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República Dominicana

TRIBUNAL SUPERIOR ELECTORAL

EN NOMBRE DE LA REPÚBLICA

Sentencia TSE-100-2019

Referencia: Expediente núm. 118-2019, relativo a la demanda en nulidad de la


Resolución núm. 4 de la Convención Nacional Electoral del Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio Ventura
Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel
Fernández Reyna y la Junta Central Electoral (JCE), mediante instancia depositada en
la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de noviembre de dos
mil diecinueve (2019).

En la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, capital de la República Dominicana,


a los dieciocho (18) días del mes de noviembre del año dos mil diecinueve (2019).

El Tribunal Superior Electoral, regularmente constituido por los magistrados Román Andrés
Jáquez Liranzo, juez presidente; Cristian Perdomo Hernández, Rafaelina Peralta Arias,
Ramón Arístides Madera Arias y Santiago Salvador Sosa Castillo, jueces titulares, asistidos
por Sonne Beltré Ramírez, secretario general, en ejercicio de sus competencias constitucionales
y legales, específicamente las previstas en los artículos 214 de la Constitución y 13.2 de la Ley
núm. 29-11, Orgánica del Tribunal Superior Electoral, del veinte (20) de enero de dos mil once
(2011), con el voto mayoritario de los jueces que suscriben, en audiencia pública dicta la siguiente
sentencia:

I. ANTECEDENTES

1. Presentación del caso

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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1.1. El doce (12) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) este Tribunal fue apoderado de una
demanda en nulidad interpuesta por el señor Francisco Antonio Ventura Felipe contra la
Resolución Núm. 4 de la Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), con la cual procura la anulación de la indicada resolución por estimar que la
misma viola las disposiciones de los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18 y 134 de la Ley núm. 15-
19.

1.2. En la instancia introductoria de la demanda, el demandante formuló las conclusiones que se


transcriben a continuación:

PRIMERO: Declarar regular y válida, en cuanto a la forma, la presente demanda en nulidad la


Resolución No. 4, de la XII Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), celebrada el 27 de octubre del año en curso, incoada por el señor Francisco
Antonio Ventura Felipe, teniendo como demandado al Partido de los Trabajadores Dominicanos, y
al doctor Leonel Fernández Reyna.

SEGUNDO: En cuanto al fondo, acoger, la indicada demanda, y en consecuencia, declarar la nulidad


de la Resolución No. 4, de la XJI Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), celebrada el 27 de octubre del año en curso; así como de la proclamación, de la
candidatura presidencial del ciudadano Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna y de cualquier otro
ciudadano que se encuentre en condiciones similares y que este siendo postulado por este mismo
partido. De tal manera que tanto los precandidatos que resultaron favorecidos con el voto afirmativo
mayoritario de los concurrentes a las primarias abiertas, como los que no obtuvieron el voto
afirmativo en las mismas, no pueden ser presentados en este evento electoral, por ninguna
organización política que no se por aquella en que participaron, por no cumplir con los requisitos
exigidos en los artículos de las leyes precedentemente citadas, y por las razones jurídicas
anteriormente expuestas.

TERCERO: Emitir un auto de extrema urgencia, amparado en los artículos 51 y siguientes dela Ley
Orgánica que faculta al Tribunal, con los efectos que esta decisión tiene, reduciendo los plazos del
procedimiento de hora a hora, conforme a las disposiciones contenidas en la ley, y en los reglamentos
del propio Tribunal.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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CUARTO: Ordenar la ejecución provisional de la sentencia que intervenga, no obstante cualquier


recurso.

QUINTO: Que como consecuencia de esa declaratoria, el Tribunal tenga a bien disponer de todas las
medidas operativas y auxiliares, que sean necesarias para la correcta instrucción del expediente, sin
desmedro de las garantías que debe brindar a todas las partes, del cumplimiento del debido proceso.

SEXTO: Ordenar a la Junta Central Electoral que se abstenga de inscribir la precitada candidatura,
que por la disposición a intervenir haya sido dictada.

1.3. A raíz de la interposición de la demanda en cuestión, el doce (12) de noviembre de dos mil
diecinueve (2019) el magistrado Román Andrés Jáquez Liranzo, juez presidente, dictó el Auto
núm. 122/2019, mediante el cual declaró el caso de extrema urgencia, fijó el conocimiento del
mismo en audiencia pública para el día catorce (14) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) y
autorizó a la parte demandante a citar a las partes demandadas para que comparecieran a la misma.

1.4. A la audiencia pública celebrada el catorce (14) de noviembre de dos mil diecinueve (2019),
compareció el licenciado Ramón Encarnación Montero en representación de la parte demandante;
los licenciados Manuel Fermín Cabral, Ramón Emilio Núñez y Manuel Ulises Bonelly Vega en
representación de la parte codemandada Leonel Fernández Reyna; los licenciados Edward Veras
Vargas y Namphi Rodríguez en representación de la parte codemandada Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD) y el doctor Herminio Guzmán Caputo en representación de la
parte codemandada Junta Central Electoral (JCE). En dicha audiencia, la parte demandante
concluyó de la manera siguiente:

Primero, declarar regular y válida, en cuanto a la forma, la presente demanda en nulidad de la


Resolución No. 4 de la XII Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), celebrada el 27 de octubre del año en curso, incoada por el señor Francisco
Antonio Ventura Felipe, teniendo como demandado al Partido de los Trabajadores Dominicanos y al
Dr. Leonel Fernández Reyna.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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En cuanto al fondo de la indicada demanda que sea declarada la nulidad de la Resolución No. 4 de la
XII Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), celebrada
el 27 de octubre del año en curso, así como de la proclamación de la candidatura presidencial del
ciudadano Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna.

Tercero, ordenar la ejecución provisional de la sentencia que intervenga, no obstante cualquier


recurso, en mérito a lo establecido en el artículo 3 de la Ley 29-11, orgánica de este Tribunal.

Cuarto: ordenar a la Junta Central Electoral que se abstenga de inscribir la precitada candidatura, por
la disposición a intervenir de esta alta corte.

1.5. Acto seguido, los abogados del codemandado Leonel Fernández Reyna presentaron las
conclusiones siguientes:

Mi papel aquí es decir cómo va a ser expuesta, en este caso, la defensa del presidente Fernández y
hemos coordinado con el Partido de los Trabajadores Dominicanos para que hagamos un uso más
efectivo del tiempo.

El orden que seguiremos es, primero, plantear una excepción de inconstitucionalidad ante lo que se
busca aquí que es aplicar una disposición normativa que resulta a todas luces contraria al bloque de
constitucionalidad.

Con posterioridad, en el hipotético e improbable caso de que esa excepción de inconstitucionalidad


que es una cuestión previa que habrá de decidir siempre el Tribunal que resulte apoderado de una
excepción, vamos a plantear porqué entendemos que independientemente de esos aspectos que
conciernen al bloque de constitucionalidad, esos supuestos de hecho que describe esa normativa no
son aplicables al presidente Fernández.

1.6. Luego, los abogados del codemandado Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)
concluyeron como sigue:

Para precisar, el Partido Fuerza del Pueblo entiende que esta ley debe ser declarada inaplicable en el
presente caso al Dr. Leonel Fernández y a esta organización política. Quiero recoger los artículos
constitucionales que a nuestro juicio vulnera esta ley: el artículo 22.1, 73, 74.2, 74.3, de la
Constitución de la República. En el tema del control de convencionalidad, el artículo 23 del Pacto

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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Internacional de los Derechos Civiles Políticos y el artículo 25 de la Convención Internacional de


Derechos Humanos.

1.7. Acto seguido, los abogados del codemandado Leonel Fernández Reyna, replicaron de la
siguiente manera:

En atención a lo dispuesto por la Constitución, así como la ley orgánica del Tribunal
Constitucional y de los Procedimientos Constitucionales, todo lo relativo a lo que es el control
difuso de constitucionalidad que este honorable Tribunal tenga a bien declarar la inaplicabilidad
de las siguientes disposiciones:

i. Párrafo 4, del artículo 49 de la Ley Núm. 33-18, sobre partidos políticos.


ii. 134 de la Ley Núm. 15-19, orgánica del régimen electoral de la República Dominicana.
iii. Así como el artículo 10 del Reglamento para la escogencia de candidatos mediante
convenciones o encuestas, de conformidad a la ley de partidos, dictado por la Junta Central
Electoral en fecha 7 de mayo de 2019;

En atención de lo siguiente:

a. Por vulnerar la reserva constitucional prevista en la Constitución respecto de la regulación


del derecho a ser elegible.
b. Por vulnerar el principio de razonabilidad previsto en el artículo 74 de la Constitución por
cuanto la regulación del denominado transfuguismo contraviene el test de razonabilidad al
confrontarlo con el mismo concepto de tránsfuga previsto en el artículo 2 de la Ley 15-19.
c. Por vulnerar el artículo 277 de la Constitución en tanto que se ha desconocido un criterio
firme de la Suprema Corte de Justicia, nos referimos a la sentencia del 6 de febrero de 2002,
Boletín Judicial 1095, sentencia No. 1, página 6; lo anterior en aplicación del precedente
constitucional 352-18 que explica el alcance del artículo 277.
d. Por vulnerar el alcance de la libertad de asociación por cuanto configura una libertad
reforzada para los partidos elegir sus candidatos de forma libre.

Segundo, que el Tribunal, tratándose de una excepción de inconstitucionalidad tenga a bien, si así
lo entiende procedente, resolver la cuestión como cuestión previa.

1.8. Acto seguido, los abogados del codemandado Leonel Fernández Reyna, replicaron de la
siguiente manera:

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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Primero, que ante el improbable e hipotético supuesto a través del cual este Tribunal Superior
Electoral rechace la excepción de inconstitucionalidad planteada precedentemente, misma que haría
irrelevante la pretensión expuesta por el demandante, que este honorable Tribunal tenga a bien
rechazar la misma ante la claridad de su interpretación acorde no solo con los métodos de
interpretación sino a la luz de las reglas y principios de interpretación previstos en el numeral 4 del
artículo 74 y en el numeral 5 del artículo 7 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y de los
Procedimientos Constitucionales, Núm. 137-11, así como los criterios emanados de este honorable
tribunal, muy especialmente, en su sentencia 056-2019 que aclara la diferencia entre conceptos
jurídicos previstos en las normativas citadas, esto es, refiriéndose a los conceptos de candidato y
precandidato, en esas atenciones, rechazar la presente demanda por ser la misma improcedente, mal
fundada y carente de base legal.

1.9. Por su parte, el abogado de la codemandada Junta Central Electoral (JCE), replicó como sigue:

Solicitamos la exclusión de la Junta Central Electoral por no guardar ningún vínculo jurídico con las
partes envueltas en esta demanda. Solicitamos, concomitantemente, que la sentencia que dicte sea
oponible a la Junta Central Electoral como interviniente forzoso.

1.10. Acto seguido, los abogados del codemandado Partido de los Trabajadores Dominicanos
(PTD), replicaron de la manera siguiente:

El Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), hoy Fuerza del Pueblo, manifiesta que sus
conclusiones son comunes y se adhiere en todas sus partes a las conclusiones del ciudadano Leonel
Fernández Reyna, codemandado.

1.11. De su lado, el abogado del demandante replicó de la siguiente manera:

Que tengáis a bien rechazar la excepción de inconstitucionalidad de las normas sometidas al test de
constitucionalidad por no contravenir las mismas el texto constitucional. Ratificamos nuestras
conclusiones.

1.12. Acto seguido, los abogados del codemandado Leonel Fernández Reyna, replicaron como
sigue:

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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Ratificamos nuestras conclusiones.

1.13. Por su parte, el abogado de la codemandada Junta Central Electoral (JCE), replicó de la
manera siguiente:

Ratificamos nuestras conclusiones.

1.14. Acto seguido, los abogados del codemandado Partido de los Trabajadores Dominicanos
(PTD), concluyeron de la manera siguiente:

Ratificamos nuestras conclusiones.

1.15. Finalmente, la parte demandante concluyó como sigue:

Que la sentencia le sea oponible a la Junta pero que no se le dé la categoría de interviniente forzoso.

1.16. Escuchadas todas las conclusiones, este colegiado dictó la siguiente sentencia in voce:

Primero: El Tribunal ordena el cierre de los debates del presente caso.

Segundo: Acumula la excepción de inaplicabilidad o de inconstitucionalidad planteada por las partes


codemandadas para ser fallada conjuntamente con el fondo pero por disposiciones distintas.

Tercero: Se reserva el fallo sine díe, siempre tomando en cuenta la declaratoria de extrema urgencia.

1.17. En fecha quince (15) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) fue depositada en la
Secretaría General de este Tribunal una solicitud de reapertura de debates, suscrita por los señores
José Altagracia González Espinosa, Manuel de Jesús Florián, Genris Rodríguez, Bienvenido Reyes
Shepard, Jonatan Eliezer Matos Beltré, Henry Wilfredo Zapata Salichez, Félix Santiago Rincón de
León y Miguel D'Oleo Vásquez, cuya conclusión es la siguiente:

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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ÚNICO: Que ordenéis de oficio, una reapertura de debates de la "Demanda en nulidad de Resolución
No. 4 de la Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)
interpuesta ante ese tribunal por del señor Francisco Antonio Ventura Felipe, contra el PARTIDO DE
LOS TRABAJADORES DOMINICANOS (PTD), el DR. LEONEL FERNÁNDEZ REYNA y la
JUNTA CENTRAL ELECTORAL (JCE), para una mejor sustanciación de instrucción del presente
proceso y, de esa forma, darle oportunidad a los exponentes y a cualquier otro interesado, de intervenir
voluntariamente y presentar sus medios de defensa, dado el manifiesto interés que tienen en ello los
exponentes, en su calidad de miembros o afiliados del PARTIDO DE LOS TRABAJADORES
DOMINICANOS (PTD), y más aún, cuando en el día de ayer, 15 de noviembre de 2019, interpusieron
formalmente ante el TSE una demanda en nulidad de la XII Convención Nacional Electoral del PTD,
sobre la que, al momento, no ha sido fijada audiencia.

1.18. Luego de haber deliberado, esta jurisdicción dictó sentencia en dispositivo de conformidad
con el artículo 33 del Reglamento de Procedimientos Contenciosos Electorales, acogiéndose al
plazo de diez (10) días para emitir sus motivaciones respecto a la decisión adoptada en la presente
demanda, las cuales se exponen a continuación:

2. Hechos y argumentos invocados por la parte demandante

2.1. El demandante sostiene que “es miembro del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)
y además miembro de su Comité Central y presidente de la Dirección Política de dicha
organización en Los Alcarrizos” y que “en esa calidad acciona en justicia en procura de la anulación
de la Resolución núm. 4, aprobada en la Convención Nacional del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD)”.

2.2. Agrega la parte demandante que “el veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve (2019)
se llevó a efecto la XII Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos” y que entre los puntos de la agenda estaba “escoger el candidato presidencial del
partido y otorgarle poder para seleccionar la candidatura vicepresidencial”. Acota que “los
dirigentes del partido, encabezados por su presidente Antonio Florián Peña, sometieron a la

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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convención la propuesta de seleccionar al Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna para ser postulado
como candidato en las próximas elecciones nacionales ordinarias, pautadas para el mes de mayo
de dos mil veinte (2020)”, pero que “varios de esos miembros y dirigentes del partido, al momento
de someter la propuesta, hicieron saber a la dirección del partido su inconformidad con dicha
elección”.

2.3. Continúa señalando el demandante, que “al nominar el candidato presidencial se violaron las
normas estatutarias, que obligan al partido a actuar respetando la Constitución y las leyes, toda vez
que esa decisión es contraria a varios artículos de la Ley núm. 33-18 de Partidos, Agrupaciones y
Movimientos Políticos y de la Ley núm. 15-19 Orgánica de Régimen Electoral”, pues “el ciudadano
Leonel Antonio Fernández Reyna ostentaba la condición de presidente del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) y en esa condición se acogió a la modalidad de primarias abiertas, escogida por
ese partido, de la cual resultara elegido, al decir de la Junta Central Electoral (JCE), el precandidato
Gonzalo Castillo, como el que obtuvo una mayor cantidad de votos afirmativos en esta elección
primaria”.

2.4. Agrega el demandante que “con posterioridad a este hecho, el 27 de octubre, en la XII
Convención Nacional del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), los delegados de la
misma fueron apoderados por la dirección política del partido de una propuesta para elegir al Dr.
Leonel Fernández Reyna como candidato del PTD para las elecciones presidenciales del próximo
diecisiete (17) de mayo de dos mil veinte (2020), resultando en dicha convención favorecido por
la mayoría de los concurrentes”. Sin embargo, señala el demandante, “al momento de votar los
delegados de la convención no tomaron en cuenta que dicho dirigente político había sido
precandidato en las primarias abiertas del partido al que pertenecía y presidía, por lo que a la luz
de los textos legales vigentes no podía ser presentado como precandidato y electo como candidato
por un partido diferente al que él ya había escogido para participar como precandidato”.

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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2.5. Apunta además la parte demandante que la elección del Dr. Leonel Fernández Reyna como
candidato del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) se hizo “en franca violación de las
Leyes Núm. 33-18 y núm. 15-19, en virtud de que por disposiciones de las mismas, dicho
ciudadano no cumple con el requisito establecido en dicha ley y la condición que limita su derecho
a ser elegido, resultando en consecuencia inhábil para ostentar una candidatura a la Presidencia de
la República por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)”.

2.6. El demandante argumenta que “de la lectura del numeral 4 del artículo 49 de la Ley núm. 33-
18, es un requisito para optar por una precandidatura que el candidato, en ese mismo evento
electoral, no haya participado como candidato de otro partido. Es notorio que en el numeral 4 de
este artículo hay un error al utilizar la palabra candidato, que no puede ser utilizado para beneficiar
a los aspirantes de nuevas candidaturas, como es el caso que nos ocupa. Es evidente que este
requisito es un muro que se coloca frente a la pretensión de postular candidatos que ya contendieron
en otras modalidades de elección o en este mismo tipo de modalidad, pero en otra entidad
partidaria”.

2.7. Finalmente, la parte demandante sostiene que “de igual forma, el artículo 134 de la Ley de
Régimen Electoral inhabilita por todo el proceso electoral a las personas que hayan sido nominadas
para ser postuladas por un partido. En consecuencia, estas disposiciones recogen el espíritu del
legislador y deben ser suficientes para basar en ellas las decisión que adopte este Tribunal al
conocer la presente demanda”.

3. Hechos y argumentos jurídicos de la parte codemandada Leonel Antonio Fernández


Reyna

3.1. El codemandado sostuvo que “lo que prohíben los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18 y 134
de la Ley núm. 15-19 es que quien haya sido ya candidato no puede ser precandidato” y que la

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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nominación, según el artículo 135 de la Ley núm. 15-19, es aquella que gana la candidatura”, de
modo que “el Dr. Leonel Fernández no resultó nominado en el Partido de la Liberación Dominicana
(PLD), pues no alcanzó la mayoría requerida para ello”.

3.2. Asimismo, el codemandado alegó que “la interpretación literal de dichos textos legales no
aplica al Dr. Leonel Fernández, pues él no ha sido nominado previo al caso ahora discutido” y
señaló además que “el tránsfuga definido en la ley es quien ya ha sido electo y luego se va”, de
manera que “el supuesto de hecho invocado no encuadra para Leonel Fernández ni para aquellos
en su misma situación”.

3.3. Finalmente, el codemandado indicó que “la claridad de los textos invocados y de su
interpretación acorde a cualquiera de los métodos de interpretación legal y también a la luz de las
reglas y principios del artículo 74.4 de la Constitución y el artículo 7.5 de la Ley núm. 137-11, así
como de los criterios de este Tribunal en la sentencia TSE-056-2019, en la que aclara la diferencia
entre precandidato y candidato”, la demanda carece de méritos y debe ser desestimada.

4. Hechos y argumentos jurídicos de la codemandada Partido de los Trabajadores


Dominicanos (PTD)

4.1. El codemandado Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) se adhirió a los argumentos
y conclusiones planteados por el codemandado Leonel Fernández Reyna.

5. Hechos y argumentos jurídicos de la codemandada Junta Central Electoral (JCE)

5.1. La codemandada Junta Central Electoral (JCE) solicitó su exclusión del presente proceso por
no guardar vínculo jurídico con las partes, pero que la sentencia a intervenir le fuera oponible.

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6. Pruebas aportadas

6.1. En apoyo de sus pretensiones, la parte demandante depositó, entre otros, los medios de prueba
siguientes:

i. Copia del Acta de la XII Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) de fecha veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve (2019).
ii. Estatutos del Partido de los Trabajadores Dominicanos.
iii. Copia de la lista de concurrentes a la convención del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) en donde se registra el nombre y la firma del accionante, de fecha
veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve (2019).
iv. Resultado del cómputo general de las primarias abiertas del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) emitido por la Junta Central Electoral (JCE) en el cual se comprueba
que el ciudadano Leonel Fernández Reyna fue admitido y participó como precandidato en
la citada contienda de carácter partidario.
v. Recortes del periódico Listín Diario, en los cuales se da a conocer la información sobre el
resultado de las primarias en las que participó el doctor Fernández Reyna.
vi. Informe del Movimiento Cívico no partidista Participación Ciudadana, que recoge las
incidencias de las primarias realizadas por los Partidos Revolucionario Moderno (PRM) y
de la Liberación Dominicana (PLD).
vii. Comunicación remitida a la Junta Central Electoral (JCE) en fecha veintiocho (28) de
octubre de dos mil diecinueve (2019), con la finalidad de comunicar calidades, cambio y
uso del nuevo nombre del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) a Fuerza del
Pueblo.
viii. Certificación de membrecía del demandante Francisco Antonio Ventura Felipe en el Partido
de los Trabajadores Dominicanos (PTD), de fecha cinco (5) de noviembre de dos mil
diecinueve (2019).

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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ix. Respuesta a inconformidad por la adopción de la Resolución IV tomada en la XII


Convención Nacional Electoral, celebrada el veintisiete (27) de octubre de dos mil
diecinueve (2019), dirigida al señor Francisco Antonio Ventura Felipe.

6.2. Las partes codemandadas no aportaron documentos al expediente.

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS DEL TRIBUNAL

7. Síntesis del caso

7.1. El Tribunal ha sido apoderado de la demanda en nulidad incoada en fecha doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019) por el señor Francisco Antonio Ventura Felipe contra la
Resolución núm. 4, aprobada en la Décimo Segunda (XII) Convención Nacional Electoral del
Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), celebrada en fecha veintisiete (27) de octubre de
dos mil diecinueve (2019), proceso en el cual figuran como demandados el Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD), el Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna y la Junta Central
Electoral (JCE).

7.2. A fin de instruir el presente proceso, este Tribunal celebró la audiencia de fecha catorce (14)
de noviembre de dos mil diecinueve (2019), en la cual las partes presentaron sus respectivas
conclusiones al fondo de sus pretensiones, tal y como se ha hecho constar previamente. En ese
sentido, el Tribunal declaró el cierre de los debates del proceso y se reservó el fallo sine díe.

7.3. Los principales hechos a que se contrae la litis, establecidos por esta jurisdicción a partir de
los alegatos y las pruebas aportadas por las partes al expediente, son los siguientes:

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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a) Que el Dr. Leonel Fernández Reyna participó como precandidato presidencial en las
primarias abiertas y simultáneas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) celebradas
el seis (6) de octubre de dos mil diecinueve (2019), resultando vencido en esa contienda
por el señor Gonzalo Castillo Terrero1;
b) Que en fecha veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve (2019) el Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD) celebró su Décimo Segunda (XII) Convención Nacional
Electoral y entre las decisiones acordadas está la Resolución núm. 4, mediante la cual se
aprobó presentar al Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna como candidato presidencial de
dicha organización para las elecciones de mayo de dos mil veinte (2020);
c) Que en fecha doce (12) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) el señor Francisco
Antonio Ventura Felipe depositó en la Secretaría General de esta jurisdicción una demanda
en nulidad contra la Resolución núm. 4, antes referida.

7.4. Es en el contexto fáctico expuesto en párrafos anteriores que se presenta la demanda que ahora
ocupa la atención de esta jurisdicción, con la cual el demandante pretende la nulidad de una
decisión adoptada por un órgano del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) –
específicamente la Resolución núm. 4 adoptada en la Décimo Segunda (XII) Convención Nacional
Electoral de dicho partido–, por estimar que la misma violenta disposiciones de la Constitución,
las Leyes de Partido y Régimen Electoral, así como de los estatutos partidarios. Las partes
codemandadas Leonel Antonio Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos
(PTD) pretenden que la demanda sea desestimada en cuanto al fondo, en razón de que las
violaciones invocadas en la misma no se concretizan en este caso. La codemandada Junta Central
Electoral (JCE) solicitó su exclusión del proceso, alegando no tener vinculación con ninguna de
las partes en causa.

1
Así consta en la relación del cómputo de los resultados totales finales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)
ofrecido por la Junta Central Electoral (JCE), según el cual Gonzalo Castillo Terrero obtuvo 911,324 votos y Leonel
Antonio Fernández Reyna obtuvo 884,630 votos.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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8. Competencia

8.1. Previo a valorar cualquier otra cuestión relacionada con la demanda de que se trata, el Tribunal
debe estatuir, aún de oficio, sobre su propia competencia. En ese sentido, el artículo 214 de la
Constitución de la República prevé que esta jurisdicción es “el órgano competente para juzgar y
decidir con carácter definitivo sobre los asuntos contencioso[s] electorales y estatuir sobre los
diferendos que surjan a lo interno de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos o entre
éstos”.

8.2. En similares términos se expresa la Ley núm. 29-11, orgánica de esta jurisdicción, la cual prevé
en su artículo 13, numeral 2, que el Tribunal Superior Electoral tiene entre sus atribuciones en
instancia única:

Conocer de los conflictos internos que se produjeren en los partidos y organizaciones políticas
reconocidos o entre éstos, sobre la base de apoderamiento por una o más partes involucradas y
siempre circunscribiendo su intervención a los casos en los cuales se violen disposiciones de la
Constitución, la ley, los reglamentos o los estatutos partidarios.

8.3. Igualmente, el artículo 30 numeral 4, de la Ley núm. 33-18, respecto a la competencia de este
foro, prevé lo siguiente:

Artículo 30.- Derecho de los miembros. Para garantizar la democracia interna de los partidos,
agrupaciones y movimientos políticos quedan establecidos los siguientes derechos a favor de sus
miembros:

(…)

4) Derecho a recurso de reclamación. Los miembros de un partido, agrupación o movimiento político


que consideren vulnerados sus derechos o transgredidas las normas estatutarias y los reglamentos
podrán presentar un recurso de reclamación por ante el Tribunal Superior Electoral, siempre que

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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hayan, en primer momento, recurrido ante los organismos internos de la organización, agotando los
mecanismos establecidos por los estatutos de su partido, agrupación o movimiento político.

8.4. De acuerdo a la jurisprudencia constante de este colegiado, “existe una competencia


constitucional que habilita a este Tribunal para conocer de los reclamos que se presenten contra
las actuaciones partidarias que menoscaben los derechos políticos de los militantes de un partido,
movimiento o agrupación política”2. Igualmente, según la jurisprudencia de este tribunal, el mismo
resulta competente para conocer de la demanda en nulidad que se intente contra los acuerdos
adoptados por los órganos partidarios3.

8.5. En ese mismo sentido, este Tribunal Superior Electoral ha sostenido de forma reiterada que
tiene competencia para decidir y resolver respecto de:

(…) aquellas situaciones internas de los partidos, movimientos y organizaciones políticas, que sean
capaces de crear inestabilidad y alteración del orden interno y el funcionamiento propio de los órganos
de participación democrática en los mismos, así como también menoscabar las facultades y
atribuciones que la Constitución, la ley, los reglamentos y los estatutos partidarios disponen a favor
de sus miembros y militantes y que pudieran, en un momento determinado, generar caos y restarle
eficacia a los derechos y garantías que dichas normativas disponen a favor de sus miembros (…)4.

8.6. Profundizando en lo anterior, es útil referir lo decidido por este Tribunal mediante sentencia
TSE-027-2019, del siete (7) de agosto de dos mil diecinueve (2019):

2
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-024-2012, de fecha quince (15) de junio de dos
mil doce (2012), p. 23.
3
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-006-2019, de fecha veintiséis (26) de febrero de
dos mil diecinueve (2019), p. 15.
4
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-017-2013, de fecha veinticinco (25) de junio de
dos mil trece (2013), p. 40. Vid. en el mismo sentido: sentencia TSE-011-2018, de fecha diecisiete (17) de julio de dos
mil dieciocho (2018), p. 10; sentencia TSE-012-2018, de fecha diecisiete (17) de julio de dos mil dieciocho (2018), p.
9; sentencia TSE-013-2018, de fecha diecisiete (17) de julio de dos mil dieciocho (2018), pp. 9-10; sentencia TSE-
019-2018, de fecha primero (1°) de octubre de dos mil dieciocho (2018), p. 14.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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(…) conviene dejar constancia de que con relación a la competencia de los tribunales electorales para
juzgar actos partidarios, la doctrina comparada ha establecido –con lo cual concuerda plenamente
este Tribunal— que no hay justificación alguna para apartar los actos internos partidarios del control
jurisdiccional en cuanto a su constitucionalidad y legalidad, debido a que los partidos políticos ejercen
un poder político real, susceptible de violar derechos fundamentales político-electorales,
especialmente de sus afiliados5.

8.7. En esta oportunidad, el caso se contrae a la demanda en nulidad interpuesta por un miembro
de un partido político reconocido contra una decisión dada por uno de sus órganos internos,
específicamente la Resolución núm. 4 adoptada en la Décimo Segunda (XII) Convención Nacional
Electoral de dicho partido, mediante la cual se escogió al candidato presidencial de dicha
organización para las elecciones generales de mayo de dos mil veinte (2020). El impetrante invoca
una presunta violación a la Constitución, la ley, los estatutos y reglamentos partidarios, todos
imputables a la decisión partidaria atacada. Ello, al tenor de la jurisprudencia de este órgano
especializado y de acuerdo a las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias
previamente transcritas, resulta ser competencia de este Tribunal Superior Electoral.

8.8. En definitiva, analizados los hechos de la causa, los argumentos de las partes en litis y en virtud
de las disposiciones normativas así como los criterios doctrinales y jurisprudenciales antes
referidos, procede que este Tribunal declare su competencia para resolver sobre el presente asunto,
valiendo este motivo decisión, sin que sea necesario que figure en la parte dispositiva de esta
sentencia.

9. Admisibilidad

9.1. A pesar de que ninguna de las partes codemandadas planteó la inadmisibilidad de la demanda,
esta jurisdicción está obligada a evaluar, aún de oficio, si en el caso han sido cumplidos los

5
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-027-2019, de fecha siete (7) de agosto de dos mil
diecinueve (2019), p. 33.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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requisitos de admisibilidad exigidos en la normativa aplicable. En ese sentido, la admisibilidad de


la demanda debe ser evaluada tomando en cuenta (i) si existen vías internas que agotar en el partido
demandado previo al apoderamiento de este Tribunal; (ii) si la demanda ha sido sometida en tiempo
hábil y (iii) si el demandante tiene calidad e interés para accionar en justicia contra la actuación
partidaria atacada.

9.2. Agotamiento de las vías de impugnación a lo interno del partido

9.2.1. Respecto a esta cuestión, el Tribunal estima conveniente dejar constancia de que el numeral
4 del artículo 30 de la Ley núm. 33-18 dispone lo siguiente:

Derecho a recurso de reclamación. Los miembros de un partido, agrupación o movimiento político


que consideren vulnerados sus derechos o transgredidas las normas estatutarias y los reglamentos
podrán presentar un recurso de reclamación por ante el Tribunal Superior Electoral, siempre que
hayan, en primer momento, recurrido ante los organismos internos de la organización, agotando los
mecanismos establecidos por los estatutos de su partido, agrupación o movimiento político.

9.2.2. Es jurisprudencia consolidada de este foro que conforme la citada disposición, existe una
obligación a cargo de los miembros y afiliados de los partidos políticos de acudir a las instancias
internas previstas en sus estatutos para radicar sus reclamaciones cuando estimen que alguna
actuación u omisión partidaria lesiona sus derechos o viola las normas constitucionales, legales,
estatutarias y reglamentarias vigentes y aplicables6. Sin embargo, el texto legal previamente citado
es claro al señalar que esto es a condición de que tales vías internas se encuentren establecidas en
los estatutos de los partidos políticos.

6
Ver por todas: República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-052-2019, de fecha cinco (5) de
septiembre de dos mil diecinueve (2019), p. 16.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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9.2.3. Este Tribunal se ha pronunciado sobre esta causa de inadmisión en varias oportunidades7.
En ese tenor, esta jurisdicción ha sostenido sobre el particular:

(…) que los estatutos o los reglamentos partidarios deben configurar los mecanismos de impugnación
a lo interno del partido que permitan a los miembros cuestionar las actuaciones que estimen ilegítimas,
pues en ausencia de consagración estatutaria o reglamentaria, el no agotamiento de vías internas como
causal de inadmisión deviene inoponible8.

9.2.4. En ese sentido, el literal k) del artículo 14 del estatuto del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) dispone que es un derecho de los miembros de dicha organización: “k) hacer
uso del recurso de reclamación por ante el tribunal superior electoral, siempre que hayan agotado
un proceso interno de reclamación ante los órganos de la organización, cuando consideren
vulnerados sus derechos y transgredidas las normas estatutarias y los reglamentos”. No obstante,
en el referido estatuto no consta disposición alguna en la cual se prevea la posibilidad de cuestionar
en sede partidaria las decisiones de la Convención Nacional Electoral. Tampoco reposa en el
expediente ningún reglamento partidario que disponga que alguna instancia partidaria tiene
competencia para conocer de las impugnaciones a las decisiones acordadas por la Convención
Nacional Electoral.

9.2.5. A juicio de este Tribunal, resulta evidente que no existe ninguna instancia ni procedimiento
a lo interno del partido codemandado, ante la cual se deban radicar las inconformidades con las
decisiones de la Convención Nacional Electoral. De modo que en este escenario, el no agotamiento
de las vías internas no es aplicable, pues no se ajusta a la lógica exigir a un miembro o militante el

7
Cfr. República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-006-2015, de fecha catorce (14) de mayo de
dos mil quince (2015); sentencia TSE-009-2019, de catorce (14) de marzo de dos mil diecinueve (2019) y ordenanza
TSE-001-2019, de fecha veintitrés (23) de mayo de dos mil diecinueve (2019).
8
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, TSE-024-2019, de diez (10) de julio de dos mil diecinueve
(2019).

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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cumplimiento de un procedimiento interno de reclamación que carece de formulación normativa


que lo consagre o dicho de otra forma, que simplemente no existe.

9.2.6. No obstante lo anterior, conviene dejar constancia de que reposa en el expediente la


comunicación de fecha cuatro (4) de noviembre de dos mil diecinueve (2019), suscrita por el señor
Antonio Florián y dirigida al señor Francisco Antonio Ventura Felipe, hoy demandante, en la que
se indica entre otras cosas lo siguiente:

En tal sentido, tenemos a bien comunicarle que la decisión adoptada en la convención que con el
respaldo de, prácticamente, todo el partido y se cumplieron con todos los procedimientos y requisitos
de la constitución, las leyes y nuestros estatutos. Por lo que en nombre del Partido y en atención a las
razones expuestas precedentemente, le comunicamos que, luego de discutir y valorar sus reclamos,
entendemos que las mismas carecen de fundamentos, razón por lo que fueron rechazadas.

9.2.7. Lo anterior pone en evidencia que aún en ausencia de un procedimiento interno específico
para atacar las decisiones de la Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), el demandante radicó su queja a lo interno de dicha organización y recibió
respuesta previo acudir ante esta sede jurisdiccional. De manera que en este escenario es posible
dar por agotada la fase previa de impugnación a lo interno de la organización partidista y, por ende,
declarar admisible la demanda en cuanto a este aspecto.

