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LA ANTIJURIDICIDAD

INTRODUCCIÓN

La antijuricidad de un acto consiste en el juicio objetivo y general que se


formula en base a su carácter contrario al orden jurídico. No es posible admitir,
por esto, una noción específica de antijuricidad para cada dominio del derecho.
Sin embargo, esto no significa que los efectos sean los mismos: en derecho
civil, ella da lugar a la simple reparación del daño; en derecho penal, al
contrario, es una condición indispensable para imponer una sanción.

La simple adecuación de una acción a un tipo legal, no comporta la afirmación


de su carácter antijurídico. Es necesario, además, que se compruebe la
ausencia de toda causa de justificación. Por lo que es de matizar la afirmación
de que la tipicidad no es sino un indicio de antijuricidad, en el sentido de que
también es un fundamento, porque un acto antijurídico es penalmente relevante
sólo cuando se adecua a un tipo legal. Correcto es decir que esto último no
"prueba" el carácter antijurídico del acto, ya que puede presentarse alguna
causa de justificación.

El legislador no ha incorporado a nuestro Código una definición positiva de la


antijuricidad. Se limita a señalar las circunstancias que hacen lícitos los actos
que reúnen los requisitos fijados en la definición legal de la infracción (tipo
legal). Esta definición proporciona, pues, sólo "una tosca imagen del suceso";
lo que da lugar a que numerosos actos de la vida diaria estén "en si" sujetos al
efecto del tipo legal y que se tenga que recurrir a las causas de justificación
"para aportar una prueba de derecho positivo de la juridicidad de estas
acciones".

En derecho penal, una acción es antijurídica cuando se adecua a un tipo legal y


no concurre ninguna causa de justificación. Con cierta frecuencia, se diferencia
entre antijuricidad formal y material; entendiéndose por la primera la oposición
del acto a la norma prohibitiva o preceptiva, que se encuentra implícita en toda
regla jurídico-penal (por ejemplo, "no matar" en relación al art. 150 C.P.). Por
antijuricidad material se comprende, por el contrario, el carácter dañino del
acto, materializado en la lesión o en la puesta en peligro de un bien jurídico.
Este criterio diferenciador no es del todo correcto y crea más bien confusión.

La noción de antijuricidad es integral, ya que la violación de la norma lleva en sí


siempre la lesión o puesta en peligro de un bien jurídico.

En nuestro contexto normativo, esta distinción resulta casi superflua, porque las
causas de justificación han sido reguladas con bastante amplitud.

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE ANTIJURICIDAD:

No obstante, fue necesario esperar hasta 1867 para encontrar el concepto de


injusto formulado de manera técnica por Rudolph von Ihering, quien lo
entendía, desde el ángulo del derecho civil y delimitándolo del penal, como la
mera contradicción objetiva con el ordenamiento jurídico, de donde nació la
noción de antijuridicidad objetiva.

El pensamiento clásico (positivismo jurídico para sus cultores; causalismo para


sus detractores) concibió a la antijuridicidad como la contrariedad del aspecto
externo del hecho (tipo objetivo) con el derecho, con el orden jurídico del
Estado. Como explica Mir Puig, “si la antijuridicidad califica el hecho, y ese
hecho se concebía como mero proceso causal el tipo era una construcción
totalmente neutra, para convertirse luego con un ligero criterio valorativo en
ratio cognoscendi, con independencia de la finalidad del autor, era lógico que la
antijuridicidad se refiriese al aspecto objetivo-externo (causal) de la acción.

Aunque es frecuente remontar el estudio histórico de la antijuridicidad a la


polémica entre Merkel y Jhering -en sendos escritos de 1867, negando y
afirmando respectivamente la posibilidad de concebir un injusto objetivo
independiente de la culpabilidad, ello no significa que antes de esta fecha no
existieran referencias, en algún caso muy remarcables, a esta cuestión.
Por lo pronto, de los propios escritos de Merkel y Jhering se desprende que la
polémica venía desarrollándose al menos desde la publicación de la Filosofía
del Derecho de Hegel bajo la forma de una debatida distinción entre el injusto
civil, objetivamente concebible, y el injusto criminal, anclado en la culpabilidad.
Pero, al margen de que el debate sobre la posibilidad de concebir una
contrariedad a derecho no culpable, tal y como Merkel y Jhering la presentaron,
sea efectivamente el punto de arranque histórico de la moderna teoría del
delito, lo cierto es que el desarrollo del concepto de antijuridicidad y del sistema
del delito en su conjunto, se insertan en un contexto mucho más amplio, con
antecedentes históricos más remotos y con fuentes de diversa procedencia, en
el que se mezclan cuestiones directamente penales con otras procesales y
filosófico-morales que confluyen en la progresiva elaboración de categorías
generales que más tarde permiten, mediante integración, la construcción de un
sistema general de la responsabilidad penal como el que hoy tenemos. En este
largo desarrollo histórico las cuestiones que hoy comúnmente se tratan en el
escalón sistemático de la antijuridicidad estaban presentes en la mente de los
juristas prácticamente desde el inicio de las primera elaboraciones generales
sobre el delito.

