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INGENIERÍA CIVIL
UNIDAD 6:
ESTABILIDAD DE TALUDES
ALUMNO:
JULIO CESAR GÓMEZ DE LA CRUZ
DOCENTE:
ING. SERGIO EMMANUEL ARRIETA VERA
ESTABILIDAD DE TALUDES
Estabilidad de taludes: Por talud se entiende una porción de vertiente natural cuyo perfil
original ha sido modificado con intervenciones artificiales relevantes con respecto a la
estabilidad. Por derrumbe se entiende una situación de inestabilidad que concierne vertientes
naturales y comprende considerables espacios de terreno.
En primer lugar se distinguen las que afectan principalmente a las laderas naturales de las que
ocurren sobre todo en los taludes artificiales:
a) Factores Geomorfológicos:
b) Factores internos:
Se presentan a continuación las fallas más comunes de los taludes en las vía terrestres. En primer
lugar, se distinguen las que afectan principalmente a las laderas naturales de las que ocurren sobre
todo en los taludes artificiales.
Se agrupan en esta división las fallas que ocurren típicamente en laderas naturales, aun cuando
de un modo u otro también pudieran presentarse de manera ocasional en taludes artificiales.
La inclinación de este talud tiene que ser suficientemente suave y/o su altura suficientemente
pequeña para que sea estable. La inclinación del talud una vez que ha cesado el vertido talud
máximo para el cual el material estable se denomina ángulo de reposo.
El talud tendrá una inclinación media aproximadamente igual al ángulo de reposo que tendría si
el material se vertiera directamente.
Se refiere esta falla al proceso más o menos continuo y por lo general lento de deslizamiento
ladera abajo que se presenta en la zona superficial de algunas laderas naturales. En aras de la
economía del lenguaje se utilizará en lo que sigue la palabra inglesa “creep” para referirse a ella,
si bien eventualmente se podrá usar la expresión “deslizamiento superficial”.
El creep suele afectar a grandes áreas y el movimiento superficial se produce sin una transición
brusca entre la parte superficial móvil y las masas inmóviles mas profundas. El creep suele
deberse a una combinación de las acciones de las fuerzas de gravedad y de otros varios agentes.
La velocidad de movimiento ladera debajo de un creep típico puede ser muy baja y rara vez
excede de algunos centímetros por año.
En rigor debe hablarse de dos clases de creep, según ha señalado Terzaghi: el estacional, que
afecta sólo a la corteza superficial de la ladera que sufre la influencia de los cambios climáticos
en forma de expansiones y contracciones térmicas o por humedecimiento y secado, y el masivo,
que afecta a capas de tierra mas profundas, no interesadas por los efectos ambientales y que, en
consecuencia, sólo se puede atribuir al efecto gravitacional. El primero, que en mayor o menor
grado existe siempre, producirá movimientos que podrán variar con la época del año; el segundo
se manifestará por movimientos prácticamente constantes. El espesor de la capa superficial a la
que afecta el creep estacional es sumamente bajo y su dimensión máxima puede estimarse en un
metro.
No están claras todavía las causas por las que una ladera natural particular pueda entrar en un
creep másico, a causa del cual una consta superficial, cuyo espesor puede ser en este caso de
varios metros, comienza a moverse lentamente ladera abajo. Se ha hablado de una “resistencia
fundamental” que representaría un límite tal que, si los esfuerzos actuales quedan abajo de el, la
parte superficial de la ladera permanecerá en reposo, y que si los esfuerzos actuales los
sobrepasan, se producirá el creep masivo.
Aun cuando no están del todo definidos los conceptos de resistencia fundamental o las causas
del creep, parece cierto que este movimiento se produce bajo niveles de esfuerzos actuales bajos,
muy inferiores a los que corresponden a la máxima resistencia al esfuerzo cortante de los suelos.
Como ya se ha dicho, con frecuencia el creep afecta a grandes extensiones de terreno en declive.
