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San Agustín sentó las bases filosóficas de la Edad Media. Gracias a su obra, y a la profunda
influencia que ésta ejerció sobre pensadores como san Anselmo o San Buenaventura, el
neoplatonismo, y con él, la filosofía, en general, sobrevivió en el pensamiento medieval y
en la escolástica.Algunos de los temas fundamentales que aborda San Agustín de Hipona en
su obra son los siguientes:
Fe y razón
Uno de las principales ideas que transmitió a los pensadores de la Edad Media fue la
identificación entre Fe y Razón, entre Religión y Filosofía. Una y otra tienen la misma
finalidad: conocer la verdad indispensable para la salvación del alma y, por ello se las
identifica. El hombre busca alcanzar la verdad porque sólo ella le dará la felicidad, núcleo
de todo el pensamiento agustiniano. Buscar la felicidad se revela como la única causa y el
único fin de la filosofía. La religión y la filosofía son dos medios de que dispone el hombre
para lograr su bien. Ambas tienen un mismo fin la sabiduría, que es verdad y, por tanto,
felicidad.
Agustín busca la verdad absoluta, inmutable y eterna, la cual no puede ser facilitada por los
objetos sensibles, que siempre están cambiando, aparecen y desaparecen; tampoco por el
alma que es contingente y mudable. Sólo Dios es la verdad. La verdad es Dios y de su
iluminación procede el conocimiento de toda la verdad parcial. De ello se comprende que
para San Agustín no pueda establecerse una distinción muy neta entre la razón y la fe. La
iluminación del alma por Dios permite explicar la existencia de ideas innatas sin necesidad
de recurrir a la preexistencia y reencarnación del alma. Hay que creer lo que Dios revela
para llegar a comprender. Pero también la razón puede preceder a la fe, no para demostrar
las verdades reveladas, sino demostrando que es razonable creer. Esta mutua colaboración
entre razón y fe recibe una formulación famosa: Intellige ut credas, Crede ut intelligas
(Sermón 43). La fe ya no es, pues, algo irracional. Para buscarla hay que buscar en el
interior del alma, lo cual culmina en un movimiento hacia lo superior: el transcendimiento
del alma hacia Dios y la superación de lo meramente terreno.
Santo Tomás de Aquino fue uno de los autores más prolíficos de la Edad Media y, desde
luego, el autor del que más trabajos se conservan. Su ingente obra puede dividirse en cinco
clases de escritos: comentarios bíblicos, comentarios filosóficos o teológicos (sobre
Aristóteles, Boecio, etc.), cuestiones disputadas, opúsculos sobre temas diversos y las dos
sumas, Suma contra los gentiles y Suma teológica.
La existencia de Dios.
Para santo Tomás, por tanto, la existencia de Dios no es un artículo de fe sino un preámbulo
de la fe que se puede demostrar mediante el empleo de la razón. Así, demuestra la
existencia de Dios a partir de la existencia real de cosas cuya propia existencia solo se
explica como efecto de una única causa. Se trata de una demostración a posteriori, es decir,
lo anterior se explica por lo posterior, la causa se explica por sus efectos. Formuló, de este
modo, cinco vías para demostrar la existencia de Dios a partir del principio de que todo lo
que sucede tiene una causa. Se trata del principio aristotélico de causalidad: todo lo que se
mueve es movido por otro pero tiene que haber una primera causa que no es causada: Dios.
Las cinco vías que utilizó santo Tomás para explicar la existencia de Dios son las
siguientes: