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Coaching
MANUAL DE LA ASIGNATURA
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Este epígrafe se corresponde con el artículo de la ICF que consta en el apartado “recursos” de la
plataforma que lleva por título “¿Para qué medir el ROI del Coaching?”
El modelo de Análisis Transaccional que Eric Berne elaboró a partir de las observaciones clínicas
para comprender la estructura y la dinámica de la personalidad es el modelo de los estados del
yo. Como dijo “un estado del yo es un sistema de emociones y pensamientos acompañado de su
conjunto afín de patrones de conducta”.
La idea de estado hace referencia al hecho de que una persona no siempre está con las mismas
emociones, no piensa siempre lo mismo y no siempre se comporta de la misma manera. Podemos
cambiar de estado de un momento a otro y podemos tener consciencia de esos cambios y de
esos diferentes estados.
Berne clasificó los estados del yo en tres grandes grupos: Padre, Adulto y Niño. Estos
estados se manifiestan tanto internamente (pensamientos y sentimientos) como externamente (lo
que hablamos y lo que hacemos) de manera distinta.
Todos hemos sido niños y en la actualidad algunas veces sentimos, pensamos, hablamos o
actuamos como cuando éramos niños, tanto a solas como en nuestras relaciones con los demás.
Nuestro niño representa una forma de pensar, sentir y comportarnos en la que la experiencia es
subjetiva, predomina la afectividad, las emociones, la expresividad y la intuición. El niño es la
parte de nuestra personalidad que nos aporta la espontaneidad, la creatividad, el entusiasmo, la
habilidad, el afecto natural… de cuándo éramos niños. También puede ser una manifestación de
nuestra personalidad atemorizada, vergonzosa, malhumorada, exigente, desconsiderada, e
Los indicadores del predominio del estado del yo Niño son los gestos más que las palabras:
movilidad de los ojos, agitación de las manos y de los pies, posturas, modulación de la voz,
utilización de expresiones metafóricas, sensaciones fisiológicas,...
Aunque la expresión del estado del yo Niño es característica de cada persona, algunos
indicadores conductuales que suelen observarse cuando él se hace cargo el estado del yo Niño
son, entre otros, expresiones del tipo: ¡Yupi!, ¡Que guay!, ¡Fantástico!, La he fastidiado..., No sé
qué más decir, Esto funciona..., ¿Vale...?, ¡Jo!, Que rollo...
Todos hemos tenido padres o hemos sido criados por personas que hicieron para nosotros de
padres y que han tenido para nosotros, en la infancia, adolescencia y algunas veces más tarde,
una gran influencia. En la actualidad, algunas veces nos percibimos a nosotros mismos pensando,
sintiendo, hablando o comportándonos como alguna de esas figuras parentales cuando estamos
solos, pero sobre todo en nuestras relaciones con algunas otras personas. En algunos aspectos
funciona como un magnetoscopio o magnetófono donde grabamos, tenemos disponibles y en
determinados momentos reproducimos interna y externamente un repertorio de “grabaciones” con
la herencia recibida de nuestro entorno, en especial en nuestra infancia; con lo que se debe hacer,
con lo que es válido hacer en cada situación.
Es el estado del yo desde el que somos más capaces de "fotografiar" u objetivar la realidad de las
cosas, de las personas y de los acontecimientos: los hechos, las cifras, los datos objetivos. Somos
más capaces de escuchar, de auto-escucharnos y de interrogarnos e interrogar. Cuando estamos
en el estado del yo Adulto tenemos más habilidades para recoger todas las informaciones
necesarias para tomar una decisión, sin ideas preconcebidas ni ilusorias. También tenemos más
capacidad de estrategia y de negociación para actuar con competencia y eficacia.
El estado del yo Adulto se experimenta como la voz de la razón aquí y ahora. Desde el estado del
yo Adulto cuidamos de nosotros y de los otros con objetividad y de manera actualizada teniendo
en cuenta las circunstancias de la situación, las necesidades y sentires propios y ajenos y la ética
propia.