9.3. Interposición de la demanda en tiempo hábil

9.3.1. Sobre el particular, conviene señalar que el artículo 117 del Reglamento de Procedimientos
Contenciosos Electorales establece que el plazo para demandar en impugnación las convenciones,
asambleas, primarias o cualquier otra denominación estatutaria de los partidos políticos por
violación a la Constitución de la República, las leyes, la Ley Electoral, los reglamentos de la Junta

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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Central Electoral, los Estatutos y Reglamentos Partidarios, es de treinta (30) días contados a partir
de la celebración del evento atacado.

9.3.2. No es ocioso indicar, adicionalmente, que este Tribunal ha juzgado que el plazo contemplado
en el artículo 117 de su Reglamento Contencioso Electoral es de naturaleza “ordinaria”, de manera
que en su cómputo se calculan los días “tal como van pasando –sin excepción en cuanto a días
hábiles, día de la notificación o día del vencimiento—”9. Asimismo, este plazo ha sido aplicado
por esta jurisdicción a los casos de demandas en nulidad contra actuaciones partidarias concretas,
específicamente cuando se impugnan acuerdos adoptados por los órganos internos de partidos
políticos10, tal y como acontece en el presente caso, en el cual se ataca la decisión de la Convención
Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) que escogió el candidato
presidencial de dicha formación política para las elecciones generales de mayo de dos mil veinte
(2020).

9.3.3. Para establecer de manera correcta el momento a partir del cual el plazo para impugnar
empieza a correr, es necesario revisar el catálogo de interpretaciones que ha realizado esta
jurisdicción electoral, a través de su jurisprudencia, sobre el artículo 117 del Reglamento
Contencioso Electoral. En ese sentido, el Tribunal ha establecido

(a) que, en condiciones normales, el plazo corre a partir de la fecha en que es celebrado el evento
impugnado; (b) que, en todo caso, dicho plazo solo “es oponible únicamente a los miembros del
partido que [hayan sido] debidamente convocados a la reunión o asamblea atacada en nulidad, o
que aun sin ser convocados estuvieron presentes en la misma”11; (c) que, por otra parte, en aquellos
casos en los que el partido incumple su deber de depositar el acta de la reunión atacada en los archivos

9
Cfr. República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-001-2018, de fecha diecisiete (17) de enero
de dos mil dieciocho (2018), pp. 21 y ss.
10
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-004-2019, de fecha diecisiete (17) de enero de
dos mil diecinueve (2019), pp. 14-16.
11
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-004-2017, de fecha veinticuatro (24) de enero
de dos mil diecisiete (2017), p. 13.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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de la Junta Central Electoral (JCE) –principalmente cuando dicho depósito se realiza más de treinta
(30) días después de la celebración del evento—, el plazo se computa a partir de la fecha en que dicha
acta es depositada en la referida institución12; y (d) que dicho plazo también es computable a partir
de la fecha en que razonablemente la parte interesada tuvo “pleno conocimiento” de la ocurrencia del
evento atacado13.

9.3.4. En ese sentido, reposa en el expediente el listado de concurrentes o asistentes a la


Convención Nacional Electoral celebrada el veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve
(2019), donde figura el hoy demandante como asistente a dicho evento. Lo anterior le permite a
esta jurisdicción concluir que efectivamente, el veintisiete (27) de octubre de dos mil diecinueve
(2019) el demandante tomó pleno conocimiento de la decisión adoptada por la Convención
Nacional Electoral ahora atacada en nulidad y que dicha fecha es el punto de partida para computar
el plazo de treinta (30) días previsto en el artículo 117 del Reglamento Contencioso Electoral.

9.3.5. En consecuencia, el plazo de que disponía el demandante para interponer su acción en


tiempo hábil vencía el martes veintiséis (26) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) y en vista
de que la demanda de que se trata ha sido interpuesta el doce (12) de noviembre de dos mil
diecinueve (2019), mediante instancia depositada en la Secretaría General del Tribunal Superior
Electoral, es dable concluir que la misma ha sido incoada en tiempo hábil y que deviene admisible
desde este aspecto.

9.4. Calidad e interés del demandante

9.4.1. Finalmente, el Tribunal debe verificar si el demandante posee calidad para accionar ante
esta jurisdicción contra la actuación partidaria cuestionada. A tal efecto, conviene resaltar que de

12
Cfr. República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-003-2018, de fecha seis (6) de abril de dos
mil dieciocho (2018), p. 54.
13
Cfr. República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-004-2019, de fecha diecisiete (17) de enero
de dos mil diecinueve (2019), p. 16; sentencia TSE-008-2019, de fecha catorce (14) de marzo de dos mil diecinueve
(2019), p. 18.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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acuerdo a la doctrina local, la calidad es la facultad legal de obrar en justicia o el título con que se
figura en un acto jurídico o en un proceso14.

9.4.2. Esta jurisdicción ha decidido, sobre el particular, que:

La calidad para atacar en sede jurisdiccional las actuaciones de los órganos de los partidos recae
sobre todos los miembros y dirigentes del referido partido que consideren afectados sus derechos o
violadas las disposiciones de la Constitución, las leyes, los estatutos o los reglamentos partidarios15.

9.4.3. De manera particular, los artículos 13.2 de la Ley núm. 29-11 y 30.4 de la Ley núm. 33-18
facultan a los miembros y afiliados de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos para
atacar ante esta jurisdicción las actuaciones de dichas organizaciones que violen sus derechos o
que desconozcan la Constitución, la ley, las normas estatutarias o los reglamentos. En este sentido,
reposa en el expediente la certificación expedida en fecha cinco (5) de noviembre de dos mil
diecinueve (2019) por el señor Antonio Florián, secretario general del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), mediante la cual se da constancia de que el demandante Francisco Antonio
Ventura Felipe es miembro de dicha organización política desde el veintidós (22) de julio de dos
mil (2000) y que en la actualidad ocupa la posición de miembro del Comité Político de ese partido,
además de ser presidente de la Dirección Política en el municipio Los Alcarrizos, provincia Santo
Domingo.

9.4.4. De manera que en el presente caso ha quedado acreditado de forma irrefutable que el
demandante es miembro y dirigente del partido demandado, lo que equivale a afirmar que su
calidad para demandar se deduce de la sola condición de miembro y dirigente del partido cuya
actuación procura anular. Así, en vista de los hechos de la causa y en consonancia con los motivos

14
Cfr. Tavares Hijo, Froilán.: (2010): Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, volumen I. Editora
Centenario, S.A., Santo Domingo, 7ma. Edición, p. 288.
15
Tribunal Superior Electoral de la República Dominicana, sentencia TSE-012-2019, de fecha ocho (8) de abril de dos
mil diecinueve (2019), p. 36.

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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expuestos en el presente subacápite, es dable afirmar que el demandante posee la calidad necesaria
para interponer la demanda de que se trata, conforme a los hechos y argumentos invocados por las
partes y las pruebas aportadas por estas en apoyo de sus pretensiones. Por tanto, la demanda
analizada reúne los presupuestos de admisibilidad exigidos para estos casos y procede examinar
el fondo de la misma.

10. Solicitud de reapertura de los debates

10.1. Tal como se indicó, los debates del presente proceso fueron celebrados en fecha catorce (14)
de noviembre de dos mil diecinueve (2019), en cuya audiencia todas las partes en litis estuvieron
debidamente representadas y propusieron sus respectivos medios de defensa, tras lo cual esta
jurisdicción dispuso el cierre de los debates, acumuló la solicitud de exclusión así como la
excepción de inconstitucionalidad, reservándose el fallo del asunto sine díe.

10.2. Posteriormente, en fecha quince (15) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) a la una y
treinta y dos de la tarde (1:32 pm), fue recibida en la Secretaría General de este Tribunal una
solicitud de reapertura de los debates en el presente proceso, suscrita por los señores José Altagracia
González Espinosa, Manuel de Jesús Florián, Genris Rodríguez, Bienvenido Reyes Shephard,
Jonatan Eliezer Matos Beltré y Miguel D´Oleo Vásquez. En dicha instancia, los impetrantes
señalan que “son miembros o afiliados al Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)” y que
se enteraron de la interposición de la presente demanda, pero que “al acudir a la Secretaría General
del Tribunal para obtener una copia de la instancia introductiva de la indicada demanda” se les
“informó que los debates de dicho expediente quedaron cerrados en el día de ayer, con la
presentación de conclusiones por parte del demandante y los demandados y que el expediente ha
quedado en estado de recibir fallo”.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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10.3. Asimismo, dichos señores plantean que “en derecho común se admite que los debates siguen
abiertos hasta que venzan los plazos para escritos justificativos de conclusiones, réplica y
contrarréplica; no habiendo sido parte las exponentes de este proceso, no tiene derecho a presentar
tales escritos, lo que les deja sin la posibilidad de exponer sus argumentos sobre las pretensiones
del demandante y la defensa de los demandados”.

10.4. Lo primero que se debe destacar es que la reapertura de los debates es una creación
jurisprudencial y tal como su nombre lo indica, debe considerarse cuando ambas partes han
concluido en una audiencia y con posterioridad aparecen documentos que no fueron sometidos al
debate, los cuales podrían influir en la suerte y decisión del asunto16. Asimismo, con relación a la
medida de reapertura de debates ha sido juzgado que:

(…) en obsequio de una buena administración de justicia, se reconoce a los jueces la facultad de
permitir un nuevo debate en los casos excepcionales en que las partes, o una de ellas, hacen llegar al
tribunal apoderado de la causa uno o más documentos de que no disponía cuando el primer debate, o
la constancia de un hecho que el peticionario desconocía en aquella ocasión17.

10.5. Ahora bien, tal y como lo ha juzgado la jurisprudencia antes referida, esta es una medida que
pueden solicitar únicamente quienes figuran como partes en el proceso o que puede ordenar de
oficio el Tribunal. Empero, lo importante a retener es que los terceros ajenos al proceso carecen de
calidad e interés para solicitar la reapertura de los debates y ello por una sencilla razón: los debates
ha tenido lugar entre las partes del proceso y sólo corresponde a ellas solicitar tal medida.

16
República Dominicana. Suprema Corte de Justicia, Cámara Penal, sentencia núm. 29, del veinticinco (25) de febrero
de mil novecientos noventa y nueve (1999), B.J. 1059, p. 338; Segunda Cámara, sentencia núm. 13, del primero (1º)
de noviembre de dos mil (2000), B.J. 1080, pp. 229-230).
17
República Dominicana. Suprema Corte de Justicia, sentencia del diez (10) de agosto de mil novecientos setenta y
siete (1977), B.J. 801, pp. 1408-1409.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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10.6. En este sentido, los propios solicitantes de la reapertura han señalado que no han sido partes
del presente proceso, de manera que esta situación torna irrecibible su petición de reapertura de los
debates, pues mal podría admitirse la solicitud de reapertura de debates de un tercero que no ha
participado de dichos debates y que, por demás, no ha intervenido en el proceso ni voluntaria o
forzosamente, por lo cual procede declarar irrecibible dicha solicitud.

11. Exclusión de la Junta Central Electoral (JCE)

11.1. Como se indicó, la Junta Central Electoral (JCE) solicitó su exclusión del presente proceso
por no tener vinculación jurídica con las partes en causa.

11.2. En ese sentido, lo primero que se debe señalar es que la demanda analizada pretende la
nulidad de una decisión acordada por un órgano partidario. De ahí que, en puridad, estamos frente
a un conflicto suscitado a lo interno de un partido político debidamente reconocido, en el que un
miembro de dicha organización ha demandado la nulidad de una actuación de uno de sus órganos
por estimarla violatoria de disposiciones constitucionales, legales y estatutarias.

11.3. Lo anterior demuestra que, efectivamente, las partes instanciadas en este proceso han de ser
el demandante, el partido que ha adoptado la decisión impugnada, así como el beneficiario de dicha
decisión, de modo que el órgano de administración del proceso electoral no tenía que ser puesto en
causa, pues la demanda se contrae, como se ha indicado, a un diferendo intrapartidario. En esas
atenciones, procede acoger las conclusiones de la Junta Central Electoral (JCE) y disponer su
exclusión del presente proceso.

12. Excepción de inconstitucionalidad

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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12.1. La parte codemandada, Leonel Antonio Fernández Reyna, propuso una excepción de
inconstitucionalidad contra los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19 y
10 del Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas mediante convenciones o
encuestas, dictado por la Junta Central Electoral (JCE) en fecha siete (7) de mayo de dos mil
diecinueve (2019). A su juicio, dichos artículos devienen contrarios con la Constitución y por ende
no pueden ser aplicados a la solución del presente caso, dado que “(i) desconocen la reserva de ley
para regular el derecho a ser elegible; (ii) vulneran el principio de razonabilidad previsto en el
artículo 74 de la Constitución, pues la regulación del transfuguismo contraviene el test de
razonabilidad; (iii) vulneran el artículo 277 de la Constitución, al desconocer un precedente de la
Suprema Corte de Justicia y (iv) vulneran el alcance de la libertad de asociación”.

12.2. La parte codemandada, Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), se adhirió a las
conclusiones del codemandado Leonel Antonio Fernández Reyna. De su lado, la parte demandante
solicitó el rechazo de la indicada excepción de inconstitucionalidad.

12.3. En ese sentido, el artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18 prevé expresamente lo siguiente:

Artículo 49. Requisito para ostentar una precandidatura. Para aspirar y ostentar una precandidatura o
candidatura en representación de un partido, agrupación o movimiento político, se requiere:

(…)

4) Que el aspirante a una precandidatura para un determinado evento electoral, en representación de


un partido, agrupación o movimiento político no haya participado como candidato por otro partido,
agrupación o movimiento político para el mismo evento electoral.

12.4. De su lado, el artículo 134 de la Ley núm. 15-19 dispone lo siguiente:

Artículo 134. Transfuguismo en las candidaturas. Las personas que hayan sido nominadas para ser
postuladas por un partido, agrupación o movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo,

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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a un cargo de elección, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento o
alianza, en el mismo proceso electoral.

12.5. Finalmente, el artículo 10 del Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas


mediante convenciones o encuestas, dictado por la Junta Central Electoral (JCE) en fecha siete (7)
de mayo de dos mil diecinueve (2019) prevé lo que sigue:

Artículo 10. Los candidatos y candidatas que sean postulados en los cargos que han sido reservados
para la alta dirección partidaria deberán cumplir con los requisitos que establecen la Constitución y
las leyes en esa materia, excepto aquellos que provienen de otras organizaciones políticas, en lo
relativo al tiempo de permanencia en el partido, agrupación o movimiento y de manera específica
cuando se trate de alianzas o coaliciones, casos en los cuales se podrán presentar personas no
pertenecientes a la organización partidaria, siempre que las mismas no hayan participado en primarias
o convenciones de otros partidos y en las cuales no hubiesen ganado las posiciones a las que fueron
propuestos.

12.6. Así las cosas, este Tribunal centrará su análisis para resolver la excepción de
inconstitucionalidad presentada por la parte demandada en: a) la facultad del legislador para regular
o limitar el ejercicio de los derechos fundamentales; b) imposibilidad del legislador añadir
condiciones o requisitos de elegibilidad distintas a las establecidas en la Constitución y c) sobre el
contenido esencial del derecho fundamental a ser elegible.

12.7. Facultad del legislador para regular o limitar el ejercicio de los derechos fundamentales

12.7.1. En lo que respecta a las disposiciones normativas sometidas al presente juicio de


constitucionalidad, de la simple lectura de las mismas se pone de relieve que el derecho que estas
pretenden regular es el sufragio pasivo, es decir, el derecho a ser elegible, establecido en el artículo
22.1 de la Constitución de la República, el cual reza: “Artículo 22. Derechos de ciudadanía. Son
derechos de ciudadanas y ciudadanos: 1) Elegir y ser elegibles para los cargos que establece la
presente Constitución”.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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12.7.2. A su vez, los artículos 23 y 24 del texto constitucional son enfáticos al consagrar las
circunstancias en las que los derechos políticos electorales —dentro de los cuales se encuentra el
derecho a ser elegible— se pierden o quedan suspendidos:

Artículo 23.- Pérdida de los derechos de ciudadanía. Los derechos de ciudadanía se pierden por
condenación irrevocable en los casos de traición, espionaje, conspiración; así como por tomar las
armas y por prestar ayuda o participar en atentados o daños deliberados contra los intereses de la
República.

Artículo 24.- Suspensión de los derechos de ciudadanía. Los derechos de ciudadanía se suspenden en
los casos de:

1) Condenación irrevocable a pena criminal, hasta el término de la misma;

2) Interdicción judicial legalmente pronunciada, mientras ésta dure;

3) Aceptación en territorio dominicano de cargos o funciones públicas de un gobierno o Estado


extranjero sin previa autorización del Poder Ejecutivo;

4) Violación a las condiciones en que la naturalización fue otorgada.

12.7.3. En ese orden, es menester indicar que el artículo 74.1 constitucional instituye el carácter no
limitativo de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución dominicana, al considerar
que:

Artículo 74. Principios de reglamentación e interpretación. La interpretación y reglamentación de los


derechos y garantías fundamentales, reconocidos en la presente Constitución, se rigen por los
principios siguientes:

1) No tienen carácter limitativo y, por consiguiente, no excluyen otros derechos y garantías de igual
naturaleza.

12.7.4. Por consiguiente, instaura un catálogo abierto de derechos fundamentales el cual “no
excluye aquellos derechos y garantías de igual naturaleza”, es decir, el hecho de que un derecho
no se encuentre inmerso en el catálogo de derechos fundamentales enunciados en el título II la

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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Carta Magna titulado “De los derechos, garantías y deberes fundamentales”, no supone que
cualquier otro derecho que consagre el texto constitucional no tenga carácter fundamental, pues en
base a la referida disposición constitucional pueden existir otros derechos implícitos que gocen de
tal naturaleza; en palabras del Tribunal Constitucional dominicano “la enunciación de derechos
fundamentales que proclama la Constitución es enunciativo, mas no limitativo”18.

12.7.5. Así, en el caso específico del derecho de sufragio pasivo, el mismo constituye el derecho
individual a ser elegible para ostentar cualquier cargo de elección popular. Sin embargo, dado que
antes de ser elegido primero se debe ser proclamado candidato, la definición planteada resulta
incompleta, pues podría darse perfectamente la circunstancia de ser elegible (por reunir las
condiciones y no estar incurso en inelegibilidades) y no poder disfrutar del derecho por no
reconocérsele al individuo la facultad de presentar su candidatura. De ahí que, necesariamente,
deba acudirse a una definición más abarcadora, puntualizando que “el derecho de sufragio pasivo
es el derecho individual a ser elegible y a presentarse como candidato en las elecciones para
cargos públicos”19.

12.7.6. En esa misma línea de argumentos, sobre el derecho sometido al presente análisis el
Tribunal Constitucional ha estimado que: “(…) la protección del derecho a ser elegible no se
contrae únicamente a los cargos públicos de elección popular, sino que por efecto de la
democratización impuesta por el artículo 216 de la Constitución, también afecta los puestos
electivos a lo interno de los partidos políticos”20.

18
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0236/17, del diecinueve (19) de mayo de dos mil
diecisiete (2017), p. 13.
19
Aragón Reyes, Manuel y Matia, Portilla, “Derecho electoral: sufragio activo y pasivo” en Derecho electoral
latinoamericano: un enfoque comparativo, coords. Dieter Nohlen, Leonardo Valdés y Daniel Zovatto (México: Fondo
de Cultura Económica, 2019), pp. 236-237.
20
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0373/14, de fecha 26 de diciembre de 2014.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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12.7.7. Asimismo, el máximo intérprete de la Constitución ha decidido, con lo cual concuerda


plenamente esta jurisdicción especializada, que “el derecho al sufragio pasivo o derecho a ser
elegido, es la prerrogativa que corresponde a todo ciudadano, que cumpla con determinados
requisitos de elegibilidad, para postularse mediante candidaturas a un cargo público electivo en
condiciones jurídicas de igualdad”21. Posteriormente, el órgano de cierre del sistema interpretativo
dominicano agregaría que “el derecho a elegir y ser elegido constituye una prerrogativa
fundamental que le asiste a todo ciudadano”22.

12.7.8. De ahí que el reconocimiento y protección del derecho a ser elegible –como derecho político
electoral– impulsa el fortalecimiento de los cimientos de la democracia representativa y el
pluralismo político. Por ello, es fundamental que los Estados generen condiciones y mecanismos
óptimos para que dichos derechos políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva, respetando el
principio de igualdad y la no discriminación. En palabras de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, “la obligación de los estados no se cumple con la sola expedición de normativa que
reconozca formalmente dichos derechos, sino que requiere que se adopten las medidas necesarias
para garantizar su pleno ejercicio”23.

12.7.9. Así las cosas, luego de haber identificado la naturaleza y utilidad del derecho sometido al
presente juicio de constitucionalidad, es de rigor señalar que la función legislativa desplegada por
el legislador dominicano al momento de regular el ejercicio de los derechos fundamentales debe
ajustarse estrictamente a los parámetros enunciados en el artículo 74.2 de la Constitución:

21
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0050/13, de fecha nueve (9) de abril de dos mil trece
(2013).
22
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0582/15, de fecha siete (7) de diciembre de dos mil
quince (2015), p. 19.
23
Costa Rica. Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Yatama vs. Nicaragua, sentencia del veintitrés (23)
de junio de dos mil cinco (2005).

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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Artículo 74. Principios de reglamentación e interpretación. La interpretación y reglamentación de los


derechos y garantías fundamentales, reconocidos en la presente Constitución, se rigen por los
principios siguientes:

(…)

2) Sólo por ley, en los casos permitidos por esta Constitución, podrá regularse el ejercicio de los
derechos y garantías fundamentales, respetando su contenido esencial y el principio de
razonabilidad.

12.7.10. De la precitada disposición constitucional podemos observar que, (i) ciertamente, el


legislador dominicano tiene potestades plenas para regular el ejercicio de los derechos
fundamentales, pues no se puede llegar a pensar que los mismos tienen carácter absolutos, ya que
deben adaptarse necesariamente a las condiciones que la Constitución y las leyes establezcan; (ii)
sin embargo, estas condiciones para el ejercicio de los derechos fundamentales solo serían válidas,
única y exclusivamente en aquellos casos en los cuales la Constitución se lo autorice expresamente
y (iii) no obstante, en aquellos supuestos en los que el legislador cuente con la autorización dada
por la Constitución para regular el ejercicio de los derechos fundamentales, debe hacerlo
enmarcado en el respeto irrestricto de su contenido esencial y el principio de razonabilidad.

12.7.11. Es de rigor resaltar que este Tribunal es de criterio que la facultad regulatoria a que hace
referencia el precitado texto constitucional debe ser entendida como la posibilidad de la que
dispone el legislador para establecer requisitos o condiciones para hacer operativo el ejercicio de
derechos fundamentales, siempre que –como hemos indicado– la Constitución así se lo permita;
pues, en caso contrario, la intervención legislativa le estaría vedada. Como puede observarse, el
establecimiento de límites o controles para la actividad legislativa, específicamente en materia de
regulación de derechos fundamentales, además de ser necesaria, la misma se traduce en una
garantía reforzada para todos los ciudadanos que son titulares de esos derechos.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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12.7.12. En este contexto, entonces, para el legislador dominicano intervenir en el ámbito del
ejercicio de cualquier derecho fundamental debe manifestarse aquello que la doctrina
constitucional ha reconocido como la “reserva de ley”, la cual se manifiesta “como una garantía
frente a las veleidades de intervención autoritaria por parte de cualquier autoridad o poder
público. Solo el consentimiento de los ciudadanos, que se expresa en la ley, puede legitimar una
intervención en su ámbito de libertad. La reserva de ley es así, la expresión misma del principio
democrático”24.

12.7.13. En similares términos, el Tribunal Constitucional en su sentencia TC/0373/14 puntualizó


que “la reserva legal es una garantía consagrada por el constituyente mediante la cual un
determinado número de materias son reservadas a la potestad exclusiva del legislador”25. Por las
razones antes expresadas, este Tribunal, luego de analizar las disposiciones contenidas en los
artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19 y el 10 del Reglamento para la
escogencia de candidatos y candidatas mediante convenciones o encuestas, dictado por la Junta
Central Electoral (JCE) en fecha siete (7) de mayo de dos mil diecinueve (2019), ha podido
comprobar que el legislador ha incursionado en un ámbito que no le está permitido.

12.8. Imposibilidad del legislador añadir condiciones o requisitos de elegibilidad distintas a las
establecidas en la Constitución

12.8.1. Antes de abordar la posibilidad o no de que por ley el legislador pueda añadir condiciones
o requisitos de elegibilidad distintas a las ya establecidas por la Constitución, resulta útil realizar
algunas puntualizaciones desde el punto de vista conceptual entre lo que son las condiciones o

24
García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás Ramón. Curso de derecho administrativo, Tomo I, Civitas, Madrid,
1997, p. 245.
25
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0373/14, de fecha veintiséis (26) de diciembre de dos
mil catorce (2014).

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requisitos de elegibilidad para un cargo de elección popular y aquellas formalidades de inscripción


de una candidatura.

12.8.2. Por un lado, las condiciones o requisitos de elegibilidad son consideradas como aquellos
presupuestos personales que deben reunir los ciudadanos que pretendan optar por un cargo de
elección popular y, por otro lado, las formalidades de inscripción de una candidatura, son aquellas
exigencias mínimas requeridas por la ley para que la candidatura sea aceptada por el órgano de
administración electoral en ocasión de un proceso electoral. En este sentido, el Tribunal
Constitucional ha considerado sobre estos conceptos que:

(…) no se deben confundir las condiciones de elegibilidad para optar por un cargo público, esto es,
aquellos requisitos mínimos y necesarios que debe reunir toda persona con el objeto de estar
jurídicamente acreditada para aspirar a un cargo público, con las formalidades de inscripción de una
candidatura, que son los requerimientos que deben observar los partidos o agrupaciones políticas
(entre estas últimas las accidentales) para formalizar la postulación de sus candidatos a participar en
un certamen electoral. En el caso ocurrente, las condiciones de elegibilidad para ser Presidente de la
República, resultan indicadas en el artículo 123 de la Constitución; en cambio, las formalidades de
inscripción de una candidatura presidencial o para otro cargo electivo, están indicadas en el artículo
69 de la Ley Electoral No. 275/97 […]26.

12.8.3. Así las cosas, las condiciones o requisitos de elegibilidad para ser presidente,
vicepresidente, senador o diputado se encuentran previstos en la Constitución. Los relativos a
cargos municipales se encuentran, por mandato constitucional, regulados en la ley. En ese sentido,
el artículo 123 de la Constitución de la República, bajo el título sobre “los requisitos para ser
Presidente de la República”, señala:

Artículo 123. Requisitos para ser Presidente de la República. Para ser Presidente de la República se
requiere:

26
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0050/13, de fecha nueve (9) de abril de dos mil trece
(2013), p. 9.

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1) Ser dominicana o dominicano de nacimiento u origen;

2) Haber cumplido treinta años de edad;

3) Estar en pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos;

4) No estar en el servicio militar o policial activo por los menos durante los tres años previos a las
elecciones presidenciales.

12.8.4. Por su parte, el artículo 79, sobre los requisitos para ser senador o senadora, establece:

Artículo 79. Requisitos para ser senador o senadora. Para ser senadora o senador se requiere ser
dominicana o dominicano e pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos, haber cumplido
veinticinco años de edad, ser nativo de la demarcación territorial que lo elija o haber residido en ella
por lo menos cinco años consecutivos. En consecuencia:

1) Las senadores y senadores electos por una demarcación residirán en la misma durante el período
por el que sean electos;

2) Las personas naturalizadas solo podrán ser elegidas al Senado diez años después de haber
adquirido la nacionalidad dominicana, siempre que hayan residido en la jurisdicción que las elija
durante los cinco años que precedan a su elección.

12.8.5. Asimismo, el artículo 82 de la Carta Política, respecto de los requisitos para ser diputada o
diputado, expresa: “Artículo 82. Requisitos para ser diputado o diputada. Para ser diputada o
diputado se requieren las mismas condiciones que para ser senador”.

12.8.6. De ahí, que de las distintas condiciones o requisitos de elegibilidad señaladas por el
constituyente para las indicadas disposiciones, no se evidencia que ninguna realice una reserva de
ley y por consiguiente, active las facultades legislativas para añadir otras condiciones o requisitos
adicionales para ostentar una candidatura a un determinado puesto de elección popular en los
niveles presidencial, senatorial y de diputados. Este criterio de autorización constitucional previa
para el legislador intervenir en el ámbito del ejercicio de derechos fundamentales ha sido expandido
por el Tribunal Constitucional en la ya indicada sentencia TC/0373/14, al considerar que:

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
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9.1.4. La determinación legislativa debe ser efectuada dentro de los parámetros fijados por la propia
Carta Fundamental, esto es, cumplir con el requisito esencial de la habilitación constitucional27, lo
cual reafirma el principio de supremacía constitucional (Art. 6) que consagra que todos los poderes
públicos están sujetos a la Constitución, norma suprema y ordenamiento jurídico del Estado”. De ahí,
que no resulte válido suplantar al poder constituyente (poder originario) mediante la
desconstitucionalización de lo que este poder constitucionalizó mediante su inclusión expresa en el
texto constitucional, quedando así el poder constituido (poder creado por el constituyente) limitado
por la Constitución28.

12.8.7. Un ejemplo que ilustra uno de los múltiples escenarios en donde el legislador si fue
facultado mediante una reserva de ley para establecer condiciones y requisitos al ejercicio de
derechos fundamentales, se evidencia en la sentencia TC/0029/15, en la cual la jurisdicción
constitucional puntualizó:

En el Estado dominicano los extranjeros y las extranjeras tienen derecho a obtener la nacionalidad
dominicana por naturalización, conforme lo dispone el artículo 19 de la Constitución, que establece
que estos tienen el derecho de naturalizarse de conformidad con las condiciones y formalidades
requeridas por la ley, de donde se infiere que se trata de una materia bajo reserva de ley y, por tanto,
el legislador ordinario goza de una facultad de configuración para determinar las condiciones para
adquirir la nacionalidad dominicana por naturalización29.

12.8.8. Como puede verse en el ejemplo anterior, la Constitución expresamente delegó en el


legislador para que este, a través de la ley, desarrolle las condiciones y formalidades para la
adquisición de la nacionalidad dominicana vía la naturalización. En adición a lo anterior, este
Tribunal, haciendo un juicio de constitucionalidad por la vía difusa sobre unas disposiciones legales
y reglamentarias respecto de las cuales fue alegada su incompatibilidad con la Constitución, en

27
Subrayado nuestro.
28
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0373/14, de fecha veintiséis (26) de diciembre de dos
mil catorce (2014).
29
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0029/15, de fecha tres (3) de marzo de dos mil quince
(2015).

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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razón de que ambas establecían condiciones adicionales a las previstas en la Carta Sustantiva para
el ejercicio del derecho a ser elegible en el nivel de diputados, estableció lo siguiente:

Considerando: Que este Tribunal es del criterio que el del artículo 8 de la Ley 136-11es contrario a
la Constitución, como lo proponen los accionantes y el interviniente voluntario, en razón de que los
requisitos para ser diputado o diputada son los mismos que se exigen para ser senador o senadora, y
entre dichos requisitos no se encuentra “el de estar inscrito en el registro de electores residentes en el
exterior”, como lo consagra la disposición legal antes citada.

Considerando: Que además, este Tribunal es del criterio que el Constituyente no atribuyó
competencia al legislador ordinario para adicionar requisitos, a los fines de optar por una candidatura
para ser diputado o diputada, lo mismo que en el caso de los senadores y senadoras; que lo que sí
señala el Constituyente en la parte final del numeral 3 del artículo 81 de la Constitución es que “el
legislador ordinario determinará, (mediante una ley dictada a tal efecto), la forma de elección y
distribución de los diputados o diputadas de la comunidad dominicana en el exterior”, situación que
no ocurre en la especie.

Considerando: Que al adicionar el numeral 4 del artículo 8 de la Ley 136-11 como requisito para ser
diputado o diputada de ultramar el hecho de “estar inscrito en el registro de electores residentes en el
exterior”, el legislador ordinario se ha excedido en sus poderes, en razón de haber consignado
exigencias no previstas por la Ley Sustantiva para que una persona pueda optar como candidato a
diputado de ultramar en las venideras elecciones, por lo que el citado artículo deviene no conforme
con la Constitución y por lo tanto, resulta inaplicable al caso objeto de examen.

Considerando: Que en tal sentido, la inclusión de un requisito más allá de los establecidos en la
Constitución para la elección de los diputados y diputadas en los artículos 79 y 82 de la Constitución,
transgrede de manera sustancial las barreras de lo justo y lo útil previsto en la parte in fine del numeral
15, artículo 40 transcrito anteriormente. Considerando: Que igual razonamiento este Tribunal aplica
al numeral 4 del artículo 7 del Reglamento del 22 de septiembre de 2011, dictado por el Pleno de la
Junta Central Electoral, propuesto por la parte interviniente, dado que dicha disposición reglamentaria
tiene el mismo texto que el numeral 4 del artículo 8 de la Ley 136-11 y que en ella también basó la
Junta Central Electoral la Resolución que rechazo la inscripción de las candidaturas a diputados de
ultramar de los accionantes30.

30
República Dominicana. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-019-2012, del dieciocho (18) de abril de dos mil
doce (2012).

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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12.8.9. Asimismo, la Suprema Corte de Justicia en funciones de Corte Constitucional juzgando un


caso similar, puntualizó que “(…) ni la ley ni reglamento alguno pueden alterar lo establecido en
canon Constitucional31. En este sentido, conviene dejar constancia de que conforme las
disposiciones del artículo 27732 de la Constitución de la República, las decisiones de la Suprema
Corte de Justicia dictadas antes del veintiséis (26) de enero de dos mil diez (2010) en ejercicio del
control concentrado de constitucionalidad no podrán ser revisadas por el Tribunal Constitucional,
lo que equivale a afirmar que estas decisiones constituyen precedentes firmes en materia de
constitucionalidad. En efecto, el Tribunal Constitucional ha decidido al respecto que el artículo 277
de la Constitución “prohíbe la revisión de las sentencias de la Suprema Corte de Justicia en
cualquier materia, y en especial, a las relativas a las acciones en inconstitucionalidad que es,
precisamente, la planteada en la especie”33.

12.8.10. De estos razonamientos es posible colegir que el legislador no se encuentra autorizado


para añadir condiciones o requisitos de elegibilidad en los niveles presidencial, senatorial y de
diputados. Sin embargo, en el nivel municipal el constituyente sí configuró una reserva legal para
desarrollar las condiciones o requisitos de los candidatos y candidatas que opten por alguno de los
puestos de elección popular que allí se disputen, es decir, autorizó al legislador para intervenir en
el ámbito del derecho fundamental a ser elegible en los puestos de elección popular del referido
nivel. En efecto, el artículo 201 párrafo II del texto constitucional, señala:

Artículo 201.- Gobiernos locales. El gobierno del Distrito Nacional y el de los municipios estarán
cada uno a cargo del ayuntamiento, constituido por dos órganos complementarios entre sí, el Concejo
de Regidores y la Alcaldía. El Concejo de Regidores es un órgano exclusivamente normativo,

31
República Dominicana. Suprema Corte de Justicia, sentencia del seis (6) de febrero de dos mil dos (2002).
32
“Artículo 277. Decisiones con autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada. Todas las decisiones judiciales que
hayan adquirido la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada, especialmente las dictadas en ejercicio del control
directo de la constitucionalidad por la Suprema Corte de Justicia, hasta el momento de la proclamación de la presente
Constitución, no podrán ser examinadas por el Tribunal Constitucional y las posteriores estarán sujetas al
procedimiento que determine la ley que rija la materia”.
33
República Dominicana. Tribunal Constitucional, sentencia TC/0352/18, de fecha seis (6) de septiembre de dos mil
dieciocho (2018), p. 40.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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reglamentario y de fiscalización integrado por regidores y regidoras. Estos tendrán suplentes. La


Alcaldía es el órgano ejecutivo encabezado por un alcalde o alcaldesa, cuyo suplente se denominará
vicealcalde o vicealcaldesa

(…)

Párrafo II.- Los partidos o agrupaciones políticas, regionales, provinciales o municipales harán la
presentación de candidaturas a las elecciones municipales y de distritos municipales para alcalde o
alcaldesa, regidores o regidoras, directores o directoras y sus suplentes, así como los vocales, de
conformidad con la Constitución y las leyes que rigen la materia34.

