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© Martin Prieto, 2006 (© De esta edicién: Aguilar, Atea, Taurus, Afaguara S. A, 2006 ‘Av Leandro N. Alem 720, (1001) Buenos Aes, ISBN: 987.010357.9 Hecho el depésito que indica a ley 11.723, Impreso en f Argentina, Print in Argentina Primers edicin: febrero de 2008 ise e ilustraciin de eublerta: Silvana Viscontl ‘Una editorial del Grupo Santillana que edita en Argentina - Bolivia“ Brasil - Colombia - Costa Rica ~Chile- Ecusdor- El Salvador Espafa- EE.UU, Guatemala~ Honduras Méxiea- Panamd «Paraguay -Perd = Portugal Puerto Rico -Repabliea Dominicana - Uruguay -Veneuela, Bree sors de a ertura argentina La ed, -Bacnoe At: Aggies. Teor lagers 208 ISBN osroganer9 1, Ensayo Argentino. 2, tea Lier Tio cop ane ki Sele apse, prance a pais A mis hijos Marcos y Valentin, por el tiempo que se fue y que ahora vuelve A Cecilia Valin, por nuestro amor en tos aris braves A mis amigas Nora Avaro, Paro Cantini, Analia Capdevila Sandia Contreras, Daniel Garcia Helder y Sebastian Sol, {que acomperiaron con generosidad la escritura de ete libro A Maria Teresa Gramugti, otra vee A Negra, Adolfo, Agustina, Juan y Sara A los lectores de literatura argentina, mis hermanos Maxciy Patrro como resultado un poema evocativo menos narrativo y épico que la oda anterior, aunque mantiene su misma combinacién neutralizante de paisaje americano, héroes revolucionarios, len- guaje castellano culto y ret6rica neoclisica y universal. Idéntica combinacién puede rastrearse en los efectos inmediatos del po ma. Por un lado, en el decreto que firma Rivadavia ordenando la impresién del poema “con toda perfeccién tipogrifica” y enco- mendando que se le regale al poeta “una de las mejores ediciones de las poesfas de Homero, de Ossian, de Virgilio, del Tasso y Vol- ‘aire’. ¥, por otro, en la carta que le envia José de San Martin, donde lo llama “compafiero y paisano apreciable” y donde, previ- siblemente, le sefiala que “los sucesos que han coronado esta cam- pata no son debidos a mis talentos (conozco bien Ia esfera de ellos), pero sia la decisién de los pueblos por su libertad y al co- raje del ejército que comandaba’, aa CapiruLo 1 EL paso adelante y el paso ats de Bartolomé Hidalgo. Cielito, ceo ‘ques. El rey Fernanda, tratado de sonso. Jacinto Chano y Ramin Consyeras dialogan patrdticamente El prinnerelsio de la teatera roplatense, Hilario Ascasul, Jervoaso antirsita, prusba con el ie quebradoy le sale bien. Un mashorquera amenaza Jacinto Cielo ‘on someterlo a refalos.Isidra la fderala erring en ln saa com la hija de Juan Manoel. Lo que hay en el cuarto de Rosas. La hist- via de ls mellzas de La Flo: una gauchesca culta despots Estanislao del Campo manda un gaucho a la dpera, Por suerte, ‘Anastasia ol Pollo sabe francis. Una definicion del ginero, sin Jor ‘fina Ludmer Pero en La Lira Argentina se encuentran también algunos pocos poemas —sin firma en el original y atribuidos después al uru- gaye Bartolomé Hidalgo— que disienten con el tono general de! conjunto y se destacan sobre el resto por Ia reduecién métri- cay estrfica, que prefiere el mis afectuoso octosflabo al por de- finicién solemne endecasilabo, en vers0s reunidos en grupos de cuatro con rimas en los pares, y también por el lenguaje, mas cercano al habla popular que a los giros cultos y conceptisas del neoclisico dominsante, Las formas elegidas —cielito, copla, cuar- teta cctosilabica— suponen, como sefiala Angel Rama, un paso aris en relacién con las que usaban los neoclisicos antimonir- quicos,liberales y revolucionarios, porque en vez de apoyarse so- bre tna retérica anacrénica pero progresista, se sustenta en