
Por otra parte Venturelli et al. (2007), con sujetos de élite, sugieren que 8 semanas de
entrenamiento mixto, basado en ejercicios de prensa de cuádriceps a un 80% 1RM combinado
con series de sprints y velocidad en cuesta, provocan mejoras en la fuerza del cuádriceps. En
categorías de formación, Christou et al. (2006) diferenció tres grupos, uno control, un grupo
que practicó solo fútbol y otro que realizó entrenamientos de fútbol y de fuerza. En
cuádriceps mejoraron un 17,3%, 33,8% y 58,8% respectivamente, obteniendo el mayor
resultado a las 16 semanas de aplicación del estímulo. Para el press de banca, fue
significativamente mayor el grupo de fuerza y fútbol respecto a los otros dos, con más de un
50% de mejoría. Concluyeron que, la aplicación del entrenamiento de fútbol combinado con
sobrecarga posibilita un desarrollo de las capacidades relacionadas con el fútbol respecto al
entrenamiento basado únicamente en fútbol. De manera similar, Bangsbo et al. (2006a),
mediante un entrenamiento de fuerza y técnica, mejoraron la potencia de salida en
actividades explosivas.
Respecto al trabajo de pliometría, Pérez et al. (2003) exponen que este tipo de
entrenamiento parece ser un método eficaz para la mejora de la capacidad de salto. Así
mismo, su combinación con sobrecargas, permite alcanzar mayor altura en el salto. No
obstante, estos autores sugieren que es necesario seguir investigando sobre esta cuestión
para mostrar cuál es el protocolo más eficaz.
Por su parte Diallo et al. (2001), en categorías de formación encontraron mejoras
significativas en la altura de salto cuando el entrenamiento de fútbol se complementaba con
trabajo de pliometría. Del mismo modo, observaron que tras un desentrenamiento de 8
semanas, las ganancias obtenidas se mantenían. En este sentido Mrdakovic et al. (2008),
proponen que sería interesante la elaboración de entrenamientos pliométricos
individualizados, calculando la altura ideal para el sujeto, consiguiendo así la preactivación
necesaria para estimular correctamente la musculatura. Tal como indican Pérez et al. (2003),
uno de los principales problemas de la pliometría con caída es conocer la altura óptima de
caída para cada sujeto. Miller et al. (2006), demuestran los beneficios de este método de
entrenamiento sobre la agilidad, mejorando la fuerza explosiva. Esto es especialmente
interesante para determinados períodos de la temporada, como puede ser al final de la
misma, ya que se pueden obtener mejoras en cortos períodos de tiempo.
A modo de síntesis, Hoff (2005) indica que la tendencia en la mejora de la fuerza
explosiva relacionada con el salto y la velocidad consiste en 4 series de 4 repeticiones de
sentadilla a través de la fuerza máxima con cargas incrementales, lo cual incluso es capaz de
mejorar la economía de carrera.
No se debe olvidar la importancia de la técnica del golpeo. Así Bangsbo et al. (2006a)
con jugadores de élite, no encontraron relación entre la fuerza extensora de la rodilla y el
éxito en el lanzamiento en fútbol. Esto sugiere que la fuerza extensora de la rodilla
aisladamente no determina el impacto final sobre el balón. Estos indican, además, que la
fuerza de otros grupos musculares como los de la cadera, pueden tener importancia en el
golpeo, ya que incorporan una serie compleja de movimientos implicando la musculatura
sinergista y antagonista durante el mismo.
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al., 1979; Hansen et al., 1999; Cometti et al., 2001; Arnason et al., 2004; Reilly et al., 2006;
Arruda et al., 2007; Venturelli et al., 2007; Gravina et al., 2008).
En futbolistas senior se han encontrado valores en SJ comprendidos entre 35 y 47 cm
(Bosco, 1987; Santos, 1999; Cometti et al., 2001; Arnason et al., 2004; Centeno et al., 2005;
Reilly et al., 2006; Arruda et al., 2007; Venturelli et al., 2007; Juárez et al., 2008). Este rango es
ligeramente superior al encontrado en categorías de formación entre 28 y 41 cm (Diallo et al.,
2001; Kotzamanidis et al., 2005; McMillan et al., 2005; Gil et al., 2007; Gravina et al., 2008). Por
su parte, en mujeres se han encontrado valores más bajos, cercanos a 25 cm (La Torre et al.,
2007).
En función del puesto específico para el SJ, Centeno et al. (2005) observan que los
mayores resultados los han mostrado los porteros con alturas superiores a 47 cm, seguidos de
los centrocampistas y delanteros con valores cercanos a 43 cm. Por último los defensas han
sido los que menores valores han obtenido. La capacidad de salto es vital para la posición de
portero para interceptar balones aéreos durante el juego (Centeno et al., 2005). Por otro lado,
el estudio de Santos (1999), con futbolistas de las cuatro primeras divisiones en Portugal
muestra ciertas discrepancias con el anterior. En este sentido, muestra que los delanteros
obtienen los mejores registros (37,5 cm), seguidos de los defensas y los laterales (36 cm) y por
último los centrocampistas (33,5 cm).
Por su parte, en CMJ se han registrado rangos de altura superiores a los obtenidos en
SJ, entre 30 y 62 cm (Raven et al., 1976; Bosco, 1987; Bosco et al., 1996; Wisløff et al., 1998;
Dowson et al. 1999; Santos, 1999; Weineck, 1999; Ostojic, 2000; Cometti et al., 2001; Diallo et
al., 2001; Arnason et al., 2004; Aziz et al. 2004; Chamari et al., 2004; Gorostiaga et al. 2004;
Malina et al., 2004; Ostojic, 2004; Wisløff et al., 2004; Centeno et al. 2005; Gómez et al. 2005;
Kilding et al., 2005; Kotzamanidis et al., 2005; McMillan et al., 2005a; Aziz et al., 2006; Christou
et al., 2006; Dunbar et al., 2006; Reilly et al., 2006; Arruda et al., 2007; Bogdanis et al., 2007; Gil
et al., 2007; Venturelli et al., 2007; Clark et al., 2008; Gravina et al., 2008; Juárez et al., 2008; Le
Gall et al., 2008; Meckel et al., 2008; Gorostiaga et al., 2009; Thomas et al., 2009). En mujeres, el
rango encontrado se establece entre 30 y 49 cm (Dowson et al., 1999; La Torre et al., 2007;
Smith et al., 2007; Chappell et al., 2008), no llegando a alcanzarse los límites superiores
encontrados en hombres.
En función de los diferentes niveles competitivos, se han encontrado marcadas
diferencias, mostrando los amateurs entre 32 y 53 cm (Weineck, 1999; Ostojic, 2000;
Gorostiaga et al., 2004; Ostojic, 2004; Gómez et al., 2005; Kilding et al., 2005; Christou et al.,
2006; Gil et al., 2007) frente a los 40 y 62 cm obtenidos por profesionales y élite (Raven et al.,
1976; Thomas et al., 1979; Bosco, 1987; Bosco et al., 1996; Wisløff et al. 1998; Dowson et al.,
1999; Weineck, 1999; Ostojic, 2000; Aziz et al., 2004; Centeno et al., 2005; Chamari et al., 2004;
Ostojic, 2004; Wisløff et al., 2004; McMillan et al., 2005a; Aziz et al., 2006; Dunbar et al., 2006;
Reilly et al. 2006; Venturelli et al., 2007; Clark et al., 2008; Le Gall et al., 2008; Gorostiaga et al.,
2009). En estudios con categorías de formación también se observan diferencias, según
Dowson et al. (1999) y Le Gall et al. (2008) entre internacionales, profesionales y amateurs.
Estudios en diferentes ligas del CMJ, indican que existen mejores registros de altura de
salto para ingleses, asiáticos, alemanes, españoles, daneses, escoceses y franceses con valores
entre 45 y 62 cm (Thomas et al., 1979; Wisløff et al., 1998; Dowson et al., 1999; Weineck, 1999;
Aziz et al., 2004; Chamari et al., 2004; Centeno et al., 2005; Gómez et al., 2005; McMillan et al.,
2005a; Aziz et al., 2006; Dunbar et al., 2006; Le Gall et al., 2008; Gorostiaga et al., 2009), frente
a los neozelandeses, griegos, serbios e islandeses que obtienen unas alturas menores (Ostojic,
2000; Arnason et al., 2004; Christou et al., 2006).
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1.6.4. Flexibilidad.
Esta cualidad, a pesar de ser de gran importancia, tiende a olvidarse de los planes de
entrenamiento. En base a ello, Álvarez et al. (2003), Christou et al. (2006) y Bertolla et al. (2007)
exponen su importancia en la prevención de lesiones y mejora del rendimiento, con el fin de
evitar sobrecargas y acortamientos musculares.
De la misma manera, aparecen diferentes estudios que contemplan los valores de esta
cualidad física a través de la flexión profunda de tronco, el banca de Wells y el test Sit and
Reach. En adultos se ha encontrado un rango entre 31 a 52 cm en los mismos (Raven et al.,
1976; Chin et al., 1992; Álvarez et al., 2003; Christou et al., 2006; Bertolla et al., 2007). En
categorías de formación amateurs estos valores son significativamente inferiores, de 18 a 25
cm (Christou et al., 2006).
Los mayores valores obtenidos con propuestos con el Sit and Reach, han sido
aportados por Raven et al. (1976). Estos encontraron que los porteros poseían los mayores
resultados (58,2 cm), seguidos de los centrocampistas (56,4 cm), los defensas (50,5 cm) y los
delanteros (46,7 cm). El hecho que los guardametas sean quienes posean los mejores
resultados concuerda con lo exigido en su posición, ya que en el desarrollo de su puesto
deben adoptar posiciones de gran amplitud articular con el fin de detener el esférico.
De manera más concreta, Álvarez et al. (2003), con categorías de formación, en el test
de flexión anterior de tronco, encontraron como de los 9 a los 11 años, la flexibilidad
aumentaba. A partir de esta edad la flexibilidad involucionaba hasta los 14 años, siendo el
rango de valores 1,5 cm a 3,5 cm. De ahí la importancia de entrenarla.
En relación al tipo de entrenamiento, Christou et al. (2006) observaron cómo un plan de
entrenamiento de fútbol combinado con trabajo de fuerza en gimnasio disminuía la
flexibilidad a diferencia de cuando se realizaba en entrenamiento de fútbol aisladamente,
donde se obtenían ligeras ganancias. Por otro, Bertolla et al. (2007) observaron que
combinando el entrenamiento normal con el método Pilates, se encontraron mejoras
significativas de hasta el 6%. Por lo tanto, este método parece ser una herramienta útil para la
mejora y mantenimiento de la flexibilidad, sobre todo en atletas con acortamientos.
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De esta manera, Álvarez et al. (2003) y Christou et al. (2006) indican que se precisa
promover el uso de estiramientos durante los entrenamientos. Esto se debe hacer desde las
primeras etapas de formación, posibilitando prevención de lesiones y desequilibrios
musculares.
1.6.5 Agilidad.
La agilidad permite realizar acciones de manera eficaz y precisa dentro de un contexto
de movimientos. Así Dunbar et al. (2006) comentan que esta cualidad nos garantiza el control
durante los constantes cambios de dirección. Del mismo modo, nos permite realizar frenadas
explosivas junto a una ejecución técnica depurada durante las acciones.
Se ha observado que la prueba más común es la de 10 x 5 m. En ella se han registrado
valores entre 16 y 19 s (Álvarez et al., 2003; Christou et al., 2006; Mirkov et al., 2008). Además
de esta se han encontrado otro tipo de tests como son el test de Illinois donde se han
obtenido valores entre 14,52 y 16,32 s (Raven et al., 1976; Kilding et al., 2005; Dunbar et al.,
2006; Arruda et al., 2007). El Test en T con valores entre 8,06 y 8,09 s (Cressey et al., 2007) y el
Test de Agilidad 505 propuesto por Thomas et al. (2009), registrándose valores entre 2,6 y 2,8
s.
En función del puesto, Raven et al. (1979), utilizando el test de Illinois, encontró que los
más rápidos fueron los delanteros, con 15,4 s, seguidos de los defensas con 15,5 s y los
centrocampistas y porteros con 16 s. Estos resultados podrían deberse a que los delanteros
necesitan de un control fino de movimientos con el fin de conseguir driblar o fintar,
superando así a sus adversarios.
En función de la edad, Álvarez et al. (2003) comprobaron una disminución inversamente
proporcional a la misma el test 5 x 10 m. Para los 9-10 años rondaba los 19 s y disminuía
hasta ser ligeramente mayor de 16 s en 14 años. Las mismas conclusiones se encontraron para
este test con balón. En este caso, los chicos de 9 años presentaron valores cercanos a 28 s
produciéndose una disminución hasta los 14 años, donde se encontraron valores de 21,5 s.
Además aparece una correlación significativa entre el desarrollo muscular del niño y la
coordinación de un móvil, sugiriendo los autores una evolución en esta habilidad.
En función del nivel, Dunbar et al. (2006) encontraron, en fútbol de primera división,
mejores tiempos en aquellos jugadores que solían jugar desde el inicio y tenían un mayor
volumen de partidos, presentando unos valores de 14,62 y 14,76 s respectivamente.
Esta cualidad puede entrenarse. Así, Christou et al. (2006), observaron mejoras en el test
de 10 x 5 m cercanas al 3,5% cuando se realizaba en entrenamiento de fútbol combinado con
pesas. Arruda et al. (2004), con jugadores junior mediante un entrenamiento basado en la
fuerza explosiva, encontraron mejoras en torno al 3%. Jullien et al. (2008), con sujetos de élite,
demuestra que el entrenamiento específico de fútbol a través de programas de agilidad,
puede ser una alternativa y un complemento al acondicionamiento de fuerza. Ya que tienen la
ventaja añadida de incluir conocimientos técnicos y ayuda a evitar la sobrecarga del sistema
musculoesquelético, garantizando la variedad al estímulo de entrenamiento.
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Las escalas de percepción del esfuerzo más utilizadas son la Rate of Percived Exertion
(RPE) (Borg, 1970) y la CR-10 (Borg, 1982). Ambas se responden con la pregunta de: “¿Cómo
has percibido el esfuerzo que acabas de hacer?”. En la primera escala (RPE) el individuo lo
indica señalando un número de 6 al 20, y en la segunda (CR-10) señalando un número del 0 al
10. En algunos casos, esta escala numérica va acompañada de un anclaje verbal de carácter
cualitativo, desde “nada” o “muy muy ligero” hasta “máximo” o “muy muy duro”.
Estas escalas se utilizan para evaluar la intensidad de los esfuerzos de forma relativa en
cada sujeto. Ésta es un índice válido de intensidad de la ejercitación tal como se ha visto en
numerosos estudios de investigación, comprobando su validez y fiabilidad gracias a la
asociación que se observa entre el RPE y los indicadores fisiológicos más objetivos, entre los
que se incluye la FC y el VO2 (Arruza, 1996; Robertson et al., 1997; Serrano et al., 2001; Bonitch
et al., 2005). Foster et al. (2001) reportaron la validez a través del empleo de esta escala para la
cuantificación del ejercicio. El mismo nivel y tipo de esfuerzo puede ser percibido de forma
diferente por cada individuo. Destacando como Duncan et al. (1998) observan en una muestra
con niños que los valores de RPE incrementaban conforme lo hacía la carga de
entrenamiento.
Durante un partido en el cual comparó a un equipo que tomaba una bebida a base de
carbohidratos y otro que no, Ostojic et al. (2002) muestran menores registros de RPE cerca del
final del partido por quienes no la tomaron. Estos autores indican valores previos al partido
entre 6 y 6,5; entre 13 y 13,5 al finalizar el primer tiempo y a los 90 min unos entre 14,5 y 17.
Una hora después del partido los registros fueron entre 7 y 7,5 respectivamente.
En fútbol, Clarke et al. (2008) observaron como durante el primer y segundo período de
un partido, los sujetos aumentan el valor del esfuerzo percibido. Para el primer tiempo, se
observaron valores en torno a 12 a 14, mostrándose en el segundo valores de 13 a 15. En un
estudio con amateurs que realizaron ejercicios con patrones de actividad simulados, durante
diferentes periodos del partido, se registraron valores iniciales de RPE en torno a 14 y valores
finales cercanos a 16 (Gleeson et al., 1998).
Por otro lado, también se ha empleado en fútbol el cuestionario de Borg modificado
por Foster et al. (1995), presentando una escala de 0 a 10. Con este cuestionario Impellizzeri et
al. (2004a) encontraron valores promedio de 6-7 para jugadores en formación.
No son muy numerosos los estudios que utilizan el RPE a pesar de su demostrada
validez en otras especialidades deportivas. Sin embargo, destaca cómo Ostojic et al. (2002)
valoran la tasa de RPE en deportistas que ingirieron una bebida glucosada y otros un placebo.
Los datos muestran tasas más altas de RPE en los futbolistas que ingirieron placebo.
Por lo tanto, el RPE en fútbol es una herramienta que correlaciona bien con indicadores
de intensidad como la FC o la concentración de lactato, siendo un parámetro de fácil empleo
en una sesión de entrenamiento, como control del mismo (Coutts et al., 2009).
