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INTRODUCCION

Durante mucho tiempo la humanidad no hizo muchos avances científicos como hoy
en día, sino que se adaptaron a las teorías que escuchaban sin cuestionar de donde
provenían estas. Hubo un grupo de investigadores que no estaban conformes con
las teorías plantadas y pensaron que era necesario comprobar por sí mismos de
donde provenían y que fundamentos tenían.Este grupo dio origen a la Real
Sociedad de Inglaterra, en ella destacaron el gran físico-químico Isaac Newton y
Roberto Boyle. Los microbios son algo maravilloso, son pequeñísimos organismos
que pueden estar dentro de nuestro cuerpo y nosotros no nos daríamos cuenta,
pero ¿Cómo es posible que un microbio cien mil veces más pequeño que la cabeza
de un alfiler pueda llegar a causar la muerte de los seres vivos? En ‘’Cazadores de
Microbios’’ de Paul de Kruif, analizaremos el carácter, cualidades, defectos de los
personas y por todas las circunstancias por las que tuvieron que atravesar para
lograr descubrir la misteriosa vida de estos seres vivientes.

Asimismo responderemos algunas preguntas como: ¿de que trata la obra? ¿Qué
conceptos son vertidos en la lectura?¿Cuales son las contribuciones principales de
la lectura al entendimiento del tema abordado?¿Qué aspecto en concreto del tema
abordado usted pueda comentar?¿Que concluye sobre el tema abordado?
Capítulo I

ANTONIO VAN LEEUWENHOEK


El Primer Cazador de Microbios.