una mas anacrénica ain, de origen medieval; cambia, ademés, Ia pretensién ecuménica y universalista de aquéllos por una prefe- rentemente regional y particular.? Sin embargo, ese paso atras de Hidalgo supone al mismo tiempo un paso adelante ya que ces misma eleccin formal y léxica amplia notoriamente las posi- bilidades de circulacién de los poemas. Estos dejan de ser, como los neoelisicos revolucionarios, patrimonio de la clase culta, so aptos para ser lefdos en los despejados ambitos del salén o de los Mansy Pater despachos oficiales, y acceden a una franja de piiblico mucho més _generosa y no necesariamente letrada, o directamente analfabeta, porque la forma de los nuevos poemas se adapta fiicilmente a Ia transmisin oral y al canto, que fueron su medio de difusién tanto ‘como las hojas, sueltos y compilaciones patridticas. Esta forma nueva, o diferente, todavia vinculada de manera residual al neoclésico en algunas de sus formulaciones retéricas, mantiene con éste, ademas, no s6lo una funcidn ideolbgica de base comin —patri6tica, revolucionaria y antiespafiola—, sino también el mismo origen burgués y culto de sus autores. Pero mientras juan Cruz Varela, Juan Cris6stomo Lafinur 0 Esteban de Luca se concentran en una ret6rica excluyente y dirigida sobre to- do al piblico letrado de las ciudades el “mundo literario” del que habla Rivadavia en la carta a De Luca—, Hidalgo, por el contrario, cambia el destinatario, que ya no es e! politico, el filé- sofo, el idedlogo o el general de Ia Independencia, sino el gau- cho en armas del ejército independentista. Este, a su rol de re- ceptor de los poemas, suma el de ser su divulgador, segiin puede entreverse por lo que sucede con el primer cielito atribuido a Hidalgo. Compuesto a fines de 1812 y escrito durante el sitio de Mon- tevideo contra los espafioles, el cielito de Hidalgo, segiin recuer- da Francisco Acufia de Figueroa en su Diario histrico del sitio de ‘Montevideo, era cantado por los sitiadores que se acercaban a las murallas a “gritar improperios” contra los sitiados La escena tie- ne, es verdad, como anota Roberto Giusti, “cierto sabor hom co” y legendario,* Pero la sostiene, retroactivamente, la evolueién del género hacia la poesia gauchesca, cuyo germen, borroso atin cen los cielitos, se volverd nitido, en Ia misma obra de Hidalgo, en los “didlogos patristicos” entre Jacinto Chano, “capataz de una ex tancia en las islas del Tordillo”, y Ramén Contreras, gaucho de la guardia del Monte, escritos entre 1821 y 1822 Ya en algunos de los memorables cielitos anteriores puede verse el buen rendimiento que obtiene Hidalgo de las cuartetas octosilabicas rimadas en los versos pares tomadas del romancero espatiol. Bl contexto de los poems es realista ¢ histérico —cuen- tan hechos que acaban de suceder realmente, o que estin suce- diendo en ese momento, como el sitio. a Montevideo—, el tono es sobre todo narrativo en lugar del épico o elegiaco preferido por BBREVE HISTORIA DE LA LIFERATURA ARGENTINA los poetas neoclisicos, y el nervio y la vivacidad de las descalifi- antes ironias contra el ejército y el rey enemigos se asientan en las elecciones léxicas de Hidalgo, que privilegia tanto los giros del castellano popular como Tos de un incipiente idioma riopl- tense y criollo. Asi escribe, por ejemplo, contra el rey Fernando Vil, una vez que éste habia publicado, en abril de 1820 y en Ma- did, el Manifesto del rey Fernando a los habitantes de ultramar, instan- do # fos pueblos revolucionarios a volver al yugo mondrquico: “Cielito, cielo que si/ este rey es medio sonso,/ y en lugar de don Fernando/ deberia llamarse Alonso”, Y mas adelante: “Para la guerra es terrible,/ balas nunca oy6 sonar,/ ni sabe qué es entre vero,/ ni sangre vio colorear.// Cielito, cielo que si,/ cielito de la herradura,/ para candil semejante/ mejor es dormir a obscu- ras.// Lo lindo es que al fin nos grita/ y nos ronea con enojo./ Si fuese algiin guapo... vaya:/ jpero que nos grite un flojo!”. Y contra ese polo opositivo, se construyen dos simulténeamente afirmativos. Uno que es de identidad: "Mejor es andar delgedo,/ andar éguila y sin penas,/ que no llorar para siempre/ entre pe- sadas cadenas.// Cielito, cielo que si/ gurdense stt chocolate,/ aqui somos puros Indios/ y s6lo tomamos mate”. Y otro que es prosdlitista le republicanismo y civiidad, y que mas tarde, en la gauchesca, va a devenir electoral, de diverso signo: “Cielito, cielo que si,/ no se necesitan reyes/ para gobernar los hombres/ sino benéficas leyes.// Libre y muy libre ha de ser/ nuestro jefe, y no tirano;/ éste es el sagrado voto/ de todo buen ciudadano” Pero en esas formulaciones hibridas de los poetas de la Revo- lucién y la Independencia, cuya ideologia moderna esté someti- da atin a la cércel de una forma conservadora 0 anterior, se en- cuentra la base de sustentacién de las primeras enunciaciones de una literatura nacional en dos proyecciones diferentes. Por un lado, la de los poetas liberales det Romanticismo, que toma- ran tanto del modelo europeo como de la obra de fos liberales del neoclasicismo In percepeién —apenas esbozada en estos titi ‘mos acerca de que escribir una poesia nacional es, basicamente, inscribirla en un paisaje nacional, y también la idea de la funcién utilitaria de la poesia, sobre todo educativa en relacién con la difusién de valores ideolégicos, filos6ficos y politicos. y dirigida, como en los neoclisicos, al piblico restringido de las cindades Por ctro, la de los poetas gauchescos del siglo xix, de Hilario f Maney Pater0 Ascasubi a José Herixindez, que toman de Hidalgo no sélo su centonacién, su vocabulario,su afin proselitista en la eleccién de un piblico no urbano e iletrado, sino, como sefialan Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, algunos de sus motivos esenciales ‘como el didlogo entre paisanos, el ambiente sugerido por alusio- nes y la pexplejicad del gaucho en la ciudad.# Los DIALOGOS PATRIOTICOS DE BARTOLOME HipaLco ‘Todo esto, sin embargo, no est maduro atin en el Hidalgo inde- pendentisa y revolucionario de los cielitos que apenas esbora la rotunda novedad de sus didlogos patriéticos en los que puede decirse que nace una literatura original finalmente sinerénica con la revolucién politica precisamente, justo es decirlo, cuando ésta comenzaba a padecer resquebrajamientos y divisiones entre los distintos grupos dirigentes. Ya en 1815, la bifurcacién del partido de gobierno entre unitarios y federales promovié distin- tos alineamientos politicos. Buenos Aires retuvo el poder cen- tral, contra ef que se rebelaron, por un lado, las provincias de Entre Rios, Corrientes y la Banda Oriental, que respondian al uruguayo José de Artigas y, por otro, Cérdoba, La Rioja, Santa Fe y Salta. En 1816, el afio del Congreso de Tucumsn, con la Banda Oriental independiente de las otras provincias, las partes retoman fiigilmente el orden y la armonia, para firmar la declara- cién de la Independencia, pero este equilibrio precario es roto poco tiempo después, ya desatada la guerra civil de 1820. Por lo tanto, ef escenario politico, que es el asunto de la pequeiia obra de Hidalgo, cambia de los celitos alos didlogos, silos primeros son, sobre todo, antihispiinicos y antimondrquicos, los segundos, signdolo atin, ya dan cuenta del fragmentado frente