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Desde Tunja se piensa a Colombia

Por ELDIARIO Boyacá -noviembre 9, 201701987

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La Fundación Cultural Entrelíneas, con el apoyo del Ministerio de Cultura, está


a punto de concluir por este año su proyecto Pensar desde Colombia, diálogos
entre historia y filosofía para reconocer lo que somos, EL DIARIO Boyacá
conversó con algunos integrantes de esta organización sobre los resultados
más destacables de su iniciativa.

EL DIARIO: ¿Por qué organizaron ustedes el proyecto Pensar desde Colombia?

ENTRELÍNEAS: Porque se habla mucho sobre Colombia pero se piensa poco lo


que se dice. Vivimos un momento en el que todo el mundo se siente calificado
para hablar sobre la realidad y los problemas del país pero en el que muy
pocos se sienten comprometidos en realizar un estudio riguroso de la historia y
las diferentes expresiones del pensamiento que se han dado sobre Colombia.
Esta situación se ve agravada por los discursos fáciles y sin fundamento que
emiten la mayoría de medios de comunicación y políticos. La gente del común
finalmente resulta repitiendo sin ningún tipo de crítica lo que los poderosos
afirman en su interés propio.

El problema de esto es que la democracia deja de ser deliberativa y se


convierte en una gritería en la cual nadie escucha a nadie, todos afirman su
dogma y no se piensa seriamente sobre lo que Colombia ha sido, es y llegará a
ser.

E.D.: ¿Pueden darnos algunos ejemplos sobre la anterior afirmación?

E.L.: Dos ejemplos. La clase política de este país sostiene como una verdad
evidente que Colombia es la democracia más antigua de América Latina. Eso
puede ser cierto desde un punto de vista formal, efectivamente acá las
elecciones se han interrumpido excepcionalmente poco y la separación de
poderes ha funcionado muchas veces, por ejemplo, cuando la Corte
Constitucional negó la posibilidad de la segunda reelección de Uribe, pero
desde un punto de vista sustancial, esa afirmación es muy discutible dados los
altísimos niveles de represión, la extrema desigualdad y las limitaciones a la
participación que aún subsisten.

Otro ejemplo puede ser el de la mirada apocalíptica que señala que este país
nunca ha cambiado y difícilmente cambiará, que estamos condenados al
atraso. Cuando se estudia la historia de Colombia se descubre que esta
afirmación carece de todo sustento, que a pesar de todas las salvedades que
pueda hacerse este país ha tenido cambios inmensos y en algunos aspectos ha
avanzado mucho, sin lugar a dudas ciertos derechos como el de la educación
se concreta mejor hoy que hace 50 años y las posibilidades de participación
política se han ampliado. Así haya mucho aún por hacer es innegable que este
país no está anquilosado y que no es descabellado albergar esperanzas de que
puede llegar a ser mejor.

E.D.: ¿Concretamente en qué consistió el proyecto Pensar desde Colombia,


diálogos entre historia y filosofía para reconocer lo que somos?

F.E.: El proyecto consistió en 20 sesiones de lectura y conversación alrededor


de la historia republicana de Colombia, es decir el periodo que comprende los
siglos XIX, XX y lo que va del XXI, intentando entender cómo este país ha
llegado a ser lo que es en términos políticos, sociales y culturales.
Paralelamente leímos y conversamos sobre algunos importantes pensadores
colombianos como Estanislao Zuleta, Danilo Cruz Vélez, Francisco Gutiérrez
Sanín, Cayetano Betancur, Luis Eduardo Nieto Arteta, entre otros.

Imagen| Fundación Entrelíneas

Imagen| Fundación Entrelíneas

E.D.: ¿Qué conclusiones extraen ustedes de estas actividades?


F.E.: La primera consiste en que debemos dejar de creer en iluminados que
dicen sabérselas todas sobre los destinos de Colombia y empezar a estudiar
por nuestra propia cuenta y críticamente a aquellas personas, hombres y
mujeres, que han pensado rigurosamente la historia y los problemas de
Colombia. Si no asumimos una actitud curiosa y estudiosa sobre nuestro país,
difícilmente encontraremos los caminos para resolver los problemas que nos
afectan e impiden una vida más justa y digna, por tanto seguiremos
dependiendo de caudillos y mesías de todas las especies.

También concluimos que en Tunja las universidades y los colegios poco


estudian y piensan al país, pero que la gente del común, sobre todo los más
jóvenes, sí está ávida de oportunidades para comprender mejor la realidad que
Colombia les hace vivir.

