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Desarrollo económico y político como resultado del capital democrático

Article · February 2008


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José G Vargas-Hernández
University of Guadalajara
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estudios avanzados
5(8) • 2007 • 129-145

Cambio y desarrollo económico y político


como resultado del capital democrático

José Guadalupe Vargas Hernández


Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán

resumen. Este trabajo tiene por objetivo revisar los planteamientos teóri-
cos y metodológicos de la interacción dinámica entre las variables cambio
económico y cambio político para la creación de capital democrático.
palabras clave. Desarrollo económico, desarrollo político, capital
democrático.
abstract. This paper has the objective to review the theoretical-
methodological assumptions of the dynamic interaction between the
variables economic and political change for the creation of democratic
capital.
keywords. Economic development, political development, democratic
capital.

Introducción

La construcción de una teoría del sistema del capitalismo democrático com-


prende a una economía de mercado, una política democrática y un sistema
cultural, moral que nutre los valores que son el sustento de las sociedades li-
bres (Novak, 1993: 13-48). El sistema de libre mercado alienta el crecimiento
económico y la movilidad social. La libertad política introduce el pluralismo,
democracia, y la idea de un gobierno constitucional. El sistema moral-cul-
tural se integra en las estructuras mediadoras de la familia, la Iglesia y otras
asociaciones voluntarias.
Los defensores argumentan que los principios del capitalismo democráti-
co son teórica y prácticamente superiores a la visión socialista. El capitalismo
democrático promueve la creatividad e iniciativa individual y se basa en el
interés propio, no en el sentido del aprovechamiento egoísta individual sino
en el beneficio a otros, siendo la familia el principal (Younkins, 1999).

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El estudio de la relación entre democracia y desarrollo económico ha


sido uno de los aspectos más debatidos en la segunda mitad del siglo pasado.
Para muchos analistas la democracia es la verdadera condición del desarro-
llo.Se presupone que la democracia estable promueve el desarrollo econó-
mico, el cual, a su vez, promueve la consolidación del sistema democrático.
Por lo tanto, la dinámica del cambio económico y el cambio político están
conectados. El nivel de desarrollo económico tiene efectos positivos so-
bre el mantenimiento y consolidación de los sistemas democráticos (Lipset,
1979).
No obstante, según la teoría de Rustow (1970), ningún nivel de desa-
rrollo económico es prerrequisito para el establecimiento de instituciones
democráticas, sino más bien el sentimiento y compromiso de unidad nacio-
nal entre los diferentes estamentos sociales, pero más significativamente la
disposición entre las élites para pactar acuerdos de transición.
El «movimiento de derecho y desarrollo» que se desplegó en los se-
tenta, analizó desde el etnocentrismo la vinculación de los sistemas de de-
recho al proceso de desarrollo económico para lograr metas de desarrollo
socioeconómico a través de instrumentos jurídicos, especialmente de dere-
cho público, de funcionamiento del mercado. A partir de los fundamentos
teórico-metodológicos de las relaciones entre el desarrollo económico y
las instituciones jurídicas que establece la nueva economía institucional, se
superan las limitaciones del análisis del «movimiento del derecho y el desa-
rrollo», y se establecen las bases para la construcción del estado de derecho
promovente del desarrollo económico.
El estado de derecho de un país es el creador de un conjunto de incen-
tivos que inciden en el desarrollo económico a través de un marco institu-
cional para el control y la accountability del poder público. Por lo tanto, existe
una relación de influencia recíproca directa entre el estado de derecho y los
niveles de desarrollo económico, social y político, aunque existen algunos
análisis que tratan de explicar algunos impedimentos del desarrollo jurídico
en un estado de derecho, el cual debe crear las condiciones para el ejercicio
de los derechos civiles y político democráticos.
Desgraciadamente, faltó sistematización teórica para fundamentar el pa-
pel del derecho en el desarrollo económico, ya que solamente se fundamen-
taba en los trabajos de Weber sobre los análisis de modernización y en la
jurisprudencia sociológica.
La literatura ha reportado las conexiones que existen entre el crecimiento
económico y los determinantes de la democracia. Investigaciones sugieren
interacciones dinámicas positivas entre el desarrollo económico y el desarro-
llo político. Por un lado quienes realizaron estudios cuantitativos transversa-
les-nacionales que tendían a coincidir con la ecuación optimista de Lipset
(1979), que establecía que a mayor desarrollo económico de los pueblos más
oportunidades para la democracia, y por otro quienes realizaron estudios
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 131

