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LA PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD
EN LA IGLESIA DE SANTIAGO

Fernando Tapia Miranda, Pbro.


Director del Departamento de Espiritualidad.

SUMARIO.

I.CONTEXTO CULTURAL, RELIGIOSO Y ECLESIAL


II.LA PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD
III.EL DEPARTAMENTO ARQUIDIOCESANO DE ESPIRITUALIDAD
IV. LOS EQUIPOS PARROQUIALES DE ESPIRITUALIDAD
V. EL CURSO TALLER “FACILITADORES DE LA EXPERIENCIA DE
DIOS”
VI. DESAFIOS PARA ESTE AÑO
VII. CONCLUSION

I. CONTEXTO CULTURAL , RELIGIOSO y ECLESIAL.

1. El IX Sínodo de Santiago constató que en nuestra Arquidiócesis “la búsqueda de


espiritualidad es patente. Hay personas que desean vivir en profundidad la vida
cristiana y la radicalidad de los consejos evangélicos. El deseo de santidad, de
vivir conforme al querer de Dios, no está ausente de nuestra Iglesia. Hay un
gusto por la lectura de la Escritura Santa, por la oración, por la liturgia. Este
es un signo de los tiempos y un indudable don del Espíritu Santo”1.

2. Esta búsqueda se manifestó claramente en los aportes que el Pueblo de Dios hizo
en el proceso sinodal, hace exactamente diez años atrás. En efecto, la
espiritualidad fue el tema más recurrente en las consultas realizadas, al punto de
ocupar el primer lugar dentro de los dieciséis temas que componen el
Documento “Conclusiones” del Sínodo. Más aún, “la experiencia de Dios en
Jesucristo” quedó como una de las cuatro Líneas Orientadoras para toda la
acción pastoral en Santiago, y el capítulo “Iluminada (la Iglesia) por el estilo
misionero de Jesús”2 , como el marco de espiritualidad del IX Sínodo.

3. ¿Por qué surge este tema con tanta fuerza y en tantos lugares del proceso y del
documento sinodal?

4. Me parece que la respuesta hay que empezar a buscarla en los gestores


principales tanto del proceso como del documento final del IX Sínodo: los laicos

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cristianos. No debemos olvidar que el 98% de los grupos sinodales eran


compuestos por laicos y el 2% por consagrados.

5. Ahora bien, a partir del Concilio los laicos fueron invitados a participar como
nunca antes en la vida y misión de la Iglesia. Han asumido grandes
responsabilidades en las diferentes catequesis, en la solidaridad, en la liturgia, en
la pastoral de jóvenes y niños, en la administración, en las Comunidades de
Base, etc. Pero poco les hemos ofrecido para alimentar su vida en el Espíritu,
fuente de su compromiso apostólico. De ahí los cansancios, las peleas al interior
de las Comunidades, las incoherencias entre la fe que predicamos y la vida
diaria, la falta de impulso misionero, etc. que los mismos laicos señalaron en sus
diagnósticos pastorales durante el proceso sinodal.

6. Por otra parte, el Sínodo reconoce que Chile y Santiago en particular, están
viviendo un proceso de cambios culturales profundos, muchos de los cuales
apuntan en una dirección opuesta al Evangelio, tales como el individualismo
exitista, el consumo y el placer como horizonte de la vida, la superficialidad y la
provisionalidad de las relaciones humanas, la indiferencia frente a los más
pobres, etc. El laico cristiano, inmerso en esta realidad cultural, siente a diario
los embates de estos anti-valores y nota que su equipamiento espiritual para
resistir es débil. De ahí un verdadero clamor por una espiritualidad más
consistente.

7. Finalmente, observamos una gran “oferta” de caminos “espirituales” para


superar el vacío existencial que genera el modelo cultural vigente: sectas,
diversos orientalismos, videntes, brujos, etc., que producen confusión o
sincretismo en los católicos con poca formación o debilidad espiritual. La
mayoría de estas experiencias “espirituales” se encaminan sólo hacia el “sentirse
bien con uno mismo” y tienden a ser alienantes.

