Sei sulla pagina 1di 20

EL DIEZMO EN LA BIBLIA Y SU USO EN LA IGLESIA

I. El Diezmo en el Antiguo y Nuevo Testamento.

El Diezmo en la Biblia. -

¿Qué enseña la Biblia sobre el diezmo? ¿El Diezmo pertenece a la ley moral o a la
ceremonial? ¿A quién debe ser entregado y cómo debe ser administrado? A través del
estudio de este capítulo usted percibirá que el diezmo siempre estuvo relacionado al
sacerdocio, fue entregado a los sacerdotes del momento y tuvo finalidades diferentes en
momentos diferentes de la historia.

Las finalidades para el diezmo fueron determinadas en función de la estructura social y del
tipo de administración religiosa de la época. Al final de este estudio, de acuerdo a la Biblia,
llegaremos a la conclusión que el diezmo hoy debe ser usado solo para:

1. El sustento de TODOS los obreros evangélicos que trabajan en el campo


misionero (sean laicos o pastores).
2. Habilitación y preparación de estos obreros y apoyo material para la obra de
predicación del evangelio.

Este primer capítulo es, en verdad, un estudio bíblico sobre el diezmo. Un estudio que, por
motivos obvios, no es hecho en las iglesias. Usted ciertamente nunca oyó ni oirá a un pastor
empleado por la organización, predicar sobre el diezmo usando todos los versículos que
usaremos.

El Diezmo en el Antiguo Testamento. -

Para una comprensión adecuada sobre el diezmo en el Antiguo Testamento, no podemos


dejar de ver el estudio de todas las referencias del Pentateuco acerca de este tema de las
principales referencias del Antiguo Testamento.

Abrahán, Melquisedec y las Ordenes Sacerdotales (Gén. 14). -

El primer trecho bíblico a respecto del diezmo está en Génesis 14:18-20. Este trecho
describe a Abrahán dándole el diezmo a Melquisedec. La Biblia no trae muchas
informaciones sobre Melquisedec, pero la pequeña cantidad de información sobre esto es
la clave para que podamos comprender el asunto del diezmo en conexión con el ministerio
sacerdotal de Cristo.

Las primeras informaciones que tenemos sobre Melquisedec se refieren a sus funciones.
El verso 18 dice que él era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Observe que
Melquisedec acumula dos funciones que posteriormente serían delegadas a dos tribus
distintas: Judá quedaría con el cetro y Leví con el sacerdocio.
La Biblia presenta dos modelos sacerdotales. Estos modelos o tipos de ministerios
sacerdotales son denominados “ordenes”. El “orden Aarónico” es el modelo sacerdotal
levítico que gobernó desde Aarón hasta la muerte de Cristo. El “orden de Melquisedec”, al
contrario del “orden Aarónico”, presupone la acumulación de las funciones reales y
sacerdotales en la misma persona.

Melquisedec es un tipo (símbolo) de Cristo, o sea, prefigura a Cristo en su ministerio de


Rey y Sacerdote. Por esta razón Cristo es considerado sacerdote según el orden de
Melquisedec, o sea, en los moldes de Melquisedec, Rey y Sacerdote al mismo tiempo.

¿Qué tiene que ver todo esto con el diezmo? La relación de estos hechos con el diezmo
quedará clara posteriormente cuando estudiemos el diezmo bajo la luz del Nuevo
Testamento, en especial bajo la luz de la epístola a los Hebreos. Mientras tanto
continuamos nuestro viaje por el Antiguo Testamento buscando referencias sobre el diezmo
y su aplicación. Observe que, antes de diezmar, Abrahán recibió beneficios de Melquisedec:
pan, vino y una bendición.

El Voto de Jacob (Gén. 28). -

La próxima mención del diezmo en el Antiguo Testamento se encuentra en Génesis 28:18-


22. Jacob hace un pacto con Dios y promete, a partir de este momento, dar el diezmo de
todo cuanto Dios le diese. Si consideramos la historia de Jacob antes de este voto y
después del voto, vamos a concluir que después del voto él fue bendecido
abundantemente.

Observe que Abrahán dio el diezmo a Melquisedec y recibió de él beneficios tangibles e


intangibles. Melquisedec fuera de traerle pan y vino a Abrahán (beneficios materiales
tangibles) profirió sobre él una bendición (beneficio espiritual intangible). En el caso de
Jacob, su voto consistía en la devolución de los diezmos en el caso que Dios le concediese
beneficios tangibles e intangibles.

Si Dios le diese pan para comer y ropa para vestir (beneficios materiales tangibles) y fuese
con él dándole paz (beneficios espirituales intangibles), Jacob se comprometería a darle el
diezmo. En estos dos episodios la relación de reciprocidad es clara. Observe que en esa
época los servicios relacionados con el santuario aún no habían sido establecidos por Dios,
y aun así la Biblia cita que Abrahán y Jacob diezmaron.

El Diezmo en el Desierto (Lev. 27). -

Éxodo es el único libro del Pentateuco que no menciona el diezmo. El próximo trecho que
menciona el diezmo está en Levítico 27:30-34. Este trecho afirma que todos los diezmos
pertenecen al Señor, pero no da detalles al respecto de cómo deberían ser utilizados o para
quienes deberían ser entregados. Los trechos que serán analizados posteriormente
entrarán en detalles al respecto de la aplicación y destino de los diezmos.

El versículo 34 es particularmente interesante, pues hace mención de los “mandamientos


que el Señor ordenó a Moisés en el Sinaí”. El libro de Levítico trae una serie de leyes y
termina con este verso. Ciertamente no estamos hablando de la ley moral, sino de las leyes
ceremoniales, leyes relacionadas con la salud, leyes relacionadas con los crímenes y otras
leyes diversas. Tenemos una cuestión pendiente en paralelo: ¿El Diezmo pertenece a la
ley ceremonial? ¿Fue abolido? ¿Por qué? Esta cuestión será aclarada posteriormente a
través del estudio de las referencias al diezmo en el Nuevo Testamento.

Diezmo por el Servicio (Núm. 18). -

El próximo trecho sobre el diezmo es mayor y más detallado que los anteriores: Números
18:21-32. Nuevamente el diezmo es presentado como siendo ofrecido a cambio de algo.
Esta vez el diezmo no era ofrecido a cambio de pan, vino o ropas, sino a cambio de servicio.

El verso 21 dice: “A los hijos de Leví le di todos los diezmos en Israel por herencia, por el
servicio que prestan, servicio de la tienda de la congregación”. El verso 31 repite esta idea
del diezmo como recompensa por el servicio.

