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VÍCTOR HUMAREDA

Biografía
Humareda nació en Lampa, el 6 de marzo de 1920.
Sus padres fueron Emilio Humareda Caballero y
Eudocia Gallegos Andía. A los cuatro años de edad
perdió a su padre, quien al parecer fue víctima de
un crimen pasional. En 1927 inició sus estudios
escolares en la escuela fiscal de su pueblo natal,
pero los abandonó en el tercer año de secundaria,
para dedicarse a la enseñanza. Ya por entonces
soñaba con ir a Lima para estudiar dibujo y pintura.
En 1939 fugó de su hogar y marchó a Arequipa.
Poco después pasó a Lima, donde se hospedó en
casa de sus tíos abuelos y logró ingresar a
la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima. Sin
embargo, luego de unos meses de estudio las
necesidades económicas le apremiaron. Debió
trabajar y estudiar al mismo tiempo, por lo que al
regresar a la casa de su tía abuela llegaba con el cuerpo molido. Por las mañanas caminaba por la
calle Capón, deteniéndose en los restaurantes, ofreciendo pintar rostros a pedido del cliente; por
ellos recibía unos cuantos soles que le servían para comprar lápices de carboncillo y alimentarse
en el restaurante limeño Cordano. Dejó de estudiar un año, pero en 1941 reingresó a la Escuela
de Bellas Artes, dirigida entonces por José Sabogal. Tuvo por maestros a destacados pintores
como Julia Codesido, Ricardo Grau y Juan Manuel Ugarte Elespuru. Al ingresar en 1947 ocupó el
segundo lugar en su promoción y ganó una beca a la Argentina, pero por motivos de salud lo
postergó. Volvió a su tierra natal, donde se dedicó a pintar
paisajes.
En 1950 hizo al fin efectiva su beca a Buenos Aires, donde
estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación
Ernesto de la Cárcova. En 1952 retornó a Lima y en septiembre
inauguró en el Instituto Cultural Peruano Argentino su primera
exposición individual, compuesta por 19 óleos.
Hasta 1956 presentó en total 21 exposiciones individuales, así
como numerosas muestras colectivas.
En busca de mayores experiencias, en 1966 viajó a Europa,
arribando sucesivamente a Barcelona y París, donde permaneció
apenas un mes, prefiriendo retornar a su patria. En Lima
continuó realizando exposiciones individuales (1966, 1967, 1968
y 1970).
Humareda era un pintor excéntrico, que no tomaba ni fumaba, un hombre tierno al que le
gustaba la soledad, aunque sin perder nunca su buen humor. No tenía domicilio fijo; vivía en
hostales de la La Parada en La Victoria, un barrio populoso plagado de delincuentes y meretrices,
aunque también de ambulantes o trabajadores informales provenientes, como él, del interior del
país.
En 1983 fue sometido a cirugía al detectársele un tumor en el cuello y al año siguiente le fueron
extirpadas la laringe y las cuerdas vocales. Pese a ello, no flaqueó en su creación artística y
expuso en la galería Moll de Miraflores ese mismo año. En julio de 1984, el alcalde de
Lima Alfonso Barrantes le hizo entrega de la Medalla de la Ciudad y, en noviembre del mismo año,
el grupo “Quaternario”, integrado por artistas puneños, le dedicó el segundo Salón de Arte
Contemporáneo, exhibido en la galería municipal de Puno.
En octubre de 1986, en la galería del Centro Cultural de la
Municipalidad de Miraflores fueron exhibidos 42 de sus óleos,
realizados entre 1948 y 1986. La muestra se denominó
“Homenaje a Víctor Humareda” y fue promovida por el pintor
Eduardo Moll y el crítico Luis Lama.
El 16 de noviembre de 1986 Humareda empezó a pintar la
que sería su última obra: La Quinta Heeren de noche, por
encargo del Banco Central de Reserva. Lo terminó el día 18 y
al día siguiente sufrió una hemorragia nasal, causada por las
emanaciones de sus óleos. Falleció dos días después,
recibiendo homenajes tanto en la Escuela Nacional de Bellas
Artes como en el mismo Cementerio Presbítero Maestro,
donde reposan sus restos.
Crítica
Tal el mundo imaginativo y siempre cruel que nos transmite Humareda, con sus escenas viejas, de
brujas, de mujeres de alegre y fácil vivir, de quijotes, de caballos espantados, de corridas de toros
y peleas de gallos, de payasos pensativos, de desnudos, de danzas y procesiones, de calaveras y
máscaras, escenas callejeras y nocturnas de los bajos fondos, de cantinas y boites; versiones
todas de original expresión, en las que la tragedia se preludia, o donde se aprecia la tragicomedia
que el hombre actual y de siempre, que los artistas como Humareda viven intensamente tras las
mil máscaras que obliga a usar el medio ambiente. En la obra de Humareda, los críticos han
querido encontrar felices semejanzas con las imágenes plasmadas en sus lienzos y grabados por
el eterno Francisco Goya o con los del atormentado José Gutiérrez Solana, recordando a los
españoles; con los del belga James Ensor o con las del lituano-parisién Chaim Soutine; y aún con
los de algunos notables expresionistas alemanes; pero para nosotros es y seguirá siendo, sencilla
e inconfundiblemente, la obra personalísima y consagratoria del peruano Víctor Humareda.
La producción del genial artista expresionista fue muy vasta y se conserva en las mejores
colecciones. Se calcula que pintó alrededor de dos mil lienzos y bocetos. El 27 de agosto de 1993,
sus amigos y admiradores crearon la “Fundación Víctor Humareda Gallegos”, con el fin de divulgar
la obra del maestro, así como contribuir a la difusión educativa y cultural del arte peruano.

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