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RESUMEN

Intervención cognitivo-conductual en un niño de diez años, quien presenta el


hábito de morderse las uñas desde la edad de 4 años hasta la fecha, con el objetivo de
eliminar la conducta de morderse las uñas. El desarrollo del planteamiento tuvo una
duración de diez semanas, dos semanas para recopilación de información y evaluación,
cuatro semanas para la intervención que comprendió desde psicoeducación para el
menor y su mamá, técnicas de relajación y programa conductual, que consistió en
tratamiento y una vez finalizado el seguimiento.

Indicadores: Onicofagia; hábito, ansiedad, modificación de conducta, técnicas cognitivo-


conductual

INTRODUCCIÓN
Es común observar en las personas hábitos centrados en el cuerpo como tocarse
el cabello, rascarse la piel, morderse las uñas ya sea para cubrir una necesidad, por
placer o como reacción ante una emoción, sin embargo, el acto de morderse las uñas de
manera recurrente puede llegar a derivar en un hábito compulsivo, a estos episodios se
denomina onicofagia la cual puede presentarse por periodos prolongados desde edades
que comprenden la infancia hasta adultos, tanto en hombres como mujeres.

La etimología de la palabra onicofagia proviene del griego: onyx (uña) y phagein


(comer) que describe la acción de masticar, morder o comerse las uñas, la cual puede ir
de intensidad leve, con intención de moderar el largo de una o más uñas, hasta severo
donde se rebasa el borde y se muerde la piel periférica a la uña llegando a ocasionar
daño estético, daño físico, sangrado, inflamación e incluso a remover por completo la
uña, lo cual trae como efectos secundarios infecciones en la herida, dolor, deformación
en los falanges, daño bucal e incluso dental debido a que se afecta el esmalte de los
dientes con los que muerden las uñas desgastándolos, despostillándolos o causando
sensibilidad en la dentadura por la acción prolongada y repetida de los episodios
compulsivos de mordisquear las uñas e incluso la piel alrededor de la uña (dermatofágia).

Las uñas protegen las puntas sensibles de los dedos y nacen desde los pliegues
profundos de la piel, las células epidérmicas se desplazan a la superficie de la piel
formando una capa de queratina de mayor densidad que la piel. Además de la protección,
las uñas también nos sirven para tomar objetos pequeños, rascar e incluso como
herramienta para algunas tareas.

La onicofagia es un problema de salud relacionado a emociones, pero no se


encuentra dentro de una clasificación diagnóstica indicada en el manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), aunque en efectos clínicos severos
puede ser clasificado como un trastorno de control de impulsos no especificados o como

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trastorno del espectro obsesivo-compulsivo con especificación de "conducta repetitiva
centrada en el cuerpo". Esta conducta repetitiva se le relaciona con diversos factores y
estímulos entre los cuales figura la obsesión, ansiedad, estrés, frustración, rabia, timidez
e incluso con el aburrimiento y excitación (Wells, Haines, Williams & Brain, 1999). En
otros estudios señalan que la onicofagia suele asociarse a enfermedades como trastorno
de tics, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno de ansiedad por
separación y trastorno oposicional desafiante entre otros factores etiológicos como
ansiedad y estrés (Cano Lucasa, Candela Maestú, & Bazo Fariñas, 2016).

Cristina, David y Jairo definen la onicofagia como ansiedad debido a momentos


de estrés y señalan 4 fases, primero situar las manos cerca de la boca por un periodo
breve menor a un minuto, colocando posteriormente los dedos ente los dientes frontales
para continuar con mordisqueos de manera espasmódica hasta trozar parte de la uña
para posteriormente retirar los dedos de la boca y observar o palpar los dedos. Las
causas de este hábito no son concluyentes, pero se observan en personas con ansiedad,
temerosas y/o angustiadas. Dichos autores también señalan que un niño con este hábito
puede desarrollar problemas en su estómago, aparte de que en las uñas se acumula
suciedad y todo eso afecta la salud transmitiendo enfermedades. (Mercado Gordoa,
Calvillo Martínez, & Cárdenas, 2017).

Jessica Martínez señala que la onicofagia es uno de los hábitos nerviosos más
recurrentes en la infancia y suele aparecer entre los tres y seis años, el cual es un
mecanismo ante la ansiedad, situaciones de estrés entre otros. Propone que para frenar
este hábito se deben conocer las causas que lo produce, explicarle al infante las
consecuencias e ir modificando el comportamiento de manera progresiva (Martínez
Flores, 2017). Sattler señala que en la evaluación infantil es importante la observación
conductual no verbal, ya que arroja información de los estados físicos, mentales y
emocionales del niño, como posible significado a la acción de morderse la uñas es el de
inseguridad o ansiedad (Sattler, 2008).

