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Estrés Traumático Secundario: Desarrollo, Prevención y Tratamiento .


Cristóbal Guerra Vio (cguerravio@yahoo.es)
Publicado como: Guerra, C. (2007). Estrés Traumático Secundario: Desarrollo, Prevención y
Tratamiento. Resonancias (ISS 0718-1647), Vol.3 (3), pp. 125 – 136.
Resumen
Este artículo aborda la noción del trauma psicológico y su posterior derivación en la
elaboración de constructos como el Trastorno por E strés Postraumático y el Estrés
Traumático Secundario. El objetivo es el de estimular la reflexión en torno a la noción de
Estrés Traumático Secundario y a los elementos que favorecen su desarrollo. Asimismo se
presenta el planteamiento de diferentes autor es respecto a la posibilidad de prevenir y tratar
este trastorno en los profesionales de ayuda. Finalmente se relacionan los elementos
teóricos con la realidad chilena.
Introducción
Etimológicamente la palabra “trauma” deriva del griego tráuma, su
significado esta asociado directamente con “lastimar”, “agotar”, “herir” e “injuriar”, y se
relaciona con los efectos emocionales producidos ante eventos extremos (Benyakar, 2003).
El trauma como tal ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad y ha
sido estudiado por variadas culturas (Cazabat, 2002b). En su estudio se han considerado
desde elementos macrosociales, como las guerras, hasta los elementos propios de las
relaciones íntimas, como la violencia al interior de la fam ilia (Cazabat, 2002b).
Diversos son los autores que han estudiado el trauma psicológico, Benyakar (2003)
destaca a Mesmer (siglo XVIII), Erichsen (1882), Page (1885), Janet (1886), Charcot
(1889), Freud (1895), James (1906), entre otros. No obstante f ue durante la Primera y
Segunda Guerra Mundial cuando la sociedad médica realizó investigaciones más
sistemáticas sentando las bases para que en el año 1980 se incorpore el diagnóstico de
Trastorno por Estrés Postraumático al Manual Estadístico de Trastor nos Mentales, en su
versión DSM- III, (Benyakar, 2003, Cazabat, 2002b).
Actualmente el Trastorno por Estrés Postraumático es descrito tanto por la Asociación
Americana de Psiquiatría (1994) en el DSM - IV como por la Organización Mundial de la
Salud (1993) en el CIE- 10. Ambas organizaciones coinciden en que las principales
manifestaciones del trauma son:
- Haber experimentado situaciones de riesgo para la vida o la integridad física
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- Presencia de síntomas intrusivos caracterizados por recuerdos, imágenes,


pensamientos, sueños y flashback relacionados con la situación traumática .
- Presencia de síntomas evitativos, donde el sujeto traumatizado realiza esfuerzos
para evitar recordar y conectarse con el trauma.
- El sujeto traumatizado presenta un estado general de hiperactividad vegetativa con
hipervigilancia, incremento de la reacción de sobresalto e insomnio.

Durante la última década ha surgido el interés de estudiar los efectos que tienen , para
los profesionales de ayuda, trabajar con población traumatizada. De este modo han surgido
conceptos como el desgaste profesional, Burnout y Estrés traumático Secundario (Salston
y Figley, 2003). El último de estos conceptos se revisa a continuación.

Estrés Traumático Secundario


El término Estrés Traumático Secundario ha sido usado para referirse a los efectos
producidos en las personas que trabajan en contacto directo con supervivientes de eventos
traumáticos (Bride et al., 2003). Figley (1999) señala que el Estrés Traumático Secundario
es una consecuencia natural producida al enterarse de experiencias de traumatización
directa de otro significativo y agrega que corresponde al estrés resultante de ayudar a esas
personas. El autor indica que los profesionales de ayuda, como psicólogos, asi stentes
sociales, policías y rescatistas, se encuentran en riesgo de padecer sintomatología de Estrés
Traumático Secundario
Los efectos de la exposición secundaria a eventos traumáticos son equivalentes a los
efectos de la exposición primaria, co n la diferencia que la traumatización experimentada
directamente por una persona es experimentada por una segunda persona (Bride, et al.,
2003). De este modo el Estrés Traumático Secundario incluye los síntomas intrusivos,
evitativos y de aumento de la activación propios de la exposición directa (que
corresponden a los criterios B, C y D del Trastorno por Estrés Postraumático) :
- Síntomas intrusivos: Corresponden a la reexperimentación a través de recuerdos,
pensamientos, flashbacks y sueños frecuentes relacionados con la experiencia
traumática de sus clientes (Figley 2002a).
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- Síntomas evitativos: Corresponden a la evitación constante de estímulos asociados