interno, En el primer didlogo patridtico entre Jacinto Chano y Ramén Contreras, ¢s Chano quien se pregunta por las ganancias obteni- das en dicz afos de “revuluci6n’, ademas del beneplicito por ha- ber podido sacudir las cadenas de “Fernando el balandrén”. Yla enumeracién es decepcionante: “robarnos unos a otros/ aumen- tarla desunién,/ querer todos gobernar/ y de faicién en faicién/ andar sin saber que andamos/ resultando en conclusién,/ que hasta el nombre del paisano/ parece de mal sabor". Para Chano, [Daive HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA que oficia como una suerte de educador politico de Contreras, el problema radica en la aplicacién desigual de las leyes, y en ‘que esa desigualdad siempre beneficia al “seftorén”, en desme- dro del gaucho pobre, ya que mientras a éste “Io prienden, me Jo enchalecan,/ y en cuanto se descuid6,/ le limpiaron la cara- cha,/ y de malo y saltiador/ me lo tratan y a un presidio/ lo mandan con calzador”, el otro “sale a la calle/ y se acaba la jun- ci6n’. La distinci6n entre unos y otros —y ya puede verse de qué lado estén Chano y Bartolomé Hidalgo— es econémica, entre el rico y el "pobret6n’, pero es sobre todo social y politica. Los gaux cchos pobres son los “soldados de valor”, los oficiales que presta- ron servicios a la patria en Ia época de la Revolucién, muchos de los cuales murieron en combate dejando a la “infeliz viuda” ame- nazada por la prostitucién, mirando con “cruel dotor/ padecer a Jos hijuelos", Mientras que los ricachones son, sobre todo, los por- tefios, los beneficiarios “de toda la plata y oro/ que en Buenos Ai- res entr6/ desde el dia memorable/ de nuestra revuluciOn”, quie- nes disfrutan de las rentas de la abundancia que, por otra parte, nno se ocuparon en hacer erecer. *2Y esto se llama igualdad?”, se pregunta Chano. Yse contesta: “La perra que me pariét”. Formalmente, Hidalgo introduce casi todos los recursos que después, a veces mejorados, a veces estilizados, y otras s6lo em pleados retoricamente, formarin parte del instrumental de los poets gauchescos argentinos y uruguayos Hilario Ascasubi, Estax nislao del Campo, Antonio Lussich y José Hernandez. Hidalgo, que en 1816 habia ensayado Ia forma dramatica en una suerte de monélogo unipersonal llamado “Sentimiento de un patrio- ta", ya quien no parece resultarle indiferente la puesta, en senti- do teatral, de sus propios poemas, torna verosimil el contrapunto entre los dos personajes de sus didlogos patriéticos a partir de un encuentro provocado 0 casual entre Chano y Contreras. En el pri- mero es Chano quien, como “estaba de balde”, encincha el azule- {joy va visitar a Ramén; en el segundo es Ram6n quien “anda va- riando” su zaino parejero porque tiene que correr una cuadrera yy entonces pasa por Ia estancia de Chano para conversar con é!, yenel tercero es Ramén otra vez quien simplemente va a visitar a su amigo, porque “Tiempo hace le ofreci/ el venir a visitatlo/ yo (que se offece es deuda”, La conversaci6n versa primero sobre ca- bllos, Iuego sobre el mate, para pasar inmediatamente, y ya con a Marin PRIETO Jos dos personajes “cimarroniando", ala relacién sobre las “no- vedades’, que en los dos primeros dilogos son eminentemente politicas. En el tercero, en cambio, la relacién de Ramén “de to- do lo que vio en las fiestas Mayas de Buenos Aires, en 1822", convoca las convenciones del realismo costumbrista y detallista —y de hecho el texto conserva un valor documental ademas de artistico, sobre cémo cran efectivamente los festejos patrios en Buenos Aires en los primeros afios de Ia década del veinte—, e inaugura la serie tematica del gaucho en Ia