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En el Perú, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar-ENDES de 2016 (INEI, 2016) el 32,2% de las mujeres ha
sido, al menos una vez, víctima de una forma de violencia física y/o sexual por parte de su cónyuge o pareja, el 64,2% de
una forma de violencia psicológica y/o verbal y el 60,5% de ellas manifiesta haber sido o ser el objeto de alguna forma de
control o dominación. Estas cifras están por debajo de los resultados registrados en las últimas encuestas, en particular la de
2012 en la que las proporciones fueron las siguientes: 37,2%, 70,6% y 66,3% respectivamente. Sin embargo, la tendencia
se mantiene: la violencia de género contra las mujeres se ha instalado como un fenómeno estructural de la sociedad peruana
mientras que su magnitud hace extremadamente difícil, por el momento, una mayor democratización e igualdad en la
relación entre los sexos, por ejemplo en la toma de decisiones concernientes a la sexualidad, las elecciones profesionales o
la vida familiar cotidiana.
La literatura sobre la violencia contra las mujeres muestra dos principales formas de expresión. La primera se inscribe en
las relaciones de poder y de control, llamada “terrorismo íntimo”, en la que la violencia psicológica y física encierra a las
víctimas en la relación conyugal y crea una situación de miedo permanente y de disminución de recursos personales
(confianza, autoestima), financieras (dinero para huir) y sociales a través de las redes de apoyo potencial (familia, amigos)
(Leone et al., 2007). Esta forma de violencia se origina generalmente en un modelo patriarcal de dominación masculina y
en una legitimación de la violencia en el seno de la familia. La segunda es llamada “violencia situacional”. Esta es la
consecuencia de un conflicto abierto entre los miembros de una pareja y más específicamente una disputa que desemboca
en un acto de violencia física más circunstancial (Johnson & Leone, 2005).
Factores contextuales e individuals multiples
Los contextos de vulnerabilidad social y económica tienen una cierta incidencia sobre las dimensiones y la magnitud de la
violencia, en particular doméstica, por el hecho de crear tensiones entre los mismos padres y entre los padres y los hijos,
pudiendo desembocar en situaciones de agresión verbal y/o física agravada. Hay otros factores que pueden tener una
influencia en la victimización de las mujeres en la relación de pareja, en particular su nivel de instrucción en la medida en
que la acumulación de un número más importante de años de estudios contribuye a una mejor inserción profesional y a
mayores oportunidades en el mercado laboral en condiciones estables (contrato formal, sistema de protección social,
mayores ingresos). Esta situación les permite adquirir una mayor autonomía en su vida privada y estar menos expuestas a
actos de violencia en su relación de pareja. Sin embargo, es probable que este análisis encuentre limitaciones en el caso del
Perú, donde la autonomía de las mujeres puede constituir un factor de violencia originado por la frustración de los hombres
frente a su falta de control sobre su vida cotidiana, más que la probabilidad de la denuncia de la violencia de la que las
mujeres son víctimas (Benavides, Bellatín & Cavagnoud, 2017). Pareciera que la misma tendencia se verifica en el caso de
Colombia, donde la incorporación creciente de las mujeres en el mercado laboral no ha sido sinónimo de la disminución de
los maltratos conyugales (Meil Landwerlin, 2004).
