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ACADEMIA NA NAL

LA HIST A

HISTORIA
de la
NACIÓN
ARGENTINA
IO - LA ARGENTINA DEL SIGLO XX

PLANETA
La Academia Nacional
junta de Historia de la Historia
y Numismática -sucesora
Americana de la
que Funda­
ron en 1893 Bartolomé Mitre y otros destacados estudiosos—,
decidida a emprender en los años finales del siglo XX un
amplio esfuerzo de renovación historiográfica que contí­
nuase los realizados en la Historia de la Nación Argentina
(14 volúmenes publicados entre 1936 y 1950) y en la Histo­
ria Argentina Contemporánea (7 volúmenes, entre 1965 y
1967), dispuso en 1997 editar una obra orgánica y colectiva,
de alta divulgación: la Nueva Historia de la Nación Argentina.
Una comisión de académicos, encabezada por el presidente
de Ia entidad, elaboró el plan general que abarca, en diez
tomos, eI proceso histórico desde los tiempos prehispánicos
hasta nuestros días.
En ellos tienen cabida relevantes especialistas, procedentes
de distintos ámbitos y corrientes historiográficas, con el
propósito de realizar una obra integral, no sólo en el sentido
temático sino también con la idea de alcanzar un conjunto
coherente que supere la simple reunión de monografías sobre
diversas áreas. En cada parte se estudian el territorio y la
población, la dinámica de las sociedades, las instituciones, la
economía, la vida cotidiana y Ia cultura en sus más diversas
vertientes. Un tomo final, de gran valor instrumental y
didáctico, contendrá los índices generales.
Con el prestigio que le otorga su trayectoria de institución
señera en su disciplina, la Academia ofrece al lector este
nuevo y notable aporte que se diferencia de los dos ante­
riores por los enfoques y aspectos que sugiere el actual
movimiento historiográfico, circunstancia que, sin embargo,
no les resta vigencia como referentes en cuestiones que no
se tratan aquí desde Ia misma óptica.

ILUSTRACIÓN DE CUBIERTA: EX LIBRIS DEL ESCRITOR.


HISTORIADOR Y JURISTA RODOLFO RIVAROLA (1857-1942).
NUEVA HISTORIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

NUEVA HISTORIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA

ToMo X

PLANETA
982 Nueva historia de la Nación Argentina: 1‘ ed. —
NUE Buenos Aires : Planeta, 2003.
v. 10, 480 p. ; 24x17 cm.- (Historia)

ISBN 950-49-1043-2

1. Historia Argentina

Grupo Editorial Planeta, S.A.I. C.


COORDINACION.’ Alejandro Ulloa

EDICION DE TEXTOS: Diego Arguindeguy


DISEÑO y MAQUETA DE INTERIORES: Osvaldo Gallese

COMPAGINACIÓN YARMADO.’ Adriana Martínez

CARTOGRAFÏA: Susana M ingolo


IMÁGENES YFOTOGRAFIA: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia:

Violeta Antinarelli, Ariel Otero Estrada y Gabriel Lerman

Derechos exclusivos de edición en castellano


reservados para todo el mundo:
© 1997, Academia Nacional de la Historia
Balcarce 139, Buenos Aires
© 2003, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Independencia 1668, C 1100 ABQ, Buenos Aires

l‘ edición: 3.500 ejemplares

ISBN de la Obra Completa 950-49-0214-6


ISBN del Tomo X 950-49-1043-2

Impreso en Gráfinor S. A..


Lamadrid IS76, Villa Ballester,
en el mes de marzo de 2003.

Hecho el depósito que prevé la ley l 1.723


Impreso en la Argentina
Los originales de las ilustraciones son de la
. , , _ Ninguna parte de esta publicación. incluido el diseño de la
coleccion de la Academm Naaonal de la cubierta. puede ser reproducida. almacenada o transmitida en
Historia o reln-oducciones de las manera alguna ni por ningún medio. ya sea eléckrico. químico.
, _ _ _ mecánico. óptico. de grabación o de fotocopia, sin permiso
publicaciones que se indican. pm“, ¿ei ¿duen
COMISIÓN ACADÉMICA ENCARGADA

DE LA DIRECCIÓN DE LA OBRA

DOCTOR VÍCTOR TAU ANzOATEGUI (PRESIDENTE)


PROFESORA BEATRIZ BOSCH

DOCTOR ERNESTO I. A. MAEDER


DOCTOR ROBERTO CORTÉS CONDE

DOCTOR CÉSAR A. GARCIA BELsUNCE

DOCTOR DARDO PÉREZ GUILHOU

DOCTOR EZEQUIEL GALLO

COORDINACION EDITORIAL

DOCTOR MIGUEL ÁNGEL DE MARCO


CUARTA PARTE

LA ARGENTINA DEL SIGLO XX


c. 1 9 1 4- 1 9 8 3

(Continuación)
IX. LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA
Y CULTURAL

(CONTINUACION)
S6. LAS CIENCIAS SOCIALES

Mario D. Serrafero

Describir el tránsito de las Ciencias Socia­ dejará, en casi todos los casos, otras sin men­
les en el siglo XX, en la Argentina, no es tarea cionar. Por razón de espacio, será inevitable la
sencilla ni menos aún exenta de riesgos. En omisión de autores e instituciones que tam­
primer lugar, se refiere a un área del conoci­ bién han realizado su aporte en las áreas disci­
miento que se fue institucionalizando y siste­ plinarias aquí tratadas. Por último, las referen­
matizando progresivamente. En segundo tér­ cias consignadas en este trabajo sólo incluyen
mino, brindar una radiografía completa es las obras publicadas hasta 1983.
prácticamente imposible por la dispersión
geográfica e institucional de la producción. En
tercer lugar, siempre quedarán afuera expre­ LA SOCIOLOGÍA COMO DISCIPLINA

siones que pudieran ser tomadas como cortes


arbitrarios en el análisis. El desarrollo de la Sociología como disci­
Por todas estas razones este trabajo da plina encuentra sus antecedentes en los escri­
cuenta, principalmente, del desarrollo de la tos de autores clásicos de la historia, la filoso­
Sociología y de la Ciencia Política y en referen­ fía y la política. Entre otros, no puede dejar de
cia a determinadas instituciones y produccio­ mencionarse a’ Nicolás Maquiavelo, Thomas
nes representativas del quehacer intelectual y Hobbes, John Locke, Charles de Montesquieu,
académico. Asimismo, se consignan las temá­ lean-Jacques Rousseau. Pero es en el siglo XIX
ticas que fueron centro de atención, análisis y y principios del XX cuando aparecerán los au­
tratamiento por los investigadores, recalando tores que le darán nombre, contenidos, objeti­
en algunos autores que tuvieron una impron­ vos y metodología a la nueva ciencia. Auguste
ta reconocida en el área de los estudios socia­ Comte, Herbert Spencer, Emile Durkheim y
les. Aun con estos criterios restrictivos, sólo se Max Weber desarrollarán los puntos de parti­
alcanzará a realizar un recorte que, si bien no da -desde distintos ángulos y enfoques— de la
abarcará todo el espectro, brindará un pano­ nueva disciplina, cuyo desarrollo principal se
rama amplio sobre el desarrollo de las Cien­ localiza en Inglaterra, Francia y Alemania. La
cias Sociales en gran parte del siglo XX. Asi­ cuenta por cierto estaría ostensiblemente in­
mismo, la referencia a alguna obra de un autor completa si no se agregaran, en esta primera 13
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

etapa, los nombres de Alexis de Tocqueville y drían aparecer, indistintamente, en una histo­
de Karl Marx, y sus estudios sobre la sociedad ria de los desarrollos de la Sociología Política
democrática y capitalista, respectivamente. o de la Ciencia Política.
El conocimiento se fue sedimentando y
acumulando nuevos aportes con las investiga­
ciones que provinieron de psicólogos sociales LA “PRESOCIOLOGÍÑ Y LA SOCIOLOGÍA

como George Mead, antropólogos como Bro­ ACADÉMICA

nislaw Malinowski y su funcionalismo, filóso­


fos como Ortega y Gasset, “sociólogos marxis­ Ninguna introducción a los estudios so­
tas” como Gyórgy Lukácks, y creadores de ciales, en la Argentina, puede prescindir de
nuevos paradigmas como Sigmund Freud y su ciertos nombres de ineludible cita. Son ellos,
psicoanálisis. al menos, Esteban Echeverría, Domingo F.
La lista de autores se integró, posterior­ Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, quienes
mente, con importantes aportes de intelectua­ constituyeron -según Gino Germani- una
les europeos y norteamericanos. La “Escuela de suerte de pensamiento “presociológico”. Nom­
Frankfurt”, representante de la llamada “teoría bres ligados a la experiencia de los primeros
crítica”, se nutrió con los trabajos de Max círculos relevantes de debates de ideas sociales
Horkheimer, Theodor Adomo y Herbert Mar­ y políticas como fue la Asociación de la Ioven
cuse, en un intento interesante de combina­ Argentina convertida, más tarde, en la Asocia­
ción teórica entre marxismo y psicoanálisis. En ción de Mayo. Desde este grupo y como repre­
territorio norteamericano tuvieron gran in­ sentante del movimiento romántico, Echeve­
fluencia los trabajos -empírico-sistemáticos­ rría lanzó su conocido Dogma, que pretendió
de Talcott Parsons, el funcionalismo de Robert la “continuación de las tradiciones progresis­
Merton y la sociología crítica de Wright Mills. tas de la Revolución de Mayo” y la regenera­
La mención podría seguir en temáticas especí­ ción de la vida social que diera definitiva vuel­
ficas como, por ejemplo, los estudios sobre la ta de página a la época de la dominación
estratificación y movilidad social de Pitirirn imperial hispánica. En palabras de Echeverría
Sorokin, la sociología del conocimiento y los “política, filosofia, religión, arte, ciencia, in­
desarrollos de Karl Mannheirn, entre otros. dustria: toda labor inteligente y material debe­
Más adelante se tratará brevemente el de­ rá encaminarse al imperio de la democracia”.
sarrollo de la Ciencia Política, baste aquí seña­ Asociación, progreso, fraternidad, igualdad, li­
lar un campo de superposición con una rama bertad eran algunos principios que debían
de la sociología: la sociología política. Entre sustentar a una República en clave de demo­
Ciencia Política y Sociología Política existe cracia y libertad. Sarmiento -para algtmos el
probablemente algo más que vasos comuni­ primer sociólogo argentino—, en su Facundo,
cantes y temáticas comunes, hasta el punto de abrió inagotables surcos de reflexión sobre la
confundirse, no pocas veces, sus perspectivas y vida social, las costumbres y los comporta­
el resultado de sus hallazgos. Así, por ejemplo, mientos de una dicotomía magistralmente re­
los llamados “teóricos de las elites” -Gaetano sumida en un dilema: civilización o barbarie.
Mosca, Vilfredo Pareto y Robert Michels— po­ En su prosa profunda, la geografia demarcaba
LAS CIENCIAS SOCIALES

la organización política y delineaba caracteres


y humanidades, allí el campo y la ciudad y sus
resultados políticos y sociales. Bajo su pluma
aparecieron una serie de personajes que eran
una muestra quizás inacabada de un rosario
de caracteres que pretendían ser objetivados:
el rastreador, el baqueano, el gaucho malo, el
cantor, el compadrito, el juez desalmado, etc.
Y, por cierto, el caudillo. La profusa literatura
social, jurídica y política de Alberdi dejó su
mejor impronta en un texto clásico de la Re­
pública: sus Bases y puntos de partida. Si, se­
gún algunos, Sarmiento fue un sociólogo
avant la lettre, no sería aventurado sostener
que Alberdi fue una suerte de “politólogo” de
su tiempo. Diseñó instituciones a conciencia
plena de que lo suyo excedía sobradamente la
mera yuxtaposición jurídica de un ejercicio
rutinario de derecho comparado. Propuso una
constitución como programa económico, ha­
bló de “transiciones”, puso en justo equilibrio l Alfredo Poviña.
las posibilidades de la trama legal en conso­
nancia con la materia social existente y los re­ una gelatinosa e inarticulada población, aleja­
cursos disponibles. Especial consideración da, todavía, de la más compleja trama civil que
merece su metodología institucional, que bajo daría forma a la ciudadanía.
el recurso instrumental de las transacciones y La reflexión social y política del siglo XIX
las transiciones apostaba por una república representada, entre otros, por los autores clá­
posible (la verdadera vendría luego), un fede­ sicos aludidos, con el tiempo, consolidará sus
ralismo-unítario (para equilibrar las dos tra­ ideas, contenidos y nuevos espacios institucio­
diciones antagónicas) y un rey con nombre de nales. Fue así que la Sociología académica
presidente (entre el Monarca del Ancien Régi­ —como señala Iuan C. Agulla- se va introdu­
me y el presidente democrático que se poster­ ciendo con los inicios del siglo XX y se va a
gaba). Instituciones que consideraba apropia­ instalar en las cátedras de algtmas universida­
das para una sociedad todavía inadecuada des del país, en las facultades de derecho o fi­
para manejarse dentro de los parámetros del losofía. La primera cátedra de Sociología se
self-government. El diseño institucional tenía crea en la Facultad de Filosofía y Letras de la
como materia prima una sociedad en forma­ Universidad de Buenos Aires en 1898, y se de­
ción y, paradójicamente en lo que hacía a su signa interinamente al profesor Antonio
inspiración liberal, daba al gobierno mayor Dellepiane, quien dicta su primero y único
fortaleza para compensar las debilidades de curso en 1899. En 1904, Ernesto Quesada es
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

designado profesor titular de Sociología y dic­ Europa del siglo XIX y de la historia, la psico­
ta su primer curso en 1905. Dos años más tar­ logía y la filosofía de la cultura, como también
de, en la Facultad de Derecho y Ciencias So­ las nuevas ideas que se iban produciendo. En­
ciales de la Universidad de Córdoba, se crea la tre estos pensadores cabe citar, por ejemplo, a
primera cátedra de Sociología y es designado Comte, Spencer, Durkheirn, Weber, Sirnmel,
el profesor Isidoro Ruiz Moreno, al año si­ Tarde, Toennies, Sombart y, también, las refe­
guiente es nombrado como profesor titular rencias a Le Bon, Spengler, Dilthey, Bergson,
Enrique Martínez Paz. La primera cátedra de Scheler, Ortega y Gasset, etc. Como represen­
Sociología en la Facultad de Derecho y Cien­ tantes de esta sociología cabe mencionar, entre
cias Sociales de la Universidad de Buenos Ai­ otros, los siguientes autores y algunos de sus
res se crea en 1908 y su titular fue Iuan Agus­ textos: Enrique Martínez Paz, Elementos de So­
tín García, quien también se hace cargo de la ciología (1911); Raúl. A. Orgaz, Estudios de So­
cátedra que se crea, en 1912, en la Facultad de ciología (1915), Principios de Sociología (1933);
Filosofia y Humanidades de la Universidad A. Poviña, Notas de Sociología (1935); Historia
Nacional de La Plata. En los años posteriores de la Sociología Latinoamericana (1941); Curso
se abrirían otras cátedras de sociología en dis­ de Sociología (1950), etc. Autores como Orgaz
tintas facultades y universidades del país. Y en y Poviña, especialmente, tuvieron una muy ex­
1940, Ricardo Levene creaba el primer Institu­ tensa producción académica y una actuación
to de Sociología en la Facultad de Filosofía y institucional destacada. Por cierto a la lista po­
Letras de la Universidad de Buenos Aires. Dos drían agregarse muchos otros autores relevan­
años después aparecía su primera publicación: tes como Emesto Quesada, quien publica, en­
el “Boletín de Sociología”. Levene —profesor ti­ tre otros trabajos, La Sociología: carácter
tular de Sociología, desde 1922, en la Facultad científico de su enseñanza (1905); Las doctrinas
de Filosofía y Letras de la Universidad de Bue­ presociológicas (1905); H. Spencer y sus doctri­
nos Aires- aportaba también estudios relati­ nas sociológicas (1907); A. Comte y sus doctri­
vos a la disciplina, entre otros, Notas sobre la nas sociológicas (1910); La evolución social de la
Escuela sociológica de Durkheim (1929) y su República Argentina (191 l); La Sociología rela­
Historia de las ideas sociales argentinas (1947). tivista spengleriana (1921), etcétera.
Este profesor de Sociología es —siguiendo Más allá de esta sociología enciclopédica y
el análisis de Iuan Carlos Agulla- una suerte de receptora de las ideas irnperantes en los países
“intelectual” formado en otra disciplina, que más desarrollados existieron estudios de carác­
ejerce su profesión liberal y en forma comple­ ter más empírico que pretendieron describir y
mentaria dicta su cátedra. Esta sociología re­ analizar socialmente al país. A comienzos del
cepta la obra de los autores europeos y va a siglo XX se realizaba un estudio sobre las clases
considerar sus contenidos como“leyes socioló­ obreras y la situación social, que constituía un
gicas" que se aplican automáticamente a la re­ verdadero estudio sociológico en busca del da­
gión y al país. Así aparecen en las primeras dé­ to empírico. Bajo la segtmda presidencia de Iu­
cadas textos de introducción a la Sociología o lio A. Roca, el entonces ministro del Interior
Principios de Sociología, que intentan sistema­ Joaquín V. González encargaba a Iuan Bialet
tizar los autores relevantes de la disciplina en la Massé el referido estudio. En el informe de Bia­
LAS CIENCIAS SOCIALES

let Massé, El estado de las clases obreras argenti­ ción de “las orientaciones teóricas y metodoló­
nas a principios de siglo (1904), se analizaba la gicas contemporáneas”. Hacia los años ciri­
situación de los obreros en distintas provin­ cuenta comienza, entonces, otra experiencia: la
cias, los indígenas, la inmigración, el trabajo de llamada Sociología científica. En realidad, el
la mujer y los niños, entre otros temas. Un no­ corte entre distintas etapas, estilos y momentos
table trabajo de historia social fue el de Juan de la sociología no fue tan abrupto. Tampoco
Agustín García, La Ciudad Indiana: Buenos Ai­ debe entenderse que lo producido antes no fue­
res desde 1600 hasta mediados del siglo XVII ra científico sino que la producción de conoci­
(1900), donde se estudiaban las campañas; la miento se sometía a reglas y métodos propios
vida familiar, comercial y administrativa de la de los estudios de cada época. Así fue que, en­
ciudad; la Iglesia; etc. El lector menos atento tonces, esta nueva etapa se caracterizó por un
descubriría en algunas conclusiones de García estilo y contenido distinto a la anterior. Se crea­
una radiografía demasiado semejante a la Ar­ ron en las universidades institutos o departa­
gentina de finales del siglo XX. Poco tiempo mentos de Sociología —o centros de investiga­
antes, García había publicado otra importante ciones sociológicas—, se receptaron las teorías
obra, su Introducción al estudio de las Ciencias empírico-sistemáticas -principalmente de los
Sociales (1899). Décadas más tarde, Alejandro Estados Unidos- y se desarrolló el perfil del so­
Bunge, en Una Nueva Argentina (1940), elabo­ ciólogo investigador. La Sociología aquí no só­
raba un trabajo de pretensión científica donde lo intentaba describir la realidad sino también
abordaba distintos aspectos de la Argentina so­ explicarla recurriendo a un bagaje teórico más
cial: la cuestión racial, la natalidad y la morta­ sistematízado y a metodologías que ponían en
lidad, la política poblacional, el desequilibrio el centro la obtención de datos a través de dis­
económico del “país abanico", el problema so­ tintos instrumentos. De acuerdo con Germani,
cial de la tierra y de la vivienda, las nuevas for­ el paso de la sociología tradicional a la sociolo­
mas sociales, la educación, etc. Convivieron, gía modema fue el paso de los estudios filosó­
así, la sociología de “cátedra” y sus leyes socio­ ficos a la investigación empírica. Pero esta so­
lógicas pretendidamente universales, estudios ciología moderna no era totalmente “aséptica”,
sociales que indagaban realidades nacionales y pues distinguía entre una derecha y una iz­
un ensayismo del cual se escribirá más adelan­ quierda representadas, principalmente, por las
te. Mientras tanto, estaba gerrninando una so­ llamadas “sociología norteamericana" y “socio­
ciología distinta. logía marxista”.
Algunos organismos internacionales vin­
culados con el tema del desarrollo favorecen es­
LA SOCIOLOGÍA CIENTÍFICA ta tendenda de cientificidad y aquí cabe citar el
importante papel de la CEPAL y la actuación
Germani distinguía distintas etapas por las central que en ella tuvo Raúl Prebisch. Así, la
cuales había transitado la Sociología. La prirne­ sociología de la modernización y la teoría del
ra era la positivista, luego le continuó la irracio­ desarrollo ocuparon un espacio singular en la
nalista antipositivista y, por último, la de su literatura de la región. La tarea de los sociólo­
propio tiempo, caracterizada por la incorpora­ gos se centró en los aspectos sociales del desa­
LA DIMENSION CIENTIFICA Y CULTURAL

rrollo en los procesos de planificación que se tos de las teorías en boga. La sociología adqui­
diseñaban en América latina. Era el momento rió estatus científico y la tarea del sociólogo se
del auge de las teorías de la modernización que profesionalizó. Por otra parte, la sociología
oponían como polos en una suerte de dicoto­ académica continuó su estilo y contenido en
mía a la sociedad tradicional versus la sociedad las cátedras de las facultades de derecho, prin­
modema. Desde esta teoría se aislaban los fac­ cipalmente. En forma lateral, otro tipo de so­
tores de resistencia al cambio vinculados al ciología también aportaba lo suyo a través del
modelo de sociedad tradicional y los elementos género del ensayo.
que estimulaban y favorecían el paso hacia la
sociedad modema. El punto de llegada por
cierto estaba dado segím los patrones de las so­ FIGURA Y APORTES DE GINo GERMANI
ciedades más avanzadas, pudiendo establecerse
como una serie de etapas en el desarrollo y se­ Germani había nacido en Roma en l9ll y
gún un proceso de tipo lineal. la sociología del emigrado de la Italia fascista en 1934 a la Ar­
desarrollo en América latina contó con gran gentina. Fue el representante más significativo
cantidad de estudios y especialistas de actua­ de la institucionalización de la sociología cien­
ción regional, por ejemplo, José Medina Echa­ tífica en el país. Estudió en la Facultad de Filo­
varría -tarnbién funcionario de la CEPAL-, sofia y Letras de la Universidad de Buenos Ai­
quien publicó, entre otras obras, Consideracio­ res y en 1957 fundó la primera carrera de
nes sociológicas sobre el desarrollo económico Sociología en tal universidad, fue director del
(1964). Los debates y discusiones se llevaron a Instituto de Sociología y organizó el Depar­
cabo en seminarios y congresos donde también tamento de Sociología. En 1966 emigró a los
aparecían las perspectivas de la llamada “teoría Estados Unidos y ejerció la docencia, durante
de la dependencia”, que agregaba una mirada diez años, en la Universidad de Harvard y, fi­
diferente al problema del subdesarrollo lati­ nalmente, transcurrió sus últimos años de
noamericano. Así, en un seminario organizado existencia en Italia. La obra de Germani fue
por el Centro Latinoamericano de Investiga­ notable, tanto en lo referido a la instituciona­
ciones en Ciencias Sociales —UNESCO— sobre lización científica de la Sociología como en sus
sociología del desarrollo, realizado en Río de aportes a la disciplina, que trascendieron el te­
Janeiro en 1968, Fernando Henrique Cardozo y rritorio argentino.
Enzo Faletto expusieron sus teorías acerca del Entre los estudios de Germani se destaca
desarrollo y la dependencia en América latina. su Estructura social de Ia Argentina (1955),
En el mismo seminario presentaban ponencias donde realiza un análisis empírico sobre la so­
investigadores de distintos países latinoarneri­ ciedad argentina utilizando la rigurosidad de
canos y europeos, entre otros, Manuel Mora y la metodología científica. Otra obra relevante
Araujo, Oscar Cornblit, Gomucio Granier, Bo­ fue Política y sociedad en épocas de transición
livar Lamounier, José Luis Reyna, Peter Heintz, (1962), en la cual se opone la sociedad tradi­
Torcuato Di Tella, etcétera. cional versus la sociedad moderna. Germani
Los resultados de esta sociología fueron se interna en el análisis de la estructura social
muy positivos más allá del acierto o desacier­ y el cambio desde la concepción de la unidad
LAS CIENCIAS SOCIALES

países de la región. También trata la proble­


mática de la transición específicamente en la
Argentina recorriendo el papel de la inmigra­
ción masiva y la modernización del país. Su
análisis de la transición política, en la Argenti­
na, presta atención al pasaje desde el fin de la
democracia limitada hasta la participación
política de las clases medias y, luego, de las
masas obreras. Especial interés resulta de sus
enfoques sobre el peronismo, reubicándolo
como un régimen “nacional-popular”. Sus
perspectivas sobre la movilización social, las
masas obreras y el peronismo alirnentaron fe­
cundos debates entre investigadores naciona­
les y extranjeros, aún hoy abiertos.
Como es sabido, Germani le dio vida a una
etapa singular del Instituto de Sociología. Ha­
cia 1958, en este centro se desarrollaban los
siguientes temas de investigación: “Efectos so­
ciales de la urbanización y la industrializa­
l Gino Gennani. ción”; “Estratificación y movilidad social en
Buenos Aires”; “Estratificación social en la Ar­
del mundo sociocultural que distingue las es­ gentina”; “Actitudes de las madres de diferen­
feras y niveles de la personalidad, la sociedad y tes clases sociales hacia la educación temprana
la cultura, siguiendo aquí la impronta dejada de los niños”; “Causas de abandono del estu­
por Talcott Parsons. Los conceptos de integra­ diante de la universidad”.
ción y anomia jugarán un papel importante
para describir los efectos de la dinámica del
cambio estructural. El proceso de cambio es LA PRODUCCION SOCIOLOGICA

visto por Germani como una transición desde Y sus AUTORES


los atributos de la sociedad tradicional —está­
tica e integrada- a una sociedad urbana, alta­ Otros investigadores se van sumando a la
mente diferenciada, con un elevado grado de tarea de Germani de ir engrosando los estu­
movilidad social vertical y horizontal, con de­ dios sociológicos en la Argentina, a través de
sajustes y un relativo grado de anomia. En Po­ un recorrido intelectual bastante similar: la
lítica y sociedad Germani realiza, entre otros formación de grado en una disciplina y el pos­
desarrollos, un útil análisis en torno de las grado en Sociología -o Ciencias Sociales- en
transiciones. Su modelo de las seis etapas en la universidades del exterior. Torcuato Di Tella
transición en América latina sirve aún para -ingeniero- realizó una Maestría en Sociolo­
encuadrar el desarrollo político y social de los gía en la Universidad de Columbia y estudios 19
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

de doctorado en la London School of Econo­ tudio que incursiona en la teoría de las elites y
mics and Political Science. En 1958, ya en la que analiza -de un modo no realizado hasta
Argentina, se incorporó al Departamento de entonces- quiénes fueron los que gobernaron
Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras la Argentina. Así recorre las carreras políticas y
y comenzó a colaborar con Germani y otros la formación de los presidentes, los gabinetes,
jóvenes investigadores. En el mismo año par­ los factores de poder —por ejemplo, la Iglesia y
ticipó en la Fundación del Instituto Di Tella las Fuerzas Armadas- y da, como otros soció­
que inauguró el Centro de Sociología Compa­ logos, su propia perspectiva sobre el futuro de
rada, dirigido por Germani. Di Tella, entre la clase política y dirigente del país.
muchos otros trabajos, publica El sistema polí­ Juan Carlos Agulla, abogado por la Uni­
tico argentino y la clase obrera (1964), donde versidad de Buenos Aires, se formó en las uni­
plantea una actitud de cooperación con el pe­ versidades de Munich y de Madrid, donde ob­
ronismo de las fuerzas progresistas. Ofrece tuvo sus doctorados. De vuelta a la Argentina
una perspectiva muy comprensiva de los mo­ trabajó en la Universidad de Córdoba y, luego
vimientos nacional-populares interpretando de 1976, continuó su labor de investigación en
que implican una suerte de representación pe­ Buenos Aires. Agulla tuvo una extensa pro­
culiar en los países latinoamericanos. Di Tella ducción que abarca la sociología de la educa­
desarrolla sus análisis sociales y políticos des­ ción, la teoría sociológica, la sociología políti­
de una mirada comparativa con el resto de los ca, y temáticas diversas, desde análisis sobre la
países latinoamericanos, situación poco fre­ estructura social hasta el desarrollo de teorías
cuente en el desarrollo de las Ciencias Sociales sobre las regiones y las generaciones. Especial­
en la Argentina. mente útiles y dignos de mención son sus es­
José Luis de Imaz, licenciado en Ciencias tudios acerca del desarrollo de la sociología en
Políticas por la Universidad del Litoral y doc­ la Argentina y la evolución de las ideas y las
tor en Derecho y Ciencias Sociales por la Uni­ ideologías políticas y sociales en el país. Sobre
versidad de Buenos Aires, realizó su forma­ teoría de las elites publicó Eclipse de una aris­
ción sociológica en el Departamento de tocracia (1968), que constituyó un análisis de
Sociología dirigido por Germani. A partir de la elite o clase alta de la sociedad de Córdoba.
1959 fue miembro del CONICET y desde los A sus trabajos sobre educación y, fundamen­
años sesenta tuvo como sede de trabajo la talmente, su aporte a la sistematización de la
Universidad Católica Argentina. Imaz realizó tradición y la teoría sociológica de los autores
investigaciones sobre sociología política, so­ clásicos sumó estudios sobre el desarrollo de
ciología de la cultura, teoría sociológica y te­ la disciplina en el país, que constituyen una
mas como el análisis de la estructura social o fuente ineludible para entender las distintas
la familia. Un aspecto importante —que em­ etapas de la sociología en la Argentina. Asi­
palma con el estatus científico de la socio­ mismo, Agulla realizó contribuciones útiles y
logía— es su persistencia en la necesidad de valiosas para comprender las variables socio­
recurrir y buscar los “datos” como material lógicas aplicadas a la Argentina en las temáti­
empírico de sus investigaciones. Un trabajo de cas de regiones y población, estratificación
20 cita ineludible es Los que mandan (1964), es­ social, elites e ideologías.
LAS CIENCIAS SOCIALES

Iosé Enrique Miguens, abogado y doctor En realidad, antes, durante y después de


en Derecho y Ciencias Sociales de la Universi­ Germani se fue desarrollando una produc­
dad de Buenos Aires y con estudios de posgra­ ción sociológica considerable. Una lista de
do en sociología en la Universidad de Har­ autores y temas encontraría, entre otros y a
vard, fue el fundador del Departamento de mero efecto ilustrativo, a Jacinto Oddone y su
Sociología de la Universidad Católica Argenti­ análisis sobre La burguesía terrateniente ar­
na. Miguens publicó numerosos trabajos en gentina (1930); a Sergio Bagú y su Evolución
variadas temáticas en sociología y política, en­ histórica de la estratificación social en la Argen­
tre otros, La otra versión: mitos, magza e ilusión tina (1969); a Norberto Rodríguez Bustamen­
revolucionaria (1978) donde se analizaba la te y sus estudios sobre G. Simmel, I. S. Mill, y
irracionalidad, la magia y el simbolismo en la La sociología en la realidad latinoamericana; el
vida política y Los neofascismos en la Argentina caso de Argentina (1979); a Francisco Suárez y
( 1983), texto que realizaba un recorrido críti­ sus trabajos La formación profesional en con­
co acerca de distintas ideologías, creencias y textos transicionales (1967); La política cientí­
prácticas políticas. fica (1971); Los economistas argentinos (1972);
Francis Korn se formó en el Departamen­ La organización técnica (1978), a Iuan Marsal
to de Sociología de la Universidad de Buenos y su Cambio social en América latina (1967) y
Aires, entre 1958 y 1961, bajo la dirección de una serie de investigaciones sobre intelectua­
Germani y luego realizó su doctorado en la les y ensayistas en la Argentina y América la­
Universidad de Ofiord. Realizó importantes tina. Desde el pensamiento de izquierda, Iosé
contribuciones en el campo de la metodología Aricó fue un estudioso de las ideas de Anto­
y epistemología de las ciencias sociales, en la nio Gramsci y de otros autores del marxismo
crítica al estructuralismo de Lévi-Strauss y en heterodoxo. Sus publicaciones aparecieron en
la historia social de la ciudad de Buenos Aires, la revista Pasado y Presente y, en los ochenta
entre 1895 y 1930. Así, cabe citar entre sus en La Ciudad Futura, cabe destacar sus libros
obras, Elementary Structures Reconsidered: Mariátegui y los orígenes del marxismo lati­
Levi-Strauss on Kinship (1973) publicado en noamericano (1979) y Marx y América latina
Londres y California y Buenos Aires: los hués­ (1980).
pedes del 20 (1974); y, como compiladora, Los trabajos y temáticas desarrollados por
Ciencias Sociales: Palabras y conjeturas (1978). los sociólogos aparecieron, muchas veces, en
Francisco Delich, abogado y doctor en Dere­ volúmenes colectivos que aunaban perspecti­
cho y Ciencias Sociales por la Universidad Na­ vas de historia, economía y política. Por
cional de Córdoba, realizó estudios en socio­ ejemplo, en una compilación de Torcuato Di
logia en la Escuela de Altos Estudios, París. En Tella y Tulio Halperín Donghi, Los fragmentos
la Argentina fue secretario ejecutivo de del poder (1968), Oscar Cornblít y Francis
CLACSO —centro que se tratará más adelan­ Korn analiza respectivamente la inmigración
te-, fundador y director de la revista Crítica y y el empresariado, y la asimilación de los in­
Utopía y publicó Crisis y protesta social (1972) migrantes.
y Crítica y autocrítica de la razón extraviado En cuanto a la sociología política cabría
(1977). mencionar, además y entre otros trabajos, los 21
LA DIMENSION CIENTIFICA Y CULTURAL

producidos hacia mediados y fines de los se­ vestigaciones en psicología cognitiva, mantu­
senta por José Nun, en torno de la crisis de he­ vo una insistente prédica y defensa de los as­
gemonía y el golpismo militar; el de Miguel pectos lógico-normativos en el campo de la
Murmis y Iuan Carlos Portantiero, Estudios metodología en las Ciencias Sociales. Otra te­
sobre los orígenes del peronismo (1971), investi­ mática abordada por los sociólogos fue la del
gación que enriqueció las perspectivas y los sindicalismo, el movimiento obrero y el mun­
debates en torno del fenómeno del peronismo do del trabajo. Iuan Carlos Torre produjo in­
y, también en relación con este movimiento vestigaciones significativas -por ejemplo, Los
político, las investigaciones de Ricardo Sidica­ sindicatos en el gobierno (l983)— en relación
ro sobre peronismo y clase obrera. con la democracia sindical en la Argentina, el
Junto a la producción teórica de las líneas poder sindical, el movimiento obrero y el pe­
mencionadas se desarrollaron algunas áreas de ronismo. Rubén Zorrilla analizó la estructura,
sociología aplicada en relación con sectores la dinámica y el liderazgo sindical argentino.
específicos de la sociedad. Así, por ejemplo, en Irene Vasilachis de Gialdino focalizó sus in­
sociología militar Benjamín Rattembach pu­ vestigaciones en el área del derecho y la socio­
blica Sociología militar. Contribución a su estu­ logía del trabajo. Otros sociólogos investiga­
dio (1958), I. Ochoa de Eguileor y Virgilio Bel­ ron sobre distintas áreas, por ejemplo y a sólo
trán, Las Fuerzas Armadas hablan (1968). En el efecto ilustrativo, Florial Forni, sociología ru­
campo de la Sociología del Derecho, también ral; Juan I. Llovet, sociología de la salud; Cata­
se van acumulando trabajos como los de Al­ lina Wainerman y Ana M. García de Fanelli,
fredo Ves Losada, El derecho como experiencia sociología de la mujer.
(1961); Victor Irurzun, Un ensayo sobre la con­ La producción sociológica y la tarea de los
ducta desviada (1964) y Sociedad y Derecho sociólogos se llevó a cabo en distintas universi­
(1966). Pedro David —desde la sociología cri­ dades, instituciones y centros de investigación.
minal—, Marcelo Aftalión y Felipe Fucito son Más adelante se mencionarán algtmos de estos
otros autores que producen obras en el terre­ centros donde se desarrolló la investigación en
no de la sociología del derecho. Los trabajos Ciencias Sociales, especialmente en los campos
de estos autores tuvieron amplia repercusión de la Sociología y de la Ciencia Política.
en la materia “Sociología” de los programas de
abogacía de las distintas universidades.
En cuanto a la metodología de la investi­ EL ENSAYO SOCIOLÓGICO

gación en Ciencias Sociales, a partir de los o LA “PARAsocIoLoGIA”


años sesenta realizan importantes contribu­
ciones, entre otros sociólogos, Francis Korn, El ensayista ha sido visto como una suerte
Manuel Mora y Araujo, Catalina Wainerman, de “intelectual”, aunque bajo este término se
etc. Gregorio Klirnovsky también tuvo una in­ incluye tanto a los profesores universitarios,
tensa actividad e influencia desplegadas en cuanto a periodistas, artistas e ideólogos. En
congresos, seminarios y jornadas. IGimovsky, relación con el intelectual —como apunta Juan
si bien fue un entusiasta analista de las visio­ Marsal- han existido distintas posiciones.
22 nes introducidas por el psicoanálisis y las in­ Desde el marxismo se los ha vinculado, no po­
LAS CIENCIAS SOCIALES

cas veces, como apéndices de la oligarquía o la En los años treinta aparecieron ensayos y
burguesía y desde posiciones nacionalistas co­ obras que configuraron auténticas aventuras
mo “intelligentzia” liberal o marxista ajena a ontológicas sobre el habitante nacional. Existía
las posiciones nacionales. Otra tendencia ha una suerte de necesidad de definir los produc­
señalado que los intelectuales están más allá tos de la vida social de las últimas décadas, sus
de las cuestiones clasistas y de poder y repre­ perfiles externos e interioridades. En 1930
sentan la verdadera conciencia de una socie­ Raúl Scalabrini Ortiz publicaba El hombre que
dad. Lo cierto es que, desde el estilo literario está solo y espera, un intento de construcción
del ensayo, algunos autores trataron cuestio­ arquetípica que daba soplo de vida al “Hombre
nes relativas a la sociología sin pretender ha­ de Corrientes y Esmeralda”. Un poco más tar­
cerlo en forma científica -o recurriendo al de, Ezequiel Martínez Estrada daba luz una
“método científico”-, pero sí intentando ex­ memorable y siempre vigente obra, su Radio­
plicar la realidad política y social. Así se des­ grafia de la Pampa (1933). Martínez Estrada
cribían e interpretaban comportamientos so­ repasaba viejos personajes y agregaba el listado
ciales desde una perspectiva sociológica -o de nuevos caracteres. Desfilaban, entre otros, el
social- que se combinaba con enfoques, según compadre, el gaucho, el caudillo, el guarango,
los casos, históricos, psicológicos y políticos. etc. Y, también, el político, cuyo papel era ha­
Estos ensayos tuvieron, no pocas veces, gran blar del porvenir con la seguridad de un profe­
difusión entre el público no especializado y ta, transmitiendo fe, empleando frases abstrac­
cumplieron distintas funciones, desde apoyar tas, pero sin arriesgar nada en el fondo. El
la actitud y el comportamiento político hasta párrafo final de su Radiografía constituye una
pretender explicar las raíces sociales de la rea­ vuelta de tuerca —¿final?- al fértil planteo de
lidad del país. Sarmiento y desde una suerte de temprana
Precediendo o conviviendo con la “socio­ aplicación de la fórmula psicoanalítica: recu­
logía académica” y antes en el tiempo de la perar lo que está en la región de la penumbra y
instauración de la “científica”, desde una suer­ aún perturba. Señala en su Radíografia. ..: “Lo
te de parasociología positivista cabría citar, que Sarmiento no vio es que civilización y bar­
entre otros, a Iosé María Ramos Mejía, Las barie eran una misma cosa, como fuerzas cen­
multitudes argentinas (1899), Agustín Álvarez, trífugas y centrípetas de un sistema en equili­
South America y a Carlos Octavio Bunge, brio". Como tantos otros, también acometió la
Nuestra América (1918). Ramos Mejía incur­ atrapante tarea de sumergirse en la “cuestión
sionaba en la psicología social, siguiendo las Buenos Aires” y produjo la obra La cabeza de
observaciones de Le Bon, como lo haría más Goliat (1940 ). Martínez Estrada fue un autor
tarde el propio Freud. Álvarez exploraba el pa­ singular que combinó la profundidad del pen­
sado y la influencia de las razas para explicar samiento con la estética de la palabra. El perfil
las causas de la política criolla, desde un opti­ del intelectual y el del artista se unieron en una
mismo propio del positivismo de principios extraña alquimia que fue no pocas veces in­
de siglo. A la lista podrían agregarse también comprendida y que, lejos de resultar contra­
los trabajos de José Ingenieros, por ejemplo su dictoria, dio resultados notables para la inago­
Sociología argentina ( 1908). 23
table tarea de repensar la Argentina.
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

estaban, dinámicamente, la inmigración no de­


seada, las clases medias en formación —y su
posterior pauperización-, el cabecita negra, el
obreraje, y los “mixtos” resultantes.
Desde la izquierda, se lanzaba también
una crítica que apuntaba a ciertos sectores so­
ciales en vinculación a una concepción de
identidad nacional. En 1963, Iuan José Her­
nández Arregui intentaba definir ¿Qué es el
ser nacional? Y así desgranaba los factores que
conformaban la “conciencia histórica de Ibe­
roamérica” y en su definición se incluía la his­
toria, las tradiciones, la lucha de ciertas clases
del pueblo contra el imperialismo. Caminos
paralelos recorrieron, desde la historia y la mi­
litancia, otros ensayistas como Iorge Abelardo
Ramos y Rodolfo Puiggrós.
Otro ensayista singular fue Iuan Iosé Sebre­
l Ezequiel Martínez Estrada. li. Polémico y desde posiciones de una izquier­
da heterodoxa que recurría a Hegel, Marx y la
Desde la “sociología del estaño” —como escuela de Frankfurt supo suscitar el interés del
acostumbraba decir—, Arturo Iauretche, en su gran público. Análisis sociológicos sobre la vida
obra EI medio pelo, trataba con humor, polémi­ cotidiana fueron los ejes de sus trabajos, entre
ca y mordacidad las perspectivas entrecruzadas otros, Buenos Aires: vida cotidiana y alineación
de política, sociedad y cultura. El autor analiza­ (1964) y Mar del Plata: el ocio represivo (1970);
ba las clases sociales y sus responsabilidades Fútbol y masa (1981). En relación con la políti­
históricas, en los distintos períodos de la Ar­ ca su obra Los deseos imaginarios del peronismo
gentina. Reivindicando el “pensamiento nacio­ (1983) incursionó en el complejo tema sobre la
nal” criticaba la “miopía” de los "profetas del li­ naturaleza del régimen peronista, al cual en al­
brecambio", los fracasos de la generación del gún momento había apoyado para desmarcar­
ochenta, la incomprensión ante los movimien­ se luego, como lo hizo también de distintas ex­
tos nacionales y populares, el desarraigo de la presiones de la izquierda.
clase alta y las paradojas de una burguesía que
no acertaba en convertirse en “nacional”. Todo
ello matizado con notables descripciones y pin­ EL CONTEXTO SOCIAL Y ms CIENCIAS

turas sociales, que enfatizaban escisiones fun­ SOCIALES

damentales y grupos que no encajaban ni cua­


jaban en la estática lectura que había realizado Toda tarea intelectual se enmarca dentro
una “intelligentzia” que se reproducía con dis­ de un campo general de ideas propias de la
24 época y de contextos que son reflejo o contra­
tintos nombres a través de las generaciones. Allí
LAS CIENCIAS SOCIALES

punto de sucesos políticos y sociales. Así, el das. Esta posición, si bien contó con el bene­
tránsito de las Ciencias Sociales convivió con plácito de una sociedad política y civil que pa­
épocas de progreso y prosperidad y, también, recía confiar en el progreso que vendría de la
con períodos de rupturas sociales y convulsio­ mano del saber científico, también desconfia­
nes institucionales ba de la tarea poco conocida —y un tanto sos­
Este contexto social debe tenerse en cuen­ pechosa- de los investigadores sociales
ta pues condicionó o influyó en la estructura y En los sesenta, el clima de ideas generales y
la dinámica de las Ciencias Sociales sea en los propios hechos que acontecían en la
cuanto al auge o declinación de determinados Argentina provocaron que esta línea de inves­
espacios institucionales, los temas de investi­ tigación perdiera el prestigio que había obte­
gación, las carreras académicas y el modo de nido en sus primeros años. Desde la interpela­
ejercer la tarea científica. Pero aquí no se brin­ ción del marxismo o las visiones populistas se
da una mera historia de contextos sino una re­ reclamaba un compromiso al cientista social
construcción de los rastros concretos de los que poco se compadecía con las investigacio­
diferentes trazos y registros de un camino que nes puntuales de determinadas problemáticas
no fue lineal y que tuvo distintas expresiones. sociales. El papel incrementado del pensa­
En el pensamiento político, por ejemplo, miento marxista en los claustros, los reflejos
liberalismo y nacionalismo libraron batallas de la Revolución Cubana, el conflicto latente
que produjeron escisiones en un terreno que que implica la “cuestión peronista” y los avata­
se complejizó con las distinciones -muchas res que sufría el cada vez más debilitado go­
veces difusas- entre derecha e izquierda, don­ bierno de Arturo Frondizi iniciarían un viraje
de se fueron acoplando, además, las vertientes hacia posiciones más “comprometidas”. Era
socialistas, populistas -de uno y otro signo— y una época en que las Ciencias Sociales, en
marxistas. En el campo académico es conoci­ América latina -y en casi todo el mundo- en­
da la disputa entre positivismo y antipositivis­ tendían que su papel era la transformación
mo; conviene, entonces, detenerse mínima­ más o menos radical de las estructuras políti­
mente en el contexto existente en el momento cas y sociales. Fue así que ciencia y política pa­
de la emergencia de la Sociología científica. recieron confundirse y con el advenimiento
Hacia 1957 —como señala Sidicaro- y a dos del régimen militar la convergencia se profun­
años del fin de la era peronista existe en la Ar­ dizó. La tarea de no pocos cientistas sociales se
gentina un clima proclive al advenimiento del politizó y gran parte de la producción acadé­
conocimiento social como producción de una mica se ideologizó. Las Ciencias Sociales se ti­
actividad científica. Es una época de auge de la ñeron de perspectivas que intentaron enfocar
sociología norteamericana y de apogeo del es­ el “gran problema”, quitando atención a temá­
tructural-funcionalismo. La sociología que se ticas más puntuales y específicas de investiga­
instaura bajo el liderazgo de Germani —como ción. A veces, los trabajos constituyeron ver­
se ha señalado- pretende diferenciar su tarea siones aguadas o empobrecidas de la teoría de
del papel del intelectual o el ideólogo y tratar la dependencia y otras mero proselitismo en
los problemas sociales bajo el prisma del mé­ clave de lo que fue llamado —más allá de arn­
todo científico y de las teorías más desarrolla­ bigüedades e imprecisiones- populismo. 25
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

La retirada del gobiemo militar y el adve­ Antes, existían la reflexión y la filosofia política
nimiento del peronismo, en 1973, no habían sobre temáticas tales como la soberanía, el Es­
calmado las aguas. La turbulenta experiencia tado, el ordenamiento legal, el gobiemo, etc.
del peronismo culminó con una nueva ruptu­ Los trabajos se volcaban más hacia lo filosófico
ra institucional y con la instauración del régi­ y tenían una impronta especulativa, o bien ha­
men militar denominado “Proceso de Reorga­ cia lo jurídico y se acentuaba el deber ser. Si
nización Nacional”. En los dos períodos de bien, como señala Pasquino, cabría diferenciar
gobierno militar el contexto político y el clima entre la tradición anglosajona que prestaba ma­
social tampoco fue favorable para un trabajo yor atención a los procesos sociales, las prácti­
fecundo en las disciplinas sociales. Pérdida de cas y costumbres del common law y la tradición
puestos académicos, exilio, cuando no perse­ continental más volcada hacia el análisis de las
cuciones fueron las consecuencias que sufrió estructuras estatales y el derecho.
parte de la comunidad académica del país. Se­ En 1903 se crea la Asociación Americana
rá sólo en el marco del nuevo contexto demo­ de Ciencia Política en paralelo con la distin­
crático donde aparecerán las condiciones de ción de la Ciencia Política de otras disciplinas.
mayor tolerancia y pluralismo necesarias para Como nueva disciplina no se variaba demasia­
la libertad en que debe desenvolverse toda ac­ do en lo que habían sido los análisis previos
tividad de investigación. acerca de las estructuras estatales, la indaga­
Más allá de los diferentes contextos, la pro­ ción sobre el buen gobierno, la reflexión sobre
ducción académica ha tenido también cierta los textos de la filosofia política clásica y los es­
autonomía y no todo lo realizado ha obedeci­ tudios que focalizaban los mecanismos legales
do puntualmente a los vaivenes de los avatares y jurídicos del Estado y sus agencias. En las dé­
políticos. Lo señalado respecto de los contextos cadas posteriores existirá un reclamo de algu­
sociales fue también marco y telón de fondo nos sectores para introducir nuevas perspecti­
del desarrollo de una nueva disciplina. vas metodológicas -usadas en la Historia, la
Antropología, la Sociología, la Psicología y la
Economía- al estudio de lo político, pero este
LA CIENCIA POLÍTICA COMO NUEVA ímpetu coexistirá con el predominio de las
DISCIPLINA perspectivas clásicas. Como afirma Battle, será
recién en los años cuarenta cuando se opone a
El pensamiento político giró, al menos des­ la perspectiva filosófica y legalista, la preten­
de Aristóteles, en tomo de las preguntas acerca sión de una Ciencia Política bajo el imperio de
del poder, aunque sus objetos de estudio espe­ la perspectiva lógica, empírica y explicativa.
cífico hayan variado con el tiempo centrándo­ En los años cincuenta se instala la llamada
se, por ejemplo, en el Estado y el orden político “revolución conductista”, que pone el foco en
en general y , más tarde, en el proceso de emer­ el estudio de los comportamientos reales de
gencia, decadencia, sustitución y circulación de los actores políticos y sociales. Bajo la influen­
las clases dirigentes. Pero la Ciencia Política re­ cia de la Psicología y la Sociología importa sus
cien aparece como disciplina autónoma hacia métodos de acercamiento al objeto de estudio
26 principios del siglo XX, en los Estados Unidos. y recurre al arsenal de instrumentos disponi­
LAS CIENCIAS SOCIALES

bles en tales disciplinas. Se establece así una escuela de la rational choice o public choice). El
pretensión de mayor cientificidad al elaborar­ nuevo enfoque implicará, esta vez, la influencia
se hipótesis que deberán sortear la prueba de de la Economía en la Ciencia Política, a través
la contrastación empírica, dejando a un lado del uso de algtmas ideas y principios metodoló­
el discurso anterior, jurídico o moralista. El gicos propios del análisis económico aplicado al
nuevo camino dejó abierta la posibilidad de tratamiento de los fenómenos políücos. El pun­
una ciencia más cuantitativa que se enrique­ to de partida de esta escuela es el individualismo
ció, además, con esquemas conceptuales y metodológico y el supuesto de la racionalidad
modelos teóricos con pretensión explicativa individual. Los fenómenos políticos y sociales se
de los problemas de la investigación científica. explican a partir de los comportamientos de los
El centro del análisis de la disciplina se ubica­ individuos, y a éstos se los concibe como sujetos
ba en el sistema político, según David Easton racionales que maximizan sus acciones. En
“un sistema de interacciones, abstraídas de la otros términos, los individuos tienen a su dis­
totalidad de los comportamientos sociales, a posición una gama de altemativas y se supone
través de las cuales los valores se asignan de que elegirán aquella que les reporte mayor utili­
modo imperativo para una sociedad”. dad, satisfacción o beneficios. Por otra parte, la
No tardó en llegar la reacción, desde el la­ racionalidad individual no supone una suerte
do de los filósofos, advirtiendo que no todos de racionalidad colectiva y, en este sentido, se
los capítulos de la vida política y, fundamen­ destacan las contradicciones y paradojas entre el
talmente, los nuevos fenómenos emergentes comportamiento individual y el de grupo. Esta
de una dinámica cambiante —por ejemplo, el perspectiva se aleja de los lineamientos conduc­
tema de las minorías—, podían ser tratados con ústas y su influencia sociológica y ha focalizado
las reducidas herramientas teóricas y los co­ gran parte de sus estudios en las instituciones
nocidos instrumentos metodológicos del con­ políticas surgiendo una suerte de “neoinstitu­
ductismo. cionalismo”, disfinto de aquel que hundia sus
Hacia finales de los cincuenta, Gabriel Al­ raíces en el análisis jurídico. Esta escuela ha re­
mond y Bingham Powell criticaban los estu­ cibido también críticas que denotan que su su­
dios politológicos por su excesivo provincia­ puesto no es tan categórico como afirman sus
lismo, descriptivismo y formalismo. Estos cultores. Por otro lado, también se ha sustenta­
autores, como muchos otros, ubicarán a la po­ do que el “viejo institucionalismo” también tie­
lítica comparada en el centro de la metodolo­ ne un papel que jugar frente a los desarrollos del
gía y los contenidos de la Ciencia Política. Los “neoinstitucionalismo”.
estudios comparados de los sistemas políticos Otro campo de la Ciencia Política empíri­
y sus subsistemas (partidos, grupos de pre­ ca —de notable crecimiento hacia los ochenta­
sión, etc.), y de los procesos políticos ocupa­ es el análisis de las políticas públicas (public
rán, entonces, un lugar estelar en el avance del policies). Desde este enfoque -como observa
conocimiento y las nuevas investigaciones. Pasquino- se analizan los procesos de toma de
Otra escuela comenzará a tener cada vez decisiones, las estructuras institucionales y su
mayor predicamento, en los sesenta y los seten­ influencia sobre tales procesos, la identifica­
ta: la teoría de la elección racional (la llamada ción de los participantes, la conformación de 27
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

coaliciones, etc. El riesgo de esta vía de análi­ prefiguran el contorno de lo que irá definien­
sis podría ser la poca atención prestada a las dose como una disciplina diferente de la Socio­
motivaciones ideológicas y a los factores es­ loga, la Historia y el Derecho. En realidad, los
tructurales y, además, el más reducido poder estudios políticos estuvieron ligados a visiones
de generalización teórica. más históricas, filosóficas y jurídicas. En este
A lo largo de su historia, como bien señala sentido, la Ciencia Política en la Argentina re­
Almond, la Ciencia Política ha mostrado sus producía, a su manera, el recorrido que había
diferencias internas en, al menos, dos ejes: el tenido en el mundo más desarrollado.
ideológico y el metodológico. En relación con Fue así que la institucionalización de la
el primero, se ha distinguido entre una dere­ Ciencia Política se fue desarrollando a través
cha y una izquierda con sus distintos matices. de un entramado de universidades -públicas y
Respecto del segundo eje, ha existido un sec­ privadas- e instituciones y centros privados.
tor de metodología “blanda” y otro de meto­ En los años treinta —como apunta Arturo
dología “dura”. Un rasgo de las izquierdas -en Fernández-, la Facultad de Ciencias Económi­
sus distintas versiones, sean marxistas, socia­ cas de la Universidad del Litoral, con sede en
listas, dependentistas, de teoría crítica- ha si­ Rosario, creó la Carrera de Diplomacia, que
do su concepción acerca de una Ciencia Polí­ daría origen posteriormente a la de Relaciones
tica comprometida, donde teoría y praxis no Internacionales. Sobre esta experiencia se
pueden disociarse. Entre ambos ejes, también montaría la Carrera de Ciencia Política de la
se observan las combinaciones posibles: por Facultad de Derecho de la Universidad Nacio­
ejemplo, una izquierda dura que recurre a la nal de Rosario, en 1968. La Universidad de
cuantificación metodológica de sus hipótesis y Cuyo, a principios de los cincuenta, creó la Es­
una derecha dura para la cual las metodolo­ cuela de Estudios Políticos y Sociales que otor­
gías matemáticas, la estadística y los diseños gó el título de Licenciado en Ciencias Políticas
experimentales representan la precondición y Sociales y el doctorado en las mismas mate­
de la Ciencia Política, en teoría y metodología. rias. En los años setenta se creó el Departa­
El panorama de la Ciencia Política, en rea­ mento de Ciencias Políticas en la Facultad de
lidad, presenta una multiplicidad de facetas, Ciencias Sociales de la Universidad de San
perspectivas, escuelas y temáticas que no se Iuan y, en Mar del Plata, se creó una Carrera
agotan en una línea que reivindique para sí, en de Ciencia Política.
forma exclusiva y excluyente, el patrimonio de En 1958, durante la presidencia de Arturo
la investigación científica en la disciplina. Frondizi se dicta la legislación que autoriza a
funcionar a las universidades privadas. Se
crean las carreras de Ciencia Política y de Re­
LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA laciones Internacionales en distintas institu­
ciones: la Universidad Católica Argentina, la
La institucionalización de la Ciencia Políti­ Universidad del Salvador, la John F. Kennedy,
ca es aún más tardía en el tiempo que la de la la Universidad de Belgrano, la de Santiago del
Sociología y al igual que esta última aparecen Estero y la de La Plata, etc. Es de destacar el ni­
28 autores, temas y espacios institucionales que vel que adquirió la Ciencia Política en la Uni­
LAS CIENCIAS SOCIALES

versidad del Salvador durante la gestión de


Carlos Floria, quien supo atraer a politólogos
prestigiosos de la época. El mismo Floria fue el
encargado de organizar, en los ochenta, el
doctorado en Ciencia Política de la Universi­
dad de Belgrano que contó con figuras de no­
torio renombre en el medio académico local.
En 1971, Francisco Arias Pelerano fundaba la
Escuela de Ciencias Políticas en la Universidad
Católica Argentina. La característica principal
de esta escuela era su orientación filosófica ba­
sada en la tradición aristotélico-tomista, se­
gún la cual la Ciencia Política formaba parte
de la Ética.
Desde el mundo jurídico algunos aboga­
dos trataron problemas y temas desde la Cien­
cia Política o bien en paralelo al enfoque jurí­
dico incluyeron perspectivas politológicas. Así
pueden mencionarse, entre otros, a Iorge R.
Vanossi, Juan Carlos Rubinstein, Carlos Fayt,
Mario Iusto López, Germán Bidart Campos, l Mario Justo López.
Alberto Spota, Hugo Álvarez Natale, etc. Des­
de el derecho constitucional y bajo la influen­ años sus investigadores abordaron las siguien­
cia del prestigioso profesor Segtmdo Linares tes temáticas: la extensión de la participación
Quintana se fundó, en 1957, la Asociación Ar­ electoral en la Argentina (Darío Cantón);
gentina de Ciencia Política, que, cuatro años alianza de clases y orígenes del peronismo (Mi­
después, se afilió a la International Political guel Murmis); desarrollo económico, cambio y
Science Association (IPSA). Se comenzó a edi­ estratificación social en la Argentina (Ruth
tar en 1959 la Revista Argentina de Ciencia Po­ Sautu); migraciones internas e intemacionales
lítica y se organizaron congresos nacionales (Zulma Rechini de Lattes y Alfredo Lattes); es­
entre 1958 y 1966. tructura social de la Argentina (Germani y
Durante los años sesenta, setenta y princi­ Sautu); marginalidad en América latina (Iosé
pios del ochenta —como bien desarrolla Vessu­ Nun, M. Murmis y Juan Carlos Marín), comu­
ri- una serie de centros independientes consti­ nicación y neurosis (Eliseo Verón). El CIS tuvo
tuyeron un importante entramado en las una publicación de importante repercusión: la
Ciencias Sociales. El Instituto Di Tella —men­ Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales.
cionado anteriormente- contó en su seno con El Centro de Investigaciones en Adminis­
una serie de centros como el de Sociología tración Pública (CIAP) contó con la partici­
Comparada, llamado más tarde Centro de In­ pación inicial de Iorge Roulet, Iorge Sábato,
vestigaciones Sociales (CIS). En sus primeros Oscar Oszlak, Dante Caputo y Marcelo Cava­ 29
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

rozzi. Entre sus objetivos estaban el estudio de En los años setenta y principios de los
la teoría y las técnicas de la administración pú­ ochenta, dos desprendimientos del Di Tella al­
blica y la gestión de las empresas del Estado. canzaron gran dinamismo. El CEDES (Centro
En 1966 se fundó el Consejo Latinoarneri­ de Estudios de Estado y Sociedad) contaba, en­
cano de Ciencias Sociales (CLACSO), que fim­ tre sus investigadores, a G. O'Donnell, O. Osz­
cionó como un órgano coordinador de una lak, M. Cavarozzi, R. Frenkel, L. de Riz, A. Ca­
red de centros de Ciencias Sociales. Desde sus nitrot, E. Ielin, M. C. Feijó, I. Balán, etc. Y el
inicios tuvo su sede en Buenos Aires y cumplió CISEA (Centro de Investigaciones Sociales so­
una importante tarea de articulación y comu­ bre el Estado y la Administración), en el que
nicación entre los centros regionales y del exte­ participaron E. Groisman, O. Oszlak, I. Roulet,
rior. Desarrolló distintas actividades y progra­ D. Caputo, etc. La Facultad Latinoamericana
mas de investigación -algunos en cooperación en Ciencias Sociales, que se instala en la Argen­
con el PNUD y la UNESCO- e investigadores tina luego del golpe militar en Chile (1973),
que habían sido desplazados de sus puestos de fue un centro de reagruparniento de investiga­
trabajo por cuestiones políticas tuvieron aco­ dores y comenzó alli a dictarse una Maestría en
gida en su seno. También en 1966 y como con­ Ciencias Sociales. En cuanto a centros de Cien­
secuencia de la intervención -bajo el régimen cias Sociales —no específicamente de Ciencia
militar- al Instituto de Sociología de la UBA, Política— cabría agregar al CEUR (Centro de
un grupo de investigadores creó el Centro de Estudios Urbanos y Regionales) y el CENEP
Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO), (Centro de Estudios de Población).
de orientación marxista. Este centro tuvo una Otro espacio institucional de desarrollo de
gran actividad y abordó distintas temáticas la Ciencia Política ha sido el Consejo Nacional
—los militares y los sectores populares, los esta­ de Investigaciones Científicas y Técnicas, don­
llidos sociales, etc.-, pero fue objeto de la ac­ de los investigadores pertenecientes a la carre­
ción de los gobiemos autoritarios debiendo, ra, en distintos lugares de trabajo —universida­
algimos de sus miembros abandonar el país. des e institutos científicos-, han realizado un
Otra experiencia singular fue la Funda­ aporte sostenido en el campo de la investiga­
ción Bariloche, que contó con algunos apor­ ción en Ciencia Política, Sociología y Relacio­
tes privados —Fundación Ford- y financia­ nes Internacionales. En el listado no puede fal­
ción estatal. Su suerte corrió pareja con los ta por cierto la mención de un sitio de estudio
vientos políticos, lo que entorpeció su tarea. y análisis político que fue tradicional en la vi­
En 1967 se creó el Departamento de Ciencias da institucional del país. La Academia Nacio­
Sociales, que tuvo distintos programas de in­ nal de Ciencias Morales y Políticas abarcó en
vestigación, entre otros, estudios filosóficos y sus anales y publicaciones distintos temas de
políticos, movimientos laborales, sociología la teoría política y del acontecer nacional.
política, etc. Algunos de sus integrantes fue­ También debe mencionarse la labor del Insti­
ron Manuel Mora y Araujo, Edgardo Catter­ tuto Argentino de Estudios Constitucionales y
berg y Luis Aznar. En la época del Proceso Políticos, en Mendoza, integrado por un gru­
cambió de estructura organizativa y de líneas po de juristas -bajo la dirección de Dardo Pé­
30 de investigación. rez Guilhou— que desarrollaron trabajos insti­
LAS CIENCIAS SOCIALES

REVISTA RRGENTINH (SAAP), que, luego, obtuvo el reconocimiento


de la IPSA y organiza, cada dos años, el Con­
eIENems veLíïlens greso Nacional de Ciencia Política. En el ám­
bito de la universidades públicas y privadas se
DERFCI-Ó ADHINISTRLCION. ECOO%ÍA POLÍUCI. SOCIOLÉA
crearon nuevas carreras de Ciencia Política y
HISTORIA V EDUCÁCÚN en la Universidad de Buenos Aires se comenzó
a dictar la carrera a partir de 1986. Maestrías y
Fundador y Dlnctorn Dr. RODOLFO IIVRROLR
Sr-zunuzu- m: “ILDHLIÓSZ In. IIOIÏMZIO C. l|l\'.\lII)I..\
diversos posgrados complementaron un pa­
norama de notable crecimiento y expansión.

. “publicar... Mena». .
(una. u. uu.|I

LA PRODUCCIÓN ACADÉMICA
TOMO PIÏIIO

Una publicación será un mojón ineludible


en el trazado de su “prehistoria”: la Revista Ar­
gentina de Ciencia Política, creada en 1910 por
Rodolfo Rivarola. Bajo su dirección la revista
DIRECCION Y ADMINISTRACION
sos-Avanzan: ¡um-cos combinó temas de derecho público, derecho
BUENOS AIRES privado, economía, relaciones internacionales,
iD_l0
sociología, filosofía y discusiones que encaja­
ban en núcleos centrales de una disciplina aún
l Tomo inicial de la Revista Argentina de Ciencias Políticas.
por crear: la Ciencia Politica. Temas tales como
tucionales combinando el derecho constitu­ los partidos políticos, las relaciones intemacio­
cional con el análisis político. nales, la cuestión social, el sufragio y los siste­
Un lugar especial merece el Instituto de mas electorales, los regímenes institucionales y
Desarrollo Económico y Social, que, además la reforma política fueron nutriendo las pági­
de una intensa actividad académica, publicó nas de una publicación que congregaba a los
iuiuíerrumpidamente la revista Desarrollo “notables” de la teoría y el pensamiento políti­
Económico. Esta publicación, desde su apari­ co e institucional. Rivarola fue un brillante in­
ción a finales de los cincuenta, dedicó parte de telectual que fue prefigurando nuevos perfiles
su contenido a estudios de Sociología y Cien­ y contenidos del estudio de la política, a través
cia Política, publica importantes estudios e in­ de su obra y sus inquietudes.
vestigaciones del medio académico local e in­ Un trabajo que puede ser considerado pio­
ternacional. nero en el largo camino que iniciará la discipli­
Las postrirnerías del régimen militar ini­ na en fonnación es El gobierno representativo
ciado en 1976 y la reinstalación de la demo­ federal de la República Argentina (1910), escri­
cracia trajeron una atmósfera renovada a par­ to por Iosé Nicolás Matienzo. El autor deli­
tir de la cual la disciplina emprendió una neaba los rasgos del régimen político distan­
nueva etapa. En 1982, un grupo de politólogos ciándose de lo que habían sido los estudios
creó la Sociedad Argentina de Análisis Político más clásicos desde el Derecho -principalmen­ 3]
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

balance de lo acontecido en el país, en un re­


corrido que desnuda sus falencias y resalta sus
aciertos, más allá de la “ley de la discordia”
que tiñó las relaciones de los argentinos de di­
ferentes generaciones. Pocos años después,
Iuan Álvarez en Las guerras civiles argentinas
anuda política y economía para intentar ex­
plicar “científicamente” los conflictos y las
crisis del país.
Pero la impronta jurídica de los estudios
políticos pervivirá durante bastante tiempo.
La carrera de Derecho era un ámbito común
para aquellos que deseaban iniciar estudios
políticos y fueron las cátedras de Derecho Po­
lítico y Derecho Constitucional las vías de
transmisión de autores, ideas y especulaciones
de filosofía y de política práctica. Profesores
como González Calderón, De Vedia y Mitre,
Faustino Legón y Rafael Bielsa no eludían la
constelación de la política en sus obras y pro­
ducciones. También, bajo la temática del Esta­
l losé Nicolás Matienzo. Archivo General de la Nación.
do, asomaban escritos donde la perspectiva
te, el constitucional- y analizando las institu­ política se ubicaba en el centro de la escena, tal
ciones desde vectores más políticos que lega­ fue el trabajo de Arturo Enrique Sampay y su
les. Junto con la obra de Matienzo, en la prí­ tesis La crisis del estado de derecho liberal-bur­
mera y la segunda década del siglo XX, gués (1943).
aparecieron trabajos que intentan explicar la Un autor importante que prepara el pasa­
historia desde una perspectiva de análisis del je de los estudios del derecho político hacia la
régimen político de la época. Incluso un ex­ Ciencia Política fue Mario Iusto López. El de­
tranjero como Adolfo Posada, en su trabajo recho político se encontraba en un lugar de
La Constitución argentina y el régimen político bordes y límites, donde se aproximaban -entre
(1910), advertía la distancia entre la constitu­ otros campos- el Derecho, la Filosofia Política
ción formal del país y su vivencia concreta, el y la Ciencia Política. Desde allí escribió su In­
avance del desarrollo económico sobre el po­ traducción a los estudios políticos, cuyo primer
lítico, la influencia del caudillismo anárquico, volumen apareció en 1969 y, el segundo en
la ficción del Estado federal, el fuerte presi­ 1971. Otro estudio importante fue su obra
dencialismo imperante, la crisis de valores y la Partidos politicos, teoría general y régimen legal
clave de éxito hacia el futuro que vendría de la (1965), estudio que fue agregando nuevos te­
mano de la educación. El mismo año, Joaquín mas y nuevos autores en sucesivas reimpresio­
32 V. González, en El juicio del siglo, realiza un nes. A los autores citados entre otros, George
LAS CIENCIAS SOCIALES

Iellinek, Carl Friedrich, Herman Heller, Geor­ lítica y la historia, sobre el período de la Repú­
ges Burdeau, Maurice Duverger y Ranney y blica Liberal-Conservadora. El mismo autor
Kendall- agregaba politólogos de la talla de aporta un valioso e innovador trabajo en el
Iuan Linz y Giovanni Sartori. En relación con marco de las ideas políticas, La tradición repu­
su citada obra Introducción. .., cabe señalar blicana, donde recreaba, a través de lecturas
que hundía el análisis en la Teoría Política, la clásicas, un virtual dialogo —plagado de en­
realidad política y social y el conocimiento po­ cuentros y desencuentros- entre Alberdi y Sar­
lítico. El recorrido de los distintos capítulos miento. Desde el campo de la historia también
constituye una suerte de manual -o hasta tra­ cabe mencionar, como valiosos aportes, la ex­
tado— de un curso que cabalga entre la Filoso­ tensa obra de Félix Luna y las lúcidas reflexio­
fía Política, la Ciencia Política, el Derecho y la nes de Ezequiel Gallo sobre distintas temáticas
Historia. sociales y políticas y sobre la historia de las
Más cercano al análisis empírico, Darío ideas políticas. Gallo realizó también aportes
Cantón produjo un estudio importante en re­ específicos en la disciplina, como por ejemplo
lación con la teoría de las elites con su trabajo la investigación realizada con Silvia Sigal La
El parlamento argentino en épocas de cambio formación de los partidos contemporáneos. La
(1966), donde analizaba las diferentes caracte­ Unión Cívica Radical ( 1890-1916), publicada
rísticas sociales, económicas y educacionales en Desarrollo Económico, en 1963. Algunas
de los legisladores en tres momentos cruciales obras de investigadores extranjeros también
de la vida política del país: 1890, 1916 y 1946. nutrieron numerosos trabajos de Ciencia Polí­
Otra investigación posterior, Elecciones y par­ tica, por ejemplo las investigaciones sobre el
tidos políticos en la Argentin (1973), constitu­ poder militar y la política del historiador Ro­
yó un importante aporte por la recopilación bert Potash y las del sociólogo Alain Rouquié.
de datos y su sistematización en relación con La investigación recorrió temáticamente
la Argentina electoral y la emergencia y carac­ —como no podía ser de otro modo- los avata­
terísticas de las fuerzas políticas. res políticos que sufría la Argentina. Así, por
Desde la Historia también se fue nutriendo ejemplo, en relación al régimen militar ini­
lateralmente el contenido de la Ciencia Políti­ ciado en 1966 bajo el comando del general
ca. Así merece destacarse la obra de José Luis Onganía, se publicaba el mismo año del golpe
Romero Las ideas políticas argentinas (1946) y el trabajo colectivo La Revolución Argentina.
otros ensayos que versaron sobre temas de la Análisis y prospectiva (1966), donde juristas,
Argentina política. Otra obra de historia, de politólogos y sociólogos analizan el nuevo ré­
Carlos A. Floria y César A. García Belsunce, gimen a la luz de los antecedentes, la teoría
Historia de los argentinos (1972), incorporó mi­ política, la ideología y el sistema institucional;
radas desde la Ciencia Política incluyendo ma­ escriben, entre otros, Guillermo Lousteau He­
tices, perspectivas o comentarios que remonta­ guy, Alberto Castells, Iosé Luis de Imaz, Carlos
ban a la teoría política más cercana en el Floria, Mariano Grondona, etc. En el año de
tiempo. Cabe destacar también la investigación finalización de aquella experiencia de facto,
de Natalio Botana El orden conservador (1979), aparece El régimen militar 1966-1973 (1973),
que significó un abordaje desde la Ciencia Po­ una recopilación sistematizada de editoriales 33
LA IJIMENSIÓN (ÏIENTÍFICA Y CULTURAL

—principalmente de la revista Criterio- escri­ tares y recorridos fallidos de la democracia y


tos por Carlos Floria, Natalio Botana y Rafael las caídas en regímenes autoritarios. Dos años
Braun, que pasa revista de distintos hechos y antes, Liliana de Riz, abordaba la experiencia
aspectos de la experiencia de las administra­ política del peronismo y su vuelta al poder en
ciones de Juan Carlos Onganía, Roberto M. el texto Retorno y derrumbe (1981).
Levingston y Alejandro A. Lanusse. La producción académica también fue
También sobre el mismo régimen Guiller­ considerable y variada en el ámbito de los cen­
mo O’Donnell publica la obra 1966-1973. Es­ tros e institutos de investigación -referidos
tado Burocrático Autoritario (1982), que ad­ anteriormente- a través de documentos de
quiere una repercusión notable en los medios trabajo y distintas publicaciones. A finales de
local y extranjero. El trabajo de O’Donnell no los setenta y principios de los ochenta, en el
intentó una mera recopilación descriptiva o umbral del cambio de régimen, aparecen nue­
analítica del régimen sino la conceptualiza­ vos estudios que preludjan los tiempos por ve­
ción de un nuevo tipo de Estado existente en nir y sus necesidades. Los análisis sobre la
un período histórico determinado y con ca­ transición a la democracia, la cultura política
racterísticas distintivas que lo diferenciaban y el papel de los distintos actores sociales y po­
de otros estados autoritarios: el Burocrático líticos en este tipo de régimen ocuparán el in­
Autoritario. Años antes, otra obra de O’Don­ terés de los politólogos. Y una serie de ellos
nell había conseguido también notoriedad: realizaron también contribuciones con distin­
Modernización y autoritarismo (1972). tos artículos, trabajos o análisis políticos, entre
En los años setenta, en el área de los estu­ otros, Atilio Borón, Edgardo Catterberg, Ma­
dios institucionales, N. Guillermo Molinelli riano Grondona, Arturo Fernández, Eugenio
comenzaba renovados análisis y desarrollos de Kvaternik, Carlota Iackisch, etcétera.
las instituciones políticas y publicaba, entre
otros trabajos, El rol del Congreso en la inicia­
tiva legislativa (1972). En relación con el área LOS TEMAS Y EL TEMA DEL PERONISMO
de Ciencia Política y de la administración, Os­
car Oszlak publicaba La formación del Estado La lectura de las Ciencias Sociales en el si­
argentino (1982), comenzando una línea que glo XX muestra distintas temáticas alrededor
había estado rezagada en relación con otras te­ de las cuales giran las producciones de los au­
máticas de los estudios políticos. Más volcado tores. Algunos temas aparecen como recurren­
hacia una perspectiva de filosofía política, tes y recorren transversalmente todos los
Carlos Strasser publicó La razón política en po­ tiempos, desde lecturas donde predominan o
lítica y en sociología (1977) y artículos en la re­ confluyen distintas miradas y disciplinas co­
vista Desarrollo Económico acerca de la disci­ mo la Ciencia Política, la Sociología, la Psico­
plina. El sindicalismo fue tratado en algtmos logia Social y la Historia, y desde el trabajo de
trabajos; entre otros, Sindicatos y política en la rigor científico-metodológico o el ensayo po­
Argentina (1980) de Marcelo Cavarozzi. El lítico o social.
mismo autor publicó Democracia y autorita­ Un tema que reaparece a lo largo de todo
34 rismo (1983), texto que dio cuenta de los ava­ el siglo es la indagación acerca de la identidad
LAS CIENCIAS SOCIALES

argentina. Y es propio de la Sociología —y las miento nacional-popular, Di Tella lo ubicó


Ciencias Sociales- preguntarse sobre los orí­ también dentro de los populismos, otros auto­
genes de la sociedad nacional, su evolución y res —como Carlos Fayt- lo asirnilaron lisa y lla­
su destino. Perspectiva que engloba pasado, namente como un fascismo, Abelardo Ramos
presente y futuro en sintonía con una prome­ y Sebreli recurren a la imagen del bonapartis­
sa siempre presente y también incumplida: mo. En relación con el peronismo y la estruc­
cómo mejorar la vida de los individuos y gru­ tura sindical, también Germani dispara una
pos que componen el tejido social. No sor­ serie de debates y polémicas a partir de la
prende a nadie que la pregimta alcance una in­ cuestión acerca el apoyo que tuvo el peronis­
tensidad elocuente cuando se trata de mo en sus comienzos. Para Germani habían
sociedades de conformación multinacional. sido los migrantes internos la masa que fue
La búsqueda del ser nacional, la explicación de materia prima del peronismo. Murmis y Por­
la estructura social y el comportamiento de las tantiero señalan, en cambio, la importancia de
distintas clases, de los diferentes estilos de vi­ la estructura sindical vigente en la época, don­
da, de las costumbres y de los disímiles carac­ de confluyeron viejos y nuevos líderes. A este
teres que pueblan el paisaje humano, fueron debate se sumaron investigadores extranjeros
objeto de análisis y reflexión de los ensayistas como Peter Smith, Walter Little, Eldon Ken­
y cientistas sociales. Estos últimos a través de worthy, Louise M. Doyon y, desde el exterior,
hipótesis y metodologías engarzadas con dis­ argentinos como el historiador Tulio Halperín
tintas teorías explicativas. A estos temas habría Donghi. Y el debate aún sigue.
que agregar los que han aparecido a lo largo de
estas páginas, sea desde la perspectiva de la So­
ciología o de la Ciencia Política. PROBLEMAS Y OBSTACULOS DE LAS CIENCIAS

El peronismo fue otro tema de singular in­ SOCIALES

terés y, sin duda, merece un sitio especial. Es­


taba claro que su análisis resultaría insuficien­ El desarrollo de las Ciencias Sociales en la
te desde una lectura histórica de mero acopio Argentina ha tenido no pocos obstáculos y de
de hechos y sucesos. Había que desentrañar lo distinta índole. Un primer inconveniente ha
que aparecía como un fenómeno que no enca­ sido el político, esto es, la inestabilidad cróni­
jaba en la sucesión lineal de ideas y experien­ ca que ha sufrido la Argentina en el siglo XX.
cias políticas y sociales de la Argentina. Las Los golpes militares, especialmente, han teni­
Ciencias Sociales debían acometer la tarea y do nocivas consecuencias para una evolución
así lo hicieron a través de innumerables estu­ más pacífica y gradual de las disciplinas cien­
dios que pretendieron explicar la naturaleza tíficas. La intervención dispuesta por los mili­
del peronismo, su influencia en las estructuras tares a la Universidad de Buenos Aires, en
sindicales, su clasificación como régimen y co­ 1966, originó un éxodo masivo de investiga­
mo sistema de ideas, sus productos sociales, la dores de todas las áreas -no sólo las sociales­
impronta que su paso dejó en el sistema polí­ que se radicaron en distintos países del mun­
tico, etc. Así y en cuanto a su “naturaleza”, por do drenando así la futura capacidad científica
ejemplo, para Germani se trató de un movi­ de la Nación. La siguiente ruptura institucio­ 35
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

nal, en 1976, fue también motivo de desen­ cimiento —los países desarrollados- y su inten­
cuentro y exilio. Además de la pérdida de re­ to de aplicación directa a la realidad argentina,
cursos humanos que, obligados o por opción, cuando tales teorías tuvieron como base em­
dejaban el territorio nacional o sus puestos de pírica metodológica los datos de sus propias
trabajo en el país, las intervenciones implica­ realidades. Los científicos sociales tuvieron
ban la interrupción, momentánea o definitiva, cierta propensión a reflexionar en torno de
de proyectos de investigación en curso, cuan­ teorías más que de hechos, produciéndose, no
do no el desmantelamiento institucional. En pocas veces, resultados especulativos poco re­
estos casos, las instituciones privadas -tanto lacionados con el propio acontecer nacional.
universidades como institutos de investiga­ Otra barrera ha sido la poca conexión con
ción— sirvieron también como lugar de rein­ el marco regional en el cual la Argentina está
serción de científicos sociales que dejaban de inserta: América latina. La aludida irnporta­
actuar en las universidades nacionales. ción de teorías y la formación de investigado­
Otro inconveniente de contexto han sido res en los centros más desarrollados con poca
los escasos recursos económicos destinados a o ninguna vinculación con el resto de los cen­
la investigación en general y a las Ciencias So­ tros e instituciones académicas de los países de
ciales en particular, debido a una falta de con­ la región, descontextualizó a la Argentina de
sideración acerca del papel prioritario que la su enclave geográfico, desde donde, paradóji­
investigación ocupa en el desarrollo económi­ camente, fue vista siempre por los centros de
co, social y humano de un país. A esta con­ investigación de los países más desarrollados.
ciencia débil sobre el papel de la ciencia se fue­ No es casual que los contados intentos de lle­
ron sumando las crisis económicas y la var adelante centros de estudios latinoameri­
declinación del Estado, que originaron recor­ canos hayan tenido un relativo eco.
tes presupuestarios en las áreas de investiga­ Otra dificultad que ha estado siempre pre­
ción. En el marco institucional de las universi­ sente ha sido el escaso requerimiento del mer­
dades, tanto públicas como privadas, la falta cado laboral de los profesionales en Ciencias
de presupuesto dificultó la existencia de un Sociales. Más allá de la docencia y la investiga­
suficiente plantel de profesores-investigadores ción, no ha sido fácil el reconocimiento públi­
a tiempo completo. Esta falta de prioridad que co de la función de los sociólogos en distintos
ha tenido la ciencia en la Argentina motivó sectores de la vida del trabajo, la empresa y el
también la búsqueda de nuevos horizontes y Estado. Los egresados en Ciencia Política han
así fue historia común la de los jóvenes argen­ tenido, incluso, mayores obstáculos en ser vi­
tinos que, luego de concluir sus estudios de sualizados como profesionales aptos y necesa­
posgrado en los Estados Unidos o en Europa, rios para el servicio y la administración públi­
decidieron continuar en aquellos lugares sus ca, las organizaciones, etcétera.
carreras académicas por falta de condiciones Los inconvenientes y problemas de acceso
mínimas de desarrollo profesional en la Ar­ bibliográfico han sido muy importantes, co­
gentina. mo también la libre consulta de materiales de
Otro problema ha sido la importación de las oficinas públicas. Bibliotecas poco nutridas
36 teoría política y social de los centros de cono­ o desactualizadas fue el panorama común de
LAS CIENCIAS SOCIALES

las universidades o de los institutos de investi­ contrapuestas. El resultado fue un amplio y


gación. En el futuro, la situación mejoraría disírnil muestrario de concepciones, interpre­
gracias a la tecnología y la informática, con el taciones y explicaciones acerca de las cuestio­
acceso a publicaciones “on line” vía Internet. nes sociales y políticas del país, obras de nota­
ble calidad y rigurosidad y, también, recaídas
frecuentes en visiones ideológicas y produc­
A MODO DE CONCLUSIÓN ciones desparejas. En alguna medida, el reco­
rrido de las Ciencias Sociales fue reflejo del
En este recorrido autores e investigadores propio derrotero seguido por el país en el
fueron definiendo una tarea y una profesión, campo político y social. Un transitar donde el
sistematizaron el conocimiento y trataron de método de ensayo y error no dejó toda la en­
dar cuenta de los dilemas y problemas que señanza esperable y la vocación por la irnpro­
aquejaron a la sociedad argentina a lo largo visación jugó, no pocas veces, un papel más
del siglo. Así, los estudios enfrentaron cues­ importante que el deseable —como advertía
tiones tales como la inmigración y sus efec­ Martínez Estrada—, retrasando un tanto el lu­
tos sociales y políticos; las modificaciones de gar que las Ciencias Sociales deberían haber
la estructura social de la Argentina; la emer­ ocupado en el progreso de la Argentina. Así y
gencia de fuerzas políticas nuevas; los distin­ todo, lo hecho por las disciplinas aquí tratadas
tos tipos de regímenes políticos; el fenómeno arroja un resultado más que positivo si consi­
de la intervención militar; los problemas de deramos los inconvenientes y obstáculos, así
la democratización política y social; la tran­ como escasos incentivos, que ha tenido el de­
sición política hacia la democracia; el largo sarrollo de la investigación en el país y la tarea
recorrido del dilema de la identidad argenti­ incesante de intelectuales e investigadores. Es
na; etcétrera. que, más allá de los problemas, los aciertos y
Estos temas se abordaron no sólo desde desaciertos, ha existido siempre una suerte de
disciplinas afines pero distintas, sino también pasión en el cautivador oficio de pensar la Ar­
desde perspectivas y escuelas teóricas, a veces, gentina.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

La principal orientación bibliográfica apa­ no, 1984. Un exhaustivo trabajo que analiza los
rece inserta en el propio texto de este trabajo. aportes más importantes de los investigadores
A continuación se amplía en relación con sociales en la segunda parte del siglo XX es
obras que tratan sobre ideas, instituciones o JUAN CARLOS AGULLA (compilador), Ideologías
producciones referidas en el capítulo. políticas y ciencias sociales. La experiencia del
En relación con la evolución de las Ciencias pensamiento social argentino (1955-1995), Ins­
Sociales y la Sociología en particular puede tituto de Derecho Público, Ciencia Política y
consultarse, IUAN CARLOS AGULLA, Dependencia Sociología de la Academia Nacional de Cien­
y conciencia desgraciada, Buenos Aires, Belgra­ cias de Buenos Aires, 1996. Otra bibliografía de 37
LA DIMENSIÓN CIENTIFICA Y CULTURAL

consulta es TORCUATO S. DI TELLA, “La crisis de 54, Dunken, Buenos Aires, 1999. Una obra que
las ciencias políticas latinoamericanas”, en De­ recopila trabajos acerca de la estructura social
sarrollo Económico, vol. ll, n° 41 ( abril-junio del país con amplias referencias a Germani es
de 1971); y "La sociología argentina en una IoRGE RAUL IORRAT y RUTH SAUTU (Compila­
perspectiva de veinte años”, en Desarrollo Eco­ dores), Después de Germani. Exploracíones so­
nómico, vol. 20, n° 79 (octubre-diciembre de bre estructura social de la Argentina, Paidós,
1980); RICARDO SIDIcARo, “Reflexiones sobre la Buenos Aires, 1992. En cuanto a la política de
accidentada trayectoria de la sociología en la investigación en Ciencias Sociales ver el texto
Argentina"; HORACIO GONZALEZ (Compila­ de ENRIQUE OTEIZA (director), La política de
dor), Historia crítica de la sociología argentina, investigación científica y tecnológica argentina,
Colihue, Buenos Aires, 2000; JUAN CARLOS Centro Editor de América Latina, Buenos Ai­
AGULLA, “Institucionalización de la Sociología res, 1992.
en la Argentina”, en MARTA FERNANDEZ y MARIO Para un panorama general de la evolución
SERRAFERO (editores), Los sociólogos y la Socio­ de la Ciencia Política puede verse: GIANFRAN­
logía, Documento de Trabajo, Facultad de Es­ C0 PASQUINO, “Naturaleza y evolución de la
tudios para Graduados, Universidad de Belgra­ disciplina”, en GIANFRANCO PAsQUINo y otros,
no, 2000; GINO GERMANI, La sociología en la Manual de Ciencia Política, Madrid,l99l; Ga­
América latina: problemas y perspectivas, Eude­ briel Almond, “Political Science; The History
ba, Buenos Aires, 1964; FRANCISCO DELIcI-I, Crí­ of the Discipline”, en Robert E. Goodin y
tica y autocrítica de la razón extravíada. Veinti­ Hans-Dieter Klingemann (edición) A New
cinco años de Sociología, El CID, Buenos Aires, Handbook of Political Science, Oxford, 1998;
(1977); ELISEO VERON, Imperialismo, lucha de David Easton, “Political Science in The United
clases y conocimiento (Veinticinco años de socio­ States”, en International Political Science Re­
logía en la Argentina), Tiempo Contemporá­ view, vol. 6, n° l (1985), págs. 133-152.
neo, Buenos Aires, 1974. En cuanto a la “para­ En relación con la Ciencia Política en la
sociología” consultar, l IUAN F. MARSAL, Argentina es importante el trabajo de ARTURO
“Significado de la para sociología argentina”, FERNANDEZ El desarrollo de la Ciencia Política
en H. Ernest Lewald, Argentina. Análisis y au­ en la Argentina, capítulo de libro en prensa.
toanálisis, Sudamericana, Buenos Aires, 1969; También puede verse MARIA CLELIA GUINAZU y
IUAN F. MARSAL, Los ensayistas socio-políticos de MARIA ALICIA GUTIERREZ, La Ciencia Política
Argentina y México (aportes para un estudios de en Argentina: de la inestabilidad a la transición,
sus roles, su ideología y su acción política), Docu­ en DOXA, n° 48 (1991); Gerardo Ancarola,
mento de Trabajo, Instituto Torcuato Di Tella, “Las tres etapas de la Ciencia Política argenti­
Centro de Investigaciones Sociales, 1969. SILVIA na”, en Academia Nacional de Ciencias Morales
SIGAL, Intelectuales y poder en la década del se­ y Políticas, Anales. Tomo XXII-l993, Buenos
senta, Puntosur, Buenos Aires, 1991. La historia Aires, 1995; del mismo autor sobre la figura de
del Instituto de Sociología se trata en HERNAN Rivarola puede consultarse Las ideas políticas
GONZALEZ BOLLO, El nacimiento de la sociología de Rodolfo Rivarola, Marirnar, Buenos Aires,
empírica en la Argentina: El Instituto de Sociolo­ 1975. En cuanto a la enseñanza de la Sociolo­
38 gía, Facultad de Filosofia y Letras (UBA), 1940­ gía y la Ciencia Política puede verse GINO GER­
LAS CIENCIAS SOCIALES

MANI y IORGE GRACIARENA, Enseñanza e investi­ Routledge, 1997; IoAN ANTON MELLÓN (edi­
gación de Ia Sociología, Ciencia Política y Eco­ tor), Ideologías y movimientos políticos contem­
nomia. La situación en la Argentina, Instituto poráneos, Madrid, Técnos, 1998. Acerca del
de Sociología de la Facultad de Filosofía y Le­ pensamiento político entre 1914 y 1983 pue­
tras, UB.A, 1958; FRANcIsco ARIAs PELERANo, den verse los trabajos de CARLOS A. EGÜES y
“La enseñanza de la política en la Argentina”, IUAN FERNANDO SEGOVIA en el Tomo 7 de esta
en Boletín de Lecturas Sociales y Económicas, obra. Algunos estudios sobre el positivismo y
año 8, n° 35, abril 2001, págs. 127-147. Un ín­ el ensayismo positivista son, OSCAR TERAN, Po­
dice cronológico, temático y de autores de la sitivismo y nación en la Argentina, Puntosur,
revista Desarrollo Económico muy útil para la Buenos Aires,l987; IORGE E. DoTTI, Las vetas
búsqueda bibliográfica aparece en el número del texto. Una lectura filosófica de Alberdi, los
160, Vol. 40, enero-marzo, 2001, de la citada positivistas, Juan B. Justo, Bs. A5., Puntosur,
revista. 1990; RICAURTE SOLER, B1 positivismo argenti­
La literatura sobre teoría e ideologías polí­ no, Paidós, Buenos Aires, 1968; RICARDO LEVE­
ticas, es por cierto muy abundante, cabe men­ NE, Historia de las ideas sociales argentinas,
cionar entre otros, KARL DIETRICH BRACHER, La Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947.
era de las ideologías, Belgrano, Buenos Aires, El autor agradece a María Mora el apoyo
1989; STEPHEN ERIC BRONNER (editor), Twen­ bibliográfico brindado, que fue muy útil para
tieth Century Political Theory, Nueva York, la elaboración de este capítulo.

39
5 7. LA FILOSOFÍA

Olsen A. Ghirardí

LA AGONÍA DEL POSITIVISMO simpatía hacia un evolucionismo, tanto en el


orden natural como en el social.
Las corrientes filosóficas son como algu­ Es imprescindible recordar, para una me­
nos ríos que aparentan secarse mientras fluyen jor comprensión, que en Buenos Aires, la
subterráneamente hasta que, en algún mo­ preocupación filosófica había quedado esti­
mento, vuelven a surgir para deslizarse serena­ mulada, especialmente desde la cátedra, a par­
mente en el curso sinuoso que enmarcan des­ tir del año 1895, en que se fundó la Facultad
dibujadas riberas. de Filosofía y Letras. Rodolfo Rivarola tuvo el
En la Argentina, el positivismo se mostra­ privilegio de ser el primer profesor de filoso­
ba agonizante hacia el comienzo de la Primera fía. Dado el predominio de las ideas de la épo­
Guerra Mundial, después de haber gozado de ca en la cual vivía, Rivarola fue tentado por el
gran esplendor a fines del siglo XIX y comien­ positivismo, aunque su actitud filosófica pue­
zos del XX. No obstante, arrojaría aún una vi­ de mostrar rasgos eclécticos. Pero no existe en
gorosa llamarada. Es, precisamente, en ese año él una verdadera preocupación metafísica. En
de 1914 cuando Iosé Ingenieros (1877-1925) verdad no era posible lograrla leyendo a Kant
preparaba la edición del primer número de la y a Spencer, pero no dejaba de aducir que, si
Revista de Filosofia, que habría de aparecer al bien la metafísica podía considerarse como la
año siguiente y de la cual sería su brillante síntesis de todas las ciencias empíricas, era
fundador. Así, con un amplio espectro, ella preferible poner el acento en la ética, que, no
nacía cuando comenzaba a declinar el positi­ obstante, quedaba reducida al estudio de los
vismo. hechos y actos humanos y a las costumbres.
El pensamiento de Ingenieros, médico que La influencia del positivismo de Augusto
cultivaba, especialmente, la psicología, la psi­ Comte en la Argentina puede calificarse como
quiatría, la criminologia y las ciencias biológi­ preponderante en el primer cuarto del siglo
cas, se inscribía en el carril que daba prioridad XX. Como prueba de este aserto es posible ci­
a los hechos, a las realidades concretas percep­ tar la opinión de I. Alfredo Ferreira (1863­
tibles por los órganos de los sentidos. Esa acti­ l938), quien llegó a afirmar que el pensador
tud incluía, simultáneamente, una especial francés fue la más alta inteligencia del siglo 41
LA DIMENSIÓN (Ill-INFÍFICA Y CULTURAL

XIX. Y como homenaje a las ideas que profe­ —con cierta ingenuidad- que se aproximaba
saba, fundó el Comité Positivista Argentino y un período en el que toda preocupación teo­
adhirió a un evolucionismo desde lo inorgáni­ lógica y metafísica iba a quedar superada. Su
co hasta la vida orgánica e incluso se permitió actitud es la de una afinada mentalidad, que
intentar, desde ese punto vista, una explica­ se cierra en un firme y convencido positivis­
ción para los fenómenos sociales y morales. mo, que rechaza toda problemática filosófica
También el prestigio intelectual de Floren­ y metafísica.
tino Ameghino (1854-1919), con su confiado Dentro de estas líneas positivistas pero con
optimismo cientificista, tuvo mucho peso en la un perfil extremadamente acentuado, Iuan B.
sociedad de la época. Su notoriedad internacio­ Justo (1865-1928) abrazó la ideología marxis­
nal fue extraordinaria a partir de la Exposición ta. Desde el punto de vista político, es un so­
Internacional de París de 1878, donde mostró cialista que adhiere al materialismo histórico y
su colección de fósiles. Si bien Ameghino no trata de explicar la evolución de la sociedad,
fue un verdadero filósofo adhirió fuertemente sustentando un darwinismo biológico que lo
a la concepción evolucionista, que Carlos Dar­ llevó a la creencia de que el socialismo debía
win había enunciado para todas las especies en ser, incluso, el sustituto moderno de toda reli­
1859 y que había extendido al hombre en 1861. gión. Las preocupaciones de Iuan B. Justo que­
Hombre inteligente, tuvo la virtud y la valentía daron plasmadas, principalmente, en dos de
de explicitar, a partir de los hechos que estima­ sus libros acerca de la teoría y práctica de la
ba científicamente probados, las premisas de historia y el realismo ingenuo.
un sistema, lo que se había concretado en el No hay duda alguna de que estas actitudes
año 1906. Ese sistema, que Ameghino denomi­ estimularon la preocupación por los proble­
nó Mi credo filosófico, incluía la adhesión a cier­ mas psicológicos y sociológicos, con lo que se
tos postulados indemostrables, como el de la bloqueó el ingreso a la verdadera especula­
eternidad del tiempo, de la materia y del movi­ ción filosófica.
miento, con lo que pretendía solucionar todos Puede parangonarse el itinerario de una lí­
los problemas científicos y con lo que obviaba nea ideológica de este tipo, como el de toda
toda metafísica y aun toda filosofía. Hay aquí corriente filosófica, con el despliegue de una
una metafísica implícita, pues las premisas que cadena montañosa, en la que todos los picos se
se aceptan como verdaderas no se discuten, ya diferencian en la cúspide, pero permanecen
que se afirman como tales. De ahí que sean unidos por el común denominador de las ba­
postulados y que su propio autor hable de su ses en que se asientan. Cada pensador, en defi­
credo. Se cree en ellos, razón por la cual no ha­ nitiva, es una atalaya solitaria con perfiles pro­
ce falta demostrarlos. pios, pero comparte con los de su corriente un
Por entonces, Carlos Octavio Bunge (1875­ fondo de ideas comunes que los caracteriza
l918), graduado en Derecho, desarrolló sus genéricamente. Por eso, para explicar el itine­
tesis acerca de problemas jurídicos y de educa­ rario, se hace imprescindible atender a los in­
ción, tesis que pretendía resolver con especula­ dividuos que particularizan el sistema.
ciones psicológicas. Este pensador, como otros Volviendo la atención a Iosé Ingenieros —a
42 positivistas de esta época, creía firmemente quien algunos autores dan como nacido en
LA FILOSOFÍA

l Visita de José Ortega y Gasset (en el centro de la fotografía). Arribo al puerto de Buenos Aires en i916.

Buenos Aires, cuando en verdad nació en Pa­ Lo que es de destacar especialmente, en es­
lermo (Italia) y fue traído muy niño a la Ar­ te caso, es el hecho de que Ingenieros, si bien es
gentina-, es posible tener cierta claridad con todavía un positivista, ya comienza a sostener
respecto a las ideas que lo precedieron. Fue que es posible una filosofía científica que, al
dueño de una desbordante personalidad y tu­ mismo tiempo que sostenga hipótesis basadas
vo un enorme reconocimiento en toda Améri­ en la experiencia-pueda explicar los problemas
ca latina y aun fuera de ella. que aun permanecen fuera de ella. Es decir,
Sus obras tuvieron gran difusión. Se dis­ tiende a esbozar una vertiente del conocirnien­
tinguió desde el mismo momento en que hi­ to que vaya más allá de los hechos y que, al
zo conocer su tesis sobre la simulación de la mismo tiempo, sea una crítica del conocirnien­
locura. Arranca así su fuerte tendencia a im­ to científico adquirido. Es verdad que, con ello,
pulsar los estudios psicológicos, que se con­ no modifica su actitud monista, materialista y
solidó desde que ganó la cátedra de Psicolo­ evolucionista, pero permite avizorar una filo­
gía Experimental en la Facultad de Filosofía y sofía —o una metafísica- que muestre un siste­
Letras de la Universidad de Buenos Aires, lo ma de hiper-hipótesis, que parta de la expe­
que ocurrió en la primera década del siglo riencia para explicar aun lo que está más allá.
XX; en la siguiente, se volcó a los estudios so­ Ingenieros conocía perfectamente las ideas
ciológicos. de sus antecesores y las criticó. Sabía, por 43
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

ejemplo, que Ameghino había adoptado las prejuicios y dogmatismos sólo útiles para la
doctrinas de Lamarck, Darwin y Haeckel acer­ domesticidad e incapaz de pensar con ideas
ca de la evolución de las especies, en lo que propias y de forjarse ideales. Ingenieros invi­
atañe a los principios generales de esa co­ taba a admirar a los genios como Sarmiento y
rriente, que conducía hacia un naturalismo Ameghino y fustigaba, ya en aquel entonces,
panteísta, y supo comprender que el credo la política de las piaras y a los deshonestos que
del famoso indagador de los restos fósiles de­ ingresaban al Parlamento con su saco de co­
sembocaba en un monismo, que Haeckel ya rrupciones.
había explicado. Pero el argentino iba aún A su muerte, lo sucedió su discípulo Aní­
más lejos, pues profesaba la creencia de que, bal Ponce en la dirección de su Revista de Filo­
en el futuro, el transformismo sería conside­ sofía. Éste fue aún un positivista que, gran ad­
rado como una ciencia exacta y la zoología, mirador de la Revolución Rusa, el comunismo
con el auxilio de las ciencias matemáticas, go­ y el materialismo, prolongaría unos años más
zaría del privilegio de descubrir las leyes que su publicación. No obstante, pronto empeza­
regían la filogenia. rían a soplar otros vientos, otras ideas, otras
La impresión que el lector recoge no deja actitudes. Como se señaló al comienzo, la ago­
de advertir que Ingenieros ya no profesa el op­ nía no significa muerte, pero el momento del
tirnismo de Ameghino. Es mucho más cir­ positivismo había pasado y serían otras aguas
cunspecto y trata de encontrar una salida del las que en el futuro calmarían la sed filosófica.
laberinto; y, como se sabe, de todo laberinto se
sale por arriba.
Ingenieros tiene preocupaciones inmedia­ LA REACCIÓN ESPIRITUALISTA

tas. Existe en él una profunda conciencia del


problema moral, que, como es notorio, com­ En 1916, Buenos Aires recibió la primera
parte con su generación. Todavía el positivis­ visita de Iosé Ortega y Gasset, quien, poco an­
mo le hace pensar que la moral, en el fondo, tes, había formulado su famosa tesis filosófica,
no es sino un sistema de costumbres. Y, con traducida en estas palabras: “Yo soy yo y mi
este tema, escribe un libro que es extensamen­ circunstancia”, tesis que abrió una nueva ten­
te conocido y se reedita aún hoy. Por cierto, El dencia denominada perspectivismo. Esa acti­
hombre mediocre hizo impacto en la sociedad. tud y sus conocimientos sobre la filosofía ale­
Va dedicado especialmente a los jóvenes para mana de la época cautivaron a los profesores
que forjen sus ideales alejados de la rutina y la de filosofía que lo escucharon. El mundo, las
hipocresía. Propuso lo que él llamó —con un cosas y el hombre comenzaron a ser vistos con
léxico positivista- un “idealismo experimen­ otros ojos. El positivismo, aun en vida de Iosé
tal”; con ello quería significar que los ideales Ingenieros, iba quedando atrás.
de perfección debían renovarse permanente­ La preocupación filosófica atrapó enton­
mente y debían evolucionar al compás de la ces, muy especialmente, a un profesor de la
vida misma. Por el contrario, pintaba al hom­ Facultad de Filosofía y Letras de la Universi­
bre mediocre como un ser imitativo, adapta­ dad de Buenos Aires que había abandonado su
44 do para vivir en rebaño, rutinario, lleno de profesión de médico para dedicarse por ente­
LA FILOSOFÍA

ro a la filosofia. Alejandro Korn (1860-1936) concepto de ciencia positívista debía ser reno­
cultivó la filosofía pensada desde la cátedra. vado. Al comprender que la ciencia es siempre
Los nuevos aires se habían agitado con vigor una interpretación de la realidad y esto irnpli­
desde la visita de Ortega, al revelarse estrechos ca una teoría del conocimiento, encontró el ca­
los horizontes oteados desde el positivismo. mino hacia el idealismo. Ello lo condujo a me­
No todo es materia sujeta a experimentación, ditar sobre la actividad de pensar; lo impulsó a
para ser conocida mediante leyes rígidas e irn­ la necesidad de estudiar el papel que desempe­
permeables. ¿Dónde quedaba el hombre en ña el concepto en la actividad del conocer y a
esa actitud extrema, dónde la sociedad y dón­ una noción más amplia de lo que debe enten­
de la cultura? Korn, en sus libros, advierte so­ derse por experiencia. Paso a paso se fue acer­
bre las falencias del materialismo y del positi­ cando a una teoría de los valores. La valoración
vismo. Lee lo que otras corrientes habían fue definida como una reacción de la voluntad
aportado a la cultura y a la filosofía; no vacila humana ante un hecho. Es decir, los valores
en apreciar a Santo Tomás y a San Agustín y se nacen también de la experiencia y surgen de
muestra proclive a encontrar méritos en un exigencias biológicas, sociales y culturales. La
espiritualismo renovador. Tampoco despreció libertad creadora es el presupuesto de la pro­
a Kant, Schopenhauer, Dilthey y Bergson, Ric­ ducción de los valores. Dicha expresión es pro­
kert, Scheler y Brentano, citados a menudo en bable que tenga reminiscencias de Bergson, cu­
las incitantes conferencias de Ortega y recor­ ya obra titulada La evolución creadora había
dados por otra visita célebre, la de Eugenio aparecido ya en 1907. Korn se aplica a lograr
D’Ors (1920). una solución final y se encamina al encuen­
Korn hizo un penetrante estudio sobre el tro de lo absoluto, que podría ser encontrado
positivismo, en cuya evolución distinguió tres en la metafisica, pero, si bien avizora el proble­
etapas. La tercera —que es la que interesa aquí­ ma metafísico, se muestra pesimista respecto de
es la de los universitarios, que se prolonga has­ la posibilidad de su conocimiento, con lo cual
ta Ingenieros, quien no vacila en proclamar la metafísica se transforma en mera búsqueda
que la era de la filosofía científica había llegado permanente sin el consuelo de su hallazgo.
y cuyas primeras manifestaciones habían aflo­ En verdad, Korn fue un gran crítico del po­
rado con Florentino Ameghino. sitivismo. El primero de sus caracteres, esto es,
Según Korn, Ingenieros se muestra como la negación de toda metafísica, halló a un es­
el defensor de la última brecha del positivis­ merado censor, que abrió las puertas grandes
mo, elevado con él a la categoría de cientificis­ de los estudios filosóficos en la Argentina y fue
mo. Con claridad meridiana ya entrevió la ne­ quien, quizá por vez primera, se preguntó si
cesidad lógica de una metafísica, pues ambas podría existir una filosofía auténticamente ar­
-filosofía y metafísica- aparecían como los gentina, con definidos rasgos peculiares. No
complementos de la verdad científica. hay dudas -cualquiera fuere la respuesta- de
Los estudios acerca de la evolución del po­ que se está frente a una verdadera y profunda
sitivismo en el país, que Korn calificó como preocupación por el problema filosófico. Con
autóctono, lo colocan en una perspectiva am­ él se operó en el país la transición del positivis­
plia, que le permite apreciar que el estrecho mo cientificista a un espiritualismo naciente. 45
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

La llamada reacción antipositivista cobró


fuerzas definitivas con el conocimiento pro­
fundo de Kant, con el estudio de Hegel, Croce
y Gentile, sin olvidar a Nietzsche, Dilthey,
Scheler, Husserl y Heidegger. El pensamiento
de estos filósofos contribuyó a que se desvane­
ciera el horror a la metafísica que los positivis­
tas profesaban.
Hubo, además, dos acontecimientos dig­
nos de mención. El primero ocurrió en 1924,
al conmemorarse en Buenos Aires el bicente­
nario del nacimiento de Kant, hecho que tam­
bién tuvo ecos en el interior, como lo recuerda
en Córdoba Enrique Martínez Paz. El segundo
fue la visita de Albert Einstein, que también
conoció la provincia mediterránea.
Coriolano Alberini, en su trabajo La filoso­
fía alemana en la Argentina -precedido por un
elogioso acápite firmado por el mismo Eins­
tein-, decía, de manera contundente, que ya
con la creación de la cátedra de Introducción
l Alejandro Korn.
a la Filosofía en la Universidad de Buenos Ai­
Una generación más tarde apareció un filó­ res (1919) habían comenzado a plantearse,
sofo que ya vio con mayor claridad cómo fina­ con rigor científico, los problemas filosóficos
lizaba el predominio positivista, al mismo tiem­ que, tanto la filosofía clásica como la contem­
po que se afianzaba la corriente espiritualista. poránea, trataron y trataban en profundidad.
Se trata de Coriolano Alberini (1886- 1960). Los A esa cátedra siguieron las de filosofía con­
pensadores europeos que tuvieron su preferen­ temporánea y de historia epistemológica de la
cia no eran, en manera alguna, posiüvistas. Sus ciencia. Por lo demás, Alberini evidenció co­
cursos en Europa y en los Estados Unidos, a la nocer con prestancia los problemas de las
par de hacer conocer y difundir las preocupa­ ciencias naturales y estudió los debates de las
ciones filosóficas vernáculas, le permitieron to­ escuelas europeas que introdujeron el conflic­
mar contacto con filósofos de primer nivel. to entre psicologismo y logicismo.
Por otra parte, las visitas al país continua­ Tampoco le fue extraño el estudio de los
ron. A las de Ortega y D’Ors siguieron las de valores que tanto seducía a los pensadores de
Iacques Maritain, Manuel García Morente, la época; escribió un trabajo titulado Introduc­
Hans Kelsen, Driesch, Albert Einstein y Rodol­ ción a la axiogenia, que tuvo como objetivo re­
fo Mondolfo (este último permaneció en la Ar­ solver el problema de la génesis de los valores.
gentina y dictó cursos en Córdoba, Tucumán y El filósofo Luis Farré opina, enfáticamente,
46 Buenos Aires, recordados con nostalgia). que con este estudio de Alberini se supera la
LA FILOSOFÍA

actitud positivista y da comienzo otra época Por su parte, Alfredo Franceschi (1886­
con caracteres muy distintos. l942) se encamina hacia un realismo (realis­
La filosofía se cultiva, a partir de Alberini, mo crítico) que en Europa había entusiasma­
con rigor y con un nivel que la eleva a la con­ do a Hartmann, en una obra publicada por la
sideración de los principales pensadores del Universidad de La Plata con el título de Ensa­
mundo, sin que esta afirmación resulte exage­ yo sobre la teoría del conocimiento. En esta ac­
rada. Sus estudios sobre la evolución del pen­ titud, el problema ontológico y el gnoseológi­
samiento filosófico argentino y sus conferen­ co no se excluyen recíprocamente, pero tiene
cias en Europa, especialmente en Alemania, le prioridad el primero, con lo que se reivindica
dieron relieve universal. —en el terreno filosófico- la importancia de la
cosa y de la causa.
Sería, finalmente, Francisco Romero (1891­
LA CONSOLIDACIÓN DE LOS ESTUDIOS 1962) quien alcanzaría la primera cima de la fi­
FILOSÓFICOS losofía en el país. Había nacido en Sevilla y muy
joven se trasladó a la Argentina. Dejó la carrera
No debe pensarse, a esta altura, que la militar para suceder a Alejandro Korn en la cá­
preocupación filosófica se mostraba activa so­ tedra de metafísica de la Universidad de Buenos
lamente en el puerto. En el interior del país, en Aires. Con esa base se relacionó con un grupo
Tucumán aparece un filósofo, Alberto Rougés de estudiosos del país que lo tuvieron como el
(1880-1945) —no es el único caso, como se ve­ principal referente. Fue un arquetipo de filóso­
rá más adelante—, que se distinguió por un li­ fo, puesto que se preocupó pura y exclusiva­
bro titulado Las jerarquías del ser y la eterni­ mente por la problemática filosófica.
dad, cuyos tema y tratamiento implican una La generación del autor de este capítulo es­
actitud acabadamente espiritualista. tudió lógica (en el bachillerato) en la inolvida­
A su vez, en Córdoba, Saúl Taborda (1885­ ble y clarísirna obra Lógica y nociones de teoría
l945), si bien se ocupa principalmente de del conocimiento, escrita por Romero con la co­
cuestiones pedagógicas, en sus Investigaciones laboración de Eugenio Pucciarelli, cuya prime­
pedagógicas (1951) incursiona por temas filo­ ra edición es de 1938 y se multiplicó, por lo me­
sóficos, con preferencia en ámbitos de la filo­ nos, en diecisiete ediciones. Pero, quizá, su
sofía alemana, citando a Dilthey, Hartmann y problemática filosófica queda muy claramente
Max Scheler. expuesta en su Filosofia contemporánea (estu­
En la misma ciudad mediterránea, Enri­ dios y notas), que vio la luz en 1941 y que tuvo
que Martínez Paz (1882-1952) aborda temas prontamente dos ediciones más. Agrupa una
de derecho y de historia en general y, en parti­ serie de estudios donde expone con simpatía
cular, trata de una manera muy completa la el pensamiento de Hartmann, la filosofía de
problemática de la Filosofía del Derecho de la Husserl, el problema de los valores, la obra de
época, con una amplísima bibliografía. Estu­ Max Scheler, la actualidad de la Ontología y
dia a Kant y penetra en las estribaciones de la otras notas de igual importancia. Es preciso
metafísica cuando busca los fundamentos de destacar que, desde su perspectiva hartman­
las cosas y, por cierto, del derecho. niana, Romero resalta el hecho de que a la filo­ 47
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Francisco Romero dicta una conferencia. A su lado. Risieri Frondizi.

sofia de los sistemas había sucedido la hora de son términos inseparables. La esencia de la
la problematicidad. El filosofar contemporáneo humanidad cristaliza en la cultura y el hombre
se hace cada vez más problemático y menos sis­ se trasciende a sí mismo y se supera para apre­
temático a medida que avanza en su desarrollo. hender y comprender la realidad total.
Los problemas puntuales acucian, mientras que En consonancia con este tema se preocupó,
los sistemas envejecen. además, por los problemas de la historia de la
Otro tema que lo seduce es el de la persona filosofía y de las ideas y la filosofía de la historia.
vinculado con el problema de los valores, que Fue Romero un escritor bastante prolífico;
trata especialmente en Filosofía de la persona y desde la década de los años cincuenta hasta su
papeles para una filosofia. La persona trasciende muerte, escribió copiosamente y adquirió un
permanentemente hacia algo: hacia las cosas en enorme prestigio en el país y en el extranjero.
el conocimiento; hacia los valores siempre.
La nueva actitud, ya tan distanciada del po­
sitivismo, queda evidenciada cuando Romero EL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA

dice, en uno de sus trabajos, que el hombre, si


bien vive de pan, también vive de la metafísica. El Primer Congreso Nacional de Filosofia
Ella se halla siempre omnipresente, sin que de se realizó en Mendoza, entre el 30 de marzo y el
ordinario nos demos cuenta. 9 de abril de 1949. Este acontecimiento, pensa­
Cultivó también los problemas de la filo­ do como nacional, adquirió caracteres real­
48 sofía de la cultura. Para él, hombre y cultura mente internacionales. Su repercusión, sin te­
LA FILOSOFÍA

mor a exageraciones, fue mundial. Las Actas traron, en definitiva, la tolerancia en el ámbito
ocupan tres volúmenes (con 2.198 páginas) de un acontecimiento maduro e internacional.
editados por la Universidad Nacional de Cuyo. Es preciso, por otra parte, recordar los tó­
Es verdad que hubo algunas ausencias, picos de las sesiones para cerciorarse de la pro­
como las de Francisco Romero y Risieri Fron­ fundidad del pensamiento que se pretendió
dizi, pero en el orden nacional hubo una asis­ alcanzar. Así, hubo cinco grandes temas en las
tencia casi perfecta de las figuras más repre­ sesiones plenarias: la filosofía en la vida del es­
sentativas del pensamiento argentino y, en el píritu, en la que intervinieron los argentinos
internacional, hubo una concurrencia real­ Nimio de Anquín, Iosé Luis Guerrero y Ángel
mente excepcional, difícilmente igualada en Vasallo; la persona humana, en la que expuso
acontecimientos de esa índole en el resto del Octavio Nicolás Derisi; el existencialismo, en
siglo, en el país. En total, enviaron trabajos 227 la que actuó Carlos Astrada; la filosofía con­
relatores, de los cuales 105 eran extranjeros y temporánea y la ciudad humana, en la que in­
120 argentinos. Además, hubo miembros ad­ tervino Carlos Cossío.
herentes. Sería necesario citar, por lo menos, a Finalmente, en las sesiones particulares se
tres extranjeros que lo honraron con sus tra­ trataron los siguientes temas: Metafísica; si­
bajos: Maurice Blondel, Emile Bréhier y Hans­ tuación actual de la filosofía; Filosofía de la
Georg Gadarner, quienes hicieron conocer su existencia; Lógica y Gnoseología; Axiología y
pensamiento a través de sus comunicaciones, Ética; Psicología; Estética; Epistemología y Fi­
entre muchos otros. losofía de la Naturaleza, Filosofía de la Histo­
Ese congreso demostró la madurez de los ria; la cultura y la sociedad; Filosofía de la
estudios filosóficos en la Argentina y, por sí Educación; Filosofía del Derecho y la Política;
mismo, contesta, al menos en parte, la pregun­ Historia de la Filosofía y Filosofía argentina y
ta que se había formulado Alejandro Korn americana.
acerca de si los filósofos argentinos ya sabían No debe verse en estas extensas enumera­
dónde estaban, y fue una prueba fehaciente de ciones sólo lo cuantitativo; la jerarquía de los
una meditada preocupación sobrelos proble­ filósofos actuantes y lo completo de los temas,
mas fundamentales de la filosofía. aseguraron el éxito del congreso que tuvo su
Cabe señalar también -lo que es muy irn­ desarrollo en la Argentina, pero que habría
portante- que el congreso estuvo abierto, libre­ honrado a cualquier país europeo.
mente y sin cortapisas, a todas las corrientes del
pensamiento mundial. Desde el tomismo hasta
el materialismo histórico; desde el idealismo LOS FILÓSOFOS ARGENTINOS A MEDIADOS

hasta el realismo crítico y el existencialismo, y DEL SIGLO XX

desde la filosofía de los valores hasta el positi­


vismo lógico y el pragmatismo, todas esas ten­ A mediados del siglo XX, el país contaba en
dencias estuvieron representadas. su haber con una buena cantidad de pensado­
Hubo vitalidad, discusiones ríspidas den­ res de primer nivel y eso no ocurría sólo en el
tro de un marco de respeto, rozamientos inevi­ puerto sino también en el interior. Ocurre que
tables entre sectores antagónicos, que demos­ las facultades de Filosofía se habían multiplica­ 49
LA DIMENSIÓN (ÏIENTÍFICJX Y CULTURAL

l Rodolfo Mondolfo.

do. Para citar sólo un ejemplo, en el caso de y sostenido una clara actitud existencialista,
Córdoba -lo hizo también Tucumán-, sobre la calificada como humanismo de la libertad, y,
base de un Instituto de Filosofía, que se había por otra, Nimio de Anquín, profundo conoce­
fundado en la década de los años treinta, se dor del tomismo y de los pensadores alema­
procedió a constituir la Facultad de Filosofía y nes, especialmente de Hegel, sostuvo una acti­
Humanidades a mediados de los años cuaren­ tud que Alberto Caturelli califica como
ta. Esas circunstancias favorecieron, desde la “ontismo inmanentista”. Es decir, el existen­
cátedra, el cultivo del pensamiento filosófico. cialismo y el tomismo (el de Anquín, con ribe­
Por otra parte, terminada la Segunda Gue­ tes propios y singulares) son dos poderosas
rra Mundial, visitaron el país más pensadores corrientes que tienen sus genuinos represen­
del hemisferio norte, especialmente europeos, tantes en el país. Pero, como ocurrió en el si­
lo que motivó un riquísimo intercambio. Y, al glo anterior con Alberdi, nada de lo que asimi­
revés, muchos argentinos viajaron al exterior lan los argentinos es absorbido tal como se da
—algunos aun antes, esto es, en el período de en Europa. El filósofo argentino asimila y le da
entreguerras-, como fue el caso de Carlos As­ su toque auténticamente personal. Lo asimila­
trada y Nimio de Anquín. do es digerido con una impronta autóctona,
A mediados del siglo XX existían dos po­ como diría Alejandro Korn.
derosas corrientes claramente manifestadas. La Universidad de Córdoba, en 1926, ha­
50 Por una parte, Carlos Astrada había expuesto bía llamado a concurso para conceder becas a
LA FILOSOFIA

quienes desearan hacer y profimdizar sus es­


tudios en materias filosóficas en el extranjero.
Las obtuvieron dos estudiantes de Derecho
—que luego dejarían truncas estas carreras­
para dedicarse exclusivamente a la filosofía. Se
trataba de Astrada y de Anquín, quienes viaja­
ron a Alemania para sumar conocimientos y
experiencias.
Carlos Astrada (1894-1970), luego de su
estadía en el país germano, regresó a la patria
y se radicó posteriormente en Buenos Aires.
En Alemania había conocido profundamente
la filosofía que se profesaba en ese país. Así se
farniliarizó con Heidegger y Husserl, Scheler y
Nietzsche, Hegel y Marx. Sin duda, recibió in­
fluencias de todos ellos.
Astrada muestra su valía al ser uno de los
más activos participantes del Congreso de Filo­
sofía de Mendoza. En la sesión plenaria dedica­
da al existencialismo se debatieron su trabajo
l Carlos Astrada. Revista Mayoría, 1958.
sobre dicho tema y su tesis, que sostenía al exis­
tencialismo como la filosofía de la época. En se con el ente y expresarse en el orden moral
verdad había presentado dos comunicaciones como persona autónoma.
—arnbas abordaban asuntos sirnilares- y, en la Si bien el pensamiento de Astrada se desa­
segunda, trataba la relación del Ser con la Exis­ rrolla, en gran medida, al filo del de Heideg­
tencia. De tal forma que, para él, esta actitud, ger, trata de ir más allá de él y ensaya su críti­
defendida en esta corriente, era la única digna ca a este tipo de filosofía de la existencia y, con
de ser calificada como verdaderamente filosófi­ ello, se abre a horizontes hegelianos y marxis­
ca. El hombre concreto, según Astrada, debe ser tas. Expone con gran convicción su estudio
el punto de partida y de llegada de toda filoso­ sobre la finitud del hombre, a partir de la cual
fía que merezca realmente el nombre de tal. otea y valora la libertad. Y, a medida que avan­
Proclama que la filosofía es un módo de za y profundiza su pensamiento, a medida que
ser de la existencia humana. En la filosofía no progresa en su vida, se produce un acerca­
se tiende al objeto sino al modo de ser del su­ miento a Carlos Marx. Lo sugestionó el estu­
jeto que filosofa y se llega a su análisis profun­ dio de la técnica en cuanto pretende condicio­
dizando las líneas de la temporalidad, la fini­ nar al hombre y lo subyugaba investigar cómo
tud y la mundanidad. No le es ajeno el tema de se puede colmar el abismo entre la teoría y la
los valores como tampoco el problema de la li­ práctica. En suma, el inmanentismo de su
bertad. Ésta, que es absoluta espontaneidad, pensamiento existencial es la impronta funda­
metafísicamente permite al sujeto comunicar­ mental que califica su actitud. 51
LA DIMENSIÓN (IIENTÍFICA Y CULTURAL

Vale la pena consignar también que Astra­ quitectura a partir de la cual puede profundi­
da se plantea, como muchos filósofos argenti­ zarse la especulación filosófica. En ese sentido,
nos, el problema de la identidad nacional del es un tomista que va más allá del tomismo.
argentino y, en su caso, del americano. Esto es Fue significativa la impresión que produjo
una constante entre nosotros. Astrada hace en el Congreso de Filosofía de Mendoza su ex­
una interpretación especial con el estudio del posición Derelicti sumus in mundo, que sor­
gaucho Martín Fierro, exponente de la soledad prendió incluso a algunos pensadores euro­
pampeana. Este es un ingrediente peculiar que peos. Desde su actitud juzga al existencialismo
añade al sujeto la mundanidad de su entorno, y trata de demostrar sus limitaciones.
lo que implica a la soledad como el medio pai­ Nimio de Anquín había logrado su beca en
sajístico que acompaña al sujeto. el recordado concurso de 1926 realizado por la
Astrada es sólo uno -probablemente el Universidad de Córdoba, con un estudio sobre
más importante- de los representantes del el problema epistemológico de la filosofía ar­
existencialismo argentino. Debe mencionarse gentina de la época, cuyo análisis casi juvenil lo
también a Miguel Ángel Virasoro (1900-1966), revela como un talento agudo y fecundo.
quien se muestra como un sostenedor de cier­ Lo cautivó el tema antropológico, entre
to existencialismo, calificado como dialéctico, otros. Su meditación sobre la antropología de
que pasa de la angustia a la ansiedad, ansiedad los tres hombres históricos pone de relieve su
que se va definiendo como proyecto libre, que preocupación por el tema del hombre y, en el
supera la noción de libertad de Alejandro Korn caso, del hombre oriental, el judío y el griego,
y que revela su aspiración de trascendencia. La cada uno con una especial connotación y ca­
exposición que efectuó en el Congreso de racterística. Pero, quizá, sus especulaciones
Mendoza sobre el tema existencia y dialéctica, más profundas se ciernen sobre el problema
muestra sus diferencias con Heidegger y Hus­ del ser, tratado desde la perspectiva del Ente y
serl, aunque sus resonancias revelan las in­ el Ser. La proyección del pensamiento no olvi­
fluencias europeas recibidas, puesto que su fi­ da el tema del ser americano, que no puede
losofía se desarrolla a partir de ellas. negar influencias hegelianas en esa concep­
En esta corriente se puede aun mencionar ción de filosofia de la historia.
a Vicente Fatone, desde un ángulo místico y Como nota que lo define finalmente, cabe
religioso, y a Iuan Carlos Erro, con su inquie­ anotar su convicción acerca de la contradic­
tud por el universal criollo. Ambos, cumplida­ ción existente entre la fe cristiana y la filosofía
mente, la representan con matices especiales. en sentido estricto, opinión que vertía aun en
Por su parte, Nimio de Anquín (1896­ su cátedra con un tenaz convencimiento.
l978) es un pensador católico singular, pro­ Nimio de Anquín fue un verdadero meta­
fundamente conocedor de Hegel y, al mismo físico, quizás uno de los más grandes que ha
tiempo, de la filosofía escolástica. Acepta el producido el país. Pese a su no muy prolífica
pensamiento de Santo Tomás, como el más producción bibliográfica, pocos podían aven­
grande filósofo católico de la Edad Media, pe­ tajarlo en el conocimiento de Hegel y quizá na­
ro no se aferra a la estructura de su sistema co­ die, además, añadiera a ello el minucioso co­
52 mo si fuera algo definitivo, sino como una ar­ nocimiento de la escolástica.
LA FILOSOFÍA

En la década de los años cincuenta hubo anteriores y tuvo también una participación
otros filósofos que frisaban la cincuentena y muy especial en el Congreso de Mendoza. Se
que se destacaron. No todos se enrolaron en trata de Luis Juan Guerrero (1896-1956), a
una corriente determinada, tema que la inci­ quien no le fueron extrañas la filosofía exis­
piente historia aún no ha abordado en pro­ tencial ni la fenomenología, pero especial­
fundidad. Hubo alguien que, ya sea por su vo­ mente centró su atención en el problema de la
cación o por obra de las circunstancias, belleza y la estética. Su exposición sobre las es­
mantuvo al respecto una severa independen­ cenas de la vida estética es ciertamente origi­
cia. La filosofía asistemática facilitó esa orien­ nal, y lo conduce a sostener que la belleza es el
tación. Es el caso de Ángel Vasallo (1902­ esplendor del Ser puesto en obra. Existe una
1972), quien experimentó una atracción vinculación de la estética con el obrar huma­
especial por el sentido del filosofar. Se pregun­ no en un universal horizonte trascendental.
taba ¿Qué es la filosofías’, y para responder el
interrogante sugería que la respuesta debía
provenir de los mismos filósofos. Pensaba, por LOS FILÓSOFOS CATOLICOS

lo demás, que la pregunta debía obligar a bu­


cear en las formas principales que la filosofía La corriente filosófica de orientación cató­
asume en la historia y, finalmente, correspon­ lica ha tenido un fuerte arraigo en el país. Sus
día examinar el contenido de las filosofias pa­ antecedentes se encuentran ya en el período
ra ver y comprender las notas sustantivas y hispánico y sus preocupaciones, con algunos
universales que la definen. Muy conocedor de altibajos, se mantienen de manera permanen­
los filósofos modemos como Blondel y Marcel te, aun durante el período más agudamente
y de los que lo precedieron, como Descartes, positivista.
Pascal y Kant, y de los más lejanos en el tiem­ Una de las figuras más nítidamente repre­
po, como San Agustín, los temas de la inma­ sentativas en este aspecto, que actuó en pleno
nencia y la trascendencia, de la subjetividad y auge del positivismo, especialmente en el últi­
de la finitud lo sugestionaron. En algunas de mo cuarto del siglo XIX, fue Iosé Manuel Es­
sus obras se advierte que tanto la mística cris­ trada (l842- 1894). Se ha dicho que anuncia el
tiana como la metafísica francesa de la época, tomismo que está renaciendo. Insiste en la ex­
especialmente Blondel, lo marcaron, sin que periencia como el fundamento legítimo de to­
por ello dejara de mostrar aspectos originales. da doctrina filosófica, pero expresa que Dios
Es verdad que Vasallo no adhirió a una co­ es el problema fundamental de la experiencia.
rriente determinada, pero las preferencias de Sobre la base de tal argumento, combate al po­
los temas tratados evidencian que se halla cer­ sitivismo. En otro orden, sostiene que la inte­
ca de Pascal, Marcel y Blondel y que, cuando ligencia tiene por objeto la verdad. Y, como tu­
anuncia la presencia de la infinitud en la fini­ vo una destacada actuación política, se
tud, lo conmueve la intuición de la divinidad. planteó el problema de la moral, en cuya acti­
A fuer de justos, es necesario citar también tud sostuvo una postura decididamente to­
a un eximio pensador de los problemas estéti­ mista. Mas, en el ámbito de las ideas políticas,
cos. Pertenece a la misma generación de los prefirió la lectura de Suárez. S3
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Con el correr de los tiempos y, a medida que y resueltos de una manera armónica y cohe­
avanza y concluye el siglo, ya en el XX, resurge rente. El punto de partida, que sigue el derro­
de manera evidente y fuerte el tomismo. Por tero de los grandes pensadores, Aristóteles y
cierto, aquí también existen distintos matices. El Santo Tomás, es la experiencia, hincada en lo
resurgimiento de la filosofia escolástica en Bue­ concreto e individual y que, merced a la labor
nos Aires se produce, especialmente, con la de­ de la inteligencia, se eleva a la aprehensión de
dicación de Tomás D. Casares (1895- 1976). Fue, las esencias.
en verdad, el principal impulsor de los Cursos Se diría que, en ese pensamiento, existe
de Cultura Católica. Quizás el comienzo de la presencia e influencia de Gilson y Maritain.
agonía del positivismo obró como acicate pa­ Es harto conocido entre los filósofos cómo ha
ra que se produjera una consumada crítica a explicado Maritain la doctrina del conoci­
dicha corriente por parte de los pensadores miento de los tres grados de abstracción, doc­
católicos. En la década de los años veinte se trina que ha tenido aceptación entre muchísi­
fundó la revista Criterio. mos tomistas y que también Derisi ha
El espíritu tomista de Casares, en orden a la aceptado: ser material (primer grado), ser
filosofía general, se nutría especialmente de las cuantitativo (segundo grado) y ser en cuanto
lecturas de Mercier y Sertillanges y, en orden a ser (tercer grado). '
la filosofía del derecho -era abogado—, fre­ En la arquitectura del sistema la teoría hi­
cuentaba a Cathrein. Sostenía que la moral es lemórfica aristotélica y la teoría del acto y la
el fundamento del derecho y que la persona potencia son poderosas palancas para susten­
humana es el único sujeto posible de derechos. tar la explicación de los seres físicos y de todo
La década de los años cuarenta fue enor­ el mundo material, en un movimiento que se
memente fecunda en obras de filósofos católi­ encamina hacia la perfección y lo inmaterial.
cos. Entre ellos se cuenta Octavio Nicolás Deri­ Al orden especulativo sigue el orden prác­
si (1907). Hoy es ya un sacerdote de avanzada tico que se establece con la jerarquía de la me­
edad y de la más pura ortodoxia tomista. Ha si­ tafísica, a la que se subordinan la ética y la po­
do sumamente prolífico. Está absolutamente lítica. El bien, fundamento del orden moral, se
convencido de la legitimidad de la filosofía organiza sobre el modelo de la causa final. De­
cristiana, representada por un tomismo que, risi ha escrito sobre todos los temas irnportan­
desde el propio Santo Tomás, no ha hecho si­ tes que constituyen un sistema de filosofía y,
no descubrir un cuerpo de verdades, alrededor en cuanto a los que tienen relación con la me­
de las cuales se ha perfeccionado hasta hoy la tafísica, merecen conocerse sus estudios que
suma de todos los conocimientos, en los que la tratan la cuestión de los fundamentos, por
fe y la razón mantienen una estricta relación, cierto metafísicos, del orden moral. No dejó
siendo subalternante la primera y subalterna­ de explicar, además, el meollo de los princi­
da la segimda. En este punto, seguramente, pios fimdamentales del tomismo, que han si­
Nirnio de Anquín no concordaría con él. Es do tomados de la doctrina de la inteligencia de
evidente, por lo demás, que hay aquí todo un Aristóteles y del propio Santo Tomás, donde se
sistema y decir sistema significa que todos los despliega también la doctrina de la potencia y
54 grandes temas de la filosofía han sido tratados el acto y de la analogía del ente.
LA FILOSOFÍA

En este pensador tomista se encuentra, por eso, es una permanente búsqueda desde
además —no podía faltar en manera algtma—, una situación temporal hacia la verdad intem­
una filosofia de la persona. El estudio expresa poral. De ahí que el método reciba la denomi­
los caracteres de la persona, que enumera de nación de dialéctica de la inadecuación peren­
esta forma: unidad, inmanencia, libertad y su ne. Como era de esperar, Caturelli concede una
triple trascendencia. Las actividaderde la per­ enorme importancia al problema antropologi­
sona, a su vez, se detallan como metafísica, mo­ co y enuncia una actitud que es, ciertamente,
ral y cultural. Y, como fin de la reflexión, se in­ original. La pregunta a la cual se responde es la
fiere que la persona es esencialmente religiosa, de quién es hombre, ya que no es dirigida sola­
pues por su intencionalidad aspira a Dios. La mente al interlocutor sino que el que inquiere
crisis de la persona de nuestros días obedece a queda implicado en la interrogación. Sus tra­
la irreligiosidad, que la hace caer en el antropo­ bajos lo ubican siempre en actitud vigilante
centrismo, lo que conspira espiritualmente con una constante crítica al inmanentismo del
contra el humanismo que Derisi profesa. cual hace gala, generalmente, la sociedad de
Cabría agregar aún dos hechos de irnpor­ nuestros días y el actual hombre mediocre.
tancia: Derisi fimdó la revista tomista de filo­ No sería propio olvidar aquí que fue Al­
sofía Sapientia y, con Alberto Caturelli, orga­ berto Caturelli quien escribió las notas de los
nizó el Primer Congreso Mundial de Filosofía filósofos argentinos aparecidas en el Diction­
Cristiana, que se realizó en Embalse, provincia naire des Philosophes, editado por Presses Uni­
de Córdoba, en 1979. versitaires de France, bajo la dirección de De­
Entre los pensadores católicos de una ge­ nis Huisman. Su nombre figura también en la
neración posterior es inevitable la mención de Enciclopedia filosófica di Gallarate.
Alberto Caturelli (1927). Este filósofo cordo­ Es preciso añadir que los sacerdotes jesui­
bés, metafísico, que ha tratado los temas fun­ tas presentan una pléyade de pensadores cató­
damentales de la filosofía y que ha dedicado licos que por sí solos honrarían una corriente
muchísimas y minuciosas páginas a la historia filosófica. Aquí sólo hay espacio para mencio­
de la filosofía en el país y, específicamente, los nar a algunos de ellos, entre los cuales se cuen­
tres volúmenes dedicados a Córdoba, es un tan Ismael Quiles, Enrique B. Pita, Iuan Rosa­
trabajador infatigable y autor de una produc­ nas y Orestes Bazzano.
ción bibliográfica impresionante.
Su actitud, dentro del tomismo, con mati­
ces especiales, ha sido calificada como la de un OTRAS EXPRESIONES Y "TENDENCIAS
interiorismo realista. Ha frecuentado con mu­
cha simpatía la filosofía de San Agustín y, en­ Es un proceder habitual, del cual se abusa a
tre los filósofos actuales, ha encontrado en veces, cuando se hace mención de un pensa­
Michele Federico Sciacca un espíritu fraterno dor, tratar de ubicarlo dentro de un casillero
en las ideas y en el método para resolver los determinado, como si con ello todo quedase
problemas. dicho y resuelto. Pero eso no es sencillo ni sim­
Para Caturelli la filosofía comienza en mí y ple, sino un expediente cómodo para el crítico
ese quehacer es interno a la situación histórica; y el lector. La realidad muestra, por el contra­ 55
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

rio, autores que se resisten a una rápida ubica­ Otro pensador digno de mención fue Ma­
ción, ya sea por la diversidad de sus trabajos, nuel Gonzalo Casas (1911-1981). Nació en la
por la brevedad de ellos o por ciertos desliza­ provincia de Córdoba y ocupó la cátedra uni­
mientos en sus tendencias, que no encajan en versitaria en Tucumán y en su provincia natal.
corrientes claramente definidas. Fue tomista pero no estrictamente ortodoxo.
Se ha visto cómo el período se abre con el En su juventud, fue un entusiasta expositor de
positivismo, continúa con una reacción espiri­ Heidegger y más tarde tuvo especiales prefe­
tualista, se produce la consolidación de la rencias por Buber, como se refleja en sus escri­
preocupación filosófica y luego, con el Con­ tos. Mostró una gran inquietud por los temas
greso de Filosofía de Mendoza, se advierten ya políticos y sociales, internándose, en ocasio­
dos corrientes perfectamente estructuradas: el nes, por las sendas que inquietaron a algunos
existencialismo y el tomismo renacido. Pero existencialistas. Fue autor de una introducción
hay filósofos —algunos de los más importantes a los problemas de la filosofía que, publicada
que no sólo hablaron desde la cátedra, sino en España, alcanzó cuatro ediciones.
que se distinguieron más allá de ella- que tie­ Compartió con muchos pensadores ar­
nen perfiles especiales y cuya ubicación dentro gentinos el estudio del hombre concreto y del
de una corriente es difícil de establecer y que, hombre americano. Las meditaciones vertidas
si se lo hace, la decisión resulta polémica. Por en distintas conferencias fueron recogidas en
ejemplo, no es tarea fácil ubicar en un casille­ un libro que ilustró conceptualmente su pre­
ro a Nimio de Anquín, a quien ya se hizorefe­ dilección por la expresión pensamiento real,
rencia. A continuación se mencionarán algu­ que gustaba repetir en sus diálogos, como ca­
nos otros con características peculiares. lificación de su actitud filosófica.
El problema axiológico fue tratado por Por sus trabajos, que revelaban asiduas
más de un pensador argentino. Uno de ellos lecturas de la corriente existencialista y que,
fue Risieri Frondizi (1910-1983). Se interesó por otra parte, alternaba con las tendencias fe­
por el pensamiento norteamericano y el in­ nomenológicas, Emilio Estiú (1914) se distin­
glés, sin descuidar el francés y el alemán. Co­ guió por sus preocupaciones estéticas. En ese
mo una introducción a la axiología, se pre­ sentido, se lo puede considerar digno émulo
guntó: ¿Qué son los valores? Dada la polémica de Iuan Luis Guerrero. Fue director del Insti­
surgida entre los subjetivistas y los objetivis­ tuto de Filosofía de la Universidad de La Plata,
tas, intentó una tercera solución, luego de ha­ universidad de la que fue profesor y ocupó la
cer un análisis de esas corrientes. Si se llama cátedra de Historia de la Filosofía Moderna.
“situación” a las circunstancias, encuentra que Un filósofo que, radicado en Mendoza, se
los valores tienen existencia y sentido sólo preocupó especialmente por la historia del
dentro de una situación concreta y determina­ pensamiento argentino, fue Diego Pró (1915­
da. Es un filósofo que difícilmente pueda ser I999). Fundó la revista Philosophia en 1944,
ubicado dentro de una corriente, ya que guar­ de la que fue su director. Sus famosas fichas de
da una independencia muy particular. Fue los filósofos argentinos contribuyeron a hacer
profesor y rector de la Universidad de Buenos conocer a muchos cultores de la filosofia. Ade­
56 Aires. más, el anuario Cuyo fue un apoyo constante
LA FILOSOFÍA

en el sentido indicado. Pero su mérito no se Cabe aún mencionar en esta breve nómi­
agota sólo en esa tarea, ya que escribió tam­ na a Francisco García Bazán (1940), quien, na­
bién sobre temas de filosofía clásica e hizo per­ cido en Málaga (España), desde 1956 vive en
manente labor de investigación. la Argentina. Adquirió renombre internacio­
Las ideas de Francisco Romero, según las nal con sus estudios acerca de los primeros si­
cuales el período de la filosofía enunciada a glos del cristianismo y los gnósticos.
través de sistemas se está agotando, tuvieron Es indudable que aquí solamente se ha he­
su Continuador en Adolfo Carpio (1923), que cho una breve selección de filósofos y que,
nació en Buenos Aires, de cuya universidad muchos más, quizá tan importantes como los
nacional fue profesor. Su actitud filosófica se mencionados, merecerían ser incluidos.
hace contemplación de problemas puntuales
que surgen en cada época y, eventualmente, en
distintos lugares, lo que no implica el olvido OTROS CONGRESOS

de la naturaleza propia de la meditación filo­


sófica ni la historia de la filosofía sistemática. Además del ya citado de Mendoza, en el
Sus lecciones fueron recogidas luego en un li­ período estudiado hubo otros congresos. El
bro que, publicado en 1971, fue reeditado con Segundo Congreso Nacional de Filosofía tuvo
posterioridad con evidentes profundizaciones lugar en Alta Gracia (provincia de Córdoba),
y una mayor riqueza conceptual. impulsado por el decano de la Facultad de Fi­
Según se ha afirmado, Arturo García As­ losofía y Humanidades y respaldado, luego,
trada (1925) se ha aproximado a las últimas desde el rectorado de la Universidad Nacional
tesis de Nimio de Anquín. Profesó en la Uni­ de Córdoba.
versidad de Tucumán, donde dirigió la revista Alberto Caturelli hizo una excelente y ex­
Humanitas, y en la de Córdoba. Ha sostenido haustiva crónica de la preparación y desarro­
que la finitud de la existencia es culpa; y que, llo del citado congreso, que fue publicada en la
en definitiva, ella se reintegra a la unidad del revista Humanidades de la facultad menciona­
Todo en el cual tuvo origen. Reiteradamente da. Simultáneamente con la fecha de su reali­
queda afirmado que toda existencia retorna y zación (6 al 12 de junio de 1971), el mismo
se inserta en la Totalidad del ser. Caturelli publicó un libro sobre la situación de
La corriente de la filosofía analítica tiene la filosofía en la Argentina de ese momento y,
también sus seguidores en el país. El contacto además, otra obra en la que se mostraban cuá­
cada vez mayor de muchos pensadores argen­ les eran los temas más importantes de la filo­
tinos con el pensamiento norteamericano y sofía contemporánea; obras que tuvieron por
con la filosofía anglosajona lo pone en eviden­ objeto ilustrar a los extranjeros y, en su caso,
cia. Un representante de esa corriente es recordar a todos los concurrentes acerca de la
Eduardo Antonio Rabossi (1930). En los Esta­ situación de la filosofía en el país.
dos Unidos obtuvo su título de Master of Arts Habían pasado veintidós años desde el
y sus obras revelan una preocupación por el Congreso de Mendoza. En el ínterin había asu­
lenguaje en cuanto se relaciona con los pro­ mido otra perspectiva la polarización entre el
blemas éticos. tomismo y el existencialismo. Los críticos, en 57
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

general, reconocieron que nadie quedó exclui­ tranjero. Hubo otros que prefirieron el exilio
do del congreso. Los tomistas, con tonalidades interno, aun a riesgo de sus propias vidas. Las
diversas, hicieron notar su presencia, lo que universidades fueron intervenidas por perso­
también aconteció, en menor grado, con los nal militar y hubo quemas de libros. A tal ex­
existencialistas. Pero aparecieron también otras tremo llegó la gravedad de los hechos —con la
corrientes, como las de signos de izquierda y de consiguiente repercusión fuera del país- que el
afinidades con el marxismo. Hubo, como no presidente de la Federación Internacional de
podía ser de otra manera, algunos pensadores Sociedades de Filosofía de entonces, doctor Al­
que se mostraron eclécticos y otros muy de­ win Diemer, concurrió al Tercer Congreso Na­
pendientes de las ideas europeas. Este congreso cional de Filosofía, "realizado en octubre de
señaló una etapa nueva y más avanzada que la 1980, en Buenos Aires, con el objeto de conver­
de Mendoza en lo que se refiere a la madurez sar con algimos profesores que habían perdido
de los filósofos argentinos y a la investigación. sus cátedras y ofrecerles continuar su labor en
Participaron más de cuatrocientos filóso­ la costa oeste de los Estados Unidos.
fos. Diríase que, dado el horizonte político Precisamente, ese Tercer Congreso Nacio­
mundial y el propio del país, aparecen también nal de Filosofía, que se celebró conmemoran­
signos de la filosofía de la liberación para ter­ do el cuarto centenario de la fundación de la
ciar entre los polos tomismo-existencialismo. ciudad de Buenos Aires, fue organizado por la
Aquí es oportuno hacer algunas reflexio­ Facultad de Filosofía y Letras de la Universi­
nes sobre la importancia de la situación polí­ dad de Buenos Aires. Trabajaron activamente
tica en el país, que ha influido siempre en el en su realización Eugenio Pucciarelli y Merce­
pensamiento y en las ideas de los intelectuales des Bergadá. Fue un congreso en el que se
argentinos. Una actitud químicamente pura mostraron virtualmente todas las corrientes
en cuanto a tratar la evolución y el estado del filosóficas. Las deliberaciones se enmarcaron
pensamiento filosófico, haciendo caso omiso dentro del tema general, que fue el del sentido
de la realidad política y social, implica oculta­ y vigencia de la filosofia en el mundo actual. El
miento y falta de lealtad con el lector. congreso se clausuró con una exposición del
En la Argentina, en el siglo XX, hubo diver­ filósofo italiano, especializado en Filosofia del
sos movimientos de fuerza que quebrantaron Derecho, Sergio Cotta.
el orden institucional en 1930, 1943, 1955, Tres años después, en 1983, se realizó en
1966 y 1976. El ritmo se produjo, en esos casos, Salta el Cuarto Congreso Nacional de Filosofía,
con intervalos cada vez menores, sin contar al­ con el tema principal de Conocimiento y verdad,
gún otro remezón. Si bien los movimientos con menor número de participantes que los an­
siempre tuvieron algtma incidencia en la vida teriores, en el que se notó un predominio de la
de los filósofos, generalmente dependientes de filosofía analítica en las comunicaciones. No
sus cátedras para subsistir, el que se dio en concurrieron algunas figuras importantes de la
1976 tuvo una repercusión tremendamente filosofia nacional. El congreso se realizó en el
mayor que los anteriores. Muchos profesores año en que concluía el gobierno de facto y se
perdieron sus cátedras. Hubo quienes empren­ reanudaba la vida constitucional en el país, con
S8 dieron el camino del exilio y se fueron al ex­ la asunción de un gobiemo democrático.
LA FILOSOFÍA

LA FILOSOFÍA Y LAs DISCIPLINAS


PARTICULARES. Los NUEvos PROBLEMAS.
LA PRESENCIA ARGENTINA EN EL MUNDO

Hay una notoria presencia de filósofos ar­


gentinos dedicados al cultivo de la filosofía de
las disciplinas particulares. Así, por ejemplo,
en Filosofía del Derecho, se han destacado
mundialmente diversas personalidades. Quí­
zás el más conocido es el caso de Carlos Cos­
sio, autor de la llamada teoría egológica del
derecho. Gran polemista, tuvo un resonante y
prolongado debate con el célebre Hans Kelsen
y, en el país, polemizó también con Alfredo
Fragueiro. El filósofo francés Albert Brirnó,
cuando escribió su Panorama de la Filosofia
l Vicente Fatone.
del Derecho, le dedicó a Cossío nada menos
que ocho páginas. Cossío fue, además, tradu­
Hubo, además, otros congresos. Algunos de cido a diversos idiomas. Se ufanó muchas ve­
importancia. Cabe destacar, entre ellos, el Pri­ ces de que el lógico polaco Jerzy Wroblesky
mer Congreso Mundial de Filosofía Cristiana, hubiera aprendido español para poder leerlo,
organizado por la Sociedad Católica Argentina lo que pudo confirmar el autor de este capítu­
de Filosofía. En su realización trabajaron Octa­ lo por propia confesión de Wroblesky.
vio Nicolás Derisi y Alberto Caturelli. Se cele­ Fueron conocidos en el exterior, en la mis­
bró en Embalse (provincia de Córdoba), con el ma disciplina, entre otros, Enrique Martínez
tema principal La filosofía del cristiano, hay. Paz, Alfredo Fragueiro, Guido Soaje, Genaro
Concurrió una apreciable cantidad de pensa­ Carrió, Eugenio Bulygin, Carlos Alchourrón,
dores extranjeros. En él se advirtió una severa Ernesto Garzón, Roberto José Vernengo, Iuan
crítica al inmanentismo de la filosofía actual. Carlos Smith, Ricardo Guíbourg, Miguel An­
Desde una perspectiva particular, la Aso­ gel Ciuro Caldani y Carlos Massini. Se debe
ciación Argentina de Filosofía del Derecho aclarar que la Asociación Argentina de Filoso­
realizó el Primer Congreso Internacional de su fía del Derecho, afiliada a la IVR (organismo
especialidad en el año 1982, organizado por internacional que agrupa a las asociaciones
Juan Carlos Smith, en la ciudad de La Plata. nacionales), por la cantidad y la calidad de sus
Por otra parte, en Córdoba, se celebran miembros, se encuentra entre las primeras del
anualmente las Jornadas Nacionales de Filoso­ mundo.
fía desde finales de la década de los años seten­ En el orden de la Epistemología, la Argen­
ta. Abundan también reuniones a escala regio­ tina ha tenido cultores desde hace mucho
nal, generalmente centradas en Buenos Aires, tiempo. Entre los primeros se cuenta Nimio
Tucumán, Córdoba, Salta y Mendoza. de Anquín, que, con su trabajo publicado en 59
LA DIMENSIÓN (IIENTÍFICA Y CULTURAL

1927 en la Revista de la Universidad Nacional No es posible cerrar la nómina de estas re­


de Córdoba, ganó la beca que lo llevó al Viejo ferencias sin mencionar a Armando Asti Vera,
Mundo. En un tiempo más cercano, en una autor de temas de esta especialidad, infortuna­
línea tomista ortodoxa, existe una obra de damente fallecido a edad muy temprana.
Octavio Nicolás Derisi. Y, finalmente, en una Los filósofos argentinos se han ocupado
línea abierta y menos teórica, se encuentran también con preferencia de la ética y de los te­
los trabajos de Franco Murat y Gregorio Kli­ mas relacionados con ella. Cabe mencionar
movsky. aquí a Rafael Virasoro (1906-1984), quien se
La especialidad en Lógica es muy rica en ha preocupado por analizar y distinguir lo
estudios, desde las obras simplemente escola­ bueno de lo malo. Es bueno aquello que es de­
res hasta las de mayor especialización y pro­ bido, afirma, con la convicción del que siente la
fundidad. El francés Edmond Goblot, por necesidad de encontrar los fimdamentos de la
ejemplo, influyó y tuvo contactos epistolares moral. Con conocimiento de las obras de Max
con Raúl Martínez, ya desde 1924. Francisco Scheler, de Hartmann y de Husserl defiende la
Romero y Eugenio Pucciarelli, con alguna in­ objetividad de los valores y proclama que el
fluencia fenomenológica, publicaron una Ló­ hombre no puede ser realmente tal sin ellos.
gica que alcanzó varias ediciones. Existen, ade­ Por otra parte, en este período, se han per­
más, trabajos de Alberto Moreno, Juan Ramón filado nuevos problemas puntuales, pero no
Sepich, Jorge Roetti, Iorge Bosch, Vicente Fa­ por ello menos trascendentes para el hombre
tone, María Angélica Colacilli de Muro y Iuan y su biosfera, que han suscitado la atención in­
Luis de Angelis. cluso delos filósofos. Uno de ellos se roza con
En Filosofía de la Naturaleza existen bue­ la vertiente política: es el de los derechos hu­
nos trabajos de Iuan E. Bolzán, que siguen una manos. Existe una notoria preocupación al
línea neotomista, algunos de ellos sobre temas respecto, que, si bien viene de lejos, se ha acen­
históricos, otros que tratan de dar una visión tuado con los actos perpetrados por regíme­
panorámica de la materia y otros, en fin, que nes dictatoriales durante la Segunda Guerra
vinculan especialmente al hombre, a las cosas Mundial y, además, por ciertos gobiernos de
y al tiempo. fuerza y de otros que, sin ser de fuerza, no los
Sobre Filosofía de las Ciencias ya había lla­ respetaron ni los respetan.
mado la atención, en el Congreso de Mendoza Los avances de las ciencias también han
de 1949, la obra realizada por Raymundo Par­ traído, como contracara, diversas situaciones
do referida al tema de los integrantes raciona­ dignas de estudio. Es el caso, por ejemplo, de
les, en una actitud inmanentista y relativista. los procedimientos y métodos de la ingeniería
Pero el máximo representante es, sin duda, genética y de todos los aspectos de la técnica
Mario Bunge, que cosechó prestigio interna­ con respecto a la vida del hombre, a su gesta­
cional. Reside actualmente en el Canadá. En ción, a su desarrollo, a su forma de vida y a su
su vasta producción, que abarca también te­ muerte. La bioética, en este sentido, es una
mas epistemológicos, el lector puede encon­ disciplina que tiene ya una presencia indiscu­
trar respuestas acerca de la ciencia, de su mé­ tible, situación que se acrecentará a medida
60 todo y de la filosofía. que se avance en el tiempo.
LA FILOSOFÍA

l Eugenio Pucciarelli.

Los problemas ecológicos también rozan disciplinas filosóficas. Iosé Ingenieros, a su


con sus aristas las meditaciones filosóficas. Es vez, hizo conocer su pensamiento en los Esta­
el estudio de la actitud que tiene el hombre dos Unidos y tuvo el orgullo de ser traducido
frente a la naturaleza lo que afina la sensibili­ al francés, así como otros pensadores del pe­
dad de las conciencias. Tema muy digno para ríodo.
el filósofo, que tiene futuro asegurado para Coriolano Alberini dictó conferencias en
complejas elucubraciones. Alemania con las que hizo conocer las co­
En otro orden, es dable destacar la notoria rrientes filosóficas en nuestro país. En el año
y permanente presencia de los filósofos argen­ 1930 apareció en Berlín su trabajo sobre la fi­
tinos en el mundo, a través de los congresos, losofía alemana en la Argentina.
de las publicaciones, de los diccionarios espe­ Para no prolongar las citas puntuales con
cializados y de las revistas editadas en el ex­ que se pretende llamar la atención sobre este
tranjero y en el país, que llegan a los diversos tópico, cabe recordar que en 1983 se publicó en
centros universitarios y académicos. Francia un diccionario que contiene la nómina
Si se amplía con indulgencia el período mundial de los filósofos de todos los tiempos y,
aquí tratado, como antecedente de lo que en ella, figura una cincuentena de filósofos ar­
ocurrió al comienzo del siglo XX, es posible gentinos. La redacción, en lo que atañe al país,
citar, brevemente, el conocimiento que se tu­ fue encomendada a Alberto Caturelli, aunque
vo de los trabajos de Florentino Ameghino en la selección correspondió al director de la pu­
el extranjero —por cierto que dentro de su es­ blicación, D. Huisman. También el conocido
pecialidad-, pero con resonancias netas en las diccionario de filosofía de Ferrater Mora indu­ 6]
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

ye en su nómina y en su bibliografía a diversos materia, ya no Filosofía, sino Ideología y ter­


intelectuales argentinos. minó recomendando a sus alumnos la lectura
Por último, los principales congresos de fi­ del materialista barón de Holbach. Finalmen­
losofia que se realizan en el mundo, cuentan, te, Diego Alcorta, espíritu morigerado, conci­
frecuentemente, cualesquiera sean su sede de liador, médico por lo demás, enseñó la materia
realización y su temática, con filósofos argen­ por el francés Pierre Cabanis, médico también
finos e ideólogo de los primeros juntamente con
Destutt de Tracy. Cabanis pretendía explicar la
relación entre cuerpo y espíritu en el hombre,
LA FILOSOFÍA EN EL PAÍS problema y temática típicamente franceses, ge­
nerados por la meditación cartesiana.
Desde muy temprano, en el país, a medi­ Así las cosas, los jóvenes que integraron la
da que ha ido madurando el pensamiento fi­ generación de 1837 (especialmente, Iuan
losófico ha circulado el interrogante: ¿Existe Bautista Alberdi, Marcos Sastre y Juan María
realmente una filosofía argentina? No nos Gutiérrez, sin olvidar a quien fue como el her­
equivocaremos si respondemos afirmativa­ mano mayor de esa generación, Esteban Eche­
mente. Es decir, existe una filosofía en la Ar­ verría) habían bebido en las fuentes de la
gentina. De eso no cabe duda, como ya ha si­ Ideología.
do analizado hace tiempo. Más polémico sería Suele afirmarse que, desde 1837 hasta
decir que existe un pensar filosófico argentino 1880, predominan dos corrientes: el romanti­
propiamente dicho. Sin embargo, han existi­ cismo y el eclecticismo. No puede, en verdad,
do y existen intentos, al menos, para demos­ hablarse de filosofía romántica (el vocablo de­
trar que el pensamiento argentino tiene de­ biera reservarse para el movimiento literario).
terminada originalidad, o, en todo caso, La generación del ’37 fue más bien ecléctica en
alguna singularidad. filosofia y romántica en literatura. Pero, siem­
Para tener cierta perspectiva, es necesario pre y en todo caso, fue primordialmente deu­
dirigir la atención hacia los orígenes de las es­ dora del pensamiento francés y, a través de él,
peculaciones en el país, luego de los sucesos de hubo también influencia escocesa y alemana.
mayo de 1810. Se advierte de inmediato que De lo que no hay duda es de que Alberdi es el
existen dos vertientes: la enseñanza de la tradi­ máximo receptor de la filosofia europea en la
cional filosofía escolástica, y a poco andar, el Argentina, en la primera mitad del siglo XIX.
cultivo de la Ideología, actitud filosófica que en Tampoco es posible hablar del “positivismo”
Francia representó el ocaso de la Ilustración, de Alberdi, así bautizado por los positivistas,
que es expuesta, en primer lugar, por Juan Cri­ que sólo pretendieron enriquecer las raíces de
sóstomo Lafinur, en la cátedra de filosofía del su corriente.
Colegio Unión del Sud. Los pasos de la nueva Alberdi trata de ser original. Generalmen­
corriente fueron muy agitados, situación que te, lo que recibe es asimilado y no sale exacta­
empeoró con Juan Manuel Fernández de mente como ha entrado. Algo cambia, algo es
Agüero, que sucedió a Lafinur —ya fundada la modificado y es interpretado a través de la
62 universidad- y que fue quien denominó a la perspectiva de su tiempo y lugar. Cree en el
LA FILOSOFÍA

progreso, cree en la perfectibilidad indefinida liares, a la que se suma el interés por Hegel,
preconizada por Pierre Leroux; sigue en mu­ por obra de Nimio de Anquín, y, casi de in­
chas ideas a T. Iouffroy y tiene otras deudas, mediato, el resurgimiento del tomismo orto­
además, con otros pensadores franceses. Pero, doxo con Octavio Nicolás Derisi. En el me­
fundamentalmente, la generación del ’37 sabe dio de los dos polos se encuentra toda una
que tiene como misión urgente y principal or­ gama de filósofos, algunos independientes y
ganizar el país y se pregunta qué es el país, có­ otros que buscan afinidades con característi­
mo es el país y con qué se cuenta para ello. La ca propias.
hora de la espada concluyó, dicen a coro Eche­ La fenomenología no ha sido extraña y es
verría y Alberdi. Es menester pensar en la or­ que Husserl fue un autor muy leído en los
ganización. De manera que su filosofía pensa­ años cuarenta y cincuenta. Esa generación re­
da en Europa debe aplicarse a esta tarea ahora cuerda con cuánto entusiasmo era expuesto
y aquí. Los países europeos han pensado los por los maestros desde sus cátedras. Igual­
problemas para el tronco de la humanidad y mente ocurría con el tema de los valores, el de
dieron las soluciones universales. Correspon­ la antropología y el de la singularidad del pen­
de ahora aplicarlas aquí, en cuanto somos una sar filosófico argentino, que ocuparon mucho
rama de la humanidad. Por eso, no es extraño espacio en la mente de los pensadores.
que se busque la identidad de la patria y los Al meditar sobre este panorama, se obser­
valores autóctonos. va que el horizonte filosófico no ha cambiado
Luego vendrá, al aproximarse la culmina­ mucho desde Alberdi. Se ha receptado siempre
ción del siglo, el positivismo, que se prolonga­ la filosofía europea y se la ha cultivado perma­
rá hasta el período en que comienza este capí­ nentemente, a veces con originalidad, y otras,
tulo. Y, ya en la década de los años veinte, Iosé no tanto. Los sistemas filosóficos son auténti­
Ingenieros representará, con matices propios, camente europeos; los pensadores argentinos
el estado terminal del positivismo argentino. receptan y adaptan, critican y agregan, desde
Lo sigue la reacción antipositivista, un re­ una perspectiva argentina.
montar hacia el espiritualismo, y de ahí en Al promediar las tres cuartas partes del si­
adelante, a medida que se consolida el pensar glo )Q(, nuevas preocupaciones disputan el
filosófico en el país, la recepción de la filoso­ centro del pensar. La filosofía de la liberación
fía europea se hace notar cada vez más. Una y el problema de los derechos humanos, los
corriente aparece y otra resurge: el existen­ problemas de la naciente bioética, los proble­
cialismo y el tomismo. En un caso, especial­ mas ecológicos, del trabajo, los debates ideoló­
mente el estudio de Hegel, de Husserl y de gicos y los problemas puestos de manifiesto
Hartmann, de Scheler y de Heidegger, se pro­ por la ingeniería genética se hacen notorios a
fundiza cada vez más. Surge una corriente de­ medida que avanza el siglo.
cididamente fenomenológica y existencialista No obstante, la corriente neotomista se
como la de Carlos Astrada y sus seguidores. mantiene como una especie de avenida troncal
En el otro caso, se renuevan los estudios de los de la historia de la filosofía en la Argentina, que
antiguos, de San Agustín, de Santo Tomás y no pierde vigencia, no cesa de renovarse, ni ce­
reelaboran una escolástica con perfiles pecu­ ja en el tratamiento de los nuevos problemas. 63
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

La mentalidad argentina siempre se ha mos­ Quizás el hecho de que la filosofía sistemá­


trado atenta a las inquietudes y novedades del tica ceda el paso a una actitud más bien asiste­
hemisferio norte y, sin ser adalid notorio de mática, de problemas puntuales, favorezca la
nuevos sistemas, se encuentra presente de ma­ variedad y la multiplicación de los temas filo­
nera ostensible en el estudio de ellos desde una sóficos. Todo ello contribuye a que madure
especial perspectiva. Pareciera que la actitud de una floración de acercamientos hacia un pen­
Alberdi, de alguna manera, continuara vigente. samiento plural y planetario.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAFICA

Para introducirse en la historia del perío­ gundo Congreso Nacional de Filosofía, editó
do tratado en este capítulo, si se quiere pro­ una obra de igual título, Buenos Aires, 1971.
fundizar su conocimiento, es aconsejable la Éste es un volumen de más de trescientas cin­
lectura de la obra de LUIS FARRE, Cincuenta cuenta páginas, con notas al final de cada capí­
años de Filosofía en Argentina, Buenos Aires, tulo, que dan la bibliografía más completa, así
1959. Tiene un hermoso prólogo de Coriolano como datos adicionales de real importancia.
Alberini. En sus aproximadamente 350 pági­ Tiene, además, un completo índice de autores
nas se puede contemplar un panorama bas­ y uno general que ubica al lector en el tema
tante completo, al mismo tiempo que una preferido. Como complemento, CATURJELLI ha
apreciable bibliografía. Por otra parte, Luis Fa­ escrito Presente y futuro de la Filosofía en la Ar­
rré, filósofo serio y equilibrado, hace un estu­ gentina, Córdoba, 1972. En forma más cir­
dio crítico de enorme valor para quien se ini­ cunscripta, publicó un trabajo de profunda in­
cia en el tema. FARRE ya había publicado su vestigación que tituló La historia de 1a Filosofía
artículo “Diez años de filosofía argentina”, Re­ en Córdoba, tres volúmenes, Córdoba, 1993, y
vista de la Universidad de Buenos Aires, Buenos también su voluminosa obra Historia de Ia Fi­
Aires, enero-marzo de 1950, págs. 141-222. losofia en la Argentina, Buenos Aires, 2001.
Más recientemente, nuevamente LUIS FA­ Si se desea acudir ahora a una obra breve
RRE, con la colaboración de CELINA A. LÉRTORA para tener una noción del tema, se puede
MENDOZA, publica La Filosofía en la Argentina, consultar a HUGO EDGARDO BIAGINI, Panora­
Buenos Aires, 1981. La obra, relativamente ma filosófico argentino, Buenos Aires, 1985. Es
breve, abarca desde el período colonial hasta la muy informativa a través de diversas perspec­
época de la finalización de los años setenta. Es tivas: bibliografías, congresos, encuentros, so­
una buena guía, con un índice de autores, que ciedades, asociaciones, homenajes, revistas,
facilita la búsqueda. etcétera.
Pero, con ser buenas las obras señaladas, es Es también de utilidad el libro de I. C.
imposible prescindir de ALBERTO CATURELLI. TORCHIA ESTRADA, La filosofía en Ia Argentina,
Este filósofo tiene una vasta experiencia en el Washington, 1961, especialmente si se quiere
tema. Ha publicado La filosofía en Ia Argentina investigar el pensamiento filosófico argentino
64 actual, Córdoba, 1962, y con motivo del Se­ hasta la primera mitad del siglo XX.
LA FILOSOFÍA

A veces, un buen medio para encontrar en el siglo XIX, en los medios de orientación
datos que no suelen aparecer en otras obras es de la escolástíca tradicional.
acudir a un diccionario. En ese aspecto, puede Para quienes desean conocer los orígenes
ser de utilidad la consulta de la obra dirigida filosóficos en el país, GUILLERMO FURLONG ha
por DENIs HUIsMAN, Dictionnaire des Philosop­ escrito Nacimiento y desarrollo de la filosofia en
hes, dos volúmenes, París, 1983, que recoge el el Río de La Plata, Buenos Aires, 1952.
pensamiento filosófico de toda la humanidad Para profundizar el estudio de la enseñan­
y refleja cómo ven el panorama de la Argenti­ za y la recepción de la filosofía en la primera
na desde Europa. Es cierto que Alberto Catu­ mitad del siglo XIX, se puede acudir a OLsEN
relli ha escrito lo referido a los filósofos argen­ A. GHIRARDI, El primer Alberdi. La filosofía de
tinos (se citan casi cincuenta autores), pero la su tiempo, Buenos Aires, 1989, y del mismo
selección final se debe a la dirección de la edi­ autor, La filosofía en Alberdi, 2° edición, Cór­
ción. De igual manera, el trabajo de IOsE FE­ doba, 2000, y El derecho natural en Alberdi,
RRATER MORA Diccionario de Filosofía, Madrid, Córdoba, 1998.
numerosas ediciones (las últimas de ellas, en En el estudio de las corrientes filosóficas
cuatro volúmenes), contiene citas de autores y en particular, se han producido estudios de in­
obras de pensadores argentinos. dudable importancia que aportan no sólo una
Si se prefiere conocer la opinión histórica noticia al respecto sino que muestran, además,
de los pensadores argentinos, es posible reco­ un juicio de valor. Así, por ejemplo, para el
rrer algtmas obras que merecen ser leídas para positivismo se pueden leer: RICAURTE SOLER, El
juzgar la perspectiva que ellos tenían en su positivismo argentino, Buenos Aires, 1968; EN­
tiempo. Entre ellas, se pueden citar las de lOSÉ RIQUE EDUARDO MARI, Neopositivismo e ideolo­
INGENIEROS, La evolución de las ideas argenti­ gía, Buenos Aires, 1974; B. PERELsTEIN, El posi­
nas, Buenos Aires, 1963; ALEJANDRO KORN, In­ tivismo y el antipositivismo en la Argentina,
fluencias filosóficas en la evolución nacional, Buenos Aires, 1952; HUGO A. BIAGINI (compi­
Buenos Aires, 1983; CoRIoLANo ALBERINI, Pre­ lador), El movimiento positivista argentino,
cisiones sobre la evolución del pensamiento ar­ Buenos Aires, 1985. Para el existencialismo,
gentino, Buenos Aires, 1981; FRANCISCO ROME­ pueden consultarse los libros de MATILDE IsA­
RO, Filosofía contemporánea, Buenos Aires, BEL GARCIA LOSADA, La filosofía existencial. Sus
1950; del mismo autor, Sobre la filosofía en introductores, Buenos Aires, 1999, y de VICEN­
América, Buenos Aires, 1952, y IOSE LUIS RO­ TE FATONE, Introducción al existencialismo,
MERO, Las ideas en la Argentina del siglo XX, Buenos Aires, 1953. Para el estudio del tomis­
Buenos Aires, 1982. mo ortodoxo, nada mejor que la lectura de las
Hay, además, temas y detalles muy pun­ obras de monseñor OCTAVIO NICOLAS DERISI,
tuales. Para el caso se puede leer todo lo publi­ cuya nómina se puede consultar en la revista
cado por DIEGO PRO en Mendoza, especial­ Sapientia, n° 35, Buenos Aires, 1980.
mente en la revista Cuyo y en sus artículos y Si se desea consultar la opinión que ha
obras rescatadas del olvido, por ejemplo, los merecido Carlos Cossío en Francia, puede
Elementos de Metafísica del padre Buenaventu­ leerse de ALBERT BRIMO, Les grands courants de
ra Hidalgo, que ilustra la enseñanza impartida la philosophie du Droit et de l’état, París, 1968. 65
LA DIMENSION CIENTIFICA Y CULTURAL

Finalmente, las actas de los congresos y primero se cuenta con tres volúmenes, publi­
de las jornadas son siempre una buena fuen­ cados en Mendoza, 1949; del segundo, sus
te para quien desee profundizar los conoci­ Actas han sido editadas en Buenos Aires,
mientos, a la par que expresan el nivel que se 1973. Las actas del Primer Congreso Nacio­
ha alcanzado en cada caso. Para una visión nal de Filosofía Cristiana fueron publicadas
circunstanciada de los congresos argentinos con el título de La filosofia del cristiano, hoy,
de filosofía, pueden consultarse sus Actas. Del dos volúmenes, Córdoba, 1980.

66
58. LA HISTORIOGRAFÍA

Beatriz I. Moreyra

El objetivo de este capítulo es ofrecer un ba­ una evolución sintética del recorrido historio­
lance de la historiografía argentina, poniendo gráfico. No obstante, el lector encontrará un
énfasis en los temas vinculados a la profesiona­ análisis más detallado de los procesos históri­
lizadón e institucionalización de la disciplina, cos que han sido motivo de reflexión historio­
las perspectivas teóricas y metodológicas pre­ gráfica en los distintas partes, tomos y capítulos
valecientes, las temáticas y líneas interpretativas que integran la obra y en sus correspondientes
más sobresalientes y los problemas vinculados orientaciones bibliográficas.
a las condiciones de producción y difusión del
conocimiento histórico. Al abordar esta visión
de conjunto es necesario señalar las lirnitacio­ LA PROFESIONALIZACIÓN
nes inherentes a este balance de la evolución no Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN

lineal y compleja de la historiografía del siglo DE LA HISTORIA. LA NUEVA ESCUELA

XX hasta 1983. En primer lugar, éste no impli­ HISTÓRICA

ca una descripción exhaustiva de la historio­


grafía argentina, descripción que hubiera sido Durante el siglo XX, los estudios humanos
no sólo imposible por las características y ex­ e históricos, en particular, estuvieron fuerte­
tensión de este capítulo sino, además, porque la mente influidos por discusiones metodológi­
simple descripción del corpus historiográfico cas -debidas a las innovaciones en su lógica,
no permite brindar una reflexión crítica sobre en sus esquemas conceptuales, en sus orienta­
las formas de construir los relatos históricos y ciones- y por los problemas derivados de la
sus diversas interpretaciones. En segundo lugar, investigación empírica. Ello explica que toda­
esta visión casi secular adolece de una dosis vía hoy subsista un considerable desacuerdo y
consciente de esquematismo —que no implica un amplio espectro de opinión sobre las cues­
simplificación- y que explica que los matices, tiones relacionadas con la delineación y expli­
las reformulaciones cambiantes y la especifici­ cación de la realidad histórica.
dad de algunas expresiones individuales de las Entre 1870 y 1930, la historia se convirtió
diferentes perspectivas historiográficas queden en una disciplina profesional autónoma por
a veces opacadas ante la necesidad de ofrecer derecho propio. El tema fundamental del que­ 67
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

hacer historiográfico fue la evolución admi­ rico en dos fases: la recogida y preparación del
nistrativa y constitucional del Estado-nación y material, donde prevalecían los supuestos po­
sus relaciones militares y diplomáticas, privi­ sitivistas, y la interpretación y presentación de
legiando el estudio de las elites. Es el período, los resultados, en los que las facultades intuiti­
además, donde los problemas de las fuentes y vas y la personalidad del historiador ocupaban
de los métodos garantizaban el estatus cientí­ un lugar de privilegio.
fico y la identidad profesional. La Historia era Por otra parte, esa etapa de la conforma­
documento y crítica y existía, además, un cla­ ción de la historia como ciencia estuvo estre­
ro divorcio entre historiadores y científicos so­ chamente relacionada con el proceso de profe­
ciales. Por otra parte, la gran controversia me­ sionalización, cuya meta era aglutinar los
todológica se daba entre el positivismo y las historiadores que compartían el mismo rigor
corrientes hermenéuticas o idealismos con­ científico y crítico. Pero, paralelamente, este
temporáneos cuya decisiva prevalencia ocupó proceso no estaba en contradicción con la
el espacio historiográfico hasta casi la tercera función social de la disciplina. En este sentido,
década del siglo XX. La corriente positivista en la investigación y la enseñanza de la historia
historia privilegiaba un modelo de conoci­ eran consideradas como elementos decisivos
miento como representación del pasado a tra­ de la consolidación del Estado nacional y co­
vés de una relación de inmediatez con el dis­ mo garantes de su identidad.
curso de la documentación y un claro La Argentina no permaneció al margen de
individualismo metodológico. Las tradiciones este fenómeno mundial de profesionalización,
herrnenéuticas o neo-idealistas rechazaron de institucionalización y debate metodológico
plano la autonomía de los hechos y el progra­ disciplinario. Durante la primera década del
ma formalista de la tradición anterior y lo siglo XX, se sitúan los inicios de la constitu­
reemplazaron por "un enfoque histórico, socio­ ción de un campo intelectual e historiográfico
lógico y relativista de la explicación. Estas co­ y fue también el origen de la historia profesio­
rrientes hermenéuticas, aunque amplias y dis­ nal. Esta preocupación congregó a un grupo
pares, negaban la posibilidad de una ciencia escogido de historiadores, a los que en 1916
causal empírica de la acción y la sociedad y Juan A. García denominó la Nueva Escuela
conceptualizaban que la tarea del investigador Histórica, un conjunto de profesionales agru­
histórico era entender las intenciones de los ac­ pados a partir de 1905 que reclamaban un
tores con miras a interpretar el fenómeno so­ nuevo comienzo para la historiografía argen­
cial en términos de los motivos y significados tina, un replanteo apoyado fundamentalmen­
que las estructuras sociales tenían para los ac­ te en principios metodológicos y que hacía
tores. Es decir, este enfoque se concentraba en hincapié rigurosamente en la faz crítica. Este
la elucidación de los complejos de significado grupo estaba integrado por Luis María Torres,
subjetivos y culturales. A pesar de las diferen­ Rómulo Carbia, Ricardo Levene, Diego Luis
cias esenciales en los dos paradigmas, al finali­ Molinari, Emilio Ravignani, Roberto Levillier,
zar el siglo XIX se llegó a un compromiso en­ Enrique Ruiz Guiñazú. Con excepción de To­
tre positivistas e intuicionistas. Esta dificil rres, compartían un mismo horizonte genera­
68 síntesis se resolvía dividiendo el trabajo histó­ cional, lo que significaba que un mismo clima
LA HISTORIOGRAFIA

de ideas caracterizó sus años formativos y que la influencia de Emesto Quesada, cuya inter­
también integraban redes de relaciones inter­ pretación del pasado argentino parecía más
personales superpuestas. neutral que la de los estudiosos del siglo XIX y
La denominación Nueva Escuela Histórica cuyas dimensiones generalizantes o tipologí­
aludía a una profunda renovación en los estu­ zantes eran vistas como menos apegadas al
dios históricos que reconocía fuentes de inspi­ culto de los héroes.
ración europea, pero también locales. En rela­ Desde el punto de vista metodológico, la
ción con el cuadro de referencias europeas, la Nueva Escuela Histórica es una tendencia his­
influencia metodológica alemana fue especial­ toriografica originada y difundida inicial­
mente importante. Pero también se incorpo­ mente en núcleos universitarios —Facultad de
raron aquellos nuevos historiadores que pro­ Derecho y de Filosofía y Letras de Buenos Ai­
ponían una forma de trabajo diferente -del res y de Humanidades de La Plata- y que se
Croce invocado por Carbia y Ravignani al caracterizaba fundamentalmente por la rigu­
Henri Berr integrado por Levene-, sin encon­ rosa aplicación de los principios metodológi­
trar en ello motivos de contradicción. La una­ cos diftmdidos en Europa en la segunda mi­
nimidad se hacía alrededor del manual de Ber­ tad del siglo XIX, en una concepción nacional
heirn y del breviario de Seignobos. En una y americanista de la historia argentina. Cuc­
palabra, se basaban en un programa de estric­ corese destaca que las características centrales
to rigor metodológico. de la nueva perspectiva eran erudición histo­
En cuanto a las influencias locales, la Nue­ riográfica, heurística en función documental,
va Escuela presentaba una precisa filiación investigación metodológica desde la génesis
historiográfica consistente en el renacimiento del proceso histórico, concepción integral de
de los estudios históricos a partir de las reglas la historia enfatizando los factores económi­
de la crítica histórica y de las disciplinas auxi­ cos y sociales y espíritu nacionalista. La
liares en las que Mitre había sido el precursor. importancia que las cuestiones del método te­
Por otra parte, el tipo de historia propuesto nían para los nuevos historiadores se exterio­
por Mitre aparecía como valorizable en rela­ riza en la crítica a Paul Groussac. Para Carbia,
ción con su compatibilidad con la imagen de la retórica, y la abundante adjetivación pro­
tarea científica que proponían los modelos pias del literato y el involucramiento personal
historiográficos y profesionales externos esco­ de Groussac obstaculizan el logro de la obje­
gidos como norte por la nueva generación, tividad en el trabajo histórico. Además, tam­
que se orientaban a valorizar una historia eru­ bién aludía a la inadecuación de la recopila­
dita, ético-política y organizada en forma na­ ción bibliográfica y documental, lo que, junto
rrativa y a mirar con desconfianza las relacio­ con la descontextualización de las circunstan­
nes con las ciencias sociales, así como la cias analizadas, conducía a una interpretación
exploración de terrenos alejados de esa histo­ errada de los acontecimientos que describía.
ria de una nación que se identificaba con la Esta apelación a la rigurosidad metodológica
historia de sus elites, que la sociedad parecía denotaba la fuerte filiación con la historiografla
imponer como deber cívico al historiador. Pe­ positivista. Según las corrientes metodológicas
ro aparte del modelo mitrista, hay que señalar en boga, la práctica profesional comprendía 69
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

dos momentos: el análisis y la síntesis, pero posibilite el presunto agotamiento del tema y
concedía prioridad al primero como la com­ el enfoque de los detalles.
binación de procedimientos críticos aplicados Para 1930, Ricardo Levene se transformó
al documento. Según esta lógica, “trabajar” en en la figura central de esta perspectiva histo­
historia era asistir a la produccion de los he­ riográfica. Cuando elaboró sus obras de los
chos, estar en contacto directo con la materia años veinte, tenía la convicción de que estaba
prima y la variable interpretativa aparecía co­ realizando una nueva historia, se sentía im­
mo más reticente. La redefinición del saber pulsado a una obra de ampliación panorámi­
histórico a fines del siglo XIX afectó también ca y de renovación de contenido. Ello apunta­
a la epistemología de la historia y, en este sen­ ba claramente hacia la superación de una
tido, subyacía la voluntad de determinar las mera crónica de los acontecimientos políticos
reglas de una epistemología práctica de la y militares para orientarse a una historia inte­
historia. gral que analizara la sociedad desde lo econó­
La búsqueda de lo nacional era otro rasgo mico y jurídico hasta sus más brillantes ex­
común de la labor intelectual, explicable en presiones culturales y científicas. Esta idea ya
relación con el papel central que se le asigna­ asomaba en su Ensayo histórico de 1920 y en
ba a la historia y a los historiadores como ga­ sus Investigaciones sobre la historia económica
rantes de la identidad nacional. Sus integran­ del Virreinato del Río de la Plata. Levene reco­
tes compartían el convencimiento profundo ge de la historiografía positivista parte de sus
de que era posible a la vez un conocimiento logros, como su preocupación metódica, la
imparcial del pasado y lograr la utilidad de ese compulsa y depuración minuciosa de las
conocimiento para fortalecer el destino de la fuentes y su propósito crítico, pero su aspira­
propia comunidad-nación. ción, en cambio, era alcanzar metas muy su­
Desde el punto de vista temático, se colo­ periores a una simple historia descriptiva o
caba el centro de interés en la Revolución de narrativa. Por otra parte, la expresión historia
Mayo; pero el análisis genético empujaba ha­ integral era para Levene no “la suma o yuxta­
cia el pasado hispánico en el más amplio esce­ posición sino síntesis de las descripciones la­
nario americano. En este sentido, Levene, ad­ terales”. El mismo sentido le daba Carbia
virtió que el marco nacional no resultaba cuando afirmaba que la Nueva Escuela perse­
suficiente para explicar y comprender el pasa­ guía “el panorama integral de lo pasado”. Si
do argentino y de ahí que expandiera su visión bien la temprana expresión de Levene de
hacia el mundo americano entroncado con historia integral fue luego abandonada, la
España. En síntesis, heurística documental, vi­ ' idea que la animaba persistió, aunque los vo­
gilancia crítica, arraigo de la concepción gené­ cablos sustitutivos -usados en el Manual de
tica y fortalecimiento de la idea nacional eran Historia del Derecho Argentino de 1952- no
los pilares que orientaban la labor de recons­ lograron transmitir la misma vivacidad. Hay
trucción objetiva de la historia nacional. pues en Levene, a pesar del transcurso del
Con respecto a la organización textual, se tiempo y del abandono de aquel vocablo, un
adopta la forma monográfica estructurada en impulso permanente hacia esa concepción de
70 torno de una narrativa de secuencia lineal que historia integral. En este particular se denota
LA HISTORIOGRAFÍA

cuenta años después, al aproximarse el Quinto


Centenario del Descubrimiento, publicó su
Nueva historia del descubrimiento de América,
donde completaba sus trabajos colombinos
con nuevos aportes y documentación. La his­
toria, en la concepción gandiana, era pensa­
miento y acción, y esa concepción la plasmó en
la Historia de las ideas políticas en la Argentina.
En su dilatada producción, el descubrimiento
de América, Colón y Vespucio, la Revolución
de Mayo, la acción política de Martín de Alza­
ga, la gesta americana de Iosé de San Martín, la
entrevista de Guayaquil y tantos otros temas
conformaron parte de las polémicas que man­
tuvo a lo largo de su vida como historiador.
Con respecto al soporte de la nueva expre­
sión historiográfica, esta generación hizo del
control institucional la piedra de toque de su le­
gitimación. Ricardo Levene y Emilio Ravignani
dieron a la Nueva Escuela su más fructífera pro­
l Ricardo Levene. Academia Nacional de la Historia. yección institucional. A partir de la década del
veinte, ella entró en la fase de consolidación y
la aceptación de ciertos principios de la es­ sus representantes ocuparon notables funcio­
cuela francesa de síntesis, la síntesis científica nes en el campo profesional. Como muestra
en la terminología de Henri Berr. de esa consolidación institucional, Ravignani
Otro de los genuinos historiadores hispa­ fue designado director de la Sección Historia
noamericanos fue Enrique de Gandía, quien de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni­
trabajó junto a Levene en la Academia Nacio­ versidad de Buenos Aires, poco después
nal de la Historia. Hijo de un español nativo de convertida en Instituto de Investigaciones
Orduña, en el País Vasco, y de una italiana de Históricas, y Levene se desempeñó como vice­
Génova, Enrique de Gandía nació en Buenos presidente primero de la Iunta de Historia y
Aires y desde su niñez vivió y estudió en Euro­ Numismática Americana y estuvo al frente de
pa, donde fue incansable lector en bibliotecas e dos escuelas, una con sede en el Instituto de
investigador en archivos documentales. Como Historia del Derecho de la Facultad de Dere­
un estudioso del período hispánico e indepen­ cho de Buenos Aires y otra en la Facultad de
diente, se interesó tanto por los protagonistas Humanidades de La Plata, que prohijaba tra­
del proceso conquistador y colonizador como bajos de historia político-administrativa de la
por las ideas políticas sostenidas en los prime­ provincia.
ros tiempos de la emancipación. En 1942 escri­ Una de las tareas principales de la Sección
bió su primera biografía sobre Colón. Casi cin­ Historia y del Instituto de Investigaciones His­ 71
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

tóricas fue la publicación de documentos; es Archivo General de Indias y otros fondos do­
decir, los propósitos de heurística editorial ya cumentales españoles. La labor era comple­
se encontraban presentes en la institución des­ mentaria de la realizada en los archivos pro­
de sus orígenes. El plan se remontaba a la épo­ vinciales argentinos, en los que a partir de
ca hispánica y en esta característica puede ad­ 1921 se intensificó la consulta, lo mismo que
vertirse el progresivo arraigo de la concepción en la Biblioteca Nacional de Chile y en los ar­
genética, que obligaba a remontarse al princi­ chivos brasileños. Toda esta acción se reflejó en
pio delos acontecimientos y de las institucio­ el incremento de sus publicaciones, que alcan­
nes, y al mismo tiempo, el fortalecimiento de zaron a 62 en 1930, entre las que se contaban el
las ideas nacionalistas que se orientaban hacia Boletín del Instituto, que apareció regularmen­
la búsqueda de las raíces hispánicas e indíge­ te desde 1922 hasta 1945 y cuya segunda serie
nas. A partir de 1911 comenzó la publicación se reanudó en 1956.
de las primeras series documentales, basadas Los proyectos editoriales de la Sección de
en las fuentes recopiladas por Larrouy y por Historia comprendían la elaboración de una
Ravignani, quien en 1909 había sido enviado a historia argentina integral. El fm inmediato
los archivos de Paraná para investigar sobre la desde entonces fue, además de reunir la docu­
organización constitucional. Ese mismo año mentación necesaria, elaborar los trabajos mo­
se lanzó la serie Documentos relativos a la orga­ nográficos a partir de los cuales se intentó al­
nización constitucional de la República Argenti­ canzar el enfoque integral de la historia
na y en 1912, Documentos para la historia del nacional.
Virreinato del Río de la Plata. Asimismo, se La Iunta de Historia y Numismática Ame­
editó Documentos relativos a los antecedentes ricana, creada en 1893, surgió como el primer
de la independencia argentina. Las tareas to­ anclaje institucional en el que se desarrollará
maron mayor forma institucional a partir de la vertiente erudita de la historia argentina. El
la designación de Luis M. Torres como direc­ Centenario marca un hito importante en la
tor de la sección y de Ravignani como encar­ historia institucional; el Congreso Nacional le
gado de investigaciones. En 1914 comenzó la encomienda la reimpresión de la Gaceta de
publicación de la monumental y sistemática Buenos Aires (1810-1821); se trataba no sólo
obra Documentos para la historia argentina, de la extemalización de la labor de la Iunta si­
que habría de continuar en forma más o me­ no de su vinculación con los poderes públicos,
nos regular hasta 1937, fecha en que se publi­ de los que a partir de entonces se constituirá
có Asambleas constituyentes argentinas (1813­ en referente a lo largo de un proceso gradual
1898), que reúne los debates de dichos cuer­ que alcanzará su más alta expresión a partir de
pos constituyentes y los textos legales ilustrati­ 1930. El otro hecho notable es el estableci­
vos y básicos que explican cómo se formaron miento de relaciones interinstitucionales con
la unidad y la estructura política argentinas. el exterior, como con la Sociedad Hispánica de
En el plan de ediciones documentales, la labor Nueva York, que designó a la Iunta como
en los archivos europeos era un anhelo que miembro honorario, actuando ésta en reci­
comenzó a ser realidad con el envío de José procidad. Se recibió la visita de intelectuales
72 Torre Revello a trabajar sistemáticamente en el extranjeros, entre ellos Rafael Altamira, desta­
LA HISTORIOGRAFIA

cado catedrático español, cuyas influencias


historiográficas resultan innegables. Con mo­
tivo del centenario de la independencia se le
encomendó la reimpresión de las Actas secre­
tas del Congreso de Tucumán.
Los años treinta resultaron indudable­
mente los más pródigos en realizaciones de
envergadura. Tres iniciativas marcan el tono
del período: la creación del sistema de juntas
filiales y adheridas, la edición de la Historia de
la Nación Argentina y la transformación de la
Iunta en Academia Nacional de la Historia. A
través de las filiales, se expandieron las redes
interinstitucionales a escala nacional; a través
de su proyecto editorial se construyó la ver­
sión de consulta obligada de la historia argen­
tina y su transformación en Academia Nacio­
nal de la Historia en 1938 le posibilitó ejercer
un predominio en el campo historiográfico
desde el punto de vista institucional. El ameri­
canismo fue, además de la historia argentina,
la temática predominante en los estudios his­
l Emilio Ravignani. Caricatura de Valdivia. Caras y Caretas.
tóricos y en la actividad editorial. Desde 1929,
en que Levene propuso la publicación de la Bi­ traducción a la Historia del Derecho Indiana
blioteca Histórica Argentina y Americana, apa­ continuaron la Introducción a la Historia del
recieron doce volúmenes y otro tanto ocurrió Derecho Patria (1942) y una serie de publica­
con la Biblioteca de hombres representativos de ciones que culminaron con la Historia del De­
la historia argentina. recho Argentino, obra en once tomos apareci­
Otros núcleos de irradiación ubicados dos entre 1945 y 1958. En 1949, Levene fundó
dentro del ámbito universitario fueron dos la Revista del Instituto, de larga existencia.
instituciones creadas por Levene: el Instituto Los estudios históricos tuvieron también
de Historia del Derecho Argentino, creado en una fuerte raigambre en la Universidad Nacio­
1936, y el Instituto de Sociología de la Facultad nal de La Plata, desde el inicio de la Sección Fi­
de Filosofía y Letras, a los que se sumó la es­ losofía, Historia y Letras en 1909. Desde los
cuela histórica de La Plata. El primero fue una años veinte, se incorporó a la Nueva Escuela
verdadera escuela de docencia e investigación. Histórica por influencia de Ricardo Levene. El
Sus publicaciones se convirtieron en clásicos resultado de ese accionar fue la creación de la
de la literatura de la historia jurídica. En 1939 Facultad de Humanidades y Ciencias de la
salió el primer tomo de la Colección de Textos Educación en 1920, de la cual Levene ejerció el
para la Historia del Derecho Argentino. A la In­ primer decanato ese año. Desde esa función 73
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

impuso reformas profundas en la orientación ses firmes. Pero los ambiciosos planes enun­
y el contenido de las materias históricas y en ciados en principio fueron limitándose con el
los métodos de enseñanza. Fundó la revista correr del tiempo. El plan heurístico, demasia­
Humanidades y la Biblioteca Humanidades y do extenso y proyectado a muy largo plazo,
propició la creación del Archivo de la Provin­ sólo se ejecutó parcialmente, por motivos pre­
cia de Buenos Aires, que funcionaría estrecha­ supuestarios, institucionales y por nuevos
mente ligado a la Facultad de Humanidades proyectos. Aunque aspiraba alcanzar la sintesis
en la tarea de formación de investigadores, de la historia nacional, con mucha frecuencia
apuntando a la consolidación de una sólida se quedó en la historia de acontecimientos,
base heurística para sus indagaciones. En el se­ que manifestaba rechazar por considerarla un
no de la escuela histórica de La Plata se forma­ nivel inferior de investigación. Además, con­
ron discípulos como Enrique M. Barba, An­ tribuyó, a través de la enseñanza de la historia,
drés Allende, Joaquín Pérez y Carlos Heras, a la divulgación de los nuevos principios me­
quien acuñó la conceptualización de una es­ todológicos y técnicos de la escuela alemana y,
cuela histórica de La Plata. con posterioridad, los de la escuela francesa de
La Nueva Escuela no era un grupo homo­ síntesis. Por otra parte, cimentó y expandió la
géneo sino que presentaba matices y diferen­ red institucional necesaria que posibilitó el
cias internas, movimiento horizontal que progreso y acrecentamiento de los estudios
comprendía las impugnaciones entre los pa­ históricos en el país. Finalmente, encaró la
res, que reflejaban las pugnas por el estableci­ gran empresa de elaborar la primera historia
miento de la hegemonía al interior del nuevo integral de la Nación.
campo historiográfico. En ocasiones, el espíri­ Con sus méritos y falencias, que deben ser
tu polemista fue abierto, como en el caso que comprendidos en el marco del contexto políti­
enfrentó a Levillier y Carbia; otras veces, ex­ co, cultural e historiográfico de su concreción,
plícito pero unilateral, como en el caso de Mo­ las corrientes que Levene promovió siguieron
linari contra Levene en la revista Nosotros, y en siendo predominantes y a lo largo de medio
otros casos, larvado, como cuando Levene siglo, hasta la década de 1980, han sufrido mo­
contesta a Molinari no en notas críticas sino a dificaciones menos profundas de lo que cabría
través de sus propias obras. Ello obedeció a la SUPOHCI‘.

emergencia de un campo historiográfico con


sus correspondientes ámbitos institucionales y
la convergencia temporal y temática de las in­ LA INSTITUCIONALIZACION
vestigaciones; pero para la década de 1920, es­ Y PROFESIONALIZACION DE LA DISCIPLINA

tos historiadores consiguieron instalarse con EN EL INTERIOR EN LA PRIMERA MITAD

éxito en el centro del aparato académico insti­ DEL SIGLO xx


tucional y con ello disminuyó el tono polémi­
co de la década anterior. La historiografía del interior se caracterizó
La Nueva Escuela Histórica contribuyó a en la primera mitad del siglo por la coexisten­
un conocimiento más acabado y completo del cia de dos vertientes: la no especializada y la
74 pasado y cimentó la crítica histórica sobre ba­ profesional, que logrará recién consolidarse en
LA HISTORIOGRAFÍA

la segunda mitad del siglo. Por otra parte, el bunales, que, junto con la documentación de
proceso de institucionalización de la discipli­ Gobierno, Cabildo, Legislatura y Curia Ecle­
na se canalizó a través de la creación de las siástica, le permitió analizar períodos poco
juntas provinciales de historia, que se incor­ frecuentados como el hispánico, el indepen­
poraron al campo historiográfico con sus pro­ diente e incluso el precolombina. La sistema­
pias publicaciones periódicas, alguna de ellas tización temática de sus publicaciones consti­
de corta vida. tuye un repertorio ordenado de la vida de la
En el Noroeste, el quehacer historiográfico ciudad y campaña de Córdoba, sobre la cultu­
estaba representado por una generación for­ ra, religiosidad, acciones militares, situaciones
mada por Miguel Ángel Vergara y Teófilo Sán­ políticas y cuestiones económicas. A su muer­
chez de Bustamante en Iujuy, Atilio Cornejo te, dejó una nutrida biblioteca y un valioso ar­
de Salta, Alfredo Gargaro y Oreste Di Lullo en chivo, que fue adquirido por la Universidad
Santiago del Estero, Manuel Lizondo Borda en Nacional de Córdoba. Sobre esa base se creó el
Tucumán y Ramón Rosa Olmos en Catamar­ Instituto de Estudios Americanistas (1936),
ca. Todos ellos iniciaron su formación en los cuyo primer director fI.1e Enrique Martínez
años treinta y fueron investigadores vocacio­ Paz, asistido por Raúl Orgaz, Carlos Melo,
nales que llegaron a la historia desde otros Francisco Silva y Luis Roberto Altamira. Mar­
quehaceres profesionales. Su denominador tínez Paz reconstruyó el pasado de Córdoba
común era el rigor informativo basado en la no sólo a través de períodos clave sino tam­
compulsa de fuentes y un interés temático ce­ bién en torno de figuras representativas con el
ñido al marco provincial. Predominaba un único propósito de poner de relieve el predica­
afán erudito, siguiendo las pautas marcadas mento de sus biografiados y su contorno cul­
por Ricardo Rojas y Antonio Larrouy. Ade­ tural. Por su parte, Orgaz escribe trabajos dis­
más, tuvieron mucho que ver con el empeño persos sobre asuntos generales de historia,
de institucionalizar la actividad historiográfi­ temas de la vida colonial argentina, además de
ca merced a su iniciativa o activa colabora­ otros relacionados con la historia de la cultura.
ción. Para esta época se constituyeron las Iun­ Otro nombre ineludible es el del padre Pedro
tas históricas de Catamarca (1936), Salta Grenón, quien desde 1916, año de su primera
(1937), Santiago del Estero (1940) y La Rioja publicación, hasta su muerte, escribió folletos
(1940). En Tucumán funcionaba la Iunta y libros relacionados con la vida politica, mili­
Conservadora del Archivo Histórico y el Insti­ tar, religiosa, cultural y cotidiana de Córdoba.
tuto de Historia dependiente de la Facultad de Cuyo no estuvo ausente de la corriente
Filosofía y Letras. surgida en la década de los veinte que fructifi­
La historiografía cordobesa reconoce co­ có en la creación de juntas de historia en el in­
mo antecedente más próximo la publicación terior del país. En Mendoza se manifestó a
de una serie de fuentes documentales que fue­ partir de 1923; en San Iuan, en 1932 y aunque
ron utilizadas por Ignacio Garzón para publi­ San Luis se incorpora tardíamente, muestra
car la Crónica de Córdoba y en especial, por un fuerte movimiento cultural desde la revis­
monseñor Pablo Cabrera. El fue el primero en ta Ideas publicada por Víctor Saá (1932). Estos
explorar la documentación del Archivo de Tri­ grupos convergen en el Primer Congreso de 75
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Historia de Cuyo, en 1937, cuyos resultados se titud revisionista refutó conceptos propalados
dieron a conocer en los Anales, que reflejaron por la que denominó la “historia oficial”. Tal
un indudable trabajo heurístico. En la década fue el espíritu de muchas de sus obras, como
del cincuenta, los grupos que respondían a las Estanislao López y el federalismo del Litoral.
Juntas de Historia se consolidaron y ello se
evidencia en numerosos tomos publicados
por la Iunta de Estudios Históricos de Mendo­ HISTORIA Y CONTRAHISTORIAZ
za. Simultáneamente se inicia la renovación de UNA APROXIMACIÓN AL REVISIONISMO
la vertiente universitaria con la creación de la HISTÓRICO Y su EVOLUCIÓN

Universidad Nacional de Cuyo en 1939. Los es­


tudios históricos en Mendoza fueron organiza­ La única impugnación sustantiva a la com­
dos por Roberto H. Marfany y Iuan Draghi Lu­ prensión de la historiografía de la Nueva Es­
cero, con el asesoramiento de Ricardo Levene y cuela Histórica durante la primera mitad del
Ricardo Rojas. siglo XX, la constituyó la denominada corrien­
En los estudios históricos en Santa Fe, ade­ te revisionista, consolidada durante los años
más de Manuel Cervera, autor de la Historia treinta al calor de la mayor complejidad de la
de 1a ciudad y provincia de Santa Fe, quien ha cultura de derechas que los gobiernos conser­
sido su mejor representante fue Iuan Álvarez, vadores favorecieron. La crisis del liberalismo
un renovador en materia historiográfica al agudizó la reflexión que un sector de intelec­
plantear una historia desprovista de genios y tuales vinculados al nacionalismo venía reali­
héroes. Aspiró a mostrar la vida real del pue­ zando desde décadas antes. Este es el origen del
blo, mostró los efectos de los fenómenos eco­ revisionismo histórico, una versión diversa de
nómicos sobre los políticos y sin ser marxista la historia argentina, la que asume explícita­
explicó el alzamiento de la montonera a causa mente un carácter instrumental y pragmático.
de las modificaciones en el sistema de trabajo Fundamentalmente, el revisionismo tomó el
rural. Se centró en la historia de Santa Fe sin compromiso de revelar las verdaderas causas
descuidar la nacional. Otro historiador de esta de la postración argentina. Textos como los de
primera época fue el jesuita Guillermo Fur­ los hermanos Irazusta, Carlos Ibarguren, Er­
long, cuya extensa obra se prolongó hasta su nesto Palacio y, más tarde, Iosé María Rosa es­
muerte en 1972. Sus principales aportes a la tatuyeron un conjunto de discursos en oposi­
investigación se centran en el período de do­ ción ideológica a la historia tradicional, a la
minación española en el Nuevo Mundo, en cual irnpugnaban por un incorregible liberalis­
numerosos temas que se relacionan con la cul­ mo, y, en cambio, asumían la revalorización de
tura colonial. Ha realizado además variadas Rosas. Pero la reivindicación de Rosas tuvo sus
contribuciones a disciplinas como la cartogra­ antecedentes y modalidades antes de la década
fía y la geografía, efectuando una importante del treinta. Si en la memoria liberal la condena
tarea de recopilación de fuentes aisladas y dis­ a la época rosista era evidente de por sí, la po­
persas en diferentes archivos de América y de sibilidad de estudiarla quedaba intacta. Eso ex­
Europa. Finalmente, Iosé Luis Busaniche plica que hacia fines del siglo XIX dos obras, la
76 ahondó el proceso político litoraleño y en ac­ de Adolfo Saldías, Historia de la Confederación
LA HISTORIOGRAFÍA

Argentina, y la de Emesto Quesada, La época de nar el orden existente y para suscitar adhesiones
Rosas, se erigieran como un esfuerzo de com­ a otra formulación de la nacionalidad. De esta
prensión que pretendía ir más allá de las pos­ manera, el revisionismo como grupo específico
turas partidistas. Con la democratización de la nació en el clima político cultural que se extien­
vida política argentina, las posibilidades de es­ de desde los prolegómenos de la experiencia
tudiar el pasado y particularmente la época de uriburista hasta los desencantos que rodearon
Rosas se desarrollaron y se volvieron inclusive la firma del tratado Roca-Runcirnan. En ese pe­
un programa de trabajo. La nueva legitimidad ríodo, la corriente apareció siempre vinculada
política que ve la luz con los gobiernos radica­ de manera privilegiada con los grupos naciona­
les provoca una nueva percepción del pasado listas, aunque su sistema de relaciones intelec­
argentino. De un lado, historiadores afiliados tuales incluyera a hombres de diversas proce­
al partido radical creen llegado el momento de dencias.
ofrecer una visión menos maniquea del pasado El propósito de los revisionistas no es ex­
rosista y de realizar en la historiografía la rnis­ plorar la estructura y el ritmo de la historia ar­
ma integración nacional que el radicalismo es­ gentina sino individualizar en una etapa de ella
taba permitiendo en la vida social y política. un modelo para el presente y el futuro que se
Aparte de la tendencia yrigoyenista, otras voces ofrezca como altemativa al que ha guiado las
ayudarán a crear un clima de cuestionamiento etapas más recientes de la vida nacional. Esa fi­
y de desacuerdo con las ideas recibidas de la in­ nalidad política contemporánea es una cons­
terpretación historiográfica liberal. Es posible tante del revisionismo argentino. La explora­
distinguir claramente al menos tres de estos fo­ ción del pasado nace entonces como una
cos. En primer lugar, las publicaciones de la tentativa de ofrecer el aval de la historia para la
Editorial América, dirigida en Madrid por el crítica de la Argentina del presente, en particu­
venezolano Rufino Blanco Fombona, que reu­ lar, el repudio a la democratización política,
nía autores de diferentes filiaciones políticas al­ que había entregado el destino del país a diri­
rededor de la defensa del hispanismo y del ame­ gentes que no conservaban solidaridad con los
ricanismo; el periódico La Nueva República, intereses de la Nación y la denuncia del modo
dirigido por un grupo de jóvenes intelectuales de inserción de la Argentina en el mundo, es­
profundamente inspirados en las ideas maurra­ pecialmente el vínculo desigual con Gran Bre­
sianas, y los escritores o críticos de fuerte perso­ taña, que lejos de ser la causa de la gran expan­
nalidad, que contribuyen con sus escritos a sión, le había impuesto modalidades cuyas
cuestionar el pensamiento liberal; entre ellos, consecuencias catastróficas se hicieron eviden­
Manuel Gálvez, Carlos Ibarguren, y Ramón tes luego de 1929. Por otra parte, la experiencia
Doll. Pero, en un primer momento, la revisión política vuelca a los revisionistas a una activi­
de los maurrasianos argentinos es más anuncia­ dad historiográfica cada vez más intensa en la
da que realizada y se limitan a hacer, ante todo, medida misma que crece su marginalidad po­
política. Recién en la década de 1930 se confor­ lítica, después del derrumbe de la república,
man las bases de un movimiento de contrahis­ dada la solución política impuesta por Justo. El
toria de contomos definidos y se declara así que revisionismo imagina una regeneración moral
la historia es el arma privilegiada para cuesüo­ de la Argentina y de los argentinos a partir del 77
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

discurso histórico. En este sentido, los revisio­


nistas, del mismo modo que sus enemigos libe­
rales, hacen dela historia la disciplina pedagó­
gica por excelencia. En ese contexto preciso se
produce el encuentro entre los que comienzan
a definirse como revisionistas históricos y la
reivindicación de la época de Rosas; en espe­
cial, la capacidad de Rosas de crear un fuerte li­
derazgo por encima de las clases y grupos y su
política con las potencias extranjeras. En ese
clima de ideas se sitúa la primera obra signifi­
cativa de la corriente revisionista, La Argentina
y el imperialismo británico, publicada en 1934,
de Julio y Rodolfo Irazusta. La breve obra es
parte de una severa condena del pacto Roca­
Runcirnan, que ha consolidado la Argentina en
relación con Gran Bretaña. Se trata de la pri­
mera versión sintética de una contrahistoria
donde el pasado y el presente se iluminan mu­
tuamente. En este sentido, la obra es un libro
fundador, que establece una relación entre his­ l Iulio Irazusta. Academia Nacional de la Historia.
toria y política que se convirtió en una cons­
tante del discurso revisionista. ción política inmediata. Con la politización ex­
La declaración de principios redactada por trema del discurso histórico, los revisionistas
Ramón Doll en ocasión de la creación del Ins­ perdieron de vista una de las características
tituto de Investigaciones Históricas Iuan Ma­ más importantes del quehacer historiográfico:
nuel de Rosas y el artículo programa de Ernes­ la verdadera investigación de los hechos del pa­
to Palacio, La historia oficial y la historia, sado. Por otra parte, la estrecha relación entre
condensan la postura revisionista. En primer historia y política llevará a los revisionistas a
lugar, la acusación mayor que se le hace a la his­ incursionar en la cuestión del antiimperia1is­
toria académica es presentar una visión obsole­ mo. Entre la derecha antiimperialista y la iz­
ta del pasado argentino y haber tenido como quierda nacionalista, el revisionismo histórico
objetivo “la justificación de la oligarquía y del se presentará como un puente capaz de unifi­
partido de la civilización”. En sus formulacio­ car criterios. Los debates con los intelectuales
nes positivas, la historia revisionista como por­ del Partido Socialista y del Partido Comunista
tadora de otro proyecto político conlleva una terminaron ganando adeptos a la causa revisio­
nueva visión de la historia del país. Esta estre­ nista en el espectro de la izquierda. El revisio­
cha y utilitaria relación entre historia y política nismo histórico pudo albergar así bajo el mis­
tenía como resultado un gran desprecio por to­ mo techo a contestatarios de izquierda y de
78 da actividad intelectual desprovista de utiliza­ derecha, marginados de la vida política.
LA HISTORJOGRAFÍA

En lo estrictamente metodológico, los su­ LAS REFORMUIACIONES CAMBIANTES


puestos centrales que subyacen a esta corrien­
te son: apriorismo ideológico, carácter ensa­ El revisionismo no fue una tendencia ho­
yístico y debilidad heurística de sus trabajos, mogénea sino más bien una suma de grupos
extremada simplificación de la complejidad divergentes, cuya imagen de unidad deriva
histórica y escasa familiaridad con la investi­ más de poseer los mismos adversarios que de
gación empírica original, mostrando que, en sus peculiaridades historiográficas, metodoló­
realidad, muchos de los revísionistas estaban gicas o ideológicas. Por el contrario, despertó
más interesados en reinterpretar la historia ar­ la simpatía de ideologías a primera vista
gentina que en dedicar ingentes esfuerzos a es­ opuestas. El carácter moralizador y terapéuti­
tudiarla cuidadosamente. co dio al movimiento revisionista su aspecto
La obra de Iulio Irazusta Vida política de abiertamente movilizador, lo que hace difícil
[uan Manuel de Rosas a través de su correspon­ su clasificación en categorías de derecha o de
dencia, en 1941, toma como modelo la que izquierda.
Carlyle dedicó a Cromwell, y la Historia de la En 1938, todos comparten el credo nacio­
Argentina de Ernesto Palacio se inspira casi nalista. En el plano internacional significa una
abiertamente en la Histoire de France de Iac­ antipatía profunda por los partidos comunis­
ques Bainville, sin tener presentes los avances tas; una clara simpatía por la España antirre­
más significativos de la historiografía france­ publicana; una admiración declarada por la
sa del siglo XX. derecha europea, y muy particularmente por
La versión del revisionismo de influencia Maurras, a la vez que una mirada benévola y a
marxista tampoco modifica los planteos me­ menudo entusiasta hacia la experiencia políti­
todológicos. Es decir, la ampliación del con­ ca inaugurada por Mussolini y por Hitler.
texto ideológico-político en que se movía el Frente a la situación nacional, sus posiciones
revisionismo no aportó ningún progreso en el son un poco menos uniformes. Manifestaban
plano estrictamente historiográfico, en el cual retrospectivamente interés por Yrigoyen, algu­
la corriente había sido desde el comienzo no­ nos se habían afiliado al partido radical y re­
toriamente débil. En este sentido, es impor­ pudiaban la política del fraude patriótico y no
tante destacar que la producción revisionista tenían prácticamente afinidades con la demo­
no hizo suyos los cambios metodológicos de cracia parlamentaria. Pero en el interior del
las tendencias renovadoras que penetraron en movimiento nacionalista las diferencias eran
el espacio historiográfico a partir de 1955. En tan importantes como los puntos de acuerdo.
este sentido, Las dificultades de la historia cien­ Esa etapa transcurre en el período de la so­
tífica de Irazusta denota las preocupaciones lución neoconservadora, donde, juntamente
metodológicas vigentes durante la primera con el revisionismo del modelo de la derecha
mitad del siglo, como la objetividad y el méto­ francesa, se encontrarán otros cuyo naciona­
do. Todavía en 1968, Iosé María Rosa sostenía lismo respondía a la integración de la proble­
haber aprendido a reconstruir críticamente mática antiimperialista, como el caso de Raúl
los hechos históricos con el método objetivo Scalabrini Ortiz, que arrastra una deuda no
de Ranke. confesada con Lenin, y de Iosé María Rosa, 79
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

que, a] tomar del lenguaje fascista los motivos riográfica y política que es su reacción a la cri­
derivados de la crítica del imperialismo, colo­ sis del régimen neoconservador. Ella se mani­
ca sus reconstrucciones históricas muy cerca fiesta en la creación, en 1938, del Instituto de
de las de Scalabrini Ortiz. La integración de Investigaciones Históricas Iuan Manuel de
esos aportes de inspiración ideológica tan di­ Rosas, en la publicación de la Revista, donde
versa con los del primer revisionismo plantea­ predominan los artículos de polémica, y en la
ba -en el plano estrictamente historiográfico­ apertura de locales revisionistas parecidos a
menos dificultades de lo que habría podido comités políticos. El instituto revisionista nace
esperarse. En este aspecto eran, sobre todo, las bajo la doble forma de una contraacademia y
comunes insuficiencias las que daban cohe­ de una contramemoria. Las diferentes activi­
rencia a esas corrientes que ahora venían a dades del instituto están marcadas por una
confluir. Los primeros revisionistas se habían clara voluntad militante: conferencias, cursos
negado a otorgar relevancia a la dimensión para estudiantes secundarios y universitarios,
económica del lazo con Gran Bretaña y al con­ debates, asambleas, actos callejeros, conme­
texto social en que éste se consolidó; los nue­ moraciones con forma de peregrinaje, utiliza­
vos, aunque se la reconocían, no la sometían a ción de folletos y afiches como medios de pro­
un análisis adecuado. Así, el libro de Scalabri­ paganda. La actividad del instituto se justifica
ni Ortiz sobre los ferrocarriles no examina có­ si se tiene en cuenta la débil inserción de los
mo la reestructuración del sistema de trans­ revisionistas en la universidad, a excepción de
porte impuso la de la economía y la sociedad la larga presencia de Carlos Ibarguren en la
argentinas. Lo que éste proporciona es una Facultad de Filosofía y Letras.
minuciosa reconstrucción de los manejos fi­ La irrupción del peronismo consumó la
nancieros de las empresas ferroviarias y la quiebra de la tradición política contra la cual se
alianza entre ingleses y políticos locales co­ había elevado el revisionismo, pero con moda­
rruptos; es una condena más moral que eco­ lidades que no fueron recibidas por sus parti­
nómico-social, muy cercana a la del primer re­ darios con aprobación unánime. Por otra par­
visionismo. Esa perspectiva se profundiza en te, si el nuevo régimen político debilitó el
La política británica en el Río de la Plata de influjo de la historia oficial, ello no significó
1940. Iosé María Rosa, en Defensa y pérdida de que la historia revisionista se irnpusiera como
nuestra independencia económica, no ofrece una historia oficial e institucionalizada. El éxi­
ningún análisis serio de realidades econórni­ to más tangible de los revisionistas se sitúa en
cas, concentrándose en el campo político. Por el plano de la divulgación, sobre todo en la me­
el contrario, la integración de la corriente ins­ dida en que se benefician cada vez más del con­
pirada en el catolicismo integralista, que en­ trol de prensa instaurado por el peronismo. Los
contraba el polo de positividad en la colonia y escritores revisionistas colaboran ampliamente
reconocía a Rosas sólo una positividad subor­ en la prensa peronista, en los diarios Tribuna,
dinada en cuanto ve en él al restaurador del El Líder y Democracia y en la revista Hechos e
orden colonial, fue más dificultosa. Ideas, así como en la experiencia de nacionali­
En ese contexto más complejo, el revisio­ zación de La Prensa. En las publicaciones uni­
80 nismo se lanza a una agitación a la vez histo­ versitarias de la época peronista, la versión re­
LA HISTORIOGRAFIA

visionista del pasado apenas si estaba presen­


te. Si bien hay historiadores revisionistas en el
campo de la historia argentina en la Facultad
de Filosofía y Letras (Diego Luis Molinari, Io­
sé María Rosa, Gabriel A. Puentes), su ense­
ñanza no es seguida por ninguna publicación
oficial. El Boletín del instituto deja de aparecer.
Como consecuencia del alineamiento de
muchos de sus miembros detrás de la política
peronista, el Instituto Juan Manuel de Rosas
perderá a Iulio Irazusta. Su renuncia no fue
sólo por la línea demasiado peronista del ins­
tituto sino porque esos métodos de divulga­
ción popular le parecían contrarios al verda­
dero trabajo historiográfico. Iosé María Rosa
tendrá muchos menos escrúpulos en su tarea
revisionista y será el instigador de una peroni­
zación del instituto; asimismo, reclutará nue­
vos miembros más dotados para la agitación
que para la investigación histórica.
Pero lo importante de resaltar es que en ese l Guillermo Furlong. Academia Nacional de la Historia.
contexto de neutralidad relativamente benévo­
la en el campo historiográfico, al decir de Tulio La caída del peronismo marcó un hito
Halperín Donghi, la historia se convirtió en un importante en la historia del revisionismo.
refugio más permanente y los revisionistas Entre 1955 y 1975 se produjeron la apropia­
abordaron por fin obras historiográficas de ción y la reformulación parcial del revisionis­
mayor aliento que los concisos ensayos inter­ mo por parte del peronismo. Algunas de sus
pretativos en constante vaivén entre el presen­ propuestas más duras —como la impugnación
te y el pasado. En ese clima, los revisionistas al modelo agroexportador, la recusación de la
obtuvieron gran repercusión pública con sus tradición política liberal y la denuncia contra
escritos y redactaron obras de síntesis de gran el imperialismo- se integraron a la visión del
aliento, aunque limitadas al esfuerzo indivi­ mundo que portaba el peronismo, que, a su
dual, como la Historia Argentina de Ernesto vez, reencontraba sus impulsos más popula­
Palacio, que tuvo catorce ediciones entre 1954 res y jacobinos en la proscripción. El revisio­
y 1986; Vida política de [uan Manuel de Rosas a nismo se expandía, así, a través del peronis­
través de su correspondencia de Julio Irazusta, mo, que lo convertía en su interpretación
de ocho volúmenes y con tres ediciones entre “oficial” de la historia nacional. Naturalmen­
1941 y 1970, y la Historia de la Argentina en te, este proceso de difusión no fue un movi­
diez volúmenes de Vicente D. Sierra, la princi­ miento en una sola dirección sino que el re­
pal obra de conjunto de esta vertiente. visionismo asumió activamente gl encuentro. 81
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