histórico-comparativos. Lipset (1979) ha dicho que cuando mejor le va a un


país en términos económicos, mayores son las oportunidades de mantener
gobiernos democráticos. Las deficiencias de los procesos democráticos en
el ámbito nacional son evidentes y, de acuerdo a ciertos analistas, pueden
ser subsanados mediante la creación de instituciones democráticas a mayor
escala y conectándolas a las formas locales de participación.
Diamond (1992) reformula la ecuación optimista estableciendo que cuando
mejor le va a la gente de un país, en promedio, mayores son las oportunidades
de que favorezcan, encuentren y mantengan un sistema democrático.
Consecuente con esta línea de análisis, no existe un determinado nivel de
desarrollo económico que sea determinante de la democracia (Przeworski
y Limongi, 1993). Las conclusiones de los analistas sobre la relación entre
desarrollo económico y democracia son divergentes (Altman, 2001).
Las dimensiones del cambio económico, político y social mundial son
determinadas por la reestructuración del capitalismo globalizador. El capita-
lismo globalizador polariza el desarrollo económico y social de los pueblos.
El capitalismo globalizador se encuentra amenazado por una espiral decre-
ciente de crecimiento económico, es decir por una espiral decreciente de los
ingresos per cápita y por los promedios reales de consumo.
El desarrollo económico, político y social global comprende el equilibrio
de todos los actores políticos y sociales y los agentes económicos. Es cues-
tionable considerar que el mercado es parte del ámbito de la sociedad civil,
tomando en cuenta que ésta no constituye el Estado.

Cambio y desarrollo económico

El desarrollo económico determina la emergencia y sobrevivencia de la demo-


cracia. Un elevado desarrollo económico limita el riesgo de que se abandone la
democracia, aunque este mismo nivel de desarrollo en un sistema autocrático
no necesariamente implica que se abandone (Przeworski y otros, 2000).
Williamson (1985) y North (1998 y 1990) resaltan la importancia del rol
que las instituciones juegan en el desarrollo económico y sugieren que la
evolución de las estructuras de gobernabilidad de las instituciones políticas y
económicas genera ambientes que contribuyen al aumento de la producti-
vidad y el crecimiento económico. Un trabajo posterior de Campos (1999)
sugiere que existe un grupo de variables institucionales fundamentales para
la promoción del desarrollo económico, entre las que destacan la calidad de
la burocracia y el estado de derecho.
El diseño institucional de un país es determinante para su desarrollo
económico, social y político y condicionan las consecuencias del sistema
político. Las instituciones políticas son el sustento del desarrollo económico
y social. El mismo Banco Interamericano de Desarrollo (2000: 34) reconoce
que «la asociación entre calidad de las instituciones y desarrollo económico,
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humano y social, es especialmente estrecha, en parte porque las instituciones


están influidas por el mismo proceso de desarrollo».
Entre el desarrollo y las instituciones existe una relación estrecha, la cual
queda perfectamente manifiesta en Sen (2000: 84) cuando señala:

Los individuos vivimos y operamos en un mundo de instituciones de las


que no somos siempre conscientes, muchas de las cuales trascienden hoy
las fronteras nacionales. Nuestras oportunidades y perspectivas dependen
en gran medida de las instituciones que existen y de cómo funcionan. Las
instituciones no solo contribuyen a nuestras libertades, sino que deben
ser evaluadas en su función de su contribución a nuestras libertades. Así
lo exige el contemplar el desarrollo humano como libertad.

La gobernabilidad democrática implica procesos democráticos, la legiti-


midad y la regla de ley, que se logran a través de los procesos de desarrollo
económico y social de los pueblos. La gobernabilidad es inherente al fun-
cionamiento del Estado y se refiere a la calidad y tipo de las instituciones,
de las políticas y de los arreglos sociales que orientan la evolución del país.
La gobernabilidad democrática recubre ámbitos complejos, que en lo funda-
mental tienen que ver con la capacidad del país de producir las regulaciones
necesarias para conducir su proceso de desarrollo (Saldomando, 2002). Go-
bernabilidad es la capacidad política de gobierno para intermediar intereses,
garantizar la legitimidad y gobernar. La calidad de la gobernabilidad está
determinada por los procesos de institucionalización, el tiempo que estén
en vigencia las normas y procedimientos y la capacidad que tenga para la
resolución de conflictos. Por lo tanto, el concepto de gobernabilidad implica
la correcta aplicación de las reglas y procedimientos en la solución de con-
flictos para mantener el orden público general.
El sistema político que se fundamente en la gobernabilidad democrá-
tica genera mecanismos de acuerdos y negociaciones sobre la base de un
amplio acceso a la información de carácter pública, lo cual permite ampliar
las posibles respuestas a la solución de problemas públicos. La gobernabi-
lidad tiene dos connotaciones: como gobernabilidad democrática y como
grado de gobierno. La gobernabilidad democrática se refiere a la forma de
hacer gobernable la democracia mediante procesos regulados por institu-
ciones que dan cauce a la pluralidad de intereses en un ámbito de garantías
y libertades. La gobernabilidad entendida como grado de gobierno hace
referencia a las percepciones sobre el desempeño del gobierno que tienen
los ciudadanos.
Recientemente, la gobernabilidad se está convirtiendo en titularidad
global implementada a través de decisiones y medidas colectivas que son
delimitadas bajo esquemas de derecho internacional por instituciones que
responden a intereses de la globalización. Bajo este esquema globalizador, la
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 133

