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Universidad del Valle de Atemajac

Omar Ramírez Torres

Introducción a la psicoterapia

Dra. Leticia Luna Bernal

Ensayo final sobre los enfoques psicoterapéuticos

Los retos en los estilos psicoterapéuticos: una crítica

Fecha de entrega: 5 de diciembre de 2019


Los retos en los estilos psicoterapéuticos: una crítica

“La Psicoterapia es cuestión de piel, cuestión de poros y de olfato.


Si no ponemos a disposición del paciente nuestro pellejo,
nuestros afectos, nuestra energía, más vale no intentarlo.
Tal vez esto sea para algunos algo exagerado; para otros, no tan
necesario; pero para ellos, los pacientes, es algo primordial”.

- (Lauretta Cornejo, 2000).

El presente ensayo está elaborado con el objetivo de hacer un breve


recorrido por los diversos enfoques psicoterapéuticos revisados en la materia de
Introducción a la Psicoterapia impartida por la Dra. Leticia Luna Bernal con el
objetivo de comprender los principales retos a los que se enfrentan los psicólogos
con orientaciones terapéuticas psicodinámica, cognitivo conductual, humanista,
sistémico relacional e integracionista, desde la perspectiva personal y
considerando la literatura previa revisada durante la materia, así como la
participación de los psicólogos José Luis Rodríguez y Omar Meza, quienes gracias
a sus enfoques sistémico relacional y psicodinámico, respectivamente, lograron
esclarecer, al término de dicha materia, la labor que llevan a cabo atendiendo a
sus orientaciones terapéuticas. Además, durante el desarrollo del ensayo, se
acompañará la descripción de los modelos terapéuticos por una crítica que
pretenda no mostrar manifestaciones de pensamientos desfavorables,
perjudiciales y de desvalorización hacia los mismos, sino la expresión, en términos
de utilidad, de los requerimientos principales que los modelos requieren para
ajustarse las necesidades actuales de este siglo en el bello proceso de la
psicoterapia.

Decido partir, primeramente, de una de las premisas establecida por Fiorini


(2004), la cual asegura que el campo de las psicoterapias que ha emergido en los
últimos años lleva consigo problemáticas de complejidad cada vez mayor a nivel
epistemológico, teórico, técnico, docente e investigativo, por lo que se constituye
hoy en día un problema urgente, el cual se logra posicionar como una
responsabilidad social humana. Con lo anterior, se deduce que debido a los
cambios que se suscitan en nuestra cotidianidad, el área de las psicoterapias
también resulta afectada, por lo que requiere mostrar una transformación en
dichos niveles para el logro del bienestar psicosocial de sus consultantes.

A nivel epistemológico, se debe subrayar la importancia de cuestionar el


origen, objetivos y estrategias o técnicas utilizadas en el enfoque psicoterapéutico
elegido por el terapeuta, ya que, si bien, la naturaleza del enfoque pretendió
adecuarse a las necesidades actuales de su época, se desconoce si sus objetivos
y metodología son capaces de ajustarse a las necesidades de este siglo.
Asimismo, a nivel teórico y técnico, se hace necesario conocer y comprender al
enfoque seleccionado; esto es, responder al por qué y al para qué del mismo, en
conjunción con los motivos personales por los que el terapeuta se decide por
aquél.

Finalmente, en lo que respecta a los niveles docente e investigativo, se


exige un dominio en los niveles previos, ya que “hacer” docencia e investigación,
supera el conocimiento y comprensión del enfoque, lo que implicaría compartir y
generar aportaciones efectivas y novedosas a su metodología, respectivamente.
Por consiguiente, se atendería aquella necesidad del autor por la constitución de
“una teoría de las técnicas de psicoterapia que incluya una consideración crítica
de algunas de sus bases ideológicas” (Fiorini, 2004, p. 6).

Ahora bien, al plantear el panorama de las psicoterapias contemporáneas, y


con el fin de realizar un recorrido por los diversos modelos psicoterapéuticos
señalados al principio, comienzo por explicar sintéticamente los objetivos de éstos.
Comprendiendo que el psicoanálisis demuestra poseer tres acepciones, según
Oblitas (2008), su aplicación se destaca por el uso que poseen, respectivamente,
como método investigativo, la elaboración teórica resultante a partir de dicha
investigación, y por el tratamiento de los desequilibrios del espíritu. De esta forma,
y considerando este último sentido del psicoanálisis, el autor subraya la labor
fundamental del analista, el cual consiste en “hacer consciente lo inconsciente,
venciendo las resistencias a través de la interpretación de la transferencia” (p. 84).