al trauma de sus clientes, incapacidad de recordar aspectos significativos de la
experiencia traumática de sus clientes y la reducción del interés por participar en
actividades anteriormente significativas (Figley 2002a).
- Síntomas de aumento de la activación: Ansiedad, dificultad para conciliar o
mantener el sueño, irritabilidad, baja concentración, hip ervigilancia, ausentes antes
de conocer las experiencias traumáticas de sus cliente (Figley 2002a).
Génesis del Estrés Traumático Secundario
Considerando que el Estrés Traumático Secundario es un fenómeno visualizado
recientemente, no es sorprendente que su justificación teórica aún se encuentre en pleno
proceso de elaboración. Moreno -Jiménez, Morante, Garrosa y Rodríguez ( 2004) tienen un
pensamiento similar al plantear que el estudio y la elaboración teórica del Estrés
Traumático Secundario se ven dificultados por la escasez de literatura que existe del tema,
tanto a nivel teórico como metodológico. De hecho la investigación referida al Estrés
Traumático Secundario se ha desarrollado primordialmente en países de habla inglesa
existiendo escasa literatura en Latinoamérica y en Chile.
|Pese a que no existe dicho modelo, ni un total acuerdo entre los diversos autores acerca
del modo específico en que se desarrollan los síntomas de Estrés Traumático Secundario,
parece haber cierto grado de con senso en el papel que juega la habilidad empática del
profesional de ayuda en el desarrollo de este tipo de sintomatología.
A continuación se revisan cinco modelos que intentan explicar la génesis y desarrollo
de Estrés Traumático Secundario :
1.- Modelo de Charles Figley : Este autor es un de los que más a contribuido al estudio del
trauma secundario, en sus diversas publicaciones ha desarrollado la idea de la empatía como
eje central del Estrés Traumático Secundario (Figley 1995; 1999; 2002a; 2002b; Saslton y
Figley, 2003). De hecho se refiere al Estrés Traumático Secundario con el nombre de
Compassion Fatigue (Figley 2002a), cuya traducción más utili zada en la literatura es la de
Desgaste por Empatía (Cazabat, 2002a).
Figley (2002a) refiere que la relación entre el profesional de ayuda y las víctimas de
eventos traumáticos se basa en la habilidad empática del que ayuda, aspecto que hace que
este último se identifique con la víctima y con su experiencia traumática, generando mayor
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vulnerabilidad al desarrollo de síntomas propios de la exposición directa. En este sentido se


considera que el recurso básico del profesional de ayuda (la empatía) puede transformarse
en un factor de vulnerabilidad para la adquisición de sintomatología de Estrés Traumático
Secundario (Figley, 1995).
Figley (1995) propone un modelo de transmisión del trauma en el que destaca dos
procesos; el desarrollo de un estrés por empatía ( compassion stress) y su posible derivación
en el desgaste por empatía (compassion fatigue).
Según el autor, inicialmente el profesional de ayuda experimenta un estrés por empatía.
Este estrés tendría su origen en la habilidad empática del profesional que daría paso a la
identificación con la víctima y a un “contagio emocional” .
El estrés por empatía puede derivar en un sentimiento de satisfacción por ayudar a
disminuir el sufrimiento del otro o bien en la disminución del compromiso y en un
distanciamiento hacia la victima y su problemática. La prolongada exposición a situacion es
que provoquen estrés por empatía, es decir la prolongada exposición a víctimas de eventos
traumáticos, daría lugar al desgaste por empatía o Estrés Traumático Secundario .
Por otro lado se considera que la aparición de sintomatología de Estrés Trau mático
Secundario es más probable en aquellos trabajadores de ayuda que, durante alguna etapa de
sus vidas, han experimentado directamente algún evento traumático (Figley, 1999). Este
elemento haría más probable la identificación con la víctima, sobre tod o si el profesional
ha experimentado su mismo tipo de traumatización o si esta traumati zación aún no ha sido
resuelta.
2.- Modelo de Paul Valent: Este autor indica que para entender las reacciones de Estrés
Traumático Secundario en primer lugar es neces ario entender las respuestas de las víctimas
directas. El autor refiere que ante eventos traumáticos las víctimas desarrollan una serie de
estrategias de supervivencia, destacando ocho tipos básicos: estrategias de rescate, de unión
con otros, de reafirmación de si mismo o de otros, de adaptación y aceptación del evento
traumático, de pelea, de huida, de competencia y de cooperación (Valent, 2002).
Estas estrategias de supervivencia pueden dar lugar a respuestas apropiadas y
adaptativas o bien a respu estas inapropiadas e inadaptativas, tanto en el ámbito biológico,
psicológico y social (Valent, 1995,2002).
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Desde este modelo se considera que la sintomatología traumática secundaria se