Como quiera que no se conozca un método seguro para detenerlo una vez que se inicia, se
comprende la importancia que para el ingeniero tiene su localización oportuna, desde los
primeros estudios de campo que se hagan para iniciar el proyecto o en la etapa del anteproyecto.
Por eso es de fundamental importancia considerar cuales son los signos exteriores del fenómeno
que el ingeniero puede advertir.
Es obvio que han de reflejarse en el movimiento todas las heterogeneidades que existan en la
zona superficial de la ladera, las cuales crearán diferencias en la velocidad del movimiento que, a
su vez, serán causa de agrietamientos, escalonamientos, rotura de muros, de bardas y de
cualesquiera estructuras longitudinales que puedan existir.
Todos estos signos exteriores a localizar creeps al ingeniero experimentado que los busque con
acuciosidad, pero el auxilio más importante en este aspecto proviene, una vez más, del uso
sistemático y cuidadoso de los pares de aerofotografías y de su fotointerpretación.
Localizado el creep, no se debe vacilar en cambiar el trazo de la vía terrestre, evitando sus
problemas, pues no existe por el momento, ya se dijo, ningún remedio confiable contra este tipo
de falla. De no evitarse el problema, los cortes y terraplenes de la vía terrestre estarán en continuo
movimiento, con todos los inconvenientes de capacidad de servicio y conservación y con el
riesgo, siempre inminente, de se produzcan fallas de todo tipo, originadas por el propio
deslizamiento superficial.
Se refiere este título al tipo de fallas que se producen en las laderas naturales como consecuencia
de procesos de deformación acumulativa, por la tendencia de grandes masas a moverse ladera
abajo. Este tipo de fallas quizá es típico de laderas naturales en depósitos de talud o en otras
formaciones análogas en cuanto a génesis geológica, formada por materiales bastante
heterogéneos, no consolidada y bajo la acción casi exclusiva de las fuerzas gravitacionales.
Dado el largo tiempo que tales esfuerzos gravitacionales actúan en los materiales del interior de
la ladera, la resistencia al esfuerzo cortante podrá degradarse por procesos de deformación
acumulativa y en ciertas zonas dentro de la ladera se desarrollarán estados de creep profundo, en
el sentido utilizado por Goldstein y Ter-Stepanian. Según estos autores, se desarrollan estados
de deformación continua muy lenta en aquellas zonas del interior de la ladera en que existan
concentraciones locales de esfuerzos cortantes.
En tales condiciones, la ladera puede deformarse durante largo tiempo, hasta que, eventualmente,
tal acumulación de deformación produzca la ruptura del suelo y la formación de una superficie
de falla generalizada en el interior de la propia ladera.
Una vez producida la superficie de falla podrá ocurrir un deslizamiento rápido de las masas
afectadas, o la tierra sobre la superficie de falla podrá permanecer en su posición, desde luego en
un estado no muy alejado del equilibrio límite o critico. Ello dependerá, primordialmente, de la
inclinación de la superficie de falla formada y, en menor grado, de las restricciones que creen al
deslizamiento las heterogeneidades e irregularidades de forma y materiales que puedan existir a
lo largo de la superficie de falla.
La inclinación media de la superficie de falla es de unos 15º, siendo quizá 13º el valor que se
pueda atribuir al ángulo de resistencia residual de los depósitos de talud.
Cualquier talud está sujeto a fuerzas naturales que tienden a hacer que las partículas y porciones
del suelo próximas a su frontera deslicen hacia abajo; el fenómeno es más intenso cerca de la
superficie inclinada del talud a causa de la falta de presión normal confinante que allí existe.
El fenómeno se pone de manifiesto a los ojos del ingeniero por una serie de efectos notables,
tales como inclinación de los árboles, por efecto del arrastre producido por las capas superiores
del terreno en que enraízan, movimientos relativos y rupturas de bardas, muros etc.;
acumulación de suelos en las depresiones y valles y falta de los mismos en las zonas altas.
