La presa retiene el agua para utilizarla, y ello requiere unos órganos de
desagüe voluntarios para controlar esa utilización. A estos desagües de explotación los llamaremos tomas, y pueden ser de varios tipos y posiciones. Puede haber varias, cada una para un uso, o comunes para varios, que luego bifurcan en otro lugar. Los caudales derivados por las tomas son los normales, próximos al medio anual o a un múltiplo moderado de él. Una toma para abastecimiento desaguará un caudal cercano al medio, pues requiere continuidad (la regulación diaria se suele hacer en depósitos próximos al consumo), una de riesgos requerirá un caudal doble o triple del medio, porque la aportación regulada se concentrada en pocos meses; y una hidroeléctrica para una central de puntas se hará para un caudal triple a séxtuple del medio (8 a 4 horas de punta diaria). Las tomas de explotación están íntimamente relacionadas con el objetivo del embalse; éste no tendría utilidad alguna sin ellas, pues forman un todo único funcional. Pero junto con este objetivo de explotación, la presa se encuentra con otro hecho, que es la necesidad de evacuar el agua sobrante de las avenidas, pues por grande que sea un embalse no hay seguridad de que no se presente una crecida excepcional que rebase su capacidad de retención; y el problema se hace tanto más notorio y frecuente cuanto menor sea el volumen del embalse respecto a las aportaciones de la cuenca. La evacuación de estos caudales excedentes presenta, además, una característica: como los sobrantes no se presentan repartidos en un largo período, sino concentrados en avenidas de duración relativamente corta (pocos días u horas) con caudales muy grandes, la evacuación de estos plantea problemas de gran envergadura, no solo por la de los caudales, sino porque la elevación de nivel producida por la presa en el cauce crea una energía suplementaria que ha de amortiguarse de alguna forma: o naturalmente, con las erosiones consiguientes, o artificialmente, gracias a dispositivos de nuestro ingenio para evitar tales daños. Los órganos destinados a la evacuación de caudales sobrantes se llaman aliviaderos y pueden ser de varios tipos, según su situación: Aliviaderos de superficie. Aliviaderos o desagües de medio fondo o profundos. Desagües de fondo. Los primeros suelen ser los aliviaderos propiamente tales en cuanto a evacuación de avenidas, aunque se acusa una tendencia cada vez mayor a usar para ello los profundos e incluso los de fondo. Estos suelen ser más usados para controlar el nivel del embalse, vaciarlo total o parcialmente, incluso por debajo de las tomas de explotación, descargar sedimentos acumulados en el fondo, etc. Los caudales máximos de los desagües profundos (de fondo e intermedios) suelen ser del orde de 5 a 15 veces el caudal medio, y muy grandes en los de superficie (25 a 50 veces el medio, o más), aunque ya se ha dicho que hay una tendencia clara a reforzar los desagües de fondo y medio fondo. La envergadura de los caudales y la gran energía a amortiguar hace que este elemento aparentemente secundario y accidental, e incluso contradictorio con el objetivo de la presa- el aliviadero sirve para evacuar y la presa para retener- se convierta en fundamental en cuanto a la concepción conjunta de la obra a causa de su magnitud y los terribles efectos que trata de evitar. Hasta tal punto que en algunas presas el tipo de estructura resistente viene condicionado por el aliviadero. Su función aparentemente negativa pero fundamental puede parangonarse con la de los frenos de un automóvil. En este objetivo es el movimiento, pero no se puede cumplir con su seguridad si no se dispone del control accidental de la velocidad con el efecto contrario a ella de los frenos. De igual manera, la función acumuladora de un embalse solo resulta segura si podemos controlar un exceso de retención que llevaría a su desbordamiento y posible destrucción. Esta dualidad funcional- la positiva de retención y la negativa de evacuación- y su correlativa traducción técnica- estructura resistente y órganos hidráulicos de desagüe- da a las presas su personalidad esencial y singular que la diferencian de otras estructuras resistentes. La presa es una estructura hidráulica, y el ingeniero que olvidase esa cualidad tergiversaría sustancialmente las bases conceptuales de lo que es una presa plantearía esta erróneamente.