Los comportamientos bajo el control del Adulto tienen la cualidad de ser más autónomos y menos
automáticos que los de la persona en el estado Padre o Niño (menos polaridad, más flexibilidad).
Algunos indicadores de conducta frecuentes cuando una persona está en el estado del yo Adulto
son: la serenidad dentro de la emoción, la escucha atenta, el uso de preguntas que buscan
información, una mirada directa, etc. Cuando estamos en el Adulto usamos palabras y frases que
expresan hechos, datos internos y externos, con preguntas y respuestas con intención directa y
clara, con valoraciones objetivas basadas en datos; con acciones efectivas y pertinentes para
resolver los problemas usando los datos y recursos de la situación; con expresión de sentires
auténticos relacionados con los estímulos y relaciones de la situación presente.
Berne dice que cada uno de estos estados del Yo, tanto el Padre, Adulto, o Niño, merecen el
mismo respeto y tienen su legítimo lugar en una vida completa y productiva. De hecho, cada
estado del Yo suministra varios recursos:
Dada la enorme extensión que supone adentrarse en el modelo, al final del módulo encontraréis
diversa bibliografía acerca de este modelo. Ello no obstante, consideramos que el mero hecho de
presentar el modelo y los diferentes estados del yo que viven en nosotros es interesante traerlo
aquí toda vez que no en pocas sesiones de coaching podemos observar a modo de ejemplo
que detrás de la insatisfacción de nuestros coachees puede haber un Niño que no está
siendo atendido, un Padre que controla en todo momento y no permite escuchar las
necesidades de sus otros yoes, un Niño que desde su aislamiento ha tomado el mando,
etc… Hacer coaching a cada uno de nuestros yoes es posible cuando nuestros clientes,
fruto de su insatisfacción, demandan un mayor alineamiento; sacar a la luz “necesidades
no cubiertas” proporciona a nuestros clientes información relevante siempre.
Esta interrelación nos abre a las personas una posibilidad muy poderosa de fluir, de movernos de
un estado emocional que nos limita a otro que nos abre posibilidades.
Aun así, existe una tercera vía que aunque sigue siendo e tipo emocional, se basa en una
emoción muy concreta: la confianza. Si la estructura lógica es importante y la parte emocional
puede provocar un apalancamiento importante, la credibilidad o confianza en el emisor (y en el
propio mensaje) es fundamental. Sin este principio de colaboración, el individuo puede estar no
dispuesto a la salir de su zona de confort. La credibilidad se construye en base a los valores y en
la propia congruencia y consistencia del interlocutor.
4.2.- Sintonizar
Una pareja de recién enamorados sería una buena analogía para explicar qué es esto de
“sintonizar”. Si te fijas en una pareja enamorada, cuando él cruza las piernas ella también; cuando
ella toma un sorbo de su bebida él hace lo propio; los dos sonríen al mismo tiempo; se escuchan
al contar cualquier hecho cotidiano como si fuera la historia más original jamás contada; se
balancean al mismo tiempo y con la misma velocidad; sus cuerpos adoptan posturas similares; la
respiración también es acompasada y utilizan el mismo tono de voz. Ésa es una buena imagen
para comprender cómo opera esto de sintonizar y lo útil que nos va a ser en una sesión de
coaching.
Con esa predisposición a escucharse nos garantizamos el poder estar con el otro y tener todos
nuestros sentidos abiertos a lo que nos dice, tanto verbal como corporalmente y con el tono de
voz. Algunos factores concretos que nos ayudan a estar en rapport son las expresiones faciales,
la postura y el movimiento del cuerpo, los gestos, el tono de voz, el repetir algunas frases
de nuestro interlocutor, respirar con el mismo tono e intensidad y hacer recapitulaciones,
pequeños resúmenes del discurso de la persona que estamos escuchando (cuando
escuchamos a alguien y hacemos pequeños resúmenes de lo que va diciendo nos
aseguramos de que entendemos exactamente lo que la persona nos dice y, además,
hacemos que la persona se sienta escuchada y comprendida). No obstante lo más importante
es la actitud e intención de hacer una escucha de calidad. Hablamos pues de danzar al ritmo de la
persona que escuchamos. Ojo! No es imitar al otro de forma mecanizada.