Y finalmente concluimos que vale la pena que la gente del común aproveche la
riqueza enorme de las ciencias sociales y humanas que se han centrado en el
análisis de Colombia y esto solo se logra leyendo y reflexionando en colectivo

En dos siglos de independencia el Estado colombiano ha sido incapaz de


controlar la totalidad de su territorio, monopolizar el uso de las armas y hacer
cumplir la Constitución y las leyes. Llegada la hora de definir las fronteras con
sus vecinos el Estado no tuvo otra salida que ceder para evitar cualquier
confrontación. Esa debilidad profunda quedó luego patentada por algo más de
diez guerras civiles a lo largo del siglo XIX, décadas de violencia bipartidista, el
más largo conflicto guerrillero del mundo, paramilitarismo, narcotráfico,
desplazamiento forzado, mafia y corrupción. Impotente, el Estado ha asistido al
surgimiento de estos fenómenos con reacciones extemporáneas e inconstantes. A
través de un análisis equilibrado, en el que se asumen por igual la teoría y los
hechos históricos, Carlos Alberto Patiño se acerca de una manera muy particular
a estos dos siglos de vida republicana y propone una mirada desafiante a su
historia y al giro que hadado en lo que va corrido del siglo XXI
El Ser Guerrero del Libe
rtador 2