1. Leeuwenhoek el primero en descubrir un mundo nuevo, un mundo poblado


de especies de seres pequeñísimos, un mundo que siempre ha estado ahí,
pero nadie antes de él, lo había logrado conocer, pero cuyo conocimiento es
muy importante para el bienestar de los humanos, son los cuales hoy
conocemos como microbios. No es muy mencionado, ni valorado en la
actualidad como lo debería de ser, ya que el dio la pauta para los que le
prosiguieron como cazadores de microbios; fue un hombre holandés no muy
culto, no sabía hablar latín, ni tampoco lo entendía, el cual era el inglés de la
época. Pero eso si era un hombre muy curioso, inteligente, meticuloso y
perfeccionista. Nació en 1632, en Delft. Estudio la preparatoria y a los 16 años
entro de aprendiz en una tienda de Amsterdam esa fue su universidad, a los
21 años, renuncio y regreso a Delft; se casó y abrió su propia tienda de telas.
Durante este periodo se le despertó la afición a tallar lentes; tenía mucha
curiosidad por ver por tales lupas pero era tan desconfiado que no iba a
comprar una, en la fabricaría. Visito las tiendas de óptica y aprendió los
rudimentos necesarios para tallar lentes; y se inició en el arte de los orfebres.
Monto sus lentes en cuadriláteros de oro, plata u cobre, que el mismo había
extraído de los minerales por medio del fuego. Olvidándose de su familia y de
todo, trabaja hasta altas horas de la noche, inclinado sobre sus lentes y
crisoles. Su único deseo era examinar con sus lentes, toda cosa que caía en
sus manos, examino fibras musculares de ballena, escamas de su propia piel,
ojos de buey, lana de oveja. Diseco la cabeza de una mosca, observo la masa
encefálica, cortes transversales de maderas de doce especies, y vio al interior
de semillas de plantas. Durante meses enteros, y con el fin de observar otras
cosas, se fabricó cientos de microscopios. Nunca escribió palabras sobre lo
que observaba, o hizo un dibujo hasta que, después de ver muchas veces
una misma cosa, estaba seguro de que no había variación alguna. En este
aislamiento estuvo trabajando por 20 años. Por esta época en la segunda
mitad del siglo XVII, hubo un gran movimiento, en Inglaterra, Francia e Italia,
la sociedad llamada “The Invisible Collage” fue un grupo secreto de
científicos, secreto debido a lo que hacían, podían ser ahorcados (solo creían
en lo comprobable) se basaban en sus observaciones y sus experimentos;
Entre sus miembros se encontraban Robert Boyle e Isaac Newton. Cuando
Carlos II subió al trono, dejo de ser secreta y cambiaron a ser la Real Sociedad
de Inglaterra. Fueron el primer público de Leeuwenhoek. Su primera carta
hacia ellos fue muy larga, escrita en holandés vulgar, hablo sobre sus
observaciones hechas en el microscopio. La Real Sociedad quedo
asombrada y le escribieron que esperaban más cartas, y así fue por 50 años
recibieron más de 100 cartas, con lenguaje familiar, con sarcásticas
observaciones y descubrimientos. Sus lentes fueron cada vez más perfectas,
un día observo, a través de su lente de juguete montado en oro, una gota de
lluvia. Tomo su muestra de agua, enfilo el tubito de metal en la aguja del
microscopio y descubrió unos mini bichitos moviéndose en el agua, los
microbios. Se sorprendió, pero él era un hombre muy desconfiado, por esta
razón volvió a observarlos hasta sentir calambres en las manos, de nuevo los
vio, pero ahora no solo una especie, si no que otra más grande, moviéndose
con agilidad, tenían sutiles pies, descubrió una tercera y una cuarta especie,
tan pequeña que no se apreciaba la forma. Él nunca se lanzó a teorizar, pero
su obsesión era medir las cosas. El decía “este animalillo es 100 veces más
pequeño que el ojo de un piojo grande”Como cualquier holandés del siglo XVII
creía en Dios. Para averiguar de dónde procedían esos bichitos experimento;
tomo muestra de agua de lluvia que caía de un tejado, y volvió a observar los
mismos bichos, pero pensó que podían venir del tejado y no del agua, así que
volvió a tomar otra muestra, pero directo cuando caía el agua y al observarla
en el microscopio no había bichitos. Conservo el agua y la observo día tras
día y pudo ver como se formaban los bichitos. Así probo con aguas de
diferente procedencia, observo diferentes tipos de bichos, de diferentes
tamaños. Él quería saber de donde provenían, los probo y le supieron a
pimienta así que él pensó que podían provenir de la pimienta. Puso en remojo
la pimienta durante varias semanas y después, con agujas muy finas, aisló
una casi invisible pizca de pimienta y la introdujo en una gota de agua con
uno de sus tubitos capilares, observo las cabriolas de muchos animalillos de
varias clases y así fue como encontró un medio de cultivo magnifico para sus
nuevos animalillos. Mando una carta a los señores escépticos de Londres y
la Real Sociedad, contando su descubrimiento, los impresiono, pero no lo
tomaron enserio, para que lo tomaran enserio La Real Sociedad, les contesto
con una carta con cálculos, aritméticos, y finalizándola diciendo que varios
ciudadanos de Delfet ya habían visto sus bichos en sus microscopios y lo
habían felicitado. A respuesta de eso la Real Sociedad mando a Grew y Hoke
a hacer la misma prueba y comprobaron que Leeuwenhoek no había mentido,
ahí estaban los bichejos fabulosos. Poco más tarde fue nombrado por la Real
Sociedad, como individuo de número y le enviaron un diploma, él les
respondió “Les serviré fielmente durante el resto de mi vida” y así fue, hasta
su muerte a los 91 años les siguió mandando cartas.En sus 112 cartas
mandas, nunca hizo alusión al daño que esos animalillos podían causar al
hombre. En la cola de unos peces observo, entre todos los hombres, observo
los vasos capilares por los que pasa la sangre de las arterias a las venas,
confirmando la teoría de Harvey. Descubrió los espermatozoos del hombre;
consiguió demostrar que los animalillos microscópicos podían devorar y matar
seres vivientes mucho más grandes que ellos mismo; su nombre llego a ser
conocido en toda Europa.
2. Antonio van Leenwenhoeck: Primer cazador de microbios.

Un sencillo hombre holandés, fue el primero en descubrir un nuevo mundo, poblado


de millones de seres pequeñísimos que resultaron ser mortales, útiles y hasta
indispensables para el hombre.

El único tipo de asesino que conocía el hombre era el propio hombre, millones de
personas habían muerto a manos de hombre. Ellos desconocían a los asesinos
silenciosos, que estaban dentro de nuestro organismo y que sin darse cuenta los
iba matando desde adentro lentamente y otro no tan lento.