Además, la violencia de género contra las mujeres también puede reproducirse según la lógica intergeneracional. Las
mujeres que crecieron en una familia en la cual sus madres fueron maltratadas por sus padres muestran una probabilidad
mayor de exposición a las formas de agresión por parte de sus cónyuges. A este respecto, existe una suerte de asimilación
y legitimación del maltrato en el seno del hogar y una instalación de la figura masculina dominante que tiene la capacidad
de usar la violencia para imponer su autoridad en el conjunto familiar. En esas circunstancias, es frecuente que el consumo
de alcohol sea uno de los factores desencadenantes de las agresiones. Según los resultados de ENDES de 2016, un 49,1%
de las mujeres víctimas de violencia declaran que sus cónyuges estuvieron al menos una vez bajo la influencia del alcohol
y/o las drogas en el momento de cometer el acto violento (56,7% en 2012). En este caso, las mujeres—e igualmente sus
hijos— fueron víctimas de la violencia ejercida por los hombres adultos de la familia, principalmente por el padre, pero
también por parte de otros miembros masculinos como el suegro o un tío. Además de violencia doméstica no es raro
finalmente que las niñas y adolescentes sean el blanco de diferentes agresiones en el colegio o en la proximidad de su
domicilio, en el barrio de residencia. En numerosos ejemplos tomados de la actualidad, estas formas de abuso físico pueden
transformarse en agresiones de carácter sexual.
Respuesta pública y escaso acceso a los servicios de protección
Frente a las situaciones de violencia, las mujeres pueden acceder a las instituciones especializadas en este dominio para
presentar una queja o recibir apoyo psicológico y social. En el Perú, según la Ley de Protección frente a la Violencia Familiar
(Ley N° 26260), que establece un protocolo de denuncia, investigación y sanción en el caso de violencia familiar, la Policía
Nacional, el fiscal y el juez son los principales actores institucionales a cargo de intervenir y de abrir un proceso que
conduzca a una posible pena. Paralelamente, se han abierto centros especializados para asegurar una mejor atención: las
Comisarías de la Mujer y los “Centros de Emergencia Mujer” (CEM).
El Perú es uno de los países pioneros en la región con la creación de estas instituciones especializadas y la inauguración en
1992 de la primera Comisaría de la Mujer como respuesta a las demandas de la sociedad civil frente al trato frecuentemente
humillante y discriminatorio en las instancias policiales manejadas por hombres (Estremadoyro, 1992), provocando un
fenómeno de “re-victimización” hacia las mujeres. Existen actualmente 32 Comisarías de Familia a nivel nacional de las
cuales 9 pertenecen a la metrópoli de Lima y Callao.
Además, los Centros de Emergencia Mujer constituyen los principales órganos operacionales en el marco del Programa
Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). El primer
Centro de Emergencia Mujer fue creado el 8 de marzo de 1999 y al término del mismo año un total de 13 centros habían
sido puestos en marcha. Estos últimos son espacios independientes para el depósito de denuncias en casos de violencia
familiar y/o sexual y deben normalmente permitir simplificar el protocolo de denuncia y hacer un seguimiento más preciso
de ello. A la fecha existen casi 270 Centros de Emergencia Mujer instalados en todos los departamentos del país, de los
cuales 30 funcionan las 24 horas del día. Se trata de un servicio público y gratuito que ofrece una orientación a la vez legal,
de defensa judicial y de ayuda psicológica.
Sin embargo, el acceso a estos servicios de denuncia y de ayuda continúa siendo muy limitado en razón a una serie de
factores individuales y contextuales. Según los resultados de la ENDES de 2016, solo el 27,2% de las mujeres víctimas de
violencia física se acercaron a una institución para presentar una denuncia o buscar una forma de apoyo. Este resultado se
mantiene estable con relación a la encuesta de 2012 (27,3%) pero es significativamente mayor con relación a la de 2009
(16,1%). Pero no indica ningún elemento sobre la calidad de la atención recibida y menos aún sobre el resultado de la
denuncia y de la condena eventual del conyugue. Entre las mujeres que han recurrido a una institución para encontrar ayuda
75.9% acudieron a la comisaría, 10.9% un Centro de Emergencia Mujer (DEMUNA), 9.8% a un fiscal, 9.3% a un juez,
4.8% a un centro de salud, 4.2% al MIMP y 5.7% se dirigieron hacia otro tipo de institución.
