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Administración corporativa

Es la formada por entes de base corporativa, contraponiéndose así a


las administraciones integradas por entes de base institucional. Son
corporaciones no territoriales o entes públicos asociativos, como
los colegios profesionales o las cámaras Oficiales. Creados por un
acto de poder, privilegiados por el carácter monopolístico de
su organización, beneficiados por la obligatoriedad de integrarse en
ellos los individuos que se pretende asociar, estos entes corporativos
están animados por los fines de asistencia mutua y por los
de representación y defensa de sus intereses comunes. En definitiva,
el Estado provee a la creación de estas corporaciones, ahorrándose
estructurar una intervención directa.
Qué es la Administración Corporativa?
Se conoce como tal a las Corporaciones no territoriales, tales como los Colegios profesionales o
las Federaciones deportivas, que son asociaciones forzosas de particulares creadas por el
Estado, quien les atribuye personalidad jurídica pública para que, sin perjuicio de defender y
gestionar intereses privativos de sus miembros, desempeñen funciones de interés general y,
además, con carácter monopolístico.
Hay que tener en cuenta que el Estado, quien las crea, no manda sobre ellas, teniendo como
ventaja, a la vez, que este tipo de administraciones no incrementan el presupuesto del Estado.
De estas breves notas introductorias, podemos extraer sus principales notas diferenciadoras,
tales como: el origen público de su constitución, la obligatoriedad indirecta de la integración de
sus miembros, y el carácter monopolístico en su campo de actuación.
¿En qué consiste la obligación indirecta de integración?
Valga indicar que no todas las administraciones corporativas mantienen la misma obligatoriedad
de pertenencia, que podemos definir, de forma simple, diciendo que si se quiere desarrollar una
concreta actividad, habrá que estar autorizado por una Administración específica. Se trata, en
consecuencia, de una adscripción forzosa a una de estas Corporaciones, que entra en conflicto,
sin tener que darle muchas vueltas, con la libertad de asociación declarada en nuestra
Constitución, lo cual ha obligado al Tribunal Constitucional a pronunciarse al respecto.
Así, la obligatoriedad de la pertenencia a una Corporación, y la consiguiente compatibilidad de
esta exigencia con la libertad negativa de asociación, ha sido reconocida para los Colegios
profesionales por el Tribunal Constitucional. En cambio, para las Cámaras Oficiales, y a
propósito de la adscripción obligatoria, el mismo Tribunal, flexibilizando la regla de la
obligatoriedad, sólo la ha declarado admisible “cuando venga determinada tanto por la relevancia
del fin público que se persigue, como por la imposibilidad de obtener tal fin, sin recurrir a la adscripción
forzosa”.
Pero el sorprendente resultado de la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional sobre
Corporaciones no es sólo el haber configurado unas corporaciones públicas no obligatorias, sino
el haber declarado la compatibilidad de la adscripción forzosa de los particulares a entidades
asociativas que califica de voluntarias, como es el caso de las Federaciones Deportivas.
El por qué de los Colegios Profesionales
En los Colegios profesionales se dan las notas más significativas de los Entes corporativos: unos
intereses homogéneos entre sus miembros, la necesidad primordial de organizar y ejercer la
potestad disciplinaria sobre un profesional y, por último, la mayor representatividad de la
organización resultante.
Sus funciones se pueden resumir en colaborar con la Administración, de ordenación
deontológica de la profesión, de disciplina profesional y de asistencia social a sus miembros;
todo ello bajo los principios de prohibición del numerus clausus y de colegiación obligatoria.
La existencia de los intereses homogéneos se deduce fácilmente si tenemos en cuenta la
realidad social: Abogados, Arquitectos, Fisioterapeutas y un sinfín de otros profesionales
liberales comparten tanto sus objetivos como sus problemas, resultando mucho más fácil
encauzar sus actuaciones bajo el amparo de un Colegio Profesional, el cual podrá actuar en
beneficio de todos sus miembros.
Como contrapartida, el Colegio Profesional ejerce la potestad disciplinaria sobre sus miembros,
justificándose en función del desarrollo mismo de la actividad profesional, que comporta tanto
una serie de derechos como unas no menos importantes obligaciones.
Las Cámaras Oficiales.
Por su parte, las Cámaras oficiales pueden ser definidas como agrupaciones forzosas creadas
por el Estado para la autogestión de intereses económicos generales, o sectoriales, de
colectivos que realizan una determinada actividad o son titulares de determinados bienes.
De todas las actividades que las Cámaras pueden llevar a cabo, y a las que se les asigna el
carácter de públicas, la Ley pretende destacar la elaboración y ejecución del Plan Cameral de
las exportaciones.
Entre sus funciones no se incluye competencia alguna en materia deontológica ni disciplinar
sobre los asociados, lo que la diferencia enormemente de la actividad desarrollada por los
Colegios Profesionales.
Se establece una tutela sobre las Cámaras que es competencia de las Comunidades Autónomas
y que comprende el ejercicio de las potestades administrativas de aprobación, fiscalización,
resolución de recursos, suspensión y disolución; tutela administrativa mucho más intensa, en
consecuencia, que la desarrollada sobre los Colegios Profesionales.
Algunas de estas Cámaras son: la de Comercio, Industria y Navegación, la de la propiedad
urbana, las Cofradías de pescadores o las Cámaras agrarias.
Las Federaciones Deportivas

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