8. El documento de participación de la V Conferencia, elaborado por el CELAM,


tiene un diagnóstico muy similar al del IX Sínodo. Se constata allí la debilidad y,
en muchos casos, la superficialidad de la fe de muchos católicos
latinoamericanos y caribeños. Esto se traduce en el gran desorden de la vida
familiar y social que observamos en nuestro continente y en un abandono
progresivo de nuestra religión hacia otras religiones o hacia ninguna.

9. De aquí el acento puesto en el discipulado misionero, con todo lo que implica de


encuentro, relación personal cultivada, seguimiento y anuncio de Jesucristo
muerto y resucitado, desde Comunidades eclesiales vivas. Sólo con este tipo de
cristianos nuestros pueblos podrán vivir su anhelada Pascua: pasar de tantas
situaciones de muerte y sufrimientos injustos a situaciones de vida y gozo.

10. Nuestra Pastoral de Espiritualidad se inscribe entonces en este esfuerzo de


nuestra Iglesia por formar católicos con una fe profunda, que se mantenga firme
y audaz en una sociedad pluralista, diversa, cuestionadora y en algunos casos,
hostil a la fe.

11. No partimos de cero: la fe y la espiritualidad se han trasmitido en nuestra Iglesia


desde los tiempos de la colonia a través de la religiosidad popular, las familias,
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los colegios, las instituciones de caridad y las parroquias. La renovación


conciliar puso al alcance del Pueblo de Dios otros tesoros del patrimonio
espiritual de la Iglesia como la Liturgia reformada, la Sagrada Escritura, la
revalorización del bautismo y los diferentes carismas que representan hoy los
Movimientos Eclesiales.

12. Nuestra Arquidiócesis ha vivido hermosos procesos de renovación pastoral que


indudablemente repercuten en una vivencia más seria y más sólida de la
Espiritualidad Cristiana. Me refiero a la renovación de la Catequesis,
particularmente de la Catequesis Familiar, a los diversos trabajos solidarios con
los más pobres y excluídos, a las variadas iniciativas misioneras, a los esfuerzos
por formar comunidades de base, al Plan de formación de laicos, etc.

13. Sin embargo, parece que no es suficiente. Los datos que tenemos y las
Conclusiones del IX Sínodo del año1997, nos señalan que los católicos
necesitan y piden a su Iglesia, experiencias espirituales más profundas, que les
permitan anclar sus vidas en Dios, seguir a Jesús más de cerca y llenarse más
plenamente de su Espíritu Santo. Con este “equipamiento” interior más sólido
podrán dar un testimonio más eficaz del Evangelio, hacer sus trabajos pastorales
con más coherencia de vida y jugársela por el Reino, sin perder su identidad.

II. LA PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD

14. En este contexto surge, entonces, la PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD, como


uno de los Acuerdos importantes del IX : “Para asumir con realismo estas
necesidades de vida espiritual establézcase...en los diversos niveles de nuestra
Iglesia...estructuras encargadas de impulsar una Pastoral para la
Espiritualidad, cuyo objetivo sea animar de múltiples maneras la vida espiritual
de la comunidad mediante retiros, jornadas de oración, grupos de oración,
cursos, retiros en la vida diaria, publicaciones, etc.”(n.94).

15. Esta Pastoral debiera articular pedagógicamente las diversas experiencias


espirituales (retiros, vigilias y encuentros de oración, talleres de oración,
acompañamiento personal, etc.) y ponerlas al servicio de los agentes
evangelizadores de las demás pastorales, de los catequizandos de las diversas
catequesis, y del Pueblo de Dios en general.

16. Ahora bien, estas actividades específicamente espirituales no son muchas a lo


largo del año y, por lo mismo, son más bien de profundización, interiorización y
capacitación en habilidades espirituales que les permitan a las personas “vivir en
el Espíritu” cada día y aprender a alimentar esta vida espiritual desde las
actividades de la pastoral ordinaria.

17. Por esta razón, las experiencias espirituales no deben ser sofisticadas o raras,
sino sencillas, a partir de las fuentes permanentes de la vida espiritual cristiana,
gustadas allí con cierta intensidad, pero presentes en mayor o menor grado en
toda la pastoral de la Iglesia. El mismo Sínodo las menciona: “La espiritualidad
cristiana se alimenta con la vida de oración, el contacto con la Palabra de Dios,
la participación en la Liturgia, la rica tradición espiritual de la Iglesia, la
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experiencia comunitaria y apostólica y la práctica de la caridad; todo ello con


una mirada atenta a los signos de los tiempos”3 .