gobernabilidad democrática que implica procesos democráticos, la legitimi-


dad y la regla de ley, se logra a través de los procesos de desarrollo económico
y social de los pueblos. Sin embargo, dadas las dos tendencias anteriores, la
gobernabilidad global de la sociedad está recayendo en las grandes empresas
con intereses transnacionales y multinacionales.
El desafío para una mejor gobernabilidad bajo un marco globalizador se
centra en un sistema que logre el desarrollo integral del ser humano median-
te la armonización de las metas macroeconómicas de crecimiento y de igual-
dad social. El nuevo modelo de gestión pública requiere que los procesos de
formulación e implementación de las políticas públicas están estrechamente
vinculados con las capacidades del Estado y sus contribuciones al logro de la
gobernabilidad democrática.
La crisis de gobernabilidad democrática se caracteriza por la disfuncio-
nalidad de las instituciones para solucionar democráticamente los conflictos
y que ponen en evidencia las tensiones existentes entre los requisitos de la
democracia y los de la gobernabilidad. En la gobernabilidad democrática, los
actores estratégicos se comportan más de acuerdo al modelo de la poliar-
quía, con la representación de actores proporcional a su poder y en donde
los actores más poderosos resuelven sus diferencias y conflictos acatando las
decisiones emanadas de los poderes ejecutivo y legislativo designados por
voluntad popular mediante procesos de elección. La gobernabilidad demo-
crática plantea la necesidad de analizar el comportamiento de los actores es-
tratégicos en la resolución de sus conflictos. La gobernabilidad democrática
requiere de procesos de toma de decisiones y de resolución de conflictos
entre los diversos actores económicos, políticos y sociales con base a un sis-
tema de reglas y procedimientos.
El mundo está en constante transformación y cambio económico. Mien-
tras que muchos países están experimentando un crecimiento económico
sostenido, otros países todavía permanecen en la pobreza. Para mantener sus
ventajas, los países desarrollados cancelan las oportunidades y prácticas que
utilizaron para alcanzar altos niveles de crecimiento económico y se apro-
vechan para continuar la explotación mediante la formulación ahistórica de
políticas para el desarrollo económico. Los sistemas económicos disfuncio-
nales conducen a mecanismos perversos de crecimiento y desarrollo econó-
mico y por ende de desarrollo político.
El colapso de la economía socialista y la implosión estratégica de las
economías de mercado que abandonan el modelo de desarrollo centrado
en el Estado-nación y basado en la industrialización por sustitución de im-
portaciones, dieron lugar a una transformación cualitativa de los procesos de
desarrollo económico impulsados por una competencia abierta entre locali-
zaciones ubicadas en distintas partes del mundo, dando lugar a una globali-
zación de los procesos económicos.
De acuerdo a Burgos Silva (2002), el análisis económico neoinstituciona-
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lista define la institucionalidad jurídica y el desarrollo económico, cuestiona


el derecho como instrumento del desarrollo económico y reconoce a las ins-
tituciones informales y promueve mecanismos institucionales considerados
como óptimos. De acuerdo con Prats (2002: 7), el mensaje del neoinstitu-
cionalismo económico es una buena nueva para la democracia liberal: en las
condiciones actuales, las instituciones necesarias para definir y garantizar los
derechos individuales requeridos para el mayor y mejor desarrollo económi-
co no sólo son compatibles sino que son las mismas necesarias para disponer
de una democracia duradera (Olson, 1993).
El involucramiento cívico y las actitudes culturales dan forma al fun-
cionamiento de las instituciones políticas mediante cierto capital social que
puede ser adquirido en cierto tiempo (Almond y Verba, 1963; Lipset, 1979).
Las relaciones de confianza interpersonal, cooperación y compromiso cívico
aprendidas en asociaciones crean un capital social que influye en el desarro-
llo económico y el desempeño democrático de las instituciones (Putnam,
1993; Inglehart y Welzel, 2005; Hadenius y Teorell, 2005). Así, un elevado de-
sarrollo económico puede coexistir con un debilitamiento de las relaciones
de confianza y cooperación cívica (Grootaert, 1998).
Przeworski y colaboradores (2000) concluyen que el crecimiento en el
ingreso económico incrementa la sobrevivencia de la democracia pero no
afecta la sobrevivencia de la autocracia.