desarrolla en dos etapas. Una primera etapa de identificación co n la victima y con su
experiencia, donde se empatiza con la víctima y con sus estrategias de afrontamiento
inadaptativas; y una segunda etapa donde se comienza a responder como la víctima.
Este modelo pone especial atención en la estrategia de super vivencia de “rescate” que
puede dar origen a respuesta s apropiadas y adaptativas (tanto en las víctimas como en los
profesionales) como la activación de los sistemas corporales (a nivel biológico), el
desarrollo de respuestas de cuidado y empatía (a nivel psicológico) y el desarrollo de un
sentido de responsabilidad por el otro (a nivel social); o bien puede dar lugar a respuestas
inapropiadas e inadaptativas como el aumento excesivo de la activación (a nivel
biológico), el agotamiento (a nivel psicológ ico), el resentimiento, el rechazo y la
negligencia (a nivel social), y en el caso específico de los profesionales al desarrollo del
desgaste por empatía o Estrés Traumático Secundario (Valent, 2002).
3.-Modelo de Randal Beaton y Shirley Murphy : Beaton y Murphy (1995) elaboran un
modelo de transmisión del Estrés Traumático Secundario en bomberos, policías y
profesionales de rescate. Este modelo apunta a la interacción entre una serie de factores:
- Factores preexistentes: A nivel individual (rasgos de neuro tisismo, historia de
síntomas siquiátricos, grado de identificación con la víctima), a nivel organizacional
(estilo de la autoridad, ambigüedad de rol, tratamiento deficiente de las crisis en la
organización) y a nivel de la comunidad ( escasez de redes de apoyo social).
- Factores propios del evento traumático: Alcance, duración, intensidad, agente
causal, nivel de información, identificación de la víctima y el potencial de daño o
muerte del evento traumático.
- Factores de valoración del estrés: Donde el estrés es percibido como una amenaza,
con énfasis en los daños que produce, en lugar de centrarse en las posibilidades que
abre.
- Consecuencias inmediatas de la exposición indirecta: Despersonalización, tensión
física, distorsiones temporales y perceptivas.
- Consecuencias a mediano plazo: Reexperimentación del evento, shock, disminución
de la capacidad de respuesta, embotamiento y disminución de la intensidad de las
emociones.
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- Consecuencias a largo plazo: Presencia de síntomas crónicos de Estrés Traumático