En ocasiones nos encontraremos con clientes que manifiestan tener dificultades para visualizar
una escena o visualizarse a si mismo en una determinada situación. En estos casos, es adecuado
que el coach comparta con el cliente algunas “pautas” que puedan ayudar al coachee a adentrase
en la experiencia como por ejemplo ayudarle a que se relaje como paso previo a la visualización
de que se trate, de tal forma que alcance un estado de relax que aleje pensamientos (diálogo
interno) de su mente y le permita concentrarse. Hay múltiples técnicas de relajación sencillas, una
de las cuales es la relajación de Jacobson, a modo de ejemplo.. Tras ello, podremos iniciar la
visualización de que se trate.
Hay cuatro puntos que ayudan a potenciar la visualización creativa: a.-) Frecuencia (cada cuanto
usamos el recurso de la visualización marca la diferencia en el resultado. La repetición hace que
el mensaje profundice en el subconsciente de forma efectiva); b.-) Vivacidad (es la claridad con la
que visualizamos la imagen en nuestra mente; cuantos más detalles más vivacidad); c.-)
Intensidad (es la emoción que impregnamos a la visualización; la emoción intensa es un
acelerador de resultados); d.-) Duración (es el tiempo en el que mantenemos la visualización en
nuestra mente. No basta con imágenes fugaces aunque sean claras; hace falta que permanezca
un tiempo para empapar nuestro subconsciente con la visualizaciones).
En esencia, se trata de hacer un viaje imaginario al futuro y construir el estado deseado por la
persona. Si mantenemos al sujeto asociado y “como si” ese futuro imaginario sucediera ahora,
podrá vivir emociones que actuarán como el catalizador que va a materializar ese objetivo.
Es una herramienta muy útil que tiene como objetivo ampliar las opciones disponibles de
nuestro cliente en un tema determinado. Todo tema tiene múltiples formas de verse, múltiples
perspectivas. A menudo, cuando se nos presenta un tema a trabajar, una dificultad o un reto
nuestro cliente está mirando desde un único lugar, y no es capaz de salir de ese lugar para mirar
desde otra perspectiva. Cuando el cliente sólo ve las cosas desde una única perspectiva, tiene
menos recursos y es posible que se sienta víctima de sus circunstancias. “Crear nuevas
perspectivas” aporta a nuestros clientes amplitud de mira, flexibilidad, cambio y nuevas respuestas
o caminos. Para tal fin acompañaremos a nuestros clientes a encontrar nueva información,
abriendo en nuestros clientes un abanico de perspectivas.
Pasos:
1.- El primer paso y fundamental es definir el tema y la perspectiva inicial desde la que
parte.
Veamos la distinción con un ejemplo. El cliente nos dice: “Decidí comenzar a escribir un libro y
quiero hacerlo si bien estoy estancado”. Aquí el tema sería “escribir un libro” y la perspectiva inicial
sería “estancado”.
Como coaches, exploramos esa perspectiva inicial de la que parte: ¿Qué hay en estancado?
¿Cómo es estar en estancado? ¿Qué energía es “estancado”? ¿Cómo te sientes en estancado?
¿Con qué conectas aquí? ¿Qué es posible para ti aquí?, …
2.- El coach le invita al cliente a que se cambie de lugar en la sala (o espacio en el que estén
llevando a cabo la sesión) y le propone una perspectiva nueva:
3.- El coach invita al cliente a que explore más perspectivas diferentes (no hay un número
adecuado si bien es interesante que sean varias para que el cliente pueda acceder a diversa
información). Es habitual que tanto al coach y coachee les resulte difícil definir perspectivas
nuevas. Cualquier perspectiva sirve, si es algo que sabemos que le gusta al cliente puede ser
terreno más fértil que otras perspectivas (Ej. Un cuadro que tenga cerca, una comida que le guste,
una marca de coche que le seduzca, descalzarse y sentir el suelo, una imagen que tenga en su
salvapantallas, ….)