Como es posible concluir, el proceso ocurrido en la psicoterapia de


orientación psicodinámica se caracteriza por la interpretación total de las
conductas y pensamientos del consultante, los cuales se convierten en el material
del analista para el tratamiento correspondiente. Si bien, aquí la psicoterapia
pretende realizar una revisión metapsicológica de los contenidos manifiestos y
latentes del paciente, la estrategia utilizada en el desarrollo de la psicoterapia
resulta vetusto en términos metodológicos, ya que no contempla a éste como ser
biopsicosocial, sino que mantiene una concepción determinista en sus primeros
años de vida. Por tanto, dicho proceso dista de una comprensión totalizadora que
entienda al hombre como el resultado de una interacción social con sus
semejantes y con el contexto en el que se encuentra desenvuelto.

Como lo señaló el Dr. Omar Meza, de orientación psicodinámica, y quien


actualmente colabora dentro de la Secretaría de Salud del estado de Guanajuato,
la realidad dentro de los hospitales públicos al atender a los pacientes por medio
esta psicoterapia, es una labor que no se logra ajustar a los problemas de
aquellos, por una parte, por el costo, la duración y efectividad de la misma. Sin
embargo, el quehacer en la orientación psicodinámica intenta actualizarse con
objeto de resolver, en menor tiempo, los conflictos de sus pacientes, y prueba de
ello son las psicoterapias breves y focales, las cuales, a diferencia del
psicoanálisis tradicional, y siguiendo a Bellak y Siegel (1986), se enfocan en “lo
que ha sido aprendido en forma deficiente y que necesita ser desaprendido y
reaprendido de la manera más eficaz” (p. 5).

Las terapias cognitivo conductuales, por su parte, surgen como una


reacción al psicoanálisis, mostrando diferencias significativas en el tratamiento,
como la oleada de ideas y pensamientos que mantenían una postura en contra
respecto a la forma de tratar la psique, y la necesidad de notar objetiva y
visiblemente cambios en el comportamiento de los consultantes. Por ello, Stallard
(2007) explica que:

El objetivo de la terapia cognitivo conductual es aumentar la conciencia y el


conocimiento de sí mismo […], facilitar una mejor comprensión de uno
mismo y mejorar el autocontrol en base a desarrollar unas habilidades
cognitivas y conductuales más apropiadas (p. 28).

De esta forma, esta terapia coadyuva a lograr una identificación de aquellos


pensamientos y creencias que resultan disfuncionales, predominantemente
negativos, caracterizándose por ser sesgados y excesivamente autocríticos. Así,
tanto la autoevaluación, la educación, la experimentación y la comprobación
colaboran a que dichos pensamientos y creencias puedan ser sustituidos por
cogniciones más adaptativas, positivas, funcionales y equilibradas que resaltan los
puntos fuertes y los logros personales (Stallard, 2007).

En la época actual, las terapias cognitivo conductuales ofrecen de forma


efectiva y eficaz la solución a gran cantidad de problemas presentados por los
consultantes, y de manera especial, aquellos relacionados con la conducta, por lo
que los cambios en sus pensamientos o creencias, demuestran a su vez una
modificación en su comportamiento. Es a través de dicho proceso como se logra
obtener un mejor autocontrol y educación, no sólo conductual, sino también
emocional, reconociendo la importancia de su identificación y gestión adecuada.
Puedo decir, y lo digo sin temor a equivocarme, que dichas terapias logran
responder asertivamente a muchas de las necesidades actuales que la sociedad
presenta, de forma que, a diferencia del modelo psicodinámico, en menor duración
y costo, se ven reflejadas las conductas a modificar establecidas por el terapeuta y
el consultante.

Es a partir de lo anterior donde coincido con el impacto, en términos de


costo y eficiencia, que han demostrado poseer estas terapias, razón que explica la
preferencia de gran cantidad de personas por terapeutas de dicho enfoque. Sin
embargo, la labor de estos últimos consiste en tratar de condicionar al consultante
con el objetivo de erradicar algunas de sus conductas disfuncionales y volverlas
más funcionales, manteniendo una concepción meramente científica para con los
pacientes, y no lo suficientemente humana para empatizar aún más con sus
problemas.

Ahora bien, retomando a Oblitas (2008), como modelo psicoterapéutico, el


enfoque centrado en la persona tiene el objetivo de “identificar aquellos factores
que facilitan el cambio favorable y duradero tanto en la persona que busca ayuda
como en el terapeuta” (p. 146). En dicho modelo psicoterapéutico, resulta de gran
importancia, para el logro de dicho objetivo, considerar a la empatía, la actitud
positiva incondicional y la autenticidad como las herramientas principales, a través
de las cuales, el consultante pueda sentirse libre y capaz de expresar
humanamente sus problemas en un espacio de aceptación y confianza.

