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de plantaciones, brutalmente interrumpido por las guerras que habían asilado progresivamente a la colonia,
del mercado principal para su cacao: la metrópoli.
Este ascenso económico, se había dado en medio de transformaciones sociales, también intensas:
La expansión de las plantaciones ensanchaba la población esclava.
Parte de los negros libres participaban en la nueva prosperidad, con mayor éxito de lo que hubiera deseado
una élite, cada vez más alarmada por estos avances, evidenciando fisuras internas en la sociedad colonial.
Halperín Donghi, describe a esta sociedad como preparada para volverse contra sí misma. Ya había habido
algunos episodios en el siglo XVIII, por ejemplo en 1794, cuando una conspiración de negros y pardos en
Coro, invocaban el ejemplo de Francia y Haití.
La élite criolla (“mantuanos”), no había participado de estas aventuras, sin embargo, estos ricos de Caracas,
vivían más que en otras partes, la vida de un imperio en honda transformación, bajo fuertes inspiraciones
ideológicas, siendo revelador, que en 1811, Venezuela proclamase a la vez la independencia pero también, la
república.
Esta intimidad con la experiencia de la Europa en revolución, está reflejada en la trayectoria personal de dos
figuras que dominan la revolución, Miranda y Bolívar.
Miranda: El retorno a la patria de este veterano de demasiados destierros, no fue recibido con entusiasmo entre
los jefes del movimiento, al que su presencia, daba un colorido revolucionario. Fue la influencia de Bolívar y
la Sociedad Patriótica, que logró que se levantara la prohibición de que volviera a su tierra.
REVOLUCIÓN DE VENEZUELA
La independencia era obra de una minoría audaz, dentro de los dirigentes del movimiento. La prudencia,
dominaba frente al orden social legado por la reciente expansión. El tráfico de negros fue prohibido, pero la
esclavitud permaneció intacta. Aunque se eliminaron las discriminaciones legales contra las castas, sólo la
exigua minoría entre los pardos y negros libres, había alcanzado alguna prosperidad, viendo el acceso abierto
a la vida política, sin embargo, allí descubrió las discriminaciones que no habían sido borradas de los textos
legales.
Los dirigentes del movimiento, tenían el corazón dividido, entre el radicalismo político con el
conservadurismo social. Los realistas, frente a estas acciones, estaban dispuestos incluso a legitimar rebeliones
de esclavos en las plantaciones. No buscaban introducir un nuevo equilibrio entre los grupos sociales de
Venezuela, pero emplearon el conservadurismo de sus rivales, para reavivar el rencor de los sectores
marginales, contra los criollos, que en realidad eran la expresión política de los plantadores.
La causa realista contaba con el apoyo del clero. En marzo de 1812, el terremoto que devastó Caracas, fue
señalado por el clero, como signo de la cólera divina.
La República Boba caducó en 1812, llamada así porque carecía del apoyo popular.
El autor John Lynch, haciendo referencia al fracaso de la primera república, señaló que esta se vio estorbada
por la estructura social de la colonia:
-Los realistas, combatían por el Antiguo Orden.
-Los independentistas, combatían por la supremacía criolla.
-Los pardos y esclavos luchaban por su propia liberación.
De este modo, hubo diversos movimientos y cada uno se enfrentó o explotó al otro. Estas divisiones, crearon
unas circunstancias propicias para la restauración del poder real. En fin, dentro de una misma revolución hubo
muchos movimientos.
Más que enfrentar al poder español, hay guerras civiles (Chaunu, Hobsbawm, Vilar).
La derrota de la primera república venezolana, impulsó a Bolívar a dentro de su sistema de ideas, los motivos
democráticos y autoritarios. La Patria Boba, había sido una república patricia, en donde el poder era
celosamente monopolizado e internamente dividido, por una cerrada oligarquía. Eso, había tenido dos
consecuencias:
1. Había impedido al nuevo orden ganar el favor de los sectores populares, a los que excluía.
2. Le había restado toda capacidad de afrontar la lucha sin cuartel que sólo podría haberle salvado.
En su Memoria, fechada el 15 de diciembre de 1812 en Cartagena, Bolívar ofrecía a los revolucionarios, las
lecciones de la durísima experiencia. Sin embargo, las experiencias las recogía de la esfera únicamente
político-militar. Políticamente, la revolución requería de un poder centralizado y autoritario, dispuesto a
abandonar el sistema tolerante y a imponerse a sus enemigos por el terror, y sostenido por un ejército regular
y disciplinado, en lugar de las milicias que la Patria Boba, había juzgado como la única organización militar
compatible con la libertad republicana.
Por debajo de esas propuestas organizativas, lo que inspira el Manifiesto de Cartagena, es el desengaño acerca
de la vocación revolucionaria de los pueblos hispanoamericanos. Ello, no lleva a Bolívar a revisar su
compromiso revolucionario, sino, a redefinirlo. La tarea de los jefes de la revolución, considera que es hacer
por la fuerza, libres a los pueblos estúpidos, que desconocen el valor de sus derechos.
Se dibujan aquí algunas de las ideas básicas que orientarán la acción política de Bolívar. El manifiesto sin
embargo, no toma en cuenta la incidencia de las tensiones internas, en una sociedad cruelmente dividida entre
opulentos y pobres, entre blancos y casas, entre libres y esclavos.