En muchas laderas naturales se encuentra en movimiento hacia abajo una costa importante del
material; producido por un proceso de deformación bajo esfuerzo cortante en partes más
profundas, que llega muchas veces a producir una verdadera superficie de falla.
Estos movimientos, a veces son tan lentos que pasan inadvertidos.
En contraste con los movimientos superficiales lentos, pueden ocurrir en los taludes
movimientos bruscos que afectan a masas considerables de suelo, con superficies de falla que
penetran profundamente en su cuerpo.
Estos fenómenos reciben comúnmente de deslizamiento de tierras. Dentro de estos existen dos
tipos claramente diferenciados. En primer lugar, un caso en el cual se define una superficie de
falla curva, a lo largo de la cual ocurre el movimiento del talud; estas son las fallas llamadas por
rotación. En segundo lugar, se tienen las fallas que ocurren a lo largo de superficies débiles,
asimilables a un plano en el cuerpo de talud o en su terreno de cimentación. Las fallas por
rotación pueden presentarse pasando la superficie de falla por el pie del talud, sin interesar el
terreno de cimentación o pasando adelante delpie.
Flujos
Se refiere este tipo de falla a movimientos más o menos rápidos de una parte de la ladera natural,
de tal manera que el movimiento en sí y la distribución aparente de velocidades y desplazamientos
recuerda el comportamiento de un líquido viscoso. La superficie de deslizamiento o no es
distinguible o se desarrolla durante un lapso relativamente breve; es también frecuente que la
zona de contacto entre la parte móvil y las masas fijas de la ladera sea una zona de flujo plástico.
El material susceptible de fluir puede ser cualquier formación no consolidada, y así el fenómeno
puede presentarse en fragmentos de roca, depósitos de talud, suelos granulares finos o arcillas
francas; son frecuentes los flujos en lodo.
En este grupo quedan comprendidos, en primer lugar, los flujos de fragmentos de roca, desde
los muy rápidos (avalanchazas) hasta los que ocurren lentamente. Estos movimientos pueden
explicarse en términos de la falla plástica de los contactos profundos entre los fragmentos de
roca y, consecuentemente, afectan siempre grandes masas de fragmentos y suelen ser de
catastróficas consecuencias.
En segundo lugar, los flujos en suelos, relativamente secos ha ocurrido en “loess”, asociadas
muchas veces a temblores. En este caso, aparentemente, el efecto del temblor fue causar una
muy rápida destrucción de la estructura del material, produciendo una verdadera licuación, pero
con el aire jugando el papel que en estos fenómenos por lo común corresponde al agua.
Se trata ahora de flujos que requieren un proporción apreciable de agua contenida en el suelo, la
cual desempeña un papel en la génesis y naturaleza de la falla; existe amplia graduación en la
cantidad de agua que pueden contener los materiales, así como en el papel que ésta llega a tener
en el desarrollo de la falla.
Los flujos en materiales húmedos se denominan flujos de lodo cuando es muy elevado el
contenido de agua de los materiales, por lo menos en la zona de fluencia, pero naturalmente no
hay una distinción clara entre los “flujos de tierra” y los “flujos de lodo”. A veces se habla
también de “flujo de detritus”, cuando el material que fluye contiene porcentaje, apreciable del
orden un 50%, por lo menos de graves, boleos o fragmentos de rocas, embebidos en la matriz,
de suelo más fino, tal como es común que suceda en los depósitos de talud o en muchas laderas
de suelos residual.
Los flujos de tierra en suelos granulares finos son típicos de formaciones costeras y se asocian
generalmente a la erosión marina y fluctuaciones respectivas de la presión de poro debidas a la
ascensión el descenso del nivel del agua con las mareas, se originan con procesos análogos a la
licuación.
En los flujos con muy alto contenido de agua. La falla produce una completa perturbación
estructural. La forma típica del deslizamiento es análoga al avance de un glaciar y la velocidad de
desplazamiento puede variar desde unos pocos centímetros por año (casos reportados en la
referencia no: 9), hasta la correspondiente a deslizamiento catastróficos. En flujos lentos es
común que en la velocidad del movimiento influyan mucho las variaciones estacionales del clima,
en tanto que los flujos rápidos suelen seguir a épocas de violenta precipitación pluvial.