Los versos 22 y 23 declaran que los hijos de Israel nunca más deberían llegar a la tienda
de la congregación, sino los levitas deberían hacer el servicio de la tienda de la
congregación: “Y nunca más los hijos de Israel se allegarán a la tienda de la congregación,
sino que los levitas harán el servicio de la tienda de la congregación”.

La tienda de la congregación era el tabernáculo. Acuérdese que estas órdenes fueron


dadas por Dios a Moisés mientras el pueblo vagaba por el desierto. Ellos aún no estaban
establecidos en Canaán, no tenían un templo fijo, sino una tienda móvil y los levitas eran
los responsables por mantenerla y transportarla. Los israelitas que pertenecían a otras
tribus no deberían hacer el trabajo de la tienda de la congregación. Nadie debería ni siquiera
tocar los objetos sagrados.

Veremos posteriormente lo que cambió en esta ley. Actualmente no se espera que sólo el
pastor trabaje en la iglesia y naturalmente no podemos esperar que sólo el pastor se
beneficie con el diezmo. Hay otras personas que realizan obra pastoral y de predicación del
evangelio, aunque no son pastores o sacerdotes. Veremos más adelante que el diezmo
debe ser usado hoy para la manutención de obreros evangélicos en el campo misionero.

El Diezmo en Canaán (Deut. 12).-

El libro de Deuteronomio menciona el diezmo en los capítulos 12, 14 y 26. Lea con mucha
atención Deuteronomio 12:1-14. El período de peregrinación en el desierto estaba llegando
a su fin. Nuevas leyes y normas serían dadas por Dios a su pueblo para ser observadas en
la nueva tierra que estaban para poseer.

El verso 1 dice: “Son estos los estatutos y los juicios que cuidaréis de cumplir en la tierra
que os dio el Señor, Dios de vuestros padres, para que la poseáis todos los días que
viviereis sobre la tierra “. Los nuevos estatutos que serían válidos en la nueva tierra ya
habían sido presentados en Deuteronomio 6:1: “Estos, pues, son los mandamientos, los
estatutos y los juicios que mandó el Señor tu Dios para que se te enseñasen, para que los
cumpláis en la tierra a que pasas para poseer”.
Está claro que estamos hablando de nuevas reglas que pasarían a implementarse a partir
del momento en que el pueblo conquistase Canaán. Las reglas con relación a la aplicación
del diezmo hacen parte de este conjunto nuevo de “estatutos y juicios” que fueron alterados
o adicionados por Dios. Ellos no deberían más proceder como en el desierto. “No
procederéis en nada según estamos haciendo aquí” (verso 8).

Ahora adorarían a Dios en un local fijo que el Señor escogería para poner Su nombre y
para allá deberían ser llevados los diezmos. ¿Cómo deberían ser aplicados estos diezmos
a partir de entonces? Lea los versos 6 y 7. Los diezmos deberían ser comidos por el
ofrendante, por su familia, por sus siervos y por los levitas y con relación a la aplicación del
diezmo, las reglas serían alteradas a partir del momento en que entrasen en Canaán.

El Segundo Diezmo (Deut. 14).-

Vamos a analizar el próximo trecho, Deuteronomio 14:22-29. Este trecho es semejante al


anterior, mencionado en Deuteronomio 12. Confirma el hecho de que el diezmo debería ser
entregado “en el lugar que el Señor escoja para allí hacer habitar su nombre” – verso 23.
Repite la orden a través de la cual el ofrendante debería comer con alegría sus diezmos.

A pesar de ser bien semejante al trecho anterior, Deuteronomio 14 añade un hecho


importante que debe ser destacado aquí: A cada tres años el adorador no debería llevar el
diezmo para el templo, también no debería comerlo, sino que debería servir el
diezmo, “dentro de sus puertas”, como comida para los peregrinos, huérfanos y viudas.

Lógicamente el pueblo es advertido a no olvidarse de los levitas, pues estos no tenían


herencia (tierras cultivables), y no podrían quedar abandonados cada tres años sin
alimento. Dios enfatiza repetidas veces que los levitas no deberían ser abandonados en
esta nueva forma de distribución del diezmo.

En todos los versos bíblicos mencionados anteriormente, la palabra “diezmo” fue traducida
del original hebraico “ma`aser”, que significa la décima parte, diez por ciento. Esta palabra
no tiene el significado de una ofrenda con porcentaje voluntario.

Diezmo es diezmo, ofrenda es ofrenda. Diezmo es un décimo, no puede ser confundido con
ofrenda voluntaria. Los versículos que estamos estudiando se refieren al diezmo – no
estamos hablando sobre ofrendas voluntarias.

La Verdad de Dios no puede ni debe ser influenciada por la tradición rabínica, por las
enseñanzas del pastor, del anciano, de la Asociación o por los análisis complicados de los
teólogos. La Verdad es una sola y ella está en la Biblia, y no debe ser ignorada para
atender a los intereses financieros de ciertos grupos: ¡porque la Verdad es Jesucristo y
su palabra fiel!

“El gran error de la Iglesia Católica reside en el hecho de que la Biblia es interpretada a la
luz de las opiniones de los “padres”. Sus opiniones son consideradas infalibles, y los
dignatarios de la Iglesia suponen ser su prerrogativa obligar a los otros a creer como ellos
y usar la fuerza para compeler la consciencia.
Los que no concuerdan con ellos son considerados herejes… La voluntad y la voz de
hombres finitos no deben ser interpretadas como siendo la voz de Dios”.

El principio de la liberalidad y obediencia que está por detrás del diezmo permanece a lo
largo de los siglos, pero su aplicación varía conforme la estructura social y eclesiástica de
la época.

Otro trecho sobre el diezmo está en Deuteronomio 26:12-15. Después de leerlo usted
concluirá que es un resumen de lo que leemos en el capítulo 14. Nada de diferente con
relación a la aplicación: Extranjeros, huérfanos y viudas eran beneficiados con el diezmo
del tercer año. También los levitas que servían en el santuario.

Otras Citas en el Antiguo Testamento. -

Con el tiempo, el pueblo se olvidó de su obligación de sostener a los sacerdotes y levitas,


de modo que estos abandonaron el lugar sagrado y fueron para los campos. El libro de
Nehemías muestra cómo fue restaurado el servicio espiritual a través de una correcta
aplicación de los diezmos. Estudie los siguientes trechos y los respectivos contextos para
entender un poco mejor la situación. Nehemías 10:37-38; 12:44-47; 13:5 y 12.