Leenwenhoeck fue un hombre paciente, dedico toda su vida a crear lentes y a


observar y analizar que poco a poco al hacer conclusiones y comenzar a hacer
experimentos llego a convertirse en un gran inventor e investigador. Finalmente
llego a descubrir esos pequeños seres microscópicos y también que en esos
pequeños seres hay parásitos y que al estudiarlo con otros investigadores.

Nuestro personaje no era indiferente a las sorpresas que brindaba la naturaleza,


todos esos sucesos desconcertaban. Leenwenhoeck era un hombre desconfiado y
aquellos ‘’despreciables bichejos’’ como el los llamaba eran demasiado pequeños y
extraños para que fuesen reales, por esta razón los observo durante horas en su
microscopio y descubrió que no solo eran de una misma especie sino que había
distintas especies de estos microbios y que tenían vida pues se movían de un lado
a otro.

‘’se paran, quedan inmóviles como en equilibrio sobre una punta, luego se
revuelven rápidamente, igual que un trompo, describiendo una circunferencia no
mayor que un granito de arena’’ – Antonio van Leenwenhoeck.

Hacer observaciones era la obsesión de Leenwenhoeck y es increíble que una


cualidad que perezca tan insignificante lo haya llevado a descubrir algo tan
maravilloso. Pero no solo dejo su descubrimiento allí, sino que lo presento a la Real
Sociedad, y aunque estos estaban empeñados en decir que estos seres no tenían
vida, él fue tenaz en demostrar lo que había descubierto.

CAPITULO II

LAZZARO SPALLANZANI
(Los Microbios Nacen De Microbios)

Al morir Leeuwenhoek, en Inglaterra, Francia y los doctos miembros de la


Real Sociedad pensaron en la pérdida irreparable que había traído consigo la
muerte de este conserje de Delft, ahora ante este acontecimiento tan trágico. La
pregunta que todos se hacían era ¿Quién continuará con el estudio de los animales
microscópico? No había de que preocuparse puesto que en Scandiano, pueblo al
norte de Italia a 1500 km de Delft, en 1729 nacía Lazzaro Spallanzani, el próximo
cazador de microbios, quien fue un niño raro que realizó experimentos crueles e
infantiles con escarabajos, sabandijas, moscas y gusanos, los cuales examinaba
arrancándoles patas y alas para tratar de colocárselas de nuevo. Quería saber la
forma en que funcionaban las cosas. Su padre, abogado, se empeñó en despertar
el interés de Lazzaro por los autos de procesamiento. Por la noche su padre lo
obligaba a estudiar lecciones y lo único que Lazzaro hacía era contemplar las
estrellas. El joven Spallanzani estaba decidido a descubrir los secretos de la
Naturaleza. Su padre quería que Lazzaro estudiara leyes, así que se aplicaba y en
sus tardes libres se aplicaba a las matemáticas, estudiando griego, francés y lógica.
Observaba las fuentes y el deslizarse de las piedras sobre el agua, soñando con
llegar a comprender el fuego de los volcanes. Lazzaro visitó a Vallisnieri. Vallisnieri
visitó al padre de Lazzaro para regañarlo por el desconocer el talento natural de su
hijo ya que podía parecerse a Galileo. La inquisición había comenzado a dulcificar
sus procedimientos y las sociedades científicas eran apoyadas por parlamentos y
reyes. Voltaire se retiró para dominar los grandes descubrimientos de Newton y
poderlos vulgarizar en su patria. La ciencia penetró hasta en grandes damas como
madame de Pompadour. Los contemporáneos de Spallanzani empezaron a
demostrar un abierto desprecio por la religión y sus dogmas. Spallanzani se lanzó
con ardor a reunir los conocimientos más diversos y a probar toda clase de teorías.
Spallanzani fue el polo opuesto de Leeuwenhoek quién fabricó sus lentes y miró y
remiró las cosas 20 años antes de dedicarse a comunicar algo al mundo científico.
Spallanzani a los 25 años, hizo una traducción de los poetas clásicos. Estudió
matemáticas bajo la dirección de su prima Laura Bassi. Escribió un trabajo científico
tratando de explicar la mecánica de las piedras que rebotan y no se hunden. Se
ordenó sacerdote y católico y se ganaba el sustento dando misas. Antes de sus 30
años ya era profesor de la Universidad de Reggio. Fue allí donde inició sus estudios
sobre los animalillos, esos seres pequeñísimos descubiertos por Leeuwenhoek. Los
seres vivos ¿pueden nacer de modo espontáneo o deben tener forzosamente
padres? Era lo que se preguntaba Lazzaro. En los tiempos de Lazzaro Spallanzani
predominaba el criterio de la aparición espontánea de la vida. Las personas
razonables opinaban que no era necesario que todos los animales tuvieran padres.
Incluso animales como los ratones proliferan sin progenitores.Spallanzani negaba
la posibilidad de la generación espontánea de la vida, creía absurdo que los bichitos
pudieran provenir de cualquier inmundicia o cosa vieja. Una ley y un orden debían
regir su nacimiento. Un anoche encontró un libro en el que encontró la manera de
atacar la cuestión del origen de la vida y todo estaba argumentado mediante
experimentos (el autor era Redi). Redi mostraba que las moscas tenían progenitores
colocando dos tarros con carne, uno de ellos tapado con una gasa. Al observar nota
que las moscas acuden al tarro destapado y al poco tiempo aparecen larvas y más
moscas, por el contrario; el otro tarro no presentaba muestra de ninguna larva.
Spallanzani empezó a aprender a cultivar bichejos microscópicos y a manejar el
microscopio. En esa época un clérigo llamado Needham adquiría celebridad en
Inglaterra y en Irlanda. Needham reportó sus experimentos a la Real Sociedad.
Needham refería cómo después de retirar del fuego cierta cantidad de caldo de
carnero, lo había puesto en una botella, tapándola perfectamente con un corcho
para que no pudiera penetrar en ella ser ni huevecillo alguno. Acto seguido calentó
la botella en cenizas calientes para que según murieran todos los animalillos que
pudieran haber quedado en la botella. Dejó en reposo la botella durante varios días,
sacó el corcho y al examinar el caldo al microscopio lo encontró plagado de
animalillos. Este experimento prueba que la vida puede surgir espontáneamente de
la materia muerta según Needham.