18. Para ello, el Sínodo dispone que en la Pastoral de Espiritualidad haya una
preocupación permanente tanto por la entrega de formación espiritual como
por el establecimiento de estructuras que impulsen en todos los niveles de la
Arquidiócesis esta pastoral : lo que llamamos “Equipos de Espiritualidad”.
(Conclusiones n.93 y 94).

19. También dispone que “todos los agentes pastorales laicos tengan al menos una
experiencia anual de retiro” (n.99) y que para su acompañamiento se establece
en la Arquidiócesis el servicio pastoral del “Acompañante de la vida espiritual”:
“La promoción de la espiritualidad supone igualmente formar acompañantes
espirituales, es decir, personas que estén en condiciones de poder ayudar a
otras a seguir un camino de crecimiento espiritual”(Conclusiones n.98)

20. Desde el punto de vista de la infraestructura dispone la creación de Centros de


Espiritualidad estables y que los Templos amplíen sus servicios de acogida y
atención de personas (n.96 y 97).

21. Creo que uno de los mayores logros alcanzados en el desarrollo de esta pastoral,
es la creciente participación activa y protagónica de los laicos, hombres y
mujeres. Ellos partieron como simples participantes de los retiros y otras
experiencias espirituales llevadas a cabo por los consagrados y consagradas.
Hoy, en muchos lugares, ellos han formado Equipos de Espiritualidad y tienen a
su cargo tanto la organización como el acompañamiento de estas experiencias e
incluso, en algunos casos, la conducción de una verdadera pastoral de la
espiritualidad. Creo, pues, que es la hora de los laicos cristianos también en esta
Pastoral, aparentemente reservada a los consagrados. Confiemos en ellos y
descubramos los carismas que el Espíritu Santo está suscitando en su Pueblo.

22. También se ha trabajado mucho en lo que el Sínodo denomina “espiritualidad


laical”, porque “en el seguimiento de Jesucristo, los laicos tienen un camino y
una espiritualidad propia, que los lleva a vivir según el Espíritu en la vida
familiar, en el trabajo y en la construcción del Reino de Dios mediante la
transformación de las realidades humanas”4. Ha habido encuentros de
Movimientos Eclesiales en esta línea, Seminarios, Publicaciones, etc.

23. Con este marco de referencia, hemos dado algunos pasos concretos en la
“Pastoral de la Espiritualidad” en Santiago.

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III. EL DEPARTAMENTO ARQUIDIOCESANO DE ESPIRITUALIDAD

24. Lo primero es mencionar que el Señor Cardenal Errázuriz creó en Mayo de


1999, el DEPARTAMENTO DE ESPIRITUALIDAD DEL ARZOBISPADO DE
SANTIAGO, que ha desarrollado hasta hoy seis tareas fundamentales:

 Instalar en el escenario arquidiocesano la Pastoral de Espiritualidad,


dándola a conocer en distintas instancias e implementando sus
estructuras en diversos niveles.

 Promover el encuentro, intercambio de programas de formación en


espiritualidad y apoyo mutuo de las diversas Espiritualidades y Centros
de Espiritualidad existentes en Santiago.

 Producir pequeñas publicaciones, con el carácter de herramientas de


trabajo, en el campo de la espiritualidad.

 Promover la creación de una red Equipos Parroquiales de Espiritualidad,


conectados con el Departamento y con los Equipos Zonales, donde éstos
existen (Zonas Sur, Oriente y, recientemente, Norte). Actualmente son
más o menos 42 Equipos.

 Convocar estos Equipos y a personas que pudieran crearlos en parroquias


donde todavía no existen, 1 o 2 veces al año. Son los ENCUENTROS
ARQUIDIOCESANOS DE EQUIPOS PARROQUIALES DE
ESPIRITUALIDAD. Hasta ahora hemos realizado tres.

 Dar formación específica a los integrantes de estos Equipos, como


Agentes Pastorales de Espiritualidad. Para ello, en conjunto con el CEI
(Centro de Espiritualidad Ignaciana), hemos diseñado y ejecutado el
“CURSO TALLER FACILITADORES DE LA EXPERIENCIA DE
DIOS”. El año pasado fueron 6 jornadas de día sábado, de 9:00 a 17:30
hrs, con un promedio de participación de 100 personas, de 38 parroquias
diferentes. Este año serán 7 jornadas y ya empezamos en Junio (hay 60
personas).