Finalmente la edad de las mujeres tiene una influencia significativa en este proceso y muestra diferencias muy claras entre
las generaciones. Según la misma ENDES, sólo el 9.1% de mujeres de 15 a 19 años víctimas de la violencia siguen un
proceso institucional, contra el 16,2% de las mujeres de 20 a 24 años, el 24,6% de las mujeres de 25 a 29, el 28,8% de las
mujeres de 30 a 34 años, el 29,7% de las mujeres de 35 a 39 años, el 32,5% de las mujeres de 40 a 44 años y el 35,9% de
las mujeres de 45 a 49 años. Sin embargo, pocos elementos empíricos explican esta tendencia.
Además, la severidad del acto violento por parte del cónyuge aparece como un motivo determinante en el proceso de
denuncia. La referencia a actos de violencia física, incluida la sexual (más que psicológica), en repetidas ocasiones se refleja
en el testimonio de las mujeres que terminan yendo a una comisaría. Este caso es todavía más frecuente cuando los niños
son los principales testigos de estas escenas que resultan imposibles de soportar física y psicológicamente para unos y otros.
Para las mujeres, el desarrollo de su autonomía personal con la obtención de un empleo estable y/o la gestión individual de
su vida íntima puede incrementar la probabilidad de violencia doméstica en el caso del Perú (Benavides, Bellatín &
Cavagnoud, 2017) pero en contraparte este factor puede también ayudar a las mujeres a tomar la decisión de poner una
denuncia para responder a esta violencia doméstica. Las mujeres socialmente aisladas de su familia o de su red de vecinos
muestran así una probabilidad muy ínfima de acudir al servicio social. Esta falta de socialización las aleja de todo recurso
que les permita encontrar un apoyo fuera de su domicilio.
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Link: https://ifea.hypotheses.org/1283
TESTIMONIOS
A.M.O
“El padre de mis hijos me pegaba… a mis hijos también, con kerosene nos quemaba, era de esteras mi casa …
y yo estaba bien escondida y mi hijita estaba bien escondida y corría, corría, porque la quería agarrar pe’ a
ella, mi hijito al mayor le había agarrado y le ha dicho no hay tu madre y les había bañado con querosene y el
agarraba fosforo dice y mi hijito mientras eso fuufff… lo soplaba … y traje al policía y lo agarraron le quitamos
la ropa y le había hecho llagas el querosene …” (Testimonio de A. M. O., 59 años).
Cuanto más agudo y perjudicial sea un acto de agresión física, más inclinadas están las mujeres a denunciar a
su cónyuge para proteger a sus hijos y no exponerlos a consecuencias más graves. A pesar de esta voluntad de
acudir a las autoridades, sucede sin embargo que un obstáculo administrativo como la ausencia de un documento
de identidad válido o un acto de corrupción del cónyuge impide la puesta en marcha del protocolo de denuncia.
El “terrorismo íntimo” expresado a través de escenas extremadamente violentas y regulares, así como de
relaciones sexuales forzadas, motiva más intensamente a las mujeres a vencer su temor y denunciar estas
violencias, a diferencia de la “violencia situacional” donde las mujeres dudan, a menudo, en acudir a un puesto
policial.
J.I.S
“Yo quería ir denunciarlo y separarme de él (su cónyuge) pero yo no sabía para nada adónde ir y me sentía
impotente. Tenía cuatro hijos pequeños y no sabía a dónde ir y si encontraría un trabajo, no sabía a quién
podría encargarlos. Por eso finalmente decidí soportar la situación” (Testimonio J. I. S., 59 años).
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La violencia familiar afecta al 63% de las mujeres del país
Según el Endes 2018, el 11% de las mujeres fueron agredidas por sus parejas en el último año. Los niveles más
altos se observan en regiones de la sierra sur.
La violencia contra la mujer observada en el país se torna cada vez más recurrente y brutal. Solo en enero se reportaron
al menos 12 feminicidios en nueve regiones, según cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Uno de los casos más impactantes fue el de Melina Arizaga, de 38 años, quien murió el 10 de enero a plena luz del día tras
recibir tres balazos por parte de su ex esposo en un mercado del Callao. El victimario acudía constantemente al lugar para
exigirle las ganancias de la jornada.
