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Combatir la nieve de forma más

ecológica
El uso selectivo y organizado de la sal puede reducir
sus negativas consecuencias medioambientales,
económicas y sanitarias
Su bajo coste y su capacidad de disminuir el punto de congelación del agua hacen de la
sal común (cloruro sódico) la sustancia más económica y efectiva en la lucha contra la
acumulación de nieve y las resbaladizas y peligrosas placas de hielo en carreteras y
centros urbanos. Sin embargo, un vertido masivo e indiscriminado conlleva diversas
consecuencias ecológicas, económicas y sanitarias negativas. Su uso se puede reducir con
otras sustancias alternativas que pueden sustituirla o combinarse con ella, y sobre todo,
con una utilización selectiva y organizada.
 Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA
 19 de febrero de 2009

- Imagen: acebal -

En países con nevadas muy copiosas como Estados Unidos (EE.UU.), Canadá, Alemania,
Finlandia, Suecia o Austria la utilización de la sal se ha reducido o eliminado, en algunos
casos incluso con multas. En Berlín, los ciudadanos, que deben encargarse por sí mismos
de mantener a raya la nieve de sus aceras o portales, pueden recibir sanciones de hasta
diez mil euros si emplean para ello la sal. En Madrid, los responsables de esta Comunidad
están buscando otras alternativas a la sal común, después de su uso generalizado en los
últimos temporales sufridos.

En países con nevadas muy copiosas la utilización de la sal se ha


eliminado o reducido, en algunos casos incluso con multas
Y es que los impactos sobre el suelo, el agua y algunas especies especialmente sensibles
son variados, como apuntaba un informe realizado en el año 2000 por el Ministerio de
Medio Ambiente canadiense: daños graves en plantas y árboles hasta a 200 metros de las
carreteras tratadas con sal; disminución de la vida salvaje al contar con menos recursos
naturales; incremento de la toxicidad en sangre y tejidos de diversos animales que
ingieren el agua salada; o aumento de accidentes provocados por animales como ciervos,
alces o pájaros que invaden las carreteras al ser atraídos por la sal.

Numerosos expertos explican además que, en concentraciones elevadas, la sal puede


incrementar la acidez del agua, provocando efectos similares a los de la lluvia ácida.
Algunos estudios han señalado también especies particularmente sensibles, como el pino
blanco o algunas clases de anfibios. En este sentido, se han observado especies aisladas
al considerar una barrera infranqueable las carreteras saladas, o una reducción en su
capacidad de reproducción, como el caso de la salamandra moteada.

Los expertos también recuerdan otros efectos en los ecosistemas, como inhibición de la
capacidad de absorber agua en plantas y árboles, salinización del suelo y del agua
superficial o subterránea (acuíferos) o transformación de las propiedades de ciertos
minerales.

- Imagen: alfonso benayas -

Las consecuencias económicas también son importantes. El cloruro sódico tiene


propiedades corrosivas, por lo que utilizado en grandes cantidades en las carreteras
acelera el proceso de oxidación de la chapa y los bajos de los automóviles. Por ello, sus
usuarios tienen que pagar más por su mantenimiento o por la instalación de sistemas
anticorrosión. Por otra parte, la conjunción de la sal, el hielo y el paso de las máquinas
quitanieves puede provocar la aparición de baches y agujeros que estropean el
aglomerado de calles y carreteras.

En el aspecto sanitario, los daños a la vegetación pueden perjudicar la calidad del agua
utilizada para su uso urbano, ya que se reduce la capacidad natural de absorber
elementos contaminantes. En cuanto a la sal en sí misma cuando llega al agua de
consumo, algunos expertos aseguran que el principal problema es el cambio de sabor,
aunque un informe del Consejo de Investigación Nacional (NRC) de EE.UU. advertía de los
riesgos del aumento de la salinidad en el agua para las personas hipertensas.