Una de las principales características por las que este enfoque se distingue
es por el trato para con el cliente, así como la forma en la que se desarrolla el
proceso terapéutico. Si bien, en el modelo psicodinámico el terapeuta trata de
comprender la organización psíquica de sus pacientes, mientras que los
terapeutas cognitivo conductuales tratan de modificar las conductas
desadaptativas por unas más adaptativas, los terapeutas humanistas mantienen
una concepción que ubica al hombre en el terreno de la Filosofía, por lo que,
durante la psicoterapia, el terapeuta contribuye a la resignificación vital de sus
clientes, ayudándolos a comprender su pasado, presente y futuro. No obstante, y
a pesar de que una gran mayoría logra reconocerse y hacer contacto consigo
mismo, la efectividad de estas psicoterapias no es equiparable con las dos
anteriores, y dicha razón no determina que un cliente no aprenda sobre sí mismo y
la forma en la que sus conflictos se hacen presentes en su vida, sino que al igual
que aquéllas, esta psicoterapia responde en mayor medida a problemáticas que
estén relacionadas con el sentido de vida, es decir, con la existencia misma.
Uno de los enfoques que ha logrado mostrar una comprensión más holista
de los consultantes es el enfoque psicoterapéutico sistémico. Según Nardone y
Watzlawick (1992), el modelo sistémico:

Se trata de un modelo de intervención terapéutica, que dirige su atención


principal a la comunicación y al momento actual de su manifestación y no
ya al análisis de las causas del pasado […]. La terapia, por consiguiente,
fue entendida como un cuidadoso estudio de la comunicación interpersonal
dirigido a modificar, por medio de acciones o prescripciones directas, a
veces paradójicas o aparentemente ilógicas, el sistema de relaciones
disfuncional operante en un grupo determinado de personas. (p. 60-61).

Por tanto, y considerando las premisas fundamentales de la terapia sistémica,


volviendo a Oblitas (2008), “un aspecto central es el cambio, la forma como tiene
lugar de forma espontánea y la manera en la que se promueve” (p. 252). En
resumen, el modelo psicoterapéutico mantiene una concepción cíclica del
consultante, donde la naturaleza de sus conflictos tiene una explicación a través
de las relaciones y la comunicación que ha establecido con los sujetos más
cercanos a él. Sin duda, me atrevo a afirmar que dicho enfoque posee una visión
integral y global de los problemas del consultante, lo que posibilita la oportunidad
de lograr un cambio significativo en su percepción y reacción ante los mismos.

Siguiendo al Mtro. José Luis Rodríguez, no se debe olvidar que los seres
humanos somos relacionales por naturaleza, y es a partir de ello, en conjunción
con el contexto, donde surgen las principales problemáticas de aquél que acude a
psicoterapia. Además, y como parte del proceso psicodiagnóstico, es fundamental
elaborar hipótesis acerca de lo que pudiera estar ocurriendo con el consultante;
asimismo, es de gran relevancia la evaluación del sistema familiar inmediato,
logrando subrayar no sólo aquellos aspectos desadaptativos, sino también
aquellos que resultaron ser adaptativos, ya que, aunque se halle una familia
disfuncional, la constitución y organización de ésta ha logrado funcionar “a su
manera”, lo que implica la comprensión y concepción del funcionamiento familiar
como un sistema que logra abarcar a más de uno de ellos. De esta forma, y como
lo señala Bronfenbrenner (1979) cuando describe a los microsistemas,

se le atribuye la misma importancia a las conexiones entre otras personas


que estén presentes en el entorno, a la naturaleza de estos vínculos, y a su
influencia indirecta sobre la persona en desarrollo, a través del efecto que
producen en aquellos que se relacionan con ella directamente” (p. 27).

Finalmente, y como parte del recorrido por los diversos estilos


psicoterapéuticos, merece mención uno de los enfoques que ha resonado
últimamente en el área de las psicoterapias, y que es mayormente conocido por la
utilización conjunta de los modelos expuestos antes, al igual que sus estrategias y
formas de intervención particulares; este modelo es denominado por algunos
autores como integracionista, integrativo o ecléctico. Según English y English
(citado en Corsi, 2005), se destaca la definición de eclecticismo:

Eclecticismo: como sistema teórico es la selección y combinación, ordenada


de los rasgos compatibles de las diversas fuentes y, a veces, de teorías y
sistemas incompatibles; es el esfuerzo por encontrar los elementos válidos
de todas las teorías y doctrinas para combinarlas en un todo armónico […].
Hay que distinguir eclecticismo de la mera combinación asistemática y
acrítica, cuyo nombre es sincretismo (p. 64).

Así pues, es importante mostrar la diferenciación existente dentro de las posturas


eclécticas; éstas se dividen en asistemáticas, las cuales no pretenden seguir un
modelo integrador, sino que se componen por el uso de distintas estrategias
terapéuticas y aquellas posturas eclécticas sistemáticas, cuyo origen parte de un
modelo integrador, a partir del cual se derivan los procedimientos terapéuticos
(Corsi, 2005). Como es posible deducir, dentro de este modelo psicoterapéutico se
desprenden tipologías, a partir de las cuales, el proceso desarrollado en la terapia
muestra una diferencia en cuanto a metodología y objetivos, por lo que quizá los
resultados también resulten modificados.
Desde esta óptica, este modelo ha sido uno de los más criticados por el
procedimiento que lleva a cabo, además de las consideraciones éticas que le
subyacen, motivos por los que resulta complejo lograr un esclarecimiento de la
labor del terapeuta. Se haría necesario pues, que este último, si ha optado por
definirse como ecléctico o integrativo, más no sincrético, posea una formación
como tal que le ayude al discernimiento psicoterapéutico para el desarrollo óptimo
de sus consultantes.

Con lo antes expuesto, y considerando la experiencia de los psicólogos: el


Dr. Omar Meza y el Mtro. José Luis Rodríguez, éstos explican que entre los
principales retos a los que se enfrentan los psicólogos de este siglo, se destaca
una constante innovación en el quehacer del terapeuta, respecto a la importancia
de saber “cómo vendernos” y cómo darle el lugar que se merece a la profesión.
Asimismo, resaltaron que la “actualización del terapeuta”, en cuestión tecnológica,
es fundamental para tratar de comprender algunas de las patologías que tal vez
surjan en años futuros debido a la exposición constante de aquél medio, lo que
puede traducirse como una “mayor desorganización”.

Por otra parte, el Mtro. José Luis Rodríguez subrayó el reto de los
terapeutas de trasladar la psicoterapia a lugares más vulnerables, ya que en la
actualidad se hace necesaria la tarea de expandir la atención psicológica a
personas que no han tenido el acceso a ella, por lo que el campo de trabajo del
terapeuta también requiere una ampliación cada vez mayor. De la misma forma, el
quehacer del psicólogo no sólo implica el trabajo con los consultantes, sino
también con él mismo; a lo largo del proceso de terapia, como lo expone Kottler
(2019), “la relación es nuestro principal instrumento de sanación. Aunque tratemos
de aislarnos, y lo logremos la mayor parte del tiempo, inevitablemente se producen
fugas” (p. 32). Por lo anterior, se hace también necesario el cuidado del propio
terapeuta, ya que éste puede resultar afectado de la misma forma en el proceso.

Después de haber realizado un breve recorrido por los diversos estilos,


enfoques y modelos psicoterapéuticos, quedará la interrogante sobre la labor de
los nuevos y viejos terapeutas de este siglo, así como los retos próximos a los que
se puedan enfrentar, ya que, ante el crecimiento de problemáticas de diversas
índoles, el trabajo de los terapeutas requiere de una mayor difusión y participación
en temas de prevención y cuidado de la salud mental propia y ajena. Por lo
anterior, concluyo afirmando la relevancia que hoy en día tienen las psicoterapias;
si bien, las variaciones en el proceso son claras, lo cierto es que cualquiera de
ellas tendrá siempre el objetivo de ayudar al paciente a reencontrarse consigo
mismo, a conocerse, a entender la naturaleza de sus problemas y, sobre todo, a
ser parte, si así lo decide el consultante, del cambio. Finalizo el presente ensayo
coincidiendo con lo expresado por la Dra. Leticia Luna, respecto a que el terreno
de las psicoterapias es sólo una rama de la maravillosa palabra llamada
Psicología.

Referencias

Bellak, L. y Siegel, H. (1986). Manual de psicoterapia breve intensiva y de


urgencia. México, D.F.: El Manual Moderno.

Bronfenbrenner, U. (1979). La ecología del desarrollo humano. Barcelona,


España: Paidós.

Cornejo, L. (2000). Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza.


Sevilla, España: Desclée de Brouwer.

Corsi, J. (2005). Psicoterapia integrativa multidimensional. Buenos Aires,


Argentina: Paidós.

Fiorini, H. (2004). Teoría y técnica de psicoterapias. Buenos Aires, Argentina:


Nueva Visión.

Kottler, J. (2019). Los retos de ser terapeuta. México, D.F.: El Manual Moderno.
Nardone, G. y Watzlawick, P. (1992). El arte del cambio. Manual de terapia
estratégica e hipnoterapia sin trance. Barcelona, España: Herder.

Oblitas, L. (2008). Psicoterapias contemporáneas. México, D.F.: Cengage


Learning.

Stallard, P. (2007). Pensar bien – sentirse bien. Manual práctico de terapia


cognitivo-conductual para niños y adolescentes. Bilbao, España: Desclée de
Brouwer.

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