12.8.11. Actuando bajo esta autorización dada por el constituyente es entonces que el legislador
configura en los artículos 37 y siguientes de la Ley 176-07, del Distrito Nacional y los Municipios,
los diferentes requisitos, inelegibilidades e incompatibilidades para optar a los distintos cargos de
elección popular en el nivel municipal, disponiendo en efecto lo siguiente:

Capítulo II
Requisitos, inelegibilidades e incompatibilidades para desempeñar los cargos de síndicos/as,
vicesíndicos/as y regidores/as

Artículo 37.- Requisitos. Para ser síndico/a, vicesíndico/a y regidor/a se requiere:


a) Ser dominicano mayor de edad.
b) Estar en pleno goce de los derechos civiles y políticos.
c) Estar domiciliado en el municipio con al menos un año de antigüedad.
d) Saber leer y escribir.

Párrafo I.- La condición de residencia no será indispensable cuando se trate de municipios de reciente
creación.

Párrafo II.- Los extranjeros podrán optar a los cargos indicados con las condiciones que establezcan
la Constitución y las leyes.

Artículo 38.- Causas de Inelegibilidad. Son inelegibles para el cargo de síndico/a o regidor/a:
a) Los que hayan perdido los derechos de ciudadanía o estén suspendidos en ellos, conforme dispone
la Constitución de la República.

34
Subrayado nuestro.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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b) Los que hayan sido condenados a la privación de los derechos a que se refiere el Código Penal,
mientras duren los efectos de la pena.
c) Los condenados por sentencia con autoridad de cosa juzgada a pena privativa de libertad, durante
el período que dure la pena.

Párrafo I.- También serán inelegibles y no podrán ser candidatos mientras duren en sus funciones:
a) El Presidente y miembros de la Suprema Corte de Justicia y demás jueces de la República.
b) El Defensor del Pueblo y sus Adjuntos.
c) El Procurador General de la República y los representantes del Ministerio Público.
d) Los Secretario y Subsecretarios de Estado, Directores Generales de aquellos departamentos y los
equiparados a ellos.
e) Los jefes de misión acreditados, con carácter de residentes, ante un Estado extranjero u organismo
internacional.
f) Los miembros de las Fuerzas Armadas y cuerpos policiales, en activo.
g) Los Presidentes, Vocales y Secretarios de las Juntas Electorales.
h) Los Gobernadores Civiles y las autoridades similares con distinta competencia territorial.
i) Los Presidentes, Directores y cargos asimilados de los organismos estatales autónomos con
competencia en todo el territorio nacional.
j) El Director de la Oficina Nacional de Estadística.
k) El Gobernador y Subgobernador del Banco Central y administradores de las entidades de crédito
del Estado.
l) Los funcionarios y empleados del mismo ayuntamiento.

Párrafo II.- Los funcionarios antes descritos que deseen presentarse a las elecciones, deben solicitar
previamente licencia en el ejercicio de sus cargos tres meses antes del día de las elecciones
municipales. De ser elegidos, podrán reincorporarse a sus cargos hasta el día de la toma de posesión
de las nuevas autoridades.

Artículo 39.- Incompatibilidades. El ejercicio de los cargos de síndico/a, vicesíndico/a y regidor/a es


incompatible con el desempeño de las siguientes funciones:

a) Cualquier cargo electivo de los contemplados en la Constitución de la República.


b) Los empleos públicos cuyo desempeño son motivo de inelegibilidad.
c) Empleos en el ayuntamiento, sea como asalariado, contratado o sin disfrute de sueldo.
d) La administración de bienes o fondos municipales.
e) Contratas y consultorías de cualquier tipo o condición con el municipio.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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12.8.12. En vista de lo anterior, este Tribunal concluye que el legislador dominicano, al no contar
con una autorización expresa dada por la Constitución de la República que le permitiera añadir
requisitos o condiciones distintas a las ya previstas en el texto constitucional para ser elegible en
los niveles presidencial, senatorial y de diputados, dicha actividad legislativa no resulta cónsona
con el actual esquema constitucional relativo a la potestad de configuración legislativa del
Congreso Nacional, la cual como hemos indicado, debe estar circunscrita al esquema de
autorizaciones que prevé la Carta Sustantiva de la Nación.

12.9. Sobre el contenido esencial del derecho fundamental a ser elegible y el principio de
razonabilidad

12.9.1. No obstante este órgano haber dejado establecido en las motivaciones que anteceden la
imposibilidad del legislador intervenir en el ámbito del derecho a ser elegible, añadiendo
condiciones o requisitos adicionales en la ley para optar por un cargo de elección popular en los
niveles presidencial, senatorial y de diputados, este Tribunal ha comprobado que las normas objeto
de cuestionamiento en inconstitucionalidad, al evidenciar una irrupción del legislador en un ámbito
restringido, esto, a su vez, supone un impacto que vulnera el núcleo o contenido esencial del
derecho a ser elegible.

12.9.2. La idea del contenido esencial de los derechos fundamentales tiene su punto de partida en
las constituciones de España (artículo 53.1) y Alemania (artículo 19.2), las cuales establecen,
respectivamente, que “los derechos fundamentales reconocidos […] vinculan a todos los poderes
públicos. Solo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el
ejercicio de tales derechos y libertades” y “en ningún caso un derecho fundamental podrá ser
afectado de su contenido esencial”35.

35
Bernal Pulido, Carlos. El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, Colombia, Universidad
Externado de Colombia, 2014, p. 512.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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12.9.3. El abordaje de estas disposiciones ha inducido a una extensa discusión doctrinal y


jurisdiccional sobre la identificación del contenido esencial de los derechos fundamentales, dando
como resultado una diversidad de técnicas y conceptualizaciones las cuales coinciden en que el
contenido esencial de los derechos fundamentales constituye un valladar infranqueable que los
poderes públicos no pueden invadir, lo que supone que al momento de su regulación o limitación
deba ser observado. Siguiendo a Peter Häberle, se denomina contenido esencial al ámbito necesario
e irreductible de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que asuma
el derecho o de las formas en que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho fundamental, no
susceptible de interpretación o de opinión sometida a la dinámica de coyunturas o ideas políticas.

12.9.4. Ahora bien, ¿cuál debe ser el grado de intervención del órgano legislativo y cuáles aspectos
debe respetar a fin de regular el ejercicio de derechos fundamentales? La respuesta a esta
interrogante está dada por el artículo 74.2 de la Constitución dominicana, según el cual el ejercicio
de los derechos fundamentales podrá regularse cuando la Constitución lo permita en estricto apego
al respeto de su contenido esencial y al principio de razonabilidad36. De ahí que mientras la esencia
de ese contenido no sea sacrificada, será validada la función legislativa al momento de regular
derechos fundamentales.

12.9.5. En ese orden, en el ámbito de la jurisprudencia comparada el contenido esencial de los


derechos fundamentales ha sido objeto de tratamiento, recibiendo una especial protección por la
trascendencia que tiene este elemento para el ejercicio y la naturaleza misma de los derechos
fundamentales. En efecto, el Tribunal Constitucional español, ha establecido lo siguiente:

Constituyen el contenido esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades o posibilidades de


actuación necesarias para que el derecho sea reconocible como pertinente al tipo descrito y sin las
cuales deja de pertenecer a ese tipo y tiene que pasar a quedar comprendido en otro,
desnaturalizándose por decir así; se puede (…) hablar de una esenciabilidad del contenido del derecho

36
Constitución de la República Dominicana, artículo 74.2.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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para hacer referencia a aquella parte del contenido del derecho que es absolutamente necesaria para
que los intereses jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten real, concreta y
efectivamente protegidos. De ese modo se rebasa, se desconoce el contenido esencial cuando el
derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan más allá de lo
razonable o lo despojan de la necesaria protección37.

12.9.6. Asimismo, en el ámbito Latinoamericano, las Cortes y Tribunales Constitucionales también


han desarrollado líneas jurisprudenciales firmes y constantes sobre el contenido esencial de los
derechos fundamentales. Al respecto, el Tribunal Constitucional de Perú ha puntualizado que:

Así las cosas, todo ámbito constitucionalmente protegido de un derecho fundamental se reconduce
en mayor o menor grado a su contenido esencial, pues todo límite al derecho fundamental sólo resulta
válido en la medida de que el contenido esencial se mantenga incólume. Este Tribunal Constitucional
considera que la determinación del contenido esencial de los derechos fundamentales no puede
efectuarse a priori, es decir, al margen de los principios, los valores y los demás derechos
fundamentales que la Constitución reconoce38.

12.9.7. En conexión con lo anterior, conviene dejar constancia de que el derecho a ser elegible es
la vertiente pasiva del derecho al sufragio, el cual permite a los ciudadanos postularse como
candidatos en condiciones de igualdad a un puesto de elección popular y a ocuparlo, si alcanzan a
obtener la cantidad de votos necesarios para ello. Así entonces, el bien jurídicamente tutelado del
mismo es la igualdad para a) competir en un proceso electoral; b) ser proclamado en caso de ser
electo y c) ejercer el cargo.

12.9.8. En ese sentido, podemos colegir perfectamente que el contenido esencial del derecho a ser
elegible comprende, originariamente, la postulación a un cargo de elección popular, así como otras
vertientes39 que han sido desarrolladas a través la jurisprudencia, a saber:

37
España. Tribunal Constitucional, sentencia 11/1981, del ocho (8) de abril de mil novecientos ochenta y uno (1981).
38
Perú. Tribunal Constitucional, sentencia N° 1417-2005-AA, del ocho (8) de julio de dos mil cinco (2005).
39
Garcés Coello, Clicerio y Hernández, Caridad, “Derechos políticos” en Tratado de derecho electoral, coords. Felipe
de la Mata Pizaña y Clicerio Coello Gacés, Ciudad de México: Tirant Lo Blanch, 2019, pp. 323-325.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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a) Derecho a ser registrado. Los ciudadanos y ciudadanas que cumplan con los requisitos y
condiciones de elegibilidad y postulación de una candidatura tienen derecho a que ésta sea
registrada o inscrita de conformidad con las formalidades que establezca la normativa
correspondiente.

b) Derecho a ser votado adecuadamente. Constituye el derecho a contender en una campaña


electoral y ser proclamado en caso de ser electo, de acuerdo con los votos efectivamente
emitidos.

c) Derecho al acceso y desempeño del cargo. Es donde se materializa el derecho a ser elegible;
es la ocupación del cargo que los electores le encomendaron al ser electo, la permanencia
en el mismo y el desempeño de las funciones que le son propias durante el periodo
correspondiente, lo configuran.

12.9.9. Al respecto, resulta necesario señalar que la oportunidad de obtener y formalizar una
candidatura para algún puesto de elección popular no puede someterse a limitaciones injustificadas
como las establecidas por el legislador en las disposiciones sometidas al presente juicio de
constitucionalidad.

12.9.10. De las vertientes detalladas ut supra podemos colegir perfectamente que todo sistema de
candidaturas debe hacer accesible y garantizar la oportunidad de la participación, lo cual
constituye, a juicio de esta corporación, el núcleo esencial del derecho a ser elegible. Esto, a su
vez, permite el ejercicio pleno del derecho a ser elegible que no supone en sí mismo el beneficio
del voto mayoritario de los electores y la consecuente ocupación del cargo, pues esto último queda
reservado a la voluntad libérrima de los ciudadanos por mandato del artículo 2 de la Constitución
de la República, el cual establece que:

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Artículo 2.- Soberanía popular. La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan
todos los poderes, los cuales ejerce por medio de sus representantes o en forma directa, en los términos
que establecen esta Constitución y las leyes.

12.9.11. En ese orden de ideas, es oportuno traer a colación un caso en el cual se realizó un juicio
de constitucionalidad a unas disposiciones legales idénticas a las que son objeto en esta sentencia,
el cual se produjo en los Estados Unidos Mexicanos a través de su máximo órgano de justicia
electoral que lo es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), cuya sala
superior comprobó la inconstitucionalidad del contenido del artículo 151, párrafo 5, del “Código
de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales para el Estado Oaxaca”, el cual establecía
que:

Artículo 151

(…)

5. (…) El ciudadano que haya participado en un proceso de selección interna de candidatos y no haya
logrado la postulación, no podrá ser registrado como candidato por otro partido político o coalición
distintos en el que participó internamente40.

12.9.12. De la lectura del indicado precepto se desprende que el ciudadano que hubiere participado
un proceso de selección interna de candidatos en un partido político y no hubiere logrado el triunfo,
entonces no podía ser registrado o participar como candidato por otro partido político distinto.
Sobre el particular, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en
atribuciones constitucionales electorales, consideró que la indicada disposición restringía de
manera desproporcionada el derecho a ser votado del ciudadano que se ubique en tal supuesto,

40
México. Código de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales para el Estado Oaxaca, artículo 151.
Disponible en línea:
http://cdam.unsis.edu.mx/files/Gobierno%20Municipal/Otras_Disposiciones/C%C3%B3digo%20de%20Institucione
s%20Pol%C3%ADticas%20y%20Procedimientos%20Electorales.pdf

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precisando fundamentalmente que las circunstancias que pueden condicionar el ejercicio al derecho
a ser elegible deben estar amparadas en criterios racionales, razonables y proporcionales.

12.9.13. En ese sentido y por tratarse de supuestos idénticos, este Tribunal Superior Electoral hace
suyas las argumentaciones dadas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
(TEPJF) para justificar la declaratoria de inconstitucionalidad de la referida porción normativa, el
cual consideró que:

(…) la circunstancia de que un ciudadano contienda en un proceso de selección interno de candidatos


a un cargo de elección popular de un partido político o coalición, y no haya sido favorecido por el
resultado de esa elección, no puede tener como consecuencia la suspensión, restricción o limitación
de su derecho de ser votado, so pretexto de que se pueda producir una confusión o falta de certeza
para el electorado, en tanto que para la militancia del partido en el que contendió resulta claro quién
es su candidato41.

12.9.14. A lo anterior, el indicado Tribunal Mexicano agregaría que:

(…) evitar que un precandidato que perdió no pueda ejercer sus derechos políticos en otro partido,
conllevaría la imposición de una sanción de suspensión, restricción o limitación de su derecho de ser
votado, por haber ejercido sus derechos de participación al interior de un partido político o coalición
y haber perdido en la contienda respectiva42.

12.9.15. Otro de los puntos controvertidos entre las partes es que las disposiciones sometidas al
presente juicio de constitucionalidad tienen como propósito evitar el transfuguismo en el sistema
de partidos de la República Dominicana. En ese sentido, este Tribunal reconoce que el legislador
dispone de un margen amplio para regular a través de las leyes ciertas conductas y actos en procura

41
México. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), expediente SUP-JRC-173/2016, del cuatro
(4) del mes de mayo de dos mil dieciséis (2016). Disponible en línea:
https://www.te.gob.mx/EE/SUP/2016/JRC/173/SUP_2016_JRC_173-567648.pdf
42
Ídem.

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de la preservación de la integridad del sistema electoral. Sin embargo, la intervención del legislador
en ese ámbito no es una actividad exenta de limitaciones, las cuales vienen dadas por el propio
ordenamiento constitucional. En ese sentido, el establecimiento de disposiciones legales con la
finalidad de mitigar prácticas de transfuguismo en el sistema de partidos no puede suponer el
quebrantamiento de derechos fundamentales protegidos por la propia carta sustantiva de la nación,
tal y como acontece en el caso de la especie.

12.9.16. No obstante los límites que tiene el legislador para regular determinadas prácticas, tal y
como sería el denominado transfuguismo, este Tribunal tiene a bien establecer algunas
consideraciones sobre esta figura y la relación que pudiera o no existir en cuanto a las disposiciones
cuestionadas en inconstitucionalidad. El primer elemento a considerar por esta Alta Corte es el
relativo a lo que se conoce como transfuguismo a la luz de la ley, así como también de la doctrina
más especializada y avanzada en materia electoral. En el ámbito político y electoral, la doctrina ha
establecido la siguiente definición de transfuguismo: “(…) persona que con un cargo público no
abandona éste al separarse del partido que lo presentó como candidato”43.

12.9.17. En ese mismo sentido, la doctrina ha sido enfática en señalar que:

(…) únicamente hablaremos de casos de transfuguismo en aquellos en que se produzca el


abandono/traslado/migración de un representante popular durante el período o la legislatura
correspondiente a su mandato, desde el partido o agrupación política en el que obtuvo la elección a
otro distinto. Por lo tanto, ni antes ni después de su condición de representante político, habida cuenta
que dichas situaciones sólo responden a los casos de evolución ideológica o de cambio de opinión44.

43
RENIU, Josep María (español). Doctor en Ciencia Política y de la Administración y profesor titular de Universidad
de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de Barcelona (UB). Diccionario Electoral, edición 2018,
publicado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y Centro de Asesoría y Promoción Electoral
(IIDH/CAPEL), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de México (TEPJF) y el Tribunal Superior
Electoral de la República Dominicana (TSE), p. 1106.
44
Ibíd., p. 1106-1107. Subrayado añadido.

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12.9.18. En virtud de la anterior definición y en coherencia con la misma, el legislador dominicano,


al aprobar la Ley núm. 15-19 Orgánica de Régimen Electoral, estableció en su artículo 2, numeral
5, la definición de tránsfuga, indicando sobre el particular, lo siguiente:

TRÁNSFUGA: Se atribuye a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de partido,


o apartándose individualmente o en grupo del criterio fijado por los órganos competentes de las
formaciones políticas que los han presentado, o habiendo sido expulsados de estas, pactan con otras
fuerzas políticas.

12.9.19. La doctrina especializada también ha establecido que un representante es: “(…) quien
ostenta la titularidad del mandato representativo”45. En síntesis, según la propia ley y la doctrina,
la configuración del transfuguismo opera en la persona ya elegida, la que ya obtuvo el cargo,
cuando éste decide pasar a otro partido político sin abandonar el cargo obtenido por elección
popular, lo cual es contrario al espíritu de los valores democráticos.

12.9.20. Lo anterior, podemos perfectamente refrendarlo rescatando los razonamientos expresados


por la Sala Regional de Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de los
Estados Unidos Mexicanos abordando un supuesto similar al de la especie, la cual expresó que:

(…) debe preferirse el derecho fundamental de quienes puedan aspirar a los cargos de elección
popular, frente a la protección que se pretende dar a la integridad o unidad de un partido político,
máxime cuando en ello se involucran elementos que tienen que ver necesariamente con el desarrollo
democrático como es el valor propio de cada candidato.

(…) si el candidato o precandidato en un partido político no es una persona que resulte atractiva para
el electorado, no van a votar por él; y por el contrario, si reúne esos atributos, es oportunidad para
que ese candidato llegue al cargo de elección popular, por lo cual, al preferirse el derecho fundamental
de ser votado, se respalda el desarrollo de la democracia y los valores que le son propios46.

45
Ibíd., p.1106.
46
México. Sala Regional de Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, expediente SX-JDC-
475/2013.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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12.9.21. En ese sentido, este Tribunal considera que las disposiciones previstas en los artículos
49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19 y 10 del Reglamento para la escogencia de
candidatos y candidatas mediante convenciones o encuestas, dictado por la Junta Central Electoral
(JCE) en fecha siete (7) de mayo de dos mil diecinueve (2019), afectan el derecho fundamental a
ser elegible previsto en el artículo 22.1 de la Constitución de la República, pues las regulaciones
establecidas en estas disposiciones, en el punto específico objeto de controversia, no se ajustan a
ninguno de los supuestos previstos en los artículos 23 y 24 del texto constitucional como causal de
pérdida o suspensión de derechos políticos electorales y es una de las razones que ha llevado a este
colegiado a establecer la inaplicabilidad de dichas disposiciones al caso que nos ocupa, tal y como
se indicará en la parte dispositiva de la presente sentencia.

12.9.22. La parte codemandada, Leonel Antonio Fernández Reyna, también planteó la


inconstitucionalidad del artículo 10 del Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas
mediante convenciones o encuestas, de conformidad con la Ley 33-1 8 sobre partidos,
agrupaciones y movimientos políticos. El fundamento de la referida excepción de
inconstitucionalidad en relación a dicho texto reglamentario estuvo sustentada en las mismas
razones esbozadas por la parte codemandada en cuanto al párrafo 4, del artículo 49 de la Ley núm.
33-18 sobre Partidos Políticos y el artículo 134 de la Ley núm. 15-19 Orgánica de Régimen
Electoral de la República Dominicana.

12.9.23. En ese sentido, este Tribunal, luego de analizar los méritos y fundamentos en que se
sustenta el alegato de inconstitucionalidad respecto a la citada norma reglamentaria, ha
comprobado que, en fecha siete (7) del mes de mayo del año dos mil diecinueve (2019), el pleno
de la Junta Central Electoral dictó el Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas
mediante convenciones o encuestas, de conformidad con la Ley 33-1 8 sobre Partidos,
Agrupaciones y Movimientos Políticos, cuyo artículo 10 reza de la manera siguiente:

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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ARTÍCULO 10. Los candidatos y candidatas que sean postulados en 1os cargos que han sido
reservados para la alta dirección partidaria deberán cumplir con 1os requisitos que establecen la
Constitución y las leyes en esa materia, excepto aquellos que provienen de otras organizaciones
políticas, en lo relativo al tiempo de permanencia en el partido, agrupación o movimiento y de manera
específica cuando se trate de alianzas o coaliciones, casos en los cuales se podrán presentar personas
no pertenecientes a la organización partidaria, siempre que las mismas no hayan participado en
primarias o convenciones de otros partidos y en las cuales no hubiesen ganado las posiciones a las
que fueron propuestos.

12.9.24. De la lectura del referido artículo, este Tribunal ha comprobado que el mismo contiene en
su redacción, el requisito o condición de elegibilidad, de la misma naturaleza que el párrafo 4, del
artículo 49 de la Ley Núm. 33-18, sobre partidos políticos y el artículo 134 de la Ley Núm. 15-19,
Orgánica del Régimen Electoral de la República Dominicana, lo cual hace que dicha norma
reglamentaria no guarde conformidad con lo previsto en la carta sustantiva de la nación, y por
consiguiente se impone que este órgano disponga la no aplicabilidad del mismo a la solución del
presente caso, tal y como se hará constar en la parte dispositiva de la presente sentencia.

13. Fondo de la demanda

13.1. Como se indicó, la presente demanda en nulidad interpuesta por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe procura la nulidad de la Resolución núm. 4 adoptada por la Convención Nacional
Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), por estimar que la misma viola las
disposiciones de los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18 y 134 de la Ley núm. 15-19, en tanto
mediante ella se escogió al señor Leonel Antonio Fernández Reyna como candidato presidencial
del indicado partido para las elecciones generales de dos mil veinte (2020).

13.2. En ese sentido, tal y como fue juzgado en párrafos anteriores, este Tribunal analizó una
excepción de inconstitucionalidad propuesta por el codemandado Leonel Antonio Fernández
Reyna en contra de los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19 y 10 del
Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas mediante convenciones o encuestas,
dictado por la Junta Central Electoral (JCE) en fecha siete (7) de mayo de dos mil diecinueve

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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(2019), estimando que los mismos devienen contrarios con la Constitución y, por ende,
prescindiendo de su aplicación para la solución del caso ahora analizado.

13.3. Así las cosas, resulta ostensible que la resolución impugnada no está afectada de los vicios
denunciados por el demandante, pues en vista de las consideraciones previamente establecidas por
este Tribunal en la fundamentación del juicio de constitucionalidad indicado en esta sentencia, este
colegiado ha arribado a la conclusión que las disposiciones atacadas en inconstitucionalidad deben
ser declaradas inaplicables en el caso en concreto por los motivos antes expuestos y, por ende,
procede rechazar la presente demanda, dejando establecido que el señor Leonel Antonio Fernández
Reyna, conforme a la inaplicabilidad de las normas juzgadas en este caso, no tiene ningún
impedimento constitucional ni legal para ostentar una candidatura a un puesto de elección popular
por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) con miras a las elecciones generales de dos
mil veinte (2020).

13.4. En virtud de las disposiciones contenidas en los artículos 22, 23, 24, 74, 79, 82, 123, 201 y
214 de la Constitución de la República; 13, numeral 2 de la Ley núm. 29-11, Orgánica del Tribunal
Superior Electoral; 30, numeral 4 y 49, numeral 4 de la Ley núm. 33-18 de Partidos, Agrupaciones
y Movimientos Políticos; 134 de la Ley núm. 15-19 Orgánica de Régimen Electoral; 116 y
siguientes del Reglamento Contencioso Electoral y de Rectificación de Actas del Estado Civil y
14, literal k) del Estatuto del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el Tribunal Superior
Electoral,

DECIDE:

PRIMERO: ADMITIR en cuanto a la forma la demanda en nulidad incoada en fecha doce (12)
de noviembre de dos mil diecinueve (2019) por el señor Francisco Antonio Ventura Felipe contra
la Resolución núm. 4, aprobada en la XII Convención Nacional Electoral del Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD), celebrada en fecha veintisiete (27) de octubre de dos mil

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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diecinueve (2019), proceso en el cual figuran como demandados el Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), el Dr. Leonel Fernández Reyna y la Junta Central Electoral (JCE), por haber
sido interpuesta de conformidad con las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias
aplicables al caso.

SEGUNDO: DECLARAR IRRECIBIBLE la solicitud de reapertura de debates depositada en


fecha quince (15) de noviembre de dos mil diecinueve (2019) a la una y treinta y dos minutos de
la tarde (1:32 pm), suscrita por los señores José Altagracia González Espinosa, Manuel de Jesús
Florián, Genris Rodríguez, Bienvenido Reyes Shepard y Jonatan Eliezer Matos Beltré, en virtud
de que la reapertura de debates es una medida puesta a disposición de las partes del proceso o que
el Tribunal puede disponer de forma oficiosa, quedando excluida la posibilidad de que terceros
ajenos al proceso, como son los solicitantes, puedan formular dicha petición.

TERCERO: ACOGER las conclusiones de la codemandada Junta Central Electoral (JCE) y


DISPONER su exclusión del presente proceso, en razón de que el conflicto analizado concierne a
un diferendo intrapartidario, en el cual dicha institución no tiene la calidad de parte.

CUARTO: ACOGER la excepción de inconstitucionalidad formulada por el codemandado


Leonel Antonio Fernández Reyna, a la cual se adhirió el codemandado Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD), contra el artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18, el artículo 134 de la Ley núm.
15-19 y el artículo 10, parte in fine, del Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas
mediante convenciones o encuestas, dictado por la Junta Central Electoral (JCE) en fecha siete (7)
de mayo de dos mil diecinueve (2019) y, en consecuencia, DECLARAR INAPLICABLES a la
solución del presente proceso dichos artículos, por desconocer lo previsto en los artículos 22.1,
74.2 y 123 de la Constitución de la República, porque dichas disposiciones legales y reglamentarias
imponen requisitos no exigidos en la Constitución de la República para ostentar una candidatura a
un puesto de elección popular.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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QUINTO: RECHAZAR en cuanto al fondo la demanda de que se trata, en razón de que conforme
a lo decidido en el ordinal cuarto de este dispositivo, el codemandado Leonel Antonio Fernández
Reyna no tiene ningún impedimento constitucional ni legal para ostentar una candidatura a un
puesto de elección popular por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) con miras a las
elecciones generales de dos mil veinte (2020).

SEXTO: COMPENSAR las costas del procedimiento por tratarse de un asunto electoral.

SÉPTIMO: DISPONER que la presente sentencia sea notificada a las partes y a la Junta Central
Electoral (JCE) vía Secretaría y publicada en el Boletín Contencioso Electoral, para los fines de
lugar correspondientes.

En la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, capital de la República Dominicana,


a los dieciocho (18) días del mes de noviembre del año dos mil diecinueve (2019); año 176º de la
Independencia y 157º de la Restauración.

Firmada por los magistrados Román Andrés Jáquez Liranzo, juez presidente; Cristian Perdomo
Hernández, Rafaelina Peralta Arias, Ramón Arístides Madera Arias y Santiago Salvador Sosa
Castillo, jueces titulares, asistidos por Sonne Beltré Ramírez, Secretario General

Quien suscribe, Sonne Beltré Ramírez, secretario general del Tribunal Superior Electoral (TSE),
certifico y doy fe, que la presente copia es fiel y conforme al original de la Sentencia Núm. TSE-100-2019,
de fecha 18 de noviembre del año dos mil diecinueve (2019), correspondiente al expediente núm. TSE-118-
2019, que reposa en los archivos puestos a mi cargo, debidamente firmada por los magistrados que figuran
en la misma, en el mes y año en ella expresado, y fue firmada, leída y publicada por mí, que certifico.

En la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, capital de la República Dominicana, a los
seis (06) días del mes de diciembre del año dos mil diecinueve (2019), año 176º de la Independencia y 157º
de la Restauración.

Sonne Beltré Ramírez


Secretario General

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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VOTO DISIDENTE DE LA MAGISTRADA CRISTIAN PERDOMO HERNÁNDEZ

En ejercicio de las facultades previstas en el artículo 12, párrafo I, de la Ley Núm. 29-11, Orgánica
del Tribunal Superior Electoral, y 35 del Reglamento Contencioso Electoral, de fecha 17 de febrero
de 2016, en aras de ser cónsona con la posición sostenida durante las deliberaciones, a seguidas
presentamos los fundamentos que justifican nuestra disidencia respecto de la sentencia dictada con
ocasión del conocimiento del expediente número TSE-118-2019, guardando el debido respeto a la
decisión arribada por la mayoría del Pleno.

1. CONTEXTO FÁCTICO Y PROCESAL DEL CASO

1.1. Como ha quedado de manifiesto, el caso concierne a la demanda incoada por el ciudadano
Francisco Antonio Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), la
Junta Central Electoral (JCE) y el señor Leonel Antonio Fernández Reyna, en procura de que sea
declarada la nulidad de «la resolución No. 4 de la XII Convención Nacional Electoral del Partido
de los Trabajadores Dominicanos (PTD), celebrada el 27 de octubre del año en curso», por
presunta transgresión de los artículos 49, numeral 4, de la Ley núm. 33-18, de Partidos,
Agrupaciones y Movimientos Políticos, y 134 de la Ley núm. 15-19, Orgánica del Régimen
Electoral de la República. El reclamante solicita que se declare la nulidad «de la candidatura
presidencial del ciudadano Dr. Leonel Fernández Reyna», pues, a su juicio, éste «no es elegible
para el cargo», en aplicación de las mencionadas disposiciones normativas.

1.2. Es harto conocido –por su manejo mediático— el contexto en que se ha presentado el caso. El
ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna participó como precandidato a la Presidencia de la
República en las primarias abiertas y simultáneas celebradas por el Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) en fecha 6 de octubre de 2019. Conocido el resultado de esta contienda, el señor
Leonel Antonio Fernández Reyna optó por abandonar las filas del mencionado partido político y

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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encabezar una propuesta distinta, comúnmente conocida como «La Fuerza del Pueblo», la cual a
su vez habría de «fusionarse» al Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) para concretar su
participación en el venidero proceso electoral general que tendrá lugar entre los meses febrero y
mayo de 2020. Es en el marco de esta «fusión» que el hoy codemandado Leonel Antonio Fernández
Reyna se postula nuevamente a la Presidencia de la República, esta vez como candidato –y no
como precandidato— de la «fusión» resultante entre «La Fuerza del Pueblo» y el Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD).

1.3. De conformidad con los hechos probados ante este Tribunal, la materialización de la antedicha
«fusión» precisó la realización de algunas actuaciones partidarias previas, como la suscripción de
acuerdos y la celebración de reuniones de los principales órganos de dirección del Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD). Por lo que tiene que ver con el presente caso, conviene referir
lo ocurrido en fecha 27 de octubre de 2019, día en que tuvo lugar la Duodécima (XII) Convención
Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD). En dicho evento se
adoptaron diez resoluciones, entre ellas las siguientes:

Resolución número 2.- La XII Convención Nacional Electoral, en uso de las facultades que le confiere
la Ley y el estatuto partidario, APRUEBA participar en las elecciones presidenciales, congresuales y
municipales ordinarias a celebrarse en los meses de febrero y mayo del año dos mil veinte (2020),
bajo la modalidad de coalición y/o la suscripción de Pactos de Alianzas, totales o parciales, con los
Partidos: Bloque Institucional Social Demócrata (BIS), Partido de la Unidad Nacional (PUN), Fuerza
Nacional Progresista (FNP), Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC) y Partido Reformista
Social Cristiano (PRSC), así como con cualquier otra organización política que se encuentre en
disposición de integrarse a la misma, en similares condiciones. Todo de conformidad con lo dispuesto
por la Ley Orgánica de Régimen Electoral número 15-19, del 20 de febrero de 2019, la Ley 33-18 de
Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos del 15 de agosto de 2018 y el Reglamento de
Fusiones, Alianzas y Coaliciones de la Junta Central Electoral, de fecha siete (7) de mayo de 2019.

Resolución número 3.- APROBAR como en efecto APRUEBA que, como consecuencia de la anterior
resolución, los dirigentes autorizados en las normas estatutarias del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD)/Fuerza del Pueblo (FP), como máxima representación del partido, la Comisión

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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Política, quedan autorizados, por el mandato de esta convención, a ejecutar la presente decisión y
suscribir toda la documentación que se requiera a tales fines con las organizaciones políticas que
participen en la coalición y alianzas parciales de que se trata.

Resolución número 4.- APROBAR como en efecto APRUEBA que, en el marco de las coaliciones
y/o alianzas a suscribir el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)/Fuerza del Pueblo (FP)
presenta como su candidato para el nivel presidencial al doctor Leonel Antonio Fernández Reyna,
para las elecciones nacionales ordinarias presidenciales a celebrarse en el mes de mayo de 2020, por
lo que esta convención lo proclama como su candidato presidencial, ya sea personificando o
encabezando la alianza o cediendo ambas o una de estas, a otro partido en cualquier escenario, y muy
en especial en la coalición o alianza anteriormente definida. Esta convención OTORGA PODER al
candidato de la Coalición y/o Alianza, para designar al Candidato Vice Presidencial que le
acompañará en la fórmula presidencial, con poderes amplios para estructurar un gran frente opositor,
pudiendo, a libertad y sin necesidad de otra convención, recomponer la fórmula presidencial,
sustituyendo en cualquier momento a cualquiera de sus integrantes.

1.4. Así que en fecha 27 de octubre, mediante resolución adoptada al efecto por su Convención
Nacional Electoral, el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) decidió proclamar como su
candidato presidencial al hoy codemandado, Leonel Antonio Fernández Reyna, en el marco de una
alianza o coalición opositora que participará de forma conjunta en más de un nivel en las elecciones
generales de 2020. Este es el hecho principal a que se contrae el caso. No requiere mayor análisis,
entonces, la determinación de cuál era el punto nuclear del conflicto. En esencia, la valoración del
fondo del caso presentó al Tribunal una cuestión de particular delicadeza: la posibilidad de derivar,
a partir de diversas formulaciones normativas, un supuesto impedimento jurídico para la
postulación del señor Leonel Antonio Fernández Reyna como candidato a la Presidencia de la
República por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), o «La Fuerza del Pueblo», aun
después de haber participado como precandidato al mismo cargo en las primarias abiertas y
simultáneas celebradas por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) el pasado 6 de octubre.

1.5. Según se ha indicado en otra parte de esta sentencia, no es sino el 12 de noviembre del año en
curso que Francisco Antonio Ventura Felipe apodera a este colegiado de la demanda de que se

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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trata, justamente en procura de que se diese respuesta a la cuestión planteada en la parte final del
párrafo anterior. Tal y como se reveló durante la instrucción de la causa, el abordaje de tan espinoso
asunto dependía, no solo de la determinación del verdadero sentido de las normas invocadas por el
demandante en apoyo de su reclamo, sino también de examinar su conformidad con la
Constitución. Es precisamente en este punto que se genera nuestra discrepancia con el voto
mayoritario. Tal como se justifica a renglón seguido, no solo las normas legales enjuiciadas
devienen conformes con nuestro texto fundamental; es que, además, su sentido –aun cuando
pudiéramos estar contestes respecto de alguna imperfección o imprecisión lingüística— es uno,
claro e inequívoco: ciertas actividades político-partidistas, entre ellas la impugnada mediante la
presente demanda, no compatibilizan con el orden de principios y valores que nutren, fundan y
legitiman la propia Constitución, el régimen electoral y el sistema partidario.