Esta expansión se desenvolvió a través de la argentinas que el revisionismo había combati­


publicación de los números de la Revista del do y la vertiente revisionista tuvo su consagra­
Instituto, del Boletín y por medio de editoria­ ción en la incorporación de Julio Irazusta a la
les como Theoria, Sudestada, A. Peña Lillo, Academia Nacional de la Historia.
Pampa y Cielo y, a su izquierda, Coyoacán y Pero a esa versión se sumaba el revisionis­
Octubre. Estas últimas estaban vinculadas a mo socialista o neorrevisionismo revoluciona­
las organizaciones partidarias que conforma­ rio, que colocaba la problemática del irnperia­
ron la izquierda nacional y apelaban a la ven­ lismo en el núcleo de discusiones sobre los dos
ta de ediciones baratas, algunas de colecciones últimos siglos argentinos. Entre los revisionis­
periódicas como “La Siringa”, de Peña Lillo, tas veteranos, sólo José María Rosa acompañó
que publicaba trabajos de Jorge Abelardo Ra­ con entusiasmo esa ampliación de la base hu­
mos, Arturo Iauretche, Fermín Chávez, mana e ideológica del revisionismo. A él se su­
Eduardo Astesano y José María Rosa; llegó a maron los neorrevisionistas formados en déca­
reeditar La historia falsificada de E. Palacio. das de producción historiográfica bajo signo
Por otra parte, varias de las obras de los revi­ marxista como Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo
sionistas se convirtieron en grandes éxitos edi­ Puiggrós y Eduardo Astesano. La identificación
toriales. Tanto la Historia Argentina de Iosé más completa con las clases populares y el im­
María Rosa, entre 1963 y 1969, como los tra­ pacto de la represión condujeron a una defini­
bajos de Juan José Hernández Arregui resultan ción altemativa del peronismo como un movi­
buenos ejemplos. Este proceso provocó disi­ miento revolucionario en sus medios y en sus
dencias entre los revisionistas y, en este senti­ fines. Esta versión marxista del revisionismo
do, la etapa posperonista también exhibió ex­ desplazaba irremisiblemente el foco de aten­
presiones revisionistas disímiles, expresadas ción del conductor que se situaba por encima
en la formulación de Irazusta y en el neorrevi­ de las clases para subordinarlas a una empresa
sionismo revolucionario con la integración de política común a esas clases mismas. Pero, aún
la perspectiva marxista. En el primer caso, caí­ más, el papel central de Rosas en la visión
do el peronismo, Julio Irazusta va a redefinir el histórica propuesta por ese neorrevisionismo
revisionismo, al que se proclama fiel como revolucionario se vio pronto todavía más
una disidencia sólo parcial frente a la historia efectivamente socavada que en la del neorrevi­
oficial, culpable de haber falsificado no sólo la sionismo conservador, a través de la revalo­
imagen de Rosas sino también la de los funda­ rización de los caudillos provinciales cons­
dores del orden constitucional, que estuvieron tituidos en rivales de Rosas. A través del
muy lejos de ser los precursores de los gobier­ desplazamiento de Rosas por Peñaloza y Varela,
nos de fraude, corrupción y servilismo frente el neorrevisionismo de izquierda se identificaba
al extranjero. Ello se exterioriza en 1963 en La con la historia de las clases oprimidas. Con ello,
influencia económica británica en el Río de la esta nueva perspectiva disuelve, sin advertirlo
Plata, una reformulación del libro de 1934, siempre del todo, el vínculo entre revisionismo
donde colocaba a Rosas en el centro de una y tesis decadentista; para el neorrevisionismo
constelación de héroes positivos. La reconci­ revolucionario, la edad de oro de la República
82 liación entre las tradiciones historiográficas Argentina se encuentra en el porvenir.
LA HISTORJOGRAFÍA

Si bien en los años posteriores continua­ La historiografía argentina no fue ajena a


ron funcionando instituciones y publicacio­ estos virajes. Lo que se ha denominado etapa
nes de esta corriente, su declinación como de renovación historiográfica no implicó un
interpretación del pasado puede ubicarse a proceso de ruptura radical y, por ende, no sig­
mediados de la década del setenta. Las causas nificó la sustitución de tradiciones preceden­
que motivaron esa declinación fueron, entre tes ni la emergencia de un nuevo paradigma
otras, la difícil recepción de la radicalización hegemónico. Más preciso sería hablar de una
de los planteos revisionistas, la desaparición década de cambios y permanencias; en otras
de las figuras centrales que habían animado palabras, de una dualidad historiográfica en­
la prédica revisionista y su arcaísmo metodo­ tre la Nueva Escuela Histórica y los historia­
lógico, que aparecía como extemporáneo dores sociales.
frente a las nuevas propuestas de la historio­ Desde mediados de la década del cincuen­
grafía mundial y a las preguntas que la co­ ta, en la Argentina se produjo el intento de una
munidad de historiadores consideraba deci­ verdadera renovación en el campo de las cien­
sivas para la comprensión de la historia cias sociales. El impulso para esta renovación
argentina. provino del período de apertura ideológica y
cultural que sobrevino al derrocamiento del
peronismo, la influencia de la Revolución Cu­
NUEVAS CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS bana y los impulsos provenientes de una déca­
(1955-1966). CONTINUIDADES Y RUPIURAS da de expansión económica que benefició de
un modo muy directo a las ciencias sociales y
Una nueva tensión creativa experimentó que, aunque de una manera efímera, también
el mundo historiográfico a partir de la terce­ se hizo sentir en la Argentina. Esta transfor­
ra década del siglo XX. Durante el período mación implicó la conformación de una co­
de entreguerras comenzó a primar una his­ munidad académica en las ciencias sociales
toria estructural que puso el acento en la na­ que paulatinamente fue construyendo sus re­
turaleza relacional de la totalidad, en una na­ glas de validación y reconocimiento y sus pro­
tural orientación a minimizar el papel del pios espacios. Ello iba a permitir, por una dé­
individuo y la acción y propició, por ende, cada, una renovación en los supuestos básicos
un holismo metodológico que privilegiaba de la vida cultural argentina y una tentativa de
una aproximación al problema de la explica­ actualización historiográfica. Los historiado­
ción desde el todo social. Es la etapa del res no fueron ajenos a los cambios que impli­
eclipse del acontecimiento, del auge de los pa­ có la década del sesenta en el campo intelec­
radigmas macrohistóricos y del consiguiente tual. En este caso, la renovación también tuvo
enfoque sociológico de la explicación histórica, sus centros en las universidades, especialmen­
características reconocibles en la historio­ te en las de Rosario, Córdoba y Buenos Aires,
grafía francesa, en la tradición marxista an­ y se articuló en torno a figuras como la de Io­
glosajona, en la historiografía social nortea­ sé Luis Romero en Buenos. Aires y la de Cefe­
merícana y en la historia social de la política rino Garzón Maceda en Córdoba, quienes se
en Alemania. convirtieron, de diferentes maneras, en los 83
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

principales impulsores de la renovación de los Los historiadores renovadores tuvieron un


estudios históricos en la Argentina. enorme peso en la política de la facultad y el
El Instituto de Investigaciones Históricas acceso de Romero al decanato en 1963 fue una
de Rosario fue el centro por excelencia, defini­ nueva prueba de ello; pero las cosas fueron al­
do en sentido renovador y capaz de ofrecer go diferentes en el Departamento de Historia,
orientación a una escuela y a una carrera. La fi­ donde apelaron a la creación de nuevas mate­
gura de Iosé Luis Romero, en su carácter de rias —como Historia Social General, a cargo de
prestigioso historiador renovador y político Romero, o luego Historia Social Argentina, a
socialista, fue un inevitable eje de referencia cargo de Halperín Donghi—. El hecho de que
para el movimiento rosarino. La sugerencia de ellas no ocuparan una posición central en la
los nombres de una larga lista de jóvenes inte­ curricula revela en toda su dimensión la lenti­
lectuales que cubrieron las vacantes en la uni­ tud de la penetración de los historiadores re­
versidad provino del Centro de Estudios de novadores. No diversamente ocurrió en el ám­
Historia Social. En 1963, con el ascenso a la di­ bito de la investigación, donde la pervivencia
rección del Instituto de Investigaciones Histó­ de los institutos existentes en manos tradicio­
ricas de Nicolás Sánchez Albomoz, se afianzó nales promovió la creación de un nuevo espa­
el influjo de un grupo de historiadores que in­ cio, el Centro de Historia Social. La imagen no
tegraron, entre otros, Roberto Cortés Conde, es tampoco diferente en el área de las publica­
Haydee Gorostegui, Ezequiel Gallo, Reyna Pas­ ciones de historia de la facultad, donde a la
tor y Alberto I. Plá. Ellos concibieron a la histo­ edición de siete volúmenes del Boletín del Ins­
ria en correlación con las ciencias sociales e in­ tituto —luego de 1955, rebautizado “Emilio Ra­
tentaron, sobre la base del recurso cuantitativo vignani”- se agregó la continuidad en la pu­
orientado principalmente hacia lo demográfi­ blicación de documentos como la serie Mayo
co, aumentar el grado de rigor de la disciplina. Documental y los Cuadernos de Historia de Es­
La renovación de los estudios históricos en paña o los de Historia Antigua y Medieval;
la Facultad de Filosofía y Letras de la Univer­ mientras que el Centro de Historia Social edi­
sidad de Buenos Aires constituyó un ejemplo tó sólo dos números en el mismo lapso.
claro de que la ruptura de 1955 no implicó la Por otra parte, los historiadores tradicio­
hegemonía de una tradición historiográfica si­ nales podían beneficiarse de esa red extensa
no la existencia de una dualidad y una cohabi­ que el instituto había creado en la época de
tación entre los representantes de la Nueva Es­ Ravignani y del apoyo oficial para la realiza­
cuela y el grupo de historia social. El proyecto ción de congresos como los internacionales de
de renovación enfrentó desde el comienzo una historia de América en 1961 y 1966 organiza­
sólida relación de competencia historiográfica dos por la Academia Nacional de la Historia.
y profesional. Es el caso del retomó a una po­ Sin embargo, la lenta penetración insti­
sición central del principal discípulo de Ravig­ tucional no quitó protagonismo a los histo­
nani, Ricardo Caillet-Bois, lo que implicaba el riadores renovadores, cuyo dinamismo se ex­
control por la Nueva Escuela Histórica de to­ teriorizó en el impacto que ejerció la materia
da el área docente de las historias argenüna y Historia Social General, en las actividades
84 americana. del Centro de Historia Social, que se benefi­
LA HISTORIOGRAFIA

Otro núcleo renovador fue el dirigido por


Ceferino Garzón Maceda, quien tuvo una in­
serción algo mayor en las estructuras de la
Universidad de Córdoba al acceder en 1956 a
la Dirección del Instituto de Estudios Ameri­
canistas de la Facultad de Filosofía y Humani­
dades. Sin embargo, su cátedra de Historia
Económica formaba parte de la Facultad de
Ciencias Económicas y aun en el Instituto su
base propia se localizaba en la nueva sección
de investigadores en historia económica y so­
cial. La renovación no sólo abarcó a los traba­
jos sobre la Argentina independiente sino que
fue destacada su influencia en el área de la his­
toria colonial. En este sentido, fue en Córdoba
y en Rosario donde se percibió con mayor ni­
tidez la abundancia y calidad de las fuentes co­
loniales disponibles para una historia serial.
Garzón Maceda abrió un nuevo cauce que vi­
no a ampliar las tareas de investigación con
l Iosé Luis Romero. Archivo General de la Nación. trabajos que significaron aportes fundamenta­
les, como el de Economía del Tucumán. Econo­
ciaba de esa relación privilegiada con los An­ mía natural y economía monetaria. Siglos XVI,
nales, lo que le posibilitó el financiamiento XVII, XVIII, cuya estructura se ofrece como un
para algunos proyectos e intercambio de modelo y cuyas conclusiones trazan un cuadro
profesores, y en el proyecto montado en co­ muy completo con profunda perspectiva.
mún con el Departamento de Sociología so­ Garzón Maceda orientó a sus estudiantes a
bre el impacto de la inmigración masiva en el la búsqueda y explotación de las fuentes que se
Río de la Plata. Por otra parte, la publicación encontraban en los repositorios cordobeses.
de los Estudios Monográficos de Historia So­ Uno de sus discípulos, Carlos Sempat Assadou­
cial, entre 1961 y 1966, contenía trabajos de­ rian, se abocó al estudio de la serie protocolos,
dicados a la moneda y los precios, temática de la que surgieron posterionnente sus trabajos
central de Annales. Además, los historiadores sobre el comercio de esclavos en Córdoba en
sociales lograron una importante protago­ 1965 y su importante estudio sobre los circui­
nismo en otras estructuras organizativas, co­ tos mercantiles en el espacio peruano, en espe­
mo la Asociación Argentina de Historia Eco­ cial el comercio de mulas durante el siglo XVII.
nómica, y establecieron relaciones con La renovación adquirió matices particula­
Horacio Bliss y los historiadores económicos res en la Universidad Nacional de La Plata.
de la Universidad Nacional de Tucumán y de Con la caída del régimen peronista, se asistió
Córdoba. al reemplazo de sus autoridades y a la reorga­ 85
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

nización del cuerpo docente con la reincorpo­ expansión de las ciencias sociales y con auto­
ración de profesores cesanteados por el pero­ res jóvenes egresados de la misma universidad
nismo y a la presencia de nuevas figuras del re­ o de las instituciones del interior del país.
formismo. Entre los primeros se destacaron El movimiento renovador en los términos
las reincorporaciones de Iosé Luis Romero y de investigación y en el debate académico, si
de Enrique M. Barba. La Nueva Escuela Histó­ bien encontró su núcleo en las universidades,
rica se arraigó en el área de historia argentina también se exteriorizó fuera de los ámbitos
y las renovaciones se dieron en otras áreas de oficiales. En este sentido, la creación del Insti­
la historia y la sociología con la presencia de tuto Di Tella, del Instituto de Desarrollo Eco­
Tulio Halperín Donghi, Nicolás Sánchez Al­ nómico y Social de la revista Desarrollo Eco­
bornoz y Gino Germani, entre otros. Pero en nómico fue signo característico de la época. En
los años sesenta se produjo el deterioro de cambio, para 1955, la orientación auspiciada
aquel consenso antiperonista y afloraron dife­ por Levene conservó plena vigencia en el Ins­
rencias de enfoque y de propuestas. Ello con­ tituto de Historia del Derecho de Buenos Ai­
dujo al alejamiento de la Facultad de Humani­ res y en el Instituto de Investigaciones Histó­
dades local de los reformistas modernizadores ricas “Emilio Ravignani”, que no lograría
como Romero, Halperín Donghi, Germani y recuperar el lugar central que Ravignani le ha­
Nicolás Sánchez Albornoz. La continuidad bía asegurado.
con la tradición platense la encamaron desde El programa renovador surgió estrecha­
entonces sus egresados, principalmente Barba, mente ligado a las ciencias sociales, que tuvie­
junto con Carlos Heras, Andrés Allende acom­ ron una expansión vertiginosa, y a la interna­
pañado por un cuerpo de profesores, entre cionalización creciente de la actividad
otros, Joaquín Pérez, Horacio I. Cuccoresse, historiográfica; es decir, los renovadores se
José Panettieri y María Amalia Duarte, quie­ convirtieron en los interlocutores de pleno de­
nes definieron ese perfil humanista tan parti­ recho con los historiadores de otros horizon­
cular de la escuela histórica de La Plata. Esta tes y ello ayudaba a compensar la debilidad de
expresión historiográfica dirigida con particu­ la presencia institucional en la universidad ar­
lar empuje por Barba, sus colegas y sus discí­ gentina. La perspectiva de los años sesenta
pulos, tomó un camino alternativo en el avan­ planteó una renovación de los ámbitos insti­
ce del conocimiento histórico. Sin romper tucionales académicos, propició nuevos te­
institucional ni historiográficamente con la mas, enfoques, técnicas y métodos y propuso
tradición originada en el trabajo de Ricardo una interpretación global de ciertos procesos
Levene, incorporó los nuevos elementos surgi­ históricos que arüculaba matrices conceptua­
dos a la luz de los avances de las ciencias socia­ les bien definidas. Sin embargo, la coherencia
les y las diversas perspectivas historiográficas. de este nuevo enfoque devenía más de su ras­
En este sentido, en Trabajos y Comunicaciones go opositor a las perspectivas hasta entonces
se asistió, a partir de los sesenta, a una progre­ prevalecientes que de su homogeneidad inter­
siva incorporación de nuevas líneas de investi­ na. En este sentido, la renovación fue una ten­
gación: historia demográfica, emigración, eco­ dencia con cierto grado de imprecisión, fruto
86 nomía agropecuaria y otras, vinculadas con la de una múltiple influencia: la de los Annales
LA HISTORIOGRAFÍA

franceses, la de la sociología funcionalista, la periencia acerca de América latina como re­


de la economía del desarrollo y la de la histo­ sultado de su participación en la misión fran­
riografía anglosajona, a lo que se sumaba el cesa destinada a montar la Facultad de Letras
carácter intrínseco del programa de Annales de la Universidad de San Pablo y además, in­
caracterizado por ser heterogéneo y poco doc­ cluía entre sus específicos intereses profesio­
trinario. De allí que un problema adicional es nales la historia latinoamericana. Su visita fue
precisar en qué consistió la renovación. Uno fructífera en el nivel de las relaciones informa­
de los signos más fuertes de su identidad fue la les que anudó con historiadores argentinos.
existencia de un grupo que se veía a sí mismo Los contactos involucraron a la Academia Na­
como renovador frente a los enfoques predo­ cional de la Historia, a un antiguo colabora­
minantes de la Nueva Escuela y el revisionis­ dor de Annales, Claudio Sánchez Albornoz, y,
mo histórico. En ese contexto, los Annales fun­ sobre todo, al grupo de estudiosos alejados de
cionaron como modelo de múltiples maneras. la universidad oficial que se nucleaba en torno
En primer lugar, como ejemplo de ruptura a Iosé Luis Romero. Las afinidades de Annales
con una tradición. En segundo lugar, como de la segunda posguerra y el grupo de Iosé
modelo de renovación metodológica que pro­ Luis Romero son inmediatamente identifica­
ponía la historia problema, la historia serial o bles. En primer lugar, ambos eran sectores
la de la larga duración como herramientas úti­ marginales en sus respectivos mundos acadé­
les de transformación. Finalmente, como un mico y, aunque era mucho más visible en el
ejemplo de renovación temática que permitía caso argentino —que estaba llanamente fuera
tomar distancia de una historia política difícil­ de los cuadros institucionales y en conflicto
mente diferenciada de la crónica y privilegia­ abierto con el poder político peronista-, no es
ba los desarrollos económicos y sociales. menos cierto que Braudel se percibía en los
Con relación a la escuela francesa, Fernan­ años de la inmediata posguerra en los bordes
do Devoto considera que todo el problema de la corporación. Esas relaciones adquirieron
puede verse menos como la influencia de An­ mayor relevancia a partir de 1957, cuando la
nales sobre la historiografía argentina que co­ colaboración entre el Centre de Recherches
mo distintos episodios, entre sí autónomos, de Historiques y el Centro de Historia Social di­
relaciones entre sucesivas generaciones y gru­ rigido por Romero fue mucho más intensa
pos franceses y argentinos. De allí que existie­ que en períodos anteriores y contempló inter­
ran distintos momentos y efectos de la difu­ cambio de profesores de ambas partes, una
sión de Annales en la universidad argentina. presencia destacada de artículos de historia­
Uno de ellos era la utilización en las cátedras dores argentinos en la revista de Annales y un
de la Apología de Bloch, de los Combates de apoyo financiero significativo, a través de la
Febvre, pero especialmente de la Historia y Asociación Marc Bloch Argentina, al principal
ciencias sociales de Braudel. La llegada a Bue­ proyecto de investigación de los historiadores
nos Aires de Fernand Braudel inauguró una sociales, titulado Materiales para el estudio del
etapa de contactos más estrechos entre Anna­ progreso económico y social en la República Ar­
les y la historiografía argentina. Ante todo, se gentina. En segundo lugar, ambos buscaban
trataba de un historiador con muy buena ex­ resolver esa marginalidad a través de una fuer­ 87
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

te estrategia de internacionalización que com­ Tella y T. Halperín Donghi, Los fragmentos del
pensara las debilidades políticas o institucio­ poder, de 1969.
nales internas. En tercer lugar, ambos propo­ En Buenos Aires, en un marco institucio­
nían una forma de hacer historia que desafiaba nal menos sólido, la misma ambición se volcó
al ejercicio clásico de la profesión. Sin embar­ en un estudio serial de las variables básicas de
go, en este punto hay que señalar que los An­ la economía argentina en el último siglo, que
nales —hasta Braudel- proponían interpreta­ contó con los auspicios de instituciones fran­
ciones renovadoras a partir del respeto al dato cesas orientadas por la escuela de los Annales.
erudito y no desde su negación. En cambio, los En el marco de este proyecto se iba a comple­
historiadores argentinos se enfrentaban mu­ tar la serie homogeneizada y corregida a valo­
cho más radicalmente con las premisas de la res de mercado de un siglo de exportaciones
historia erudita. argentinas, llevada adelante por Cortés Con­
En el campo de las realizaciones historio­ de, Gorostegui de Torres y Halperín Donghi,
gráficas concretas, las influencias de los Anna­ que permanece inédita.
les eran más evidentes y más elusivas. En prin­ Además de la influencia de la historia se­
cipio, porque esa influencia estaba mediada rial y demográfica, otros aspectos más centra­
por el periodo que el grupo renovador había les de Annales -como la noción de historia to­
elegido para realizar sus investigaciones: los tal, de estructura y de larga duración- son
procesos de cambio de la sociedad argentina también perceptibles en los trabajos del grupo
de la segunda mitad del siglo XIX. Los ejem­ renovador, pero más como orientaciones ge­
plos de influencia más concretos tuvieron que nerales que como lineamientos de un progra­
ver con los intentos de realizar una historia ma preciso de investigación. Con respecto a la
que se aproximara a los modelos provistos por historia total, además de alguna referencia ex­
la historia serial o la historia demográfica. Esa plícita en algtmos trabajos, es sobre todo visi­
tarea sistemática se emprendió en el Instituto ble en la reticencia a la excesiva parcelación del
de Investigaciones Históricas de Rosario. Va­ campo historiográfico, como consecuencia de
rios volúmenes sucesivos del Anuario reflejan la proximidad a las conceptualizaciones de las
los resultados de ese esfiierzo colectivo en el ciencias sociales.
campo de la historia de los tráficos mercanti­ Las nociones de estructura y larga dura­
les y, sobre todo, de la demografla y más espe­ ción son, en realidad, o bien demasiado espe­
cíficamente, el método de reconstrucción de cíficas, o bien demasiado genéricas debido a
familias de Henry y Fleury, presente en la la­ que las investigaciones se centraron en buena
bor dirigida por Nicolás Sánchez Albornoz. medida en el vertiginoso cambio estructural
Probablemente donde se ejemplifican de la Argentina del siglo XIX, y como tales op­
mejor las nuevas tendencias es en la renova­ taron por un modelo que enfatizó más las
ción temática. Los mejores ejemplos son las transformaciones que las continuidades. En
recopilaciones de trabajos que se encuentran esa perspectiva, la longue durée no resultaba
en la obra editada por Torcuato S. Di Tella, un concepto o categoría plenamente operable.
Gino Germani y I. Graciarena, Argentina, so­ La tendencia renovadora se nutrió tam­
88 ciedad de masas, de 1965, y en la de T. S. Di bién de las ciencias sociales; concretamente, de
LA HISTORIOGRAFÍA

la influencia de la sociología y de la economía


que buscaba recuperar esa dimensión históri­
ca. Un ejemplo paradigmático de ello es la
vinculación entre el Instituto de Sociología de
la Universidad de Buenos Aires dirigido por
Germani y el Centro de Historia Social dirigi­
do por Iosé Luis Romero. A estas dos influen­
cias se agregaba la del marxismo de algunos
integrantes del grupo renovador, pero su in­
fluencia fue más difusa y la lectura de los tra­
bajos de la época no sugiere que la presencia
marxista haya sido en ningún caso decisiva en
el sentido de que los historiadores marxistas
europeos contribuyeran de forma marcada en
el diseño del programa de investigación del
grupo. Los trabajos de Maurice Dobb, Pierre
Vilar —especialmente Crecimiento económico y
análisis histórico- y Witold Kula son citados en
oposición a la influencia sobresimplificadora
de los modelos de crecimiento, que por otro
lado, tuvieron sí una fuerte influencia sobre el
i Enrique M. Barba. Academia Nacional de la Historia.
grupo. En este sentido, la fuente de inspira­
ción temática, conceptual y metodológica de rio de Política y sociedad en una época de tran­
los trabajos sobre historia argentina más típi­ sición. En este sentido, es factible ver en el mo­
cos e influyentes del período provino del análi­ delo de modernización el rasgo más típico de
sis fimcionalista de los procesos de moderniza­ la historiografia de los años sesenta sobre la
ción propuesto por Germani, quien formulaba Argentina. Así, si Annales fue una matriz pro­
desde la sociología un verdadero programa de fesional para los historiadores, el mundo con-­
investigación que abarcaba a la historia. La ceptual en el que inscribieron sus preocupa­
problemática germaniana contribuyó a for­ ciones se hallaba profundamente marcado por
mular una forma de ver la historia argentina, la sociología germaniana.
planteó algtmos de los problemas básicos por Por otro lado, la problemática de la mo­
abordar y proveyó la buena parte del instru­ dernización se hallaba íntimamente vinculada
mental conceptual para hacerlo. La tensión ar­ con la preocupación por el desarrollo. Una de
gumental decisiva era la dicotomía entre tradi­ las presentaciones más representativas de esta
ción y modemidad y de allí mismo provino problemática fue la que hicieron Guido Di Te­
también la preferencia temática. Así, La forma­ lla y Manuel Zymelman, aplicando estricta­
ción de la Argentina moderna resume un grue­ mente el modelo rostowiano a la Argentina,
so núcleo de la preocupación historiográfica vinculando el desarrollo y la modernización
del momento y es un programa complementa­ con la industrialización. También el pensa­ 89
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

miento de Raúl Prebisch marcó muy proftm­ la introducción de la noción de proceso histó­
damente las interpretaciones del pasado ar­ rico como totalidad, y llevó a otorgar preemi­
gentino. El espíritu de época, dominado por el nencia en la explicación a los factores econó­
desarrollismo, permitió la articulación de un mico-sociales, por sobre los institucionales. En
conjunto variado de modelos conceptuales en este esquema, lo político no se explica por sí
una lógica dominada por aquél. mismo; el individuo, actor político central en
Pero la renovación temática también tuvo el enfoque tradicional, pierde entidad y se des­
lugar entre los estudiosos de historia argenti­ dibuja. Los actores son básicamente sujetos so­
na integrados en las corrientes dominantes ciales y la práctica política es producto, en el
desde antes de 1955. Ello ocurrió en el campo nuevo enfoque analítico, de un complejo juego
de la historia colonial, donde Levene había es­ de intereses que conjugan los distintos frag­
bozado el deslizamiento de la historia institu­ mentos del poder. Se trazó así un lazo indiso­
cional a la socioeconómica y las tentativas luble entre sociedad y política para hacer inte­
orientadas en la misma dirección entre los es­ ligible el proceso. Este modo de abordaje llevó
tudiosos nucleados en el Instituto de Historia a la introducción de métodos sociológicos y
del Derecho, donde José M. Mariluz Urquijo cuantitativos en el estudio de la política. Por
ofreció trabajos de historia mercantil e indus­ otra parte, la incorporación de la teoría llevó a
trial porteña de indudable nivel y sólidamente que la historia nacional perdiera su aislamien­
documentados. También merecen citarse el to, al subsumirse en un marco de análisis ma­
centro mendocino y los trabajos de Pedro yor, que fue el modelo occidental o el marco la­
Santos Martínez sobre la historia económica tinoamericano. Finalmente, la renovación
de Mendoza durante el Virreinato y sobre las también se expresó en el modo de escribir la
industrias en ese mismo período. Por su parte, historia; de allí que el rasgo más notable de es­
el Instituto de Desarrollo Económico y Social ta perspectiva, desde el punto de vista de la or­
iba a albergar las primeras jornadas convoca­ ganización textual, fue el deslizamiento de la
das por la Asociación de Historia Económica y narración al análisis, deslizamiento que incor­
Social en 1966 y las segundas, en 1969. poró el bagaje conceptual y metodológico que
Es importante destacar que, si bien la expe­ provenía fundamentalmente de la sociología.
riencia renovadora significó la apertura a nue­ El grupo renovador no subsistió como em­
vos campos, fundamentalmente el económico presa más allá del derrumbe de 1966 y es a par­
y social, ello no implicó el abandono de la his­ tir de los espacios no oficiales donde es posible
toria política sino más bien su replanteo con rastrear algima continuidad luego de ese año. A
un perfil interdisciplinario. En este campo, la vez que el grupo perdió envergadura institu­
también fue decisiva la influencia de Germani, cional, paradójicamente se hizo más visible a
porque fueron precisamente la teoría de la mo­ través de publicaciones más nutridas: La Histo­
dernización y la de los ciclos políticos latinoa­ ria Argentina que tenía como editor a Halperín
mericanos la base inicial de un acuerdo que Donghi, La población de América latina de Sán­
otorgó unidad y sistematicidad a esta tenden­ chez Albornoz y Iosé Luis Moreno, La forma­
cia. Esta nueva mirada de lo político implicó el ción de Ia Argentina moderna de Cortés Conde
90 abandono de la historia de acontecimientos y y Ezequiel Gallo, y Nacionalismo y liberalismo
LA HISTORIOGRAFÍA

económicos en la Argentina 1860-1880 de Iosé C. supuesto que atravesaron los ámbitos de gene­
Chiaramonte. Estas obras llevaban a término ración del pensamiento social a partir de 1966
trabajos encarados en la etapa anterior, demos­ y que provocó en muchas coyimturas una acti­
trando que la renovación no había sido estéril. vidad investigadora ciertamente asistemática
En síntesis, la perspectiva renovadora bus­ en las universidades y su concentración, en no
có instaurar un nuevo estilo profesional, pro­ pocos casos, en espacios no oficiales.
pició un paradigma caracterizado por influen­ Las características de este capítulo tornan
cias múltiples, renovó los temas, los métodos y imposible un análisis pormenorizado de la
las interpretaciones del pasado, pero no logró, abundante y a veces dispersa producción his­
por su marginalidad institucional y por la toriográfica relativa a los distintos aspectos de
inestabilidad de la vida política y cultural ar­ la realidad histórica; por lo tanto, el análisis se
gentina, una posición predominante en el es­ limita a destacar ciertos ejes temáticos que en­
pacio historiográflco. cuentran su pleno desarrollo histórico en los
capítulos de esta obra.
En el campo de la historiografía económi­
LA EXPANSIÓN Y LA ESPECIALIZACIÓN ca, si bien la inclinación a buscar claves econó­
HISTORIOGRÁFICAS micas y sociales para explicar los procesos po­
líticos del pasado nacional data desde Mitre y
En los años posteriores, la historiografía Vicente Fidel López, Iuan A. García, Paul
nacional, en consonancia con las orientaciones Groussac y Iuan Álvarez, sin embargo, no se
de la historiografía europea y norteamericana, había constituido una escuela historiográfica
pero a un ritmo más lento y laxo, se caracteri­ que abordara con alguna sistematicidad estos
zó por una expansión de su campo de estudio temas. Ni la Nueva Escuela Histórica ni el re­
y por una coexistencia no uniforme de pers­ visionismo clásico disponían de un arsenal
pectivas de abordaje, características que refle­ conceptual específico que les permitiera abor­
jan con claridad un recorrido historiográfico dar los temas de historia económica.
caracterizado por permanencias, rupturas y re­ En este campo, en la segunda mitad del si­
surgimientos. El proceso de expansión del ob­ glo XX, la historiografía fue significativa sobre
jeto de conocimiento, que involucró otro de es­ tres períodos: la primera mitad del siglo XIX,
pecialización, no afectó de la misma manera y el período de la gran expansión agropecuaria
con la misma intensidad a todas las áreas de in­ hasta 1930 y finalmente, la etapa más contem­
vestigación histórica y hasta la década de 1980 poránea hasta 1983. Para el primer período, el
se exteriorizó con más fuerza en el ámbito de la libro de Miron Burgin aporta una síntesis di­
historia económica, social, política y demográ­ fícilmente superable para la comprensión de
fica, siendo menos perceptibles los virajes hacia los problemas económicos de la etapa.
los nuevos enfoques socioculturales en boga en Un debate central que dio lugar a una pro­
los noventa. Por otra parte, esta expansión de la ducción historiográfica considerable fue la
producción historiográfica se produjo a pesar presión ejercida por las provincias para lograr
de las tensiones entre democracia y autoritaris­ que Buenos Aires protegiera los productos re­
mo y entre institucionalización y falta de pre­ gionales, en ciertos casos imponiendo la pro­ 91
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

hibición absoluta de importar los que compi­ modelo desarrollista-germaniano comenzó a


tieran con ellos. La etapa del crecimiento eco­ ser paulatina y sistemáticamente revisado en el
nómico y agrario, en particular entre 1850 y cuarto de siglo siguiente. Cortés Conde ha de­
1930, fue otro de los ejes temáticos que gene­ nominado a este giro la reacción neoclásica. En
ró fructíferos debates que dieron lugar a una el nuevo marco, la teoría de la modemización
significativa producción. perdió rápidamente lugar y los condicionantes
La interpretación de ese crecimiento eco­ netamente económicos más que los factores
nómico fue dispar y la discusión enfrentó a institucionales adquieren un papel más central
quienes defendían un modelo de economía en la explicación de los procesos económicos.
abierta, con aquellos que sostenían que no ha­ Un clásico de esta tendencia fue el libro de
bía otro desarrollo beneficioso fuera del merca­ Carlos Díaz Alejandro Ensayo sobre la historia
do intemo. Para los años sesenta, la influencia económica argentina, de 1973. Iunto a esos es­
de la economía del desarrollo, que había alcan­ tudios aparecieron otras corrientes cuya in­
zado mucha difusión en los países occidentales fluencia fue considerable; especialmente, la
después de la Segtmda Guerra Mundial, se con­ historiografía económica sobre los Estados
virtió en la línea argumental predominante pa­ Unidos y el Canadá. La utilización por algtmos
ra interpretar el caso del crecimiento argentino. historiadores de la teoría del bien primario ex­
Dentro de esta corriente, aparte de la obra de portable -staple theory- se hizo presente en va­
Aldo Ferrer y del trabajo de la CEPAL, Análisis rios de los trabajos que contribuyeron a mar­
y proyecciones del desarrollo económico argenti­ car ese cambio de rumbo. En 1970, Ezequiel
no, se cuenta con el de Sergio Bagú, “La estruc­ Gallo había publicado La agricultura en el pro­
turación económica en la etapa formativa de la ceso de industrialización, afirmando que no ha­
Argentina modema”, que apareció en Desarro­ bía oposición entre el crecimiento de la econo­
llo Económico, los trabajos de inmigración que mía basada en las exportaciones agrícolas y la
publicaron el Instituto de Sociología y el Cen­ industrialización sino que ésta había sido la
tro de Historia Social y algimos de los que consecuencia de aquélla. Por otra parte, Guido
aparecieron en la antología Argentina, socie­ Di Tella se apartó de su tesis primitiva, dirigi­
dad de masas. Fueron también muy impor­ da por Rostow, y propuso la economía de los
tantes el libro de Chiaramonte, Nacionalismo y espacios nuevos siguiendo la versión de la sta­
liberalismo económicos en la Argentina 1860­ ple theory. Por su parte, Cortés Conde utilizó
1880; el de Gallo y Cortés Conde, La formación los esquemas de Balwin, North y Watldns en
de la Argentina moderna; varios artículos de la Hispanoamérica: la apertura al comercio mun­
antología Los fragmentos del poder de Torcua­ dial, en 1974. A ellos se sumaron el ensayo in­
to Di Tella y Halperín Donghi —entre ellos, el terpretativo de Lucio Gellner sobre la teoría
de Cortés Conde, “El boom argentino, una del bien primario exportable —criticando la
oportunidad desperdiciada”-, y finalmente, la versión del libro de Cortés y Gallo, La forma­
interpretación de Iames Scobie del desarrollo ción de la Argentina modema- y El caso argen­
agrícola. tino de Vázquez Presedo, donde se siguieron
La crisis institucional de 1966 marcó tam­ los mismos lineamientos. En 1979 se publicó
92 bién un giro en las líneas interpretativas y el El progreso argentino, en el que se discutían va­
LA HISTORIOGRAHA

rias tesis tradicionales de la historiografía eco­ cional y la falta de contraposición entre em­
nómica argentina vinculadas al patrón moder­ presarios agrarios e industriales.
no, la propiedad de la tierra y las condiciones En el campo de la historiografía política, el
de vida de los sectores populares en el proceso interés por el período revolucionario y posre­
de crecimiento. volucionario hasta 1870 motivó varias histo­
La historiografia económica para el perío­ rias generales que abordan los procesos políti­
do posterior a 1930 continuó motivada por la cos del período; entre ellas, la obra de
búsqueda de las causas de la frustración del de­ Halperín Donghi, De la Revolución de inde­
sarrollo argentino. La historia agraria se fue pendencia a la Confederación rosista -síntesis
consütuyendo en una especialidad propia y del período, donde el autor logra articular los
ello no es casual si se tiene en cuenta que el sec­ fenómenos políticos, económicos, sociales y
tor agropecuario constituye uno de los sectores culturales—; en la colección de historia publi­
más dinámicos de la economía y que el proble­ cada por La Bastilla se encuentran los trabajos
ma del crecimiento a largo plazo estuvo siem­ de Carlos S. A. Segreti sobre La Aurora de la
pre estrechamente vinculado al comporta­ Independencia, donde se caracteriza a la Revo­
miento interno y externo del sector primario. lución de Mayo como una revolución popular,
Otra línea de investigación y debate vincu­ y los de López Rosas y de Romero de 1976. En­
lada también al problema macroeconómico tre las historias políticas destinadas específica­
sobre la incapacidad de la economía argentina mente al período 1800-1830, una de las más
para mantener un crecimiento sostenido fue relevantes es la de Halperín Donghi, Revolu­
la de la industrialización. En las interpretacio­ ción y guerra, de 1972. El hilo conductor a par­
nes más típicas de la década del sesenta, preva­ tir del cual se analizan las repercusiones que el
leció la idea de que el crecimiento industrial proceso revolucionario tuvo en la estructura
en el período 1880-1930 fue limitado e insatis­ política colonial es la formación de una elite
factorio debido a la hegemonía política de los política generadora de un centro de poder au­
grandes terratenientes, cuyos intereses son tónomo. Por otra parte, Investigaciones y Ensa­
presentados como opuestos al desarrollo in­ yos, a partir de 1966, y los congresos naciona­
dustrial. Esta interpretación clásica sobre el les e internacionales de la Academia Nacional
proceso de industrialización argentina tuvo su de la Historia brindan un amplio espectro so­
expresión en las obras de Adolfo Dorfman so­ bre los distintos aspectos del proceso revolu­
bre la evolución industrial argentina. Pero a fi­ cionario. Dentro de esta línea, se destacan los
nes de aquella década comenzó a conformarse trabajos de Zorraquín Becú que proponen, so­
una visión alternativa, revisionista, que reva­ bre la base de un análisis jurídico-institucio­
lorizaba una serie de factores que habrían nal, una doble lectura de la Revolución de Ma­
contribuido al desarrollo industrial, entre los yo como momento de ruptura y al mismo
que se destacaban el marco institucional que tiempo, como continuidad de poderes, insti­
contemplaba garantías a la propiedad privada tuciones e ideas tradicionales.
y fomento a la inversión, el proceso de eslabo­ En cuanto al período que abarca la crisis
namiento hacia atrás y hacia adelante por la del año ‘20 y la formación de los Estados pro­
expansión agropecuaria, el proteccionismo ra­ vinciales, se destaca El país disuelto de Carlos 93
LA DIMENSION ClENTÍFlCA Y CULTURAL

El período rivadaviano mereció una serie


de investigaciones destinadas a destacar dis­
tintos aspectos provinciales y nacionales de
esa experiencia, desde la clásica y docurnenta­
da obra de Ricardo Picirrilli de 1960, hasta las
investigaciones de Bagú y Galmarini que, des­
de una perspectiva socioeconómica, intentan
explicar el régimen de Rivadavia.
Con respecto a los sistemas de gobierno e
instituciones políticas, los trabajos realizados
giraron en torno de tres cuestiones. Los inten­
tos de organización nacional, dentro de los
cuales el conflicto entre unitarismo y federa­
lismo ocupa un lugar central. En este sentido,
se destacan los trabajos de Barba y Bagú en la
Revista de Historia del segundo trimestre de
1957. La segunda cuestión se relaciona con las
investigaciones monográficas que analizan la
estructura y el funcionamiento de algtmas ins­
tituciones, como la bien documentada tesis de

I Ricardo Zorraquín Becú. Academia Nacional de la Historia.


B. Díaz sobre los juzgados de paz de campaña
de 1959, el trabajo de Levaggi sobre las comi­
Segreti, donde el autor construye una cohe­ sarías de campaña de 1976 y la investigación
rente explicación del estallido general de 1820, de Zorraquín Becú de 1983 sobre el papel del
en la que analiza la conformación de fuertes cabildo en la primera década revolucionaria.
hegemonías locales, expresadas por liderazgos La tercera cuestión alude a los estudios sobre
y alianzas de frágil equilibrio, basadas más en el problema de la génesis del Estado nacional.
relaciones personales e intereses económicos Entre ellos cabe mencionar el de Víctor Tau
que en coincidencias ideológicas, en un marco Anzoátegui, quien considera el paulatino
signado por sucesivos intentos de reunir un avance de la provincia de Buenos Aires como
congreso para organizar constitucionalmente la gestación de la unidad nacional.
el pais. Con relación a la historiografia sobre la
En 1983, Iosé C. Chiaramonte concibe al Confederación rosista, los planteos renovadores
Estado autónomo provincial no como pro­ se inician con Enrique M. Barba. Sus primeros
ducto de una disgregación de una nación estudios sobre la época de Rosas aparecieron en
preexistente sino como un punto de partida la Historia de la Nación Argentina de la Acade­
de una organización política estatal cuyos lí­ mia Nacional dela Historia a fines de la década
mites serán, por un lado, provinciales, mien­ del cuarenta, donde buscó la explicación del fe­
tras que al mismo tiempo se gestan los proyec­ nómeno desde variadas facetas tanto políticas
94 tos de unidad mayor. como económicas, sociales e incluso culturales,
LA HISTORIOGRAFIA

metodología que siguió profundizando en sus y la época de Avellaneda, investigada por Car­
ulteriores obras, como Correspondencia entre los Heras, además del aporte de Guillermo
Rosas, Quiroga yLópez; Unitarismo, federalismo, Gassio y Cristina San Román en La conquista
rosismo; y Cómo llegó Rosas al poder. del progreso (1874-1880), y La renovación pre­
En cuanto a los aspectos jurídico-políticos sidencial de 1880 de Lía E. Sanucci.
de la Confederación rosista, existen varios tra­ Un tema crucial en el proceso político del
bajos que estudian el sistema de pactos, la su­ período fue la cuestión capital y la federaliza­
ma del poder, las facultades extraordinarias y ción de Buenos Aires, problemática que fue
el encargo de las relaciones exteriores; entre abordada por Susana Ratto de Sambucetti y
ellos, el de Tau Anzoátegui, Formación del Es­ por Carlos Segreti, y las posiciones de destaca­
tado federal argentino (1820-1852). dos personajes son analizadas, entre otros, por
El período que se abre a partir de 1852 Edith Debenedetti en Carlos D’Amico en el
suscitó dos clásicos estudios, el de Scobie, La proceso de federalización de Buenos Aires y Bea­
lucha por la consolidación nacional, y el de Bea­ triz Moreyra en Valorización de dos posiciones
triz Bosch, Urquiza y su tiempo. sobre la federalización de Buenos Aires. El caso
Otra línea de análisis que contribuyó al particular de la provincia de Buenos Aires fue
conocimiento de los aspectos políticos de este investigado por F. Armesto en Mitristas y alsi­
período fueron las biografías históricas indivi­ nistas y por el libro de Fernando Barba, Los
duales o familiares. Dentro de este género es­ autonomistas del 70.
tán las biografías de Emilio Cartilla sobre Con respecto la la historiografía política
Marco Avellaneda, que incluye desde las ideas del período correspondiente a la consolida­
políticas de Avellaneda hasta un análisis de la ción del Estado nacional hasta 1930, la pro­
Liga del Norte; La Juventud de Felix Frías de ducción predominante de los años sesenta y
Ambrosio Romero, que analiza la militancia setenta —etapa signada por el predominio de la
política del secretario de Lavalle y la cruzada historia económica y social y por la margina­
revolucionaria de 1839-1841; la biografía de ción de la historia política- se caracterizó, co­
Facundo Quiroga de Silvestre Peña y Lillo; la mo acertadamente ha expresado Ezequiel Ga­
de Salvador María del Carril de Carlos Melo; llo, por una reacción mimética y se reflejó en
la de Marcial Quiroga, Manuel Moreno, minis­ una serie de investigaciones alrededor de te­
tro plenipotenciario de Rosas, y la del inglés mas como las precondiciones políticas del cre­
Iohn Lynch, Iuan Manuel de Rosas. En el ám­ cimiento económico, por la aplicación de mo­
bito de las biografías familiares se destacan los delos provenientes de la teoría sociológica y
trabajos de Andrés Carretero y Juan Iosé Se­ por la participación de especialistas en cien­
breli sobre los Anchorena y el de Ricardo Pic­ cias sociales y de investigadores extranjeros in­
cirilli sobre los López. teresados en algunas dimensiones de la vida
El período de las presidencias fimdaciona­ política argentina. Concordante con esa evo­
les no mereció una obra de conjunto sino tra­ lución, el abordaje de la historia política se ex­
tamientos particulares, como el caso de Mitre teriorizó en un grupo de trabajos que estuvo
analizado por Carlos Heras; la presidencia de estrechamente relacionado con preocupacio­
Sarmiento, estudiada por Iosé S. Campobassi nes referidas al crecimiento económico, la 95
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

modernización y la movilidad social y a fenó­ y específicas y estudios realizados sobre va­


menos singulares más específicamente argen­ riantes provinciales del radicalismo, como
tinos como la inmigración masiva. Entre los son el libro de C. Rodríguez sobre Cuyo y los
aportes más relevantes y novedosos del pro­ artículos de M. I. Wilde, R. Ferrero y C. Páez
grama de investigación se encuentran una vi­ de la Torre sobre Santa Fe, Córdoba y Tucu­
sión totalizadora de la generación del 80, un mán. La única tentativa general en esta época
análisis con fuerte preponderancia social de fue la del libro de David Rock, que si bien pre­
los orígenes del radicalismo y una visión más senta un estudio muy detallado para el primer
matizada y compleja de la década del treinta, gobierno de Yrigoyen, es más genérico y su­
el papel de las Fuerzas Armadas, la trayectoria perficial para el período anterior a 1912 y el
y los cambios en el Congreso y el papel de los posterior a 1922.
empresarios en la política. En la historiografía política referida al pe­
A partir de los setenta, algunos historiado­ ríodo que se extiende desde la caída de Yrigo­
res políticos reaccionaron ante la situación de yen hasta la restauración democrática en 1983,
dependencia en que se encontraba su discipli­ las diferentes constelaciones del poder -el po­
na y asumieron la defensa de la especificidad der político e ideológico, el militar, el sindical y
de la vida política, con el consiguiente rechazo el empresarial-, el fenómeno peronista, la ines­
a considerarla como dependiente de los desa­ tabilidad civil y militar y la creciente violencia
rrollos económicos y sociales. Surgió así la en sus diversas formas de expresión y costos, se
preocupación por analizar la lógica propia de constituyeron en problemáticas centrales, al
los fenómenos políticos. Dentro de las nuevas margen de la existencia de obras aisladas dedi­
orientaciones se destacan El orden conservador cadas a asuntos disímiles.
de Natalio Botana, algunos trabajos sobre as­ El período 1930-1980 se encuentra fuerte­
pectos parciales, como los análisis del Poder mente marcado por las influencias ideológicas
Legislativo de N. G. Molinelli, de las relaciones y un ingrediente fundamental es el nacionalis­
entre el Legislativo y el Ejecutivo durante el mo, los nacionalistas y los nacionalismos, se­
primer gobierno radical, de A. M. Mustapic, y gún las varias versiones. En este sentido, la
de la federalización de Buenos Aires, de Ruiz obra clásica de Enrique Zuleta Álvarez no só­
Moreno. lo estudia el nacionalismo sino que también
Un panorama similar, promisorio pero profundiza sobre la historia ideológica y cul­
con algunas lagunas, ofrecen los estudios so­ tural de la Argentina. El primer enfoque histó­
bre los partidos políticos. El Partido Socialista rico del movimiento lo hicieron María Inés
ha sido objeto de algunos buenos trabajos, co­ Barbero y Fernando Devoto. Otro trabajo de
mo los de R. Walter y D. Weinstein y el libro de envergadura documental y rigor conceptual
H. Sanguinetti sobre los socialistas indepen­ fue el de Christian Buckrucker, Nacionalismo y
dientes. Sobre el radicalismo, si no hubo un peronismo. Este autor disintió con la califica­
estudio de relevancia, hay algunos ensayos ge­ ción del nacionalismo por Zuleta Álvarez, pe­
nerales como los de P. Snow, E. Passalacqua, ro completó el tema en sus relaciones con el
H. Clementi y F. Sabsay y R. Echepareborda, a peronismo en un marco de proyecciones in­
96 los que se suman contribuciones más parciales ternacionales.
El peronismo fue uno de los fenómenos
sociopolíticos que ha ejercido una atracción
especial en la historiografía argentina, y uno de
los temas más convocantes de la producción
histórica del período fue la temática de su sur­
gimiento. En este aspecto, Germani buscó la
¡unn m: umnnu r nruisutnm AUEMCAN\

NACION ARGENTINA
HISTORIA
I». IA
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LA HISTORIOGRAFÍA

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clave interpretativa del peronismo en las difi­


(DESDE LOS ORÍGENES IIISIA LI 0lfillIlIflu\ DIHIIIIII I.‘ H6?)
cultades de integración de las nuevas masas al
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medio urbano e industrial. Hacia fines de los V H nutun run Ll Jl \I\ nl nuronu v n Illblluu \ ¡“Llllnnn
Ill!‘ Ll PIlL!II'lI"f'.I\ DI‘ llull!!!) LTÏIÑI

años sesenta, una nueva generación de intelec­


tuales inició una vasta revisión de las pers­
pectivas heredadas en las más diversas áreas.
Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero rees­ Vol. I
‘Ha-p- hounh-uu y Iniollnfilnl
cribieron la historia del período que precedió
al ascenso del peronismo y señalaron la pro­
gresiva acumulación de demandas insatisfe­
chas como el punto de fiisión entre los traba­
jadores de origen extranjero, sus descendientes
Ill l.\(|> \IHI,>
nativos y los nuevos trabajadores provenientes nan-nn u n. ¡‘unan-n­
"¡to
del interior, y asociaron a unos y a otros en el
apoyo de la política de reformas sociales y po­ I Portada de la Historia de la Nación Argentina (1936).
líticas de Perón. Esta versión revisionista se
completó con la rehabilitación de la participa­ desgarramientos del tejido social en la década
ción de las antiguas conducciones sindicales en del setenta. La investigación de Guillermo
el acercamiento de las masas a Perón. O’Donnell fue la obra de mayor envergadura
Los primeros gobiernos peronistas fueron sobre las nuevas formas de dominación que
materia del libro de Ricardo del Barco que des­ emergieron en América latina a partir de los
cribe el repertorio de interpretaciones sobre el años sesenta. El Estado burocrático autoritario
peronismo, el desarrollo del partido y el movi­ reconstruye la confluencia de crisis, temores y
miento y la ecuación Juan y Eva Perón. Peter esperanzas sobre las que los actores políticos
Waldmann esclarece falencias y demandas que fueron optando por la violencia como única
estaban presentes en la realidad argentina des­ alternativa de futuro.
de la década del treinta y que, de alguna mane­ La década de 1970 concentró la más nutri­
ra, el gobierno peronista interpreta y modifica, da bibliografía. Algunos estudios destacables
sin olvidar Perón y su tiempo de Félix Luna. intentan claves interpretativas sobre los años
Para el período posperonista, Marcelo Ca­ 1973-1976, señalando que la muerte de Perón
varozzi arriesga claves interpretativas en Auto­ frustró un proyecto de peronismo renovado y
rítarismo y democracia, analizando las trans­ que los conflictos entre tendencias habrían
formaciones políticas que se operaron a partir desbordado Ia capacidad de maniobra del lí­
der y de los gobiernos que se sucedieron. En 97
de 1955 y el proceso que lleva a los profundos
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

tal dirección se encuentra la obra de Guido Di “obsevatorio autónomo”, propicia un retorno


Tella que considera a Perón cercado por dos a la valoración de la dimensión social y al diá­
posiciones extremas. Liliana de Riz, en Retor­ logo con los historiadores.
no y derrumbe, explica el deterioro guberna­ Otras entidades que han hecho su aporte a
mental como resultado de la tensión entre las la disciplina fueron el Instituto de Historia del
fuerzas de restauración y de ruptura. En la Derecho de Córdoba, que tuvo como figura
misma línea se ubica Oscar Landi en La terce­ principal a Roberto Peña; el Instituto de la
ra presidencia de Perón. Historia del Notariado en la ciudad de la Pla­
El tránsito a la democracia fue acompaña­ ta y el Instituto Argentino de Estudios Consti­
do de obras como las de Alain Rouquié y Ro­ tucionales y Políticos de Mendoza, dirigido
bert Potash dedicadas a analizar la relación por el doctor Dardo Pérez Guilhou, dedicado
militar y el poder político en la sociedad ar­ a investigar y difundir el Derecho Constitu­
gentina. Por otra parte, diversos estudios cional, el Derecho Administrativo, la Historia
avanzan en el conocimiento del proceso mili­ del Pensamiento Político, Institucional y Iurí­
tar, la resistencia a éste y las múltiples secuelas dico argentinos, con una visión que ahonda
de la transición democrática. en fuentes nacionales, americanas y europeas,
En la historia del Derecho, el desenvolvi­ pero con una mirada propia de hombres de
miento no quedó reducido al pasado estricta­ provincia.
mente nacional sino que tuvo una proyección Los estudios histórico-sociales se confor­
hispanoamericana, sobre todo para el derecho maron como un campo de fronteras irnprecisas
vigente durante la colonización española, de­ y móviles y la historiografía social argentina es
sarrollo que tuvo una íntima conexión con los una clara muestra de ello. Si bien existe una
estudios liderados por Rafael Altamira en Ma­ gran variedad de temas y abordajes diferencia­
drid. Tanto Levene como Altamira buscaron dos, la producción histórica del período presen­
siempre atender a la dimensión social del fe­ ta todavía innumerables vacíos temáticos, tem­
nómeno jurídico. porales y regionales que sólo han comenzado a
En los años sesenta también se produjo en ser abordados a partir de la década del noventa.
el campo de la historia jurídica una renova­ En el marco de esta visión de conjunto, los tra­
ción, cuyo artífice fundamental fue el español bajos referidos a distintos aspectos de la historia
Alfonso García Gallo, quien propugnó un en­ social colonial, los debates sobre la inmigración
foque más jurídico, y a mediados de los seten­ en la conformación de la Argentina moderna y
ta también se hace sentir la influencia de las los estudios sobre sectores populares son repre­
reflexiones metodológicas del alemán Helmut sentativos de los avances disciplinarios.
Coing. Ni los Annales braudelianos ni el mar­ En la historiografia destinada a estudiar la
xismo ejercieron atracción intelectual, dado sociedad rioplatense colonial, la etapa ftmda­
que ambos mostraron indiferencia ante el fe­ cional —que abarca la década del sesenta- se
nómeno histórico-jurídico. Un nuevo viraje caracterizó por un desarrollo local y relativa­
renovador es perceptible en los años ochenta, mente autónomo de la historia social colonial,
a través de un enfoque que, sin despojar al fe­ todavía muy ligada y en estrecha dependencia
98 nómeno histórico-jurídico de su condición de de la demografía histórica. José Luis Romero,
LA HISTORIOGRAFIA

Tulio Halperín Donghi, Nicolás Sánchez Al­ teoría del “crisol de razas”. En oposición a esa
bornoz y Ceferino Garzón Maceda impulsa­ visión del proceso inmigratorio se despliega
ron los nuevos estudios. El trabajo pionero de el enfoque que sostiene que el proceso de in­
Iosé Luis Moreno —que a partir del análisis de­ corporación de los inmigrantes a la sociedad
mográfico del censo de 1778 trataba de re­ argentina respondió más al modo de pluralis­
construir la estructura social de la Buenos Ai­ mo cultural que al “crisol de razas”; es decir,
res virreinal- implicó el paso de la demografía cuestiona las ideas de fusión, amalgama e hi­
al estudio de la sociedad. bridación y sostiene aquellas que subrayan la
La segunda etapa —que comprende hasta la perduración de identidades étnicas, de lími­
década del ochenta- está caracterizada por los tes, y propone la imagen de una sociedad co­
aportes extranjeros, especialmente estadouni­ mo mosaico cultural. Surge así una variedad
denses, a través de los trabajos de Susan Soco­ de estudios de casos que se focalizan en los di­
low sobre los comerciantes de Buenos Aires y versos grupos étnicos asentados en diferentes
la tesis sobre los artesanos de Lyman Iohnson. regiones del país, analizando la constitución
Grupos y estratos sociales de la sociedad colo­ sociodemográfica de cada grupo en particu­
nial argentina fueron estudiados a partir de la lar, sus formas de asociacionismo y los dife­
metodología y las fuentes puestas a punto por rentes patrones de comportamiento que los
los más recientes trabajos de historia social. caracterizaron.
Otra línea innovadora y de debate dentro Esta renovada mirada al proceso inmigra­
de la historia social fueron los estudios sobre torio ha contribuido de manera decisiva a
la inmigración. El análisis de esta temática en destacar la dimensión étnica en la historia de
la década del sesenta se insertó dentro de es­ la conformación de la sociedad y ha permiti­
tudios macrosociales que analizaban la con­ do repensar dicho proceso, en tanto cuestiona
solidación de la Argentina moderna y donde la disolución de las identidades parciales, a la
el fenómeno migratorio era considerado co­ vez que postula la pluralidad como un mode­
mo un factor clave en dicha modernización. lo deseable.
De acuerdo con esa vertiente historiográfica, Con respecto a los sectores populares y al
los estudios se caracterizaron por analizar la movimiento obrero, el recorrido historiográfi­
inmigración como un todo, sin tener en cuen­ co va desde la historia militante hacia el en­
ta la heterogeneidad interna de la masa mi­ foque sociológico característico de los años
gratoria; a la vez, se utilizaron métodos cuan­ sesenta, hasta una producción histórica preo­
titativos que buscaban establecer tendencias, cupada por capturar la concreta experiencia
mediciones y comportamientos promedios, histórica de los trabajadores y su significado
basándose en fuentes censales y estadísticas. para los actores en términos de identidad.
Los estudios más representativos son las obras En la historia militante existen cuatro his­
de Gino Germani, Iosé L. Romero, Torcuato torias escritas por sendos representantes de las
Di Tella, Francis Korn. Este tipo de análisis se principales corrientes que animaron la primera
unía a una visión exitosa y optimista del desa­ época del movimiento obrero: Diego Abad de
rrollo argentino y del papel de los extranjeros Santillán, Iacinto Oddone, Sebastián Marotta y
en ese desarrollo; en este contexto surgió la Rubens Iscaro. Cada una de estas obras se pro­ 99
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

ponía reivindicar una determinada línea ideo­ tó a los hechos vitales y la falta de coordina­
lógica en el seno del movimiento obrero orga­ ción y complementación de los resultados en
nizado, pero sobre todo apuntaron a recortar un cuadro coherente. En cambio, el panorama
una cierta identidad entre los trabajadores. de los estudios monográficos, ya sea de perío­
A partir de 1955, en el contexto de la reno­ dos, regiones, o fuentes estadísticas, ofrece
vación historiográfica en torno del Instituto de verdaderos progresos y una creciente atención
Sociología y el Centro de Estudios de Historia por parte de los historiadores.
Social dirigidos por Germani y Romero, surgió En relación con la demografia histórica re­
una serie de trabajos realizados por sociólogos, ferida a los tiempos posteriores, a la etapa esta­
politólogos, antropólogos que se concentraban dística, un aspecto básico son los esfuerzos para
en los sindicatos como agentes sociales de la corregir y ajustar la información demográfica.
modemización, la relación entre organizacio­ Por otra parte, una característica de los estudios
nes sindicales y estrategias políticas o los mo­ demográficos de este período —que lo distingue
delos de incorporación política de la clase del anterior- es un tratamiento de las tasas vita­
obrera. Un ejemplo de ello son algunos traba­ les en forma más sistemática.
jos de la compilación de Torcuato Di Tella Es­ En este proceso de expansión y especiali­
tructuras sindicales, de 1969. Más contemporá­ zación temática, la reflexión sobre la teoría y el
nearnente y por la influencia de la llamada método histórico, si bien fue menos cultivada,
historia desde abajo y sobre todo de los trabajos adquirió presencia entre las obras de Antonio
de Eric Hobsbawm y Edward Thompson, se Pérez Amuchástegui, especialmente en Intro­
empezó a atender a los trabajadores mismos, a ducción a la Historia. Del Epos a la Historia
sus experiencias y condiciones de vida. científica: una visión de la historiografia a tra­
La historia demográfica argentina es otro vés del método y en Algo más sobre la Historia:
campo de indagación que ha denotado avan­ teoría y método sobre la investigación histórica
ces notables a partir de la segimda mitad del (ambas en colaboración con Jorge Luis Cassa­
siglo XX. Con anterioridad a la década del se­ ni), que se constituyeron en referentes inelu­
senta, los trabajos propiamente históricos o dibles sobre los problemas teóricos metodoló­
retrospectivos son escasos, pero en los años gicos e historiograficos.
posteriores se advierte un cambio importante,
exteriorizado no sólo en el aumento del nu­
mero de trabajos, sino también en la diversifi­ LAS HISTORIOGRAFÍAS PROVINCIALES
cación temática.
Con respecto a la producción de conjunto En este lapso, la historiografía del interior
referida a los tiempos anteriores a 1869, los hizo significativos avances en su proceso de
progresos en lograr una visión de conjunto profesionalización e institucionalización y de
fueron muy limitados y ello deriva en gran paulatina renovación temática y metodológi­
parte de la falta de monografías de base y de la ca. Las juntas de estudios históricos vieron re­
limitada difusión de la bibliografía de detalle cortado su campo de acción con la creación de
que fue acumulándose en estas décadas. A ello los departamentos de historia en las universi­
100 hay que añadir la escasa atención que se pres­ dades en todas las provincias.
LA HISTORIOGRAFÍA

En el Noroeste, la importante gestión en realizaron labor historiográfica sin tener for­


beneficio de las historias provinciales desa­ mación profesional específica y la segunda, in­
rrollada por la generación del treinta tuvo tegrada por los historiadores profesionales.
continuidad con el quehacer de una nueva ge­ Ejemplos notorios de quienes contaban con
neración que comenzó a manifestarse biblio­ una formación universitaria en Derecho son
gráficamente a partir de los cincuenta. Esta ge­ los doctores Carlos Melo y Carlos Luque Co­
neración se distinguía por una mayor lombres. Al primero se le debe una historia de
presencia de egresados universitarios con for­ la provincia que constituye uno de los capítu­
mación especializada y su producción se desa­ los de la Historia argentina contemporánea pu­
rrolló a partir de los años cincuenta y se pro­ blicada por la Academia Nacional de la Histo­
longó por lo menos hasta fines de la década ria en 1967, un esfuerzo de síntesis desde una
del ochenta. Son trabajos donde predomina­ preeminente perspectiva política e institucio­
ban las temáticas políticas, culturales, institu­ nal. Tampoco se puede omitir la introducción
cionales y eclesiásticas. Por otra parte, en varios a su obra Constituciones de la provincia de Cór­
de estos autores se comprueba una adscripción doba, publicada en 1950, donde expone el ori­
a la corriente revísionista, preocupada por la gen y desarrollo de las instituciones políticas
reivindicación de los caudillos federales repre­ de la provincia a partir de 1776. Las dos obras
sentativos del Noroeste: Heredia, Ibarra, Peña­ traslucen el conocimiento prolijo del Derecho
loza, Varela. Esta generación completa la tarea público. Luque Colombres fue un minucioso
de formular las historias provinciales como la investigador de la historia colonial y en espe­
Historia de La Rioja de Armando R. Bazán, la cial de la provincia. Es imposible prescindir de
Historia de Jujuy de Emilio Bidondo, la Histo­ sus investigaciones al abordar los inicios de la
ria colonial de Catamarca de Gaspar Guzmán, ciudad de Córdoba y las primeras etapas del
la Historia del Tucumán de Carlos Páez de la proceso colonizador. Su obra más representa­
Torre y la Historia de Santiago del Estero de tiva, Orígenes históricos de la propiedad urbana
Néstor Achával. (siglos XVI Y XVII), se publicó en 1980. En
En la historiografía del Noroeste se advierte cinco capítulos, cada uno de los cuales irnpor­
una renovación temática y metodológica en los ta un corte horizontal -1600, 1625, 1650, 1675
últimos años. En 1959, Horacio Bliss fue el ini­ y 1700-, el autor presenta a través de cada
ciador de la investigación especializada en histo­ manzana y cada solar la evolución urbana de
ria económica, que tomó forma con la creación la ciudad.
del instituto respectivo en la Facultad de Cien­ Dentro del grupo no especializado se des­
cias Económicas de Tucumán. Ramón Leoni taca, además del padre Pedro Grenon, Efraín
Pinto, desde su preocupación metodológica, Bischoff, cuya producción se mueve entre la
produjo verdaderos aportes a la historiografía evocación y la narración lineal y abarca desde
tucumana. Otra linea de trabajo fue la de la his­ el artículo periodístico hasta libros. Sus temas
toria regional exteriorizada principalmente en son preferentemente políticos y culturales a
la Historia del Noroeste argentino de Bazán. partir de la época de la Revolución de Mayo.
La historiografía de Córdoba reconoce dos En épocas más recientes se conformó una
vertientes. La primera, integrada por quienes generación de profesionales, la mayoría de 101
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

ellos nucleados en torno a Carlos Segreti en el cundo Arce con Entre Ríos en los albores de Ia
Centro de Estudios Históricos, autores de tesis Revolución de Mayo, Beatriz Bosch con Urqui­
doctorales y de investigaciones que abordaron za y su tiempo y Manuel Machi, autor de Ur­
diversas temáticas, desde la historia colonial quiza el saladerista. Hubo un predominio de la
hasta los procesos económicos y sociales del historiografía política, pero no se descartó el
siglo XX. También la Iunta Provincial de His­ estudio de otros sectores. Así, en 1966, se edita
toria reúne a investigadores e historiadores el libro Historia de la instrucción pública en En­
con distinta formación, cuyas producciones se tre Ríos y en 1978, Historia social y económica
condensan en la Revista publicada desde 1960 de Entre Ríos 1600-1854 de Oscar F. Urquiza
y en la serie Cuadernos de Historia. Almandoz. Desde el punto de vista de la cons­
La historiografia cuyana se caracterizó por trucción del conocimiento histórico, predomi­
la culminación de la labor historiográfica ini­ na el modelo erudito con un tratamiento lineal
ciada en la primera mitad del siglo XX y por la del tiempo, cuya duración está en relación di­
gradual incorporación de temáticas y de nue­ recta con la documentación disponible. La na­
vas metodologías. El Segundo Congreso de rración del episodio militar, la Semblanza bio­
Historia de Cuyo, en 1961, fue propicio para el gráfica del personaje y la crónica del hecho son
intercambio de ideas, originando vínculos en­ materia de interés recurrente.
tre sectores con preocupaciones comunes y En los años inmediatamente anteriores a
alentando la investigación en temas regionales. 1983, diversos autores santafesinos se ocupa­
Algunas de las contribuciones de este encuen­ ron en estudiar distintos aspectos de la histo­
tro quedaron plasmadas en Trabajos y Comuni­ ria provincial a través de trabajos monográfi­
caciones de La Plata. En Mendoza, varios egre­ cos de variada importancia. En el aspecto
sados de la universidad completaron sus político cabe. mencionar a Leoncio Gianello
estudios en España, .trabajando sus tesis sobre (Historia de Santa Fe, Historia de López, Histo­
temas regionales pero con fuentes del Archivo ria del Congreso de Tucumán) y Miguel Angel
General de Indias; entre ellos, Edberto Oscar De Marco (Orígenes de la política santafesina e
Acevedo y Pedro Santos Martínez. Jorge Coma­ Historia de Rosario, éste en colaboración con
drán Ruiz presentó el primer trabajo de perio­ Oscar Luis Ensinck); en la faz económica, del
dización de la época hispánica; Martínez incur­ autor mencionado en último término, traba­
sionó en temas no convencionales en Historia jos sobre moneda, bancos, desarrollo de la
económica de Mendoza durante el Virreinato y agricultura y'la ganadería; en historia eclesiás­
Acevedo indagó sobre las actitudes mentales en tica, Américo A. Tonda. La Iunta Provincial de
la época de la Revolución de Mayo. De modo Estudios Históricos, a través de su antigua y
que la historia político-militar fue complemen­ prestigiosa revista, y el Instituto de Historia de
tada por el análisis socioeconómico, incorpo­ la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
rando fuentes importantes para la historia de mediante su serie Monografías y Ensayos, ade­
Cuyo, como los archivos chilenos. más de la revista Res Gesta, dieron notable irn­
La historiografía de Entre Ríos estuvo re­ pulso a la investigación.
presentada por un grupo de historiadores que la historiografía del Nordeste surge en la se­
102 la representan paradigmáticamente, como Fa­ gunda mitad del siglo y el factor que más incidió
LA HISTORJOGRAFÍA

en ello fue la creación de la Universidad del Nor­ Con respecto a la historiografía patagóni­
deste y de su Departamento de Historia, que ca, la institucionalización y profesionalización
desde 1958 recibe a un grupo de profesionales de la disciplina se produjo con la aparición de
procedentes fundamentalmente de Buenos Ai­ instituciones de carácter universitario o de ni­
res. En 1967 se creó —en la Facultad de Humani­ vel terciario que provocaron una profunda
dades con asiento en Resistencia- el Instituto de transformación en la forma de investigar, en­
Historia, entidad que desde entonces y hasta señar y difundir la historia, entre ellas, la Uni­
1983 fue dirigida por Emesto I. A. Maeder. La la­ versidad Nacional del Sur.
bor del instituto se volcó fundamentalmente a la En cuanto a la producción, no existe una
reconstrucción de la historia regional, al releva­ historia patagónica integral. Se cuenta con al­
miento bibliográfico y a la heurísüca documen­ gunos intentos de bosquejar una historia del
tal, surgiendo de ello Compilaciones de fuentes, todo continental, estudios históricos sobre su­
índices bibliográficos y trabajos monográficos bregiones, territorios y provincias, y trabajos
referentes a distintos aspectos. En 1979, por un específicos sobre pueblos o algunas temáticas
convenio celebrado con el CONICET y la Fun­ particulares. Dentro de la historia colonial pa­
dación para el Desarrollo del Nordeste, fue crea­ tagónica, la temática más extendida es la refe­
do el Instituto de Investigaciones Geohistóricas, rida a la navegación, el descubrimiento y las
con el objetivo de promover el desarrollo de di­ exploraciones en el Atlántico Sur. Sobre la
chos estudios de la región, formar investigado­ problemática del mar, se destaca la Historia
res y técnicos y prestar asesoramiento a institu­ marítima argentina, editada por una comisión
dones oficiales y privadas en el área de su presidida por Laurio Destefani. Dentro de la
competencia. El aspecto escogido preferente­ historiografía patagónica de la época hispáni­
mente como objeto de investigación fue el pro­ ca también se encuentran los trabajos de Her­
ceso de poblamiento y ocupación del espacio en nán Silva, especialmente La economía pesquera
el Nordeste argentino. Pero también se elabora­ en el Virreinato del Río dela Plata. Con respec­
ron trabajos sobre aspectos económicos, sociales to a las subregiones, Rosario Güenaga aborda
y culturales de las provincias de la región, así co­ la expansión hacia‘las regiones australes, los
mo Compilaciones documentales que se dieron ciclos económicos, los conflíctos limítrofes, la
a conocer a través de sus diferentes series docu­ inmigración y la demografía. Por su parte, la
mentales. El instituto desarrolla sus actividades zona norpatagónica ha recibido también es­
en coordinación con el Instituto de Historia de fuerzos interpretativos por un equipo del De­
la Facultad de Humanidades. Ambas entidades partamento delHistoria de la Universidad del
publicaron algimos de los trabajos realizados en Comahue. Muchos trabajos vinculados a te­
la revista Folia Histórica del Nordeste, que se ini­ mas específicos, como la Conquista del De­
ció en 1975. En este período también se escribie­ sierto y el poblamiento, o a aspectos políticos
ron algunas historias generales de las provincias y particularmente sociales y económicos de
de la región. El más importante aporte estuvo Río Negro y Neuquén, se vinculan entre sí pa­
dado por las que integran el plan de la Historia ra mostrar procesos que superan las lirnitacio­
argentina Contemporánea editada por la Acade­ nes provinciales. Sin embargo, pese a la pre­
mia Nacional de la Historia. sencia de estos tipos de estudios, la mayoría de 103
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

la producción se encuentra limitada por la cionales, la evolución social, el derecho preté­


configuración territorial o provincial rito, las corrientes espirituales e ideológicas, el
arte antiguo y las estructuras económicas del
pasado. El Boletín del Instituto de Historia Ar­
ALGUNAS OBRAS GENERALES gentina "Dr. Emilio Ravignani", en su segunda
Y REVISTAS serie, continuó editándose de 1956 a 1973, con
un número discontinuo en 1980, con preemi­
Es importante destacar que esta diversifi­ nencia de la historia política y del siglo XIX y
cación temática, temporal y espacial de la pro­ un importante protagonismo de los discípulos
ducción histórica fue posible gracias a la ex­ de la Nueva Escuela Histórica, siendo funda­
pansión institucional y editorial. En este mental la presencia de Ricardo Caillet Bois.
período se multiplicaron las obras generales, Res Gesta, vocero del Instituto de Historia de
los institutos y revistas especializadas, produc­ la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de
to de iniciativas privadas y oficiales. Con res­ la Pontificia Universidad Católica Argentina,
pecto a las primeras, a las ya mencionadas en dirigida por Miguel Ángel De Marco, reúne
las páginas precedentes, merecen citarse la ya los aportes de los miembros del instituto y
referida Historia argentina contemporánea también de otros investigadores argentinos,
1862-1930, editada por la Academia Nacional incluyendo artículos de arquitectura, arte, his­
de la Historia; la Historia argentina dirigida toria europea, americana y argentina, diplo­
por Roberto Levillier, integrada por cinco vo­ macia, derecho; historia eclesiástica, de la edu­
lúmenes y destinada no sólo a especialistas si­ cación, económica, política, militar, social,
no al público lector hispanoamericano y que historiografía y teoría de la historia. La Revis­
contó con destacados colaboradores como Ri­ ta de Historia ‘Americana y Argentina del Insti­
cardo Caillet Bois, Enrique de Gandía, Leon­ tuto de Historia de Ia Facultad de Filosofía y Le­
cio Gianello, Ricardo Zorraquín Becú y Bea­ tras de Ia Universidad Nacional de Cuyo fue
triz Bosch, entre otros, y la Historia de los creada por Edberto Oscar Acevedo en 1956 y
argentinos de Carlos Alberto Floria y César A. los aportes incluyen problemáticas de la pre­
García Belsunce, que ofrece una síntesis con historia, la paleografía, la historia política, mi­
amplia base documental del proceso histórico litar, social, económica y del pensamiento en
desde la conquista hispánica hasta la caída de las áreas de historia americana y argentina. El
Perón. Anuario de la Sociedad de Historia Argentina
La cantidad de revistas especializadas se —organismo no universitario cuya figura cen­
incrementó, y se destacan algunas por su per­ tral fue Abel Chanetón- se publicó entre 1940
manencia y representatividad institucional. y 1947 con una temática variada, predomi­
Investigaciones y Ensayos, publicación de la nando los trabajos referidos a la época hispá­
Academia Nacional de la Historia, que se su­ nica. El Boletín del Instituto de San Felipe y
mó al Boletín de la Academia que aparecía des­ Santiago de Estudios Históricos de Salta consti­
de 1924, incluye, desde su primer número en tuye una publicación provincial de sostenida
1966, trabajos referidos a la historia política, duración desde 1938, con una línea temática
104 institucional, militar, a las relaciones interna­ política, militar e institucional.
LA HISTORIOGRAFÍA

Por último, un aspecto no menor en la pretérita. Este estilo hizo de Todo es Historia
evolución de la historiografía atañe a la divul­ una tribuna libre, seria, entretenida y garante
gación y recepción del discurso histórico. En de lia identidad y cultura nacionales.
este sentido, una vez constituido y consolidado Esta expansión y especialización del campo
el campo profesional, un imperativo era lograr historiográfico delineada se profundiza con la
que los avances, las perspectivas y los debates apertura cultural y la fluidez de los contactos
sobre el conocimiento histórico trascendieran con los mundos académicos centrales que si­
los círculos y publicaciones estrictamente aca­ guieron a los años de la restauración democrá­
démicos y fueran accesibles al público lector. tica en la década del ochenta y con la adopción
En este sentido, la aparición de Todo es Histo­ de los enfoques microanalíticos y culturalistas,
ria, bajo la acertada dirección de Félix Luna, al mismo tiempo que la originaria aspiración
fue una respuesta adecuada a esa demanda de al conocimiento de la totalidad, a través de las
la sociedad y su expresión más paradigmática. macrointerpretaciones, sucumbía también en
Desde la aparición de su primer número en medio de la fragmentación y la llamada crisis
mayo de 1967, sus páginas abordaron, en un de los grandes relatos e interpretaciones.
clima de apertura y tolerancia, los más diversos Como conclusión de esta trayectoria casi
temas, desde la prehistoria hasta las problemá­ secular, la historiografía argentina del siglo XX
ticas más contemporáneas, permitieron un se caracterizó por una profunda transforma­
mayor conocimiento de todo el país y no de ción, metamorfosis que involucró, en un pro­
sus distritos privilegiados e hicieron posible la ceso no lineal y regionalmente desigual, las te­
reconstrucción no sólo de los espacios y acto­ máticas, las perspectivas metodológicas y las
res públicos sino también de la vida cotidiana líneas interpretativas, así como los problemas
de hombres y mujeres anónimos como actores vinculados a las condiciones de producción y
históricos de la compleja y cambiante realidad difusión del conocimiento histórico.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

La historiografía argentina cuenta con especial en la de las últimas décadas y en las


una nutrida producción desde los inicios del producciones regionales, por lo cual se sugie­
período abordado; sin embargo, en esta breve re al lector la consulta directa de las obras, te­
orientación es necesario realizar un impor­ niendo en cuenta la orientación global aporta­
tante recorte de ésta. Por esta razón es que se da por este capítulo.
incluyen sólo las obras de consulta ineludible Entre las obras generales y precursoras de
a la hora de encarar la temática historiográfi­ la historiografía, cabe citar a ROMULO D. CAR­
ca, y algunos artículos que pueden resultar BIA, Historia de la historiografía argentina, La
interesantes para profundizar problemas no Plata, 1925. El autor se introduce desde el
suficientemente desarrollados en el capítulo. principio en el problema del conocer históri­
Es importante aclarar, además, que existen co, adscribiendo al pensamiento de Benedetto
ciertos vacíos en la historiografía argentina, en Croce y realizando un estudio exhaustivo de 105
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

las escuelas básicas que hasta el momento se específico que los anteriores, aunque las con­
habían desarrollado en la Argentina. Estas es­ tribuciones allí reunidas responden a la auto­
cuelas son agrupadas en cuatro grandes con­ ría de diferentes historiadores de renombrada
juntos: los historiógrafos providencialistas, los trayectoria. El primer tomo centra su atención
positivistas, los románticos y la Nueva Escuela en los orígenes de la Junta de Historia y Nu­
Histórica, que apenas logra esbozar, debido a mismática Argentina hasta la conformación
que se encontraba en su etapa formativa al de la Academia Nacional de la Historia, pasan­
momento de la edición del libro. Todo el tra­ do revista a las diferentes etapas y orientacio­
bajo goza de una descripción detallada de los nes del desarrollo de la institución. La segun­
autores como también de un análisis teórico­ da parte de este tomo se aboca al análisis
metodológico muy minucioso. Hay dos edi­ particular de la Nueva Escuela Histórica, la
ciones posteriores, de 1939 y 1940. Escuela Histórica de La Plata, el revisionismo
Otra publicación general que se puede con­ de los años veinte y treinta, y otras tendencias
sultar es el trabajo de HORACIO JUAN CUCCORE­ destacadas hasta 1938. El segundo tomo con­
sE, Historia crítica de la historiografía socioeco­ grega la historiografía de las provincias y las
nómica argentina del siglo XX, La Plata, 1975. relaciones de la historia con otras disciplinas
Esta obra, de mayor actualidad que la anterior, como la política, la sociología, el derecho, la
toma como centro del análisis la historiografía geografía, el arte, la antropología, el folklore,
económico-social del siglo XX, señalando las la literatura, la filosofía y las ciencias duras,
grandes orientaciones y volcándose al estudio para culminar con varios capítulos abocados a
de las personalidades paradigmáticas de cada la proyección de la historiografía en la socie­
una de estas corrientes. Así, por ejemplo, abor­ dad. Gran parte de esta importante obra está
da la trayectoria de Iuan Agustín García, Iuan referida a los aspectos institucionales que sen­
Álvarez, Iuan B. Iusto, José Ingenieros, Ricardo taron las bases de las diferentes escuelas. Asi­
Levene, Emilio Coni, Raúl Scalabrini Ortiz y mismo, el texto brinda no sólo un panorama
Ricardo M. Ortiz. A cada uno de ellos los inser­ general de la producción historiográfica ar­
ta dentro del contexto general de la corriente gentina en el período señalado sino un análi­
que representan, para luego analizar su concep­ sis teórico-metodológico de las obras y su va­
ción de la historia, la opinión que despertaron loración a la luz de las nuevas tendencias.
en sus contemporáneos y el juicio crítico ac­ Una producción abarcativa y de consulta
tual. Este último apartado reúne profundas ob­ obligatoria es la editada por el COMITE INTER­
servaciones metodológicas y teóricas sobre los NACIONAL DE CIENCIAS HIsToRIcAs, COMITÉ AR­
autores, que son ejemplificadas con detalles y GENTINO, Historiografia Argentina (1958­
citas concretas de los trabajos analizados. 1988). Una evaluación crítica de la producción
La obra de la ACADEMIA NACIONAL DE LA histórica argentina, Buenos Aires, 1990. Este
HISTORIA, La Iunta de Historia y Numismática libro tiene la ventaja de reunir el quehacer his­
Americana y el movimiento historiográfica en Ia toriográfico desde 1958 hasta 1988, bajo la mi­
Argentina (1893-1938), dos tomos, Buenos Ai­ rada analítica y reflexiva de destacados histo­
res, 1996, es otro aporte importante y de ca­ riadores, que en cada uno de los capítulos
[06 rácter general. El período considerado es más tratan una especialidad, teniendo en cuenta
LA HISTORIOGRAFÍA

los diferentes enfoques y tendencias del perío­ que puede resultar de gran utilidad a la hora
do: historia del derecho y de las instituciones, de encarar un estudio más profundo de cual­
historia colonial, regional, del arte y la arqui­ quiera de las problemáticas abordadas.
tectura, económica, medieval, política, social, En esta misma línea, pero tomando un pe­
moderna, agraria, de las ideas, de las relacio­ ríodo más acotado, se encuentra el trabajo de
nes internacionales y demográfica. La publica­ HUGO BIAGINI, HEBE CLEMENTI y MARILÚ Bou,
ción representa un esfuerzo de recopilación, Historiografía argentina: La década de 1980,
sistematización y análisis que refleja la expan­ Buenos Aires, 1996. Este libro, de característi­
sión temática en el campo de la historia. cas similares a la obra de Bagú, pasa revista a
En esta misma linea, aunque poniendo el la historiografía argentina e incluso extranjera
centro de atención en las diferentes escuelas o de la década del ochenta, agrupándola en
tendencias historiográficas, se ubica la compi­ grandes períodos, como historia colonial, de la
lación dirigida por FERNADO Dsvoro, La histo­ independencia a la caída de Hipólito Yrigo­
riografía argentina en el siglo XX, dos tomos, yen, golpes de Estado y redemocratización,
Buenos Aires, 1994. El primer tomo se aboca a etc. Su carácter, más acotado que la obra de
la indagación del período de institucionaliza­ Bagú, le permite realizar una valoración ma­
ción de la disciplina en la Argentina, el surgi­ yor de las publicaciones señaladas, atendiendo
miento de la Nueva Escuela Histórica y el re­ por momentos a su contexto de producción o
visionismo histórico. El segundo indaga a ciertos aspectos metodológicos y teóricos.
centralmente la historiografía profesional en­ No obstante, no se trata de un libro que bus­
tre 1955 y 1966, período fundamental en que que el estudio detallado de cada obra sino que
las nuevas propuestas apuntaron a sustituir el tiende a brindar un mapa orientativo de la
paradigma erudito. Se analizan los aspectos de historiografía de los ochenta.
la renovación en el campo de la historia eco­ Estas obras de carácter general se comple­
nómica y social y en los diferentes espacios mentan con otras que, con objetivos menos
institucionales. El volumen cierra con la histo­ ambiciosos, pretenden analizar la producción
riografía profesional posterior a la renovación histórica dentro de temáticas, períodos o re­
democrática de 1983. giones específicas. Su principal ventaja es que,
Junto a las publicaciones mencionadas por su mayor recorte espacial, temporal o te­
conviven otras de carácter más bibliográfico mático de la realidad, pueden profundizar más
que crítico, como la de SERGIO BAGÚ, Argenti­ ampliamente en la historiografia argentina.
na 1875-1975. Población, economía, sociedad. Entre los artículos centrales que se abocan
Estudio temático y bibliográfico, Buenos Aires, a la Nueva Escuela Histórica, se puede citar el
1983. Esta contribución aporta un panorama de VICTOR TAU ANZOATEGUI, “Historia, dere­
general, agrupando las grandes temáticas co­ cho y sociedad. En torno a la concepción his­
mo población, economía y sociedad. El análi­ tórico-jurídica de Ricardo Levene”, Investiga­
sis delas obras es, sin embargo, escaso y poco ciones y Ensayos, n° 35, Buenos Aires, julio de
detallado. El valor del libro no reside en su 1983-junio de 1984, págs. 87-120. El autor in­
aporte teórico-metodológico sino en la com­ tenta rescatar, a lo largo de este artículo, los
pilación y sistematización de la bibliografia aportes de Ricardo Levene a la historia del De­ 107
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

recho, destacando la actualidad de su pensa­ gráfica; sin embargo, es importante señalar cier­
miento en los debates y problemáticas con­ tos aportes de ineludible consulta como el de
temporános. Por su parte, NORA PAGANO y DIANA QUATTROCCHI-WOISSON, Los males de la
MARTHA RODRIGUEZ indagan en la etapa de memoria. Historia y política en la Argentina,
profesionalización y consolidación de la disci­ segunda impresión, Buenos Aires, 1998. Este
plina histórica, pero particularizando más en profundo estudio del revisionismo histórico
los debates centrales dentro de la Nueva Es­ parte de la producción historiográfica para ana­
cuela Histórica que en el pensamiento de cada lizar las diferentes etapas de su desarrollo, los
uno de sus integrantes. El ensayo de dichas au­ contextos de producción que le han dado ori­
toras, “Las polémicas historiográficas en el gen, sus facetas institucionales y los aspectos es­
marco de la profesionalización y consolida­ pecialmente ideológicos subyacentes. Cada uno
ción de la disciplina histórica”, Estudios Socia­ de los rasgos distintivos del revisionismo, tales
les, n° 17, segundo semestre, 1999, págs. 35-47, como su espíritu reivindicador, moralizador y
es relevante y de carácter interpretativo. nacionalista, quedan plasmados en el análisis de
Para ahondar en la etapa de institucionali­ las obras concretas y de los autores particulares.
zación de la disciplina en las diferentes pro­ Por su parte, desde un enfoque menos de­
vincias o regiones, puede consultarse la obra tallado pero sí profundo y esencialmente inter­
ya citada de la ACADEMIA NACIONAL DE LA HIS­ pretaüvo, TUIIo HALPERIN DONGHI propone en
TORIA, y algunos artículos destacados, como Ensayos de historiografía, Buenos Aires, 1996,
los de ARMANDO RAUL BAzAN, “La historiogra­ un espacio dedicado al revisionismo en la Ar­
fía riojana, desde Sarmiento a David Peña”, In­ gentina. En el mismo volumen puede consul­
vestigaciones y Ensayos, n° 29, Buenos Aires, ju­ tarse su trabajo sobre el pensarninento y la
lio-diciembre de 1980, págs. 113-154; RAMÓN producción. historiográfica de Iosé Luis Rome­
LEONl PINTO, “Historiografía de Tucumán ro. Tanto este trabajo como otro del mismo
(1880-1950). Autores, obras y problemas”, en autor, “Un cuarto de siglo de historiografía ar­
AUTORES VARIOS, Antonio Pérez Amuchástegui. gentina, 1960- 1985”, Desarrollo Económico, vol.
(1921-1983). In memoriam. La Historia como 25, n° 100, Buenos Aires, 1986, págs. 487-520,
cuestión, Buenos Aires, 1995, págs. 53-88. Es­ constituyen un esfuerzo de interpretación más
tos artículos atienden al estudio concreto de que de compilación de las temáticas tratadas.
las diferentes producciones locales en el perío­ En ambos estudios, el objetivo es realizar un
do señalado, pero mientras Leoni Pinto agru­ balance analítico que apunte a contextualizar
palos trabajos teniendo en cuenta las diferen­ cada tendencia historiográfica, a la vez que ob­
tes generaciones, Bazán lo hace tomando servar sus peculiaridades, aportes y falencias.
como punto de partida y eje del trabajo el es­ Para el período de la renovación historio­
quema histórico sarmientino, para luego se­ gráfica que se produce en las décadas del cin­
ñalar sus repercusiones en la historiografia cuenta y sesenta, puede apelarse a diferentes
riojana y las diversas refutaciones que ha sufri­ artículos. La repercusión de la escuela de los
do en etapas posteriores. Annales en la Argentina ha sido considerada
El revisionismo histórico, por su parte, ha por FERNANDO Dsvoro, “Itinerario de un pro­
108 dado lugar a una amplia producción historio­ blema: Annales y la historiografía argentina
LA HISTORIOGRAFÍA

(1929-1965)”, Anuario IEHS, n° 10, Tandil, de la renovación en la revista Trabajos y Co­


1995, págs. 155-175; IUAN CARLOS KOROL, “Los municaciones, resulta de utilidad el artículo de
Annales y la historiografía argentina” y HEBE TALIA VIOLETA GUTIERREZ Y ADRIAN GUSTAVO

PELOSI, “Imágenes de los Annales en la histo­ ZARRILLI, “Trabajos y Comunicaciones. Singu­


riografía argentina del siglo XX”, los dos últi­ laridad de una expresión editorial en los estu­
mos en un número especial de la revista Esla­ dios históricos de La Plata, 1949-78”, Trabajos
bones, n° 7, enero-junio de 1994, págs. 12-30 y y Comunicaciones, Segunda época, n° 25, La
82-93. De estos tres autores, es Fernando De­ Plata, 1999, págs. 11-41.
voto el que adopta una opinión marcadamen­ Para obtener un balance de algimas de las
te divergente, observando que los encuentros obras más importantes de historia política es
entre los distintos historiadores de Annales y destacable el trabajo de ENRIQUE ZULETA ALVA­
las personas o grupos argentinos constituye­ REZ, “El nacionalismo argentino: veinte años
ron más momentos específicos y singulares, después (1975-l995)”, en ACADEMIA NACIONAL
que una influencia rotunda y global de Anna­ DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES DE CÓRDOBA,

les sobre la historiografía argentina. El autor Historia y evolución de las ideas políticas y filosó­
se aboca a explorar las relaciones entre las su­ ficas argentinas, Córdoba, 2000, págs. 347-372.
cesivas generaciones y grupos de franceses y Los debates importantes de historia económica,
argentinos. así como algunas de los trabajos más valiosos de
Sobre la vertiente sociológica de la disci­ la segunda mitad del Siglo XX, han sido trata­
plina histórica y el movimiento intelectual dos adecuadamente por ROBERTO CORTÉS CON­
impulsado por Gino Germani en la década de DE, “Historia económica: nuevos enfoques”, en
1950, puede consultarse: IORGE RAÚL IORRAT y OSCAR CORNBLIT (compilador), Dilemas del co­
RUTH SAUTU, Después de Germani. Exploracio­ nucmiento histórico, argumentaciones y contro­
nes sobre la estructura social de la Argentina, versias, Buenos Aires, 1992, págs. 123-140. El
Buenos Aires, 1992. En este libro se examina el debate sobre la industrialización en la Argenü­
pensamiento de Gino Germani y los concep­ na está extensamente tratado en varios artículos
tos que vertebran su obra: la modernización, contenidos en el número 13 del Anuario IEHS.
la movilización y la marginalidad, nociones Autores de la talla de Ezequiel Gallo, Roberto
que han contribuido a comprender y a expli­ Cortés Conde, Iorge Schvarzer, Femando Roc­
carla Sociedad argentina del siglo XX. chi y María Inés Barbero desarrollan diferentes
En lo relativo a la expansión temática de la aspectos y facetas del problema. MARIA INES
segunda mitad del siglo XX, las obras de histo­ BARBERO, particularmente, adopta un enfoque
riografía son más dispersas que para las etapas historiográflco realizando un balance de las di­
anteriores. Ya se mencionó, como libro central ferentes perspectivas y controversias que ha
para este período, la compilación realizada despertado el tema en la Segunda mitad del Si­
por el COMITE INTERNACIONAL DE CIENCIAS glo XX: “El proceso de industrialización en Ar­
HISTORICAS; a ella pueden agregarse trabajos gentina: viejas y nuevas controvercias”, Anuario
particulares sobre las diferentes temáticas his­ IEHS, n° 13, Tandil, 1998, págs. 131-143.
tóricas. Para un estudio más profundo de la La historia social de esta etapa ha sido espe­
escuela histórica de La Plata y la repercusión cialmente fructífera en la indagación de la pro­ 109
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

blemática obrera, a cuyo balance puede arri­ dios rurales en la Argentina durante el siglo
barse a través de MARIA CECILIA CANGIANO, XX”, en NORMA GIARRAccA (coordinadora),
“Pensando a los trabajadores: la historiografía Estudios rurales. Teorías, problemas y estrate­
obrera contemporánea argentina entre el dog­ gias metodológicas, Buenos Aires, 1999, págs.
matismo y la innovación”, Boletín del Instituto l-40. Este trabajo concede especial importan­
de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio cia a los aportes teóricos y metodológicos de
Ravignani”, Tercera serie, n° 8, Buenos Aires, las investigaciones analizadas, a los principales
segundo semestre de i993, págs. 117-132; debates del momento y a la influencia de los
LEANDRO GUTIÉRRFJ y LUIS ALBERTO ROMERO, avatares institucionales en la producción his­
“Los sectores populares y el movimiento obrero tórica de los procesos agrarios y mundos rura­
en Argentina: un estado de la cuestión”, Boletín les de la Argentina.
del Instituto de Historia Argentina y Americana Finalmente, DIEGO ARMUS, “Diez años de
“Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, n° 3, Bue­ historiografía sobre la inmigración masiva a la
nos Aires, 1° semestre de 1991. En esta misma Argentina", Estudios Migratorios Latinoameri­
línea, pero destacando más específicamente la canas, año 2, n° 4, Buenos Aires, diciembre de
influencia del pensamiento de Hobsbawm y del 1986, págs. 431-455, proporciona un balance
marxismo en la historiografía argentina de los detallado de la bibliografía producida entre
sesenta, se cuenta con el trabajo de HILDA SABA­ los inicios de la década del setenta y mediados
‘ro, “Hobsbawm y nuestro pasado”, Punto de de los ochenta sobre la inmigración masiva
Vista, n° 46, Buenos Aires, agosto de 1993, págs. que vivió la Argentina entre 1870 y 1930. Este
13-17. trabajo tiene no sólo la ventaja de señalar y va­
Los estudios rurales, desde sus orígenes y lorar las obras centrales de la problemática
en particular durante el período de renova­ migratoria sino también la de observar los va­
ción, son ampliamente tratados por NORMA cíos y deficiencias que ha dejado la historio­
GIARRACCA, “Las ciencias sociales y los estu­ grafia del período.

ll0
S 9. LA LITERATURA

Antonio Requeni

Según el historiador británico Eric Hobs­ tos de renovación producidos en Europa y los
bawm, el siglo XX empezó en 1914, con el esta­ Estados Unidos. A ese período —los años vein­
llido de la Primera Guerra Mundial, y terminó te- pertenece la más brillante promoción poé­
en 1989, con la caída del Muro de Berlín. De ser tica argentina. Sus representantes, la mayoría
así, los 75 años que median entre uno y otro muy jóvenes entonces, prolongaron su activi­
acontecimiento habrían sido pródigos no sólo dad (modificando, con el tiempo, sus posicio­
en episodios decisivos para el porvenir de la nes iniciales) hasta bien entrada la segunda
humanidad sino en la irrupción de movimien­ mitad del siglo. Mientras tanto, fueron ocu­
tos y estilos literarios que, en cierta medida, tu­ pando la escena literaria sucesivos grupos ge­
vieron relación con dichas circunstancias his­ neracionales como los del cuarenta, del sesen­
tóricas. La literatura argentina no fue ajena a ta y posteriores, casi todos con matices más o
las corrientes que se originaron en los más irn­ menos comunes, aunque siempre existieron
portantes centros culturales del llamado Occi­ dentro del conjunto poetas que se apartaron
dente (Europa y los Estados Unidos) y ella mis­ de la homogeneidad. Es sabido que el enca­
ma, a su vez, generó voces propias -Iorge Luis sillamiento en generaciones ayuda a la expo­
Borges, Julio Cortázar— que repercutieron tam­ sición didáctica pero no debe tomarse de
bién en otros ámbitos geográfico-literarios. manera estricta. Cada poeta es una individua­
lidad que sigue los dictados de sus propios
temperamento, sensibilidad e inclinaciones
LA POESÍA estéticas. No obstante, por compartir las mis­
mas inquietudes, el clima espiritual y las ten­
En poesía, tras el modernismo rubenda­ dencias de la época, los integrantes de cada
riano, llega el turno del llamado posmoder­ generación suelen reaccionar de modo pareci­
nismo, que pronto se dividió en distintas ver­ do y presentan, por lo tanto, rasgos afines al
tientes: el neorromanticismo, el sencillismo y margen de sus estilos personales.
formas precursoras de la vanguardia. Esta úl­ Dicho esto, se pueden retomar las últimas
tima cobró vigencia a comienzos de la década líneas del capítulo que el profesor Pedro Luis
posterior, coincidentemente con movimien­ Barcia dedicó a la actividad literaria entre lll
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

1810 y 1914 (véase el capítulo 44 de la tercera de ellos, Rafael Alberto Arrieta (1889-1961),
parte, en el tomo VI de esta misma obra), no Pedro Miguel Obligado (1892-1967) y Alfre­
sin señalar que algunos de los autores por él do Bufano (1895-1950), vienen del modernis­
tratados en el final de su trabajo continuaron mo de Darío (los dos últimos influidos, tam­
desarrollando su labor poética más allá de bién, por Amado Nervo); Arrieta, con un
1914. Entre los considerados por Barcia en la esteticismo elegante, intimista, recatado, y
primera década del siglo y los años inmediata­ Obligado y Bufano con un sentimentalismo
mente posteriores, se debe tener en cuenta que neorromántico que hallará eco en otros poe­
Carriego murió en 1912 yAlmafuerte en 1917, tas de su generación. Iuan Pedro Calou (1886­
y que Banchs dejó de publicar libros a partir 1923) es un heredero de Almafuerte pero me­
de 1911. Leopoldo Díaz (1862-1947), Arturo nos grandilocuente, y Ricardo Güiraldes
Capdevila y algunos contemporáneos siguie­ (1866-1927), con El cencerro de cristal, se eri­
ron produciendo pero sin alcanzar el relieve y ge en uno de los precursores de la renovación
al prestigio de poeta nacional del que ya goza­ de los años veinte. Otro precursor había sido
ba Leopoldo Lugones. Más aún: Lugones es­ Lugones con su Lunarío sentimental y lo será
cribió con posterioridad a 1914 algunos de sus también el Vizconde de Lascano Tegui (Emi­
mejores poemarios: El libro de los paisajes, en lio Lascano Tegui, 1887-1966) con La sombra
1917; Las horas doradas, en 1922; Romancero, de la empusa.
en 1924; Poemas solaríegos, en 1927, y Roman­ Casos aparte son Arturo Marasso (1890­
ces del Río Seco, publicado el mismo año de su 1970), cuyos poemas exhiben un lirismo cós­
suicidio, en 1938. En dichos libros se alejó de mico, de pánica identificación con la naturale­
la retórica modernista para asumir una expre­ za; Ezequiel Martínez Estrada ( 1895-1964),
sión más llana y apegada a la tierra. Su varie­ saludado por Borges como “nuestro mejor
dad y riqueza de registros hizo decir a Borges poeta contemporáneo”, y Alfonsina Storni
que “en Lugones se cifra toda la literatura ar­ (1884-1938), primera mujer que se impone
gentina". Lugones siguió siendo, más allá de con perfil propio en el panorama de la poesía
1914, un poeta notable aunque siempre discu­ argentina. Romántica, con excesivo sentirnen­
tido por sus vaivenes ideológicos. Conviene talismo en sus primeros versos y después lúci­
destacar, sin embargo, que nunca medró con da, valiente, a ratos sombría, su poesía es tra­
sus ideas. A pesar de haber redactado el mani­ sunto de una vida vivida con intensidad hasta
fiesto del golpe militar del 6 de septiembre de el trágico desenlace de su muerte. Una actitud
1930, no aceptó cargos públicos y continuó vi­ opuesta será la de Baldomero Fernández Mo­
viendo de su modesto sueldo de director de la reno (1886-1950), poeta enamorado de su
Biblioteca del Consejo Nacional de Educa­ ciudad, a la que observa con cordialidad y ter­
ción. Esa conducta ennoblece su personalidad nura. Es el creador del sencillismo, modalidad
por encima de los disensos que sus volubles poética consistente en decir las cosas de siem­
opiniones políticas pudieron suscitar. pre, con las palabras de siempre, y que parez­
Dentro del decenio que va de 1910 a 1920, can nuevas. Parece fácil, pero no lo es. Fernán­
debe mencionarse a algunos poetas que pu­ dez Moreno tuvo irnitadores, pero ninguno
112 blican sus primeros libros en ese período. Tres consiguió equiparársele.
LA LITERATURA

Los años veinte inauguran en el mundo


una nueva etapa. Las repercusiones de la Re­
volución Rusa y el predominio de los Estados
Unidos tras la victoria aliada en la Primera
Guerra Mundial, el impacto de las teorías de
Einstein y Freud, la mayor liberalización de las
costumbres, llegan acompañadas por corrien­
tes estéticas renovadoras tanto en la pintura y
la música cuanto en la poesía. El surrealismo y
el dadaísmo en Francia, el futurismo en Italia,
el imaginismo en el orbe de la lengua inglesa,
son movimientos de ruptura que se inician
unos años antes pero que alcanzan su apogeo
en la década del veinte.
En la Argentina, la vanguardia es introdu­
cida por el joven Jorge Luis Borges (1899­
1986) a su regreso de Europa, en 1921. La in­
novación que Borges aportó fue el ultraísmo,
que tiene puntos de contacto con el creacio­
nismo del chileno Vicente Huidobro. El ul­
I Alfonsina Storni.
traísmo procedía del expresionismo alemán y,
como las demás corrientes de vanguardia, se los nombrados es el único que, con el paso de
proponía escandalizar, romper con la tradi­ los años, mantuvo su actitud transgresora; los
ción y, en cuanto a lo específicamente litera­ demás, Borges incluido, abjuraron años más
rio, la reducción de la lírica al uso audaz de la tarde de su aventura vanguardista. La actitud
metáfora, la abolición de la rima y de otras de estos jóvenes, conocidos como los de Flo­
convenciones retóricas. rida, tuvo el respaldo de dos escritores ma­
Borges es, en la historia literaria argentina, yores: Ricardo Güiraldes y, a través de Borges,
el único escritor que por la originalidad de su el inclasificable Macedonio Fernández (1874­
estilo conquistó trascendencia internacional, l952). Frente a ellos surgieron los poetas de
pero más por su prosa que por su poesía, mo­ Boedo, originándose una pugna que sirvió
tivo por el cual, en este capítulo, se deja su ca­ para estimular la atención del público, hasta
racterización para lo referido a la narrativa. entonces indiferente hacia la literatura local.
Los poetas ultraístas más representativos, Los autores de Boedo, apoyados por el editor
además de Borges, fueron (en sus primeros li­ de Claridad, Antonio Zamora, fueron Álvaro
bros) Francisco Luis Bernárdez (1900-1984), Yunque (Arístides Gandolfi Herrero, 1889­
Eduardo González Lanuza (1900-1984), Ri­ 1982), César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906­
cardo Molinari ( 1898-1997), Leopoldo Mare­ 1980), Gustavo Riccio (1900-1927), Iosé Sebas­
chal (1900-1970), Jacobo Fijman (1901-1967) tián Tallon (1904-1954), Aristóbulo Echegaray
y Oliverio Girondo (1891- 1968). El último de (1904-1986) y Iosé Portogalo (Pablo Ananía, 113
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

Pedroni (1899-1967), Iuan L. Ortiz (1897­


l978), Lysandro Z. D. Galtier (1902-1985),
Fermín Estrella Gutiérrez (1900-1989), Caye­
tano Córdova Iturburu (1899-1977), Ignacio
B. Anzoátegui (1907-1978), Osvaldo Horacio
Dondo (1902-1962), Iuan Enrique Ramponi
(1907-1977) y Ulyses Petit de Murat (1907­
1983), entre los principales.
Aparte de Borges, la Argentina no dio un
poeta de la talla de Darío, Neruda o Vallejo,
pero ningún otro país de América puede os­
tentar un grupo de voces poéticas de tan ele­
vada calidad, en su conjunto, como las que
surgieron en la década del veinte. Muchos de
ellos merecerían una caracterización más de­
tallada, pero la limitación de este capítulo lo
impide.
Arturo Carnbours Ocampo (1908-1990)
teorizó años después sobre una “Novísima Ge­
neración" compuesta por poetas que empeza­
ron a publicar alrededor de 1930, pero la ma­
yoría dejó de escribir o derivó hacia otros
Francisco Luis Bernárdez. Caricatura de Valdivia. Cams y
Caretas.
géneros, como Marcos Victoria (1902-1975),
Juan Oscar Ponferrada (1908-1990), Joaquín
1904-1973). Todos ellos venían del anarquis­ Gómez Bas (1907-1984) y el propio Cam­
mo o del socialismo y propiciaban ya no “la bours Ocampo.
revolución en el arte”, como los de Florida, si­ Carlos Mastronardi dijo algtma vez que la
no “el arte para la revolución”. suya había sido “la generación de los últimos
A la generación de los años veinte pertene­ hombres felices”. Esa felicidad sería empanada
cieron algunos de los mejores poetas argenti­ para quienes llegaron más tarde por los dolo­
nos del siglo. Iunto con Borges y los que ya se rosos acontecimientos que sacudieron el
han mencionado, preciso es destacar los nom­ mundo (la Guerra Civil Española, la Segunda
bres de Carlos Mastronardi (1901-1976), Raúl Guerra Mundial) y, en el plano doméstico, por
González Tuñón (1905-1974), Conrado Nalé la experiencia política del peronismo, que se­
Roxlo (1898-1971), Luis Franco (1898-1988), paró a muchos escritores. Los hombres y mu­
Francisco López Merino (1904- 1928), Gonzá­ jeres de la generación del cuarenta no cultiva­
lez Carbalho (1899-1958), Roberto Ledesma ron, como sus predecesores, la bohemia, la
(1901-1967) Luis Cané (1897-1957), Horacio transgresión y la travesura literaria. Fueron
Rega Molina (1899-1957), Nicolás Olivari generalmente serios, ensirnismados, melancó­
114 (1900-1966), Amado Villar (1899- 1956), Iosé licos, y se refugiaron en la belleza de las formas
LA LITERATURA

clásicas. Habría que nombrar a Horacio Arma­ rica en espléndidas y sugestivas construccio­
ni (1925), Miguel Angel Gómez (1911-1959), nes verbales, y Alberto Girri (1919-1991),
Arturo Horacio Ghida (1907-1988), Alfonso propulsor de una actitud intelectual -la poe­
Sola González (1915-1975), César Fernández sía ya no como expresión de belleza sino co­
Moreno (1919-1985), Ana María Chouhy mo búsqueda de conocimiento— cuyo voca­
Aguirre (1918-1945), David Martínez (1921­ bulario neutro, despojado de elementos
I993), María Granata (1923), Iosé María Cas­ sensuales, se inscribe en la línea de la moder­
tiñeira de Dios (1920), César Rosales (1915­ na poesía anglosajona. Cabe destacar, asimis­
I973), Guillermo Etchevehere (1917-1975), mo, el talento y la gracia de María Elena
Roberto Paine (1916), Fernando Guibert Walsh (1930), que derivó luego hacia la poe­
(1912-1983), Iorge Vocos Lescano (1924­ sía infantil y la canción; la obra austera y rigu­
1989), Ángel Mazzei (1920-1997),_ Héctor rosa, caracterizada por una visión escéptica,
Ciocchini (1922), Emma de Cartosio (1926), de Joaquín Giannuzzi (1924) y la experiencia
Betina Edelberg (1921) y Iuan Rodolfo Wil­ verbal de Roberto Iuarroz (1925-1995), iden­
cock ( 1919-1978), entre otros. tificado con la teoría poética de Gastón Ba­
Dentro de este grupo hubo poetas nacidos chelard y devoto lector del gran aforista Anto­
en el interior que, sin poder considerarse “re­ nio Porchia (1886-1968), que buscó en la
gionalistas”, se mostraron proclives a celebrar poesía una vía distinta de percepción, una
el propio espacio geográfico, como Vicente forma de acceso a lo esencial.
Barbieri (1903-1956), Iuan G. Ferreyra Basso Al promediar el siglo surgen otras corrien­
(1910-1984), León Benarós (1915), Iorge tes, una de nítida orientación surrealista: Aldo
Eduardo Bosco (1913-1943) y Miguel Etche­ Pellegrini (1903-1973), Edgar Bayley (1919­
barne (1915-1973) en la provincia de Buenos 1990), Iuan Iacobo Bajarlía (1919), Iulio Lli­
Aires; Jorge Calvetti (1916) y Raúl Galán nás (1929) y Francisco Madariaga (1927­
(1912-1963) en Jujuy; Manuel Castilla (1918­ 2000), entre otros, y el grupo Poesía Buenos
1979) y Raúl Aráoz Anzoátegui (1923) en Sal­ Aires, impulsado por Raúl Gustavo Aguirre
ta; María Adela Agudo (1912-1952) en Santia­ (1927-1983), que se propuso “poner al día la
go del Estero; Nicandro Pereyra (1914-2001) poesía argentina” asirnilando y difundiendo
en Tucumán; Edgar Morisoli (1930) en La voces de otras latitudes —como las de René
Pampa; Américo Cali (1910-1982) en Mendo­ Char, Henri Michaux, Eugenio Montale, Cesa­
za; Aledo Luis Meloni (1912) en Chaco; Carlos re Pavese, Constantin Cavafis o Fernando Pes­
Alberto Alvarez (1917-1986) en Entre Ríos; Ir­ soa-. Se integraron en este movimiento, Ma­
ma Cuña (1932) en Neuquén y Antonio Este­ rio Trejo (1926), Iorge Enrique Mobili (1927),
ban Agüero (1917-1970) en San Luis. Rodolfo Alonso (1934), Nicolás Spiro (1930),
Con todo, los de mayor peso específico Rubén Vela ( 1928), Elizabeth Azcona Cranwell
por los rasgos personales de su evolución pos­ (1933), Ramiro de Casasbellas (1934-1999) y
terior, fueron Enrique Molina (1910-1997), una poeta metafísica, de obra singular y breve
con raíces en el surrealismo y creador de una pero fulgurante trayectoria: Alejandra Pizar­
fértil y vigorosa imaginería; Olga Orozco nik (1936-1972). Un surrealista tardío será
(1920-1999), que expuso su propensión oní­ Iuan Iosé Ceselli (1909-1982). 115
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Otra vertiente lírica es la que Luis Ricardo (1937), Alberto Szpunberg (1940) y Jorge
Furlan (1928), poeta él mismo, denominó Boccanera (1952), entre otros. Tres autores
“neohumanista”; en ella se encuentran Héctor que maduraron en el destierro español su vi­
Miguel Angeli (1930), Miguel Angel Viola sión poética y desarrollaron una original ela­
(1927-1987), Alejandro Nicotra (1931), Mario boración lingüística son los salteños Santiago
Jorge De Lellis (1922-1966), Ana Emilia Lahit­ Sylvester (1942) y Leopoldo Castilla (1947) y
te (1923), Alberto L. Ponzo (1916), Néstor el correntino Iuan Iosé Folguerá (1940). A
Groppa (1928), Máximo Simpson (1929), Gra­ ellos hay que añadir los que dentro de una línea
ciela Maturo ( 1928), Hugo Acevedo (1927), Ra­ intelectual y metafisica, no exenta de tersura
fael Vázquez (1930), Lucas Moreno (1929), expresiva, comienzan a publicar también en los
Fulvio Milano (1928), Nélida Salvador (1930), años sesenta y realizan en el país una reco­
Héctor Viel Temperley (1933-1987), Héctor Ya­ nocida labor creadora. Los más importantes
nover (1930), Oscar Hermes Villordo (1928­ son Rafael Oteriño (1945) y Horacio Castillo
I994) y quien escribe estas líneas (1930). (1934), ambos nacidos en La Plata, a los que se
Dos poetas incluídos por Furlan, Alfredo debe agregar los también platenses Osvaldo Ba­
Veiravé (1928-1992) y Amelia Biagioni (1916­ Hina (1942), Horacio Preler (1939) y Néstor
2000) -esta última integra, junto con Olga Mux (1945), así como Iorge Paita (1934), Ro­
Orozco y Alejandra Pizarnik, la más brillante dolfo Modem (1923), Rodolfo Godjno (1936),
trilogía femenina de la segunda mitad del si­ Hugo Padeletti (1939), Leonardo Martínez
glo—, trascienden esa clasificación como con­ (1937), Juan I. García Gayo (1938), Raúl Vera
secuencia del nuevo sesgo que imprirnirán Ocampo (1935), Paulina Vinderman (1944),
años más tarde a sus planteos poéticos y a su María Victoria Suárez (1941), Diana Bellessi
particular tratamiento del lenguaje. (1946), Arturo Carrera (1948) y Néstor Per­
Las generaciones suelen irrumpir cada longher ( 1949-1992).
veinte años. A la del cuarenta siguió la del se­ A los poetas del sesenta deberían seguir, de
senta, caracterizada por una mayor preocupa­ acuerdo con la convencional simetría de las
ción por la realidad sociopolítica y, desde el generaciones, los del ochenta. Efectivamente,
punto de vista estilístico, por una dicción co­ a principios de ese decenio y alrededor de las
loquial. Sus representantes serán, una década editoriales último Reino, Botella al Mar y Li­
después, los más castigados por las “desapari­ bros de Tierra Firme, principalmente, así co­
ciones” y el exilio durante el autodenominado mo de diversas revistas y talleres literarios
Proceso de Reorganización Nacional . El poe­ —que empiezan entonces a proliferar-, se reú­
ta emblemático de este grupo es Juan Gelman nen los representantes de las nuevas promo­
(1930). Otros nombres del sesenta -poetas ciones. Como prácticamente ocurre en todas
exiliados o víctimas de la represión ilegítima­ las épocas, estos jóvenes se manifiestan por lo
fueron: Roberto Santoro (l943-¿l976?), Mi­ general con actitud rebelde, contestataria, a
guel Angel Bustos (l934-¿l976?), Francisco través de códigos estéticos generalmente aleja­
Urondo (1930-1977), Horacio Salas (1938), dos de la línea romántica y sentimental, del
Iuana Bignozzi (1937), Leonidas Lamborghini coloquialismo y del barroquismo surrealista.
116 (1927), Ramón Plaza (1937-1991), Hugo Gola Pero todavía falta perspectiva para establecer
LA LITERATURA

rasgos y tendencias comunes. El tiempo, su­ NARRATIVA


premo antólogo, irá separando, como decía
Antonio Machado, las voces de los ecos. Sería En la sección “La narrativa”, del apartado
prematuro intentar ahora esa decantación. “Realismo, naturalismo, criollismo”, así como
Lo que puede afirmarse, sin embargo, es en “El modernismo” y “El postmodernismo"
que la poesía argentina, a lo largo del siglo (en el capítulo 45, tomo VI de esta obra), Pe­
XX, vivió momentos de indudable esplendor. dro Luis Barcia se refirió ya a algunos escrito­
Cierto es que en los últimos tiempos dismi­ res de principios de siglo que continuaron
nuyeron considerablemente los lectores del proyectándose en el género de la narración
género (aunque éste nunca fue mayoritario), más allá de 1914, como Leopoldo Lugones,
pero no mermó el fervor creativo, la frecuen­ Roberto I. Payró, Enrique Larreta, Ricardo Ro­
temente olvidada presencia de esos empeci­ jas y Alberto Gerchunoff. No es necesario in­
nados interrogadores de la vida que son los sistir, pues, en ellos. En cambio, sí cabe señalar
poetas. que después de la corriente naturalista inicia­
Cabría agregar que durante el siglo XX da en Francia por Emilio Zola y representada
surgieron poetas de inspiración popular -mu­ en la Argentina por Eugenio Cambaceres y Iu­
chos de ellos letristas de tangos- que, aun uti­ lián Martel, surgieron algunos narradores cu­
lizando el vocabulario jergal del lunfardo, yas personalidades ofrecen características co­
trascendieron lo superficial y pintoresco. En el munes, especialmente por sus convicciones
prólogo de la Antología poética argentina, de nacionalistas y religiosas. Ellos son Manuel
1941, Borges decía: “En un porvenir quizá no Gálvez (1882-1962), Carlos Alberto Leumann
lejano deplorarán que las antologías argenti­ (1886-1952) y Hugo Wast, seudónimo de Gus­
nas de 1942 no incluyan el menor fragmento tavo Martínez Zuviría (1883-1962). Los tres
de la vasta epopeya colectiva que suman las le­ alcanzaron una repercusión que raramente
tras de tango". Cabe anotar, entre los autores habían conocido autores de otras épocas. Po­
que pertenecen a esta categoría, a Carlos de la dría decirse que con ellos empieza a cobrar
Púa, seudónimo de Carlos Muñoz del Solar forma en la Argentina la figura del “escritor
(1898-1950), Enrique Santos Discépolo profesional”.
(1901-1951), Homero Manzi, seudónimo de Manuel Gálvez es el más importante de los
Homero N. Manzione (1907-1951), Catulo tres. A lo largo de su múltiple creación nove­
Castillo (1906-1975), Francisco García Gimé­ lística trató de ahondar en las vidas de seres
nez (1899-1983), Enrique Cadícamo (1900­ representativos de las diversas capas sociales y
1999), Daniel Giribaldi (1930-1984) y Luis Al­ de trazar un fresco de la vida argentina. En sus
posta (1937), así como los letristas de música novelas, La maestra normal, EI mal metafísica,
folldórica Atahualpa Yupanqui, seudónimo de Nacha Regules y Hombres en soledad, entre
Héctor Roberto Chavero (1908-1992), Jaime otras, se encuentra una visión realista en la
Dávalos (1921-1981) y Armando Tejada Gó­ que cabe la lúcida indagación psicológica. El
mez (1929- 1992), entre otros. interés de Gálvez por la historia quedó refleja­
do en vividos relatos sobre la guerra del Para­
guay y los tiempos de Rosas, así como en las 117
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

biografías noveladas de Sarmiento, Fray Ma­


merto Esquiú e Hipólito Yrigoyen.
En esa época, la novela social, realista, y
aun la nativista o regional, dominaban la esce­
na literaria. Fue entonces cuando apareció
Adriana Zumarán, un relato en el que su au­
tor, Carlos Alberto Leumann, realizó un sutil
análisis de la psicología femenina, especial­
mente de la mujer porteña de la alta y media­
na burguesía. El libro resultó un éxito inespe­
rado y rotundo que agotó diez ediciones en un
año. Leumann publicó, además, La vida victo­
riosa, El empresario del genio, Trasmundo y Los
gauchos a pie.
Otro novelista que, contemporáneamente,
conquistó grandes masas de lectores fue Hugo
Wast. Alegre, Flor de durazno, La casa de los
cuervos y Desierto de piedra, entre muchos
otros, son libros que tuvieron grandes tiradas
y se tradujeron a catorce idiomas. Algunas de
sus novelas fueron llevadas al cine. Como Ma­
I Ricardo Güiraldes.
nuel Gálvez, Hugo Wast incursionó también
en el relato histórico. son Ricardo Güiraldes (1886-1927) y Benito
Cabe recordar aquí a dos novelistas bas­ Lynch (1335-1951).
tante olvidados, Atilio Chiappori (1880­ Ya se ha visto cómo Güiraldes, admirador
I947), autor de Bordeland, tardío prosista del de las letras de Francia, fue uno de los precur­
posmodernismo, y Francisco Sicardi (1856­ sores de la vanguardia poética con su libro El
l927), autor de El libro extraño, en cinco to­ cencerro de cristal, de 1915. En esos versos, así
mos, donde recreó el ambiente del suburbio como en Cuentos de amor y de sangre, publica­
porteño y sus típicos conventillos. do el mismo año, mostró, juntamente con su
Iunto a los narradores que ambientan sus devoción por los sirnbolistas franceses, su ca­
argumentos y personajes en una Buenos Aires riño por los paisanos y las labores del campo,
en tránsito hacia la pujante megalópolis pero que frecuentó desde la niñez en la estancia fa­
todavía con un sabor y pintoresquismo pecu­ miliar de San Antonio de Areco. Producto lite­
liares, están los novelistas del paisaje rural. El rario de esa atracción humana y de sus predi­
crítico Luis Emilio Soto (1902-1970) escribió lecciones librescas sería Don Segundo Sombra,
que “el hombre de campo es visto ahora por novela publicada en 1926, un año antes de su
ellos (los escritores) desde otros ángulos, más muerte en París. Allí desarrolla una suerte de
allá de la técnica naturalista y postmodernis­ narración lírica donde la fuerza de lo telúrico
ll8 ta”. Quienes más se destacarán en este sentido adopta una función metafórica. El resero
LA LITERATURA

Sombra no puede compararse con el trágico y Lucero (1896-1994), con sus Mil y una noches
bravío Martín Fierro y sus estampas campesi­ argentinas; el porteño Bernardo González
nas se alejan también de la concepción poéti­ Arrili (1892-1987), con La Venus calchaquí y
ca hernandiana. La novela de Güiraldes pare­ Protasio Lucero. Se podría aquí incluir al sacer­
ce cerrar el ciclo de la narración gauchesca; es, dote Leonardo Castellani (1899-1981), autor
a la vez, una exaltación y una elegía. de las narraciones Campera, Historias del norte
Pero quien se acerca más a un campo sin bravo, así como de versos gauchescos y ensa­
resabios literarios y hace sentir la proximidad yos, que con el seudónimo de Jerónimo del
de la tierra y el olor del pasto es Benito Lynch, Rey, publicó también novelas policiales (Los
escritor que acertó como ningún otro a descri­ papeles de Luis Bermúdez).
bir de manera realista y sensible la belleza de la La Argentina produjo notables cultores del
llanura bonaerense y los conflictos de sus mu­ cuento. El origen del género se remonta aquí a
jeres y sus hombres. El inglés de los güesos, Los El matadero de Esteban Echeverría, pero se
caranchos de la Florida y De los campos porte­ afirmó durante las primeras décadas del siglo
ños son relatos que aseguran la permanencia merced a varios cuentistas arquetípicos. El
del autor en el panorama de la narrativa ar­ primero es Horacio Quiroga (1880-1937),
gentina del siglo XX. uruguayo arraigado desde joven en la Argenti­
El antecedente más directo de Lynch fue na. Si bien publicó una novela, Historia de un
Guillermo Enrique Hudson (1841-1922), es­ amor turbio, sus mayores cualidades literarias
critor y naturalista de habla inglesa que nació se hallan en sus relatos cortos Cuentos de
en la Argentina, donde vivió hasta los 33 amor, de locura y de muerte, Cuentos de la sel­
años. Desde entonces y hasta su muerte, resi­ va, Anaconda y Los desterrados. Su estilo es ce­
dió en Inglaterra. Allí escribió una serie de re­ ñido, sobrio, capaz de crear atmósferas aluci­
latos donde evocó el paisaje de su juventud nantes con muy pocos elementos descriptivos.
con una prosa llena de seducción y naturali­ Parte de su vida transcurrió en la selva misio­
dad; Días de ocio en la Patagonia, El ombú y nera, cuyo recio paisaje incorporó a su pro­
Allá lejos y hace tiempo son libros que hicieron ducción narrativa; una obra cuyos personajes
decir a Ioseph Conrad: “Escribe como crece la oscilan por lo general entre la fantasía y una
hierba”. atormentada realidad.
No se debe olvidar algunos nombres que Un cuentista de muy distinto cuño es Ar­
enaltecieron la novela o el cuento regional, co­ turo Cancela (1892- 1956). Esencialmente por­
mo el salteño Juan Carlos Dávalos (1887­ teño, es dueño de un espíritu cordial e irónico,
1959), con El viento blanco; el jujeño Daniel con un humor que hunde su raíz en algunos
Ovejero ( 1894-1964), con Cuentos del terruño; autores ingleses y un esprit de finesse que pro­
Mateo Booz, seudónimo de Miguel Ángel Co­ cede, naturalmente, de esa Francia cuyas letras
rrea (1881-1943), con Santa Fe mi país; el tu­ deslumbraban entonces a muchos escritores
cumano Pablo Rojas Paz (1896-1956), con El argentinos. Sus Tres relatos porteños satirizan
patio de la noche y Los cocheras de San Blas; el la burocracia y otros rasgos del habitante de
catamarqueño Carlos B. Quiroga (1890-1971), Buenos Aires. También El burro de Maruf e
con Raza sufrida; el mendocino Iuan Draghi Historia funambulesca del profesor Landermy. 119
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

ción impone al verso, Borges se buscó a sí mis­


mo en el ensayo y después en el cuento. Una
misma ráfaga de lirismo recorrió todos esos
géneros (...) Sobre todo, sus cuentos le asegu­
ran el más alto lugar en la literatura contem­
poránea”. Los libros de Borges EI jardín de sen­
deros que se bifurcan (1941), Ficciones (1944),
El aleph (1949) y los de la última etapa, El in­
forme de Brodie (1970) y El libro de arena
(1975), contienen cuentos perfectos y deslum­
brantes. Anderson Imbert señaló como sus
mejores relatos: “Tlón, Uqbar, Orbis Tertius”,
D (l
“Funes el memorioso , La muerte y la brúju­
,7 l!
la”, “El muerto , Las ruinas circulares” y “La
biblioteca de Babel" (se podrían agregar, por
lo menos, “Hombre de la esquina rosada” y “El
aleph”) y añadió: “Poderosa inteligencia que
va y viene sin perderse por los laberintos de la

l Iorge Luis Borges.


sofística. Poderosa metafísica que queda en
buena postura al enfrentarse con los proble­
Un humorismo singular, excéntrico y me­ mas del Caos, la Conciencia, el Tiempo. Pode­
tafísico, fue el que practicó Macedonio Fer­ roso don de expresión verbal que nuestra len­
nández, cuya personalidad -más que sus li­ gua no había tenido desde los barrocos del
bros— fascinaría a Borges. Cabe recordar No siglo XVII”.
toda es vigilia la de los ojos abiertos, de 1928, y Adolfo Bioy Casares (1914-1999), que es­
Papeles de Recienvenido, de 1930. cribió cuentos en colaboración con Borges
Iorge Luis Borges es, sin duda, el prosista con el seudónimo común de H. Bustos Do­
más notable de la Argentina y de la lengua es­ mecq, es un reconocido representante de lali­
pañola en el siglo XX. Algtmos de sus cuentos teratura fantástica -género que siempre tuvo
no son únicamente piezas irnperecederas de la excelentes cultores en el país- a partir de su
literatura argentina sino que forman parte de novela La invención de Morel. Publicó luego
las letras universales, tanto por el enfoque más de veinte libros, entre ellos El sueño de los
conceptual cuanto por la brillante originali­ héroes y Diario de la guerra del cerdo. En su
dad de su estilo y los juegos de su inteligencia. madurez recibió, igual que Borges y Ernesto
Borges concibe el espacio y la conciencia co­ Sabato (l9ll), el premio Cervantes, que con­
mo laberintos de los que la mente puede eva­ cede España a los mejores escritores hispanoa­
dirse a través de la palabra poética. Según En­ mericanos. Silvina Ocampo (1909-1993), es­
rique Anderson Imbert (1910-2000), “en posa de Bioy Casares, cultivó también el
Borges la metafísica y la lírica son una misma género fantástico y escribió poemas y cuentos;
120 cosa. Insatisfecho de los límites que la tradi­ entre estos últimos, Autobiografia de Irene es
LA LITERATURA

un verdadero clásico. Un novelista que perte­ llea, en consideraciones éticas o divagan sobre
neció al círculo íntimo de Borges y los Bioy fue sus destinos o el destino del país mientras to­
Manuel Peyrou (1902-1974). Comenzó escri­ man el té o se encuentran en exposiciones de
biendo relatos policiales (La espada dormida, pintura. Son, por el contrario, seres a menudo
El estruendo de las rosas) con fuerte influencia marginales, truhanescos, que sueñan o con­
de Chesterton, y al final de su vida dio a la es­ vierten en actos su amoralidad cuestionadora,
tampa una serie de novelas de carácter realista el sufrimiento de unas vidas enfrentadas al
en las que trazó un crítico retrato de los años caos de un mundo que los excluye.
del peronismo. Se debe agregar otro amigo de Arlt fue heredero del pensamiento de Boe­
Borges y Macedonio Fernández; el autor de los do, grupo literario en el que también hubo na­
maravillosos relatos fantásticos de La muerte y rradores preocupados por describir vidas hu­
su traje, Santiago Dabove (1889-1951), así co­ mildes como Leonidas Barletta (1902-1975),
mo a un solitario que desde su retiro de Río Roberto Mariani (1893-1946), Elías Castel­
Cuarto, en Córdoba, escribió originales relatos: nuovo (1893-1982), Álvaro Yunque; Enrique
Juan Filloy (1894-2000). González Tuñón (1901-1943) y Lorenzo Stan­
Novelistas de rasgos opuestos entre sí, pe­ china (1900-1987), a los que podría agregarse,
ro de insoslayable valor, fueron Eduardo Ma­ por la naturaleza de su temática, Fernando Gi­
llea (1903-1982) y Roberto Arlt (1900-1942). lardi (1899-1968), con Silvano Corujo.
Ambos expresaron en sus ficciones distintos Autores representativos de ambientes so­
aspectos de la realidad social del país. Mallea, ciales más refinados y de intención más in­
serena y refinadarnente, aunque con íntima trospectiva fueron Norah Lange (1906-1972);
angustia, se reveló con Cuentos para una ingle­ Carmen Gándara (1900-1977); Iosé Bianco
sa desesperada y Todo verdor perecerá y produ­ (1908-1986); Luisa Mercedes Levinson (1909­
jo luego novelas como La ciudad junto al río 1988); Silvina Bullrich (1915-1990) y, espe­
inmóvil y La bahía del silencio, en las que pro­ cialmente, Manuel Mujica Lainez (1910­
curó indagar en la soledad del habitante de l984), autor de una obra caracterizada por la
Buenos Aires dentro del ámbito de la alta y la elegancia del estilo y su seductora amenidad.
mediana burguesías. Las novelas Aquí vivieron, Los ídolos, La casa y
Roberto Arlt, más cerca de los ambientes muchos de sus cuentos reviven el esplendor de
populares y fuertemente influido por los no­ la belle ¿poque porteña con una actitud entre
velistas rusos y la literatura folletinesca, des­ nostálgica e irónica. Detallistas y sugestivas
plegó su vehemencia creadora en las novelas son también sus reconstrucciones históricas
El juguete rabioso, Los siete locos y Los lanzalla­ como El escarabajo, El unicornio y, sobre todo,
mas, así como en obras de teatro, con prosa a Bomarzo, novela del Renacimiento italiano
ratos desaliñada pero con un vigor que no al­ convertida en ópera por Alberto Ginastera.
canzó ningún otro novelista argentino. Arlt En 1926 se fundó la Sociedad Argentina de
creó inolvidables personajes en el escenario Escritores, que presidió Leopoldo Lugones, y
tumultuoso y sombrío de lo que dio en lla­ en 1931, la Academia Argentina de Letras, pre­
marse “la década infame” (los años treinta). sidida por Calixto Oyuela (1857- 1935). En los
Sus criaturas no se explayan, como las de Ma­ decenios del treinta y el cuarenta se instalaron 12]
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

en Buenos Aires varias editoriales creadas por (1900-1962), Francisco Romero (1891-1963),
españoles exiliados como consecuencia de la María Rosa Oliver (1898-1977), Héctor P.
Guerra Civil. Otras empresas editoras, impul­ Agosti (191 1- 1984), Carlos Albero Erro (1903­
sadas por argentinos, como Sur, de Victoria l968), Alvaro Yunque, Alfredo Varela (1912­
Ocampo (1891-1979), y Rueda, de Santiago 1984), Dardo Cúneo (1914) y Mario Bunge
Rueda, dieron a conocer a importantes auto­ (1919), entre otros. Tras el derrocamiento de
res extranjeros. En las primeras décadas del si­ Juan Domingo Perón, quienes habían sirnpati­
glo habían surgido Marcel Proust, Franz Kaf­ zado con su gobierno padecieron, a su turno,
ka, James Joyce, Thomas Mann y William una suerte de ostracismo interior, como Leo­
Faulkner, quienes en mayor o menor medida poldo Marechal, brillante poeta y autor teatral
ejercieron una suerte de magisterio. Además, que en la década del cuarenta publicó su nove­
cabe señalar la influencia que sobre la literatu­ la arquetípica: Adán Buenosayres.
ra tuvo la estructura cinematográfica, un arte Otros narradores de ese período son Au­
en continua expansión. El genero narrativo gusto Mario Delfino (1906-1961), Estela Can­
fue incorporando nuevas experiencias y pro­ to (1919-1994), Gloria Alcorta (1916), Roger
cedimientos, acentuando el interés por lo psi­ Pla (1912-1982), Juan Goyanarte (1901-1967)
cológico. Un ejemplo: en la misma época (co­ y Martín Alberto Noel (1919-2001). Algunos
mienzos de la década del cuarenta) aparecen poetas tratados como tales en líneas anteriores
tres excelentes novelas que abordan el tema de escribieron obras narrativas que por su cali­
la crisis de la adolescencia, Álamos talados, de dad no deben ser omitidas: Ezequiel Martínez
Abelardo Arias (1908-1991), Es difícil empezar Estrada (Tres cuentos sin amor, La inunda­
a vivir, de Bernardo Verbitsky (1907-1979), y ción), Luis Franco (Cuentos orejanos), Conra­
Áspero intermedio, de Silverio Boj, seudónimo do Nalé Roxio (Las puertas del Purgatorio, Ex­
de Walter G. Weiland (1914-1996). traño accidente), Nicolás Olivari (El almacén),
Entre los cuarenta y los cincuenta, la pre­ Ulyses Petit de Murat (El balcón hacia la muer­
sencia del peronismo marca la vida de los ar­ te), González Carbalho (La ventana entrea­
gentinos al promover cambios sociales y polí­ bierta), Roberto Ledesma (]uan Sinruido), Vi­
ticos que gravitan, inevitablemente, en el cente Barbieri (EI río distante), Jorge Vocos
ámbito cultural. El autoritarismo del régimen Lescano (El tiempo más hermoso), María Gra­
suscita entre los intelectuales una generalizada nata (Los viernes dela eternidad), Enrique Mo­
repulsa. Algunos optaron por el exilio, como lina (Una sombra donde sueña Camila O’Gor­
Raúl González Tuñón, en Chile; Ulyses Petit de man) y Olga Orozco (La oscuridad es otro sol).
Murat, en México; Enrique Anderson Imbert Al promediar la mitad del siglo empieza a
(1910-2000), Raimundo Lida (1908-1979) y publicar Ernesto Sabato (1911), intelectual de
María Rosa Lida (1910-1962), en los Estados formación científica, comunista en su juven­
Unidos, y Julio Cortázar (1914-1984), Juan tud, hombre comprometido con un humanis­
Rodolfo Wilcock (1919-1978) y Héctor Bian­ mo que rechaza las presiones alienantes de la
ciotti (1929), en Europa. Otros intelectuales sociedad tecnológica o tecnocrática. Es uno de
opositores sufrieron prisión, como Victoria los escritores argentinos más influidos por el
122 Ocampo, Enrique Banchs, Vicente Fatone pensamiento existencialista de posguerra. En
LA LITERATURA

su primera novela, El túnel (1948), hay puntos llardo (1936-1988), Syria Poletti (1919-1991),
de coincidencia con la obra de Albert Camus, Iorgelina Loubet (1928-1998), María Esther
quien medió para la traducción de dicha no­ de Miguel (1929), María Esther Vázquez
vela en Francia. Su producción novelística se (1934) y Elvira Orphée (1930). Las obras lite­
completa con Sobre héroes y tumbas (su libro rarias no tienen sexo, pero sí quienes las escri­
más conocido) y Abbadón el exterminador. En ben. Como puede apreciarse, en esa etapa
la parte dedicada al ensayo se volverá a este es­ irrumpió gran cantidad de mujeres escritoras.
critor que muchos han querido oponer a Bor­ El más importante narrador de ese perío­
ges teniendo en cuenta sus disímiles ideas y do es Iulio Cortázar. Así como la prosa litera­
temperamentos. ria argentina se divide en un antes y un des­
En esa etapa cronológica, la novela y el pués de Borges, el cuento tiene un antes y un
cuento se enriquecen con obras que conti­ después de Cortázar. Muchos cuentistas de los
núan líneas ya trazadas anteriormente, pero últimos años lo imitaron y siguen irnitándolo.
cada vez con más complejidad y libertad ex­ Entrañablemente argentino —a pesar de su na­
presiva. En el relato fantástico sobresale Enri­ cimiento accidental en Bruselas y de haber
que Anderson Imbert, tan notable en la inven­ transcurrido la mitad de su vida en París—, el
ción de situaciones (El grimorio, El gato de autor de Bestiario trascendió los límites de la
Cheshire) como en el ensayo y la historiografía escritura nacional. Creó sus propias leyes lite­
literaria. En el género realista se destacan Ber­ rarias y desafió el sentido común mezclando
nardo Kordon (1915-2002) con Alias Gardeli­ lo realista con lo fantástico, haciendo natural
to; Enrique Wernicke (1915-1968) con La ri­ el absurdo, enfrentando constantemente al
bera; Arturo Cerretani (1907-1986) con El lector con el misterio de la condición humana.
deschave; Ernesto L. Castro (1902-1979) con Fue un revolucionario en el cuento y en la no­
Los isleros, y Joaquín Gómez Bas (1907-1984) vela (Rayuela) y convirtió el género narrativo
con Barrio gris. Dado a conocer con la novela en una sucesión de imprevistas y fulgurantes
Rosaura a las diez, Marco Denevi (1922-1998) metáforas. Cuentos como “El perseguidor”,
)) (C
es también cuentista y autor de libros miscelá­ “Casa tomada , La autopista del sur”, “Cartas
I’) ll
neos en los que reveló una singular capacidad de mama , Todos los fuegos el fuego”, “La no­
de fabulación y brillantes recursos estilísticos. che boca arriba”, “La continuidad de los par­
Hierba del cielo (1973) es uno de los mejores ques”, son piezas literarias perfectas, a las que
libros de cuentos publicados en el país en la no se les puede quitar o agregar una palabra.
segunda mitad del siglo. Con algo más de edad que los autores del fa­
Simultáneamente surgen Beatriz Guido moso boom de la narrativa latinoamericana,
(1925-1988), Iuan Iosé Manauta (1919), Al­ Cortázar fue identificado con dicho grupo
berto Rodríguez (1926), Héctor A. Murena (Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa,
(1923-1975), Jorge Riestra (1926), Hellen Fe­ Carlos Fuentes, Guillermo Cabrera Infante,
rro (1919), Adolfo Pérez Zelaschi (1920), Luis Iosé Donoso, entre otros) a pesar de su defini­
Mario Lozzia (1922), Andrés Rivera (1920), da personalidad de porteño cosmopolita, rea­
Federico Peltzer (1924), Iulio Ardiles Gray cio a todo barroquismo, como el del realismo
(1922), María Angélica Bosco (1909), Sara Ga­ mágico. 123
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

1992), así como David Viñas (1929) y Vicente


Battista (1940), vivieron en España, mientras
Pedro Orgambide (1929), Alberto Constantini
(1924) y Mempo Giardinelli (1947) lo hicieron
en México y Tomás Eloy Martínez (1934), en
Venezuela. Un autor exiliado, pero menos por
motivos políticos que por decisión personal,
fue Manuel Puig (1932-1990), cuyos relatos
Boquitas pintadas y La traición de Rita Hay­
worth, entre otros, se destacan por la diestra
utilización de especies literarias secundarias (el
folletín, la radionovela) con las que acertó a
realizar obras de singular valor literario.
Cultores destacados de la novela en este
período son también Abel Posse (1935), em­
parentado con el realismo mágico a través de
Perros del Paraíso y autor, posteriormente, de
Iulio Cortázar. Fotografía de Sara Facio. Clarín. El libro del
50° aniversario. una hermosa novela que obtuvo en España el
premio del Quinto Centenario del Descubri­
A esa generación, o a la inmediatamente miento de América: EI largo atardecer del ca­
posterior, pertenecen novelistas y cuentistas minante; Marcos Aguinis (1935), el primero
que, como algunos poetas antes mencionados, en recibir el codiciado premio Planeta, de Es­
serían víctimas del gobierno militar que asu­ paña, con La cruz invertida; Marta Lynch
mió el poder en 1976. El mendocino Antonio (1929-1985), Eduardo Gudjño Kieffer (1935),
Di Benedetto (1922-1986), que desarrolló una Germán Rozenmacher (1936-1971), Angélica
original estructura narrativa en su novela Za­ Gorodischer (1928), Ricardo Piglia (1940),
ma, fue encarcelado, torturado, y, como conse­ Eduardo Belgrano Rawson (1943), Alicia Du­
cuencia de la presión internacional se exilió jovne Ortiz (1940), Luisa Valenzuela (1938),
tras su liberación en España. Notables creado­ Germán L. García (1944), Iuan Martini
res de ficciones como Haroldo Conti (1925­ (1944), Rodolfo Rabanal (1940), Héctor Las­
¿l976?) y Rodolfo Walsh (1927-1977) fueron tra (1943), Néstor Sánchez (1934), Luis Gus­
asesinados, mientras que otros marcharon al mán (1944), Alina Diaconú (1945), Alberto
destierro. Entre estos últimos cabe recordar a Laiseca (1941) y Rodolfo Fogwill (1941),
Juan Iosé Saer (1937), reconocido por una obra nombres que no agotan la larga lista de narra­
que no elude los intentos experimentales, y Os­ dores aparecidos en ese período.
valdo Soriano (1943-1997), periodista y autor Asimismo, en el cuento descuellan Abelar­
de una lograda novela, Triste, solitario y final, do Castillo (1935), también autor teatral; Isi­
ambos exiliados en Francia. Dos importantes doro Blaisten (1933), Juan José Hernández
novelistas del interior, el jujeño Héctor Tizón (1930), Ernesto Schoó (1927), Ángel Bonomi­
124 (1929) y el riojano Daniel Moyano (1930­ ni (1926-1977), Rodolfo Modern (1923), Li­
LA LITERATURA

liana Hecker (1943) y Hebe Uhart (1936), en­ plo- cuyos personajes exponen en sus diálo­
tre otros cultores de un género que siempre gos las inquietudes del autor sobre el ser na­
tuvo buenos representantes en la Argentina. cional, se escriben también ensayos, como los
A partir de los años ochenta habría que de Martínez Estrada, que más allá de sus plan­
nombrar a novelistas que comenzaron a susci­ teos conceptuales, abundan en rasgos de ca­
tar el interés de la crítica, como César Aira rácter literario. Esto hace del ensayo en la Ar­
(1949), Ana Maria Shúa (1951), Silvia Iparra­ gentina un género ambiguo, de algún modo
guirre (1947), Marcelo Cohen (1951), María híbrido, que debe ser tratado sin fijar límites
Rosa Lojo (1954), Liliana Díaz Mindurry excesivamente rígidos.
(1953), Guillermo Saccomano (1948), Jorge Leopoldo Lugones fue, además de poeta y
Torres Zavaleta (1951), Rodrigo Fresán (1963), narrador, un ensayista de obra vasta y riguro­
Esther Cross (1961), Guillermo Martínez sa. El payador es un libro necesario para la
(1962) y Pablo de Santis (1963), entre otros. comprensión del gaucho ensalzado poética­
Antes de cerrar este apartado, se debe seña­ mente por Iosé Hernández. Otros textos suyos
lar que, al igual que en el resto del mundo, la que pertenecen al orbe ensayístico son El im­
ficción ha sido y sigue siendo en la Argentina el perio jesuítico e Historia de Sarmiento. Asimis­
género literario que muestra mayor vitalidad. mo, Eleuterio F. Tiscornia (1879-1945) fue
uno de los primeros en reivindicar el Martín
Fierro en sus trabajos sobre literatura gauches­
EL ENSAYO ca. Otro contemporáneo es Iosé Ingenieros
(1877-1925), sociólogo, psiquiatra y crirninó­
Mientras la imaginación es el principal in­ logo. Desde 1915 dirigió la colección “La Cul­
grediente de la poesía y la narrativa, la investi­ tura Argentina”, consagrada a la divulgación
gación y la reflexión son elementos insoslaya­ de asuntos literarios, sociológicos y científicos.
bles del ensayo. Durante el período al que se Su obra más importante es La evolución de las
ajusta este capítulo, hubo en la Argentina una ideas argentinas, en dos tomos, así como dos
considerable cantidad de hombres de letras libros muy difundidos en los que glosó sus
dedicados a pensar el país y meditar, asirnis­ ideales humanistas: El hombre mediocre y Las
mo, sobre aspectos históricos, políticos, filosó­ fuerzas morales. Su discípulo y biógrafo Aníbal
ficos, sociales, científicos y literarios o artísti­ Ponce (1898-1938) fue, también, un destacado
cos. Por la naturaleza del presente capítulo, estudioso de los temas sociopolíticos.
sólo se debería abordar el ensayo literario; sin Manuel Ugarte (1878-1951) es un ensayista
embargo, este aparece vinculado frecuente­ polémico que ensanchó el campo de sus refle­
mente con la indagación de nuestra identidad. xiones más allá de las fronteras del país al preo­
No pocos poetas y novelistas manifestaron en cuparse por el destino de América. Entre sus
forma directa o implícita (a través de ensayos obras merecen citarse La patria grande, El arte
propiamente dichos o bajo la forma velada de de la democracia y La joven literatura hispanoa­
la ficción) su preocupación por descifrar las mericana.
claves de la idiosincrasia argentina. Y así como Ricardo Rojas (1882-1957) trató de conci­
hay novelas -las de Eduardo Mallea, por ejem­ liar en toda su obra europeísmo e indigenis­ 125
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

mo. Eurindia, Blasón de plata y El país de la sel­ estudiantes y amantes de la literatura. Del pri­
va son testimonios de ese pensamiento con­ mero, ponderado comentarista, traductor e
vertido en verdadera pasión. Cabe destacar su “iluminador” de textos, cabe recordar sus es­
valiosa Historia de la literatura argentina, en tudios sobre Iosé Hemández, Esteban Echeve­
nueve tomos, y sus biografías de San Martin y rría y Rubén Darío y los libros El prosista en su
de Sarmiento. prosa y El poeta en su poema. Castagnino escri­
Dentro del ensayo literario hay que anotar bió importantes obras exegéticas sobre la his­
el nombre de Roberto F. Giusti (1887-1976), toria del teatro nacional y sobre técnicas e in­
director durante más de treinta años —con Al­ terpretación del discurso literario.
fredo Bianchi ( 1882- l942)— de la revista Noso­ Dentro de esta generación de ensayistas,
tros, donde escribió muchas páginas sobre au­ cabe señalar el nombre de Ricardo Sáenz-Ha­
tores y obras nacionales. Integran su yes (1888-1976), autor de vastos saberes y pul­
bibliografía Crítica y polémica, Nuestros poetas cro estilo que dedicó un exhaustivo libro al
jóvenes, Literatura y vida, Ensayos, y un libro creador del ensayo moderno, Montaigne, y pu­
de memorias, Visto y oído, donde describe un blicó además De Stendhal a Gourmont, Blas
largo período de las letras argentinas. Otros Pascal y otros ensayos, Miguel Cané y su tiempo
ensayistas estrictamente literarios han sido y Cada día con su afán. Espíritu refinado y
Rafael Alberto Arrieta, director y coordinador dueño de una rica cultura universal fue, asi­
de una Historia de la Literatura Argentina, en mismo, Iorge Max Rhode (1892-1979), a cuya
seis tomos, y autor de Dickens y Sarmiento, La obra principal, Las ideas estéticas en la literatu­
literatura argentina y sus vínculos con España, ra argentina, debe añadirse un conjunto de li­
Florencio Balcarce, y de volúmenes donde vol­ bros en los que estudió a diversos autores (An­
có sus conocimientos y fervor de bibliófilo: La gel de Estrada, Iuan María Gutiérrez). Otro
ciudad y los libros y El encantamiento de las importante ensayista es Gregorio Weinberg
sombras. Asimismo, Carmelo Bonet (1886­ (1920).
l977) expuso su amplia versación en Las fuen­ Al abordar la obra de quienes cultivaron el
tes de la creación literaria, Escolios y reflexiones ensayo e iniciaron la publicación de sus libros
sobre estética literaria y Apuntaciones sobre el en las décadas del veinte y del treinta, es nece­
arte de juzgar. sario nombrar en primer término, por su irn­
Uno de los grandes ensayistas literarios ha portancia, a Ezequiel Martínez Estrada. Autor
sido, sin duda, Arturo Marasso. Notable erudi­ que incursionó en todos los géneros con pare­
to y maestro de la literatura comparada, escri­ ja intensidad y vigor mental, resalta en dicha
bió una obra aún no justípreciada fuera de los producción su labor de ensayista. En Radio­
reducidos círculos académicos: La invención grafía de la pampa, libro de 1933, inicia su
del Quijote, Rubén Darío y su creación poética y búsqueda de las claves del país y formula una
El pensamiento secreto de Mallarmé. Otros ex­ crítica moral. Es un ensayo preñado de origi­
celentes analistas de la literatura fueron Angel nales reflexiones y metáforas entre poéticas y
I. Battistessa ( 1902-1993) y Raúl H. Castagni­ metaflsicas. Pero no le van a la zaga La cabeza
no (1914-1999), ambos con una extensa can­ de Goliat, Muerte y transfiguración de Martín
126 tidad de libros de indispensable consulta para Fierro, Sarmiento y Nietzsche. Años más tarde,
LA LITERATURA

Iuan Iosé Sebreli (1930) lo irnpugnó por con­ no carente de humor y resignada melancolía.
siderar que su óptica era excesivamente subje­ Otro ensayista atento a los temas sociopolíti­
tiva y fatalista; reproche al que adherirían cos y fuertemente polémico ha sido Arturo
otros intelectuales; pero más allá de toda con­ Iauretche (1901-1974).
troversia, es imposible negar a ese epíritu in­ Los ensayos de Borges son de distinta ín­
quisitivo y cuestionador que fue Martínez Es­ dole. Más preocupado por lo literario y lo me­
trada la fuerza de un pensamiento henchido tafísico que por lo social, sus libros El tamaño
de intuiciones iluminadoras. Otros ensayos en de mi esperanza, Inquisiciones, Discusión e His­
los que expuso sus apasionadas meditaciones toria de la eternidad, entre otros, deslumbran
acerca del momento político que le tocó vivir por su brillante estilo, hecho de una adjetiva­
son ¿Qué es esto? y Cuadrante del pampero. ción tan precisa como original y por sus fasci­
Algunos autores extranjeros —como Waldo nantes disquisiciones sobre la eternidad, el in­
Frank, Herman Keyserling, Iosé Ortega y Gas­ finito y otros conceptos abstractos con los que
set, George Sirnmel y Oswald Spengler— gravi­ jugó sutilmente en toda su obra.
taron por su obra o su presencia en algunos Notable cultor del ensayo, así como de la
ensayistas argentinos. Una de ellas sería Victo­ poesía y el cuento, fue Luis Franco, escritor
ria Ocampo, que con su serie de Testimonios que muestra una singular y convincente fuer­
practicó una mezcla de ensayo, diario personal za expresiva en El otro Rosas, Hudson a caballo,
y miscelánea literaria que seduce por su estilo El general Paz y los dos caudillajes y Pequeño
muy argentino y a la vez universal. Eduardo diccionario de la desobediencia. Carlos Alberto
Mallea, escritor ya considerado como novelis­ Erro (1903-1968) fue, asimismo, el autor de
ta con amagos ensayísticos dentro de sus fic­ un libro celebrado por Waldo Frank, Medida
ciones, publicó libros de indagación y análisis del criollismo, y de Tiempo lacerado; mientras
ajenos a los frecuentes sectarismos ideológi­ que Romualdo Brughetti ( 1912), también
cos. En Historia de una pasión argentina sostu­ poeta, se reveló como apasionado expositor de
vo la teoría de una Argentina visible convi­ ideas en Descontento creador y Prometeo. Autor
viendo con una Argentina invisible cuya de ensayos literarios y sobre temas argentinos
demora en manifestarse representa nuestra es Máximo Etchecopar (1912).
mayor asignatura pendiente. Otros ensayos de Ernesto Sabato ha manifestado en el ensa­
Mallea, El sayal y la púrpura y Meditación de la yo su actitud crítica frente a las contradiccio­
costa, proponen el imperio de una ética —vista nes e injusticias de nuestro tiempo. Uno y el
a la vez como estética- que sirva de modelo a universo, Heterodoxia y El escritor y sus fantas­
una sociedad espiritualmente enferma. mas son libros en los que subyace lo que se ha
Desde una perspectiva política nacionalis­ denominado “una razón ardiente”. La labor
ta, Raúl Scalabrini Ortiz (1896-1959) escribió ensayística de este humanista urgido por la
ensayos sobre aspectos económicos relaciona­ necesidad de una apelación moral y un recla­
dos con la defensa de la soberanía, pero el li­ mo admonitor ha tenido vasta repercusión,
bro que cirnentó su fama es El hombre que es­ especialmente entre los jóvenes.
tá solo y espera, breviario del porteño medio Inmediatamente después de la primera
cuyos rasgos psicológicos retrató con agudeza etapa peronista, los hermanos Ismael y David 127
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Viñas, Adolfo Prieto (1928), Noé Iitrik (1928),


Oscar Masotta (1930-1979) y Iuan José Sebre­
li se agruparon alrededor de la revista Contor­
no para impulsar la revisión y el debate, desde
una óptica prioritariamente sociológica, de la
literatura nacional. Con similar fervor, Héctor
A. Murena (1923-1975) polemizó desde las
páginas de Sur y La Nación con esos escritores
que, a su criterio, examinaban las letras argen­
tinas con parcialidad obnubiladora. Murena
publicó libros de poemas, novelas y los volú­
menes ensayísticos El pecado original de Amé­
rica, Ensayos de subversión y Homo Atomicus.
Otros ensayistas preocupados por desen­
trañar las claves sociales del hombre argentino
a través de sus escritores fueron Dardo Cúneo,
Julio Mafud (1928-1992), Rodolfo Kusch
l Bernardo Canal Feijoó.
(1922-1979) yVíctor Massuh (1924), autor es­
te último de La Argentina como sentimiento y uno de los más importantes críticos; José Ed­
Cara y contracara: ¿una civilización a la deriva? mundo Clemente (1919), Iosé Luis Lanuza
Un notable ensayista, también poeta y dra­ (1903-1976), Pablo Rojas Paz (1896-1956), lo­
maturgo, es el santiagueño Bernardo Canal sé María Moner Sans, Ángel Rosenblat (1902­
Feijoó (1897-1982), autor de una importante l984), Alberto Salas (1915-1995), Fryda
obra orientada hacia la indagación antropoló­ Schultz de Mantovani (1912-1978), Raimun­
gica y la teoría de la cultura. Teoría de la ciu­ do Lida, María Rosa Lida, Adolfo de Obieta
dad argentina, De la estructura mediterránea y (1912), Antonio Pages Larraya (1918), Emilio
La expresión popular dramática son algimos de Carilla (1914-1995), Iuan Carlos Ghiano
sus libros. En la linea de la investigación de las (1920-1990), Florencio Escardó (1904-1992),
raíces folldóricas sobresalió también Augusto Bernardo Ezequiel Koremblit (1915), Ofelia
Raúl Cortázar (1910-1974), formador de una Kovacci (1927-2001), Ana María Barrenechea
pléyade de estudiosos, algimos de los cuales (1923), Carlos Alberto Ronchi March (1922) y
son autoridades en la materia, como Olga Fer­ Oscar Tacca (1926).
nández Latour de Botas (1935). Otros investi­ Entre los ensayistas más notorios del últi­
gadores de la literatura vernácula, así como re­ mo tramo del siglo XX se puede mencionar a
copiladores de coplas y cuentos populares, Santiago Kovadloff ( 1942), quien con Una cul­
han sido Iuan Alfonso Carrizo (1895-1957), tura de catacumbas y El silencio primordial re­
Berta Vidal de Battini (1900-1984), Orestes Di veló ser un pensador lúcido y brillante, así co­
Lullo (1898-1983) y Félix Coluccio (1911). mo Tomás Moro Simpson (1929), también
Ensayistas más concentrados en lo especí­ poeta como Kovadloff, autor de un libro sin­
128 ficamente literario fueron Luis Emilio Soto. guiar, Dios, el mamboretá y la mosca, v Beatriz
LA LITERATURA

Sarlo (1942), que ha trabajado sobre literatura abordó el drama, la comedia, el sainete y hasta
y cultura de masas. A ellos hay que agregar los la revista. Pedro E. Pico (1882-1945), realista e
nombres de Enrique Pezzoni (1926-1989), Pe­ incisivo, escribió excelentes comedias y retrató
dro Luis Barcia (1940), Iosefina Delgado algunas picardías de la política criolla en Las
(1942), Iosé Isaacson (1922), Iorge Cruz rayas de una cruz. Alberto Novión (1881-1937)
(1930), Cristina Piña (1949), Haydee Iofre Ba­ fue autor de una obra de éxito, Bendita seas, y
rroso (1928), Tomás Abraham (1946), Josefina Rodolfo González Pacheco (1882-1949) se des­
Ludmer ( 1939), Ivonne Bordelois (1936), Ior­ tacó con Hermano lobo y Las víboras.
ge Panesi (1947), Alberto Manguel (1948) y Párrafo aparte merece Vicente Martínez
Enrique Valiente Noailles (1960), entre otros. Cuitiño (1887-1961), autor sumamente culto
e inquieto que trató de incorporar a su obra
las experiencias de dramaturgos europeos co­
TEATRO mo Ibsen, Pirandello y Lenormand, logrando
así piezas tan interesantes como Horizontes y
En las primeras décadas del siglo, la litera­ Servidumbre. Escritores de menor nivel creati­
tura teatral se enriqueció con el aporte de va­ vo pero diestros en la urdimbre de la comedia
liosos autores. El sainete costumbrista, inicia­ Costumbrista fueron Nicolás de las Llanderas
do años antes con gran repercusión popular, (1888-1938) y Arnaldo Malfatti (1893-1968),
mantuvo sostenida vigencia y adoptó una mo­ con Así es la vida, y la pareja de Camilo Dart­
dalidad, el grotesco, a través del cual sus crea­ hés (1889-1974) y Carlos Damel (1890-1974)
dores reflejaron la vida y los hábitos de una con Los chicos crecen.
sociedad en la que criollos -generalmente Francisco Defilippis Novoa (1889-1931)
porteños- e inmigrantes (españoles, italianos, fue un innovador que procuró ahondar en los
árabes o judíos) protagonizan episodios risue­ conflictos psicológicos y avanzar en los recur­
ños o dramáticos pero caracterizados siempre sos técnicos de la puesta en escena. Otros nom­
por el pintoresquismo. El representante más bres: Iosé LeónPagano (1875-1964), reconoci­
conspícuo fue Armando Discépolo (1887­ do además en la crítica de arte; Alejandro
1971), cuyas obras Mateo, Stefano y Relojero Berruti ( 1888-1964), Emilio Berisso (1878­
son verdaderos clásicos del género. Otros, co­ 1922), Iosé María Moner Sans y Román Gó­
mo Alberto Vacarezza, ya tratado, Carlos M. mez Masía (1903-1944), Edmundo Guibourg
Pacheco (1881-1924), Iosé González Castillo (1893-1986), Roberto Tálice (1901-1998) yAr­
(1885-1937) y Federico Mertens (1886-1960), turo Berenguer Carisomo (1905-1998), tam­
siguieron ofreciendo coloridas escenas del bién docente e historiador de la literatura. No
ambiente popular porteño. se debe olvidar el teatro histórico, que tuvo
En esa época empezó a perfilarse un teatro cultores de la talla de Paul Groussac, con La di­
menos esquemático, más ambicioso, sin aban­ visa punzó; Ricardo Rojas, con Ollantay, y En­
donar en la mayoría de los casos la temática rique Larreta, con Santa María del Buen Ayre.
nacional. Enrique García Velloso (1881-1938), Hay un nombre que representa lo mejor
autor de Mamá Culepina y Eclipse de sol, es uno de la literatura dramática entre los decenios
de los más completos e imaginativos, pues del veinte y del cuarenta y cuya obra se exten­ 129
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

dió hasta más allá de la primera mitad del si­ mitos clásicos como en Antígona Vélez y en
glo. Se trata de Samuel Eichelbaum (1894­ Don Juan. También debe ponerse de resalto la
1967), creador de un teatro en el que consi­ magnifica epopeya teatral de Bemardo Canal
guió fundir lo realista con lo psicológico, la Feijoó Pasión y muerte de Silverio Leguizamón y
observación Costumbrista con los conflictos otra obra inspirada en la literatura gauchesca
de conciencia. Eichelbaum describió senti­ de un autor que pertenece, asimismo, a las filas
mientos con elocuente sutileza y sus diálogos del ensayo: Santos Vega el payador, de Antonio
revelan un examen profimdo de los persona­ Pagés Larraya.
jes. Un guapo del 900 y Un tal Servando Gómez A fines de los años cuarenta y comienzos
son sus piezas más conocidas. de los cincuenta se produce en Buenos Aires —y
En 193 l, Leonidas Barletta funda el Teatro se proyecta luego hacia el interior— un movi­
del Pueblo y cuatro años después se crea el Tea­ miento teatral que se aparta de los tradiciona­
tro Nacional de Comedia, que dirigirá durante les circuitos comerciales. Grandes masas de
años Antonio Cunill Cabanellas. Estos dos público, preferentemente joven, llena las pe­
acontecimientos impulsan la expansión de una queñas salas donde actúan los que antes eran
actividad a la que el público dio auspiciosa res­ llamados “cuadros filodramáticos” y ahora son
puesta. El Teatro del Pueblo, juntamente con el grupos de actores fervorosos, formados en la
Teatro Juan B. Iusto, El Tinglado Libre Teatro, frecuentación de las nuevas teorías teatrales
la Organización Latinoamericana de Teatro —Brecht, Stanislavski, Strasberg— y de autores
(OLAT) y otros de intención más artística que modernos a los que se proponen dar a conocer.
comercial, presentaron obras clásicas y moder­ El movimiento independiente fue una reacción
nas, entre ellas de autores argentinos que llega­ contra el teatro conformista que invadía en­
ban al teatro desde la poesía, la narrativa o el tonces las carteleras. 1a Máscara, Nuevo Tea­
ensayo. Uno de los más significativos fue Ro­ tro, Fray Mocho, Los Independientes, el IFT y
berto Arlt, quien volcó en las originales situa­ el Teatro Florencio Sánchez, herederos del en­
ciones de Trescientos millones, Saverio el cruel y tusiasmo de Leonidas Barletta, Ricardo Passa­
El fabricante de fantasmas el talento y el vigor no (1893-1973) y Enrique Agilda (1902-1990),
creativo expuesto ya en sus novelas. Brillante representaron un borrón y cuenta nueva en la
comediógrafo resultó el poeta Conrado Nalé vida teatral porteña y sirvieron de estímulo a
Roxlo, con La cola de la sirena y El pacto de conjuntos del interior del país. Obras de Sófo­
Cristina, así como autores tratados al conside­ cles, Ben Johnson, George Bernard Shaw, Eu­
rar otros géneros practicados con mayor dedi­ gene O’Neill, Bertolt Brecht, Antón Chejov,
cación: Ezequiel Martínez Estrada, Raúl Gon­ lean Anhouil, Arthur Miller, Harold Pinter y
zález Tuñón, Alvaro Yunque, Nicolás Olivari, Arnold Wesker alternaban en sus carteleras con
César Tiempo, Arturo Cerretani, González las de nuevos dramaturgos argentinos.
Carbalho, Eduardo González Lanuza, Vicente En 1949 es estrenó la obra El puente, de
Barbieri y Carlos Carlino (1910-1981). Entre Carlos Gorostiza (1920), un hito del teatro in­
todos ellos se destaca Leopoldo Marechal, que dependiente. Gorostiza, uno de los dramatur­
incursionó en el teatro trágico y poético re­ gos más talentosos surgidos en ese período, es­
130 creando y trayendo a la época contemporánea cribirá posteriormente Marta Ferrari, El pan de
LA LITERATURA

la locura y El patio de atrás, entre otras celebra­


das piezas. Muchos nombres irrumpen enton­
ces; Iuan Carlos Ferrari, seudónimo de Enrique
Grande (1917-1989), Luis Ordaz (1912), Iuan
Oscar Ponferrada, Pablo Palant (1914-1975),
Atilio Betti (1922-1993), Aurelio Ferretti
(1907-1963), Iulio Imbert (1918), Andrés Liza­
rraga (1919-1982), Iulio Mauricio (1919­
l99l), Alberto Rodríguez Muñoz (1915), Iuan
Carlos Ghiano, Agustín Pérez Perdella (1920),
Agustín Cuzzani (1924-1987), Osvaldo Dra­
gún (1929), Sergio De Cecco (1931-1986), Gri­
selda Gambaro (1928), Roberto Cossa (1934),
Carlos Somigliana (1932-1987), Jacobo Langs­
ner (1927), Eduardo Pavlovski (1933), Ricardo
Talesnik (1935), Ricardo Halac (1935) y Oscar
Viale (1932-1994).
Estos autores impusieron una temática
vinculada con la búsqueda o el análisis de la
identidad argentina y el propósito de reflejar
inquietudes y preocupaciones unánirnes me­
diante una exposición entre Costumbrista e in­
telectual. Simultáneamente llegan de los Esta­
dos Unidos y de Europa piezas representativas
de una dramaturgia iracunda y exasperada, así
como el llamado “teatro del absurdo”, que mo­
difican las carteleras tradicionales. Las últimas
tendencias conquistaron adeptos, pero tarn­
bién el rechazo de espectadores menos inquie­
tos que preferían quedarse en sus casas frente
a la pantalla del televisor. En los años setenta
aquella eclosión del teatro independiente ya
había perdido fuerza y disminuyó la asistencia
del público a las salas teatrales, motivo por el
cual los empresarios trataron de volver a cap­
tarlo con piezas banales e intrascendentes.
Con todo, el fenómeno no logró desalentar a
los buenos autores. Más aún, nuevas camadas
se sucedieron y algunas obras consideradas in­ Leopoldo Marechal en España, 1926. Capítulo. La historia
quietantes o perturbadoras fueron estrenadas dela literatura argentina, 1967. 131
LA DIMENSION CIENTIFICA Y CULTURAL

inclusive durante el gobierno del “Proceso” llermo Gentile (1942), Ricardo Monti (1944),
militar. Como una suerte de desafio a la repre­ Jorge Paolantonio (1947), Mauricio Kartún
sión, se realizó en 1981 un memorable ciclo (1946), Eduardo Rovner (1942), Jorge Gol­
denominado “Teatro Abierto” en la sala El Pi­ demberg (1950), Nelly Femández Tiscomia
cadero de la ciudad de Buenos Aires, donde (1939-1995) y Jorge Accame (1956), entre
debían representarse veinticinco piezas de au­ otros. Un caso aparte ha sido el de Raúl Nata­
tores nacionales. La madrugada del 6 de agos­ lio Damonte Taborda (1939-1987). Hijo del
to, un incendio -luego se comprobaría que fue político Raúl Damonte Taborda y nieto de Na­
intenciona1- destruyó el edificio, pero no lo­ talio Botana, creador del diario Crítica, vivió
gró interrumpir el ciclo, que se trasladó a otras muchos años en París, donde se dedicó al di­
salas céntricas. bujo humorístico y escribió con el seudónimo
Para entonces, nuevos escritores habían de Copi algunas obras teatrales de estilo ex­
hecho su entrada en la literatura teatral: Gui­ céntrico y provocativo.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Se enumeran en primer término algunos en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Histo­


libros de consulta que abarcan los distintos gé­ ria Argentina Contemporánea, volumen II,
neros literaríos; después, los vinculados con el segimda parte, Buenos Aires, 1966. ENRIQUE
género poético, así como antologías en cuyos ANDERSON IMBERT es autor de Historia de la li­
prólogos se encontrarán útiles referencias. Se­ teratura hispanoamericana, dos tomos, Méxi­
guirán los estudios sobre narrativa, ensayo y co, 1966; de JUAN CARLOS GHIANO es la obra
teatro. Se omiten, para no extender excesiva­ Constantes de la literatura argentina, Buenos
mente este repertorio bibliográfico, los traba­ Aires, 1953, y de FERMIN EsTRELLA GUTIERRFZ,
jos dedicados a un solo autor (por ejemplo, Corrientes y obras más importantes de la litera­
Lugones, Arlt o Cortázar), aunque en ellos tura argentina, Santiago de Chile, 1970.
también es posible hallar datos orientadores Esclarecedores comentarios sobre la litera­
acerca de su época y sobre otros escritores de tura entre 1920 y 1950 o 1960, se encuentran
su generación. en: LUIS EMILIO SOTO, Crítica y estimación, Bue­
Libros importantes para el conocimiento nos Aires, 1954; ANGEL J. BATnsTEssA, Pasado y
de quienes se interesan por autores de los pri­ presente de Ia literatura argentina, dos tomos,
meros lustros —los que empezaron a publicar Buenos Aires, 1977-1979; ARTURO BERENGUER
entre 1915 y 1940, aproximadamente- son los CARISOMO, Literatura argentina, Buenos Aires,
seis volúmenes dirigidos por RAEAEL ALBERTO 1970; JUAN PINTO, Breviario de literatura argen­
ARRIETA, Historia de la Literatura Argentina, tina, Buenos Aires, 1958; ENRIQUE PEZZONI, Li­
Buenos Aires, 1958-1960, que avanzan crono­ teratura argentina 1930-1960, Buenos Aires,
lógicamente respecto de la obra monumental 1961; GUILLERMO ARA, Introducción a la litera­
del mismo título de RICARDO ROJAS; también, tura argentina, Buenos Aires, 1966; EMIR RO­
132 “La vida literaria argentina entre 1862 y 1930", DRlGUEZ MONEGAL, El juicio de los parricidas.
LA LITERATURA

La nueva generación argentina y sus maestros, res composiciones de los respectivos poetas si­
Buenos Aires, 1956, y NOE IITRIK y SUSANA CE­ no que incluyen prólogos y estudios críticos.
LI.A, Historia crítica de la literatura argentina, Existen muchas selecciones de ese carácter. Las
irrupción de la crítica, Buenos Aires, 1999. más representativas son las siguientes: PEDRO I.
De carácter enciclopédico, ilustrada con VIGNALE y CESAR TIEMPO, Exposición de la ac­
cuadros Sinóptícos y material iconográfico, es tual poesía argentina, Buenos Aires, 1927, don­
la Historia de la literatura argentina, en seis to­ de cada poeta escribió su propia Semblanza,
mos, publicada por el Centro Editor de Améri­ por lo general en clave de humor; IULIO NOE,
ca Latina, Buenos Aires, 1980- 1982. Asimismo, Antología de la moderna poesía argentina,
referencias puntuales sobre autores y fechas de Segtmda edición, Buenos Aires, 1930, GONZA­
edición de sus libros pueden consultarse en los LEZ CARBALHO, Índice de la poesía argentina
muchos trabajos de ordenación bibliográfica contemporánea, Santiago de Chile, 1937; JORGE
que realizó HORACIO I. BECCO, entre ellos, LUIS BORGES, SILVINA OCAMPO y ADOLFO BIOY
Fuentes para el estudio de la literatura argentina, CASARES, Antología poética argentina, Buenos
Buenos Aires, 1968, y Bibliografía de bibliogra­ Aires, 1941; DAVID MARTÍNEZ, Poesía argentina
fias argentinas, Washington, 1972. También AL­ (1940-1949), Buenos Aires, 1950, y Poesía ar­
FREDO ROGGIANO, en su excelente Diccionario gentina actual, Buenos Aires, 1961; LUIS SOLER
de la literatura latinoamericana, Washington, CAÑAS, La generación poética del 40, dos tomos,
1961; PEDRO ORGAMBIDE y ROBERTO YAI-INI son Buenos Aires, 1981, con un completo análisis
autores de la Enciclopedia de la literatura argen­ al que acompañan muchos textos poéticos;
tina, Buenos Aires, 1970. Otra vez PEDRO OR­ HORACIO ARMANI, Antología esencial de la poe­
GAMBIDE, con SILvANA CASTRO, Breve diccionario sía argentina, Buenos Aires, 1981; LUIS R. FUR­
biográfico de autores argentinos del siglo XX, LAN, Generación poética del 50, Buenos Aires,
Buenos Aires, 1999. WASHINGTON L. PEREYRA 1974; DANIEL FREIDEMBERG, La poesía del 50,
recopiló La prensa literaria argentina, tres to­ Buenos Aires, 1981; HORACIO SALAS, Genera­
mos, Buenos Aires, 1993-1996, con el registro ción poética del 60, Buenos Aires, 1973; NELIDA
de periódicos y revistas literarias, así como la SALVADOR, La nueva poesía argentina, Buenos
reproducción de sus tapas, desde 1890 a 1939. Aires, 1969; RAUL GUSTAVO AGUIRRE, Antología
Otra interesante fuente de consulta es un de la poesía argentina, tres tomos, Buenos Ai­
libro editado por el FONDO NACIONAL DE LAS res, 1979; MIRIAM GOvER DE NASATSKY, Poesía
ARTES, en 1985, donde Se recogen en forma argentina del siglo XX, Buenos Aires, 1981, y los
facsimilar los números de la revista Martín trece tomos antológicos, con comentarios y
Fierro, publicada durante la década del veinte declaraciones de cada uno de los autores Selec­
(a partir de 1924) con colaboraciones de los cionados, que conforman la obra dirigida por
principales representantes de ese movimiento CARLOS ALBERTO DEBOLE, Poesía argentina con­
literario. temporánea, Buenos Aires, 1978-1987.
Respecto del género poético, para la con­ Ya no antologías sino estudios sobre deter­
sulta de autores y obras que surgieron a partir minadas corrientes poéticas, son los de EDUAR­
de 1920, o unos pocos años antes, son útiles las DO GONZALEJ LANUZA, Los martinfierrisras,
antologías en las que no sólo se leen las mejo­ Buenos Aires, 1961; CORDOVA lTURBURU, La re­ 133
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

volución martinfierrista, Buenos Aires, 1962; naz propulsor y divulgador cordobés de esa
LEONIDAS BARLETTA, Boedo y Florida, una ver­ especie literaria, autor de El cuento argentino,
sión distinta, Buenos Aires, 1967; LUIS R. FUR­ Buenos Aires, 1963, así como todos los núme­
LAN, Los poetas del medio siglo, Buenos Aires, ros de la revista Puro Cuento, que dirigió
1996; RICARDO HERRERA, La hora epigonal, en­ MEMPO GIARDINELLI durante varios años, a
sayos sobre poesía argentina contemporánea, principios de la década del noventa, publica­
Buenos Aires, 1991, y Espera de la poesía, ensa­ ción dedicada a la teoría del cuento y la difu­
yos sobre poesía argentina, Buenos Aires, 1996; sión de la mejor cuentística nacional y extran­
GRACIELA [MATURO] DE SOLA, Proyecciones del jera. No Se deben olvidar las antologías de
surrealismo en la literatura argentina, Buenos cuentos, precedidos de prólogos y semblanzas
Aires, 1967, y el extenso “Estudio preliminar” ilustrativas: IORGE LUIS BORGES, SILvINA OCAM­
de CRISTINA PINA a los tomos I y II de Poesía ar­ PO y ADOLFO BIOY CASARES seleccionaron la
gentina de fin de siglo, seleccionada por LIDIA Antología de la literatura fantástica, Buenos Ai­
VINcIGUERRA, Buenos Aires, 1996. res, 1965, donde, entre piezas magistrales de la
Una bibliografía sobre la narrativa de la literatura universal, figuran relatos breves de
época que abarca este capítulo deberá incluir: los compiladores y otros autores argentinos.
JUAN CARLOS GHIANO, Testimonio de la novela NICOLAS COCARO publicó Cuentos fantásticos
argentina, Buenos Aires, 1956, y del mismo au­ argentinos, Buenos Aires, 1960, que, como el
tor: La novela argentina contemporánea (1940­ título lo indica, recoge únicamente relatos de
l960), Buenos Aires, sin fecha de edición. autores nacionales; MARIO MAGGIO DE TABOA­
Véanse, asimismo: GERMAN GARCIA, La novela DA realizó una selección, con introducción y
argentina, Buenos Aires, 1952; ALFONSO SOLA notas, titulada Cuentos del interior, Buenos Ai­
GONZALEZ, Capítulos de la novela argentina, res, 1985, y VIVIANA PINTO DE SALEM es autora
Mendoza, 1959, y JORGE LAFFORGUE, Nueva no­ del prólogo y las notas de Cuentos regionales
vela latinoamericana; la narrativa argentina ac­ argentinos, Buenos Aires, 1983.
tual, Buenos Aires, 1972, que considera la na­ Ensayos literarios hay muchos, algimos re­
rración en la Argentina frente al llamado boom feridos a la poesía y a la narrativa ya han sido
de la literatura latinoamericana de principios mencionados, pero lo que no abunda son en­
de los años sesenta. Consúltense también, de sayos sobre el ensayo. Para un encuadre gene­
NELIDA SALVADOR, Novela argentina del siglo XX, ral pueden verse: IAIME REST, “Panorama del
Buenos Aires, 1994, y de SERGIO G. COLAUTTI, ensayo", en Capítulo. Historia de la literatura
Apuntes sobre la narrativa argentina actual, argentina, tomo I, Buenos Aires, 1981. En el
Buenos Aires, 1992. NOE IITRIK y ELSA DRUcA­ tomo IV de dicha obra se puede consultar, de
ROFF coordinaron Historia crítica de la literatu­ RODOLFO BORELLO, “El ensayo 1930-1970”.
ra argentina. La narración gana la partida, Bue­ Precedido por una esclarecedora “Teoría del
nos Aires, 2000, donde se analiza la narrativa ensayo”, de JOSE EDMUNDO CLEMENTE, El ensa­
entre los años sesenta y ochenta desde una yo, Buenos Aires, 1961, recoge textos ensayísti­
perspectiva menos estética que sociológica. cos de Borges, Mallea, Arrieta y Alberto Salas.
Entre los estudios sobre el cuento, se reco­ La Dirección de Relaciones Culturales del Mí­
134 mienda la lectura de CARLOS MASTRANGELO, te­ nisterio de Relaciones Exteriores y Culto edi­
LA LITERATURA

tó, de BERNARDO EZEQUIEL KOREMBLIT, El ensa­ se encontrará información sobre autores de


yo en la Argentina, Buenos Aires, 1969, bastan­ la primera mitad del siglo. En los últimos
te documentado a pesar de su brevedad. Para años se publicaron obras que abarcan un pe­
un enfoque particular referido al ensayo de in­ ríodo más vasto y que son de obligada con­
dagación nacional, consúltese: MARTIN STABB sulta: LUIS ORDAZ, Historia del teatro argenti­
(editor), América latina en busca de su destino, no, Buenos Aires, 1999, enriquecida con gran
Caracas, Venezuela, 1969. El capítulo VI inclu­ cantidad de documentación fotográfica, y
ye “La búsqueda de la identidad en la Argenti­ OSVALDO PELLETTIERI, Cien años de teatro ar­
na”. También JAIME REST analiza este tema en gentino. De Moreira a Teatro Abierto, Buenos
los capítulos “Martínez Estrada y la interpre­ Aires 1994. Véanse también: ALFREDO DE LA
tación ontológica, Roberto Arlt y el descubri­ GUARDIA, El teatro contemporáneo en la Ar­
miento de la ciudad” y “Iorge Luis Borges y el gentina, Buenos Aires, 1947; ARTURO BEREN­
ensayo especulativo” en la colección Sociedad y GUER CARISOMO, Las ideas estéticas en el teatro
literatura, Buenos Aires, 1982. Para una ubica­ argentino, Buenos Aires, 1947; ANGELA BLAN­
ción del aporte del ensayo argentino en el CO AMORES DE PAGELLA, Nuevos temas en el
marco de Hispanoamérica, Véanse PETER CAR­ teatro argentino, Buenos Aires, 1965; DOMIN­
VE y ROBERT MEAD IR., Historia del ensayo his­ GO F. CASADEVALL, La evolución de la Argenti­
panoamericana, México, 1975, capítulos VI al na vista por el teatro nacional, Buenos Aires,
VIII, y de GABRIEL TABOADA, Antología del en­ 1965, y RAUL H. CASTAGNINO, Esquema de la
sayo latinoamericano, tres tomos, Buenos Ai­ literatura dramática argentina, Buenos Aires,
res, 1994. 1950, libro breve pero sumamente ilustrativo.
Para el estudio del teatro en el lapso tra­ Dos obras recomendables no sólo por su in­
tado en este capítulo, existe una considerable formación sino también por la amenidad de
cantidad de obras. Se sugieren, por la riqueza su lectura son las de ENRIQUE GARCIA VELLO­
de su información: TITO LIvIo FOPPA, Diccio­ SO, Memorias de un hombre de teatro, Buenos
nario teatral del Río de la Plata, Buenos Aires, Aires, 1942, y de FEDERICO MERTENS, Confi­
1942, y ERNESTO MORALES, Historia del teatro dencias de un hombre de teatro, Buenos Aires,
argentino, Buenos Aires, 1944. En estos libros 1948.

135
60. EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

Alejandro E. Parada

Desarrollar la historia del libro y sus di­ del siglo XX. Esta situación propició la apari­
versos mundos en la Argentina del siglo XX ción y el crecimiento de un amplio y comple­
implica, inequívocamente, un proceso de de­ jo ámbito popular, pautado por un público
licada selección. La cultura impresa argenti­ lector de masas. El libro, inmerso en este cli­
na, durante el período 1914-1983, fue de tal ma social, no sólo aumentó su grado de ubi­
riqueza y complejidad que su aproximación cuidad y diversidad de formas y funciones si­
histórica siempre presentará un sesgo parcial no que además generó una variedad de
y una sintesis incompleta. No obstante, es prácticas y apropiaciones de la lectura desco­
posible presentar una visión panorámica del nocidas hasta entonces, ámbitos lectores que
tema. Este acercamiento requiere, inevitable­ trascendieron las pautas y particularidades
mente, de una serie de aproximaciones sucesi­ que había establecido el público culto o eru­
vas a los distintos ámbitos en los cuales el libro dito. De este modo, el período se caracterizó
dejó su impronta; impronta, por otra parte, por la amplificación y democratización pro­
eminentemente social, comunitaria y hetero­ gresivas del libro como objeto e instrumento
génea. de lectura.
La cultura impresa se caracteriza por su Es necesario, entonces, abordar el aporte
dispersión, su heterogeneidad, sus insólitas de estos ámbitos desde diversas ópticas o di­
relaciones tanto económicas como cultura­ mensiones. En este sentido, se estudiarán, a
les, sus vicisitudes sociales y políticas, y por partir de una selección entre las diversas y po­
su característica aún más definida: sintetiza sibles temáticas de la cultura impresa, los tópi­
la riqueza, ambivalente, dúctil e insondable, cos siguientes: la industria editorial y la “edad
de todo aquello que es capaz de manifestar el de oro” del libro argentino; la lectura y los lec­
hombre gracias a la escritura y el fenómeno tores; las bibliotecas; las imprentas, editoriales
de la lectura. A todo esto deben agregarse va­ y librerías; la bibliografia; la bibliotecología; la
rios elementos que pautaron el desenvolvi­ bibliofilia y los libros mejor impresos; y otros
miento del país durante esa época; especial­ ámbitos del libro.
mente, los procesos de alfabetización y
urbanización, característicos en la Argentina 137
LA DlMENSlON CIENTÍFICA Y CULTURAL

LA INDUSTRIA EDITORIAL Y LA "EDAD para la industria editorial: la 11.588 (promul­


DE oRo” DEL LIBRO ARGENTINO gada en 1932 y luego perfeccionada por la ley
11.672), que derogaba los derechos de irnpor­
El desarrollo del libro no fue ajeno, en lí­ tación del papel destinado a la impresión deli­
neas generales, a las distintas situaciones que bros, diarios y otras publicaciones (norma que
afrontó el país en esa etapa. La historia de la lamentablemente no siempre estuvo vigente);
cultura impresa se encuentra íntimamente y la ley 11.723 de Propiedad Intelectual
vinculada a los procesos sociales y políticos; (1933), que permitió, gracias al depósito legal
acontecimientos y procesos que pautaron y de las obras, el conocimiento estadístico y el
condicionaron su desarrollo o su estanca­ control de la industria editorial.
miento. Estas vicisitudes, tanto de bonanza Esta etapa inicial de la industria gráfica ar­
como de crisis, hicieron que el libro argentino gentina se caracterizó por dos particularida­
conociera momentos de esplendor, de estabili­ des bien definidas: en primera instancia, por­
dad y de franco y sostenido retroceso. que en ella la elaboración artesanal del libro
En grandes rasgos, tomando como base la alcanzó su máximo esplendor, pues, poco
periodización establecida por Eustasio Anto­ tiempo después, la explosiva aparición del “li­
nio García en su obra Desarrollo de la industria bro de masas” influiría drásticamente en los
editorial argentina, es posible distinguir tres medios de producción editoriales; y por otra
etapas. Un período inicial, de lento pero signi­ parte, porque el período fue un ámbito de ex­
ficativo crecimiento, desde fines del siglo XIX perimentación y aprendizaje en torno del
hasta mediados de la década de 1930, en el mundo de la cultura impresa, ya que a media­
cual dicha industria, a partir de la Primera dos de la década del treinta la Argentina ya po­
Guerra Mundial, comenzó un proceso de mo­ seía una fortaleza gráfica similar a España, el
dernización y moderada expansión. Aunque el principal país proveedor de obras en castella­
libro de origen español aún dominaba el mer­ no hasta ese momento.
cado, las editoriales e imprentas nacionales se Fue precisamente ese crecimiento lento y
multiplicaron y comenzaron a competir con sostenido el que proyectó el país a un papel de
aquél. En 1914, el país contaba con 323 im­ liderazgo en la producción de libros en espa­
prentas y litografías; y hacia 1935, superaba los ñol. Liderazgo que sobrevino, además, gracias
2.000 establecimientos, que ocupaban a a circunstancias externas: la Guerra Civil Es­
20.181 operarios. Si bien el libro de texto se pañola y el posterior advenimiento de la Se­
editaba en gran cantidad debido a su venta se­ gunda Guerra Mundial. Estos dramáticos con­
gura, los editores, cada vez con mayor deci­ flictos detuvieron la exportación del libro
sión, empezaron a apoyar al libro literario y, europeo a América latina. España no pudo
por ende, a la incipiente literatura nacional abastecer sus mercados ultramarinos y, gra­
que reclamaba por el espacio negado hasta en­ dualmente, también fue disminuyendo su
tonces. Durante este período se alcanzó una mercado interno.
cifra máxima de aproximadamente ochocien­ Es, pues, en esta circunstancia, que la Ar­
tos títulos anuales. En esta etapa también se gentina sustituyó a una España ya debilitada; y
138 sancionaron dos leyes de amplia trascendencia en un breve período, durante los años entre
EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

1936 y 1947, se convirtió en el principal pro­ de desarrollo de la industria gráfica durante es­
ductor y exportador de libros en castellano. A ta década: el país abastecía el 30 por ciento de la
esta década brillante de la cultura impresa na­ totalidad del área idiomática castellana y aún
cional se la conoció con el nombre de edad de en 1953, el 60 por ciento de la producción na­
oro del libro argentino. Algunas estadísticas co­ cional se exportaba a otras naciones.
rroboraron este momento único. En 1938, las Pero esta situación de optimismo cambió
obras publicadas superaron los 1.700 títulos; en las postrirnerías de la década del cuarenta.
en los años siguientes, esta cifra sufrió un im­ A partir de 1948, la fuerza editorial disminuyó
portante incremento, ya que en 1943, 1944, hasta retroceder y estabilizarse en niveles de
1945 y 1946, dicho monto fue respectivamen­ producción menores, comenzando así una
te de 4.904, 5.323, 5.098 y 5.186 títulos por tercera etapa que llega hasta la década de 1980.
año; es decir, la producción editorial argentina Es así como España, luego de la finalización de
se había casi triplicado. Puede afirmarse que el la Guerra Civil, recuperó su liderazgo interna­
año 1938 representó el punto de partida in­ cional y nuevamente conquistó sus mercados
dustrial de las artes gráficas del país; el eje de de América latina. Los países europeos, una
inflexión que pautó el pasaje de una concep­ vez repuestos de la contienda mundial, tam­
ción artesanal del libro hacia la rápida madu­ bién comenzaron a competir con el libro espa­
ración de éste como industria alternativa. ñol. A todo esto debe agregarse la aparición de
El libro argentino amplió entonces su cam­ México como franco productor y competidor
po de acción, pues, además de ser un instru­ de la Argentina en el área de la industria irn­
mento material para la lectura o un soporte pa­ presa. A pesar de cierto florecimiento en los
ra trasmitir conocimiento e información, fue años 1960-1969, en los que se incrementaron
una mercancía de intercambio intelectual den­ las editoriales y aumentó el número de libros
tro de la concepción moderna y occidental del impresos, la Argentina ya no recuperó su po­
libro. También aumentó el número de editoria­ sición hegemónica en el mercado latinoameri­
les; en 1941 existían 62 y en los años 1942, 1943, cano; recesión, por otra parte, que se acentua­
1944, 1945, 1955, 1965, 1970 y 1977 fileron, res­ ría aún más en los años setenta, con la
pectivamente, 81, 90, 86, 89, 156, 105, 135 y aparición de Colombia y Venezuela como
256. Por otra parte, el período 1946-1947 cons­ nuevos y pujantes productores editoriales. De
tituyó el bienio con mayor exportación. En este modo, la producción del libro en la Ar­
1946, a modo de ejemplo ilustrativo, se expor­ gentina decayó significativamente. Las obras
taron 622.983 kilos de libros (2.076.600 ejem­ publicadas en 1955 fueron 2.617; en 1962,
plares). También en este período, gracias al 3.323; en 1968, 4.185; en 1974, 4.906; en 1976,
aporte de los exiliados españoles, se sentaron 6.674; en 1978, 4.606; en 1982, 4.946; y en
las bases de tres importantes editoriales: Losa­ 1985, 3.607. No obstante, creció el número de
da, Emecé y Sudamericana. En esta época, e in­ imprentas, pues en 1950 había 2.772 talleres
cluso hasta finalizar la década del cincuenta, la tipográficos y en 1977, 4.203.
Argentina producía más del 30 por ciento de Existieron, además, dos leyes cuya tras­
todas las obras publicadas en América del Sur. cendencia es menester consignar; por un lado,
Otros guarismos demuestran, además, el grado la llamada del Libro Argentino (ley 20.380), 139
LA DIMENSIÓN CIENTIFICA Y CULTURAL

promulgada en 1973 durante el gobiemo de quisitivo de las bibliotecas argentinas y la ine­


facto de Alejandro A. Lanusse; y por otro, la xistencia de una legislación que apoye abierta­
22.399, sancionada en 1981, que instituyó la mente la producción editorial nacional. Por
obligación del sistema de numeración unifor­ otra parte, es importante señalar que la edi­
me de libros (ISBN). El ISBN comenzó a ser ción de libros se concentró casi exclusiva­
asignado por la Cámara Argentina del Libro, mente en la ciudad de Buenos Aires y en el co­
hecho de gran importancia para la industria nurbano bonaerense, en detrimento de la
editorial. estructura federal del país. Algtmas ciudades
Otra periodización de la historia editorial del interior, como Rosario, Santa Fe, Córdoba,
en la Argentina es la que realizó Pierre Lagar­ Mendoza y Tucumán, y aquellas localidades
de a fines de la década del setenta. Esta clasifi­ que tenían importantes universidades tam­
cación, en grandes rasgos, coincide con la pre­ bién contaron con una indpiente industria
sentada, aunque tiene el interés de aportar la editorial, confirmando así el carácter marca­
visión extranjera sobre esta temática. Lagarde damente urbano de dicha industrialización.
contempló las etapas siguientes: la gran opor­
tunidad (1936- 1947), una estabilidad precaria
(1948-1955), el período liberal de estanca­ LECTURA Y LECTORES

miento (1956-1960) y la renovación optimista


(1960-1969). Es importante señalar, aunque La evolución de los hábitos de lectura en la
escapa a los límites cronológicos de este capí­ Argentina durante el siglo XX se caracterizó
tulo, que el período 1991-1998 señalará tam­ por la presencia de diversas y complejas ver­
bién un interesante crecimiento de la indus­ tientes, tanto por la participación activa en el
tria editorial, demostrando nuevamente que universo de lectura de sectores antes posterga­
dicha industria se ha caracterizado por sus dos como por el constante intercambio y cru­
constantes altibajos. zarniento de las prácticas lectoras. Desde este
No obstante, es en la esfera intema donde punto de vista, y debido a la ausencia de estu­
deben buscarse muchas de las causas de la in­ dios sistemáticos y panorámicos, poco se sabe
movilización dela industria gráfica durante el de los modos, usos y técnicas de apropiación
período 1950- 1983. Algunas de ellas son las si­ del mundo impreso argentino. No obstante,
guientes: la ausencia de una industria papele­ dentro de estas significativas limitaciones, es
ra altamente desarrollada, los constantes au­ posible trazar un esbozo histórico sobre qué se
mentos infiacionarios, la existencia —salvo leía y el tipo de lectores durante el período.
escasas excepciones- de maquinarias gráficas En primera instancia se impone una ada­
obsoletas y la falta -acaso la causa más negati­ ración de alcance terminológico. Si bien la di­
va— de una planificación editorial a escala na­ visión entre ámbitos de lectura letrados o cul­
cional y de una política federal del libro. A to­ tos, en contraposición a los populares o
do esto deben agregarse otras causas no iletrados, pauta la aproidmación a esta temáti­
menos importantes y de significativa inciden­ ca, ésta es de significación práctica, pues el
cia, tales como la ausencia de una mayor po­ universo de la lectura posee una complejidad
140 blación de lectores, el paupérrimo poder ad­ que excede esta división. Las modos de apro­
EL LIBRO Y SUS ÁMBITOS

piación, pues, del universo del libro, durante el


siglo XX, alcanzaron una heterogeneidad de
dificil estudio. En realidad, en las prácticas lec­
toras de la modernidad sólo es posible hablar
de tendencias u orientaciones, ya que el com­
portamiento de éstas es más bien laberíntico
que lineal.
En el siglo XD(, los sectores cultos de la so­
ciedad argentina inclinaron sus gustos hacia el
libro de origen europeo, especialmente fran­
cés. Según las circunstancias históricas y socia­
les, los hábitos de lectura oscilaron. de distintas
maneras. Así, durante la década de 1810, las
obras predominantes fueron de índole política
e histórica; y luego, a partir de 1820, lentamen­
te, aunque en forma creciente, la inclinación
por las obras literarias se instaló con firmeza.
En cuanto a los sectores populares, sus lectu­
ras, siempre de complejo discernimiento, osci­
laron entre los primeros folletines literarios,
los catones de lectura y catecismos de doctrina
Mujer con libro. Escultura en piedra de José Fioravanti.
cristiana, los almanaques, los periódicos y ho­ 1937.

jas sueltas, y los versos gauchescos y criollos.


Dos autores inauguraron, inequívocamente, Las lecturas de la Argentina de 1910 se ca­
los primeros éxitos populares: Iosé Hemández, racterizaron por la incorporación de elemen­
con El gaucho Martín Fierro (1872 y 1879) y las tos típicos de la modernidad. Los usos y las
novelas de Eduardo Gutiérrez. Estos títulos al­ prácticas de lectura se manifestaron, especial­
canzaron amplia difusión en ámbitos donde el mente en las ciudades, por su variedad y ex­
libro era prácticamente desconocido, pues su traordinaria versatilidad en las apropiacíones
distribución fue tan aceptada que aun los sec­ de la cultura impresa; prueba de ello fue la
tores analfabetos accedieron a ellas gracias a la amplia difusión de impresos cuyo discurso
lectura grupal y en voz alta. Posteriormente, apuntaba a una compleja red de intereses y de
durante el período 1880-1910, la literatura prácticas lectoras, tales como la ávida lectura
criolla ocupó la preferencia de los sectores po­ de los catálogos comerciales, la proliferación
pulares, convirtiéndose en un fenómeno de de los carteles y avisos publicitarios callejeros,
aceptación masiva de dificil superación. No las conferencias orales y escritas, los libros en
obstante, hacia 1910, los temas gauchescos y venta en la vía pública, imponiéndose así una
criollos declinaron frente al notable proceso de cultura impresa en la vida cotidiana. El libro,
urbanización y asimilación de los primeros sin perder su carácter “sacralizado” y debido al
descendientes de los inmigrantes. creciente urbanismo y al incremento de la al­ 141
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

fabetización, se convirtió en un bien cultural Lorenzo I. Rosso y destinada a un público me­


que garantizaba la movilidad social. Esta ca­ dio y popular.
racterística sería, en definitiva, la dominante En 1905 se publicó Stella de César Duayen
durante la primera mitad del siglo XX. El uso (seudónimo de Ema de la Barra), la novela que
del libro, pues, fue marcadamente utilitario y alcanzó mayor éxito de librería de la época y
pragmático, no obstante, se afirmó otro aspec­ que fue ampliamente leída en distintos esta­
to: el crecimiento de la lectura de entreteni­ mentos sociales. Sin embargo, entre los años
miento y evasión en el ámbito privado e inti­ 1917 y 1930 se produjo el mayor aconteci­
mista de los sectores medios y populares. Estas miento en el ámbito de la cultura popular irn­
dos variables, inherentes al libro moderno, presa: la aparición de la novela semanal. La ca­
convivieron en una rica y compleja relación lle y los quioscos se llenaron, literalmente, de
durante el período estudiado. esta clase de publicaciones, tales como El
Desde 1901 y hasta 1920 se publicó la pri­ Cuento Ilustrado (1918), La Mejor Novela
mera gran colección de libros económicos, (1928-1929), La Novela Argentina (1921­
destinados, fundamentalmente, a lectores de l922), La novela del día (1918-1924), La Nove­
clase media: la Biblioteca de La Nación, debi­ la Nacional (1920-1922), La Novela Semanal
da a las iniciativas de Emilio Mitre, Roberto I. (1917-1925), La Novela Universitaria (1921­
Payró y José María Drago. La Biblioteca, rica l922), entre otras. También el teatro tuvo una
en traducciones y en literatura de entreteni­ notable difusión popular a través de dos publi­
miento, alcanzó una enorme difusión y conti­ caciones: La Escena (1918-1933) y Bambalinas
nuidad, y llegó a los 875 títulos, aunque tuvo (1918-1934), que si bien eran “revistas teatra­
un antecedente, de menor trascendencia, cuya les”, de hecho, siempre publicaron obras unita­
mención es fundamental: La Biblioteca Popu­ rias e independientes, superando, cada una,
lar de Buenos Aires, dirigida por Miguel Nava­ los novecientos títulos.
rro Viola. En estos años también comenzó a Las novelas semanales se editaron por mi­
consolidarse, lentamente en el ámbito edito­ llares (algimas alcanzaron los 200.000 ejem­
rial, la emergente literatura argentina, con au­ plares) y, debido a su bajo precio, llegaron a un
tores tales como Almafuerte, Leopoldo Lugo­ público lector que habitualmente no compra­
nes, Enrique Larreta, Atilio Chiáppori, Hugo ba libros. Su notable auge estaba estrechamen­
Wast (Gustavo Martínez Zuviría), Manuel te vinculado al desarrollo de la cultura barrial
Gálvez, Horacio Quiroga, Ricardo Güiraldes, en las grandes ciudades argentinas. Fueron las
Ricardo Rojas, Enrique Banchs, y otros mu­ lecturas predilectas de mujeres adolescentes y
chos. En 1915, dentro de un esquema de lectu­ jóvenes, debido a su abundante temática arno­
ra culta y nacionalista, apareció la Biblioteca rosa, aunque también contaron con una fran­
Argentina, dirigida por Ricardo Rojas y edita­ ja significativa de público masculino. Su im­
da por la Librería La Facultad, de Iuan Roldán. portancia como fenómeno de lectura social se
En el período 1915-1925 comenzó a publicar­ encontraba, además, en los heterodoxos mo­
se La Cultura Argentina (luego La Cultura Po­ dos de acceso a la novela semanal, ya que tam­
pular), fundada por Iosé Ingenieros y Severo bién eran leídas en grupos y circularon, de
142 Vaccaro, estampada en los Talleres Gráficos de mano en mano, en el ámbito familiar.
EL LIBRO Y sus AMBITOS

AIO V [VINOS Alli! ll NOVIEIIHI ¡fill IIII. ¡IO dicaron a la edición de libros baratos durante
‘ ¡\r"4;2':" «se. .( e; - l.- ". a;_ -». o- .raA.»
»- . .’ c“ .
37 «4 "í N «ÉÏÉL- ‘VJ-Ïfïï e >“ l el período 1920-1945. Las más importantes
fueron las siguientes: Tor, fundada por Iuan
Torrendell, de orientación más comercial; Cla­
AAÚÑUVELASlï CANAL ridad, creada por Antonio Zamora, con inte­
reses culturales; y la Editorial Sopena Argenti­
na, con su famosa y difundida Biblioteca
Mundial. Con la aparición del libro económi­
co se desarrollaron otras temáticas herederas
del folletín, la novela de aventuras y la novela
policial o de misterio que cobraron notable
auge. La narración policial alcanzó irnportan­
tes niveles de divulgación, abarcando tanto a
los sectores letrados como populares. En la dé­
cada del treinta, Tor publicó numerosos títu­
los de aventura y misterio, destinados a un pú­
blico sin mayores exigencias intelectuales; en
cambio, en 1944, Emecé comenzó a editar su
famosa colección El Séptimo Círculo, dirigida
por Iorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares,
LA CUACHA destinada, indudablemente, a lectores con ma­
rec-R
C. MÏÏZIO SAENZ PENA yores exigencias.
Ma.“
y a; N,’..“ma”
«- m”.
PRIMERA Y UNICA PUBLICACION EN SU GENERO Pero aún restaba un hecho revolucionario
PRECIO: 10 Caninos-lla ¡la 250.000 personas ln leen
e innovador en la historia de la cultura impre­
sa y de la lectura en el siglo XX: la explosiva
Portada de una de las ediciones populares de La novela
semanal. aparición del libro de bolsillo o de masas. Pre­
sentado en 1935 por la editorial británica Pen­
Este acontecimiento tuvo múltiples ante­ guin, poco tiempo después, a partir de la déca­
cedentes, de complejo y difícil discernimiento. da del cuarenta, tuvo notable divulgación en el
Además de la urbanización barrial y la intensa paperback de los Estados Unidos. La Argenti­
escolarización, la aparición de publicaciones na, que entonces vivía su “edad de oro” edito­
tipo magazines a fines del siglo XIX y comien­ rial, no permaneció al margen de ese suceso.
zos del XX, tales como Caras y Caretas y PBT, Entre las numerosas experiencias gráficas que
fue determinante en los hábitos de lectura, so­ se instrumentaron en la composición del libro
bre todo en la difusión periódica de cuentos y de bolsillo argentino, las más importantes, por
folletines. De este modo, el mundo masivo de su impecable ejecución y seriedad comercial,
lecturas y lectores se amplió por un nuevo fe­ fueron la Colección Austral de Espasa-Calpe, y
nómeno editorial: el rápido desarrollo del li­ la Biblioteca Contemporánea y también la Bi­
bro económico y popular. Surgieron así varias blioteca Clásica y Contemporánea, ambas de
editoriales, algunas de vida efímera, que se de­ editorial Losada. 143
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

a
ICO
Co.
I l I QIII0.0.0.0‘ IGO‘
I do abordadas. En 1936, la Biblioteca Nacional
iuna
A 0 0aa O IIUCC 0o
.OÏO‘I CO O_
c a‘¡¿
editó un pequeño opúsculo titulado Los 2.600
JUAN MARAGALL libros más pedidos en la Biblioteca Nacional.
Este folleto permite acceder a otros mundos

ELOGIOS de la lectura en la Argentina de la década del


treinta, al de los lectores movilizados por inte­
reses disímiles, en los cuales convivían, en una
9,ofv.c 1
rica relación dinámica de intercambios y cru­
I
0O
fl‘ '.¡,',‘,'«..
zamientos, el libro de texto, el de entreteni­
;o'u'
miento y las obras de consulta. Las obras de
referencia más solicitadas fueron la Enciclope­
3 .u,i.o_9 ago o m a.o'
dia universal ilustrada europeo-americana (En­
o ‘ nun‘
ciclopedia Espasa) y el Diccionario Enciclopédi­
_-_0_v_t: ¡‘o a fu‘ co Hispano Americano.
A partir de 1950, aproximadamente, suce­
dió otro cambio de importancia en los hábitos
de lectura: la aparición en el mercado editorial
ESPASA « un: ARGENTXNA,
Buïwos Ames — M EX'lC Ü mundial del best-seller. Estas novelas tenían co­
mo particularidad común su extraordinario
éxito a escala internacional, lo cual confirmaba
a los editores locales una segura distribución
l Sobrecubierta de un libro de la Colección Austral. masiva en el país. Sus características fundamen­
tales fueron y son: rápida ganancia económica,
La literatura nacional comenzó a conquis­ éxito efimero y calidad intelectual dudosa.
tar, aunque moderadamente, a un amplio sec­ Compitieron y compiten, en franca desigual­
tor del público letrado. Se impusieron nuevos dad, con la producción de autores nacionales.
autores, antes desconocidos, que a partir de Han apuntado al lector culto medio, pero su
1935 alcanzaron varias ediciones, tales como dispersión excede, inequívocamente, dicho ám­
Eduardo Mallea, Leopoldo Marechal, Silvina bito. Tanto su carácter masivo como su rédito
Bullrich, Manuel Mujica Lainez, Beatriz Gui­ económico fueron de tal magnitud durante la
do, Manuel Puig y tantos otros. Tres escritores década del sesenta y del setenta, que la apari­
transcendieron el ámbito nacional y fueron ción de un nuevo best-seller constituía un even­
reconocidos intemacionalmente: Iorge Luis to editorial.
Borges, Ernesto Sabato y Julio Cortázar. Durante el período 1914-1983, los hábitos
No obstante los datos conocidos, es poco de lectura sufrieron una serie de complejas
lo que se sabe sobre los hábitos de lectura fue­ evoluciones. En primer término, a comienzos
ra del ámbito comercial y de los análisis mera­ de siglo, se tuvo una concepción sacralizada
mente estadísticos. Las aproximaciones cuali­ del libro, en la cual el mundo impreso estaba
taúvas, sobre todo en estamentos populares y fuertemente circunscripto a la cultura letrada,
medios, salvo contadas excepciones, no han si­ aunque la irrupción de la literatura criolla ha­
EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

bía demostrado, a fines del siglo XIX, que la


cultura impresa también podía ser un fenó­
meno eminentemente popular. Luego, debido Áx A
si a
a la urbanización y alfabetización de amplios
sectores, el libro perdió parte de su sacraliza­
ción para ser un elemento funcional de movi­
lización social, pues gracias a su posesión y
lectura era posible avanzar en la escala social.
Sin embargo, con las crisis económicas que
pautaron las décadas del sesenta y del setenta,
esta concepción perdió vigor y, si bien no de­
sapareció, disminuyó su impulso inicial. Por
otra parte, con el advenimiento de la radio, el
cine y luego la televisión, los modos de lectu­
ra fueron cambiando. La radio recuperó el
ámbito oral de la escritura impresa, la capaci­
dad de escuchar en grupo y anónirnarnente;
en tanto que el cine y la televisión incorpora­
ron un nuevo elemento poco conocido hasta
entonces: la lectura de la imagen como texto,
con carácter masivo e instantáneo.
A lo largo del siglo XX, las lecturas adqui­ Paul Groussac. director de la Biblioteca Nacional entre
rieron un notable grado de heterogeneidad y 1335 y 1929. Fotografia de 192o.
complejidad, pues la cultura impresa fue per­
diendo sus fronteras tradicionales y sus meca­ ción, el 16 de marzo de 1812, de la Biblioteca
nismos de apropiación ya no fueron fácilmen­ Pública de Buenos Aires, que en 1884 se con­
te identificables; situación que ha demostrado virtió en la actual Biblioteca Nacional. En
la insuficiencia de las clasificaciones tradicio­ cuanto a los hombres que sentaron las bases
nales de los lectores, ya que los procesos de lec­ de las bibliotecas argentinas, tanto desde el
tura, luego de 1970, apuntaron hacia una dis­ punto de vista teórico como del práctico, dos
persión cada vez mayor de sus prácticas. fueron excluyentes: Domingo Faustino Sar­
miento y Paul Groussac. Al primero siendo
presidente de la República, y a su ministro de
Las BIBLIOTECAS Instrucción Nicolás Avellaneda, se debió, la
sanción de la ley 419, del 23 de septiembre de
La estructura bibliotecaria heredada del si­ 1870, por la cual se creaba la Comisión Protec­
glo XIX fue rica en ideas y en algtmas realiza­ tora de Bibliotecas Populares; en tanto que
ciones trascendentes, aunque no definitorias Groussac fue el primero en intentar la organi­
ni sistemáticas. El acontecimiento biblioteca­ zación moderna de la Biblioteca Nacional, ba­
rio más importante consistió en la inaugura­ sada en conocimientos técnicos. Estas dos fi­ 145
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

guras descollantes sentaron las bases inequí­ bliografía nacional, la tendencia a convertirse
vocas de aquello que debía entenderse como en una biblioteca pública más que en un repo­
desarrollo bibliotecario. Por un lado, el éxito sitorio nacional y la imperiosa necesidad de
de las bibliotecas dependía de su estrecha rela­ mudarse a un nuevo edificio (hecho que recién
ción con la educación popular; y por otro, es­ se dio en 1992). No obstante estas limitaciones,
tas instituciones (auténticas agencias sociales) la Biblioteca Nacional se enriqueció con el in­
necesitaban de una organización racional y greso de importantes bibliotecas particulares,
profesional. De este modo, el seguimiento o la tales como las de Ángel Justiniano Carranza,
falta de instrumentalización de estos dos as­ Amancio Alcorta, Ezequiel Leguina, Raymond
pectos fundamentales fueron, en lineas gene­ Foulché-Delbosc, Pedro Denegri, Pastor Obli­
rales, los que determinaron el desarrollo de las gado, Félix Frías, Félix Buxareo Uribe, entre
bibliotecas durante el período 1914-1983. otras. Hacia 1983, gracias además al depósito
Es posible trazar, en una aproximación legal —cuyo cumplimiento ha sido parcial-,
preliminar, un breve panorama de los princi­ constituía el principal elenco de libros del país.
pales tipos de bibliotecas que se desarrollaron Otra gran biblioteca de características simila­
en la Argentina durante el siglo XX, tales co­ res ala precedente es la del Congreso de la Na­
mo la Biblioteca Nacional, las escolares, las ción (1859), de carácter enciclopédico y legis­
públicas y populares, las universitarias y las es­ lativo. Un hecho de gran importancia para la
pecializadas, entre otras. historia de la lectura en ámbitos bibliotecarios
La Biblioteca Nacional tuvo un significati­ públicos fue la inauguración, en 1974, de su
vo -aunque insuficiente- incremento de su nueva sala de lectura, con una capacidad para
fondo bibliográfico, pues hacia 1980 poseía un ciento veinte usuarios.
acervo de aproximadamente 1.500.000 volú­ En cuanto a las bibliotecas vinculadas a la
menes. La gestión bibliotecaria más irnportan­ enseñanza, tanto escolares como secundarias,
te, en cuanto a su organización y control, fue la pese a algunas importantes excepciones, su or­
de Paul Groussac, de 1885 a 1929, y prueba de ganización y desarrollo durante el período
ello fue la edición de los “catálogos metódicos” 1914-1983 se caracterizó por su pobreza y au­
de una parte relevante de su acervo. Otra di­ sencia de inserción social. A pesar de contar a
rección importante en cuanto a realizaciones comienzos de la década del ochenta con más
fue la de Gustavo Martínez Zuviría entre 1931 de 23.000 escuelas, eran pocas las que poseían
y 1954. Las gestiones administrativas siguien­ bibliotecas totalmente organizadas y con un
tes (Jorge Luis Borges, Vicente Sierra, José Ed­ papel de primera importancia en la dinámica
mundo Clemente, Horacio H. Hernández, pedagógica. Uno de los mayores inconvenien­
Gregorio Weinberg, Dardo Cúneo, entre otros) tes que han aquejado a este tipo de institucio­
debieron enfrentarse a un conjunto de situa­ nes fue la falta de coordinación entre los pla­
ciones de compleja solución: presupuesto in­ nes educativos y la función de la biblioteca
suficiente, escaso apoyo de los sucesivos go­ escolar; asimismo, la ausencia de un trabajo
biernos y ausencia de personal profesional. mancomunado y solidario entre bibliotecas
Tres problemas, por otra parte, pautaron su públicas y escolares ha sido un escollo de difí­
146 historia: la falta de apoyo para elaborar la bi­ cil superación. Sin embargo, en varios lugares
EL LIBRO Y sus AMBITOS

ochenta ya existía una red de bibliotecas y un


catálogo centralizado de sus existencias.
La creación de la Comisión Protectora de
Bibliotecas Populares (1870) posibilitó la difu­
sión de numerosas instituciones en toda la ex­
tensión del territorio nacional. Es importante
señalar que, a diferencia de las municipales, las
bibliotecas populares surgieron por iniciativas
particulares (principalmente de vecinos) y
que con posterioridad obtuvieron el apoyo de
fondos oficiales, provenientes de dicha comi­
sión. Luego de un período de incertidumbre a
fines del siglo XIX, estas agencias sociales to­
maron nuevo impulso en 1908, en la presiden­
cia de Iosé Figueroa Alcorta, durante la cual se
restableció la ley 419. Su evolución, en un pri­
mer momento, fue vertiginosa; de las 191 bi­
bliotecas populares que existían en el país en
Gustavo Martínez Zuviría. Director de la Biblioteca
1910, ya totalizaban, en 1926, 1.177 estableci­
Nacional entre 1931 y 1954. mientos. En 1954, las bibliotecas populares su­
peraban las 1.600 unidades, con un fondo bi­
del país, tanto en las grandes ciudades como bliográfico de casi 7.000.000 de libros y con
en pequeñas localidades provinciales, aunque más de 5.000.000 de lectores al año. En 1977,
en forma no sistemática y gracias a la iniciati­ según datos recopilados por la UNESCO, as­
va de autoridades y bibliotecarios, se lograron cendían a 1.230, con alrededor de 10.000.000
desarrollar algunas bibliotecas escolares y se­ de volúmenes. Este número de bibliotecas, por
cundarias con un grado satisfactorio en la diversas situaciones institucionales, económi­
prestación de servicios. cas y sociales (quiebra del orden democrático,
La biblioteca pública se manifestó en la Ar­ falta de presupuesto y menor participación
gentina a través de dos instituciones: las muni­ popular), sufrió algunas fluctuaciones, arri­
cipales y las populares. En 1926 se fonnó, a ins­ bando así, en la década del setenta, a un perío­
tancias de la intendencia de Buenos Aires, la do de estancamiento. Posteriormente, gracias
Comisión Honoraria de Bibliotecas Públicas a la ley 23.351 (1986), tendrían nuevo e im­
Municipales (luego Dirección), y a partir de su portante impulso.
labor, en 1927 se fundó la primera institución Una mención especial por su importancia
de estas características, denominada “Miguel merecen las bibliotecas universitarias, tanto
Cane”. A partir de esa fecha, entre los años públicas como privadas, pues sus colecciones,
1927 y 1983, se inauguraron, en distintos ba­ en constante aumento, figuran, a escala nacio­
rrios porteños, más de una veintena de estos nal, entre los acervos bibliográficos de mayor
establecimientos y a mediados de la década del envergadura. A comienzos de la década de 147
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

1980 erdstían veintiséis universidades estatales peos. En 1983 existían alrededor de ochocien­
que agrupaban aproximadamente a unas tas bibliotecas especializadas en todo el terri­
docientas bibliotecas; dichas universidades, des­ torio nacional. Estas instituciones alcanzaron
de 1964, fonnaron la Junta de Bibliotecas Uni­ gran importancia en las décadas de 1960 y
versitarias Nacionales Argentinas (IUBIUNA), 1970, a consecuencia del rápido desarrollo del
con el objeto de promover las actividades bi­ Consejo Nacional de Investigaciones Científi­
bliotecarias en el ámbito universitario. En cas y Técnicas (CONICET). Una unidad per­
1941 se fundó el Instituto Bibliotecológico, teneciente a este Consejo, el Centro Argentino
cuyo objetivo ha sido coordinar las diferentes de Información Científica y Tecnológica
bibliotecas de la Universidad de Buenos Aires. (CAICYT), lleva desde entonces la confección
Su tarea más relevante fue la confección de un de un importante catálogo colectivo de la to­
catálogo centralizado, el cual, hacia 1983, cu­ talidad de las publicaciones periódicas recibi­
bría alrededor de 2.800.000 de volúmenes; se das en las bibliotecas especializadas del país. A
convirtió, por entonces, en el más grande e partir de la década de 1970, las bibliotecas es­
importante del país. En general, las bibliotecas pecializadas comenzaron a trabajar conjunta­
universitarias se han caracterizado por su satis­ mente según temáticas afines y formaron va­
factoria organización en comparación con rías redes y sistemas de información de
otro tipo de bibliotecas, aunque a partir de importancia, si bien aún parciales y de.alcance
1966 sus colecciones comenzaron un proceso limitado. En la década de 1980, esos sistemas
de progresiva desactualización, debido a la fal­ se incrementaron de modo significativo.
ta de un presupuesto acorde con las necesida­ Es importante señalar otros tipos de bi­
des modemas de la enseñanza universitaria. bliotecas también presentes en la Argentina,
Por otra parte, en muchas provincias, las bi­ las bibliotecas particulares y las especiales. Las
bliotecas de las universidades estatales fueron primeras alcanzaron una destacada presencia
las que prestaron mejor servicio a sus usuarios. durante el siglo XIX, cuando se carecía prácti­
A lo largo del período estudiado, las bi­ camente de un sistema bibliotecario. Entonces
bliotecas especializadas lograron un mejor erdsüeron importantes bibliotecas, tales como
grado de organización en el cuadro de situa­ las de Bartolomé Mitre, Andrés Lamas, Ma­
ción del sistema nacional. Esta clase de institu­ nuel Ricardo Trelles, Ángel Justiniano Carran­
ciones comprende a bibliotecas dependientes za y Vicente G. Quesada. Esta tradición de ri­
del gobierno nacional o provincial y a una cos acervos particulares continuó durante el
gran cantidad correspondiente al sector priva­ siglo XX, aunque lamentablemente, la mayo­
do; de este modo, han representado a distintas ría de las colecciones fueron desmanteladas y
áreas del quehacer del país: bancos, industrias, vendidas en sucesivas subastas públicas. Entre
hospitales, academias, distintos ámbitos de la los fondos bibliográficos más interesantes del
ciencia y la tecnología, etc. A partir de la déca­ período estudiado, además de los menciona­
da de 1960, muchas de estas unidades evolu­ dos en lo referido a los bibliófilos, se deben ci­
cionaron hacia centros de documentación e tar las bibliotecas de Enrique Peña, Pedro N.
información, tomando como referencia, en lí­ Arata, Francisco P. Moreno, José Antonio Pi­
148 neas generales, los modelos de países euro­ llado, Baldmar F. Dobranich, Iuan A. Farini,
EL LIBRO Y SUS AMBITOS

Estanislao S. Zeballos, Enrique Arana, Cle­ década de 1940, desaparecieron o se convirtie­


mente P. Fregeiro, Iuan Canter, Agustín P. Ius­ ron en bibliotecas populares, una vez que de­
to, Pedro Denegri, Féliz Outes, Francisco Apa­ cayó este movimiento. El acontecimiento,
ricio, Milcíades Alejo Vignati, Ricardo de pues, debe recordarse en la historia de las bi­
Lafuente Machain, Armando Braun Menén­ bliotecas argentinas como un fenómeno de
dez, Iorge M. Furt, Iorge Beristayn, I. C. Ahu­ participación popular, en el cual las bibliote­
mada, Ricardo Olivera, Alberto Dodero, Car­ cas adquirieron notable presencia como enti­
los A. Mignacco, Marcelo Schlimovich, Oscar dades sociales dinámicas.
E. Carbone, Pablo Arndt, Alfredo Hirsch, Ri­ La República Argentina presentó, enton­
cardo Cranwell, Rafael Fresco, Carlos A. ces, una importante actividad bibliotecaria.
Moncaut, Miguel Lermon, Antonio Carrizo, Sin embargo, ésta se ha caracterizado por su
Federico Vogelius, y tantos otros. Entre las bi­ falta de estructuración sistemática y, en mu­
bliotecas especiales en la Argentina, cabe men­ chas ocasiones, los éxitos parciales obtenidos
cionar la Biblioteca Argentina para Ciegos, de fueron el resultado de iniciaüvas individuales
destacada labor. Otras bibliotecas de este tipo, que carecieron por ello de continuidad en el
aunque modestas y escasas, han sido las que se tiempo. En la década de 1980, las bibliotecas
desarrollaron en hospitales y unidades carce­ aún no habían logrado su plena inserción en
larias y penitenciarias. la sociedad argentina. Las autoridades políti­
A la par de este interesante —aunque no es­ cas y gobemantes no promovieron su desarro­
tructurado- proceso de fundación de bibliote­ llo con una sabia legislación, tal como lo había
cas, existió un movimiento bibliotecario de vi­ hecho Sarmiento en el siglo XIX. Al inaugu­
tal trascendencia: el representado por rarse en 1983 el nuevo período democrático,
bibliotecas de las sociedades de fomento. En las expectativas se centraban en dos puntos
las décadas de l920 y 1930, gracias a las inicia­ fundamentales: la necesidad de desarrollar
tivas de particulares y vecinos, la cultura ba­ una eficaz estructura bibliotecaria en toda la
rrial alcanzó un notable desarrollo. En la ma­ extensión del país y la vocación política y so­
yoría de los barrios de las grandes ciudades cial para llevar a cabo esta tarea.
argentinas, principalmente en Buenos Aires,
se fundaron innumerables bibliotecas en clu­
bes deportivos y en sociedades de fomento. IMPRENTAS, EDITORIALES Y LIBRERÍAS

Muchas de ellas fueron propiciadas por socia­


listas y otras por elementos activos de la Igle­ El último tercio del siglo XIX se caracteri­
sia. Sin embargo, la actividad particular de los zó, en líneas generales, por el rápido y disper­
vecinos fue la que hizo posible esta realidad de so desarrollo de las actividades vinculadas al
las bibliotecas como verdaderas agencias so­ mundo del libro. Las imprentas, editoriales y
ciales. La acción de estas instituciones fue fre­ librerías, especialmente en Buenos Aires y en
nética, pues en ellas se realizaba todo tipo de las grandes ciudades del interior, crecieron
actividades: cursos, conferencias, lecturas co­ tanto en magnitud como en calidad. No obs­
lectivas, manualidades, concursos, etc. Mu­ tante, ese pujante y a menudo caprichoso cre­
chas de estas bibliotecas barriales, luego de la cimiento fue más bien de índole artesanal que 149
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

propiamente industrial, llevándose a cabo, en


la mayoría de los casos, a consecuencia de em­
prendirnientos particulares y familiares más
BLINGENIOSO
que por empresas privadas vinculadas con la HIDALGO
industria. Ya en el siglo XX, principalmente a
partir de 1910, la producción del libro se ca­
racterizó por su acentuada, aunque paulatina,
industrialización. La cultura impresa, en esos
años, abandonó la etapa inicial artesanal para
convertirse, lentamente y con varios altibajos,
en una industria productora de bienes cultu­
rales, pautada, aún con cierta modestia, por la
oferta y demanda que ocasionaba la novedosa
presencia de un público masivo urbano de lec­
(Ïïnfivnú avr
tores, antes casi inexistente. Esta industrializa­
ción significó, en definitiva, la base indispen­
snvxnogmní
sable para la profesionalización de los diversos
ámbitos del libro en la Argentina.
El crecimiento de las imprentas fue nota­
ble. En 1879, la Argentina sólo poseía 33 im­
prentas en su vasto territorio; en 1895, 212; en Portada de una edición de Emecé: el “Don Quijote"
1941 los establecimientos gráficos eran alrede­ ilustrado por Salvador Dalí.
dor de 2.500; en 1950, éstos superaban los
2.700 y en 1977, sumaban 4.203. Algunos de larse la labor desempeñada por la Imprenta
los establecimientos gráficos más importantes del Congreso de la Nación, cuando estuvo ba­
del período estudiado -muchos fundados en jo la dirección de Juan Alfredo Trasande; de
el siglo XIX y otros en la primera mitad del hecho, funcionó como una imprenta estatal o
XX- fueron los siguientes: Fernando A. Coni, central y fue, por entonces, un establecimien­
Guillermo Kraft, Jacobo Peuser, Colombatti, to modelo en su tipo.
Talleres Gráficos I. L. Rosso, Antonio Busnelli, Las editoriales no sólo aumentaron en nú­
sólo por citar unos pocos de una vastísima lis­ mero (en la década de 1940 alcanzaron una
ta; algunos importantes talleres del interior media anual de 90 firmas y en 1977 totalizaron
fueron los de A. Assandri (Córdoba), Jorge más de 250 establecimientos) sino que su prin­
Best (Mendoza), Emilio Fenner (Santa Fe) y la cipal caracteristica, a medida que avanzaba el
imprenta de la Editorial Castellví (Santa Fe). siglo XX, fue la lenta pero sostenida especializa­
Una mención especial merecen dos irnpreso­ ción temática. Surgieron empresas abocadas al
res: Francisco A. Colombo y Gino Fogli, cuyos libro literario, jurídico, infantil, religioso, di­
trabajos fueron, sin duda alguna, los de mayor dácúco, científico y técnico, manifestando esta
calidad en la industria gráfica argentina. Den­ tendencia una incipiente madurez editorial. In­
150 tro de la administración pública, merece seña­ cluso muchas de estas firmas, especialmente
EL LIBRO Y SUS ÁMBITOS

entre los años 1938 y 1952, debido a su dinámi­ firmas comerciales que funcionaban en la ca­
ca política de exportación, lograron imponer pital al promediar el siglo, se puede mencio­
sus productos en el mercado latinoamericano. nar, como ejemplo ilustrativo, debido a su
Muchas fueron las editoriales que se destacaron magnitud y trascendencia, a la librería El Ate­
por su actividad durante la primera parte del neo. Por otra parte, basta recordar que a co­
siglo XX; entre ellas cabe mencionar a las si­ mienzos de la década de 1970 existían alrede­
guientes: librería y editorial La Facultad (de dor de 400 librerías en el país.
Iuan Roldán), El Ateneo (de Pedro García), Existió, pues, una extraordinaria variedad
Ediciones América Latina (de Lorenzo Rosso), de comercios libreros, destacándose los dedi­
Tor (de Juan Torrendell), Kapelusz, Ángel Es­ cados al libro americanista, al jurídico y litera­
trada, Librería del Colegio, Atlántida, Manuel rio, y al libro de viejo o de ocasión. Los comer­
Gleizer, Babel (de Samuel y Leonardo Glus­ ciantes porteños dedicados a libros valiosos,
berg), Claridad (de Antonio Zamora), Emecé, agrupados en la Asociación de Libreros y An­
Sudamericana, Losada, y tantas otras, cuya ticuarios de la Argentina, editaron una intere­
enumeración excede el presente capítulo. Una sante revista, Alada. Además, fueron famosas
mención especial merecen tres notables edito­ en Buenos Aires las librerías al aire libre o en
res que iniciaron sus actividades en el siglo XIX plazoletas, en las cuales no sólo era posible ad­
y que, por la calidad de sus ediciones, desempe­ quirir obras agotadas a bajo precio sino tam­
ñaron un papel de primera importancia en la bién raras ediciones de libros antiguos; algu­
historia editorial argentina, cuyas empresas nas de ellas, muchas aún vigentes, fueron los
fueron continuadas por sus herederos; ellos quioscos de venta de libros instalados detrás
son: Pablo Emilio Coni, Guillermo Kraft y Ia­ del Cabildo durante el período 1941-1960, y
cobo Peuser. las actuales ferias en Tribunales y en el Parque
En cuanto a la evolución de las librerías ar­ Rivadavia. A partir de la década de 1970, sin
gentinas, en general, éstas han seguido el com­ embargo, comenzó una lenta pero sostenida
portamiento de la industria editorial, pues el crisis, debido a la constante devaluación de la
mayor número se concentró en las grandes moneda y a la falta de poder adquisitivo de
ciudades del país, tales como Buenos Aires, aquellos sectores sociales que habitualmente
Mendoza, Paraná, Rosario y Tucumán. Su pre­ compraban libros; en forma tal que, en pocos
sencia fue escasa en las localidades lejanas de años, cerraron sus puertas varias librerías que
los centros urbanos, aunque la inauguración habían trabajado durante décadas.
de varias universidades nacionales durante el
siglo XX alentó la presencia de ellas en el inte­
rior. No obstante, el “reino” de las librerías se BIBLIOGRAFIA

dio, inequívocamente, en Buenos Aires, donde


su riqueza y variedad llegó a grados superlati­ La bibliografia nacional comenzó en el si­
vos. Muchas librerías se especializaron tem­ glo XIX gracias a los trabajos realizados por el
pranamente, proceso comenzado por aquellas napolitano Pedro de Angelis. Fue precisamen­
que se encontraban en las proximidades de los te durante dicha centuria cuando la bibliogra­
centros de enseñanza. Entre las innumerables fia argentina presentó las contribuciones más 15]
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

importantes en esta temática, pues en esa épo­ go denominado Boletín Bibliográfico Nacional
ca descollaron como notables bibliógrafos las (1951-1963), el cual estuvo a cargo de distin­
figuras de Antonio Zinny, Bartolomé Mitre, tas entidades oficiales. A estos intentos debe
Juan María Gutiérrez y los hermanos Alberto agregarse una publicación de corta vida: Poli­
y Enrique Navarro Viola. Fue, inequívoca­ biblon (1947), dirigida por Carlos V. Penna,
mente, la “época de oro” de la bibliografía ar­ revista que incorporaba los materiales depo­
gentina. Este promisorio comienzo, sin em­ sitados en el Registro de la Propiedad Intelec­
bargo, no continuó con la intensidad y calidad tual. Dentro de este pobre panorama, es im­
técnica inicial durante el transcurso del siglo portante señalar la aparición en 1959 de la
XX, ya que a comienzos de la década de 1980 Bibliografia argentina de artes y letras, editada
la Argentina aún no contaba con una biblio­ por el Fondo Nacional de las Artes y dirigida
grafía nacional retrospectiva ni corriente. por Augusto Raúl Cortazar, sin duda algima,
La situación, pues, ha sido tan precaria en la obra de mayor calidad bibliográfica en el si­
este campo que es necesario recurrir a esfuer­ glo XX; lamentablemente, tal como lo indica
zos parciales, aislados e incompletos para tener su nombre, sólo cubría el sector de humani­
una idea del estado de la bibliografia en el pe­ dades. Esta importante publicación dejó de
ríodo 1914-1983. Existieron, empero, irnpor­ aparecer en 1975.
tantes contribuciones dentro de este limitado No obstante esta escasez de repertorios bi­
panorama. En primer término cabe mencionar bliográficos, es oportuno recordar algunas pu­
la existencia de dos bibliograflas de bibliografia; blicaciones periódicas donde se registraron o
argentinas, la de Narciso Binayán (1919) y la reseñaron obras argentinas, tales como: Bi­
realizada, varios años después, por Abel Rodol­ bliograma (1953), publicada por el Instituto
fo Geoghegan (1970). Estos trabajos tienen el Amigos del Libro Argentino; el Fichero Biblia­
mérito de demostrar la riqueza incalculable de gráfico Hispanoamericano (1961), editado por
nuestros estudios bibliográficos, señalando así Bowker; Biblos (1941), publicada por la Cá­
la imperiosa necesidad de futuras compilacio­ mara Argentina del Libro; Señales (1949), diri­
nes más sistemáticas y exhaustivas. gida por María Esther de Miguel; la Bibliogra­
A fines de la década del veinte y comienzos fía argentina (1961), de carácter selectivo y
del treinta aparecieron dos serios intentos de editada como sección de la Revista de la Uni­
control bibliográfico nacional, aunque, la­ versidad de Buenos Aires; el Boletín bibliográfi­
mentablemente, de vida muy efimera. Ellos co de obras inscriptas (1973), compilado por la
fueron: el Anuario bibliográfico: letras, historia, Dirección Nacional del Derecho de Autor, y
educación y filosofia (1927-1930), editado en muchas otras publicaciones de menor interés
La Plata por el Instituto Bibliográfico de la Fa­ bibliográfico.
cultad de Humanidades y Ciencias de la Edu­ Otras fuentes de significativa importancia
cación; y la Bibliografía general argentina para el control bibliográfico del período estu­
(1931-1933), compilada por Fortunato Men­ diado son las siguientes: el Handbook of Latin­
djlaharzu, Manuel Selva y Lorenzo I. Rosso. American Studies, en el cual aparece registrada
En esa época también comenzó a editarse desde 1936 una selección de la bibliografia ar­
152 el Boletín Bibliográfico Argentino (1937), lue­ gentina en el campo de las humanidades y
EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

ciencias sociales, y el Catálogo de materiales


argentinos en las bibliotecas de la Universidad L|BROS ARGENTINOS
de Buenos Aires (1980), editado en varios volú­
menes por la prestigiosa casa G. K. Hall de
Boston.
Por otra parte, es oportuno mencionar a
un conjunto de instituciones que se dedicaron
parcial o plenamente a esta tarea, tales como el
Instituto Bibliotecológico de la Universidad de
Buenos Aires (1941 ), el Departamento de His­
toria de la Facultad de Humanidades de la
Universidad Nacional del Nordeste (1958, Re­
sistencia), el Instituto de Bibliografia del Minis­
terio de Educación de la Provincia de Buenos
Aires (1960, La Plata), el Centro de Investiga­
ciones Bibliotecológicas de la Facultad de Filo­
sofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires
(1967), el Instituto Bibliográfico “Antonio
Zinny” (1972), el Centro de Investigaciones CAMARA ARGENTlNA DEL LIBRO
Bibliográficas de la Universidad Nacional de
Mar del Plata (1977) y el Centro Bibliográfico
Edición del ISBN. compilado por la Cámara Argentina del
de la Universidad Nacional de Cuyo (1982). Libro.