En otros estudios se plantea que esta conducta suele iniciarse alrededor de los 3-
5 años, aumentando hasta la adolescencia y disminuyendo en la adultez, se señala una
diferenciación de ocurrencia por género en la etapa de adolescencia (mayor 10 años),
siendo más frecuente en los varones, también se describe las consecuencias físicas en
un caso de un paciente varón de 14 años, donde se emplean un estímulo aversivo en el
tratamiento clínico, el cual consiste en un esmalte de sabor amargo, no reportan
resultados del tratamiento, pero aclaran que no es de un tratamiento sencillo y que
existen diversas modalidades para abordar este problema (Cano Lucasa, Candela
Maestú, & Bazo Fariñas, 2016). En ocasiones se puede presentar una remisión
instantánea de esta conducta por miedo a enfermarse o contraer una infección, también
juega un papel importante el deseo de mejorar el aspecto de las uñas y dedos, sin
embargo, cuando es difícil controlar la compulsión, se deben atender otros factores que
lo provocan y emplear técnicas que impacten de manera favorable en el estilo de vida
del paciente.

Debido a las consecuencias para la salud, anteriormente mencionadas, es


deseable evitar o revertir los efectos, además de razones de estética y porque también
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puede resultar molesto tanto para el individuo que lo padece como para las personas
que presencian dicha compulsión. Con frecuencia la onicofagia se lleva a cabo de
manera inconsciente, por lo que es primordial trabajar en la consciencia de ello en cada
episodio.

En un estudio de caso realizado por Carlos Duarte de un niño de 8 años de edad


con onicofagia, se aborda de manera descriptiva empleando la técnica de observación,
entrevista y anamnesis del paciente; se señalan sentimientos que se contemplan como
factores detonantes o como origen de este hábito en niños en etapa escolar como lo son:
“situaciones difíciles en la escuela, tragedias de índole familiar, la pérdida de un ser
querido, violencia, humillaciones, entre otros…”; se determina relación entre causas
psicológicas y las causas psicosomáticas. Abordan el caso haciendo consciente niño del
problema para que tenga la convicción de dejar el hábito, mediante alternativas de
distracción del hábito como masticar ramitas o goma de mascar y mantener un juguete
o una pelota pequeña en las manos. Se emplea diversas técnicas como observación
directa e indirecta, encuesta, se elabora una anamnesis y una lista de cotejo. Dicho
estudio concluye en la importancia de la identificación oportuna de hábitos dañinos en
los niños y que los motivos generalmente son sentimientos y elementos psicológicos que
no se superan (Duran, 2018).

En una propuesta de caso en el estado de Michoacán con las características


similares al presente caso: niño de 10 años, alumno de quinto grado de primaria que
presentó la conducta de morderse las uñas a partir de los 4 años y con las mismas
secuelas por la onicofagia. Se emplea una intervención conductual que arroja resultados
de mejoría a partir de la tercera semana de tratamiento con el decremento de la conducta
de manera constante y llegando a la extinción de la conducta a partir de la quinta semana
el cual se monitorió por cinco semanas donde se mantuvo la extinción de hábito (Cortés
Aguado & Oropeza Tena, 2011).

En otro estudio de caso de onicofagia con una mujer de 22 años, también se


plantea una intervención conductual la cual presenta un decremento de la conducta a
partir de la primera semana de intervención, llegando a la extinción a la quinta semana,
se le dio seguimiento semestral durante 2 años, donde se mantuvo la extinción de la
conducta (Salgado Serrano & Oropeza Tena, 2012).

Debido a las consecuencias y factores motivantes descritos de la onicofagia en


niños, se considera importante abordarlo con un tratamiento cognitivo-conductual, con el
objetivo de corregir el problema de manera individual, con una intervención mixta donde
se trata al niño en el consultorio e instruyéndole a la madre y maestros para que apoyen
la intervención con ciertas actividades tanto en el entorno social y escolar.

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MÉTODO

Sujeto
Un niño de diez años, alumno de quinto año de primaria, residente de la ciudad
de Cananea, Sonora, quien presenta la conducta de morderse las uñas desde la edad
de 4 años hasta la fecha. Muestra callosidades al costado de los dedos, así como
inflamación en las yemas de estos.