Ello no es extraño si se piensa que la antijuridicidad, junto con la culpabilidad,


son conceptos acuñados para expresar de manera científica lo que es el núcleo
del hecho delictivo.

CONCEPTO:

La antijuricidad es lo contrario al Derecho. El ordenamiento jurídico está


constituido por preceptos prohibitivos y preceptos permisivos. La violación de
los primeros define una conducta típica, un indicio de antijuricidad. Es
necesario establecer si la conducta típica realizada tiene una causa de
justificación para determinar su antijuricidad.

Es decir, si la acción típica se ha cometido en legítima defensa, estado de


necesidad, cumplimiento de órdenes, consentimiento, etc., entonces, la
conducta siendo típica no es antijurídica y, por lo tanto, no hay delito.
Excluyendo, además, el juicio de culpabilidad.
La contrariedad a la norma se identificaría así con el entero delito. Si la norma
penal es un modelo de conducta que indica su destinatario lo que debe hacer
en una determinada situación si no quiere quedar sometido a una
responsabilidad consistente en la imposición de la pena, si la norma es un
instrumento de control social a través de su incidencia en el comportamiento
humano, solo generara un deber jurídico en el destinatario cuyo incumplimiento
legitime una sanción si el mensaje normativo llega a su destinatario y si este
tiene capacidad para entenderlo, si tiene capacidad para identificar la situación
en la que se condiciona su conducta y la identifica, y si tiene capacidad para
seguir la conducta que se le ordena.

Según Zaffaroni, la antijuridicidad no surge del derecho penal, sino de todo el


orden jurídico, porque la antinormatividad puede ser neutralizada por un
permiso que puede provenir de cualquier parte del derecho. La antijuridicidad
consiste en la constatación de que la conducta típica (antinormativa) no está
permitida por ninguna causa de justificación (precepto permisivo) en ninguna
parte del orden jurídico (derecho penal, civil, comercial, laboral, etc.).

Es decir, como expresa Fontán Balestra, la antijuridicidad es el resultado de


un juicio en cuya virtud se afirma el disvalor objetivo y substancial de una
acción humana, confrontándola con el ordenamiento jurídico en su totalidad;
incluyendo los principios generales del derecho. La antijuridicidad constituye la
sustancia del delito. El delito es por esencia un acto contrario al derecho
(nullum crimen sine iniuria).

Por esa causa se puede afirmar que la adecuación típica constituye un indicio
de antijuridicidad, que supone el enjuiciamiento de una acción, adecuada a un
tipo penal, a la luz de lo que disponen las reglas que integran el ordenamiento
jurídico, y la afirmación de su disvalor. La antijuridicidad es el resultado de un
juicio en cuya virtud afirmamos la injusticia de una acción concreta. La
antijuridicidad es aquel desvalor que posee un hecho típico contrario a las
normas del Derecho en general (no sólo al ordenamiento penal).

Es lo contrario a Derecho, por lo tanto, no basta que la conducta encuadre en


el tipo penal, se necesita que esta conducta sea antijurídica, considerando
como tal, a toda aquella definida por el ordenamiento, no protegida por causas
de justificación. La antijuridicidad precisamente radica en contrariar lo
establecido en la norma jurídica. Para que sea delictuosa, la conducta ha de
ser típica, antijurídica y culpable.

La antijuricidad es otro de los elementos estructurales del delito. Se le puede


considerar como un "elemento positivo" del delito, es decir, cuando una
conducta es antijurídica, es considerada como delito.

Para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe contravenir el


Derecho, es decir, ha de ser antijurídica. Se considera un concepto jurídico que
supone la comparación entre el acto realizado y lo establecido por el
ordenamiento y que denota como ésta es una conducta contraria a Derecho, "lo
que no es Derecho", aunque en realidad la conducta antijurídica no está fuera
del Derecho, por cuanto éste le asigna una serie de consecuencias jurídicas.