Finalmente, también es importante seña­


lar la contribución a la bibliografia nacional Collegii Maximi Cordubensis Societati Iesus.
que se inició a principios de la década del Durante el siglo XIX, estos antecedentes se in­
ochenta con la asignación del ya mencionado crementaron con nuevas iniciativas, tales como
ISBN, compilado por la Cámara Argentina del la organización de la Biblioteca Pública de Bue­
Libro, aunque dicho número, lamentablemen­ nos Aires (1812) y los aportes, en varias contri­
te, no refleja la totalidad de los libros impresos buciones, de Domingo Faustino Sarmiento. A
en la Argentina. esto deben agregarse los estudios de Vicente G.
Quesada, con su libro Las bibliotecas europeas y
algunas de la América latina (1877); y el pri­
BIBLIOTECOLOGÍA mer trabajo profesional bibliotecario en la Ar­
gentina: el Catálogo Metódico de la Biblioteca
Los antecedentes de la bibliotecología en la Nacional (1893), con un lúcido ensayo intro­
Argentina se remontan al año 1757, fecha en la ductorio de Paul Groussac._
cual los jesuitas de la ciudad de Córdoba con­ Estos parciales esfuerzos se incrementaron
feccionaron el catálogo de su importante bi­ durante el siglo DC, gracias a las actividades de
blioteca y las normas adoptadas para su uso, un conjunto de hombres y mujeres que consi­
bajo el título de Index Librorum Bibliothecae deraron la necesidad de organizar sistemática­ 153
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

mente los estudios bibliográficos y biblioteco­ Iosé Federico Finó y Carlos Víctor Penna. Es­
lógicos. Se mencionan, entre otros, los aportes ta nueva etapa, ahora influida por concepcio­
de Federico Birabén, Pablo Pizzurno, Iuan nes anglosajonas, señala el comienzo en la Ar­
Túmburus, Pedro B. Franco, Santiago M. gentina de la bibliotecología moderna. En
Amaral, Francisco Scibona, Ernesto Nelson, breve tiempo la Escuela contó con un plantel
Raúl Cisneros, Hanny S. de Simons, los que de brillantes profesores y su fama y prestigio
abarcaron, en su totalidad, el período 1904­ se extendió por América latina, a tal grado
1934. Por entones, los bibliotecarios eran inte­ que dicho período se conoce como la época
lectuales, en el mejor de los casos, que organi­ dorada de la enseñanza de la bibliotecología
zaban las bibliotecas guiados por una en la Argentina.
mentalidad pragmática y empírica, es decir, Augusto Raúl Cortazar presentó, en 1949,
sin pauta profesional alguna. El modelo de ad­ un nuevo plan de estudios que actualizó la ca­
ministración que irnperaba era el europeo y el rrera de bibliotecarios en la Facultad de Filo­
encargado de la biblioteca debía tener un per­ sofia y Letras; y en 1957 se inauguró, en la Bi­
fil erudito. Además, la influencia del positivis­ blioteca Nacional, la Escuela Nacional de
mo exigía, justamente, esa tonalidad pragmá­ Bibliotecarios. Lentamente, pero con continui­
tica y utilitaria de la biblioteca. Por otra parte, dad y perseverancia, fueron surgiendo, aún en
la Argentina fue pionera en organizar los pri­ condiciones modestas y precarias y con distin­
meros estudios bibliotecológicos de nivel uni­ tos grados de formación, varias escuelas de bi­
versitario en América latina. Por iniciativa del bliotecarios en el interior del país. En 1979, la
decano de la Facultad de Filosofía y Letras Argentina contaba con trece escuelas de biblio­
(UBA), doctor Ricardo Rojas, en 1922 se creó tecología, tanto nacionales como provinciales y
en dicha casa de estudios la Escuela de Archi­ privadas, aunque eran insuficientes debido a su
veros y Bibliotecarios. No obstante, este acto concentración en áreas urbanas y padecían la
fundacional respondió más a una formalidad falta de homologación en sus materias básicas.
académica que a la realidad. Se trataba de un En 1953, luego de varios intentos, se cons­
curso ajeno a la formación profesional del bi­ tituyó la Asociación de Bibliotecarios Gradua­
bliotecario, impregnado por orientaciones li­ dos de la Capital, que a partir de 1958 se deno­
terarias e históricas que, lamentablemente, minó Asociación de Bibliotecarios Graduados
languideció por falta de alurrmos. de la República Argentina, abarcando así a to­
Recién en 1937 se dictó el primer curso de dos los profesionales del país. Además de velar
biblioteconomía (1937-1942) con caracterís­ por los intereses profesionales, ha organizado,
ticas realmente profesionales, aunque aún en numerosas ocasiones, el Congreso Nacional
muy modestas. Esta nueva experiencia se lle­ de Bibliotecarios. También en el interior del
vó a cabo en la Escuela del Servicio Social del país se fundaron otras asociaciones, tales como
Museo Social Argentino y Manuel Selva fue el la Asociación de Bibliotecarios de Córdoba
responsable de inaugurar el curso. Poco tiem­ (1957), la Asociación Chaqueña de Biblioteca­
po después, en 1943, este primer intento de rios (1961), la Asociación de Bibliotecarios de
formación de bibliotecarios fue sustituido Jujuy (1980), la Asociación de Bibliotecarios de
154 por la Escuela de Bibliotecología, a cargo de Entre Ríos (1983), entre otras.
EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

Tanto la investigación como la literatura sional y la irnpostergable necesidad de crear un


bibliotecológica se han caracterizado, salvo al­ Sistema Nacional de Bibliotecas, estructura
gunos aportes, por su escasez y dispersión. No fundamental para asegurar el acceso democrá­
obstante, algunas obras argentinas alcanzaron tico e igualitario a la información.
prestigio en América latina e incluso interna­
cionalmente. Prueba de ello son los libros si­
guientes: Manual de bibliotecología para biblio­ LA BIBLIOFILIA Y LOS LIBROS MEJOR
tecas populares ( 1951), obra colectiva del IMPRESOS

plantel de profesores de la Escuela de Bibliote­


cología del Museo Social; Catalogación y clasi­ Una de las particularidades del libro mo­
ficación de libros (23 edición, 1964), de Carlos derno es su extraordinaria adaptabilidad para
Víctor Penna; Diccionario de Bibliotecología circular en los ámbitos más disímiles. El libro
(23 edición, 1976), de Domingo Buonocore; y es, por naturaleza, escurridizo, polifacético e
fundamentalmente el Manual de fuentes de in­ indefiníble; su estudio excede, en ciertas oca­
formación (33 edición, 1978) de Iosefa E. Sa­ siones, las diferencias sociales y se enlaza con
bor. Asimismo, si bien existieron algunas re­ complejas formas de apropiación y lectura. Si
vistas de bibliotecología durante el siglo )O(, bien el hecho fundamental de la cultura
dos títulos ya desaparecidos deben mencio­ impresa durante el siglo XX fue su expansión
narse por su calidad profesional: Documenta­ social y su constante abaratamiento, aban­
ción Bibliotecológica (Bahía Blanca) y Bibliote­ donando así su exclusividad en sectores privi­
cología y Documentación (Buenos Aires). legiados, el libro como objeto de arte diferente
Hacia principios de 1980, indudablemen­ y propio de minorías alcanzó en la Argentina
te gracias a denodados esfuerzos de varias dé­ una expresión artística importante, similar a
cadas de trabajo, ya existía un plantel de las mejores producciones europeas.
bibliotecarios con correcta formación profe­ Aunque existieron durante el siglo XIX al­
sional, aunque en escaso número para cubrir gunas ediciones de carácter bibliofílico, éstas
las necesidades del país. Dos causas funda­ fueron expresiones aisladas e independientes.
mentales determinaron, entonces, la modestia El nacimiento formal e institucional de la bi­
de ese desarrollo bibliotecario: la ausencia de bliofilia en el país se remonta al año 1928, con
prestigio social que ha padecido la profesión a la fundación de la Sociedad de Bibliófilos Ar­
lo largo del siglo XX en la sociedad argentina, y gentinos. Esta corporación, de carácter exclu­
la falta de apoyo por parte de las autoridades y sivo y formada por cerca de un centenar de so­
el poder político sobre la importancia del desa­ cios, fue la encargada de dictar las normas que
rrollo bibliotecario. Lamentablemente, esta debería cumplir un impreso de lujo; debe ser
alarmante situación ocasionó que muchas bi­ bello tanto en su forma intelectual como en su
bliotecas carecieran de personal con estudios impecable ejecución gráfica, confeccionado
profesionales. Ante este hecho, los biblioteca­ con papeles fabricados artesanalmente y de
rios argentinos procuraron impulsar, a partir notable calidad, con grabados e ilustraciones
del último tercio del siglo XX, dos temas de vi­ originales y editado en tiradas reducidas, para
tal importancia: la sanción del estatuto profe­ lograr de este modo un libro de impecable ca­ 155
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Raúl Veroni; Cuentos santafesinos (1969) de

BlBlOS Mateo Booz, ilustrado por Enrique Femández


Chelo; Una excursión a los indios ranqueles
(1974 y 1977) de Lucio V. Mansilla, con agua­
fuertes de Roberto I. Páez; y Don Segundo
Org/duo Oficial de la. Sombra (1979) de Ricardo Güiraldes, con ilus­
(Entero argentina del libro
traciones de AídaiCarballo.
Otra institución vinculada al libro artísti­
co fue la Asociación Amigos del Arte (1924).
Esta sociedad editó, entre otras obras de cali­
dad, dos libros de realización tipográfica nota­
ble: el monumental Martín Fierro (1930) de
José Hernández, con ilustraciones de Adolfo
Bellocq, y Fausto (1932) de Estanislao del
Campo, con litografías de Héctor Basaldúa.
SUMARIO Además de estas iniciativas institucionales,

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AÏINTAR CONTRA LA A
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LDITOMAL: UNA POUTWA CULTURAL AXEIXCANA —» TUVO SINCULAI WPOUTANGA
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existieron otras vinculadas con la actividad co­
mercial o privada. Fueron famosas, por su ele­
gancia y cuidado, las ediciones de “El Bibliófi­
lo”. Entre sus numerosas contribuciones a la
bibliofilia argentina, se mencionan, sólo a títu­
lo ilustrativo, Iuvenihh (1930) de Miguel Cané y
Portada de uno de los primeros números de la revista
Biblos. Santos Vega (1933) de Rafael Obligado, ambos
con ilustraciones de Alfredo Guido, y Las alego­
lidad tipográfica. La bibliofilia, pues, presenta rías de “Salomé” (1937) de Mariano de Vedia y
al libro como un objeto de arte, en el cual de­ Mitre, con dibujos de Iorge Larco. Una men­
be reinar una equilibrada armonía entre el ción especial merece la labor que desempeñó
contenido y el continente. en el arte del libro doña Elvira Suffem Arteaga
Algunos de los libros editados por la So­ de San Martín, cuyo taller “La Prensa del To­
ciedad de Bibliófilos Argentinos fueron los si­ rreón” fue modelo tipográfico de dificil supera­
guientes: el Facundo (1933) de Domingo F. ción; sus ediciones, tales como las Parábolas
Sarmiento, con aguafuertes de Alfredo Guido, (1929) de José Enrique Rodó, Prometeo (1931)
probablemente la primera obra argentina que de Esquilo y El héroe (1935) de Gracián, son
cumplió con todas las reglas del libro artístico; piezas únicas en la bibliofilia nacional.
Romances del Río Seco (1938) de Leopoldo Lu­ Esta ingente tarea se debió, principalmen­
gones, con dibujos de Alberto Güiraldes; El te, al arte consumado de dos maestros impre­
matadero (1944) de Esteban Echeverría, ilus­ sores: Francisco A. Colombo (1878-1953) y
trado por W. Melgarejo Muñoz; Diálogo de las Ghino Fogli (1892-1954). Colombo fue el im­
sombras (1947) de Emilio Becher; El fantasma presor de las obras de Ricardo Güiraldes, el
156 (1957) de Roberto I. Payró, con litografias de ejecutor de las ediciones de la Sociedad de Bi­
EL LIBRO Y SUS ÁMBITOS

bliófilos Argentinos y el delicado tipógrafo de A. Pueyrredón, Antonio Santamarina, Matías


los más importantes libros de lujo argentinos. Errázuriz, Alejo B. González Garaño, Osvaldo
Fogli, en su prestigioso Estudio de Artes Grá­ Viviano y tantos otros.
ficas Futura, cumplió, a la par del primero, Hubo también varios aportes teóricos y
una labor similar. También se destacaron en prácficos que se incorporaron a la literatura na­
esta actividad otros talleres gráficos, tales co­ cional sobre bibliofilia y arte gráfico del libro,
mo Coni, López, Platt, Amorrortu, etcétera tales como la Apología de la bibliofilia y vituperio
Las sociedades que se caracterizaron por de la errata (1945) de Pablo Carlos Etchart, El
producir tiradas de calidad durante las déca­ encantamiento de las sombras (1926 y 1946) de
das del cuarenta y del cincuenta fueron las Rafael Alberto Arrieta y las importantes contri­
editoriales Peuser, Guillermo Kraft, Emecé, buciones de Abel Cháneton, Raúl M. Rosarivo,
Viau y Poseidón, entre otras. A éstas debe
fiillermo Kolterjalm y Raúl E. Lagomarsino.
agregarse la Asociación Amigos del Libro, que,
entre otros impresos, publicó Campaña en el
Ejército Grande (1956) de Sarmiento, con lito­ OTROS AMBTTOS DEL LIBRO

grafias de W. Melgarejo Muñoz. En cuanto a


los escritores que se dedicaron a cuidar artísti­ A medida que avanzaba el siglo XX, los
camente sus impresiones, se debe señalar los ámbitos propios del libro fueron creciendo en
nombres de Iorge M. Furt y Ricardo E. Moli­ complejidad y en organización institucional y
nari, cuyas obras constituyeron un modelo de gremial; es así como surgió un conjunto de
elegancia y cuidada tipografia. asociaciones que se dedicaron tanto a la defen­
Deben agregarse al presente listado de sa y promoción del libro como a la agrupación
obras mejor impresas en la Argentina durante de distintos sectores vinculados a las artes grá­
el período 1914-1983, los títulos siguientes: La ficas. Muchas de estas agrupaciones fueron
gloria de don Ramiro (1929) de Enrique Larre­ gestándose según necesidades empresariales e
ta, con ilustraciones de Alejandro Sirio; La co­ industriales, en una rica relación de intereses
rrespondencia de Fradique Méndes (1929) de comunes. Algimas de estas iniciativas tuvieron
Eca de Queiroz, editado por Ediciones Los corta vida y otras fueron evolucionando y
Cuatro Amigos; El motín de los artilleros cambiaron su nombre al fundarse nuevas aso­
(1934) de Armando Braun Menéndez, con di­ ciaciones. Dentro de este amplio espectro de
bujos de Manuel A. Pacheco, El gaucho Martín agrupaciones, se encuentran instituciones de­
Fierro (1937) de Hernández, con dibujos en dicadas a la enseñanza de las artes gráficas, cá­
camafeo de Tito Saubidet. maras industriales, y organismos públicos y
Existió, por otra parte, un selecto grupo de privados. A lo largo del período estudiado se
bibliófilos argentinos bajo cuyos auspicios y fundaron, entre otras, las siguientes entidades:
motivaciones se editó la mayoría de los libros Sociedad Tipográfica Bonaerense, Sección Ar­
de lujo nacionales, tales como Enrique Ruíz tes Gráficas de la Unión Industrial, Cámara de
Guiñazú, Eduardo I. Bullrich, Carlos M. Ma­ Industriales Gráficos de la Argentina, Cámara
yer, Alejandro E. Shaw, Alberto E. Uriburu, Argentina de Librerías, Papelerías y Afines,
Enrique García Mérou, Teodoro Becú, Carlos Cámara Argentina de Publicaciones, Cámara 157
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Argentina del Libro, Dirección Ñacional del


Derecho de Autor, Dirección Nacional del Li­
bro y Patrimonio Cultural, Federación Argenti­
na de la Industria Gráfica y Afines, Federación
Argentina de Librerías, Papelerías yActividades
Afines, Fundación El Libro, Academia Argenti­
na de Letras, Fundación Gutenberg, Sociedad
Argentina de Escritores (SADE), Sociedad Ge­
neral de Autores de la Argentina (Argentores),
Sociedad Argentina de Autores y Compositores
de Música (SADAIC). Esta importante prolife­
ración de instituciones determinó, además, q
muchas de ellas publicaran boletines y revistas
en los que se divulgaban sus actividades, tales
como Boletín de la Sociedad Tipográfica Bo­
naerense, Gutenberg, Éxito Gráfico, Páginas
Gráficas, Artes Gráficas, Argentina Gráfica, Ga­
ceta Gráfica, Biblos, LEA (Libros de Edición Ar­
gentina), entre muchas otras.
Otro ámbito de delicado contexto para la
l Afiche de la Primera Exposición Nacional del Libro.
supervivencia de la cultura impresa fue la re­
lación que se estableció, en determinados mo­ obras de referencia bibliotecológica, tal como
mentos institucionales del país, entre el libro y la Lista básica de obras para bibliotecas públicas
la censura; vínculo indudablemente nefasto y (1978), compilada por Raúl Gustavo Aguirre y
de dramáticas consecuencias para el desarro­ Miguel Luis Tomán; además, la aparición de la
llo del mundo impreso. En varias oportunida­ autocensura fue tan nociva como la prohibí­
des, durante el siglo XX, se ejerció la censura ción de muchas obras.
sobre los medios gráficos, tanto en la edición Es oportuno recordar, además, aconteci­
de libros como en la prensa. Ya en 1910, en los mientos que mucho hicieron por la difusión
festejos del Centenario, fueron atacadas varias de la cultura impresa en la sociedad: las ferias
imprentas y bibliotecas socialistas, anarquistas del libro. La Argentina contó con varios ante­
y judías. Sin duda alguna, fue durante los go­ cedentes, tanto formales (auspiciados por el
biernos de facto cuando la censura se estruc­ Estado) como informales (vinculados a la ini­
turó con mayor incidencia sobre el libro. En ciativa particular y al comercio librero). El
1973, un decreto del presidente provisional primer emprendimiento significativo fue la
Lastiri limitó sensiblemente la difusión del li­ Primera Exposición Nacional del Libro
bro. El grado máximo de censura existió du­ Argentino (1928), que contó el día de su inau­
rante el gobiemo militar de 1976-1983, en el guración con la presencia de Marcelo T. de Al­
cual se prohibieron sistemáticamente, además vear, presidente de la República. Posterior­
158 de obras políticas, libros de literatura y hasta mente, a comienzos de 1932, se realizó otro
EL LIBRO Y sus ÁMBITOS

importante evento de características sirnila­ rrollo; puntualmente, los intensos procesos de


res: la Feria del Libro Argentino. Pese a estos alfabetización y urbanización que impulsaron
antecedentes, la Primera Feria del Libro Ar­ el advenimiento al mundo de la lectura de arn­
gentino (Buenos Aires), organizada en abril plios sectores sociales; hombres y mujeres, por
de 1943 por la Cámara Argentina del Libro, otra parte, que antes habían permanecido aje­
constituyó el suceso más importante en mate­ nos a esta práctica, favoreciendo, de este modo,
ria de exposiciones editoriales, tanto por su aunque indirectamente, la movilidad social y la
magnitud como por la calidad gráfica alcan­ amplificación de la cultura. Sin embargo, esta
zada. Otro evento de gran interés en su mo­ situación de aparente bienestar sufrió cisuras y
mento fue la Exposición del Libro (1940), or­ arnputaciones determinantes a partir de la dé­
ganizada por el Ministerio de Iusticia e cada de 1960, en la cual el libro perdió parte de
Instrucción Pública para conmemorar el s, aura intocable como elemento esencial para
Quinto Centenario de la Invención de la Im­ 15 superación personal y colectiva, debido a la
prenta, cuyo catálogo constituyó un hito en la inestabilidad política y económica. De tal mo­
historia del libro argentino. En 1975, final­ do que ese proceso de “laicización” de la cultu­
mente, se inauguró la exposición que ha teni­ ra impresa se detuvo y, en ocasiones, sufrió un
do mayor continuidad y apoyo por parte del retroceso significativo, produciendo escisiones
público: la Feria Internacional del Libro de y fracturas en todos sus ámbitos. Por otra par­
Buenos Aires - “El libro, del autor al lector”, te, uno de los temas pendientes al finalizar la
auspiciada por la Fundación El Libro. centuria, cuyo emprendimiento se presenta co­
Puede decirse, al cerrar este capítulo, que el mo urgente e insoslayable, es la imperiosa nece­
libro y sus diversos ámbitos presentaron una ri­ sidad de estudiar el mundo de lo impreso den­
queza y complejidad acordes con la moderni­ tro una dimensión que comprenda —con mayor
dad, en la medida en que la cultura impresa en intensidad y amplitud- la historia cultural y so­
la Argentina del siglo XX asumió prácticas, re­ cial de los libros y sus lecturas.
presentaciones y apropiaciones propias de ese El arribo de la democracia en 1983, traerá,
complejo y abigarrado cuerpo social y comuni­ entre otras optimistas expectativas, la ilusión
tario que constituye el universo del libro y la de un cambio importante y feraz en este cua­
lectura. Varios hechos deben destacarse como dro de situación. Pero lo que sucedió desde
señales indicativas e inequívocas de ese desa­ entonces, ya escapa a esta obra.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁHCA

La bibliografia existente sobre la historia impresa. A ello debe agregarse la ausencia (ca­
del libro y la lectura en la Argentina durante si total) de trabajos modernos sobre la histo­
el siglo XX, en líneas generales, se caracteriza ria de la lectura y los lectores. No obstante, es
por su escasez, dispersión y heterogeneidad. posible enumerar -sin ánimo de ser exhausti­
Se carece, en esta temática, de un estudio glo­ vos en cuanto a las fuentes- una serie de estu­
bal, panorámico y actualizado de la cultura dios y contribuciones que permiten recons­ 159
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

truir provisionalmente el universo del libro y bro en Hispanoamérica: origen y desarrollo, Ma­
sus ámbitos. drid, 1986; RUBEN OSCAR MOGUILANSKY, El li­
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de oro” del libro en la Argentina, es posible 1997; ARTURO PEÑA LILLO, Los encantadores de
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EL LIBRO Y sus AMBITos

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co L. ROMAY y LEONCIO GIANELLO, Diccionario Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad
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Aires, 1953-1955, págs. 451-457; MAX VELAR­ FINO y LUIs A. HOURCADE, “Evolución de la bi­
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imprenta argentina: sus origenes y desarrollo, gráficos y bibliotecológicos en la Argentina”,
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En lo que se refiere a la bibliografía, cabe 58; JOSEFA E. SABOR, Manual de fuentes de infor­
citar: TEODORO BECÚ, La bibliografía en la Re­ mación cit.; MARIA ÁNGELES SABOR RIERA, Con­
pública Argentina, Buenos Aires, 1945; Do­ tribución al estudio histórico del desarrollo de los
MINGO BUoNOcoRE, “El libro y los bibliogra­ servicios bibliotecarios de la Argentina en el siglo
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LIBRO, ISBN 1982, Buenos Aires, 1983; ROBER­ 65-71; REINAI_DO IOSE SUAREZ, La problemática
162 TO COUTURE DE TROISMONTS, Estado actual de bibliotecaria argentina, Buenos Aires, i990.
EL LIBRO Y SUS ÁMBITOS

Sobre la bibliofilia y los libros mejor im­ En el cincuentenario de la Sociedad de Bibliófi­


presos, pueden consultarse: RAFAEL A. ARRIETA, los Argentinos, Buenos Aires, 1978.
El encantamiento de las sombras, Buenos Aires, Finalmente, con respecto al tópico sobre
1946; El arte del libro, Buenos Aires, 1954; DO­ otros ámbitos del libro, son de interés: TEO­
MINGO BUONOCORE, El mundo de los libros, DORO BECÚ, Catálogo de la Exposición del Li­
Santa Fe, 1955; DOMINGO BUONOCORE, “Bi­ bro, Buenos Aires, 1940; ROBERTO CASTIGLIO­
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Apología de la bibliofilia y vituperio de la erra­ RIS FERNANDEZ, “Historia de las instituciones
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bibliofilia en la Argentina”, Argentina Gráfica, ca, año 37, n° 250, Buenos Aires, 1974, págs.
año 8, n° 89-90, Buenos Aires, 1943, págs. 61­ 1-52; STELLA MARIS FERNANDEZ, Las institucio­
64; CARLOS A. PUEYRREDON, Bibliófilos y libre­ nes gráficas argentinas y sus revistas (1857­
ros anticuarios, Buenos Aires, 1958; CARLOS A. 1974), Buenos Aires, 2001; IOsE LUIS TRENTI
PUEYRREDON, Sobre libros viejos, Buenos Aires, ROCAMORA, “La ‘Primera Feria del Libro Ar­
1945; MANUEL SELVA, “Bibliófiios argentinos”, gentino”, Boletín de la Sociedad de Estudios
en El libro de arte en España, Buenos Aires, Bibliográficas Argentinos, n° 6, Buenos Aires,
1933, págs. 51-58; HORACIO ZORRAQUIN BECÚ, 1998, págs. 87-96.

163
6 1. LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL
Y POLÍTICA

Diana Quattrocchi-Woisson

A lo largo del siglo XX se publicaron en el cutivos y que podían considerarse revistas de


territorio argentino muchísimas revistas de opinión, es decir revistas que combinaban el
opinión. Cuantificarlas sigue siendo una tarea debate y el combate de ideas. Revistas que to­
pendiente. Sólo de las que fueron denomina­ maban en cuenta no sólo los problemas litera­
das “revistas literarias” publicadas en la Argen­ rios o especificos de una profesión intelectual
tina entre 1893 y 1967, la exhaustiva guía he­ sino aquellas que buscaban interrelacionar los
merográfica de Lafleur y Provenzano arroja temas y las disciplinas de las ciencias humanas
casi seiscientos títulos. Según los datos del Re­ y sociales. A la hora de acotar este corpus, en
gistro Nacional de Propiedad Intelectual con­ vistas a la publicación de una obra de referen­
sultados por Jorge Rivera, el conjunto de pu­ cia, la selección terminó concentrándose en só­
blicaciones periódicas habría alcanzado un lo trece revistas. Entre estos extremos numéri­
pico al acercarse la década del cincuenta, lle­ cos puede inferirse la dificultad de ofrecer aquí
gando a los casi 3.000 títulos. Si se ponderasen un panorama de las principales revistas argen­
estas cifras llevando el cómputo hasta las pos­ tinas que actuaron durante el siglo XX. En este
trimerías del siglo XX, y si se tomasen también capítulo se tratan sólo aquellas publicaciones
en cuenta las revistas emanadas de institucio­ que se pueden considerar más representativas
nes y corporaciones nacionales y provinciales para el estudio de la intersección entre vida in­
(academias, bibliotecas, universidades, etc.), telectual y vida política.
no parece arriesgado afirmar que pudieron
haberse publicado en el territorio argentino, a
lo largo de todo el siglo XX, más de 2.000 títu­ MODELOS FUNDADORES
los de revistas culturales.
Para el tema de este capítulo, la intersec­ Es fácil advertir que, en relación con las
ción entre cultura y política, la autora había tres grandes tradiciones políticas que marca­
elaborado con Noemí Girbal de Blacha un re­ ron a sangre y fuego el siglo XX (liberalismo,
pertorio de 180 títulos, y sólo habían compu­ nacionalismo y socialismo), la Argentina fue
tado las publicaciones que contaban con una un escenario original donde surgieron tradi­
periodicidad de por lo menos tres años conse­ ciones como el radicalismo (y sus divisiones: 165
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

yrigoyenismo, alvearismo, frondicismo), el NOSOTROS


conservadorismo y el peronismo. Del mismo
modo, el militarismo y el catolicismo presenta­ A diferencia de Caras y Caretas, la revista
ron características que permiten asirnilarlos a Nosotros no se sitúa en el terreno de la divul­
una tradición política. Desde todas estas tradi­ gación y presenta una vocación intelectual
ciones asomaron intelectuales interesados en mucho más definida. Con sus escasos mil
desarrollar una actividad que los legitimara ejemplares, su objetivo declarado era el de
en el campo específicamente cultural; una ac­ convertirse en la expresión de la nueva elite
tividad que requería cierta autonomía de las intelectual argentina e incluso americana, y
estructuras partidarias y que significaba al buscaba llegar a un público, si no numeroso,
mismo tiempo un modo singular de interven­ al menos selecto y versado. La revista Noso­
ción en los asuntos públicos. Estas iniciativas tros. Revista mensual de letras, artes, historia,
encontraron siempre en la publicación re­ filosofia y ciencias sociales buscaba convertirse
gular de una revista el modo más evidente de en la tribuna unitaria de todos aquellos escri­
expresarse. tores y pensadores que comenzaban a percibir
La primera de estas publicaciones, la que en el marco de los festejos del primer Cente­
inaugura el género, es sin lugar a dudas la re­ nario su pertenencia a un campo cultural y
vista Nosotros, con 393 números publicados profesional, el de esas “clases intelectuales”
entre 1907 y 1943. Otros estudiosos prefieren para las que había sido creada la Facultad de
situar los comienzos en el lanzamiento de la Filosofía y Letras de Buenos Aires en 1897. Y
revista Caras y Caretas que se editó en Buenos precisamente, los dos directores de Nosotros
Aires entre 1898 y 1939. Tanto Jorge Rivera habían forjado la sólida amistad que los
como Lafleur y Provenzano consideran que se acompañó durante todas sus vidas en las au­
trata de la primera revista argentina de con­ las de la nueva facultad.
cepción moderna y masiva (con una tirada de Al crearse una facultad consagrada a las
100.000 ejemplares). Este semanario ilustrado humanidades en 1896 -percibida como des?
“festivo, literario, artístico y de actualidades” provista de “utilidad” inmediata frente a las
combinaba el comentario de actualidad con la consagradas carreras de Derecho o Medicina-,
sátira política y la información científica y so­ fue imaginada como el lugar de formación
cial al alcance de todo el mundo y contó con por excelencia de las “clases intelectuales” de la
los mejores escritores y dibujantes de la épo­ sociedad argentina, como lo expresaba en
ca. Con 2.139 números publicados, Caras y 1913 Alejandro Korn, profesor de la por aquel
Caretas es además la primera revista argenti­ entonces “pequeña facultad”. Los obstáculos
na que logró existir durante 41 años ininte­ encontrados para la plena realización de esta
rrumpidos, atravesando por lo menos tres tarea son por demás evidentes y exceden el ob­
grandes períodos de la vida política argentina, jeto de este capítulo. Frente a la fragilidad y la
la república conservadora, los gobiernos radi­ precariedad del sistema político, con varias
cales, el golpe de Estado de 1930 y la restaura­ rupturas mayores en la vida político-institu­
ción conservadora. cional del siglo XX, el desarrollo de la intelli­
166 gentsia argentina presenta un itinerario ator­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

mentado, repleto de frustraciones y de cami­


nos malogrados. Debe destacarse que quienes
apostaron inicialmente a este desarrollo, como
los animadores de la revista Nosotros, lo hicie­
NOSOTROS uñlïtïl .\'l).\ ¡ÍPOCAI

ron bajo signos optimistas y unitarios.


Si la “emergencia de un campo intelectual
diferenciado”, en términos de Altamirano y ÍJu-r. turn:

Sarlo, exige debates y clarificaciones, la revista ÁI/rnlo BÍanr/IÍ - Rain-rm Cíuuf


Nosotros, fundada por dos jóvenes de ideas so­
cialístas,_inaugura un modo de intervención y
un estilo específico: unitario y pluralista. Esta
modalidad del ejercicio intelectual se verá
AXUI . ÏUMOI
amenazada con el correr de los años. Los em­
bates de una vida política cada vez más faccio­
sa repercutirán seriamente en los estilos cultu­
rales e intelectuales. Si hubiese que pensar una
cronología específica para el tema aquí estu­
diado, no habría duda en afirmar que el siglo BUENOS AIRES
¡.56
XX de las revistas argentinas es un “siglo lar­
go” que comienza con la revista Nosotros en
1907. La amistad entre sus dos jóvenes direc­
l Primer número de la segunda época de Nosotras. i936.
tores —Bianchi tenía 25 años y había nacido en
la Argentina, Giusti tenía 20 y había nacido en Socialista Independiente desde su creación en
Italia- era también un símbolo de la época y 1927. No hubo intelectual argentino que no
de las características de la empresa: “poner en publicase en Nosotros, fueran cuales fuesen sus
comunión en sus páginas las viejas firmas ideas políticas: radicales, socialistas, liberales,
consagradas con las nuevas ya conocidas o por católicos, nacionalistas, comunistas, escritores
conocer”. Frente a la soledad de quienes inten­ comprometidos con algún partido político,
taban profesionalizar el campo intelectual, pero también profesionales sin partido y sin
Nosotros se destinaba a ser una tribuna y un intereses políticos definidos.
puente de unión: “Nada de más urgente nece­ La larga vida de la revista Nosotros estuvo
sidad que la creación de sólidos vínculos entre ritmada por la realización y la publicación de
los aislados intelectuales sudamericanos”, co­ encuestas sobre temas importantes de la vida
mo rezaba el primer número. El pluralismo de nacional e internacional: el nivel cultural de la
la revista Nosotros -“nosotros” eran todos por mujer respecto del hombre, el valor del Mar­
aquel entonces- no se quebrantó ni siquiera tin Fierro, la guerra europea y sus consecuen­
cuando sus directores pasaron a militar en dos cias, la música y el folklore argentinos, la lite­
facciones diferentes del Partido Socialista: ratura hispanoamericana en el juicio de los
Bianchi se quedó en el viejo tronco fundado autores españoles, la nueva generación litera­
por Juan B. Iusto y Giusti integró el Partido ria, la reforma del Himno Nacional, la in­ 167
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

fluencia italiana en la cultura argentina, la au­ cribir a ninguna tendencia política, filosófica o
tovaloración de los escritores que se iniciaron literaria, desechando el espíritu de círculo”, tal
entre 1900 y 1914 y, la última, “América y el vez allí radicó la debilidad de la empresa. En
destino de la civilización occidental”. En la en­ todo caso, si la “bandera de la tolerancia” había
cuesta de 1932, al cumplirse las bodas de plata sido el estilo y el combate de Nosotros, esta
de la publicación, la dirección de Nosotros se bandera se hizo insostenible con el correr de
dirige a quienes habían iniciado su vida inte­ los años.
lectual entre 1900 y 1914, pidiéndoles que opi­ Las dos épocas de Nosotros —de 1907 a
nen sobre strpropia generación. Entre las cin­ 1934 y de 1936 a 1943- son algo más que un
cuenta respuestas de escritores y artistas, se accidente de recorrido. No es una interrup­
destaca la de un miembro de la redacción de la ción por problemas económicos pasajeros, co­
revista, Julio Noé, doctor en Jurisprudencia y mo ocurrió en otras ocasiones (resueltos casi
crítico literario: “Ha nacido nuestra genera­ siempre gracias a la intervención de la Socie­
ción en el otoño del liberalismo cuando ya se dad Anónima Cooperativa Nosotros, creada
había apagado el fervor de sus comienzos y en 1912). La interrupción de la revista duran­
aún no había nacido el fervor antiliberal. Ha te casi dos años fue el resultado del desaliento
llevado su tibieza a todos los partidos, y es por de sus directores y de muchos de sus colabora­
eso, que en esencia, apenas se distinguen los dores frente a los cambios vertiginosos en el
unos de los otros”. Iulio Noé concluye que to­ panorama político nacional e internacional.
dos ellos, por entonces, se movían dentro del Estos cambios ponían en tela de juicio la esen­
“centro liberal”. Y precisamente es esta tibieza cia misma de la empresa Nosotros. Para enca­
en las posiciones, que poco permite distinguir rar los graves problemas políticos, económicos
los unos de los otros, lo más característico de y sociales de los años treinta, la revista “debe­
la empresa cultural Nosotros. rá tomar forzosamente partido en estos días
En lo político, Nosotros saludó a la Ley de definiciones, cuando no de facciones, y al
Sáenz Peña como instrumento de la regenera­ tomarlo, dejará de ser lo que fue para ser otra
ción cívica del país, inclinándose a ver mayor cosa”, decían sus directores a modo de despe­
coherencia programática en el socialismo que dida, en el número 299-300. Al cerrar la revis­
en el radicalismo. Si bien Nosotros apoyó el ta explicando que se negaban a tomar partido
golpe de septiembre de 1930 como tantos en una época de “definiciones” y de “faccio­
otros sectores de la vida argentina, también nes”, los directores de Nosotros estaban confe­
manifestó dudas con respecto a la legitimidad sando la inadecuación de esta empresa cultu­
de un gobierno militar, reclamando que la in­ ral a los nuevos tiempos políticos, marcados
tervención de los militares desembocase en un por una gran polarización ideológica. En efec­
nuevo proceso electoral. to, ¿cómo modificar la línea de conducta de
A lo largo de más de 35 años de existencia, “puertas abiertas, conciliación de generacio­
la revista Nosotros reivindicó haber sido “un nes, presencia equilibrada en todo aconteci­
testigo lúcido de la vida del país”. Si la tarea miento de importancia social, política o litera­
primordial de Nosotros era “tomarle el pulso al ria”?, como lo indica Aurora Ravina en su
168 mundo que la rodeaba, con tolerancia, sin ads­ estudio de la revista Nosotros. Alfredo Bianchi
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

falleció el 23 de noviembre de 1942, y en pala­ vista despertaba sus carcajadas, a pesar de que
bras de Giusti, “su muerte le restó a Nosotros el se burlasen en ella de su propio personal polí­
alma”. En octubre de 1943, Giusti, como tan­ tico. El sentido de humor de los martinfierris­
tos otros profesores, fue declarado cesante en tas, con sus famosos epitafios y su estilo irreve­
sus cátedras del Instituto Nacional del Profe­ rente, se relaciona con la escritura de Oliverio
sorado y del Colegio Nacional Manuel Belgra­ Girondo. En las páginas de Martín Fierro se de­
no. Fue el tiro de gracia. nunció que su obra mayor, Veinte poemas para
Las encuestas y las polémicas de Nosotros, ser leídos en el tranvía, había sido silenciada por
tan corteses, tan tolerantes, tan integradoras, “revistas anquilosadas”, “magazines cursis”, así
tan pluralistas, tuvieron el defecto de su prin­ como por la “estupidez” e “hipocresía” de los
cipal virtud. Las tomas de posición quedaron grandes diarios. Se enfatizó también el “carác­
a menudo diluidas en estas voces plurales. Las ter netamente argentino” de esta obra, por su
encuestas que la revista patrocinaba indican “franqueza gaucha mezclada con rudeza y des­
los temas en debate, pero no permiten sacar plante indígena (...) al arrojar palabras como
conclusiones sobre la correlación de fuerzas boleadoras (...) con una guapeza toda argenti­
entre las diferentes posiciones. A lo sumo, las na, nativa, ancestral”. Esta toma de posición es­
encuestas de Nosotros informan que un deba­ tética y política quedó resumida en el famoso
te se había abierto en la sociedad argentina y manifiesto publicado en el cuarto número de
que Nosotros no podía ni pretendía cerrarlo. Martín Fierro. Escrito por el poeta más trans­
La prudencia y moderación de los animadores gresor de los que habían publicado hasta el
de Nosotros encontrará al filo de los años algu­ momento, el manifiesto atacaba por igual al
nos detractores y no pocos emuladores. “honorable público” y a la “funeraria solemni­
dad del historiador y del catedrático que mo­
MARTÍN Emma mifica cuanto toca”, anunciando que Martín
Fierro inauguraba una “nueva sensibilidad”,
Frente al estilo intelectual inaugurado por una manera inédita de ver al país y a sus gen­
Nosotros, la aparición de la revista Martín Fie­ tes, gracias a una generación que pretendía
rro en febrero de 1924, bajo la dirección de cuestionar lo establecido y lo aceptado. Se ha
Evar Méndez -seudónirno de Evaristo Gonzá­ dicho que este manifiesto, repartido también
lez-, pudo parecer una verdadera revolución. como volante en las calles de la ciudad, tuvo
Era la tercera vez que una publicación argenti­ una “repercusión exagerada”, pero que logró
na reivindicaba en su título al poema de Iosé así nuclear a la juventud artística de vanguar­
Hernández (en 1904, una publicación anar­ dia. También se indicó que los martinfierristas
quista y en 1919, una publicación antiyrigoye­ ignoraron a los surrealistas, pero irnítaron en
nista). Evar Méndez, poeta y periodista, ejercía cambio el manifiesto futurista italiano. El espí­
funciones de bibliotecario en la Casa de Go­ ritu de imitación, reflejo típico de las intelec­
bierno y era amigo personal del presidente tualidades periféricas, atravesó muchas empre­
Marcelo T. de Alvear. En el segundo número de sas culturales argentinas; sin embargo, algimas
Martín Fierro aparece una carta del Presidente imitaciones fueron más novedosas y creativas
de la República señalando que el estilo de la re­ que otras en cuanto a sus adaptaciones y efec­ 169
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

tos locales. Así, por ejemplo, la defensa deno­ Como queda indicado en el análisis de Al­
dada del idioma argentino y de su especifici­ tamirano y Sarlo, la aparición de la vanguardia
dad fonética fue toda una novedad en aquella estética martinfierrista implicaba la existencia
época. Como la utilización del voseo en la len­ más o menos desarrollada de un espacio cultu­
gua escrita, que tardaría muchas décadas en ral cuyas formas e ideologías esta vanguardia
imponerse en los sectores cultos: “Martín Fie­ venía a cuestionar. En ese espacio cultural, la
rro tiene fe en nuestra fonética, en nuestra vi­ revista Nosotros era el órgano por excelencia de
sión, en nuestros modales, en nuestro oído, en consagración y de difusión cultural. Por ello,
nuestra capacidad digestiva y de asimilación”. en Martín Fierro, se llegó a solicitar el cierre de
El enfrentamiento entre el grupo “Florida” la revista Nosotros invocando una disposición
de los martinfierristas y el grupo “Boedo” de municipal que “prohibía tener cadáveres en
los escritores ligados a las revistas Los Pensa­ exhibición” (sic). A pesar de la irreverencia y de
dores y Claridad —-acusados por Martín Fierro la iracundia que la distinguían, o de la utiliza­
de ser la izquierda política y la derecha litera­ ción del “escándalo como modalidad típica­
ria- generó tal vez mayores rupturas a poste­ mente vanguardista”, se ha afirmado que la re­
riori, cuando el campo cultural argentino, vista no significó ni un quiebre en el sistema
profundamente dividido, necesitó legitimar cultural argentino ni un cuestionamiento al
sus orígenes. Sobredimensionada o no, lo cier­ orden social vigente. Para Altamirano y Sarlo,
to es que la experiencia de la revista Martín el “moderantismo” y “la superficialidad com­
Fierro dejó huellas en la vida cultural argenti­ bativa” de Martín Fierro tienen que ver con la
na, aunque muchas de sus polémicas no fue­ época y su bonanza económica y social. Así
sen más que escaramuzas entre escritores liga­ por ejemplo, si Martín Fierro criticaba al inten­
dos por lazos de amistad y que fraternizaban dente de Buenos Aires por su papel en la atri­
en la bohemia literaria de estos años de pro­ bución de premios literarios, era para reclamar
greso material. que esos premios pasasen a la órbita del Minis­
En cuatro años de “vida irregular y espas­ terio de Instrucción Pública.
módica”, Martín Fierro fue un “periódico lúdi­ Más importante para el tema aquí tratado
co y travieso, típico de cachorros”, segím La­ es que la clausura de Martín Fierro estuvo
fleur y Provenzano. Ese humor martinfierrista marcada por un claro conflicto político, y este
alegre y desprejuiciado ya no volverá a encon­ dato merece ser tomado en cuenta y no relega­
trarse por muchos años en las revistas cultura­ do a lo meramente anecdótico. Iorge Luis Bor­
les. Los famosos epitafios donde se burlaron ges había fundado el “Comité Yrigoyenista de
de casi todos, incluidos ellos mismos, siguen Intelectuales Ióvenes” para adherir a la segun­
siendo recordados aún hoy por los escritores da candidatura presidencial del caudillo radi­
argentinos. El humor de las publicaciones na­ cal. Los postulados de este comité y la lista de
cionalistas adoptará posteriormente otro ca­ firmantes (Leopoldo Marechal, Macedonio
riz: un humor corrosivo, ácido, pero funda­ Fernández, Roberto Arlt y los hermanos Enri­
mentalmente grave como el telón de fondo de que y Raúl González Tuñón, entre otros) se
la época en la que les tocó actuar, posterior a publicaron en el popular diario Crítica. El al­
170 la crisis del treinta. vearismo de Evar Méndez se veía así contra­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLITICA

riado y el director de Martín Fierro publicó


entonces una declaración de prescindencia en
las páginas de la revista. Ese fue el último nú­
CLARIDAD
mero de Martín Fierro, el 44-45 del 15 de no­
viembre de 1927. La mayoría de los escritores
que apoyaban a Yrigoyen decidió entonces de­
jar de colaborar con la revista y Evar Méndez
cerró definitivamente la publicación que ha­
bía llegado a tener, en sus mejores momentos,
una tirada de 20.000 ejemplares.
Martín Fierro criticaba el realismo literario
de Boedo, así como la sensibilidad y-los “bajos
gustos de un público semianalfabeto”; denun­
ciaba el carácter mercantil de la ediciones po­
pulares, y reclamaba pureza lingüística contra
el cocoliche de los inmigrantes, bautizados de
“plebe ultramarina”. El criollismo era la divisa
del martinfierrismo, y para la afirmación de la
argentinidad, el héroe de Hernández era el ob­
jeto más argentino disponible. Pero en esta
particular combinación de vanguardismo y l Portada de la revista Claridad.
criollismo ya aparecía una tensión que luego
todos los intentos renovadores de la vida cul­ bres”. Los temas de literatura, filosofía, artes
tural argentina atravesarán inevitablemente: la plásticas e historia, muy presentes en los pri­
tensión entre lo particular y lo universal, esas meros tiempos, fueron reduciéndose para pri­
largas batallas entre nacionalismo y cosmopo­ vilegiar los acontecimientos de la vida política,
litismo o la tensión entre una cultura para po­ social y sindical.
cos, pero de alto nivel, y una cultura tosca y Su mentor, el inmigrante español Antonio
masificada, que dio lugar a esas no menos lar­ Zamora (1896-1976), había pasado del anar­
gas batallas entre elitismo y populismo. quismo al socialismo; admirador de Iusto y de
los fundadores del Partido Socialista Argenti­
CLARIDAD no, Zamora contribuyó a nuclear —gracias al
carisma de su persona y a la independencia fi­
La revista Claridad, con 225 números pu­ nanciera que le otorgaban su editorial y su
blicados en los quince años transcurridos en­ propio taller de imprenta- a casi todos los ex­
tre 1926 y 1941, se definió abiertamente como ponentes de la izquierda argentina y america­
una revista de izquierda y antiimperialista. na. Contribuir a la construcción de un mun­
“Tribuna del pensamiento izquierdista” fue su do nuevo era la principal divisa de Claridad, y
subtítulo hasta 1937, para pasar luego a consi­ para ello era necesario luchar —“la manse­
derarse “Revista americana de los hombres li­ dumbre envejece y envilece”— y despojarse de l7l
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

todo lo aprendido —“lo primero que has de kistas, pero contando siempre con la figura de
hacer es vomitar todo lo que te han inculcado árbitro convocante de Antonio Zamora. Clari­
en la escuela”—. Particular atención se le con­ dad fue blanco de la represión luego del golpe
cedió en esta lucha a la tradición historiogra­ de 1930 —golpe que, sin embargo, había apo­
fica argentina: “nuestra historia es inflada; ha yado al igual que Nosotros- y su director ter­
carecido de documentación; se ha inventado minó expulsado del territorio argentino, aun­
una historia con héroes que no son tales, en que la expulsión y la prohibición hayan tenido
beneficio exclusivo de una casta privilegiada”. corto alcance temporal. Claridad y su director
Según los artículos editoriales, más que a los volvieron a la lid y no pretendieron ser eco de
héroes fundadores, la nacionalidad argentina nada, sino abordar todos los temas sin eufe­
debería estarle agradecida a la mano de obra mismos, declarándose en “rebelión anárquica
inmigrante. La lucha de Claridad era contra la contra la cursilería y la mojigatería”, ufanán­
Iglesia (“regresión y barbarie”), contra el Es­ dose de su libertad —“nos sentimos libres, no
tado (“el entronizamiento de unos pocos pensamos a sueldo de ningún diario”-, que­
aprovechados”), contra el Ejército (“refugio riéndose sumar a todos aquellos que “nacie­
de criminales repugnantes”), contra el cura ron para revolucionar el mundo”; la política
(“porque mira a la mujer como instrumento terminó absorbiendo la cultura. Al finalizar la
del pecado, cuando ella es la vida y el irnpul­ década del treinta, ya la narrativa se había re­
so del universo”). ducido para dejar cada vez más espacio a los
Privilegiando una concepción pedagógica, ensayos políticos, económicos y sociales.
la de llevar la luz de la inteligencia a los sectores El papel del intelectual que concibe Clari­
populares, la primera tarea de la editorial de dad es el de un pedagogo cuya misión consis­
Zamora fue la traducción al castellano de gran­ te en educar a los sectores populares a través
des pensadores universales, poniéndolos a dis­ de la palabra escrita. Esta “confianza hiperbó­
posición de un público amplio y de pocos re­ lica en los textos” como instrumento para
cursos. Precursor de la literatura de bolsillo, cambiar la mentalidad de un pueblo no obtu­
como lo pone de relieve la tesis doctoral de Flo­ vo siempre los resultados esperados. En esta
rencia Ferreira de Cassone, la idea de “ganar ambición de “educar al soberano”, las afinida­
poco para ganar mucho” fue la divisa de Zamo­ des con el proyecto liberal sarmientino son
ra, apuntando exitosamente no sólo al mercado tan evidentes como las dificultades en orientar
nacional sino también al latinoamericano. políticamente a ese pueblo soberano que no
La obligación de los intelectuales, según la siempre es capaz de elegir en el sentido preco­
revista Claridad, era la de estar más cerca de nizado por sus ilustres pedagogos. Si el pro­
las luchas sociales que de las manifestaciones yecto de Claridad de organizar el “ala izquier­
puramente literarias, afirmando que para el da de la intelectualidad” opuesta a la “prensa
porvenir de la humanidad, “las luchas sociales rica, el teatro industrializado, las academias y
tienen más utilidad que las grescas literarias”. los jurados oficiales, la docencia y la intelec­
Las diversas sensibilidades de izquierda no de­ tualidad burocrática” se reveló de dificil reali­
jaron de enfrentarse en las páginas de la revis­ zación en la Argentina, ¿no habría que buscar
172 ta, anarquistas, socialistas, comunistas y trots­ algún indicio de este fracaso en la actitud mo­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

ralista de la izquierda “esclarecida” frente al no. Pero antes de que floreciese el período pe­
“mal gusto” de los sectores populares? El desa­ ronista, otras revistas argentinas de capital irn­
grado de la revista Claridad ante los homena­ portancia en la vida cultural harán su apari­
jes fúnebres rendidos por ese pueblo a un ído­ ción y otras, no menos importantes, dejarán
lo tan “sospechoso” como Carlos Gardel y su de publicarse.
repudio a ciertas formas de sensibilidad popu­ Claridad fue atemperando la virulencia de
lar como el tango, el fútbol o las carreras de sus posiciones iniciales al calor de los aconte­
caballos, denunciados como “enemigos de una cimientos internacionales. Su inequívoco apo­
correcta conciencia social y política”, pueden yo al campo republicano durante la guerra ci­
haber provocado efectos contrarios. Algo si­ vil española fue dando paso a posiciones más
milar ocurrió con la crítica feroz a los gobier­ moderadas. Frente al ascenso del fascismo y la
nos radicales surgidos del sufragio universal. inminencia de la contienda mundial, Claridad
Así, en plena campaña contra el segundo go­ tomó partido por la alianza continental pro­
bierno de Yrigoyen, puede leerse en las pági­ puesta por Roosevelt. De este período data la
nas de Claridad que “el pueblo no a elegido a modificación del subtítulo de la revista, iden­
sus representantes sino a los sirvientes del más tificada ahora con los “hombres libres de
hermético de los caudillos que el país ha teni­ América”. La prédica antiimperialista fue per­
do. Si el sufragio popular, secreto y libre con­ diendo intensidad, aunque en las páginas de
tinúa dando tan ‘excelentes’ resultados, habrá Claridad se siguiera discutiendo sobre los al­
que cambiar el procedimiento para acabar con cances y los límites de la democracia y de la re­
3))
gobiernos tan ‘ejemplares Consecuentes con volución, se analizase la posibilidad de convo­
esta política, saludaron al golpe de Estado de car a un “Congreso Latino Americano de
1930 porque “nunca creímos ni en la virtud ni Izquierdas”, o se concediese mucha atención al
en la capacidad de los hombres que desquicia­ proyecto del aprismo peruano proponiendo
ban el país envalentonados porque el pueblo una versión americana del socialismo marxis­
había cometido el error de elegirlos y, por lo ta, el “socialismo indoamericano”.
tanto, aplaudirnos el movimiento que los ha El agotamiento de la experiencia aparece
barrido por completo. Ha caído la peor de las muy estrechamente ligado a los problemas
oligarquías que ha tenido el país: la oligarquía económicos y políticos que trajo la Segunda
de los incapaces y los ladrones”. Y como lógico Guerra Mundial. Aunque la editorial Claridad
corolario de esta posición, desde las páginas continuó sus actividades, Antonio Zamora
de Claridad se enjuició severamente a los inte­ decidió dejar de publicar la revista -que había
grantes del “Comité Yrigoyenista de Inte­ alcanzado tiradas de 10.000 ejemplares- y el
lectuales Jóvenes” por estar al servicio de la estudio de Florencia Cassone pone de relieve
“mala política del Klan Radical”. Este desen­ las dificultades en el abastecimiento de papel
cuentro entre las posiciones de la izquierda y prensa como factor determinante, señalando
las preferencias populares se tematizará años que para la misma época dejaron de aparecer
más tarde a partir de posiciones francamente otras importantes publicaciones periódicas
antiintelectuales y cristalizará en uno de los argentinas como las revistas P.B.'IÏ, Caras y
repertorios preferidos del populismo argenti­ Caretas, Fray Macho, Nosotros, El Hogar, Mun­ 173
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

Intelectuales en un café de Boedo. Entre otros Edmundo Guibourg. Samuel Eichelbaum e lvonne Lardy. Banco dela Nación
Argentina. Acción, presencia y testimonio en Ia construcción del país.

do Argentino, Vea y Lea, Hechos e Ideas, así co­ Claridad. La desaparición de esta revista dejó
mo los diarios El Mundo, Crítica, Noticias un vacío que ningún otro emprendimiento
Gráficas y La Época, o semanarios como Ar­ logró llenar: la dispersa izquierda argentina
gentina Libre, Tribuna Demócrata y La Van­ no volverá a encontrar un vocero político—cul­
guardia. Cabe precisar aquí que, en muchos de tural que la congregue más allá de sus nume­
estos casos, la fecha divisora de aguas fue la de rosas facciones.
1943, como resultado de la intervención mili­
tar del 4 de junio, y que las dificultades en el SUR
abastecimiento de papel no afectaron del mis­
mo modo a todas las publicaciones argenti­ La tradición liberal logró, en cambio, so­
nas. En el caso del cierre de Claridad, cuyo úl­ breponerse a muchas peripecias económicas y
timo número apareció en diciembre de 1941, políticas. Así, por ejemplo, la revista Sur, que
la distancia que Zamora había tomado respec­ se publicó regularmente entre 1931 y 1970. Si
to de las posiciones del Partido Socialista Ar­ Sur pudo nacer y prosperar en tiempos difíci­
gentino merecería una mayor indagación. Así les y polarizados es porque ocupó un lugar
como el hecho de que luego del ataque a Pearl que se encontraba vacío, al menos en el terre­
Harbor, en diciembre de 1941, la defensa in­ no de las definiciones liberales. Sur -una de las
condicional de los Estados Unidos pudiese revistas argentinas mejor conocidas y estudia­
174 plantearle algunas dificultades al director de das, a partir de la excelente tesis doctoral de
LAS REVISTAS EN LA VIDA lNTELECTUAL Y POLÍTICA

Iohn King- había comenzado a editarse como hermandad universal de escritores con ideas
lujosa revista trimestral, con más de 150 pági­ afines sino ante las consecuencias de un mun­
nas y fotografias que luego se suprirnieron por do desgarrado y dividido. Se afirmó entonces
ser muy costosas. Los gastos de publicación un proyecto cultural según el cual las elites in­
eran altos y la circulación reducida, y aunque la telectuales ejercerían primordialmente una
fortuna personal de Victoria Ocampo (1891­ función de árbitros del buen gusto rechazan­
1979) fuese el respaldo primordial, la revista do toda “contaminación ideológica” frente a
recién se regularizó con apariciones mensuales los “males del siglo” (nacionalismo, autorita­
a partir de 1935. La fimdación de la editorial rismo, fascismo, comunismo). Se ha inferido
Sur, en septiembre de 1933, ayudó a consolidar erróneamente que a partir de esta posición
la empresa, siguiendo el ejemplo de la Revista Sur preconizó un acendrado apoliticismo. No
de Occidente dirigida por el filósofo español fue así, la revista creada por Victoria Ocampo
José Ortega y Gasset. tuvo a lo largo de su historia claros y contun­
El autor de La rebelión de las masas, obra dentes pronunciamientos políticos. Del mis­
publicada en 1930, había sido uno de los men­ mo modo es necesario no perder de vista que
tores espirituales de la revista Sur. El postulado el cosmopolitismo de Sur -luego tan denosta­
orteguiano de “que un grupo de iguales preser­ do—, como el de tantos otros intelectuales ar­
ve la continuidad de la civilización ante la cul­ gentinos, implicaba la necesidad casi irnperio­
tura de masas” será la divisa de Victoria Ocam­ sa de romper con el provincialismo cultural.
po y de sus amigos y colaboradores. A partir de El compromiso personal de Victoria Ocam­
los trabajos del norteamericano Waldo Frank, po con su revista fue muchas veces señalado, así
otro mentor de la revista, los primeros núme­ como su inagotable energía organizando confe­
ros tratarán de los problemas planteados por la rencias, debates, celebraciones, viajes y visitas.
cultura americana. Dando preferencia a los en­ Al construir una férrea red de alianzas naciona­
sayos sobre cultura general y a la relación de los les e internacionales alrededor de la figura in­
intelectuales con sus sociedades, en los prime­ sustituible de Victoria Ocampo, con puentes
ros tiempos Sur publicó también artículos de tendidos hacia el mundo de la prensa y la edi­
escritores nacionalistas como Julio Irazusta o ción, y gracias a una constelación intemacional
Ramón Doll, o comunistas como Elías Castel­ de colaboradores que ostentaban, salvo excep­
nuovo, quien analizó la situación de los escri­ ciones, un gran nivel intelectual, Sur logró nacer
tores rusos al regreso de su viaje a la Unión So­ y consolidarse en tiempos agitados. Pero Sur fue
viética en 1932. algo más que la criatura dilecta de su fundado­
Con la Guerra Civil Española, y luego del ra. En esta revista de ideas basada en la expe­
agitado congreso del Pen Club realizado en riencia literaria de sus principales colaborado­
Buenos Aires en 1936, las aguas se dividieron. res se afirmó una concepción del intelectual que
Cuando en este congreso el fascista Filippo luego será severamente cuestionada: quienes es­
Martinetti atacó públicamente a Victoria taban capacitados para leer y escribir la buena
Ocampo, quedó en evidencia que los intelec­ literatura estaban particularmente calificados
tuales del “Sistema-Sur”, según la definición de para ocuparse de historia, de política, o de todo
Emilia Zuleta, ya no se encontraban ante una tema con resonancias morales o sociales. 175
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

En cuanto a las tomas de posiciones polí­ gozar del apoyo de las autoridades argentinas
ticas, tras una pequeña confusión inicial, Sur en este período. En cambio, a lo largo de toda
defendió la causa republicana a lo largo de la la guerra, Sur se benefició con la política esta­
Guerra Civil Española y sus colaboradores dounidense de estimular el desarrollo de elites
ayudaron a organizar la solidaridad y a dar re­ intelectuales modernas en varios países del he­
fugio a intelectuales españoles, entre ellos a misferio. Nelson Rockefeller organizó la Ofici­
Rafael Alberti. La publicación en Sur, en agos­ na de Coordinación de Asuntos Interamerica­
to de 1937, del artículo de Jacques Maritain nos en 1940. María Rosa Oliver, gran amiga de
“Sobre la guerra santa”, desató la ira de la re­ Victoria Ocampo y colaboradora de la revista,
vista católica Criterio, que acusó a la revista di­ trabajó en la Oficina del Coordinador durante
rigida por Victoria Ocampo de tener una dos años, de 1942 a 1944. En diciembre de
“orientación francamente de izquierda”. ¡Iz­ 1941, después del ataque a Pearl Harbor, Sur
quierdista no!, respondieron los acusados, ¡li­ publicó un número titulado “La guerra en
beral y democrática! América” y declaró su apoyo a los Estados Uni­
Se ha afirmado que el liberalismo argenti­ dos y al concepto de panamericanismo, preco­
no perdió toda oportunidad de ser identifica­ nizando “una América indivisible desde el es­
do con la democracia después del golpe del trecho de Behring hasta el cabo de Hornos”.
treinta. El régimen de la Concordancia (alian­ Aparece allí una crítica muy abierta al gobier­
za del partido conservador, una fracción del no argentino por no abandonar la neutralidad.
partido radical y un grupo minoritario de so­ La identificación de Sur con los Aliados fue to­
cialistas, el Partido Socialista Independiente) tal, desde el apoyo a los Estados Unidos hasta
sólo pudo legitirnarse electoralmente median­ el homenaje a Winston Churchill; aunque el
te la política del fraude. ¿Sur apoyó esa época hogar espiritual de la revista siguiera siendo
de democracia restringida y fue entonces la ex­ París, como quedó demostrado en el número
presión cultural de la “década infame”? Esta vi­ dedicado a la “Liberación”, aparecido en octu­
sión de los procesos históricos, que gozó de bre de 1944. Del mismo modo, el número es­
tantas simpatías en tiempos aún no lejanos, pecial consagrado al Brasil, en septiembre de
parece hoy un tanto mecánica y reductora. Así, 1942, aparece ligado a la visita oficial de María
por ejemplo, en el terreno de la política inter­ Rosa Oliver, pero este “Homenaje al Brasil” no
nacional, Sur se opuso a la política oficial del es sólo un homenaje a su literatura sino tam­
gobierno argentino al declarar expresamente bién a las iniciativas políticas del régimen bra­
su apoyo a la causa aliada durante la Segunda sileño: se publicó en este número de Sur el dis­
Guerra Mundial. Las expresiones culturales de curso de Getulio Vargas anunciando la entrada
la izquierda argentina también podían com­ del Brasil en la contienda y exhortando al con­
partir las opiniones de Sur sobre la Guerra Ci­ tinente americano a mantenerse unido contra
vil Española y la Segtmda Guerra Mundial. la amenaza común.
Durante el período de la guerra, y a pesar de las A partir de la Segunda Guerra Mundial, la
dificultades en el suministro de papel, la publi­ distancia que los miembros de la revista fue­
cación de Sur no fue interrumpida. Sin embar­ ron tomando respecto del gobierno argentino
l76 go, la revista de Victoria Ocampo no pareció no fue suficientemente subrayada. En 1942,
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

Colaboradores de Sur, 196i. Parados: Enrique Pezzoni. Eduardo González Lanuza, Silvina Ocampo, Alberto Girri. Adolfo Bioy
Casares, Victoria Ocampo. Alicia Jurado y Héctor Murena. Sentados: María Luisa Bastos, Guillermo de Torre. Carlos Alberto
Erro, Iorge Luis Borges y Eduardo Mallea.

por ejemplo, Borges no obtuvo el premio nacional concentraba el esfuerzo y la atención


anual ofrecido por la Comisión Nacional de de Sur, la situación interna de fraude y escán­
Cultura, a pesar de la voluntad de sus amigos, dalos que ritmaron esta época no encontraron
y los premios fueron entregados a dos escrito­ nunca en las páginas de la revista motivo para
res menores: Eduardo Acevedo Díaz y César la denuncia o para la reflexión.
Carrizo. Por esta razón, en julio de 1942, Iosé
Bianco -secretario de redacción de la revista
desde 1938- organizó un “Desagravio a Bor­ TIEMPOS POLÍTICOS Y TIEMPOS CULTURALES.

ges”. En las páginas de Sur se publicaron en­ EL PERONISMO

tonces notas de los principales colaboradores


expresando su apoyo a la antología “agravia­ ¿Es posible detectar una cronología de la
da”: El jardín de senderos que se bifurcan. Aso­ vida cultural argentina independiente de la
ciar a la revista Sur con el régimen de la res­ cronología política, tan estrechamente ligada,
tauración oligárquica remite a una visión muy a su vez, a las frecuentes rupturas de legitirni­
simplista de los procesos culturales y de su im­ dad política e institucional? Frente a la fragili­
bricación con las realidades políticas. Pero dad y precariedad del sistema político argenti­
también es innegable que si la situación inter­ no del siglo XX, ¿las empresas culturales 177
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

lograron márgenes de autonomía y estabili­ En el terreno de las opciones políticas, Cri­


dad? En el caso específico de las revistas, a la terio preconizó una “tercera vía entre el libera­
sorprendente longevidad de algunas publica­ lismo capitalista y el comunismo ateo”, pero
ciones se opone la existencia muy coyuntural cuando se hizo necesario precisar esta tercera
de otras. Es posible identificar un tiempo cul­ vía en el territorio nacional, las cosas se com­
tural propio en la vida de algimas de estas em­ plicaron, hasta el punto de que este camino se
presas culturales, mientras que en otras se ha­ convirtió en una “senda entre abismos”. La
ce por demás visible el determinismo de los prédica antitotalitaria que Criterio había desa­
tiempos políticos. Nosotros logró permanecer rrollado en sus páginas frente a los fenómenos
durante largos treinta y cinco años, Claridad europeos encarnados por Stalin, Hitler o Mus­
apareció durante un lapso de quince años, Sur solini —diferenciándolos de los regímenes au­
se publicó sin interrupciones durante cuaren­ toritarios encabezados por Franco o Salazar,
ta años y Criterio batió todos los récords por­ que gozaban de las simpatías de la revista-,
que, iniciada en 1928, aún sigue publicándose, ¿cómo se traduciría a la hora de interpretar la
aunque haya perdido la fuerza de atracción de aparición en la política criolla de un coronel
sus épocas doradas. En muchos casos, la lon­ ovacionado por los “descamisados” y que de­
gevidad de una revista aparece directamente cía encarnar una tercera posición entre el ca­
relacionada con el voluntarismo y la tenacidad pitalismo y el comunismo?
de sus fundadores. Sería en vano buscar la respuesta a estos
El caso de Criterio es, a todas luces, excep­ interrogantes en las páginas de la revista Crite­
cional, ya que logra mantenerse cambiando va­ rio. Porque en verdad, ante el surgimiento del
rias veces de director: monseñor Gustavo I. peronismo, como durante los años de su go­
Franceschi desde 1932 hasta 1957, y el presbíte­ bierno —hasta la ruptura entre el peronismo y
ro Jorge Mejía desde entonces hasta 1978. La la Iglesia en 1954-, Criterio “redujo ostensible­
matriz confesional de Criterio, el férreo refe­ mente la frecuencia de sus editoriales políti­
rente católico, logró hacer de esta empresa una cos", como lo señaló Carlos Floria, quien sigue
fortaleza capaz de resistir a todas las contingen­ siendo uno de los principales animadores de
cias del mundo temporal argentino y de su la revista. A pesar de la clara antipatía que Pe­
convulsionado siglo XX. Esta publicación, fun­ rón despertaba en el director de Criterio, Gus­
dada por laicos y dirigida desde 1932 hasta tavo Franceschi, el brillante polemista católico
1978 por dos sacerdotes, supo mantener cierta nacido en París se abstuvo de abrir una brecha
autonomía económica y jurídica de la jerarquía en el frente católico.
eclesiástica, pero careció de capacidad crítica
frente a ésta. Aun en las épocas en que la revis­ HECHOS E IDEAS
ta supo distanciarse de la Iglesia argentina, esta
disidencia no fue más que “un escozor prurigi­ El peronismo vino a modificar todas las
noso en el flanco de la autoridad eclesiástica”, reglas de juego del tablero político. Si en el pa­
como lo pone de relieve el estudio de Marcelo sado la Guerra Civil Española había dividido a
Montserrat, quien fue durante varios años se­ la opinión argentina, anticipando los dos
178 cretario de redacción de la publicación. campos que se enfrentarían al desencadenarse
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

la Segunda Guerra Mundial —los aliadófilos y


los germanófilos—, la tajante linea de división
que ahora se perfilaba con epicentro en el pro­
pio territorio nacional produciría unas cuan­
HIÏCHÜS
tas novedades en el mundo de las empresas
culturales y de las tradiciones políticas. Es sig­
nificativo que, en este clima de rupturas, la re­
e IDIÏÁ
DEVISTA RADICAL
vista Hechos e Ideas (1935-1941, 1947-1955) Director- ENRIQUE EDUARDO GARCIA

haya podido pasar, con armas y bagajes, de


una época a la otra. Esta dinámica empresa in­
SUMARIO
DIRECCION
telectual, ligada en sus orígenes al partido ra­ i..." nm... (msnm
Clau‘ polis-uu
Lil \0ÍI\l|lA\ dd 51ml! Clnlul
ÍJtIIDI ¿‘l VÁLLE l: una» Cinu [Moral y n Efinno
dical, emigró al campo del peronismo, per­ lílnnio C MÏATTI Ln bush: llu-ngonnnn
Dm. orru. Gnancrr .-- .5. "m... ‘una...
diendo en el camino la riqueza de sus Ttóluln A MEANA lvl ¡ndnnlnnmn J: Suma Fr
F .\' OUTEÜÁ KÍÍLÍCH Ánlt Li Iluloua
interrogantes: se convirtió en una publicación Mlnïlo Ï Jr ÁLVEAR
lkmndimv C IIÜRNÍÉ
ïngovm. en al 1‘ Jllvfiuno Ja u ¡num
La lev ¡Ir rumlounmón ¡guru ¡k Enm lio­
Hllluln ÁCOSTÁ
monolítica, repleta de certezas e incondicional (¿Juno SÁLVEMÍNÍ
Pmnlngin al nulo plinm ¡orul ¡quinua
lil upnnl r el Iuhap m l: Iulu Innnu
ÍIÁDÁCCÍON Nm» nonvmun
de la nueva experiencia gubernamental y del .\ lux-r- ¿r1 ¡III-do
SIR lla-Ion.» tlrl ¡aduslumo a uni: d: un ¡[avisaron
“líder de los descamisados”. lnhluogníín
Dnlvnpu ¡lr JUAN VERONA

Hechos e Ideas aparece como un ejemplo \\x‘ 1

notable y excepcional de continuidad formal ¡Uuoms suenos AIRES ¿‘OÜWTAVW


—el mismo director, Enrique Eduardo García,
la misma tapa, el mismo formato- y de cam­
l Revista Hechos e Ideas en su primera época.
bio de estilo: del debate y la interrogación so­
bre el rumbo que la política y la economía de­ tores de Hechos e Ideas. Pasar del radicalismo
bían adoptar luego de la crisis de 1930, a una al peronismo no era cambiar de etiqueta para
convicción unívoca de defensa de la obra gu­ quienes tanto habían discutido, desde 1935,
bernamental peronista. Sin embargo, el equi­ sobre la necesidad de reformular la democra­
po de dirección de la revista insistió en pre­ cia liberal gracias a una intervención decidida
sentar este cambio como una continuidad de del Estado. El reclamo de una democracia so­
la empresa. Las numerosas “Glosas Políticas” cial que permitiese sustituir la lucha de clases
de la segunda época se refieren con insistencia por la armonía entre el capital y el trabajo, la
al programa que Hechos e Ideas había esboza­ creación de un Ministerio de Trabajo y de
do en su época radical y que el peronismo ha­ Previsión Social, la instauración de organis­
bría llevado al terreno de las realizaciones. Lo mos paritarios entre el Estado, los patrones y
notable de esta revista en su época peronista los obreros, la conciliación y el arbitraje en los
no es únicamente el esfuerzo de propaganda conflictos laborales, el salario mínimo y las
de los actos de gobierno sino la preocupación vacaciones pagas constituyen un programa
constante por comparafy valorar el antes y el que los intelectuales del radicalismo propu­
ahora, el ayer y el hoy en la vida política ar­ sieron en las páginas de Hechos e Ideas, pero
gentina. El peronismo fue mucho más que que el partido radical no pudo llevar adelan­
una “divina sorpresa” para los principales ac­ te. Según esta lectura, las “ideas” puestas en 179
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

circulación en los años treinta habrían sido cerían aquí un lugar destacado. Para un estu­
convertidas en “hechos” contundentes por el dio de conjunto del accionar de las fuerzas na­
peronismo en los años cuarenta. En la empre­ cionalistas cabe remitir a los imprescindibles
sa Hechos e Ideas se hace tangible el camino re­ trabajos del profesor Enrique Zuleta Álvarez.
corrido por muchos radicales que vieron en el El mayor aporte realizado por el nacionalismo
peronismo la continuidad de las ideas yrigoye­ argentino se sitúa en la construcción de los lla­
nistas. Esta revista, que surgió para suscitar un mados “artefactos culturales”. Y la más original
debate capaz de otorgar nueva identidad a una y eficiente de estas construcciones fue, sin lu­
tradición política bastante jaqueada después gar a duda, la empresa de contrahistoria mili­
del golpe de Estado de 1930, no dudó en reco­ tante denominada revisionismo histórico. Pa­
nocer en el peronismo la capacidad de pro­ ra llevar adelante tan ambicioso cometido, el
ducir esa “renovación”. Y, en este punto, el revisionismo histórico también necesitó do­
itinerario de la revista Hechos e Ideas es se­ tarse de publicaciones periódicas: la Revista y
mejante al camino recorrido por los radicales el Boletín del Instituto Iuan Manuel de Rosas.
forjistas. Desde enero de 1939 hasta agosto de 1971, los
revisionistas lograron publicar regularmente
REVISTAS NACIONALISTAS veintitrés números de la Revista y veintinueve
números del Boletín.
Cuando se exploran los cruces entre his­ Las revistas nacionalistas de debate y de
toria cultural e historia política es evidente combate tuvieron su hora de gloria en el clima
que no existen compartimentos estancos ni instaurado por la Segunda Guerra Mundial.
líneas definidas de una vez y para siempre. Las de mejor nivel intelectual fueron Sol y Lu­
Los itinerarios político-culturales -los colec­ na (1938-1940), dirigida por Iuan Carlos Go­
tivos y los individuales- suelen ser muy lábi­ yeneche; Nueva Política, creada por Marcelo
les y presentan una gran permeabilidad. Así, Sánchez Sorondo, y Nuevo Orden, fimdada
por ejemplo, el peronismo supo nutrirse de por Rodolfo y Iulio Irazusta y Ernesto Palacio.
muchos elementos pregonados por los católi­ La revista Nueva Política, publicada mensual­
cos argentinos, pero convirtiéndolos en algo mente entre 1940 y 1943, dejó de editarse lue­
propio donde -al igual que ocurriría con go del golpe militar de junio de 1943, pero no
otras tradiciones políticas- no todos pudie­ por razones de proscripción. Como ocurrió
ron reconocerse. Desde las páginas de las em­ con otras publicaciones nacionalistas, al ocu­
presas culturales ligadas al catolicismo, el na­ par algunos miembros de su equipo funciones
cionalismo o el radicalismo de los años gubernamentales -en el quehacer educativo,
treinta es posible detectar elementos anun­ cultural o diplomático—, se suspendió su pu­
ciadores de lo que sería el peronismo en los blicación. Los nacionalistas de Nueva Política
años cuarenta. podían interpretar junto a su director que es­
En cuanto a los grupos nacionalistas que taban asistiendo a la “necesaria revolución" re­
habían surgido a fines de 1927 con la publica­ clamada desde las páginas de su revista. Preci­
ción de La Nueva República, muchas de las samente, la mayoría de las contribuciones y
180 empresas culturales por ellos encaradas mere­ artículos editoriales de Marcelo Sánchez So­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

rondo fueron editados en 1945 con el título La el terreno cultural, limitándose a ser meros
revolución que anunciamos. La derrota del Eje instrumentos de propaganda gubernamental.
privó a los nacionalistas argentinos de su prin­ A lo sumo, Continente sería digna de ser recor­
cipal referencia internacional, ubicándolos en dada a modo de catálogo retrospectivo, por
el campo de los derrotados. Es sabido que Pe­ sus excelentes reproducciones de obras plásti­
rón los llamó los “piantavotos”, pero que no se cas de artistas argentinos y latinoamericanos.
privó ni de la compañía ni del consejo de mu­ Financiada por el gobernador de la provincia
chos de ellos. Pero si hubo nacionalistas que, de Buenos Aires, el coronel Domingo Mercan­
como Ernesto Palacio, acompañaron con en­ te, la revista Continente logró mantenerse lue­
tusiasmo la experiencia peronista —en el terri­ go de la ruptura entre Mercante y Perón, ocu­
torio preferido para ejercer una vocación inte­ rrida en 1951.
lectual, el de la cultura y la educación—, los Ahora bien, ¿todas las publicaciones liga­
intelectuales ligados a la revista Nueva Política das al peronismo fueron meras propagandas
miraron con desdén la “fatalidad” tumultuosa oficiales? Es un hecho suficientemente consta­
y plebeya que adquiría la revolución por ellos tado que el primer peronismo no logró atraer
“anunciada”. ni a la clase media ni a la gran mayoría de los
intelectuales argentinos. Que su partida de na­
CONHNENTE Y DE FRENTE cimiento haya estado tan indisolublemente li­
gada a la movilización de los sectores obreros,
En sintonía con los nuevos tiempos del pe­ le dio al peronismo ese bautismo de fuego ple­
ronismo, la revista Continente (1947-1955) beyo que tanto repercutió en su historia, en
—cuya vida coincide con las dos presidencias sus realizaciones y en sus limitaciones. Pero si
de Perón- privilegiaba los temas argentinos y el análisis de la revista Continente confirma
latinoamericanos, presentando sus análisis que el dinamismo del peronismo no vino pre­
editoriales bajo la forma del anonimato. Esta cisamente de sus logros intelectuales, el análi­
característica de no firmar los artículos fue sis de la revista De Frente depara algunas sor­
una práctica habitual en las publicaciones del presas. En sus escasos dos años de publicación
primer peronismo, como si los individuos in­ —desde diciembre de 1953 hasta enero de
telectuales tuviesen que eclipsarse frente a la 1956-, con 95 números publicados, la especi­
“masa de los trabajadores” y, obviamente, an­ ficidad de esta revista cultural claramente
te el más destacado de entre ellos, el general identificada con la familia peronista reside en
Perón. El anonimato pudo también ser una que se propuso ser popular sin dejar de ser
práctica impuesta por las circunstancias: evi­ culta. A partir de esta difícil doble exigencia,
tar los nombres de desconocidos y cubrir así la De Frente prefigura y anuncia una modalidad
notoria ausencia de firmas de peso intelectual que muchas de las empresas culturales de los
en las publicaciones peronistas. El análisis de años sesenta intentarán plasmar.
los cien números de la revista Continente pa­ Creada y dirigida por el polémico dirigen­
rece confirmar algo ya conocido: que durante te peronista Iohn William Cooke, la revista De
este período, las publicaciones identificadas Frente, de publicación semanal, tuvo como
con el gobiemo peronista poco aportaron en modelo a la norteamericana Time. Combi­ 181
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

nando, en una dosis inédita, erudición, defen­ Frente en 1953 permitió a Cooke —quien se ha­
sa del peronismo y crítica de buen nivel en to­ bía alejado voluntariamente de las funciones
dos los terrenos de la cultura —cine, teatro, ra­ políticas al finalizar su mandato como diputa­
dio, música, bibliografía, deporte—, pero do y no había aceptado la dirección del diario
siempre identificada con los “logros de la re­ Democracia- seguir interviniendo en la vida
volución peronista”, De Frente intentó distan­ política y ser escuchado por el propio Presi­
ciarse de la apología y la hagiografía tan difun­ dente -Perón recibía personalmente cada nue­
didas durante el régimen peronista. Lo hizo a vo número de la revista—. Por otra parte, De
través de ese rasgo distintivo de otros empren­ Frente no parece haber sufrido ningún tipo de
dimientos culturales peronistas: el anonimato. censura y su director se jactaba de seguir man­
Las notas y colaboraciones que, como en el ca­ teniendo relaciones fluidas con el poderoso
so de Continente, casi nunca aparecían firma­ secretario de informaciones del gobierno pe­
das, generaron algunas campañas notables, ronista, Raúl Apold.
como aquella contra la práctica inhumana del De Frente tuvo juicios sumamente negati­
boxeo —deporte tan popular por aquellos vos hacia la manera en que el peronismo con­
años—. Precursora del tratamiento “sociológi­ ducía los asuntos universitarios y culturales;
co” reservado al fútbol y reflejando en sus pá­ por ejemplo, el mal funcionamiento de la Bi­
ginas la movilidad social experimentada du­ blioteca Nacional, que recibió el poco hala­
rante la experiencia peronista, la revista se güeño título de “cultura para ratas”. La publi­
ocupó extensamente de temas relacionados cación criticó también la imposición de una
con el aumento y nuevas pautas de consumo organización oficial para estudiantes y la into­
de los sectores populares. Alejándose del este­ lerancia hacia la oposición parlamentaria. En
reotipo y del estigma de bajo nivel cultural las cuestiones políticas, culturales y económi­
que aquejaba a las publicaciones peronistas, cas, como la campaña de oposición al contra­
las incursiones en el terreno específicamente to petrolero con la Standard Oil, De Frente de­
político de la revista De Frente apuntaban a cía querer ubicarse en un espacio propio, a
modificar el rumbo autoritario y burocrático igual distancia de los “contreras” y de los “adu­
del gobierno. lones". Logró sobrevivir apenas cuatro meses
Este “peronismo crítico” de la revista de al colapso del gobierno, pero fue la única pu­
Cooke, ¿es asimilable a la prehistoria de la iz­ blicación peronista que logró hacerlo. Su di­
quierda peronista o del “peronismo revolucio­ rector fue encarcelado en octubre de 1955 y la
nario”, como reconstrucciones ulteriores han revista De Frente fue clausurada por el gobier­
buscado identificar? La posición de la revista no militar en enero de 1956; ambos acusados
al criticar a los “adulones” y a los “burócratas”, de “traición a la patria”.
pero preservando siempre a la figura de Perón,
tendrá herederos en el campo peronista; pero REALIDAD E IMAGO MUNDI

en el contexto de la época, estas críticas no sig­


nificaban aún ruptura alguna. La radicaliza­ Los sectores culturales identificados con el
ción ideológica y política vendrá después. Al liberalismo vivieron días aciagos en la Argen­
182 contrario, el lanzamiento de la revista De tina peronista. Quienes vibraron con la derro­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

ta del fascismo y del nazismo en Europa y cre­ ta Sur y de la Sociedad Argentina de Escritores
yeron que el triunfo de las naciones aliadas -cuya oposición al gobierno peronista no era
anticipaba su propio triunfo en la tan extra­ un secreto para nadie—, con dieciocho núme­
vertida realidad argentina, atravesaron horas ros publicados entre 1947 y 1949, en edición
amargas, hasta el punto de que la “Nueva Ar­ bimestral, Realidad fue una revista de alto ni­
gentina” se les hizo por momentos no sólo in­ vel intelectual, con más de 350 páginas por en­
sostenible sino, peor aún, incomprensible. Pe­ trega. El estudio de Rosana Guber pone de re­
ro si los intelectuales ligados a la tradición lieve que no fueron dificultades materiales las
liberal pasaron por momentos de desaliento que determinaron el cierre de la revista. El de­
durante los años peronistas, pudieron, en saliento de sus animadores frente a una “reali­
cambio, concentrarse en tareas de preserva­ dad” refractaria a sus ideas terminó irnposibi­
ción que prepararan su eventual regreso a la litando la tarea de analizar y comprender el
cúspide del campo cultural y educativo luego fenómeno peronista. Como afirmaba uno de
de la caída del régimen. sus colaboradores, Carlos Alberto Erro, la apa­
Surgieron así empresas sumamente ambi­ rición de una nueva fuerza organizada para
ciosas que fueron vistas retrospectivamente enfrentar la contienda electoral, el desplaza­
como una suerte de “universidad en las som­ miento de los viejos partidos políticos o “la
bras”. Revistas de alto contenido intelectual, llegada de las modernas masas al poder” se ha­
que en el territorio de las humanidades venían bían convertido en temas “tabú” que nadie lo­
a enfrentar la mediocridad que reinaba en los graba comentar ni analizar “con espíritu y mé­
claustros universitarios y muy particularmen­ todo científicos”.
te en la Facultad de Filosofía y Letras de la La interrupción, anunciada como tempo­
Universidad de Buenos Aires. Con la filosofía raria, de la revista Realidad fue definitiva, pe­
como disciplina convocante primero y con la ro sus miembros volvieron a congregarse en la
historia después, Francisco y Iosé Luis Rome­ revista Imago Mundi, lanzada por el historia­
ro generaron espacios de confluencia intelec­ dor Iosé Luis Romero, gracias al apoyo finan­
tual publicando dos revistas de corta dura­ ciero de un empresario del calzado, Alberto
ción, pero de importancia capital, porque la Grimoldi. Llevando como subtítulo “revista
mayoría de sus actores ocupará un lugar des­ de historia de la cultura", Imago Mundi publi­
tacado en la modernización universitaria pos­ có doce números entre 1953 y 1956. Pero, a di­
peronista, al menos en ese decenio moderni­ ferencia de lo ocurrido con Realidad, la revis­
zador y dinámico que va de 1956 a 1966. ta de José Luis Romero se clausuró luego de la
Francisco Romero, luego de presentar su re­ caída del régimen peronista, cuando su direc­
nuncia a las cátedras universitarias donde tor asumió responsabilidades de primera línea
ejercía la docencia desde 1931, lanzó la revista en la renovación universitaria (como inter­
Realidad, revista de ideas destinada a “de­ ventor-rector de la Universidad de Buenos Ai­
sentrañar desde el mirador argentino la vasta res prirnero y como decano de la facultad de
realidad contemporánea”. Sostenida financie­ Filosofía y Letras después). ¿Tuvo el equipo de
ramente por prestigiosas editoriales -Suda­ Imago Mundi una posición que no fuera “ta­
mericana y Losada- y con el apoyo de la revis­ bú” frente al peronismo? El estudio dt Oscar 183
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Terán destaca que si esta empresa pudo oficiar mer lugar, porque Perón había ganado limpia­
como “universidad alternativa”, su vocación de mente las elecciones, clausurando la época del
oficiar también como “universidad de relevo” fraude electoral erguido en sistema desde 1930.
se vio empañada por “una visión fantasmagó­ Y en segundo lugar, porque los problemas de la
rica del peronismo”, la misma que hizo decir a sociedad argentina de la posguerra poco tenían
un redactor de Imago Mundi que los largos que ver con los de la sociedad italiana o alema­
años de gobierno peronista sólo podían expli­ na de los treinta.
carse como “un estado de locura colectiva”. Sur, “revista de minorías”, no desdeñó to­
mar posición contra el régimen de las mayo­
LA PERSISTENCIA DE SUR rías. Su directora y sus principales colabora­
dores habían sostenido abiertamente a la
Aunque el peronismo impuso un férreo Unión Democrática en la contienda electoral.
control de la prensa escrita, la revista Sur si­ Por eso en las páginas de Sur se comentó am­
guió publicándose. Es conocido el modo en pliamente el mitin opositor del 12 de octubre
que el peronismo aprovechó la radio y la pren­ de 1945 y se ignoró, en cambio, la concentra­
sa, poniendo bajo control estatal a casi todas ción de Plaza de Mayo del l7 de octubre del
las emisoras privadas. Se ha dicho que Perón mismo año, esa jornada mítica y fundacional
no estaba interesado en la cultura de elite. Es para los peronistas. En las páginas de Sur, el
probable que ni Sur ni otras revistas de la elite escritor Iorge Luis Borges, recién despedido de
liberal parecieran una amenaza en contraste su puesto en la Biblioteca Municipal “Miguel
con órganos culturales más masivos -prensa y Cane”, se declaró contra el nuevo régimen en
radios intervenidas o sometidas a una estricta agosto de 1946: “Las dictaduras fomentan la
censura, cuotas de papel para los diarios de la opresión, el servilismo, la crueldad, más abo­
oposición que debieron reducir por decreto el minable es el hecho de fomentar la idiotez”.
número de sus páginas-. La universidad tarn­ Las tomas de posición antiperonistas también
bién mereció mayor “atención”: cerca de la se concretaron a través de la literatura con al­
tercera parte del cuerpo docente fue obligado gunos cuentos memorables, desde “Casa to­
a renunciar o fue despedido. mada” de Julio Cortázar, publicado en no­
La revista Sur, según los propios términos viembre de 1946, hasta “Fragmentos de los
de Victoria Ocampo, era una “revista de mino­ anales secretos” de Murena, publicado en no­
rías”. Con ese tono de cruzada civilizadora que viembre de 1948, donde se parodia al régimen
siempre la caracterizó, con una actitud de so­ peronista como un sangriento partido de fút­
berbia estetizante de quienes se consideran y bol en el que el árbitro es asesinado, o el cuen­
se saben los mejores, Sur desempeñó un papel to de Adolfo Bioy Casares publicado en julio­
consagratario en la vida cultural argentina. agosto de 1954, pero más prudentemente
Reuniendo en su seno a intelectuales de peso, ubicado en la época de Rosas.
su cruzada contra los totalitarismos en el te­ Sur pudo continuar educando al lector de
rritorio internacional se convirtió en cruzada minorías, aunque no fuese un secreto para na­
antiperonista en el territorio nacional. Y aquí die que Victoria Ocampo y su revista eran fer­
184 las cosas comenzaron a complicarse. En pri­ vientemente antiperonistas. Ni la revista ni la
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

editorial fueron amenazadas de clausura. Por


supuesto, nunca se hicieron referencias a Eva
Perón en las páginas de Sur, ni siquiera des­
pués de su muerte en 1952. No hubo nota ne­
crológica, pero sí una pequeña franja negra
colocada en la tapa del número 213-214 de ju­
lio-agosto de 1952, obedeciendo al decreto
que exigía guardar luto nacional. Aunque pu­
diese operar cierto grado de autocensura,
Victoria Ocampo no se privaba de publicar
artículos contra el régimen denunciando sus
ataques a las libertades civiles, en una campa­
ña constante aunque indirecta contra Perón.
Así, en 1950, por ejemplo, el número de ho­
menaje al general San Martín estuvo consa­
grado a la defensa de los derechos del hombre.
Es sabido que Victoria Ocampo fue una de las
casi mil personas detenidas en abril de 1953,
l Victoria Ocampo en su mesa de trabajo.
luego del estallido de una bomba en un acto
peronista y de las violentas represalias en que teligencia frente a los grandes problemas na­
se incendiaron el Iockey Club y los locales de cionales. Se ha indicado que la revista Sur ya
los partidos opositores. La solidaridad de sus no podrá desempeñar el papel de faro y guía
amigos en Europa, los Estados Unidos y Amé­ intelectual en esa hora identificada como de
rica le valió una pronta libertad, pero la direc­ “reconstrucción nacional”. Pero si la revista
tora de Sur se abstuvo de narrar esta experien­ fundada por Victoria Ocampo ya no tuvo la
cia en las páginas de su revista, haciéndolo en fuerza de atracción de antaño, ¿es pertinente
cambio en el número en que se saludó la caí­ culpar a Sur de lo que aparece como el balan­
da del régimen, el célebre número intitulado ce más negativo de la tradición liberal argenti­
“Por la reconstrucción nacional” de noviem­ na? Si la opción política incontestable de Sur
bre-diciembre de 1955. fue antifascista, antiperonista y anticomunis­
La ruptura de los años cincuenta entre el ta, el polo positivo de esta elección, los valores
peronismo y los intelectuales -resumida en democráticos y liberales que la revista decía
esa frustrante consigna de “alpargatas sí, libros defender, no lograron imponerse política­
no”- fue una tragedia para todos y cada uno mente -al menos, de modo satisfactorio- en la
de los sectores involucrados. Ni bien destitui­ Argentina posperonista. Y esto privó a la cons­
do el gobierno peronista, esa problemática se­ telación del “sistema-Sur” de un sustento de
rá un tema casi obsesivo tanto para los intelec­ referencias político-morales que ya sólo podía
tuales antiperonistas como para aquellos que, ubicar en el pasado de la historia argentina,
reivindicando la experiencia de la “Nueva Ar­ como quedó de manifiesto en 1960 durante el
gentina”, denunciaban la “deserción” de la in­ sesquicentenario de la Revolución de Mayo. 185
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

DESPUÉS DEL PERONISMO. Los “Anos tutelar había pesado de modo tan grave sobre
DE PLOMO" los acontecimientos argentinos, como para los
destinos colectivos del país y de su gente.
Con la caída del peronismo se abrió una Los “años de plomo” alcanzaron su punto
etapa histórica que es necesario definir de más alto cuando, luego de haber fracasado to­
conjunto para poder hacerla inteligible. Se ha das y cada una de estas tentativas, se instaló un
denominado “años de plomo” a la lógica de sistema de terror destinado a extirpar toda ve­
guerra que comenzó a imponerse en la vida leidad disidente en la sociedad argentina. La
política argentina desde las postrimerías del metodología empleada para acabar con cual­
régimen peronista -y que el bombardeo de la quier resabio disidente y contestatario fue la
Plaza de Mayo en junio de 1955 grafica trági­ más feroz de la que se tenga memoria. El saldo
camente—. Esos “treinta años de desencuen­ trágico es conocido, la bancarrota del poder
tro” cubren un largo período histórico fatal­ militar también. Se utiliza entonces la expre­
mente signado por la incapacidad del sistema sión “años de plomo” para definir estos casi
político para digerir pacíficamente el “fenó­ treinta años de historia argentina en los que se
meno peronista”. Comienza cuando la elite construyó un tipo de cultura política que
dirigente se convence de que es necesaria una adoptó el lenguaje de las armas como árbitro
cirugía radical para extirpar el “cáncer” pero­ fundamental. Una cultura política donde el
nista y se desarrolla durante los casi treinta matar y el morir fueron constituyéndose ine­
años en que fracasan todas las tentativas de xorablemente como los únicos reguladores
desperonización. Fracasan las tentativas repre­ posibles de la vida colectiva.
sivas, pero también las de democratización
restringida con la prescripción del peronismo. CONTORNO

Fracasa la tentativa de superación del peronis­


mo a través de la creación de un “nuevo movi­ ¿Qué papel pudieron desempeñar las em­
miento nacional”, ese gran fiasco que significó presas culturales en el contexto de los años de
el “desarrollismo”. También fracasan las tenta­ plomo? ¿Existieron publicaciones periódicas
tivas de controlar al peronismo a través del que buscaran alejarse de esta lógica guerrera?
propio peronismo —el peronismo sin Perón- y Es reconfortante constatar que sí. Aquí sólo se
los intentos de ir más lejos, tratando de radi­ señalarán algunas publicaciones que, mante­
calizar al movimiento peronista. Fracasa, niendo el interés por la intersección entre cul­
igualmente, el retorno del peronismo al go­ tura y política, buscaron encontrar "remedios”
bierno. Desde la oposición obstinada a levan­ a los males que aquejaban ya tan gravemente y
tar la veda sobre la candidatura del propio Pe­ tan mortalmente a la sociedad argentina. La
rón —retrasando aún más lo inevitable—, al primera de estas publicaciones se ubica como
regreso final del “líder de los descamisados” una bisagra entre dos épocas, entre las postri­
como efectivo presidente de casi todos los ar­ merías del gobierno peronista y los años in­
gentinos, había transcurrido ya demasiado mediatos a su posterior caída. Sin común pro­
tiempo. Ya era bastante tarde, tanto para el porción con la dimensión cuantitativa de la
186 destino individual del hombre cuya presencia empresa -apenas diez números de la revista
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLITICA

entre los simples y los dobles y un breve apén­ se reveló como un gran fiasco, uno más de los
dice de dos Cuadernos—, la revista Contorno tantos que ya había acumulado la historia del
(1953-1959) ha suscitado el interés de los es­ siglo XX argentino. El pasaje del entusiasmo al
tudiosos porque con ella comienza una nueva desengaño fue tematizado por los contornistas
manera de situarse de la intelectualidad argen­ como “la traición de Frondizi”. Si Perón “trai­
tina. Inaugurando una franja crítica y de de­ cionó” ayer a los obreros, Frondizi “traiciona­
nuncia diferente de las ya que habían ejercido ba” ahora a los intelectuales de izquierda. Y una
las tradiciones socialistas o nacionalistas, los vez más, los itinerarios políticos y culturales se
jóvenes de Contorno también se habían cono­ revelan lábiles y permeables. La “opción” Fron­
cido en la Facultad de Filosofía y Letras de dizi pudo entusiasmar tanto a los nacionalistas
Buenos Aires y habían colaborado con la re­ y filofascistas nucleados alrededor de la revista
vista Centro, publicación del Centro de Estu­ Dinámica Social (1950-1965) como a los mar­
diantes de dicha facultad. La revista Contorno xistas sartreanos de Contorno.
es el mejor ejemplo, en el terreno cultural, de En el terreno literario, Contorno acusó a
los cambios fundamentales e irreversibles que los escritores del “sistema-Sur” por su falta de
el peronismo había generado en la vida argen­ compromiso, lo que fue tematizado como la
tina. En todo caso, es una prueba contunden­ “traición de los hombres honestos” (Borges,
te de la pérdida de atracción para las nuevas Mallea, Mujica Lainez). Al buscar modelos en
generaciones -aun para quienes se habían ini­ los “hombres vivos” y no en las “sombras ilus­
ciado como opositores al gobierno peronista­ tres”, en las páginas de Contorno se rehabilitó a
de esa tradición liberal y democrática tan de­ escritores como Roberto Arlt, Manuel Gálvez
nostada por el nacionalismo y el peronismo. o Ezequiel Martínez Estrada. Calificados de “la
En las postrimerías del gobierno peronista, generación de los parricidas argentinos” por la
la revista dirigida por los hermanos David e Is­ revista uruguaya Marcha, los contornistas
mael Viñas produjo una novedosa revisión de buscaron especializarse en la “dramática ocu­
la historia de Ia literatura argentina. Teniendo pación de ejercer la denuncia” y produjeron
como modelo a la revista de lean-Paul Sartre, una saludable revisión de la historia de la lite­
Les Temps Modernes, pero obsesionados por la ratura argentina. Si al descreer de la especifici­
realidad argentina, los animadores de Contor­ dad de lo literario se alejaron de la rigidez aca­
no trataron de dar forma en el territorio nacio­ démica imperante en los estudios literarios, Io
nal al ideal sartreano del intelectual compro­ cierto es que la preocupación literaria y cultu­
metido. Abrevando en fuentes de un marxismo ral terminó siendo completamente absorbida
ecléctico e irreverente, fuertemente teñido por por las batallas políticas e ideológicas, como lo
el existencialismo y el psicoanálisis, la revista demuestra la temática misma adoptada en los
Contorno inicia un nuevo estilo de interven­ dos números finales de la revista, uno consa­
ción crítica y de denuncia. Pero a la hora de de­ grado al peronismo y el otro, al frondicismo.
finir una alternativa política que fuese capaz de En esto, las semejanzas con la primera genera­
superar la impasse liberal y la ‘encrucijada’ pe­ ción revisionista son evidentes, aunque los
ronista, la apuesta al desarrollismo frondicista, críticos no hayan prestado atención a este pa­
que tanto sedujo a los redactores de Contorno, ralelismo. Si los revisionistas encontraron en 187
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

la historia la disciplina ideal para ocuparse de bién deslindar posiciones con los sectores que
hacer política y para formular un nuevo pro­ desde la izquierda tradicional -la del Partido
grama político, los contornistas encontraron Socialista y la del Partido Comunista- busca­
en el estudio de la literatura argentina, del pa­ ban capitalizar la orfandad y el descontento de
sado y del presente, un territorio de predilec­ los obreros peronistas. En el vocabulario mar­
ción para elaborar un nuevo proyecto político: xista de los hombres de Contorno, esos obreros
el de una “nueva izquierda argentina” que ya ya eran claramente identificados con el “prole­
empezaba a adquirir los “contornos” de lo que tariado” sin el cual ningtma “revolución” sería
muy pronto sería la “izquierda nacional”. posible. Con una prosa ágil y desenfadada,
En el terreno propiamente cultural y lite­ buscando diferenciarse del encorsetado voca­
rario, Contorno buscó distanciarse tanto de la bulario académico, los contornistas utilizaron
generación martinfierrista como de la revista fórmulas muy sugestivas, como aquella de “las
Sur, cuestionando abiertamente a su directo­ izquierdas, esas solteronas” o del “estrabismo”
ra, Victoria Ocampo, “señora de la Cultura”, y en la vida cultural y política argentina. Es difí­
a su revista, a la que calificaban de “triste ca­ cil no compartir la idea de Marcela Crocce se­
terva de intelectuales” que se presta a “los más gún la cual, si la revista hubiese seguido publi­
viles menesteres”, poniéndose al servicio del cándose, el próximo número hubiese estado
“antiperonismo colonialista”. La común dedicado al castrismo o al guevarismo.
oposición al régimen peronista, que había
mantenido unida a la casi mayoría de los sec­ LA INFLUENCIA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
tores intelectuales, comenzó entonces a res­
quebrajarse seriamente. Si ese frente unitario Si el peronismo, ese “hecho maldito” de la
aparece delineado en el famoso número 237 historia argentina, había significado una ver­
de la revista Sur, fechado en noviembre-di­ dadera división de aguas —que se hizo más ta­
ciembre de 1955, el número 7-8 de la revista jante aún después de su caída—, la Revolución
Contorno consagrado al peronismo, que lleva Cubana ejerció una influencia que merece no
por fecha julio de 1956, es el mojón visible de ser desestimada. Esa primera “revolución en
esa ruptura. Los artículos de este número castellano”, que había nacido bajo signos al co­
pueden leerse aún hoy con interés por el es­ mienzo equívocos —hasta el punto de que la
fuerzo intelectual y conceptual que muchos elite liberal comparó la caída de Batista con la
de sus autores estaban realizando para eluci­ de Perón, viendo en ambos acontecimientos la
dar el “fenómeno peronista”. Así, por ejemplo, clausura de una época de regímenes dictato­
el artículo de Tulio Halperín Donghi, “Del riales-, generó entusiasmos masivos y no po­
fascismo al peronismo”, que inaugura una cas condenas y contribuyó a agudizar un en­
preocupación que ya no abandonará nunca a frentamiento en el que la cultura quedaría
su autor y que originó una obra imprescindi­ cada vez más subsumida por la política. Se tra­
ble para entender no ya al peronismo sino a ta de una época que Sur, “revista de minorías”,
toda la historia argentina del siglo XX. ya no podrá comprender. El desplazamiento
Para construir un nuevo proyecto cultural de una cultura elitista a una cultura de masas
188 y político, la revista Contorno necesitaba tam­ —comenzada ya durante la década peronista­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLITICA

encontrará en la expansión y modernización bre del 1960 y noviembre de 1961-, cuyo títu­
de los sesenta un clima de época muy particu­ lo es ya demasiado tributario de una agenda
lar, estudiado en los trabajos de Oscar Terán, que va perdiendo en el camino las urgencias
Silvia Sigal y Federico Neiburg. Son los años culturales.
en que una revista como Primera Plana, diri­ La enorme popularidad que despertaban
gida por el periodista Jacobo Timerman, in­ en la juventud latinoamericana la causa cubana
fluía sobre la política hasta el punto de que se y la figura emblemática del Che Guevara des­
le adjudicó la caída del gobierno de Illia, concertaba e indignaba a la directora de la re­
orientaba los gustos literarios y cinematográ­ vista Sur. La atribución de premios literarios
ficos del público de clase media y difundía el que Cuba realizaba a través de La Casa de las
psicoanálisis y el boom de la literatura latinoa­ Américas ejerció un poderoso atractivo entre
mericana esa literatura que la revista e institu­ los escritores latinoamericanos, convirtiendo a
ción cubana Casa de las Américas apoyaba y la pequeña isla en una especie de “Roma anti­
promocionaba y que Sur seguía ignorando. llana”, según la fórmula de Halperín Donghi.
Un símbolo de este aumento general del con­ No es para nada anecdótico que esta institu­
sumo cultural fue la creación de la Editorial ción cubana haya provocado la primera crisis
Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, con digna de ese nombre en la larga vida de la revis­
publicaciones que se vendían por millones de ta Sur. José Bianco había sido invitado a Cuba a
ejemplares en los quioscos de diarios y revis­ tomar parte en actividades culturales organiza­
tas. Esta época de efervescencia cultural y de das por la Casa de las Américas. El escritor in­
liberalización de las costumbres se producía sistió en que iba como persona privada y no co­
en el marco político de la Guerra Fría y con un mo representante de Sur, pero Victoria
peronismo que crecía al calor de las proscrip­ Ocampo publicó una declaración afirmando
ciones. A pesar de la rigurosa veda política que que la revista rechazaba la iniciativa. Bianco se
intentaba irnponérsele, el peronismo seguía encontró en una situación intolerable y presen­
siendo la fuerza que más pesaba electoralmen­ tó su renuncia como jefe de redacción, después
te. En esta época de omnipresencia devorado­ de haber desempeñado el cargo durante vein­
ra de lo político se producirá el agotamiento titrés años. La indignación y las perplejidades
lento pero inexorable de la revista Sur. de la directora de Sur irían en aumento, como
La primacía de la política tuvo durante el lo indica su comentario ante el éxito editorial
laboratorio desarrollista una publicación am­ de algunos autores argentinos que habían cola­
biciosa, la revista Qué, financiada por el em­ borado en su revista y que ahora se pronuncia­
presario Rogelio Frigerio, hasta el punto de ban a favor de la Revolución Cubana: “Al mis­
que por aquellos años se la llamó “la biblia”; mo tiempo, hecho insólito, el vulgo compra las
aunque Contorno, identificada también con la obras de Cortázar (tan luego de Cortázar) y se
apuesta frondicista, la haya criticado acerba­ pasea con sus libros en Torino o en subte o en
mente. En el territorio de las revistas de opi­ colectivo. Sin embargo, Cortázar es netamente
nión, el castrismo y el guevarismo se materia­ un autor para minorías, no para lectores a quie­
lizaron tempranamente con la publicación de nes ha de aburrir fabulosamente, porque no es­
la revista Che —dieciséis números entre octu­ tán preparados para digerirlo y saborearlo”. 189
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Los acontecimientos políticos argentinos porar como temas prioritarios de sus agendas
también resultaron desconcertantes para la re­ las cuestiones culturales y nacionales. Dentro
vista Sur. En 1970 cesó la aparición regular de de la ortodoxia y el dogmatismo comunistas,
ésta. La revista comenzó entonces a narrar su con un mundo de referencias culturales es­
historia, publicando números anuales o se­ trechamente limitado a la traducción de auto­
mestrales que reeditaban lo mejor de su pro­ res rusos, la obra de Héctor Pablo Agosti
pia producción. Las palabras de Victoria —apoyándose en la traducción al castellano de
Ocampo para explicar el cierre de Sur “des­ los escritos del comunista italiano Antonio
pués de cuarenta años” son patéticas: “En toda Gramsci- produjo una renovación que algu­
mujer se oculta un ama de casa que ejerce su nos no dudaron en calificar de “revolución
vocación de fregona en los más variados me­ cultural”. Sin embargo, Agosti logró mantener
nesteres (...) Barramos pues el piso, enjuague­ su iniciativa dentro del cauce partidario. Este
mos los platos (...) apaguemos las luces, abra­ intelectual comunista estaba dotado de un
mos las ventanas para ventilar”. No existieron particular sentido del equilibrio, el mismo que
muchas revistas argentinas dirigidas por mu­ le permitió dirigir desde 1950 hasta su muer­
jeres y Sur fue durante este período una nota­ te, en 1984, la revista Cuadernos de Cultura, fi­
ble excepción. Que su directora —quien tam­ nanciada por el Partido Comunista Argentino,
bién había fundado la Unión Argentina de que alternaba en sus páginas la ortodoxia de
Mujeres- anunciase su cierre con la metáfora un Ghioldi o un Codovila y las polémicas agi­
del regreso a los quehaceres domésticos, po­ tadas de jóvenes militantes fascinados por las
dría hacer perder de vista -bajo el impulso de lecturas de Gramsci. Pero las ambiciones inte­
una irrefrenable incredulidad- la dimensión lectuales de Agosti no eran las mismas que las
desesperada de tal acto: Victoria Ocampo es­ de sus jóvenes discípulos y la divergencia de
taba renunciando a la vocación de hacedora y itinerarios se hizo entonces inevitable.
mediadora cultural que había sostenido toda Cuadernos de Cultura se había iniciado en
su vida. Más que por la enfermedad o la vejez, los tiempos del peronismo como una publica­
esta renuncia aparece signada por un gran de­ ción materialmente modesta, casi artesanal.
saliento frente al rumbo que iban adoptando En 1952, sus animadores crearon la Casa de la
los acontecimientos nacionales e internacio­ Cultura Argentina reuniendo a intelectuales
nales. Y este desaliento no era privativo de la de otros horizontes políticos. En 1958, si­
directora de Sur. guiendo la orientación del Partido Comunis­
ta, la revista apoyó al candidato Arturo Fron­
REVISTAS COMUNISTAS dizi. Pero el presidente elegido terminó
clausurando por decreto la revista Cuadernos
La radicalización y el cimbronazo que de Cultura así como la Casa de la Cultura Ar­
afectaron a grandes sectores de la sociedad ar­ gentina. Combinando períodos de legalidad y
gentina llegaron hasta las filas del propio Par­ de clandestinidad, la revista comunista festejó
tido Comunista. Los intelectuales ligados a es­ sus veinticinco años de existencia en 1975,
ta formación política también sintieron el contando en su haber con 128 números publi­
190 impacto del peronismo y comenzaron a incor­ cados. Cuadernos de Cultura logró ser un im­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLITICA

portante referente intelectual para muchos noraria de la revista. El título mismo de la pu­
lectores y no sólo para los militantes comunis­ blicación —y de la editorial- es un homenaje al
tas preocupados por los temas culturales. Per­ libro homónimo que el poeta comunista había
manentemente tironeado entre la necesidad escrito para dar cuenta de su experiencia du­
de autonomía que todo intelectual necesita rante la Guerra Civil Española. Las críticas al
para ejercer su vocación y las exigencias de la director de Cuadernos de Cultura son similares
dirección partidaria que financiaba la revista, en ambos grupos disidentes: se le reprocha a
Héctor Pablo Agosti, “el primer gramsciano Agosti su obediencia al mandato político de
argentino”, generó un espacio de debate que, Victorio Codovila. Pero también son coinci­
con la grilla interpretativa del comunista ita­ dentes los elogios retrospectivos de sus heréti­
liano, también buscaba comprender los pro­ cos discípulos: se rescata su aporte en temas
blemas de la sociedad argentina después del culturales y fundamentalmente que haya sido
“tembladeral” peronista. Cuadernos de Cultura el introductor del pensamiento de Gramsci en
abrió incluso un debate interesante con los la Argentina. El índice de los nueve números
“peronistas de izquierda” (Arturo Iauretche, de La Rosa Blindada indica claramente que los
Juan Iosé Hernández Arregui) y en las páginas temas culturales —incluso las artes plásticas- y
de esta revista, Agosti pudo elaborar las tesis los temas políticos —aun los más radicalizados
de sus principales libros. sobre Cuba o Vietnam- podían coexistir ale­
Dentro de esta matriz iniciada desde la or­ gremente en las páginas de la revista. Aunque
todoxia del Partido Comunista, algunos discí­ el final de esta publicación aparezca estrecha­
pulos de Agosti produjeron escisiones que, al mente ligado al clima político inaugurado por
calor de la radicalización de los años sesenta, el golpe militar de junio de 1966, lo notable es
darán lugar a la creación de dos nuevas revis­ que la editorial La Rosa Blindada continuó su
tas político-culturales: Pasado y Presente actividad y, aunque editó libros de “adoctrina­
(1963-1965), publicada en Córdoba por el miento revolucionario”, también siguió publi­
grupo que dirigía Iosé Aricó, y La Rosa Blinda­ cando incansablemente libros de poesía. En el
da (octubre de 1964-septiembre de 1966), edi­ estudio preliminar a la publicación del índice
tada en Buenos Aires bajo la dirección de Iosé —y a la reedición de algtmos artículos— de La
Luis Mangieri y Carlos Alberto Brocato. Am­ Rosa Blindada se afirma, no sin pertinencia,
bas publicaciones son la causa por la que sus que “la poesía para esta editorial seguía siendo
animadores y colaboradores (Iuan Carlos Por­ primordial, aun cuando toda la cultura argen­
tantiero, Iosé Carlos Chiaramonte, Oscar del tina se había blindado como la rosa de Raúl”.
Barco, Iuan Gelman, y Andrés Rivera, entre
otros) fueron expulsados del Partido Comu­ Los ¿nos SETENTA
nista Argentino, acusados de “desviacionismo
izquierdista”. Pero si el grupo de Pasado y Pre­ Paradójicamente, si la “iglesia” de los ateos
sente se autopercibía como parte “de una ge­ argentinos no dudaba en excomulgar a quie­
neración que no reconoce maestros”, los parti­ nes se iban acercando ineluctablemente a pro­
cipantes de La Rosa Blindada habían dado al puestas cada vez más radicalizadas, la Iglesia
poeta Raúl González Tuñón la dirección ho­ Católica impulsó desde su propio seno esa ra­ 191
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

dicalización. La experiencia del Concilio Vati­ Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos


cano II fue retomada por la publicación ar­ Aires. De su diálogo con los marxistas sartrea­
gentina que mejor representó ese camino: nos de Contorno y con el ex director de la re­
Cristianismo y Revolución, con treinta núme­ vista De Frente, John William Cooke, radicado
ros publicados entre septiembre de 1966 y en Cuba, extrajo conclusiones y enseñanzas
septiembre de 197 l. El Concilio Vaticano II de que lo llevaron a crear y a dirigir la revista
1965 y los documentos emanados de él dieron Cristianismo y Revolución hasta su muerte ac­
forma a una nueva orientación para los cató­ cidental en 1970. La revista comenzó a publi­
licos. Se condenaba allí “la pobreza, la injusti­ carse apenas tres meses después de la instala­
cia y la explotación”, se denunciaba “el afán ción del régimen militar de Onganía y en sus
humano de poder y riquezas”, se incitaba a los páginas se recusó frontalmente el “cristianis­
cristianos a “luchar por la igualdad y contra la mo” de esa autodenominada “revolución”
injusticia”. Y si en esta lucha la violencia no fue que, para Elorrio y sus discípulos, no era ni
preconizada de modo oficial, la excepción que verdaderamente “cristiana” ni remotamente
dejaba abierta era ya demasiado susceptible de “revolucionaria”.
interpretaciones apasionadas. Los sacerdotes Son ya conocidas la radicalización y la pe­
obreros se habían anticipado en la práctica a ronización de amplios sectores de las clases
estas ideas, pero la creación en 1967 del “Mo­ medias durante estos años. La recordada “no­
vimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo” che de los bastones largos” en la Universidad
y de los “Obispos del Tercer Mundo”, así como de Buenos Aires llevó a la renuncia y al exilio
la famosa conferencia de Medellín del episco­ a muchos docentes. El espacio posible para
pado latinoamericano en 1968, dieron a esta una “tranquila” instalación académica fue re­
iniciativa católica un sesgo que sus autores ya duciéndose hasta casi desaparecer. Si el pero­
no pudieron controlar. Esta “teología de la li­ nismo seguía teniendo un peso indiscutible en
beración” encontró en las páginas de la revis­ el mundo obrero, gracias a las estructuras sin­
ta Cristianismo y Revolución, dirigida por Iuan dicales, y aun a pesar de la división de esas es­
García Elorrio, un modo de debatir los pro­ tructuras sindicales, la radicalización y la pe­
blemas políticos y culturales que era inversa­ ronización de amplios sectores de las clases
mente proporcional al estilo que seguía propi­ medias llevaron por momentos a puntos de
ciando la revista católica Criterio. Así, por encuentro muy significativos entre militantes
ejemplo, el primer número de Cristianismo y peronistas y escritores o intelectuales, como
Revolución indicaba, en la pluma de su direc­ en la experiencia de la CGT de los Argentinos,
tor, que “la revolución no sólo está permitida dirigida por Raimundo Ongaro, cuyo influ­
sino que es obligatoria para todos los cristia­ yente periódico fue concebido y realizado por
nos”. Y esta revolución tenía que ser, en el con­ el escritor Rodolfo Walsh, hoy desaparecido.
texto argentino, “popular y nacional”, es decir, Signo de la época, si la revista Sur concluía
peronista. Originario de una familia católica que ante este panorama sólo quedaba el pru­
conservadora, García Elorrio había renuncia­ dente y amargo recurso del refugio en la inti­
do a su carrera eclesiástica, realizado el iniciá­ midad hogareña, los sectores intelectuales que
192 tico viaje a Cuba y frecuentado la Facultad de ya podían identificarse como pertenecientes a
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

esa “izquierda nacional” que se venía gestando gobierno militar, la audacia no logró ir más
desde 1955, se veían en cambio embargados allá de agosto de 1976.
por el mayor optimismo. A veces excesivo, co­ Es importante destacar que aun en aque­
mo cuando festejaron el 25 de mayo de 1973, llos temas en los que la revista Crisis tenía una
y despidieron en la Plaza de Mayo al general posición indeclinable, como frente al revisio­
Lanusse y a su equipo al grito de “no volverán”. nismo histórico, nunca desdeñó la confronta­
El optimismo político de este sector llevó a la ción con las opiniones contrarias. Así, por
creación de una empresa cultural cuyo título ejemplo, la tendenciosa encuesta “¿Se enseña
parecía, sin embargo, albergar ya pocas ilusio­ en la Argentina la historia real del país?” apa­
nes sobre la posibilidad de solucionar los pro­ recida en diciembre de 1973, en la que se pu­
blemas argentinos en esos tiempos cada vez blicó la opinión de quince especialistas. No es
más agitados y más violentos. Si la Í‘revolu­ sorprendente que sólo uno de los encuestados
ción” era una causa que ganaba cada vez más respondiera afirmativamente. Lo significativo
adeptos, el retorno del peronismo al gobierno es que no dudaran en darle la palabra al histo­
no parecía poder frenar esa lógica de guerra riador Enrique de Gandía, miembro de la
que ya se había instalado dentro de las filas del Academia Nacional de la Historia, quien afir­
propio movimiento. Sin embargo, la necesi­ ma desde las páginas de la revista Crisis que
dad de generar nuevos espacios culturales se “algunos problemas de la historia argentina
empecinaba en existir. La revista que mejor lo son utilizados por los nazis y los comunistas
expresó en los pocos años de retorno del pero­ en defensa de sus totalitarismos”. Si la opinión
nismo fue Crisis, dirigida por Federico Voge­ de los historiadores revisionistas aparece am­
lius y Eduardo Galeano. El primer número de pliamente representada y es mayoritaria, Cri­
ésta apareció en mayo de 1973 declarando que sis no deja por ello de solicitar la opinión de
su objetivo no era el de “reproducir los esque­ historiadores menos propensos al maniqueís­
mas de las revistas tradicionales”. Los anirna­ mo, como Félix Luna o Iosé Luis Romero,
dores de Crisis anuncian que van a ocuparse quienes también se explayan ampliamente en
de los procesos literarios y de la revisión histo­ las páginas de la revista, pero para fundamen­
riográfica, pero que pretenden también “ana­ tar una posición alejada tanto de la versión li­
lizar los problemas de la infraestructura cultu­ beral como de la interpretación revisionista.
ral, recoger los testimonios más escondidos y Aunque represente un modelo de politización
marginados de la cultura popular, atender a absoluta, la revista Crisis es un buen ejemplo
las formas masivas de comunicación e infor­ de que aun en una época histórica “terminal”,
mación”. Hasta marzo de 1976 se habían pu­ como la de aquellos años del gobierno de Ma­
blicado 35 números de la revista Crisis y unos ría Estela Martínez de Perón, las preocupacio­
cuantos números temáticos de los Cuadernos nes culturales siguieron intentando, desespe­
de Crisis. Incluso luego del golpe militar del 24 radamente, ocupar un lugar en el mundo de
de marzo, el equipo de la revista intentó con­ los argentinos.
tinuar la publicación bajo la nueva dirección Si se comenzó este capítulo señalando que,
de Vicente Zito Lema. Aunque probaron en lo que hace a las revistas culturales argenti­
adaptarse a la censura previa impuesta por el nas, el siglo XX se inicia con la publicación de 193
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Nosotros, huelga preguntarse ahora cuál es la tir de 1983. La instalación exitosa en el mun­
publicación más representativa para cerrar el do universitario y científico del período de­
ciclo aquí estudiado. Cabe inclinarse por la re­ mocrático otorgó a sus principales colabora­
vista Punto de Vista, que aún sigue publican­ dores una legitimidad académica que amplió
dose y cuyo primer número fue lanzado en el círculo de lectores de Punto de Vista. Sin
pleno régimen militar. La historia de esta embargo, desde el título mismo de la publica­
aventura, narrada por su propia directora, ción -poco ambicioso, por cierto- ya se estaba
Beatriz Sarlo, es altamente representativa de la reconociendo que el “punto de vista” de los di­
voluntad obstinada de un grupo de intelectua­ námicos animadores de la empresa estaba des­
les. Estapbstinación por crear espacios pro­ tinado a no ser más que eso: una opinión en­
pios de poder y de comunicación llevó a Bea­ tre muchas otras.
triz Sarlo, Carlos Altamirano y Ricardo Piglia
a imaginar el modo de continuar la experien­
cia de dirección que habían compartido en la A MODO DE CONCLUSIÓN

revista Los Libros, fundada en 1967 por Héctor


Schmucler y clausurada por los militares en Desde aquel título inclusivo y totalizador
mayo de 1976. Lo insólito es que para hacerlo del “Nosotros somos todos” a este otro más
recurrieran al apoyo financiero de un peque­ modesto, o en todo caso resignado a no abar­
ño partido de izquierda que, aunque no pre­ car ninguna totalidad, que se limita a ofrecer
conizaba la lucha armada, acababa de ser de­ un Punto de Vista, se dibuja una larga trayec­
clarado ilegal por el gobierno de Videla. El toria histórica, tal vez la de una especie en vías
primer número de Punto de Vista fue publica­ de extinción, que no es privativa del único es­
do en marzo de 1978, aunque muy pocas per­ cenario argentino. La especialización acadé­
sonas lo hayan leído o se hayan enterado de su mica, la valorización de una estricta división
existencia: “quedamos literalmente cubiertos entre las disciplinas, las dificultades -aun en
de sobrantes”, recuerda su directora. Peor aún, un mundo globalizado e informatizado- de
mientras preparaban el tercer número de la sintetizar el conjunto de los conocimientos,
revista, toda la dirección del grupo político sumadas en el caso argentino a las numerosas
que oficiaba de mecenas fue objeto de una fe­ frustraciones de la vida política, con el resul­
roz represión. Pero el hecho no logró socavar tado casi siempre decepcionante del com­
la voluntad de los editores: “discutimos si ce­ promiso político de los intelectuales, ya dejan
rrarla definitivamente y concluimos que la poco espacio para las revistas que sepan com­
publicación era tan invisible que no parecía binar en sus páginas vida cultural y análisis
completamente insensato arriesgarse a seguir político. En todo caso, esta función parece
editándola. Reafirmamos el pacto de guardar hoy primordialmente ejercida por empresas
en absoluto secreto el vínculo inicial de la re­ periodísticas rentables, pertenecientes a gran­
vista con los políticos desaparecidos”. Tal deci­ des grupos de la industria de la información.
sión dejó a este pequeñísimo grupo en inme­ El voluntarismo de un director, ese compro­
jorables condiciones para ocupar un espacio miso militante con una empresa cultural, ya
194 acorde con sus ambiciones intelectuales a par­ no ocupa en este tipo de publicaciones el pa­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

pel motor y determinante que ocupó en todas cances sigue siendo una tarea difícil, por no
las revistas aquí estudiadas. Que estas revistas decir imposible. No hubo proyecto cultural o
hayan podido existir y desarrollarse, aun en político que no necesitara expresarse en una
períodos políticos muy poco favorables, su­ publicación periódica. Dilucidar la influencia
giere que no es posible establecer una relación que estas revistas ejercieron en la masa de lec­
mecánica entre los hechos culturales y los he­ tores, la manera en que influyeron en sus há­
chos políticos. Pensar en la interrelación de bitos colectivos, e incluso su capacidad —o
éstos permite detectar la primacía de uno u no- de generar a su vez hechos políticos —y no
otro campo en cada momento histórico, sin solamente de registrarlos o de sufrirlos-, si­
caer en determinismos establecidos a priori. gue siendo una tarea pendiente. Al servir de
Si toda revista cultural es hija de su propio guía para intentar una mirada de conjunto de
tiempo y difícilmente pueda abstraerse de las este largo siglo XX argentino, las revistas que
circunstancias políticas y sociales que la ro­ supieron interesarse por la cultura y por la
dean, las empresas culturales, como los itine­ política oficiaron también como agradable
rarios individuales y colectivos, son lábiles y compañía. El viaje fue menos amargo porque
permeables. a través de esta constelación de tinta y de pa­
Aunque el corpus aquí presente sea muy pel fue dibujándose un país en el que muchas
acotado -las publicaciones evocadas no son generaciones de hombres y mujeres demos­
más que la punta del iceberg—, el papel que traron obstinadamente que, a pesar de tantas
desempeñaron las revistas en la vida cultural y sucesivas decepciones políticas, la Argentina
y en la vida política de este siglo parece, re­ podía seguir siendo un territorio donde valía
trospectivamente, muy importante. Sin em­ la pena vivir, trabajar, pensar y, obviamente,
bargo, una valoración de sus verdaderos al­ publicar una revista.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁHCA

El estudio de las revistas se fue irnponien­ Mucho más tardíamente, los historiadores se
do como una necesidad en la historiografía in­ fueron haciendo cargo del fabuloso mundo aún
ternacional de los últimos quince años. Tanto en nebulosa constituido por esas publicaciones
para la renovación de la historia cultural co­ periódicas “a mitad de camino entre el carácter
mo de la historia política las revistas aparecie­ de actualidad de los diarios y la discusión grave
ron como fuentes insoslayables y hasta enton­ de los libros”. Así, por ejemplo, el Comité Argen­
ces poco auscultadas. En el caso argentino, el tino del Comité Intemacional de Ciencias I-Iis­
impulso pionero fue dado por los estudiosos tóricas consagró sus sextas jornadas, realizadas
de la literatura, con una síntesis de envergadu­ en 1996, a Las revistas y la historia. Las ponencias
ra, cuya primera edición es de 1962: HECTOR presentadas en dichas jomadas fueron publica­
RENE LAFLEUR, SERGIO D. PROVENZANO y FER­ das en la revista Clio, n°4, Buenos Aires, 1997.
NANDO P. ADONSO, Las revistas literarias argen­ La creación, en 1986, del Institut Mémoi­
tinas 1893-1967, Buenos Aires, 1968. res de l’Edition Contemporaine (de aquí en 195
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

adelante, mencionado como IMEC) significó bre revistas argentinas, que fueron reunidas en
un impulso decisivo para el estudio de las re­ el libro La cultura de un siglo: América latina
vistas francesas y de otras regiones del mun­ en sus revistas, Buenos Aires, 1999.
do. Gracias a esta inspiración e incitación del La reflexión llevada a delante por el Insti­
IMEC se realizaron en París dos importantes tut Mémoires de l’Edition Contemporaine fue
encuentros internacionales consagrados al de capital importancia para el estudio sobre
estudio de las revistas latinoamericanas del las revistas argentinas. Su director, Olivier
siglo XX: los coloquios del CRICCAL de 1988 Corpet, realizó un trabajo tenaz de fomento
y 1990, cuyas actas fueron publicadas como de los estudios sobre revistas y ayudó a definir
Le discours culturel dans les revues Latino­ el estatuto particular de estas publicaciones en
Américaines, 1940-1970, París, 1990, y Le dis­ el mundo de la prensa periódica: “la prensa in­
cours culturel dans les revues Latino-Américai­ tenta informar y la revista debatir. La prensa se
nes de Pentre-deux-guerres, 1919-1939, París, escribe en modo afirmativo y la revista en mo­
1990. do reflexivo”. Según Corpet, cada revista pue­
Es fácil percibir que por sus propuestas, de ser considerada como “la expresión de una
sus objetivos y sus alcances, las revistas desem­ pasión” individual o colectiva. Y si cada una de
peñan un papel irremplazable y único en el ellas “busca abrir un espacio de sociabilidad li­
mundo intelectual y en la vida cultural. Entre teraria e intelectual desde donde se organicen
1996 y 1998, en el marco de un convenio de in­ intercambios y confrontaciones”, al ser porta­
vestigación entre el Centre National de la Re­ voces de los ideales y las ilusiones de una gene­
cherche Scientifique (CNRS) y el CONICET, ración, cada nuevo emprendimiento puede
que tuvo como sede argentina a la Academia parecer “la organización de un complot”. En la
Nacional de la Historia, se interrogó sobre la afirmación y delimitación de territorios, así
posibilidad de ir más lejos y de explorar la in­ sean éstos generacionales, estéticos, morales o
tersección entre la vida política y la vida cultu­ ideológicos, las revistas de ideas comportan
ral a través de las revistas de opinión. Las re­ siempre grandes desafíos: “Ligadas a grupos, a
vistas que combinaban el debate y el combate movimientos de ideas, reunidas en torno a
de ideas parecieron un corpus por demás esti­ fuertes personalidades, las revistas de ideas
mulante para elaborar una historia de la inte­ son ante todo revistas de intelectuales com­
lectualidad argentina. El resultado de este tra­ prometidos cuya ambición es desarrollar una
bajo se encuentra en la obra codirigida por reflexión sobre todos los fenómenos de la vida
DIANA QUATTROCCHI-WOISSON y NOEMI GIR­ social y cultural, promoviendo debates sobre
BAL DE BLACHA, Cuando opinar es actuar. Revis­ las cuestiones políticas, ideológicas, sociales o
tas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, 1999. éticas”. Algo similar afirmaba el escritor Paul
Contemporánea de esta iniciativa fue la reu­ Valéry, en su discurso de recepción en la Aca­
nión internacional organizada por SAUL Sos­ demia Francesa, cuando decía que las revistas
NOWSKI en Buenos Aires con el objeto de cele­ eran “verdaderos laboratorios donde se cal­
brar los primeros veinticinco años de su dean los ánimos y se experimentan numerosas
revista Hispamérica. En dicho encuentro se tentativas, audaces e incluso irnprudentes hi­
196 presentaron muchas ponencias novedosas so­ pótesis que permiten avanzar a las ciencias y a
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

las artes con un entusiasmo renovador”. Véa­ ción sine qua non en el lanzamiento de una re­
se OLIVIER CORPET, “La revue”, en Histoire de vista, a tal punto que una revista es a menudo
Droites en France, tomo 2, París, 1992, y del la historia de una aventura personal y de una
mismo autor, “Les revues d’idées” y “Revues obstinación individual. Sin embargo, y a pesar
littéraires”, en Encyclopaedia Universalis, París, de ese acendrado individualismo que las ca­
1990. racteriza, algunas revistas logran trascender
Es indudable que la decisión de crear una estos límites y convertirse en canal de una ex­
revista responde a un imperativo en el que se presión colectiva. Si toda revista responde a
cruzan necesidades individuales y colectivas. una estrategia de poder individual o grupal,
La aparición y la publicación regular de una las redes que se tejen alrededor de una empre­
revista permiten a sus directores y colabora­ sa de estas características, entre directores y
dores crear una esfera de influencia nada des­ colaboradores, entre redactores y público,
preciable en el terreno de las actividades inte­ constituyen una zona de influencia cuyos al­
lectuales. Tanto para la creación literaria o cances no siempre es posible cuantificar, ni
artística, como para las disciplinas que hoy se predecir. Si su tirada y permanencia en el
han dado en llamar ciencias humanas y socia­ tiempo pueden dar algunas indicaciones, no
les —la historia, la filosofía, la política o la crí­ se agota allí la capacidad de influencia de una
tica literaria-, la revista es un instrumento publicación.
muy adecuado en toda estrategia de poder in­ Para el estudio de las revistas argentinas es
telectual. No hay actividad profesional ligada de suma utilidad el repertorio pormenorizado
al pensamiento que no necesite poseer su pro­ de WASHINGTON LUIS PEREYRA, La prensa litera­
pio canal de expresión y es fácil detectar el re­ ria argentina 1890-1974, cuatro volúmenes,
flejo corporativo en el surgimiento de toda Buenos Aires, 1993-1998. También la ASOCIA­
publicación especializada. En una revista se CIÓN ARGENTTNA DE EDITORES DE REVISTAS co­

promocionan libros, autores, cursos, confe­ menzó a ocuparse del estudio de algunas publi­
rencias; en ella se consagran cánones estéticos caciones periódicas a partir de la muestra
o epistemológicos aexpensas de otros cánones realizada en la Biblioteca Nacional en 1994: Ca­
estéticos y epistemológicos. Los climas de épo­ tálogo de la muestra: Los primeros 100 años de las
ca y los fenómenos de moda no son desprecia­ revistas argentinas, 1837-1937, Buenos Aires,
bles, pero lo que es constante en estos proyec­ 1994; Historia de las revistas argentinas, dos to­
tos es la ambición de poder que signa la mos, Buenos Aires, 1997. Una historia general,
empresa. Para fundar una revista hay que estar amena y bien documentada es la de CARLOS
convencido de tener algo original para decir y ULANOVSKY, Paren las rotativas. Historia de los
comunicar. El mensaje que intenta enviarse a grandes diarios, revistas y periodistas argentinos,
un público determinado pareciera justificar el Buenos Aires, 1997. Un trabajo más amplio y
emprendimiento, pero hay otros móviles, que, erudito es el de BOYD G. CARTER, Historia de la
sin ser ocultos, no son siempre conscientes en literatura hispanoamericana a través de sus revis­
quienes identifican la necesidad de una activi­ tas, México D. E, 1988. El papel desempeñado
dad cultural de esta índole. La presencia de por los intelectuales españoles en la prensa y en
una personalidad fuerte y decidida es la condi­ las revistas argentinas ha sido estudiado por 197
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

EMILIA DE ZULETA, Relaciones literarias entre Es­ análisis y de interpretación para muchos de
paña y la Argentina, Madrid, 1983. los períodos y de las revistas aquí menciona­
El lamentable deterioro del sistema biblio­ das: CARLOS ALTAMIRANO y BEATRIZ SARLO, Lite­
tecario argentino, que en algtmos períodos lle­ ratura y sociedad, Buenos Aires, 1983, y Ensa­
gó a ser el mejor de América latina, hoy no yos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia,
permite siquiera disponer de lugares de con­ Buenos Aires, 1997.
sulta donde se encuentren colecciones com­ Para la constelación de las revistas comu­
pletas de las revistas más importantes. La dis­ nistas. véanse: HECTOR P. AGOsTI, Nación y cul­
persión es la regla. Si la Biblioteca Nacional o tura, Buenos Aires, 1982; IOsE ARICO, La cola
la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Le­ del diablo. Itinerario de Gramsci en América la­
tras de la Universidad de Buenos Aires dispo­ tina. Buenos Aires, 1988, y NESTOR KOHAN, “La
nen aún de fondos importantes, la posibilidad Rosa Blindada. Una pasión de los ‘60”, Buenos
de conservarlos en buen estado y de ofrecerlos Aires, 1999.
a la consulta parece presentar una contradic­ La revista Sur contó con el trabajo pione­
ción insalvable. Además, a causa de los dife­ ro de JOHN KING, “Sur, estudio de la revista li­
rentes períodos de veda política o de repre­ teraria argentina y de su papel en el desarrollo
sión, hay títulos que son prácticamente de una cultura, 1931-1970”, México D. F., 1989
inhallables en los repositorios argentinos. (su primera versión en inglés: Cambridge,
Fundaciones privadas y coleccionistas intenta­ 1986). Una excelente biografía de Victoria
ron suplir estas falencias, dándose el caso muy Ocampo es la de LAURA AYERZA DE CASTILLO y
singular de Washington Pereyra, quien a tra­ ODILE FELGINE, Victoria Ocampo, París, 1990,
vés de su fundación Bartolomé Hidalgo orga­ así como las obras de BLAS MATAMORO, Genio
nizó un repertorio pormenorizado y un espa­ y figura de Victoria Ocampo, Buenos Aires,
cio de consulta muy completo de revistas 1986, y OscAR HERMES VILLORDO, El grupo Sur,
argentinas y americanas. una biografía colectiva, Buenos Aires, 1993.
Para una visión social y políüca de las cues­ Para la revista Martín Fierro, se remite a los
tiones culturales y literarias siguen mereciendo estudios de C. CORDOVA ITURBURU, La revolu­
un lugar destacado los tres volúmenes de la His­ ción martinfienista, Buenos Aires, 1962; EDUAR­
toria de la Literatura Argentina, editados por el DO GONZALEZ LANUZA, Los martinfierristas, Bue­
Centro Editor de América Latina; así como los nos Aires, 1962; ADOLFO PRIETO (selección y
estudios de IORGE RIVERA, El auge de la industria prólogo), “El periódico Martín Fierro”, Buenos
cultural (1930-1955), Buenos Aires, 1968, y El Aires, 1968, yAntología de Boedo y Florida, Cór­
periodismo cultural, Buenos Aires, 1995. El pre­ doba, 1964; BEATRIZ SARLO (antología y prólo­
cursor de este tipo de análisis es DAVID VIÑAS, Li­ go), Martín Fierro (1924-1927), Buenos Aires,
teratura argentina y realidad política, Buenos Ai­ 1969.
res, 1964 (existen ediciones posteriores), y su Para la revista Caras y Caretas es sumamen­
más reciente Literatura argentina y política De te útil el estudio de JORGE RUFFINELLI, “La revis­
Lugones a Walsh, Buenos Aires, 1996. ta Caras y Caretas”, Buenos Aires, 1968. La re­
Los estimulantes trabajos de Carlos Alta­ vista Nosotros cuenta con un impresionante
198 mirano y Beatriz Sarlo aportan elementos de trabajo bibliográfico, editado por el FONDO NA­
LAS REVISTAS EN LA VIDA INTELECTUAL Y POLÍTICA

CIONAL DE LAS ARTES, Bibliografia de la revista mo fuentes privilegiadas y que se interesan por
Nosotros 1907-1943, Buenos Aires, 1959. La re­ los cruces entre la vida intelectual y la vida polí­
vista Claridad fue objeto de una documentada tica, tanto durante el período peronista como
tesis doctoral, la de FLORENCIA FERREIRA DE durante los años sesenta: ALBERTO CIRIA, Política
CAsss0NE, ”Claridad y el intemacionalismo y cultura popular: la Argentina peronista, 1946­
americano”, Buenos Aires, 1998. La revista Con­ 1955, Buenos Aires, 1983; Cultura y Política en
torno posee un último y estimulante estudio, el los años ‘60, Buenos Aires, 1997; DIANA QUAT­
de MARCELA CROCCE, ”Contorno: izquierda y TROCCHI-WOISSON, Los males de la memoria.
proyecto cultural”, Buenos Aires, 1996. Historia y política en la Argentina, Buenos Aires,
Para las revistas nacionalistas, siguen sien­ 1997 (primera edición en francés, 1992); SILVIA
do imprescindibles los trabajos de ENRIQUE SIGAL, Intelectuales y poder en la década del se­
ZULETA ALVAREZ, El nacionalismo argentino, senta, Buenos Aires, 1991; PABLO SIRVEN, Perón
Buenos Aires, 1975, e Historia, cultura, nación, y los medios de comunicación (1943-1955), Bue­
Buenos Aires, 1995. nos Aires, 1984; OSCAR TERAN, En busca de la
Finalmente, merecen destacarse algunos es­ ideología argentina, Buenos Aires, 1986, y Nues­
tudios más amplios, que toman a las revistas co­ tros años sesenta, Buenos Aires, 1991.

199
62. LAS ARTES PLÁSTICAS

Rodrigo Gutiérrez Vzñuales


Elisa Radovanovic

Si en buena medida el imaginario creado terminante de la ciudad capital como centro


por los artistas desde tiempos remotos ha te­ consagrador.
nido una presencia decisiva como fuente do­ Este capítulo se propone presentar una
cumental para la construcción de la historia, síntesis de algunos de los procesos históricos
no es menos cierto que el arte, no ya como que jalonaron el ámbito de las artes de la Ar­
medio sino como fin, ha alcanzado un interés gentina. No encontrará el lector largas nómi­
científico que lo ha situado como una de las lí­ nas de artistas como se ha estilado en otras
neas de investigación histórica que más ha ocasiones, cuyas trayectorias individuales son
evolucionado. de público reconocimiento; algunas de ellas
La construcción de nuevas lecturas sobre tendrán lugar ocasionalmente en el desarrollo
el arte argentino ha traído consigo desafíos tan del discurso. Se ha optado por hacer una selec­
significativos y categóricos como la necesidad ción de temas y realizar sobre ellos un acerca­
cada vez mayor de alcanzar una rigurosidad miento conceptual que permita enlazar ciertos
documental que evite al máximo ligeras rein­ hechos artísticos con la evolución histórica del
terpretaciones. Asimismo, se hace menester, ya país durante el siglo XX. En definitiva, no en­
en el terreno de los análisis, romper ciertas es­ contrará aquí el lector ni todos los temas ni to­
tructuras que se han mantenido inalterables y dos los nombres que hicieron al arte argentino
que el tiempo y la indiferencia, a la hora de del siglo XX, pero sí algunos medios y claves
discutirlas o enriquecerlas con nuevos aportes, para acercarse a su comprensión.
han terminado por asentarlas con comodidad.
Es este el caso de las “historias del arte argen­
tino" que han restringido su campo de miras a LA PINTURA DE PAISAJES Y DE COSTUMBRES,
las producciones culturales de Buenos Aires, PARADIGMAS DE UN “ARTE NACIONAL”

obviando casi siempre por completo la exis­


tencia de otros focos artísticos —que los ha ha­ Cronológicamente, el presente capítulo se
bido y los hay, y de importancia para sus me­ inicia en un punto crítico de la historia inter­
dios- en el interior del país, sin que esto nacional, con la declaración de la Primera
signifique poner en tela de juicio el papel de­ Guerra Mundial, que señaló un punto de in­ 201
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

flexión con el liberalismo que venía poten­ sionismo francés, el “manchismo” italiano, el
ciando una visión optimista y sin fin del pro­ naturalismo, el simbolismo y otros muchos
greso. Fue el momento en que la Argentina se “ismos” que llegaban desde Europa traídos,
ubicó como “granero del mundo”. por lo general, por los propios artistas que re­
En lo que a la cultura respecta, la guerra tornaban tras estudiar en los grandes centros
europea significó para los países americanos el como París y Roma.
poner en tela de juicio la validez de un mode­ La mirada de los americanos sobre su pro­
lo intocable como paradigma cultural casi ex­ pia historia y realidad, en buena parte poten­
cluyente. Los cimientos políticos, económicos ciada por la crisis del modelo cultural europeo
y culturales de Europa, que hasta entonces se ya señalada, llevó a muchos artistas a fijar su
habían creído firmes, mostraron su fragilidad atención en el habitante del continente, en sus
y los cuestionamientos no tardaron en llegar. tradiciones, sus costumbres y en el paisaje en
De esto ya había dejado constancia el difundi­ el que estaba inmerso, consolidando en forma
do libro de Oswald Spengler La decadencia de gradual un imaginario básico para la afirma­
Occidente. ción de la “identidad nacional" y la creación de
En forma paralela, se acentuaron los deba­ una conciencia americana.
tes en torno de la propia identidad. En esta Las temáticas autóctonas contaron con el
mirada introspectiva, fueron banderas la recu­ beneplácito oficial, manifestado con claridad
peración de las formas artísticas de los perío­ en las sucesivas ediciones del Salón Anual de
dos precolombino y colonial, que habían sido Bellas Artes, a partir de su creación en 191 l.
relegados a un segundo plano. La evolución Cupertino del Campo, redactor del reglamen­
del pensamiento nacionalista y americanista to de aquél afirmó que “el artista es libre de
de figuras como Ricardo Rojas se mostró en elegir el tema que más cuadre a sus gustos y
plena efervescencia. Producto de sus reflexio­ tendencias [pero] el arte sólo será nuestro,
nes en tal sentido, fueron proyectos como la verdaderamente nuestro, cuando lleve en la
creación de una Escuela de Artes Indígenas en entraña algo del aliento viril y poderoso de la"
la Universidad de Tucumán, en 1914, con pre­ pampa”.
tensiones de instituto de artes decorativas, ins­ La situación señalada se evidenció en la
pirado en la estilización de modelos regionales concesión de los premios, marco en el cual se
y en las imágenes de la arqueología indígena, mostró la preferencia por las obras de “temáti­
pero adaptando todo ello a las necesidades de ca nacional”. Esto era consecuencia, también,
la industria y de la vida modernas. de cierta reacción contra las críticas que ha­
En lo que a la pintura respecta, si bien se bían surgido durante la Exposición del Cente­
consolidaron las normativas dictadas por las nario (1910) declarando que, en comparación
academias, a principios del siglo XX se inició con las escuelas europeas, la pintura argentina
una reacción, lenta pero firme, hacia nuevos carecía de un “arte nacional”.
horizontes estéticos. El paisaje y las escenas de En la Argentina, el costumbrismo tuvo co­
costumbres, con presencia en el siglo XIX en la mo principal protagonista a la figura del gau­
obra de los viajeros y de los costumbristas po­ cho. El máximo exponente del género fue Cesá­
202 pulares, fueron contaminados por el impre­ reo Bemaldo de Quirós, autor durante los años
LAS ARTES PLASTICAS

l Florencio Molina Campos, Pa’tocar en el baile. Colección Zurbarán Galería. Buenos Aires.

veinte de la monumental serie Los Gauchos, con parte, autor de una peculiar obra, donde tuvo
la que alcanzó reconocimiento internacional. cabida la religiosidad popular de la región nor­
Florencio Molina Campos interpretó al hombre teña. Los pueblos de la Quebrada de Huma­
de campo en clave humorística, y alcanzó una huaca acogieron, a su vez, la actividad de nota­
popularidad sin precedentes en el arte argenti­ bles artistas. Tilcara fue lugar de encuentro del
no, a través de la difusión, en los años treinta y ya citado Bermúdez con Iosé Alberto Terry y el
cuarenta, de las láminas de los almanaques de peruano Iosé Sabogal; en todos ellos latía la in­
Alpargatas por él realizadas. Fue, además, uno fluencia estética del español Ignacio Zuloaga,
de los escasos artistas que se impuso antes en el prisma bajo el cual representaron los paisajes y
interior que en la propia Buenos Aires. costumbres del lugar. Sabogal, notable xilógra­
En lo que toca al costumbrismo, debe seña­ fo, fue la figura más sobresaliente de la pintura
larse el papel de relevancia que jugaron las pro­ indigenista del Perú en los años veinte.
vincias del Noroeste argentino como foco irra­ La pintura de paisaje alcanzó su consolida­
diador de vocaciones artísticas que, inspiradas ción y llegó a ser la manifestación más destaca­
en temáticas autóctonas, tuvieron presencia en da del arte en la Argentina. El impulso decisivo
las galerías porteñas. Se puede citar como se produjo a partir de 1916, con el estableci­
ejemplo al santiagueño Ramón Gómez Comet, miento de Fernando Fader en las sierras cordo­
cuya exposición de 1921 en la Galería Chand­ besas, y más precisamente, luego de su instala­
ler de Buenos Aires, tras retornar de Europa, ha ción en lschilín, su “verdadera obsesión
sido a menudo considerada como uno de los pictórica”, tal como confesó el artista en 1921.
hitos de la renovación artística en el país. El tu­ La provincia de Córdoba se convirtió en para­
cumano Alfredo Gramajo Gutiérrez fue, por su digma del “arte nacional”, en aquella “pampa" 203
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Fernando Fader. “Sendero florido", 1918. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino", Rosario.

donde se “refugiaba el carácter nacional”, al de­ talmente su puerto, factor de comunicación


cir de Cupertino Del Campo. El prestigio de indivisible de la historia de la ciudad, tuvo un
Fader condujo a ese espacio serrano a numero­ lugar prominente. En este apartado, dada su
sos artistas que persiguieron como intención el vinculación al puerto, es posible incluir a la es­
emular a aquél, viendo en este camino una po­ cuela marinista, en la que se destacó, a princi­
sibilidad para consagrarse en Buenos Aires y, pios de siglo, Justo M. Lynch, seguidor del
en buena medida, captar la atención de los co­ gran precursor en el género, Eduardo De Mar­
leccionistas. Dentro de este esquema puede si­ tino. Lynch, a su vez, supo transmitir su afi­
tuarse la obra de Luis Aquino, Luis Tessandori, ción al joven Oscar Vaz, engendrando así una
ciertas obras de Atilio Malinverno o el primer nueva generación que mantuvo vivo el interés
Antonio Berni. Nacidos en aquella provincia, por los motivos del mar y del puerto. Obvia­
sobresalieron como paisajistas Antonio Pedo­ mente, no fueron los únicos en una rama en la
ne y Iosé Malanca, este último viajero incansa­ que también sobresalieron Benito Quinquela
ble por el continente americano. Martín, figura principal de la llamada “Escue­
Aun sin alcanzar la fortuna que tuvo el la de la Boca”, y Cleto Ciocchini, “el Sorolla de
campo como motivo pictórico en la Argenti­ América”, como llegó a denominárselo, pintor
na, el paisaje urbano, en especial el de Buenos de los hombres del puerto y sus tareas en la
204 Aires, con sus plazas, sus calles y, fundamen­ ciudad de Mar del Plata.
LAs ARTES PLASTICAS

LA BÚSQUEDA DE UNA "MODERNIDAD circulación de estampas japonesas permitía


AMERICANA": ARTES APLICADAS otra de las fuentes esenciales del arte contem­
Y DECORATIVAS poráneo, abriendo infinitas posibilidades pa­
ra incentivar el empleo de los arabescos y las
Al igual que ocurrió en la arquitectura, en líneas ornamentales. Las escenografías reali­
cuanto al rescate de las manifestaciones de la zadas para los ballets rusos puso a disposi­
época colonial americana y al surgimiento y ción de varios jóvenes ávidos de exotismo un
consolidación del estilo “neocolonial” (que conjunto singular de herramientas que les
tuvo en Martín Noel y en Ángel Guido sus ayudaron a romper moldes y buscar nuevos
más conspicuos cultores), las artes aplicadas y caminos.
las artes decorativas vivieron una Edad de Dado este panorama en el que la moda
Oro en las primeras décadas del siglo XX. Los consistía en la búsqueda de “lo primitivo”, no
años veinte marcaron el punto culminante de había de extrañar que muchos artistas fijasen
esta tendencia en la Argentina, cuya génesis su atención en el arte ancestral de América. En
firme había tenido lugar en 1918, con motivo tal sentido, el grupo de artistas argentinos es­
del Primer Salón Nacional de Artes Decorati­ tablecidos en París en torno al pintor español
vas. En él, la Medalla de Oro fue otorgada a Hermenegildo Anglada Camarasa, quien los
Alfredo Guido y Iosé Gerbino por un Cofre es­ incentivó a bucear en las colecciones de arte
tilo incaico. Era el reflejo de un proceso que se precolombino del Museo del Hombre, tuvo un
había consolidado en Europa desde el XIX, te­ papel determinante en este movimiento, ha­
niendo como marco fundamental a las expo­ ciendo de la “Ciudad Luz” una prolongación
siciones universales, acontecimientos que se espiritual de América y fraguando el despertar
constituyeron en símbolos del progreso y americanista que haría eclosión en los años
marcaron el nacimiento del diseño industrial. veinte. Así, no es casualidad que dos artistas
Se fue acentuando en forma gradual la nece­ americanos vinculados a Anglada, el escultor
sidad de un “arte industrial” que aunara belle­ argentino Gonzalo Leguizamón Pondal y el
za y utilidad; las artes decorativas (término mexicano Adolfo Best Maugard, fueran pro­
que sellaba el final del antagonismo entre ar­ pulsores de la enseñanza artística basada en
te e industria) se erigieron en un puente di­ los lenguajes prehispánicos en sus respectivos
recto para la integración de las artes, propi­ países. El primero publicó 10's Cuadernos Vira­
ciada sobre todo por los movimientos cocha, en 1923, mientras que Best Maugard, en
modernistas. el mismo año, hizo lo propio con su Método de
El creciente interés por la recuperación dibujo. Tradición, resurgimiento y evolución del
de las formas y lenguajes del arte prehispáni­ arte mexicano.
co, y su reinterpretación a través de las artes En los salones de artes decorativas de Bue­
contemporáneas, pueden señalarse como un nos Aires participaron activamente otros dis­
eco de movimientos que se estaban afirman­ cípulos de Anglada en París y Mallorca, como
do en París. En la capital francesa, el arte afri­ Alfredo González Garaño y Rodolfo Franco,
cano brindaba a Picasso y a tantos otros ar­ quienes fueron inclinándose decididamente
tistas constantes motivos de inspiración; la hacia los diseños escenográficos, con claro in­ 205
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Alfredo Guido y Iosé Gerbino. Pormlibros y cofre de estilo indígena, 1919.

flujo de los ballets rusos. El primero de ellos LA CREACIÓN DE IMAGINARIOS VISUALES


exhibió, en 1917, un notable trabajo de docu­ DE DIFUSIÓN MASIVA
mentación compuesto por cuarenta y seis lá­
minas, destinado al decorado del ballet Caa­ Una de las parcelas más determinantes
porá, obra que Ricardo Güiraldes realizó dentro del quehacer artístico argentino, cuyos
inspirándose en una leyenda guaraní. En 1923 estudios van despertando paulatinamente el
se presentó en el Teatro Colón de Buenos Ai­ interés por parte de los investigadores, es la re­
res, patrocinada por la Comisión Nacional de ferida a la difusión del arte y a su presencia en
Bellas Artes que dirigía Martín Noel, la Com­ los medios. En los últimos años se han realiza­
pañía Peruana de Arte Incaico, que puso en es­ do trabajos tendientes a analizar aspectos has­
cena Ollantay. Franco efectuó, a la sazón, un ta ahora bastante abstractos, como el del “pú­
cartel muy ponderado, mientras que los pin­ blico de arte” y sus verdaderas injerencia y
tores Jorge Bermúdez y Pío Collivadino reali­ participación. Lo mismo puede decirse acerca
zaron las decoraciones. de las revistas de arte y su alcance real como
Además de los salones de artes decorati­ objeto de consumo.
vas, en los años veinte se consolidó una nueva Entre las revistas más populares de cuan­
iniciativa a través de la ejecución de las Expo­ tas circularon en Buenos Aires a principios de
siciones Comunales de Artes Aplicadas y De­ siglo, debe señalarse a Caras y Caretas, que,
corativas, en las que los diseños de raigambre aun sin ser específicamente de arte, incluyó en
indígena se consolidaron como modelos a tra­ sus páginas noticias de los sucesos artístico­
vés de la creación de mobiliario, textiles, al­ culturales del momento, reproduciendo colo­
fombras, objetos de uso cotidiano, cerámicas ridas imágenes con obras de artistas argenti­
206 decorativas, juguetes de madera, etcétera. nos y europeos.
LAS ARTES PLAsncAs

Caras y Caretas, dirigida por españoles al Salón de la Sociedad de Acuarelistas o el ya


igual que Plus Ultra, de notable calidad edito­ consolidado Salón de Otoño de la ciudad de
rial, contó entre sus diseñadores con el asturia­ Rosario (Santa Fe), que siguieron a la cabeza
no Nicanor Álvarez Díaz, conocido popular­ en cuanto a la consideración del público de ar­
mente como Alejandro Sirio, quien había te en la Argentina.
llegado a Buenos Aires en 1910, pasando a co­ En lo que respecta a la producción gráfica
laborar al año siguiente, y hasta 1924, en dicha de aquellos años, sin duda el arte del cartel o
revista, de donde decidió salir por desavenen­ afiche alcanzó un sitio de relieve, respondien­
cias con los responsables. En ese año fue con­ do a aquella euforia económica que se desa­
tratado por el diario La Nación, donde tuvo a rrolló en forma paralela al auge constructivo
su cargo la dirección artística del suplemento el crecimiento industrial y comercial que tra­
de los domingos. Sirio mostró una_particular jeron consigo el nacimiento de la publicidad.
afición por la representación de escenas calle­ Todo tipo de productos, cada vez más nume­
jeras con aglomeraciones y accidentes, motivos rosos, derivados de la nueva industrialización,
portuarios en los que el principal protagonista reclamaron una propaganda que permitiera
era, frecuentemente, el inmigrante, hallando difundirlos y venderlos fácilmente. Buenos Ai­
allí la mejor fuente para expresar su buen hu­ res tuvo significativos precedentes, como los
mor e ironía. Probablemente el trabajo más concursos organizados en 1900 y 1901 para
importante realizado por Sirio fueron las ilus­ proveer de carteles anunciadores a los cigarri­
traciones para el libro La gloria de don Ramiro llos París. El segundo de ellos, de carácter in­
de Enrique Larreta, tarea que le demandó tres ternacional, con 555 participantes, fue el cer­
años y medio. En los años treinta sus dibujos tamen de carteles más importante de cuantos
llenaron las páginas de la revista El Hogar y de se realizaron en el mundo.
numerosos libros que ilustró por encargo. La caricatura y el cartel gozaron de una in­
En Caras y Caretas también colaboraron el tensa divulgación gracias justamente a revistas
gallego Juan Carlos Alonso, quien habría de como Caras y Caretas y Plus Ultra. Como se
llegar a ser director de esta revista y de Plus Ul­ señaló, ambas estaban en manos de españoles,
tra, y el peruano Iulio Málaga Grenet. Se in­ lo cual propició la circulación de reproduccio­
corporaron, asimismo, Ramón Columba y nes de obras artísticas peninsulares. Compe­
Juan Carlos Huergo, Eduardo Álvarez, el boli­ netradas con las ideologías hispanistas en bo­
viano Víctor Valdivia y los españoles Federico ga, no lo fueron menos con respecto a las de
Ribas y Luis Macaya. La mayoría de estos crea­ tinte americanista, apoyando en sus páginas,
dores mostró una decidida inclinación por la sobre todo la segunda, aquellas manifestacio­
caricatura, propiciando que a partir de 1923 se nes del arte basadas en raíces autóctonas.
diera inicio a la realización anual de un Salón En el sentido señalado, resulta digno de
de Humoristas -ya habían existido intentos mencionarse el hecho de que se incorporaran
como los de 1917 y 1918, organizados por Co­ en su diseño tipográfico figuras geométricas
lumba y Pelele-, aunque su repercusión fue lí­ de claro influjo de las culturas incásicas. Simi­
mitada con respecto a los otros certámenes lar característica pueden apuntarse muchas
más tradicionales, como el Salón Nacional, el otras revistas culturales y artísticas de la épo­ 207
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

dia como el conocido periódico Martín Fierro


(en el que críticos como Alberto Prebisch se
mostraron inflexibles contra lo establecido),
no estuvo cerrada a los aires nuevos. La presen­
cia en sus páginas de artistas como Rafael Ba­
rradas, Alfredo Guttero, Norah Borges, Alfredo
Bigatti o Emilio Pettoruti así lo demuestran.
Prebisch, quien se inclinaba por apoyar al gru­
po de artistas argentinos residentes en París,
manifestó a menudo su “disconformismo for­
mal” por las obras que se presentaban año tras
año en los salones nacionales, y combatió las
artes decorativas —de notable divulgación en
Áurea—, denominándolas “arte falso”.
Realidades como éstas abren paso para
comprender las tensiones que el campo artís­
tico argentino experimentó ante la irrupción
de las llamadas vanguardias y la dificil convi­
vencia de éstas con el “arte establecido”, esto es
el “arte nacional” caracterizado por la pintura
Juan Carlos Huergo. Publicidad de Cigarrillos 43. De la
de paisajes y temáticas costumbrístas. El con­
revista Plus Ultra, febrero de 1918. flicto se manifestó con fuerza a mediados de
los años veinte y se distendió a medida que los
ca, como Orientación, Áurea o la Revista del grupos innovadores fueron creciendo en nú­
Círculo, que los hermanos Guido promovie­ mero y hallando espacios de expresión y legi­
ron en Rosario. Otra publicación, Augusta, timación.
aun respondiendo al modelo de la inglesa The El año 1924 estuvo cargado de hechos sig­
Studio, fue uno de los órganos propulsores del nificativos, principalmente por la aparición en
diseño indigenista y del arte español. En lo escena de Pettoruti, combatido por un sector
que respecta al arte del cartel y el dibujo, tam­ de la prensa tradicionalista y apoyado por los
bién la huella del art nouveau quedó patenti­ miembros del periódico Martín Fierro -apare­
zada en varias de las mencionadas revistas. cido también ese año—, publicación que en sus
páginas se animaba a afirmar su posición
“frente a la ridícula necesidad de fundamentar
CONFLICTO Y CONVIVENCIA nuestro nacionalismo intelectual, hinchando
ENTRE TRADICIÓN Y VANGUARDIA valores falsos que al primer pinchazo se desin­
flan como chanchitos”. Fue también la tempo­
La revista Áurea, bajo la dirección del ar­ rada en que se inauguraron las salas de Amigos
quitecto Francisco T. Gianotü, si bien no asu­ del Arte, en las que en octubre se presentó la
208 mió en principio una postura tan de vanguar­ primera gran retrospectiva de Femando Fader.
LAS ARTES PLASTICAS

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‘4 ‘¡arfiáfixfi/¿Víg V,
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Alejandro Sirio. Portada para el libro Cada cual de Antonio Pérez-Valiente de Moctezuma. Colección particular, Granada,
España.

Asimismo, 1924 marcó la aparición de Eu­ En la otra vereda, Emilio Pettoruti daba un
rindia, conjunto de ensayos que el escritor Ri­ paso adelante en el proceso de renovación del
cardo Rojas había ido publicando en los años arte argentino, con sus obras de influjo cubis­
anteriores en las páginas de La Nación. En ella ta y futurista, ampliando el campo de debate
llegaba Rojas al punto culminante de sus teo­ crítico. Este artista, originario de La Plata, de
rías y a su más definitiva posición respecto de cuyo Museo de Bellas Artes habría de ser di­
la presencia de lo español y lo autóctono en el rector entre 1930 y 1947, contó con el apoyo
“alma nacional” argentina. Allí proponía una de un sector de la intelectualidad de “Florida";
doctrina basada en la conciliación de teorías años más tarde sería uno de los motores del
europeas “con la argentinidad, con el indianis­ Salón del Cincuentenario de La Plata, realiza­
mo y con la conciencia de lo continental. En do en 1932 con un significativo conjunto de
esa fusión reside el secreto de Eurindia. No re­ obras “renovadoras”. Otro artista peculiar, Xul
chaza lo europeo: lo asimila; no reverencia lo Solar (nombre adoptado por Alejandro
americano; lo supera”. Dentro de esta concep­ Schultz Solari), quien había escrito sobre Pet­
ción tenían cabida obras como la Chola desnu­ toruti en Martín Fierro, fue autor de una obra
da de Alfredo Guido, que ese mismo año fue plástica consecuente con una formación euro­
premiada en el Salón Nacional; en este lienzo, pea en el terreno de las ciencias ocultas, las re­
que representaba una suerte de “Venus incai­ ligiones asiáticas y las técnicas de meditación,
ca”, se unían el tema americano con modelos expresándose a través de formas y símbolos
estéticos europeos; en este caso, de clara filia­ geométricos, en algunos casos ¡omados de las
ción hispánica. culturas prehispánicas. 209
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Xul Solar. Mundo. 1925. Colección Rachel Adler Gallery, Nueva York.

En Martín Fierro, la mirada de Alberto cuanto a las ideas de someter un cuadro “al
Prebisch como crítico se orientó en otro senti­ ritmo de un edificio” o las de investigar sobre
do. Para mediados de los veinte acababa de re­ las leyes compositivas del clasicismo como
tornar de París, donde se había vinculado al oposición al diseño invertebrado.
grupo de artistas argentinos que componían Prebisch hacía alusión a la necesidad de
esencialmente los pintores Horacio Butler, formar “hombres modernos”, con mentalidad
Héctor Basaldúa, Aquiles Badi y el escultor Pa­ moderna y preparados para recibir y asimilar
blo Curatella Manes, a quienes habría de apo­ la propuesta de buscar y entender las purezas
yar incondicionalmente en sus escritos, per­ formales de la geometría expresada a través de
mitiéndoles una mayor presencia en el ámbito los objetos producidos por la industrializa­
porteño a pesar de residir en Europa. Estos ar­ ción, más allá de sus virtudes puramente utili­
tistas se habían formado en torno a maestros tarias. Las ideas plasmadas por Prebisch en es­
como André Lothe, un practicante tardío del te sentido tuvieron cabida dentro de los
cubismo, profesor y teorizador principal del postulados que Oliverio Girondo había pre­
“retorno al orden” clásico, a la armonía, al sentado a manera de “Manifiesto” en el núme­
equilibrio y a la geometría, o Emile Othón ro 4 de Martín Fierro, en donde se hacía eco de
Friesz. El aporte de Lhote a la formación de los la existencia de “una nueva sensibilidad y una
210 argentinos fue altamente significativo en nueva comprensión”, para redondear diciendo
LAS ARTES PLASTICAS

que “Martín Fierro se encuentra (...) más a


gusto en un transatlántico moderno que en un
palacio renacentista”.
En la capital francesa se perfeccionaron
también otros artistas argentinos como Alfre­
do Guttero, Raquel Forner, Pedro Domínguez
Neira y el escultor Alfredo Bigatti, quienes
fimdaron en Buenos Aires, a fines de los vein­
te, el Taller Libre, que se convirtió en uno de
los centros de irradiación de las tendencias de
vanguardia en Buenos Aires. De los artistas ci­
tados quizá quien más llegó a sobresalir fue
Forner —Guttero murió en 1932-; se destacan
sus obras del período 1936-1939, coincidente
con la Guerra Civil Española, acontecimiento
que fue objeto de sus más dramáticas compo­
siciones expresionistas, demostrando la pre­
sencia que aquella conflagración, lo mismo
que la Segtmda Guerra Mundial, tuvo en la
Argentina.
Otros artistas que estuvieron en París du­
l Raquel Forner. Claro de luna, 1939.
rante los veinte y principio de los treinta fue­
ron Iuan Del Prete, precursor del arte abstrac­ En 1930 retornó desde París Antonio Ber­
to en la Argentina, y Lino Enea Spilimbergo, ni, quien dos años después realizaría una
eximio dibujante y autor de una de las obras muestra individual en Amigos del Arte, pre­
pictóricas más notables de cuantas se realiza­ sentando obras de corte surrealista. El surrea­
ron en el país, en la que cabían las leyes del cu­ lismo tendría en Claudio Lantier a uno de sus
bismo y las tradiciones del clasicismo italiano, iniciadores en el país y en Iuan Batlle Planas, a
tal como se aprecia en su serie de “terrazas”, en uno de sus más interesantes intérpretes, sobre
las que se disponen desnudos y estáticas figu­ todo a partir de las Radiografías paranoicas
ras de gran solidez. Deudor del arte italiano (1936). El Grupo Orión, que integraban, entre
contemporáneo fue Raúl Soldi, creador de un otros, Luis Barragán, Leopoldo Presas, Bruno
lenguaje propio caracterizado por la presencia Venier, Orlando Pierri y Vicente Forte, afianzó
de la figura femenina, los personajes de circo y esta corriente con sus dos exposiciones reali­
de teatro, motivos tamizados por un palpable zadas en 1939 y 1940. Como afirmaba uno de
sentimiento poético. Soldi desarrolló, además, sus participantes, Ernesto B. Rodríguez, el ar­
una importante labor como muralista, que in­ te abstracto “aspira a obrar sobre el espacio
cluyó los frescos de la iglesia de Santa Ana de exterior, sobre la realidad de fuera, como el su­
Glew (1953) y la decoración de la cúpula del perrealismo aspira a reflejar la realidad de
Teatro Colón (1966). dentro, de dentro del ser”. 2ll
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

En 1933, Berni participó del “Ejercicio tonces tendrán continuidad las celebraciones
Plástico" que, bajo la orientación del muralis­ anuales de éste, más adelante bajo la deno­
ta mexicano David Alfaro Siqueiros, reunió en minación de Sociedad de Acuarelistas y Gra­
la quinta de Natalio Botana a Lino Enea Spi­ badores.
limbergo, Enrique Lázaro y Juan Carlos Cas­ Con esta institución coexistió al principio
tagnino. El interés por el muralismo en la Ar­ otra Sociedad de Grabadores, nacida en 1916
gentina se reflejó en la creación del Taller de y de efímera duración, que dirigió hasta su fa­
Arte Mural en 1944, del que tomaron parte es­ llecimiento en 1918 el maestro Sívori. Esta
tos artistas (a excepción de Lázaro), además de agrupación editó la revista El Grabado, que in­
Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro. Este cluyó en sus páginas numerosas xilografías. En
grupo realizó, en 1946, las decoraciones de las su primer número figuraba una suerte de ma­
Galerías Pacífico de Buenos Aires, donde late nifiesto en el que expresaban, con carácter fe­
la impronta de la aún fresca Segunda Guerra deralista, que “nuestras exposiciones no serán
Mundial y sus devastadoras consecuencias hu­ tan lujosas como las que de tiempo en tiempo
manas. Fue una de las más notables manifes­ nos brinda la calle Florida; tampoco nos va­
taciones de arte de tinte social de cuantas se mos a limitar al grupo selecto que forman las
produjeron en la Argentina, vertiente que tu­ ciudades capitales; iremos también a los pue­
vo en el grabado una de sus expresiones más blos de campaña más perdidos, más ajenos a la
acabadas. causa de la civilización y el progreso”.
En la acera de enfrente, y surgido al ampa­
ro de los movimientos político-sociales que
LA ESTAMPA Y SU CONTENIDO SOCIAL devinieron tras la Primera Guerra Mundial y
cuya influencia en las artes plásticas fue noto­
La historia de la estampa contemporánea ria, en 1918 irrumpió en el plano artístico na­
en la Argentina tuvo sus primeros ensayos en cional el grupo conocido como los Artistas del
las obras realizadas a finales del XIX por Pueblo, que, a diferencia de los artistas “de la
Eduardo Sívori y Emilio Agrelo, aunque co­ calle Florida", basaban su arte no sólo en los
menzó a tener una presencia más relevante aspectos estéticos sino en el mensaje social que
tras la nacionalización de la Academia de Be­ pudiera contener y el compromiso con la rea­
llas Artes en 1905. A partir de 191 l, año en que lidad circundante, inclinándose hacia las rei­
se inauguró el primer Salón Anual de Bellas vindicaciones del proletariado. José Arato,
Artes, se abrió en el marco de la Academia un Abraham Vigo, Guillermo Facio Hebequer y
pequeño taller de grabado a cargo de Pío Co­ Adolfo Bellocq compusieron este grupo, que
llivadino, con lo que este arte tomará un ca­ ya llevaba un lustro de actividad, y las técnicas
rácter autónomo con respecto a las manifesta­ de expresión que utilizaron fueron la xilogra­
ciones de más envergadura. fía, el grabado sobre metal y la litografia, esta
El año 1915 marcará la creación de la So­ última, de larga tradición en el país desde la
ciedad de Acuarelistas, Pastelistas y Aguafuer­ acción de César Hipólito Bacle en el siglo XIX.
tistas, cuyo primer salón se lleva a cabo en el Fueron, sobre todo, los inmigrantes con­
212 Retiro en mayo de ese año. A partir de en­ centrados en los centros urbanos quienes ins­
LAS ARTES PLÁSTÏCAS

l Lino Enea Spilimbergo. Paisaje en San Juan. 1929. Colección Banco de la Nación Argentina.

piraron a los Artistas del Pueblo a abordar te­ cuya visión estética estuvo ligada al discurso
máticas referidas a las condiciones de vida del marxista y la prédica anarquista, fue el creador
obrero, el paisaje barrial, el mundo del subur­ del grupo Los Nuevos en 1919 y organizó con
bio, donde se alojaron, y el movimiento de las Leonidas Barletta el Teatro del Pueblo. En sus
fábricas. Este grupo de pintores vivió el am­ series litográficas hizo alusión a la “mala vida”,
biente revolucionario de la época, relacionán­ a los conventillos, a los compañeros de lucha y
dose con la actividad de la editorial Claridad, a los símbolos del comunismo, exponiendo su
ubicada en la calle Boedo. obra en clubes, bibliotecas, locales obreros, fá­
El grupo de Boedo asumió postulados ar­ bricas y sindicatos, como un modo de ilustrar
tísticos con un carácter militante, ya que sos­ al proletariado agitado por las huelgas y des­
tenía que la función esencial del arte debía ser contento ante la acción conservadora del Esta­
la de erigirse en instrumento para la acción do.
política y social. Estos hombres que venían de En otro orden de cosas, en 1923 comenzó
las filas del anarquismo, del socialismo y del su andadura la Escuela Superior de Bellas Ar­
comunismo se inspiraron en la literatura de tes, derivada de la Academia. La estampa co­
autores rusos -Kropotl<in, Tolstoi, Guyan y bró allí un impulso decisivo recién en 1932,
Plejanov-, cuyas ideas estaban marcadas por cuando se hizo cargo de la dirección de la Es­
un fuerte contenido social. Facio Hebequer, cuela el rosarino Alfredo Guido, con una larga
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

trayectoria en el campo del grabado y el agua­ ticas similares, aunque también fue creador de
fuerte; sus obras referidas al altiplano perua­ un mundo de imágenes simbólicas y de ciertos
no-boliviano tuvieron reconocimiento inter­ tintes surrealistas. Otra figura notable fue Víc­
nacional en los años veinte. Guido propició el tor Delhez, quien orientó a partir de 1939 la
surgimiento de nuevas voluntades en el géne­ Academia de Bellas Artes —después Escuela
ro, conformándose en la institución un irn­ Superior de Artes Plásticas- de la Universidad
portante acervo de aguafuertes, xilografías y de Cuyo, en Mendoza, institución que cuatro
litografías de sus discípulos. Promovió tam­ años más tarde se enriqueció con la incorpo­
bién la ilustración de libros, a la que era tan ración de Sergio Sergi, maestro de la xilografía
afecto, surgiendo lujosas ediciones para bi­ argentina. En San Iuan, en 1930 había surgido
bliófilos. el grupo Tribu, compuesto por Santiago y Ne­
En varias provincias, la estampa tuvo una llo Raffo y Iosé María Pineda, autores de una
presencia destacada, generada principalmente vasta labor.
por figuras de nivel nacional que fomentaron En líneas generales, y en lo que hace direc­
las escuelas de bellas artes y talleres particula­ tamente a la producción, la estampa fue un
res. En tal sentido puede mencionarse la labor medio de expresión ligado a “lo popular”. Por
de Rodolfo Franco, deudor del notable graba­ ello, una proporción importante de las obras
dor español Ricardo Baroja, en la Escuela Su­ argentinas se volcó a las temáticas urbanas y
perior de Bellas Artes de La Plata; Octavio rurales, con irnbricaciones sociales. Téngase
Pinto y, sobre todo, Alberto Nicasio, ambos en en cuenta que la estampa fue el medio ideal
Córdoba; en la provincia de Santa Fe, el graba­ para producir obras en serie y a bajo costo,
do fue uno de los medios de que se valieron siendo una de las finalidades su difusión ma­
los pintores para buscar horizontes propicios siva, aspecto que las otras manifestaciones ar­
para la creación; Iosé Planas Casas en Santa Fe tísticas no podían proporcionar. Aun cuando
y Gustavo Cochet en Rosario fueron dos de las fueron aquellos Artistas del Pueblo los que
figuras más notables, manifestando este últi­ más fama alcanzaron, son incontables los cul­
mo particular interés por las temáticas políti­ tores del grabado de tinte social, donde las
co-sociales. imágenes del proletariado y los marginados
A partir de 1948, el grabado tuvo particu­ (borrachos, mendigos, niños abandonados,
lar estímulo en la Universidad Nacional de Tu­ desprotegidos, etc.) fueron las más habituales,
cumán, al crearse en su marco el Instituto Su­ generando una cuantiosa producción de gráfi­
perior de Arte. Los reputados Víctor Rebuffo y ca política y social que tuvo cierta decadencia
Pompeyo Audivert fueron los encargados de hacia mediados del siglo DC.
regir los destinos de la sección de grabado. Hay que remarcar aquí la presencia sirn­
Ambos artistas se consideran figuras sobresa­ bólica de la mujer en las imágenes gráficas, co­
lientes de la estampa en la Argentina; el pri­ mo señala Alfredo Benavídez Bedoya, en el
mero, autor de xilografias a las que incorporó papel de compañera sacrificada, madre harn­
el color, se destacó por sus imágenes de la brienta que arnarnanta a sus hijos, la madre
opresión social, el trabajo y la pobreza, con obrera o víctima de la explotación sexual. En
214 gran acento dramático. Audivert siguió temá­ este sentido, no es casual que la figura de la
LAS ARTES PLÁSTICAS

prostituta haya tenido una presencia determi­ y El Hogar realzaron sus noticias con fotogra­
nante en la producción gráfica y, a veces, has­ fías; La Mujer reproducía obras de arte en
ta pictórica de artistas de la talla de Adolfo Be­ cromos de alto costo. El Gráfico apareció en
llocq, Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni. 1919 como revista de interés general, para
El primero de ellos ilustró con cerca de seten­ transformarse luego en exclusivamente de­
ta xilografías la Historia de arrabal de Manuel portiva. El fútbol, las carreras hípicas y auto­
Gálvez en 1922, donde la protagonista central movilísticas alcanzaron auge con la nueva
era una prostituta, Rosalinda Corrales. Spi­ cultura de masas.
lirnbergo fue el autor de la serie Breve historia En los diarios se exhibían la vida y los
de la vida de Emma, conjunto de monocopias acontecimientos de las altas esferas sociales y
creadas entre 1935 y 1936, en las que narra la de los sectores populares y marginados. El pe­
trayectoria de una joven prostituta hasta su riodismo gráfico preparó el terreno a las con­
suicidio. Personaje más conocido fue la tam­ cepciones de la fotografía como arte. Las to­
bién prostituta Ramona Montiel de Antonio mas eran realizadas por profesionales del
Berni, de quien se valió este artista -junto a su retrato, quienes formaron los primeros gru­
otro personaje, Iuanito Laguna- para denun­ pos de reporteros gráficos que ilustraron las
ciar las miserias de la sociedad contemporá­ acciones cotidianas y emplearon, asimismo,
nea a partir de los años sesenta. recursos de fotomontaje para reconstruir es­
cenas dramatizadas; por ejemplo, de acciones
policiales. Un tema inquietante resultó la foto
LA FOTOGRAFÍA. SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA del difunto ataviado con su traje, realizada
con tono evocativo para los deudos, hasta al­
La fotografía, desde el siglo XIX, ha sido canzar las más escabrosas, que mostraron crí­
una fuente documental que sirvió para reflejar menes, accidentes, guerras, revoluciones y re­
la realidad cultural de los pueblos, logrando presiones. La foto de gran formato caracterizó
alcanzar, ya en el siglo XX, un lugar meritorio a la prensa sensacionalista que circulaba en las
entre las artes visuales. Si bien la pretensión de ediciones de Crítica (1913) y Noticias Gráficas
la cámara fotográfica fue, en su origen, obte­ (1931).
ner un registro objetivo de lo real, la interven­ El fotógrafo, a través de la cámara, supo
ción del fotógrafo tuvo un valor de selección, registrar también con habilidad costumbres y
de recorte de la realidad, a la que aportó su tipos populares; lugares, edificios históricos
propia visión, sus creencias, valores o prejui­ -desde los palacios hasta los conventillos-,
cios del ámbito en el que se hallaba inserto. plazas y parques, calles, esquinas, sitios aleja­
En la Argentina, la imagen fotográfica dos que acercaron la imagen de las provincias
acompañó desde principios del XX las noti­ a la capital cosmopolita, con su mirada puesta
cias de revistas y diarios. Desde 1898 y hasta siempre en Europa, en el tiempo de las gran­
1939, Caras y Caretas empleó la información des transformaciones. Tal fue el caso de Fer­
gráfica; a ella siguieron Fray Macho y PBT, las nando Paillet, en Santa Fe quien fotografió
que registraron escenas de la vida pública y durante cuarenta años la cultura colonizadora
privada, mientras que Atlántida, El Magazine de Esperanza. El ojo sagaz del fotógtafo supo 215
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

examinar los diversos sectores que accedieron preferido por los artistas plásticos; Juan Di
al poder político en este proceso de recambio Sandro reflejó vistas de Buenos Aires y perso­
de los sectores aristocráticos desplazados por najes, y Annemarie Heinrich retrató la danza y
los sectores medios, la clase administrativa y el paisaje. Éstos elevaron la fotografía a la cate­
comercial. Los grupos familiares fueron retra­ goría de arte visual, la que incluso comenzó a
tados hasta las primeras décadas del siglo XX; comercializarse en el mercado de arte. Además
estudios como Witcomb y Van Riel reconocie­ de las técnicas usuales, otros recursos acerca­
ron una encumbrada y selecta clientela en la ron las fotos al arte de la pintura, empleándose
que no estuvieron ausentes los personajes más bromóleos, heliograbados y fotos sobre metal,
representativos del poder político, artistas e al mismo tiempo que los autores comenzaron
intelectuales. a firmar sus obras. La fotografia artistica ilus­
La foto cumplió un papel educativo, al ser tró los suplementos dominicales de los perió­
incorporada como auxiliar en los libros esco­ dicos y también asumió un papel mediático a
lares, como ocurrió en 1917, cuando sirvió de través de la presentación y exhibición de esa
apoyo visual al texto Lecciones de historia ar­ producción creativa.
gentina de Rómulo Carbia. Los paisajes y cos­ Sara Facio y Alicia D’Amico reconocen
tumbres de la Argentina fueron difundidos que los grandes temas del siglo XIX fueron el
desde 1900 a través de numerosas reproduc­ retrato y los acontecimientos de la vida social;
ciones de tarjetas postales. Ya en 1914, Peuser recién en el siglo XX la fotografía abriría nue­
presentó la “Muestra restrospectiva y moder­ vos campos de interés. Al ingresar en el terre­
na” de fotografía histórica en Witcomb. Al año no del arte, la realidad como soporte de la
siguiente apareció la revista La Fotografía y sus obra fotográfica se ha ido transfigurando a
Aplicaciones. En 1930 se realizó, en la Asocia­ través de nuevas técnicas, penetrando en len­
ción Amigos del Arte, el Primer Salón Interna­ guajes expresivos característicos de las últimas
cional de Arte Fotográfico de Buenos Aires, vanguardias.
destacándose el alto nivel artístico. Los álbu­
mes de la Sociedad de Fotógrafos Aficionados
de la Argentina y los de Witcomb permiten re­ Las VANGUARDIAS DE LOS AÑOS CUARENTA.

componer —en parte- la historia nacional, a la ARTE CONCRETO INVENCION. ARTE MADÍ,
que se suman los archivos de empresas públi­ PERCEPTISMO

cas y privadas que reconstruyen el imaginario


visual de todo el país. La década de los cuarenta significó un mo­
Entre otros, sobresalen los nombres de Ho­ mento de profundos cambios en las estructu­
racio Coppola, que puso de relieve las grandes ras sociales, con el creciente desarrollo de los
transformaciones urbanas de los años treinta y sectores populares y el triunfo del régimen pe­
cuarenta; ejemplo de ello son las obras de ronista. Al bienestar económico siguió el cre­
construcción del Obelisco, que compartió con cimiento de la pequeña y mediana industria,
Grete Stern, dedicada también a la foto publi­ mientras que la postura de la clase intelectual
citaria. Manuel Gómez Piñeiro registró la ar­ asumió un carácter crítico. Desde el punto de
216 quitectura modema; Anatole Saderman fue el vista estético se produjo una profunda reno­
LAS ARTES PLÁSTICAS

vación asociada al arte concreto, término que


designó al arte abstracto surgido en 1930 en
Europa, que fue empleado por el holandés
Theo Van Doesburg, y retomado más adelante
por el suizo Max Bill. El grupo Abstraction­
Creation desarrolló su acción entre 1931­
1936; algunas de sus preocupaciones eran la
misión social del arte, la receptividad del pú­
blico y las exigencias crecientes de la nueva so­
ciedad tecnológica; estos artistas unieron el
empleo de nuevos materiales a conceptos ma­
temáticos —rit.mos, relaciones y leyes— para
fundamentar sus obras.
En la Argentina, Pettoruti y Iuan Del Prete
habían prenunciado la no figuración. La apa­ %

É
rición del grupo de artistas concretos fue una
creación del “espíritu del tiempo”, que tuvo
con aquel movimiento europeo un carácter
relativamente sincrónico. El único número
publicado de la revista Arturo, en 1944, susci­
tó las inquietudes plásticas y literarias, y fue
Rhod Rothfuss. Composición madí, 1947. Colección
clave en cuanto a la propuesta de “no copiar, privada, Buenos Aires.
no reproducir, inventar”. Nelly Perazzo afirma
que con esta revista, cuya cubierta estuvo a por primera vez públicamente en el Salón
cargo de Tomás Maldonado, se desencadenó la Peuser, y difundió el “Manifiesto Invencionis­
no figuración de base geométrica en la Argen­ ta”, que afirmó que “la era artística de la fic­
tina, postulando la invención contra el auto­ ción representativa toca a su fin”. Varias déca­
matismo, la expresión y el simbolismo. das después, Iommi afirmaría que “el grupo
Maldonado fue el teórico más destacado Concreto tuvo la visión: la imagen de un cua­
del movimiento Arte Concreto Invención, in­ drado, un plano, un color, líneas puestas en el
tegrado, entre otros, por Manuel Espinosa, campo espacial de una tela, todos estos ele­
Lidy Prati, Antonio Caraduje, Enio Iommi, mentos flotando en el plano. Porque la inven­
Iorge Souza, Alberto Molemberg, Simón Con­ ción era el resultado de tales problemas”.
treras, Oscar Núñez, Raúl Lozza, Prirnaldo También en 1946, el grupo Arte Madí rea­
Mónaco y Claudio Girola. El grupo comenzó liza su primera exposición en el Instituto
a reunirse en 1945 en residencias particulares,‘ Francés de Estudios Superiores. Se lanza el
para presentar estas nuevas formas de expre­ “Manifiesto Madí”, que en su declaración de
sión, las que marcaron uno de los más decidi­ principios asume la ludicidad y pluralidad co­
dos encuentros entre arte y ciencia. En 1946, la mo valores expresivos, asociados al dibujo, la
Asociación Arte Concreto lnvención expuso pintura, la escultura, la arquitectura, la músi­ 217
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

ca, la poesía, el teatro, la novela, el cuento y la americano, procurando reconstruir un mun­


danza. En su declaración de principios, Madí do nuevo, la crítica oficial los acusó de seguir
confirmaba “el deseo del hombre de inventar una tendencia “morbosa y perversa” y de rea­
objetos al lado de la humanidad luchando por lizar una pintura dedicada a círculos cerrados
una sociedad sin clases que libera la energía y de iniciados, caracterizándolos como snobs.
domina el espacio y el tiempo en todos los Mientras tanto, ya comenzaba a debatirse en la
sentidos, y la materia en sus últimas conse­ prensa el surgimiento de un nuevo arte.
cuencias”. Entre sus participantes se contaban
Gyula Kosice, Carmelo Arden Quin, Martín
Blaszko y Rhod Rothfuss. Madí, al igual que la MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS
Asociación Arte Concreto Invención, se fue EN EL INTERIOR

escindiendo en forma gradual.


En 1947, Raúl Lozza postuló el perceptis­ Queda aún por determinar con certeza el
mo, estudiando el tema de la función coplana­ papel de las provincias en el concierto del arte
ria que se daba entre la pintura y el contexto argentino, en el sentido de concatenar las pro­
espacial que la contenía, dando al muro el va­ ducciones de las diferentes regiones entre sí y
lor de fondo de la obra y plasmándose ahora la con respecto a Buenos Aires como centro. En
realidad en el plano color. De este modo fue­ los últimos años se han hecho aportes signifi­
ron tratadas nuevas problemáticas como la re­ cativos a través de exposiciones y publicacio­
lación de elementos, colores, formas y líneas nes que persiguen entre sus finalidades, el sal­
regidas por normas matemáticas y el marco dar las deudas con el interior. Asimismo, la
recortado de contorno irregular, que abando­ superación de ciertos complejos de inferiori­
na el tradicional cuadro surgido en el Renaci­ dad por parte de algunos ámbitos provinciales
miento como ventana abierta al mundo. La ha mostrado una cara positiva, en la medida
experiencia de Lozza representó una de las en que la propia revalorización de las produc­
posturas más radicales del arte concreto. ciones locales ha permitido una autoestima
Al reconstruir las experiencias de artistas con respecto a las actividades que en dichos es­
constructivos y concretos, los realizadores pacios se vienen desarrollando. En esto, lógica­
aportaron nuevos elementos, como las estruc­ mente, algo tiene que ver la difusión de las ten­
turas coplanarias y la pintura escultura articu­ dencias modernas del arte, a través de los
lada. Este arte incitaba a la invención; era un medios de comunicación, que han ido permi­
arte presentativo, que se declaró contrario a la tiendo una “puesta al día” con las creaciones de
“nefasta polilla existencialista o romántica”. los centros neurálgicos del arte internacional,
Las obras concretas, aunque propiciaban un incorporando lenguajes de moda, muchas ve­
arte colectivo, un arte universal, dirigido con­ ces a partir de tradiciones arraigadas que han
tra las elites, no fueron comprendidas en el permitido mantener acentos de originalidad.
ambiente local y encontraron fuerte resisten­ Ya se ha señalado la importancia del No­
cia en el público. Mientras los artistas renova­ roeste y de la provincia de Córdoba como pa­
dores se declararon provenientes de las ten­ radigmas de “lo nacional”, en especial a través
218 dencias más progresistas del arte europeo y de las costumbres y el paisaje, respectivarnen­
LAS ARTES PLÁSTICAS

terior en cuanto a la organización “oficial” de

lll
las artes. Vino después la época de oro del pai­
sajismo, con Fernando Fader como abandera­
do, y la legión de seguidores que, emulándolo,
permitieron que las miradas apuntaran a la
provincia, convertida en motivo pictórico na­
asignada‘

cional por excelencia.


Córdoba se convirtió en la tierra elegida
por destacados artistas para radicarse y conti­
nuar su producción en ella. Unquillo fue el
bastión de Lino Enea Spilimbergo entre los
años cuarenta y cincuenta. En este mismo
pueblo habría de instalarse, en 1981, uno de
sus discípulos más conspicuos en la Universi­
dad de Tucumán, el mendocino Carlos Alon­
so. Miguel Ocampo, tras su consagración in­
ternacional y su experiencia neoyorquina,
optó en 1978 por establecerse en La Cumbre,
QÓQQÓQÓQÓQÉQÓ donde el paisaje serrano marcó las produccio­
nes de su madurez como artista. Entre los he­

Pompeyo Audivert. Carátula para la portada de la revista


chos destacables que sucedieron en Córdoba,
Ressorgimem. De la revista Áurea, julio de 1928. debe señalarse la realización de los primeros
salones de arte IKA y las bienales americanas,
te, y la repercusión que tales situaciones tuvie­ como podrá verse más adelante.
ron en la capital. A continuación se trazará un Ya se ha mencionado la presencia de Spi­
panorama sintético de hechos artísticos de re­ limbergo en la Universidad de Tucumán, don­
levancia que se produjeron en el interior du­ de, en el año 1948, se creó el Instituto Superior
rante el siglo XX, caracterizándolos según las de Artes, que contó con su presencia y con el
distintas regiones. concurso de reconocidas figuras de diversas
En este recorrido, se puede partir desde el disciplinas, como el escultor chileno Lorenzo
centro mismo del país, desde la provincia de Domínguez —especialista en la talla directa so­
Córdoba. Aparecen allí los tempranos intentos bre piedra—, los grabadores Pompeyo Audivert
de organización de las bellas artes a partir de la y Víctor Rebuffo, y pintores locales como Ti­
acción de los reputados maestros Genaro Pérez moteo Navarro y Luis Lobo de la Vega. Duran­
y Emilio Caraffa, a finales del XIX, y la creación te el primer lustro, las actividades del instituto
de la Escuela Provincial de Bellas Artes en 1896, gozaron de un nivel de excelencia que se fue
del Museo Provincial de Bellas Artes en 1914 y perdiendo en forma gradual a medida que los
de un sistema organizado de becas artísticas maestros partieron hacia otros horizontes. Fue
en 1923, que en conjunto responden al mode­ un centro aglutinador de vocaciones artísticas
lo impuesto desde Francia durante el siglo an­ de la región norteña. 219
LA DIMENSIÓN CIENTTHCA Y CULTURAL

A Tucumán concurrieron en aquellos net, Francisco Bernareggi, Víctor Delhez y Lo­


años, desde Iujuy, dos pintores representativos renzo Domínguez para regir los destinos de la
de aquella provincia, el español Francisco Ra­ educación artística de la provincia. Se reunie­
moneda, activo en Humahuaca, y Medardo ron así cuatro lenguajes de reconocida madu­
Pantoja, instalado en su Tilcara natal, herede­ rez; el primero, en el tratamiento de la figura;
ros de la tradición Costumbrista que en déca­ Bemareggi, en el paisaje de tintes postimpre­
das anteriores habían consolidado artistas co­ sionistas sobradamente ejercido durante déca­
mo Bermúdez y Terry. Siendo el Noroeste la das en Mallorca; Delhez, en la estampa y el chi­
región del país de mayor vinculación a1 mun­ leno Dominguez, como se señaló, en la talla
do indígena americano en su conjunto, no es sobre piedra. Al mismo tiempo, la radicación
de extrañar que las creaciones posteriores a es­ de Abraham Vigo en Mendoza propició el sur­
tos artistas, inclusive en la actualidad, hayan gimiento de un interés por el realismo social
basado en buena medida sus temáticas en re­ que marcó una parcela importante de las artes
ferencias a los mitos, la religiosidad popular, mendocinas en décadas posteriores.
las ceremonias rituales, el paisaje, la presencia La experiencia de la Academia mantuvo
indigena, los diseños geométricos de raigam­ un nivel de primera calidad hasta 1948, en
bre prehispánica o los exvotos, sin necesidad que, por ran-ones de intolerancia, Bernareggi y
de que ello haya supuesto caer en folldorísmos Dominguez se marchan; el primero, de regre­
estáticos, sino que más bien mostró la utiliza­ so a la isla mediterránea y el segundo, a Tucu­
ción de estos elementos como medios para mán. Así, la decadencia de Mendoza coincidió
crear una obra de lenguaje universal. con el inicio del apogeo arüstico tucumano.
En la región de Cuyo, Mendoza es otro Un alumno de la Academia, Carlos Alonso,
centro de actividades artísticas de renombre. A que habría de tener destacada trayectoria, si­
la temprana presencia de Fader en la primera guió el mismo camino, atraído por la presen­
década de siglo, exaltando el paisaje mendoci­ cia de Spilimbergo en el Norte.
no, seguirán hechos como la creación de la Es­ Para aquellos años, también se había con­
cuela de Dibujo y Pintura, que, en 1918, orga­ solidado como “región artística” la Patagonia,
nizó el Primer Salón de Bellas Artes. En los que en los años veinte había sido motivo de
años veinte se irá consolidando una “escuela inspiración para Angel Domingo Vena y Amé­
regional de pintura”, reflejo de las pautas que rico Panozzi, precursores en la representación
el ámbito artístico de Buenos Aires y, sobre to­ de los lagos del Sur, entre otros motivos. Sus
do, el éxito de Fader iban marcando. En este obras se caracterizan por una llamativa lumi­
sentido, debe destacarse la obra de Antonio nosidad. Ambos pintores fueron condecora­
Bravo, Fidel De Lucía y Roberto Azzoni. En dos en el Salón de Bellas Artes de la Patagonia,
esos momentos, Spilimbergo produce, antes celebrado en la Sociedad Rural en 1941. La
de su viaje a Europa en 1925, su serie Cuyo. realización de este evento marcaba la impor­
Las artes en Mendoza tuvieron un período tancia que la Patagonia estaba adquiriendo en
de esplendor a partir de 1939, fecha en la que forma gradual, en especial gracias a su singu­
se creó la Academia de Bellas Artes, que contra­ lar proyección como destino turístico. En este
220 tó a artistas de la talla de Ramón Gómez Cor­ marco, debe mencionarse la expansión de Ba­
LAS ARTES PLÁSTICAS

l Manuel Ángeles Ortiz. Sin titulo, 1940-1943. Colección IVAM, Valencia, España.

riloche, con las obras del Centro Cívico y del cuenca del Nahuel Huapi, donde producirá
conocido Hotel I..lao Llao. Este proceso atrajo una serie de obras de las más notables de su
el interés de varios artistas residentes en Bue­ trayectoria. También acometieron el paisaje de
nos Aires y en las provincias, otorgando a la la región Rodrigo Bonome y Iuan Antonio Ba­
región un sitial de relevancia en lo que Ro­ llester Peña.
mualdo Brughetti denominar-ía, en 1948, la Para la misma época y en el mismo sitio
“geografía plástica argentina”. que Pronsato, aunque sobre todo a orillas del
Entre los nombres que exaltaron el paisaje lago Mascardi, desarrollará una tan interesante
sureño en esos años, debe destacarse a Do­ como olvidada labor Manuel Ángeles Ortiz,
mingo Pronsato, perfeccionado en Italia en los exiliado español radicado en la Argentina entre
años treinta e influido por la obra de Carlo 1939 y 1948. Ángeles Ortiz, a partir de piedras
Carrá y otros contemporáneos. Tras su retor­ y maderas que recogió en sus periplos, realizó
no a Bahía Blanca, su ciudad natal y centro un conjunto de singulares “construcciones”
irradiador de sus actividades, Pronsato queda que llevaron a Eduardo González Lanuza a
subyugado por las mutaciones de la naturale­ afirmar que representaban dioses primitivos,
za patagónica, que le abren un abanico de po­ figuras totémicas e ídolos indígenas, caracteri­
sibilidades a sus intenciones de colorista. En zando al español como “el tardío imaginero de
1940 se instala durante una temporada en la una religión ya desaparecida”. 221
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

En la región del Litoral es necesario dete­ de estos artistas se expresó en las temáticas se­
ner la atención en dos de los centros más irn­ ñaladas, es decir, el río como motivo central,
portantes de producción artística de la Argen­ los pescadores, los arenales y los ritos cotidia­
tina, las ciudades de Rosario y Santa Fe. En la nos. López Claro, aún activo, a partir de los
primera de ellas, hechos de relevancia fueron años cincuenta dirigió su mirada hacia el con­
la celebración del Primer Salón de Bellas Artes tinente americano, permaneciendo inalterable
en 1913 y la creación, en 1917, de la Comisión en su pintura el compromiso político-social
de Bellas Artes del Rosario. Propulsor de ésta que lo caracteriza.
fue el doctor Fermín Lejarza, quien tomó de­ Por último, en la región del Nordeste, el
cisiones hoy históricas, como fueron la adqui­ punto de confluencias artísticas más notables
sición, en dicho año, de la conocida serie de fue sin duda Resistencia, la capital de la pro­
ocho lienzos titulada La vida de un día (obra vincia del Chaco. En ello, el papel determinan­
cumbre de Fernando Fader, que pasaría a en­ te le cupo a una singular institución surgida
grosar el acervo del Museo Municipal de Be­ en torno a 1944, el Fogón de los Arrieros, crea­
llas Artes “Iuan B. Castagnino”, inaugurado en da por el escultor Juan de Dios Mena, autor de
1937), y el incentivar la carrera de un muy jo­ originales tallas en madera de curupí, que ex­
ven Antonio Berni. presaron una visión con tintes humorísticos
En los años veinte, otro ente que marcó —que lo emparienta con Florencio Molina
rumbos en la ciudad fue el Círculo de Bellas Carnpos- de personajes autóctonos como el
Artes, desde cuyo órgano difusor, La Revista del gaucho, el indio, el campesino y el habitante
Círculo, los hermanos Alfredo y Ángel Guido, del interior chaqueño. La citada institución
junto con Fernando Lemmerich Muñoz, de­ fue ganando en importancia y prestigio nacio­
fendieron las manifestaciones artísticas de rai­ nal en los años que siguieron a su estableci­
gambres autóctonas tarnizadas por lenguajes miento; artistas de reconocida trayectoria hi­
renovadores. Los nombres de Manuel Musto, cieron donación de obras, y en forma gradual
Augusto Schiavoni, Luis Ouvrard, Julio Vanzo se constituyó un importante acervo de arte
o Leónidas Garnbartes, autor de una obra de contemporáneo que, en parte, se conserva aún
gran originalidad a partir de raíces americanis­ en Resistencia. Artistas como Demetrio Urru­
tas, son otros de los muchos nombres que jalo­ chúa, César Fernández Navarro, Víctor Mar­
naron el quehacer artístico rosarino. chese o Raúl Monsegur realizaron en la nueva
En la capital de la provincia, Santa Fe, los y definitiva sede, inaugurada en 1953, notables
años cuarenta estuvieron marcados por los murales.
pintores de la “escuela del Litoral”, cuyo ele­ El Fogón de los Arrieros encaró, a partir de
mento de unión fue la vinculación temática al los años sesenta, un notable “plan de embelle­
paisaje y al habitante de las riberas del Paraná, cimiento” de la ciudad, consistente en dotar a
por la cual buscaron dar una fisonomía artís­ las calles y espacios públicos de Resistencia de
tica a la región a través de la geografía. Pueden obras escultóricas y murales. Uno de los em­
citarse los nombres de César López Claro, Ri­ plazamientos másdestacados fue el conjunto
cardo Supisiche, Matías Molinas, Jorge Planas de murales titulado Génesis del Chaco, realiza­
222 Viader y Miguel Flores. La proyección plástica do por Monsegur en 1961 para ser instalado
LAS ARTES PLASTICAS

ENTRE LOS AÑOS CINCUENTA Y SESENTA.