Secundario, sobreactivación del sistema nervioso autónomo, recuerdos intrusivos,
abuso de sustancias y dificultades en las relaciones interpersonales.
Según Beaton y Murphy (1995) el desarrollo del Estrés Traumático Secundario estaría
relacionado con la interacción de estos factores entre sí, pero también menciona la
interacción con Factores Mediacionales como los recursos personales y ambientales del
ayudador.
4.- Modelo de Mary Ann Dutton y Francine Rubinstein : Dutton y Rubinstein (1995)
proponen un modelo teórico del Estrés Traumático Secundario que incluye cinco
componentes:
- El evento traumático al cual el cuidador ha sido expuesto: Señalan que la exposición
a víctimas de eventos traumáticos es el primer factor de riesgo para experimentar
este tipo de sintomatología. Dentro de este factor incluyen múltiples actividades de
diversos profesionales, entre ellas destacan la atención de víctimas de abuso físico o
sexual, de violencia intrafamiliar, asaltos, mutilaciones, raptos, atención a veteranos
de guerra, entre otros.
- Las reacciones del cuidador ante dicho evento: Los autores consideran que en este
tipo de trabajo es difícil que los profesionales no se involucren con las victimas y que
no se comprometan emocionalmente.
- Las estrategias de afrontamient o que utiliza el cuidador ante la exposición indirecta a
eventos traumáticos: Este modelo diferencia entre las estrategias personales y las
profesionales. Entre las primeras destacan : dejar tiempo para actividades fuera del
trabajo, el desarrollo de relaci ones interpersonales, dejar tiempo para la
autoexploración, para atender a las necesidades personales y asistir a terapia personal
como forma de enfrentar los efectos del trabajo con el trauma. Entre las estrategias
profesionales incluyen el trabajo en eq uipo, la supervisión y la diversificación de la
práctica profesional.
- Factores personales: Recursos personales (la autoestima, experiencia profesional,
educación y entrenamiento en el tema), vulnerabilidad personal (inseguridad
emocional, falta de entrena miento o experiencia), contratransferencia nivel de
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identificación con la víctima o con su familia) , y el nivel de satisfacción o


insatisfacción tanto en el trabajo como en la vida personal del profesional de ayuda.
- Factores ambientales: Soporte social (t anto a nivel personal como profesional),
existencia de otros estresores en la vida del profesional, respuesta institucional ante el
desgaste del profesional, y el contexto social, político y económico en que el
profesional vive y trabaja.
5.- Modelo de Lisa McCann y Laurie Anne Pearlman : McCann y Pearlman (1990) se
refieren al Estrés Traumático Secundario bajo el nombre de Traumatización Vicaria.
Señalan que la Traumatización V icaria es un proceso de cambio que resulta de la conexión
empática que se establece con sobrevivientes del trauma.
Desde este punto de vista se considera que los profesionales que atienden a víctimas de
eventos traumáticos corren el riesgo de desarrollar sintomatología propia de la exposición
directa y experimentar una transfor mación personal (Pearlman, 1999).
Pearlman (1999) indica que esta transformación esta referida a aspectos positivos como
el crecimiento personal y el desarrollo de la capacidad de conectarse con las experiencias
de otros seres humanos, pero que paral elamente incluye elementos negativos como el
impacto en la identidad del profesional de ayuda (como persona y como profesional), en su
visión de mundo (a nivel de sus principios morales y su filosofía de vida), en su
espiritualidad, en su tolerancia y en sus relaciones interpersonales.
Los cambios recién descritos se relacionarían con una modificación en los esquemas
cognitivos de los profesionales de ayuda, con su consecuente efecto en la forma de ver y
relacionarse con el mundo (McCann y Pearlma n, 1990). Los síntomas de Estrés Traumático
Secundario surgirían a partir de este proceso.
Este modelo destaca el papel de la empatía, diciendo que todo aquel profesional que
establezca una conexión empática con víctimas de eventos traumáticos co rre el riesgo de
experimentar Traumatización V icaria (Pearlman, 1999). Además señala que aspectos
individuales (como la historia personal y el desarrollo profesional) y organizacionales
(como los aspectos específicos del trabajo, elementos del contexto organ izacional y
cultural) influyen en el desarrollo de la Traumatización V icaria (Pearlman, 1999).
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Pese a que estos cinco modelos aún se encuentran en una etapa de desarrollo, se
considera que dan información relevante respecto a las líneas posibles de p revención y
tratamiento. En el siguiente apartado se ahondara en estos temas.
Prevención y Tratamiento de l Estrés Traumático Secundario
Gentry (2003) plantea que ningún profesional dedicado a trabajar con sobrevivientes del
trauma es inmune a los efectos potencialmente negativos que este tipo de trabajo conlleva.
Por esta razón plantea la necesidad que los equipos desarrollen planes exhaustivos de
autocuidado que permitan prevenir y tratar los síntomas de Estrés Traumático Secundario.
Considerando que los limites entre las acciones preventivas y de tratamiento son difusos
Yassen (1995) utiliza una diferenciación entre prevención primaria, secundaria y terciaria.
La prevención primaria esta visualizada como algo utópico, ya que se basaría en u n
importante cambio social que eliminara las causas de la violencia entre las personas, la
prevención secundaria esta referida a estrategias personales y ambientales que tienen como
objetivo la preparación para enfrentar el impacto del Estrés Traumático S ecundario, y
finalmente las estrategias terciarias se basan en la intervención en crisis, de forma de
reducir los efectos de este fenómeno (Yassen, 1995).
Pese a que se esta lejos de contar con los elementos para una prevención primaria, o al
menos acercarse a ella, un hecho alentador es que a pesar del poco tiempo en que se ha
venido hablando del tema existe n modelos de trabajo con equipos profesionales
victimizados de forma secundaria. Estos modelo aportan elementos a considerar en la
prevención secundaria y terciaria del Estrés Traumático Secundario. A continuación se
revisan tres propuestas de prevención e intervención
1. Programa de recuperación acelerada: Este modelo, desarrollado por Gentry,
Baranowsky y Dunning (1997) , contempla la utilización de técnicas propias de terapia
narrativa, cognitivo conductual y programación neurolingüistica, entre otras. El objetivo del
programa es identificar los elementos gatilladores de síntomas y desarrollar estrategias para
afrontarlos, además se contempl a el aprendizaje de técnicas de auto supervisión y de
disminución de tensión (Gentry, 2003).
El programa de recuperación acelerada consiste un en un protocolo de 5 sesiones cuyos
objetivos son (Gentry, 2003):
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1. Identificar, entender y desarrollar un a jerarquía de eventos que disparan los síntomas de


