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Efectos de la partición
Al analizar esta definición es posible afirmar que el efecto esencial de la partición
consiste en poner fin a la comunidad hereditaria, de modo tal, que se logre reemplazar
el derecho indeterminado que cada partícipe tenía antes de la división sobre una cuota
de la comunidad, por un derecho concreto sobre aquellos bienes o derechos
determinados.
No obstante, es importante resaltar que desde el punto de vista doctrinal existen
dos concepciones sobre los efectos de la partición. La primera de estas la concibe como
un acto traslativo de propiedad en virtud del cual cada partícipe o heredero de la
sucesión, transmite a sus coherederos la parte de sus derechos que originalmente le
pertenecían sobre los bienes adjudicados, con el objetivo de que éstos posteriormente
procedan a ceder dichos derechos. Es decir, que esta primera noción asimila al acto de
partición como una especie de cesión o permuta.
Este primer criterio es propio del derecho romano, pero de manera universal su uso
ha desaparecido por completo ya que el mismo implica una serie de inconvenientes, pues
teóricamente hablando cada heredero posee diversos causantes con relación a los
bienes puestos en su lote, sin embargo, la calidad de heredero no puede ser
fragmentada. Así también, desde el punto de vista práctico los actos realizados por los
coherederos se consideran subsistentes respecto a los bienes que posteriormente se
adjudican a otros ya que en el momento en que fueron realizados existía un derecho de
copropiedad sobre dichos bienes (específicamente subsisten los actos de prendas,
servidumbres, hipotecas, etc.)