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JOSÉ MOURINHO.
LA GESTACIÓN DE UNA MÁQUINA
GANADORA
Antonio Dopazo Gallego
Licenciado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.
Licenciado en Periodismo por la misma universidad (2005)
“Aunque esto genere muchos equívocos, es verdad que el fútbol tiene mucho de ciencia. A
nivel de la construcción de una forma de jugar. Y cuando digo construcción quiero decir
invención y puesta en marcha de un modelo de juego.” 1
“¿Seguro de mí mismo? Sí. ¿Arrogante? No. Mis amigos se ríen cuando leen artículos que me
califican de arrogante –saben que no es verdad. Cuando digo que creo que ganaremos, sólo
estoy diciendo lo que la mayoría de entrenadores piensa antes de un partido.”2
“Crear un equipo de fútbol a mi imagen y semejanza”3: visto su perfil mediático,
cualquiera se imaginaría un monstruo, un conjunto de egos u once bestias de tiro. Pero
Mourinho es una inteligencia tenaz, siempre abierta a los detalles minúsculos que marcan la
diferencia en esa superficie a mitad de camino entre el orden y el caos que es un terreno de
juego. Dejémoslo claro desde el principio: ante todo, José Mourinho es una máquina de
ganar. O, más bien, un artesano de máquinas ganadoras. Y para ser un ganador, en fútbol no
puedes permitirte ser arrogante o rígido, prescindir del rival al que te enfrentas. Tienes que
estar dispuesto a ocultarte tras mil máscaras que son mil estudios pre-partido, mil
instrucciones específicas, mil análisis obsesivos. Ése es el truco de la fórmula y la paradoja de
una expresión tan aparentemente ególatra como la que Mourinho emplea a modo de tarjeta
de presentación.
1
Mourinho, ¿Por qué tantas victorias?, Bruno Oliveira et al., MC Sports, Pontevedra, 2007, p. 151.
2
Harry Harris, José Mourinho. Simply the Best, John Blake Publishing, Londres, 2007, p. 12.
3
“My aim is to create a team in my image”, Mourinho en rueda de prensa a principios de temporada,
recogido en Chelsea Season Review 04/05 (DVD), ILC Sport.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
La cosa es en realidad muy sencilla: para ser Mourinho hace falta trabajo, y cualquiera
que ame el trabajo sabe lo difícil que es conseguir la tranquilidad y la autonomía para
ejercerlo. La imagen de José como tipo duro es una ficción creada para dar cobijo a un equipo
que no puede permitirse descuidos; el portugués ha creado el personaje que la prensa y los
hinchas fanáticos merecen, un espantapájaros hecho a medida de los cuervos que amenazan
el campo de juego con su injerencia ajena al propio desarrollo interno; un talismán de ego
artificial que conjura toda la maldad del entorno del fútbol. Para entender a Mourinho
primero hay que correr el velo de las apariencias, apartar el fetiche de tabloide, castigo de
periodistas que viven del titular, los egos y acusaciones, y a los que siempre se les escapa lo
fundamental. Mourinho es tímido y retraído como los que además de inteligencia poseen
intuición, pero vende un producto a la prensa, les engaña con los árboles para que no vean el
bosque. Tras el producto se oculta la producción, tras el invento el acto genial de la creación.
Hay buenos entrenadores que se molestan en educar a la prensa; lo vemos a diario en
Pep Guardiola, gracias al cual ahora se habla de velocidad de balón, atacar para defender o
“salir de novios” con la pelota jugada. Guardiola es un maestro benévolo, pero todavía no se
ha enfrentado a una derrota. Cuando ésta llegue, el entorno ejercerá su papel y le despellejará
con el agravante de creer conocer su libreto. Mourinho y Guardiola comparten mucho más de
lo que se piensa, pero José no está dispuesto a educar a cualquiera; sabe que las cosas se
aprenden con esfuerzo y estudio, como él lo hizo, y que en torno al fútbol cunde el acomodo
y la ociosidad, la creencia de que todo está inventado y que quien pretende aportar algo es
sólo un charlatán. Por eso nunca hablará de su forma de trabajar en una rueda de prensa; lo
máximo que sacarán de él son comentarios tácticos exiguos o sensaciones post partido
fácilmente traducibles a un titular. Le acusan de “traductor”, como si no tuviera mérito pasar
de traductor a entrenador de fama mundial en menos de un lustro, como si viviéramos en un
sistema de castas laborales cerradas donde uno no pudiera moverse de “su sitio”. Lo cierto es
que hace tiempo que dejó de ejercer esa profesión en cuanto a conceptos futbolísticos se
refiere. Con su displicencia y adustez, José da a la prensa lo que ésta le pide, ni más ni menos.
Y lo importante es que mientras tanto el equipo tiene la calma necesaria para realizar su
trabajo en condiciones. Naturalmente, él mismo desearía que le echaran un guante de vez en
cuando desde arriba; siempre es bueno tener directivos que te tiendan un capote cuando tu
figura queda demasiado expuesta a las iras de la opinión pública. Esto no siempre se ha
producido, y la clave para saber cuánto tiempo le queda a Mourinho en un equipo es saber
leer esos guiños con sus superiores: si José sobreexpone su fetiche puede estar cuestionando
su comodidad en el club.
“Cuando fui el primero en pasar por el aeropuerto sabía lo que hacía, porque gracias a ello
los jugadores pudieron salir sin ningún tipo de presión. Entonces hubo fotos, autógrafos,
besos, y todo fue fácil para ellos. Por la mañana, en el hotel, pasó lo mismo. Salí dos o tres
minutos antes que los jugadores y todos los ‘buenos tipos’ vinieron detrás de mí. Así que
cuando los jugadores salieron de nuevo fue fácil para ellos. La única cosa que puedo hacer
en el partido es salir al campo antes que ellos en el calentamiento e intentar sacar algo de
los “buenos sentimientos” que el público tiene hacia mí y hacerlo más fácil para ellos. Pero
cuando el árbitro da comienzo al juego no puedo hacer nada. Sin embargo, tenemos
jugadores con algo de experiencia y pueden manejar la situación, aunque algunos jugadores
reaccionan mejor que otros.” (7 de marzo de 2006, eliminatoria vs. F.C. Barcelona)
“Sencillamente, en este momento parecemos una máquina. Imagino que lo que decíamos
sobre el Arsenal el año pasado es exactamente lo que están diciendo sobre nosotros ahora.
Lo que hemos logrado defensivamente es increíble. Los delanteros y centrocampistas han
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
estado atrayendo los focos pero si miras a los cinco de atrás con el portero, y sin importar
quién entre y salga, es la misma historia. Es fantástico. La única cosa que tenemos que
evitar es la complacencia, y mientras nos mantengamos alejados de ella no creo que
vayamos a tener un bache.” Joe Cole, diciembre de 2004.4
“La liga italiana es la liga táctica. La liga española es la liga técnica. En la liga inglesa
importa la pasión. Cuando pensé que podía tener éxito aquí, fue porque pensé que podía
mezclar esa pasión inglesa con organización táctica, y así nuestro equipo se volvió táctico.
Aburrido para algunos –no sé por qué- pero táctico. Para ser justo, creo que somos el mejor
equipo de la historia, porque hemos roto el récord.”5
Antes de empezar a hablar del Chelsea, es importante dejar claro qué sentido tiene para
Mourinho el paso del 4-4-2 al 4-3-3, porque entender este “juego” es tener mucho terreno
ganado. Como es sabido, ambas son sus formaciones predilectas, pero en el cambio de una a
otra no vemos tanto una adaptación al rival como un reflejo de la dinámica interna del
equipo. Al rival no se le gana por jugar con dos o tres arriba; ambas tácticas son capaces de
hacerlo, pero llega un momento en que el propio desarrollo interno exige el cambio, del
mismo modo en que la mariposa emerge de la crisálida del gusano. El comienzo natural es el
4-4-2 de rombo estrecho, que sirve de catalizador al sistema de juego: ritmo lento y seguro,
donde lo que prima es la posesión de balón y su rápida recuperación. “Pase, pase, pase, pase,
pase… y gol”. Juego de toque, normalmente aburrido a la vista pero de concentración
constante para el jugador, que no puede relajarse si no quiere perder el dominio posicional.
Los romanos llamaban testudinem formate a la orden de formar en “tortuga”, guarecidos bajo
sus escudos y avanzando lentamente a cubierto, y función muy parecida tiene en Mourinho el
4-4-2.
Una vez se ha interiorizado el ritmo o la duración global del balón (ese retardo colectivo
con el que se gobierna el caos de un partido), asegurándonos de que el jugador ha captado el
nivel de intensidad requerido, se puede introducir la figura de los extremos para aumentar la
velocidad de circulación. Este cambio suele coincidir con la primera racha de victorias
aplastantes del equipo, pero es importante no lanzar las campanas al vuelo y darse cuenta de
que el 4-3-3 de victoria fácil sería imposible sin el código acumulado del 4-4-2 de victoria
trabajada. Lo fácil sólo es posible desde el trabajo duro, hasta el punto de que el 4-3-3 tiene
sus límites y su propia fecha de caducidad, como si fuera un bonus de invulnerabilidad al que
el equipo accede tras varias victorias seguidas con el 4-4-2. Éste siempre permanece a mano
como una disciplina espartana, dispuesta a aplicarse cuando los niveles de intensidad
descienden.
Leamos unos pasajes cruciales del propio José Mourinho para entender mejor lo
expuesto anteriormente:
En el paso de la temporada 2002/2003 a la 2003/2004 (Oporto), hubo un aspecto que
para mí fue muy importante: después del éxito de la primera temporada, en la que ganamos
todo cuanto se podía ganar, tuve "miedo" de la segunda. Tuve "miedo" respecto a cómo la
abordarían los jugadores, sobre todo a nivel mental, psicológico, a nivel de motivación, de
comportamiento, de crecimiento en el buen y mal camino, del estatus de algunos jugadores...
Y la principal preocupación que me ocupó en la puesta en marcha para mantener al grupo
4
Harry Harris, op. cit., p. 90.
5
Ibíd., p. 4 [nota: récord de puntos logrados y menos goles encajados desde la 1888/1889].
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
"bajo control" fue "ampliar" mi modelo, hacerlo evolucionar hacia un modelo de juego más
riguroso.
En la primera temporada hubo la necesidad de afirmarnos por la calidad de nuestro
juego. No sólo por el resultado, sino también por la calidad del juego. En la segunda
temporada no había la necesidad de esa afirmación y preferí ir por el camino del control
interior del grupo, a través de la rigidez y disciplina de juego. Tuve "miedo" de que el status
entretanto conseguido llevase a algunos jugadores a malinterpretar la libertad que tenían en
el campo de una forma negativa. Y la verdad es que, durante el período preparatorio, fui
captando señales en este sentido. Por ejemplo, en Alemania tuve que sustituir a Maniche a los
20 minutos del partido... Por tanto, fui viendo determinado tipo de comportamientos que me
llevaron a pensar que era mejor "acortar la red". No en términos disciplinarios, pero sí en
términos de juego. No era por temor a que trasnochasen o bebiesen, era dentro del propio
juego6.
Entonces decidí que aquella disciplina que nos caracterizó en la primera temporada,
dentro de aquel patrón de juego, no se podía perder y que el rigor táctico debería aumentar.
Yo sabía que, para la Liga Portuguesa, cualquiera de las dos opciones me sería suficiente para
ganar fácilmente -mi 1x4x3x3 o mi 1x4x4x2-. Así, aproveché su mayor rigor en términos de
disciplina táctica, en términos de posiciones y funciones, para trabajar mucho más alrededor
del 1x4x4x2. Porque esta estructura, de la forma en que yo la concibo, es mucho más "táctica"
que el 1x4x3x3. ¡Mucho más "táctica"! En el 1x4x3x3 existe, de raíz, una ocupación
perfectamente equilibrada de los espacios; no es precioso ser muy "inteligente", no es preciso
pensar mucho... basta simplemente que los jugadores ocupen sus posiciones. Con el 1x4x4x2
[de rombo estrecho] es preciso pensar mucho más, porque el campo está ocupado de una
forma poco racional, no hay nadie abierto... Los laterales pueden atacar en profundidad pero,
si lo hacen, hay descompensación defensiva... Si se saca a los jugadores del rombo para las
alas, sólo queda uno cubriendo esa zona... Si los dos atacantes se mueven mucho y caen a las
bandas constantemente, no tengo a nadie para finalizar... ¡Es un sistema desequilibrado de
raíz! Y yo, cuando trabajo este sistema -y voy a continuar trabajándolo aquí en el Chelsea,
porque sé que en determinados momentos voy a precisar de él-, incido casi siempre más en
sus defectos que en sus virtudes. Es un sistema lleno de inconveniencias. Y, al "obligar" a mis
jugadores a jugar con este sistema táctico, los "obligo" a permanecer naturalmente
disciplinados, rigurosos y concentrados.7
En el Chelsea, la primera temporada es modélica porque del modelo compacto, las
victorias agónicas esperando el error del rival, siempre por empuje y máxima concentración,
pasamos a la introducción del 4-3-3 con la irrupción de Robben-Duff-Joe Cole. Debido a una
lesión, Duff sólo fue titular en el octavo partido de la temporada (jornada 7), mientras que
Robben no lo haría hasta el decimocuarto por las mismas razones. Ninguno de los dos era un
“fichaje Mourinho”, pero fueron cruciales en la gestación de la máquina ganadora. Durante los
siete primeros partidos vemos un 4-4-2 muy claro, con mediocampo compacto y muy
disciplinado tácticamente: jugaban Makélélé, Lampard y dos de entre Gérémi, Tiago, Smertin y
Cole (que por entonces todavía no ejercía como ala). Los resultados fueron espectaculares,
con sólo un gol encajado, aunque incluyeron dos empates a cero ante rivales inferiores, lo que
da cuenta de una máxima concentración y pocas ocasiones por ambas partes. Una vez
recuperados, Duff y Robben se hicieron inamovibles mientras estuvieron sanos, precipitando
el cambio al 4-3-3 de victorias más holgadas. En este cambio se transparenta la gestación; el
modelo de juego se abre a la novedad, la máquina futbolística se pone en marcha y se deja
entrever. Hay una apertura muy clara a la variación; el equipo acoge la novedad sobre la base
6
Cursiva nuestra.
7
Mourinho, ¿Por qué tantas victorias?, Bruno Oliveira et al., MC Sports, Pontevedra, 2007.
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defensiva ya construida, como una aceleración sobre un torbellino precedente. Esto da lugar a
un código con doble registro; ya no es sólo cobertura y fallo rival; ahora es también rayo: la
velocidad de ataque aumenta ostensiblemente con esos jugadores, permitiendo que el daño
se concentre en las transiciones y no se tema defender algo más atrás, alargando el equipo
unos metros. Es un ejemplo paradigmático de construcción: del centro a las alas, de la nube al
rayo, aunque habitualmente las cosas no se dan de forma tan sincronizada y todo puede
ocurrir a la vez. ¿Qué habría pasado si Olivier Dacourt no hubiera lesionado a Robben en un
amistoso de pretemporada con aquella entrada criminal? Nunca lo sabremos, pero su
reaparición se produjo en el momento propicio para el desarrollo interno del equipo.
Como vemos, Mourinho es partidario de seguir un proceso natural de evolución en la
máquina futbolística; sabe que cuando cunde la crisis hay que volver al 4-4-2 de rombo
estrecho bajo el que se siente seguro, y una vez allí recomenzar desde lo difícil. Confía en
reproducir siempre una vez más ese movimiento de génesis: del 4-4-2 al 4-3-3 ganador, y por
tanto siempre apuesta por una composición de plantilla que posibilite ambas figuras. De la
nube al rayo, y de nuevo a cubierto; del torbellino al huracán sólo hay un aumento controlado
de velocidad, pero los huracanes no aparecen de la nada; tienen su propia duración interna.
“Me puse en el disparadero nada más llegar diciendo cosas que algunos entienden y otros
no. Les dije: ‘todos vosotros sois jugadores top, pero ninguno ha ganado una Premiership o
una Champions League, y no seréis jugadores con éxito hasta que no las ganéis.’ Así que les
hice pensar. Les dolió un poco, pero creé una gran ambición en el equipo. Fue arriesgado,
pero funcionó.”8
El resto de aquella primera temporada en el Chelsea ya es historia del fútbol moderno y
supone un recorrido apasionante incluso visto con años de distancia; el Chelsea fue candidato
a todo hasta que una gravísima lesión de Wayne Bridge les apeó de la FA Cup a finales de
febrero (Bridge se lesionó en el minuto 52, pero Mourinho había hecho los tres cambios al
descanso). El equipo ganó la Premiership y la Carling Cup, además de llegar a semifinales de
la Champions. De esa ronda y del encuentro con Benítez hablaremos más tarde, pero en
octavos de final el Chelsea se enfrentó al valor más en alza del fútbol europeo: el Barcelona de
Frank Rijkaard, Deco, Eto’o y Ronaldinho. Para la vuelta en Stamford Bridge, Mourinho tenía la
baja de Robben, que ya por entonces daba muestras de ser un extraordinario jugador de
cristal, además de la de Drogba, expulsado en la ida, y la del ya citado Bridge. La defensa se
pudo recomponer sin problemas, con Gallas ejerciendo de soberbio comodín, pero el
mediocampo carecía de poder para remontar la eliminatoria. Tiago custodiaba el modelo de
juego pero resultaba demasiado blando, y Gérémi y Smertin no servían para contener el
caudal de fútbol blaugrana; habría sido como coger el océano con mimbres. José necesitaba
romper el ritmo arácnido del Barcelona, que te envisca lentamente a base de posesión hasta
convertirte en su presa, una táctica que él conocía muy bien. El Barça moderno es un equipo
especial, que siempre se ha caracterizado por involucrar a todos sus jugadores bajo un mismo
juego de sístoles y diástoles; si quieres aminorar ese latido puedes tratar de hacerlo con un
gran sistema defensivo que impida el flujo de sangre a los músculos, de modo que con suerte
lograrás un 0-0. Pero si necesitas ir un paso más allá, entonces es preciso forzar la taquicardia.