MULTIPLICIDAD DE TENDENCIAS Y APERTURA
INTERNACIONAL

En 1950, el crítico Julio Payró expresó en


la revista Sur que el panorama de la creación
artística argentina se presentaba poco alenta­
dor. La difícil coyuntura histórica no impidió,
sin embargo, el inicio de un período de expe­
rimentación y búsqueda de nuevos plantea­
mientos artísticos que señalan un anticipo de
la eclosión de las vanguardias de gran creativi­
dad que actuaron en los años sesenta. Se gene­
raron movimientos de renovación que alcan­
zaron notoriedad, mientras se proyectaron
sensiblemente en el país las últimas tendencias
europeas y norteamericanas.
En este período se organizaron nuevos
grupos y asociaciones encaminados a generar
formas originales en torno de la abstracción
lírica y surrealista, además de irrumpir el in­
Raúl Monsegur. Génesis del Chaco, mural en Resistencia.
Chaco, 1961. formalismo y la nueva figuración. Aparecieron
revistas como Perceptismo, editada entre 1951
en la Plaza 25 de Mayo. En 1963 se inauguró, y 1953 por Raúl Lozza y Alberto Molemberg, y
en el interior de la Casa de Gobierno, el mural Nueva Visión, publicada bajo la dirección de
Empuje, obra de Emilio Pettoruti. En cuanto a Tomás Maldonado y considerada como un hi­
los escultores cuyas obras se dispusieron en es­ to en la nueva gráfica argentina. Propulsada
pacios públicos de la ciudad, puede nombrar­ por el crítico Aldo Pellegrini, en 1955 se origi­
se a Gonzalo Leguizamón Pondal, Lucio Co­ nó la Asociación Arte Nuevo. Ese mismo año,
rrea Morales, Luis Falcini, Luis Perlotti, Libero el crítico Jorge Romero Brest fundó la Asocia­
Badii y Lucio Fontana, lo cual da una idea de ción Ver y Estimar. A esto se sumó la creación,
la calidad de obras que hoy son orgullo de Re­ en 1956, de la Asociación Amigos del Museo
sistencia. Los años ochenta trajeron consigo la Nacional de Bellas Artes; en 1957, la del Mu­
realización anual de los Concursos de Escultu­ seo de Arte Moderno por Rafael Squirru, y en
ra organizados por la Fundación Urunday en 1958, las del Fondo Nacional de las Artes y del
la Plaza, certámenes que marcan una conti­ Instituto Di Tella, hechos todos que fueron
nuidad del movimiento iniciado en los sesen­ perfilando un futuro promisorio para la plás­
ta, y la presencia de notables escultores como tica argentina.
los hermanos Fabriciano Gómez y Humberto En lo que atañe a los concretos, de gran ac­
Gómez Lollo, y Walter Sotelo. tividad en los cuarenta, se reunieron como 223
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Ricardo Supisiche. La tormenta. 1949.

Grupo de Artistas Modernos de la Argentina Cañas y el escultor Leo Vinci. A finales de la dé­
en 1952; a ellos se sumaron los “independien­ cada, Alberto Greco y Mario Pucciarelli antici­
tes” Antonio Femández Muro, Sarah Grilo, pan el informalismo, tendencia que surge aquí
Miguel Ocampo y Hans Aebi. El grupo realizó tardíamente y que intentaba superar las disi­
dos exposiciones internacionales de enverga­ dencias entre abstractos y concretos, retoman­
dura, una en el Museo de Arte Moderno de do criterios del movimiento inidado en 1944
Río de Janeiro y otra en el Stedelijk Museum en Francia, con gran predominio de la materia
de Amsterdam (1953), antes de disolverse en pictórica que se denominó manchismo y que
1954 por la marcha de Tomás Maldonado a llegó a los Estados Unidos como action pain­
Alemania. Los abstractos argentinos habían ting. El uso de espátulas y otros procedimientos
comenzado a trascender las propias fronteras. para acentuar la calidad de la materia, subraya­
En 1958 se publicó la revista Boa, de Iulio da por negros y colores neutros, y el empleo de
Llinás, a quien le cupo la organización de la cemento y arpilleras insinuaban un nuevo mo­
Primera Confrontación Internacional de Arte do de concepción artística.
Experimental, celebrada en la galería Van Riel. En 1959, el Movimiento Informalista ya
De ella participaron artistas no figurativos de nucleaba a un grupo de artistas, que dos años
tendencia surrealista. En 1959 se creó el Grupo después irrumpieron en una célebre exposición
del Sur, de decidida actitud hacia la exploración llevada a cabo en Buenos Aires; ésta titulada
de nuevos caminos de expresión, y del cual for­ “Arte destructivo”, presentó extraños objetos
224 maron parte, entre otros, Mario Loza, Carlos desechables que no eran más que elementos de
LAS ARTES PLÁSTICAS

la vida cotidiana en estado de desintegración. La Argentina participó en las Bienales His­


Entre estos artistas sobresalió Kenneth Kemble, panoamericanas de Arte, promovidas por la
cuyo objetivo, afirmaba, era “mostrar que los España del franquismo. La primera edición se
materiales más humildes y despreciables po­ llevó a cabo en Madrid en 1951 -el mismo año
dían tener capacidad expresiva y comunicar de celebración de la Primera Bienal de Arte de
una emoción estética, echando por la borda la San Pablo—, y el conjunto enviado se caracteri­
hegemonía de las vacas sagradas de la técnica”. zó por el predominio de la pintura paisajística
Otra figura singular fue Alberto Greco, quien y figurativa, en detrimento de las aperturas
primero entroncó con el informalismo, para modernas. De los argentinos, fueron premia­
luego dedicarse a un arte de transgresión con dos tres artistas de las provincias: el entrerria­
acciones callejeras. En él se conjugaron vida y no Cesáreo Bernaldo de Quirós, con el Gran
arte, como lo confirma el cartel “fin” con el que Premio de las Provincias Españolas; el rosari­
selló su suerte en 1965 en Barcelona. Ya en no Alfredo Guido, con el Gran Premio de Gra­
1956, en la muestra “Qué cosa es el coso”, lleva­ bado, y el arquitecto mendocino Daniel Ra­
da a cabo por Jorge López, Jorge Martín, Nico­ mos Correa, con el Premio del Ayuntamiento
lás Rubió, Mario Valencia yVera Zilzer en la So­ de Madrid por la remodelación arquitectónica
ciedad Estímulo de Bellas Artes, se anticipó el y paisajística del monumento al Ejército de los
desarrollo del arte de objetos que tendría gran Andes en el Cerro de la Gloria, Mendoza.
resonancia en los años sesenta, y los artistas se El envío argentino no fue el deseado, dado
interrogaron acerca de estas nuevas categorías que numerosos artistas, contrarios al régimen
de arte expresado en objetos de uso cotidiano. franquista, se abstuvieron de participar. Inclu­
Para ese entonces, en torno de la calle Flo­ sive algunos de ellos, como Antonio Berni,
rida se movilizaba el circuito comercial de ga­ Iuan Carlos Castagnino, Alicia Penalba y Da­
lerías como Van'Riel, Wildenstein, Müller y monte Taborda concurrieron a París, a la
Witcomb, que fueron creando un ámbito pro­ “contrabienal” organizada por Picasso y otros
picio al mercado de arte. A ellas se sumarían, artistas españoles exiliados. También se cele­
entre otras, Viau, Peuser, Kraft, Velázquez, braron “contrabienales” en Caracas y México,
Plástica, Rioboo, Antígona y Galatea. Lirolay, promovidas ambas por artistas españoles re­
bajo la dirección de Germaine Derbecq, casada publicanos. En Buenos Aires, alcanzó similar
con Curatella Manes, se convirtió en un nuevo carácter de boicot la exposición de artistas es­
espacio para propulsar el arte de vanguardia, al pañoles de la Escuela de París (Oscar Domín­
igual que Bonino, que abrió además de su local guez, Pedro Flores, Grau Sala, Iosé Palmeiro,
en Buenos Aires, una sucursal en Río de Ianei­ Ginés Parra, Joaquín Peinado y Hernando Vi­
ro y otra en Nueva York. La galería Krayd exhi­ ñes) llevada a cabo en la galería Velázquez en
bió la obra de muchos abstractos de línea geo­ octubre de 1951.
métrica. En este período se registró un A finales de los cincuenta, el movimiento
creciente número de exposiciones de arte lati­ cultural en la Argentina se agiliza, experimen­
noamericano en Europa y los Estados Unidos, tándose una nueva sensación de prosperidad.
donde muchos argentinos exhibieron sus En dicha década, la instalación de la empresa
obras. Kaiser en la provincia de Córdoba promovió 225
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

la producción automotriz y transformó a este los principales movimientos innovadores, a


sector en un polo de crecimiento único. La través de la exposición de artistas argentinos y
ciudad de Córdoba fue el punto de encuentro extranjeros, cursos y conferencias que poten­
de los Salones de Arte que se realizaron entre ciaron una renovación de las artes plásticas, la
1958 y 1961, organizados por las Industrias música y la danza. También la intervención en
Kaiser de Argentina (IKA). La ciudad medite­ las bienales de San Pablo, Venecia y Cracovia
rránea competiría en este evento con el polo hizo reconocer el nivel alcanzado por el arte
centralizador del arte de Buenos Aires. En el argentino en el mundo. Esta pretensión de in­
primer encuentro fueron invitados artistas lo­ ternacionalismo, no obstante, no alcanzó el
cales vinculados a la pintura, el grabado, el afi­ grado que en principio esperaba el cerebro de
che y la fotografía. El segundo salón incluyó a aquel Centro, Iorge Romero Brest.
representantes de dieciséis provincias ubica­ En lo que hace a las producciones artísticas
das en las regiones Centro, Norte, Cuyo y Lito­ de los sesenta, frente al informalismo, se fue­
ral. Las muestras luego tuvieron repercusión ron imponiendo el pop art, las tendencias vi­
en otras ciudades como Buenos Aires, Tucu­ suales puras que desarrollaron el concretismo
mán, Rosario, Santa Fe y Entre Ríos. y el constructivismo, y la nueva figuración. El
Al éxito de los salones siguió el intento de arte pop, expresión de una sociedad de consu­
extender la propuesta a “enaltecer la cultura de mo de los países más industrializados, repro­
América”. En 1962 se realizó la Primera Bienal dujo los objetos seriados y empleó los medios
Americana de Arte, experiencia que tuvo con­ masivos de comunicación. Si bien la sociedad
tinuidad en la Segunda de 1964 y la Tercera de argentina no tuvo en este período el mismo al­
1966, contando con la participación de artis­ cance consumista de los Estados Unidos, el pop
tas del continente. En su intento de colocar el encontró un espacio en el circuito del Institu­
arte argentino en el mundo, las obras de las to Di Tella y en las galerías de vanguardia. Do­
Bienales siguieron un itinerario, que las llevó minó esta tendencia el empleo de nuevos ma­
del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires a teriales en los que predominaron originales
una gira por los Estados Unidos. Como las carteles, afiches, señalizaciones urbanas y la
obras presentadas se mantuvieron un tanto al recurrencia a los medios radial y televisivo, en
margen de las últimas experiencias desarrolla­ tanto que semanarios de divulgación general
das en Buenos Aires, y pertenecían a una “mo­ como Primera Plana mostraban estos intentos
derada” vanguardia, la presencia de una bienal renovadores con la intención de acaparar la
de carácter paralelo -en la que intervinieron atención y el asombro del espectador.
porteños, rosarinos y cordobeses ligados a las Esta actitud respondía en buena medida a
tendencias pop, happenings y el arte concep­ un intento de conciliar al público masivo con
tual— puso en tela de juicio el papel desempe­ el arte moderno y con la gente del ámbito ar­
ñado por la propuesta cordobesa. tístico contemporáneo, tras la progresiva
En el Centro de Artes Visuales del Institu­ acentuación del abismo que entre ambos se
to Di Tella se suscitó el interés en los grandes venía experimentando. Pablo Suárez, uno de
concursos nacionales e internacionales reali­ los actores en esa escena de los sesenta, afirma
226 zados entre 1960 y 1967. Allí se concentraron que “lo que se intentó fue quitarle toda solem­
LAS ARTES PLASTICAS

nidad al hecho [artístico], pero sin entender ro en sus afirmaciones: “Yo no viví el Di Tella,
que había que tomar de la realidad ciertos me­ aunque haya ganado un premio en el acto
canismos como para que el público empezase inaugural de ese instituto en la calle Florida”.
a participar como quien va a una fiesta (. . .) es También aseveró: “Respecto de Romero Brest,
el momento en el que surge con mucha fuerza que tuvo una gran actividad como animador
el objetismo, se empiezan a producir instala­ cultural, irnbuido en su rol de Papa del templo
ciones, se intenta establecer nuevas formas de del desparpajo, creo que se exageró a sí mismo.
comunicación que hicieran eficaz la posibili­ Decía sobre los artistas: ‘Cuando los mejores se
dad de lectura”. estereotipan, los dejo y paso a otros’. El Di Tella
En definitiva, se apuntaba a una participa­ inventó una estética del deterioro: se consume
ción activa del espectador, de tal manera que una cosa y enseguida hay que cambiarla por
éste se sintiera parte misma de la obra. En tal otra”. Luis Benedit, por su parte, no dudó en
sentido, en 1965, Marta Minujín y Rubén San­ hablar de los “fuegos artificiales” del Di Tella.
tantonín asombraron y desconcertaron con un En lo que respecta al arte constructivo o
happening titulado “La Menesunda”, en el cual, geométrico, que ya había alcanzado un desa­
entre otros aspectos, el público visitante convi­ rrollo intenso, en los años sesenta derivó hacia
vía con situaciones tan disímiles como el ser nuevas experimentaciones ligadas a efectos
objeto de maquillaje por parte de profesiona­ ópticos, el movimiento y la luz como una irn­
les, pasar por una habitación donde una pare­ presión de valor estético. En tal sentido, fue
ja aparecía acostada en una cama matrimonial, importante la exposición de las obras del hún­
sufrir temperaturas bajo cero o verse en panta­ garo Victor Vasarely, llevada a cabo en 1958 en
llas de televisores especialmente instalados. el Museo Nacional de Bellas Artes, dado que
Minujín, Santantonín, Dalila Puzzovio, muchas de ellas mostraban sus experimenta­
Juan Stoppani, entre otros, lucharon contra la ciones en el campo de la cinética, derivación
solemnidad en un intento por desacralizar el del constructivismo que se inclinaba a inte­
arte. A menudo el grupo de artistas vinculado grar en él una sensación visual de movimien­
con el Instituto Di Tella ha figurado en los to. En la Argentina, el arte cinético surgió de
anales de la historiografía del arte argentino las experiencias del mendocino Julio Le Parc,
como sinónimo “ideológico” de los sesenta, lo quien, becado en París y tras vincularse de
que ha tenido cuestionamientos de peso en la manera directa a Vasarely, creó en 1960 el
década de los noventa, cuando aquellos años Groupe de Recherche Visuel (GRAV). La
se convirtieron casi en una obsesión como te­ muestra realizada en 1964 en el Museo Nacio­
ma de investigación. Es evidente que el clima nal de Bellas Artes de Buenos Aires, titulada
de esperanza y libertad que se respiraba en el “Inestabilidad”, demostró el empleo de esta
instituto poco tenía que ver con el pensar y tendencia: juego de luces y agua, bandas,
sentir artístico de quienes hacían, por ejem­ transparencias y placas de metal, los que mo­
plo, arte de tinte social. vilizaron la dinámica relación entre el especta­
Artistas como Luis Felipe Noé, a quien se ha dor y la obra. Hacia exploraciones cinéticas
vinculado a dicha institución por el hecho de también se orientaron Oscar Capristo y Roge­
haber ganado el Premio Di Tella en 1963, es cla­ lio Polesello. 227
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

gurosas, yuxtapuestas y superpuestas en ór­


denes seriales.
Frente a estas tendencias abstractas reac­
cionaría la nueva figuración, en la que los ar­
tistas adoptaron el retorno a las formas del
realismo, esta vez, sometidas a una áspera crí­
tica social. En la Argentina, el grupo central
estuvo formado por Luis Felipe Noé, Ernesto
Deira, Iorge de la Vega y Romulo Macció. En
Latinoamérica, este movimiento alcanzó no­
table arraigo durante los años sesenta, marca­
do por la insatisfacción estética y social, que se
manifestó en gran medida como una reacción
de los artistas contra el sistema impuesto por
los gobiernos autoritarios extendidos a lo lar­
go del continente. En lo que a las técnicas se
refiere, puede decirse que la libertad en el uso
de materiales no convencionales alcanzado en
el desarrollo del informalismo sirvió como ba­
se para el retorno a lenguajes figurativos.
Antonio Berni descolló en el empleo de
materiales de desecho industrial, y con sus re­
conocidos personajes Iuanito Laguna y Ramo­
na Montiel supo interpretar los modos de vi­
Antonio Berni. Juanito Laguna remonrando su barrilete,
1973. Colección particular. Buenos Aires. da marginales. El compromiso social como
medio y como fin fue asumido por otros pin­
Dentro de la corriente abstracta o cons­ tores como Carlos Alonso, quien desarrolló
tructivista, Alejandro Puente y César Pater­ una figuración de carácter expresionista. Tam­
nosto desarrollaron un arte ligado a los pos­ bién el grupo Espartaco se pronunció desde
tulados de la tradición constructivista del 1959 por un arte “revolucionario latinoameri­
uruguayo Ioaquín Torres García, que fue de­ cano”, buscando representar las figuras con
nominada por el crítico Aldo Pellegrini como una visión voluminosa casi escultórica, y te­
“geometría sensible”. Ambos artistas, lo mis­ niendo como uno de sus basamentos la fuerte
mo que Pérez Celis, mostraron inclinación a impronta del muralismo mexicano. Las imá­
los lenguajes geométricos que les proporcio­ genes creadas por Ricardo Carpani fueron lue­
naba el arte prehispánico americano. Otra go empleadas en la gráfica política, trabajando
tendencia de la abstracción fue la pintura ge­ con la CGT dirigida por Raimundo Ongaro.
nerativa, en la que se destacaron Eduardo En el campo de la escultura, a partir de los
Mac Entyre, Ary Brizzi, Miguel Ángel Vidal. cuarenta habían sido notables los intentos de
228 Estos pintores emplearon líneas circulares ri­ los artistas concretos por renovar el concepto
LAS ARTES PLASTICAS

l Ricardo Carpani. Desocupados. i959.

de reproducción irnitativa de la realidad y su­ pleó, para sus esculturas policromadas, resina
plantar el uso de materiales tradicionales, desde poliéster y esmalte; sus formas impregnadas en
las búsquedas hidroespaciales de Kosice, hasta color revelan la naturaleza del sufrimiento hu­
nuevas formas que invaden el espacio dando mano. Norberto Gómez usa piroxilina o laca
lugar a ambientaciones, instalaciones, objetos y acrílica que revela las viscerales formas del
experimentaciones. El empleo de nuevos mate­ hombre. Aldo Paparella realiza en 1971 la serie
riales pasó a ser una de las características de de Monumentos inútiles, inspirados en los vesti­
mayor significación, lo que quedó reflejado en gios romanos en ruinas, ligando esta idea a la
obras como las que realizó Noemí Gerstein del “hombre de hoy, el hombre destrozado” co­
usando tubos de bronce soldados, o las de En­ mo él mismo afirmara. Estos Monumentos fue­
rique Romano, construidas con materiales de ron realizados con materiales de desecho.
desecho.
Libero Badii se inclinó por la realización de
grandes figuras escultóricas matizadas por pla­ ARTE Y SOCIEDAD A PARTIR DE LOS SESENTA.

nos brillantes de color, para desarrollar luego LAS POLÍTICAS OFICIALES ENTRE DEMOCRACIA

obras policromadas inspiradas en el arte preco­ Y DICTADURA


lombino. María Iuana Heras Velasco, cultora
inicialmente de la abstracción, adhiere a mate­ En 1966, el festivo clima de la vanguardia
riales industriales. Juan Carlos Distéfano em­ llegó a su fin con el quiebre del orden consti­ 229
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Iorge de la Vega. Esquizobestia N° l, 1963. Colección Marta De la Vega, Buenos Aires.

tucional, hecho que implicó un retroceso en el tros universitarios y las sedes de organizaciones
campo cultural, provocando un éxodo de pro­ sindicales comenzaban a servir como espacios
fesionales. En 1969, el “Cordobazo” puso en altemativos a las galerías y museos para exhibir
crisis el proyecto autoritario del general Onga­ las expresiones artísticas y transmitir los mensa­
nía. Al espíritu de transgresión de la joven jes implícitos en ellas. La politización del arte
vanguardia ‘se sumaria luego el compromiso fue ascendiendo en forma gradual. La calle se
ideológico con la influencia del Mayo Francés convirüó también en territorio de expresión ar­
de 1968 y la repercusión de la Guerra de Viet­ tística y en Buenos Aires se produjeron mues­
nam. Buenos Aires y Rosario fueron los epi­ tras como las tituladas “Escultura, follajes y mi­
centros de este dinamismo renovador y, a la dos”, realizada en la Plaza Rubén Darío en 1970,
vez, contestatario y revulsivo. y “CAYC al aire libre. Arte e Ideología”, en la Pla­
En este contexto de cambio, los artistas plás­ za Roberto Arlt, dos años después.
ticos de la ciudad de Rosario se rebelaron con­ En el campo de las vanguardias fueron to­
tra el desmantelamiento de los ingenios azuca­ mando paulatina fuerza el arte de sistemas y
reros en la muestra experimental “Tucumán el arte conceptual, explorados desde finales
arde”, realizada en 1968 en la CGT de los Argen­ de los sesenta. El arte conceptual apuntó a
tinos de aquella ciudad y luego en la Federación desplazar al objeto artístico hacia el concepto,
Gráfica Bonaerense, en Buenos Aires. Para en­ a través del empleo de signos, palabras o dia­
230 tonces, sitios no tradicionales como los dans­ gramas matemáticos, prevaleciendo así la
LAS ARTES PLÁSTICAS

idea por encima de los materiales utilizados. lez Mir, con su instalación 25 jaulas (1977),
En Buenos Aires, estas expresiones se nuclea­ que contenía pájaros de madera en cautiverio,
ron en torno del Centro de Arte y Comunica­ aludía a los límites de la libertad.
ción (CAYC), que, regido por Iorge Glusberg, En 1976 se había producido la interrup­
intentó ocupar el espacio que dejó tras su cie­ ción del régimen constitucional y el adveni­
rre en 1970 el Centro de Artes Visuales del miento de los militares, situación que provocó
Instituto Di Tella. En tal sentido, como postu­ un efecto desolador sobre el desarrollo de las
lado de las nuevas estéticas, cabe mencionar artes plásticas, motivando el exilio de artistas
las exposiciones “Arte y cibernética” (1969), hacia otros países o aun el exilio interior. El ar­
con la que se presentó el CAYC, que perfilaba te se vio sometido a una realidad determinada
un nuevo tipo de relaciones entre arte y tec­ en buena medida por la imposibilidad de ma­
nología a través de la realización de acciones nifestar abiertamente opiniones contrarias al
interdisciplinarias, y “Arte de sistemas” régimen. Como bien señaló María Iosé Herre­
(1971) en el Museo de Arte Moderno. En el ra, “el arte se puebla de diversas metaforiza­
campo de lo conceptual, una de las muestras ciones de todo aquello que no se podía decir.
más recordadas fue la de Iuan Carlos Romero Un clima de opresión invade distintas vertien­
titulada “Violencia” (1973), en la cual el artis­ tes de la pintura figurativa, y temas como la
ta enfatizó a través de la reiteración de esa pa­ muerte y la ausencia se tornan recurrentes”.
labra, una realidad social marcada por las La represión, la falta de libertad y la desapa­
tensiones. En ese año se producía el regreso al rición de personas fueron denunciadas por ar­
poder del general Iuan Domingo Perón. tistas como Diana Dowek, con su serie Alam­
En el CAYC se formó el denominado “gru­ brados (1977) o los muñecos maniatados con
po delos XIII”. Entre ellos se contaban Clorin­ alambres de púa. César López Claro comenzó a
do Testa, Víctor Grippo, Luis Benedit, Alfredo gestar en silencio las setenta obras de Proceso al
Portillos, Iorge González Mir y Iacques Bedel, Proceso, alegato contra la represión militar, con­
quienes promovieron una sucesión de mani­ tra la destrucción del hombre, culminada en
festaciones experimentales. Bedel empleó resi­ 1984, coincidiendo con el retomo a la demo­
na poliuretánica para elaborar ruinas que res­ cracia. Esta serie fue expuesta entonces en Bue­
cataban lo grandioso del territorio argentino, nos Aires, hasta que una orden “de arriba” obli­
incluidos sus mitos y leyendas. Benedit trans­ gó al artista a descolgar su obra de las paredes a
formó sus obras a partir de la realización de la semana de ser inaugurada la muestra.
experiencias biológicas y fisioquímicas, y otras En 1982 se premió la trayectoria de Iuan
surgidas del campo de la botánica y de la zoo­ Carlos Distéfano; Norberto Gómez fue nom­
logía. La vinculación con América latina que­ brado “Artista del Año” y Guillermo Kuitca,
dó testimoniada en las obras de Alfredo Porti­ “Artista Revelación”. Irán surgiendo los nom­
llos, quien indagó en el fondo de las fábulas y bres de Gustavo López Armentía, Hernán
supersticiones del continente, y en las de Víc­ Dompé, Alfredo Prior, Remo Bianchedi, Er­
tor Grippo, que relacionó arte y ciencia en su nesto Bertani, Marcia Schwartz y Eduardo
serie de Analogías, empleando papas con el fin Medici. La vuelta a la democracia posibilitó
de exaltar su procedencia americana. Gónza­ una gran pluralidad de formas de expresión 23]
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

que habrían de reflejar los complejos enfoques modo original nuevamente el arte con la his­
de la sociedad actual. La coexistencia de dis­ toria de la Argentina, acercamiento que re­
tintas vertientes creativas que replantean el plantea los vínculos entre los procesos históri­
lenguaje artístico y retornan a una recupera­ cos y la resignificación de la propia cultura
ción de la memoria y de los mitos, acercan de con sus continuidades y rupturas.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Para ampliar y completar el conocimiento Logró dar una visión de conjunto, a la vez que
sobre las artes plásticas argentinas en el perío­ una detallada relación biográfica de los artis­
do abarcado por el presente capítulo, se añade tas plásticos nacionales. Distingue cuatro mo­
una selección bibliográfica y hemerográfica mentos: el de los precursores, el de los organi­
que, en su mayoría, constituyó el corpus infor­ zadores, las aportaciones del plein air y las
mativo para su elaboración. En esta selección nuevas tendencias del arte moderno. La obra
se tienen en cuenta tanto estudios realizados paradigmática de Pagano cierra cronológica­
en la época en que se desarrollaron los aconte­ mente el estudio que sobre la producción his­
cimientos referidos en el texto, cuanto estu­ toriográfica del arte en la Argentina desarro­
dios posteriores, de carácter retrospectivo. llaron loss EMILIO BURUCÚA y ANA MARIA
En lo que respecta al panorama historio­ TELESCA, “El arte y los historiadores”, en ACA­
gráfico de las artes en la Argentina y su estado DEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, La Junta de
actual, la bibliografía existente es metodológi­ Historia y Numismática Americana y el movi­
camente variada, y los años noventa han sido miento historiográfico en la Argentina (1893­
decisivos en lo que respecta a los aportes, tan­ 1938), tomo II, Buenos Aires, 1998.
to en cantidad como en aproximaciones desde En la producción bibliográfica y hemero­
diferentes ángulos. gráfica de los años cuarenta y cincuenta, se
Los primeros ensayos que persiguieron co­ puede señalar la aparición y continuidad de
mo finalidad estructurar la historia de las artes los Anuarios Plástica, Buenos Aires, 1939­
argentinas a partir de 1914, se publicaron du­ 1948, que brindan una información de prirne­
rante los años veinte y treinta. Se destacan, en­ ra mano, absolutamente imprescindible para
tre otros, los de IosE MARIA LOZANO MOUJAN, quienes quieran abordar el estudio de las artes
Apuntes para la historia de nuestra pintura y es­ en todo el país durante ese período. En esos
cultura, Buenos Aires, 1922, y Figuras del arte años, la editorial Poseidón publicó la serie “Bi­
argentino, Buenos Aires, 1928; y de JOSE LEON blioteca de Arte Argentino” y Losada, sus “Mo­
PAGANo, El arte de los argentinos, Buenos Aires, nografías de Arte”, que propiciaron una intere­
1937-1940. Más moderado en cuanto al trata­ sante difusión de la obra de artistas nacionales
miento de las nuevas corrientes estéticas, Pa­ y extranjeros. Similar tarea le cupo en los se­
gano realizó este libro valiéndose en gran me­ senta a la serie publicada por Ediciones Cultu­
dida de sus artículos periodísticos publicados rales Argentinas, promovida por el Ministerio
232 en diferentes medios desde principios de siglo. de Educación y Justicia, y en los años ochenta,
LAs ARTES PLÁSTICAS

a la “Colección Pintores Argentinos del siglo Aires, 1954. Ingente tarea recopilatoria a la que
XX” publicada por el Centro Editor de Améri­ también se dedicaron, con ediciones actualiza­
ca Latina, todos ellos de Buenos Aires. das hasta el presente, VICENTE GEsUALDo y
La vasta tarea crítica y la comprensión del otros, Diccionario de artistas plásticos en la Ar­
medio artístico evidenciadas por ROMUALDO gentina, dos tomos, Buenos Aires, 1988.
BRUGHETTI comenzaron a cristalizarse con Entre los ensayos publicados en los años
fuerza en los cuarenta y cincuenta. Entre sus sesenta y setenta, se remite a: MARIA LAURA
obras se deben destacar: De la joven pintura SAN MARTIN, Pintura argentina contemporá­
rioplatense, Buenos Aires, 1942; Pintura argen­ nea, Buenos Aires, 1961. Es una de las obras
tina joven, Buenos Aires, 1947, y Geografia más significativas de cuantas han estudiado el
plástica argentina, Buenos Aires, 1958. En estas arte argentino del siglo XX, e incluye capítulos
obras, Brughetti, además de alentar sus teorías como “El movimiento contemporáneo en al­
sobre el arte nacional, aporta una interesante gunas ciudades del interior del país”, “La pin­
selección de nombres y análisis de trayectorias tura no figurativa” y “El informalismo”. Este
artísticas, con el valor añadido de incluir a los estudio hace mención a la labor de muchos ar­
creadores que producían obra en el interior tistas que han quedado olvidados y que, en su
del país. Otras publicaciones posteriores de es­ momento, fueron considerados de importan­
te autor fueron: Italia y el arte argentino, Bue­ cia; por lo tanto el trabajo se erige en un docu­
nos Aires, 1952; Historia del arte en la Argenti­ mento fundamental, en especial para el estu­
na, México, 1965, donde propone un análisis dio de los años cuarenta y cincuenta.
crítico desde el arte prehispánico hasta las Publicada con motivo del sesquicentena­
producciones del momento; y la más reciente rio de la Revolución de Mayo, la obra colecti­
Nueva historia dela pintura y la escultura en la va editada por el MUSEO NACIONAL DE BELLAS
Argentina, Buenos Aires, 1991. ARTES, 150 años de arte argentino, Buenos Ai­
En los años cincuenta se publicaron otras res, 1960, incluyó una revisión realizada por
obras abarcadoras, entre las que se pueden críticos de la talla de Córdova Iturburu, Iosé
mencionar: CORDOVA ITURBURU, La pintura ar­ León Pagano, Enrique Azcoaga, Lorenzo Va­
gentina del siglo XX, Buenos Aires, 1958, y JOR­ rela, Ernesto B. Rodríguez y Samuel Paz. Por
GE ROMERO BREsT, Pintores y grabadores riopla­ su parte, ALDO PELLEGRINI, Panorama de la
tenses, Buenos Aires, 1951. Este tíltimo libro pintura argentina contemporánea, Paidós,
recoge una serie de críticas publicadas funda­ Buenos Aires, 1967, no sigue lineamientos ge­
mentalmente en los años cuarenta y en diver­ neracionales sino las tendencias que fueron
sas publicaciones periódicas como La Van­ conformando el arte argentino que alcanzó
guardia, Argentina Libre y Saber Vivir. Se en la década del sesenta gran prestigio inter­
incluyen, además, varias críticas aparecidas en nacional.
Ver y Estimar, cuadernos de crítica artística pu­ La obra de CoRDovA ITURBURU, 80 años de
blicados bajo su dirección entre 1948 y 1955. pintura argentina. Del Pre Impresionismo a la
También puede consultarse la obra de Novísima Figuración, Buenos Aires, 1978, pasa
ADRIAN MERLINO, Diccionario de artistas plásti­ revista al panorama heterogéneo de la pintura
cos de la Argentina. Siglos XVIII-XX, Buenos argentina, con sus diversas corrientes desde las 233
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

primeras décadas del siglo hasta los últimos ciente producción del CAIA que sintetiza un
movimientos surgidos en la década del seten­ amplio período del arte argentino: DIANA
ta. Complementa la información brindada un WECHSLER (coord.), Desde la otra vereda. Mo­
sinnúmero de artistas enrolados en diferentes mentos en el debate por un arte moderno en la
tendencias. Argentina (1880-1960), Buenos Aires, 1998.
RAFAEL SQUIRRU, Arte de América. 25 años En sentido similar, se deben citar las actas
de crítica, Buenos Aires, 1979, incluye un arn­ de las jomadas Estudios e Investigaciones en
plio recorrido por la crítica artística desempe­ Artes Visuales y Música, organizadas en los
ñada desde los años cincuenta por este influ­ noventa por el INSTITUTO DE TEORIA E HISTORIA
yente crítico de arte, cuya obra y labor DEL ARTE “JULIO E. PAYRO” DE LA UNIVERSIDAD

organizativa aún no ha sido reconocida debi­ DE BUENOS AIRES y la publicación de los Estu­
damente en las historias del arte argentino. Au­ dios e Investigaciones por el propio instituto.
tor de una muy vasta producción crítica, Squi­ Otras obras de importancia son: ASOCIA­
rru ha publicado varias recopilaciones de sus CIÓN ARGENTINA DE CRITICOS DE ARTE (ed.),
escritos en obras como Las exigencias del arte, Historia crítica del arte argentino, Buenos Ai­
Buenos Aires, 1990. res, 1995; JORGE LÓPEZ ANAYA, Historia del arte
Las “historias del arte argentino” vuelven a argentino, Buenos Aires, 1997, que continúa la
tomar auge en los dos últimos decenios del si­ tradición historiográfica de condensar el tema
glo; entre ellas se puede citar la del escritor y en sumatorias de biografias críticas individua­
crítico español CARLOS AREAN, La pintura en les, precedidas por un análisis de cada período
Buenos Aires, Buenos Aires, 1981. Autor en los o tendencia; JOSE EMILIO BURUCÚA, Nueva his­
sesenta y setenta de importantes estudios so­ toria argentina. Arte, sociedad y política, dos
bre el arte contemporáneo de su país, intentó volúmenes, Buenos Aires, 1999; y NELLY PE­
brindar un amplio panorama de la evolución RAZZO, “La pintura en la Argentina (1915­
de las artes plásticas argentinas desde los orí­ 1945)”, en ACADEMIA NACIONAL DE BELLAS AR­
genes hasta la actualidad. TES, Historia General del Arte en la Argentina,
Desde 1989 se han desarrollado las Jorna­ tomo VIII, Buenos Aires, 1999, págs. 381-456.
das de Teoría e Historia de las Artes organiza­
das por el CENTRO ARGENTINO DE INVESTIGADO­ La década de 1920
RES DE ARTE (en adelante, citado como CAIA),
en las que el espectro temático abarcado ha ve­ En los años ochenta y fundamentalmente
nido manifestando amplitud de miras, convi­ en los noventa se han producido importantes
viendo pintura, escultura y arquitectura junto revisiones historiográficas sobre este período,
a fotografía y teatro entre otras revelaciones lo cual ha derivado en una comprensión mu­
artísticas. Es de destacar el denodado esfuerzo cho más amplia de éste. La consolidación del
del CAIA por publicar periódicamente las Ac­ “arte nacional” con la pintura de paisajes y
tas de dichas jornadas, las cuales constituyen costumbres y la irrupción de las vanguardias
uno de los más importantes aportes historio­ determinaron un ámbito artístico singular que
gráficos para el arte argentino realizado en los sigue suscitando la atención de los historiado­
234 noventa. Debe destacarse, asimismo, una re­ res y críticos de arte.
LAs ARTES PLÁSTICAS

Dentro de la línea “tradicionalista”, es po­ mentales provenientes de las más variadas


sible citar: IGNACIO GUTIERREZ ZALDÍVAR y RA­ publicaciones de la época, reuniendo un con­
FAEL SQUIRRU, 40 Maestros del arte de los argen­ junto de extractos de artículos y frases de
tinos, Buenos Aires, 1990, libro que acompañó tendencias contrapuestas, tradicionalistas y
la exposición del mismo nombre y que resca­ de avanzada, permitiendo un rápido cotejo y
tó, además de la trayectoria de reconocidos ar­ entendimiento de los enfrentamientos pro­
tistas, la de otros menos conocidos por el pú­ ducidos.
blico general como Malinverno, Malanca, La línea de la confrontación crítica fue
Vena, Tessandori o Cordiviola. Gutiérrez Zal­ asumida por otros historiadores en los años
dívar fue propulsor en la difusión de esta ge­ noventa; se pueden destacar las siguientes
neración de artistas y parte importante en su obras: DIANA B. WECHSLER, “Salón de Bellas
reubicación en el mercado de arte argentino. Artes, promotor de vocaciones nacionalistas
Asimismo, IGNACIO GUTIERREZ ZALDIVAR, Qui­ (1920-1930)”, en CALA, Segundas Jornadas de
rós, Buenos Aires, 1991, se publicó junto a la Teoría e Historia de las Artes, Buenos Aires,
megaexposición retrospectiva del artista, una 1990; y MARIA LUCIA BASTOS KERN, Arte Argen­
de las muestras monográficas más notables de tina, Tradicáo e Modernidade, Porto Alegre,
cuantas se realizaron en la Argentina en los 1996, notable estudio en que sobresalen los
noventa. A ella le había precedido la impor­ capítulos dedicados a los artistas argentinos
tante exposición sobre Fernando Fader, cele­ activos en París y la influencia que sobre ellos
brada en el Museo Nacional de Bellas Artes en ejercieron las teorías del “retorno al orden” a
1988. través de la enseñanza de André Lothe y Emi­
Sobre Fader, véase: RODRIGO GUTIERREZ le Othon Friesz.
VIÑUALES, Fernando Fader. Obra y pensamien­
to de un pintor argentino, Santa Fe (España) ­ La estampa y el arte de tinte social
Buenos Aires, 1998. Incorpora numerosa do­
cumentación hasta entonces inédita, incluyen­ Sobre este tema, se recomiendan las si­
do manuscritos sobre temas relacionados con guientes obras: AUTORES VARIOS, 25° aniversa­
las exposiciones, las críticas de arte y el nacio­ rio. Sociedad de Acuarelistas y Grabadores,
nalismo en la pintura argentina, entre otros Buenos Aires, 1939, recorre los primeros años
aspectos. de existencia de dicha sociedad, con apuntes
Sobre la aparición de las corrientes van­ históricos sobre su formación, sus salones y
guardistas, su impacto en el medio argentino los artistas que la integraron, e incluye un con­
y sus conflictos con el llamado “arte nacio­ junto importante de reproducciones; y ALFRE­
nal”, se destacan los trabajos de MARCELO PA­ DO GONZALEZ GARAÑO, “El grabado en la Ar­
CHECO y ANA MARIA TELESCA, La pintura y el gentina, 1876-1942”, en MUSEO IUAN B.
ambiente plástico argentino en la década del CASTAGNINO, El grabado en Ia Argentina, 1705­
veinte, Buenos Aires, 1987, y Las vanguardias 1942, Rosario, 1942.
plásticas argentinas en la década del veinte, Una visión muy completa desde finales
Buenos Aires, 1987. Ambas obras recopilan del siglo XIX se encuentra en FERNANDO Lo­
un interesante conjunto de fuentes docu­ PEZ ANAYA, El grabado argentino en el siglo XX. 235
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Principales instituciones promotoras, Buenos Los años cuarenta


Aires, 1963. Hace mención a los talleres más
destacados y a las academias de todo el país Un trabajo precursor en el estudio de las
que brindaron al grabado un espacio de rele­ tendencias del arte concreto en la Argentina
vancia en sus planes de estudio. Del mismo (que se verificó en la plástica, la nueva música,
autor, puede consultarse “El grabado”, en los poetas invencionistas, la aparición del dise­
ACADEMIA NACIONAL DE BELLAs ARTEs, Histo­ ño gráfico, la acción de arquitectos y decora­
ria General del Arte en la Argentina, tomo VI, dores con criterio moderno, la aparición de
Buenos Aires, 1988. revistas y editoriales) es el de NELLY PERAzzO,
Asimismo, puede verse la publicación co­ El arte concreto en la Argentina en la década del
lectiva El grabado social político en la Argenti­ 40, Buenos Aires, 1983. Incluye una síntesis de
na del siglo XX, Buenos Aires, 1992, que acom­ los principales artistas del movimiento, una
pañó la exposición del mismo nombre detallada bibliografia y los manifiestos y escri­
realizada en el Museo de Arte Moderno, y que tos que han servido desde 1983 a los análisis
reunió obra de los grabadores más notables que se siguen realizando sobre este tema.
del país. La obra incluyó estudios de varios au­ Sobre el período, también pueden con­
tores que trataron temas como el de los Artis­ sultarse: GABRIELA SIRACUSANO, “Las artes
tas del Pueblo, el humor y la sátira en el graba­ plásticas en las décadas del 40 y 50”, en Nue­
do político y social, la propaganda política y la va Historia Argentina cit., vol. II, págs. 13-56,
denuncia social. y el catálogo de la exposición realizada en el
MUsEo NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SO­

La fotografia FIA, Arte Madí, Madrid, 1997, que además de


las realizaciones del Grupo Madí en la Argen­
Sobre esta tema, se recomiendan las si­ tina de los años cuarenta, refiere a las pro­
guientes obras: IUAN GOMEZ, La fotografía en la ducciones artísticas que bajo su signo se rea­
Argentina. Su historia y evolución en el siglo lizaron en París en los cincuenta, y las que se
XIX (1840-1899), Buenos Aires, 1986; SARA llevan a cabo en la actualidad en países como
FACIo, “Fotografía argentina (1920-1950)”, en los Estados Unidos, Italia, Francia, Bélgica,
ACADEMIA NACIONAL DE BELLAs ARTEs, Historia Hungría o España.
general del arte en la Argentina, Buenos Aires,
1995, y de la misma autora, La fotografia en la El arte en el interior
Argentina de 1840 a nuestros días. Buenos Ai­
res, 1995; DIRECCION GENERAL DE EsCUELAs DE Los estudios de Rodolfo Trostiné sobre el
LA PROVINCIA DE BUENos AIREs. COMITE EIECU­ arte en las provincias durante el siglo XIX fue­
TIVO PERMANENTE, Actas del Congreso de Histo­ ron Continuados en el XX por historiadores y
ria de la Fotografía en Argentina (Memoria), 5 críticos como los ya señalados Romualdo
volúmenes, Buenos Aires, 1992-1997; y RA­ Brughettí y María Laura San Martín. El papel
MoN GUTIERREZ y PATRICIA MENDEZ, Bibliogra­ jugado por los artistas del interior en sus pro­
fía de historia de la fotografía en América lati­ vincias y como parte del concierto nacional,
236 na, Río de Janeiro, 1997. ha tomado impulso en los años noventa,
LAs ARTES PLAsncAs

cuando el revisionismo de las producciones la lectura de: ANDREA GIUNTA, “Las batallas de
plásticas del siglo XX vio la necesidad de inte­ la vanguardia entre el peronismo y el desarro­
grar a aquéllas en las “historias del arte argen­ llismo”, en Nueva Historia Argentina cit., vol.
tino”, que hasta entonces se habían dedicado II, págs. 57-117; y de la misma autora, “Biena­
casi con exclusividad a Buenos Aires y, en al­ les Americanas de Arte. Una alianza entre arte
gunos casos puntuales, a centros como Rosa­ e industria”, en Desde la otra vereda. Momentos
rio o Córdoba. Dentro de las obras publicadas en el debate por un arte moderno en la Argenti­
en los noventa se destacan: IORGE TAVERNA IRI­ na (1880-1960), Buenos Aires, 1998.
GOYEN, “El aporte creativo del interior”, en El arte de los años sesenta, al igual que el de
AsocIAcIoN ARGENTlNA DE CRÍTICOS DE ARTE, los veinte, se ha convertido en una “obsesión”
Historia crítica del arte argentino. Buenos Ai­ de la historiografía actual. Se pueden señalar
res, 1995; AUTORES VARIOS, Los colores de un si­ para la consulta las siguientes obras: IoHN
glo. Grandes obras de la pintura de Córdoba, KING, El Di Tella y el desarrollo cultural argenti­
Córdoba-1998; MARIANA GIoRDANo, Los mu­ no en la década del sesenta, Buenos Aires, 1985;
rales chaqueños. Del Fogón de los Arrieros a la JORGE GLUSBERG, Del pop art a la nueva imagen,
Plaza 25 de Mayo de Resistencia, Resistencia, Buenos Aires, 1985; MARIA JOSE HERRERA, “En
1998; y los trabajos de ALBERTO PETRINA y medio de los medios. La experimentación con
otros, Arte del NOA. Noroeste argentino, Bue­ los medios masivos de comunicación en la Ar­
nos Aires, 1998; Arte de Cuyo, Buenos Aires, gentina de la década del 60”, en Arte argentino
1999, y Arte del NEA. Nordeste argentino, La del siglo XX, Buenos Aires, 1997.
Plata-Buenos Aires, 2000. Un trabajo exhaustivamente documenta­
do es el de ANA LONGONI y MARIANO MEST­
El arte argentina a parfirde las cincuenta MAN, Del Di Tella a Tucumán Arde. Vanguar­
dia artística y política en el ‘68 argentino,
Además de los estudios generales ya cita­ Buenos Aires, 2000, que acierta al definir el
dos, que incluyen análisis e información sobre papel de las vanguardias en su cruce con los
la segunda mitad del siglo XX, varios estudios problemas político-sociales del país en la dé­
puntuales centran la atención en la investiga­ cada del sesenta.
ción del arte del período. Se publicaron estu­ Para interiorizarse en el arte de los setenta
dios temáticos de relevancia y se recuperaron y ochenta, se remitea MARIA IosE HERRERA,
fuentes documentales que permiten un mejor “Los años setenta y ochenta en el arte argenti­
conocimiento de los componentes del ámbito no. Entre la utopía, el silencio y la reconstruc­
artístico y cultural, década tras década. Para lo ción”, Nueva Historia Argentina cit., vol. II,
ocurrido en los años cincuenta, se recomienda págs. 119-173.

237
6 3. LA MÚSICA Y SUS ÁMBITOS

Juan María Veniard

En los setenta años centrales del siglo XX, el cual todos se influían mutuamente por igual
entre 1914 y 1983, la actividad musical en sus y tomaban prestados modos correspondientes
distintos ámbitos se desarrolló conforme a los a los otros ámbitos. Debe recordarse que se ha
cambios y los trastornos en que se vio envuelta definido al ámbito como el espacio físico don­
la música occidental, de la que formaba parte. de tienen lugar manifestaciones musicales que
Desde el punto de vista estético musical, le son propias y distintivas (al respecto, véase el
cabe decir que el año 1914 no tuvo una signifi­ capítulo 47 de la tercera parte, en el sexto tomo
cación especial, no obstante el inicio de la Gran de esta obra). Cualquier otro espacio físico que
Guerra europea, a cuyo fin ese continente se no haya desarrollado una tipología de música
vería modificado, sobre todo, en el aspecto po­ peculiar no conforma un ámbito, aun cuando
lítico. Las ideas renovadoras que caracterizan en él hayan tenido lugar abundantes manifesta­
al arte del siglo XX ya estaban instaladas para ciones musicales. Asimismo, en este capítulo
1910, al menos en los más inquietos y busca­ quedan fuera de estudio las expresiones de mú­
dores de novedades. De no haber existido esa sica de transmisión oral, campesina e indígena,
guerra, de todas maneras el desarrollo estético las cuales, con aquella de los ámbitos indicados,
del siglo se hubiera producido en forma seme­ conforman la totalidad de la realidad musical
jante a la que se conoce. Las figuras que reno­ argentina. De todas formas, estas manifestacio­
varon el lenguaje del siglo XX en las artes plás­ nes no tratadas aquí sufren la influencia de los
ticas, la arquitectura o la música, estaban en ámbitos de desarrollo netamente urbanos.
plena producción madura hacia 1910. En este período, los traspasos de ámbito
Los ámbitos en que la música se venía desa­ son mucho mayores que en el precedente. Hay
rrollando en la Argentina sufrieron variada especies que se encuentran en varios a la vez y
suerte. El salón desapareció; el teatro perdió con presencia de similar participación, hecho
importancia; la calle, la relevancia que había que antes no ocurría. En estos casos es difícil
conocido, y la iglesia y la casa sufrieron cambios definir su ámbito de desarrollo, independiente­
que afectaron su actividad musical. Se desequi­ mente de su origen. Tal es el caso del tango. Pe­
libró la presencia que estos ámbitos habían te­ ro, de todas formas, una mayor permeabilidad
nido en el período anterior (de 1810 a 1914), en no es razón para considerar su inexistencia. 239
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

LA IGLESIA llana y oraciones cantadas, como los Ave Ma­


ría, muy generalizados en todas las iglesias. No
Por entonces comienza a tener relevancia existía un coro de fieles para las celebraciones
el motu propriu del papa Pío X, De restauratio­ habituales, como en las iglesias cristianas disi­
ne musicae sacrae, de 1903, que señalaba la ne­ dentes que comienzan a tener presencia por
cesidad de volver al canto gregoriano y de for­ aquellos años, ni para ser escuchado ni para
mar cantorías en las parroquias. En 1906 se guiar el canto de la feligresía. Éste lo iniciaba el
estableció la Comisión Arquidiocesana “Pro acompañante desde el teclado, haciendo escu­
Música Sacra”, mandada formar por el arzo­ char una introducción que señalaba, con la te­
bispo de Buenos Aires, Mariano Antonio Espi­ mática correspondiente, el cántico elegido.
nosa. Quizás a su acción se debió el que apare­ Hay que considerar que melodías y letras eran
cieran algunas cantorías, como la de la iglesia por todos conocidas, como que, para la gene­
de San Nicolás. Los resultados de esta reforma, ralidad, habían sido entonadas desde la niñez.
que pretendía desterrar la lírica de escena de Las iglesias principales, así en Buenos Ai­
las iglesias, se vería más adelante. res como en el interior del país, tenían sus
La actividad musical cotidiana en todas las organistas a sueldo; pero las de menores re­
iglesias católicas durante los primeros cin­ cursos contaban siempre con un músico afi­
cuenta años del período estuvo a cargo de un cionado, hombre o mujer, que, teniendo co­
ejecutante de órgano o armonio, que acompa­ nocimientos del piano, los aplicaba al
ñaba a los fieles en sus cánticos. Hay que seña­ repertorio sacro del órgano o armonio acom­
lar la existencia de grandes armonios, con va­ pañante. Los colegios e iglesias pertenecientes
riedad de registros, que suplían al órgano. a una congregación religiosa contaban siem­
El repertorio se mantuvo invariable desde pre con alguno de sus miembros que estaba en
el inicio del período hasta poco antes de 1960. ese servicio. Pero los organistas profesionales y
Era el mismo en uso desde fines del siglo XIX, los aficionados más dotados de técnica hacían
de procedencias francesa, italiana y española, oír música con carácter funcional en los dife­
con el agregado de alguna nueva composición, rentes momentos de las celebraciones y aun
sobre todo himnos, como los que se realizaron entre ellas. Un momento especial era el de la
para el Congreso Eucarístico Internacional de elevación de las formas consagradas y para él
1934 y que se siguieron cantando. se recurría a la que fuera de carácter recogido
Durante las ceremonias, misa y bendición y hondamente sentido. Había música de en­
solemne, se empleaba -en este primer seg­ trada y salida, y aun improvisación, en la que
mento- canto gregoriano, que era entonado los hábiles hacían maravillas prolongando in­
por los concurrentes: Pange lingua, Tantum er­ defmidamente el acompañamiento de un cán­
go, Regina Coeli, etc. Había también cánticos tico ya finalizado, por cuanto se trataba de no
en latín, no gregorianos, provenientes de la dejar sin música momento algimo en el cual
tradición católica: Lauda Jerusalem, Christus no hubiera palabras del sacerdote ni oraciones
vincit, etc. Los feligreses mayores y los más pe­ de los fieles.
queños entonaban esos cánticos en latín. Tam­ Las páginas instrumentales que se oían en
240 bién había cánticos religiosos en lengua caste­ las ceremonias tenían muy variado origen. Al­
LA MÚSICA Y SUS ÁMBITOS

gunas estaban tomadas de libros que las pro­


veían para distintos momentos, posibilitando
no sólo elegir la música que fuera adecuada si­
no la variedad. También se echaba mano a
cualquier composición que se considerara
conveniente, a criterio del organista, para la
ocasión y el momento. Aquí aparece un reper­
torio musical que no es propio de la Iglesia:
desde estudios pianísticos hasta piezas de sa­
lón. No dejaba de escucharse, en las misas de
cuerpo presente, la marcha fúnebre de Federi­
co Chopin, tomada de una sonata para piano.
Lo mismo ocurría en los casamientos, en los
que como marchas de entrada o salida se em­
pleaban las de Félix Mendelssohn y Richard
Wagner, que son música de escena.
En las fiestas solemnes se recurría a un
conjunto instrumental que acompañaba al ór­
gano en aquellos momentos en que no había
cánticos de los feligreses. Las ejecuciones eran, l Pedro Valenti Costa.
muchas veces, arreglos instrumentales para
los medios disponibles, realizados por los mis­ Sagrado Corazón de Jesús, etc. El de mayor ad­
mos organistas, que eran profesionales muy hesión de fieles era el mes de María, fuese por
duchos en este tipo de trabajo musical. Tam­ la tan difundida devoción mariana, peculiar al
bién tenía lugar, en estas ocasiones especiales, pueblo americano, fuese porque iniciaba el
la audición de música compuesta por los mis­ ambiente del fin de año, con sus fiestas y sor­
mos organistas. Por último, hay que señalar presas, y anunciaba la época estival. En el mes
que muchos de ellos preparaban un coro, que de María, la feligresía entonaba avemarías, al­
además dirigían, para cantar junto al órgano. gunos compuestos por autores locales.
En esta época, en que ya ha desaparecido el A lo largo de este período se destacan mu­
músico total que abarca todos los quehaceres chos músicos académicos que compusieron
musicales, ante la especialización -que cada música religiosa, desde pequeñas composicio­
vez será mayor—, el organista de iglesia conti­ nes con letra piadosa, hasta misas y oratorios.
núa la vieja tradición del verdadero maestro de Si bien era producción destinada al ámbito de
música, al que no le es ajeno nada de lo refe­ la iglesia, no toda ella tuvo allí una audición.
rente a su arte. Algunas, como los oratorios, parecen estar
La música estaba al servicio del año litúr­ destinados a una sala de concierto.
gico, pero también acompañaba la dedicación Si en el período anterior es raro encontrar
que cada mes tenía y tiene aún en la Iglesia el compositor que no haya producido obras
Católica, como el mes de San José, el mes del destinadas al ámbito de la iglesia, en éste, por 241
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

el contrario, la música religiosa parece estar acompañar la liturgia, que suplantó, no sin
reservada a aquellos especialmente dedicados resistencia de los fieles, al anterior que ya te­
a ella. Así hay autores con una gran cantidad nía carácter tradicional. Después del Concilio
de obras religiosas, junto a muchos otros que Vaticano Il se operó un nuevo cambio, deste­
nada presentan al respecto. rrándose totalmente aquel repertorio anterior
Entre las obras religiosas de mayor irnpor­ y, por una errónea interpretación de sus pos­
tancia compuestas en el período, hay que seña­ tulados, se quitaron órganos, organistas y ca­
lar la Misa en Mi menor, de Felipe Boero pillas musicales. Se pretendió acercar la músi­
(1884-1958), compuesta entre 1916 y 1926, es­ ca al pueblo con composiciones de mala
trenada durante el oficio de una misa en la factura -en cuanto a letra y música-, debida a
iglesia de San Ignacio, en Buenos Aires, en autores irnprovisados, que remedaba la músi­
1997. Este autor compuso el oratorio Jesus am­ ca popular, ciudadana y tradicional de la
bulat super aquas, estrenado en 1954. Gilardo campaña, como si el pueblo no mereciera
Gilardi (1889-1963) tiene una Misa de Ré­ música elevada, para elevar su espíritu en ora­
quiem compuesta entre 1914 y 1918, una Misa ción. El período es despedido con guitarras
de Gloria (1936), Te Deum laudamus (1936) y destempladas.
Stabat Mater (1952). Pedro Valenti Costa
(1905-1974) es autor de numerosa obra reli­
giosa; entre ella, una Misa de Gloria (1939), un EL TEATRO

oratorio San Agustín (1957-1959), Salmo VI y


De profimdis. Juan Francisco Giacobbe (1907­ La música que es propia de este ámbito va
l990) compuso seis misas, varios oratorios, manifestando, a lo largo del período, una pre­
cantatas, Stabat Mater, himnos y canciones re­ sencia decreciente tanto en su propio ámbito
ligiosas; también mucha música para órgano, como en el orden general. Durante las tres pri­
incluyendo sonatas de chiesa. Iulio Perceval meras décadas del período, la ópera mantiene
(1903-1963) dejó escrito un Te Deum (1944), preponderancia. Está establecido el Teatro Co­
Salve Regina y variada música para órgano. En­ lón de Buenos Aires, levantado como teatro lí­
rique Albano (1910-1994) compuso una Misa rico de ópera, de gran significación para el
de Gloria (1942), un Te Deum (1980), motetes país. Hay que señalar que para entonces no
y cantatas religiosas. Perceval y Albano fueron hay mediana población urbana de la Nación
organistas de iglesia, de manera que parte de su que no cuente con un teatro, y las mayores,
producción fue escuchada en ese ámbito. con más de uno. Se han ido levantando hacia
Hay que destacar que, a juzgar por lo poco fines del siglo anterior y por iniciativa privada.
que se ha difundido y es posible conocer, pue­ En ellos, los espectáculos de mayor relevancia
de asegurarse que en la música religiosa se ha­ social eran de ópera italiana, en cuyas tempo­
lla lo más logrado, en cuanto a género, de la radas se incluían algunas obras francesas o
producción de aquellos músicos nacionales alemanas. Los seguía el teatro de zarzuela y,
que la cultivaron. para un público general, el del género chico de
Poco antes de 1960 se conoció un nuevo zarzuelitas, sainetes y revistas musicales. En
242 repertorio de música religiosa, destinada a Buenos Aires, principalmente, actuaban com­
LA MÚSICA Y sus ÁMBITOS

pañías líricas de todo tipo, haciendo el reper­ ligiosa. No obstante todo esto, la Argentina si­
torio de ópera y opereta italiano, francés, es­ gue siendo un centro interesante para cantan­
pañol y aun inglés, contando con la adhesión tes, directores y autores de obras del teatro lí­
de las respectivas colectividades. rico mundial.
En el teatro, la música sinfónica va ocu­ El prestigio de la ópera se mantuvo hasta
pando un creciente espacio en los programas, mediados de siglo y esta es la razón por la cual
de manera que va transformándose en sala de se compuso, hasta entonces, una gran canti­
concierto. Es sintomático que cuando se re­ dad de obras de este género en el país. No to­
nueva una sala —por ejemplo, el teatro de la do se estrenaba, pero habla de su importancia.
Ópera, en 1936 (sala que fue la primera en ca­ Toda composición musical para espectáculo
tegoría de Buenos Aires y del país, sólo eclip­ estaba destinada al teatro y en él tenía su ám­
sada, en parte, por la aparición del nuevo Tea­ bito de pertenencia, aunque nunca se diera. El
tro Colón)-, se transforma en un ámbito de Teatro Colón llamaba a concurso para el estre­
usos múltiples: el cine teatro Ópera. El teatro no de obras, y hubo años en que entre ópera y
Coliseo, renovado, queda como sala de con­ ballet se presentaron una docena, cantidad
cierto, ideal para la música de cámara por la que hoy asombra. El ballet fue otra manifesta­
disposición de sus niveles. De manera que el ción para el teatro que apareció en este perío­
teatro está recibiendo, cada vez más, manifes­ do en la producción musical local. El de escue­
taciones de música instrumental pura. Se co­ la, en escena, se conocía desde mediados del
rresponde esto con el interés creciente de los siglo anterior, pero, en general, adscripto a la
públicos por la música sinfónica y de cámara. ópera. Con la enorme difusión que tuvo en
Hay que señalar que, en el período anterior, Europa a comienzos del nuevo siglo, es abun­
tuvieron cabida en los teatros las composicio­ dante su producción. Los compositores argen­
nes sinfónicas, pero eran la excepción, al me­ tinos más dedicados a la obra escénica en el
nos hasta el comienzo del siglo XX. La música período son: Constantino Gaito (1878-1945),
de cámara, así lírica como instrumental, y aun con diez producciones, entre ópera y ballet;
la sinfónica, se hacía en salas que no eran tea­ Enrique Casella (1878-1945), con once ópe­
tros. En Buenos Aires, dos salas famosas ras; Alfredo L. Schiuma (1885-1963), Iuan Io­
fueron la Prince George Hall y la de Operai sé Castro (1895-1968) y Alberto Ginastera
Italiani, ambas pertenecientes a sociedades ex­ (1916-1983), con media docena de obras cada
tranjeras y en las cuales tuvieron lugar prime­ uno, entre ópera y ballet.
ras audiciones de obras argentinas. En Rosario En la abundante producción de óperas y
se destaca la de la sociedad El Círculo. De ma­ ballets estrenados en el período, debida a com­
nera que el público acudía al teatro a escuchar positores argentinos y extranjeros radicados
música que, en rigor, no le era propia pero que en el país, se destacan: La angelical Manuelita
tenía allí su ámbito habitual. Cabe decir que (1915), de Eduardo García Mansilla (1871­
también la iglesia, esporádicamente entonces l930), estrenada dos años después en el Teatro
y más frecuentemente al final del período y Colón, primera ópera nacionalista argentina;
con posterioridad a él, ha sido recinto para la Raquela (1918), de Felipe Boero (1884-1958),
música sinfónica y de carácter, no siempre re­ estrenada en 1923, primera ópera argentina 243
LA DlMENSlÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

I El Teatro Colón, edificio proyectado por el arquitecto italiano Francisco Tamburini. Argentina. 1925.

que recorre salas del interior del país; El ma­ Juan Iosé Castro; y Bomarzo (1967), de Ginas­
trero (1925), del mismo autor, estrenada en tera, quien había hecho conocer en el país su
1929, la ópera argentina nacionalista por an­ ballet Panambí (1937).
tonomasia; Ollantay (1926), de Gaito, ópera A comienzos del período todavía era co­
de temática americanista; La sangre de las gui­ mún que en los teatros se llevaran a cabo bai­
tarras (1930), ópera nacionalista del mismo les de carnaval o banquetes, y en estos casos se
autor, estrenada dos años más tarde; Tabaré quitaban los asientos de la platea. Esto estaba
(1925), de Schiuma, ópera indigenista; Cori­ previsto a tal punto que si el piso era inclina­
mayo (1925), de Enrique Casella, americanis­ do, podía nivelarse. La música, en esas ocasio­
ta; La leyenda del urutaú (1930), de Gilardo nes, era generalmente de salón. También te­
Gilardi, estrenada posteriormente; La novia nían lugar asambleas, homenajes, conferencias
del hereje, de Pascual De Rogatis (1880-1980), y reuniones políticas y, en su foso, la orquesta
estrenada en 1935; Lin-Calel, de Arnaldo amenizaba la velada, porque nada se hacía sin
D’Espósito (1907-1945), estrenada en 1941. La música. En los teatros se escuchó, también, to­
mayoría fue dada a conocer en el Teatro Co­ do tipo de música sacra; sobre todo, la que re­
lón. También allí subirían a escena, aunque se quería de grandes masas, como oratorios, mi­
estrenaron en el extranjero: La zapatera prodi­ sas y cantatas, propias del ámbito de la iglesia.
giosa (1943), estrenada en 1949; Proserpina y el De la misma forma en que se había dado
244 extranjero (1951) y Bodas de sangre (1952), de en el período anterior y era general en cual­
LA MÚSICA Y sus ÁMBITOS

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i El Teatro Coliseo Argentino. H. G. Olds. Fotografias. 1900-1943.

quier ciudad del mundo que contara con va­ del drama gauchesco. También en ocasiones
rios teatros, cada uno frecuentaba un tipo de habían pisado la escena payadores y cantores
espectáculo y contaba con un público que le de música criolla. Pero ahora se trata de un
era adicto. El Teatro Colón queda, a partir de espectáculo que se ha hecho propio del ámbi­
los años cuarenta, como el único teatro lírico to y en él encuentra su mayor expresión, pues
de Buenos Aires y, más adelante, único en el ha sido diseñado y montado como espectácu­
país. En la capital, el teatro Avenida será para lo teatral. Hay que señalar los llevados a cabo
el espectáculo español, incluyendo el lírico; los por Andrés Chazarreta (1876-1960), produci­
nucleados alrededor de la calle Corrientes fre­ dos durante la segunda década del siglo, y los
cuentarán el espectáculo de variedades, así re­ de Manuel Gómez Carrillo (1883-1968) en la
visteril como de música popular ciudadana, tercera década, seguidos por muchos otros en
desde el tango hasta la canción internacional. las siguientes, presentando mayor o menor
Desde comienzos del período aparece en autenticidad.
el teatro el espectáculo nativista, con danzas y Al fin del período, en el teatro se hace po­
canciones del Noroeste argentino. Las danzas ca música propia del ámbito. La lírica de gran
criollas pampeanas ya habían tenido lugar en escena se mantiene en temporadas oficiales; la
el período anterior en el tablado escénico, pe­ zarzuela, la opereta y la comedia musical apa­
ro formando parte de representaciones del recen en forma esporádica; el género revisteril
género chico (sainetes y zarzuelitas criollas) y está muy decaído. Al no contarse con salas de 245
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

música instrumental pura (salvo la que en afirmándose, ya no con una sola danza, efíme­
Buenos Aires fue pensada como cine, en el Co­ ra, sino con varias, hasta alcanzar la moda del
legio Nuestra Señora de la Misericordia en tango y la maxixe. Con ellos, las danzas tiesas
Belgrano, y en el interior, el auditorio de la y elegantes son desterradas. Así desaparecen,
Universidad de San Iuan), las orquestas esta­ para 1910, los lanceros, último ejemplar de la
bles compiten entre sí por obtener un lugar en vieja y tan frecuentada contradanza. El salón
las distintas salas de teatro, ofreciendo un re­ está herido de muerte.
pertorio que, en gran parte, no es propio del El salón llega hasta 1920 con las caracterís­
ámbito. ticas con que fue conocido a lo largo del siglo
XD( y no va más allá de la década que a partir
de ahí se abre. Esto es general para Europa y
EL SALÓN América. Desaparecido el ámbito, habrá de de­
saparecer también la música que le es propia.
Al comienzo del período, en los albores de No se produjo esta desaparición de un día pa­
la Primera Guerra Mundial, el salón mantiene ra el otro. Todavía en la segtmda década se si­
la vigencia que tuvo desde fines del siglo guen componiendo valses —lentos—, canciones
XVIII, tanto en la sociedad argentina como en y piezas de carácter para piano, inscriptas den­
el mundo occidental. Pero se ha ido desnatu­ tro de la música de salón. Ya para entonces,
ralizando. Se ha convertido en algo parecido a buena parte de aquella música que se mantuvo
una reunión de baile, donde el protagonismo a lo largo del siglo anterior ha dejado de fre­
lo llevan las danzas, que para esta época son cuentarse. De las danzas, sólo queda el vals. Al­
exóticas, de lucirniento individual. Cabe con­ gunas, como la polca, la mazurca y el schotisch,
signar que desde siempre, la sociedad criolla habrán de mantenerse en la campaña.
del Plata manifestó afición por la danza, y sus Siguen existiendo orquestas de salón, que
fiestas y tertulias no se hacían sin ella. Pero actúan en restaurantes, confiterías y en reu­
ahora tiene algo de reunión danzante en sala niones sociales. Pero la de ellas es música fun­
pública. Abundan, cada vez más, las ocasiones cional, de fondo, para acompañar la conversa­
de este tipo en los clubes, reemplazando las ción o la comida, como se había hecho ya
reuniones caseras. desde fines del siglo anterior. Lo que se escu­
Esta desnaturalización del salón quizá lo cha allí no es, en su mayoría, música de salón
llevó a su desaparición. Hay que indicar que la sino versiones instrumentales de canciones y
mesura, la galantería, la conversación chis­ danzas de moda, tomadas de los teatros de va­
peante, la alegría contenida, las bellas mane­ riedades, y arreglos de música de ópera u ope­
ras, todo acompañado de una música agrada­ reta, o sea, del ámbito del teatro, en realidad.
ble y refinada, sentimental y nada intelectual, Los compositores de salón, que habían de­
hacían el ambiente del salón. La introducción dicado años a esta fructífera actividad musi­
de danzas exóticas, ya a fines del siglo XIX, cal, se acercan ahora a la música popular.
con ritmos acusados y vertiginosos, y coreo­ Componen vidalitas y canciones criollas, val­
grafías extravagantes, significó un desorden en ses y pasodobles, tangos y otras danzas de mo­
246 el salón. Esto se prolongó en el tiempo y fue da, que constituyen el repertorio de la música
LA MÚSICA Y SUS ÁMBITOS

quedado, para entonces, algunas composicio­


nes que por su buena inspiración y factura
merecieron perdurar. Son danzas o piezas de
carácter, que se escuchan en una sala de con­
cierto o por los medios de difusión masivos,
fuera totalmente del ambiente que les dio ori­
gen y para el que fueron hechas. Cuando se
trata de obras con carácter bien acusado de sa­
lón, y sobre todos las de fin del siglo XIX, su
audición deja una sensación de nostalgia, por
un mundo que no se ha conocido y que hoy
está totalmente desaparecido.

LA SALA FAMILIAR

Este ámbito sufre transformaciones que


llevan a un cambio muy radical en su activi­
dad musical. La funcionalidad de la casa se
modifica, por diversas razones, y esto afecta
l Iuan José Castro.
especialmente a la sala. De la disposición de
una casa con vestíbulo y sala a la calle -aun las
doméstica, que absorbe este segmento de la humildes—, se pasa al recinto único de recep­
producción musical. ción y, luego, al living-room “todo uno” de los
En los años veinte todavía existían reunio­ años cincuenta. La sala, en las casas que la
nes sociales donde se hace música. Pero así se conservan, es abandonada, lo que significa
trate de reuniones mundanas como las del sa­ que su infaltable piano queda en desuso. Al
lón del siglo XIX, o de intelectuales que afec­ menos, éste ha perdido funcionalidad dentro
tan mundo, la música que habrá de escuchar­ de la casa. Quedó relegado para quien deseara
se será muy diferente de la que se escuchó en ejecutarlo en soledad o para el estudiante que
aquéllos y muy variada según los ambientes: practicara. Éstos todavía son muchos, hasta
música académica de cámara, jazz, canciones 1950.
de music-hall, o tango y aun música nativista. En el aspecto musical, la gran transforma­
Es el imperio del fox-trot en los bailes y ya no ción se produjo con la aparición, en la casa fa­
hay lugar para la alegre galopa la espiritual miliar, de los aparatos mecánicos de reproduc­
mazurca, ni para danzas figuradas de conjun­ ción de sonido. En los primeros tiempos no
to. Se está en pleno siglo XX. hubo modificación en los repertorios. Se si­
En los años ochenta, la música de salón es guió frecuentando todo aquello que en la casa
un recuerdo. No se refugiaría en otros ámbi­ se escuchaba desde 1890, del ámbito teatral y,
tos, desaparecería en su casi totalidad. I-Ian principalmente, del salón, como también lo 247
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

que le era propio pero con cambios de medios gunda y la tercera décadas del siglo, que se
y de función, a medida que empieza a correr el puede afirmar que el nativismo vive en fun­
período. ción de la música doméstica. No pueden ex­
La música de salón, por medio de danzas, plicarse de otra manera las tiradas por miles
piezas de carácter y canciones, tuvo un lugar de ejemplares de esta música, en ediciones pa­
de preeminencia, mientras existió, en la sala ra piano, si no es para ser empleada en la sala
familiar. Las danzas se habían ejecutado allí familiar. A partir de 1920 llega a conocerse en
en función del baile, pero ahora se lo hace por Buenos Aires —que es el centro de difusión ar­
el placer de la audición. Para danzar, en las tística— la música del Noroeste argentino; pero
grandes reuniones se recurre a una orquesta ésta -vidalitas, chacareras, huainos y baileci­
de baile y en las pequeñas se cuenta con el fo­ tos- entra muy poco en la sala familiar antes
nógrafo. Desde el comienzo del período hasta de los años cincuenta. Sin duda, debido a lo
los años treinta, inclusive, fue muy frecuente extraño que sonaba en los oídos del hombre
que en las salas familiares se llevaran a cabo de cultura litoraleña, habituado, desde la in­
ceremonias de casamiento, con sus fiestas co­ fancia, a la escala heptafónica y a la clara rela­
rrespondientes. Un piano, un pequeño con­ ción mayor-menor, en que estaban conforma­
junto instrumental o una orquesta de salón das aun la música tradicional y la música
proveían la música necesaria. Ésta sería de popular que frecuentaba.
teatro o sinfónica, en las marchas de entrada Las marchas también integraron el reper­
y salida; música religiosa durante la ceremo­ torio de la sala familiar. Podría suponerse que
nia -posiblemente un Ave María— y luego este tipo de obras fuese privativo de la vida
música de danza, ya que las fiestas de casa­ castrense, pero ni las bandas militares tocaban
miento eran todavía con baile. Según fuese el únicamente música militar —al menos, al co­
origen o nivel de la familia, podía aquí in­ mienzo del período- ni las marchas fueron ex­
cluirse, junto con música de salón, música po­ clusivas de ellas. Muchas fueron compuestas
pular extranjera o aquella más propia de la sa­ para el piano y dedicadas a personajes públi­
la familiar. cos que no eran militares. También se edita­
La música propia del ámbito doméstico ban para piano muchas marchas europeas y
crece ante la desaparición de la música de sa­ norteamericanas, constituyendo éste un re­
lón. Absorbe su producción, pero queda ade­ pertorio no sólo frecuentadísimo en la sala fa­
cuada al nuevo ámbito. Esto es: se va haciendo miliar sino característico de ella. Hay que se­
más popular. Así, de la extensa tanda de valses, ñalar que algunas de ellas se bailaron. Deben
pieza romántica de salón, se ha pasado al pe­ sumarse a esto las marchas patrióticas, con o
queño vals de forma simple, de ritmo acentua­ sin letra, los himnos nacionales extranjeros,
do en todos los tiempos. Abundan los pasodo­ que se ejecutaban por el placer de la audición,
bles y hay una gran expansión de la música y las marchas partidarias, algunas también ex­
nativista, para piano, guitarra y canto: perico­ tranjeras, en las que intervenían inclinaciones
nes, vidalitas y estilos, al comienzo y, más ade­ políticas. Hay que indicar que en la época de
lante, tonadas, cuecas y zambas cuyanas. Es ambas guerras mundiales se vendieron no só­
248 tanta la producción de esta música en la se­ lo piezas sino álbumes conteniendo himnos,
LA MÚSICA Y sus ÁMBITOS

marchas y canciones tradicionales y patrióti­ mayores. Está formado por pequeñas piezas
cas de los beligerantes. Todo ello lo ofrecía el de danza, de salón, todavía aquí vigentes, y
comercio musical para consumo de la sala fa­ piezas de carácter donde no faltan las mar­
miliar. También las innumerables ediciones chas de soldaditos de plomo, las canciones de
del Himno Nacional Argentino, en arreglos pa­ cuna para una muñeca, rondas, etc. También
ra piano o canto y piano, que era tradición ha­ estaban formados así muchos métodos de
cer oír en todas las casas en las fechas patrias. aprendizaje y álbumes didácticos, de aquellos
El tango hace furor en la sala familiar ya que eran destinados a que las madres, pianis­
desde antes de comenzar el período. Puede de­ tas aficionadas, guiaran a sus hijos en el piano
cirse de él lo mismo que de la música nativis­ familiar.
ta, ya que formaba parte de la llamada música Para 1950, la música en la sala, como se la
típica nacional. La inmensa producción de ha conocido, desaparece. El combinado, radio­
tangos —con o sin letra- para piano, el enorme tocadiscos, le ha jugado a muerte. Al comien­
negocio editorial, que incluía las ediciones zo de la década ha aparecido el disco de vini­
fraudulentas, indican un caso similar: la gran lo, microsurco y de larga duración. Ya no tiene
promoción del tango no estaba en los cafés, en sentido “hacer música” en el piano para entre­
los locales de baile ni en los teatros de varieda­ tener la velada, ni menos para bailar. Esto no
des, lugar este último donde se daban a cono­ significa que ha desaparecido la música en la
cer las novedades, sino en las salas familiares. casa, pero la recreación ha perdido seriedad.
Muchos compositores de allí salieron, y salvo Se ha acentuado la audición por los medios de
aquellos que componían para el espectáculo difusión, a los que se agrega la televisión, que
teatral y las orquestas típicas, todos los demás ya no es competencia de la recreación musical
lo hacían pensando en la sala familiar. Así lo sino de la misma audición. Pero por entonces
revelan las muy familiares dedicatorias. Lo hace su aparición el nativismo en círculos de
mismo debe decirse de las grabaciones fono­ alta sociedad, prestigiando las canciones de
gráficas. corte tradicional, acompañadas de guitarra.
La música descriptiva halló, en la sala fa­ Están de moda, en las casas, las guitarreadas.
miliar, su natural espacio de difusión. Si bien Mas la gran difusión de la música popular es
se encuentra dentro de la música de carácter por medio de la radio y, luego, con la apari­
propia de la segunda mitad del siglo XIX, to­ ción de las cintas grabadas en caja cerrada
davía en el primer segmento de este período se (cassette), para poner en aparatos reproducto­
escuchaban piezas como El temporal del cabo res portátiles.
de Hornos, escenas de cacería o cargas de caba­ Al cerrar el período, en los años ochenta, la
llería, que hacían las delicias del auditorio in­ sala ha desaparecido y la recreación musical
fantil. doméstica es mínima, ante la facilidad de ob­
Hay también un repertorio pianístico in­ tener todo tipo de música con sólo oprimir
fantil, pensado para enriquecer la música do­ una tecla. Como en la calle, en comercios y
méstica, para ser ejecutado por niños, tanto medios de transporte, se sufre la invasión de
para su recreación como para dominar la téc­ música comercial, quizá la gente desee estar en
nica del instrumento, y para satisfacer a los su casa en silencio. 249
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Banda de música en una calle de San Rafael, Mendoza. 1915. luan Pi. Fotografías. 1903-1933.

LA CALLE gente circulaba por la calle, donde especial­


mente estaba la fiesta.
El período comienza en plena época de Todas las reuniones fueron con música,
entrecentenaríos, cuando todavía se vive el pues nada se hacía sin ella. En las exposiciones
ambiente del centenario patrio de 1810, que había sala de concierto, pero también había
marcó un apogeo para la Argentina. El bulli­ orquestas y bandas al aire libre. De manera
cio de esas fiestas fue enorme, considerando la que recrear las fiestas del Centenario es pensar
cantidad y vastedad de las exposiciones y los en música constante. Éste es, en la calle, el am­
congresos internacionales, que tuvieron lugar biente que abre el período; lo cierra uno muy
diseminados por todo Buenos Aires, y las distante y diferente.
inauguraciones y los actos patrióticos llevados En los años de la seglmda década del siglo
a cabo en pueblos del interior del país, a lo )O(, había música que provenía de bandas que
largo de todo el año. También hubo fiestas, circulaban por las calles o estaban ubicadas en
concursos, actos académicos, conferencias y algún punto, ofreciendo su repertorio. Aquí
conciertos, todo ello de nivel internacional, hay que señalar la creación de bandas provin­
además de las visitas y delegaciones extranje­ ciales o municipales, que actuaban al aire li­
ras. La asistencia a todas las manifestaciones bre, en todas las poblaciones de importancia
250 era masiva y, sobre todo en Buenos Aires, la del país. El repertorio de estas bandas fue
LA MÚSICA Y SUS ÁMBITOS

cambiando con los años, pero siempre se eli­ y la flauta de Pan característica del afilador, que
gió un programa variado, de música sinfónica mantiene su vigencia de siempre. Ahora, este
-aun de ópera-, sin solista y las más de las ve­ instrumento comienza a ser de material plásti­
ces, ligera. Constituyó un gran medio de difu­ co y ha desaparecido una verdadera afición fi­
sión de la música académica. Figuras muy re­ larmónica: antes, cada cual que empujaba el
levantes en la dirección de estas agrupaciones, aparato en equilibrio, difundia su propia melo­
como Enrique Casella en la Banda Provincial día, como característica. Los posteriores, cami­
de Tucumán o Iosé María Castro en la Banda nando junto a una bicicleta, dejan escuchar só­
Sinfónica Municipal de la Ciudad de Buenos lo los sonidos del instrumento.
Aires, señalan la importancia que tuvieron. Sin embargo, a la calle siguen llegando ma­
Distintas expresiones callejeras del perío­ nifestaciones musicales, que ésta adopta o
do llegaron hasta los años cincuenta, pero no transforma, como se ha visto al estudiar el pe­
pasaron de 1960. Para entonces, la calle se ríodo anterior. Si, en aquel momento, la difu­
transforma. Algo semejante se ha visto para sión era del teatro a la calle y lo fue todavía al
esa misma época en la música de iglesia y en la comenzar el período, a partir de los años trein­
música doméstica. Parece manifestarse enton­ ta lo será por otros medios, ahora de alcance
ces un cambio muy importante en usos y cos­ masivo: la radio y, a partir de los años cin­
tumbres en la sociedad; al menos, en las gran­ cuenta, la televisión. Lo adoptado, la calle lo
des ciudades. La imagen de la calle cambia canta, lo silba y tararea, hasta el abuso. Serán
rápidamente, con la desaparición de los carros tangos, canciones españolas de cuplé, cancio­
de transporte, los carritos de reparto, los tran­ nes internacionales francesas e italianas, cari­
vías, los directores de tránsito en sus garitas, beñas o cariocas. Si en el comienzo del perío­
los refugios peatonales, el adoquinado de ma­ do todavía se escuchaba La morocha, luego
dera, etc. Con ellos se van los pregoneros, tan­ fueron Cara sucia, Mamma, La violetera o El
to de carrito a caballo como de mano y aun de niño de las monjas. En los años cuarenta, lle­
cesta al brazo: el que ofrece flores, el que ven­ garán La ola marina o Se acabó el jabón, y ha­
de frutas, el tachero, el paragüero, el plumere­ cia 1950, la gente silba La raspa y Mama Inés.
ro, el diariero que reparte y vocea... La calle Enseguida será el turno de Luna, lunera,
pierde los tranvías con sus campanas, y a los Baión de Ana y, sobre todo, La cafetera. La ca­
últimos organilleros. Todo queda reemplaza­ lle ha de repetir uno o dos versos de la letra,
do por las bocinas eléctricas del transporte au­ con la melodía correspondiente y más carac­
tomóvil, cada vez más nutrido y más raudo, terística, simplificada si presenta complejidad
que se desplaza por avenidas de un solo senti­ rítmica. En los sesenta serán Para abril o para
do de circulación, ordenadas por semáforos mayo y La felicidad; en los setenta, Tiritando y
automáticos. El Orangután.
De los instrumentos musicales en uso por Hubo también alguna marcha política que
los vendedores ambulantes, con función de lla­ pasó a ser canción de cancha de fútbol, un es­
mada, se oyen para esta época los últimos cor­ pacio adscripto a la calle, y a la inversa, alguna
neteos de los maniseros, la Campanilla del ven­ canción de tribuna pasó a ser marcha política.
dedor de manzanas confitadas y maíz saltado, Los cambios en la letra fueron obligados. 251
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

cipales. Si algunos lo consideraban un trastor­


no, otros lo percibían como el bullicio de una
fiesta, que quebraba la quietud pueblerina.
El altoparlante fue el medio para difundir
a volumen, desde los años treinta, la música en
la calle. De él se valían los actos de fe y los ac­
tos políticos. Empleaban bocinas instaladas en
las calles o plazas, y en el techo de los furgones
que circulaban por las arterias. También llega­
ba a la calle la música que difundían, por este
medio, los clubes sociales, en las tardes y no­
ches de los sábados y domingos, sobre todo en
los días de verano. En las noches de carnaval,
la música de los clubes se oía por las calles de
todas las poblaciones del país, con tango y fox­
trot por tandas, en los años cincuenta, y músi­
ca tropical, con posterioridad.
Todo esto, en su conjunto, significó una
agresión auditiva, que lejos de desaparecer ha­
cia el fin del período, en favor de consideracio­
nes de defensa del medio ambiente -tan de
Organillero en una calle porteña a principios de siglo.
H. G. Olds. moda-, se empeoró, con las características de
una contaminación sonora. La guerra de los
A partir de los años cincuenta, las casas de sellos discográficos y empresas distribuidoras
música, que entonces eran vendedoras de dis­ de música impresa llevó la música grabada a la
cos de larga duración y de aparatos reproduc­ calle y a los espacios públicos, por medio de
tores, atraían la atención de la calle difundien­ parlantes de capacidad de volumen creciente.
do música desde la puerta. Allí, el transeúnte se El retumbar constante de un acompañamien­
detendría a escuchar, como lo había hecho, dé­ to rítmico producido por un artefacto electró­
cadas antes, junto a las bandas que anunciaban nico, que al espíritu sensible semeja el movi­
remates, espectáculos y diversiones. Había ca­ miento circular de una máquina eléctrica,
sas que transmitían música popular y otras, re­ ahoga, por la fuerza, la melodía que podría
pertorio académico. Los oyentes eran bien dis­ oponerle la flauta del afilador, o el sonido de la
tintos, pero gozaban un rato de la música de su Campanilla de un viejito vendedor de confitu­
preferencia antes de seguir su camino. En los ras, o la campana de una iglesia que toca el
pueblos fueron muy comunes, por entonces, Angelus. Pero esa manifestación sonora tarn—
las propaladoras que transmitían música popu­ bién ahoga el deseo de expresión de aquel que,
lar y avisos publicitarios a horas centrales del caminando por la calle, quisiera tararear una
día, por altoparlantes distribuidos en las calles melodía de ópera, silbar unos compase de tan­
centrales. Era un recurso para las arcas muni­ go o canturrear unos versos de zamba.
LA MÚSICA Y sus AMBITOS

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Referida a los ámbitos en los cuales tuvie­ Alberto Williams hasta los que cierran el pe­
ron lugar manifestaciones musicales que le ríodo. También se caracterizan por tratar de
eran propias, no hay bibliografía que los estu­ imponerse por la fuerza del número, en gru­
die en general. Del ámbito del teatro hay que pos, asociaciones y cenáculos, que se iniciaban
señalar algunos trabajos que fueron dedicados al amparo de un manifiesto. Las especulacio­
a salas determinadas. Historian el estableci­ nes, críticas y propagandas aparecieron en en­
miento del local, señalan temporadas musica­ trevistas personales —sobre todo—, que vieron
les, elencos y actuaciones, con amplias refe­ la luz en numerosas publicaciones periódicas,
rencias documentales. Para los primeros pero también en artículos y en algún libro, no
sesenta años del Teatro Colón de Buenos Aires como trabajos de historiografía, aun en los ca­
es fuente ineludible la obra de ROBERTO CAA­ sos en que sus autores hubieran pretendido
MAÑO, La historia del Teatro Colón (1908­ ofrecer un panorama abarcativo que tomara
1968), cuatro volúmenes, Buenos Aires, 1969. desde un cierto pasado hasta su momento
Más próximos son los libros de CESAR A. D1­ contemporáneo. También aquí deben ubicarse
LLON y IUAN ANDRES SALA, El teatro musical de los trabajos de índole técnica.
Buenos Aires. Teatro Doria. Teatro Marconi, Se han publicado varios libros dedicados
Buenos Aires, 1997, y El teatro musical de Bue­ exclusivamente a un músico compositor. En
nos Aires. Teatro Coliseo 1907-1937 / 1961­ ellos se ofrecen datos biográficos y se hace un
1998, Buenos Aires, 1999. listado comentado de sus obras (ocasión del
Con relación a la música académica argen­ estreno, etc.). Por excepción, hay en ellos aná­
tina, de rica producción en el período, no hay lisis técnico-musical. Cabe recordar, corres­
trabajo abarcativo de todo el siglo. Panoramas pondientes al período, los siguientes trabajos:
parciales se encuentran en: MARIO GARCIA NICOLAS I. LAMURAGLIA, Athos Palma. Vida —
ACEVEDO, La música argentina contemporánea, Arte — Educación, Buenos Aires, 1954; RODOL­
Buenos Aires, 1963, que toma la música del si­ FO ARIZAGA, [uan lose’ Castro, Buenos Aires,
glo XX hasta la fecha del colofón; y JUAN MA­ 1963; ABRAHAM IURAFSKY, Carlos López Buchar­
RIA VENIARD, La música nacional argentina ( In­ do, Buenos Aires, 1966; POLA SUAREZ URTUBEY,
fluencia de la música criolla tradicional en la Alberto Ginastera, Buenos Aires, 1967; de la
música académica argentina: relevamiento de misma autora, Alberto Ginastera en cinco movi­
datos históricos para su estudio), Buenos Aires, mientos, Buenos Aires, 1972; CARLOTA BOERO
1986, trabajo que toma el aspecto del título en DE IZETA, Felipe Boero, Buenos Aires, 1978; JOR­
la producción nacional hasta 1965. GE O. PICKENHAYN, Alberto Williams, Buenos
Ninguna otra época en la historia de la Aires, 1979; del mismo autor, Luis Gianneo,
música de Occidente ha estado tan llena de Buenos Aires, 1980. Como fuente documental,
justificaciones respecto de la propia produc­ están las memorias de HECTOR PANIZZA, Medio
ción, como la de este siglo. Actitud que provie­ siglo de vida musical, Buenos Aires, 1952, y CO­
ne del romanticismo pero a la que quizá nin­ MISIÓN NACIONAL DE CULTURA, Antología de
gún músico argentino estuvo ajeno: desde compositores de la Argentina, once volúmenes y 253
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

fascículos, Buenos Aires, 1941-1946, en aque­ clopedia de la música argentina, Buenos Aires,
llos autores que corresponden al período. Va­ 1971; de ROBERTO GARCIA MORILLO, Estudios
rios de estos compositores biografiados tienen sobre la música argentina, Buenos Aires, 1984 y
actividad en el período anterior, de modo tal de los ensayos autobiográficos de JUAN CARLOS
que algunas publicaciones referidas en la PAZ. En el caso de los dos primeros, presentan
orientación bibliográfica del capítulo 47 de la un real aporte en aquellos aspectos que hacen
tercera parte de esta obra (véase su tomo sex­ a la música que les fue contemporánea, que
to) alcanzan también este período (es el caso ellos conocieron directamente. En esto y en
de los libros del autor de este capítulo dedica­ cuanto a sus juicios, tienen valor de documen­
dos a Eduardo García Mansilla y Arturo Berut­ to de época. Lo mismo vale para los trabajos
ti, allí citados). También debe llamarse la aten­ de Paz, que forman parte de la literatura de
ción respecto de que la mayoría son ediciones justificación.
oficiales y que éstas no pasan del año 1980, sal­ En lo referido a la música popular urbana,
vo estos dos últimos libros, ediciones respecti­ que usufructuó varios de los ámbitos señala­
vamente de 1986 y 1988. dos, hay infinidad de trabajos de todo tipo que
Alg1mas otras obras publicadas en el pe­ se ocupan con exclusividad de un solo tema: el
ríodo y debidas a músicos compositores que­ tango. En realidad, son trabajos alrededor del
dan comprendidas entre las señaladas ante­ tango: letras, lugares, conjuntos, intérpretes,
riormente como de referencia documental. grabaciones, etc., todos hechos con más amor
Tales son los casos de RODOLFO ARIZAGA, Enci­ que rigor y, en todo caso, fragmentarios.

254
64. EL CINE

Agustín Netfert

A diferencia de otras cinematografías lati­ Mario Gallo, quien realizó varias películas bre­
noamericanas, la argentina reconoce una tra­ ves sobre temas históricos: La revolución de
dición fílmica que se liga cronológicamente Mayo, El fusilamiento de Dorrego, La batalla de
con el mismo nacimiento del cine. La primera Maipú, El combate de San Lorenzo, La creación
función pública en Buenos Aires se realizó el del Himno Nacional.
18 de julio de 1896, apenas seis meses después Paralelamente, inicia su labor el distribui­
de la presentación del invento en París por los dor Iulio R. Alsina, quien en 1909 construyó
hermanos Lumiere. la primera galería de filmación. Otro pionero
Resumir setenta años de historia de cine no fue Federico Valle, que creó el noticiero Film
es fácil. El enfoque obligado es una visión pano­ Revista Valle e inventó un sistema para subti­
rámica, con breves detenciones sobre los perío­ tular películas. Pampa Film, fundada en 1914,
dos más fructíferos o los episodios que signifi­ produjo sucesivamente Amalia (1914), Ma­
caron un cambio de rumbo. Los documentos riano Moreno y la Revolución de Mayo (1915),
más valiosos son las películas. Pero como el ci­ dirigidas por Enrique García Velloso, y Noble­
ne es un sistema y una realidad dinámicos, no za gaucha (1915). Amalia es una versión de la
pueden soslayarse los aspectos industriales, novela de Iosé Mármol, cuyos personajes fue­
comerciales y socioculturales, además de los ron asumidos por miembros de la aristocracia
estéticos. porteña como una manera de legitimar el
producto.
Nobleza gaucha es un hito del cine mudo.
EL CINE MUDO Fue dirigida por Humberto Cairo con la cola­
boración de los fotógrafos Eduardo Martínez
La bandera argentina, un rollo de diecisiete de la Pera y Ernesto Gunche. Se exhibió en
metros filmado en 1897 por Eugenio Py, mar­ veinte salas de Buenos Aires, en países limítro­
có el nacimiento del cine argentino. En 1902, fes y en España. Su éxito movilizó a la inci­
Eugenio Cardini rodó un rudimentario ensayo piente industria y fructificó en un centenar de
de cine argumental titulado Escenas callejeras. títulos hasta mediados de los años veinte. En­
El género de ficción fue retomado en 1909 por tre otros, El último malón (1916), de Alcides 255
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Greca, que recreó una rebelión de 1904 de los lo Cosimi, Edmo Cominetti, Iulio Irigoyen,
indios mocovíes de San Javier, en Santa Fe. Ese Quirino Cristiani, José A. Ferreyra, Leopoldo
mismo año, Atilio Lippizi dirigió Resaca, con Torres Ríos y Luis I. Moglia Barth. Cosimi vi­
Camila Quiroga, Luis Arata y la niña Eva no de Italia, comenzó como actor y accedió a
Franco, y al año siguiente, Federación o muer­ la dirección en 1922 con El remanso. Cominet­
te, versión del folletín rosista que Gustavo Ca­ ti se inició en 1920 y adquirió trascendencia
raballo publicaba en la revista PBT. con Bajo la mirada de Dios (1926), y La borra­
Otros títulos de esta época fueron Hasta chera del tango (1928). Irigoyen prefirió los te­
después de muerta (1916), escrita, actuada y mas melodramáticos y, en ocasiones, sensacio­
dirigida por Florencio Parravicini; Flor de du­ nalistas, como La casa del placer (1928).
razno (1917), de Francisco Defilippis Novoa, El caricaturista Quirino Cristiani dirigió
sobre la novela de Hugo Wast, con Carlos Gar­ el primer largometraje de dibujos animados
del en su debut en el cine; El mentir de los de­ registrado en la historia mundial. Su título
más (1919) y Escándalo a medianoche (1923), fue El apóstol, una sátira a Hipólito Yrigoyen
dirigidas por Roberto Guidi, uno de los pri­ estrenada en 1917. Cristiani trabajó con el di­
meros intelectuales preocupados por el len­ bujante Diógenes Taborda y el guionista Al­
guaje del cine y el sustento literario de las pe­ fonso de Laferrere, ligado al pensamiento na­
lículas. El cine testimonial tuvo su expresión cionalista. Se confeccionaron 58.000 dibujos
en ¡uan Sin Ropa (1920), de Georges Benoit, para los 1.700 metros de celuloide impresos.
con Camila y Héctor Quiroga, sobre un guión En 1930 reincidió en la sátira antiyrigoyenista
de Iosé González Castillo, que recrea las luchas con Peludópolis.
obreras en Buenos Aires durante la Semana Iosé A. Ferreyra (1889-1943) fue el primer
Trágica de 1919. hombre con mentalidad de cine. Era mestizo,
Nobleza gaucha planteó la dicotomía carn­ estudió música y pintura y trabajó como esce­
po-ciudad, una cuestión que perduró durante nógrafo. Improvisándose guionista y director,
el período mudo y luego fue traspolada con realizó Una noche de garufa (1915), EI tango de
tintes tangueros en la relación barrio-centro. la muerte (1917), Buenos Aires, ciudad de en­
Quien mejor desarrolló ese tema fue José A. sueño (1922), El organito de la tarde (1925) y El
Ferreyra, particularmente en De vuelta al pago cantor de mi ciudad (1930). En 1931 dirigió
y Campo ajuera, de 1919, y en Perdón, viejita Muñequitas porteños, primer filme sonoro y
( 1927). hablado por el sistema Vitaphone (discos), es­
Los temas más recurridos eran la historia, trenado el 7 de agosto de 1931, cuyo tema era
Buenos Aires, el campo, el tango y el melodra­ un emergente del melodrama de barrio: una
ma, que se vislumbraba en los mismos títulos. joven seducida por un forastero y, finalmente,
Por caso, La cieguita de la avenida Alvear restituida a su hogar.
(1924), de Julio Irigoyen, La vendedora de Ha­ Sus fuentes de inspiración fueron el folle­
rrods (1918), de Defelippis Novoa, y La costure­ tín, los temas del tango y las historias sencillas
rita que dio aquel mal paso (1926), de Ferreyra. de la ciudad y los barrios. Bohemio e intuitivo,
Los últimos años del cine mudo argentino le gustaba improvisar en el set. Inclusive halló
256 estuvieron animados por directores como Ne­ un recurso que luego Hollywood usó en sus
EL CINE

l Un pasaje de Amalia, versión sonora de 1936.

comedias musicales: cortar un diálogo en ple­ EL CINE ARGENTINO COMIENZA


na situación romántica o dramática y trans­ A “HABLAR”
formarlo en canción. En su caso, un tango.
Un heredero del cine de Ferreyra fue Leo­ A fines de los años veinte, el cine argenti­
poldo Torres Ríos (1899- 1960). En 1920 escri­ no mudo languidecía sin haber logrado con­
bió el guión de Palomas rubias, donde enfocó solidar una industria, mientras se observaba el
el ambiente estudiantil y vertió uno de los ras­ arribo de las primeras películas sonoras pro­
gos de su personalidad: el humor. A partir de cedentes de los Estados Unidos. En septiembre
este filme nació una estrecha colaboración en­ de 1931 se estrenó Luces de Buenos Aires, con
tre ambos, que se prolongó en La guacha Carlos Gardel.
(1921) y La muchacha del arrabal (1922). La El 27 de abril de 1933 se estrenó Tango,
opera prima de Torres Ríos fue El puñal del primera película nacional sonora y parlante
mazorquero (1923), basado en un relato de (con sonido óptico), dirigida por Luis I. Mo­
Iuana M. Gorriti. Algtmos años más tarde rea­ glia Barth e interpretada por una legión de fi­
lizaría dos de sus mejores filmes: La vuelta al guras del teatro y la música popular, como
nido (1938), con Iosé Gola y Amelia Bence, y Luis Sandrini, Pepe Arias, Tita Merello, Azuce­
Pelota de trapo (1948), un ejemplo de sencillez na Maizani, Mercedes Simone, Libertad La­
narrativa. marque y Alberto Gómez, el galán cantor. 257
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

estrenada en mayo de 1939. Su trama se orga­


nizó sobre la actuación de Luis Sandrini, en el
primer personaje bien caracterizado que se vio
en el cine argentino. La dirección estuvo a car­
go de Susini, con el apoyo de Francisco Mugi­
ca, del fotógrafo norteamericano Iohn Alton y
del montajista húngaro Lazlo Kish, contrata­
dos para capacitar a los técnicos argentinos.
El éxito de esos filmes consolidó a ambas
empresas. Sono Film completó su triada con
Dancing (1933) y Riachuelo (1934), dirigidas
por Moglia Barth. Protagonizada por Sandrini
y Alfredo Camiña, Riachuelo narra las histo­
rias paralelas de Berretín y Remanso, margi­
nales recuperados por el amor. Pese a sus re­
servas, Ferreyra se integró a los estudios,
donde dirigió el ciclo melodramático-tangue­
ro que convirtió a Libertad Lamarque en la
“novia de América”. De esa época son Ayúda­
me a vivir (1936), Besos brujos (1937) y La ley
que olvidaron (1937).
Zully Moreno y Arturo de Córdova, protagonistas de Dios
se Io pague, 1948.

Con el sonoro, la gente sintió el impacto de SURGEN NUEVOS DIRECTORES

un cine que hablaba su lenguaje. El año 1933


señala el inicio de una organización industrial La consolidación de la industria del cine
con la fundación de las productoras Argentina produjo, a su vez, el surgimiento de nuevos di­
Sono Film y Lumiton. La primera por inician"­ rectores, como Manuel Romero, Mario Soflici,
va de Ángel Mentasti en sociedad con Julián Luis Saslavsky, Alberto de Zavalía, Daniel Ti­
Ramos y Roberto Favré. Luego se sumaron los nayre, Luis César Amadori, Francisco Mugica,
hijos de Mentasti, Luis Ángel y Atilio, que en Lucas Demare, Carlos Hugo Christensen y
1937 se hicieron cargo de la empresa. La se­ Hugo Fregonese.
gunda, a instancias de César Guerrico, Luis Manuel Romero (1891-1954) fue una fi­
Romero Carranza, Enrique Susini y Miguel gura típica de ese cine algo bohemio y popu­
Mugica, médicos y técnicos en comunicación lar. Una de sus virtudes fue el sentido del rit­
radial. Trajeron equipos de los Estados Unidos mo; también la caracterización de tipos
y construyeron un estudio de cine a la manera humanos. Dirigió Don Quijote del altillo
de Hollywood en dos manzanas de Munro. (1936); Los muchachos de antes no usaban go­
Argentina Sono Film produjo Tango y Lu­ mina (1937), con Florencio Parravicini y Me­
258 miton, Los tres berretines (tango, fútbol, cine), cha Ortiz; La muchachada de a bordo (1936),
EL CINE

con Sandrini y Tito Lusiardo; Fuera de Ia ley


(1937), policial con Iosé Gola; Tres anclados en
París (1938), con Parravicini, Hugo Del Carril
y Lusiardo; La rubia del camino (1938), con
Paulina Singerman en el papel de una millo­
naria caprichosa, domesticada por el amor de
un camionero; Divorcio en Montevideo (1939),
con Niní Marshall y Enrique Serrano, la pri­
mera de una serie de tres películas con la mis­
ma pareja cómica, completada con Casamien­
to en Buenos Aires (1939) y Luna de miel en Río
(1940).
Mario Soffici (1900-1977) provenía del
teatro y comenzó trabajando en cine como
actor. Dirigió 42 películas y se caracterizó por
su solidez moral e intelectual. En Alma de
bandoneón (1935) trató un tema entonces ca­
ro al teatro rioplatense: el hijo que engaña al
padre campesino para dedicarse al tango en
lugar de estudiar. Viento Norte (1937) marcó
el comienzo de su ciclo de denuncia social,
Cine de barrio en los años 40. Estampa de Luis I. M.
que se prolongó con Kilómetro 111 (1938, los Medrano. la Nación, Cien años de vida cotidiana.
agricultores expoliados por los acopiadores),
El viejo doctor (1938, la transformación de la (1938), con Pepe Arias, y Soñar no cuesta nada
medicina en negocio privado), Prisioneros de (1941), con las mellizas Legrand, que explota
la tierra (1939, la explotación en los yerbata­ los equívocos derivados de su semejanza.
les) y Héroes sin fama (1940, la lucha del pe­ Luis Saslavsky (1908-1994) fue crítico de
riodismo contra el fraude y la intimidación cine, novelista, guionista y director. Trabajó en
política de los años treinta). También dirigió la Argentina, los Estados Unidos, Francia y Es­
Tres hombres del río (1942), con Juan I. Mí­ paña. Por su preocupación estética fue catalo­
guez y Agustín Irusta; La pródiga (1945), con gado de “intelectual”. Realizó La fuga (1937),
Eva Duarte, no estrenada en razón del rango drama policial protagonizado por Tita Mere­
obtenido luego por la protagonista; y Rosaura llo y Francisco Petrone; Puerta cerrada (1939),
a las diez (1957), sobre la novela de Marco con Libertad Lamarque; Historia de una noche
Denevi. (1941), adaptación de una pieza de Leo Pe­
Luis César Amadori (1905-1977) abando­ rutz, con Pedro López Lagar, y La dama duen­
nó sus estudios de medicina para dedicarse al de (1945), con Delia Garcés.
teatro y al cine. Alcanzó notoriedad por Dios Francisco Mugica (1907-1985) fue res­
se lo pague (1948), con Zully Moreno y Arturo ponsable de dos clásicos: Así es la vida (1939),
de Córdova. Otros títulos son Maestro Levita con Enrique Muiño, Elías Alippi, Arturo Gar­ 259
LA DIMENSIÓN CIENTÏHCA Y CULTURAL

cía Buhr y Sabina Olmos, que refleja la evolu­ Se formaron binomios de guionistas (Ho­
ción de una familia arquetípica de padres in­ mero Manzi-Hugo MacDougall, Manzi-Ulises
migrantes e hijos nacidos en el país; y Los mar­ Petit de Murat, Enrique y Armando Discépo­
tes, orquídeas (1941), con Mirtha Legrand, que lo, Carlos Olivari-Sixto Pondal Ríos), se creó
introdujo el subgénero de la “comedia blanca”. la Academia de Artes y Ciencias Cinematográ­
Lucas Demare (1891-1981) adquirió noto­ flcas a semejanza de la Academia de Holly­
riedad con La guerra gaucha (1942), interpre­ wood y desde 1940 se recrearon obras de la li­
tada por Enrique Muiño, Angel Magaña, teratura universal con la idea de captar a otros
Francisco Petrone y Amelia Bence, que impu­ públicos, sin advertir que con ello se contribu­
so el “cine épico”. Luego realizó Su mejor yó a despojar al cine argentino de su fisono­
alumno (1944), con una interpretación me­ mía. Paralelamente se produjo una “explo­
morable de Muiño, y Los isleros (1951), sobre sión” de estudios cinematográficos. En 1940
las condiciones de vida en las islas del Paraná, existían once estudios en pleno funciona­
con Tita Merello y García Buhr. miento, con veintinueve galerías de filmación.
Nacido en Francia, Daniel Tinayre (1915­ Argentina Sono Film se “alimento” con fi­
I994) comenzó en los estudios de cine de guras del teatro y el Cancionero popular y el
Ioinville, pero desarrolló su carrera en la Ar­ aporte de directores como Moglia Barth, Ama­
gentina, donde se casó con Mirtha Legrand. dori, Sóffici, Saslavsky y Tinayre. Lumiton se de­
Su primer filme fue Bajo la Santa Federación dicó a la producción de películas de bajo costo.
(1935). Con Sombras porteñas (1936) despun­ De la mano de Romero y Mugica, lanzó figuras
tó su afición por el policial mezclado con al­ que adquirirían luz de estrellas, como Mecha
guna dosis de sexo. En 1937 realizó Mateo, Ortiz, Mirtha Legrand, Olga Zubarry y Paulina
atenta y cuidada adaptación del grotesco de Singerman. En 1940, Lumiton contrató por cin­
Armando Discépolo. co años a Carlos Hugo Christensen, quien ese
año y con 21 de edad, dirigió El inglés de los güe­
sos, sobre la novela de Benito Lynch. Pampa
LA ERA DE LOS ESTUDIOS Film, empresa fundada en 1937 por Olegario
Ferrando, produjo La fitga y Prisioneros de Ia tie­
La Argentina era el país de mayor desarro­ rra, y se introdujo en el mercado hispanopar­
llo entre los hispanoparlantes. Este hecho, su­ lante con Chingolo (1940), de Demare. Los Estu­
mado a la inexistencia de producciones en los dios San Miguel, creados en 1940 por los
restantes países —salvo México- y la necesidad hermanos Narciso y Miguel Machinandiarena,
de abastecerlos de películas habladas en caste­ incorporaron a actores españoles exiliados,
llano, hizo posible la expansión del cine argen­ adaptaron obras literarias y en 1949 proporcio­
tino. Fue la “época de oro”, que se extendió naron a Del Can-il los recursos para su
hasta 1942. Pero en 1943 comenzó una decli­ primer filme: Historia del 900. En 1952 produje­
nación que ya no fue posible revertir, a pesar ron Las aguas bajan turbios, del mismo director.
de algunos éxitos individuales y períodos de Los Estudios Baires fueron fundados en 1938
sospechoso florecimiento, como los que van por de Eduardo Bedoya, entonces subdirector
260 de 1948 a 1951 yde 1954 a 1955. del diario Crítica, con galerías construidas en
EL CINE

Don Torcuato. En 1941, con equipos traídos Hugo Del Carril, sobre la novela El río oscuro,
desde Hollywood, se rodó en ellos el policial Úl­ de Alfredo Varela, que trata de la explotación
timo rqiugio, de Iohn Reinhart, con Mecha Ortíz de los mensúes en los yerbatales misioneros;
y López Lagar. En 1969, Luis Repetto, sobrino de Los isleros (1951), de Demare; Iuvenilia (1943),
Bedoya, se asoció a Héctor Olivera y Femando de Augusto Vatteone; Almafuerte (1949), con
Ayala para constituir Baires Films S.A. Narciso Ibáñez Menta, y Nacha Regules
Por su parte, Artistas Argentinos Asociados (1950), de Amadori, con Zully Moreno y Ar­
fue una productora cooperativa creada en 1942 turo de Córdova.
por actores y técnicos que solían reunirse en el Tres géneros alcanzaron popularidad en el
bar Ateneo. Sus primeros miembros fueron país: la comedia, el melodrama romántico y el
Alippi, Muiño, Petrone, Magaña y Demare. policial. Los títulos más destacados del género
Luego hicieron causa común Petit de Murat, policial de esos años son Con el dedo en el ga­
Manzi, el productor Enrique Faustin, el fotó­ tillo (1940), de Moglia Barth; El muerto falta a
grafo Bob Roberts, el escenógrafo Ralph Pa­ la cita (1944), de Pierre Chenal; A sangre fría
pier, el montajista Carlos Rinaldi y los directo­ (1947), de Tinayre; Apenas un delincuente
res Hugo Fregonese y Rubén Cavallotti. Su (1949), de Fregonese; Morir en su ley (1949),
primer proyecto fue La guerra gaucha, pero el de Romero; La muerte camina en la lluvia
rodaje se postergó algunos meses por la enfer­ (1948), La trampa (1949), Si muero antes de
medad de Alippi. El filme alternativo fue El vie­ despertar (1952) y No abras nunca esa puerta
jo Hacha, con Muiño, Petrone y Nury Montse. (1952), de Carlos Hugo Christensen; La bestia
En 1942, el 35 por ciento de las películas debe morir (1952) y El vampiro negro (1953),
exhibidas en América del Sur y Central prove­ de Román Viñoly Barreto.
nía de la Argentina. Eso significaba una com­ En 1943, Christensen realizó Safo, historia
petencia para Hollywood, que aprovechó la de una pasión, con Mecha Ortiz y Roberto Es­
neutralidad del país en la Segunda Guerra calada, que inauguró el cine erótico. Dos años
Mundial para quebrarla. El recurso utilizado después retomó el mismo modelo y a su pare­
fue limitar la entrega de película virgen y favo­ ja protagónica en El canto del cisne. Otras pe­
recer al cine mexicano. La producción nacional lículas dirigidas antes de radicarse en el Brasil
descendió de 57 filmes en 1942 a 36 en 1943, son El ángel desnudo (1946) y Los pulpos
mientras que la mexicana creció en igual pe­ (1947), con Roberto Escalada y Olga Zubarry.
ríodo de 47 a 70. Una de las consecuencias fue En 1949 se creó la Cinemateca Argentina
la pérdida del mercado hispanoparlante. Este por iniciativa de Elías Lapzeson, Rolando Fus­
cuadro se agravó con el exilio voluntario o for­ tiñana y León Klimovsky, a partir del prirniti­
zoso de actores, directores y guionistas. Tales vo archivo del Club Gente de Cine. En 1967
fueron los casos de Petrone, Lamarque, Petit de fue transformada en Fundación. Cuatro años
Murat, Saslavsky, Christensen, López Lagar, después fue creado el Museo Municipal de Ci­
Niní Marshall, Delia Garcés, García Buhr, Fre­ ne “Pablo C. Ducrós Hicken”, de la ciudad de
gonese, Fernando Lamas y Carlos Thompson. Buenos Aires. Ambas instituciones están dedi­
Algunos hitos del cine argentino de esos cadas a la tarea de preservar y difundir la cul­
años son Las aguas bajan turbias (1952), de tura cinematográfica.
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

similar a la de la prensa, un régimen de pre­


mios y la obligatoriedad de la exhibición.
Los mejores directores del cine anterior a
1955 (Saslavsky, Soffici, Demare, Torres Ríos,
Del Carril) no lograron mantener su nivel. Del
Carril ensayó una continuidad con Más allá
del olvido (1956), Una cita con la vida (1958) y
Las tierras blancas (1959), pero cuando quiso
ser más trascendente, no supo encauzar su
preocupación testimonial. Lo mismo ocurrió
con Esta tierra es mía (1961), sobre los algodo­
neros del Chaco.
Demare es quizás el caso más lamentable.
Primero por sus críticas convencionales al pe­
ronismo (Después del silencio, 1956), y luego
con los “grandes temas” que empequeñeció
porque ya no era el director que supo identifi­
carse con sus héroes. Detrás de un largo muro
(1957) parcializa el fenómeno de las villas mi­
serias; Zafra (1959) y Plaza Huincul (1960) de­
El nuevo edificio del cine Ópera, una de las salas de
espectáculos más característica de la calle Corrientes.
notan un desconocimiento de la realidad. Só­
inaugurado en 1936. La Nación. La Argentina del siglo XX. lo Hijo de hombre (1961) logra un nivel
cercano al de sus mejores filmes, aunque su re­
EL CINE ARGENTINO DESPUÉS DE 1955 tórica de la heroicidad despojó a los persona­
jes de su significación.
Apenas producida la caída de Perón, el ci­ El más auténtico de ese grupo fue Leopoldo
ne se paralizó. En 1956 se rodaron sólo doce Torres Ríos. Edad dificil (1956) y Demasiado jó­
filmes; el nivel más bajo desde 1934. Perdieron venes (1958), con Bárbara Mujica y Oscar Rovi­
vigencia la protección industrial y la obligato­ to, abordan el universo de los jóvenes, mientras
riedad de exhibición establecidas por la ley que Aquello que amamos (1959) transmite una
12.999 y hubo piedra libre para importar pelí­ imagen auténtica de su época. Un caso especial
culas extranjeras. Ciertas figuras que gozaron es Tinayre, un apasionado por la técnica y el
de beneficios salieron de circulación, algunos policial, aunque también cultivó con eficacia la
exiliados regresaron con la idea de ocupar los comedia; por ejemplo, La vendedora de fanta­
espacios que perdieron al irse y otros sirnple­ sías (1950). En 1960 inauguró el género pica­
mente amagaron un eclipse para continuar resco con La cigarra no es un bicho, que satirizó
haciendo el mismo cine. En 1956 se creó el los hábitos sexuales de los porteños.
Instituto Nacional de Cinematografía y al año Mientras las crisis políticas fueron sosla­
siguiente se sancionó el decreto 62/57, que es­ yando la salida electoral, que finalmente se
262 tipuló para el cine una libertad de expresión produjo en 1958, Fernando Ayala y Leopoldo
EL CINE

Torre Nilsson comenzaron a tomar la posta


que dejaban sus predecesores y lo hicieron
desde una perspectiva cultural distinta.
Ayala (1920-1998) abandonó sus estudios
de abogacía para dedicarse al cine. En 1955 se
inició en la dirección con Ayer fue primavera,
con Roberto Escalada y Analía Gadé. En 1956,
a partir de Los tallos amargos, fundó su propia
empresa productora (Aries Cinematográfica)
en sociedad con Héctor Olivera. En El jefe
(1958) se propuso impugnar al típico hombre
fuerte latinoamericano. En la misma línea se
inscriben El candidato (1959), semblanza de
un político conservador, y Paula cautiva
(1963), sobre un cuento de Beatriz Guido que
satiriza a los turistas estadounidenses y abor­
da el tema del éxodo de argentinos.
Tras ensayar un análisis sobre el machismo
en Primero yo (1963), se encauza hacia el cine
de evasión. Desde 1965 y hasta 1981, todos sus
l Leopoldo Torre Nilsson.
títulos -salvo La fiaca (1969), Triángulo de
cuatro (1974) y Desde el abismo (l979)- pre­ apuntan hacia una crítica social a través de
sentan la misma superficialidad. Con Plata personajes femeninos.
dulce (1982) intenta retomar el enfoque testi­ En este grupo se pueden incluir La casa del
monial. La película busca culpables para los ángel (1956), La caída (1958), La mano en la
males del país y cree descubrirlos en el endio­ trampa (1960) y Biedra libre (1975). En las tres
samiento del dinero y la ambición desmedida primeras, basadas en novelas de Beatriz Guido,
de la gente. el personaje encarnado por Elsa Daniel accede
Torre Nilsson (1924-1978) dio sus prime­ a un tortuoso descubrimiento de hipocresías y
ros pasos tras las huellas de su padre Leopoldo represiones que saca a la luz los dobleces mo­
Torres Ríos, con quien codirigió El crimen de rales de una sociedad. Este enfoque lo retomó
Oribe (1949), basada en la novela El perjurio quince años después en Piedra libre. También
de la nieve, de Adolfo Bioy Casares. Es posible adaptó obras de autores nacionales, como Los
agrupar su filmografía por afinidades temáti­ siete locos (1972), de Roberto Arlt, Boquitas
cas. Están sus filmes histórico-épicos (Martín pintadas, de Manuel Puig, y La guerra del cerdo
Fierro, 1968; El santo de la espada, 1969; Güe­ (1975), de Adolfo Bioy Casares. Salvo algunas
mes, la tierra en armas, 1971), sus historias del películas que tuvieron repercusión popular
pasado (Fin de fiesta, 1959, sobre el caudillis­ (Martín Fierro, El santo de Ia espada, Güemes,
mo en la política de los años treinta; La mafia, la tierra en armas), su cine tenía como destina­
1971; El pibe cabeza, 1974), y sus películas que tario el universo intelectual. 263
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

GENERACIÓN DEL SESENTA O NUEVO CINE los parques (1964), sobre cuentos de Iulio Cor­
ARGENTINO tázar; René Mugica: El centrofordward murió al
amanecer (1960), El hombre de la esquina rosa­
En 1960, el país estaba embarcado en un da (1961) y El reñidero (1964); y Ricardo Al­
proyecto desarrollista. Con el auge de la televi­ ventosa: La herencia (1962).
sión, proliferaron los teleteatros y las agencias Murúa era elogiado por su enfoque de la
de publicidad. Aparecieron las revistas sema­ realidad; Kohon irnpresionaba por su sentido
nales de noticias y en las universidades había poético; Kuhn asumió el papel de analista de
efervescencia política. Un año antes, por ini­ los “jóvenes viejos" y Birri representaba la ten­
ciativa de la Asociación de Cronistas Cinema­ dencia crítico-documental. Eran partidarios
tográficos, se realizó la segunda edición del del “cine de expresión”, en oposición al “cine
Festival de Cine de Mar del Plata. de espectáculo”, pero el público no se sintió
En ese marco se produjo la aparición de identificado con sus propuestas y retaceó su
nuevos directores, que provenían de los cine­ asistencia.
clubes (Gente de Cine, Núcleo), de la literatura, Leonardo Favio fue el último en arribar al
las revistas especializadas (Tiempo de Cine, nuevo cine, al que estaba ligado como actor.
Cuadernos de Cine, Contracampo, Gente de Ci­ Se enriqueció de la experiencia de sus antece­
ne) o de la experimentación en el cortometraje. sores y encaró la búsqueda de un estilo. En
Esos jóvenes “rebeldes” llegaron envueltos en cierta ocasión dijo que llevaba en sus alforjas
un halo de intelectualismo que desde el inicio la Biblia, Borges, Neruda, pero también a Pa­
los distanció de quienes estaban en el oficio. Pe­ toruzú, y que en esto residía el secreto de su
ro así como su mayor formación era un haber, poder de convocatoria. Se inició en la direc­
una de sus carencias fue su falta de set. Sus te­ ción en 1964, con Crónica de un niño solo, im­
mas rondaron el desencanto de la juventud y su piadosa visión de reformatorios que contenía
ausencia de ideales, el hastío, la evasión, la inco­ rasgos autobiográficos. Luego filmó El roman­
municación y los conflictos generacionales. ce del Aniceto y la Francisca (1966) y El depen­
La tercera parte de las películas producidas diente (1968), con Walter Vïdarte y Graciela
entre 1959 y 1962 fueron realizadas por veinti­ Borges, que expone con humor negro la avari­
siete directores que debutaron en ese cuatrie­ cia de un prototipo de hombre de clase media.
nio. Entre ellos se puede mencionar a Simón Tras un paréntesis musical, en 1973 retomó la
Feldman: El negación (1957) y Los de la mesa dirección con esa mezcla de mito y realidad
10 (1960); David Iosé Kohon: Prisioneros de la que fue [uan Moreira, y dos años después rin­
noche (1960) y Tres veces Ana (1961); Rodolfo dió homenaje al radioteatro con Nazareno
Kuhn (1934-1987): Los jóvenes viejos (1961) y Cruz y el lobo.
Los inconstantes (1962); Lautaro Murúa (1915­ Es necesaria una mención a la Escuela de
l995): Shunko (1960) y Alias Gardelito (1961); Cine Documental de Santa Fe, creada en 1956
Fernando Birri: Tire die (1956) y Los inundadas por Femando Birri. La motivación fue un se­
(1960); Iosé A. Martínez Suárez: El crack minario dictado por Birri en la Universidad
(1960) y Dar la cara (1962); Manuel Antín: La Nacional del Litoral y el rodaje de Tire die
264 cifra impar (1961), Circe (1963) e Intimidad de (1956-1958), primera encuesta social filmada.
EL CINE

El enfoque impuesto a la Escuela de Santa Fe cho del interior que triunfa en la ciudad. Como
resurnía dos experiencias intemacionales: el “cineasta", trabajó activamente durante el pe­
neorrealismo italiano y la escuela fimdada en ríodo comprendido entre los años 1976 y 1980.
1926 en Inglaterra por John Grierson, quien Otra vertiente de ese cine popular llegó
definió el documental como “elaboración por intermedio de Armando Bo y su fetiche
creativa de la realidad”. la idea de documentar Isabel Sarli, convirtiéndola a partir de El true­
la realidad se prolongó en cortometrajes (Los no entre las hojas (l954) en símbolo erótico,
cuarenta cuartos, Reportaje a un vagón, Las co­ que alimento a lo largo de veintisiete títulos y
sas ciertas, Pescadores) y el largometraje Los representó hasta 1976 la transgresión en el ci­
inundadas (1961), que en 1962 ganó el Premio ne argentino.
Ópera Prima en el Festival de Venecia. Los pos­
tulados de la Escuela de Santa Fe alcanzaron
una nueva vigencia en el cinema novo brasile­ LA GENERACIÓN DEL SETENTA

ño y el cine latinoamericano de perfil social.


El cine etnográfico y antropológico tiene Nació bajo el signo de la ley 17.741, dicta­
en Iorge Prelorán a su representante más ge­ da en 1968, que incrementó la ayuda econó­
nuino. Entre 1963 y 1965 filmó películas di­ mica a las películas consideradas de “interés
dácticas para la Universidad Nacional de Tu­ especial” y excluyó de la obligatoriedad de ex­
cumán y desde 1965 realizó un relevamiento hibición a las que atentaban contra el estilo
filmico de expresiones folklóricas con el apo­ nacional de vida, la moral y las buenas cos­
yo del Fondo Nacional de las Artes. Casabindo, tumbres. Ese marco legal se complemento con
Wernes Santo en Yavi, Hermógenes Cayo y Co­ la ley 18.019, que creó el Ente de Calificación
chengo Miranda son algunos de sus títulos. Su Cinematográfica.
único largometraje argumental es Mi tía Nora Mientras algunos directores de la genera­
(1982), filmado en el Ecuador. ción del sesenta intentaron una continuidad,
El denominado cine popular se sostenía de como Marfinez Suárez (Los chantas, 1974; Los
las manos de Enrique Carreras, Leo Fleider, Iu­ muchachos de antes no usaban arsénico, 1976),
lio Saraceni y Enrique Cahen Salaberry, y pro­ Kohn (Breve cielo, 1968) y Amin, que prolon­
curaba recuperar al público que adhirió a la te­ gó su relación con la literatura a trawrés de la
levisión, apelando a sus propios éxitos (El adaptación de Don Segundo Sombra (1969), de
verano de los Campanelli, 1971), al folklore, a Ricardo Güiraldes, entre 1968 y 1975 surgie­
los cómicos (Carlos Balá, Pepe Biondi, Iorge ron unos treinta nuevos cineastas, en su ma­
Porcel) y a los ídolos de la canción como Palito yoría provenientes de la publicidad. A pesar de
Ortega y Sandro, que sedujo a las mujeres con que los parcelamíentos suelen ser caprichosos,
Quiero llenarme de ti (1968), La vida continúa es posible encasillarlos en varios cuadros.
(1969), Gitano (1969) y Embrujo de amor El llamado “Grupo de los Cinco” estaba
(1971). El caso de Ortega es distinto. A naves integrado por Alberto Fischerman (The pla­
de una eficaz tarea de mercadeo —mordazmen­ yers vs. ángeles caídos, 1968, filme experimen­
te recreada por Kuhn en Pajarito Gómez tal con elementos de la cultura pop), Néstor
(l965)-, se constituyó en arquefipo del mucha­ Patemostro (Mosaico, 1969), Ricardo Becher 265
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

(Tiro de gracia, 1969), Juan José Stagnaro (Una También se produjeron filmes basados en
mujer, 1975) y Raúl De la Torre (Juan Lama­ obras literarias: Invasión (1969), de Hugo
glia y señora, 1969). Si algún rasgo estilístico Santiago, sobre un guión de Borges y Bioy
común justificó la etiqueta con que se los Casares, encuadrada en el género fantástico;
agrupaba, fue la experimentación técnica y la Paño verde (1972), de Mario David, sobre no­
puesta en escena. El único que tuvo continui­ vela de Roger Pla, que describe la reacción
dad fue De la Torre, con Crónica de una seño­ —encauzada hacia el delito- de un hombre
ra (1971), sobre libro de María Luisa Bem­ marginado por el crecimiento industrial; Los
berg, Heroína (1972), La revolución (1973), gauchos judíos (1974), de Iusid, fresco épico­
Sola (1976) y El infierno tan temido (1980). musical basado en el clásico de Alberto Ger­
La búsqueda de un realismo crítico la re­ chunoff, que describe facetas de la inmigra­
presentan Palo y hueso (1967) y La muerte de ción judía.
Sebastián Aroche y su pobre entierro (1972­ A partir de 1966, algunos directores apos­
I977), de Nicolás Sarquís; Tute cabrera (1968) taron por el cine político, que denominaron
y No toquen a la nena, de Iuan Iosé Iusid; la “tercer cine”. Para ellos, el “primer cine” se re­
polémica Nosotros los monos (1968), de Ed­ fería al producido por Hollywood; el “segun­
mundo Valladares, que denuncia el comercio do”, al cine de autor, y el “tercero” estaba lla­
del boxeo; [uan que reía (1976), de Carlos Ga­ mado a cumplir una tarea de documentación
lettini; La Raulito (1975), de Lautaro Murúa, de la realidad política. Esta opción militante
y La tregua (1974), de Sergio Renán, basada se canalizó a través de varios grupos. El prin­
en la novela de Mario Benedetti, con Héctor cipal fue Cine Liberación, integrado por mi­
Alterio y Ana María Picchio, que fue seleccio­ litantes peronistas de la resistencia. Sus líde­
nada por la Academia de Hollywood para res fueron Fernando Solanas y Octavio
competir por el Oscar a la mejor producción Getino, responsables del filme-ensayo La ho­
extranjera. ra de los hornos (1966-1968).
Otra vertiente fue la del revisionismo his­ Otras expresiones de ese cine fueron EI ca­
tórico; en algunos casos fue una revisión acar­ mino hacia la muerte del viejo Reales (1968/71),
tonada, como La balada del regreso (1973), de de Gerardo Vallejo; Operación Masacre (1972),
Oscar Barney Finn, y Yo maté a Facundo de Jorge Cedrón, sobre los fusilamientos en Io­
(1975), de Del Carril, y en otros, decidida­ sé León Suárez, basada en el libro de Rodolfo
mente testimonial, como Quebracho (1974), Walsh; y Los traidores (1974), de Raymundo
de Ricardo Wullicher y La patagonia rebelde Gleyzer, sobre la corrupción de los dirigentes
(1974), de Olivera. La primera denuncia la ex­ sindicales.
plotación del tanino por los ingleses en el
norte de Santa Fe; la segunda, basada en el li­
bro Los vengadores de la Patagonia trágica, de EL CINE DURANTE EL “PROCESO”

Osvaldo Bayer, recrea las huelgas de los traba­


jadores rurales de Santa Cruz en 1921-1922 y El cine popular de ese período se alimento
la represión ordenada por el gobierno de Yri­ de las telenovelas de éxito y la línea picaresca
266 goyen. de los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich,
EL CINE

l “Camila”; Héctor Alterio y Susú Pecoraro. Dirigida por María Luisa Bemberg en 1983.

con el protagonismo de Alberto Olmedo y Miguel P. Tato desde el Ente de Calificación.


Iorge Porcel. En este segmento se pueden incluir Mis días
Se dice que cuanto mayor es la frustración con Verónica (1980), de Néstor Lescovich;
de un pueblo, más aguda es su necesidad de Queridas amigas (1980), de Carlos Orgambi­
evasión. Como el régimen militar de 1976 de; Sentimental (1980), de Sergio Renán; De la
clausuró espacios de expresión, el cine popu­ misteriosa Buenos Aires (1981), integrada por
lar tuvo su apogeo a través de esas líneas temá­ tres episodios dirigidos por Ricardo Wulli­
ticas o la variante de las comedias de acción y cher, Alberto Fischerman y Oscar Barney
aventuras, como Dos locos en el aire (1976), Finn, basados en cuentos de Manuel Mujica
Brigada en acción (1977) y Amigos para la Lainez que conforman un fascinante fresco
aventura (1980), de Palito Ortega; Comandos histórico; El poder de las tinieblas (1979), de
azules (1979), de Emilio Vieyra; y la saga de los Mario Sábato, basada en el Informe sobre cie­
Superagentes, integrada por ocho filmes del gos, de Ernesto Sabato, que fue asumida como
mismo estilo. metáfora sobre las amenazas del régimen mi­
Esa precariedad creativa no impidió, sin litar; El hombre del subsuelo ( 1981), de Sarquís;
embargo, que algunos directores encontraran Los enemigos (1983), de Eduardo Calcagno,
vías para expresarse, incluso apelando a metá­ con Ulises Dumont y Nelly Prono; y Espérame
foras para eludir la férrea censura ejercida por mucho (1983), de Iusid. 267
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

HACIA UN CINE DE LA MADUREZ como guionista (Crónica de una señora y


Triángulo de cuatro), a los 58 años se lanzó a
En cierta medida, el cine argentino es una la realización. El suyo fue un cine comprome­
historia de sucesivas crisis, que lo convirtieron tido con la ideología feminista. Momentos
en una suma de experiencias pendulares, ai­ (1981) y Señora de nadie (1982) guardan rela­
readas por circunstanciales éxitos. Hacia el fi­ ción con esa postura. La primera es una mira­
nal de la década del setenta surgieron directo­ da sobre el adulterio y las alternativas del
res que plantearon una renovación estilística y amor. La segunda aborda temas relativos al
temática que permitió vislumbrar un futuro papel de la mujer en la sociedad moderna. Su
más optimista. Uno de ellos fue Alejandro Do­ tercer largometraje fue Camila (1983), la his­
ria. Formado en el teatro y la televisión, se ini­ toria pasional de Camila O’Gorman —hija de
ció en 1974 con Proceso a la infamia, sobre la una tradicional familia porteña de 1847- y
trata de blancas. Luego dirigió La isla (1979), del sacerdote Ladislao Gutiérrez. Fue selec­
que analiza las carencias afectivas de intema­ cionada por la Academia de Hollywood para
dos en una clínica psiquiátrica y fue vista co­ competir por el Oscar al mejor filme en idio­
mo una alegoría sobre la situación política, al ma extranjero.
igual que su posterior Los miedos (1980). De esa época cabe rescatar algunos otros
Otro de estos directores fue Adolfo Arista­ títulos. Por caso, El desquite (1983), debut del
rain, quien en 1978 dirigió el policial negro La iluminador Iuan Carlos Desanzo; Evita, quien
parte del león, basado en un guión propio. Tras quiera oír que oiga (1983), de Eduardo Mig­
filmar películas por encargo (La playa del nogna, que incluye material de archivo y re­
amor, 1979; La discoteca del amor, 1980), diri­ portajes a testigos de la vida de Eva Perón; No
gió dos de las más relevantes de esa época: habrá más penas ni olvido (1983), de Olivera,
Tiempo de revancha (1981) y Últimos días de la basada en la novela de Osvaldo Soriano, que
víctima (1982), ambas protagonizadas por Fe­ traza una sarcástica alegoría sobre las luchas
derico Luppi. La primera es la historia de un intestinas del peronismo; y La república perdi­
obrero dinamitero que decide simular un ac­ da (1983), de Miguel Pérez (que tuvo su con­
cidente de trabajo para cobrar una indemni­ tinuidad en una segunda parte en 1985), filme
zación. Lo que potenció al personaje fue la de montaje sobre idea de Enrique Vanoli y tex­
metáfora de su rebeldía frente al poder. Últi­ tos de Luis Gregorich, que pasa revista a la his­
mos días de la víctima es otra expresión de ci­ toria argentina entre 1928 y 1976.
ne policial negro, inspirada en la novela de Io­ En diciembre de 1983 se produjeron carn­
sé Pablo Feinmann que traza una parábola bios en el cine nacional con la designación de
sobre la soledad de los asesinos a sueldo. Manuel Antín como director del Instituto de
El tercer vértice fue María Luisa Bemberg Cinematografía y del periodista Iorge M. Cou­
(1922-1995), la personalidad femenina más selo como interventor en el Ente de Califica­
relevante del cine argentino en el campo de la ción, finalmente disuelto cuando el Congreso
dirección. Con. sólo un par de experiencias derogó la ley 18.019.

268
EL CINE

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

A pesar de que en los últimos quince años cine y Estado, los géneros y modelos de repre­
creció considerablemente el número de publi­ sentación, y la puesta en crisis del modelo. Los
caciones Sobre el cine argentino, aún es un otros dos tomos se referirán al cine mudo y al
campo por explorar. Se citan aquí algunos tí­ período comprendido entre 1957 y 1983.
tulos generales, para revisar luego la bibliogra­ Para los primeros temas de este capítulo
fía más importante relacionada con cada uno (cine mudo, los comienzos del sonoro y la era
de los temas tratados en este capítulo. de los estudios) pueden consultarse: DOMINGO
La obra de DOMINGO DI NUBILA, Historia DI NÚBILA, Cuando el cine fi4e aventura. El pio­
del cine argentino, Buenos Aires, 1960, fue la nero Federico Valle, Buenos Aires, 1951; CESAR
primera en su categoría. En 1998 se publicó La MARANGHELID, “Cine argentino: entre el mudo
época de oro, primer volumen de un total de y el sonoro (1928-1933)”, La Mirada Cautiva,
cuatro que Di Núbila había ideado escribir a n° 4, Buenos Aires, 2000; MARIANO CALISTRO,
partir de su obra original; un proyecto incon­ OSCAR CETRANGELO, CLAUDIO ESPAÑA, ANDRES

cluso por la muerte del autor. En ese primer INsAURRALDE y CARLOS LANDINI, Reportaje al ci­
tomo, además de documentar el período del ne argentino. Los pioneros del sonoro, Buenos Ai­
cine mudo y el advenimiento del sonoro, se res, 1978; IORGE MIGUEL COUSELO, El negro Fe­
propuso explicar por qué hubo una época de rreyra, un cine por instinto, Buenos Aires, 1969;
oro en el cine argentino. CLAUDIO ESPANA, Medio siglo de cine. Argentina
Otra historia sistemática, menor pero va­ Sono Film, Buenos Aires, 1984; ANDRES INsAU­
liosa por su enfoque y su evaluación crítica, es RRALDE, Manuel Romero, Buenos Aires, 1994;
la de JOSE A. MAHIEU, Breve historia del cine ar­ MIGUEL ÁNGEL ROSADO, Daniel Tinayre, Buenos
gentino, Buenos Aires, 1960. Una tercera, del Aires, 1993; ABEL POSADAS, Carlos Schlieper,
mismo tenor, es la de IORGE MIGUEL COUSELO, Buenos Aires, 1994; CLAUDIO ESPANA, Luis César
CLAUDIO ESPANA, CESAR MARANGI-IELLO y MA­ Amadori, Buenos Aires, 1993; RICARDO GARCIA
RIANO CALISTRO, Historia del cine argentino, OLIVERI, Lucas Demare, Buenos Aires, 1994; MI­
Buenos Aires, 1984. GUEL GRINBERG, Mario Soflíci, Buenos Aires,
A esos títulos es necesario añadir la obra de 1993; OSCAR BARNEY FINN, Luis Saslavsky, Bue­
CLAUDIO ESPANA, ELENA GOITY, RICARDO MA­ nos Aires, 1994; CESAR MARANGI-IELLO, Hugo Del
NETTI, GREGORIO ANCI-IOU, GABRIELA FABRO, SU­ Carril, Buenos Aires, 1993; CESAR MARANGI-IE­
SANA GOMEZ RIAL, HECTOR R. KOHEN, ANA LAU­ LLO y ANDRES INsAURRALDE, Fanny Navarro o un
RA LUSNICH, CESAR MARANGHELLO y MARIA melodrama argentino, Buenos Aires, 1997; ABEL
VALDEZ, Cine argentino 1933-1956. Industria y POSADAS, Niní Marshall. Desde un ayer lejano,
clasicismo, Buenos Aires, 2000, que es el primer Buenos Aires, 1993; MARIO GALLINA, Carlos Hu­
tomo de un total de tres que pretende abarcar go Christensen. Historia de una pasión cinema­
la totalidad del cine nacional. Es el estudio más tográfica, Buenos Aires, 1997; HORACIO CAMPO­
académico y minucioso de los publicados has­ DONICO, “El Estado y el cine argentino”, La
ta la fecha. El tomo de referencia aborda el mo­ Mirada Cautiva, n°’ 2 y 3, Buenos Aires, l999;
delo institucional, los estudios, la relación entre CESAR MARANGHELLO, “Film Andes: lo que no 269
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

fue”, La Mirada Cautiva, n° 3, Buenos Aires, Santiago: un borgeano imaginando el cine”;


1999; y los artículos de ABEL POSADAS, “Carlos SERGIO WOLF, “Leonardo Favio: intuición del
Schlieper: cine prohibido para mayores”; RO­ tiempo”, y GUSTAVO I. CASTAGNA, “La genera­
DRIGO TARRUELLA, “Manuel Romero: entierro y ción del 60: paradojas de un mito", en WOLF,
quema en el dia de la primavera”, CARLOS O. Cine argentino, ya citado.
GARCIA, “Carlos H. Christensen: revelación del El estudio de la generación del setenta se
melodrama”; GUSTAVO CABRERA, “Hugo Del Ca­ puede ampliar con la consulta de: CARLOS
rril: la perspectiva oculta”, SERGIO WOLF, “Ar­ LANDINI, Héctor Olivera, Buenos Aires, 1993;
mando Bo con Isabel Sarli: el folletín salvaje”; LUCIANO MONTEAGUDO, Fernando Solanas,
MABEL TASSARA, “El policial: la escritura y los es­ Buenos Aires, 1993; MARIA NÚÑEZ, [uan Iose’
tilos”; PASCUAL QUINzIANO, “La comedia: un gé­ Iusid, Buenos Aires, 1994; CARLOS LANDINI,
nero impuro”, y ABEL POSADAS, “La caída de los Sergio Renán, Buenos Aires, 1994; IORGE MI­
Estudios. ¿Sólo el fin de una industria?”, todos GUEL COUSELO, “Las tristezas de diez años de
ellos en SERGIO WOLF, Cine argentino. La otra cine argentino”, Cinemateca, n° 37, Montevi­
historia, Buenos Aires, 1992. deo, 1983; MARIA PIA LÓPEZ, “El cine como
El cine argentino después de 1955 y la ge­ ‘cross a la mandíbula” y ALEJANDRO BONVEC­
neración del sesenta pueden estudiarse en: SI­ CHI, “Liberación por la pantalla. Notas sobre el
MÓN FELDMAN, Generación del 60, Buenos Ai­ cine en la praxis revolucionaria”, en GONZALEZ
res, 1990; DAVID OUBINA y GONZALO M. y RINESI, op. cit.; FERNANDO M. PENA y CARLOS
AGUILAR, El cine de Leonardo Favio, Buenos Ai­ VALLINA, El cine quema. Raymundo Gleyzer,
res, 1993; JORGE ABEL MARTIN, Los films de Leo­ Buenos Aires, 2000.
poldo Torre Nilsson, Buenos Aires, 1980; FER­ Los aspectos expuestos en el segmento
NANDO M. PENA, Leopoldo Torre Nilsson, “Hacia un cine de la madurez”, pueden am­
Buenos Aires, 1993; ARMANDO RAPALLO, Fer­ pliarse con la lectura de: FERNANDO BRENNER,
nando Ayala, Buenos Aires, 1993; FERNANDO Adolfo Aristarain, Buenos Aires, 1993; CLARA
M. PENA, René Magica, Buenos Aires, 1993; FONTANA, María Luisa Bemberg, Buenos Aires,
DAVID OUBIÑA, Manuel Antín, Buenos Aires, 1993; AGUSTIN NEIFERT, “María Luisa Bem­
1994; GONZALO M. AGUILAR, Lautaro Murúa, berg", en Cine. Desde las sombras hacia la luz,
Buenos Aires, 1994; PARANA SENDROS, Fernan­ Bahía Blanca, 1998; y ROBERTO PAGES, “Adolfo
do Birri, Buenos Aires, 1994; ALBERTO FARINA, Aristarain: identidad de un narrador”, en
Leonardo Favio, Buenos Aires, 1993; GRACIELA WOLF, Cine argentino cit.; ARIEL YABLON, “Un
TAQUINI, Iorge Prelorán, Buenos Aires, 1994; mundo de desconfianzas. Acerca del cine ne­
MIGUEL GRINBERG, “Las olas bajan turbias”, Ci­ gro de Adolfo Aristarain”, en GONZALEZ y RJ­
ne y Medios, n° 2, Buenos Aires, 1969; DARIO NESI, op. cit.
CAPELLI y GUSTAVO GAUDINO, “El cine en tran­ También se recomienda la consulta de los
ce. Consideraciones sobre Los inundadas, de siguientes artículos: IOSE L. GARCIA CAFFARO,
Fernando Birri”, en HORACIO GONZALEZ y “El actor en el cine argentino”, Cinemateca, n°
EDUARDO RINESI, Decoradas. Apuntes para una 6, Montevideo, 1978; HELLEN FERRO, “El perio­
historia social del cine argentino, Buenos Aires, dismo cinematográfico en la Argentina”, en
270 1993; y los artículos de OSCAR BOSETTI, “Hugo FERNANDO FERREIRA, Luz, cámara... memoria.
EL CINE

Una historia social del cine argentino, Buenos no es posible practicar en este espacio. Pero
Aires, 1995; ANA BROITMAN y GABRIELA SAME­ como rasgo general cabe señalar que el enfo­
LA, “Del celuloide al papel. Las publicaciones que y el estilo fueron evolucionando desde la
cinéfilas en la Argentina”, en GONZÁLEZ y RINE­ crónica periodística de las obras iniciales, ha­
SI, op. cit. ' cia una investigación documentada y acadé­
La bibliografia citada abarca un amplio es­ mica que se puede apreciar en las publicacio­
pectro de opiniones y estilos, cuya evaluación nes de los años noventa.

271
6 S. EL TEATRO
Emesto Schoo

El comienzo del siglo XX encuentra al teatro Costumbrista, que opondrá la sencillez e inocen­
argentino en pleno florecimiento. Se multipli­ cia de una Argentina bucólica, en retirada ante
can las compañías y las salas, conforme crece la el avance del alambrado, el ferrocarril y los in­
demanda; se recibe la visita de ilustres actores y migrantes, al afán de luao desmedido y el pre­
elencos extranjeros; hay un público ávido de tendido —y pretencioso- refinamiento de moda­
piezas locales, y una pléyade de autores que res­ les de los representantes de la nueva clase de
ponden a ese anhelo; la crítica teatral, cada vez arribistas recién enriquecidos. “Puebleros”, gen­
más erudita e inquisitiva, gana espacio en las pá­ te de la ciudad que, tras haber eliminado al gau­
ginas, de formato sábana, de los grandes diarios; cho, héroe romántico de las pampas, desprecia y
y se van diseñando las líneas por las que se des­ sojuzga al pobre paisano, heredero de aquél pe­
lizará, dividiéndose en múltiples cauces, esa co­ ro desprovisto ya de su recia estampa de pros­
rriente que se detendrá abruptamente a fines de cripto, por considerarlo inculto y rústico.
los años veinte de la centuria en consideración. La semilla sembrada por [uan Moreira ten­
drá una larga progenie, desde La piedra de es­
cándalo, de Martín Coronado (1850-1919), es­
LA VETA COSTUMBRISTA trenada en el Apolo por los Podestá, el 14 de
junio de 1902, y su evidente retoño, ¡AI campo!
Asurnido el aserto de que el teatro argentino (1902), de Nicolás Granada, hasta Joven, viuda
propiamente dicho comenzó el 10 de abril de y estanciera, de Claudio Martínez Paiva, en
1886, bajo la carpa del circo de los Podestá, en la 1937. Esquema maniqueo pero eficaz en su
localidad bonaerense de Arrecifes, cuando la apelación a la buena conciencia del espectador.
pantomima sobre el folletín [uan Moreira, de
Eduardo Gutiérrez, cobró voz —siguiendo la su­
gerencia (dice la leyenda) del boticario del pue­ EL SAINETEZ APOGEO Y DECADENCIA

blo, el francés león Beaupuy-, allí nace tam­


bién, simultáneamente, uno de los cauces por el Casi al mismo tiempo se diseña otro mo­
que ha de discurrir la dramaturgia nacional du­ do de costumbrismo o de pintoresquismo: el
rante por lo menos cuatro decenios. Es la veta urbano, anclado en la ciudad de Buenos Aires, 273
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

sus personajes típicos, el habla de sus habitan­ más deteriorada, de los intrusos. Hubo un in­
tes (contaminada por la inmigración), su mú­ tercambio de idiomas y de costumbres: “tur­
sica. Su forma característica, destinada tam­ cos” y judíos aprendieron a disfrutar del mate,
bién a una dilatada progenie, será el sainete. los criollos incorporaron palabras y giros que
Forma de teatro breve, derivada de los inter­ les resultaban cómicos o útiles.
medios, casi siempre jocosos, a menudo con Según Iosé González Castillo, uno de los
canto y baile, que en los tablados de España más prolíficos y agudos autores del siglo que
aliviaban, desde el siglo XVI, las dilatadas re­ se reseña aquí, en esa asimilación del modelo
presentaciones de dramas y tragedias. hispano se advierten dos líneas básicas: la que
El tradicional, constante desembarco en dio en llamarse “revista” porteña (o criolla, si
Buenos Aires de compañías peninsulares, afi­ se quiere), versión local del music-hall euro­
cionó a los porteños a la zarzuela y al llamado peo, y el sainete, que empezó, en realidad, a
“género chico” español, con sus mínimos, co­ modo de una pequeña zarzuela. Y se dio la cu­
loridos, graciosos cuadros de costumbres, so­ riosa circunstancia de que los primeros intér­
bre todo, madrileños. pretes de los tipos característicos de Buenos
La capital argentina venía recibiendo, des­ Aires fuesen españoles. Mejor dicho, españo­
de el decenio del ochenta del siglo XIX, olea­ las, porque es la tiple Irene Alba la que carac­
das de inmigrantes, italianos y españoles en su teriza a Gabino el mayoral, protagonista de la
mayoría, que escapaban de la miseria en que obrita homónima del joven Enrique García
se debatían las clases bajas de esos países y Velloso, estrenada en 1898; y su colega y com­
buscaban en América una vida digna y, sobre patriota, Julia Iñíguez, la de Canillita (1902),
todo, una apertura a la riqueza soñada. Tan de Florencio Sánchez, primer sainete de este
sólo en 1889 llegaron doscientos cincuenta autor uruguayo, pero afincado en la Argenti­
mil inmigrantes. Casi todos ellos tropezaron, na, con música de otro uruguayo, Cayetano
de entrada, con una amarga realidad: el país Silva, a quien se debe también la “Marcha de
los había atraído con la promesa de la prospe­ San Lorenzo”. Españoles son también los más
ridad, pero no les ofrecía los medios para ob­ celebrados “compadritos” de la época, Abelar­
tenerla. Se resignaron a hacinarse en los inqui­ do Lastra y Rogelio Juárez. Actor, este último,
linatos de la gran ciudad, donde incubaron su favorito del público porteño, al que también
resentimiento y su tristeza. El criollo, el hijo de proveía de recias imágenes de hombres del
la tierra, indolente y socarrón, los vio venir de campo bonaerense, criollos de ley.
mal talante: no sólo sentía que lo estaban des­ El auge del sainete habría comenzado en
pojando y desplazando de su propio territorio 1918, con Los dientes del perro, de González
sino que, para colmo, estos recién venidos, Castillo y Alberto Weisbach. No fue ajeno al
aunque refunfuñando, trabajaban de sol a sol, éxito de la pieza un rasgo que terminaría por
sin pausa para la siesta, el mate, la conversa­ consustanciarse con el género: la acción trans­
ción. Los opuestos se enfrentaron, pero sin de­ curría en un cabaret donde la orquesta de Ro­
rramar sangre; eran más bien contiendas ver­ berto Firpo acompañaba a la protagonista,
bales, donde el cruel ingenio porteño Manolita Poli, en un tango famoso, “Mi noche
274 contrastaba con la relativa inocencia, cada vez triste”. El público deliraba con los versos de
EL TEATRO

Pascual Contursi (“Percanta que me arnurastel recían de eficacia. No menos agudo fue su sen­
en lo mejor de mi vida”), indeleblemente uni­ tido del transcurso del tiempo: sabía que sus
dos a la música de Samuel Castriota. Queda­ personajes ya casi habían caducado, pero lo­
ban fijados lugares y personajes de una veta gró preservarlos sin que perdieran vitalidad.
del sainete, la de las criaturas de la noche por­ Cabe citar Tu cuna fue un conventillo (1920),
teña, cuyo escenario era, casi siempre, el ámbi­ Iuancito de la Ribera (1927) y, sobre todo, El
to pecaminoso del cabaret o el salón de baile. conventillo de la Paloma, de 1929, que puede
La otra veta se ocupó de las criaturas del con­ fijarse como el responso -aunque alegre y co­
ventillo: invariablemente, los inmigrantes, con lorido— del género.
su hablar pintoresco, que al criollo le sonaba
tan cómico, y los autóctonos, también estereo­
tipados para siempre: el malevo, la percanta, el LAFERRÉREI ELEGANCIA Y SARCASMO

muchacho humilde de buen corazón y su con­


trafigura femenina, la madre sacrificada, el Tres autores definen al teatro argentino en
propietario desalmado. los comienzos del siglo XX: Gregorio de Lafe­
Fue Carlos Mauricio Pacheco (1881-1924) rrere (1867-1913), Florencio Sánchez (1875­
quien dio el primer paso para incorporar al 19l0) y Enrique García Velloso (1880-1938).
sainete el elemento trágico que años después Su producción refleja las contradicciones de
desembocaría en un género nuevo, el grotesco. una sociedad ufana de su riqueza, su posición
Pacheco depositó la simiente en Los disfraza­ en el mundo, la categoría de gran ciudad cos­
dos, de 1906, con música de Antonio Reynoso. mopolita alcanzada por Buenos Aires, y el
Se trata del acostumbrado patio de un inquili­ trasfondo de las vidas inevitablemente margi­
nato, en una tarde de Carnaval, y los persona­ nadas en la construcción de lo que se llamaba
jes son los de siempre, pero convertidos esta “progreso”, ese criterio de holgura material
vez en mascaritas y visitados por las murgas proclamado y perseguido por los hijos de la
del barrio. Por detrás del jolgorio va incubán­ Revolución Industrial. Laferrere y Sánchez,
dose una tragedia por celos, que estalla, por cada cual a su manera, perciben la contradic­
fin, desnudando lo que las caretas pretendían ción y la señalan; García Velloso, de otro tem­
disfrazar. La de Pacheco es, en su reducida di­ peramento, no deja de observarla, pero desliza
mensión, una auténtica obra maestra. sus reflexiones en un contexto más ligero.
Hacia 1928 y coincidiendo con el fin de los No le faltaba ligereza a Laferrere. En apa­
años de una Argentina opulenta y de una Bue­ riencia era un elegante caballero de la alta bur­
nos Aires que aspiraba a ser una síntesis de Pa­ guesía, político profesional, de ropas y moda­
rís y Londres, el reinado del sainete toca a su les impecables, que pasaba sus tardes en el
fin. Su último cultor, Alberto Vacarezza (1886­ Círculo de Armas, el club más exclusivo de
1959), es un cabal hombre de teatro, fino ob­ Buenos Aires, en compañía de sus iguales, y
servador de los tipos característicos de la gran que escribía para divertirse, nada más. “No me
ciudad y de su lenguaje, con una vena poética gustaría aburrir al público”, confesaba.
popular muy inspirada y gran habilidad para ¿Cómo podía aburrirse el público si, al fes­
enlazar situaciones que no por remanidas ca­ tejar las comedias de Laferrere, estaba viendo 275
LA DIMENSIÓN CIENTÏHCA Y CULTURAL

(1906), en cambio, transcurre entre la alta


burguesía terrateniente, dueña del país, que
manifestó su desagrado al verse pintada bajo
una luz desfavorable, en tanto que el especta­
dor medio se desconcertó al no reencontrarse
con el urdidor de situaciones cómicas. Lafe­
rrére prefirió bajar la obra de cartel.
Es en Las de Barranco (1908) donde se
muestra entero el dramaturgo. Tras el fracaso
de Bajo la garra, no ponía Laferrere mucha
ilusión en esta nueva obra, escrita a partir de
un monólogo solicitado por la gran actriz có­
mica de la época, Orfilia Rico. El éxito fue, sin
embargo, fulminante y prolongado: a las cien­
to cuarenta representaciones consecutivas al
estreno deben sumarse las infinitas que hasta
hoy ha merecido este drama que, bajo una
sencilla apariencia Costumbrista, muestra el
proceso de descomposición en que estaba’ de­
sembocando aquella sociedad optimista que
muy poco antes, a fines del siglo XIX, creía en
el progreso indefinido. La protagonista, la cí­
nica doña María, viuda del severo y empo­
Enrique Garcia Velloso. Caricatura de Caras y Caretas,
1915. brecido capitán Barranco, lucha para preser­
var las apariencias en un medio que tan sólo
retratado a su vecino? Pocos reparaban en se fija en éstas; más hondo, el personaje revela
que, al mismo tiempo, el autor les ponía de­ la desesperación de una pobre mujer que an­
lante un espejo. En principio, se burlaba de las sía dejar una posición social y económica a
pretensiones de la burguesía media, su cursile­ sus hijas, antes de que la bancarrota se lo lleve
ría y su esclavitud respecto de las modas. No todo.
vacilaba en llevar a escena personajes que el Alcanzó Laferrere a escribir una última
público, malicioso, identificaba de inmediato obra, Los invisibles (191 l), donde satiriza a los
con los modelos vivientes (Iettatore, 1904). adeptos al espiritismo. En su breve vida (mu­
Con Locos de verano (1905) prosigue la rió a los 47 años) mostró un indeclinable
burla: a partir del don innato de comediógra­ amor por el teatro. Fundó el Conservatorio
fo, ha adquirido un manejo del diálogo y de Lavardén, antecedente de la futura Escuela de
las situaciones que confunde a veces a los di­ Arte Dramático, y trajo a la Argentina a la ilus­
rectores actuales, llevándolos a imaginar que tre actriz francesa Marguerite Moreno para
es un vodevil, cuando el verdadero registro es dictar clases: sería la inolvidable profesora de
276 el de comedia de costumbres. Bajo la garra declamación de Victoria Ocampo.
EL TEATRO

EL MAYOR DRAMATURGO y Arthur Miller), y también al naturalismo de


Zola y a ciertas altisonancias de D’Annunzio.
Nacido en el Uruguay, radicado a los vein­ Pero es, por entero, auténticamente criollo, en
te años en la Argentina, Florencio Sánchez es lo que esta palabra encierra más allá del cos­
la antítesis de Laferrere: origen humilde, vida tumbrismo inmediato. Su obra maestra es,
errante y bohemia, colmada de carencias y sa­ sin duda, Barranca abajo, una verdadera tra­
crificios. Como casi todos los autores de su gedia griega en los campos que podrían ser
tiempo, empieza por escribir libretos para las tanto uruguayos como argentinos. Para Luis
llamadas “zarzuelitas” o pequeños cuadros Ordaz, en su magnífica -e indispensable­
costumbristas con música y canciones. Su pri­ Historia del teatro argentino, “la obra es, indu­
mer éxito, estrenado en el Comedia de Rosa­ dablemente, no sólo la creación más sobresa­
rio, es una obra de ese género, Canillíta, apo­ liente y valiosa del teatro de Sánchez sino
do del protagonista, vendedor callejero de también de toda la dramática rioplatense”.
diarios, del cual derivará la denominación po­ Otros críticos han comparado a su inmenso
pular del gremio entero. protagonista, don Zoilo Carabajal (un viejo
En sus andanzas por los patios de actores y criollo sobre quien se abate toda la malicia del
los cafés de la gente de teatro, Sánchez trabó mundo), con el rey Lear y con Edipo. Y no
amistad con un famoso crítico y director artís­ exageran.
tico de varios elencos, Joaquín de Vedia (1877­ Felizmente casado, tras muchas peripecias,
1936), a quien alcanzó el manuscrito de una con el gran amor de su vida, Catalina (“Cati­
nueva pieza, Las dos conciencias. A don Ioa­ ta”) Raventos, reconocido como “la personali­
quín no le gustó el título, pero sí la obra. En­ dad artística más completa que haya salido de
tusiasmado, se la Hevó a Ezequiel Soria (otro los escenarios del llamado teatro nacional” y
importante dramaturgo, por entonces direc­ disfrutando ya de una cierta holgura econó­
tor de la compañía de Jerónimo Podestá en el mica, la tuberculosis que lo minaba acabó con
Teatro de la Comedia), diciéndole: “Creo que su vida el 7 de noviembre de 1910 en Milán,
es la mejor pieza dramática escrita hasta hoy adonde había viajado en busca del éxito inter­
en Buenos Aires”. También le gustó a Soria y nacional. Sus restos fueron repatriados en
de inmediato comenzaron los ensayos, con 1921 y descansan en el Panteón Nacional del
otro título: M ’hijo el dotar. Cementerio Central de Montevideo.
Estrenada el 13 de agosto de 1903, tuvo un
éxito arrasador y consagró a Sánchez como el
autor rioplatense más importante de su épo­ EL DUENDE EFICAZ
ca, con resonancias hasta nuestros días. Dos
años después, otras tres piezas fundamentales En otro plano, muy distinto pero no me­
en su dramaturgia: En familia, Los muertos y nos importante, aparece el menudo y movedi­
Barranca abajo. Su teatro rinde tributo, sin zo Enrique García Velloso (“Vellosito”, para
duda, al de Ibsen (padre y abuelo de muchas sus amigos, por la menguada estatura), nacido
generaciones de autores en todo el mundo, en Rosario de Santa Fe, en 1880, y radicado
hasta de los norteamericanos Eugene O’Neill desde niño en Buenos Aires, hijo de un erudi­ 277
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

to español, profesor de latín, contratado por el LA CUESTIÓN SOCIAL

presidente Avellaneda para enseñar en el Cole­


gio Nacional rosarino. En 1898, se dijo, estre­ Roberto I. Payró (1867-1928) no fue bási­
nó Gabino eI mayoral, un hito en la comedia camente un hombre de teatro sino un polígra­
de costumbres porteña; desde entonces hasta fo que se sirvió del escenario a modo de plata­
el día de su muerte, cuarenta años después (a forma ideológica. De la Unión Cívica original
los 58 de edad), su producción alcanza a 119 (cuna del radicalismo) pasó, disconforme, a
obras registradas, en su mayoría originales, en fundar junto con Iuan B. Justo el Partido So­
colaboración con otros autores, traducciones cialista Argentino. Cronista de la historia y el
y adaptaciones. Se trata, en general, de come­ territorio argentinos, escribe En las tierras de
dias chispeantes, con un diálogo ágil, ocurren­ Inti, La Australia argentina, El Mar Dulce; en el
te (Fruta picada, Eclipse de Sol), aguda observa­ terreno de la ficción Costumbrista, con decidi­
ción de muchos ámbitos y muchos lenguajes do acento picaresco, Pago Chico, El casamiento
distintos de una sociedad en perpetuo cambio, de Laucha, Divertidas aventuras del nieto de
sobre la que desliza ironías y hasta sarcasmos [uan Moreira. Ensayista, narrador, es también
envueltos, eso sí, en risas y sonrisas de variado una de las más prestigiosas plumas del diario
calibre. La Nación.
La prodigiosa actividad de García Velloso Su primera incursión teatral, Canción trá­
abarcó no sólo el escenario. Filmó, con miem­ gica, evoca episodios de la época de Rosas en la
bros de la alta sociedad porteña, que eran sus provincia de Catamarca y fue estrenada en
amigos, el primer largometraje argentino, 1902 por la compañía de Pepe Podestá en el
Amalia, sobre la novela de Mármol, en 1915, Apolo (otro hermano Podestá, Jerónimo, re­
acreditando solvencia como guionista y direc­ genteaba el teatro Comedia). Al año siguiente
tor. Es responsable de la constitución, en 1910, presenta Sobre las ruinas, cuyo tema sigue
de la primera Sociedad de Autores de la Ar­ siendo actual un siglo después: las inundacio­
gentina, más tarde Argentores; prestó conside­ nes de los campos en la provincia de Buenos
rable apoyo a la Casa del Teatro, creada por Aires. Pero es Marco Severi (1905) el vehículo
Regina Pacini, la mujer del presidente Marce­ donde Payró expresa mejor su preocupación
lo T. de Alvear, y se empeñó en verla termina­ por lo que en la época era denominada “la
da e inaugurarla; fue factor decisivo en la cuestión social”, un haz de temas unidos por la
compra, en 1928, por el gobierno de Alvear, inquietud y el descontento crecientes de la cla­
del magnífico Teatro Cervantes, construido se trabajadora, que veía acentuarse las diferen­
por el célebre matrimonio de actores españo­ cias entre ricos y pobres y se consideraba inde­
les María Guerrero y Fernando Díaz de Men­ fensa frente a los abusos de los poderosos.
doza; y, entre otras muchas andanzas siempre No es la Ley de Residencia (la 4144, que fa­
a favor del teatro, participó también del Con­ cultaba al Poder Ejecutivo a expulsar del país a
servatorio Nacional de Música y Declama­ los extranjeros indeseables, es decir, agitadores
ción, posteriormente dedicado con exclusivi­ sociales) la aplicable al inmigrante italiano
dad al arte escénico, hoy Escuela Nacional de Marco Severi sino la extradición solicitada por
278 Arte Dramático. el gobierno de su país por un hecho policial
EL TEATRO

l Pepe Arias personifica El haragán.

ocurrido años atrás en la península. Por boca Pedro Pico (La luz de un fósforo, La novia
de su personaje, un juez de instrucción, Payró de los forasteros), Julio Sánchez Gardel (Los
reclama enmendar las leyes que considera in­ mirasoles, La montaña de las brujas) son auto­
justas. La obra, densa y lúcida en sus diálogos, res de esta misma etapa que extienden su pro­
peca, no obstante, de una fácil demagogia que ducción hasta el decenio del cuarenta del pa­
arrebataba al público. Sus protagonistas, en el sado siglo.
Rivadavia (hoy Liceo) —el teatro más antiguo
de Buenos Aires, inaugurado hacia 1870-, fue­
ron Enrique Muiño y Blanca Podestá. Siguie­ ORIGINAL Y DESCONCERTANTE
ron otros títulos menores, con un intervalo
ocasionado por la Primera Guerra Mundial, Mención aparte merece un autor muy per­
de la que Payró, radicado en Bruselas con su sonal, una figura que simultáneamente irradia
familia, fue testigo y cronista, como corres­ la ternura de un poeta bohemio, hasta cierto
ponsal de La Nación. En 1937, casi diez años punto candoroso y desarmado frente a la ma­
después de la muerte del autor, subió a escena licia del mundo, y el vigor, lindero con la fero­
Mientraiga, una curiosa incursión de Payró en cidad, del profeta que se propone echar del
el sainete. De El casamiento de Laucha se cono­ templo a los mercaderes: Francisco Defilippis
cen cuatro versiones teatrales. Novoa (1890-1930). El más desconcertante, 279
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

original y desparejo dramaturgo que haya DISCÉPOLO, FIGURA CLAVE


producido la Argentina.
Su protagonista habitual, casi invariable, Se aborda aquí a la figura considerada cla­
es la mujer “caída” (como se decía en aquella ve de la definitiva afirmación del teatro argen­
época, cuando el mayor crimen social era la tino como una realidad capaz de inscribirse
pérdida de la virginidad y, colmo del oprobio, dignamente en la historia del teatro mundial:
ser madre soltera), a la que Defilippis otorga Armando Discépolo (1887-1971). El período
un poder redentor. Es La samarítana, es María fundamental de su dramaturgia, entre los de­
la tonta. El personaje oscila siempre entre la cenios del veinte y el cuarenta del pasado siglo,
prostituta y la santa, o lo es simultáneamente: expresa-la etapa del desencanto, o el desasosie­
por ahí andaba Freud. Y Tolstoi, Dostoíevsky, go de una sociedad que tropieza con los lími­
Kaiser, entre las muchas lecturas del autor, co­ tes impuestos por las circunstancias (y por su
nocedor a fondo de la Biblia y, sobre todo, de propio comportamiento) al sueño de la pros­
los evangelios. Frecuentó también a O’Neill, peridad y el progreso indefinidos.
Lenormand y Priestley, y a Pirandello, de Discépolo, hijo de inmigrantes italianos
quien hizo una versión, en 1926, de Vestir al (hermano de otro gran escritor, Enrique San­
desnudo. Como dato curioso: en 1931, ya falle­ tos, letrista de tangos inmortales, en un pare­
cido Defilippis, la compañía de Eva Franco re­ cido registro de escepticismo y rabia por el
presentó en el Ateneo su adaptación del relato “atropello a la razón”), enfoca particularmen­
R. U.R., del checo Karel Kapek, donde por pri­ te a esa colectividad. Inmigrantes italianos son
mera vez se menciona -y se ve- a las criaturas los protagonistas de sus obras mejores: Mateo
mecánicas, los robots, en abierta rebelión con­ (1923), Stefano (1928), Cremona (escrita en
tra los humanos que los han creado. 1932, estrenada en 1971). Fracasados, tam­
La obra maestra de Defilippis Novoa es, bién: ninguno de sus personajes logra concre­
sin duda, He visto a Dios, la última de sus pie­ tar el ideal que lo arrastró a América. Huyeron
zas que vio en escena, estrenada en 1930 por el de la miseria en el suelo natal, que sin embar­
elenco de Eva Franco, con el gran Luis Arata go añoran, para seguir siendo miserables en la
como protagonista. Definida como “misterio Argentina, opulenta, sí, pero no para ellos. El
modemo” por el autor, es formalmente un sai­ genio de Discépolo señala un aspecto en que
nete, pero de una profundidad y una negrura ningtmo de sus colegas había reparado hasta
que lo ubican en el grotesco, un género muy entonces: en Babilonia, de 1925, observa cómo
particular, desarrollado entre nosotros por el inmigrante enriquecido y con ínfulas de as­
Armando Discépolo. Hasta hoy conserva He censo social es el más cruel explotador de su
visto a Dios su capacidad de estremecer al pú­ compatriota reducido a la condición servil, y
blico, virtud acreditada en sucesivas reposicio­ no el patrón argentino de clase alta. Desde el
nes, siempre con éxito y con grandes actores punto de vista de la técnica teatral y de la ori­
como titulares: Osvaldo Terranova, en el San ginalidad de enfoque, Babilonia prefigura no
Martín, dirigido por Santangelo, en 1973, y pocos rasgos de la que será considerada van­
Salo Pasik en el Cervantes, en 2000, dirigido guardia intemacional (La cocina, del inglés
280 por Eduardo Gondell. Arnold Wesker) un cuarto de siglo después.
EL TEATRO

ma hasta volverlas tan cómicas que el contras­


te con el dolor de sus existencias engendra un
patetismo casi insoportable. Reveló así que el
estilo nacional de vida, en todos los aspectos,
es precisamente el grotesco. Un concepto pa­
recido, pero no idéntico, al del “esperpento”,
mediante el cual Valle-Inclán procuró, casi
cuutcmporáneamente, develar la verdad de la
vida española.

EICHELBAUM, EL INTROVERTIDO

“Samuel Eichelbaum, o la introspección”,


titula Ordaz en su ya mencionada Historia del
teatro argentino el capítulo dedicado a ese au­
tor. Eichelbaum (1894-1967), nacido en una
de las colonias judías de Entre Ríos, recibe, se­
gún Alfredo de la Guardia, influencias de Tols­
toi, Ibsen y Strindberg. Es evidente su preocu­
l Armando Discépolo.
pación por encontrar un lenguaje propio del
teatro, alejado de lo cotidiano y Costumbrista,
¿Qué es, en resumen, el grotesco? Discépolo y que proyecte la dramaturgia argentina hacia
lo definió (él decía cultivar el grotesco criollo) lo universal. El propósito tropieza con un obs­
como “el arte de llegar a lo cómico a través de táculo: sus personajes, los ambientes, las at­
lo dramático”. Se considera que su creador es­ mósferas y las circunstancias que describe, con
cénico es el genial siciliano Luigi Pirandello la sola excepción de Dos brasas (1948), son ro­
(1867-1936); al menos, fue su recreador en la tundamente locales.
era modema, a partir de su visión de la exis­ De ahí la extrañeza con que el espectador
tencia humana como una tragicomedia, un os­ actual recibe los diálogos de, por ejemplo, El
cilar constante de lo sublime a lo ridículo, sin gato y su selva, donde en la Buenos Aires de
abandonar la noción de fatum, del inescapable 1936 los personajes hablan un idioma por de­
destino, para el hombre, de desencontrarse más culterano, que suena ajeno. Y al comentar
perpetuamente con su prójimo y consigo mis­ el estreno de Pájaro de barro ( 1940) —otra vez
mo. Y esto ocurre por la complacencia en el la compañía de Eva Franco-, el crítico Ed­
autoengaño y en el uso de máscaras, acaso in­ mundo Guibourg se asombra, muy respetuo­
dispensables para el intercambio social. samente, de “la capacidad de expresarse que
Discépolo toma a las criaturas del sainete posee la ignara protagonista campesina”.
porteño típico y las mira a través de una lente No es casual, entonces, que la obra más
implacable, que -paradójicamente— las defor­ perdurable de Eichelbaum y, sin duda, la me­
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

jor, sea Un guapo del 900, que refleja admira­ dejaban títere (gobernantes, legisladores, cau­
blemente el habla porteña de ese tiempo, en­ dillos de comité y, en general, figuras con ac­
treverada de campo (todavía a las puertas de la tuación pública) con cabeza.
ciudad, y hasta invadiéndola) y suburbio. En Las revistas del teatro Maipo exaltarán la
ella nada falta ni sobra: tiene la exacta dimen­ entrañable figura de Pepe Arias, maestro su­
sión que la sencilla historia requiere y dispen­ premo en el arte de la burla a los poderosos y
sa a los personajes de expresarse en forma al­ sus chanchullos, hasta que Perón lo obligue a
tisonante y, al fin, artificiosa. callar, considerándose agraviado; otros presi­
dentes, incluyendo al general Uriburu, habían
ido al Maipo a reírse de sus propias caricatu­
COSMOPOLITAS, PERO CRIOLLOS ras. Los herederos contemporáneos de ese
subgénero fueron el ya fallecido Tato Bores y
El 5 de septiembre de 1921, María Guerre­ el infatigable Enrique Pinti, una verdadera
ro y Fernando Díaz de Mendoza (conde de Ba­ ametralladora verbal, capaz de mantener siete
lazote, grande de España), matrimonio de ac­ temporadas consecutivas su espectáculo Salsa
tores españoles favorito del público argentino, criolla en el viejo Liceo. Pero a fines del perío­
abren las puertas del magnífico Teatro Cer­ do, la revista porteña (cuya reina indiscutida
vantes, financiado por ellos sin reparar en gas­ fue la vedette Nélida Roca) había dejado de
tos. Años después, económicamente arruina­ existir, por lo menos en el formato tradicional
dos, deben desprenderse del suntuoso edificio; a que se ha hecho referencia.
el presidente de la República, el doctor Marce­
lo Torcuato de Alvear, hombre culto y refina­
do, lo adquiere para el país, en 1928. LA LECCIÓN DEL MAESTRO

En 1923, llega a Buenos Aires el conjunto


parisiense del teatro Ba Ta Clan de París, diri­ En 1927 se radica definitivamente en Bue­
gido por Madame Rasimi. Son cuadros breves nos Aires, tras varias idas y vueltas entre la ca­
de baile, canto y danza, con decorados y trajes pital argentina y su Barcelona nativa, Antonio
espléndidos, y coristas bastante desvestidas Cunill Cabanellas (1894-1969), cabal hombre
(para la época), coronadas de plumas y cente­ de teatro, discípulo y colaborador estrecho de
lleantes de pedrerías falsas. Actúa en el Casino su famoso compatriota, el maestro Adriá
y enloquece a los porteños, mostrándoles el Gual. Trae a la Argentina algo más que un so­
camino hacia lo que será un género muy par­ plo cosmopolita: un auténtico vendaval que
ticular: la revista criolla, con ese mismo esque­ abre definitivamente las puertas del país al
ma y sketches cómicos, a menudo chabacanos teatro moderno. Actor, periodista, dramatur­
y denigrantes para las mujeres (las primeras go, será como director de escena que irnpon­
en celebrarlos, sin embargo), más los comen­ drá su magisterio: escrupuloso análisis de los
tarios de actualidad, con acento en lo político. textos originales, respetándolos al pie de la le­
Ya el payaso Pepino el 88 (el actor Iosé “Pepe” tra (contra la costumbre, sobre todo de los có­
Podestá) se había hecho famoso, a fines del si­ micos argentinos y en especial del talentoso
282 glo XIX, con esos monólogos satíricos que no pero indisciplinado Florencio Parravicini, de
EL TEATRO

l Teatro Cervantes. Argentina, 1925.

“morcillar”, o sea, modificar los parlamentos reunió en el Odeón a los mejores actores del
por cuenta propia, con tal de ganarse al públi­ momento, a los que después llevó consigo al
co ) y analizando a fondo las intenciones del crear la Comedia Nacional Argentina, con se­
autor; exigencia de una dicción precisa, clara, de en el Cervantes, en 1936. Entre otros, Luisa
con proyección de la voz, sin forzarla, hasta el Vehil, Miguel Faust Rocha, Eva Franco, Gui­
último rincón del teatro; cultura general, con llermo Battaglia, Pilar Gómez. También a Iris
conocimiento de períodos históricos, historia Marga, vedette de las revistas del Maipo y del
del teatro, del traje, de los estilos y de las cos­ Porteño, en la que Cunill intuyó la presencia
tumbres; cultivo de los clásicos, para decir de una gran actriz (caso similar al de la espa­
adecuadamente el verso, al que los actores lo­ ñola -argentina por adopción y porteña de al­
cales no estaban habituados. ma- Gloria Guzmán, también llevada por Cu­
Cunill Cabanellas fue responsable de las nill del tablado frívolo al de la comedia
justamente famosas temporadas del Odeón, refinada). No menos importante fue la exigen­
financiadas por el doctor Enrique Telémaco cia de decorados corpóreos para sus tempora­
Susini, acaudalado mecenas y aficionado al das del Odeón: hasta entonces se utilizaban los
teatro. Esto ocurría al comenzar los años pintados sobre papel o tela, obras de admira­
treinta, cuando Cunill ya era profesor (desde bles artesanos, sin duda, pero obsoletos en las
1928) del Conservatorio de Arte Escénico. El principales salas del mundo. 283
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

Maestro de escenógrafos y figurinistas fue do de origen francés; dramones descabellados,


Rodolfo Franco; entre sus discípulos, Saulo pródigos en lágrimas y accesos de furor de­
Benavente, Luis Diego Pedreira, Mario Vana­ mencial, caracterizaron una decadencia pro­
relli. Gregorio López Naguil trabajó asimismo gresiva. Salvo el Odeón y algtmas compañías
para el Odeón y pasó al Cervantes al crearse la encabezadas por artistas responsables -Eva
Comedia Nacional. Franco, Camila Quiroga, Lola Membrives,
Sería injusto no mencionar aquí, a riesgo Muiño y Alippi, entre unos pocos—, la activi­
de cometer otra injusticia (ya que es imposible dad teatral porteña poco tenía que ver con el
nombrarlos a todos), a los grandes actores ar­ arte escénico. Hubo, sí, algunas comedias cos­
gentinos discípulos de Cunill y que han reco­ tumbristas con cierto encanto melancólico,
nocido su deuda con el maestro insigne: Alfre­ muy apreciadas por el público familiar, como
do Alcón, María Rosa Gallo, Osvaldo Bonet, Así es la vida, de Malfatti y De las Llanderas.
Ernesto Bianco e Inda Ledesma, entre muchos
otros.
EL OTRO TEATRO

EL FIN DE UNA ÉPOCA Fue el momento en que se empezó a to­


mar en cuenta lo que se llamó teatro indepen­
La edad dorada del teatro en la Argentina diente, al comienzo también denominado “de
llegaba a su fin. El cine, sobre todo a partir de aficionados”, “filodramáticos” o “amateur”.
1927, cuando adquirió voz, música y canto, y Aficionados, sí: enamorados del teatro, más
luego el radioteatro, lo desalojaron como úni­ bien. Gente de variado origen, sobre todo hu­
co entretenimiento popular. La codicia de los milde, que no hacían del arte una profesión
empresarios, la fórmula rápida del teatro por sino, en cierto modo, una artesanía que los
secciones, que exigía de autores y actores un convocaba como una forma de elevación es­
esfuerzo agotador, el abaratamiento del saine­ piritual e intelectual, una manera de expresar
te hasta convertirlo en una basta caricatura de inquietudes concretadas en un deseo auténti­
sí mismo, con arquetipos reiterados hasta el co, acaso ingenuo, de oponerse a la injusticia
cansancio, y la mala situación económica deri­ del mundo.
vada de la caída de la Bolsa neoyorquina en No extraña, entonces, que la cuna del mo­
1929, más las conmociones políticas del país, vimiento fuera el club de barrio. Había con­
alejaron al público. Para colmo, los elencos de juntos formados en las sedes de colectivida­
radioteatro competían con los legítimamente des, en especial la judía, que traía de Europa
teatrales al recorrer el territorio en giras con una antigua herencia cultural. Otros se cons­
abrumadora respuesta masiva. tituyeron en los locales del incipiente Partido
Las salas llamadas comerciales, casi todas Socialista. De ahí, también, la preferencia por
ellas ubicadas en la calle Corrientes y sus alre­ los autores que los bienpensantes considera­
dedores, optaron en general por el facilismo: ban subversivos (ácratas, anarquistas, maxi­
comedias triviales, muchas de ellas copiadas, o malistas, designaciones todas peyorativas),
burdamente traducidas y adaptadas, sobre to­ rusos, centroeuropeos y, como figura señera
EL TEATRO

de los luchadores por la libertad -un concep­ EL TEATRO DEL PUEBLO


to ya entonces bastante difuso, proteico, quizá
puramente retórico—, Ibsen. Inútil, tal vez, su­ Se ha fijado como fecha clave del teatro in­
brayar que la mayoría de esos aficionados, o dependiente, el año 1930, cuando Leonidas
independientes, profesaban doctrinas de iz­ Barletta (1902-1975) abre el Teatro del Pue­
quierda, indisponiéndolos con la burguesía blo, el primero en asumir históricamente la ta­
dominante. rea (¿mesiánica?) de ofrecer un repertorio de
calidad, con la intención, también, de ir for­
mando espectadores capaces de pensar en una
EL CUERPO REIVINDICADO modificación de las pautas vigentes, sociales,
económicas, políticas. Mucho se ha escrito, so­
Antes de entrar en la cronología del teatro bre todo en el último lustro, sobre el Teatro del
independiente se debe consignar un hecho Pueblo y su fundador. La empresa tuvo antece­
importantísimo. En 1950 Hegó a Buenos Aires dentes, como el Teatro Libre, de 1927, formado
por primera vez la compañía francesa de Ma­ por miembros del Grupo de Boedo, escritores,
deleine Renaud y Iean-Louis Barrault. Sería pintores, músicos, dramaturgos, periodistas,
una visita memorable, no sólo por la altísima actores, aparentemente opuesto al más conser­
calidad de los espectáculos presentados sino vador y exquisito de Florida, donde habría mi­
también por las consecuencias que traería. litado Borges.
Fue el deslumbramiento. Tras décadas de Disidentes del Libre crean, encabezados
asistir a un teatro formalmente correcto pero por el artista plástico Guillermo Facio Hebe­
basado sobre todo en la perfecta emisión de quer y por Barletta, en 1928, el Teatro Experi­
la voz y la dicción cuidada, los espectadores mental de Arte, cuya sigla, TEA, adquiere va­
locales y, sobre todo, la gente de teatro, redes­ lor simbólico, de antorcha que alumbra y guía.
cubrió el uso del cuerpo, gracias a la prodi­ 1.a refinada actriz Angelina Pagano da su apo­
giosa flexibilidad mímica de Barrault y la su­ yo a TEA y, no obstante el éxito de la primera
prema elegancia de movimientos de la obra, En nombre de Cristo, tragedia de Elías
Renaud (poseedora, además, de una voz ma­ Castelnuovo, la agrupación no llegará a 1929.
ravillosa, emitida sin esfuerzo aparente y ca­ En ese mismo año 1929, en la biblioteca de
paz de llenar, con un susurro, la inmensa sala la agrupación cultural “Anatole France”, a la
del Colón, donde el 14 de julio de aquel año que concurren, entre otros, César Tiempo,
representaron El libro de Cristóbal Colón, de León Mirlas, León Klimovsky y Samuel Ei­
Paul Claudel). A partir de ese momento, las chelbaum, nace otro intento teatral, La Mosca
escuelas de teatro incorporaron, o incremen­ Blanca, de corta vida. Existe la necesidad de
taron, las clases de expresión corporal, con dotar a Buenos Aires de un “teatro de arte”, co­
énfasis en los juegos físicos de Dalcroze y de mo los que existen en Italia, en Francia, en Es­
Léon Chancerel, y los ejercicios de pantomi­ paña. Barletta funda, a fines de 1930, el Teatro
ma. La tendencia continuaría y se perfeccio­ del Pueblo, frente a cuya primera sede, Co­
naria con las técnicas circenses, del clown y de rrientes 465, cedida de no muy buena gana
acrobacia. por la Municipalidad de Buenos Aires, él mis­ 285
LA DIMENSION CIENTÍFICA Y CULTURAL

l Leonidas Barletta.

mo se pasea agitando una campana, para lla­ capacidad para 1.250 espectadores. Se inicia la
mar la atención de los transeúntes e invitarlos etapa más brillante del grupo, que abarca no
a entrar. sólo las representaciones sino también confe­
El repertorio es de veras impresionante: El rencias, recitales, conciertos, exposiciones de
emperador [ones de O’Neill, Iinetes hacia el arte, la edición de libretos y de la revista Con­
mar de Synge, Pelo de zanahoria de Jules Re­ ducta. Las entradas son muy baratas, el público
nard, Noche de Reyes de Shakespeare, El matri­ responde en masa y el intendente municipal, el
monio de Gógol. Es también el grupo que por cultísimo doctor Mariano de Vedia y Mitre, ad­
primera vez representa a Roberto Arlt: El hu­ mirable traductor de Shakespeare y político de
millado (1931), Trescientos millones (1932), cuño conservador, confia, en octubre de 1942,
Saverio el cruel ( 1936), La isla desierta y La fies­ que “la obra mayor, más perdurable, de más al­
ta del hierro (1938). ta trascendencia social que marca en cierto
Nuevamente la Municipalidad, pero esta modo mi paso por la Municipalidad, es para mí
vez de muy buena gana, otorga por fin en 1937 el Teatro del Pueblo”. Los militares responsa­
al Teatro del Pueblo, por veinticinco años, la sa­ bles del derrocamiento del presidente Ramón
la de Corrientes 1530, donde hoy se alza el San Castillo, el 4 de junio de 1943, declararon la ca­
Martín, solar entonces ocupado por un teatro ducidad de aquel contrato y desalojaron a Bar­
286 que se llamó Nuevo y después Corrientes, con letta del recinto que se le había otorgado.
EL TEATRO

En el solar donde se alzaba el antiguo Tea­ Imposible consignar aquí todos los con­
tro Nuevo se inauguró, en 1962, el espléndido juntos independientes y las salas respectivas,
edificio del Teatro Municipal General San que se sucedieron a lo largo del siglo. Cabe
Martín, obra del arquitecto Mario Roberto Ál­ mencionar, entre los más valiosos, al IFT, de la
varez y asociados. El San Martín pertenece a la colectividad judía; entre los que ya no existen
Ciudad de Buenos Aires, mejor dicho, a sus ha­ pero que dejaron su huella en la historia, el
bitantes, que lo sostienen con el pago de sus Fray Mocho, el Florencio Sánchez, el Teatro de
impuestos. Con sus tres salas, de variada capa­ Arquitectura (de Iorge Petraglia, Leal Rey y
cidad, sus magníficos halls, sus galerías y, sobre Roberto Villanueva, que estrenará en Buenos
todo, el trabajo y el fervor de su personal, es el Aires Esperando a Godot), el Instituto de Arte
teatro oficial más importante del país y, con se­ Moderno, el Centro de Experimentación Au­
guridad, uno de los mejores del continente. diovisual del Instituto Di Tella (dirigido por
Villanueva y donde será revelada una autora
excepcional, Griselda Gambaro: El desatino,
LAS NUEVAS VOCES Los siameses, El campo, La malasangre), el
OLAT, de Alberto Rodríguez Muñoz, del que
Muchos grupos independientes se suce­ surge Iorge Lavelli, el director argentino de fa­
dieron en el tiempo, pero seguramente es La ma mundial, radicado en Francia.
Máscara, a partir de 1939, el que recoge la an­ La mención de Gambaro (1928) devuelve
torcha con mano más firme. Su actividad al tema de los autores. Carlos Gorostiza (1920:
abarca varias etapas, guiadas al comienzo por El puente, El pan de la locura, Los prójimos, El
Ricardo Passano. De sus filas saldrán, a su vez, patio de atrás) encabeza, aunque con mayor
los fundadores de Nuevo Teatro, Alejandra edad, la renovación producida por la llamada
Boero y Pedro Asquini. Esto ocurrirá en 1949, “generación del sesenta”, hoy ya en plena ma­
el mismo año en que La Máscara estrena, en durez: Roberto Cossa (Nuestro fin de semana, EI
su salita de Maipú 28, El puente, de Carlos Go­ viejo criado, La nona, Gris de ausencia), Ricardo
rostiza, dirigida por el autor y Pedro Doril. El Halac (Soledad para cuatro), Agustín Cuzzani
éxito obtenido provoca un hecho insólito en (El centroforward murió al amanecer, Los indios
los anales del teatro argentino: una compañía estaban cabreros), Ricardo Talesnik (La fiaca),
profesional, la de Nélida Quiroga, representa Mario Diament (Crónica de un secuestro) y los
la obra simultáneamente en una sala céntrica. fallecidos Carlos Somigliana (Amarillo), Ger­
Por su parte, el Nuevo Teatro de Boero y As­ mán Rozenmacher (Réquiem para un viernes a
quini se presenta con El alquimista, de Ben Ia noche), Osvaldo Dragún (La peste viene de
Ionson. Melos, Amoreta), Sergio De Cecco (El reñidero,
Infatigable, la Boero, ya separada de As­ espléndida adaptación de la Electra de Sófocles
quini, ha seguido fundando salas: la Planeta, la a la Buenos Aires de 1900). Un autor muy irn­
del Lorange y, finalmente, Andamio 90, a par­ portante, aunque de producción relativamente
tir de un importante legado del arquitecto escasa, es Ricardo Monti (1944: Una noche con
Francisco García Vázquez. En el mismo edifi­ el señor Magnus y sus hijos, Historia tendenciosa
cio funciona su escuela de teatro. de la clase media argentina, Marathon). 287
LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

En la nómina de salas independientes, nuestro país y este es el único homenaje que sa­
además, cabe destacar a la que llevaba justa­ bemos hacerle”.
mente ese nombre, fimdada por Onofre Love­ El propósito era criticar al gobierno mili­
ro en 1952 y que comenzó su actividad al año tar y mostrar, simbólicamente, con humor y
siguiente, con El 14 de julio de Romain Ro­ desesperación, el estado a que había reducido
lland. Con el nombre de Teatro Payró, fue el a la sociedad argentina. El ciclo comenzó el 28
reducto donde el gran director Jaime Kogan de julio de 1981 en el Teatro del Picadero, en
desarrolló una labor señera, a partir de Viet el entonces pasaje Rauch (hoy Enrique Santos
Rock, de Megan Terry, y los estrenos de sucesi­ Discépolo). La respuesta del público fue entu­
vas obras de Monti. siasta, desbordante, multitudinaria. El Picade­
Sin olvidar a Caminito, la creación famosa ro se incendió, misteriosamente, en la noche
de Cecilio Madanes que durante algo más de del 5 al 6 de agosto. De inmediato, los empre­
un decenio, a partir del verano de 1957-1958, sarios de la calle Corrientes ofrecieron varias
convirtió un pintoresco rincón del barrio de la salas en reemplazo, y fue elegida la del Tabarís,
Boca, a metros de la Vuelta de Rocha, en una de Carlos Rottemberg y Guillermo Bredeston,
cita obligada de los espectadores encantados donde Teatro Abierto prosiguió su lucha, apo­
con el lugar, el repertorio (iniciado con Los yado por el mismo fervor popular.
chismes de las mujeres, de Goldoni, y cuya me­ En 1982, tras la guerra de las Malvinas, el
jor realización acaso haya sido Las picardías de ciclo se trasladó al Odeón y al Margarita Xirgu.
Scapin, de Moliére, con un Iorge Luz de anto­ En 1983 se recuperó la democracia y la inicia­
logia) y las ocurrencias del refinado y astuto tiva comenzó a perder vigencia. Teatro Abierto
director que fue Madanes, un cabal hombre de queda en la historia como una singular demos­
teatro. tración de coraje y de talento creador.

TEATRO ABIERTO LA DURA REALIDAD

En 1981, un grupo de autores —Dragún, En nota publicada en El Cronista Comercial


Cossa, Somigliana y Gorostiza— se propuso rea­ del 28 de junio de 1976, Teodoro Klein consig­
lizar un vasto cido teatral de obras breves que naba que en 1910 existía una butaca cada 75 ha­
comenzaría con veintiuna de ellas, de otros tan­ bitantes dela ciudad de Buenos Aires; en 1976,
tos autores y a cargo de otros tantos directores, sumado el Gran Buenos Aires, esa proporción
escenógrafos, ilurninadores, etcétera, con un era de una butaca por cada 260 personas.
ejército de actores, “para demostrar la existen­ Pablo Weisberg, con el título de “El espec­
cia y vitalidad del teatro argentino, tantas veces tador ausente”, especificaba, en el número 3,
negada; porque pretendemos ejercitar en forma marzo-abril de 1981, de la revista Crear, que
adulta y responsable nuestro derecho a la liber­ en 1889 la cifra de espectadores en la ciudad
tad de expresión; porque aspiramos a que nues­ de Buenos Aires llegó a dos millones y medio,
tro valor se sobreponga a cada uno de nuestros para ascender a casi siete millones en 1925 y
288 miedos; porque amamos dolorosamente a decaer a dos millones cien mil en 1980.
EL TEATRO

La conclusión es que en 1910 hubo más por habitante, era de 2,6 veces al año. En
de seis millones y medio de espectadores, en 1980, ese porcentaje había descendido a 0,2
una población que no llegaba a un tercio de veces por año, es decir, trece veces menos que
la actual: el promedio de asistencia al teatro en 1910.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Para una visión general de la historia del co” argentino, de raíz hispana, hasta desem­
teatro argentino, consúltese la obra de LUIS OR­ bocar en el sainete.
DAZ, Historia del teatro argentino, Buenos Aires, También en el ámbito del periodismo, pe­
1999. Anterionnente publicada en fascículos ro realizado con una seriedad hoy infrecuente,
-luego reunidos en un volumen- la edición de es singularmente valioso el número 174-176
1999 tiene la ventaja de haber reordenado el de la revista Lyra, Buenos Aires, 1959. Lo es
material y agregado un apéndice, donde la es­ por la calidad de los colaboradores (los princi­
pecialista SUSANA FREIRE resume la intensa ac­ pales especialistas, en ese momento, en la his­
tividad de los últimos treinta años. Es intere­ toria del teatro argentino; entre otros, Alfredo
sante el aporte gráfico. de la Guardia, Arturo Berenguer Carisomo,
Aunque carente del aparato erudito de Raúl H. Castagnino, Alejandro Berruti, Carlos
una investigación académica, la obra de EN­ H. Faig, Félix M. Pelayo, Luis Ordaz, León
RIQUE GARCÍA VELLOSO, Memorias de un hom­ Benarós, Arturo Cerretani, Iosé León Pagano,
bre de teatro, Buenos Aires, 1942 (la edición Edmundo Guibourg, entre muchísimos otros),
original es hoy casi inhallable, pero hay nu­ por el excelente material gráfico y, sobre todo,
merosas reediciones), proporciona un cua­ por la síntesis lograda al abarcar práctica­
dro vivaz, muy ameno, de la vida teatral ar­ mente todo el discurrir del teatro argentino,
gentina —centrada en la ciudad de Buenos desde la Colonia hasta la fecha de aparición
Aires, como es notorio- desde fines del siglo de la revista. x
XIX hasta mediados del XX, cuando muere Otra revista, la de Argentores (Sociedad
García VeHoso (1880-1938). Es un trabajo General de Autores de la Argentina), en el nú­
ante todo periodístico, sin duda, pero “Vello­ mero especial, editado en septiembre de 2000,
sito” era un periodista de alto vuelo y, entre al festejarse los noventa años de la entidad,
una anécdota y otra, desliza noticias impor­ trae material importante sobre ese hecho capi­
tantes sobre personajes y acontecimientos de tal en la historia de la actividad teatral en el
su época. Es invalorable, por ejemplo, su con­ país, y útiles semblanzas de los personajes que
tribución al conocimiento de una persona­ lo protagonizaron.
lidad tan compleja y definitoria como la de Teniendo en cuenta que, luego del hecho
Pablo Podestá, de cuya estética derívará, du­ fundacional del teatro propiamente argentino
rante muchos años, el estilo de actuación de (la teatralización del [uan Moreira de Eduardo
los mayores actores argentinos; así como su Gutiérrez), lo más importante en ese devenir
descripción de la trayectoria del “género chi­ ha sido el desarrollo del sainete y su derivación 289
LA DIMENSION CIENTIFICA Y CULTURAL

hacia el género nacional por excelencia, el gro­ GIUSTI coloca en su justa dimensión al autor
tesco, se recomiendan varios textos alusivos. de numerosas “obras de tesis” —o de ideas, so­
De TULIO CARELLA, El sainete criollo, Buenos bre las huellas de Ibsen-, nacidas de circuns­
Aires, 1957, breve historia del género y muy só­ tancias políticas y sociales que marcan un
lida demostración de su valía. De RAÚL H. CAS­ tiempo convulsionado en la Argentina y en el
TAGNINO, Revalorización del género chico criollo, mundo (prolegómenos y desarrollo de la Pri­
Buenos Aires, 1977, un texto referido sobre to­ mera Guerra Mundial, de la que Payró fue tes­
do al antecedente del sainete, el “género chico” tigo desde su puesto de corresponsal de La
criollo, salido del español, al que era tan aficio­ Nación en Bruselas). La situación del inmi­
nado el público porteño: un tema importante, grante y del asalariado en general, enfocada
explicitado con la erudición y la arnenidad ca­ desde la óptica socialista, y las primeras grietas
racterísticas del autor. De JOSE GONZALEZ CAS­ en el “sueño argentino” de prosperidad sin fin.
TILLO, “El sainete, medio de expresión argenti­ Cuando esas grietas se hacen más profun­
no”, Cuadernos de Cultura Teatral, n° 5, Buenos das y en los años veinte del siglo pasado el
Aires, 1937, acaso la primera revaloración del “sueño argentino” estalla en pedazos, al decli­
género, escrita en tiempos en que éste había nar el apogeo de la producción agropecuaria y
decaído y se había desnaturalizado hasta llegar sin una firme política industrial, Armando
a la caricatura de sí mismo. Y de MARTA LENA Discépolo aparece como un mensajero del
PAZ, “Carlos Mauricio Pacheco”, Bibliografia Apocalipsis. Su visión genial de la vida argen­
argentina de arte y letras, Buenos Aires, 1963, tina como una oscilación constante entre lo
valioso ensayo sobre la breve vida (1881-1924) trágico y lo cómico (resbalando siempre hacia
y la obra del autor más personal e importante el ridículo), configura el género nacional por
que tuvo el sainete, con esa obra maestra que excelencia, el grotesco. A dos ejemplos de éste
es Los disfrazados, de 1906. se refiere el excelente, ilustrativo prólogo, por
En su “Prólogo” a ROBERTO I. PAYRÓ, Teatro BEATRIZ DE NOBILE, a ARMANDO DISCEPOLO,
completo, Buenos Aires, 1956, ROBERTO F. Dos grotescos, Buenos Aires, 1975.