El descubrimiento de Needham produjo gran sensación en la Real Sociedad.


Spallanzani sabía que ese experimento no estaba bien hecho y pensó: “¿Por qué
aparecieron animalillos en el caldo calentado y en las semillas? Indudablemente
porque Needham no calentó lo suficiente la botella y porque tampoco la tapó
herméticamente. Necesitaba un experimento contundente para mostrar su objeción.
Spallanzani eligió unas cuantas redomas grandes de cuello angosto, que limpió,
lavó y secó hasta dejarlas relucientes; puso diferentes clases de semillas y frijoles
en unas y almendras en otras y finalmente vertió agua pura en ellas. Y las puso
hervir durante una hora. Para tapar las redomas los corchos no eran demasiado
ajustados así que fundió los cuellos de las redomas, sellándolas con el mismo vidrio
y así ninguna cosa podría penetrar. Hirvió una serie de redomas unos cuantos
minutos y mantuvo bullendo otra serie durante una hora. Escribió cartas al célebre
naturalista suizo Bonnet, contándole de sus experimentos. Dejó pasar los días y se
dirigió a la serie de redomas selladas a fuego uno a uno fue rompiendo los cuellos
de las mismas y con un finísimo tubito sacó un poco de líquido que contenían
aquellas redomas calentadas durante tanto tiempo y cerradas perfectamente. Gota
tras gota fue poniendo el caldo bajo la lente del microscopio. Esto demostró que en
las redomas hervidas durante una hora no había ser vivo alguno y de aquellas
hervidas por minutos aparecían uno que otro animalillo. Esto significaba que los
animalillos del aire se habían colado en las redomas mal tapados de Needham y
que además había descubierto que existían seres vivientes resistentes a la
temperatura y que para matarlos debía hervirse el agua una hora así mostrando
errónea la teoría de Needham mostrando que la vida procede de la vida, que todo
ser vivo tienen forzosamente progenitores.
A principios de 1799 época en la que Napoleón derribaba el mundo viejo, el
gran cazador de microbios sufrió un ataque de apoplejía, a los 3 días con la cabeza
entre en las sábanas recitaba versos de Tasso y Homero para sus acompañantes
en sus últimos días, su Canto de cisne, puesto que a los pocos días murió.