En vistas a ello, José llevaba algunos partidos probando con Eidur Gudjohnsen de interior,
acompañando a Lampard y Makélélé en el 4-3-3, con Duff y Cole en las bandas. Sin Drogba,
no quedó otro remedio que ubicar a Kezman como señuelo arriba, pero José sabía
perfectamente que la batalla la librarían los cuatro jinetes del rayo: Lampard, Guddy, Duff y
8
Harry Harris, op. cit., p. 4.
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Cole. En el minuto 19, el equipo ya ganaba 3-0, con goles de los tres primeros en algunas de
las transiciones defensa-ataque más rápidas que haya visto la historia del fútbol. El
electroshock se había consumado.
En cuanto a la recta final de la temporada, pudimos comprobar el lado oscuro de la
estrategia pretoriana de Mourinho: el equipo se fue quedando sin efectivos; las bajas se
acumularon especialmente en las bandas, y se llegó a semis de Champions sin los puñales
Duff y Robben y sin los dos laterales, Ferreira y Wayne Bridge. En un equipo con rotaciones al
uso quizá no habría sido una tragedia, pero Mourinho ya había dividido al grupo en
imprescindibles y secundarios. Con todo, Benítez necesitó echar mano de un gol fantasma de
Luis García y un fallo de Guddy a puerta vacía para pasar la eliminatoria. Muchos se fijan en
las lesiones y ven al Mourinho devorador de hombres sin advertir que el Chelsea se valió de
un núcleo de 14 jugadores para una temporada kilométrica, y que Frank Lampard y John Terry
rozaron los 5.000 minutos sobre el campo. Apenas hubo lesiones musculares.
“Éste es un grupo de jugadores histórico para el club y espero que los seguidores les den el
crédito que merecen. El grupo está unido y la próxima temporada lo seguiremos estando. No
cambiamos el grupo; podemos tener dos o tres nuevos jugadores y nada más que eso.”
Mourinho, tras caer eliminados frente al Liverpool en Champions League (04/05)9
En su segunda temporada en el Chelsea, Mourinho tuvo un exceso de confianza y
cometió el error de planificar desde el 4-3-3. Se fichó a Shawn Wright-Phillips para doblar
posiciones en las alas y se desbandó el mediocampo (el búfalo Essien ocupó la plaza de nada
menos que cuatro jugadores: Parker, Smertin, Jarosik y Tiago). Cuatro hombres para tres
puestos: Makélélé, Lampard, Essien y Gudjohnsen, que ya no volvería a actuar de delantero.
Arriba, el equipo se nutrió de un segundo estilete, Hernán Crespo, que rara vez jugaría junto a
Drogba e incluso le llegaría a quitar el puesto de titular en partidos clave, como la segunda
eliminatoria consecutiva contra el Barcelona en dos años. El 4-3-3 se hizo inamovible, pero los
resultados globales fueron disparejos: el equipo ganó la Community Shield y ya era campeón
virtual de liga en enero en el inicio de campaña más aplastante que se recuerda en la historia
reciente del fútbol inglés (un empate y una derrota en los primeros 22 partidos). Para muchos,
el Chelsea hizo el mejor fútbol de la era Mourinho, pero hubo un inconveniente: se falló en las
grandes ocasiones. Primero fue la incapacidad de derrotar al Liverpool en fase de grupos de
Champions, lo que les concedió a los catalanes la posibilidad de una poco halagüeña
revancha en octavos con vuelta en el Camp Nou. Después, de nuevo el Liverpool en
semifinales de FA Cup (1-2). En Carling Cup, por último, se cayó en primera ronda contra el
Charlton por penaltis (1-1 en Stamford Bridge), con lo que se puede decir que la temporada
fue un éxito, pero no que fuera una temporada Mourinho. El equipo pasó de jugar 59 partidos
en la 04/05 a sólo 54 en la 05/06. La sensación fue de desprotección contra los grandes
rivales; el razonamiento de Mourinho en el Oporto se repetía y era necesario volver a sacar
brillo al viejo caparazón.
9
Ibíd., p. 247.
43
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10
José Mourinho a la BCC, presentación de Andriy Shevchenko, 31 de mayo de 2006.
11
Mourinho, en declaraciones al periódico Récord Dez de 7 de agosto de 2004, recogidas en Bruno
Oliveira et al., op. cit., p. 41.
12
Ibíd., p. 84.
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de entrenador menor. Frente a él tenemos a los auténticos titanes de la competición, los que
salen a ganarlo todo y no distinguen si un partido es la primera ronda de la Carling Cup o una
final de Champions League. Cuando la flecha está en el arco, debe partir. Cuando la hoja ha
salido de la vaina, debe matar. Cuando el equipo sale al campo, es sólo a ganar. Lo que en
otra faceta de la vida sería propio de un fanático, en el deporte de elite es la marca de los
ganadores. Mourinho ha contagiado a Ferguson esta mentalidad en Inglaterra; Guardiola la
ejerce ahora en España. Cuando uno se topa con gente así ya es imposible volver atrás, y
aunque la historia recuerde a los que levantan los títulos, el respeto que merece un
entrenador se mide por el número de partidos disputados en el total de una temporada (de
ahí que el fútbol inglés, con una competición adicional y sin pausa navideña, sea el hábitat
natural de este tipo de competidores natos). Por poner un ejemplo, el Real Madrid ganó aquel
año la liga con Capello habiendo disputado un total de 50 partidos. ¿Cuántos jugó el Chelsea
subcampeón? 64. De hecho, no se ganó la liga, pero Mourinho mantuvo su tradicional ritmo
de un mínimo de dos títulos por temporada (Carling Cup y FA Cup, completando en tres años
la colección de trofeos ingleses) y protagonizó una de las persecuciones más apasionantes
que ha vivido la Premiership en su historia, sólo renunciando al título a falta de dos jornadas y
en plena epidemia de tullidos y heridos de guerra. Aquella fue sin duda una temporada épica,
adjetivo que ha perdido su sentido a fuerza de ser empleado en empresas que no lo
merecían.
Lo importante para nosotros, sin embargo, es recalcar la vuelta a las raíces de
Mourinho, que se había sentido demasiado expuesto ante Barcelona y Liverpool con ese 4-3-
3 que empezaba a dar muestras de endeblez. Es lógico pensar que ya desde febrero
empezara a preparar la máquina de aplastamiento definitiva, con un mediocampo que
muchos entrenadores habrían considerado una osadía por la cantidad de perfiles similares.
Quien consiguiera armonizar en un mismo equipo a Makélélé, Essien, Ballack y Lampard,
debió de pensar José, sería un rival blindado a todo ataque rival y dueño absoluto del latido
vital del partido. A ello había que añadir el mejor portero de la Premiership y quizá de Europa,
una defensa hegemónica y una pareja de ataque que sobre el papel era el sueño de todo
entrenador, aunque ocultaba algunos problemas de compatibilidad (en efecto, Shevchenko en
el Milan siempre jugó junto a un estilete de perfil Inzaghi o Crespo, maestros del desmarque y
la oportunidad, poco participativos en el juego, mientras que Didier Drogba es una clave de
bóveda al estilo Jan Koller o Frédéric Kanouté, acostumbrado a ordenar a todo su equipo
desde arriba).
Como en el primer año, la máquina se fue gestando desde el 4-4-2, que dio muestras
de su buena carburación al vencer a las némesis Barcelona y Liverpool en la primera fase de la
temporada. El equipo contaba además con la variante de alas anchas, e incluso se probó un
sistema híbrido que juntaba a los dos delanteros con un extremo y dos interiores. El plan
estaba obsesivamente dispuesto, pero el vacío que John Terry dejó en la defensa le costó la
liga en Navidades, mientras que la ya habitual plaga de tullidos (Ashley Cole y Robben
jugaron literalmente cojos, Ballack enfureció a su manager al marcharse a Alemania a
operarse) y una nefasta tanda de penaltis condenaron al Chelsea a una nueva eliminación en
semifinales de Champions, de nuevo contra el Liverpool. A menudo se dice que este fue el
año del divorcio definitivo entre el técnico portugués y la cúpula del Chelsea, olvidando que a
nivel de partidos disputados fue el más exitoso de la carrera de Mourinho como entrenador
(la liga portuguesa sólo cuenta con 30 jornadas, e incluso el año de José junto a Robson en la
liga de 22, el Barça no pasó de los 63 partidos oficiales).
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
“El modo de trabajar esta velocidad de pelota no pasa por situaciones analíticas. Yo voy
mucho más por un buen juego posicional, por la seguridad que todos los jugadores tienen al
saber que en determinada posición hay un compañero, que desde el punto de vista
geométrico hay algo construido en el terreno de juego que les permite anticipar la acción.”13
En el Chelsea, Mourinho había creado las condiciones de surgimiento del 4-3-3: surgió
del 4-4-2 como el rayo emerge de la densa nube. Ya en el Oporto había ocurrido de una
manera similar, y en ambos casos hubo la necesidad de guarecerse en el 4-4-2 cuando surgió
el inevitable acomodo o los rivales aprendieron a defenderse de los extremos. Lo que
aprendemos de Mourinho es que los rivales pueden neutralizar en última instancia las altas
velocidades de juego, pero lo importante entonces es bajar el pistón y volver a esa densa
nube de pases continuos. Puedes evitar una goleada, pero no una victoria por aplastamiento a
cargo de once jugadores que actúan como un único bloque. Es este blindaje frente a la
decadencia futbolística lo que hace a Mourinho más fuerte que los demás: donde otros
equipos asisten al final de un ciclo virtuoso, él sólo ve la posibilidad de guarecerse en los
fundamentos del equipo a la espera de emerger como una nueva y esbelta máquina
futbolística.
En el Inter, sin embargo, no todo sería tan fácil, y hasta cierto punto se invertiría el
orden natural de la gestación. Al llegar a Italia, José sugirió que tras mucho estudio de los
equipos rivales en Serie A había concluido que la vía de la victoria era ensanchar el campo.
Exigió a Ricardo Quaresma junto a Amantino Mancini y alternó entre el 4-3-3 y un 4-4-2 de
alas anchas que ya había ensayado en su última y fallida etapa en Inglaterra. Los resultados no
llegaron, como si la gestación táctica se opusiera tenazmente a un injerto que invertía su
orden natural. José se sintió tan desprotegido que no tuvo más remedio que volver al rombo
estrecho, desde el que ya sí planificó su segunda temporada con la petición expresa de
Wesley Sneijder y Diego Milito. Actualmente los extremos aguardan en el ostracismo, quién
sabe si esperando la ocasión propicia para salir del cascarón. Mientras eso no ocurra, el
desgaste táctico y mental del Inter será máximo, pero las victorias, al menos en el Scudetto,
estarán garantizadas. Con su 4-4-2, Mourinho siempre juega en casa.
Desaire al lesionado
"No hay relación. Mi relación con los jugadores lesionados no es especial. Los jugadores
lesionados están con el departamento médico.”14
Un jugador lesionado es como un soldado herido: sólo sirven los que pueden empuñar
un arma. Si no están dispuestos a sacrificarlo todo, incluso una lesión que acabe con sus
carreras deportivas, no existen, y por tanto son contados directamente como bajas en la
contienda. Para el futbolista no hay largo plazo; hay el aquí y ahora. La mirada estratégica es
exclusiva del entrenador, detentador único de la prudencia, libre para ejercerla o no. La
estrategia es inteligencia desplegada en el tiempo. Para el futbolista, en cambio, sólo existe la
versión sincrónica de la inteligencia, que es la "táctica": cómo gestionar movimientos en el
espacio del aquí-y-ahora (éste partido, siempre éste partido). A menudo se ha acusado a
Mourinho de maltratar a los jugadores, pero lo cierto es que ninguno ha triunfado tras ser
13
Ibíd., p. 103.
14
Mourinho, en declaraciones a The Independent, 10 de mayo de 2007.
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descartado por él (sólo hay un caso: Lass Diarra). Hall of fame o cuesta abajo, ésa es su ley.
Cuando le da la titularidad a un joven y lo hace incuestionable, confía en el “efecto Piqué”.
Hay casos que demuestran que es posible, pero muchos otros fracasan en el intento.
La guardia pretoriana
“Para mí, un jugador es un todo, tiene características físicas, técnicas y psicológicas que
tengo que desarrollar como un todo. […] Cuando dicen que el Oporto está muy buen
preparado físicamente, yo rechazo eso totalmente. Mi equipo usa una metodología que
rompe con todos los conceptos tradicionales del entrenamiento analítico. Entrenamos según
un concepto al que llamamos “ligazón de todos los factores”, en el que trabajamos todo
simultáneamente, inclusive el factor motivacional.”15
“Nunca corremos, excepto con el balón. [El primer día de pretemporada] aparecí con las
zapatillas de correr puestas. Mourinho me miró sorprendido y me dijo: ‘puedes dejarlas en el
fondo de tu bolsa. Conmigo nunca las necesitarás’.” Didier Drogba16
El que juega bien, repite. El que falla, se cae. Las rotaciones planificadas son para los
débiles y espantadizos. Si se piensa, la lógica de “guardia pretoriana” de Mourinho en las
alineaciones está cimentada en la periodización táctica: por primera vez, el fútbol ha
conseguido la correspondencia entrenamiento-partido. Antiguamente sólo conseguía
transferir la actitud, la entrega (“se juega como se entrena”; “este Capello los ha metido en
cintura”, “lástima que no estén inspirados de cara al gol”). Ahora lo transfiere todo: todo el
código pasa sin pérdida: se entrena como se juega, y no es casualidad que esto evite lesiones
musculares y reduzca la fatiga. Si juegas como entrenas y no entrenas con balón, perseguirás
sombras todo el partido porque a rapidez contra el balón siempre se pierde, por exceso o por
defecto. La duración interna del fútbol la marca siempre el balón; adaptarse a esa duración, a
la velocidad del juego, es lo que ha conseguido Mourinho. Antes, el balón iba por un lado y
los jugadores por otro; había que confiar en el milagro del encaje de dos tiempos distintos: el
de los atributos entrenados y el ritmo del partido. Mourinho tiene el mérito de haber
denunciado esa falsa dualidad, pero también de haber dado al mixto sus propias reglas de
mejora; antes nadie sabía cómo producir el código; confiaban en un ensamblaje sobre la
marcha. Él ha inventado un lenguaje de la multiplicidad, del partido, y lo ha parcelado sin
analizarlo en elementos ficticios. Cada ejercicio del entrenamiento es un bloque de duración
futbolística, un bloque de partido real, con todos sus elementos incluidos, pero precisamente
por ello carente de todo cuanto un entrenador tradicional podría haber supuesto. José ha
descubierto todo un fondo de cosas que suceden en el campo y que se pueden enseñar a tus
jugadores: sus análisis de rivales y sus informes preparatorios dan cuenta de este nuevo
ámbito previamente vedado por incognoscible (demasiado pequeño o demasiado grande
para el jugador). Al mismo tiempo, se le ha devuelto la dignidad al futbolista, que ya no es
una bestia de carga a tiempo parcial o una máquina de meter pases, poner centros, etc. Ahora
todo tiene un antes y un después dentro del partido; el fútbol no se compone de notas
aisladas, sino que es una melodía desplegada que todos pueden leer y escribir. Hasta hace
poco, Mourinho era el único entrenador de alto nivel que no utilizaba preparador físico:
siempre se entrena con balón, siempre situaciones reales de juego, siempre escenarios "de
batalla" con fuego real. En consecuencia, sus entrenos son los más cortos: nunca más de 90
minutos.
15
Mourinho, revista Ideias & Negocios, junio de 2003, en Ibíd., p. 39.
16
Bruno Oliveira et al., op. cit., p. 13.