I
NTRODUC
CIÓN
Contemplar la
trayectoria
humana de
Simón Bolívar
y sumirse en
las
profundidades
de su vida,
densa
comoninguna
en
oscilaciones
que van
pendularment
e del éxito al
fracaso, es
advertir cómo
el hombre
traza
subiografía a
tajos de
espada que le
abren el
camino hacia
los mármoles
y el bronce.Su
espíritu
hoguera
crepitante en
inextinguible
combustión se
muestra como
poliedro de
espejos al
ser herido por
la luz. Cada
faceta es un
destello. Difícil
hallar la de
mayor
luminosidad.
Hay allí el
forjador
denaciones, el
estadista, el
militar, el
revolucionario
, el conductor
de ejércitos, el
jurista, el
gobernante,
elconstitucion
alista, el
vidente que
se anticipa a
su época
en colosal
delirio que
abarca un
continente.Sin
embargo
Bolívar es,
antes que
nada,
producto y
consecuencia
de la guerra.
Quince de sus
cuarenta
ysiete años
transcurren en
medio de las
armas,
estremecidos
por su
estruendo y
sus
destructores
efectos.Guian
do ejércitos
por las
soledades de
páramos y
llanuras, de
extensiones
selváticas o
desérticas.
Luchandosiem
pre.
Enfrentando a
la adversidad
que parece
sino
invencible,
hasta que su
empecinamien
to acaba
por imponerse
al
infortunio.Bolí
var construye
su historia a
lomo de un
caballo de
guerra, que
cubre a paso
nervioso la
dimensión
demedio
continente.
Todo en esa
historia es
combate
intenso,
tenaz,
insomne, por
arrancar de
los
poderesdomin
antes a una
patria y
asentarla
sobre la tierra
hostil.
El áspero
camino es
violento
batallar. Hay
instantesen
que el tropel
de fuerzas
desatadas
contra
las cuales
libra duelo de
gigantes,
dibuja
pasmoso
contrasteentre
la fragilidad
de su ser
enjuto y la
potencia del
huracán que
descuaja
hombres y
destruye
ejércitos.Es
entonces
cuando
Bolívar es
llevado a
empellones,
deshechos los
sueños y rota
la espada, al
fondotenebros
o de la
derrota. Los
desastres se
suceden en
su existencia
de luchador,
con pertinacia
que
seríacapaz de
aniquilar
cualquier
empeño y
someter
la más
arriscada
voluntad. No
así la suya.
No se
entrega. Nose
somete. No
sucumbe.
Había jurado
sobre las
ruinas eternas
de la Roma
Imperial algo
que desde
entonces,más
que propósito,
fue decisión
suprema.
Sobre el
Monte Sacro
pronuncia un
voto que
compromete
laexistencia
del jovenzuelo
inmaduro y
andariego,
vástago
afortunado y
displicente del
poder
hereditario,
conla más
gigantesca
empresa que
podría
presentarse a
un hombre de
su tiempo.Ese
reto
formidable es
producto de
un instante
iluminado.
Apenas inicia
su
peregrinación
por la vida y
ya hade
acompasarla
con la
cadencia de la
guerra.
Crueles
desgarraduras
irán
endureciendo
su ánimo y
templandosu
voluntad.
Cada derrota
se traducirá
en renovado
empeño.
Cada victoria
en nuevo
impulso para
avanzar por la
ruta trazada
con
inquebrantabl
e
determinación
. Así hasta
coronar la
victoria y
construir un
mundo,efímer
o en su
configuración
política, pero
durable en las
edades como
concepción
integral,
muchos de
cuyosperfiles
van hallando
osatura con el
desfile
del tiempo.No
dar reposo al
espíritu ni
quietud al
brazo que
empuña el
acero
desnudo de su
propia
voluntad,
implicalanzars
e sin
vacilación al
torbellino
de una guerra
cruenta y
brutal.
Quien decide
hacer de la
batalla un
destinoya no
puede
detenerse. Es
la decisión
suprema. Se
adopta en el
delirio como lo
hizo el futuro
Libertador,
peroha de
adelantarse
con realismo,
al paso de
las horas
sombrías o
luminosas,
según la
fortuna o
el desastrecor
onen
transitoria o
definitivament
e el denuedo
de quien opta
por ella.En la
trayectoria
guerrera de
Simón Bolívar
hubo tantas
horas de
derrota como
de triunfo. Allí,
y en lograr
queéste fuese
definitivo y
aquélla
efímera,
reside la
verdadera
dimensión de
su grandeza.
En la lucha
infatigablecont
ra todo lo que
se oponga en
el camino de
la victoria,
esculpe su
verdadera talla
humana. Y
porque
elrevés
continuament
e repetido
arroja al
náufrago
semidesnudo
sobre el
Caribe de
piratas
y aventureros
o lo
3 Alvaro Valenci
a Tovar
envuelve una
y otra vez en
las tinieblas
del desastre,
es por lo que