Cambio y desarrollo político

El desarrollo político o governance ocurre en todas las instancias del sistema


político y orienta los cambios con fundamentos en la democracia liberal. Los
regímenes políticos dan forma al desarrollo económico. Sobre este punto, los
resultados de las investigaciones empíricas se dividen. Por un lado, quienes
encontraron que no hay efectos robustos de la democracia sobre el creci-
miento económico (Londregan y Poole, 1990; Przeworski y Limongi, 1993;
Helliwell, 1994; Mulligan y Sala-I-Martin, 2004), y aquellos que encontraron
resultados que apoyan un promedio positivo de los efectos de la democracia
por sobre los resultados económicos, aunque con heterogeneidad relevante
en los episodios de democratización (Roll y Talbot, 2003; Papaioannou y
Siourounis, 2004; Jones y Olken, 2005; Giavazzi y Tabellini, 2005; Rodrik y
Wacziarg, 2005).
La historia democrática de un país tiene efectos en el desempeño econó-
mico (Gerrind, Bond, Barndt y Moreno, 2005). La democracia como sistema
político influencia el desarrollo económico de los pueblos. Algunos estudios
concluyen que la democracia acelera el crecimiento económico, aunque no
existen muchas evidencias, por lo que otros estudios concluyen que no exis-
te una conexión fuerte entre las dos variables. En las democracias estables, se
acelera el crecimiento económico, lo cual, a su vez, contribuye a aumentar
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 135

la estabilidad democrática en una espiral de un círculo virtuoso. La estabili-


dad democrática es un factor importante para alcanzar más rápidamente el
desarrollo económico.
Persson y Tabellini (2005) elaboraron un modelo teórico de cambio eco-
nómico y político para demostrar que el régimen político actual y esperado
influencia el crecimiento económico. La probabilidad del cambio de régimen
depende del capital democrático nacional, el cual influencia la voluntad de
los ciudadanos para luchar por la democracia. La identificación se consigue
por una restricción de exclusión que consiste en que el capital democrático
no tiene efectos directos en el crecimiento. De acuerdo a Persson y Tabellini
(2006), la estabilidad democrática esta determinada por una larga tradición
de gobiernos democráticos y cuando se está rodeado de democracias que
funcionan bien.
Un crecimiento más acelerado se asocia con democracias más estables y
los efectos estimados de la democracia actual son más fuertes cuando la pro-
babilidad de cambio de régimen es constante (Persson y Tabellini, 2006). Las
expectativas sobre los cambios de regímenes políticos juegan un papel im-
portante en el desarrollo económico. Así, las expectativas de estabilidad que
generan las democracias contribuyen al crecimiento económico más que las
expectativas de los regímenes autocráticos. El riesgo de que se abandone una
democracia daña el crecimiento económico.
Si se considera el orden político como una condición necesaria para el
desarrollo económico, se reconoce que el sistema político garantiza los dere-
chos de la ciudadanía que sirven de fundamento al modelo de crecimiento
económico. Por lo tanto, el crecimiento económico requiere de un orden
político que puede ser establecido en forma consensual, en forma autoritaria
e incluso mediante procesos de desorden.
La sociedad autoritaria limita el alcance de un orden político basado en
la cooperación social y desarrolla un sistema de intercambio político donde
se otorgan derechos y privilegios por lealtad y apoyo. Las autocracias que
se convierten en democracias continúan siendo inestables y vulnerables e
imposibilitan el crecimiento económico. Sin embargo, Londregan y Poole
(1990), no encontraron evidencia de los efectos de la inestabilidad política
causada por los levantamientos políticos en el crecimiento económico.
La democracia no está interesada en la participación popular para el es-
tablecimiento de la agenda de desarrollo económico, político y social, sino
más bien en buscar la legitimación del proyecto económico puesto en boga
por los políticos. Esta situación ha dado lugar a la degradación de sistemas
democráticos, tipificados como democracias delegativas, las cuales se han
implantado en muchos países, comparado con los ya establecidos en las de-
mocracias europeas.
Las democracias delegativas, según O’Donnell (1994), simulan tener las
características de una democracia liberal pero con instituciones políticas dé-
136 Estudios Avanzados 5(8): 129-145