290
ADENDA
CRÓNICA 1983-2000
Aurora Ravina

Los últimos diecisiete años del siglo XX coin­ (UCR) con el 52% de los votos. El binomio
cidieron, en la Argentina, con su reingreso en las justicialista (PI), Ítalo Luder-Deolindo Bittel,
vías constitucionales y, en la vivencia y la expre­ obtuvo cerca del 40%; el Partido Intransigen­
sión de la mayoría, con su retomo a la vida en te (PI), con Oscar Alende, el 2,33% y el Movi­
democracia. El camino por transitar, de cara al miento de Integración y Desarrollo (MID),
próximo siglo, no sería fácil y algunos datos de la con Rogelio Frigerio, 1,21%. El triunfo de la
realidad política, económica, social y cultural de Unión Cívica Radical (UCR) se completó con
ese período parecen presentarse como los condi­ las gobernaciones de las provincias de Buenos
cionantes más fuertes de la vida nacional. El re­ Aires,.Córdoba, Chubut, Entre Ríos, Mendo­
cuento que sigue no pretende, ni mucho menos, za, Misiones y Río Negro, en tanto los justi­
agotar ese conjunto, sino ofrecer una guía sufi­ cialistas fueron elegidos en las de Catamarca,
cientemente amplia de una serie de cuestiones a Chaco, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja,
las que cualquier estudioso de esa etapa, segura­ Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santia­
mente, tendrá que atender. Se ha organizado la go del Estero y Tucumán. El Pacto Autono­
información en seis secciones que recorren el ca­ mista-Liberal ganó en Corrientes, el Partido
mino de las umas, el campo de la política y las Bloquista en San Juan, el Movimiento Popu­
instituciones, la cuestión militar, el escenario de lar Neuquino (MPN) en Neuquén y la UCR
la economía y la sodedad, las relaciones intema­ consiguió indiscutible mayoría en la Capital
cionales y los viajes presidenciales y el ámbito de Federal y en el territorio de Tierra del Fuego.
la educación, la ciencia y la cultura. El radicalismo contaba así con mayoría en la
Cámara de Diputados, aunque no en el Sena­
do. Como otras veces en la historia nacional,
ELECCION Y RENOVACIÓN los resultados comiciales marcarían el talante
DE LAS AUTORIDADES POLITICAS de la sociedad; pero entonces y de allí en ade­
lante, serían un dato mucho más significati­
El resultado de las elecciones generales vo, a causa de la prolongada y severa clausura
(30 de octubre de 1983) consagró la victoria de la participación política que había sufrido
de Raúl Ricardo Alfonsín y Víctor Martínez la Argentina. 293
ADENDA

En la primera renovación legislativa en to­ años (1952) y también era la primera vez en
do el país correspondiente a este período -3 casi cuatro décadas que se producía la renova­
de noviembre de 1985-, la UCR obtuvo el ción completa de Diputados. Más aún, ese año
43% de los votos; el P] el 34%; el PI el 6% y la vio el recambio completo de los gobernadores
Unión de Centro Democrático (Ucedé) el provinciales sin que se hubiera recurrido a la
3,5%; el Partido Comunista (PC), el Movi­ intervención federal, hecho inédito desde
miento al Socialismo (MAS) y otros sectores 1853.
de izquierda en su conjunto, alcanzaron alre­ La próxima renovación presidencial hizo
dedor del 2% de los votos. En la Capital Fede­ su aparición en escena de la mano de las elec­
ral, la Ucedé ocupó el tercer lugar, seguida por ciones intemas del peronismo y la UCR. Car­
el PI. La UCR perdió en Corrientes frente al los Menem (53% de votos) venció a Cafiero
Pacto Autonomista-Liberal y en Formosa, La (casi 46%) en una fórmula que completaba
Rioja y Tierra del Fuego, frente al P]. En la Eduardo Duhalde. Menem viajó a Medio
provincia de Buenos Aires, mantuvo la prirna­ Oriente y Europa como parte de la promoción
cía con el 49,35% de los votos; el PI sumó el de su candidatura y, en el país, recibió apoyo de
39,58% con los votos del Frente Justicialista la CGT. En las intemas de la UCR, Eduardo
de Liberación (FREIULI), la fracción de Her­ Angeloz obtuvo el triunfo (89%) sobre Luis
minio Iglesias y los del Frente Renovador, León (11%). También se proclamó la fórmula
conducido por Antonio Cafiero. Un año des­ de la alianza de la Unión del Centro Democrá­
pués, hubo comicios en San Luis (7 de diciem­ tico y el Partido Demócrata Progresista (PDP),
bre de 1986), donde triunfó el justicialismo Álvaro Alsogaray-Alberto Natale, mientras la
(61%) en una consulta “no vinculante” sobre izquierda en sus distintas vertientes permane­
el destino de una vacante de senador nacional, cía rezagada, con algtmos sectores como el
y en Córdoba (14 de diciembre), donde la MAS, el PC y otros de entre los más extremos,
elección de constituyentes dio la victoria a la intentando conformar un frente electoral. Los
UCR (44,2%) a más que escasa distancia del partidos provinciales repartieron sus apoyos
peronismo (44,1%): Una nueva convocatoria entre Angeloz y Alsogaray. Hacia 1989, el dete­
regular para la renovación legislativa y la de rioro de la situación política y económica con
varias gobernaciones -6 de septiembre de su correlato social, se reflejó en el estado de in­
1987- revelaría el humor político con que se quietud que acompañó el desarrollo de la carn­
había llegado al segundo semestre del año. Las paña electoral y elevó el tono de la contienda
urnas señalaron un revés para la UCR (37%) política.
que perdía así la mayoría en la Cámara de Di­ Las elecciones (14 de mayo) dieron el
putados, mientras ascendía el justicialismo triunfo al Frente Justicialista Popular (FREIU­
(41%) y se quedaba con las gobernaciones de PO), con Colegio Electoral propio. Perdió so­
Buenos Aires, Entre Ríos, Misiones, Mendoza lamente en Capital Federal y Córdoba, aunque
y Chubut. por márgenes mínimos, y en Salta y Chubut,
Por quinto año consecutivo, el 1° de mayo donde se tradujo en un empate en el número
de 1988 se inauguraron las sesiones legislati­ de electores. En cifras, el FREIUPO obtuvo el
294 vas. No ocurría así desde hacía treinta y seis 47,30% de los votos frente a la UCR, que al­
CRÓNICA 1983-2000

canzó solamente el 32,40%. Hubo reuniones diputados nacionales, intendentes y concejales


entre Alfonsín y Menem, en las cuales acorda­ y se elegían gobernadores. En la Capital Fede­
ron negociar en conjunto con los acreedores, ral, Fernando de la Rua venció a Carlos Ruc­
aunque no habría cogobierno. Se hablaba de kauf por once puntos de diferencia. En Bue­
adelanto en la entrega del poder, ante lo cual el nos Aires, triunfó, como gobernador, Eduardo
presidente electo declaró que lo aceptaría si lo Duhalde (PI) con el 46%, sobre Iuan Carlos
pedían todos los sectores y el presidente sa­ Pugliese (UCR) que obtuvo el 23%. En Tucu­
liente pidió que si se hacía, fuera en armonía mán ganó Ramón Ortega; en Santa Fe, Carlos
con la Constitución. Reutemann. Por lo demás, el justicialismo
En el Congreso, en cambio, entre radicales venció en las provincias de Chubut, Entre
y peronistas se firmaron varias “actas de tran­ Ríos, Formosa, La Pampa, Mendoza, Misiones
sición" hasta el 10 de diciembre. El Colegio y Santa Cruz. En Buenos Aires, Aldo Rico ob­
Electoral consagró formalmente al binomio tuvo tres bancas, desplazando a la Ucedé, y en
electo por 325 votos contra 231. Carlos Saúl Neuquén triunfó el MPN.
Menem asumió la presidencia el 8 de julio de El P] ganó en las elecciones de Jujuy, La
1989, anticipadamente, ante la resignación del Rioja y Santiago del Estero —aquí con denun­
cargo por parte de Raúl Alfonsín. cias por fraude-; en el Chaco venció Acción
Hubo conflictos en el Congreso que tuvie­ Chaqueña y en Salta, el Partido Renovador.
ron que ver con la elección del senador por la Con esto, el menemismo obtuvo quorum pro­
Capital Federal. Fernando de la Rúa (UCR) pio en la Cámara de Diputados. En Chubut,
había obtenido la mayor cantidad de votos, donde hubo ballotage, Carlos Maestro (UCR)
pero el peronismo y los “ucedeístas” negocia­ ganó con el 51,3%.
ron y, finalmente, la banca fue para Eduardo Para junio de 1992 se fijó la elección del
Vaca (FREIUPO). El justicialismo fue derrota- i senador por la Capital que ocuparía la vacan­
do en las umas tucumanas por el general An­ te dejada por el radical Iuan Trilla. El Poder
tonio Domingo Bussi en ocasión de elegirse Ejecutivo se encargó de nacionalizar el comi­
legisladores y constituyentes; en Santa Fe y en cio, en el primer momento, con el propósito
Rosario perdió las intendencias, a cuyo frente de convertirlo en una prueba del éxito de su
quedaron Enrique Muttis (PDP) y Héctor Ca­ gestión. Más tarde se despegaría de la figura de
vallero (Partido Socialista Popular, PSP), res­ su candidato y la campaña transcurriría en
pectivamente. medio de una guerra de afiches. Los resultados
Dos años después —l99l—, en San Iuan y electorales favorecieron a Fernando de la Rúa
en San Luis, las elecciones dieron el triunfo al y con él ingresaron a la Cámara alta, en di­
justicialismo, circunstancia que el Poder Eje­ ciembre de ese año, Antonio Cañero, José Oc­
cutivo entendió como un respaldo para el go­ tavio Bordón, Luis León y Elías Sapag, estos
bierno. Por otra parte, mientras en Río Negro dos últimos revalidando sus mandatos. En no­
era reelecto Horacio Massaccesi (UCR), el viembre, se fijó la segunda quincena de sep­
Presidente habló, por primera vez, de su pro­ tiembre del año siguiente para realizar las
pia reelección. En tanto, en la Capital y en do­ elecciones nacionales de renovación legislativa
ce provincias correspondía la renovación de y se decidió no escalonarlas como en oportu­ 295
ADEN DA

nidades anteriores, salvo el caso correntino, miento Popular Iujeño y en San Juan resultó
donde se harían a fines de marzo. En abril de ganador el Frente de la Esperanza, una esci­
1993, por fin, se fijó el 3 de octubre como fe­ sión del peronismo.
cha para las elecciones de renovación legislati­ En 1995 hubo renovación presidencial y
va. Con una campaña donde las encuestas junto con ella se eligieron senadores y diputa­
marcaban cada vez mayores diferencias entre dos nacionales y hubo elecciones para gober­
el oficialismo y la UCR, se desembocó en co­ nador en varias provincias. Los comicios de
micios que dieron el triunfo al P] en 18 distri­ ese año ocurrieron de acuerdo con la reforma
tos, inclusive en la Capital Federal, donde aun constitucional de 1994, que habilitó la reelec­
en 1973 había triunfado la UCR y en los tota­ ción presidencial. El triunfo fue para la fór­
les generales el oficialismo aventajó al radica­ mula del P], Carlos Saúl Menem-Carlos Fede­
lismo en 12 puntos. Este último ganó en San­ rico Ruckauf. El peronismo ganó además las
tiago del Estero, Río Negro y Catamarca, a gobernaciones de Buenos Aires —con Eduardo
través de una alianza local. La tercera fuerza Duhalde, que había abandonado la vicepresi­
fue el Frente Grande, una coalición de forma­ dencia de la República para presentarse a las
ción reciente que reunía a justicialistas del lla­ elecciones—, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La
mado Grupo de los Ocho —escindido del par­ Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta,
tido originario y liderado por Carlos Álvarez—, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe y
sectores de la democracia cristiana y distintos Santiago del Estero. En Catamarca, Córdoba,
componentes de la izquierda. Chaco, Chubut y Río Negro, las gobernaciones
La convocatoria a elecciones para conven­ quedaron en manos de la UCR y las tres res­
cionales constituyentes nacionales y de la pro­ tantes donde hubo elecciones, resultaron en
vincia de Buenos Aires, diseñaron el panora­ triunfos de partidos provinciales: el MPN en
ma electoral de 1994. En el primer caso, el Neuquén; el Movimiento Popular Fueguino
Frente Grande (FG) triunfó en la Capital Fe­ (MOPOF) en Tierra del Fuego y Fuerza Repu­
deral por el 36,2% de los votos, a buena dis­ blicana, el partido del general Antonio Do­
tancia de la UCR y del PI y sus aliados; tam­ mingo Bussi, en Tucumán. Con respecto a la
bién lo haría en Neuquén y en Catamarca, composición del Senado nacional, en la Capi­
porque allí se le incorporó el Frente Cívico y tal Federal ganó el Frente País Solidario (FRE­
Social -una coalición de la UCR con peronis­ PASO) —coalición constituida por el Frente
tas disidentes y otras fuerzas- que había gana­ Grande, PAIS, la Unidad Socialista y el Partido
do el año anterior. En el resto del país, el P) re­ Demócrata Cristiano-, pero el porcentaje so­
sultó ganador en Buenos Aires, Chaco, Entre bre el total de las bancas favoreció al peronis­
Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Mendoza, mo con el 54,2%, a 25 puntos de distancia de
Misiones, Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa la UCR. En Diputados, la diferencia entre las
Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tu­ dos fuerzas políticas fue un poco menor, 21
cumán. La UCR obtuvo el primer puesto en puntos, pero siempre a favor del P), que obtu­
Córdoba, Chubut y Río Negro. En Corrientes, vo el 43,0% de los sufragios, ante el 21,7% de
el Pacto Autonomista Liberal no cedió posi­ los radicales. Por otra parte, la UCR apenas si
296 ciones, tampoco lo hizo en Jujuy el Movi­ consiguió superar al FREPASO por el 0,6%.
CRONICA 1983-2000

El año 1996 trajo como novedad la elección go, cuando no en una línea decididamente
del primer jefe de gobierno para la Ciudad Au­ rebelde, como el caso de Santa Cruz. El em­
tónoma de Buenos Aires, el 30 de junio, según pate entre la Alianza y el peronismo significó
las nuevas condiciones institucionales estable­ un verdadero cambio en la relación de fuer­
cidas por la reforma constitucional de 1994, y la zas políticas, especialmente en función de la
de constituyentes que tendrían la misión de re­ próxima renovación presidencial de 1999.
dactar y sancionar el estatuto para la ciudad. En cuanto a la gobernación correntina, el
Fernando de la Rúa, candidato de la UCR, con Partido Nuevo del mandatario saliente, Raúl
el apoyo de otras fuerzas políticas, obtuvo la je­ Romero Feris -con compromiso menemis­
fatura del Gobiemo con el 38,8% de los votos, ta— garantizó para sí, en la segunda vuelta,
a buena distancia del P], que quedó tercero de­ con más del 55% de los votos, el control de la
trás del FREPASO. provincia.
Una renovación de la Cámara de Diputa­ La renovación de senadores nacionales en
dos y la elección de gobernador en Corrien­ 1998, implicó una polémica en la Cámara alta
tes constituyeron el calendario electoral de que Hegó hasta la Corte Suprema de Justicia,
1997. La Alianza para la Justicia, el Trabajo y cuando la Alianza, el Partido Autonomista co­
la Educación —constituida por la UCR y el rrentino y el gobernador Chaqueño Angel Ro­
FREPASO- y el PI, prácticamente empataron zas (UCR) plantearon la usurpación de dos
en los comicios del 26 de octubre y obtuvie­ bancas por parte del peronismo. El partido
ron en la cámara baja 46 y 51 bancas, respec­ oficial no tuvo reparos en no respetar a las le­
tivamente. La Alianza se anudó en 14 de los gislaturas provinciales, responsables legales de
24 distritos electorales: Capital Federal, Bue­ la designación de los senadores —solamente en
nos Aires, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Iu­ 2001 comenzaría a regir la reforma constitu­
juy, La Rioja, Misiones, Salta, San Luis, Santa cional que permitiría su elección directa y se
Cruz, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y renovaría por completo- para imponer la
en Santa Fe, donde tuvo solamente acepta­ fuerza de su mayoría en la Cámara y quedarse
ción parcial. No pudo avanzar en provincias con dos bancas de las provincias de Chaco y
con gobernaciones radicales, como Córdoba, Corrientes; en el primer caso, desconociendo
Catamarca, Río Negro y Chubut; tampoco la decisión de la Legislatura y en el segundo,
en Mendoza, un distrito clave aunque no de sin que ésta se hubiera reunido para convali­
mayoría radical. El más importante de los darlo y cuando existía un fallo de la Justicia en
triunfos de la Alianza se dio en la Capital Fe­ contra de la designación.
deral con el 56,78% de los votos, a gran dis­ El escenario electoral del 1999 consagró la
tancia del P], que solamente consiguió el victoria de la fórmula de la Alianza: Fernando
17,98%. Varios distritos electorales más pe­ de la Rúa (UCR)-Carlos Álvarez (FREPASO)
queños señalaron una victoria justicialista con el 48,5% de los votos; solamente en las
contundente: Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mi­ provincias de Formosa, La Rioja, Misiones y
siones, San Juan y Santiago del Estero en la Santiago del Estero, el triunfo fue del PI con la
línea menemista y en otra más independien­ fórmula Eduardo Duhalde-Ramón Ortega.
te, Formosa, Salta, San Luis y Tierra del Fue­ En cuanto a las gobernaciones, siete quedaron 297
ADEN DA

en poder de la fuerza ganadora: Catamarca, rón. A principios de junio, dieciséis partidos


Chaco, Chubut, Entre Ríos, Mendoza, Río Ne­ políticos, incluido el PI y la UCR, firmaron en
gro y San Juan, además de la Ciudad Autóno­ la Casa Rosada un Acta de Coincidencias.
ma de Buenos Aires; dos, en manos de parti­ A dos años de gestión se constituyó, en
dos provinciales -Corrientes y Neuquén- y el enero de 1986, el Consejo para la Consolida­
resto, en las del peronismo. En cuanto a la ción de la Democracia, organismo al que el
composición del Congreso Nacional, la Alian­ Presidente le había indicado que estudiara la
za, en Diputados, sumó 125 escaños (ganó 19) posibilidad de impulsar una reforma constitu­
contra 101 del P] (perdió 21), pero aun así no cional. Así se anunció un proyecto (abril) que
llegó al quorum propio que implicaba reunir incluía dicha reforma, el traslado de la capital
129 bancas. El resto se repartió entre 12 de federal a Viedma-Carmen de Patagones y la
Acción por la República (el partido del ex mi­ creación de la provincia de Tierra del Fuego;
nistro de Economía Domingo Cavallo) y 19 se trataba de una iniciativa “fundadora” de
de varios partidos provinciales. El Senado es­ una “segunda República”, según la definió el
taba dominado, como se ha visto, por la ma­ propio Presidente. La reforma de la Constitu­
yoría peronista. ción Nacional esperaría hasta 1994; pero en
La última elección del siglo sería la reno­ junio de 1987, Alfonsín promulgó la ley de
vación de la Iefatura de Gobierno de la capital traslado de la capital —que no se llevó a cabo­
de la República que, una vez más, fue para la y en septiembre de 1988, el Senado aprobaría
Alianza, pero en esta ocasión para un candida­ el proyecto de provincialización de Tierra del
to proveniente de las filas del FREPASO: Aní­ Fuego, que se haría realidad por ley de 1990.
bal Ibarra. Con respecto a la reforma constitucional,
salvo los casos de Entre Ríos, Mendoza y San­
ta Fe que no introdujeron modificaciones en
POLÍTICA E INSTITUCIONES este período, el resto de las provincias fueron
implementando las suyas: Iujuy, La Rioja y San
En mayo de 1984, al tiempo que se inau­ Iuan en 1986; la segunda además introduciría
guraban las sesiones del Congreso Nacional, el otras reformas en 1998; Córdoba y San Luis en
movimiento sindical, con Saúl Ubaldini a la 1987; Catamarca, Misiones y Río Negro en
cabeza, ratificaba el liderazgo de María Estela 1988; Tucumán en 1990; Formosa en 1991,
Martínez de Perón. La ex presidente, quien Corrientes en 1993; Buenos Aires, Chaco,
arribó al país en esos días, visitó a Alfonsín Chubut, La Pampa y Neuquén en 1994, des­
asegurándole la colaboración de su partido pués de la reforma del texto nacional; Santia­
para seguir adelante con la normalización del go del Estero en 1997 y Salta y Santa Cruz en
país. Unos días antes, el Congreso Nacional 1998. Por otra parte, en 1991, Tierra del Fue­
había anulado, con una ley “de reparación his­ go, en su nueva condición provincial, dictó su
tórica”, las normas y actos del gobierno de fac­ constitución y en 1996 lo hizo la Ciudad Au­
to, así como las sanciones judiciales que ha­ tónoma de Buenos Aires, tal como correspon­
bían afectado a gobiernos constitucionales, día a su nuevo status institucional. En algunos
298 entre los que se incluía el de la señora de Pe­ casos, la decisión sobre la oportunidad de rea­
CRÓNICA 1983-2000

lizar la reforma de una constitución provincial sus remuneraciones por encima de lo dispues­
—en Buenos Aires, por ejemplo- se cruzó con to por el Poder Ejecutivo, generándose más
las aspiraciones políticas de oficialistas y opo­ cuestionamientos y resistencias.
sición. Sometida a un plebiscito, en principio En dos años y medio de gestión, el gobier­
resultó en un rotundo “no” a las aspiraciones no del presidente Menem intervino cuatro
de ambos partidos y comprometió el futuro provincias: Tucumán, por la situación del go­
de encumbrados dirigentes partidarios del bernador José Domato y la interna justicialis­
oficialismo y le costó el cargo a varios minis­ ta; Catamarca, por el caso María Soledad Mo­
tros de la gobernación. rales; Tierra del Fuego, normalizada a fines de
Con respecto a la reforma de la Constitu­ 1991, después de la gestión de Matilde Menén­
ción Nacional, los cruces de opiniones se dez y en febrero de 1992, Corrientes que no
arrastraron por dos años, girando sobre el eje pudo zanjar el empate del Colegio Electoral
controvertido de la posibilidad de incluir la producto de las elecciones de noviembre del
cláusula de la reelección presidencial. año anterior. Esta provincia pasaría por más
El Poder Judicial fue otro ámbito donde de un interventor antes de que se convocaran
hubo redefiniciones de alcance institucional elecciones para marzo de 1993. El cuadro de
sustentadas en criterios de orden político, a desórdenes institucionales se completó con
pesar de que se intentó soslayar ese costado de Santiago del Estero, donde las acusaciones de
la cuestión. En 1989, ya en la gestión de Carlos fraude electoral habían perjudicado a Zavalía,
Menem, en sendas acordadas el alto tribunal ganador de las elecciones de 1991; con San
afirmó su independencia y definió su oposi­ Juan, donde renunció el gobernador Jorge Es­
ción respecto de aumentar el número de mi­ cobar antes de que se enviara la intervención a
nistros de 5 a 9; oposición que llevaría al secre­ la provincia; con la ciudad de Buenos Aires, en
tario de Justicia, Iulio Oyhanarte, a renunciar. cuyo Concejo Deliberante se formularon di­
Al año siguiente, la cuestión se resolvería versos cargos al intendente Carlos Grosso, que
cuando el Congreso Nacional, con quorum fa­ lo obligaron a dimitir, para ser reemplazado
cilitado por los diputados del P], el PI y la Uce­ por el hasta entonces secretario de Hacienda
dé, convirtió en ley el aumento de ministros municipal, Saúl Bouer: El año 1992 se cerró en
de la Corte Suprema. A raíz de la sanción re­ el orden institucional con nuevos cambios de
nunció a ella Iorge Bacqué, en tanto los radi­ funcionarios en los ministerios del Interior, de
cales consideraban que sería una “Corte adic­ Trabajo y de Educación y con dificultades pa­
ta” y Ricardo Levene (h) era designado nuevo ra integrar la Cámara Nacional de Casación.
presidente del alto tribunal. Fernando de la Los cambios continuarían desde el primer tri­
Rúa se negó a ingresar en él; en cambio, lo hí­ mestre de 1993, que asistió al reemplazo del
cieron Mariano Cavagna Martínez, Rodolfo ministro de Salud y Acción Social mientras
Barra y Julio Nazareno. Poco después se com­ arreciaban los rumores de cambio en la carte­
pletaron las designaciones con la de Eduardo ra de Defensa, finalmente producido en abril.
Moliné O’Connor. Los problemas en la Corte El nuevo ministro —quinto en el cargo trans­
Suprema no terminaron con la cuestión de la curridos cuatro años de la presidencia de Me­
cantidad de ministros; una acordada aumentó nem- fue recibido con las inquietudes de los 299
ADENDA

jefes de las tres armas respecto de la situación nes. Un encuentro entre Alfonsín y Menem,
salarial de los militares. Cuatro meses después, primero negado y luego admitido, culminó en
en agosto, cambiaría el ministro del Interior. el “pacto de Olivos” —contenía los puntos
En el orden provincial, el Colegio Electoral co­ esenciales que se contemplarían en la refor­
rrentino fue suprimido por un decreto presi­ ma-, suscripto en medio de una oposición
dencial, se anuló la elección que había dado el que criticaba, especialmente, la cuesüón de la
gobierno a Raúl Romero Feris y se nombró reelección presidencial (14 de noviembre de
nuevo interventor a Ideler Tonelli; en Santiago 1993). Un mes después, fruto del trabajo de
del Estero renunció el gobernador, Carlos Mu­ comisiones asesoras del radicalismo y del pe­
gica, con lo que se evitó el envío de la inter­ ronismo, en la Casa Rosada se suscribía el
vención federal. acuerdo definitivo que contenía el “núcleo de
La denuncia de dos ministros de la Corte coincidencias básicas” que la Convención
Suprema de Iusticia sobre la desaparición de Constituyente debería considerar, sin la posi­
documentación relativa a un fallo que impli­ bilidad de votar por separado cada una de esas
caba al Banco Central, importó una crisis, po­ disposiciones, lo que generaría una polémica
co antes de las elecciones, cuyas derivaciones, acerca de la posibilidad de restringir, a través
cuando arreciaron los ataques a los jueces y de esa imposición, la soberanía de la Conven­
también a la prensa, abonaron la cada vez más ción. Realizadas las elecciones de convencio­
extendida opinión acerca de la falta de seguri­ nales, las sesiones se llevaron a cabo en la do­
dad jurídica en el país. En el ámbito de la ble sede de Paraná y Santa Fe entre mayo y
prensa, por otro lado, dos cuestiones tuvieron agosto de 1994. El nuevo texto, sancionado el
repercusión significativa en la opinión públi­ 22 de agosto, fue jurado por las autoridades el
ca. A través de un fallo del más alto tribunal de día 24 en el histórico Palacio San Iosé (Entre
la Nación, había comenzado a asomar el desa­ Ríos). Además de las cuestiones concernientes
rrollo del derecho a réplica. Los propietarios a las condiciones de la reelección presidencial,
de medios de comunicación rechazaron de a la implantación de la elección directa para
plano tal posibilidad, al tiempo que, en medio presidente, vicepresidente y senadores y otras
de la polémica, el Poder Ejecutivo envió al modificaciones correlativas o no de la parte
Congreso un proyecto sobre el delito de desa­ orgánica de la Constitución, se amplió y pro­
cato (artículo 244 del Código Penal), figura fundizó la parte dogmática con la incorpora­
jurídica que había servido por años para neu­ ción de otros derechos y garantías y se otorgó
tralizar las críticas a los funcionarios. El caso jerarquía constitucional a diversos tratados
se cerró con la supresión de la citada figura internacionales. Algunas innovaciones como
por una ley sancionada en junio de 1993. La la autonomía de la ciudad de Buenos Aires o la
discusión sobre la oportunidad y necesidad de creación del Consejo de la Magistratura, de­
una reforma de la Constitución Nacional y la morarían en su instrumentación a raíz de
altemativa de convocar un plebiscito para di­ confrontaciones políticas circunstanciales, cu­
rimir la cuestión volvió al primer plano. La ya superación costaría tiempo y esfuerzo.
posibilidad de habilitar la reelección inmedia­ En los cuatro años del segundo mandato
300 ta del presidente fue el centro de las discusio­ de Carlos Menem, el deterioro de la situación
CRÓNICA 1983-2000

social y económica sería el correlato de un cre­ món “Palito” Ortega. En medio de este pano­
ciente proceso de esa naturaleza en lo político rama, sesionó la Asamblea Constituyente de la
e institucional. Tensiones aparecidas a los po­ Ciudad Autónoma de Buenos Aires (del 19 de
cos meses de la reelección enfrentaron, cada julio al lO de octubre). El texto sancionado de­
vez más, al Presidente y a su ministro de Eco­ jó planteados conflictos con el gobierno na­
nomía hasta su renuncia en julio de 1996. El cional, que el jefe de Gobierno neutralizó con
tenor de las disputas en la cúpula del poder se la decisión de no implementar las normas so­
definió por dos vías: las acusaciones de Cava­ bre las que se produjo el disenso hasta tanto
llo lanzadas contra sus pares de Interior —Car­ no se negociara con las autoridades naciona­
los Corach- y Iusticia -Elías Iassan- porque les. Esos puntos comprendían cuestiones co­
estarían manipulando y protegiendo a inte­ mo la oportunidad para llamar a elecciones le­
grantes del Poder Judicial a cambio de obtener gislativas, la derogación de edictos policiales,
resoluciones alineadas con sus necesidades la posibilidad de que la ciudad tenga policía y
políticas; y las iniciativas de cierto grupo de justicia propias y de que disponga de jurisdic­
incondicionales del Presidente que impulsa­ ción sobre sus puertos y las aguas adyacentes
ban la idea de la “re-reelección”, potenciando del Río de la Plata, ámbitos reservados a la
así la interna política del oficialismo. Queda­ competencia nacional.
ban al desnudo la trama de un sistema que de­ A esta situación de tensiones políticas se
lataba altos índices de corrupción y los excesos había sumado un cambio significativo en la
de los operadores del calificado como ultra­ cúpula de la Iglesia, cuya relación con el go­
menemismo; el Presidente consideró llegada bierno, desde entonces, sería cada vez más
la hora de poner límites. A esa altura había conflictiva. El arzobispo de Buenos Aires, An­
perdido a su principal operador político, el je­ tonio Quarracino, de gran cercanía con el po­
fe de Gabinete, Eduardo Bauzá, que había re­ der político, había sido reemplazado al frente
nunciado por razones de salud. Ocupaba, en del Episcopado por Estanislao Karlic, arzobis­
cambio, una banca de senador nacional por po de Paraná, proclive a una mayor indepen­
Mendoza y era el nuevo secretario general del dencia a ese respecto; quienes lo acompañaron
P], cargos desde los que colaboró para suavi­ en la Conferencia Episcopal coincidían en este
zar algtmas situaciones, pero no tenía la mis­ criterio y a la cabeza de la Comisión de Pasto­
ma fuerza. Iorge Rodríguez lo había reempla­ ral Social se designó a Raúl Primatesta, arzo­
zado, dejando vacante el Ministerio de bispo de Córdoba, un crítico severo del mode­
Educación. Si la renuncia de Cavallo había re­ lo económico imperante. Hasta el final de la
suelto uno de los inconvenientes, las declara­ gestión menemista y también frente al nuevo
ciones de Menem aventando cualquier sospe­ gobierno que asumiría en 1999, la Iglesia, en
cha sobre intenciones de nueva reelección tanto comprometida, por su propia índole y
debían resolver el otro. De todas maneras, la objetivos institucionales, con misiones de
interna justicialista se debatía, también, entre contención y mediación en varios frentes con­
la ofensiva de Eduardo Duhalde, gobernador flictivos del país, sostendría, con prudencia
de la provincia de Buenos Aires, por la carrera pero con firmeza y sin pausas, sus críticas
presidencial y la posible candidatura de Ra­ frente al poder político. 301
ADEN DA

El escenario electoral de 1997, agitado por mo resolvió sus diferencias acordando la fór­
la persistencia de enfrentamientos dentro del mula entre sus propios contendientes (Eduar­
justicialismo, por el entramado de confronta­ do Duhalde-Ramón Ortega), según la jerar­
ciones estrictamente políticas con episodios quía política de cada uno de ellos, en abril de
de corrupción y muerte que eran verdaderas 1999. Este sería, fundamentalmente, un año
encrucijadas entre lo político, lo económico y electoral y de preparación de todos los pasos
lo social e involucraban a personajes de muy necesarios para el traspaso del poder, lo que
diversos sectores —el caso del fotógrafo perio­ implicó importantes cuotas de trabajo para
dístico José Luis Cabezas, por ejemplo- y con­ los equipos técnicos de los candidatos, prime­
mocionado por la consagración de la Alianza ro, y para los del ganador, más tarde. El pano­
entre la UCR y el FREPASO (agosto), amena­ rama argentino era de notorios contrastes: por
zó la hegemonía del oficialismo. Los resulta­ una parte, no había inflación, la convertibili­
dos electorales de octubre que cambiaron el dad funcionaba; los servicios en manos de
mapa político, reafirmaron el crecimiento de empresas multinacionales perseguían la efi­
la oposición, cuya expresión en las urnas había ciencia y eran prestadores más que aceptables;
sido el incremento del voto en blanco y de la los subterráneos, también privatizados, ha­
abstención, señales de alerta acerca del debili­ bían recuperado protagonismo entre los me­
tamiento institucional. dios de transporte; también y, por las mismas
Los dos últimos años del mandato de Me­ razones, las líneas de ferrocarriles suburbanos;
nem transcurrirían como una larga transición las autopistas se habían expandido a fuerza de
hacia la renovación presidencial. La escena peajes; la telefonía de línea y celular, por cier­
política nacional girar-ía, por un lado, en torno to, privatizada o directamente privada, había
de los esfuerzos del Presidente por preservar multiplicado geométricamente las posibilida­
su última cuota de poder, cuando el signo dis­ des de comunicación; por la otra, las cifras de
tintivo de su primera gestión, la estabilidad, la pobreza y la desocupación alarmantes desde
había sido reemplazado, en la segunda, por la hacía tiempo; la miseria hospitalaria y la per­
desocupación; por otro lado, en torno de la sistencia de escuelas ranchos; los tribunales
contradanza de las internas justicialista y atiborrados de expedientes que hacían inútil
aliancista que estaban abocadas a la definición cualquier intento de estimar la duración de
de las fórmulas definitivas para la renovación una tramitación judicial; la inseguridad carac­
de 1999. La Alianza consagrar-ía la suya en no­ terizada por los crímenes y los robos a mano
viembre de 1998, sobre el telón de controver­ annada; la deuda externa, el déficit fiscal y la
sias asentadas sobre el proyecto de derogación evasión impositiva con guarismos astronómi­
de las leyes de Punto Final y Obediencia Debi­ cos. A semejante cuadro, el nuevo gobierno
da; dirigentes involucrados en pedidos de coi­ del presidente Fernando de la Rúa agregaría el
mas; manejo de los fondos de campaña; ver­ inicio de su gestión sin que la ley de presu­
siones de acuerdos entre radicalismo y puesto se hubiera sancionado y con la ahora
peronismo y polémicas por la cuestión de la oposición peronista en rebeldía contra sus
seguridad que tocaba un punto sensible de las propios gobernadores para votar el nuevo
302 reclamaciones de la ciudadanía. El justicialis­ pacto fiscal. Durante el primer año de gestión,
CRONICA 1983-2000

el último del siglo, la crisis del Senado, ocurri­ Supremo de las Fuerzas Armadas hubiera ini­
da a raíz de las denuncias sobre supuestos so­ ciado las acciones dirigidas a juzgar a los má­
bornos que habrían recibido varios senadores ximos responsables de la guerra de Malvinas
para dar su voto favorable a una ley de refor­ (1982), para quienes el Informe Rattenbach
ma laboral, provocaron la renuncia del Vice­ había recomendado aplicarles sanciones que
presidente, con el consiguiente cimbronazo incluían hasta la pena de muerte o reclusión
político. La renuncia tuvo dos lecturas: de un perpetua para Leopoldo F. Galtieri y jorge
lado, se la interpretó como un saludable gesto Anaya. Por otro lado, en materia de juicios, se
de ética ciudadana, del otro, como una deser­ iniciaron acciones penales (13 de diciembre)
ción que deshonraba el mandato conferido contra dirigentes de organizaciones guerrille­
por las urnas. De cualquier manera, la crisis ras -entre otros, Mario Firmenich (Montone­
obligó a cambios en el gabinete y arrastró, ros) y Enrique Gorrriarán Merlo (ERP)- y
también, a otros funcionarios del gobierno, de contra los miembros de las tres primeras jun­
la más estrecha confianza del Presidente. Cre­ tas militares del Proceso de Reorganización
ció el mal humor de la ciudadanía y junto con Nacional; se creó la Comisión Nacional sobre
él, los cuestionamientos y las reclamaciones a Desaparición de Personas —CONADEP- (15
una clase política cada vez más desacreditada, de diciembre), puesta bajo la presidencia del
que no acertaba a satisfacer las expectativas de escritor Ernesto Sabato, además de la anula­
la sociedad a la que debía servir, en cumpli­ ción, dispuesta por el Congreso Nacional, de
miento de la representación recibida a través la ley de amnistía sancionada por el gobierno
del voto. A la luz de los acontecimientos de un militar (22 de diciembre). En los tres primeros
año tan conflictivo, este último parece el úni­ meses de 1984 se asistió a las polémicas desa­
co instrumento que convalida la existencia de tadas por las reformas introducidas al Código
la democracia en la Argentina, al tiempo que de Iusticia Militar y a las acciones judiciales
se advierte que las preciadas libertades, consa­ que se derivaron de ellas. La CONADEP en­
gradas en la Constitución, subsisten perma­ tregó a Alfonsín (20 de septiembre) su infor­
nentemente agobiadas por el azote de la ine­ me titulado Nunca Más. Se habían formado
quidad social. 7380 legajos, en los cuales se enumeraban
8960 personas que seguían desaparecidas. En­
tre tanto, el Consejo Supremo de las Fuerzas
LA CUESTION MILITAR Armadas reivindicó la legitimidad de las órde­
nes y directivas emitidas por las autoridades
Durante los años que corrieron entre 1983 del Proceso durante la represión y, de viaje en
y 2000, uno de los ejes por los que pasó la dis­ Estados Unidos para esas fechas, Alfonsín se­
cusión política con mayor repercusión en la ñalaba ante el periodismo que las causas pasa­
sociedad, fue la cuestión militar con todas las rían al Poder Judicial. En octubre fueron gira­
implicancias que comportaban los diferentes das a la Cámara Federal, tal como se había
sectores y aspectos que le concernían. La Jun­ establecido por ley, para superar las demoras
ta Militar se había disuelto (5 de diciembre de en que incurría reiteradamente el Consejo Su­
1983), quince días después de que el Consejo premo de las Fuerzas Armadas, mientras un 303
ADENDA

sector militar fundó el Centro de Militares pa­ jo el argumento de que habían respetado y
ra la Democracia (CEMIDA). En relación con cumplido la obediencia debida. Por otra parte,
todas estas cuestiones creció la preocupación en lo que respecta a la cuestión militar, había
por todo lo relacionado con los derechos hu­ comenzado el juicio a la cúpula responsable
manos y la defensa de la estabilidad. Se sancio­ de la conducción de la guerra de Malvinas (ll
nó y promulgó la ley 23.077 (agosto), que re­ de noviembre), que finalizó en mayo del año
formaba el Código Penal y establecía penas siguiente cuando el Consejo Supremo sancio­
severísimas para defender la democracia y res­ nó con 14 años de prisión a Iorge Anaya; con
guardarla de posibles ataques contra el orden l2 a Leopoldo F. Galtieri y con 8 a Basilio La­
constitucional. mi Dozo. En lo que respecta a los juicios se­
Se habían iniciado las audiencias públicas guidos a militares y otros implicados del Pro­
correspondientes a los juicios a los integrantes ceso y del gobierno anterior, la Justicia federal,
de las juntas militares (22 de abril), un recorri­ en 1986, tuvo que avocar las causas contra in­
do que incluyendo la etapa testimonial, las ex­ tegrantes de las Fuerzas Armadas involucrados
posiciones de los defensores y los alegatos de en la represión. Todas estas acciones provoca­
los acusados, alcanzaría el mes de octubre. Por ron reacciones de la sociedad militar a lo que
entonces cundieron rumores, amenazas y en julio se agregaría, para aumentar la tensión,
atentados con explosivos, especialmente con­ la llegada de Iosé López Rega, extraditado des­
tra establecimientos escolares. Hubo arrestos, de Estados Unidos, quien quedó a disposición
no siempre justificados (25 de octubre), y cul­ de la Iusticia.
minaron en una declaración de estado de sitio Estas y otras cuestiones que mantenían
por sesenta días que, finalmente, se levantó a elevada la presión política llevaron a Alfonsín
los cuarenta y cinco. La Cámara Federal dictó a llamar a la “convergencia democrática” (2 de
su fallo (9 de diciembre) que condenó a cade­ octubre). En sendos discursos, dos meses des­
na perpetua a Iorge R. Videla y a Emilio Mas­ pués, el general Ríos Ereñú y el jefe de Estado
sera; a 17 años de prisión a Roberto Viola; a 8 Mayor Conjunto, brigadier Teodoro Waldner,
años a Armando Lambruschini; a 4 años y 6 se pronunciaron por la no intervención de los
meses a Orlando R. Agosti y absolvió a Leo­ militares en política, el respeto a las leyes, la
poldo F. Galtieri, Omar Graffigna, Basilio La­ Constitución y el sufragio. Mientras se sustan­
mi Dozo y Iorge Anaya. A los cinco primeros, ciaban diversas alternativas en materia de jui­
además, les correspondió inhabilitación abso­ cios a militares comprometidos en la repre­
luta perpetua y destitución, o sea pérdida de­ sión, se cumplió el envío al Congreso por el
finitiva del grado militar. La disposición de la Poder Ejecutivo del proyecto de ley que extin­
Cámara de poner en conocimiento del Conse­ guía las acciones judiciales contra miembros
- jo Supremo de las Fuerzas Armadas las sen­ de las Fuerzas Armadas y de seguridad que no
tencias y las piezas de la causa para que se pu­ fueran juzgadas dentro de los sesenta días de
dieran entablar juicio a otros oficiales que la promulgación (26 de diciembre) de la nor­
hubieran tenido responsabilidad operativa en ma referida a delitos cometidos durante la re­
las acciones militares de este proceso, dio pie a presión hasta el 10 de diciembre de 1983. Era
304 la presión del sector militar para evitarlos, ba­ la “ley de Punto Final”. Cumplidos los plazos,
CRONICA 1983-2000

ya a comienzos de 1987, los efectos de su apli­ la civilidad. Como resultado del conflicto hu­
cación provocaron la intervención del jefe de bo cambios en la jefatura militar. El episodio
Estado Mayor Naval, almirante Arosa, para se reveló como el primero de una serie de nue­
que se presentaran a declarar los oficiales con­ vos y severos cuestionamientos militares.
vocados para ello que aún se resistían (febre­ Nueve meses después, enero de 1988, el ex te­
ro). Las reacciones no tardaron en aparecer niente coronel Aldo Rico volvió a alzarse con­
desde varios frentes, llevando al presidente Al­ tra el gobierno y después de la rendición, algu­
fonsín a fustigar, en un discurso, a los fimda­ nos grupos que le eran adictos pasaron “a la
mentalismos y reivindicar la defensa de la de­ clandestinidad”. También fracasaría el intento
mocracia sobre principios éticos (23 de de copamiento del Aeroparque metropolitano
marzo) y al general Ríos Ereñú a insistir, tam­ realizado por un grupo de militares retirados
bién, en la voluntad del Ejército de someterse y civiles de orientación extremista. En la causa
estrictamente a los mandatos de la Constitu­ que se les siguió, hacia fin del año, se pedirían
ción (26 de marzo). penas entre siete y quince años de prisión.
La visita de Iuan Pablo Il a la Argentina Otras cuestiones mantuvieron en vilo la
impuso un paréntesis que, a los pocos días de tensión militar; entre ellas, el intento de desli­
cerrado, dejó paso a nuevas tensiones que cul­ garse de sus responsabilidades en la represión
minaron con el copamiento de la Escuela de de los años del Proceso del general Guillermo
Infantería de Campo de Mayo (16 de abril, Suárez Mason, traído al país al conceder Esta­
Jueves Santo) por obra del teniente coronel dos Unidos su extradición; el nuevo alzamien­
Aldo Rico, acompañado de oficiales y subofi­ to que duró cuarenta y ocho horas (del 2 al 4
ciales -se los conocer-ía como “carapintadas”-, de diciembre) del coronel Mohamed Alí Sei­
muchos de los cuales pertenecían a cuerpos de neldín, vuelto de Panamá, donde se lo había
comando. Reclamaban, básicamente, una so­ destinado como agregado militar, en medio
lución política para la cuestión de los juicios a del repudio de todos los sectores y el saldo de
integrantes de fuerzas militares o de seguri­ dos civiles y un policía muertos y más de cua­
dad. Los partidos políticos y la ciudadanía en renta heridos, y el levantamiento armado del
general apoyaron al gobierno y, sobre todo, grupo comando Albatros de la Prefectura co­
quedó explícito el consenso respecto del soste­ nectado con Seineldin, que fue dado de baja
nimiento del sistema político y un rechazo en su totalidad. Como consecuencia de todo
frontal al golpe como solución para las crisis. esto, hubo reemplazos en la cúpula militar,
Algunas acciones del Presidente para conjurar mientras arreciaban las críticas y las demandas
la crisis dividieron los apoyos el último día (19 de la oposición y de los organismos de dere­
de abril, Domingo de Pascua), pues atribuyen­ chos humanos. Un mes más tarde, en la terce­
do a Alfonsín una disposición negociadora ra semana de enero de 1989 ocurrió el copa­
para con los sublevados, muchos se retiraron miento del Regimiento 3 de Infantería con
de la Plaza de Mayo, cuando ya algunos se ha­ asiento en La Tablada, consecuencia de una
bían negado a firmar un documento de com­ acción realizada por el Movimiento Todos por
promiso democrático suscripto en la mañana la Patria, de extrema izquierda, donde quedó
de Pascua por autoridades y representantes de un saldo de ocho militares, un policía y 28 305
ADENDA

irregulares muertos. Se creó el Consejo de Se­ condenas y procesos contra centenares de mi­
guridad Nacional y el Presidente asumió per­ litares y civiles, entre los que se contaban res­
sonalmente la dirección del organismo. Mien­ ponsables de violaciones a los derechos huma­
tras corrían las suposiciones acerca de los nos, terroristas, amotinados y autores de la
posibles autores del copamiento, la cúpula mi­ guerra de Malvinas. Quedaron exceptuados
litar y el ministro Iaunarena coincidían en se­ por el momento Videla, Massera, Viola, Lam­
ñalar la necesidad de castigar a Rico y a Seinel­ bruschini, Camps, Suárez Mason y Firmenich,
dín por contribuir a la agitación del ambiente quienes serían indultados, finalmente, como
político-militar y Menem hizo pública su in­ así también Iuan Pablo Ricchieri, por decreto
tención de resolver esta cuestión en un senti­ del 29 de diciembre de 1990, y se descartó por
do diferente al manifestado por las declaracio­ completo una amnistía para los atacantes de
nes de las autoridades. Con un nuevo cambio La Tablada. El juicio a estos últimos concluiría
en la jefatura de Estado Mayor del Ejército, se con condena a cadena perpetua para los trece
llamó a la obediencia a las leyes y se señaló la procesados que estaban dentro del cuartel y
conveniencia de un indulto o amnistía para con prisión de 10 a 20 años para los siete que
“restañar los espíritus”. Por otra parte, ante la se habían quedado afuera. Enrique Gorriarán
reconciliación que predicaba la Iglesia, secto­ Merlo, cabeza del copamiento, que había con­
res del gobierno y de la propia institución ob­ seguido escapar, sería capturado en México en
servaron y declararon que ella nada tenía que 1995 y procesado, para culminar en un juicio
ver con indultos o amnistías. La posibilidad de sustanciado dos años más tarde, por cuya sen­
que los hubiera, generaba muchas disidencias tencia recibió prisión perpetua y su ex esposa,
en todos los sectores y por su irnplementa­ Ana Sívori, también juzgada, fue condenada a
ción, sobre la que no coincidían, Menem y Al­ 18 años de cárcel (julio de 1997). El caso de La
fonsín volvieron a reunirse. De todas maneras, Tablada se convertiría (2000) en una cuestión
el presidente Menem decidió cerrar todos los de Estado con compromiso para los tres pode­
juicios y sumarios del Ejército para que la je­ res y para los partidos políticos mayoritarios.
fatura de Estado Mayor pudiera resolver caso La reforma de la ley de Defensa de la Demo­
por caso. Hubo renuncias y pronunciamientos cracia, que buscaba la habilitación de una se­
a favor de la medida, pero con diferencias en gtmda instancia de enjuiciamiento, no prospe­
cuanto a los efectos sociales y de conciencia ró y, después de tres meses de huelga de
que ésta tendría y los merecimientos de quie­ hambre de los prisioneros, el presidente de la
nes iban a recibirlos. El Presidente no escati­ República se vería obligado a pedir la inter­
mó esfuerzos en pos de zanjar esta cuestión y, vención de la Corte Suprema.
como un gesto que simbolizaba, en sus pro­ Los primeros meses de 1990 no reflejaron
pias palabras, “la unión definitiva de los ar­ la calma que se esperaba; hubo cambios en la
gentinos”, se trajeron de regreso al país los res­ cartera de Defensa y una marcha multitudina­
tos de Rosas. Entre líneas, esto se leyó como ria recorrió las calles de Buenos Aires para re­
una preparación del terreno para otorgar el chazar el anunciado indulto, convirtiéndose
indulto, como finalmente se hizo a través de en el primer gran acto opositor (marzo). Des­
306 una serie de decretos que dejaron sin efecto de la Iglesia se abogó por una ley de remisión
CRÓNICA 1983-2000

o disminución de penas que sirviera a los fines del indulto (junio). Dos meses después, la
de una pacificación nacional pero en otras Corte Suprema avalaba los indultos a militares
instancias el poder político osciló entre la apli­ procesados por violaciones de los derechos
cación de medidas que frenaran las apetencias humanos. En tanto causas relativas a derechos
militares en diferentes órdenes y los gestos humanos, hay muchas que prosiguen, por un
tendientes a lograr algún tipo de reparación lado, porque se han cruzado con ellas las inter­
del vínculo entre civiles y militares. Un nuevo venciones de la justicia de otros países y existe
levantamiento “carapintada” obligó a la decla­ consenso social e institucional en el ámbito
ración del estado de sitio en la misma madru­ internacional para llevarlas hasta las últimas
gada de los hechos y en pocas horas fue con­ consecuencias y la Argentina, por otra parte,
trolado, aunque al precio de trece muertos se ha comprometido al cumplimiento de esas
—cinco de ellos civiles—, decenas de heridos soluciones por la firma de pactos internacio­
—algunos de ellos periodistas- y más de tres­ nales que, además, a partir de la reforma de
cientos detenidos -muchos de ellos, civiles—. 1994, tienen status constitucional y, por otro,
El Presidente rechazó diversos ofrecirnientos porque gran parte de ellas se refieren a acusa­
de mediación y actuó sin demoras para con­ ciones por robo de niños y éstas no prescri­
trolar una situación de la que había sido ad­ ben. En tal sentido, son las que permitieron
vertido por la SIDE y por el propio Seineldín, regresar a la condición de presos a Jorge R. Vi­
cabeza del alzamiento que contó con la adhe­ dela, Emilio E. Massera y Guillermo Suárez
sión de Aldo Rico. Mason, entre otros, a partir de iniciativas judi­
Con un recurrente rechazo a los indultos ciales sustanciadas en 1998. Por otra parte, un
otorgados a fines de 1990 se llegó a septiembre grupo de diputados del FREPASO (enero de
de 1991, mes en que el Consejo Supremo de 1998) presentó un proyecto para derogar las
las Fuerzas Armadas y la Cámara Federal juz­ leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
garon a los responsables del último levanta­ Otras dos situaciones en la última década
miento “carapintada” Tras cuatro meses de del siglo enfrentaron a civiles y militares. En
juicio oral, se sentenció a prisión perpetua a 1994, la muerte del conscripto Omar Carras­
Seineldín y se impusieron penas de 25 meses a co, en un cuartel de Zapala, despertó la reac­
20 años al resto de los responsables del alza­ ción de la opinión pública por el homicidio y
miento. Un mes después, en octubre, el gene­ por las maniobras de encubrimiento que ro­
ral Martín Balza se hizo cargo del Ejército, pu­ dearon el hecho. Así se aceleraron la deroga­
so fin a las disensiones con el poder político y ción, por decreto (agosto) del servicio militar
tendió un puente hacia los militares más críti­ obligatorio y su reemplazo, a través de una ley
cos y hacia la sociedad civil al admitir que la (diciembre), por un sistema de voluntariado,
improvisación había reinado en la guerra de cuando todavía se sustanciaban las acciones
Malvinas. Por otra parte, el tema del indulto judiciales a que había dado lugar el caso. A
volvió al tapete con su corte de irritaciones e partir de 1995, por la venta ilegal de armas a
indignaciones, cuando Mario E. Firmenich, en Ecuador y más tarde a Croacia se desató un es­
una larga entrevista televisada, admitió que cándalo derivado en una investigación judicial
había habido un pacto con Menem a cambio que comprometió a mucha gente, envolvió en 307
ADEN DA

el caso el estallido de los arsenales de Río Ter­ clave de toda la gestión. Pese a todos los esfuer­
cero ocurrido a fines de 1995, con la consi­ zos de sucesivos equipos económicos, se de­
guiente secuela de muertos y heridos y una sembocaría en un proceso hiperinflacionario,
reacción social de proporciones, y también cuya consecuencia fue la salida del gobierno
arrastró la renuncia del ministro de Defensa, antes de que se completara el mandato del pre­
Oscar Camilión en 1996 (julio), entre otras sidente Alfonsín. Algunos acuerdos consegui­
muchas consecuencias que se prolongarían en dos para refinanciar la deuda no implicaron,
el tiempo hasta rebasar el final del siglo, invo­ sin embargo, un freno para su aumento; a prin­
lucrando cada vez a más personas, civiles y cipios del año siguiente, cambió la cúpula eco­
militares, particulares, funcionarios y autori­ nómica y Iuan Vital Sourrouille reemplazó a
dades de hasta los más altos rangos. Bemardo Grinspun (febrero). El empobreci­
miento de vastos sectores de la población y el
incremento del “cuentapropismo” como solu­
ECONOMÍA Y SOCIEDAD ción para combatir las dificultades económicas,
crecieron de ta.l manera que la situación llevó a.l
En el orden económico, la constitución del Presidente, en un acto en Plaza de Mayo (26 de
Consejo Económico Social (21 de diciembre abril), a anunciar que se asumía “una economía
de 1983) fue una las primeras medidas que to­ de guerra” y se tomarían medidas de fondo pa­
mó el nuevo gobierno. Ya en 1984, en la Cá­ ra combatir la crisis. La aprobación (marzo) e
mara de Diputados se aprobó (24 de febrero) implementación del Plan Alimentario Nacio­
la ley de reordenamiento sindical, que pasada nal (PAN) con la entrega regular de cajas de ali­
al Senado en marzo, fue rechazada. El fracaso mentos entre la gente de menores recursos y el
con esta ley le costó la renuncia al ministro de restablecimiento del aporte patronal para el
Trabajo y Previsión Social, Antonio Mucci Fondo Nacional de la Vivienda, apenas obra­
(abril). De allí en más, la situación económica ban como paliaúvos. Finalmente, se hizo el
y social iría creciendo en tensión, circunstan­ anuncio (14 de junio) de un plan de austeridad
cia que se mantendría a lo largo de toda la ges­ estricta y se creó una nueva moneda, el austral,
tión de Raúl Alfonsín. Después del primer pa­ cuya equivalencia se fijó en l austral = 1000 pe­
ro general (3 de septiembre), la CGT volvió a sos argentinos y 0,80 centavos de dólar y se irn­
la mesa de negociaciones. Ya antes el gobierno plementó un sistema de desagio para los pagos
había tratado de desarrollar una política de a plazos. El plan tuvo el apoyo de los consurni­
concertación con todos los gremios, al tiempo dores y el acuerdo de los empresarios; la infla­
que soportaba autuacuartelamient -s de fuer­ ción se detuvo, pero por muy poco tiempo.
zas policiales del Interior que también recla­ Respecto de la sociedad en esta coyuntura,
maban por la situación económica. El sindica­ el índice de desocupación no reflejaba el em­
lista Hugo Barrionuevo llegó como nuevo pobrecimiento de amplios sectores de la po­
ministro de Trabajo (octubre). blación. En cambio, la confrontación del go­
Los resultados económicos de 1984 in­ bierno con la CGT durante los primeros seis
cluían saldos favorables en el comercio exterior, meses de 1985 reveló la fragilidad de la cues­
308 pero sería la inflación uno de los indicadores tión salarial y la central obrera se retiró varias
CRONICA 1983-2000

veces de la mesa de negociaciones, en medio Como el año anterior y por los mismos
de una situación agravada por desastres clima­ motivos, 1987 se inició con un paro general
tológicos ocurridos en distintos lugares del (26 de enero) que, no obstante, no logró adhe­
país. Un paro convocado por la CGT (23 de sión unánime y reveló discrepancias y divisio­
mayo) tuvo acatamiento parcial y culminó nes en el movimiento obrero y arrastró la re­
con una concentración multitudinaria en la nuncia del ministro de Trabajo (24 de marzo).
Plaza de Mayo. Hacia fines del año se inicia­ En su lugar asumió (31 de marzo), designado
rían conversaciones con Saúl Ubaldini, secre­ por el Presidente, el dirigente sindical de Luz y
tario general de la central sindical (diciem­ Fuerza, Carlos Alderete, del “grupo de los 15”.
bre). Los paros generales, que al concluir el La marcha general del país durante el resto del
mandato de Alfonsín sumaron trece, fueron la año, a la luz de los acontecimientos políticos,
modalidad preferida por la central obrera pa­ más allá de la cuestión económica, desembo­
ra ejercer presión sobre el gobierno y con­ caría en un comienzo de 1988 con más infla­
tribuyeron, en una medida considerable, a su ción, mientras varias provincias con adminis­
finalización anticipada. Justamente, el co­ traciones peronistas se manifestaron en
mienzo de 1986 se enfrentó a dos de estos pa­ situación crítica: Salta, Catamarca, La Rioja y
ros, basados en reclamaciones por el costo de Tucumán. Por otro lado, en tanto los sectores
vida y los bajos salarios, mientras crecían las empresarios se quejaban por las medidas
preocupaciones y las advertencias de la mano aperturistas, los impuestos y las tasas de inte­
del periodismo y de los especialistas por el in­ rés, todos los bloques políticos votaron la ley
cremento de la marginalidad social, especial­ de coparticipación federal, aunque ello no irn­
mente entre los niños y los adolescentes. pidió que algunos gobernadores se enfrenta­
En materia de legislación, dos normas vi­ ran por el tratamiento diferente que se dispen­
nieron a regular situaciones pendientes de so­ saba a algunas provincias en detrimento de
lución. Se sancionó la ley de filiación, tutela y otras. Hubo amagos de conflictos laborales
patria potestad (25 de septiembre), que resul­ con bancarios, señaleros, mecánicos, portua­
taba compartida entre ambos progenitores; a rios, personal de Aerolíneas y de la construc­
partir de ella y por la misma norma se equipa­ ción que, finalmente, se disolvieron. La Unión
raban en sus efectos las filiaciones matrimo­ de Obreros de la Construcción de la Repúbli­
nial, extramatrimonial y adoptiva. Por otra ca Argentina (UOCRA) había inaugurado una
parte, se sancionó la ley que entendía en el nueva forma de protesta, que con los años ga­
ejercicio profesional de la psicología en la Ca­ nar-ía significativa adhesión: el corte de rutas.
pital Federal, Tierra del Fuego y otros territo­ Seguían funcionando las paritarias libres y el
rios nacionales (27 de septiembre). gobierno, por otra parte, había creado el Con­
El debate sobre el proyecto de ley de divor­ sejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil (enero),
cio concitó el interés de la ciudadanía y reins­ que se constituiría oficialmente al mes si­
taló una de las polémicas más fuertes entre la guiente. El sector patronal propuso un piso sa­
Iglesia y el Estado, que se prolongó con posi­ larial de 450 australes; el gobierno ofreció 550,
ciones cada vez más duras hasta la sanción de­ cifra que, finalmente, la CGT aceptó. Por otra
finitiva de la ley (3 de junio de 1987). parte, mientras el ministro Rodolfo Terragno 309
ADENDA

anunciaba los primeros pasos hacia lo que presiones, como el rechazo de acuerdos con el
más tarde sería la privatización de Aerolíneas Banco Mundial. Para completar el cuadro de
Argentinas, los aumentos de tarifas se daban tensión económica y social que vivía el país se
quincenalmente, las autoridades denunciaban sumó una persistente falta de Huvias desde
los perjuicios causados por la evasión fiscal, mediados del año, que obligó al presidente Al­
las provincias seguían reclamando fondos al fonsín, a comienzos de 1989, a declarar la
Estado nacional y se cerraban los bancos de “emergencia eléctrica” por la sequía excesiva
Salta y Tucumán. de muchos de los ríos que alimentan las cen­
Durante 1988 se aprobó la ley de Asocia­ trales energéticas. No obstante, con ser un da­
ciones Profesionales. La insistencia presiden­ to crucial, no fue este el que signó a fondo los
cial en la reforma del Estado, en la moderniza­ meses que corrieron hasta las elecciones presi­
ción, la reducción del déficit fiscal y las denciales y la entrega anticipada del gobierno
privatizaciones, encontró dificultades para se­ a los triunfadores. El Banco Central, frente al
guir adelante frente al crecimiento de las de­ incremento de la salida de reservas, abandonó
mandas sectoriales y las dificultades para que el sostén del tipo de cambio; medida a la que
el peronismo diera quorum en el Senado para acompañó el inesperado feriado cambiario
tratar el paquete de medidas impositivas y decretado el 6 de febrero, que sacudió a la opi­
convalidar la sanción que en Diputados había nión pública. Se desdobló el mercado contro­
tenido la ley de Promoción Industrial. De cara lado en un sector comercial, otro especial y
a las dificultades, el Presidente declaró que la otro libre. Catorce provincias justicialistas en­
crisis no se resolvía con un cambio de hom­ juiciaron al gobierno por la coparticipación
bres y que el ministro Sourrouille lo acompa­ federal del impuesto a los combustibles; el go­
ñaría hasta el fin de su mandato e hizo anun­ biemo bajó gastos, aumentó las tasas y sola­
cios económicos que se conocerían como el mente las empresas energéticas recibieron
Plan Primavera. Con excepción de la UIA y la aportes del Tesoro nacional. Después de un
Cámara de Comercio, que apoyaron las medi­ nuevo feriado cambiario, los exportadores ob­
das antiinflacionarias, los representantes de tuvieron una concesión para liquidar el 20%
otros sectores económicos y sindicales y parti­ de las exportaciones con el dólar libre, en un
dos políticos opositores las rechazaron de pla­ momento de auge de la venta de granos por el
no. La CGT abandonó el Consejo del Salario e incremento de las compras de trigo de China
impulsó otro paro general (9 de septiembre) y la Unión Soviética. Con anuncios sobre in­
que concluyó en enfrentamientos entre secto­ versiones de la compañía petrolera estadouni­
res antagónicos del sindicalismo peronista, dense Texaco en la Argentina; aumento del
entre manifestantes y policías y con acciones dólar, la CGT suspendiendo los paros hasta
depredatorias contra varios comercios de la que pasaran los comicios presidenciales, la re­
calle Florida y la Avenida de Mayo. Tres meses marcación de precios en los supermercados y
después, al cumplirse el quinto aniversario del los comentarios acerca de la cifra de dólares
retorno de la vigencia constitucional, la CGT que guardaban los particulares, cayó el equipo
decretó otro paro general acompañado de un económico (marzo). Cuando la designación
310 lock-our, esto, además de ejercer otro tipo de de Juan Carlos Pugliese no pudo detener la es­
CRONICA 1983-2000

calada de la divisa norteamericana, la UIA etapa francamente hiperinflacionaria que pa­


propuso un acuerdo político “inmediato” y el ra el mes de julio, sin freno alguno, mostraría
grupo de los Ocho -los más importantes sec­ aumentos de precios de más del 200%. El plan
tores empresarios- elaboraron un plan con el de emergencia económica del nuevo gobierno
gobierno que incluyó la obtención de un prés­ de Menem se basó en una reforma del Estado
tamo stand by del FMI, combinado con un con reducción del gasto en materia de subsi­
mayor ajuste fiscal. La CGT pidió “un aumen­ dios, aumento de penas por evasión fiscal,
to salarial de emergencia” que piloteó con éxi­ mantenimiento de las retenciones a las irnpor­
to el ministro de Trabajo, Ideler Tonelli. Los taciones, aumentos tarifarios y refuerzo de los
mercados, no obstante, reflejaron la incerti­ salarios a través de “una suma fija no remune­
dumbre ambiente y la lucha solitaria del mi­ rativa”; autorización para declarar la prescin­
nistro Pugliese, en tanto se sucedían, sin resul­ dibilidad de categorías superiores de la admi­
tado positivo y junto al agotamiento de las nistración pública, política de privatizaciones
reservas del Banco Central, medidas económi­ que incluiría a Empresa Nacional de Teleco­
cas cada vez más duras. Realizadas las eleccio­ municaciones (ENTEL), Yacimientos Carbo­
nes, frente a un panorama de dificultades cre­ níferos Fiscales (YCF); Empresa Líneas Marí­
cientes, Alfonsín anunció que gobernaría timas Argentinas (ELMA), los canales ll y 13
hasta el final de su mandato con un gabinete de televisión, entre otras empresas en manos
de crisis y una economía de guerra conducida estatales. El Presidente recibió a la CGT pero
por el diputado Iesús Rodríguez en reemplazo no respondió a las demandas por aumento de
de Pugliese. Remarcaciones de precios perma­ salarios. Las leyes de reforma del Estado y de
nentes y descontroladas provocaron ataques y emergencia económica ingresaron en el Con­
saqueos en Mendoza, en Córdoba —neutraliza­ greso y su tratamiento fue conflictivo. Hubo
dos por Angeloz, de nuevo gobernador, con realineamientos políticos y una fractura de la
entregas diarias de alimentos y la detención de central obrera (CGT-Azopardo de Saúl Ubal­
varios agitadores—, en Rosario —donde tuvo dini y CGT-San Martín de Guerino Andreoni)
que intervenir la Gendarmería porque la re­ que el Presidente trató de revertir, sin dema­
nuncia del intendente Horacio Usandizaga siado éxito; en cambio, lograría consolidar su
(UCR) había disparado aún más la situación­ posición frente a los empresarios. Con la si­
y en el Gran Buenos Aires y otras zonas del tuación al borde del descontrol, el gobierno
país, donde un saldo de catorce muertos obli­ dispuso impuestos de emergencia al parque
gó a establecer el estado de sitio por treinta automotor y a las ganancias empresariales
días, medida ratificada por el Congreso. El aunque, se sabía, al precio de un aumento de
Banco Central lanzó un plan de capitalización la recesión. La crisis implicó, también, varios
de la deuda interna; el Consejo del Salario reemplazos de funcionarios de distintos nive­
pactó una nueva remuneración básica y petro­ les de responsabilidad, mientras el dólar para­
leros, telefónicos y aeronáuticos, descontentos lelo se alejaba cada vez más del oficial y seguía
con sus designaciones en empresas del Estado, aumentando el costo de vida. El panorama se
ya estaban haciendo planteos al presidente completó con un informe “reservado” de la
electo (junio). En abril había comenzado una Secretaría de Información del Estado (SIDE) 311
ADENDA

con críticas a la gestión económica y otras cionarios y entrega de bonos solidarios a deso­
áreas del gobierno, que el propio Presidente cupados, una solución que no alcanzó para re­
presentó en una reunión de gabinete (no­ vertir la distancia de las dos centrales obreras
viembre) y más medidas de emergencia que y reunirlas en la firma de un pacto de unidad
provocaron la caída del ministro Néstor Rapa­ sindical con el Presidente; lo hicieron, pero
nelli y su reemplazo al frente de Economía por por separado. En medio de estas circunstan­
Antonio Erman González, hombre de con­ cias pasaron por Buenos Aires los presidentes
fianza de Menem. Con esto, si bien se liquida­ electos de Brasil, Fernando Collor de Melo y
ba el vínculo establecido por el Presidente, al de Uruguay, Luis Lacalle, mientras George
comienzo de su gestión, con el grupo Bunge y Bush daba respaldo al plan económico de Me­
Born, se procuró sostener la alianza con los nem. Por otra parte, se producía el lanzamien­
sectores empresarios, liberando los precios, to de las privatizaciones de ENTEL y Aerolí­
aun a sabiendas de que se tocaba el programa neas Argentinas, que provocaron la reacción
antiinflacionario, al tiempo que el intento de de los respectivos gremios, en tanto el Senado
imponer una conducción compartida a la sancionaba la Ley Penal Tributaria con fuertes
CGT se manifestaba como otra expresión de la penas para los grandes deudores.
crisis, al igual que diversos paros de transpor­ Paros, protestas y conflictos nacionales, re­
te, especialmente una huelga ferroviaria cuya gionales y locales jalonarían todo al año, pro­
secuela fueron trescientos despidos y una vocando cruces de acusaciones entre funcio­
amenaza presidencial sobre el cierre de rama­ narios, por un lado, e impugnaciones sobre la
les que pararan. idoneidad y transparencia en el cumplimiento
El año 1990 se inició con subas de precios, de sus gestiones, por otro. Situaciones conflic­
escasez de nafta y de medicamentos, aumentos tivas a las que se agregaron la declaración del
de tarifas eléctricas, de obras sanitarias, de te­ “estado de emergencia alimentaria, sanitaria,
léfonos y del dólar, que implicaron otro pico asistencial, habitacional y administrativa” en
hiperinflacionario y con el canje forzoso —Plan el ámbito del Ministerio de Salud y Acción So­
Bonex o Erman II- de plazos fijos y depósitos cial (abril), la inminencia del cierre de cuaren­
en caja de ahorro existentes al 28 de diciembre ta y una sucursales del Banco Nacional de De­
de 1989 y los títulos de deuda interna del Es­ sarrollo (BANADE) y la protesta frente al
tado por títulos públicos en dólares a diez Congreso de los empleados estatales en el mo­
años, medida que afectó a jubilados, coopera­ mento en que se produciría la primera reu­
doras escolares y ahorristas de toda clase y dis­ nión del Consejo del Salario con el nuevo go­
ponibilidad económica. En febrero, pese a las bierno. En las provincias, por otra parte, había
promesas oficiales de contener la emisión de resistencia a aplicar los ajustes; se produjeron
moneda, la compra de divisas por parte del renuncias de gobernadores, se pidió la de al­
Banco Central expandió la masa monetaria, gún otro y se hicieron cuestionamientos a di­
generó desconfianza y mantuvo elevada la de­ ferentes administraciones. Con Domingo Ca­
manda de dólares. La divisa norteamericana vallo al frente del Ministerio de Economía y el
llegó, en ese mes, a los 4.000 australes. La cri­ anuncio de un severo plan de ajuste se inició
312 sis implicó, además, nuevas renuncias de fun­ 1991. Las provincias reiteraron su reclamo a la
CRONICA 1983-2000

Nación, pero ésta lo condícionó a la sanción aquel origen en la Argentina, con el agregado
de la ley tributaria, más rigurosa aún en la am­ de que las empresas que sintieran afectados
pliación de la presión impositiva. Frente a es­ sus intereses en el país podrían recurrir a un
ta situación, la CGT-Azopardo y otros sectores árbitro internacional en lugar de someterse a
sindicales agudizaron críticas y protestas. La la justicia argentina. Con la vista puesta en las
situación provocó recambio de funcionarios, relaciones internacionales, a ocho meses de
al tiempo que el ministro Cavallo envió al distancia de la Conferencia Mundial del Me­
Congreso un proyecto de ley que disponía la dio Ambiente en Río de Janeiro, ECO 92, se
libre convertibilidad del austral por el dólar. El creó la Secretaría de Medio Ambiente, a cuyo
Plan de Convertibilidad comenzó a regir a frente se designó a María Julia Alsogaray. En
partir de abril de ese año y su vigencia se pro­ los últimos meses del año, aunque con mode­
longaría por más de diez años. Cuando el ración, la Conferencia Episcopal Argentina
Censo Nacional (1991) registraba una pobla­ mostró su preocupación por las dificultades
ción total de 32.370.298 personas y un creci­ acarreadas por el ajuste y, a pesar de la oposi­
miento demográfico del 15,8% en once años, ción del radicalismo, se sancionó una nueva
los conflictos sociales continuaban arrecian­ ley de empleo que incluyó nuevos tipos de
do; el gobierno, por añadidura, terminaría ad­ contrataciones.
virtiendo que declararía ilegal toda huelga “La Argentina vuelve a tener peso”, es decir
contra la reforma del Estado. Mientras el mi­ el peso convertible uno a uno con el dólar.
nistro de Economía manifestaba una preocu­ 1992 se inauguró con billetes nuevos, cuyo di­
pación creciente por las cifras de la recauda­ seño incorporó una galería de gobernantes ar­
ción fiscal y las provincias se notificaban de gentinos que incluyó, por primera vez, la efi­
que deberían vivir con sus recursos, el emba­ gie de Juan Manuel de Rosas en el aún más
jador de Estados Unidos, Terence Todman, novedoso papel de veinte pesos. Se registraron
reiteraba las seguridades de que la Argentina señales de aumento del consumo, del creci­
accedería al Plan Brady y en el Congreso se miento de los depósitos en dólares en los ban­
sancionaba una reforma previsional que per­ cos locales, pero también se aumentó el IVA y
mitiría un poco de alivio al castigado sector de se tomaron más medidas de ajuste que prepa­
los jubilados. Por otro lado, se anunciaron las raron el camino para un nuevo acuerdo con el
etapas para la reforma financiera y un cambio FMI, que se firmaría en abril, indispensable
de moneda. Para sorpresa del oficialismo en el para cumplir las metas exigidas para acceder
Congreso y con el rechazo de la oposición, el al plan Brady, cuyo ingreso formal se firmaría
gobierno convirtió en decreto una serie de en diciembre. En orden a las privatizaciones,
medidas para desregular el comercio, el traba­ la Cámara de Diputados aprobó la de Gas del
jo y a los profesionales; se eliminaron las jun­ Estado y a lo largo del año se acelerarían los
tas de Granos y Carnes y se anunció el plan de tiempos de este proceso que incluyó -servicios
ventas de las empresas del Estado. En su viaje eléctricos, ferrocarriles y obras sanitarias:
a los Estados Unidos, el Presidente presentó Quedaban pendientes los casos de Aerolíneas
un plan petrolero y firmó acuerdos con su par Argentinas —entorpecido por la incidencia de
de aquel país para garantizar las inversiones de accidentes, suspensión de vuelos y denuncias 313
ADEN DA

de los usuarios- y de YPF, considerado como cloacales. Sería, y no por corto tiempo, el más
uno de los más importantes del mundo, que se acuciante problema sanitario que enfrentar-ía
privatizaría en 1993 y se completaría en 1999. el país en la última década del siglo XX. En
El plan de privatizaciones concretado desde otro orden de cosas, la CGT navegaba entre
1991 hasta 1993 incluyó, además, áreas centra­ una simpatía condicionada hacia el gobierno y
les de petróleo, empresas de electricidad, cen­ la oposición franca, lo que alimentaria una
trales hidroeléctricas, empresas transportado­ nueva confrontación en medio de opiniones
ras y distribuidoras de gas, productoras de divididas respecto de la fuerza efectiva de dis­
acero, unidades portuarias y elevadores de la tintas vertientes del sindicalismo, situación de
Junta Nacional de Granos. Entre 1994 y 1999, la que el gobierno decidió sacar partido, apro­
las ventas se ampliaron a la Caja Nacional de vechando para insistir en la implementación
Ahorro y Seguro, el Banco Hipotecario Nacio­ de la flexibilidad laboral y la reforma previsio­
nal, empresas de transporte marítimo y flu­ nal, que se aprobaría después de un trámite
vial, fábricas militares y aeropuertos. El cua­ más que dificultoso (septiembre). Tiempo
dro, por otra parte, se completó con diversas después, Diputados aprobaba una ley de Con­
concesiones: entre 1990 y 1993, los corredores venciones Colectivas de Trabajo que contrade­
viales y accesos a la Capital Federal; entre 1991 cía la cláusula de productividad en las nego­
y 1995, los subterráneos de Buenos Aires y lí­ ciaciones salariales, cuyo veto prometió el
neas de ferrocarriles; entre 1992 y 1994, el Poder Ejecutivo al día siguiente de la sanción.
mercado de hacienda de Liniers, obras sanita­ Las medidas tomadas por el gobierno en el
rias, los elevadores terminales de la Capital Fe­ orden económico y financiero, cuestionadas
deral, la provincia de Buenos Aires y Rosario; en diversos ámbitos tanto desde el punto de
áreas de YCF y los hipódromos, y en 1995, el vista técnico como ideológico, tuvieron la vir­
peaje de los ríos Paraná y de la Plata. La rela­ tud, no obstante, de brindar una apertura y
ción de la Nación con las provincias y la discu­ una desregulación del mercado que convirtió
sión del presupuesto para 1993 fueron fuente al país en un polo atractivo para las inversio­
de mayores tensiones: en el primer caso, a cau­ nes. Las cosas cambiarían a partir del segundo
sa de nuevos recortes en la coparticipación fe­ semestre de 1994, cuando la afluencia de capi­
deral y en el segundo, porque volvía al primer tales comenzó a mermar como consecuencia
plano la discusión por el gasto social y la con­ del aumento de las tasas de interés en el mer­
frontación entre funcionarios del área econó­ cado internacional y se advirtió que, en el or­
mica, que redundaron en las opiniones de los den interno, se había privilegiado el consumo
expertos que advertían una “dolarización” de a la inversión. Con la vista puesta en la situa­
la economía. ción internacional, la Argentina sufrió, a prin­
Desde el punto de vista social, cien años cipios de 1995, el “efecto Tequila”, denomina­
después de haberse vencido al cólera, una nue­ ción coloquial de las consecuencias de la
va epidemia se desató en Salta (febrero), irn­ devaluación aplicada por México, país que ha­
pulsada por una situación de extrema pobreza bía aplicado a su economía un recetario simi­
y emergencia severa en materia de higiene: 18 lar al de Cavallo. Como en cascada, se retira­
314‘ millones de personas carecían de servicios ron los activos financieros, aumentaron las
CRONICA 1933-2000

tasas de interés, y el freno al consumo y a la cerse cargo de la cartera vacante y acompaña­


producción complicó la situación del gobier­ ría a Menem por el resto de su mandato. Las
no, pues el gasto público dependía del cumpli­ primeras medidas implementadas por el fla­
miento dela tributación que recaía, mayorita­ mante funcionario no diferirían demasiado
riamente, sobre estos sectores. A partir de este de las propuestas por Cavallo, antes de irse,
momento, se agudizó la polarización entre un para paliar la situación del agudo déficit fiscal.
pequeño porcentaje de la población que con­ Fernández envió al Congreso un paquete fis­
siguió mantener alto su nivel de vida y una cal que costó largas y complicadas rondas de
clase media, aportante del grueso del ingreso negociaciones con legisladores, gobernadores,
fiscal, que se empobrecería cada vez más y más empresarios y dirigentes del oficialismo, antes
rápidamente pues, a la par que los sectores de de ser aprobado, con muchas modificaciones.
menores recursos, comenzaría a padecer, sin Se amnentaban los impuestos al gasoil y a las
tregua, el castigo del desempleo porque la re­ naftas, no coparticipables con las provincias,
ducción del Estado como empresario, las pri­ se ampliaba la generalización del IVA y se eli­
vatizaciones y las consecuencias de la apertura minaban o reducían reembolsos y reintegros a
comercial sobre las pequeñas y medianas in­ las exportaciones y regímenes especiales de
dustrias así como sobre aquellas menos com­ importación. No se había aprobado la eleva­
petitivas, además de las reformas en la legisla­ ción de la edad jubilatoria de las mujeres ni la
ción laboral, desarticularon, sin retorno aplicación del IVA a todo el transporte públi­
previsible, el mundo del trabajo. Medida en co, los espectáculos y las actividades periodís­
términos de reservas del Banco Central, com­ ticas y publicitarias y, en cambio, el ministro
paradas con 1989, la etapa de la convertibili­ había tenido que aceptar un incremento en la
dad había señalado un crecimiento de ellas, de alícuota del impuesto a las ganancias en los
algo más de siete veces sobre la cifra de aquel sectores de mayores recursos, aunque había
año y alcanzaba, hacia fines de 1994, los conseguido frenar, con el concurso de los em­
14.415 millones de dólares. En cuanto a la presarios, un intento de legisladores y gober­
deuda externa, para este mismo año de 1994, nadores de duplicar el tributo a los bienes
el monto de casi 80.000 millones de dólares personales.
superaba en alrededor del 30% los guarismos A las puertas de una renovación legislativa
de 1989. (26 de octubre) que serviría de termómetro
En estas condiciones se iniciaría el segun­ para calibrar el tránsito de Menem por sus dos
do período de Carlos Menem, siempre con últimos años de mandato, la gestión económi­
Domingo Cavallo al frente de la conducción ca se vio presa de los esfuerzos de los distintos
económica. Sin embargo, los días de gestión sectores —en especial, los empresarios- para
conjunta estaban contados. En poco más de que la política no interfiriera en la economía.
un año, Cavallo salía del Ministerio después Sin embargo, la interdependencia generada en
de arrastrar un período de relaciones muy los mercados por la globalización aportaría
conflictivas con el Presidente y miembros del una variable que no se había considerado su­
gabinete (26 de julio). Roque Fernández salió ficientemente, al menos. La caída de las bolsas
de la presidencia del Banco Central para ha­ del sudeste asiático, que comenzó por la de 315
ADEN DA

Hong Kong (octubre), no dejó país sin com­ cunstancia, con una deuda externa que a fines
prometer y la Argentina debió enfrentar su de 1999 sumó 144.784 millones de dólares.
cuota de consecuencias. Mayores dificultades Tanto el proyecto de presupuesto del ministro
y mayores costos para financiar la deuda pú­ Femández como las modificaciones que apor­
blica, más problemas para exportar por la ge­ taria el equipo económico de la Alianza, triun­
neralización de procesos recesivos o de deva­ fante en las elecciones de renovación presi­
luación monetaria que implicó que los dencial, incluían un fuerte ajuste repartido
compradores de productos argentinos restrin­ entre incrementos tributarios y reducción del
gieran su demanda, especialmente Brasil, y gasto público. Con comentarios coincidentes
consumidores locales menos propensos a con­ acerca de que lo peor de la crisis había sido su­
traer deudas por efecto de la incertidumbre perado, que repuntaban levemente los precios
general y, sobre todo, el aumento de las tasas internacionales y que se contaba con apoyo
de interés. Los efectos de esta crisis perdura­ extemo para llevar a cabo el ajuste fiscal, el
rían a lo largo de 1998 y si, por un lado, los nuevo gobierno parecía contar con algunos
ahorristas buscaron protección con el consa­ puntos a su favor. Sin embargo, no resultó así
bido recurso de refugiarse en el dólar, por y el primer año de gestión recorrió un camino
otro, se estancaron los depósitos bancarios; se que comenzó con una suba de impuestos que
restringió el crédito, también por la contrac­ recayó, principalmente, sobre la clase media,
ción del financiamiento externo y cayeron los agregó rebajas salariales, por decreto, en el sec­
precios de los bienes exportables lo que afecta­ tor público, recortes de gastos en el Estado,
ría los resultados de la balanza comercial. Por cambios en el sistema previsional y desregula­
otro lado, disminuyó la actividad industrial ción delas obras sociales. No obstante respon­
—automotores, síderurgia, productos quími­ der con ello a las presiones de los inversores fi­
cos, textiles y para la construcción—, contra­ nancieros, el resultado fue la continuación de
yéndose también las importaciones y afectan­ una recesión que llevó a la Argentina, hacia fi­
do el mercado laboral al frenar la creación de nes de 2000, prácticamente a la cesación de
puestos de trabajo. En cuanto a las cuentas pú­ pagos y sin que la ayuda externa estuviera dis­
blicas, la disminución de la recaudación fiscal puesta a extender su mano, una vez más. Para
obligó a realizar un recorte significativo del mayor abundancia de problemas, se confirmó
gasto público y a aumentar la presión tributa­ la presencia de aftosa en el ganado argentino,
ria, medida esta última, de difícil pero impres­ lo que obligó al sacrificio de un número eleva­
cindible irnplementación. El último año del do de vacunos y a enfrentarse, una vez más,
gobierno de Carlos Menem señaló con más con la prohibición, por parte de Estados Uni­
crudeza que nunca hasta dónde las decisiones, dos, de ingreso de carnes argentinas en sus
no solamente económicas, sino también polí­ mercados. Con esfuerzo, después de buscar
ticas reforzaron los lazos con el FMI y la reac­ socorro en el mercado financiero local donde
ción de los mercados durante los diez años las tasas de interés eran altísimas, el gobierno,
que sumaron sus presidencias. De esta mane­ finalmente, negoció un préstamo externo ex­
ra, quien lo sucedería en el poder vería condi­ traordinario, conocido como “el blindaje”, pa­
316 cionado su diseño económico por esta cir­ ra el que se unieron los aportes del FMI, del
CRÓNICA 1983-2000

Banco Mundial, del BID y los Tesoros de va­ organizada por el Foro Multisectorial, una
rias naciones. Como contrapartida, las autori­ agrupación nacida de la iniciativa del PREPA­
dades propusieron congelar el gasto fiscal por SO que reunió a los principales partidos opo­
cinco años, para lo que se firmó con las pro­ sitores como la UCR y Nueva Dirigencia, re­
vincias -menos con Santa Cruz— un pacto que presentaciones obreras como la CTA y el
consignaba estas condiciones. La medida más MTA, otras de las pequeñas y medianas em­
importante sería, sin embargo, la propuesta presas y la FUA. Un apagón de cinco minutos
para el área previsional, donde se ideó elirni­ y la gente en la calle haciendo sonar las cace­
nar para los futuros jubilados la Prestación rolas, con un acatamiento del 60% en todo el
Básica Universal (PBU), haber a cargo del Es­ país, fueron los primeros pasos, seguidos, días
tado para todos los jubilados con más de después, por un paro con movilización convo­
treinta años de aportes pertenecientes al sec­ cado por la CGT y otras organizaciones sindi­
tor público o al privado. Se agudizaría así la cales (septiembre). De hecho, para 1997, las
confrontación social, correlato inevitable de estadísticas señalarían que más de la mitad de
las medidas económicas. los trabajadores se encontraba “en negro”, su­
En 1996, el gobierno de Menem había su­ bocupada o desocupada y que el trabajador fi­
frido cirnbronazos en el orden económico y jo con sueldo estable y cobertura social apenas
político; también había ocurrido en el orden alcanzaba al 30% de la fuerza laboral y que en
social con la ruptura de la alianza entre el sin­ el término de un año habían crecido en más
dicalismo y el menemismo. El antecedente in­ del 100% los empleos temporales en progra­
mediato de las protestas fue la decisión de irn­ mas transitorios como Trabajar, Forestar, Ser­
plementar por decreto un sistema más vicios Comunitarios y otros. No por nada, a
restrictivo de asignaciones familiares y la apli­ partir de este año 1997 comenzaría a exten­
cación de impuestos al plus salarial otorgado derse una nueva protesta social, con cortes de
con tickets de consumo. En lo profundo, las rutas a cargo de grupos que terminarían por
causas remitían al envío al Congreso de dos ser conocidos como “piqueteros”, y que irían
proyectos referidos a la “flexibilización labo­ conformando con el tiempo, un verdadero
ral” y al régimen de despidos e indemnizacio­ movimiento nacional, expresivo de la “nueva
nes. El corazón de las propuestas atentaba pobreza”. También, desde el retorno a la nor­
contra la mayor protección de los derechos del malidad constitucional y, en la medida que el
trabajador ampliada o instaurada desde hacía Estado fue desentendiéndose de muchas ac­
más de cincuenta años en el país y se conver­ ciones que tradicionalmente habían abonado
tían en una fuente segura de “precarización” su papel de articulador fimdamental del orden
laboral, tal como sostenía el argumento cen­ social, crecieron en número y rango de activi­
tral de las reclamaciones. Los actos recordato­ dad una serie de organizaciones no guberna­
rios del golpe de Estado de 1976, en marzo, ya mentales que se hicieron cargo de ellas. Estos
habían sido, además, una manifestación gene­ y otros ámbitos de participación ciudadana
ralizada de protesta por la situación económi­ crearon espacios y redes de contención y solí­
ca y social. A un paro nacional convocado en daridad social encargadas de una amplia gama
agosto, se sumó, un mes más tarde, la protesta de cuestiones que abarcan, entre otras cosas, 317
ADEN DA

alimentación, salud, educación, esparcimien­ bríos de las nuevas formas de protesta social
to, defensa de los derechos del consumidor. (mayo). La aprobación de esta ley se constitu­
Por otro lado, los organismos de defensa de los yó, por otra parte, en el detonante de una cri­
derechos humanos y conservación y preserva­ sis política e institucional, con desplazamien­
ción de la memoria colectiva contribuyeron tos de funcionarios, promoción de juicio a
en gran medida a crear, ampliar y consolidar varios senadores y, por fin, la renuncia del vi­
ese tejido solidario. cepresidente de la Nación, Carlos Alvarez. Es­
Después de tres años de confrontaciones y ta cuestión se reveló emblemática en el campo
tironeos, la reforma laboral que redujo las in­ del problema de la corrupción, verdadera en­
demnizaciones para los trabajadores con me­ crucijada entre política, economía y sociedad,
nor antigüedad y suprirnió los contratos pro­ como se ha dicho, cuyos entretelones se venían
movidos, fue aprobada en 1998, aunque con ventilando desde 1988, por lo menos. Los ca­
críticas y el veto presidencial sobre algunas de sos pusieron en entredicho instituciones, or­
sus disposiciones referidas a causales de despi­ ganismos nacionales, provinciales y locales,
do, realización de convenios y acuerdos referi­ funcionarios y autoridades de todo rango,
dos a regímenes jubilatorios complementa­ particulares, empresas, bancos, civiles y mili­
rios. Por otra parte, la desregulación del tares y la Justicia se vio inundada por causas
sistema de cobertura de salud, que apuntó a largas y complejas, la mayoría de las cuales es­
una de las áreas más sensibles del sector sindi­ tá aún pendiente de resolución. Por otro lado,
cal, el control de las obras sociales, abrió un algunos de estos casos, por la índole de lo ocu­
debate que enfrentó a aquél con los defensores rrido, fueron fuente de una movilización so­
del sistema de medicina prepaga y cuajó, por cial, donde la sociedad misma se constituyó en
primera vez, aunque la discusión no se cerró, juez y produjo su propia sentencia condenato­
en la posibilidad de que la gente pudiera cam­ ria antes que la justicia, poniendo al descu­
biar de obra social sindical. Con cifras que re­ bierto su descontento profundo por la falta de
velaron un aún más alarmante crecimiento de seguridad jurídica, y de respuestas válidas, por
la desocupación, se llegó al cambio de gobier­ parte de los poderes públicos, frente a proble­
no y con éste, una nueva reforma laboral de­ mas que la afectaron gravemente. Al respecto,
trás de la que asomaba la decisión de bajar sa­ las reacciones por la muerte de la estudiante
larios. La ley desarticulaba, definitivamente, el María Soledad Morales (1990) en Catamarca,
principio de los convenios colectivos de traba­ los atentados a la embajada de Israel (1992) y
jo (abril). Se polarizó la opinión pública; los a la AMIA (1994) en Buenos Aires, y el asesi­
empresarios y los organismos internacionales nato del fotógrafo periodístico Iosé Luis Cabe­
brindaron su adhesión a la reforma, en tanto zas (1997) en el balneario de Pinamar, provin­
que el sector sindical se dividió entre la CGT cia de Buenos Aires, aparecen como algunos
oficial (Rodolfo Daer) que la apoyó y la CGT de los símbolos más relevantes del poder de la
rebelde (Hugo Moyano) que la rechazó, como sociedad frente a las dilaciones y omisiones
también lo hizo la CTA (Víctor De Gennaro). del Estado en el cumplimiento inexcusable de
Antes de un mes, por otro lado, estallaría un sus obligaciones. En algimos casos, las senten­
318 conflicto en el Noroeste que renovaría los cias para los culpables terminarían por llegar,
CRÓNICA 1983-2000

después de ocho años (1998) para el crimen esos países o tratados como el de Maastricht
de Morales, tres años después (2000) para el con sus implicancias para el orden económico
homicidio de Cabezas; en otros, como los y político europeo, condicionaron muchas de­
atentados mencionados, siguen esperando. cisiones argentinas en materia de relaciones
exteriores. En Asia, la prolongación de conflic­
tos como el de Medio Oriente, la retirada de la
LAS RELACIONES INTERNACIONALES. Unión Soviética de Afganistán, los cambios en
Los VIAJES PRESIDENCIALES la China comunista, sus nuevas relaciones eco­
nómicas con los Estados Unidos, los acuerdos
En orden a las relaciones internacionales, con Gran Bretaña para liquidar la cuestión de
la Argentina debió actuar en el marco de una Hong Kong, la política migratoria de Corea del
aceleración creciente de cambios mundiales. Sur, la confrontación entre Irán e Irak, la gue­
Numerosos viajes realizados por los presiden­ rra del Golfo y todos los compromisos y ali­
tes Alfonsín y Menem que gravitaron sobre sus neamientos internacionales que ellas supusie­
respectivas gestiones, formaron parte de las ron, cuyas derivaciones llegan hasta la
modificaciones en la definición de la política actualidad, también influyeron sobre cursos de
exterior nacional. No se trató de visitas al ex­ acción exterior de la Argentina. En África, los
tranjero meramente protocolares sino que, en procesos de consolidación nacional derivados
más de una oportunidad, por un lado, se jugó de la conflictiva descolonización del continen­
el peso de la figura presidencial para negociar te, con su secuela de guerras tribales, el retiro
y firmar acuerdos, y por otro, se comprometió de Cuba de Angola y el final del aparïheid en
al país en participaciones y mediaciones que Sudáfrica, generaron una reorganización de las
no siguieron sus líneas tradicionales en mate­ relaciones mundiales y también argentinas con
ria de vinculaciones externas. la región. En América Latina, a pesar de que
La desarticulación de la Unión Soviética, poco a poco la mayoría de los países fueron re­
un proceso que se fue acelerando durante la componiendo y normalizando su vida institu­
década de 1980 y el hito del 9 de noviembre de cional y constitucional sobre bases democráti­
1989, fecha de la caída del muro de Berlín que cas, las tensiones en las relaciones con Estados
marcaron el fin de la “guerra fría” ante la eufo­ Unidos articuladas por los problemas de las
ria del mundo, no alcanzaron para suprimir de respectivas deudas externas, la cuestión del
él la violencia generalizada, el aumento del te­ narcotráfico, el caso de Cuba, la difícil solución
rrorismo internacional, las “fronteras calien­ de distintos focos de violencia regional o en­
tes” y la guerra en muchos puntos del planeta. frentamientos bélicos —Perú-Ecuador (1995),
En Europa, el renacimiento de los naciona­ por ejemplo- la formación de distintos blo­
lismos más crudos, tras la caída del poder so­ ques regionales para la defensa económica y las
viético, con su corte de guerras sangrientas, cuestiones pendientes en materia de límites
migraciones y expresiones de diversos funda­ con países vecinos, impusieron e imponen su
mentalismos religiosos, el ingreso de España y lógica al diseño de la política exterior.
de Gran Bretaña en la Comunidad Europea, la Durante el primer año de gobierno de Al­
caída del conservadorismo en el segundo de fonsín se liquidó la cuestión del canal Beagle. 319
ADEN DA

En julio se convocó una consulta popular no contra y 17 abstenciones), un tema de difícil


vinculante, cuya constitucionalidad fue admi­ solución por la reiterada negativa de los ingle­
tida por la Corte Suprema (agosto), para que ses a tratar la cuestión de la soberanía. En ma­
se aprobasen o no los términos del futuro tra­ teria de visitas extranjeras, en 1984 habían ve­
tado. La opinión pública se polarizó, especial­ nido al país los presidentes de India y de
mente cuando se dieron a conocer (19 de oc­ México y el canciller alemán; al año siguiente
tubre) los términos del pacto que entregaba a llegaron los presidentes electos de Uruguay y
Chile las islas en disputa pero mejoraba la po­ Brasil (febrero), los presidentes de Italia y de
sición argentina en cuanto a la delimitación la República Dominicana (marzo y julio); el
marítima y ponía fin a la cuestión de la boca rey de España (abril) y el primer ministro chi­
oriental del estrecho de Magallanes. En la no (octubre). En el primer semestre de 1986
consulta (25 de noviembre) —el voto no era también hubo varios visitantes: David Rocke­
obligatorio—, el “sí” triunfó por 10.450.370 feller y Edward Kennedy (enero); los presi­
sufragios contra 2.220.989. Concurrió a votar, dentes de Uruguay, Iulio M. Sanguinetti y de
pese a la abstención del justicialismo, alrede­ Perú, Alan García (febrero y marzo); el de
dor del 70% del padrón. El tratado se firmó Brasil, José Sarney (julio). Se firmaron acuer­
en el Vaticano (29 de noviembre) y el Congre­ dos bilaterales de integración y cooperación
so lo aprobó por ley (marzo de 1985) con una económica. Alfonsín visitó Costa Rica (abril)
votación en el Senado favorable por 23 contra e hizo una gira (julio) por Australia, Nueva
22 y la abstención del senador radical Luis Zelanda, Filipinas, Iapón, Arabia Saudita y
León. En su visita a Atenas a comienzos de Portugal; otra por México, Colombia y Zirn­
1985, el Presidente, junto a otros estadistas, babwe (agosto); una tercera (octubre) por Es­
firmó un llamamiento a1 desarme y en Amé­ paña; Francia; URSS —se ratificaron convenios
rica, el canciller asistió a una reunión del Gru­ para la compra de granos argentinos-; y fue a
po de Cartagena (febrero) en la que se planteó Cuba —el primer presidente en ejercicio que
la necesidad de reclamar justicia con respecto visitó la isla—. Por otra parte, la Argentina
a la deuda externa, en tanto Alfonsín en Mé­ mantuvo su colaboración en el Grupo de
xico firmó un acuerdo con el presidente Mi­ Apoyo a Contadora y en la Asamblea General
guel de la Madrid para apoyar la gestión del de la ONU se obtuvo la aprobación (octubre)
Grupo Contadora (marzo). En la visita a Es­ de un proyecto de creación de una zona de
tados Unidos, criticó el apoyo norteamerica­ paz y cooperación en el Atlántico Sur, presen­
no a los “contras” nicaragüenses y ratificó la tado en compañía de Brasil —el Presidente via­
adhesión al principio de no intervención (19 jó allí en diciembre- y Uruguay, al que Esta­
de marzo). Por otro lado, en sus mensajes al dos Unidos -Alfonsín estuvo en noviembre­
Congreso de los Estados Unidos y ante los pe­ se opuso. En este terreno, se vería en la nece­
troleros, procuró alentar las inversiones esta­ sidadde reaccionar ante la resolución de Mar­
dounidenses en la Argentina. En la Asamblea garet Thatcher de establecer una zona de pro­
General de la ONU (noviembre), la Argentina tección y control de pesca en torno del
consiguió apoyo para reanudar las negocia­ archipiélago malvinense. La llegada de Juan
320 ciones por Malvinas (107 votos a favor; 4 en Pablo II a la Argentina, en abril de 1987, como
CRÓNICA 1933-2000

parte de una gira que comprendió también elegido presidente de la Asamblea de este or­
Chile y Uruguay, fue el acontecimiento del ganismo por 91 votos contra 66. La consoli­
año tanto en el orden pastoral como en mate­ dación de acuerdos con Brasil, Chile e Italia
ria de relaciones exteriores. El Pontífice visitó durante el mes de agosto se vería reforzada: en
Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendo­ lo concerniente a América, por la participa­
za, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Pa­ ción presidencial en la reunión del Grupo de
raná y Rosario, donde pronunció diversas alo­ los 8 realizada en Punta del Este en octubre,
cuciones en las que la reconciliación nacional donde se acordó como meta alcanzar el diálo­
y la indisolubilidad del matrimonio fueron el go directo con Estados Unidos, y en noviem­
tema recurrente. Para 1988, la agenda de los bre con la visita de los presidentes de Brasil y
viajes presidenciales incluyó a España (enero) Uruguay para tratar más asuntos concernien­
donde Alfonsín suscribió un acta con las ba­ tes a la futura integración de un mercado co­
ses para acuerdos de cooperación entre los mún entre los tres países; con referencia a Eu­
dos países, que implicaría, además, inversio­ ropa, por la gira de Alfonsín a Alemania y a
nes españolas en la Argentina para el período Italia con una escala en Madrid (noviembre),
1988-1992, y a su regreso se reunió con los donde se dio impulso al Tratado de Relación
presidentes de Brasil, José Sarney y de Uru­ Asociativa con Italia y se anudaron compro­
guay, Iulio M. Sanguinetti, porque este último misos de inversiones alemanas.
país se incorporaba al tratado de integración El año 1989 traería, con el nuevo gobierno,
existente entre las otras dos naciones, destina­ cambios y continuidades con respecto al dise­
do a la formación de un mercado común en ño de las relaciones exteriores argentinas. El
los años siguientes. Más tarde, con Brasil presidente Menem viajó a Belgrado para la
(abril) se alcanzaron coincidencias básicas en Conferencia de Países No Alineados, donde
materia de política nuclear tendientes a irnpe­ ratificó los derechos argentinos sobre Malvi­
dir el desarrollo de una posible carrera arma­ nas. Por otra parte, ofreció su mediación entre
mentista de ese carácter en América Latina. Palestina y Líbano, para lo que contaba con el
Mientras la concesión de nuevas licencias de aval árabe israelí, producto de sus conversa­
pesca para la zona de Malvinas provocaba ciones con el líder palestino Yaser Arafat. Co­
nuevas reacciones contra Inglaterra, apoyadas mo su antecesor, en España se reunió con Fe­
por las democracias de América Latina, un ar­ lipe González. En Estados Unidos, ante la
gentino, Iosé María Ruda, resultaba elegido Asamblea de la ONU, aseguró que daría los
presidente de la Corte Internacional de La pasos necesarios para reanudar relaciones con
Haya (febrero). Estados Unidos y China fue­ Gran Bretaña, además de establecer lazos
ron los destinos presidenciales en abril y ma­ amistosos con el presidente Bush (septiem­
yo y en la intervención en la ONU (junio), Al­ bre). Un mes después, Menem ofreció y se
fonsín reiteró la posición argentina sobre las aceptaron sus “buenos oficios” para componer
Malvinas, su rechazo a dejar de lado la cues­ la situación entre Daniel Ortega y los “con­
tión de la soberanía y su disposición para ini­ tras” en Nicaragua, país al que viajó después
ciar un diálogo amplio con Gran Bretaña; pa­ de asistir a la reunión de presidentes convoca­
ra septiembre, el canciller Caputo sería da por Costa Rica. Ya en el segundo año de su 321
ADENDA

gestión, el presidente Menem dio impulso a la tras tanto, el canciller Domingo Cavallo con­
idea de enviar tropas al Golfo Pérsico, ante la seguía llevar a buen puerto la firma de un con­
invasión de Kuwait por Irak. En una entrevis­ venio pesquero con Gran Bretaña en la zona
ta con el ministro de Energía de Kuwait en el de “soberanía disputada". A comienzos de
exilio, se confirmó que se enviarían tropas ar­ 1992, con el beneplácito de la comunidad ju­
gentinas al Golfo Pérsico, aunque no las hu­ día, se levantó el secreto que pesaba sobre la
biera pedido la ONU, misión de paz que se pa­ documentación relativa a los refugiados nazis,
garía por un fondo especialmente creado por en vísperas de la gira europea del presidente
la comunidad internacional. Esta decisión de Menem que incluiría una presentación ante el
alinearse con Occidente, en el marco de una Parlamento Europeo (febrero). En mayo si­
fuerza multilateral, la tomó sin consultar con guiente, realizó una visita a Medio Oriente; en
sus vecinos de la región, con los que se acaba­ Arabia Saudita anunció que la Argentina no
ban de firmar acuerdos de integración regio­ exportaría tecnología nuclear y que acordaría
nal. El canciller se vio obligado a convalidar la con Turquía la financiación del reactor nu­
opción de acompañar a Estados Unidos y a los clear que se le había vendido. La firma del Tra­
países árabes; en el Congreso, por su parte, el tado de No Proliferación Nuclear completó el
sector menemista tuvo que hacer un gran es­ énfasis puesto en la decisión argentina de no
fuerzo para contrarrestar las críticas de la opo­ confrontar con Estados Unidos en ese terreno.
sición, acicateadas por el ahora diputado radi­ Por lo que concieme a América Latina, Me­
cal Dante Caputo (septiembre). Menem no nem viajó a Chile en el mes de agosto, sin lle­
tuvo éxito en Washington con el equipo eco­ var la ratificación del Congreso -trabada por
nómico norteamericano cuando reclamó por la negativa de algtmos diputados peronistas­
los subsidios a la producción de granos. Con de los acuerdos con el país trasandino por los
una escala en Caracas (octubre), el Presidente hielos continentales. Algunos puntos negati­
emprendió una gira europea durante la cual se vos en materia de relaciones exteriores los
entrevistó con el Papa —tendría otras entrevis­ aportó el escándalo desatado por los gastos
tas especiales en 1997 y 1998- y en los países excesivos y la mala calidad del stand con que
del Este con Iaruzelski, Lech Walesa y Mikhail participó el país en la exposición de Sevilla
Gorbachov. De viaje por Asia (noviembre), el conmemorativa del quinto centenario del des­
Presidente asistió a la coronación del empera­ cubrimiento de América. Como compensa­
dor Akihito en Japón. En China visitó la Gran ción, a los ojos de la comunidad intemacional,
Muralla y se entrevistó con diferentes autori­ se incrementó la colaboración militar argenti­
dades. En otras ocasiones volvería al Lejano na en la ex Yugoslavia (junio). El año se cerró
Oriente para visitar, por ejemplo, Malasia e con las visitas a Buenos Aires de Henry Kissin­
Indonesia (1996), Vietnam, Tailandia, Singa­ ger y Mikhail Gorbachov.
pur (1997) y nuevamente Iapón (1998) A su En julio de 1993, Menem realizó una visi­
regreso, se reunió con Collor de Melo, en Foz ta oficial a Estados Unidos, donde se entrevis­
do Iguacú, para firmar acuerdos de salvaguar­ tó con Bill Clinton, presidente desde noviem­
da nuclear, parte de un programa iniciado por bre del año anterior, ocasión en que se
322 los antecesores de ambos presidentes. Mien­ convalidaron las buenas relaciones entre los
CRÓNICA 1983-2000

dos países. Se anunció el cambio de embaja­ nuaron siendo los únicos sobre los que se po­
dor norteamericano para la Argentina, cargo día negociar, esta visita era un logro significa­
que ocuparía James Check, hombre cercano al tivo que se completó con la firma de un acuer­
ex presidente Iames Carter. El desmantela­ do (julio de 1999) en Londres, por el que se
miento del misil Cóndor II formó parte de la retomaron las comunicaciones entre el conti­
agenda de conversaciones y se anudaron nente y las islas Malvinas y se levantó la veda
acuerdos para su efectivización. En otro orden al ingreso de argentinos al archipiélago. La de­
de asuntos, el canciller Guido Di Tella se ocu­ tención de Augusto Pinochet en la capital bri­
pó de la reducción de la zona de exclusión de tánica indujo a Chile a aliarse con la Argenti­
Malvinas e intentó flexibilizar la intransigen­ na para presionar por la cuestión de las islas, a
cia de los isleños frente a las relaciones con los cambio de la solidaridad de esta última para
argentinos. En Río de Janeiro se realizó la Se­ revertir el pedido de extradición que pesaba
gunda Cumbre Iberoamericana sin que se sobre el militar chileno. La exigencia chilena,
concretara un encuentro entre Menem y Cas­ compartida por brasileños y uruguayos, acer­
tro, con el que se especulaba. La agenda de via­ ca de que los vuelos semanales a Malvinas de­
jes del Presidente fue siempre más que nutrida bían hacer escala en territorio argentino, había
y sus recorridos cubrieron los cinco continen­ logrado sentar a los isleños a la mesa de las ne­
tes. Hubo visitas oficiales como las efectuadas gociaciones para superar el aislamiento y la
a Italia y Brasil (1997), otras destinadas a la falta de aprovisionamiento que tal situación
captación de inversiones como en el viaje a les acarreaba. La cuestión de la soberanía con­
Noruega, Suecia y Finlandia (1998), algtmas tinuaría pendiente y el canciller de la nueva
para asistir a reuniones internacionales como gestión, Adalberto Rodríguez Giavarini, im­
las asambleas ordinarias o extraordinarias de prirniría un estilo diferente al tratamiento del
la ONU en Nueva York (1997-1998), el Grupo tema, señalando que la prioridad del gobierno
Río en Paraguay y el Foro Económico del Mer­ argentino sería negociar el caso directamente
cosur en San Pablo (1997); el Foro Económico con Gran Bretaña.
de Davos en Suiza, la Cumbre de las Américas La gestión del presidente Menem cerró
en Santiago de Chile y la VIII Cumbre Iberoa­ por fin, casi al concluir su período, la contro­
mericana de Iefes de Estado en Oporto (1998) versia con Chile por los hielos continentales.
o la primera visita de un presidente argentino Se abandonaron los principios seguidos en
a Gran Bretaña, después de la guerra de Mal­ 1991 cuando se firmó un tratado que acorda­
vinas (1998), que aportó la firma de seis ba una línea poligonal que no satisfizo a nin­
acuerdos de cooperación en defensa, trans­ guna de las partes, estancando negociaciones
porte, comercio, inversiones, deportes, educa­ que no mejoraron cuando el fallo arbitral de
ción y actividades espaciales, además de reafir­ una Comisión Internacional favoreció a la Ar­
marse la promesa británica de ablandar el gentina en la porción territorial conocida co­
embargo de armas dispuesto por Londres en mo Laguna del Desierto (1994). Se trazó así
1982. Luego de la reanudación de las relacio­ una nueva línea que retomaba la considera­
nes diplomáticas entre los dos países (1990), ción de las altas cumbres para fijar los límites.
cuando el tema de la pesca y el petróleo conti­ Aceptada a uno y otro lado de la cordillera, el 323
ADEN DA

acuerdo quedó aprobado el mismo día (3 de retirado el embajador después del episodio de
junio de 1999) en forma casi simultánea por el Ginebra y haría un nuevo nombramiento pa­
Senado argentino y la Cámara de Diputados ra Buenos Aires después de esta cumbre (no­
chilena. viembre) y, por fin, viajó a Costa Rica, a Méxi­
En la misma línea que habían seguido sus co para la asunción de Vicente Fox y a Brasil
predecesores, Fernando de la Rúa atendió una para participar de la cumbre de mandatarios
nutrida agenda de viajes internacionales que del Mercosur (diciembre).
se desarrollaron a lo largo de su primer año de
gestión. Participó del Foro del Holocausto en
Suecia y del Foro Económico Mundial en Da­ EDUCACIÓN, CIENCIA Y CULTURA
vos (enero); asistió a las asunciones de mando
de los presidentes de Chile y Uruguay (mar­ Estos ámbitos constituyeron otra de las
zo); estuvo en Paraguay para brindar el apoyo urdimbres donde las agujas de la políüca, la
argentino al proceso de democratización de economía y la sociedad tejieron una trama de
esa nación (mayo); participó de diversas cum­ diseño abigarrado y complejo. A la gestión de
bres en Alemania, Colombia y Egipto, además Alfonsín le tocó devolver al sistema educativo,
de reunirse con el presidente Bill Clinton en científico y cultural una andadura regida por
Estados Unidos, país con el que se mantendría la expresión y la participación libre y plural,
la misma línea de relaciones estrechas vigente sostenidas por una reorganización institucio­
hasta ese momento (junio). En ese sentido, ya nal del sector que resguardara esos principios
dos meses antes había alineado sus decisiones básicos contenidos en la Constitución Nacio­
con el país del Norte, reiterando, también, po­ nal. Además de medidas relativas a la norma­
siciones de su antecesor al votar por la conde­ lización de los cuatro niveles del sistema edu­
na de Cuba en la Comisión de Derechos Hu­ cativo, ya en el primer año de gestión se creó
manos de la ONU, durante una reunión la Comisión Nacional de Alfabetización y
llevada a cabo en Ginebra; tomó parte en una Educación Permanente destinada a resolver
cumbre de mandatarios latinoamericanos en los problemas del analfabetismo y la deserción
Brasil; se entrevistó con los presidentes salien­ escolar. Al cabo de tres años de gobierno se ha­
te y electo en Méidco, asistió a la Cumbre del bía incrementado el número de escuelas de
Milenio en la ONU en Nueva York, se entre­ enseñanza media en las diversas modalidades
vistó en Canadá con el premier de ese país y de bachillerato y educación técnica que de­
realizó una visita oficial a la República Popu­ pendían de la Dirección de Enseñanza Media
lar China en busca de inversiones (septiem­ (DINEM) y del Consejo Nacional de Educa­
bre); estuvo en la reunión de la SIP en Chile e ción Técnica, respectivamente. También se
hizo una visita de Estado a España (octubre); creó la Dirección Nacional de Enseñanza Su­
visitó Bolivia y entrevistó al presidente Hugo perior, a cuyo cargo quedó la formación, ac­
Banzer, además de participar en la primera tualización y perfeccionamiento docente, para
cumbre iberoamericana en Panamá, donde re­ lo cual se crearon, en todo el país, 46 carreras
cibió fuerte apoyo para la gestión económica y para esa categoría y 15 para no docentes. En
324 acercó posiciones con Fidel Castro, que había orden a la apertura de espacios de participa­
CRÓNICA 1983-2000

ción, se restableció el funcionamiento de los norma general de educación. El Congreso


centros de estudiantes y de profesores de nivel reactualizaría, de algLma manera, la antigua
medio y terciario, al igual que la actividad gre­ querella ideológica acerca del papel del Estado
mial docente y no docente y se reglamento el en la educación, circunstancia que se reiteraria
funcionamiento del cooperativismo escolar en en otros dos ámbitos: la universidad y el má­
todas las modalidades del sistema educativo. ximo organismo de investigación del país y se
Otras medidas modificaron las disposiciones plantearía, a partir de ello, un debate que reba­
para ingresar a la escuela media; desapareció saría el tiempo de esta gestión, respecto del in­
el examen de admisión y solamente se reque­ cremento de la participación privada en el
rirían estudios primarios completos y tener 12 campo de la educación y la investigación y de
años de edad cumplidos. Se bajó de 21 a 18 las estrategias que se seguirían para hacerlo.
años la edad mínima para ingresar en el Ba­ En orden a la universidad, su normaliza­
chillerato Libre de Adultos y progresivamente, ción definitiva se iría produciendo con la sus­
según se estableció en 1985, todas las escuelas titución de los interventores nombrados al
se convirtieron en mixtas. También hubo inicio de la gestión radical por autoridades
cambios en el sistema de calificaciones y pro­ elegidas con arreglo a las leyes pertinentes y el
mociones —con la eliminación de los exáme­ acento puesto en la observancia estricta de la
nes en diciembre y su reemplazo por períodos autonomía universitaria y el sistema tripartito
de recuperación al final de cada ciclo lectivo—; para su gobierno. La matrícula universitaria
en la duración del módulo horario de las cla­ en el país casi se quintuplicó entre 1984 y 1985
ses y en los contenidos de la asignatura Educa­ por las modificaciones en los sistemas de in­
ción Cívica. Se creó el Plan Nacional de Lectu­ greso y comenzaron a sustanciarse los nuevos
ra, cuya organización regional y por talleres concursos para cubrir las cátedras y las revi­
tuvo buena repercusión en la época (1985). siones y actualizaciones de los planes de estu­
Por otra parte, en conjunto con el Ministerio dio. Por otra parte, también aquí se restableció
de Salud y Acción Social, se amplió la cobertu­ la actividad de los centros de estudiantes y de
ra de los comedores escolares y de las colonias las federaciones universitarias regionales y na­
de vacaciones, contribuyendo a resolver un cional e iría creciendo progresivamente la ac­
problema social de base y al logro de una ma­ tividad gremial de la docencia universitaria.
yor retención escolar. Interesado en soluciones En materia de política científica, el Conse­
de fondo para una cuestión considerada clave, jo Nacional de Investigaciones Científicas y
el Poder Ejecutivo envió al Congreso un pro­ Tecnológicas (CONICET) fue otra caja de re­
yecto de ley que se sancionaría con el número sonancia delas polémicas, de fuertes connota­
23.114 (octubre de 1984) por la que se convo­ ciones ideológicas. Éstas se desataron en tomo
caba al Segundo Congreso Pedagógico Nacio­ de diversas cuestiones, entre las que se desta­
nal, cien años después de haberse realizado el caron: las políticas de reorganización que al­
primero. Se inauguró dos años después de canzaron al organismo; los criterios de asigna­
convocado y sesionó hasta marzo de 1988. Los ción de subsidios a la investigación; la
resultados de sus deliberaciones deberían es­ pertinencia de un conjunto de centros y fun­
perar un lustro para verse plasmados en una daciones creadas con apoyo del organismo en 325
ADEN DA

los años previos al retorno constitucional; las ma del “cuentapropismo “ reinante. Prolifera­
pujas por el diseño de una política científica ron, por otra parte, los espectáculos gratuitos
nacional inexorablemente unido a la pelea por o de muy bajo costo. En cuanto a los canales
un mayor presupuesto; la determinación del formales de expresión cultural, aumentó la
perfil que regiría las relaciones entre el CONI­ producción cinematográfica local que apeló a
CET y las universidades en orden a la promo­ temas históricos —Camila de María Luisa
ción y apoyo económico-financiero a la inves­ Bemberg; Asesinato en el Senado de la Nación
tigación. La mayoría de sus investigadores se de Juan Iosé Iusid— o a aquellos que daban
desempeña como docente en las universidades cuenta de episodios de los últimos años más
nacionales y subyacía el problema de articular conflictivos del país -Los chicos de la guerra de
convenientemente el sistema de dedicaciones Bebe Kamin; La historia oficial de Luis Puen­
de ambas instituciones, no solamente por in­ zo; El exilio de Gardel de Fernando “Pino” So­
cumbencias de orden académico sino como lanas—. Las salas del Teatro Nacional Cervantes
estrategia, discutible y discutida, para paliar la y del Municipal General San Martín ofrecie­
tradicional penuria presupuestaria que ca­ ron buenas temporadas, con obras de autores
racteriza al área y la determinación de las rela­ nacionales que mejoraron las oportunidades
ciones con el sector privado como posible laborales de los actores del medio. Por otra
aportante al presupuesto científico y los condi­ parte, se recibió la visita de diversas compa­
cionamientos que esa relación podría imponer ñías extranjeras de reconocido prestigio tanto
a la política científica. latinoamericanas como europeas. El Teatro
El tenor del presupuesto educativo y el Colón, entre tanto, fue centro de una polémi­
consiguiente deterioro salarial enfrentaría, ca, aún vigente, sobre el uso de la sala para es­
más de una vez, a la docencia con las autorida­ pectáculos de música popular, más allá de
des nacionales, provinciales y municipales. Al conservar su carácter de teatro de ópera, de
respecto, uno de los más prolongados conflic­ conciertos de música clásica y espectáculos de
tos (1988) dejó al descubierto la confronta­ ballet del mismo rango.
ción interna del poder político y económico También se amplió la oferta de programas
en lo concerniente a la competencia de la Na­ radiales y televisivos, pero acompañada de las
ción y de las provincias para resolver el con­ quejas por la falta de promoción de la música
flicto, dados los porcentajes de maestros y popular de origen nacional, a su poca difusión
profesores que dependían de cada una de esas en esos medios, salvo el caso del rock, mejor
jurisdicciones. considerado. Esto no irnpediría, sin embargo,
Las ciudades más grandes del país —sobre que la visita y los recitales de reconocidos mú­
todo, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosa­ sicos y conjuntos latinoamericanos y europeos
rio y Tucurnán- asistieron por estos años a tuvieran la mejor acogida.
una apertura cultural que puso en las calles y En contraste con esta apertura -y a pesar
plazas a artistas y artesanos, abriendo más es­ del franco repunte de la circulación de diarios
pacios de participación e integración social y y revistas, tanto en el interior como en la Ca­
comunitaria. Una modalidad que, mirada des­ pital, consignado por las estadísticas del Insti­
326 de otra perspectiva, era reveladora de otra for­ tuto Verificador de Circulaciones—, los infor­
CRÓNICA 1983-2000

mes de esos años de la Sociedad Interamerica­ atender a la creciente demanda de idoneidad


na de Prensa presentaban quejas contra la si­ profesional del área, para poder mantener en
tuación .de los medios en el país a raíz de la vi­ óptimas condiciones ,de organización los cen­
gencia de la norma que no permitía a las tros de información en que se han convertido
empresas periodísticas tener estaciones de ra­ las bibliotecas, sobre todo a partir de la incor­
dio y televisión; el proyecto de derecho a répli­ poración de la informática a los sistemas de
ca; la distribución discriminatoria de avisos clasificación y catalogación y la expansión de
oficiales y el aumento de gravámenes para el las redes informáticas a escala mundial. A par­
papel prensa. tir de 1990, en el mes de julio comenzó a rea­
Cada vez con mayor éxito de público, la lizarse la Feria del Libro Infantil, otro aconte­
Feria del Libro realizada en Buenos Aires se cimiento de gran éxito porque, además,
constituiría en el acontecimiento cultural del efectuado durante las vacaciones escolares de
año. La 10' se realizó en 1984 y para el fin del invierno, brinda la oportunidad de disfrutarla
siglo alcanzó las 26 exposiciones, que la con­ a los chicos docentes del interior del país.
virtieron en una cita obligada durante las tres A la Feria del Libro, que pasó a ser expo­
semanas de su realización entre los meses de nente de lo que en la década de 1990 comen­
abril y mayo. La convocatoria permite advertir zaría a denominarse como “megacultura”, la
en su conjunto el panorama de la producción acompañarían a lo largo de ese decenio, en la
nacional de libros; los cambios en las prefe­ plástica, la música, la danza o el teatro, otras
rencias temáticas de autores y público; el es­ expresiones que, mayoritariamente, tuvieron
pectro de la producción provincial; el de insti­ por escenario a Buenos Aires. Así la Feria Arte
tuciones culturales como las academias BA que sumó hasta 1999 ocho muestras orga­
nacionales; el crecimiento de las editoriales nizadas por un conjunto de galeristas y anti­
universitarias, la actualización y renovación cuarios; las muestras montadas por iniciativa
de los textos escolares; la expansión creciente privada en las Salas Nacionales de Exposicio­
de la participación de los diarios como edito­ nes dedicadas a gran‘des pintores argentinos
res de libros o colecciones en fascículos de como Cesáreo Bernaldo de Quirós (1991) o
aparición semanal sobre los más diversos te­ Benito Quinquela Martín (2000) o la que el
mas, producidos por autores nacionales o ad­ Museo Nacional de Bellas Artes organizó en
quiridas en el extranjero y también da cuenta homenaje a Antonio Berni (1997). También, el
de la presencia en el mercado nacional de pu­ concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional
blicaciones del resto del mundo. Por añadidu­ bajo la batuta del prestigioso director de ori­
ra, la Feria se ha convertido en otro ámbito de gen indio Zubin Mehta (1997), realizado en el
conferencias y paneles sobre una amplísima Campo Hípico de Palermo; las dos ediciones
gama de cuestiones culturales, educativas y de Buenos Aires No Duerme (1997-1998); los
científicas y ha agregado con los años una dos encuentros del Festival Internacional de
oferta variada de espectáculos artísticos. En Buenos Aires (1997 y 1999) que demostraron
los días previos a su inauguración, es el ámbi­ el nivel profesional de la danza en la Argenti­
to para las jornadas anuales de actualización na y convalidaron la jerarquía de las compa­
bibliotecaria, encuentro indispensable para ñías de ballet clásico del Teatro Colón y con­ 327
ADENDA

temporáneo del Teatro San Martín y ofrecie­ implicó reequipamiento técnico, redirnensio­
ron una muestra de teatro nacional y extran­ namiento de los planteles de personal, reorga­
jero de excelente nivel. En cuanto a la música nización de la relación con productores, di­
popular, asociada a esta modalidad cultural, rectores y actores, cambio en las modalidades
tres recitales masivos y gratuitos realizados en administrativas y pautas publicitarias, com­
la avenida Nueve de Julio en ocasión del cen­ petencia con la aparición de empresas de tele­
tenario del nacimiento de Carlos Gardel visión por cable, entre otras muchas cuestio­
(1990), reunieron a 250.000 personas para es­ nes que atañen a ese medio, y el surgimiento
cuchar baladas, rock y tango. de un fenómeno cultural que abre insospe­
En otro orden de cuestiones referidas al chadas vías de análisis. Por último, la venta de
ámbito de la cultura durante esta década, por libros en los supermercados y la proliferación
un lado, el teatro vio consagrada una larga as­ de centros comerciales, "shoppings", que in­
piración de los actores con la sanción y regla­ cluyen salas cinematográficas, en el conurba­
mentación de la Ley Nacional de Teatro no bonaerense y en las ciudades grandes del
(1997); por otro, la gestión cultural (2000), a resto del país, han creado otros espacios cul­
la luz de la recurrente crisis económica y a te­ turales que modificaron muchos hábitos en
nor de los espacios ganados por la tendencia al ese terreno.
logro de apoyos privados para salir adelante, En materia de educación, durante las pre­
impulsó proyectos concernientes a la sanción sidencias de Carlos Menem se dio curso a un
de una ley de mecenazgo, aún pendiente de proyecto de traspaso de la educación primaria
solución. En lo concerniente al cine, el saldo y secundaria de jurisdicción nacional a las ju­
de la década reveló el ascenso de una genera­ risdicciones de la Capital Federal y de las pro­
ción joven con formación profesional capaz vincias (1992), que formó parte de los renova­
de renovar la producción nacional. En cuanto dos debates sobre el sector que jalonarían la
a la literatura y otros géneros, creció y se di­ década, a parür de la sanción y promulgación
versificó la producción; se adjudicaron con ra­ de la ley 24.196, Federal de Educación. Un
zonable regularidad los premios nacionales y Pacto Federal Educativo (septiembre de 1994)
la Argentina obtuvo, a través de prestigiosos convalidaría, con la firma de todas las jurisdic­
escritores, varios premios internacionales, en­ ciones, los principios de la reforma que apun­
tre los cuales figura el Cervantes, a Adolfo taron a una modificación curricular en lo con­
Bioy Casares (1991). cerniente a ciclos educativos y sus contenidos
En cuanto a los medios, los avances de la y a la implementación de un sistema de capa­
informática convirtieron a la red en otro me­ citación y actualización permanente de los do­
dio periodístico capaz de instalar temas y pri­ centes y otro que habilite la evaluación de la
micias, utilizado como otra herramienta por calidad educativa tanto de los profesores co­
la propia prensa escrita e incorporado como mo de las propuestas institucionales, ya sean
fuente y emisor de información, también por de gestión estatal o privada. Sin embargo, su
los medios audiovisuales. El desarrollo de la aplicación no se hizo efectiva y menos sirnul­
televisión a partir de su inclusión en la políti­ táneamente en todas las jurisdicciones y sigue
328 ca de privatización aplicada por el gobierno, pendiente en la Capital Federal por múltiples
CRÓNICA 1933-2000

y variados conflictos y dificultades, derivados, Rúa, cuando se levantó ante el compromiso


entre otras razones, de la diversidad regional oficial de no derogar el incentivo docente,
del país, la escasez de recursos o la mala admi­ conseguido después de arduas negociaciones y
nistración de los disponibles, las pujas corpo­ protestas de quienes resultarían afectados, en­
rativas de los oferentes de los cursos de capa­ tre otros los propios docentes, por el pago de
citación y actualización por imponer su un impuesto a los automotores, destinado a fi­
liderazgo académico -que llevó hasta la con­ nanciar el mencionado incentivo. La tregua
frontación de universidades y otras institucio­ duraría poco y un paro nacional del gremio
nes comprometidas en esos proyectos- y de la (agosto de 2000) por incumplimientos de este
resistencia de docentes, padres y estudiantes. pago, acarrearía la renuncia del ministro de
Por otra parte, la precariedad presupuestaria Educación, Iuan Llach. Como contraste, un
no ha dejado de condicionar al sector y al Es­ mes después se inauguraba en Intemet el por­
tado en cuanto a las responsabilidades en su tal educ.ar. Concebido como instrumento pa­
sostenimiento. Ese deterioro impulsó, además, ra democratizar la educación, se llevó a cabo
un crecimiento de la oferta privada de educa­ con la inversión de un joven empresario ar­
ción y al amparo del concepto de “escuela pú­ gentino, radicado fuera del país desde hacía
blica de gestión privada” ha quedado al descu­ más de veinte años. El proyecto se echó a an­
bierto un aumento de la inequidad educativa, dar con la perspectiva de cumplir con el plan
generalizado en todo el país. Otra expresión de capacitación informática de todos los do­
de la magnitud de esa inequidad y de la distor­ centes del país y la conexión a Internet de to­
sión de la situación educativa puede leerse en das las escuelas en un plazo de 42 meses. A la
el aumento de estudiantes argentinos de la es­ fecha, solamente el 15% de las escuelas medias
cuela media que han sido premiados, a lo lar­ argentinas tenía acceso a la red de redes y me­
go de la década, en las olimpiadas nacionales e nos del 34% disponía de al menos una com­
internacionales de matemática, química, físi­ putadora de última generación. La situación
ca, biología y geografía, mientras las pruebas del nivel primario era aún más precaria.
anuales de matemática y lengua resueltas por En el nivel universitario, ya a principios
alumnos de los últimos cursos de nivel prima­ del decenio, la crisis presupuestaria provocó
rio y medio muestran rendimientos generales reacciones de todos los claustros. En la convo­
menos que aceptables. Las reclamaciones do­ catoria que efectuaron de la Asamblea Nacio­
centes por el deterioro salarial, la calidad edu­ nal Universitaria, se pronunciaron en contra
cativa y el cumplimiento de las responsabili­ l de la política oficial y reclamaron por el au­
dades del Estado en la materia, culminaron, en mento de fondos. Los conflictos se manifesta­
esta década, con el impulso de una protesta ron también en la resistencia, por la mayor
persistente, efectivizada por turnos de docen­ parte de la comunidad académica, a la ley de
tes que hicieron huelga de hambre en una car­ Educación Superior (julio de 1995), por en­
pa instalada en la Plaza de los Dos Congresos, tenderse que en su articulado contrariaba los
frente al palacio legislativo nacional (abril principios de la autonomía universitaria y el
1997). 1a llamada “carpa blanca” se mantuvo de gratuidad de la enseñanza garantizados
hasta el inicio del gobierno de Fernando de la por la Constitución Nacional. Únicamente en 329
ADENDA

la Facultad de Medicina de la Universidad de de las universidades grandes. Por otro lado,


Buenos Aires (1996) se implementó un nuevo como parte de la exigencia de elevación del ni­
curso de ingreso, de acuerdo con las herra­ vel académico universitario y de las condicio­
mientas que proporcionaba la nueva ley, que nes de competencia profesional impuestas por
fue duramente resistido y se transformó en los parámetros internacionales, creció la ofer­
fuente de agrios conflictos entre los estudian­ ta de posgrados y los convenios con universi­
tes, la institución y los organismos interuni­ dades extranjeras para incrementar intercam­
versitarios que debían entender en la aplica­ bios que también sirvan a esos fines.
ción de la norma. La culminación de las En cuanto a la política científica durante el
reacciones universitarias frente al gobiemo se período, el sector también acusó, al igual que
produjo cuando el Ministerio de Economía otras áreas, rasgos de deterioro. Entre otros:
consiguió que el Presidente aprobara un ajus­ idas y venidas respecto de la dependencia ins­
te de más de 1.500 millones de pesos en el titucional de la Secretaría de Ciencia y Técni­
presupuesto nacional para cumplir con el ca; recrudecirniento de las controversias por
FMI (29 de abril de 1999). Esto implicaba un las prioridades para la ciencia nacional y la
recorte de 280 millones de pesos, el 10% de posibilidad de dar cabida al sector privado co­
sus fondos, a las universidades nacionales; mo patrocinador de subsidios; pujas por la di­
acarreó la renuncia de la ministra de Educa­ rección de los organismos científicos; apari­
ción, Susana Decibe, y salió de los límites del ción de entidades estatales de promoción
gabinete para volcarse a la calle, desbordando, científicas que se revelaron como posibles
inclusive, a las conducciones de las agrupacio­ competidores del CONICET. Esto agravó los
nes docentes y las federaciones estudiantiles. problemas de distribución de fondos, a la vis­
Una marcha de alrededor de 30.000 personas ta de un presupuesto cada vez más recortado,
en Buenos Aires, terminó en la Plaza de Mayo, al que por cierto alcanzó la poda de 1999, con
mientras el gobierno daba marcha atrás con la consecuencias sobre los salarios de investiga­
medida. dores y becarios; modificaciones en la edad de
Desde otro ángulo, los últimos diez años jubilación de los investigadores y la irnple­
del siglo registraron el nacimiento de 14 uni­ mentación de un sistema de contratos para in­
versidades privadas que elevaron ese total a vestigación, para después de cesar en el servi­
35. También la aparición de las seis universi­ cio activo, que fueron otra fuente de
dades nacionales de General Sarmiento, La inquietudes y resistencias y confrontaciones.
Matanza, Lanús, Quilmes, San Martín y Tres En medio de este panorama, un cambio en las
de Febrero, cuya propuesta era que operaran, disposiciones para la constitución del directo­
entre otras cosas, como núcleos de descentra­ rio del CONICET abrió la posibilidad, a los
lización de las universidades de Buenos Aires y miembros del organismo, de lograr una mejor
de La Plata, ampliando la oferta universitaria representación de sus intereses en esa instan­
pública y que permitieran la implementación cia institucional: un porcentaje de cargos di­
de diversos modelos de gestión administrati­ rectivos se cubre por el _voto de los ‘investiga­
va, superadores de la ineficiencia que se ha dores de todo el país, agrupados por grandes
330 convertido en una de las más severas rémoras áreas académicas.
CRONICA 1983-2000

El último conflicto del siglo se desataría a dida a la expansión de los sistemas informáti­
partir de la renovación presidencial de 1999, cos. La reacción no se hizo esperar y la comu­
cuando cambió la conducción del área cientí­ nidad científica se movilizó en defensa de un
fica y se designó al frente de la que entonces sistema y un organismo, que aun con sus de­
pasaba a denominarse Secretaría para la Tec­ fectos y penurias seguía sirviendo a los objeti­
nología, la Ciencia y la Innovación Productiva, vos fijados al momento de su creación, cuaren­
al licenciado Dante Caputo. Su proyecto de ta años antes. La crisis provocaría la caída del
promoción científica atacaba, en lo principal, secretario de Ciencia y Técnica y habría que
las bases del sistema conformado por el CONI­ destinar nuevos esfuerzos a restañar las conse­
CET para reforzar la incumbencia universita­ cuencias de los renovados desacuerdos y desa­
ria en el sector y daba una significación desme­ ciertos en materia de política científica.

331
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES
(1810-2000)“

l) AUTORIDADES EIECUTIVAS CABILDO DE BUENOS AIRES


16/04/1815-20/04/1815
SAAVEDRA, CORNEuo ALVAREZ THOMAS, IGNACIO
Presidente de la Iunta Gubemativa (Primera Director Supremo de las Provincias Unidas del
Iunta) Río de la Plata’
25/05/1810-18/12/1810 21/04/1815-15/04/1816
SAAVEDRA, CORNELIO GONZALEZ BALCARCE, ANTONIO
Presidente de la Iunta Gubernativa (Iunta Director Supremo de las Provincias Unidas del
Grande) Río de la Plata
18/12/1810-20/06/1811 16/04/1816-03/05/1816
MATI-IEU, DOMINGO GONZALEZ BALCARCE, ANTONIO
Presidente de la Iunta Gubernativa (Iunta Director Supremo de las Provincias Unidas del
Grande) Río de la Plata’
20/06/1811-23/ll/1811 03/05/1816-1 1/07/1816
CHICLANA, ANTONIO FELICIANO ESCALADA, FRANCISCO ANTONIO’
Primer Triunvirato l l/07/l8l6-08/08/l8l6
23/09/1811-08/10/1812 IRIGOYEN, MIGUEL DE '
SARRATEA, MANUEL DE l 1/07/1816-08/08/1816
23/09/1811-28/09/1812‘ PUEYRREDON, IUAN MARTIN DE
PASO, IUAN IOSE Director Supremo de las Provincias Unidas del
23/09/1811-25/03/1812’ Río de la Plata
ALVAREZ DE IONTE, ANTONIO 09/08/1816-09/06/181910
Segundo Triunvirato RONDEAU, JOSE
08/10/ l 8 l 2-20/02/ l 8 l 3‘ Director Supremo de las Provincias Unidas del
PASO, IUAN JOSE Río de la Plata_
08/10/1812-20/02/1813’ 10/06/1819-11/02/1820
RODRIGUFJ PEÑA, NICOLAS RODRIGUEZ, MARTIN
08/ 10/ 18 l 2-02/08/18 l 3‘ A cargo de las Relaciones Exteriores (de facto)"
POSADAS, GERVASIO ANTONIO DE 06/06/1821-09/05/1824
Director Supremo de las Provincias Unidas GREGORIO DE LAS HERAS, IUAN
del Río de la Plata A cargo de las Relaciones Exteriores (de
01/02/1814-09/01/1815 facto)"
ALvmR, CARDOS DE 09/05/1824-28/01/1825
Director Supremo de las Provincias Unidas GREGORIO DE LAS HERAS, IUAN
del Río de la Plata A cargo del Poder Ejecutivo Nacional"
09/01/1815-15/04/1815 28/01/ 1825-08/02/ 1826

' AUTOR: Sergio Galiana. Profesor en Historia. Universidad de Buenos Aires. 333
ADENDA

RIVADAVIA, BERNARDINO DERQUI, SANTIAGO


Presidente de las Provincias Unidas del Río Presidente de la Confederación
de la Plata Argentina
08/02/ l 826-07/07/ 1827 05/03/1860-05/l l/l86l'°
LOPEZ, VICENTE PEDERNERA, JUAN ESTEBAN
Presidente de las Provincias Unidas del Río Vicepresidente de la Confederación
de la Plata (Provisorio) Argentina En Ejercicio del P.E.N.
07/07/1827-13/08/1827 05/11/1861-12/12/1861"
DORREGO, MANUEL MITRE, BARTOLOME
Encargado de las Relaciones Exteriores Gobernador del Estado de Buenos Aires
13/08/1827-01/12/1828 Encargado del P.E.N.
LAVALLE, JUAN ll/03/1862-ll/12/1862
A cargo de las Relaciones Exteriores MITRE, BARTOLOME
01/12/1828-20/01/1829 Presidente de la Nación Argentina
CONVENCION NACIONAL DE SANTA FE 12/10/1862-12/10/1868"
A cargo de los Asuntos Generales de la SARMIENTO, DOMINGO FAUsTINO
República Presidente de la Nación Argentina
19/02/1829-14/10/ 1829 12/10/1868-12/10/1874
VLAMONTE, JUAN JOsE AVELLANEDA, NICOLAs
Encargado de las Relaciones Exteriores Presidente de la Nación Argentina
14/ 10/ l 829-08/ l 2/ l 829 12/10/1874-12/10/1880
RosAs, JUAN MANUEL DE ROCA, JULIO ARGENTINO
Encargado de las Relaciones Exteriores Presidente de la Nación Argentina
08/12/1829-17/12/1832 12/10/1880-12/10/1886
GONZALEZ BALCARCE, JUAN R. JUAREZ CELMAN, MIGUEL A.
Encargado de las Relaciones Exteriores Presidente de la Nación Argentina
17/12/1832-03/11/1833 12/10/ l 886-06/08/ l 890
VIAMONTE, JUAN JOSE PELLEGRINI, CARLOS
Encargado de las Relaciones Exteriores Presidente de la Nación Argentina
03/11/1833-01/10/1834 06/08/ 1890-12/ 10/ 1892 ‘
MAZA, MANUEL VICEN'l'E SAENZ PEÑA, LUIs
Encargado de las Relaciones Exteriores Presidente de la Nación Argentina
01/10/1834-13/04/1835 12/ 10/1892-22/01/ 1895
RosAs, JUAN MANUEL DE URIBURU, JOsE EvARIsTO
Encargado de las Relaciones Exteriores de la Presidente de la Nación Argentina
Confederación Argentina 22/01/1895-12/10/1898
13/04/ l835-08/09/ 1851 ROCA, JULIO ARGENTINO
RosAs, JUAN MANUEL DE Presidente de la Nación Argentina
Jefe Supremo de la Confederación 12/10/1898-12/10/1904
Argentina QUINTANA, MANUEL
08/09/1851-03/02/ 1852 Presidente de la Nación Argentina
URQUIzA, JUSTO JOsE DE 12/10/1904-12/03/1906
Encargado de las Relaciones Exteriores" FIGUEROA AICORTA, JOsE
06/04/1852-31/05/1852 Presidente de la Nación Argentina
URQUIzA, JUsTO JOsE DE 12/03/1906-12/10/1910
Director Provisorio de la Confederación SAENZ PENA, ROQUE
Argentina" Presidente de la Nación Argentina
31/05/ 1852-04/03/ 1854 12/10/1910-09/08/1914
UROUIzA, IUsTo JOsE DE PLAZA, VICTORINO DE LA
Presidente de la Confederación Argentina Presidente de la Nación Argentina
334 05/03/1854-05/03/1860" 09/08/1914-12/10/1916
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES (1810-2000)

YRIGOYEN, HIPOLITO FRONDIzI, ARTURO


Presidente de la Nación Argentina Presidente de la Nación Argentina
12/lO/1916-12/10/1922 0 l/05/ 1958-28/03/ 1962
ALVEAR, MARCELO TORcUATO DE GUIDO, IOSE MARIA
Presidente de la Nación Argentina Presidente Provisional de la Nación
12/10/1922-12/10/1928 Argentina
YRIGOYEN, HIPOLITO 29/03/1962-12/10/1963
Presidente de la Nación Argentina ILLIA, ARTURO UMBERTO
12/10/1928-06/09/1930 Presidente de la Nación Argentina
URIBURU, IOSE FELIx 12/10/1963-28/06/1966
Presidente Provisional de la Nación ONGANIA, IUAN CARLOS
Argentina (de facto) Presidente de la Nación Argentina (de facto)
06/09/ l930-20/02/ 1932 28/06/ 1966-08/06/ l 970
IUSTO, AGUSTIN P. IUNTA DE COMANDANTEs EN IEFE DE LAS FUERzAs
Presidente de la Nación Argentina ARMADAS
20/02/ 1932-20/02/ 1938 08/06/ 1970-18/06/ 1970
ORTIz, ROBERTO MARIO LEvINGSTON, ROBERTO MARCELO
Presidente de la Nación Argentina Presidente de la Nación Argentina
20/02/1938-24/06/ 1942 (de facto)
CASTILLO, RAMON S. 18/06/1970-22/03/1971
Vicepresidente de la Nación Argentina A LANUSSE, AGUSTIN
cargo del P.E.N. Presidente de la Nación Argentina (de facto)
24/06/ 1942-15/07/ 1942 23/03/1971-25/05/1973
CASTILLO, RAMON S. CAMPORA, HECTOR I.
Presidente de la Nación Argentina Presidente de la Nación Argentina
16/ 07/ 1942-04/06/ 1943 25/05/1973- l 3/07/1973
RAwSON, ARTURO LASTIRI, RAUL A.
Presidente Provisional de la Nación Presidente de la Cámara de Diputados
Argentina (de facto) a cargo del P.E.N.
04/06/ l 943-07/O6/ 1943 13/07/1973- 12/ 10/1973
RAMIREZ, PEDRO PABLO PERON, IUAN DOMINGO
Presidente Provisional de la Nación Presidente de la Nación Argentina
Argentina (de facto) 12/10/1973-01/07/1974
07/06/ 1943-10/03/ 1944 Martínez de Peron, María Estela
FARRELL, EDELMIRO I. Presidente de la Nación Argentina
Presidente de la Nación Argentina (de 0l/07/l974-24/03/l976'°
facto) Iunta de Comandantes en Iefe de las
10/03/1944-04/06/1946 Fuerzas Armadas
PERON, IUAN DOMINGO 24/03/1976-29/03/1976
Presidente de la Nación Argentina VIDELA, IORGE RAFAEL
04/06/ l 946-04/06/ 1952 Presidente de la Nación Argentina
PERON, IUAN DOMINGO (de facto)
Presidente de la Nación Argentina 29/03/ l 976-29/03/ l 981
04/06/l952- 16/09/1955 VIOLA, ROBERTO E.
LONARDI, EDUARDO Presidente de la Nación Argentina (de
Presidente Provisional de la Nación facto)
Argentina (de facto) 29/03/1981-21/ll/1981
16/09/1955- l 3/1 l/ 1955 LIENDO, HORACIO
ARAMBURU, PEDRO EUGENIO Ministro del Interior (de facto) a cargo
del P.E.N.
Presidente de la Nación Argentina (de facto)
13/1 l/1955-01/05/1958 2l/ll/l98l-ll/l2/l98l 335
ADEN DA

LACOSTE, CARLOS A. FIGUEROA ALCORTA, IOSE


Ministro del Interior (de facto) a cargo 12/10/1904-12/03/1906"
del P.E.N. PLAZA, VICTORINO DE LA
ll/l2/l98l-2l/l2/l98l 12/10/1910-09/08/1914”
GALTIERI, LEOPOLDO FORTUNATO LUNA, PELAGIO B.
Presidente de la Nación Argentina 12/10/1916-12/10/19"
(de facto) GONZÁLEZ, ELPIDIO
22/ l 2/ 198 l -20/06/ l 982 12/10/1922-12/10/1928
SAINT IEAN, IBERJCO MARTINEZ, ENRIQUE
Ministro del Interior (de facto) a cargo 12/ l 0/ l 928-06/09/ l 930
del P.E.N. SANTAMARINA, ENRIQUE
2 l/06/ 1982-01/07/ 1982 (de facto)
BIGNONE, REYNALDO BENITO 06/09/1930-25/10/1930
Presidente de la Nación Argentina ROCA, IULIO ARGENTINO (HIIO)
(de facto) 20/02/1932-20/02/1938
01/07/1982-10/12/1983 CASTILLO, RAMÓN S.
ALFONSÍN, RAUL RICARDO 20/02/1938-24/06/1942”
Presidente de la Nación Argentina SUEYRO, SABA H.
10/ l 2/l983-08/07/ 1989 (de facto)
MENEM, CARLOS SAUL 07/06/1943-17/07/ 1943
Presidente de la Nación Argentina FARRELL, EDELMIRO l.
08/07/1989- 10/12/1995 (de facto)
MENEM, CARLOS SAUL ll/12/1943-10/03/1944
Presidente de la Nación Argentina PERON, IUAN DOMINGO
10/12/1995-10/12/1999 (de facto)
DE LA RUA, FERNANDO 07/07/ 1944- l0/ 10/ 1945
Presidente de la Nación Argentina PISTARINI, IUAN
10/12/1999-Continúa al 31/12/2000 20/10/ l 945-04/06/ l 946
QUIIANO, IUAN HORTENSIO
VICEPRESIDENTES DESDE 1 354 04/06/1946-04/06/ 1952
HASTA 200o TEISAIRE, ALBERTO
07/05/1954-16/09/1955
ROIAS, ISAAC F.
DEL CARRIL, SALVADOR MARIA
(de facto)
05/03/ l 854-05/03/ 1860
23/09/1955-01/05/1958
PEDERNERA, IUAN ESTEBAN
GOMEZ, ALEJANDRO F.
05/03/1860-05/11/1861” 01/05/1958-10/ll/1958
PAz, MARCOS
PERETTE, CARLOS H.
12/10/1862-12/10/1868
12/10/1963-28/06/ 1966
ALSINA, ADOLFO
SOLANO LIMA, VICENTE
12/10/1868-12/10/1874
25/05/1973-13/07/1973
ACOSTA, MARIANO
MARTINEZ DE PERON, MARIA ESTELA
12/10/1874-12/10/1880
12/10/1973-01/07/1974”
MADERO, FRANCISCO B.
MARTINEZ, VICTOR H.
12/10/1880-12/10/1886
10/12/1983-08/09/1989
PEu.EGRINI, CARLOS
DUHALDE, EDUARDO A.
12/10/1886-06/08/1890”
08/09/ 1989-05/ l 2/ 1991
URIBURU, ]OSE EvARISTO
RUCKAUF, CARLOS FEDERICO
12/10/1892-22/01/1895"
08/09/ l 995-08/09/ l 999
QUIRNO COSTA, NORBERTO
ALVAREZ, CARLOS
336 12/10/1898-12/10/1904
08/09/l999-06/ 10/2000
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES (1810-2000)

2) AUTORIDADES LEGISLATIVAS de la A.G.C.


03/02/ l 8 l 4-24/08/ l 814
A) TITULARES DEL PODER LEGISLATIVO
VALLE, TOMAS ANTONIO
(1 s13 A 1829) Presidente de la Comisión Permanente
de la A.G.C.
ALVEAR, CARLOS 24/08/1814-05/01/1815
Presidente de la Asamblea General
LAGUNA, NICOLAS
Constituyente Presidente de la Comisión Permanente
31/01/1813-03/03/1813“ de la A.G.C.
VALLE, TOMAS 05/01/1815-26/01/1815
Presidente de la Asamblea General SUSPENSIÓN DE LAS SESIONES DE LA A.G.C.
Constituyente MEDRANO, PEDRO
03/03/1813-01/04/1813
Presidente del Congreso General
AGRELO, PEDRO
Constituyente
Presidente de la Asamblea General 24/03/1816-02/05/1816
Constituyente CASTRO, PEDRO IGNACIO DE
0l/04/l8l3-30/04/l8l3 Presidente del Congreso General
LARREA, JUAN Constituyente
Presidente de la Asamblea General 02/05/ l 8 16-01/06/ l 816
Constituyente SANCHEZ DE BUSTAMENTE, TEOI=ILO
_ 30/04/1813-01/06/1813 Presidente del Congreso General
LOPEZ, VICENTE Constituyente
Presidente de la Asamblea General 01/06/1816-01/07/1816
Constituyente LAPRIDA, FRANCISCO NARCISO
01/06/1813-02/07/1813 Presidente del Congreso General
POSADAS, GERVASIO ANTONIO DE Constituyente
Presidente de la Asamblea General 01/07/1816-01/08/1816
Constituyente THAMES, IOSE IGNACIO
02/07/1813-02/08/1813 Presidente del Congreso General
ANCHORIS, RAMÓN DE Constituyente
Presidente de la Asamblea General 01/O8/1816-02/09/1816
Constituyente CARRASCO, PEDRO
02/08/1813-01/09/1813 Presidente del Congreso General
VIDAL, PEDRO PABID Constituyente
Presidente de la Asamblea General 02/09/1816-02/10/1816
Constituyente IRIARTE, FELIPE
0l/09/l8l3-0l/l0/l8l3 Presidente del Congreso General
VALLE, TOMAS ANTONIO Constituyente
Presidente de la Asamblea General 02/10/1816-02/ll/1816
Constituyente SAENZ, ANTONIO
01/10/1813-29/10/1813 Presidente del Congreso General
MOLDES, IOSE DE Constituyente
Presidente de la Asamblea General 02/11/1816-03/12/1816
Constituyente ARAOz, PEDRO MIGUEL
29/10/1813-18/11/1813 Presidente del Congreso General
GOMFZ, IOSE VALENTIN Constituyente
Presidente de la Comisión Pennanente 03/12/1816-01/01/1817
de la A.G.C. BOEDO, MARIANO
18/11/1813-03/02/1814 Presidente del Congreso General
LAGUNA, NICOLAS
Presidente de la Comisión Permanente 0l/0l/l8l7-l6/0l/l8l7 337
Constituyente
ADEN DA

TRASLADO DEL CONGREsO a BUENOs AIRES Constituyente


Godoy Cruz, Tomás 01/06/1818-01/07/1818
Presidente del Congreso General MALABlA, IOsE SEVERO
Constituyente Presidente del Congreso General
05/05/18 l 7-04/06/1 817 Constituyente
SERRANO, MARIANO Ol/07/1818-03/08/1818
Presidente del Congreso General GUZMAN, DOMINGO
Constituyente Presidente del Congreso General
04/06/1817-02/07/1817 Constituyente
RIVERA, PEDRO IGNACIO DE 03/08/1818-01/09/1818
Presidente del Congreso General ZUDAÑEZ, IAIME
Constituyente Presidente del Congreso General Constituyente
02/07/1816-01/08/1817 0l/09/l8l8-0l/l0/l8l8
CHORROARIN, LUIs IOsE DE SALGUERO, IERONIMO
Presidente del Congreso General Presidente del Congreso General
Constituyente Constituyente
01/08/1817-01/09/1817 01/10/1818-03/ll/1818
ACEVEDO, MANUEL ANTONIO DE SANCHEZ DE BUSTAMENTE, TEOFILO
Presidente del Congreso General Presidente del Congreso General Constituyente
Constituyente 03/11/1818-02/12/1818
01/09/1817-01/10/1817 GODOY CRUZ, TOMAS
CAsTRO BARROs, PEDRO IGNACIO Presidente del Congreso General Constituyente
Presidente de] Congreso Genera] 02/12/1818-01/03/1819
Constituyente DIAz VELEZ, IOsE MIGUEL
01/10/1817-04/ll/1817 Presidente del Congreso General Constituyente
MAZA, IUAN AGUSTIN 01/03/1819-03/04/1819
Presidente del Congreso General FUNEs, GREGORIO
Constituyente Presidente del Congreso General Constituyente
04/11/1817-02/12/1817 03/04/1819-04/05/1819
GALLO, PEDRO LEON CHORROARIN, LUIS IOsE DE
Presidente del Congreso General Presidente del Congreso General Constituyente
Constituyente 04/05/1819-02/06/1819"
02/12/1817-02/01/1818 SAENZ, ANTONIO
CARRASCO, PEDRO Presidente del Congreso General Constituyente
Presidente del Congreso General 02/06/1819-02/07/1819
Constituyente LAzCANO, BENITO
02/01/1818-02/03/1818 Presidente del Congreso General Constituyente
PAsO, IUAN IOsE 02/07/1819-03/08/1819
Presidente del Congreso General VIAMONTE, IUAN IOsE
Constituyente Presidente del Congreso General Constituyente
02/03/1818-03/04/1818 03/08/1819-03/09/1819
PACHECO, IOsE ANTONIO GALLO, PEDRO LEON
Presidente del Congreso General Presidente del Congreso General Constituyente
Constituyente 03/09/1819-01/10/1819
03/04/1818-02/05/1818 ZORRILA, MARCOs SALOME
PATRON, MATIAS Presidente del Congreso General Constituyente
Presidente del Congreso General 0l/l0/l8l9-03/l2/l8l9
Constituyente DIsOLUCION DEL CONGREsO EL 11/02/1820
O2/05/1818-01/06/1818 LAPRIDA, FRANCIscO NARCIsO
SERRANO, MARIANO Presidente del Honorable Congreso Nacional
338 Presidente del Congreso General 28/01/1825-30/07/1825
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES (1810-2000)

ARROYO Y PINEDO, MANUEL DE ROCHA, DARDO


Presidente del Honorable Congreso 1876/ 1877
Nacional PAz, BENJAMIN
30/07/ l 825-3 l/07/ l 826 1878/ 1879
ROJAS, IOsE MARIA DEL VALLE, ARISTOBULO
Presidente del Honorable Congreso Nacional 1880
31/07/1826-14/08/182723 PAz, BENJAMIN
DISOLUCIÓN DEL CONGRESO EL 14/08/1827 1881/ 1882
ECHEVARRIA, VICENTE A. DE CAMEACERES, ANTONINO C.
Presidente de la Convención Nacional 1883/ 1888
de Santa Fe ROCA, IULIO ARGENTINO
31/07/1828-23/03/1829 1889/1890
MENA, MANUEL V. DERQUI, MANUEL
Presidente de la Convención Nacional 1890/ 1891
de Santa Fe NOUGUES, MIGUEL M.
23/03/ 1829- 14/ 10/ 1829 189124
SUSPENSION DE LAs REUNIONES DE LA ROCA, IULIO ARGENTINO
CONVENCION EL 14/ 10/1829 1892
VARELA, MARIANO

B) PRESIDENTES PROVISIONALES DEL SENADO


1892
GALVEZ, IOsE
(1 862 A 2000) 1893
ECHAGUE, LEONIDAs
ACEVEDO, IOsE LEONARDO
1894
1855/ 1856
ROCA, IULIO ARGENTINO
GUIDO, TOMAS
1895/ 1897“
1857
MITRE, BARTOLOME
FRAGUEIRO, MARIANO
1898/ 1902
1858
URIBURU, IOsE EVARIsTO
ECHAGÜE, PASCUAL
1902/ 1904
1858
URIBURU, FELIX
LEIVA, MANUEL
1905
1859
VILLANUEVA, BENITO
ECHAGUE, PASCUAL
1906/1907"
1860
URJBURU, IOsE EVARIsTO
CALVO, NICOLAS
1908“
1861
VILLANUEVA, BENITO
PAz, MARCOS
1909”
1862
PEREZ, DOMINGO TEÓFILO
ALsINA, VALENTIN
1910
1862/1863
DEL PINO, ANTONIO
FERRE, PEDRO
1910
1864
VILLANUEVA, BENITO
ALsINA, VALENTIN
1911/1921“
1865/1868
MELO, LEOPOLDO
ZAVALIA, SALUsTIANO
1922/ 1927
1869
ETCHEVEHERE, LUIs L.
QUINTANA, MANUEL
1928/ 1930
1870/ 1874
PATRON COSTAS, ROBUSTIANO
DIAZ COLODRERO, WENCESLAO
1932/ 1943“
1875 339
ADENDA

81m0. lanus-ro F.
1946
Tnsmnmneno
1947/1953
ITUIIIIZ. AIJEIITO lost
1953/1954
ALBARIÑO. Rusos Museo
1955
Gumo. los: mm
1958/1961"
Guam. EDUARDO].
1963/1966
D142 BuLEnAcus-m
1973
ALLENDE. lost Amon-no
1974
LUDEII. ÍTALO Ancnmuo
1975*
OTERO. Epson
1983/1989
Mmm. Eouuoo
1989/1999’
los/um. Muuo
l999uContinúa al 31/12/2000’

Ohzsmmtsnzucáum
nzümrmoosüauazooo)
Gun/nos: Demo
1854/1855
SAHO-IZBAIIAZAR
1856
Any/mn, lum lose
1857
Luqur. Mumbai
1858/1859
CAuPQEvsEno
1860
Guru/mmm DEC/unan:
1860
Guam lsAsA. lose Sum
1861
Own/uno. PASTOR
1862
ALmnmmNmnon
1862
Unmmu. lose Evnlsm
1863
VIIJANUEVLAIIISIIDB
1864
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES (1810-2000)

ALCOBENDAS, FRANCISCO CANTILO, IOSE LUIS


1893/ 1895 1940/ 1943
AVELLANEDA, MARCO GUARDO, RICARDO CESAR
1896/ 1901 1946/1947
VILLANUEVA, BENITO CAMPORA, HECTOR l.
1901/ 1903 1948/1952
VICTORICA, BENJAMIN BENITEZ, ANTONIO I.
1904 1953/1954
SASTRE, ANGEL ROCAMORA, A. L.
1905 1955
CARBO, ALEJANDRO MONJARDIN, FEDERICO F.
1906 1958/ 1961
ORTIZ DE ROSAS, IUAN MANUEL MOR ROIG, ARTURO
1907 1963/1966
CANTON, ELISEO LAsTIRI, RAUL A.
1908/ 1911 1973/ 1974”
FRAGA, ROSENDO M. SANCHEJ TORANzO, NICOLAS
1912/1913 1975
AVELLANEDA, MARCO AURELIO PUGLIEsE, IUAN CARLOS
1914 1983-1989
CARBÓ, ALEJANDRO MOREAU, LEOPOLDO
1915 1989
ZEBALLOS, EsTANIsLAO PIERRI, ALBERTO
1915 1989/ 1999
DEMARIA (H), MARLANO PASCUAL, RAFAEL
1916-1917 1999-Continúa a] 31/12/2000
SAGUIER, FERNANDO
1918 3) AUTORIDADES JUDICIALES"
GOYENECHE, ARTURO PRESIDENTES DE LA CORTE SUPREMA
1919-1921 DE JUSTICIA (1863 A 200o)
PEREYRA ROzAs, RICARDO
1922-1923 DE LAS CARRERAS, FRANCISCO (INTERINO)

GUIDO, MARIO M.
01/06/ l863-10/06/ 1865
1924-1925 DE LAS CARRERAS, FRANCISCO

FERREYRA, ANDRES
10/06/1865-28/04/ 1870
1925 DEL CARRIL, SALVADOR MARIA

SUSSINI, MIGUEL
1 1/07/1870-26/09/ 1877
1926-1927 BARROS PAzOS, IOSE
01/ 10/ 1877-23/ l 1/0877
FERREYRA, ANDRES
1928-1930 GOROSTIAGA, IOSE BENJAMIN
14/01/1878-10/08/1887
CAFFERATA, IUAN FELIX
1932-1933 VICTORICA. BENJAMIN
10/08/ 1887- 1 5/06/ 1892
FRESCO (H), MANUEL A.
1934-1935 PAz, BENJAMIN

NOEL, CARLOS M.
13/07/1892-08/1 1/ 1902
1936-1937 BAzAN, ABEL
19/06/1903-24/ 10/ 1903
KAISER, JUAN G.
1938/1939 BERMEJO, ANTONIO

NOEL, CARLOS M.
18/05/1905-18/10/ 1929
1940 FIGUEROA ALCORTA, IOSE
03/10/1930-27/ 12/1931 341
ADENDA

RERETTO, ROBERTO I-IEREDLA, HORACIO


09/06/1932-24/04/ 1946 02/04/I976- 18/08/1978
CAsAREs, TOMAS D. GABRIELLI, ADOLEO
04/08/1947-21/03/1949 22/08/1978-07/12/1983
Perez, Felipe Santiago CARRIO, GENARO R.
2 l /03/ l 949-03/ l0/ 1949 23/12/ 1983- 17/05/1985
LONGHI, LUIs RICARDO CABALLERO, lost-t S.
03/ 10/ l 949-02/06/ l 952 24/04/1985-26/09/ 1989
VALENZUELA, RODOLEO G. PETRAccHI, ENRIQUE
29/05/1952-04/10/ 1955 26/09/1989-25/04/1990
ORGAz, ALFREDO LEvENE, RICARDO (HIJO)
07/10/1955-02/03/1960 26/04/1990-22/04/ 1993
VILLEGAS BASAVILBASO, BENJAMIN BOGGIANO, ANTONIO
04/03/ 1960- l 7/07/ l 964 23/04/1993-30/11/1993
ARAOz DE LAMADRID, ARISTÓBULO NAzARENO, IULIO S.”
20/07/ I 964-28/06/ 1966 21/ 12/ l993-06/05/ 1994
ORTIz BAsUALDO, EDUARDO A. LEvENE, RICARDO (I-IIIO)
04/06/1966-24/05/1973 06/05/1994-17/11/1994
BERCAITZ, MIGUEL A. NAzARENO, JULIO S.
08/06/1973-24/03/ 1976 l7/l l/I994-continúa al 31/12/2000

NOTAS

l. Para la confección de estas nóminas fue consultada la si­ 5. Reemplazado por lose julian PEREZ, quien ejerció co­
guiente bibliografia: AEAD DE SANTILLAN, DIEGO, Gran mo triunviro hasta el 05/1 l/l8l3. Este fue reemplaza­
Enciclopedia Argentina, Buenos Aires, Ediar, 1956; Bole­ do a su vez por Juan Larrea
tín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires, va­ OK . Reemplazado en forma interina por Vicente López y
rios años; CUTOLO, VICENTE OsvALDo, Nuevo Diccionario Planes.
Biográfica Argentino (1750-1930), Buenos Aires, Elche, . Designado imerinamente por el Cabildo de Buenos Aires
1985; CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION, El Parlamen­ WN! . Ejerce el gobiemo en forma interina hasta la asunción
to Argentino (1854-1947), Buenos Aires, Imprenta del del Director titular, Juan Martín de Pueyrredón
Congreso de la Nación, 1948; Diario de Sesiones de la 0 . Designados por la Iunta de Observación y el Cabildo
Honorable [uma de Repraentanm de la província de de Buenos Aires para que asuman el gobiemo interino
Buenos Aires, Buenos Aires, Imprenta de la Independen­ hasta la asunción de Juan Martín de Pueyrredón
cia, varios años; MouNELLI, N. GUIu.ERMo. PALANzA, M. . Designado para el cargo el 03/05/ 1816
VALERIA y SIN, GIsELA, Congreso, Presidencia y Justicia en nn­ u-n . Como Gobemador y Capitán General de la provincia
Argentina, Buenos Aires, Temas, 1999; PICclRJuJ. Ricar­ de Buenos Aires
do, ROMAY, Francisco L., GIANELLO, Leoncio, Diccionario . Por Ia Ley Fundamental del 28/0I/ 1825 que encomen­
Histórico Argentino, Buenos Aires, Ediciones Históricas dó al gobierno de Buenos Aires el ejercicio interino del
Argentinas, 1954; RAVIGNANI, EMuJo, Asambleas Consti­ P.E.N.
ruyenta Argentinas T. IV, Buenos Aires, Instituto de ln­ . Por el Protocolo de Palermo del 06/04/1852
vestigaciones Históricas de la Facultad de Filosofia y Le­ Por el Acuerdo de San Nicolás del 31/05/1852
tras (Universidad de Buenos Aires), Casa Iacobo Peuser ííí manu . A partir del 14/03/1854 y hasta el final de su presidencia,
Ltda., 1937; TAU ANzoATEcUI, VIcroR, Formación del Es­ Justo lose Urquiza delegó el ejercicio del cargo en el Vi­
tado Federal Argentino 1820-1852, 2' ed., Buenos Aires, cepresidente Salvador Maria Del Carril en numerosas
Ed. Perrot, 1996; VIzOsO GoRosTIAcA, MANUEL, Diccio­ ocasiones; algunas veces por períodos de varios meses.
nario y Cronologia Histórica Americana, Buenos Aires, n-I Q . Su renuncia al cargo de Presidente no fue presentada al

Ayacucho, 1947. Congreso de la Nación


N Reemplazado por luan Martín de Pueyrredon, quien I-I \I . El Vicepresidente decretó, en acuerdo de ministros, el
ejerció como triunviro hasta el 08/10/1812 receso de los poderes nacionales el l2/ l2/ i861
U) . Reemplazado por Bemardino Rivadavia, quien ejerció . A partir del I7/06/ 1865 cuando se puso al frente del ejér­
como triunviro hasta el 08/ 10/ 1812 cito nacional para combatir en la Guerra del Paraguay.
uh . Reemplazado por Gervasio Antonio de Posadas, quien Bartolomé Mitre delegó el ejercido del cargo en el Vice­
342 ejerció como triunviro hasta el 21/01/1814. presidente Marcos Paz hasta el fallecimiento de este,
AUTORIDADES POLITICAS NACIONALES (1810-2000)

ocurrido el 02/01/1868. Hasta el regreso de Mitre del 22. Sanción de la Constitución Nacional el 10/05/1819
teatro de operaciones estuvieron a cargo del P.E.N. los . Sanción de la Constitución Nacional el 24/12/1826
ministros de estado en acuerdo general, Esta particular ION) ¡BU! . Ocupó la titularidad del P.E.N. en forma interina
situación contribuyó a impulsar la sanción de la Ley de 25. Ocupó la titularidad del P.E.N. en forma interina
Acefalía por el Congreso Nacional el 19/09/ 1868. .Para una nómina completa de los miembros de la
v­ Ü . Del 13/09/1975 al 23/10/1975 el presidente del Senado Corte Suprema de Justicia de la Nación véase ALFON­
Italo Argentino Luder estuvo a cargo del P.E.N. por li­ so SANTIAGO (h), "Historia de la Corte Suprema Ar­
cencia de la titular gentina. Algunos lineamientos básicos y fuentes para
. Pasó a asumir la titularidad del P.E.N. su estudio" en El Derecho N° 10363, Bs. A5., 22 de oc­
. Sanción del Estatuto Provisorio de las Provincias Uni­ tubre de 2001.
das, 27/02/1813 . Presidente provisional.

343
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA
ÍNDICE DE MATERIAS*

TOMO I El impacto biológico de la conquista 75


PRoroco Orientación bibliográfica 79
Victor Tau Anzoátegui XIX 3. Las tierras altas del noroeste
Rodolfo A. Raflïno 83
83

(srcuo xvr) 23
PRIMERA PARTE
LA ARGENTINA ABORIGEN. LAcoNQUrsrA ESPAÑOLA

Introducción
El escenario y las estrategias adaptativas
Las etapas y períodos del proceso cultural
vemáculo
Los hombres Capturadores de energía
Ernesto I. A. Maeder 25
primitivo 25 de la etapa paleoindia (8000 a.c.) 86
El espacio geográfico y el poblamiento Agricultores y pastores tribales del Período

aborigen 27
Prehistoria y distribución de la población
Formativo Inferior
(600 a.c.-500 d.c.)
Los señorios teocráticos del Período
87

y Portugal 30
La expansión atlántica de España Medio (500-800 d.c.) 91

argentino 32
La conquista y organización del territorio
Los cacicazgos serniurbanos del Período
Tardío (800- 1470 d.c.)
El imperio inca (1471-1536 d.c.)
Cultura, desarrollo y cambio cultural
93
97

l. Er. TERRITORIO Y LA POBLACIÓN ABORIGEN 37 prehispánico 104


Orientación bibliográfica 106
l. El escenario geográfico 4. Las tierras bajas del nordeste y el litoral
Enrique D. Bruníard 39 mesopotánrico
109
El territorio y los gradientes geográficos 39 Jorge A. Rodríguez - Carlos N. Cemtti
Las tierras altas del Noroeste 40 Evoludón del escenario ambiental 110
La Puna de Atacama 41 Etapa inicial: cazadores-recolectores
El borde oriental de la Puna 42 del Pleistoceno final ll2
ll2
mesopotámico 46
Las tierras altas del Nordeste y litoral

La planicie chaqueña 46
Uruguay l. Los vestigios más antiguos
Etapa temprana: cazadores-recolectores
del Holoceno temprano y medio 113
Selvas y parques mesopotámicos 49 Uruguay u. Diversificación de ámbitos 113
Cuyo
Los yOasis
las sierras centrales52
andinos 50 Humaitá. Inicio de la explotación
del bosque de araucarias 115
las sierras centrales y los oasis pobres 54 Ivaí. Poblarniento de los saltos 116
La región parnpeana 55 Etapa media: cazadores-recolectores
del Holoceno tardío ll7
La Patagonia y el extremo austral S8
Orientación bibliográfica 62 Salto grande. Primeros vestigios
de cerámica 118
2. La biodiversidad amerindia
Susana Alicia Salceda - Marta Graciela Méndez 65 Esperanza. Aprovechamiento de diversos
no dilucidada 65
La oscura llegada. Una aventura aún ecosistemas
Taquara. Asentamientos con “casas pozo”
Los paleoamerindios o contingentes Ribereña paranaense. Ocupación
de cazadores y recolectores 68 de las costas bajas e islas
fisica del indio 71
Lo biológico y lo cultural en la imagen Vieira. Los “cer-ritos de indios"
Ibicueña. Cazadores-pescadores-recolectores

con arraigo 72
Los neoamerindios o los agricultores Etapa tardía: horticultores aldeanos
Tupiguarani. Difusión de la agricultura
' AUToRA: Karin Gran-nmatico. Profesora en Historia. Universidad de Buenos Aires.
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

Los pueblos aborígenes a la llegada Sistema de asentamiento y cido anual


del conquistador de los jinetes de las pampas 203
Orientación bibliográfica Orientación bibliográfica 205
íLnssienas centrales . La patagonia continental
Eduardo E Berberíán Augusto Cardich - Alicia Castro 209
La región y su diversidad ecológica El marco natural: mesetas, montañas
El sector norte y costa 209
El sector central El ambiente actual 209
El sector sur Los paleoambientes 2 lO
Los grupos cazadores-recolectores El bosquejo de la entrada del hombre al
Las comunidades productoras continente 212
de alimentos La puerta de entrada y las rutas
La problemática de arte rupesue de distribución 212
Unidad y heterogeneidad étnica El bagaje cultural de los primeros
Comechingones y sanavirones pobladores 213
la frícdón del contacto El poblamiento efectivo de la Patagonia 214
El final Sintesis de su desarrollo cultural 214
Orientación bibliográfica La Patagonia central: el núdeo innovador
Glastierrascttyanas La localidad de Los Toldos 216
[uan Schobinger El nivel ll 217
Procesos culturales en el Centro-Oeste El Toldense 219
argentino El Casapedrense 220
Período precerámico Niveles superiores: Patagoniense,
Período agro-alfarero Tehuelchense 221
Período tardío o protohistórico El arte rupestre 222
La llegada de los incas Diferencias y semejanzas subregionales 225
Una zona marginal: el extremo sur La Patagonia septentrional: Neuquén
de Mendoza 176 y área de influenda 225
Las poblaciones aborígenes en la época de la Los ocupantes meridionales 226
conquista hispánica (siglos xvl-xvm) 176 La costa atlántica 227
Orientación bibliográfica 178 Los cambios finales del proceso histórico 228
7. La región pampeana Orientación bibliográfica 229
Eduardo Crivelli 181 9. El enremo austral del continente
Ambientes y recursos de las pampas 181 Luis Abel Orquera - Ernato Luís Piano 233
Una visión de la prehistoria de las pampas Fiordos, islas y canales
El período antiguo (10000-S000 a.C.) 182 Orígenes 235
El período medio (5000-l a.C.) 185 Condiciones 238
Tandilia i 185 Armas y utensilios 24 1
Pampa interserrana Conchales
Ventania 188 Calorías y subsistencia 247
Pampa seca 188 Secuencia
Período Reciente (l a.c.-1536 d.C.) 189 Estabilidad
La faja costera septentrional y central 189. El fin del sistema
Las llanuras comprendidas entre el Orientación bibliográfica
r'ío Paraná y Tandilia 191 10. Principio y fin de la américa prehispánica
Tandilia 192 Rodolfo A. Rufino - Roberto I. Bárcena
Pampa interserrana La compleja historia del poblamiento
Ventania 193 del Nuevo Mundo 259
Pampa seca 193 El caso sudamericano 264
El arte rupestre 194 El neolítico y la peculiaridad americana 265
Problemas en discusión 195 Los orígenes de la civilización y la formación
[a distribución de los asentamientos de los Estados Precolombinos
humanos en las pampas 196 l..a.s etnologías regionales en vísperas del
Demografía, territorios y tecnologías desembarco europeo (1.500 d.C.) 273
Los intercambios interregionales 197 La etnología histórica 274
Pampas. castellanos y araucanos Los onas de la Tierra del Fuego 276
en el paraíso de los caballos 198 El mosaico linguistico 277
Los caballos olvidados 198 El fin del mundo precolombino 278
348 [a araucanización de las pampas 198 Orientación bibliográfica 284
ÍNDICE DE MATERIAS

n. LA CONQUISTA aspmouu. DESCUBRIMIENTO.


POBLACIÓN Y ORGANIZACIÓN Frédéric Mauro 351
13. Acción de Portugal en el Atlántico

El papel de Portugal 352


HASTA FINES DEL SIGID XVI

ll. España en el momento del descubrimiento


285

287
de Islam 353
De las Canarias a las Azores. La sombra

Nilda Gughelmi El donatario reemplaza a los factores:


Los reyes católicos 288 el descubrimiento de Brasil 355
Las estructuras administrativas, judiciales La diplomacia intemacional 355
y financieras 293 Alvares Cabral ¿descubrimiento
Cortes 293 o redescubrimiento? 356
Consejo real 294 Por una presencia marítima del Brasil:
Administración central 295 ¿isla o continente? 357
Administración local y territorial 297 Monopolio real y factorías 358
Santa hermandad 297 La presencia francesa 358
Adelantados

Nobleza '
La monarquía y las estructuras nobiliarias
299
299
299
o1a atracción
señorial? 359
La colonización sistemática: ¿feudal

del Río de la Plata 363


Hidalgula 301 Orientación bibliográfica 364
La burguesía y las formas concejiles; 14. Adelantados en el litoral y exploradores
el campesinado. los grupos no cristianos
Concejos
Héctor Lobo 367
en el interior

Burguesía Los primeros acercamientos 368


La búsqueda del paso 368
Campesinado
Los grupos no crisüanos: judíos
Mudéjares-moriscos
de la Plata 372
Conformación de la leyenda de la Sierra

Gitanos Develando
El el espacio 373
descubrimiento 373
Los esclavos
La iglesia. Fuerza, dinamismo, religiosidad El primer ordenamiento del espacio 374
Predicación y catequesis
Inquisición del Río de la Plata 377
Don Pedro de Mendoza. adelantado

Órdenes militares Ayala y el primer intento por llegar


[a empresa reconquistadora. La expansión a la Sierra de la Plata 379
española 316 Exploración del actual territorio argentino 381
Granada 316 Fundación de asunción y despoblamiento
Canarias 318 del puerto de Buenos Aires 381
Orientación bibliográfica 321 Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Nuevo intento
12. Castilla en el dominio del Atlántico por arribar a la Sierra de la Plata 383
Mariano Cuesta Domingo 325 Domingo Martínez de Irala y los primeros
Castilla y el Atlántico 326 contactos con el Perú 385
El “mar océano" comofiontera Descubrimiento del Tucumán 387
y las islas como “finis terrae"
La navegación oceánica y el tratado
de Alcacovas
327

332
del Perú 393
Reorganización y ocupación del espacio 393
El nuevo ordenamiento: el Virreinato

De Irala a Ortiz de Zárate: las relaciones


El océano como medio: el gran proyecto
descubridor enue Asunción y el Alto Perú 395
América como obstáculo. Las bulas Iuan Nuñez de Prado y los dificiles
alejandrinas
El tratado de Tordesillas
El "paso", configuración de la imagen
de América
de Cuyo 405
comienzos de la políüca de poblamiento 401
la proyección chilena: ocupación

Orientación bibliográfica 407


Descubrimientos y exploraciones en el 15. Conquista y fundadones en las gobemaciones
Río de la Plata
Descubrimientos al sur del Río de la Plata.
340
Héctor Lobo 41 1
del Tucuman y Río de la Plata

Magallanes —­
Las exploraciones
En la Patagonia y Tierra del Fuego
342
345
346
de Irala 413
Configuración del proyecto 411
Desde la perspectiva litoraleña: la propuesta

Última etapa de descubrimientos en el litoral


rioplatense y patagónico
Orientación bibliográfica
347
348
Matienzo 4 l 5
Los planes chilenos: de Valdivia a Villagra 414
El proyecto altoperuano: el oidor
349
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

La audiencia de charcas y las gobemaciones Las atahonas y molinos 470


del Tucumán 416 La arquitectura y las transformaciones
La realización del proyecto 420 tecnológicas 470
Consolidación de la ocupación Materiales y técnicas constructivas 470
del Tucumán 420 Organización de la producción
Jerónimo Luis de Cabrera: la fundación arquitectónica 47 l
de Córdoba y el establecimiento Particularidades arquitectónicas 472
del puerto de San Luis 421 Orientación bibliográfica 473
Reorientación de los objetivos de asundón: 17. Encomiendas de indios y distribución
Iuan de Garay y la fundación de Santa Fe 423 de la tierra
La paradigmática convergencia de Cabrera Beatriz R. Solveira 477
y Garay en el Paraná 424 La institución de la encomienda 477
El adelantado Juan Ortiz de Zárate: Provisión de las encomiendas 478
extemporáneo y último fracaso Relación enoomendero-encomendado 479
metropolitano 426 Tipos de encomienda
La fimdación de Buenos Aires: culminación El yanaconazgo y las malocas 482
de un proceso 429 Perfiles jurídicos de la encomienda 483
La demorada colonización del valle Ordenanzas especiales para el Tucumán 483
de Lenna: Salta 431 Ordenanzas especiales para el Río de la Plata 485
La gobemación de Ramirez de Velasco Ordenanzas de alfaro 486
y las fundaciones de la Rioja, Madrid Reglamentaciones aplicadas en la región
de las Juntas y Jujuy 432 de Cuyo 489
Culminación del proyecto de ocupación 434 Funcionamiento de las encomiendas 490
Hacia un nuevo ordenamiento del territorio 434 La tributación indígena 490
Completando jalones y ocupando espacios 436 El servicio personal de los indios 491
Las amenazas exteriores y la proyección Aprovechamiento económico
magallánica 439 de las encomiendas 494
Aspectos de la realidad del Tucumán La figura del poblero 496
y del Río de la Plata a fines del siglo XVI La población de las encomiendas 497
Orientación bibliográfica 442 Movimientos de pueblos e indios 497
16. las ciudades fundadas: sitio, traza La disminución de la población indigena 498
y estructura urbana La encomienda como vía de acceso
Luis María Calvo - Ramón Gutiérra 445 a la tierra 501
Formaciones urbanas anteriores Orientación bibliográfica 504
a la sanción de las ordenanzas Colaboradores del tomo l
de poblamiento de Felipe u (1573) 445
Definición de la traza y el tejido urbano
fundacional TOMO Il
Otras formaciones urbanas del siglo XVI.
Pueblos de indios 450 SEGUNDA PARTE
Estructura de la ciudad hispánica 453 LA ARGENTINA EN Los SIGLOS xvn Y xvm
Traza, tejido y paisaje urbano 454 Introducción
1a plaza 456 Víctor Tau Anzoátegui
Las calles 458 Dos siglos: rupturas y continuidades
Los barrios 459 Los nombres de un territorio 10
Periferia y suburbio 459 Sociedad, producción y comercio ll
La estructura de la ciudad del siglo XVI. Normas e instituciones
Espacio público y privado Ideas, creencias y vida intelectual 16
Tejido urbano y nuevas ftmciones 462 La época del Virreinato l7
Equipamiento comunitario y servicios
Los fuertes 463 I. Territorio y población. Estructura y dinámica
Las casas de cabildo y cárcel de las sociedades
las iglesias, conventos y ermitas 465
Los hospitales 468 l. Distribución territorial de la conquista.
El puerto 468 Red de urbanización y vías de comunicación
Obras hidráulicas 468 Hugo Humberto Beck
Dehesas, potreros, corrales y graneros La crisis del poblamiento durante el siglo xvn
comunes 469 La situadón a comienzos del siglo
350 Tiendas, tambos. casas de trucos 469 Gobemación de Tucumán
ÍNDICE DE MATERIAS

Gobemadón del Río de la Plata 25 4. La familia


La lenta ocupación de nuevas tierras durante la César A. García BeLsunce 127
primera mitad del siglo XVIII 27 El transplante de la familia española a Américal28
Gobemadón del Tucumán 27 La elección del cónyuge 131
Gobemadón del Río de la Plata 28 Características de la farnlia 134
La expansión del poblamiento y el auge Familias restringidas, amplias y troncales 136

del siglo yXVIII


Tucumán 30
de la urbanización en la segimda mitad
Cuyo 36
30
Las familias de indios y castas
Los hijos legítimos y los otros
139
142

Río de la plata
Patagonia y Malvinas 40
Orientación bibliográfica
5. La sociedad hispano-criolla
César A. García Belsunce
145

149
Vías de comunicación y medios de transportes 40 En el siglo xvu 150
Orientación bibliográfica 45 El Tucumán 150
2. Las ciudades y el medio rural El Río de la Plata y Buenos Aires 157
Alberto de Paula - Ramón gutiérra 47 Cuyo 160
Desarrollo de los espacios públicos 49 En el siglo xvu! 161
La arquitectura doméstica 5-1 El tucumán 162
La arquitectura pública S5 Cuyo 165
Los profesionales de la arquitectura 57 Buenos aires 166
Arquitectura regional 59 Durante el Virreinato 170
Modelos altemativos a la traza convencional
hipanoamericana 61 Salta del Tucumán _
Córdoba del Tucumán
170
172
Otros poblados de origen funcional 62 Buenos Aires 173
Asentamiento del medio nrral 64 Orientación bibliográfica 178
La cultura urbana y arquitectónica 6. La sociedad indígena

poblados 68
en el Río de la Plata al crearse el Virreinato 67
La planificación del territorio y los pequeños

La región del Litoral 69


Daniel Santamaría
La población aborigen
El indio. ¿configuración étnica o social?
Los espacios indígenas
183
183
184
187

y proyecciones 71
El plan para Patagonia, objetivos

La línea Vértiz-Betbezé-Sobre Monte


Los recursos económicos
La lucha por el ganado
189
191
194
Las guerras de frontera
y su efecto urbanizador 73 Las misiones jesuiticas 197
Las nuevas pobladones de Entre Rios 73 La política de paz de matorras 198
Pueblos en la región chaqueña y sus confines 77 Las misiones laicas y franciscanas 200

ciudades 79
Las fundaciones de Sobre Monte 78
las mejores edilicias en las principales

Orientación bibliográfica 84
La otra población de los espados indios:
portugueses y sectores marginales
El trabajo indígena en las haciendas
Esclavitud y deportaciones
201
203
204
U3
Susana R. Frías92
El Noroeste 89
. 1a expansión de la población Los proyectos de colonización
Orientación bibliográfica
204
206

El poblamiento en los siglos XVI-xvu 92 n-u n-u . LA MONARQUIA v LA ORGANIZACIÓN LOCAL


La estructura de la población 96 209

Siglo xvm 99
EL DERECHO
Expansión de población y ruralización.
7. La Monarquía. Poder central
La estructura de la pobladón 104
La regiónchileno
Período cuyana 105
105 y poderes locales
Víctor Tau Anzoátegui 211

Período virreinal 107 El marco general 211

El Litoral
La estructura 109
de población 108
La monarquía española: esplendor
y declinación
Títulos para la dominación política
2ll
213
El población en los siglos XVI-xv1l 109 ¿Provincias reinos y colonias? 216
La estructura de la población lll El rey: símbolo y poder 218
El poblamiento del litoral en el siglo XVIII 114 El aparato gubemativo: su estructura 220
' La estructura de la población 117 El gobiemo provincial y local 224
Las misiones guaraníticas 119 Los comienzos 224
Las características más destacadas l 19 La organización en el actual territorio
Orientadón bibliográfica 121 argenüno 226 351
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

El oficio de gobemador 230 lll. PoLmcA armaron Y DEFENSA 317


Corregidores. tenientes, caciques 232
El reparto de poderes: centros y periferias 233 10. Política de españa en europa. Conflictos
la ciudad como ámbito de poder político 234 con Portugal e lnglataïa
El cabildo: imagen y poder 236 Pedro Santos Martina 319
Los oficios capitulares 241 Los avances portugueses y el Río de la Plata 319
El control de las administración: visitas y Vaquerías y bandeirantes 319
residencias 243 Fundación de Colonia del Sacramento.
Las personas dentro del orden‘ político 244 Desalojo y devolución a los portugueses 321
Orientación bibliográfica 247 El testamento de Carlos u y la guerra
8. Las reformas borbónicas en al segunda de sucesión española 322
mitad del siglo XVIII Los tratados de Alfonsa y de Methuen 323
Edberto Oscar Acevedo 251 Recuperación española de Colonia.
Las reformas borbónicas 251 Los tratados de Utrecht-Rastadt 324
Primera etapa 252 El Asiento de Negros y el Navío de Permiso 326
Tercera etapa 259 portugueses 326
Segunda etapa 255 Otra vez colonia y nuevos avances
Creación y organización del Virreinato 259 España y la política internacional europea 327
El Virreinato como creación 261 Fundación de Montevideo 328
El Virreinato como integración 263 Continúa la penetración portuguesa.
Permanencia del Virreinato 265 Primer Pacto de Familia 329
Organizadón del Virreinato 266 Guerra contra Inglaterra 330
las intendencias 268 Tratado de Permuta. Cesión de las misiones 331
Primeras medidas importantes 268 Evacuación de las misiones: el despojo
La organización definitiva 270 de los indios 332
Características sobresalientes 271 Guerra Guaranítica 334
En cuanto al cargo del virrey - 271 Anulación del Tratado de Permuta. Tercer
En cuanto a la intendencia Pacto de Familia 336
Los socorros 273 la Paz de París 337
de Buenos Aires 273 Campaña de Cevallos en el Río de la Plata.
Funcionamiento del sistema 274 Los efectos en el Rio de la Plata 338
El ejercicio de las cuatro causas 274 Establecimiento en Malvinas 338
Los subdelegados 275 Los inglaes toman Soledad 340
Modificaciones 276 España toma y devuelve Puerto Egrnont.
1a intendencia y los cabildos 276 Inglaterra prometió abandonar las Malvinas 341
Los resultados 277 Campaña de Vértiz contra las usurpaciones
Orientación bibliográfica 279 portuguesas 342
9. Ordenes normativos y prácticas Expedición de Cevallos y creación de Virreinato
socio-jurídicas. La justicia rioplatense 342
Víctor Thu Artzoátegui 283 Toma y demolición de Colonia 343
Religión, moral y derecho 283 Tratado de San Ildefonso 344
Derechos civil, Canónico y natural 286 Participación española en la independencia
El saber jurisprudencial en manos de las colonias inglesas
de los letrados _ 288 España y la Revolución Francesa 347
Las leyes reales, instrumento de acción España, Napoleón y Portugal.
de la monarquía 292 El enfrentamiento con Inglaterra 347
Recepción y ejecución de las leyes reales: Orientación bibliográfica 349
interpretación, conflcitos y suplicaciones 294 ll. Huestes, milicias y jeército regular
El ordenamiento de las ciudades. El fuero, José Teófilo Goyret 351
¿un imaginario colectivo? _ 298 De las huestes a las milicias 351
Normas y privilegios fundacionales 300 España y sus problemas militares
El cauce popular del derecho: costumbres de los siglos XVI y xvu 351
y bandos de buen gobiemo 302 Las huestes indianas 352
Un digesto salteño de 1784 305 Las obligaciones militares
El ordenamiento aborigen 306 de los encomenderos 353
La justicia: vertientes judicial ‘y popular 307 I..as milicias 354
Jueces y tribunales 309 El presidio 356
Orientación bibliográfica 314 Las companías de presidio 356
El presidio de Buenos Aires 357
ÍNDICE DE MATERIAS

Las reformasde los Borbones 358 La fundadón de las misiones jesuiticas de


_Las reformas militares de Felipe v 358 guaraníes 437
El ejército de América 359 Las bandeiras paulistas y el éxodo
La instrucción para las milicias provinciales 360 de los pueblos
Las ordenanzas de 1768 360 Reubicación de las misiones
La frontera exterior 361 en la mesopotamia argentina 442
Las amenazas 361 la expansión y consolidación
Las bandeiras 362 de las misiones
El conflicto bélico por la Colonia la reducción, célula‘ constitutiva
del Sacramento 363 de las misiones 446
La expedición de 1776 366 El ordenamiento político y eclesiástico 448
Expulsión de los ingleses de las Malvinas 367 El sistema económico de las misiones 450
La frontera interior 368 Conflictos y crisis de las misiones 453
Las fronteras 368 El tratado de Madrid de 1750 y la guerra
La frontera sur 369 guaranítica 455
La defensa del Virreinato 370 La expulsión de la Compañía de Jesús
El apostadero naval de Montevideo 370 en el Río de la Plata 459
Los gobemadores intendentes 370 Las misiones en la etapa posjesuítica 461
El plan de defensa de i797 371 La nueva provincia de misiones de guaraníes 461
La guerra de 1801 373 Las últimas misiones del Chaco
Los aprestos para la defensa de Buenos Aires 375 Orientación bibliográfica 466
las [nvasiones'Inglesas 376 Colaboradores del tomo H 469
_La trascendencia de los acontecimientos 379
Orientadón bibliográfica 379
TOMO Ill
rv. Organización y acción de la Iglesia 383
12. La iglesia diocesana: las instituciones SEGUNDA PARTE
Nelson C. Dellaferrera 385 LA ARGENTINA EN uos SIGLOS xvn v XVIII
El derecho de patronato 385 (CONTINUACIÓN)
El patronato real en la legislación de Indias 386
El regio vicariato indiano 390 V. LA ECONOMIA
Dificultades de la Congregación
de Propaganda Pide en Indias 391 15. Las finanzas reales
La organización de las diócesis 392 Herbert S. Klein 13
Concilios provinicales de Lima; Las Cajas Reales 13
su inddencia en la región 396 Los ingresos fiscales
Los sínodos del antiguo Tucumán. Las erogaciones y el déficit fiscal 24
Córdoba y Buenos Aires 397 Orientación bibliográfica '28
Cabildos catedralicios de Córdoba 16. El régimen monetario
y Buenos Aires 402 Jorge Gelman 31
El clero parroquial 404 Los metales preciosos y las monedas
El derecho canónico vigente 406 en el esquema de la economía colonial 3]
Los tribunales eclesiásticos y su actividad 410 La legislación monetaria española.
Orientación bibliográfica 413 Las casas de moneda y su producción 32
13. La iglesia diocesana: el clero secular El sentido y los problemas de la drculación
y las órdenes religiosas monetaria 38
Ernesto I. A. Maeder 4l7 La vía fiscal 38
El clero secular 4l7 1a vía comercial
las órdenes religiosas 420 Orientación bibliográfica 48
Conventos y colegios 422 17. Comercio y producción
Estructura económica de las órdenes 424 Zacarías Moutoukias 51
Los servicios pastorales 426 Producción, crecimiento y configuración
Consecuencias de la expulsión de los jesuitas 428 de las regiones 55
Orientación bibliográfica 429 El Tucumán y Cuyo
14. La iglesia misional y evangelización El Litoral 62
del mundo indígena La producción de metales preciosos 68
Ernesto I. A. Maeder 433 Buenos aires y el Atlántico 72
Criterios pastorales e iniciativas en la l. Comercio legal y contrabando
evangelización rioplatense 434 en Buenos Aires ( 1580- l 750) 72 353
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

El comercio intercolonial 73 El gaucho 176


Los navíos de registro 75 La mujer en el mundo niral l77
Las “arribadas” de navíos extranjeros 77 La vida y el trabajo en la estancia y la chacra
El movimiento naval durante el siglo XVII parnpeana 179
y la fundación de Colonia del Sacramento 79 Vida cotidiana en una hacienda del noroeste 181
Guerra y comercio 80 Vida cotidiana en la frontera 183
lx) . El tiempo de la expansión: Buenos Aires y el Pulperías y pulperos de la pampa 184
atlántico en la segunda mitad del siglo XVlll 82 La dieta rural 186
La evolución del comercio legal entre El juego 189
Buenos Aires y España 82 Orientación bibliográfica 190
Contrabando y comercio intercolonial
( l 760- 1796) 85 vn. LA CULTURA 193
La ruta Potosí-Buenos Aires 90
l. Producción local y mercados 21. ldeasy aeencias
interregionales 91 losé M. Mariluz Urquijo 195
Bienes y regiones 91 Del Barroco a la Ilustración 195
Buenos Aires y el interior 95 Religiosidad 196
2. Comercio y comerciantes 96 El cuerpo 207
Orientación bibliográfica 99 La muerte 209
La sociedad 215
v1. LA VIDA COTIDIANA 105 Las mujeres 217
Los indios 220
18. La vida urbana en su faz pública Patria y parentesco 221
Daisy Rípodas Ardanaz 107 1a historia 222
El tiempo urbano 107 La ilustración 223
Lo ordinario: el transcurso de los días 108 Religiosidad 226
la plaza mayor 108 El cuerpo 229
las calles 109 La muerte 230
Otros espacios públicos ll2 1a sociedad 230
Lo extraordinario: los paréntesis en la Las mujeres 232
cotidianidad ll7 Los indios 235
Las celebraciones: elementos propios 117 La historia 235
Las celebraciones: elementos festivos comunes 123 1a economia 237
Sentido de lo ordinario y lo extraordinario en la El poder real
vida pública 127 Criollismo 242
Orientación bibliográfica 129 Orientación bibliográfica 244
l9.Lavida urbanaensu fazprivada 22. Libros, bibliotecas y lecturas
Nelly Raquel Porra Girardí 133 Daisy Rípodas Ardanaz 247
La casa. Enue el techo pajizo y el tejado 133 Las bibliotecas en potencia 247
El entomo doméstico: entre la austeridad Bibliotecas de particulares 247
y el lujo 135 Bibliotecas de instituciones 248
La comida: entre la escasez y la abundancia 139 Dinámicas de las bibliotecas 250
Pasatiempos: entre la diversión Fisonomlas de las bibliotecas 256
y la disipación 145 Los libros por dentro: elementos formales 258
Las enfermedades: entre lo empírico Los libros por dentro: temas más corrientes 261
y lo científico 148 las bibliotecas en acto 265
El atuendo: entre la adaptación Lecturas efectivas 265
y la imitación 150 Qué se lee y por quiénes 267
la devoción: entre la religiosidad Lugares, horas y maneras de leer 270
y la supertición 155 La “lectura” sin libros 271
Orientación bibliográfica 158 Relación última enue hombres y libros 273
20. La vida m el mundo mral Orientación bibliográfica 276
Carlos A. Mayo 163 23. Las letras
Encomenderos. pobleros e indios 163 María Luisa Olsen de Serrano Redonnet 281
Los escenarios de la vida cotidiana: chacras y Los iniciadores 281
estancias 165 Las desgarradoras copias de Luis de Miranda,
Los estancieros 168 el primer poeta 281
Los peones 170 Los primeros cronistas 283
354 Los esclavos 174 Ulrico Schmidl (¿1510-1581?) 283
ÍNDICE DE MATERIAS

Los “comentarios” de Pedro Hemández 26. La enseñanza elemental y universitaria


( 15 l3-¿?) 285 Celina A. Lértora Mendoza 369
1a carta de Isabel de Guevara (1556) 286 1a educación elemental 369
Fray Reginaldo de Lizarraga, viajero La acción educativa de los jesuitas 372
infatigable (¿?- 1607) 286 Otras órdenes 374
Martín del Barco Centenera y su poema 1a acción del clero secular y de instituciones
argentina 287 laicas 375
El primer escritor nativo: Ruiz Días La educación elemental en la época ilustrada 377
de Guzmán 290 La gestión del obispo San Alberto 378
1.a Compañía de Jesús y las expresiones Las escuelas rurales 379
barrocas 291 La educación de la mujer 380
El primer poeta argentino: Luis Iosé La educación superior 382
de Tejada y Guzmán 292 La Universidad de Córdoba y el Colegio
La literatura jesuítica 296 Monserrat 383
Entre ilustres y neoclásicos 299 El período jesuita 384
El Iazarillo de los ciegos caminantes 299 El período franciscano 387
Las letras del Virreinato del Río de la Plata 301 El Colegio Monserrat 391
Iuan Baltasar Maziel: sus homenajes Los estudios conventuales de grado 391
al primer virrey 302 El Colegio de San Carlos 392
La sátira de Manuel José de Lavardén 303 Estudios especiales 393
Los poetas del Telégrafo Mercantil 303 La escuela de artes y oficios 397
1a oda al Paraná 305 Relaciones y proyecciones 397
Domingo de Azcuénaga: el primer fabulista Orientación bibliográfica 399
rioplatense 305 27. Labor científica
El teatro del siglo XVIII 306 Celina a. Lértora Mendoza 403
Las Invasiones Inglesas y sus poetas 307 Las ciencias naturales
Orientación bibliográfica 309 Reconocimiento de terreno, levantamiento
24. La imprenta y el periodismo de croquis y mapas, inscripciones físicas 405
Mónica R Martini 315 Reconocimiento y descripción de muestras
1a imprenta 315 de flora y fauna
Los comienzos misioneros 315 Memorias de viajero 408
De la imprenta jesuitica en Córdoba Expediciones cientificas 410
a la Real de Niños Expósitos en Buenos Aires 315 Las ciencias físico-matemáticas 412
El periodismo 317 Las observaciones astronómicas locales 412
La prensa periódica como medio La matemática aplicada 413
de divulgación de “las luces” 317 Las ciencias de la salud 414
De las noticias manuscritas El ejercicio de la medicina y el control
al Telégrafo Mercantil 318 profesional 414
Los papeles porteños y sus editores 319 El ejercicio de la farmacia y la herboristería 417
El Telégrafo Mercantil, rural, La tecnología 418
político-económico e historiográfico Construcción de aparatos de precisión 418
del Rio de la Plata 319 Metalurgia 418
El Semanario del agricultura, industria Relaciones y proyecciones 419
y comercio 323 Orientación bibliográfica 419
El Correo de Comercio 328 CRONOLDGIA 423
Orientación bibliográfica 329 Autoridades políticas
25.Elarte Ricardo Zorraquín Becú 425
Héctor H. Schenone 333 I. Adelantados y gobemadores del Río
Escultura y pintura norteñas 333 de la Plata y del Paraguay 425
Pinturas y tallas en Córdoba 341 u. Gobemadores del Río de la Plata (1617-1778) 428
Nueva expresión artística en las misiones m. Gobemadores del Tucumán (1549-1783) 431
jesuiticas 347 1V. Gobernadores de Malvinas (1766-1811) 436
Las tardías expresiones artisticas v. Gobemadores de Misiones (1768-1810) 437
en Buenos Aires 350 Vl. Virreyes del Rio de la Plata (1776-1810) 437
La orfebrería para uso litúrgico vu. Intendentes de Buenos Aires (1777-1809) 439
o doméstico 356 V111. Gobemadores intendentes de Córdoba
La influenica lusitana en el mobiliario del Tucumán (1783-1810) 439
porteño 363 lx. Gobemadores intendentes de Salta
Orientación bibliográfico 364 de Tucumán (1783-1810) 440 355
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Corrientes 56
Autoridades edesiásticas
Miguel Angel De Marco (h)
Diócesis del Río de la Plata (con sede
439
Chaco Ríos57
Buenos Aires y Capital Federal 55
Entre
Misiones 57
57
en Asunción)
Diócesis del Tucumán (con sede
en Santiago del Estero)
Diócesis de Tucumán ( con sede
441

442 Cuyo
Formosa58
Mendoza
S8
59
San Juan S9
en Córdoba, 1699- 1704)
Diócesis de la Santísima Trinidad del puerto
de Buenos Aires (con sede en esa ciudad)
San Luis 59
Patagonia 60
Diócesis de Salta (con sede en esa ciudad)
Si? Río Negro
Neuquén 60
60
Colaboradores del tomo lll
Santa Cniz
Chubut 60 60
TOMO IV
Tierra del Fuego 61
Islas Malvinas 61
TERCERA PARTE
LA CONFIGURACIÓN DE LA RHUBUCA
INDEPENDIENTE 1810-c.l9l4
Introducción
Sexo y edad 61
Estructura y composición de la población 6l
Composición étnica 64
Miguel Ángel De Marco
Transformaciones sociales
13
14
17
Fecundidad 70
68
Actividad económica de la población 65
Mortalidad
la dimensión politica
[a emancipación 18 Orientación bibliográfica 74
La Dictadura
[a caída de Rosas
20
21 Fernando Devoto 77
2. la inmigración

las “presidencias históricas” 22 Las migraciones tempranas 80


Principio y fin del ciclo Imágenes, políticas y flujos migratorios
roquista 24 de Caseros a la ley de 1876 85
Hacia la Ley Sáenz Peña 25 Las condiciones para la migración de masas 89
La dimensión religiosa Expansión, crisis y debate: la década de 1880 94
El orden jurídico 28 1a inmigración en el tránsito entre dos siglos 96
La economía 29 Movilidad, integración e identidad 98
Finanzas públicas nacionales y provinciales 29 Orientación bibliográfica 104
Comercio, agricultura, ganadería, industria y
medios de comunicación 31 Silvia C. Mallo 109
3. La sociedad entre 131o y 137o

Vida cotidiana. pública y privada 35 Estructura, cambios y permanencias 109


la educación 36 El espacio y los hombres lll
[a cultura y sus ámbitos 38 El tiempo y los hechos 112
La identidad y la experiencia heredada 113
I. POBLACIÓN Y SOCIEDAD 43 Rasgos y pennanencias: en tomo a los
comportamientos de la sociedad ll4
l. La población. Desarrollo y características
demográficas
Dora E. Celton 45
El
El interior 120
Modificaciones formales y cambios profundos 115

Litoral 122
Diferencias regionales e independencia 120

Crecimiento de la población
Crecimiento regional
Distribución de la población
El interior
47
50
SO
identidad 124
Nuevas responsabiliades y una renovada

Proyectando el porvenir 129


Santiago del Estado 52 Orientación bibliográfica 130
Catamarca S2 4. La sociedad entre 137o y 1914
Tucumán 52 Eduardo Zimmermann 133
Córdoba
Salta
53
S3
urbanización 134
Inmigración, crecimiento demográfico y

1a Rioja Los cambios en la estructura social 140


Jujuy 54 Consumo. estilos de vida y clases 146
La Pampa la construcción cultural de la estructura social
El Litoral SS argentina 152
356 Santa Fe 55 Orientación bibliográfica 155
ÍNDICE DE MATERIAS

Eduardo A. Crivelli 161


5.la sodedad indigena La separación de las colonias
de Norteamérica y su repercusión
[a región chaqueña austral l6l en el mundo hispanoamericano 221
Las etnias del Chaco Austral l6l
Los ingenios 165 Un gobiemo español ante la revolución
francesa 223

Las pampas 167


Los últimos contraataques 167 La políüca de Floridablanca y Arana
La politica de Godoy. De San Idelfonso
223

en el siglo xIx 167


Quiénes eran los indios de las pampas
El avance de los estancieros 168
a Fontainebleau
España y América ante la ocupación
225

233
napoleónica
la Guerra de Chile en las pampas 169 La desaparición de la España Borbónica.
Expediciones y Tratados. La época de Rosas 170 La constitución de Bayona. Las Indias
Después de Caseros 172 en la encrucijada 233

y de Roca 173
La ejecución de los planes de Alsina

Destinos de los indios sometidos


Una igualdad desigual. La respuesta
americana
Las Cortes de Cádiz y América
240
242

Patagonia
por 175
las campañas militares 174 La continuidad de una política insoportable
para América 242

Los Tehuelches 176


Los pehuenches y el País de las Manzanas 175 La patria americana
Orientación bibliográfica
245
245
Los nómades de Tierra del Fuego 178 G . La revolución rioplatense y su contexto
Los selk’nam u onas 178
Los yámana 181 americano
Tulio Halperín Donghi 249

Noroeste 182
la actitud de los grupos indigenas móviles
ante la expansión de la sociedad nacional 181

Las misiones guaraníticas 183


Orientación bibliográfica
k9 La guerra de la independencia
Iosé Teófilo Goyrer
268

271
271
La proyección y defensa de la Revolución
Pérdida de identidad de las comunidades 184 Revolución, milicia y sociedad 272
Orientación bibliográfica 185 Conductores y pensamiento militar 273
6. La ciudad y sus transfonnaciones Material de guerra. Características. Obtención 276
Ramón Gutiérra - Alberto Nicolini 189 Teatros de Operaciones 278

del siglo xJx 189


la ciudad argentina en la primera fase La primera expedición auxiliar al Alto Perú
Organización de la expedición y la reacción
de Córdoba
279

279
El proceso de urbanización
de la Confederación Argentina 191 El nuevo comando de la expedición
las transformaciones intemas de las ciudades 193 y el avance hacia el norte 279
Las nuevas topologías urbanas 197 La reacción realista y la revolución
Colonias agrícolas 197
Poblados de ferrocarril 198
en el Alto Perú 280
De Suipacha al Desaguadero. Armisticio 281
La ciudad de la transfonnación agro-industrial 199 La batalla de Huaqui o del Desaguadero 283
Las ciudades de nueva fundación 199 La expedición al Paraguay 284
Los elementos de la estructura urbana 200 Las designaciones de Manuel Belgrano 284
La red ferroviaria y de tranvías. Su impacto Organización de la expedición y marcha
en el territorio y en las ciudades 201 al Paraguay 284
El "boulevard" y la formación de las avenidas 203 Franqueo del Paraná. Avance en territorio
Las avenidas diagonales 205 paraguayo. Paraguan, Tacuarí y resultados 286
El paisajismo en las plazas y los parques 208 La fuerza marítima de Buenos Aires.
Tejido e infraestructura urbanos 211 El revés de San Nicolás 287
El ensanche de los barrios y la periferia urbana 212 Las operaciones en Entre Rios
Casa de campo, quintas y ciudades de veraneo 212 y la Banda Oriental 288
Orientación bibliográfica 215 La revolución en Entre Ríos. Las guerrillas
enuerrianas 288
I-l ¡­ . LA DIMENSIÓN POLITICA (ACONTECIMIENTOS, La revolución en la Banda Oriental.
mus E INSTITUCIONES) 219 Primer Sitio de Montevideo 288
El Exodo Oriental. Ruptura del Tratado.
La crisis de la monarquía española y su marco Operaciones terrestres en 1812 289
internacional El combate de San Lorenzo 290
Eduardo Martiré 221 Evolución de la situación en la Banda
Un colonialismo agotado 221 Oriental en 1813- 1814 291 357
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Cambio en la concepción estratégica. El fervor sanmartiniano 333


[a campaña naval de Brown. La organización del Ejército Libertador
Rendición de Montevideo 292 del Perú 335
las operaciones navales 295 la campaña libertadora del Perú 335
Las operaciones de 1811-1813 295 la revolución liberal en España y la guerra
Campañas de Corso (1815-1821) 296 de la independencia en 1820 335
Las operaciones en las provincias del norte: La estrategia de San Martin en el nuevo
18 l 2- l 8 l 3 297 teatro de operaciones 336
Nuevos generales en jefe. Belgrano. Desembarco en Paracas. Arrnisticio
Resolución realista 297 de Miraflores 336
La retirada del Ejército del Norte. Primera campaña de Arenales a la Sierra 337
Las Piedras _ 298 Acontecimientos favorables 338
La resolución de Belgrano. Tucumán. 1a Sema, virrey del Perú. Peste
La Victoria 298 y negociaciones 339
De Tucumán a Salta 300 La segunda campaña de Arenales
La victoria de Salta 301 a la Sierra 340
Avance del Ejército Auxiliar en el Alto Perú 30 l La ocupación de Lima y la declaradón
Las derrotas de Vilcapujio y Ayohurna 302 de la independencia 34 l
las operadones en las provincias la superioridad operativa de San Martin 341
del norte: 1814-1815 303 El desgaste del Ejército Libertador 342
la retirada del Ejército Auxiliar del Norte 303 El último plan sarmantiniano 343
San Martín, general en jefe 303 La entrevista de Guayaquil. Renuncia
Rondeau, general en jefe. Rebelión y alejamiento de San Martín 343
en el ejército auxiliar 305 La finalización de la guerra
El Ejército Auxiliar del Norte: espera y ocaso de la independencia 344
( 1816- 1820) 307 Evolución político-militar en el Perú.
Retirada y cambio de comando 307 Iunín y Ayacucho 344
La espera y el ocaso 308 La finalización de la guerra en el Alto Perú 345
Las guerrillas en el norte 309 Orientación bibliográfica 346
La Guerra Gaucha 309 l l. Desacuerdos y enfrentamientos politicos
Las guerrillas de Alto Perú 310 ( l 810- 1828)
Orientación bibliográfica 3l l Carlos S. A. Segreti 349
10. Las campañas líbettadoras de San Martín Los principios básicos 349
Iosé Teófilo Goyret 315 La toma del poder 349
San Martin y la estrategia 315 Los problemas por resolver 350
La autoría y la originalidad del El pacto implícito 351
“plan continental” 315 Provincianos y porteños 352
El plan Maitland 316 Unitarios. confederales y federales 356
La campaña de los Andes 316 El centralismo 361
La organización del Ejército de los Andes 316 La indefinición 363
La revelación y la aprobación del plan El plan de Juan Bautista Bustos 363
de San Martín 320 El Pacto del Pilar 364
La guerra de Zapa 321 La aspiración general 365
las instrucdones reservadas La reorganización general 366
del director supremo 321 El Congreso General Constituyente 368
El ejército realistas de Chile 322 La presidencia 370
El plan de invasión a Chile. El franqueo La rivalidad Bustos-Dorrego 373
de la cordillera 322 Orientación Bibliográfica 376
El avance de las columnas principales 325 12. La hegemonía de rosas. Orden
La batalla de Chacabuco 326 y mfientamientos politicos (1829-1852)
Las campañas del sur de Chile 327 Carlos S. A. Segreti, Ana Iná Ferreyra
Las operaciones militares en el sur y Beatriz Moreyra 379
de Chile en 18 l 7 327 Las Ligas Interior y Litoral 379
[a independencia de Chile. La revolución bifronte 379
La expedición de Osorio 329 El fusilamiento de Dorrego 379
Cancha Rayada y Maipú 330 La inoperante reacción nacional 381
La segunda campaña del sur de Chile 332 La paz entre porteños y sus consecuencias 384
Antecedentes de la campaña del Perú 332 La revolución decembrista en el orden
358 Las operaciones navales en el Pacífico 332 nacional 387
ÍNDICE DE MATERIAS

El país dividido en dos bloques: las ligas del La convención nacional refonnadora 446
Interior y del Litoral 390 La última campaña 447
El inesperado triunfo del Litoral Orientación bibliográfica 450
sobre el Interior 394 14. La politica entre 1862 y 1880
La conformación de un poder. Primer Isidoro I. Ruiz Moreno 453
gobiemo de Juan Manuel de Rosas 395 Los partidos y sus tendencias 453
Liberales contra federales 454
La Comisión representativa
Hacia la hegemonía de Rosas
El gobiemo de Balcarce, la campaña
al desierto y la división del partido federal
398
400

400
político 461
División partidista y entendimiento

Guerra intemacional y rebelión intema 463


Gobiemos de Viamonte y Maza 403 Combinaciones electorales 469
Una renovación partidista 472
Conflictos en el interior del pais.
Asesinato de Quiroga
Consolidación y crisis de un poder
404
405
Nacional 476
Consolidadón del Partido Autonomista

Orientación bibliográfica 479


Rosas accede por segunda vez al gobiemo
de la provincia de Buenos Aires 405 15. La obra de gobiemo de los presidentes
La prensa y el terror 407 Mitre, Sarmiento y Avellaneda
Del encargo de las relaciones exteriores a la Miguel Ángel De Marco 483
magistratura nacional 408 Primer mandatario de la Nación
Las provincias del Interior y las relaciones defitivamente unificada 484
contra el centralismo porteño 411 Primeras medidas de gobiemo 485
Las provincias del norte. Del “Protectorado” El edificio del Congreso 487
a la Coalición del Norte 411
las reacciones en el Litoral y en Buenos Aires 415
Marcos Paz 488
Delegación del mando en el vicepresidente

Los cambios en la politica santafesina 415 Fin de la presidencia de Mine 490


El conflicto con Berón de Astrada 417 Asunción de Domingo Faustino Sarmiento 491
Alzamiento en Buenos Aires
La rebelión en el sur bonaerense
La invasión de Lavalle
417
418
419
y“Unalacrisis
industria 492
Promoción de la inmigración, el agro
de crecimiento” 493
Nuevamente Corrientes 419 La presidencia de Nicolás Avellaneda 499
Las intervenciones extranjeras
El bloqueo francés
419
419
420
yLogrosculturales S00
Crisis financiera y logros materiales

del presidente Avellaneda 505


1a intervención anglo-francesa
La gran alianza y el fin del régimen rosista 421 Orientación bibliográfica 507
Orientación bibliográfica 422 16. La consolidación del estado y la reforma
13. la organización constitucional.
La confederación argentina y el estado Ezequiel Gallo S1 l
política (1880-1914)
El marco institucional 512
de Buenos Aires (1852-1861)
Beatriz Bosch 427 Tradiciones y hábitos políticos S17
El imperativo constitucional 427 Parlamento, prensa y comicios S20
La campaña por la organziación constitucional429 Partidos y agrupaciones políticas S23
El Acuerdo de San Nicolás 430 La dimensión socio-política 533
La rebelión‘ porteña 432 La ley Sáenz Peña y sus consecuencias 535
El congreso consitutyente de Santa Fe 432 Orientación bibliográfica 538
Sanción, promulgación y jura Colaboradores del tomo lV 543
de la Constitución Nacional 434
El Gobiemo Delegado Nadonal 436
El primer período presidencial 437 TOMO V
El conocimiento del territorio 439
El Estado de Buenos Aires 439 TERCERA PARTE
Tentativas de retomo de los emigrados 440 LA CONFIGURACIÓN DE LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE
Las relaciones exteriores 441 1810-1914 (CONTINUACIÓN)
Relaciones con Brasil y paraguay 442
Cuestiones económicas 443 u 1.A DIMENSIÓN PoLrncA (CONTINUACIÓN) 11
Inmigración y colonización 443
Fronteras terrestres 444 17. Pensamiento Politico y Proyectos
444 Constitucionales (1810-1880)
La campaña por la integridad nacional
Convenio de unión 445 Dardo Péra Guilhou 13
Segundo período constitucional 445 Ideas políticas y constitución 13 359
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

1810. El ambiente ideológico en Mayo y sus Razones geopoliticas e históricas 97


distintas manifestaciones 13 Del gobierno local a la magistratura nacional 97
Revolución e independencia. Liberalismo y Inserción de esta magistratura en el Acuerdo
democracia 16 de San Nicolás y en la Constitución 100
República y monarquía 20 Orientación bibliográfica 101
Las ideas federales 22 20. Los poderes públicos nacionals
de 1826 25 [uan F. Segovia 105
Los ideólogos unitarios. La Constitución y su funcionamiento (1852-1914)
EL antiliberalismo y la autoaacia patemalista 26 Estado, Constitución y poderes 105
El liberalismo constructor y organizador 28 El Poder Ejecutivo 106
Alberdi y las Bases
La Constitución de 185330 La presidencia
31 Las jefaturas 106106
Las refonnas de 1860 y 1866. El liberalismo La jefatura de la Capital 108
federal ilustrado y el federalismo antiporteño 33 1a jefatura del Ejército 108
Las nuevas ideas y su debate en la convención El vicepresidente 109
constituyente provincial de 1870-73 36 Factores legislativos que fueron detemiinando
El triunfo del espiritualismo ecléctico 40 el predominio del Ejecutivo 110
Orientación bibliográfica 41 La dinámica estatal y la preponderancia
18. Pensamiento y proyectos politicos del Poder Ejecutivo 112
Natalio
(1880-1914) R. Botana 47
La degeneración El unicato
del Poder Ejecutivo. 114
La consolidación del Estado nacional: El Congreso 115
1880- 1890 48 Representatividad de ambas Cámaras 115
De la Revolución del Parque a la primera Organización y funcionamiento del Congreso 118
refonna electoral: 1889- 1902 55 Intereses y personalidades 119
Regeneracionismo y reforrnismo a comienzos Labor legislativa del Congreso 121
del siglo )0(: 1902-1914 63 El Poder Judicial 122
Orientación bibliográfica 73 El ministerio 124
19. Los poderes públicos y su funcionamiento Su papel político institucional 124
(1810-1853) Informes, comunicaciones, interpelaciones
María Cristina Seghesso de López Aragón 77 y votos de censura 125
De las cuatro causas a la separación El control 126
de poderes 77 Conuol institucional al Poder Ejecutivo 126
Construcción de los poderes públicos La prohibición de reelección inmediata como
nacionales en la transición republicana 78 control al poder ejecutivo 127
De la Junta Provisoria Gubemativa Control económico financiero 128
al Ejecutivo unipersonal 78 Independencia de cada poder y maneras
El órgano legislativo y constituyente. Innovación de manifestarla 128
revolucionaria y función socio-institucional 82 El control judicial 130
Oonsütución orgánica 82 Estabilidad y continuidad institucionales 130
Representación, mandato y ciudadanía 83 Continuidad del sistema e inestabilidad
Hacia la configuración de un Poder Judicial del régimen 130
independiente 85 Representación, participación y poder electoral 133
Las raíces histórico-dominadas 85 Las bases sociales y políticas de las
del poder 86 El "gran elector” 134
El órgano dentro del sistema tripartito instituciones. La elite política 133
Los altos tribunales indianos: Uansición Balance del período 135
y cambio 87 Orientación bibliográfica 137
Prolegómenos de la justicia federal 87 21. los gobiemos de las provincias. Territorios
Potestad política del cabildo porteño nacionales. Régimen munidpal (1852-1914)
dentro del esquema del poder 88 Luis María Caterina 141
La trama del nuevo orden provincial 90 Organización insitucional de las provinicas 141
Las provincias históricas 90 Poderes del Estado 141
Afianzamiento de cada identidad local. Participación política 148
Constituciones rígidas y flexibles 91 La intervención de los gobiemos
constitucional 96 y sociales 153
Bases locales para el futuro orden político de provincia en los problemas económicos

nacional 97 Origen 155


Configuración de la nueva magistratura territorios Nacionales 155
INDICE DE MATERIAS

Estructura gubemativa. Su acción 157 “Nacionalización” del ejército y la marina


El régimen municipal 161 porteños. Guerra del Paraguay 251
Orientación bibliográfica 167 Modemización de las Fuerzas Armadas
22. La política intemacional. Relaciones desde 1870 259
exteriores y cuestiones limítrofes Hada el servicio militar obligatorio 266
(1810-1862) Orientación bibliográfica 270
Luis Santiago Sanz 171
Una nueva entidad en el sistema mundial 171 ru. LA DIMENSIÓN RELIGIOSA 275
El momento histórico 171
Diplomacia de la Revolución 172 25. La vida de la iglesia
Proclamación de la Independencia 179 Emesto I. A. Maeder 277
europeo 180 en la Argentina 277
El tema de la emancipación y el equilibrio Un siglo de cambios y su repercusión
Reconocimiento de la soberanía argentina 182 El episcopado 281
Política interamericana 183 El clero secular y regular 287
Confrontadones desintegrantes de la unidad Los estudios eclesiásticos 293
estatal y el esfuerzo integrador 185 Misiones entre los indios 296
Ia presión extema 188 De una fe heredada a una fe defendida 301
El bloqueo francés 188 El laicado católico en su acción política
La intervención anglo-francesa 190 y social 304
La usurpación de las Malvinas 191 Orientación bibliográfica 308
Brasil 195 Abelardo Levaggi 313
Las tensiones periféricas 194 26. La iglesia y sus relaciones con el estado
Bolivia 198 incomunicación con Roma a partir de la
Paraguay 199 Revolución de Mayo 313
Uruguay 199 Los primeros gobiemos patrios y el derecho
El poder fragmentado 200 de Patronato 314
Inserción en el sistema internacional 201 La reforma eclesiástica bonaerense
hacia la configuración territorial. y su extensión a las provincias cuyanas 315
Cuestiones de límites 202 Viaje de Pedro Luis Pacheco a Roma en 1821 317
Chile 202 Misión de Iuan Muzi al Plata en 1824 318
Paraguay 203 Creación del vicariato apostólico de Cuyo.
Brasil
Bolivia203 Concordato con la provincia
203 conceción de San Iuan 319
del Patronato y
Orientación bibliográfica 205 Provisión de la diócesis de Buenos Aires en
23. La política intemacional. Relaciones Mariano Medrano 320
(1862-1914) Vélez Sarsfield 321
exteriores y cuestiones limíuofes El “Memorial ajustado” de 1834. Doctrina
Beatriz R. Solveira 209 Concesión del exequatur a las bulas de medrano y
Objetivos y lineamientos generales Escalada 324
de la política exterior 209 Corrientes intenta celebrar un concordato con
Evolución del servicio exterior 214 Medrano 324
Comercio exterior 216 El decreto de Rosas sobre el exequarur del837 325
Relaciones con Europa y América 218 Ludovico Besi encabeza la segtmda misión
Cuestiones limítrofes 223 pontificia al Plata en 1851 327
Brasil
Bolivia223 La Iglesia
225 y elanteCódigo
la Constitución
Civil 327
Paraguay 227 Proceso en San Iuan contra el provisor
Uruguay 228 Timoteo Maradona 329
Chile 229 Establecimiento de un modus vivendi
Orientación bibliográfica 233 para el nombramiento de obispos 329
24. Organización, operaciones y vida militar Misiones a Roma de Salvador Jiménez,
Miguel Angel De Marco 237 Iuan Bautista Alberdi y Iuan del Campillo 330
Tiempos de disolución nacional 237 Marino Marini, primer representante
Guerra contra el Imperio del Brasil 238 diplomático pontificio en la Argentina 332
Disolución del Ejército Nacional. Conflicto desatado en Santa Fe durante
Las guerras civiles 242 el gobiemo de Nicasio Oroño 333
[as fuerzas armadas de la Confederación Prisión en Mendoza del vicario capitular
y del Estado de Buenos Aires 247 Víctor Manuel Rizzerio Molina en 1868 334
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Expulsión del delegado apostólico La unidad de jurisdicción 4l2


Luis Matera en 1884 335 La brevedad. [a publicidad.
Misiones de acercamiento a la Santa Sede La responsabilidad de los magistrados 412
de Milcíades Echagüe y Vicente G. Quesada 337 La administración de justicia en los
Restablecimiento de las relaciones amistosas ordenamientos constitucionales y reglamentos
en 1900 339 especiales entre 1810 y 1820 413
Iniciativas en tomo al patronato nacional 340 Justicia lega-justicia letrada 414
Aspectos económicos. Diezrnos, La administración de justicia en las provincias 415
Orientación bibliográfica 342 nacional 417
desamortización y presupuesto del culto 341 La justica en la etapa de la organización

y musulmanes Justicia local 422


27. Otras confesiones cristianas. Judíos La justicia federal. Sus antecedentes 420
Amoldo Canclini 345 El orden procesal 423
Confesiones cristianas 345 La codificación procesal 424
Los protestantes y sus primeras actividades 345 La jurisprudencia de los tribunales 427
reconocidas 348 El papel del juez 429
Libertad de cultos y primeras iglesias La fundamentación de las sentencias 428
Misiones en la Patagonia 350 Evolución en la fonnación
Las iglesias de inmigración 351 de la jurisprudencia de los tribunales.
Las iglesias evangelizadoras 353 Su unidad: quimera o destino 431
Evangelización e inmigración 355 La idea de justicia al tiasponer el siglo xx 433
Los ortodoxos
Cultos 356 357
no cristianos Orientación bibliográfica 435
El
El judaísmo
islamismo357358
v. LA ECONOMIA 439
Orientación bibliográfica 358 30. Las ideas económicas
José Carlos Chiaramonte 441
rv. EL ORDEN JURIDICO 361 El fundamento teórico del conflicto Litoral­
Buenos Aires: liberalismo, proteccionismo,
28. Pensamiento jurídico y renovadón nacionalismo económico 445
legislativa
Iosé Mafia Las ideas
Díazeconómicas
Couselode363
la generación
del ‘37 449
El pensamiento jurídico y la normatividad 363 A partir de la organización nacional 450
Periodo 1852- 1914 368 Alberdi 453
Período 1810-1852 364 Las ideas económicas de Juan Bautista
Continuidad y transformaciones en el orden Las doctrinas predominantes en la política
jurídico indiano 374 económica argentina hasta la crisis de 1873 454
Hacia el absolutismo legal 376 La reacción proteccionista 456
La codificación 379 Las ideas económicas hacia fin del siglo 458
El movimiento de ideas y su proyección 379 Orientación bibliográfica 460
Los códigos nacionales 384 31. Finanzas públicas, moneda y bancos
La codificación comercial 384 (1810-1899)
La codificación civil 387 Roberta Cortés Conde 463
La codificación penal 389 La década revolucionaria 463
La codificación minera 391 El país dividido: la confederación
Las leyes orgánicas 393 de provincias 467
a fines del siglo 394 de Buenos Aires 467
El Derecho ante los movimientos sociales Las reformas financieras en la provincia
Orientación bibliográfica 398 El préstamo Baring 470
29. Ia administración de justicia La guerra con el Brasil. El bloqueo 471
María Rosa Pugliese 405 Los frustrados intentos de estabilización.
La idea de justicia después de 1810. Concepto Las finanzas públicas bajo Rosas 474
popular y técnico 405 La Confederación : 1852-62. Los comienzos
La soberanía popular 407 de la organización nacional 476
El Poder Judicial como poder del Estado Las finanzas públicas del Estado
o como ramo de gobiemo 409 de Buenos Aires 480
La refonna de la administración de justicia. La definitiva organización del país 483
Los principios en la materia 411 La crisis 487
El juez natural y las comisiones especiales 41 l Los años de euforia y crisis 491
ÍNDICE DE MATERIAS

Orientación bibliográfica
32. Las finanzas públicas y la moneda
en las provincias del interior (1810-1860)
502
y comercial 28
Variantes en el movimiento marítimo

El conflicto oriental, la industria y el comercio 32


Roberto Cortés Conde - Félix Converso, A modo de condusión 34
Luis Coria - Ana Inés Ferreyra ­ Orientación bibliográfica 35
Enrique C. Schaller
Finanzas públicas y moneda
507
Samuel Amaral 41
35. Producción agropecuaria (1810-1850)

en la Provincia de Córdoba Las condiciones de producción 43


Resultados S2
512
La primera década revolucionaria Organización de la producción ganadera 46
512
bajo un gobiemo central
Ingresos y gastos de la provincia
La autonomia provincial, 1820- 1852
512
514
515
Conclusión 60
Las economías no pampeanas 58
Orientación bibliografia 61
Bajo un régimen nacional. La Confederación
516
Finanzas públicas y moneda en Cuyo
Ingresos y gastos 518 Beatriz I. Moreyra 65
36. Agricultura y ganaderia (1850-1880)

Las provinicas del Norte 519 Hegemonía porteña y descentralización


las provincias del Litoral 520 económica regional 66
Orientación bibligráfica 525 La producción pecuaria tradicional y el boom
33. 1a argentina bajo el patrón de cambio oro lanero en Buenos Aires 69
( 1899-1914)
Gerardo della Paalera S27 de cueros y cames 69
La edad del saladero. las aportaciones

La discusión doctrinaria sobre El predominio lanar 73


la convertibilidad 527 La unidad de explotación ovina 75
El mecanismo de ajuste durante los años La ganadería tradicional y los comienzos
en que hubo un patrón de cambio oro 529 de la expansión cerealera en el litoral 79
Orientación bibliográfica 535 Estancias lanares y producción de cereales 80
Colaboradores del tomo v 537

productiva 84
La unidad de explotación cerealera: la chacra 82
Las asinaonias regionales y diversificación

TOMO VI

TERCERA PARTE
importantes 85
Córdoba, Tucumán y Cuyo: enclaves interiores

Tucumán: de la diversificación producúva


LA CONFIGURACIÓN DE LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE a la agroindustria dependiente 86
9 La transición en mendoza 89
l8l0-c.l9l4 (CONTINUACIÓN)

V. LA ECONOMIA (CONTINUACIÓN)
' mendocino 90
La reorientación del espacio económico

34. El comercio exterior del Rio de la Plata


hasta 1820
especializada 91
El resto del interior: una semiautarquía no

Exportación y circuito comerciales 92


Hernán Asdrúbal Silva Los drcuitos comerciales del interior 94
la etapa previa. Del comercio El comercio de las provincias cuyanas con
y los comerciantes epicentro en Mendoza 95
Comercio intemacional y situación regional Orientación bibliográfica 97
Buenos aires, Montevideo y el replanteo
general estratégico Eduardo Mígua 101
37. La gran expansión agraria (1880-1914)

Cisneros, la revolución y el comercio


intemacional al Desierto" 101
El mercado de tierras luego de la “Campaña

La expansión portuaria
[a agudización del enfrentamiento portuario
Montevideo- Buenos Aires
La ganadería 105
La expansión productiva (1880-1914):
La agricultura 107
Buenos aires: politica y comercio exterior Cultivos regionales 112
Las cuestiones legislativas Trabajadores y empresarios rurales 115
Los derechos a la exportación e importación El aédito agrario y la tecnificación 120
La extracción de metálico Conclusión: visiones del mundo agrario 123
La ilegalidad y el contrabando Orientación bibliográfica 124
El manejo del movimiento comercial 38. Artesania, manufactura e industria
Los ingresos fiscales ( 1810- l 850)
Las importaciones [uan Carlos Nicolau 129
Las exportaciones Los primeros gobiemos patrios y la industria 130 363
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

1.as industrias militares 131 Otras ciudades 240


La industria del saladero 133 Mar del Plata, ciudad de verano 245
Otras actividades
en Buenos Airesindustriales En el campo 250
135 La sociabílidad 247
Las industrias del interior 137 Orientación bibliográfica 254
Los ingenios azucareros
La industria 137 138 vu. La educación 259
vitivinícola
Industria y políticas de gobiemo 139
Orientación bibliográfica 143 43. Enseñanza elemental y superior
39. 1.a industria (1850-1914) (1810-1862)
[uan Carlos Karol 147 Carlos Newland 261
La producción del Interior y del Litoral El papel de la educación 261
desde mediados del siglo XIX 149 Los métodos pedagógicos 262
El crecimiento de la producción industrial La oferta educativa: el sector público 264
para la exportación 153 La oferta educativa: el sector privado 266
El crecimiento de la producción industrial La alfabetización 268
para el mercado intemo 154 La educación secundaria y universitaria 269
Las transformaciones en la industria Conclusiones 272
argentina entre 1850 y 1914 158 Orientación bibliográfica 273
Conclusiones 163 y (1862-1914)
Los trabajadores, los empresarios y el Estado 160 44. Enseñanza primaria, secundaria

Orientación bibliográfica 165 Fernando Martina Paz 277


40. Los transportes Hacia una nueva sociedad 277
Andrés M. Regalsky - Miguel A. Rosal - Las ideas dominantes en el siglo XD( 277
Roberto Schmit 173 Los sistemas educativos nadonales 279
Situación en la primera mitad del siglo xIx 173 Hacia la definición de los principios
Distancias y rutas comerciales 175 organizativos del sistema educativo nacional 279
Los medios 178 La función social de la educación
Los hombres 180 y la instrucción pública 280
1a velocidad del Uansporte 181 Constitución y educación 281
1a revolución del vapor: 1850 a 1914 182 la educación en la construcción de la nueva
Los primeros cambios en el transporte sociedad argentina
terrestre y la navegación fluvial 182 (1862-1884) 282
El desarrollo ferroviario y sus principales [a situación de la enseñanza primaria 282
características 185 El primer censo de la república argentina 282
Los actores de la expansión: el Estado 1a nación y las provincias en la formación
y los grupos inversores 190 del sistema educativo: la ley 463 de 1871 283
El impacto económico y la fonnación Modelos estratégicos para nacionalizar
de un mercado nacional 195 y democratizar la enseñanza secundaria 284
Orientación bibliográfica 200LaElescuela
colegio nacional 284
nonnal nacional 285
V1 LA VIDA COTIDIANA 205 Intento de romper el monopolio
de los modelos institucionales oficiales 286
41. Vida cotidiana, pública y privada La universidades en busca de su organización
(1810-1870) y de sus bases institucionales 289
María Sáenz Quesada 207 La universidad de Córdoba 289
La ruptura del marco aristocrático 207 La universidad de Buenos Aires 289
Patriotismo y participación popular 208 Estructura y organización del sistema
Reformas y costumbres 212 educativo (1884-1914) 290
La noble igualdad 215 El marco ideológico 290
la vida en la campaña 217 1a situación de la educación primaria 292
Discretos signos de cambio 222 La educación primaria en los territorios
El cosmopolitismo de Buenos Aires 223 y colonias nacionales 292
Un progreso desigual 225 Organización jurídico-institucional de la
Orientación bibliográfica 227 educación común de la capital federal
(1870-1914) la ley 1420 293
42. Vida cotidiana, pública y privada y de los territorios y colonias nacionales:
Francis Korn 231 Fomento y control de la educación primaria
364 Población y vivienda en Buenos Aires 232 por parte del estado nacional 296
ÍNDICE DE MATERIAS

Expansión del modelo de la escuela pública 296 Orígenes de la enseñanza artística 351
El “balance del centenario" 297 Primera exposición de pintura
Crisis de la enseñanza secundaria y apertura en Buenos Aires 352
a nuevas creaciones 297 Cierre de fronteras. Neodasicismo y
El Colegio Nacional 297 romanticismo (1830-1853) 353
La Escuela Nacional de Comercio 298 Pintores europeos que permanecieron
La Escuela Industrial de la Nación 298 y pintores “transeúntes” 353
1.a Escuela Normal Nacional 298 Primeros pintores argentinos 355
La institucionalización de las universidades las artes gráficas. Los álbumes litografiados 356
nacionales. La Ley Avellaneda 300 Introducción del daguerrotipo
Creación de universidades provinciales 300 y la fotografia 358
La Universidad de Santa Fe 300 Ampliación del mundo de las artes.
1.a Universidad de la Plata 301 Neoclasicismo, romanticismo
La Universidad de Tucumán 302 y realismo (1853-1880) 359
Consideraciones finales 303 en el país 359
Intento de creación de universidades libres 302 Pintores italianos y fianceses activos
Orientación bibliográfica 304 Otros pintores foráneos 361
Primeros becarios argentinos en europa 362
V111. LA CULTURA Y sus ÁMBITOS 309 Nuevos pintores argentinos 362
Dos pintores argentinos excepcionales 363
45. La literatura La escultura conquista su espacio 365
Pedro Luis Barcia 311 Los primeros monumentos conmemorativos 366
El neodasicismo. 1810-1830 312 la fundación de la sociedad esümulo
La ilustración rioplatense y las instituciones de Bellas Artes (1876) 367
literarias 312 Organización y consolidación del mundo
[a poesía neoclásica 313 de las artes. Del eclectismo acadernicista
La poesía gauchesca 314 al impresionismo (1880-1914) 367
La prosa 315 Europa maestra y modelo. La formación
Prosa política. mernorialista e historiográfica 315 académica 368
La narrativa 316 Pintores argentinos perfeccionados en Italia.
El teatro 316 Obras paradigmáticas 370
El romanticismo 317 Pintores argentinos perfeccionados en Francia.
Primer romanticismo (1830-1860) 319 Obras paradigmáticas 371
1a poesía 319 Otros pintores argentinos. Influencias
La poesía gauchesca 320 diversas 373
La narrativa 322 Conflicto “tradición académica-vanguardia” 375
El ensayo 323 importantes 376
El cuadro de costumbres 323 Primeros escultores argentinos. Obras
El teatro 327 Creación del Museo Nacional de Bellas Artes.
Romanticismo (1860-1880) 328 Coleccionismo y a-ílzica de arte 380
La poesía 328 Galerías y exposiciones de arte.
1.a poesía gauchesca 329 Gran Exposición del Centenario.
La generación del ochenta 331 Salones Nadonalm 381
Realismo. Naturalismo. Criollismo 334 Orientación bibliográfica 383
La narrativa 334 47. La música
El
Lateatro gauchesco
comedia 336 [uan en
337 Música María Veniard386
la iglesia 385
El sainete
El 338
338 Música
ensayo femenina
Música en
en el
elenteatro
salón 388
La literatura 339 Música la sala391
El modemismo 340 Música en la calle 397 394
El posmodemismo 342 Orientación bibliográfica 399
la literatura del centenario 342 48. la deuda
las divergentes lineas posmodernistas 343 Marcelo Montserrat 403
Orientación bibliográfica 344 El impulso rivadaviano 403
46. Las artes
Susana plásticas
Fabrici 349 [a
la política
renovada científica de Sarmiento
influencia 407
Italiana 412
Apertura al mundo de las artes. La apoteosis del progreso 417
Neoclasicismo (1810-1830) 349 Orientación bibliográfica 426
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

49. La historiografia La prensa como ámbito de debate doctrinario.


Aurora Ravina 429 El periodismo católico 502
El nacimiento de un paradigma: la historia la prensa finisecular: diversificación,
como construcción de la nación (1852-1880) 429 regeneración ciudadana, expresiones
Los hombres que abrieron camino 431 sectoriales. 503
las instituciones y las revistas 433 El nuevo siglo y la consolidación del
Vigencia y consolidación de un vinculo “periodismo-empresa” 506
múltiple (1880-1900) 436 El periodismo cultural S08
Ortodoxia y heterodoxia historiográfica 436 Prensa e instrucción pública 508
Nuevas revistas y nuevas instituciones 440 Los suplementos culturales 509
Historia y cambio social (1901-1914) 443 El gran aporte de las revistas 509
Los hombres y las obras frente a los desafios Orientación bibliográfica 511
del nuevo siglo 443 52. Espacios culturales
la expansión institucional y editorial 446 Enrique Mario Mayochi 515
1852- 1914: la trayectoria del paradigma 447 Bibliotecas. públicas. populares y privadas 515
Orientación bibliográfica 448 Libros, libreros y editores 517
50. El periodismo (1810-1852) Un siglo de sociedades culturales 519
Félix Weinberg 453 Las memorables tertulias 521
La Ilustración revolucionaria ( 1810-1815) 454 Las peñas y los cafés 523
La Ilustración moderada (1815-1820) 459 Los museos 524
Interregno antiiluminista (1820-1821) 461 las grandes exposiciones 526
Ia ilustración refomiista (1821-1827) 464 Los archivos documentales 527
la reacción conservadora (1827-1852) 468 El origen de las academias nacionales 528
El romanticismo social (1837-1841). Creaciones científicas 529
De Buenos Aires al exilio 472 Los visitantes del centenario 529
El liberalismo en el exilio (1830-1852) 474 El teatro rioplatense 531
El periodismo en las provincias 476 Y llegó el cínematógrafo 531
Tucumán 476 Orientación bibliográfica 532
Santa Fe 477 53. Cultura popular
Mendoza 478 Olga Fernández Latour de Botas 535
Entre ríos 479 “vox populi ..." 535
Córdoba 480 Culturas donadoras 539
Salta
San 481 España
juan 482483 y la “cultura
De Presencia de conquista"
la Américaafricana 539
indígena 542
541
Corrientes
La Rioja 484 Los hechos en su medio 543
Orientación bibliográfica 484 Dos coordenadas cíclicas 551
51. El periodismo (1852-1914) Orientación bibliográfica 558
Patricia Pasquali 489 Colaboradores del tomo VI 563
La configuración del nuevo modelo
informativo occidental 489
las innovadones tecnológicas 489 TOMO V11
La modificación de la estructura sociopolítica 490

modemo 492
Las nuevas estrategias de financiamiento 491 CUARTA PARTE
Formas y contenidos del periodismo LA ARGENTINA DEL SIGLO xx c. 1914-1983 ll
La prensa en Hispanoamérica 493 Introducción
El caso argentino 494 César A. García Belsunce 13
Caseros y el proceso de transformación La vida política 17
de la vida pública 494 La vida religiosa 28
Un lastre de la proscripción: el hábito La vida económica 31
faccioso de la prensa 495 La vida cotidiana 33
Aspectos más provechosos del ejercicio de la 1.a educadón 35
libertad de expresión 496 Dimensión dentífica y cultural 37
Los poderes públicos, los parúdos y la prensa 497
La iniciación de dos grandes diarios: l. POBLACIÓN Y SOCIEDAD 41
La Prensa y 1.a Nación 499
político 501 Gladys Massé 43
La variante sattrica e ilustrada del periodismo 1. La pobladón
ÍNDICE DE MATERIAS

demográficos 45
El aedmiento total y sus componentes
Eduardo A Crivelli 145
4. Las sociedades aborígenes

Estimaciones demográficas 145


Tamaño y ritmo de crecimiento
de la población total 45 La región chaqueña 146
El crecimiento demográfico según regiones 46 Las condiciones a comienzos del siglo xx 146
El proceso migratorio intemacional 49 La disputa por la mano de obra indígena
La evoludón de la mortalidad y los movimientos mesiánicos 148
y la fectmdidad en el marco de la teoría Los movimientos milenaristas 148
democrática 50 La
de la transición
Lasexpansión ganadera
misiones
Emigración 149149
l5l
Cambios de la mortalidad general S2
entre regiones S4 La
Diferencias de mortalidad general
Los
cuña chiriguana 152
Elguaraníes
noroeste 154
de Misiones 153
Cambios de la fectmdidad general 55
Diferencias de la fectmdidad entre regiones 56 [a economía puneña en su marco regional 155
Distribución espacial de la población 57 La economía puneña en el marco nacional 156
Distribución regional 57 El “malónsanitario
Estado de la paz”157
157
Distribución provincial S9
Tendenda general del proceso de urbanizadón 66
Religión
Las pampas157
158
Sexo y edad 67
Estructura de la población 67
Glosario
Anexo 7172
75
El proceso de envejecimiento de la población 70

Orientación bibliográfica
Provincia de Buenos Aires 158
La Patagonia 160
Los ranquelinos de la provincia de La Pampa 159
Norpatagonia 160
Fernando I. Devoto 77
2. La inmigración
La economía 161
La formación de las comunidades 160
La escuela 162
Entre disposiciones restrictivas y prácticas El problema de la tierra 163
Patagonia meridional 163
permisivas: las migraciones de los años veinte 78
Las migraciones y las crisis de los años treinta 83 Tierra del Fuego 166
la inmigración y la argentina de entreguerras: Las altemativas al hegemonismo
las vías de integración y las formas de prejuicio 85 del estado nacional: el indigenismo
extremismos 92
Inmigrantes y refugiados en tiempos de y las religiones evangélicas 167
peronismo 97
La inmigración y el estado durante el primer
la posesión por el espíritu santo: religiones
evangélicas entre los aborígenes 167
El pentecostalismo chaquense 167
yMigración de masas, políticas ambiguas
prácticas permisivas 100 La transposición religiosa de los antagonismos
sociales en el noroeste
El pentecostalismo mapuche 170
Un balance de las migraciones europeas
en la inmediata posguerra 103 El indigenismo 170
El ciclo de la inmigración limítrofe 105 Síntesis de las tendencias generales de la vida
Orientación bibliográfica 107 aborigen en el siglo xx 172
Hernán Otero lll
. La estructura de la población
La estructura social 112
Orientación bibliográfica 172
Ramón Gutiérrez 179
. La ciudad y sus uansformaciones

la crisis de 1930 112


Desde la Primera Guerra Mundial hasta

De la crisis del treinta al peronismo 114


del siglo xx 179
La ciudad argentina en la primera mitad
El contexto de la ciudad 179
El peronismo histórico 116 París: el modelo urbano 180
Luces y sombras del desarrollismo 119 urbanas 181
Propuestas de grandes intervenciones

social l 26
Del Proceso de Reorganización Nacional
a la restauración democrática 122
Continuidades y rupturas en la estructura

Un país, diversas estructuras 129


(1914-1950) 182
Los cambios intemos de la ciudad

De la traza al nuevo paisaje urbano 184


Las nuevas tipologías urbanas 187
La movilidad social 131
Etapas de la movilidad social 131
Vías y obstáculos de la movilidad social 134
del siglo 189
La ciudad argentina en la segimda mitad
Cambios en usos urbanos 189
Orientación bibliográfica 138 Los intentos de planificadón. Ideas y realidades 192 367
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

Las políücas de vivienda 198 La Reforma Universitaria 246


1.a arquitectura pública 201 Un estilo parco 246
Las nuevas tipologías urbanas 203 Oficialismo y oposición 247
Orientación bibliográfica 205 Los conflictos sociales 249
6. El territorio y el medio ambiente La renovación presidencial 250
Ricardo M. Bach 209 Otro estilo, otro pensamiento 251
El desarrollo del saneamiento urbano 209 inquietud en Cuyo 254
La planificación en las primeras décadas La división del radicalismo 255
del siglo La puja electoral de 1928 257
Los problemas del agua en las ciudades Hacia la catástrofe 259
del interior del país 2ll La ceguera política 260
Los servicios de saneamiento La conspiración golpista 261
en el aglomerado bonaerense 212 Orientación bibliográfica 263
El desarrollo del saneamiento a partir 8. Los gobiernos de 1a Concordancia
de la década del cincuenta 212 Enrique Zuleta Álvarez 265
La descentralización de los servicios 213 Declinación y caos 266
Balnearios, villas turísticas y centros termales 214 Las conspiraciones 267
Los balnearios populares 214 El golpe de estado 269
La “Ciudad de Inviemo” de Empedrado. Los Después del golpe 270
centros tennales 214 Elecciones 272
Las ciudades y villas de la costa atlántica 216 Las provindas 273
Las villas de las serranías 218 Revoluciones y elecdones 274
El patrimonio natural y el papel El gran cambio 278
de las ciudades 220 El escenario provínciano 282
Gestación y política de los Parques Otros escenarios
Nacionales 220 De Ortiz a Casüllo 285
San Carlos de Bariloche y otras villas 221 La guerra 287
Puerto iguazú y el Parque Nacional 222 Los disidentes 288
La higiene urbana: recolección y disposición Los militares 291
de los residuos 223 El final de una época 291
1.a organización de los servicios Orientación bibliográfica 293
en la Capital Federal 223 9. La era peronista (1943-1955)
Las primeras usínas incineradoras 224 Lila M. Caiman’ 299
El problema de los residuos 1-:1 régimen militar (1943-1946) 299
en otras ¿tiudades del interior 225 La nueva argentina (1946-1949) 305
Evolución y nuevos enfoques Apogeo y crisis de la comunidad organizada
de los problemas ambientales 226 ( 1950- 1955) 311
La situación ambiental de acuerdo con las Orientación bibliográfica 321
distintas fases de desarrollo económico 226 10. De Perón a Perón (1955-1973)
La participación en la Conferencia Samuel Amaral 325
de Estocolmo 227 Perón: la caída 326
El impacto ambienta en las grandes La Revolución Libertadora 328
obras públicas 227 Frondizi 334
El Cinturón Ecológico 228 Guido 337
1a concientización ecológica y la revaloración Illia 339
del paisaje natural 229 La Revolución Argentina 341
Orientación bibliográfica 229 Lanusse 344
Perón: el regreso 347
. LA DIMENSION POLITICA (ACONTECIMIENTOS, Orientación bibliográfica 352
mas E INSTITUCIONES) 233 ll. Militarización y violenda
Carlos Floria 361
7. Los radicales en el gobierno La intención y los límites 361
Félix Luna 235 La dimensión intemacional
Los cambios 235 en el proceso políúco 362
Las fuerzas políticas 237 La escena y la obra 366
El primer gobiemo radical 238 La victoria del frente 369
Las intervenciones federales 239 El fenómeno peronista y sus interpretaciones 372
Políticas transfonnadoras 240 La política armada 374
368 La política intemacional 244 El último Perón 377
ÍNDICE DE MATERIAS

El “Proceso” 382 Comunismo e izquierda radical 452


La última carta 390 El militarismo y la negación de la política 453
El gobiemo de la ley 395 El militarismo 453
Orientación bibliográfica 396 La politica de la anfipolíüca 454
12. El pensamietno politico (1914-1943) El Proceso 455
Carlos A. Egües 401 Más alla de las ideologías: la mitología
De las ideas a las ideologías 401 política 457
Las izquierdas 402 El mito de la crisis 457
El ideario socialista 403 El mito revolucionario 458
La izquierda entre 1914 y 1943 La democracia como mito 461
Socialistas, anarquistas y sindicalistas 406 La cultura política 463
El parfido comunista y las sucesivas La violencia 463
fracturas de la izquierda 408 La política 464
El republicanismo democrático 412 Orientación bibliográfica 465
La Unión Cívica Radical 412 14. El Constitucionalismo
Variantes y matices hasta 1943 415 Dardo Pérez Guilhou 473
El Parfido Demócrata Progresista 416 Forma y sistema heredado 475
El liberalismo conservador 417 Los proyectos de reforma constitucional
Los nacionalistas 418 anteriores a 1930 475
Los precursores 418 El golpe de estado de 1930. El intento
El nacionalismo argentino en la década de reforma constitucional revolucionario 480
del treinta 421 Los proyectos anteriores a 1948 482
Nadonalismo católico 421 Pasos mediatos previos a la reforma
Filofascismo 423 constitucional de 1949 484
Nacionalismo popular 425 El proyecto de junio de 1948 486
Militares y católicos 425 La reforma de 1949 490
Hacia el 4 de junio de 1943 427 La degradación del régimen formal
Orientación bibliográfica 429 y la fiustrada reforma de 1955 493
13. El pensamiento político (1943-1983) La refonna de 1957 y los proyectados
Iuan Fernando Segovia 433 intentos de cambio 495
Ideologías, mitología y cultura políticas 433 Reforma de 1972 498
Las ideologías 433 Constitucionalismo provincial 499
El ideólogo 434 Orden legal de los gobiernos de facto 503
La mitología politica 434 Orientación bibliográfica 507
la cultura politica 435 15. los poderes públicos nacionales
El peronismo 435 y su funcionamiento
El clima ideológico 435 Mario D. Serrafero 511
Revolución 436 Poderes públicos y régimen político Sll
Nacionalismo 436 El sistema presidencíalista argentino 512
Catolicismo 437 Régimen y partidos 515
Andliberalismo 437 La elite presidencial 517
Antíimperialismo 438 La vicepresidencia 519
Tercera posición 439 El ministerio 521
Iusticia social 439 El Congreso y su funcionamiento 522
¿Corporativismo? 440 Las sesiones del Congreso 523
El pueblo 441 La producción legislaüva 524
Verticalismo, antinomia y rituales 441 Presidencia y Congreso: intervención
La unidad nacional 442 y estado de sitio 527
La política 443 Concepcíones y usos de la intervención
Dos décadas de cambios ideológicos: federal 530
la Argentina sin Perón La interpelación parlamentaria 531
Interpretar al peronismo, comprender al país 444 Comisiones de investigación parlamentaria 532
Sucedáneos peronistas 446 El juicio político 534
El desencuentro liberal 448 Predominio del ejecutivo 536
El nacionalismo 449 El clima político: cooperación o conflicto­
Los católicos 450 supremacía o equilibrio 538
El giro a la izquierda 451 La Corte y su papel político 542
La izquierda nacional 451 Los militares y las rupturas del régimen S44
El giro peronista 451 Los gobiemos de facto y la función legislativa 545 369
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Comentarios finales 547 La revolución libertadora: desperonización


Orientación bibliográfica 550 y reorganización politica 72
Colaboradores tomo vu 555 Orientación bibliográfica 74
18. El régimen municipal
Antonio María Hernández 77
TOMO VIII El proceso de urbanización 77
El orden político y su influencia en el régimen
CUARTA PARTE municipal 79
Desde 1900 hasta 1916 79
(CONTINUACIÓN) 9
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx c. 1914-1983
Desde 1916 hasta 1930 80
Desde 1930 hasta 1983 82
u. LA DIMENSIÓN POLITICA (ACONTECIMIENTOS, las bases constitucionales federales
IDEAS E INSTITUCIONES) (CONTINUACION) ll y provinciales del régimen municipal
La organización del régimen municipal
Luis María Caterina 13
16. los gobiernos de provincia Formas de gobiemo
Bases electorales

(1912-1930) 13
Partido nacional y tradición provincialista Finanzas municipales
Poder de policía municipal
en las provincias 13
El impacto de la Ley Sáenz Peña Relaciones intermunicipales
Institutos de democracia directa o semidirecta
La “reparación” en las provincias: El control de los municipios
recomendaciones. comisionados nacionales e El régimen municipal en los territorios
interventores nacionales 14 nacionales

nacional 17
Recambio de elites y participación política 15
El papel de las provincias en un partido
Orientación bibliográfica
19. La politica intemacional (1914-1945)

y sociales 17
La intervención en las cuestiones económicas

Un gobiemo de partidos provinciales 19


Beatriz R. Solveira
Objetivos y lineamientos generales
de la política exterior
Las relaciones económicas
Una constelación de fuerzas politicas. Alteraciones produddas por la Primera
El movimiento nacionalista 19
y sociales 22
La intervención en cuesüones económicas
Guerra Mundial
El surgimiento del triángulo argentino-anglo­
norteamericano
(1943-1946) 24
Reconversión política en las provincias Los convenios comerciales
La neutralidad argentina en la primera
99
El justidalismo. Diversidades locales guerra mundial
de un partido nacional 25 Las relaciones con la liga de las naciones 101
Período pendular (1955-1983) 30 102
Civiles y militares 30 La segunda guerra mundial
La neutralidad 102
El desarrollo como preocupación nacional 37 Estados unidos exige el abandono
Orientación bibliográfica 40 de la neutralidad 105
l7. Los territorios nacionales [a rivalidad argentino-estadounidense
María Silvia Leoni de Rosciani 43 en cuestiones interamericanas 107
Los territorios nacionales hacia 1914 43 Relaciones con América Latina 110
La situación política de los territorios 45 las cuestiones de límites 110
Los ámbitos de participación política 47 El ABC 112
El radicalismo y los proyectos de ampliación El Congreso de neutrales 113
de la participación política 50 La apertura hacia Latinoamérica 113
La provincialización, una cuestión en debate 50 [a Guerra del Chaco 114
La búsqueda de otras altemativas 53 La organización del servicio exterior 115
La década del treinta: una larga dilación 56 Orientadón bibliográfica 116
[a provincialización entre paréntesis S7 20. La política intemacional (1945-1983)
Los reclamos en los territorios 59 Roberto Russell 121
El peronismo: marchas y contramarchas Continuidades y rupturas 121
en el camino de la autonomía 62 La Argentina en un nuevo mundo 124
La Revolución de 1943 62 Las relaciones con Estados Unidos 129
Los primeros derechos políticos 63 las relaciones compensatorias:
Los movimientos provincialistas 65 Europa occidental y los paises socialistas 133
370 Los procesos de provincialización 67 Las relaciones horizontales: América Latina 137
ÍNDICE DE MATERIAS

Algrmas conclusiones 140 24. Las Fuerzas Armadas (1973-1983)


Orientación bibliográfica 142 Rosendo M. Fraga 247
21. El mar agentino y la Antártida Un proceso político conflicüvo e instable 248
Guillemro Andrés Oyarzábal 147 la guerrilla y un gobiemo instable 249
Los intereses nacionales y el mar 147 El golpe de Estado 251
la afirmación del poder naval 147 Los conflictos intemos del Ejército 253
El poder marítimo 149 La lucha contra la subversión 255
la industria naval 155 intemos 256
El comercio y la marina mercante 151 Conflicto del Beagle y eclosión de problemas
La explotadón pesquera 158 La breve presidencia de Viola 258
1.a Antártida Argentina l6l Galtieri y las Malvinas 259
La Comisión Nacional del Antártico Presidencia de Bignone y entrega del poder 261
y las campañas anuales 165 Incremento de la estructura de las fuerzas
La gran expansión y e tratado antárüoo 167 armadas 262
La acdón argentina y las derivaciones Evolución del gasto y del personal
del Tratado Antártico hasta 1973 172 de las Fuerzas Armadas 264
Orientación bibliográfica 175 Diez años críticos 268
22. Las Fuerzas Armadas (1914-1943) Orientación bibliográfica 269
Guillermo Andrés Oyarzábal 179 25. La guerra de Malvinas
Desde la Gran Guerra hasta el golpe de 1930 179 Rubén Oscar Palazzi 273
Los militares y el presidente Yrigoyen: Los antecedentes 273
politización y desencanto 179 El desembarco argentino
Coincidencias y contradicciones: en las Islas Malvinas 276
desde Alvear hasta 1930 183 las operaciones en la isla San Pedro
Aspectos
militar fundamentales
hasta 1930de187 la evolución (Georgias del
La resolución 502Sur)279
278
El Ejército 187 Los esfuerzos diplomáticos 279
la Armada 191 Los cambios de la estrategia argentina 280
Desde la crisis constitucional de 1930 hasta la Organización y despliegue de las fuerzas 281
Revolución de 1943 195 la recuperación británica de las Georgias
Recuperación militar en el orden del Sur 285
conservador 195 la guerra y las gestiones de paz 286
Ortiz y Casüllo: la continuidad del modelo La cabecera de playa en San Carlos
y el desenlace revolucionario 199 y el combate por Darwin 290
Aspectos fundamentales de la evolución El fin de la guerra 292
militar hasta 1943 201 Después de la guerra 296
El
LaEjército
Armada 201 Orientación
205 bibliográfica 298
Algunas conclusiones 207 m La dimensión 301
Orientación bibliográfica 209
Robert A. Potash 213 Néstor Tomás Auza 303
23. Las Fuerzas armadas (1943-1973) 26. La Iglesia católica (1914-1960)
Los militares y el surgimiento de Perón. Del Centenario al Concilio 303
1943-1945 213 Las jurisdicciones episcopales 304
Las presidencias de Perón. 1946-1955 218 las jurisdicciones parroquiales 306
El gobiemo de la “Revolución Libertadora”. El clero secular y regular 307
1955- 1958 225 La contribución de las religiosas 309
1958-1962 227 La educación católica 312
Los militares y el presidente Frondizi. El rostro de la caridad cristiana 310
Los militares y el interregno de Guido. Los dos proyectos episcopales 315
1962- 1963 231 El Congreso Eucarístico lntemacional 318
l 963- 1966 234 especializado 320
Los militares y el presidente Illia. La organización del laicado profesional y
El gobiemo de la Revolución Argentina: la expresión católica en la filosofia, el arte y la
la etapa de onganía. 1966-1970 237 literatura 321
La Revolución Argentina: las etapas Espiritualidad, liturgia y sagradas escrituras 325
de levingston y Lanusse. 1970-1973 239 las usinas de la vida intelectual: las editoriales 327
Algunas conclusiones 242 El periodismo católico 328
Orientación bibliográfica 243 El movimiento social 329
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

De la asamblea a la colegialidad El retomo del derecho natural y de la tópica


de los obispos 331 jurídica
Orientación bibliográfica 333 ¿Una dogmática renovada? 421
27. La Iglesia católica (1961-1983) [a crítica radicalizada de los años setenta 422
Norberto Padilla 337 El derecho y la realidad sodal: “un derecho
El Concilio Vaticano H (9162-1965) 337 en las nubes" 424
Colegialidad episcopal: la Conferencia La acción legislativa 427
Episcopal Argentina 341 La refonna del código dvil 428
Relaciones entre la iglesia y el estado. Nuevas leyes en materia de familia, propiedad
El acuerdo de 1966 342 y obligaciones 430
De Medellín a Puebla. El Documento Reformas legislativas en el ámbito comercial 432
de San Miguel 344 El nuevo código penal y otras reformas 433
La Iglesia en los “años de plomo” 349 Las relaciones jurídicas en el mundo
Puebla y sus repercusiones del trabajo 435
Un nuevo impulso ví 357 Orientación bibliográfica 439
El año de transición 359 32. La justicia
Orientación bibliográfica 360 Ezequiel Abásolo - Alberto David Leiva ­
28. El protestantismo María Rosa Pugliese 445
Amoldo Canclini 363 La idea de justicia 445
A comienzos del siglo xx 364 [a estructura judicial 447
Hacia la década del treinta 366 Los jueces y su entomo. Su designación
Entre 1930 y 1943 368 y remoción. El juicio político 448
Tiempo de dificultades 370 El papel de la Corte Suprema de Justícia
Desarrollos más recientes 372 de la nación 451
Orientación bibliográfica 373 Del positivismo spenceriano individualista a la era
29. Iglesias y religiones orientales del estado protector 451
Narciso Binayán Carmona 375 Del intervencionismo conservador al estado
Cifras, colectividades 377 autoritario benefactor 453
Algtmos aspectos y datos generales 378 La revolución libertadora y la reasunción de los
Iglesias ortodoxas (rito bizantino) 380 principios del liberalismo politico 454
Iglesias católicas (maronita y uniatas) 381 El desarrollismo y la justicia del bienestar social y
Iglesias no calcedonias económico 455
(u orientales propiamente dichas) 383 La revolución argentina y la doctrina de la
Los musulmanes seguridad del estado 455
Los budistas 385 La corte de 1973- 1976 y su doctrina de la
Orientación bibliográfica 386 demoaacia soda] 456
30. El judaísmo La reinstalación de la doctrina de la seguridad del
León klenicki 389 estado y la actitud de la corte suprema 457
El comienzo de la vida religiosa organizada 389 La obra de los jueces: la jurisprudencia 457
La vida religiosa hasta la década del sesenta 391 El lugar donde se imparte la justicia 460
El liderazgo religioso oficial 392 Judicatura y política 460
La presencia judía germano-austriaca 392 El ejercicio profesional de los abogados y su
El movimiento religioso conservador 394 actividad corporativa 465
El movimiento religioso judío refomiista 397 Orientación bibliográfica 467
Orientación bibliográfica 398 33. Ciencia y sistema penitenciario
Lila Caimari 471
rv. EL ORDEN JURIDICO Las ideas penitenciarias 473
La nueva criminol . 477
31. Pensamiento jurídico y acción legislativa La labor del Instituto de Criminología 479
Víctor Thu Anzoátegui 403 Encausados y condenados 481
Los juristas actuantes Dudas sobre la eficacia del sistema 483
El pensamiento jurídico 408 Las prisiones femeninas 484
la circulación de las ideas El penal de Ushuaia 485
[a “cultura del código” 411 La prensa y la percepción social 488
Las ciencias sociales como reflexión crítica La libertad condidonal y las colonias
del jurista 412 penales 489
Del método exegético al cientifico La reforma de 1947 49 l
En tomo a “la aisis del derecho” 416 El deterioro 493
372 [a ilusión de una ciencia pura del derecho 419 Orientación bibliográfica 493
ÍNDICE DE MATERIAS

v. LA ECONOMIA El límite de la expansión horizontal


agraria y los defectos de la Primera Guerra
34. El pensamiento económico Mundial en el agro pampeano 14
Manuel Fernanda Lópa Características de las economías
Economía nueva o positiva
Economía pura o neoclásica
Economia ínstitucionalista
vinivicultura 17
monoproductoras del interior: azúcar y

Economía cuantitativa
De la ortodoxia al keynesianismo
Industrializadón y economía dirigida
y algodón 19
Las economías marginales. El caso del Gran
Chaco argentino: explotadón forestal

La crisis ganadera de la posguerra 21


Interpretación del desarrollo económico El estado intervencionista y su acción agraria 23
Radicación de profesores europeos La Segunda Guerra Mundial y sus efectos
La década del economista
en la producción agroganadera argentina 28
Los valores humanos en Economía Orientación bibligráfica 29
El enfoque estructural
Desarrollismo y planificación
Formación académica de economistas
Orta T Solbríg 35
38. Agricultura y ganadaía (1945-1983)

La investigación: centros, congresos.


