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vislumbrar por nuestros limitados sentidos. Hay tantas cosas por conocer que pensamos
que tal vez el universo sea infinito. Cuando miramos al cielo en una noche despejada
vemos que existen incontables estrellas que brillan emitiendo energía, luz que viene
viajando a 300 000 km/s, y que nos parecen eternas porque jamás se desvanecen.
Nosotros, los seres humanos, criaturas que habitan un minúsculo planeta rocoso que
orbita alrededor de una gran bola de gases calientes que a la vez orbita un agujero negro
en el centro de la galaxia, intentamos comprender el universo. Parece ser un reto muy
grande para nosotros ¿no? ¿Pero por qué no intentarlo? Comprender el universo es
comprendernos a nosotros mismo. La misma existencia del universo tiene como
consecuencia la existencia de la humanidad, entonces ¿por qué no esforzarnos en
comprenderlo? Varias personas a lo largo del tiempo han intentado resolver los
misterios que nos brinda el universo, algunos lo han conseguido y otros han quedado
con más inquietudes sobre el cosmos. Los agujeros negros son un tema relativamente
nuevo en la cosmología del siglo XXI, y con este ensayo pretendemos explicar, al
menos un poco, la física de un agujero negro y como este repercute sobre el tiempo y el
espacio, deformando los conceptos intuitivos sobre la luz y la gravedad.
“Me estremece la idea de que estamos atados al imparable paso del tiempo que nos
condena a una muerte inevitable.”
La física actual nos dice, basado en la relatividad general, que el espacio y el tiempo son
dos aspectos del mismo tejido en donde suceden todos los acontecimientos del universo,
y se lo conoce simplemente como espacio-tiempo. Al unir estos dos conceptos en uno
solo tenemos como consecuencia varias nuevas características porque en un tejido
espacio-temporal cualquier acción que realicemos en el espacio tendrá repercusiones en
el tiempo y viceversa.
Para verlo de otra perspectiva podemos mencionar la paradoja de los gemelos, debida a
Paul Langevin, que enuncia: el primer gemelo hace un largo viaje a una estrella en una
nave espacial a velocidades cercanas a la velocidad de la luz; el otro gemelo se queda en
la Tierra. A la vuelta, el gemelo viajero es más joven que el gemelo terrestre.
Ahora viajemos mentalmente a un agujero negro, una región finita del espacio en cuyo
interior existe una concentración de masa y energía lo suficientemente elevada y densa
como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera
la luz, puede escapar de ella. La gravedad de un agujero negro provoca una singularidad
envuelta por una superficie cerrada, llamada horizonte de sucesos. El horizonte de
sucesos separa la región del agujero negro del resto del universo y es la superficie límite
del espacio a partir de la cual ninguna partícula puede salir, incluyendo los fotones y
esto se comprueba con ésta fórmula: Ve=C= (2GM/r^-1) ^1/2; si el lado derecho de la
igualdad es mayor que C estamos hablando de un agujero negro.