Los reyes de Egipto lo mandaron a embalsamar, para convertirlo en una rica


y hermosa momia, manteniendo su nombre para la posteridad. Spallanzani nos dejó
como legado su pasión por descubrir la verdad, que no se detuvo ante nada. El
espíritu de Spallanzani reflejo de siglo, siglo cínico de inquietudes intelectuales.

CAPITULO III

LOUIS PASTEUR
¡Los Microbios Son Una Amenaza!

Luis Pasteur fue un químico francés católico que fue muy importante en la historia
de los microbios. Fue hijo de un curtidor de Arbois, era un viejo sargento de los
ejércitos de Napoleón. De pequeño era artista, y no tenía idea de que llegaría a ser
el gran químico que llego a ser. Cuando él nació, los animales microscópicos eran
despreciados y ya habían sido casi olvidados. Nadie se imaginaba que esos
horribles microbios fueran capaces de matar tan discretamente a millones de seres
humanos. Algunos científicos que los analizaron, como Linneo, pero el renuncio
rápidamente ya que los veía como caos y demasiado complicados. Ehrenberg se
preguntaba solamente si tenían estómago, si eran animales completos miniaturas o
sólo pedazos de otros más grandes, o pudieran ser vegetales.
Pasteur, por el otro lado, era necio, siempre quería enseñar a los demás y le gustaba
tener autoridad sobre la gente. Fue maestro y ayudante en el colegio de Besancon
antes de los 20 años, y siempre quiso que los demás fueran igual de tenaces y
trabajadores que él. Poco después fue enviado por su padre a la Escuela Normal
de Paris, en donde se proponía hacer grandes experimentos, pero extrañaba mucho
su país y regresó a Arbois, para después regresar con más fuerza y voluntad y se
quedó ahí con mucha inspiración. Allí empezó a hacer experimentos. Colecto
frascos conteniendo líquidos que olían mal y tubos llenos de substancias extrañas.
Hablaba del ácido tartárico con su estudiante Chappuis.
En 1837, Cagniard de la Tour manipulaba los barriles de fermentación de las
fábricas de cerveza; recogió unas cuantas gotas espumosas de una de esas cubas
y al observarlas al microscopio notó que nacían “yemas” extrañas al estar presente
la levadura y descubrió que la cerveza no se convertiría en cerveza si no estuvieran
presentes la levadura viva y creciendo.

Descubrió una especie de bastoncillos, y le dijo a Mr. Bigo que aquellos bastoncillos
eran la causa de las malas fermentaciones. Los “bastoncillos” transforman el azúcar
en alcohol, fabrican la cerveza a partir de la cebada, transforman las uvas en vino.
Confirmo que por ejemplo la albúmina no es necesaria; son los fragmentos al
multiplicarse los que descomponen al azúcar. Publico sus descubrimientos como un
acabado informe a la academia de ciencias de parís. Sin embargo, Liebig, el gran
alemán “príncipe de los químicos”, se opuso a las ideas de Pasteur. A pesar de esto,
la academia de ciencias, que antes no lo había aceptado lo premio en filosofía por
el gran descubrimiento y aportación.

Pasteur hizo experimentos tardados, uno de ellos que consistían en meter


substancias en recipiente y los sello completamente, los dejó cerrados por tres
largos años los abrió para demostrar que los líquidos estaban en perfecto estado de
conservación y el aire que estaba dentro se había conservado el oxígeno casi
completamente. Este fue un experimento en el que dedujo que los microbios
ayudaban a mantener el oxígeno. También se dio cuenta que, si no había microbios,
no se hachaba a perder la leche. El mismo dijo Los microbios están el aire. Después
de este descubrimiento se imaginó un mundo de microbios, y dedujo que son ellos
nunca se llevaría a cabo la oxidación, por esta razón sería imposible la vida. Con
otros experimentos que fue desarrollando más tarde ser dio cuenta que con
diferentes alturas y climas confirmo que cuanto más se elevaba, menor era el
número de recipientes invadidos por los microbios.
Venció a todo aquel que se opusiera a sus conclusiones, como cuando le demostró
a fremy que los microbios procedían de lo exterior y no aparecían de la nada, dando
fin a la teoría espontanea.