Publicaciones
El fin de una era 38
La Argentina, pais agrícola-ganadero 35
Estado de la agricultura y la ganadería en 1945 38
Orientación bibliográfica
35. Finanzas públicas, moneda
y bancos (1914-1945)
La ganadería 41
Tenencia y uso de la tierra 38
525
La actividad agropecuaria extrapampeana 41
javier Ortiz Crisis y transformación. 1945- 1955 41
La Primera Guerra Mundial y el patrón
cambio oro de entreguerras 1914-1929 525 1955- 1983 43
La transición a una agropecuaria industrial.
La Gran Depresión y la economia argentina
1929- 1930
Refomias monetarias, financieras y fiscales
530 La ganadería 48
El fomento de la tecnologia agraria 45
La política de precios 49
del gobiemo provisional. Medidas para salir
de la recesión 1930- 1932 534
El impacto social 50
La agropecuaria extrapampeana. 1945-1983 52
1a recuperación (1933-1935) 539 Consideraciones finales 56
La creación del banco central y sus comienzos
( 1935- 1939) 542
Orientación bibliográfica S9
39. La industria (1914-1945)
Políticas monetarias y fiscales durante María Inés Barbero - Fernando Rocchi 61
la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Los problemas de la guerra, 1913-1920 62
Orientación bibliográfica La década del veinte 65
36. El sistana financiero (1945-1983) Después de la crisis, 1930-1939 69
Aldo A. Amaudo
Instituciones y ambiente Conclusiones 77
El impacto de la Segunda Guerra Mundial 72
Reglamentaciones del sistema financiero Orientación bibliográfica 80
Inflación y comportamiento monetario
Evolución de los depósitos
Evolución de los préstamos privados
Crisis financiera
Indicios
[uan I. Llach86 85
40. La industria (1945-1983)

Los bajos continuos 88


Sector externo
La Segtmda Guerra, un inesperado éxito
Orientación bibliográfica exportador y la fatal opción por la autarquia 96
Colaboradores del tomo V111 La década del cincuenta. Crisis de nuevo cuño
TOMO DK
y una nueva ideología: el desarrollismo 99
Los dorados años sesenta: la luz que se apagó 102
CUARTA PARTE Los años setenta: la industria entre la gran
LA ARGENTINA 01-1 51cm xx c. 19141-1983 convulsión política, la megainflación
(CONTINUACIÓN) Conclusiones 110
y un equivocado intento de apertura 105
v. LA ECONOMIA (CONTINUACIÓN) Orientación bibliográfica lll
41. Las inversiones extranjeras y el comerdo
37. Agricultura y ganaderia (1914-1945) exterior
Noemí M. GirbaI-Blacha 13 Andrés M. Regalsky - Mafia Inés Barbero 117
El escenario económico nacional Las inversiones extranjeras y el comercio
(1914- 1930- 1945) 13 exterior entre 1914 y 1950 117 373
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

los cambios en el contexto intemacional La creación de la CGT y sus transfonnaciones


y los nuevos actores 117 en la década de 1930
Las inversiones extranjeras en la argentina 119 Perón y el 17 de Octubre 222
la fase ascendente (1920-1934) 120 El gobiemo de Perón y el movimiento
La fase descendente (1934-1950) 122 obrero 225
El comercio exterior: de la expansión La agonía de los trabajadores durante
a la crisis 126 el gobiemo de la Revolución Libertadora
Las inversiones extranjeras y el comercio y los gobiemos civiles inestables 228
exterior entre 1950 y 1983 130 El gobiemo de Onganía y el impacto del
El comercio exterior: de la crisis a una nueva Cordobazo 233
expansión 130 E] fugaz régimen peronista y la lucha
Las inversiones extranjeras entre 1950 y 1983 134 interna del peronismo 235
Los años cincuenta y sesenta y la expansión La guerra y la resistencia obrera 236
de las inversiones industriales 135 Conclusiones 239
El nuevo rumbo del gobiemo peronista 135 Orientación bíbligráfica 240
El boom de la inversión extema en la etapa
desarrollista 137 VII. VIDA COTIDIANA, RECREACION Y MEDIOS
Avances y retrocesos entre 1962 y 1976 138 DE INFORMACION 245
El impacto de la inversión enema
en el período entre 1958-1976 140 45. Vida cotidiana
Las inversiones extranjeras entre 1976 y 1983 142 Francis Korn 247
Consideraciones finales 143 Entreguerras 247
Orientadón bibliográfica 145 lnfancias de la década del diez 248
42. Transporte y comunicaciones La “globalización” en la década del veinte 254
Colin M. Lewis 151 Pasiones compartidas 256
Las revoluciones en las comunicaciones La modemización 259
y sus peculiaridades argentinas l5l Pobladores y vivienda 264
Los ferrocarriles 154 Orientación bibligráfica 266
El sistema de carreteras y los automotores 163 46. Costumbres populares
Tranvías y colectivos en la vida urbana Olga Fernández Latour de Botas 269
Transporte fluvial y maritimo l7l El tradicionalismo y el tango 269
El transporte aéreo. Aerolíneas argentinas 173 Culturas populares 274
Telégrafo, teléfono y servicios postales 175 Los hechos cotidianos. Oficios ambulantes 276
Algtmas condusiones 178 De calles y caminos 280
Orientación bibliográfica 181 Algunos servicios característicos 282
Lugares comunes 284
v1. EMPRESA Y TRABAJO 185 Comercios y comerciantes 286
Niños por la calle 287
43. Empresarios. empresas y organizaciones Oficios de mujeres 288
empresarias La fe junto al camino 291
María Inés Barbero - Fernando Rocchí 187 Los espacios del ocio 293
Los agentes económicos: empresarios El juego 293
y empresas 188 El espacio interior 298
El cam 189 Los hechos cíclicos 298
Los industriales 190 Orientación bibligráfica 302
Los primeros grupos económicos 193 47. El deporte
Las organizaciones empresarias Eduardo P. Archetti 305
y la construcción de identidades 196 Fútbol: el deporte sin fronteras 306
Empresas y empresarios en la sustitución Polo: estancias, caballos y hegemonía
de importaciones 202 mundial 314
Un balance 204 Automovilismo y modernidad: paisajes,
Orientación biblográfica 206 máquinas y hombres 319
44. Organizaciones sindicales y relaciones Boxeo: los puños de la nación 325
laborales A modo de conclusión 329
Hiroshí Matsushita 213 Orientación bibliográfica 330
Características de las organziaciones 48. El periodismo
sindicales a prindpios del siglo xx Carlos Pda de la Torre (h. ) 333
El avance del sindicalismo dumate Tensión entre el ideal y tradición.
374 el gobiemo radical y la “Semana Trágica” Las provincias 333
ÍNDICE DE MATERIAS

Las agencias. Fotos, sólo en revistas. Los La radio y la televisión durante


vespertinos 334 el gobiemo militar (1976-1983) 388
Periodismo de tango e infantil. Más lectores. La radio 389
El cine 335 Orientación bibliográfica 390
Escritores en la prensa 336
Los años veinte y el fenómeno Crítica 336 vm. LA EDUCACIÓN 395
Revistas y diarios de los 20. El congreso
Panamericano 338 50. La enseñanza primaria
La Revoludón de 1930 y su marca. Censura. María Cristina Vera de Flachs 397
Crece crítica 340 La educación primaria hacia el Centenario 397
El espectáculo, el “corazón”, los deportes. Intentos laicistas para modernizar el sistema
Actividades gremiales 341 educativo nacional
Revistas literarias. La carrera periodística. La educación en la década del treinta
Proyectos de ley. Jurisprudencia 342 Pequeños proyectos para grandes problemas
Crítica declina. Canto. [a revolución de 1943 343 Una nueva política educacional
El sindicalismo. Prensa literaria. Clarín y La política educativa peronista: planificación
Democracia 344 estatal y doctrina
Perón y la prensa. La cadena. Cuotas. El Primer Plan Quinquenal y la reforma
Estatuto 346 de la constitución
Revistas. Cierres e intervendones. Los objetivos educativos en el Segundo Plan
Expropiación del papel 347 Quinquenal 408
Clausuras. Expropiación de La Prensa. La ruptura Iglesia-Estado 409
Revistas literarias 348 La educación preescolar 411
Llega la televisión. Más revistas. La reafirmación de la educación liberal
La “Revolución Libertadora" 349 y laica 412
La Prensa, otra vez. Varias revistas. Diarios 351 La legislación escolar a la caída del peronismo 412
Gente. Las revistas de opinión y el golpe. La planificación estatal 413
Todo es Historia 354 La expansión de la enseñanza privada
El derre de Primera Plana. Ocaso y la resolución de 1966 414
de las revistas de opinión 354 La educación en una nueva instanda política 415
El offset. El fenómeno de La Opinión 355 El debe y el haber de la educación primaria 416
Crisis y otras revistas. La “multimedia” 356 Orientación bibliográfica 419
El Proceso. Autocensura. Cierres. 51. La enseñanza media
Muertes y desapariciones 357 Fernando Enrique Barba 425
La Opinión es intervenida. Convicción. La reforma Saavedra Lamas. La enseñanza
El semanario Humor 358 media durante los gobiemos radicales,
El crecimiento de Clarín. [a Guerra 1914- l 930 425
de Malvinas y la infonnación triunfalista 359 La enseñanza secundaria, nomal y especial
Orientación bibliográfica 360 en el gobiemo de Iusto (1932-1938) 429
49. Radio y televisión El período 1938- 1945. [a acción
Luciano H. Elizalde Acevedo 363 del ministro Iorge Eduardo Coll
La radio como telecomunicación y el proyecto de ley de educación común 432
( 19 14- 1920) 363 Peronismo y educación (1945-1955) 437
la radio como comunicación de masas La enseñanza religiosa 439
( 1920- 1933) 365 La enseñanza técnica
Televisión experimental 370 El aumento matricular 442
Hacia la regulación. Intervención estatal La “Revolución Libertadora". Refonnas
y participación de las masas (1933-1943) 370 entre 1955 y 1958 442
Televisión experimental 375 Enfasis en la enseñanza técnica. La enseñanza
[a intervención directa sobre los medios media entre 1959 y 1972 445
( l 943- 1955) 375 La enseñanza media durante el lapso
Final de la televisión experimental 378 1973- 1976
La transición a la liberalización y proceso El período del Proceso de Reorganización
de desperonización (1955-1958) 379 Nacional. El Consejo Federal de Cultura
La televisión liberal y privada (1958-1973) 381 y Educación 449
La radio 385 Orientación bibliográfica 453
La transición al sistema de radio y televisión 52. La Universidad
estatal (1973-1975) 386 Ernesto I. A. Maeder 457
la radio 387 La universidad a principios del siglo 458 375
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

La refonna y los cambios en el sistema La “presociología” y la sociología académica 14


universitario entre 1918 y 1943 466 La sociología cientifica 17
[a universidad, entre la revolución de 1943 Figura y aporte de Gino Germani 18
y el peronismo 474 [a producción sociológica y sus autores 19
La universidad entre 1955 y 1973 480 El ensayo sociológico o la “parasociología” 22
Desde 1973 hasta 1983 488 El contexto social y las ciencias sociales 24
Orientación bibliográfica 493 La ciencia política como nueva disciplina 26
la ciencia política en la argentina 28
1x. LA DIMENSION CIENTIFICA v CULTURAL 499 La producción académica 31
Los temas y el tema del peronismo 34
53. Ciencias biomédicas Problemas y obstáculos de las ciencias sociales 35
Ariel Barrios Medina 501 A modo de conclusión 37
Sea la salud pública la ley suprema Orientación bibliográfica 37
( 1914- 1953) 502 57. La filosofía
La Argentina en el mapa de la ciencia OLsen A. Ghirardi 41
biomédica (1935-1943) 509 La agonía del positivismo 41
La ciencia no tiene patria, pero el hombre de La rección espiritualista 44
ciencia la tiene (1943-1955) 515 La consolidación de los estudios filosóficos 47
Una explosión científica (1958-1975) 519 El primer congreso nacional de filosofia 48
(1975-1984) 525 del siglo xx 49
La Argentina cientifica de ultramar Los filósofos argentinos a mediados
Orientación bibliográfica 527 Los filósofos católicos 53
54. Ciencias exactas, físicas y naturales Otras expresiones y tendencias 55
Carlos D. Calles 535 Otros congresos 57
La ciencia hacia el centenario S35 La filosofía y las disciplinas particulares.
1a ciencia en el período entre guerras 541 Los nuevos problemas. La presencia argentina
La transición de 1945 y la década peronista 545 en el mundo 59
El CONICET. La confonnación del sistema La filosofía en el país 62
de dencia y tecnología 552 Orientación bibliográfica 64
55. La tecnología Beatriz I Moreyra 67
Orientación bibliográfica 556 S8. La historiografía
Tomás Buch 559 La profesionalización y la institucionalización
Un marco de referencia 559 de la historia. La Nueva Escuela Histórica 67
La opulenta argentina del centenario 561 La institucionalización y profesionalización
Los límites del sistema 564 de la disciplina en el interior en la primera
La crisis de los treinta y la industrialización mitad del siglo xx 74
por sustitución de importaciones 567 Historia y contra historia: una aproximadón
Petróleo y politica S70 al revisionismo histórico y su evolución 76
Los militares y el desarrollo tecnológico 572 Las formulaciones cambiantes 79
La “gran ciencia” llega a la argentina 575 Nuevas corrientes historiográficas
Las empresas, el desarrollo tecnológico (1955- 1966). Conúnuidades y rupturas 83
y el estado 576 La expansión y especialización historiagráficas 91
El sistema nacional de ciencia y temología 578 Las historiografias provinciales 100
Tecnología en la vida diaria 582 Algunas obras generales y revistas 104
Orientación bibliográfica 583 Orientación bibliográfica 105
Colaboradores del tomo IX 585 59. la literatura
Antonio Requeni
1a poesía lll
ll17
1
TOMO X Narrativa l
El ensayo 125
CUARTA PARTE Teatro 129
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx c. 19144983 Orientación bibliográfica 132
(CONTINUACION) 9 60. El libro y sus ámbitos
Alejandro E. Parada 137
IX. La DIMENSIÓN CIENTÍFICA v CULTURAL La industria editorial y la “edad de oro”
(CONTINUACIÓN)
56. Las ciencias ll del
sociales libro yargentino 138
Mario D. Serrafero 13Lectura lectores 145
Las bibliotecas 140
376 La sociología como disciplina 13 Imprentas. editoriales y librerías 149
ÍNDICE DE MATERIAS

Bibliografia 151 El cine mudo 255


Bibliotecología 153 El cine argentino comienza a “hablar” 257
La bibliofilia y los libros mejor impresos 155 Surgen nuevos directores 258
Otros ámbitos del libro 157 La era de los estudios 260
Orientación bibliográfica 159 El cine argentino después de 1955 262
61. Las revistas en la vida intelectual y política
Diana Quartrocchi- Woisson 165 cine argentino 264
Generación del sesenta o nuevo

Modelos fundadores 165 La generación del setenta 265


Nosotros 166 El cine durante el “Proceso” 266
Martín fierro 169 Hacia un cine de madurez 268
Claridad 171 Orientación bibliográfica 269
Sur
Tiempos políticos y tiempos culturales.
174
Ernesto Schoo 273
65. El teatro

La veta Costumbrista 273


El peronismo 177
Hechos e Ideas 178 El sainete: apogeo y decadenda 273
Revistas nacionalistas 180 Laferrere: elegancia y sarcasmo 275
Continente y De Frente 181 El
El mayor
duendedramaturgo 277
eficaz 277
Realidad e Imago Mundi
La persistencia de sur
182
La cuestión sodal 278
Después del peronismo. Los “años de plomo” 186 Original y desconcertante 279
Contomo 186 Discepolo, figura clave 280
1.a influencia de la Revolución Cubana 188 Eichelbaum, el introverüdo 281
Revistas comunistas 190 Cosmopolitas, pero criollos 282
Los años setenta 191 La lección del maestro 282
A modo de conclusión 194 El
Elfinotro
de una época284
teatro 284
Orientación bibliográfica 195
62. Las artes plásticas El cuerpo reivindicado 285
Rodrigo Gutiérrez Viñuales ­ El teatro del pueblo 285
Las nuevas voces288
287
Elisa Radovanovic
la pintura de paisajes y de costumbres,
201
Teatro abierto
La dura realidad 288
paradigmas de un “arte nacional" 201
La búsqueda de una “modernidad Orientación bibliográfica 289
americana”: artes aplicadas y decorativas 205
La creación de imaginarios visuales ADENDA
de difusión masiva 206
Conflicto y convivencia entre tradición Crónica 1983-2000
y vanguardia 208 Aurora Ravina
La estampa y su contenido social 212 Elección y renovación de las autoridades
La fotografia. Su evolución histórica 215 políticas
I..as vanguardias de los años cuarenta. Arte Politica e instituciones
concreto invención, arte madí, perceptismo 216 La cuestión militar
Manifestaciones artísticas en el interior 218 Economía y sociedad
Entre los años cincuenta y setenta. Las relaciones intemacionales. Los viajes
Multiplicídad de tendencias y apertura presidenciales
intemacional 223 Educación, ciencia y cultura
Arte y sociedad a partir de los setenta. Autoridades políticas nacionales 1810-2000
Las políticas oficiales entre democracia l-autoridades ejecutivas 1810-2000
y dictadura 229 Vicepresidentes de la nadón 1854-2000
Orientación bibliográfica 232 2-autoridades legislativas 1810-2000
63. 1a música y sus ámbitos Titulares del poder legislativo 1813-1829
[uan María Veniard 239 Presidentes provisionales del senado 1854-2000
La iglesia 240 Presidentes de la cámara de diputados 1854-2000
El teatro 242 3-autoridades judiciales 1863-2000
El salón
La sala familiar 247 ÍNDIcEs GENERALES DE LA OBRA
1a calle 250
Orientación bibliográfica 253 Índice de materias
64. El cine Indice de nombres
Agustín Nerfert 255 Colaboradores del tomo x 377
ÍNDICE DE NOMBRES*

A 228. 283, 288, 290, 335.


Ablin, Eduardo. IX, 104, 114. Achával Rodríguez, Tristán. V,
Abad de Santillán, Diego. II, Abós, Alvaro. VII, 356. 120, 430; VI, 303, 422, 502.
380; ÍV, 541; V, 74; VI, 532; Abraham, Tomás. X, 129. Achega, Domingo Victorio. V,
VII, 296, 406, 430; IX, 241; X, Abrantes, vizconde. V, 198.
99. Abreu, Diego de. III, 426. Achmuty, Samuel. II, 378.
Abad Illana, Manuel. II, 163, Abreu, Manuel. IV, 340. Ackermann, Rudolf. VI, 350.
165; III, 213, 228, 240, 246, Abreu y Figueroa, Gonzalo de. Acosta, Alejandro. I, 207.
443. I, 425, 426, 428, 430, 431, Acosta, Ambrosio de. III, 263,
Abadía Morales, Guillermo. 434, 439, 461, 479, 483, 484, 377.
VI, S59. 505; II, 151; III, 431. Acosta, Diego. IX, 391.
Abadie-Aicardi, Aníbal. II, 280, Abu Abd Allah Mohamed Ben Acosta, Gonzalo de. I, 383.
350. Mohamed Ben Abdullah Ben Acosta, Gregorio de. I, 472.
Abal Medina, Fernando. Idris. Véase: AI Idrisi. Acosta, Iosé de. II, 409; III, 406.
VIII, 347. Abu Abd Allah Muhammad. I, Acosta, Iosé Francisco. V, 322.
Abal Medina, Iuan Manuel. 317. Acosta, María Elena. VII, 551.
VII, 369. Abul-Hasan. I, 317. Acosta, Mariano. IV, 474, 499;
Abarca y Velasco, Baltasar. Accame, Jorge. X, 132. VI, 419.
III, 434. Accavallo, Horacio. IX, 327. Acosta y Padilla, Gutierre de. II,
Abascal, José Fernando de. Aceñolaza, Florencio G. IX, 96; III, 433.
ÏV, 240, 271; V, 173. 495. Acostopa Inca, Sebastián. III,
Abásolo, Ezequiel. VI, 513; VII, Acevedo, Alonso María. III, 336.
S07, 552; VIII, 441, 445, 469, 264. Actis, Francisco C. II, 429.
577. Acevedo, Carlos Alberto. V, 402, Acuña, Angel. IX, 422.
Abaucán, cacique. I, 281. Acuña, Carlos Manuel. VII, 397,
Abboud, Ahmed. VIII, 385. Acevedo, Edberto Oscar. I, 408; 399.
Abecia Baldivieso, Valentín. V, II, 100, 120,123, 124, 180, Acuña, Familia. V, 148.
207, 199. 207, 251, 282, 430, 468, 469; Acuña, María Leonor. VII, 176.
Abel, Christopher. VI, 203; IX, III, 30; V, 103, 436; X, 102, Acuña, Mónica. I, 79.
182 104. Acuña, Rodolfo. VII, 283.
Aberastain, Antonino. IV, 447; Acevedo, Eduardo. IV, 488; V, Acuña, Rodrigo de. I, 345, 346.
VI, 474. 384, 385, 386, 387, 402; VIII, Acuña, Rosendo. III, 161.
Aberdeen, lord. Véase Gordon, 432. Acuña, Tadeo. IV, 400.
large Hamilton. Acevedo, Hugo. X, 116, 161. Adam, Robert. III, 364.
Aberg Cobo, Martín. VII, 294. Acevedo, Manuel. VII, 142. Adams, I. V, 29, 36, 82.
Abiarú, Ignacio, cacique. II, Acevedo Díaz, Eduardo. X, 177. Adams, Richard. IV, 190; V, 181,
362. Acha, Mariano. IV, 415. 348; VI, 350, 352.
Abisbal, conde de. IV, 333. Achával, José Pío. IV, 460, 467. Addinsel, Richard. IX, 261.
Abiusso, Noemí G. IX, 530. Achával, Néstor. X, 101. Adelman, Ieremy. IV, S40; VI,
Abizanda, Pedro José de. III, Achával, Wenceslao, Fray. V, 124, 126, 170, 384.

” AUTORA: Marta Soledad Aguirre. Licenciada en Historia (U.N.L.P.), Bibliotecaria Documentalista (U.N.L.P.). 379
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Adenauer, Konrad. VII, 335. Aguinaga, Iuan de. III, 392. Akerlundh. VIII, 164.
Adler, Rachel. X, 210. Aguinis, Marcos. X, 124. Aladheff, Peter. Vlll, S49.
Adorno, Theodor. X, 14. Aguirre, Agustín Casimiro de. Alameda, Cirilo de, Fray. VI,
Adriano VI, Papa. II, 386. II, 174; Ill, 97. 455.
Adrogué, Carlos. IX, 482. Aguirre, Antonio María . VIII, Alameda, Julián. VIII, 334.
Aebi, Hans. X, 224. 339. Alayldn, cacique. II, 198.
Affani, Garibaldi. VI, 376. Aguirre, Carlos. VIII, 493, 495. Alba, Antonio. III, 250.
Aftalión, Enrique R. V, 371, Aguirre, Cristóbal. IV, 490. Alba, Irene. X, 274.
399, 400; VIII, 405, 468. Aguirre, Familia. II, 136. Alba, Manuel. IX, 381.
Aftalión, Marcelo. X, 22. Aguirre, Francisco de, Fray. III, Albano, Enrique. X, 242.
Agache, Alfredo. VII, 180. 389. Albarellor, Nicanor. Ill, 420,
Agilda, Enrique. X, 130. Aguirre, Hernando de. I, 404, 42 l.
Agoglia, Rodolfo M. VI, 347. 42 l. Albarracín, María Inés. IX, 422.
Agosti, Héctor Pablo. VII, 290; Aguirre, José de. III, 385. Albarracín, Santiago. IV, 391,
X, 122, 190, 191, 198. Aguirre, Iuan Francisco de. l, 4 l 8.
Agosti, Orlando Ramón. VII, 203, 208, 403, 404, 406, 414. Albarracín Godoy. VII, 497.
382, 456; VIII, 248, 251, 253. 416, 420, 422, 442, 446, 447; Alberdi, Familia. IX, 318.
Agote, Luis. VII, 37; IX, 502, II, 79, 229, 230; III, 236, 41 l, Alberdi, Iuan Bautista. IV, 13, 85,
514, 527, 562, 564. 414, 431; V, 345; VI, 177. 86, 414, 430, 434, 441, 442, 443,
Agote, Pedro F. V, 403. Aguirre, Iuan Luis de. Ill, 214, 444, 445, 446, 450, 451, 462.
Agreda de Vergara, Familia. II, 269, 293, 312. 468, 485, 486, 508, 513; V, 29,
157 Aguirre, Iuan Pedro. IV, 122; V, 30, 31, 34, 4l, 43, 44, 50, 51, 52,
Agrelo, Emilio. VI, 367, 380; X, 179; VI, 5 l. 54, 56, 6l, 72, 73, 97, 103, 106,
212. Aguirre, Iulián. VI, 394, 401 . 107, 109, 140, 161, 183, 200.
Agrelo, Inocencio Antonio. Il, Aguirre, Manuel. IV, 396, 397. 201, 328, 330, 331, 366, 382,
175. Aguirre, Manuel (1850-1912). 388, 400, 402, 409, 421, 433.
Agrelo, Mariano. VI, 362. VI, 376. 450, 451, 453, 454, 455, 457.
Agrelo, Pedro José de. III, 398; Aguirre, Manuel Hermenegildo 459, 461; VI, 139, 144, 201, 262,
IV, 402; V, 320, 321, 322, 324; de. V, 182. 269, 280, 281, 305, 3l l, 317,
VI, 315, 457, 460, 479. Aguirre, Raúl Gustavo. IX, 349; 318, 320, 323, 324, 325, 327,
Agrest, Alberto. IX, 531. X, 115, 133, 158. 347, 362, 379, 472, 473, 475.
Aguado Bleye, Pedro. II, 349. Aguirre Cámara, lose’. VII, 275, 495, 512, 519; VII, 96, 107, 371,
Agudo, María Adela. X, 115. 418; VIII, 87. 380, 511, 512, 552; VIII, 80, 84,
Agüeda, Antonio. II, 170. Aguirre Elorriaga, Manuel. IV, 94, 476; X, 14, 15, 33, 39, 50, 62.
Agüero. III, 309. 246. 63, 64, 65.
Agüero, Antonio Esteban. X, Aguirre Lanari, Iuan Ramón. Alberini, Coriolano. , 4l, 374;
l 15. Vlll, 261. VI, 426; VII, 38; X, 46, 47, 6l,
Agüero, Eusebio. VI, 401. Aguirre y Tejada, Iuan Luis. V, 64, 65.
Agüero, Julián Segundo de. V, 314. Alberoni, Julio. Il, 327.
25, 43, 279, 288, 310, 315; VI, Aguila, Iuan Carlos. V, 168; VII, Albert, Bill. IX, 80.
356, 466, 467, 474. 417, 483, S52; VIII, 440; X, Alberti, Edgardo Marcelo. V,
Agüero, Vicente. IV, 379, 390. 15, 16, 20, 37, 38. 402; VIII, 442.
Agüero Blanch, V.O. I, 180. Agustí, Iorge W. IX, 338. Alberti, Manuel. V, 346.
Aguerre, Ana M. l, 230, 231; IV, Agustín, Santo. Il, 407; X, 45, Alberti, Rafael. X, 176.
187; VII, 176. 53, 55, 63. Alberto de Austria, El Piadoso.
Aguerrondo, Inés. IX, 423. Aguyari, Giuseppe. VI, 360, 367, III, 343.
Aguiar, Félix. VIII, 294, 299. 372, 374. Albiz, Iuan de. III, 385.
Aguilar, Cristóbal de. III, 130, Ahrens, Enrique. V, 370. Albornoz, Felipe de. II, 153; III,
134,135,139, 140, l4l, 142, Ahrens, Gualterio. IX, 519. 432.
143, 144, 145, 146, 147, 148, Ahumada, LC. X, 149. Albornoz, Mario. IX, 557.
149, 153, 154, 158, 159, 267. Ahumada, Jorge. VIII, 511. Albrieu, Oscar. VII, 486.
269, 279, 307, 312. Ahumada, Teresa de. III, 21 l. Alcalá Galiano, Antonio. IV,
Aguilar, Félix. IX, 382, S43, 544. Ahumada de Del Pino, E.B. IX, 227.
549. 424. Alcántara, Pedro de Santo. Il,
Aguilar, Gonzalo M. X, 270. Ainsa, Fernando. I, 444. 424.
Aguilar Vellicia, Antonio de. I, Aira, César. X, 125. Alcantara Pedemera, Pedro. III,
464 Airaldi, Roberto. IX, 263, 379. 375,
Aguilera Rojas, Javier. II, 84. Aizcorbe, Roberto. VII, 471. Alcazaba, Simón de. I, 346, 375,
380 Aguinaga, Carlos E. VII, 295. Akasawa, Takeru. I, 79. 375, 376
ÍNDICE DE NOMBRES

Alcázar, Andrés de. IV, 317. Alfaro, Alonso de. III, 434. Alonso. IX, 543.
Alcázar, Hernando de. III, 415. Alfaro, Francisco de. I, 451, 481, Alonso, Carlos. X, 219, 220,
Alcázar Molina, Cayetano. II. 486, 487, 488, 489, 490, 491, 228.
439. 492, 497, 505; II, 63, 139, Alonso, Fernando P. VI, 344,
Alcedo y Herrera, Antonio. III, 151, 243, 250, 306, 405, 436, 512; IX, 361; X, 195.
265. 439; III, 165, 383. Alonso, José. VII, 343; IX, 232,
Alchourrón, Carlos. VIII, 420; Alfaro Siqueiros, David. X, 212. 234.
X, 59. Alfonsín, Iorge. V, 360. Alonso, Iosé Ramón. II, 379.
Alcina Franch, I. I, 284. Alfonsín, Raúl Ricardo. V, 538; Alonso, Juan Carlos. VII, 39; X,
Alcón, Alfredo. X, 284. VII, 383, 387, 392, 393, 394, 207.
Alcorta, Amancio. V, 120, 140; 395, 462, 466, 500, 506, 518, Alonso, Paula. IV, 539, 540, 541;
VI, 305, 516. 519; VIII, 72, l2l, 154, 248, V, 74.
Alcorta, Diego. IV, 398; V, 364; 260, 261, 262, 264, 265, 359; Alonso, Rey de Portugal. I, 330.
VI, 519; X, 62. IX, 360, 392. Alonso, Rodolfo. X, llS.
Alcorta, Gloria. X, 122. Alfonso V, Rey de Portugal. I, Alonso Alvarez, L. VI, 35.
Alcorta, Manuel. IV, 390. 332, 354. Alonso Baquer, Miguel. II, 380.
Aldabe, Hernán. VIII, S19. Alfonso VII, Rey de España. I, Alonso de Barzana. I, 151.
Aldana y Ortega, Iosé de. III, 307. Alperín, Samuel. VII, 483.
436. Alfonso X, Rey de España. I, Alposta, Luis. X, 117.
Aldao, Carlos A. III, 131; VI, 62. 292, 322, 332; II, 408. Alsina, Adolfo. IV, 17, 23, 173,
Aldao, Familia. II, 53. Alfonso XI, Rey de España. I, 186, 456, 457, 463, 464, 470,
Aldao, Félix, Fray. IV, 340, 401, 292, 294, 295, 296, 297, 302. 471, 472, 473, 474, 475, 476.
414, 415; V, 288. Alfonso XII, Rey de España. VI, 477, 478, 480, 489, 491, 499,
Aldao, Iosé Félix. V, 244, S17; 557. 524; V, 36, 37, 39, 40, 48, 120.
VI, 356. Alfonso, Martín. Véase: Sousa, 126, 258; VI, 359, 498.
Aldao, Pedro. III, 398. Martín Alfonso de. Alsina, Cayo. VIII, 231.
Alday y Aspée, Manuel. II, 401, Alfonso-Goldfarb, Ana María. Alsina, Hugo. VIII, 405, 410.
415. III, 420. Alsina, Iuan de. III, 321, 395;
Aldazábal, Verónica. I, 207. Al-Idrisi. l, 287. IV, 94, 98; VII, 78.
Aldazor, Nicolás, Fray. V, 283. Alier, Manuel S. IX, 433. Alsina, Iuan A. V, 70.
Alegre, Iuan N. V, 290. Alippi, Elías. X, 259, 261, 284. Alsina, Julio R. X, 255.
Alejandro. VII, 327. Allende, A.A. V, 505. Alsina, Valentin. IV, 22, 371, 434,
Alejandro I, Zar de Rusia. IV, Allende, Andrés R. IV, S08; V, 446, 484; V, 120, 200, 249, 322,
232; V, 180. 525; X, 74, 86. 400, 419, 428, 429, 437; VI, 44,
Alejandro III, Zar de Rusia. IV, Allende, Familia. II, 53. 45, 48, 66, l0l, 324, 366, 41 l,
27; V, 356; VIII, 380. Allende, Iosé Norberto de. IV, 466, 475, 487, 510.
Alejandro VI, Papa. I, 31, 32, 414. Alsina Fuentes, Fidel. IX, 520,
293, 312, 336, 337, 338, 348; Allende, Iosé Saturnino. V, 290, 553.
Il, 385, 386, 388, 389; V, 341. 293, 294. Alsogaray, Alvaro C. VII, 200,
Alem, Leandro N. II, 81; IV, 25, Allende, Pedro Lucas. II, 170. 353; VIII, 236; IX, 343.
477, 506, 513, 517, 519, 529. Allende, Salvador. VII, 364, 378; Alsogaray, Julio. VIII, 236, 237,
530, 531, 539; V, 48, 49, 50, IX, 234. 238, 254.
56, 57, 59, lll, 120, 258; VII, Allende, Santiago Alejo de. IV, Altamira, Luis Roberto. II, 430;
251, 253, 294, 412. 279. Ill, 162, 365, 366; V, 31 l; X,
Alem Lascano, Luis C. VII, 263, Allende Posse, Justiniano. VII, 75.
296, 430; VIII, 94. 279. Altamira, Rafael de. II, 233,
Alemán, Pablo. IV, 41 l, 413. Allub, Rosendo. VII, 277. 249, 314; VI, 530; VIII, 409;
Alemann, Iuan. VIII, 506, 508, Almafuerte. Véase: Palacio, IX, 462; X, 72, 98.
513. Pedro Bonifacio. Altamirano, Aparicio. IX, 292.
Alemann, Roberto. VIII, S13. Almagro, Diego de. I, 29, 85, Altamirano, Carlos. V, 73; VII,
Alende, Oscar. VII, 370, 416; 98, 105, 273, 280, 375, 376, 138, 400, 467, 468; X, 167,
VIII, 30, 31, 70, 514; IX, 410. 378, 379, 382, 383, 387, 388. 170, 194, 198.
Alessandri, Arturo. VII, 337. Almagro, Iuan de. III, 152, 240. Altamirano, Lope Luis. II, 94,
Alexandre, Noel. III, 264. Almansia, Iuan de. II, 420. 110, 457, 458.
Alexandro, Conrado. I, 470. Almeida. II, 467. Alterio, Héctor. X, 266, 267.
Alexandro, Lucas. I, 470. Almenara, Salvador de. VII, Althusser, Louis. VII, 364.
Aliaga, Diego de. III, 339, 340, 263. Alt.ieri, Radamés. III, 245.
341. Almond, Gabriel. X, 27, 28, 38. Altimir, Oscar.VII, 141; VIII,
Alighieri, Dante. VI, 5 l 8. Aloé, Carlos. VIII, 41. 517, 518, 519; IX, ll4, 146. 381
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Altman, Carlos. IX, 31. Alvarez de Ionte, Antonio. V, Alzola, Iuan. III, 385.
Altolaguirre, Jacinto de. Ill, 173, 178, 184. Amadeo, Mario. VII, 354; VIII,
436. Alvarez de Morales, Antonio. 143.
Altolaguirre, León. IV, 256. III, 399. Amadeo, Octavio R. VIII, 452,
Altolaguirre, Martín de. III, Alvarez de Sotomayor, Antonio. 467.
408. II, S9. Amadeo, Rómulo. VI, 306; VIII,
Alton, Iohn. X, 258. Alvarez de Toledo, Federico. 324; IX, 422.
Alumni, Iosé. Il, 468. VIII, 180. Amador, Fernán Félix de. VIII,
Alvarado, Carlos Alberto. IX, Alvarez de Tomassone, Delia. 324.
507, 5 l 7. IX, 494. Amador, Pedro. III, 345.
Alvarado, Manuel R. VII, 273, Alvarez Díaz, Nicanor. X, 207. Amadori, Luis César. VII, 39; X,
286. Alvarez Ferretjans, Daniel. VI, 258, 259, 260, 261, 269.
Alvarado, Rudecindo. IV, 332, 488. Amantea, Adriana. VII, 357.
334, 342, 343, 344, 437, 438. Alvarez Guerrero, Osvaldo. VII, Amaral, Samuel. II, 176, 181;
Alvares Cabral. Veáse: Cabral, 263 III, 28, 30, 62, 64, 65, 67, 100.
Pedro Alvares. Alvarez Natale, Hugo. X, 29. 101, 102, 191; V, 466, 468,
Alvarez, Agustín. V, 71; X, 23. Alvarez Pereyra, Manuel. VIII, 469, 504; Vl, 41, 61, 64, 98,
Alvarez, Carlos. VIII, 248. 65. 563; VII, 325, 352, 353, 355.
Alvarez, Cayetano. Ill, 357. Alvarez Prados, Familia. V, 148. 356, 359, 466, 469, 555.
Alvarez, Eduardo. V, 283; X, Alvarez Thomas. IV, 318, 320, Amaral, Santiago M. X, 154.
207. 356, 359; V, 89. Amarilla, Manuel, Fray. Ill, 390.
Alvarez, Fernando. VII, 399. Alvear, Carlos de. IV, 274, 292, Amat, Manuel de. II, 262, 269.
Alvarez, Francisco. III, 168; IV, 294, 295, 303, 305, 306, 318, Amat de Graveson. III, 264.
414. 320, 356, 359, 360; V, 81, 89. Amat Olazábal, Hernán. l, 80,
Alvarez, Gregorio. VI, 561; VII, 193, 196, 201, 204, 240, 241; 284, 291, 292, 297.
175; VIII, 74. VI, 377, 522. Amato, E. VIII, 333.
Alvarez, Hernando. l, 471. Alvear, Diego de. III, 236, 408, Amatori, F. IX, 210.
Alvarez, Iesús Timoteo. VI, S11. 41 l, 414; VI, 494. Amaya, Adolfo A. VII, 29s.
Alvarez, José A. IX, S57. Alvear, Emilio de. IV, 474, 475; Ambrosetti, Iuan Bautista. I, 94,
Alvarez, Iosé Ceferino. VI, 334. VI, 497. 96, 107; III, 160.
Alvarez, José María. V, 406. Alvear, Marcelo T. de. V, 167; Ambrosetti, Santiago. VI, 333.
Alvarez, José Sixto. IV, 103; V, VII, 18, 19, 20, 28, 78, 79. Ameghino, Arturo. VII, 27l.
266; VI, 347, 359, 504. 181, 210, 241, 245, 248, 250. Ameghino, Carlos. VI, 419.
Alvarez, Iuan. III, 48, 99; IV, 41; 251, 252, 253, 254, 255, 256, Ameghino, Florentino. I, 27,
V, 70, 72, 73, 116, 272, S05; 257, 258, 259, 263, 267, 269. 155, 183, 188, 192, 261; IV,
VI, 144, 184, 202, 240, 241, 270, 272, 273, 275, 285, 287, 40; Vl, 378, 418, 419, 420.
256, 443, 444, 445; VIII, 425, 291, 292, 295, 415, 425, 427, 424, 425; IX, 536; X, 42, 44,
443; X, 32, 76, 91, 106. 428, 475, 482, 484, 515, 513, 45, 6l.
Alvarez, Julián. VI, 459. 519, 520, 522, 524, 525, 527. Amenábar, Iosé. IV, 388.
Alvarez, Manuel. III, 148, 415. 528, 531, 532, 538, 539; VIII. Americano, Pedro el, Fray. Veáse:
Alvarez, Manuel Gregorio. Ill, 17, 18, 51, 54, 55, 80, 102. Pacheco, Pedro Luis.
393. 151, 183, 186, 195,197, 201, Amicis, Eduardo de. VI, 509.
Alvarez, Mario Roberto. X, 287. 304, 428, 449, 452, 487, 505; Amigorena, Juan Francisco. II,
Alvarez, Moises. V, 299. IX, 18, 22, 97, 199, 307, 374, 195.
Alvarez, Olegario “Lega”. IX, 428, 429, 567, 567; X, 158. Amores de Pagella, Angela
292. 169, 278, 282. Blanco. Vl, 345.
Alvarez, Serafín. VI, 509. Alvear, Torcuato de. IV, 194, Amorin, María Eva. IX, 388,
Alvarez, Silvia. VIII, 74. 196, 200, 205, 209, 216. 392.
Alvarez, Teodoro. VI, S25. Alventosa, Ricardo. X, 264. Amoroso, Luis. VII, 174, 175.
Alvarez, Yamile. IX, 496. Alvino, Luis. IV, 208. Ampere, Andrés María. VI, 404.
Alvarez de Abreu, Antonio. II, Alzaga, Félix de. IV, 386. Ampuero, Miguel de. III, 385.
220, 391; lll, 263. Alzaga, Martín de. II, 173, 174, Amschem, A. IX, 583.
Alvarez de Acevedo, Tomas. II, 379, 382; III, 395; IV, 122, Anadón, Fidel. VIII, 218.
262. 238, 260, 262, 289. Ananía, Pablo. X, 113.
Alvarez de Arenales, Iuan Alzaga, Rodolfo de. X, 324. Anastasi, Leónidas. VIII, 405,
Antonio. IV, 306, 31 l, 337, Alzaga Unzué de Alvear, María. 436, 450.
345. IX, 25. Anastasi de Walger, María
Alvarez de Condarco, José A. IV, Alzaybar, Francisco de. III, 215. Luisa. VIII, 450.
382 278, 301, 319, 326; VI, 133. Alzoaga, Martín de. X, 71. Anaya, Elbio. VIII, 229.
ÍNDICE DE NOMBRES

Anaya, Iorge Isaac. VII, 390; Angeli, Héctor Miguel. X, 116. Apolonia, Santa. III, 157.
VIII, 248, 254, 257, 258, 259, Angelillo. IX, 31 l. Applegarth. VI, 489.
273, 357. Angelis, Alfredo de. IX, 272. Apthort Gould, Benjamín. IV,
Anaya, Leandro Enrique. VII, Angelis, Iuan Luis de. X, 60. 40.
376, 377; VIII, 248, 250, 253. Angelis, Pedro de. I, 407, 442; Aquino, Ignacio de. III, 389.
Ancalifu, cacique. IV, 169, 170. II, 206; III, 290, 311; IV, 40, Aquino, Luis I. VIII, 323; X,
Ancarola, Gerardo. X, 38. 41, 186, 407; V, 448, 455, 462; 204.
Anchieta, lose de, Santo. III, VI, 325, 404, 407, 434, 468, Aquino, Tomás de, Santo. I,
299, 313. 469, 470, 471, 517, 518, 520, 447; II, 213, 286, 407; III,
Anchorena, Familia. V, 295; VI, 533; X, 151. 387; V, 374; VIII, 420.
240, 380; X, 95. Angeloz, Eduardo. VII, 387. Ara, Guillermo. VI, 345, 347,
Anchorena, Iuan Esteban. II, Anglada Camarasa, 132.
173; III, 139; 1V, 122. Hermenegildo. X, 205. Aracatí, marqués. V, 197.
Anchorena, Iuan Iosé Cristóbal. Anglés y Gortari, Matías de. II, Arache, Sebastián. X, 266.
V, 444. 99; III, 435. Aragón, Agustín de. III, 385.
Anchorena, Nicolás. IV, 402; V, Angueíra, María del Carmen. Aragón, Roque Raúl. VIII, 334.
381. IX, 82, 21 l. Aragón Barra, Emi Beatriz. III,
Anchorena, Tomás Manuel de. Anguita, Eduardo. VII, 358, 31 1.
IV, 392, 396, 402; V, 202, 320, 360, 397, 469. Aramburu, Familia. II, l7l.
321, 322, 325, 339. Angulo, Francisco de. II, 421. Aramburu, Iuan Carlos. VIII,
Anchou, Gregorio. X, 269. Angulo, Iosé. III, 385. 341, 343, 351, 352.
Andersen, Benedict. I, 229; IV, Angulo, Martín de. III, 375. ">amburu, Pedro Eugenio. VII,
158. Angulo Iñiguez, Diego. II, 84, 23, 24, 25, 319, 329, 330, 331,
Andersen, Martin Edwin. VII, 85; III, 364. 333, 343, 344, 357, 375, 446,
384, 397. Anhouil, lean. X, 130. 495, 496, 545; VIII, 135, 224,
Anderson Imbert, Enrique. VI, Anibal. 1V, 322, 336. 226, 227, 228, 239, 243, 244,
346; VII, 38, 448; X, 120, 122, Anna, Timothy E. IV, 247. 249, 347; IX, 229, 343, 357,
123, 132. Annino, Antonio. IV, 130; V, 381, 519, 520.
Andonaegui, Iosé de. Il, 332, 102. Arana, Enrique. X, 149.
336, 365; III, 221, 380, 430. Anquín, Nimio de. VII, 21, 38, Arana, Enrique (h). VI, 485.
Andrada, Antonio. III, 214. 275, 424; VIII, 322; X, 49, 50, Arana, Felipe. IV, 416, 412, 431;
Andrada, Benigno H. VIII, 299. 51, 52, 54, 56, 57, 59, 63. V, 188, 189, 246, 322, 327.
Andrada, Ernesto M. VII, 283. Ansaldi, Waldo. IV, 113, 131; Arana, Pedro de. I, 421; III, 431.
Andrade. IX, 316, 317. VI, 126; IX, 211. Arancibia, Iosé M. II, 171, 413,
Andrade, Agustina. VI, 340. Anschütz, Camilo. IV, 346. 466; V, 309.
Andrade, Gómez Freire de. II, Anson, George. II, 330, 339, Arancibia Rodríguez, Alberto.
457. 361. VII, 284.
Andrade, Olegario V. IV, 468; V, Antelo, Nicomedes. VI, 412. Aranda, conde de. Il, 279, 340,
38; VI, 318, 328, 329, 340, Antequera y Castro, Iosé de. III, 347; III, 242, 249, 437; 1V,
499, 520, 523. 315. 223, 225, 227, 229.
Andrade y Villalba, Hernando Antín, Manuel. V1I, 39; X, 264, Aranda, Pedro de. I, 315.
de. I, 371. 265, 268, 270. Arandía, Baltasar de. III, 160.
Andrea, Miguel de. V, 65. Antokeletz, Daniel. V, 206. Aráoz, Bernabé. 1V, 308, 369;
Andrés-Gallego, Iosé. II, 122, Antonio. I, 201. VI, 477.
431. Antonio, Santo. III, 157, 158. Aráoz, Daniel. V, 120.
Andrés y Morell, Iuan. III, 265. Anunciación, Gabriel de la. II, Aráoz, Ernesto M. VII, 283.
Andreu, Mateo. III, 158. 437. Aráoz, Simón. VI, 132.
Andreu, Pedro Iuan. lI, 468; III, Anzoátegui, Ignacio B. VIII, Aráoz Alfaro, Gregorio. 1X, 503.
139, 142, 148, 158. 324; X, ll4. Aráoz Anzoátegui, Raúl. X, 115.
Andrien, Kenneth. IV, 113, 130. Anzorena, Oscar. VII, 355, 400, Aráoz de Lamadrid, Gregorio.
Andujar, losé de. III, 445. 469. IV, 299, 362, 369, 391, 394; V,
Aneiros, León Federico. IV, 504; Añasco, José de. III, 207, 437. 245; VI, 327.
V, 65, 283, 299, 303, 340. Aparicio, Francisco de. l, 28, Arapizandú, cacique. lI, 439.
Anet, Claude. IX, 261. 205, 217, 408; X, 149. Arata, Luis. X, 256, 280.
Angaco, cacique. II, 106. Aparicio, Iosé Narciso. V, 317. Arata, Pedro Narciso. VI, 416;
Angelellí, Enrique. VIII, 36, Aparicio, Néstor. VIII, 496. IX, 526, 536; X, 148.
342, 349, 353. Aparicio, Susana. IX, 60. Arato, Iosé. X, 212.
Angeles Ortiz, Manuel. X, 221. Aperger. III, 148. Araujo, Ioao Hermes Pereira de.
Angeletta, Hipólito. III, 378. Apold, Raúl. VII, 314; X, 182. III, 367. 383
ÍNDlCES GENERALES DE LA OBRA

Araujo, José Joaquín de. III, Argelander, Friedrich W. VI, Arícó, José. Vll, 360, 373, 468;
237, 254, 268, 276, 309. 409. X, 21,191,198.
Araujo, Seferino. VI, 509. Argerich. IV, 398. Arié, Rachel. I, 321.
Arballo de Bustamante, Pedro. Argerich, Antonio. VI, 335. Ariés, Philippe. Ill, 214.
I, 472. Argerich, Cosme M. III, 394, Aristarain, Adolfo. Vll, 39; X,
Arbenz, Jacobo. VIII, 132. 417; VI, 467. 268, 270.
Arboleda, Luis Carlos. Ill, 419. Argerich, Francisco Javier. lll, Aristóteles. III, 217, 385; X, 26,
Arce, Iosé. IV, 539; IX, 507, 524. 148, 378. 54.
Arce, Facundo. II, 125; X, 102. Argerich, Iuan A. VII, 475. Arizaga, Rodolfo. X, 253, 254.
Arce, Manuel, Fray. III, 389. Arguas, Margarita. VIII, 450. Arlt, Roberto. VII, 38; IX, 337,
Arce y Soria, Alonso de. III, Argüelles, Pedro. Ill, 322. 338; X, l2l, 130, 132, 135,
430. Argüello, lsauro P. VIII, 411. 170, 187, 263, 286.
Archetti, Eduardo P. IX, 268, Argüello, Kiko. VIII, 358. Armaignac, H. VI, 226, 228.
305, 331, 585. Argüello, Luis de. l, 469. Armando, Adriana. II, 206.
Archíbaldo Lanús, Iuan. VIII, Arguindeguy, Diego L. IX, 151. Armani, Alberto. Il, 467.
142. Arguindeguy, Pablo E. IV, 295, Armani, Horacio. X, 115, 133.
Arco, Manuel de. III, 215. 313; V, 272; VIII, 21 l. Armaza y Arregui, Iuan de. Ill,
Arcondo, Aníbal. III, 61, 100, Argumosa, Gregorio, Fray. III, 251, 435.
103; V, 168; VI, 99, 126; VIII, 389. Armencia, Martín de. III, 415.
516. Arias, Abelardo. X, 122. Armenta, Bernardo de. II, 421.
Arcos, Antonio. IV, 325, 326. Arias, Francisco Gabino. II, Armenta, Francisco de. I, 420.
Arcos, Rafael A. de. VIII, 176. 201, 465 ;III, 436. Armesto, F. X, 95.
Arden Quin, Carmelo. X, 218. Arias, Iosé Inocencio. V, 261, Armony, A.C. VII, 470.
Ardila Calderón, G. I, 284. 263. Arms, William. V, 350.
Ardiles, Miguel de. l, 403. Arias, María Benita. V, 292, 31 l. Armstrong, Clara. V, 352.
Ardiles Gray, Julio. X, 123. Arias, María Fernanda. VII, Armstrong, Francis. V, 352.
Ardit, M. VI, 35. 356. Armstrong, Francisca. V, 336.
Arduino, Juan. VI, 376. Arias, Pepe. X, 257, 259, 279, Armstrong, Iohn. V, 348, 359.
Areán, Carlos. X, 234. 282. Armstrong, Tomás. V, 349, 350.
Areche, Félix Manuel de. II, Arias Bucciarelli, Mario. VIII, Armstrong, Warwick. VII, 142.
195; HI, 434. 75 Armus, Diego. IV, 156; VII, 143;
Areche, Iosé Antonio de. II, Arias Dávila, Iuan. I, 315. IX, 147, 302; X, 110.
256, 257, 269. Arias de Mansilla, Felipe. III, Arnal, Pedro. III, 346.
Areguati, Pablo. V, 192. 375. Arnaldi, Juan Bautista. IV, 191.
Arellano, Iosé Luis de. III, 196. Arias de Saavedra, Familia. I, Arnaud, André-lean. VIII, 412,
Arenales, José. IV, 307, 336, 337, 441. 439.
339, 340, 341, 343; VI, 481, Arias de Saavedra, Hernando. I, Arnaudo, Aldo A. VIII, 516,
482. 130, 438, 439, 485, 452, 456, 521, 551, 571, 572, 573, 574,
Arenas, Tiburcio de. Ill, 149. 461, 464, 466, 468, 469, 471, 577; IX, 95, ll2.
Arendt, Hannah. VII, 457. 486; II, 63, lll, 153, 157, Arnauldi, Raúl. IX, 391.
Areno, Anthony C. VIII, 299. 296, 398, 399, 436, 439; III, Arndt, Pablo. X, 149.
Aresti, Cristóbal de, Fray. III, 74, 133, 136, 141, 160, 237, Arnold, Prudencio. VI, 223.
444. 372, 375, 377, 381, 416, 427, Arnolds, A. IX, 184.
Aretz, Isabel. VI, 538, 559, 560; 428. Arolas, Eduardo. IX, 272.
IX, 271. Arias Divito, Iuan Carlos. III, Aron, Henry. VIII, 387.
Arévalo, Oscar. VII, 297, 468. 30, 160. Aron, Raymond. VII, 363, 396.
Arévalo Briceño, Francisco. I, Arias Figueroa, Sergio. II, 87. Aronson, I. III, 367.
432. Arias Pelerano, Francisco. X, 29, Arosca. I, 359.
Argandoña, Pedro Miguel de. 39. Arozanera, Iuan de. II, 170.
II, 28, 33, 99, 165, 396, 400, Arias Rengel, Familia. II, 53, Arrechea, Claudio. VIII, 7l.
403, 413, 418; III, 216, 252, 171. Arredondo, José Miguel. IV,
297, 443. Arias Rengel, Pedro. II, 152, 457, 468, 470, 471; V, 261.
Argandoña, Tomás Felipe de. 170. Arredondo, Nicolás de. II, 176,
III, 434. Arias Velázquez, Familia. l, 136, 244, 306; III, 229, 390, 438, 476.
Argañaras, Familia. II, 136. 171. Arregui, Gabriel de, Fray. ll,
Argañaráz, Agustín, Fray. III, Arias Velázquez, Fernando. ll, 168; III, 445.
374. 152. Arregui, Iosé de. II, 95.
Argañaraz y Murguía, Francisco Arias Velázquez, Lorenzo. ll, Arregui, Iuan de, Fray. Il, 30,
384 de. I, 434, 441, 449; III, 216. l S2. 168.
ÍNDICE DE NOMBRES

Arriaga, Antonio. Il, 360; III, Asquini, Pedro. X, 287. Avellaneda, Lidoro I. V, 397.
436. Assadourian, Carlos Sempat. Avellaneda, Marco M. IV, 414,
Arriaga, Julián de, Fray. II, 252, III, 50, 90, 91, 99, 100; VI, 64, 415, 528; V, 61, 66,120,135,
255, 260; III, 445. 200; X, 85. 395; VI, 319, 477, 519; VIII,
Arriaza y Superviela, Iuan Assanori, A. X, 150. 48; X, 95.
Bautista. VI, 313. Asso, Iordán de. III, 264. Avellaneda, Nicolás. IV, 23, 24,
Arrieta, Rafael Alberto. III, 309, Assuncao, Fernando O. III, 192; 28, 37, 86, 470, 475, 476, 477,
330; VI, 228, 344, 346, 347, VI, 560, 561; IX, 302. 478, 480, 483, 491, 494, 495,
487, 532; X, 112, 126, 132, Astesano, Eduardo. X, 82. 497, 499, 500, 501, 502, 503,
134, 157, 161, 163. Astete, Gaspar. V, 303. 505, 506, 507, 508, 509, 512,
Arrighi, Pedro I. VIII, Sl l; IX, Astigueta, Iosé Mariano. IX, 524; V, 36, 37, 40, 41, 45, 48,
489, 490. 445, 446, 485. 50, 57,106, 108,110, 116,
Arrigoni, Gloria. l, 232. Asti Vera, Armando. X, 60. 120, 122, 123, 127, 129, 134,
Arrillaga, Francisco Cirilo. IX, Astiz, Iuana Eloísa. III, 130, 135, 140, 234, 263, 369, 486,
517. 161. 492; VI, 63, 87, 88, l0l, 102,
Arriola. III, 182. Astori, Danilo. IX, 29. 162, 283, 289, 300, 301, 302,
Arroyo, Familia. Il, 135. Astrada, Carlos. VII, 38, 490; X, 304, 330, 367, 379, 408, 410,
Arroyo, Fernando. II, 152. 49, 50, 51, 52, 63. 419, 421, 513, 516, 520; VIII,
Arroyo, Lorenzana de. I, 472. Astrada, Estela M. II, 45, 413. 147, 148; IX, 100, S39; X,
Arroyo y Pinedo, Manuel. IV, Astrada Ponce. Carlos. VIII, 87. 145, 278.
122. Astrain, Antonio. II, 467. Avendaño, Diego de..II, 391,
Artal, José. VI, 381. Astraudi, Jorge. II, 71. 409.
Artana, Daniel. IX, 114. Astrea. VIII, 445. Avendaño, Víctor. IX, 326.
Artayeta. II, 175. Asúa, Miguel de. VI, 426; IX. Avendaño y Valdivia, Francisco.
Artaza, Juanes de. II, 97, 99. 556. II, 156; III, 428, 433.
Arteaga, Andrés de. III, 415. Asunción Silva, Manuel. VI, Aver, V. I, 229.
Artieda, D. de. l, 347. 340. Averbach, Segismundo. V, 357.
Artieda, Teresa. IX, 424. Atahualpa, cacique. I, 98, 108, Avico. VIII, 453.
Artigas, José Gervasio de. IV, 176. Avila, Esteban de. II, 409.
183, 253, 288, 289, 291, 358, Atienza, Rafael de. V, 324, 325. Avila, lulio P. VI, 228.
359, 360, 361, 362, 364, 365, Atiguayé, cacique. III, 212. Avila, Pedro Esteban de. III,
369, 384; V, 21, 24, 43, 80, Attias, Alberto. VII, 494. 428.
175, 195, 237; VI, 15, 19, 462, Aubert, Roger. V, 309. Avila Echazú, Edgar. V, 207.
472, 543. Aubone, Guillermo. IX, 454. Avilés. IV, 310.
Artigue, Frédéric. VI, 358. Aucell, Miguel. III, 350, 366. Avilés, marqués de. Véase: Avilés
Artola, Miguel. I, 321; TV, 247. Audivert, Pompeyo. X, 214, 219. _ y del Fierro, Gabriel de.
Artundo, Argentina. IX, 505, Aufuzzo, Francisco. VIII, 367. Avilés y del Fierro, Gabriel de.
506. Augé, Marc. IX, 275, 302. II, 115, 280, 371; III, 129,
Arvía, A. IX, 552. Augsburger, Alberto E. X, 161. 160, 312, 397, 438; IV, 268; V,
Arze, Silvia. I, 107. Augspurg, Iorge. II, 88. 17; VI, 16.
Asa, Haim. VIII, 398. Auni, H. IV, 105. Avni, H. VII, 109.
Ascasubi, Hilario. VI, 315, 318, Ausburger, A. I, 141. Axelrod, Iulius. IX, S25.
320, 321, 329, 345, 474, 487, Austral, Antonio. l, 133. Ayala. I, 292.
501, 559. Auza, Néstor Tomás. IV, 508; V, Ayala, Fernando. VII, 39; X,
Ascasubi, José Antonio. III, 444; 45, 75, 272, 308, 309, 310, 261, 262, 263, 270.
VI, 482. 31 l, 344, 401, 403; VI, 306, Ayarragaray, Lucas. V, 71, 120;
Aschero, C. I, 107, 230, 231. 344, 346, 487, 512, 513, 533; VI, 339.
Ashton, T.S. V, 494. VII, 431; VIII, 303, 334, 335, Ayerza, Francisco. VI, 359, 380.
Ashworth, Eduardo. VI, 155. 577; X, 160. Ayerza, Hernán. VIII, 136.
Asís, Jorge. VII, 358. Avalos, Daniel Iacinto. IX, 60. Ayerza de Castillo, Laura. X,
Asís y Calvo, Francisco de. III, Avalos, Eduardo I. VII, 20, 21, 198.
326. 303; VIII, 218; IX, 225. Aymonino, P. IX, S52.
Aspeitía, Luis de. III, 445. Avalos, Ignacio. VIII, 235, 236. Ayolas, luan de. l, 378, 379,
Aspell de Yanzi Ferreira, Avalos y Mendoza, Familia. II, 380, 381, 382, 383, 413; III,
Marcela. ll, 147; V, 403; VIII, 136. 282, 283, 425.
443. Avella Cháfer, Francisco. II, Ayroldi, Cayetano. II, 82.
Aspiazu, Daniel. VII, 142; IX, 180; V, 308, 310. Ayroldi, Santiago. II, 82.
112,114,115. Avellaneda, Familia. V, 148. Azamor y Ramírez, Manuel de.
Aspillaga, E. I, 256. Avellaneda, lulio. IV, 480. III, 240, 249, 252, 256, 257, 385
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

259, 266, 271, 276, 277, 278, Badignana, Leonardo. I, 371. Balcarce, Marcos. IV, 317, 318,
302, 446; Vl, 515, 516, 533. Baeck, Leo. VIII, 392. 320. 397; VI, 354.
Azar, Pablo. VII, 164. Baer, Yitzak. I, 323. Balcarce, Mariano. IV, 442; V, 337.
Azara, Félix de. I, 273; Il, 39, Báez, Catalina. III, 178. Balcarce de Gutiérrez Estrada,
59, 73, 115, ll7, 205; 346; Báez, Guillermo Federico. IV, Iosefa. Vl, 526.
lll, 66, 147, 177, 178, 229. 432. Baldínelli, Elvio. VIII, 145.
236, 242, 380, 395, 405, 407. Báez de Maldonado, María Baldini, G. I, l07.
408, 409, 41 l, 420; IV, 55; V. Teresa. III, 178. Baldó Lacomba, Marc. III, 401.
441; VI, 44, 45, 47, 48, 61. Bagehot, Walter. V, 72. Baldomir, Alfredo. VIII, lll.
220. Bagú, Sergio. V, 234, 445, 462; Baldrich, Alberto. VIII, 75.
Azaretto, Roberto. VII, 431. Vl, 62; VII, 141; X, 21, 92, 93, Baldrich, I. Amadeo. V, 272.
Azcárate, Andrés, Fray. VIII, 107. Balduzzi, Iuan. IX, 454.
326. Bagua], cacique. II, 26, 437. Baldwin, Iames Mark. VI, 306.
Azcárraga, Emilio. IX, 367. Bahía, Manuel B. IX, 535, S38. Balestra, Iuan. IV, 540; V, 114,
Azcoaga, Enrique. X, 233. Bahn, P. l, 231. l 15
Azcona, Gregorio de, Fray. III, Baibiene, Santiago. V, 260. Ballaff-et, Julio. IV, 204.
389. Baigorri, Clemente. III, 298. Ballejos, Luján Iuana. III, 178.
Azcona Cranwell, Elizabeth. X, Baigorri, Gregorio. V, 283. Ballerini, Augusto. VI, 370, 377.
Baigorri Ruíz, Pedro de. III, Ballester Peña, Iuan. VIII, 323;
Azcona Imberto, Antonio de. II, 429. X, 221.
112, 144; III, lll, 381, 445. Baigorria. IV, 290. Ballesteros, Familia. II, 135.
Azcuénaga, Domingo de. III, Baigorria, Manuel. IV, 167, 172, Ballesteros Barragán, Familia.
304, 305, 312, 321, 275; VI, 173, 174, 186. II, 135.
313. Bailón, Agustín. V, 290. Ballesteros Beretta, Antonio. II,
Azcuénaga, Flora. VI, S22. Bails, Benito. III, 396. 349; III, 264.
Azcuénaga, Miguel de. VI, 354, Baily, Samuel L. IV, 104, 106, Ballina, Osvaldo. X, ll6.
363, 364. 107; IX, 240. Ballu, Roger. VI, 380.
Azcuénaga, Vicente. Il, 173. Baines, D. IV, 104. Ballvé, Antonio. VIII, 481, 494.
Azcuy Ameghino, Eduardo. III, Bainville, Iacques. X, 79. Balmer, Roberto. VII, 224.
101. Bairoletto, Iuan Bautista. IX, Balmes, Iaime. V, 368.
Aznar, Luis. X, 30. 292. Balsa, Iavier. VI, 126; IX, 32.
Aznárez, Enrique P. III, 162. Bairorri, Luis. VI, 132. Balseiro, Iosé A. IX, 550, 554.
Azopardo, Iuan Bautista. IV, Bajarlía, Iuan Iacobo. X, ll5. Balvé, Beatriz S. VII, 357.
287. Baker, Joseph. VII, 224. Balvé, Beba C. VII, 357.
Azpiazu, Daniel. VIII, 519; IX, Bakunin, Mikhail. VII, 406, 407. Balwin. X, 92.
10. Balá, Carlos. X, 265. Balzac, Honoré de. VI, 491.
Azurduy, Iuana. IV, 310. Balado, Manuel. IX, S28. Balze, Felipe A. M. de la. VIII,
Azzaretto, Roberto A. VII, 295. Balán, Iorge. VI, 125, 202; VII, 117, 144.
Azzoní, Roberto. X, 220. 109; 1X, 32; X, 30. Banchs, Enrique. VI, 342, 343,
Balanzat, Manuel. IX, 557. 518; X, 122, 142.
B Balazote Oliver, Alejandro. VII, Bandieri, S. VI, 125,
175, l77. Bandini, Mónica. IX, 60.
Babini, A. VII, 139. Balbín, Francisco. V, 490. Bandler. IX, 358.
Babini, Iosé. VI, 405, 426; IX, Balbín, Ricardo. VII, 23, 317, Banegas, Tiburcio. V, ll7.
541, 542, 543, 553, 556, 583. 333, 338, 346, 348, 350, 355, Banting, Frederick. IX, 505.
Babini, Nicolás. VII, 355. 367, 369, 378, 387, 389, 517, Banu Sarrach, Familia. l, 316.
Bach, Enrique. V, 357. S40; VIII, 227, 258. Banzato, Guillermo. VI, 64.
Bach, Ricardo M. VII, 209, 555. Balbín, Valentín. VI, 414, 420; Banzer, Hugo. VII, 376.
Bachelard, Gastón. X, ll5. IX, 537. Baptista, Mariano. V, 226,
Bachmann, Alois. VII, 38; IX, Balboa, Manuel. IX, 145. Baquedono, Iuan, Fray. II, 297.
504, 506, 531. Balcarce, Antonio. IV, 279, 330, Baquero Lascano, Carlos
Bacigalupo, Enrique. VII, 386, 332, 356, 359; V, 89. Octavio. VIII, 443.
399. Balcarce, Florencio. VI, 313, Baqui, José. Véase: Boquí, José.
Bacigalupo, Iuan. IX, 508, 528. 320; X, 126. Baquíjano y Carrillo, losé. III,
Bacle, César Hipólito. IV, 116, Balcarce, Iuan Ramón. IV, 280, 302.
119, 362 ,V, 188; VI, 57, 220, 281, 283, 297, 306, 315, 317. Bara, Ricardo. VIII, 522.
351, 357, 384, 470, 487; X, 212. 319, 331, 400, 401, 402, 403. Barahona, Gaspar. Véase:
Badi, Aquiles. X, 210. 406, 423, 424; V, 89, 104, 187, Varona, Gaspar.
386 Badii, Libero. X, 223, 229. 196, 237, 320; VI, 468, 469. Barasatián, Bagdasar. VIII, 383.
ÍNDICE DE NOMBRES

Barba, Alvaro Alonso. III, 418, Bargman, Daniel. VIII, 399. Barry, Viviana C. IX, 183.
419. Bargo, M. I, 205. Barsky, Osvaldo. VI, 124, 125;
Barba, Enrique M. Il, 259, 263, Barili, Roberto VII, 230. IX, 31, 59, 60.
265, 467; IV, 372, 378, 384, 423, Barletta, Leónidas. X, 121, 130, Barth, G. III, 275.
424, 425, 451; V. 26, 43, 45, 134, 213, 285, 286. Barth, Moglia. X, 258, 260, 261.
104, 206, 272; VI, 126, 200, Barnadas, Iosep M. I, 442; III, Bartolomé, Leopoldo. VII, 173.
201; VIII, 94; X, 74, 86, 89, 94. 103. Bartolomé, Miguel. VII, 173,
Barba, Fernando Enrique. IV, Barney Finn, Oscar. X, 266, 267, 174.
131; V, 45; VI, 29, 36, 98; IX, 269. Bartolucci, Mónica. VI, 256.
425, 493, 585; X, 95. Baroja, Ricardo. X, 214. Barúa, Iosé León de. III, 157.
Barbacena, Marqués de. V, 240, Barón, Ana. IX, 532. Barúa, Martín de. III, 221.
242. Barone, Enrico. VIII, 500, 501. Barye, Antoine-Louis. VI, 370.
Barbara, Iuan. IX, 263. Barousse, Amadeo P. IX, 531. Barzana, Alonso de. I, 151, 273,
Bárbara, Santa. III, 120, 157. Barra, Federico de la. VI, 497. 274, 278, 284, 433; II, 421,
Barbé, Carlos. V, 75. Barra, Iuana de la. III, 322. 436, 466; III, 202, 203, 297,
Barbeito, A. VII, 130, 139. Barra de Llanos, Emma de la. 299.
Barbería, E.M. VI, 125. VI, 340; X, 142. Bas, Arturo M. VII, 482; VIII,
Barberis, Santiago F. VII, 431. Barradas, Rafael. X, 208. 85, 93, 331; IX, 253.
Barbero, Estela Rosa. III, 161, Barragán, Luis_. X, 211. Basadre, Iorge. VI, 63.
162. Barral Souto, Iosé. VII, 31; VIII, Basaldúa, Héctor. VII, 38; VIII,
Barbero, María Inés. VI, 170, 501, 522. 323; X, 156, 210.
171; VII, 108, 143, 297, 431; Barranco y Zapiain, Iuan Iosé Basalo. VI, 181.
IX, 61, 80, 83, 117, 148,187, de. III, 430. Basavilbaso, Domingo. II, 41;
209, 210, 21 l, 585; X, 96, 109. Barrancos, Dora. VI, 427; IX, III, 141, 416.
Barbero, Omar U. VIII, 442. 302. Basavilbaso, Familia. II, 53.
Barbero, Santiago. II, 45, 413. Barraquero, Julián. V, 164, 370, Basavilbaso, Leopoldo. IX, 462,
Barbier, Frédéric. IX, 360. 401. 464, 466.
Barbier, Iacques. III, 30. Barrault, lean-Louis. X, 285. Basavilbaso, Manuel. III, 146,
Barbieri, Sergio. III, 196, 198, Barraza, Familia. V, 148. 377.
210, 245, 262, 366. Barreda, Iosé. II, 458. Bascary, Ana María. II, 100,
Barbieri, Vicente. IX, 348; X, Barreiro, Eduardo. IX, 584. 123,138,146.
115,122,130. Barreneche, Osvaldo. II, 316; Baschetti, Roberto. VII, 357,
Barbosa, Diego. l, 342. IV, 124, 131. 358, 399, 469.
Barcala, Lorenzo. V, 243. Barrenechea, Ana María. VI, Basile, Clemente. V, 272.
Barcelló Beade, Iuan Miguel. 560; X, 128. Basílico, Ernesto. I, 349.
VIII, 470. Barrera, Héctor A. VIII, 65. Baso, Germinal. IX, 496.
Barceló, Alberto. VII, 272, 278, Barrera, Iuan. III, 297, 312. Bassi, Angel C. VI, 306.
286 Barrera Buteler, Guillermo. VII, Bassi, Iuan Carlos. IV, 312.
Barcelona, Pietro. VIII, 423. 509. Bastian, lean Pierre. VIII, 374.
Bárcena, Ioaquín Roberto. I, Barrere, Agustín. V, 296, 307. Bastos, María Luisa. X, l77.
178, 179, 259, 284, S09. Barrero García, Ana M. II, 248. Bastos Kern, María Lucía. X,
Barcesat, Mercedes. VIII, 470. Barres, Francisco. VI, 202, 426. 235.
Barcia, Pedro Luis. VI, 31 l, 344, Barreto, Teresa. VI, 562. Basualdo, Eduardo M. VII, 142;
347, 533, 463; X, lll, 112, Barreyro, Iulio G. VIII, 75. IX, 60, 210.
129, 161. Barrientos, Gustavo. I, 205. Basualdo, Honorio. VII, 483.
Barco, Oscar del. X, 191. Barrientos, Iuan de. I, 386. Basurco y Herrera, Iosé
Barco, Ricardo del. VII, 321; X, Barrientos, María. VI, 531. Antonio. III, 446.
97. Barrio de Villanueva, P. VII, 468. Batista. X, 188.
Barco Centenera, Martín del. I, Barrios, Iuan de, Fray. I, 395. Batle. VIII, 479.
34, 435; III, 205, 21 l, 216, Barrios Medina, Ariel. IX, 496, Batllori, Miguel. III, 312.
217, 220, 244, 281, 287, 289. 501, 527, 528, S29, 585. Batolla, Dominga. III, 178.
290, 291, 292, 297, 31 l; VI, Barrios Pintos, A. VI, 38. Batolla, Octavio. VI, 231, 256,
326. Barroetaveña, Francisco. V, 54, 533.
Bard, Leopoldo. VII, 91, 476; 56, 61, 120; VII, 253, 263. Battaglia, Guillermo. X, 283.
VIII, 51. Barros, Alvaro. IV, 173, 477. Battista, Vicente. X, 124.
Bardecí, O. l. VIII, 523. Barros Arana, Diego. IV, 318, Battistessa, Angel I. VI, 346;
Baretta, Fernando I. IX, 494. 320; V, 230, 332. VIII, 324; X, 126, 132.
Bargalló Cirio, Iuan M. VII, Barros Pazos, Iosé. V, 122, 419; Battle Planas, Iuan. X, 26, 2l l.
490. VI, 472. Battro, Antonio. IX, 514. 387
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Baulina, Angel. VIII, 85. Becktein. IX, 258. Belou, Pedro. IX, 528.
Bausani, A. VIII, 387. Becú, Teodoro. X, 157, 162, 163. Beltrán, Iuan Ramón. III, 421.
Bausate y Mesa. Ill, 331. Bedel, Jacques. X, 23 l. Beltrán, Luis, Fray. IV, 208, 278,
Bauzá, Felipe. lll, l3l, 410, 412. Bedoya, Eduardo. X, 260, 261. 319; V, 288; VI, 133.
420; Vl, 178. Bedoya, Eusebio de. IV, 458; V, Beltrán, Oscar R. Vl, 485, 488,
Bavio, Ernesto. VI, 299. 290, 303. 511; IX, 361.
Bayer, Osvaldo. VII, 430; IX, Bedoya, Iosé María. IV, 388; VI, Beltrán, Virgilio. X, 22.
241, 330: X, 266. 481. Beltrán Vieyra, Familia. V, 148.
Baygorri Ruíz, Pedro de. ll, 357. Behaim, Martín. I, 334, 353, Beltrao, M. de Moraes
Bayle. VI, 463. Coutínho. I, 284.
Bayle, Constantino. Il, 429. Behring Emil, Adolf von. IX, Belza, Juan E. V, 31 l; VIII, 335.
Bayley, Edgar. X, 115. 525. Bemberg, Hermann. VI, 88,
Baylies, Francis. V, 193. Beiró, Francisco. VII, 18, 257, 391, 394.
Bayliña, Simón. III, 358. 521. Bemberg, María Luisa. VII, 39;
Bayls. III, 252. Bejar, María Dolores. VII, 295. X, 266, 267, 268, 270.
Bayly, Samuel L. VII, 296. Belascoián Sayós, Marcial. VIII, Bemberg, Otto. VII, 219, 286;
Bayo, Servando. IV, S04; V, ll7. 495. IX, 194, 562.
Bayón, Cristina. I, 206. Belaúnde, César H. VIII, 522. Benano, Víctor. IX, 489.
Bayón y Murillo Marx, Belaúnde Terry, Fernando. VII, Benarós, León. Vl, 347; IX, 302,
Damián. III, 365. 393; VIII, 287. 303; X, 115, 289.
Baz, Ignacio. Vl, 354, 362. Beláustegui, Luis. VI, 441. Benavente, Marcelino. V, 284;
Bazán, Abel. VIII, 452. Belgrano, Domingo. II, 175, VI, 337.
Bazán, Armando Raúl. l, 443; 176; III, 97, Benavente, Santo. X, 284.
II, 123, 124, 136, 173, 130; IV, Belgrano, Manuel (1770-1820). Benavídez. II, 157.
423, 481; V, 45, 103, 309; VI, Il, 37, 116, 268, 283, 382; Ill, Benavídez, Familia. Il, 135.
449; VII, 296; X, 101, 108. 251, 252, 266, 269, 328, 329. Benavídez, Miguel, Fray. III,
Bazán, Francisco. III, 385. 393, 395, 396, 397, 402, 408; 390.
Bazán, Iuan Gregorio. I, 403, IV, 19, 40, 189, 255, 258, 259, Benavídez, Nazario. IV, 415,
404, 420; III, 431. 268, 273, 274, 275, 284, 286, 444; V, 95, 326; VI, 482.
Bazán, Raúl. V, 45. 287, 288, 297, 298, 299, 300, Benavídez Bedoya, Alfredo. X,
Bazán, Teresa. III, 381. 301, 302, 303, 304, 308, 309. 214.
Bazán Frías, Andrés. IX, 292. 310, 355, 377, 401; V, 14, 22, Benavídez Courtois, Juan. III,
Bazán y Bustos, Abel. ll, 414; V, 51, 174, 175, 177, 303, 366, 365.
284, 309. 400, 441, 442, 443, 457; VI, Benbassat, Edgardo. I, 206.
Bazille, Iean Frédéric. Vl, 375. 131,132, 209, 223, 261, 313, Bence, Amelia. X, 257, 260.
Bazo y Berri, Iuan. III, 275. 315, 322, 349, 351, 366, 367, Benedetti, Mario. X, 266.
Bazzano, Orestes. X, 55. 377, 431, 432, 437, 455, 456. Benedit, Luis. VII, 39; X, 227,
Beals, R.L. Vl, 559. 457, 476, 516, 518, S19, 547; 23 l.
Beatriz, Infanta. l, 330.’ VIII, S12. Bendix, R. IV, 156.
Beaskin, Stephen. IX, 340. Belgrano, Manuel. VI, 317. Benedicto XIV, Papa. II, 405,
Beaudot, Ramón F. VI, 481, Belgrano, Mario C. V, 43, 399; 412; III, 262.
483. VI, 314. Benegas Lynch, Alberto. IV,
Beaumont, ].A.B. VI, 62. Belgrano Rawson, Eduardo. X, 158.
Beaumont y Navarra, Francés 124. Benencia, Iulio Arturo. IV, 377.
de. III, 427, 428. Belín Sarmiento, Augusto. V, 58, Benencia, Roberto. VII, 109.
Beaupuy, León. X, 273. 60. Bengoa, León. VIII, 223.
Beauvoír, Iosé. V, 300. Belín Sarmiento, Eugenia. Vl, Bengolea Zapata. VII, 490.
Beazley, Francisco. VI, 251. 363. Beniamino, Alziato. Vl, 251.
Beccar Varela, Horacio. VII, 270. Bellelli, Cristina Teresa. I, 230, Benítez. IV, 383.
Beccaria, Luis. V, 428; VII, 142. 231. Benítez, Antonio. VII, 374, 486.
Becco, Horacio Iorge. VI, 344, Bellemare, Guret. V, 381, 408, Benítez, Carlos A. IX, 448.
345, 346, 347, 560; X, 133. 435. Benítez, Hemán. VII, 450; VIII,
Becher, Emilio. VI, 524; X, 156. Bellesi, Diana. X, 116. 335.
Becher, Ricardo. X, 265. Bello, Andrés. III, 299, 309; VI, Benítez, Pantaleón, Fray. III,
Beck, Guido. IX, S49, S50. 328. 389.
Beck, Hugo Humberto. Il, 21, Bellocq, Adolfo. X, 156, 212, Benito de Palermo, Santo. III,
469; IV, 186. 215. 157.
Beck-Bemard, Lina. VI, 227. Belmar, A. de. IV, 451. Benkley, Allison W. VI, 347.
388 Becker, Jerónimo. II, 350. Belmonte, luan de. I. 472. Bennet, Gordon. VI, 492.
ÍNDICE DE NOMBRES

Bennet, John. VI, 358. Bernal, A.M. VI, 35. Berzocana, Juan de. III, 431.
Bennett, W. I, 106. Bemal, Francisco. I, 471. Bes, Daniel. 1X, 555.
Benoit, Georges. X, 256. Bemal, Pedro, Fray. II, 463; VI, Besasso, Manuel. VII, 483.
Benoit, Pierre. IV, 200; VI, 350. 141. Besi, Ludovico. V, 327, 332.
Bentancor, Arturo. VI, 38. Bernal de Mercado, Ana. III, Besio Moreno, Nicolás. II, lll,
Bentham, Ieremías. V, 26, 83, 293. 125; 111, 396, 401.
365, 371, 380, 407, 445; VI, Bernal de Mercado, Catalina. Besson, Pablo. V, 354, 359, 360;
263, 421, 467, 468; VIII, 474. III, 293. V111, 365.
Benvenutti, Nino. IX, 328. Bemard, Claude. VI, 418; IX, Best, Charles Herbert. IX, 505.
Beorchia Nigris, Antonio. I, S04, 505, 510, 525, 546. Best, Félix. V, 239, 271.
179. Bemard, Tomás Diego. VIII, 84, Best, Iorge. X, 150.
Berardi, José. V, 331. 86, 93. Best, Martín. IV, 312.
Beraza, Agustin. VI, 19, 38. Bemard, Gíldas. II, 248. Best Maugard, Adolfo. X, 205.
Berberíán, Eduardo Enrique. I, Bernard Cohen, I. VI, 427. Bestene, I. VI, 109.
135, 155, 156, 157, 178, 509. Bernard Shaw, George. X, 130. Betanzos, Miguel. IV, 310.
Bercaitz, Miguel A. VIII, 456. Bernárdez, Francisco Luis. VII, Betbezé de Ducós, Francisco. II,
Berceo, Gonzalo de. III, 294. 38; VIII, 324; 1X, 337; X, 113, 39, 41, 73, 87.
Berdichevsky, León. IX, 495. 1 14. Bethancourt, Pedro de. III, 416.
Berea, Francisco Antonio de. Bernardo, Santo. 111, 202. Bethell, Leslie. II, 121, 145, 178;
III, 378. Bernareggi, Francisco. X, 220. IV, 130, 155, 247, 538; VI,
Berenguer Carisomo, Arturo. Il, Bernetti, Iorge Luis. VII, 466; 171, 256; IX, 145.
88; III, 309, 312, 314; VI, 344, IX, 454. Béthencourt, Iean. I, 318, 319,
345, 348; X, 129, 132, 135, Berni, Antonio. VII, 39; X, 204, 320, 353.
289. 212, 215, 222, 225, 228. Betti, Atilio. X, 131.
Beresford, William Carr. II, 377, Berni y Catalá, Joseph. III, 264. Betts. Vl, 194.
378; III, 396. Bernheim, Alejandro. IV, 430, Bevans, Iames. IV, 190; V, 347.
Beretta, Eduardo. VIII, 60. 468. Bevans, María. VI, 354.
Berg, Carlos. VI, 421; IX, 538. Bernheim, Emest. V1, 439. Bevans, Santiago. IV, 199.
Berg. duque. Véase: Murat, Bemheim, George. VI, 381. Beveraggi Allende, Walter. IX,
Joaquín. Bernhardt, Sarah. VI, 531. 148.
Berg, Maxine. Vl, 171, 412. Bernstein, Eduardo. IV, S32; Beverina, Iuan. Il, 381; V, 272,
Bergadá, Mercedes. X, 58. VII, 402, 405, 478. 273.
Ber Gelbard, Iosé. IX, 235. Berón, Mónica. I, 207. Biagini, Hugo Edgardo. V, 74,
Berger, Esteban. III, 349. Berón, Satumino. VI, 393. 400; VI, 306, 427; X, 64, 65,
Berger, Luis. III, 348. Berón de Estrada, Genaro. IV, 107.
Berger, R. VIII, 506, 534. 415, 416, 417; V, 245, 325. Biagioni, Amelia. X, l 16.
Bergier. 111, 265, 269. Berr, Henri. X, 69, 71. Bialet Massé, Iuan. IV, 166, l85;V,
Bergson, Henri. vI, 425; x, 16,45. Berretta, Horacio. VII, 207. 66, 396, 397; 1X, 302; X, 16, 17.
Bergstein, Iorge. VII, 357. Berrío, Gaspar Miguel de. III, Bianchedi, Remo. X, 231.
Berheim. X, 69. 69. Bianchi, Alfredo. VI, 51 l; X,
Berisso, Emilio. X, 129. Berro, Bernardo. TV, 463; V, 221. 126, 167, 168.
Berístarayn, Iorge. X, 149. Berrú, Antón. I, 426. Bianchi, Mabel R. de. VII, 175.
Berjman, Sonia. IV, 215, 216; Berruti, Alejandro. X, 129, 289. Bianchi, Susana. VII, 323, 466;
VII, 205, 206, 230. Bertani, Ernesto. X, 231. Vlll, 75; 1X, 454.
Berlinsky, Iulio. IX, 104, ll2, Berthelot, Pierre. VI, 425. Bianchi di Carcano, Emilio.
145. Bertho Lavenir, Catherine. D(, VIII, 355.
Bermann, Gregorio. VII, 273. 360. Bianciotti, Héctor. X, 122.
Bermejo, Antonio. IV, 532; V, Bertoli, Paolo. VIII, 359. Bianco, Ernesto. X, 284.
420; VI, 298; VII, 479; V111, Bertoni, Leandro. IX, 60. Bianco, Iosé. IV, 538; V11, 263;
450, 451, 452; IX, 426, 433. Bertoni, Lilia Ana. 1V, 105; V, 75. IX, 421, 501, 527; X, 121,
Bermejo Cabrero, José Luis. l, Bertram Collip, Iames. IX, 507. 177, 189.
323. Bertrán, Felipe. III, 226. Biasatti, Santo. IX, 388.
Bermúdez, Familia. II, 135. Bertuzzi, María Laura. 1V, 216. Biasatti, Alfredo B. IX, 507, 510.
Bermúdez, Iorge. X, 203, 206, Beruü, Juan Manuel. III, 126, 129; 514, 528.
220. V, 14; V1, 209, 211, 213, 227. Biassutli, R. l, 68.
Bermúdez, Iusto. IV, 290. Berutti, Arturo. IV, 39; Vl, 391, Bibar, Jerónimo de. I, 151, 157.
Bermúdez de Castro, Iosé. II, 394, 400; X, 254. Bibiloni, Eduardo. Vl, 347.
51, 55; 111, 414, 430. Berutti, Pablo María. VI, 391, Bibiloni, Iuan Antonio. V, 372;
Bermúdez Franco. VIII, 323. 394. Vlll, 404, 429, 452. 389
lNDICES GENERALES DE LA OBRA

Biblia. X, 264. Bixio, Beatriz. l, 157, 158. Bogado, Félix. IV, 346.
Bidart Campos, Germán I. V, Bjerg, María. III, 103; IV, 105, Boghossián, Vartán Waldir.
33, 44, 137, 139; Vll, 493. l06;VI, 125, 126, 127; VII, VIll, 383.
507,509, 551; VIII, 86, 467, 108, 140. Bohm. II, 342.
468, 469; X, 29. Blaísten, Isidoro. X, 124. Bohorquez, Pedro. I, 281; II, 96;
Bidau, Eduardo. VI, 274. Blanc, Louis. V, 458. lII, 433.
Bidegain, Carlos María. VII, Blancas, Alberto. V, 340. Boivin, Mauricio. Vll, 176.
498, S51, 552. Blanche Dosne, Christiane. IX, Boj, Silveiro. X, 122.
Bidegain, Pedro. VIll, 51. 530. Bolaños, Hevia. II, 236, 288,
Bidondo, Emilio. X, 101. Blanco, Angel. VII, 240. 289.
Biedma, Carlos M. IX, 433. Blanco, Ernesto. IX, 320. Bolaños, Luis de, Fray. II, 26,
Biedma, Iosé Iuan. I, 475; VI, Blanco, Eugenio I. VIII, 512. 435, 436, 437, 466; III, 158.
517. Blanco, Eusebio. IV, 204. Bolatti, Guillermo. VllI, 348.
Biedma, Iuan Martín. III, 277. Blanco, Iosé María. II, 430; V, Bold, Adolfo de. IX, 531, 532.
Bielfeld. III, 265. 31 l. Boleda, Mario. II, 96, 122, 123,
Bielsa, Rafael. VIII, 85, 86, 405, Blanco Amores de Pagella, 124.
407, 410, 440; X, 32. Angela. III, 312; X, 135. Bolívar, Simón. IV, 335, 343,
Bíenteveo, Perico. VI, 321. Blanco Escalada. IV, 332. 344, 345, 371; V, 21, Sl, 184.
Biernat, C. VII, 108. Blanco Fombona, Rufino. X, 77. 204.
Bigatti, Alfredo. x, 20s, 211. Blanco White, Iosé María. IV, Bolle, Erica. I, 156, 157.
Bignone, Reynaldo B. VII, 27, 243, 244, 247; VI, 461. Bollini, Carlos. IX, 555.
383, 394, 395, 545; VIII, 126, Blackstone. V, 38. Bolsi, Alfredo. l, 62, 63; II, 119,
255, 258, 260, 261, 262, 357. Blanes, Iuan Manuel. VI, 361, 126, 467.
Bignozzi, Iuana. X, 116. 371, 384. Boltzmann, Ludwig. IX, S38.
Bilardo, Carlos Salvador. IX, Blanqui. II, 57, 58, 66. Bolzán, Iuan E. X, 60.
312. Blanstein, Eduardo. IX, 361. Boman, Eric. I, 94, 107, 179; VI,
Bilbao, Francisco. V, 369; VI, Blaquier, Iuan. IX, 541, 542. 561.
497, 502, 510, 520. Blas, Santo. III, 291. Bonacina, Pedro. VI, 415.
Bilbao, Manuel. Il, 88; VI, 499, Blasco Ibáñez, Vicente. IV, 197; Bonafini, Hebe de. VII, 399.
500, 532, 533. VI, 239, 423, 509, 530. Bonald, Louis Gabriel
Bilbao, Santiago Alberto. VII, Blassets, Lluis. IX, 390. Ambroise, vizconde de. V, 29.
173; IX, 302. Blaszko, Martín. X, 218. Bonamín, Victorio. VIII, 348,
Bill, Max. X, 217. Blaustein, Eduardo. VII, 399. 351.
Binayán Carmona, Narciso. II, Blet, Luis. III, 417. Bonome, Rodrigo. X, 221.
123, 179; V, 43; VIII, 375. Bleumstein, Juan. Vl, 143. Bonano, Luis Marcos. VIII, 41.
386, 577; X, 152. Bliss, Horacio W. V, 521, 526; VI, Bonaparte, losé. Véase: Iosé I
Biondi, Pepe. X, 265. 38, 144; IX, 32; X, 85, 101. Bonaparte, Rey de España.
Bioy Casares, Adolfo. VI, 248, Blixen, S. VII, 469. Bonaparte, Napoleón. Véase:
253, 255; VII, 38; VIII, 466; Bloch, Marc. VII, 138; X, 87. Napoleon I Bonaparte, Rey de
X, 120, 121, 133, 134, 143. Blomberg, Héctor P. Vl, 345. Francia.
177, 184, 263, 266. Blondel, LM. IV, 118; VI, 144; Bonasso, Miguel. VII, 358, 396,
Biradén, Federico. X, 154. X, 49, 53. 397.
Bird, I. I, 255. Bo, Armando. X, 265, 270. Bonastre, Manuel. VII, 277.
Bird, Iunius. I, 233, 246. Boabdil. Véase: Abu Abd Allah Bonaudo, Marta. IV, 131; VI,
Bird, Richard E. VIII, 165. Muhammad. 63, 98, 125.
Birkhoff, George D. IX, 549. Bobone, FJ. IX, 544. Bonavena, Pablo. VII, 359.
Birocco, Carlos M. II, 181. Bocayuva, Quintino. V, 224. Bonavía, Bernardo. III, 436.
Birrí, Fernando. X, 264, 270. Boccanera, Iorge. X, 116. 437.
Bisang, Roberto. IX, 145, 584. Bodenbender, Guillermo. VI, Bonavía, D. l, 284.
Biscay, Acarette du. II, 47, 95, 410. Boneo, Iuan Agustín. V, 284,
98, ll0. Bodman. VIII, 164. 287, 296.
Bischoff, Efraim. V, 310; VI, Boedo. X, ll3, l2l. Boneo, Martín León. II, 82, 84;
513, 532; VII, 296; IX, 302, Boero, Alejandra. X, 287. III, 113; VI, 362, 372.
303; X, 101. Boero, Felipe. X, 242, 243, 253. Bonet, Antonio. VII, 193, 194,
Bishko, ChJ. l, 323. Boero de Izeta, Carlota. X, 253.
Bishop, Patrick. VIII, 299. Boeuf, Francisco. IX, 541. Bonet, Carmelo. X, 126.
Bisio, Carlos S. V, 359. Boffi Boggero, Luis M. VII, 509; Bonet, Osvaldo. X, 284.
Bistúe, Noemí del Carmen. II, VIII, 461, 462, 464, 467, 468. Bonfiglio, Mario, Fray. V, 297.
390 146; III, 162. 469. Bonifacio, Santo. III, 120.
ÍNDICE DE NOMBRES

Bonifacio VIII, Papa. II, 406. Borón, Atilio. X, 34. Bouguereau, William. VI, 369,
Bonilla, Heraclio. III, 49. Bororquia, Cornelia. VI, 317. 374.
Bonnat, León. VI, 369, 372. Borrás, Iosé. III, 266. Bouillet, M.N. VI, 558.
Bonofiglío, Marta. I, 156. Borrero, Luis. I, 256; VII, 177. Bourdelle, Emile. VI, 237, 370,
Bonoli, Felipe. VII, 187. Borrini, Héctor. VIII, 74. 377.
Bonomini, Angel. X, 124. Borroni, Otelo. VII, 323. Bourget, Paul. VI, 425.
Bononi, Iosé L. VIII, 323. Borruat de Bun, Marta. VII, Bourgoing, Iean-Francois. IV,
Bonpland, Amado. IV, 439; VI, 175. 224.
403. Bortnik, Ruben. VII, 508. Boutier, lean Claude. IX, 328.
Bonura, Elena. III, 29. Borzani, Carlos A. VII, 274. Bouttats, Gaspar. III, 315.
Bonvecchi, Alejandro. X, 270. Bosca, R. VII, 466. Bouvard, Joseph. IV, 195, 200,
Bonvecchi, Carlos E. IX, 115. Bosch, Beatriz. IV, 423, 425, 208; VI, 426; VII, 180, 181, 205.
Boote, Samuel. IV, 210; V, 459, 426, 432, 435, 480, 543; V, 44, Bouysee Cassagne, I. I, 280,
VI, 294, 359. 207, 480, 505; VI, 62, S12; X, 284.
Booz, Mateo. X, 119, 156. 95, 102, 104. Bovadilla, Jerónimo. Véase:
Boqui, Iosé. III, 361, 362, 367. Bosch, Ernesto. V, 215; VII, 270; Castillo de Bovadilla,
Borbón, duque de. I, 319. VIII, 102. Jerónimo.
Borda, Guillermo. VIII, 238, Bosch, Familia. IV, 194. Bove, Giacomo. VI, 415.
405, 430, 442; IX, 485. Bosch, Iorge Tristán. V, 101; Boveris, Alberto A. IX, 532.
Bordabehere, Enzo. VII, 281, VIII, 468; X, 60. Bowley. VIII, s04.
416, 476, 533. Bosch, Mariano G. VI, 345, 400. Bowser, Frederick. II, 178.
Bordaberry, Iuan María. VII, Bosch, Roberto. VII, 275. Boy], Bernardo, Fray. II, 385.
376. Bosch Gimpera, P. I, 284. Boyle, S.C. VII, 140.
Bordas, Gerardo. III, 437. Boschin, María Teresa. I, 231; Bozzoli. VIII, 355.
Bordelois, Ivonne. X, 129. II, 206. Brabazón, Ionh. VI, 61, 62.
Bordeu, Iuan Manuel. IX, 324. Bosco, Iorge Eduardo. VI, 487; Brachetto Brian, Domingo. DK,
Bordo, M. V, 505. X, 115. 515.
Bordone, Benedetto. I, 327. Bosco, Iuan. V, 299; IX, 441. Bracht. IX, 194.
Borel, Emil. IX, 542. Bosco, María Angélica. X, 123. Brackenridge, E.M. VI, 209.
Borello, Rodolfo. III, 312; VI, 345, Bose, Emil. IX, 539. Braco, Fernando, Fray. III, 389.
346, 347, 348; X, 134, 160. Bosetti, Oscar. X, 270. Braden, Spruille. VII, 305, 446;
Bores, Tato. X, 282. Bosse, Walter B.L. IV, 507; VI, VIII, 107, 118; IX, 346.
Borgatello. V, 301. 201. Bradford Cannon, Walter. IX,
Borges, Graciela. X, 264. Bossio, Iorge A. III, 130; IX, 510.
Borges, Iorge Luis. VI, 330, 348, 302. Brading, David. III, 31.
548; VII, 38, 275, 387; VIII, 323; Bóssola, Ernesto. IX, 320. Braganza, Bárbara de. II, 329,
IX. 271, 272, 284, 293, 302, 337, Bossuet, Iacques Bénigne. III, 33 l, 336.
338; X, lll, ll2, 113, 114, 117, 242; V, 26. Braganza, Familia. I, 363.
120, l2l, 123, 127, 133, 134, Bosworth, C. E. VIII, 387. Braganza, Iuan de. V, 195.
135, 143, 144, 146, 170, 177, Botana, Natalio. VII, 269 Bragoni, Beatriz. VI, 202.
184, 187, 264, 266, 285. Botana, Natalio Félix. VI, 508; Brailovsky, Antonio. VII, 231,
Borges, Iuan Francisco. IV, 362. IX, 336, 340, 343, 361; X, 471.
Borges, M. IV, 105. 132, 2l2. Brambilla, Fernando. II, 329,
Borges, Norah. VIII, 323; X, Botana, Natalio R. IV, 507, 508, 339; III, 83.
208 538, 539; V, 44, 47, 73, 138, Branca, Fernando. VIII, 261.
Borges, Pedro. l, 392, 413, 429, 167, 462, 537; VI, 450; VII, Brandon, L.E. V, 351.
430, 466, 468. 357, 398, 431, 467, 470, 498, Brandsen, Federico. IV, 339; V,
Borget, Auguste. VI, 217. 509, S52; VIII, 79; IX, 584; X, 240.
Borja, Francisco de, Santo. III, 33, 34, 96. Brannon, R. IX, 31.
157. Botet, Iulio. IX, 463. Brasanelli. III, 349.
Borja Correa, Francisco de. II, Bottaro, Iosé María. VIII, 304. Braslavsky, Cecilia. IX, 454, 497.
386, 409; III, 442; VI, 478. Bottaro, Raúl H. X, 160. Brassey, Thomás. VI, 194.
Borlenghi, Angel. VII, 281; VIII, Bou, Marilú. X, 107. Braudel, Ferdinard. I, 453; IV,
64, 454; lX, 222. Bouchard, Hipólito. IV, 287, 31 l.
Bórmida, Marcelo. I, 79, 80, 297. Braudel, Fernand. X, 87, 88.
206, 230, 231; Vll, 175, 176. Boudier, Jacobo. IV, 189. Braum, George. I, 331, 355.
Born, Iorge. IX, 194, 21 l.
Boroa, Diego de. III, 199, 200,
213, 218, 272.
Boudón, Raymond. VII, 140.
Bougainville, Luis Antonio de.
II, 40, 339.
520. 391
Braun, Clara. VII, 206.
Braun, Oscar. VIII, 516, 517,
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Braun, Rafael. VII, 357, 374, Brizzi, Ary. X, 228. Buch, Tomás. IX, 559, 584, 585.
398, 399, 400, 470, 509; X, 34. Brizzolara, Luigi. Vl, 370. Buchbinder, Pablo. Vl, 450; IX,
Braun Menéndez, Armando. I, Broca, Paúl. VI, 419. 493.
349; X, 149, 157. Brocato, Carlos Alberto. X, l9l. Buchrucker, Cristian. VII, 297,
Braun Menéndez, Eduardo. IX, Brochero, Iosé Gabriel. V, 303, 322, 431, 466, 467, 468; X, 96.
512, 513, 515, 517, 519, 520, 310. Bucích Escobar, Ismael. IV, 507;
521, 528, 553. Brodersohn, Mario. IX, 112. V, 138.
Brauner Rodgers, Susana. VIII, Broggi, Hugo. VIIl, 500, 501. Buclde, Henry T. V, 52.
399. 503, 506. Bueno Mendoza, Alberto. l, 80.
Braunstein, I. I, 284. Broide, Iulio. Vl, 62; VIII, 513. Bufano, Alfredo. VIIl, 324; X,
Bravard, Augusto. IV, 439. Broitman, Ana. X, 27l. l 12.
Bravo, Antonio. X, 220. Bronner, Stephen Eric. X, 39. Buffa, Iosefa. II, 206.
Bravo, Augusto M. IX, 32. Bronzini, Teodoro. VIII, 87. Bufión, conde de. Véase: Leclerc,
Bravo, Domingo. Vl, 561. Brooke Naylor, Guillermo. IX, George Louis.
Bravo, Gaspar. IV, 414. 316. Buira, Demetrio. VIII, 58, 60.
Bravo, María del Carmen. IX, Brougham, Henry. V, 180. Buitrago, Guillermo. VIII, 323.
33. Brouwr, Desclee de. VIII, 328. Bujalesky, G. l, 229.
Bravo, Mario. Vl, 524; VII, 273, Brown, David. VIII, 299. Bulgheroni, Raúl. IX, 303.
277, 292, 403, 476, 483; IX. Brown, Guillermo. IV, 19, 292, Bull, Charles. V, 351.
401. 293, 294, 295, 296, 379, 420; Bullón de Mendoza, Alfonso.
Bravo Dávila y Cartagena, Juan. V, 190, 196, 241, 242, 246, IV, 313.
lll, 443. 348, 349; Vl, 313, 377. Bullrich, Eduardo I. X, 157.
Bravo Lira, Bernardino. Il, 220, Brown, Iohnathan. III, 99; IV, Bullrich, Rafael Augusto. IX,
248, 249, 250; lll, 244; V, 437; 131; VI, l7l. 522.
VIIl, 442. Brown, Jorge. IX, 308. Bullrich, Silvina. X, 121, 144.
Brayer, Miguel. IV, 329. Brown, Robert T. IX, 184. Bulnes, Alfonso. IV, 480.
Brecht, Bertolt. X, 130. Bruce, William I. VIII, 164, 165. Bulnes-Thomas, Víctor. VI, 17 l .
Breda, Emilio. V, 308. Bruch, Carlos. I, 28; IX, 543. Bulygin, Eugenio. X, 59.
Bredeston,. Guillermo. X, 288. Bruchman, Carlos A. VII, 277. Bunge, Alejandro E. VI, 168,
Bréhier, Emile. X, 49. Bruera, Ricardo P. IX, 450. 201; VII, 130, 139, 139; VIII,
Brennan, James P. VII, 356, 357; Brughetti, Faustino. VI, 375, 500, 502, 503, 504, 505, 506,
IX, 242. 376. 508, 509, 510, 513, 515, S22;
Brenner, Fernando. X, 270. Brughetti, Romualdo. VI, 383; IX, 16, 67, 68, 73, 82, 89, 112.
Brentano, Franz. X, 45. X, 127, 221, 233, 236. 146, 178, 182, 194, 211. 421.
Bresanelli. II, 58. Brunelli, Feliciano. IX, 263. 427, 433, 454, 583; X, 17.
Bresci, Domingo. VII, 360. Brunet, Iosé, Fray. II, 430; lll, Bunge, Augusto. IV, 534; V. 66;
Bresciani-Turroni, C. VIII, 574. 278; V, 310. VI, 424; VII, 273.
Bretes, Juan. IX, S43. Brunetiere, Ferdinard. VI, 425. Bunge, Carlos Octavio. V, 71,
Brezzo, Liliana M. VIII, 118. Bruni, Francisco. V, 327. 373, 401, 407, 434, 437; VI,
Bridges, E. Lucas. 276, 277, Bruniard, Enrique Danilo. l, 39, 297, 306, 339, 424; VIII, 405,
257; IV, 180, 187; VII, 166, 62, 63, 509; IX, 34. 406, 413, 414, 422, 443, 446.
177. Bruno, Cayetano. Il, 45, 122, 467; IX, 421; X, 23, 42.
Bridges, Familia. VII, 166. 139, 145, 154, 179, 180, 350, Bunge, Ernesto. VIII, 474.
Bridges, Thomas. I, 256; V, 351, 414, 429, 431, 466; Ill, 400, Bunge. Mario. IX, 549, 555; X,
359. 441; V, 299, 301, 309, 310. 60, 122.
Brie, Luis H. V, 357. 3l l, 342; VIIl, 333. Bunge de Gálvez, Delfina. VIII,
Brigham, Iohn. V, 347. Bryan, Alan. I, 206, 230. 324.
Brimó, Albert. X, 59, 65. Bryce, Iames. IV, 145, 157; V, Bunldey, Allison Williams. IV,
Brinolo, Manuel. IX, 268. 72 508
Briones de Lanata, Claudia. I, Brzujousky, Clemente. VIII, Buntig, Aldo. VIII, 335.
257; VII, 175, 177, 381. Buonocore, Domingo. VI, 532;
Bríscoe, Benny. IX, 328. Buasso, Iuan A. VIII, 254. X,.l55, 160, 162, 163.
Brito, Luis de. l, 363. Buber, Martin. X, 56. Burdeau, Georges. X, 33.
Brito Lima, Alberto. VII, 378. Bucareli y Ursúa, Francisco de Burden, Rodney A. VIII, 299.
Britos, Iuan I. (h). VIII, 501. Paula. Il, 341, 368, 460, 461, Buren de Sanguinetti, Luisa. III,
Brizuela, Pedro Nicolás de. II, 462, 463; lll, 215, 249, 377. 400.
63, 173. 384, 430; IV, 205, 256. Burger, L. l, 284.
Brizuela, Tomás. IV, 412, 413, Bucci, Domingo. IX, 320. Burgin, Miron. V, 462, 477, 505,
392 414, 416; V, 187. Buch, Esteban. IV, 269. 525; Vl, 38, 200; X, 91.
ÍNDICE DE NOMBRES

Burgoa, Avelino. IV, 460. Bustos Dávila, Nicolás. Vl, 274. Cabral, Iuan Bautista. IV, 290.
Burgos, Fausto. VIII, 324. Bustos Domecq, H. Véase: Bioy Cabral, Pedro Alvares. I, 32,
Burgos, Iuan Martín. IV, 199, Casares, Adolfo. 355, 356, 357, 358.
216. Bustos Fierro, Raúl. VII, 353, Cabral Texo, Jorge. V, 388, 402.
Burgos, Otto. IX, 489. 483, 489, 508. Cabred. VII, 186.
Burgués, Francisco. III, 385. Bustos y Ferreyra, Zenón. V, Cabrer, José María. lI, 59; lll,
Burguiere, André. II, 135. 284, 340. 414.
Burke, Edmund. V, 28. Buteler, Alfonso María. VIII, Cabrera, Alonso de. I, 381; Il,
Burkholder, Mark. IV, 247. 348. 421.
Burleigh, Henry. V, 351. Butler, Guillermo, Fray. VIII, Cabrera, Angel L. l, 62, 63; IX,
Burmeister, Carlos Germán 323. 557.
Conrado. IV, 40, IV, 439, 451, Butler, Horacio. VII, 38; X, 210. Cabrera, Familia. I, 442, 444.
495; VI, 225, 228, 361, 409. Butrón. III, 268. Cabrera, Félix. IIl, 148.
410, 414, 420, 416, 418, 420, Buttaro, Enrique. Vl, 338. Cabrera, Francisco. Ill, 335.
42l, 423, 506, 525, 528. Butty, Enrique. IX, 508. Cabrera, Gustavo. X, 270.
Burucúa, José Emilio. III, 365, Buxareo Uribe, Félix. X, 146. Cabrera, Hilario. III, 335.
367; X, 232, 234. Byron, Iohn. II, 40, 340; VI, Cabrera, Ierónimo Luis de. I,
Burundarena, Carlos. IX, 492. 520. 150, 152, 42l, 422, 424,425.
Burzio, Humberto F. III, 48, 49, 431, 434, 440, 441, 443, 445.
420; IV, 313; V, 271; VIII, C 448, 451, 456, 459, 461, 466;
21 l. ll, 24, 93, 156, 299, 301; lll,
Busaniche, Hernán. II, 88. Caamaño, Joaquín. II, 468. 216, 374, 381, 429, 431, 433.
Busaniche, Iosé C. IX, 493. Caamaño, Roberto. X, 253. Cabrera, Iosé de. III, 435.
Busaniche, José Luis. Il, 349; V, Caballería, Pedro de la. l, 306. Cabrera, Miguel. lII, 339.
104, 198; VI, 62, 181, 227, Caballero, A. IX, 184. Cabrera, Pablo. I, 157, 407, 443,
228, 488; X, 76. Caballero, Roberto. VII, 358. 504; II, 414; III,l60, 271, 277,
Buschenthal, Iosé de. IV, 443; V, 396, 397. 292, 294, 312, 401; V, 310; VL
200, 479. Caballero Martín, Angel. VI, 488; X, 75.
Buschiazzo, Iuan Antonio. IV, 306. Cabrera, Pedro Luis de. I, 467,
194. Cabanel, Alexandre. VI, 369. 472; Ill, 133.
Buschiazzo, Mario I. II, 82, 85, Cabanillas, Tránsito. V, 292. Cabrera, Tomás. II, 36; Ill, 202,
86. Cabanis, Pierre Iean Georges. V, 335, 339, 366, 338.
Busembaum, Hermann. III, 25; Vl, 464; X, 62. Cabrera Infante, Guillermo. X,
262, 264. Cabarrús, Francisco, conde de. 123.
Busnelli, Antonio. X, 150. IV, 224. Cabrera y Salta, Gerónimo Luis
Busser, Carlos. VIII, 259. Cabello, Francisco Antonio. III, de. Véase Cabrera, Jerónimo
Bussi, Antonio Domingo. VIII, 25 l. Luis de.
35, 252, 258. Cabello Balboa. Miguel. l, 107. Cabreros de Anta, Marcelino.
Bustamante, Iosé Luis. IV, 451. Cabello y Mesa, Francisco ll, 407, 414.
Bustamante, Iosé María. V, 292. Antonio. Ill, 233, 236, 304, Cabrillana, N. I, 323.
Bustamante Carlos Inca, 312, 319, 320, 321, 322, 323. Caccianiga, Paolo. VI, 351, 362.
Calixto. Véase: Concolorcorvo. 327, 330, 331. Cacciatore, Julio. VII, 206.
Bustillo, Alejandro. VII, 185, Cabeza de Vaca, Alvar Núñez. I, Cáceres, Diego de. I, 316.
221. 34, 342, 369, 382, 383, 384, Cáceres, Felipe de. l, 383, 401,
Bustillo, Exequiel. VII, 185, 187, 385, 386, 388, 397, 398, 427: 408, 423, 424; lII, 426.
231. lII, 284, 285, 286, 290, 291, Cáceres, Luis. V, 370; Vl, 497.
Bustillo, Iosé María. V, 265. 31 l, 426. Cáceres, Manuel. VII, 248.
Bustos. V, 467, 510, 514. Cabeza Enríquez. lll, 269. Cáceres Cano, Severo G. V, 521,
Bustos, Domingo. III, 375. Cabodi, Iuan Iorge. II, 87. 526.
Bustos, Eugenio. IV, 441. Cabot, Iuan Manuel. IV, 322, Cáceres Freyre, Julián. III, 131;
Bustos, Familia. II, 173. 323. X, 161.
Bustos, Francisco Ignacio. V, Caboto, Sebastián. I, 32, 130, 346. Cachul, cacique. IV, 171, 172.
204. 348, 371, 372, 373, 374, 375. Cacopardo, Fernando. IV, 158,
Bustos, Iuan. I, 432. 378, 391, 408, 414, 416, 419; lll, 216; Vl, 256.
Bustos, Iuan Bautista. IV, 308, 237, 405, 409, 415; Vl, 335. Cadena de Ressling, María
309, 343, 363, 364, 365, 366, Cabral, Antonio. IV, 382. Teresa. l, 475; IX, 424.
369, 372, 373, 375, 376, 378. Cabral, Antonio, Fray. III, 389. Cadícamo, Enrique. X, 117.
380, 381, 387; V, 25; Vl, 480. Cabral, Blas, Fray. lII, 390. Cady, Iohn F. V. 207.
Bustos, Miguel Angel. X. 116. Cabral, Humberto. VII, 275. Caeiro, Oscar. lll, 312. 393
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Cafferata, Agustín. VII, 23 l. Calleja Sandoval, Iuan Antonio. Campins, Graciela. VI, S62.
Cafferata, Francisco. VI, 377, VI, 357. Campo, Cupertino del. X, 202,
378. Callejas, Iuan Antonio. III, 361. 204.
Caferatta, Iuan F. VIII, 331; IX, Callfucurá, cacique. IV, 56, 172, Campo, Estanislao del. V, 251;
173, 174, 176; V, 249. Vl, 315, 321, 329, 345, 520,
Cafferata, Iuan M. V, 307. Caloni, Vicente, Fray. V, 31 l. 537, 559; X, 156.
Cafferata Nores, lose. VII, 179. Calou, Iuan Pedro. X, 112. Campo, Hugo del. VII, 322; IX,
l80. Calvetti, Iorge. X, ll5. 242.
Cafiero, Antonio. VII, 353; IX, Calvez, lean-Yves. VII, 400. Campo, Nicolás del. II, 244,
236. Calvino, Iuan. V, 65. 267, 272, 273; III, lll, 267,
Cafiero, Mercedes. VII, 358. Calvo, Carlos. V, 339, 340. 279, 351, 388, 438.
Caggiano, Antonio. II, 466; Calvo, Luis María. I, 445, 475, 509; Campo Jaramillo, Iuan de. III,
VIII, 317, 338, 341, 343, 344, II, ll0, 112, 125; III, 162. 442.
350, 351. Calvo, Nicolás. V, 120; VI, 496. Campobassi, José S. IV, 507,
Caggiano, María A. l, 131. Calzada, Rafael. Vl, 505, 509. 508; Vl, 306; IX, 421; X, 95.
Cagigas, Antonio de las. III, Calzadilla, Santiago. IV, 95; VI, Campodónico, Horacio. X, 269.
396. 363, 400, 533. Campomanes, conde de. Véase:
Cagliero, Iuan. V, 299, 300, 309, Calzato, Walter. l, 207. Rodríguez, Pedro.
339. . Camacho. III, 138, 144. Camponeschi, Angel María. II,
Cahen Salaberry, Enrique. X, Camacho, Horacio. VI, 427. 175, 424; III, ll0, 156, 351,
265 Camaña, Iuan. VI, 362, 367. 352, 365.
Caillavet, Chantal. Il, 122, 150, Camaño, Ioaquín. III, 297, 405. Cámpora, Héctor I. VII, 25,
179. Cámara, Alonso de. I, 432, 472. 248, 249, 369, 371, 374, 375.
Caillet-Bois, Julio. III, 285, 289, Cámara, Héctor. V, 402. 376, 378, 381, 453, 469, 517.
291, 306, 308, 309, 310, 330. Cámara, Isabel de la. III, 137. 519, 525, 531; VIII, 26, 123,
Caillet-Bois, Ricardo R. I, 349; Cámara, Lorenza de. III, 382. 131,132, 142, 143, 241, 247,
ll, 350, 381; lll, 161, 278, Camargo, Francisco de. l, 346. 249, 350; IX, 102, 235, 236,
279; lV, 312, 507; V, 21, 207, Camargo, Hernando. III, 336. 356.
234; VI, 36, 486; X, 84, 104. Camargo, Vicente. IV, 310. Campos, Julio. V, 263.
Caillet-Bois, Teodoro. IV,3 l 2; V, Cambá, cacique. IV, 165. Campos, Luis María. IV, 467,
272. Cambaceres, Antonio. Vl, 134, 468; V, 263, 268.
Caimari, Lila M. VII, 299, 323, 142. Campos, Presentació. I, 408.
466, 470, 555; VIII, 334, 471, Cambaceres, Eugenio. IV, 95; V, Campos Salles, Manuel Ferraz
494; lX, 454. 37, 304 , VI, 335, 347; X, ll7. de. VI, 532.
Cairo, Humberto. X, 255. Cambas, Aníbal. VIII, 74. Campoy, Luis. IX, 33.
Cajías, M. I, 107. Cambours Ocampo, Arturo. IX, Camps, Ramón. VIII, 255.
Calandra, Horacio. I, 178, 205. 342; X, . Camus, Albert. X, 123.
Calandrelli, Matías. VI, 415. Cameron, Rondo. V, S05; IX, Canabrava, Alice Pfiffer de. III,
Calandria, Justo. VI, 321. l 19. 54, 99.
Calatayud. III, 262. Camilión, Oscar. VII, 353, 400; Canal Feijoo, Bernardo. Vl, S60;
Calcagno. X, 267. VIII, 141, 258. X, 128, 130.
Calchaquí, Iuan. I, 95, 281, 433. Camiña, Alfredo. X, 258. Canale, Nicolás. IV, 194, 199.
Calchaquí, Pablo. I, 281. Campa, Iuan de la. VII, 267; IX, Canales y Quinteros, Gregoria.
Calciopi, Ricardo. IX, 454. 428. III, 381.
Caldcleugh, Alexander. VI, 228. Campanella, Hebe Noemí. VI, Canals Frau, Damián. IX, 550.
Caldenius, C. I, 210, 229. 533. Canals Frau, Salvador. I, 28,
Calderón, Mariana. II, 106. Campanella, Tomás de. II, 447. 177, 178, 180, 261, 408; Ill,
Calderón, Mencia. I, 397, 399, Campbell, Ieanette. IX, 306. 420; IV, 185; VI, 561.
441. Campero. IV, 183. Canaro, Francisco. IX, 263.
Calderón de la Barca. II, 245; Campero, Familia. II, 66. Canasi, Iosé. VII, 490.
Ill, 292. Campero, Iuan Manuel. III, Cancela, Arturo. IX, 433; X,
Calderón Trejo, Eligia. III, 365. 241, 338, 435. 119.
Calés, Mario. VI, 62. Campero, Miguel M. VII, 277, Cancino Troncoso, Hugo. VI,
Cali, Américo. X, 115. 283. 450.
Califano, Mario. VII, 168, 169, Campi, Daniel. V, 168; VI, 99, Canclini, Agustina V. de. VIII,
171, 173. 125, 165, 228; IX, 32. 374.
Calistro, Mariano. X, 269. Campillo, Iuan del. IV, 434, Canclini, Arnaldo. V, 345, 358,
Calixto III, Papa. I, 333. 436; V, 201, 330, 331; VIII, 359, 360, 537; VIII, 75, 363,
394 Calle, Lisandro’. VI, 478. 84, 85. 373. 494.
ÍNDICE DE NOMBRES

Canclini, Santiago. V, 359; VIII, Caparrós, Martín. VII, 358, 360, Cárcamo, Celes Ernesto. IX,
371. 372, 374. 397, 469. 516.
Candioti, Marcial R. VII, 210; Capdevielle, Fernando. IX, 515. Cárcano, Miguel Angel. II, 381;
IX, 527. Capdevila, Alberto. V, 268. IV, S39; V, 206; VI, 63, 104,
Cané, Luis. X, 114. Capdevila, Arturo. VI, 343; VII, 124, 126; VII, 263, 275, 280,
Cané, Miguel. IV, 38, 146, 185, 263; X. 112. 285.
477, 480, 525, S36, 539; V, 45, Capdevila, Iosé A. III, 394, 417. Cárcamo, Ramón I. IV, 207, 425,
60, 114, 124, 132, 133, 397. Capdevila, Pedro. VI, 34. 451, 514, 520; V, 55, lll, 140,
456; VI, 162, 252, 317, 318, Capdevila, Ricardo. VIII, 177. 207; VI, 200; VIII, 13,41; IX,
322, 323, 331, 332, 338, 380, Capelli, Darío. X, 270. l7, 403, 467, 494.
381, 413, 473, 510, 519; VIII, Capellini, Iesús Orlando. VIII, Cárcova, Ernesto de la. VI, 367,
470; X, 126, 156. 373, 374, 382, 521.
Canedo, Alfredo. VI, 348; VII, Capellini, Mercedes. VIII, 470. Cárdenas, Baltasar. IV, 302.
43 l. Capilla de Castellanos, A. VI, 38. Cárdenas, Bernardino de. II,
Canedo, Mariana. II, 126, 180; Capitán Chiquito, cacique. IV, 156, 449, 454, 455, 460.
III, 101. 177 Cárdenas, Eduardo. V, 75, 401;
Cánepa, Familia. IV, 191. Capitanelli, Ricardo. I, 62, 63. VII, 43 l.
Canevari, Marcelo. VlI, 231. Caponetto, Antonio. VII, 297. Cárdenas, Francisco de. I, 388;
Cangiano, María Cecilia. X, Capote, Truman. IX, 352. V, 322.
110. Capracia, Santo. III, 269. Cárdenas, G. VII, 469.
Canitrot, A. X, 30. Caprile, Familia. VI; 183. Cardero, Iosé. Il, 321.
Cannadine, David. VI, 171. Capristo, Oscar. X, 227. Cardich, Augusto. I, 79, 80, 209,
Canning, George. V, 181, 182, Caputo, Dante. X, 29, 30. 217, 230, 231, 284, 509.
196. Caputo de Astelarra, Sara. VIII, Cardich, L. I, 230.
Cano, Alonso. III, 337. 1 l7. Cardiel, José. l, 203; II, 71; III,
Cano, Guillermo. VII, 282. Caputto, Ranwel. IX, 516, 520, 245, 269, 274, 279, 405, 410,
Cano de Nogueira, M.C. VI, 529, 532. 41 l.
126. Carabajal, Zoilo. X, 277. Cardiff, Iuan. V, 308.
Cánovas del Castillo, Antonio. Caraballo, Gustavo. X, 256. Cardini, Carlos Eugenio. IX,
II, 352, 359, 380. Caraballo, Liliana. VII, 358. S15, 516.
Canter, Iuan. III, 329; IV, 377; Caracciolo, marqués de. III, Cardini, Eugenio. VI, 532; X,
VI, 486; X, 149. 265. 255.
Canterac, Iosé de. IV, 340, 342. Caraduje, Antonio. X, 217. Cardini, Franco. l, 321.
Cantillana. II, 465. Caraffa, Belisario. IX, 468. Cardón, Raúl Luis. IX, 524, 531.
Cantilo, José María. VI, S09; Caraffa, Emilio. VI, 352, 360; X, Cardone, Edgardo. VIII, 244.
VII, 95, 275, 286, 288; VIII, 219. Cardoso, Cesáreo. VIII, 269.
104, 109. Caramuel, Iuan. II, 58; III, 262. Cardoso, Oscar R. VIII, 144,
Cantilo, Iuan I. VIII, 487. Caramuru, Rey. Véase: Correja, 298.
Cantini, Iosé Luis. IX, 446, 497. Diego Alvares. Cardozo, Efraim. I, 408; Il, 349;
Canto, Estela. X, 122. Carassa, Ramón de. III, 436. III, 160; V, 234.
Cantón, Darío. IV, S39; VII, Caratini, Alicia. VII, 173. Cardozo, Fernando Enrique. X,
142, 264, 294, 295, 470, 550, Caravatti. IV, 191. 18
552; VIII, 209; X, 29, 33. Carballito. IX, 292. Cardozo, Oscar. VII, 400.
Cantón, Eliseo. III, 421; VI, 274. Carballo, Aída. X, 156. Cardozo Pardo, Iuan. Ill, 375,
Cantoni, Aldo. VII, 253, 254. Carballo, Pablo Marcos. VIII, 299. 376.
Cantoni, Federico. VII, 248, Carbia, Rómulo D. ll, 414; III, Carella, Tulio. VI, 345; X, 290.
254, 255, 259, 264, 274, 282; l6l, 222, 400; V, 73, 310, 343; Caretta de Gauffin, Gabriela. ll,
VIII, 15, 16, 18, 22, 41; IX, VI, 339, 446, 448, 449; X, 68, 180.
18, 33. 69, 70, 74, 105, 216. Carey, Iohn M. VII, 553.
Cañas, Carlos. X, 224. Carbó, Alejandro. VI, 299. Carey, Robert. V, 38, 456.
Cañedo-Argüelles Fábrega, Carbone, Alberto. VIII, 347. Carilla, Emilio. Ill, 310, 312; VI,
Teresa. l, 444. Carbone, Oscar E. X, 149. 346, 348; X, 128, 160.
Cañete, Francisco. II, 82, 83. Carbone, Rodolfo. VIIl, 335. Caripán, cacique. Il, 78.
Cañete, Pedro Vicente. III, 225, Carbonell de Masy, Rafael. II, Carlés, Manuel. VIII, 181.
243. 467. Carlino, Carlos. X, 130.
Cao, Claudia B. IX, 454. Carbonnier, Francois Casimir. Carlo, Nicolás de. V, 307.
Cao, Iosé María. V, 69; VI, 438, IV, 259. Carlomagno. III, 274.
504, 505; VIIl, 365. Carcagno, Iorge Raúl. VII, 376, Carlos, archiduque de Austria.
Capanema, barón de. V, 224. 377, 378; VIII, 248, 250, 254. ll, 323, 324. 395
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Carlos, Rey de Nápoles. II, 330. Carra, Carlo. X, 221. Carrió de la Vandera, Alonso.
Carlos l. Rey de España. II, 351, Carrancio, Iosé Vicente. III, 11, 45, 46, 52, 87, 100, 101.
359; lll, 441. 249, 252. 103; III, 130, 134, 135, 139.
Carlos 11, Rey de España. 11, Carranza, Adolfo Pedro. VI, 141, 142, 146,159, 268, 271.
319, 322. 323, 352, 361; 1V. 525, 526. 274, 279, 299, 300, 301, 312.
223. Carranza, Angel Justiniano. 1V, 409; V1, 178, 200.
Carlos III, Rey de España. 11, 312; V1, 371, 442, 500, 51 l. Carrizo, Antonio. X, 149.
13, 40, 82, 217, 251, 252, 259, 517, 523; X, 146, 148. Carrizo, César. X, 177.
261, 265, 268, 279, 280, 282. Carranza, Enrique. VIII, 156. Carrizo, Jesús María. 1X, 271.
331, 332, 336, 341, 342, 344. Carranza, Neftalí. VI. 348. Carrizo, luan Alfonso. V1, S50,
347, 349, 360, 365, 367, 370. Carranza, Pedro, Fray. I 466; II, 557, 558, 560; VIII, 324; 1X.
380, 388, 389, 396, 409, 412, 159, 396, 400; 111, 206, 208. 271, 295, 303; X, 128.
428, 459, 460: 111, 29, 30, 121, 237, 254, 257, 444. Carrizo, Nicolás. I, 421; III, 431.
122, 123, 124, 126, 127, 146. Carrasco, Benito. V11, 180, 184. Carta, Pedro. VI, 403, 404, 405,
147, 224, 228, 229, 230, 233. Carrasco, Gabriel. IV, 197, 216. 406
237, 252, 264, 279, 306, 373, Carrasco, Jacinto, Fray. II, 430; Cartagena, Juan de. I, 344.
384, 392, 399, 400, 403; 1V, III, 400; V, 310. Carter, Boyd G. X, 197.
222, 223, 225, 226, 227, 237, Carrasco, Morita. VII, 177. Carter, Iarnes. VIII, 131, 133.
239, 258, 274; V, 15, 279. Carrasco de Saavedra, Cartosio, Emma de. X, llS.
Carlos 1V, Rey de España. II, 31, Bernardo. II, 401. Carulla, Emilio. VII, 422, 424.
266, 267, 276, 279, 280, 282. Carrera, Arturo. X, ll6. Carulla, Iuan E. VII, 421, 508.
347, 348, 360, 374, 391; III. Carrera, lose Miguel. IV, 164, Caruso, Enrico. VI, 531.
120, 122, 124, 125, 127, 128, 170, 315, 317, 318, 366; V, Carvajal, Bemardino de. I, 335.
305, 446; IV, 223, 224, 225. 517, 519; VI, 361, 477, 479. Carvajal, Francisco de. 1, 393.
226, 227, 228, 229, 230, 231, Carreras, Enrique. X, 265. Carvajal, Gaspar de. II, 420.
232, 237, 246, 247, 261, 296; Carreras, Francisco de las. V, Carvajal y Lancásto, Iosé de. II,
V, 178. 122, 419. 457.
Carlos V, Rey de España. I, 337, Carrete D’Encausse, Hélene. Carvalho e Melo, Sebastián de.
342, 345, 346, 370, 371, 374. VII, 396. 11, 457, 458.
374, 375; II, 21 l, 219, 386. Carretera, A. M. 111, 31 l. Carvallo, Gonzalo. I, 467, 472.
390; III, 35. Carretero, Andrés M. V, 43; IX, Casa, Ramón de la. III, 250.
Carlos XII. III, 268. 267; X, 95. Casabal, Apolinario. V, 306.
Carlos Alberto, príncipe de Carretero, Rodolfo. IX, 489. Casabindo. Véase: Pisarro,
Carígnan. V1, 403. Carriego. V, 25. Matheo.
Carlota Ioaquina. IV, 230, 238, Carriego, Evaristo. IV, 468; VI, Casabona, Victoria. VII, 176.
261, 354; V, 14. 343, 524; IX, 288, 368; X, Casadevall, Domingo F. VI, 345;
Carlson, Anton Iulius. IX, 511. l 12. IX, 302; X, 135.
Carlyle, Thomas. V, 61, 173; X, Carrier-Belleuse, Albert-Ernest. Casado, Iván. IX, 261.
79. V1, 367, 370. Casado de Alisal, Carlos. IV, 32,
Carmagnani, Marcelo. III, 103, Carril, Benigno del. VI, 109, 502;VI, 192, 194.
538. l 10. Casagemas, Rafael. V, 401.
Carmen Pereyra, Elías del. III, Carril, Bonifacio del. III, 420; Casajus, Bernardo. III, 380.
388. IV, l7l, 290, 378; VI, 383, Casal, José, Fray. III, 389.
Carmona, Pedro. III, 354; VI, 384; VII, 354, 470, S09; VIII, Casal, Julián del. VI. 340.
57 345. Casal, Pedro S. V11, 273; VIII, 197.
Carnelutti. VIII, 416. Carril, Enrique V. del. VIII, 470. Casal Castel, Alberto. VII, 296.
Carnese, Francisco. VII, 173. Carril, Hugo del. X, 259, 260, Casamayor, Isabel. 111, 146.
Carnevale, Susana. 1X, 346, 355, 261, 262, 266, 270. Casamiquela, Rodolfo M. l.
36 l. Carril, Mario del. IX, 532. 180, 231, 232, 284; V, 187;
Carnicer, Francisco. VI, 483. Carril, Salvador María del. IV, V11, 175, 176.
Carnicero. III, 354. 380, 436, 437, 438, 444, 445, Casanova, Sixto. I, 28; IV, 409.
Caro, Carlos. VIII, 237. 446, 450, 454; V, 93, 110, 122. Casares, Carlos. IV, 536; V1, 78,
Carozza, Paola. VIII, 468. 317, 329, 419; V1, 212, 482, 247; V11, 38.
Carozzo, Roberto. IX, 330. 554; X, 95. Casares, Familia. V1, 247.
Carpani, Ricardo. X, 228, 229. Carrilla, Emilio. X, 95. Casares, Tomás D. VII, 426, 546;
Carpeaux, lean-Baptiste. VI, Carrillo, Ramón. VII, 202, 203. V111, 322, 324, 405, 420, 421.
367, 370. Carrió, Alejandro. VIII, 469. 446, 454, 462, 463, 464, 468.
Carpio, Adolfo. X, S7. Carrió, Genaro. VIII, 420; X, 469; 1X, 475; X, 54.
396 Carr, Raymond. V1, 169; IX, 81. 59. Casares Pearson, Olga. 1X, 263.
ÍNDICE DE NOMBRES

Casaretto, Iorge. VIII, 355. Castellanos, Joaquín. VI, 503; Castiñeira, Iulio R.VI, 306, 483;
Casaroli, Agostino. VIII, 361. VII, 253, 476. IX, 493, 557.
Casas, Bartolomé de las, Fray. I, Castellanos, Manuel. VII, 260. Castiñeira de Dios, José María.
7l, 76; II, 213, 214, 215; III, Castellanos, Rafael. VIII, 385. III, 312; X, 115.
268. Castellanos, Uladisloa. V, 284, Castlereagh, lord. v, 13o, 131, 132.
Casas, Iosé B. VIII, 87. 294, 339. Castrillo Mazeres, Francisco. Il,
Casas, Manuel Gonzalo. X, 56. Castelli, Eugenio. VI, Sl l. 380.
Casasbellas, Ramiro de. X, 115. Castelli, Iuan Iosé. IV, 279, 281, Castriota, Samuel. X, 275.
Casatilly, marqués de. II, 366. 283, 297, 351; V, 14. Castro. III, 265.
Casavalle, Carlos. VI, 518. 523. Castelli, Pedro. IV, 418. Castro, Alicia S. l, 207, 209,
Cascabel, Segunda. III, 148. Castellino, Marta Elena. VI, 230, 231, 232, 509.
Cascudo, Luis Da Cámara. VI, 5 l 3. Castro, Emilio. VIII, 474.
559. Castello, Antonio Emilio. VII, Castro, Emesto L. X, 123.
Casella, Enrique. X, 243, 244, 296, 353; VIII, 245. Castro, Eugenio de. VI, 521.
251. Castells, Alberto. X, 33. Castro, Familia. V, 148.
Casellas, Alberto A. VIII, 176. Castells, Iosé Conrado. VIII, 58, Castro, Fernando de. I, 329.
Casiello, Iuan. V, 342; VII, 508; 61. Castro, Fidel. VII, 363, 364, 392,
VIII, 324. Castelnuovo, Elías. X, 121, 175, 396; VIII, 230.
Caspar, Robert. VIII, 387. 285. Castro, Iosé María. X, 251.
Caspe. III, 229. Castex, Mariano N. VII, 470, Castro, Iuan B. VII, 277.
Cassani, Iorge Luis. X, 100. 509. Castro, Iuan losé. X. 243, 244,
Cassani, Iuan Enrique. IX, 400, Castex, Mariano Rafael. IX, 247, 253.
431. Castro, Lope de. Véase: García
Cassels, ].K. VI, 155. Castiglioni, Roberto. X, 163. de Castro, Lope.
Cassiano, Ricardo. II, 362, 381. Castilla. VI, 254. Castro, Lorenzo. III, 179.
Cassimatis, Irineo. VIII, 380. Castilla, Leopoldo. X, 116. Castro, Manuel. IX, 302.
Cassinelli, Luis. VIII, 199. Castilla, Manuel. X, 115. Castro, Manuel Antonio de. V,
Cassone, Florencia Ferreira de. Castilla, Santiago. III, 146. 25, 86, 365, 412, 425, 427,
X, 172, 173, 199. Castilla y Zamora, Cristóbal de. 429, 435, 437; VI, 460.
Castagna, Gustavo I. X, 270. III, 398. Castro, Rita. VI, 562.
Castagnino, Iuan Carlos. X, Castillo. V, 514. Castro, Saturnino. IV, 302, 303,
212, 225, 289, 290. Castillo, Abelardo. IX, 352; X, 304, 305.
Castagnino, Raúl H. VI, 344, 124. Castro, Silvana. X, 133.
345, 486; X, 126, 135, 160. Castillo, Antonio Yáñez del. III, Castro Barros, Pedro Ignacio
Castán Tobeñas, José. VIII, 441. 164. de. IV, 306; V, 279, 290, 310,
Castañares. Il, 205. Castillo, Benjamín E. del. VI, 315, 319, 346, 365; VI, 481.
Castañares, Martín de. Il, 95. Sl l. Castro Estévez, Ramón de. IV,
Castañeda, Francisco de Paula, Castillo, Cótulo. X, 117. 507.
Fray. III, 389; IV, 26; V, 279, Castillo, Dionisio del. II, 165. Castro Leiva, Luis. IV, 130.
290, 315, 365, 409; VI, 351, Castillo, Enrique Benjamín del. Castro Sánchez, Eduardo. VIII,
461, 462, 463, 464, 465, 466. IX, 506, 513, 514, 518. 234, 236.
477, 481, 486, 494. Castillo, Horacio. X, 116. Castropalao, Fernando. III, 262.
Castañeda, Gregorio de. I, 404; Castillo, Iuan de. II, 440. Catalán, Iuan I. IX, 490.
III, 431. Castillo, Pedro del. I, 406, 447, Cataldino, Iosé. II, 60, 440; III,
Castañeda, Jorge. VII, 397. 457, 475, 477; ll, 226, 229. 208, 212, 245, 263.
Castañeda Delgado, Paulino. I, Castillo, Ramón S. V, 148; VII, Catalina, Zarina de Rusia. II, 346.
348; lI, 414. 19, 20, 21 l, 285, 286, 287, Catalina II, Zarina de Rusia. V,
Castaño, Manuel. VI, 52. 288, 289, 293, 299, 337, 417, 353.
Castelar, Emilio. VI, 509. 426, 427, 503, 515, 518, 519, Catalina de Siena, Santa. III,
Castellani, Leonardo. VII, 38, 520, 521, 525, 526, 528, 529, 208, 262, 270, 358.
387, 449, 450, 468; VIII, 322, 531, 532, 538, S40, 548; VIII, Catena, Osvaldo. VIII, 339.
324; X, 119. 159,199, 200, 201, 214, 215, Caterina, Luis María. V, 141,
Castellano, Luis G. VIII, 283. 330; IX, 97, 344, 372, 431, 537; VII, 294, 431; VIII, 13.
Castellano, Ramón. VIII, 342, 436, 548; X, 286. Cathcart, William. VI, 504.
348. Castillo, Santiago H. del. VII, Cathrein. X, 54.
Castellanos, A. I, 155. 275, 284. Catriel, Cipriano. IV, l7l, 172,
Castellanos, Aarón. IV, 443.
Castellanos, Familia. II, 136,
171: V, 148.
Castillo, Vicente del. IV, 449.
Castillo de Bovadilla, Jerónimo.
ll, 235, 283, 289, 304.
158. 397
173, 476; VII, 158.
Catriel, Iuan Iosé. IV, 174; VII,
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Catriel, Marcelino. VII, 158. Centeno, Diego. I, 386, 394, 337, 338, 342, 343, 344, 346,
Cattaneo, Atilio E. Vll, 275, 395, 397. 415. 360, 365, 366, 367, 369, 370,
295; Vlll, 197. Centeno, Felipe. VIII, 49. 458, 465: III, l2l, 127, 147,
Cattaneo, Cayetano. III, 131, Centeno, Francisco. V, 206, 344. 179, 230, 236, 246, 302, 417,
212. Centurión, Emilio. VIII, 191. 430; IV, 250, 256.
Cattaneo, Leonardo. I, 371. Cepeda, Alonso de. I, 432; III, Chacón Torres, Mario. III, 367.
Cattaneo, Mario A. VII, 509. 432. Chaliapine, Feodor. IX, 258.
Cattaneo, Pedro. IX, 529. Ceppi, Iosé. Vl, 232, 233, 248, Challú, Amilcar. Vl, 275.
Cattaruzza, Alejandro. VII, 295. 251, 255. Chambo, Mariano, Fray. III,
Catterberg, Edgardo. X, 30, 34. Cerda, Luis de la. I, 328. 398.
Catucci, Silvia G. VIII, 470. Cereijido, Marcelino. IX, 528. Chamílín, cacique. l, 281.
Caturelli, Alberto. lll, 244, 312, Cerezo, Gregorio. VII, 283. Chancerel, León. X, 285.
401; V, 309, 368; VIII, 334; Cerini, Antonia. V, 292. Chandler, A. IX, 152, 210.
IX, 493; X, 50, 55, 57, 59, 61, Cernadas. VIII, 487. Chandler, C.L. VI, 37.
64, 65. Cernadas, Iuan Iosé. IV, 389; V, Chandler, D.S. IV, 247.
Causs, Mecha. IX, 263. 322. Chaneton, Abel. I, 375; III, 400;
Cauzzi, Teresa Beatriz. II, 315. Cernadas de Bulnes, Mabel N. V, 402; VIII, 442; X, 104, 157,
Cavadas, José de Sousa. III, 353, VI, 487. 163.
354. Cernuschi, Félix. IX, 549. Chano, Jacinto. VI, 315.
Cavafis, Constantin. X, 115. Cerretani, Arturo. X, 123, 130, Chanonga. VI, 321.
Cavalaro, Diana. VI, 486. 289. Chaplin, Charles. IX, 252.
Cavallero, Diana. VI, 533. Cerrutti, Eduardo. Vl, 185. Chapman, Anne. I, 276, 277; IV,
Cavallo, Domingo. IX, 59. Ceruti, Carlos N. I, 109, 132, 187; VII, 167, 177.
Cavallo, Guglielmo. X, 160. 133, 510. Char, René. IX, 349; X, llS.
Cavallo, Sandra. IX, 424. Cerutti, María Constanza. I, Charcot, Juan B. VIII, 164.
Cavallotti, Rubén. X, 261. 179. Charlevoix, Pedro Francisco
Cavanagh, Roberto. IX, 317. Cerutti Gulberg, H. VII, 469. Iavíer de. III, 267, 298; VI,
Cavañas, Manuel A. IV, 287. Cervantes Saavedra, Miguel de. 315.
Cavarozzí, Marcelo. VII, 352, II, 309; III, 136; VI, 518. Charlier, Noemí. VII, 358.
356, 508; X, 30, 34, 97. Cervera, Federico Guillermo. I, Chartier, Roger. X, 160.
Cave, Peter. X, 135. 443. Charton de Treville, Ernest. V,
Cavendish, Henry. VI, 406. Cervera, Felipe. II, 125, 147. 30, 449; VI, 360, 372, 374.
Cavia, Pedro. Véase: Sáenz de Cervera, Manuel María. I, 443; Chas, Francisco. III, 259, 260.
Cavia, Pedro. II, 45, ll0, 124; IV, 424; X, Chassaing, Iuan. VI, 320, 498,
Cayo], Roberto. VI, 338. 76. 520.
Cayupul. IV, 178. Cervetto, Iuan. VI, 504. Chateaubriand, Francois René
Cayuqueo, Félix. VII, 159. Cerviño, Pedro Antonio. III, de. V, 40,181.
Cayuso, Susana. VII, 551, 552. 324, 326, 328, 395, 396, 414; Chaunu, Pierre. I, 365; II, 127.
Cazorla, Eduardo. VI, 306. IV, 125. Chauri, Domingo. III, 436.
Ceballos, Alejandro. IX, 481. César, Francisco. I, 374, 379, Chaussemiche, Bernard. VII,
Ceballos, Francisco. IX, 3 l 5, 409, 415. l8l.
330. César, Iulio Ramón de. II, 59; Chavarría, Iosé Manuel. VI,
Ceballos, Jerónimo. III, 385. III, 338. 305.
Ceballos, R. I, 231. Cesati. VI, 414. Chavero, Héctor Roberto. X, 117.
Cedrón, Jorge. X, 266. Ceselli, Iuan Iosé. X, 115. Chávez, Alonso de. I, 348, 382,
Céfali, Francisco. VIII, 181. Céspedes, Conrado. VI, 488. 385, 386, 399, 4l4, 423.
Cejudo, Iorge. Il, 430, 468. Céspedes, Francisco de. II, 157, Chávez, Fermín. IV, 480, 481;
Celada. Claudio. V, 359; VIII, 374. 159; III, 428. VI, 274, 346, 348; X, 82.
Celada, Gabriel. II, 105, 106. Céspedes, Xería. Il, 441. Chávez, Gonzalo Leónidas. VII,
Celesia, Ernesto H. IV, 423; V, Céspedes del Castillo, 358.
103, 104. Guillermo. II, 153, 252, 263, Chávez, Nufrio de. I, 383, 385,
Cella, Susana. VII, 468; X, 133. 279, 280; III, 99; IV, 247, 268. 386, 395, 397, 398, 399, 400,
Celton, Dora Estela. II, 100, Cetrángelo, Oscar. X, 269. 419, 423.
122, 124, 128, 137, 139, 142, Ceva, Marcela. VII, 108; IX, 83, Chazarreta, Andrés. IX, 270; X,
146, 466; IV, 45, 62, 63, 64. 148, 210.
67, 69, 71, 74, 75; VII, 54, 73. Cevallos, Pedro de. II, 39, 68, Chejov, Anton. VI, 518; X, 130.
Cena, Iuan Carlos. VII, 357. 74,168, 195, 244, 260, 261, Chelemín, cacique. I, 28, 95.
Centeno, Angel M. VII, 399; 262, 263, 264, 265, 266, 267. Chenal, Pierre. X, 261.
398 VIII, 335, 342, 361. 269, 270, 272, 280, 333, 336. Chenebar, Itzjak. VIII, 399.
ÍNDICE DE NOMBRES

Chertudi, Susana. VI, S62; IX, Cicognani, Amleto Giovanni. Clemente VI, Papa. I, 328.
271, 292. VIII, 343. Clemente VII, Papa. II, 386.
Chesterton, Gilbert K. X, 121. Cid, Elena. VIII, 323. Clemente XIII, Papa. II, 412.
Cheuqueta, cacique. IV, 172. Cienfuegos, Iosé Ignacio. V, Clemente, Iosé Edmundo. X,
Chevalier, lean Jacques. VI, 305. 318; Vl, 313. 128, 134, 146.
Chiappori, Atilio. Vl, 342; X, Cieza de León, Incawasi de Clementí, Hebe. V, 43, 104; VII,
118, 142. Cañete. I, 108, 153, 273, 282. 263, 430; X, 96, 107.
Chiaramonte, José Carlos. III, Cigliano, Eduardo M. I, Clérice, Iustino. Vl, 391, 394.
30, 245; lV, 125, l3l, 268, 106,132, 205. Clerq, Hugo de. VI, 201.
425, 426; V, 42, 103, 441, .462, Ciocchini, Cleto. X, 204. Clerval, Massieu de. V, 190.
522, 523, 525, 537; Vl, 170, Ciocchini, Héctor. X, 115. Cleveland, Stephen Grover. V,
200; X, 91, 92, 94,191. Cipolletti, César. VII, 65. 224, 225.
Chichisola, Familia. VI, 181. Cipolletti, María Susana. I, 208; Clifford, Iaime. VIII, 374.
Chiclana, Feliciano. III, 440; IV, IV, 187; Vll, 174. Coan, Titus. V, 350.
397. Cires, Matías de. III, 397. Coatsworth, Iohn. IX, 82, 183.
Chikachiev, Platón. VI, 215, Ciria, Alberto. VII, 265, 293, Cobo, Norberto. IX, 544.
227. 294, 321, 323, 431, 466, 467; Cobo Borda, Iuan Gustavo. X,
Chilliendo, Gaucho. IX, 292. VIII, 209; IX, 495; X, 199. 160.
Chingotto, Mario Raúl. VIII, Cirigliano, Gustavo. IX, 454. Coca, Ioaquín. VII, 295; VIII,
176. Ciseri, Antonio. VI, 361, 362, 436.
Childs, Wendy R. I, 323. 369, 371. Cócaro, Nicolás. III, 31 l; X,
Chiodi, Hugo. IX, 517. Cisneros, Andrés. VIII, l 17, 134.
Chiovenda. VIII, 409. 142, 144, 145. Cocchiara, Giuseppe. VI, 558.
Chiozza, Elena. IV, 51, 74; IX, Cisneros, Baltasar Hidalgo de. Cochet, Gustavo. X, 214.
267. Ver: Hidalgo de Cisneros, Cochran, Thomas. IX, 83, 148,
Chipitruz, cacique. IV, 173. Baltasar de. 207, 210.
Chirinos de Posadas, Francisco. Cisneros, Cardenal. I, 308, 312, Cochrane, Thomas. IV, 297,
III, 433. 318; II, 385. 332, 333, 335, 339, 340, 342;
Chmyz, Igor. I, 133. Cisneros, Raúl. X, 154. VI, 313.
Chocori, cacique. IV, 172, 176. Citanovic, Dinko. III, 244. Cocilovo, LA. I, 256.
Chomel, Noel. III, 327. Ciuro Caldani, Miguel Angel. Codignola, Ernesto. IX, 400.
Chopin, Frederic. IX, 261; X, X, 59. Codignotto, I. l, 229.
241. Civit, Arturo. VII, 198. Codovilla, Victorio. VII, 20,
Chorroarín, Luis Iosé. III, 378, Civit, Emilio. IV, 527; V, 148, 410, 411, 446; X, 190, 191.
402; V, 290; VI, 515, 516. 149, 152. Coe, John Halstadt. IV, 435; V,
Chouhy Aguirre, Ana María. X, Civit, Francisco. VI, 88. 246, 248.
l 15. Clairac, Ramón de. III, 436. Coelho, M. IX, 454.
Christensen, Carlos Hugo. X, Clairaux, Auguste. VI, 359, 363. Coghlan, Eduardo A. VI, 62; IX,
258, 261, 269, 270. Clappertoni, C. I, 229. 268.
Christie, William D. IV, 444. Clara, Ierónimo Emiliano. V, Coggiola, Osvaldo. VII, 297.
Christophersen, Pedro. V, 356. 292, 294, 336. Cohen, Marcelo. X, 125.
Chubrétovich A., Carlos. VIII, Clara, Pedro N. V, 294. Cohen de Chervonagura, Elisa.
299. Clara de Asís, Santa. III, 119. Vl, S12.
Chuchler, S. I, 229. Claraz, Iorge. I, 232; IV, 187. Coihuepau, Venancio. IV, 172.
Chudnovslcy, D. IX, S84. Clarizza, Francisco I. VIII, 166. Coing, Helmut. Il, 314; X, 98.
Chueca Goitía, Fernando. II, 85. Clark. VI, 195. Coito, Manuel de. III, 350.
Chueco, Manuel. IX, 210. Claros, Familia. V, 148. Colacilli de Muro, María
Chulilaquini, cacique. IV, 177. Claude, Albert. IX, 51 l. Angélica. X, 60.
Chumay, cacique. I, 281. Claudel, Paul. X, 285. Colacrai de Trevisán, Miriam.
Chumbicha, cacique. I, 281. Claudet, Enrique. IX, 540, 557. V, 235.
Churchill, Winston. IX, 65; X, Clausewitz, Carl von. Vll, 366, Colautti, Carlos E. V, 102; X, 134.
l 76. 385, 464. Colbert, lean Baptiste. V, 450.
Ciancaglini, Humberto. IX, 520, Claver, Pedro. III, 263. Colina, Bartolomé de la. V, 322;
553. Clavero, Bartolomé. Vl, S13; VIII, 218.
Cicardo, Vicente Héctor. IX, VIII, 441. Colina, Salvador de la. V, 437.
Clemenceau, George. IV, 194; Coliqueo, cacique. IV, 173, 174,
Cicerchia, Ricardo. IX, 267.
Cicerón. lll, 268.
Cichero, Marta. VII, 355.
Vl, 530; VII, 180.
Clement, Gastón. VIII, 229, 230.
Clemente V, Papa. ll, 406.
159. 399
186.
Coliqueo, Ignacio. VII, 158,
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Coliqueo, Simón. Vll, 158, 159. Conan Doyle. VI, S18. Coquena. IV, 182.
Coll, Alberto R. Vlll, 299. Concatti, Rolando. VII, 360. Corbacho, Myriam Rosa. V1,
Coll, Jorge Eduardo. Vll, 36, Conci, Carlos. VIII, 335. 99.
286; Vlll, 434; IX, 432. Concina, Daniel. lll, 228, 264. Corbellini, Enrique C. V, 42.
Coll Cárdenas, Marcelo. D(, 454. Concolorcorvo. Véase Carrió de Corbiere, Emilio I. VII, 297,
Collado, Adriana. IV, 216; VII, la Vamíera, Alonso. 430; X, 160.
207. Conde, Agustín. II, 83, 84. Cordero, Héctor Adolfo. lll,
Collaert, Adrián. III, 343. Condillac, Etiene. V, 25; VI, 162.
Collesbury, Guillermo. V, 348. 464. Cordeu, Edgardo I. IV, 186; VII,
Colli, Néstor S. V, 207, 272. Condorcet, Marie-lean­ 173, 177.
Collino, Desiderio. VIII, 355. Antoine. Vl, 278, 279. Cordiviola, Luis Adolfo. X, 235.
Collivadino, Pío. VI, 376, 382, Conesa. V, 250. Córdoba. IV, 527.
384; X, 206, 212. Conforti, Carlos. VII, 476. Córdoba, Alberto Octavio. VI,
Collo, Iuan B. IX, 539. Coni, Emilio. III, 65, 99; IV, 347.
Colmeiro, Manuel. X, 212. 138, 215; V, 396; VI, 63. 560; Córdoba, Antonio. IV, 335.
Colmo, Alfredo. VIIl, 405, 407, X, 106. Córdoba, Clara, Santa. lll, 374,
409, 413, 414, 422, 428, 429, Coni, Femando A. X, ISO. 389.
430, 443, 446, 448, 449, 452, Coni, Pablo E. VI, 518; X, 151. Córdoba, Iosé de. IV, 280, 281.
458, 467. Conil Paz, Alberto A. V, 234; VI, Córdoba, Mariano. Di, 292.
Colom, Eduardo. VII, 483. 347; VIII, 117, 142. Córdoba Mejía, Pedro de. l,
Colomar, Inés. VIII, 334. Conlara. I, 406. 421.
Colombatti. X, 150. Cono de Rossini, Lelia. VI, 229. Córdova, Arturo de. X, 258,
Colombo, Francisco A. X, 150, Conrad, Josep. X, 119. 259, 261.
156. Conrero. VIII, 355. Córdova lturburu. Cayetano.
Colombo, Guillermo. VI, 127. Consens, Mario. I, 156, 157. VI, 383; X, 114, 133, 198,
Colombo, Luis. IX, 199, 200. Considérant, Víctor. V, 29. 233.
Colombres. II, 66. Consigli, Julieta. II, 45, 413. Coti, Carl Ferdinard. DK, 516,
Colombres, Iosé Eusebio. V, Constant, Benjamin. V, 26, 36, 517.
283; VI, 137. 43, 51, 355, 365, 399, 400; VI, Coria, Luis. V, 507, 518, 537.
Colombres, Iuan Carlos. IX, 486. Coria López, Luis Alberto. VI,
351, 359. Constantini, Alberto. IX, 490. 99.
Colombres, Restituta. VI, 137. Conti, Haroldo. X, 124. Corigliano, Francisco. VII, 400;
Colombres Garmendia, Conti, Viviana. IV, 131; VI, 200; VIII, 143.
Clementino. VI, 250. VII, 174. Cornblit, Oscar. IV, 157; VI,
Colón, Cristóbal. I, 31, 84, 104, Contreras, Jerónimo de. III, 169, 201; IX, 207; X, 18, 21,
288, 320, 326, 332, 334, 335, 136. 109.
337, 339, 355, 356, 368, 407; Contreras, José Joaquín. III, Cornejo, Atilio. I, 443; Ill, 277;
II, 224, 225, 385; III, 191, 439. VI, 137, 144; X, 75.
403, 414; X, 71. Contreras, luana. VI, 32 l. Cornejo, Juan Adrián. VI, 137.
Colonna Walewski, Alejandro. Contreras, Ramón. VI, 315. Comejo, Iulio. VII, 283.
V, l9l. Contreras, Simón. X, 217. Cornell. IV, 170.
Colque, cacique. I, 281. Contursi, Pascual. X, 275. Comell. IX, 462.
Coluccio, Félix. VI; S62; IX, Converso, Félix E. Il, 282; V, Comet, Salvador. IV, 278.
291, 292, 303; X, 128. 505, 507, 525; VI, 200. Comish, Graham. X, 160.
Coluccio, Susana. VI, 562. Cook. II, 347. Corona Baratech, C. IV, 247.
Columba, Ramón. Vll, 39, 551; Cook, Iohn. II, 339. Coronado, Martín. VI, 337, 521;
VIII, 82; X, 207. Cooke, Iohn William. VII, 331, X, 273.
Comadrán Ruiz, Jorge. I, 409; 345, 353, 438, 441, 442, 444, Coronato, A. l. 229.
II, 105, 106, 107, 122, 124, 445, 451, 452, 463, 486, 508; Coronidas Segura, Rodolfo. VII,
281, 282; III, 159, 277; V, 436; IX. 350; X, 181, 182, 192. 282, 418, 495.
X, 102. Cooke, Juan l. VIII, 58. Corpet, Oliver. X, 196, 197.
Comas, Iuan. l, 80. Coon, C. S. I, 77. Corrales, Rosalinda. X, 215.
Comenta], Pedro. III, 413. Cooper. VI, 489. Correa, Difunta. 1X, 291.
Comerci, Santiago. VIII, 177. Copello. VI, 181. Correa, Francisco. VII, 416, 482.
Cominetti, Edmo. X, 256. Capello, Santiago Luis. V, 307, Correa, María Angélica. II. 86.
Compayre, Gabriel. VI, 305. 31 l; VIII, 306, 307, 320, 330, Correa, Miguel Angel. X, ll9.
Comte, Augusto. V, 372, 373; 338. Correa Arce, Oscar. VII, 274,
VI, 291, 299. 305, 410; X, 13, Capi. Véase: Botana, Natalio. 282.
400 16, 41. Coppola, Horacio. X. 216. Correa Luna, Carlos. lll, 160.
ÍNDICE DE NOMBRES

Correa Morales, Lucio. VI, 367. Cossío, Carlos. VII, 490; VIII, Cristiani, Quirino. X, 256.
377, 378, 379, 382, 384, 520; 405, 419, 420, 432, 434, 440; Critto, Miguel. VII, 283, 286.
X, 223. IX, 471; X, 49, 59, 65. CrivelJi Montero, Eduardo
Correa Morales de Aparicio, Cossío, Simón de. V, 413. Adrián. I, 181, 199, 206, 207.
Cristina. VI, 62. Costa, Dalmiro. VI, 393. 208, 510; IV, 161, 186; VII,
Correa y Saa, Francisco. III, Costa, Eduardo. IV, 471, 484, 145, 555.
254. 489, 490; V, 130, 332, 335, Croce, Benedetto. X, 46, 69, 105.
Correas, Edmundo. VII, 282; 336, 425, 426; VI, 282. Crocce, Marcela. VII, 360; X,
IX, 494. Costa, Gerónimo. IV, 440, 441; 188, 199.
Correas, Enzo. VII,476. V, 246, 249. Crochetti, Silvia. VII, 175.
Correja, Diego Alvares. I, 359, Costa, Gustavo. VII, 231. Croix, Teodoro de. II, 256, 266.
361. Costa, Joaquín. VIII, 426. Cromwell, Oliver. IV, 221; V,
Corro, Gaspar Pío del. III, 312. Costa, Lucio. III, 367. 458; X, 79.
Corro, Miguel C. del. V, 290. Costa, Pietro. VIII, 442. Cronin. IX, 261.
Corso, Raffaele. VI, S58. Costa Méndez, Nicanor. VII, 27, Crosby, Bing. IX, 374.
Cortabarría, Iorge Juan. V, 169. 392; VIII, 131, 136, 144, 273, Cross, Esther. X, 125.
Cortajarena, Iosé A. VI, 507. 298, 343. Crotto, José Camilo. VII, 240,
Cortázar, Augusto Raúl. VI, Costa y Aguirre, Braulio. IV, 253.
345, 346, 543, S52, 558, 559. 122. Crumpe. III, 325.
560, 562; IX, 288; X, 128, Costantini. III, 265. Cruz. VI, 549.
152, 154. Costantini, Alberto. X, 124. Cruz, de la. IV. 329.
Cortázar, Julián de, Fray. II, 98, Cotler, Iulio C. VIII, 118. Cruz, Iorge. VI, 345; X, 129.
154, 400, 413; III, 293, 442. Cotta, Sergio. VII, 396; X, 58. Cruz, Luis de la. I, 205; III, 348.
Cortázar, Julio. VII, 38. 459; X, Coulanges, Fustel de. V, 51, 60. Cruz, Nazareno. X, 264.
lll, 122, 123,124, 132, 144, Coupland, R.T. 1X, 59. Cruz, Osvaldo. IX, 504.
184, 189, 264. Courbet, Gustave. VI, 369, 373. Cruz, Pedro Pascual de la. III,
Cortés. VII, 497. Courtois, Eugene. IV, 195, 209; 184, 186.
Cortés, Donoso. V, 29, 368. VII, 180. Cruz de Amenábar, Isabel. III,
Cortés, Gerónimo. V, 120, 372; Couselo, Iorge Miguel. X, 268, 129.
VI, 287, 288. 269, 270. Cruzao, Juan. Véase. Woallands,
Cortés, Hernán. I, 345, 374, Cousin, lean. l, 356. Luis.
407; II, 224. Cousin, Víctor. V, 39, 40, 366. Cuadros, Hilario. IX, 301.
Cortés, Julio. VIII, 385. Coutan, Jules-Felix. VI, 379. Cuarterolo, Miguel Angel. VI,
Cortés, Rosalía. VII, l4l. Couture de Troismont, 384.
Cortés Conde, Roberto. I, XXI; Roberto. X, 162. Cubas y Salas, Iosé. IV, 412,
IV, 104, 507, 538; V, 463, 487, Couyo Udmjian, Ricardo. I, 413, 415.
504, 505, 507, 537; VI, 97, 409. Cubillos, Gaucho. IX, 292.
124, 126, 127, 158, 159, 165, Covarrubias. II, 106. Cuccorese, Horacio I. Vl, 36,
166, 169, 170, 197, 202; VII, Covarrubias y Orozco, 38, 201, 449; VIII, 176; X, 69.
143, 294; IX, 30, 62, 80, 81, Sebastián. II, 286. 86, 106.
82, 110, 111,145,182, 209. Covián, Miguel Rolando. IX. Cuenca, Claudio Mamerto. Vl,
263; X, 84, 88, 90, 92, 109. 517. 328.
Cortés López, Iosé Luis. I 323. Coviello, Alfredo. IX, 342. Cuesta Figueroa, Marta de la. V,
Cortesao, Jaime. II, 349. Cowley, lord. V, 190. 436.
Cortínez, Santiago. IV, 499. Cox, Guillermo. IV, 187. Cueto, Adolfo. VII, 295.
Corujo, Silvano. X, l2l. Cozzo, Domingo. IX, 33. Cueto, Marcos. IX, 531.
Corunera. I 419. Cranwell, Ricardo. X, 149. Cueto Rúa, Julio. VIII, 467.
Corvalán. IV, 383. Crasbeeck, Pedro. III, 288. Cuello, Ignacio. III, 186.
Corvalán, Familia. Il, 242. Cravena, T. VII, 138. Cuello, Juan. VI, 253, 336, 500.
Corvalán, Francisco. III, 375. Craviotti. Clara. IX, 60. Cuesta, Antonio de la. III, 348.
Corvalán, Rafael I. VI, 472. Craviotto, José A. VI, 97; IX, 30. Cuesta Domingo, Mariano. I,
Corvalán, Santiago E. VII, 277. Crawford, Michael. I, 81. 325, 348, 349, 510.
Cosa, Iuan de la. I, 339, 343. Crespi, Eduardo. VIII, 255, 258. Cueva y Benavídez, Mendo de
Coscia, Adolfo A. IX, 59. Cresques, Abraham. I, 328. la. III, 428.
Cosimi, Nelo. X, 256. Cresson, W.P. V, 206. Cuevas, Francisco de. lll, 376.
Cosmelli Ibáñez, Iosé Luis. VI, Crisafulli, G. VI, 126. Cuevas Acevedo, Huberto. I, 65.
532; X, l6l.
Cossa, Roberto. X, 131, 287,
288.
Crisol, Miguel. IV, 207, 210.
Crispiano, Santo. lII, 157.
Crispin, Santo. III, 157.
416. 401
Cuitiño, Ciriaco. IV, 402.
Cullen, Domingo. IV. 392, 415,
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Cullen, Iosé María. IV, 440. Daguerre, Louis-Jacques. VI, Dávila L. de Guevara, C. IX,
Cullen, Patricio. IV, 459. 358. 210.
Cullen, Tomás R. VI, 304; VIII, Dagum, Camilo. VllI, 515. Davis, Gualterio. VlII, 165.
318. Dalcroze, Emile Jacques. X, 285. Davis, Pablo Julián. VllI, 244.
Cumming. VIII, 112. Dalí, Salvador. X, 150. De Andrea, Miguel. VII, 22, 28,
Cúneo, Dardo. IV, 539; V, 74; Dalla Marta, Griselda. VII, 176. 426; VIH, 304, 305, 335.
VI, 169, 348; VII, 263, 297. Dalmas, Marcelo. VIII, 373. De Biasse, Martín. VII, 360.
323; IX, 207, 494; X, 122, Dalmazzo, Gustavo O. IX, 496. De Bry, Teodoro. III, 284.
146. Dalou, Jules. VI, 370. De Caro, Iulio. IX, 273.
Cunietti-Ferrando, Arnaldo. III, Damasco, Aníbal V. VII, 38 l. De Cecco, Sergio. X, 131, 287.
49. Damel, Carlos. X, 129. De Espósito, Arnaldo. X, 244.
Cunill Cabanellas, Antonio. IX, Dameno, Domingo. IX, 528. De Finis, Mario L. IX, 514.
263; X, 130, 282, 283, 284. Damianovich, Horacio. VII, 38; De Forest Fredricks, Charles.
Cuña, Irma. X, 115. IX, 504, 508, S35, 536. VI, 358.
Curatella Manes, Pablo. VI, 378; Damonte Taborda, Raúl. X, 132. De lpola, Emilio. VII, 322.
X, 210, 225. Damonte Taborda, Raúl De Lellis, Mario Jorge. X, ll6.
Curia, Beatriz. III, 31 l. Natalio. X, 132, 225. De Lorenzi, Hermete. VII, 183.
Curruhuinca, Curapil, cacique. Dana Montaño, Salvador. VII, De Luca, Esteban. IV, 278; VI,
IV, 174; VII, 177. 482, 508; VIII, 85, 93, 324. 132, 314, 519.
Curtis. V, 38. 469; IX, 495, 496. De Lucía, Fidel. X, 220.
Curuzú, Iosé. IX, 292. Daniel, Elsa. X, 263. De Marco, Miguel Angel. I,
Cushman, David W. IX, S32. Daniel, Juan Bautista. III, 342, XXI; III, 159; IV, 13, 313,
Cussianovich, Guillermo 343, 366. 423, 480, 483, 507, 543; V, 45,
Ernesto. IV, 425. Danielian, Miguel. VIII, 468. 234, 237, 273, 505, 537; VI,
Custodio de Sá y Faría, Iosé. II, Dannemann, Manuel. VI, 559. 513; X, 102, 104.
59, 81. Dantas, Iosé S. V, 268. De Marco, Miguel Angel (h).
Cutolo, Vicente Osvaldo. III, Darío, Rubén. VI, 342, 343, 381, III, 441, 447; IV, 423; IX, 529.
278, 402; V, 401; VI, 384, 488. 509, 511, 521, 524, 533; IX, De Martino, Eduardo. X, 204.
Cutter, Ronald. III, 420. 340; X, 112, ll4, 126. De Nicola, Alejandro. IX, 531.
Cuvier, George. VI, 417. Darragueyra, Iosé. V, 413; VI, De Pablo, Iuan Carlos. VIII,
Cuyás y Sampere, Antonio. IV, 536. 520, 521, 522.
451. Darthés, Camilo. X, 129. De Paula, Alberto. I, 474; II, 47,
Cuzzani, Agustín. X, 131, 287. Darwin, Charles. I, 76, 77, 274; 87, 126; IV, 215, 216; V, 360;
Czetz, Iuan F. V, 261, 262. III, 408; V, 52, 372, 373; VI, VIII, 210, 244.
48. 291, 299, 407, 417, 420, De Robertís, Eduardo. IX, 512,
D 421, 422; X, 42, 44. 513, 516, 517, 518, 519, 520.
Dassen, Conrado Claro. IX, 521, S22, 523, 525, 528, 529,
D'Amicis, Eduardo. VI, 249, 537, 557. 553.
255. Dasso, María Cristina. VII, 173. De Rogartis, Pascual. X, 244.
D’Amico, Alicia. X, 216. Daufresne, Jules. VI, 358. De Ruschi, María Isabel. VIII.
D’Amico, Carlos. V, 140; X, 95. Daumas, Louis-Ioseph. VI, 366. 335.
D’Andrea Mohr, Iosé Luis. VIII, Daus, Federico A. I, 62, 63; II, De Sáes. IX, 167.
270. 350. De Santis, Daniel. VII, 358, 469.
D'Angers, David. VI, 366. Dávalos, Iaime. X, 117. De Santis, Luis. IX, 557.
D’Annunzio, Gabriele. X, 277. Dávalos, Iuan Carlos. IX, 271; De Tomaso, Antonio. VII, 20,
D’Arienzo, Juan. IX, 272. X, l 19. 261, 269, 273, 275, 279, 410;
D'Atri, Raúl Isidoro. VIII, 75. David, Carlos. IV, 210. VIII, 540; IX, 401.
Da Orden, María Liliana. IV, David, Jacques Louis. IV, 230; De Vicenzo, Roberto. VII, 35;
105; VI, 256; VII, 140. v1, 369. _ IX, 306.
Da Silva, F. II, 234. David, Mario. X, 266. Deane, Phyllis. V, 494; VIII, 516.
Dabove, Santiago. X, 12 l. David, Pedro. X, 22. Debenedetti, Edith. X, 95.
Dadone, Aldo E. VIII, S16. Davidoff, Costantino. VIII, 273, Debenedetti, Salvador. I, 178;
Daino, Leonardo. I, 205, 206. 274, 275, 297. VI, 561.
Daireaux, Emilio. V, 114, 140; Davies, T.M. VII, 470. Debole, Carlos Alberto. X, 133.
VI, 98, 255. Dávila. Il, 154. Debray, Régis. VII, 453.
Dagnino Pastore, Iosé María. Dávila, Tadeo. II, 173; III, 440. Decaris, Antonio. III, 252.
VIII, S20; IX, 104. Dávila, Pedrarias. I, 341. Decarli, Edgardo. VIII, S16.
Dagrossa, Norberto C. VI, 513; Dávila, Pedro Esteban. II, 357; Decker, Rodolfo. IX, 347, 348.
402 VIII, 441. III, 376. Deetjen, S.T. V, 348.
ÍNDICE DE NOMBRES

Defelippe, B.A. IX, 184. Demaría, Rafael. IV, 312. Dewey, Iohn. VII, 35; IX, 400.
Deffaudis, barón. V, 190. Dembo, Adolfo. I, 80. Dexter, Lewis. IX, 514.
Defilippis Novoa, Francisco. X, Demicheli, Alberto. V, 42, 43, Deyermond, Alan. I, 322.
129, 256, 279, 280. 102, 103. D'Hastrel de Rivedoux, Adolfo.
Degrossi, Osvaldo I. IX, 531. Dempsey, lack. IX, 254. VI, 354, 355, 358, 545, 546,
Deheza, Iulio. IX, 458. Dempster, Iohn. V, 349, 350. 548.
Deheza, Román Antonio. IV, Denegri, Pedro. X, 146, 149. D’Hers, Francisco. VII, 290.
390. Denevan, W. I, 284. Di Benedetto, Antonio. I, 63; X,
Deira, Ernesto. X, 228. Denevi, Marco. X, 123, 259. 124.
Deiros, Pablo E. VIII, 374. Deniker, I. I, 257. Di Benedetto, Elena. IX, 505,
Del Mazo, Gabriel. IX, 494, 495, Denis, Paul Ives. l, 63. 506.
496. Denner. VI, 248. Di Benedetto, Rebeca. IX, 505.
Del Moral, Familia. II, 173. Denton, G. I, 229. Di Giovanni, Severino. VII, 260,
Del Prete, Iuan. VII, 39; X, 21 l, Denys, Iehan. I, 359. 271, 406.
217 Derbecq, Germaine. X, 225. Di Lullo, Orestes. Vl, 560; IX,
Del Vecchio, George. VIII, 409, Derisi, Octavio Nicolás. VII, 38; 271; X, 75, 128.
419, 441, 467. VIII, 322, 323, 334, 354, 355; Di Marco, Luis E. VIII, 516.
Delacroix, Eugene. VI, 355, 356, X, 49, 54, 55, 59, 60, 63, 65. Di Núbila, Domingo. X, 269.
360, 369. Derqui, Santiago. IV, 434, 436, Di Prieto, Angel. V, 339.
Delbene, Floren. IX, 263. 438, 442, 444, 445, 446, 447, Di Rienzo, LA. I, 256.
Delfico, Alberto. IX, 240. 448, 454, 455, 466, 469, 476; Di Sandro, Iuan. X, 216.
Delfino, Augusto Mario. X, 122. V, 130, 251, 331; VI, 483, 497. Di Sarli, Carlos. IX, 273.
Delfino, Enrique Pedro. IX, 263. Desanzo, Iuan Carlos. X, 268. Di Stéfano, Italo Severino. VIII,
Delfino, Familia. VI, 183. Descalzi, Gaetano. VI, 353. 355.
Delgado, Francisco. V, 122, 419. Descalzi, Nicolás. IX, 543. Di Stéfano, Roberto. II, 181,
Delgado, Josefina. X, 129. Descartes, René. III, 386, 412; VIII, 333.
Delgado, Iulián. IX, l 15. VI, 209; X, 53. Di Tella, Andrés. VIII, 496.
Delgado Parker, Genaro. D(, 387. Déscola, lean. III, 129. Di Tella, Guido. VI, 97, 98, 166,
Delgado Ribas, I.M. VI, 36. Descole, Horacio. IX, 480, 495. 167, 169; VIII, 270, 517, 530;
Delhez, Víctor. VIII, 323; X, Desmadryl, Hareisse-Edmond­ IX, 30, 31, 68, 81, 82,112.
214, 220. Joseph. IV, 373, 381; VI, 360. 115, 145, 149; X, 89, 98.
Delia, Carlos. VIII, 251. Desmadryl, Narciso. VI, S20. Di Tella, Torcuato. VII, 143,
Delich, Francisco Iosé. VII, 122, Despard, G.P. I, 256. 294; VIII, 270, 508, 517; IX,
139,142, 357; X, 21, 38. Dessage. VI, 410. 71, 73, 83, 125, 148, 188, 207,
Dell’Oro Maini, Atilio. VI, 306; Dessein, Daniel Alberto. D(, 348. 210, 241, 565; X, 18, 19, 20,
VII, 21, 28, 421, 426; VIII, Destéfani, Laurio H. I, 349, 408; 21, 35, 37, 38, 88, 92, 99, 100.
323; IX, 482. II, 382; III, 420; IV, 312, 313, Diaconú, Alina. X, 124.
Dell’Orto, Ana M. F. II, 125. 508; V, 207, 271; VI, 36; VIII, Diament, Mario. X, 287.
Della Ferrera, Nelson C. II, 146, 159,176,177, 211; X, 103. Diana. III, 262, 264.
147, 385, 413, 414, 466, 469; Destutt de Tracy, Antoine Louis Diana, Marta. VII, 358.
V, 309, 310. Claude. V, 25. Diana, Pablo. VII, 102.
Della Paola, Carlos. VII, 181. Detaille, Edouard. VI, 371. Días, Bartolomeu. I, 356.
Della Paola, Gerardo. VIII, 529, Deulofeu, Venancio. IX, 505, Díaz, Adriano. IV, 451.
533, 549; IX, 80. 506, 508, 514, 515, 517, 519, Díaz, Angel, Fray. III, 390.
Della VaHe, Angel. VI, 360, 367, 520, 522, 528, 529, 532, 553. Díaz, Avelino. VI, 404, 467.
371, 377, 381, 384. Deveali, Mario L. VIII, 405. Díaz, Benito. V, 436; X, 94.
Dellepiane, Antonio. VI, 446, Devoto, Alberto. VIII, 338, 339, Díaz, César. IV, 451.
450; X, 15. 348. Díaz, Fanor. VII, 353.
Dellepiane, Carlos. IV, 346. Devoto, Antonio. IX, 194, 195, Díaz, Francisco Domingo. V,
Dellepiane, Luis I. VII, 250, 267, 370, 375.
290; VIII, 181, 186. Devoto, Bartolomé. IX, 512. Díaz, Iosé Antonio. lll, 378.
Dellepiane Cálcena, Carlos. VI, Devoto, Familia. IX, 374. Díaz, Iosé Iavier. IV, 360, 361,
561; IX, 292. Devoto, Fernando I. IV, 77, 105, 363.
Delorme, Philibert. II, 59. 106, 107, 156, 159, 540, 541, Díaz, Leopoldo. Vl, 341, 524; X,
Delorme, Pierre. III, 351; V, 82. 543; V, 75; Vl, 449, 450; VII, l 12.
Demarchi, Andrés. VII, 214. 77, 108, 109, 297, 431, 555; Díaz, Manuel. III, 354, 355.
Demare, Lucas. VII, 39; X, 258, VIII, 496; lX, 302; X, 87, 96, Díaz, Martín. VI, 557.
260, 261, 262, 269. 107, 108, 109. Díaz, Miguel. III, 182.
Demaría, Mariano. V, 305. Devoto, Fortunato. IX, 549. Díaz, Pedro. Ill, 415. 403
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Díaz, Ramón. VI, 314. Dickman, Emilio. IX, 183. Doll, Ramón. VII, 289, 290,
Díaz, Raúl B. VI, 295. 306. Dickmann, Enrique. IV, 539; 468; X, 77, 78, 175.
Díaz, Rogelio. VI, 488. VII, 20, 403, 405, 476; IX, Dolores, Tomás de los, Fray. III,
Diaz Alejandro, Carlos. VI, 166, 401.
168, 169; VII, 322; VIII, 530, Dickson, Jorge Federico. V, 347. Domecq García, Manuel. VIII,
548, 574; IX, 30, 70, 80, 81. Diderot, Denis. VI, 463. 181,183,184.
82, 90, 91, 94, 95, 112, 126, Diehl, Karl. VI, 463; VIII, 504. Domenech, José. VII, 281; IX,
145, 146, 182; X, 92. Diego, Celia de. III, 312. 220, 222, 224.
Díaz Arana, Iuan losé. V, 44; Diego el Descalzo. III, 374. Domenech, Roberto. IX, 59.
VIII, 502, 503, 504, 512. Diéguez, Héctor. VI, 124; VII, Domingo, Santo. III, 157, 294,
Díaz Araujo, Edgardo. Vl, 99. 141; VIII, 513, 514, 516, 517, 358.
Díaz Araujo, Enrique. VII, 267, 522;1X, 31, 81. Domingorena, Horacio. IX,
292, 294, 295, 508; IX, 495, 497. Diemer, Alwin. X, 58. 484, 496.
Díaz Bessone, Ramón Genaro. Dietrich Bracher, Karl. X, 39. Domínguez, Iosé. V, 425, 426;
VII, 359. Diez, Manuel María. VIII, 86. VI, 473.
Díaz Bialet, Agustín. V, 402. Diez de Andino, Iuan. II, 159; Domínguez, Iuan A. III, 420.
Díaz Bialet, Alejandro. VII, 378. III, 434. Domínguez, Lorenzo. X, 219,
Díaz Caballero, Alonso. I, 413. Díez del Corral, Luis. IV, 246. 220.
Díaz Cafferata, A.M. VIII, 522. Difrieri, Horacio A. I, 62, 205, Domínguez, Luis L. V, 333; VI,
Díaz Cisneros, César. V, 207, 279, 280, 284; Il, 87, 89. 320, 393, 431, 433, 473, 496.
234. Dike. VIII, 445. Domínguez, Manuel Augusto.
Díaz Colodrero, Pedro. IV, 434, Dillehay, T.D. 1,106, 284. III, 160.
435, 436; VIII, 85. Dillón, César A. X, 253. Domínguez, Mateo. l, 466.
Díaz Couselo, Iosé María. V, Dillón, Iusto R. VI, 413. Domínguez, Oscar. X, 22.5.
102, 363, 400, 401, 402, S37; Dilthey, Wilhelm. X, l6, 45, 46, Domínguez Compañy,
VIII, 442. 47. Francisco. II, 315.
Díaz de Guijarro, Enrique. VIII, Diógenes. I, 328. Domínguez Neira, Pedro. X,
470. Dios, Salustiano de. I, 322. 21 l.
Díaz de Guzmán, Ruy. I, 33, 34, Discépolo, Armando. VI, 338; Domini, Antonio. VIII, 334.
373, 442; ll, 190; III, 220, X, 129, 260, 280, 281, 290. Dompé, Hernán. X, 231.
244, 281, 282, 290, 291, 311. Discépolo, Enrique Santos. VIl, Donati, Marcos, Fray. V, 299.
405; VI, 316, 340. 278; X, 117, 260, 281, 288. Dondo, Osvaldo Horacio. VIII,
Díaz de la Peña, Miguel. IV, Disdéri, Alphonse. VI, 358. 324; X, 114.
390. Distéfano, Iuan Carlos. X, 229, Donni de Mirande, Nélida. VI,
Díaz de Loría, Pedro. II, 152. 231. 348.
Díaz de Mendoza, Fernando. X, Diz, Adolfo César. VIII, 516, Donoso, José. X, 123.
278, 282. 548. Donoso, Ricardo. III, 161.
Díaz de Perafan, Francisco. III, D'Onofrio, Arminda. VI, 384. Dopsch, Alfons. III, 49.
231. D'Orbigny, Alcides. I, 273; II, Dorantes, Pedro. I, 383.
Díaz de Solís, Iuan. Véase Solís. 45; IV, 57, 65, 178, 186, 188; Dorflinger, Iosé Walter. II, 126.
Díaz de Vivar, Joaquín. VII, VI, 138, 215, 227, 405. Dorfman, Adolfo. VI, 97, 144,
486. D'Ors, Eugenio. V, 374; X, 45, 151, 152, 166, 168; IX, 80,
Díaz del Castillo, Bernal. I, 274. 46 147, 210, 583; X, 93.
Díaz Melgarejo, Ruy. I, 383. Dobb, Maurice. X, 89. Doria, Alejandro. VII, 39; X,
Díaz Mondurruy, Liliana. X, Dobranich, Baldmar F. X, 148. 268.
125. Dobrizhoffer. II, 77, 206. 468; Doria, Carlos L. IX, 495.
Díaz Nicolau, María Cristina. III, 202, 407. Doria, Familia. II, 173.
VI, 513. Dobson, Andrew. I, 81. Doril, Pedro. X, 287.
Díaz Rementería, Carlos I. II. Dodds, Iames. V, 358. Dormais, Georges. IX, S42.
179, 208, 249, 315; III, 29. Dodero, Alberto. VIII, 152; X, Dormal, Julio. VI, 367, 382.
Díaz Romero, Eugenio. VI, 342. 149. Dornbusch, Rugider. IX, 112,
Díaz Taño, Francisco. III, 197. Dodero, Familia. VII, 103. 115, 149.
Díaz Vélez, Iosé Miguel. V, 89, Dodero, Luis. VI, 201; VIII, 152. Dorrego, Manuel. IV, 20, 303,
204; VI, 34. Doering, Adolfo. IX, 536. 304, 373, 374, 375, 376, 378,
Díaz Vélez, Eustaquio. IV, 283, Doering, Oscar. VI, 410, 423. 379, 380, 381, 385, 386, 387,
298, 300, 302; VII, 217. Doerner, Max. VI, 384. 395, 396; V, 25, 29, 186, 196,
Díaz y Clusellas, Iosefa. VI, 363. Doesburg, Theo van. X, 217. 237, 241, 243, 381, 409, 471.
Dickens, Charles. VI, 334, 419; Dolkart, Ronald H. VIl, 294, 474; VI, 34, 379, 466, 468,
404 X, 126. 297, 468. 469, 477, 532: X, 255.
ÍNDICE DE NOMBRES

Dos Santos, C.M. VI, 37. Duggan, Ernesto. IX, 251.


