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XX
La imagen del poeta como cantor construida en el Perú del siglo XX cumplía con los
elementos naturales de todo cantar, cargadas de esteticismo, mostrando imágenes,
figuras, sensualidad, pasión y ritmo, siendo este el móvil para poder cautivar a la
juventud de la época. La admiración, el exotismo y descripción de la naturaleza es
una herramienta recurrente dentro de la poesía a inicios del siglo XX.
José Santos Chocano, quien fue un poeta indudablemente exaltado y gran imagen
dentro del Modernismo peruano, fue portada principal y motivo de la primera revista
Colónida, a pesar de que ésta reunía temáticas alejadas a las del vate. Es con el
poemario Alma américa es donde se adhiere a esta corriente. En el inicio de este
poemario deja en claro que debía de “tenerse por no escrito cuantos libros de poesía
aparecieron antes con mi nombre”. Chocano rechaza cualquier escrito del pasado,
pero aun así cierra el lema citando unas líneas de un poema anterior. José Santos
Chocano le canta a la América española y a los Andes, toma el papel de portador
de voz de un continente y de una raza, como bien señala en “Blasón”: Yo soy el
cantor de América autóctono y salvaje/Cuando me siento Inca, le rindo vasallaje al
Sol…/Cuando me siento hispano …parecen mis estrofas trompetas de cristal.
José Santos Chocano busca describir la fauna y flora presentes en América, por
momentos exagerando en sus descripciones tropicales, poemas como “Los
Volcanes”, “Los Lagos”, “Los Pantanos”, “El amor de los Andes”, “Las Minas de
Potosí”, realiza una reflexión de la geografía americana, la exalta, la idealiza. En “El
Sinsonte” admira la belleza del cóndor, animal emblemático, y se cuestiona si es
que su canto llega hasta tal altura. Muestra la fineza del paisaje americano, la
vitalidad que mantiene, la tierra es colocada como una tierra virgen que no hace
diferencias entre ningún hombre, en La Noche de los Andes: Cada cumbre de nieve
es como una Virgen /que de la mano del esposo aparece /en el templo luminoso
envuelta en fría castidad de Luna.
García Calderón expresa sobre Chocano que es hacedor de una “poesía tórrida, de
la selva, y de los ríos” tales como recordamos estos temas presentes en “Las bocas
del Orinoco” o “Las cataratas del Niágara” donde narra la fuerza que representa a
estas aguas naturales: Como en supremo arranque de heroísmo /Brinca el tropel
de espuma alborotada /De peñón en peñón, de grada en grada…
Otro poeta, que a diferencia del objetivismo y lo explicativo que resulta ser Chocano,
aparecerá en la segunda portada de la revista Colónida, con un carácter subjetivo y
simbolista José María Eguren, quien será un personaje mucho menos entendido por
la crítica modernista. Simbólicas hace aparición en el año de 1911, siendo este su
primer libro, seguido de esto es en 1916 donde publica Canción de las Figuras,
donde encontraremos una exaltación al paisaje natural y también la presencia de
exotismo.
José María Eguren hablará de un caballo que está muerto, dejando de lado lo real,
le da cualidades vitales, no inventa un mundo, sigue hablando de las plazas y de
las vías, sin embargo, los personajes que usa son seres irreales. A diferencia del
poema de “Los Caballos de los Conquistadores” que muestra en Chocano la
intención de un pequeño recorrido histórico hablando sobre caballos reales de seres
reales y exclama a toda fuerza que dichos caballos eran “¡fuertes! Y eran ¡reales!”.
Sucede en el caso donde ambos tienen un poema titulado “Blasón”, pero mientras
que Chocano expone el don de cantor que posee, en este poema Eguren usa más
el sentido figurativo y juega con una historia entre una niña y un Duque. El estilo
que posee José María Eguren se da en un tono mucho más delicado, sin ser tan
pomposo, utilizando colores para poder añadir dinamismo a la poesía. La imagen
de la muerte está constantemente presente, a diferencia de Chocano que utiliza
este recurso para dar memoria a diversos héroes dentro de las batallas, Eguren lo
utiliza para traer a sujetos irreales a este mundo real, en “Casa Vetusta” habla de
una casa presente en un bosque sombrío: las ancianas cigüeñas /que en ella paran/
de los muertos señores/ a veces hablan.
Dentro del siglo XX, también hicieron voz algunos otros poetas, en el libro de Las
Voces Múltiples, las temáticas son diversas, pero mantienen una línea: muestran en
cómo la mujer logra alterar el espacio y tiempo dentro del mundo del poeta, cómo
esta mantiene una conexión con la naturaleza y es capaz de determinarla. Aquí si
bien es cierto ya no hay un canto directo hacia américa, pero en cierto modo
continua con el patrón de la exaltación a lo natural, en este caso la mujer, la musa
logra ser parte de esta naturaleza y controla lo que respecta de ella. A esto también
se añaden algunos otros tópicos como es la enfermedad del poeta ante el rechazo
o la ausencia, por lo general se tiene la idea que el sufrimiento respecto de una
enfermedad es mucho más evidente cuando se tiene que soportar un mal físico, en
el caso de estos poetas hará referencia a una dolencia espiritual, donde da a
conocer que el dolor físico no se compara con el dolor espiritual. Pablo Abril de
Vivero en “tristeza del sol” señala: Copla triste, triste y suave/y con un amargo y
hondo dejo de melancolía/ como el trino atormentado de un enfermo ruiseñor…
Volviendo al tema de los sentidos, herramienta necesaria para todo poeta, alma
sensible y perceptible, dentro de Las Voces Múltiples resalta el sentido de la vista,
un tópico recurrente en la selección de poemas presentes en dicho libro.
Los sentidos en la poesía de Pablo Abril de Vivero son quienes darán vida al canto,
si no puede oír, sentir o ver a la amada, pues su canto quedará trunco y el poeta
experimentará la nostalgia lo cual lo llevará a la enfermedad.
Abrill y de Vivero, Pablo; et al (1916). Las voces múltiples. Lima: Librería Francesa
Científica E. Rosay.