Pasteur triunfaba muchas veces en sus discusiones y sus experimentos decisivos


que convencían a todo el mundo, pero algunas veces sus victorias fueron debidas
a debilidad o tonterías de sus adversarios, y otras fueron por cuestión de suerte.
Cuando Pasteur fue presentado al emperador Napoleón III. Conto a este soñador
que su mayor ambición era descubrir los microbios, que estaba convencido casi en
su totalidad que estos eran los causantes de las enfermedades, ante estas palabras
el público en general se vio convencido ante las hazañas de Pasteur. Dijo que los
microbios arrastrados por el polvo se encontraban en todas partes aun en las mesas
más elegantes, acercaba los platos y cucharas a la nariz para examinarlos
cuidadosamente, lo limpiaba con servilletas y veía microbios en todas partes.

Los ayudantes de Pasteur trabajaban intensamente junto con él, sin tiempo para
comer o dormir, preparando todos los materiales que el necesitaría para realizar sus
experimentos, tiempo después abandono los trabajos que tenía en mano y se
dedicó exclusivamente a poner en claro esta cuestión: ¿es cierta mi teoría de la
fermentación?

Mientras tanto en un pueblecito del este de Alemania, un joven médico prusiano,


obstinado y braquicéfalo, emprendía la ruta hacia aquellos mismos milagros que
profetizaba Pasteur; en los momentos que su profesión le dejaba libres
realizaban experimentos extraños con ratones, ideaba ingeniosos procedimientos
para manejarlos microbios, para poder estar seguro de que no tenía que habérselas
más con una sola especie microbiana; aprendía a hacer una cosa nunca lograda
por Pasteur, no obstante su gran habilidad experimental.

Para finaliza en mi opinión yo creo que En definitiva, Pasteur es uno más que aporta
a la humanidad conocimientos sobre los microbios, dejándoles claro que pueden
ser la causa de diversas enfermedades, y en efecto lo son, de ahí que las
investigaciones busquen contrarrestar estos problemas, con el fin de mejorar la
calidad de vida.
CAPITULO IV

ROBERTO KOCH
(El Paladín Contra La Muerte)

En 1860 y 1870 mientras Louis Pasteur se dedicaba a las investigaciones


sobre la industria de vinagre un joven alumno llamado Robert koch de la Universidad
de Gotinga quien estudiaba medicina, joven prodigio quien soñaba con lograr viajar
por el mundo en busca de nuevas especies de animales, tenía un futuro entre sus
manos que podía marcar la diferencia.

En esos años se casó con Emma Frantz quien lo alejo de la vida científica
ya que a ella no le gustaba que el imaginara cosas inexistentes y fantasiosas, quería
que él se dedicara a algo cotidiano para darle una vida estable, Koch acepto con tal
de estar con ella.

Durante esos años Koch se sentía inquieto ya que su vida era la ciencia, su
esposa con tal de alentarlo le regalo un microscopio para que se distrajera, pero,
¿cuál fue la sorpresa? Koch se abrió más a la ciencia y analizaba sobre su profesión,
el ser médico, muchas mujeres iba a consultar y siempre le regañaban porque
querían que sus hijos se salvaran, pero no siempre había cura a las enfermedades,
esta necesidad de saber el porqué de las enfermedades y más allá de eso saber
cuál podría ser la cura

1873 los médicos más eminentes no ofrecían mejor explicación del origen de
las enfermedades, así que Pasteur predicó en París que no pasaría mucho tiempo
sin que se descubriera que los microbios eran los asesinos de los tuberculosos, la
academia de científica se alarmo con la predicción de Pasteur ya que para ellos esto
no era posible de aceptar, ellos decían que la tuberculosis es una enfermedad
múltiple su término es la destrucción neocrobiótica e infecciosa del tejido plasmático
de los órganos, proceso que tiene lugar por vías diferentes, que los higienistas y
médicos deben tratar de obstruir. No cualquiera podría llegar a ese resultado nefasto
para la ciencia.