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“Históricamente, el Liverpool es un monstruo. Pero en los últimos años podéis ver que sólo
juegan una competición y sólo tienen éxito en eliminatorias. No soy un hombre de
estadísticas, pero creo que en la Premiership el Chelsea puede tener 60 puntos más que el
Liverpool. Eso es mucho. Tenemos que admitirlo y elogiarles por ello: han ganado la
Champios League, FA Cup y de nuevo están en las semifinales de la Champions. Pero, desde
enero, sólo han jugado una competición: la Champions League.”17
La relación de Mourinho con la Champions League es la del Capitán Ahab con Moby
Dick: la tuvo, la vio, es suya, pero se le resiste el esperado reencuentro. Confecciona mapas
para llegar a ella, su obsesión en el Chelsea fue idear un sistema anti-Barça y lo consiguió,
primero con el 4-3-3 de contraataque fulminante, luego con el 4-4-2 rocoso, el mediocampo
más implacable que haya visto el fútbol moderno con Makélélé, Essien, Ballack y Lampard. En
ambos casos consiguió superar al Barcelona, su único rival en la conquista de Europa, el
ladrón del trofeo que le pertenecía. Y he aquí que no se preparó para el rival que acechaba
agazapado, superando rondas a golpe de lecciones tácticas: Rafa Benítez, el anti-Mourinho.
Dos veces se cruzó en su camino en semifinales y dos veces le apartó del cachalote blanco a
base de azares y trampantojos: un gol fantasma de Luis García y un fallo a puerta vacía de
Gudjohnsen; una tanda de penaltis dos años después.
“Todo se basa en la unión, y es una forma de hacer salir el carácter de la gente. Nos
juntamos en el vestuario, poniendo los brazos alrededor de los demás y uno de nosotros dice
algunas palabras y termina preguntando: ‘¿quién somos?’ Todo el mundo grita: ‘Somos el
Chelsea’.” Frank Lampard18
No es casualidad que Mourinho falle en los penaltis, justo el único momento del partido
en el que se produce una desconexión del ritmo. ¿Qué une el partido con los penaltis?
Encontrar esa continuidad sería un trabajo de genio. Hasta que alguien lo consiga, habrá que
tirar de entrenamiento específico. Pero hay esperanzas; quizá el secreto está en hacer ver a tus
jugadores que tirar un penalti en la fatídica tanda no es algo distinto a hacer su labor en el
campo durante el partido, que no hay desconexión, como tampoco la había entre ataque y
defensa. ¿Por qué Frank Lampard nunca falla un penalti, sin ser un golpeador magistral del
balón? Sus goles desde los doce metros son implacables sin ser imparables. Muchas veces el
portero acierta el envío, lo roza, lo tiene, pero una variación mínima genera la diferencia entre
la equis y el círculo. Lampard sigue en el partido durante la tanda de penaltis; la música de su
equipo sigue sonando en su cabeza, diciéndole que es necesario, que tiene que jugar su
papel. Frank es el portador del ritmo global de su equipo; demuestra que no hay
desconexiones, que no hay especialistas, que no hay atributos que valgan cuando has
interiorizado el movimiento de conjunto. Cuando José llegó al Chelsea, una de las primeras
cosas que hizo fue encargar a Lampard el lanzamiento de todos los córners y faltas cerca del
área, sin duda impresionado por la voracidad del centrocampista a la hora de asimilar nuevos
conceptos. Frank nunca era y nunca será un especialista a balón parado; su golpeo no es
magistral, nunca jugará en la liga de Pirlo, Cristiano o Ronaldinho. Pero tenía algo a su favor:
conocía a la perfección el tempo de su equipo, y ello le permitió, para probable sorpresa de
sus anteriores técnicos, que no confiaron en él, erigirse en uno de los lanzadores más temidos
de Europa. Bajo el mandato Mourinho, Frank Lampard sólo falló un penalti de todos los que
17
Harry Harris, op. cit., p. 333.
18
Ibíd., p. 14.
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tiró, y fue ante su ex equipo, el West Ham, en una eliminatoria de Carling Cup bajo un
ambiente infernal (botellazo previo incluido a Kezman que rompió el ritmo del partido) pero
que el Chelsea acabó ganando de todas formas. El éxito de Lampard certifica que un jugador
es mucho más que la suma de sus atributos; es su capacidad de prestar oídos al reloj interno
de un partido (y lo que oye no es precisamente un tic-tac monótono y homogéneo, sino una
melodía que para el resto bien parecería un enjambre de abejas). Dicho esto, no podemos
dejar de señalar el absurdo: ¿por qué José dio entrada a Gérémi por Makélélé en el minuto
118 de las semifinales contra el Liverpool? Fue un gesto impropio de él. Pensó que los penaltis
eran realmente algo al margen del partido, y se equivocó. Gérémi, especialista a balón parado,
no supo marcar porque no tuvo tiempo para prestar oídos al ritmo de aquella música.
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Existen en todos los campos de la vida ciertos personajes que abren nuevos caminos,
desarrollan nuevos paradigmas y crean escuela con su forma de entender aquello a lo que se
dedican. A partir de ellos la visión cambia, se crean nuevas corrientes de pensamiento y acción
y muchos son los que siguen sus principios tratando de refinarlos con ciertas ideas propias.
Superar al maestro, esa es la búsqueda de los que llegan detrás. Y, aunque algunos puedan
alcanzar cotas superiores, ser el vanguardista, el pionero, la referencia es lo que marca la
distinción y hace que pasen a la historia, más allá de sus logros. Ser imitado, ser estudiado, ser
perfeccionado… es lo máximo que puede soñar cualquier profesional. Más aún si sus
“discípulos”, aquellos que estuvieron con él en la gestación y desarrollo de sus modelos, los
llevan a la práctica 20 años más allá y los logros también les acompañan. Bajo estas
condiciones, a estos grandes genios sólo les queda mirar atrás y regocijarse por haber
marcado uno de los caminos hacia el éxito, ese deseo que se muestra tan esquivo para la
mayor parte de los humanos.
En el mundo del fútbol esto no podía ser menos. Y entre sus legendarios pioneros
cuenta con la figura de Arrigo Sacchi, el maestro de la zona, del achique, de la presión, la
distancia entre líneas, de la organización suprema de sus jugadores. Hablar de Arrigo Sacchi
es hablar de exquisitez táctica o de amor incondicional por el juego y sus variables. Pero, por
encima de todo, Arrigo representa la base sobre la que se sostienen los principales pilares del
fútbol que hoy se desarrolla. Sacchi es estudio, análisis, perfeccionamiento, trabajo buscando
la excelencia. Y todo ello desarrollado sin los adelantos tecnológicos con los que se cuenta
hoy en día. Es fútbol en esencia pura.
El adagio nunca se equivoca, “Vendrán otros que te superaran”, pero Arrigo puede
estar orgulloso por haber creado escuela y ver como sus alumnos, algunos más aventajados
que otros, llegan al estrellato partiendo de sus ideas. Sin él, posiblemente, no sería lo mismo
para estos nuevos ricos del fútbol mundial. Quién sabe si Capello, Ancelotti, Rijkaard,
Donadoni o Van Basten habrían llegado hasta donde lo han hecho sin la ascendencia Sacchi.
Muy posiblemente no.
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Maradona y Platiní, las estrellas del Calcio a la llegada de Berlusconi a la presidencia del Milán.
Pongámonos en situación, Italia final de la década de 1980. El 24 de Marzo de 1986
llega a la presidencia del Milán Silvio Berlusconi, por aquel entonces un fuerte empresario de
la televisión en Italia, con la clara intención de sacar al equipo de su ciudad de una crisis
galopante de resultados que lo tenían alejado de la conquistaba de títulos desde el Scudetto
logrado en la temporada 1978-79. En esos momentos la Juventus domina el Calcio contando
con Trapattoni en el banquillo y con Michelle Platini como comandante de armas en el
campo. Los bianconeros viven una de sus mejoras épocas históricas, “Il Trap” ha conseguido
construir un equipo campeón que conquista casi todos los títulos posibles, dos Scudettos, una
Copa de Europa, una Recopa, una Súper Copa de Europa y una Intercontinental, además de
una Copa de Italia. Trapattoni se marcha al Inter de Milán buscando nuevos retos y dejando a
su estela un equipo para el recuerdo.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
conquista del Mundial de 1986 por parte de la Argentina del Diego hace crecer la autoestima
del equipo napolitano y el impacto de la figura de Maradona, tras el enorme mundial
disputado en México, permite a los dirigentes formar un equipo con potencial para pelear
contra el Norte.
La situación, por tanto, no podría parecer más desoladora para los seguidores
milanistas. A pesar de contar con un empresario que posee un gran capital económico en la
directiva en la figura de Berlusconi. Su más enconado rival, el Inter, cuenta en su banquillo con
el mejor entrenador del campeonato. La Juventus, su histórico rival con el que conforma del
derby de Italia, vive su mejor momento histórico con un plantel campeón de todo y en el Sur
ha crecido un molesto grano que parece querer usurpar el poder fáctico del Norte.
La salida de Trapattoni incide en el rendimiento de la Juventus, aunque su llegada al
Inter no tiene, todavía, la relevancia esperada-hacer un equipo campeón lleva su tiempo y a “Il
Trap” le costaría alguna temporada más conseguirlo- y el ascendente Maradona- en el mejor
momento de su carrera- lleva al Nápoles a creer que el Sur puede, por fin, derrocar al Norte.
Finalmente la Societá Sportiva Calcio Napoli conquista su primer título de Liga en enconada
lucha contra Juventus e Inter de Milán.
Mientras tanto Berlusconi trata de hacer un equipo solvente para entrar en la pelea
contra, en ese momento, los tres gigantes del fútbol trasalpino. Tras llegar a la presidencia
rossonera no duda en utilizar su talonario en su búsqueda de formar la mejor escuadra del
fútbol italiano. Así llegan en el verano de 1986 Roberto Donadoni, Daniele Massaro, Giuseppe
Galderisi, Dario Bonetti y el portero Giovanni Galli que se unen a Pietro Paolo Virdis- el
capocannoniere con 17 tantos esa temporada- en los prolegómenos una nueva época dorada
del A.C. Milán-. A pesar de esos fichajes la temporada no es exitosa para el club lombardo,
que acaba quinto en la Serie A, cumpliéndose los presagios de que los buenos tiempos
todavía no estaban por llegar.
Sin embargo los acontecimientos se suceden a una velocidad de vértigo cambiando el
rumbo de la historia muy rápido, gracias a que Berlusconi acierta en dos decisiones que serán
totalmente relevantes. Por un lado su chequera le permite firmar a dos jugadores que
compondrán una delantera mítica en el fútbol europeo en los siguientes años y su intuición le
hace confiar en un entrenador con sólo una temporada de trayecto en la Serie A, tras
ascender con el Parma, que como jugador sólo militó en categorías no profesionales del
fútbol italiano y que se convertiría en uno de los más grandes innovadores del fútbol
moderno.
La llegada de Ruud Gullit -el tulipán negro- y de Marco Van Basten -el cisne de Utrecht-
más el acierto en la contratación de Arrigo Sacchi- el hijo del zapatero de Fusignano- darían
comienzo a una era dorada del A.C. Milán. Una temporada más tarde llegaría al club
lombardo Frank Rijkaard -el cometa de ébano- para terminar de perfilar un once para el
recuerdo que conquistaría dos Copas de Europa de forma consecutiva.
La historia cambia con la llegada de los tres holandeses. Rijkaard, Van Basten y Ruud Gullit
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Sin embargo, la salida del cuadro lombardo de Sacchi no fue tan positiva como su
estancia en él y parece estar salpicada de la polémica y el enfrentamiento. Cuentan las
lenguas que mantuvo una agria disputa con Marco Van Basten que terminó con su periplo en
Milán. La obsesión de Arrigo por el fútbol era tan grande que quería aprovechar cualquier
momento para instruir a sus pupilos. En ese afán por mejorar a su equipo se acercó a Van
Basten mientras este almorzaba para hacerle una apreciación sobre su juego, la cual no
entendió “El cisne de Utrecht” que se giró para decirle a Sacchi que no aceptaba que le
hablara de fútbol mientras comía. Aquello supuso el detonante de un enfrentamiento entre
ambos que, según cuentan, llevó a Marco a plantear un ultimátum a Silvio Berlusconi: “O
Sacchi o yo”.
Al finalizar la temporada 1990-91, Arrigo se desvinculaba del Milán rumbo a la selección
italiana, a la que llevaría al subcampeonato mundial. Aunque su carrera ya no sería la misma,
los éxitos no le acompañaron y siempre será recordado por su primera etapa en Milán-
volvería al club lombardo en los años postreros de la década de los 90-, cuando su equipo
era conocido como “Los inmortales de Sacchi”, no tanto por sus triunfos- que no fueron
pocos, con un Scudetto, dos Champions League o dos Intercontinentales como títulos más
importantes-, sino más bien por la novedosa concepción del juego que implantó el técnico de
Fusignano en aquel equipo.
La herencia dejada por este genio fue bien aprovechada por su principal y primer
alumno, Fabio Capello, que refinó el modelo haciéndolo más competitivo si cabe, aunque
menos brillante. Aquel equipo, conocido como “Los invencibles”, consiguió establecer la
mágica cifra de 56 partidos de Liga sin conceder una derrota. No sabremos qué habría pasado
si Arrigo Sacchi hubiera continuado al frente de aquella maravillosa nave que creó, pero si
conocemos cual fue la estela seguida por esta. Y no está de más reconocer que parte de
aquellos éxitos de los “invencibles” se deban a sus predecesores “inmortales”.
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Un equipo es más que los jugadores titulares, pero Sacchi tenía un 11 que se podía
recitar de memoria y que analizamos a continuación, como otros grandes equipos míticos de
la historia del fútbol. El posicionamiento de partida era un clásico 1-4-4-2, aunque pudimos
ver que este era un equipo bastante flexible, con futbolistas que cambiaban de posiciones, de
roles o en las tareas que realizaban. Eso sí, casi siempre sin modificar una idea de partida, el 4-
4-2 más clásico, desde el que desarrollar los movimientos de ataque o defensa. Los hombres
de Arrigo eran:
Galli; Tasotti, Costacurta, Baresi, Maldini; Colombo, Donadoni, Rijkaard, Ancelotti; Gullit y Van
Basten.
Giovanni Galli era el dueño de la portería, internacional con Italia en el mundial de
México 86, veterano y experimentado. Podríamos definirlo como un portero correcto, sin
alardes, no era una súper figura pero cumplía su cometido. Bueno en el posicionamiento, con
buena lectura del juego-al tener delante una zaga con tendencia al achique y a tirar el fuera
de juego le tocaba hacer en muchas ocasiones de hombre libre- y con un correcto juego de
pies, algo importante en un equipo que tenía entre sus variantes el juego directo desde el
portero a los delanteros.
La línea de 4 era un primor en cuanto a compenetración. Combinaba fortaleza,
velocidad, calidad técnica, juego aéreo y sobre todo conjunción y concentración. Tasotti
ocupaba la plaza de lateral derecho, durísimo en la marca y el habitual receptor del primer
pase en corto de Giovani Galli. No era demasiado ofensivo, pero tenía capacidad para el
centro cuando se proyectaba en el ataque. La pareja de centrales la conformaban Costacurta
como central marcador, intenso en el marcaje, fuerte, con concentración, el hombre que salía
a la espalda de los mediocentros a perseguir a los delanteros rivales y Baresi como libre, el
comandante del equipo, el sostén en el aspecto táctico, lo más parecido que se ha visto a
Franz Benkenbauer en muchos años, desaliñado en el aspecto, pero exquisito en lo técnico y
con una jerarquía extraordinaria, pura elegancia en conducción y con gran golpeo de balón en
largo. Junto a ellos completaba el cuarteto un joven Paolo Maldini en los comienzos de su
carrera, un jugador que ha marcado todos los hitos como rossonero y que ha batido todo los
records del club, rápido, alto, elegante, reactivo, gran marcador, con proyección ofensiva,
calidad en el centro y manejo de ambas piernas, además de un seguro en el juego aéreo.
En la zona ancha, otros cuatro hombres. Por la derecha actuaba Colombo, un interior
clásico, hombre de banda puro, con gran recorrido, ida y vuelta, ofrecía muchas ayudas en el
aspecto defensivo y era el que proporcionaba la amplitud por la derecha, donde Tasotti no
era un lateral de demasiada proyección ofensiva. Quizás fuera el hombre más flojo desde el
punto de vista técnico, pero era un alarde de despliegue físico, subía y bajaba la banda para
participar en ataque y defensa. La pareja de mediocentros era un autentico lujo, una
combinación de técnica, despliegue y físico. Donadoni era el reggista del equipo, el
futbolista más endeble físicamente de los once titulares, pero con una técnica bastante
depurada. Era el receptor habitual del primer pase desde la defensa y mostraba gran precisión
en el desplazamiento en largo, además de jugar rápido en corto. Destacaba por una gran
visión en el juego y una gran inteligencia táctica tanto ofensiva como defensiva. Junto a él
aparecía Rijkaard, como todocampista, brutal en lo físico, depurado en lo técnico, verlo jugar
era un éxtasis para los sentidos, combinando fuerza bruta con exquisitez técnica-la bella y la
bestia unidas en un solo jugador- . Fortísimo desde el punto de vista defensivo, poderoso en
la conducción de balón y con calidad en la distribución, poseía también una gran capacidad
para aparecer desde la segunda línea. El cuarteto lo cerraba Ancelotti como interior zurdo,
jugando a pierna cambiada y con tendencia a la diagonal interior. Podríamos decir de él que
era un jugador completo, podía actuar por el centro, como interior o como mediapunta. Su
tendencia natural era a aparecer por dentro dejando la banda abierta a las subidas de Paolo
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Maldini desde el lateral. Era el jugador de mediocampo con mayor llegada, con un gran
disparo de media distancia, con calidad en el desborde y que trabajaba muy bien en el
repliegue, aunque no al nivel de Angelo Colombo.