biles que son aprovechas por los políticos que ejercen el poder con flagrante
violación de los derechos humanos.
El clima político internacional impacta la estabilidad democrática por
lo que la inestabilidad democrática tiene implicaciones en las transiciones
de los regímenes políticos. La nueva gobernabilidad supranacional que se
ejerce en las estructuras de poder internacionalizadas implica un orden ba-
sado en acuerdos negociados para la coordinación de políticas normativas y
estrategias de desarrollo económico, social y político conjuntas que superen
el impulso cautivador de los grandes intereses que buscan sus ventajas y
beneficios.
Los procesos de democratización representan un paso significativo para la
resolución de problemas del desarrollo económico, social, político y la con-
solidación de la gobernabilidad mediante cambios profundos, que implican
la definición de los límites entre los sectores público y privado, principios
y procesos de las funciones del Estado. De acuerdo a Weaver y Rockman
(1993), las respuestas que los países recientemente democratizados tengan
ante los retos y desafíos que les plantea el desarrollo económico y la integra-
ción política y social de sus pueblos, dependerán en medida importante de
la opción de diseño institucional que adopten.
La promoción de los procesos de democratización debe considerar las
condiciones locales y asegurar su cumplimiento con las actividades que be-
nefician a los ciudadanos. Las funciones del Estado deben complementar los
mercados mediante una coordinación de las interacciones de intercambio y
movilizar los agentes de desarrollo económico de la sociedad. La estrategia
de crecimiento económico se orienta hacia la descentralización de funciones
del Estado, la participación y democratización. Sin embargo, los resultados de
la implementación de estas reformas son decepcionantes: se incrementaron
los niveles de inequidad y dualización social e incremento de la inestabilidad
económica, política y social.
En los países donde el desarrollo político es volátil, se viven períodos
intermitentes de democracia y autocracia. La inestabilidad política de una
autocracia daña el crecimiento económico, sobre todo cuando se predicen
cambio de régimen (Przeworski y otros, 2000). El cambio político democrá-
tico establece compromisos que instrumenta la solución de conflictos.
La teoría de la autoridad-cultura de Eckstein (1996) sostiene el papel
dinámico de la cultura en los procesos de cambio político.
Para atender las diferencias locales, bajo un enfoque de federalismo, el
Estado debe formular e implementar políticas diferenciales que consideren
sistemas de incentivos a los comportamiento de los actores sociales y polí-
ticos para desactivar la relación perversa existente entre la clase política y
el clientelismo y que operen como articuladores del desarrollo económico
social local.
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 137

Capital democrático

El capital democrático es la acumulación de activos sociales y cívicos que


resulta de procesos de consolidación de aprendizajes de un país de su expe-
riencia histórica y de sus países vecinos. El capital democrático se refiere a
las variables que tienen influencia en la estabilidad de los regímenes demo-
cráticos pero que no tienen efectos directos en los resultados económicos
(Persson y Tabellini, 2006). El capital democrático se define como la forma
en que los ciudadanos toman decisiones.
Ottaway (1999) denomina capital democrático a las condiciones de exis-
tencia colectiva de las sociedades, tales como la infraestructura colectiva, las
tradiciones de la vida civil, las estructuras de autoridad efectivas y los meca-
nismos para la conciliación y la participación ciudadana.
Ottaway (1999) incorpora el concepto de capital social de Putnam en su
concepto de capital democrático. Sin las adecuadas dotaciones de estas con-
diciones, las elecciones periódicas, la competencia de los partidos políticos,
los medios de comunicación independientes, la economía de libre mercado,
los mismos atributos de la democracia de los pueblos democráticos, de las
políticas del gobierno, de las organizaciones no gubernamentales occiden-
tales, serían proclives a acentuar las divisiones sociales, religiosas y étnicas de
una sociedad, al menos a corto plazo.
Las organizaciones de la sociedad civil construyen el capital democrático
que consiste en las habilidades concretas que son requeridas para formar una
democracia moderna, permitiendo a las generaciones futuras de ciudadanos
y a los futuros lideres del gobierno aprender como planear, tomar decisiones,
manejar reuniones y negociar fines comunes.
El capital democrático se mide por la acumulación en años de democra-
cia y por los ambientes de los vecinos democráticos, pero se deprecian con
experiencias autocráticas. El capital democrático medido por la experiencia
histórica de la nación con la democracia y por su incidencia de democracia
con sus vecinos, tiende a reducir la salida del sistema democrático y eleva
la probabilidad de salir de sistemas autocráticos. Capital democrático y prospe-
ridad económica viene aparejado con seguridad humana. El capital democrático
se forma por un componente doméstico y otro foráneo. El capital demo-
crático doméstico depende de la propia experiencia histórica nacional, el
cual se acumula en períodos democráticos y se desacumula en períodos de
autocracia. El capital democrático doméstico es esencialmente una función
del tiempo que tiene una sociedad de ser una democracia. El capital demo-
crático foráneo depende de las influencias de las experiencias democráticas
en otros países, y se desacumula con las experiencias foráneas autocráticas.
La acumulación del capital democrático trae consigo un mayor crecimiento
económico y una mayor estabilidad democrática. Una gran acumulación de
capital democrático puede contribuir a que sucumban las autocracias.
138 Estudios Avanzados 5(8): 129-145