La penúltima mención del diezmo en el Antiguo Testamento está en Amós 4:4. A pesar de
estar practicando la idolatría, los israelitas continuaban en la práctica de los rituales
levíticos. Amós ironiza el celo de algunos israelitas con relación a prácticas ceremoniales,
mientras despreciaban principios elementales de la ley de Dios.

Algo semejante aconteció en la época de Jesús (vea Mateos 23:23) y algo muy semejante
acontece hoy. El último trecho del Antiguo Testamento se encuentra en Malaquías 3:7-11.
Vamos a comentarlo posteriormente.

Resumen: hasta aquí, antes del sacrificio de Jesucristo, podemos concluir que era
válido el sistema levítico de entregar todos los diezmos y ofrendas especiales a la máxima
autoridad eclesiástica, representada en este caso por los sacerdotes del templo único y
visible, pero ellos lo administraban según sus necesidades.

El Diezmo en el Nuevo Testamento. -

El Nuevo Testamento no habla mucho sobre el diezmo, pero menciona lo suficiente para
comprender el propósito de Dios para con los cristianos. Veremos que, a pesar de estar
incluida en la ley de Moisés, los principios de la ley del diezmo se aplican hasta hoy.

Jesús y el Diezmo. -

Jesús mencionó el diezmo y aprobó su devolución en Mateo 23:23. Ya fue dicho que Cristo
vivió bajo la ley ceremonial, fue circuncidado, curó leprosos y pidió que se presentasen al
sacerdote como requería la ley mosaica. Por lo tanto, no podemos argumentar que, si Jesús
apoyó una ley antes de su muerte, entonces ella vale para nuestros días. Todo tiene un
contexto y una finalidad ante Dios.
El Nuevo Sacerdocio (Hebreos 7). -

El texto más completo del Nuevo Testamento que trata de la ley del diezmo está
en Hebreos, capítulo 7. No es un mero ejemplo o coincidencia que se hable del diezmo
aquí, sino que es parte principal de la temática sobre el uso y destino del diezmo ahora ante
un nuevo ministerio más perfecto y mucho más abarcante que el sistema antiguo.

Pablo compara ambas órdenes sacerdotales: el orden Aarónico y el orden de


Melquisedec (representado ahora por Cristo, nuestro sumo sacerdote). Pablo exalta
este último en desventaja del primero, y esto implica que el sacerdocio, el lugar y todo lo
que se refería a sacrificios, ofrendas y al uso del diezmo, ahora había cambiado por razón
del nuevo ministerio que Cristo había introducido, ya que su ministerio y sacerdocio eran
claramente superiores por ser producto de un sacrificio perfecto ofrecido por un sacerdote
perfecto.

“Y los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio tienen un orden, según la ley, de
tomar los diezmos del pueblo, esto es, de sus hermanos”. Hebreos 7:5. Pero Pablo dice
que algo cambió con relación a esta ley, pues el diezmo no es ley moral.

“Pero, cambiándose el sacerdocio, necesariamente se hace también un cambio de la


ley”. Hebreos 7:12. ¿Qué ley está siendo cambiada? Sería, acaso, ¿la ley moral, los diez
mandamientos? ¿Sería la ley de salud y higiene? No. Un análisis del contexto muestra cuál
ley está siendo cambiada. Lea nuevamente el verso 5 y el 12. La ley del diezmo está
siendo cambiada pues hubo un cambio de sacerdocio. El diezmo siempre estuvo
vinculado al sacerdocio.

No vivimos más bajo el orden Aarónico; vivimos bajo el orden de Melquisedec. ¿Será
que Pablo está diciendo que, con el cambio de la orden sacerdotal, no es más necesario
diezmar? Lógicamente que no, pues el diezmo es una característica de ambas
órdenes. El diezmo es un elemento del orden Aarónico y el diezmo es un elemento
presente también en el orden de Melquisedec.

Es por esta razón que, aun antes que Dios instituyese el santuario terrenal y estableciese
el orden Aarónico, Abrahán devolvió los diezmos a Melquisedec. Por lo tanto, el sistema de
diezmos debe ser mantenido hoy, pero para sostener otro tipo de sacerdocio, bien diferente
del sacerdocio levítico, ya que el sacerdocio Levítico perdió su función y ahora hay
sacerdocio de todos los “santos” y nuevos requerimientos para cumplir la misión de
Jesús. Cualquier comparación del sistema de diezmo actual con el sistema Levítico
generará una distorsión legal.

¿Ahora, qué es lo que cambia en este nuevo sacerdocio mencionado por Pablo? En
el régimen Aarónico el diezmo era utilizado para la manutención de personas que se
dedicaban exclusivamente al servicio especificado por Dios.

Apenas una de las doce tribus recibió este sacerdocio y, junto con las responsabilidades
exclusivas de manutención del templo, esta tribu recibió también el derecho exclusivo de
propiedad sobre los diezmos. Jesús estableció un nuevo modelo de sacerdocio, un nuevo
ministerio para sus discípulos: la predicación del Evangelio del Reino. Hoy el diezmo debe
ser usado para sostener el ministerio evangelístico. ¿Pero quién hace la predicación del
evangelio hoy? ¿Los pastores? ¿Los ancianos? ¿La Asociación? ¿La Corporación?
¿La Confraternidad? Hoy quien predica el evangelio es la Iglesia – y la iglesia son los
miembros. Jesús no escogió apenas un discípulo entre los doce para predicar el evangelio
y recibir el diezmo.

El sacerdocio, en el orden de Melquisedec, no es una responsabilidad única del pastor o


sólo del anciano, es una responsabilidad de todos los creyentes, de toda la Iglesia. ¿Esto
significa que la Iglesia debería recibir los diezmos? Si. La Iglesia debe recibir los
diezmos y administrarlos para financiar sus actividades sacerdotales o misioneras. “Traed
todos los diezmos a la casa del tesoro, para que haya mantenimiento en mi casa“. La
casa del tesoro es la Iglesia.

Ella es la legítima propietaria de los diezmos. Dios le dio este derecho. Pero todo derecho
exclusivo está vinculado a un deber exclusivo. Hay una responsabilidad ligada
directamente al derecho de la Iglesia sobre el diezmo y su sana y bíblica
administración. Este derecho y esta responsabilidad recaen sobre los miembros y
directiva de cada iglesia local y no sobre la Asociación.

Son los miembros de la iglesia local los que deciden, de acuerdo con la Biblia y el
orden de Melquisedec establecido y encarnado por Jesucristo, el uso y
administración de los diezmos que se generen en sus templos.