su gloria es
más diáfana.
Parece como
sien el fondo
del abismo
encontrase
fuerzas
extrañas que
le permiten
rehacer el
terrible
destrozo y
salir de
susprofundida
des, erguido,
duro,
invencible,
para reiniciar
el camino.Es
el guerrero
nato para
quien la
derrota es
acicate y la
lucha ámbito
ideal en la
realización de
un
granpropósito.
Todo lo que
Bolívar ha de
ser en el
fragoso
camino que lo
conduce
como un
iluminado por
lasabruptas
sendas del
Ande, surge
de la
humareda del
combate. Es
resultado de la
guerra. Sin
ésta nada de
lodemás
hubiese
cobrado
expresión.
Cuando el
hombre de
armas se
persuade de
que no puede
ser más
unnómada de
la soledades,
nace el
político. Un
ejército
errabundo no
basta para
hacer
una nación.
En el
cuerpoarmado
tiene que
alentar un
pueblo como
contenido y
del todo
emerger como
continente de
esa
nación.Esta
verdad
permite al
general subir
al anca de su
caballo de
guerra al jefe
de Estado. De
allí en
adelante
por donde él
camine irá
el gobierno, la
autoridad civil,
el mando
supremo,
la presencia
visible del
país que
es aúntrozo
de selva y de
llanura, sobre
las márgenes
de un río,
el Orinoco,
cuyas aguas
son torrente
enrojecido
por la lucha
que allí se
libra para
plasmar la
libertad.Por
ello es el
guerrero la
figura
primaria. De
él alumbran
los demás
contornos de
la
personalidad
que
seagiganta a
la par con la
contienda en
progresión,
para dar a luz
el general y
con éste al
grande
hombre
deproporcione
s geniales.
Constituido el
organismo
político de la
nación en
ciernes,
Bolívar será la
cabezainsustit
uible. No
faltarán
quienes
intenten
cercenarla en
la pugna de
caudillos, amo
cada uno de
su
propiahueste
con la cual
conduce la
guerra a su
manera, pero
huérfano de
las
dimensiones
requeridas
para
delinear,simult
áneamente
con la
conducción de
los ejércitos,
las formas
estatales de la
patria cuya
gestación no
haterminado.
Del político
capaz de
pergeñar un
gobierno en
sucesivos
ensayos que
culminan con
la
convocatoria
de
uncongreso
magno, el de
Angostura en
febrero de
1819, se
engendra el
estadista. Es
un proceso
metamórficod
ominado por
la guerra y
originado en
ésta. Ante el
Estado que
inicia su andar
vacilante, el
general
declina
elmando e
invita a hacer
lo propio a los
caudillos
díscolos,
ingobernables
, investidos
por sí y ante
sí mismos
de jefaturas m
ilitares que as
piran a ejercer
con carácter
absoluto. Bien
sabe quien y
a ostenta el tít
ulo de Liberta
dor,que de
esa renuncia
se le retornará
a él la
comandancia
en jefe de la
guerra, no
como acto
individual
ysolitario de
autoridad,
sino como
investidura
suprema del
cuerpo
jurídico, que
así le confía la
responsabilida
dde conducir
la nación a
la victoria.Est
a pasmosa
evolución que
multiplica las
facetas de
quien las
posee y pone
en evidencia,
con
alcanceuniver
sal, desborda
bien pronto
las fronteras
difusas de
aquel primer
retazo de
patria, cubre
el continente
ycruza el
océano para
proyectarse
sobre el Viejo
Mundo entre
signos
de admiración
. Es el
eslabonamien
to dela
grandeza que
surge del
andar recio y
nervioso de
Simón
Bolívar. Todo,
sin embargo,
tiene origen
en elcampo
de batalla y
emana de él.
Cuadro
impresionante
donde el
horror y la
gloria se
confunden en
humareda,cho
que de
aceros,
violencia de
explosiones y
alaridos de
muerte, de
cuya borrasca
cruzada de
relámpagosin
surge el
revolucionario
, para esculpir
bajo
semejante
inspiración
su obra
gigantesca.Si
món Bolívar,
libertador de
pueblos y
arquitecto de
naciones,
viene a ser
así efecto de
tres
poderosascirc
unstancias: la
guerra como
único camino
de engendrar
una patria, el
ocaso de un
imperio que
crea
lacoyuntura
excepcional
para que el
volcán de su
alma hiciese
erupción a
través de
la lucha
armada y su
propiogenio
cuya
dimensión se
hace posible
sobre una
condición
dominante: la
voluntad de
acero que ha
de
encontrar alie
nto en los
desastres
repetidos,
hasta escalar
las
cumbres solita
rias de la
grandeza.De
ahí la
inspiración de
este libro: El
ser Guerrero
del Libertador.
Para hallar
ese ser,
describirlo,
tratar