Mientras tanto koch se encontraba en Europa haciendo investigaciones de


un fenómeno mortal que atacaba a la vacas y corderos de dicha región sin causa
aparente ya que podría estar el animal sano y frondoso por el día pero al atardecer
caería muerto sin explicación, así mismo, a los mismos ganaderos, los pastores, los
escogedores de lana y los tratantes en pieles, les salían a veces granos horribles o,
lo que era peor, exhalaban el último suspiro víctimas de una pulmonía fulminante.

Koch no contaba con el tiempo necesario para hacer investigaciones tan


profundas pero el tiempo que podía aprovechar lo tomaba al máximo, en esa región
unos científicos llamados Davaine y Rayer, en Francia, habían visto las mismas
cosas en la sangre de las ovejas muertas, y habían dicho que aquellos bastoncitos
eran bacilos, gérmenes vivos, causa real e indudable del carbunco: pero no
pudieron demostrarlo, a nadie en Europa, excepto Pasteur, ya que fue quien les
creyó. Pero a Koch no le interesaba de un modo especial lo que pensasen los demás
acerca de aquellos filamentos y bastoncitos presentes en la sangre de las ovejas y
vacas víctimas del carbunco; las dudas y las risas de los demás no le causaban
impresión, y los entusiasmos de Pasteur tampoco le hicieron sacar conclusiones
precipitadas. Así que dejó de estudiar anímales enfermos, y se dedicó a los que
estaban perfectamente sanos.

Un día encontró un procedimiento seguro para contagiar el carbunco a los


ratones; carecía de jeringuillas para inyectarles sangre envenenada; Cogió una
astillita de madera, que limpió cuidadosamente y calentó en el horno, para matar
todos los microbios que accidentalmente pudiera tener, la mojó en sangre, de ovejas
muertas de carbunco, sangre repleta de aquellos filamentos y bastoncitos inmóviles
y misteriosos, y después, sin que sepamos cómo se las compuso para sujetar al
inquieto ratón, con un bisturí le hizo, en la base de la cola, un corte bien limpio, en
el que insertó delicadamente la astillita empapada en sangre.
Colocó el ratón en una jaula aparte, se lavó las manos y, en un estado de
ensimismamiento consciente.A la mañana siguiente, entró Koch en su laboratorio
casero, y lo encontró boca arriba tieso con los pelos de punta y su blancura de ayer
convertida en un azul plomizo, y las cuatro patas hacia arriba. Al contemplar esa
peculiaridad calentó los bisturís, sujetó el animal a una tabla, para hacerle la
disección, y le extrajo el hígado y los pulmones y los rincones.

Allí encontró los bastoncitos y los filamentos, tan abundantes en el cuerpo de


este ratón como en la gota de sangre que utilizo para empapar la astillita del día
anterior. Koch que había conseguido contagiar la enfermedad de las ovejas, de las
vacas y de las personas, a un animal como un ratón, tan barato de adquirir y tan
fácil de manejar.
Koch confirmó este primer éxito en meses de intensa labor experimental,
comprobándolo todo con una paciencia y un detalle que causan estupor, si se
considera su incesante meticulosidad y prudencia, según se desprende al leer el
número de experimentos multiplicados al infinito que figuran en su Memoria clásica
sobre la tuberculosis. Koch obtuvo en los tubos inclinados con gelatina de suero,
cuarenta y tres familias diferentes de los bastoncitos mortíferos, a partir de monos,
bueyes y conejillos de Indias tuberculosos. Y sólo podía obtenerlos partiendo de
animales atacados o a punto de morir de tuberculosis.
Durante meses enteros cuidó de aquellos diminutos asesinos,
trasplantándolos de un tubo a otro, cuidando con exquisita vigilancia de que no
hubiera otro microbio extraño. Gracias a la perseverancia de koch en américa y
Europa no tiene ya que temer a los microscópicos y asesinos del oriente.

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