¡Se ha cultivado y sembrado la idea equivocada de que el derecho sobre los diezmos es de
la Asociación o Misión, pero el deber de la predicación recae sobre la Iglesia! Derechos y
deberes siempre andan juntos. Los derechos sobre los diezmos y el deber de la
predicación del evangelio recaen sobre el sacerdocio de Cristo:

“Vosotros también, cual piedras vivas, sois edificados como casa espiritual para ser
sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, aceptables a Dios por
Jesucristo… Pero vosotros sois la generación elegida, el sacerdocio real, la nación santa,
el pueblo adquirido, para que anunciéis las grandezas de aquel que os llamó de las tinieblas
para su maravillosa luz” 1 Pedro 2:5 y 9.

Observe la comprobación de que somos sacerdotes según el orden de Melquisedec:


“Sacerdocio real”, dice Pedro. Esto significa que nosotros los cristianos también ejercemos
funciones reales y sacerdotales, característica típica de Melquisedec, rey y sacerdote al
mismo tiempo.

La Biblia promete que aquellos que participen de la primera resurrección podrán cooperar
con Cristo en su ministerio sacerdotal según el orden de Melquisedec, acumulando dos
funciones: “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”. Apocalipsis
20:6.

CONCLUSION: ¡El sistema Levítico murió en la Cruz, ya que ahora no hay más
sacerdotes para oficiar en el templo ni se necesitan, ya que el sistema ceremonial
también desapareció con la muerte de Cristo en la Cruz! ¡Ya no hay templo ni
sacerdotes que mantener!
¡Ahora todos somos sacerdotes y oficiantes del sagrado ministerio de Jesucristo,
representado en el nuevo ministerio de Melquisedec, donde todos los santos son
sacerdotes y príncipes del Israel Espiritual! Ahora, todo aquel que predique el evangelio, es
digno de ser sostenido con el diezmo y así debe ser.

¡¿De lo contrario, como se podrá terminar la obra y cumplir la Misión de Jesucristo si todos
los diezmos y ofrendas se gastan en la burocracia sacerdotal imperante?!

Por supuesto que hay pastores y ministros especialmente preparados para un ministerio
especializado y que bíblicamente hay un orden y una autoridad en la iglesia, pero esto no
está en discusión aquí ni en la Biblia.

¡El punto principal es que nos han enseñado y obligado a pensar de manera “levítica”
con respecto a los diezmos y ofrendas solo para mantener un sistema basado en el
aprovechamiento de los recursos de las iglesias locales para mantener un sacerdocio
burocrático e innecesario que impide precisamente que se haga la obra que ellos
pregonan están haciendo!

II. ¿Dónde Queda la Casa del Tesoro?

Los textos bíblicos que estudiamos en este capítulo (El Diezmo en el Antiguo y Nuevo
Testamento) raramente son estudiados en nuestra Iglesia. Usted ya debe imaginar el por
qué.

El texto más utilizado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día para estimular la devolución
de los diezmos es, sin duda, Malaquías 3:10: “Traed todos los diezmos a la casa del tesoro,
para que haya mantenimiento en mi casa “.

Hay mucha discusión sobre dónde queda la “Casa del Tesoro”. Muchos afirman que la
“Casa del Tesoro” es la Casa de Dios, el Templo donde Dios habita. El Manual de Iglesia
afirma y reclama, que la Casa del Tesoro es la tesorería de la Asociación/Misión: “La
casa del tesoro.

El diezmo es del Señor, y debe ser devuelto a la casa del tesoro, a la tesorería de la
asociación/misión”. ¡Pero eso hay que demostrarlo con la Biblia!

Pero ahora nuestro objetivo es descubrir dónde queda la “Casa del Tesoro” hoy. Para
eso, debemos comprender lo que era

¿Quién recibía y administraba los diezmos en tiempos de Abraham?

Nuestro objetivo en el estudio es descubrir dónde queda la “Casa del Tesoro” hoy. Para
eso, debemos comprender lo que era la Casa del Tesoro en los tiempos bíblicos. Vamos a
volver a la época de Abrahán.
¿Dónde quedaba la Casa del Tesoro en la ocasión en que Abrahán le dio el diezmo a
Melquisedec? ¿Había un templo en aquella época? ¿Un espacio físico para almacenar el
diezmo? Abrahán dio a Melquisedec quien en ese entonces era el “sacerdote del Dios
Altísimo” “los diezmos de TODO” (Génesis 14.20 y Hebreos 7.2).

Este caso es fundamental entender porque es modelo de lo que deben hacerse en el Nuevo
Testamento cuando ha habido un cambio de sacerdocio y por tanto un cambio de ley.

Melquisedec era el sacerdote de Dios y vino a Abrahán a ministrarle. De modo que estaba
cumpliendo su labor ministerial propia de su cargo. Y es a él que Abrahán dio los diezmos
de todo. Así que vemos que la recepción y administración de los diezmos es un derecho
exclusivo de los que se dedican al sacerdocio como profesión de vida.

Recepción y Administración en los días de Moisés

La gran falla en la comprensión del asunto del diezmo es imaginar que el diezmo siempre
estuvo relacionado a un espacio físico, a la “Casa del Tesoro”. Esta falla de comprensión
proviene del estudio sistemático y repetitivo del asunto “diezmo” basado en apenas un texto
bíblico (Mal. 3:10).

La Casa del Tesoro era un depósito de mantenimiento (cereales) que fue construido en el
templo de Zorobabel, después del exilio babilónico. Nehemías también llamó a la “Casa del
Tesoro” “Cámaras del Tesoro” (Neh. 12:44).

En el tabernáculo del desierto no había tal depósito llamado “Casa del Tesoro”. Antes del
cautiverio babilónico no existía el concepto de almacenar diezmos en depósitos. Malaquías
vivió después del retorno del exilio babilónico y cuando se refirió a la “Casa del Tesoro”
estaba hablando sobre estas “Cámaras del Tesoro” que no existían en la época de Abrahán
y Melquisedec.

El concepto de “Cámaras del Tesoro” está presente solo en el orden levítico, donde el
Templo era el centro de la religión.

Deu 12:10 Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace
heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros.
Deu 12:11 Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí
llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios,
vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos
que hubiereis prometido a Jehová.

El diezmo de los diezmos

Cuando Israel entró en la tierra prometida se instauró los servicios del templo y la
administración del diezmo. ¿Quiénes lo recibían y administraban?
Núm 18:21 Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad,
por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.
Núm 18:22 Y no se acercarán más los hijos de Israel al tabernáculo de reunión, para que
no lleven pecado por el cual mueran.