Esta alarmante realidad se refleja en los casos de violencia familiar reportados en la Encuesta Demográfica y de Salud
Familiar (Endes) 2018. Según dicho estudio, el 63,2% de mujeres de entre 15 y 49 años ha sido víctima de violencia
económica, psicológica, física o sexual alguna vez por parte de sus parejas.
Si bien dicha cifra es menor en dos puntos porcentuales respecto a lo observado en el 2017 (65,4%) y tiene un descenso en
comparación con hace cinco años (71,5%), aún se mantiene en estándares elevados.
Asimismo, el 10,9% de las encuestadas declaró haber sido víctima de violencia física o sexual en los 12 meses previos a la
realización de la encuesta.
La encuesta también refleja la poca confianza de las víctimas en las instituciones. Solo el 28,9% de ellas acude a alguna
institución especializada (comisarías, defensorías municipales, fiscalías, juzgados), mientras que el 44,8% busca ayuda en
personas cercanas.
Susana Chávez, directora del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex),
sostiene que este hecho refleja las fallas en la estrategia del Gobierno para afrontar el problema.“Esto mide el fracaso de la
política pública. Si tenemos víctimas que siguen yendo al entorno familiar como lugar de atención más inmediato,
significa que no están funcionando adecuadamente los centros”, explica.
La especialista añade que el esfuerzo de las instituciones debe centrarse en reforzar el enfoque preventivo, que debe ir
junto con medidas para fortalecer su empoderamiento e inserción en el mercado laboral.
Si no combatimos la violencia desde sus orígenes, poco podremos avanzar. Preocupa también el poco direccionamiento
estratégico que se está teniendo para atender a las víctimas o posibles víctimas, como mujeres en proceso de separación
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Link: https://elcomercio.pe/peru/violencia-familiar-afecta-63-mujeres-pais-noticia-604811-noticia/
Ministra de la Mujer: "Hay que creerle a la víctima"
La titular del MIMP, Ana María Romero-Lozada, señaló que hubo 11 feminicidios solo en febrero de
este año
Hoy es el Día Internacional de la Mujer y en el Perú, pese a los esfuerzos, la fecha está enmarcada con cifras de violencia.
La ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ana María Romero-Lozada, precisa algunos avances de su sector en
este tema.
Por supuesto, es un día en el que millones de mujeres en el ámbito mundial vamos al unísono a destacar los avances en
nuestro propio desarrollo. Sobre todo resaltar lo que más representa en el terreno del crecimiento de la igualdad de los
derechos de hombres y mujeres. La igualdad de género implica fortalecimiento de la democracia, implica valores y acceso
a oportunidades laborales y mejores ingresos.
— Solo hay una gobernadora regional y muy pocas alcaldesas. ¿Es poca la presencia de la mujer en la política peruana?
Hay un tramo largo por recorrer. Efectivamente, hemos incrementado el número de mujeres congresistas si comparamos
con la administración anterior, pero sí ha disminuido a nivel de gobiernos regionales y también de regidoras
[municipales]. Si empaquetamos todo, hay un retroceso. Y eso también responde a políticas firmes en cuanto a la
participación de la mujer en la actividad pública. Ahí estaremos nosotros impulsando, junto con la Comisión de la Mujer
del Congreso, la mayor presencia de la mujer sobre todo en las listas de candidatas, es decir, que haya una paridad, 50%
mujeres y 50% varones.
Estamos trabajando en una preocupación que nos han transmitido las mujeres que están comprometidas en la actividad
pública y política. El acoso político. Esto está muy relacionado con una cultura machista y los temas de violencia hacia la
mujer. Hay muchas mujeres que desisten de participar en una actividad política por el ‘bullying’. Prefieren mantener la
labor que cotidianamente realizan en una empresa o en casa. Ya tenemos un esbozo del proyecto.
— ¿Cuáles son las coordinaciones que su sector ha hecho con otras entidades del Estado, como policía o fiscalía, para
evitar la violencia familiar?