4.- Una vez que hemos explorado algunas nuevas perspectivas, le pediremos a nuestro
cliente que seleccione una perspectiva (o bien una combinación de ellas) de acuerdo a sus
valores, a su propósito de vida. Al pedirle al cliente que seleccione una perspectiva le estamos
pidiendo que haga una elección consciente, y no automatizada e inconsciente. Para que los
clientes puedan llegar a vivir la vida que quieren tener, han de elegir y han de saber que han
elegido. Eso es vivir de manera consciente. En la elección va implícita la acción (cuanto menos un
tipo de acción interna), que es la que consiste en adquirir consciencia de cómo ejercemos
nuestras opciones. De ahí la importancia de asegurarnos de que la elección del cliente esté
5.- Tras haber seleccionado la perspectiva en cuestión, le podemos preguntar al cliente ¿Qué es
realmente posible ahora desde esta nueva perspectiva en el tema en cuestión? Y tras haber
asumido un compromiso claro (el cliente ha de saber a que le dice “sí” en la vida con esa
elección y a que le dice “no”), le pediremos al cliente que pase a la acción. Ejemplo de ello
podría ser ¿Qué dos acciones concretas puedes incorporar para tener presente esta
perspectiva en tu día a día?
Esta herramienta es útil para manejar estados internos. Ello implica la capacidad para
seleccionar y mantener tipos de estados internos que promuevan y sustenten una actuación
eficaz. Esta herramienta ayuda a la persona dotar a esos estados internos de mayor intención y
efectividad. Existen múltiples variantes (tantas como formas de crear) para acompañar a nuestro
cliente a través de este proceso del “circulo de excelencia”: Una de ellas podría ser:
1) Elegir un estado que queramos experimentar más a menudo (por ejemplo, seguridad en ti
mismo)
2) Identificar alguna ocasión o “momento cumbre” en que hayamos experimentado ese
estado plenamente.
3) Imaginar un círculo en el suelo y seleccionar un color o cualquier otro estímulo que ayude
a conectar con ese estado.
4) Entrar en el círculo y revivir la experiencia con multitud de detalle todas las sensaciones
asociadas, lo que vemos, lo que oímos, cómo nos sentimos, qué hay alrededor…. e
identificar bien todos esos extremos y cualquier información más asociada a la experiencia.
5) Expandir la experiencia de ese estado amplificando cualquier realidad sensorial (color,
movimiento, brillo, etc) asociada con él.
6) Salimos del círculo y sacudimos para desprendernos de ese estado.
7) Comprobamos nuestro círculo de excelencia particular entrando en él y observando con
qué facilidad y con qué rapidez podemos volver a acceder a ese estado.
8) Repetir los pasos 1 al 7 hasta conseguir un fácil acceso al estado que pretendemos.
Cuanto más rica y variada sea la información a la que acceden nuestros clientes al
experimentar el momento cumbre, más posibilidades habrá de que sean conscientes de ella
y la integren.
Las polaridades son extremos de identificación. En la medida en que uno se identifica con un polo,
aliena el otro polo como extraño a sí mismo. La integración requiere admitir a ambos como
propios, y el medio de conseguirlo, una vez más, es la identificación con lo alienado. Lo dijo Freud
en su día: "El conflicto no se resuelve ayudando a uno de los lados a ganar la victoria sobre el
otro... ya que uno u otro lado quedarían insatisfechos." Cada parte de nosotros mismos tiene su
opuesta, denominadas polaridades; es más, toda persona está lleno de polaridades. Todas son
parte de nuestra naturaleza, y en si mismas no son incompatibles, somos nosotros quienes
a través del juicio previo limitamos nuestra conciencia considerando adecuada una de las
partes.
