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Durante la última década ha surgido el interés de estudiar los efectos que tienen , para
los profesionales de ayuda, trabajar con población traumatizada. De este modo han surgido
conceptos como el desgaste profesional, Burnout y Estrés traumático Secundario (Salston
y Figley, 2003). El último de estos conceptos se revisa a continuación.
Pese a que estos cinco modelos aún se encuentran en una etapa de desarrollo, se
considera que dan información relevante respecto a las líneas posibles de p revención y
tratamiento. En el siguiente apartado se ahondara en estos temas.
Prevención y Tratamiento de l Estrés Traumático Secundario
Gentry (2003) plantea que ningún profesional dedicado a trabajar con sobrevivientes del
trauma es inmune a los efectos potencialmente negativos que este tipo de trabajo conlleva.
Por esta razón plantea la necesidad que los equipos desarrollen planes exhaustivos de
autocuidado que permitan prevenir y tratar los síntomas de Estrés Traumático Secundario.
Considerando que los limites entre las acciones preventivas y de tratamiento son difusos
Yassen (1995) utiliza una diferenciación entre prevención primaria, secundaria y terciaria.
La prevención primaria esta visualizada como algo utópico, ya que se basaría en u n
importante cambio social que eliminara las causas de la violencia entre las personas, la
prevención secundaria esta referida a estrategias personales y ambientales que tienen como
objetivo la preparación para enfrentar el impacto del Estrés Traumático S ecundario, y
finalmente las estrategias terciarias se basan en la intervención en crisis, de forma de
reducir los efectos de este fenómeno (Yassen, 1995).
Pese a que se esta lejos de contar con los elementos para una prevención primaria, o al
menos acercarse a ella, un hecho alentador es que a pesar del poco tiempo en que se ha
venido hablando del tema existe n modelos de trabajo con equipos profesionales
victimizados de forma secundaria. Estos modelo aportan elementos a considerar en la
prevención secundaria y terciaria del Estrés Traumático Secundario. A continuación se
revisan tres propuestas de prevención e intervención
1. Programa de recuperación acelerada: Este modelo, desarrollado por Gentry,
Baranowsky y Dunning (1997) , contempla la utilización de técnicas propias de terapia
narrativa, cognitivo conductual y programación neurolingüistica, entre otras. El objetivo del
programa es identificar los elementos gatilladores de síntomas y desarrollar estrategias para
afrontarlos, además se contempl a el aprendizaje de técnicas de auto supervisión y de
disminución de tensión (Gentry, 2003).
El programa de recuperación acelerada consiste un en un protocolo de 5 sesiones cuyos
objetivos son (Gentry, 2003):
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En este apartado se observan elementos concretos posibles de ser util izados, por el
profesional o por la organización, para la prevención y tratamiento de Estrés Traumático
Secundario. No obstante en la realidad existen obstáculos que impiden la generación de
espacios concretos de autocuidado para los equipos que trabajan c on víctimas del trauma.
En el siguiente y último bloque de este artículo se aplica este tema a la realidad chilena.
Trabajo con el Trauma en Chile
Como ya se ha dicho, durante toda la historia de la humanidad ha existido el trauma,
personas traumatizadas y otras personas dedicadas al estudio y atención de las víctimas. Del
mismo modo, en Chile, el trabajo con personas traumatizadas ha existido durante toda la
historia, no obstante es a contar de los últimos 30 años que este tipo de trabajo se ha
realizado de forma más sistemática, dejando un registro abundante en la literatura.
Posterior al golpe de estado, en 1973, diversas organizaciones no gubernamentales y
profesionales independientes, iniciaron un intenso trabajo de atención a las víctimas de
violación de los derechos humanos. P ero no fue hasta principios de los años 90’, después
del retorno a la democracia, que este trabajo pudo ser del todo formalizado y apoyado por
instancias gubernamentales (Lira, 1996).
En el año 1991 el Gobierno de Chile , a través del Ministerio de Salud, inició las
gestiones para crear el “Programa de reparación integral de salud” (PRAIS) para la
atención especializada de las víctimas de violaciones de los derechos huma nos durante el
gobierno militar. Este programa se ejecutó en distintas ciudades a lo largo del país durante
la década de los 90’ y actualmente se mantiene en funcionamiento, integrando como
temática de atención a la violencia intrafamiliar (Lira y Gómez, 1996).
Además del programa PRAIS se han ido sumando, paralelamente, otras instancias
especializadas en el trabaj o con distinto tipo de víctimas. T al es el caso de los equipos
especializados en el trabajo con niños víctima de maltrato grave, cuyos inicios se remontan
a los años ochenta cuando comienz a a funcionar en Chile el Servic io Nacional de Menores
(SENAME) como instancia específica de apoyo y protección integral a los niños menores
de 18 años, sin embargo es a partir de la ratificación de los derechos del niño, en el año
1994, cuando estas insta ncias se tornan más visibles (Fernández, 1997, citado en Arranz y
Vidal, 2002).
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A contar de finales de los años 90’ y principios de 2000 se han sumado, entre otras, las
siguientes instancias especializadas en el trabajo con el trauma: Centro de Aten ción a
Victimas de Atentados Sexuales (CAVAS) dependiente de la Policía de Investigaciones de
Chile, con sedes en Santiago y Viña del Mar; Centros de Atención a Víctimas de Delitos
Violentos, dependientes del Ministerio de Justicia, en todas las regiones del país; Centros
especializados en Atención de Violencia Intrafamiliar, dependientes de los diversos
Municipios; Unidades de Atención a Víctimas y Testigos, dependientes del Ministerio
Publico en todas las regiones del país.
Discusión
No obstante aún no hay conciencia del desgaste asociado a este tipo de trabajo. Esto
se ve reflejado en la escasez de políticas relacionadas con el cuidado y autocuidado de los
equipos profesionales vinculados al trabajo con el trauma . Se ve reflejado, además, en la
prácticamente inexistente destinación de recursos a actividades dirigidas a prevenir y tratar
sintomatología propia de la traumatización secundaria. Lo que es bastante grave ya que tal
como se ha visto en el presente articulo, a nivel mundi al si existe evidencia de la
traumatización secundaria que sufren los profesionales y además de que hay métodos
efectivos para su prevención y tratamiento
víctimas directas de eventos traumáticos (donde, entre los años 70 a 90 las victimas fueron
apoyadas por profesionales independientes sin un apoyo formal institucional).
Hoy en día, en nuestro país, las victimas indirectas del trauma (los profesionales de
ayuda) si han sido atendidos en su proceso de victimización secundaria. Pero ese interés ha
venido (tal como en el pasado sucedía con las víctimas directas) de investigadores y
profesionales particulares, que por alguna razón se han sensibilizado con el tema del
desgaste profesional, pero no con el apoyo formal y masivo de las instituciones que
albergan a estos profesionales.
En Chile si existe evidencia del desgaste de los profesionales que trabajan con el
trauma y con la violencia (Asún, 2001; Barría 2002; Esparza, Guerra y Martínez, 1995 ;
Morales y Lira, 1996; Morales, Pérez y Menares, 2003; Piper y Arensburg, 1996), no
obstante por alguna razón esta evidencia aún no ha sido utilizada para justificar un mayor
cuidado por los equipos de trabajo.
Tal vez solo es cosa de tiempo, de que tal como en el caso de la atención a las
victimas directas, las instituciones publicas y privadas tomen mayor conciencia de la
importancia de la prevención y tratamiento del Estrés Traumático Secundario y apoyen el
surgimiento de políticas de autocuidado (y las financien)
Referencias
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