Los flujos de lodo muy rápidos se presentan muchas veces en laderas de las que se ha removido
la cobertura vegetal por alguna razón y suelen comenzar en muy modestas proporciones,
creciendo rápidamente con un poder de transporte del suelo sobre el que pasa que parece fuera
de proporción con su importancia inicial; de esta manera se pueden desencadenar auténticos ríos
de lodos, capaces de acusar verdaderas catástrofes sin duda su génesis debe incluir fenómenos
de licuación de suelos.
Los flujos de detritus se producen pro disminución de resistencia al esfuerzo cortante de la matriz
fina de tales formaciones; la masa móvil se rompe en fragmentos cada vez menores a medida
que avanza ladera abajo.
Estas también son fallas de tipo superficial provocadas por arrastres de viento, agua, etc., en los
taludes. El fenómeno es tanto más notorio cuando más empinadas sean las laderas de los
taludes. Una manifestación típica del fenómeno suele ser la aparición de irregularidades en el
talud, originalmente uniforme. Desde el punto de vista teórico esta falla suele ser imposible de
cuantificar detalladamente, pero la experiencia ha proporcionado normas que la atenúan
grandemente si se las aplica con cuidado.
Estas fallan ocurren cuando en la zona del deslizamiento el suelo pasa rápidamente de una
condición mas o menos firme a la correspondiente a una suspensión, con pérdida casi total de
resistencia al esfuerzo cortante.
Estas fallas ocurren en arcillas extrasensitivas y arenas poco compactas, las cuales, al ser
perturbadas, pasan rápidamente de una condición más o menos estable o una suspensión, con
la pérdida casi-total de la resistencia al esfuerzo cortante. Las dos causas que puede atribuirse
esa pérdida de resistencia son: incremento de los esfuerzos cortantes actuantes y desarrollo de
la presión de poros correspondiente, y por el desarrollo de presiones elevadas en el agua
intersticial, quizás como consecuencia de un sismo, una explosión, etc. En Venezuela existen
arenas con estas características al sur del Lago de Valencia, en Guigue.
Fallo por falta de capacidad de cargo en el terreno de cimentación
Este tipo de fallo se produce cuando el terreno tiene una capacidad de carga inferior o los cargas
impuestas. Este tipo de folios sucede a menudo en el área metropolitana, debido a que se
construye sobre rellenos no compactados o con un bajo nivel de compactación. En el coso de
Las fundaciones, se colocan fundaciones superficiales en un terreno de baja capacidad de soporte
o pilotes cuya profundidad no alcanzó el terreno firme. También ocurre el caso de
construcciones muy pesadas paro el terreno en el que están situadas. Como éstos existen
infinidad de cases adicionales, los cuales ocuparían una publicación completa.
Falla rotacional
Se describe ahora los movimientos rápidos o prácticamente instantáneos que ocurren en los
taludes y que afectan a masas profundas de los mismos con deslizamiento a lo largo de una
superficie de falla curva que se desarrolla en el interior del cuerpo de talud, interesando o no al
terreno de cimentación. Se considera que la superficie de falla se forma cuando en la zona de su
futuro desarrollo actúan material. La resistencia que se debe considerar en cada caso particular
es una cuestión importante que se tratará por separado en páginas subsecuentes de este capitulo;
por el momento, basta decir que la resistencia que se supone superada al producirse falla
rotacional es generalmente la resistencia máxima.
Así pues, en el interior del talud existe un estado de esfuerzos cortantes que vence en forma más
o menos rápida la resistencia al esfuerzo cortante del suelo; a consecuencia de ello sobreviene la
ruptura del mismo, con la formación de una superficie de deslizamiento, a lo largo de la cual se
produce la falla. Estos movimientos son típicos de los cortes y los terraplenes de una vía terrestre.