Podemos hacer todas las coordinaciones, lo que estamos haciendo en la actualidad, podemos hacer convenios, acuerdos,
normas, que también existen, pero lo más complicado es cambiar el chip que muchas personas ya tenemos internalizado.
El 70% de las mujeres declara haber sido víctima de violencia psicológica, violencia física. Siete de cada diez es una
barbaridad.
— ¿Cuáles son las cifras actuales de violencia familiar y feminicidio? ¿Han aumentado los casos?
Hay un incremento de enero del 2016 a enero del 2017. La cifra de feminicidios en febrero asciende a once. Es la misma
proporción de incremento con relación al año pasado. El año pasado hemos cerrado con un aproximado de 70 mil
denuncias, lo que representa un 70% de incremento con respecto al año anterior. Esto se entiende porque también
aumentamos las horas de atención al público en cinco centros de emergencia mujer (CEM) que atienden las 24 horas al
día, los 7 días de la semana. Eso permite estar más cerca de las mujeres que demandan nuestros servicios.
Sí. Estamos dando capacitación. Lo bueno de esta iniciativa conjunta con el Mininter es que los suboficiales y oficiales
que atiendan estos casos lo harán con nosotros presentes y de esta manera iremos transfiriendo técnicas de entrevista.
Cuando se presentan estas denuncias existen tanto huellas externas como internas. A veces el comisario no cree o, lo que
es peor, le dice: “Hijita, regresa a tu casa, conversa y verás que mañana todo ha pasado”.
— Precisamente, con el Decreto Legislativo Nº 1323 se considera el daño psíquico como lesión grave. ¿Cómo se podrá
probar este tipo de violencia?
Con una frase muy sencilla: “Hay que creerle a la víctima”. Además, hay todo un proceso de investigación cuando
interviene la fiscalía, hay testigos. Nosotros como sector apoyamos a la víctima.
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Link: https://elcomercio.pe/peru/ministra-mujer-hay-creerle-victima-143455-noticia/
NOTAS DE PRENSA
La ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), Ana María Romero-Lozada, y el Presidente del Consejo de
Ministros (PCM), Fernando Zavala, visitaron el Centro Emergencia Mujer (CEM) de Lima, con el objetivo de reafirmar el
compromiso del gobierno en la lucha contra la violencia hacia la mujer.
“Estamos registrando un caso al día en nuestro país. Por eso, invocamos a las mujeres que sienta que sus derechos están
siendo violentados, que se acerquen”, señaló la titular del MIMP.
Los ministros recorrieron las instalaciones del CEM de Lima, y explicaron los servicios de ayuda legal, social y psicológica
que brindan a todas las víctimas de violencia familiar y sexual, sin distinción de género o edad.
En el país existen 250 CEM y 10 CEM ubicados en distintas comisarías. El premier, Fernando Zavala, indicó que la meta
del gobierno, este año, es llegar a 300 de estos centros de atención para las víctimas.
Romero-Lozada dijo que en el país existe un alto riesgo de violencia relacionada a conductas machistas. Además, mostró
su preocupación debido al 40% de los casos atendidos que tuvieron como víctimas a niños, niñas y adolescentes.
“No podemos seguir tolerando una disciplina con golpes”, expresó la ministra de la Mujer.
Indicó también que existe un incremento de 45% de denuncias, pero esta cifra estaría relacionada al aumento del número
de CEM a nivel nacional.
“Creemos que en la medida que hay servicios de protección de la mujer, las mujeres encuentran un espacio a dónde
acercarse, buscar ayuda. Por ello, creemos que se está visibilizando más este problema que siempre ha estado allí. Eso es
bueno, porque tenemos que saber en qué sociedad estamos viviendo, y qué políticas tenemos que implementar”, dijo.
CEM en comisarías
Fruto de un convenio entre el Ministerio de la Mujer y el Ministerio del Interior, se ha iniciado la estrategia de CEM en
comisarías que permitirá a las víctimas de violencia acceder a atención policial, psicológica, social y legal, de forma
inmediata y gratuita, en un solo lugar, las 24 horas del día, los siete días del año, incluyendo domingos y feriados.
