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DE LAS PLANTAS
Tanto Alexander von Bernus como Manfred M. Junius transcriben la receta para
obtener las sales de las plantas que da Basilio Valentín bajo el epígrafe de “Cómo
extraer sus sales de todas las hierbas y substancias vegetales”: “Toma una hierba
de tu elección, redúcela a cenizas, haz una lejía con ellas con agua caliente, haz
coagular la lejía, y la sal quedará al fondo; disuélvela en espíritu de vino. Arroja el
residuo que se deposita, saca el espíritu de vino por destilación y disuelve tantas
veces como haga falta hasta que la sal devenga bien pura y límpida y no deje ya
residuo; entonces está lista. A condición de que se proceda correctamente para la
rectificación del espíritu de vino, se puede obtener de todas las hierbas sales bellas,
límpidas y puras que forman cristales transparentes como un salitre límpido, puro y
rectificado”.
Aunque incinerar y calcinar los restos de una planta parezca una operación
simple, sin complicaciones, lo cierto es que a la hora de ponerla en práctica surgen
una serie de inconvenientes que hasta que no se ha acumulado algo de experiencia
serán los responsables de que la elaboración de un preparado espagírico se malogre
y haya que empezar de nuevo por el principio. Y, téngase en cuenta, que desde el
instante en que se proyecta una operación con una planta determinada hasta que el
preparado correspondiente queda completamente elaborado y guardado en un frasco
pueden pasar varios meses. Por esta razón conviene ensayar los procedimientos
experimentando con cualquier planta hasta que los hagamos funcionar sin
problemas.
Según la Teoría de los Tres Principios de Paracelso todos los cuerpos orgánicos
o inorgánicos son el resultado de la combinación en proporciones diversas de tres
sustancias o principios básicos que él denominó Azufre, Mercurio y Sal. Como
veremos, estos tres principios no coinciden con lo que se entiende por azufre,
mercurio o sal en el mundo moderno.
Desde el punto de vista de la Espagiria las plantas como el resto de los seres se
encuentran integradas por tres principios o substancias: Mercurio, Azufre y Sal. Al
respecto de estos tres principios dice Alexander von Bernus: “Los tres principios
originales, o más bien substancias originales, descubiertas por la vía de la
imaginación, y que pueden siempre volverse a encontrar por la misma vía,
substancias que están en la base de todo el universo de las representaciones
alquímicas, se llaman: Sal, Sulphur et Mercurius.... estas tres substancias están sin
embargo lejos de ser idénticas a la sal, al azufre y al mercurio; ... La alquimia
enseña que todo el universo material toma su origen de los tres principios: Sal,
Sulphur et Mercurius, y según que un cuerpo haya recibido más o menos de una u
otra de estas energías (por recurrir a la terminología actual) es más o menos
volátil, refractario o combustible. La sal da la fijeza, el azufre vuelve combustible, y
el inestable mercurio confiere volatilidad. En el sentido de una inteligencia
superior, el mercurio es, sin embargo, también la quintaesencia espiritual de todas
las cosas, el espíritu universal o Spiritu mundi.”
o Una porción soluble en agua que suele denominarse sal salis y es muy
apreciada en la práctica espagírica dado que posee un gran valor medicinal.
Esta fracción habrá de ser añadida a las tinturas y esencias si se quiere que
éstas sean un magisterio completo de la planta. Las sales solubles se pueden
cristalizar, mediante la evaporación del agua en la que se encuentran
disueltas, dando un polvo blanco muy higroscópico que debe ser
almacenado en un recipiente de vidrio o porcelana muy bien cerrado para
que no absorban la humedad atmosférica adquiriendo de esta forma un
aspecto delicuescente.
No hay que confundir la Sal o “cuerpo” de una planta en sentido espagírico con
lo que usualmente entendemos por cuerpo de una planta. Cotidianamente, para
nosotros, el cuerpo de la planta no es otro que la forma visible del vegetal
constituida mayoritariamente por materia orgánica, lo que podríamos llamar la
“carne” de la planta. Pues bien, desde el punto de vista espagírico alquímico esa
“carne” o materia orgánica no es más que una impureza, un estorbo que impide que
se manifiesten con todo su esplendor y energía las cualidades medicinales que casi
todas las plantas poseen en su interior. Las potencialidades de las plantas se hallan
atrapadas, encarceladas y oscurecidas por la materia orgánica que forma el cuerpo
visible del vegetal, de la misma forma que nuestra alma está atrapada en el
sarcófago de la materia orgánica de nuestro cuerpo físico y sólo se libera cuando
éste se descompone al final de la vida. La sustancia orgánica que da forma física al
vegetal no viene a ser más que el material aglomerante, el cemento, que mantiene
unidos en un mismo cuerpo físico los tres principios esenciales constituyentes de los
seres vivos mientras dura la existencia terrestre.