dedescubrir el
proceso todo
de
surgimiento
y evolución
que lo
El Ser
Guerrero del
Libertador 2
I
NTRODUCCI
ÓN
Contemplar la
trayectoria
humana de
Simón Bolívar
y sumirse en
las
profundidades
de su vida,
densa
comoninguna
en
oscilaciones
que van
pendularment
e del éxito al
fracaso, es
advertir cómo
el hombre
traza
subiografía a
tajos de
espada que le
abren el
camino hacia
los mármoles
y el bronce.Su
espíritu
hoguera
crepitante en
inextinguible
combustión se
muestra como
poliedro de
espejos al ser
herido por la
luz. Cada
faceta es un
destello. Difícil
hallar la de
mayor
luminosidad.
Hay allí el
forjador
denaciones, el
estadista, el
militar, el
revolucionario
, el conductor
de ejércitos, el
jurista, el
gobernante,
elconstitucion
alista, el
vidente que
se anticipa a
su época en
colosal delirio
que abarca un
continente.Sin
embargo
Bolívar es,
antes que
nada,
producto y
consecuencia
de la guerra.
Quince de sus
cuarenta
ysiete años
transcurren en
medio de las
armas,
estremecidos
por su
estruendo y
sus
destructores
efectos.Guian
do ejércitos
por las
soledades de
páramos y
llanuras, de
extensiones
selváticas o
desérticas.
Luchandosie
mpre.
Enfrentando a
la adversidad
que parece
sino
invencible,
hasta que su
empecinamie
nto acaba por
imponerse al
infortunio.Bolí
var construye
su historia a
lomo de un
caballo de
guerra, que
cubre a paso
nervioso la
dimensión
demedio
continente.
Todo en esa
historia es
combate
intenso,
tenaz,
insomne, por
arrancar de
los
poderesdomin
antes a una
patria y
asentarla
sobre la tierra
hostil. El
áspero
camino es
violento
batallar. Hay
instantesen
que el tropel
de fuerzas
desatadas
contra las
cuales libra
duelo de
gigantes,
dibuja
pasmoso
contrasteentre
la fragilidad
de su ser
enjuto y la
potencia del
huracán que
descuaja
hombres y
destruye
ejércitos.Es
entonces
cuando
Bolívar es
llevado a
empellones,
deshechos los
sueños y rota
la espada, al
fondotenebros
o de la
derrota. Los
desastres se
suceden en
su existencia
de luchador,
con pertinacia
que
seríacapaz de
aniquilar
cualquier
empeño y
someter la
más arriscada
voluntad. No
así la suya.
No se
entrega. Nose
somete. No
sucumbe.
Había jurado
sobre las
ruinas eternas
de la Roma
Imperial algo
que desde
entonces,más
que propósito,
fue decisión
suprema.
Sobre el
Monte Sacro
pronuncia un
voto que
compromete
laexistencia
del jovenzuelo
inmaduro y
andariego,
vástago
afortunado y
displicente del
poder
hereditario,
conla más
gigantesca
empresa que
podría
presentarse a
un hombre de
su tiempo.Ese
reto
formidable es
producto de
un instante
iluminado.
Apenas inicia
su
peregrinación
por la vida y
ya hade
acompasarla
con la
cadencia de la
guerra.
Crueles
desgarraduras
irán
endureciendo
su ánimo y
templandosu
voluntad.
Cada derrota
se traducirá
en renovado
empeño.
Cada victoria
en nuevo
impulso para
avanzar por la
ruta trazada
con
inquebrantabl
e
determinación
. Así hasta
coronar la
victoria y
construir un
mundo,efímer
o en su
configuración
política, pero
durable en las
edades como
concepción
integral,
muchos de
cuyosperfiles
van hallando
osatura con el
desfile del
tiempo.No dar
reposo al
espíritu ni
quietud al
brazo que
empuña el
acero
desnudo de
su propia
voluntad,
implicalanzars
e sin
vacilación al
torbellino de
una guerra
cruenta y
brutal. Quien
decide hacer
de la batalla
un destinoya
no puede
detenerse. Es
la decisión
suprema. Se
adopta en el
delirio como lo
hizo el futuro
Libertador,
peroha de
adelantarse
con realismo,
al paso de las
horas
sombrías o
luminosas,
según la
fortuna o el
desastrecoron
en transitoria
o
definitivament
e el denuedo
de quien opta
por ella.En la
trayectoria
guerrera de
Simón Bolívar
hubo tantas
horas de
derrota como
de triunfo. Allí,
y en lograr
queéste fuese
definitivo y
aquélla
efímera,
reside la
verdadera
dimensión de
su grandeza.
En la lucha
infatigablecont
ra todo lo que
se oponga en
el camino de
la victoria,
esculpe su
verdadera
talla humana.
Y porque
elrevés
continuament
e repetido
arroja al
náufrago
semidesnudo
sobre el
Caribe de
piratas y
aventureros o
lo