ciudad, retomada 1s tarde por la tradicin gauchesca y por el sainete. En euanto al lenguaje, los dilogos de Hidalgo no s6lo trans- criben la fonética del habla del gaucho (ans{ por asi jué por fue, salt por salud, humadera por humareda, cansao por cansado, ahura por ahora, giten por buen, etc.), sino que incorporan, ademés, giros criollos (entregar el rosquete, 0 limpiar la cara- cha, ambos por morir, asentar y mudar el mate: en el primer caso, agregarle un trago de aguardiente, en el segundo, cambiar Ja yerba) que acompafian los giros y el vocabulario castellano que también forma parte del repertorio lexical de Hidalgo, pero que, desestabilizados por completo por la presencia de aquéllos, aparecen en los didlogos como elementos arcaicos y residuales. Por otra parte, i bien Hidalgo no se sale nunca del metro octo- silébico rimado en los versos pares, de origen espafiol, manifies- ta dotes de buen versificador, atento a la expresividad, como cuando parte el verso en dos tetrasilabos (“zNovedades?... qué se yol”, 0 *2Y la mosca? No se sabe"), un recurso muy humilde, pero muy rendidor para captar Ia atencién del interlocutor ficeio- nal —Chano 0 Ramén—y, a uavés de éste, del receptor natural de los poemas. Todas estas notas no convierten a Hidalgo —como pretende el ertico uruguayo Carlos Roxlo— en un precursor que contiene a todos sus sucesores “que han descollado imitindolo”> pero tampoco es, como sefialan Borges y Bioy Casares, ese raro inventor al que “definen y mejoran” sus ilustres descendientes Ascasubi, Del Campo, Lussich y Hernindez, sin los cuales, “la obra de Hidalgo seria una mera curiosidad y ni siquiera podria mos percibir sus rasgos diferenciales”.® Al contrario, los tiene en cantidad, y son los que lo distancian de todos sus contempor’ neos y convierten su pequefia obra compuesta por apenas tres idlogos en el primer elésico de la literatura rioplatense, si se lo DBREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA piensé desde la concepeién del poeta norteamericano Ezra Pound, para quien el texto clisico es “una novedad que sigue siendo una novedad”,? Cambiados todos los protocolos de lectu- ra conlos que se lo ley6 a Hidalgo hace ya mis de 180 aiios y de- saparecidas sus referencias politicas, sus versos, sin embargo, mantienen la gracia, la galanura en la denuncia y el enorme po- der de interpelacién que entusiasmaron a sus rsticos y letrados lectores de entonees. [UNA GAUCHESCA UNITARIA YUNA GAUCHESCA FEDERAL Bartolomé Hidalgo murié en Mor6n, provincia de Buenos Aires, en 1822 a los 34 afios. Menos de un afio después se publicé en Buenos Aires un folleto anénimo titulado Graciasa y divertida con- versacién que tuvo Chano con seiiar Ramin Contreras con respeco a las Jfiestas Mayas de 1823. Yen 1825 se publicé otro anénimo mas: Gra- cosa y divertida conversacién que tuwvo Chano con setior Ramén Contre. ras, ena que detalla el primero tas batalas de Lima y Alio Peri, como asi- smismolas dela Banda Oriental, habiendo estado cerca de ambos gobiernos con el carter de comisionado y ahora acaba de Uegar de chasque del Sa- randi. Ambos poemas respetan los protocolos formales de los de Hidalgo, pero como sefiala el investigador Félix Weinberg, quien encontré el ‘inico ejemplar de la segunda Graciosa y divertida con vesaciin...y Ia volvi6 a publicar en 1968, estos andnimos no son poemzs de Hidalgo publicados péstumamente, sino la vivaz mani- festaciSn de la proyeccién tanto de la forma como de los dos pri= eros grandes personajes de la literatura rioplatense mas alla dle la obrey del autor que les dieron origen.