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26 de agosto de 2018
En defensa de la
universidad
Por José Pablo Feinmann
CONTRATAPA
26 de agosto de 2018
En defensa de la universidad
Por José Pablo Feinmann
En el subsuelo había una librería que tenía los principales libros del
marxismo. Durante esos años era necesario viajar a Montevideo
para comprar las obras del materialismo marxista. Conrado
EggersLan dictó un cuatrimestre de Filosofía de la Historia y lo
dedicó al pensamiento de Marx. En el examen final todos exponían
fielmente la Ideología Alemana y el Manifiesto. Sólo uno se atrevió
a ser terriblemente original: “La historia no es otra cosa que la
aventura del difícil diálogo entre el hombre y Dios”. Más tarde,
cenando en El Genovés de la calle Resistencia, a la vuelta de la
Facultad, Víctor Massuh, que había tomado exámenes junto a
Eggers, le dijo: “El único que puso una bomba fue el muchacho
que dijo que la historia era el difícil diálogo entre el hombre y
Dios”. Lástima que todos estos creyentes en la trascendencia de lo
sagrado terminaron siendo funcionarios de Onganía y hasta (en el
caso de Massuh) de Videla.
En 1965, la Facultad se mudó a la calle Independencia. Su espíritu
siguió siendo el mismo. Se juntaron firmas para conseguir una
cátedra paralela de Historia de la literatura argentina. Se consiguió
y el profesor titular fue Noé Jitrik. Todos cursamos esa materia,
como inscriptos o como oyentes. El curso de Jitrik fue brillante y
profundo. Ahí leímos o, más bien, releímos a Cambaceres,
Lugones, Arlt y Borges. Este último era parte del paisaje de la calle
Viamonte. Solía andar del brazo de María Kodama y se apoyaba en
su bastón. También andaba solo. O acompañado por alguna de sus
alumnas. Cierta vez, entro por la puerta de la calle Viamonte y
viene Borges charlando con una alumna. Con voz alarmada, le
escucho decir: “Pero ese concurso lo organizan los comunistas”.
Me resultó una frase patética, lamentable. No le resta su grandeza
literaria. Tal vez se la reste su viaje a Chile de 1976, su encuentro
con Pinochet, su apretón de manos y su frase: “Le agradezco que
haya enseñado a mi país cómo se lucha contra el comunismo”. Ahí
perdió el Nobel.
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