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La deshumanización, según diversas fuentes, es un concepto creado por el filósofo

español José Ortega y Gasset en su obra del mismo título de 1925. Con esta
expresión, Ortega y Gasset alude al arte y a la literatura de vanguardia surgidos
después de la Primera Guerra Mundial. Es pues, un ensayo que plantea su punto
de vista sobre lo que conocemos como Arte Moderno.

En las primeras diez páginas del ensayo, Gasset trata de contraponer el antiguo
estilo romántico con el moderno. En primera instancia habría que explicar qué se
entiende por Arte Romántico y Arte nuevo.

La fecha exacta del inicio de la era romántica es, como todos los períodos
artísticos, inexacta. Se sabe que surgió a finales del siglo XVIII y tuvo su apogeo
entre 1800 y 1850; sin embargo, dependiendo del autor y el país las fechas
variarán. Es decir, si lo abordamos en Francia, el movimiento tuvo un triunfo
avasallador después de la batalla de Hernani; en Italia después de la publicación
de los novios de Mazaroni; sin embargo, en España nunca tuvo un punto clímax.
Si existió, pero no de una forma tan exitosa como en los demás países.

Los cambios siempre producen emociones encontradas, el inicio de una nueva


música produce un primer estado que es el rechazo y luego, poco a poco, es
aceptado por la sociedad cambiante. Las artes se rigen por este principio, el
romanticismo, por ende, no fue la excepción a esta regla. En sus inicios tuvo
hostiles detractores que la tachaban de antimoral, antirreligiosa, que atentaba
incluso contra la espiritualidad humana

En una época en que la crisis atormentaba la población, el romanticismo logró


establecer una conexión con el pueblo a través de las emociones humanas. El
romántico se propuso ver la realidad desde un punto de vista más sentimental,
donde el amor, la libertad y la igualdad le dieran algún sentido a sus vidas.

Usando un lenguaje accesible para todo el público, el romanticismo se ganó el


voto popular y combatió el viejo esquema religioso, político, social y artístico.
Por otra parte, Gasset mismo explica en resumidas líneas, que la diferencia más
resaltante que existe entre el Romanticismo y el Arte Nuevo, yace en un aspecto
sociológico: la impopularidad del Arte Nuevo. De hecho, para referirse al estudio
sociológico del arte, Ortega cita a Jean-Marie Guyau, autor de un libro que tuvo
cierta relevancia en 1887, poco antes de su muerte a los treinta y cinco años: El
arte desde el punto de vista filosófico.

Según Guyau, el arte representa la vida y mantiene y manifiesta la unidad entre


vida, sociedad, moralidad y religión. Cuenta Gasset que abordar el arte desde lo
social le pareció inútil. Sin embargo, el elemento social es lo que marca una
diferencia clara entre los dos períodos.

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