En las democracias, una alta reserva de capital democrático estimula el cre-


cimiento de forma indirecta reduciendo las posibilidades de levantamientos
armados. El capital democrático y el capital institucional tienen como marco
de referencia la totalidad de las instituciones que son relevantes para el análisis
de los procesos del desarrollo económico y en general para las actividades
económicas. Existe una relación significativa entre las democracias consolida-
das, la confianza en las instituciones y el desarrollo económico y social.
Con respecto al capital democrático, Persson y Tabellini (2006) sugieren
que su incremento no tienen un efecto directo en el crecimiento, solo un
efecto indirecto en el incremento de las expectativas de retornos de inversio-
nes. El capital democrático tiene un efecto positivo en el crecimiento eco-
nómico. La acumulación de capital democrático tiene impactos tanto en la
estabilidad democrática como en el incremento de los ingresos económicos.
El capital democrático de un pueblo se desarrolla en función de los he-
chos históricos, sistema político, derechos constitucionales, responsabilidades
públicas, las leyes que regulan la corrupción, los procesos legislativos y judi-
ciales, etc. El incremento notable en los últimos años de las organizaciones
sociales y las organizaciones no gubernamentales, consolidan la participación
activa de los movimientos de liberación, de derechos humanos y de democra-
tización, en amplios programas de desarrollo económico, político y social.
La participación en los procesos políticos de las organizaciones socia-
les mediante arreglos institucionales que promuevan su democratización y
garanticen al Estado su capacidad de regulación, permitirá a dichas orga-
nizaciones su participación en la formulación e implantación de políticas
públicas. El orgullo cívico es un elemento vital de renovación para el Estado
moderno. Las relaciones de confianza interpersonal, cooperación y compro-
miso cívico aprendidas en asociaciones crean un capital social que influye en
el desarrollo económico y el desempeño democrático de las instituciones.
Las tecnologías de la información y la comunicación son vistas como
nuevas formas de organización social y como procesos de transformación y
cambio económico, político, social, cultural, etc., mediante la formación de
comunidades u organizaciones de protesta y la emergencia de movimientos
con nuevas inquietudes y reivindicaciones.
En su reporte, Price Waterhouse Coopers sugiere como ingredientes para
hacer las naciones más competitivas: capital social e intelectual, capital de-
mocrático, capital cultural y de ocio, capital ambiental y técnico y capital
financiero.
La tolerancia a las diferencias, la pluralidad y diversidad de las manifesta-
ciones y movimientos políticos y sociales son parte del capital democrático
que sirve de base a la unidad de las fuerzas de cambio y de transformación
y crea espacios de diálogo y concertación. En estos espacios que ejercitan el
aprendizaje de la tolerancia y el respeto a la diversidad de ideas, se genera una
cultura democrática y se logra una acumulación del capital democrático.
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 139

