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Núñez, F. (2005).

La participación electoral indígena bajo la Constitución de


Cádiz (1812-1814). En C. Aljovín, S. López (Eds.). Historia de las elecciones en el
Perú. Estudios sobre el gobierno representativo (pp. 361-394). Lima, Perú: IEP.

En este trabajo, el historiador peruano Francisco Núñez Díaz hace un análisis de


la participación que tuvieron los indios en los procesos electorales desarrollados en el
virreinato del Perú entre los años de 1812 y 1813. Su objetivo es demostrar que el papel
desempeñado por dicho sector de la población en aquel contexto sí se dio de manera
activa.

Para empezar, el autor nos dice que las elecciones de ese periodo se produjeron
en virtud de lo establecido en la Constitución de Cádiz, la misma que fue promulgada el
19 de marzo de 1812, tras dos años de largos e intensos debates al interior de las Cortes.
Esta carta magna tenía como gran novedad el hecho de considerar solo dentro de la
categoría de españoles no solo a los peninsulares y sus descendientes sino también a los
indios y mestizos. En consecuencia, los individuos de todos estos grupos étnicos
poseían los mismos derechos, uno de los cuales era el sufragio. Conviene anotar aquí
que si bien dicha constitución otorgó beneficios a un sector que durante años había
estado excluido no sucedió lo mismo con los afrodescendientes quienes continuaron
postergados.

El derecho al sufragio se implementó con la finalidad de que los habitantes de


los diferentes territorios controlados por España pudieran elegir a los miembros de tres
instituciones en concreto, siendo estas los ayuntamientos, las diputaciones provinciales
y las Cortes. Esta facultad para votar solamente la podían ejercer los varones mayores
de edad y además se regía por un sistema indirecto. Esto último quiere decir que los
votantes no elegían directamente a los funcionarios de las instituciones señaladas, sino
que para ello designaban primero una serie de representantes que a su vez escogerían
intermediarios entre el votante y la autoridad finalmente electa.

Poco después de promulgada la Constitución, la Regencia de España emitió un


decreto según el cual debía llevarse a la práctica en los territorios españoles de América
todo lo fijado en cuanto a elecciones. De esta manera entre 1812 y 1814 se dieron
comicios electorales con el objetivo de designar a los miembros de los ayuntamientos,
las diputaciones y las Cortes. De este modo, tales procesos se realizaron en las
diferentes regiones, siendo organizados por las autoridades correspondientes,
especialmente por los curas. Estos últimos confeccionaron los padrones electorales
teniendo como base tanto al censo de 1793 como a los censos locales elaborados por
ellos mismos.

Núñez aclara que los comicios dados en el virreinato del Perú dadas a raíz de la
Constitución de 1812 no constituyeron la primera experiencia electoral de los indios
pues ellos ya habían participado en fenómenos similares a lo largo de la época colonial
cuando elegían a sus representantes en los cabildos de las comunidades indígenas, es
decir alcaldes, regidores, procuradores y alguaciles. Lo novedoso de las elecciones
dadas en el periodo en cuestión es que se logró ir más allá de los límites locales. De esta
manera se eligieron autoridades cuya injerencia afectaría no solo a las pequeñas
comunidades sino incluso a la misma península.
Ahora bien, con respecto a la concurrencia de los indios a los comicios
electorales es posible ver que, si bien varios de ellos acudieron a ejercer su derecho,
hubo también otros que no llegaron a hacerlo. Entre las razones de esto último cabría
mencionar las siguientes: en primer lugar, el hecho de que en algunos lugares las
elecciones eran desarrolladas los días laborables y no precisamente los domingos como
estaba fijado en la Constitución. En segundo lugar, la automarginación de ciertos indios
que tenían bien enquistada en su mente la idea de que solo determinadas personas de su
familia o comunidad eran dignas de ir a votar. Por otro lado, existieron grupos de
peninsulares que más de una vez sabotearon las elecciones pues tenían miedo de que los
indios al ser numéricamente más terminasen ocupando la mayoría de los cargos y que
una vez en estos se vuelvan opresores de los europeos. En consecuencia, hubo muchas
impugnaciones de actas electorales bajo el argumento de que los votantes tenían un
origen étnico dudoso y además un comportamiento incorrecto. Sin embargo, el miedo
señalado no necesariamente llegó a corresponderse con la realidad pues existieron
algunos motivos que impidieron la situación temida.

Para el autor, aquellos motivos que evitaron que los indios a pesar de ser la
mayoría de la población del virreinato no llegaron a copar los cargos vía elección. El
primero de ellos tiene que ver con el interés que mostraron los indios solamente por los
puestos en aquellas instituciones que se encargaban directamente de los asuntos de sus
comunidades, es decir los ayuntamientos. En tal sentido, las diputaciones provinciales y
las Cortes, al ocuparse de otros temas más globales no les resultaron atractivas a los
indios. El segundo motivo tiene que ver con el hecho de que en ocasiones a nivel local
se daba una especie de negociado entre los distintos grupos étnicos existentes para que
todos tuvieran por lo menos alguien que los representara en los ayuntamientos. Habría
que añadir también que hubo algunos lugares donde los indios no necesariamente
llegaban a votar por otros individuos de su misma condición, sino que lo hacían por
personas a quienes consideraban como los más capaces para ejercer el cargo, pudiendo
ser estas mestizos e incluso europeos. Todo ello llevó a que los indios no terminaran
monopolizando los cargos, aunque sí lograron numerosos puestos en los ayuntamientos
de las parroquias y los partidos.

Finalmente, podemos señalar que el análisis de Núñez nos muestra


perfectamente los diversos matices que adquirió la participación de los indios en los
procesos electorales a consecuencia de la Constitución de Cádiz, siendo una
característica de ello el papel activo del sector indígena para el cual el derecho al voto
no representaba una carga como algunos han llegado a afirmar. Por el contrario, el
sufragio les permitió a los indios tener la posibilidad de elegir autoridades que se
ocuparan de los asuntos concernientes al día a día de su comunidad, de allí que su
interés principal se dirigió en primera instancia a las instituciones locales más que a los
organismos de alcance mayor.

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