Por todo ello la labor de la Espagiria consiste básicamente en separar los tres
principios constituyentes de las plantas (Azufre, Mercurio y Sal) purificándolos al
máximo para, una vez limpios de impurezas, volverlos a reunir constituyendo un
magisterio en forma de tintura o esencia que manifieste las potencias curativas de la
planta en cuestión de manera superlativa.
Las energías curativas que los tratamientos espagíricos hacen aflorar son
energías sutiles de origen solar que se encuentran ocluidas en la materia orgánica e
inorgánica que constituye el organismo viviente de los vegetales. Se trata de
energías solares mucho más delicadas, intangibles y potentes que aquellas que se
manifiestan en forma de fuego visible o de calor, estas últimas no son más que
energías bastante físicas cuya función es mantener el orden y estructurar la materia
orgánica del cuerpo visible durante la vida terrestre, siendo emitidas al término de
dicha existencia al mismo tiempo que el cuerpo visible se desorganiza y los tres
principios se liberan y separan. Una vez que la Sal de la planta ha sido purificada, es
decir, totalmente desprovista de la envoltura orgánica por acción del fuego, es
imprescindible separar, limpiar y cristalizar su fracción soluble (sal salis) para que
esas energías sutiles ocluidas en su estructura cristalina puedan aflorar.
La sal, en tanto que término colectivo que engloba todo lo que se cristaliza, es,
según los antiguos maestros, el primer ente, pues toda materia se deja reducir a
una forma salina. Es la palabra de Dios devenida materia; en una sal particular,
un agente celeste, hijo del divino fuego solar, se une a una terrestreidad, para dar
una encarnación salina”. Y más adelante comenta: “... y la verdadera alquimia es
la Halquimia, la ‘cocción de la sal’ (χνω, yo fundo, yo cuezo)”. Al respecto el
mismo Alexander von Bernus dice lo siguiente: “En la sal (comprendida en el
sentido más vasto), la luz es retenida mágicamente cautiva. Liberarla de nuevo,
esto es la halquimia, y esta sal nacida de nuevo es el fuego secreto de los Adeptos.
“Aprende por esto la Alquimia, que lleva también el nombre de Espagiria que
enseña el arte de separar lo falso de lo verdadero. Así es la luz de la naturaleza”.
De estas palabras de Paracelso [Felipe Teofrato de Hohenheim (1493-1541)] parece
desprenderse que Espagiria es sinónimo de Alquimia. Sin embargo, se impone la
idea de otros autores de que la Espagiria es la aplicación de la Alquimia a la
preparación de medicinas extraídas de plantas oficinales mientras que, aún otros,
dan una definición algo menos restrictiva y afirman que son medicinas espagíricas
las preparadas a partir tanto de vegetales como de minerales. Podemos entonces
distinguir una Espagiria Vegetal, aunque, la cuestión de si la Espagiria es o no
sinónimo de Alquimia está lejos de quedar clara y parece depender del autor al que
se haga referencia. Así, Alexis Maleg, en el prefacio de la edición francesa de la
obra Alquimia y Medicina de Alexander von Bernus, comenta que la separación
entre Alquimia y Espagiria fue consagrada por Fulcanelli y sus discípulos y, de
hecho, leyendo el último y al parecer definitivo libro de Fulcanelli (Finis Gloriae
Mundi, 1999) se puede constatar que sitúa el arte espagírico al nivel de los que él
llama “boticarios”, en una posición inferior y bastante alejada de la verdadera
Alquimia.
La Espagiria proporciona una visión del mundo vegetal que no por formar parte
de una antigua tradición deja de ser nueva en los tiempos que corren para las
personas que se interesan por ella y que, como todos nosotros, han sido educadas
siguiendo los cánones de las enseñanzas racionalistas y materialistas características
de la civilización occidental actual.
El autor, que ha tratado de reproducir por sus propios medios los procedimientos
e instrucciones descritas por autores contemporáneos como Alexander von Bernus,
Albert Richard Riedel (Frater Albertus) y Manfred M. Junius, y también por otros
más antiguos como Paracelso o algo más modernos que este último, como Johann
Rudolph Glauber; ha debido superar una serie de pequeños problemas a la hora de
realizar ciertas maniobras de laboratorio y de encontrar el material necesario para
llevarlas a cabo, en muchas ocasiones recipientes e instrumentos de uso
convencional adaptados a nuevas necesidades. Además, a veces ocurre que las
instrucciones no están claras porque los autores dan por sobreentendido que el lector
posee ciertos conocimientos o simplemente olvidan o no desean aportar los datos
precisos, es necesario entonces realizar pruebas y tanteos hasta determinar con
exactitud la manera de actuar. Paso a paso he llegado a establecer diversos
protocolos que permiten dirigir de forma clara y segura los pasos del laborante, no
sin antes haber gastado considerable cantidad de dinero, tiempo y esfuerzo, a la par
que haber realizado numerosos intentos fallidos de producir tinturas y esencias
correctamente.