Segunda etapa: 1813-1814
Luego del fracaso de la Primera República, Bolívar se dirigió a Cartagena, desde donde emitió el Manifiesto
de Cartagena.
En Nueva Granada, Bolívar obtuvo importantes éxitos militares y solicitó al Congreso de Nueva Granada
autorización para realizar operaciones en Venezuela.
La guerra se caracterizó por la violencia: “guerra a muerte” contra el imperio español. La guerra a muerte
intentaba imponer, un clivaje fundamental en la sociedad venezolana, al separar a los peninsulares,
condenados a muerte (excepto si habían brindado servicios efectivos a la causa de la independencia) de los
nativos, protegidos contra las pasadas faltas políticas, con el título ahora de americanos.
Entre mayo y agosto de 1813, Bolívar se apoderó de las principales ciudades y finalmente tomó Caracas, el
de agosto de 1813. Fue proclamado Libertador. Sin embargo, su éxito fue limitado, excepto en el este
venezolano.
Mientras Bolívar fracasaba en su intento de ampliar la base del poder revolucionario hasta incluir toda la
población nativa, sus enemigos tenían éxito en lanzar a la lucha un elemento hasta entonces apenas tocado por
ellos: los españoles se aliaron con los llaneros, mestizos e indios, dirigidos por Boves, quien les prometía
reparto de tierras y guerra a los criollos, a quienes se les quitarían sus propiedades.
Como en 1812, la revolución fue de nuevo menos afortunada que los defensores del antiguo orden en conseguir
apoyos dentro de la sociedad venezolana.
Bolívar fue nuevamente derrotado en junio de 1814 y fue a Jamaica. Nuevamente Venezuela quedó bajo el
poder español.
Etapa final: 1816-1821
En setiembre de 1815, en Jamaica, Bolívar había trazado un balance de la trayectoria de la revolución en
Venezuela. También, realizaba una defensa apasionada de la legitimidad de la propia empresa. En ella, el
análisis volvía a centrarse, en las insuficiencias político-militares del movimiento, atribuidas a una herencia
colonial.
Antes de su retorno a Venezuela, en diciembre de 1815, su instalación en Haití, supone una toma de posición
sobre ella. Haití, ha sido y seguirá siendo, un ejemplo para ser recordado con horror: la liquidación de una
sociedad esclavócrata, por la rebelión de la población de color.
El regreso de Bolívar, se produjo gracias al apoyo prestado por el presidente de Haití, Alexandre Pétion, a
cambio del compromiso de liberar a los negros de la esclavitud. Este compromiso sin embargo, no se
cumpliría. El horror de Bolívar por la esclavitud, era hondo y sincero. A su vez, su disposición a encarar temas
que en el pasado había preferido marginar, refleja sin duda la convicción de que para sobrevivir la revolución
venezolana, debe buscar raíces más hondas en la sociedad.
Bolívar vuelve a Venezuela para establecer su base en Guayana, para futuras ofensivas y se desarrolla allí el
episodio que refleja hasta qué punto la base humana del movimiento se ha modificado. En él, la élite costeña
y plantadora que lo desencadenó sólo hace cinco años, no tiene ya lugar como grupo, y la población de color
libre, lo tiene en cambio esencial, al condenar el separatismo ético que acusa a Piar de promover la promesa
de una república ciega a las diferencias de casta.
En esta tercera etapa, la causa independentista es sostenida por jefes locales, cuya disposición a subordinarse
a la autoridad suprema de Bolívar, es dudosa.
Bolívar decreta la liberación de la esclavitud y con la ayuda de un caudillo, José Páez, atrajo a las masas de
los llanos y obtuvo importantes victorias.
En 1819 emitió un discurso ante el Congreso de Angostura, donde establecía los planes para crear la Gran
Colombia, por la reunión de Venezuela y Nueva Granada.
Posteriormente, se dirigió a Bogotá y constituyó la República de Colombia.
El retorno de la metrópoli al constitucionalismo, atenuaba también la firmeza de líneas con que el conflicto se
había definido hasta entonces. Morillo, el feroz represor de la revolución neogranadina, el exitoso defensor
del poder realista en Venezuela, debía adoptar un nuevo papel: el de negociador. No logró persuadir a los
independentistas de que se reintegrasen a un orden español, al que proclamaba hondamente transformado por
el retorno al régimen constitucional. Sin embargo, esa falta de acuerdo de fondo no impidió la concertación
de un armisticio, que debilitaría la voluntad de resistencia realista, sin embargo, fue quebrado por un
alzamiento republicano en Maracaibo, que marcó el comienzo de un avance general sobre Venezuela central.
Bolívar, en la decisiva batalla de Carabobo, obtenía el control de Caracas.
Venció a los españoles en la Batalla de Carabobo, en 1821.
Poco después, el territorio de Panamá se liberó de los españoles y se incorporó a la Gran Colombia.
En 1821 se celebró el congreso de Cúcuta, que dotó a Colombia de una organización más centralizada que la
de Angostura. Venezuela, Nueva Granada y Quito perdieron su autonomía al dividirse todo el territorio en
departamentos gobernados desde Bogotá. El vicepresidente Francisco de Paula Santander asumió la tarea
organizativa. La autoridad de Bogotá sobre Venezuela era bastante relativa ya que Páez, dueño del poder
militar, controlaba la vida política.
En Bogotá no se veía con buenos ojos la gestión liberal de Santander.