Colombo, Donadoni, Rijkaard y Ancelotti conformaron una de las líneas de
mediocampo más antológicas de la historia del fútbol moderno, cuatro hombres capaces de
jugar en ambos campos, de ser participativos y desequilibrantes en ataque y de ser
comprometidos y trabajadores en el aspecto defensivo. Como el resto de compañeros,
aportaban sus cualidades técnicas y físicas al servicio del colectivo.
Y como puntas de lanza aparecía una pareja de máximo lujo, dos diamantes de los más
altos quilates, dos hombres espectaculares en lo físico y en lo técnico que, además,
combinaron como pocas parejas del mundo, ya no sólo en el Milán de “Los invencibles”, sino
también en la selección holandesa campeona de Europa en 1988. Marco Van Basten y Ruud
Gullit pasaron a la historia como una de las más prolíficas sociedades que se han visto en el
fútbol. Ruud era la potencia en su máxima expresión, un jugador total, que podía actuar
como interior, mediapunta o delantero. Con el paso de los años fue retrasando su posición
hasta jugar de libre en la Sampdoria o el Chelsea, lo que demostró que su fútbol no sólo era
físico, sino que sus dotes técnicas eran elevadas. Destacaba por su zancada, que le otorgaba
una punta de velocidad desbordante, y por su físico espectacular. Un rematador de cabeza
implacable, móvil, caía a bandas y desde allí retaba a unos rivales impotentes ante su cambio
de ritmo y arrancada, bajaba a recibir entre líneas o era el receptor del juego directo al más
puro estilo “Didi Drogba”. Junto a él actuaba Marco Van Basten, pura elegancia en un
terreno de juego, un bailador de claqué de más de 185cm que danzaba sobre la pelota, puro
caviar, con un olfato goleador demoledor y una técnica individual casi sobre humana. Su
figura quizá sea menor dentro del ámbito del fútbol debido a la fragilidad de sus tobillos, un
problema que le apartó muy joven de los terrenos de juego y que le llevó a pasar un calvario
en cuanto a lesiones. Fue considerado el mejor jugador del mundo en los últimos años de la
década de los 80 del siglo XX. Un jugador que marcó una época por la combinación de su
técnica y su espigada figura, mostrando una coordinación de bailador de ballet, impropia de
su físico. Era la guinda al pastel que era este equipo, un depredador de área que destilaba
lujo en sus pies, pudiendo jugar alejado de la portería sin ningún tipo de problemas a la par
que era letal en la definición con amabas piernas o con la cabeza.
Más allá de los éxitos colectivos e individuales conseguidos por los integrantes de aquel
A.C. Milán de finales de la década de los años 80 del siglo XX, ese equipo es recordado por la
concepción de su juego. Su ideólogo, Arrigo Sacchi, creó una nueva corriente que muchos
otros tomarían para hacerla suya. Aunque también hay que decir, en honor a la verdad, que
muchos de los principios de juego que desarrolló aquel equipo no eran nuevos. Lo novedoso
fue su aplicación tan extensiva y sobre todo en el marco en el que esta se produjo.
Hablamos de Italia, el país del catenaccio, de la dureza en las marcas individuales, del
hombre libre, del contragolpe y de la búsqueda del error. Algunos llevarían todo esto más
allá catalogando al fútbol italiano como aquel que desprecia la vistosidad o en el que reina la
mezquindad y para el cual el resultado es el todo, más allá del camino para lograrlo.
Así que podemos decir, sin margen de error, que la irrupción de Sacchi rompió moldes
en un ambiente anquilosado, que vivía en su pasado y del que se jactaba por los éxitos
cosechados. Ese Milán trajo aire fresco, una concepción del juego casi filosófica que parecía
muy difícil de implantar por aquel entonces en aquel marco terrenal, pero que era ganadora
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más allá de sus atributos estéticos. Ese Milán ganaba con un estilo propio y diferente al del
resto de sus competidores, era un equipo con sello único que no imitaba a nadie.
La gran diferencia aparecía en el concepto defensivo bajo el que trabajaba el equipo,
tan alejado de los patrones clásicos del Calcio italiano de toda la vida. Arrigo rompió las
marcas individuales, todo el trabajo era colectivo y zonal, adelantó las líneas y buscó alejarlas
de su portería, el fuera de juego era una obsesión. Rompió con el repliegue intensivo y buscó
el achique de espacios, salir ahogando al contrario junto a una zona presionante que asfixiaba
al poseedor del balón. Y todo ello siempre bajo una serie de condicionantes muy claros que
mostraba el adversario. Nada surgía de manera espontánea, los once jugadores de Arrigo
eran, por encima de todo, tremendamente inteligentes y aplicaban el libreto sólo en las
condiciones que eran idóneas para ello. Era raro ver cometer errores de bulto a los jugadores
desde el punto de vista defensivo. La maquinaria parecía la de un reloj suizo, con una
coordinación absoluta y altísimas dosis de concentración defensiva como bases.
En ataque el talento marcaba las diferencias, alternaban el juego directo, con el toque,
aunque si la ocasión no lo imponía, los riesgos tomados eran mínimos. La principal cualidad
de este equipo era no conceder al rival situaciones para agredirle. Si llegaban al área de Galli
debía ser por talento individual no por concesiones propias. Ya se veía en aquella época un
gran manejo de las transiciones tanto ofensivas, como de las defensivas
La concepción del juego era total. Este equipo defendía pensando en el ataque-
achique, ahogo del rival, recuperación y transición ofensiva de vértigo- . Y atacaba estando
preparado para defender y evitar que el contrario tuviera grandes autopistas para
contragolpear, sin olvidarse de la fase defensiva-llegaban los jugadores justos a las zonas de
remate y el resto se posicionaban para ganar los rechaces o evitar que el rival pudiera
contragolpear rápido y con peligro consiguiendo una transición defensiva muy productiva y
rápida que obligaba a los jugadores contrarios a resignarse a buscar la manera de atacar en
estático-.
La gran diferencia táctica de este equipo sobre el resto era su capacidad para achicar los
espacios. Vivía por y para ello, no dejar respirar al rival era la base de todo el entramado
táctico tanto defensivo como ofensivo. Como decíamos antes, existían unos marcadores que
indicaban cuando era un momento propicio para adelantar líneas y ahogar al contrario. Un
pase atrás u horizontal suponía que todo el Milán adelantara metros, las dos líneas de 4
subían su ubicación en el campo a la vez. Una recepción de espaldas llevaba asociada la
consiguiente presión sobre el rival que recibía, quedándole sólo dos opciones, proteger el
balón y driblar al contrario o un pase atrás con el consiguiente adelantamiento de
mediocampo y defensa milanista. Si el rival recibía la pelota en posiciones cercanas a la línea
de banda cuatro –en ocasiones incluso más- jugadores cerraban su progresión o líneas de
pase.
Esos eran los marcadores claros para buscar el achique, recepción de espaldas, apertura
a banda del rival o un pase horizontal o hacia atrás. Nunca se achicaba sin que existiera
presión sobre el poseedor del balón para evitar que este pudiera buscar un pase vertical a la
espalda de la defensa. En este menester destacaba un jugador por encima del resto, Franco
Baresi era quien daba la orden de salida para que sus tres compañeros de zaga adelantaran su
posición, y con ellos todo el equipo.
El achique tenía dos finalidades, según la zona del campo donde se produjera.
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A la vista de las imágenes se puede constatar que el achique practicado era muy
ortodoxo en el sentido de ocupar los espacios de manera racional, la única finalidad era
nublar la vista al contrario que tenía la posesión del esférico ante la acumulación de rivales
que le iban a presionar y obligarle a perder el balón o pasarlo a un compañero en posición
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incorrecta. Eso sí, la velocidad y la precisión con la que se movían todos los jugadores era
digna de elogio y señal inequívoca de muchas horas de entrenamiento y perfeccionamiento.
Las zonas para realizar el achique de espacios preferentes eran los pasillos laterales. Allí
cuatro o cinco jugadores cerraban todas las líneas de pase y dejaban al rival sin posibilidad de
combinar con un compañero. La única alternativa era la jugada individual o la pérdida. En la
siguiente imagen se observa esta situación:
Aunque esa reducción de espacios no sólo se aplicaba en las zonas cercanas a la banda,
donde uno de los caminos estaba cerrado por el final del terreno de juego. Si el rival recibía
de espaldas, ese achique también se llevaba a cabo en posiciones más centradas como
podemos constatar en la siguiente imagen:
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Esta era una de las armas fundamentales de este Milán de Arrigo Sacchi, achique para
buscar la recuperación y transición ofensiva de vértigo con desmarques de ruptura e
incorporación de un par de jugadores de mediocampo para finalizar en tres toques el
contragolpe. Ese equipo defendía buscando el ataque rápido y virulento.
A la hora de atacar, si la situación no lo requería-como por ejemplo, un marcador en
contra o la necesidad de remontar un resultado en una eliminatoria-, no se solían sumar
excesivos jugadores a la zona de definición o remate. La idea de base era tener el control para
realizar una transición defensiva tranquila y en la que participaran el mayor número de
jugadores propios evitando que el rival tuviera grandes autopistas para contragolpear. Este
equipo atacaba sin descuidar la fase defensiva, manteniendo el rigor defensivo por encima de
la acumulación de opciones de remate.
Esto se puede observar en la siguiente imagen:
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El resto de jugadores se encuentra fuera de la zona de ataque para evitar una posible
salida rápida del rival en caso de recuperación del balón o despeje. Atacaban con mucha
verticalidad y sumando los mínimos efectivos posibles para no dar concesiones al rival.
Portería a cero, ese era el principal mandamiento para estos once “Inmortales”. Y para ello
una premisa era fundamental, atacar sin descuidar la defensa.
Sacchi impuso en su equipo una serie de conceptos tácticos que son ampliamente
aplicados en la actualidad por los grandes equipos. La zona como principio de organización,
el achique como credo absoluto, el dominio de las transiciones como arma fundamental para
el control total del juego y la verticalidad en el aspecto ofensivo como arma atacante. Incluso
podemos constatar que hace 22 años ya utilizaba una defensa mixta en las estrategias
defensivas, una de las más ampliamente utilizadas en la actualidad.
Sin lugar a dudas, hablar del A.C. Milán de Sacchi es hablar del comienzo del fútbol
moderno. Su visión sobre la concepción total del juego, “se ataca pensando en defender, se
defiende para atacar rápido al contrario”, está ampliamente arraigada en los mejores
conjuntos del fútbol mundial actual.
Así funcionaba tácticamente la primera gran máquina táctica de fútbol total de la época
moderna de este deporte. Un equipo hecho a imagen y semejanza del gran visionario Arrigo
Sacchi. Enhorabuena a aquellos que pudieron disfrutarlo. Pasaron muchos años hasta que
ocurra una transformación tan radical en los conceptos de juego. Si es que esta llega a
producirse.
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“El entrenador debe dominar el entorno y también saber donde trabaja para poder llevar a
cabo su proyecto. Muchas veces hay distintas trabas en el camino. Como en la vida, la
inteligencia, unos buenos principios y el dominio de todo tipo de situaciones hará que todo
sea más cómodo y fructifico”.
Cada club tiene su política deportiva, como digo siempre, todas son respetables,
ninguna asegura el éxito o el fracaso pero algunas son mejores que otras. Un modelo común
en España es el de Presidente-Director Deportivo-Entrenador, siendo el último el encargado
de gestionar la plantilla en el día a día y elegir un once. Luego está la versión inglesa,
Manager con poder para todo. También dudoso ya que es difícil que un entrenador sea capaz
de entrenar diariamente, ojear rivales, buscar nuevos jugadores, encargarse de la gestión de
altas y bajas y luego llevar a cabo las negociaciones de todas las operaciones. Delegar
también es correcto, un cuerpo técnico de calidad es otra de las misiones del entrenador.
En el término medio puede estar la virtud, pero no creo en la figura del director general
y menos en los tiempos que corren ahora. Los clubes, salvo honrosas excepciones como el
Barcelona o el Villareal, no suelen tener un estilo determinado y además los presidentes fichan
entrenadores según los resultados, obviando su estilo o su metodología. Eso lleva a que los
jugadores acaben aprendiendo conceptos que su siguiente entrenador rechazará y por lo
tanto volverán a empezar de cero, con desventaja sobre quien hace los deberes. Además, el
entrenador de ahora, no tiene tiempo, tiene que ganar o ganar y desde el primer partido de
pretemporada. Esto es especialmente incoherente cuando apuestas por un entrenador que
periodiza la preparación física, empezando con entrenamientos de volumen que dan paso a
ciclos más cortos pero intensos. El objetivo, aguantar toda la temporada en un estado de
forma óptima, llegando a tope al final. Como el entrenador tiene que ganar desde el principio,
ya en pretemporada se busca la intensidad, empezar la liga como una moto para ganar el
crédito… ¡que ya perderás en la segunda vuelta!
Cuando un presidente o un director deportivo ficha a un entrenador, éste necesita
tiempo y poder trabajar haciendo y deshaciendo, contando con la confianza de quien le ha
contratado, sin que juzguen sus movimientos. Ya los resultados pondrán a cada uno en su
sitio, pero hasta entonces, en el ámbito deportivo el “boss” es el entrenador y él tiene todo el
poder en lo puramente futbolístico. La dirección técnica por tanto, no es algo más que unos
empleados a su servicio. Lo idóneo, una red de ojeadores de calidad, buenos negociadores y
jefes de cantera que trabajen acorde a lo que tú pides. Tú creas la plantilla, tú escoges las
posiciones a reforzar y previo análisis pides el perfil necesario a la dirección técnica. Si se
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“Un entrenador siempre debe mirar más allá de lo que cualquier persona puede ver con
observar un poco. La creación de plantilla es mucho más que fichar y vender jugadores
según la calidad o la posición de los mismos. Como siempre, el modelo de juego y los
sistemas también tienen relación con este apartado y lo difícil es que una cosa no va antes
que la otra, ¡todo es igual de importante!”
Confeccionar una plantilla es mucho más que seleccionar jugadores según el puesto a
reforzar. Como hemos defendido siempre desde este libro, hablar fuera de contexto no tiene
sentido y crear una plantilla imaginaria según distintos perfiles es algo más cercano al fútbol
ficción que a lo que se pretende en este libro. Para hacer un equipo, tenemos que ser
coherentes, escoger jugadores acordes a nuestro modelo y a nuestro sistema de juego.
Si buscamos un equipo que juegue con las líneas muy juntas, defensa adelantada,
“pressing” en campo rival y achicando siempre al poseedor de balón, necesitamos un portero
con conocimientos tácticos, que sepa actuar de “líbero” para contar un defensa más, acortar la
distancia y que pueda ir al cierre cuando el rival busque la espalda de nuestros defensas.
Capacidad para proteger a los zagueros, buen despeje, calidad con los pies para ser un apoyo
constante en la salida de balón y buena comunicación con los compañeros. Eso es lo principal,
también calidad en el mano a mano porque las ocasiones del adversario serán en
contragolpe, normalmente por el centro tras pase al espacio.
Si por el contrario tenemos un equipo de contraataque, que juegue cerca de portería y
que no tenga problemas en dar la posesión al rival, necesitamos un portero seguro con
garantías en las salidas aéreas. Buen golpeo de balón con la mano para contragolpear y
calidad en disparos lejanos.
Misma situación para la defensa. Si juega a treinta metros de portería se requiere
velocidad y agilidad, darse la vuelta rápido e ir al corte, anticipación y cobertura para
compenetrarte con tu compañero, criterio en la salida de balón porque tu equipo busca el
dominio del partido. Iván Córdoba, ejemplo de defensa que puede ser indispensable en un
equipo y que reste en otro según el modelo de juego de su club. En el segundo caso, con
equipos de repliegue intensivo y basculación sin un pressing agresivo necesitas altura y
contundencia, capacidad para sacar el balón de la zona de peligro y siempre atento por arriba.
No es tan importante la velocidad ni el giro de caderas porque tu equipo no deja espacios
para el recorte seco o el uno contra uno.
En los laterales, importante la elección según el estilo. Si tu equipo juega junto,
necesitan capacidad para resolver la jugada desde el lado débil, manejar el centro desde lado
contrario constantemente, gran déficit de Marcelo, por ejemplo. Equipo sin jugadores de
banda, requiere laterales largos, dos jugadores de perfil ofensivo, normalmente con la máxima
de que uno sube y el otro cierra. Calidad en los centros porque juegas con dos delanteros
referencias. Nunca está mal tener perfiles distintos, laterales que puedan jugar en el lado no
natural para hacer de “stopper” contra extremos que buscan la diagonal hacia dentro. Como
siempre, si juegas adelantado, velocidad para un repliegue efectivo y también calidad en las
subidas porque si el rival se cierra atrás el lateral es efecto sorpresa, jugador que ataca sin una
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marca fija. Sin embargo, si juegas cerca de tu área, un defensa ágil y rápido que no es bueno
en la basculación y no domina el centro pasado es sinónimo de muchos goles en contra.