Así pues, el trabajo de polaridades permite el contacto con diferentes partes de uno mismo, y
ayuda a la persona a ampliar la visión y el concepto que se tiene de sí e integrar las diferencias
del conflicto y así con una toma de conciencia de los opuestos hace que la persona maneje sus
propios recursos.
1) Entra en contacto con la parte 1. Pon una polaridad en la mano apropiada. ¿Cómo es?
¿Cómo es su voz? ¿te das cuenta de la importancia que tiene esta parte para ti? ¿Qué
quiere decirte? Pregúntale ¿Cuál es tu función positiva?
2) Entra en contacto con la parte 2 (Guiamos al cliente de igual forma que en el paso 1)
3) Apreciación mutua de objetivos. Mira de frente de forma que puedas ver las dos manos.
Contempla a las dos polaridades mientras van girando una hacia la otra. Pregunta a cada
una de ellas cuanto entienden y aprecian del valor de la otra. Dile a cada una que exprese
el aprecio por la valiosa función de la otra.
Coaching es un proceso de conversación en el que el "coach" trabaja con el cliente para modificar
el tipo de observador que es, de manera tal que sea capaz de resolver y llevar a cabo acciones
que previamente no le eran posibles. El que haya visto la película “El club de los poetas muertos”
recordará una escena en que están todos gritando encima de una mesa “capitán, mi capitán!”. El
hecho de subir a una silla nos aporta una perspectiva nueva de la que teníamos hasta ese
momento. Llevado a la acción es una práctica de gran utilidad, no el subirnos a una silla, que
también, sino el ser capaces de cambiar nuestra posición como observadores de una
acción, o de una forma más útil, hacer que nuestro cliente sea capaz de observar desde
distintos puntos, generando nuevas perspectivas.
Lograr que el cliente se observe como en una película, desde fuera, ejecutando una acción o
manteniendo una conversación, le aporta una perspectiva de las cosas, de su forma de actuar, del
tono, de lo que dice, de las reacciones de la otra persona. Y todo esto le permite poner en
perspectiva sus acciones y en cierto modo el resultado que se puede esperar de ellas.
Para ello, varias las posiciones perceptivas es una herramienta de gran utilidad. Es una poderosa
técnica para acceder a nuevas vivencias y darle un nuevo significado a situaciones que se han
vivido y registrado de una forma particular de las varias que habían. Es especialmente útil para
resignificar temáticas relativas a la relación entre dos o más personas.
-Segunda posición: en esta segunda fase, el coach invita al cliente a pensar en la misma situación
pero imaginándola a través de los ojos de otra persona (ejemplo de ello podría ser ponerse en los
zapatos de la persona con quien tenemos un problema o conflicto a explorar); y a tal fin le pide
que relate, en la perspectiva de la otra persona, lo que siente, lo que escucha, lo que necesita y lo
que ha visto suceder. Se le pide que encarne el papel de la otra persona sentado en una silla
situada enfrente a la suya inicial. El objetivo es proporcionar al cliente la experiencia poderosa de
verse a sí mismo como la otra persona lo ve.
-Metaposición, observador o 3ª posición: el coach tras ello puede invitar al cliente al levantarse y
de pie, algo alejado de ambas sillas, narrar lo que ve y escuchar como un observador o narrador
de una situación que no está relacionada con él, desprovista de contenido emocional.
Finalmente, tras todo ello, coach y cliente analizan la experiencia, de qué nueva información
dispone tras pasar por las tres posiciones, de qué se ha dado cuenta y asume nuevos
compromisos de desarrollo.