2. PUNTOS DE ENCUENTRO CON EL VOTO MAYORITARIO

2.1. Como es nuestra costumbre, estimamos conveniente dejar constancia de los puntos en los que
coincidimos con el voto mayoritario. En ese sentido, consideramos acertada la decisión mayoritaria
respecto de los siguientes puntos:

(a) Admisibilidad de la demanda. Coincidimos con la mayoría en este aspecto, puesto que el
análisis del expediente permitió corroborar (a.i.) que el demandante presentó su reclamo
dentro de los treinta (30) días siguientes a la celebración de la reunión o convención
partidaria impugnada, dando así cumplimiento a lo previsto en el artículo 117 del
Reglamento Contencioso Electoral en cuanto a la presentación de esta clase de demandas;
y (a.ii.) que el impetrante es miembro del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD),

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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lo cual equivale a afirmar que posee la calidad precisa para figurar en el proceso, conforme
el artículo 116 del antedicho Reglamento y la jurisprudencia consolidada de este foro47.

(b) Sobre la reapertura de debates solicitada por los señores José Altagracia González
Espinosa, Manuel de Jesús Florián, Genris Rodríguez, Bienvenido Reyes Shephard y
Jonatan Eliezer Matos Beltré. Otro punto de concordancia con el voto mayoritario es el
relativo a la decisión adoptada respecto de la solicitud de reapertura de debates planteada
por los mencionados señores con ocasión del conocimiento del presente caso. Según explica
la mayoría del Pleno de esta Corte, la solicitud de reapertura de debates es una medida a
disposición de las partes en un litigio. No es lícito para un tercero ajeno al proceso plantear
esta medida. Esta conclusión no solo se aviene a la propia lógica de todo proceso judicial,
sino que además está respaldada por el criterio de la Corte de Casación48.

(c) Respecto de la exclusión de la Junta Central Electoral (JCE). El último punto de


coincidencia con la decisión mayoritaria tiene que ver con la exclusión de la Junta Central
Electoral (JCE) del proceso. En pocas palabras, consideramos –al igual que la mayoría—
que no existe entre dicho órgano constitucional y el objeto de la demanda una «relación
jurídica sustancial»49 que justifique su participación en el litigio. De suerte que la decisión
adoptada por la mayoría en este sentido es conforme con los cánones procesales aplicables.

2.2. Como se ha dicho, estos son los únicos puntos en los que lo resuelto se corresponde con nuestro
criterio. Discrepamos, pues, de la decisión adoptada respecto de la excepción de
inconstitucionalidad planteada por los codemandados Leonel Antonio Fernández Reyna y Partido

47
Véase, por todas, la sentencia TSE-012-2019, dada por este Tribunal Superior Electoral en fecha 8 de abril de 2019.
48
Cfr. Suprema Corte de Justicia, sentencia de fecha 10 de agosto de 1977, Boletín Judicial 801, pp. 1408-09; sentencia
número 29, del 25 de febrero de 1999, Boletín Judicial 1059; y sentencia número 13, de fecha 1º de noviembre de
2000, Boletín Judicial 1080, pp. 229-30.
49
Tribunal Superior Electoral, resolución número 001-2018, de fecha 5 de julio de 2018, p. 10.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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de los Trabajadores Dominicanos (PTD) y, consecuentemente, de lo establecido respecto del fondo


de la demanda. El siguiente epígrafe se dedica al desarrollo de las razones en que se sustenta nuestra
disidencia.

3. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA DISIDENCIA

3.1. El voto mayoritario optó por acoger la excepción de inconstitucionalidad planteada por Leonel
Antonio Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) contra los artículos
49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19, y 10 del «Reglamento para la escogencia
de candidatos y candidatas mediante convenciones o encuestas», dado por la Junta Central
Electoral (JCE) en fecha 7 de mayo de 2019. A juicio de los proponentes –y de la mayoría del
Pleno de este Tribunal—, dichas disposiciones vulneran la Constitución de la República en sus
artículos 22.1, 74.2 y 123. A raíz de esta determinación, las normas legales enjuiciadas fueron
declaradas «inaplicables a la solución del presente proceso», siendo entonces la demanda
rechazada en cuanto al fondo por entenderse que «el codemandado Leonel Antonio Fernández
Reyna no tiene ningún impedimento constitucional ni legal para ostentar una candidatura a un
puesto de elección popular por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) con miras a
las elecciones generales de dos mil veinte (2020)».

3.2. Así pues, la justificación de nuestra disidencia explora fundamentalmente estos dos puntos.
Para una mejor comprensión de esta postura, nuestros motivos serán desarrollados conforme el
siguiente esquema. En primer lugar, se expondrán las razones por las cuales consideramos que la
referida excepción de inconstitucionalidad debió ser rechazada, por no quedar configurados los
cargos planteados por los proponentes. En tal virtud, se explicarán los motivos por los cuales (A)
las normas legales enjuiciadas no devienen contrarias al artículo 22.1 constitucional, en la medida
en que no vulneran el «contenido esencial» del derecho fundamental a ser elegible; (B) las
disposiciones pretendidamente inconstitucionales tampoco vulneran el principio de razonabilidad

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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contenido en el artículo 74, numeral 2, de la Constitución, pues procuran un fin legítimo, mediante
un medio razonable y de conformidad con una relación de causalidad que compatibiliza con la
norma fundamental; y (C) las normas impugnadas tampoco contravienen el artículo 123
constitucional, puesto que, contrario a lo alegado por los proponentes, el legislador puede regular
el derecho de ciudadanía a elegir y ser elegible, siempre que dicha regulación no vulnere,
justamente, el principio de razonabilidad y el «contenido esencial» del derecho.

3.3. Respecto del fondo de la demanda, se plantean dos cuestiones distintas. (A) De un lado, se
evaluará el contenido de las normas cuya aplicación pretende el demandante en apoyo de su
reclamo, a fin de establecer su verdadero sentido, atendiendo a las posibilidades semánticas y
lingüísticas que estas plantean. (B) De otro lado, se justifica la identificación del sentido auténtico
de dichas disposiciones a partir de los principios contenidos en los artículos 211, 212 y 216 de la
Constitución, así como en consideración de los fines esenciales desarrollados en esta última
disposición constitucional y en el preámbulo de la Ley núm. 33-18. A nuestro juicio, el examen de
ambas cuestiones pone de manifiesto que las normas invocadas por el impetrante sí cancelan la
posibilidad de realización de actuaciones político-partidarias como la impugnada en la especie, de
suerte que llevaba razón el demandante al procurar la nulidad de la resolución número 4, adoptada
en la Duodécima (XII) Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) en fecha 27 de octubre de 2019.

3.4. Es útil precisar que el esquema propuesto no necesariamente sigue la estela del voto de la
mayoría. A la vista del razonamiento adoptado y desarrollado en la sentencia, parece dable afirmar
que el voto mayoritario parte de la premisa (a nuestro juicio, profundamente incorrecta) de que está
vedado al legislador ejercer su poder de regulación sobre el derecho de ciudadanía a elegir y ser
elegible, y que al hacerlo en la especie vulneró los artículos 22.1, 74.2 y 123 de la Constitución –
asumiendo así, por cierto, un juicio muy similar al que efectúa la jurisdicción constitucional, con
ocasión del ejercicio del control concentrado contemplado en el artículo 185.1 de la norma

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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sustantiva—. Dejando momentáneamente a un lado este último aspecto (pero sin ignorar su
evidente carácter problemático, y sin renunciar por tanto a un análisis más riguroso del mismo), el
voto mayoritario parece suponer, de entrada, que el legislador no puede establecer, por ejemplo,
condiciones para el ejercicio y goce, real y efectivo, del aludido derecho, o consagrar limitaciones,
por más leves o intensas que puedan resultar.

3.5. Desde este punto de vista, entonces, la destrucción de tan precariamente articulada posición
solo implica negar el núcleo del argumento. Es decir, basta con establecer (simplemente porque es
lo jurídicamente correcto) que el derecho de ciudadanía a elegir y ser elegible está sometido al
mismo presupuesto regulativo que los demás derechos individuales previstos en la Carta sustantiva
–precisamente, que la ley es el único mecanismo que puede establecer limitaciones y restricciones
a los derechos, siempre que se respete el principio de razonabilidad y su «contenido esencial»—,
para entonces destruir los demás cargos planteados por los proponentes.

3.6. Lo anterior sugiere, en definitiva, que superar la primera parte del argumento deja caer por su
propio peso las demás presuntas infracciones constitucionales que la mayoría imputa a las normas
enjuiciadas. Aun siendo esto correcto, lo conveniente es destruir cada posición por separado. A ello
se dedican los epígrafes siguientes.

3.7. Sobre la excepción de inconstitucionalidad planteada por el señor Leonel Antonio


Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)

3.7.1. Como se ha indicado, las disposiciones enjuiciadas son los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-
18, de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos; 134 de la Ley núm. 15-19, Orgánica del
Régimen Electoral; y 10 del «Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas mediante
convenciones o encuestas», dado por la Junta Central Electoral (JCE).

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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3.7.2. En primer lugar, conviene dejar constancia del contenido del artículo 49, numeral 4, de la
Ley núm. 33-18:

Artículo 49.- Requisito para ostentar una precandidatura. Para aspirar y ostentar una precandidatura
o candidatura en representación de un partido, agrupación o movimiento político, se requiere:

(…)

4) Que el aspirante a una precandidatura para un determinado evento electoral, en representación de


un partido, agrupación o movimiento político no haya participado como candidato por otro partido,
agrupación o movimiento político para el mismo evento electoral.

3.7.3. Por su parte, el artículo 134 de la Ley núm. 15-19 versa como sigue:

Artículo 134.- Transfuguismo en las candidaturas. Las personas que hayan sido nominadas para ser
postuladas por un partido, agrupación, movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo,
a un cargo de elección, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento
político o alianza, en el mismo proceso electoral.

3.7.4. Finalmente, el artículo 10 del «Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas


mediante convenciones o encuestas», dado por la Junta Central Electoral (JCE) en fecha 7 de mayo,
dispone lo siguiente:

Artículo 10. Los candidatos y candidatas que sean postulados en los cargos que han sido reservados
para la alta dirección partidaria deberán cumplir con los requisitos que establecen la Constitución y
las leyes en esa materia, excepto aquellos que provienen de otras organizaciones políticas, en lo
relativo al tiempo de permanencia en el partido, agrupación o movimiento y de manera específica
cuando se trate de alianzas o coaliciones, casos en los cuales se podrán presentar personas no
pertenecientes a la organización partidaria, siempre que las mismas no hayan participado en primarias
o convenciones de otros partidos y en las cuales no hubiesen ganado las posiciones a las que fueron
propuestos.

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3.7.5. Consideramos que dichas disposiciones no vulneran la Constitución de la República en el


presente caso, ya que no se configuran los cargos planteados por los proponentes. El análisis
particular de cada uno de los medios propuestos corrobora esta conclusión.

3.7.5.A) Sobre la alegada vulneración del derecho fundamental a ser elegible contenido en el
artículo 22.1 constitucional

3.7.5.A).1. Como es sabido, el artículo 22.1 de la Constitución dispone lo siguiente:

Artículo 22.- Derechos de ciudadanía. Son derechos de ciudadanas y ciudadanos:

1) Elegir y ser elegibles para los cargos que establece la presente Constitución;

(…).

3.7.5.A).2. A nuestro juicio, el análisis de la cuestión planteada implica, en esencia, examinar si


las disposiciones atacadas, en el plano de su aplicación, lesionan el «contenido esencial» del
derecho cuya vulneración se denuncia por vía incidental. En atención a ello, es preciso desarrollar
qué se entiende por «contenido esencial» de un derecho individual, y cuál es, entonces, el
«contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser elegible.

3.7.5.A).3. Al respecto, en su sentencia TC/0031/13, el Tribunal Constitucional de la República


señaló que «la teoría del contenido esencial es un aporte del pensamiento alemán a las ciencias
jurídicas»50 y con ella

50
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0031/13, de fecha 15 de marzo de 2013, p. 7, párr. 7.2.

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se parte de la idea de que todo derecho y libertad fundamental posee un contenido esencial que
constituye su razón de ser, de tal forma que si se vulnera, negándolo o desconociéndolo, el resultado
sería la imposibilidad material y jurídica de su ejercicio51.

3.7.5.A).4. En esa misma decisión, dicho colegiado expresó –haciendo acopio de lo resuelto al
respecto por el Tribunal Constitucional español52— que el «contenido esencial» constituye

aquella parte del contenido de un derecho sin el cual este pierde su peculiaridad o, dicho de otro
modo, lo que hace que sea recognoscible (sic) como derecho perteneciente a un determinado tipo. Es
también aquella parte del contenido que es ineludiblemente necesaria para que el derecho permita a
su titular la satisfacción de aquellos intereses para cuya consecución el derecho se otorga [, de manera
que] se rebasa o desconoce el contenido esencial cuando el derecho queda sometido a limitaciones
que lo hacen impracticable, lo que resulta más allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria
protección53.

3.7.5.A).5. No es ocioso rescatar que, para el Tribunal Constitucional español, el anterior no es el


único «camino» que permite una aproximación certera del concepto «contenido esencial». En
efecto, existe otra opción que, más que alternativa antitética o excluyente, resulta complementaria
de la definición expresamente asumida por el juez constitucional criollo. El propio Tribunal
Constitucional de España reconoce esta vía alterna y explica que la misma implica

acudir a lo que se suele llamar la naturaleza jurídica o el modo de concebir o de configurar cada
derecho. Según esta idea, hay que tratar de establecer una relación entre el lenguaje que utilizan las
disposiciones normativas y lo que algunos autores han llamado el metalenguaje o ideas generalizadas
y convicciones generalmente admitidas entre los juristas, los jueces y en general los especialistas en
Derecho. Muchas veces el «nomen» y el alcance de un derecho subjetivo son previos al momento en
que tal derecho resulta recogido y regulado por un legislador concreto. El tipo abstracto del derecho
preexiste conceptualmente al momento legislativo y en este sentido se puede hablar de una
recognoscibilidad de ese tipo abstracto en la regulación concreta. (…) Constituyen el contenido

51
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0031/13, de fecha 15 de marzo de 2013, pp. 7-8, párr. 7.2. Cursivas y
subrayado nuestro.
52
Cfr. España, Tribunal Constitucional, sentencia núm. 11/1981, de fecha 8 de abril de 1981, F.J. 8.
53
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0031/13, de fecha 15 de marzo de 2013, p. 8, párr. 7.3. Subrayado añadido.

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esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades o posibilidades de actuación necesarias para que
el derecho sea recognoscible como pertinente al tipo descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese
tipo y tiene que pasar a quedar comprendido en otro, desnaturalizándose por decirlo así. Todo ello
referido al momento histórico de que en cada caso se trata y a las condiciones inherentes en las
sociedades democráticas (…)54.

3.7.5.A).6. De lo anterior se desprende que el concepto de «contenido esencial» de un derecho


individual guarda estrecha relación con la exigencia de justificación de una limitación que dicho
derecho pudiera eventualmente padecer, como consecuencia del ejercicio del poder de regulación
que ostenta el legislador en dicho ámbito. Esto quiere decir que existe una dimensión de los
derechos fundamentales distinta a la que concierne a su ejercicio, y en función de la cual se
posibilita el examen respecto de si su «contenido esencial» se corresponde con aquella parte del
derecho que sobrevive, una vez ha operado una limitación justificada o legítima. Esto es cónsono
con la postura sostenida por sectores importantes de la dogmática constitucionalista, que defienden
la identificación del «contenido esencial» de un derecho mediante la constatación de lo que queda
tras la ponderación; es decir: «las restricciones que son acordes con el principio de
proporcionalidad no vulneran la garantía del contenido esencial aun cuando en el caso particular
no dejen nada del derecho fundamental. La garantía del contenido esencial se reduce al principio
de proporcionalidad»55.

3.7.5.A).7. En conexión con lo antes explicado, conviene recordar que el principio de


proporcionalidad está integrado por dos elementos: el primero consiste en el examen de la
adecuación de la limitación al bien jurídico que se quiere proteger; y el segundo se refiere al
examen de la lesión del derecho para el fin pretendido, el cual trata de valorar si la lesión se
corresponde proporcionalmente al fin que con ella se pretende. De esto se desprende que el

54
España, Tribunal Constitucional, sentencia núm. 11/1981, de fecha 8 de abril de 1981, F.J. 8. Subrayado y resaltado
añadidos.
55
Robert Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, 2ª ed. (Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2007), 259. Cursivas nuestras.

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contenido esencial de un derecho es respetado cuando la limitación que se le impone se justifica


razonablemente en la necesidad de preservar otros bienes jurídicamente relevantes que reclaman
protección. Identificar los intereses jurídicamente protegidos como núcleo central de derechos
subjetivos resulta, pues, en un ejercicio fundamental que hace referencia a aquella parte del
contenido del derecho que es absolutamente necesaria para que los intereses jurídicamente
defendibles, que dan razón al derecho, resulten protegidos de manera real, concreta y efectiva.

3.7.5.A).8. Establecido lo anterior, es útil señalar que en su sentencia TC/0175/13, el Tribunal


Constitucional de la República, haciendo suyo el criterio predominante en el sistema
interamericano de protección de derechos humanos, sostuvo –a lo cual nos adherimos— que el
«contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser elegible atañe a la posibilidad de que un actor
político pueda postularse como candidato «en condiciones de igualdad y acceder al cargo electivo
si alcanza la cantidad de votos necesarios para lograr la elección»56. Esto se aviene al criterio fijado
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Yatama, oportunidad en la cual se
estimó que «la participación mediante el ejercicio del derecho a ser elegido supone que los
ciudadanos puedan postularse como candidatos en condiciones de igualdad y que puedan ocupar
los cargos públicos sujetos a elección si logran obtener la cantidad de votos necesarios para ello»57.

3.7.5.A).9. Vale mencionar, en ese mismo tenor, lo resuelto por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Castañeda Gutman:

(…) los ciudadanos tienen el derecho de participar activamente en la dirección de los asuntos públicos
directamente mediante referendos, plebiscitos o consultas o bien, por medio de representantes
libremente elegidos. El derecho al voto es uno de los elementos esenciales para la existencia de la
democracia y una de las formas en que los ciudadanos expresan libremente su voluntad y ejercen el
derecho a la participación política. Este derecho implica que los ciudadanos pueden decidir

56
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0175/13, de fecha 27 de septiembre de 2013, párr. 9.1.2.
57
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Yatama. Sentencia de fecha 23 de junio de 2005 (excepciones
preliminares, fondo, reparaciones y costas), párr. 199.

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directamente y elegir libremente y en condiciones de igualdad a quienes los representarán en la toma


de decisiones de los asuntos públicos. Por su parte, la participación política mediante el ejercicio del
derecho a ser elegido supone que los ciudadanos puedan postularse como candidatos en condiciones
de igualdad y que puedan ocupar los cargos públicos sujetos a elección si logran obtener la cantidad
de votos necesarios para ello58.

3.7.5.A).10. Al tenor de estas consideraciones, se advierte que el «contenido esencial» del derecho
ciudadano a ser elegible se compone a partir de dos presupuestos fundamentales de realización: (i)
de una parte, el derecho a postularse a un cargo de elección popular, que comprende –dada su
estrecha relación— la prerrogativa de someterse a los procedimientos internos efectuados por las
organizaciones políticas reconocidas para la consecuente nominación de candidatos; y (ii) de otra,
el derecho a ocupar el cargo electivo, una vez obtenidos los votos necesarios para ello, y a ejercer
el mismo de conformidad con la ley y sin perturbaciones o injerencias arbitrarias e injustificadas59.
De esto se sigue que para que una norma pueda ser denunciada (o, en última instancia, declarada)
como transgresora de dicho «contenido esencial», esta necesariamente debe presentar o favorecer
prescripciones que, o bien impidan la propia postulación (al cargo de elección popular de que se
trate, cuando sea de forma directa, o al proceso interno correspondiente, cuando se ejerza
atravesando el tamiz partidario), o bien imposibilite el acceso a un cargo electivo una vez obtenido
el apoyo electoral preciso.

3.7.5.A).11. Según se explica a continuación, las normas enjuiciadas no poseen un contenido tal
que imposibilite la satisfacción de estos presupuestos de realización o que, aun garantizándolos,
impida que los efectos de dicha satisfacción se desplieguen en toda su debida extensión. Así pues,
bajo el prisma trazado por los motivos hasta aquí abordados, es posible extraer, a nuestro juicio,
las siguientes conclusiones:

58
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Castañeda Gutman. Sentencia de fecha 6 de agosto de 2008
(excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas), párr. 147.
59
Esta última condición (esto es, la de ejercer el cargo para el cual se ha sido electo sin perturbaciones y alteraciones
innecesarias) ha sido asumida y reiterada por el Tribunal Constitucional de España. Véase, por todas, la sentencia núm.
161/1988, de fecha 20 de septiembre de 1988, F.J. 6.

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 Respecto del artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18, es notorio que el mismo, lejos de tornar
impracticable el derecho de ciudadanía a ser elegible, lo que procura es franquear su
ejercicio con determinadas condiciones que se desprenden de los principios fundacionales
de los cuales se nutre el texto constitucional –y que a su vez irradian todo el espectro
electoral y político-partidario—. Así, la norma se limita a establecer un ámbito en el que
su ejercicio ha de efectuarse bajo una determinada condición, por demás sustentada en los
principios constitucionales que gobiernan el quehacer partidario.

El establecimiento de estas condiciones no despoja a los actores políticos del derecho, ni


hace nugatorio su ejercicio, ni torna ilusoria su garantía. Como se advierte, la norma no
impide la postulación (a falta de mejor término) originaria; es decir, el derecho a postularse
permanece vigente. La norma no impide a ningún militante ser nominado a una
candidatura; solo exige que previo a su nominación no haya participado en el mismo
proceso electoral por otro partido, agrupación o movimiento político, bien de forma directa
o a través de su respectivo proceso interno. En otras palabras, al amparo de esta regulación,
la prerrogativa y sus presupuestos de concreción permanecen operativos y su goce es libre
para todos los actores políticos, con la sola y exclusiva condición de que su ejercicio
mediante la presentación de una precandidatura o candidatura a un cargo electivo por un
partido político no esté precedido por la presentación de idéntica postulación por otra
organización reconocida en el mismo certamen.

Así las cosas, se advierte que la norma no desconoce –ni busca desconocer— el derecho;
más bien, procura proteger un interés, también de naturaleza constitucional, que concierne
al sistema político-partidario en el cual se sustenta la participación de ciudadanos y
ciudadanas en los procesos políticos que contribuyan a su fortalecimiento, de forma tal que
se respete su esencia y naturaleza como elementos fundamentales de la participación
democrática.

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 En cuanto al artículo 134 de la Ley núm. 15-19, del contenido de la norma se desprende
que su confección tampoco vulnera el «contenido esencial» del derecho a ser elegible. En
efecto, lo que la norma procura es regular el goce del derecho luego de ser ejercido para la
presentación de su titular como candidato por una organización política reconocida. Es
decir, se trata de una regulación posterior al ejercicio y goce efectivo del derecho, a fin de
evitar el surgimiento de escenarios no deseables a la luz de los valores y principios
contenidos en la Constitución y las leyes de la materia. Desde esta perspectiva, se trata de
una disposición que procura regular los efectos producidos por los procesos internos de
selección de candidatos a cargos de elección popular.

El propósito legislativo consiste, entonces, en establecer condiciones legítimas para el


ejercicio del derecho de ciudadanía a ser elegible con posterioridad a una nominación, lo
que a todas luces deviene cónsono con la Constitución.

 Por lo que tiene que ver con el artículo 10 del Reglamento para la escogencia de
candidatos y candidatas mediante convenciones o encuestas, la norma enjuiciada establece
condiciones de acceso a cargos electivos que en modo alguno lesionan el «contenido
esencial» del derecho a ser elegible. En efecto, lo que se pretende con esta disposición es
fijar parámetros de actuación ex post, esto es, condiciones que suceden al ejercicio efectivo
del derecho. De esta forma, la posibilidad del pleno goce y disfrute de su ejercicio subsiste
en toda su extensión. Lo único que se busca con la norma, en puridad, es delimitar las
posibilidades de todos los actores políticos una vez han sido presentados o nominados por
una organización política reconocida. De suerte que, más que comportar una limitación,
lo que la disposición analizada pretende establecer son exigencias que hacen a la esencia
del derecho, una vez este ha sido ejercido. Esto, además, deviene cónsono con los fines
esenciales de las leyes de la materia y con los principios y valores constitucionales, en la

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medida en la que pretende hacer efectivos propósitos de interés general como el


fortalecimiento interno de los partidos, el robustecimiento de los estándares de democracia
interna aplicables ad intra, y la potenciación de los derechos de los miembros y afiliados.

3.7.5.A).12. Por todo lo antes expuesto, la aplicación de estas disposiciones en modo alguno se
traduce en una vulneración o afectación del «contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser
elegible. Una disección objetiva del contenido de las normas atacadas revela que a lo que se apunta
es al establecimiento de condiciones para su ejercicio que, en todo caso, devienen aplicables con
posterioridad al goce real y efectivo del derecho. Ciertamente, y bajo esta óptica, las posibilidades
de goce y disfrute del derecho presuntamente vulnerado no desaparecen, sino que, muy por el
contrario, permanecen vigentes en la medida necesaria, quedando incólumes los presupuestos
fundamentales para su realización. Es de reconocer, en última instancia, que el establecimiento de
estas condiciones –que, de nuevo, suceden al ejercicio del derecho— se condice con el contexto
general en el que ha de ser ejercido el derecho de ciudadanía a elegir y ser elegible, según la
Constitución y los principios generales que gobiernan la materia.

3.7.5.A).13. En ese sentido, las normas contenidas en los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18, 134
de la Ley núm. 15-19 y 10 del «Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas
mediante convenciones o encuestas», de la Junta Central Electoral (JCE), no vulneran ni lesionan
el «contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser elegible contenido en el artículo 22.1 de la
Constitución de la República. Como se ha explicado, dichas normas no implican que el derecho en
cuestión quede sometido a limitaciones excesivas que impidan su pleno ejercicio. Esto último
queda demostrado, por demás de forma fehaciente y contundente, por el hecho de que el señor
Leonel Antonio Fernández Reyna pudo ejercer el derecho de ciudadanía a ser elegible sin
limitación o restricción alguna al someterse al escrutinio y a la voluntad de todas y todos los
electores hábiles, incluidos los del partido al que pertenecía, en tanto participante en las elecciones

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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primarias abiertas y simultáneas celebradas por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en


fecha 6 de octubre de 2019, organizadas por la Junta Central Electoral (JCE).

3.7.5.A).14. Es necesario entender, por otra parte, que el ejercicio de este derecho en un marco
razonable de ponderación respecto a las reglas de participación a la que se someten y quedan sujetos
los militantes de una organización política, cuando procuran acceder a una candidatura para un
cargo de elección popular mediante procesos democráticos de elección, genera una contrapartida
conductual consistente en el respeto a los resultados producidos en dichos procesos, sin menoscabo
del derecho de impugnación que asiste a todos los miembros y afiliados, y que consagra el artículo
30, numeral 4, de la Ley núm. 33-18.

3.7.5.A).15. En ese sentido, entendemos que ha sido muy acertada, ponderada y sabia la decisión
del legislador ordinario de limitar –no prohibir, como se ha alegado— el derecho de ciudadanía a
ser elegible, en un contexto de elecciones internas de los partidos, agrupaciones y movimientos
políticos en la República Dominicana, pues lo contrario supondría permitir la entronización de
prácticas no deseadas que provocarían el debilitamiento y la escisión de las organizaciones políticas
y, por consiguiente, la pérdida de credibilidad y confianza en el sistema democrático, fenómeno
que se ha venido verificando en la región, en gran parte –aunque no por esa única razón— por la
falta de regulación oportuna de conductas mesiánicas, oportunistas, insaciables y hasta
peligrosamente creativas respecto a un ejercicio prolongado del poder, que tiende a rebasar los
límites razonables que aconsejan la prudencia y el buen juicio, en procura de un necesario
equilibrio.

3.7.5.A).16. En definitiva, las prohibiciones contenidas en las normas atacadas no vulneran en la


especie el «contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser elegible, pues en este caso el mismo
fue ejercido en función de la vía de agotamiento prescrita por la ley, es decir, mediante la
postulación en las elecciones internas de un partido político reconocido. Por tal razón, es nuestro

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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parecer que, en rigor, lo procedente era desestimar el cargo, contrario a lo retenido por el voto
mayoritario.

3.7.5.B) Sobre la alegada vulneración del principio de razonabilidad

3.7.5.B).1. El artículo 74, numeral 2, de la Constitución de la República dispone –entre otras


cosas— que la regulación de los derechos fundamentales no puede contravenir el principio de
razonabilidad. Es sabido, en ese sentido, que la razonabilidad de una norma implica verificar si la
misma satisface el estándar derivado del numeral 15 del artículo 40 constitucional, esto es, si la
norma enjuiciada dispone «lo que es justo y útil para la comunidad» y, a la vez, no prohíbe «más
que lo que le perjudica». Por utilizar los términos del juez constitucional, la razonabilidad de una
norma, en puridad, «atiende a la necesaria proporcionalidad que debe existir entre los medios y los
fines perseguidos en [su] implementación»60.

3.7.5.B).2. En ese sentido, y conforme jurisprudencia consolidada del Tribunal Constitucional de


la República –asumida de forma expresa por este mismo colegiado61—, «para determinar la
razonabilidad de una norma legal se recurre (…) a someter la ley cuestionada a un test de
razonabilidad»62, que fundamentalmente consta de tres pasos: (i) análisis del fin buscado por la
norma; (ii) análisis del medio utilizado para alcanzar el fin; y (iii) análisis de la relación entre el
medio y el fin de la norma.

3.7.5.B).3. Por motivos de claridad expositiva, y en vista de que la imputación formulada en este
sentido por los proponentes de la excepción de inconstitucionalidad concierne a las tres

60
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0283/13, de fecha 30 de diciembre de 2013, párr. k).
61
Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-003-2018, de fecha 6 de abril de 2018.
62
Por todas: Tribunal Constitucional, sentencia TC/0044/12, de fecha 21 de septiembre de 2012, párr. 9.2.2.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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disposiciones normativas cuestionadas, procede aplicar el susodicho test de manera


individualizada:

 Sobre el artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18:

o Análisis del fin

De la lectura de la norma atacada se desprende que su fin es evitar que los


precandidatos inscritos por una organización política en un certamen electoral
determinado hayan participado previamente como candidatos por otro partido,
agrupación o movimiento político reconocido. Considerado en estos términos, se
trata de un fin legítimo, en la medida en que se pretende prevenir que el militante
de una organización política, una vez obtenida la condición de candidato en un
proceso electoral interno, pretenda o procure aspirar a la precandidatura de una
organización política distinta a la suya para el mismo proceso electoral. Dicho de
otra forma, se procura evitar que los actores políticos constituidos en candidatos en
un proceso comicial desechen dicha candidatura, abandonen el partido al que
pertenecen y se erijan como precandidatos en el marco de una oferta electoral
distinta del proyecto político originalmente defendido.

Esto evidentemente contribuye y tributa en favor del fortalecimiento y la estabilidad


del sistema partidario y el afianzamiento del régimen electoral. Lo primero, porque
así se procura que las organizaciones partidarias no padezcan deformaciones
organizativas y estructurales más o menos graves (producto de las propias
deserciones de actores políticos ya constituidos en candidatos) antes, durante o
después de una contienda electoral a nivel general, ya que ello indudablemente
distorsiona el contenido de su oferta y, a la vez, introduce en el electorado

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percepciones que pueden evitar que el resultado del torneo electoral sea valorado
como legítimo, justo y representativo63. Lo segundo, porque, justamente, la
estabilización de las estructuras partidarias fortalece la identificación entre la masa
social y las variadas ofertas electorales formalizadas por los canales
correspondientes, al tiempo que contribuye a la solidificación de las propuestas
políticas que cada grupo reconocido concreta ante el público. Es decir, y por
resumirlo de alguna manera, se robustece a lo interno y se uniformiza a lo externo.

o Análisis del medio

Se deduce del texto de la norma que el medio adoptado es la configuración de un


requisito específico para la presentación y sustentación de una candidatura o
precandidatura, siendo este, justamente, que el actor político titular de la misma no
haya participado por otra organización en el mismo proceso electoral. De esta
forma, el establecimiento del requisito constituiría el conducto a través del cual se

63
Este aspecto resulta de particular trascendencia en el contexto actual, profundamente marcado por la desconfianza
ciudadana hacia los partidos políticos y los propios procesos electorales. De hecho, los principales medios de
comunicación en el país se hicieron eco de los datos reportados por la más reciente «Encuesta del Barómetro de Las
Américas», que analizó el periodo 2018-2019. Al respecto, véase lo reportado en periódicos como Diario Libre
(«Dominicanos pierden confianza en instituciones y en la gestión de Danilo Medina», desde
https://www.diariolibre.com/actualidad/politica/dominicanos-pierden-confianza-en-instituciones-y-en-la-gestion-de-
danilo-medina-PF15459402), Listín Diario («Disminuye confianza en el Gobierno y partidos políticos, según
Barómetro de las Américas», desde https://listindiario.com/la-republica/2019/11/21/592582/disminuye-confianza-en-
el-gobierno-y-partidos-politicos-segun-barometro-de-las-americas) y Hoy («Encuesta Barómetro: crece desconfianza
en partidos», desde https://hoy.com.do/encuesta-barometro-crece-desconfianza-en-partidos/), en fecha 21 de
noviembre de 2019. El primero de estos medios reportó, por ejemplo, que conforme a la susodicha Encuesta, «la
confianza en las elecciones también ha seguido disminuyendo, con un nivel de solo 37.2 puntos en 2019». Misma
información recogió Listín Diario, agregándose a ello que «la identificación partidaria continúa en descenso. Al
preguntársele a la ciudadanía si simpatiza por un partido político, en el 2012 un 63.4% contestó afirmativamente, en
2016 un 42.4% y en el 2019 solo un 36.2%». El periódico Hoy, por su parte, informó –con base en lo reportado en la
mencionada Encuesta— que «los partidos políticos son las instituciones en las que menos confían los dominicanos»,
a los cuales le siguen en nivel de desconfianza los mismísimos procesos electorales. Según este último rotativo, «la
confianza en los partidos políticos ha tenido de manera continua el promedio más bajo, cayendo a 28.4 en 2019 en una
escala de 0 a 100. El promedio de confianza en el Congreso disminuyó a 41.0 y la confianza en las elecciones también
ha seguido disminuyendo».

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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persigue la consecución del fin. A nuestro juicio, el medio resulta legítimo, en la


medida en que configura una condición de tramitación que apunta a purgar de una
determinada oferta electoral todas aquellas candidaturas o precandidaturas cuyo
titular haya participado como candidato por otra organización en el mismo proceso.
En un tenor similar a lo arriba expuesto, no cabe duda de que esto promueve el
fortalecimiento organizacional y operativo de las agrupaciones políticas;
concomitantemente, se promueve una profunda solidificación de las propuestas
electorales, puesto que, en última instancia, se evita así que un mismo actor político
canalice más de un mensaje o estrategia político-electoral al público, lo que a su vez
contribuye a la certeza y transparencia del resultado, y al robustecimiento de la
identificación por parte de la mayoría victoriosa con los representantes
legítimamente seleccionados por la fuerza del voto.

o Análisis de la relación entre el medio y el fin

Como se ha indicado, la norma tiene por fin último la preservación de la estabilidad


del régimen partidario y el fortalecimiento de su aspecto institucional, la integridad
–y consecuente afianzamiento— de los procesos electorales y la garantía de la
confianza ciudadana en las ofertas electorales que sean presentadas periódicamente.
En este sentido, el medio empleado resulta cónsono con dichos fines, además de
devenir útil y provechoso para tal propósito. En efecto, el establecimiento de un
requisito para ser titular de una candidatura o precandidatura, consistente en la no
ostentación previa de una nominación por una organización política distinta,
armoniza y hace operativo el fin pretendido por la norma; dicho llanamente,
propicia su consecución. Y esto último, como se ha justificado, redunda en beneficio
del régimen político-partidario y del sistema electoral.