Como lo sostiene Muñoz Conde, el derecho penal no crea la antijuridicidad


sino que selecciona, por medio de la tipicidad, una parte de los
comportamientos que generalmente constituyen ataques muy graves a bienes
jurídicos muy importantes, conminándolos con una pena. Normalmente la
realización de un hecho típico genera la sospecha de que ese hecho es
también antijurídico (función indiciaria de la tipicidad), pero esta presunción
puede ser desvirtuada por la concurrencia de una causa de justificación
excluyente de la antijuridicidad. Si no concurre ninguna de estas causas, se
afirma la antijuridicidad y el siguiente paso es entonces la constatación de la
culpabilidad del autor de ese hecho típico y antijurídico.

Bacigalupo afirma que “la antijuricidad no es cuantificable: un hecho es o no


antijurídico, pero no puede ser más o menos antijurídico. En este aspecto la
antijuridicidad no se debe confundir con la ilicitud (hecho típico y antijurídico)
que, por el contrario, sí es cuantificable, dado que un hecho típico y antijurídico
puede ser más o menos grave, o sea: más o menos ilícito.”

CLASIFICACION:
Dentro de la antijuricidad se han distinguido dos clases: la antijuricidad formal y
la antijuricidad material. Por tradición se ha venido distinguiendo entre la
antijuridicidad formal, que es aquella que viola lo señalado por la Ley, y la
material, cuando se trata de una conducta antisocial.

En realidad una antijuridicidad material sin la antijuridicidad formal no tiene


ninguna relevancia para el Derecho. Por otro lado la antijuridicidad material
sirve de fundamento para la formal, de tal modo que aquella conducta prohibida
por la Ley debe serlo porque protege un bien jurídico (antijuridicidad material).

• Antijuridicidad formal:

Se afirma de un acto que es "formalmente antijurídico", cuando a su condición


de típica se une la de ser contrario al ordenamiento, es decir, no ésta
especialmente justificado por la concurrencia de alguna causa de tal naturaleza
(por ejemplo: defensa propia). Por lo tanto, la antijuricidad formal no es más
que la oposición entre un hecho y el ordenamiento jurídico positivo, juicio que
se constata en el modo expuesto.

• Antijuridicidad material:

Se dice que una acción es "materialmente antijurídica" cuando, habiendo


transgredido una norma positiva (condición que exige el principio de legalidad)
lesiona o pone en peligro un bien jurídico que el derecho quería proteger.

En efecto, si bien es cierto en su concepción tanto la antijuridicidad formal


como la antijuridicidad material difieren una de la otra; sin embargo, ambas
tienen en común la valoración de la acción u omisión típica. En el primer caso
al desvalorarla por su contrariedad al derecho y la segunda, por lesionar o
poner en peligro de lesión a un determinado bien jurídico protegido, claro está,
siempre y cuando no encuentre el amparo de alguna causa de justificación
penal, situación en la que se está frente a un injusto penal.

Queda en evidencia, por tanto, que la antijuridicidad formal comporta un juicio


de valor caracterizado por el encaje legal de aquella acción u omisión dentro de
la descripción típica del tipo penal. Mientras que la antijuridicidad material por
su parte, comporta un juicio de valor con miras a determinar si en la ejecución
de aquellas conductas incide alguna causa de justificación penal.

En fin, como podrá observarse, la antijuridicidad como elemento esencial


dentro de la estructura del delito, por sí misma carece de un juicio de valor
propio u original. Sencillamente, porque el que ocupa a la antijuridicidad formal
es más afín al de la tipicidad y el que compete a la antijuridicidad material, es
similar al de la culpabilidad; motivo por el cual las corrientes que propugnan su
abandono como elemento y parte del análisis dogmático del delito, cada día
cobran más reconocimiento en la doctrina penal moderna.

Ahora bien, quienes critiquen tal corriente podrían plantear. Bueno, lo cierto es
que el abandono de la antijuridicidad como parte o uno de los elementos
esenciales dentro de la estructura del delito, así como también el traslado de
cada uno de los juicios de valor que comporta; sólo es posible bajo aquel
esquema clásico del delito ya obsoleto y por cierto, superado por otros como el
finalismo y el funcionalismo.