Algunas naciones, como la India, han desarrollado capital democrático


después de su Independencia como un recurso de legitimidad y de identi-
dad, el cual es representado por una democracia constitucional, liberal pero
no en su forma mayoritaria. Este dividendo democrático hace de la India un
país preparado para la batalla global de las ideas.
Al mismo tiempo que se redefinen los poderes económico y político
transnacionales, el modelo de desarrollo indio está demostrando que la India
es capaz de incrementar su poder económico conciliado con su habilidad
para nutrir su diversidad y pluralismo interno a través de estructuras de de-
mocracia liberal constitucional (Mishra, 2006). La India se ha dado cuenta de
que su capital democrático construido en las últimas décadas del siglo pasado
tiene un valor instrumental enorme en un ambiente donde las batallas de
imágenes y las ideas se vuelven más feroces.
Por el contrario, en Rusia, el poder económico de las organizaciones
criminales, que han resultado de los procesos de transición de sistema econó-
mico, no permiten el desarrollo de capital democrático plenamente.
Martínez (2003) argumenta que del stock de capital democrático que es
60% en dieciocho países en la región latinoamericana, de acuerdo a datos
proporcionados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(pnud), la mitad estaría dispuesta a aceptar un régimen autoritario si trajera
solución a sus problemas económicos. El pnud propone una política genera-
dora de poder democrático que tenga como objetivo formar a la ciudadanía
integral capaz de afrontar el problema de la pobreza y la exclusión social,
para que la persona acceda armoniosamente a sus derechos cívicos, sociales,
económicos y culturales y revertir la devaluación del capital democrático de
la región.
La investigación del pnud ha sido corroborada por otras, como el Lati-
nobarómetro, las cuales confirman que la realidad en Latinoamérica es muy
diferente a las conclusiones a que llegan las investigaciones sobre capital
democrático.
Las iniciativas de muchos presidentes latinoamericanos, por ejemplo, se
dan en un contexto con más capital democrático del que están dispuestos a
reconocer muchos de los críticos del régimen político. La experiencia de los
uribistas en Colombia y de Transparencia en Perú como espacios que acu-
mulan capital democrático, y como repositorios de conocimientos teóricos
y prácticos sobre los temas que definen los grandes desafíos que enfrenta
el ejercicio de la democracia en esos países. El capital democrático de una
nación se deposita y reside en sus instituciones y en su capacidad para dar
soluciones a los conflictos de interés, que lamentablemente muchos pueblos
no logran, como en el caso de Perú con Fujimori y los fracasos de Uribe
para forjar un régimen autoritario fuerte en Colombia.
Lo que se requiere es un enfoque a las causas de las desilusiones median-
te la formulación e implantación de estrategias coherentes con una visión
140 Estudios Avanzados 5(8): 129-145

Economía
de mercado

Grandes corporaciones, micros, pequeñas y medianas empresas.


Comunidades locales de negocios, Cámaras, etc.
Organizaciones profesionales

Estado
Gobiernos
Gran tendencia 1 nacionales Gran tendencia 2
Transparencia Gobiernos Asociación
locales

Sector no lucrativo
Nuevos movimientos sociales Sindicatos
Grupos de presión Partidos políticos
Organizaciones no gubernamentales

Vida del club social • Redes informales de vecindades en el trabajo


Iglesia • Asociaciones de voluntartios

Gran tendencia 3
Sociedad Participación Política
civil

COMUNIDAD
Familia, lazos de amistad

figura 1. La sociedad civil y sus relaciones con la comunidad, el mercado y el Estado.


Interacciones entre la política, la sociedad y la economía con las tres mayores tendencias
para optimizar el capital democrático.

de sociedad democrática que mediante procesos políticos reconstruyan la


confianza entre las personas y que contribuyan a la formación de capital
democrático.
Las tendencias que guían al capital democrático en los procesos de tomas
de decisiones consideran las interacciones entre los ciudadanos de una socie-
dad y las influencias de las fuerzas económicas y políticas, con el alineamien-
to de sus respectivos objetivos.
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 141

Las tendencias actuales para la formación de capital democrático apuntan


a lograr una mejor transparencia y comunicación, el desarrollo de asociacio-
nes entre los sectores públicos y privados, y una mayor participación.
El balance y la calibración de las diferentes formas de participación de-
mocrática es un factor para la optimización del capital democrático. La co-
laboración y participación ciudadana en los procesos de tomas de decisiones
públicas son esenciales cuando las tendencias globales apuntan en direccio-
nes opuestas: hacia un individualismo egoísta y su concomitante declinación
en los valores sociales compartidos, apatía política, etc.
Para Assad (2006), el capital democrático significa que existen procesos
de participación y consultación por el público, lo cual prueba que hay trans-
parencia pública y rendición de cuentas (accountability). El capital democrá-
tico desarrolla la cultura de la participación ciudadana. Cuando el stock de
capital democrático es abundante, los ciudadanos son más participativos en
los procesos de tomas de decisiones que afectan a sus comunidades. El capital
democrático se utiliza para dirimir las diferencias y alcanzar compromisos
legítimos en base a las reglas de la negociación política.
El capital democrático es un sistema de libertad natural que forma las
bases de una comunidad genuina (Younkins, 1999). El capital democrático
usado para el bien común es esencial para el desarrollo de organizaciones
sociales y comunidades. La acumulación de capital físico y democrático se
refuerza mutuamente, promueven el desarrollo económico al mismo tiempo
que se consolida la democracia.