Estrés Traumático Secundario.
2. Desarrollar habilidades para enfrentar esas dificultades.
3. Identificar recursos para fortalecer la resiliencia.
4. Aprender técnicas de reducción de la tensión.
5. Desarrollar técnicas para resolver conflictos internos y auto supervisión.
Por otro lado, se han identificado algunos elementos que contribuyen en una
disminución de la sintomatología (Gentry, Baranowsky y Dunning, 2002):
- Intencionalidad: Para que ex ista una mejoría de los síntomas de Estrés Traumático
Secundario es necesario que el profesional admita y aborde intencionalmente los
síntomas y sus causas en lugar de evitarlos.
- Medir la presencia de estos síntomas: La medición de sintomatología de Es trés
Traumático Secundario mediante instrumentos validos y confiables ayuda al
reconocimiento de la problemática por parte del profesional.
- Conexión: Muchos profesionales traumatizados secundariamente tienden a aislarse
por temor a ser considerados débiles . El aislamiento social aumenta la
sintomatología por lo que es recomendable desarrollar y sostener relaciones
interpersonales saludables que sirvan de apoyo al profesional.
- Manejo de la ansiedad / relajación: El desarrollo de habilidades de autorregulaci ón
es un factor moderador de la ansiedad y del desarrollo de síntomas de Estrés
Traumático Secundario.
- Autocuidado: El autocuidado corresponde a la capacidad de nutrirse y recuperar
energía mediante métodos saludables, destaca entre ellos la posibilidad de dialogar
con los colegas acerca de la experiencia personal en el trabajo, hacer ejercicios
físicos, realizar actividades al aire libre, mantener una sana alimentación y mantener
una vida espiritual activa.
- Entrenamiento y supervisión: El trabajo con super vivientes del trauma requiere de
un intenso entrenamiento y supervisión constante, de lo contrario existe mayor
vulnerabilidad al desarrollo de sintomatología.
- Narrativa: Referida a la elaboración de una narrativa cronológica y verbal en la que
el profesional identifique las experiencias y clientes causantes de su sintomatología.
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- Desensibilización y reprocesamiento: Una vez identificados los síntomas y sus


