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Módulo 1

Creando el Presente desde el Futuro


Hace unos días publiqué en mi cuenta de Facebook una foto de “antes y después”, donde
cargaba en brazos a la “Peludita”, una gata que llegó junto con su hermanita “la
Tranquilita” a la casa siendo ambas muy pequeñitas. La publicación decía: “Dos años
después” y mostraba en cada foto al felino en cuestión. Al subir las fotos a mi perfil elegí
primero la foto del “antes” y después se publicó la de “después”, por lo que al ver la
publicación podías ver a la izquierda la foto actual y a la derecha la foto anterior.

De inmediato los comentarios empezaron a llegar. Me llamó mucho la atención que


algunos de los comentarios se referían a que “me había equivocado”, que la secuencia de
fotos estaba al revés. Un amigo comentó “Hey, la gata empequeñeció”, otro más dijo:
“Rejuveneció”

¡Y claro! La secuencia “normal” debería ser así:


El problema radicaba en la forma como los seres humanos concebíamos la línea de
tiempo. Generalmente la vemos como una línea que corre de izquierda (pasado) a derecha
(futuro) y donde en algún lugar entre ambos extremos nos encontramos en el presente.

A pesar de que vamos avanzando hacia el futuro a cada paso que damos en el presente,
parece que hay una resistencia natural a abandonar o soltar todas aquellas experiencias
vividas que forman parte de nuestra historia. Claro, si se tratara sólo de recuerdos
positivos no habría mucho problema. La situación se complica cuando revivimos
acontecimientos de un pasado tortuoso como si estuviera ocurriendo en este mismo
momento. Los toltecas afirmaban que los seres humanos sufríamos por dos cosas:

1. Los resentimientos, rencores y culpas que venimos acarreando del pasado, o


2. El miedo, angustia e incertidumbre que nos ocasiona el futuro aterrador que se
avecina.

Paradójicamente no existe el sufrimiento en el momento presente. Tal parece que el


sufrimiento humano procede de cosas que sólo se encuentran en el reino de nuestra
imaginación. Por lo que tratamos de evocar una y otra vez el pasado para poder “sanar”
heridas que padecemos en la actualidad.

Viajamos al pasado para solucionar problemas o para resolver situaciones, lo hacemos


cuando queremos hacer cambios sobre lo que fuimos anteriormente aunque en el presente
no notemos la necesidad de realizar aquellos cambios para estar bien con nosotros
mismos, aun así, sentimos esa necesidad de querer vivir el momento afectado que
presenciamos en el pasado, viajar, adentrarnos en ese momento en el cual ocurrió el
conflicto y querer cambiarlo de algún modo, para estar bien con nosotros mismos.

“No se trata de cambiar el pasado, sino influir sobre el pasado cuando


estaba sucediendo de modo que se convierta en lo que es”

Esto realmente es empezar a manejar tu línea del tiempo, cada cambio que realices, cada
acción que tomes o decidas influirán y repercutirán en la actualidad, en el presente, en ese
preciso momento que te encuentres.
Al trazar nuestra línea del tiempo, tomamos en cuenta varios factores que influyen o nos
afectan en el transcurso de nuestra línea de vida y es, en ese momento donde queremos
conservar los puntos positivos y querer cambiar los puntos que nos afectan en nuestra
línea.

Para algunas tradiciones filosóficas como el budismo, el hinduismo, sijismo, jainismo y


para algunas otras como el gnosticismo o rosacruces, el tiempo es un ciclo y no una línea
recta con “un principio y un fin, sino más bien un ciclo sin fin donde todos los eventos
tenían conexión. Determinaban a este ciclo, Samsara, que en lengua hindú deriva del
sánscrito fluir junto o pasar a través de.

“Todas las posibilidades de tu vida coexisten en el mismo


momento”

Todos los hechos de nuestra vida se encuentran conectados por un efecto causal, es decir,
nada de lo que estamos viviendo en este momento y nada de lo que viviremos realmente
son hechos aislados, sino consecuencias unos de otros. Estamos donde nos encontramos
y tenemos lo que tenemos como consecuencia de todas aquellas decisiones que tomamos
y acciones que emprendimos en algún momento de nuestra historia. Sin embargo, si nos
paramos de frente a nuestro futuro, podemos notar que delante de nosotros se despliega
un abanico de inmensas posibilidades, algo como esto:

Venimos de un pasado de muchos pasados probables, estamos en uno de los muchos


presentes probables y se despliegan delante de nosotros muchos futuros probables. Todas
esas probabilidades coexisten de forma simultánea. Si pensamos como lo harían los
precursores de la Física Cuántica interpretaremos que todos esos estados coexisten,
entonces, como una probabilidad cuántica o superposición de onda.
En 1935, el físico austriaco Erwin Schrödinger propuso un experimento imaginario donde
colocaba un gato en una caja, una botella de gas venenoso y un dispositivo con una sola
partícula que tiene un 50% de probabilidad de explotar en un tiempo determinado. De
hacerlo, rompería la botella con el gas venenoso y mataría al gato (tranquilos, sólo fue un
experimento teórico, ningún gato fue lastimado con esta propuesta). Transcurrido el
tiempo y, estando la caja cerrada, no se podía saber con exactitud si la partícula había
explotado o no, con lo cual el gato, en teoría, estaría vivo y muerto a la vez. Claro, esta
paradoja sólo proponía lo establecido por la Física Cuántica y pretendía demostrar una de
sus más grandes interrogantes.

La función de onda mostraba a un gato en un estado superpuesto, es decir, vivo y muerto


a la vez. Como comprenderemos, el estado del gato sólo lo podríamos determinar (colapso
de onda) si es que abrimos la caja. Es decir, el observador determinaría el estado del gato.
Mientras no haya quién observe, teóricamente, ¡el gato estaría en el limbo! El paso de una
superposición de estados a un estado definido se produce como consecuencia del proceso
de medida (observación) y no puede predecirse el estado final del sistema, solo la
probabilidad de obtener cada resultado.

De la misma forma, podemos decir que nuestra vida se encuentra en una superposición
de estados, donde la probabilidad de tener éxito o fracaso es como el gato de Schrödinger.
Existe un futuro probable donde somos ingenieros, comerciantes, pobres desempleados,
ricos inversionistas, héroes de guerra o asesinos a sueldo. ¿Dónde se hará el colapso de
onda? Depende.

¿De qué depende? Del futuro que elijamos. Una vez que lo hemos elegido en ese
momento se activa nuestro sistema activador reticular ascendente y nos ponemos en un
estado de alerta permanente que nos permite advertir todos los elementos, personas,
momentos, circunstancias que tengan que ver con la consecución de nuestros sueños. Una
vez más, el observador cambia lo observado
De acuerdo a lo establecido por la mecánica cuántica, prácticamente todas las partículas
en el universo se encuentran dentro de un mismo tipo de sistema. El entrelazamiento es
un fenómeno cuántico, sin equivalente clásico, en el cual los estados cuánticos de dos o
más objetos se deben describir mediante un estado único que involucra a todos los objetos
del sistema, aun cuando los objetos estén separados espacialmente.

Esas fuertes correlaciones hacen que las medidas realizadas sobre un sistema parezcan
estar influyendo instantáneamente en otros sistemas que están entrelazados con él, y
sugieren que alguna influencia se tendría que estar propagando instantáneamente entre
los sistemas, a pesar de la separación entre ellos. Sin importar en dónde se encuentre una
partícula en el espacio-tiempo, lo que le pase a su doble, también le pasará a ella.

Jean Pierre Garnier Mallet afirma que si esto sucede en el universo y cada uno de nosotros
estábamos formados de partículas, entonces, tú y yo, también tenemos un Doble Cuántico.

Podemos transformar nuestra realidad, visualizar lo que tenemos en el presente y pensar


de otra manera, si queremos hacer notar cambios y tener resultados optimistas, un buen
aliado es nuestro doble cuántico. Cuando tomamos decisiones, presenciamos caminos
distintos que cambian el rumbo de nuestras vidas, es en ese momento en el que hacemos
toma de decisiones, tomamos en cuenta que el camino que elijamos es el que definirá
nuestros resultados, sea cual sea el camino que tomemos, todos nos llevaran al mismo
destino, siempre tendremos en cuenta la toma de decisiones, ese camino que elijamos es
lo que nos transformara a lo que somos hoy en día, siempre presenciaremos factores que
influyan o afecten a nuestra vida diaria, nosotros forjamos nuestro futuro, con todas las
decisiones que aceptemos y las acciones que realicemos, nos definirán como persona.

“No es tu presente el que determina tu futuro… es tu futuro el que


determina tu presente”
Manuel Alonso

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