Formación de capital democrático

La educación contribuye a la creación del capital democrático de mu-


chas formas. La oferta y la demanda de la educación determinan el capital
democrático de un Estado. La educación crea, mantiene y fortalece el capital
democrático que se deposita en las instituciones, tradiciones, leyes, prácticas
culturales y comportamientos.

Capital
democrático

Demanda Oferta
educativa educativa

figura 2. Relaciones entre el capital democrático de una nación con la oferta y la de-
manda educativa.
142 Estudios Avanzados 5(8): 129-145

Para poner un ejemplo de cómo este modelo se aplica, en la breve ex-


periencia de la Rusia democrática, los niños están recibiendo educación
forzada de conceptos sociales elementales sobre la participación en los pro-
cesos democráticos. Las escuelas públicas de Chicago implementan una pro-
puesta a largo plazo de proceso de planeación para la formación de capital
democrático.
El capital democrático se forma con la aplicación sistemática de procesos
de producción los cuales dan forma a la oferta y demanda educativa y están
siempre en relación con los resultados asociados. Por lo tanto, se presentan
relaciones dinámicas entre los procesos de producción de capital democráti-
co y los resultados asociados con la formación de capital democrático, los
cuales a su vez pueden ser las fuerzas primeras que determinan los procesos.

Discusión

Los Estados nacionales presentan diferencias profundas en sus niveles de desa-


rrollo económico y social, en niveles de riqueza y sus valores, etc., como para
que tengan las mismas consideraciones con respecto al sistema democrático.
Los valores económicos y tecnológicos son importantes, pero es igualmente
esencial el desarrollo del capital democrático y cívico de la sociedad.
North (1991) argumenta que la teoría macroeconómica nunca resolve-
rá los problemas que confronta a menos que reconozca que las decisiones
adoptadas en el proceso político afectan críticamente el funcionamiento de
la economía, lo cual puede hacerse mediante una modelización del proceso
económico-político que incorpore las instituciones específicas afectadas y la
consiguiente estructura del intercambio político y económico.
La nula o poca convergencia entre el mercado y la democracia permite
concluir que el desarrollo económico por medio de los mercados difícil-
mente es compatible con grados avanzados de democracia. El Estado puede
balancear con el mercado el desarrollo económico. La formulación de políti-
cas sociales que alientan las capacidades sociales y humanas para el desarrollo
económico, previene la erosión de valores sociales fundamentales y mueven
a las sociedades hacia un desarrollo más equitativo y sustentable que requiere
más que simplemente ajustar los enfoques económicos y sociales.
El movimiento de la gente se sustenta en ideas que la divide entre las
personas y las corporaciones multinacionales, entre el capital democrático
y el poder del capital corporativo. Sólo que este planteamiento va más allá
que la teoría marxista que enfrenta a la clase trabajadora con la burguesía
capitalista.
El capital democrático irreductible de una sociedad determinada puede
manifestarse en una absoluta indiferencia con su entorno político, como en
el caso del abstencionismo electoral. La democracia no se resuelve solamente
en el juego de las representaciones políticas.
Vargas Hernández • Cambio y desarrollo económico y político 143

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recibido 27/8/2007 • aceptado 10/9/2007


José Guadalupe Vargas Hernández. Doctor en Administración Pú-
blica (Columbia States University), Doctor en Economía (Keele Univer-
sity, England). Profesor investigador miembro del Sistema Nacional de
Investigadores, Nivel 1.Visiting Scholar, University of California-Berke-
ley. Profesor del Instituto Tecnológico de Cd. Guzmán. Profesor investi-
gador del Doctorado Interinstitucional en Administración, Universidad
Autónoma de San Luis Potosí. Profesor del Centro Universitario del Sur
de la Universidad de Guadalajara. Profesor visitante de la Universidad
Autónoma de Aguascalientes, Universidad Autónoma Indígena de Méxi-
co, Universidad de Occidente, Instituto Tecnológico de Colima, Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Colima,
de la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Po-
litécnico Nacional, Instituto Multitécnico Profesional y la Universidad
de Colima. Profesor investigador invitado de la School of Public Ad-
ministration, Carleton University, Canadá. Anteriormente, profesor in-
vestigador del Centro Universitario de Investigaciones Sociales y de la
Facultad de Economía de la Universidad de Colima. En 2004 obtuvo el
Premio Internacional de Global Business and Economic Development.
Y en 2002 el premio Allies Academies nominado por la International
Business Academy. Su correo electrónico es jgvh0811@yahoo.com.

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