causas se trabaja con técnicas de desensibilización y resignificación de la
experiencia.
- Autosupervisión: Se trata de que el profesional detecte pensamientos irracionales y
sobreexigentes relacionados con su trabajo.
2. Propuesta de áreas de intervención : Una visión complementaria a la recién
expuesta es la propuesta por Pearlman y Saakvitne (1995 ). Estos autores señalan que la
intervención con profesionales traumatizados de forma secundaria debe dividirse en tres
grandes áreas; área personal, profesional y organizacional.
La intervención en el área personal se basa en la identificación de es quemas cognitivos
disruptivos, en el mantenimiento de una vida personal que vaya más aya de la vida
profesional y en la asistencia a terapia personal como forma de tener un espacio para
trabajar en las propias necesidades. Los autores destacan que la inte rvención con estos
profesionales debe ser diseñada en forma particular a cada uno de ellos, por esta razón
ponen énfasis en que las estrategias individuales deben estar centradas en la identificación
de “actividades sanadoras”, entre las que incluyen pasar tiempo con la familia, disfrutar de
la naturaleza, practicar actividades artísticas, etc.
Las estrategias profesionales incluyen la asistencia periódica a supervisión, la
necesidad de evitar el trabajo en solitario y la posibilidad de establecer relaciones laborales
de apoyo con otros profesionales que atienden víctimas. Agregan la importancia de
mantener una vida laboral equilibrada, es decir limitar el número de víctimas o sesiones
diarias, dejar un espacio de tiempo entre las sesiones y mantener otras actividades
profesionales diferentes a la atención de víctimas. Además recomiendan que fuera del
trabajo se evite el contacto con material traumático, incluyendo películas o artículos
relacionados con el trabajo cotidiano.
A nivel organizacional ponen énfasis en la importancia del espacio físico, señalando la
necesidad de mantener un lugar de trabajo cómodo, calmado y privado, donde el
profesional pueda incluir elementos que lo hagan sentir en su espacio y que expresen su
identidad. Además señalan la importancia de contar con recursos apropiados para el tipo de
trabajo y la necesidad de que se establezca un clima de respeto tanto hacia los clientes
como hacia los trabajadores.
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En este apartado se observan elementos concretos posibles de ser util izados, por el
profesional o por la organización, para la prevención y tratamiento de Estrés Traumático
Secundario. No obstante en la realidad existen obstáculos que impiden la generación de
espacios concretos de autocuidado para los equipos que trabajan c on víctimas del trauma.
En el siguiente y último bloque de este artículo se aplica este tema a la realidad chilena.
Trabajo con el Trauma en Chile
Como ya se ha dicho, durante toda la historia de la humanidad ha existido el trauma,
personas traumatizadas y otras personas dedicadas al estudio y atención de las víctimas. Del
mismo modo, en Chile, el trabajo con personas traumatizadas ha existido durante toda la
historia, no obstante es a contar de los últimos 30 años que este tipo de trabajo se ha
realizado de forma más sistemática, dejando un registro abundante en la literatura.
Posterior al golpe de estado, en 1973, diversas organizaciones no gubernamentales y
profesionales independientes, iniciaron un intenso trabajo de atención a las víctimas de
violación de los derechos humanos. P ero no fue hasta principios de los años 90’, después
del retorno a la democracia, que este trabajo pudo ser del todo formalizado y apoyado por
instancias gubernamentales (Lira, 1996).
En el año 1991 el Gobierno de Chile , a través del Ministerio de Salud, inició las
gestiones para crear el “Programa de reparación integral de salud” (PRAIS) para la
atención especializada de las víctimas de violaciones de los derechos huma nos durante el
gobierno militar. Este programa se ejecutó en distintas ciudades a lo largo del país durante
la década de los 90’ y actualmente se mantiene en funcionamiento, integrando como
temática de atención a la violencia intrafamiliar (Lira y Gómez, 1996).
Además del programa PRAIS se han ido sumando, paralelamente, otras instancias
especializadas en el trabaj o con distinto tipo de víctimas. T al es el caso de los equipos
especializados en el trabajo con niños víctima de maltrato grave, cuyos inicios se remontan
a los años ochenta cuando comienz a a funcionar en Chile el Servic io Nacional de Menores
(SENAME) como instancia específica de apoyo y protección integral a los niños menores
de 18 años, sin embargo es a partir de la ratificación de los derechos del niño, en el año
1994, cuando estas insta ncias se tornan más visibles (Fernández, 1997, citado en Arranz y
Vidal, 2002).
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A contar de finales de los años 90’ y principios de 2000 se han sumado, entre otras, las
siguientes instancias especializadas en el trabajo con el trauma: Centro de Aten ción a
Victimas de Atentados Sexuales (CAVAS) dependiente de la Policía de Investigaciones de
Chile, con sedes en Santiago y Viña del Mar; Centros de Atención a Víctimas de Delitos
Violentos, dependientes del Ministerio de Justicia, en todas las regiones del país; Centros
especializados en Atención de Violencia Intrafamiliar, dependientes de los diversos
Municipios; Unidades de Atención a Víctimas y Testigos, dependientes del Ministerio
Publico en todas las regiones del país.