A.-) El silencio: Para el coach, el silencio consiste básicamente en saber cómo permanecer
callado, sabiendo cómo evitar intervenir en el “discurso” del cliente, evitando también expresar
sentimientos o reacciones y hacer preguntas. Esta técnica o habilidad suele ser la más difícil para
numerosos coaches principiantes pues en muchas ocasiones tendemos al principio a querer
sentirnos útiles, mostrar su competencia en resolver problemas y una cierta impaciencia por llevar
y dirigir al cliente hacia sus objetivos. Es una habilidad esencial en el coaching pues gracias a ella
se crea un espacio gracias al cual el cliente toma conciencia de donde está, crea espacios de
reflexión acerca de cual es su mapa y explora su territorio personal.
C.-) Asentir: Asentir de vez en cuando para dar evidencias no verbales de que “te estoy
entendiendo” es una habilidad que ayuda a crear ese ambiente de confianza y conexión precisas
para que nuestros clientes exploren más allá de su zona de confort. En ocasiones puede venir
acompañado de sonidos guturales o interjecciones del tipo “ajá” o similares. Eso sí, la sobredosis
de asentimiento; esto es, asentir de forma artificial puede tener un efecto contraproducente. De
ahí la importancia de ser auténticos y mostrar cada uno de estas habilidades desde la naturalidad.
D.-) Repetición de la/s última/s palabra/s o de términos clave: Esta habilidad, además de aligerar
la conversación es muy útil para devolverle con otra entonación palabras a modo de espejo
palabras desde nuestra curiosidad por saber más acerca de ello. Ejemplo:
(Cliente) Tengo dudas con todo esto y estoy buscando nuevas alternativas.
(Coach): ¿Nuevas alternativas?
Otra alternativa del coach podría ser: ¿Dudas?
E.-) El humor: Esta herramienta, bien aplicada, puede ser muy valiosa en tanto que puede ofrecer
una perspectiva diferente a nuestro cliente “desde ya”. Como siempre, ha de surgir de manera
natural para que obtengamos el efecto deseado. Ni que decir tiene que nada tiene que ver con
sarcasmo o reírse de nada. Es algo muy sutil, tan sutil que si es planeado hacer uso de ello, no es
eficaz. Ayuda a aligerar el ambiente. Y con ello no estamos diciendo que queramos a través del
humor llevar a nuestro cliente a ningún lugar mejor. Simplemente, desde nuestro articular,
ofrecemos una nueva perspectiva. Un ejemplo ayudará a desenmarañar en qué consiste:
(Coach): José, ¿cómo te sientes con todo esto?
(Cliente): Mira Luis, estoy…., cómo te diría estoy…., ummm, me siento….
(Coach): ¿Perdido entre palabras?
F.-) La reformulación: Esta habilidad, como su propio nombre indica, consiste en volver a
expresar con las propias palabras del coach una idea compleja o extensa desarrollada por el
cliente, y después chequear al cliente sobre la exactitud de la respuesta. No se trata de repetir con
exactitud lo que el cliente ha dicho sino mas bien resumir con nuestras palabras aquello que
hemos escuchado. Ello ayuda a reflejar comprensión del marco de referencia del cliente.
H.-) Ventilar.- Por lo general, el cliente que se acerca al coaching lo hace porque hay algo que le
preocupa, no se siente a gusto. En ocasiones, esa preocupación o ese desasosiego interfiere en
su capacidad de estar presente en la sesión y abierto al coaching y la sesión se parece muy poco
a una conversación profunda. Ahí por lo general nuestra intuición percibe una energía rara en el
ambiente, poco expansiva. Con un ejemplo se verá más claramente. Imaginemos una clienta que
llega a una sesión fastidiada por algo que considera del todo injusto y comienza a hablar y se
percibe claramente que no habla ella sino “su queja”. Es interesante que el coach, al identificar la
situación, le pueda articular: “Claudia, percibo que estás muy bloqueada. Te invito a que nos
tomemos unos minutos a sacarlo. Haz lo que quieras: quéjate, date mucha pena, haz lo que
necesites para sacar todo eso”. Podemos acompañar a nuestros clientes en ese momento
invitándoles a que saquen más y más y más. Y lo que salga al despejar no tiene porque ser el
tema que el cliente nos traiga a la sesión. El tema de la sesión lo fija siempre el cliente y puede
que escoja seguir con lo que va saliendo o quizás prefiere trabajar otro distinto.
