Sei sulla pagina 1di 2

Luvina de Juan Rulfo en relación con ¿Puede hablar el sujeto subalterno?

De Gayatri
Chakravorty Spiviak

En el cuento de Rulfo, Luvina, para seguir el pulso del subalterno requiere una
contextualización previa. En este sentido es relevante la introducción donde el territorio es
caracterizado como un espacio de difícil acceso, con una geografía compleja y un clima que
acecha al individuo. Rulfo formaliza esta idea mediante un narrador que previene: “ya mirará ese
viento que sopla sobre Luvina…rasca como si tuviera uñas: uno lo oye a mañana y tarde. Hora
tras hora sin descanso” (100). Así, la naturaleza es figurada como el patrón de fundo ofreciendo
un terreno árido para subsistir “está plagado de piedra gris con la que hacen cal, pero en Luvina
no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho”(99), la comunidad obrera no percibe en el
único recurso económico un potencial de explotación, ya sea por falta de conocimientos técnicos
u organización la fuerza de trabajo masculina abandona el lugar dejando por habitantes: mujeres,
niños y ancianos lo cual conforma una subalternidad histórica, marginal, imposibilitada para el
desarrollo personal y limitada en sus experiencias de vida.

La definición de la naturaleza y el grupo humano permite guiar la discusión hacia la


imagen del intérprete (citado en Spiviak 15) quien actúa como la voz de la narración. Este
personaje innominado, señalado como un profesor, traspasa oralmente sus experiencias a un
pasajero con dirección a Luvina, aparentemente será su reemplazante “Usted sabe que a todos
nosotros nos infunden las ideas. Y uno va con esa plasta encima para plasmarla en todas partes.
Pero en Luvina no cuajó eso. Hice el experimento y se deshizo” (109); mediante esta cita es
posible observar a un intérprete formado en el deseo de la cultura hegemónica, cuenta con un
acervo moral e intelectual que determina su accionar en Luvina, busca impactar formando a una
comunidad en los valores de la cultura dominante. La precariedad que debe experimentar al
formar parte de la comunidad, es comprendida desfavorablemente desde el esquema intelectual.
Este cúmulo de experiencias lo motivan a emprender mejoras en las condiciones de vida de los
habitantes, siendo fiel a su rol los convoca desde el discurso: “Un día traté de convencerlos de
que se fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena. ¡Vámonos de aquí! -les dije-. No faltará
modo de acomodarnos en alguna parte. El gobierno nos ayudará” (107); busca persuadirlos
mediantes conceptos que pierden sentido en la cotidianeidad de los habitantes: “Yo les dije que
era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he
visto reír a la gente de Luvina. Pelaron los dientes molenques y me dijeron que no, que el
Gobierno no tenía madre” (X). Los Luvinenses cierran la conversación con el siguiente
argumento: “Pero si nos vamos, ¿quién se llevará nuestros muertos? Ellos viven aquí y no
podemos dejarlos solos” (X). Este conjunto de evidencias posiciona al intérprete como una voz
no autorizada por la comunidad para representarlos en sus intereses, no sólo por su condición de
foráneo y ejecutor de los planes formativos del estado, también por la interpretación negativa que
realiza de la subjetividad de los habitantes. La marginalidad territorial es resignificada mediante
la construcción de una identidad que se apega a los ciclos vitales del ser humano “Dejan el costal
de bastimento para los viejos y plantan otro hijo en el vientre de sus mujeres, y ya nadie vuelve a
saber de ellos hasta el año siguiente, y a veces nunca… Es la costumbre. Allí le dicen la ley, pero
es lo mismo. Los hijos se pasan la vida trabajando para los padres como ellos trabajaron para los
suyos y como quién sabe cuántos atrás de ellos cumplieron con su ley…” (X) estas costumbres
son la cultura del lugar que es negada y clasificada como inadecuada por el intérprete ya que no
se ajusta a las expectativas aprendidas en su formación intelectual.

Rulfo, enaltece la voz del subalterno bajo sus propios significantes. Muestra al sujeto
mediador como un intelectual cargado de un aparato ideológico frágil, que al ser

mostrando la fragilidad del intelectual preparado con un aparato ideológico que genera
seguridad al conocer las articulaciones posibles

ideológicamente aunque torpe al acceder a la realidad.

de difícil comprensión para un sujeto que en el extrañamiento de esta circunstancia pierde


la voz y finalmente la convicción en su quehacer.

Incompatibilidad de intreses.

Potrebbero piacerti anche