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Instituto de Enseñanza Superior N° 28 “Olga Cossettini”

LITERATURA

LATINOAMERICANA

TRABAJO PRÁCTICO N° 2

Profesora: Claudia Caisso


Alumno: Ignacio Mazzoni
Año: 2017
1) En el documental “Cimarrón: Historia de un esclavo” la cámara exhibe intermitente y
alternadamente imágenes entre las que se pueden mencionar: entrevista a Miguel Barnet, autor
del libro “Biografía de un cimarrón”, tomas de su partícipe Esteban Montejo en su residencia
para adultos mayores y fragmentos del documental “Cimarrón” del director Juan Carlos Tabío,
entre otros. Los recortes de este último se reiteran en varias ocasiones a lo largo del video y
acompañan una voz que reproduce el contenido del libro, en conjunto exponen violencia, trata,
nacimientos, religión, baile y demás manifestaciones culturales y propias de la época de la
esclavitud. Cabe destacar que las apariciones del cimarrón propiamente dichas son
principalmente en blanco y negro evidenciando la antigüedad de las tomas y con audios de la
voz de él muy acotados, mientras que otras tomas hechas con Barnet recorriendo la residencia,
ya sin Montejo, son a color. Por otro lado, se incorporan animaciones que se asemejan a
pinturas en acuarela y describen el tiempo de paz previo a la aparición de los colonizadores, más
luego la opresión y el sometimiento, para al final lograr la liberación y la independencia;
fotografías de Miguel y Esteban juntos o de este último solo y en vida, como también archivos
fotográficos de esclavos con el cuerpo evidenciando enfermedades, pinturas de carácter histórico
(venta de esclavos, disposición de los barracones, esquemas de los barcos donde traían a los
negros); tomas del estudio del antropólogo en su casa como de las residencias, los ingenios, las
reuniones y objetos de índole religioso conservados y captados en la actualidad.
Los cortes son espontáneos y buscando el amalgamamiento de todos los elementos ya
descriptos, en muy pocas ocasiones se usa el fade out para lograr alguna transición. A su vez, la
música que acompaña al documental es nativa del pueblo cubano, cargada de tambores y
percusiones que exigen un ritmo de imágenes sin espacios muy extensos entre unas y otras. Solo
se pueden apreciar movimientos lentos o de montaje de la misma secuencia cuando Barnet
cuenta su experiencia entrevistando a Montejo, o cuando se usan varios segundos del
documental de Tabío mientras se leen fragmentos del libro, o al cambiar la temática de lo que se
exhibe siguiendo el relato del cimarrón.
En referencia al campo de estimulación puedo hablar desde una perspectiva particular,
percibí un alto grado de excentricidad al observar las imágenes seguidas de una música
afrocubana, semejante asociación me transportó a un lugar lejano y extraño a la vez. Luego, a
medida que avanzaba el documental, comencé a escindir aquello del sonido y me quedé con la
imagen sola (llegué a ver el video mudo) encontrando otra arista con la cual llegué a asociar la
historia de la opresión de aquel pueblo del norte similar a la de los aborígenes de estas tierras.
Además, al ver las secuencias de los montes de caña y de la espesura donde el cimarrón se
adentró recordé un viaje a Perú en donde tuve contacto y mucho diálogo con gente que vivía
selva adentro. Me contaron historias de tribus que se alojaban aún más adentro y recordé la
sensación de respeto que me sobrevino al sentirlos tan cuidadosos y cautelosos de sus costumbres
y sus recursos.
Un rasgo que me quedó retenido en algún lugar más allá de la memoria estimulada por
imágenes fue el relato de la violencia ejercida por los españoles hacia los esclavos y por sobre
todo hacia las mujeres y los niños. Las descripciones que brinda el cimarrón, en ese despojo de
intentar convencernos de algo y otorgando la cruda y refleja verdad del testigo, generó más
impacto de lo que cualquier relato podría haberme hecho sentir.

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Por otra parte, como espectadores, estamos en presencia de un documental que unifica
esbozos de lo que dice el autor de un libro sobre la experiencia de entrevistar al cimarrón,
construcción no solo antropológica sino humana y de amistad; el recorte de un documental muy
vívido sobre la vida de los esclavos de la época y por último una serie de elementos históricos
que permiten reelaborar un nuevo discurso. “Cimarrón: Historia de un esclavo” refuerza cierta
estética de la reconstrucción histórica en base al seguimiento individual de una experiencia a lo
largo del tiempo, la de Esteban Montejo y también la de Miguel Barnet. Es decir que si
escindimos las partes también podemos encontrar una forma de relato, pero al estar unificados
refuerzan su carácter verídico.

2) La definición de Zimmerman y Beverly parece definir en esencia la significación que


toma la imagen de Montejo a partir de la construcción realizada por Barnet. Se destaca el hecho
de que estemos frente a un relato testimonial que habla más de una época y de un grupo social
(los esclavos y los cimarrones) y un punto de vista que no está incorporada en los libros de
historia por ejemplo o en el ámbito de la cultura letrada. La acción del antropólogo, que es ser
mediador casi imperceptible entre esa voz y la trascendencia, ofrece un camino alternativo para
entender y conocer los hechos del pasado. La marginalidad toma personificación y presencia
para brindar su más sincera versión de lo vivido, con la autenticidad de los giros dialectales y
sintácticos, la fidelidad de los modismos de la región que la envisten de la contextualización
requerida. Se forja un héroe de clase que a su vez no tiene más heroicidad que representar lo
popular oprimido en la supervivencia y la liberación. Es la otra cara de una historia que
sobrevivió ante la adversidad del poder disfrazado de conquista.