Núm 18:23 Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su
iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los
hijos de Israel.

Núm 18:24 Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que
ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán
heredad.

Del texto es muy claro que TODOS los diezmos los recibían los hijos de Leví. No una parte
o un porcentaje, no; TODO lo recibían ellos. Y por supuesto que eran ellos quienes lo
administraban. También Dios dice aquí que ya no iban los israelitas en general a acercarse
al tabernáculo para no morir, ya que este trabajo era de los levitas. Además, se enfatiza
que ellos no tendrían heredad, porque su heredad eran los diezmos de Israel. Este estatuto
es perpetuo.

¿Y los que recibían el diezmo, no daban diezmo?

La Biblia muestra que los levitas también daban el diezmo: Núm 18:26 Así hablarás a los
levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de
ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el
diezmo de los diezmos.

Núm 18:27 Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como producto del
lagar.

Núm 18:28 Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros diezmos
que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón

Aquí vemos que los levitas daban también el diezmo de lo que recibían y se llamaba el
diezmo de los diezmos. Y este diezmo de diezmos era dado al sumo sacerdote Aarón quien
lo administraba y usaba de él para su mantenimiento.

La administración del diezmo en el tiempo de los reyes de Israel y Judá

Poco antes del cautiverio de Asiria a Israel y de Babilonia a Judá hubo una reforma de parte
del rey Ezequías quien subió al trono resuelto a hacer cuanto estuviese en su poder para
salvar a Judá de la suerte que iba cayendo sobre el reino septentrional. Los mensajes de
los profetas no alentaban las medidas a medias. Únicamente por medio de una reforma
decidida podían evitarse los castigos con que el pueblo estaba amenazado. Y el Señor dice
que todas las cosas que hizo y restauró esto:

2Cr 31:20 De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y
verdadero delante de Jehová su Dios.
2Cr 31:21 En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la
ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.

El Señor dice que Ezequías “ejecutó lo bueno, recto y verdadero” en las reformas que hizo
en el templo. Así que veamos cómo se administraba y quién administraba los diezmos y las
ofrendas del sistema levítico en este tiempo:

2Cr 31:4 Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción
correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová.
2Cr 31:5 Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de
grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia
los diezmos de todas las cosas.

2Cr 31:6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá,
dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de
lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en
montones.

2Cr 31:7 En el mes tercero comenzaron a formar aquellos montones, y terminaron en el


mes séptimo.

Este texto es maravilloso por la información que representa. Al restaurar el templo se


restauró también el servicio y por tanto se restauró el traer los diezmos y las ofrendas.
Trajeron tanto en bendiciones que se hicieron montones por cuatro meses. Cuando
Ezequías vino a ver los montones preguntó por ellos y Azarías el sumo sacerdote dijo:

“Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos
hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha
quedado esta abundancia de provisiones” (2Crónicas 31.10).

Solo cuando los levitas y sacerdotes satisficieron sus necesidades entonces comenzó a
almacenarse los sobrantes del diezmo y la ofrenda. El rey mandó a hacer almacenes y allí
guardó todo. La Escritura dice:

“2Cr 31:12 Y en ellas depositaron las primicias y los diezmos y las cosas consagradas,
fielmente; y dieron cargo de ello al levita Conanías, el principal, y Simei su hermano fue el
segundo”.

El administrador del diezmo y ofrenda almacenado era un levita, no era un miembro


cualquiera del pueblo sino uno que estaba encargado de las cosas santas. Y era de
entenderse pues el diezmo es de Jehova, es una cosa santa y debe ser administrado por
los que están a cargo de las cosas santas.

Había otras ofrendas también que el pueblo daba y estas eran administradas por un levita
también:
“2Cr 31:14 Y el levita Coré hijo de Imna, guarda de la puerta oriental, tenía cargo de las
ofrendas voluntarias para Dios, y de la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y
de las cosas santísimas.

2Cr 31:15 Y a su servicio estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías,
en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones
conforme a sus grupos, así al mayor como al menor…”

Es de resaltar aqui que el recibir, administrar y distribuir las ofrendas voluntarias estaba a
cargo de un levíta y de un miembro cualquiera del pueblo. Este, junto con sus seis
ayudantes se encargaban de dar a cada levita su porción correspondiente “por su
ministerio, según su oficio” y según “sus niños, y sus mujeres” (2Crónicas 31.16-18).

De modo que estos siete levítas eran quienes pagaban su salario a cada obrero de la causa
tomando en cuenta su oficio y su carga familiar. De modo que aquí hemos visto que la casa
del tesoro o alfolí estaba en el templo y la administración de ese alfolí estaba en manos de
siete levítas y no de cualquier hermano.

Hasta aqui hemos estudiado y demostrado brevemente el asunto de la administración de


los diezmos y las ofrendas. Ahora pasemos a lo que está vigente en el Nuevo Pacto.

III. El Sacerdocio de Melquisedec

¿Quién fue Melquisedec?

Melquisedec no es uno de los veinte principales personajes conocidos del Antiguo


Testamento! Encontramos que su nombre se menciona sólo dos veces. Tenemos esta
breve narración en Génesis 14: 18-20: Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote
del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios
Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus
enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.

A continuación, encontrará una referencia más enigmática en referencia a él en el Salmo


110 versículo 4: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según
el orden de Melquisedec.

¡Sobre la base de esta breve información, no podríamos esperar que Melquisedec


encuentre su camino en el Nuevo Testamento, pero esto sería un error! ¡Hay mucho más
sobre él en el Nuevo Testamento que en el Antiguo! El autor de la carta a los hebreos tenía
una poderosa revelación sobre este tema.

¿Cómo pudo Jesús ser Sumo Sacerdote?

Este autor desconocido escribió esta carta con el fin de explicar quién era Jesús, y lo que
había logrado en su vida, muerte y resurrección.
En el capítulo 1 se compara Jesús a los ángeles, y lo muestra como superior, en el capítulo
3, comparó a Jesús con Moisés, en el capítulo 4 con Josué, a continuación, en el capítulo
5 con Aaron. En cada caso, Jesús era mayor. Después de esto el autor se encontró con un
problema. Había dos grandes cargos en el antiguo Israel: el cargo de rey y el cargo de sumo
sacerdote.

El rey siempre vino de la tribu de Judá, y al sumo sacerdote siempre fue de la tribu de Leví.
Jesús vino de la tribu de Judá, y era descendiente del rey David, y esto lo califica para ser
rey. Obviamente, él no podría también venir de la tribu de Leví. ¿Cómo podía entonces
califica para ser sumo sacerdote?