3 Alvaro
Valencia
Tovar
envuelve una
y otra vez en
las tinieblas
del desastre,
es por lo que
su gloria es
más diáfana.
Parece como
sien el fondo
del abismo
encontrase
fuerzas
extrañas que
le permiten
rehacer el
terrible
destrozo y
salir de
susprofundida
des, erguido,
duro,
invencible,
para reiniciar
el camino.Es
el guerrero
nato para
quien la
derrota es
acicate y la
lucha ámbito
ideal en la
realización de
un
granpropósito.
Todo lo que
Bolívar ha de
ser en el
fragoso
camino que lo
conduce
como un
iluminado por
lasabruptas
sendas del
Ande, surge
de la
humareda del
combate. Es
resultado de
la guerra. Sin
ésta nada de
lodemás
hubiese
cobrado
expresión.
Cuando el
hombre de
armas se
persuade de
que no puede
ser más
unnómada de
la soledades,
nace el
político. Un
ejército
errabundo no
basta para
hacer una
nación. En el
cuerpoarmado
tiene que
alentar un
pueblo como
contenido y
del todo
emerger como
continente de
esa
nación.Esta
verdad
permite al
general subir
al anca de su
caballo de
guerra al jefe
de Estado. De
allí en
adelante por
donde él
camine irá el
gobierno, la
autoridad civil,
el mando
supremo, la
presencia
visible del
país que es
aúntrozo de
selva y de
llanura, sobre
las márgenes
de un río, el
Orinoco,
cuyas aguas
son torrente
enrojecido por
la lucha que
allí se libra
para plasmar
la libertad.Por
ello es el
guerrero la
figura
primaria. De
él alumbran
los demás
contornos de
la
personalidad
que
seagiganta a
la par con la
contienda en
progresión,
para dar a luz
el general y
con éste al
grande
hombre
deproporcione
s geniales.
Constituido el
organismo
político de la
nación en
ciernes,
Bolívar será la
cabezainsustit
uible. No
faltarán
quienes
intenten
cercenarla en
la pugna de
caudillos, amo
cada uno de
su
propiahueste
con la cual
conduce la
guerra a su
manera, pero
huérfano de
las
dimensiones
requeridas
para
delinear,simult
áneamente
con la
conducción de
los ejércitos,
las formas
estatales de la
patria cuya
gestación no
haterminado.
Del político
capaz de
pergeñar un
gobierno en
sucesivos
ensayos que
culminan con
la
convocatoria
de
uncongreso
magno, el de
Angostura en
febrero de
1819, se
engendra el
estadista. Es
un proceso
metamórficod
ominado por
la guerra y
originado en
ésta. Ante el
Estado que
inicia su andar
vacilante, el
general
declina
elmando e
invita a hacer
lo propio a los
caudillos
díscolos,
ingobernables
, investidos
por sí y ante
sí mismos de
jefaturas
militares que
aspiran a
ejercer con
carácter
absoluto. Bien
sabe quien ya
ostenta el
título de
Libertador,que
de esa
renuncia se le
retornará a él
la
comandancia
en jefe de la
guerra, no
como acto
individual
ysolitario de
autoridad,
sino como
investidura
suprema del
cuerpo
jurídico, que
así le confía la
responsabilida
dde conducir
la nación a la
victoria.Esta
pasmosa
evolución que
multiplica las
facetas de
quien las
posee y pone
en evidencia,
con
alcanceuniver
sal, desborda
bien pronto
las fronteras
difusas de
aquel primer
retazo de
patria, cubre
el continente
ycruza el
océano para
proyectarse
sobre el Viejo
Mundo entre
signos de
admiración.
Es el
eslabonamien
to dela
grandeza que
surge del
andar recio y
nervioso de
Simón
Bolívar. Todo,
sin embargo,
tiene origen
en elcampo
de batalla y
emana de él.
Cuadro
impresionante
donde el
horror y la
gloria se
confunden en
humareda,cho
que de
aceros,
violencia de
explosiones y
alaridos de
muerte, de
cuya borrasca
cruzada de
relámpagosin
surge el
revolucionario
, para esculpir
bajo
semejante
inspiración su
obra
gigantesca.Si
món Bolívar,
libertador de
pueblos y
arquitecto de
naciones,
viene a ser
así efecto de
tres
poderosascirc
unstancias: la
guerra como
único camino
de engendrar
una patria, el
ocaso de un
imperio que
crea
lacoyuntura
excepcional
para que el
volcán de su
alma hiciese
erupción a
través de la
lucha armada
y su
propiogenio
cuya
dimensión se
hace posible
sobre una
condición
dominante: la
voluntad de
acero que ha
de encontrar
aliento en los
desastres
repetidos,
hasta escalar
las cumbres
solitarias de la
grandeza.De
ahí la
inspiración de
este libro: El
ser Guerrero
del Libertador.
Para hallar
ese ser,
describirlo,
tratar
dedescubrir el
proceso todo
de
surgimiento y
evolución que
lo lleva a
fraguar
empecinadam
ente la
victoria,
espreciso
seguir el
itinerario
fascinante de
luchas,
campañas,
episodios de
armas,
triunfos y
derrotas,
queacompaña
n su
estremecida
existencia. No
de otra
manera
podría
demostrarse
cómo esa
faceta, el
guerrero,pred
omina sobre
todas las
demás y sirve
de origen a lo
que en años
dramát