Dosne Pasqualini, Christiane. Duggan, Héctor. IX, 251.
IX, 514, 517, 531. Duggan, Heriberto. IX, 250,
Dostoievsky, Fiédor 251, 252, 253, 261, 262. Earle. IV, 170.
Mijailovich. X, 280. Duggan, lack. IX, 251. Eastman de Barros, Adela. VI,
Dotti, Jorge Eduardo. V, 73, 74; Duggan, Jaime. IX, 251. 363.
III, 440. Duggan, Iuan Tomás. IX, 250, Easton, David. X, 27, 38.
Doucet, Gastón Gabriel. I, 505, 251. Ebelot, Alfredo. IV, 186.
506; II, 207, 250; III, 190. Duggan, Luis. IX, 250, 251, 261. Eberlein, Gustave. VI, 366.
Douglass, W. IV, 107. 262, 268, 317. Echagüe, Familia. II, 66.
Dowek, Diana. X, 231. Duguid, Familia. VI, 194. Echagüe, Iuan Pablo. VI, 486,
Doyón, Louise M. VII, 308, 322; Duhalde, Eduardo Luis. VII, 524; X, 161.
X, 35. 360. Echagüe, Milcíades. V, 337, 338.
Draghi Lucero, Iuan. III, 277; Duhau, Luis. VII, 281; VIII, Echagüe, Pascual. III, 387; IV,
VI, S60; IX, 271; X, 76, 119. 507, 540; IX, 23, 28. 416, 417 , 419, 421; V, 245.
Drago, José María. X, 142. Duiguit, León. VIII, 409. Echagüe, Pedro. VI, 328.
Drago, Luis María. V, 222, 223; Duje, Nilda E. Il, 146. Echagüe, Selva. VIII, 21 l.
VI, 419. Dujovne Ortíz, Alicia. X, 124. Echagüe y Butrón, Pascual de.
Dragún, Osvaldo. X, 131, 287, Dulabani, Abdul Massid. VIII, II, 152.
288. 384. Echalecu, Julia María. III, 367.
Drake, Francis. I, 347, 418, 439. Dulcert. I, 327. Echanique, Gerónimo de. III,
Drake, Iohn. V, 345. Dumas, Alejandro. V, 246; VI, 398.
Drangosch, Ernesto. VI, 394. 491. Echanique, Iuan de. II, 152.
Draper, LG. VI, 291. Dumont, Santos. VI, 524. Echanove, Alfonso. II, 467.
Dresco, Arturo. VI, 382. Dumont, Ulises. X, 267. Echard. III, 263.
Drevet, Pierre. III, 350. Dumrauf, Clemente. VIIl, 75. Echavarrí, Tomás. III, 375.
Dreyfiis, Alfred. VII, 372. Duncan, Silas. V, 192, 193. Echegaray, Aristóbulo. X, 113.
Driesch, Hans. X, 46. Duncan, Tim. IV, S41. Echegaray, Iuan de. II, 33.
Dromi, Laura. Véase: San Dundas, Henry. IV, 316. Echenique, Iuan B. III, 277.
Martino de Dromi, María Dunkerley, James. IX, 183. Echevarría, Vicente Anastasio
Laura. Dunning, Iohn. IX, 149. de. V, 381, 413; VI, 477.
Droz, Jacques. V, 206. Dupré, Giovanni. VI, 406. Echeverría, Bernardo. VI, 32 l.
Drucaroff, Elsa. X, 134. Durán, Charles Carolus. VI, Echeverría, Esteban. IV, 38, 427,
Drygalski, Erich von. VIII, 162. 369. 428, 437, 453; V, 28, 29, 30,
Duarte. I, 354. Durán, Guillen-no. II, 466. 44, 161, 175, 328, 366, 449,
Duarte, María Amalia. V, 45, Durán, Iosé Antonio. V, 329. 451, 452, 460, 461, 462; VI,
273; X, 86. Durán, Iuan G. III, 399; V, 311. 34, 129, 269, 280, 281, 305,
Duarte de Perón, María Eva. Durán, Pedro. V, 297. 317, 318, 319, 322, 323, 325,
VII, 22, 25, 198, 309, 310, Durán, Víctor A. I, 180, 231. 327, 339, 347, 353, 360, 393,
312, 313, 316, 323, 368, 440, Durán Estrago, Margarita. II, 450, 472, 473, 475, 487, 518,
442, 541; VIII, 26, 27, 28, 29, 466. 519, 522, 537, 559; Vlll, 512;
66, 67, 68, 69, 70, 134, 220, Durán Mastrillo, Nicolás. III, X, 14, 62, 63,119, 126, 156.
221; IX, 228, 353, 380, 410, 244 Echeverría, Francisco. V, 230.
41 l, 439; X, 97, 185, 259. Durand, Alberto. VIII, 65. Echeverría, José de. III, 414.
268. Durant, Charles. VI, 350. Edelberg, Betina. X, 115.
Duarte Quirós, Ignacio. II, 396, Durao, Santa Rita. l, 359. Edery. Marcos. VIII, 396.
430; III, 316, 391. Durkheim, Emile. X, 13, 16. Edgeworth, Francis Ysidro.
Duayén, César. Véase: Barra de Durnhofer, Eduardo. VI. 486. VIII, 501.
Llanos, Emma. Duse, Eleonora. VI, 531. Eduardo VIII, Rey de
Dubal, Pedro. VI, 34. Dussel, Enrique. II, 390, 401, Inglaterra. VII, 31.
Dubourdieu, Ioseph. VI, 365, 414; VIII, 335. Egaña, Antonio. Il, 414.
376, 384. Dussel, Inés. IX, 454. Eggers Lan, Conrado. IX, 350.
Duca, Anselmo Zoilo. VIII, 30. Dussel, Patricia. II, 207. Egido, Teófanes. II, 430, 468.
Duccí, Zacarías, Fray. V, 301. Dutarí Rodríguez, S. VI, 503. Egmont, lord. Il, 340.
Ducray-Duminil, Francois Duteil, Elías. VI, 366, 376, 384. Egües, Carlos Alberto. V, 41,
Guillaume. lIl, 265. Duval, Pedro. III, 232. 102, 133; VII, 401, 507, 555;
Dufau. VIII, 352. Duve, Christian de. IX, 511. X, 39.
Dufourq, Ch.E. I, 321. Duverger, Maurice. VII, 506; Eguiara y Eguren, Iuan Iosé de.
Duggan, Enrique. IX, 261. VIIl, 453; X, 33. III, 243.
lNDlCES GENERALES DE LA OBRA

Eguivar, Hermenegildo de. II, Enrique lll, Rey de España. l, 294. Escardó, Macedonia. Vl, 356.
57. Enrique IV, Rey de España. I, Escardó de Colombo Berra,
Eguren, Alicia. Vll, 353. 290, 295, 298, 313. 330, 322. Paulina. VIII, 65.
Eguren, Francisco de. lV, 278. 331. Escarpit, Robert. X, 160.
Eichelbaum, Samuel. X, 130, Enrique VllI, Rey de Inglaterra. Escobar, Adrián. VII, 476, 482;
174, 281, 285. VIII, 356. VIII, 49.
Eichengreen, Barry. VIIl, 526, Enrique, Federico. lX, 542. Escobar, Alberto. IX, 436.
527, 541. Enríquez. l, 281. Escobar, Juan de, Fray. Il, 421.
Einstein, Albert. VIII, 390; lX, Enríquez, Luis. lI, 96. Escobar, Juana de. II, 135.
542; X, 46, 113. Ensinck Jiménez, Oscar Luis. Escobar, María de. II, 135.
Eisenhower, Dwight David. III, 129; IV, 105; V, 168, 169; Escobar, Miguel. IV, 296.
VIII, 129. Vl, 201; X, 102. Escobar, Valentín de. III, 445.
Eizaguirre, Iosé Manuel. Vl, Entraigas, Raúl A. V, 309, 311; Escobar Castellanos, Tomás de.
228, 244, 256. VIII, 74. lI, 152.
Ekeloff. VIII, 164. Epelbaum de Weinstein, Ana. Escobar de Barragán, Antonia
Ekmekdjian, Miguel Angel. Vll, VIII, 400. de. Il, 135.
509. Erasmo. Ill, 247. Escobar y Becerra, deán. III,
Elal. VII, 165. Ercilla, Alonso de. III, 289. l l l, 278.
Elcano, Iuan Sebastián de. l, Erize, Esteban. VI, 561. Escriche, Ioaquín. V, 425.
344, 345, 249, 369, 370; II, Erize, Francisco. VII, 231. Escrivá de Balaguer, Iosé María.
224; III, 405. Errázuriz, Familia. IV, 194. VIII, 358.
Elenberg, Fernando. VII, 399. Errázuriz, Federico. V, 231, 332. Escudé, Carlos. V, 75, 235; VIII,
Elguera. VIl, 490. Errázuriz, Isidoro. V, 231. ll7, 142, 144, 145; IX, 148,
Elías, Angel. IV, 427. Errázuriz, Matías. X, 157. 422.
Elias, Iuan Ignacio. III, 377.
Elichondo, Margarita. VI, 559.
Elio, Francisco Javier de. Il,
266; IV, 262, 263, 289, 354; V,
Errecaborde, Iorge E. VIII, 298.
Errecart, Iuan. VIII, 65.
Erro, Iuan Carlos. X, 52, 122,
127,177, 183.
392. '
Escudé, Guillermo. IX, ll4.
Escudero, Francisco, Fray. III,

Escudero, Iosé Antonio. lI, 248;


15, 78, 175; VI, 17, 19. Esandi, M. M. VIII, 335. IV, 247.
Elizagaray, Atilio. D(, 99, 112, 114. Escalada, Antonio Iosé de. VI, Escudero, Pedro. IX, 507.
Elizalde, Pedro Isabel. IX, 508. 522. Eshag, Eprime. VIII, 516.
Elizalde, Rufino de. IV, 23, 446, Escalada, Celedonio. IV, 290. Esnaola, Iuan Pedro. IV, 39; VI,
463, 464, 467, 470, 471, 472, Escalada, Familia. III, 135; Vl, 387, 393, 400.
477, 484, 490; V, 39, 258. 351, 523. España, Claudio. X, 269.
Elizalde Acevedo, Luciano H. Escalada, Federico. VII, 164, Espeche Gil, Vicente. VII, 400.
IX, 363, 585. 166, 176. Espejo, Iosé. VII, 309, 310, 316;
Elizalde y Hurtariz, Iuan José Escalada, Francisco Antonio de. IX, 226, 227.
de. III, 436. lll, 271, 323. Espejo, Iuan Luis. I, 409; IV,
Elliot, John. VI, 358. Escalada, José Antonio de. III, 318.
Elorriaga, Domingo, Fray. III, 374. 239, 246. Espidíón, Santo. III, 269.
Elortondo y Palacios, Felipe. VI, Escalada, José Manuel. V, 305. Espil, Alberto. IX, 342.
5 l 6. Escalada, Manuel. IV, 332; V, Espina, Alonso de la. l, 314.
Elvard, Paul. IX, 349. 283. Espinel, Vicente. VI, 557.
Emiliozzi, Familia. IX, 321, 324. Escalada, Roberto. X, 261, 263. Espinosa, Manuel. X, 217.
Emperaire, A. I, 230. Escalada, Remedios de. Vl, S22. Espinosa, Mariano Antonio,
Emperaire, I. I, 230, 255, 256. Escalada Bustillo y Zeballos, Fray. V, 284, 287, 339; X, 240.
Encinas, Diego de. Il, 293, 408. Mariano lose de. IV, 27; V, Espinosa, Pedro de. ll, 98.
Enciso Recio. III, 21 l. 291, 294, 295, 321, 323, 324, Espinosa de los Monteros, Iosé.
Endrek, Emiliano. II, 123, 124, 327, 340. III, 131, 343, 410, 412; Vl,
l4l, 146, 180; Vl, 274; IX, Escalada de Demaría, María 178.
423. Eugenia. lI, 175. Espinosa de los Monteros, Iuan
Engelmann, Godofredo. VI, Escalante, Iuan. Vl, 478. Alonso. III, 343, 344, 435.
Escalante, Wenceslao. IV, 514; V, Espinosa Soriano, W. I, 106.
Engels, Frederic. IV, 532; V, 60; 370; VIII, 412, 413. Espinosa y Dávila, Joaquín de.
VII, 403. Espalpelo. V, 140. lIl, 435.
Enrique II, Rey de España. I, Escalona Agüero, Gaspar de. III, Espósito Castro, Alfredo Mario.
297, 305; II, 322. 29 VIII, 355.
Enrique II, Rey de Portugal, el Escardó, Florencio. IV, 212; VI, Esquilache, príncipe de. l, 489;
406 navegante. l, 352, 354, 365. 356; IX, 523; X, 128. Il, 254.
ÍNDICE DE NOMBRES

Esquilo. X, 156. Euler, Ulf von. IX, 525. Farina, Alberto. X, 270.
Esquiú, Mamerto, Fray. V, 283, Ewen, Enrique LR. V, 354. Fariní, Iuan Angel. VI, 486; X,
288, 294, 309, 328, 368: X. Eyzaguirre, Jaime. IV, 346. 148.
118. Eyzaguirre, José Ignacio Víctor. Farjat, Jorge Luis. VII, 87.
Esquivel, Héctor Darío. V, 342. V, 287. Farnesio, Isabel de. II, 327, 328,
Esquivel, Maria de. I, 470. Ezcurra, Mariano. IX, 17. 329, 330, 331.
Essomericq. I, 359. Ezcurra de Rosas, Encarnación. Farré, Luis. X, 46, 64.
Estaca, Iuan. VI, 420. IV, 402, 403, 417; VI, 356. Farrell, Edelmiro I. VII, 20, 21,
Estacio de Sa. I, 362. Ezquerra Abadía, Ramón. I, 301, 306, 308, 321, 545; VIII,
Estelle, Patricio. l 409. 408. 63, l0_6, 107, 214, 216, 217,
Esteras, Cristina. I, 474; lII, Ezquerrenea, Iuan Antonio. V, 218; IX, 375.
356, 361, 367. 322. Farrell, Gerardo. VIII, 356, 360.
Estevan y León, Manuel de. III, Farrington, I. I, 108.
435. F Faruk. IX, 383.
Esteve, Laura. IX, l5l. Fasciolo, Iuan Carlos. IX, Sl l,
Esteves Saguí, Miguel. V, 427, Fabre, Agustín. III, 254, 394. 512, 513, 517.
429, 430, 437. Fabrici, Susana. VI, 349, 366, Fasolino, Nicolás. II, 430; V,
Estévez, Adolfo. VIIl, 228. 377, 378, 563. 310; VI, 274; VIII, 342.
Estévez, E.I. I, 255. Fabrizi, Aldo. VII, 99. Fassi, Carlos. VIII, 70.
Estiú, Emilio. VII, 38; X, 56. Fabro, Fernando. Ill, 384, 435. Fassola Castaño, Francisco. VII,
Estrada, Angel de. VI, 342; VIII, Fabro, Gabriela. X, 269. 291.
324; X, 126, l5l. Facio, Sara. X, 124, 216, 236. Fatone, Vicente. X, 52, 59, 60,
Estrada, Carlos de. VIII, 45. Facio Hebequer, Guillermo. IX, 65, 122.
Estrada, Iosé Manuel. V, 37, 53, 220; X, 212, 213, 285. Fattori, Giovanni. VI, 369.
56, 120, 140, 306, 307, 368: Faciotti, María Celia. IX, 268. Faulkner, William. X, 122.
VI, 291, 303, 331, 338, 417. Fader, Fernando. VI, 376, 382; Faust Rocha, Miguel. X, 283.
421, 435, 440, 441, 502, 510, VII, 38; X, 203, 204, 208, 219, Faustin, Enrique. X, 261.
518, 520, S23; VII, 490; VIII, 220, 222, 235. Fautario, Héctor Luis. VIII, 248,
85, 312; X, 53. Fadrique. III, 148. 251.
Estrada, Liniers de. III, 159. Fadul, María Esther. VIII, 65. Fava, Athos. VII, 468.
Estrada, Marcos de. V, 206. Fahy, Antonio. V, 292. Favaloro, René. VII, 387.
Estrada, Santiago de. VI, 332, Faig, Carlos H. X, 289. Favaro, Orietta. VII, 356; VIII,
502; VIII, 335, 342, 343, 361. Fainholc, Beatriz. IX, 454.
Estrany-Gendre, Antonio. VIII, Fair, Familia. VI, 194. Favier, Alvin. VI, 358.
136. Fairburn, Iohn. III, 141, 145. Favio, Leonardo. X, 264, 270.
Estrella Gutiérrez, Fermín. X, Fagnani, Camilo O. IX, 268. Favré, Roberto. X, 258.
114, 132. Fagnano, Iosé. V, 300. Favretto, Giaccomo. VI, 369,
Etchart, Pablo Carlos. X, 157, 163. Fajardo, Pedro, Fray. III, 445. 371.
Etchebarne, Miguel. X, llS. Falcini, Luis. X, 223. Faya, Orlando. III, 415.
Etchecopar, Evaristo. VI, 88, Falcoff, Mark. VII, 294. Fayt, Carlos S. Vll, 322, 467,
138. Falcón, Ramón L. V, 261. 498, 509; X, 29, 35.
Etchecopar, Máximo. VII, 290, Falcón, Ricardo. IV, 541; V, 168; Febrero, Iosé. III, 275.
446; X, 127. VIII, 382; IX, 240. Febvre, Lucien. X, 87.
Etchegaray. Vl, 337. Falconer, Tomás, Véase: Falkner, Fedele, Javier. VII, 208.
Etcheguía, Gustavo. IX, 183. Tomás. Fedoseeff, N.B. IV, 293.
Etchepareborda, Roberto. IV, Falero, Ruy. I, 342. Feduchi, Luis. lII, 367.
269, 31 l, 540; V, 42, 234, 271, Faletto, Enzo. X, 18. Feijoo, B.I. VI, 316.
272, 273; VI, 486; VII, 263, Falguiere, Alexandre. VI, 370. Feijoo, María del Carmen. III,
295, 465, 508; VIII, 209; X, Falkner, Tomás. I, 273; II, 71, 263, 265, 269; IV, 156; X, 30.
96. 87; III, 148, 386, 405, 407, Feierstein, Ricardo. V, 360.
Etchevehere, Guillermo. X, 115. 415, 417. Feinmann, Juan Pablo. VII, 397,
Etchevehere, Luis. VII, 267. Fangio, Iuan Manuel. VII, 35; 471; X, 268.
Etcheverry Boneo, Rómulo. IX, 321, 322, 323, 324, 330, Feldman, E. IX, 125, 148.
VIII, 415, 443; IX, 475. 325, 329, 330. Feldman, Iorge. VII, 142.
Eteve, Laura. III, 13. Fanon, Franz. VII, 366. Feldman, Simón. X, 264, 270.
Etkin, Alberto M. Vll, 263. Faraday, Michael. VI, 406. Felgine, Odile. X, 198.
Eugenio, Emilio. I, 206, 207. Farberman, Judith. II, 123, 179; Felipe, el infante. II, 331.
Eujanian, Alejandro C. Vl, 449, III, 100, 190. Felipe Il, Rey de España. I, 281,
450. Farel. Guillermo. VIII, 333. 347, 363, 419, 427, 431, 445. 407
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

447, 448,, 450, 455; 11, 214, Femández, Stella Maris. X, 161. Fernández Navarro, César. X,
219. 245, 302, 308, 351, 352, 162, 163. 222.
387, 392, 397; 111, 35, 74, 208, Fernández Alvariño, Próspero Femández Pardo, C.A. VII, 469.
286, 416, 442. Germán. VII, 357. Fernández Pol, Iorge E. VIII,
Felipe III, Rey de España. II, Femández Balmaceda, Osvaldo. 513.
352; 111, 37, 212, 237, 444. V111, 5 1 5. Femández Pondal, Rodolfo.
Felipe IV, Rey de España. II, Fernández Blanco, Familia. VI, VIII, 253.
413, 442; lll, 383. 354. Fernández Tiscornia, Nelly. X,
Felipe V, Rey de España. II, 223, Femández Blanco y Rodrigo, 132.
251, 299, 322, 323, 324, 326, Isaac. VI, 363. Femández-Tresguerres, LA. I,
327, 328, 330, 331; 111, 27, 35, Fernández C., Jorge. IV, 186. 284.
37, 146, 264, 306. Fernández Campero, Iuan José. Fernández Valcárcel. 111, 269.
Felipe de Anjou. II, 323, 358, Il, 165. 27 l.
359, 360, 363, 364. Femández Chelo, Enrique. X, Femández Valdés, Eduardo. VII,
Feliú, Ramón. IV, 243. 1 S6. 283.
Falleti, Tulia Gabriela. V, 168. Fernández Cornejo, Iosé. IV, Fernández Villanueva, Julio. VI,
Fender, F. 1X, 31. 409, 41 1. 371.
Fénelon. III, 273, 319. Fernández de Agüero y Echave, Fernando, el Católico, Rey de
Fenner, Emilio. X, 150. Iuan Manuel. III, 303, 304, 306, España. 1, 288, 294, 295, 316.
Ferguson, Francisco. V, 355. 309, 312, 317, 321, 398V. 25. 317, 321, 357; 11, 389, 402.
Ferguson, Lula de. V, 355. 315, 364; V1, 465; X, 62. Fernando II, Rey de España. l,
Ferlini, Iuan. VII, 410. Femández de Andrada, Diego. 305.
Fermepin, Alphonse. VI, 357, III, 432. Fernando III, el Santo, Rey de
358. Fernández de Andrade, Pedro. España. I, 332.
Fermín, Santo. III, 200. l, 472. Fernando IV, Rey de España. I,
Femández. IX, 426. Fernández de Castro. III, 135. 297; Il, 329.
Fernández. 111, 135. Fernández de Enciso, Martín. I, Femando VI, Rey de España. 11,
Fernández, A. 1V, 106; VII, 109. 341. 333, 336, 237, 359, 370, 459;
Fernández, Alejandro. 111, 367. Femández de Fonseca, Iuan. III, 111, 123, 125, 127.
Fernández, Angela M. II, 141, Femando VII, Rey de España.
146; III, 190. Fernández de la Cruz, II, 347; III, 339, 351; IV, 18,
Femández, Arturo. X, 34, 38. Francisco. IV, 305, 306, 309, 19, 230, 231, 232, 233, 237,
Femández, Francisco F. IV, 468. 362, 367. 238, 239, 243, 261, 272, 350;
Fernández, LC. V1, 513. Fernández de la Torre, Pedro, V,1S, 16, 21, 78,172,176.
Fernández, Ianuario. II, 174; 111, Fray. I, 395, 423; lII, 441. 177,179,181, 206, 413; V1,
168, 169. Fernánda de Lugo, Pedro. I, 375. 459.
Fernández, Iorge. I, 180. Fernández de Moratín, Femícola, Elena A. VIII, 65.
Fernández, Iuan. III, 236. Leandro. III, 136. Fems, H.S. II, 382; V, 235, 499.
Femández, Juan Antonio. V1, 467. Fernández de Villegas, Ramón. 505; VI, 37, 202; 1X, 145, 182.
Fernández, Juan Carlos. VIII, III, 436. Ferrá, Coloma. VIII, 516.
441. Fernández Díaz, Augusto. l, Ferra de Bartol, Margarita. VII,
Fernández, Iuan N. V1, 106. 296.
Fernández, Iuan Rómulo. VI, Fernández Distell, A. 1, 107. Ferrando, Olegario. X, 260.
307, 485, 511; 1X, 361. Fernández Garay, Ana. VII, 175. Ferrara, Ricardo. VIII, 360.
Fernández, Mabel. I, 207. Fernández Latour de Botas, Ferrari, Gustavo. IV, 155, 157,
Fernández, Macedonio. IX, 338; Olga. VI, 345, 346, 535, 559, 538; V, 45, 74, 234, 235; VI,
X, 113, 120, 121,170. 560, 561, 562, 563; 1X, 269. 202, 449; V111, 142.
Fernández, María Angélica. VI, 302, 585; X, 128. Ferrari, [uan Carlos. Véase:
486. Fernández Long, Hilario. IX, Grande, Enrique.
Fernández, Manuel Ignacio. II, 486. Ferrari, Marcela. IV, 540, 541;
266, 267, 270, 272, 274, 277, Fernández López, Manuel. V, V1, 126.
281, 295; III, 439. 536; V111, 499, 522, 523, 578. Ferrari, Marta. X, 130.
Fernández, Marta. X, 38. Fernández Mejía. III, 264. Ferrari, Miguel. IX, 538.
Fernández, Patricio I. III, 263. Fernández Moreno, Baldomero. Ferrari, Rodolfo Iuan. VIII, 87.
Fernández, Pedro Juan. III, 321. X, 112. Ferrari Hardoy, lose’. VII, 193.
Fernández, Raúl. VI, 274; 1X, Fernández Moreno, César. VI, Ferraris, Carlos José. Vl, 404,
423. 348; X, 115. 405, 415.
Fernández, Roque. V111, 519. Fernández Muro, Antonio. X, Ferrater Mora, José. X, 61, 65.
408 Fernández, Silvia. Vl, 340. 224. Ferrati. VI. 522.
ÍNDICE DE NOMBRES

Ferré, Pedro. IV, 164, 391, 392, Fierro, Martín. I, 191; III, 302; Fioravanti, Iosé. X, 141.
393, 395, 417, 419, 423, 434. V, 38, 49, 253, 407; VI, 329. Fioravanti, Maurizio. II, 248.
435, 437, 451; V, 245, 446, 330, 331, 336, 340, 345, 359, Fiorentino, Raúl. IX. 59.
448, 461, 462; VI, 140, 144, 531, 538, 541, 549, 557, 559, Fiorini, Bartolomé. VIII, 86.
483; VIII, 85. 560; VII, 91; VIII, 476; IX. Fiorini, Jacobo. VI, 353, 362.
Ferreira, Andrés. IX, 410. 270, 286, 292, 302, 336, 338; Firmenich, Mario Eduardo. VII,
Ferreira, Fernando. X, 270. X, 52, 119, 125,126,133.14], 383, 384, 385, 386, 394, 397,
Ferreira, Gregorio. I, 466. 156, 157, 167, 263. 460, 464; VIII, 347.
Ferreira, I. Alfredo. Vl, 286, Figari, Guillermo Miguel. V, Firpo, Luis Angel. IX, 254, 326.
299, 306, 423, 426; X, 41. 234. Firpo, Roberto. X, 274.
Ferreira, Ramón. IV, 450. Figarillo. Véase: Alberdi, [uan Fischer, A. I, 230.
Ferreira, M. VII, 413. Bautista. Fischerman, Alberto. X, 265,
Ferreira Abad, Francisco. Il, 25. Figueira, Ricardo. VI, 63. 267.
Ferreira de Cassone, Florencia. Figueiroa, Silvia F. de M. IX, Fisher, Ana María. VI, 513.
VII, 294. 529. Fisher, Irving. V, 535; VlII, 501,
Ferreiro, Iosé. III, 354, 367. Figuerero, Manuel E. VI, 488. 504.
Ferreiro, Iuan Pablo. I, 506, S07; Figuerero, Manuel V. III, 160. Fisher, LR. VI, 17, 35, 36.
II, 123, 124; III, 190. Figuerero Torres, M.I. I, 256. Fitte, Ernesto I. I, 408; V, 272,
Ferrer, Aldo. VI, 166, 168; VIII, Figueroa, Agustín de. lII, 436. 505; VIII, 177.
511, 514, 515, 520, 521; IX, Figueroa, Andrés. IV, 423, 424, Fitzgerald, E.V.K. VI, 168.
30, 32, 81, 112; X, 92. 428. Fitz-Roy, Robert. I, 76, 257; V,
Ferrer, Concepción. VI, 254. Figueroa, Antonio de. II, 82. 350; VI, 420.
Ferrer, Miguel. IV, 295. Figueroa, Familia. V, 148. Flammarion. VI, 418.
Ferrer, Vicente, Santo. III, 110, Figueroa, Fernando R. VII, 296. Flux. Veáse: Palacio, Lino.
156. Figueroa, Iuana. IX, 291. Flechter, Lea. VI, 346.
Ferrero, Constancio, Fray. V, Figueroa, Mauricio. IV, 404, Flegenheimer, Nora. I, 185, 206,
297, 301. 405. 230.
Ferrero, Guglielmo. VI, 416; 1X, Figueroa Alcorta, Iosé. IV, 26, Fleider, Leo. X, 265.
462. 526; V, 27, 44, 62, 70, 98, 104. Fleitas, Iuan. VII, 425.
Ferrero, Roberto. VI, 98; VII, 110, 123, 127; VI, 382; VII, Fleitas, María Silvia. IX, 33.
295, 296; X, 96. 520; VIII, 452; X, 147. Fleming, William. VI, 202; IX,
Ferrero Mico, Remedios. VI, Figueroa Alcorta, Luis. IX, 528. 33.
274. Figueroa Quinteros, María Fleury, André-Hercule de. V,
Ferretti, Aurelio. X, 131. Angélica. II, 250. 303; X, 88.
Ferreyra, Alba. IX, 424. Figueroa Toledo y Pimental, Flexner, Abraham. IX, 501, 527.
Ferreyra, Ana Inés. IV, 113, 119, Gabriel de. III, 227. Flichman, G. I, 127.
131, 379, 422, 424, 425, 543; Figueroa y Guevara, Baltasar Fliess, Enrique. VIII, 180, l8l.
V, 505, 507, 515, 516, 525. de. III, 433. Flint, F. I, 229.
Ferreyra, José A. X, 256, 257, Figueroa y Mendoza, Lucas. II, Floranes. Ill, 236.
258. 156; III, 433. Flores, Familia. II, 135.
Ferreyra, María del Cannen. Il, Figuerola, Iosé. VII, 31, 301, Flores, Ignacio. II, 270, 274,
123, 128, 146. 306; VIII, 508, 509. 275; Ill, 242.
Ferreyra, María Esther. IX, 424. Fijman, Jacobo. VIII, 324; X, Flores, Iosé María. IV, 441.
Ferreyra, Martín. IX, 516. l 13. Flores, Miguel. X, 222.
Ferreyra, Ramón. IV, 414; V, Filangieri, Gaetano. V, 15, 26, Flores, Pedro. X, 225.
329. 38, 428, 443. Flores, Petiso. IX, 284.
Ferreyra, Roque. IV, 459. Filgueira, Carlo. VII, 134, 139. Flores, Venancio. IV, 445, 448,
Ferreyra Basso, Iuan G. X, 115. Filiberto, Iuan de Dios. IX, 263. 463, 484; V, 221, 251.
Ferri, Enrico. V, 373; VI, 417; Filicaya, Bacho de. I, 465, 470, Flores de Valdés, Diego. I, 347,
VIII, 478; IX, 462. 472. 439.
Ferro, Hellen. X, 123, 270. Filippani, Benito. V, 33 l. Florescano, Enrique. III, 50; IV,
Ferry, lules. V, 54, 55; VI, 292, Filippo, Iorge. VII, 176. 131.
293. Fillol, Joaquín. IV, 484. Flórez. III, 263, 269.
Fester, Gustavo. IX, 552. Filloy, Iuan. X, 121. Floria, Carlos Alberto. II, 380;
Feuillé, Luis. Ill, 407. Fingerit, Iulio. VIII, 324. IV, 491, 507, 538; V, 133; VII,
Fichte, Johann Gottlieb. V, 370. 297, 357, 361, 398, 400, 431,

178. 409
Finglhay, Iuan L. VI, 505.
Fidalgo, Francisco. l, 206, 229. Finkielman, Samuel. IX, 531. 470. 485, 494, 509, 552, 555;
Fieldhouse, Iohn. VIII, 284. Finó, lose Federico. X, 154, 162. IX, 183; X, 29, 33, 34, 104.
Fienup, D. IX, 31. Finochietto, Enrique. IX, S64.
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Floridablanca. Véase: Moñino, Foucault, Michel. VIII, 473. Francovich, Guillermo. III, 402.
José. Fouillée, Alfredo. V, 373. Frank, Waldo. X, 127, 175.
Florit, Carlos. VIII, 143. Foulché-Delbosc, Raymond. X, Franklin, Benjamín. III, 325,
Focher, Iuan de. II, 390, 409. 146. 326; VI, 41 l, 421, 427.
Fock, Niels. VII, 147. Fouquery, Charles. II, 129. Franks, Lord. VIII, 300.
Fodor, Iorge. IX, 149. Fourier, Charles. V, 29, 458. Franze, Iavier. IV, 540; VII, 430.
Fogarty, Iohn. VI, 124, 169; IX, Fourníer, Iean. I, 356. Frapiccini, A. VII, 109.
3 l , 81. Fovie, Iorge Guillermo. VII, Fraser, Douglas. VI, 155.
Foglí, Ghino. X, 150, 156, 157. 263. Fraser, Iohn Foster. IV, 145,
Foglia, Maria Elena. I, 463, 474; Fox, Elizabeth. IX, 393. 147, 157.
IV, 216. Foyel, cacique. IV, 176; VII, 160. Frasso, Pedro. II, 390; III, 263,
Foglia, Virgilio G. IX, S15, 524. Fracchia, Alberto. VIII, 5 l 7. 264.
Foguelman, Dina. VII, 231. 5 l 9. Fray Macho. Véase: Alvarez, Iosé
Fogwill, Rodolfo. X, 124. Frade, Carlos del. VIII, 42. Sixto.
Folcini, Enrique Eugenio. VIII, Fradkin, Raúl O. II, 180; III, Fredricks, Carlos D. IV, 433.
S12, 518. 101, 190. Fred Rippy, I. VI, 37.
Folguerá, Iosé. X, 116. Fraga, Iorge A. VIII, 177, 178. Freddy Masera. Ricardo. VII,
Folliet, Ioseph. II, 399. Fraga, Rosendo M. VII, 295, 355, 175.
Fonseca. III, 381, 385. 375, 376, 398; VIII, 209, 229, Fredericq, León. IX, 514.
Fonseca, Fabián de. III, 29. 230, 244, 247, 270, 271, 578. Freedman, Lawrence. VIII, 144.
Fonseca, Manuel de. III, 133. Fragueiro, Alfredo. X, 59. Freeman, Edward. V, 52.
Fonseca Contreras, Manuel de. Fragueiro, Mariano. IV, 430, Freels, Iohn W. IX, 21 l.
I, 470, 471. 436, 437, 438, 446, 454; V, 31, Fregeiro, Clemente. VI, 446; X,
Font, Iuan. III, 148. 451, 452, 461, 462, 479; VI. 149.
Font Ezcurra, Ricardo. VII, 487. 497. Fregonese, Hugo. X, 258, 261.
Fontaine, Ernesto R. VIII, 516. Fraguío, Carlos I. VIII, 176. Frei, Eduardo. VIII, 139.
Fontana, Clara. X, 270. Framini, Andrés. VII, 336, 338, Freidemberg, Daniel. X, 133.
Fontana, Lucio. X, 223. 381. Freire, Ramón. IV, 322, 323,
Fontana, Luis Iorge. VI, 333, France, Anatole. IV, 194; VI, 327, 329, 332.
423. 530. Freire, Susana. X, 289.
Fontana Lázaro, I. VI, 35, 36. Franceschi, Alfredo. X, 47. Freitas, Augusto Teixeira de. V,
Fontanella de Weinberg, B. IV, Franceschi, Gustavo I. V, 65, 388
105; VI, 561. 307; VII, 28, 431, 450, 470; French. IV, 307.
Foppa, Tito Livio. VI, 345; X, 135. VIII, 324, 329, 335, 338; IX, French, Peter. VII, 322.
Forbes, Iohn B. V, 182. 339, 422; X, 178. Frenguelli, Joaquín. I, 28, 62,
Ford, Alec. V, 504, 534, 535; IX, Francesconi, Luis. VIII, 367. 155, 217.
145. Franchico. VI, 543. Frenkel, Leopoldo. VII, 466.
Ford, Aníbal. IX, 393. Francia, Iosé Gaspar de. V, 174. Frenkel, R. X, 30.
Forestier, Iuan Nicolás. IV, 195; Francisco, Santo. III, 170, 210, Fresán, Rodrigo. X, 125.
VII, 180, 181, 205. 214, 233. Fresco, Manuel. VII, 185, 269,
Forman, Paul. IX, 557, 584. Francisco de Asís, Santo. Ill, 273, 286, 418; VIII, 20, 22;
Forner, Raquel. VII, 39; X, 211. 157. IX, 201.
Forni, Florial. X, 22. Francisco de Paula, Santo. III, Fresco, Rafael. X, 149.
Fornieles, Salvador. VIII, 405, Freud, Sigmund. X, 14, 23, 113,
408, 421, 425, 443. Francisco Xavier, Santo. III, 280.
Foronda. III, 325; V, 15. 157, 158, 195. Frexas, Enrique. VI, S05.
Forster, Ricardo. l, 257. Franco, Eva. IX, 263; X, 256, Frezier. III, 214.
Forsyth, Iohn. V, 193. 280, 281, 283, 284. Frías, Alonso de. III, 345.
Forte, Vicente. X, 21 l. Franco, Francisco. VII, 285, Frías, Bernardo. III, 188, 192,
Forteza, I. IX, 21 l. 292, 313, 348, 424, 426, 427. VI, 228.
Fortuny, Mariano. VI, 238. 462; VIII, 134; X, 178. Frías, Félix Ignacio. III, 398; IV,
Foschíatti, Ana. IV, 71, 75. Franco, Luis. IX, 337; X, 114, 414, 498, 499, 504; V, 25, 3l,
Fossatti, Iuan. IV, 191. 122, 127. 65, 120, 126, 303, 304, 305.
Foster, David. VI, 344. Franco, Nora. l, 207. 333, 368; VI, 278, 279, 280,
Foster, George. VI, 539, 553, Franco, Pedro B. X, 154. 288, 305, 473, 475, 496, 502:
559, 560. Franco, Rodolfo. X, 205, 206, VIII, 80; X, 95, 146.
Foster Stockwell, B. VIII, 365. 214, 284. Frías, José Domingo. III, 444.
Fotheringham, Ignacio H. IV, Franco, Rubén O. VIII, 248, Frías, José María. VI, 138.
410 165, 185; V, 254. 261. Frías, Justiniano. VI, 138.
ÍNDICE DE NOMBRES

Frías, Luis Rodolfo. IV, 481. Fucito, Felipe. VIII, 440, 441; X, Gadano, Nicolás. IX, 147.
Frías, Pedro Iosé. VII, 275, 509; 22. Gaddano, Iosé Enrique. VIII,
VIII, 42, 86, 342, 343, 361. Fuente, Ariel de la. VIII, 495. 75.
Frías, Ricardo. IX, 379. Fuente, Héctor de la. VII, 283. Gadé, Analía. X, 263.
Frías, Susana R. II, 89, 122, 125, Fuentes, Antón de. I, 472. Gaete, Familia. II, 157.
146, 469. Fuentes, Carlos. X, 123. Gagliano, Rafael. IX, 454.
Frías, Uladislao. V, 120, 128. Fuentes, Diego T. de la. IV, 492; Gagliardi. VI, 254.
Frías Martel. II, 157. VI, 282. Gagneux, Eduardo Guillermo.
Friedman, M. VIII, 574. Fuentes del Arco, Antonio. III, VIII, S06.
Friedmann, Wolfgang. VIII, 306; VI, 316. Gaignard, Romain. VI, 63, 97,
439. Fugger, Familia. I, 346, 370. 124, 125.
Friedrich, Carl. X, 33. Fugl, Iuan. IV, 83; V, 349, 359. Gainza, Fernando, Fray. III,
Frigerio, Iosé Oscar. VII, 177, Funes, Ambrosio. III, 131, 229, 390.
354, 355. 230, 252, 279, 352, 362. Gainza, Martín de. IV, 491; V,
Frigerio, Rogelio. VII, 335, 353, Funes, Diego de. I, 153. 259, 260.
368, 369, 446, 447, 467; VIII, Funes, Gregorio. III, 225, 227, Gainza, Pedro, Fray. III, 390.
227, 260, 521; IX, 100, 114; 228, 232, 237, 240, 243, 246, Gainza Paz, Familia. IX, 349.
X, 189. 252, 254, 261, 266, 268, 275, Gaito, Constantino. VI, 391,
Frizzi de Longoni, Haydée E. V, 279, 388, 390, 396, 401, 402; 394; X, 243.
344. IV, 40, 253, 257, 258, 259, Galán, Carlos. VIII, 353.
Frondizí, Arturo. VII, 23, 24, 268, 355, 397; V, l7, 18, 25, Galán, Martín. V, 173.
119,121, 200, 212, 285, 317, 279, 310, 314, 315, 343, 366. Galán, Raúl. X, 115.
321, 333, 334, 335, 336, 337, 400, 408; VI, 132, 209, 270, Galasso, Norberto. VII, 297, 468.
338, 344, 345, 352, 355, 356, 315, 457, 461, 465, 487, 518. Galdiano, Lázaro. I, 360.
369, 398, 416, 446, 447, 448, Funk. II, 342. Galeano, Eduardo. X, 193.
461, 467, 496, 503, 517, 518, Furbank, P.N. IV, 158. Galera Gómez, Andrés. III, 419.
519, 520, 525, 526, 528, 529, Furet, Francois. VII, 363. Galettini, Carlos. X, 266.
530, 531, 536, 540, 541, 542, Furlan, Luis R. X, 116, 133, 134. Galiani, abate. V, 14, 457.
544, 545; VIII, 30, 39, 65, Furlong, Guillermo. II, 81, 84, Galileo, Galilei. VI, 410.
122, 123, 125, 129, 130, 132, 86, 281, 350, 430, 466, 467. Galimbertj, Rodolfo. VII, 358,
135, 137, 143, 153, 156, 227, 468; III, 158, 159, 160, 162, 375.
228, 229, 230, 231, 233, 243. 244, 277, 279, 279, 297, 312. Galíndez, Bartolomé. IV, 540.
244, 245, 304, 342, 433, 455, 329, 330, 365, 371, 385, 401, Galíndez, Víctor. IX, 329.
465, 466, 514, 515, 521; IX, 402, 405, 408, 412, 414, 421; Galisteo, Elías. IV, 389, 416.
88, 92, 100, lOl, 102,105. V, 308, 309, 310, 311, 312, Galitelli, Bernardo. IX, 240.
109, 110, 114, 115,132,134, 343; VI, 256, 287, 399, 486; Galland, Adolfo. VIII, 219.
137, 138, 139, 147, 203, 204, VIII, 333; IX, 422; X, 65, 76, Gallardo, Alejandro. VII, 275,
230, 231, 233, 240, 350, 351, 81. 276.
367, 381, 412, 416, 445, 481, Furt, Iorge M. II, 88; III,l3l, Gallardo, Angel. VI, 506; VII,
482, 483, 484, 496; X, 25, 28. 245, 279, 292, 293, 294, 312; 215, 220, 254; VIII, 115, 335;
187, 190. VI, 560; X, 149, 157. IX, 535, 536.
Frondizí, Risieri. VII, 38; VIII, Furtado, Celso. VIII, Sl 1, 512, Gallardo, Carlos R. I, 276.
515, 516; IX, 482, 483, 523; 513, 521, 523. Gallardo, Guillermo. l, 443; V,
X, 48, 49, 56. Fustel de Coulanges, Numa 344; VI, 227, 400.
Frondizí, Silvio. VII, 359, 446, Denis. VI, 339. Gallardo, Iorge Emilio. VI, 561.
451, 467, 468; IX, 483. Fustinoni, Osvaldo. IX, 514. Gallardo, León. VI, 367.
Frontaura Argandoña, Manuel. Fustiñana, Rolando. X, 261. Gallardo, Mabel. II, 125, 147.
l, 408. Fvaternik, E. VII, 470. Gallardo, Manuel B. VI, 468,
Frontera, Carlos Guillermo. 474.
VII, 482, 508. G Gallardo, Rodolfo. II, 88.
Frúgoli, Amadeo. VIII, 258. Gallardo, Sara. X, 123.
Frugoni, Santiago Felipe. VIII, Gaboto, Sebastián. I, 445. Gallart, M. IX, 454.
87 Gabriel, Iosé. VII, 239, 263; Galle, Cornelio. III, 343, 344.
Frugoni Zabala, Domingo. VIII, XIX, 333. Gallego, Américo. IX, 312.
50 Gabriel, Santo. III, 157. Gallego, Isidora. III, 152.
Frutos, Pedro. VIII, 41 l. Gabrielli, Adolfo. VII, 509; VIII, Gallego Gredilla, Enrique. Il,
Fucaraccio, Angel. VIII, 513, 469. 85.
516. Gache, Benjamín. IX, 370. Gallego, Manuel. III, 251, 252,
Fuchs, Iaime. VII, 139. Gadamer, Hans-Georg. X, 49. 257, 275, 278. 411
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Gallegos. VI, 313. 518, 524, 533; VII, 21, 263, Garcés, Delia. X, 259, 261.
Gallegos, F. VI, 509. 418, 419, 420, 421, 431, 440, García. VIII, 355.
Gallegos Sánchez, Arturo. VIII, 450, 487; V111, 320, 324; X, García, Agustín. III, 395.
469. 77,117, 118,142, 160,187. Garcia, Alejo. I, 342, 372, 374,
Galles, Carlos D. 1X, 535, 585. 215. 378, 379, 383, 384, 408.
Galletti, Alfredo. IV, 539; V, 42, Gálvez, Oscar A. VII, 35; 1X, García, Alicia S. VII, 294; VIII,
138; VII, 507. 321, 322, 324. 245.
Galletti, Ana. V, 168. Gálvez, Víctor. IV, 451; VI, 227, García, Alizón. V111, 512.
Galli, Carlos María. VIII, 360. 512. García, Amalia. VIII, 74.
Galli Mainini, Carlos. IX, 513. Galyn, Martín de. Il, 170. García, Ana María. VII, 296.
Gallina, Mario. X, 269. Gama, Vasco da. I, 31. García, Baldomero. IV, 383; V,
Gallino, Cayetano. IV, 305. Gamarra, Andrés. IV, 340. 400; V1, 466, 477.
Gallo, Aniceto el. VI, 321, 501. Gamba, Virginia. VIII, 144. García, Benito. 1V, 383.
Gallo, Delfin. 1V, 515; V, 53, 54, Garnbaro, Griselda. X, 131, 287. García, Bibiana. VII, 158.
120; VI, 502. Gambartes, Leónidas. X, 222. García, Carlos F. V, 45.
Gallo, Delfina. VI, 245, 256. Gambier, Mariano. l, 163, 164, Garcia, Carlos O. X, 270.
Gallo, Edit. VII, 295. 167, 170,178. Garcia, César Reinaldo. VII,
Gallo, Ezequiel. I, XXI; IV, 155, Gambini, Hugo. VII, 321; IX, 294.
157, 158, 51 l, 538, 539, 540, 353, 355, 361, 422. García, Diego. l, 32; III, 408.
541, 543; V, 45, 55, 73, 74, Gamboa, Marcelo. V, 322, 383. García, Domingo. VI, 87.
168, 169, 235, 462; V1, 98, Gamez, Alonso, Fray. II, 437. García, Eduardo Alejandro. 1,
124, 127. 166, 169, 201, 202. Gamez Damián, A. VI, 36. 178.
249, 256, 449; V11, 294, 448, Gamiz, Mariana. Il, 113. García, Enrique. VIII, 153.
462, 467, 552; 1X, 31, 81; X, Gamiz, Teresa. II, 113. García, Enrique Eduardo. X,
33, 84, 90, 92, 95, 109. Gancedo, Julio César. VII, 277; l79.
Gallo, Familia. V, 148. 1X, 520, 553. García, Eustaquio Antonio. X,
Gallo, Klaus. Il, 382. Gándara, Carmen. X, 121. 138, 160.
Gallo, María Rosa. X, 284. Gandarillas, Manuel I. Vl, 459. García, Familia. V, 148.
Gallo, Mario. X, 255. 460, 517. García, Félix. Vl, S2.
Gallo, Ricardo. VII, 355. Gandia, Enrique de. I, 348, 349, García, Fernando, Fray. III, 390.
Gallo, Vicente G. IV, S08, 509; 408, 409, 443; 111, 160, 244, García, Francisco. II, 135.
V11, 18, 248, 251, 253, 257: 290, 31 l; 1V, 507; V, 41; V1, Garcia, Germán L. X, 124, 134.
VIII, 54. 486; X, 71,104, 193. Garcia, Héctor Ricardo. IX, 353,
Gallois, Lucien. I, 62. Gandolfi Herrero, Arístides. VI, 385.
Gallotti, Alicia. IX, 391. 344: X. 113, 121, 122, 130. García, Jorge. VII, 339.
Galmarini, Alfredo. VIII, 166; Gandolfo, Elvio. VII, 353. García, losé Manuel. III, 378.
X, 94. Gandolfo, R. IV, 106. García, Juan Agustin. III, 99; IV,
Galmarini, Oscar L. IX, 517. Gandulfo, Familia. VI, 183. 40; V, 59, 60, 120, 128, 135.
Galtier, Lysandro Z.D. V1, 533; Ganivet, Angel. V1, 426. 372, 390, 399, 401, 434; V1.
X, 114. Gans, Richard. IX, S39, 555. 339, 419, 443, 444, 445, 446.
Galtieri, Leopoldo Fortunato. Garate, M.M. V1, 36. 447, 518; V111, 404, 412, 413,
vn, 27, 333, 339, 39o, 391". Garavaglia, Iuan Carlos. II, 125, 441; X, 16, l7, 68, 91,106.
392, 393, 394, 545; V111, 121. 176, 181, 207; III, 30, 50, 62, García, Lia. ll, 125, 126.
123, 131, 135, 248, 257, 258. 64, 100, 101, 102, 103, 190. Garcia, Manuel José. IV, 367,
259, 260, 273, 357, 492. 191; VI, 37, 61, 63, 64, 200. 373, 403, 404; V, 43, 196, 315.
Galtieri, Luis. IX, 326. Garay, Alberto. VIII, 469. 321, 380, 400, 444, 462, 474.
Galván, Elías. III, 378. Garay, Familia. l, 441, 444. 475, 504; V, 279, 381; V1, 486.
Galván Moreno, Celedonio. Vl, Garay, Ignacio, Fray. Ill, 389. García, Mauricio. lll, 345.
485, 488, 51 l, 533; 1X, 361. Garay, losé de. ll, 152. García, Miguel. V, 322.
Gálvez, José de. II, 13, 7l, 254, Garay, Juan de. l, 33, 198, 199, García, Miguel P. IX, 407.
255, 256, 257, 258, 259, 261, 200, 399, 408, 422, 423, 424. García, N. V11], S22.
262, 263, 264, 265, 266, 268. 425, 426, 427, 429, 430, 431, Garcia, Norberto. l, 133.
270, 272, 273, 278, 279, 378; 434, 438, 439, 441, 443, 443. Garcia, Osvaldo l. V111, 274,
111, 31, 242; IV, 98, 253, 527; 449, 458, 459, 464, 466, 467. 277.
VI, 382. 477; ll, 26, 122, 157, 356; 111. Garcia, Pantaleón, Fray. Ill.
Gálvez, Juan. V11, 35; IX, 322, 239, 289, 291, 416, 426; V, 60: 232, 389, 390.
324. V1, 339. Garcia, Pedro Andrés. ll, 75; lll,
Gálvez, Manuel. IV, 480, 508; V, Garay, Manuel Javier. Ill, 357. 406: 1V, 186: V, 441, 442, 444.
412 75, 309; V1. 343. 426. 5l l. Garaycochea. 1X, 582. 461.
ÍNDICE DE NOMBRES

García, Rafael. V, 372. García Elorrio, Iuan. X, 192. 135, 255; X, 274, 275, 276,
García, Rolando. DK, 520, 553. García Estrada, Juan Agustín. 277, 278, 289.
García, Simón. VI, 137. VII, 38. Garcia Villoslada, Ricardo. I,
García, Vicente I. VI, 137. García-Gallo, Alfonso. I, 322, 324.
García Acevedo, Mario. VI, 400; 348; II, 225, 247, 248, 249, Garcia Vizcaíno, Iosé. VIII, 145.
X, 253. 250, 279, 314; X, 98. García Zúñiga, Victorio. V, 381.
Garcia Astrada, Arturo. X, 57. García Gallo, Juan I. X, 116. Garcilaso de la Vega, Inca. III,
García Baquero González, A. García Giménez, Francisco. X, 291.
VI, 36. l 17. Gardeazábal, Luis Francisco. III,
García Basalo, luan Carlos. García Gorostiaga, Raúl. VII, 97,
VIII, 494. 277. Gardel, Carlos. VII, 39; IX, 256,
García Bazán, Francisco. X, 57. García Goyena, Florencio. V, 272, 292, 301, 372; X, 173,
García Belsunce, César A. I, 256, 256, 257.
XXI; II, ll6, ll7, 125, 126. García Hamilton. VI, 508. Gardiner, Allen F. IV, 181; V,
127, 146, 147, 148, 149, 380, García Heras, Raúl. VII, 356; 350, 359, 360.
469; III, 102; ÏV; 64, 74, 105, IX, 147, 148, l66, 183, 209. Gardini, Walter. VIII, 387.
112, ll8, 120,126, 129, 130. García Huidobro, Joaquín. II, Gardner, G. A. I, 156.
306, 31 l, 312, 491, 507, 538; 314. Gargaro, Alfredo. X, 75.
V, 138, 399; VI, 229, 486; VII, García Losada, Matilde Isabel. Gari, Paulino. V, 322.
13, 485, 494, 555; lX, 183; X, X, 65 Garibaldi, Giuseppe. IV, 95; V,
33, 104. García Lupo, Rogelio. VIII, 298. 246; VI, 364.
García Bemal, María Cristina. García Mansilla, Eduardo. VI, Garma, Angel. IX, S16.
II, 282. 388, 391, 394, 400; X, 243, Garmendia, Iosé Ignacio. V,
García Buhr, Arturo. X, 260, 254. 224.
261. García Marín, Iosé. II, 249. Garnier, Ioseph. V, 456; VI, 367.
García Caffaro, Iosé L. X, 270. García Márquez, Gabriel. VII, Garófalo, Rafael. V, 373.
García Camba, Andrés. IV, 313. 386, 399; X, 123. Garrahan, Patricio. IX, 521.
García Castellanos, Telasco. IV, García Martínez, lose’ María. Garretón, Adolfo. II, 380; III,
S08; TVI, 427. VI, 384. 400.
García Costa, Víctor. VII, 297. García Mata, Raúl. IX, 83. Garrigós, Agustín. III, 316.
García de Almadén, Iuan. I, García Melljd, Atilio. VII, 290, Garrigós, Osvaldo. V, 502.
390. 449. Garro, Iosé de. II, lll, 321, 322,
García de Castro, Lope. I, 401, García Mérou, Enrique. IX, 370; 363; III, 429, 434.
419, 423. X, 157. Garro, Iuan Mamerto. III, 388,
García de Cortázar, Iosé Angel. García Mérou, Martín. V, 44; 401; IV, 529; V, 225; VI, 209,
I, 321. VI, 336, 339, 520. 228, 274, 288, 303, 305.
García de Cossío, Simón. V, García Molina, Femando. VII, Garro de Aréchaga, Alonso. III,
446. 295; VIII, 118. 415.
García de D’Agostino, Olga. VI, García Morente, Manuel. X, 46. Garro y Merlino. V, 225.
384. García Morillo, Roberto. X, 254 Garulli, Liliana. VII, 358.
García de Fanelli, Ana M. X, 22. García Olano, Francisco. VIII, Garzón, Emesto. X, S9.
García de Herrera, Diego. I, 510, 511, 513. Garzón, Ignacio. III, 131; X, 75.
319. García Oliveri, Ricardo. X, 269. Garzón Agulla, Agustín. VII,
García de Herrera, Familia. I, García Pelayo, Manuel. VIII, 275
300. 409. Garzón Maceda, Ceferino. II,
García de León y Pizarro, García Pizarro, Ramón. II, 200, 126; III, 49, 54, 61, 99, 149,
Ramón. II, 78, 82; III, 440. 275, 277; III, 261. 162; V, 505; X, 83, 85, 99.
García de Loydi, Ludovico. Il, García Pulido, José. IX, 34. Garzón Maceda, Félix. III, 420;
430; V, 310. García Rivera, F. IV, 313. VI, 228.
García de Moguer, Diego. l, García Ros, Baltasar. II, 245; lll, Garzón Valdés, Ernesto. VII,
371, 372, 373. 430. 398, 399, 471; VIII, 442.
García de Sena, Manuel. V, 24. García Soriano, Manuel. VI, Gascón, Blas. II, 263.
García de Zúniga, Pedro. III, Gascón, Esteban Agustín. V,
166, l7l, 175, 177. García Valdez, Pedro. IV, 396. 315.
García de Zúñiga, Victorio. IV, García Vázquez, E. VIII, 521. Gasparini, G. I, 108.
401, 402. García Vázquez, Francisco. X, Gasparini, Iuan. VII, 358, 469.
García del Molino, Fernando. 287. Gassendi, Pierre. III, 386.
VI, 351, 355, 356, 362, 384. García Velloso, Enrique. III, Gassio, Guillenno. X, 95.
García Delgado, D. VII, 471. 310; VI, 338, S21; X, 129, Gastiazoro, Eugenio. VII, 139. 413
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Gatica, José María. IX, 327, 328, Gentile, Giovanni. X, 46. Ghioldi, Rodolfo. VII, 410, 41 l,
329. Gentile, Guido. X, 132. 495; X, 190.
Gatica de Montiveros, Maria Gentile, Margarita. Vl, 125, 561. Ghirardi, Olsen A. V, 43, 400; X,
Delia. IX, 303. Gentz, Friedrich von. V, 180. 41, 65, 291.
Gato Castaño, Purificación. III, Geny, Francois. V, 431, 432; Ghirettj, Héctor. VII, 465.
401. VIII, 409. Ghossen, Juan. VIII, 381.
Gattinoni, Carlos T.VIII, 368, Geoghegan, Abel Adolfo. II, Giacalone, Rita Ana. VIII. 143.
374 350; V, 308; X, 152. Giacobbe, Juan Francisco. VI,
Gattinoni, Juan E. VIII, 367, Gera, Lucio. VIII, 335, 338, 346, 401; X, 242.
368, 374. 355, 356, 360. Giacobone, Carlos. VII, 295.
Gau, L. I, 206. Gérard. I, 356. Giambiagi, Juan José. IX, 550,
Gaudín, Joaquín. III, 386. Gerbet, Marie-Claude. I, 323. 555.
Gaudino, Gustavo. X, 270. Gerbino, Jose’. X, 205, 206. Gianello, Leoncio. I, 443; IV,
Gaudino, Juan Antonio. D(, 320. Gerchunoff, Alberto. IV, 103; 424; VI, 305, 487; IX, 421,
Gaudio, Ricardo. VII, 321; IX, VI, 342, 524; IX, 336; X, 117, 454; X, 102, 104, 162.
242. 266. Gianinni, Eustaquio. II, 59; III,
Gauffin, Gabriela C. de. Il, 124. Gerchunoff, Pablo. VI, 168; VII, 414.
Gaulle, Charles de. VIII, 124. 138, 141, 143, 323; IX, 30, 75, Giannini, París. IX, 320.
Gauss, Karl Friedrich. VI, 407, 80, 91,102, 103, 106, 112. Giannuzzi, Joaquín. X, 115.
408. 115,129,146. Gianotti, Francisco T. X, 208.
Gautier, Alfred de. VI, S20. Gericault, Theodore. IV, 326; Giaquinta. Carmelo. VIII, 338,
Gautier-Dalché, J. I, 321. VI, 355, 357. 353, 360.
Gavier, Gregorio. V, l 17. Gerlache, Adrián de. VIII, 162. Giardinelli, Mempo. X, 124.
Gavilán, Tamayo. VII, 271. Germani, Gino. IV, 100, 105, 134.
Gaviola, Enrique. IX, 471, 495, 106, 134, 136, 152, 153, 155. Giarraca, Norma. IX, 60; X,
544, 545, 546, 548, 549, 550. 156, 159; VII, 112, 113, 129.
555. 130,131, 138,139, 321, 329, Giast. Vl, S49.
Gavshon, Arthur. VIII, 299. 330, 332, 352, 354, 445, 462; Gibbs, A. Vl, 195; IX, 538.
Gay, Camilo. VIII, 249. IX, 241, 267, 496; X, 14, 17. Gíbelli, A. IV, 105.
Gay, Hebe. I, 156. 18, l9, 20, 21, 25, 35, 38, 86. Giberti, Horacio C.E. Vl, 61, 97,
Gay, Luis. VII, 310, 438; IX, 88, 89, 90, 97, 99, 100, 109. 124, 127; IX, 30, 59, 583.
224, 225, 226. Gerona, Benito, Fray. lll, 374, Giddens, Anthony. VII, 140.
Gayol, Sandra. IV, 157. 378. Gide, Charles. VIII, 499, 500, 504.
Gazaneo, Jorge O. II, 88. Gerschman, Rebeca. IX, 506, Gigena, Agustín. IV, 414.
Gazzotti, Andrés. IX, 316, 317. 517, 532. Gijalva, Cristóbal de. III, 385.
Gelabert y Crespo, José María. Gershanik, Simón. IX, S57. Gijón, Francisco Bernardo. Ill,
V, 283, 296, 334. Gerstein, Noemí. X, 229. 415.
Gelbard, José Ber. VII, 374, 379; Gertel, Héctor R. VIII, 516. Gil. V, 130.
VIII, 123, 136. Gervasoni. Carlos. lll, 131, 297. Gil. Adolfo. I, 205.
Geli, Patricio. VIII, 494. Gervasoni, José A. VIII, 429. Gil, Diego. Ill, 215.
Geller, Lucio. VI, 169. Gervinus, Georg. V, 51. Gil, Gauchito. IX, 292.
Gelli, María Angélica. VII, 399. Gerundio, Fray. III, 268. Gil, Noemí. Vl, 384.
400 Gesell. Silvio. V, 527, 534, 535; Gil de Castro, José. IV, 329.
Gellner, Lucio. X, 92. VIII, 512. Gil de Negrete, Francisco. lll,
Gelly y Obes, Juan Andrés. IV, Gessler. Vl, 422. 433.
463, 479, 484, 489. Gesualdo, Vicente. Vl, 200, 384, Gil Lozano, Fernanda. Vlll.
Gelman, Jorge Daniel. II, 125; 399; X, 233. 495.
lll, 30. 3l, 50, 64, 97, 101. Getino, Octavio. IX, 390; X, Gil Montero, Raquel. ll, 124,
102, 103, 190, l9l, 447; V, 266 l4l.
461; IX, 31. Gez, Juan W. l, 444; Vl, S08. Gil Munilla, Octavio. Il, 260.
Gelman, Juan. X, 116, 191. Ghersa, Claudio. IX, 59. 280; IV, 268.
Geneletti, Carlos. VII, 134, 139. Gheyn, Jacobo de. III, 340. Gil Navarro, Ramón. Vl, 496.
Genest, Eugenio A. VIII, 178. Ghiano, Juan Carlos. Vl, 345, Gil y Lemos, Francisco. ll, 266;
Genet, Jean. III, 264. 348; X, 128, 131, 132, 134. lll, 436.
Genovés, Vicente. I, 408. Ghida, Arturo Horacio. X, 115. Gilardi, Fernando. X, 121.
Genovesi, Antonio. Ill, 258, Ghío, José María. lll, 30, 64, 65. Gilardi, Gilardo. X. 242, 244.
265; V, 14, 443, 446. 67, 102. Gilbert, Daniel l. IX, 532.
Genta, Jordán Bruno. VII, 449, Ghioldi, Américo. Vll, 332, 403. Gilbert, Jorge. IX, 148, 2l0.
414 468; IX, 475. 455, 495; Vlll. S8, 87. Giles, Maria Rosa de. ll, 166.
ÍNDICE DE NOMBRES

Gilimon, Eduardo. IV, 539. Glusberg, Samuel. X, lSl. Gómez, Hernán. IX, 424.
Gillespie, Alexander. II, 69, 75, Glynn, lan Michael. IX, 521. Gómez, Ignacio. IX, 370.
87; III, 130. 138, 139, 140, Gnavi, Pedro. VIII, 238, 239. Gómez, Indalecio. IV, 516, 528,
141, 142, 144, 145, 148, 149. Gobbo, Iuan Diego. I, 108, 284. 537; V, 61, 67, 68; VII, 417.
150, 155, 159, 409; VII, 25. Gobelli, Rafael, Fray. V, 301, Gómez, Iosé Valentín. V, 279,
Gillespie, Richard. VII, 358. 3 l l. 288, 315, 317, 322; VI, 403.
378, 384, 397, 469; VIII, 270. Goblot, Edmond. X, 60. Gómez, Iuan. VI, 384; X, 236.
Giflies, Iuan. V, 348. Godino, Rodolfo. X, 116. Gómez, Iuan (ó Jorge). I, 372.
Gilson, Etienne. X, 54. Godío, Julio. VII, 263, 400; IX, Gómez, Iuan Carlos. IV, 441;
Giménez, Ramón Rosa. VIII, 240. VI, 264, 494, 502.
34. Godoy, Antonio Checa. VI, 511. Gómez, Miguel Angel. X, 115.
Giménez, Susana. IX, 328. Godoy, Arturo. IX, 326. Gómez, Norberto. X, 229, 231.
Giménez Pastor, Arturo. III, Godoy, Feliciana N. VI, 486. Gómez, Pilar. X, 283.
310; Vl, 344. Godoy, Juan G. VI, 478. Gómez, Ramón. III, 394, 417;
Giménez Zapiola, Emilio. VIII, Godoy, Luis. IV, 228. VII, 248.
449. Godoy, Manuel. lI, 279, 347, Gómez, Servando. X, 130.
Giménez Zapiola, Marcos. VI, 348, 376; IV, 223, 224, 225, Gómez, Teresita. IX, 183.
99, 169. 226, 227, 228, 229, 230, 231, Gómez, Thomas. I, 321.
Ginastera, Alberto. X, 121, 243, 232, 233, 237, 239, 246, 247. Gómez Araujo, Iuan lose. IX,
244, 253. Godoy, Raúl. VII, 417, 483. 43 l, 435.
Ginneo, Luis. X, 253. Godoy, Tadeo. III, 252. Gómez Bas, Ioaquín. X, ll4,
Gioja, Ambrosio L. V, 139, 437; Godoy Cruz, Tomás. V, 21. 123.
VIII, 405, 420. Goebel, Iulius (h). V, 207. Gómez Carrillo, Manuel. IX,
Giordano, Alberto. X, 237. Goethe, Johann Wolfgang. VI, 271; X, 245.
Girardet, Raoul. VII, 398. 329, 342. Gómez Cornet, Ramón. VII, 38;
Girardi, Urbano. VII, 283. Goetz, Arturo. IX, 82, 114. X, 203, 220.
Girardin, Emile. Vl, 492. Gógol, Nikolai Vasilievich. X, Gómez Dadal, Emilio. I, 408.
Girbal de Blacha, Noemí M. IV, 286. Gómez de Alarcón, Josefa. III,
S08; VI, 98, 99, 125, 126, 450, Goity, Elena. X, 269. 382.
513; VII, 466; VIII, 176; IX, Gola, Hugo. X, 116. Gómez del Junco, Felipe. VIII,
13, 31, 33, 361, 586; X, 165, Gola, Iosé. X, 257, 259. 65.
196. Golbert, Laura. VII, 142. Gómez Forgué. VII, 490.
Giribaldi, Daniel. X, ll7. Goldar, Ernesto. VII, 323, 467, Gómez Hoyos, Rafael. II, 414.
Girola, Claudio. X, 217. 469. Gómez Lollo, Humberto. X, 223.
Girondo, Oliverio. X, 113, 169, Goldberg, Marta B. II, 126, 141, Gómez Masía, Román. X, 129.
210. 147, 181; IV, 126; VI, 37. Gómez Morales, Alfredo. VII,
Girri, Alberto. X, 115, 177. Goldblatt, Harry. IX, 511, 512. 3 l 5; IX, 99.
Gisbert, Teresa. I, 107; III, 366. Goldemberg, Jorge. X, 132. Gómez Otero, I. l, 232.
Gitlin, Diana S. IX, 533. Goldman, Aaron. VIII, 391. Gómez Palmés, Oscar. VIII, 57.
Giudi, Roberto. X, 256. Goldman, Noemí. IV, 131, 423, Gómez Pérez, Carmen. II, 380.
Giudíci, Ernesto. VII, 290, 297, 424, 426; VI, 488. Gómez Piñeiro, Manuel. X, 216.
41 l; X, 162. Goldoni, Carlo. X, 288. Gómez Rial, Susana. X, 269.
Giudíci, Reinaldo. Vl, 367, 371, Goldschmidt, Werner. VIII, 405. Gómez Rincón, Abel. VII, 483.
372, 382. Goliat. X, 126. Gondell, Eduardo. X, 280.
Giuffra, Eduardo. VIII, Sl. Golub, Jennifer. VIII, 400. Gondra, Luis Roque. III, 48;
Giunta, Andrea. X, 237. Gómez. V, 25, 136. VIII, 500, 501, 504, 505, 506.
Giussani, Luipi. VIII, 358. Gómez, Alberto. X, 257. 513, 520, 522.
Giussani, Pablo. VII, 358, 397, Gómez, Albino. IX, S32. Gonet, Iean Baptiste. III, 264.
469. Gómez, Alejandro. VII, 337, Góngora, Mario. II, 99, 109,
Giusti, Roberto F. III, 314; VI, 430, 520, 521. 110,111,157, 247.
348, 51 l, S33; VII, 273, 508; Gómez, Antonio. III, 255, 264. Góngora y Argote, Luis de. III,
X, 126, 167, 169, 290. Gómez, Cristóbal. III, 385. 136, 292.
Glade, Carlos. IV, 200. Gómez, Esteban. l, 344. Góngora y Elizalde, Diego de.
Glavich, Eduardo. IX, 557. Gómez, Eusebio. V, 373; VI, Il, 356, 428.
Gleyzer, Raymundo. X, 266, 498; VllI, 434, 480, 481. Gonnet, Manuel B. V, 433; VIII,
270. Gómez, Fabriciano. X, 223. 468.
Glucksmann, Max. IX, 256. Gómez, Fauto. III, 169. Gonneville. I, 359.
Glusberg, Iorge. X, 231, 237. Gómez, Gregorio, Fray. III, 390; Gonzaga, Luis, Santo. III, 120,
Glusberg, Leonardo. X, 15 l . V, 182, 322. 157. 415
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Gonzaga Cony, Luis. VI, 352. González Arzac, Alberto. VII, González Lanuza, Eduardo. IX,
González, Alberto. IX, 542. 508, 509, 510. 338; X, 113, 130, 133, l77,
González, Alicia Ester. VIII, 75. González Balcarce, Antonio. 198, 221.
González, Antonio. ll, 103. Véase: Balcarce, Antonio. González Lebrero, Rodolfo. III,
González, Ariosto. V, 42, 102. González Balcarce, Iuan. 190.
González, Benjamín S. VII, 483. Ramón. Véase: Balcarce, [uan González Lonzieme, Enrique.
González, Diego. VIII, 48. Ramón. IV, 313.
González, Elba R. ll, 145, 179. González Balcarce, Marcos. González Marín. III, 376.
González. Elpidio. VII, 251, Véase: Balcarce, Marcos. González Maseda. VIII, S8.
252, 257, 267, 520, 521; VIII, González Bemaldo, Pilar. IV, González Melgarejo, Juan. II,
180. 131, 424. 33.
González, Enrique. VII, 103; González Bollo, Hemán. IV, González Mir, Jorge. X, 231.
VIII, 214. 153, 159; Vll, 141; X, 38. González Moreno, Antonio. II,
González, Ernesto. VII, 359. González Bonorino, Félix. IX, 174.
González, Evaristo. X, 169, 170, 519, 520, S53, 555. González Pacheco, Rodolfo. X,
l7l. González Calderón, Iuan
González, Florencio César. VI, Antonio. IV, 451; V, 137, 140; González Pinto, Carlos. IV, 204.
447. VII, 552; VIII, 405, 410, 414, Gonzalez Rodríguez, Adolfo
González, Florentino. V, 370, 415, 469; X, 32. Luis. I, 505, 507.
426. González Caravajal, Juan. lll, González Roura, Octavio. VIII,
González, Francisco. l, 472; IV, 254. 433.
414. González Carbalho. IX, 297; X, González Sabathie, l. M. VIII,
González, Gaspar. III, 441. 114, 122, 130, 133. 470.
González, Horacio. X, 270, 271. González Castillo, lose’. X, 129, González Téllez. Ill, 264.
González, Joaquín. III, 385. 256, 274, 290. González Telmo, Pedro, Santo.
González, Joaquín V. III, 400; González Climent, Anselmo. III, 395.
IV, 38, 41; IV, 95, 98, 461, VIII, 176. González Tuñón, Enrique. X.
503, 516, 528, 534, 537, 539; González Climent, Aurelio. 170.
V, 61, 62, 63, 66. 68, 7l, 74, VIII, 156, 176. González Tuñón, Raúl. IX, 337;
120, 122, 124, 140, 396, 401, González Crespo, Jorge. VII, X, 114, 121,122, 130, 170.
403; VI, 306, 334, 335, 343, 354; VIII, 244. l9l.
381, 445, 449, 518, 523, 524, González de Bonaveri, María I. González Velázquez, Antonio.
530; VII, 417, 476; Vlll, 80, I, 207. III, 346.
85, 90, 93, 404; IX, 397, 421, González de la Quadra, Pablo. González Velázquez, lsidro. lll,
461, 462, 470, 494, 503, 538; lll, 430. 346.
X, 16, 32. González de Martínez, Marcela. González Velázquez, Zacarías.
González, Iosé. III, 439. Vl, 229. Ill. 346.
González, José Froilán. IX, 322, González de Mendoza, Pedro. l, González y Dávila, Familia. V.
324. 3 l 3, 3 l 7. 148.
González, Iosé Vicente. Ill, 185, González de Nájera. II, 106. González y González, Julio. ll,
186. González de Salcedo, 85.
González, Julio César. Vl, 61. Francisco. ll, 401, 415. Goñi, R. l, 230.
González, Julio V. V, 102; 1X, González de Santa Cmz, Goñi Dematchi, Carlos A. V,
495. Roque. Il. 399, 440. 206.
González, Lucas. IV, 477, 489, González Domínguez, Alberto. Goñi Moreno, José María. VIII,
499, 500. IX, 542, 550. 469.
González, Marcela. II, 380. González Echegaray, l. l, 284. Goodin, Robert E. X, 38.
González, Mariano. IV. 414. González Esteves, Luis. VIII, 41. Goodfellow. William. V, 352.
González, Miguel. VII, 175. González Garaño, Alejo B. VI, Goodwín, Paul. Vl, 202; Vll,
González, Norberto. VIII, 51 l, 380. 384; X. 157. 264: IX, 147, 182, 183.
515, 516, 517. González Garaño, Alfredo. X, Gorbato, Viviana. Vll, 356.
González, Norma. VIII, 143. 205. 235. Gorbier, Juan Carlos. IX, 497.
González, Rubén. Ill, 400. González Gowland, Dimas. Vll, Gordillo. Familia. ll, l73.
González, Severo. VI, 478. 277. Gordillo, l. l, 97, 107.
González, Toribio de. I, 471. González Holguín, Diego. lll, Gordillo, Mónica. Vll, 357.
González Alderete. ll, 110. 263. Gordillo, S. l, 229.
González Alonso. B. l, 322. González lramaín. Héctor. VIl, Gordillo, Timoteo. Vl, 184.
González Arrilli, Bemardo. V, 269. 273. 275. Gordo, Julián. ll, 72.
416 359; VIII, 374; X, 119. González lacome, A. l, 284. Gordoa y Barrio. IV, 244.
ÍNDICE DE NOMBRES

Gordon, Iorge Hamilton. V, Goyeneche, Arturo. VII, 286. Graven-Horst, Hans. X, 161.
190, 194. Goyeneche, Iosé M. 1V, 271, Gravil, Roger. VIII, 118; IX, 80.
Gordon, Tibor. IX, 292. 279, 280, 281, 283, 298, 301, Gray, Asa. VI, 421.
Gore, Robert. V, 191. 310. Graziano, Margarita. IX, 392.
Gore Ouseley, William. V, 190; Goyeneche, Juan Carlos. X, 180. Greca, Alcides. VIII, 85, 92, 93;
VI, 358. Goyret, Iosé Teófilo. II, 351, X, 256.
Gori, Gastón. IX, 34. 469; IV, 271, 311, 315, 346, Greco, Alberto. X, 224, 225.
Gori, Iris. III, 245, 346, 366. 543; V, 272. Greco, El. VI, 352.
Gori, Pietro. V, 64. Graaner, Iean Adam. VI, 209, Greco, Vicente. 1X, 272.
Gorla, Carlos María. II, 281. 228. Greco, Virginio. IX, S15.
Gorojovsky, Néstor. VII, 74. Gracia, Joaquín. II, 430. Greely, Horace. VI, 492.
Gorosito, José. III, 176, 177. Gracián, Baltasar. III, 247, 263, Green, Raúl. IX, 148.
Gorostegui de Torres, Haydee. 279; X, 156. Greenberg, Daniel. IX, 33.
VI, 62, 97, 197, 145; X, 84, Graciano. II, 406. Greenough, Horatio. V, 52.
88. Graciano, César. III, 201. Gregorich, Luis. X, 268.
Gorostiaga, Iosé Benjamín. IV, Graciarena, Iorge. X, 38, 88. Gregorio IX, Papa. Il, 406.
433, 434, 435, 438, 446, 490, Gradin, Carlos. I, 206, 207, 231. Gregorio XIII, Papa. II, 386,
491; V, 31, 117, 122, 123, 328, Graetz, Roberto. VIII, 397, 398, 396,397,408; III, 415.
419, 420; VIII, 85, 451. 399. Gregorio XV, Papa. II, 392; III,
Gorostiaga, Norberto. VIII, 409, Graffigna, Omar. VIII, 257, 259. 383.
440. Graffigna, Santiago. VII, 282. Gregorio XVI, Papa. V, 277,
Gorostiza, Carlos. X, 130, 287, Graham, Billy. VIII, 371, 372. 320, 321, 327.
288. Graham Sumner, William. V, Gregorio de las Heras, Iuan. IV,
Gorriarán Merlo, Enrique. VII, 52. 317, 320, 322, 323, 325, 327,
469. Graham-Yooll, Andrew. VII, 329, 331, 333, 334, 335, 342,
Gorriti. V, 25, 14, 310, 352, 380, 400. 345, 368, 369, 371; V, 184,
Gorriti, Iosé Francisco. IV, 275. Grahame, Eduardo. IX, 315. 238, 348, 380.
Gorriti, Iuan Ignacio. III, 169; Graiver, Eduardo. IX, 358. Gregory, William. III, 155, 159.
1V, 355; V, 102; VI, 315. Gramajo, Toribio. IX, 259, 262. Grela, Iosé Ignacio, Fray. III,
Gorriti, Iuana Manuela. III, Gramajo de Martínez Moreno, 227, 246; V1, 516,
188, 192; VI, 322, 339, 340, Amalia. IX, 303. Grenón, Pedro. l, 407; II, 430; III,
506; X, 257. Gramajo Gutiérrez, Alfredo. 130, 144, 160, 277; X, 75, 101.
Gossen, Henry George. VIII, VII, 38; X, 203. Greslebin, Héctor. I, 155; VII,
501. Gramsci, Antonio. VII, 451, 175.
Gotta, Claudia. II, 206. 453; X, 21, 190, 191,198. Gresores, Gabriela. II, 143, 145.
Gottau, Jorge. VIII, 359. Granada, Luis de. IIl, 247. Gribeauval, Iean Baptiste de. II,
Gotthelf, René. IX, 494. Granada, Nicolás. VI, 337; X, 273. 371; IV, 275.
Gouchon, E. V, 61. Granata, María. X, 115, 122. Grierson, Cecilia. V, 358.
Gould, Benjamín Apthorp. IV, Grande, Enrique. X, 131. Grierson, John. X, 265.
494, 498; V, 52; VI, 405, 406, Grande, Manuel. IV, 173; VII, Griffith, Emile. IX, 328.
407, 408, 409, 412, 423, 424, 158. Griffiths, Charles. VI, 141.
529; IX, 539, 540. Grandinetti, Ricardo. IX, 381. Griffitz, Pascasio. VI, 420.
Gould, Eduardo Gregorio. S. II, Grandmontage, Francisco. VI, Grilo, Sarah. X, 224.
123, 179, 250. 523. Grimaldi, marqués de. Il, 332,
Gould, I. D. IV, 104. Granel, Joaquín. V, 120. 337.
Goulu, lean Philippe. VI, 350. Graneros de Alarcón, Diego. II, Grimau, José. III, 348.
Gounod, Charles Francois. VI, 95, 98, 156. Grimau, Matías. III, 157.
329. Granier, Gomucio. X, 18. Grimoldi, Alberto. X, 183.
Gover de Nasatsky, Miriam. X, Grant, Ulises. IV, 497. Grinberg, Eduardo Elías. IX,
133. Gras, Carla. IX, 60. 375.
Gowland, Daniel. IV, 440; V, Gras, Charles-Amédée. VI, 351, Grinberg, Miguel. X, 269, 270.
350. 354, 358, 362. Grippo, Víctor. X, 23 l.
Goya y Lucientes, Francisco de. Gras, Mario César. VI, 274, 384. Grisanti, Miguel. III, 421.
IV, 224. Grasaum, Baltasar. III, 415. Griva, Edelmi. VII, 176.
Goyanarte, Iuan. X, 122. Grassi, Alberto I. VIII, S2, 76. Groeber, P. I, 229.
Goycoechea, Antonio. III, 375. Graty, Alfredo M. du. IV, 439; Groisman, Enrique I. VII, 552;
Goyena, Pedro. V, 53, 54, 120; VI, 497. VIII, 469; X, 30.
VI, 278, 303, 332, 338, 422, Grau, Mario. VIII, 87. Grondona, Mariano. X, 33, 34.
502, 510, 523. Grau Sala. X, 225. Grondona, Nicolás. IV, 439. 417
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Groppa, Néstor. X, 116. Guerrero Soriano, Cándido P. Guilaine, Louis. VI, 52.
Groppo, Pedro. VII, 286. III, 30. Guillamondegui, Julio César. II,
Gros, lean B. V, 191. Guerrico, César. IX, 365; X, 315; V, 402.
Gros Espiell, Héctor. V, 24, 43. 258. Guillani, Serafín. IX, 392.
Grosser, Alfred. VII, 385, 396. Guerrico, Iosé Prudencio de. Guillén, Clotilde. IX, 400.
Grossi, Paolo. VI, 513; VIII, VI, 367, 380; IX, 370 . Guillén, Pablo. 111, 437.
410, 440, 441. Guerrino, Antonio Alberto. III, Guillermo, Rey de Inglaterra. II,
Grosso. IV, 191. 162. 323.
Grote, Federico. V, 65, 307, 396; Guevara. VI, 315. Guillot, Víctor I. VII, 242; VIII,
V1, 505; VII, 28, 425; VIII, Guevara, Antonio de. III, 247. 496.
3 l 4, 3 l 5. Guevara, Carlos N. VIII, 176. Guinard, Paul-I. III, 330.
Groussac, Paul. I, 407, 408, 443; Guevara, Darío. VI, 559. Guinnard, Auguste. IV, 186.
II, 382; III, 290, 31 l; IV, 101, Guevara, Ernesto “Che”. Vll, 24, Guinness, Harry. V, 359.
269, 480, 499, 539; V, 60, 61. 344, 345, 346, 463, 464, 453, Guiñazú, María Clelia. X, 38.
256, 257; VI, 324, 338, 342. 459, 460, 464; VIII, 230; IX. Güiraldes, Alberto. X, 156.
426, 436, 439, 440, 441, 447. 522; X, 189. Güiraldes, Manuel I. VII, 215,
449, S02, 511, 516, 523; X, 69, Guevara, Isabel de. III, 286, 224.
91,129, 145, 146, 153, 162. 31 l. Güiraldes, Ricardo. VI, 237,
Gruhn, R. I, 230. Guevara, Iosé. III, 204, 216, 548; VII, 38; IX, 270, 272; X,
Grünberg, Georg. VII, 173. 217, 218, 223, 245, 267, 298; 112,113,118, 119,142,156.
Grupe, Héctor. VIII, S15, S17. VII, 277. 206, 265.
Gschwind, Francisco. VIII, 467. Guevara Civit, Armando. VII, Guirior, Manuel de. 11, 266.
Guacurarí, Andrés. IV, 183, 184, 282. Guitián, Pedro, Fray. III, 389.
187, 188. Guglialmelli, Juan E. VIII, 300. Guizot, Francois. V, 29, 38, 55,
Guadalcázar, Santiago de. II, Guglielmi, Nilda. I, 287, 510; 189, 190, 191; V1, 4ll.
194. VI, 426; IX, 527. Gullón Abao, Alberto. II, 207;
Gual, Adriá. X, 282. Guglielmo Ferrero. VII, 387. III, 192.
Gualtieri, Fernando. VIII, 495. Guibert, Fernando. X, 115. Gumilla, lose. III, 263.
Guardia, Alfredo de la. X, 135, Guibert, LA. IV, 274. Gunche, Emesto. X, 255.
281, 289. Guibourg, Edmundo. X, 129, Guntau, Martín. IX, S29.
Guardo, Ricardo. VII, 438, 486. 174, 281, 289. Gunther, Bruno. IX, S14.
Guasch, Arturo E. V1, 255. Guibourg, Ricardo. X, 59. Gününa Küne. IV, 187.
Guayraca, cacique. III, 204. Guichón, R.A. l, 256. Gurrieri, A. VIII, 523.
Guber, Rosana. X, 183. Guida, Carlos. VIII, 87. Gusinde, Martin. l, 77, 256.
Gudiño Kieffer, Eduardo. X, Guido, Alfredo. VII, 38, 39; X, 257, 276, 277; 11, 315; 1V, 179.
124. 156, 156, 205, 206, 208, 209. 187; Vll, 166, 167, 176.
Guedes, Max Iusto. 1, 364. 213, 214, 222, 225. Gusmán, Luis. X, 124.
Güel, Francisco. II, 169. Guido, Angel. VII, 182, 184. Gutll. losé. V1, 272, 350, 351.
Güemes, Familia. V, 148. 206; X, 205, 222. Gutfreino. IV, 156.
Güemes, losé Manuel. III, 398. Guido, Beatriz. X, 123, 144, Gutiérrez, Bernardo. V1, 52.
Güemes, Martín de. IV. 274, 304. 263. Gutiérrez, Blas. III, 415.
306, 307, 308, 309; V, 465; V1, Guido, Iosé María. VII, 24, 337, Gutiérrez, Carlos. V1, 367.
360, 432, 548; X, 263. 338, 339, 341, 356, 517, 536. Gutiérrez, Celedonio. 1V, 436;
Güenaga, Rosario. V, 169; X, 544, 545, 546; VIII, 123, 130, VI, 137, 477.
103. 135, 135, 136, 231, 232, 233. Gutiérrez, Eduardo. Vl, 336.
Guerra, Alonso, Fray. II, 434; 244, 245, 345, 455; 1X, 352, 347, 500; X, 141. 273, 289.
III, 441. 445, S77. Gutiérrez, Felipe. I, 389, 390.
Guerra, Francois-Javier. 1V, 130, Guido, lose Tomás. IV, 474; Vl, Gutiérrez, lose Maria. IV. 489;
247 502. V1, 487, 498, 510.
Guerra, Pedro, Fray. II, 421. Guido, Mario. V11, 253, 272. Gutiérrez, luan. Maria. 111, 303.
Guerra, Rosa. VI, 340, 506. 275. 307, 31 l, 375, 401, 402; 1V.
Guerrero, Américo R. V1, 144, Guido, Tomás. IV, 305, 315, 40, 433, 434, 435, 436, 438.
170; IX, 21 l. 320, 385, 402, 403, 44], 442; 441, 444, 450, 474, 477, 480:
Guerrero, César H. 1, 409. V, 196, 197, 201, 203, 320; V1. V, 30, 31, 39, 207, 330, 333.
Guerrero, Cristian. V111, 118. 510, 522. 383, 419, 461; V1, 129, 269.
Guerrero, Iosé Luis. X, 49. Guido, Walter. V1, 348. 280, 305, 317, 318, 320, 322.
Guerrero, Luis Juan. V1, 347; X, Guido y Spano, Carlos. IV, 461, 323, 326, 344, 347, 360, 362.
53, 56. 468; V, 38, 39; V1, 341, 381. 405, 406, 412, 414. 418, 435.
418 Guerrero, María. X, 278, 282. 499. 501, 520. 521. 523. 472, 473, 475, 487, 497. 502.
ÍNDICE DE NOMBRES

510, 512, 517, 519, 520, 523; Guzmao, Alejandro de. II, 332, Hantouch. VIII, 382.
VII, 282; VIII, 85; X, 62, 126, 457. Harberger, Arnold C. VIII, 516.
152. Gvirtz, Silvina. IX, 423. Hardoy, Iorge Enrique. l, 473;
Gutiérrez, Ladislao. IV, 408; X, II, 85; VII, 205, 207, 295, 353,
268 H S09; VIII, 466.
Gutiérrez, Leandro. VI, 170; IX, Harf, Hans. VIII, 392, 393.
83, 148, 210; X, 110,160. Habiyú, I. M. III, 349. Hargreaves, Francisco. VI, 390,
Gutiérrez, María Alicia. X, 38. Hadamard, Iacques. IX, 542. 393.
Gutiérrez, Ramón. l, 445, 462, Hadfield, William. IV, 45 l. Harguindeguy, Albano. VIII,
464, 469, 473, 474, 510; II, Haeckel, Ernest. VI, 421, 422; X, 254, 255.
45, 47, 86, 88, 333, 335, 467, 44. Harls, Antonio. II, 58, 66.
470; III, 365; IV, 156, 189, Haenke, Tadeo. III, 131, 304, Haro, Cristóbal de. I, 342, 368,
215, 216, 425, 543; VII, 179, 320, 410, 412, 419, 200. 369, 370, 371.
205, 207, 230, 556; VIII, 21 l, Hahn, Otto. IX, 518. Haro, Ricardo. VII, 507.
244; X, 236. Haig, Alexander. VII, 392, 393; Harriague, Marcelo. IX, 80.
Gutiérrez, Ricardo. III, 365; VI, VIII, 131, 279, 280, 281, 299. Harrington, Horacio Jaime. IX,
318, 328. Haines, W. V, 177. 5 l 5.
Gutiérrez, Talía Violeta. X, 109. Halac, Ricardo. X, 131, 287. Harrington, Tomás. IV, 187;
Gutiérrez Barragán, Antonio. II, Hale, I. R. II, 379. VII, 175.
135. Halevi Goldman, Aarón. V, 357. Harriott, Iuan Carlos. IX, 318.
Gutiérrez de Escobar, Francisco. Hall, Daniel. V, 359; VIII, 374. Harris, G. IV, 341.
III, 260. Hall, Iosé I. V, 437. Harris, Ioel C. II, 177.
Gutiérrez de la Concha, Iuan. Hall, G.K. X, 153. Hartmann, Edmund von. X, 47,
III, 439; IV, 279. Hallado, Pedrito. IX, 292. 60, 63.
Gutiérrez de la Portilla. III, 338. Hallar, Miguel. VIII, 381. Hartzenbusch, Juan Eugenio.
Gutiérrez de Piñeres, Iosé Halperin Donghi, Leticia. VI, VI, 327.
Francisco. II, 256, 257. 406. Hastings, Max. VIII, 144, 299.
Gutiérrez de Santa Clara, Halperin Donghi, Tulio. III, 30, Haubert, Maxime. Il, 467.
Pedro. I, 153. 54, 58, 62, 90, 99; IV, 105, Haumann, Lucien. IX, 537.
Gutiérrez de Zevallos, José 112,115,159, 249, 311, 377, Hauser, A. I, 229.
Antonio. III, 443. 423, 426, S43; V, 15, 42, 44, Haussmann, Georges. IV, 204;
Gutiérrez Nájera, Manuel. VI, 45, 73, 74, 103, 104, 462, 477, VII, 181.
340. 504, S26; VI, 38, 61, 62, 97, Hauthal, Rodolfo. I, 210.
Gutiérrez Viñuales, Rodrigo. X, 98,165, 166, 167, 171, 197, Havelle, Iean-Barthélémi. II, 59.
201, 235, 291. 21 l, 228, 274, 305, 346, 449; Hayduk, A. I, 23o.
Gutiérrez Zaldívar, Ignacio. II, VII, 113, 143, 294, 297, 321, Hayek, Friedrich von. VII, 448.
88; IV, 216; X, 235. 323, 352, 366, 399, 429, 466; Hayes, C.I. VI, 305.
Gutman, Graciela E. IX, 60. IX, 145, 197, 207, 493, 494; Hayes, Rutherford B. IV, 58; V,
Gutman, Margarita. VII, 205, X, 21, 35, 81, 84, 86, 88, 90, 228.
207. 92, 93, 99, 108, 188, 189. Haynes, Alberto. IX, 338, 374.
Guttero, Alfredo. X, 208, 21 l. Halphon, Samuel. V, 357. Haynes, C.V. I, 230.
Guy, Donna I. V, 168; VI, 99, Ham de Duggan, Margarita. IX, Hayworth, Rita. X, 124.
125, 165, 202; VIII, 495; IX, 250. Head, Francis B. VI, 62, 219,
33, 210. Hamilton, Alexander. V, 29, 36, 221, 227.
Guyán. X, 213. 410; VI, 459, 461. Hearst, William Randolph. VI,
Guzmán, Alejo. IV, 459. Hamilton, Earl I. III, 49. 492; IX, 336.
Guzmán, Ana María de. III, Hammen, T. van der. I, 256. Hecker, Liliana. X, 125.
292. Hammerly Dupuy, Daniel. I, 81. Hegel, Georg Wilhelm
Guzmán, Diego de. III, 214. Hamnett, Brian R. IV, 247. Friedrich. V, 370; IX, 240; X,
Guzmán, G. IV, 481. Ham Villota, Orlando. I, 409. 24, 46, 50, 51, 52, 63.
Guzmán, Gaspar. X, 101. Hanihara, Tsunehiko. l, 79. Hegemann, Werner. VII, 18 l.
Guzmán, Gloria. X, 283. Hanke, Wanda. IV, 188; VII, Heguy, Eduardo. IX, 318.
Guzmán, María Florencia. II, 154, 174. Heidegger, Martin. X, 46, 51,
100, 124, 138, 146, 180. Hanon, Maxine. V, 360. 52, 56, 63.
Guzmán, Pablo de. III, 269, Hansen. IV, 150; VIII, 155, 156. Heinrich, Annemarie. X, 216.
292, 432. Hansen, Emilio. V, 503. Heintz, Peter. X, 18.
Guzmán Brito, Alejandro. VIll, Hansen, Leonardo, Fray. III, 344. Helbling, Conrado. VIII, 513.
441, 468. Hanson, Simón G. VI, 165; IX, Heller, Herman. V, 202; X, 33.
Guzmán Palomino, L. I, 284. 147. Helsby, Diego. V, 347. 419
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Helsby, Thomas. VI, 358. Hernández, Pilar. I, 348. Hidalgo, Bartolomé. VI, 312,
Helvecio. VI, 461. Hernández Arregui, Iuan Iosé. 314, 315, 317, 321, 345, 346,
Henríquez, Camilo, Fray. VI, VII, 360, 446, 449, 451, 461; 537, 538, 559; lX, 280, 299.
459, 486. X, 24, l9l. Hidalgo, Buenaventura. V, 322;
Henríquez Ureña, Pedro. III, Hernández de Cifuentes, X, 65.
289; VI, 486. Francisco. II, l l l. Hidalgo, 1. I. 23o, 234.
Henry. X, 88. Hernández de Serpa, D. I, 347. Hidalgo de Cisneros, Baltasar.
Heppelwithe. III, 364. Hernández Sánchez Barba, lll, ll4, 225, 229, 329, 439;
Hera, Alberto de la. II, 179, 386, Mario. II, 255, 280; IV, 247. IV, 262, 263, 264, 271, 281; V,
414. Hernani. VI, 327. 77, 88,171, 4l3;VI, l7, 18,
Heras, Carlos. III, 329; IV, 451, Henríquez, Camilo. VI, 317. 536.
480, 500, 501, 508; V, 45; Herrendorf, Daniel E. VIII, 468. Hieronymus, Iorge. VI, 410.
VIII, 94; X, 74, 86, 95. Herrera. Ill, 263. Hildno, T. IX, 210, 583.
Heras Velasco, María Juana. X, Herrera, A. IX, 184. Hilbert, Klaus K. l, 133.
229. Herrera, Antonio de. I, 102, Hill Creighton. David. V, 346.
Herberger. IX, 31 l. 260, 263, 369, 371. Hilton, Stanley. VIII, 144.
Hércules. III, 363; IV, 498. Herrera, Diego de. I, 332. Hindenburg, Paul von. VIII, 186.
Herder, Iohann Gottfried von. Herrera, Familia. V, 148. Hinchliff, Woodbine. VI, 228.
V, 29; VI, 326. Herrera, Helvio. IX, 312. Hipócrates. III, 327.
Herdlinka. I, 27. Herrera, I.C. VII, 551. Hippeau, C. VI, 305.
Heredia. X, 101. Herrera, Iuan Esteban. Il. 420. Hirsch, Alfredo. X, 149.
Heredia, Alejandro. III, 387; IV, Herrera, María Iosé. X, 231, Hirsch, Paul. Vlll, 393, 395.
309, 394, 404, 405, 406, 409, 237. Hirsch, Sanford. III, 360.
4ll, 412, 425; V, 27. Herrera, Mariano A. Vlll, 76. Hirst, Mónica. VIII, 143, 144.
Heredia, Edmundo A. V, 235; Herrera, Martín de. I, 375. Hitler, Adolfo. VII, 363, 484;
VI, 486. Herrera, Nicolás de. IV, 234. VIII, 409; IX, 374; X. 79, 178.
Heredia, Nicolás de. l, 382, 388, Herrera, Ricardo. X, 134. Hobbes, Thomas. X, 13.
389, 390, 391, 392, 393, 401. Herrera, Roberto. II, 207. Hoberman, Louisa Schell. IV,
Heredia, O. l, 107. Herrera Vegas, Rafael. VIII, S04. 130.
Hermeto, Honorio. IV, 451. 505. Hobsbawn, Eric. X, 100, 110,
Hermitte, Esther. VII, 173. Herrera y Loizaga, José l l l.
Hermosilla, Gabriel de. I, 470. Cipriano de. II, 236. Hoces, Francisco de. I, 345.
Hernández, Antonio María. Herrera y Sotomayor, losé de. Hodge, Iohn. lX, 184.
Vlll, 77, 93, 578. Il, 296; Ill, 429. Hodges, W.H. V, 358.
Hernández, Aurelio. VII, 310; Herrera y Tordesillas, Antonio Hodgson, M. G. VIII, 387.
IX, 226, 227. de. l, 335, 341, 348. Hoe, Robert. VI, 490.
Hernández, Clodomiro. Vlll, Herrero, Fabián. VI, 449. Hoffmann, Fritz L. V. 207.
58. Herrero, Félix. IX, 147. Hofft. Gerardus't. IX, S55.
Hernández, Francisco. III, 216. Herrero, Santiago Dardo. Vll, Hogan, Iuan Luis. IV. 508.
Hernández, Horacio H. X, 146. 277. Hohenberg, F. l. 355.
Hernández, Isabel. VII, 174, Herrero Ducloux, Enrique. IX, Hoijer, HJ. VI, 559.
177. 535, S37, 557. Holanda, Sergio Buarque de. I.
Hernández, Iorge R. VIII, 299. Herrero Fernández-Quesada, 364.
Hernández, lose. IV, 38, 452, María Dolores. ll, 380. Holbach, barón de. X, 62.
481; V, 37, 38, 40, 45, 48, 49, Herschel, Federico Julio. Vlll, Holdich, Thomas. V, 233.
50, 56, 459; Vl, 318, 328, 329, 511, 515, 517, 518. Holguín. Gerónimo de. lll, 431.
330, 341, 346, 359, 497, 538, Hesayne, Miguel. Vlll, 381. Hollander, Paul. Vll, 362, 396.
557, 559; lX, 286; X, 125, Hespanha, Antonio Manuel. Holrnberg, Eduardo Ladjslao. l.
126,141, 156, 157, 169,171. Vlll, 439, 441, 442. 194, 208; lV, 40, 209; VI, 414.
Hernández, Iuan Antonio Heusser, CJ. l, 229. 416, 4l8, 419, 420, 422, 423:
Gaspar. Ill, 353, 354, 366, Heusser, L. I, 229. IX, 535.
396, 397; VI, 351. Hevia Bolaños, Iuan de. ll, 236, Holmberg, Estanislao. Vl. 336.
Hernández, Iuan lose. X, 124. 288, 289, 409. Holmberg, Helena. Vlll, 253.
Hernández, Marcos. I, 472. Hevia y Pando, Gabriel Antonio Holmberg, Luis. IV, 312.
Hernández, Pablo. Il, 467; III, de. Ill, 324, 325, 328. Holmberg, barón de. Véase
279; V, 310. Hexham, H. lll, 340. Kailitz, Eduardo.
Hernandez, Pablo José. VII, Heylan, Francisco. I, 317. Home de Pesoa, Pedro. ll, 158.
353, 360, 469. Hicken, Cristóbal M. Vl, 423: Home Riggs Popham. ll, 377,
420 Hernández, Pedro. lll, 283, 285. lX, 557. 382.
ÍNDICE DE NOMBRES

Homen, Lopo. I, 362. Hughes, Augusto I. VIII, 248, Ibáñez Menta, Narciso. IX, 263;
Hood, Thomas Samuel. V, 190. 261.
Hoover, Herbert. VII, 259. Hughes, Iohn B. VI, 346. Ibañez Montoya, Joaquín. II, 84.
Hopkins, Edward. V, 201. Hughes, William M. V, 360. Ibarguren, Carlos. IV, 539; V, 104,
Hopkins, Iohn. IX, 76, 83. Hugo, Víctor. VI, 327, 520; VIII, 140; V1, 348; VII, 19, 264, 269,
Hora, Roy. IV, 144, 157; IX, 31, 440. 270, 274, 275, 294, 422, 423,
197, 209. Huici, Agustín. IV, 298. 468, 480, 481, 482, 489, 490,
Horacio. VI, 313, 320. Huidobro, Vicente. X, 113. 492, S08; VIII, 165; X, 77, 80.
Horkheiner, Max. X, 14. Huisman, Denis. X, 55, 61, 65. Ibarguren, Federico. VII, 487.
Homo de Babilonia, Santo. III, Huizinga, I. IV, 536. Ibarra. X, 101.
269. Hull, Cordell. VII, 19, 284; VIII, Ibarra, Felipe. IV, 389, 390, 394,
Hornos, Manuel. IV, 433, 440; 106, 109. 41 l, 412, 413, 416.
V, 249. Hulsius, Levinus. III, 284. Ibarra, Gregorio. VI, 358.
Horowitz, Irving L. IV, 159. Humanzoro, Diego de. II, 401. Ibarra de Santiago. IV, 309.
Horowitz, Ioel. VII, 322; IX, Humble, Iorge F. V, 351, 359. Ibarra Grasso, Dick Edgar. VI,
242. Humboldt, Alexander von. I, 561.
Horta, Hernando de. III, 257. 356; III, 412; VI, 355, 403, Ibarrola, Casimiro, Fray. III,
Hortelano, Benito. IV, 78; VI, 405. 390.
505, 510, 519, 533. Hume. VI, 195. Ibarzábal, Iorge. VIII, 249.
Horton Box, Pelham. V, 234. Hunt, Familia. V1, 34. Ibsen, Henrik. X, 129, 277, 281,
Horvarth, Ricardo. IX, 382, 392. Hunt, Rex. VIII, 275, 277. 284, 285.
Horvath, Laszlo.VI1, 321. Huntington, Samuel. VIII, 208. Idomeneo. VI, 3 l 7.
Hosford, Roberto S. VIII, 365. Hunziker, Iuan H. IX, 557. Igarzábal, Rafael. V, 120.
Hourcade, Luis A. X, 162. Hure, Nicolás. VIII, 234. Igarzábal de Nistal, María
Houssay, Bernardo Alberto. VII, Huret, Jules. IV, 145, 146, 157; Adela. VII, 205.
38; IX, 472, 473, 478, 487, VI, 236, 237, 243, 244, 247, Iglesia, Cristina. VI, 487.
495, 496, 501, 504, 505, S06, 248, 250, 254, 255. Iglesias, Evaristo. VI, 274.
507, 508, 509, 510, 511, 512, Hurtado. III, 262. Iglesias, Herminio. VIII, 262.
513, 514, 515, 516, 518, 519, Hurtado, Joseph. III, 77. Iglesias, Iosé “Pepe”. IX, 261,
S20, 521, 523, 524, 525, 526, Hurtere, los de. I, 353. 377.
528, 529, 530, 532, 545, 546, Husserl, Edmund. X, 46, 47, 51, Iglesias Echegaray, Arturo. VII,
548, 551, 553. 52, 60, 63. 353.
Howard, Iennie. V, 360. Hussey, Guillermo. IX, S41. Iglesias Paz, César. VI, 337.
Howden, Lord. V, 191. Huston Luiggie, Alice. V, 360. Ignacio, Santo. III, 157, 200,
Howel, Bartolomé. III, 414. Hutchinson, Thomas I. IV, 451; 201, 205, 350, 384.
Howells, Williams W. I, 79. VI, 97. Ignatieff, Michael. VII, 398.
Hoxmark, Guillermo. IX, 557. Hutton, Alezander Watson. IX, Ignes, Marcelo. VI, 51.
Hoyos, Pío. V, 290. 280. Ihering. VIII, 409. 440.
Hualde de Pérez Guilhou, Hux, Meinrado. I, 205; IV, 186; Illia, Arturo Umberto. VII, 24,
Margarita. V, 43; VI, 486. VII, 174. 275, 339, 341, 356, 387, 470,
Huáscar, cacique. I, 98, 108. Hyades, P.I. I, 247, 256, 257. 503, 517, 518, 519, 525, S26,
Huayna Cápac, cacique. I, 98, Hyslop, I. I, 108. 528, 529, 531, 538, 542, 545;
108. VIII, 16, 122, 126, 132,133,
Hubac, Angel. IV, 295. I 135, 138, 139, 156, 233, 234,
Hudson, Damián. VI, 228, 497. 235, 236, 237, 240, 241, 244,
Hudson, William Henry. V1, 62, Iácona, Lidia Anahí. I, 107, 108. 245, 251, 269, 342, 343, 346,
219, 228, 4l7;X, 119,127. Ianantuoni, Domingo Rafael. 464, 465, 519, 521; IX, 105,
Huergo, Delfín B. IV, 434, 441; IX, 407, 408, 422. 110, 111, 138, 232, 233, 353,
V, 31, 185, 200; VI, 494. Iazzeta, Osvaldo M. IX, 454. 354, 484, 548; X, 189.
Huergo, Iuan Carlos. X, 207, Ibad Illana, Manuel. III, 242. Imaz, José Luis de. VII, 138,
208. Ibañez, Agustín. I, 458. 360, 552; VIII, 209, 407, 440,
Huergo, Luis A. VI, 521. Ibáñez, Avelina M. VI, 345, 486. 495, 522; lX, 206, 207, 497;
Huerta, Roberto. VIII, 228. Ibáñez, Familia. V, 148. X, 20, 33.
Huertas, Marta M. VI, 200. Ibáñez de Echavarri, Bernardo. Imbelloni, José. I, 28, 80, 261;
Hueyo, Alberto. VII, 273, 279, III, 206, 21 l, 235, 236. VI, 559, 560, 561, 562; VII,
280; VIII, 506, 534, 537, S39, Ibáñez del Campo, Carlos. VIII, 147, 166, 176.
540, 542, 548.
Hug, Enrique. IX, 507, 514, 515,
528.
138.
Ibáñez Frocham, Manuel. V,
102, 435.
160. 421
Imbert, Julio. X, 131.
Inacayal, cacique. IV, 176; VII,
IN DICES GENERALES DE LA OBRA

Inez Hilger, M. VII, 175. 530, 538, 539; V, 39, 57, 59, Izratsoff, Constantino. VIII,
Infante, J. Daniel. VI, 505. 120,127,135, 218, 220, 221. 380. 381. 386.
Infesta, María Elena. VI, 63. 227, 228, 229; Vl, 34, 479.
Ingenieros, Jose’. IV, S34; V, 41, Irigoyen, Julio. X, 256. I
60, 61, 66, 74, 373; VI, 306, Irigoyen, Manuel. VI, 469, 470.
425, 505, 518, 524; VIII, 467, Irigoyen, Matías. V, 176. Jachudurián, Karekin. VIII, 383.
479, 480, 494, 495; IX, 261; Iriondo, Manuel de. VII, 273. Jackisch, Carlota. X, 34.
X, 23, 41, 42, 43, 44, 45, 61. Iriondo, Martín. I, 133. Jackson, Andrew. V, 193; VII,
65, 106, 125, 142. Iriondo, Simón de. IV, 477, 499, 247.
Inglese, Juan O. IX, 495. 527; V, ll7, 149. Jackson, Robert H. II, 92, 122.
Ingres, Dominique. VI, 369. Irós, Guillermo M. VII, 206. Jacobi, Friedrich Heinrich. IX,
Ini, María Gabriela. VIII, 495. Irrazábal, Pablo. IV, 467. 528.
Inocencio X, Papa. II, 413. Irti, Natalino. VIII, 418, 441. Jacobini, Ludovico. V, 337.
Inocencio XI, Papa. II, 321. Irurzum, Víctor. X, 22. Jacobo, Baradaeus. VIII, 380.
Insaurralde. III, 262. Irusta, Agustín. X, 259. Jacobsen, Nils. III, 29.
Insaurralde, Andrés. X, 269. Isaacson, José. X, 129. Jacovella, Bruno C. VI, 539,
Insco Buchnan, William. V, 227. Isabel, Santa. III, 295. 558, 559, 560, 562.
Insiarte, Manuel. V, 322; VI, Isabel l, Reina de España. I 288, Jacques, Amadeo. IV, 164, 185,
517. 290, 292, 293, 294, 295, 307. 439, 503; Vl, 225, 520.
Insúa, Jorge. IX, 520. 316, 317, 321, 330, 331, 357; Jacques, Cristóbal. I, 372.
Iñigo Carrera, Héctor J. V, 102, II, 292; III, 197; VIII, 389. Jaim Etcheverry, Guillermo. IX.
138; VII, 263, 550. Isabelle, Arsene. VI, 227. 423.
Iñigo Carrera, Nicolás. VII, 139. Isacovich, Marcelo. VII, 139. Jaime, Rey de España. III, 353.
Iñigo Madrigal, Luis. III, 312. Isasa, Manuel de. IV, 391, Jaimes Freyre, Ricardo. l, 442;
Iñiguez, Julia. X, 274. Isasmendi, Familia. II, 65, 170, VI, 51 l, 524.
Iommi, Enio. X, 217. 171. lakasa, Vitaic. Vlll, 253.
Iparraguirre, Silvia. X, 125. Isasmendi, Saverio. III, 167. lalabe, Ruth. VIII, 142.
Ipola, E. de. VII, 467. Iscan, Mehmet Y. I, 81. James, Daniel. VII, 309, 322,
Iradiel, Paulino. I, 321. lscaro, Rubens. VII, 296; X, 99. 355, 356, 469: lX, 242.
Irala, Domingo Martínez de. I, Isem, Juan. II, 430; V, 31 l; VIII, James, Davis. Vl, 384.
198, 379, 380, 381, 382, 383, 333, 495. James, Henry. VI, 246.
384, 385, 386, 391, 395, 397. Isla, José Francisco de. III, 268. Janin, R. VIII, 386.
398, 399, 400, 408, 413, 427. Isnardi, Teófilo. IX, S39, 545. Jansen, André. VI, 348.
441, 442 477, 483, 485; lll, Isola. Alberico. VI, 358. Jara, A. VI, 197, 202.
237, 285, 289, 290, 425, 426; Isratzoff. Constantin. V, 360. Jaroslavsky, César. Vll, 295.
VI, 335. lssouribehere de Delgado, Jasca, Adolfo. X, 160.
Irala, Francisco Martínez de. Gladys. IX, 302. Jaucourt, Louis de. IV, 222.
III, 432. Istilart, Juan B. VI, lSS, 157. Jáuregui, Anibal. IX, 21 l.
Irala, Ursula. III, 290. Isuani, Ernesto. VII, 142. Jáuregui, Guillermo Raúl. IX,
Irazábal de Pereyra, Antonia. Itkin, Silvia. IX, 391. 530.
III, 382. Iturbe, Mariano. IV, 413. Jáuregui, Martín de. III, 434.
Irazusta, Julio. IV, 424, 451; V, Iturbe, Mecha. VI, 340. Jaurés, Jean. Vl, 530; VII, 238,
26, 43, 104, 207; Vl, 348; Vll, Iturralde, Pedro. Fray. V, 298, 403, 478.
21, 267, 271, 289, 290, 294. 3l l. Jauretche, Arturo. Vll, 21, 290,
297, 421, 425, 468. 471, 487; Iturri, Francisco Javier. Ill, 243, 297, 360, 425, 433, 461; X, 24,
X, 76, 78, 79, 81, 82, 175, 180. 246, 261, 279, 297. 82, 191.
Irazusta, Rodolfo. VII, 266, 267. Iturrieta, A. VII, 465, 467, 469. Jauretche, Emesto. Vll, 358,
271, 289, 290, 421, 425. 487; Iturrioz, Juan José. III, 331. 471.
X, 76, 78, 180. Itzcovich, Samuel. VIII, Sl l, Jaussely, León. Vll, 180.
Iriarte, Juan José. VIII, 339, 515. Jeanneret, Charles Edouard.
352, 355. lvanisevich, Oscar. IX, 477, 489. Vll, l8l, 184, 193.
Iriarte, Tomás de. IV, 403; V, Ivanov, Miguel. V, 356; VIII, Jefferson, Thomas. Vl, 29.
240, 244. 380. Jelin, Elizabeth. X, 30.
Irigoin, Alfredo. IV, 157. Ivanowski. IV, 474. Jelinek, A. l, 230.
Irigoin, María Alejandra. VI, Ivern, Andrés. Vl, 274; IX, S30. Jelinek, George, X, 33.
256. lzard, M. Vl, 36. Jenkins. II, 330; Ill, 81.
Irigoyen, Bernardo de. Il, 174; Izquierdo, Josefina. Vl, 312. Jenkins, Simón. Vlll, 144, 299.
IV, 462, 474, 477, 499, 504, Izquierdo, Mariano. lll, 260, lenks, Leyland H. IX, 182.
422 505, 517, 524, 527, 528, 529. 278. lennison, Peter S. X, 160.
ÍNDICE DE NOMBRES

Jerez, Omar. VII, 173. Joseph, Henry. V, 357; VIII, 389. Jurado, Alicia. X, 177.
Jerónimo, Santo. III, 110, 119, Joslin, David. V, 504; VI, 257. Jurado, José María. VI, 41, 52,
209, 306. Jouffroy, T. X, 63. 61
Jesús, Miguel de, Fray. III, 374. Jovellanos, Gaspar Melchor de. Juradlo Padilla, Francisco. IX,
Jevons, William Stanley. VIII, IV, 224; V, 14, 15; VI, 261. 493.
501. Joy, Leonard. VIII, 516, 517. Jurafsky, Abraham. X, 253.
Jewell, Carlos. VI, 201, 250. Joyce, James. X, 122. Jusid, Juan José. X, 266, 267,
Jewett, David. V, 191. Joyce, Patrick. IV, 158. 270.
Jijano. III, 135. Jozami, E. VII, 109, 138. Justiniano. II, 286, 289; III, 264.
Jijena Sánchez, Rafael. VIII, Juan, Jorge. III, 263. Justo, José. VI, 321.
Juan, Príncipe. I, 316. Justo, Agustín P. VII, 19, 20, 38,
Jiménez, Salvador. V, 330. Juan I, Rey de España. I, 294, 93, 185, 258, 259, 267, 269, 272,
Jiménez de Asúa, Luis. V, 402; 296. 273, 275, 278, 279, 280, 284.
VIII, 409, 433, 434, 442. Juan I, Rey de Portugal. l, 354. 285, 286, 287, 288, 291, 292,
Jiménez de Mesa. IV, 256. Juan II, Rey de Portugal. I, 306, 295, 297, 41 l, 417, 426, 427,
Jiménez de Paz Barragán, 329, 334, 335, 337, 338. 431, 481, 482, 484, 515, 518,
Familia. II, 135. Juan III, Rey de Portugal. I, 519, 520, 522, 525, 526, 528,
Iitrik, Noé. X, 128, 133, 134. 354, 359, 360, 361, 363. 530, 531, 532, 533, 540, 545;
Jofré, Herman. VII, 483. Juan IV, Rey de Portugal. II, VIII, 21, 57, 102, 108, 113, 115,
Jofré, Oscar L. VIII, 283, 294, 319; III, 363. 155, 183, 184, 196, 197, 208,
299. Juan IV, de Béthencourt. I, 318. 209, 319, 429, 537, 541; D(, 38,
Jofré Barroso, Haydee. X, 129. Juan V, Rey de Portugal. II, 329. 70, 160, 338, 371,429, 509.
Jofre de Loaysa, García, Fray. I, Juan VI, Rey de Portugal. III, Justo, Alberto M. VIII, 468.
345, 370, 372. 364; V, 195; VI, 350. Justo, Juan B. IV, 25, 517, 532,
Johns, Michael. IV, 156. Juan XXII, Papa. II, 406. S33, 539, S40; V, 64, 65, 74,
Johnson, Ben. X, 130, 287. Juan XXIII, Papa. VIII, 338, 120; VI, 424, 505; VII, 236,
Johnson, Lyman L. Il, 117, 125, 339. 237, 238, 257, 268, 402, 403,
126, 147, 181; III, 103; IV, Juan el Bautista, Santo. III, 119, 404, 406, 408, 430, 451, 452,
ll3, 130; VIII, 133; X, 99. 158, 210, 269; IV, 526. 476, 477, 478, 483; VIII, 81,
Jolís, José. II, 189. 198, 205, 206, Juan Pablo I, Papa. VIII, 353. 502; IX, 401, 469; X, 39, 42,
468; III, 297. Juan Pablo II, Papa. VIl, 27, 106, 149, 167, l7l, 278.
Ionassen, Vitus. VIII, 164. 393, 394; VIII, 354, 355, 356, Justo, Luis. VII, 355.
Jones, Amable. VII, 240, 248, 357, 359, 379, 387. K
255. Juan Sebastián. II, 466.
Jones, Charles. VI, 202; IX, 149. Juana, la Beltraneja. I, 330. Kaflca, Franz. X, 122.
Jones, Gareth Stedman. IV, 158. Juana, la Loca. II, 402; III, 286. Kahana, David. VIII, 392.
Jones, Lewis. V, 360. Juárez, Familia. II, 123. Kahn, Heriberto. VII, 353; IX,
Jones, T. I, 231. Juárez, Gaspar. III, 243, 297, 357, 358.
Jordán, Alberto R. VII, 385, 407. Kailitz, Eduardo. IV, 274, 278,
400, 471, 509; IX, 497. Juárez, Rogelio. X, 274. 289, 312; VI, 132, 419.
Jorge, Carlos A, de. VII, 322. Juárez Celman, Miguel Angel. Kaillitz, Ladislao. VI, 419.
Jorge, Eduardo. VI, 170; IX, 82, IV, 24, 31, 476, 514, 515, 519, Kaiser, Georg. X, 280.
149 520, 521, 524, 525, 527, S28, Kamen, H. I, 324.
Jorge lll, Rey de Inglaterra. IV, 529; V, 36, 55, 56, 57, ll0, Kamphoefner, W. IV, 107.
221. 114, 115, ll7, 129, 134, 221. Kant, Inmanuel. V, 370, 374;
Jorge V, Rey de Inglaterra. IX, 337, 386, 496; VI, 104, 121, VIII, 419; X, 41, 45, 46, 47,
374. l9l, 192, 237, 371, 407, 502; 53.
Jorrat, Jorge Raúl. IV, 159; VII, VII, 520, 522; VIII, 332, 380. Kantorowicz, Ernest. l, 322.
139; X, 38, 109. Juarroz, Roberto. D(, 352; X, 115. Kapek, Karel. X, 280.
José, El Indio. III, 356. Jufré, Juan. I, 406, 409, 415, Kaplan, Marcos. IX, 21 l.
José, Rey de Portugal. III, 363. 438, 447, 451, 454, 455, 457, Karasik, G. VII, 109.
José, Santo. III, 210, 295, 335. 475; II, 105. Karlic, Estanislao. VIII, 355,
José, Susana. IX, 454. Jufré y Meneses, Luis. I, 438. 356.
José I, Rey de Austria. II, 324. Julien, Charles André. I, 364. Karrer, Pablo. III, 316.
José I, Rey de Portugal. II, 457. Julio II, Papa. Il, 386. Kartún, Mauricio. X, 132.
José I Bonaparte, Rey de Jumar, Fernando. III, 102, 103. Katari, Tomás. IV, 253.
España. IV, 233, 235, 237, Junior, Christiano. VI, 359. Katz, Bernard. IX, 525.
261; V, 388. Junot, Jean Andoche, duque de Katz, Jorge. VIII, 516; IX, 104,
Joseph, G. VIII, 495. Abrantes. IV, 232. 114,149, 2ll, 584. 423
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Katz, Rodolfo. lX, 348. Klein, Herbert S. III, 13, 18, 19, Koshetz, Nina. IX, 258.
Kauffman, Angélica. III, 229. 27, 28, 29, 30, 447; IV, 106; V, Kosíce, Gyula. IX, 345, 348; X,
Kaufmann, lose Luis. V, 343; 505. 218, 229.
VIII, 335. Klein, Julius. l, 323. Kotsias, Basilio A. lX, 531.
Kayser. VI, 412. Klein, Teodoro. X, 288. Kotska, Estanislao, Santo. III.
Kazezián, Juan Bautista. Vlll, Klein, Walter. VIII, 506, 508. 120, 157.
382. Kleiner, Bernardo. IX, 496, S21, Kovacci, Ofelia. X, 128.
Keegan, Iohn. VII, 385. S23. Kovadloff, Santiago. VII, 400; X,
Keen. V, 127. Klenicki, León. VIII, 389, 397, 128.
Kelly, Alfredo. VIII, 352. 398, 399, 578. Kraft, Guillermo. VI, 359, 518;
Kelsen, Hans. VIII, 409, 419, Klich, Ignacio. VII, 108, 109; X, 150, 151.
420, 441; X, 46, 59. VIII, 118, 244. Kramer, Gabriel. V, 357.
Kemble, Kenneth. X, 225. Kljmovsky, Gregorio. X, 22, 60. Krapf, Eduardo. IX, 528.
Kemmerer, Edwin. VIII, 339, Klimovslcy, León. X, 261, 285. Kratz, Guillenno. II, 467.
527. Klingemann, Hans-Dieter. X, Kratzenstein, Rudolp. VI, 359.
Kemmis, Familia. VI, 250. 38. Kraus. Juan. Il, 58.
Kendall, Edward Calvin. X, 33 Klint, Eric Gustav de. V, 183. Kraus, Rudolf. IX, 502, S03,
Kennedy, Familia. VII, 275. Kloosterman, Dirk. VII, 25. 504, 505, 506, 507, 527, 528.
Kennedy, Iohn F. VII, 366; VIII, Knecher, Lidia. VII, l4l. Krause, Federico. V, 370.
133; IX, 100. Knibbs, George H. VIII, 504, Krause, Julio. VIII, 228.
Kennedy, Kenneth A. R. l, 81. 506. Krausse, Otto. VI, 306; lX, 435.
Kennedy, Norma. VII, 378. Knowles, M.D. V, 309. Kreimer, Pablo. IX, 557.
Kenny, Arturo. IX, 316. Koch, Robert. IX, 502. Krieger Vasena, Adalbert. Vll,
Kenny, Mauricio. IX, 261. Koebel, W.H. IV, 145, 157. 24, 34: Vlll, 128, 238, 512.
Kent. V, 38, 419. Koening. VI, 489. 521: lX, 92, 104, 105, 134.
Kentenich, Ioseph. VIII, 358. Koesler Ilg, Berta. IX, 271. 234.
Kenworthy, Eldon. X, 35. Koestler, Arthur. VII, 395. Kroeber, Clifton B. VI, 36, 200,
Kern, Arno Alvarez. II, 467. Kogan, Jaime. X, 288. 201.
Kerne, Niels. IX, 525. Kohan, Néstor. X, 198. Kronfuss, Iuan. ll, 86.
Kessler, Gabriel. VII, 125, 131. Kohen, Héctor R. X, 269. Krópfe, Pedro E. Vll, 230.
143. Kóhler, Georges. IX, 525. Kropotkin, Pedro. V, 64; Vll,
Keynes, Iohn Maynard. VII, Kohon, David losé. X, 264, 265. 406: X. 213.
279; VIII, S07, 510; IX, 24, Kohn Loncarica. Alfredo. IX. 527. Krueger, Anne. IX, 94, l 12.
65. Koletis, Nicolás. VIII, 380. Kuatemik, Eugenio. Vll, 356.
Keyserling, Herman, conde de. Kolterjahn, Guillermo. X, 157. Kubler, George. ll, 86.
Vl, 339; X, 127. Konetzlce, Richard. Il, 109, 113; Kflhn, Franz. l, 62.
Khavisse, Miguel. VII, 142; IX, lll, 131,159. Kuhn, Rodolfo. X, 264, 265.
l 15, 210. Kooy, Eduardo von der. VII, Kuitca, Guillenno. X, 231.
Kiepja, Lola. VII, 167. 400; Vlll, 144, 298. Kula, Witold. X, 89.
Kiernan, Santiago. VI, 470. Koppers, Wilhelm. l, 257. Kulwin, Clifford Mairon. Vlll,
Kilcher, P. VIII, 506, 534. Kordon, Bernardo. X, 123. 398.
Kimel, Eduardo. VIII, 360. Koremblit, Bernardo Ezequiel. Kane, Gününa. VII, 175.
King, Iohn. X, 175, 198, 237. X, 128, 135. Kunz, Ana. Vll, 552; Vlll, 469.
Kinkelin, Emilio. VII, 271, 424. Korn, Alejandro. V, 41, 73, 374; Kurchan, luan. Vll, 193, 194.
Kirbus. Federico B. III, 285, 31 l. VI, 426; Vll, 38, 483; lX, 471, Kurth. William H. X, ¡60.
Kircher, Anastasio. III, 413. 494; X, 45, 46, 47, 49, 50, 52. Kusch, Rodolfo. IX, 302; X, 128.
Kirchmann, Julius. V, 437. 65, 166. Kvatemik, Eugenio. Vlll, 244;
Kirkpatrick, Jeanne. VII, 366, Korn, Francis. IV, 155, 156, 157, X. 34.
158, 541: VI, 23], 255, 256. Kyle, Juan lose. IX, S35. S36.
Kim. IX, 258. 563; IX, 247, 267, 268, 586; Kuznetz, Simón. IX, 152.
Kirschbaun, Ricardo. VII, 400; X, 21, 22, 99.
VIII, 144, 298. Korn, Julio. IX, 338. l.
Kirshoff. IX, 258. Korn Villafañe, Adolfo. Vlll, 85,
Kish, Lazlo. X, 258. 93, 324. La Croix, Maria Luisa. IX, 391.
Kisnerman, Natalio. VI, 347. Korol, luan Carlos. IV, 104; VI, La Gasca. l. 386, 394, 395. 397,
Kissinger, Henry. Vlll, 124. 147, 167, 170, l7l, 563: lX, 401, 402, 405, 415.
Kitasato, Shibasaburo. IX, S25. 80, 83, 148, 210; X, 109. La Mar. IV, 341, 342.
Klein, Guillermo Walter. Vll, Kosacofl", Bernardo. IX, 62, ll2. La Menu, F. lX, 541.
424 384. ll4, 125, l4S, l46, 149, 2ll. La Pradelle, P. de. V, 202.
ÍNDICE DE NOMBRES

La Roche, Augusto. VI, 143. Lagomarsino, Raúl E. X, 157, Lanata, I.L. I, 256, 257.
La Serna. IV, 310, 339, 340, 341. 162 Lancaster, duque de. I, 294.
La Touanne. VI, 176. Lagos, Hilario. IV, 434; V, 247, Landaburu, Iorge. VII, 356.
Labardén, Iuan Manuel de. II, 248, 263. Landaburu, Laureano. VII, 281.
231. Lagos, Iosé C. V, 322. Landi, Oscar. IX, 393; X, 98.
Labardén, Manuel Iosé de. IX, Lagos, Iulio A. VIII, 21 l. Landini, Carlos. X, 269, 270.
280 Lagos, Lisandro. IV, 440. Landini, Cecilia. I, 207.
Labayén, Iuan. VII, 483. Lagos, Luis. VIII, 271. Landolfi, Héctor. X, 160.
Labbe, Osvaldo A. III, 348. Lagos, Marcelo. II, 206. Landrú. Véase: Colombres, Iuan
Labougle, Ricardo de. IX, 475. Lagos, Ovidio. VI, 508. Carlos.
Laboulaye, Edouard. V, 38, 48. Lagos García, Luis. V, 120. Landsteiner, Karl. IX, S06.
Iabnma, Angel. VII, 35; 1x, 311. Lagrana, Manuel I. IV, 459. Lanfranco, Héctor. V, 5, 402.
Lacalle, Carlos. IV, 468. Laguna, Iuanito. X, 228. Lange, Norah. IX, 337, 338; X,
Lacey, Luis L. IX, 315, 318. Laguna, Iusto Omar. VIII, 353, 121.
Lachikirín, cacique. II, 196. 355, 356, 360. Langer. IX, S24.
Laciar, Santos. IX, 329. Lahille, Fernando. IX, 543. Langer, Erik. IV, 131; VII, 174.
Laclau, Ernesto. VII, 467. Lahitte, Ana Emilia. X, 116. Langlyke, Asger. IX, 522.
Laclau, Martín. V, 399; VIII, Lahitte, Emilio. IV, 144; V, 324. Langsner, Jacobo. X, 131.
441. Láinez, Manuel. V, 120; VI, 296, Lannot, Iorge O. VII, 357.
Laclau, Narciso. IX, 505, 506. 303, 502; IX, 343, 397. Lantier, Claudio. X, 21 l.
Lacordaire, Enrique de. VI, 278. Laíño, Félix. IX, 340. Lanús. VII, 275; VIII, 144.
Lacoste, Pablo. I, 179; III, 191; Laisney, Louis. VI, 350. Lanusse, Alejandro Agustín.
VII, 295, 297, 430. Laiseca, Alberto. X, 124. VII, 25, 342, 343, 344, 345,
Lacroze, Familia. VI, 194. Lajouane, Félix. VI, S18. 346, 347, 349, 353, 357, 359.
Lacueva, Luis R. X, 162. Lajous, Raúl E. VIII, 155. 367, 368, 370, 371, 376, 377.
Ladero Quesada, Miguel Angel. Lalinde Abadia, Iesús. II, 248. 379, 398, 454, 470, 498, 505,
I, 321, 322, 323. Lalueza, Carlos. I, 79. 510, 545; VIII, 124, 126, 136,
Lafaille, Héctor. V, 402; VIII, Lamadrid, Gregorio Aráoz de. 138, 238, 239, 240, 241, 242,
405, 424, 429, 431, 432, 436, IV, 307, 372, 414, 415, 423. 243, 249, 253, 254, 348; IX,
443. Lamaglia, Iuan. X, 266. 234, 235, 385, 388, 450; X, 34,
Laferrere, Alfonso de. VII, 267, Lamarca, Carlos. V, 202. 140, 193.
423; X, 256. Lamarca, Emilio. V, 306; VI, Lanuza, Iosé Luis. VI, 345; X,
Laferrere, Gregorio de. VI, 337; 303, 502. 128.
VII, 215; X, 275, 276. Lamarck, Iean Baptiste de Monet, Lanza, Miguel. IV, 310, 343.
Laferrere, Roberto. VII, 271. caballero de. VI, 417; X, 44. Lapa, Antonio, Fray. II, 465.
Laffaye, Horacio A. IX, 330. Lamarque, Carlos. IX, 370. Laperriere, Gabriela. V, 397.
Lafforgue, Iorge. X, 134, 160. Lamarque, Libertad. X, 257, Laphitzondo, Miguel F. IX, S15.
Lafinur, Iuan Crisóstomo. V, 25, 259, 261. Lapido, Graciela. IV, 186.
123, 364; VI, 212, 314, 464, Lamartine, Alphonse Marie Laplane, Alberto Numa. VII, 26,
465, 478, 519; X, 62. Louis. VI, 494. 381; VIII, 248, 250, 251, 253,
Lafitte, Fermín. IX, 422. Lamas, Andrés. VI, 326, 433, 254.
Lafleur, Héctor René. VI, 344, 435, 473, 510, 517; X, 148. Laplaza, Francisco P. V, 402; VI,
512; IX, 361; X, 165, 166, Lamas, Fernando. X, 261. 512; VIII, 439, 470.
170, 195. Lambert, Iacques. V, 139. Laporta, Francisco G. VIII. 442.
Lafón, Ciro R. I, 131. Lamborghini, Leónidas. X, 116. Laprida, Francisco Narciso. III,
Lafone, Samuel F. V, 350. Lambruscchini, Armando. VIII, 398; V, 25.
Lafone Quevedo, Samuel A. I, 248, 257. Laprida, Manuel. VIII, 236.
92, 284; III, 311; VI, S35, 536. Lamela, Baldomero. IV, 441. Lapzeson, Elías. X, 261.
Laforest, W. de. IV, 468. Lamennais, Félicité-Robert. V, Lara, Familia. II, 157.
Lafuente, Horacio Raúl. VIII, 29, 368; VI, 473. Lara, Tomás de. VIII, 324; IX,
42. Lami Dozo, Basilio. VII, 394; 272, 303.
Lafuente, Iosé Luis. V, 342. VIII, 248, 259, 357. Larcher, Rodolfo. VIII, 229.
Lafuente Machain, Ricardo de. Laming, A. I, 230, 255, 256. Larco, Iorge. X, 156.
I, 408, 442; II, 125; III, 129; Lamiña, Alfredo. X, 258. Lardíes González, Iulio. III, 421.
X, 149. Lamounier, Bolivar. X, 18. Lardy, Ivonne. X, 174.
Lagarde, Pierre. X, 140, 160. Lampíllas, Iosé. III, 265. Larguïa, Ionás. IV, 487.
Laghi, Pío. VIII, 351, 354. Lamuraglia, Nicolás I. X, 253. Lariz, Jacinto de. II, 380; Ill, 429.
Lagiglia, Humberto A. I, 168, Lanari, Alfredo. VII. 387; IX, Larra, Mariano lose de. VI, 323,
169, 173, 178,179. 514, 519, S21, 530. 327, 410, 472. 425
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Larra, Raúl. VIII, 21 l. Laurens, lean-Paul. VI, 369, Lebenshon, Moisés. VII, 285,
Larraga. III, 264, 268, 274. 371, 372, 373. 416, 430; Vlll, 466.
Larrain, Manuel. VIII, 337. Laurent, C. IX, 148. Leblanc, Louis. IV, 415; V, 188.
Larrain, Nicanor. I, 409; VI, Lauria, Antonio. VI, 416. Lebrón, Alonso. Il, 421.
145. Lauriston Conder, Eustace. IV, Leclerc, George Louis. III, 408.
Larralde, Crisólogo. VII, 416. 202. Ieoocq, Bernardo. Il, 59; III, 414.
Larrarnendi, Manuel de. II, 115; Lavalle, Horacio. IX, 326. Lecor, Carlos Federico. V, 195.
III, 269. Lavalle, Iuan Galo de. IV, 20, Lectoure, Tito. IX, 329.
Larraquy, Marcelo. VII, 358. 325, 337, 343, 379, 380, 381. Lecuona, Oscar. VII. 207.
396, 397. 382, 383, 384, 385, 386, 387. Ledesma, Blas de. III, 336.
Larrea, Iuan. IV, 292. 407, 414, 415, 418, 419, 423, Ledesma, Inda. X, 284.
Larreta, Enrique. III, 286; VI, 424; V, 186, 240, 241, 243, Ledesma, lose. VI, 351.
342, 348; X, 117, 129, 142, 245, 474, 514; Vl, 21 l, 328. Ledesma, Lázaro de. III, 336.
157, 207. 366, 378, 470, 481, 483. Ledesma, Roberto. X, 114, 122.
Iarrouy, Antonio. I, 407, 504; II, Lavalle, Ricardo. V, 109. Ledesma Medina, Luis A. I, 443.
123; V, 296; VI, 446; X, 72, 75. Lavalleja, Juan Antonio de. IV, Ledesma Valderrama, Martín
Larsen, Carl Anton. VIII, 163. 368, 369; V, 241. de. Il, 24.
Las Heras, Isabel. I, 321. Lavalleja de Calzadilla, Elvira. Lefebvre, Marcel. VIII, 348.
Lasala, Iuan Bautista. III, 318. VI, 363. Legón, Faustino I. V, 342; VII,
Lasalle. V, 28. Lavardén, Manuel José de. III, 490, 491, 508; Vlll, 324, 405:
Lascano, Benito. V, 281, 319. 238, 292, 303, 304, 305, 307. X, 32.
Lascano, Carlos María. VII, 490. 309, 312. 320, 321, 331; VI. Legorraga, Baltasar de. II, 103.
Lascano, Iulio Raúl. VI, 274. 313, 316, 327. Legoupil, D. I, 256.
Lascano, Miguel de. II, 97. Lavarello, Iosé. IV, 439, Legrand, Mirta. X, 259, 260.
Lascano González, Antonio. ll, Lavaysee, Benjamín l. IV, 433, Legrand, Silvia. X, 159.
88. 434, 435, 436. Leguina, Ezequiel. X, 146, 163.
Lascano Tegui, Emilio de, Laveleye, Emile de. VI, 279, 305. Leguisamo, lrineo. IX, 257, 274.
vizconde de. X, 112. Lavelli, Jorge. X, 287. Leguizamón, G. Vll, 280.
Lascar Saveanu. VIII, 522. Laviana, María Luisa. I, 326. Leguizamón, Martiniano. VI,
Laserre, Iuan. VI, 468, 48 l. Lawrence, Iohn. I. 256, 257; V, 334, 336.
Laso de la Vega, Francisco. l, 351, 359. ' ón, Onésimo. IV, 477,
490. l..awrie, Iames. Vl, 143. 499; V, 123, 305; Vl, 288.
Lassaga, Mario. VII, 271. Layman. Ill, 262. Leguizamón Pondal, Gonzalo.
Lasso Niño, Rodrigo. IlI, 343. Lázaro, Enrique. X, 212. X, 205, 223.
Lastiri, Raúl. VII, 25, 26. 376. Lázaro de Dou, Ramón. IV, 241. Lehman. IX, 258.
378, 517, 525; Vlll, 143; X, Lazcano y Velazco, Antonio de. Lehmann, Familia. Vl, 248.
158. Il, 156. Lehmann-Nitsche, Roberto. l,
Lastra, Abelardo. X, 274. Le Bon, Gustave. V, 61; X, l6. 408; Vl, 560; IX, 280.
Lastra, Bonifacio. IV, 532; VI, 23. Leibnitz. Gootfried. lll, 412; VI.
42 l. Le Bretón, Tomás. Vll, 79. 209.
Lastra. Claudio. VI, 353, 362. Le Corbusier. Véase: Ieanncret, Leipus, Marcela. I, 207.
Lastra, Héctor. X, 124. Charles Edouard. Leis, H.R. Vll, 471.
Lastra, Rosendo de la. V, 284. Le Prédour. V, l9l. Leite, Duarte. l, 356.
Latcham, Ricardo E. I, 80, 409. Le Play, Frederic. V, 38. Leiva. Alberto David. IV, 508; V,
Latella Frías, Donato. Vll, 275. Le Roux, Pierre. V, 29, 452; VI, 400, 401: Vl, 486, 513; VII.
Latino, Anibal. Véase: Ceppí, 473; X, 63. 507, 552: Vlll, 44l. 445, 469.
José. Leaden, sacerdote. Vlll, 352. 470, S78.
Latorre, Pablo. IV, 404; V, 27. Leal, Jorge Edgardo. VIII. 173. Leiva, Eusebio de. lll, 205.
Latrubesse, Amalia. Il, 181, 381; Leal de Ayala, Familia. ll, 135. Leiva, Manuel. IV, 382, 383.
lll, 192; IV. 130. Leal de Ayala, Mateo. lll, 428. 399, 400, 434. 435; V, 328;
Lattes, Alfredo. ll, 96, 121; Vl, Leal de Ibarra, Antonio. lll, Vlll, 85.
274: Vll, 73, 107, 140; X, 29. 437. Leiva y Sepúlveda. lll, 257.
Lattes, Zulma R. de. Il, 96, 121. Leal Rey, lndalecio. X, 287. Lejarza. Fermin. X, 222.
Lattuada, Mario. IX, S9. Lear. Gilberto M. V, 359; Vlll, Leloir, Alejandro. Vll, 486.
Latzina, Francisco. IX, 420. 368, 374. Leloir, Federico. Vll, 387.
Launhardt, Wilhelm. Vlll, 500. Leardo, Francisco. l, 37]. Leloir, Luis Federico. Vll, 38;
Laura, Guillermo D. Vll, 231. Learte, Estanislao. Vl, 481. IX, 487, Sl l, 512, 5l3, 5l6.
Laurencena, Miguel. Vll, 248, Learte, Miguel de. VI. 316. 517, 519, 520, 521. 524. S28.
426 251, 253; Vlll, l6. Lebedinsky, M. Vl, 127. 529. 553.
ÍNDICE DE NOMBRES

Lema, Manuel E. VII, 486. Lermon, Miguel. Vl, 347; X, Lewadowsld, Maurice. VI, 255.
Lemaire. II, 59. 149. Lewald, H. Ernest. X, 38.
Lemer, Felipe. III, 413. Lértora Mendoza, Celina, A. Ill, Lewin, Boleslao. V, 345, 357,
Lemmerich Muñoz, Fernando. 277, 369, 401, 403, 420, 447; 360.
X, 222. X, 64. Lewinger, Iorge Omar. VII, 358.
Lemos, Francisco da Silva. III, Lescano, Regino. VII, 275. Lewis, Colin. VI, 126, l7l, 202.
362, 363. Lescovich, Néstor. X, 267. 203; IX, 151, 182, 183, 586.
Lemos, Iosé León. IV, 322, 323. Lesser, Juana. VI, 486. Lewis, LM. VII, 177.
Lemos y Andrade, conde de. I, Lesser, Ricardo. VII, 142; IX, 82, Lewis, LT. IX, 506, 515, S17.
442. 183, 21 l. Lewis, Paul. VII, 468; IX, 81,
Lena Paz, Marta. X, 290. Lessio. III, 262. 209.
Lenci, María Laura. VIl, 360. Lestani, Iuan Ramón. VIII, 62, Lewis, W. Arthur. IX, 91, 112.
Lencinas, Carlos Washington 76. Leyendeker, Ernesto. V, 309.
“Gaucho". VII, 248, 254, 255, Letamendi, Francisco Antonio. Leyva, Manuel. Vl, 483.
260, 264, 273, 274; VIII, 15, lll, 251, 352, 362. Lezcano, Policarpo, Fray. III,
19, 23, 41; IX, 18, 33. Leturia, Pedro de. II, 414; V, 390.
Lencinas, losé Hipólito. VII, 343. Lezica, Antonio. IV, 122.
264, 274. Leumann, Carlos Alberto. X, Lezica, Faustino. V, 381.
Lencinas, Rafael. VII, 274. 117, l 18. Lezica, Iuana Nepomucena. III,
Leneve, Gustavo. IX, 326. Levaggi, Abelardo. l, 505; II,
Lenin, Vladimir Ilich Ulíanov. 207, 250, 315; Ill, 277; IV, Liaudat, Héctor César. VIII,
VII, 362, 396, 410, 461; X, 79. 187; V, 42, 44, 45, 102, 313,
Lenormand, Henri-René. X, 344, 400, 401, 402, 436, 437, Liberati, Iorge. VII, 355.
129, 280. 538; VII, 174, 175; VIII, 441, Licciardo, Cayetano. IX, 492.
Lenz, Heindrich Friedrich Emil. 442; X, 94. Liceaga, losé. VIII, 135.
VI, 249. Levalle, Nicolás. IV, 478; V, 254, Lichtblau, Myron. VI, 345.
Lenzi, Iuan Hilarión. V, 168; Lída, María Rosa. X, 122, 128.
VIll, 75. Levegh, Pierre. IX, 324. Lída, Raimundo. X, 122, 128.
León XII, Papa. V, 313, 319. Levene, Gustavo Gabriel. V, Lieber. V, 38.
León XIII, Papa. V, 53, 280, 335, 138; VII, 550. Lieberman, Iosé. VIII, 400.
336, 337, 339; Vl, 387, 388: Levene, Ricardo. I, XIX, XX; II, Liendo, Horacio Tomás. VII,
IX, 399. 87, 248, 263, 281, 314; III, 17, 390; VIII, 254, 255, 258.
León, Bernardo de. l, 472. 28, 43, 48, 53, 65, 99, 160, Liernur, Iorge F. IV, 158, 157.
León, Gregorio de, Fray. II, 422. 277; IV, 268, 269, 377, 507; V, Lilíedal, Augusto M. IV, 439;
León, Iosé, Fray. III, 390. 102, 103, 400, 401, 435, 436; VIII, 522.
León Pagano, Iosé. lII, 365; Vl, VI, 38, 446, 449; VII, 490. Liliedall, Rubert. IV, 439.
383, 384. 507; VIII, 405, 413, 416; IX, Lillo, Miguel. VI, 423.
León Pinelo, Antonio de. III, 268; X, 16, 39, 68, 69, 70, 71, Lima, Iosé Santos. IV, 296.
151. 73, 74, 76, 86, 90, 98, 106, Lima, Vicente Solano. VII, 25,
León Pinelo, Diego de. V, 345. 107. 278, 291, 369, 371, 517, 521.
Leonard, Irving A. III, 276. Levenogan, Pablo. IV, 170. Lima González Bonorino, Iorge
Leonhardt, Carlos. lIl, 131. Levenson, Gregorio. VII, 358. - F. II, 123, 138, 146.
Leoni de Rosciani, María Silvia. Levi-Civita, Tulio. IX, 542. Limpo de Abreu, Paulino. IV,
Vl, S13; VIII, 43, 75, 578. Levillier, Roberto. l, 349, 407, 442.
Leoni Pinto, Ramón. VI, 449, 408, 442, 443, 504, 505; II, Linares, Iosé María. V, 204.
450, 451, 512; X, 101, 108. 280; III, 42, 99, 245; IV, 245, Linares, Matías. V, 284.
Leopoldo, Rey de Austria. II, 507, S08, 538; Vl, 559; VII, Linares Quintana, Segundo V.
323. 83; X, 68, 74, 104. VII, 507; VIII, 74, 405, 439,
Leopoldo I, Rey de Bélgica. V, Levingston, Roberto Marcelo. 468, 469; X, 29.
183. VII, 25, 343, 344, 346, 357. Lincon, cacique. IV, 169.
Lepe, Diego de. I, 339, 368. 367, 470, 498, 505, 545; VIll, Lindemboin, Javier. VII, 139;
Lépori. VIII, 257. 124, 136, 239, 242; IX, 234; IX, 21 l.
Lerdo de Tejada, Eugenio. Ill, X, 34. Lindig, w. II, 206.
144, 242. Levinson, Luisa Mercedes. X, Lindón, curaca. I, 390, 392.
Lerma, Hernando de. I, 279, l2l. Liniers, Enrique de. III, 319.
430, 431, 432, 434, 449, 454; Levoratti, Armando. VIII, 339. Liniers, Santiago de. ll, 129,
ll, 93, 306; III, 432. Levy, Elisabeth. V, 357; VI, 251. 378, 379, 382; Ill, 146, 277,
Lerman, Gabriel D. VIII, 399. Levy, Matilde. v1, 345. 307, 308, 319, 390, 437, 438;
Lerminier. V, 29. Levy, Salomón. V, 357; Vl, 251. IV. 238. 259. 260. 261. 262. 427
LNDICES GENERALES DE LA OBRA

269, 279, 380; V, 14, 28, 60, Llorens, Emilio. VIII, 522; DL, López, Bartolomé. III, 163, 164.
88; VI, 17, 211, 337, 339, 378. 83. López, Cándido. IV, 39, 466; v.
440, 441. Llop, Elena. l, 79. 256, 272.
Línneo, Carlo. III, 404, 408. Llorente, Ignacio. VII. 142, 322; López, Carlos Antonio. V, 199.
Linz, Iuan. VII, 553; X, 33. VIII, 41. López, Cristina. I, 207.
Lippizi, Atilio. X, 256. Llorente, M. VI, 513. López, Estanislao. IV, 20, 164,
Lipset, S.M. IV, 156. Llovet, Juan I. X, 22. 308, 334, 362, 363, 364, 366.
Liqueno, María. VIII, 318. Lloyd, Riginald. IX, 182. 380, 381, 382, 383, 384, 388.
Lira Montt, Luis. III, 402. Lluch, A. VI, 126. 389, 391, 392, 393, 394, 395,
Lisón Tolosana, Carmelo. II, Llugdar, Elías. VII, 277. 398, 399, 400, 405, 409, 415,
218, 249. Lo Vuolo, R. VII, 130, 139. 416, 417, 421, 423, 424, 425.
Liss, Peggy K. I, 321. Loaysa, Jerónimo de. II, 397. 431; V, 95, 98, 99, 104, 237,
List, Friedrich. V, 456; VIII, 499. Lobato, James. Vll, 322. 243, 447, 519, 523, 525; X, 76,
Lista, Ramón. VI, 335, 506; VII, Lobato, Mirta Zaida. IV, 424; 102.
164. V1, 165; V11, 322; IX, 83, 147, López, Evaristo. IV, 459, 472.
Litichver, Cecilia. IX, 248, 249, 2l l. López, Francisco Solano. IV, 23,
252, 253, 258, 261, 262. Lobera. III, 268. 445, 464; V, 221.
Litichver, Fan. IX, 268. Lobo, Manuel. II, 321, 363. López, Gregorio. II, 220, 288;
Litichver, Luba de. IX, 248, 249. Lobo de la Vega, Luis. X, 219. III, 263.
Litichver, Natalie]. IX, 258. Lobos, Eleodoro. VIII, 505. López, Helio. IX, S19, 553.
Little, Walter. X, 35. Lobos, Héctor Ramón. I, 367, López, Javier. IV, 369.
Liverpool, lord. V, 177, 181. 411, 444, 510; 11, 123, 179; V, López, Jorge. X, 225.
Livingstone, David. VI, 420. 103. López, Juan Manuel. II, 82.
Lizardi, Julian de. III, 202, 207, Locche, Nicolino. IX, 327. López, Juan Pablo. IV, 416, 417;
219. Locke, Iohn. V, 17, 25, 26, 82, V, 245, 246, 514.
Lizarraga, Andrés. X, 131. 409; VI, 209; VII, 512; X, 13. López, Lucio Vicente. V, 120.
Lizarraga, Reginaldo, Fray. l, 94, Lockhart, James. II, 89, 92, 178. 406, 456: V1, 251.
442, 157; HI, 140, 142, 148. Lococo, Clemente. 1X, 264. López, Luis Cándido. V1, 364,
158, 286, 311, 405, 441. Lófling, Peter. III, 404. 365.
Lizoaín. III, 348. Logu, Pedro de. 111, 255. López, Manuel. IV. 409, 414; V,
Lizondo Borda, Manuel. I, 407, Lehmann-Villena, Guillenno. l, 293, 514, 515.
442, 476, 504; Il, 45, 94, 122, 442; 11, 214, 249. López, María Pía. X, 270.
179; III, 160; X, 75. Loij, Angela. VII, 167. López, Mario Iusto. V, 44, 101;
Llach, Iuan José. VII, 138, 141, Lojo, Maria Rosa. X, 125. V1, 201; Vll, 498; 1X, 183; X.
400; VIII, 520; IX, 31, 77, 82. Lolhe, Carlos. VIII, 328. 29, 32.
83, 85, 91, 94, 98, 103, 112. Lombardi, Giacomo. VIII, 367. López, Miguel. lll. 385.
114, 115, 149, 423, 586. Lombardo, Juan I. V111, 273, López, Nancy. IX, 32.
Llach, Lucas. VI. 168; VII, 143, 274. López, Robert. V1, 255.
323; 1X, 30, 75, 80, 102, 106. Lombroso, César. V, 373; Vlll, López, Vicente Fidel. lll, 329;
112,115, 129, 146. 478, 484. IV, 28, 40, 311, 315, 371, 377.
Llagas, Antonio de las, Fray. Ill, Lonardi, Eduardo. Vll, 23, 328. 414, 429, 437, 452, 474, 504;
374. 329, 330, 354, 319, 320, 495. V, 31, 38, 41, 45. 51, 52, 59,
Llamazares, luan. Vlll, 512; IX, 545: V111, 220, 221, 224, 225. 120, 322, 369, 381, 420, 456.
82 226, 242, 244; 1X, 228, 229. 457, 474, 498, 503; V1, 41,
Llambías, Héctor. V11, 290, 490. 239. 162, 269, 288, 318, 323, 326.
Llambías, Joaquin S. VII, 224. Lonardi, Marta. V11, 354. 334,393, 406, 435, 436. 437.
Llambías, Jorge Joaquín. V111, Loncan. jugador. IX, 307. 450, 455, 467, 475. 481. 494.
350, 405, 429. London. lack. 1X, 261. 502, 510, 518, 519, 523: 1X.
Llampa, Calixto. IV, 188. Longhi, Luis R. Vlll, 469. 562; X, 9|, 95.
Llanderas, Nicolás de las. X, Longoni, Ana. X, 237. López Anaya, Fernando. X, 235.
129, 284. Longueville, Gabriel. Vlll, 353. López Anaya, Jorge. V1, 383; X,
Llanes, Ricardo M. IX, 303. Lópes, Pero. l, 360. 234.
Llavallol, Felipe. 1V, 84; V, 303. Lopetegui, León. ll, 414. López Anfrane. Alcides. Vll,
Llerena, Baldomero. V, 372. López. V111, 355.
Llerena, Juan. 1V, 430; V, 31, López. ll, S7. López Armengol. María. l. 80.
130; V1, 479. López, Antonio (siglo XVIII). López Armentta, Gustavo. X.
Llerena Amadeo, luan R. 1X, lll, 316. 231.
450, 490, 492. López, Antonio (siglo XX). Vll, López Buchardo, Carlos. VI.
428 Llinás. lulio. DL 352: X. 115. 224. 296. 394: X. 253.
ÍNDICE DE NOMBRES

López Cantos, Angel. III, 129. Lore, Dallas D. V, 349. Luca, Esteban de. VI, 467.
López Claro, César. X, 222, 231. Lorea, Isidro. III, 352, 353, 354. Luca, Francisco de. III, 415.
López de Aguado, Antonio. II, Loreille, Eduardo. V, 350. Lucángeli, Iorge. IX, 125, 146,
83 Lorentz, Paul G. VI, 410, 412, 149.
López de Albornoz, Cristina. II, 423; IX, 538. Lucchesi, Urbano. VI, 370, 377.
100, 123, 136, 146, 172, 180; Lorenzano, César. IX, S29. Lucero, Alberto A. X, 161.
III, 191. Lorenzo, A.M. VI, 347. Lucero, Amador L. VI, 517.
López de Ayala, Pedro. I, 313, Loreto, marques de. Véase: Lucero, Franklin. VII, 319; VIII,
390; VI, 337. Campo, Nicolás del. 220, 222.
López de Castro. I, 427. Loria, Achille. V, 60. Lucero, Paulino. V, 133; VI, 321.
López de Fuenteseca, Francisco. Lorilleux. VI, 489. Lucianí, Albino. Véase: Juan
II, 413. Losa, Néstor Osvaldo. VII, 509. Pablo I, Papa.
López de Gomara, Francisco. Losada, Alejandro. VII, 357. Luder, Italo Argentino. VII, 26,
III, 263. Losano, Mario G. VIII, 439, 381, 387, 508, 509, 529; VIII,
López de Gomara, Iusto. VI, 440. 261, 469.
505. Loser, Claudio M. VIII, 516. Ludmer, Iosefina. X, 129.
López de Mata, Sara. Il, 124, Lothe, André. X, 210, 235. Ludueña, Froilán. IX, 515, 526.
136, 146, 180, 208; III, 100, Lothrop, Daniel. I, 208, 257, Ludvígsen, Karl. IX, 330.
191. 276. Ludwin Siegel, August. V, 349.
López de Mendoza. I, 317. Loubet, Iorgelina. X, 123. Lue y Riega, Benito. III, 446; V,
López de Urmendia, Pedro. III, Loudet, Osvaldo. VIII, 489. 281, 309, 346, 355.
181. Louro de Ortíz, A. VIII, 523. Luengo, Simón. IV, 460, 467,
López de Velasco. II, 89. Loustean Heduy, Guillermo. X, 471.
López del Amo, F. VI, 201. 33. Lugares, Pancho. VI, 321.
López Iordán, Ricardo. IV, 23, Love, Thomas George. VI, 471. Lugo. III, 262, 264.
296, 473, 480; V, 35, 131, 259, Lovell, T. I, 229. Lugones, Leopoldo. IV, 38, 98,
260, 486, 492; VI, 66, 330. Loveman, B. VII, 470. 103, 508; V, 60; VI, 341, 342,
López Lagar, Pedro. IX, 263; X, Lovero, Onofre. X, 288. 346, 347, 348, 51 l, 517, 524,
259, 261. Lowe, Kurt. IX, 381. 530, S31, 551; VII, 21, 91,
López Mañan, Iulio. I, 442. Loyarte, Ramón G. VI, 405; IX, 268, 269, 271, 291, 420, 421,
López Mayer, A. IX, 166, 184. 528, 539, 544, 557. 422, 423; VIII, 195; IX, 270,
López Merino, Francisco. X, Loyola, Martín Ignacio de, Fray. 272; X, 112, ll7, 121, 125,
1 14. II, 296, 400, 435; III, 120, 132, 142, 156, 198.
López Merino, Ismael. VIII, 58. 126, 297, 312, 441. Lugones, Lorenzo. VI, 327, 330.
López Moure, Iesús E. IX, 437. Loza, Emilio. IV, 312. Lugones, R. IX, 253.
López Naguil, Gregorio. X, 284. Loza, Mario. X, 224. Luíggi, Luis. V, 267.
López Oliván, I. V, 206. Lozano, Cayetano. IV, 414. Luis, Infante. IV, 226.
López Osornio, Clemente. I, 46. Lozano, Claudio. IX, 454. Luis I, Rey de España. II, 327,
López Osornio de Ortíz de Lozano, Familia. II, 135. 328; III, 127.
Rosas, Agustina. III, 177; VI, Lozano, Francisco. IV, 414. Luis XIV, Rey de Francia. II,
522. Lozano, Mariano. IV, 409. 321, 322, 323, 324, 326, 327;
López Rega, Iosé. VII, 26, 348, Lozano, Pedro. I, 273, 505; II, V, 386.
374, 378, 380, 381; VIII, 123, 467, 468; Ill, 196, 199, 201, Luis XVI, Rey de Francia. II,
136, 250, 350; IX, 236, 386. 203, 206, 207, 208, 209, 212. 347; III, 364; IV, 224, 225,
López Rita, A. VII, 469. 216, 217, 218, 220, 221, 222, 228.
López Rosas. X, 93. 223, 241, 245, 262, 263, 270. Luis Felipe, Rey de Francia. V,
López Torres, Francisco. V, 334, 298, 299, 405; VI, 315. 183, 189.
335. Lozano de Saravia, Família. II, Luján, Ildefonso. II, 310.
López Valero, Pedro, Fray. III, 135. Luján, Pedro de. III, 282.
392. Lozano Gómez de Saravia, Luján de Vargas, Antonio
López y Planes, Vicente. III, Familia. II, 135. Martínez. Ill, 164, 190.
308, 309, 314; IV, 39, 267, Lozano Moujan, José María. VI, Lúkacks, Gyórgy. X, 14.
374, 379; VI, 313, 314, S19, 383; X, 232. Lumb, Família. VI, 194.
522. Lozier, Ambrosio. VI, 522. Lumiere, Auguste. VI, S31, 532;
Loponte, Daniel. I, 206, 207. Lozza, Raúl. X, 217, 218, 223. X, 255.
Loprete, Carlos Alberto. VI, Lozzia, Luis Mario. X, 123. Lumiere, Louis. VI, 531, 532; X,
347. Lubertíno Beltrán, María I. IX,
Lorandi, Ana María. I, 80, 505, 454. Luna, ‘Félix. 1, 443; IV, 426, 539;
506; ll, 123; Ill, 190. Lubich, Chiara. VIII, 358. vn,235. 263,294, 296,321,
LNDICES GENERALES DE LA OBRA

360, 431, 508, 510, 556; VIII, 349: VI, 43, 44, 61, 135, 222. Madí. X, 218.
41, 209; IX, 349, 354, 361; X, 228. Madison, Iames. V, 29, 179; VI,
33, 97, 105, 193. Mac Culloch. V, 456, 457. 459.
Luna, Pelagio B. V, 307; VII, Mac Donald, Frederick C. V, Madrazo, Guillermo B. II, 123,
236, 521. 359. 179; IV, 131, 187; Vl, 99.
Lupercio de Zurbano, Mac Dougall, Hugo. X, 260. Madrid, María Celia. Di, 251,
Francisco. III, 208. Mac Entyre, Eduardo. X, 228. 252, 253, 258, 262.
Lupo, Remigio. VII, 78. Mac Gann, Thomas F. V, 235. Madrid, Patricia. I, 207, 208.
Luppi, Federico. X, 268. Mac Geagh, Robert. VIII, 335. Madrigal, Francisco de. I, 200.
Luque, David. V, 292. Mac Kay, Luis. IX, 482. Madrigal, Victorio. III, 335.
Luque, Mateo I. IV, 466, 467, Mac Lean, Iuan. VIII, 56. Madueño, Raúl. IX, 33.
470, 471, 472. Mac Namara, Iohn. II, 259, 365. Maeder, Ernesto I. A. I, XXI, 25,
Luque Colombres, Carlos A. I, Mac Neish, R. I, 266. 284, 510; ll, 45, 46, 87, 96,
443, 459, 462, 474; ll, 124, Macaire, Adrienne-Pauline. VI, 110,115,118, 120, 122, 124.
154, 179; III, 134, 160, 278, 357. 125, 126, 141, 148, 206, 248.
293, 312, 401, 402; X, 101. Macauley, lord. V, 38, 52, 59. 282, 333, 335, 417, 433, 466,
Luqui Lagleyre, Iulio Mario. IV, Macaya, Luis. X, 207. 467, 468, 470; lll, 28, 131.
3 l 3. Maccari, Cesare. VI, 369, 370, l9l, 244, 441: IV, 46, 47, 64,
Lurde, A. de. V, 190. 371. 73, 74, 75, 155, 185; V, 277.
Luro, Pedro. IV, 2 l 3, 214; Vl, Macchi, Mahuel E. VI, 98; X, 31 l, 436, 538; VI, 200, 427.
ll9; VII, 181, 216; VIII, 49, 102. 451, 512, 513; VIII, 74, 75;
52. Macció, Rómulo. X, 228. lX, 457, 496, 586; X, 103.
Lusich, Familia. VIII, 156. Maceyó, marqués. V, 196. Maeso, Justo. Vl, Sl, S2, 62,
Lusnich, Ana Laura. X, 269. Machado, Antonio. IX, 280; X, 179, 200, 496, 56].
Lussac, Gay. VI, 404. l l7. Maestrojuan, Pedro. VI, S62.
Lutero, Martín. V, 65, 345. Machado, losé Olegario. V, 372. Mafe Huertas, Salvador. VIII, 300.
Luther King, Martin. VII, 366. Machain, Facundo. V, 227, 228. Maffia, Pedro. lX, 272.
Luxburg, Karl von. VII, 244, Machain, Iosé l. IV, 286. Mafud, Julio. X, 128.
245; VIII, 101. Machilín, cacique. I, 28, 95. Magallanes, Hemando de. l, 32,
Lux-Wurn, Hernán. Il, ll0, Machinandiarena, Miguel. X, 339, 342, 344, 345, 349, 369.
125. 260. 370, 371, 374; ll, 224, 339.
Luz, Aída. IX, 263. Machinandiarena, Narciso. X, Magaña. Angel. X, 260, 261.
Luz, Iorge. X, 288. 260. Magariños Cervantes. VI, 510.
Luz, Rafael de la. II, 83, 88; III, Machinandiarena de Devoto, Magenta, M.A. IX, 506.
130, 440. Leonor. VIII, 144. Maggio de Taboada, Mario. X,
Luzuriaga, Lorenzo. IX, 422. Machoni, Antonio. II, 198; Ill, 134.
Lvovich, D. VII, 109. 263, 297, 298, 385, 405. Maglio, Ignacio. lX, S31.
Lyell y Agassiz. VI, 418. Macías, A. VI, 36. Maglio, Juan. lX, 272.
Lynch, Benito. Vl, 518; X, ll8, Maciel, [uan Baltazar. Véase: Magnaghi, Alberto. l, 356.
119, 260. Maziel, [uan Baltazar. Magnasco. lX, 426.
Lynch, Horacio M. VIII, 470. Maciel del Aguila, Maria. ll, Magnasco. Osvaldo. lV, 517; V,
Lynch, John. ll, 281; lll, 29; IV, l 58. 120.
246, 268, 424; X, 95. Mackau, barón de. V, 189, 246; Magrassi, Guillermo. Vll, 147,
Lynch, Justo M. Vl, 382; X, 204. Vl, 4] l. 173.
Lynch, Marta. X, 124. Madanes, Cecilio. X, 288. Maguna. ll, 144.
Lynch Arribálzaga. Enrique. Madariaga, Eduardo. Vlll, 65. Mahan, Arthur T. Vlll, 184.
Vlll, 52, 54, 55, 60. Madariaga, Familia. IV, 419; Vl, Mahicá, cacique. Vll, 158.
Lynch, Ventura Robustiano. VI, 380. Mahien, lose A. X, 269.
333, 520, 556, 560. Madariaga, Francisco. X, 115. Mahoma. V, 345; VIII, 376, 384.
Madariaga, Joaquin. TV, 427; V, 385.
M 245, 246, 248, 382. Maia, Carlos A. lll, 420.
Madariaga, luan. IV, 432, 433; Mailer. Norman. lX, 352.
Mably, Abbé de. VI, 461. Vl, 483. Maillart. Norberto. IV. 194; Vll,
Mabragaña, Angel C. V, 140; V], Madariaga, luan Ignacio de. ll, 181,186, 205; lX, l77.
306. 341, 367, 368. Maillol, Aristide. VI. 370.
Mabragaña, Heraclio. IV, 479, Madero, Marta. Vlll, 496; IX, Maineri, Jacinto. Vlll, 65.
206. 302. Mainwaring, Scott. Vll, 553.
Mac Bride. ll, 340. Maddison, Angus. lX, 86, 87, Maior, Marín Clotilde Souto.
430 Mac Cann. William. IV, 80; V, 102, 105, lll. lX, SH.
ÍNDICE DE NOMBRES

Maistre, L. de. V, 26, 29. Malvagni, Atilio. VIII, 433. Mantilla, Miguel F. II, 124.
Maitland, Thomas. IV, 316, 346. Malvagri, Antonio. VII, 86. Mantovani, Iuan. IV, 507; VII,
Maizani, Azucena. X, 257. Malvar y Pinto, Sebastián, Fray. 35; IX, 400, 422, 431, 433.
Malaccorto, Ernesto. VIII, 506, III, 113, 446. Manubens Calvet, laoquín. VII,
508, 534, 548. Malvendres, S. IV. 106; VI, 125, 275.
Málaga Grenet, Julio. X, 207. 126; VII, 108. Manuel l, Rey de Portugal. I,
Malagarriga, Carlos C. V, 402, Manauta, Iuan losé. X, 123. 306, 354, 357, 359.
437; VI, 505. Mancha y Velasco, Cristóbal de, Manuela Feliciana de Santa
Malagón Barceló, Iavier. II, 315. Fray. II, 400, 415, 449; III, Teresa, Sor. III, 382.
Malamud, Carlos. IV, 540; VII, lll, 253, 445. Manzana], Mabel. VI, 201; VII,
386, 399. Mancinelli. IX, 258. 139; IX, 32.
Malanca, Iosé. X, 204, 235. Mancini, Roberto Eusebio. IX, Manzano, Iuan. I, 335.
Malaspina, Alejandro. III, 410, 517, 521, 529. Manzano, Rafael. II, 84.
411, 412, 419, 420; Vl, 178. Manco Inca, cacique. I, 98, 108. Manzetti, Luigi. IX, 184.
Malatesta, Errico. V, 64. Mandeville, Henry. IV, 420; V, Manzi, Homero. Véase:
Malaventura. I, 391. 190. Manzione, Homero N.
Malaver, Antonio E. V, 400, 427; Mandrini, Raúl. II, 206; III, Manzione, Homero N. VII, 290,
VI, 509. l0l, l9l;VI, 64,125,125, 425; X, 117, 260, 261.
Malbrán, Carlos. IX, 502, 562. 126. Manzoni, Ignacio. IV, 455; Vl,
Maldonada. III, 291. Manera, Edmundo. VIII, 155. 359, 364.
Maldonado, Rodrigo. I 330. Manet, Edouard. VI, 381. Mao, Tse-Tung. VII, 362, 363,
Maldonado, Sancho. III, 164. Manetti, Ricardo. X, 269. 364, 396.
Maldonado, Tomás. X, 217, 223, Manganiello, Ethel M. Vl, 273. Maquiavelo, Nicolás. X, 13.
224. Mangel du Mestil, Emilio. VI, Maradona, Diego Armando.
Maldonado de Saavedra, 264. VII, 35; IX, 313, 314.
Melchor. II, 94,139, 154, 156, Mangieri, lose’ Luis. X, 191. Maradona, Santiago. VII, 277.
399, 413; III, 442. Mangone, Carlos. VII, 323; IX, Maradona, Timoteo. V, 283,
Malebranche, Nicolás. VI, 209. 495. 329; Vl, 482.
Malek, Gustavo. LX, 446, 488. Manguel, Alberto. X, 129, 160. Maranghello, César. X, 269.
Malfatti, Arnaldo. X, 129, 284. Mann, Horace. VI, 279, 305. Marañón, Gregorio. VII, 389.
Malgesini, Graciela. IX, 31. Mann, Mary. VI, 282, 305. Marasso, Arturo. X, 112, 126.
Malharro, Martín. VI, 360, 375, Mann, Thomas. IX, 261; X, 122. Maravall, ]osé.Antonio. I, 322;
376, 382, 524. Manna, Antonio. VII, 356. II, 213, 247, 248, 292, 308,
Malinowski, Bronislaw. X, 14. Mannheim, Karl. VII, 266; X, 14. 315, 316; Ill, 244.
Malinverno, Atilio. VII, 38; X, Manning, William R. V, 206. Maraver de Silva, P. l, 347.
204, 235. Manoilescu. VIII, Sl l. Marc, Iulio. III, 48.
Malis, mestiza. II, 113. Manoliu, Florin. VIII, S1 l. Marcel, Grabriel. X, 53.
Mallarmé, Stéphane. X, 126. Manrique, Francisco. VII, 370; Marcellano y Agramont,
Mallea, Eduardo. VII, 38, 236, IX, 343. Cayetano. III, 270, 275, 297,
263, 294, 457; X, 121, 125, Mansilla, Federico. IX, 368. 445.
127, 134, 144, 177, 187. Mansilla, Lucio V. IV, 38, 82. 95, Marcellino, Alberto. I, 79.
Mallea, Iuan Eugenio de. II, 203, 382, 383, 402, 470, 473, Marchant, D. l, 229.
106. 480; V, 25, 38, 115, 240, 246, Marchena Fernández, Iuan. Il,
Mallimacci, Fortunato. VIII, 247, 258, 350, 524; VI, 176, 380, 414.
335. 200, 21 l, 220, 227, 239, 251, Marchese, Víctor. X, 222.
Mallo, Silvia Cristina. II, 126, 255, 257, 327, 332, 333, 340, Marchione, Bartolomeu. l, 358.
147, 316; III, 331; IV, 109, 347, 381, 422, 479, 497, 520; Marchionni, Marcelo D. II, 124,
543. X, 156. 180.
Mallon, Richard D. VIII, 518; Mansilla de García, Eduarda. Marciañez, José. Il, 296.
IX, 112. VI, 340, 404, 506. Marciel de Lorenzana. II, 439.
Malocello, Lanzarote. I 287, Manso, Andrés. I, 399. Marcó, Celestino. VII, 248; IX,
318. Manso, Iuana. V, 352; VI, 264, 253, 428.
Malo de Luque, Eduardo. III, 305, 339, 506, 520. Marcó del Pont, lose’. VI, 442,
265. Mansur, M.E. I, 231. 450.
Malraux, André. VII, lll. Mansur-Franchomme, E. I, 256. Marcó del Pont, Ventura
Maltese, Corrado. VI, 384. Mantegazza, Pablo. VI, 412, Miguel. IV, 321, 322, 326; VI,
Malthus, Thomas Robert. V, 414. 371.
456; VII, 107. Mante], Rodolfo. VIII, S13, S17, Marcos, Susana. VI, 345.
Malthus Hoyos. IX, 550. 520. Marcuse, Herbert. X, 14. 431
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Marechal, Leopoldo. VI, 548; Marín Negrón, Diego. II, 291; Martín, P. 1, 230.
VII, 38; X, 113, 122, 130, 131, III, 427. Martín, Santo. 111, lll, 122.
144, 170. Marini, Marino. IV, 442; V, 331, Martin, Thales. 1X, 514.
Mareco, Iuan Carlos. IX, 377. 332, 333. Martín de Codoni, Elvira. III,
Marengo, Manuel. VIII, 340, Mariño, Nicolás. V1, 469, 470, 161.
355. 475. Marlin de T0115, Santo. III, 122.
Marenzi, Agustín. IX, 507, S17, Mariño, Raymundo. II, 82. Martín Yaniz, luan. V, 284.
528. Mariscotti, Ana M. VII, 174, Martín y Herrera, Félix. V111,
Maret, Hugo. IV, 234. 175. 499, 500.
Marfany, Roberto H. II, 46, 280, Mariscotti, Mario. 1X, 556. Marüna, Giacomo. V, 309.
381; 1V, 269; V, 15, 42, 399; X, Maritain, Iacques. VII, 22, 426, Martinetti, Filippo. X, 175.
76. 450; VIII, 324; IX, 405; X, 46, Martínez. 1X, S15.
Marga, Iris. X, 283. 54, 176. Martínez, Albert. VI, 255.
Margrave de Baden. 111, 328. Marrnier, Xavier. V1, 223. Martínez, Alberto B. IX, 146.
Margulies, L. I, 108. Mármol, losé. IV, 427; VI, 227, Martínez, Carlos Alberto. Vlll,
Mari, Enrique Eduardo. V, 400; 269, 318, 319, 320, 320, 322, 255, 258.
X, 65. 327, 473, 487, S10, 516, 513. Martínez, David. X, 115, 133.
Mari, María Cristina. II, 133, 520, 533; X, 255, 278. Martínez, Enrique. IV, 325, 344,
147. Marmontel. III, 265. 401, 402; V11, 267, 269, 521,
María, Isidoro de. VI, 480. Maroglio, Orlando. DK. 376, 377. 529.
María Antonia de Nápoles. IV, Maroto, Rafael. IV, 326, 327. Martínez, Epifanio. IV, 468.
230, 231. Marotta, Sebastián. IV, S41; IX, Martínez, Guillermo. X, 125.
María Carolina de Nápoles. IV, 240; X, 99. Martínez, l. IV, 216; V11, 206.
230. Márquez, Carlos D. V11, 286, Martínez. l. I, 106.
María losefa de los Dolores, 292, 533. Martinez, lerónimo. Ill, 361.
Sor. 111, 382. Márquez, Familia. II, 135. Martínez, losé Luis. X, 160.
María Luisa de Parma. II, 347; Márquez, Narciso. IV, 507. Martinez. lulián. 1V, 471. 489.
IV, 223, 224, 226, 228, 230. Márquez de la Plata, José. 11, Martínez, Leonardo. X, 116.
María Teresa de Austria. 11, 323, 297; 111, 253, 259. Martinez, María Elena. l, 475.
337. Márquez Miranda, Femando. l, Martínez, Miguel A. Vlll, 516.
Mariana. 111, 263. 28; 111, 367. Martinez. Mónica de la Cmz.
Mariana de Iesús, Santa. III, Marquieguj, Didier. 11, 116, 111, 178.
158, 263. 125; 1V, 106. Martínez, Pedro. Vll, 168.
Marianetti, Benito.VII. 282, Marsal, Iuan F. V11, 139, 468; X, Martinez, Pedro Santos. V, 206;
411; 1X, 32. 21, 22, 38. V1, 274; Vll, 295, 321; X, 90,
Mariani, Miguel A. V111, 449. Marsh, lohn L. V, 359. 102.
Mariani, Roberto. X, l2l. Marshall. V111, 452. Martínez, Raúl. X, 60.
Marías, Julian. VIII, 404, 440. Marshall. V, 29, 36. Martínel, Rodolfo. Vll, 339;
Mariátegui, Francisco Javier. X, Marshall, Adriana. Vll, 140. Vlll, 232.
2l. 141, 142. Martinez, Tomás Abraham. V11,
Marichal, Carlos. Vl, 201, 202; Marshall, Alfred. Vlll, 501, S04. 468.
IX, 149,194, 211. Marshall, Ninl. IX, 377: X, 259. Martinez, Tomás Eloy. Vll, 323;
Marienhoff, Miguel S. VIII, 86. 261, 269. X, 124.
Marigliano, Cecilia. ll, 124, 146. Martel. IV, 95. Martínez, V.1.. Vll, 470.
Mariluz Urquijo, losé María. ll, Martel, Julián. V1, 336; X, 117. Martínez Cuitiño, Vicente. IX.
144,147, 174, 180,181, 244. Martel de Guzmán, Leonor. lll. 303: X, 129.
248, 249, 250, 280, 281, 316. 165. Martínez de Irala. Domingo.
43l;111, 29. 129,130, 131. Martella. Vlll, 257. Véase: Irala, Domingo
159, l60, 161, 195, 245, 246. Martelliti, LA. 1X, 184. Martínez de.
277, 279, 304, 312, 330, 365. Martens. 1X, 258. Martínez de Codes. Rosa María.
367, 447: 1V, 112, 117, 130. Martí, l. l, 256. V, 41, 309.
245, 268; V, 43, 309, 399, 400. Martí, lose. V1, 340, 509. Martínez de Leiva, Santos. ll.
401, 413, 461, 462; V1, 36, 38. Martial. l, 257. 46, 87, 319, 350, 470: lll, 28.
142, 143, 486; X, 90. Martín, Jorge. X. 225. Martínez de Hoz, Federico. Vll,
Marimón, Domingo. IX, 322. Martín, Jorge Abel. X, 270. 27, 141, 278.
Marín, Enrique. Vlll, 516. Martín, lose Pablo. Vll, 360. Martinez de Hoz, lose Alfredo.
Marin, Joaquín. ll, 57. Martin, Juan. 1X, 59. Vlll, 253, 254, 258. 259, 271.
Marín, luan Carlos. X, 29. Martin, María Haydee. V, 169; 521; 1X, 30, 90, 107, 134. 142.
432 Marín. Mariano. IV. 400. 474. Vlll, 210. 244. 238.
ÍNDICE DE NOMBRES

Martínez de Hoz, Miguel. IX, Martínez Riaza, Ascensión. VI, Massarino, Marcelo. IX. 331.
316. 51 l. Massé, Gladys. VII, 43, 556.
Martínez de Irala, Francisco. Martínez Ruíz, Bernabé. I, 442. Massei, Inocencio. V, 301.
Véase: Irala, Francisco Martínez Saénz. II, 95. Massenet, Iules. VI, 253.
Martínez de. Martínez Sanz, Iosé Luis. III, Massera, Eduardo Emilio. VII,
Martínez de la Pera, Eduardo. 419. 382, 387, 388, 456; VIII, 124.
X, 255. Martínez Sarasola, Carlos. IV, 248, 251, 252, 257, 259, 261,
Martínez de Parra. III, 263. 185; VII, 177. 271.
Martínez de Perón, María Martínez Shaw, C. VI, 36. Masserano, príncipe de. II, 341.
Estela. VII, 25, 26, 122, 340, Martínez Sierra, Ramiro. Il, Massiac. II, 110.
346, 351, 378, 380, 381, 385. 381. Massini, Carlos. X, 59.
397, 503, 505, 517, 518, 519, Martínez Suárez, Iosé A. X, 264, Masson de Morvilliers. IV, 222.
520, 521, 522, 525, 528, 529, 265. Massuh, Víctor. X, 128.
534, 536; VIII, 123, 124, 135, Martínez Valle, Mabel. VI, 511; Mastai Ferretti, Iuan María. V,
136, 249, 250, 251, 259, 269, IX, 360. 318. Véase además: Pío IX,
270, 351; IX, 106, 232, 236, Martínez Villada, Luis Papa.
357, 489; X, 193. Guillermo. I, 442; III, 278; Mastellana, Andrea. IV, 541.
Martínez de Rozas, Familia. II, VII, 275. Mastrangelo, Carlos. X, 134.
242. Martínez Zuviría, Gustavo. I, Mastronardi, Carlos. X, 114.
Martínez de Salazar, José. II, 443; V, 307; VIII, 324; X, 117, Mata Linares, Benito de la. II,
110, 158; III, 429. 118, 142, 146, 147, 161,256. 220, 222, 274, 415; III, 237,
Martínez de San Vicente, Isabel. Martini, Héctor A. VIII, 298. 271.
IV, 216. Martini, Iuan. X, 124. Matallana, Andrea. VI, 257; IX,
Martínez de Sánchez, Ana Martini, Mónica P. II, 394, 414, 268.
María. lll, 130, 131, 161, 162, 415; III, 205,312, 315, 331, Matamoro, Blas. X, 198.
214. 447. Mateo, Iosé. III, 101; IV, 69, 75.
Martínez de Tineo, Iuan Martinic Beros, Mateo. IV, 187; Mateos, Francisco. II, 350, 415.
Victorino. II, 73, 171, 196, VII, 176. Matera, Luis. V, 335, 336, 337,
207, 270; III, 435. Martiniete, Guy. I, 321. 339.
Martínez de Toledo, Alfonso. I, Mártir de Anglería, Pedro. I, Matera, Raúl. VII, 338, 353; IX,
313. 371. 482.
Martínez de Ulate, Martín. III, Martiré, Eduardo. II, 250, 281, Matheu, Domingo. VI, 132.
316; IV, 221, 508, 543; V, 42, Matheu, Miguel. IV, 397.
Martínez Dougnac, Gabriela. 45, 103, 137, 402, 403; VII, Matienzo, Agustín. VI, 384.
III, 101. 552; VIII, 443. Matienzo, Iosé Nicolás. IV, 538;
Martinez Espinosa, Rodolfo. Martirena, Ana María. VIII, V, 70, 72, 119, 127, 136, 140.
VII, 275. 513. 143, 167,169, 372, 373, 391,
Martínez Estrada, Ezequiel. IV, Martorell, Guillermo. IX, 149. 397, 437; VI, 419, 424; VII,
492; VI, 346; VII, 293, 434; Martyrum, Regina. V, 294. 272, 475, 483, 508, 521, 552;
VIII, 24, 78; IX, 285; X, 23, Marx, Karl. IV, 532; V, 58, 60, VIII, 58,404, 412, 469; IX,
24, 37, 112, 122, 125, 126. 64; VI, 422; VII, 402, 403, 467, 470; X, 31, 32.
127, 130, 135, 187. 406, 411; IX, 152; X, 14, 21, Matienzo, Iuan de. I, 273, 274,
Martinez Moreno, Hugo. D(, 303. 24, Sl. 284, 415, 416, 418,421, 422,
Martínez Muñecas. VI, 87. Marzana, Mario. VIII, 517. 424, 428, 442, 451, 453.
Martínez Paiva, Claudio. X, Mascardi, Nicolás. III, 413. Matorras, Gregorio. II, 34, 36,
273. Mascetta. III, 270. 77, 165, 198, 199, 200, 201,
Martínez Paz, Enrique. III, 131, Maschio, Francisco. IX, 257. 465; III, 138, 146, 153, 338.
279, 294, 312, 401; V, 461, Maschio, Humberto. IX, 311. Matorras, Ierónimo Tomás. III,
505; VI, 305; VIII, 405, 413, Masculino, Manuel Mateo. VI, 202, 203, 338, 435, 436.
414, 416, 419, 428, 429, 443: 358. Matos, Ana de. II, 113.
IX, 467, 468; X, 16, 46, 47, Masdeu, Iuan Francisco de. III, Matos Rodríguez, Gerardo. IX,
59, 75. 264. 272.
Martínez Paz, Fernando. V, 75; Masella, Antonio. II, 58. Matsushíta, Hiroshi. VII, 296,
VI, 277, 564; VIII, 334, 335; Mases, Enrique. VIII, 75. 322, 430; IX, 213, 242, 586.
IX, 421, 423, 494, 495. Maseta, Simón. II, 440. Matthews, Abraham. V, 353,
Martínez Peroni, José Luis. V, Masías, Iuan. III, 157. 360.
401. Masiello, Francine. VI, 487. Matthews, Lucas. V, 348, 350.
Martínez Pita, Rodolfo. VIII, Masón, Diego. VIII, 62. Martini. Luís. VII, 357, 358,
188, 199. Masotta, Oscar. X, 128. 469. 433
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Marto de Turner, Clorinda. VI, Mazzei, Egidio S. 1X, 528. Meister, Femando. V, 299.
S06. Mazzini, Giuseppe. V, 29. Mejía, Iorge. V11, 400; V111, 338,
Maturana, Iosé de. VI, 524. Mazzocco, Pedro. IX, S18, 528. 341, 360; X, 178.
Maruro de Sola, Graciela. X, Mazzolli de Mathou, Estrella. Mejía, Luis. VI, 336.
116, 134. 1X, 550. Mejía Miraval, Hernán. I, 442.
Maunás, Delia. X, 162. Mazzoni, Carlos M. V111, 176. Mela, G. VI, 254.
Mauricio, Julio. X, 131. Mazzoti, Luis B. IX, 557. Melgarejo Muñoz, W. X, 156,
Maurín, Iuan. VII, 274, 282. Mazzucco, Mario. V111, 367. 157.
Mauro, Frédéric. I, 351, 364, Mc Cami. Véase. Mac Carm. Melia, Bartomeu. II, 466, 467.
365, 510; III, 102. Mc Garm, Thomas. IV, 131. Melinao, cacique. IV, 172.
Maurras, Charles. VII, 267, 421, Mc Gee Deutsch, Sandra. V11, Mellafe, Rolando. 11, 145, 179.
462; X, 79. 297, 468. Mellino, Silvia. VII, 176.
Mavá, barón de. V, 443, 479. Mc Guire, Iames W. VII, 356, Melo, Carlos. 1X, 471; X, 75, 95,
Max Rhode, Jorge. X, 126. 467; IX, 243. 101.
May. I, 357. Mc Laughlin. VIII, 232. Melo, Carlos F. V111, 54.
May, Ernest R. V, 207; VIII, 118. Mc Leod, Iames. IX, 505. Melo, Carlos Rito. IV, 507, 539;
Maya, Héctor. VII, 290. Mc Neile, Juan. VI, 34, 133. V11, 430; V111, 74, 94.
Mayans, Gregorio. III, 392. Meabe, Alfredo. V1, 442. Melo, Leopoldo. VII, 18, 248.
Mayer, Carlos M. X, 157, 163. Mead, George. X, 14. 251, 253, 257, 268, 269, 273.
Mayer, Jorge M. IV, 451, 480; V, Mead, Robert, (h). X, 135. 288, 479, 482.
43, 44; V1, 347, 487. Means, James. IX, S18. Melo de Portugal y Villena,
Maynard, Geoffrey. VIII, 518. Medeíros, Iosé de. Il, 136; III, Pedro. 11, 275, 277; 111, 122.
Mayo, Carlos Alberto. 1, 506; II, 266, 440. 228, 230, 246, 438.
144, 147, 167, 174, 176, 177, Medellín, Diego de. 11, 401. Melón, Julio César. 1V, 540; V11,
181, 313, 316, 381, 430;1I1. Medici, Eduardo. X, 231. 355.
64,l0l,102,163,190,191, Medina, Antonio. IX, 370. Meloni, Aledo Luis. X, 115.
192, 447; 1V, 130; VI, 228; Medina, Francisco. V11, 270. Melpómene. V1, 531.
VII, 295; VIII, ll8. Medina, Gaspar de. l, 420; 11, Meltzer, David l. 1, 230, 79.
Mayobre, Iosé A. VIII, 511. 97; 111, 431. Membrives, Lola. 1X, 263; X,
Mayochi, Enrique Mario. V1, Medina, lose Toribio. 111, 48, 284.
486, 513, 515, 533, 564. 278. Men de sa. 1, 362, 363.
Mayol, Familia. VI, 380. Medina, Justo G. VII, 483. Mena, Filiberto de. 11, 100, 196.
Mayol, Manuel. VI, S05; V111, Medina, Mario Melanio. V111, Mena, luan Bautista. 111, 289,
436. 355. 376.
Mayorga, Horacio A. V111, 298. Medina, Miguel de. 1, 472. Mena, Juan de Dios. X, 222.
Mayr. IX, 258. Medina, Pedro de. 111, 377. Menacho, M. 1V, 215.
Maza, Manuel Vicente. IV, 401, Medina, Salvador de. III, 436. Menaglioto, Lorenzo. 111, 415.
402, 403, 404, 407, 418, 424; Medina Echavarría, lose. X, 18. Mencikow, Alejandro. VI, 316.
V, 104, 187. Medina Sidonia. 1, 329. Mendé, Raúl A. 1X. 518.
Maza, Ramón. IV, 417, 418. Medina y Torres, Luis de. 111, 436. Mendelssohn, Félix. 1X, 262; X,
Mazán. 1V, 457. Medinaceli. 1V, 345. 241.
Mazeta, Simón. 11, 60; 111, 197, Medrano, Galaz de. 11, 175. Mendes, Fradique. X, 157.
207, 209. Medrano, Manuel. 111, 303, 304, Mendes Pinto. 111, 274.
Mazía, Floreal. VI, 62. 321. Mendeville, Familia. V1, 351.
Maziel, Iuan Baltasar. Il, 350, 430. Medrano, Mariano. 1V, 27; V, Méndez, Benjamín. 1V, 468.
431: lll, 111, 113, 138, 146, 161. 279, 281, 316, 319, 320, 321. Méndez, Eugenio. V11. 357.
207, 213, 230, 239, 241, 242, 323, 324, 325, 326, 327. Méndez, Eustaquio. 1V, 310.
245, 246, 257, 266, 268, 270. Medrano, Pedro. V, 413. Méndez, Evar. Véase: González.
278, 279, 302, 303, 304, 309. Medrano, Samuel W. V11, 491, Evaristo.
393. 446; V1, 314, 26. 508. Méndez, Evaristo. 1X, 336.
Mazo, Gabriel del. 1V, 539; V11, Meersh, van der. 1X, 261. Méndez, Liliana B. 11, 122, 125.
263, 290, 416, 430; V111, 65, Meggers, B. I. 1, 133. Méndez, Marta Graciela. l, 65,
65. Megías, Alicia. V, 168, 169. 79, 80, 510.
Mazza, Salvador. V11, 38; 1X, Meglioli, A. l. 229. Méndez. Patricia. X, 236.
504, S07, 530. Mehemet, Alí. V, 189. Méndez Calzada, Luis. V, 102.
Mazzanti, Diana. 1, 206. Meiggs, Henry. V1, 195. 406, 435.
Mazzao, Miguel. V11, 469. Meineia, Leandro. V11, 501. Méndez de Figueroa, lose
Mazzei, Angel. V1, 345; 1X, 303; Meínvielle, ]u1io.V11, 450, 462, Antonio. lll, 445.
434 X, 115. 468. Méndez Paz, Emilio. V1, 513.
ÍNDICE DE NOMBRES

Méndez San Martín, Armando. Menjot, Denis. l, 321, 322. Methfessel, Félix-Ernest­
IX, 477. Menna, Lucía. VIII, 367. Adolph. v1. 361.
Mendieta, Diego de. I, 429; III, Menotti, César Luis. IX, 312, Metraux, Alfred. II, 467; IV,
426. 313, 314. 186.
Mendilaharzú, Domingo. IV, Menotti, Emilia Edda. VII, 356; Metternich-Winneburg,
389. VIII, 143; IX, 496. Klemens Lothar, príncipe de.
Mendilaharzú, Fortunato. X, Mentasti, Angel. X, 258. V, 180.
152 Mentasti, Atilio. X, 258. Metzler, Iosé. II, 415.
Mendilahauzú, Graciano. VI, Mentasti, Luis Angel. X, 258. Meunier, Constantin-Emile. VI,
372. Menvielle, Iulio. VIII, 335. 370, 377.
Menditeguy, Carlos. IX, 250, Menville, lord. IV, 316. Mevello, Familia.VI, 181.
261, 318, 324. Meo Guzmán, Luis. I, 206. Mexía de Mirabal, Hernán. Il,
Menditeguy, Iulio. IX, 250, 261. Mercadillo, Manuel, Fray. Il, 98; III, 292.
Mendive, Iorge. IX, 528. 399, 401, 404, 413; III, 443. Mexja de Mirabal, Leonor. III,
Mendizábal, Francisco Iavier Mercado, María Cecilia. II, 96, 292.
de. IV, 313. 99, 122, 124. Meyer, Arturo. VIII, 516.
Mendizábal, Rosendo. IX, 272. Mercado, Rubén José. VII, 294. Meyer, Camilo. IX, 538.
Mendoza, Angélica. VII, 410; Mercado, Tomás de, Fray. II, Meyer, D. I, 230.
VIII, 495. 285. Meyer, Marshall. VIII, 392, 395,
Mendoza, Antonio de. II, 225. Mercado, Valentín A. VIII, 87. 396, 399.
Mendoza, Familia. V, 149. Mercado de Peñaloza, Pedro. I, Meza Villalobos, Néstor. II, 219,
Mendoza, Francisco de. I, 385, 485; II, 398; III, 432. 249.
389, 390 392, 397; III, 426. Mercado Vera, Elías. III, 161. Mezquita, Alvaro de. I, 344.
Mendoza, Gonzalo de. I, 378, Mercado y Real, Ana. III, 135. Michaux, Henri. X, ll5.
379, 397; III, 426. Mercado y Villacorta, Alonso Michel Torino, David. IX, 338,
Mendoza, Iñigo de. I, 290. de. II, 24; III, 429, 433, 434. 348.
Mendoza, Luis de. I, 344. Mercante, Domingo. VII, 314, Michelena, Iuan A. IV, 288.
Mendoza, Pedro de. I, 190, 198, 485; VIII, 26; IX, 223; X, 181. Michelini, Daniel. V, 301.
346, 348, 374, 375, 376, 377, Mercante, Víctor. VI, 299; IX, Micheletti, Miguel Angel. VII,
378, 379, 381, 382, 383, 384, 421, 454. 509.
385, 387, 391, 398, 401, 403, Mercedes, Familia. IX, 516. Michels, E. VII, 266.
408, 416, 419, 426, 445, 446; Mercer, I. P. I, 210, 229. Michels, Robert. X, 14.
II, 226, 420; III, 136, 202, Merchensky, Marcos. V, 41; VII, Michetti, Francesco. VI, 370.
203, 247, 281, 282, 283, 286, 429, 465. Michieli, Catalina Teresa. I, 177,
409, 415, 425; V, 60; VI, 339. Mercier. X, 54. 178, 180.
Mendoza Mate de Luna, Merediz, R. VI, 36. Miel Asquía. VII, 483.
Fernando de. II, 24; III, 434. Merello, Tita. X, 257, 259, 260. Miers, Iohn. VI, 62.
Menegotto, Andrea. VII, 176. Mergenthaler, Ottmar. VI, 490. Migdal. vn, 260.
Menem, Carlos Saúl. VII, 294, Merkin, Marta. IX, 391. Mignacco, Carlos A. X, 149.
353; VIII, 72, 264. Merlino, Adrián. VI, 384; X, Mignona, Eduardo. X, 268.
Menéndez, Benjamín. VIII, 200, 233. Mignone, Emilio Fermín. VII,
221. Merlino, Rodolfo. VII, 174. 398, 399; VIII, 360; IX, 495,
Menéndez, Luciano B. VIII, Merode, conde. V, 183. 497.
248, 255, 256, 257. Mertens, Federico. X, 129, 135. Mignone, Mario. V, 300.
Menéndez, Mario Benjamín. Merton, Ambrose. Véase: Thoms, Miguel, Lorenzo. VII, 378; VIII,
VII, 293, 315, 390, 393, 494; William Iohn. 262.
VIII, 259, 282. Merton, Robert. X, 14. Miguel, Marcela María. VII,
Menéndez de Avila, P. I, 347. Mesa, Iosé de. III, 366.
Menéndez Pelayo, Mesa, Pedro de. III, 415. Miguel, María Esther de. X,
Marcelino.VI, 313, 326, 344. Mesa y Castro, Pedro de. III, 123, 152.
Menéndez Pidal, Ramón. VI, 436. Miguel, Santo. III, 122, 157,
557. Mestivíer, Iosé Francisco. V, 205.
Meneses, Antonio de. I, 428. 193. Miguel Angel. III, 335, 343.
Menger, Carl. VII, 478; VIII, Mestman, Mariano. X, 237. Miguens, Iosé Enrique. VII,
501. Mestre, Andrés de. II, 74, 77, 359, 466, 467; IX, 496; X, 21.
Menghin, Osvaldo. I, 131, 132, 270, 275, 277; III, 436, 440. Míguez. VII, 286.
155, 217, 230, 231, 247, 255. Mestre, Antonio. III, 399. Míguez, Eduardo. IV, 104, 106,
Mengoni Goñalons, G. I, 256. Mestre, Goar. IX, 367, 382, 385, 158; VI; 124, 126, 564; VII,
Mengs, Anton Raphael. III, 229. 392. 108, 109, 131, 140; IX, 211. 435
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Míguez, Iuan I. X, 259. Minujín, Alberto. VII, 125, 131. l93,l99,282,283,285,305,


Miguez Bonino, Iosé. VIII, 373, 139, 142, 143. 3l8,320,322,323,327,330.
374. Minujín, Marta. VII, 39; X, 227. 334,335,359,360,362,364.
Mihanovich, Nicolás. IX, 171. Miotti, L. I, 230, 231. 366,367,37l,378,406,407.
172. Miqueo Ferrero, Ernesto I. VII, 408,409,43l,432,433,434.
Mihura, Emilio. VII, 286. 510. 436,437,438,439,440,44l.
Miklejohn. IV, 199. Mir, Lucio B. II, 249. 442,449,450,475,487,494.
Milán de la Roca, lose. IV, 234. Mirabal, Antonio de. III, 164. 498,499,500,50l,5l0,5l7,
Milanesio, Domingo. V, 299, Miraflores. II, 195. 5l8,5l9,520,523,526,528.
300, 301. Miralla, José Antonio. III, 362. 537,5S9;\WI,267,273,Sl9;
Milsno, Fulvio. X, 116. Miranda, Amaldo Ignacio \ÜILll7;X,69,9l,l48,l52.
Miles, David. IX, 316. Adolfo. X, 161. Mitre, Bartolomé. IX, 358.
Miles, Iuan. IX, 315, 316. Miranda, Diego. IV, 392. Mitre, Emilio. IV, 472, 532; VI.
Mill, James. V, 444, 445. Miranda, Francisco de. ll, 382. l92,S07,5l8;V1I,l59,l60:
Mill, John Stuart. V, 38, 373, Miranda, Francisco Javier. III, Di, 295; X, 142.
456; VII, 513; X, 21. 279. Mitre Femández, Emilio. I, 323.
Milla, Miguel de. I, S69; III, Miranda, G. VI, 125. Mitre y Vedia, Bartolomé. VI,
442. Miranda, Lucía. III, 291, 307; 524.
Millán, Pedro. II, 53. VI, 316, 340. Mobili, Jorge Enrique. X, 115.
Millán de Palavecino, María Miranda, Miguel. VII, 98, 307. Modem, Rodolfo. X, 116, 124.
Delia. VI, 561, 562. 315; VIII, 508, 509; IX, 376. Modoro, Raúl. IV, 246.
Millau y Miraval, Francisco. II, Miranda, Roberto A. IX, 454. Moglia Barth, Luis l. X, 256,
7l;IlI, 131, 134,140, 143. Miranda Villafañe, Luis de. III, 257.
159; VI, 48. 203, 244, 28l, 282, 283, 291. Mogrovejo, Toribio de, Fray. Il,
Mille, Andrés. Il, 381, 430; III, 310, 31 l. 394, 397. 434; lll, 287.
400. Mirazón Lahr, Marta. l, 79. Moguilansky, Rubén Oscar. X,
Miller, Arthur. X, 130, 277. Mirelrnan, Victor A. VIII, 398. 160.
Miller, Carina I. VIII, 144. Mirlas, León. X, 285. Moina Mackinnon, María. Vlll,
Miller, Elmer. VII, 173. 177. Miró, Francisco. Vl, 62. 41.
Miller, Eurico T. I, l33. Miró, José Maria. VI, 336, Moirano, Jorge. I, 205, 207.
Miller, Guillermo. IV, 291, 319, Miró Quesada, Aurelio. Ill, 331. Moisset de Espanés, Luis. VIII.
327, 340. Mises, Ludwig von. VII, 448. 429, 442.
Miller, lonathan. IV, 538; VII, Mishau, Edward I. Vlll, 516. Moldes, lose Manuel. ll, 170.
552. Mitchell, B.R. V, 494. Molemberg, Alberto. X, 217,
Miller, Luisa. VI, 99. Mitchell, Wesley C. Vlll, 506. 223.
Miller, Rory. IX, 80, 149. Mitchum. ll, 150. Moliere. Véase: Poquelírt, lean­
Miller, William. VI, 48. Mitre, Bartolomé (1821-1906). Bapriste.
Miller Astrada, Luisa A. ll, 207; ll, 382; III, S4, 3l l; IV, 22, Molina, Enrique. X, llS, 122.
III, 162. 23,24,25,30,34,37.38,40. Molina. lose A. V, 281.
Millet, lean-Francois. VI, 369, 42,77,94,255,268,3ll,3l7. Molina, Juan Bautista. Vll, 271.
377. 344,346,377.432,436,44l. 290, 291. 424: Vlll, 200.
Milletich, Vilma. lll, 29, 101. 445,446,447,448,449,450. Molina, Juan Femando de. lll.
Mills, Kenneth. Il, 122. 454,456,457,458,459,460. 415.
Mills, Wright. X, 14. 46l,462,463.464,466,467. Molina, Luis de. lll, 262.
Milmine, Douglas. Vlll, 373. 468.468,469,470,472,473. Molina. Manuel F. IV, 297.
Milne, Andrew M. V, 352. 474,475,476,477.478,479. Molina, Manuel Ignacio. IV,
Milone, Luis A. IX, 557. 480,48l,483,484,485,486. 3 l S.
Milstein, César. VII, 38; IX, 523. 487,488,489,490,49l,492. Molina. Pablo. ll, 36.
525, 532. 495,499,506,507,5l2,525. Molina, Pedro. V, 451.
Mina, marqués de. ll, 380. 529,532;\C3l,33,34,35,36, Molina, Pedro C. IV. 531; V, 67:
Minardi, Tommaso. Vl, 362. 39, 40, 4l, 45, Sl, 53, 56, 57. Vl, 228: Vll, 263.
Minchum, Martin. ll, 122, 150, 59,6l,l08,ll0,ll6,l2l. Molina, Ramón. Vlll, 197.
179. l22.l24,l25,l26,l27,l28. Molina. Raúl A. l, 443; ll, l09.
Minelli, Gustavo. VI, 417, 421. l29,l3l,l34,l40,l5l,22l. ll3. 125; ll. l33. l47, l79.4ll.
Mingo Hoffman, Olga. V, 207. 249,250,25l,252,2S5,256. 4l5. 466: lll. 161. 278. 421.
Mini, Ignacio, Santo. Ill, 298. 257,2S8,26l,263,267,268. Molina, Víctor M. Vl, 292, 317;
Minive, Gaspar de. ll, 336, 457, 294,332,335,3S2,387,389. Vlll, 54, 505.
453; lll, 236, 266. 39l,4l9,478,483,484,486. Molina Anchorena. losefim.
436 Minkowski, Oskar. IX. S10. 487.5ll:Vl.66.l62.l90. Vlll, 335.
ÍNDICE DE NOMBRES

Molina Campos, Florencio. X, Montale, Eugenio. X, ll5. Montiel, Alcides. VII, 486.
203, 222. Montalembert, Charles de. VI, Montiel, María de. VI, 340.
Molina de Mendoza, Pedro. IV, 278. Montiel, Ramona. X, 215, 228.
406. Montalvo, Hernando de. I, 434, Montini, Giovanni Bartista.
Molina Navarrete, Iuan de. I, 435. Véase: Pablo VI, Papa.
463. Montaña, Agapito. VIII, 65. Montoya, Adrián Rodolfo. IX,
Molina y Vedia, Iuan. VII, 205. Monteagudo, Bernardo de. IV, 424.
Molinas, Matías. X, 222. 344; V, 19, 80, 85, 364; VI, Montoya, Alfredo Carlos. VI,
Molinas, Ricardo F. VII, 431. 313, 315, 457, 458, 486, 523. 63, 133, 134, 144, l7l.
Molinari, Aldo Luis. VII, 357. Monteagudo, Luciano. X, 270. Montoya, Pedro de. III, 433.
Molinari, Diego Luis. l, 407, Monteagudo, María C.R. de. I, Montoya, Silvia. IX, 423.
409; II, 349, 381; III, 99; IV, 321. Montse, Nury. X, 261.
377, 451; V, 103, 272; VI, 446; Monteiro, Mario. I, 408. Montserrat, Marcelo. V, 74; VI,
VII, 91, 475; VIII, 200; X, 68, Montel, Paul. IX, 542. 403, 426, 427, 450, 564; VII,
74, 81. Montemayor, Fulgencio. III, 436. 295, 431, 465, 470.
Molinari, Iosé Luis. II, 430; III, Montenegro, Iosé Bernardo. III, Montuschi, Luisa. VIII, 513,
162, 42 l. 398. 520.
Molinari, Ricardo. VII, 38; IX, Montenegro, Pedro. III, 415, Monvoisin, Raimond-Auguste­
337; X, 113, 157. 417, 418. Quinsac. VI, 355, 362, 384.
Molinario, Alberto D. VIII, 442. Montenegro, Pío. VII, 277. Monzón, Carlos. IX, 328, 330.
Molinas, Luciano. VII, 282; Montenegro de Yebes, Ana. VII, Moñino, Iosé. II, 71, 254, 256,
VIII, 20. 165. 259, 279; IV, 223, 224, 225,
Molinas, Nicanor. IV, 449. Montero, Carlos Iosé. III, 228, 227, 239, 246.
Molinelli, N. Guillermo. V, 138; 230, 246, 378. Mooney, Alfredo Eduardo. VII,
VII, 507, 531, 550, S51, 552; Montero, María Luisa. VI, 348. 509.
VIII, 469; X, 34, 96. Montero, Pedro. III, 445. Moore, Ieremy. VII, 393; VIII,
Moliner, Ioaquín. III, 375. Monterroso, Gervasio, Fray. III, 285.
Mollinedo. III, 338. 390. Moores, Guillermo. VI, 383.
Mommsen, Hans. V, 59. Montes. III, 322. Mor Roig, Arturo. VII, 25, 26,
Mónaco, Prímaldo. X, 217. Montes, Aníbal. I, 157. 370, 379, 498; VIII, 241, 348.
Monasterio, Angel. IV, 278, 289; Montes de Oca, Francisco. III, Mora, Iosé Ioaquín de la. VI,
VI, 132. 375, 381. 325, 404.
Moncaut, Carlos A. X, 149. Montes de Oca, Iuan Iosé. VI, Mora, Lola. VI, 378, 379; VIII,
Mondelo, Osvaldo. IV, 187; VII, 509. 447.
176. Montes de Oca, Manuel. VIII, Mora, María. X, 39.
Mondolfo, Rodolfo. X, 46, S0. 85. Mora y Araujo, Manuel. VII,
Mondragón. I, 359. Montes de Oca, Manuel Angel. 142, 322; VIII, 41; X, 18, 22,
Monet, Claude. VI, 369, 375. V, 120, 140. 30.
Moneta, Carlos Iuan. VIII, 143, Montes de Oca, Manuel Moral, Iosé Ioaquín del. IV,
144, 177, 178. Augusto. V, 340, 341, 433. 234.
Moneta, Pompeyo. IV, 194. Montesinos, Antonio de, Fray. Morales, Beatriz. V, 168.
Monferini, Iuan M. II, 381. Il, 213. Morales, Emilio. VI, 507.
Mongiardino, Iosé. V, 352. Montesquieu, Charles de Morales, Ernesto. IV, 480; VI,
Monguillot, Iuan Francisco. VI, Secondat, barón de. III, 265, 345; X, 135
496, S09. 266, 269; IV, 222, 246; V, 15, Morales, Santos. VII, 160.
Monjardín, Federico. VIII, 65. 18, 22, 26, 38, 50, 59, 77, 79, Morales Bermúdez, Francisco.
Monner Sanz, Iosé María. X, 82, 86, 101, 409, 428; VI, 277, VII, 376.
128, 129. 456, 461, 463; VII, 512, 542; Morales de Marega, H.G. VIII,
Monner Sanz, Ricardo. VI, 521. VIII, 449; X, 13. 522.
Monroe, Iames.V, 179, 181, Monteverde, Giulio. VI, 370. Morales Folguera, Iosé M. III,
182, 188, 223. Monti, Angel I. VII, 551; VIII, 129.
Monroi, G. I, 94. 515. Morales Guiñazú, Fernando. I,
Monsegur, Raúl. X, 222, 223. Monti, Daniel P. V, 358, 359; 180, 409, 444.
Monserrat, Marcelo. V, 400; X, VIII, 373. Morales Moya, Antonio. I, 322.
178. Monti, Familia. IX, 252. Morales Padrón, Francisco. I,
Monserrat, Santiago. IX, 348. Monti, Iuan Carlos. IX, 252, 364.
Montaigne, Michel Eyquem, 253, 262. Morales Solá, Ioaquín. VII, 391.
señor de. X, 126. Monti, Ricardo. X, 132, 287, Morante, Luis Ambrosio. VI,
Montalambert. conde. IV, 236. 288. 3 16, 3 l 7. 437
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Moreau, Etienne. II, 327. Moreto. III, 306. Moussy, Martin de. IV, 74, 439;
Moreau de Justo, Alicia. V11, Moreyra, Beatriz I. IV, 379, 425, V1, 48, 62, 79, 97, 410.
504; V111, 456; IX, 381. 543; V1, 65, 98, 564; 1X, 32; Moutoukías, Zacarías. 11, 158,
Moreira, Iuan. V, 407; V1, 253, X, 67, 95, 291. 179; 111, 51, 61, 67, 73, 76, 77,
335, 336, 345, S00; VIII, 476; Moreyras, Florencio Antonio. 79, 84, 87, 102, 103, 438, 448:
X, 135, 264, 273, 278, 289. 11, 231. IV, 255, 256, 268.
Morel, Carlos. IV, 117; VI, 181, Morgan, ].S. VI, 195 Moya, Ismael. VI, 560; IX, 280.
351, 353, 354, 355, 356, 358. Morgenthau, Hans. V11, 366 Moya, lose C. IV, 105, 155; VII,
384. Morillo, Pablo. IV, 335; V, 21, 109, 140.
Morel, Familia. VI, 340. 177. Moyano, Daniel. X, 124.
Morello, Augusto Mario. VIII, Morisoli, Edgar. X, llS. Moyano, Hugo. IV, ll7, 131; V1,
467, 468. Morla, Carlos. I, 348. 144
Morello, Jorge. 1X, 59. Mómer, Magnus. II, 89, 121, Moyano, l. C. l, 178.
Morelos, Iosé María. V, 21. 149, 179, 430, 467, 468; III, Moyano, luan Pablo. V1, 481.
Moreno, Alberto. X, 60. 100. Moyano, María Iosé. V11, 359.
Moreno, Carlos. V1, 63, 550. Moro, Aldo. V111, 353. Moyano Llerena, Carlos. V, 529.
Moreno, Francisco P. l, 222, Moro, Antonio. l, 360. 536; V11, 490; V111, 513, 522;
231; 1V, 13, 40, 187; V, 332; Moro, Roberto. VI, 487. IX, 104.
VI, 335, 416, 418, 419, 420. Moro, Rubén O. VIII, 292, 293. Moxó, Salvador de. l, 322.
422, 424, 506, 525; V11, 160, 295, 298. Moxó y de Francolí. Benito
221; IX, 538; X, 148. Moro, Tomás, Fray. 11, 447. María. 111, 246, 275.
Moreno, I. I, 232. Morón, Guillermo. 111, 244. Mozart, W.A. IV, 39; V1, 389.
Moreno, Joaquín. IV, 279, 280. Morosi, Julio A. IV, 216; V11, Mozzoni, Humberto. V111. 343.
Moreno, losé Luis. II, ll7, 118, 206. Muffatti, Nélida. Vlll, 517.
125, 175, 181; V11, 294; X, 90, Moroz de Rosciszewski, María Mugica, Adolfo C. Vll, S10.
99. Silvia. VIII, 75. Mugica, Carlos. Vll, 39, 345,
Moreno, Iosé Manuel. IX, 262. Morris, C. l, 108. 360, 379, 470; Vlll, 350, 351.
Moreno, Iosé María. V, 369, Morris, William C. V, 351, 359; Mugica, Francisco. X, 258, 259,
372, 400; V1, 509; VIII, 41 l. V1, 253; V11, 29; V111, 365. 260.
Moreno, Iulio. VIII, 180. 366, 374. Mugica, Miguel. X, 258.
Moreno, Lucas. X, ll6. Morse, Finley. ll, 99; V1, 490. Mugica, René. X, 264, 270.
Moreno, Manuel. IV, 264; V, 22, Morzone, Luis Antonio (h). V, Muhall, Miguel C. V1, S04.
25, 176, 194; V1, 404, 460. 234. Muhhammad XII. Véase: Abu
468, 516; 1X, 536; X, 95. Mosca, Enrique M. Vll, 21, 248, Abd Allah Muhammad.
Moreno, Margarite. X, 276. 253, 275, 285; V111, 185; 1X, Muhammad lbn Sa D (Zagal).
Moreno, Mariano. III, 226, 239, 405. l, 317.
240, 246, 398; 1V, 263, 264. Mosca, Gaetano. V11, 266; X, Muiño, Enrique. X, 259, 260.
269, 272, 312, 353, 377; V, 17, 14. 261, 279, 284.
18,19, 20, 22,l7l,176,178. Mosconi, Enrique. Vll, 254, Mujica, Bárbara. X. 262.
364, 376, 410, 430, 443: V1. 305;Vl1l, 18,197, 210, 21 I: Mujica, Martin de. l. 492.
17,131,145, 313, 314, 315, 1X, 565, 572, S73. Mujica, Miguel. IX, 365.
366, 378. 439, 453, 455, 456. Moscoso Pérez de Oblitas, Mujica, Rodolfo. Vlll, 254.
457, 467, 488, 515; X, 255. Angel Mariano. ll, 31, 33, 34. Mujica Láinez. Manuel. IV, 480:
Moreno, Miguel. V1, 393. 100, 403; 111, 227, 229, 243. Vl. 533; X. 121, 144, 187.
Moreno, Nahuel. V11, 359. 246, 342, 345, 346, 444; 1V. 267.
Moreno, P. I, 79, 229. S2. Mujica Pinilla y Burucúa. lll.
Moreno, Rodolfo (h). V, 391; Moscoso y Peralta, Iuan 340.
Vll, 278, 418; Vlll, 433, 434. Manuel. 111, 444. Muleiro, Vicente. Vll, 396.
Moreno, Zully. X, 258, 259, Mosquera, Joaquin Antonio de. Muley Hacen. Véase: Abu!­
261. ll, 59, 81; lll, 414: V, 184. Hasan.
Moreno Alonso, Manuel. IV, Mossin Kotin, Cecilia. 1X, S50. Mulhall. IV. 128.
247. Mossotti, Octavio Fabricio. Vl. Mulleady, Ricardo. IX, 268.
Moreno Ocampo, Luis. Vll, 405, 406, 529. Müller. Vll, 154.
47 l. Motta Botello. 1V, 308. Müller, Alberto. Vlll. 52 l.
Moreno Quintana, Lucio. V11. Mouchet, Carlos. Vlll. 85. 94. Müller. Carl. IV, 437.
Mouján, Lozano. Ill, 337, 367. Müller. Federico. V1, 382.
Moreno Rexach, Luis l. ll, 84. Moussy, lean Antoine Víctor Müller. Franz. IV. 188; Vll, 174.
Moreri. lll, 263, 265. Martín de. Véase: Moussy, Müller, Klaus. lll, 100.
438 Moreta. Salustiano. l. 321. Martin de. Muller. Luis. Vll, 207.
ÍNDICE DE NOMBRES

Müller, María. IV, 71. 75. Murmis, Miguel. VII, 139, 142, Narbona, Iuan de. lI, 170.
Müller Rojas, Alberto A. VIII, 321; IX, 60, 242; X, 22, 29, Narbrough, Iohn. II, 361.
299. 35, 97. Nardi, Ricardo L.I. I, 107, 278;
Mulovski. II, 346. Murra, I. I, 107. VI, 561.
Munck, Geraldo. IX, 242. Murrieta. VI, 195. Nario, Hugo. IV, 186.
Munck, Ronaldo. IX, 240. Murúa, Lautaro. X, 264, 266, Narn, A. I, 229.
Mundlak, Yair. IX, S9. 270. Narodowski, Mariano. VI, 273;
Munis Barreto, A. VI, 37. Musacchio, Andrés. VIII, 118. IX, 423.
Munizaga, Iuan. I, 80. Musolino, Giuseppe. IX, 282. Narodowski, P. IX, 423.
Munoa, Rafael. III, 367. Musolino, Luis F. VIII, 177. Narváez, S. I, 94.
Münzel, Mark. II, 206. Musset, Alfred de. VI, 327, S20. Natale, Oscar. VII, 173.
Muñecas, Ildefonso de las. IV, Mussolini, Benito. VII, 420, Navajas Artaza, Adolfo. VIII,
310. 422, 424; IX, 374; X, 79, 178. 261.
Muñiz, Francisco Iavier. IV, Mustapic, Ana María. VII, 551; Navarro. V, 127.
186; VI, 407, 525. X, 96. Navarro. IV, 210.
Muñoa, Familia. VI, 224. Musters, George C. I, 232; IV, Navarro, Angel. VI, 474.
Muñoz. Il, S7, S8. 187. Navarro, Baltasar. II, 159.
Muñoz, Bartolomé Doroteo. III, Musto, Manuel. X, 222. Navarro, Bartolomé. III, 385.
406. Mutiloa y Andueza, Iuan Iosé Navarro, Benito. III, 236.
Muñoz, Diego. III, 343. de. III, 430. Navarro, Fanny. X, 269.
Muñoz, Heraldo. VII, 400. Mux, Néstor. X, 116. Navarro, Francisco. III, 415.
Muñoz, Jorge. VIII, 299. Muxica, Ventura de. III, 428. Navarro, Guillermo R. VIII,
Muñoz, Iuan Bautista. III, 215, Muzi, Iuan. V, 318, 333. 470.
243, 246, 279, 415. Muzio Zona. III, 417. Navarro, Iosé. IV, 369.
Muñoz, Iuan Francisco. IX, 516, Mychaszula, Sonia. IV, 69, 75. Navarro, Manuel. V, 382.
517. . Myers, Iorge. V, 43, 104; IV, 424; Navarro, Timoteo. X, 219.
Muñoz, Iuan Mauricio. IX, 511, VI, 487. Navarro Floria, Pedro. VIII, 75.
S12, 513. Navarro García, Luis. II, 279,
Muñoz, Iuan Ramón. V, 31. N 281.
Muñoz, Reinaldo. IX, 59. Navarro Gerassi, Marysa. VII,
Muñoz, Vicente. VI, 351. Nachón, Carlos Alberto. IX, 297, 323, 431, 468.
Muñoz Bejarano. II, 157. Navarro Lamarca, C. III, 31 l.
Muñoz del Solar, Carlos. X, Nacuzzi, Lidia. I, 230, 231; II, Navarro Viola, Alberto. VI, 517,
l l7. 206. S60; X, 152.
Muñoz Gadea, Iuan. II, lll. Nadal, Iosé. III, 378. Navarro Viola, Enrique. X, 152.
Muñoz Moraleja, Ernesto. I, Nadal Mora, Vicente. II, 88. Navarro Viola, Miguel. IV, 467,
443. Naef, Werner. V, 206. 468; V, 357, 368; VI, 435, 471,
Muñoz Torrero, Diego. IV, 244. Nagel, Liane María. II, 466. 502, 510; X, 142.
Muñoz y Cubero, Lucas. III, Nakamura, Leonard. IX, 82. Navia Osorio y Vigil, Alvaro de.
438. Nalé Roxlo, Conrado. X, 114, II, 360.
Muraña, Iuan. IX, 284. 122, 130. Nazar Anchorena, Benito. VII,
Muraro. II, 467. Nallim, Iorge. VII, 465, 467. 271; IX, 471, 557.
Muraro, Heriberto. IX, 393. Namuncurá, Manuel. I, 102, Nebrija, Antonio de. I, 289; III,
Murat, Franco. X, 60. 194; IV, 174. 385.
Murat, Joaquín. IV, 232, 234. Nantucci, Narciso. VIII, 367. Necker, Iacques. V, 82.
Muratgía, Catello. VIII, 486. Naón, Rómulo. VI, 304; VII, Necochea, Mariano. Il, 174; IV,
Muratore, Iosé. V, 253, 258. 482; VIII, 452. 325, 345.
Murena, Héctor A. X, 123, 128, Napoleón I Bonaparte, Rey de Née, Luis. III, 410.
177, 184. Francia. II, 347, 348; IV, 18, Neffa, Iulio César. IX, 30.
Murguía, Familia. III, 216. 226, 229, 230, 231, 232, 233, Negro, cacique. IV, 177.
Murías, Carlos de Dios. VIII, 234, 236, 237, 238, 242, 254, Negroni, Pablo. VII, 38; IX, 504.
353. 261, 264, 275, 278, 322, 536; Neíburg, Federico. IV, 159; VII,
Muriel, Ciríaco. II, 409. V, 13, 15, 20, 21,172,176. 322, 323, 354, 467; X, 189.
Muriel, Domingo. II, 468; III, 177, 388; VI, 31. Neifert, Agustín. X, 255, 270,
258, 270, 279; VI, 315. Napoleón III Bonaparte, Rey de 291.
Murillo, Bartolomé Esteban. VI, Francia. IV, 442; V, 38. Neira, Domingo, Fray. III, 353.
352.
Murillo Velarde, Pedro. II, 409;
III, 262, 263, 317.
Nápoles, Iosé. IX, 328.
Napp, Richard. VI, 52, 509.
Narancio, Edmundo M. V, 375.
210. 439
Neiva, Arturo. IX, 504.
Nellar, Fued G. V, 271; VIII,
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Nelson, Emesto. VI, 304, 306; Nieto Soria, Iosé Manuel. l, Novoa Monreal, Eduardo. VIII,
IX, 431; X, 154. 322, 324. 425.
Nelson, Iuan. IX, 315, 316. Nietzche, Friedrich Wilhelm. Nowinski, Wiktor W. IX, 516.
Nelson, Luis. IX, 315. VI, 424; X, 46, 51, 126. Noyola, Iuan F. VIII, 51 l.
Nemst, Hermann. IX, 539. Nieva, conde. l, 400; H, 229, 229. Nudehnan, Santiago. VIII, 68,
Neruda, Pablo. X, ll4, 264. Niklison, Iosé. VII, 173. 70.
Nervo, Amado. X, l 12. Nilve, Moisés. V, 402. Nudler, Julio. IX, 268.
Nestares Aguado, Roque de. III, Nino, Carlos S. VII, 553. Nuix. III, 264.
433. Niquiñilé, cacique. IV, 172. Nun, José. X, 22, 29.
Neuman, Franz. VII, 506. Nirenstein, Mauricio. VIII, 501, Nuno, Manuel. l, 368.
Neuman, Isaac. VIII, 397. 505, 506. Núñez, Fermín. IV, 224.
Neumann, luan Bautista. II, Nissen, Juan Iosé. IX, 544. Núñez, Ignacio. lll, 113, 129,
452; III, 315. Nixon, Richard. VIII, 124. 141, 145, 146, 147, 150,155.
Neumayer, Luis. VIII, 161. Noailles, Carlos Vicente. VII, 159; Vl, 465, 466, 467.
Navares, Alejo de. V, 303; VI, 502. 508. Núñez, Iusto. III, 378.
Nevares, Iaime de. VIII, 338, Noam, E.L. IX, 184. Núñez, L. l, 106, 133.
344, 348. Nóbile, Beatriz de. X, 290. NúñeL Luis. V, 360.
Neves, W. I, 230. Noble, Roberto I. VII, 273; VIII, Núñez, Maria. X, 270.
Newbery, Iorge. Vl, 527; VIII, 58; IX, 345. Núñez, Oscar. X, 217.
187, 188. Noblía, Héctor V. IX, S20. Núñez, Rafael. Vll, 247.
Newbery, Sara. VII, 174, 175. Nocetti, Oscar R. II, 249. Núñez de Ibarra, Manuel Pablo.
Newland, Carlos. Vl, 261, 273, Nochteff, Hugo. VIII, 519, S84. V, 443; VI, 357.
274, 275, 564. Noé, Julio. X, 168. Núñez de Vela, Blasco. l, 394.
Newlyn, Walter T. VIII, 516. Noé, Luis Felipe. X, 227, 228. Núñez del Prado, Juan. l, 280,
Newton, Isaac. III, 386; Vl, 421, Noel, Martin Alberto. VI, 384; 389. 394, 401, 402. 403, 404.
422. Vll, 181,189, 205; X, 122. 408, 414, 415, 446, 477; ll,
Newton, Iorge. VI, 256; IX, 21 l. 205, 206. 226, 420; lll, 431.
Newton, Lily de. VI, 256. Noelting, Lucila. III, 192. Núñez Seixas, X.M. IV, 106;
Newton, R.IV, 105; VII, 108. Noguer, Jorge. IX, 391. VII, 109.
Newton, Ronald C. VII, 296; Nogués, Germinal. IX, 303. Núñez Vemis, Bertha. lll, 346.
VIII, 118. Nogués, Juan Luis. Vll, 277. Nurkse, Ragnar. Vlll, 507, S44.
Neyra, Domingo, Fray. III, 210. Nogués, Pablo. VII, 279.
Niblett, Mister. VI, 214. Nolasco Barrientos, Pedro. III, Ñ
Nicolai, Jorge. IX, 542. 353, 389.
Nicolaides, Cristino. VII, 27; Nolasco Rodriguez, Pedro. IV, Ñamcucheu, cacique. IV, 176.
VIII, 248, 260, 261. 409, 416. Ñezú, cacique. ll, 440.
Nicolás, Santo. III, 117. Nonato, Ramón, Santo. lll, 157.
Nicolás V, Papa. I, 330, 332. Nordenflycht, barón de. V, 346. 0
Nicolau, Iuan Carlos. V, 462, Nordenskjóld, Otto. l, 210; IV,
470, 504, 505; Vl, 36, 63, 129, 6l;Vlll, 163.164.173.177. O'Dena, Emesto. Vl, 307.
144,171, 564. Nores, Antonio. IX. 467, 468. O'Donnell, Carlos. lll, 391. 396;
Nicolini, Alberto. l, 452, 453, Noronha, Fernando de. l, 358. Vl, 3Sl.
465, 473, 474, 475; TV, 189. Norris, William. V, 349. O'Donnell, Guillermo. Vll, 143.
216, 543; Vl, 256. North. X, 92. 356, 357, 359, 470, 510: X, 30.
Nicolini, Oscar. IX, 376. North, lord. ll, 34]. 34, 97.
Nicolle, Charles. IX, 506. Northcliffe, lord. IX, 337. O'Farrel.l, Santiago. V, 306.
Nicotra, Alejandro. X, 116. Norton. V, 241. O'Gorman, Camila. IV, 408; X,
Niella, Luis María. V, 284, 307. Nosiglia, Juan. VI, 336. 122, 268.
Nielsen, Axel. I, 156, 157. Nott, Jorge. V, 351; VII, 467. O'Gorman, Miguel. lll, 135.
Niemeyer, Otto. VII, 280; Vlll, Notter, Tomás. IV. 294. 394, 417: Vl, 516.
542, 543. Nougués, Juan. IV, 527; Vl, 88. O'Higgins, Bernardo. IV. 170.
Niepce, loseph-Nicéphone. Vl, 137. 309, 315, 317, 320, 321. 322.
358. Nougués, Familia. V, 148. 326, 327, 329, 330, 33l, 332.
Nieremberg, Iuan Eusebio. ll, Nougués, Miguel. Vlll, 23. 333, 335, 337, 340, 344, 346.
16; lll, 204, 205, 2] l, 262. Novak, Jorge. Vlll, 358, 360. 346; Vl, 477.
3 l 5, 3 l6. Novillo Corvalán, Sofanor. Vlll. O'Neill, Eugene. X, 130. 277,
Nieto, María. l, 206. 449, 463; lX, 473. 280.
Nieto, Vicente. IV, 27], 280, Novión, Alberto. Vl, 338; X, O'Neill, lones de. X. 286.
440 281. 129. O'Reilly. IV. 337.
ÍNDICE DE NOMBRES

Obando, Juana Clemencia de. Olavide, Pablo de. II, 76; III, Olson, Emiliano. V, 352.
Ill, 338. 392. Omacini, Elena. I, 351.
Obarrio, Manuel. V, 387, 426. Olazábal, Familia. II, 84. Ondarts, Raúl. VIII, 135.
Obieta, Adolfo de. X, 128. Olazábal, Félix. IV, 403. Ondetti, Miguel Angel. IX, 522,
Obispo, Martín, Santo. III, 302. Oldendorff, Ernesto. IV, 493. 525, 526, 532.
Obligado, Antonio V. V, 397. Old.s, H.G. IV, 139, 213, 214; V1, Onega, Gladys. IV, 105; VI, 348.
Obligado, Carlos. VII, 271; VIII, 111, 122, 233, 236; X, 245, 252. Onelli, Clemente. Vl, 416; VIl,
324; 1X, 475. Olezza, Mario L. VIII, 173. 163, 164, 176.
Obligado, Erasmo. V, 261. Olguín, Darío. VII, 264, 295. Onetto, Carlos. III, 348.
Obligado, Pastor. IV, 441; X, Oliden, Manuel Luis de. V, 89. Onetto, M, I, 230.
146. Oliva, Fernando. I, 207, 208. Onganía, Juan Carlos. VII, 24,
Obligado, Pedro Miguel. X, 112. Olivar, Guillermo. VI, 352. 25, 119, 134, 341, 342, 343,
Obligado, Rafael. VI, 318, 320, Olivari, Carlos. X, 260. 344, 345, 346, 353, 357, 359.
329, 334, 347, 381, 518, 520. Olivari, Nicolás. X, 114, 122, 367, 376, 400, 448, 454, 470,
523, 537, 559; X, 156. 130. 498, 504, 505, 508, 509, 510.
Obschatko, Edith S. de. IX, 60, Oliveira, Plinio Correa de. VIII, 517, 545; VIII, 39, 41, 125.
583. 348. 128,131,135, 136, 232, 233.
Ocampo, Eusebio. IV, 468; VI, Olivella, I. V, 113. 234, 235, 236, 237, 238, 239,
497. Oliver, Antonio, Fray. III, 228. 242, 243, 254, 343, 344, 350,
Ocampo, Gabriel. V, 322. Oliver, Ernesto Luis. III, 366. 430, 521; 1X, 92,111,139,
Ocampo, Iuan Cruz. IV, 448. Oliver, María Rosa. X, 122, 176. 233, 234, 386, 484, 485, 555.
Ocampo, Manuel. V, 130. Olivera. VII, 31. 580; X, 33, 34, 192, 230.
Ocampo, Miguel. X, 219, 224. Olivera, Carlos. VII, 476. Ongaro, Raimundo. IX, 233,
Ocampo, Silvina. X, 120, 133, Olivera, Eduardo. VI, 106. 234; X, 192, 228.
134, 177. Olivera, Eduardo A. IX, 330. Onofroff. VI, 254.
Ocampo, Victoria. VII, 38; IX, Olivera, Héctor. X, 261, 263, Onslow, Arthur. Vl, 350, 357.
342, 355; X, 122, 127, 175, 266, 268, 270. Onslow, Iohn Iames. IV, 385; V,
176, 177, 184, 185, 188, 189, Olivera, Iulio H.G. IX, 486, 496. 194.
190, 198, 276. Olivera, Miguel. VII, 175. Oñate, Pedro de. II, 396; IIl,
Ocantos, Carlos M. VI, 334, Olivera, Ricardo. VI, 524; X, 200, 384.
336. 149. Opie, Eugene. IX, 510.
Ocaña, Diego de, Fray. I, 404, Olivera SantiHán, Iulio. VIII, Oquendo, Manuel de. III, 345.
483, 485. 503, 512, 513, 514, 517, 520. Ordaz, Luis. VI, 345; X, l3l,
Ochagavia, Margarita Rufina. 521, 522. 135, 277, 281, 289.
V1, 520. Olivero, Sandra. II, 116. Ordimán, Pedro. VI, 546.
Ochoa, Familia. IIl, 216. Olivieri, Aníbal O. V11, 354. Ordóñez, Iosé. IV, 327, 329,
Ocho de Eguileor, I. X, 22. Olivieri, Mabel. V, 75. 331.
Ochoa de Zárate, Iuan. II, 153; Olivieri, Silvino. IV, 443; V, 248. Ordóñez, Manuel V. VII, 22;
111, 432. Olivieri López, Angel M. VIII, VIII, 466.
Oddo, Vicente. III, 415, 421. 144. Orellana, Rodrigo Antonio de.
Oddone, Jacinto. IV, 539; VI, Ollier, María Matilde. VII, 359, 111, 227, 444; 1V, 279; V, 281.
63; VII, 296, 429, 476; IX, 59, 469. 309.
189, 210, 240; X, 21, 99. Olmedo. V, 128. Orfila, Alejandro. VII, 255.
Odoardo, José Hipólito. IV, 235. Olmedo, Alberto. X, 267. Orgambide, Carlos. X, 267.
Ojeda, Alonso de. I, 339. Olmedo, Carlos. VII, 461. Orgambide, Pedro. X, 124, 133.
Olaechea, Iuan Bautista. II, 92, Olmedo, Iosé Joaquín de. III, Orgaz, Arturo. VII, 285.
96, 97, 98, 122, 179. 299. Orgaz, Iorge. IX, 486.
Olaechea y Alcorta, Pedro. VII, Olmedo, Sesostris. VIII, 76. Orgaz, Raúl A. V, 400; VII, S21;
476, 482. Olmos, Emilio F.VI1, 275, 418. V111, 405, 413, 443, 454, 455,
Olaguer Feliú, Antonio. II, 267, Olmos, Iosé Severo de. IV, 449, 465, 468; X, 16, 75.
372; 111, 394, 438. 455. Orgóñez, Rodrigo. I, 472.
Olañeta, coronel. IV, 307, 310, Olmos, Ramón Rosa. IV, 481; Oria, Iorge S. VII, 485, S08.
345. V1, 513; X, 75. Oria, José A. VI, 344, 486.
Olarra Giménez, Rafael. V, 504; Olmos, Sabina. X, 260. Orías, Oscar. 1X, S07, 515, 516,
VIII, 548. Olmos Castro, Amalio. I, 442. 517, 518, 520, 522, 528.
Olavarría Aranguren, Iosé. V, Olmos y Aguilera. II, 95. Oribe, Manuel. IV, lll, 407,
206, 235. Olsen de Serrano Redonnet, 414, 415, 417, 419, 420, 422,
Olavarrieta, Ramón. IV, 399; V, María Luisa. Ill, 130, 279, 429; V, 190, 191, 199, 245,
322, 447. 281, 310, 312, 331, 448. 246, 247.
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Orihuela. IV, 400. 296, 417, 427, 515, 518, 519, Ostiguy, Pierre. IX, 210.
Orizaola Roldán, Ezequiel. VIII, 520, 525, 526, 528, 530, 531. Oszlak, Oscar. IX, 183, 583; X,
76. 532, 533, 540; VIII, 21, 105, 29, 30, 34.
Orlandi, Héctor Rodolfo. V, lll, 199, 200, 208, 330; IX. Otamendi. II, 174.
403, 432. Otamendi, Femando I. VII, 217.
Orlansky, Dora. VII, 140. Ortiz, Tulio. V, 140. Otaola. Vll, 183.
Orllie-Antoine I, Rey de Ortiz Basualdo, Eduardo. VIII, Oteiza, Enrique. VII, 73; VIII,
Araucanía y la Patagonia. 455. 467, 469; IX, 527,556; X, 38.
Véase: Tounens, Orllie­ Ortiz Basualdo, Familia. IX, 27. Oteríño, Rafael. X, 116.
Antoine de. Ortíz de Haro, Isidro. III, 434. Otero, Edgardo A. VIII, 283.
Omstein, Leopoldo R. IV, 312, Ortíz de Haro, Nicolás. Ill, 434. Otero, Hemán. lll, 103; IV, 105,
346; V, 272. Ortiz de Landázuri, Tomás. II, 106,140, 141,154, 156,158;
Oro, Domingo de. IV, 383, 388, 254. VII, 108, lll, 556.
410; V, 391, 392; Vl, 475, 479. Ortiz de Montoya, Celia. D(, 421. Otero, lose Pacífico. III, 402; IV,
Oro, José Antonio de. III, 228; Ortíz de Ocampo, Francisco. ll, 346.
VIII, 449. 173; IV, 279, 280, 301, 302; V, Otero, Miguel. V, 202.
Oro, Iusto Santa María de. V, 514; Vl, 457. Otero, Ricardo. VII, 374.
281, 315, 319, 320. Ortíz de Rozas, Carlos. VHI, 144. Othon Friesz, Emile. X, 210,
Orona, luan V. VII, 267, 295, Ortíz de Rozas, Domingo. II, 235.
354; VIII, 209. 244; III, 430. Ottalagano, Alberto. IX, 489.
Otoño, Nicasio. IV, 446, 459, Ortíz de Rozas, León. III, 177. Ottonello, María Marta. l, 80.
463, 470, 471, 472, 492, 494. Ortíz de Rozas, Manuela. Véase: Oubiña. David. X, 270.
497; V, 120, 155, 333, 334; Vl, Rosas, Manuela. Outes, Félix. l, 28, 155; IV, 186;
498, 502. Ortíz de Urbina, Francisco. ll, X, 149.
Otoño, Santiago. IV, 416. 106. Ouvrard, Luis. X, 222.
Orosz, Ladislao. III, 236, 315, Ortíz de Vergara, Francisco. l, Ovalle, Alonso de. l, 273, 394.
385, 401. 383, 397, 400, 401; Ill, 426. 400, 414; ll, 423.
Orozco, Olga. X, 115, ll6, 122. Ortíz de Zárate, Juan. l, 395, Ovando, luan de. ll. 220.
Orphée, Elvira. X, 123. 401, 416, 419, 423, 424, 426. Ovando, Nicolás de. l, 316, 445;
Orquera, Luis Abel. I, 231, 233, 427, 428, 429, 430, 435, 436; ll, 224.
255, 256, 257, 510. Il, 93, 290; lll, 287, 426, 427. Oved, Iaacov. IV, 541; V, 75; Vll,
Orsatti, Alvaro. VII, 141. Ortíz de Zárate, Pedro. ll. 155, 296, 241.
Orsi, René. VII, 297. 418, 430. Ovejero, Daniel. X, ll9.
Orsolini, Mario. VII, 359. Ortiz de Zárate, Rodrigo. Ill. Ovejero, Familia. V, 148.
Ortega, Juan de. I, 381; Ill, 426. 427. Ovidio. lll, 268.
Ortega, Manuel. III. 202, 219. Ortiz de Zárate Mendieta, Oviedo, Gonzalo Fernández de.
Ortega, Ramón. X, 265, 267. Diego. I. 428. l, 273
Ortega, Rufino. V, ll7. Ortiz Pereyra, Manuel. Vll, 425. Oviedo Cavada, Carlos. ll, 415.
Ortega y Gasset, José. V, 374; Ortíz Troncoso, O. I, 256. Oyarvide, Andrés de. lll, 386.
Vll, 38; X, 14, l6, 43, 44, 45. Orúe, Martin de. I, 397, 428. 405, 406; V, 203.
46, 127, 175. Orzali, lose. VIII, 22. Oyarzábal, Guillermo Andrés.
Ortelli, Sara. ll, 206. Osborn, A. l, 232. Vlll, l47, 179.
Ortiguy, Pierre. VII, 142. Osbom, Thomas. Vl, 420. Oyhanarte, Horacio. Vll, 243.
Ortíz, Antonio. III, 251, 268, Oscar l, Rey de Suecia y 247, 259, 263, 267, 269.
272, 273, 274, 275, 316. Noruega. V, 183. Oyhanarte, Julio. V, 102, 123,
Ortíz, Eduardo L. IX, 557, 584. Osés, Enrique P. Vll, 424. 138, 419, 436, 337; Vll, 467.
Ortiz, Familia. V, 148. Osinde, Manuel. Vll, 378. 498, S04, S07, 510, 544, 551.
Ortíz, Federico F. IV, 215. Osorio, Josefa de. lll, 214. 552; Vlll, 45], 452, 454, 455,
Ortíz, Francisco I. V, 337. Osorio, Juan de. Ill, 282, 283. 463, 464, 467, 469, 578.
Ortíz, lavier. Vlll, 525, S29, Osorio, Luis de. lll, 426. Oyuela, Calixto. lll, 312; Vl.
533, 549, 578. Osorio, Mariano. IV, 321, 329, 330, 521: X, l2l.
Ortíz, luan L. X, ll4. 330, 331, 332. Ozanam, Federico. V, 303.
Ortiz, Marcos, Fray. Il, 463. Osorio, Miguel. Vll, 483. Ozores, luan Manuel. lll, 406,
Ortíz, Mecha. X, 258, 260, 261. Ospital. María Silvia. IV, 508; 414.
Ortiz, Ricardo M. V, 462; VI, IX, 34.
166,168, 201: IX, 15, l6, 30. Ossona, Luis. Vl, 97. P
182, 183; X, 106. Osorio Arana, Arturo. Vlll, 228.
Ortíz, Roberto M. Vll, 19, 20, Ostengo de Ahumada, Ana. IX. Pablo, luan Carlos de. Vll, 357,
442 93, 285, 286, 287, 289, 292. 32. 387. 400.
ÍNDICE DE NOMBRES

Pablo VI, Papa. VIII, 338, 342. Page, Joseph. VII, 323, 353; Palavecino, Enrique. I, 28; IV,
343, 345, 348, 351, 355. VIII, 243. 185; VI, 561; VII, 147.
Pabón, Nicolás. III, 397. Page, Thomas I. IV, 439, 451; Palazzi, Rubén O. VIII, 178,
Pacelli, Eugenio. Véase: Pío XII, VI, 270. 265, 273, 299, 578.
Papa. Pagés, Pedro. IX, 22, 190. Palazzo. VII, 182.
Pachacuti, cacique. I, 98. Pagés, Roberto. X, 270. Palazzolo, Octavio. IX, 361.
Pachamama. IV, 182; VII, 170. Pagés Larraya, Antonio. VI, 345, Palcos, Alberto. IV, 378, 492,
Pacheco, Angel. IV, 414, 415, 512, 561; VII, 176; X, 128, 494, 508; V, 44; VI, 347, 487;
419, 422; V, 245; VI, 438. 130. VII, 410; IX, 335.
Pacheco, Carlos Mauricio. X, Paillalef, Pablo. VII, 175. Paleari, Antonio. VI, 562.
129, 275, 290. Paillardelle, Enrique. IV, 304, Paleo, María C. l, 207, 232.
Pacheco, Diego. I, 418, 420; III, 3 l S, 316. Paleolítez, Francisco P. VI, 420.
431. Paillet, Fernando. IV, 143; V, Palermo, Miguel. II, 206.
Pacheco, Duarte. I, 357. 162; X, 215. Palermo, Vicente. VIII, 42.
Pacheco, Familia. II, 135. Paine, Roberto. X, 115. Paley, William. V, 355.
Pacheco, Francisco. III, 209. Paine, Thomas. V, 24, 82; VI, Pallavicini, Mercedes. VI, 513.
Pacheco, Iorge. V, 192. 460, 461, 464. Palliere, Iuan León. IV, 118,
Pacheco, Marcelo. X, 235. Painejilu, cacique. V, 299. 124, 165, 192; VI, 66, 70, 74,
Pacheco, Pedro Luis, Fray. III, Paiquín, cacique. II, 77. 215, 221, 360, 363, 371, 384,
389, 415; V, 317, 318. Paita, Iorge. X, 116. 552.
Pacheco de Melo, Iosé. II, 152. Paitovi, Antonio. VII, 210. Palma. VIII, 233.
Pacheco de Santa Cruz, Iuan. Pajón, Andrés. III, 376. Palma, Athos. X, 253.
III, 429. Pakenham Despard, George. V, Palma, Néstor Homero. I, 205;
Pachucho. I, 42 l. 350. VI, 561; VII, 174.
Pacini, Regina. X, 278. Palaci, Eduardo. VIII, 368. Palmeiro, Iosé. X, 225.
Padeletti, Hugo. X, 116. Palacio, Ernesto. VII, 21, 267, Palmero, Iuan S. VII, 275.
Padilla. II, 96. 271, 289, 290, 294, 421, 422, Palmerston, Henry John
Padilla. IX, 316. 486, 487; X, 76, 78, 79, 81, 82, Temple, tercer vizconde de.
Padilla, Alberto G. IV, 508; V, 180, 181. V, 190, 194.
44. Palacio, Eudoxio de Iesús, Fray. Palomar, Francisco. VI, 384.
Padilla, Alejandro. VII, 507. II, 430; III, 400. Palomeque, Silvia. III, 92, 100;
Padilla, Ernesto. V, 307; VI, 256; Palacio, Familia. V, 148. VI, 200.
VII, 270. Palacio, LM. VI, 126; IX, 208, Palomino, Héctor. VII, 138; IX,
Padilla, Familia. V, 148. 21 l. 0.
Padilla, José. VII, 286. Palacio, Lino.VII, 546; VIII, Palomino, Mirta. IX, 21 l.
Padilla, Manuel Ascencio. IV, 323. Pan, Luis. V, 74.
299, 310. Palacio Atard, Vicente. II, 349. Panaia, Martha. VII, 141, 142;
Padilla, Miguel M. VI, 137; VII, Palacios, Alfredo L. IV, S16; V, IX, 82,183, 2ll.
498, 507, 551. 68, 69, 396, 397; VII, 20, 238, Pancaldo. II, 113.
Padilla, Norberto. VIII, 337, 247, 269, 271, 273, 297, 403, Pandia Calogeras, I. V, 207.
361, 578. 495; VIII, 87, 405, 426, 435. Pando, Iosé Antonio. III, 301.
Padilla, Tiburcio. V, 54; IX, 522. 436, 446, 466, 467; IX, 253, Panesi, Iorge. X, 129.
Padilla y Barcena, Pablo. V, 284, 475, 523. Panettieri, Iosé. VI, 38, 170; VII,
340. Palacios, Aurelio. IV, 468. 296; X, 86.
Padrós, Iuan Simón. VII, 283. Palacios, Héctor. IX, 240. Panfichi, Aldo. IV, 157.
Paesa, Pascual. II, 126; V, 31 l. Palacios, Pedro Bonifacio. V, Panguitrur Gúor, cacique. Véase:
Páez, Roberto. X, 156. 120, 122; VI, 341; X, 112, Rosas, Mariano.
Páez, Sancho. III, 149. 142. Paniagua, Luis. VI, S62. .
Páez Allende, Luis. VII, 507. Palacios, Silvio. II, 467. Panizza, Héctor. VI, 391, 394,
Paéz de Clavijo, Diego. III, 428. Palade, George. IX, 51 l. 401; X, 253.
Páez de la Torre, Carlos (h). IV, Paladini, Alejandro C. IX, 496, Pankonin, A. I, 206.
423, 425; VI, 256, 513; VII, 516, 521, 528, 529. Panno, Iuan José. IX, 391.
296; IX, 333, 586; X, 96, l0l. Palafox, Iuan de. III, 235, 378. Panozzi, Américo. X, 220.
Páez de Molina, Iusto. IX, 414. Palanca, Floreal. I, 206. Pantaleoni, Maffeo. VIII, 500,
Pagano, Angelina. X, 285. Palant, Pablo. X, 131. 501.
Pagano, losé León. X, 232, 233, Palanti, Mario. VII, 183. Pantelides, Edith Alejandra. IV,
289. Palanza, M. Valeria. VII, 550, 75; VII, 74.
Pagano, Nora. X, 108, 129. 552. Pantoja, Menardo. X, 220.
Page, Irving H. IX, 512. Palau, Luis. VIII, 373. Panunzi, Benito. VI, 359. 443
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Paolantonio, lorge. X, 132. Parravicini, Florencio. X, 256, Pauw. III, 243.