* A partir de los afios treinta, cuando la independencia era una cosa resuelta y los enfrentamientos ya no eran entonces contra el yugo monarquico, sino entre los herederos del poder: unitarios y federales, la obra de Bartolomé Hidalgo comienza a perder vigen- cia poitica. Pero de modo mas definido y neto que en la etapa historisa anterior, los poemas gauchescos sern, como dice Wein- beng, “instrumento importante en ese combate cotidiano”. ¥ fede rales yunitarios, rosista y antirrosistas, uilizaran la forma creada por Hidalgo para conseguir el favor de los campesinos, buscar adhe- sionesy lamarlos a unirse a sus respectivasfilas de combate. a Manet Pater Luis Pérez, que firmé muchas de sus cuartetas y cielitos con el seudénimo Pancho Lugares, fue el ms reconocido gauchi-poli- ico rosista y suyas son algunas de las caracterizadas descripcio- nes del Brigadier, sobre quien escribié una biografia en octosilae ‘bos, que mantiene el tono apologético de esta cuarteta de 1831: “Ya gracias a Dios lleg6/ nuestro adorado patrén/ el deseado de ‘este pueblo/el genio de la Nacién’, Juan Gualberto Godoy fue, también en los primeros afios de Ja década del treint, el principal versificador del ideario unitario, en poemas publicados en el periédico El Gorncerm, de Mendoza. Pero ni los versos de Pérez ni los de Godoy tuvieron la inventiva, la complejidad compositiva, ni el definide realismo descarnado de los de su contemporiineo, el antirrosista Hilario Ascasubi, el primer seguidor manifiesto y sin embargo diferente de Hidalgo, ‘cuyo primer didlogo entre los gauchos orientales Jacinto Amores y Simén Pefialva data de 1833, “La REFALOSA", DE HILARIO ASCASUBI Entre 1837 y 1851, el ideario antirrosista tuvo en Hilario Ascasu- bia uno de sus maximos propagandistas en Montevideo y Buenos Aires. Los poemas de Ascasubi, firmados con distintos seud6ni- mos que fueron més tarde unificados bajo el de Paulino Lucero, se publicaron conjuntamente por primera vez en 1858 en dos vo- limenes, con el titulo Troves de Paulino Lucer,y luego en 1872, en Paris, cuando reuni6 sus obras completas, con el titulo general Paulino Lucero o Los Gauchos del Rio de la Plaia cantando y comba- tiendo contra las tiranos de las Repiiblicas Argentina y Oriental det Uruguay. Jacinto Amores y Simén Pefalva, Norberto Flores y Ra- mén Guevara, Juan de Dios Oliva “y otros dos gauchos orienta- les", ef mismo Paulino Lucero y su amigo Martin Sayago, Ramén Contreras —el personaje de Hidalgo— y Salvador Antero, Ansel- no Morales y Rudesindo Olivera son algunos de los personajes con los que Ascasubi contintia la tradicién del dilogo instalada por Hidalgo. Pero en relacién con el modelo no cambian slo los temas Ios nuevos son el sitio de Montevideo por las fuerzas de Rosas, su gobierno en la ciudad de Buenos Aires, las batallas 8 y antirrosistas en los campos argentinos, siempre a BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA desde una perspectvarabiosamente contraria ala politi del Brigadier’ sino tambien la versifcacion y el episto. En cuan- tol versal ben Asani cs no ele det eos bo, mane algunas varantes extofies, entre lax que sobresae Ia Géaina, en contraposiion a las regulares cuarttas de Hidalgo: también, offecevaraciones 2 la unioca rma en los pares de sa fnteceso yes arta abrazaa consonante de la que obviene me- Jor rendimfeno.Asmismo,y para dar continu sinicay muse Cais as veraos, Ascasubi prueba exitosamente el pie quebrado, gue finciona muy bien en “La Refalose”, como oua partici del Tero octonlabo en dos tetaslabos, pero ator el primer hems Guie queda en la yor de uno de Tos personajes, y el segundo Shr espuesta del otro, de modo es, por ejemplo, en “La Gnevhetada", Marcelo viene diciendo "2¥ cuanta sangre y extra go/ ain devora nesta tera, sin terminarse esta guerra/ Borgue hay hombres. Pilar Io inerrumpe diciéndole “Eche Un eager, cerrando ella euarttasbierta por st interlocutor Respecto del regsiro, lo mis destacado de Ascasubi es su im- pacante incursgn en un realismo exacerbado que da su nota This alta en "La Refaloss” y en “Isidora la federala y mashor gies” En “La Refilos’, el autor invierte la yor de ss pero- fajesy quien habla no es, como habitualmente, un gaucho tiniaslo que denuncia ls arocidades del gobierno de Rosas qos marorgueros, sino un “mathorquero y degollador de Tos tadores de Montevideo" que amenara al gaueho unitaro Jace to Cielo con someterlo a “refalosa™. La inversion da, como ano- te Casto Oyuela, una perdurable sensacién de objetvidad Yen elespantable realismo de esta pintura® en la que el mazorque- ro cuenta con delectacion cada uno de Tos pasos que se siguen part degolar aun unitaro, dee que lo agarran, sino geta "ia la Santa Federacion!, hasta que al “salaje™ después del deqiello, de haberlo hecho bailar la refalosa” —esto es, hacerlo Feainar cn su propia sangre le da un calambre, "scl a pa taliae/y @terlar/ uy fiero, hasta que se esr, para Final mente corarle una lonja de carne, arrancare las ore, la ba- ba Tas patillsy las cus y dejarlo "para que engorde algin chancho/ 0 carancho”. Por el vono'y por el tema, la segunda parte de “Isidors la fede: salty mashorquera” puede ser leida como una continuacion de rc Maxis Pater. “La Refalosa’, tanto de su asunto como de su reconcentrada vie sualidad. Isidora la arroyera, definida por el narrador Anastasio el chileno como una "gliena federala/ pues se refriega en st sie Ja/ con la hija de Juan Manuel”, vuelve det campamenio de Ori- be a Buenos Aires a vistar a su amiga Manuelita. El poema, has- ta ese instante gracioso e intencionado, cambia imprevistamente de registro, cuando Isidora saca el regalo que trae para su amiga portefia: una Ionja de carne “que le he sacao a un francés", y le pide que lo guarde con las orejas que le regal6 Oribe. Manuelita Te dice que ya no tiene las orejas, que se las regalé a “tatita”, y ‘entonces invita a Isidora al cuarto de Juan Manuel en el que, ¢o- mo trofeos de caza, se exhiben “el cuero del traidor Berén de Astrada”, la cabera del coronel Juan Zelarrayan, la barba y la me- Jena del comandante Maciel, las orejas del coronel Borda, todos opositores al gobierno de Rosas y muertos en batalla o directa: mente asesinados. En una escena formidable, imprevistamente entra Juan Manuel a su cuarto “en camisa y ealzoncillos", con tuna cabeza amarrada golpedndole los tobillos. Se acuesta y le dan convalsiones, brama “como un tigre enfurecido”, echa esp ma por la boca, tiembla, rechina los dientes, “ve", como en una alucinacién, la batalla de la Horqueta del Rosario en la que el unitario Venancio Flores derrota a Angel Maria Néiier y “lo lim- pian a Alderete”. Y cuando de golpe recupera la compostura, manda que degtiellen a la arroyera, para que no pregone lo que vio. Después se sienta sobre su cadaver, la besa y larga una carca- Jada. Y cierra Anastasio: “Ansf la triste Arroyera/ un fin funesto ha tenido/ sin valerle el haber sido/ federala y mashorquera’. En 1851, después del pronunciamiento del general justo José de Urquiza contra Rosas, Ascasubi, exiliado en Montevideo, mar- ch6 a Entre Rios, a enrolarse en el llamado Ejército Grande al {que eniré con el grado de teniente coronel pero en el que, co- mo recuerda Domingo F. Sarmiento en Camparia en el Ejército Grande, oficié més de propagandista —‘se le dieron mil ocho-

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