Del centro para arriba, todo se hace más complejo porque parece claro que las defensas
de cuatro son las defensas “standard”. A partir de ahí, habrá quien juegue con 5
centrocampistas o puede que solo con dos. Un doble pivote significa entendimiento y
compenetración. Calidad en la cobertura y en la basculación y a partir de ahí combinaciones
de todo tipo. Un jugador destructor sin calidad táctica pero con despliegue, siendo el otro el
encargado de sacar el balón y jugar de medio centro posicional o dos jugadores de corte
defensivo, uno posicional, con marca sobre los media puntas y constantes coberturas y un
“perro de presa” con capacidad para perseguir al jugador estrella o crear superioridad en el
“pressing” zonal. Dos creadores es peligroso, jugadores que tienen la posesión y el dominio
pero también la necesidad de dar profundidad al equipo significa arriesgar y perder balones
con frecuencia. Si no robas, no juegas.
En un 4-3-3 el jugador que hace de vértice del triángulo tiene que ser un jugador de
calidad táctica, entendimiento con la defensa para hacer de tercer central cuando defiendes
jugadas por banda y atención en las coberturas para crear dos por uno al poseedor de balón
que es presionado por los interiores. Juego aéreo para los saques de portería, las acciones de
tercer central o los balones largos. Buscamos un ideal, pero a partir de ahí hay que escoger
pros y contras, la perfección no existe.
Los interiores se suelen dividir en organizadores, buen trato de pelota, combinar
horizontalidad con verticalidad, marcar el tempo del partido, saber qué hacer en cada
momento con el balón. Luego, están los llegadores, todocampistas con capacidad de marcar
el territorio defensivo y crear superioridad ofensiva dominando la zona de remate o la
segunda línea. Si tienes un equipo con poca calidad en el centro y mucho juego por bandas,
con calidad en el pase desde línea de fondo, un jugador del perfil Keita te puede ser más útil
que Xavi ya que es un jugador que defiende la zona y se incorpora, llega sin marca, los
centrales están fijados por el punta y es un puñal con capacidad aérea y disparo de media
distancia. Sin embargo, si tu equipo es velocidad, buen juego por el centro, delantero rápido y
búsqueda de pases profundos constantemente, Keita no aporta en la salida de balón y no
crea peligro ofensivo en estático. Muchas de las razones por las que un jugador es “bueno” en
un equipo y “malo” en otro es porque su perfil no se adapta al modelo de juego de su
entrenador. El jugador siempre es el mismo, el hábitat va cambiando.
La relación extremo-delantero también está muy próxima. Si tienes delanteros altos y
mucha calidad en el remate, Beckham puede ser más útil que Messi en un equipo. Un jugador
que centra desde todos los lados del campo y que la pone a la cabeza es más efectivo que
alguien que busca la diagonal hacia dentro donde los propios delanteros pueden hacer de
defensas en un momento concreto, quitándole terreno. Los extremos puros, que van hacia
dentro con facilidad necesitan metros y espacio, jugadores que lleguen y no estén para tener
el camino libre y que no haya embudo. Messi, siempre más efectivo en un 4-3-3 que un 4-4-2.
Por el otro lado, si tu delantero referencia es el Piojo López, tener un jugador cuya única
virtud diferencial sea el centro desde la banda, es tener un jugador inutilizado.
Jugar en un 4-4-2 con solo dos mediocentros implica despliegue defensivo de los
exteriores, ayudas a los laterales en el 2 por 1 cuando no tengan la posesión y capacidad
aeróbica para llegar a línea de fondo después de esfuerzos defensivos extremos. Un ejemplo
de jugador mal utilizado es Granero con Víctor Muñoz. Un jugador que necesita campo, jugar
por dentro y lo pones de exterior derecho, haciendo ayudas al lateral, si va hacia dentro tiene
pierna mala para jugar, hacia fuera, la línea de banda. Su entrenador lo está cerrando y su
rendimiento baja obligatoriamente.
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habilidoso con calidad en la conducción? Los hay, pero no pasan el corte de juveniles, porque
entonces los rivales tienen dos o tres años más y necesitan jugadores con envergadura.
Incluso los talentosos son jugadores con buena planta como Esteban Granero, Jurado o De la
Red. En defensa, siempre lo mismo. Mejía, Pavón, Agus… jugadores con buena planta y poco
criterio en la salida de balón ya que esto no es importante cuando no tienen dificultades en
categorías inferiores contra gente con menos facultades y mediocentros de calidad a su lado.
Se busca la altura, la diferencia en la estrategia, ganar el cuerpo a cuerpo para así poder sacar
adelante los partidos… y no el futuro.
Los porteros también hablan de los equipos. Llegan arqueros que paran con agilidad,
pero que no dominan el juego de pies, que no tienen buen saque de puerta, no saben iniciar
un contragolpe y es que ¡nadie les ha enseñado en muchos años! Además, cuando un
entrenador tiene que tomar una decisión entre un portero de 13 años que mide 1.80 y uno
con 1.65 con calidad con los pies y buen posicionamiento táctico, no lo duda. Siempre el
primero que es el que salvará partidos hoy gracias a su estatura. No saben que con 14 todos
crecerán, y con 15… y él seguirá con una altura semejante porque su desarrollo ha sido
anterior.
Peinar el mercado juvenil con criterio suele ser garantía de éxito. Hay que buscar un
perfil humano correcto, notas aceptables, personas con buen carácter, ganas de aprender y
vida estable. A partir de ahí, las cualidades futbolísticas. Jugadores con desborde, defensas
con buena salida del balón jugado, medio centros con visión de juego, desplazamiento en
largo…
Para captar esos jugadores es importante un club sano, ambiente agradable, formas
correctas y en el caso de clubes grandes, instalaciones diferenciales.
El paso de los canteranos al primer equipo no es algo sencillo, saber cuando están
preparados es difícil. La calidad de un ojeador muchas veces resulta cuando sabe diferenciar
el porqué un jugador es bueno y no en separar al bueno del malo. El ejemplo es Drenthe, un
jugador con perfil crack en todas las competiciones de categoría “sub”. Físicamente un
portento, potencia, velocidad… contra gente de su edad, nadie le aguanta el envite, pero
cuando él es el joven, cuando los equipos se mueven de manera ordenada y el cuerpo a
cuerpo es contra un jugador fuerte y con experiencia, tenemos un jugador sin nivel élite. Pero
como cuenta el día a día y el error es humano, Mata, habilidoso se va el mismo año que
Drenthe es fichado como joya del futuro.
En el día a día la cantera es una bendición. Yo, por ejemplo, soy partidario de plantillas
“cortas” pero necesito un mínimo de 23 jugadores para poder aplicar mi metodología
correctamente, sin impedimentos. Una plantilla con 16 jugadores de campo y dos porteros
más 4/5 canteranos para el día a día es una posibilidad real que no tiene porque alejarte del
éxito sobre todo cuando el jugador canterano tiene un buen nivel. En el entrenamiento, la
cantera es intensidad, ilusión, respeto y ganas de aprender. Competencia pura y dura.
Además, son jugadores con ficha de B, que pueden jugar el fin de semana con su equipo y
como buscamos un club con una estructura coherente con un equipo B similar al A, conceptos
parejos, estilos iguales… no va a restar por la falta de entrenamiento con su plantilla. Incluso,
en momentos de urgencia, un canterano que trabaja con el primer equipo es más útil que un
fichaje de necesidad ya que en una metodología correcta donde predomina el trabajo táctico
y la situación real, quien entrena está adaptado al estilo y al sistema, sabe cómo trabajar en
equipo y como moverse acorde a lo que se le exige.
Hablar de jugadores jóvenes me obliga a hablar de Arsene Wenger, fiel seguidor de la
filosofía innegociable, los perfiles adecuados y ajustados a lo que pide y con una tremenda
confianza en los jugadores de calidad y corta edad. Arsene busca lo mejor del mercado
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
internacional para que luego aprendan el estilo Arsenal dentro de la casa. Debut, jugar como
hábito y luego venta a equipos grandes. Económicamente espectacular, fichas por 1 y vendes
por 20, pero luego esos 20 se vuelven a invertir en jugadores de un millón de euros y el
círculo no se cierra. Siempre buenas sensaciones, pero pocos títulos. Wenger es un maestro
donde los haya y las lesiones de algunos jugadores claves le ha privado muchas veces de
optar con justicia a cotas mayores, pero en todo equipo es necesario experiencia y
rendimiento a corto plazo. Una plantilla con jugadores de 25 a 28 años y jugadores de 20 a 24
que acaban desplazando a los primeros, siendo jugadores de 17 a 20 años demasiado
importantes en el equipo es sinónimo de Arsenal. No está mal si los jugadores de 28 a 30
años siguen siendo parte del equipo en vez de salir al mercado. El segundo escalón, de 24 a
28 adquiere importancia y algunos salen al mercado para completar el círculo de vender por
20 y fichar por 1. Los jugadores tan jóvenes tienen un papel secundario, pero como están en
la casa, paciencia, llegará su momento, primero como parte importante con 23, 24 años hasta
los 28 y luego, los que no salen al mercado, como fundamentales integrando el grupo de los
28 a 30. Wenger rechaza esto, porque con 30 años, si no eres Henry, el jugador está
completamente exprimido y no tiene precio de mercado.
Por supuesto, dividir la plantilla por edades es solo una forma de esquematizar porque
siempre hay jugadores con capacidad para romper moldes. Un ejemplo es Fabregas que
desde los 20 años está en el teórico grupo de los jugadores de 24 a 28 años, jugadores a
pleno rendimiento.
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EDITORIAL DEPORTIVA WANCEULEN FUTBOL: CUADERNOS TÉCNICOS Nº 52
INTRODUCCIÓN.
Sergio es un chaval que despunta en las secciones inferiores de uno de los clubes con
más solera del fútbol español. Sergio, acaba de adquirir unas nuevas botas de fútbol para
entrenar y jugar en albero. Su precio, 110 euros.
¿Es realmente necesario gastarse tal cantidad de dinero para lo que el chaval las
necesita? ¿Por qué esa elección? ¿Son las mejores botas para albero y para un niño de 11
años?...
En el presente estudio, vamos a intentar responder a éstas y otras cuestiones. El calzado
en el fútbol, pensamos que es un elemento de vital importancia y que, sin embargo, no se le
otorga la relevancia que tiene. Tan solo la plaga de lesiones que asoló a nuestra liga en
pasadas temporadas, hicieron saltar las alarmas sobre cómo deben ser las botas de los
jugadores de fútbol.
La mayoría de estudios sobre el calzado en el fútbol, inciden en la tipología de los tacos,
diferenciándolos principalmente en redondos, multitacos, multitacos redondeados (tipo 2) y
laminados. Precisamente, hacía éstos últimos van encaminadas todas las sospechas sobre una
de lesiones más temidas (y últimamente tan de moda) de los futbolistas: la rotura del
ligamento cruzado de la rodilla.
No debemos obviar que las botas son el principal instrumento de los futbolistas y, una
inadecuada elección de éstas, puede ser una fuente de riesgo importante en cuanto a
lesiones.
Para ello, realizamos un estudio, de acuerdo con nuestras posibilidades, en la cantera de
un Club de Fútbol de Élite. Nos centramos en los tacos (concretamente en la forma de los
mismos) de las botas de fútbol que utilizan estas promesas, relacionando su uso con el
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terreno de juego en el que entrenan (en el momento de la recogida de datos, albero) y en los
que juegan sus partidos (albero y césped artificial).
JUSTIFICACIÓN.
La bota es el elemento de unión entre el futbolista y el terreno de juego. Con ellas, los
jugadores controlan el balón, disparan a puerta, corren y frenan. El calzado es importante en
todas las disciplinas deportivas, pero en un deporte como el fútbol, en el que se juega con los
pies, adquiere una gran relevancia (Zahra, 2006).
A continuación, describimos brevemente (basándonos en Sañudo Corrales, 2007; y
García Cortés, 2007), las partes de la bota de fútbol señaladas en la imagen 1:
• Horma: horma, que es el modelo del pie y que determina el espacio interior de la
bota.
• Material de corte: es el material empleado en la parte superior para proteger al pie y
adaptarse a sus movimientos.
• Plantillas: situadas en el interior de la bota, sirven para minimizar la fricción del pie y
acomodar las fuerzas en movimiento, ajustar el pie a la bota y amortiguar el impacto
contra el suelo.
• Lengüeta: sirve para que el empeine no sufra al golpear el balón.
• Cordaje: los cordones se utilizan para proporcionar un ajuste adecuado entre el pie y
la bota.
• Mediasuela: se sitúa entre el material de corte y la suela, sirviendo par amortiguar y
dar estabilidad. Muy común en las botas de multitacos.
• Contrafuerte: cumple la función de evitar impulsos en la zona del talón.
• Suela: es la zona que está en contacto con la superficie de juego. En ella, se insertan
los tacos, para mejorar el agarre de la bota con el terreno de juego.
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del calcáneo, justo en el talón, crece hasta los catorce años. El mal uso de las botas provoca
una inflamación y dolores. Es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos en las
categorías inferiores».
Como hemos indicado con anterioridad, vamos a centrar nuestro estudio en los tacos
de las botas de fútbol que utilizaron los jugadores de la cantera de un Club de Fútbol de Élite
la pasada temporada para entrenar y jugar en albero y césped artificial.
Nosotros, siguiendo a Vachon (ca. 2002) vamos a agrupar los tipos de tacos que
emplean nuestros jugadores de los equipos mencionados con anterioridad en redondos,
multitacos y laminados. A ellos, añadimos (aunque en el momento de recogida de datos no
eran utilizados por ningún jugador) los multitacos redondeados tipo 2.
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Son dos las articulaciones que podemos indicar que más sufren por una mala elección
de botas: la rodilla y el tobillo. Los tacos de las botas deben asegurar un agarre adecuado a la
superficie de juego, ya que como afirma Alcántara (citado por Zahra, 2007) si es escaso, el
futbolista se cae (riesgo de esguinces y traumatismos) y si es excesivo se castiga las rodillas
(lesiones de meniscos y ligamentos).
Los tacos redondos son los que se han usado tradicionalmente por todos los futbolistas,
aunque variando el número y el material de tacos. Se tratan de unos tacos que aportan
estabilidad al futbolista y un correcto agarre en terrenos de césped (dependiendo del material
con el que estén fabricados los tacos: mientras que los tacos de pasta, aluminios u otros
materiales duros proporcionan un buen agarre cuando el césped está húmedo, si los tacos
son de goma sólo podremos utilizarlo en césped seco o artificial).
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Los tacos laminados (según Alcántara, citado por Zahra, 2007) carecen de fundamento
científico, algo que corrobora Luís Serratosa (citado por Arribas, 2005), médico del Real
Madrid afirmando como una de las causas de lesión “los nuevos tipos de tacos, cuneiformes
en vez de cilíndricos, que se agarran más”. Provocan gran agarre en césped natural, lo que
unido a datos extraídos del estudio de Kaila, R (2007) -“los movimientos laterales al comienzo
de un regate son los que mayor sobrecarga generan en la rodilla”- nos hace afirmar que su
uso provoca un importante riesgo de lesión, pues en esos regates puede darse la
circunstancia que la rodilla no pueda seguir el movimiento natural de la pierna por el agarre
excesivo de la bota. Además, si usamos este tipo de tacos en albero, provoca inestabilidad y
un poco agarre, por lo que de nuevo, nos encontramos ante un riesgo de lesión, como puede
ser el esguince de tobillo, lesión más frecuente, según nos indican Izquierdo (2004) y Martínez
(2002), éste último aludiendo exclusivamente a los campos de albero. Vázquez, citado por
Caballero (2008) afirma que “los tacos largos en terreno duro machacan el pie”.
Las botas de multitacos, ofrecen un agarre adecuado en campos de albero, además de
una correcta amortiguación, algo que se relaciona con el confort percibido por el deportista.
Son las ideales para este tipo de terrenos de juegos, tal y como aconseja el Instituto
Biomecánico de Valencia, en su “Guía para el asesoramiento en la selección del calzado
deportivo”.
Los multitacos redondeados (tipo 2) son una mezcla entre la bota de tacos redondos y
multitacos. Se tratan de una suela con muchos tacos redondos, pero más cortos que los
tradicionales. Son las ideales para terrenos de césped artificial, aunque también pueden ser
utilizadas en albero si éste está muy húmedo y los tacos son de goma.
En todos los casos, en el calzado de tacos deben recomendarse (según el I.B.V.)
especialmente elementos de diseño de las suelas que faciliten o, al menos, que no
entorpezcan los giros y pivotes sobre el antepié de apoyo.
Desde el Instituto Biomecánico de Valencia (Martínez, 2002), se propone un nuevo tipo
de suela, que incluye el taco rotado, “Taco Twister”. Se trata de un taco que penetra en la
tierra de forma más eficaz y se muestra más resistente ante las cargas a las que habitualmente
es sometido durante el juego.
Sujetos y métodos:
En este estudio, participaron un total de 66 sujetos, todos ellos masculinos y con edades
comprendidas entre los nueve y los trece años. Los jugadores pertenecen a los equipos
Benjamín, Alevín “A” e Infantil “B”. Los tacos de sus botas fueron analizados durante
entrenamientos, mediante una hoja de registro, en la se recogían las respuestas de los
jugadores a cuatro ítems:
• Tipos de tacos: redondos, laminados o multitacos.
