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Colombia: La violencia que siempre fué.

Una de las características del Estado colombiano en su constante histórica es la


confrontación interna, los conflictos armados en el país se han desarrollado desde
su origen fundacional, pero estas violencias se recrudecen cada tanto se desarrollan
procesos electorales en el territorio nacional es una tradición de nuestra violencia,
así como el uso de los medios de comunicación para poder difundir los objetivos y
resultados de esta (bajas y víctimas), Colombia es un ejemplo del ejercicio del
necropoder y el diseño de necropolíticas que establecen y profundizan los procesos
de desigualdad en el territorio, acostumbrados a señalar la diferencia como el
enemigo público se justifica desde el discurso de verdad promovido por el Estado, la
muerte de aquellos que representan oposición a los intereses económicos privados
que defienden las políticas gubernamentales ​el origen del mal (Étienne Balibar,
Alejandro Bilbao, & Bertrand Ogilvie, 2018) para una parte de la población son
aquellos que levanta su voz contra el establecimiento.

Para entender el conflicto armado en el país partiremos haciendo un breve resumen


de nuestra historia nacional para entender como podríamos establecer que
Colombia es un ​constante Estado de excepción (Agamben & Gimeno Cuspinera,
2010) en donde las confrontaciones internas contra el poder establecido, ha sido
una constante a lo largo de la historia nacional desde la época de la colonia hasta
nuestros días, recordemos; al principio de nuestra lucha independentista existieron
divisiones marcadas entre las formas de concebir el Estado pasando del centralismo
al federalismo que mutará en santanderistas y bolivarianos aglomerandose en
partido liberal y partido conservador, divisiones y discrepancias que se mantuvieron
durante el siglo XIX llegando al ​olimpo radical ​de los liberales (constitución de 1863)
después de una larga hegemonía conservadora seguido de la ​regeneración nacional
(constitución de 1886) de Rafael Núñez y la guerra de los mil días, ambas
consecuencia de un gobierno ultra conservador que negó derechos políticos a lo
liberales de la época desatando la más cruenta guerra interna que ha vivido el país.
En el siglo XX nos enfrentamos a las largas hegemonías de partido (​republica
liberal-republica conservadora)​ , la dictadura de Rojas Pinilla y la dictadura
bipartidista (frente nacional), todos estos procesos antes mencionados cobijados
bajo la constitución de 1886, incluyendo el desarrollo del narcotráfico y
paramilitarismo en la década de los 80; en respuesta a este largo proceso surge la
constitución de 1991 como demanda de grandes sectores de la población que se
movilizaron buscando ser visibles dentro del cuerpo social y reclamar sus derechos
de participación y representación política; pese a esto, la constitución de 1991 se
desdibuja por el actuar de las elites de poder en el país que, en 28 años ha
realizado más de 40 cambios estructurales a la carta magna del país a comparación
de la constitución de 1886 que en 105 años se modificó un total de 70 de veces
podríamos plantear la idea de que ¿Colombia es un Estado que se ha encargado de
destruir paulatinamente desde la apertura económica de Gaviria el gran acuerdo
nacional que fuese la constitución de 1991?

Este corto esbozo de la historia política nacional nos permite contextualizar la


premisa antes mencionada, Colombia es un ​constante Estado de Excepción​, y como
tal, para su mantenimiento es necesario el uso de diversas ​máquinas de guerra en
el territorio que permita establecer diferentes ejercicios de poder por fuera del
Estado controlando lo territorios; estas máquinas de guerra actúan directamente
sobre la población que en el caso del conflicto armado colombiano, podríamos
caracterizar en narcotraficantes, paramilitares, guerrillas-disidencias, fuerzas
estatales, configurando en el territorio del Cauca un espacio donde la ​necropolítica
es visible tanto en la población como en la construcción de vida digna, máquinas de
guerra que en ejercicio de su poder de muerte (​necropoder)​ , actúan sobre la
población cohesionada que ha luchado a lo largo de la historia nacional por su
existencia.

En la última semana se vivió una de las jornadas más sangrientas de la historia


reciente en el marco del post acuerdo, específicamente en una de las regiones que
históricamente, ha sido atravesada por el desarrollo del conflicto armado en el país
el departamento del Cauca, en donde en solo cinco días se vivió una ola de
violencia atravesada por masacres, secuestros y combates, una remembranza de
nuestra historia reciente, acciones que fortalecen la idea de un Estado que se
legitima desde el ejercicio de la muerte sobre la población en lugar de la
administración de la vida.