En cualquier caso, los científicos reclaman más investigaciones para evaluar mejor los
posibles impactos negativos del uso de estas sustancias antinieve y poder desarrollar
sistemas más eficaces y menos dañinos.

Alternativas a la sal
La cantidad de sal vertida se puede reducir utilizándola de manera selectiva y meditada.
Por ejemplo, en los países con más nevadas y una mayor conciencia ambiental sustituyen
el cloruro sódico por salmuera (sal disuelta en agua) mezclada con arena, de forma que
los neumáticos se agarran más al suelo.
Una alternativa es la salmuera (sal disuelta en agua) mezclada
con arena, de forma que los neumáticos se agarran más al suelo
Además, conviene recordar que la sal empieza a perder su efectividad con temperaturas
inferiores a los cinco grados bajo cero. Por ello se utilizan también mezclas como sal con
cloruro potásico o salmuera con cloruro cálcico. En los aeropuertos se suele emplear
urea, para evitar la corrosión de los aviones, pero tampoco es aconsejable extender su
uso a zonas naturales porque su poder nutriente puede dar problemas de eutrofización.

Estudios realizados en EE.UU. señalan al acetato de calcio magnesio como la alternativa


con menos consecuencias negativas. Se trata de un material sólido que se disuelve en
agua, y que además de ser relativamente inocuo para plantas y animales no corroe el
metal ni daña las carreteras. Otra sustancia de prestaciones similares es el acetato de
potasio, que es la base de anticongelantes comerciales libres de cloro.

- Imagen: Daniel Lobo -

Sin embargo, el coste de estos productos puede ser 20 veces superior al de la sal, lo que
limita considerablemente su utilización generalizada. Sus defensores argumentan que los
nuevos métodos de producción están rebajando sus precios. Además, sostienen que son
válidos para utilizarse de forma puntual y siempre en la cantidad recomendada en la
etiqueta, ya que no por utilizar más se acabará antes con la nieve. Y si la nevada es muy
abundante y no queda más remedio, se puede combinar la sal con estos productos, de
manera que se reduzca su cantidad.

La efectividad de todas estas sustancias, incluida la sal, desciende también cuando la


acumulación de nieve es muy grande. Por ello, antes de verterlas, es preferible la acción
de las máquinas quitanieves y de las palas para allanar el terreno.

Los países más avanzados con problemas de nieve suelen diseñar sus carreteras y aceras
teniendo en cuenta estos eventos meteorológicos adversos, como por ejemplo con
pavimentos más rugosos, que evitan parcialmente la formación de placas de hielo.
Asimismo, han desarrollado dispositivos de acción que utilizan de forma más eficiente los
sistemas y las sustancias antinieve.

La innovación tecnológica puede ser también de gran ayuda. Por ejemplo, ingenieros de
la universidad estadounidense de Buffalo daban a conocer recientemente un programa
informático, al que han llamado "SnowMan" (hombre de nieve), para prevenir la
acumulación de nieve y la formación de ventisqueros en las carreteras. El programa tiene
en cuenta los datos meteorológicos y la mecánica de fluidos, permitiendo mejorar el
diseño de las carreteras y la colocación de vallas para mitigar este problema.
Posibles efectos negativos en España
La cantidad de sal que suele utilizarse en España reduce al mínimo sus posibles efectos
negativos. Así lo consideran diversos expertos, que recuerdan que se trata de un país en
el que las nevadas suelen ser puntuales y no tan copiosas como en los países más fríos.
Según datos del Ministerio de Fomento, la ciudad canadiense de Montreal echó 120.000
toneladas de cloruro sódico durante el pasado invierno, mientras que en Madrid, con el
doble de población, se utilizaron 12.137 toneladas, cifra que llegó a las 160.000
toneladas en toda España.

No obstante, desde Ecologistas en Acción se asegura que en determinadas zonas


naturales, como en carreteras de montaña o de acceso a estaciones de esquí, se pueden
ver árboles secos en los arcenes como consecuencia del uso masivo de sal.

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