3) Montejo dice varias veces que proviene de la Naturaleza porque fue ella misma quien le
dio cobijo en la huída y le dio más enseñanzas positivas que las provenientes del intercambio con
los hombres e incluso de los dioses mismos. El alejamiento de cualquier forma de sociedad lo hizo
inclinarse de lleno a sentirse parte de la comunidad natural con sus leyes y expresiones. El
misticismo, la magia, las religiones (africanas, chinas, europeas) se unían en un vaivén de fuerzas
que hacían uso de los elementos naturales para reforzar la creencia. La medicina que pudo
observar Montejo provino siempre de la naturaleza, lo ayudó a sobrevivir, dialogó con él y lo
defendió cuando él más lo necesitó. En ella está todo, asegura, lo visto y lo oculto.

4) Con respecto a las características que destacan la sabiduría del y los personajes
(considerando a estos como los que Montejo incluye en su relato) y su saber hacer, hay tres
aspectos que me parecieron significativos al leer los primeros capítulos del libro. En primera
instancia: la religión; la sucesión de actos, preparativos, movimientos y palabras vinculadas a
los distintos rituales de las distintas religiones que convivían en los barracones dan cuenta de un
conocimiento hecho praxis en base a un legado de creencias que se sostenían en el tiempo y en la
distancia. Las diferentes proveniencias de los dioses estaban directamente relacionadas al modo
de invocar y rendir tributo por parte de los creyentes. Conocer les permitía ser parte, y ser un
intruso podía llegar a ser peligroso; las disputas y desavenencias grupales eran “tramitadas” en
el ámbito de la superstición y la brujería en muchas oportunidades. En segundo lugar: los

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juegos; el recorrido pormenorizado que hace el cimarrón sobre las distintas formas lúdicas dentro
de los barracones y también fuera de él, entre amos y esclavos, habla de una serie de normativas
que estaban ligadas a sectores diferenciados y a su relación con el trabajo y el dinero. Y por
último: el baile; la danza acompañada de distintas músicas era símbolo de una cultura que se
mantenía comunicada con el movimiento y la percusión, escindida por ejemplo de los
instrumentos de cuerda, y que ponía de manifiesto otro saber hacer. La descripción de la forma
de entrecruzarse los cuerpos y cómo eran los tambores o tamborines que acompañaban, junto a
los días y conmemoraciones específicas, o las relaciones entre el baile y el sexo marcan un
arraigue y una sabiduría que no era el del español, del portugués o del norteamericano, y hoy
día sigue siendo el latido del suelo cubano.
Puntualmente con las religiones, Montejo primero hace una distinción entre las africanas
y la católica, aquellas más burdas y fuertes y menos adornadas que esta la cual era introducida
por curas que tenían esclavos domésticos y escondían la lujuria puertas adentro. A su vez, hace
una segunda división entre la lucumí y la conga, esta última era más peligrosa ya que los brujos
se adueñaban de las personas y realizaban sus trabajos usando animales y muertos, mientras
que la restante estaba más ligada a los santos y a Dios. La diferencia entre una y otra era que el
congo resuelvía pero el lucumí adivinaba.

5) En el capítulo correspondiente a la vida en los barracones Montejo da una descripción


pormenorizada tanto edilicia, geográfica como demográficamente de aquellas construcciones
dedicadas deliberadamente para albergar a los esclavos. Las notas al pie dan cuenta de una
recopilación bibliográfica hecha por Barnet que permite contrastar el dato “letrado”, por
ejemplo los consejos deliberados de los dueños de los ingenios o las plantaciones para organizar y
controlar a los esclavos, con el relato mismo del que sintió en carne propia el haber estado
encerrado allí. Cabe la pregunta: ¿qué es más fiel a la verdad, lo que cuenta alguien que solo se
dedicó a mirar desde afuera cómo vivían los esclavos o aquel que realmente lo experimentó?
La oralidad y la autorreferencia en primera persona da un peso extra al mero dato
descriptivo o explicativo. En el caso de la campana y su simbolización, si nos quedamos con lo
expuesto en la nota al pie solo conservaremos cierta información de carácter religioso o
consuetudinario para las labores en las fincas, pero si nos atenemos a lo que dice Montejo
podemos observar los límites de una rutina que significaba censura y control psicofísico sobre los
esclavos.
Para finalizar, hay que especificar que todo aquello que Montejo cuenta sobre su
experiencia en los barracones también habilita un análisis sociológico al detectar que en un
espacio reducido de viviendas había un adentro y un afuera, había organización y descontrol,
enfrentamientos como también algarabía, enfermedades y nacimientos, entre otros. Por medio
de su voz se pueden recopilar muchos y mejores datos documentalistas que cualquier
investigador pueda pedirle a un campo de estudio. Y más allá de eso, también nos da una
enseñanza de vida porque la historia, sea la que sea, sirve lisa y llanamente para conocer e
imaginar un espacio al cual no pertenecemos y que si nos dejamos llevar por la univocidad
corremos el peligro de caer en la ingenuidad del que acepta solo por ver el color punzó del que
dice acercase en son de paz.

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-Bibliografía:

 Cerejero, JH. (2014, marzo 4). “Cimarrón: Historia de un esclavo” [Archivo de video].
Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=4aCD9gEDaBA&t=564s
 Barnet, Miguel, (1977), Biografía de un cimarrón, Buenos Aires, Argentina, Centro
Editor de América Latina.

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