• Elección de las botas (marca, estética, precio, calidad, prestaciones o regalo).
• ¿Utilizas otras botas para césped artificial? Tipo de tacos.
• ¿Te ha orientado alguien para elegir las botas que utilizas? (padre, vendedor,
preparador físico o médico).
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RESULTADOS:
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DISCUSIÓN:
En los resultados, podemos observar como los tacos laminados, son los más utilizados
por los sujetos analizados para entrenar y jugar en terreno de albero (39,39%), seguidos de los
multitacos (36,36%). Los redondos, son los tacos menos utilizados.
Hemos comprobado como en las tiendas de deportes, existe una gran variedad de
botas con tacos laminados, un tipo de tacos que se ha puesto de moda entre los futbolistas
de élite pero que, como hemos indicado en la justificación, no tienen fundamento científico
para ningún tipo de superficie. A esto, unimos la aportación de Bernat Vázquez (citado por
Caballero, 2008) -podólogo del F. C. Barcelona y de la Federación Española de Tenis- quien
afirma que “hay veces que se olvida la fisonomía del pie por culpa del diseño. Las marcas
hacen estudios biomecánicos y de podología y resulta que priman el marketing y los colorines
sobre la funcionalidad”.
Destaca en los resultados que un 65,15% de los jugadores estudiados eligen sus botas
por la estética (quizás por ello el elevado número de jugadores que utilizan los tacos
laminados, ya que son las que utilizan sus ídolos, y estos son para ellos un modelo a seguir).
Solo un 27,27% seleccionan sus botas en base a sus prestaciones, que pensamos que es el
criterio básico que deben seguir para la elección del calzado. Pero: ¿En qué se basan ellos
para considerar que unas botas les ofrecen mayores prestaciones que otras? Sería otra
cuestión a analizar, máxime cuando un 75,75% de los jugadores no son aconsejados a la hora
de la elección del calzado. Otras cuestiones surgen: ¿Están bien informadas las personas que
les aconsejan? o ¿Realmente no se les aconseja o no toman en consideración los consejos?
La mayoría de los sujetos, emplean las mismas botas en albero que en césped artificial
(un 65,15%). Del 34,85% de jugadores que cambia de botas, un 19,69% de ese porcentaje
utiliza los redondos, seguido de los laminados (12,12%).
Podemos afirmar que los sujetos estudiados, en términos generales, no tienen un
criterio definido acerca de qué botas deben utilizar en cada terreno. Su motivo de elección: la
estética
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CONCLUSIONES.
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A mitad del siglo pasado ya se utilizaba el término cohesión para describir las fuerzas
que mantienen unidos a los miembros de un equipo (French, 1941) aunque se suele atribuir a
Lewin (1950) el origen del término cohesión. Ese mismo año Festinger, Schachter y Bacck
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(1950) lo definieron como “el campo total de fuerzas que actúa sobre los miembros de un
grupo para que permanezcan en él”. Posteriormente Shaw (1962) demostró que existía una
importante relación entre la cohesión y la calidad de la interacción del grupo. Los grupos con
una cohesión alta se comunicaban entre sí en mayor proporción y con un contenido más
positivo que los grupos con baja cohesión.
Los estudios sobre la cohesión también han ocupado un lugar importante en las
investigaciones deportivas, siendo Albert V. Carron el autor más relevante. Este psicólogo del
deporte y profesor de la Universidad de Ontario define la cohesión como “un proceso
dinámico reflejado en la tendencia de un grupo a no separarse y permanecer unido en la
búsqueda de sus metas y objetivos” (Carron, 1982). Posteriormente lo definió como “un
proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a estar juntos y permanecer
unidos para lograr objetivos instrumentales o para la satisfacción de las necesidades afecticas
de sus miembros” (Carron, Brawley y Widmeyer, 1998). Como destacan Weinberg y Gould
(2007) de este concepto se desprende que la cohesión es multidimensional, dinámica, afectiva
e instrumental. En relación al aspecto multidimensional, se destaca en la definición los
aspectos sociales y de la tarea. La cohesión de tarea hace referencia al grado de trabajo en
conjunto para alcanzar objetivos comunes. La cohesión social recoge el grado de aceptación
entre los componentes de un equipo y la satisfacción con el compañerismo. El carácter
dinámico hace referencia a los cambios que se pueden dar en la cohesión de un grupo con el
paso del tiempo. El aspecto instrumental y afectivo hace referencia a que los grupos
deportivos se crean con un objetivo determinado y las interacciones sociales producen
sentimientos entre ellos.
En definitiva, la cohesión de un grupo va a influir en el comportamiento y rendimiento
de sus integrantes. Existen diferentes estudios que demuestran la relación entre la cohesión
entre los miembros de un grupo y su rendimiento (Carron, Bray y Eys, 2002; Nurfarah y
Fauzee, 2003; Mullen y Cooper, 1994; Carron, Colman, Wheeler y Stevens, 2002). De esta
forma nos encontraremos con excelentes jugadores que por circunstancias relacionadas con
el grupo no ofrecen el rendimiento que de ellos se espera. Sin embargo, también nos
encontramos con equipos que, sin contar con grandes jugadores han alcanzado un
rendimiento deportivo que supera las expectativas iniciales gracias a la unión que existe entre
sus miembros. Para explicar esta situación hace ya unas décadas Steiner (1972) elaboró un
sencillo modelo teórico que mantiene en la actualidad su vigencia y que establece la relación
entre el comportamiento individual y el colectivo en los equipos deportivos. Este autor
afirmaba que el rendimiento real de un equipo es igual al rendimiento potencial (mejor
ejecución posible de un equipo teniendo en cuenta las capacidades, los conocimientos y las
habilidades de cada uno de sus jugadores), menos las pérdidas debidas a procesos de grupo
erróneos, es decir, menos las deficiencias que impiden obtener el rendimiento que cabría
esperar dadas las destrezas de cada componente del grupo (Lorenzo, 1997). En definitiva, el
rendimiento real de un grupo suele ser inferior a la suma de sus miembros debido
fundamentalmente a las deficiencias en los procesos grupales, es decir, a que la interacción
entre sus miembros no es la adecuada. En este sentido es fundamental evaluar la cohesión del
equipo para que el cuerpo técnico, liderado por el entrenador, pueda diseñar un plan de
trabajo que contribuya a mejorar la cohesión grupal.
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de modo extraordinario, las posibilidades del test original. Con la aportación de Tagiuri, cada
individuo debe indicar lo que, desde su punto de vista, cree que piensan los demás de él (es
decir, sí cree que lo han elegido y si cree que lo han rechazado). Esta contribución fue fruto,
como manifiesta Newcomb (1948), del convencimiento de que "no se podría comprender
ningún comportamiento interpersonal sin un conocimiento del modo en que la relación es
percibida por las personas implicadas en él".
Como el propio Tagiuri (1952) reconoce, una persona colocada en un grupo se
comporta en él en función de la que cree ser su posición social en el interior del mismo. De
esta forma, el que se cree rechazado acentuará su desvalorización personal y el aislado se
encerrará cada vez más en su aislamiento.
Finalmente queremos destacar, siguiendo las palabras del propio Bastin (1966), que en
"el test de percepción sociométrica los juicios emitidos son subjetivos en extremo: pero lo que
aquí resulta interesante es precisamente esa subjetividad existente en la percepción que cada
uno tiene de su propia identidad y de su posición social en el grupo”.
En definitiva el test sociométrico es un cuestionario que se compone básicamente de
cuatro preguntas que reproducimos en la tabla 1 y que permite saber cuál es la salud
emocional del grupo:
Uno de los aspectos que se deben resolver tiene que ver con el criterio que se utiliza a
la hora de realizar la primera y segunda pregunta. En ese sentido, en el caso de deportistas, se
puede preguntar por los compañeros con los que más cómodo se siente entrenando, con los
que se lleva mejor o con los que le gustaría compartir habitación en los desplazamientos del
equipo. En general se recomienda hacer una pregunta que tenga que ver con la parte
emocional (con el que se lleva mejor, por ejemplo) o con aspectos relacionados con las tareas
(por ejemplo, compañeros de entrenamientos o similar preferidos). En cualquier caso, es
conveniente que el criterio que se elija tenga en cuenta la edad del grupo de deportistas, su
historial y los objetivos explícitos que se persigan.
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3.2. Variante del test sociométrico propuesta por Chappuis y Thomas (1989).
Tabla 3 Nuevo procedimiento sociométrico Variante del test sociométrico propuesta por
Chappuis y Thomas (1989)
Usando una escala del 0 al 20 evalúa a cada compañero del equipo (incluyéndote a ti mismo) en el aspecto
afectivo (como persona) y el deportivo (como jugador). Por favor se sincero. Se garantiza la total
confidencialidad de la información obtenida y su uso siempre para beneficiar a los jugadores
Valoración afectiva Valoración deportiva
Jugador
(como persona) (como jugador)
nº 1
nº 2
nº 3
….
A continuación, una vez hemos presentado dos instrumentos útiles para evaluar la
cohesión en grupos deportivos, exponemos el procedimiento y los resultados que hemos
obtenido después de aplicarlo a un equipo de futbol de categoría juvenil.
4.1. Metodología
4.1.1.- Participantes
Participaron en el estudio un total de 19 jugadores pertenecientes al juvenil A del C. D.
Alcoyano. Los futbolistas participantes conforman la totalidad de la plantilla de dicho equipo y
compiten en la categoría de 1ª Regional en el grupo V de la Comunidad Valenciana.
El rango de edad oscila entre los 16 y 18 años, siendo la media en el momento del
estudio de 17,21 años y una desviación típica de 0,71. La plantilla cuenta con tres jugadores
de primer año, nueve jugadores de segundo año y siete de tercer año.
Además podemos añadir que los jugadores tienen una media de pertenencia en el C. D.
Alcoyano de 5,16 años, con una deviación típica de 3,02. En algunos casos los jugadores
llevan 11 años en el club y en otros se han incorporado en la actual temporada.
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La información ha sido recogida a través del test sociométrico propuesto por Moreno y
de la variante del test sociométrico propuesta por Chappuis y Thomas (1989).
5. RESULTADOS
En primer lugar presentamos los resultados obtenidos tras la aplicación del test
sociométrico. En un primer bloque se presentan los resultados que hacen referencia a la
tendencia hacia la amistad de los jugadores. A continuación se exponen los resultados
relativos a los índices que tienen que ver con la tendencia hacia la conflictividad en el grupo.
Posteriormente presentamos los índices que nos informan de la percepción que los jugadores
tienen de su situación grupal. Finalmente, en este primer bloque presentamos la valoración
general de cada jugador tras calcular su estatus sociométrico.
En el segundo bloque presentamos los resultados obtenidos al realizar los cálculos de la
variante del sociograma propuesta por Chappuis y Thomas (1989).
Índices sociométricos
En la tabla 4 podemos observar como la gran mayoría de jugadores recibe un número
importante de elecciones (elecciones que recibe -SP). El jugador que más elecciones recibe
es el número 8 con trece, seguido del número 1 con doce. A continuación, con diez elecciones
se encuentran los números 2, 3, 10 y 11. Con ocho elecciones tenemos a los jugadores con el
número 7, 13, 15 y 19. Posteriormente, con siete elecciones, se sitúan los jugadores número 4,
6, 9, 12, 16, 17 y 18. Finalmente, los jugadores con el número 5 y 14 son los que menos
elecciones reciben con 6 y 5 respectivamente (Nota: la numeración de cada jugador no se
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corresponde con su dorsal. Se han asignado números aleatorios para respetar el anonimato
de cada jugador).
En la variable elecciones que emite (EP), podemos observar que los jugadores con los
números 3, 4, 7, 15 y 19 han emitido pocas elecciones (tres el nº 15 y cuatro el resto), mientras
que los jugadores con los números 1, 2, 8, 12, 17 y 18 son los que más elecciones emiten
(entre doce y dieciocho).
Por lo que hace referencia a la variable elecciones que espera (PP), la tabla 4 nos
indica que los deportistas que más elecciones esperan son los números 8 y 11 (dieciocho
elecciones cada uno). Mientras que los que menos elecciones esperan son los números 5, 7, 9,
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17 y 19 (que esperan ser elegidos por dos compañeros) y los números 4, 6 y 15 (que
únicamente esperan que un compañero los elija).
Con relación a la variable IP, expectativas que tienen los demás de ser elegidos por
el, vemos que los jugadores con los números 3, 4, 5, 9, 11 y 19 son los que menos generan
este tipo de expectativas, es decir, pocos –tres en el caso del nº 9 y cuatro en los restantes -
piensan que van a ser elegidos por ellos. Los que más expectativas generan son los números 1
(ocho) 8, 10 y 15, (siete compañeros piensan que van a ser elegidos por estos jugadores).
Finalmente, en la variable elecciones mutuas de amistad (RP) se puede observar que
los que más elecciones mutuas de amistad tienen (suma de las elecciones recíprocas fuertes
más las débiles) son los que llevan los números 1 (doce elecciones mutuas), 2 (nueve) y 8
(trece). Los que menos los números 4 y 15 que únicamente tienen tres reciprocidades
positivas y el número 19 con dos reciprocidades positivas.
Sociograma de elecciones mutuas
En la figura 1 se encuentra la representación gráfica según las elecciones fuertes entre
los miembros del equipo de fútbol.
En esta gráfica podemos observar cómo, a partir de las elecciones mutuas fuertes (es
decir, que se elijen recíprocamente en los primeros lugares), existe un grupo muy unido,
formado por los números 1, 2, 8, 10, 11 y 12. También destaca la cadena de relaciones
formada por un lado por los jugadores 4, 6, 5 y 7 y, por otra parte, por los números 3, 13 y 15.
Otro aspecto importante que podemos observar es la alianza formada por los jugadores
número 17 y 18, que mantienen una relación fuerte entre ellos, pero sin relación fuerte con el
resto.
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Destacamos que, teniendo en cuenta únicamente a las elecciones fuertes, estos grupos
que hemos comentado, no mantienen unión fuerte con el resto del grupo.
Finalmente, un dato que nos parece fundamental, es la ausencia en este sociograma de
elecciones fuertes de los números 9, 16 y 19. Como se puede observar, no mantienen ninguna
relación fuerte con ningún compañero y por ello no tienen ninguna línea que los una con
otros jugadores.
La representación gráfica (sociograma) correspondiente a las contestaciones de la
primera pregunta del test, sin tener en cuenta el lugar de la elección, la podemos ver en la
figura 2. En ella están representadas todas las elecciones, las fuertes – línea gruesa- y las
débiles – línea débil.
En esta segunda representación gráfica podemos observar que el grupo mantiene lazos
de unión entre todos los componentes, no quedando ningún jugador al margen de las
dinámicas de relación. Si que destaca las pocas elecciones mutuas del número 19.
De similar forma se encuentra el nº 15, que únicamente mantiene relaciones positivas
fuertes con los nº 3 y 13 y débil con el número 8.
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Índices sociométricos
En primer lugar, en la tabla 4 se puede observar que, en la variable rechazos que recibe
(SN), los jugadores reciben pocos rechazos. Son los jugadores con los números 17 y 18 los
que reciben el mayor número de rechazos (cuatro y tres respectivamente). El jugador con el
número 12 recibe dos rechazos. Los jugadores con los números 2, 4, 5, 13 y 14 reciben uno,
mientras que el resto de jugadores no recibe rechazos.
En la variable rechazos que emite (EN) podemos observar que los jugadores que
emiten rechazos son el número 12 (tres rechazos), los números 5, 6 y 19 (dos rechazos) y los
números 3, 4, 7, 9 y 10 (un rechazo). En general, es un grupo deportivo que emite pocos
rechazos.
En relación a la variable rechazos que espera (PN) únicamente cinco jugadores
esperan rechazos. Los números 7 y 19 esperan un rechazo. Los números 5 y 10 esperan dos
rechazos. Finalmente, el número 6 espera tres rechazos.
Por lo que hace referencia a la variable expectativas que tienen los demás de ser
rechazados por uno en concreto (IN), podemos observar en la tabla 4 que los deportistas
con los números 5, 6, 12, 17 y 18 son los únicos que generan expectativas de este tipo. Por
último, en la variable elecciones mutuas de rechazo (RN) podemos observar que
únicamente hay dos jugadores que tienen rechazos mutuos. Como podemos observar en la
representación gráfica (figura 3) son los números 5 y 12 los deportistas que se rechazan
mutuamente.
Sociograma de rechazos mutuos
En la figura 3 podemos ver gráficamente estas relaciones de rechazos mutuos, que en
este caso se trata únicamente de una relación de rechazo mutuo fuerte, que como hemos
visto es entre el número 5 y el 12.