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 Sobre el artículo 134 de la Ley núm. 15-19:

o Análisis del fin

Del contenido de la norma enjuiciada se desprende que la misma tiene por fin evitar
que un militante sea postulado como candidato por dos organizaciones políticas
distintas en un mismo certamen electoral. El fin es, entonces, legítimo, por cuanto
lo que se pretende, en el límite, es fortalecer la institucionalidad partidaria –con las
consecuentes bondades que ello supone para el fortalecimiento del sistema
democrático—, propiciar la plena operatividad de los principios constitucionales
que fundamentan el régimen electoral (contenidos –pero no agotados— en los
artículos 21164 y 21265 de la norma fundamental), y favorecer la máxima
identificación entre el votante, el candidato y el aparato político que sustenta la
nominación (y, por descontado, la propuesta electoral).

o Análisis del medio

64
«Artículo 211.- Organización de las elecciones. Las elecciones serán organizadas, dirigidas y supervisadas por la
Junta Central Electoral y las juntas electorales bajo su dependencia, las cuales tienen la responsabilidad de garantizar
la libertad, transparencia, equidad y objetividad de las elecciones».
65
«Artículo 212.- Junta Central Electoral. La Junta Central Electoral es un órgano autónomo con personalidad jurídica
e independencia técnica, administrativa, presupuestaria y financiera, cuya finalidad principal será organizar y dirigir
las asambleas electorales para la celebración de elecciones y de mecanismos de participación popular establecidos por
la presente Constitución y las leyes. Tiene facultad reglamentaria en los asuntos de su competencia. Párrafo I.- La
Junta Central Electoral estará integrada por un presidente y cuatro miembros y sus suplentes, elegidos por un periodo
de cuatro años por el Senado de la República, con el voto de las dos terceras partes de los senadores presentes. Párrafo
II.- Serán dependientes de la Junta Central Electoral el Registro Civil y la Cédula de Identidad y Electoral. Párrafo III.-
Durante las elecciones la Junta Central Electoral asumirá la dirección y el mando de la fuerza pública, de conformidad
con la ley. Párrafo IV.- La Junta Central Electoral velará porque los procesos electorales se realicen con sujeción a los
principios de libertad y equidad en el desarrollo de las campañas y transparencia en la utilización del financiamiento.
En consecuencia, tendrá facultad para reglamentar los tiempos y límites en los gastos de campaña, así como el acceso
equitativo a los medios de comunicación».

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El medio utilizado para la consecución del fin es la consagración de una prohibición


–definitiva e incondicional— que previene la ostentación de más de una candidatura
por más de una organización política en el mismo certamen electoral. Desde esta
perspectiva, el medio resulta legítimo y útil, pues con ello se proscribe la titularidad
de candidaturas por partidos políticos distintos en una misma contienda por un único
actor político, sin cercenar del todo la posibilidad de ostentar una candidatura a un
cargo electivo por una organización política reconocida. Razón por la cual, a nuestro
juicio, el medio empleado deviene conforme con la Constitución.

o Análisis de la relación entre el medio y el fin

En este punto, se advierte que entre el fin y el medio existe una estrecha relación
que a todas luces deviene conforme con la Constitución vigente. En efecto, el interés
de la norma es fortalecer la institucionalidad y la democracia partidaria, y para ello
se proscribe la posibilidad de que un mismo actor político represente a dos o más
organizaciones políticas en un mismo proceso electoral. Ello resulta consecuente
con el fin, en la medida en que así se garantiza la integridad de la competencia a lo
externo, al tiempo que se robustecen y revalorizan conceptos como la fidelidad y
lealtad partidaria, solidificándose –de paso— la identificación entre votante,
candidato y partido proponente, propiciándose en paralelo una mayor
correspondencia entre el mensaje político canalizado por cada actor hacia el público
y la plataforma que lo ampara.

 Sobre el artículo 10 del Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas


mediante convenciones o encuestas:

o Análisis del fin

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Se advierte que la norma enjuiciada tiene un fin dual: (i) en primer lugar, procurar
que los/as candidatos/as postulados/as en función de las reservas de candidaturas
previstas en los artículos 57 y 58 de la Ley núm. 33-18 cumplan con «los requisitos
que establecen la Constitución y las leyes», con la única excepción de los/as
candidatos/as «que provienen de otras organizaciones políticas», los cuales quedan
exentos de cumplir con los requisitos relativos «al tiempo de permanencia en el
partido, agrupación o movimiento» de que se trate; y (ii) en segundo lugar, que los
actores políticos que sean presentados en función de alianzas o coaliciones, aun sin
ser miembros del partido proponente en cabeza de la alianza o coalición, «no hayan
participado en primarias o convenciones de otros partidos y en las cuales no
hubiesen ganado las posiciones a las que fueron propuestos».

Como es notorio, la norma pretende que se cumpla con la Constitución y las leyes,
al tiempo que reincide en los fines procurados por las normas antes enjuiciadas, esto
es, la preservación de la estabilidad del sistema partidario y el fortalecimiento de su
régimen institucional, la integridad y consecuente afianzamiento de los procesos
electorales, y la garantía de la confianza ciudadana en las ofertas electorales que
sean presentadas periódicamente. Desde este punto de vista, es incuestionable que
el fin deviene legítimo y resulta conforme con la Constitución.

o Análisis del medio

Según se desprende del contenido de la norma, el medio empleado consiste en el


establecimiento de condiciones a la postulación de candidaturas a cargos de elección
popular de conformidad con las reservas previstas en la ley, o en función de alianzas
o coaliciones. Dichas condiciones conciernen (a) al cumplimiento de la

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Constitución y las leyes de la materia, y (b) a la postulación como candidatos de


actores políticos que no hayan participado previamente en primarias o convenciones
efectuadas por organizaciones políticas distintas a la que promueve la nominación.

Planteado en los términos anteriores, el medio empleado deviene legítimo y


ajustado a la Carta fundamental. En efecto, de más está decir que la satisfacción de
los requisitos previstos en la Constitución y la ley es una exigencia que resulta
cónsona con lo establecido en los artículos 666, 10967 y 11068 de la norma suprema.
En cuanto a la segunda condición, la misma también resulta legítima, en la medida
en que su alcance pretende hacer operativos los principios establecidos en los
artículos 211, 212 y 216 de la Constitución.

o Análisis de la relación entre el medio y el fin

Como es notorio, puede establecerse entre el fin y el medio una relación razonable
y legítima. En efecto, la consecución del fin declarado por la norma (el respeto al
ordenamiento jurídico y la preservación de la estabilidad y la institucionalidad en
los órdenes partidario y electoral) se hace operativo mediante el establecimiento de
las condiciones que reproduce en su núcleo el medio empleado. Exigir el
cumplimiento de la Constitución y las leyes y proscribir la presentación como
candidatos de un partido a actores políticos que ya hayan pasado por el tamiz que

66
«Artículo 6.- Supremacía de la Constitución. Todas las personas y los órganos que ejercen potestades públicas están
sujetos a la Constitución, norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico del Estado. Son nulos de pleno
derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto contrarios a esta Constitución».
67
«Artículo 109.- Entrada en vigencia de las leyes. Las leyes, después de promulgadas, se publicarán en la forma que
la ley determine y se les dará la más amplia difusión posible. Serán obligatorias una vez transcurridos los plazos para
que se reputen conocidas en todo el territorio nacional».
68
«Artículo 110.- Irretroactividad de la ley. La ley solo dispone y se aplica para lo porvenir. No tiene efecto retroactivo
sino cuando sea favorable al que esté subjúdice o cumpliendo condena. En ningún caso los poderes públicos o la ley
podrán afectar o alterar la seguridad jurídica derivada de situaciones establecidas conforme a una legislación anterior».

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configuran los procesos eleccionarios internos de otras organizaciones políticas son


medios que hacen a la esencia del fin buscado por la norma. De suerte que, en
puridad, la norma deviene útil y razonable.

3.7.5.B).4. De la exposición anterior se desprende que las normas atacadas incidentalmente no


infringen el principio de razonabilidad. Los fines y medios procurados son legítimos, razonables
y útiles, y existen entre estos –en todos los casos, como se ha visto— una relación de causalidad
que determina su conformidad o correspondencia con la Constitución. En esta línea, es correcto
descartar que las mismas, en el plano aplicativo, vulneren dicho principio.

3.7.5.C) Sobre la alegada transgresión del artículo 123 constitucional

3.7.5.C).1. Entendemos que el voto mayoritario razona erróneamente cuando examina la alegada
vulneración del artículo 123 de la Constitución. El argumento enarbolado por los proponentes –y
acogido por la mayoría de este Pleno— es que la vulneración se desprende de la imposibilidad que
pesa sobre el legislador de regular el derecho de ciudadanía a ser elegible al cargo de Presidente de
la República. A juicio de los codemandados señor Leonel Antonio Fernández Reyna y Partido de
los Trabajadores Dominicanos (PTD), el legislador no puede regular el derecho individual en
cuestión de una manera que rebase las condiciones ya establecidas, de manera aparentemente
definitiva e invariable, por el constituyente.

3.7.5.C).2. Consideramos conveniente iniciar el abordaje del cargo planteado con una remisión al
texto del artículo 123 constitucional:

Artículo 123.- Requisitos para ser Presidente de la República. Para ser Presidente de la República
se requiere:

1) Ser dominicana o dominicano de nacimiento u origen;

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2) Haber cumplido treinta años de edad;

3) Estar en pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos;

4) No estar en el servicio militar o policial activo por lo menos durante los tres años previos a las
elecciones presidenciales.

3.7.5.C).3. Según se adelantó en párrafos anteriores, tras esta aseveración se agazapa una
embarazosa incomprensión. Y es que aunque la formulación normativa antes transcrita es clara al
establecer que son cuatro las condiciones que han de satisfacerse para aspirar a la Presidencia de
la República, de ello no se sigue que pese sobre el legislador una prohibición de regular el derecho
ciudadano a ser elegible. Se trata, así, de una falacia non sequitur, que omite lo previsto en el
artículo 74, numeral 2, de la Constitución, curiosamente enarbolado por los proponentes de la
excepción en apoyo de la misma. En efecto, la mencionada disposición autoriza al legislador, en
los «casos permitidos» por la propia Constitución, a regular «el ejercicio de los derechos y
garantías fundamentales, respetando su contenido esencial y el principio de razonabilidad».

3.7.5.C).4. En este punto, es útil realizar algunas precisiones elementales. En primer lugar, es de
notar que el constituyente no establece distinción alguna entre los derechos y garantías
fundamentales que pueden ser objeto de regulación legal. El recurso a la fórmula «los derechos y
garantías fundamentales» en el artículo 74.2 constitucional es sintomático de este fenómeno. De
manera que solo una interpretación tendenciosa de lo consignado por el constituyente puede
conducir a la conclusión de que existe un catálogo de derechos individuales extraídos de forma
absoluta e irrevocable del poder de configuración del legislador. Sí existen límites a dicho poder –
el principio de razonabilidad y el «contenido esencial» de cada derecho—, pero esto en modo
alguno implica que exista un grupo de derechos objeto de regulación, y otro no. Puede que este
punto constituya una verdad de Perogrullo. Se trata, sin embargo, de un argumento que sobrevoló
todo el razonamiento de los proponentes de la excepción, y que asciende, sin más, a un despropósito

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de proporciones monumentales. Es obvio que «es la ley (…) la fuente de las normas que imponen
a los ciudadanos cualquier género de obligaciones y cargas o de restricciones a los derechos
fundamentales»69.

3.7.5.C).5. En conexión con lo anterior, tampoco es cierto –según lo alegado por los proponentes
de la excepción— que el sintagma «casos permitidos» designa una lista cerrada de derechos
fundamentales que sí pueden ser regulados por la ley, distinta a otro supuesto grupo de derechos
que son intocables para el legislador. Los codemandados pretenden derivar de esta expresión una
suerte de prohibición general de regulación, acompañada por supuestos casos puntuales
autorizados para el legislador. Pero lo cierto –y, en gran medida, lógico— es que la única
interpretación sostenible del presupuesto regulativo contemplado en el artículo 74.2 constitucional
es justamente la contraria: de lo que se trata es de una autorización general de regulación en favor
del legislador, limitada por el principio de razonabilidad y la exigencia de respeto del «contenido
esencial» de cada derecho individual. En el límite, la inconsistencia del argumento es demostrable
a partir de una rápida radiografía –precaria, por superficial, pero ilustrativa y reveladora— del
catálogo de derechos fundamentales desplegado en la Constitución. Es fácil advertir que las
autorizaciones expresas de regulación legal –reclamo que se sitúa en el trasfondo de la
argumentación de los proponentes de la excepción— brillan por su ausencia; muy por el contrario,
es un denominador común en materia de derechos fundamentales la remisión abierta y general a
la ley, constante e insistente precisamente por tratarse de un postulado básico y elemental de todo
Estado constitucional. Se trata, en esencia, de un axioma del derecho constitucional
contemporáneo.

3.7.5.C).6. A nuestro juicio, argumentos como los planteados por el señor Leonel Antonio
Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) solo pueden derivar de una

69
Eduardo Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. I, 3ª ed. (Santo Domingo: Iusnovum, 2010), 314.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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convicción profundamente problemática. En efecto, esta clase de razonamientos hace causa común
con una tendencia iusfilosófica que concibe los derechos como «un instrumento insaciable,
devorador de la democracia, del espacio político y, a fin de cuentas, de la propia autonomía moral
de la cual los hacemos derivar»; en su formulación más radical, esta manera de pensar promueve
«la defensa de los derechos hasta el sacrificio de los propios rasgos democráticos de nuestros
ordenamientos constitucionales»70. No es demasiado difícil adivinar los extremos a los que puede
conducir esta ideología. Dicho de manera particularmente descarnada, reducir al mínimo –o, como
en la especie, a niveles caricaturescos— el poder de regulación del legislador sobre los derechos
fundamentales hace tambalear los propios cimientos del Estado constitucional, en la medida en que
se sustrae del poder de las mayorías ciudadanas la facultad de disponer por sí mismas el contenido
y la extensión de los derechos (abstracta y vagamente) establecidos en la Constitución. Ello
conduce, en fin,

(…) al sacrificio de la democracia entendida como método de elección y decisión política de


individuos iguales en autonomía moral y, por ello, iguales en su capacidad de ser titulares de derechos.
Conduce, en definitiva, a segar el vínculo entre los derechos y sus propios titulares. Y conduce, en
último lugar, a una (implícita) solución del problema de la autoridad en clave de un activismo judicial
potencialmente ilimitado. La minusvaloración del problema formal de la gestión del contenido
sustancial de los derechos (…) constituye, en definitiva, ella misma, una respuesta (oculta) al
problema de la autoridad política, una respuesta que, sin embargo, repudia el principio de la
administración democrática de los derechos71.

3.7.5.C).7. Aun en el plano conceptual, la postura planteada por los proponentes –y aceptada por
el voto mayoritario— conduce a defender una idea que algunas de las voces más destacadas de la
doctrina ya han catalogado como «errada»72. En efecto, sostener que está vedado al legislador
participar en la regulación de los derechos fundamentales, o que solo puede hacerlo en los

70
Anna Pintore, “Derechos insaciables”, en Los fundamentos de los derechos fundamentales, 4ª ed., eds. Antonio de
Cabo y Gerardo Pisarello (Madrid: Trotta, 2009), 243.
71
Pintore, 246. Subrayado nuestro.
72
Luis Prieto Sanchís, Justicia constitucional y derechos fundamentales, 3ª ed. (Madrid: Trotta, 2014), 220.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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casos en que expresamente se le autoriza a ello, implica asumir en un estadio anterior «que
los derechos aparecen delimitados desde la Constitución, o de que entre los derechos y sus
límites existen fronteras nítidas»73. Así pues,

(…) conviene deshacer un equívoco. (…) [R]esulta por completo ilusorio pensar que, a partir de la
idea de unos derechos ya delimitados plena o definitivamente en la Constitución, las intervenciones
legislativas habrían de ser menores o menos vigorosas: primero porque si, como veremos, el
legislador cuenta con una habilitación general para regular el ejercicio de los derechos con respeto a
su contenido esencial (…), parece que al menos ostenta una competencia configuradora sobre el
contenido no esencial o accesorio, cualquiera que éste sea; segundo, porque las remisiones
constitucionales en favor de la ley son numerosísimas, hablándose incluso de ciertos derechos de
configuración legal originaria. Pero, sobre todo, en tercer lugar, porque los derechos operan como
principios que impregnan el conjunto del ordenamiento y que entran en relación (por no decir todavía
colisión) con otros derechos, bienes o intereses que son objeto indiscutible de regulación ordinaria
por parte del legislador. De modo que el debate entre delimitación y limitación de los derechos no
afecta, ni podría afectar, al número de las intervenciones legislativas en la esfera de las libertades. Sí
afecta, en cambio, y de un modo singular, a la calidad de las mismas y a las posibilidades de su
enjuiciamiento; en el fondo, lo que está en juego detrás del problema de los límites o contornos de un
derecho es más bien el problema de los límites que pesan sobre los poderes públicos a la hora de
intervenir en su ámbito. En efecto, el núcleo de la cuestión reside en cómo han de ser tratadas las
acciones del poder –por ejemplo, las leyes— que de algún modo regulan o se proyectan sobre el
ejercicio de los derechos74.

3.7.5.C).8. De manera que la reserva de ley contenida en el artículo 74.2 constitucional, concebida
como una habilitación general limitada en favor del legislador en materia de derechos
constitucionales, viene a ser el complemento o contrapeso necesario al lenguaje abierto, abstracto
e indeterminado adoptado por el constituyente en su formulación. Por ello se alude a la reserva de
ley en este ámbito como «una actividad configuradora ineludible e integrada en la Constitución
misma»75. Bajo esta óptica, «la necesidad de regulación legislativa de los derechos fundamentales

73
Prieto Sanchís, 220.
74
Prieto Sanchís, 220-21. Subrayado y resaltado nuestro.
75
Prieto Sanchís, 221-22.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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se explica por la incompletud (sic) de la regulación de los derechos fundamentales»76. Pero, que se
entienda bien:

[e]ste laconismo y parquedad que caracteriza a las prescripciones en materia de derechos


fundamentales no es un defecto de la Constitución sino que es función de la imposibilidad
constitucional de establecer las restricciones que el disfrute simultáneo implica por todos los titulares,
la necesidad de compatibilizar el ejercicio de unos derechos con el de otros, realizando las
acomodaciones necesarias; o verificar la protección penal de los mismos, estableciendo sanciones a
la conducta que les sea contraria; o salvar las intervenciones gubernativas o judiciales a su disfrute,
como excepciones procesalmente establecidas. Todo ello hace necesario la actuación de los poderes
públicos en el ámbito de los derechos fundamentales, actuación que, por demás, es un mandato
constitucional en virtud del artículo 68 (…). Esa actuación es, en primer término, de carácter
normativo y debe ser desplegada, sobre todo, por el legislador a quien se le reserva la regulación de
los derechos fundamentales77.

3.7.5.C).9. En conexión con lo anterior, es preciso recordar que, a pesar de que el advenimiento del
Estado constitucional contemporáneo conllevó la ruptura con órdenes y cánones peligrosamente
próximos al absolutismo y el legicentrismo de otros tiempos, lo cierto es que ello tampoco ha de
conducir –no debe conducir— a vaciar de contenido el ámbito político. Con ello se intenta afirmar,
en similar sentido a lo defendido por importantes sectores de la dogmática constitucional, que a la
política –entendida esta como la actividad propia de los estamentos representativos, concretamente
las asambleas legislativas— todavía «le queda confiada lo que los sociólogos llaman la
implementación de las funciones y de las instituciones de garantía, es decir, su creación y su
regulación en acatamiento del mandato constitucional»78; entiéndase,

en acatamiento, precisamente, de la obligación de producir una legislación de actuación de los


derechos y de sus garantías. Todos los derechos fundamentales, de hecho, requieren una legislación
que los haga aplicables. Incluso el derecho a la vida y a la integridad personal no estaría garantizado
si no estuviera previsto el delito de homicidio (garantía primaria) y su correlativa sanción (garantía

76
Eduardo Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. II, 2ª ed. (Santo Domingo: Iusnovum, 2012), 80.
77
Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. II, 80. Subrayado añadido.
78
Luigi Ferrajoli, Democracia constitucional y derechos fundamentales, 2ª ed. (Madrid: Trotta, 2010), 108.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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secundaria). Esta legislación de actuación es competencia de la política. Representa, por así decirlo,
su función más alta y legitimante (sic). Y es de la actuación de la constitución de lo que depende la
legitimación sustancial de las funciones de gobierno, que es siempre una legitimación a posteriori,
que se suma a su legitimación formal proveniente, a priori, de la representación política79.

3.7.5.C).10. A partir de esto, se apunta, no sin razón, que la Constitución provee a las fuerzas
políticas suficiente «espacio» para desarrollar las «reglas de actuación y decisión» abstractamente
planteadas en su texto80. Es decir, los “puntos de orientación” que ofrece el texto constitucional
han de ser concretados por los órganos políticos. El hecho de que la Constitución no regule con
suficiente precisión algunas «cuestiones de la vida política», o que lo haga «solo a grandes rasgos»,
no ha de ser interpretado como «una renuncia a su regulación»; más bien, o «además de ello, hay
que ver con frecuencia también en dicha actitud una garantía constitucional de la libre discusión y
de la libre decisión de estas cuestiones»81.

3.7.5.C).11. Es útil agregar a lo arriba explicado que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
se ha pronunciado en ese mismo sentido, entronizando así la única interpretación
constitucionalmente admisible del artículo 74.2 constitucional. Ya en su sentencia TC/0031/13, al
juzgar la conformidad con la Constitución del artículo 86 de la Ley núm. 275-97 –hoy derogada
por la Ley núm. 15-19—, dicho colegiado indicó que «el legislador tiene la potestad de regular el
ejercicio de tales derechos [léase, de los derechos político-electorales]»82. En un caso similar, la
jurisdicción constitucional estimó que:

79
Ferrajoli, 108-09. Énfasis añadido.
80
Konrad Hesse, Escritos de derecho constitucional, trad. Pedro Cruz Villalón y Miguel Azpitarte Sánchez (Madrid:
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2012), 47.
81
Hesse, 47.
82
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0031/13, de fecha 15 de marzo de 2013, p. 7, párr. 7.1. El Tribunal arribó a
la misma conclusión con relación al derecho fundamental a la libertad de empresa, confirmándose así que los derechos
fundamentales, en general, pueden ser regulados por el legislador siempre que su labor se ajuste a los límites
establecidos en el artículo 74.2 constitucional. Sobre este último caso, véase: Tribunal Constitucional, sentencia
TC/0196/13, de fecha 31 de octubre de 2013, p. 15, párr. 9.1.5.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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(…) el derecho al sufragio pasivo o derecho a ser elegido, es la prerrogativa que corresponde a todo
ciudadano, que cumpla con determinados requisitos de elegibilidad, para postularse mediante
candidaturas a un cargo público electivo en condiciones jurídicas de igualdad. Este derecho, sin
embargo, no reviste un carácter absoluto sino relativo, pues el Estado puede regular su ejercicio
siempre y cuando se observen los requerimientos de legalidad, finalidad legítima y proporcionalidad
(…)83.

3.7.5.C).12. Por si aún quedara espacio para dudas, en su decisión TC/0201/13 el Tribunal
Constitucional precisó que la potestad de regulación que el artículo 74.2 constitucional consagra
en beneficio del legislador «es extensiva a toda la producción de normas que regulen o no el
ejercicio de derechos o garantías fundamentales»84. Así que, de conformidad con la jurisprudencia
consolidada de la jurisdicción constitucional –vinculante a todos los poderes públicos por
aplicación del artículo 184 de la norma fundamental85—, no solo el Estado tiene la potestad de
regular el ejercicio de los derechos fundamentales, sino que tal prerrogativa no conoce excepciones
dentro del catálogo de derechos individuales contenido en la Constitución.

3.7.5.C).13. Todo esto, por demás, se aviene al criterio predominante a nivel comparado e incluso
a lo interno del propio sistema interamericano de protección de derechos humanos. Basta referir,
como prueba de ello, lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su
Opinión Consultiva OC-6/86, de fecha 9 de mayo de 1986:

(…) la protección de los derechos humanos requiere que los actos estatales que los afecten de manera
fundamental no queden al arbitrio del poder público, sino que estén rodeados de un conjunto de
garantías enderezadas a asegurar que no se vulneren los atributos inviolables de la persona, dentro de
las cuales acaso la más relevante tenga que ser que las limitaciones se establezcan por una ley

83
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0050/13, de fecha 9 de abril de 2013, p. 8, párr. 9.1.2. Subrayado añadido.
84
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0201/13, de fecha 13 de noviembre de 2013, p. 35, párr. 10.24. Para el
Tribunal, esta aseveración comporta un hecho «comprensible».
85
«Artículo 184.- Tribunal Constitucional. Habrá un Tribunal Constitucional para garantizar la supremacía de la
Constitución, la defensa del orden constitucional y la protección de los derechos fundamentales. Sus decisiones son
definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vinculantes para los poderes públicos y todos los órganos del
Estado. Gozará de autonomía administrativa y presupuestaria».

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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adoptada por el Poder Legislativo, de acuerdo con lo establecido por la Constitución. A través de este
procedimiento no solo se inviste a tales actos del asentimiento de la representación popular, sino que
se permite a las minorías expresar su inconformidad, proponer iniciativas distintas, participar en la
formación de la voluntad política o influir sobre la opinión pública para evitar que la mayoría actúe
arbitrariamente. En verdad, este procedimiento no impide en todos los casos que una ley aprobada
por el Parlamento llegue a ser violatoria de los derechos humanos, posibilidad que reclama la
necesidad de algún régimen de control posterior, pero sí es, sin duda, un obstáculo importante para el
ejercicio arbitrario del poder86.

3.7.5.C).14. Lo arriba explicado, por cierto, es cónsono con la lógica inherente al propio sistema
interamericano. Ello permite destruir uno de los infundios en que se sustentó la postura de los
proponentes. Y es que si bien es cierto que el artículo 23.2 de la Convención Americana de
Derechos Humanos dispone que los derechos político-electorales pueden ser regulados por ley
«exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad
civil o mental o condena, por juez competente, en proceso penal», es igualmente correcto que el
artículo 30 de la misma pieza normativa establece que las restricciones autorizadas por la
Convención a los derechos en ella previstos «no pueden ser aplicadas sino conforme a leyes que se
dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido establecidas».
Esto quiere decir que los derechos político-electorales no son absolutos, sino que su ejercicio ha
de producirse de conformidad «con las restricciones establecidas en las leyes y permitidas por los
tratados internacionales, [las cuales] deben de ser necesarias y proporcionales de acuerdo con lo
establecido por los Estados democráticos»87. En palabras de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos:

El sistema interamericano [no] impone un sistema electoral determinado ni una modalidad específica
para el ejercicio de los derechos a votar y ser votado. La Convención Americana establece
lineamientos generales que determinan un contenido mínimo de los derechos políticos y permite a los

86
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-6/86, de fecha 9 de mayo de 1986, p. 6, párr.
22.
87
Christian Steiner y Patricia Uribe (coord.), Convención Americana sobre Derechos Humanos comentada (Bogotá:
Fundación Konrad Adenauer, 2014), 716. Cursivas nuestras.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
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Estados que dentro de los parámetros convencionales regulen esos derechos de acuerdo a sus
necesidades históricas, políticas, sociales y culturales, las que pueden variar de una sociedad a otra,
e incluso en una misma sociedad, en distintos momentos históricos88.

3.7.5.C).15. Lo precedentemente expuesto revela, entonces, que el argumento planteado por los
codemandados deriva de una interpretación tendenciosa de lo previsto en el artículo 23.2 de la
citada Convención. Es decir, dicha norma proscribe que el ejercicio de los derechos político-
electorales sea regulado por motivos diferentes a los establecidos de forma expresa por ella misma,
pero nada dice acerca de la regulación que pueda aplicarse al momento posterior al ejercicio de
dichos derechos, esto es, a la regulación de las situaciones que se presenten luego de su disfrute
pleno y efectivo. Es así como se origina el punto de conexión que permite realizar una
interpretación armónica de ambas disposiciones. Y es que la Convención no prohíbe que los
asuntos públicos que conciernen al ejercicio de los derechos político-electorales –esto es, aquellas
cuestiones que trascienden su ejercicio— sean regulados mediante ley. Por el contrario, lo autoriza
de forma expresa en su artículo 30. Se nos concederá, entonces, que la regulación, por ejemplo, del
transfuguismo es uno de aquellos ámbitos «de interés general» que la Convención autoriza a
legislar de conformidad con propósitos legítimos y en atención a «lo establecido por los Estados
democráticos», más aún en nuestro país, en el que las «necesidades históricas, políticas, sociales y
culturales» son, justamente, las que han dado al traste con la instauración del modelo de Estado
constitucional imperante a la fecha. Es dable concluir, pues, que se está ante un despropósito
jurídico que no debe ocupar demasiado la atención de la comunidad jurídica.

3.7.5.C).16. Retomando una idea anterior, conviene indicar que el criterio asumido por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, mediante su Opinión Consultiva OC-6/1986, antes citada,
ha sido asumido por la jurisprudencia comparada. En efecto, tal ha sido la posición, por ejemplo,
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de los Estados Unidos Mexicanos. En

88
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Castañeda Gutman. Sentencia de fecha 6 de agosto de 2008
(excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas), párr. 166.

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ese sentido, dicho colegiado estimó, en su decisión recaída con relación al expediente SUP-AG-
10/2008, de fecha 21 de febrero de 2008, lo siguiente:

(…) el derecho político-electoral a ser votado no es absoluto, sino que se trata de un derecho
fundamental de base o consagración constitucional y configuración legal, en cuanto a que deben
establecerse en la ley las calidades (circunstancias, condiciones, requisitos o términos) para su
ejercicio por parte de los ciudadanos, por lo que el legislador ordinario tiene la competencia para
establecer ciertas delimitaciones al citado derecho mediante una ley, con el objeto de posibilitar su
ejercicio y armonizarlo con otros derechos igualmente valiosos y determinados principios,
valores o fines constitucionales89.

3.7.5.C).17. De esta forma, y habiendo establecido que las normas enjuiciadas (a) no lesionan el
«contenido esencial» del derecho de ciudadanía a ser elegible, (b) no devienen contrarias al
principio de razonabilidad, y (c) no comportan una vulneración al artículo 123 constitucional, por
tratarse de disposiciones prohijadas por el poder de regulación de derechos fundamentales
consagrado en el artículo 74.2 de la Carta Magna, procede despejar el último aspecto enarbolado
por los codemandados Leonel Antonio Fernández Reyna y Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) en apoyo de su excepción. Como se verá, el tratamiento de este argumento
está estrechamente vinculado al cargo planteado por presunta vulneración al artículo 123 de la
Constitución.

3.7.5.C).18. En ese sentido, se advierte que la alegada vulneración del artículo 123 constitucional
no solo se conectó con la supuesta imposibilidad de regular por medio de una ley el ejercicio del
derecho de ciudadanía a elegir y ser elegible, sino que también se adujo que las normas enjuiciadas
comportaban una infracción constitucional por implicar un «requisito añadido» a las condiciones
de elegibilidad previstas en la Constitución. Al hacerlo, entonces, el legislador vulneró la
mencionada disposición constitucional.

89
México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sentencia de fecha 21 de febrero de 2008, con
relación al expediente SUP-AG-10/2008, p. 2. Subrayado y resaltado añadidos.

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3.7.5.C).19. Es sabido que en su sentencia TC/0050/13, el Tribunal Constitucional definió las


condiciones de elegibilidad como «aquellos requisitos mínimos y necesarios que debe reunir toda
persona con el objeto de estar jurídicamente acreditada para aspirar a un cargo público»,
diferenciándolas, de paso, de las formalidades de inscripción de una candidatura, que atañen a
«los requerimientos que deben observar los partidos o agrupaciones políticas (…) para formalizar
la postulación de sus candidatos a participar en un certamen electoral»90. A partir de aquí, se
establece una distinción entre las condiciones que ha de reunir toda persona, en tanto tal, para
acceder a un cargo electivo, de las formalidades de tramitación que puedan ser instauradas por la
norma para el correcto procesamiento de la inscripción de una candidatura a un cargo de elección
popular.

3.7.5.C).20. Esta línea argumentativa presenta un único –pero significativo— problema, y es en lo


que respecta a la explicación ofrecida para sostener que las normas enjuiciadas efectivamente
agregan una condición de elegibilidad. A nuestro juicio, ello no es cierto; ello es falso. De hecho,
este aspecto constituye el principal engaño que se desprende de la argumentación empleada por los
proponentes de la excepción. El contenido de las disposiciones presuntamente inconstitucionales
es claro en lo que respecta a su objetivo, que no es otro que establecer condiciones posteriores al
ejercicio del derecho, esto es, exigencias que suceden a su goce real y efectivo. Tal como se explicó
en otra parte de este voto, las normas cuestionadas se limitan a configurar una prohibición ex post,
que solo resulta operativa una vez el ejercicio del derecho se ha producido mediante la presentación
formal de una postulación a un cargo electivo por un partido político reconocido. De manera que,
lejos de añadir una condición de elegibilidad a las ya contenidas en el artículo 123 constitucional,
lo que el legislador y la Junta Central Electoral (JCE) buscaron al sancionar las disposiciones
criticadas es proscribir la realización de ciertas actividades que conciernen al momento posterior
al goce del derecho, procurando así –como ya se ha dicho— evitar la realización de actividades

90
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0050/13, de fecha 9 de abril de 2013, p. 9, párr. 9.1.3.

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político-partidarias que devengan incompatibles con los principios y valores constitucionales que
gobiernan la materia. No se trata, entonces, de normas que establezcan atributos intrínsecamente
relativos a la persona91, sino de prohibiciones que trascienden el momento de su ejercicio y se
enfocan, por tanto, en cuestiones de interés público posteriores al goce del derecho. Tal y como se
ha afirmado a nivel doctrinal,

[lo que] está prohibido [es] establecer calidades, condiciones, requisitos o circunstancias que sean
absurdos, inútiles, de imposible realización o que, en conclusión, hagan nugatorio el ejercicio del
derecho de que se trata; (…) toda “calidad para ser votado” debe servir para dar eficacia a su
contenido y posibilitar su ejercicio, haciéndolo compatible con el goce y puesta en práctica de
otros derechos, o bien para preservar otros principios, valores o bases constitucionales que
puedan ser amenazados con una concepción irrestricta, ilimitada, incondicionada o absoluta de
ese derecho92.

3.7.5.C).21. Este mismo razonamiento permite descartar, más allá, una supuesta violación a un
precedente anterior de este colegiado. Es cierto, en ese tenor, que en su sentencia TSE-019-2012,
de fecha 18 de abril de 2012, este Tribunal declaró no conforme con la Constitución el artículo 8,
numeral 4, de la Ley núm. 136-11, sobre la Elección de Diputados y Diputadas en el Exterior, por
establecer un requisito no previsto en la Constitución para la postulación de candidaturas a una
diputación en el exterior, «añadiendo» así una condición de elegibilidad no autorizada por el
constituyente93. Pero nada de esto ocurre en el presente caso. Ya se ha explicado que las normas

91
Cfr. Luis Efrén Ríos Vega, “El transfuguismo electoral. Un debate constitucional en México”, Cuestiones
Constitucionales 21 (2009): 251-294.
92
Ríos Vega, 268. Énfasis y subrayado añadidos.
93
Cfr. Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-019-2012, de fecha 18 de abril de 2012, pp. 18-27. La norma
enjuiciada disponía que «para ser candidato o candidata a diputado representante de la comunidad dominicana en el
exterior, se requieren los siguientes requisitos: (…) 4) Estar incluido en el Registro de Electores Residentes en el
Exterior». El Tribunal consideró que «el constituyente no atribuyó competencia al legislador ordinario para adicionar
requisitos, a los fines de optar por una candidatura para ser diputado o diputada, lo mismo que en el caso de los
senadores y senadoras», por lo que «al adicionar el numeral 4 del artículo 8 de la Ley 136-11 como requisito para ser
diputado o diputada de ultramar el hecho de “estar inscrito en el registro de electores residentes en el exterior”, el
legislador ordinario se ha excedido en sus poderes, en razón de haber consignado exigencias no previstas por la Ley
Sustantiva para que una persona pueda optar como candidato a diputado de ultramar en las venideras elecciones, por

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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criticadas no consagran condiciones de elegibilidad, sino prohibiciones que conciernen al momento


posterior al ejercicio del derecho a ser elegible. De forma que lo jurídicamente correcto es formular
las distinciones de lugar entre uno y otro caso, a fin de evitar la incorrecta aplicación del precedente.
No es ocioso subrayarlo: no se trata, en la especie, de normas que condicionen el ejercicio del
derecho a ser elegible a la satisfacción de condiciones intrínsecas y personales por parte de los
titulares, sino a prohibiciones que operan en un plano distinto, propiamente hablando, de
situaciones que suceden al goce y disfrute del derecho. Por ello, la decisión referida ni siquiera
constituye un precedente para el caso de marras.