Este autor bien pudo haber permanecido despierto durante toda la noche tratando de
resolver este problema. Había crecido con el conocimiento de que sólo los levitas podían
ser sacerdotes, y él sabía que Jesús no era un levita.

Entonces Dios le dio la revelación. Recordó las palabras del Salmo 110: Juró el Señor, y no
se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. ¡Este fue
otro sacerdocio! ¿Podría Jesús ser un sacerdote del sacerdocio de Melquisedec?

¿Qué era este otro sacerdocio? ¿Y quién era este Melquisedec? Sacerdotes levitas estaban
por todas partes. ¡Todo el mundo sabía de ellos - al igual que los sacerdotes católicos hoy
en día en algunos países tal vez brahmanes o sacerdotes de la India! ¿Pero por qué no
existían sacerdotes según el orden de Melquisedec? ¿O existían?

Las respuestas a sus preguntas estaban en Génesis capítulo 14. Echémosle nuevamente
un vistazo. Leemos que Abraham conoció a Melquisedec cuando regresaba de una batalla
en la que rescató a Lot. Entonces Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; él era
sacerdote del Dios Altísimo. Y lo bendijo y le dijo: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo,
creador de los cielos y de la tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos
en tu mano.” Y le dio Abram los diezmos de todo.

Este autor vio en primer lugar que Melquisedec era sacerdote del Dios Altísimo o Elyon en
hebreo. También vio que Melquisedec era mayor y superior a Leví, porque Abraham era un
antepasado de Levi y Abraham dio los diezmos a Melquisedec. En hebreos 7: 4-7
leemos: Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca dio
diezmos del botín.

Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento
de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos
también hayan salido de los lomos de Abraham.

Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y
bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el
mayor. Así que claramente el sacerdocio de Melquisedec era mayor y superior al
sacerdocio levítico.

¡El problema fue resuelto! Jesús se había convertido en un sumo “sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec” (Hb. 6, 20)!
Más Sacerdotes

Jesús es el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, ¿pero es él el único


sacerdote? ¡Está claro que no! No se puede tener un sumo sacerdote a menos que haya
sacerdotes inferiores también. La palabra griega traducida como sumo sacerdote es
αρχιερευς (arj-iereus).

La palabra griega αρχη (arje)significa el comienzo. La palabra arcángel y arzobispo se


derivan de ella. Así αρχιερευς significa literalmente primer sacerdote o sumo sacerdote. Es
evidente que no se puede tener un primer sacerdote o jefe a menos que tenga más
sacerdotes subordinados. Sumado a esto, no sería una orden de sacerdotes a menos que
hubiera más sacerdotes a seguir. La implicación obvia es que Jesús no era el sacerdote
único de la orden de Melquisedec. Más bien, él fue el primer sacerdote y jefe de un nuevo
orden de sacerdotes.

¿Quiénes son estos sacerdotes adicionales? El escritor a los hebreos sólo escribe acerca
de Jesús, el sumo sacerdote según el orden de Melquisedc, pero Pedro tuvo una revelación
sobre el tema. “Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieeblas a su luz
admirable” (1 Pe. 2, 9). Dios nos ha llamado también a ser sacerdotes, y no sólo eso, sino
que como Melquisedec y como Jesús a ser sacerdotes reales.

Las diferencias en el Nuevo Sacerdocio

¿Cuáles fueron entonces las diferencias esenciales entre estos dos órdenes bíblicos del
sacerdocio? Y, podemos preguntar, ¿cómo los sacerdocios tales como el católico romano,
el ortodoxo, el anglicano y los sacerdotes brahmanes hindúes se comparan con ellos?

Ahora veremos los diferentes aspectos de estos sacerdocios.

Un sacerdocio celestial

Una diferencia fundamental entre el sacerdocio de Melquisedec y el Sacerdocio Levítico


subyace a todas las otras diferencias. El sacerdocio de Melquisedec es un sacerdocio
celestial. El sacerdocio levítico, como todos los demás sacerdotes, era un sacerdocio
terrenal. Hebreos capítulo 8 manifiesta este contraste, en los versículos 1 y 2 leemos que
Jesús “se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y
de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.”

En el versículo 5 leemos que “los sacerdotes levitas sirven a lo que es figura y sombra de
las cosas celestiales”. Una sombra es una copia perfecta de su original. Se tiene
exactamente la misma forma, pero carece totalmente de cualquier sustancia o realidad. Es
como una fotografía. Muestra exactamente como se ve el original, pero por supuesto que
es inerte y no puede realizar ninguna función real o acción.

Dios dio instrucciones a Moisés para ordenar al sacerdocio levítico para demostrar lo que
significa ser un sacerdote. Dios hizo que fuera de carácter temporal y que nunca tuvo
intención de durar para siempre. Cuando llegó el momento de la manifestación del
sacerdocio real, su propósito se llevó a cabo y se cumplió. Era una parte de la antigua
alianza que Dios hizo con el pueblo de Israel quienes eran su temprano pueblo terrenal
escogido.

Selección de los Sacerdotes

¿Cómo fueron los sacerdotes levitas elegidos?

El sacerdocio levítico, como el sacerdocio brahmán, se limitó a una tribu o casta y se


transmite de padres a hijos. Sólo los miembros de la tribu de Leví podían ser sacerdotes.
El sacerdote levítico primero fue Aarón. Dios instruyó a Moisés que lo designe como Sumo
Sacerdote.

Encontramos la primera mención de esto en Éxodo 28: 3: “Y tú hablarás a todos los sabios
de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras
de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote.” El sacerdocio luego pasó a los
hijos de Aarón y sus descendientes. El sacerdocio brahmán en la India se transmite de una
manera similar.

Este sistema tiene una debilidad evidente. El primer sumo sacerdote, Aarón, era un hombre
fiel y justo. Sin duda, muchos sacerdotes levitas siguieron el ejemplo de Aarón en ser
hombres buenos y justos. Lamentablemente otros no. Incluso la primera generación de
sacerdote, sus propio hijos Nadab y Abiú, murieron cuando ofrecieron “fuego extraño” ante
el Señor (Lev 10: 1).

¡Los buenos padres no siempre tienen buenos hijos! Algo mucho peor estaba por llegar.
Caifás era sumo sacerdote en la época de Jesús. Fue él quien aconsejó a los Judios que
Jesús debía morir y lo entregaron a Pilato para ser juzgado y ejecutado. ¡Sin embargo,
podría decirse que, sin saberlo, estaba actuando como sumo sacerdote y ofreciendo el
Cordero de Dios!