Las fallas del tipo rotacional pueden producirse a lo largo de superficies de fallas identificables
con superficies cilíndricas o conoidales cuya traza con el plano del papel sea un arco de
circunferencia por lo menos con razonable aproximación; la cual, como se verá, resulta muy
conveniente en el momento en que se desee establecer algún modelo matemático de falla que
permita un cálculo numérico, o pueden adoptar formas algo diferentes, en la que por lo general
influyen la secuencia geológica local, el perfil estratégico y la naturaleza de los materiales.
Desde luego las fallas rotaciones de formas circular ocurren por lo común en materiales arcillosos
homogéneos o en suelos cuyo comportamiento mecánico esté regido básicamente por su
fracción arcillosa. En general afectan a zonas relativamente profundas del talud, siendo esta
profundidad mayor (hablando sólo lo mismo, sin considerar el terreno de cimentación), cuanto
más escarpado sea aquél.
Las fallas rotacionales circulares pueden ser de cuerpo de talud o de base; las primeras se
desarrollan sin interesar al terreno de cimentación en tanto que las segundas redesarrollan
parcialmente en él.
Al ocurrir las fallas circulares pueden afectar a masas muy anchas, en comparación con las
dimensiones generales superficies cilíndricos, o pueden ocurrir en forma conoidal, con un ancho
pequeño comparado. Con su longitud.
Las fallas rotacionales de forma distintas a la circular típica parecen estar asociadas sobre todo
a arcillas sobre consolidadas, que se presentan en taludes no homogéneos, por diferencias en la
meteorización, por influencia de la estratificación o por otras causas que se reflejan en
discontinuidades o en desorden estructural en el talud. Son, por lo tanto, típicas de cortes.
Ocurren siempre acompañadas de gran fragmentación de los materiales involucrados.
La forma de la superficie de falla, que es siempre curva en estos casos, solo idealizadamente se
puede considerar circular o formada por lo menos en parte por arcos de circunferencias.
En realidad esta influida por fallas, juntas, contactos y otras discontinuidades de los materiales.
Este hecho es especialmente notable en suelos residuales.
Falla traslacional
Estas fallas por lo general consisten en movimientos trasnacionales importantes del cuerpo del
talud sobre superficies de fallas básicamente planas, asociadas a la presencia de estratos pocos
resistentes localizados a poca profundidad bajo el talud.
La superficie de falla se desarrolla en forma paralela al estrato débil y se remata en sus extremos
por dos cantiles, por lo general formados por agrietamientos.
Los estratos débiles que fomentan estas fallas son por lo común de arcillas blandas o de arenas
finas o limos no plásticos sueltos. Con mucha frecuencia, la debilidad del estrato esta ligada a
elevadas presiones de poros en el agua contenidas en las arcillas o a fenómenos de elevación de
presión de agua en estratos de arena (Acuíferos). En este sentido las fallas pueden estar ligadas
también al calendario de las temporadas de lluvias en la región.
Las fallas de una franja superficial son típicas de laderas naturales formadas por materiales
arcillosos productos de meteorización de las formaciones originales. Se suelen provocar por el
efecto de la sobre carga impuesta por un terraplén construidos sobre la ladera. En esta falla el
movimiento ocurre casi sin distorsión.
ste tipo de fallas abarca movimientos en que se combinan la rotación y la traslación dando lugar
a superficies de fallas compuestas en que se desarrollan zonas planas a la vez que tramos curvos,
asimilables a arcos circulares.
Las fallas compuestas suelen producir la distorsión de los materiales, que es típicas de las fallas
circulares.
Fallas Múltiples
Se trata ahora de estudiar aquellas fallas que se producen con varias superficies de deslizamientos,
sean simultaneas o en rápida sucesión. Conviene distinguir las fallas sucesivas y las regresivas.
Ambas son comunes en laderas naturales en las que se practicas un corte.
Tipología de fallas.
Falla de Pie
Material más
resistente
Falla profunda
Métodos aproximados:
Método ordinario o de Fellenius.
La zona de falla se divide en rebanadas verticales.