Visto con ligereza semejante cuestionamiento, pareciera no admitir


contrariedad sencillamente; pues, si recordamos parte de los postulados del
sistema causalista, viene a la memoria su gran división del delito, clasificando
todos los elementos objetivos del delito como complementos de la acción y la
tipicidad, y como integradores de la culpabilidad todos los de carácter
subjetivos.

Pues bien, la propuesta de abandonar la antijuridicidad y trasladar sus juicios


de valor, también es posible en el finalismo de Welzel en el que si bien es
cierto, la culpabilidad es vaciada al trasladarse el dolo y la culpa al tipo,
afirmándose que al tiempo que existe un tipo objetivo hay otro subjetivo; sin
embargo, ella es nutrida por un juicio de reproche basado en la no exigibilidad
de otra conducta o por el conocimiento del derecho por parte del sujeto.

Vale recordar como Mezger en su rescate del causalismo comenzaba a aceptar


la existencia de ciertos elementos subjetivo dentro del tipo, así como también
que gracias al finalismo la acción se entiende orientada y animada por la
consecución de fin; abandonándose aquella concepción clásica de la acción
tan defendida por Liszt, identificada por la innervación o movimiento muscular
transformador del mundo sencillamente.

El juicio de culpabilidad propuesto por los finalista se explica en ambos


supuestos bajo la figura del error de prohibición. El primero basado en la
inexigibilidad de otra conducta, cuando se invoque alguna causa de
justificación penal y se habla entonces de un error de prohibición indirecto. El
segundo basado en su contrariedad con el derecho, si el actuar del sujeto
obedece a una percepción o interpretación equivocada del derecho, situación
en la que se alude a un error de prohibición directo.

Es precisamente por aquel conocimiento que del derecho demanda el esquema


finalista, que algunos advertimos imperfecciones en algunos de sus postulados;
sencillamente porque dentro del juicio culpabilístico presupone un sujeto activo
del delito “inteligente” al esperar que conozca el derecho, a pesar que en lo
criminal se espera un sujeto ordinario y de escaso nivel académico, salvo
ciertas figuras delictivas en que es de esperarse por su propia complejidad y
supuestos de punibilidad.

En efecto, si bien es cierto en su concepción tanto la antijuricidad formal como


la antijuricidad material difieren una de la otra; sin embargo, ambas tienen en
común la valoración de la acción u omisión típica. En el primer caso al
desvalorarla por su contrariedad al derecho y la segunda, por lesionar o poner
en peligro de lesión a un determinado bien jurídico protegido, claro está,
siempre y cuando no encuentre el amparo de alguna causa de justificación
penal, situación en la que se está frente a un injusto penal.

CARACTERIZACION

Superando la discusión lingüística en torno al concepto "antijuridicidad", se le


ha hecho una importante crítica de fondo. Se ha indicando que el delito en
realidad no es un hecho antijurídico, sino todo lo opuesto, al ser precisamente
un hecho jurídico.

En respuesta a lo anterior, se ha señalado que el delito es un hecho antijurídico


en cuanto es contrario a las normas del ordenamiento y, a la vez, es un hecho
jurídico, en cuanto produce efectos jurídicos. Es decir, el término tendría dos
acepciones: la primera en referencia a la calificación del hecho y la segunda a
sus efectos o consecuencias jurídicas.

Por otro lado, autores, especialmente italianos, han negado que la


antijuridicidad constituya un elemento de la estructura del delito.

En doctrina, dicha posición es relativamente aislada y se le considera errónea,


pues la ilicitud es una sola, en todos las áreas del ordenamiento jurídico, o sea,
no existe una "ilicitud penal". Además, la antijuridicidad no es la nota
característica del delito, ya que existe un enorme número de conductas que,
estando prohibidas (es decir, son antijurídicas), no constituyen delitos.

La antijuridicidad supone un disvalor. Ello por cuanto el legislador, al dictar la


ley, realiza una selección de los bienes o intereses que desea proteger o
resguardar, efectuando una valoración que plasma en la norma legal, al
declarar jurídicamente valioso un bien o interés y, a su vez, disvalorando las
conductas que atenten contra éste.

Debido a que la valoración legislativa, antes mencionada, es general y


abstracta, pues el mandato de respeto al bien jurídico y la prohibición de
atentados contra él está dirigida a toda persona, el juicio para determinar la
antijuridicidad de una conducta es meramente objetivo; sin perjuicio que el
objeto del juicio se compone de elementos físicos y síquicos (objetivos y
subjetivos).