Detección o identificación del problema

Se llevó a cabo una entrevista semiestructurada con la madre y el niño:


 Historia del problema.
a. Eventos precipitantes ¿Cuándo apareció por primera vez? ¿Qué ocurrió?
b. Evolución del problema.
- ¿Ha habido momentos con menor/mayor frecuencia o intensidad de la conducta de
morderse las uñas?
- ¿A qué se han debido?
- ¿A tenido otros hábitos dañinos su hijo? Describa frecuencia, duración y tipo.
 Delimitar conducta problema.
−Descripción específica la frecuencia, número e intensidad: ¿Cada cuánto sucede?
¿Cuántos al día? ¿Cuánto duran?
−Grado en que pueden ser suprimidos: ¿Puede suprimir la conducta en algún momento
de manera intencionada?
¿Hay situaciones/personas antes las que aparecen y otras en las que no? ¿Cuáles?
−Diferenciación de otros movimientos:
¿Ocurren ante situaciones ansiógenas y/o aburrimiento? ¿Cuánto duran?
¿Presenta su hijo algún tipo de discapacidad o trastornos del espectro autista?
¿Si no se realiza la conducta aumenta la ansiedad o el malestar?
−Variables asociadas al empeoramiento de la conducta: ¿En qué situaciones se
producen con mayor frecuencia (estrés, cansancio, relajación, discusiones)?
−Antecedentes familiares: ¿Algún otro familiar se muerde las uñas de manera frecuente?
 Repercusiones.
−Área familiar: ¿Qué opina la familia de la problemática?
−Área social/escolar: ¿Qué opinan sus amigos? ¿Han dejado de realizar actividades con
el niño por este motivo? ¿Le han hecho algún comentario al respecto?
−Área emocional: ¿Cree que puede estar afectándole en su vida diaria? ¿Hay
preocupación por sufrir algún tipo de daño físico?
 Comorbilidades: se deben valorar otros problemas psicológicos:
¿Presenta algún problema de inatención, impulsividad, hiperactividad, síntomas
obsesivo-compulsivos, dificultades de aprendizaje, irritabilidad o agresividad, ansiedad
elevada, fobias, bajo estado de ánimo?

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Evaluación

Con el fin de conocer si el niño presenta índices elevados de ansiedad se aplica


el STAIC, cuestionario de autoevaluación de ansiedad estado–rasgo en niños, el cual
consta de dos escalas diseñadas para medir ansiedad crónica y ansiedad transitoria.

Con el propósito de conocer la frecuencia de la conducta previa, durante y


posterior a la intervención y determinar la línea base de la conducta, se le instruyó al niño
y se le brindó un cuadernillo para que registre de manera diaria la frecuencia de morderse
las uñas, el registro comprende los datos de la fecha en que realizó la conducta, la hora,
el lugar en donde se llevó a cabo, las personas con las que se encontraba, los
pensamientos y las emociones previas a realizar la conducta. El registro se llevó a cabo
durante los 100 días que duró la intervención, dos veces al día (al mediodía después de
salir de clases y por la noche). En las semanas previas a la intervención se obtuvo una
media de frecuencia de 3 veces por día, y en la segunda semana una media de
frecuencia de 4 veces por día.

Diagnóstico

En la entrevista no se manifestaron elementos para suponer problemas


psicológicos, es un niño adaptado a su entorno familiar, escolar y social, consiente de la
conducta, mostró preocupación por las consecuencias, no manifestó retraimiento, temor
o tristeza.

En la autoevaluación STAIC la puntuación del niño fue de A-E igual a 21 y A-R


igual a 24, los resultados arrojados indican que no presenta ansiedad ni como estado, ni
como rasgo.

En el reporte de la frecuencia de morderse las uñas, previo a la intervención, se


obtuvo que la conducta se presentaba hasta en cuatro ocasiones, con una duración de
entre 10 a 15 minutos cada una de manera intensa resultando en dolor de dedos y
sensibilidad en dientes. En las situaciones de mayor ocurrencia era durante clases,
viendo programas en televisión de retos y jugando, los pensamientos y emociones
previos reportados con mayor frecuencia fueron nerviosismo y estrés.

Intervención

El tratamiento duró cuatro semanas, en la sesión de la primera semana se trabajó


con psicoeducación y técnicas de relajación y de la segunda a la cuarta semana se
empleó el programa conductual.

Psicoeducación. - Se trabajó con la mamá y el niño en la comprensión de la conducta,


las causas, mecanismos, consecuencias y sobre lo que comprendía la intervención. Se
le pide al niño que enumere y describa los efectos negativos que tiene la conducta
problema. Para facilitar la conciencia de la conducta se empleó la guía de modificación
de hábitos nerviosos:

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1. Descripción detallada del tic o hábito nervioso. Se le pide al niño que describa
detalladamente la conducta mientras se mira en un espejo.
2. Detección de la respuesta. El niño debe registrar cada vez que ocurra el hábito. Por
lo que se empleó un esmalte transparente con sabor amargo.
3. Entrenamiento en darse cuenta de la situación. El niño tiene que detallar y describir
situaciones en las que sea más probable la ocurrencia de la conducta problema.
4. Aviso temprano. Se le pide al niño que identifique las sensaciones o conductas que
anteceden el hábito.