α = Angulo del radio del círculo de falla con la vertical bajo el centroide en cada
tajada.
W = Peso total de cada tajada.
u = Presión de poros = γ w h w
b = Ancho de la tajada
C’, φ = Parámetros de resistencia del suelo.
La fuerza vertical que actúa en cada rebanada, W, incluye el peso del suelo más el
del agua directamente arriba de ella; también incluye el peso de cualquier carga
externa; como una estructura. La fuerza neta o efectiva que actúa hacia abajo en la
parte curva de la rebanada, es el peso total menos la fuerza hacia arriba debida al
esfuerzo neutro, W = W -U. La fuerza hacia arriba U, se halla multiplicando el
esfuerzo neutro u (que se calcula por la red de flujo) por el ancho de la dovela.
El momento de las fuerzas verticales es la suma algebraica de los momentos del
peso total W de cada una de las dovelas con respecto al centro de la circunferencia,
Wd. A este momento hay que añadir, algebraicamente, los momentos totales de la
componente horizontal de la presión del agua sobre el talud y de la, presión del agua
en las grietas. Se han hecho: muchas Variaciones y refinamientos de éste método
básico. Aunque ninguno es riguroso, se ha comprobado que son suficientemente
exactos para el análisis y proyecto.
Para hacer el análisis es necesario tantear un gran número de posibles superficies
de falla; la que tenga el factor, de seguridad menor será la superficie más crítica,
esto es, la superficie en la cual es más probable que ocurra la falla
Taludes en arenas La estabilidad de un talud homogéneo con su suelo de
cimentación, construido con un suelo "puramente friccionante", tal como una arena
limpia, es una consecuencia de la fricción que se desarrolla entre las partículas
constituyentes, por lo cual, para garantizar estabilidad bastara que el ángulo del
talud sea menor que el ángulo de fricción interna de la arena, que en un material
suelto seco y limpio se acercará mucho al ángulo de reposo. Por lo tanto, la
condición límite de estabilidad es, simplemente: α=ø Sin embargo, si el ángulo α
es muy próximo a ø, los granos de arena próximos a la frontera del talud, no sujetos
a ningún confinamiento importante, quedarán en una condición próxima a la de
deslizamiento incipiente, que no es deseable por ser el talud muy fácilmente
erosionable por el viento o el agua. Por ello es recomendable que en la práctica α
sea algo menor que ø. La experiencia ha demostrado que si se define un factor de
seguridad como la relación entre los valores de α y ø, basta que tal factor tenga un
valor del orden 1.1 o 1.2 para que1a erosionabilidad superficial no sea excesiva.
Método simplificado de Bishop.
Bishop (1955) presentó un método utilizando Dovelas y teniendo en cuenta el efecto
de las fuerzas entre las Dovelas. Originalmente desarrollado para roturas circulares,
considera que las interacciones entre rebanadas son nulas. El cálculo se lleva a
cabo buscando el equilibrio de momentos respecto al centro del arco circular,
aunque en la versión posterior se puede aplicar a superficies no curvas definiendo
centros ficticios. Este solo aplica a superficies de rotura circulares. Los resultados
obtenidos del FS tienden a ser más elevados que en el método de Fellenius.
La solución rigurosa de Bishop es muy compleja y por esta razón se utiliza una
versión simplificada de su método, de acuerdo a la expresión:
∑[𝐶𝐶´𝑏𝑏 + (𝑊𝑊 − 𝑢𝑢𝑏𝑏) tan ∅´]/𝑚𝑚𝑚𝑚
𝐹𝐹. 𝐹𝐹. =
∑ 𝑊𝑊 sin 𝛼𝛼
𝑚𝑚𝑚𝑚 = cos 𝛼𝛼 �
1+
tan 𝛼𝛼 tan ∅
�
𝐹𝐹𝐹𝐹
b = Ancho de la Dovela
W = Peso de cada dovela
C’, φ = Parámetros de
resistencia del suelo.
u = Presión de poros en
la base de cada dovela =
γwxhw
α = Angulo del radio y la vertical en cada dovela.