Índices sociométricos
Los jugadores que más falsas percepciones (FP) tienen son los que llevan el número
11 (ocho falsas percepciones), 8 (cinco) 1 y 4 (cinco) (ver tabla 4). Por lo que hace referencia a
la variable oposición de sentimientos (OS) únicamente los jugadores con los números 2, 7, 9,
10, 12 y 17, tienen una oposición de sentimientos. En relación a la variable percepción
acertada de aciertos (PAP) en la tabla 4 se encuentra el número de aciertos de cada jugador
respecto a las elecciones recibidas. Este dato junto con el del número de elecciones recibidas
nos aporta información muy importante sobre el conocimiento que cada jugador tiene sobre
sus vínculos afectivos en el grupo deportivo. Por ejemplo, el jugador con el nº 11 ha sido
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elegido diez veces (ver tabla 4) y ha acertado en los diez casos. Sin embargo, la gran mayoría
de jugadores no tiene una percepción acertada de las elecciones que reciben, siendo esta
percepción muy inferior a las elecciones reales recibidas. Finalmente y en relación con la
variable percepción acertada de rechazos (PAN), los resultados indican que, si bien es un
grupo con muy pocos rechazos emitidos (ver tabla 4) únicamente el jugador con el número 5
acierta en un caso. Es decir, y como conclusión de este apartado, se puede afirmar que los
jugadores todavía no tienen un conocimiento objetivo de las relaciones que mantienen entre
ellos.
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6. CONCLUSIONES
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dentro del equipo, etc.) en las elecciones o rechazos dentro del grupo.
En definitiva, el conocimiento exacto de las relaciones entre los componentes de un
equipo nos va a permitir desarrollar acciones que ayuden a incrementar la cohesión grupal
entre ellos. Estas acciones, siguiendo el modelo de Carron, deben ir dirigidas hacia los factores
ambientales, individuales, de liderazgo y de equipo. En ese sentido sería importante seguir las
propuestas desarrolladas por autores como el propio Carron, Yukelson (1984), Tutko y
Richards (1984), Anshel (1990), Sullivan (1993), Palmi (1994), Buceta (1995), García Más (1995,
2002), Gould y Weinber (1996), Miller (1997) Alzate, Lázaro, Ramírez y Valencia (1997) Beswick
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EL CALENTAMIENTO
1. CONCEPTO
Partiendo de unas de las definiciones más extendidas, la de Álvarez del Villar (1985),
que entendía el calentamiento como “el conjunto de actividades o de ejercicios, de carácter
general primero y luego específico, que se realizan previa a toda actividad física en que la
exigencia del esfuerzo sea superior a la normal, con el fin de poner en marcha todos los órganos
del deportista y disponerle para un máximo rendimiento”.
Podemos concluir que: “el calentamiento es una parte de cualquier sesión de actividad
física, en la que se realizan actividades o ejercicios secuenciados, que preparan el organismo,
a nivel fisiológico, motriz y psicológico, para afrontar con un rendimiento óptimo, una
actividad física de intensidad mayor a la normal, propia de la parte principal de la sesión”.
Son muchas las razones que justifican el hábito del calentamiento antes de la
realización de cualquier actividad física de intensidad, que podremos ir viendo a lo largo del
desarrollo del tema, pero fundamentalmente tenemos las siguientes:
• En primer lugar reduce el riesgo de lesiones sobre tejidos muscular, cartilaginoso,
fibroso y óseo, debido al aumento de la temperatura corporal.
• Procura una adaptación progresiva del organismo al nuevo nivel de exigencia física,
por lo que se afrontará el trabajo con garantías de respuesta adaptada a la nueva
situación, por parte del sistema cardiovascular, respiratorio y energético.
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si en la parte principal de la sesión estos tejidos se ven sometidos a elongaciones u otro tipo
de tracciones, podrán soportarlas mejor que en un estado de menor temperatura.
c) Prevenir lesiones musculares, óseas, articulares, en tendones y ligamentos. Por la
razón anterior y porque al calentar se realizan una serie de maniobras mecánicas sobre tejido
muscular, ligamentoso, tendinoso (estiramientos) y cartilaginoso (movilidad articular), que le
predisponen para soportar tensiones con mayor eficacia.
d) Favorecer y mejorar el rendimiento en la parte principal de la sesión. Como hemos
dicho el calentamiento pone en marcha una serie de procesos fisiológicos, motrices y
psicológicos que mejoran el rendimiento general del organismo al afrontar un esfuerzo de
cierta intensidad. Los veremos a continuación.
e) Mejorar la coordinación específica de la actividad a realizar en la parte principal de la
sesión. El calentamiento es un buen momento para repasar y recordar los programas motores
que vamos a utilizar en la parte principal de la sesión.
Sistema cardiovascular.
En primer lugar el calentamiento proporciona un aumento del flujo coronario, con lo
que el corazón se ve abastecido de más oxígeno y podrá contraerse con más fluidez.
Otro efecto evidente es el aumento de la frecuencia cardíaca y por consiguiente un
aumento del flujo sanguíneo por vasodilatación en las zonas activas. Esto supone una mejora
en el aporte de oxígeno y alimento a los tejidos, así como la retirada de los desechos
producidos, lo cual favorece el rendimiento del trabajo muscular y orgánico.
Sistema respiratorio.
Con el calentamiento se aumenta la ventilación pulmonar (VE = VC x Fr), con lo cual se
está en disposición de llevar más aire y por tanto más oxígeno a los tejidos.
Sistema locomotor.
. Con el aumento de temperatura, hasta los 38 ó 39 grados (Serrabona, M. et. ál.,
2004), se reduce la viscosidad muscular, por lo que el medio celular se hace más
fluido y ofrece menos resistencias a la contracción.
. Mejora la elasticidad de músculos, tendones y ligamentos, gracias al trabajo de esta
cualidad durante el calentamiento, los tejidos son más flexibles y soportan mejor las
tracciones.
. Aumenta la actividad enzimática, con lo cual se aceleran las reacciones metabólicas
de producción de energía.
. Sobre las articulaciones, la movilidad articular proporciona una disminución de la
viscosidad articular, fluidificándose el líquido sinovial.
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6. TIPOS DE CALENTAMIENTO
a) De acondicionamiento físico.
I. De entrenamiento. Va encaminado a preparar las capacidades físicas, técnico-
tácticas, motrices y volitivas que se van a trabajar ese día de la sesión de
entrenamiento.
II. De competición. Dirigido ante todo a crear un estado de predisposición técnica,
táctica, física y psicológica adecuada para afrontar la competición con el máximo
rendimiento.
III. De Fitness. Por llamarlo de una forma descriptiva podríamos decir de
acondicionamiento físico básico y saludable. En este caso, las actividades
preliminares han de preparar tanto zonas con posibles lesiones, como aquellas
capacidades físicas que se van a trabajar en la parte posterior de la sesión.
b) De educación física. En este caso adquiere tanta importancia el preparar el organismo
para afrontar las tareas de la clase de educación física con garantías, como el motivar para el
trabajo al alumnado, ya que al ser una actividad obligada, el alumnado, a veces no tiene la
predisposición psicológica para realizar dicha actividad, porque no les guste, por apatía, falta
de interés, etc. Nunca perderíamos del todo el carácter formativo respecto de la didáctica del
calentamiento en nuestros alumnos-as.
c) De animación y lúdica. Siempre debemos realizar actividades que predispongan al
organismo hacia el trabajo posterior, aunque aquí es fácil poder integrar ejercicios juego que
cumplan esas funciones.
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a) Activo. Es el propio sujeto el que realiza las tareas de calentamiento sin ayuda de
factores externos, usando ejercicios activos para poner en activación los sistemas orgánicos y
musculares.
b) Pasivo. En este caso se utilizan técnicas que no suponen una activación propia, sino
que son aplicadas sobre el sujeto pasivo por otros agentes externos, como personas o
aparatos. Tenemos como ejemplo, los masajes, duchas calientes, saunas, etc.
Este sirve para ayudar a mantener la temperatura conseguida en calentamientos activos
cuando surgen retrasos entre éste y la actividad principal o si el clima es muy frio. Se ha
observado que ayuda a mejorar la fuerza dinámica corta o de media duración, pero puede
perjudicar en esfuerzos de larga duración. (Bishop, 2003. Citado por Bernal, 2008)
I. Masaje. Con él se aumenta la temperatura corporal local, y la irrigación sanguínea.
Debe ser estimulante y no muy profundo, suele usarse en climatología fría y no se
debe abusar de él.
II. Diatermia. Es el uso de radiaciones como onda corta, ultrasonidos, infrarrojos…
Aplicado con exceso puede traer problemas de tipo óseo.
III. Hidroterapia. Son baños o duchas de agua caliente o vapor que aumentan la
irrigación sanguínea, pero bajan el tono muscular. La ducha caliente ha sido utilizado
en nadadores, al parecer con unos mínimos resultados positivos.
En base a Padial 2001, (cit. Salazar, 2007) y Sanchez, Reina y Abad, (2005) se distinguen
dos tipos de calentamiento, en función del orden en que se introduzcan las diferentes fases
del calentamiento.
a) Calentamiento forma o convencional. Se compone de una primera fase de activiación
vegetativa, seguido de una fase de movilidad articular y flexibilización, para finalizar con la
actividad formal o calentamiento específico.
b) Calentamiento informal. En este se comienza con una fase de movilidad articular y
estiramientos, seguido de una fase de activación vegetativa y finalizando, igualmente, con la
actividad formal o calentamiento específico.
FORMAL o CONVENCIONAL
Activación vegetativa. Se trata de realizar ejercicios fáciles y progresivos que impliquen
el incremento de la actividad de los diferentes sistemas orgánicos, cardiovascular, respiratorio,
muscular, así como el incremento de la temperatura corporal. Se usarían, pues, ejercicios
dinámicos como la marcha, la carrera, el pedaleo, nado suave, etc. Es un trabajo que puede
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hacerse muy variado, incluyendo formas jugadas de baja intensidad. Durará, normalmente,
entre 5 y 10 minutos. Movimientos atléticos, marchas, carreras ligeras, cambios de dirección y
vueltas en la carrera, saltos hacia delante, etc. son típicos en esta fase.
Movilidad articular. En esta etapa se usan ejercicios analíticos para cada una de las
articulaciones corporales. Se pueden realizar balanceos, circunducciones, flexo-extensiones
dinámicas suaves. Suele llevarse un orden cráneo-caudal o viceversa, para no olvidar ninguna
parte. La finalidad de esta fase es elevar la temperatura interna de la articulación y hacer
menos viscoso el líquido sinovial y por tanto conseguir una articulación más fluida.
Flexibilidad. Comprende toda clase de estiramientos, con las técnicas que se quieran
usar. Se trata de ejercicios de elongación progresiva de la musculatura y articulaciones
implicadas. Suele llevarse un orden en dirección caudal o craneal para no olvidar ningún
grupo muscular. Aunque este puede alterarse, en función de la necesidad de priorizar sobre
zonas que vengan de lesiones o por necesidades específicas. Los ejercicios irán siempre en
progresión de menos intensidad a mayor intensidad, también es conveniente comenzar con
ejercicios analíticos, para terminar por los ejercicios más globales.
Actividad formal. Es la fase equivalente a un calentamiento específico. En ésta se
realizarán ejercicios relacionados con la actividad principal de la sesión, que posean una
transferencia positiva tanto a nivel físico, técnico o táctico. Son ejercicios específicos de la
actividad a realizar, que tengan una aplicación posterior concreta sobre los grupos musculares
y zonas corporales que se verán implicadas en la parte principal.
INFORMAL
En este tipo de calentamiento las fases mantienen los mismos contenidos, pero varía el
orden de aplicación de las fases. Vemos cómo en este caso se comienza con estiramientos y
movilidad. Puede emplearse en personas poco entrenadas, o en deportes de resistencia. Pero
ha de tenerse en cuenta no usarlo cuando la temperatura exterior es muy baja. Ya que con
bajas temperaturas el músculo está más frio y estirarlo en estas condiciones puede ser más
complicado.
I. Flexibilidad.
II. Movilidad articular.
III. Activación vegetativa.
IV. Actividad formal.
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CALENTAMIENTO FORMAL
DESARROLLO REPRESENTACIÓN GRÁFICA
A) ACTIVACIÓN VEGETATIVA
1. 3` DE CARRERA
CONTÍNUA
2. ALTERNAR CARRERAS
FRONTALES Y DE
ESPALDA
3. CARRERA EN CÍRCULOS
A IZQUIERDA Y DERECHA.
4. CARRERAS LATERALES
A IZQU. Y DERECHA
5. CARRERA
TRAYECTORIAS
TRIANGULARES
6. FLEXIÓN EXTENSIÓN
DE PIERNAS
8. COMBINACIONES
(GIRO+FLEX+SALTO)
9. PROGRESIONES “5 1ª 2ª 3ª 4ª 5ª
MARCHAS”
B) MOVILIDAD ARTICULAR
10. CUELLO
12. CODOS
13. MUÑECAS
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15. CADERAS
16. RODILLAS
17. TOBILLOS.
C) ESTIRAMIENTOS
18. CUELLO
19. PECTORALES
20. DORSALES -
DELTOIDES
21. TRICEPS
22. BICEPS
23. DORSALES
24. CADERA –
ABDOMINALES
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25. ISQUIOTIBIALES
26. CUADRICEPS
27. GLÚTEOS –
ABDUCTORES
28. ADUCTORES
29. GEMELOS
D) ACTIVIDAD FORMAL
32. LLEVARTE A MI
TERRENO
34. LA CARRETILLA… Y
PELEA
35. LA BOTELLA
BORRACHA
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CALENTAMIENTO INFORMAL
DESARROLLO REPRESENTACIÓN GRÁFICA
A) MOVILIDAD ARTICULAR
1. CUELLO
2. CINTURA ESCAPULAR
(HOMBROS)
3. CODOS
4. MUÑECAS
5. TRONCO (CINTURA)
6. CADERAS
7. RODILLA.
8. TOBILLOS
B) ESTIRAMIENTOS
9. CUELLO
10. PECTORALES
12. TRÍCEPS
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13. BÍCEPS
14. DORSALES
15. CADERA –
ABDOMINALES
16. ISQUIOTIBIALES
17. CUADRICEPS
18. GLÚTEOS –
ABDUCTORES
19. ADUCTORES
20. GEMELOS
C) ACTIVACIÓN VEGETATIVA
21. EL ESPEJO
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D) ACTIVIDAD FORMAL.
25. LA CADENA
27. CORTAHILOS
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8.1. Lesiones
Es necesario detenerse más tiempo en las zonas corporales que hayan podido sufrir
alguna lesión con antelación, teniendo en cuenta su correcta manipulación.
DURACIÓN
La duración de un calentamiento debe ser tal, que permita los efectos que buscamos en
el mismo, elevar temperatura corporal y puesta en marcha de los mecanismos fisiológicos. De
forma que no puede ser tan corto que no se alcancen los objetivos, ni tan largo que
comencemos a fatigar algunos sistemas.
Las adaptaciones cardioventilatorias tarden unos 4 a 6 minutos y las adaptaciones
locales y musculares necesitan unos 10 minutos, (Platonov, 1988).
Slovik (1985) (Cit. en SÁNCHEZ, et al., 2005) propone una regla porcentual en función
de la duración total de la sesión de entrenamientos aconsejando una duración de entre un 10
y un 15% de la duración de la sesión.
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INTERVALO DE REPOSO
En este apartado nos referimos al tiempo de reposo que puede transcurrir desde que se
termina el calentamiento y comienza la actividad principal de la sesión. Este debe permitir el
mantenimiento de los beneficios logrados.
Básicamente, se establece que este intervalo no supere los 5 minutos intentando
mantener la temperatura corporal, ya sea dentro del vestuario o abrigado.
Si pasan más de 20 minutos disminuyen los efectos conseguidos, y a los 45 minutos ya
desaparecen por completo tales efectos.
INTENSIDAD.
El calentamiento debe transcurrir progresivamente, es decir ir pasando progresivamente
desde actividades de poca intensidad a las de mayor intensidad, sin saltos bruscos. No debe
ocasionar fatiga en los diferentes sistemas implicados por exceso número de repeticiones de
los ejercicios. Por lo tanto, se han de evitar esfuerzos de una duración mayor a los 30
segundos.
El trabajo debe suceder fundamentalmente en condiciones aeróbicas y alácticas,
alrededor del 50 - 60% del VO2 máximo, procurando no solicitar el sistema anaeróbico
láctico. Un wint de entre el 0,4 y el 0,8 puede ser correcto.
ORIENTACIÓN
Debe progresar desde actividades de tipo genérico a actividades específicas,
relacionadas con la parte principal de la sesión.
ORDEN DE REALIZACIÓN
No existe un orden concreto, pues éste se dependerá de los objetivos de la sesión, el
tipo de actividad a realizar, las condiciones climáticas, las características personales y los
estados de lesión. Suele recomendarse establecer un orden en dirección caudal o bien
cefálica, con el fin de no olvidar repasar ninguna zona corporal.
9. VUELTA A LA CALMA
De la misma forma que el comienzo de la sesión debe ser progresivo, debemos volver
al estado de reposo normal gradualmente. Para esto los minutos finales de la sesión realizan
ejercitaciones suaves que permitan la vuelta a la calma. Se trata de de volver a los parámetros
de reposo de los diferentes sistemas orgánicos, dígase, ritmo cardíaco, ritmo respiratorio,
acumulación de lactato, tonicidad muscular, etc.
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