3.7.5.C).22. Así pues, descartado que las normas enjuiciadas establezcan condiciones de
elegibilidad adicionales a las ya previstas en el artículo 123 constitucional, era procedente
desechar, también por este motivo, el cargo planteado por los proponentes.

3.8. Crítica al alcance de la decisión adoptada con relación a la excepción de


inconstitucionalidad

3.8.1. Existe otro elemento particularmente inquietante que se deriva de la decisión adoptada por
el voto mayoritario, y es el concerniente al alcance de la determinación adoptada respecto de la
excepción de inconstitucionalidad planteada por el señor Leonel Antonio Fernández Reyna y el
Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD). El análisis de la misma da cuenta de la
existencia de una profunda inconsistencia entre lo resuelto por este foro y el alcance que en
puridad posee el control de constitucionalidad, cuando es efectuado por la vía difusa o
incidental. Según se explica a continuación, la decisión adoptada por la mayoría del Pleno de
este Tribunal rebasa los límites que se supone caracterizan el control difuso de
constitucionalidad.

lo que el citado artículo deviene no conforme con la Constitución y por lo tanto, resulta inaplicable al caso objeto de
examen».

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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3.8.2. Conviene recordar que el artículo 188 constitucional autoriza a «los tribunales de la
República» a conocer de la excepción de inconstitucionalidad cuando esta sea planteada con
ocasión de «los asuntos sometidos a su conocimiento». Es sabido, en ese tenor, que de esta
habilitación se hace eco el artículo 51 de la Ley núm. 137-11, Orgánica del Tribunal Constitucional
y de los procedimientos constitucionales, conforme al cual «todo juez o tribunal del Poder Judicial»
al cual se plantee, en el curso de un proceso principal, una cuestión de inconstitucionalidad contra
«una ley, decreto, reglamento o acto», debe estatuir sobre la misma «como cuestión previa al resto
del caso». Así que queda fuera de discusión que este foro, al igual que todo juez apoderado de un
asunto, tiene competencia para resolver las cuestiones de inconstitucionalidad que le sean
planteadas de manera incidental. La dificultad radica, pues, en garantizar que la determinación
resultante no exceda las fronteras que delimitan el ámbito del control de constitucionalidad cuando
este se ejerce por la vía difusa.

3.8.3. En el análisis de esta dificultad, es útil insistir en el carácter «concreto» del control difuso.
La excepción de inconstitucionalidad es una manifestación del control difuso de constitucionalidad
que obliga al juez a examinar si, bajo las circunstancias del caso concreto, las normas aplicables
devienen inconstitucionales, para entonces no aplicarlas al momento de buscar una solución a la
instancia principal –determinación que, vale recordarlo, solo surte efectos relativos, esto es, entre
las partes envueltas en la controversia—. Es menester subrayar, también, que este mecanismo de
control de la constitucionalidad se activa cuando se invoca un defecto en la aplicación de la ley, lo
que es tanto como afirmar que no forma parte de su ámbito la validez en abstracto de la norma. Es
decir, la validez (o constitucionalidad) de la ley en el plano abstracto escapa al control difuso,
quedando este enfocado, única y exclusivamente, en la regularidad de la ley desde el plano
aplicativo94.

94
Cfr. Gloria Alcira Robles Correal, El control constitucional y sus límites (Bogotá: Editorial Ibáñez, 2012), 211
(«cuando la activación [del control de constitucionalidad] se da únicamente por vía incidental, no puede confrontarse
la norma legal con el ordenamiento superior fuera de un proceso»).

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3.8.4. Aun tratándose de un postulado demasiado evidente, esta distinción es clave para
comprender nuestra crítica. Porque, a pesar de la claridad con que se ha diseñado el sistema, los
cargos que formule el proponente del incidente y el propio razonamiento asumido por el juez en
respuesta al mismo pueden conducir, por separado o en conjunto, a que las fronteras entre uno y
otro tipo de control (esto es, entre el control respecto de la aplicación de la ley y el control ejercido
sobre la validez abstracta o general de la norma) no se respeten del todo, lo que a su vez prohíja
profundos agravios contra el sistema jurídico y el propio orden constitucional.

3.8.5. Cabe precisar, en ese orden de ideas, que en nuestro país el sistema de control difuso
consagrado en el artículo 188 constitucional coexiste con un sistema de control concentrado,
atribuido al Tribunal Constitucional en virtud del artículo 185.1 de la norma fundamental. Es
conocido, además, que existen numerosas diferencias entre uno y otro modelo, principalmente en
cuanto al diseño institucional resultante y el procedimiento que se debe seguir en uno y otro caso.
No es nuestro interés detenernos en cada una de estas diferencias95, en tanto que a nuestro juicio
son harto conocidas. Es de mayor provecho, en cambio, destacar una que resulta de particular
relevancia de cara a la decisión adoptada por la mayoría: se trata de la distinción, del todo
fundamental, entre el alcance de la decisión en uno y otro sistema –lo que a su vez está
estrechamente vinculado a la naturaleza del control—, y el rol que desempeña en su determinación
la argumentación específica asumida por el juez.

3.8.6. Las palabras de Kelsen ilustran con suma brillantez nuestro particular enfoque sobre el
asunto. Al comparar los sistemas austriaco y estadounidense de control de constitucionalidad (a la
sazón, concentrado el primero y difuso el segundo, con sus respectivos matices), el prominente
jurista indicó lo siguiente:

95
Al respecto, vid. Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. I, cit., 439-442; y Alfonso Ruiz Miguel, “Modelo
americano y modelo europeo de justicia constitucional”, Doxa 23 (2000): 145-160.

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Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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La no aplicación de la norma inconstitucional podría ser efectuada autorizando a los órganos que
aplican las leyes [entre ellos los jueces] para que verifiquen la constitucionalidad de la norma que
tendrían que aplicar en un caso concreto, rehusando su aplicación si encontrara que dicha norma es
inconstitucional. (…) El hecho de que el órgano que aplica las leyes, declare que una norma general
es inconstitucional y no la aplique en un caso dado, significa que este órgano está autorizado para
invalidar la norma general en un caso concreto; pero solo para el caso concreto pues la norma como
tal –la ley, el reglamento— conserva su validez y puede, por tanto, ser aplicada en otros casos96.

3.8.7. Lo anterior reincide en lo ya sabido: el control difuso, o in concreto, solo tiene por
consecuencia la inaplicación al caso de la o las disposiciones normativas estimadas
inconstitucionales, mientras que el control concentrado, o in abstracto, supone la anulación de la
norma per se y su consecuente expulsión del ordenamiento jurídico. Esto determina la «amplitud»
de la determinación resultante, pues en el primer caso sería un juicio concentrado en la aplicación
de la ley y la inconstitucionalidad que pueda desprenderse de ella, mientras en el segundo la
decisión valoraría la conformidad de la ley a partir de su contenido mismo, esto es, con
independencia de su aplicación. No es ocioso insistir en este punto, por cuanto de ello se
desprenden las tan consabidas diferencias entre naturaleza y alcance. Empero, es lícito preguntarse
si existen casos o circunstancias en los que el juez, al ejercer el control difuso, y a pesar de las ya
mencionadas distinciones, puede trascender las fronteras del caso específico y formular
consideraciones abstractas y generales sobre la norma enjuiciada. La respuesta, desde nuestro
particular punto de vista, debe ser negativa. Existen, como sustento de esto, una razón conceptual
y una razón estructural.

3.8.8. En cuanto a la razón conceptual, es notorio que el control difuso, en términos estrictos,
impide al juez realizar un juicio general sobre la ley. Tras esto subyace un concepto riguroso de
este tipo de control, que conduce a plantear el mismo en términos de absoluta dependencia de las

96
Hans Kelsen, “El control de la constitucionalidad de las leyes. Estudio comparado de las constituciones austriaca y
norteamericana”, en Sobre la jurisdicción constitucional, coord. Domingo García Belaúnde, 2ª ed. (Santo Domingo:
Tribunal Constitucional de la República Dominicana, 2018), 124-25. Subrayado nuestro.

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particulares circunstancias del litigio al calor del cual pretenda ser ejercido. Se ha juzgado, en
efecto, que «la característica distintiva de este mecanismo de control y su fisonomía procesal es
que siempre deriva de una acción principal y concreta en sus pretensiones»97. Esto es cónsono con
el trasfondo conceptual del modelo, pues del mismo se deriva un tipo de control celosamente
circunscrito al caso concreto «y en relación a una norma que es invocada en el mismo»98. Por eso,

el único escenario válido en el que el juzgador ordinario abre su facultad constitucional de juzgar la
inconstitucionalidad de una ley será su confrontación, en un caso concreto, con los bienes jurídicos
tutelados materia de una real controversia judicial, solo en tanto y en cuanto esa ley entre
necesariamente al examen en su aplicación concreta, real y tangible99.

3.8.9. Vale decir que el anterior constituye un lugar común en la doctrina y la dogmática
constitucional. Se ha apuntado, en efecto, que la inconstitucionalidad por vía difusa opera
únicamente para el caso, «solo en él y en todos los que presenten las mismas propiedades
relevantes»100. De manera que, en puridad,

la justicia constitucional llevada a cabo de modo difuso por el conjunto de los jueces (…) en ningún
caso desemboca en una declaración formal de nulidad de la ley, con lo que no solo se salvaguarda el
principio mayoritario, la dignidad del Parlamento y la intangibilidad de la ley, sino que esta sigue
vigente para la eventual regulación de otros casos. (…) [L]a sentencia del juez ordinario opera
siempre sobre una determinada interpretación de la norma a la luz del caso que examina, y nunca
sobre una disposición normativa. (…) [L]o que el juez declara es que una ley resulta inadecuada para
disciplinar un caso a la vista de que el resultado de su aplicación se muestra contrario a la
Constitución, pero sin que ello prejuzgue que en otro caso diferente la misma ley no pueda ser
perfectamente válida y aplicable101.

97
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0368/17, de fecha 11 de julio de 2017, p. 31, párr. 10.17.
98
Hermógenes Acosta, El control de constitucionalidad como garantía de la supremacía de la Constitución (Santo
Domingo: Universidad APEC, 2010), 188.
99
Aníbal Quiroga León, “La recepción española de la judicial review americana: la cuestión de constitucionalidad”.
Ponencia presentada en el VIII Congreso Iberoamericano de derecho constitucional, Sevilla, España, 2003. Citado por:
Acosta, 188. Énfasis añadido.
100
Prieto Sanchís, 171.
101
Prieto Sanchís, 170-71. Subrayado añadido.

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3.8.10. La idea a retener es que, desde el punto de vista conceptual, el control difuso de
constitucionalidad receptado por el artículo 188 constitucional conduce al juez a examinar, con
carácter de exclusividad, la eventual inconstitucionalidad que pueda resultar como consecuencia
de la aplicación de la norma enjuiciada a un caso específico. En esta particular tesitura, no se
integra en el radio de acción del juez la posibilidad de valorar la constitucionalidad de la norma en
el plano abstracto; es decir, no puede prescindir llanamente de las especificidades del caso sometido
a su consideración y valorar la compatibilidad lógica y material (esto es, en el plano abstracto) de
la norma criticada con la Constitución. Dicho sin tapujos, no puede el juez distraerse con
consideraciones generales sobre la constitucionalidad de la ley, pues su labor está inflexiblemente
circunscrita a la valoración de si en su aplicación la misma deviene inconstitucional. Bajo este
esquema, la norma está llamada a “sobrevivir” el juicio, es decir, está supuesta a trascender el caso
y permanecer vigente y válida.

3.8.11. La razón estructural atiende a la particular distribución del poder que dimana de la
Constitución; más concretamente, de las específicas funciones de control que la Carta sustantiva
asigna al Tribunal Constitucional y al juez ordinario. Como ya se ha dicho, en la República
Dominicana el sistema de control difuso convive con el sistema de control concentrado, en una
relación que en ocasiones resulta de difícil encaje y armonización. Se trata, sin embargo, de una
separación rigurosa, de suerte que permitir que el juez ordinario formule por vía incidental juicios
de compatibilidad general entre la Constitución y las leyes conduce a difuminar los límites que
separan un tipo de control del otro, permitiéndose –de paso— que el sentido de las determinaciones
emitidas por el juez ordinario se aproxime con peligrosidad a las declaraciones abstractas que
corresponden a la jurisdicción constitucional, por vía concentrada. Al respecto, resulta ilustrativo
lo afirmado por el Tribunal Constitucional:

(…) [A]tendiendo a los efectos de una inconstitucionalidad pronunciada por la vía difusa –a saber,
inter partes y exclusivos para el caso en concreto en que sea pronunciada—, tal decisión no se
corresponde con la naturaleza de las tomadas por el Tribunal Constitucional, pues estas, al tenor del

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principio de vinculatoriedad y del artículo 31 de la Ley número 137-11, constituyen precedentes


vinculantes para todos los poderes públicos y órganos estatales. Por tanto, el hecho de que este
Tribunal se detenga a estatuir sobre una excepción de inconstitucionalidad –control difuso—
supondría una marcada contradicción con su fisonomía, cuestión traducible en una inminente
violación a las reglas de competencia delimitadas en la Constitución y la indicada ley de
procedimientos constitucionales, ya que se estarían rebasando los poderes que le han sido
conferidos por la normativa constitucional vigente102.

3.8.12. Como se advierte, existe un reconocimiento expreso por parte del propio Tribunal
Constitucional orientado a admitir la existencia de una separación rigurosa entre las funciones de
la jurisdicción constitucional, cuando ejerce el control concentrado, y las del juez ordinario, cuando
ejerce el control difuso. El hecho de que cualquier intromisión –por caso, del juez ordinario en el
fuero correspondiente al control concentrado, a cargo del juez especializado— comporte una
«inminente violación» de los espacios de autoridad configurados por el constituyente da cuenta de
la severidad con que es condenable este modus operandi. La conclusión es clara: no solo se trata
de controles claramente delineados y separados, sino que además la vulneración de dichas fronteras
impacta significativamente el orden constitucional, por implicar una transgresión de las reglas de
competencia establecidas en nuestra norma suprema.

3.8.13. Todo indica que en la especie estas fronteras fueron claramente vulneradas. Bien
analizados, los cargos propuestos en apoyo del incidente tendían a criticar las normas enjuiciadas
desde el plano abstracto, esto es, cuestionando su validez desde una óptica general, prescindiendo
así de formular concretas infracciones constitucionales deducidas de la aplicación de las normas a
la situación particular de los litigantes. Así que, al acoger la excepción y asumir el discurso de los
proponentes, el voto mayoritario efectuó un juicio abstracto y general sobre las normas atacadas
incidentalmente. Dicho de otra manera, el voto mayoritario acogió los argumentos esgrimidos
por los codemandados y, en consecuencia, dedujo de los mismos una línea argumentativa que

102
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0670/16, de fecha 14 de diciembre de 2016, pp. 30-31, párr. h). Subrayado
y resaltado nuestro.

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no se condice con la naturaleza del control difuso, ni con el alcance que poseen las sentencias
que lo ejercen. Así pues, la decisión mayoritaria es criticable también desde este punto de
vista, y comporta en sí misma una clara desviación, imputable directamente a este colegiado,
del ámbito competencial trazado por los artículos 185 y 188 de la Constitución, y 36 y 51 de
la Ley núm. 137-11.

3.8.14. Basta repasar las infracciones constitucionales retenidas por la mayoría para acoger la
excepción. La argumentación desarrollada en la sentencia y la particular terminología que la
articula revela un defecto sustancial que resulta incompatible con el orden constitucional. Y es que
declarar por vía incidental la inconformidad con la Constitución de una o varias normas bajo el
alegato de que las mismas «añaden» una supuesta condición de elegibilidad, o porque vulneran el
principio de razonabilidad, o porque lesionan el «contenido esencial» de determinado derecho
fundamental, implica apropiarse en sede difusa del discurso propio del control concentrado;
implica, para el juez ordinario, elevar su discurso a un nivel que –en términos estrictos— le debe
ser ajeno y examinar la validez en abstracto de dichas normas, propiciando así que la determinación
resultante exceda las fronteras del caso específico. Es justamente esto lo que ha ocurrido en la
especie.

3.8.15. Insistimos en que para comprender a cabalidad este punto de crítica, resulta absolutamente
esencial atender a la particular argumentación utilizada por el voto mayoritario para justificar el
acogimiento de las infracciones constitucionales invocadas. Los motivos ofrecidos por la mayoría
de este Tribunal para retener los cargos planteados por los proponentes y declarar la
inconstitucionalidad de las normas enjuiciadas revelan que el control ejercido sobre las mismas
no se ciñó a verificar la conformidad con la Constitución de su aplicación al caso, sino que de
lo que se trató fue de un control concentrado camuflado, de un análisis de compatibilidad
material totalmente ajeno al caso y sus circunstancias, de una decisión clara y notoriamente
exorbitante de las fronteras de la casuística planteada. En virtud de este proceder, la

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inconstitucionalidad declarada no se limita al caso, sino que se proyecta en el tiempo y en el espacio


cual si fuera un precedente sentado por la mismísima jurisdicción constitucional, única capacitada
–de más está decirlo— para declarar la inconstitucionalidad en abstracto de las leyes y demás
normas del ordenamiento. Esto claramente comporta una violación a las reglas de competencia
instituidas por el constituyente y el legislador en lo que al control de constitucionalidad se refiere,
y ella en modo alguno puede ser pasada por alto.

3.8.16. Este aspecto implica reevaluar los alcances potenciales de las decisiones que ejercen y
aplican el control difuso de constitucionalidad. Casos como el de la especie demuestran que las
fronteras entre uno y otro tipo de control no siempre resultan del todo claras o evidentes, y que
estas –peor aún— no siempre son respetadas con el mismo rigor. El juez ordinario debe ser lo
suficientemente astuto como para reconocer cuándo una excepción de inconstitucionalidad
pretende la invalidez de la norma desde el plano abstracto, esto es, su inconstitucionalidad con
independencia de su aplicación al caso concreto y específico. Esta clase de determinaciones le
están vedadas, por lo que, ante planteamientos que pretendan extraer de un supuesto la
inconstitucionalidad generalizada de una norma –como lo fue este caso—, el juez ordinario ha de
procurar que su decisión se mantenga dentro de los raíles que traza la propia Constitución; dicho
de otra manera, ha de evitar, en todo momento, asumir el rol del juez del control concentrado,
debiendo limitar los efectos y el alcance de su decisión a la inconstitucionalidad de la norma en
cuanto a su aplicación, y no desde un punto de vista general y abstracto, pues este último atiende
a la compatibilidad lógica y material de la ley desde su contenido mismo. Esto último, reiteramos,
corresponde a la jurisdicción constitucional, en ejercicio del control concentrado.

3.8.17. En virtud de lo anterior, conviene referir lo resuelto por el Tribunal Constitucional de la


República mediante su sentencia TC/0430/15, de 30 de octubre de 2015. En dicha oportunidad, al
insistir en la distinción entre control difuso y control abstracto, la jurisdicción constitucional
desarrolló un razonamiento que ciertamente tributa en beneficio de nuestra postura, y que además

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sirve para armonizar ambos tipos de controles e identificar con suficiente precisión las fronteras
que los separan. En palabras del Tribunal:

De conformidad con los artículos 188 de la Constitución y 51 de la Ley núm. 137-11, se trata [el
control difuso] de una excepción en el marco de una contestación judicial principal. Es decir, de un
juicio de constitucionalidad a la luz del caso concreto, que a diferencia del control concentrado en el
cual este tribunal, de manera exclusiva y excluyente, lleva a cabo un juicio abstracto de
contrastación de normas generales. Así las cosas, el control de constitucionalidad difuso tiene
efectos inter partes, por cuanto se trata de la interpretación que hacen los jueces respecto de una
disposición normativa al juzgarla en un determinado caso, razón por la cual no surte efectos generales,
contrario a lo que ocurre con el control concentrado de constitucionalidad, cuyos efectos son erga
omnes103.

3.8.18. Como pone en evidencia el criterio anterior, aunado a todo lo antes expuesto, la profundidad
del juicio de constitucionalidad por vía difusa es considerablemente menor que aquel que es
ejercido por vía concentrada. El «juicio abstracto de contrastación de normas generales»
corresponde, en rigor, al Tribunal Constitucional; el examen de la constitucionalidad de la
aplicación de una norma a un caso es lo que corresponde al juez ordinario, cuando ejerce el control
difuso. Se advierte, entonces, la existencia de una diferencia de grado y de intensidad, cuyo
irrespeto impacta de lleno el orden constitucional y estremece los cimientos del sistema,
entremezclándose en forma dañina –e ilegítima—los espacios de autoridad en torno a los cuales
aquel se erige.

3.8.19. En definitiva, la decisión adoptada por el voto mayoritario respecto de la excepción de


inconstitucionalidad propuesta por los codemandados Leonel Antonio Fernández Reyna y el
Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), no solo carece de toda justificación jurídica y
racional, sino que, además, revela la existencia de un exceso funcional en la ejecución del juicio
de constitucionalidad sobre las normas criticadas. Se trató, por ello, de un ejercicio excesivo del

103
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0430/15, de fecha 30 de octubre de 2015, p. 14, párr. f)-g). Énfasis añadido.
Este criterio fue reiterado por el Tribunal en la sentencia TC/0435/18, de 13 de noviembre de 2018, p. 12.

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control difuso consagrado en el artículo 188 constitucional. Esta clase de extralimitaciones no


compatibilizan con el orden constitucional, tal como se ha sostenido en este epígrafe, por lo que
este colegiado incurrió en un desacierto mayúsculo al actuar de la manera en que lo ha hecho.

3.9. Sobre el fondo del caso

3.9.1. El análisis efectuado por la mayoría de este Tribunal respecto del fondo de la demanda resulta
tan o más problemático que los aspectos ya abordados. Naturalmente, el acogimiento de la
excepción de inconstitucionalidad planteada por los codemandados señor Leonel Antonio
Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) supuso la «inaplicación»
de dichas disposiciones al caso, conduciendo ello al rechazo de la pretensión del impetrante. Es
dable afirmar, entonces, que el razonamiento mayoritario está viciado desde la raíz, puesto que su
decisión respecto de la excepción de inconstitucionalidad determinó su argumentación en cuanto
al fondo. Como se justifica a renglón seguido, la decisión de la que disentimos no solo padece una
absoluta carencia de justificación jurídica, sino que además constituye un precedente nefasto y
profundamente dañino para el correcto desenvolvimiento del Estado constitucional que proclama
la norma fundamental.

3.9.2. Así pues, en este epígrafe se ofrecen los motivos que justifican nuestra discrepancia con lo
resuelto respecto del fondo de la demanda. Tal como hemos explicado en otra parte de este voto,
la excepción de inconstitucionalidad planteada carecía de todo fundamento. De manera que el voto
mayoritario debió desestimar dicho incidente y abordar el fondo del asunto, con ocasión de lo cual
debió examinarse la legalidad de la resolución partidaria impugnada, a fin de acreditar su
conformidad con las disposiciones invocadas por el demandante. Tal como se explica a
continuación, las normas cuya vulneración se denunció en la especie poseen un trasfondo común
que justifica su aplicación, justamente porque de las mismas se deriva una prohibición de

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realización de actividades político-partidarias como la impugnada en este supuesto. Y así, la


demanda debió ser acogida.

3.9.3. En ese sentido, cabe señalar que la decisión partidaria atacada fue adoptada en el marco de
la Duodécima (XII) Convención Nacional Electoral celebrada por el Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) en fecha 27 de octubre de 2019. Su contenido, copiado a la letra, es el
siguiente:

Resolución número 4.- Aprobar como en efecto aprueba que, en el marco de las coaliciones y/o
alianzas a suscribir el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD)/Fuerza del Pueblo (FP)
presenta como su candidato para el nivel presidencial al doctor Leonel Antonio Fernández Reyna,
para las elecciones nacionales ordinarias presidenciales a celebrarse en el mes de mayo de 2020, por
lo que esta convención lo proclama como su candidato presidencial, ya sea personificando o
encabezando la alianza o cediendo ambas o una de estas, a otro partido en cualquier escenario, y muy
en especial en la coalición o alianza anteriormente definida. Esta convención otorga poder al
candidato de la coalición y/o alianza para designar al candidato vicepresidencial que le acompañará
en la fórmula presidencial, con poderes amplios para estructurar un gran frente opositor, pudiendo, a
libertad y sin necesidad de otra convención, recomponer la fórmula presidencial, sustituyendo en
cualquier momento a cualquiera de sus integrantes.

3.9.4. Por lo que se puede inferir que el punto nuclear del caso se contraía a la determinación de si
la resolución partidaria impugnada contravenía las prohibiciones contenidas en los artículos 49.4
de la Ley núm. 33-18 y 134 de la Ley núm. 15-19, al declarar al señor Leonel Antonio Fernández
Reyna como candidato a la Presidencia de la República para los comicios de 2020. Para ello, era
preciso determinar, además, si las prohibiciones contenidas en las mencionadas disposiciones son
extensivas al ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna, en vista de su pretensión de erigirse por
segunda vez como candidato presidencial, en esta ocasión por el Partido de los Trabajadores
Dominicanos (PTD) para el proceso electoral de 2020, luego de haber participado como
precandidato a la misma posición por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las
primarias del 6 de octubre de 2019, celebradas con motivo del mismo proceso eleccionario.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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3.9.5. Es útil recordar que el artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18 consagra como requisito para
ostentar una precandidatura o candidatura «que el aspirante a una precandidatura para un
determinado evento electoral, en representación de un partido, agrupación o movimiento político
no haya participado como candidato por otro partido, agrupación o movimiento político para el
mismo evento electoral». Por su parte, el artículo 134 de la Ley núm. 15-19 dispone lo siguiente:

Transfuguismo en las candidaturas. Las personas que hayan sido nominadas para ser postuladas por
un partido, agrupación o movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo, a un cargo de
elección, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento político o alianza,
en el mismo proceso electoral.

3.9.6. Como se advierte, el texto del artículo 49.4 de la Ley núm. 33-18 no es concluyente respecto
de las posibilidades de Leonel Antonio Fernández Reyna para ser candidato por el Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD), a pesar de haber sido precandidato, en el mismo certamen, por
una organización política distinta. Esto así pues la formulación normativa en cuestión parece
incurrir en una suerte de «juego de palabras»: mientras en su parte capital se alude a los requisitos
para ostentar «una precandidatura o candidatura», en su numeral 4 la prohibición pareciera
quedar enfocada en aquellos actores políticos que, habiendo sido candidatos en un certamen por
un partido reconocido, pretendan ser precandidatos por otro en el mismo evento electoral.

3.9.7. En este punto cobra relevancia el artículo 134 de la Ley núm. 15-19, aunque en torno a ello
también sobrevuela una confusión –que, en todo caso, solo asciende a eso: una mera confusión—.
En efecto, su contenido tampoco se antoja concluyente, precisamente debido a que el artículo 135
de la misma pieza define la nominación de candidatos y, al hacerlo, pareciera sugerir que el término
deviene aplicable una vez se han efectuado los procesos internos de selección de candidatos.
Conviene remitirse al contenido del referido artículo 135:

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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Nominación de candidatos. La nominación de los candidatos a cargos electivos que hayan de ser
propuestos por un partido político, deberá ser hecha por el voto afirmativo de la mayoría de los
concurrentes a las elecciones primarias, convenciones o mecanismos de selección interna que,
conforme con sus estatutos, convoquen para tales fines las autoridades correspondientes de
conformidad con la ley.

3.9.8. La lectura combinada de los artículos 134 y 135 de la Ley núm. 15-19 arroja algunas
conclusiones que es pertinente rescatar. Y es que, en línea con lo consignado en el artículo 135,
pareciera que los individuos «nominados para ser postulados» que pretende englobar el artículo
134 serían aquellos que hayan resultado electos en los procesos internos de cada partido. Es decir,
la nominación es el agotamiento del proceso de selección a lo interno del partido, de manera que
la prohibición del artículo 134 pareciera estar enfocada en ciertos actores políticos.

3.9.9. No obstante, de nada de esto se sigue que no exista la prohibición defendida por el
impetrante. Ello solo quiere decir que una mera inconsistencia gramatical y lingüística en la
confección de las disposiciones normativas en cuestión pareciera dar cabida a una multiplicidad
de interpretaciones. Pero lo cierto es que estas normas pretenden hacerse operativas en un escenario
y en un contexto constitucionalmente delimitado. Es decir, superada la dificultad en el plano
lingüístico, se concluye que estas prohibiciones tienen un sentido único, claro e inequívoco, que
además resulta ser el producto de la única interpretación que armoniza la relación entre las normas
enjuiciadas y los principios y valores constitucionales que gobiernan tanto el quehacer partidario
como el propio sistema político y electoral, así como entre aquellas y los fines declarados en la
propia ley.

3.9.10. Lo anterior reclama algunas precisiones. No se trata de un análisis que pretenda divagar por
los confines más etéreos del mundo de la filosofía y la política; se trata, sin más, de un ejercicio
hermenéutico profundamente comprometido con la potenciación de los principios y valores
constitucionales, incluso más allá de los contornos que en el plano normativo imponen las reglas

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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de la lingüística y la gramática. Es decir, no se puede ignorar lo primero y convertir lo segundo en


un fin en sí mismo, esto es, entronizar la letra de la ley por encima de su contenido. Tampoco es
admisible que a las leyes se atribuyan sentidos e interpretaciones que reduzcan a mínimos ridículos
los fines y propósitos declarados por los representantes que las sancionan; dicho de otra forma, la
interpretación y aplicación de las leyes no puede dar la espalda a sus fines y propósitos104. Por el
contrario, la actividad interpretativa debe propiciar la máxima operatividad y efectividad de los
mandatos contenidos en las normas. De la misma manera, asir el sentido auténtico de las leyes no
puede arrojar como resultado vaciar de contenido sus objetivos. En suma, deben favorecerse
aquellas interpretaciones que prioricen la consecución de los fines y valores constitucionales. Tras
esto descansa una convicción innegociable, expresamente asumida por este Tribunal Superior
Electoral: «no puede creerse que lo consagrado por nuestra Constitución son simples fórmulas
retóricas, olvidando que lo previsto por esta obliga a todos los individuos y órganos del Estado
dominicano»105.

104
Así lo ha establecido, por ejemplo, el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica, a cuyo juicio «el correcto
discernimiento del alcance de las normas electorales debe estar guiado, por encima de consideraciones literalistas,
por un criterio lógico, sistemático y finalista, lo cual comporta una triple consecuencia: se ha de rechazar cualquier
entendimiento de los preceptos que conduzca a resultados absurdos; por otra parte, el sentido de la norma debe
dilucidarse sin aislar a la norma en su contexto normativo y, además, prefiriendo aquella lectura que mejor garantice
el fin público a que se dirige (…). La interpretación del ordenamiento jurídico busca desentrañar el sentido y alcance
de las normas en la forma que mejor garantice el fin público a que se dirigen; orientación finalista que debe prevalecer
sobre criterios literalistas en la búsqueda de la ratio legis». Vid. Costa Rica, Tribunal Supremo de Elecciones,
resolución núm. 790-E-2007, de fecha 12 de abril de 2007. Y en el mismo sentido, y del mismo colegiado, véanse las
resoluciones núm. 0591-E-2002, del 19 de abril de 2002, y 1104-1-E-2002, del 19 de junio de 2002. Dicho foro también
ha sostenido –con lo cual se coincide— que, «en virtud del principio de unidad del ordenamiento (…), frente a varias
interpretaciones posibles de un precepto, ha de preferirse aquella que salve de un potencial roce constitucional». En
ese mismo sentido, ha afirmado que «igual criterio debe presidir la actividad de integración del ordenamiento, para
colmar sus insuficiencias. Con ello, las normas constitucionales y los principios que recogen, adquieren un rol
dominante en la concreción de los sentidos normativos, a lo cual va aparejada una implícita prohibición para el
intérprete de recurrir a criterios hermenéuticos que conduzcan a resultados contradictorios con dichas normas y
principios». Al respecto, véase la resolución núm. 1724-M-2003, dada por el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa
Rica en fecha 5 de agosto de 2003. En idéntico sentido: resolución núm. 790-E-2007, de fecha 12 de abril de 2007, cit.
105
Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-019-2012, de fecha 18 de abril de 2012.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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3.9.11. Profundizando en lo anterior, conviene indicar que, tradicionalmente, parte de la dogmática


y la práctica jurídica se ha mostrado renuente a atender a los propósitos de las leyes –usualmente
expresados en el preámbulo o en su parte introductoria— al momento de interpretarlas y aplicarlas.
Pero, quienes piensan de esta manera pasan por alto que los motivos expresados en los preámbulos
contienen «las razones que han movido a su autor a legislar sobre una cierta materia»106. La propia
jurisprudencia de este Tribunal da cuenta de la utilidad de atender a los fines y propósitos
de las leyes al momento de interpretarlas y aplicarlas. En efecto, este colegiado ha sabido
mantenerse del lado correcto en este debate, acudiendo sin miramientos a los fines y propósitos
de las normas cuando el resultado de su aplicación, en estricta sujeción a su texto, arroja como
resultado escenarios que pugnan frontalmente con los principios y valores constitucionales y
con los bienes jurídicos protegidos por estos. Tan reciente como en su sentencia TSE-027-2019,
del 7 de agosto del año en curso, este foro acudió a los fines de la Ley núm. 33-18, expresados en
su preámbulo, para fijar el sentido correcto de una formulación normativa concreta. En palabras
de este Tribunal:

9.4.8. Ha de recordarse que la ley de partidos políticos ha sido aprobada con el propósito de llevar
transparencia a dichas organizaciones y de que las mismas respeten en su accionar la democracia
interna, todo ello en razón de que (…) la sociedad dominicana demanda una mayor calidad del
sistema democrático y del ejercicio político que le concierne, para lo que se requiere del
fortalecimiento institucional de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos del país,
transparentando en mayor medida su accionar, haciéndolos más incluyentes, logrando una mejor y
más amplia participación de la ciudadanía, y propiciando una práctica política consecuente con los
principios, los valores y la ética que resultan esenciales al sistema democrático.

9.4.9. Así, tal y como lo estimó el legislador, esta ley fue adoptada porque se hacía necesario (…)
crear un marco legal que garantice y afiance la democracia interna en los partidos, agrupaciones y
movimientos políticos, así como el fortalecimiento de los liderazgos políticos, locales y nacionales,
al interior de una democracia de ciudadanía que importantice la formación de talentos, la
capacitación de los cuadros políticos y de líderes con reglas claras y principios éticos, capaces de

106
Eliseo Muro Ruiz, Algunos elementos de técnica legislativa (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma
de México, 2007), 86.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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promover y ejercitar la transparencia en el ejercicio político y de representar con amplitud las


diversas opciones ideológicas y la pluralidad de sectores de la vida nacional.