Paolera, Gerardo della. V, 505, 258, 259, 282. Pavese, Cesare. X, ll5.
527, S30. 532, 535, 537. Parry, Roberto. VII, 475; VIII, Pavetti, Oscar Américo. VIII.
Paparella, Aldo. X, 229. 54. 41.
Papier, Ralph. X, 261. Parsons, Talcott. X, 14, 19. Pavín, Pedro. III, 386.
Parada, Alejandro E. III, 278, Parvin, Teófilo. V, 347, 348, 359. Pavlovski, Eduardo. X, 131.
421; X, 137, 160, l6l, 162, Pasarella, Daniel. IX, 312. Pavlovsky, Alfredo. D(, 514.
291. Pasarelli, Bruno. VII, 399; VIII, Pavón. II, 195.
Paradiso, losé. V, 234; VIII, 117, 144. Pavón, Andrés. III, 376.
142. Pascal, Blas. X, 53, 126. Pavón, Pedro Pablo. III, 406.
Paraguacu, Catherine. I, 359 Pasik, Salo. X, 280. Pavón Pereyra, Enrique. VII,
Páramo, Martha Susana. VII, Paso, luan losé. IV, 397; V, 25,
296. 173, 175. Pavoni, Norma L. IV, 425; V,
Paranhos, losé María da Silva. Pasquali, Patricia. IV, 346, 423, 520.
IV, 442; V, 203. 424; VI, 489, 512. 564. Payá, Carlos. V, 75. 401; VII,
Paravicino, Hortensio. III, 209. Pasqualini, Rodolfo. IX, 514, 431.
Parchappe, Narciso. IV, l7l, 517. Paykin, cacique. II, 36. 199; III,
187 Pasquino, Gian Franco. VII, 202, 203, 338, 339.
Pardiñas, Ulyses. I, 206, 207. 398: X, 26, 27, 38. Payne, Guillenno. V, 354, 359;
Pardo, Pedro A. IV, 499. Passaglia, Augusto. VI, 377. VIII, 366, 374.
Pardo, Raymundo. X, 60. Passalacqua, E. VIII, 522; X, 96. Payró, lulio. X, 223.
Pardo de Figueroa, Baltasar. III, Passano, Ricardo. X, 130, 287. Payró, Roberto l. IV, 38; VI,
433. Pastells, Pablo. III, 400. 334, 335, 338, 381, Sl l, S18.
Parera, Blas. VI, 314. Pastor, luan. III, 199, 200. 524; X, ll7, 142, l56, 278,
Parera, Ricardo G. VII, 432; Pastor, Reyna. X, 84. 279, 290.
VIII, 335. Pastor, Reynaldo. V, 104; VII, Pal, Benjamín. V, 110, 120.
Pareto, Wilfredo. VII, 266; VIII, 249, 417, 483: IX, 349. Paz, Carlos. IV, 477; VII, 219.
500, 501, S06; X, 14. Pastor, Sebastián. I, 156. Pal. Ezequiel. VI, 500.
Parga, Alfredo. IX, 330. Pastore, Franco. IX, 557. Paz, Familia. IV, 194; V, 148.
París, Alfredo. VI, 367. Pastoriza, Elisa M. IV, 158; VI, Paz, Gustavo. IV, 121.
Parish, Woodbine. IV, 58, 385; 256, 257. Paz, Hipólito. VII, 387.
V, 194; VI, 51, 62, 142, 145. Pastoriza, Hipólito. V, 319. Paz, lesús H. V, 401.
179, 194, 200, 544, 561. Pateras de Pescara, R. IX, S64. Paz, lose C. VI, 499, 500.
Parish Robertson, lohn. V, 348. Paterilini de Koch, Olga. VII, Paz, lose María. IV, 304, 309.
Parish Robertson, V, 206. 379, 382. 383, 387, 388, 389.
348; VI, 134. Patemosto, César. X, 228. 390, 391, 392, 394, 395, 410.
Parisi, Mónica. l, 179. Patemostro, Néstor. X, 265. 4l9, 420, 423, 425, 437. 527;
Parisis. VI, 278. Patrite Pacheco, Alonso. III. V, 98, 240, 241, 243, 245, 248,
Parkenson, Taylor. IV, 425. 376, 377. 272, 421, 475, 510, 514, 519.
Parker, D.S. IV, 157. Patrón Costas, Robustiano. V, 168; 520; VI, 321, 327, 328, 366.
Parker, Geoffrey. II, 379. VII, 20, 272, 283, 285, 287, 292, 468, 478, 481; X, 127.
Parma, María Luisa de. III, 305. 299, 418, 427; VIII, 201. Paz, luan Carlos. X, 254.
Parmentier, lean. I, 359. Patti, Adelina. VI, S31. Paz. Marcos. IV, 436, 460, 468.
Parnaso. III, 313. Paucke, Florian. II, 41, 43, 44, 471, 479, 484, 488, 489, 490.
Parodi, Armando. IX, S23. 54, 77,l6l, 185, 187,197. 49], 507; V, l2l, 252, 255.
Parodi, Domingo. VI, 415. 355, 468; III, 131, 184, 201. Paz, P. VII, 138.
Parodi, Lorenzo Raimundi. IX, 202, 219, 245, 258, 279, 391, Paz, Paulino. lV, 414. 417.
S08, 515, 519, 520, 521, 528. 407: VI, 178, 200. Paz, Pepe. V, 124.
553. Pauliello de Chocholous, Hebe. Paz, Príncipe de la. IV, 227. 228.
Paroissien, Diego. IV, 319; V, X, l6l, 229, 230.
348. Paulo Ill, Papa. II, 408; III, 384, Paz, Samuel. X, 233.
Parolín, Orlando L. VIII, 65. 441 Paz de Gallo, Elmira. V, 292.
Parolo, María. IV, 75. Paulo V, Papa. II, 396. Paz lllobre. VIII. 94.
Parra, Andrés. IV, 402. Paumier, lean. l, 359. Paz Serrano, Ana de. ll, 113.
Parra, Ginés. X, 225. Paunero, R. l, 230. Paz Soldán, Mariano. IV. 346.
Parra Pérez, C. IV, 247. Paunero, Wenceslao. IV, 449, Paz y Figueroa. María Antonia
Parras, Pedro lose de, Fray. ll, 455, 458, 459, 460, 466, 467. de la. ll, 406, 428. 430; lll.
428; III, 134, 135, 140, l42. 468, 470, 490; V, 252. 255. l56, 258, 337: V, 290.
444 159, 225, 236; III, 3l6, 389. 259; VI, 475. Pazos. F. Vlll, S75.
ÍNDICE DE NOMBRES

Pazos Silva, Vicente. V, 365; VI, Pena, José. V, 396. Peralta Ramos, Patricio. IV, 213;
457, 458, 460, 486. Pena de Matsushita, Marta. V, VII, 216.
Pearson, A. V, 494. 44. Peralta y Barnuevo, Pedro. III,
Peco, Iosé. VII, 272, 275; VIII, Penalba, Alicia. X, 225. 256.
405, 433, 434. Penas, Agustín. VIII, 23 l. Peramás, Iosé Manuel. III, 159,
Pecoraro, Susú. X, 267. Penelón, Iosé Fernando. VII, 279, 297, 298, 316, 400.
Pécuchet. VI, 426. 410, 41 l. Peraza, Inés. I, 319, 332.
Pedernera, Iuan Sebastián. IV, Penna, Carlos Victor. X, 152, Perazzo, Nelly. X, 217. 234, 236.
22, 445, 447, 448, 449. 154, 155, 162. Percas, Helena. VI, 346.
Pedone, Antonio. X, 204. Penna, Iosé. IX, S02, 503. Perceval, Iulio. X, 242.
Pedraza, Familia. l, 300. Pennington, Miles Stuart. IX, Perdía, Roberto Cirilo. VII, 357,
Pedreira, Luis Diego. X, 284. 543. 360, 384.
Pedro, Santo. III, 228. Penzotti, Francisco. V, 352, 359; Perdriel, Gregorio. IV, 318.
Pedro I, Rey de España. I, 293, VIII, 374. Perea, Enrique. IV, 187; VII,
295, 297, 305. Peña, David. IV, 41, 425; V, 31 l; 176.
Pedro II, Rey de Portugal. II, VI, 337, 444, 445, 446; VII, Pereda Valdés, Ildefonso. VI,
321, 323, 324. 501; X, 108.
Pedroni, José. X, 114. Peña, Enrique. II, 88; III, 131, Peredo. II, 94, 95.
Peel, Robert, lord. V, 190. 31 l; VI, 442, 450, 485; X,l48. Pereira, Duarte Coelho. I, 361.
Peicovich, Esteban. VII, 353. Peña, Félix de la. IV, 459. Pereira, Humberto. IX, 60.
Peinado, Ioaquín. X, 225. Peña, Fernando M. X, 270. Pereira Pintos, Iuan C. VIII,
Peirce, Benjamín. VI, 408. Peña, Gabriela Alejandra. III, 468.
Peire, Iaime. II, 207. 160. Perelstein, B. X, 65.
Pelayo. IV, 241. Peña, José de la. III, 386. Perera, Blas. VI, S22.
Pelayo, Félix M. X, 289. Peña, Iosé María. VI, 256; IX, Perero, Angel de. Véase: Perero,
Pelele. X, 207. 268. Angelo.
Pelichi, Pedro María, Fray. V, Peña, Iuan Bautista. IV, 441. Perero, Angelo. II, 195; III, 434.
297, 298, 31 l. Peña, Iuana. VI, 543. Perette, Carlos. VII, 24, 521.
Pellegrini, Aldo. X, 115, 223, Peña, Luis Iosé de la. IV, 433, Pereyra. II, 150.
228, 233. 442, .474; V, 200. Pereyra, Alfredo N. III, 160.
Pellegrini, Carlos. IV, 25, 26, 31, Peña, Milcíades. VII, 139, 294, Pereyra, Bnmo Francisco. III, 88.
146, 214, 477, 478, 516, 519, 359, 468; IX, 208. Pereyra, Carlos. VII, 487.
521, 523, 524, S25, 526, 527. Peña, Roberto Ignacio. III, 245, Pereyra, Ezequiel Federico. V,
528, 530, 532, 536, 537, 538. 402; V, 399, 400, 436; VII, 207.
539; V, 57, 63, 66, 74, 109, 498; X, 98. Pereyra, Gabriel A. IV, 442.
110, 115, 116, 120, 130, 132, Peña Lillo, Arturo. X, 160, 162. Pereyra, Leonardo. VI, 106, 367.
137, 234, 258, 266, 267, 341, Peña Lillo, Silvestre. VI, 21 l, Pereyra, Nicandro. X, llS.
347, 456, 500, 527, 528; Vl, 228; X, 82, 95. Pereyra, Washington Luis. VI,
71, 142, 162, 251, 252, 253, Peña Montenegro, Alonso de la. 344, 512; X, 133, 197, 198.
354, 407, 502, 524; VII, 520; II, 292, 391; III, 263. Pereyra Míguez, Adrián. IX,
VIII, 44; IX, 256, 562. Peña Unzué, Alfredo. IX, 315. 539.
Pellegrini, Carlos Enrique. IV, Peñaloza, Angel Vicente. IV, Pereyra Salas, Eugenio. III, 130.
78,110,171, 190; V, 365; VI, 420, 426, 457, 458, 459, 460, Pérez, AJ. IV, 507.
53, 133, 134, 135, 140, 351. 461, 473; V, 35, 45, 131, 252; Pérez, Alberto. V, 168.
354, 357, 358, 384, 394, 395. VI, 66, 330, 546; X, 82, 101. Pérez, Aldo. V, 400.
406, 407, 509, 522. Peñaloza, Vera. VII, 35. Pérez, E. VI, 99.
Pellet Lastra, Arturo. VII, 550. Peñóñori, Rafael. VIII, 470. Pérez, Enrique S. VII, 270.
Pellettieri, Osvaldo. VI, 345; X, Pera, Julián. VIII, 429. Pérez, Felipe S. VIII, 461.
135. Peralta. IX, 326. Pérez, Genaro. X, 219.
Pellicer, Eustaquio. VI, S04, 505. Peralta, A. IV, 531. Pérez, Guillermo. V, 400.
Pellicer, Iaime O. VI, 347. Peralta, Gabriel de. III, 445. Pérez, I. I, 28, 107.
Pelliza de Sagarza, Iosefina. VI, Peralta, Iosé Antonio de, Fray. Pérez, Joaquín. V, 43, 103; X,
340. Ill, 257, 445. 74, 86.
Pelosi, Hebe Carmen. VI, 513; Peralta, Manuel. III, 375. Pérez, Iosé Manuel, Fray. IV,
X, 109. Peralta, Santiago. VII, 99, 102; 434, 435; V, 328.
Peltzer, Federico. X, 123. VIII, 385. Pérez, Iosé Ruperto. VI, 479.
Pelvilain, Julio. IV, 118, 124, Peralta Ramos, Iorge. VI, 363. Pérez, Ioseph. l, 321.
165, 192 , VI, 66, 70, 74, 221, Peralta Ramos, Mónica. VII, Pérez, Luis, Fray. VI, 320, 321,
359, 360, 361, 552. 139. 345, 469. S43. 445
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Pérez, Miguel. X, 268. Pérez-Pérez, Alejandro. I, 79. 454, 457, 463, 464, 491, 508,
Pérez, Rafael. I, 470. Pérez R., Eduardo E. V1, 165. 511; IX, 41, 42, 43, 44, 49, 51,
Pérez Amuchástegui, Antonio I. Pérez Ruano, Benito. IV, 501. 57, 75, 88, 96, 98, 99, 100,
IV, 424, 507; V, 44; VI, 449; X, Pérez Valiente de Moctezuma, 101.102.106.107, 109,110,
100, 108. Antonio. X, 209. lll, ll4, 120, 122, 162, 203,
Pérez Brito, Iosé. II, 59, 72. Pérez y Ascasubi. VI, 312. 222, 223, 224, 225, 226, 227,
Pérez Bugallo, Rubén. VI, S61. Pérez Zelaschi, Adolfo. X, 123. 228, 229, 231, 232, 233, 234,
Pérez Celis. X, 228. Periés, Jorge. IX, 531. 236, 239, 241, 242, 243, 327,
Pérez Colman, César. II, 45. Perina, Emilio. VII. 355. 346, 347, 349, 350, 356, 357,
Pérez de Cuellar, Javier. VII, Perina, Rubén. VII, 357, 359, 361, 376, 379, 380, 385, 386,
393; VIII, 287, 289. 470; VIII, 143, 144. 388, 392, 405, 406, 407, 409,
Pérez de Espinosa, Juan. II, 105, Perinetti, Héctor. IX, S18. 410, 422, 437, 439, 447, 448,
161, 401. Peripí, Felipe. III, 209. 454, 474, 475, 477, 480, 486,
Pérez de Grado, Lorenzo. III, Perkins, Gastón. 1X, 324. 489, 536, 550, 551, 575, 576;
442. Perkins, Guillermo. VI, 498; IX, X, 97, 98,122, 178, 181,182,
Pérez de Guzmán, Fernán. l, 271. 184,186, 187,188,199, 231,
313. Perlender, Pablo. IX, 515. 262, 282.
Pérez de Mendoza, Iñigo. I, 313. Perlongher, Néstor. X, l l6. Perren. Jorge. VII, 354; VIII,
Pérez de Micou, C. I, 230. Perlotti, Luis. X, 223. 244.
Pérez de Salazar, Alonso. III, Perón, Eva. Véase: Duarte de Perrin, Michel. VII, 177.
428. Perón, María Eva. Perrine, Charles Dillone. IX.
Pérez de Smith. VII, 506, 544. Perón, Isabel. Véase: Martínez de 540, 544, 549.
Pérez de Tudela. II, 157. Perón, María Estela. Perrone. Angel. 1X, 370.
Pérez de Tudela y Bueso, Juan. Perón, Juan Domingo. VII, 20, Perrutti, Carlo. IV, 430.
II, 179. 21, 22, 23, 24, 25, 26, 36, 39, Pertjné, Basilio. VIII, 197.
Pérez de Urdinenea. IV, 343. 97, 108, ll6, 142, 157, 184, Perutz, Leo. X, 259.
Pérez de Zorita, Juan. l, 403, 188, 198, 200, 201, 204, 168, Pescador, Carmela. l, 323.
404, 406, 415, 416, 421, 433, 212, 293, 294, 295, 301, 302, Pescio, Cristina. IX, 60.
447; III, 431. 303, 304, 305, 306, 307, 308, Pessoa, Fernando. X, llS.
Pérez de Zurita, Iuan. Véase: 309, 310, 31 l, 312, 313, 314, Pestalardo, Agustin. V, 401;
Pérez de Zorita, Juan. 315, 316, 317, 318, 319, 320, V111, 413, 424, 443.
Pérez del Viso, Nicolás. III, 146, 321, 322, 323, 325, 326, 327, Pestraña y Chumacero, Iuan
439. 329, 330, 331, 332. 333, 334, Francisco de. III, 435.
Pérez Díaz, Víctor. VII, 400. 335, 336, 337, 338, 339, 340, Peters, Harold. IX, 148.
Pérez Diez, A.D. VII, 150. 344, 346, 347. 348, 349, 350. Peterson, D. I, 229.
Pérez Embid, Florentino. I, 348. 351, 352, 353, 354, 355, 356, Peterson, Harold F. V, 235.
Pérez Esquivel, Adolfo. VII, 399; 358, 359, 367, 368, 369, 370, Petit, C. V1, 513.
VIII, 355, 356. 371, 373, 374, 375, 377, 378, Petit de Murat, Ulyses. 1X, 337;
Pérez Fuentes, G. IV, 481. 379, 380, 381, 383, 397, 398, X, ll4, 122. 260, 261.
Pérez Funes, Carlos. VIII, 75. 400, 432, 435, 436, 437, 438. Petraglia, Jorge. X, 287.
Pérez Guilhou, Dardo. I, XXI; 439, 440. 441, 442, 443, 444, Petrarca, Domingo. ll, SS, 59;
IV, 246, 424, 508, 509; V, 13, 445, 446, 447, 448, 449, 450. Ill, 247, 414.
42, 43, 44, 45, 102, 103, 104, 452, 453, 455, 458, 460, 461, Petrecolla, Alberto. IX, 8]. 102,
430, 436, 538; V1, 450; VII, 462, 463, 466, 467, 469, 484, 115.
398, 465, 473, 509. S10, 552, 485, 486. 488, 489, 492, 493, Petrey, cacique. IV, 170.
556; VIII, 94, 461, 467, 468, 494, 495, 503. 508, 510, 516, Petris, Martín de. lll, 154.
469: 1X, 446; X, 30, 98. 517, 519, 522, 525, 526, 528, Petrolle, Billy. 1X, 326.
Pérez Holguín, Melchor. III, 529, 531, 534, 535, 537, 540, Petrone, Francisco. X, 259, 260,
341. 541, 545. 548; Vlll, 25, 26, 261.
Pérez Jiménez, Marcos. V11, 27, 28, 29, 33, 4], 62, 63, 64, Pettinato, Roberto. Vlll, 49],
66, 68, 69, 70,118, 121, 122, 492.
Pérez Leirós, Francisco. VII, 123.124.128.130, 131, 132, Pettoruti, Emilio. Vll, 38; X,
281, 476; 1X, 218, 222. 134, 135, 137, 138, 143, 167. 208, 209, 217, 223.
Pérez Lledó, Juan. VIII, 424, 209, 213, 214. 216. 217, 218, Peuser, Jacobo. 1V, 196, 202; V,
442. 219, 220, 221, 222, 223, 224. 135; VI. 518; X, 150, 151,
Pérez Menacho, Juan. ll, 409. 225, 226, 231, 233. 241, 242, 216.
Pérez Meroni, Mercedes. l, 207. 243, 244, 249, 250, 253, 254, Peverini. Néstor A. V. 359.
Pérez Moreda, Vicente. ll, 145. 270, 330, 348, 350, 351, 370, Peyret, Alejandro. V, 369.
Pérez Perdella, Agustin. X, 13 l. 374, 430, 432, 435, 438, 453, Peymu, Manuel. X, l2l.
ÍNDICE DE NOMBRES

Pezuela, Joaquín de. IV, 302, Pineau, Pablo. IX, 454. Piragino, María Teresa. III, 279.
306, 307, 310, 327, 336. 337. Pineda, Antonio. III, 410, 419. Pírán, Iosé M. IV, 433.
339; V, 21. Pineda, Iosé María. X, 214. Pirandello, Luiggi. X, 129, 280,
Pezzoni, Enrique. X, 129, 132, Pinedo, Federico. IV, 474, S31; 281.
177. V, 140; VII, 19, 20, 31, 32. Pironio, Eduardo. VIII, 337,
Pfandl, Ludwing. VI, 560. 238, 261, 269, 270, 273, 279, 338, 342, 346, 353.
Phelps, Dudley. IX, 147. 280, 284, 285, 296, 318, 410, Pirosky, Ignacio. IX, 519, 520,
Phelps, Vernon L. IX, 125, 128, 508; VIII, 48, 54, 506, 507, 521, 522, 530, 553.
132, 146, 149. 507, 508, 513, 520, 523, 534. Pirovano, Ignacio. VI, 378.
Phillips, William D. (h). I, 323. 537, 540, 541, 542, 544, S48; Pisano, Natalio I. IV, 508.
Pi, Juan. X, 250. IX, 29, 73, 88, 96, 97, 98, 110, Pisarello, Roberto S. VIII, 143;
Piaggi, Italo A. VIII, 299. 114, 371, 463. IX, 496.
Piaggio, Agustín. V, 310. Pinedo, José María. V, 193, 194 Pisarro, Camille. VI, 369.
Piana, Ernesto Luis. I, 233, 255, Pinillos, Teófilo. II, 430. Pisarro, Mateo. III, 337, 338,
256, 257, 5ll. Pino, Ioaquín del. II, 59, 83, 340.
Piana, Sebastián. IX, 273. 244, 348, 373, 374; III, 115, Piselli, Fortunata. VII, 140.
Piana de Cuestas, Josefina. I, 122, 378, 395, 414, 438; IV, Pistarini, Iuan. VIII, 153.
158, 505; III, 59, 100. 256. Pistarini, Pascual. VIII, 236,
Piazzolla, Astor. IX, 273. Pino Díaz, Fermín del. III, 419. 237, 254.
Picasso, Pablo Ruiz. X, 205, 225. Pinochet, Augusto. VII, 364, Pistoia, Benito H, Fray. II, 208,
Picchio, Ana María. X, 266. 376, 378, 386, 399, 505; VIII, 430.
Piccirilli, Ricardo. IV, 158, 378; 256. Pistone. I. Catalina. I, 443; II,
V, 43, 271, 400; VI, 486; X. Pinter, Harold. X, 130. 181.
93, 162. Pinti, Enrique. X, 282. Pistonesi, José. VIII, 372.
Pichihuinca, cacique. IV, 174. Pinto, Familia. V, 148. Pita, Enrique B. X, S5.
Pichiloncoy, cacique. IV, 169. Pinto, Francisco Antonio. VI, Pita, Valeria Silvina. VIII, 495.
Pichón-Riviere, Enrique. IX, 476. Pitteli, Celia A. IX, 422.
516. Pinto, Iuan. X, 132. Pitts, Fountain. V, 349.
Pickenhayn, Iorge O. X, 253. Pinto, Manuel Guillermo. IV, Pivel Devoto, Iuan E. IV, 269;
Pico. VII, 21. 403. VI, 38.
Pico, César. VII, 271, 421. Pinto, Octavio. X, 214. Pizarnik, Alejandra. X, 115,
Pico, Francisco. V, 197, 333, Pinto de Salem, Viviana. X, 134. 116.
335, 419; VI, 466, 474. Pinzón. Véase Yañez Pinzón, Pizarro, Félix. III, 375.
Pico, O.M. IX, 506. Vicente. Pizarro, Francisco. I, 78, 98,
Pico, Octavio. V, 230; VII, 270, Piña, Cristina. X, 129, 134. 373, 374, 375, 376, 378, 379,
272. Piñeiro, Elena. VII, 431, 468. 387, 395, 477; VI, 372.
Pico, Pedro E. X, 129, 279. Piñero, Miguel. VI, 475. Pizarro, Francisco D. V, 120,
Pico, Tomás. VII, 426. Piñero, Norberto. V, 373, 391, 122.
Piedra, Iuan de la. II, 40. 504; VI, 274, 439, 440, 441, Pizarro, Gonzalo. I, 405, 439.
Piedrabuena, Bernabé. IV, 412, 446; VII, 251. Pizarro, Hernando. I, 387.
413; V, 284. Piñero, Parmenio. VI, 380. Pizarro, Manuel D. V, 59, 71,
Pien, Sandra. VIII, 21 l. Piñero, Roberto. VII, 521. 126, 129, 132, 306, 335, 336.
Pierri, Orlando. X, 21 l. Piñeyro, Vicente. III, 357. Pizarro, Modestino. VII, 274.
Pierrou, Enrique I. VIII, 178. Pío V, Papa. II, 386, 392, 396. Pizzurno, Pablo. VI, 299, X,
Pietrantonío, Ricardo. VIII, 397, 408; III, 442, 446. 154.
374. Pío VII, Papa. IV, 26; V, 313. Plá, Alberto I. X, 84.
Pietris, Martín de. III, 351. Pío VIII, Papa. V, 320. Plá, Cortés. IX, 549.
Pietschmann, Horst. II, 247, Pío IX, Papa. IV, 442; V, 53, 278, Plá, Roger. X, 122, 266.
279, 315. 280, 294, 318, 327, 330, 332; Planas Casas, Iosé. X, 214.
Pigaffeta, Antonio. III, 405. VIII, 446. Planas Viader, Jorge. X, 222.
Piglia, Ricardo. X, 124, 194. Pío X, Papa. V, 304; VI, 388; Planes, Francisco. VI, 458.
Pillado, José Antonio. III, 129, VIII, 325; X, 240. Planiol. VIII, 409.
160, 279; VI, 517; X, 148. Pío XI, Papa. VIII, 317; IX, 374. Plantich, Nicolás. III, 385.
Pilone, Jorge. VII, 321; IX, 242. Pío XII, Papa. VII, 313; VIII, Plate, Leonor. VI, 274.
Pimentel, Francisco. III, 351. 319, 321. Platón. II, 447.
Pinaroli. IV, l9l. Piossek, Adolfo. VII, 284. Platt, D.C.M. VI, 169, l7l, 256;
Pinazo, Manuel de. II, 195. Piossek Prebisch, Teresa. I, 408, IX, 31, 82.
Pincén, cacique. IV, 174. 444, 475. Platte, Leonor. IX, 493.
Pincheira, Familia. I, 177. Piquet, Andrés. III, 419. Platzeck, Ricardo. IX, 544. 447
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Plavnik, Baruj. VIII, 396. Pombo de Otero, Francisco. III, Portocarrero, Felipe. IV, 157.
Plaza, Antonio. VIII, 341, 342, 257, 277. Porrogalo, José. Véase: Ananía,
343. Pomerat, Charles. IX, 514. Pablo.
Plaza, Fortunato de la. VII, 216. Pommeroy. V, 38. Portugués y Monente, Iosé
Plaza, Ramón. X, 116. Pompert de Valenzuela, María Antonio. II, 360.
Plaza, Victorino de la. IV, 26, Cristina. VI, 427, 449, 451, Posada, Abel. VI, 345.
439, 500, 527; V, 110, 135. 512; IX, 424. Posada, Adolfo. VIII, 409; DK,
136, 140, 258, 426, 487; Vll, Ponce, Aníbal. VII, 290; X, 44, 462; X, 32.
78, 91, 236, 247, 515; VIII, 125. Posadas, Abel. X, 269, 270.
45, 99; IX, 425. Ponce. Blas. I, 388, 433. Posadas, Alejandro. Vl, 532.
Plaza Montero, Alejandro. IV, Ponce, Pedro. VI, 471. Posadas, Gervasio Antonio. IV,
468. Ponce de León, Gabriel. III. 291, 294, 304, 305, 306, 317,
Plejanov, Gueorgui 443. 355, 356, 358; V, 177; VI, 34,
Valentínovich. X, 213. Ponce de León, Iuan. I, 347. 315.
Plessl, Sigfrido M. VIII, 274. Poncini, Familia. IV, 191. Posadas de Mayer, Dolores. VI,
Plinio. III, 276. Pondal Ríos, Sixto. X, 260. 354.
Plotkin, Mariano. VII, 323, 352, Ponferrada, Iuan Oscar. Vlll, Posse. Abel. X, 124.
354, 355, 356, 359, 466, 469; 324; X, ll4 , l3l. Posse, Familia. V, 148, 168.
VIII, 494. Pons, Albertina A.S. IX, 403. Posse, Filemón. IV, S15; V, 55,
Pluche. III, 263, 265. Pons, Horacio. VII, 357. 338.
Pochiettino, M. L. l, 107. Pons, Iosé. I, 79. Posse, José. IV, 446, 480, 497; V,
Poczter, R. VI, 274. Ponsonby. lohn. V, 196. 257.
Podestá. VIII, 257. Ponte, Federico N. del. IX, 435. Posse, lose María. V, 168.
Podestá, Blanca. X, 279. Ponte, Jorge Ricardo. l, 463, Posse, Justiniano. IV, 458, 459,
Podestá, Familia. X, 273. 475; IV, 216. 460
Podestá, Jerónimo. VIII, 342; X, Ponting, Clive. Vlll, 299. Posse, Vicente. VI, 87.
277, 278. Pontoríero, Gustavo. VII, 360, Posse, Wenceslao. Vl, 87, 138.
Podestá, Jorge. Vll, 139. 470. Postlethwaite, Familia. IV, 188.
Podestá, Iosé ]. VI, 253, 336; X, Ponz, Antonio. II, 225. Potash, Robert A. Vll, 264, 268.
278. Ponzo, Alberto L. X, ll6. 291, 292, 294, 321, 337, 352.
Podestá, Manuel. VI, 253, 335. Pooli, Leopoldo. VIII, 395. 355, 398, 400, 432; Vlll, 180,
Podestá, Pablo. VI, 253. 345. Popescu, Oreste. Il, 467; V, 44; 209, 213, 243, 244, 579: X, 33.
Podestá Costa, Luis. VIII, 101. Vlll, 51 l, 512, 513, 520, 522. 98.
Podetti, José Ramiro. VIII, 405. Popolizio, Enrique. IV, 480; VI, Potick, Dora. IX, 505, 506, 510.
Poduje, María l. VII, 175. 347. Pouget. V, 303.
Poenitz, Alfredo LE. II, 125, Popper, Julio. VIII, 161, 486. Poujade. Ruth A. l, 132.
468. Poquelin, Iean-Baptiste. Ill, Poviña, Alfredo. Vl, 558; X, lS.
Poenitz. Erich L. W. II, 181, 468. 263; X, 288. 16.
Poggi, Raúl. Vlll, 231. Porcel. Ill, 361. Powell, Bingham. X, 27.
Poínsett, Joel. V, 178. Porcel, Iorge. X, 265, 267. Powell, David R. Vlll, 374.
Poirier, Iosé Maria. VIII, 360. Porcelli, Luis. Vlll, 118. Powell, F. VIII, 542.
Poisson. VI, 406. Porchia, Antonio. X, llS. Poyo, Baltazar del. lll, 378.
Poivre, Francisco. VI, 416. Porlier, Antonio. ll, 220. Pozo, Alonso del, Fray. Ill. 375.
Polak, Laura. IX, 497. Porretti, Carlos. lll, 161. Pozo, Felipe Santiago del. lll,
Polak, Moisés. IX, S14, 532. Porro Girardi, Nelly Raquel. lll. 378.
Polesello, Rogelio. X, 227. 130, 133,161,162, 448. Pozo, Iosé del. lll, 41 l. 412.
Poletti, Sylvia. X, 123. Portalis, barón de. VI, 88; IX, Pozo y Marquy. lose del. ll, 59.
Poli, Manolita. X, 274. 194. Pozo y Silva, Alonso de. lll.
Politis, Gustavo. l, 206, 207, Portantiero, luan Carlos. V, 74; 443.
284. Vll, 142, 296, 321, 468; IX. Pozzi, Pablo. Vll, 359; IX, 242.
Polizzi, Juan. Vll, 483. 242; X, 22, 35, 97, 191. Pozzi, Santiago. VI, 416.
Pollo, Aniceto el. VI, 329. Porter, S. l, 229. Pouo. ll. S3.
Polo de Franco, Carmen. Vlll, Portillo, Eugenio del. lll, 320, Pozzo, Antonio. V, 253; Vl, 358.
134. 321. Prada, Alfredo. IX. 327.
Poma de Ayala y Betanzos, Portillo, Gregorio. Vlll, 167. Prada y Gayoso, Juan de. lll,
Guamán. l, l02, 108, 273. Portillos, Alfredo. X, 23]. 381.
402, 447; ll, 312. Portnoy, Antonio. V], 273. Pradere, [uan A. Vl, 383. 487.
Pomar, Gregorio. Vll, 272; Vlll, Porto, Alberto. IX, 112, 114. Praderio, Antonio. VI, 346, 488.
448 60. Porto, Aurelio. ll. 467. Prado, l. l. 205.
ÍNDICE DE NOMBRES

Prado, Ioao Fernando de Prior, Alfredo. X, 231. 405, 436, 437, 438; Vl, 513;
Almeida. I, 364. Priora, Juan C. V, 359. VIII, 441, 445, 467, 579.
Prado Maldonado, Manuel de. Pro, Diego F. V, 41, 42, 368, 400. Pugliese, Osvaldo. IX, 273.
III, 429. 401; lX, 494; X, 56, 65. Puhle, Hans Iürgen. III, 29.
Prado y Rojas, Aurelio. IV, 422. Probst, luan. lI, 430; III, 130, Puig, Francisco. III, 417.
Prados Arrarte, Jesús. IX, 148. l6l, 246, 278, 401. Puig, Juan. VlI, 374.
Prati, Lidy. X, 217. Prócuro. VIII, 469. Puig, Iuan Carlos. V, 234; VIII,
Pradt, abate de. IV, 222, 246; V, Proensa Brochado, José. I, 133. 142.
82; Vl, 461. Prono, Nelly. X, 267. Puig, Juan de la Cruz. III, 310;
Prats, Eugenio. I, 79. Pronsato, Domingo. X, 221. VI, 344.
Prats, Iaime. I, 165. Proteo. IX, 208. Puig, Manuel. X, 124, 144, 264.
Pré, Gran. IV, 235. Prou, Charles. VIII, S16. Puig Samper, Miguel Angel. III,
Prebisch, Alberto. VII, 182, 284; Proudhon, Pierre-Joseph. V, 420.
X, 208, 210. 458; VI, 417. Puiggarí, Miguel. VI, 420; IX,
Prebisch, Raúl. V, 503, S04 , VI, Proust, Marcel. X, 122. 536.
168; VII, 31, 32, 280; VIII, Provenzano, Sergio D. VI, 344, Puiggrós, Adriana. IX, 421, 423,
129, 501, 503, 505, 506, 507, 512; IX, 361; X, 165, 166, 454, 455.
508, 509, 510, 511, 512, 513, 170, 195. Puiggrós, Rodolfo. VII, 20, 263,
515, S20, 521, 522, 523, 534, Púa, Carlos de la. X, ll7. 294, 375, 429, 430, 451; IX,
537, 543, 544, 547, 548; IX, Puccí, Roberto. VI, 99. 147, 489; X, 24, 82.
82, 100, 104, 107, 112, 114, Pucciarelli, Alfredo R. IV, 131; Pujato, Hernán. VlII, 167,168,
137, 206, 580, S83; X, 17, 90. Vl, 63, 124, 125; VII, 38, 359, 169, 178.
Prego de Oliver, Iosé. III, 303, 469; IX, 31, 59, 2ll. Pujol, Juan. IV, 446, 450; V, 297;
329. Pucciarelli, Eugenio. X, 47, 58, VI, 434.
Preler, Horacio. X, 116. 60, 61. Pujol, Sergio. lX, 268, 391.
Prelorán, Iorge. VII, 39; X, 265, Pucciarelli, H. I, 230. Pulgar, Fernando del. I, 291.
270. Pucciarelli, Mario. X, 224. Pulitzer, Joseph. VI, 492.
Presas, Leopoldo. X, 21 l. Puccini. VIII, 155, 156. Punta, Ana Inés. IIl, 92, 100.
Preston Whitaker, Arthur. V, Puccini, Giacomo. VI, 253. Pupo-Walker, Enrique. III, 312.
207. Puch, Manuel de. IV, 436. Purvis, I.B. V, 190.
Pretto. VI, 194. Puchta, Iorge Federico. V, 371. Puvis de Chavannes, Pierre. VI,
Prévert, Iacques. IX, 349. Puelma, Guillermo. IX, 514. 369, 373.
Prevost, Iohn B. V, 182. Puente, Alejandro. X, 228. Puyol, Carlos. III, 186.
Prevost Parado]. V, 38. Puentes, Gabriel A. X, 81. Puzzovio, Dalila. X, 227.
Priestley, lohn Boynton. X, 280. Puentes, Gabriela. IV, 424. Py, Eugenio. X, 255.
Prieto, Adolfo. VI, 348; VIII, Puert Sarmiento, Iavier. III, Py, Luis. V, 262.
495; IX, 361; X, 128, 160, 419. Pyenson, Lewis. IX, S56.
161, 198. Pueyrredón, Alfredo. III, 401. Pyle, Iane. lI, 89, 90, 93, 122.
Prieto, Agustina. V, 168. Pueyrredón, Carlos A. X, 157,
Prieto, Aldo. I, 206. 163. Q
Prieto, Helios. VII, 359. Pueyrredón, Diego. II, 174.
Prieto, María del Rosario. I, Pueyrredón, Familia. Il, 66. Quadros, Ianio. VIII, 137.
180; II, 207. Pueyrredón, Feliciano. II, 176. Quarracino, Antonio. VIII, 337,
Prieto, Ramón. VII, 355. Pueyrredón, Honorio. VII, 235, 339, 345, 352, 355, 359.
Prieto y Pulido, Facundo de. 245, 254, 272, 275; VIII, 101, Quattrocchi-Woisson, Diana.
lll, 249, 255, 266, 276. 108, 182, 487. Vl, 450, 513; VII, 297, 323;
Prignano, Angel O. VII, 231. Pueyrredón, Iuan Martín. II, IX, 361; X, 108, 165, 196,
Primatesta, Raúl Francisco. 174; Ill, 252; IV, 170, 272, 199, 291.
Vlll, 338, 341, 342, 343, 349, 273, 275, 276, 297, 307, 303. Queirós, Eca de. X, 157.
352, 353. 309, 320, 321, 325, 333, 355, Quellet, Ricardo L. VIII, 21 l.
Primo de Rivera, Iosé Antonio. 356; V, 22, 81, 182, 184, 195, Queluz, marqués. V, 196.
VlI, 420, 424, 462. 346; VI, 24, 363, 460, 519; Quentin, Carlos. VI, 504.
Primo de Rivera, Miguel. Vll, VII, 18. Queraltó, Juan. VII, 290.
266. Pueyrredón, Prílidiano. IV, 39, Quereilhac, Matilde. VI, 562.
Prímoli, Juan Bautista. II, 58, 209, 370; Vl, 363, 364, 384. Quereilhac de Kusrrow, Alicia
62, 66; Ill, 414. Pueyrredón, Ricardo. lX, 381, C. Vl, 559, 561, 562; IX, 292.
Prince. IX, 307. 382. Querini, Manuel. III, 315.
Princen, Thomas. VIII, 144. Puga, Vasco de. II, 293. Quesada, C. VI, 62.
Prins, Enrique. VI, 384. Pugliese, María Rosa. II, 315; V, Quesada, Ernesto. IV, 40, 41; V, 449
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

66, 97, 104, 373; VI, 331, 381. Quínziano, Pascual. X. 270. Rabbi-Baldi Cabanillas, Renato.
419, 436, 437, 438, 439, 440, Quiñones, Aba. VIII, 333.
441, 446, 449, 450, 51 l, 520, Quiñones y Osorio, Luis de. l, Rabelo, luan. III, 164.
521; VII, 473; VIII, 404, 412, 467; HI, 432. Rabey, Mario. VII, 173, 174.
413, 415, 436, 444; X, 15, 16, Quipildor, cacique. l, 28, 95, Rabián. V1, 420.
69, 77. 281. Rabinovich, Ricardo D. Il, 315.
Quesada, Femando. VII, 430. Quirino Pasqualini, Rodolfo. Rabossi, Eduardo Antonio. X,
Quesada, Gaspar. I, 344. IX, 530. 57.
Quesada, Iuan Isidro. III, 159. Quirno Costa, Norberto. V, 224, Racciatti, Carmelo. V, 359; VIII,
Quesada, Sixto. V, 503. 225. 226, 231; VII, 417. 373.
Quesada, Vicente G. II, 350; III, Quiroga, A. l, 94, 107. Racedo, Eduardo. IV, 478, 527;
356, 399; IV, 474; V, 337, 338, Quiroga, Atenorio. IX, 536. V, 263.
339, 386, 419; VI, 21 l, 222, Quiroga, Berta Susana. VIII, 75. Rachmaninov, Serguéi
227, 255, 331, 431, 432, 433, Quiroga, Camila. X, 256, 284. Vasilievich. IX, 258, 261.
434, 435, 440, 441, 497, 510. Quiroga, Carlos B. X, 119. Rada, Andrés de. lll, 383, 384, _
511, 512, 516, 517; X, 148; Quiroga, Cicerón. IV, 458. 388, 389.
153. Quiroga, Gabriel. VI, 343; VII, Radaelli, Sigfrido A. ll, 85.
Quesada Allué, Luis A. IX, S33. 420. Rademaker, Iohn. IV, 289; V,
Quesnay, Francois. V, 14, 450, Quiroga, Héctor. X, 256. 175.
456. Quiroga, Horacio. VII, 38; X, Radicella, Renato. IX, 531.
Quevedo, Francisco de. Ill, 263, 119, 142. Radnitz, Gerry Theresa. IX. 516.
292. Quiroga, Hugo. VII, 399, 471, Radovanovic, Elisa. IV, 216; Vll,
Quevedo, María. V, 350. 510. 207, 230; X, 20], 291.
Quevedo Paiva, Adolfo. VIII, Quiroga, Iosé. III, 405, 410. 41 l. Radovich, Juan C. Vll, 176, 177.
178 413. Radowitzky. Simón. VIII, 487.
Quijada, Hermes. Vll, 25; VIII, Quiroga, Juan Facundo. IV, 20, Rafael. Vl, 352.
172. 172, 372, 382, 383, 387, 388. Rafael, Santo. Ill. l57.
Quijada, Mónica. VII, 431. 389, 390, 394, 395, 399, 400. Rafart, Gabriel. VII, 109; VIII, 75.
Quijano, Iuan Hortensio. VII, 401, 404, 405, 409, 410, 41 l. Raffino, Rodolfo A. l, 80, 83.
21. 521; VIII, 68. 423, 425, 426, 428; V, 27, 30. 106, l07, 108, 259, 284, 51 l.
Quilchamal, Agustina. VII, 165. 87, 98, 99, 104, 243, 421, 510. Raffo. Nello. X, 214.
Quilchamal, Manuel. VII, 163, 519, 520; VI, 444, 546, 557; Raffo, Santiago. X. 214.
164, 176. X, 95. Raffo de la Reta, ].C. V, 272.
Quiles, Ismael. III, 399; VII, 38; Quiroga, Marcial l. IX, 530; X, Rafú de Moyetta. VIII, 94.
VIII. 334; IX, 482; X, 55. 95. Rahhal, Safiuddln. VIII, 385.
Quimichi, Sebastián. III, 336. Quiroga, Nélida. X. 287. Rama, Angel. Vl, 345.
Quin, Arden. IX, 345. Quiroga, Pablo de. ll, 33. Ramalho, Joao. l, 359.
Quinet, Edgar. V, 52. Quiroga, Ramiro de. l, 400. Ramallo, Carlos M. VIII, 500.
Quinquela Martín, Benito. VII, Quiroga, Rodrigo de. I, 415, Ramallo. lorge Maria. Vl, 273.
39; x. 204. 427. 274: IX. 454.
Quintana, José de la. V, 290. Quiroga de la Rosa, Manuel. V, Ramella, Pablo A. Vll, 498. 508;
Quintana, Manuel José. IV, 26, 406; VI, 473. Vlll, 4|, 65, 67. 324.
239, 467, 526, 530; V, 37, 39. Quiroga Carril, Manuel Ramella de lefferies, Susana. V,
59, 62, ll0, 120, 126, 132. Gregorio. V. 319. 102, 103; VII. 296; VIII. 41.
134, 135, 384, 460; Vl, 313, Quiroga Lavié, Humberto. Vl, Ramírez, Francisco. IV, 334.
456; Vll, 520, 522; VIII, 48. 347. 362, 363. 364, 365. 366, 377:
Quintana, Raúl. lll, 279, 330, Quiroga Sarmiento, lose V, 89. 103. 229, 237, 272, Sl9.
33 l. Manuel Eufrasio. V. 281, 326, 520, 524; Vl, 479.
Quintana, Tomasa de la. VI, 327. Ramirez, Juan. IV. 303. 307.
522 Quirós. VI, 382. 336, 384.
Quintanilla, Antonio. IV, 345. Quirós, Cesáreo Bernaldo de. Ramirez, Luis. l. 29: lll, 409.
Quintanilla, l. de. l, 347. X, 202, 225. Ramirez. Pedro Pablo. Vll, 20.
Quintanilla Raso, María Quiróz, Servando. IV, 205. 21, 292. 293. 299, 300. 301.
Concepción. I, 323. Quiróz Martinez, Olga. lll, 399. 321, 545; Vlll. 106, 201. 214.
Quintar, Juan C. VIII, 75. 215. 216. 462; lX. 439.
Quinterno, Dante. IX, 341. R Ramirez de Arellano, Felipe. lll.
Quinterno, Lázaro. I, 472. 36.
Quinteros, Guillermo. Vl, 64. Rabanal, Rodolfo. X, l24. Ramirez de Arellano, lose
450 Quintuleo, cacique. IV. 170. Rabasco, lose. lll. 367. Vicente. V, 330.
ÍNDICE DE NOMBRES

Ramírez de Velasco, Juan. I, Rapoport, Mario. V, 235; VI, 97; Ré, Pedro Mateo Rafael. IX,
106, 279, 432, 433, 434, 435. VIH, ll7, 118, 142, 143, 144; S 18.
439, 441, 449, 460, 467, 484, IX, 30, 80, ll5, 132, 146, l47, Reagan, Ronald. VII, 389, 392;
485, 492; II, 93, 96, 97, 98; 148, 182. VIII, 131, 259, 260, 276.
III, Sl, 160, 216, 427, 432. Ras, Norberto. II, 167; lX, 59. Réal de Azúa, Gabriel
Ramírez García, Félix. VII, 425. Rascovsky, Arnaldo. IX, S16. Alejandro. VI, 313, 328.
Ramón y Cajal, Santiago. IX, Rasimi, Madame. X, 282. Réal de Curban. III, 265; V, 26.
513. Rasini, Beatriz. II, 124, 140, Rebollo Paz, León. IV, 451; VIII,
Ramoneda, Francisco. X, 220. 146. 74.
Ramorini, Iuan. VI, 415, 418. Rasore, Antonio. VI, 502. Rébora, Iuan Carlos. VIII, 405,
Ramos, Cándido. III, 29. Raspanti. VIII, 339.
Ramos, Iorge Abelardo. VII, Rasqui, Jaume. Véase: Rasquín, Reboratti, Carlos. VII, 177.
294, 297, 360, 429, 445, 451; Jaime. Rebuelto, Emilio. VI, 201.
VIII, 209; X, 24, 35, 82. Rasquín, Jaime. l, 198, 383, 399, Rebuffo, Víctor. X, 214, 219.
Ramos, Joseph. IX, 92. 408. Reca, Lucio G. IX, 59.
Ramos, Iuan P. V, 70, 102, 103, Ratliff, William E. VII, 353, 469. Reca, Telma. IX, 516.
167, 436; VI, 273, 275, 307; Rattenbach, Augusto B. VIII, Recansens Siches, Luis. VIII,
VII, 83, 422, 423; VIII, 433; 209. 441.
IX, 400. Rattenbach, Benjamín. VII, 393; Recchini de Lattes, Zulma. VII,
Ramos, Julián. X, 258. VIII, 232; X, 22. 74, 140, 141; IX, 267; X, 29.
Ramos Correa, Daniel. X, 225. Ratti, Egisto. VII, 230. Réclus, Elisée. VII, 406.
Ramos Feijoo, Claudio. VIII, Ratto, Héctor R. IV, 312. Reddaway, Walter. VIII, 516.
468. Ratto de Sambucetti, Susana. Redondo, Agustín. III, 244.
Ramos Foster, Virginia. VI, 344. IV, 509; X, 95. Reed, John. II, 365.
Ramos Mejía, Exequiel. IV, 536, Ratzel, José. II, 368; VII, 468. Rees Iones, Ricardo. II, 281.
S39; V, 140. Rauch, Enrique. VIII, 233. Reforzo Membrives, Iuan. IX,
Ramos Mejía, Familia. VI, 245. Rauch, Federico. IV, l7l. 518.
Ramos Mejía, Francisco. IV, Rava, Horacio G. V, 169; IX, Rega Molina, Horacio. X, 114.
169, 170; V, S9, 373. 342. Regalado de la Plaza, Pedro. IV,
Ramos Mejía, Gregorio. III, Ravenet, Iuan. lI, 167; III, 171, 318.
377. 187. Regalsky, Andrés M. VI, 173.
Ramos Mejía, Horacio. III, 399. Raventos, Catalina “Catita”. X, 202, 564; IX, ll7, 145, 156,
Ramos Mejía, Ildefonso. V, 90. 277. 180, 182, 207, 586.
Ramos Mejía, Iosé Francisco. V, Ravignani, Emilio. I, 407; II, 280, Reggini, Horacio C. VI, 427; IX,
61 350; HI, 48, 99, 103, 160, 401; 390.
Ramos Mejía, Iosé María. IV, IV, 376, 377, 422, 423, 450; V, Regueiro, V.N. I, 106.
98; V, 70, 373; VI, 339, 406, 28, 43, 101, 102, 103, 104, 138, Reguera, Andrea. II, 206; III,
419, 420, 421, 424; VII, 85; 206, 435, 461; Vl, 446, 449; VU, l0l, l9l; VI, 64; IX, 32.
IX, 398, 399; X, 23. 272; VIII, 504, 506; X, 68, 69. Regules, Elías. VI, 336.
Ramos Mejía de Bunge, 71, 73, 84, 86. Regules, Nacha. X, ll7, 261.
Constanza. Vl, 252. Ravina, Aurora. VI, 429, 450, Regulez Villasante. III, 255.
Ramos Pérez, Demetrio. II, 279, 564; VIII, 94; X, 168, 291. Regunaga, Marcelo. IX, S9.
380; IV, 244, 246. Ravines, R. I, 284. Reher, David S. II, 145.
Ramos Sosa, Rafael. III, 129. Raviña, G. I, 107. Reibel, Martín. VI, 524.
Rampolla, Mariano. V, 339. Rawson, Arturo. VII, 20, 293, Reichel, HJ. IV, 156; VI, 38.
Ramponi, Juan Enrique. X, 114. 299, 321, 347, 368; VIII, 201. Reid, Walter F. VI, 421.
Rams y Rubert, Esteban. IV, Rawson, Aman. V, 348. Reid Andrews, George. Vl, 228.
439, 443. Rawson, Arturo. VIII, 201, 214, Rein, Raanan. IX, 330.
Ramus, Carlos Gustavo. VIII, 215. Reina, Rubén. IX, 83, 148, 207,
347. Rawson, Benjamín Franflin. VI, 210.
Randle, Patricio. IX, 496. 354, 355, 362. Reinel, Pedro. l, 362.
Rane, lean. II, 322. Rawson, Guillermo. IV, 138, Reinhart, Iohn. X, 261.
Ranea, Guillermo. VI, 275. 468, 475, 484, 490, 497; V, 39. Reinoso, Domingo de. III, 267,
Ranís, Gustav. IX, 112. 120, 129; Vl, 362, 421. 396.
Ranís, Peter. VII, 322. Raynal, Guillaume Thomas. IV, Rela, Walter. III, 312.
Ranke, Leopold von. X, 79. 221, 222, 225; V, 444; VI, 209, Remanzo. X, 258.
Ranney. X, 33. 456, 461. Remedi, Francisco. Vl, 257.
Rapallo, Armando. X, 270. Razori, Amilcar. I, 474; II, 86. Remedi, Joaquín. V, 301.
Rapetti, Martín G. VIII, 521. Razzano, Gardel. IX, 256. Remmer, K. IV, S39. 451
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Remolar, R.M. VI, 306. Reyna, Iosé Luis. X, 18. Rico, Rosendo. III, 337.
Renan, Ernest. V, 51; VI, 339, Reyna, Máximo. VIII, 74. Ricoeur, Paul. VII, 385, 396.
425. Reyna Almandós, Luis. V11, 263. Rié, Aníbal del. VIII, 496.
Renan, Sergio. X, 266, 267, 270. Reynafé, Iosé Vicente. IV, 395, Riego, Rafael del. IV, 334, 335.
Renard, Abel. VII, 270; VIII, 405, 409; V, 510, 514. Riel, Franz van. X, 216.
196. Reyna]. lx. 316. Riera, Iuan. IlI, 419.
Renard, Iules. X, 286. Reyna], Pedro. Ill, 74. Riestra, Iorge. X, 123.
Renard, Madeleine. X, 285. Reynel, Iorge. l, 370, 375. Riestra, Norberto de la. IV, 500,
Rene-Moreno, Gabriel. I, 442. Reynolds, Francisco. VII, 267, 502.
Renouvin, Pierre. V, 206. 295. Riffel, Iorge. V, 355.
Repetto, Celina. IX, 542. Reynoso, Antonio. X, 275. Riganti, Raúl. IX, 320.
Repetto, Luis. X, 261. Reynoso y Roldán, Domingo Righi, Esteban. VIl, 374.
Repetto, Nicolás. IV, 539; V, de. 11, 273, 281; III, 439. Riglos, Ana. VI, 312.
140; VII, 20, 251, 264, 272, Rezaval, Ignacio de. III, 378. Riglos, Manuel. IV, 122.
280, 285, 297, 402, 403, 405, Rezk, Emesto. VIII, 516. Riglos, Miguel Iosé de. Il, 160,
476; Vlll.; IX, 401 Rezzano, Clotilde. VII, 35. 166,l76,l8l;lIl,134, 137,
Repetto, Roberto. VIII, 429, Rezzano, José. VII, 35; IX, 400. 248, 278, 446; V, 347; V1, S23.
452, 462, 463. Ribadeneyra y Barrientos, Rigod. A. VI, 19s.
Requeni, Antonio. VI, 523, 533; Antonio Joaquín de. Il, 391; Rijckeghem, Willy van. VIll,
X, lll, 292. Ill, 262, 265. 518.
Rest, Iaime. X, 134, 135, 161. Ribas, Federico. X, 207. Rimoldi, LA. 1X, 528.
Restano, Antonio. VI, 390. Ribera, Adolfo Luis. III, 138, Rinaldi, Carlos. X, 261.
Reston, Llamil. VIII, 262. 161, 358, 360, 366, 367, 368: Rinesi, Eduardo. X, 270, 271.
Retazos, María. VI, 465. V1, 384. Ringuelet, Susana. VIl, 174.
Rettaroli, Ierónimo M. IV, 216; Ribera, Alonso de. I, 453, 455; Rio, Manuel. VIl, 22.
VII, 206. Il, 24, 93, 94, 98, 425; lll. Río, Manuel E. VI, 305; D(, 494.
Retuerta, Iuan de. Ill, 433. 432. Rio Branco, barón de. V, 213.
Reuque curá, cacique. IV, 172. Ribera, Diego. Ill, 343. Rio Hortega, Pío del. 1X, 513,
Reuteman, Carlos. IX, 324. Ribera, I-lemando de. l, 384. 517, 531.
Revol, E.L. IX, 348. Ribera, Juan de Dios. II, 268, Rio y Amedo, Maria Antonia.
Revoredo, Andrés. 111, 186. 277. lll, 234.
Rex González, Alberto. l, 28, Ribera, luancito de la. X, 275. Riobo, lulio. V1, 384.
106, 107, 132, 155, 156, 179; Ribero, Diego. l, 344. Rios, Jacinto. V1, 278.
V1, 561. Riberos, Francisco de. l, 406. Rios, Octavio A. V111, 65.
Rey, Andrés Carlos. IX, 435. Riblos, Miguel de. Véase: Riglos, Ríos, Sixto. 1X, 557.
Rey, Carlos. VIII, 238, 239. Miguel Iosé de. Ríos Gutiérrez. Francisco de
Rey, Jerónimo del. Véase: Ricafort, Mariano. 1V, 336, 337. los. lll, 214.
Castellani, Leonardo. ' Ricard, Robert. lll, 108, 130. Ripa. lll, 202.
Rey, Osvaldo. VIl, 230. Ricardes, Raúl. VlIl, 145. Riparnonte, Carlos. V1, 382,
Rey Balmaceda, Raúl C. 1, 63; Ricardo, David. V, 444, 445;
ll, 350; V, 207, 234. V111, 501. Ripert‘, Georges. Vlll. 409, 417,
Rey de Guido, Clara. V1, 348. Ricchieri, Pablo. V, 109, 268; 418
Rey Pastor, Julio. 1X, 541, 542, VII, 267. Rlpodas Ardanaz, Daisy. l, XXI;
543, 555, 557. Ricci, Francisco. V, 290. ll, 87, 128, 132, 145, 146.
Rey y del Moral, María Ester Ricci, Teodoro. l, 62. 2'20, 249, 290, 315, 316, 400.
del. lll, 162. Riccio, Gustavo. X, 113. 415, 46:11], 107,130,131.
Reyes, Andrés. IV, 339. Rice, Desmond. V111, 299. 156, 159. 162, 226. 245, 247.
Reyes, Cipriano. VII, 310; VIII, Richard lorba, Rodolfo. V1, 99, 277, 278, 279, 312, 314. 330.
65; 1X, 225, 226. 125, 165. 331, 448; Vl, 533.
Reyes, Iosé María de los. 1V. 186. Richards, Pedro. V111, 357. Rippy. l. Fred. IX. H7.
Reyes Católicos. I, 31, 288, 289, Richelieu, Armand Emmanuel Riquelme, Norma. 1X, 423.
290, 291, 292, 293, 294, 295. du Plessis, cardenal de. ll, Riquelme de Guzmán, Alonso.
296, 297, 298, 299, 301, 302. 351. l, 383, 397; lll, 290.
305, 306, 307, 308, 31 l, 312. Richter, Ronald. IX. SSI, S75, Risolla, Marco Aurelio. Vlll.
313, 314, 316, 317, 318, 319, S76, 578. 405. 418, 431, 444.
320, 321, 322, 330, 332, 335. Rickert, Heinrich. X, 45. Rita, Santa. m. 158.
336, 337, 338, 454; 11, 219. Rico, Aldo. Vlll. 261. Rita de Casia, Santa. Ill, 269.
289, 351, 380, 385, 388, 390: Rico, Manuel. IV, 418. Riú, Francisco. Vlll. Sl, 52.
452 111, 32. Rico, Orfilia. X, 276. Riva, Benito. 111, 385, 386.
ÍNDICE DE NOMBRES

Riva Agüero, Iosé Mariano de Rivera, Iuan de Dios. VI, 357. 539; V, 36, 50, 53, 55, 57, 61,
la. IV, 344. Rivera, Manuel. VI, 132. 62, 64, 65, 66, 109, 110, 113,
Riva Herrero, Iuan Francisco de Rivera, Primo de. IV, 294. 114, 116, 117, 120, 124, 125,
la. III, 437. Rivera de Ventosa, Enrique. III, 127, 128, 129, 132, 134, 135,
Rivadavia, Bernardino. IV, 20, 400. 140, 144, 223, 231, 332, 252,
30, 40, 137, 189, 190, 203, Rivera Indarte, Iosé. VI, 320, 253, 258, 260, 261, 262, 264,
299, 364, 366, 367, 369, 370, 470, 473, 475, 487; VII, 274. 267, 268, 269, 335, 336, 337,
371, 373, 378, 404, 437, 506; Rivero, Antonio. III, 354. 339, 340, 352, 356, 371, 395,
V, 22, 25, 26, 43, 51, 82, 97, Rivero, Francisco de. IV, 282, 396, 397, 426, 491, 528; VI,
177, 184, 186, 196, 238, 315, 297. 87, 88, 101, 126, 188, 190,
316, 344, 380, 381, 417, 419, Rivero Astengo, Agustín. IV, 293, 331, 333, 334, 359, 367,
420, 445, 462, 474, 478: V1, 538. 377, 416, 423, 436, 441, 502,
212, 263, 265, 313, 325, 349, Rivero Olazábal, Raúl. VIII, 505, 531; VII, 170, 221, 235,
351, 367, 378, 379, 403, 404, 334. 267, 273, 519; VIII, 147, 148,
405, 406, 464, 466, 468, 474, Riveros, Santiago Omar. VIII, 149, 163, 177, 452, 485; IX,
485, 487, 516, 524, 525; X, 94. 257. 154, 397; X, 16.
Rivadavia, Martín. V, 267, 279, Riverós Tula, Aníbal M. II, 381. Roca, Iulio Argentino (h). IV,
288. Riviere, Tomás. IX, 295. 537; V, 397; VII, 19, 33, 240,
Rivadeneira, Fernando Franco Riz, Liliana de. VII, 352, 369, 247, 272, 280, 283, 417, 418,
de. III, 442. 399, 467, 509; VIII, 270; X, 423, 520, 521, 533; VIII, 98,
Rivadeneira, Pedro de. III, 315. 30, 34, 98. 506, 507, 541; 1X, 27, 97, 253.
Rivadeneyra, Iuan de, Fray. I, Rizo Patrón, Buenaventura, Roca, María Hortensia. VII, 158.
198, 431, 434; 111, 405. Fray. V, 283, 335. Roca, Nélida. X, 282.
Rivarola, Enrique E. VIII, 469. Rizzerio Molina, Víctor Roca, Rudecindo. VIII, 44.
Rivarola, Francisco Bruno. III, Manuel. V, 334, 335. Rocamora, Tomás de. II, 37, 76,
227, 229, 231, 234, 240, 242, Robacio, Carlos H. VIII, 299. 77, 115, 177, 178; III, 437; IV,
243, 246; V, 279, 309. Roberts, Bob. X, 261. 286, 287.
Rivarola, Horacio C. V, 139, Robertson, Familia. VI, 194, Rocca, Agostino. 1X, 134.
140; IX, 433, 454. 312, 350. Roccatagliata, Iuan A. IX, 184.
Rivarola, Mario. V, 139. Robertson, William Spence. II, Rocchi, Fernando. IV, 149, 157;
Rivarola, Pantaleón. III, 279, 115, 349, 382. VI, 167, 170, 203; IX, 61, 82,
302, 308, 314, 317, 331 ,V1, Robespierre, Maximilien de. V, 83,187,193, 208, 210, 211,
313. 428; VII, 363. 586; X, 109.
Rivarola, Rodolfo. IV, 538; V, Robledo, Angel Federico. VII, Rocchietti, A. I, 156.
70, 71, 72, 114, 133, 134,139, 374; VIII, 351. Rocha, Dardo. IV, 200, 214, 524,
140, 167, 373, 374, 391, 426, Robledo de Selassie, Beatriz. III, 527, 528; V, ll7, 120, 130,
427; VI, 419, 426, 509; VII, 277. 226, 457; X, 163.
482, 521; VIII, 404, 429; IX, Robles, Agustín de. III, 381, Rock, David. 1V, 113, 538, 539;
470, 471, 494; X, 31, 38, 41. 429. VI, 168, 171; VII, 263, 297,
Rivas, Carlos B. X, 161. Robles, Andrés de. III, 429. 430, 468; IX, 241; X, 96.
Rivas, Ignacio. IV, 173, 458, 474. Robles, Gavino. IV, 412. Rockefeller, Nelson. X, 176.
Rivas, Pedro de. I, 465. Robles de Peralta Ramos, Roda. III, 392.
Rivas, Ramón. III, 184. Cecilia. VI, 363. Rodil, José Ramón. IV, 345.
Rivera, Alberto A. II, 181, 468. Robiril, Pedro de. I, 371. Rodin, René-Francois-Auguste.
Rivera, Andrés. X, 123, 191. Robredo Albarracín, Alberto. VI, 237, 370, 377, 379.
Rivera, Angel. III, 331. VIII, 470. Rodney, César. V, 347.
Rivera, Felipe de. III, 335, 339, Roca. VII, 183. Rodney, Mary. V, 347.
347. Roca, Agustina Luisa. V, 336. Rodó, José Enrique. VI, 426,
Rivera, Francisco de la. I, 346, Roca, Deodoro. VII, 246, 272, 511; X, 156.
382. 290. Rodrigo, Celestino. VII, 381; IX,
Rivera, Fructuoso. IV, 369, 402, Roca, Eduardo A. VIII, ll7, 106.
416, 417, 4l9;V, 188,199, 144. Rodríguez, Adriana. IX, 112.
245. Roca, Iosé Segundo. V, 252. Rodríguez, Alberto. VI, 560; IX,
Rivera, Iorge B. VI, S12; 1X, Roca, Iulio Argentino. IV, 17, ll2. 271; X, 123.
334, 336, 361; X, 160, 161, 23, 24, 25, 26, 56, 112, 173, Rodríguez, Alfonso. II, 440.
165, 166, 198. 186, 439, 474, 476, 477, 479, Rodríguez, Alonso. III, 262.
Rivera, Jorge 0. V1, 347. 481, 501, 506, 512, 513, 514, Rodríguez, Amilcar. l, 132.
Rivera, Iuan Bautista de la,
Santo. II, 301.
516, 517, 521, 524, 525, 526,
527, 528, 529, 530, 536, 537, VIII, 210. 453
Rodríguez, Augusto G. V, 271;
ÍNDICES GENERALES DE m OBRA

Rodríguez, Bernardo. III, 348. Rodríguez de los Santos, Rogier, L]. V, 309.
Rodríguez, C. X, 96. Manuel. III, 148, 149. Rogind, William. VI, 201.
Rodríguez, Carlos A. VIII, 513. Rodríguez de Valdés y de la Roig, Arturo Andrés. V, 45, 368,
519. Banda, Diego. III, 427. 370, 400, 401; VII, 263.
Rodríguez, Carlos Iuan. IV, 466. Rodríguez de Vergara, García. I, Roig, C. l, 229.
Rodríguez, Catalina M. V, 292. 383. Roítenburd, Silvia N. D(, 423.
Rodríguez, Cayetano José, Fray. Rodriguez de Vida, Antonio. Rojas. V, 428, 437.
III, 375, 402; V, 279, 315, 365; III, 446. Rojas, Absalón. IV, 205, 209.
Vl, 313, 314, 458, 461, 465. Rodríguez Etchart, Severo. VI, Rojas, Angel. VII, 236.
5 l 5, 522. 360, 374. Rojas, Diego de. I, 29, 150, 153,
Rodríguez, Celso. VII, 264, 274; Rodríguez Flores, Familia. II, 374, 382, 388, 389, 401, 408.
VIII, 41, 244; IX, 33. l 35. 409, 415, 416, 444.
Rodríguez, Cipriano. III, 361. Rodríguez Flores, Iuan. lll, 214. Rojas, Elena M. VI, S12.
Rodríguez, Cruz. III, 383. Rodríguez Galisteo, Esmeralda. Rojas, Isaac F. VII, 23, 319, 320,
Rodríguez, Enrique. IV, 414; V, VI, 250. 331, 333, 334, 354; VIII, 224,
392. Rodríguez Gallardo, A. VIII, 65. 225226, 227, 228, 243, 244.
Rodríguez, Ernesto B. X, 21 l, Rodríguez Jurado, Arturo. IX, Rojas, lose María. IV, 278; V,
233. 326, 327. 381; VI, 132.
Rodríguez, Feliciano. I, 472. Rodríguez Iurado, Benigno. Rojas, Juan Ramón. Vl, 313,
Rodríguez, Horacio. IV, 313; V, VIII, 49. 314, S5 l.
272: VIII, 21 l. Rodríguez Lamas, Daniel. VII, Rojas, Miguel. VI, 390, 393.
Rodríguez, Iorge Amflcar. I, 321, 354, 355, 356, 470. Rojas, Nerío. IV, 508.
108,132,133, 511. Rodríguez Larreta, Carlos. VlI, Rojas, Pedro. IX, 507. 512, 528.
Rodríguez, Juan Iusto. VI, 316. 4 l 7. 528.
Rodríguez, Iulia. VIII, 494. Rodríguez Macedo, Jerónimo. l, Rojas, Ramón. IV, 310.
Rodríguez, Manuel A. VIl, 273; 433. Rojas, Ricardo. l, 476; lll, 288,
VIII, 197. Rodríguez Melgarejo. II, 440. 294, 307, 308, 309, 31 l, 330;
Rodríguez, Marcela. I, 207. Rodríguez Melgarejo, Gerardo. IV, 98, 480, 508: V, 69, 70, 73.
Rodríguez, Marcelino. VI, 350. Vlll, 360. 75; Vl, 208, 228, 330, 331,
Rodríguez, Martha. X, 108. Rodríguez Mohedano. III, 265. 343, 344, 345, 426, 518, 523.
Rodríguez, Martín. III, 417; IV, Rodríguez Molas, Ricardo. III, 524, S32: VII, 272, 275, 418.
30, 169, 170, 288, 295, 306, l9l; Vl, 345, 487, 560; Vll, 4l9, 420, 421, 431; Vlll, 487:
307; IV, 367, 370, 380; V, 188. 294; VIII, 245. IX, 270: X, 75, 76, 117, 125.
192, 238, 239, 315, 380.437, Rodríguez Monegal, Emir. X, 129. 132, 142, 154, 202, 209.
467; Vl, 212, 403, 465. 132. Rojas Barragán, Familia. ll, 135.
Rodríguez, Melchora Epifanía. Rodríguez Muñoz, Alberto. X, Rojas Mayer, Elena. VI, 561.
VIII, 75. 13 l, 287. Rojas Paz, Pablo. X, 119, l28.
Rodríguez, Nora Inés. VII, 296. Rodriguez Peña, Demetrio. VI. Rojas Silveira, lorge. VIII, 230.
Rodríguez, Pedro. II, 254, 256; 472, 475. Rojas y Acevedo, Familia. ll,
III, 236, 259, 265, 369, 392: Rodriguez Peña, lacinto. V], 135, 157.
lV, 224, 239; V, 14: VI, 261. 472. Rojas y Acevedo, Pedro de. lll,
Rodríguez, Victorino. Ill, 389, Rodriguez Peña, Nicolás. IV, 428.
390, 402, 439; IV, 279. 304, 315: V, l4. Rojas y Patrón, José María. IV,
Rodríguez Arellano. José Rodríguez Valdés y de la Banda, 392, 401.
Vicente. V, 283. Diego. I, 464. Rojo, Anselmo. IV, 436.
Rodríguez Braun, Carlos. VII, Rodríguez Varela, Alberto. V, Rojo, Roberto. Vl, 513.
400. 138. Rojo, Rudecindo. Vl, 482.
Rodríguez Bustamante, Rodríguez Yrigoyen, Luis. VII, Rolandi. D. l, l07.
Norberto. X, 21. 263. Roldán, Alberto F. Vlll, 373.
Rodríguez Cardozo, Francisco. Roederer, Juan. IX, 555. Roldán, V, 395; D(, 368.
III, 414. Roerano, Angel. VI, 380. Roldán, Dario. IV, S39; V, 74;
Rodríguez Casado, Vicente. ll, Roetti, Jorge. X, 60. Vl, 449.
256, 280, 349. Roffo, Angel H. IX, 507, 515. Roldán, Fabiana. l. 156.
Rodriguez Cruz, Agueda M. lll, Rofman, Alejandro. Vll, 139, Roldan, Flavia. lX. 423.
399 231; IX, 32. Roldán, luan. X, 142, 15].
Rodríguez de Armas, Domingo. Roger, Aimé. IV. 415; V, 188. Rolland. Romain. X. 288.
lll, 445. Rogers, William. Vlll, 468. Rolón, Camila. V, 292.
Rodríguez de Campomares, Roggiano, Alfredo. Vl, 344; X, Rolón, Zenón. Vl, 388. 390.
454 Pedro. ll, 430, 460. 468. 133. 393.
ÍNDICE DE NOMBRES

Romairone, Camilo. VI, 376. Rondeau, Iosé C. IV, 127, 288, 444, 446, 448, 451, 454, 462,
Román y Cavezales. III, 256. 289, 291, 294, 305, 306, 307, 474, 475, 476, 504, 510, 51 l,
Romano, Aníbal. VII, 295. 308, 31 l, 334, 356, 362, 363, 514, 516, 517, 520, 522, 523;
Romano, Ruggiero. III, 49, 103. 364; V, 21, 89, 317; VI, 211. VI, 34, 38, 66, 68, 71, 73, 95,
Romano, Silvia. VI, 64. Rondenay, M. IV, 295. 136,140,l41,183,185,19l,
Romaña, Cecilio. IX, 522. Róntgen, Wilhelm Konrad von. 216, 222, 223, 227, 229, 262,
Romarate, Iacinto de. IV, 287, IX, 538. 265, 269, 271, 274, 318, 319,
293, 294, 296. Roosevelt, Franklin D. VII, 273, 320, 321, 322, 324, 325, 326,
Romariz, Iosé Ramón. V11, 263. 279, 284, 440; VIII, 108; X, 328, 333, 339, 340, 342, 345,
Romay, Alejandro. IX, 385. 173. 345, 348, 353, 354, 355, 356,
Romay, Francisco L. III, 130. Roosevelt, Teodoro. VI, 530. 357, 360, 361, 362, 363, 383,
Romero. VII, 39. Roque, Benjamín. VI, 255. 392. 400, 429, 434, 437, 438,
Romero. V, 501. Roquer, Iaime. II, 82. 448, 450, 468, 469, 470, 471,
Romero. III, 223. Roquer, Ramón. II, 82. 473, 474, 475, 477, 478, 480,
Romero, Ambrosio. X, 95. Roquet, lean Constantin. VI, 481, 482, 483, 485, 487, 488,
Romero, C. I, 156. 352 495, 519, 526, 543; VIII, 472;
Romero, César Enrique. V, 103; Rosa, Agustín de. III, 437. 1X, 408, 543; X, 76, 77, 78,
VIII, 470. Rosa, Alejandro. VI, 442. 79, 80, 81, 82, 94,95, ll7,
Romero, Francisco. V, 73; VI, Rosa, Iosé María. V, 503, 528; 127, 184, 278.
360,367,370, 371, 372, 373, VII, 274, 295, 417, 459, 487; Rosas, Manuela. IV, 385; VI,
374, 375; VII, 38, 294; X, 47, X, 76, 79, 80, 81, 82. 362, 363, 438 , 526.
48, 49, 57, 60, 65, 122, 183. Rosa, Santa. III, 210. Rosas, Mariano. IV, 168, 173,
Romero, Inés. 111, 381. Rosa de Lima, Santa. III, 120, 174; VII, 160.
Romero, Iosé Luis. IV, 110, 115, 157, 295. Rosas de Mansilla, Agustina. IV,
130, 155, 156, 157, 159, 506; Rosado, Miguel Angel. X, 269. 431.
V, 23, 41, 42, 73, 74, 104; VI, Rosal, Luis Angel. II, 126, 142, Rosas de Oquendo, Mateo. III,
256, 425, 449; VII, 129, 135, 147. 205, 215, 217, 221.
139, 143, 265, 294, 295, 429, Rosal, Miguel Angel. VI, 64, Rosas de Rivera, Mercedes. VI,
433, 457, 465, 471; VIII, 78, 173, 564. 340.
79, 94; 1X, 32, 267, 268, 350; Rosales, César. X, 115. Rosas de Terrero, Manuela.
X, 33, 65, 83, 84, 85, 86, 87, Rosales, Leonardo. IV, 295. Véase: Rosas, Manuela.
89, 93, 98, 100, 108, 183, 193, Rosanas, Iuan. X, 55. Roscher, Wilhelm. VIII, 499.
231. Rosario de Santa Catalina. III, Rosemblat, Angel. I, 279, 284;
Romero, Iuan. II, 437; III, 206, 355. II, 89, 122; X, 128.
207. Rosarivo, Raúl M. X, 157, 160. Rosenbaum, Mauricio. IX, 522.
Romero, Luis Alberto. V1, 170, Rosas, Iuan Manuel de. I, 200, Rosenberg, Shalom. VIII, 399.
256; VII, 294; IX, 267, 268; X, 205; III, 177; 1V, 17, 20, 21, Rosenbusch, Francisco
110, 160. 27, 32, 35, 36, 38, 40, 41, 77, Conrado. IX, 504.
Romero, Manuel. X, 258, 260, 81, 82, 84, 85, 112, 127, 128, Rosende de Sierra, Petrona. VI,
261, 269, 270. 129,131,167,170,171,172, 312, 469.
Romero, Ricardo. IX, 496. 173,176,l78,l90, 191, 210, ‘Rosenthal, William A. VIII, 398.
Romero, Tomás Antonio. 11, 366, 379, 380, 381, 382, 383, Rosenzvaig, Eduardo. IX, 33.
174; III, 232; IV, 256, 257. 384, 385, 386, 387, 389, 391, Rosetti, Emilio. VI, 412, 413,
Romero B., Iesús. VIII, 299. 392, 394, 395, 396, 397, 398, 414; 1X, 537.
Romero Brest, Jorge. X, 223, 399, 400, 401, 402, 403, 404, Rosoli, G. IV; 106, 107, 541;
226, 227, 233. 405, 406, 407, 408, 409, 410, VII, 108, 109.
Romero Cabrera, Lilians B. II, 411, 412, 413, 414, 415, 416, Rospide, María Margarita. III,
180. 417, 418, 419, 420, 421, 422, 130, 161.
Romero Carranza, Ambrosio. V, 423, 424, 425, 428, 429, 431, Rospigliosi, Claudio. III, 251.
138, 401; VIII, 335. 444, 453, 454, 455, 460, 461; Rospigliosi, Iosé Antonio Julio.
Romero Carranza, Luis. 1X, V, 26, 27, 28, 30, 37, 43, 59, III, 398.
365, 367; X, 258. 61, 66, 87, 95, 96, 97, 98, 99, Rospigliosi, Ramón. III, 297.
Romero Sosa, Carlos Gregorio. 100,104,161,187,l88,189, Ross, Stanley. IV, 131.
VIII, 74. 190,191, 197, 198, 199, 203, Rossi. V, 29, 456.
Roncetti de Pantí, Inés 207, 244, 245, 246, 247, 248, Rossi, Adriano. VI, 359, 380.
Leonilda. IX, 272, 303. 272, 279, 280, 281, 291, 302, Rossi, Edgardo. V111, 75.
Ronchi March, Carlos Alberto. 320, 321, 323, 324, 325, 326, Rossi, Iris. X, 162.
X, 128. 327, 348, 350, 364, 367, 369, Rossi, Pellegrino. V, 29.
Rondeado, Mariano. 1V, 172. 370, 381, 382, 411, 419, 421, Rossi, Raúl. V111, 355. 455
ÍNDICES GENERALES DE [A OBRA

Rossi de Fiori, Iride. IH, l3l. Rúa. Fernando de la. VII, 371. Ruiz Moreno, Isidoro I. I, DK,
Rossini, Gioacchino. IV, 39; VI, 378. XXI; IV. 453, 480, 538, 543; V.
389. Rubens, Pieter Paul. V], 352. 45, 104, 140, 207, 234, 271;
Rosso, Lorenzo l. VI, 255; X, Rubens Grafigna, Omar VII, 323, 354, 509: VIII, 118.
142.150, 151,152. Domingo. VIII, 248. 209, 244, 299; X, 16, 96.
Rosso, Medardo. VI, 370. Rubenstein, Arthur. IX, 374. Ruiz Moreno, Martín T. IV, 451,
Rostow, W.W. VI, 169; X, 92. Rubertis, Víctor de. VI, 246, 463, 464; VIII, 441.
Rotenberg, Abrasha. DK, 361. 400 Ruiz Puente, Felipe. II, 339; III,
Rotger, Enrique. V, 272, 273. Rubin de Celis, Miguel. II, 59; 436.
Rothfuss, Rhod. X, 217, 218. HI, 406. 417. Rumbo, Edurado l. VII. 486.
Rottin, Luciano. DK. 268. Rubinstein, Daniel B. VIII, 399. Rumboll. VII, 231.
Rottjer, Enrique Inocencio. VII, Rubinstein. Juan Carlos. X, 29. Rupatini, Santiago. VII. 166.
267 Rubio. V, 350. Rusconi. Carlos. I, 178, 179.
Roth, Roberto. VII, S10; VIH, Rubio, Julián María. l, 408. Rusel, Takel. VIII, 69.
4l. Rubio, Nicolás. X. 225. Rush. V, 181.
Rothammer, Francisco. I, 79, Rnbiolo, Cándido. VIII, 355. Rusich, Luciano. VI, 348.
256. Rucci, José Ignacio. vn. 25. Rusovich, María Rosa. IX, 391.
Rothe, Guillermo. DK 436, 548. 350, 378; IX, 234, 235. Russel, Roberto. V, 235; VII,
Rothman, Ana. IV, 69, 75. Rncquoi, Adeline. I, 321, 322. 465.
Rot, Gabriel. VII, 358. 323. Russell. Roberto. VII, 465: VIII.
Roth, Roberto. VII, 357. Rudik, Pantaleimón. VIII, 381. 121, l43, 144, 579.
Rotschild. lord. V. 499, 500. Rueda, Miguel. IV, 436. Rutledge, Ian. IV, 187; VII, 174.
Rottemberg, Carlos. X, 288. Rueda, Santiago. x. 122. Ruy, Blas. v1, 326.
Rougés, Alberto. VI, 88; VII, 38;‘ Rufinelli, Jorge. X, 198. Ruzich, Ana Delia. VIII, 75.
VIII, 324; X, 47. Rugafiori. P. Iv, 105. Ruzo, Alejandro M. V, 397; VII.
Rougés, León. VII, 277. Rugendas, Juan Mauricio. VI, 476.
Rouggier. Valerio. VIII, 65. 355.
Roulet, Jorge. X, 29, 30. Ruggiem, Guido de. VI, 305. S
Rouquié, Alain. VII, 295, 323. Rugilo. IX. 3l l.
353, 355, 398, 432, 470, 471; Rugino, Ruggiero. VII, 410. Sai, Juan. IV, 447. 468.
VHI, 180, 209, 243; X, 98. Ruíbal, Beatriz. VIII, 493. 5¡á, Victor. X. 75.
Rousseau, lean Jacques. III, 226; Ruiz, Antonio, Fray. III. 390. Sai y Fai-ía, lose Custodio de.
IV, 265; V, 18, 19, 20, 36, 64. Ruíz. Familia. V, 148. III, 405. 406. 408, 414.
82, 365; VI, 277, 456, 461, Ruiz, Francisco. III, 298. Saadi. Vicente. VIII, 65.
463: X, 13, 33. Ruiz. Gonzalo. III, 348. Saavedra. IV, 297.
Roussel. I, 356. Ruiz, Juan. I. 313. Saavedra, Cornelio de. III. 238:
Raul, Luis. VII, 177. Ruiz. Teófilo. I. 322. IV, 18, 262, 264, 265, 353.
Rouzaut, Adolfo R. VII, 498, Ruiz, Valentin. V, 319. 354, 397; V, 15; VI. 210, 315,
509. Ruiz de Arellano. II, 166. 366.
Rovito. Oscar. X, 262. Ruiz de Barrantes, Marta Silvia. Saavedra, Diego de. V, 179.
Rovner. Eduardo. X, 132. VI, 562. Saavedra. ¡uan de. lll, 38l.
Rowe. VIII. 504. Ruiz de Castelblanco. III, S9. Saavedra, Juana de. II, H3; Ill.
Rowe. I. H. I, 107. Ruiz de Montoya. Antonio. II. 381.
Rowe, Leo. IX, 462. 440. 441, 442; III, 199, 205, Saavedra, Pedro de. III, 215.
Rowland, Robert. II, 127, 145. 207, 219, 245, 263. 297. 298. Saavedra Cerón, Alvaro de. l.
Ron-S- ¡uan 10st de. III, 381. 407. 345.
Rozas y Patrón. lose María. V, Ruiz Galán. Francisco. I, 379. Saavedra Fajardo. m. 12s.
446, 447, 448, 461; VI, 141. 380, 381; III, 425. Saavedra Lunas. Carlos. V, 120:
142. Ruiz Guiñazú, Enrique. l. 349. VII, 19, 273. 284; Vlll. l02.
Roy, Fitz. IV, 181. 409; Il, 316; V. 310: VI. 446; 103. 109, H5: IX. 401, 42l.
Royer, Marcelo. DK. 506. S07, VII, 288: VIII, 101, l05, 502. 425, 426, 454.
S14, 517. 503, 504: x. 68, 157. Sabanes, Julio M. VIII. 372.
Rozas de Oquendo. Mateo. III, Ruiz Guiñazú. Enrique (h). VII, Slbat. Hamenegildo. IX. 356.
140, 148, 150, 151, 160. 294. 359.
Rozenberg, Laura. IX, S31. Ruiz Huidobro. i056. IV, 401: V. Sabat. lost Maria. VIII. 74.
Rozenmacher, Germán. X, 124, 244. Salmo. Ernesto. VII. 38, 387.
287. Ruiz Huidobro, Pascual. Il, 378. 457: x. 120. 122, 127, 144.
Rozier. abate. Ill, 327. Ruiz Moreno. Isidoro. Vll, S21; 267.
456 Rozitchner, León. VII, 466. VIII. 46, 166. Sábato. Hilda. IV. 104, 106. H3.
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ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Sammi, Sergio. VIII, 380. 524; VII, 90, 135; IX, 287, Sánchez Reyes, Enrique. V1,
Samoré, Antonio. VII, 389; VIII, 335, 368; X, 274, 275, 277. 344.
140, 345. Sánchez, José. VIII, 155. Sánchez Ron, LM. IX, 557, 584.
Sampay, Arturo Enrique. V, 33, Sánchez, Iuan Carlos. VIII, 155, Sánchez Sorondo, Marcelo. V,
43, 44, 104, 400, 461; V11, 349. 138; V11, 290, 371, 446, 448,
435, 451, 459, 487, 490, 492, Sánchez, María de Todos los 465, 470, 490; X, 180, 181.
493, 507, 508, 509; VIII, 322. Santos. VI, 312. Sánchez Sorondo, Matías. VII,
324, 405; X, 32. Sánchez, Mariquita. Véase: 238, 270, 271, 272, 273, 296,
Sampzon, Esteban. III, 347, 355, Sánchez de Thompson, 476, 503; IX, 342.
356. Mariquita. Sánchez Viamonte, Carlos. V,
Samuelson. Paul A. IX, 86, 110, Sánchez, Néstor. X, 124. 44; VII, 245, 264; VIII, 85.
l 12. Sánchez, Pedro. Ill, 215. 466.
San Alberto, Iosé Antonio de. Sánchez, Tomás. III, 262, 264. Sánchez y luliá, Enrique. V11,
II, 34; III, 121, 226, 230, 232, Sánchez Agesta, Luis. V, 139. 175
235, 242, 246. 270, 279, 316, Sánchez Albomoz, Claudio. X, Sánchez Zinny, Fernando. VI,
345, 378, 382, 383, 388, 389, 87. 51 1.
391, 394, 401, 402, 444; VI, Sánchez Albornoz, Nicolás. II, Sanchis, Norma. VII, 323.
261. 136, 145; 111, 100; IV, 104; X, Sanchiz Muñoz, Iosé R. V111,
San Buenaventura, Alonso de, 84, 86, 88, 90, 99. 118.
Fray. II, 436, 437. Sánchez Alonso, B. IV, 105. Sancho IV, Rey de España. I,
San José, Manuel de, Fray. III, Sánchez Arjona, Eduardo. 111, 297.
380. 131. Sand, George. VI, 491.
San Leopoldo, vízconde de. V, Sánchez Bella, Ismael. 1, 442; II, Sandes, Ambrosio. IV, 457, 458.
179, 207, 249; IV, 246; V, 309. 467.
San Luis, Bartolina de. 111, 381. Sánchez de Arévalo, Rodrigo. I, Sandoval, Andrés de. lll, 429.
San Martín, Iosé de. IV, 19, 40, 293. Sandoval y Ocampo, Bartolomé
175, 272, 273. 274, 275, 284, Sánchez de Bustamante, de. Ill, 427.
290, 303, 304, 305, 307, 308, Familia. V, 148, Sandrini, Luis. X, 257, 258, 259.
309, 315, 316, 317, 318, 319, Sánchez de Bustamante, Sandro. X, 265.
320, 321, 322, 323, 324, 325, Teodoro. Ill, 398; VIII, S01. Sanger. Frederick. lX, 523, 525.
326, 327, 329, 330, 331, 332, Sánchez de Bustamante, Sangüeso, Pedrito. IX, 291.
333, 334, 335, 336, 337, 339, Teófilo. X, 75. Sanguineto, Pedro Pablo. Ill.
340, 341, 342, 343, 344, 345, Sánchez de Bustamante, Tomás. 436.
346, 347, 360, 362, 363, 384. VII, 377. Sanguinetti, Horacio l. V1, 274,
438, 506; V, 21, 43, Sl, 174, Sánchez de Hinojosa, Ruiz. 1, 305: V11, 295, 430: 1X, 495,
182, 184, 346, 348; VI, 133, 391, 392; 11, 135. 496; X, 96.
2ll, 215, 313, 317, 322, 351, Sánchez de Mendevílle, Sanguinetti. Manuel luan. lll,
357, 366, 367, 370, 383, 437, Mariquita. Véase: Sánchez de 402; V, 344.
459, 477, 478, 516, 518, 522, Thompson, Mariquita. Sanguinetti de Bórmida, A. l.
526, 547, S51; V11, 311; X, 71, Sánchez de Tejada, Ignacio. 1V, 230. 231.
126, 185. 234, 236. Sanjurjo, Inés Elena. V, 169;
San Martín, Juan de. lll, 214. Sánchez de Thompson. V111, 94.
San Martín. María Laura. X, Mariquita. 111, 130, 136, 138. Sanmartino, Ernesto. Vlll. 65.
233, 236. 145, 159; 1V, 39; V1, 209, 215. Sansón. Pedro. ll, 435.
San Mantín, Pedro I. V111, 65. 227, 312, 355, S22. 524. Santa Clara Córdoba, luan
San Martino de Dromi, María Sánchez Díaz. Abel. IX, 496, Antonio. 11, 430; Ill, 400; V.
Laura. V11, 295; VIII, 442; IX, 528. 310.
497. Sánchez Gardel, Julio. V1, 337; Santa Coloma. Familia. ll. 66.
San Miguel, Manuel. V111, S17. X, 279. Santa Coloma. Gaspar. lll. 97;
San Román, Cristina. X, 95. Sánchez Herrero, lose. l. 324. 1V. 122.
Sanabria, Diego de. l, 397, 441. Sánchez Labrador, José. l. 273; Santa Coloma, luan lose. lll.
Sanabria, Familia. 1, 441. 111, 212, 224, 245. 406, 407, 97.
Sanabria, Juan de. I, 386, 387, 408. Santa Coloma. Manuel. lll. 97;
394, 395, 397, 405. Sánchez Loría. Horacio. Vll, V1, 367.
Sánchez. 1V, 332. Santa Coloma. Prudencio. lll.
Sánchez, Carlos E. 1X, ll2. Sánchez Negrette, Angela. 1. 97.
Sánchez, Diego. Ill, 164. 462, 474:1V, 216: V11, 205. Santa Coloma, Rafael. lll, 97.
Sánchez, Enrique. IV, 480. Sánchez Pompas, luan. l. 471. Santa Cruz. Alonso de. l. 329.
458 Sánchez, Florencio. V1. 337, Sánchez Reina, Pedro. I, 344. 402.
ÍNDICE DE NOMBRES

Santa Cruz, Andrés. IV, 343, 411, Saravia, Iosé Vicente. VI, 497. Sarratea, Martín de. III, 416.
412, 413, 425; V, 198, 517. Saravia, Teodoro. V11, 230. Sarratea, Melchora. VI, 247,
Santa Cruz, Basilio de. III, 344, Saravia, Tomás. III, 353, 354. 312, 522.
381. Saravia y Aguirre, Iosé. II, 170; Sarria, Félix. VII, 482.
Santa María, Familia. I, 306. III, 169. Sarricolea y Olea, Iuan Manuel
Santaló, Luis A. IX, 557. Saraza, Iavier de. II, 170. de. II, 99, 163, 413; III, 443.
Santamaría, Antonio. VII, 269, Sardegna, Miguel Angel. VIII, Sartelli, Eduardo. IX, 208.
272; X, 157. 443. Sarthou, B. V, 311.
Santamaría, Daniel. Il, 126, Sardén, Iuan Iosé de. Ill, 380. Sartori, Giovanni. VII, S15; X,
183, 206, 207, 208, 470; IX, Sargent, Charles S. IV, 138, 156. 33.
32, 60. Sarli, Isabel. X, 265, 270. Sartre, lean-Paul. VII, 363, 366,
Santamaría, Horacio. VIII, 518; Sarlo, Beatriz. VII, 400; X, 129, 396, 451; X, 187.
IX, 114, 146. 161,167,170, 194, 198. Sas, Rodrigo. III, 343.
Santamarina, Ramón. V1, 119, Sarmiento, Domingo Faustino. Sasiañ, Iuan Bautista. VIII, 255,
125, 380. III, 136, 178, 335; IV, 23, 25, 258.
Santander, Iosefa. VII, 175. 37, 38, 85, 86, 95, 205, 210, Saslavsky, Luis. X, 258, 259,
Santángelo. X, 280. 371, 427, 446, 446, 449, 451, 260, 261, 262, 269.
Santantonín, Rubén. X, 227. 457, 460, 461, 467, 470, 471, Sassenay, Marqués de. IV, 261.
Santiago, Alfonso (h). VII, 399; 472, 473, 474, 475, 476, 480, Sasso. V, 437.
VIII, 467, 469. 483, 484, 490, 491, 492, 493, Sastre, Marcos. VI, 264, 280,
Santiago, Hugo. X, 266, 270. 494, 495, 496, 497, 498, 499, 305, 317, 353, 478, 479, 480,
Santiago el Apóstol, Santo. III, S00, 503, 504, 507, 508; V, 29, 516, 518, 519, 520; X, 62.
119, 200. 31, 33, 34, 35, 36, 37, 40, 41, Satas, Hugo R. V, 234.
Santillán. l, 489. 50, Sl, 52, 53, 57, 58, 62, 72, Sató, José. V, 295.
Santillán, Familia. V, 148. 73,106, 107, 109,110,111, Sauberan, Carlos. IX, 515.
Santillán de Andrés, Selva. I, 62. 116, 118,121,122, 123,127, Saubidet, Tito. X, 157.
Santis, Luciano de. I, 206. 128, 129, 133, 134, 135, 140, Sautu, Ruth. IV, 159; VII, 139;
Santis, Pablo de. X, 125. 247, 252, 258, 259, 260, 261, IX, 206, 207, 496; X, 29, 38,
Santiso y Moscoso, Iuan de. III, 267, 303, 352, 370, 384, 385, 109.
435. 390, 426, 486, 487; VI, 66, 78, Sautú Riestra, Alberto. VIII,
Santoro, Roberto. X, ll6. 218, 227, 251, 261, 262, 263, 186.
Santos, Agustín, Fray. III, 390. 266, 269, 279, 280, 281, 282, Saveanu, Lascar. VIII, 511, 512.
Santucho, Iulio. VII, 358, 469. 283, 299, 305, 318, 323, 324, Savigny, Friedrich Carl von. V,
Santucho, Mario Iorge. VII, 325, 330, 333, 340, 341, 347, 29, 370, 372; VIII, 409, 440.
358, 368, 375, 385, 397, 453. 360, 362, 363, 367, 378, 407, Savino, Enrique A. IX, 508.
Sanucci, Lía E.M. IV, 509, 540; 408, 409, 410, 411, 412, 416, Savino, Pablo. V, 299, 301.
V, 45; X, 95. 421, 426, 427, 473, 475, 476, Savio, Manuel Nicolás. VIII,
Sanvisens Marfull, Alejandro. 479, 480, 482, 487, 495, 501, 197,198, 200, 210, 211, 219,
III, 419. 502, 504, 506, 508, 510, 516, 244; IX, 570, 572, 573, 574.
Sanz, Francisco de Paula. II, 81, 519, 520, 522, 526, 529, 533, Sawers, Larry. IX, 208.
272, 273, 281; III, 134, 148, 538, 548, 551, 559; VII, 209; Say, Iuan Bautista. V, 444, 454,
159, 439; 1V, 281. VIII, 94, 147, 148, 451, 476, 456.
Sanz, Luis Santiago. II, 274, 483; IX, 270, 302, 539, 572; Sayhueque, cacique. VII, 160.
275, 282; IV, 509; V, l7l, 234, X, 14, 15, 23, 33, 44, 95, 108, Sbarra, Noel H. VI, 63.
538; VIII, 117, 119. 1l8,12S,l26,l45,l49, 153, Scala, Iosé Nicolás. V, 206.
Sapag, Elías. VIII, 31. 156, 157, 198. Scalabrini, Pedro. VI, 299, 306,
Sapag, Felipe. VIII, 31. Sarmiento de Gamboa, Pedro. l, 416, 417, 423.
Sapelak, Andrés. VIII, 382. 276, 439; II, 361. Scalabrini Ortíz, Raúl. Vl, 201;
Sar, Alberto del. VIII, 495. Sarmiento de Lenoir, Procesa. VII, 21, 290, 297, 424, 425,
Saracco, Norberto. VIII, 373. VI, 355, 363. 487; IX, 183; X, 23, 79, 80,
Saraceni, Iulio. X, 265. Sarobe, Iosé María. V, 272; VII, 106, 127.
Saraiva, Iosé Antonio. IV, 463. 267, 295, 508; VIII, 57, 76, Scannone, Iuan Carlos. VIII,
Sarasa, Esteban. I, 321. 210.
Saravia, Apolinario. IV, 300, Sarquís, Nicolás. X, 266, 267. Scardin, Francesco. VI, 241,
304. Sarratea, Familia. IV, 33. 246, 247, 255, 256.
Saravia, Eulogio. Vll, 230. Sarratea, Manuel de. IV, 276, Scarfó, Paulino. VII, 271.
Saravia, Familia. Il, 136, 171. 289, 291, 364, 365, 384; V, 89, Scarlett, Campell. VI, 228.
Saravia, Iosé Manuel. VIlI, 418, 176, 177, 206; VI, 479, 522. Scarpitti, Augusto. 1X, 361.
444. Sarratea, Mariano de. V, 381. Scarponi, Carlos A. IX, 531. 459
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Scarzanella, María Eugenia. IV, Schnyder, Otto. VI, 415. Seghesso de López Aragón,
105; VIII, 494. Schobinger, Juan. I, 106, 159, Crisfina. V, 43, 77, 102, 104.
Scasso, León. VII, 286. l7l, 175,178, 179, 180, 231, 167, 538; Vll, 296, 509.
Scenna, Miguel Angel. V, 102, 284, 511. Segismundo, Iuan Bautista. II,
l38, 235; Vl, 449; VII, 295, Schónfeld, Manfred. VIII, 298. 83.
297, 470, 550; VIII, 144, 209. Schoo, Ernesto. X, 124, 273, Segovia, Juan Femando. V, 74,
Schaden, Egon. II, 467. 292. 105, 538; Vll, 297, 375, 431,
Scháfer, E. II, 248. Schoo Lastra, Dionisio. V, 273. 433, 500, 507, 556; X, 39.
Schaller, Enrique César. V, 507, Schopenhauer, Arthur. X, 45. Segovia, Lisandro Vicente. V,
538. Schpflocher, Roberto. IV, 215. 372, 386, 391; VIII, 41 l, 441.
Schávelzon, Daniel. IX, 303. Schreiber, Mordehai. VIII, 397. Segre, Magdalena. VIII, 144.
Schavini, A.C. I, 255. Schultz de Mantovani, Fryda. X, Segreti, Carlos SA. l, 505; II,
Schechter, Salomón. VIII, 399. 128. 123, 280; IV. 312, 349, 378,
Scheler, Max. X, 16, 45, 46, 47, Schultz Solari, Alejandro. VII, 379, 424, 540, 543; V, 21, 25,
51, 60, 63. 38; X, 209, 210 43, 44, 104, 206, 504, 526; Vl,
Schellhorn, María Teresa. V, Schumpeter, Joseph. 1X, 187. 37, 228, 347; Vll, 508; IX,
206, 235. Schvarzer, Iorge. VI, 144, 166, 421; X, 35, 93, 94, 95, 102.
Schelling, Friedrich Wilhelm 167, 168, 169, 170; VII, l4l. Seguí, Juan Francisco. IV, 383,
Joseph. V, 370. 143, 323; Vlll, 271; IX, 32, 433, 434, 435, 436, 446; V, 45;
Schenone, Héctor H. Ill, 333, 80, 83, 148, 149, 183, 209. VI, 480, 497.
365, 366, 367, 368, 448. 2l l, 583; X, 109. Segura, lose F. V, 296.
Schenone, Osvaldo. VIII, 516. Schwartz. A. VIII, 574. Segura, luan Antonio. Vlll, 333.
Scher, Ariel. 1X, 330. Schwartz, Hugh. IX, 114. Segura, Juan lose Antonio. II,
Schiaffino, Carlos. Vl, S27. Schwartz, Marcia. X, 231. 45, 88; V, 308, 309.
Schiaffino, Eduardo. III, 365; Schwartz, Stuart. l, 364. Segura, Luis José Gabriel. V,
VI, 181, 360, 367, 374, 380. Schwarz, Wilhelm. V, 206. 283, 288, 290, 332.
381, 382, 383, 521. Schwarzstein, Dora. VI, 274; Segura, Martín de. II, 95.
Schiavoni, Augusto. X, 222. Vll, 108; IX, 493. Segura, Pedro de. l, 397.
Schieroni, Eliseo. IV, 201. Schweinstein de Reidel, María. Segura, Pedro Pascual. V, 327.
Schillizzi Moreno, Horacio. Vll, VI, 347, 487. Segurola, Satumino. lll. 237,
296. Schydlowsy, Daniel M. IX, 112. 398: V, 290, 322, 346; Vl, 515,
Schindler, Helmut. Il, 206, 207. Sciacca, Michele Federico. X, 516, 5l7.
Schiopetto, Ovidio V. VIII, 513. 55. Seibel, Beatriz. IX, 303.
Schipper. IX, 258. Scibona, Francisco. X, 154. Seignobos, Charles. X, 69.
Schiuma, Alfredo L. X, 243. Scilingo, Adolfo. VIII, l7l, 177. Seineldln, Mohamed Alí. VIII,
Schleh, Emilio. Vl, 99, 144. Scío de San Miguel. III, 227. 259, 261.
Schlesinger, Guillermo. VIII, Scobie, James R. IV, 113, 131, Seisdedos, Gabriel. Vlll, 360.
394. 156, 215, 216, 452; V, 207; Vl, Seligman, E.R.A. vm. s04.
Schlieper, Carlos. X, 269, 270. 98, 124; X, 92, 95. Selles, Roberto. IX. 303.
Schlimovich, Marcelo. X, 149. Sconner, Familia. VIII, 470. Selser, Gregorio. Vll, 470; Vlll,
Schmidl, Ulrico. I, 29, 34, 190, Scott. III, 263. 52 l.
198, 205, 208, 273, 380; lll, Scott, loan. VII, 141. Selser, lorge. Vll, 369.
281, 283, 284, 285, 31 l, 409; Scott, Robert F. VIII, 162. Selva, Manuel. X, 152. 154, 162.
Vl, 326. Scott, Walter. V, S2. 163.
Schmidt, Hermann. Vlll, 373; Scott Smyth, Francis. IX, 514. Semenza, G. IX, S29.
IX. 545. Scotti. Vl, 336. Semper, luan. l. 178.
Schmidtmeyer, Peter. VI, 49, Scuri, María Carolina. Vlll, 75. Sempere, Francisco. Vl, 423.
227. Sebastián, Rey de Portugal. l. Semprún, lose. lV, 3l3.
Schmiedecke, Augusto. IX, 420. 363. Sena Pereira. V, 242.
Schmieder, Oscar. VI, 63. Sebreli, luan lose. Vll, 230, 459, Senabre. Ricardo. Ill. 244.
Schmit, Roberto. Ill, 29, 101; 464, 467; IX, 341: X, 24, 95. Senderey, Moises. Vlll, 399.
VI, 64, 173, 200, 564. 127, 128. Senefelder, Aloys. Vl, 351. 489.
Schmitt, Carl. Vlll, 409, 440. Seco Serrano, Carlos. IV, 230, Senén González. Santiago. IX.
Schmitz, Pedro l. l, 132, 133. 246. 240.
Schmucler, Héctor. X, 194. Seco Villalba, lose Armando. IV, Senet, Rodolfo. VI. 299.
Schneider, Alejandro. VII, 359. 452; V, 44, lO2. Senevil, Courcelle. V. 456.
Schneider, Otto. lX, 557. Seelman-Eggebert, Walter. IX. Senillosa, Felipe. lV, 199. 398;
Schneidewind,’ Alberto. Vlll, S18, 552. Vl, 460, 467; IX. S42.
460 500. Segato. Rita. Vll, 177. Senkman, Beatriz. Vlll, 400.
ÍNDICE DE NOMBRES

Senkman, Leonardo. VII, 108, Siegler, Pedro. VII, 295. Simpson, Tomás Moro. X, 128.
468; VIII, 400. Siegrist de Gentile, Nora L. IV, Sin, Gisela. VII, 550, S52.
Sentenach, Felipe. IV, 273. 104; V, 205. Sinchel, cacique. IV, 177.
Seoane, Iuan Antonio. V, 388. Siement, Marx. IX, 536. Singerman, Paulina. X, 259,
Seoane, María Isabel. II, 145; Sierra, Bernardo. VIII, 58. 260.
III, 130, 161, 162; V, 40l;VIl, Sierra, Carmen de. VI, 450. Sintierra, Iuan. IV, 243, 247.
359, 385, 396, 397, 469; VIII, Sierra, Miguel de la. IV, 294. Sipán. I, 271.
442. Sierra, Pancho. IX, 292. Siracusano, Gabriela. X, 236.
Sepich, Iuan Ramón. VII, 38; Sierra, Vicente D. I, 408; II, 349, Siri, Obdulio. VII, 286, 545;
VIII, 322; X, 60. 380; V, 41; X, 81, 146. VIII, 454.
Sepp, Antonio. II, 61; III, 202, Sieyes, Emmanuel Ioseph. V, 20, Sirio, Alejandro. VII, 39; X, 157,
348. 36, 82. 85. 207, 209.
Sercovich, F.C. IX, S84. Siffredi, Alejandro. IV, 186; VII, Sirven, Pablo. IX, 350, 361, 391,
Sergent, Rene. IV, 194. 176, 177. 392; X, 199.
Serra y Canals, Francisco de. Siga], Silvia. IV, 539; VI, 450; Sisley, Alfred. VI, 369, 375.
III, 147, 159. VII, 322, 354, 360, 372, 373, Sisson, I-l.D. VI, 235, 250, 255.
Serrafero, Mario Daniel. VII, 400, 466, 471; X, 33, 38, 189, Sívori, Alejandro. VI, 367.
507, 511, 550, 551, 552, 556; 199. Sívori, Eduardo. VI, 360, 367,
X, 13, 38, 292. Sigal, Víctor. VIII, 400; IX, 497. 372, 373, 38l, 382, 521, 527;
Serrano, Antonio. I, 28, 106, Sigaut, Lorenzo. VIII, 258. X, 212.
131, 132, 155, 156, 157, 278, Sikkink, Kathryn. VII, 355. Sívori, Enrique Omar. IX, 31 l.
510. Silberstein, Carina F. de. IV, Siwak, Pedro. VIII, 360.
Serrano, Enrique. X, 259. 106, 106, 156. Sixto, Genaro. IX, 403.
Serrano, Iosé. II, 452; III, 315. Silgueira, I. Honorio. IX, 436. Sixto IV, Papa. I 332; Il, 406.
Serrano, Iosé Mariano. IV, 356. Silpitorle, cacique. I, 281. Sixto V, Papa. II, 386.
Serrano Gonzáñez, A. VI, 513. Silva, Carlos Alberto. V, 103, Sjaastad, Larry. VIII, 516.
Serrano Redonnet, Antonio E. 138; IX, 508, 528. Sldiar, O. IX, S57.
III, 130, 159, 279, 312. Silva, Cayetano. X, 274. Skou, lens. IX, 521.
Serrano Sanz, Manuel. IIl, 245, Silva, Francisco. X, 75. Skupch, Pedro. VII, 142; IX, 82,
3l l. Silva, Hernán Asdrúbal. III, 149,183, 21 l.
Serrera, Ramón María. II, 46. 161; VI, 13, 36, 37, 564; X, Slacum, Jorge W. V, 192.
Serrey, Carlos. VII, 281. 103. Slatta, Richard W. III, 191, 192;
Sertillanges. X, S4. Silva, Iuan de. III, 186. VI, 62, 228; IX, 330.
Service, E. I, 106, 274. Silva, Manuel. III, 375. Slodky, Iavier. VII, 509.
Service, R. I, 284. Silva, Marta. I, 475; IV, 216. Slutzky, Daniel. IX, 59.
Sese, Miguel de. III, 433. Silva, Matilde. VIII, 41. Smith, Adam. III, 98, 238; V, 14,
Sesto, Carmen. VI, 127; IX, 210, Silva Galdames, O. I, 284. 65, 443, 443, 450, 456, 457,
Severi, Francisco. IX, 542. Silva Lezaeta, Luis. I, 442. 459; VI, 421.
Severi, Marco. VI, 338; X, 278. Silva y Aguiar, Iosé de. III, 250, Smith, Iuan Carlos. X, 59.
Severino, Iorge Enrique. X, l6l. 254, 261, 316. Smith, Oscar. VIII, 253.
Severo de Isasi e Isasmendi, Silvano, María T. II, 116, 125. Smith, Peter H. VI, 165; VII,
Nicolás. II, 171; III, 440. Silveira, Francisco. V, 322. 264; VIII, 210; IX, 31, 57, 98,
Sguiglia, Eduardo. VII, 357. Silveira, Iuan de. I, 330. 147; X, 35.
Shaihueque, cacique. IV, 176. Silveira, Mario. I, 206, 207. Smith, Wayne. VII, 359.
Shakespeare, William. X, 286. Silveira de Ibarrola, Francisca. Smith, William C. Vll, 357.
Shannon, lack. V, 359; VIII, III, 154. Smulovitz, Catalina. VII, 142,
373. Silvestri, Graciela. IV,l58. 355, 356, 399.
Sharkey, Eugene. VI, 170; IX, Silveyra, Ricardo. VII, 279. Snow, Peter. I, 257; VII, 263; X,
21 l. Simmel, Georg. X, 16, 21, 127. 96.
Shaw, Alejandro E. X, 157. Simón, Hugh V. (h) VIII, 245. Soaje, Camilo. IX, 379.
Sheraton. III, 364. Simón, Iuan. V, 194. Soaje, Guido. X, S9.
Sheridan, Enrique. VI, 363. Simón, Pierre-Henri. VII, 399. Soares, Ernesto. VI, 202.
Shúa, Ana María. X, 125. Simoncini, Pedro. IX, 382. Soares, Iosé Carlos de Macedo.
Sicardi, Francisco. X, 118. Simone, Mercedes. X, 257. VIII, 115.
Sidicaro, Ricardo. IV, 541; VI, Simoneau, Karin. VII, 147. Sobert Shugart, Matthew. Vll,
513; Vll, 294; X, 22, 25, 38. Simonetti, Celia. IX, 514. 553.
Sidrauski, Miguel. VIII, 513, Simonetto, Ernesto. VIII, 441. Sobral, Antonio. VII, 275, 276.
514, 516, 517, 520, 522. Simons, Hanny S. de. X, 154. Sobral, losé María. VIII, 163,
Siegfried, André. VII, 361. Simpson, Máximo. X, 116. 164. 177.
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Sobre Monte, Rafael de. II, 31, Solís, Diego de. I, 32, 338, 340, Sosa Molina, Iosé Humberto.
33, 74, 75, 78, 79, 82, 83, 102, 341, 342, 346, 348, 368, 369. VIII, 218, 219, 220.
107, 108, 124, l72, 180, 275, 370, 372, 375, 377, 408, 472; Sosnowski, Saúl. X, 196.
277, 282, 299, 371, 374, 375, III, 237, 252, 263, 290; VI; Sota, de la. Il, 195.
378, 379, 382; III, 108,116, 335. Sota, Iuan Manuel de la. VI, 32.
121, 131, 307, 309, 378, 380. Solís, Leonardo León. II, 207. Sotelo, Walter. X, 223.
390, 397, 438, 439; IV, 210, Solórzano Pereira, Iuan de. II, Sotelo Narváez, Pedro. I, 273,
261; VI, 536. 150, 215, 216, 220, 222, 246, 274, 278, 279, 284, 43]; Il,
Sobrino. Ill, 254. 283, 289, 291, 388, 390, 404, 94; III, S6.
Socolow, Susan. ll, 117, 125, 415; III, 263, 264, 268. Soto, Domingo. lll, 262.
128, 132, 134, 142, 146, 147, Solórzano y Velasco. Il, 106. Soto, Iuan, Fray. III, 389.
180; III, 102, 147, 162; IV, Solveira, Beatriz R. I, 477, 505, Soto, Iuan José. IV, 467.
112, 130, l3l, 256, 268; X, 99. 51 l; V, 209, 235, 538; Vlll, Soto, Luis Emilio. X, 118, 128,
Soffici, Mario. VII, 39; X, 258, 95, 119, 579. 132.
259, 260. 262, 269. Sombart, Werner. X, 16. Soto Amango, Diana. III, 420.
Sófocles. X, 130, 287. Sombra, Segundo. IX, 270; X, Soto y Calvo, Francisco. X, 163.
Sofovich, Gerardo. X, 266. 118,119, 156, 265. Sotomayor, Alonso de. I, 371,
Sofovich, Hugo. X, 266. Somellera, Antonio. V, 242; VI, 404, 431, 438.
Soiza Reilly, Iuan lose de. D(, 373. 362, 474. Sotomayor, Familia. II, 242.
Sojit, Luis Elías. IX, 319, 323. Somellera, Pedro de. V, 381, Sotomayor, Ramón, Fray. lll.
Sojit, Manuel. IX, 323. 401, 407. 374.
Sojo, Eduardo. VI, S01, 505. Somenzi, Porro di. IX, S41. Soucoup, Rodolfo. VI, 501.
Solá, Héctor Hidalgo. VIII, 253. Somigliana, Carlos. X, 131, 287, Soulié, Frédéric. VI, 491.
Solá, Iuan Manuel. IV, 412, 413, 288. Sourrouille, Iuan V. Vlll, 518;
414. Sommariva, Luis H. IV, S38; V, lX,ll2,ll4, 125,146,147.
Solá, Iuan V. VII, 277, 550. 115, 167; VII, 263, 550. 149, 21 l.
Solá, Manuel. V, 187. Sommer, l. IX, 125, 148. Sousa, María de. I, 364.
Solá, Miguel. II, 88, 315; lll, Sommi, Luis V. IV, S40, 462; Sousa, Martín Alfonso de. l,
365; IV, 423; VI, 488. VII, 263; IX, 147. 360, 36], 375, 377.
Solá, Miguel Angel. IX, 530. Somoza, Jorge. IV, 7l, 75; Vll, Sousa, Tomé de. l, 36], 387,
Solá González, Alfonso. VI, 345, 73 398.
348; X, 115, 134. Sonderéguer, M. Vll, 468. Southem, Henry. IV, 421; V,
Solanas, Fernando. X, 266, 270. Sonsino, Rifat. Vlll, 397, 398, l9l.
Solanas Pacheco, Héctor. Vlll, 399. Souza, Diego de. V, 195.
228, 229. Sonzogni, Cristina. VI, l00. Souza, Jorge. X, 217.
Solano, Francisco de, Fray. l, Sonzogni, Elida. VI, 98. Souza, Paulino lose Soares de.
473; ll, 435, 466; lll, l57. Sordelli, Alfredo. IX, 504, 505. V, 197, 207.
Solar, Xul. Véase: Schultz Solari, 506, 507, 508, 517, 519, S28. Sowell, Benjamin. Vlll, 374.
Alejandro. 529, 53 l. Sowell, Sydney M. Vlll, 365.
Solari, Benjamín. Vlll, Sl. Sorel. Vll, 452. 374.
Solari, Manuel Horacio. lll, Sórensen, Niels. Vlll, 367. Sozzo, Maximo. Vlll, 494.
400; VI, 273. Soria, Ezequiel. X, 277. Spalding, H. IV, S41.
Solari Yrigoyen. Vll, 506. Soria, Joaquín de. Ill, 437. Sparza, Egidio. Vlll, 330.
Solberg, Carl. VI, 124; IX, 147. Soria, Iuan de. l, 153. Spears. l, 257
Solbrig, Otto T. IX, 35, 59, 587. Soria, Martín S. ll, 86; lll, 366. Spegazzini, Carlos Luis. VI, 4lS.
Soldi, Raúl. VII, 39; X, 21 l. Soria, Raúl. Vlll, 516. 416
Soler. lX, 550. Soriano, Alberto. lX, S9. Speluzzi, Bemardino. Vl. 412.
Soler, C.M. IX, 184. Soriano, Manuel María. VI, S13. 413, 414: lX, S37.
Soler, Hipólito, Fray. Ill, 390; Soriano, Osvaldo. X, 124, 268. Spencer, Herbert. V, 52, 72, 372.
Vl, 482. Sorokin, Pitirim. X, 14. 373, 459; Vl. 291, 299. 306.
Soler, Manuel. Vlll, 426. Sorrento, Luigi. IV, 246. 422, 423; X, 13, 16, 41.
Soler, Miguel Estanislao. IV, Sors, Guillermina. ll, 466. Spengler, Oswald. X. 16, 127.
325, 326, 327, 364. Sortais, Louis. IV, 194. 202.
Soler, Ricaurte. V, 74, 90; VI, Sosa, Adam F. Vlll, 372. Spiguel, Claudio. Vlll, 143.
306; X, 39, 65. Sosa, Luis de. Ill, 445. Spilimbergo, Jorge Enca. Vll,
Soler, Sebastián. Vlll, 405, 410, Sosa Cavadas, Iosé de. Véase 430, 468.
421, 422, 423, 433, 434, 454. Cavadas, lose de Sousa. Spilimbergo, Lino Enea. Vll, 39:
Soler Cañas, Luis. Vl, 345; X, Sosa de Newton, Lily. Vl. 346: X, 2| l, 212. 2l3, 2lS. 2l9.
462 133. IX. 268. 220.
ÍNDICE DE NOMBRES

Spinelli, María Estela. VIII, 75. 150,151,155, 159,176, 185. Suárez Lago, Gilberto. VII, 274,
Spiro, Miguel. IV, 295. 191, 210. 291.
Spiro, Nicolás. X, 115. Story, losé. V, 29, 36, 38, 370, Suárez Mason, Carlos
Spiro, Pedro. IV, 295. 419. Guillermo. VIII, 254, 255,
Spivacow, Boris. X, 162. Strangford, lord. V, 173, 176, 257.
Spota, Alberto A. Vll, 498; X, 177, 195. Suárez Urtubey, Pola. X, 253.
29. Strasberg. X, 130. Suárez Vilela, Ernesto. VIII,
Spota, Beatriz. IV, 186. Strasser, Carlos. Vll, 400, 467; 373.
Spotorno, Iuan Antonio. VIII, X, 34. Suayter, María Adela. IX, 424.
323. Straubinger, Iuan. VIII, 327. Subiza, Ramón. VIII, 69.
Squirru, Rafael. X, 223, 234, Strauss, Levy. X, 21. Sucre, Iosé Antonio de. IV, 342,
235. Street, Iohn. II, 382; V, 42; VI, 343, 344, 345, 371; V, 204.
Stabb, Martin. X, 135. 37. Sue, Eugene. VI, 491.
Stüel, Madame de. Véase: Streeten, Paul. VIII, 516. Sueldo, Horacio. VII, 370.
Sarratea, Melchora. Strindberg, lohan August. X, Suffern Arteaga de San Martín,
Stagnaro, Iuan Bautista. IX, 281. Elvira. X, 156.
S30. Strobel, Matías. III, 410. Sullivan, Pedro Iosé de, Fray.
Stagnaro, Iuan Iosé. X, 266. Strobel, Peregrino. VI, 412, 414, III, 389.
Stalin, loseph. VII, 363, 396; X, 415. Summerhill. IX, 183.
178. Stroessner, Alfredo. Vll, 376. Supisiche, Ricardo. X, 222, 224.
Stallings, Bárbara. IX, 148. Strong, Iohn. II, 339. Suplee, loan. IX, 33.
Stammler, Rudolf. VIII, 409, Studer, Elena S. F. de. III, 102. Suriano, Juan. IV, 156; V, 75;
419, 441. Suaiter Martínez, Francisco. VIII, 494; IX, 210.
Stanbury, Iohn B. IX, S18. VIII, 75. Susini, Enrique IX, 365, 367,
Stanchina, Lorenzo. X, 121. Suárez. IX, 517. 369, 379; X, 258.
Stanislavski, Constantin. X, 130. Suárez, Alejandro. VII, 286. Susnik, Branislava. II, 206, 467,
Staples, Roberto. VI, 34, 133. Suárez, Anastasio, Fray. III, 389. 468.
Stearns, Iorge A. V, 352; VI, 286, Suárez, Buenaventura. III, 297, Sustersic, Bozídar Darko. III,
423. 405, 412, 413, 414, 418; VI, 349, 367.
Stein, Enrique. VI, 318, 410, 529. Swaity, Meletios. VIII, 377, 380,
501, 527. Suárez, Francisco. II, 283; III, 381, 384, 385.
Stein, Stanley I. VI, 165. 224, 258, 387; IV, 265; V, 15; Sweeney, Ernest S. V, 168.
Steinmann. I, 210. VIII, 442; X, 21, 53. Swiderski, Graciela. Il, 85; Vll,
Steinthal, Fritz. VIII, 392. Suárez, Isidro. IV, 345; VI, 21 l. 87.
Stefano, Luciana de. I, 323. Suárez, Iusto. IX, 326, 326. Sylla, R. V, 505.
Stefenelli, Miguel. V, 300. Suárez, León. X, 266. Sylvestre, Santiago. X, 116.
Stelzner de Friburgo, Alfred. VI, Suárez, Leopoldo. VII, 282; Sylvestre Begnis, Carlos. VIII,
410. VIII, 234. 30.
Stemplowsky, Ryszard. VIII, Suárez, María Victoria. X, 116. Szathmáry, Emóke. I, 79.
l 18. Suárez, Mariano. V, 3 l 7. Szpunberg, Alberto. X, 116.
Stengel, A. IX, 211. Suárez, Martín. IV, 281, 282, Sztompka, Piotr. IV, 159.
Stengel, Sonia. II, 248. 285, 292, 328, 338. Szuchman, Mark D. IV, 106,
Stern, Grete. X, 216. Suárez, Odilia. VII, 205. 128,131, 156; VI, 274.
Stern, I. IV, 496. Suárez, Pablo. X, 226. Szusterman, Celia. VII, 355.
Steward, I. I, 279; Il, 89. Suárez, Reinaldo Iosé. X, l6l,
Stirling, Waite H. I,_,256; V, 351, 162, 163. T
359. Suárez de Cantillana, Lorenzo.
Stoetzer, O. Carlos. IV, 269. II, 418, 430, 465, 468. Taboada, Antonino. IV, 436,
Stoffel, Edgar Gabriel. V, 310. Suárez de Carvajal. I, 375. 468, 470, 472, 474, 476.
Stoller, Enrique. VII, 509. Suárez de Figueroa, Lorenzo. I, Taboada, Carlos. IV. 310.
Stoppani, Andrés O. IX, 517, 152, 422, 429, 448, 459, 466. Taboada, Diógenes. Vll, 286.
523, 529, 532. Suárez de la Concha, Melchor. Taboada, Familia. IV, 450; V,
Stoppani, Iuan. X, 227. II, 55, 56; III, 336. 148.
Storey, Rebecca. l, 81. Suárez de Toledo, Familia. I, Taboada, Gaspar. IV, 450, 479.
Storni, Alfonsina. X, 112, 113. 441. Taboada, Manuel. IV, 456; VI,
Storni, Carlos M. Il, 315. Suárez de Toledo, Martín. I, 538.
Storni, Hugo. II, 466. 383, 423, 424, 428, 448; lll, Taborda, Diógenes. X, 256.
Storni, Pablo. V, 396. 426. Taborda, Gabriel. X, 135.
Storni, Segundo R. VIII, 106, Suárez Fernández, Luis. l, 322. Taborda, Rafael. IX, 471. 463
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Taborda, Saúl. VII, 276; X, 47. Tarruella, Rodrigo. X, 270. Tejeda Miraval, luan de. Il, 425;
Tacca, Oscar. X, 128. Tartaglia de Silvano, Maria III, 292.
Taccone, luan losé. IX, 233, Teresa. II, 147. Tejeda y Guzmán, Luis lose de.
Tartarini, lorge. VII, 207, 230. lll, 292, 293, 312.
Tagle, Carlos A. VII, 482. Tassara, Mabel. X, 270. Tejedor, Carlos. IV, 24, 475, 477,
Tagle, Gregorio. III, 398; IV, Tasso, A. VII, 109. 478, 479, 481, 488, 506, S12.
402; V, 316, 322. Tasso, Torcuato. III, 268; VI, 529; V, 50,108,131, 219, 263.
Tagle, Mariano Antonio. III, 376. 389, 390, 402; Vl, 269, 378,
398. Tato, Miguel R X, 267. 472, 475, 516; Vlll, 472.
Tagle, Miguel F. III, 374, 375. Tau Anzoátegui, Víctor. I, XIX, Tejedor, Enrique. VII, 352.
Taiana, lorge A. VII, 374; IX, XXI; ll, 9, 88, 145, 21 l, 248. Tejo. IV, 228.
447, 489. 250, 282, 314, 315, 470; III. Telémaco Susini, Enrique. X,
Taine, Hippolyte. V, 60; VI, 339, 130, 244, 401; IV, 378, 424; V, 283.
449. 42, 44, 87, 99, 103, 104, 137. Teles Meneses, Miguel. Il, 78.
Tait, Guillermo. V, 347. 398, 400, 401, 402, 405, 435, Telesca, Ana María. X, 232, 235.
Talavera, Hernando de, Fray. I, 436, 437; VI, 274, 513; VII, Tellechea y Caviedes, María
308, 317, 318. 508, 552; VIII, 403, 439, 440. Calixta. Vl, 363.
Talesnik, Ricardo. VII, 134; X, 441, 468, 470, 579; X, 94, 95, Tello, Antonio Reynoso. II, 63.
13 l, 287. 107. Temis. Vlll, 445.
Talla. Vl, 531. Taullard, Alfredo. II, 88; lll, Tenorio T., Mauricio. Vl, 450.
Tálice, Roberto. IX, 361; X, 129. 367; Vl, 229, 345. Tenti Fanfani, Emilio. Vll, 142.
Tallón, AJ. V, 359. Taussig. VIII, S04. Teobaldi, Daniel Gustavo. Vl,
Tallón, losé Sebastián. X, 113. Tavares, Antonio Raposo. ll, 348.
Tamagna. VIII, 528. 320, 441. Tepaske, lohn l. III, l8, 29.
Tamayo, Manuel. VI, 337. Tavares, Preto Raposo. II, 320. Terán, Familia. V, 148.
Tamberlinck. Vl, 531. Tavella, Zulema. l, 207. Terán, Femando de. l, 473; ll,
Tamboleo, Bernabé, Fray. V, Tavema Irigoyen, lorge. X, 237. 86; Vll, 206.
298. Taviani, Paolo Emilio. I, 407. Terán, luan B. IV, 425; Vl, 138.
Tamborini, losé P. VII, 21, 253, Tavira, Antonio. Ill, 392. 302, 306, 445; Vll, 35, 277:
257, 304, 305; lX, 405. Tavolini, Francisco. V, 301. Vlll, 324; lX, 402, 422, 429.
Tamburini. Ill, 262, Taylor, Alan. Vlll, 549; lX, 80, Terán, Oscar. V, 73, 74; Vll, 323.
Tamburini, Francisco. IV, 194; 82 360, 471; Vlll, 494; X, 39,
X, 244. Taylor, Richard M. lX, S31. 184, 189, 199.
Tami, Felipe S. VIII, 517. Taylor, Tomás. IV, 295. Teresa de lesús, Santa. lll, 158,
Tamin, Alejandro. III, 375. Taylor, William B. ll, 122. 2l0, 254, 26], 268, 269, 292.
Tamiño, Alejandro. Veáse, Tcach, César. Vll, 296, 355; 295, 296.
Tamin, Alejandra. Vlll, 41. Terlinden, Vicomte. V, 206.
Tandeter, Enrique. lll, 29, 50, Tchaicovsky. IX, 258, 261. Tenneyer, Ramón de. lll, 407.
90, 101, 103; V, S05; Vl, l7l. Techo, Nicolás de. l, 94; lll, Ternavasio. Marcela. VIII, 80. 94.
Tank, Kurt. lX, 574, S75, S76. 245, 263, 298; Vl, 315. Terrador, Esteban. IX, 542.
Tanús, Eduardo. IX, 531. Tedeschi de Brunet, Sonia. IV, Terragno, Rodolfo H. IV, 346;
Tanzi, Héctor lose. IV, 313, 507; 425. Vll, 295; lX, 358.
Vlll, 21 l. Tedesco, luan Carlos. IX, 422, Terralla y Landa. lll, 322.
Tapia, AH. l, 255. 423, 454, 497. Terranova, Osvaldo. X, 280.
Tapia de Vargas, Familia. ll, Teissaire, Alberto. Vll, 436, S21; Terrara, Carlos. Vl, 480.
157. Vlll, 67. Terrazas, Matias. lll, 226, 228.
Tapia y Padilla, Isabel de la Tejeda, Gabriel. lll, 293. 246.
Presentación. lll, 344. Tejeda, Gregorio. lll, 293. Terrera, Guillermo. lX, 271.
Taquiní, Alberto Carlos. IX. Tejeda, luan de. lll, 15], 254, Terrero, lose Maria. V, 322; Vl,
496, 512, 513, 514, 515, 517. 338. 5l6.
521, 523, 524, S29, 531. Tejeda, Leonor de. ll, 97; lll, Terrero, luan Nepomuceno. V.
Taquini, Graciela. X, 270. 135,151,152, 292, 338, 38]. 284, 287.
Taraccio. Vl, 254. Tejeda, Luis de. lll, 131, 205, Terrero, Máximo. Vl, 34. 526.
Tarantini, Alberto. lX, 3 l 2. 216, 22], 245, 269, 275, 293. Terry, lose Alberto. V, 120, 460,
Tarcus, Horacio. Vll, 359, 468. 294, 295, 296. 3ll. S03; Vlll, 499, 500; X, 203.
Tardano, Angel. Vl, 251. Tejeda, Tristán de. l, 432, 452; 220.
Tarde. X, 16. lll, 292. Terry, Megan. X, 288.
Tarnopolsky, Samuel. Vl, 348. Tejada, Gómez, Armando. X. Teruel de Lagos, Ana. Il, 208;
Tarrago. Griselda. ll, 180. l l7. Vl, 99.
ÍNDICE DE NOMBRES

Terzaga, Alfredo. IV, 481. Tiscomia. Eleuterio F. X, 125. Torchia Estrada, Iuan Carlos.
Tessandori, Luis. X, 204. 235. Tissembaum, Mariano R. V, III, 373, 401; X, 64.
Testa, Clorindo. V11, 39; X, 231. 403. Toriano, cacique. IV, 172.
Tetruel, cacique. IV, 169, 170. Tissera, Iuan Capristrano, Fray. Toribio, Tomas. II, 58, 83, 84.
Tetu, Remus. 1X, 489. V, 336. Torino, Antonio. ll, 435.
Teubal, Familia. VIII, 398. Titara, Ladislao dos Santos. IV, Torino, Martín. VII, 253.
Teubal, Mauricio. VIII, 517. 451. Tormo, Antonio. IX, 301.
Teubal, Miguel. VIII, 516, 522. Tito Livio. III, 268. Tornquist, Carlos A. 1X, 146.
Tezanos Pinto, César de. VIII, Tiziano. VI, 352. Tornquist, Ernesto. Vl, 88; IX,
429. Tizón, Héctor. X, 124. 18, 20, 163, 178, 182, 188,
Tezanos Pinto, Familia. V, 148. Tjarks, Germán O.E. II, 281; III, 194.
Thatcher, Margaret. VII, 392. 102; IV, 268. Toro, Reginaldo. V, 284.
Thays, Carlos. IV, 195, 207, 210, Tobal, Gastón Federico. VIII, Toro y Pareja, Manuel. VI, 501.
21 l, 214; VI, 237; VII, 180, 405, 429, 430, 444, 448, 449, Torquemada, Tomás de, Fray. I,
188, 224. 461, 468. 314, 315.
Thélot, Claude. VII, 140. Tocqueville, Alexis de. V, 22, 29, Torrado, Susana. VI, 257; VII,
Thénon, Iorge. IX, S28. 38, 48; Vl, 277, 305, 41 l; VII, 55, 74,l16,l17,121,130,
Thernstrom, Stephan. VII, 140. 361, 462, 513; X, 14. 132, 138, 141; 1X, 267.
Thierry, Agustín. V, 38. Toennies. X, 16. Torre, Carlos. V, 354.
Thiers, Louis Adolphe. Vl, 41 l. Tokman, Víctor E. VII, 143. Torre, Elena B. VI, 30, 38; VIII,
Thomas, Dylan. IX, 349. Tolcachier, F. VII, 109. 74.
Thomas, Hernán. IX, 583. Toledo, Bernardino, Fray. III, Torre, Giuseppe. VI, 251.
Thompson, Carlos. X, 261. 400. Torre, Guillermo de. X, 177.
Thompson, D. I, 108. Toledo, Estela B. II, 179; III, Torre, Ioaquín de la. IV, 388.
Thompson, Diego. IV, 27. 100. Torre, Iuan Carlos. IV, 158; VII,
Thompson, Edward. X, 100. Toledo, Francisco de. I, 280, 142, 301, 321, 322, 330, 398;
Thompson, Familia. V, 350. 282, 284, 416, 418, 419, 421. V111, 270; 1X, 242; X, 22.
Thompson, Iuan. V, 200; VI, 422, 424, 425, 428, 442, 451; Torre, Lidia de la. VI, 256; IX,
473, 483. 11, 128, 290, 294, 306, 409; 267, 268.
Thompson, Julián. VIII, 299. III, 68. Torre, Lisandro de la. IV, 517,
Thompson, Ruth. DC, 183. Toledo, Gabriel de. III, 377. 527, 532, 536, 537; V, 71, 165;
Thoms, William Iohn. VI, 558. Toledo Pimentel, Familia. II, VII, 20, 235, 236, 268, 270,
Thomson, Diego. V, 346, 347, 170, 171. 272,280,281, 295, 409, 415,
348, 359, 360. Tolstoi, Alekséi Nikolaievich. 416, 417, 476; VIII, 82, 86;
Thomson, James. Véase: V1, 518; X, 213, 280, 281. IX, 27, 190.
Thomson, Diego. Toman, Miguel Luis. X, 158. Torre, Manuel Antonio de la.
Thomson, Iuan F. V, 352, 353, Tomas, Santo. III, 224; VIII, III, 229, 232, 446.
354, 357, 360; V111, 374. 322; X, 45, 52, 54, 63. Torre, Pedro de la, Fray. I, 472;
Thome, Iohn M. IX, S39. Tomás y Valiente, Francisco. IV, Il, 168; III, 268, 291.
Thorne, Iuan Bautista. V, 246. 247. Torre, Raúl de la. X, 266.
Thorne, Roberto. I, 371. Tomasini, Iuan Alfredo. Il, 207; Torre Nilson, Leopoldo. VII, 39;
Thorp, Rosmary. V11, 143. IV, 167, 186; VII, 147, 173. X, 263, 270.
Thot, Ladislao. VIII, 494. Tomé, Remigio. VI, 253. Torre Revello, Iosé. I, 407, 443,
Tiarajú, José. II, 458. Tommasi, Victorio. VIII, 65. 473; ll, 85, 88, 124, 179, 350,
Tibiletti. VII, 275. Tommasini, Gabriel, Fray. II, 381, 382, 466; III, 129, 130,
Tiempo, César. Véase: Zeitlin, 468. 131,160,161, 276, 278, 282.
Israel. Tonazzi, Iuan M. VlI, 292. 310, 330, 331, 365, 367; VI,
Tigerstedt, Robert. IX, 512. Tonda, Américo A. V, 309, 310, 305; IX, 493; X, 72.
Tijman, Gabriela. IX, 391. 343; X, 102. Torre Vela, Iosé de la. III, 434.
Tilly, Louis. VII. 141. Tonini, A. IX, 82, 21 l. Torre Vela, Manuel de la. III,
Tilly, R. V, sos. Tonna, Gratien. IX, 328. 434.
Tilton, barón de. VIII, 510. Tonni, Eduardo. l, 205, 206. Torreblanca. I, 274.
Timerman, Jacobo. VII, 399, Topio, Iulián. III, 326. Torrendell. Iuan. X, 143, 151.
506, 544; Vlll, 257, 457, 462; Toranzo, Severo. VII, 271; VIII, Torrente, Mariano. IV, 313.
IX, 355, 356, 358; X, 189. 186. Torres. III, 222.
Tinayre, Daniel. X, 258, 260, Toranzo Calderón, Samuel. Torres, Andrés. III, 279.
261, 262, 269. Vlll, 223. Torres, Camilo. IV, 241; VIII,
Tingitana, Mauritania. l, 329. Toranzo Montero, Carlos. VIII, 346.
Tiruel. ll, 93. 229, 230. Torres, Diego de. I, 467; Il, 60, 465
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

421, 437, 439. 447; Ill, 199. Traill, Familia. VI, 250; IX, 314, Tubichaminí, cacique. H, 26, 437.
206, 209, 218, 219, 293. 383. Tudó, Pepita. IV, 228.
Torres, Elpidio. VII, 357. Trail], Johnny. VI, 250; DC, 314, Tuis, Claudio. II, 117, 125, 147.
Torres, Iosé León, Fray. V, 293. 315, 318. Tukachev, Fedor (Teodoro).
Torres, Iosé Luis. VII, 289, 296. Trarnonti. IX, 220. VIII, 381.
Torres, julio. II, 415. Trapani, Pedro. VI, 34, Sl, 52, Tula Cerbin, Alonso de. l, 440.
Torres, Iulio César. VIII, 94. 133, 142. Tulchin, Joseph A. V, 235; VI,
Torres, Lorenzo. V, 322. Trasande, Iuan Alfredo. X, 150, 126; VII, 400 , VIII, 117, 143.
Torres, Luis María. II, 88; III, 162. Tululunave, cacique. l, 153.
400, 420; VI, 446; X, 68, 72. Treharne Lewis, luan. IX, S07, Túmburus, Iuan. X, 154.
Torres, Manuel, Fray. III, 408. 516. Tuñón de Lara, Manuel. l, 321;
Torres, Tomás de, Fray. III, 442. Trejo, Hernando de. l, 397. II, 279; IV, 247.
Torres Balbas, Leopoldo. II, 85. Trejo, Mario. X, 115. Tupac Arnarú. II, 257, 273; IV.
Torres Briceño, Dionisio. II, Trejo, Nemesio. Vl, 338; VII, 253; Vl, 317.
425; III, 249. 246. Tupac Amaru, José Gabriel. I,
Torres de Ugalde, Juana Iosefa. Trejo y Sanabria, Fernando de, 281.
III, 382. Fray. II, 25, 153, 154, 156, Túpac Inca Yupanqui. l, 98,
Torres de Vera y Aragón, Juan. 396, 398, 399, 400, 401, 413. 108, 272.
I, 428, 429, 434, 436, 438, 434, 466; Ill, 260, 383, 384, Turbon, Daniel. l. 79.
450, 456; III, 426, 427. 442. Turgot, Anne-Robert Jacques. V.
Torres de Vera y Aragón, Iuan Trelles, Manuel Ricardo. Il, 125; 456.
(h). ll, 154. Vl, 359, 431, 432, 435, 506. Turkieh, Mauricio. IX, 115.
Torres Frias, María. VI, 340. 516, 517, 525; X, 148. Turkow, Marc. Vlll, 400.
Torres García, Joaquín. X, 228. Trelles, Rogelio. Vll, 231. Turner ll, Christy G. l, 79.
Torres Lacroze, Federico. V, 401. Trenti Rocamora, lose Luis. X, Turner, Frederick C. Vll, 359,
Torres Lanzas, Pedro. I, 473; II, 160,161,163. 466, 467.
85. Trento, A. IV, 107. Turolo, Carlos M. (h). Vll, 397;
Torres Navarrete, Juan de. I, Trerótola, María Delicia. III. VIII, 299.
439; III, 427. 192. Twain, Mark. Vl, S18.
Torres Ríos, Leopoldo. X, 256, Tretter, Iosé. IX, 540.
257, 262, 263. Treves, Renato. Vlll, 440. U
Torres Zavaleta, Jorge. X, 125. Triffin. VIII, 544.
Torrey, William. V, 347, 348, Trímboli, ]. VII, 400, 468. Ubaldini, Saúl. IX, 238.
349, 350. Tripaldi, Nicolás M. X, 161. Uballes, Eufemio. IX, 463. 465,
Torrico Ximénez, Patricio. III, Tristán. Vll, 312. 470
378. Tristán, José de. III, 138. Udaondo, Guillermo. lll, 210;
Torroba Bernaldo de Quirós, Tristán, Pío. IV, 298, 299. 300. TV, 532; V, 344; Vl, 507, 526.
Felipe. VI, 51 l. 301. Ugarriza, Andrés. V, 390.
Tortella, G. V, 505. Tristán y Moscoso, Joaquín. III, Ugarte, Alicia. Vl, 257; IX, 268.
Torterolla, Familia. VI, l8l. 390. Ugarte, Francisco Ignacio de.
Tórtola, Angélica L. VI, 348. Tristany, Manuel Rogelio. V, lll, 322.
Tortolo, Adolfo. VIII, 34], 349, 383. Ugarte, Manuel. V, 70; X, 125.
351, 355. Troiani, Osiris. IX, 336. Ugarte, Marcelino. lV, 474, 527.
Tortti, María Cristina. Vll, 430. Troilo, Aníbal “PichucoÏ lX. 528, 531, S37, 539: V, 45, 135.
Tosacanelli, Paolo dal Pozzo. l, 263, 273. l48, 387; Vl, SlO; Vll, 235,
334. Troisi Melean, Jorge. Ill, 191. 239, 240, 4l7; IX, 538.
Toscanini. Arturo. IX, 258. Trombetta, Augusto M. IX. 497. Ugarteche, Félix de. Vl, 486,
Tosco. Agustín I. VII, 357; IX, Troncoso, Familia. ll, 135. 532: X, 162.
234. Troncoso, Manuel. ll, 152. Ugarteche, lose Francisco. IV,
Tounens, Orllie-Antoine de. Vl, Troncoso y Echagüe, luan Blas. 402. 403; Vl, 466.
416. lll, 398. Uhart, Hebe. X, 125.
Touraine, Alain. VII, 398. Trostiné, Rodolfo. lll, 366; Vl, Ulanovsky, Carlos. IX, 360, 361.
Tours, Martín de, Santo. lll, 487: X, 236. 391, 392; X. 197.
l 19. Trotz. Vlll, 269. Ulla, Noemí. Vl, Sll.
Tovar, Alberto. ll, 468. Troyano, María F. Ill, 130. Ulloa, Antonio. lll, 263.
Tow, Martín. IX, 379. Trucco, Raúl. IX. 516. Ulloa. Nicolás de. ll, 155. 413;
Towsend Brady, Cyrus (h). IX, Trueno, Alonso. ll, 420. Ill. 443.
528 Trusso, Alfredo. Vlll, 339. Ulloa Chaves, Antonio de. lll.
466 Tracy, ‘Destutt de. X, 62. Tïrbar y Sala, Francisco. lll. 446. 432.
ÍNDICE DE NOMBRES

Unamuno, Miguel de. VI, 509; Vl, 68, 98, 223, 270, 321, 324, Valencia Carmona, Salvador. V,
VII, 508. 328, 330, 360, 361, 410, 479, 139.
Underwood Faulkner, Harold. 480, 484, 495, 497, 501; VIII, Valenti Costa, Pedro. X, 241,
IV, 247. 84, 427; IX, 408; X, 102. 242.
Undiano y Gastelú, S. de. VI, Urquiza Almandoz, Oscar F. Il, Velentinuzzi, Máximo. IX, 557.
175, 200. 125; III, 332; VI, 200, 228, Valenzuela, Arturo. VII, 553.
Ungaza. V, 127. 486, 533; X, 102. Valenzuela, Luisa. X, 124.
Unsain, Alejandro M. V, 397; Urrejola, Francisco. III, 298. Valenzuela, Pedro. VII, 282.
VIII, 405. Urruchúa, Demetrio. X, 212, Válery, Paul. X, 196.
Unzue, Saturnino E. VlII, 310. 222. Valiente Noailles, Carlos. VIII,
Uranga, Carlos. IX, 315. Urrutia, Carlos de. III, 29. 468.
Uranga, Raúl. VIII, 30. Urrutia, María de. III, 340. Valiente Noailles, Enrique. X,
Urbano VIII, Papa. ll, 442; III, Urtasun, Martín. III, 201.
383. Urtubey, Cloromido. V, 262. Valladares, Edmundo. X, 266.
Urdemanes, Pedro. VI, 546. Urzainqui, Inmaculada. III, 330. Valle, Aristóbulo del. IV, 514,
Urgell, Guimar de. VI, 384. Usinger, Owen G. V, 234. 526, 529; V, 37, 55, ll4, 120,
Uriarte, Claudio. VIII, 271. Ussher, Santiago. V, 31 l; VIII, 130, 258, 462; VI, 253, 380,
Uriburu, Alberto E. X, 157. 334. 523.
Uriburu, Dámaso. V, 198, 204. Ustáriz, Gerónimo de. III, 169. Valle, Federico. X, 255, 269.
Uriburu, Enrique. VIII, S04, Utimba, cacique. l, 281. Valle Ibarlucea, Enrique del. V,
506, 548, 534. 66; VI, 505; VII, 410, 476,
Uriburu, Familia. II, 53; V, 148. V 477.
Uriburu, Iose Evaristo. IV, 25, Valle Inclán, Ramón del. VI,
526, 529; V, 58, 110, 116, 134, Vaca de Castro, Cristóbal. l, 530; X, 281.
267, 339; VI, 380. 274, 373, 387, 388, 394. Valle Moldes, Beatriz del. VII,
Uriburu, lose Felix. VII, 19, 91, Vaca Narvaja, Fernando. VII, 175.
114, 267, 268, 269, 270, 272, 394. Vallejo, Carlos. VII, 283.
277, 279, 283, 291, 295, 411, Vacarezza, Alberto. VI, 338; X, Vallejo, Cesar. VIII, 65; X, 114.
417, 422, 424, 426, 480, 481, 129, 275. Vallejo, Gerardo. X, 266.
482, 483, 515, S20, 529, 544; Vacca, Roberto. VIl, 323. Vallejo, Norma. II, 123, 138,
VIII, 184, 186, 187, 195, 196, Vaccaro, Severo. X, 142. 146.
197, 459, 487, 534; IX, 70, Vacchina, Bernardo. IV, 187. Vallejos de Llobet, Patricia. III,
338, 429; X, 282. Vacs, Aldo. VIII, 144. 331; VI, 488.
Uriburu, Vicente de. VI, 137. Vago, Ismael A. V, 359; VIII, Vallespín, Iosé. VII, 468.
Urízar y Arespacochaga, 374. Vallespinos, Horacio. II, 146.
Esteban de. II, 98, 99, 195, Valcárcel, Zoraida I. VIII, 41. Vallina, Carlos. X, 270.
198; III, 434, Valdelirios, marqués. Véase: Valsecchi, Francisco. VII, 31,
Urmendia. III, 182. Minive, Gaspar de. 490; VIII, 512, 513, 521, 523.
Urondo, Francisco. X, 116. Valdes. VII, 418. Valverde, Ana. III, 288.
Urquijo, Myriam de. IX, 379. Valdes, Diego de. I, 472. Van Gogh, Vincent. VI, 377.
Urquiza, Iusto lose de. IV, 21, Valdes e Inclán, Alonso Iuan de. Van Suerck, Justo. III, 133, 158.
22, 23, 27, 35, 36, lll, 173, II, 324, 363; III, 381, 429. Vanarelli, Mario. X, 284.
191, 416, 419, 421, 422, 425, Valdes y de la Banda. III, 42. Vandervelde, Emile. V, 60.
427, 428, 429, 430, 431, 432, Valdez, Antonio. VI, 459, 460. Vandor, Augusto T. VII, 24, 25,
433, 434, 435, 436, 437, 438, Valdez, Gerónimo. IV, 339. 335, 340, 341, 343, 346, 356;
439, 441, 442, 444, 445, 446, Valdez, María. X, 269. IX, 231, 232, 233, 234, 243.
447, 448, 449, 451, 452, 453, Valdez, Simón de. II, 158. Vanoli, Enrique. X, 268.
454, 455, 456, 457, 458, 459, Valdano, Jorge. IX, 312. Vanossi, Iorge Reinaldo. V, 44;
460, 461, 463, 464, 467, 469, Valdivia, Luis de. I, 177. VII, 498, 499, 508, 509, 510,
470, 471, 472, 473, 474, 475, Valdivia, Pedro de. I, 280, 386, 552; VIII, 86, 343; X, 29.
476, 478, 479, 480, 486, 486. 387, 387, 388, 394, 401, 402, Vanzo, Iulio. X, 222.
491; V, 27, 33, 34, 37, 100, 403, 405, 406, 414, 438, 442, Vapñarsky, Cesar A. IV, 215,
108, 110, 161, 184, l87, 188, 446. 216; VII, 74.
197, 201, 203, 204, 207, 245, Valdivia, Víctor. VIII, 99; IX, Vaquero, Iose A. VIII, 258, 260.
246, 247, 248, 249, 250, 251, 199, 373; X, 73, ll4, 207. Varanda, Atanasio. II, 350.
252, 255, 258, 259, 260, 261, Valencia, Daniel. IX, 312. Varangot. VI, 214.
272, 281, 330, 332, 333, 352, Velencia, Mario. X, 225. ' Varela, Alfredo. X, 122, 261.
375, 382, 383, 418, 419, 420. Valencia, Marta E. VI, 63, 64; Varela, Consuelo. l, 321.
421, 424, 476, 480, 514, 524; IX, 31. Varela, Domingo, Fray. Ill, 390. 467
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Varela, Familia. IV, 95; Vl, 380. Vázquez, Anibal S. Vl, 488. Vehíls, Rafael. IX, 513.
Varela, Felipe. IV, 467, 468, 481; Vázquez, Eladio. VIII, 233. Veiga, Sebastián Javier de. Il,
V, 35, 45. 131; X, 82,101. Vázquez, Iuan Agustín. III, 335. 374.
Varela, Florencio. IV, 427; V, Vázquez, María Esther. X, 123. Veiravé, Alfredo. X, l 16.
462; Vl, 313, 320, 325, 416, Vázquez, Rafael. X, ll6. Vela, Rubén. X, llS.
473, 475, 476, 477, 487. Vázquez, Santiago. IV, 396. Velarde, Max. X, 162.
Varela, Héctor. IV, 41, 95, VI, Vázquez de Agüero, Juan. II, Velasco, Andrés. IX, 80.
495, 524. 222. Velasco, Bernardo de. V, 174.
Varela, Héc r Benigno. VII, Vázquez de Ayllón, L. l, 347. Velasco, Jorge. VI, 478.
250;VlII, l , 1382. Vázquez de Espinosa, Antonio. Velasco, Luis de. l, 267.
Varela, Iuan de la Cruz. III, l, 279; Il, 93, 95, 98, 105, 106. Velasco, Mariano, Fray. III, 389,
299: ÍV, 380; VI, 3l3, 317. Vázquez de Liaño, Tomás. II, 390.
320, 326, 393, 465, 466, 468; 417; lll, 441. Velasco, Matilde. I, 63.
474, 487, 522. Vázquez de Pestaña, Lope. I, Velasco y Tejada, Manuel de.
Varela, Lorenzo. X, 233. 432. III, 429.
Varela, Mariano. IV, 41, 491; V, Vázquez Lucio, Oscar E. VI, Velazco, Bemardo de. Ill, 437;
222; VI, 495. 524. 487. IV, 286, 287, 413.
Varela, Rufino. IV, S12; V, S03. Vázquez Ocampo, Iosé María. Velazco, Leopoldo. VII, 263.
Varela Domínguez de Ghioldi, VIII, 143. Velazco Alvarado, Juan. Vll,
Delfino. V, 44. Vázquez Presedo, Vicente. VI, 376.
Varela Marcos, Iosé. II, 281. 124, 171; Vlll, 520, 548, 575; Velázquez, Diego de Silva. Vl,
Varela Marcos. Jesús. I, 348. IX, 112, 145, l46, 181, 453; 352.
Varela y Ulloa, José. Ill, 41 l. x, 92, Velazquez, Guillermo. Vll, 140.
Varetto, Juan C. V, 354, 360;
Vlll, 365, 368, 369, 374.
Vázquez Trujillo, Francisco. III,
200 Il, 157. ­
Velázquez Menéndez, Familia.

Varetto de Canclini, Agustina. Vázquez Vialard, Antonio. Vlll, Vélez. lll, 146.
V, 360. 438, 443. Vélez, Andgona. X. 130.
Vargas, D. de. l, 347. Vázquez Viera, Emilio. VII, 397, Vélez, Bemardo. V, 381, 385.
Vargas, Getulio. VII, 284; Vlll, 469, 510. 386, 387, 431.
113: X, l76. Veas, Abel de. lll, 236. Vélez, Luis. V, 120.
Vargas, Luján de. Ill, 100. Vedia, Agustin de. IV, 468; V, Vélez, Oscar G. Vlll, 21 l.
Vargas Llosa, Mario. X, 123. 432, 437, 503. Vélez Coria, Ramón. Vll, 281.
Vargas Machuca, Bemardo de. Vedia, Enrique de. Vl, 304, 306; Vélez de Mendoza. l, 339.
Il, 159, 353, 380. Vll, S21. Vélez Sarsfiel. Dalmacio. IV.
Vargas Ponce. I, 325. Vedia, Joaquín. Vl, 524; X, 277. 446, 457, 484, 488, 489, 491.
Vargas Ugarte, Rubén. ll, 415; Vedia, Nicolás de. V, 195. 494, 504; V, 25, 33, 34, 37,
Ill, l3l. Vedia y Mitre, Mariano de. V, 260, 279, 321, 322, 323, 328.
Varona, Gaspar. III, 434. 41, 120, 310; Vl, 486, 487; 333, 334, 344, 378, 382, 383.
Varsavsky, Oscar. Vlll, S17; IX, Vll, 284, 482; Vlll, 429; X. 384, 387, 388, 402, 428, 431:
578. 32, 156, 286. Vl, 413, 432, 494: Vlll, 428.
Varzi, Achille. lX, 322, 323. Vedoya, luan Carlos. Vl, 127, 429, 430, 43], 432, 442.
Vasallo. Angel. VII, 38; X, 49, 273. Vellard, lehan A. l, 80, 81.
53. Vega, Carlos. Vl, 400. 542, 555, Velles, Tomás. Vll, 410.
Vasarely, Víctor. X, 227. 558, 560, 561; lX, 271, 303. Veltman, Martinus. lX, SSS.
Vasconcelos, Antonio Pedro. l, Vega, Diego de. ll, 158, 272; Ill, Vena, Angel Domingo. X, 220.
325; ll, 328, 364. l6 l. 235.
Vasilachis de Gialdino, Irene. X, Vega, Iorge de la. IX, 259; X. Veniard, luan María. Vl, 385,
22. 228, 230. 400, S64: X, 239, 253, 292.
Vasquez. Anibal S. Vl, 513. Vega, Lope de. Ill, 292; Vl, 557. Venier. Bruno. X, 2] l.
Vassena, Pedro. lX, 248. Vega, Maria de la. lll, 133, 137. Ventura. Gioachino. VI. 278.
Vatel, Carlos. V, 389. Vega, Pedro de. lll, 377. Ventura Flores Pirán. Eduardo.
Vatteone, Augusto. X. 261. Vega, Santos. Vl, 320, 32], 329. V, l38.
Vauban, Sebastien le Preste, 336. 518, 523, 556, 559: X. Vera. Beatriz de. lll, 150.
marqués de. ll, 73. 156. Vera, Cruz. Vll, 282.
Vaulx, Henry de la. IV, 187. Vega, Urbano de la. IV, S07. Vera de Flachs. María Cristina.
Vaz, Oscar. X, 204. Vega, Ventura de la. Vl, 2| l. Vl, 274; lX, 397. 423, 587.
Vaz de Caminha. Pero. l, 357. Vega Belgrano, Carlos. Vl, 381. Vera Ocampo, Raúl. X. ll6.
Vazeilles, lose. VII. 297, 429, Sl l. Vera Peñaloza, Rosario. Vl, 299;
468 468. Vehil. Luisa. X. 283. lX, 400. 401.
ÍNDICE DE NOMBRES

Vera Vallejo, Iuan Carlos. VIII, 88, 115, 116, 126, 233, 235, Vidal, Miguel Angel. X, 228.
462. 255, 316, 377, 383, 388, 389, Vidal de Battini, Berta Elena.
Vera y Aragón, Alonso de. I, 33, 393, 411, 416, 417, 430, 438; VI, 540, 561, 562; IX, 271; X,
431, 434, 438, 450, 469; lll, VI, 356. 128.
427. Vertut, I. I, 231. Vidal de la Blache, Paul. I, 62.
Vera y Aragón, Francisca de. III, Ves Losada, Alfredo. X, 22. Vidart Linares, Iuan. III, 339.
293. Vespucio, Américo. I, 339, 341, Vadarte, Walter. X, 264.
Vera y Aragón, Pedro de. III, 349, 356, 358; X, 71. Videla, Eleazar. VIII, 155, 196,
135 Vessuri, Hebe. 1X, 531; X, 29. 197.
Vera y Mujica, Antonio de. II, Vetolaza y Luna, Iuan Vicente Videla, Horacio. IV, S08; VII,
156, 363; III, 434. de. III, 376. 282.
Vera y Pintado, Bernardo de. Veyga, Tomás de. IX, 253. Videla, Jorge Rafael. VII, 26, 27,
IV, 319; V, 173. Vezzetti. Hugo. VIII, 494. 352, 381, 382, 383, 386, 387,
Vera y Zárate, Iuan Alonso de. Viale, Familia. VI, 183. 388, 389, 397, 400, 453, 455,
II, 99, 154, 156; HI, 432. Viale, Oscar. X, 131. 456, 505, 517, 536, 545; VIII,
Verazzi, Baldasarre. VI, 359, Viamonte, Iuan Iosé. IV, 283, 124, 128, l3l, 133, 248, 251,
360. 297, 386, 403, 404, 424; V, 252, 253, 254, 255, 256, 257,
Verbitsky, Bernardo. IX, 345; X, 104, 186, 187, 242, 320, 350, 259, 260, 351, 353, 354, 355,
122. 381, 474, 475; VI, 468. 356, 359; IX, 107, 238, 357,
Verbitsky, Horacio. VII, 358, Viana, Francisco Iavier de. III, 490; X, 194.
377. 436. Videla, Iuan de Dios. IV, 466.
Vercesi, A. VIII, 521. Viana, Ioaquín. II, 329, 336. Videla, Ricardo. VII, 274, 282.
Verdaguer, Iosé Aníbal. II, 106, Viana, Sofia. IV, 216. Videla del Castillo. IV, 391.
124, 414; IIl, 160; V, 309. Viau, Domingo. X, 162. Videla del Pino, Nicolás. III,
Verdevoye, Paul. III, 332. Vicchi, Adolfo. VII, 282, 294, lll, 257, 277, 382, 446; V,
Verdross, Alfred. VIII, 441. 495. 281, 293.
Verdú, Pablo Lucas. V, 45. Vicens Vives, Iaime. I, 364; II, Videla Dorna, Daniel. VII, 417,
Verdum de Villaysán, 178; IV, 246. 483.
Bernardino. III, 445. Vicent, Antonio. V, 307. Viedma. II, 277.
Vergara. VI, 335. Vichi, Adolfo. VII, 418. Viedma, Andrés. III, 411.
Vergara, Carlos N. VI, 297, 306. Vico, Giovanni Battista. VI, Viedma, Antonio de. Il, 72; III,
Vergara, Ignacio. III, 346. 41 l.
Vergara, Iuan de. ll, 157, 158, Victoria, Eusebio, Fray. III, 374. Viedma, Francisco de. II, 40, 72;
159, 437; III, 134, 135, 136, Victoria, Francisco de, Fray. I, III, 41 l.
137, 138, 156, 158. 426, 431, 432, 434, 443; II, Viehweg, Theodoro. VIII, 421.
Vergara, Miguel Angel. II, 414, 151, 394, 398, 402, 434, 436; Viejobueno, Ioaquín. V, 263.
430, 466; V, 309; X, 75. III, 442. Viel Temperley, Héctor. X, 116.
Vemazza, Iorge. VII, 360; VIII, Victoria, Marcos. VI, 306; X, Vieyra, Emilio. X, 267.
350. 114. Vieytes, Iuan Hipólito. III, 238,
Verne, Iulio. VI, 418. Victoria, Maximio. VI, 299. 251, 266, 271, 323, 324, 325,
Vernengo, Aníbal. VIII, 210. Victoria, Reina de Inglaterra. 326, 327, 329, 330, 331, 332,
Vernengo, Roberto José. X, 59. VI, 420. 394; IV, 258, 268, 279; V, 14,
Vernengo Lima, Héctor. VIII, Victoriano de León, Manuel. II, 441, 442; VI, 261, 457.
218. 205. Viggiano Esaín, Iulio. V1. 560;
Vernet, Iuan. VIII, 385. Victorica, Benjamín. IV, 165, IX, 271.
Vernet, Luis. V, 192, 193, 351. 186, 445, 446, 452; V, 110, Vigil, Constancio C. IX, 333,
Vernier, Sergio. VIII, S16. 123; VI, 497. 335, 338, 341.
Vernon, Eduardo. II, 330. Victorica, Bernardo. V1, 136. Vigil, Familia. IX, 385.
Verón, Eliseo. VII, 322, 354, Victorica, Iulio. IV, 451, 480. Viglino, Ernesto Raúl. VIII, 467.
400, 466; X, 29, 38. Vicuña Mackenna, Benjamín. Viglione de Arrastía, Hebe. Il,
Veroni, Rapul. X, 156. IV, 346, 451; VI, 98, 228. 125.
Verrier, Roberto A. VIII, 512. Vidal. IV, 527. Viglizzo, Ernesto. IX, 59.
Verstraete, Iuan M. VIII, 516. Vidal, Emeric Essex. VI, 27, 33, Vignale, Pedro I. X, 133.
Vértiz y Salcedo, Iuan Iosé de. 47, 139, 174, 210, 214, 350, Vignart, Uberto. VII, 278.
II, 3l, 36, 39, 40, 70, 71, 72, 351. Vignati, Milcíades A. I, 28; VII,
73, 76, 78, 81, ll7, 144, 176, Vidal, Gardenia. VIII, 41. 173, 175; X, 149.
195, 244, 260, 266, 267, 270, Vidal, Iuan Ramón. VII, 278, Vignaux, Iuan Carlos. I, 356;
271, 272, 274, 275, 342, 343, 482. IX, 508, 542.
345, 366, 367, 369, 370; Ill, Vidal, Mateo. V, 322, 381. Vignes, Alberto. VIII, 123, 136. 469
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Vignola, Giacomo Barozzi da. Villarreal, Juan C. VII, 124, 130, Vitelli, Guillermo. IX, 80.
II, 58. 138, 141. Vítolo, Alfredo. VII, 282.
Vigny, Alfred de. VI, 327. Villarreal, Segundo V. IX, 493. Vitoria, Francisco. IlI, 375.
Vigo, Abraham. X, 212. 220. Villarroel, Diego de. l, 420. Vitoria, Francisco de. Il, 213,
Vigo, Iuan M. VII, 354. Villaroel, Familia. I, 44.1. 214, 215, 283, 287; V, 15.
Vigodet, Gaspar de. III, 437; IV, Villarroel, Gaspar de, Fray. II, Vitruvio Polión, Marco. I, 447.
288, 289, 291, 294, 295, 296. 390, 409; 111, 263, 264, 293. Vittori, losé Luis. Ill, 31 l.
Vigue, Alonso, Fray. 11, 285. Villarruel, losé C. 1X, 21 l. Vitulo, Alfredo C. 11, 88.
Viguera, Pedro. IlI, 378. Villava, Victorián de. Il, 274; Vivaldi, Familia. I, 287, 327.
Vila, MA. I, 255. lll, 258; V, 443, 446. Vivante, Armando. VI, 562.
Vilar, Pierre. X, 89. Villegas. IV, 56. Vivas, Mario Carlos. V, 403.
Vilas, Acdel Edgardo. VII, 385; Villegas. III, 262. Viveros, Felipe. III, 348.
VIII, 254.‘ Villegas, Alejo. V, 383. Vivez, Francois. III, 214.
Vilas, Guillermo. VII, 35; IX, Villegas, Iosé de. Ill, 212. Viviano, Osvaldo. X, 157.
306. Villegas, Miguel. V, 322. Vivot Cabral, María Inés. IX,
Vilas, Oscar. IX, S29. Villegas, Osisis. Vlll, 233. 262.
Vilaseca, Clara. VI, 227. Villegas, Sixto. V, 386, 390. Vocos Lescano, Jorge. X, 115,
Vilaseca, Héctor. VIII, 575. Villegas Basavilbaso, Benjamín. 122.
Vilches, Antonio M. 1X, 528. 1V, 312: V111, 86, 455. Vogelius, Federico. X, 149, 193.
Villacastin, Tomás de. Ill, 316. Villemur, Juan P. Vlll, 160, 176. Voirnba, cacique. l, 281.
Villacorta y Ocaña, Nicolás de. Villergas, Juan M. Vl, 501. Volney, Constantin Francois de
Il, 96, 99; III, 440. Villoldo, Angel. 1X, 272. Chasseboeuf, conde de. VI,
Villadiego, Alonso de. III, 415. Villoldo, Oscar Hermes. X, 116, 463, 464.
Villafañe, Benjamín. VI, 475; 198. Volta, Alessandro. Vl, 405.
VIl, 264, 286, 296; V111, S8; Villoresi. IX, 322. Voltaire, Francois-Marie
IX, 18. Villota, Cipriano Santiago. 111, Arouet. lll, 255, 266, 268.
Villafañe, Familia. lI, 173.
Villafañe, Segundo. VI, 336.
Villagómez y Adrigó, Iuan. III,
229, 378, 381.
Viloria, I. de. l, 347.
Viltipoco, cacique. l, 28, 95,
463. _
269; 1V, 222; V, 65; Vl, 456.

Vorrillong, Guillermo. III, 259.


339. 281, 434. Vovelle, Michel. lll, 213.
Villagra, Francisco de. l, 402, Vinci, Leo. X, 224. Vucetich, Juan. 1X, S64.
403, 404, 406, 408, 414, 433. Vinciguerra, Lidia. X, 134.
446. Vinderman, Paulina. X, 116. W
Villagra, Pedro de. I, 400, 489. Viñas, David. lV, 105; Vl, 348;
Villagrán, Juana. III, 382. X, 124, 128, 187, 198. Waag, Else Maria. Vl, 561.
Villagrán, María. lll, 382. Viñas, Ismael. VII, 139, 459, Wachtel, Nathan. Ill, 103.
Villalobos, Sergio. II, 206; lll, 46l;X, 128,187. Wagner. l, 28.
102; VI, 36. Viñes, Hernando. X, 225. Wagner, Adolf. Vlll, 499.
Villalpando, Waldo L. Vlll, 374. Viñoly Barreto, Román. X, 261. Wagner, Richard. 1X, 258, 365;
Víllamonte, Domingo de. ll, 95. Viñuales, Graciela Maria. l, 474; X, 241.
Villanueva, Amaro. VI, 346. ll, 88; lV, 215, 216. Wainerman, Catalina. VII, 141;
Villanueva, Benito. IV, 527; V, Viola, Miguel Angel. X, 116. lX, 206, 207; X, 22.
148. Viola, Roberto E. Vll, 27, 383. Waisman, Marina. ll, 86.
Villanueva, Ernesto. Vll, 139. 388, 389, 390, 391, 545; Vlll, Walbeek. l, 257.
Villanueva, Guillermo. Vll, 179, 141, 248, 253, 254, 255, 256. Waldmann, Peter. Vll, 321, 397,
209; lX, S72. 257, 258, 259, 356; lX, 492. 466. 471; X, 97.
Villanueva, Iavier. VI, 167; VIll, Virasoro, Benjamín. lV, 437; V, Waldorp, Juan Abel. IV. 200.
517; 1X, 81,112. 251; Vl, 483, 484. Walger, Sylvina. lX. 392.
Villanueva, luan de. ll, 83. Virasoro, Joaquín. lV, 419. Walker. Enrique. lX. 388.
Villanueva, Nicolás A. V, 334, Virasoro, losé Antonio. IV, 446, Wall, Ricardo. ll, 458.
335. 447, 448. Walpole, Robert. lV, 22].
n Villanueva, Roberto. X, 287. Virasoro, Miguel Angel. X, S2. Walras, León. Vlll, 50].
Villarino, Familia. Vl, 351. Virasoro, Rafael. X, 60. Walsh, María Elena. X, H5.
Villarino, Basilio. ll, 40; lll, Vircow, Rudolf. Vl, 422. Walsh, Rodolfo l. Vll, 355. 468:
406, 41 l. Virgilio. lll, 247, 268; VI, 313. lX, 351. 354;X, 124,192.
Villar, Amado. X, 114. Visca, lose Emilio. Vll, 310, 198, 266.
Villar Palacio. Ricardo. V111, 463. 483; lX, 347, 348, 349. Walter, Eugene Victor. Vll, 398.
Villarreal, lose Rogelio. Vlll, Viso, del. V, ll7. Walter, luan Carlos. V, 273.
470 255, 258. Vital’, Beatriz. ll. 206, 207. Walter. R. X. 96.
ÍNDICE DE NOMBRES

Walters, Vernon. VIII, 259. Wesker, Arnold. X, 130, 280. Wiñar, David L. IX, 454, 455.
Walter, Richard. IV, 540; V, 74; Westerkamp, Iosé F. IX, S55, Wiseman. VI, 417.
VII, 296, 297; VIII, 41. 557. Witcomb, Alejandro. V, 222,
Warburg, Otto. IX, Sl l. Westphal, Francis H.V, 355. 221, 460; Vl, 235, 242, 359,
Warley, Iorge A. VII, 323; IX, Weyenbergh, H. VI, 410, 421. 381; X, 216.
495. Weyne, O. IV, 105. Wladimirovich, Germán Boris.
Warnes, Ignacio. IV, 301, 302, Whaits, Robert. V, 351. VII, 406.
310, 31 l. Wharman, Dror. IV, 158. Wojtyla, Karol. Véase: [uan
Warnes, Mateo Iosé de. III, 398. Wheelwright, William. IV, 95, Pablo II, Papa.
Warren, G.F. V, 494. 486; V, 129, 352; VI, 194. Wolf, Sergio. X, 270.
Washington, George. IV, 435; V, Whigham, Thomas. VI, 64. Wolfe, Tom. IX, 352.
182. Whitaker, A.P. VI, 37. Wood, Alice B. VIII, 367.
Wassennan, August Paul. DL, 261. White, Gilbert. VI, 417. Wood, Tomas B. VIII, 364.
Wast, Hugo. Véase: Martínez White, Gregorio Pío. IV, 292. Woodward, Sandy. VIII, 299.
Zuviría, Gustavo. White, Guillermo. Vl, 421. Woollands, Luis. VI, 560.
Wasylyk, Myjailo. VIII, 386. Whitelocke, Iohn. II, 378, 379. Worswick, G.D.N. VIII, 516.
Watkins. X, 92. Wierix, Jerónimo. III, 339. Wrigth, Francisco A. VI, 468,
Watson, G.M. VIII, S42. Wieworka, Michel. VIl, 396, 475.
Weber, Max. VII, 266, 537, 548; 397. Wright, Pablo. VII, 173, l77.
IX, S8; X, 13, 16. Wilbert, Iohannes. VIl, 147. Wright, Winthrop R. Vl, 126,
Webster. V, 29, 36, 38. Wilcock, Iuan Rodolfo. X, 115, 202; IX, 147, 182.
Wechsler, Diana B. X, 234, 235. 122. Wroblesky, Ierzy. X, S9.
Weddell. I, 257. Wilcocke, Samuel Hull. III, 145, Wulff, Christian. V, 183.
Wedovoy, Enrique. III, 102. 159, 409. Wullicher, Ricardo. X, 266, 267.
Weert, Sebald de. II, 339. Wildbrunn. IX, 258. Würechmidt, José. IX, 549.
Weger. II, 58. Wilde, Diego. IV, 439.
Weil, Adolfo. VIII, 399. Wilde, Eduardo. IV, 528; V, 53, X
Weil, Félix I. IX, 83, 112. 54, lll, 137, 336, 337, 390,
Weiland, Walter G. X, 122. 392; VI, 288, 332, 338, 422. Xarque, Francisco. II, 443; III,
Weil], Georges. VI, 511. 502, 520. 196, 197, 207, 209, 212, 218.
Weinberg, Félix. III, 331; IV, Wilde, Iosé Antonio. Vl, 138, 223, 245, 279, 298, 348.
268, 508; V, 44; VI, 62, 453, 214, 227, 319, 400, 471, 516, Xifra Heras, Jorge. V, 101.
487, 564. 532. Ximénez. III, 263.
Weinberg, Gregorio. III, 399; Wilde, MJ. X, 96. Ximénez de Paz, Familia. II,
IV, 268; V, 74; VI, 273, 427; X, Wilde, Santiago. VI, 465, 467. 135.
126, 146. Wiley, Norbert. VII, 140. Ximénez de Paz y Márquez,
Weingarner. IX, 258. Wilkes. I, 257. Isabel. II, 135.
Weinstein, Daniel F. IV, S39; X, Wilcken, Guillermo. IV, 215,
96. 216. Y
Weintraub, S. VIII, 574. Wilkins, Mira. VI, 202.
Weis, Ignacio. IV, 423. Willey, G. R. I, 106. Yablon, Ariel. X, 270.
Weisbach, Alberto. X, 274. Williams, Adolfo Tomás. IX, Yaciendí. III, 197.
Weisberg, Pablo. X, 288. 508. Yacuhy, barón de. V, 197.
Weisbrot, Robert. VIII, 399. Williams, Alberto. IV, 39; Vl, Yahni, Roberto. X, 133.
Weisel, Eli. VIII, 399. 394, 400; VII, 86; IX, 264; X, Yaloshi. IV, 165, 185.
Weiss, Ana. IX, 306. 253. Yancey, Benjamín. IV, 444.
Weiss, Federico. IX, 544. Williams, Amancio. VII, 184. Yanez Gallardo, C. VII, 108.
Weiss, Jorge. IX, 348. Williams, Ike. IX, 327. Yankelevich, Iaime. IX, 367,
Wellesley, marqués de. V, 176. Williams, John H. V. 503, 504, 375, 377, 379, 382.
Welser, Familia. I, 370. S35; VIII, 506; IX, 145, 146. Yankelevich, Pablo. VI, 274; IX,
Wensell, Egil H. V, 359; VIII, Williams Alzaga, Enrique. Il, 493.
373. 382; VI, 97, 345. Yannuzzi, María de los Angeles.
Wentzel, Claudia. III, 100, 101; Willis, I.C. I, 256. VII, 397.
VI, 64, 200. Wilson, Anthony. VIII, 285. Yánover, Héctor. X, 116, 162.
Wernicke, Edmundo. III, 131, Wilson, O. VIII, 542. Yanzón, Martín. IV, 409, 410.
279, 3 l l. Wilson, Tomás. IV, 295. Yáñez Pinzón, Vicente. I, 339,
Wernicke, Enrique. X, 123. Windscheid, Bernardo. V, 371. 340, 356, 368.
Wernicke, Raúl. IX, S05, S06, Wine. IX, 307. Yáñiz. II, 174.
508, 528, 532, 550. Winter, G. IX, 532. Yapp, M. E. VIII, 387. 471
ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA

Yapuguai, Nicolás. III, 317. Yutang, Lin. IX, 261. Zappi, Enrique V. DK, 508. 536.
Yapuguay, Nicolás. II, 452. Yves, Raúl E. VIII, 516. Zaprojetz, Kapitov. IX, 258.
Yarza Femández, Luis. I, 322. Zaquazarí. III, 209.
Yateman. IV, 448. Z Zar, Marcos A. VIII, 210.
Ybot León, Antonio. II, 429. Zárate. II, 161.
Yeannes, Ana. I, 63. Zabala, Antonio. IV, 290. Zárate, Dora P. de. Vl, 559.
Yelpo, Iosé Antonio. VIII, 210. Zabala, Bruno Mauricio de. II, Zárate, Fernando de. I, 428.
Yepes, Diego de, Fray. III, 343. 231, 302, 327, 328, 364; HL Zárate, José Ignacio. IV, 306,
Yesner, D. I, 232. lll, 205, 221, 430, 437. 310.
Ygobone, Aquiles D. VIII, 57, Zabaleta, Diego Estanislao. II, Zárate, Juana de. I, 428, 429,
74, 76. 176; III, 395; V, 25, 279, 310, 438.
Ynestares Aguado, Roque de. 314, 315, 316, 320, 322. Zárate, Hemando de. I, 435,
Véase: Nestares Aguado, Zabaleta, Mariano. III, 398; V, 464; Il, 230; lll, 427, 432.
Roque de. 315, 319, 322. Zárate, Pedro de. I, 425, 426.
Yofre, Felipe. IV, 480; V, l20, Zaccagnini, Antonio. VI, 505. Zárate, Tomás de. III, 377.
140. Zach, Franz Xaver von. VI, 405. Zarazaga, Carlos. IX, 82.
Young, Arthur. VIII, 527. Zacuto. Abraham. I, 352. Zarazaga, Marcial I. V11, 483.
Young, Edward. III, 252. Zadoff, Efraim. VII, 109; VIII. Zarco, Francisco Domingo. Il,
Young, Frank George. IX, 51 l. 400. 31.
Young, Iohn. VIII, 527. Zalazar Altamira, Iosé María. Zarrilli, Adrián Gustavo. 1X, 32,
Young, Terry. Di, 327. VII, 475. 34; X, 109.
Young, Thomas. V1, 405. Zalduendo, Eduardo A. VIII, Zarza Mensaque, Alberto. VII,
Yrigoyen, Hipólito. IV, 25, 26, 517; IX, 182, 206, 207. 550.
517, 519, 530, 531, 537, 539: Zalduendo, Horacio. VI, 126, Zaspe, Vicente Faustino. V111,
V, 57. 66, 67, 140, 148, 370; 201. 338, 339, 341, 342, 352, 355.
V1, 443, 448; V11, 17, 18, 19, Zalewsky. IX, 258. Zatuszek, Carlos. IX, 320.
36, 44, 77, 85, 86, 105, 186. Zambra, Eduardo R. IX, 530. Zavala, Bruno Mauricio de.
210, 236, 237, 238, 239, 240. Zamora, Antonio. IX, 338; X, Vase: Zabala, Bruno
241, 242, 243, 244, 245, 246, 113,143, 151,l7l,172,l73. Mauricio de.
247, 248, 249, 250, 251, 252. 174. Zavala, Silvio A. l, 505; ll, 247.
253, 254, 255, 256, 257, 258. Zamora, Hemando de. Ill, 415. 353, 380: lll, 101.
259, 260, 261, 262, 263, 264, Zamorano. V11, S06, 544; V111, Zavala Ortíz, Miguel Angel.
266, 267, 268, 269, 270, 271. 457. V111, 143, 343.
272, 274, 275, 278, 279, 292. Zamorano, Mariano. I, 63. Zavala Rodríguez. VII, 490.
294, 295, 337, 389, 398, 412. Zamucos, Ignacio de. ll, 195. Zavaleta. VI, 34.
413, 414, 415, 416, 422, 423. Zamudio, luan de. III. 434. Zavaleta, Diego Estanislao.
432, 446, 503, 511, 515, 516. Zanetta, Alberto lose. 1X, 519. Véase: Zabaleta, Diego
518, 519, 520, 522, 524, 525. 520, S53. Estanislao.
527, 528, 529, 530, 531, 532. Zanatta, Loris. V11, 321, 426. Zavaleta. Clemente de. lV, 278.
534. 538, 539, 544, 548, 549, 432, 466; V111, 243, 333, 335. Zavalla, Alberto de. 1X, 253; X,
551;Vl1l, 14.15.17, 45, 51. Zanotti, Luis l. IX, 422, 455. 258.
52, 80, 82, 96, 99, 100, 102. Zapaca, Marcos. Véase, Zapata. Zavalla, Clodomiro. V, 31, 138,
113, 152, 179,180, 181, 182. Marcos. 436, 455; VII, 482; Vlll, 93.
184, 186, 197, 209, 234, 243. Zapata. v, 31, 13o. 419;v1n. s5. 467.
533; 1X. 14, 16, 17, 22, 23, 24. Zapata, Bartolomé. IV. 288. Zavalía, Familia. V. 148.
215, 216, 217, 337, 364, 369. Zapata, Floriano. Vl, 250. Zavalia, Salustjano. 1V, 434.
372, 401, 425, 426, 427, 428. Zapata, Juan A. Vlll, S16. 436.
429, 469, 571; X, 79, 96, 107. Zapata, Marcos. Ill, 339, 340, Zavalia Matienzo, Roberto. l,
118,171,173, 256, 266. 345. 442.
Yriondo, Manuel de. IX, 431. Zapata, Martín. 1V, 433, 434. Zavalla. V, l 17.
Yrurtia, Rogelio. V1. 378, 379, 435, 436; Vl, 497. Zea, Francisco Antonio. 1V. 234.
382, 384. Zapata Gollán, Agustin. l, 443, Zea, Leopoldo. V. 74.
Yudnovsly, Oscar. 1X, 268. 475: ll. 180, 380: lll, 129. Zeballos. Estanislao. IV, 40, l74.
Yujnovsky, Oscar. V11, 207. 162. 176.186. 461, 480, 527: V.
Yunque, Alvaro. Véase: Galdolfi Zapater, Horacio. ll, 206. 120.125.136.139, 213, 214.
Herrero, Arístides. Zapico de Scheverin. Vlll, 94. 224, 225, 226, 228, 234, 338.
Yupanqui, Atahualpa. Véase: Zapiola. Bonifacio. lll, 398. 341: V1, 98, 248. 249, 256.
Chavero, Héctor Roberto. Zapiola, lose Matias. IV, 326, 331, 333, 344. 413, 415, 441.
472 Yupanqui, Tito. 111, 336. 332. 447, 506, 511. 521, 524: V11.
ÍNDICE DE NOMBRES

475; VIII, 54, 425; X, 149. ­ Zinny, Augusto. IX, 260. Zubiaur, Iosé B. VI, 297, 298.
Zeballos y Bustillo, Ignacio. II, Zinny, Mario Antonio. IX, 260, Zubieta, Martín. VII, 399; IX,
425. 261. 361.
Zeberio, Blanca. III, 103; VI, Zito Lema, Vicente. X, 193. Zubillaga, Félix. II, 414.
126; IX, 32. Zizur, Pablo. III, 406. Zuccherino, Ricardo Miguel.
Zegada, Escolástico. V, 290. Zoffoli, Ena. II, 467. VII, 509; VIII, 93.
Zeitlin, Israel. IX, 342; X, 113, Zola, Emile. Vl, S09, 518. Zucchi, Carlos. IV, 190; VI, 351.
130, 133, 285. Zola, Emilio. X, ll7. Zügel, Heinrich von. VI, 376.
Zelada, Francisco de. IV, 322, Zonza Briano, Pedro. VI, 378. Zuleta, Emilia de. VI, 513; X,
323. Zorilla, Rubén. IV, 426. 160, 175, 197.
Zelaya, Cornelio. IV, 302, 303. Zorita, Pedro de. l, 426. Zuleta Alvarez, Enrique. V, 73,
Zelaya, Iuan Antonio. Il, 83. Zorraquín, Angelino. VII, 271. 75; Vl, 450; VII, 265, 297,
Zemborain, Familia. VI, 353. Zorraquín Becú, Horacio. IV, 420, 431, 468, 556; VIII, 335;
Zemborain, Iosé de. Il, 424; III, 481, 540; V, 45; VI, 346, 512; X, 96, 109, 180, 199.
365. VIl, 294; X, 163. Zuloaga, Angel María. VIII,
Zender Langer, Salomón. IX, Zorraquín Becú, Ricardo. I, 191, 210; IX, 184.
520 XIX, 349, 409, 505; Il, 227, Zuloaga, Ignacio. X, 203
Zenteno, Pedro A. IV, 434, 435; 229, 233, 242, 248, 249, 253. Zuluaga, Rosa M. II, 105, 124.
V, 328. 281, 314, 315, 316, 350, 415; Zumarán, Adriana. X, 118.
Zer, Iosé de. IX, 388. IIl, 425, 448; IV, 378; V, 15, Zúñiga y Acevedo, Gaspar de. I,
Zevallos. Ill, 265. 22, 42, 43, 44, 45, 103, 104. 436.
Zía, Lisardo. VII, 271. 113, 122, 138, 368, 384, 399, Zurbarán, Francisco de. III,
Ziegler. V, 499. 401, 402, 505, 537, 559; VII, 340.
Zigur, Pablo. III, 386. 551; VIII, 405, 442, 467; X, Zuretti, Iuan Carlos. II, 414,
Zilzer, Vera. X, 225. 93, 94, 104. 429; III, 402; V, 309; VIII,
Zimmermann, Eduardo A. IV, Zorrilla, Benjamín. VI, 295. 333.
133, 155, 156, 541, 543; V, 74; Zorrilla, Rubén H. VII, 296; X, Zurueta, Tomás. VIII, 180, 186.
Vl, 427, 450; Vll, 431, 467; 22. Zuviría, Facundo. IV, 433, 436,
VIII, 404, 493, S30. Zouví, Susana. VIII, 75. 437, 438; V, 44, 126, 288, 328,
Zimmermann, Iuan L. V, 348. Zubarry, Olga. X, 260, 261. 330, 368; VI, 475.
Zingoni, Iosé María. IV, 216. Zubeldía, Iuan. III, 415. Zweig, Stefan. IX, 261.
Zinny, Antonio. IV, 423; V, 103; Zubeldía, Osvaldo. IX, 31 l, 312. Zymelman, Manuel. VI, 97, 166,
Vl, 431, 433, 457, 477, 484. Zuberbühler, Carlos. VIII, 54. 169; IX, 30, 68, 81, 82, 112,
485, 486, 487, 488, 517; X, Zuberbühler, Luis. VI, 380; IX, 145; X, 89.
152. 20, 200.

473
COLABORADORES DEL TOMO X

OLSEN A. GHIRARDI ALEJANDRO E. PARADA

Doctor en Filosofía. Abogado. Presidente de la Licenciado en Bibliotecología y Documenta­


Academia Nacional de Derecho y Ciencias So­ ción. Investigador del Instituto de Investiga­
ciales de Córdoba. Profesor honoris causa de ciones Bibliotecológicas de la Facultad de Fi­
la Universidad Católica de Córdoba. losofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires y secretario de Redacción de la revista
RODRIGO GUTIÉRREZ VIÑUALES Información, Cultura y Sociedad especializada
Doctor en Historia del Arte. Profesor de His­ en Bibliotecología y Ciencia de la Información
toria del Arte de la Universidad de Granada de dicho instituto. Iefe de la Biblioteca de la
(España). Academia Argentina de Letras.

BEATRIZ I. MOREYRA DIANA QUATTROCCHI-WOISSON


Doctora en Historia. Académica Correspon­ Doctora en Historia. Investigadora del Centre
diente de la Academia Nacional de la Historia National de la Recherche Scientifique. Direc­
en la provincia de Córdoba. Investigadora in­ tora del Observatoire de l’Argentine Contem­
dependiente del Consejo Nacional de Investi­ poraine en París.
gaciones Científicas y Técnicas. Profesora titu­
lar de la Universidad Nacional de Córdoba. ELISA RADOvANOvIc
Licenciada en Historia de las Artes. Profesio­
Acusrm ÑEIFERT nal principal del Consejo Nacional de Investi­
Periodista. Crítico de cine. Miembro fundador gaciones Científicas y Técnicas.
del Centro de Estudios de Cine de Bahía Blan­
ca. Profesor de, Periodismo Cinematográfico AURORA RAvINA

en el Instituto Superior de Ciencias de la Co­ Profesora de Historia. Investigadora adjunta


municación. del Consejo Nacional de Investigaciones Cien­
tíficas y Técnicas. Profesora titular de Histo­ MARIO D. Summa
ria Contemporánea Argentina y Mundial y Ie­ Doctor en Ciencias Políticas y Psicología. In­
fa del Departamento de Historia del Colegio vestigador independiente del Consejo Nacio­
Nacional de Buenos Aires. Universidad de nal de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Buenos Aires. Decano de la facultad de Ciencias Jurídicas
Sociales y de la Comunicación de la Universi­
ANTONIO REQUENI dad Argentina de la Empresa.
Periodista. Miembro de número de la Acade­
mia Argentina de Letras. Miembro correspon­ IUAN MARIA VENIARD
diente de la Real Academia Española. Licenciado en Música. Profesor de Historia de
la Música en el Conservatorio Nacional de
ERNESTO SCHOO Música “Carlos López Buchardo". Investigador
Periodista. Ensayista y crítico de teatro. Direc­ independiente del Consejo Nacional de Inves­
tor de los suplementos culturales de diversos tigacíones Científicas y Técnicas.
periódicos del país.

476
ÍNDICE

CUARTA PARTE S 7. LA FILOSOFÍA 41


LA ARGENTINA DEL SIGLO xx c. 1914-1983 Olsen A. Ghirardi
(Continuación) 9 La agonía del positivismo 4l
La rección espiritualista
1x. LA DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL La consolidación de los estudios
(Continuación) 1 1 filosóficos 47
El primer Congreso Nacional
5 6. LAs CIENCIAS SOCIALES 1 3 de Filosofía 48
Mario D. Serrafero Los filósofos argentinos a mediados
La Sociología como disciplina 13 del siglo xx 49

académica 14
La “presociología” y la Sociología Los filósofos católicos
Otras expresiones y tendencias
53
55
La Sociología científica l7 Otros congresos 57
Figura y aporte de Gino Germani 18 La filosofía y las disciplinas.
La producción sociológica particulares. Los nuevos problemas.
y sus autores 19 La presencia argentina en el mundo 59
El ensayo sociológico o la La filosofía en el país 62
“parasociología” 22 Orientación bibliográfica 64

Sociales 24
El contexto social y las Ciencias
58. LA HISTORIOGRAFÍA 67

disciplina 26
La Ciencia Política como nueva Beatriz I. Moreyra
La profesionalización y la
La Ciencia Política en la Argentina 28 institucionalización de la Historia.
La producción académica 31 La Nueva Escuela Histórica 67
Los temas y el tema del peronismo 34 La institucionalización
Problemas y obstáculos y profesionalización de la disciplina
de las Ciencias Sociales 35 en el interior en la primera mitad
A modo de conclusión 37 del siglo xx 74
- Orientación bibliográfica 37 Historia y contrahistoria: una
aproximación al revisionismo
histórico y su evolución 76 477
Nuevas corrientes historiográficas Continente y De frente 181
y rupturas 83
(1955- 1966). Continuidades Realidad e Image Mundi 182
La persistencia de Sur 184
La expansión y la especialización
historiográficas 9l de plomo” 186
186
Después del peronismo. Los “años

Contorno
Las historiografias provinciales 100
Algunas obras generales y revistas 104 La influencia de la
Orientación bibliográfica 105 Revolución Cubana 188
Revistas comunistas 190
5 9. LA LITERATURA 1 1 1 Los años setenta l9l
A modo de conclusión 194
La poesía ll 17
ll
Antonio Requeni

Narrativa Orientación bibliográfica 195


El ensayo129
Teatro 125 62. LAS ARTES PLÁSTICAS 20 1
Rodrigo Gutiérrez Wñuales ­
Orientación bibliográfica 132 Elisa Radovanovic
La pintura de paisajes
60. EL LIBRO Y sus ÁMBITOS 1 3 7 y de costumbres, paradigmas
Alejandro E. Parada de un “arte nacional” 201
La industria editorial y la “edad La búsqueda de una “modemidad
de oro” del libro argentino 138 americana”: artes aplicadas
Lectura y lectores 140 y decorativas 205
Las bibliotecas 145 La creación de imaginarios visuales
Imprentas, editoriales y librerías 149 de difusión masiva 206
Bibliografia l S l Conflicto y convivencia entre
Bibliotecología 153 tradición y vanguardia 208
impresos 155
La bibliofilia y los libros mejor La estampa y su contenido social 212
histórica 2 l 5
La fotografia. Su evolución
Otros ámbitos del libro 157
Orientación bibliográfica 159 Las vanguardias de los años
cuarenta. Arte Concreto Invención,
6 1. LAS REVISTAS EN LA VIDA Arte Madí, perceptismo 216
INTELECTUAL Y POLITICA 165 Manifestaciones artisticas
Diana Quattrocchi- Woisson en el interior 2l8
Modelos fundadores 165
Nosotros 166 Entre los años cincuenta y setenta.
Multiplicidad de tendencias
Martín Fierro 169
Sur l 74
Claridad l7l
Tiempos políticos y tiempos
y apertura internacional 223
Arte y sociedad a partir
de los setenta. Las políticas oficiales
entre democracia y dictadura 229
culturales. El peronismo 177 Orientación bibliográfica 232
Hechos e ideas 173
478 Revistas nacionalistas 180
63. LA MÚSICA Y SUS AMEITOS 239 El Teatro del Pueblo 285
[uan María Veniard Las nuevas voces 287
La Iglesia 240 Teatro Abierto 288
El teatro 242 La dura realidad 288
El salón 246 Orientación bibliográfica 289
La sala familiar 247
La calle 250 ADENDA 29 1
Orientación bibliográfica 253
CRÓNICA 1983-2000 293
64. EL CINE 255 Aurora Ravina
Agustín Nerfert Elección y renovación
El cine mudo 255 de las autoridades políticas 293
El cine argentino comienza Política e instituciones 293
a “hablar” 257 La cuestión militar 303
Surgen nuevos directores 258 Economía y sociedad 303
La era de los estudios 260 Las relaciones internacionales.
El cine argentino después de 1955 262 Los viajes presidenciales 319
Generación del sesenta o nuevo Educación, ciencia y cultura 324
cine argentino 264
La generación del setenta 265 AUTORIDADES POLÍTICAS NACIONALES
El cine durante el “Proceso” 266 18 10-2000 333
Hacia un cine de madurez 268 1-Autoridades ejecutivas
Orientación bibliográfica 269 Vicepresidentes desde 1854
hasta 2000 336
6 5. EL TEATRO 273 2-Autoridades legislativas
Ernesto Schoo A) Titulares del Poder Legislativo
La veta Costumbrista 273 (1813 a 1829) 337
El sainete: apogeo y decadencia 273 B) Presidentes provisionales
Laferrere: elegancia y sarcasmo 275 del Senado (1854 a 2000) 339
El mayor dramaturgo 277 C) Presidentes de la Cámara
El duende eficaz 277 de Diputados (1854 a 2000) 340
La cuestión social 278 3-Autoridades judiciales
Original y desconcertante 279 1863-2000 341
Discépolo, figura clave 280
Eichelbaum, el introvertido 281 ÍNDICES GENERALES DE LA OBRA 345
Cosmopolitas, pero criollos 282
La lección del maestro 282 ÍNDICE DE MATERIAS 347
El fin de una época 284 ÍNDICE DE NOMBRES
El otro teatro 284 COLABORADORES DEL TOMO x 475
El cuerpo reivindicado 285

479
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PLAN GENERAL DE LA OBRA

Tomo I
PRIMERA PARTE: La Argentina aborigen.
La conquista española (siglo XVI)

Tomos Il y III
SEGUNDA PARTE: La Argentina
en los siglos XVII y XVIII, hasta 1810.

Tomos IV, V y VI
TERCERA PARTE: La configuración
de la República independiente (l8lO-c.l9l4).

Tomos VII, VIII, IX y X


CUARTA PARTE: La Argentina del siglo XX
Índices generales
CONTENIDO DEL DECIMO TOMO:
IX. La dimensión científica y cultural (continuación):
56- Las Ciencias Sociales (Mario D. Serrafero); 57- La fi­
losofía (Olsen A. Ghirardi); 58- La historiografía (Beatriz I.
Moreyra); 59- La literatura (Antonio Requeni); 60- El libro
y sus ámbitos (Alejandro E. Parada); 61- Las revistas en la
vida intelectual y política (Diana Quattrocchi-Woisson);
62- Las artes plásticas (Rodrigo Gutiérrez Viñuales - Elisa
Radovanovic); 63- La música y sus ámbitos (J uan María Ve­
niard); 64- El cine (Agustín Neifert); 65- El teatro (Ernesto
Schoo); Adenda; Crónica 1983-2000 (Aurora Ravina);
Autoridades políticas nacionales 1810-2000; Índices
generales de la obra.
ISBN OBRA COMPLETA:
9<0-49-02I4-6

I\H\ 950-49 mu 2
o 7895014 9101.3!

PLAN ETA

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