IV. LOS EQUIPOS PARROQUIALES DE ESPIRITUALIDAD.

25. Son, sin duda, la estructura clave de nuestra Pastoral de Espiritualidad y, poco a
poco, hemos ido descubriendo sus tareas o funciones:

 Animar, junto a otras instancias, la vida espiritual de la Parroquia.


 Organizar actividades explícitamente espirituales e invitar a participar en ellas:
oraciones y vigilias comunitarias; retiros de diversa duración; talleres de
oración; semana de oración acompañada; lecturas espirituales; experiencias de
integración psicológico-espiritual (diario intensivo de Progoff, Eneagrama, etc.);
prácticas devocionales renovadas (rosario, adoración, peregrinaciones,
procesiones, bailes religiosos, novenas, etc.)
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 Ayudar a que los Agentes Pastorales valoricen la importancia de crecer


espiritualmente, particularmente a través del acompañamiento espiritual.
 Promover la formación permanente en espiritualidad de los integrantes del
Equipo.
 Informar y recibir sugerencias de la Parroquia y particularmente del párroco y
del Consejo Pastoral.
 Estar vinculados con el Departamento y con los Equipos Zonales de
Espiritualidad.
 Acompañar espiritualmente a las personas en diversas situaciones gozosas o
dolorosas que les toca vivir: nacimientos, matrimonios, duelos, enfermedades,
conflictos, rupturas, etc.
 Ayudar metodológicamente en los procesos de discernimiento personal o
comunitario
 Hacer un pequeño plan de trabajo para el año.

26. Estas tareas no se realizan todas simultáneamente sino en la medida de las


posibilidades que tiene el Equipo, según el número de integrantes con que cuenta, la
formación recibida y la experiencia que vayan adquiriendo.

27. Finalmente, es muy importante que los Equipos de Espiritualidad se sientan parte de
una PASTORAL PARROQUIAL DE CONJUNTO y que busquen maneras de
articular armónicamente su trabajo con las demás pastorales. Particularmente a través
del Consejo pastoral Parroquial.

V. CURSO TALLER FACILITADORES DE LA EXPERIENCIA DE DIOS.

28. Se invita a personas que tengan cierto recorrido pastoral (5 años) y que hayan hecho
Introducción la Biblia y Cristología en el Plan de Formación de Laicos o en otro
programa equivalente. Es la instancia básica de formación para cualquier integrante de
los Equipos de Espiritualidad.

Tiene los siguientes contenidos:

 La experiencia personal de Dios vivida y celebrada en la Iglesia.

 La espiritualidad cristiana como seguimiento de Jesucristo.

 Herramientas para facilitar una auténtica experiencia del Dios de Jesucristo.

 El trabajo en equipo y la integración a una pastoral parroquial de conjunto.

 Psicología y espiritualidad

 El discernimiento espiritual personal y comunitario.


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VI. DESAFIOS PARA ESTE AÑO

 Incorporar nuevas parroquias a esta Pastoral.

 Formar Equipos Zonales (en las zonas donde no existen) para apoyar los
Equipos Parroquiales de Espiritualidad.

 Seguir implementando el Curso Taller

 Participar activamente en la preparación de la V Conferencia.

CONCLUSION.

Quisiera terminar con estas palabras del recordado Juan Pablo II, que de alguna manera
expresan lo que buscamos en Santiago con esta Pastoral de Espiritualidad.

“Si, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas tienen que llegar
a auténticas escuelas de oración, donde el encuentro con Cristo no se exprese
solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza,
adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el “arrebato del corazón”.
Una oración intensa que...abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al
amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de
Dios” (NMI n.33).

Y con este criterio de autenticidad que nos da el IX Sínodo: “La práctica de la caridad
fraterna es un evidente criterio de la autenticidad de la vida espiritual”. Si el fruto de
la acción pastoral es un aumento de la caridad fraterna y solidaria, estamos entrando en
el corazón del Dios Trino, porque como bellamente nos recordó el Papa Benedicto en su
primera encíclica, “DIOS ES AMOR”.

Santiago, 21 de Julio de 2006.

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