El Ser Guerrer
o del Libertad
or 2
I
NTRODUCCI
ÓN
Contemplar la
trayectoria
humana de
Simón Bolívar
y sumirse en
las
profundidades
de su vida,
densa
comoninguna
en
oscilaciones
que van
pendularment
e del éxito al
fracaso, es
advertir cómo
el hombre
traza
subiografía a
tajos de
espada que le
abren el
camino hacia
los mármoles
y el bronce.Su
espíritu
hoguera
crepitante en
inextinguible
combustión se
muestra como
poliedro de
espejos al
ser herido por
la luz. Cada
faceta es un
destello. Difícil
hallar la de
mayor
luminosidad.
Hay allí el
forjador
denaciones, el
estadista, el
militar, el
revolucionario
, el conductor
de ejércitos, el
jurista, el
gobernante,
elconstitucion
alista, el
vidente que
se anticipa a
su época
en colosal
delirio que
abarca un
continente.Sin
embargo
Bolívar es,
antes que
nada,
producto y
consecuencia
de la guerra.
Quince de sus
cuarenta
ysiete años
transcurren en
medio de las
armas,
estremecidos
por su
estruendo y
sus
destructores
efectos.Guian
do ejércitos
por las
soledades de
páramos y
llanuras, de
extensiones
selváticas o
desérticas.
Luchandosie
mpre.
Enfrentando a
la adversidad
que parece
sino
invencible,
hasta que su
empecinamie
nto acaba
por imponerse
al
infortunio.Bolí
var construye
su historia a
lomo de un
caballo de
guerra, que
cubre a paso
nervioso la
dimensión
demedio
continente.
Todo en esa
historia es
combate
intenso,
tenaz,
insomne, por
arrancar de
los
poderesdomin
antes a una
patria y
asentarla
sobre la tierra
hostil.
El áspero
camino es
violento
batallar. Hay
instantesen
que el tropel
de fuerzas
desatadas
contra
las cuales
libra duelo de
gigantes,
dibuja
pasmoso
contrasteentre
la fragilidad
de su ser
enjuto y la
potencia del
huracán que
descuaja
hombres y
destruye
ejércitos.Es
entonces
cuando
Bolívar es
llevado a
empellones,
deshechos los
sueños y rota
la espada, al
fondotenebros
o de la
derrota. Los
desastres se
suceden en
su existencia
de luchador,
con pertinacia
que
seríacapaz de
aniquilar
cualquier
empeño y
someter
la más
arriscada
voluntad. No
así la suya.
No se
entrega. Nose
somete. No
sucumbe.
Había jurado
sobre las
ruinas eternas
de la Roma
Imperial algo
que desde
entonces,más
que propósito,
fue decisión
suprema.
Sobre el
Monte Sacro
pronuncia un
voto que
compromete
laexistencia
del jovenzuelo
inmaduro y
andariego,
vástago
afortunado y
displicente del
poder
hereditario,
conla más
gigantesca
empresa que
podría
presentarse a
un hombre de
su tiempo.Ese
reto
formidable es
producto de
un instante
iluminado.
Apenas inicia
su
peregrinación
por la vida y
ya hade
acompasarla
con la
cadencia de la
guerra.
Crueles
desgarraduras
irán
endureciendo
su ánimo y
templandosu
voluntad.
Cada derrota
se traducirá
en renovado
empeño.
Cada victoria
en nuevo
impulso para
avanzar por la
ruta trazada
con
inquebrantabl
e
determinación
. Así hasta
coronar la
victoria y
construir un
mundo,efímer
o en su
configuración
política, pero
durable en las
edades como
concepción
integral,
muchos de
cuyosperfiles
van hallando
osatura con el
desfile
del tiempo.No
dar reposo al
espíritu ni
quietud al
brazo que
empuña el
acero
desnudo de
su propia
voluntad,
implicalanzars
e sin
vacilación al
torbellino
de una guerra
cruenta y
brutal.
Quien decide
hacer de la
batalla un
destinoya no
puede
detenerse. Es
la decisión
suprema. Se
adopta en el
delirio como lo
hizo el futuro
Libertador,
peroha de
adelantarse
con realismo,
al paso de
las horas
sombrías o
luminosas,
según la
fortuna o
el desastrecor
onen
transitoria o
definitivament
e el denuedo
de quien opta
por ella.En la
trayectoria
guerrera de
Simón Bolívar
hubo tantas
horas de
derrota como
de triunfo. Allí,
y en lograr
queéste fuese
definitivo y
aquélla
efímera,
reside la
verdadera
dimensión de
su grandeza.
En la lucha
infatigablecont
ra todo lo que
se oponga en
el camino de
la victoria,
esculpe su
verdadera
talla humana.
Y porque
elrevés
continuament
e repetido
arroja al
náufrago
semidesnudo
sobre el
Caribe de
piratas
y aventureros
o lo
3 Alvaro Vale
ncia Tovar
envuelve una
y otra vez en
las tinieblas
del desastre,
es por lo que
su gloria es
más diáfana.
Parece como
sien el fondo
del abismo
encontrase
fuerzas
extrañas que
le permiten
rehacer el
terrible
destrozo y
salir de
susprofundida
des, erguido,
duro,
invencible,
para reiniciar
el camino.Es
el guerrero
nato para
quien la
derrota es
acicate y la
lucha ámbito
ideal en la
realización de
un
granpropósito.
Todo lo que
Bolívar ha de
ser en el
fragoso
camino que lo
conduce
como un
iluminado por
lasabruptas
sendas del
Ande, surge
de la
humareda del
combate. Es
resultado de
la guerra. Sin
ésta nada de
lodemás
hubiese
cobrado
expresión.
Cuando el
hombre de
armas se
persuade de
que no puede
ser más
unnómada de
la soledades,
nace el
político. Un
ejército
errabundo no
basta para
hacer
una nación.
En el
cuerpoarmado
tiene que
alentar un
pueblo como
contenido y
del todo
emerger como
continente de
esa
nación.Esta
verdad
permite al
general subir
al anca de su
caballo de
guerra al jefe
de Estado. De
allí en
adelante
por donde él
camine irá
el gobierno, la
autoridad civil,
el mando
supremo,
la presencia
visible del
país que
es aúntrozo
de selva y de
llanura, sobre
las márgenes
de un río,
el Orinoco,
cuyas aguas
son torrente
enrojecido
por la lucha
que allí se
libra para
plasmar la
libertad.Por
ello es el
guerrero la
figura
primaria. De
él alumbran
los demás
contornos de
la
personalidad
que
seagiganta a
la par con la
contienda en
progresión,
para dar a luz
el general y
con éste al
grande
hombre
deproporcione
s geniales.
Constituido el
organismo
político de la
nación en
ciernes,
Bolívar será la
cabezainsustit
uible. No
faltarán
quienes
intenten
cercenarla en
la pugna de
caudillos, amo
cada uno de
su
propiahueste
con la cual
conduce la
guerra a su
manera, pero
huérfano de
las
dimensiones
requeridas
para
delinear,simult
áneamente
con la
conducción de
los ejércitos,
las formas
estatales de la
patria cuya
gestación no
haterminado.
Del político
capaz de
pergeñar un
gobierno en
sucesivos
ensayos que
culminan con
la
convocatoria
de
uncongreso
magno, el de
Angostura en
febrero de
1819, se
engendra el
estadista. Es
un proceso
metamórficod
ominado por
la guerra y
originado en
ésta. Ante el
Estado que
inicia su andar
vacilante, el
general
declina
elmando e
invita a hacer
lo propio a los
caudillos
díscolos,
ingobernables
, investidos
por sí y ante
sí mismos
de jefaturas m
ilitares que as
piran a ejercer
con carácter
absoluto. Bien
sabe quien y
a ostenta el tít
ulo de Liberta
dor,que de
esa renuncia
se le retornará
a él la
comandancia
en jefe de la
guerra, no
como acto
individual
ysolitario de
autoridad,
sino como
investidura
suprema del
cuerpo
jurídico, que
así le confía la
responsabilida
dde conducir
la nación a
la victoria.Est
a pasmosa
evolución que
multiplica las
facetas de
quien las
posee y pone
en evidencia,
con
alcanceuniver
sal, desborda
bien pronto
las fronteras
difusas de
aquel primer
retazo de
patria, cubre
el continente
ycruza el
océano para
proyectarse
sobre el Viejo
Mundo entre
signos
de admiración
. Es el
eslabonamien
to dela
grandeza que
surge del
andar recio y
nervioso de
Simón
Bolívar. Todo,
sin embargo,
tiene origen
en elcampo
de batalla y
emana de él.
Cuadro
impresionante
donde el
horror y la
gloria se
confunden en
humareda,cho
que de
aceros,
violencia de
explosiones y
alaridos de
muerte, de
cuya borrasca
cruzada de
relámpagosin
surge el
revolucionario
, para esculpir
bajo
semejante
inspiración
su obra
gigantesca.Si
món Bolívar,
libertador de
pueblos y
arquitecto de
naciones,
viene a ser
así efecto de
tres
poderosascirc
unstancias: la
guerra como
único camino
de engendrar
una patria, el
ocaso de un
imperio que
crea
lacoyuntura
excepcional
para que el
volcán de su
alma hiciese
erupción a
través de
la lucha
armada y su
propiogenio
cuya
dimensión se
hace posible
sobre una
condición
dominante: la
voluntad de
acero que ha
de
encontrar alie
nto en los
desastres
repetidos,
hasta escalar
las
cumbres solita
rias de la
grandeza.De
ahí la
inspiración de
este libro: El
ser Guerrero
del Libertador.
Para hallar
ese ser,
describirlo,
tratar
dedescubrir el
proceso todo
de
surgimiento
y evolución
que lo lleva
a fraguar
empecinadam
ente la
victoria,
espreciso
seguir el
itinerario
fascinante de
luchas,
campañas,
episodios de
armas,
triunfos y
derrotas,
queacompaña
n su
estremecida
existencia. No
de otra
manera
podría
demostrarse
cómo esa
faceta, el
guerrero,pred
omina sobre
todas las
demás y sirve
de origen a lo
que en años
dramáticos
habrá de
configurar
lainmensidad
de su gloria.
icos habrá de
configurar
lainmensidad
de su gloria.
lleva a fraguar
empecinadam
ente la
victoria,
espreciso
seguir el
itinerario
fascinante de
luchas,
campañas,
episodios de
armas,
triunfos y
derrotas,
queacompaña
n su
estremecida
existencia. No
de otra
manera
podría
demostrarse
cómo esa
faceta, el
guerrero,pred
omina sobre
todas las
demás y sirve
de origen a lo
que en años
dramáticos
habrá de
configurar
lainmensidad
de su gloria.

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