I.-) Reencuadrar.- En ocasiones los clientes se atascan al contemplar una situación o una
experiencia de una determinada manera. Y el mensaje que surge de todo ello les paraliza.
Nuestra capacidad como coaches para reencuadrar la experiencia proporciona una nueva
perspectiva y un sentido de renovada posibilidad. Para ello, partimos de los mismos datos que
tienen nuestros clientes, si bien interpretamos la experiencia de una forma que engloba una parte
mayor de la vida de nuestros clientes que se corresponde con la imagen general (alejada de la
imagen limitada del cliente). Es algo así como coger fragmentos reales de la vida del cliente y
cambiar la perspectiva para mostrar una oportunidad que minutos antes no se veía. Ejemplo:
J.-) Distinguir/hacer distinciones.- Esta habilidad es diferente de la anterior en tanto que gracias a
la misma ayudamos a nuestros clientes a que distingan dos hechos en los que se han fundado
una creencia limitadora, lo que les debilita y les quita poder pues es percibida como una verdad
inmutable sin serlo.
Ej: Como he errado soy un fracasado –equipara errar con ser un fracasado-).
Ej: Un gerente cree que, porque quiere tratar a sus empleados justamente, ha de tratarlos de la
misma manera, por igual. Ha confundido la justicia con tratar a todos por igual y las personas que
más rinden en el departamento no están contentas pues consideran que merecen reconocimiento
y recompensa. El coach puede ayudar a separar tales conceptos a fin de que el cliente cuente con
más recursos con preguntas como “¿cómo puedes seguir siendo justo y aún así recompensar a
quienes logran mejores resultados?”.
A.-) Ficha registro. Parece oportuno considerar una herramienta de carácter eminentemente
práctico, tal cual es considerar llevar una “ficha de registro de sesiones”. Ni que decir tiene que no
existe ningún modelo estándar y que es cada profesional el que debe vislumbrar aquellos
aspectos que considera importantes para ser tenidos en cuenta.
También puede ser relevante tomar nota de si ha cumplido con las tareas de la sesión anterior
(de haberlas) y de no ser así anotar observaciones al respecto de relevancia al respecto (suelen
dar pistas acerca de cuestiones tales como responsabilidad y compromiso con el proceso
iniciado).
Asimismo es aconsejable especificar cuestiones tales como los pasos que se han dado en la
sesión, objetivo definido para la sesión, tareas consensuadas a realizar por el cliente entre
sesiones, tareas acordadas a realizar por el coach entre sesiones (envío de artículos,
lecturas, etc).
B.-) Evaluación del proceso de coaching. Una vez finalizado el proceso resulta conveniente utilizar
algún tipo de plantilla de evaluación del proceso. Es una valiosa información en doble vía: por un
lado para el cliente, quien toma conciencia del proceso y sus aprendizajes. Y de otra para el
coach, quien tiene una oportunidad de oro para que recibir uno de los mejores regalos que
podemos recibir en nuestra profesión: cómo somos como coaches (puntos fuertes/áreas de
mejora), qué ha funcionado en el proceso, qué sobraba, qué ha faltado.
Éstas pueden ser algunos puntos interesantes a indagar en tal evaluación. Conforme avancéis en
el ejercicio de la profesión, como generalmente ocurre, iréis ampliando y personalizando vuestra
evaluación:
-Cuáles han sido las acciones promovidas en el proceso y de qué forma han favorecido la
consecución de los objetivos.
-Whitmore, J. “Coaching. El método para mejorar el rendimiento de las personas”. Editorial Paidós.
-Stewart, I, Joines, V. “AT hoy. Una nueva introducción al Análisis Transaccional”. Editorial CCS.