Ahora bien, hay quienes cuestionan la antijuridicidad como elemento dentro de


la estructura del delito dado el juicio de valor que comporta su contenido,
promoviendo su abandono y el traslado de las causas de justificación a la
culpabilidad (para considerarlas ahora como causa de inculpabilidad), pues se
afirma que ellas no logran desvanecer la tipicidad del hecho imputado. Por
tanto, hay quienes bajo tal óptica plantean redefinir el delito como la acción
típica, culpable y punible. Sencillamente porque la pena es la consecuencia
jurídica o conclusión final, luego de culminados los juicios de valor que
comportan cada uno de los elementos que componen la estructura del delito.

ANTIJURIDICIDAD OBJETIVA Y SUBJETIVA

La antijuridicidad afirma el disvalor de una acción humana objetivamente


considerada, y no el disvalor de la actitud asumida por su autor (es posible que
una acción sea contraria al derecho, y que el autor no sea culpable Ej acciones
de los inimputables). Binding opina lo contrario y afirma que no hay ilicitudes
inculpables, toda antijuridicidad para ser tal debería ser culpable. Esta teoría es
rechazada por el derecho vigente. En primer lugar la aplicación por el juez
penal de una medida de seguridad a un inimputable requiere la comisión de
una acción típica objetivamente antijurídica. En segundo lugar, si las acciones
de los inimputables no son antijurídicas, no cabría responsabilidad penal para
el que colabora con un loco en la comisión de un delito, porque no estaría
ayudando a realizar una acción antijurídica.
La antijuridicidad constituye el resultado de un juicio de valor que recae sobre
la acción considerada en si misma, con tal independencia de la culpabilidad del
autor.

CARÁCTER UNITARIO DE LA ANTIJURIDICIDAD

El derecho es un todo unitario y coherente, en cuyo seno rige el principio lógico


de no contradicción; una acción no puede ser simultáneamente conforme y
contraria a las reglas que integran ese todo.

El derecho penal no contiene ilicitudes que no sean tales para el resto del
derecho.

CONOCIMIENTO DE LA ANTIJURICIDAD.

Actualmente existen varias las locuciones que suelen adoptarse para


determinar lo que entendemos como conocimiento de la antijuricidad. En
efecto, en la doctrina alemana encontramos los términos “Unrechtswebufítsein”
que se lo ha traducido a nuestro idioma como "conciencia de lo injusto" y
“Unrechtseinsicbt” o "comprensión de lo injusto". En España se lo denomina
"conocimiento de la antijuricidad", "conciencia de la antijuricidad" y
“conocimiento dela desaprobación jurídico- penal del acto” . "Conciencia de la
antijuridicidad significa: el sujeto sabe que lo que hace no está jurídicamente
permitido, sino prohibido" , es decir que “a quien actúa con conocimiento de la
antijuricidad del hecho le es plenamente imputable la realización del mismo”.
Muñoz Conde define el conocimiento o conciencia de la antijuridicidad como
“conocimiento del carácter prohibido del hecho típico y antijurídico”

CARÁCTER OBJETIVO DE LA ANTIJURICIDAD


El juicio de valor que afirma el carácter antijurídico del acto no es formulado en
relación con la personalidad del autor, sino que se refiere al acto mismo. Por
esta razón se habla, en doctrina, del carácter objetivo de la antijuricidad. Este
criterio, predominante en la doctrina penal moderna, permite distinguir,
claramente, la antijuricidad de la culpabilidad. Como lo veremos más adelante,
la culpabilidad es un juicio de valor (de reproche) referente al autor. Sin
embargo, se debe tener en

cuenta que elementos de naturaleza subjetiva, momentos de carácter personal,


pertenecen al objeto de juicio del valor, en que consiste la antijuricidad. De
modo que para su formulación no sólo es determinante el resultado (lato sensu)
no valioso, sino también el desvalor de la acción misma. Al respecto los juristas
son, en la actualidad, contestes. La discusión es clara en relación con los
elementos subjetivos que se encuentran, explícitamente señalados, en diversos
tipos legales.

AUSENCIA DE ANTIJURICIDAD: CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

Las causas de justificación constituyen el aspecto negativo de la antijuricidad.


Son aquellas que eliminan o excluyen la antijuricidad de un acto típico, es decir,
que hacen que un acto aparentemente delictivo por adecuarse a algún tipo
penal, esté justificado, por lo tanto no es delito y no acarrea responsabilidad
penal.