Alexander von Bernus (1880-1965) nacido en Lindau, a orillas del lago Constanza,
se dedicó primero a la poesía, más tarde, a raíz de su amistad con Rudolph Steiner,
se despertó en él una fuerte atracción hacia la ciencia esotérica y decidió estudiar
química y medicina; en 1921 funda los laboratorios de preparados espagíricos que
luego llegarían a denominarse “Laboratorios Soluna”. Personaje de una gran cultura
y muy versado en las prácticas espagíricas de laboratorio fue el autor de la obra
titulada Alquimia y Medicina aparecida por primera vez en 1936 que, aunque no es
una obra práctica, es un libro de lectura reiterada que contiene una serie de
indicaciones de enorme importancia para el trabajo con plantas además de
muchísimas otras informaciones de gran interés para el principiante.
Albert Richard Riedel (1911-1984), nacido en Alemania, escribió, entre otras, una
obra titulada Manual del Alquimista (1960) en la que aborda el trabajo alquímico
con plantas en el laboratorio. La primera vez que la leí me pareció una obra
interesante y creo que sigue siéndolo, aunque yo mantengo cierta desconfianza
hacia el contenido de la misma por lo que voy a relatar a continuación. Este
personaje, más conocido como Frater Albertus, al que en no pocos foros se le aplica
el apreciadísimo tratamiento de “Maestro”, fue el fundador allá por 1960 de la
Paracelsus Research Society de Salt Lake City, Utah (EE.UU.), pocos años después
transformada en el Paracelsus College. Hace algo más de veinte años, tras la lectura
del libro que acabo de indicar, mi curiosidad innata me llevó a suscribirme durante
algún tiempo a una publicación periódica editada en inglés por el mencionado
Paracelsus College cuyo título era nada más y nada menos que Essentia. Journal of
Evolutionary Thought in Action, y cuyo contenido me defraudó profundamente
porque básicamente consistía en artículos de culto hacia el fundador de la
institución, catálogos de los supuestos preparados espagíricos producidos por los
laboratorios de la institución, publicitaba los cursos internacionales y muy caros
impartidos en las diferentes sedes del College y, de cuando en cuando, aparecían
artículos con títulos tan estrambóticos como el que sigue: Living Organism Created
in the lab. Evidentemente era la típica trampa para incautos destinada a enriquecer a
vividores y farsantes, y yo con mi irrefrenable curiosidad había caído en ella como
un pardillo. Por todo lo dicho me comprenderá el lector cuando digo que mantengo
cierta desconfianza hacia la obra de Riedel.
Para terminar con esta presentación he de advertir que estoy convencido de que
con lo escrito en este libro no hago público nada que deba permanecer secreto.
Únicamente trato de adaptar a las posibilidades de nuestro mundo moderno una
serie de técnicas y manipulaciones que tienen siglos de antigüedad.
MIS LIBROS PREFERIDOS
Ayer me referí a un par de libros que para mí han sido y siguen siendo muy
importantes. Primero, el escrito por Manfred M. Junius, INTRODUCCIÓN A LA
ALQUIMIA DE LAS PLANTAS MEDICINALES, este fue mi introducción en el
mundo de la espagiria vegetal.
Asís Caballero
PRESENTACIÓN
Estoy interesado en la espagiria vegetal y especialmente en las manipulaciones de
laboratorio. La idea con la que he abierto este blog es encontrar personas que tengan
aficiones similares y que hayan desarrollado algún trabajo práctico. Creo que el
principal problema que tenemos los que nos movemos en este campo es el no poder
hablar con otras personas para intercambiar conocimientos, experiencias,
aspiraciones, dudas e ideas en general. Yo me siento aislado y a veces llega un
momento que no sé si continuar porque por otra parte todas las manipulaciones de
laboratorio son caras y muy muy lentas.
He escrito un pequeño librito contando mis experiencias de laboratorio con la
esperanza de encontrar alguien con quien compartir conocimientos y vivencias. La
verdad, con muy poco éxito.
Durante muchos años sólo he obtenido información de dos autores que me parecen
fidedignos el primero que conocí fue Manfred M. Junius. Al mismo tiempo que este
autor leí un libro titulado Alquimia y Medicina escrito por Alexander von Bernus,
sin embargo, tardé bastante tiempo en darme cuenta de la importancia de este autor
y este libro. Después de muchas lecturas repetidas decidí seguir las indicaciones que
Alexander von Bernus da en su libro y he terminado basando todo mi trabajo en el
laboratorio espagírico en su enseñanza. Me resulta extraño el escaso predicamento
que Alexander von Bernus ha tenido porque en mi opinión es el único espagirista
auténticamente serio que conozco en el siglo XX, sin embargo, me da la impresión
que nadie le presta la debida atención. Aunque a veces uno lee cosas que
evidentemente están inspiradas en sus ideas y principios sin que se le cite
debidamente como fuente.
En fin, espero que este blog me sirva para desbloquear mi trabajo, conocer a otros
amantes de la espagiria vegetal y compartir y adquirir nuevos conocimientos.
Asís Caballero