Método simplificado de Jambu.
Jambu (1973) presenta un método de Dovelas para superficies de falla curvas, no
necesariamente circulares, también supone que la interacción entre rebanadas es
nula, pero a diferencia de Bishop busca el equilibrio de fuerza y no de momentos.
Experiencias posteriores hicieron ver que la interacción nula en el caso de equilibrio
de fuerzas era demasiado restrictivo, lo que obligó a introducir un factor de
corrección empírico aplicable al FS. En versiones posteriores, en el denominado
método riguroso, se define una línea de empuje entre rebanadas y se buscan los
equilibrios en fuerzas y momentos respecto al centro de la base de cada una.
Este pertenece a la
categoría de los
denominados
rigurosos. Supone que
la interacción entre
rebanadas aparece
una componente de empuje con ángulo de inclinación constante, por lo que,
mediante iteraciones, analiza tanto el equilibrio en momentos como en fuerzas en
función de ese ángulo, hasta hacerlo converger hacia un mismo valor, calculando el
FS correspondiente. Es aplicable tanto a roturas circulares como generales.
La hipótesis de trabajo es que las fuerzas inter-franjas
están igualmente inclinadas respecto a la horizontal
Xi = 8Ei.
Estableciendo el equilibrio de fuerzas horizontales,
obtendremos:
𝑇𝑇 𝑖𝑖 cos 𝛼𝛼𝑖𝑖 − 𝑁𝑁𝑖𝑖 sin 𝛼𝛼𝑖𝑖 = −(𝐸𝐸𝑖𝑖 − 𝐸𝐸𝑖𝑖−1 )
Equilibrio de fuerzas verticales:
Grafica de
estabilidad
para el caso
c≠ 0 y Ø≠ 0
En los ábacos de Taylor se ven las reacciones de estos números de estabilidad con
los ángulos de talud.
De ello se deduce, según los datos de entrada, los valores de la altura crítica (Hc),
o del ángulo del talud (β):
𝑁𝑁𝑠𝑠𝑐𝑐𝑑𝑑
𝐻𝐻𝑐𝑐 = ….
𝛾𝛾
Comparando la altura real con la crítica se podrá saber el factor de seguridad a la
estabilidad existente:
𝐻𝐻𝑐𝑐𝑐𝑐𝑖𝑖𝑐𝑐𝑖𝑖𝑐𝑐𝑐𝑐
𝐹𝐹𝐹𝐹 =
𝐻𝐻𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑟𝑟
Método de círculos de fricción.
Este método es aplicable para el caso de que la superficie de deslizamiento se
suponga circular y, de acuerdo con la figura siguiente, puede, para el caso activo,
desarrollarse como sigue:
Considerando el talud de la imagen, con un círculo de falla escogido; con centro en
0, del círculo de falla, puede tratarse el círculo de fricción de radio.
𝑟𝑟 = 𝑅𝑅 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠∅
Donde ∅ es el ángulo de fricción del material constituyente del talud. Si 𝑓𝑓 es la
resultante de la reacción normal y de fricción en un elemento de arco de la superficie
de falla supuesta, formara con la normal a esta superficie un ángulo ∅ y, por lo tanto,
será tangente al círculo de fricción, según se desprende evidentemente en la figura.
Suelos cohesivos
Taylor relaciono los valores del ángulo del talud β con los números de estabilidad
Ne.
Como puede verse los círculos críticos en taludes con ángulo entre 0º y 53º, son de
falla de base o profunda (Ne=0.181) y los mayores de 53º corresponden a fallas de
pie de talud, En el caso que existan estratos resistentes en la cimentación, se puede
considerar el número de estabilidad Ne=0.181, si el estrato resistente se encuentra
a una profundidad de 3 o más veces la altura H, de lo contrario se considera que el
círculo crítico es tangente al estrato resistente.
Fellenius
GGU-STABILITY
Propiedades Técnicas:
SLOPE/W