Actualmente, tenemos: dos en Ayacucho (Huamanga y Huanta), uno en Arequipa (Cerro Colorado), cuatro en Lima (Cañete,
Surco, Chorrillos y Villa María del Triunfo), uno en La Libertad (El Milagro), uno en Tacna (Ciudad Nueva) y uno en
Lambayeque (José Leonardo Ortiz).
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Link: https://www.mimp.gob.pe/salaprensa/nota-prensa.php?codigo=2379
FACULTAD DE INGENIERIA, URBANISMO Y ARQUITECTURA.
CICLO: I
SECCIÓN: “H”
AULA: B-708
PIMENTEL – PERÚ
2019
“EN EL PASADO ERAS LO QUE TENIAS
AHORA ERES LO QUE COMPARTES”
Para la sociedad consumir la tecnología no existen peros, Todos estamos de acuerdo de que en la
actualidad la tecnología ha avanzado muy rápido y es de mucha ayuda para todos, Sin darse cuenta
que es muy importante nuestra identidad asi como el uso inadecuado de la tecnología en los jóvenes
y adolescentes, afecta el rendimiento escolar y su comportamiento siendo más agresivos, Los expertos
dan paso a las nuevas adicciones en los avances tecnológicos cuando duerme menos de cinco horas
por culpa de Internet, cuando no tiene que utilizarlo por cuestiones de trabajo ni por ningún otro
motivo. Ahí es donde veríamos que hay un problema real. Digo que estoy en desacuerdo con el mal
uso de la tecnología, ha traído alteraciones como el tecnoestrés, Impacto negativo en actitudes,
pensamientos y conductas mi propósito es Reducir el tiempo que se pasa en internet, para evitar
así la adicción a la misma, Orientar para que le den un buen uso al internet, Analizar los problemas
y consecuencias que trae el internet.
Daremos ha conocer como influye el internet en nuestra sociedad. Se cito a Albero (2009).
Sin duda, los adolescentes se han dejado seducir por internet. La televisión es después del
internet, el medio de comunicación que mayor influencia tiene en los niños y jóvenes. (P.1).
Esta generación lo ha incorporado a sus vidas ofreciéndoles magnificas posibilidades y
dotándoles de un espacio poco dirigido y controlado por los adultos. Se han desarrollado
en un mundo interconectado que favorece el intercambio de ideas entre cualquier persona.
su uso. (P.2).
La adolescencia es una etapa importante de la maduración del ser humano. Durante este
periodo todos atravesamos la gran línea divisoria entre la niñez y la adultez en los niveles
biosocial, cognitivo y sociocultural (Berger, 2004 p.1-2). A pesar de su transcendencia, la
adolescencia no es reconocida como una etapa diferenciada en todas las culturas, sino que
es propia de las sociedades que demandan una mayor preparación para asumir las
funciones del mundo adulto.
Esta formación, que les va a capacitar para integrarse en sociedad, se adquiere,
fundamentalmente, a través de la instrucción escolar.
(Feldman, 2007). Dice que :
Fernández, L. (2017) MINISTRA DE LA MUJER AFIRMA QUE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER SE ESTÁ
VISIBILIZANDO MÁS. Nota de prensa. Extraído de https://www.mimp.gob.pe/salaprensa/nota-
prensa.php?codigo=2379
Fernández, L. (2017). Ministra de la Mujer: Hay que creerle a la víctima. Publicado diario el
comercio. Recuperado de https://elcomercio.pe/peru/ministra-mujer-hay-creerle-victima-
143455-noticia/
Falen, J.(2019). La violencia familiar afecta al 63% de las mujeres del país. Publicado en el diario el
comercio. Recuperado de https://elcomercio.pe/peru/violencia-familiar-afecta-63-mujeres-pais-
noticia-604811-noticia/