Las comunidades del Cauca han sido objetivo de políticas de desarrollo que se han
servido del ejercicio de la muerte decidiendo quién puede vivir y quién debe morir
(Mbembe, 2011), un territorio en donde los intereses de grandes propietarios y
azucareras han predominado por encima de la autodeterminación de los pueblos y
la protección constitucional de los resguardos; el territorio del Cauca hace parte del
llamado ​Chocó biogeográfico uno de los ejes ambientales del planeta pero igual un
territorio en donde por parte del Estado se ha dado prioridad al desarrollo de
proyectos de índole extractiva siendo necesaria la respuesta de las comunidades en
oposición al desarrollo de este tipo de políticas, pero este no el único problema sino
una de sus aristas, uno de los problemas de mayor impacto dentro del territorio es la
apropiación de tierras para cultivos ilícitos; el departamento tiene una importancia
estratégica para la consolidación de la paz en el país, siendo uno de los territorios
con mayor riqueza y biodiversidad pero es el segundo departamento más pobre del
país siguiendo al Chocó, territorios empobrecidos por la imposición de un modelo de
desarrollo en donde la vida no cuenta, y los habitantes son el objetivo de políticas de
muerte por parte del Estado o de las elites regionales que buscan reafirmar su
poderío en la región asi como grupos armados que establecen su dominio a partir
del ejercicio de la muerte.

Pero el Cauca no es el único espacio del territorio nacional donde el ejercicio del
necropoder es evidente, Colombia que caractericé antes como un ​constante Estado
de excepción implica a su vez que es un conflicto asimétrico con diferentes matices
dependiendo de la región en donde se desarrolle siendo diferencial la forma de
manifestación de este; el conflicto en el territorio nacional se ha desarrollado fuera
de los centros de desarrollo (grandes ciudades) que imponen en los territorio
periféricos a estas una visión de desarrollo que va de la mano con el
desplazamiento, escalamiento, intensificación y territorialización del conflicto social,
político y armado (Grajales, 2017), el conflicto armado en el país es un mal
necesario para el mantenimiento de las elites políticas que buscan validar su
existencia y pertinencia en un país que ha buscado alternativas para la superación
de este, legitimando la muerte de aquello que se establece como ​el origen del mal.​

La respuesta del gobierno de turno a los hechos desarrollados en el Cauca es el


aumento del pie de fuerza mas no la ejecución de lo acordado en el ​acuerdo final
firmado en el teatro Colón pese a que como enunció con anterioridad, el Cauca es
un departamento clave tanto en el proceso hacia la terminación definitiva del
conflicto como en la puesta en marcha de los acuerdos («Undp-co-cauca
conflictividades-2015.pdf», s. f.).

El dia de ayer se desarrolló el debate de moción de censura del ministro de defensa


Guillermo Botero en donde se mostró el asesinato por parte de las fuerzas armadas
de un grupo de menores que estaban retenidos en el campamento, que para agosto
del presente año se mostró como una operación exitosa y contundente desde el
discurso oficial encubierto por lo medios de comunicación, ocultando las
consecuencias de estas acciones; algo similar a lo vivido en el gobierno Uribe con
las ejecuciones extrajudiciales que suavizaron los medios de comunicación
titulandolos como falsos positivos; pese a esto, el partido de gobierno se muestra en
una férrea decisión de apoyo hacia el ministro que encubre estos hechos, la
pregunta seria ¿porque la necesidad de encubrir? y la respuesta es simple, la
necesidad de legitimación y evidencia de acción por parte de los entes
gubernamentales ¿a quien le sirve este accionar? obviamente a las fuerzas que se
encumbraron en el poder con un discurso de mantenimiento de la guerra y no
continuación del proceso de paz; somos Colombia una sociedad acostumbrada a la
muerte como dispositivo de control por parte del Estado, a quien le basta la
justificación del ​presidente eterno para validar y justificar la violencia en las regiones
asi como la muerte de cualquiera que pueda ser objetivo de categorizar como el
origen del mal.
Agamben, G., & Gimeno Cuspinera, A. (2010). ​Homo sacer: El poder soberano y la nuda

vida​. Valencia: Pre-textos.

Étienne Balibar, Alejandro Bilbao, & Bertrand Ogilvie. (2018). ​ESTUDIOS SOBRE

NECROPOLÍTICA, Violencia, cultura y politica en el mundo actual.​ (Primera edición).

Santiago de Chile: LOM ediciones.

Grajales, N. O. (2017). Al precio que sea necesario: Aproximación al desarrollo como

práctica de la Necropolítica en el. . ​. Pp.,​ 13.

Mbembe, A. (2011).

Achille-mbembe-necropolc3adtica-seguido-de-sobre-el-gobierno-privado-indirecto.pd

f.​ Recuperado de

https://aphuuruguay.files.wordpress.com/2014/08/achille-mbembe-necropolc3adtica-

seguido-de-sobre-el-gobierno-privado-indirecto.pdf

Undp-co-caucaconflictividades-2015.pdf. (s. f.). Recuperado 6 de noviembre de 2019, de

https://www.undp.org/content/dam/colombia/docs/Paz/undp-co-caucaconflictividades

-2015.pdf

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