El aspecto negativo de la antijuricidad lo conforman las causas de justificación,


que son las razones o circunstancias que el legislador consideró para nulificar
la antijuricidad de la conducta típica realizada, al considerarla lícita, jurídica o
justificativa.

Para dar un poco de claridad a los conceptos arriba citados, podemos decir
que la antijuricidad es lo contrario al Derecho, mientras que lo contrario a la
antijuricidad es lo conforme a Derecho o las causas de justificación, que estas
mismas anulan lo contrario a Derecho.
Entre las causas de justificación más habituales, reconocidas por los diversos
ordenamientos, se encuentran las siguientes:

Consentimiento del titular o interesado: conducta realizada con el


consentimiento del titular del bien jurídico afectado, siempre que se cumplan
ciertos requisitos (bien jurídico disponible, capacidad jurídica del titular y
consentimiento expreso, tácito o presunto).

Legítima defensa: ejecución de un conducta típica para repeler o impedir una


agresión real, actual o inminente, e ilegítima, en protección de bienes jurídicos
propios o ajenos, existiendo necesidad racional de defensa y de los medios
empleados.

Estado de necesidad justificante: daño o puesta en peligro un bien jurídico


determinado con el objetivo de salvar otro bien jurídico de igual o mayor
entidad o valoración jurídica.

Ejercicio de un derecho: se da cuando se causa algún daño al obrar en forma


legítima, siempre y cuando exista la necesidad racional del medio empleado.

Cumplimiento de un deber: El cumplimiento de un deber, consiste en causar


daño actuando de forma legítima en el cumplimiento de un deber jurídico,
siempre que exista la necesidad racional del medio empleado.

El cumplimiento de un deber se encuentra derivado del ejercicio de una


profesión.

CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR

Estas son situaciones que se reconocen por el Derecho, en las que la


ejecución de una conducta delictiva se encuentra permitida, por lo que son
hechos específicos que excluyen la antijuridicidad de una determinada acción u
omisión.
CONCLUSIONES

Consiste en la conducta externa del individuo, que es puramente objetiva y que


viola el valor o bien protegido por las normas penales, Violación de las normas
de cultura reconocidas por el Estado,lo podemos considerar como un elemento
positivo del delito, cuando una conducta es antijurídica, es considerada como
delito.

Se considera antijuricidad como el choque de la conducta con el orden jurídico,


se ha estimado como el aspecto más importante del delito, que no es solo un
elemento o carácter del mismo, sino es su esencia, y es más su propia
naturaleza, la antijuricidad nace del juicio valorativo de la oposición existente
entre la conducta humana y la norma penal
Así como también as causas de justificación tienen como presupuesto la
existencia de una situación de amenaza a bienes jurídicos, siendo ésta la que
impulsa la acción lesiva del autor y hace que ésta sea justificada. Este
presupuesto está representado en la legítima defensa por la agresión ilegítima
y en el estado de necesidad por la situación de peligro. Pero las causas de
justificación no se agotan en el presupuesto sino que requieren de elementos
adicionales, por ejemplo en la legítima defensa que se da entre la necesidad
racional del medio empleado y la falta de provocación suficiente.

Después de haber tomado en cuanto a los autores mencionados anteriormente


podemos decir que la Antijuricidad es un asunto que debe ser debidamente
tratado por la legislación penal y la jurisprudencia, porque de ello depende la
imposición de la sanción o la pena.

La categoría dogmática de la culpabilidad, valga la pena aclarar en este punto,


ha sido construida en base a los conceptos de prevención por esa razón el
estado se encuentra avanzando sobre las libertades del ser humano y el
derecho deja ser el refugio del ciudadano en términos de Hobbes.

Adicionalmente debemos concluir que este tema da origen al estudio del error
de prohibición que puede existir “no solo cuando el autor cree que actúa
lícitamente, sino cuando ni siquiera se plantea la licitud o ilicitud de su hecho.”
Se requiere para evitar ello que se dicten normes penales claras y sencilla.

Bibliografía

José Luis Díez Ripollés


ADPCP, Tomo XLIV, Fasc. III, 1991, pp. 715 – 790
Juan Bustos Ramírez
Antijuricidad y causas de justificación

JOSE LUIS DIEZ RIPOLLES


La categoria de la antijuricidad en Derecho Penal
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de


México https://goo.gl/CJA6vC

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