Se le instruyó a la madre sobre la funcionalidad de la conducta del niño y la


importancia de no regañarlo o culparlo, también de como apegarse al plan de
intervención y de cómo aplicar las técnicas para la modificación de conducta en casa.

Entrenamiento en relajación. - Se practicó en sesión y se le enseñó a la mamá y al niño


la técnica de relajación muscular progresiva de Jacobson donde se realizó secuencias
de relajación con diferentes partes del cuerpo:

a. Cerrar las manos fuertemente hasta sentir tensión y mantenerla durante 10


segundos, después se destensa suavemente.
b. Hombros: se encogen hasta las orejas y se libera poco a poco.
c. Cuello: se lleva al mentón el pecho y luego se relaja.
d. Boca: se abre la boca y se extiende la lengua, después se relaja.
e. Respiración: se inspira profundamente durante unos segundos y se expira muy
despacio.
f. Espalda: se inclina hacia adelante, se mantiene la posición y se recupera.
g. Pies: se estiran los dedos como si quisiéramos ponernos de puntillas, aguantamos
y recuperamos la posición.

Programa conductual. – Se determinaron metas semanales de la reducción de la


conducta, mediante una entrevista con el niño se establecieron los reforzadores
positivos, de acuerdo a sus intereses y actividades favoritas, y se acordaron los castigos.
Se adaptó el programa conductual propuesto por Cortés y Oropeza en su intervención
en un caso con características similares, con las metas, reforzadores y castigos, por lo
que se planteó el número de veces que se podía morder las uñas al día, así como su
reducción semanal (ver tabla 1).

Tabla 1. Metas semanales con reforzadores y castigos acordados en la intervención.


Semana Meta en la semana Reforzador Castigo
Practicar 2 veces al
Media hora extra de televisión o de Barrer el
1 día técnicas de
videos de youtube. patio
relajación
Semana de postres, un postre
Tener una frecuencia Lavar
2 diferente por cada día que se cumple
de 2 mordidas al día trastes
la meta.

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Semana de paseos: ir al parque, a Hacer los
Tener una frecuencia
3 catedral, con los abuelos o a las camas mandados
de 1 mordidas al día
elásticas. a la tiendita
Un artículo escolar con el personaje
Tener una frecuencia Lavar
4 favorito (borrador, sacapuntas, pluma,
de 0 mordidas al día uniforme
regla, lapicera, folder, libreta).

Comunicación de resultados

La frecuencia de la conducta disminuyó a partir del tercer día de la segunda semana


hasta extinguirse en la cuarta semana del tratamiento, se realizó el seguimiento por un
mes de manera semanal manteniéndose los resultados (gráfica 1).

Gráfica 1. Promedios semanales de la frecuencia de morderse las uñas, durante la


línea base, tratamiento y seguimiento.

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CONCLUSIONES

El objetivo de la intervención del presente caso fue reducir la conducta de niño de


morderse las uñas, mediante la identificación y concientización de las causas e
identificando factores detonantes que la propiciaban, para lograr la comprensión y la
extinción de la conducta.

En el registro de la conducta previo al tratamiento, se pudieron identificar los


pensamientos, emociones recurrentes y las situaciones donde era más frecuente los
episodios de morderse las uñas, los cuales eran inadvertidos por el sujeto.

El autorregisto fue una herramienta importante para determinar la frecuencia de


la conducta, aunque, no era elevada, la duración de cada episodio era moderada-alta;
los registros previos al tratamiento también sirvieron para determinar las metas
semanales y los registros durante y después del tratamiento reflejaron de manera
cuantitativa la efectividad del tratamiento.

En la intervención se aplicaron principios cognitivos y conductuales logrando la


consciencia de la conducta, implementando técnicas para el control de síntomas y
logrando la modificación de la frecuencia de la conducta problema.

Las estrategias aplicadas resultaron efectivas, el objetivo de aplicar técnicas


cognitivas fue brindar instrumentos al sujeto de introspección y afrontamiento en futuras
situaciones; las técnicas conductuales de reforzamiento demostraron su efectividad
logrando la extinción mantenida de la conducta.

Fue pertinente identificar los reforzadores efectivos para el sujeto, así como los
castigos y pactar el plan de trabajo. La integración de la madre al tratamiento a través de
brindarle información y técnicas para llevar a cabo el seguimiento en casa fue importante
para alcanzar los resultados en las cuatro semanas.

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REFERENCIAS.

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