Discusión

A lo largo de este artículo se ha realizado un recorrido por la historia del trauma,


desde su concepción hasta la derivación en costructos como el Estrés Postraumático y el
Estrés Traumático Secundario. Se ha profundizado en este último y se ha hecho referencia a
los modelos explicativos y a las líneas de prevención.

Finalmente se ha realizado una exposición del trabajo con el trauma en Chile,


destacando el surgimiento de instancias formales de atención a víctimas. El surgimiento de
estas instancias especializadas de atención a víctimas del trauma cuenta del interés estatal
por la atención de víctimas de eventos traumáticos. De hecho queda claro que el Gobierno
ha implementado gradualmente más recursos económicos dirigidos a sustentar estos
proyectos de atención.

No obstante aún no hay conciencia del desgaste asociado a este tipo de trabajo. Esto
se ve reflejado en la escasez de políticas relacionadas con el cuidado y autocuidado de los
equipos profesionales vinculados al trabajo con el trauma . Se ve reflejado, además, en la
prácticamente inexistente destinación de recursos a actividades dirigidas a prevenir y tratar
sintomatología propia de la traumatización secundaria. Lo que es bastante grave ya que tal
como se ha visto en el presente articulo, a nivel mundi al si existe evidencia de la
traumatización secundaria que sufren los profesionales y además de que hay métodos
efectivos para su prevención y tratamiento

Esta falta de conciencia de la victimización sufrida por los profesionales de ayuda en


Chile da cuenta de un proceso evolutivo similar al que se describió en la atención de las
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víctimas directas de eventos traumáticos (donde, entre los años 70 a 90 las victimas fueron
apoyadas por profesionales independientes sin un apoyo formal institucional).

Hoy en día, en nuestro país, las victimas indirectas del trauma (los profesionales de
ayuda) si han sido atendidos en su proceso de victimización secundaria. Pero ese interés ha
venido (tal como en el pasado sucedía con las víctimas directas) de investigadores y
profesionales particulares, que por alguna razón se han sensibilizado con el tema del
desgaste profesional, pero no con el apoyo formal y masivo de las instituciones que
albergan a estos profesionales.

En Chile si existe evidencia del desgaste de los profesionales que trabajan con el
trauma y con la violencia (Asún, 2001; Barría 2002; Esparza, Guerra y Martínez, 1995 ;
Morales y Lira, 1996; Morales, Pérez y Menares, 2003; Piper y Arensburg, 1996), no
obstante por alguna razón esta evidencia aún no ha sido utilizada para justificar un mayor
cuidado por los equipos de trabajo.

Tal vez solo es cosa de tiempo, de que tal como en el caso de la atención a las
victimas directas, las instituciones publicas y privadas tomen mayor conciencia de la
importancia de la prevención y tratamiento del Estrés Traumático Secundario y apoyen el
surgimiento de políticas de autocuidado (y las financien)

Mientras eso pasa futuras investigaciones que aborden directamente el Estrés


Traumático Secundario podrán sumarse a los esfuerzos ya existentes por entregar
argumentos en esta línea. No se debe olvidar que tal como señala Barudy (1999) los
profesionales son el recurso fundamental de los programas de atención a víctimas del
trauma, por lo tanto queda abierto el des afío de generar instancias que favorezcan el
surgimiento de políticas de prevención y tratamiento del desgaste laboral en todas sus
dimensiones.
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