La monarquía tuvo problemas similares. El rey David, el primero de su dinastía, es tal vez
el rey más famoso de la historia. Él fue amado por el Señor. Su hijo y heredero Salomón
era también bueno, pero las generaciones posteriores no lo eran. Finalmente, la maldad de
los descendientes de Manasés trajo el juicio de Dios sobre el pueblo judío. El reino de Judá
llegó a su fin, y los judíos fueron al cautiverio en Babilonia.

¡No existe un sistema basado en la herencia humana que sea adecuado para el Reino de
Dios! Sólo la herencia divina puede manifestar su Reino.

El sacerdocio católico romano tiene similitudes. Ellos, junto con las iglesias ortodoxas y
anglicanas, hacen gran parte del hecho de que tienen la sucesión apostólica. En otras
palabras, el oficio papal y el sacerdocio, según ellos, se han transmitido de hombre a
hombre con una sucesión ininterrumpida desde el apóstol Pedro quien fue ordenado
originalmente por Jesús. Todos los obispos y sacerdotes ordinarios sólo son válidos si se
puede rastrear su ordenación a través de los obispos en sucesión a Pedro.
¡Este sistema ha tenido problemas aún peores! El mismo Pedro fue elegido y nombrado
apóstol por Jesús mismo y vivió una vida maravillosa de servicio a Dios. Pero eso está lejos
de la verdad de los papas y cardenales de la Iglesia Católica Romana que decía que eran
sus sucesores. A lo largo de la historia los sacerdotes y los papas han cometido toda clase
de pecados imaginables.

Y es más que obvio a partir de las noticias de los últimos años que muchos de los
sacerdotes católicos de nuestros días no han sido poco mejor. Han demostrado por su
inmoralidad no son ordenados por Dios. Sin duda muchos sacerdotes católicos han sido
justos, sinceros, y cuidadosos pastores de sus rebaños, pero esto no fue por causa del
sistema al que pertenecen.

El sacerdocio de Melquisedec no tiene ninguno de estos problemas. ¡También es un


sacerdocio hereditario, transmitido de padre a hijo, pero en este caso el padre es Dios, y el
primer hijo es Jesús! Y como Pablo señala que Jesús es “el primogénito entre muchos
hermanos”.

Melquisedec mismo, a diferencia de muchas personas en el Antiguo Testamento, no tenía


genealogía. Él no tenía ningún registro de haber tenido un padre o madre terrenal. No tenía
ningún registro de nacimiento o de muerte.

En Hebreos 7: 3, el escritor lo describe como “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni
tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece
sacerdote para siempre”. En otras palabras, de dos maneras él es un tipo o figura de Jesús.
En primer lugar, él no heredó el sacerdocio de manos de su padre, al igual que los
sacerdotes levitas, sino que la recibió directamente de Dios. En segundo lugar, su
sacerdocio dura para siempre.

Melquisedec también nos muestra cuán apto él es para el trabajo. En Hebreos 7: 2 leemos
acerca de Melquisedec: “cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también
Rey de Salem, esto es, Rey de paz; ” (en hebreo melec significa rey y tsedek significa justo.)
Vemos perfectamente estos requisitos en Jesús. Él era el rey de justicia y el príncipe de la
paz. Era perfecto, sin pecado y vino a cumplir la función sacerdotal de hacer la paz entre el
hombre y Dios.

En Hebreos 7: 16 leemos que Jesús “no constituido conforme a la ley del mandamiento
acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.”

Aquí debo brevemente mencionar que los mormones afirman tener el sacerdocio de
“Melquisedec”. Sin embargo, no es el sacerdocio de Melquisedec que se describe en la
Biblia. A diferencia de los católicos, los mormones usan títulos y terminología que se han
tomado de las Escrituras.

Sin embargo, están mucho más cerca en espíritu a la religión católica de lo que son para el
verdadero sacerdocio de Melquisedec. Se trata de otro sistema hecho por el hombre lleno
de pompa y títulos altisonantes, pero enfáticamente no es el sacerdocio del cual Jesús era
el primero y principal sacerdote.
Consagración de los Sacerdotes

En el capítulo 29 del Éxodo leemos acerca de la consagración de Aarón y sus hijos como
sacerdotes. Esta fue una ocasión muy especial.

La ceremonia se compone de cuatro partes:

 Lavado de agua

 Ponerse las vestiduras sacerdotales

 La unción con aceite

 Ofrecer los sacrificios

Veremos que esta ceremonia no tenía ningún valor en sí mismo. Era sólo una sombra
terrenal de una realidad celestial. Dios tenía algo mucho más grande que sería revelado
cuando llegara el momento.

Ahora vamos a considerar cada uno de estas partes y ver cómo se cumplen en primer lugar,
en Jesús el sumo sacerdote de la nueva orden, y luego en los sacerdotes que lo siguen.

Lavado con agua

En Éxodo 29: 4 Dios le dio a Moisés la instrucción: “Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la
puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua.”

El primer requerimiento para estos sacerdotes era que ellos deben estar limpios. Antes de
que pudieran ponerse sus vestiduras sacerdotales deben ser lavados. En realidad, por
supuesto, este acto no tiene valor en sí mismo.

Agua, si se usa en el bautismo o de cualquier otro modo, sólo puede hacer que el cuerpo
sea limpiado, pero no puede cambiar el corazón. Su único valor residía en lo que
representaba. Fue apenas una sombra terrenal de una realidad celestial.

En Mateo 3: 13, leemos que “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser
bautizado por él.” Es comprensible que Juan se resistía a bautizar a Jesús. Con razón se
sentía indigno. En el versículo 14 leemos: Mas Juan se le oponía, diciendo: “Yo necesito
ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” Entonces Jesús le respondió: “Pero Jesús le
respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.” Jesús sabía que
esta ceremonia debe llevarse a cabo para cumplir con la ley, a pesar de que él mismo no
tiene necesidad de lavarse. Dios escogió a John para esta ocasión porque él era el hijo de
un sacerdote y un levita.

Los sacerdotes que siguen a Jesús tiene que caminar en la misma vía. En primer lugar y
fundamentalmente, deben ser lavados de sus pecados. Ninguna limpieza exterior puede
reemplazar esto. Jesús dijo a Pedro: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan 13:
8). Juan en el Apocalipsis tuvo una visión de los que habían “y han lavado sus ropas, y las
han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Ap 7, 14).