9.4.10. Todo lo anterior revela, en efecto, que la ley en cuestión viene a establecer mecanismos para
que los miembros y afiliados de los partidos políticos puedan tener participación real y efectiva en la
toma de las decisiones relevantes de estas organizaciones, como acontece con lo relativo a las reservas
de candidaturas. Y es que los afiliados a un partido político tienen derecho “a tomar parte en la vida
interna del partido, en sus órganos de gobierno y representación, a votar y estar presentes en la
asamblea general”. Esto ha sido justamente lo que ha querido el legislador cuando en el artículo 58
de la Ley núm. 33-18 ha asignado al máximo organismo de dirección colegiada la facultad para
decidir acerca de las reservas de candidaturas, garantizando así la mayor participación de los
miembros y afiliados en la toma de decisiones y, con ello, potenciando la democracia interna que
prevé el artículo 216 de la Constitución107.

3.9.12. Es útil precisar, en virtud de lo explicado en el párrafo precedente, que la defensa de esta
posición hace surgir para el intérprete la obligación de considerar tanto el texto como su finalidad;
dicho llanamente, es menester «tener en cuenta una cosa y la otra»108. En efecto, «no puede
desatenderse la intención manifiesta del legislador», pero tampoco puede hacerse caso omiso de
los «fines implícitos», cuyo examen y determinación no procede, naturalmente, «desde una postura
que acepte solo el examen de los fines explícitos»109. Esta última deviene del todo insuficiente,
más aún en casos como el que nos ocupa, y máxime en un Estado constitucional como el nuestro.
Y es que –como diría Frosini— «la ley no siempre tiene algo que decir»110, de manera que la
insistencia en posturas que atienden únicamente al texto de la ley –esto es, a su formulación

107
Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-027-2019, de fecha 7 de agosto de 2019, pp. 56-57. Subrayado y
cursivas añadidos. Nótese cómo el Tribunal explora los fines de la ley y la “intención” del legislador para determinar
el sentido conforme a la Constitución del artículo 58 de la Ley núm. 33-18, que establece las reservas de candidaturas.
Nótese, además, que el Tribunal establece, de forma clara y contundente, una vinculación directa entre los fines
expresados en el preámbulo de la Ley núm. 33-18 y los fines constitucionales planteados en el artículo 216 del texto
fundamental.
108
Juan Cianciardo, El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al moderno juicio de
proporcionalidad, 2ª ed. (Buenos Aires: Editorial Ábaco de Rodolfo Depalma, 2009), 67.
109
Cianciardo, 67.
110
Vittorio Frosini, La letra y el espíritu de la ley, trad. Carlos Alarcón Cabrera y Fernando Llano Alonso (Santiago
de Chile: Ediciones Olejnik, 2017), 59.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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lingüística— solo puede estar precedida por la asunción de actitudes interpretativas guiadas por
«la idolatría de la ley y el prejuicio fetichista del positivismo legislativo»111. Así,

(…) parece insostenible la reducción del derecho a la dimensión legislativa, porque hay un proceso
inagotable de circulación, que une la interpretación a la legislación, que realizan la doctrina y la
jurisprudencia; (…) la legislación vive en perpetua simbiosis con la interpretación, mientras que las
reglas de decisión pueden hacer referencia a la vida social, alimentándose directamente de ella112.

3.9.13. Esta afirmación parte de una separación conceptual fundamental, defendida por distintos
sectores de la dogmática jurídica europea, entre legislación e interpretación. Ambas, reconocidas
como fuentes del Derecho, poseen orígenes propios y constituyen, en esencia, actividades
fácilmente distinguibles113. Bajo esta óptica,

se reconoce que el derecho no solo se basa en el conjunto de leyes y demás documentos jurídicos,
sino también en la revelación, en la objetivación, en la semantización de las estructuras del
comportamiento social, con lo que se pasa de la conciencia común a la semiología simbólica de los
juristas constituida por las “reglas de decisión” (…). Por ello, el análisis meramente lingüístico de las
normas legales parece insuficiente. El círculo hermenéutico que se establece entre el intérprete y el
texto legal conlleva valoraciones y decisiones que superan la relación de carácter filológico (como
la denominaba Betti), y también las de orden lógico (o normológico, como los denominaba
Kelsen), conformándose como una relación entre la forma y la acción, enlazando la dimensión
semántica con la operativa y exigiendo la conversión de la norma en hecho114.

111
Frosini, 62.
112
Frosini, 62.
113
Esto se explica por tratarse de fuentes que «se manifiestan con una fuerza desigual según el tiempo y el lugar:
aunque son tanto la una, la legislación, como la otra, la integración y la interpretación oficial, obra de la jurisprudencia.
Ambas fuentes se alternan, si bien sus aguas se mezclan en una sola corriente, que es la de la vida del derecho. De
ambos caudales, uno mana por la fuerza de la autoridad reconocida como poder legítimo dominante en la vida social,
y el otro por la fuerza de la autonomía, esto es, de una actividad social espontánea orientada a la ordenación de los
intereses particulares. La legislación da lugar a las “reglas promulgadas”, es decir, elaboradas bajo forma normativa;
en cambio, la interpretación da origen a “las reglas no promulgadas”, o, lo que es igual, a reglas de decisión y de
comportamiento que pueden estar, o no, referidas al texto de la ley». Frosini, 61.
114
Frosini, 62.

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3.9.14. En fin que, como se explica a renglón seguido, en este caso el análisis de los «fines
esenciales» de las normas cuestionadas resulta revelador, y acredita el yerro que constituye el voto
mayoritario. En esta tesitura, se impone acudir a los principios contenidos en la Constitución y las
leyes de la materia, que son, en última instancia, los que inspiran y justifican las formulaciones
normativas que gobiernan el sistema electoral de la República Dominicana. Sobre el particular,
resulta importante rescatar lo indicado en los Considerando segundo, tercero, quinto y octavo de
la Ley núm. 33-18, que motivan su sanción legislativa:

Considerando segundo: Que a la vida democrática del país le resulta impostergable el fortalecimiento
institucional de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, perfeccionando el régimen
jurídico que los rige y potencializando el cumplimiento de sus deberes y derechos.

Considerando tercero: Que la sociedad dominicana demanda una mayor calidad del sistema
democrático y del ejercicio político que le concierne, para lo que se requiere del fortalecimiento
institucional de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos del país, transparentando en
mayor medida su accionar, haciéndolos más incluyentes, logrando una mejor y más amplia
participación de la ciudadanía, y propiciando una práctica política consecuente con los principios,
los valores y la ética que resultan esenciales al sistema democrático.

(…)

Considerando quinto: Que es necesario crear un marco legal que garantice y afiance la
democracia interna en los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, así como el
fortalecimiento de los liderazgos políticos, locales y nacionales, al interior de una democracia de
ciudadanía que importantice la formación de talentos, la capacitación de los cuadros políticos y de
líderes con reglas claras y principios éticos, capaces de promover y ejercitar la transparencia
en el ejercicio político y de representar con amplitud las diversas opciones ideológicas y la pluralidad
de sectores de la vida nacional.

(…)

Considerando octavo: Que el sistema democrático del país forma parte importante de la cultura
nacional, y que la democracia es un sistema que va mucho más allá de la perfección del sistema
electoral.

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3.9.15. De lo anterior se desprenden algunos de los fines esenciales de la Ley núm. 33-18. Como
se deduce de lo antes transcrito, tres (3) son los ejes principales en torno a los cuales se articula la
intención del legislador vernáculo en el ámbito partidario: (i) uno, el «fortalecimiento institucional
de los partidos» y la potencialización de sus «derechos y deberes»; (ii) dos, la promoción y
consolidación de «una práctica política consecuente con los principios, los valores y la ética que
resultan esenciales al sistema democrático»; y (iii) tres, la formación de liderazgos políticos
capaces de regirse por «reglas claras» y «principios éticos», a cuyo cargo ha de quedar la
promoción de «la transparencia en el ejercicio político». Todo ello bajo un convencimiento
fundamental: que «el sistema democrático del país forma parte importante de la cultura
nacional», pero sobre todo que «la democracia es un sistema que va mucho más allá de la
perfección del sistema electoral».

3.9.16. No puede caber duda de que estos «fines esenciales» se corresponden con los principios
que la propia Ley núm. 33-18 consagra en su artículo 12. En efecto, en dicha disposición se
establecen como «principios y valores fundamentales para el ejercicio democrático de la política»
la libertad, la justicia, la solidaridad, el pluripartidismo, la diversidad ideológica, el acatamiento a
la voluntad de las mayorías, la no discriminación, la equidad de género, la transparencia, la
alternabilidad en el poder, el uso de medios democráticos para acceder a la dirección del Estado y
el reconocimiento de los derechos de las minorías. Y esto, a su vez, se condice con lo consignado
en el artículo 7 de la ley núm. 15-19, que al establecer sus propios principios inspiradores, dispone
que «la organización de los procesos electorales» se rige por «los principios de legalidad,
transparencia, libertad y equidad».

3.9.17. En todo esto no puede faltar una referencia a los artículos 211, 212 y 216 de la Constitución.
Los dos primeros consagran los principios fundamentales del régimen electoral, siendo estos «la
libertad, transparencia, equidad y objetividad». El artículo 216 constitucional, por su parte, y
como es sabido, constitucionaliza los partidos políticos, consagra su autorregulación como un

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principio esencial de su existencia, y limita sus actividades con otros dos principios fundamentales:
la democracia interna y la transparencia. Y al establecer los fines esenciales de los partidos
políticos115, dispone lo siguiente:

1) Garantizar la participación de ciudadanos y ciudadanas en los procesos políticos que


contribuyan al fortalecimiento de la democracia;

2) Contribuir, en igualdad de condiciones, a la formación y manifestación de la voluntad


ciudadana, respetando el pluralismo político mediante la propuesta de candidaturas a los
cargos de elección popular;

3) Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad


dominicana.

3.9.18. De manera que la constitucionalización de los partidos políticos en los términos propuestos
por la Carta Magna trajo consigo la consagración de principios de actuación que resultan de
innegociable observancia y aplicación116. Esto, más que una casualidad, es un claro intento de hacer
frente a las múltiples falencias que a través del tiempo ha padecido la cultura política dominicana

115
Es digna de resaltar la correspondencia que también existe entre los fines dispuestos en el artículo 216 constitucional
y las atribuciones desarrolladas en el artículo 13 de la Ley núm. 33-18. En efecto, en esta última disposición se establece
que corresponde a los partidos políticos «defender la democracia, la Constitución y las leyes», «servir como
mediadores entre la sociedad y el Estado, encauzando eficazmente los intereses legítimos del pueblo dominicano» y
«fomentar la formación política y cívica de sus afiliados y de la ciudadanía, capacitando ciudadanos para asumir
responsabilidad política e incentivando su participación en los procesos electorales y en las instancias públicas del
Estado», y «promover la ética ciudadana y los valores cívicos».
116
En este punto, no es ocioso referir la conceptualización que hace de los principios constitucionales parte de la
doctrina constitucional latinoamericana. Eto Cruz sostiene, por ejemplo, «los principios constitucionales sirven de
base y fundamento a todo el ordenamiento positivo; son las grandes directrices hermenéuticas y de aplicación y son
las que se convierten en fuente existencial del Derecho. Son las ideas fuerzas que recogen y resumen en torno de sí, en
armónica y coherente unidad, toda la acción sucesiva del Estado. Cumplen una misión informadora e integradora del
ordenamiento jurídico. Otorgan validez a la estructura jerárquica del orden jurídico cuyo nacimiento nace del vértice
de su propia supremacía. En este sentido, los órganos estatales cada vez que producen la normatividad cotidiana, parten
siempre del sometimiento a dichos principios. Y no solo los que monopolizan la producción jurídica (los órganos
legisferantes y administrativos del Estado) le deben fidelidad, sino todos los operadores del sistema jurídico. En otras
palabras, tanto los gobernantes como los gobernados deben actuar conforme con las disposiciones que la propia
Constitución consagra». Véase Gerardo Eto Cruz, “Los principios rectores del sistema de jurisdicción constitucional
en República Dominicana”, Revista Dominicana de Derecho Procesal Constitucional 3 (2018): 155-190.

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y el sistema democrático instaurado a partir de la Constitución. Es por ello que este mismo
colegiado ha juzgado que «los partidos, movimientos y agrupaciones políticas tienen que estar
sujetos a los principios contenidos en el Pacto fundamental, sustentando su funcionamiento
acorde con sus cánones»117. Es este, también, el sustrato teórico que permitió a este Tribunal
afirmar –como ya se indicó— que las formulaciones normativas contenidas en la Constitución no
son «simples fórmulas retóricas»118, sino que constituyen auténticos mandatos directamente
operativos, es decir, normas «plenamente efectivas y no meramente teóricas»119 que condicionan
el quehacer político.

3.9.19. De hecho, a juicio del Tribunal Constitucional, la consagración de los principios que
gobiernan el quehacer partidario y el propio proceso electoral «se debe a la despersonalización de
la política, debido a la madurez que ha alcanzado la democracia participativa y la soberanía
popular –el gobierno del pueblo— en la República Dominicana»120. A la luz de los mencionados
principios, dicho colegiado consideró que «uno de los límites al ejercicio del derecho a ser elegido
mediante el sufragio es el carácter de exclusividad que deben exhibir las candidaturas
presentadas por los partidos políticos para cualquier cargo de elección popular»121. Y, en ese
tenor, estimó lo siguiente:

(…) es evidente que nuestro ordenamiento constitucional vigente propende a que el proceso electoral
sea celebrado en igualdad de condiciones –tanto para los electores como para los candidatos— y con
la mayor claridad posible, a fin de evitar confusiones y desconfianza por parte de la población en
el producto final del certamen electoral. De ahí la relevancia de los principios que instituyen
nuestro sistema electoral, en especial del principio de transparencia, el cual, más allá de velar porque
las elecciones sean llevadas a cabo sin una malversación de los fondos públicos que la Junta Central
Electoral (JCE) destina para su celebración a los partidos políticos, se ciñe a que el proceso electoral

117
Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-026-2012, de fecha 20 de agosto de 2012.
118
Tribunal Superior Electoral, sentencia TSE-019-2012, de fecha 18 de abril de 2012.
119
Luis López Guerra, Eduardo Espín, Joaquín García Morillo, Pablo Pérez Tremps y Miguel Satrústegui, Derecho
constitucional, vol. I, 9ª ed. (Valencia: Tirant Lo Blanch, 2013), 293.
120
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0379/17, de fecha 11 de julio de 2017, p. 17. Resaltado nuestro.
121
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0379/17, de fecha 11 de julio de 2017, p. 17. Énfasis añadido.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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pueda contar con etapas de adopción, revisión y reformación de aquellas cuestiones propias y
que se susciten durante la preparación de los comicios, a fin de que el resultado del certamen sea
–y se perciba por el pueblo como— legítimo122.

3.9.20. Es notorio, pues, que el compromiso con esta amplia gama de principios y valores se
desprende directamente del propio contexto histórico y socio-político del país, y a su vez guarda
una estrecha vinculación con el devenir de la cultura política hasta las últimas y más trascendentales
reformas emprendidas por el Estado, tanto por la vía legislativa como mediante la reforma
constitucional. Esto obliga a reconocer que, en verdad, la República Dominicana no se ha
mantenido al margen de los problemas propios de la actividad político-partidista. Muy por el
contrario, la historia (pasada y reciente) del país da cuenta de la existencia de profundos males
estructurales, e incluso idiosincráticos, que condujeron a la actividad partidaria a estándares de
actuación y operación dramáticamente bajos. Como ya se ha indicado, contra esta triste realidad
reaccionó el constituyente al formular el mencionado artículo 216, y a ello también pretende
enfrentarse el legislador al instituir las leyes núm. 33-18 y 15-19. Es, entonces, tarea de los poderes
públicos (incluido, naturalmente, este Tribunal) interpretar y aplicar estos criterios de actuación
en el sentido que más favorezca la consecución de los fines antes indicados, procurando la
entronización de estándares operativos y estructurales que hagan de los partidos lo que deben ser:
instituciones democráticas, estables y apegadas al ordenamiento.

3.9.21. Lo anterior debe ser así al menos en la medida en que continúe vigente aquella concepción
de los partidos políticos como «mediadores entre el pueblo y el Estado, (…) bisagra del Estado
constitucional, el punto neurálgico de imbricación del poder del Estado jurídicamente sancionado
con el poder de la sociedad democráticamente legitimado»123. Esto es tanto como afirmar que si
los partidos políticos son los «sujetos vertebrales del proceso democrático»124, si es que estos

122
Tribunal Constitucional, sentencia TC/0379/17, de fecha 11 de julio de 2017, p. 18. Subrayado y resaltado añadido.
123
Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. II, 480.
124
Roberto Blanco Valdés, “La caída de los dioses: de los problemas de los partidos a los partidos como problema”,
Teoría y Realidad Constitucional 35 (2015): 149-182.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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efectivamente actúan como «mediadores imprescindibles»125 de la democracia misma, entonces


«hay que considerar en todo caso necesariamente los problemas de ámbito público que
encierran»126. Estos “problemas” o dificultades son variados, y su abordaje se cifra hoy en
reclamos de muy diversa índole: mayor democracia interna, fiel y estricta sujeción a las garantías
del debido proceso –en lo que se refiere al ejercicio de la potestad sancionadora de los partidos en
materia disciplinaria—, mayor transparencia y publicidad, entre otros. Uno de ellos, y quizás de
los más perturbadores y dañinos, es, sin duda, el transfuguismo.

3.9.22. En tal virtud, y considerando que en sus exposiciones por ante el Tribunal tanto el
demandante señor Francisco Antonio Ventura Felipe como los codemandados señor Leonel
Antonio Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) hicieron un amplio
despliegue argumentativo sobre el concepto de transfuguismo, es menester referirse al mismo, a
fin de precisar el alcance que este ha tenido en la cultura política local. En ese sentido, es útil
señalar que no se trata de un problema inédito para la literatura vernácula. De hecho, es posible
identificar algunos abordajes previos –y, en ocasiones, tímidos— por parte de la doctrina local, que
han pretendido desligar el transfuguismo de la mera desafiliación partidaria, precisamente
defendiendo que esto último está permitido, mientras que aquello reclama una regulación intensa
que impida que sus efectos alteren el sistema de partidos y deterioren el régimen electoral. Así, se
ha afirmado que

no todo cambio de adhesión partidaria se constituye en un caso de transfugio (sic): en la materia, la


libertad de afiliación a un partido político es la regla, ya que la incorporación a un partido es un acto
voluntario, al igual que la desafiliación. La naturaleza de la cuestión varía cuando el cambio de
camiseta se produce en plena campaña electoral, por un cargo gubernamental real o eventual,
por ventajas económicas o por no aceptación de la voluntad partidaria en una convención interna.
Peor es el caso del llamado transfuguismo electivo o parlamentario: un legislador electo por el voto

125
Peter Häberle, Pluralismo y Constitución, 2ª ed., trad. Emilio Mikunda-Franco (Madrid: Editorial Tecnos, 2013):
157. El autor llega al punto de afirmar que «lo público es un presupuesto democrático ubicado en la misma esencia de
los partidos».
126
Häberle, 157.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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de los militantes y simpatizantes de un partido, dos partidos o una coalición de partidos, traiciona el
mandato y la confianza de los electores y abandona su representación pasando a cerrar filas en otra
agrupación política o simplemente renunciando a su afiliación de origen. El problema no es nuevo, y
se presenta más allá de nuestro continente127.

3.9.23. En ese mismo sentido, se ha reconocido que lo anterior guarda estrecha relación con fines
constitucionales y propósitos de interés general cuya protección, salvaguarda y consecución
resultan esenciales para el mantenimiento del orden democrático. En efecto, se ha afirmado que el
transfuguismo, principalmente aquel que incide en la conformación y presentación de candidaturas
a cargos electivos, «es quizás el más trascendente por las consecuencias político-electorales que
produce»128. Por eso, su regulación comporta, sin más, «una necesidad»129, más aun tomando en
cuenta los antecedentes (pasados, pero también recientes) que han marcado la cultura política local.
Así, y en atención a la magnitud del problema, las discusiones suscitadas con ocasión de la
formación de la normativa vigente tuvieron al transfuguismo como uno de sus elementos
protagónicos. De hecho, los meses previos a la sanción de las leyes núm. 33-18 y 15-19 estuvieron
marcados por el debate generado en torno a este y otros puntos. Lo que resulta particularmente
llamativo es que se reclamase, desde ya, la sanción de conductas puntuales:

Existe consenso en prohibir terminantemente que quien participe en una primaria de un


partido y pierda no pueda participar en las primarias de otro partido, ni ser candidato de otro
partido en las elecciones correspondientes a ese año. Estamos conscientes de que el derecho a
elegir y ser elegido es un derecho fundamental, previsto por la Carta Magna. Pero también de que,
según jurisprudencia, ordinaria y constitucional, el ejercicio de los derechos es regulable por el
ordenamiento. Haciendo un limitado ejercicio de ponderación concreta de derechos fundamentales
(…), resultaría que una norma de esta naturaleza privilegiaría los deberes fundamentales

127
Milton Ray Guevara, Opinión Constitucional (Santo Domingo: Amigo del Hogar, 2014), 51. Subrayado y resaltado
añadido.
128
Vladimir Rozón, Jean Luis Sano y José Luis Beltré, Análisis comparativo: Ley Electoral núm. 275-97 y proyectos
de ley de Partidos y de Régimen Electoral (Santo Domingo: Fundación Global, Democracia y Desarrollo, 2018): 23-
24.
129
Rozón, Sano y Beltré, cit., 24.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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prescritos por el artículo 75 numeral 12, al evitar el transfuguismo y en general fortalecer la


calidad de la democracia130.

3.9.24. En todo caso, y sin desmedro de lo anterior, conviene dejar claro desde ya que no se hace
(ni se pretende hacer) referencia a un concepto reducido de transfuguismo. En efecto, han de ser
descartadas aquellas interpretaciones reduccionistas de la ley que pretenden abordar la
problemática mediante la apelación a un texto que revela un profundo desapego respecto de los
principios antes reseñados, y que da lugar al surgimiento de una brecha importante entre la realidad
jurídica o normativa y la realidad social: entre lo legislado y lo que se reclama legislar. Así pues,
el tratamiento de este asunto ha de despojarse del reduccionismo y el fundamentalismo propios de
épocas superadas, de la miopía con que se pretendió dar solución a problemas similares en otros
tiempos. En definitiva, no interesa cualquier concepto de transfuguismo; interesa, más bien, el
concepto de transfuguismo cuya comprensión cabal tiene como punto de partida necesario e
imprescindible a la Constitución. Se trata, así, de defender un concepto profundamente identificado
con los valores y principios conforme a los cuales el constituyente exige que se lleve a cabo tanto
la actividad político-partidaria como la función electoral al amparo de la cual aquella se despliega.

3.9.25. En ese sentido, resulta inadmisible el concepto de transfuguismo que pretende enfocarse en
la cualidad del actor político, en lugar de atender a la conducta y sus efectos en el sistema. La
primera interpretación asumiría un punto de partida con arreglo al cual habrían de considerarse
constitucionales actuaciones político-partidarias que, objetivamente analizadas, riñen frontalmente
con las decisiones políticas fundamentales recogidas en la Norma Sustantiva, con los planes y
proyectos que esta traza para el ámbito electoral y el sistema de partidos. La segunda, en cambio,

130
Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana (FOPPPREDOM), Propuestas razonadas del
Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana sobre los proyectos de “Ley Orgánica de Régimen
Electoral y la “Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas” (Santo Domingo: Foro Permanente de Partidos Políticos de
la República Dominicana, 2017), 16-17. Subrayado y resaltado añadido. Es menester indicar que la referencia hecha
en el texto concierne al artículo 75.12 constitucional, conforme al cual constituye un deber fundamental «velar por el
fortalecimiento y la calidad de la democracia, el respeto del patrimonio público y el ejercicio transparente de la
función pública».

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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da por entendido que se trata de una actuación que en sí misma, y sin añadiduras, impacta de
manera significativa el orden constitucional, tornando impracticables e inoperantes los valores y
principios fundamentales desarrollados en la Constitución. Así pues, es más útil y provechoso –
claro está, si lo que se pretende es revalorizar las opciones políticas fundamentales plasmadas en
nuestra Constitución— «examinar el contenido central de la conducta a prohibir»131, con relativa
independencia de las condiciones particulares que puedan rodear al sujeto que incurre en ella.

3.9.26. Bajo esta óptica, pasan a un segundo plano las razones que pueda ostentar un determinado
actor político para abandonar las filas de un partido y afiliarse a otro. De más está decir que un
proceder como este, aunque potencialmente reprochable, queda amparado por la libertad de
asociación política que consagran en conjunto los artículos 47 y 216 de la Constitución. Lo que sí
deviene jurídicamente sancionable, precisamente por no ajustarse a los presupuestos de actuación
que consagran los principios constitucionales y los fines esenciales identificados en las normas de
la materia, es que el traspaso ideológico y partidario se produzca en pleno proceso electoral, con la
intención de concurrir como candidato a un cargo electivo por el partido receptor, luego de haber
participado en el partido de salida en el mismo certamen. En este sentido, poco importa la fase del
proceso en que se configure la actuación; el elemento clave es que se trate del mismo proceso
electoral.

3.9.27. Con relación a este último punto –como se ha dicho, absolutamente clave en esta tesitura—
, conviene hacer explicitas algunas convicciones que sustentan la afirmación, y que, como se verá,
no es ocioso rescatar. La prohibición que aquí se defiende debe hacerse extensiva a todas las fases
de un mismo proceso electoral. Es esencial que se destruyan aquellas comprensiones (a veces
deliberadamente) deficientes que pretenden seccionar el proceso electoral en “momentos” de
actuación distanciados entre sí, como si se tratase de trámites distintos y profundamente
divorciados uno de otro. La idea a retener es que constituye un equívoco sostener que la

131
Ríos Vega, 274.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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participación en una etapa del proceso (por ejemplo, la etapa de designación de candidatos, bien
por primarias, bien por convenciones) no inhabilita para participar en la fase siguiente. En rigor,
los procesos internos de selección de candidatos constituyen «la entrada en el circuito»132, por
configurar la etapa en que se designan «las ofertas que se presentarán al cuerpo electoral»133. Esto
quiere decir que la fase de designación de candidatos forma parte del proceso electoral mismo, es
decir, está comprendido en este, por lo que la división y el desbalance que genera el transfuguismo
son potencialmente dañinos desde este momento. Y es que «es la selección interna del partido la
que puede llegar a determinar el resultado final en una elección; el de ganar o perder el poder»134.
De manera que el surgimiento de un cuadro tránsfuga en esta etapa puede eventualmente «debilitar
la preferencia electoral de un partido»135, lo que impacta tanto el nivel de estabilidad institucional
del partido que padece el fenómeno, como la percepción ciudadana sobre dicha organización
durante el torneo electoral. Si se pretende «evitar el bandolerismo y oportunismo electoral»136, y
se reconoce, al tiempo, que «los cuadros tránsfugas hacen perder o ganar»137, entonces es
inconsecuente y contraproducente limitar la prohibición a la etapa en que se efectúa el proceso
electoral en sí, dejando fuera las etapas anteriores, incluida la de selección interna de candidaturas.

3.9.28. Esto cobra aún más sentido cuando se analiza a la luz de la historia política de la nación.
Esta se ha encargado de demostrar que las coyunturas internas de selección de candidatos tienden
a provocar que los contendientes perdedores abandonen sus partidos, no por consideraciones
ideológicas, sino por criterios de oportunidad, dividiendo los mismos y, con ello, debilitando el
sistema en sentido general. Así, es innegable que se está ante un propósito de marcado interés
público, lo cual torna impostergable su regulación en consonancia con los principios contenidos
en la Constitución y los fines procurados por las normas de la materia, desprendidos estos últimos

132
Blanco Valdés, 158.
133
Blanco Valdés, 158.
134
Ríos Vega, 256.
135
Ríos Vega, 256.
136
Ríos Vega, 257.
137
Ríos Vega, 257.

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Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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de su parte introductoria. Tal como explicó la Corte Suprema de los Estados Unidos de
Norteamérica en el caso Storer v. Brown, juzgando la conformidad con la Constitución federal de
una restricción estatal destinada a prohibir la participación en primarias de distintos partidos
políticos en el marco de un mismo proceso:

(…) después de una larga experiencia permitiendo a los candidatos participar en las primarias de más
de un partido, California prohibió la práctica cross-filing en 1959. Un candidato en una primaria
partidaria no puede luego participar en la de otro; si pierde en la primaria, no puede participar como
independiente; y no puede ostentar una afiliación previa a la elección interna respecto de otro partido
político al menos un año antes de su celebración. La primaria partidaria (…) no es solo un ejercicio
de calentamiento para la elección general, sino que es una parte integral de todo el proceso electivo,
la fase inicial en un proceso compuesto en el que las personas eligen a sus funcionarios públicos.
Funciona para purgar y filtrar las candidaturas electas. La política general del Estado es permitir
que fuerzas opuestas a lo interno del partido empleen la campaña primaria y la elección interna para
resolver sus diferencias. La elección general queda reservada para inconvenientes mayores; no es un
foro para dar continuidad a los enfrentamientos intrapartidarios. La norma contra los candidatos
en primarias que pretenden postularse luego como independientes procura este fin, siendo el resultado
visible prevenir a los perdedores de continuar en la contienda y limitar los nombres que aparecerán
en las boletas a los de aquellos que resulten vencedores en las primarias y a los independientes que
califiquen. De esta forma, se espera que al público sean presentadas opciones inteligibles, y que el
ganador de la elección general cuente con suficiente apoyo como para gobernar efectiva y
eficientemente138.

3.9.29. Según apuntó la Corte estadounidense en este precedente, la prohibición impuesta en este
sentido protege directamente el proceso de primarias partidarias, al rehusar reconocer candidatos
independientes que no asumen una estrategia oportuna para abandonar las filas de la organización
a la que pertenecen antes de la contienda. Funciona, además, para prevenir candidaturas impulsadas
por objetivos políticos de corto alcance, resentimiento o la pura confrontación. Y permite, en
última instancia, configurar barreras para evitar que la captación de un candidato por un partido
político se traduzca en una desviación de los votos que, en condiciones normales, corresponderían
a otra organización reconocida contendiente en el mismo proceso. Este fin, a decir de la Corte, se

138
Storer v. Brown, 415 U.S. 724 (1974). Énfasis añadido.

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ajusta a su convicción de que la fragmentación de los partidos y el faccionalismo sin control


infringen un «daño significativo al tejido de gobierno»139, por lo que su regulación efectiva se
impone a cualquier interés particular que le sea contrario.

3.9.30. A fin de evitar sobrecargas conceptuales, sostenemos, sin más, que la noción
constitucionalmente sostenible de transfuguismo atiende no solo a aquel representante electo que
se aparta de su partido y pacta con otras fuerzas políticas –entendido que este convenio se efectúa
previo al acceso al cargo, o en pleno ejercicio del mismo—, sino también a aquel actor político
que, en pleno proceso electoral, pretende postularse, concurrir o competir por partidos políticos
distintos para el mismo o diferentes cargos electivos. De esta forma, queda prohibido al
precandidato por un partido constituirse en precandidato por otro; al precandidato por un partido
erigirse en candidato de otro; al candidato por un partido postularse como precandidato en otro; y
al candidato por un partido proponerse como candidato en otro, todo ello en el mismo torneo
electoral, con independencia de la fase en que ello se verifique.

3.9.31. Existen poderosas razones para comprometerse con esta definición de transfuguismo. La
primera de ellas es tomarse en serio, de una vez por todas, «los efectos decisivos de la
consolidación de los partidos en la mecánica de la representación característica de los modernos
sistemas democráticos»140. Este es, sin duda, un argumento en favor del fortalecimiento
institucional de los partidos. Conviene recordar que a ello apunta la Constitución y la legislación
vigente, la cual, como se ha visto, consagra como uno de sus fines esenciales la definitiva
institucionalización de los partidos. Es notorio que el transfuguismo impide la consecución de este
fin, porque «entra claramente en la patología política, pues el trasvase continuo de miembros de un
partido a otro debilita extraordinariamente el sistema de conjunto»141. De esta forma, si

139
Storer v. Brown, 415 U.S. 724 (1974). Énfasis nuestro.
140
Blanco Valdés, 155. Las cursivas son nuestras.
141
Jorge De Esteban, “El fenómeno español del transfuguismo político y la jurisprudencia constitucional”, Revista de
Estudios Políticos 70 (1990): 7-32.

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institucionalizar es «infundir valor más allá de los requisitos técnicos de la tarea que se esté
desarrollando»142, entonces

la institucionalización de un partido político, por lo tanto, implica que este comience a ser valorado
por derecho propio, más que como un instrumento para alcanzar algunos objetivos políticos
específicos. (…) [E]l nivel de institucionalización de un partido se refleja en el grado en el que los
activistas políticos y quienes buscan poder se identifican con el partido y el grado en el que
simplemente ven al partido como un medio para otros fines. Las instituciones políticas actúan como
un freno de las conductas individualistas y egoístas mediante la articulación de los intereses y
las necesidades comunes. Es este tipo de intereses común el que anima a los actores políticos a
sacrificar la ventaja privada a corto plazo por la buena salud a largo plazo del partido
institucionalizado. (…) [L]a institucionalización entraña compromisos estables a largo plazo con el
partido como una institución legítima en abstracto143.

3.9.32. De hecho, en el límite, la relación entre transfuguismo e institucionalidad partidaria puede


ser construida a partir de una vinculación de correspondencia directa entre ambos fenómenos. Es
decir, a mayor institucionalidad, menor transfuguismo; y al revés: a mayor transfuguismo, menor
institucionalidad, y, por consecuencia, menor solidez tanto para cada uno de los actores partidarios
como para el sistema per se. Por plantearlo en otros términos,

(…) en condiciones normales, las identidades partidarias y sus fronteras son claras, y el transfuguismo
es la excepción, no la regla. A la inversa: si el transfuguismo se parece más a la regla que a la
excepción, entonces las identidades y fronteras partidarias son necesariamente débiles, se encuentran
en estado fluido, y todavía no ha nacido un sistema de partidos razonablemente institucionalizado144.

142
Philip Selznick, Leadership in Administration (Nueva York: Harper & Row, 1957): 17.
143
Richard Gunther y Jonathan Hopkin, “Una crisis de institucionalización: el colapso de UCD en España”, en Partidos
políticos: viejos conceptos y nuevos retos, eds. José Ramón Montero, Richard Gunther y Juan Linz, trad. Esther
Monterroso Casado (Madrid: Trotta, 2007), 165-207. Subrayado y resaltado añadido.
144
Diego Achard y Luis E. González, “Sumando voces: situación y perspectivas de los partidos políticos en
Centroamérica, Panamá y República Dominicana”, en Un desafío a la democracia. Los partidos políticos en
Centroamérica, Panamá y República Dominicana, coords. Diego Achard, Luis E. González, Edelberto Torres-Rivas,
Ricardo Córdova Macías, Kevin Casas y Daniel Zovatto (San José: Instituto Internacional para la Democracia y la
Asistencia Electoral, 2004), 11-148.

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3.9.33. En el caso de la República Dominicana, la institucionalidad e integridad de los partidos,


agrupaciones y movimientos políticos reconocidos constituyen fines de primer orden. El legislador
ordinario ha entendido que la fortaleza del sistema democrático descansa en la estabilidad de los
partidos políticos, los cuales merecen ser preservados como instrumentos canalizadores de la
voluntad popular que se expresa en las urnas mediante el libre ejercicio del derecho al sufragio.
Esa estabilidad de las organizaciones políticas depende de uno de los pilares más importantes para
su correcto funcionamiento: la lealtad y el respeto a la decisión de las mayorías. Si se ignorara esta
realidad, permitiendo el irrespeto a la decisión mayoritaria que se ha expresado en un evento
electoral interno de los partidos como expresión genuina del positivo ejercicio democrático que
garantiza su fortalecimiento, el legislador ordinario habría fracasado en su rol de garante y
depositario natural de la norma constitucional, la cual demanda una permanente vigilancia y
desarrollo, para una mejor expresión y aplicación de su contenido programático. Todo ello, como
es notorio, ha de procurarse en un contexto en el que los límites al ejercicio de los derechos político-
electorales sean efectivos, razonables y claros, justificados en fines esenciales y principios
constitucionales de magna importancia para el buen funcionamiento del sistema democrático y del
régimen electoral y político-partidario. Entonces, la conclusión es obvia: permitir el libre e
indefinido ejercicio del derecho a ser elegible para una candidatura de elección popular durante
el periodo contemplado en la ley y en los plazos que esta establece, contribuiría a debilitar a las
organizaciones políticas en sus esfuerzos por garantizar la necesaria unidad interna que se
requiere de ellas para mejorar y fortalecer la democracia.

3.9.34. La segunda razón encierra, en realidad, dos motivos. El primero concierne a la promoción
de la lealtad y la fidelidad partidaria, y posee por ello una evidente vinculación con lo antes
expuesto. Se afirma –no sin razón— que «la lealtad partidaria es el principal deber del militante y
del dirigente partidario»145. En ese sentido, es evidente que la pérdida voluntaria de la membresía
a un partido político implica, de alguna manera, quebrar el vínculo originario de lealtad que se

145
Jorge Prats, Derecho constitucional, vol. II, cit., 475.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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genera entre el asociado y la organización a partir de su afiliación. El transfuguismo no solo


traiciona este vínculo primitivo, sino que agrava los efectos mismos de la desafiliación, impactando
de lleno la base de la organización y generando desconfianza recíproca –difícilmente remediable—
entre directivos, militantes y votantes. Y esto, a su vez, constituye un impedimento notorio para la
consolidación institucional de las organizaciones políticas. Por ello se afirma que

(…) la razón de la regla antitránsfuga se explica por la idea de tutelar la lealtad partidista y evitar, por
ende, el divisionismo que pone en riesgo una probable victoria electoral de un partido que se ve
afectado por la traición de sus integrantes: se promueve pues el castigo a los desleales que cambian
de partido para poder ganar un cargo representativo146.

3.9.35. En conexión con lo anterior, el segundo motivo concierne al déficit de representación que
prohíja el transfuguismo. Se afirma –con lo cual coincidimos— que «los problemas del
transfuguismo están conectados con uno de los ámbitos en los que son más evidentes las tensiones,
teóricas y prácticas, en los Estados constitucionales contemporáneos: se trata de la
representación»147. Así las cosas, es fundamentalmente cierto que el transfuguismo configura, sin
más, «una especie de “estafa política”, que va en detrimento del concepto de la representación en
que se basa la democracia moderna»148. Ello, a su vez, propicia el falseamiento de la voluntad y la
confianza del electorado, en la medida en que un mismo actor político interioriza y canaliza
propuestas electorales distintas, desde plataformas electivas diferentes, imposibilitando así que el
elector pueda identificarse plenamente con una determinada oferta electoral y ejercer el sufragio
como consecuencia de esta apreciación, a partir de un universo de propuestas razonablemente
estables y sólidamente identificadas.

3.9.36. La tercera razón para comprometerse con la conceptualización del transfuguismo que aquí
se plantea tiene que ver con el impacto que produce dicho fenómeno en la gobernabilidad y en la

146
Ríos Vega, 263.
147
Ignacio Torres Muro, “Transfuguismo político: un elogio (moderado) del tránsfuga”, Revista de Estudios Jurídicos
16 (2016): 1-28.
148
De Esteban, 13.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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cultura política. Es innegable, en cuanto a lo primero, que, si se parte de la idea de que «en un
régimen democrático, tan importante es la tarea del gobierno como la de la oposición»149, permitir
el trasvase que propicia el transfuguismo «crea disfunciones en el sistema»150. Dicho de manera
particularmente descarnada, el transfuguismo genera falsas mayorías y falsas minorías, en la
medida en que se desconoce el compromiso real de los actores políticos con relación a
determinadas propuestas de políticas públicas, o programas de gobierno, o incluso con relación a
operaciones más gravosas y a gran escala, como reformas constitucionales o legales. Es difícil
cuestionar que un panorama como este carece de toda funcionalidad. En tal tesitura, la
gobernabilidad se dificulta a extremos que pueden conducir al bloqueo, en escenarios dramáticos,
o a la desafección ciudadana frente a las políticas públicas promovidas desde los estamentos
representativos, en otros supuestos, lo que en todo caso comporta en sí mismo un mal cuyas
consecuencias difícilmente puedan subestimarse.

3.9.37. La cultura política también resulta considerablemente mermada a causa del transfuguismo.
En términos llanos, el fenómeno genera actores políticos «indeseables que transitan de una
formación política a otra, movidos por fines socialmente injustificables»151. La proyección en el
tiempo de esta clase de prácticas –acompañada de una engañosa relativización de sus efectos—
genera escenarios en los que los actores políticos se concentran en las oportunidades electorales, y
no en el aglutinamiento y articulación de intereses generales; en los pactos políticos oportunistas,
y no en la defensa de los reclamos de cierto(s) sector(es) social(es); en las estrategias a corto plazo,
y no en los planes a futuro; en juicios de conveniencia coyuntural, y no en propósitos y planes de
beneficio y utilidad duraderas. Es conocido que la «patología transfuguista»152 produjo en latitudes
específicas «un auténtico revoltijo de cambios de grupo y de partido, que los debilitó y a punto

149
De Esteban, 14.
150
De Esteban, 14.
151
Ríos Vega, 262.
152
Blanco Valdés, 158. Cursivas del autor.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
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estuvo de colapsar el funcionamiento de las instituciones democráticas»153. En otros frentes se


suscitaron escenarios auténticamente dramáticos:

[En México,] una vez consolidada la alternancia política en la medida en que cualquier partido puede
ganar las elecciones, el transfuguismo resulta ser ahora la estrategia política rentable: se gana el poder
por el divisionismo partidista. Ser tránsfuga ya no se castiga (…), sino que se premia en muchas
ocasiones con la posibilidad de llegar al poder a cambio de ser desleal. El transfuguismo empieza a
tener mala prensa por los excesos e incongruencias. Cada candidatura comienza a estar sujeta al
cálculo de irse o no del partido, de buscar o no otros colores partidistas, o bien, de vender o no el
capital político que se tiene en un determinado partido para jugar en contra de los intereses partidistas
para que otro se beneficie: dividir a su partido para que otro gane. Las candidaturas en el peor de los
casos se comienzan a vender y los tránsfugas, por ende, obtienen en forma retribuida un beneficio
ilegal a consecuencia de su deslealtad partidista. Finalmente, llegados hoy a los problemas que se dan
en la vida interna de un partido, pues en la medida en que se diseñan, negocian e instrumentan las
convocatorias para elegir a los candidatos, se abre el escenario de las divisiones, traiciones y
transfuguismo retribuido que al final terminan por debilitar a un partido y desprestigiar aún más a la
política154.

3.9.38. Nuestra historia reciente también debe ser rescatada, como ejemplo de a qué exactamente
se pretende enfrentar el constituyente y el legislador al disponer los principios y fines hasta aquí
explicados. Es difícil discutir que lo que a continuación se ilustra deviene incompatible con estos
últimos:

A las tradicionales actividades proselitistas: el «caravaneo», «bandereos», «peinadoras», marchas


políticas y el reparto de prebendas (y que incluye dinero, comida o agua potable… entre otros), se
unió la exhibición transfuguista, como una muestra del poder de atracción y fuerza de los
contendientes. A partir de marzo de 2010 se sucedieron en cascada las migraciones partidarias de
aquellos que no habían conseguido un lugar en la boleta electoral. Así lo hizo la alta dirigencia del
PRD en la provincia Santiago Rodríguez encabezada por su diputado, 450 dirigentes y militantes
perredeístas en la provincia Dajabón, un centenar de Higüey, El Seibo, Boca Chica y Santo Domingo
Este, 40 regidores y alcaldes del PRSC y PRD de La Romana, así como el candidato a senador de la
provincia Azua, entre otros, que migraron todos al PLD. El común denominador del éxodo en las filas
de la oposición fue la lucha entre facciones. Como argumentaban los protagonistas, «no se realizó

153
Blanco Valdés, 158. Cursivas del autor.
154
Ríos Vega, 260.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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convención, sino designación, pero todos los beneficiarios fueron del equipo adversario». (…) De
igual manera las deserciones ocurrieron en el seno del PLD. Los diputados de las provincias de La
Vega y Santiago, o los alcaldes de El Cercado y Batista, pasaban a las filas del PRD porque «les fue
arrebatada su candidatura o manipularon las encuestas para favorecer a otros compañeros». Este
fenómeno alcanzó también a los pequeños partidos. Tal fue el caso del candidato a alcalde por el
PLRD, quien presumía de haber aglutinado a «candidatos reformistas, peledeístas, perredeístas y
empresarios» en la boleta a la sindicatura de Sosúa155.

3.9.39. El diagnóstico que ha merecido este modo de hacer política es, a lo menos, preocupante:

El fenómeno del transfuguismo en República Dominicana apunta a un escenario de tipo cartel en el


que la política deviene una profesión en sí misma, y en la que los políticos, que tienen carreras de
larga duración, acaban por considerar a sus oponentes como colegas profesionales, enfrentados a las
mismas presiones, con similares deseos de seguridad laboral y con los que habrá que compartir
asuntos a largo plazo. La estabilidad se convierte en algo más importante que el triunfo; la política
pasa a ser un trabajo y no una vocación156.

3.9.40. De lo anterior se desprende la cuarta razón que justifica nuestro compromiso con lo arriba
apuntado. Ya se ha explicado que pesa sobre los actores del régimen electoral y político-partidario
una obligación de interpretar y aplicar las normas del sistema de una forma que garantice que la
actividad partidaria y la función electoral sean desplegadas en armonía con los principios y valores
contenidos en la Constitución. Esto, como se ha dicho, impone a los partidos políticos diversas
obligaciones. Por resumirlo de alguna manera, los partidos políticos participan en las elecciones
«no como titulares del derecho mismo a la participación, sino (…) como instrumentos
fundamentales que son para hacerla posible, concurriendo, como la Constitución quiere, a la
formación y manifestación de la voluntad popular»157. Este compromiso con la Constitución
implica, en última instancia, respetar un principio que reproduce en su seno cada uno de los
compromisos constitucionales adoptados en este ámbito: se trata del principio de integridad

155
Ana Belén Benito Sánchez, “Aliados, tránsfugas y barrilitos: las elecciones legislativas de 2010 en República
Dominicana”, América Latina Hoy 56 (2010): 59-84. Subrayado añadido.
156
Benito Sánchez, 69. Subrayado nuestro. Véase, al respecto: Richard Katz y Peter Mair, “El partido cartel. La
transformación de los modelos de partidos y de la democracia de partidos”, Zona Abierta 108 (2004): 9-39.
157
España, Tribunal Constitucional, sentencia STC 63/1987, de fecha 20 de mayo de 1987, F.J. 5. Subrayado añadido.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
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electoral. Conforme a la doctrina más autorizada, este principio concierne a «la calidad de las
elecciones, precisamente a la relación entre valores y prácticas»158. Así,

(…) se postula la correspondencia entre valores y normas, por un lado, y comportamientos y


resultados, por el otro: el sinónimo de tal aspiración es honestidad. La integridad electoral se
determina como el postulado ético dirigido al proceso electoral en total, especialmente a los
individuos involucrados en él, de comportarse de forma íntegra, o sea, honesta, conforme a los
valores y las normas que sustentan elecciones democráticas, y de proteger, en su caso, la
honestidad del proceso electoral frente a desafíos que la ponen en cuestión. (…) Si no se lesionan
las normas, si no se manipulan elementos del proceso electoral en contra de lo legal o
constitucionalmente establecido, y en última instancia, si no se contradice, más allá de las normas,
a los valores democráticos que deben sustentarlas, entonces existe integridad electoral159.

3.9.41. Rectamente entendido, el principio de integridad electoral es el que engloba los valores y
principios constitucionales en un estándar general, por cuyo efecto los actores que intervienen en
el ámbito electoral y político-partidario han de actuar en plena e irrestricta sujeción a las pautas
contenidas en la Constitución y a los fines procurados por las normas vigentes y aplicables en la
materia. Podría afirmarse, en tal virtud, que el principio de integridad electoral es el principio
rector por excelencia de los procesos electorales, y que se trata de un estándar de contenido
complejo, precisamente por favorecer la sujeción a un conjunto de principios que pretenden, por
distintos caminos, el mismo objetivo: que las elecciones democráticas no se aparten de los valores
que las justifican, y que las actuaciones que se efectúen al calor de las mismas no lesionan dichos
principios y valores. Así pues, y por decirlo llanamente, las consideraciones hasta aquí vertidas
también encontrarían resguardo en el principio de integridad electoral, en la medida en que el
mismo implica un compromiso con cada uno de los estándares constitucionales de actuación que
hacen de los procesos electorales contiendas justas, transparentes, certeras, libres y apegadas a
Derecho.

158
Dieter Nohlen, Principio mayoritario, jurisdicción constitucional e integridad electoral: tres ensayos (Ciudad de
México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2016), 74. Cursivas añadidas.
159
Ríos Vega, 260.

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3.9.42. En fin, si es una finalidad universalmente compartida –y no nos queda duda de que es así—
evitar que la nación continúe padeciendo los males y deficiencias de antaño, y si existe un
compromiso de parte de todos los actores del sistema con el principio de integridad electoral, en
tanto principio vertebrador del sistema electoral y del régimen político-partidario, entonces es
evidente que ha de adoptarse un concepto de transfuguismo que haga operativos los valores,
principios y fines que la Constitución y las leyes consagran respecto del régimen electoral y el
sistema político-partidario. No es de recibo una conclusión distinta, simplemente porque la que
aquí se plantea es la única que pretende propiciar la máxima efectividad de los estándares políticos
desarrollados en las normas que conforman el ordenamiento jurídico. El quehacer de las
asociaciones políticas y los procesos electorales en los que estas participan han de estar
condicionados por pautas que orienten el resultado hacia la legitimidad, la transparencia y la certeza
que la Constitución reclama. Bajo ningún concepto debe permitirse que los fines y principios antes
referidos se vuelvan prescindibles, o queden a merced de coyunturas políticas marcadas por
personalismos desaforados, portadores y promotores de mensajes más próximos al paroxismo que
a la auténtica gobernabilidad, o se plieguen ante actuaciones que procuran, sin más, minar la propia
legitimidad del sistema y echar por la borda los amplios y significativos compromisos políticos
asumidos desde la Constitución.

3.9.43. Es al amparo de estas consideraciones que resulta imperativo plantear la cuestión respecto
a si la designación del señor Leonel Antonio Fernández Reyna como candidato presidencial del
Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), luego de haber participado como precandidato al
mismo cargo electivo en las primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ambas
participaciones en el marco del mismo proceso electoral, impacta negativamente en el sistema
electoral y en el régimen político-partidario que se desprende de la Constitución. Partiendo de lo
hasta aquí expuesto, y en consideración de los principios consagrados en la Constitución, los
fines perseguidos por las leyes de la materia y el precedente contenido en la sentencia
TC/0379/17, del Tribunal Constitucional, la conclusión es rotundamente afirmativa.

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3.9.44. En ese tenor, ya se ha justificado en otra parte de este voto que el ordenamiento jurídico
dominicano, objetiva e íntegramente considerado, configura una prohibición de actitudes
tránsfugas particulares, entre ellas aquella que concierne a la participación simultánea por dos
partidos políticos distintos en un mismo proceso electoral, con el fin de resultar electo para un
cargo electivo. La situación del ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna es justamente esa:
luego de participar –y perder— en las primarias celebradas por el Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) como precandidato a la Presidencia de la República, pretende ahora erigirse
como candidato por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD) para el mismo cargo
electivo, y con motivo del mismo certamen electoral. Dicho sin miramientos –y considerando lo
ya apuntado, en el sentido de que la fase de selección de candidatos es solo una etapa de un único
proceso electoral—, el ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna pretende participar por dos
partidos políticos distintos en un mismo proceso electoral. De manera que la prohibición que se
desprende, en forma conjunta, de la Constitución y las Leyes núm. 33-18 y 15-19 le es directamente
aplicable; su situación queda regida de lleno por la normativa, y lo hace, por demás, con una
orientación innegable: en el sentido de proscribir actividades político-partidarias que le permitan
participar por dos partidos políticos distintos en un mismo torneo electivo.

3.9.45. En ese sentido, es evidente que permitir la realización de operaciones político-partidarias


como la hoy impugnada implica vaciar de contenido los principios fundamentales derivados de la
Constitución y la propia normativa vigente en el ámbito electoral y partidario. Dicho de otra forma,
carecería de sentido la proscripción del transfuguismo y la consagración de los principios
fundamentales contenidos en la Constitución si se permitiese que un mismo actor político
participase como precandidato a un cargo electivo, y luego como candidato al mismo puesto,
en representación de dos partidos políticos distintos en un mismo certamen electoral.

3.9.46. Ya ha quedado de manifiesto que en la determinación de lo anterior juegan un papel


fundamental los fines esenciales expresados en los motivos de las leyes de la materia, esto es, las
razones expuestas en sus respectivos preámbulos como fundamento de sus articulados. De igual

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forma, es de suma utilidad sopesar en su debida magnitud los principios y valores que condicionan
el ejercicio de la política y el despliegue de la función electoral. En ese sentido, y como es notorio,
la inscripción de Leonel Antonio Fernández Reyna como candidato a la Presidencia por el Partido
de los Trabajadores Dominicanos (PTD), después de haber participado como precandidato en las
primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), encaja en la figura del transfuguismo
que se desprende de la Constitución, y difícilmente compatibiliza con el fin perseguido por el
legislador y con el marco de principios y valores –fundantes y fundamentales— asumidos por el
constituyente.

3.9.47. Lo anterior se explica porque, tal y como se ha explicado en este voto, es precisamente
este tipo de actividades lo que se pretende evitar o sortear al instituir los principios,
mecanismos e instituciones que actualmente rigen en el ámbito electoral y político-partidario.
De suerte que no constituye un fin legítimo permitir la inscripción de una candidatura a un cargo
de elección popular en un contexto como el descrito, puesto que ello abriría –por demás, de par
en par— las compuertas a la concreción de actividades propias de otro tiempo, de males y vicios
del sistema democrático cuya proscripción se hace necesaria precisamente para procurar el
«fortalecimiento institucional de los partidos», la potencialización de sus «derechos y deberes» y
la promoción y consolidación de «una práctica política consecuente con los principios, los valores
y la ética que resultan esenciales al sistema democrático». Tal como se ha afirmado a nivel
doctrinal –en estrecha correspondencia con estos mismos fines—,

(…) [e]l pacto para el porvenir o para la consolidación de la democracia dominicanas, en lo relativo
al transfuguismo, deberá condenarlo expresamente la ley (…) para asegurar, de esa forma, que la
voluntad popular no sea objeto de fraude, y para adecentar el ejercicio de la política nacional160.

3.9.48. Planteado en términos más sencillos, los fines esenciales y principios constitucionales hasta
aquí referidos solo pueden hacerse operativos mediante la integración de normas orientadas a la

160
Ray Guevara, cit., 53.

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proscripción de actividades como la hoy impugnada. Así que, nuevamente, y dicho sin ambages,
permitir la realización de este tipo de actividades implica permitir que un actor político, inconforme
–por cualquier razón— con un determinado resultado comicial, abandone las filas del partido en el
que compitió y se inmiscuya en una organización política fundamentalmente distinta, procurando
en esta nueva sede la candidatura que no pudo obtener, por medios legítimos, en la «primera»
organización. De más está decir que es justamente este tipo de acciones lo que se busca evitar con
la adopción de reglas como las que están vigentes a la fecha.

3.9.49. En cualquier caso, y por mucha que sea la imprecisión que se le pueda atribuir a la
legislación en este aspecto, es evidente que permitir que dicha deficiencia normativa se
traduzca en una autorización al ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna para ostentar
una candidatura por el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), aun luego de haber
participado como precandidato en otra organización política para el mismo proceso electoral,
se traduciría en una merma considerable para el régimen electoral y para el propio sistema político-
partidario, en la medida en que se daría paso a la realización de prácticas cuya proscripción se torna
imprescindible para la estabilización del orden constitucional.

3.9.50. En este punto, cobra relevancia lo resuelto por la Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación de Estados Unidos Mexicanos en fecha 21 de febrero de 2008, con
relación al expediente SUP-AG-10/2008. En dicha ocasión, el referido colegiado examinó la
conformidad con la Constitución federal de una prohibición similar a la aquí defendida. Dada su
claridad y contundencia, nos remitimos a los términos exactos formulados por la mencionada
Corte:

(…) [E]l hecho de que los partidos políticos deban procurar no postular a un ciudadano que participó
en la precampaña por un partido político distinto es una previsión que tiende a garantizar el derecho
fundamental de votar de los demás ciudadanos, así como el sistema de partidos políticos.

Esta Sala Superior ha sostenido que el derecho político-electoral a ser votado no es absoluto, sino que
se trata de un derecho fundamental de base o consagración constitucional y configuración legal, en

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cuanto a que deben establecerse en la ley las calidades (circunstancias, condiciones, requisitos o
términos) para su ejercicio por parte de los ciudadanos, por lo que el legislador ordinario tiene la
competencia para establecer ciertas delimitaciones al citado derecho mediante una ley, con el objeto
de posibilitar su ejercicio y armonizarlo con otros derechos igualmente valiosos y determinados
principios, valores o fines constitucionales.

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la nación ha sostenido que cuando el ejercicio de las
garantías y prerrogativas que consagran los artículos 9 y 35 de la Constitución federal, se hace con
fines de obtener un cargo de elección popular, ese ejercicio se encuentra supeditado a los derechos y
obligaciones que la propia Constitución establece tratándose de la materia electoral, por encontrarse
estrechamente vinculados con la renovación de los poderes y entes públicos.

(…) [L]os partidos políticos tienen el carácter de entidades de interés público, con finalidades
específicas de gran importancia para el proceso democrático, como son la de promover la
participación del pueblo en la vida democrática; contribuir a la integración de la representación
nacional, y hacer posible el acceso a los ciudadanos al ejercicio del poder público mediante el sufragio
universal, libre, secreto y directo.

Tomando en consideración que los partidos son el medio a través del cual los ciudadanos tienen
acceso al poder público, es necesario que sus procedimientos internos se ajusten al principio de
certeza y de transparencia, a fin de garantizar el cumplimiento de la función que constitucionalmente
tienen asignada y al mismo tiempo que sus militantes estén en posibilidad de acceder a los cargos
públicos de elección popular, conforme a lo establecido en sus normas estatutarias.

En cuanto a las precampañas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha estimado que no son
encaminadas únicamente para que el aspirante se dé a conocer dentro del partido político al
que pertenece, o sea, no es solo de carácter interno, sino que trasciende a toda la ciudadanía,
puesto que en esta fase se autoriza a realizar propaganda electoral (…) dirigida a influir en la
decisión de aquellos que integran el universo de votantes que eligen o designan a los candidatos
a cargos de elección popular, lo cierto es que también pueden ser del conocimiento de la
ciudadanía en general.

Por otra parte, cabe destacar que esta Sala Superior también ha considerado que el derecho de votar
(…) implica el derecho de la población a recibir información cierta, oportuna, completa,
objetiva, plural e imparcial, a fin de lograr que el voto de los ciudadanos sea informado, libre y
razonado. Conforme con lo anterior, si un ciudadano por voluntad propia y libre decisión participa
en una precampaña en un partido político es claro que se está sujetando a las reglas que regulan esa
actividad con la finalidad de ser postulado por ese instituto político, lo cual excluye la posibilidad
de participar en la precampaña de otro partido político.

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En esa precampaña, el aspirante a la candidatura difunde su posicionamiento personal, de


acuerdo con los programas, principios e ideas que postula el partido político en cuya
precampaña participa, lo cual genera que los electores identifiquen a ese ciudadano con
determinados idearios y con el partido político al que pertenece, de manera que si después
estuviera en aptitud de ser postulado por otro partido político ello podría generar confusión
entre los electores, al no identificar cabalmente cuales son, entonces, sus principios ideológicos,
políticos y los programas que pretendería llevar a cabo de llegar al cargo de que se trate,
vulnerando el principio de certeza.

Además, el hecho de que un partido político postulara a un candidato que ya participó en la


precampaña por otro partido político, también podría repercutir en los derechos de los demás
militantes, vulnerando el principio de igualdad, al limitar las legítimas aspiraciones de otros
ciudadanos que sí se sujetaron a los procedimientos internos para la selección de candidatos,
previstos en las normas estatutarias, situación que generaría el debilitamiento del sistema de
partidos políticos al presentarse como opciones políticas poco serias161.

3.9.51. La determinación del citado Tribunal es clara: no se aviene al orden constitucional –esto
es, al orden ínsito a la democracia contemporánea y al diseño institucional resultante— permitir o
autorizar que un mismo actor político, en un mismo proceso electoral, participe por dos partidos

161
México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sentencia de fecha 21 de febrero de 2008, relativa
al expediente SUP-AG-10/2008. Los jueces rescatan un punto que es de suma relevancia, y es el relativo a la
vulneración del derecho a la igualdad de los demás participantes en los procesos internos de los partidos involucrados
en la acción tránsfuga. Es decir, la lesión del derecho se verifica tanto para los miembros del partido de salida como
de aquellos del partido receptor. Adaptado al contexto local, esto implica plantear la situación de que se trata de forma
particularmente cruda. En esencia, es bueno recordar que, de los miles de precandidatos que participaron en las
primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), solo uno, el ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna,
objeto de este asunto, se ha colocado en esta situación conflictiva, con la que, por demás, y según se ha explicado,
viene a tensar gravemente el sistema jurídico y político dominicano. No hay otro precandidato que haya intentado tal
cosa. Procede preguntarse, entonces, por el destino de los miles de precandidatos que también participaron en el mismo
proceso interno, y que, perdedores como el mencionado ciudadano, querrían –y podrían, de aceptarse tal cosa—
«borrar» sus derrotas y, en su lugar, alargar su participación en el torneo electoral a través de (o gracias a) otras fuerzas
políticas. Todos ellos, como el ciudadano Leonel Antonio Fernández Reyna, tendrían entonces el derecho de
reconducir sus expectativas y participaciones electorales de la misma forma en que se ha procurado en la especie,
ahora con la complacencia gravísima y lamentable de este tribunal. Y, entonces, cabría preguntarse, con sobrada
perturbación: ¿cómo podría la Junta Central Electoral (JCE) solventar, en términos jurídicos y logísticos, todos esos
eventuales intentos, todos esos eventuales conflictos? La realidad es que el ordenamiento jurídico nacional previó un
escenario más racional y tranquilo, menos enrevesado y riesgoso que el que ahora se presenta a raíz de estas tozudas
actuaciones, validadas, peor aún, por la decisión de la que disentimos, una respecto de la cual auguramos graves y
perturbadoras consecuencias.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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políticos distintos con el fin de ser votado para un cargo electivo. Tal como expresa el juez Flavio
Galván Rivera en su voto particular contenido en la sentencia dictada por el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación de los Estados Unidos Mexicanos, de fecha 4 de mayo de 2016,
respecto del expediente identificado como SUP-JRC-173/2016, dicha proscripción

garantiza la plena vigencia del principio de equidad en la contienda electoral (…), dado que con ello
se tiende a preservar la no intervención de un ciudadano en los procedimientos internos de selección
de candidatos de dos o más partidos políticos, que no están coaligados entre sí y que tampoco han
celebrado alguna otra forma legalmente prevista de asociación política de los partidos, para postular
al mismo candidato a un cargo de representación popular. Así, el aludido impedimento es [o,
agregamos nosotros, en todo caso debe ser] aplicable a cualquier forma de selección de candidatos
que lleven a cabo los institutos políticos, ya sea ordinario o extraordinario, durante el mismo
procedimiento electoral de que se trate162.

3.9.52. Es de notar, por cierto, que el propio juez Galván Rivera, al referirse a la conformidad con
la Constitución de dicha prohibición, planteó una postura que compartimos plenamente:

(…) las restricciones que dispone el citado precepto jurídico [esto es, el artículo 151, párrafo 5, del
Código Electoral del Estado de Oaxaca] no limitan el derecho a ser votado de los ciudadanos, sino
más bien que son congruentes con los derechos de los partidos políticos a la auto-organización y a la
autodeterminación, al impedir que una persona que ha participado en la contienda interna de otro
partido político y no ha obtenido la postulación, sea propuesto como candidato por otra fuerza
política.

Esto tiene su razón de ser en la salvaguarda de los derechos de los afiliados de un determinado partido
político, así como la congruencia y consistencia política de los participantes en un procedimiento
interno de selección de candidatos, con lo cual, también se fortalece el sistema de partidos políticos
al obstruir lo que en la doctrina se conoce como “transfuguismo político” o “partidista”, al impedir
que por el mero motivo de no haber obtenido el triunfo en el procedimiento intrapartidista para la
postulación de un candidato a un cargo de elección popular, lo cual afecta no solo al sistema de
partidos políticos sino a los afiliados que participan [en] el respectivo procedimiento interno de
selección.

162
Voto particular del juez Flavio Galván Rivera contenido en la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación de los Estados Unidos Mexicanos de fecha 4 de mayo de 2016, relativa al expediente SUP-JRC-
173/2016, p. 60.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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(…) Son adecuadas las restricciones bajo estudio porque, sin menoscabo de que existan candidaturas
externas, limita el derecho y la posibilidad de los ciudadanos que intenten obtener la postulación por
diversos partidos políticos no coaligados, lo cual es racional y razonable, porque no vulnera el derecho
a ser votado, el cual está expedito por conducto de su partido político, siempre que cumplan los
requisitos intrapartidistas. Es también una restricción necesaria y proporcional, para el fortalecimiento
del sistema de partidos políticos y de los mismos partidos políticos en cuanto a su autodeterminación
y auto-organización, como derechos constitucionales de que están investidos163.

3.9.53. Consideramos que esta línea argumentativa es suficiente para justificar nuestra postura. Lo
hasta aquí expuesto deja claro, a nuestro juicio, que la demanda poseía los méritos suficientes como
para ser acogida, luego de acreditada la inconformidad con la ley y la Constitución de la resolución
partidaria impugnada. Los estándares políticos subyacentes al programa normativo plasmado en la
Constitución –replicados en los fines fundamentales perseguidos por las leyes de la materia—
resultan incompatibles con actuaciones político-partidarias como la impugnada en el presente caso.
Es dable concluir, en tal virtud, que el régimen democrático promovido por el constituyente, y del
cual pretende hacerse eco el ordenamiento jurídico dominicano en su conjunto, será de difícil
consecución si se autorizan actuaciones como esta. Y ello porque, como se ha dicho en otra parte,
«difícilmente puede “crear” democracia quien no vive o funciona democráticamente»164.

4. CONSIDERACIONES FINALES

4.1. El 13 de agosto de 2018, el legislador ordinario sancionó la Ley núm. 33-18, de Partidos,
Agrupaciones y Movimientos Políticos. Y lo hizo, primero, luego de intensas rondas de debate –
tanto de parte de la ciudadanía como de la academia y otros sectores de la vida nacional— respecto
de la necesidad, utilidad y pertinencia de la adopción de una ley que expresase en términos jurídicos
y normativos lo que la realidad reclamaba desde hace tiempo para el régimen electoral y el sistema
político-partidario. El legislador procedió, en segundo lugar, bajo el convencimiento –expresado

163
Voto particular del juez Flavio Galván Rivera, cit., pp. 66-69.
164
Gurutz Jáuregui, La democracia en la encrucijada (Barcelona: Anagrama, 1995): 151. Citado por: Jorge Prats,
Derecho constitucional, vol. II, cit., 486. Cursivas añadidas.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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en sus Considerandos tercero y octavo— de que la sociedad «demanda una mayor calidad del
sistema democrático y del ejercicio político que le concierne», y de que la democracia, siendo una
«parte importante de la cultura nacional», no se agota ni se cifra en «la perfección del sistema
electoral», sino que precisa de la configuración de un orden normativo que, además de robustecer
las reglas del juego democrático, revalorice el compromiso con los principios que fundamentan y
legitiman el diseño institucional promovido desde la Constitución.

4.2. Estos objetivos hacen surgir para los órganos encargados de la aplicación de las leyes un
compromiso fundamental: favorecer aquellas interpretaciones de la ley que sean útiles para la
consecución de dichos fines y que promuevan una mayor democracia a lo interno de los partidos
políticos, una mayor transparencia en el ejercicio de la política, y una mayor institucionalidad para
el sistema partidario en su conjunto. Este compromiso sobrevuela toda la normativa, y al mismo se
debe ajustar este Tribunal. Por ello, resulta incomprensible y lamentable que la mayoría del Pleno
de este colegiado se haya decantado por adoptar una decisión que a todas luces omite e ignora estos
fines, y que evidentemente comporta un significativo retroceso para el desarrollo del sistema
democrático. Podría sostenerse, en el límite, que lo resuelto en la especie por el voto mayoritario
va en contra de los fines que procura la ley de la materia.

4.3. La decisión mayoritaria presagia el retorno de los males que tanto daño han ocasionado a
nuestra democracia desde sus orígenes. Lo resuelto por la mayoría rehabilita la versión más
despiadada y traumática del juego político que lamentablemente ha caracterizado nuestra historia,
y que pone en jaque el orden de valores y principios que establece la Carta Magna para el
mantenimiento del orden constitucional y la consecución de los fines de interés común. El contexto
actual no tolera la reaparición de estos vicios. La contienda electoral que se avecina reclama
prudencia, determinación y compromiso histórico, por lo que conviene, entonces, que las
instituciones se comporten a la altura de las circunstancias.

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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5. CONCLUSIONES

5.1. A resguardo de los planteamientos anteriormente desarrollados, disentimos de la decisión


adoptada por la mayoría en dos puntos esenciales. Por vía de consecuencia:

 PRIMERO: debió ser rechazada la excepción de inconstitucionalidad planteada por el


señor Leonel Antonio Fernández Reyna y el Partido de los Trabajadores Dominicanos
(PTD) contra los artículos 49.4 de la Ley núm. 33-18, 134 de la Ley núm. 15-19 y 10 del
«Reglamento para la escogencia de candidatos y candidatas mediante convenciones o
encuestas», de la Junta Central Electoral (JCE), por no configurarse ninguno de los cargos
y transgresiones denunciadas por los proponentes.

 SEGUNDO: la demanda debió ser acogida y disponerse la nulidad de la resolución número


4, adoptada por la Duodécima (XII) Convención Nacional Electoral del Partido de los
Trabajadores Dominicanos (PTD) celebrada en fecha 27 de octubre de 2019, por
contravenir los artículos 211, 212 y 216 de la Constitución, 49.4 de la Ley núm. 33-18 y
134 de la Ley núm. 15-19, y por amparar una actuación político-partidaria profundamente
incompatible con los principios constitucionales que gobiernan la materia y con los fines
esenciales declarados en las leyes que rigen el ámbito político-partidario y el sistema
electoral.
Firmado por la magistrada Cristian Perdomo Hernández, jueza titular y Sonne Beltré Ramírez, Secretario General

Quien suscribe, Sonne Beltré Ramírez, secretario general del Tribunal Superior Electoral (TSE), certifico y doy
fe, que la presente copia es fiel y conforme al original de la Sentencia Núm. TSE-100-2019, de fecha 18 de noviembre
del año dos mil diecinueve (2019), correspondiente al expediente núm. TSE-118-2019, que reposa en los archivos
puestos a mi cargo, debidamente firmada por los magistrados que figuran en la misma, en el mes y año en ella
expresado, y fue firmada, leída y publicada por mí, que certifico.

En la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, capital de la República Dominicana, a los seis (06) días
del mes de diciembre del año dos mil diecinueve (2019), año 176º de la Independencia y 157º de la Restauración.

Sonne Beltré Ramírez


Secretario General

Sentencia TSE-100-2019. Expediente núm. 118-2019, relativo a demanda en nulidad de la Resolución Núm. 4 de la
Convención Nacional Electoral del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), incoada por el señor Francisco Antonio
Ventura Felipe contra el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el doctor Leonel Fernández Reyna y la Junta
Central Electoral (JCE), mediante escrito depositado en la Secretaría General del Tribunal Superior Electoral el doce (12) de
noviembre de dos mil diecinueve (2019).
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