Vestiduras Sacerdotales

Después que Dios lavó a Aarón ya sus hijos, dijo a Moisés “tomarás las vestiduras, y
vestirás a Aarón” (Éxodo 29:5). Estas prendas se describen en gran detalle en el capítulo
anterior (28). Los sacerdotes levitas, al igual que los sacerdotes católicos romanos, usaban
ropas especiales. Dios le ordenó a Moisés: “Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu
hermano, para honra y hermosura” (Ex 28, 2).

El resto de ese capítulo describe esa ropa. ¿Melquisedec también llevaba ropa especial?
La Biblia no nos da ninguna información. ¿Qué acerca de Jesús? ¿Llevaba ropa especial?
La respuesta es sí, pero no eran ropa visible y terrenal. Sin duda, sus vestidos terrenales
eran muy similares a los de cualquier otra persona de su tiempo. Sus ropas especiales eran
divinas e invisibles a los ojos humanos.

En el Salmo 45: 6-8 leemos esta descripción maravillosa de Jesús y su ropa: “Tu trono, oh
Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia
y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que
a tus compañeros. Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; desde palacios de marfil
te recrean.

En Apocalipsis 1: 13 Juan vio: “y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo
del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un
cinto de oro.”

Aunque a los ojos humanos se dijo de Jesús que “no hay parecer en él, ni hermosura; le
veremos, más sin atractivo para que le deseemos” (Isaías 53: 2), su vestimenta espiritual
era gloriosa más allá de toda nuestra imaginación.

Si Jesús, el sumo sacerdote, llevaba esa ropa, ¿qué deberían vestir sus compañeros
sacerdotes? De nuevo sus vestiduras sacerdotales no son visibles a la vista humana.

Salmo 132 versículo 9 nos da la respuesta: “Tus sacerdotes se vistan de justicia, Y se


regocijen tus santos.” Las túnicas blancas visibles se ven bien y limpias a los ojos humanos,
pero las interiores túnicas blancas de justicia son los que agradan a Dios y nos califican
para ser verdaderos sacerdotes. Nunca podemos por nuestro propio esfuerzo humano
alcanzar los estándares de la justicia de Dios.

Isaías escribió con razón: “todas nuestras justicias como trapo de inmundicia;”(Isa 64:6).
Pero podemos ser justos por medio de Jesús. Cuando Adán y Eva descubrieron que
estaban desnudos, cosieron hojas de higuera para cubrirse. Pero luego leemos que “El
Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió”. Estas prendas de piel
son una imagen del Cordero que fue inmolado para cubrir nuestra desnudez con su justicia.
Pablo dijo a los romanos, “vestíos del Señor Jesucristo” (Ro 13, 14), esta es la única manera
que podemos estar adecuadamente vestido para servir como sacerdotes en el orden de
Melquisedec.

La unción con aceite

Después de que Moises había vestido a Aarón ya sus hijos con sus ropas sacerdotales
especiales, Dios le dijo que ungiera a Aaron con aceite. “Luego tomarás el aceite de la
unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.” (Ex 29, 7).

Cuando Juan bautizó a Jesús, luego no lo ungió con aceite. Mas bien “Jesús, después que
fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de
Dios que descendía como paloma, y venía sobre él” (Mateo 3, 16). Y Dios proclamó: “Este
es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3, 17).

El oleo no tiene ningún valor en sí mismo. Su valor reside en lo que simboliza que es el
Espíritu Santo. Este fue el poder por el cual Jesús realizó su ministerio sacerdotal. Todo lo
que hizo fue dirigido y capacitado por el Espíritu Santo.

Este fue el camino para Jesús, el Sumo Sacerdote, y es el mismo para los sacerdotes que
le siguen. Después de su resurrección, Jesús se acercó a sus discípulos y les dijo: “Paz a
vosotros.

Como me envió el Padre, así también yo os envío.” Y habiendo dicho esto, sopló, y les
dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20: 21,22). Poco después, en el día de Pentecostés,
el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos con gran poder y fueron totalmente
transformados y equipados para el ministerio al que fueron llamados.

Los sacerdotes terrenales, sean del llamado levítico o el llamado cristiano, han fracasado
en todas las formas imaginables, ya que han obrado por la fuerza humana. El sacerdocio
de Melquisedec es exitoso porque obra por el poder del Espíritu Santo.

Los sacrificios sacerdotales

En todas las religiones los sacerdotes proclaman y aspiran ser mediadores entre Dios y el
hombre. Los sacerdotes levitas eran responsables de presentar las ofrendas y sacrificios a
Dios en nombre del pueblo. El libro de Levítico describe en detalle las distintas ofrendas.
Ofrecían dos sacrificios a Dios, el de animales y el de incienso.

Los sacerdotes católicos también proclaman presentar ofrendas a Dios. Afirman que cada
vez que se realice la misa ofrendan el cuerpo y la sangre de Cristo. Los sacerdotes de otras
religiones también traen ofrendas y sacrificios en nombre del pueblo. Entonces, ¿qué
ofreció el Señor Jesús?

En Hebreos 7:27 leemos: A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él “no tiene necesidad
cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose
a .” Cuando Juan el Bautista vio a Jesús, pronunció estas palabras: “He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo!”

Juan tuvo una revelación profunda y maravillosa que Jesús era el cumplimiento del sacrificio
de los corderos del Antiguo Testamento. Esos sacrificios en sí mismos no tienen valor. Sólo
eran sombras del único y verdadero sacrificio. Jesús quien se ofreció a sí mismo para morir
en la cruz.

Jesús también presento otro sacrificio que era agradable a Dios. Leemos en Hebreos 5:
7: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas”. Su vida fue una ofrenda continua de oración y alabanza al Padre. Este es el
verdadero significado del incienso que Aarón ofreció a Dios. El incienso es sólo una sombra.
La realidad es la oración y la alabanza.

Nosotros que seguir los pasos de nuestro Maestro no podemos ofrecer nuestra vida en
sacrificio por el pecado. La primera razón, no somos impecables como lo fue Jesús, y la
segunda razón, el sacrificio de Jesús fue suficiente para todos y para siempre, y no hay
necesidad que nunca más se repita.

Sin embargo, podemos y debemos obedecer las palabras de Pablo a los Romanos: “Por
tanto, os ruego, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” También podemos
ofrecer a Dios el incienso de la oración y la alabanza.

Si nos presentamos ante Dios como sacrificio vivo, y le ofrecen continuamente nuestra
oración y alabanza, nosotros también podemos ser sacerdotes según el orden de
Melquisedec.

Potrebbero piacerti anche